#Corazones Blancos
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cuartoretorno · 6 months ago
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Libido - Pero Aún Sigo Viéndote 2019
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solojavi1996 · 26 days ago
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Mi cuerpo reprime todas las lágrimas que pueden inundar el leve cristal que contiene mi corazón. Mientras mis gritos están ahogados en la inmensidad del mar.
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kasunakuma · 1 year ago
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Cora-San... 💔❤️‍🩹❤️
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roybruno · 2 years ago
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lightningboy19 · 1 year ago
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Me das paz y eso que mi mundo es un caos
Chico Relámpago
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corazondelsol-fanficateez · 6 months ago
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3 - Sombra Oscura
Las astas del Ciervo de Luna, colgadas en el gran salón del castillo, eran un símbolo de honor y valentía. Bajo ellas, un retrato al óleo de YeoSang con una capa violeta, el color de la familia Kang y el escudo del ciervo, recordaba su logro, capturando su imagen con una nobleza que inspiraba a todos en Arvendale. Su cuadro se ubicaba a la derecha de otros 6 en el salón circular, y aún quedaba espacio para su descendencia, si es que la tenía. Aunque su idea era deshacerse de esa estúpida tradición, y que su hijo, si lo tuviera, fuera Rey después de una extensa preparación, que se case si quería y con quién quería y que al morir él, deje el mejor Rey que Arvendale haya tenido, sin esa malditas astas.
El Príncipe no podía dejar de pensar que aquellas ramas simplemente habían pasado como las astas del ciervo. Nadie había preguntado cómo las astas habían aparecido en el salón, junto al Príncipe, fresco como como una lechuga en la madrugada siguiente al Eclipse. Había mentido, obviamente, había mentido descaradamente y sentía una terrible culpa.
Su padre lo abrazó, orgulloso, incluso podría haber jurado que derramó una lágrima, y su madre simplemente se echó a llorar sin consuelo alguno. Eran lágrimas de alegría y orgullo, YeoSang lo sabía.
Había logrado encontrar al Ciervo de Luna sólo en la noche del eclipse lunar. Bueno, sólo no, lo había acompañado YunHo, y lo había remarcado muchas veces, mientras el guardián sonreía y aprobaba todo lo que YeoSang decía. Ahora debía recordar esa historia improvisada que inventaron mientras volvían del bosque con un asta cada uno sobre sus regazos, por si algún día, alguna vez, a alguien, se le ocurría preguntar nuevamente cómo había sido la hazaña.
El día que YeoSang haga bajar esos cuadros y queme sus astas, descubrirían que no era más que madera de árbol. YunHo le había explicado que, según él, la madera se había teñido de blanco por la sal que traía el río. Aunque YeoSang, según sus libros de estudio, no podía creer en esa teoría, no pensaba chupar la madera para confirmarlo, y ¿qué pasaba si algún día algún guardia, explorador, o el mismísimo Rey encontraban las mismas maderas sobre la orilla del río?
Eran muchas las dudas sin respuestas que tenía YeoSang, y sin embargo estaba ahí, en medio del salón, observando su vergonzoso acto colgando en algo que no era. Sólo YunHo y él lo sabían.
-Si te sirve de consuelo- dijo el guardia a su lado-, eres el más hermoso de todos.
-Soy un fraude, YunHo- susurró.
-Bueno, si alguna vez lo desea, lo acompañaré a matar al majestuoso Ciervo de Luna, traeremos su cuerpo y lo comeremos con el pueblo, y colgaremos las reales durante la noche- susurró-. Nadie se dará cuenta.
-Eres perverso, YunHo.
-Señor- dijo un guardia detrás de él, YeoSang y YunHo se dieron vuelta-, lo llaman a reunión con los consejeros y el Rey, Su Alteza. Es urgente.
Príncipe y Guardia se miraron, intrigados. Lo más urgente que podría existir era la maldita madera colgada a sus espaldas.
Al llegar al salón de reuniones, el ambiente se sentía pesado y triste. Algo peor que las astas pasaba. YeoSang tomó su lugar al lado de los Reyes, mientras que YunHo se ubicó detrás de su asiento, parado, apoyando su mano en su espada atada a su cintura en señal de respeto.
