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República Dominicana Luxury | Desde 1.367€
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Hoteles en Playa del Carmen Quinta Avenida
Hoteles en Playa del Carmen Quinta Avenida: Puedes disfrutar de la tranquilidad, actividades nocturnas, familiares en un solo lugar. En este apartado te hablaremos de algunos lugares que te encantaran. 5 hoteles ubicados en la Quinta Avenida de Playa del Carmen Características más destacadas: Hotel La Tortuga: Este encantador hotel boutique se encuentra en el corazón de la Quinta Avenida y a…
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Visita al PTS
Ayer junto con mis compañeros de clase visitamos un hospital. Estuvimos mirando la zona de la cocina y los procesos por los que pasaban las dietas de cada paciente, la forma de trabajar y las máquinas que utilizaban. Me encantó haber compartido junto con mis compañeros y profesores esta experiencia. Lamentablemente no pudimos hacer fotos porque estaba prohibido (en la zona de dentro) :(
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Puedo pedir mas de enzo con lactation kink? Fue muy cortito :( NECESITO MASSSSS soy adicta a tus textos
Kinktober, Día 13: Lactation Kink
-¿Cómo estuvo tu clase?- pregunta Enzo cuando te escucha llegar. Caminás en silencio hasta la cocina, sospechando que la bebé puede estar dormida en sus brazos, pero lo encontrás solo-. ¿Todo bien?
-¿La regalaste?- bromeás mientras observás la serenidad con la que se encarga de tu leche materna para poder refrigerarla. Él suelta una carcajada estrepitosa y sólo deja de reír cuando ve tu expresión de pánico.
-No se va a despertar- jura luego de besar tu mejilla-. Y no me dijiste cómo te fue.
-Decente- contestás con una mueca de descontento. Enzo arquea una ceja, poco convencido, pero comprende a qué te referís cuando levantás tu camiseta (que en realidad le pertenece a él, pero te resulta cómoda) para enseñarle el estado del top deportivo que llevás-. En frente de todos, boludo, me quería morir.
-Es completamente normal, amor, nadie va a...
-Ya sé que es normal- lo interrumpís-, pero me molesta. Y todavía me duelen.
Te rodea con sus brazos y besa tu cuello con la esperanza de consolarte. Llevan incontables días intentando lidiar con tu sobreproducción de leche y sin importar cuánto se alimente la bebé, cuánto saques con el extractor y cuánto termine manchando tu ropa, siempre hay más. Y el dolor es insoportable.
-Perdón- susurrás y escondés tu rostro en su pecho. Besa tu cabello, todavía sin deshacer el abrazo-. No es tu culpa, no quería...
-Un poco sí lo es- sonríe cuando te escucha reír-. Y no me pidas perdón.
Cuando intentás separarte, pensando en tomar una rápida ducha para poder compartir un momento de paz y tranquilidad solos, no lo permite. No te quejás, sobre todo porque sentís sus manos recorriendo tu espalda y tu cadera, pero también porque sentís su erección presionando contra tu estómago.
-Sos tremendo, nene- fingís indignación-. Mirá cómo te ponés.
-Vos me ponés así- desliza una mano por debajo de tus leggins y con la otra masajea tus pechos-. Más cuando me mostrás las tetas...
-Estás obsesionado con mis tetas.
-Estoy obsesionado con vos- corrige, tomando tu pezón entre sus dedos y presionando. Un gemido, tan grave que suena como un gruñido, deja sus labios cuando el líquido humedece sus dígitos-. ¿Me dejás...?
En cuanto suspirás un sí, evidentemente tentada por sus caricias, Enzo te acorrala contra el mueble a tus espaldas. Sus labios en tu cuello y la manera desesperada en que embiste contra tu estómago, junto con sus dedos todavía jugando con tu pezón, te hacen gemir y retorcerte entre sus manos.
En cuestión de segundos te desnuda, prácticamente arrancando la ropa de tu cuerpo, para luego sentarte sobre el mármol frío ignorando tus protestas por la temperatura y sin importarle la posibilidad de derramar la leche. Toma uno de tus pechos entre sus labios, mordiendo despiadadamente antes de comenzar a succionar.
