#Teopompo
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Estrada do Chocolate é atração no Festival de Inverno Bahia
O Festival de Inverno Bahia (FIB), no Parque de Exposições Teopompo de Almeida, em Vitória da Conquista, na zona turística Caminhos do Sudoeste, reúne milhares de pessoas e oferece atrações que vão além dos artistas no palco. Nos intervalos dos shows, o público pode visitar espaços temáticos de patrocinadores da festa, como o da Secretaria de Turismo do Estado (Setur-BA), que promove a Estrada do…
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Hits de Jão, público infantil de Ana Castela e samba-pop de Seu Jorge marcam última noite do Festival de Inverno Bahia
Atrações se apresentaram entre a noite de domingo (25) e a madrugada de domingo (26), no Parque de Exposições Teopompo de Almeida, em Vitória da Conquista. Jão, Ana Castela e Seu Jorge se apresentaram no Festival de Inverno Bahia Laécio Lacerda A terceira e última noite do Festival de Inverno Bahia 2024 foi marcada pelos hits do “pop sofrência” de Jão, crianças com figurino inspirado em Ana…
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Il banchetto in Etruria e le peculiarità della iconografia etrusca
Gli autori antichi (Diodoro Siculo, Aristotele, Posidonio di Apamea, Teopompo, etc.) fanno riferimento al banchetto etrusco.La rappresentazione del banchetto (che riguardava gli aristocratici ed i ceti più abbienti della società etrusca) costituisce uno dei temi più ricorrenti nella documentazione figurata etrusca e si ritrova frequentemente su vasi, lastre architettoniche, pitture tombali,…
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-El anostos En los confines del País de los Meropes se encuentra un abismo, el Anostos, lleno de un fluido rojo que no es luz ni tinieblas, por el que corren dos ríos: el río del Placer y el río del Dolor, en cuyas riveras crecen diversos árboles cuyos frutos tienen las mismas propiedades que cada uno de dichos ríos.
Teopompo
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Frammento di papiro trovato ad Ossirinco, Egitto. V - IV sec., attribuzione incerta, Teopompo o Cratippo; l’intera opera è una continuazione del lavoro di Tucidide, mostra gli ultimi anni della guerra del Peloponneso, la spedizione di Agesilao in Asia Minore, la nascita della lega Beotica. Secondo De Sanctis, l’autore potrebbe essere uno scrittore di storia locale attica, per la concentrazione sulle vicende ateniesi.
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Filipo II de Macedonia
Filipo, político realista
Después de todos estos idealistas de la virtud, de infames y de necios, llega por fin, en la persona de Filipo de Macedonia, el gran político realista. Hemos visto antes cómo fue entregado en su tierna infancia a Pelópidas, como rehén para Tebas, por su cuñado Tolomeo, que al mismo tiempo era el amante de su madre. Permaneció tres años en casa de Pammenes, que pertenecía al círculo de Epaminondas; entre tanto, fue muerto su hermano mayor Alejandro por Tolomeo, y éste a su vez por Perdicas, el segundo hijo de Amintas. Era éste para Macedonia un tiempo de disturbios terribles por las riñas interminables de la sucesión al trono, a las que había que añadir las luchas en todos los países vecinos. Perdicas dio a Filipo, cuando regresó a su patria, un pequeño Estado vasallo, pero, después de pocos años, pereció el hermano en una terrible lucha contra los ilíricos (359). Así recayó en él, a la edad de veintitrés años, el reino de Macedonia, aunque por cierto en situación crítica. Cómo se libró de los distintos aspirantes al trono y venció a los ilirios en su primer gran victoria sobre su rey Bardilis, expulsándolos definitivamente de Macedonia, es una historia que ya demuestra por sí sola la personalidad de este rey. Habiéndose visto ante la necesidad de hacer a su pueblo, tras grandes esfuerzos, capaz para el combate, esta victoria contra los ilirios probablemente habrá que considerarla como una hazaña militar mucho más heroica y difícil que la de Queronea en tiempos posteriores. La suave elasticidad con la que desde un principio se apresta generalmente a la lucha entre los peligros que le rodeaban, y la decisión de hacer valer en todos los casos su propia personalidad, son pruebas de que había aprendido a navegar en un mar tormentoso en el que otros se hubieran ido a pique.
Bust of Philip II of Macedon from the Hellenistic period; Ny Carlsberg Glyptotek
Su formación moral
En dónde, en cambio, hubiera podido aprender escrúpulos morales es ya cosa difícil de comprender. El trato con los tebanos, de tendencias pitagóricas, tal vez pudiera haber producido en él algunas nociones del bien; pero las demás experiencias que iba adquiriendo, pronto debieron prevalecer sobre aquéllas. Es probable que en Tebas llegara todavía a conocer a los griegos con sus buenas y malas cualidades, aprendiendo a despreciar a los hombres en sí, y frente a todos ellos, precisamente por su falta de escrúpulos, es un griego auténtico. Lo es también por su vivacidad espiritual, por su don de adivinarlo todo y de calar las intenciones de los hombres; tiene tanto de lo odiseico de ellos como cualquier otro. Sólo del político griego le separa un abismo enorme: en lo de ser real y verdaderamente un rey que puede contar con la lealtad de su pueblo hacia la monarquía.
Renuncia de los macedonios a las guerras ofensivas; Educación de los hijos de los nobles en la Corte macedónica; los «amigos y compañeros del rey»; los escuderos; el Agema
Sus macedonios, por sí mismos, no querían las guerras ofensivas, y sin Filipo hubieran preferido quedarse tranquilos y abandonar a los helenos y persas a su suerte. Pero ahora adquirió toda su importancia la vieja costumbre de que los hijos de los nobles se educaran en la Corte, como escuderos y pajes del rey. Cuando algunos linajes se ponían a mal con éste, sus hijos siempre quedaban como en rehenes, al mismo tiempo que estos recibían, bajo una disciplina severa, una educación que los ponía en condiciones d servir en el porvenir al rey como capitanes o gobernadores. Con ellos se completó la guardia personal del rey, que se formó de la tropa guerrera de la casta dominante; el primer rango lo ocupan las escuadra de caballeros «amigos y compañeros (έταῖροι) del rey», iguales a él en nacimiento. En la última expedición de Filipo a Grecia se componía de ochocientos, y en la invasión de Asia por Alejandro se habían duplicado en número; estaban ciertamente dotados con fondos reales. Les seguían en categoría los escuderos (ὐπασπισταί), una tropa de infantes selecta, y privilegiada también por su nacimiento. La masa de la infantería pesada se componía de las levas de distintas tribus, y también estos hijos del libre nacimiento del país fueron honrados con el nombre de «compañeros del rey en el servicio de a pie» (πεζέταιροι). En la comisión aristocrática del ejército, el llamado Agema, que al mismo tiempo era conocido como una especie de representación del pueblo ante el rey, tenía este un apoyo como ningún tirano griego jamás lo poseyera. Y esto es lo que los griegos durante mucho tiempo no pudieron comprender, ya que Filipo les parecía un bárbaro, su reino una gran mezcla heterogénea, y por ende insostenible, y su país un pueblo de esclavos; como en su patria la lealtad era aquello que más escaseaba, ¿cómo podían explicarse una cosa basada en la piedad, tal como era la lealtad hacia su rey por parte de lo macedonios?
Lo que podía exigir Filipo a su falange; la táctica de Epaminondas y los oficiales y mercenarios griegos sirven al arte bélico de Filipo
En esfuerzo, podía exigir Filipo lo más increíble a sus súbditos. En la guerra le servía maravillosamente la táctica de Epaminondas, a quien probablemente llegó a conocer en Tebas. Él la perfeccionó aún más, y por la fama invencible que iba adquiriendo su falange, despertó en su pueblo aquel orgullo militar que aún parece haber tenido su resonancia bajo los emperadores romanos. También oficiales griegos mercenarios le ayudaron en sus innovaciones del arte de la guerra; siempre mantenía, al lado de sus ejércitos macedonios, tropas mercenarias, empleándolas para algún que otra empresa y a veces también aisladamente.
El todo de este ejército fue Filipo mismo. Con una vivacidad constante (aun cuando a veces sirviera a sus fines fingirse muerto), estaba siempre donde su presencia hiciera falta. No obstante, empleaba generales en su servicio, y en sus exigencias hacia ellos era severísimo, diciéndose que algún vez tildó irónicamente de felices a los atenienses que anualmente lograban elegir diez estrategos, mientras que él, durante tantos años, no había encontrado más que uno solo de valía, Parmenio.
Aristóteles encargado de la educación de Alejandro
Entre los grandes griegos le bastaba (aunque su antepasado Arquelao había llamado a Macedonia a multitud de celebridades) uno solo: Aristóteles. A éste, como se sabe, le confiaba, por decisión especialísima, la educación intelectual de su hijo; también favorecía sus trabajos de investigador, lo que no se le hubiera ocurrido a ninguna polis, poniendo a su disposición los medios para muchas investigaciones, especialmente zoológicas. Es dudoso que deseara también tener en su Corte a Isócrates.
Olimpia de Epiro; ambiente salvaje de la Corte de Filipo; Calibe, «ciudad de desalmados»
A su lado estaba su esposa Olimpia de Epiro, con la que se casó en su juventud, después de haberse conocido ambos n las fiestas de Samotracia. Esta mujer, orgiástica y sabia en los sacrificios, que tenía también sus matices terribles, y probablemente fue culpable de la muerte de su marido, tiene que haber sido, no obstante, una mujer extraordinaria, capaz de ser la madre del hombre excepcional. Es cierto que Filipo tenía también otras relaciones, esta misma poligamia, causa principal de aquella terrible tradición del regicidio en la familia macedonia de los Temenidas, había de serle fatal también. Lo probable es que en su Corte hubiera a veces un ambiente salvaje; dicen que formó una sociedad terrible de griegos y bárbaros, y que, sobre todo, los griegos que le rodeaban eran la hez de entre los asesinos, ladrones y libertinos que allí se habían reunido. De sus extravagancias en los convites, su bufonería, sus danzas y romanticismos y sus múltiples borracheras se contaban muchas cosas. Estos detalles engañaban en su criterio a los griegos, amantes de lo patético. Puede ser que haya tenido alrededor suyo mucho elemento infame, y es que sólo toleraba a aquellos a quienes necesitaba para sus fines, y sabía librarse de los peores, cuando le convenía, con mucho acierto. Podía haber dado que pensar a los griegos el saber que tenía una «ciudad de desalmados» (πονηρόπολις), Calibe, donde encerraba cerca de dos mil testigos falsos, sicofantes, etc. gente toda ella a quien pudiera haber mandado matar, pero a quienes prefería hacer inofensivos de esta manera, como también los tracios evitaban matar a los hombres. En lo que se refiere al tono libertino debe tenerse en cuanta que Teopompo, que conocía bien estos feos deslices, y probablemente los relataría con alguna exageración, no obstante, llegaba al criterio de que, en resumidas cuentas, no había producido Europa todavía un hombre como él. Este rey activo, que no se cansaba nunca, y que impresionaba al mundo extraordinaria e incluso diabólicamente, mucho de su carácter lo exteriorizaría, al parecer, sólo para mejor poder sonsacar a los demás.
