#Dionisio el Joven
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Los cuadernos de Rusia de Dionisio Ridruejo
El 21 de junio de 1941 se reúnen Ramón Serrano Suñer, Manuel Mora Figueroa y Dionisio Ridruejo en el Hotel Ritz de Madrid. El primero es cuñado de Franco y ministro de Asuntos Exteriores. El segundo es un aristócrata sevillano que ocupa el cargo de gobernador civil de Madrid. El tercero es poeta, falangista, amigo personal de José Antonio, autor de algunos versos del «Cara al Sol», Director General de Propaganda hasta 1941, y director y fundador –con Pedro Laín Entralgo– de la revista Escorial. Durante el encuentro, plantean la idea de apoyar a la Alemania nazi con un contingente de voluntarios españoles. No sabemos si poseen alguna información sobre la «Operación Barbarroja», que comienza esa misma noche. Cuando la radio y la prensa informan sobre la invasión alemana de la Unión Soviética, los falangistas salen a la calle, manifestando su deseo de participar en la ofensiva. El 24 de junio se concentran en la plaza de Callao y recorren la Gran Vía hasta el número 44 de la calle Alcalá, sede de la Secretaría General del Movimiento, que exhibe en su fachada un gigantesco yugo y unas flechas en madera pintada de rojo. Serrano Suñer se asoma al balcón e improvisa una arenga: «¡Rusia es culpable! Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador, de la muerte de tantos camaradas y tantos caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo ruso. El exterminio de Rusia es exigencia de la historia y del porvenir de Europa».
Poco después se crea la División Azul, que comandará el general Agustín Muñoz Grandes. A diferencia de otras unidades extranjeras, no se encuadrará en las Waffen-SS, sino en la Wehrmacht, con el nombre de 250º División Española de Voluntarios. Dionisio Ridruejo se alista como soldado raso, recogiendo sus experiencias en un diario que titula Cuadernos desde Rusia, 1941-1942. Adopta la decisión por «decoro personal», pues no ha pegado ni un tiro durante la Guerra Civil. Quiere dejar claro que «puede hacer una guerra», que no tiene miedo, que no es un simple propagandista, con arrebatos de fervor. Su intención es luchar por «una joven Europa heroica y popular». Como falangista revolucionario, cree que la victoria de Alemania permitirá realizar en España «la revolución nacionalsindicalista». Una revolución postergada por el conservadurismo de Franco y la corrupción generalizada del régimen. El triunfo del Tercer Reich podría significar el fin del «complejo plutocrático y clerical que pesaba sobre el Estado». Ridruejo estrena su diario el 4 de julio de 1941, anotando que ha promovido la creación de la División Azul «por adhesión a una esperanza de mejor orden universal». Recomiendo la edición de Xosé M. Núñez Seixas, con prólogo de Jordi Gracia (Madrid, Fórcola, 2013).
Cuando cruza Francia en tren, surgen «las nostalgias de altiplanicies violentas y acaso tristes». Los campesinos franceses les insultan y les arrojan piedras ante la mirada impasible de los alemanes. Durante la instrucción, Ridruejo se suma al imaginario «pelotón de los torpes». No disimula su antipatía hacia la disciplina y el ejercicio físico: «No pongo interés ni amor propio en la cosa». En agosto, la División Azul llega a Prusia Oriental, donde los acogen con afabilidad, pero sin entusiasmo: «Las campesinas nos saludan con ademanes reposados, suaves. Ésta es la ternura, la melancolía, un sentimiento medio, tibio […]. Aquí nada de pasión o éxtasis. Materia de sueños, dulce sospecha crepuscular del alma». En Polonia, la sensación es diferente: «Al atardecer se diría que corremos por Castilla: una Castilla sin desolladuras de piedra, sin montañas en lontananza y sin luz». Estas soledades son interrumpidas por «islas arboladas, misteriosas y bellísimas», «parques estivalmente frondosos», «románticos caseríos» y «castillos, de unas torres agudísimas con chapitel de bronce verdoso». La emoción estética se tambalea al presenciar la opresión ejercida sobre los polacos. Obligados a identificarse con una ominosa «P» en su indumentaria, los alemanes han prohibido confraternizar con ellos, incluso cuando exista afinidad o identidad religiosa. Aunque la mayoría son católicos, no hay que olvidar su condición de vencidos. «A nosotros –escribe Ridruejo– esto nos desagrada hondamente, nos subleva, nos parece torpe y estúpido aún más que cruel». En un puente, se topan con una hilera de prisioneros. Muchos son judíos. Hombres y mujeres son obligados a caminar descalzos y «en muchos brazos se ve el odioso brazalete amarillo con la estrella de Sión. Aquí –pobres gentes desamparadas– dan pena, pese a la repulsión que indudablemente produce en nosotros –por no sé qué atávico rencor– la “raza elegida”».
Al internarse en la Unión Soviética, surgen las aldeas calcinadas, los animales destripados y carbonizados, los campesinos hambrientos –que deambulan como almas en pena–, los cadáveres congelados. La estepa rusa se parece a la castellana. Ridruejo y sus compañeros convierten un automóvil en su hogar ambulante. Es mejor que un refugio excavado en la nieve. Asisten a su primera misa de campaña y se relacionan con los campesinos rusos, cuya rutina permanece inmutable desde hace siglos: «Vida simple, por debajo de la historia». Las mujeres envejecen enseguida por culpa de la maternidad prematura y el duro trabajo a la intemperie. Los hombres soportan mejor el paso del tiempo, adquiriendo el aspecto de patriarcales tallas de madera: «Recuerdo aquello de la intrahistoria que decía Unamuno. Esto es. ¿Son de algún país distinto estos meros e inertes trozos de humanidad? Yo creo que no. El campesino es siempre él, el repetidor inmutable de los ritos elementales que constituye básicamente la vida humana». Ridruejo habla con ellos mediante signos o con la ayuda de un intérprete. Les pregunta por Stalin y Hitler. Se encogen de hombros, pues no saben quiénes son: «Esto es geología que vive», observa el poeta soriano.
Enrique Sotomayor, joven falangista revolucionario, le habla de la entrevista que ha mantenido Muñoz Grandes con Hitler. Sotomayor y Ridruejo son grandes camaradas. Ambos admiran al Führer: «Creo que este hombre genial al que sinceramente admiro –escribe Ridruejo– puede hacer todo el bien y todo el mal que jamás le haya sido dado hacer a un hombre. Y creo que es leal y sincero y que España puede esperar de él –sin merma de peligros– la justicia que se le debe». El 6 de septiembre se producen las primeras bajas de la División Azul. Unas minas acaban con varios voluntarios: «Nos han dado mucha compasión estos muchachos caídos a mitad de camino y cuyos cuerpos quedarán abandonados en una ciudad extraña». Ridruejo pasa por Vilna, sin mencionar los guetos en que se confina a los judíos ni el bárbaro asesinato de tres mil setecientos hombres, mujeres y niños. No sabemos si conoce los hechos. Sólo habla de pasada de unos arrabales miserables y de judíos que caminan por las calles con la estrella amarilla. La aparición de columnas de judíos es un hecho recurrente. Todas se parecen, pues todas exteriorizan abatimiento y desesperanza. «Pienso –mientras siento una gran piedad– que una cosa es la comprensión de la teoría y otra de los hechos. Comprendo la reacción antisemítica del Estado alemán. Se comprende por la historia de los últimos años. Se comprende –aún más hondamente– por toda la historia». Sin embargo, «cara a cara», ante «pobres, temblorosos seres concretos», los prejuicios se tambalean: «Es triste cosa ser verdugo».
Los prisioneros rusos le producen reflexiones parecidas: «¿Quién podría personalizar en unos hombres la culpa de un Estado ni en un pueblo la de un Régimen? Nosotros –tan distantemente extranjeros aquí– no podemos tener cuestiones de rencor por la tierra ni por la raza. Idea contra idea, los hombres nada tienen que ver en esto». Cuando aparecen las primeras cruces señalando la tumba de soldados caídos, la sensibilidad poética desborda al juicio ético: «cruces solas, románticamente perdidas en el bosque», cruces con aspecto de saeta, «signos ígneos, paganos, de la vieja mitología restaurada». La perspectiva estética también interviene en la descripción de los monumentos de las ciudades ocupadas por el ejército alemán. La casa del Partido Comunista en Minsk le parece «un Escorial de pacotilla», pero un gigantesco relieve de Lenin suscita su admiración, pues «sugiere muy bien lo que de verdad es admirable en la Unión Soviética: el hecho mismo de la revolución triunfante y su enorme poder unificador sobre todas las Rusias: grandeza aunque sea grandeza desalmada». De vez en cuando, lee la prensa española, periódicos atrasadísimos que reflejan la retórica ampulosa del régimen. Con tono machadiano, Ridruejo exclama: «Ay, España mía, miserable y excelente. Ni aun desde aquí puedo esquivarte. Ni aun aquí me dejas descansar de esta mezcla de amor y de disgusto que es, por ti, la mitad de mi vida». La nostalgia convive con los horrores de la guerra. Un voluntario español escarba en un cráter y extrae un pie entero, envuelto en un mugriento calcetín verde.
Las conversaciones entre Ridruejo y Sotomayor cristalizan en una conciencia clara de su compromiso con una Europa cristiana, revolucionaria, anticapitalista y anticomunista. Ambos conciben la guerra como una prueba en la que se mide el valor de las naciones. No hay lamentaciones por los estragos causados, sino un espíritu deportivo que celebra las hazañas bélicas y las «grandes transformaciones históricas» impulsadas por el totalitarismo. Ninguno aprecia la disciplina militar, confirmando el dictamen de Ganivet: el español no es soldado, sino guerrillero. La visión de los partisanos ahorcados empieza a repetirse conforme se adentran en Bielorrusia. Ridruejo fantasea con la muerte, planteándose si morir es como andar «por fuera del mundo, a una luz que es tanto luz como tiniebla y donde nadie nos asiste ni nada hay ni a parte alguna se llega». Cuando oye nítidamente el fuego de morteros y las ametralladoras, anota: «Esto ya es la guerra». En un pueblo, un niño lee un calendario con citas de comunistas famosos, pronunciando con inaudita perfección el nombre de Dolores Ibarruri. Las aldeas parecen «nidos de resignación», pues no hay nada esperanzador que les permita alentar la expectativa de una vida mejor. Las pulgas y los piojos se ensañan con los voluntarios españoles. La impresión de vagar por una tierra extraña se acentúa. España parece un lugar remotísimo, casi ilusorio.
Al entrar en Nóvgorod, el poeta falangista descubre que un hospital mental ha quedado atrapado en la línea de fuego. Los enfermos vagan por los patios, aterrados y famélicos. Poco después, llega la noticia de la muerte de Javier García Noblejas, abatido por un mortero. Javier fue uno de los catorce Palmas de Plata que veló el cuerpo de José Antonio durante su traslado a El Escorial en 1939. Su padre había sido fusilado en Paracuellos y tres de sus hermanos perdieron la vida entre 1936 y 1937 (uno en el asalto al Cuartel de la Montaña; otro en el frente y el último a manos de un piquete de milicianos). La familia García Noblejas adquirirá la dimensión del mito en el panteón franquista. Para Ridruejo, su gesta prueba que la idiosincrasia española se caracteriza por su hambre de gloria. Los alemanes persiguen el mismo objetivo, pero su carácter es muy distinto. Aunque se muestran distantes, a veces se prestan a las confidencias. Un rato de camaradería con dos soldados teutones revela que en la peculiar desnudez de la guerra todos los hombres se parecen: «raza, cultura, idioma, son meros accidentes». Esta observación contrasta con las diferencias en el trato con los campesinos rusos. El soldado español se relaciona con ellos, mostrándose amable y cercano. En cambio, el soldado alemán actúa siempre como un ocupante, desplegando una mezcla de frialdad y arrogancia.