Te observa desde su lugar, registrando todas tus expresiones mientras masajea su erección por sobre su ropa, sin dejar de succionar con fuerza. Sabés que no tendrías que sentirte tan excitada por sus acciones, pero es imposible, sobre todo por la forma en que sus labios parecen adherirse a tu piel y la rapidez en que la excitación ensombrece su mirada.
Cuando se separa de tu cuerpo hay un hilo de saliva conectando su boca a tu pecho y en su mentón una gota de leche. La limpiás con tu pulgar y él sujeta tu muñeca para poder tomar tu dedo entre sus labios: sus párpados caen -te fascina el largo de sus pestañas y cómo rozan su piel- y deja salir un gemido.
Su rostro es una combinación entre satisfacción y alivio. El tuyo también.
-Agarrate- ordena antes de tomarte en brazos. Rodeás su cintura con tus piernas y mientras te lleva hacia la sala, claramente en dirección al sofá individual donde tanto le gusta leer, sentís su erección golpeando contra tu centro cada vez más húmedo.
La última vez que tuvieron sexo en este sofá es la razón por la que ahora se encuentran en esta situación y mientras te posiciona sobre su regazo caés en cuenta de que están prácticamente recreando la escena. Hay una extraña mirada en sus ojos, mezcla entre complicidad y devoción, mientras manipula tu cuerpo como quiere.
Enzo sujeta tu muslo para dejarlo sobre el apoyabrazos aterciopelado, procurando no generarte ninguna molestia, antes de liberar su miembro para guiarlo hacia tu entrada. Roza tus pliegues con su punta mientras contempla tu rostro, su mirada viajando desde tus ojos hacia tu labios entreabiertos y viceversa. Sonríe.
-¿Querés que te la meta?
En lugar de contestar te dejás caer sobre su miembro. La falta de preparación es evidente pero tu humedad facilita la penetración y el deseo que nubla tu juicio convierte el ardor en algo placentero.
Enzo muerde su labio cuando el calor de tus paredes lo envuelve y segundos más tarde vuelve a tomar tu pecho izquierdo en su boca para silenciar sus suspiros y gemidos. Sostiene tu cadera para detener tus movimientos -no cree aguantar demasiado- y con su otra mano masajea tu pecho derecho.
Un hilo de líquido blanquecino corre por su mano y su brazo mientras continúa girando tu pezón entre sus dedos. Mueve sus caderas involuntariamente y muerde tu pecho sin medir su fuerza, haciéndote sollozar y reclamarle, tu mano tirando de su cabello.
-Perdón- dice entre gemidos-. Fue sin querer.
Está completamente desesperado y cuando sujeta tu cadera comprendés cómo va a terminar esto. Comienza a embestirte con fuerza, sus labios succionando aún más rápido que antes, algún que otro patético gemido llegando a tus oídos cuando tus músculos se contraen sobre su miembro.
Unos instantes más tarde se deja ir, salpica tu interior de blanco, llenándote con su semen mientras en su rostro se refleja la vergüenza que lo invade. Es un intercambio, pensás, sin importarte lo obsceno que es.
-Perdón...
-No me pidas perdón- contestás con tus labios peligrosamente cerca de los suyos. Retomás el movimiento de tus caderas y sentís sus uñas clavándose en tu piel-. Me la vas a dar toda, ¿no?
Esconde su rostro entre tus pechos. Asiente tímidamente.
- @madame-fear @chiquititamia @creative-heart @llorented @recaltiente @delusionalgirlplace ♡
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⤷ ❝hands on❞ — jjk (s.m)
➤ Pareja: jungkook!tatuado x lectora!fem
➤ Recuento de palabras: 7.2k palabras
➤ Género: compañeros de clase, smut y obscenidad.
➤Resumen: Cuando conociste a tu compañero de proyecto nunca te imaginaste terminar babeando y obsesionada por sus manos y por un bocado de él, en un esfuerzo por aliviar algo del estrés decides alimentar tus sucias fantasías con algunos textos y mensajes inocentes sobre Jungkook con tu mejor amiga, detallando, explícitamente, lo que quieres que esas grandes y jodidas manos te hagan, hasta que un día le envías por error unos de esos mensajes a Jungkook, y es ahí cuando él decide cumplir todos tus deseos al pie de la letra.