Medallón romano con la imagen de Olimpia
El programa político de Filipo; Se declara salvador de Tesalia; Su intervención en la Guerra Sagrada, en ayuda de Beocia; El soborno como medio de obtener colaboraciones
Respecto al presunto programa político de Filipo, parece cierto que él intentaba reunir un poderío enorme helénico, para emprender con él la lucha contra el carcomido Imperio persa. Someter a este fin las distintas polis helénicas una por una era, como bien sabía, cosa imposible, pues se le hubiera ido el tiempo de su vida en esta tarea; pero no necesitaba tampoco la sumisión de toda Grecia, sino sólo de algunos países (tal vez hasta Beocia) y la impotencia del resto de Grecia y del Peloponeso, que con el pago de subsidios a los correspondientes partidos y cierto número de tropas de ocupación podían ser mantenidos en tranquilidad y paz. Una vez se obtuvieran los tesoros persas, sería posible pensar en que la conquista del Extremo Occidente fuera factible mediante el alistamiento de tropas mercenarias, pero en tal eventualidad no pensaría probablemente la mente práctica de Filipo. Aun para sus fines más directos, probablemente no calificaría de pequeñas las dificultades que tuviera que vencer, porque si bien engañaba a otros, a sí mismo —al contrario de lo que solían pecar los griegos— nunca se engañaba. Empieza, pues, su carrera frente a los helenos, cuyas intenciones tan acertadamente preveía siempre; después de poner (mediante su victoria sobre los ilirios) la primera gran base para su poderío, gana, por la conquista de Anfípolis, el dominio sobre la importante región del Estrimón, con sus minas de oro; abre luego paso a Macedonia hacia el mar; tomando las ciudades litorales aliadas de Atenas; se aprovecha de la Guerra Sagrada para declararse «salvador» de Tesalia del tirano de Ferea y de sus cómplices focenses, y pretende ser el jefe y caudillo de toda Grecia; extermina, para romper en el Norte las resistencias más importantes, a la muy poderosa Olinto y sus aliadas, las ciudades de la Calcídica, arrasándola completamente interviene de nuevo, cuando le llega el ruego de ayuda por parte de Beocia, en la Guerra Sagrada, y concede a Faleco y sus mercenarios libre salida; castiga a los focenses, es hecho anfictión, sigue de paso la política de Tebas, protegiendo a los demás peloponésicos contra Esparta; y, entre tanto, trabaja siempre en Iliria y Tracia para aumentar su poder sobre las tribus del Norte. Su lema constante en todo es ganar la colaboración de todos, empleando los buenos aprovechándose de los malos; este lema lo realiza con tal virtuosidad, que la mayor parte no saben resistirle. Sobre todo, soborna por doquier a las personas y los partidos. Que la tribuna de orador producía una cosecha de oro, era un dicho que en Grecia tenía validez desde hacía mucho tiempo; se necesitaba dinero para vivir decentemente, y que se hiciese pagar lo mejor posible era considerado como una debilidad «de nervios» perdonable; el dinero que venía de fuera podía sonar igual de agradable que el que se ganaba por otros medios, y esto lo comprendían muchos. Sobre todo después de la conquista de Olinto, que había caído por la traición de dos jefes de los mismos ciudadanos, empezó el oro macedonio a encontrar en todas partes camino libre para llegar a las manos de las personas de influencia; el que lo aceptaba en las ciudades se llamaba huésped y confidente de Filipo, y en las fiestas (como en la que dio las gracias a Zeus Olímpico por esta victoria), ejercía una influencia tan deslumbradora, que por sí sola acudían a él verdaderas masas de tales gentes.
Filipo se erige en protector de Delfos
Excelentemente representa también el papel de protector del oráculo délfico. Ya cuando los atenienses le cierran el paso por las Termópilas, vuelve a su país con el éxito de haber afianzado su dominio por sus actos y su piedad hacia la deidad. En su intervención posterior tiene especial cuidado en que todo aparezca como si él pensara sólo en vengar al oráculo robado, y sabe con maestría guardar las apariencias después de la capitulación y salida de Faleco (la que fue concedida, sin duda, muy en contra de las inclinaciones de sus aliados griegos), de un respeto profundo hacia los anfictiones, dejándoles la entera decisión sobre todas las cuestiones a que hubiera lugar. Que ellos, por tanto, le admitan a él y a sus descendientes en su círculo, y, además, con derecho a dos votos, es ya una preparación de su jefatura venidera sobre todos los helenos, la que, según se dice, alcanzó precisamente por su comportamiento piadoso.
Término de la relaciones helénicas con Persia; Isócrates recomienda la guerra contra los persas
Es importante que con la presencia de Filipo terminaron las relaciones vergonzosas con Persia, así como su papel de árbitro supremo en asuntos helénicos, al que no sólo Esparta en la paz antalcídica, sino también Tebas en la embajada de Pelópidas, se habían tenido que someter, diciendo al Gran Rey que los helenos fueron autónomos y que Mesenia debía ser restaurada. Es característico cómo ahora, después de la conclusión de la paz de Filócrates , cuando Filipo se ha convertido en «el amigo de Atenas», el viejo Isócrates, en su Filipo, recomienda la guerra contra Persia. El orador establece en serio como programa que el futuro jefe de los helenos debería reconciliar los cuatro Estados principales de ellos: Atenas, Esparta, Tebas y Argos (cuyas enemistades internas y entre sí en aquellos tiempos tilda, muy acertadamente, de locura), y apaciguarlas interiormente, tarea que probablemente hubiera reclamado, no sólo la vida entera de un Filipo, sino la de dos o tres sucesores, malgastando todo este tiempo antes de que se hubiera dado un solo paso siquiera contra Persia. Pero no debería dominar de ningún modo a aquellas ciudades, porque «no estaban acostumbradas a aguantar el dominio de uno solo sobre ellas», sino que él se figura la actuación de Filipo en tres escalas, y tiene la ingenuidad de recomendárselas a tal hombre con las siguientes palabras: «Digo que debes obrar el bien para con los helenos, dominar a los macedonios como rey (βασιλεύειν) y a todos los demás bárbaros posibles como señor (ἄρχειν)». Ya es algo que se haga esta diferenciación entre las dos clases de dominios, y también parece que al orador se le han abierto los ojos respecto a la lealtad macedonia hacia su rey, cuando promete a éste gran fama en caso de que logre inclinar en su favor a los helenos, como lo estaban los lacedemonios hacia sus reyes, y sus propios «compañeros» (decir «los macedonios» no se lo permite la altanería ática) hacia él.
La idea de una alianza de las polis griegas y Macedonia contra Persia
La alianza «libre» de las polis griegas con Macedonia contra Persia, que ahora proponía, era en sí una idea ridícula; mucho tiempo tendría que haber esperado Filipo hasta lograr que en los helenos se produjera alguna lealtad hacia la monarquía, y unas relaciones prácticas o alianzas eran del todo imposibles con unos organismos tan petulantes como aquellas polis, es sabido que ni siquiera la popularidad de una expedición contra Persia era tan considerable entre los griegos como para llegar a tal decisión por muy halagadora que la pintase Isócrates, que pone ante Filipo la alternativa de tomar toda Persia, o, según algunos proponían, contentarse con la conquista de Asia Menor y Sicilia hasta Sínope, es decir, con el «proyecto más pequeño». Todos estos consejos se los da en un escrito, en el que el propio autor tiene que reconocer que el poderío de Filipo en la misma Atenas era objeto de la mayor desconfianza, porque los adversarios (es decir, Demóstenes y su partido), con su pretensión de que éste no era aumentado en pro, sino a través de Grecia, se llevaban las masas, y, además, reconoce abiertamente que su ciudad natal se preocupaba menos de lo que él decía y más de lo que decían aquellos que la enfurecían desde la tribuna de los oradores. Filipo recibió el discurso y acto seguido lo leyó; puede figurarse la cara «bomolóquica» que le pondrían.
Opinión de Demóstenes sobre la corrupción de Filipo en los asuntos griegos; su equivocación ante la categoría de Filipo y al odio que a éste podía tenérsele en Macedonia; Sobre la falacia de Filipo; Superioridad que le daba su situación
Muy detenidamente observa Demóstenes la irrupción fatal de Filipo en los asuntos griegos, y lo ha descrito con incomparable maestría que nos conmueve aún en nuestros tiempos. Él sabe que de parte del rey están los hechos, de parte de los atenienses las meras palabras; que éstas mismas le han hecho grande, y que si le ocurriese una desgracia, su descuido pronto haría surgir a otro Filipo, y da las gracias a los dioses que mandaran al rey como elemento instigador; sin el cual el propio Estado se hubiera hundido por su propia iniciativa en la más completa negligencia. También sabe caracterizar excelentemente sus modos de actuar y sus fines, haciéndolo principalmente en la tercera filípica, donde expone, por ejemplo, refiriéndose a la suerte de Olimpia, que Filipo, si estuviera en plena invasión guerrera contra el Ática y el Pireo, no admitiría que fuera el agresor; como, al contrario del estilo arcaico de hacer la guerra, en la contienda peloponésica, él no hacía ninguna distinción entre verano e invierno, y nos dice también que solía operar sin su falange de hoplitas, sólo con tropas ligeras, jinetes y mercenarios, y cuando las ciudades que padecían de malestar interior no le ofrecían una resistencia seria, enseguida tenía dispuestas sus máquinas de asedio. En batallas decisivas lograba más ventajas que los griegos, por lo que era conveniente procurar entretenerle en su país, etcétera. A pesar de todos estos conocimientos, aún no sabe Demóstenes qué rey y qué estratego era Filipo en realidad. En el mismo discurso le considera como un hombre que no era heleno y ni siquiera bárbaro de un país que pudiera citarse con cierto prestigio, sino un ser espantoso de Macedonia, de donde antes ni siquiera podían obtenerse esclavos decentes (lo que, dicho sea de paso, más bien parece halagüeño para los macedonios). También fía demasiado el orador en el odio que podría haber contra Filipo en su reino norteño, inclinándose con gusto a creer en una sublevación de los tésalos, ilirios y tracios; opina que por sus numerosas guerras se haya hecho más bien inseguro su dominio sobre los macedonios, que la gente no tenía parte en el honor de sus éxitos, sino sólo en los trabajos de sus empresas, que la guerra les arrancaba de toda su vida privada y los excluía del comercio, de lo que se deduce que Demóstenes juzgaba a los macedonios como si se tratara de atenienses, para los que ciertamente tales circunstancias podían suponer una desgracia, y que no tenía ni la más remota noción de aquella filotimia que reinaba en el cuartel general macedonio, precisamente por no conocer más que el individualismo ateniense. También de la vileza de séquito de Filipo saca la consecuencia equívoca de que al primer revés de fortuna revelaría su importancia; evidentemente, no logra distinguirle de un mero tirano dándole a veces este nombre. A esto se junta el error general de que un dominio fundado en un profundo egoísmo, mentira y violencia no podía ser sólido, como si en general las potencias del mundo se fundasen en algo distinto. Es cierto que las democracias pueden hundirse con estas circunstancias, pero cuando ha de crearse una gran potencia, ésta no suele realizarse, ordinariamente, en un tiempo bueno, sino entre las tempestades. No se puede negar que Filipo quebrantaba todo juramento, pisoteaba todos los convenios y compraba toda traición. Pero si se le quiere hacer justicia, hay que tener en cuenta que también los griegos de entonces eran los más desvergonzados perjuros, y no podían figurarse que ellos tenían el derecho exclusivo de obrar así. Que cada hombre tuviera su precio por el cual se le podía obtener fuera una máxima que pudiese expresar Filipo, se debía precisamente a que los griegos eran sumamente sobornables, pero de ningún modo puede cargársele a él toda la culpa. Sin embargo, es cierto que por él llegaron a aprender los griegos una diplomacia que les era odiosa. Con sus asambleas populares, constantemente hablando, adoptando sofismas y desgastando todo interés, estaban completamente indefensos frente a tal práctica. «Él mismo era, lo que es importante en la guerra, dueño absoluto de la gente, que, además tenían las armas constantemente en las manos. Era también rico en medios económicos y ponía en práctica lo que había decidido sin anunciarlo de antemano por sefismas o discutirlo públicamente en Consejos, y también sin que sicofantes le pudieran llevar ante el Tribunal o perseguirle con pleitos por infracción de la ley, sin ser responsable absolutamente ante nadie, sino teniendo, en resumidas cuentas, él solo el poder, la jefatura y la decisión en todo», nos dice, después de su muerte, nada menos que un Demóstenes. Para hacernos cargo de toda la superioridad que le daba esta situación basta pensar en las flojas milicias cívicas y los inseguros ejércitos mercenarios, con sus estrategos amenazados por los sicofantes. Así pudo él actuar, mientras que los otros politiqueaban; por ser rey podía a veces retroceder un paso, y no le importaba que sus enemigos le creyesen en duro trance mientras él los engañara.
