#Desalmados
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ziza21 · 11 months ago
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Buena música escuchada por gente vacía, sin alma, palabras sin sentido, cerebros podridos...
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noxhel · 2 years ago
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onlyhurtforaminute · 4 months ago
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DESALMADO-INQUISITION
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k-i-l-l-e-r-b-e-e-6-9 · 11 months ago
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Desalmado - Sofrer, Morrer e Apodrecer
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velvets-stuff · 1 year ago
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OYE OYE OYE
hola por cierto
OYE, andaba viendo la ref de Dominik y me preguntaba, es de esas farmacéuticas que cobran caro? Ya ves como por ejemplo la insulina es carísima cuando en realidad no cuesta nada de hacer, el Dominik es igual? o vende barato? me intriga mucho saber 👀👀👀👀👀
Oye pues mira, esa es una buena pregunta y no mea había pensado 😅
Pues la respuesta sería algo así: depende.
En la ref de Dominik dice que tiene instalaciones en lugares como Tokyo, Monaco, Berlin, Miami y Madrid, en esas zonas sus medicinas son vendidas a precios “buenos”, osea, que para la economía de esa zona son precios accesibles, Dominik sabe que si las vende caras la gente no se la va a comprar, por lo que le parece mejor no exagerar con los precios, incluso si sus medicamentos son de la más alta calidad.
PEEEEROOOOO, la cosa cambia para los envíos extranjeros, porque ahí si, el envío y el medicamento ya se vuelven más caros, especialmente para Latinoamérica (principalmente por la inflación y como está la moneda por aquí ಠ⁠︵⁠ಠ)
De todas formas, Dominik también suele vender medicamentos de forma clandestina a gente rica (¿Que hacen con los medicamentos?, ni idea, a Dominik no le suele interesar), a los ricos si les cobra, y les cobra bastante, aunque claro, fuera de esas ventas, Dominik siempre intenta ser “justo” en los precios, pues debe encontrar el balance entre su reputación con los medios y las ganancias.
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kwontaeil · 1 year ago
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‘ nah, tampoco es para tanto ’ hace ahí un ademán con su mano para restarle importancia al asunto. no era un súper modelo, ni mucho menos participaba en campañas que le dieran demasiada visibilidad. ‘ mi sire es quien se encarga de esas cosas, lo tiene bajo control ’ podían llamarlo credibilidad ciega, pero es cierto que no hay nadie a quien le tuviese más confianza que a su propio hermano. ‘ sí ’ dice, sin más, ofreciéndole una sonrisa sardónica. ‘ supongo que por algo dirán que los de mi clan somos musas ’ probablemente la explicación sobre su simpatía con la atención ajena era bastante más profunda que ello, y se remontaba a su vida humana. sin embargo, no cree tener motivos para explic��rselo. ‘ ¡aburrido! ’ dice, rodando sus ojos ante el regaño de aren, desplomándose nuevamente en su asiento, como si aquello le hubiese resultado devastador. ahí, simplemente le mira con esa seriedad que no suele formar parte de su semblante. ‘ me da completamente igual ’ admite, mientras que su tono de voz se percibe frío. lo cierto es que siente poca empatía con respecto a aquellas pérdidas. ‘ sí, es desafortunado lo que ocurrió, ¿pero por qué es mi problema que un montón de inútiles que no supieron defenderse se hayan muerto? ’  @leearen
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"Riesgoso." es lo que concluye, cuando explica sobre su trabajo. "Supongo que es una suerte que no hayas roto la Mascarada hasta ahora." exponerse ante los humanos así sonaba como una verdadera locura. Pero cada uno a lo suyo, supone. "¿Lo disfrutas? la atención ajena," cuestiona, más por curiosidad. Decide responderle después de un rato de silencio. "Taeil, no estoy de humor para juegos. ¿Cómo es que tú estás tan campante después de todo lo que sucedió? ¿Nadie corrió con mala suerte en tu clan?" @kwontaeil
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fragmentosadolescentes · 1 month ago
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La dejaste en pedazos, hecha un desastre, cuestionándose su personalidad o si alguna vez será capaz de sanar su corazón. A veces hay personas que solo entran en relaciones para llenar algún vacío o cumplir algún requisito ridículo de sus vidas pero se olvidan de que están jugando con el corazón de alguien que buscaba algo sincero.