➤ Advertencias: 18+ | lenguaje maduro y explícito | lenguaje vulgar y obsceno | sobreestimulación | las manos de Jungkook (sí, es una advertencia) | sexting | masturbación | charla sucia | tensión sexual | halagos durante el sexo | sexo oral (r. mujer) | juego y estimulación del clítoris | un poco de insultos | bofetadas en los pechos | chupar pezones | la lectora está atada de manos a una silla | follar con los dedos | jalar el cabello | nalgadas | bromas juguetonas durante el sexo | sexo duro | sexo con protección | JK ama tus tetas y juega con ellas (mucho) es dulce pero también engreído | Jungkook tiene un gran pene!
➤Si no eres mayor de 18 años, POR FAVOR, no leas. Si lo haces es bajo tu propia responsabilidad, ten en cuenta las advertencias.
♥︎ softpxachy's
⤷ masterlist ♡ taglist ♡ instagram
Esto es malo.
—¿Crees que realmente revisará y contará todas nuestras fuentes? —Jungkook preguntó pero yo no podía escuchar nada de lo que decía.
Esto es realmente malo.
—Solo tengo diez, pero miré documentos de la época medieval y aún así no encuentro más…
Sus dedos se abrieron paso a través de esos largos mechones negros de su cabello con frustración y sus ojos se cruzaron con los míos por unos segundos.
Esto es jodidamente malo.
—No mucha gente ha escrito sobre este tema en específico y nos estamos quedando sin información…
Jungkook tomó distraídamente su lápiz mientras seguía hablando y mi pulso se aceleró por el pánico creciente en mi cuerpo.
No, por favor no, el lápiz no…
Lo hizo girar hábilmente sobre sus nudillos, moviendo su muñeca casualmente para que crujiera con un pequeño estallido agudo.
Y luego; apretó los puños. Duro. Si, este es el final para mí.
—¡Agua! — casi grité mientras saltaba bruscamente de mi asiento, los papeles de nuestra investigación se deslizaron en todas direcciones y la mirada sorprendida de Jungkook se lanzó hacia mí.
—¿Estás bien? —Jungkook me preguntó sin dejar de mirarme y yo traté de relajar mis nervios.
—Sí. Oh, sí. Solo tengo... sed. —respondí formando una sonrisa forzada, y esas fueron las palabras más verdaderas que jamás había dicho.
Mi dulce, amable y jodidamente sexy compañero de proyecto sonrió; felizmente inconsciente de todas las formas en que lo profanaba mentalmente.
—La cocina está a la vuelta de la esquina, si no tienes problemas en ir sola en lo que investigo más sobre nuestro tema. —Jungkook habló con calma sin borrar su bonita sonrisa y yo solo pude asentir rígidamente antes de desaparecer por el pasillo.
Y unos momentos después, en la relativa privacidad de la cocina de Jungkook, apoyé ambas palmas de mis manos sobre la mesa y traté de respirar correctamente antes de gruñir por lo bajo.
Dios, soy una desgracia.
No siempre había sido así. Todavía podía recordar una época (hace 3 semanas exactamente) en la que era una persona normal, lejos de ser una completa exhibicionista.
Mi carrera era mi prioridad justo ahora, estaba a punto de titularme y debía esforzarme el doble si quería terminar mi último año sin problemas y poder obtener un trabajo decente, tenía todo planeado, nada se me salía de control, sabía lo que quería y lo que tenía que hacer para conseguirlo, tenía toda mi vida organizada y estable.
Hasta que Jeon Jungkook envolvió sus gloriosas manos alrededor de mi piso de cotidianidad y aburrimiento y me sacó de ahí.
A primera vista, Jungkook no representaba una verdadera amenaza. Sí, era hermoso, no estaba ciega, estaba bien formado y era abrumadoramente educado, pero no era una novata inexperta en eso, el salir un par de veces con Park Jimin me habían dejado en claro que había llegado a un nivel superior de belleza con él.
O eso pensaba.
Tal vez era su costumbre de usar mangas holgadas que colgaban sueltas sobre sus brazos hasta que solo se veía el más mínimo indicio de las yemas de sus dedos, pero mi impresión inicial de Jungkook no fue cuando ingresó de último a clase de arte, eso habría sido inolvidable. Más bien fue hasta que el Dr. Kim anunció a los compañeros de tesis que había descubierto mi error fatal.