-Hay rumores, Su Alteza- dijo uno de los viejos consejeros, dirigiéndose al Rey-, de los pueblos vecinos. Nos llegó esta carta- anunció, entregando un pergamino enrulado sobre sí mismo, había sido abierto, ya que su sello de cera estaba roto.
El Rey palideció cuando leyó la nota.
-Cierren el pueblo, que nadie salga ni entre a la ciudad, y menos al castillo. Que los mejores médicos se queden dentro. No queremos que ninguno de nosotros muera. Nos aislaremos completamente del exterior.
-Sí, Mi Rey- dijeron los consejeros.
Los chismes de una peste se esparcieron como fuego en un campo seco.
Los primeros rumores sobre la enfermedad, llamada "Sombra oscura" llegaron desde los pueblos fronterizos. Los aldeanos hablaban de una enfermedad que surgía sin previo aviso, atacando sin piedad, comenzando con una fiebre intensa que sumía a los afectados en un estado de delirio. Las manchas oscuras aparecían en la piel, expandiéndose rápidamente y causando un dolor punzante que hacía gritar a los enfermos. Los cuerpos se debilitaban hasta que ya no podían sostenerse, y muchos sucumbían en cuestión de días.
Las palomas mensajeras iban y venían de su palomar con diminutas notas en sus patas con noticias de aldeas enteras siendo diezmadas, en las aldeas de Eldrath y Mevrin, los síntomas aparecieron de la noche a la mañana. Las familias, desesperadas por encontrar una cura, recurrían a remedios caseros y curanderos locales, pero nada parecía funcionar. Los relatos hablaban de aldeanos muriendo en las calles, sus cuerpos descompuestos y cubiertos de manchas negras. El olor de la muerte impregnaba el aire y las casas se convertían en tumbas silenciosas para quienes no podían escapar.
Los curanderos, impotentes ante la magnitud de la peste, comenzaron a huir, dejando a las aldeas sin esperanza. Los que quedaban intentaban quemar los cuerpos infectados para evitar la propagación, pero los incendios solo añadían más dolor, desesperación y desolación.
Los primeros casos se registraron en las cercanías con los pueblos de Eldrath y Mevrin, como era de suponer por el éxodo de los pocos habitantes que quedaban, ya contagiados con o sin síntomas, exparciendo la peste a los habitantes locales, a pesar de las estrictas órdenes del Rey de mantener la frontera despejada, muchos eran amigos o familiares entre sí, y no podrían negar su ayuda. Así, entre gente que iba y venía, no pasó mucho tiempo antes de que la enfermedad llegara a las puertas de Arvendale.
El propio Rey se encargó personalmente de detener el avance de las personas que ahora querían ingresar al castillo en búsqueda de los médicos y curanderos para sanarse a sí mismo, a sus familiares y a sus hijos.
YeoSang podía escucharlos desde su habitación, los gritos, llantos y lamentos. Aislado del mundo exterior, odiaba que las noticias y la información sea escasa, deformada y segmentada. No sabía qué era verdad y qué no. No los veía, no veía a nadie, pero podía imaginar a las madres sosteniendo los cuerpos enfermos de sus hijos pequeños, muriendo a cada momento en sus brazos sin ninguna ayuda posible. Su corazón se llenaba de angustia cada vez que pensaba en su pueblo, en la gente del castillo, en YunHo, en sus padres...
-Esto no está bien- dijo YunHo a su lado con tono lúgubre. El guardia alto se había guarecido en su habitación para hacerle compañía y para asegurarse que nadie tenga un contacto demasiado cercano con el Príncipe, ya que aún no sabían cómo la enfermedad se transmitía tan rápidamente.
-¿Qué haremos YunHo?
-Si ingresan, mi deber es sacarlo de aquí, Príncipe. No puedo permitir que nadie se acerque a usted.
-Realmente quisiera poder ayudar. Ser inmune y poder estar con ellos, hacer algo...