Ridruejo no esconde su desengaño con la dictadura de Franco. Un régimen militar, autoritario y represivo, «volverá a adormecer a España, al eliminar su vida de proyectos, su proliferación crítica y previsora, al dispensar al individuo común de todo esfuerzo en lo colectivo». Alemania también se equivoca al creer que puede dominar Europa y reducirla a la uniformidad de su modelo cultural. A diferencia de Jünger, Ridruejo no aprecia ninguna excelencia en el apogeo de la técnica en el campo de batalla. La ametralladora «es una máquina inventada por el diablo para dar un suplemento de capacidad criminal-deportiva a los que carecen de ella». La División Azul alcanza la primera línea de fuego a mediados de noviembre. Ridruejo confiesa que no desea morir, que no se arriesgará más de lo necesario. Enrique Sotomayor no opina lo mismo. Anhela el riesgo, el combate en las posiciones más duras, el heroísmo más allá del deber e incluso el martirio. Ridruejo, con una complexión débil, no tarda en enfermar. Sus compañeros le ayudan, eximiéndole de las tareas más penosas. Los combates cada vez son más violentos. «Remarque, completamente Remarque», repite Sotomayor, evocando las descripciones de muerte y desolación de Sin novedad en el frente, la famosa novela prohibida y quemada en las hogueras de la Alemania nazi. La muerte de Sotomayor en combate afecta mucho a Ridruejo, que experimenta la pérdida como una mutilación. Los oficiales al mando deciden evacuarlo desde Possad, escenario de enfrentamientos encarnizados, donde la División Azul sufre grandes pérdidas. Hospitalizado, recibe la visita de Muñoz Grandes, al que describe como un «general-soldado» que ama a sus hombres. El espectáculo de jóvenes combatientes con terribles amputaciones destruye cualquier fantasía épica: «Es aquí donde la guerra se hace humanamente espantosa e incomprensible».
Ridruejo pesaba sesenta y cinco kilos al partir hacia Rusia. Se ha quedado en treinta y nueve. Trasladado a Berlín, se aloja en la embajada española con su amigo Agustín Aznar. Su anfitrión es José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde, gran admirador de la Alemania nazi, furibundo antisemita y estrecho colaborador de la Gestapo. Ridruejo se recupera, descubre que la escasez afecta a la capital del Reich, come con el almirante Canaris y regresa a Nóvgorod para seguir combatiendo. No quiere ser acusado de favoritismo. De nuevo, aparecen la debilidad, la fiebre, los dolores. A pesar de su mala salud, reconoce que se ha encariñado con Rusia. Durante un pequeño trayecto en trineo, se desbordan sus emociones: «Todo el amor que he ido acumulando hacia esta tierra, hacia este pueblo grande y triste –en infinita escala, en escala al absoluto, la presentida soledad castellana– se me ha juntado de repente hasta casi hacerme llorar». La orden de regresar a España pone fin a la aventura bélica. Aterriza en el aeródromo de Torrelodones, donde lo reciben amigos, familiares y un grupo de falangistas. Principia mayo y resplandece el sol. Piensa en los caídos y en la estepa rusa. Lo que siente «es una nostalgia buena que ama mucho. Si ahora entorno los ojos, la nieve sigue resplandeciente e infinita».
¿Qué valor poseen los Cuadernos de Rusia desde la perspectiva de nuestro tiempo? En primer lugar, un indudable valor testimonial. Aunque Ridruejo elude las cuestiones incómodas (como la participación de la División Azul en el sitio de Leningrado, que causó la muerte por frío o inanición de un millón de civiles; la colaboración directa –o indirecta– en fusilamientos de partisanos, judíos y comisarios políticos; y los casos de pillaje, malos tratos o violaciones), su visión del conflicto nos ayuda a comprender la mentalidad de los voluntarios españoles, particularmente de los falangistas revolucionarios, con un notable desafecto a un régimen militar de corte conservador y no totalitario. En segundo lugar, la pluma de Ridruejo está muy lejos de Antonio Machado (los poemas intercalados en el diario son bastante mediocres), pero posee un incuestionable mérito literario, sobre todo cuando divaga sobre la condición humana o recrea el paisaje ruso, estableciendo analogías con los campos de Castilla. Por último, los diarios anticipan la deriva humanista de uno de los personajes más conspicuos del bando sublevado, al menos en sus inicios. Se ha dicho que en la Unión Soviética el pensamiento de Ridruejo pasó del «vivir estético» al «vivir ético», empleando la terminología de Kierkegaard. Ese tránsito desembocaría finalmente en la adhesión a la socialdemocracia o, por utilizar sus propias palabras, a «un socialismo no marxista». Creo que esa opinión no es exacta, pues Ridruejo rompe con el régimen cuando adquiere la convicción de que Franco jamás llevará a cabo la revolución nacionalsindicalista. Puede decirse que es la reacción de un fascista desencantado con un «tinglado» basado en una sólida alianza entre el Ejército, la Iglesia católica y las elites financieras (fundamentalmente, terratenientes y banqueros). Ridruejo no se acercará a posturas democráticas hasta su etapa como corresponsal en Roma. En 1947 viaja a la cuna del fascismo y conoce de primera mano sus estragos, iniciando su conversión a la democracia, que le costará varias condenas de prisión, invariablemente benévolas por su papel en la guerra civil española.
Los Cuadernos de Rusia evidencian el riesgo de aplicar el romanticismo a la política. Dionisio Ridruejo sólo tenía veintiún años cuando se afilió a Falange. Desgraciadamente, la juventud suele sucumbir a la fascinación de las ideologías, que movilizan los aspectos más primarios de la especie humana. La democracia no es épica, sino racional. No puede competir con el totalitarismo en el aspecto estético, pues el discurso de la razón es mucho más discreto que las borracheras verbales de los líderes mesiánicos. Entiendo la identificación de Ridruejo con el falangismo, pero su sensibilidad hacia el sufrimiento de los prisioneros rusos y judíos revela que su fibra humana superaba su bagaje ideológico. Reitero uno de sus comentarios: «Es triste cosa ser verdugo». Quizás esta frase resume el trasfondo ético de un libro que presagia la irrupción del sentimiento de culpa, la rectificación y la voluntad de reparación. Setenta y cinco años después, podemos afirmar que el Ridruejo de 1941 no era Jünger, seducido por las tempestades de acero, sino un tímido Remarque, incapaz de apreciar ni un ápice belleza en la destrucción de la vida humana.
RAFAEL NARBONA
Publicado en Revista de Libros el 7 de julio de 2016 en Cuadernos de Rusia
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SANTA APOLONIA, VIRGEN Y MÁRTIR DE ALEJANDRÍA EN EGIPTO
Dedicada totalmente al apostolado, muy estimada por su valor e integridad, es capturada en el 249, ya siendo anciana, durante las feroces persecuciones del siglo III en Egipto. Negándose a rechazar la fe, es torturada: le arrancan los dientes con una pinza. Muere entre llamas.
Santa Apolonia, virgen y mártir
fecha de inscripción en el santoral: 9 de febrero
†: c. 249 - país: Egipto
otras formas del nombre: Apolina
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Alejandría de Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, que tras sufrir muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe.
Patronazgos: patrona de los dentistas, y protectora contra los dolores dentales y las enfermedades asociadas.
refieren a este santo: Santos Basiano y ocho compañeros, Santa Cointa, San Serapión de Alejandría
Ha sido tanta la devoción por la santa mártir Apolonia, protectora de los dientes y de las enfermedades relacionadas, que del Medioevo en adelante se multiplicaron sus reliquias dentales milagrosas, veneradas por los fieles y custodiadas en iglesias y oratorios de Occidente; hasta tal punto que el Papa Pío VI (1775-1799), que era muy rígido respecto de esas formas de culto, hizo recoger todos esos dientes que se veneraban en Italia, y puestos en un baúl que llegó pesar cerca de tres kilos, los hizo arrojar al Tíber. Este episodio nos ayudará a percibir cuánta impresión, maravilla y admiración suscitó el martirio de la santa en el mundo cristiano, por sus aspectos distintivos.
Su sacrificio nos viene reportado por el historiador Eusebio de Cesarea (264-340), quien en su Historia Eclesiástica, escrita en el tercer siglo, transcribe un fragmento de la carta del obispo san Dionisio de Alejandría (muerto en 264), destinada a Fabio de Antioquía, en la cual narra algunos episodios de los que había sido testigo. En el último año del imperio de Felipe el Árabe (243-249) -aunque en ese período de seis años hubo prácticamente una tregua en las persecuciones anticristianas- estalló en Alejandría de Egipto una revuelta popular contra los cristianos, promovida por un adivino de la ciudad. Muchos seguidores de Cristo fueron masacrados y lapidados; de la masacre no escaparon, ni mucho menos, los más débiles. Los paganos entraban en las casas saqueando todo lo transportable, y devastando las habitaciones.
Durante este furor sanguinario de los paganos, fue presa también Apolonia, definida por Eusebio como «parthenos presbytes», es decir, virgen anciana -a pesar de lo cual en la iconografía sacra se la representa, como a todas las vírgenes, como una joven-, a la que golpearon las mandíbulas haciéndole caer los dientes, o como dice la tradición, se los fueron arrancando con tenazas. Luego encendieron un fuego fuera de la ciudad, y amenazaron con arrojarla allí viva si no pronunciaba palabras impías contra el Dios cristiano. Apolonia pidió ser dejada libre un momento, y cuando se lo concedieron, se arrojó rápidamente al fuego, resultando incinerada.
El episodio debió haber ocurrido a fines del 248 o inicios del 249, por lo que Apolonia, que era de edad avanzada, como dijimos, debió haber nacido en los últimos años del siglo II o inicios del III; en su carta san Dionisio afirma que aquella había sido una vida digna de toda admiración, no sólo por esta conducta final, sino por el apostolado que había desplegado, que desencadenó la furia de los paganos, que la atacaron con singular crueldad.
El gesto de Apolonia de arrojarse por sí misma al fuego con tal de no cometer un pecado grave, suscitó entre los cristianos y paganos de aquella época una gran admiración, y en los siglos sucesivos fue objeto de consideraciones doctrinales. Ni Eusebio ni Dionisio ven en ello nada reprochable, ni que deba ser considerado como suicidio, ya que la virgen había sido condenada al fuego de no abjurar de la fe. Quizás quiso librarse de ulteriores dolorosísimas torturas que podrían haber minado su determinación, prefiriendo arrojarse por sí misma. San Agustín en su «Ciudad de Dios», se propone como pregunta si es lícito entregarse voluntariamente a la muerte para no renegar de la fe, y dice: «¿no es mejor realizar una acción vergonzoza, de la cual es posible liberarse por el arrepentimiento, que una acción equivocada que no deja espacio a una salvación posterior?» Pero el «suicidio voluntario» de algunas santas mujeres que «en tiempo de persecución se arrojaron al fuego para huir de aquello que amenazaba su castidad» lo dejaba perplejo; ¿y si fuese el propio Dios quien inspirara esa acción? en ese caso no sería error sino obediencia. En definitiva san Agustín no llega a tomar una posición firme en esta cuestión.
Como sea que en el primer Medioevo el culto por la mártir alejandrina se difundió primero en Oriente y luego en Occidente, en varias ciudades europeas surgieron iglesias a ella dedicadas; en Roma fue también edificada una, hoy desaparecida, cerca de Santa María en el Trastévere. La difusión del culto fue debida también a la leyenda, similar a otras santas jóvenes mártires, de que era hija de un rey que la hizo matar porque no abjuraba de la fe cristiana. Su fiesta se celebra desde antiguo el 9 de febrero; a santa Apolonia, virgen y mártir de Alejandría de Egipto, invocada -como ya dijimos- en todas las enfermedades y dolores dentales, se la representa teniendo en su mano una tenaza que aprisiona un diente.
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El sabado 20 de febrero de de 1943, en el paraje conocido como la joya de Kitsocho en el punto denominado Kuiutsirhu, ante la atonita mirada de Dionisio Pulido, nace el volcan continental mas joven del planeta, el unico volcan que sido observado su nacimiento por el ojo humano y el unico volcenta con un acta de nacimiento. Hoy se conmemorar 79 años del surgimiento de uno de los fenómenos que han marcado la historia de la sierra p'urhepecha, el nacimiento del volcan Paricutin.
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la danse des nymphes - edouard bisson (Français, 1856 - 1939)
Su nombre en español es "La danza de las ninfas" su artista es Edouard Bisson un artista francés, el cual nació en 1856 y falleció en 1939.
- algunas curiosidades sobre las ninfas. -
- El significado de la palabra griega ninfa es mujer joven. Algunas ninfas formaban parte del cortejo de la diosa de la caza Artemisa y otras de los dioses Dionisio, Hermes o Pan.
- Las ninfas son una deidad menor de la naturaleza en la mitología griega, su género es femenino y se les considera personificaciones de la naturaleza.
- Las ninfas eran deidades asignadas a un lugar concreto normalmente alejado de la civilización, donde los viajeros perdidos podían encontrarlas atraídos por su música.