—Trabajarás con Jeon Jungkook.
Y ahí los dos nos miramos el uno al otro a través de la pequeña sala de conferencias e intercambiamos amistosos asentimientos, y después de finalizar la clase, mi nuevo compañero se dirigió a mi escritorio.
—Hola, déjame darte mi número, envíame un mensaje de texto con tu disponibilidad y puedo reservar tiempo en la biblioteca para nosotros.
Y entonces sucedió.
Jungkook se arremangó las mangas de su camisa y mi cerebro sufrió un cortocircuito.
Santa mierda.
Sus manos eran obscenas. NSFW. Básicamente pornográficas.
Sus dedos eran largos y con un toque suave en cada nudillo, uñas bien redondeadas y palmas anchas con un toque de venas que subían por sus brazos hermosamente.
—¿Está bien? —preguntó pero su voz solo se escuchaba de fondo mientras yo seguía observando sus manos sin descaro alguno.
Los diseños hábilmente tatuados en su piel sobresalían de su mano derecha y se entrelazaban con su muñeca y su antebrazo, no podía ver más allá de lo que me permitía la manga de su camisa pero estaba segura que todo su brazo estaba tatuado, y juré que moría por pasar mi lengua por cada trazo en su piel.
—A menos que no te sientas cómoda…— volvió a hablar y casi estuve a punto de decirle que se callara para seguir observando sus manos como tanto quería.
Esos anillos; uno en el meñique y otros dos más en sus dedos índices y… el pulgar, Dios, tragué saliva al imaginarme de rodillas frente a él mientras Jungkook me obligaba a chupar su pulgar como si fuera su polla, preparándome antes de…
—Quiero decir, así no tienes que darme tu número, como sea, escríbeme y nos ponemos de acuerdo.
¿Esas eran pulseras de cadena? ¿Quién era este hombre? ¿Quién era yo? ¿Cuál era mi nombre? ¿Qué tan profundo podrían esos dedos deslizarse en mi...?
¿Por qué se está alejando?
—¡Oh, joder! ¡Espera, Jungkook..!
Y realmente todo se había ido cuesta abajo desde allí.
Sus manos eran solo una droga de entrada al resto de todo lo que era Jungkook. Cada detalle que había ignorado sin esfuerzo ahora fluía repentinamente a través de mi conciencia en alta definición.
Su olor era algo deliciosamente masculino con un toque de vainilla que me dejaba aturdida cada que estaba cerca de él, los suaves rizos de su cabello colgaban románticamente sobre los perfectos rasgos de su rostro y ojos, y ese pecho tan ancho, firme, lamible.
Jungkook era un plato completo. Y yo me estaba muriendo de hambre.
No era un secreto que mi libido había estado encarcelado durante demasiado tiempo por todas las horas extra de trabajo y clases que me exigía a mí misma, y ahora solo se había vuelto completamente salvaje, rasgando mi cuerpo cada que tenía alguna sesión de estudio con Jungkook.
Había logrado milagrosamente compensar el mal funcionamiento inicial en el que prácticamente había babeado sobre sus manos en lugar de darle mi número y establecimos un horario de trabajo, pero en realidad, las reuniones con mi compañero se convirtieron rápidamente en un ejercicio diario de incontrolable sed de deseo.
Y era necesario tomar medidas.
No iba a dejar que Jeon Jungkook y sus gloriosas y varoniles manos destruyeran años de arduo trabajo casi autoimpuesto.
—Necesitas una salida.
La voz de mi amiga Jungyeon interrumpió otro de mis sueños de clasificación porno que tenía sobre Jungkook; en el que me daba una palmada en los muslos en el parque público en el que estábamos.
—¿Qué tipo de salida? —pregunté en medio de un suspiro de tristeza; mirando mis muslos y viendo la notable falta de la mano de Jungkook antes de arrugar mi nariz al tener una sospecha de cuál era la solución que Jungyeon ofrecería.— Por favor, dime que no vas a sugerir una noche sudorosa con algún tipo sucio del bar al que vas cada viernes.
Jungyeon puso los ojos en blanco y me dio un golpecito en la frente.