Philip II gold stater, with head of Apollo
Inminencia de la guerra con Grecia; Situación de las polis griegas después de Queronea
Bajo estas circunstancias iba acercándose Grecia (pues Demóstenes no era de los que se dejaba comprar por Filipo) a la guerra decisiva. No le era, sin duda, muy agradable que en ella tuviese que producirse una batalla contra los atenienses, y se preparó para dar el golpe necesario a los ejércitos cívicos aliados de los griegos. Con sus 30.000 infantes y 2.000 jinetes era lo bastante fuerte para esto, y parece dudoso que realmente haya creído, inmediatamente antes de Queronea, conseguir que los tebanos se pusieran de su lado. En su victoria tuvo la suerte de vencer a las dos polis más grandes, no sólo por su astucia y aprovechándose de su tibieza, sino, además en un momento en que todo su entusiasmo había sido movilizado en balde. Ahora Tebas podía ser degradada a ser sólo una capital rústica de Beocia, Esparta ser extremadamente humillada, Atenas ganada por la amabilidad, y Filipo, en la Asamblea de Corinto, pudo ser elevado a jefe militar de los helenos contra Persia, teniendo que servir para esta guerra contra los persas el pretexto de la devastación de templos realizada por Jerjes, aunque los sentimientos griegos de entonces no estaban precisamente inspirados por la enemistad hacia Persia. Los helenos fueron tenidos en jaque y obediencia, por tropas de ocupación macedonia, en Tebas, Calcis, Corinto y Ambracia, y ya pisaban tropas macedonias el suelo de Asia menor cuando el asesinato de Filipo en Egea puso fin aparentemente a la empresa. No se sospechaba, no podía sospecharse en aquel momento que Alejandro habría de llevar a cabo toda la herencia política que su padre le había dejado y de una manera tan rápida como llegó a hacerlo.
Diferencia de Filipo con respecto a los demás tiranos
Con Filipo se encontraba Grecia bajo el mando de un hombre que procedía de modo muy distinto al de todos los tiranos conocidos hasta entonces, e incluso al del resto de los helenos; aniquilando donde le convenía pero capaz, en el caso contrario, de no temer las fuerzas existentes, sino tomarlas a su servicio. A su lado, aburridas celebridades, como Agesilao, se hunden en la oscuridad: en cambio, se produce una curiosa y repentina simpatía, por parte de los griegos cultos, en favor de la monarquía. De la Grecia exterior que se formaba en su Corte, y admite Isócrates en su Filipo en qué consistió este círculo de hombres no desconocidos, que no desmerecían del nombre de sabios, y cuyo trato fue muy útil para la ampliación de su régimen. Era palpable que Filipo había sido enteramente creador de su propia fortuna; habiendo surgido en momentos de un peligro enorme, supo reorganizar su Estado, crear su ejército y fundar un reino tal como ahora era el macedonio; pero también es verdad que las polis helénicas en su concepto antiguo terminan ahora.
Anécdotas y rasgos de ingenio de Filipo
Recordemos por fin una serie de anécdotas y palabras ingeniosas, en las que revela Filipo un rasgo notable de clemencia y cordialidad, y de vez en cuando, hasta de grandeza de alma. Así, no dejó que la suerte se le subiera a la cabeza en sus victorias, o tal vez sólo durante aquel corto instante, cuando parodiaba cantando el sefisma de Demóstenes, y según dicen algunos, ni erigió ni siquiera un trofeo. Pudiera ser auténtica la historia de que se dejara influir; en su triunfo victorioso, por un reproche del Demades prisionero, y quitándose la corona y haciendo callar todo el júbilo dejara en libertad a los prisioneros áticos sin rescate; sólo que los buenos atenienses no se daban cuenta de que no les halagaba más que para ahorrarse fuerzas. Un rasgo hermoso es también cuando ante varias noticias felices que le llegan a la vez, pide a Tique una pequeña desgracia, y muy fina es la manera de ser que observa frente a gentes que le insultan, declarando por ejemplo, estar agradecido a los demagogos, porque le provocan con sus insultos a tener que contradecirlos con sus hechos, no echando de su Corte a un notorio difamador para que éste no llevara su malicia a círculos más amplios, o en vez de sufrir y enojarse por cada escarnio o contradicción, como hacían los griegos, sencillamente examina al hombre en cuestión y le soborna. Siendo una vez juez de dos malhechores, ordena al uno salir de Macedonia y al otro perseguir al primero. A su hijo le recomienda hacerse querer por los macedonios, mientras le sea dado ser amable con ellos, siendo otro el rey. Demuestra un noble corazón y mucha discreción cuando dice a un antiguo huésped tebano, amigo de su juventud, que no quiere aceptar nada de él: «No me robes mi invencibilidad, haciendo que sucumba ante ti en atenciones»; o cuando expresó su dolor por no poder corresponder, haciendo el bien, a un fallecido que le había favorecido antes.
Sin duda, era del más alto interés para Filipo trabar conocimiento con Dionisio el Joven en Corinto. Después de una larga conversación le preguntó el rey, por fin, a qué se debía que Dionisio no supiese mantener en el dominio que había heredado de su padre, recibiendo la contestación famosa de que éste le había dejado en herencia todo menos su suerte.
Se dice que Filipo tenía ordenado que todas las mañanas un criado le dijera que él no era más que un hombre, y en qué forma se burlaba de Menécrates, que pretendía ser Zeus, ya lo hemos visto hace poco. Aunque no desechaba la posibilidad de un milagro es probable que se haya resistido todo lo posible contra la deificación de su persona. No puede negarse que en Egea, en la misma mañana del día en que fue asesinado, hiciera que su propia imagen, como dios de la Pompa, siguiese a las doce diosas en un carro decimotercio, pero que por esto haya llegado él mismo a creerse realmente dios no nos parece verosímil.
Entrada al Gran Túmulo, Museo Arqueológico de Vérgina.
—Jacob Burckhardt De “Historia de la cultura griega III” pp.196-208
#Filipo II de Macedonia#Pelópidas#Tolomeo de Aloros#Pammenes de Tebas#Epaminondas#Alejandro II#Perdicas III de Macedonia#Amintas III de Macedonia#Bardilis I#Parmenio#Arquelao I de Macedonia#Aristóteles#Isócrates#Olimpia de Epiro#Teopompo#Jerjes I#Agesilao II#Demades#Dionisio el Joven#Menécrates de Siracusa#Jacob Burckhardt
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Encontro Nordestino do Setor de Leite e Derivados está com inscrições abertas e gratuitas
Encontro Nordestino do Setor de Leite e Derivados está com inscrições abertas e gratuitas
Pela primeira vez no estado da Bahia, o Encontro Nordestino do Setor de Leite e Derivados (Enel) chega à Vitória da Conquista, nos dias 14, 15 e 16 de julho, com a missão de integrar todos os elos da cadeia produtiva do leite. A 16ª edição do evento, promovida pelo Sebrae, acontecerá no Parque de Exposições Teopompo de Almeida. As inscrições para o encontro são gratuitas e podem ser realizadas…
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PARQUE VITÓRIA REAL Parceria MRV e MRMENDES Pronto para morar, a partir de R$ 45.900,00 Fica localizado no centro, condomínio fechado com apartamento de 2/4, 1 sala com dois espaços, cozinha americana, 1 banheiro, lazer completo, Wi-Fi à disposição nas áreas de lazer, bicicletas compartilhadas, pomar, 1 garagem, segurança 24h. Tudo o que você precisa em um só lugar: localização privilegiada, conforto, segurança, tranquilidade e área de lazer com piscina para a diversão da sua família em qualquer momento. O Vitória Real oferece: coleta seletiva, sistema de segurança, portas especiais, laminado na sala e nos quartos, medidor individual de água, wi-fi nas áreas de lazer, Tomadas USB, energia solar nas áreas de conveniência. Área de lazer completo e equipado, com: Salão de Festas, Playground, Pet Place, Espaço Gourmet, Piscinas Adulto e Infantil, Pomar, Bicicletário, Bikes compartilhada. Vagas de garagem. Localização privilegiada, a Região do Recreio oferece completa infraestrutura comercial para facilitar o dia a dia de sua família, na região central de Vitória da Conquista, além de estar a apenas 5 minutos do Centro. Endereço: Rua China, n. 205. Próximo ao Banco do Brasil, Caixa Econômica, Bradesco, Hospital Samur, Parque de Exposições Teopompo de Almeida, Centro Médico Otávio Santos, Ibis Styles, Supermercado São Geraldo, a 05 minutos do Shopping Conquista Sul e GBarbosa. Entre as principais vias de acesso estão a Av. Juracy Magalhães, Av. Bartolomeu de Gusmão, Av. Luís Eduardo Magalhães, Av. Filipinas, Av. Paraná e BR-116 (Av. Pres. Dutra) Maurício Rodrigues Mendes CNAI 29.643 (077) 9.9154-6312 / 9.9199-6714 [email protected] #mrv #vitoriaReal #grupoMRMendes #aptomrv #vitoriadaconquistaba (em Vitória da Conquista) https://www.instagram.com/p/CM2Q4fjM8DC/?igshid=1igarynwygqua
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🇮🇹 Castelvetro di Modena: L'antico borgo emerge in tutta la sua bellezza fra le vigne del tipico autoctono lambrusco grasparossa. Circa 11 mila abitanti. Assieme ad altri 7 comuni fa parte dell'Unione Terre di Castelli. Bandiera arancione del Touring Club Italiano. Abitato attraversato dal torrente Guerro. Svetta dell'abitato il Campanile della chiesa dei Santi Senesio e Teopompo alto ca. 48 metri. A Sinistra la pendente torre dell'orologio (16 gradi in inclinazione). ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ 🇬🇧 Castelvetro di Modena: The ancient village emerges in all its beauty among the vineyards of the typical autochthonous Lambrusco. About 11 thousand inhabitants. Together with the other 7 municipalities, it is part of the Terre di Castelli Union. Orange flag of the Italian Touring Club. Inhabited area crossed by the Guerro stream. the bell tower of the church of Santi Senesio and Teopompo stands tall from the town. 48 meters. On the left the leaning clock tower (16 degrees in inclination) ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ #modenaedintorni #terredicastelli #loves_united_modena #vivomodena #igpic_emiliaromagna #clickfor_modena #_click_eromagna #inemiliaromagna #welcometoemiliaromagna #bestemiliaromagnapics #borghi_mania__ #emiliaromagna_mania__ #borghi_cartoline #emiliaromagna_cartoline #emiliaromagna_photogroup #emiliaromagna_in_grande #uauemiliaromagna #igersmodena #borghiritrovati #alluring_emiliaromagna #siviaggiare_emiliaromagna #yallersemiliaromagna #emiliaromagna_super_pics #castelliditalia #castlephotography #castle🏰 #visitcastelvetro #touringclubitaliano #lambruscograsparossa (presso Castelvetro, Emilia-Romagna, Italy) https://www.instagram.com/p/CByBi0lqHuX/?igshid=oqx1vg4y7cof
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Adagiato tra le colline dell’Emilia Romagna, il borgo di Castelvetro di Modena si è saputo conquistare negli anni un posto speciale tra le mete da non perdere in Italia, grazie ai suoi panorami da sogno, alla sua enogastronomia eccellente ed alle meraviglie culturali che conserva. Il comune di Castelvetro è stato insignito della Bandiera Arancione del Touring Club, per la cura dei suoi ambienti e per la sua offerta turistica ampia e diversificata, ed è considerato da molti il borgo più romantico di tutta la provincia di Modena. Ammirando questo piccolo villaggio incastonato tra un paesaggio collinare morbido e ricco di vigneti si evince subito quanto sia intimamente legato alla produzione vitivinicola. In questi territori si coltivano infatti etichette d’eccellenza nonché uno dei migliori aceti balsamici, tra i numerosi motivi di orgoglio della popolazione locale, insieme a castelli medievali, imponenti torri, chiese, musei e pittoreschi sentieri escursionistici. Cosa vedere a Castelvetro di Modena Il nome del borgo di Castelvetro deriva dall’antico Castrum Vetus, una denominazione per il vecchio accampamento romano risalente al 150 a.C. La zona di Castelvetro era però già conosciuta in era etrusca, e sono molte le epoche storiche che hanno lasciato la loro impronta su questo incantevole perla modenese. Fulcro del nucleo storico del borgo è Piazza Roma, celebre piazzale a scacchiera, simbolo del paese ed estremamente originale. Nonostante il suo fascino antico, la piazza nasce in un’epoca piuttosto recente, tra il 1934 e il 1935, anni in cui furono abbattuti alcuni edifici per creare uno spazio aperto affacciato sulla vallata sottostante il paese. Successivamente, gli edifici sulla piazza vennero dotati di prospetti sufficientemente in stile per armonizzarsi all’insieme dei palazzi antichi del borgo, e negli anni ‘50 venne realizzata la nota scacchiera bianca e nera oggi immediatamente riconoscibile. Proprio attorno a Piazza Roma, conosciuta anche come Piazza della Dama, sorgono alcuni degli edifici più belli di Castelvetro di Modena, come