- Normalmente están vinculadas a un lugar o forma de relieve especifica y son representadas como hermosas doncellas. No eran inmortales, pero sí vivían mucho más que los humanos.
Fuentes: https://redhistoria.com/quienes-eran-las-ninfas-en-la-mitologia-griega/?amp=1
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desearía ser dos perros, así podría jugar conmigo (nota de Anne Carson sobre Las Bacantes de Eurípides)
Dionisio es dios
del comienzo
antes de comienzo
¿Qué hace
especiales a los comienzos?
Piensa en
tu primer sorbo de vino
de una muy buena botella.
La pagina de inicio
de una novela policial.
El arranque
de una idea.
El cosquilleo al enamorarse.
Los comienzos tiene su propia
energía,
ética,
tonalidad,
color.
Verdoso-violeta-azulado
Fresco y húmedo rocío
casi transparente,
como una uva madura.
Tono en transformación,
las cosas a punto de cambiar
ya parecen diferentes.
Precipitada, imprudente
energía
disparada
como un rayo, Ética
fantásticamente egoísta.
Él es un dios joven.
De oscura mitología,
siempre llegando
a un nuevo lugar
para alterar el status quo,
con un asomo de sonrisa.
Los Griegos lo llamaron “extranjero”
e invadieron con montajes
polis tras polis
con historias como esa
en las Bacantes de Eurípides.
Una obra estremecedora.
Dando clases en Japón
se le pidió a Stephen Hawking
que no mencionara que el universo
tuvo un comienzo
(y por lo tanto, probablemente un fin)
porque afectaría
al mercado de valores.
Especulación aparte,
todos necesitamos una prehistoria.
De acuerdo con Freud,
no hacemos más que repetirla.
Los comienzos son especiales
porque la mayoría son falsos.
La nueva persona en la que te conviertes
con ese primer sorbo de vino
ya estaba allí.
Mira a Panteo
girando alrededor con un vestido,
tan satisfecho con su disfraz de niña
al borde de las lágrimas.
¿Debemos creer
que este deseo es nuevo?
¿Por qué guardaba
ese vestido en el fondo
del closet, por cierto?
El disfraz es carne.
Mira a Dionisio:
arrancado prematuramente
del vientre maldito de su madre
y cosido
en el muslo de Zeus
para luego volver a nacer.
La vida es un ensayo
para la vida.
He aquí un secreto bien sabido
sobre Dionisio:
pese a todas sus leyendas,
de “dios nuevo”
importado a Grecia desde Oriente,
su nombre ya estaba presente
en las tablillas de la Lineal B
del siglo XII A.C.
La anterioridad es algo que un dios puede manejar
bastante bien (el “tiempo”
una ficción para él)
pero no así
los mortales.
Miren a esas pobres mujeres apasionadas
que veneran a este dios,
las Bacantes,
destructoras del ganado,
de la gente del lugar
y de Panteo, el rey.
Alguna vez ellas tuvieron una existencia previa.
El pastor las describe
recostadas sobre las montañas en paz
“calmas como botones en una camisa”.
Este es el mundo antes de los hombres.
Entonces llega la cuadrilla
y la violencia se desata.
¿Qué nos dice esto?
El impacto de lo nuevo.
tendrá su propia revelación
en modos antiguos y brutales.
Dionisio no
explica ni se lamenta
por nada. Él está
complacido
si puede lograr que lleves a cabo,
a pesar de tu plan,
a pesar de tus políticas,
a pesar de tu neurosis,
a pesar incuso de tus teorías dionisíacas sobre el ser,
algo bastante anterior.
el deseo antes del deseo,
el lamido del comienzo para saber que no sabes.
Si la vida es un escenario,
ese es el espectáculo.
Sale Dionisio.
-Anne Carson
(en su traducción de “Bakkhai” de Euripides)
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La iniciación de Odín
Por Askr Svarte
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Artículo aparecido en el Almanaque Alfèdre nº 1 (2021)
Uno de los temas que más estudio el sociólogo de las religiones y antropólogo francés Georges Bataille fue el problema de la violencia sagrada y el sacrificio. Según Bataille lo sagrado tiene su origen en el sacrificio y la destrucción tanto de lo divino como de lo humano. En este sentido la suciedad (todo tipo de heces o excrementos) que emanan y salpican nuestro cuerpo tienen una connotación sagrada: el Eros orgiástico y el Tánatos que alcanzan su forma más acabada en el autosacrificio hacen parte de este torbellino negro que podemos considerar como parte de lo “izquierdo” [ambivalente].
La represión producida por las normas y la razón es dejada a un lado gracias al desenfreno y la violación sagrada de todo tabú en medio de rituales nocturnos transgresores. Las sociedades arcaicas que Bataille estudió atentamente eran muy conscientes de que el mundo y la sociedad habían nacido de un acto violento. Muchas cosmogonías nos hablan de que el orden del mundo fue construido sobre los restos despedazados de otras criaturas (Ymir) o del primer ser humano (Purusha). El mito de Dionisio afirma que el hombre surgió de las cenizas de los titanes que desgarraron y devoraron al joven Zagreus; la teofagia es uno de los atributos propios de la tribu de los hombres. Y ni hablar de las prácticas arcaicas de los aztecas que sacrificaban seres humanos y animales con tal de que el sol siguiera su curso y se conservara el orden de la sociedad. Otro problema relacionado con este punto sería el ritual de sacrificio sagrado de los jefes y los reyes por ciertas tribus y pueblos, yua que el poder y estatus sagrado de tales mandatarios se debía a que el soberano sacrificaba su vida tanto en el más acá como en el más allá.
Las sociedades tradicionales eran verticales y es por esa razón que el jefe era considerado como la cúspide de la pirámide o la cabeza del cuerpo social. La identificación del jefe con la cabeza del cuerpo social (como sucede con los brahmanes que son identificados como el varnashrama de Brahma) y su posterior asesinato ritual por parte de los miembros de la tribu en un determinado momento del año era un acto de autodestrucción, autosacrificio y destrucción del cosmos que tenía como objetivo retornar al caos. El sacrificio de los primogénitos humanos o animales antes de llevar a cabo cualquier gran empresa – como construir una casa, sembrar, iniciar una guerra o participar de la recolección de la cosecha – es un eco de ese mitologema que nos habla de la violencia sagrada de la que surge el mundo.
Para los seres humanos la armonía del cosmos y la ley es expresada por el símbolo de la cabeza coronada por un halo y un cuerpo esbelto como el que encontramos en el arte del Renacimiento.
En el hombre de Vitruvio el Macrocosmos y el Microcosmos se corresponden mutuamente. La armonía del universo es representada por la esfera perfecta, mientras que el cuadrado hace alusión a la Tierra. Por otro lado, la cabeza es el correlato social de la mente o el ego que se encarna en el líder, el rey y el sacerdote. Es el “pequeño Dios” que habita el cuerpo como reflejo del Dios creador (abrahamismo) o, más exactamente, es el Nous apolíneo, el único Absoluto del monismo (cf. en el Adventa y en el neoplatonismo).
Georges Bataille contrapuso a esta doctrina del hombre perfecto el Acéfalo, ἀκέφαλος, el Hombre sin Cabeza. Bataille incluso fundo una revista sociológica llamada Acephalus donde se publicaban trabajos y estudios sobre religión, filosofía y cultura; además, era el nombre de una sociedad secreta cuyos seguidores practicaban una “nueva religión” que giraba alrededor de la idea de que la violencia sagrada era el vínculo que unía a cada uno de sus miembros. Muchos de los miembros del movimiento Acephalus intentaron convertirse en víctimas, entre ellos el propio Bataille, pero ninguno de ellos pudo encontrar a su verdugo.
EL artista André Masson dibujo una vez la figura de este personaje: el Acephalus.
Esta figura de un hombre sin cabeza trastoca por completo el orden del mundo, la sociedad y el individuo como reflejos de una realidad supranatural. Bataille describía al Acéfalo como un monstruo desproporcionado que se ha decapitado a sí mismo, pues una vez que se ha cortado la cabeza puede por fin entregarse por completo a la locura. El Acéfalo no es ni un hombre (aunque parezca un reflejo suyo) ni un Dios (sin importar que reciba el nombre de Dionisio).
La cabeza cercenada cubre la entrepierna, vinculando el Eros y la sexualidad con la violencia, mientras que la muerte es considera la destrucción y el sacrificio final al que cada uno aspira. Es la “muerte de Dios” de la que nos habla Nietzsche o la ejecución del rey Luis como símbolo de la decapitación de los gobernantes. El hecho de que la entrepierna se encuentra cubierta significa que el cuerpo puede ser masculino o femenino.
Las entrañas se convierten en un laberinto donde el adepto se pierde y es perseguido por una criatura con cabeza de toro.
La mano izquierda sostiene un corazón en llamas que en las sociedades tradicionales o en el mito de Dionisio es considerado como habitáculo del ser y el centro alrededor del cual gira la naturaleza de Dios y el hombre. La mano derecha sostiene una daga y en el pecho vemos dos estrellas.
Otras versiones del Acéfalo lo representan sentado sobre un volcán o pisando la tierra con un pie mientras que el otro pie esta sobre una nube. Esas representaciones significan que los opuestos y las antinomias se convierten en su interior en una energía explosiva que será liberada en medio de un desenfreno ritual o una bacanal llena de regalos, alegría, violencia, orgías, asesinatos, víctimas, placer, crímenes, intoxicaciones, muertes y éxtasis.
Esta teoría de la violencia sagrada como origen del mundo impregna muchos mitos, teologías e ideas antropológicas cercanas al Logos germánico, especialmente al camino escatológico abierto por el Camino de la Mano Izquierda.
Según la mitología nórdica el mundo nace del asesinato del gigante Imir por la raza de Ases. Esta tendencia hacia el asesinato hace parte de los dioses germánicos y se reflejó posteriormente en las acciones de las tribus que los seguían, las cuales primero llevaron a cabo un gran ritual de sacrificios en el en el bosque de Teutoburgo y posteriormente decapitaron a la misma Roma.
La Deidad Suprema de los germanos es Odín, el cual usa diferentes máscaras y posee una sabiduría especial tanto sobre el Ser como sobre el Fin de las cosas. Estas ideas que son muy parecidas a las que se le atribuyen a Dionisio y otras Deidades oscuras. Odín es el Dios de los Muertos, señor de las horcas y los guerreros caídos, es quien recibe toda clase de sacrificios y los comparte con Vanadis (Freyja), Diosa de la Muerte y la Fertilidad. Odín también recibe el nombre de Od, el marido muerto de Freyja.
Como Odín es un viajero consumado, tiende a ponerse diferentes mascaras cuando se mueve a través de los mundos, buscando la sabiduría de los muertos (Völva, la cabeza de Mimir) y los poderes de los gigantes (Vaftrudnir). Incluso rompe los tabúes impuestos por la sociedad realizando practicas adivinatorias reservadas únicamente a las mujeres.
Además, Odín se autosacrifica realizando con ello un acto noético y cosmogónico que le permite acceder al habla-runa. El sacrificio ritual del Dios Todopoderoso, el líder de los líderes, el jefe de los Ases y los Vanes, busca afirmar su propia superioridad y adquirir con ello los frutos más altos que luego distribuirá entre sus seguidores.
Por lo tanto, vamos a reinterpretar la imagen de André Massson, pero usando el simbolismo de la figura de Odín Decapitado. Sustituiremos algunos de los elementos de ella por otros que tienen un significado similar que hacen parte del mito de Odín. Con esto pretendemos crear un puente entre estos elementos y la sacralidad “oscura” estudiada por Georges Bataille.
En lugar de tener un corazón en la mano izquierda, Odín sostendrá un ojo como prueba del sacrificio y la decapitación de Mímir (el Recuerdo), ya que allí encontró las raíces del Árbol del Mundo (el polo inferior del cosmos).
En lugar de llevar en su mano derecha una daga, Odín lleva la lanza Gungnir con la que encadeno a Yggdrasil. Este símbolo representa tanto la mezcla como la fragmentación. Los kenning (1) normalmente tienden a relacionar a Yggdrasil con “el caballo Ygg”, ya que Ygg significa el Terrible y este es uno de los tantos nombres de Odín. El auto-sacrificio de Odín consistió en encadenarse a la creación con tal de aterrorizarla. De todos modos, el árbol es un símbolo del hombre como microcosmos: en la mitología nórdica-germánica el nombre del primer hombre significa fresno (Ask[r]). En ese sentido, el autosacrificio de Odín crucificado en un árbol implica tanto la destrucción del mundo como del hombre. Tal acción significa que se debe asumir el terror en todas sus formas. El cuerpo de Acéfalo está compuesto por la triada que da forma a este mundo: Igg, Yggdrasil y Askr.