-No sabemos si es inmune, Mi Príncipe, y no sugiero correr el riesgo para averiguarlo.
-¿Papá no volvió aún?
-No, Su Alteza.
El amanecer había llegado con las puertas balcón de la habitación de YeoSang abiertas, y el guardia alto apoyado en el marco, parado con los brazos cruzados, mirando hacia la puerta principal del castillo.
-YunHo, ¿no dormiste?- preguntó el Príncipe, desperezándose.
-Muy poco, tengo que velar por su seguridad- se acercó a él, pero se detuvo cuando recordó que tenía que mantener distancia.
-Iré a bañarme y cambiarme- dijo el Príncipe, dirigiéndose al baño a tomar una ducha.
Se estaba vistiendo cuando gritos llegaron desde el pasillo. YeoSang salió a medio vestir del baño, con los ojos presos del pánico, mientras que YunHo lo detuvo en la puerta extendiendo su brazo. Fue el guardia quién abrió apenas unos centímetros para ver qué pasaba afuera.
-¡El Rey! ¡El Rey!- gritaban los guardias y las doncellas, corriendo a un lado y otro.
-¿Qué pasa, YunHo? ¿Qué pasa con papá? ¿Volvió? ¿Por qué tanto alboroto?- preguntó el Príncipe, intentando asomarse por la puerta también, olvidando la distancia que debía tomar con su guardia.
-Quédese aquí, Príncipe, iré a ver qué sucede. Pero si alguien me toca o me habla cerca, no entraré más. ¿Entendió?
-No vayas, entonces. Me quedaré sólo.
-Permaneceré detrás de la puerta en todo momento si eso ocurre.
YeoSang terminó de vestirse y esperó por YunHo lo que parecieron siglos. Caminó por su enorme habitación, que ahora parecía que las paredes lo apresaban y encerraban, se sentó en la cama, se levantó de nuevo. La ansiedad lo estaba consumiendo, hasta que golpearon la puerta.
-¿YunHo?- preguntó, acercándose a la puerta de madera.
-Está bien, puedo pasar.
YeoSang le abrió, alejándose de todas maneras, esperando que YunHo le diga qué estaba pasando en el castillo. Observó que el más alto cerró la puerta con llave, y la guardó en su bolsillo.
-¿Qué pasa? ¿Por qué...?
-Es el Rey, está enfermo, Su Alteza.
YeoSang sintió que sus piernas se debilitaban, cayendo al piso. Vio que YunHo se acercó, pero no demasiado.
-Tengo que ir... tengo que ir con papá- murmuró, avanzando hacia la puerta.
-Tengo órdenes de la Reina, Príncipe. No puede abandonar la habitación. En estos momentos, conservar su salud es la prioridad para todo el reino.
-¿Mi madre está con él? Se va a contagiar también- dijo débilmente, apoyándose en la puerta y dejándose caer, aferrando su cabeza con sus manos-. Los voy a perder a los dos, YunHo.
-Lo siento mucho, Su Alteza. Pero no olvidemos que están con los mejores médicos. Estarán bien, aún hay esperanza para la gente del castillo- dijo a unos metros de distancia. Demasiado lejos para sentir algún tipo de consuelo en sus palabras.
YeoSang se abrazó las rodillas y se mecía solo en alguna forma de consuelo. ¿Qué haría sin sus padres? ¿Cómo gobernaría bien en tal evento catastrófico? ¿Y si él también moría? Ningún libro lo había preparado para esto, YunHo le había enseñado a pescar y hacer fogatas, pero tampoco le servía.
-Abrázame- susurró el Príncipe.
-¿Cómo, Mi Señor?- pregunto YunHo, algo confundido.
-Abrázame- dijo con seguridad, abriendo los brazos hacia el guardia.
-Lo haría, pero tengo que mantener distan...- YeoSang había corrido hacia él aprisionándolo con fuerza. Su pequeño pero no débil cuerpo temblaba como una hoja en una tormenta y su respiración se había vuelto errática.