—No princesa, estaba pensando en una salida más creativa. Como... escribir.
—¿Quieres que empiece a escribir poemas calientes?
—Se le dice literatura erótica.— Jungyeon me corrigió en tono de burla y ahora fue mi turno de rodar los ojos.— Pero como sea; tu pequeño y sucio secreto podría traer mucha alegría al mundo, específicamente a mi mundo.
—Debes estar bromeando. —respondí casi a punto de echarme a reír ante su sugerencia.
—Por supuesto que no estoy bromeando, en lugar de pasarme horas buscando combustible de fantasía en esos blogs usaré tus fantasías como combustible. —Jungyeon explicó con calma como si fuera la solución a todos sus problemas .—Solo envíame un mensaje de texto cuando tengas otra de tus fantasías y podrás estar más tranquila y yo disfrutar un poco, será como un servicio de suscripción sucio.
—Estás loca.
—Soy una genio.
Pero dejando de lado la falta de límites y tacto de Jungyeon, ella era, de hecho, literalmente una genio, porque todo lo que necesité fue intoxicarme de Jungkook durante nuestra próxima sesión de lluvia de ideas que yo ya me estaba escondiendo en el baño para escribirle mi primera fantasía.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook envuelva sus manos alrededor de la parte de atrás de mi cuello y presione mi cara contra la mesa mientras me folla con fuerza hasta que esté gritando.
Jungyeon: Definitivamente soy una genio. ¿Te sientes mejor?
Yo: Sí, un poquito.
Y así comenzaron varias semanas de lo que cariñosamente llamaba "porno kookie".
Algunos eran bastante explícitos:
Yo: “Quiero que Jeon Jungkook arranque mis bragas empapadas y mueva mi clítoris desnudo en sus gruesos muslos hasta que sus jeans estén mojados con mi orgasmo.”
Otros eran de naturaleza más filosófica:
Yo: “Si muero antes de lamer el sudor de los abdominales de Jeon Jungkook, ¿realmente viví?”
Y algunos otros fueron extrañamente específicos:
Yo: “Quiero pasar mi lengua por cada vena de las manos y antebrazos de Jeon Jungkook mientras lame y muerde mis tetas.”
Jungyeon estaba viviendo su mejor vida por supuesto y esperaba con alegría mis reuniones de estudio con Jungkook para poder tener más “kookies".
Los textos, sin embargo, no eran más que una curita en la herida de bala que tenía. No eran suficientes.
Cada vez que Jungkook me sonreía o me miraba con esa expresión suave y brillante, o decía algo extremadamente inteligente; el latido insistente en mi entrepierna se intensificaba cada vez más hasta que me veía obligada a buscar un alivio inmediato cuando realmente tenía que hacerlo. Frotando mi entrepierna sutilmente contra el respaldo de su sofá cuando Jungkook iba al baño después de que usara la parte inferior de su camisa para limpiar algunas gotas de agua en la mesa; casi asesinándome con un destello de sus abdominales bien marcados por unos segundos.
Pero la peor parte de todo era que sabía muy bien que mi fijación hacia Jungkook no era simplemente sexual. Cuanto más lo disfrutaba genuinamente como persona, menos efectivos se volvían mis espeluznantes textos.
Y ahora aquí estaba: escondida en su cocina con el calor y la humedad pegándose incómodamente entre mis piernas y sin ningún tipo de alivio a la vista. Gruñendo con irritación, saqué mi teléfono y me preparé mentalmente para servirle a Jungyeon un Kookie humeante recién salido del horno de mi imaginación.
Yo: Quiero que Jeon Jungkook me ate a la silla de su comedor. Quiero que rompa mi blusa por la mitad, me golpee las tetas y me chupe los pezones hasta que grite...
La fantasía en mi cabeza se construyó a un ritmo alarmante y mis dedos apenas podían seguir el ritmo de la suciedad que estaba imaginando.
Yo: Quiero que me suba la falda y frote mi clítoris a través de mis bragas empapadas hasta que esté gimiendo su nombre una y otra vez…
Yo: Quiero ver como mete sus dedos en mi coño mojado. Quiero que me incline hacia atrás y juegue con mi clítoris hasta que no pueda recordar quién soy.