Palazzo Rinaldi ed il Palazzo Municipale. A dare carattere allo slargo inoltre svettano fiere due alte torri, ovvero la Torre dell’Orologio e la Torre delle Prigioni. Il panorama di cui godono queste fortunate architetture è a dir poco spettacolare: un poggiamano percorre il perimetro di Piazza Roma e permette di contemplare la natura che circonda il borgo facendo correre lo sguardo lungo la pianura Padana. L’edificio che oggi ospita il palazzo comunale era anticamente noto come Palazzo del Secondogenito e fu abitato da alcuni rampolli della nobile famiglia dei conti Rangoni. Il palazzo venne pesantemente danneggiato dal un terremoto nel XVI secolo, ma ristrutturato con celerità: ci sono tracce storiche che vedono tra gli ospiti della residenza già nel 1564 niente meno che Torquato Tasso, famoso scrittore che fece spesso di Castelvetro il suo rifugio e luogo d’ispirazione. Il Castello di Levizzano e altri edifici da visitare La residenza principale della famiglia Rangoni fu in ogni caso un’altra splendida fortezza, posta a nord est dell’abitato, il Castello di Levizzano Rangone. Il Castello sorge in una posizione dominante sulle colline dell’omonima frazione del comune di Castelvetro e nasce come baluardo difensivo contro i temibili Ungari. Appartenuto al marchese Bonifacio di Toscana, padre di Matilde di Canossa, era un tempo un insediamento fortificato che subì corso del XIII secolo numerosi rimaneggiamenti che lo trasformarono in una sfarzosa residenza nobiliare. La Torre Matildica è una delle architetture che da personalità al Castello, e che è celebre per essere collegata al Palazzo feudale tramite una suggestiva galleria sotterranea, ancora oggi visitabile accompagnati da guide locali e sede dell’Enoteca Comunale. Nel XVI secolo gli edifici che compongono il complesso del castello subirono nuove trasformazioni ed assunsero sempre più una funzione prettamente residenziale, arricchendosi si raffinate stanze affrescate, saloni e loggiati dall’incredibile fascino. Lo charme irresistibile del Castello Levizzano permette oggi a numerose coppie di innamorati di coronare il loro sogno d’amore in una cornice unica: alcune sale del castello sono infatti a disposizione per eventi dal profumo di fiori d’arancio, oltre che per convegni, mostre e attività culturali. Il Castello ospita inoltre uno degli appassionanti siti museali di Castelvetro di Modena, ossia Rosso Graspa, il Museo del Vino e della Società Rurale, un interessante scrigno di attrezzi agricoli ed utensili per la lavorazione dell’uva e del legno. Spicca tra le sedi artistiche e culturali del borgo modenese anche il MUSA, un Museo dell’Assurdo davvero unico nel suo genere, che raccoglie ottimi esempi d’arte contemporanea, dando voce alla dimensione dell’Assurdo ed al ricco linguaggio di questa espressione artistica. Ulteriore rappresentante della ricchezza artistica di Castelvetro è il museo Fil D’Oro a Palazzo, una mostra permanente di abiti d’epoca dove fare un tuffo tra sete, merletti, velluti e cappelli piumati. Tra gli edifici religiosi da non perdere ci sono invece la Chiesa dei Santi Senesio e Teopompo, situata in centro centro tra Palazzo Rangoni e la Torre delle Prigioni, che fu distrutta dal terremoto nel ‘500 e ristrutturata, per poi essere sconsacrata nel 1907 ed usata come residenza dalla famiglia Barani. La nuova Chiesa Parrocchiale del borgo, sempre dedicata ai santi Senesio e Teopompo, completa il panorama di siti religiosi di rilievo insieme all’Oratorio di Sant’Antonio da Padova ed a quello di San Michele Arcangelo, situato poco fuori dal paese. Tra via Cialdini e piazza Roma si trova infine un punto di interesse per gli estimatori del buon vino: l’Enoteca Regionale, dove sono conservate più di 200 etichette emiliano-romagnole, nonché una ricchissima collezione di Lambrusco Grasparossa DOP e di Aceto Balsamico Tradizionale DOP. Castelvetro tra dame viventi e Lambrusco: gli eventi nel borgo Sono numerosi gli eventi che prendono vita nel borgo modenese durante l’anno, tutti legati ad antiche tradizioni ed alle leccornie gastronomiche di questa regione. Piazza Roma ad esempio viene utilizzata per rievocazioni rinascimentali, e vede in scena negli anni pari un’emozionante Dama Vivente giocata sulla sua pavimentazione a scacchiera, e negli anni dispari la Festa a Castello, che rievoca i festeggiamenti che i Rangone dedicarono al poeta Tasso. Legata invece al concetto di Assurdo è il festival Mercurdo, una manifestazione artistica che riempie le strade di Castelvetro di spettacoli teatrali, musiche ed installazioni, di cui il MUSA è una sorta di versione permanente. Non potevano mancare poi una celebrazione dell’importante riconoscimento della Bandiera Arancione TCI in scena ad ottobre, occasione perfetta per vedere i filari di vigneti lambrusco grasparossa nel pieno del loro splendore, ed una Sagra dedicata all’Uva ed al Lambrusco, a settembre, un’opportunità per degustare l’importante vitigno modenese, magari perché no accompagnato con del gustoso parmigiano reggiano, oppure da tortelloni, crescentine modenesi, coniglio alla cacciatora, torte di ciliegie o una delle altre infinite prelibatezze che questi territori offrono. https://ift.tt/2SEr9tz Castelvetro di Modena: tutte le bellezze del borgo emiliano Adagiato tra le colline dell’Emilia Romagna, il borgo di Castelvetro di Modena si è saputo conquistare negli anni un posto speciale tra le mete da non perdere in Italia, grazie ai suoi panorami da sogno, alla sua enogastronomia eccellente ed alle meraviglie culturali che conserva. Il comune di Castelvetro è stato insignito della Bandiera Arancione del Touring Club, per la cura dei suoi ambienti e per la sua offerta turistica ampia e diversificata, ed è considerato da molti il borgo più romantico di tutta la provincia di Modena. Ammirando questo piccolo villaggio incastonato tra un paesaggio collinare morbido e ricco di vigneti si evince subito quanto sia intimamente legato alla produzione vitivinicola. In questi territori si coltivano infatti etichette d’eccellenza nonché uno dei migliori aceti balsamici, tra i numerosi motivi di orgoglio della popolazione locale, insieme a castelli medievali, imponenti torri, chiese, musei e pittoreschi sentieri escursionistici. Cosa vedere a Castelvetro di Modena Il nome del borgo di Castelvetro deriva dall’antico Castrum Vetus, una denominazione per il vecchio accampamento romano risalente al 150 a.C. La zona di Castelvetro era però già conosciuta in era etrusca, e sono molte le epoche storiche che hanno lasciato la loro impronta su questo incantevole perla modenese. Fulcro del nucleo storico del borgo è Piazza Roma, celebre piazzale a scacchiera, simbolo del paese ed estremamente originale. Nonostante il suo fascino antico, la piazza nasce in un’epoca piuttosto recente, tra il 1934 e il 1935, anni in cui furono abbattuti alcuni edifici per creare uno spazio aperto affacciato sulla vallata sottostante il paese. Successivamente, gli edifici sulla piazza vennero dotati di prospetti sufficientemente in stile per armonizzarsi all’insieme dei palazzi antichi del borgo, e negli anni ‘50 venne realizzata la nota scacchiera bianca e nera oggi immediatamente riconoscibile. Proprio attorno a Piazza Roma, conosciuta anche come Piazza della Dama, sorgono alcuni degli edifici più belli di Castelvetro di Modena, come Palazzo Rinaldi ed il Palazzo Municipale. A dare carattere allo slargo inoltre svettano fiere due alte torri, ovvero la Torre dell’Orologio e la Torre delle Prigioni. Il panorama di cui godono queste fortunate architetture è a dir poco spettacolare: un poggiamano percorre il perimetro di Piazza Roma e permette di contemplare la natura che circonda il borgo facendo correre lo sguardo lungo la pianura Padana. L’edificio che oggi ospita il palazzo comunale era anticamente noto come Palazzo del Secondogenito e fu abitato da alcuni rampolli della nobile famiglia dei conti Rangoni. Il palazzo venne pesantemente danneggiato dal un terremoto nel XVI secolo, ma ristrutturato con celerità: ci sono tracce storiche che vedono tra gli ospiti della residenza già nel 1564 niente meno che Torquato Tasso, famoso scrittore che fece spesso di Castelvetro il suo rifugio e luogo d’ispirazione. Il Castello di Levizzano e altri edifici da visitare La residenza principale della famiglia Rangoni fu in ogni caso un’altra splendida fortezza, posta a nord est dell’abitato, il Castello di Levizzano Rangone. Il Castello sorge in una posizione dominante sulle colline dell’omonima frazione del comune di Castelvetro e nasce come baluardo difensivo contro i temibili Ungari. Appartenuto al marchese Bonifacio di Toscana, padre di Matilde di Canossa, era un tempo un insediamento fortificato che subì corso del XIII secolo numerosi rimaneggiamenti che lo trasformarono in una sfarzosa residenza nobiliare. La Torre Matildica è una delle architetture che da personalità al Castello, e che è celebre per essere collegata al Palazzo feudale tramite una suggestiva galleria sotterranea, ancora oggi visitabile accompagnati da guide locali e sede dell’Enoteca Comunale. Nel XVI secolo gli edifici che compongono il complesso del castello subirono nuove trasformazioni ed assunsero sempre più una funzione prettamente residenziale, arricchendosi si raffinate stanze affrescate, saloni e loggiati dall’incredibile fascino. Lo charme irresistibile del Castello Levizzano permette oggi a numerose coppie di innamorati di coronare il loro sogno d’amore in una cornice unica: alcune sale del castello sono infatti a disposizione per eventi dal profumo di fiori d’arancio, oltre che per convegni, mostre e attività culturali. Il Castello ospita inoltre uno degli appassionanti siti museali di Castelvetro di Modena, ossia Rosso Graspa, il Museo del Vino e della Società Rurale, un interessante scrigno di attrezzi agricoli ed utensili per la lavorazione dell’uva e del legno. Spicca tra le sedi artistiche e culturali del borgo modenese anche il MUSA, un Museo dell’Assurdo davvero unico nel suo genere, che raccoglie ottimi esempi d’arte contemporanea, dando voce alla dimensione dell’Assurdo ed al ricco linguaggio di questa espressione artistica. Ulteriore rappresentante della ricchezza artistica di Castelvetro è il museo Fil D’Oro a Palazzo, una mostra permanente di abiti d’epoca dove fare un tuffo tra sete, merletti, velluti e cappelli piumati. Tra gli edifici religiosi da non perdere ci sono invece la Chiesa dei Santi Senesio e Teopompo, situata in centro centro tra Palazzo Rangoni e la Torre delle Prigioni, che fu distrutta dal terremoto nel ‘500 e ristrutturata, per poi essere sconsacrata nel 1907 ed usata come residenza dalla famiglia Barani. La nuova Chiesa Parrocchiale del borgo, sempre dedicata ai santi Senesio e Teopompo, completa il panorama di siti religiosi di rilievo insieme all’Oratorio di Sant’Antonio da Padova ed a quello di San Michele Arcangelo, situato poco fuori dal paese. Tra via Cialdini e piazza Roma si trova infine un punto di interesse per gli estimatori del buon vino: l’Enoteca Regionale, dove sono conservate più di 200 etichette emiliano-romagnole, nonché una ricchissima collezione di Lambrusco Grasparossa DOP e di Aceto Balsamico Tradizionale DOP. Castelvetro tra dame viventi e Lambrusco: gli eventi nel borgo Sono numerosi gli eventi che prendono vita nel borgo modenese durante l’anno, tutti legati ad antiche tradizioni ed alle leccornie gastronomiche di questa regione. Piazza Roma ad esempio viene utilizzata per rievocazioni rinascimentali, e vede in scena negli anni pari un’emozionante Dama Vivente giocata sulla sua pavimentazione a scacchiera, e negli anni dispari la Festa a Castello, che rievoca i festeggiamenti che i Rangone dedicarono al poeta Tasso. Legata invece al concetto di Assurdo è il festival Mercurdo, una manifestazione artistica che riempie le strade di Castelvetro di spettacoli teatrali, musiche ed installazioni, di cui il MUSA è una sorta di versione permanente. Non potevano mancare poi una celebrazione dell’importante riconoscimento della Bandiera Arancione TCI in scena ad ottobre, occasione perfetta per vedere i filari di vigneti lambrusco grasparossa nel pieno del loro splendore, ed una Sagra dedicata all’Uva ed al Lambrusco, a settembre, un’opportunità per degustare l’importante vitigno modenese, magari perché no accompagnato con del gustoso parmigiano reggiano, oppure da tortelloni, crescentine modenesi, coniglio alla cacciatora, torte di ciliegie o una delle altre infinite prelibatezze che questi territori offrono. Castelvetro di Modena è un borgo emiliano dove ammirare castelli e monumenti religiosi, ma anche assaggiare le eccellenze enogastronomiche del posto.