El guardia mantuvo silencio mientras lo envolvía en un abrazo cálido, más cálido de lo que YeoSang había sentido hacía mucho tiempo, acariciando su espalda y murmurando palabras de aliento hasta que el Príncipe pudo respirar nuevamente. YunHo lo condujo hasta la cama, no sabía si tenía sueño o no, pero lo arropó y se quedó a su lado sentado en el borde del colchón hasta que se durmió.
YeoSang despertó cuando escuchó el carrito de la comida, estos días, les entregaban la comida de esa manera. La mucama dejaba el carrito afuera, se alejaba, YunHo retiraba las fuentes con comida, y una vez cerrada la puerta, la chica seguía su camino. Sólo tenía que esperar a que YunHo abra la puerta mientras pensaba que YeoSang estaba profundamente dormido.
En el momento en que YunHo tomó con ambas manos las dos enormes bandejas de alimentos, YeoSang lo empujó hacia adelante, haciéndolo chocar con el carro, y salió disparado hacia la habitación de los Reyes.
-¡Príncipe!- escuchó que gritó el guardia- ¡Deténganlo, va a la habitación del Rey!- ordenó a los guardias que estaban apostados en los pilares de las columnas, pero ninguno se movió. También tenían órdenes de no dejar sus puestos, y no acercarse a nadie, mucho menos a la familia real.
YunHo corrió rápidamente, agarrando a YeoSang por la cintura cuando abrió de par en par la habitación de los reyes.
-¡Papá! ¡Papá!- gritó, forcejeando con el más alto, que no lo dejaba entrar en el cuarto.
La Reina apareció en su campo de visión, levantándose del lado de su padre.
-Te di órdenes estrictas, YunHo- exclamó a unos metros de distancia, sus ojos abiertos enormemente ante la sorpresa y el enojo-. Cuando esto termine, me ocuparé de tu cabeza- sentenció.
-No... No... - gritó YeoSang, aun forcejeando. El guardia aun luchaba contra la enorme fuerza que tenía el Príncipe-. No es su culpa, yo me escapé. Quiero saber... Quiero verlo, quiero verte, mamá.
La Reina se acercó a una corta distancia a YeoSang, que se calmó un poco, cruzando miradas, la mujer le dio una cachetada que hasta el guardia sintió el envión del cuerpo de YeoSang hacia su derecha.
-Te estamos protegiendo, Príncipe desobediente y desagradecido- dijo entre dientes, con evidente enojo-. No vuelvas a llamarme mamá, niño caprichoso, ojalá te hubieran comido los lobos. ¡Suéltalo!
-¿Mi Reina...?- dudó YunHo.
-¡Suéltalo, dije!
YunHo soltó lentamente al príncipe, temiendo que pase algo si dejaba de rodearlo con sus brazos.
YeoSang pasó el umbral de la puerta hacia la habitación mientras la Reina hizo un gesto y los guardias cercanos tomaron el cuerpo de YunHo, colocando sus espadas sobre su cuello.
-Uno de los dos va a morir, ¿a quién elijes, YeoSang?- sentenció la Reina.
YeoSang sintió sus mejillas humedecerse por las lágrimas. Miró hacia donde estaba su padre, a una gran distancia aún, vio su respiración agitada, los paños mojados que cubrían su delirante cabeza y las manchas negras en lo que se podía ver de su rostro y sus manos. Agachó la cabeza en una reverencia a la Reina y caminó nuevamente hacia YunHo, agarrando su ropa.
La Reina no tuvo que dar una orden más para que los guardias se alejen de YunHo, simplemente cerró las puertas de la habitación Real, ni siquiera dándole una mirada a YeoSang, que hubiera caído de rodillas si YunHo no lo sostenía.
-¡Oh, Dios! Estamos vivos. Estamos vivos- susurró YunHo, cayendo también con el Príncipe, aliviado de no ser comida para los perros-. ¿Príncipe?
YeoSang sentía que sus ojos se empañaban y su visión se apagaba, no había podido respirar correctamente desde hacía rato, y la falta de oxígeno le estaba afectando.
Despertó en su habitación, aunque no abrió los ojos, lo sabía por el perfume de sus almohadas, y también sabía que YunHo estaba con él, sosteniendo algo frío en la mejilla que su madre, la Reina, había abofeteado.