En el vientre de esta imagen encontramos los laberintos que se tallaron en las piedras de Escandinavia y el norte de Rusia. Con él hacemos referencia a nuestra inmersión y superación de las pasiones animales.
En el pecho encontramos estrellas en forma de la runa Hagal: la nieve que cae del cielo.
La calavera representa la muerte de Odín en el Ragnarök o la cabeza de Mimir como el vínculo entre Frejya y Odín.
Muchos de los símbolos y mitos de Odín nos hablan de la destrucción, la crueldad consigo mismo y su deseo de impartir tanto dones como castigos a sus seguidores, todo lo cual hace parte de nuestro mundo intermedio. Heráclito decía que “la guerra es el padre de todas las cosas” y Odín es el padre de las Discordias.
Todo esto nos hace concluir que en el mundo intermedio los hombres que siguen el Camino de la Mano Izquierda deben asumir el polo transgresor de lo sacro y encontrar su camino dentro de esta imitatio Dei.
El suicidio ritual llevado a cabo en el momento en que se alcanza la iluminación y el éxtasis no es otra cosa que un reflejo del mito y las acciones de la Deidad Suprema. Es la autodestrucción con la que se busca salir de uno mismo y de ese modo alcanzar el mundo interior. Con este gesto el adepto se autodestruye y consigue catapultarse fuera del mundo. Únicamente mediante esta transgresión de los límites pueden la Deidad y el hombre alcanzar la unidad prohibida.
Literatura:
Е. Нечкасов «Приближение и окружение. Очерки о Германском Логосе, Традиции и Ничто».
Е. Нечкасов «Традиция и футурошок. Образы не нашего будущего».
А. Зыгмонт «Святая негативность. Насилие и сакральное в философии Жоржа Батая».
С. Зенкин «Небожественное сакральное».
Notas del Traductor:
1. La Kenning (plural kenningar) es una figura retórica usada en las producciones literarias del siglo IX a XII de los actuales países de Noruega e Islandia. Tiene la particularidad de nombrar la cosa por una palabra que lo caracteriza debido a una anécdota (si la kenning es referente a un dios escandinavo), reemplazando la parte de la cosa por el todo, o bien simplemente haciendo la asociación por contigüidad.
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Dioniso
Dioniso (Nombre romano: Baco, también conocido como Dionisio) era el antiguo dios griego del vino, la diversión, y el teatro. Siendo el joven rebelde del Monte Olimpo, era quizás el más pintoresco de los dioses olímpicos.
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Bacchus (Baco o Dionisio) Michelangelo Merisi da Caravaggio 1596/98
Seductor y condescendiente: Si esto es lo que el pintor tenebrista Caravaggio quería lograr a la hora de retratar al Baco, lo ha conseguido aquí, en una de sus más bellas pinturas, en donde el nivel de perfección técnica en la composición, el tratamiento de las texturas y el entendimiento de los cuerpos hacen de esta imagen del dios del vino un deleite estético. El personaje en cuestión es representado como un joven andrógino y musculado, que deja ver parte de su cuerpo a través de la fina túnica que lo cubre, su pasiva expresión y sus mejillas enrojecidas sugieren un estado de placer producido por el alcohol y la copa de vino en su mano resulta ser un gesto de invitación para unirse a él y quizás, participar en uno de sus tradicionales bacanales, popularmente conocidas por ser fiestas en donde se bebían inmoderadamente y se cometían otros excesos, tales como orgías.
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[Dionisio 🍇💜] la versión que les contaré es una de tantas pero para mí historia #TWOTG es indispensable, Dionisio había muerto muy niño a manos de los Titanes como castigo de Hera, sus padres son Zeus y nacido primero del vientre de Persefone, pero al morir solo quedó el corazón del infante, el cual Zeus en su desesperación, busco a su más joven amante Semele la cual dió de comer el corazón como un aparetibo con la excusa que era un manjar del Olimpo, al comerlo y pasar una noche con ella. Semele quedó embarazada, y está vez Zeus tuvo cuidado de protegerla a ella y al niño, el cual al nacer lo llamo #Dionisio #dyonisus #TheWorldOfTheGuard #MyArt #MyArtWork #BrowisCortez #Zeus #Semele https://www.instagram.com/p/B9-FmNxA2MU/?igshid=1savwdsstkptd
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DIONISIO, EL DIOS NACIDO DOS VECES- Por Carmen Cuétara
Dionisio es otro de los dioses que podemos relacionar con el signo de piscis. En la mitología griega, Dionisio es hijo de Zeus y de una mortal llamada Sémele, quién era hija de Cadmo, rey de Tebas. Cuenta la leyenda que un día Zeus se enamoró de Sémele y bajó a la tierra disfrazado de humano para seducirla y conquistarla. Zeus logró su prop��sito, tuvieron amoríos y tiempo después Sémele quedó embarazada. Hera, la esposa de Zeus, celosa como siempre, se presentó ante Sémele bajo el aspecto de una vieja amiga suya y le dijo que Zeus no era realmente su amante, y si quería cerciorarse, debía pedirle que se presentara ante ella bajo su verdadera forma. Sémele, ignorante de que esto podía destruirla, decidió negarle sus favores a Zeus hasta que éste accediera a presentarse ante ella bajo su verdadera forma. Zeus no quería hacer esto, pero presionado, y en un arranque de ira, se transformó en rayo delante de Sémele y esto hizo que muriera en el acto. Ella estaba embarazada de seis meses, y justo antes de que el bebé también muriera, apareció Hermes, sacó al bebé del cuerpo de la madre y lo introdujo dentro de uno de los muslos de Zeus. El bebé pudo quedarse ahí el tiempo que faltaba para su nacimiento. Es por esta razón que Dionisio se conoce como el “dos veces nacido”. Es un varón nacido de varón, pero también es un dios afeminado y un dios de mujeres, representado como un joven de rasgos suaves y afeminados. Después de su nacimiento, y siguiendo las órdenes de la diosa Hera, los titanes lo atraparon y lo despedazaron. Su abuela Rea recuperó los pedazos y lo resucitó. De esta manera Dionisio logró seguir viviendo en secreto y disfrazado de mujer. Estuvo bien por un tiempo, pero cuando alcanzó la madurez, Hera volvió a encontrarlo y lo enloqueció. Entonces el dios vagabundeó por el mundo acompañado de su tutor Sileno, un sátiro y de las desenfrenadas ménades, que eran sus discípulas. En sus viajes por Egipto e India enseñó el cultivo de la vid, y luego erró por toda Grecia. Por eso se le conoce como el dios del vino y de la fertilidad, pero también del teatro, del éxtasis religioso y la locura ritual. Fue conocido como Baco para los romanos.
Dionisio sufrió mucho, y la suya es una historia cruel y de terrible sufrimiento. Por esta razón los ritos dionisiacos incluían tanto la dulzura y el éxtasis, como la embriaguez, el descuartizamiento de animales y la brutalidad. En el culto dionisiaco, la deidad ebria y loca fomentaba la disolución de los límites y tornaba a sus venerantes salvajes por medio del vino y de un frenesí orgiástico. En estos ritos eran frecuentes los delirios, los gritos, estados paroxísticos e intensas vivencias extáticas. El extraño vínculo entre el misticismo, la experiencia de unión con lo divino, y la sangrienta crueldad que podían demostrar tanto Dionisio como sus ménades, es una paradoja que la conciencia difícilmente comprende. Sin embargo, la comprensión más amplia de estos ritos nos permite aceptar y reconocer el lado oscuro, instintivo y animal de la psique, la parte irracional, inconsciente pero que es también fuente de vida y de creatividad para la conciencia humana. La dualidad es entonces un aspecto inseparable de la naturaleza de piscis, irracional y racional, víctima y redentor, orden y caos, destrucción y vida eterna en un ciclo que nunca termina. Y regresando al título de esta exposición, “Dionisio, el dios nacido dos veces”, podríamos preguntarnos si las personas nacidas bajo el signo de piscis o con fuerte influencia pisciana en sus cartas, ¿no vienen a esta vida a experimentar de alguna manera, o en forma simbólica un doble nacimiento?
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San Gerardo de Brogne
Conmemoracion: 03 de Octubre
Abad
Martirologio Romano: En la región de Namur, en Lotaringia, san Gerardo, primer abad del monasterio de Brogne, que él mismo había fundado. Trabajó para instaurar la disciplina monástica en Flandes y Lotaringia, y ayudó a muchos monasterios a recuperar la observancia primitiva (959).
El ejemplarísimo abad san Gerardo, fue hijo de Estancio, varón ilustre de la casa de Haganón, duque de la Austrasia inferior, y de Plectrudis, hermana de Esteban, obispo de Lieja. Hiciéronle seguir sus padres desde muy joven la carrera de las armas, propia a la sazón de mancebos nobles, y le enviaron a la corte de Berengario conde de Namur; donde resplandeció así por la modestia de sus costumbres, como por la discreción de sus palabras y natural elegancia de su persona.
Cobróle tanto amor el conde, que le llevó a su casa, y se servía de él para muchas cosas de importancia, y así le envió a Francia por su embajador para tratar con el príncipe Roberto un negocio grave que se le ofrecía. Luego que llegó a París, dejando allí sus criados, se fue solo al monasterio de san Dionisio para retirarse en él algunos días; y quedó tan edificado de la virtud de los monjes, y tan aficionado al sosiego y felicidad de la vida religiosa, que determinó dar libelo de repudio a todas las cosas de la tierra, para recogerse a servir a Dios en aquel monasterio.
Trató los negocios a que iba, y volviendo a dar cuenta de ellos al conde Berengario, suplicóle que le diese licencia pata profesar en dicho monasterio: y aunque con mucha dificultad y tristeza del conde, obtuvo su beneplácito. Vistióse pues el hábito de san Benito, y desde luego fue espejo de toda santidad y virtud.
Allí comenzó a estudiar desde las primeras letras como niño, y aprovechó tanto en las humanas y después en las divinas, que a los nueve años de su conversión se ordenó de sacerdote con grande gozo de su espíritu, y aprovechamiento de los otros monjes, de los cuales era tenido en gran veneración. Fue el primer abad del célebre monasterio de Broñá, a cuya iglesia trasladó con gran solemnidad muchas reliquias de santos cuerpos. Un día vino al monasterio una mujer ciega y pidió que le diesen del agua con que el santo diciendo misa se había lavado los dedos: lavóse con ella los ojos, y luego cobró la vista.
Habiendo recibido el marqués Arnulfo, señor de Flandes, de mano del santo la Comunión, se vio enteramente libre de un mal de piedra que le fatigaba mucho, encomendóle el gobierno de todas las abadías que tenía en su estado, y el santo las reformó, y tuvo cargo de diez y ocho monasterios, en los cuales floreció la más perfecta observancia religiosa. Finalmente recogido en su pobre monasterio de Broña, y cargado de días y merecimientos, dio su espíritu al Señor, el cual le ilustró con muchos milagros.
REFLEXIÓN
Siempre han sido las órdenes religiosas semillero de santos, y la vida ejemplar de sus miembros poderoso aliciente para atraer las almas a la virtud. Si no tienes valor, oh cristiano, para despojarte, a imitación de san Gerardo, de las cosas de la tierra (que tarde o temprano te ha de arrebatar la muerte), tenlo al menos para dejarlas con el afecto, poniendo tu principal cuidado en amar y servir a Dios solamente y a todas las de más cosas sólo en Él y por Él.
Porque ¿de qué nos aprovechará ganar todo el mundo, si perdemos el alma? Esta máxima bien ponderada hizo de un Javier un apóstol: ésta ha poblado el cielo de santos y ésta debe ser la única norma de todas nuestras acciones.
¡Dichoso quien se guía por ella, pues tiene asegurada su eterna salvación, único negocio para el cual estamos en este mundo, y que nos ha de preocupar seriamente!