Desalmados.
Sorata Ayumi
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Sal con una chica que no lee.
 Algunas razones para tener en mente al momento de escoger entre la chica del bar o la de la biblioteca, la del maquillaje corrido o la del morral repleto de libros.
Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.
Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.
Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.
Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.
Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.
Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero, sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.
No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio. (Sal con una chica que no lee- Charles Warnke)
Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.
Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas, pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba. (Sal con una chica que lee Rosemary Urquico)
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gumeyyy · 6 months ago
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|| WELCOME TO THE (not so) COOLEST EVER HUMAN BEING ON TUMBLR'S INTRO ||
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Name: Gumey, with how many Y's you feel like writing (i mean, if youre speaking of my actual name, i am actually called Raquel, thank you!!)
Status: there might be someone outside your window, but youll just, never know.
Languages: Brazilian portuguese, English and currently learning spanish and a little bit of french
Pronouns + sexuality: she/her mainly but i really dont care what u use, neos, xenos, i dont really care what u call me!! Im a phlesbian 😽😽
About me simplified + hobbies: just another one of those emo nerds that tapes stuff to their wall ,'/ i like reading, drawing, painting, diy'ing (is that how its spelled??), I EFFIN LOVE COLOR THEORY, my favorite color is pink and thats why i am so cool, the most masculine people SHALL ENJOY PINK, totally fine if u like pink and you arent masculine BUT IF YOU WISH TO BE MASCULINE, THOU SHALL LIKE PINK (im not in the slightest close to masculine)
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FANDOMS/INTERESTS:
Youtubers: Amazing Phil, Daniel Howell (obviously both of them are here, what'd you expect?), Markiplier, Pewdiepie, Saiko, Drama Kween, Louis McClung, FunkyFrogBait, Film Cooper, Jarvis Johnson, Chad Chad, Danny Gonzalez, Cyber Noop, Kurtin Conner, Drippy, Izzzyzzz, Tex Hs, Not Even Emily, Kurzgesagt, Vsauce, The Click, Manual do Mundo, Você Sabia, Ibibbishiboula, AcidMilk, etc
Series + films: Psych, Monk, Dexter, Scott Pilgrim, Gravity falls, Monster High, Ever After High, Garfield, House, Charlie the Unicorn, Salad Fingers, Inanimate Insanity, Animation vs Minecraft/Animator, Açafrão Bondoso, My Little Pony, Azumanga Daioh, Lucky Star, Invader Zim, Spongebob (i cant take myself seriously for this 😭), The Ring, Annabelle, The Nun, Heathers, Ride the Cyclone, Hamilton, Glitter Force, etc
Games: Undertale, Portal, Club Penguin, Steve's Parable, Fnaf, Animal Jam, Slenderman, Homestuck (does homestuck count as a game? I mean, it can be interacted but where would it fit in??), Sally Face, Pokemon, Minecraft, Papa's Pizzaria + other zipline studios Papa's games, Bad End Theater, Starry Flowers, etc
Music: My Chemical Romance, Mindless Self Indulgence, Never Shout Never, Hawthorne Heights, Taking Back Sunday, Sleeping with Sirens, Pierce the veil, Fall Out Boy, Panic! At the Disco, The All-American Rejects, Say Anything, Kittie, Paramore, Simple Plan, All Time Low, Green Day, Restart, Replace, Strike, Escape The Fate, Bikini Hill, Bratmobile, Mommy Long Legs, Red Aunts, Slutever, Avril Lavigne, Picture me Broken, The Offspring, Good Charlotte, Dance Gavin Dance, Blink-182, Evanescence, The Red Jumpsuit Apparatus, Mayday Parade, Bring Me The Horizon, Nx zero, Pitty, Falling In Reverse, Get Scared, Jimmy Eat World, Sugarcult, The Used, AFI, Underoath, The Academy Is... (WAS/ref), Story Of The Year, Sepultura, Siouxsie and the Banshees, Cine, Korn, Desalmado, Surra, Scary Bitches, Bury Me With You, Chomp Chomp Attack!, Vampires Everywhere!, Farewell My Love, Brokencyde, Muse, Isles & Glaciers, Weezer, Cobra Starship, A Day To Remember, Brand New, Saosin, Scary Kids Scaring Kids, Senses Fail, Chiodos, Motion City Soundtrack, 5 Seconds Summer, He is We, SayWeCanFly, Sounds Like Harmony, Radiohead, Nirvana, Rob Zombie, Chico Buarque, Sex Bob-Omb, Cute Is What We Aim For, Matchbook romance, Joyce Manor, From First To Last, Silverstein, Bayside, Armor For Sleep, Thrice, Box Car Racer, Alexisonfire, Dashboard Confessional, Head Automatica, BOYS LIKE GIRLS, Finch, We The Kings, Cartel, Sunny Day Real Estate, Mae, Lovehatehero, The Postal Service, Funeral For a Friend, Hit The Lights, Hidden in Plain View, Dead Poetic, There For Tomorrow, Forever the Sickest Kids, The Get Up Kids, The Spill Canvas, (can you tell i went to my spotify playlists jist to list half of the stuff i listen to?) Etc.