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FOTOS: veja imagens da segunda noite do Festival de Inverno Bahia
O Festival de Inverno Bahia 2024, que acontece no Parque Teopompo de Almeida, em Vitória da Conquista, no sudoeste do estado, chega a sua segunda noite de atrações neste sábado (24). Os shows ficam a cargo de Samuel Rosa, Menos é Mais, Maiara e Maraisa e Filhos de Jorge Source link
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La nuova stazione di ricarica per veicoli elettrici Enel X da 22 kW ubicata a Castelvetro di Modena : molto imponente e caratteristico il campanile della Chiesa Parrocchiale dei Santi Senesio e Teopompo. https://www.forumelettrico.it/forum/colonnina-enel-x-22-kw-castelvetro-di-modena-mo-via-cialdini-7-t5618.html #Modena #Castelvetro #Colonnina
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3 GENNAIO 2019ALMANACCO Almanacco giovedì
3 GENNAIO 2019ALMANACCO Almanacco giovedì
CONTATTI/INFO: [email protected]
ALMANACCO DI OGGI
3 GENNAIO ALMANACCO Almanacco del Giorno giovedì
Santi del Giorno: Santissimo Nome di Gesù Santa Genoveffa (Genevieve, Vergine) San Daniele da Padova (Martire) San Gordio di Cesarea di Cappadocia (Martire) San Teogene (Martire) Sant’Antero (Papa) Santa Imbenia (Martire) Santi Teopempto e Teonas (Teopompo e Sinesio, Martiri…
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Se la luna mi porta fortuna
di Achille Campanile È un peccato che lo spettacolo della levata del sole si svolga la mattina presto. Perché non ci va nessuno. D'altronde come si fa ad alzarsi a quell'ora? Se si svolgesse nel pomeriggio o, meglio, di sera sarebbe tutt'altro. Ma così come stanno le cose, va completamente deserto ed è sprecato. Soltanto se un geniale impresario lo facesse diventare alla moda, vedremmo la folla elegante avviarsi di buon'ora in campagna per occupare i posti migliori; in questo caso, pagheremmo persino il biglietto, per assistere alla levata del sole, e prenderemmo in affitto i binocoli. Ma per ora allo spettacolo si trova presente qualche raro zotico che non lo degna nemmeno d'una occhiata e preferisce occuparsi di patate, o di pomodori. E non soltanto gli uomini si disinteressano di questo spettacolo, specie dopo che i selvaggi adoratori del sole sono stati convertiti, ma anche le bestie. Qualcuno crede che il gallo saluti la levata del sole. È un errore. Il gallo canta nel cuore della notte per ragioni sue, o, se crede di salutare la levata del sole, vuol dire che non ha la più lontana idea dell'ora in cui il sole si leva. Le altre bestie a quell'ora dormono, o se sono sveglie, brucano l'erba, o scorrazzano per i prati, o vanno a caccia, o fanno toletta, e s'infischiano della levata del sole. Non parliamo poi dei pesci che, di solito, se ne stanno tranquillamente sott'acqua. Loro non li smuovono nemmeno le cannonate; crolli il mondo, non c'è caso che s'affaccino per vedere che cosa stia succedendo. Bisogna tirarli fuori con le reti. Si penserebbe che gli unici a fare onore allo spettacolo siano gli uccelli coi loro canti, ma nemmeno per sogno. Gli uccelli cantano a tutte le ore e non si occupano affatto della levata del sole. (Ma come sono stupidi gli uccelli! Non sanno fare altro che cantare. Si svegliano la mattina e il loro primo pensiero e di mettersi a cantare. Al tramonto, li trovate ancora che volano intorno alle vecchie torri e cantano. Ce ne sono di quelli che, invece di dormire, stanno tutta la notte sugli alberi a cantare, anche se nessuno li ascolti. Qualcuno passa la notte a fare sempre lo stesso verso e, peggio, qualche altro passa la notte a rifare questo verso, a cento passi di distanza. Li chiudete in gabbia e cantano, se la gabbia è appesa al davanzale, o se è dentro casa; volano in mezzo al cielo e cantano, vedono arrivare i cacciatori, coi fucili, i cani e i carnieri pronti, e cantano; quando hanno fame cantano e quando hanno mangiato cantano. È impossibile farli tacere con le buone o con le cattive. Non ci si riesce nemmeno con le schioppettate.) Cosicché, questo povero sole da tempo immemorabile replica inutilmente ogni mattina il suo grande spettacolo e mai ottiene quell'universale applauso fragoroso, che non potrebbe mancargli se, come di dovere, le alture, le terrazze, le rive del mare, le cupole, i bastioni e le torri, brulicassero d'un popolo di spettatori. Eppure non tralascia nulla che possa arricchire lo spettacolo. Si fa annunciare da una leggera ventata che, mentre è ancora buio, muove appena le foglie degli alberi e increspa le acque del mare. Poi comincia a mandar su una luce cinerea, opaca ed enigmatica, una luce di Purgatorio, che presto invade il cielo; non è notte e non è giorno ma è un momento incerto e inquieto, tra la vita e la morte fatto per accrescer l'effetto di quando, subito dopo, il cielo diventa d'un azzurro lucido e concavo, come quello dei cieli che sovrastano i presepii artistici. Questo cielo si fa sempre più sferico, spazioso e leggero, finche il Sole, che ha terminato i preparativi generali, chiama a raccolta tutte le proprie risorse e affronta in pieno il grosso dello spettacolo. Per prima cosa lancia in campo i carri delle nuvole, carichi d'oro e di porpora, soffia nei suoi cartocci di zolfo e di zafferano e confonde tutto nel pulviscolo; intanto si da al gettito intensivo dei colori - ecco il violetto, ecco il lilla, ecco il turchino l'arancione, il verde, il marrone, - scaraventa fontanoni di scintille e, tenendosi ancora nascosto, inizia il lancio delle bombe luminose la dove mezz'ora prima era notte - non basta: sta col piede sulla soglia, pronto ad apparire, ma, prima di fare la grande entrata, ha il supremo effetto: incendia la girandola finale, la scappata dei razzi dorati e delle fionde luminose, e, nel momento in cui tutto scoppia, crepita e turbina vertiginosamente, lui, eroico mattatore, fa dar fiato alle trombe d'argento sfodera la spada, squarcia l'orizzonte e, tra bagliori, lampeggiamenti e serpentine, appare. Oh, rabbia! Ancora un'entrata mancata: chi russa di qua chi russa di là, tutti dormono come ghiri e nessuno ha visto. Però c'è uno, uno soltanto, che ogni mattina aspetta il sole. Lontano nel cuore della foresta, un bestione enorme e simpaticone s'alza avanti giorno, fa una toletta sommaria, e si mette ad aspettare. Appena vede apparire l'astro, drizza verso di lui la proboscide - si tratta appunto dell'elefante, l'unico animale che saluti il sole - e barrisce. Quali misteriose intese corrono fra gli elefanti e il sole? Non lo sapremo mai. Tra l'altro, può darsi che il sole sorga ogni giorno soltanto per un accordo convenuto con gli elefanti. Questa è un'ipotesi seria e probabile non meno della teoria del Laplace sulla formazione dell'universo e della scoperta di Galileo sui moti della terra. Sfidiamo qualunque scienziato a provare il contrario. Nulla esclude che il sole sorga unicamente per una intesa con gli elefanti, come nulla esclude che la terra giri intorno al sole, o che il sole giri intorno alla terra e la terra non giri affatto, o che nulla, o che tutto giri. Chi, in quella grigia mattina del 16 dicembre 19..., si fosse introdotto furtivamente, e a proprio rischio e pericolo, nella camera in cui si svolge la scena che da principio alla nostra storia, sarebbe rimasto oltremodo sorpreso nel trovarvi un giovine coi capelli arruffati e le guance livide, che passeggiava nervosamente avanti e indietro; un giovine nel quale nessuno avrebbe riconosciuto il dottor Falcuccio, prima di tutto perché non era il dottor Falcuccio, e, in secondo luogo, perché non aveva alcuna rassomiglianza col dottor Falcuccio. Osserviamo di passaggio che la sorpresa di chi si fosse introdotto furtivamente nella camera di cui parliamo è del tutto ingiustificata. Quell'uomo era in casa propria e aveva il diritto di passeggiare come e finché gli piacesse. Egli, sia detto una volta per sempre, si chiamava... Quali difficoltà incontra uno scrittore nella scelta dei nomi da dare ai suoi personaggi! È più difficile dare un nome che un carattere. Perché il romanzo non è come la vita, che può permettersi qualunque libertà. Pensate a Garibaldi. Se voi aveste creato un personaggio simile, l'avreste chiamato Giuseppe? Sareste stati incerti fra Goffredo, Orlando, Fortebraccio o Cuordileone. La vita non ci sta troppo a riflettere: Garibaldi lo chiama Giuseppe: Beppe, Peppe, Peppino; Rossini lo chiama pensate un po', Giovacchino; a voi sarebbe mai passato per la mente di chiamare Giovacchino un uomo simile? E, se aveste dovuto creare un tipo di grande astronomo, lo avreste mai chiamato Galileo? E avreste mai chiamato Dante un poeta di quella fatta? Per un uomo simile ci voleva, a dir poco, un doppio nome: Gianfrancesco, Giampaolo, Gian Domenico. Oppure, un nome solo, ma un nome come Ercole. Petrarca con quel Francesco, non è niente di speciale. Pensate quanto sarebbe stato meglio Armando o Lucio Petrarca. L'unico che sia a posto è Machiavelli: Nicolò. Non Nicola, Nicolò: nome diplomatico e machiavellico per eccellenza. Fa ridere ed è imponente secondo il tono con cui lo si pronunzia. Arriva Nicolò: fa ridere. Ohé, c'è di là Nicolò: è pieno di importanza. I genitori non pensano abbastanza alla gravità di quello che fanno nel dare un nome ai figli. Essi predispongono con questo una notevole parte del destino di quelli e riducono sempre più il campo del libero arbitrio già tanto limitato dalla parentela, dal fisico, dal suono e dalla potenza della voce, e da tante altre cose, che i figli trovano già fissate nell'atto di venire al mondo: la statura, il colore dei capelli e degli occhi, non se li sono scelti da sé, idem la nazionalità il sesso l'epoca e il luogo della nascita; togliete all'arbitrio di chi viene al mondo anche il nome e lasciate il resto in sua facoltà. È come legarlo e dirgli: Cammina! Gerolamo non avrà il destino di Marcello, né Armando la sorte di Pasquale, di Firmino, o di Bartolomeo. Mentre Gastone sarà amato dalle donne più di Procopio, Adolfo finirà forse parrucchiere per signora; Nicola sarà a posto quando diventerà zio; egli non può aspirare a niente di più che ad avere dei nipotini o, al massimo, ad essere zar di Russia. Dicevamo dunque che il giovane si chiamava... Ma ci si consenta un'ultima osservazione sull'argomento dei nomi. Dopo di che chiuderemo questa parentesi col pieno trionfo della nostra tesi. Pensate a quel che avverrebbe se la scelta dei nomi fosse lasciata agli interessati. Se, per intenderci, ogni cittadino restasse senza nome fino a quando non