-Lo siento- murmuró, haciéndose ovillito entre las sábanas y mantas-. Fui un estúpido. Empeoré todo.
-No fue tan malo- lo consoló el guardia, colocando el paño frío en el agua y estrujándolo para volver a colocarlo en su mejilla-. Pero esa mujer pega bien fuerte, prefiero enfrentarme a un batallón que a ella.
YeoSang abrió los ojos, esperaba encontrarse con una mirada enojada y severa pero, ¿YunHo se estaba riendo?
-Las Reinas también son entrenadas para luchar- aclaró.
-Lo sabía, pero no pensé que de ésta manera.
-¿Cuánto tiempo pasó?- preguntó incorporándose en la cama.
-Despacio, no se esfuerce, que aún no sé por qué se desmayó- le dijo, recostándolo de nuevo.
-No estaba respirando.
-¿Cómo?
-Cuando tengo emociones muy fuertes, no puedo respirar bien- dijo, casi sin darle importancia, haciendo una pausa-. ¿El Rey...?
-Apenas pasaron un par de horas, sigue con vida, al menos no avisaron nada en el castillo. No hay gritos, ni movimientos. Creo que ahora tienen miedo a la Reina- sonrió, colocando nuevamente el paño frío.
-Realmente lo lamento, actué sin pensar. Casi te matan por mi culpa - hizo otra pausa, intentando sin éxito contener el llanto-. Mi madre... La Reina... prefiere que me coman los lobos- sollozó, agarrando las mantas para cubrirse el rostro.
-Eso no es verdad. La Reina lo ama, Su Alteza, pero está pasando por una situación difícil. Estoy seguro que no quería decir eso, Príncipe.
-Nadie dice algo que no quiere decir- aclaró debajo de las mantas, su grave y ronca voz ofuscada por las telas.
Se sentía herido. No sólo su madre la había dicho que hubiera deseado que aquella vez se lo coman los lobos, dejando en manifiesto que estaba también decepcionada de él, sino que además le quitó el derecho de llamarla mamá, la única conexión sincera e íntima que tenía con alguien fuera de los protocolos y los buenos modales reales.
-Me duele, YunHo.
-Mi Príncipe, ¿qué le duele? llamaré a los médicos- dijo, levantándose de la cama con urgencia.
YeoSang lo detuvo.
-Me duele el corazón, la boca del estómago, me duele el alma. Mi dolor no lo cura ningún médico. Si mi... la Reina muere, lo último que recordaré de ella es este momento, estas frases que me seguirán por el resto de mi existencia.
YunHo no supo qué decirle, sólo se limitó a acariciar su hombro sobre las apretadas mantas que mantenían a YeoSang en una especie de fortaleza de seguridad. 
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ail120 · 9 months ago
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ilikeitwhenyouaregone · 1 year ago
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Salir, y hablar, y hacer, moverse, mirar y oír y ser percibidos nos pone en constante riesgo, ni siquiera encerrarse y callar y quedarse quieto nos salva de sus conseuencias, de las situaciones lógicas e irremediables, de lo que hoy es inminente y era tan inesperado hace ya casi un año, o hace cuatro, diez, o cien, o incluso ayer mismo.
Javier Marías, Corazón tan blanco.
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lonely-soul28 · 2 years ago
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Hay un límite para cada cosa, ya sea el fondo de un vaso, o el cariño de un corazón quebrado. Hay un límite para cada pequeña cosa que nos rodea. Sólo que a veces pienso que yo no tengo uno.
Veo como algo normal, el reprimir mis emociones y desahogarlo en canciones. El aguantar lágrimas y cerrar las cortinas. No quiero dar explicaciones, sin embargo, quiero ser comprendido.
Bebo cada uno de mis penas con alcohol, intento esconderlas cada una en el cajón. Hasta que no haya rastros del desastre.
De lo que se esconde dentro de mi mente. Pero hay un límite. Uno donde yo ni pueda parar la lluvia de mis ojos y los truenos de mis pensamientos. Aquellas noches tormentosas. Mismo producto de no saber mi límite.