Yo: Quiero que me parta por la mitad con su polla y me golpee el culo hasta que no pueda sentarme por días. Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él…
Me dolía el cuerpo. Estaba atormentada. Los textos que alguna vez habían sido una válvula de presión ahora estaban aumentando activamente la presión dentro de mi cuerpo. Estaba gimiendo de frustración, presioné el botón de enviar y volví a guardar el teléfono en mi bolsillo, lista para enfrentar una vez más la fuente de mi miseria cuando de repente...
Da-ding
El sonido de un celular a través del pasillo me regresó directamente a la realidad. Y yo conocía ese sonido.
Era el sonido que Jungkook había programado como alerta de mensajes para mi contacto, y ahora… ahora significaba el sonido de mi mundo derrumbándose por completo.
Con las manos temblorosas saque mi teléfono para confirmar la terrible verdad que muy en el fondo de mi ya sabía. No le había enviado un mensaje de texto a Jungyeon.
Le había enviado un mensaje de texto a Jungkook.
Por un momento, un momento increíblemente breve, consideré la idea de que él simplemente ignoraría el mensaje y continuaría con su búsqueda de información para nuestra tesis. Pero no fue así.
El jadeo débil pero insoportablemente claro llegó a la cocina. Fue el grito ahogado de un hombre que acababa de descubrir que su compañera de tesis quería que la "partiera por la mitad con su polla".
Debía correr. Huir a cualquier otro país y cambiar mi nombre. Mis ojos recorrieron frenéticamente el lugar que me rodeaba; buscando desesperadamente un medio de escape.
Había una sola ventana en toda la habitación, justo encima del fregadero, y estaba segura que si debía trepar por el fregadero para poder salir de aquí. Por supuesto que lo haría; saltaría directo a un tiburón si eso significara librarme de la cocina de máxima seguridad de Jungkook.
Tenía un pie sobre el fregadero y el otro colgaba precariamente en el aire a punto de arrastrarme a la salvación y huir de ahí justo antes de que dos manos grandes y fuertes rodearan mi cintura; tirando mi cuerpo hacia atrás de regreso a la cocina con un esfuerzo vergonzosamente pequeño.
El pequeño chillido de sorpresa que solté no fue nada al darme cuenta de que Jungkook me había arrojado cuidadosamente y con suma facilidad sobre su hombro como un saco de harina mientras se alejaba conmigo en brazos de lo que había considerado como la única forma de salir viva de su casa.
Un quejido de indignación se me escapó cuando sentí mi trasero golpear la silla del comedor y traté de hacer todo lo posible para mantener mis ojos pegados a sus rodillas; estaba segura que sería incapaz de encontrar la mirada del alma inocente que muy probablemente había traumatizado de por vida.
Por un pequeño instante de silencio todo quedó extrañamente suspendido, no podía decir alguna palabra sin que la vergüenza se apoderara de mí después de que Jungkook hubiera descubierto mi sucio secreto acerca de él, y entonces sentí que dos de sus dedos se presionaban firmemente debajo de mi mandíbula; elevando mi rostro hacia él.
—Debo decir...—Jungkook murmuró arrastrando sus palabras pensativamente, dejando que su mirada intensa se posara sobre mi.— Que esto es algo sorprendente dada tu... historia.
Estaba cerca. Demasiado cerca. Lo suficientemente cerca como para que su aroma, esa mezcla familiar de vainilla me hiciera agua la boca.
Y definitivamente no se veía traumatizado. O inocente.
Tragué saliva al darme cuenta del hecho que el hombre frente a mi parecía más una estrella de rock empapada de sexo; con carisma puro envuelto en tatuajes y músculos sólidos.
—¿Oh? —balbuceé por lo bajo sin entender sus palabras y Jungkook solo me sonrió.
—¿Sorprendida? Eso es lindo viniendo de la mujer que quiere que yo…—alardeó con suficiencia en su voz antes de sacar su teléfono para comprobarlo.— La parta por la mitad con mi polla.
Y ahí estaba.
—Obviamente no quise enviarte eso... a ti. —murmuré por lo bajo sintiendo como la vergüenza subía por todo mi rostro.