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inest6ables · 17 days ago
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No va a valer la pena;
me voy sin más, sabiendo que dí todo de mí y que vos te vas a sentir igual de vacío cuando te des cuenta que no vas a volver tener a nadie, de nuevo, que esté ahí para vos, que se haya quedado a pesar de todo lo que pasabas y que también se fue porque ya no podía más.
te vas a acordar de todas las veces que te escuché, que estuve ahí cuando nunca había nadie, que intenté ayudarte a sanar todo lo que me contabas y que, a pesar de que fuí la única que hizo todo por vos, te vas y te llevas todo de mí, todo lo que un día te entregué.
te vas y yo también me voy
al final, comprendí que eso no fue más que una enseñanza para los dos, yo fuí la que te iba a salvar y vos fuiste el que me dejó en el vacío, igual que como yo te encontré la primera vez, para sanarte.
me duele, me duele haber dado tanto y que no haya valido la pena, que no hayas valorado todo lo que hice por vos, que no te duela verme así como estoy ahora por tu culpa, que te hayas llevado todo de mí y sobre todo, que para vos no haya sido más que una temporal compañía.
espero que después de todo lo que hice, te acuerdes y te sientas igual de desalmado que la primera vez, cuando veas alrededor y esta vez no haya nadie que te escuche, nada habrá valido la pena.
— M.
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seuescritorfavorito · 3 months ago
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PARADOR -- EXPRESSO
Gosto de dizer que é dentro do ônibus onde desenvolvemos nossa consciência de classe.
Dependendo da linha, as situações mais sórdidas podem acontecer. Água caindo do teto, do ar condicionado, pingando em bancos vazios ou nos artistas que se escondem em meio à multidão. Artista como um sinônimo de trabalhador. Feito de palhaço, mal apreciado e incompreendido perante a raiva exalada do próprio corpo em forma de suor. Quantas vezes não vimos algum surto às sete horas da manhã? Ou quem sabe até mais cedo, despertando com o grito de imploração para parar no próximo ponto. Nessas idas e vindas, aprendemos, por meio dos olhares, da observação, que nosso sonho de conforto está tão distante quanto o ponto final, e em pé, agarrados a qualquer coisa que nos segure em meio a bruscas freadas de um motorista tão cansado quanto nossos ombros, é quando sentimos a conformidade finalmente acordando.
Mas no trem é onde me sinto pertencente à minha classe.
Os sôfregos e desalmados, mas ainda esperançosos pelo dia de amanhã, caminham entre um vagão e outro carregando suas necessidades, seus desencontros, em seus bolsos e mochilas. Logo de manhã, no breve momento que termina a hora azul, eu não consigo fazer jus à minha carteira de sonhador. São tantos no meio do caminho, ocupando o mesmo lugar no espaço, que minha respiração fica pesada. Mas, como largo cedo do trabalho, consigo pegar o trem na hora de retornar à minha casa, sem fazer quase esforço algum em meu psicológico.
No último dia da semana que estive no Méier, por exemplo, passei pela catraca com uma mulher ao seu lado anunciando sua desistência de pegar o trem.