Es cuando exploto en llanto y mi voz se corta, cuando eh tocado. Cuando ni yo mismo me recozco..
-Tocar fondo-
Poker-
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karinanails69 · 2 years ago
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#ilikekn69 #uñas #gelish #pestañas #cejas #uñasacrilicas #guadalajara #zapopan #KarinaNails69 #KN69 #nails #jalisco #mexico #sinfiltro #blanco #rojo #negro #besos #letras #corazones #manoalzada #manos #febrero #14defebrero (en Karina Nails 69) https://www.instagram.com/p/CopSuMSOPsP/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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shactividades · 21 days ago
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CAPÍTULO 08: UNA VIDA POR UNA VIDA
Ambientación: 17 al 30 de Noviembre.
Clima: Nublado/Tormentas eléctricas.
Vestimenta: Pañuelo blanco obligatorio.
Despiertas en el mismo lugar. La luz gris entra por la cortina, el reloj marca 6:32. Te levantas, sin sorpresa, como siempre. La misma rutina, los mismos movimientos automáticos. Te miras en el espejo. La misma cara, la misma expresión vacía.
La ducha te toca la piel, pero no te despierta. Sales y el día comienza, otra vez. Desayunas. Nada cambia. Todo se repite. Te arrastras al área de entrenamiento. Regresas al comedor.
No hay escape. El bucle sigue. Y otra vez, todo empieza de nuevo.
[...]
El tiempo dentro del refugio sigue siendo un eco, extraño y repetitivo. Los días se alargan, pero no avanzan. Todo parece transcurrir a la misma velocidad: las horas pasan sin que nada cambie, sin que nada se resuelva. Los heridos ya se han recuperado lo suficiente para participar en entrenamientos más intensos, pero las excursiones al exterior siguen suspendidas. El aire en el refugio se vuelve cada vez más pesado, cargado de una creciente ansiedad que nadie se atreve a nombrar. Los suministros empiezan a escasear lentamente, y la sensación de estar atrapados, inmóviles, se hace cada vez más palpable.
La rutina se ha vuelto insoportable. No hay descanso, no hay tiempo para detenerse a pensar. Los entrenamientos, las oraciones, las reparaciones de las defensas… todo parece un ciclo interminable. Sin embargo hay una actividad nueva que ha dominado los últimos días: la preparación de un banquete. No es un banquete cualquiera, sino uno que se siente como un ritual. Los ingredientes, escasos, se eligen con esmero, y cada preparación parece estar envuelta en un aire ceremonial. Los miembros del refugio trabajan juntos, pero el silencio pesa más que nunca. La atmósfera tiene algo solemne, como si cada gesto estuviera cargado de un simbolismo que muchos no logran entender del todo.
Mientras tanto, las tensiones internas crecen. Los murmullos se hacen más frecuentes, las miradas se cruzan más rápido, los pasos se aceleran. El refugio ya no es un lugar de paz, sino de agitación contenida. Y lo que todos sienten, aunque nadie lo diga en voz alta, es que algo se está acercando. El futuro es incierto y, por primera vez en mucho tiempo, la gente comienza a cuestionar qué les espera, no solo fuera de esas paredes, sino dentro de ellas.
En medio de este ambiente tenso, estalla una pelea. Dos hombres, visiblemente agotados por el confinamiento y la incertidumbre, se enfrentan en el comedor. Las palabras suben de tono, los empujones se hacen más violentos. La discusión, que comienza como un desacuerdo menor, rápidamente escala a algo mucho más grande, a una manifestación de la frustración general. Los demás observan en silencio, algunos con una leve incomodidad, otros con una evidente indiferencia. La violencia de la escena no es algo nuevo, pero esta vez es diferente.
Dos de los vigilantes, sin mediar palabra, se acercan rápidamente. Con una fuerza implacable, levantan a los hombres por el cuello y, casi sin esfuerzo, los echan al exterior. La puerta se cierra con un golpe seco, y el sonido del impacto parece resonar en los corazones de todos. Los hombres, ahora exiliados, no tienen tiempo para protestar. Sabían lo que estaba en juego. No solo desafiaron a la Madre Serena, sino también la autoridad de todo lo que representaba el refugio.