—Oh, lo sabía incluso antes de que te atrapara queriendo saltar por la ventana. —Jungkook se rio entre dientes sin dejar de mirarme y yo solo me encogí en la silla.— Hablando de eso…
Su cuerpo se inclinó sobre el mío para tomar algo sobre la mesa y cuando regresó a su posición de antes mis ojos se abrieron al ver lo que era; una cuerda para saltar, la misma que había visto colgada en la pared cuando entré a la cocina y que ahora estaba enrollada sin apretar alrededor de su muñeca. Apenas tuve tiempo para procesar eso antes de verlo moverse hacia un lado y tomar mis manos hacia atrás contra el respaldo de la silla.
—¿Me estás… atando? —pregunté aún sin creerlo y jadeando por lo bajo al sentir un tirón fuerte con la cuerda en mis muñecas, fijando mi posición para que no pudiera moverme.
—¿No es lo que querías? —Jungkook susurró suavemente contra mi oído y su voz melosa y profunda me hizo temblar de forma vergonzosa. —Esta fue la solicitud que enviaste, ¿no es así? —agregó inclinándose para inspeccionar su obra y cuando estuvo satisfecho volvió a estar frente a mi. —Además no puedo permitir que intentes saltar por otra ventana, esto es realmente por tu propia seguridad.
Me sonrojé aún más al ver la sonrisita burlona que me regaló y abrí mis labios para decir algo, pero todo lo que salió fue una especie de sibilancia mientras Jungkook seguía mirándome con diversión engreída.
—¿Sabes que eres una especie de leyenda en la universidad? Te llaman la nena pura y casta. —Jungkook comenzó a hablar y no pude evitar rodar mis ojos ante sus palabras.
—Y se preguntan por qué nunca me acostaré con ellos. —farfullé con amargura siendo muy consciente de lo que se decía de mí y eso solo hizo que Jungkook riera por lo bajo mientras le daba un considerable repaso a todo mi cuerpo a su merced. —Sabes que no puedes andar atando mujeres a sillas contra su…
—¿Contra su voluntad? —Jungkook completó con una sonrisa diabólica adornando su perfecto rostro antes de inclinarse y quedar frente a mí, cara a cara. —Supongo que es bueno que tenga tu permiso por escrito aquí mismo.
Sentí mi respiración atascarse en mi garganta al escucharlo hablar, Jungkook me dio un rápido vistazo antes de enterrar su rostro en mi cuello y su aliento cálido aliento me hizo cosquillas en la piel segundos antes de sentir sus bonitos labios besar mi cuello con hambre, ahogué un gemido por la forma en que su lengua se deslizaba por toda mi piel; marcándola con intensas lamidas y pequeñas mordiditas, y cuando se alejó de mí no pude evitar lloriquear en silencio.
—¿Por qué no me lo lees, hmm? —Jungkook pidió elevando su teléfono a la altura de mi rostro.
—Yo no, no puedo…—balbuceé sintiendo como la vergüenza inicial regresaba a mí y respiré entrecortado cuando Jungkook pasó su pulgar por mi labio inferior lentamente; obligándome a mirarlo.
—Hazlo. —Me ordenó con su voz más dura de lo que esperaba.
El áspero timbre de su orden disparó una chispa caliente de placer directamente al centro de mis piernas, y juré que nunca había estado tan nerviosa como ahora, había algo en su mirada, algo que me hacía querer obedecerlo en todo lo que me pidiera, y así lo hice.
—Yo... quiero que Jeon Jungkook…. —comencé leyendo el texto y mi respiración se detuvo cuando el calor de su mano libre se deslizó sobre mi torso. —Me ate a su silla del comedor.
—Listo. —Afirmó en un susurro dejando que sus dedos delinearan las correas alrededor de mis muñecas.— Continua.
—Quiero que rompa, oh Dios… —balbuceé con la respiración agitada al sentir sus dedos deslizándose por mi pecho haciendo que cada palabra que decía se escuchara rota. —Quiero que rompa mi blusa por la mitad, golpeé mis tetas y…
No pude seguir leyendo más porque la mano pecadora de Jungkook se enganchó en el cuello de mi blusa; tirando con fuerza hacia los lados y rompiendo la tela, haciendo que los botones volaran en todas direcciones y que mi piel se estremeciera al sentir el aire fresco colándose por todo mi pecho.