ORACIÓN:
Rogámoste, Señor, que nos recomiende delante de Ti la intercesión del bienaventurado abad Gerardo, para que alcancemos con su patrocinio lo que no podemos conseguir por nuestros méritos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
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Filipo II de Macedonia
Filipo, político realista
Después de todos estos idealistas de la virtud, de infames y de necios, llega por fin, en la persona de Filipo de Macedonia, el gran político realista. Hemos visto antes cómo fue entregado en su tierna infancia a Pelópidas, como rehén para Tebas, por su cuñado Tolomeo, que al mismo tiempo era el amante de su madre. Permaneció tres años en casa de Pammenes, que pertenecía al círculo de Epaminondas; entre tanto, fue muerto su hermano mayor Alejandro por Tolomeo, y éste a su vez por Perdicas, el segundo hijo de Amintas. Era éste para Macedonia un tiempo de disturbios terribles por las riñas interminables de la sucesión al trono, a las que había que añadir las luchas en todos los países vecinos. Perdicas dio a Filipo, cuando regresó a su patria, un pequeño Estado vasallo, pero, después de pocos años, pereció el hermano en una terrible lucha contra los ilíricos (359). Así recayó en él, a la edad de veintitrés años, el reino de Macedonia, aunque por cierto en situación crítica. Cómo se libró de los distintos aspirantes al trono y venció a los ilirios en su primer gran victoria sobre su rey Bardilis, expulsándolos definitivamente de Macedonia, es una historia que ya demuestra por sí sola la personalidad de este rey. Habiéndose visto ante la necesidad de hacer a su pueblo, tras grandes esfuerzos, capaz para el combate, esta victoria contra los ilirios probablemente habrá que considerarla como una hazaña militar mucho más heroica y difícil que la de Queronea en tiempos posteriores. La suave elasticidad con la que desde un principio se apresta generalmente a la lucha entre los peligros que le rodeaban, y la decisión de hacer valer en todos los casos su propia personalidad, son pruebas de que había aprendido a navegar en un mar tormentoso en el que otros se hubieran ido a pique.
Bust of Philip II of Macedon from the Hellenistic period; Ny Carlsberg Glyptotek
Su formación moral
En dónde, en cambio, hubiera podido aprender escrúpulos morales es ya cosa difícil de comprender. El trato con los tebanos, de tendencias pitagóricas, tal vez pudiera haber producido en él algunas nociones del bien; pero las demás experiencias que iba adquiriendo, pronto debieron prevalecer sobre aquéllas. Es probable que en Tebas llegara todavía a conocer a los griegos con sus buenas y malas cualidades, aprendiendo a despreciar a los hombres en sí, y frente a todos ellos, precisamente por su falta de escrúpulos, es un griego auténtico. Lo es también por su vivacidad espiritual, por su don de adivinarlo todo y de calar las intenciones de los hombres; tiene tanto de lo odiseico de ellos como cualquier otro. Sólo del político griego le separa un abismo enorme: en lo de ser real y verdaderamente un rey que puede contar con la lealtad de su pueblo hacia la monarquía.
Renuncia de los macedonios a las guerras ofensivas; Educación de los hijos de los nobles en la Corte macedónica; los «amigos y compañeros del rey»; los escuderos; el Agema
Sus macedonios, por sí mismos, no querían las guerras ofensivas, y sin Filipo hubieran preferido quedarse tranquilos y abandonar a los helenos y persas a su suerte. Pero ahora adquirió toda su importancia la vieja costumbre de que los hijos de los nobles se educaran en la Corte, como escuderos y pajes del rey. Cuando algunos linajes se ponían a mal con éste, sus hijos siempre quedaban como en rehenes, al mismo tiempo que estos recibían, bajo una disciplina severa, una educación que los ponía en condiciones d servir en el porvenir al rey como capitanes o gobernadores. Con ellos se completó la guardia personal del rey, que se formó de la tropa guerrera de la casta dominante; el primer rango lo ocupan las escuadra de caballeros «amigos y compañeros (έταῖροι) del rey», iguales a él en nacimiento. En la última expedición de Filipo a Grecia se componía de ochocientos, y en la invasión de Asia por Alejandro se habían duplicado en número; estaban ciertamente dotados con fondos reales. Les seguían en categoría los escuderos (ὐπασπισταί), una tropa de infantes selecta, y privilegiada también por su nacimiento. La masa de la infantería pesada se componía de las levas de distintas tribus, y también estos hijos del libre nacimiento del país fueron honrados con el nombre de «compañeros del rey en el servicio de a pie» (πεζέταιροι). En la comisión aristocrática del ejército, el llamado Agema, que al mismo tiempo era conocido como una especie de representación del pueblo ante el rey, tenía este un apoyo como ningún tirano griego jamás lo poseyera. Y esto es lo que los griegos durante mucho tiempo no pudieron comprender, ya que Filipo les parecía un bárbaro, su reino una gran mezcla heterogénea, y por ende insostenible, y su país un pueblo de esclavos; como en su patria la lealtad era aquello que más escaseaba, ¿cómo podían explicarse una cosa basada en la piedad, tal como era la lealtad hacia su rey por parte de lo macedonios?
Lo que podía exigir Filipo a su falange; la táctica de Epaminondas y los oficiales y mercenarios griegos sirven al arte bélico de Filipo
En esfuerzo, podía exigir Filipo lo más increíble a sus súbditos. En la guerra le servía maravillosamente la táctica de Epaminondas, a quien probablemente llegó a conocer en Tebas. Él la perfeccionó aún más, y por la fama invencible que iba adquiriendo su falange, despertó en su pueblo aquel orgullo militar que aún parece haber tenido su resonancia bajo los emperadores romanos. También oficiales griegos mercenarios le ayudaron en sus innovaciones del arte de la guerra; siempre mantenía, al lado de sus ejércitos macedonios, tropas mercenarias, empleándolas para algún que otra empresa y a veces también aisladamente.
El todo de este ejército fue Filipo mismo. Con una vivacidad constante (aun cuando a veces sirviera a sus fines fingirse muerto), estaba siempre donde su presencia hiciera falta. No obstante, empleaba generales en su servicio, y en sus exigencias hacia ellos era severísimo, diciéndose que algún vez tildó irónicamente de felices a los atenienses que anualmente lograban elegir diez estrategos, mientras que él, durante tantos años, no había encontrado más que uno solo de valía, Parmenio.
Aristóteles encargado de la educación de Alejandro
Entre los grandes griegos le bastaba (aunque su antepasado Arquelao había llamado a Macedonia a multitud de celebridades) uno solo: Aristóteles. A éste, como se sabe, le confiaba, por decisión especialísima, la educación intelectual de su hijo; también favorecía sus trabajos de investigador, lo que no se le hubiera ocurrido a ninguna polis, poniendo a su disposición los medios para muchas investigaciones, especialmente zoológicas. Es dudoso que deseara también tener en su Corte a Isócrates.
Olimpia de Epiro; ambiente salvaje de la Corte de Filipo; Calibe, «ciudad de desalmados»
A su lado estaba su esposa Olimpia de Epiro, con la que se casó en su juventud, después de haberse conocido ambos n las fiestas de Samotracia. Esta mujer, orgiástica y sabia en los sacrificios, que tenía también sus matices terribles, y probablemente fue culpable de la muerte de su marido, tiene que haber sido, no obstante, una mujer extraordinaria, capaz de ser la madre del hombre excepcional. Es cierto que Filipo tenía también otras relaciones, esta misma poligamia, causa principal de aquella terrible tradición del regicidio en la familia macedonia de los Temenidas, había de serle fatal también. Lo probable es que en su Corte hubiera a veces un ambiente salvaje; dicen que formó una sociedad terrible de griegos y bárbaros, y que, sobre todo, los griegos que le rodeaban eran la hez de entre los asesinos, ladrones y libertinos que allí se habían reunido. De sus extravagancias en los convites, su bufonería, sus danzas y romanticismos y sus múltiples borracheras se contaban muchas cosas. Estos detalles engañaban en su criterio a los griegos, amantes de lo patético. Puede ser que haya tenido alrededor suyo mucho elemento infame, y es que sólo toleraba a aquellos a quienes necesitaba para sus fines, y sabía librarse de los peores, cuando le convenía, con mucho acierto. Podía haber dado que pensar a los griegos el saber que tenía una «ciudad de desalmados» (πονηρόπολις), Calibe, donde encerraba cerca de dos mil testigos falsos, sicofantes, etc. gente toda ella a quien pudiera haber mandado matar, pero a quienes prefería hacer inofensivos de esta manera, como también los tracios evitaban matar a los hombres. En lo que se refiere al tono libertino debe tenerse en cuanta que Teopompo, que conocía bien estos feos deslices, y probablemente los relataría con alguna exageración, no obstante, llegaba al criterio de que, en resumidas cuentas, no había producido Europa todavía un hombre como él. Este rey activo, que no se cansaba nunca, y que impresionaba al mundo extraordinaria e incluso diabólicamente, mucho de su carácter lo exteriorizaría, al parecer, sólo para mejor poder sonsacar a los demás.
Medallón romano con la imagen de Olimpia
El programa político de Filipo; Se declara salvador de Tesalia; Su intervención en la Guerra Sagrada, en ayuda de Beocia; El soborno como medio de obtener colaboraciones
Respecto al presunto programa político de Filipo, parece cierto que él intentaba reunir un poderío enorme helénico, para emprender con él la lucha contra el carcomido Imperio persa. Someter a este fin las distintas polis helénicas una por una era, como bien sabía, cosa imposible, pues se le hubiera ido el tiempo de su vida en esta tarea; pero no necesitaba tampoco la sumisión de toda Grecia, sino sólo de algunos países (tal vez hasta Beocia) y la impotencia del resto de Grecia y del Peloponeso, que con el pago de subsidios a los correspondientes partidos y cierto número de tropas de ocupación podían ser mantenidos en tranquilidad y paz. Una vez se obtuvieran los tesoros persas, sería posible pensar en que la conquista del Extremo Occidente fuera factible mediante el alistamiento de tropas mercenarias, pero en tal eventualidad no pensaría probablemente la mente práctica de Filipo. Aun para sus fines más directos, probablemente no calificaría de pequeñas las dificultades que tuviera que vencer, porque si bien engañaba a otros, a sí mismo —al contrario de lo que solían pecar los griegos— nunca se engañaba. Empieza, pues, su carrera frente a los helenos, cuyas intenciones tan acertadamente preveía siempre; después de poner (mediante su victoria sobre los ilirios) la primera gran base para su poderío, gana, por la conquista de Anfípolis, el dominio sobre la importante región del Estrimón, con sus minas de oro; abre luego paso a Macedonia hacia el mar; tomando las ciudades litorales aliadas de Atenas; se aprovecha de la Guerra Sagrada para declararse «salvador» de Tesalia del tirano de Ferea y de sus cómplices focenses, y pretende ser el jefe y caudillo de toda Grecia; extermina, para romper en el Norte las resistencias más importantes, a la muy poderosa Olinto y sus aliadas, las ciudades de la Calcídica, arrasándola completamente interviene de nuevo, cuando le llega el ruego de ayuda por parte de Beocia, en la Guerra Sagrada, y concede a Faleco y sus mercenarios libre salida; castiga a los focenses, es hecho anfictión, sigue de paso la política de Tebas, protegiendo a los demás peloponésicos contra Esparta; y, entre tanto, trabaja siempre en Iliria y Tracia para aumentar su poder sobre las tribus del Norte. Su lema constante en todo es ganar la colaboración de todos, empleando los buenos aprovechándose de los malos; este lema lo realiza con tal virtuosidad, que la mayor parte no saben resistirle. Sobre todo, soborna por doquier a las personas y los partidos. Que la tribuna de orador producía una cosecha de oro, era un dicho que en Grecia tenía validez desde hacía mucho tiempo; se necesitaba dinero para vivir decentemente, y que se hiciese pagar lo mejor posible era considerado como una debilidad «de nervios» perdonable; el dinero que venía de fuera podía sonar igual de agradable que el que se ganaba por otros medios, y esto lo comprendían muchos. Sobre todo después de la conquista de Olinto, que había caído por la traición de dos jefes de los mismos ciudadanos, empezó el oro macedonio a encontrar en todas partes camino libre para llegar a las manos de las personas de influencia; el que lo aceptaba en las ciudades se llamaba huésped y confidente de Filipo, y en las fiestas (como en la que dio las gracias a Zeus Olímpico por esta victoria), ejercía una influencia tan deslumbradora, que por sí sola acudían a él verdaderas masas de tales gentes.