El silencio cae sobre el comedor, y la tensión se puede cortar con un cuchillo. Los ojos de los presentes se desvían al suelo, a las paredes, a cualquier lugar donde no se vean obligados a enfrentar lo que acaba de suceder. Nadie dice nada, pero todos lo saben: si no sigues las reglas, si te enfrentas a lo que la Madre Serena ha dispuesto, el exilio es la única opción. Y todos temen ese destino.
Al día siguiente, la Madre Serena se presenta ante todos, con su presencia serena y su voz firme. Se ha hablado de su fuerza, de su capacidad para tomar decisiones difíciles, pero nadie esperaba lo que diría ahora. Ella observa a la gente reunida, su mirada recorre cada rostro, asegurándose de que cada uno escuche lo que tiene que decir.
—La llegada de los sobrevivientes no es una casualidad —dice, su voz calmada pero autoritaria—. Es un mensaje claro de Dios. Nos ha mostrado el camino. Nos está diciendo que debemos salir al exterior. Es hora de enfrentarnos a lo que la ciudad oculta, a lo que el mundo nos pide que enfrentemos.
Un murmullo recorre la sala, y las miradas comienzan a cruzarse. Algunos se sienten incómodos con lo que está diciendo, otros claramente no están de acuerdo. La idea de salir al exterior, de enfrentarse a lo que queda de la ciudad, es aterradora. Los peligros son desconocidos, el riesgo es enorme. Y, por supuesto, el temor a lo que pueda suceder en el camino pesa sobre todos.
—Dios nos ha enviado una señal —continúa, su voz volviéndose aún más solemne—. Estos sobrevivientes, encontrados cerca del refugio, son prueba de que Él nos protegerá. No podemos seguir esperando dentro de estas paredes. Si no salimos ahora, si no buscamos lo que necesitamos para sobrevivir, no resistiremos el invierno.
Un hombre se atreve a levantar la voz, su tono cargado de frustración y miedo.
—¿Pero qué pasa si estamos condenados a salir? —su pregunta queda flotando en el aire, desafiante.
La Madre Serena lo mira fijamente, y en su rostro no hay ni ira ni miedo, solo una calma profunda que parece desterrar cualquier duda.
—La fe no siempre es fácil, hijo —dice con suavidad, pero con una autoridad inquebrantable—. Dios nos está guiando. La elección es clara: si nos rendimos a nuestros miedos, estamos condenados. No podemos vivir con miedo a lo desconocido.
Una pausa pesada cae sobre la sala. Nadie responde, pero el silencio está cargado de significados no dichos. Los ojos de todos se cruzan, y saben lo que esto significa. Si se niegan, si se resisten, serán exiliados. La decisión está tomada, pero el peso de ella aplasta a todos los presentes.
El refugio, que una vez fue su hogar y su protección, ahora se siente como una prisión. Y el banquete que han estado preparando, con tanto esmero, parece más un sacrificio que una celebración. Cada plato, cada movimiento, parece estar marcado por una ritualidad que deja entrever que no solo es un acto de gracias, sino una ofrenda ante lo que vendrá.
La decisión ya está tomada. La Madre Serena ha hablado. Y aunque algunos se resisten, saben que no tienen otra opción. Saldrán al exterior. Y lo harán bajo la protección divina que ella ha prometido. Pero, a medida que el silencio se extiende, una duda colectiva se cierne sobre ellos: ¿será esta una oportunidad de salvación o el último paso hacia la perdición?
Archivos anexos: Nuevos organización grupos y líderes, locaciones exteriores, cronología.
Tipo de desarrollo: Starters públicos y sentence starters.
Duración: 12 días, 18-29 de Diciembre.