fosse in grado di darsene uno da sé. Giunto a una certa età, gli si direbbe: «Ecco, ora puoi sceglierti un nome ". Passi per gli scrittori, gli artisti e tutti quei capi scarichi che sogliono adottare uno pseudonimo. Per essi sarebbe soltanto questione di scegliere fra Lucio, Luciano, Marcello, Claudio, Armando, Gastone, Paolo. Ma per gli altri! Ci può essere un ciabattino, contento del proprio stato, che si mette nome Crispino. Ce ne può essere un altro che aspira a diventare guerriero, e si mette nome Napoleone. E chi volete che dia a se stesso i nomi di Bartolomeo, Macario, Teopompo, o Marcantonio? Poi, finché uno è giovane, può aspirare al nome di Lucio o di Armando. Ma, quando è vecchio, che se ne fa di questi nomi? Senza contare altre ragioni di dubbio e di perplessità. A una certa età il cittadino è chiamato a esercitare il suo diritto - tutti i diritti dei cittadini sono dei doveri - di fissare il proprio nome. Egli ne avrà già una lista. Mario è escluso, perché troppo comune, Cornelio è buffo, Lorenzo è inutile, Amonasro suona male, Filippo lo porta il tale, Marcello è il nome del portiere, Giorgio è antipatico alla moglie, Clodoveo è difficile a pronunziarsi, questo è troppo lungo, quest'altro non dice niente, questo non ha giorno onomastico. Finché, magari, si finisce col mettersi un nome che non piace affatto e per tutta la vita si resta col rimpianto e si dice: « Ah, se quel giorno avessi pensato a Mardocheo!". Il giovine che passeggiava nella sua camera, nervosamente, era una vivente smentita alla nostra teoria sui nomi. Si chiamava Battista e non era diventato un vecchio e fedele servitore. Era diventato, invece, caso strano per un Battista, semplicemente un giovine timido. Come mai? Mistero. O, forse, scherzi del caso. Si tratta, comunque, dell'eccezione che conferma la regola. Ci sono regole fatte di sole eccezioni: sono confermatissime. Battista, detto anche Raggio di Sole, s'era alzato tardi e aveva trovato un tempo piovigginoso. Non aveva nulla da fare. Ma pensò d'aver fatto tardi per tutto e che non gli restava altro da fare che uccidersi. Per dir la verità, non era la prima volta che gli frullava per il capo l'idea di uccidersi. Anzi, quest'idea gli veniva spesso quando s'alzava. Aggiungiamo, per la cronaca, che gli veniva specialmente la domenica. È straordinario il numero delle persone che s'ammazzerebbero la domenica. Chi sa perché. Forse perché è festa e c'è più tempo libero. Del resto, sarebbe un modo come un altro d'impiegar la domenica. Specialmente quei pomeriggi piovosi delle domeniche invernali, quando non si sa dove andare, ci si alza tardi e non c'è più tempo di far nulla, perché si fa subito notte; e si sente dal cortile un pianoforte che suona musica tedesca. Ah, questi musicisti tedeschi! Ne hanno di mancati suicidi sulla coscienza! Vi siete mai domandati, in questi pomeriggi, come avreste impiegato la domenica? E non v'è mai balenata in mente l'idea d'un vuoto spaventoso d'una solitudine tremenda, d'una inutilità disperata e senza rimedio, d'un ritardo fantastico? E non v'è mai venuto il pensiero di riempire questo vuoto con un colpo di rivoltella? No? Tanto peggio per voi. A parte la domenica, in generale è straordinario il numero delle persone che pensano al suicidio; e, bisogna aggiungere, che non si uccidono. Si può dire che tutti ci abbiano pensato almeno una volta. Raggio di Sole era uno di quelli che ci pensano soltanto. Finì di vestirsi e, mentre suonava mezzogiorno, uscì, deciso a mangiarsi in un sol giorno tutto il suo patrimonio. Per attuare questo proposito, che avrebbe spaventato Pierpont Morgan, comperò un panino e, deponendo tutto il proprio avere nelle mani di un salumiere, gli disse di dargli tutto quello che poteva. Avute quattro fette di salame, si recò ai giardini pubblici, a quell'ora deserti, e si diresse verso una panchina, dove era seduto un giovinotto robusto. Questi aveva un'aria dimessa, ma non priva d'una certa distinzione, che gli derivava dalla sua scarpa destra; e doveva interessarsi molto ai fatti del passato, poiché era immerso nella lettura d'un giornale di qualche mese prima. Cavò di tasca e accese un mozzicone di sigaretta, senza interromper la lettura, e non s'accorse di Battista, neppure quando questi cerimoniosamente, prima di prender posto, gli chiese permesso. Appena seduto, Battista, con un'aria soddisfatta e una fame da lupi, tirò fuori l'involto del pane e del salame. Per mezzo d'un temperino, spaccò il panino e se lo pose delicatamente sui ginocchi. Poi guardò le quattro fette di salame ad una ad una contro luce e, con tenerezza materna, le liberò delle loro pelli, badando di non danneggiarle e ingoiando ogni tanto un po' di saliva. Quindi cominciò a deporle nell'interno del panino; cercava di lasciare scoperto quanto meno spazio gli riuscisse, dimostrando, nei limiti del possibile, le singolari risorse della sua ingegnosità. Ciò fatto, guardò il pane e il salame con la gioia dell'artista che mira l'opera propria. (La quale gioia, in verità, è una leggenda; noi non conosciamo che artisti i quali mirano con rabbia l'opera propria. ) Sorridendo, ricongiunse le due meta del panino; con la carta che avvolgeva il pane e il salame, improvvisò un tovagliolo e se lo mise sui ginocchi. Mentre s'accingeva soddisfatto a dare il primo morso al suo pranzo, fermò la mano e il panino a mezz'aria: « Vuol favorire? » disse al vicino. Questi alzò il capo dal giornale, s'accorse per la prima volta di Battista. « Grazie », mormorò. Prese il panino e ne fece un sol boccone. Cominciava a cadere una pioggerella sottile. Come sono belli i giardini pubblici sotto la pioggia, quando dai prati si leva un pigro vapore, le siepi di mortella sono lavate di fresco, i crisantemi nelle aiuole sono gonfi, gli alberi gocciolano e il piccolo lago grigio e gremito di birilli d'acqua! Allora le panchine di legno sono fradice e i lombi delle ninfe marmoree grondano. Non passa nessuno. Sola, nei vialetti coperti di ghiaia, s'avanza leggera la pioggia, sottile sottile, signora del luogo, tamburella le grandi foglie delle piante acquatiche e crepita sulle foglie secche, che un gelido vento ha rapito agli alberi stecchiti; penetra nel segreto dei boschetti, ondeggia come una larga cortina sui prati che s'avvallano, bagna le staccionate di sughero, gocciola intorno al chiosco deserto. «Attenzione!» pensò Raggio di Sole, che s'era messo a camminare. Passava in un vialetto una bellissima ragazza. Bisogna saper scegliere le donne che si possono abbordare. Ci son giorni che se ne incontrano cento e giorni che non se ne incontra nessuna. Generalmente, se ne incontrano di più quando s'è in compagnia di un'altra donna. Perciò non sapremmo abbastanza raccomandare di andare a caccia di donne in compagnia d'un'altra donna. Bisogna, poi, tener presente che quasi ogni donna, in certi momenti, è favorevolmente disposta verso l'avventura, bisogna saper essere per lei, in quei momenti, lo sconosciuto che non compromette e che non si rivedrà domani. In certi casi, basterà essere lo sconosciuto che versa una piccola somma. In massima, le donne che camminano frettolose non si trovano nello stato d'animo descritto. E nemmeno quelle che sono in compagnia d'un uomo. Le altre, seguitele. E fate capir loro, immediatamente, che le state seguendo. È inutile seguirle di nascosto. Si sconsiglia risolutamente di rivolgere la parola a una donna, finché ella non vi abbia guardato almeno una volta. Se ella affetta di non accorgersi di voi, che le camminerete vicino, precedetela di qualche passo, voltatevi ogni tanto, aspettatela, guardandola e cercando di farvi notare e, sopra tutto, di non perdere di vista, tra la folla, l'oggetto amato. Le donne sono tutte un poco pazze. Spesso tengono a lungo un contegno enigmatico, per esplodere a un tratto con pari probabilità, in atti ostili o cordiali. Perciò il cacciatore sia tenace e cauto nello stesso tempo. Sperimenti l'occhiolino. Una delle cose che trattengono spesso la donna dal dare chiari segni di simpatia è il timore di passare per frivola di fronte allo stesso uomo che la segue. Per questo, il cacciatore deve mostrarsi rispettoso e contentarsi di semplici indizi. Non pretenda ne aspetti - e questo non avviene che in rari casi - che la donna gli sorrida. Basterà capire che ella si mette in condizione di facilitargli la conquista. Appena il maschio si sarà formata questa convinzione se, per esempio, la femmina rallenta il passo, se lo guarda con la coda dell'occhio, se si ferma davanti a una vetrina se imbuca una via meno affollata - agisca rapido e deciso. Entriamo cosi nella seconda fase - la più delicata - della conquista. L'uomo si avvicinerà alla donna misurerà il suo passo su quello di lei e, a meno che la strada non sia deserta, non farà nessun gesto che possa essere notato dai passanti; non si toglierà il cappello, non saluterà, ma avrà l'aria d'essere in compagnia della signora. La solita frase: «Permette che l'accompagni?» è sciocca e dannosa. Non avviene quasi mai che una donna risponda subito sì, anche se questo sia nei suoi desideri. Una personale esperienza ci induce a consigliare questa frase, che vuol esser pronunziata a bassa voce e con l'aria più naturale, come si stesse continuando una conversazione: « Dove va?». Può darsi che la donna non risponda. Anzi, è molto probabile che non risponda. All'accorgimento del cacciatore, il capire se quel silenzio e momentaneo o decisivo. Può darsi che la donna dia uno schiaffo. Allontanarsi in fretta. Può darsi che dica: «A casa ». Allora, educatamente, garbatamente, con tono insinuante, le si chiederà il permesso d'accompagnarla, aggiungendo che, però, si desidera non metterla in imbarazzo nel caso ci sia la probabilità d'incontrare un parente, un fidanzato, o addirittura un marito. Lo spirito informatore di questa norma è l'opportunità di evitare scene spiacevoli. Liberati da questo timore, basterà mostrarsi modestamente spiritosi e molto ingenui, per giungere alla totale conquista dell'oggetto desiderato. Tener sempre presente questa norma generale: è indispensabile dare alla donna l'illusione d'averla conquistata. Raggio di Sole conosceva bene queste regole, ma la sua timidezza lo metteva nell'impossibilità di applicarle, anche perché la ragazza era a cavallo. Ogni giorno ella passava nel viale solitario bagnato dalla notturna pioggia, sotto gli alberi gocciolanti. Raggio di Sole l'aspettava nascosto dietro un albero, col cuore in tumulto. Poi le faceva la cavalletta e andava a