Filipo se erige en protector de Delfos
Excelentemente representa también el papel de protector del oráculo délfico. Ya cuando los atenienses le cierran el paso por las Termópilas, vuelve a su país con el éxito de haber afianzado su dominio por sus actos y su piedad hacia la deidad. En su intervención posterior tiene especial cuidado en que todo aparezca como si él pensara sólo en vengar al oráculo robado, y sabe con maestría guardar las apariencias después de la capitulación y salida de Faleco (la que fue concedida, sin duda, muy en contra de las inclinaciones de sus aliados griegos), de un respeto profundo hacia los anfictiones, dejándoles la entera decisión sobre todas las cuestiones a que hubiera lugar. Que ellos, por tanto, le admitan a él y a sus descendientes en su círculo, y, además, con derecho a dos votos, es ya una preparación de su jefatura venidera sobre todos los helenos, la que, según se dice, alcanzó precisamente por su comportamiento piadoso.
Término de la relaciones helénicas con Persia; Isócrates recomienda la guerra contra los persas
Es importante que con la presencia de Filipo terminaron las relaciones vergonzosas con Persia, así como su papel de árbitro supremo en asuntos helénicos, al que no sólo Esparta en la paz antalcídica, sino también Tebas en la embajada de Pelópidas, se habían tenido que someter, diciendo al Gran Rey que los helenos fueron autónomos y que Mesenia debía ser restaurada. Es característico cómo ahora, después de la conclusión de la paz de Filócrates , cuando Filipo se ha convertido en «el amigo de Atenas», el viejo Isócrates, en su Filipo, recomienda la guerra contra Persia. El orador establece en serio como programa que el futuro jefe de los helenos debería reconciliar los cuatro Estados principales de ellos: Atenas, Esparta, Tebas y Argos (cuyas enemistades internas y entre sí en aquellos tiempos tilda, muy acertadamente, de locura), y apaciguarlas interiormente, tarea que probablemente hubiera reclamado, no sólo la vida entera de un Filipo, sino la de dos o tres sucesores, malgastando todo este tiempo antes de que se hubiera dado un solo paso siquiera contra Persia. Pero no debería dominar de ningún modo a aquellas ciudades, porque «no estaban acostumbradas a aguantar el dominio de uno solo sobre ellas», sino que él se figura la actuación de Filipo en tres escalas, y tiene la ingenuidad de recomendárselas a tal hombre con las siguientes palabras: «Digo que debes obrar el bien para con los helenos, dominar a los macedonios como rey (βασιλεύειν) y a todos los demás bárbaros posibles como señor (ἄρχειν)». Ya es algo que se haga esta diferenciación entre las dos clases de dominios, y también parece que al orador se le han abierto los ojos respecto a la lealtad macedonia hacia su rey, cuando promete a éste gran fama en caso de que logre inclinar en su favor a los helenos, como lo estaban los lacedemonios hacia sus reyes, y sus propios «compañeros» (decir «los macedonios» no se lo permite la altanería ática) hacia él.
La idea de una alianza de las polis griegas y Macedonia contra Persia
La alianza «libre» de las polis griegas con Macedonia contra Persia, que ahora proponía, era en sí una idea ridícula; mucho tiempo tendría que haber esperado Filipo hasta lograr que en los helenos se produjera alguna lealtad hacia la monarquía, y unas relaciones prácticas o alianzas eran del todo imposibles con unos organismos tan petulantes como aquellas polis, es sabido que ni siquiera la popularidad de una expedición contra Persia era tan considerable entre los griegos como para llegar a tal decisión por muy halagadora que la pintase Isócrates, que pone ante Filipo la alternativa de tomar toda Persia, o, según algunos proponían, contentarse con la conquista de Asia Menor y Sicilia hasta Sínope, es decir, con el «proyecto más pequeño». Todos estos consejos se los da en un escrito, en el que el propio autor tiene que reconocer que el poderío de Filipo en la misma Atenas era objeto de la mayor desconfianza, porque los adversarios (es decir, Demóstenes y su partido), con su pretensión de que éste no era aumentado en pro, sino a través de Grecia, se llevaban las masas, y, además, reconoce abiertamente que su ciudad natal se preocupaba menos de lo que él decía y más de lo que decían aquellos que la enfurecían desde la tribuna de los oradores. Filipo recibió el discurso y acto seguido lo leyó; puede figurarse la cara «bomolóquica» que le pondrían.
Opinión de Demóstenes sobre la corrupción de Filipo en los asuntos griegos; su equivocación ante la categoría de Filipo y al odio que a éste podía tenérsele en Macedonia; Sobre la falacia de Filipo; Superioridad que le daba su situación
Muy detenidamente observa Demóstenes la irrupción fatal de Filipo en los asuntos griegos, y lo ha descrito con incomparable maestría que nos conmueve aún en nuestros tiempos. Él sabe que de parte del rey están los hechos, de parte de los atenienses las meras palabras; que éstas mismas le han hecho grande, y que si le ocurriese una desgracia, su descuido pronto haría surgir a otro Filipo, y da las gracias a los dioses que mandaran al rey como elemento instigador; sin el cual el propio Estado se hubiera hundido por su propia iniciativa en la más completa negligencia. También sabe caracterizar excelentemente sus modos de actuar y sus fines, haciéndolo principalmente en la tercera filípica, donde expone, por ejemplo, refiriéndose a la suerte de Olimpia, que Filipo, si estuviera en plena invasión guerrera contra el Ática y el Pireo, no admitiría que fuera el agresor; como, al contrario del estilo arcaico de hacer la guerra, en la contienda peloponésica, él no hacía ninguna distinción entre verano e invierno, y nos dice también que solía operar sin su falange de hoplitas, sólo con tropas ligeras, jinetes y mercenarios, y cuando las ciudades que padecían de malestar interior no le ofrecían una resistencia seria, enseguida tenía dispuestas sus máquinas de asedio. En batallas decisivas lograba más ventajas que los griegos, por lo que era conveniente procurar entretenerle en su país, etcétera. A pesar de todos estos conocimientos, aún no sabe Demóstenes qué rey y qué estratego era Filipo en realidad. En el mismo discurso le considera como un hombre que no era heleno y ni siquiera bárbaro de un país que pudiera citarse con cierto prestigio, sino un ser espantoso de Macedonia, de donde antes ni siquiera podían obtenerse esclavos decentes (lo que, dicho sea de paso, más bien parece halagüeño para los macedonios). También fía demasiado el orador en el odio que podría haber contra Filipo en su reino norteño, inclinándose con gusto a creer en una sublevación de los tésalos, ilirios y tracios; opina que por sus numerosas guerras se haya hecho más bien inseguro su dominio sobre los macedonios, que la gente no tenía parte en el honor de sus éxitos, sino sólo en los trabajos de sus empresas, que la guerra les arrancaba de toda su vida privada y los excluía del comercio, de lo que se deduce que Demóstenes juzgaba a los macedonios como si se tratara de atenienses, para los que ciertamente tales circunstancias podían suponer una desgracia, y que no tenía ni la más remota noción de aquella filotimia que reinaba en el cuartel general macedonio, precisamente por no conocer más que el individualismo ateniense. También de la vileza de séquito de Filipo saca la consecuencia equívoca de que al primer revés de fortuna revelaría su importancia; evidentemente, no logra distinguirle de un mero tirano dándole a veces este nombre. A esto se junta el error general de que un dominio fundado en un profundo egoísmo, mentira y violencia no podía ser sólido, como si en general las potencias del mundo se fundasen en algo distinto. Es cierto que las democracias pueden hundirse con estas circunstancias, pero cuando ha de crearse una gran potencia, ésta no suele realizarse, ordinariamente, en un tiempo bueno, sino entre las tempestades. No se puede negar que Filipo quebrantaba todo juramento, pisoteaba todos los convenios y compraba toda traición. Pero si se le quiere hacer justicia, hay que tener en cuenta que también los griegos de entonces eran los más desvergonzados perjuros, y no podían figurarse que ellos tenían el derecho exclusivo de obrar así. Que cada hombre tuviera su precio por el cual se le podía obtener fuera una máxima que pudiese expresar Filipo, se debía precisamente a que los griegos eran sumamente sobornables, pero de ningún modo puede cargársele a él toda la culpa. Sin embargo, es cierto que por él llegaron a aprender los griegos una diplomacia que les era odiosa. Con sus asambleas populares, constantemente hablando, adoptando sofismas y desgastando todo interés, estaban completamente indefensos frente a tal práctica. «Él mismo era, lo que es importante en la guerra, dueño absoluto de la gente, que, además tenían las armas constantemente en las manos. Era también rico en medios económicos y ponía en práctica lo que había decidido sin anunciarlo de antemano por sefismas o discutirlo públicamente en Consejos, y también sin que sicofantes le pudieran llevar ante el Tribunal o perseguirle con pleitos por infracción de la ley, sin ser responsable absolutamente ante nadie, sino teniendo, en resumidas cuentas, él solo el poder, la jefatura y la decisión en todo», nos dice, después de su muerte, nada menos que un Demóstenes. Para hacernos cargo de toda la superioridad que le daba esta situación basta pensar en las flojas milicias cívicas y los inseguros ejércitos mercenarios, con sus estrategos amenazados por los sicofantes. Así pudo él actuar, mientras que los otros politiqueaban; por ser rey podía a veces retroceder un paso, y no le importaba que sus enemigos le creyesen en duro trance mientras él los engañara.
Philip II gold stater, with head of Apollo
Inminencia de la guerra con Grecia; Situación de las polis griegas después de Queronea
Bajo estas circunstancias iba acercándose Grecia (pues Demóstenes no era de los que se dejaba comprar por Filipo) a la guerra decisiva. No le era, sin duda, muy agradable que en ella tuviese que producirse una batalla contra los atenienses, y se preparó para dar el golpe necesario a los ejércitos cívicos aliados de los griegos. Con sus 30.000 infantes y 2.000 jinetes era lo bastante fuerte para esto, y parece dudoso que realmente haya creído, inmediatamente antes de Queronea, conseguir que los tebanos se pusieran de su lado. En su victoria tuvo la suerte de vencer a las dos polis más grandes, no sólo por su astucia y aprovechándose de su tibieza, sino, además en un momento en que todo su entusiasmo había sido movilizado en balde. Ahora Tebas podía ser degradada a ser sólo una capital rústica de Beocia, Esparta ser extremadamente humillada, Atenas ganada por la amabilidad, y Filipo, en la Asamblea de Corinto, pudo ser elevado a jefe militar de los helenos contra Persia, teniendo que servir para esta guerra contra los persas el pretexto de la devastación de templos realizada por Jerjes, aunque los sentimientos griegos de entonces no estaban precisamente inspirados por la enemistad hacia Persia. Los helenos fueron tenidos en jaque y obediencia, por tropas de ocupación macedonia, en Tebas, Calcis, Corinto y Ambracia, y ya pisaban tropas macedonias el suelo de Asia menor cuando el asesinato de Filipo en Egea puso fin aparentemente a la empresa. No se sospechaba, no podía sospecharse en aquel momento que Alejandro habría de llevar a cabo toda la herencia política que su padre le había dejado y de una manera tan rápida como llegó a hacerlo.
Diferencia de Filipo con respecto a los demás tiranos
Con Filipo se encontraba Grecia bajo el mando de un hombre que procedía de modo muy distinto al de todos los tiranos conocidos hasta entonces, e incluso al del resto de los helenos; aniquilando donde le convenía pero capaz, en el caso contrario, de no temer las fuerzas existentes, sino tomarlas a su servicio. A su lado, aburridas celebridades, como Agesilao, se hunden en la oscuridad: en cambio, se produce una curiosa y repentina simpatía, por parte de los griegos cultos, en favor de la monarquía. De la Grecia exterior que se formaba en su Corte, y admite Isócrates en su Filipo en qué consistió este círculo de hombres no desconocidos, que no desmerecían del nombre de sabios, y cuyo trato fue muy útil para la ampliación de su régimen. Era palpable que Filipo había sido enteramente creador de su propia fortuna; habiendo surgido en momentos de un peligro enorme, supo reorganizar su Estado, crear su ejército y fundar un reino tal como ahora era el macedonio; pero también es verdad que las polis helénicas en su concepto antiguo terminan ahora.