TLDR; Ha pasado una semana desde que llegaron al refugio y por órdenes de Samuels tuvieron que permanecer encerrados después de haber perdido a varios miembros en una excursión el 9 de Noviembre. La paz en el refugio ya no es la misma. Los personajes están agitados e inconformes con el ambiente, los suministros escasean y todo ha empeorado al ser obligados a participar en un banquete ceremonial iniciado por Madre Serena. Mientras los personajes se acostumbran al cambio de ritmo en el refugio, un grupo de sobrevivientes aparece y se integra a La Nueva Era, siendo rostros conocidos para algunos de los presentes. Esta actividad es de sobrevivencia, unidad y dar gracias por la vida.
Cada usuario es libre de elegir qué tipo de starter publicar. Puede usar sentence starters, starter público o combinarlos. También puede darles una cronología que abarque todos los días de duración on-rol.
Cada pareja debe abrir un privado donde salgan al exterior a buscar suministros. En Discord se llevará a cabo una lanzada de dados para saber qué lugar deben recorrer y el resultado del a recolección. Les damos la oportunidad de hacer este privado + un starter aparte.
El código de vestimenta es libre pero deben usar un pañuelo blanco. Se les dio la oportunidad de entrar a las tiendas para conseguir mudas de ropa limpia. Los invitamos a subir sus ediciones al blog y etiquetarlos con el nombre de sus personajes.
¡Bienvenidos al inicio del fin! Esperamos la actividad sea del agrado de todos. Cualquier duda pueden consultarla directamente en el main de forma anónima o con cuenta.
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Tracklist:
Estoy Aqui • Antologia • Un Poco de Amor • Quiero • Te Necesito • Vuelve • Te Espero Sentada • Pies Descalzos, Sueños Blancos • Pienso en Ti • Donde Estas Corazon • Se Quiere, Se Mata
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white-fang-22 · 10 months ago
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"Tengo esa idea en la mente de que cuando nacemos, Dios nos escribe cosas en el corazón. Verán... a algunas personas les escribe 'feliz' y a otras 'tristes'. En los corazones de unos pone 'loco', en el de otros, 'genio', y en  algunos más, 'enojado'. […] Él, con su bolígrafo, graba en nuestros corazones en blanco. Cuando fue mi turno, escribió 'triste'."
Benjamín Alire Sáenz ( Canción Nocturna )
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caostalgia · 1 year ago
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Untitled
Déjame hacerte el amor.
Por favor... solo seamos tú y yo.
Sí, pero a mí manera, ¿está bien?
Tomarte de la mano y sentir la calidez de tu ser.
Abrazarte; aferrándome con todas mis fuerzas a tu espalda, a la espera de que en tu pecho se encienda una viva llama.
Mirarte a los ojos y perderme en ellos de a poco.
Tú un coloso, tus iris el cosmos.
Hacer de tu olor mi esencia favorita. Y tuya, el aroma que hay en mí; chocolate blanco y vainilla. En ti, coñac, almendras y notas de kief.
Tus besos sabor miel, y mis labios casi siempre, hiel.
Bajo las sábanas, leerte mi desestructurada poesía y escribirte algo nuevo con la primera luz del día.
Podemos recostarnos en aquel parque; nuestros cuerpos contra el césped, y al caer la noche, hablemos de todos aquellos sueños que tenemos en mente.
Reír hasta que nuestros corazones, de dicha se llenen.
Puedo ser tu caja de Pandora, como un rehén, ocultar lo perjudicial que en ti puede haber, y resguardar tu esperanza bajo mimosas aunque yo soy más de amapolas.
Vamos, déjame aquietar tu dolor; que intentar paliar en ti, cualquier temor, es la forma más etérea de hacerte el amor.
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Coldissweet
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genesissky · 1 month ago
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-¿Por qué elegiste esa pulsera?
Por los cuadritos negros y blancos ( es como tan vos y tan yo) , por lo delgada y frágil (como nuestros corazones ) y unidas por cadenas mutuamente con pequeñas esferas doradas que es lo que estamos construyendo ✨ que a pesar de que no están unidos directamente igual conforman algo hermoso.
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lightningboy19 · 2 years ago
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Con los ojos ardorosos por la falta de sueño pero siempre estando tú entre mis pensamientos...
Chico Relámpago
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