nascondersi dietro un altro albero per vederla passare ancora. E poi raggiungeva un terzo albero e poi un quarto, infradiciandosi e inzaccherandosi nel traversare i prati di corsa. Ogni mattina arrivava in anticipo ai giardini e, graffiandosi le mani tra i cespugli bagnati, coglieva un mazzolino di fiori, ma gli mancava sempre il coraggio d'offrirlo alla sconosciuta. Finché quel giorno, vincendo la timidezza, si fece in mezzo al viale, sbarrò il passo all'amazzone, e, col cappello teso, fece una riverenza al cavallo, che s'impennò. «Ma non si vergogna di mettere sotto il muso del cavallo un cappello simile? » strillò l'amazzone. Mentre lei s'allontanava al trotto, Raggio di Sole considerò il proprio cappello. Impresentabile. Si ricordava tempi migliori, ma come lontani ! Quando stava attaccato, con la falduccia dalla piega caratteristica, gli somigliava, e Battista l'avrebbe detto una parte di se stesso. Ma non c'era tempo da perdere; urgeva sostituirlo con un cappello bellissimo. Ma il denaro? Raggio di Sole andò ad offrire una sua novella al direttore d'un giornale. « Sentiamo di che si tratta », gli disse questi; «per l'appunto abbiamo bisogno di racconti a fondo psicologico, i soli che oggi piacciano al pubblico.» Raggio di Sole ne riferì un sunto. « Giravo il mondo in cerca di fortuna e a Londra riuscii a trovar lavoro. Si trattava di far da mostra a una trattoria, mangiando a quattro ganasce in vista del pubblico. Quello dell'uomo che mangia per pubblicità è un mestiere altrettanto comune a Londra, quanto, purtroppo, sconosciuto presso di noi. Ma era un lavoro da negri. Pensi: mangiare senza interruzione durante nove o dieci ore al giorno, per guadagnare una miseria. Una miseria tale che, quando la sera tornavo stanco a casa, spesso non trovavo neppure la tavola apparecchiata. E dovevo accontentarmi, il più delle volte, di un semplice caffelatte, che era tutta la mia cena. Finalmente, non resistendo a questa vita di stenti, chiesi al proprietario della trattoria che mi aumentasse il salario, oppure mi diminuisse il lavoro. E, poiché non ottenni né l'una cosa né l'altra, mi dimisi. Che vuole, quello che guadagnavo non mi bastava neppure per comperarmi un boccone di pane e...» Il direttore gli fÈ cenno di tacere e restò pensieroso per qualche minuto. « Non si scoraggi », disse, alla fine. « Faccia un bel colpo: scopra un delitto, descriva un ambiente inaccessibile, mi porti un'intervista clamorosa, qualcosa da far chiasso. » Per istrada, Raggio di Sole si scervellava: gli ambienti inaccessibili non gli sorridevano; delitti da scoprire non ce n'erano; restavano le interviste clamorose. Ma con chi? Sulla piazza non si trovava l'ombra d'un re o d'un imperatore in incognito, i vecchi briganti usciti dopo quarant'anni dalla galera erano irreperibili, i personaggi bizzarri erano stati sfruttati da tempo e il pubblico non ne voleva sentir parlare, nessuna celebre mondana aveva deciso di ritirarsi in un convento, e nei bassifondi della città non si trovava uno sventratore degno di considerazione. Battista non sapeva a che santo votarsi e si mise a girare per le strade, in cerca almeno d'un bambino scacciato di casa da genitori d'una crudeltà incredibile. Ma, purtroppo, i bambini non avevano serie ragioni di dolersi dei loro parenti. A un tratto, il giovane trasalì. Aveva scorto, tra la folla uno di quegli ostinati camminatori che compiono l'inutile e impressionante sfacchinata di girare il mondo a piedi: calzettoni, ginocchi nudi, tascapane, occhiali e cartello con l'indicazione: Giro del mondo a piedi. Era l'intervista. Battista si presentò e l'invitò a cena (s'era fatto fare un prestito) in un ristorante dove non volle aggredir subito con le domande il commensale. Aspettò d'essere alla frutta e qui insinuò abilmente un: « È stanco? ». « No », rispose il globe-trotter, che pareva un tipo di poche parole. « Non è stanco », mormorò il giovane, prendendo appunti. E, per fargli sciogliere lo scilinguagnolo, ordinò dei liquori. Quindi fece cadere il discorso sui vari paesi del mondo, nella speranza che l'altro desse la stura alle impressioni personali. Ma, poi che quegli lo lasciava dire, limitandosi a tracannare le bevande spiritose, finì per attaccarlo di fronte, sul tema: curiosità di viaggio. « Ha consumato, finora, molte paia di scarpe? » « Purtroppo » rispose il globe-trotter « si: un paio di paia all'anno. » « Non è molto. Forse sono scarpe speciali? » « Le scarpe che portano tutti. » « Chi sa che sofferenze per i suoi poveri piedi! Lei farà un grande uso di cerotti. » « Non ne ho mai avuto bisogno. » « Ha perduto molti chili di peso, da che è in viaggio? » « Nemmeno uno. » « È, talvolta, caduto affranto, verso sera, sull'orlo della strada? » « Mai. » « Ha avuti spiacevoli incontri? » « Nessuno, per fortuna. » « Nemmeno un cane randagio? » « Nemmeno un cane. » « Avventure pericolose?... » « Nessuna. » « È stato costretto a pernottare in aperta campagna, o, magari, nel cuore di qualche foresta, accendendo il fuoco per tener lontane le fiere? » « Ho sempre dormito a letto. » « È stato mai raccolto, morto di fame, di stanchezza e di freddo, in qualche casolare sperduto nella solitudine sterminata? » « Mai. » « Malattie? » « Qualche raffreddore. » « Ha bisogno di riposo? » « Sono fresco come una rosa. » Battista considerò con ammirazione quell'uomo straordinario, per il quale il giro del mondo a piedi era una bazzecola. « Ma sa che lei è un fenomeno? » disse. « Non s'era mai dato il caso d'un globe-trotter che non accusasse nessuna delle conseguenze d'una così faticosa impresa. È un fatto che non si spiega. » Il globe-trotter accese uno dei sigari offertigli da Raggio di Sole, tracannò un altro bicchierino di liquore. « Si spiega benissimo » disse. « Io sono un globe-trotter che ha cominciato il giro del mondo da mezz'ora. Sono uscito di casa mezz'ora fa - la mia casa è dirimpetto a questa trattoria - e, poiché ho avuto la fortuna d'incontrarla, ho fatto una prima tappa: finora ho percorso soltanto dieci metri. Con permesso. » Il globe-trotter s'alzò e, caricatosi lo zaino in ispalla, proseguì il giro del mondo a piedi.
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Demóstenes
El partido macedonio en Atenas
[...]había en Atenas un partido macedonia cuyos cabecillas eran Esquines y Demades; dicho partido fue cada vez más conocido en toda la ciudad, hasta que por fin pudo decirse que incluso los niños de la escuela conocían sus oradores a sueldo, los anfitriones macedonios que venían a Atenas y aquellos que le ofrecían sus respectos en las calles.
Oposición de Demóstenes a Esquines y Demades
Con ellos se enfrentó Demóstenes. Éste tuvo, como se sabe, durante mucho tiempo, grandes dificultades para lograr que el pueblo le hiciese caso, porque si bien estaba dispuesto con gusto a disfrutar del goce que producía oír un discurso pronunciado por un orador bueno, e incluso lo exigía de sus oradores, tasando y criticando los discursos, no por ello se consideraba obligado a guiarse por sus consejos (Según Plut., Dem., 7, le ayudaría el actor Sátiro (cuando estaba desesperado porque nadie le escuchaba, mientras gente tosca y embriagada dominaba las tribunas de orador) mediante la corrección de su pronunciación). Su impotencia política sólo tocó a su fin con el comienzo del conflicto con Filipo, y en éste puso en práctica sus mejores dotes: una elocuencia sin par y una constancia extraordinaria.
Busto de Demóstenes, encontrado en Italia y realizado en mármol en la época romana inspirándose en una estatua de bronce de Polieucto (Museo del Louvre, París)
La moral política de Demóstenes
Su moral política, empero, era discutida en la Antigüedad, aunque no se supo si había aceptado oro persa y cuánto, y tomar partido contra él en este asunto no es de nuestra incumbencia. Sin embargo, también nos parece tomar las cosas demasiado a la ligera el hacer del gran orador, basándonos sólo en la impresión estética que nos produce, un modelo inmaculado de patriotismo, condenando los reproches de un Hipérides, de un Teopompo y de un Demetrio de Falero como meras habladurías malévolas, por lo que no podemos unirnos incondicionalmente a los intentos modernos de su rehabilitación. Tenemos que confesar que el que conoce la Atenas de aquella época no puede por menos que proceder con mucha cautela para decidir tales cuestiones. El escándalo y la murmuración política eran tan corrientes y estaban de tal modo generalizados, que opinamos que aun los mejores han sido algo discutibles, y no podemos librarnos de esta impresión, como tampoco en la Atenas de Aristófanes. Tales tiempos en balde exigirían se constituyera en carácter íntegramente intacto.
Demóstenes hace cesar el régimen de Eubulo
De todos modos es Demóstenes quien tiene el mérito de haber interrumpido el régimen de Eubulo. Parecía que se producía un ambiente político más recio en los ciudadanos, y un olor a gloria se hizo sentir, al mismo tiempo que Atenas tomó la cosa por su parte estético ambiciosa, enorgulleciéndose de que en él ardiera el foco cumbre de la elocuencia contra Filipo, mientras que con Esquines y sus partidarios albergaba entre los muros al partido contrario.
Ilustración de 1898, obra de Louis Loeb (1866 – 1909): Demóstenes ante la asamblea principal de Atenas (ekklesía) en el año 346 a. C.
Efectos de la elocuencia de Demóstenes
Pero es que Demóstenes como orador no tiene igual, y nunca podrá leerse sin sentir honda admiración por su talento el tercer discurso olíntico, y de los filípicos particularmente el tercero, en el que con un tono de ironía acusadora hace, por decirlo así, que a los atenienses les dé el corazón un vuelco en el cuerpo. ¡Qué ardor contienen los párrafos, como, por ejemplo, final de este último discurso, cuando exige armamentos, alianza y delegaciones, pidiendo a los helenos se reúnan y se asocien, enseñándoles y previniéndoles, exponiendo bien claro al oyente que allí mismo deben tomar la delantera, dando el ejemplo en sus esfuerzos y no esperando a que los calcídicos y megarenses salven a Grecia, molestia que podía ahorrarse, porque a ellos les habían dejado los antepasados este deber de honor! No es de extrañar que el hombre que daba tales golpes reuniese a toda Atenas efectivamente alrededor de su persona, e incluso que lograse convencer a los tebanos, hasta ahora tan empedernidos enemigos, con todos sus estrategos y beotarcas, hasta tal punto, que Demóstenes legó a gobernar la asamblea popular tebana al igual que la ateniense.