Anécdotas y rasgos de ingenio de Filipo
Recordemos por fin una serie de anécdotas y palabras ingeniosas, en las que revela Filipo un rasgo notable de clemencia y cordialidad, y de vez en cuando, hasta de grandeza de alma. Así, no dejó que la suerte se le subiera a la cabeza en sus victorias, o tal vez sólo durante aquel corto instante, cuando parodiaba cantando el sefisma de Demóstenes, y según dicen algunos, ni erigió ni siquiera un trofeo. Pudiera ser auténtica la historia de que se dejara influir; en su triunfo victorioso, por un reproche del Demades prisionero, y quitándose la corona y haciendo callar todo el júbilo dejara en libertad a los prisioneros áticos sin rescate; sólo que los buenos atenienses no se daban cuenta de que no les halagaba más que para ahorrarse fuerzas. Un rasgo hermoso es también cuando ante varias noticias felices que le llegan a la vez, pide a Tique una pequeña desgracia, y muy fina es la manera de ser que observa frente a gentes que le insultan, declarando por ejemplo, estar agradecido a los demagogos, porque le provocan con sus insultos a tener que contradecirlos con sus hechos, no echando de su Corte a un notorio difamador para que éste no llevara su malicia a círculos más amplios, o en vez de sufrir y enojarse por cada escarnio o contradicción, como hacían los griegos, sencillamente examina al hombre en cuestión y le soborna. Siendo una vez juez de dos malhechores, ordena al uno salir de Macedonia y al otro perseguir al primero. A su hijo le recomienda hacerse querer por los macedonios, mientras le sea dado ser amable con ellos, siendo otro el rey. Demuestra un noble corazón y mucha discreción cuando dice a un antiguo huésped tebano, amigo de su juventud, que no quiere aceptar nada de él: «No me robes mi invencibilidad, haciendo que sucumba ante ti en atenciones»; o cuando expresó su dolor por no poder corresponder, haciendo el bien, a un fallecido que le había favorecido antes.
Sin duda, era del más alto interés para Filipo trabar conocimiento con Dionisio el Joven en Corinto. Después de una larga conversación le preguntó el rey, por fin, a qué se debía que Dionisio no supiese mantener en el dominio que había heredado de su padre, recibiendo la contestación famosa de que éste le había dejado en herencia todo menos su suerte.
Se dice que Filipo tenía ordenado que todas las mañanas un criado le dijera que él no era más que un hombre, y en qué forma se burlaba de Menécrates, que pretendía ser Zeus, ya lo hemos visto hace poco. Aunque no desechaba la posibilidad de un milagro es probable que se haya resistido todo lo posible contra la deificación de su persona. No puede negarse que en Egea, en la misma mañana del día en que fue asesinado, hiciera que su propia imagen, como dios de la Pompa, siguiese a las doce diosas en un carro decimotercio, pero que por esto haya llegado él mismo a creerse realmente dios no nos parece verosímil.
Entrada al Gran Túmulo, Museo Arqueológico de Vérgina.
—Jacob Burckhardt De “Historia de la cultura griega III” pp.196-208
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UN POCO DE MITOLOGIA GRIEGA
Dioses griegos
Los dioses del panteón griego adoptaban figuras humanas y personificaban las fuerzas del Universo; al igual que los hombres, los dioses helenos eran impredecibles, por eso unas veces tenían un estricto sentido de la justicia y otras eran crueles y vengativos; su favor se alcanzaba por medio de los sacrificios y de piedad, pero estos procedimientos no eran siempre efectivos puesto que los dioses eran muy volubles.
Heródoto afirma que Homero y Hesíodo fueron quienes dieron nombre a los dioses y asignaron a cada uno de ellos su quehacer o cometido, al mismo tiempo que les dieron su forma y atributos; aún reconociendo la importancia de la fuente no podemos olvidar que Homero recoge en sus escritos una tradición oral que se remonta a varias generaciones que estos autores se limitan a fijar entre los años 850 a 750 adC.
Los citados autores describieron a los dioses como arquetipos de la Humanidad; la escultura griega y, en general, su arte, se encargarían de retratar a los dioses olímpicos con una perfección y belleza que ha llegado a nuestros días como modelos artísticos; ahora bien, aquellos dioses también eran arquetipos de la realidad humana en todas sus acepciones y, por tanto, también la realidad religiosa del pueblo.
Dioses principales
1.Afrodita(amor y belleza)
2.Apolo(sol y profecía)
3.Ares(guerra injusta)
4.Artemisa(luna y caza)
5.Atenea(guerra justa)
6.Dionisio(vid y placeres)
7.Hefesto(fuego y metales)
8.Hera(matrimonio)
9.Hermes(comerciantes y ladrones)
10.Hades(inframundo)
11.Poseidón(océano)
12.Zeus(cielos y soberanía del Olimpo)
Dioses menores
Además de los doce dioses principales del panteón griego, existen otras deidades de menor poder y prestigio. Aunque muchos de estos dioses se ven relegados a simples lacayos de sus poderosos familiares, también merecen un apartado donde se les preste la debida atención. En esta sección vamos a saldar esa deuda pendiente.
Vamos a dividir esta sección en dos apartados diferentes .Dicho esto, podemos pasar a ver los dioses menores.
Individualidades
1.Asclepio
2.Deméter
3.Éride
4.Eros
5.Hebe
6.Hécate
7.Helio
8.Hestia
9.Himeneo
10.Ilitía
11.Iris
12.Némesis
13.Pan
14.Perséfone
15.Príapo
16.Selene
17.Sileno
18.Tánato
19.Temis
20.Eris
Agrupaciones
Nereidas
Ninfas
Náyades
Hamadríades
Hespérides
Musas
Moiras (Parcas)
Horas (Horae)
Cárites (Gracias)
Erinias (Furias)
Sátiros (Faunos)
Arpías
Gorgonas
Personajes mitológicos
Héroes y Semidioses
Según Hesiodo, los héroes eran seres de una raza diferente a la de los mortales y a la de los dioses. Los semidioses son personajes nacidos de la unión de un mortal y de un dios (muchos de ellos son hijos de Zeus).
Muchos de los héroes que la mitología griega nos muestra, son seres humanos mortales que han sido honrados después de su muerte con ese “carácter” ya que su destino fue digno de ser narrado tras su fallecimiento, por extraordinario.
Así, Tántalo, Edipo o Cécrope son unos héroes, al igual que Heracles, Aquiles o Perseo. Su comportamiento a menudo los lleva al “hybris” (que actualmente lo conoceríamos como “a lo heroico”) y su muerte es la mayoría de las veces violenta.
Por extensión, todo aquel personaje que ha conocido un destino digno de ser contado es nombrado héroe. Dentro de estos héroes encontraríamos a los jefes militares de la Ilíadao o a los héroes epónimos de Atenas.
Como antes hemos adelantado, los semidioses son la gran mayoría hijos de Zeus. Son hijos que el Dios ha engendrado en mortales, ya que el descendía muchas veces a la Tierra con este propósito. Como ejemplo podríamos ver a la madre de Perseo, Dánae. En esa ocasión Zeus se transformó en lluvia de oro para entrar dentro de la torre donde la joven fue encarcelada.
1.Aquiles
2.Acteón
3.Eaco
4.Eneas
5.Agamenón
6.Áyax
7.Alcmene
8.Anquises
9.Andrómeda
10.Atalanta
11.Bato
12.Belerofonte
13.Briseis
14.Calisdalto
15.Casandra
16.Casiopea
17.Cefeo
18.Crises
19.Clitemnestra
20.Dédalo
21.Dióscuros
22.Dríope
23.Europa
24.Héctor
25.Hécuba
26.Helena de Troya
27.Heracles
28.Hilas
29.Ícaro
30.Io
31.Iolao
32.Jasón
33.Leda
34.Licaón
35.Medea
36.Menelao
37.Midas
38.Minos
39.Odiseo
40.Pandora
41.Peleo
42.Perseo
43.Príamo
44.Sísifo
45.Teseo
46.Tindareo
47.Astrea
48.Axilo
Criaturas mitológicas
Los monstruos representan el espanto por lo desconocido y abundan en la mitología griega. Se pueden dividir en varios tipos: los híbridos, que se componen de partes de otros animales o seres humanos; aquellos que tienen su origen en metamorfosis, casi siempre provocadas por un castigo divino; y los que simplemente tienen cualidades corporales fuera de lo normal.
Argos
Centauro
Cerbero
Caribdis
Cíclope
Dríadas
Equidna
Esfinge
Gerión
Hipocampo
Hidra
Jabalí de Calidonia
Jabalí de Erimanto
Lamia
Minotauro
Pájaros del Estínfalo
Pegaso
Quimera
Quironte
Escila
Sirenas
Talos
Tritón
Titanes
En la mitología griega, los Titanes —masculino— y Titánides —femenino— (en griego antiguo Τιτάν, plural Τιτᾶνες) eran una raza de poderosos dioses que gobernaron durante la legendaria edad dorada.
Los Titanes fueron doce desde su primera aparición literaria, en la Teogonía de Hesíodo; en su Biblioteca mitológica Apolodoro añade un decimotercero, Dione, una doble de Tea. Estaban relacionados con diversos conceptos primordiales, algunos de los cuales simplemente se extrapolaban de sus nombres: el océano y la fructífera tierra, el sol y la luna, la memoria y la ley natural. Los doce Titanes de la primera generación fueron liderados por el más joven, Cronos, quien derrotó a su padre, Urano (‘Cielo’), a instancias de su madre, Gea (‘Tierra’).
Posteriormente los Titanes engendraron una segunda generación, notablemente los hijos de Hiperión (Helios, Eos y Selene), las hijas de Ceo (Leto y Asteria) y los hijos de Jápeto (Prometeo, Epimeteo, Atlas y Menecio).
Los Titanes precedieron a los doce olímpicos, quienes, guiados por Zeus, terminaron derrotándolos en la Titanomaquia (‘Guerra de los Titanes’). La mayoría de ellos fueron entonces encarcelados en el Tártaro, la región más profunda del inframundo.
Primera generación
La primera generación de Titanes, hijos de Urano y Gea, está formada por:
Titanes
Océano, el río que circundaba el mundo.
Ceo, titán de la inteligencia.
Crío, dios de los rebaños y las manadas, esposo de Euribia (hija de Ponto) y padre de Palas.
Hiperión, el fuego astral.
Jápeto, esposo de la oceánide Clímene y padre de Prometeo, ancestro de la raza humana.
Cronos, el más joven, que destronó a Urano y fue rey de los dioses.
Titánides
Febe, la de la corona de oro.
Mnemósine, personificación de la memoria y madre de las Musas con Zeus.
Rea, reina de los dioses con Cronos.
Temis, encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres, y madre de las Horas y las Moiras con Zeus.
Tetis, diosa del mar.
Tea, diosa de la vista.
Algunos autores consideran también parte de esta generación a Dione, si bien otros la consideran una oceánide.
Segunda generación
El matrimonio entre hermanos era corriente en la mitología griega, y varios Titanes y Titánides se unieron, engendrando una segunda generación de Titanes:
Océano y Tetis engendraron las ninfas Oceánides, los ríos (Oceánidas) y manantiales.
Hiperión y Tea a Helios (el sol), Selene (la luna) y Eos (la aurora).
Ceo y Febe a dos hijas, Lete y Asteria.
Cronos y Rea formaron la pareja más importante, pues fueron los reyes de los dioses, y tuvieron seis hijos:
Hestia, diosa del hogar.
Hera, diosa de la fidelidad y el matrimonio, reina del Olimpo.
Hades, dios del inframundo.
Deméter, diosa de la agricultura.
Poseidón, dios de los océanos.
Zeus, dios supremo, rey de todos los dioses del Olimpo.
Otros descendientes de la primera generación son:
Asteria, hija de Ceo y Febe.
Astrea, diosa de la justicia, predecesora de Dice.
Astreo, padre de los vientos y las estrellas errantes.
Atlas, castigado a sostener sobre sus hombros con los pilares que mantenían la tierra separada de los cielos.
Eos, la aurora.
Eósforo, la estrella de la mañana y de la tarde (Venus).
Epimeteo, hermano de Prometeo, progenitores de la humanidad.
Helios, el sol.
Leto, madre de Apolo y Artemisa.
Menecio, hijo de Jápeto y Asia.
Palas, dios de la sabiduría.
Perses, hijo de Crío y Euribia.
Prometeo, el amigo de los mortales que robó el fuego de los dioses.
Selene, diosa de la luna.
Titán, hermano de Helios y dios (quizá) del calendario anual.
Otros miembros de la segunda generación no suelen ser llamados Titanes:
Caanto, hermano de Melia.
Dione y Metis, que se suelen considerar oceánides.
Los Oceánidas o dioses-río.
Las Oceánides, ninfas marinas.
Pico, rey del Lacio.
Quirón, el centauro.
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Arte Gótico
Se cree que la palabra gótico es una evolución del diptongo "goético" que quiere decir mágico, pues el arte ojival parece una arquitectura producida por magos... ¿Lo sabías?