“Passa aqui, menino,” ela disse a mim sem saber que poderíamos ter quase a mesma idade. “Que aí não perde a passagem. Pode passar!” Ela afirma confiante, e eu, renegando os absurdos da tarifa imposta pela empresa que tantos nós, cariocas, odiamos, agradeço à sua bondade.
Desço as escadas rolantes, que não funcionam, e sento em um banco de madeira para aguardar o trem. Há uma leve palpitação em meu peito, mas procuro me distrair com as pessoas do outro lado da estação, grade afora, concentradas em suas próprias vidas. Vejo o ônibus que pego de manhã, na ida ao trabalho, e evito não me arrepender. Penso em coisas boas, como no quão cedo chegarei em casa e conseguirei almoçar com minha esposa. Noto o clima se fechando, o céu começando a ficar nublado, mas pouco deixo me afetar.
Entre uma conversa e outra com mais de uma pessoa em meu celular, vejo o famigerado se aproximando pelos trilhos. Há muitas pessoas no aguardo dele, comigo, mas dessa vez presto a devida atenção nos dizeres do primeiro vagão:
“DEODORO
PARADOR”
Opto por não entrar.
Volto a sentar, mas em outro banco. Um de concreto dessa vez. E nisso penso, que, de acordo com a placa ao meu lado, há a possibilidade de passar o trem para Santa Cruz. Não que esse seja meu destino, mas Deodoro ainda fica duas estações antes da minha. Penso se coloco ou não os fones de ouvido para ouvir música e me acalmar melhor; lidar com a ansiedade dessa maneira sempre foi melhor para mim. Só que é preciso sempre estar com a atenção dobrada na estação de trem. Ou pelo menos foi o que me ensinaram desde criança.
Vejo o segundo trem chegar em menos de meia hora, e acaba sendo o mesmo que o anterior, para meu infortúnio. São duas e meia da tarde. Se eu não entrar nesse, chegarei em casa muito tarde.
Então tomo minha decisão.
Tão vazio quanto o futuro do cidadão médio brasileiro, me sento no primeiro lugar que vejo e, apesar de toda a ansiedade tremendo em meu peito devido a anos de abalos psicológicos sobre este transporte em questão, consigo fazer uma viagem tranquila. Estou sentado ao lado de uma janela à minha esquerda. Sinto-me calmo, bem comigo mesmo e com uma certa empolgação por dentro, como se eu tivesse vencido uma batalha importantíssima num front que perdura há 5 anos, mesmo que meu coração esteja acompanhando o barulho dos trilhos. De estação a estação o trem para e recolhe pouquíssimas pessoas. Talvez devido ao horário. Bom, certamente devido ao horário, eu penso procurando agir feito um cidadão comum, mais uma vez. E minha imaginação voa, visto que a mente do ser ansioso não para de trabalhar. Não tenho metáforas adequadas para essa comparação; ou sequer uma inadequada. Mas, talvez você, leitor, possa imaginar–e logo em seguida me perdoar–que devido a tanto trabalho, na hora que eu escrevi essas palavras em uma noite de domingo, minha cabeça já estava tão cheia que tudo o que eu queria era apenas deitar. E não se engane! Eu não quero apenas descansar todos os verbos e advérbios, sujeitos e predicados, períodos e versos, mas também a carcaça que carrega toda essa gramática; meus ombros, sobretudo. Eu quero descansar meus olhos, que veem tantas pessoas todos os dias e ainda não acreditam nos sonhos da madrugada. Eu quero descansar minha garganta; ou melhor, minhas cordas vocais. O ser humano passa dois anos para aprender a falar, e sessenta aprendendo a calar a boca. Isso sim é inacreditável! Eu quero descansar, principalmente, meus ouvidos. São tantas vozes, tantos barulhos confundidos em frequências diferentes, que de vez em quando, mesmo em casa, eu me pego tonto. Pois então, talvez em Bento Ribeiro, eu lembro de avisar à minha esposa que estou a caminho de casa, finalmente.
“Quando o homem não tem nada na vida, ele tem um vazio dentro dele,” as palavras de um ambulante me despertam ao mundo real. “Aí ou ele encontra Deus ou encontra o crack.”