Demóstenes Practicando Oratoria por Jean Lecomte du Nouÿ (1842–1923). Demóstenes solía estudiar en una habitación subterránea que había construido él mismo. También solía hablar con piedras en la boca y recitar versos mientras corría. Para fortalecer su voz, hablaba en la orilla del mar por encima del sonido de las olas.
Lo problemático de su política belicista
Una contemplación menos apasionada de las circunstancias podría, sin embargo, poner en duda en muchos aspectos la conciencia de la política belicista del orador. Es muy dudoso que Filipo no hubiera preferido de buen grado mantener la paz con toda aquella parte de Grecia situada al sur de Parnaso, para poder realizar mejor sus planes ambiciosos contra Persia. Lo cierto es que había ofendido a los corintios, aqueos y tebanos, pero no a los atenienses, por lo menos no directamente. A pesar de ello, según la tercera filípica, debió de presentarse Atenas como protectora de toda la nación griega, porque sólo con este argumento logra Demóstenes apasionar a los atenienses. Se necesitaba una fe inmensa para suponer que las ciudades griegas, después de tratarse durante cien años de la manera más terrible y haciendo tanto tiempo que toleraban que el extranjero se entrometiese en sus asuntos, adoptase de repente un panhelenismo capaz de hacer milagros a última hora. Por eso primeramente ese orador tiene que decir a sus atenienses, por ahora, que eran demasiado débiles para una lucha decisiva contra Filipo y que se expondrían a una derrota, ya que el adversario no era como antes el lacedemonio en la guerra del Peloponeso y que Filipo tenía un modo de llevar la guerra muy distinto. Pero a pesar de todo, y sabiendo muy bien lo poco que valía la milicia cívica ateniense, instiga a este pueblo, sediento de placeres y desaliñado, a una guerra, que a la fuerza tenía que convertirse en una lucha por la existencia. Quizá esperase algún acontecimiento en la misma Macedonia, lo que insinúa al indicar que sólo se las tenían que haber con un hombre, pero Filipo no murió y tampoco entonces fue asesinado. De todos modos era terriblemente atrevida esa política, y conviene recordar que no todos los adversarios de Demóstenes eran partidarios macedonios sobornados, pues particularmente Foción era contrario desde un principio a todo este tráfago.
Filipo II de Macedonia: medalla de la victoria (niketerion) del siglo II a. C. (París, Cabinet des médailles de la Biblioteca Nacional de Francia). Demóstenes percibía al rey de Macedonia como una amenaza a la autonomía de todas las ciudades-estado griegas.
Queronea
En el alistamiento para la lucha decisiva presentóse, como dicen, voluntariamente toda la gente joven, poniéndose en camino hacia Beocia; los aliados trajeron, aparte sus grupos de ciudadanos, un gran ejército de mercenarios, y así se produjo la batalla de Queronea (338). Hubiera sido gran suerte para Demóstenes caer en esta lucha, pero fue, como afirman autores más modernos, «envuelto en la fuga», o como dice Plutarco menos suavemente, huyó de su puesto y escapó de la manera más miserable, tirando las armas. Filipo anunciaba triunfalmente al atardecer del día de la victoria su propósito de declarar la guerra: «Demóstenes, hijo de Demóstenes de Peania, he propuesto la moción». Aquí, decididamente, hay una quebradura en la vida del orador, porque lo que sigue después no ha servido para aumentar la fama.
El júbilo de Atenas por el asesinato de Filipo
Cuando (336) Filipo, después de haberse hecho nombrar, en la Asamblea de aliados, en Corinto, generalísimo de la nación helena contra Persia, fue asesinado en la boda de su hija en Egea, reinó el más alto júbilo en Atenas. Se ofrendaron sacrificios de alegría, y Demóstenes se presentó en público con corona y traje suntuoso, a pesar de habérsele muerto una hija pocos días antes. Esta alegría es comprensible, pero que se decretara inmediatamente honrar al asesino Pausanias (es decir, cuando se le llegase a ver) con una corona es uno de los excesos de la ridiculez ateniense. Ahora tenían que habérselas con Alejandro.
Pausanias asesinando a Filipo.
Alejandro erróneamente juzgado por Demóstenes; rebelión de los tebanos instigados por Demóstenes
A éste le juzgó Demóstenes con un desacierto sorprendente, llamándole muchacho y μαργίτης, por muy poco que entonces pudiera sospechar que éste había de ser uno de los hombres más poderosos de todo un milenio, no debiera haber hablado de él como lo hizo. Lo imperdonable es como instigó a los tebanos a rebelarse, procurándoles armas para asesinar a las tropas macedonias de ocupación. Él dominaba entonces la tribuna de orador; los atenienses preparaban la guerra y se esperaba ayuda de los gobernadores persas en Asia Menor; mas cuando Alejandro apareció en Beocia, decayó el valor del pueblo, Demóstenes «se apagó» (ἀπεσβήκει), como dice Plutarco, y Tebas, abandonada, sucumbió; ya que le habían instigado a rebelarse, lo natural era que hubieran hecho por su causa muchísimo más. De una embajada, que poco después fue mandada a Alejandro, se retiró Demóstenes a tiempo, temiendo la ira del rey, pero aun así corría el peligro de ser puesto en manos del vencedor, ya que este exigía la entrega de diez estadistas antimacedonios. Demades logró apaciguar al rey y éste dirigió su atención al Asia.
Disputa entre Esquines y Demóstenes
En Atenas ocurrió entonces la gran pendencia entre Demóstenes y Esquines, que había empezado por la moción de Ctesifonte, de coronar públicamente al primero, y la protesta del segundo, poco después de Queronea, y que, durando varios años, encontró su digno fin con el discurso victorioso De la corona, de Demóstenes, y el destierro voluntario de Esquines. Que esta lucha de oradores, mientras Alejandro avanzaba victoriosamente en Asia, pudiera desarrollarse ante la atención general de toda Grecia, demuestra más que nada la afición incurable que por la elocuencia tenían aquellos griegos. Por lo demás, estos discursos, en los que se saca a relucir una cantidad respetable de ropa sucia, dan al lector, aun al que los cree, una impresión penosa. Queda un resabio que da que pensar.
Atenas, cuartel general de las intrigas contra Alejandro
Entretanto, Atenas fue el cuartel general de todas las intrigas contra Alejandro. Sucedió que la historia más grande de defraudador público que conoce el mundo tuvo, en parte, a Atenas como escenario.
Hárpalo, defraudador del Estado
Hárpalo, el tesorero fugitivo de Alejandro, llegó de Babilonia a Grecia llevando aún consigo a Atenas 700 talentos de los 5.000 que había robado. Esta suma hizo que toda la ciudad se pusiera en revuelo, y en el pleito que fue por fin iniciado contra los demagogos de más influencia, por haber recibido primero al defraudador y por haberle dejado después escapar, fue envuelto también Demóstenes, que había abandonado su resistencia inicial contra la admiración del ladrón, porque Hárpalo le había sobornado, según se decía, con 20 talentos. La culpabilidad del orador la sostienen, entre otros, Hipérides y el acusador, para quien escribió Dimarco, así como Teopompo por parte de los historiadores, al que Plutarco copia nude crude.
Demóstenes condenado por dejarse sobornar por Hárpalo
El tribunal le consideró culpable y le condenó a una multa de 50 talentos. Los modernos, en su mayor parte, le creen víctima de una intriga. Como absolver o condenar rotundamente y de una vez para siempre, ex conjectura, nos parece precario, no nos atrevemos tampoco a tomar decisión alguna en este caso. El hecho es que Demóstenes fue detenido, viéndose obligado, una vez que logró escapar, a sufrir un destierro de bastante duración en Egina y Trecena; entre los testimonios más importantes sobre Atenas figura lo que Plutarco relata de él en estos tiempos, particularmente el que aconsejara a los jóvenes que habían llegado buscando su compañía no entrar en la vida política, diciendo que si desde un principio se le hubieran abierto dos caminos, uno a la tribuna de orador y a la Asamblea popular y otro directamente a la muerte, y que si entonces hubiese conocido los ales, las angustias, persecuciones de la envidia, calumnias y luchas de la vida política, habría preferido tomar el camino de la muerte. Así quizá habrán opinado con el tiempo todos los políticos de Atenas.
Nuevo movimiento contra los macedonios en Atenas, a la muerte de Alejandro; Triunfo de Macedonia y huída de Demóstenes
Después de la muerte de Alejandro (323) se produjo un nuevo movimiento para la expulsión de los macedonios de Grecia, que tenía, sin duda, más probabilidades de éxito que el anterior. Demóstenes fue llamado por su patria, que le recibió espléndidamente, pero después de unos bellos éxitos iniciales se reveló, en esta llamada guerra lamíaca, la debilidad interna de los polis griegas. Cuando la causa macedónica volvió a triunfar, huyó el orador de nuevo, hallando más tarde (322) la muerte conocida en Calauria.
He left the Assembly, hiding his face in his cloak.
—Jacob Burckhardt De “Historia de la cultura griega III” pp.177-186
#Esquines#Demades#Demóstenes#Plutarco de Queronea#Sátiro#Hipérides#Teopompo#Demetrio de Falero#Aristófanes#Eubulo#Filipo de Macedonia#Foción#Demóstenes de Peania#Pausanias de Orestis#Alejandro de Macedonia#Hárpalo#Dimarco
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75º [480 a.C.]. Astylos de Crotona/Syracusa pela terceira vez, corrida do Stádium Astylos já havia vencido os 73º e 74º Jogos Olímpicos nas provas de corrida do Stádium e diaulos, feito que repetiu em 480 a.C. e desta vez ainda venceu a corrida Hoplitodromos, vestido com armadura completa novamente pela cidade de Syracusa. Pelo feito ele não só igualou-se ao maior atleta das corridas até então, Chionis de Esparta, mas o superou, porque esta terceira vitória concedeu-lhe o título de periodonikes que consagrou aqueles que venceram em todos os Jogos Pan-helénicos. Astylos foi um dos melhores corredores nos Jogos da Antiguidade, pois ele conquistou oito vitórias em doze anos de competição nos jogos olímpicos, entre 488 e 476 a.C. nas corridas do estádio e dos diaulos. Apesar de ter ido para Syracusa em busca de fama e honra, sua vida tornou-se muito solitária e sofrida. Após deixar a vida de atleta, isolou-se por muitos anos, sendo visto apenas por caçadores correndo pela mata como um ermitão. Nestes jogos tevemos a vitória de Xenopithes de Keos na fase juvenil da corrida do Stádium, Dromeu de Stymphalian na corrida de Dólicos, Kon de Argos na luta juvenil, Dromeu de Manteneia no pancrácio e Theagenes de Thasos no pugilato. Dizem que Theagenes derrotou Euthymos de Locres, campeão da olimpíada anterior, apenas para ferir seu rival, os juízes o multaram por considerar que havia participado do pugilato por motivos próprios, e não pelo Agon. Na sua volta para Thasos decidiu arrancar uma estátua de bronze de um deus de sua base, do mercado de Thassos, e levá-la para casa. Os cidadãos de Thassos tomaram isso como uma blasfêmia que merecia a morte do ladrão. Um velho sugeriu que o melhor seria simplesmente o menino devolver a estátua ao seu local de origem. Theagenes fez isso, então sua vida foi poupada, mas a história de sua ação se espalhou por toda a Grécia. Ainda tivemos como vencedores Teopompos de Heraia no pentatlo, a Equipe de Argos na corrida de cavalos, Daitondas e Arsilochos de Tebas nos carros e Anaxilas de Region (Region, na Calabria) nas apénes (bigas com mulas). Após os jogos inicia a II Guerra Médica (Contra Persas, entre 480 e 479 a.C.). (em Olímpia - Grécia) https://www.instagram.com/p/CgYZlQVMLDI/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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