#1 Se desarrolló desde el siglo XII hasta el siglo XIV-XVI cuando estuvo bien implantado el Renacimiento
#2 El monumento típico del arte gótico fue la catedral y los materiales que más utilizaban era el hierro y el cemento
#3 Este arte se caracterizaba por la inquietud, sensación de nunca terminar su obra "Luz y verticalidad"
#4 Abadía de San Dionisio, la primer iglesia construida en estilo gótico por el primer obispo de París, Dionisio
#5 Los elementos básicos de la arquitectura gótica son el arco apuntado, la bóveda de crucería y los arbotantes
#6 La escultura gótica tiende hacia la naturaleza, escultura monumental humana y el realismo del retrato
#7 El escultor gótico no presenta al cristo todopoderoso, pantocrátor o juez, si no a un Dios en la cruz
La simbología se presenta así:
4 estaciones del año
#8 Joven portando flores, el verano es la misma muchacha portando con un haz de espigas, el otoño es un joven con un cesto de frutas y el invierno un anciano arropado
4 elementos
#9 La tierra es una señora cargada de frutas y animales, el aire es un ángel soplando, el agua está simbolizada por líneas serpentinas con naves, peces, etc. y el fuego es una hoguera o dama con una antorcha
#10 El vitral y el vidrio minado son importantes en la pintura gótica
#11 A partir del siglo XIII el retablo sustituyó el muro, comenzaron a utilizar la luz, el color e incluso la perspectiva
#12 Se le llama al siglo XIII como el siglo de la burguesía
#13 El arte gótico es una transición del feudalismo al capitalismo
-Amy
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CAPITULO V: FEDERICO URRUTIA
La dictadura franquista también tuvo a su poeta Federico. Un poeta en línea, como muchos de los “intelectuales” falangistas, que presumió siempre de sus inclinaciones nazis y antisemitas: FEDERICO URRUTIA.
Federico Urrutia, de nombre real Federico González Navarro (Madrid, 1907-1988) fue un temprano militante de Falange Española, de los llamados Camisas Viejas, que durante la II República ejerció de periodista. Durante la guerra fue Jefe de Propaganda del partido fascista fundado por Primo de Rivera. Tras el final del conflicto armado fue Jefe de Prensa de Falange Exterior y desarrolló gran parte de su obra literaria.
Los títulos de sus “creaciones” literarias no requieren aclaración alguna: Poemas de la Falange Eterna (1938); El nacionalsindicalismo es así (1938); ¿Por qué murió Calvo Sotelo? (1939); Falange Española Tradicionalista y de las JONS en el exterior (1939); La paz que quiere Hitler (1939); Poemas de la Alemania eterna (1940); ¿Por qué lucha Alemania? (1941); Por qué la Falange es católica (1942); ¡Camarada, he aquí el enemigo! (1942). Fue asimismo autor de las canciones e himnos del Frente de Juventudes.
En los años 60 Urrutia cambió de arte y descubrió el cine con un trasfondo político más liviano que el de su literatura. Fue guionista de numerosas películas de escasa calidad como, entre otras: La Bella Mimí (1962); El precio de un asesino (1963); Antes llega la muerte (1964); Encrucijada para una monja (1967); El hombre que mató a Billy el Niño (1967); Cuidado con las señoras (1968); Una señora llamada Andrés (1970); El apartamento de la tentación (1971); El Cristo del Océano (1971); Y le llamaban El Halcón (1971); Alta tensión (1972); Marco Antonio y Cleopatra (1972) y Mal de ojo (1975).
Muchos sitúan a Urrutia como un agente nazi en España. De hecho, su aportación más importante en aquellos años fue la edición y recopilación de un poemario colectivo con el nombre de Poemas de la Alemania eterna en 1940, cuando las tropas alemanas arrasaban en toda Europa. Inicialmente fue publicado en el diario Informaciones, auténtico portavoz nazi de la prensa española. Luego los editó en ese libro en el que Urrutia definía a Hitler nada menos que como “Restaurador de una Germania heredera de los Nibelungos y campeona de la cruz frente a judíos, masones, capitalistas y comunistas”. En esa edición aparecen nombres desconocidos junto a otros ya consagrados, unos de clara significación falangista como Alfredo Marquerie, Eugenio D´Ors o Dionisio Ridruejo y otros de los que desconozco si tuvieron que participar “voluntariamente” como Emilio Carrere o Manuel Machado. El libro que, tras la derrota nazi en la II Guerra Mundial desapareció de las librerías, ha sido editado recientemente por la extrema derecha española. Poemas de la Alemania eterna era una continuación de los poemas de la Falange eterna en los que Urrutia calificaba a Franco como César visionario (título que inspiró a Umbral su Leyenda del César Visionario).
El poeta, que no ahorró calificativos admirativos hacia su caudillo como César Visionario, escribió cosas como estas:
Eran cuatro camaradas
Cuatro Camisas azules
Y veinte Flechas bordadas.
Cuatro canciones que hervían
Cuatro banderas alzadas.
Cuatro fusiles ardiendo.
Cuatro pasos que avanzaban.
Cuatro brazos extendidos.
Cuatro Cruces laureadas.
Cuatro oraciones al viento-
Cuatro alientos, cuatro almas.
Cuatro Yugos encendidos
Y veinte Flechas bordadas.
Silueta el parapeto,
Eran cuatro camaradas.
Cuatro Camisas azules.
¡Cuatro de la Vieja Guardia!
Uno quedó cara al Sol
Bajo el cielo el Jarama.
Las Flechas de su camisa
Se hicieron rosas de grana
Lejos, tres voces decían:
…¡Yo tenía un camarada!
Como un Amadís de Gaula
¿Dónde está la mano blanca
que en mi camisa bordada
suspiró sobre el Azul
con hebras de sangre y plata?
Sus lirios de carne joven
los ha devorado el alba...
¿Dónde estará aquella novia
que en los senos ocultaba
mi pistola de escuadrista
cuando en la calle asustada
las Hoces y los Martillos
por las esquinas rondaban?
(Poemas de la Falange eterna, 1938, pp. 19-24)
GABRIEL D´ANNUNZIO. POETA Y GUERRERO DE LA ITALIA IMPERIAL (Revista Vértice)
“Ha muerto D´Annunzio, precisamente en el momento mismo en que la hora imperial de Italia suena en la Historia, como si el destino le hubiera conservado sujeto a su misión de cantor y estela de la metafísica latina de Roma, hasta consumarse la resurrección de las águilas cesáreas. De Gabriel D´Annunzio se puede decir que era toda el alma mística del fascismo hecha hombre. Gabriel D´Annunzio, creador, con Marinetti, del estilo y la estética fascistas, muere cuando el Imperio que soñó ya no le necesita. En la hora de su muerte, cuando toda Italia le llora acongojada, los hijos del Lacio, brazo en alto con su airoso saludo virgiliano, gritamos también la oración de nuestra angustia máxima:
-¡Gabriel D´Annunzio!
-¡Presente!”
28/10/2022
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¡Alfredo’s Alfredo’s!
Mika y Boba se pararon frente a la puerta del 42 Grétrystraat Studio en Bruselas. La calle estaba llena de restaurantes italianos, como si la mafia siciliana se hubiera adueñado de medio centro histórico. Alrededor podías leer “Alfredo’s” “La Corte Gastronomica” y “L’Altro Mondo” y demás nombres asociados a gastronomía italiana.
Boba comenzó a leer las instrucciones para el ingreso al departamento. Bruselas era el último destino de sus dos semanas por Europa. Tenían hambre, estaban cansados de deshacer y armar maletas, pero ansiosos por conocer otra ciudad.
En las instrucciones se leía claramente que tenían que encontrar primero al dueño de los apartamentos antes de poder ingresar. Junto a la puerta un candado, pero ninguno de los dos tenía idea de la contraseña.
¿También se van a hospedar aquí? Mika y Boba giraron y voltearon hacia arriba. Un vikingo de 1.95 se paraba detrás de ellos junto con el que parecía ser su hermano y madre. Con un inglés un tanto tosco les explicó que él tenía una clave pero que primero preguntáramos cuál número de apartamento era, ya que los tres estaban uno frente al otro.
Creemos que sí es este el lugar –contestó Boba. Pero no tenemos el código, aquí dice que tenemos que pasar incluso a un restaurante. Debe ser alguno de estos. Gracias.
El vikingo y su familia pasaron por un costado e ingresaron por la puerta café.
Mika y Boba retrocedieron un poco.
Que se me hace que el café y los restaurantes son de él. Porque en la instrucción de llegada dice que pasemos por una bebida de cortesía antes de subir al depa. –aportó Mika.
Sí, a lo mejor está en uno de estos. A ver –Boba comenzó a caminar a los costados y vio un restaurante con sillas apiladas en el interior. De ahí mismo provenían ruidos de construcción como martillazos, sierras y golpes huecos.
¡Mira! Este es el Alfredo’s. Deja pregunto. –Boba observó a un barista y un mesero que se le quedaron viendo cuando entró por la puerta entre aquel mundo de cosas apiladas sobre sillas, manteles y mesas aún sin instalar.
¡Aló! –saludó Boba a los dos sujetos, intentando imitar el saludo con acento francés que tanto había escuchado desde su llegada al país.
Un señor de edad avanzada con pelo negro y un mandil, mientras que el otro, un joven con bigote raso y sin mostrar expresión alguna, los miraban con extrañeza.
¿Spanish? ¿English? - Preguntó Boba.
¡Estoy buscando a Dionisio! ¡Venimos a hospedarnos al apartamento 102! - Boba tuvo que levantar la voz porque, aunque solo veía dos personas al frente, había más martillando y haciendo todo tipo de reparaciones en el fondo.
El mesero de mayor edad no entendió lo que Boba dijo, sin embargo, al escuchar Dionisio volteó a la barra donde estaba el barista con bigote de actor porno de los años 70’s.
El barista a su vez solo observaba a Boba. Se quedó quieto. Hasta que una voz salió, al parecer, debajo de él con un acento notoriamente italiano.
¡Ah sí! ¡Voy, voy! ¿Dime cómo dice el anuncio? - gritó Dionisio debajo de la barra.
Boba tomó el celular y leyó el anunció textual y añadió- ¡está a nombre de Mika Calderón!
¡Ah sí! ¡Mikaela, Mikaela! -Gritó Dionisio mientras se incorporaba sobre la barra.
Traía un suéter verde lleno de pintura. Presumía una melena con pelo güero y una barba tupida. Ambos llenos de aserrín, pintura y ¿polvo de tablaroca? Al parecer el mismo hacía sus reparaciones de los negocios que tenía.
¡Ah Mikaela! ¡español, ¿verdad? Hola, ¿cómo estás, todo bien, todo bien? –dijo mientras se flexionaba y se estiraba sobre la barra y sonreía a sus nuevos inquilinos.
Un favor. Para que no me tengan que buscar durante su estadía, envíame un mensaje para yo mandarte los datos de ingreso.
Mika se asomó detrás de Boba. Ya te los envié por WhatsApp pero no te llegan los mensajes.
Ah, es que no tengo mi celular conmigo. En seguida gritó ¡Anastasia! Alguien más gritó de vuelta, seguido de un tercer grito, aunque nadie más se asomó.
El mesero y el barista seguían observando fijamente a Mika y Boba.
Boba y Mika sonrieron de la imagen tan cómica y cliché que los italianos estaban presentando ante ellos.
No te preocupes. Son gritones pero son buenas personas. Así son ellos –dijo Dionosio a Boba.
Dame tu celular. ¡Te dejaré anotados todos los datos para que no me tengan que buscar durante su estadía porque I’m in deep shit! Como puedes ver.
Boba se rió y le pasó su celular. Dionisio anotó la clave del WiFi, la contraseña del candado y el número de habitación.
Boba y Mika seguían asombrados del caos del restaurante, los gritos, los manteles tirados, las mesas patas arriba y la gente entrando y moviéndose reparando todo y nada a la vez. No estarían listos ese viernes para recibir clientes.
Dionisio regresó el celular a Boba y agregó –la llave está pegada a la puerta. Disfruten de su estadía.
Suerte con tu deep shit –agregó Mika al final. Dionisio agradeció el comentario.
Mika y Boba se rieron de la situación y fueron a instalarse.
Por la noche, de regreso al apartamento, Mika y Boba vieron a Dionisio tomar vino dentro del restaurante, aún con mesas patas arriba, barra llena de material de construcción y unos cuantos meseros con mandil agotados.
Meses después, ese lugar reabriría sus puertas para posicionarse como la oferta gastronómica más ambiciosa de Bruselas.
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