Eu olho ao meu redor, procurando o homem de tais palavras, para então ver um sujeito de cabelos brancos e cego de um olho. Ele carrega seus doces, balas e chocolates em uma dessas coisas que tem vários saquinhos presos e dá para pendurar com um gancho no ferro do teto. Não faço a menor ideia de como isso se chama, e penso até em perguntar. Comento o que está acontecendo com um amigo, mais jovem do que eu, através do WhatsApp, e ele me sugere colocar um fone de ouvido e segurar firme a mochila. Dou uma risada cansada até que o trem chega ao seu destino final e eu desembarco, junto com os poucos comigo e o homem de um olho só.
A linha que procuro fica literalmente do outro lado; ou à minha frente, assim que saio do vagão.
“Boa tarde, amigão,” eu falo para um sujeito próximo a mim. “O Santa Cruz eu pego aqui?” Mesmo sabendo que estou no lugar certo, tenho em mim a necessidade da confirmação pela minha falta de costume.
“Então,” fodeu, eu penso. “Não sei, não,” ele arrasta sua resposta olhando para o sentido oposto. Como assim tu não sabe, caralho? Tá escrito ali. Eu sei que tá escrito ali, aqui, em quase todo lugar nessa porra de estação. Mas essa operadora é maluca. Tem manutenção todo dia, toda hora. Os trens tão tudo caindo aos pedaços. “Mas eu acho que sim. Só sei que tô aqui esperando há um tempão.”
“Valeu. Brigadão,” afasto-me logo em seguida, e, com a mochila à minha frente, subo as escadas para o banheiro.
Sem mais delongas, assim que eu volto às plataformas, o tão esperado Santa Cruz se aproxima. À essa altura do campeonato eu já desisti de contar as horas. Apenas aceito o meu destino. De Deodoro são duas estações.
“Deixai toda a esperança, vós que entrais”, eu consigo ler, nos segundos mais rápidos que consigo contar, ao abrir das portas.
Vejo o sujeito que me aproximei anteriormente, com a necessidade de confirmação de uma dúvida ansiosa, entrando uns vagões à frente daquele meu. Ao contrário do anterior, não há lugar para me sentar. Permaneço, então, em pé em frente às portas. Não irei ficar aqui por muito tempo, tudo bem. São duas e meia da tarde, eu verifico no celular de um senhor ao meu lado. As letras são tão grandes que todos conseguem ler a infidelidade das conversas que ele mantém com uma mulher chamada Lindalva. Mas não noto ninguém tão fofoqueiro quanto eu, mesmo que sem querer. Penso no quão interessante a vida de cada uma dessas pessoas pode ser, mas me permanecendo autoconsciente o suficiente para saber que todos nós estamos apenas buscando sobreviver um dia após o outro.
Ao meu lado direito vejo a articulação entre os vagões e alguns homens sentados no chão. Em pé, neste mesmo lugar, há uma mulher de pele bronzeada, porém rosto branco, e cabelos loiros. Viro minha cabeça para a esquerda e então vem um, dois, três ambulantes anunciando seus produtos, gritando em nossos ouvidos. Para minha surpresa, um dos vendedores possui um microfone conectado a um pequeno alto-falante preso em sua cintura. Esse sujeito em particular, então, para de frente para a loira.
“É você aquela atriz?” ele pergunta.
Algumas pessoas viram os olhos para a mulher. Eu sou uma delas, tentando entender o que está acontecendo, mas não consigo ouvi-la.
“Daquele filme, pô!”
A mulher balança a cabeça dando um sorriso. Consigo notar que ela está constrangida, o que não é muito difícil visto a quantidade de olhares.
“É tu quem não deu moral pro Ken!” o homem insiste. “Atenção, senhores passageiros, por gentileza!” ele faz seu anúncio. “Olha só quem tá no trem com a gente hoje! Vamos dar uma olhada nessa Barbie aqui, gente! Vamos dar uma salva de palmas pra essa pose toda,” mas ninguém acompanha seu pedido. Confesso que fico um pouco enojado mediante ao assédio e viro minha cabeça para o lado oposto, de novo. O que me faz notar outro homem peculiar. Dessa vez, um sujeito vestido de Michael Jackson, preparando uma caixa de som no chão e ajeitando seu microfone de cabeça. Quando Billie Jean começa a tocar eu custo a acreditar em todo esse caos. À minha frente, finalmente sem outro lugar para olhar, um homem reclama de toda essa palhaçada enquanto um jovem ao seu lado, que eu julgo ter aproximadamente quinze anos, está de pé lendo Triste Fim de Policarpo Quaresma.
O trem pára. Falta uma estação para eu descer.
Lembro de Nelson Rodrigues.
Se a vida é mais profunda depois da praça Saens Peña, se é na zona norte que ainda se morre por amor, então o que sobrou para a zona oeste? Minha pergunta é respondida no momento que piso dentro do vagão.
Veja bem, como posso considerar subúrbio um lugar onde suas cafeterias cobram R$15,00 por um café pequeno e um salgado de queijo com presunto, ambos mornos? Essa foi a profundidade que Nelson encontrou? Cuspir em minha mão e depois lambe-la me deixaria mais acordado e saciado. Além do mais que, meu avô, paulista por si só, teve o mesmo fim teatral após sessenta anos de casado com a mesma mulher, falecida seis meses antes dele, e doze filhos adultos. Creio que o Suicídio de Amor, essa figura personificada, bípede, de dois olhos fundos, nariz, boca e orelhas, se mudou. Talvez seja meu vizinho, ou esteja em situação de rua no calçadão de Campo Grande, pedindo ajuda. Talvez eu o veja todo dia empurrando um carrinho de mão, se desfazendo de móveis antigos da própria casa, ou esteja vendendo toalhas no centro do Rio entre jovens de terno e gravata e crianças vendendo bala. Mas ainda, sobretudo, completamente apaixonado pelo ser humano tal qual aquele que se sacrificou por nós, de acordo com a fé cristã.
As portas se abrem pela segunda vez.
Há pessoas apontando o celular para o cover de Michael Jackson. Sua jaqueta é, de fato, uma cópia daquela icônica preta de detalhes cintilantes. Ele está da cabeça aos pés incorporado no que julgo ser seu músico favorito. Afinal, quem faria uma coisa dessas para um monte de gente, cansada e dilacerada do trabalho, em uma quinta-feira? Ele canta e dança, mas não canta tão bem. Acaba abaixando a voz quando não consegue acompanhar o tom da música, o que não impede seu show. Surpreendo-me com a habilidade em conseguir rodopiar e fazer um moonwalk com o trem em movimento e cheio de pessoas.
As portas se abrem ao meu destino.
Eu saio, ouvindo a música do rei do Pop se afastando à medida que subo as escadas da estação. Não lembro em qual parada meu coração se acalmou, e quando percebo essa tranquilidade já estou olhando para o céu, ainda nublado. Nisso, dou um sorriso.
Cleber Junior
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sinfonia-relativa · 1 year ago
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Que grato ha sido encontré y coincidir en medio de este mundo acelerado y muchas veces desalmado, has sido luz en medio de la oscuridad y la risa que ahuyenta a mis tristezas, mis más grande amor por excelencia.
Nana Ciruela
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onlyhurtforaminute · 4 months ago
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DESALMADO-MASS MENTAL DEVOLUTION
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k-i-l-l-e-r-b-e-e-6-9 · 10 months ago
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Desalmado - Falso Profeta
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zackdumb · 2 months ago
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Y se que algún dia el miedo me consumirá
Las raíces de este árbol dejarán de brotar
Porque se quien soy, se quien fui
Solo no se quién seré
Pues mi cuerpo desalmado solo puede gritar
Que lo intentará sin parar
Que correrá sin parar
Que aunque caiga se volverá a levantar
...
Inquieto en un instante solo todo acaba
Todo queda y todo se va
Se que si, algún día el miedo me consumirá
Y no seré más que solo un cuerpo vacío
No seré más que solo lo que fui
Pidiendo solo revivir en tu recuerdo
Revivir en tu pensar
Revivir ... En ti
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denuczi · 5 months ago
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Puedo aparentar ser frío, hasta desalmado a veces. Claro, puedo aparentarlo, pero no lo soy. Soy el mismo niño, ese que cubría sus juguetes para que no se enfriaran, aquél que los abrazaba, que los tranquilizaba cuando la noche era tan fría y los miedos abundaban.
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