—Me vuelves jodidamente loco… —Jungkook murmuró con una voz tan sensual y ronca mientras sentía sus ojos posarse en mis senos que subían y bajaban con cada profunda respiración que daba, lo vi relamerse sus bonitos labios al notar el sujetador de encaje negro que me había puesto hoy solo porque todos los demás estaban sucios.
Sus manos eran dulces cielos ardientes mientras se acercaban para palmear mis pechos levemente uno por uno, y yo simplemente no pude evitar gemir en voz alta; arqueando mi espalda hacia adelante y hacia sus manos sin vergüenza. Mi dignidad ya había desaparecido hace mucho tiempo a este punto y no deseaba recuperarla por ahora.
—Por favor… —rogué por lo bajo antes de soltar un pequeño gemido cuando sus grandes manos amasaron mis senos con una presión perfecta, podía sentir el peso de sus anillos a través de la tela de mi sostén.
—Nunca pensé que podría hacer esto. —Jungkook habló mientras sus pulgares rozaban con brusquedad mis pezones; arrancándome un gemido involuntario y haciendo que tirara con fuerza de la cuerda en mis manos. —Deberías de ver lo bonita que te ves así… —continuó hablando en medio de un denso suspiro, y el calor de su aliento chocó contra mi pecho haciéndome remover en la silla mientras sus manos seguían amasando con fuerza mis senos. —Pero quiero que sepas que yo también tengo muchas ideas de lo que yo te quiero hacer.
Y tan pronto como dijo eso su boca ya se encontraba sobre mi pecho; dejando besos húmedos y calientes por encima de la tela en uno de mis senos, haciendo que arqueara mi espalda más a su boca y que el calor en mi entrepierna aumentara incontrolablemente.
Había pasado tanto tiempo y estaba tan sensible, demasiado sensible.
—¡J-Jungkook! —jadeé entrecortado al sentirlo mover su boca hacia mi otro pecho sin previo aviso, dándole la misma atención con su deliciosa boca hasta que estaba retorciéndome y apretando mis muslos juntos sobre la silla.
—¿Ansiosa, bebé? —Jungkook preguntó formando una sonrisita burlona aún en mi pecho y yo solo pude lanzarle una mirada desesperada; rogándole mudamente que me diera lo que tanto quería.
Jungkook sonrió al ver mi estado de necesidad y volví a gemir cuando tomó un nuevo bocado de mi seno en su boca, sus dientes mordisquearon mi pezón sin mucha fuerza por encima de la tela que solo envió una punzada aguda de dolor teñido de placer directamente a mi clítoris, a este punto mi interior ya estaba apretando alrededor de la nada.
—Suenas tan bonita, bebé… —Jungkook elogió gentilmente, dejando que sus labios calmaran mi pezón. —Déjame darte lo que quieres…
Solté un pequeño suspiro de alivio al escucharlo justo antes de que sus dedos se engancharan al borde de las copas de mi sujetador tirando con fuerza hacia abajo hasta que mis senos desnudos se derramaron por encima y lo escuché gruñir ante la vista.
—Joder… —Jungkook jadeó antes de estirar sus manos ahuecar mis senos; como si estuviera probando su peso en ellas, su mirada me devoraba con hambre y ya podía sentir mis bragas empapadas bajo sus atenciones.
No hubo pensamientos más allá de ese segundo, mi deseo era desesperado en este momento, necesitaba más de su toque, más de él, lo necesitaba, lo anhelaba tanto que sentía que podía quedarme sin aliento, empujándome hacia él como una gatita necesitada, hasta que…
Slap.
Jadeé de placer por lo bajo cuando su palma se conectó contra mi piel, golpeando bruscamente un lado de mis senos.
—¿Es esto lo que querías, bebé? —Jungkook preguntó encontrando mis ojos llorosos antes de sonreír al ver mi estado y dar otro rotundo golpe justo del otro lado.
Mi boca se abrió de golpe al sentir mi piel arder, pero no surgió ningún sonido, salvo mis suaves y ahogados jadeos de placer, podía sentir como mis bragas empapadas se pegaban a mi entrepierna con cada impacto exquisito que recibía en mi piel ardiente.
—¿Quieres que marque estas tetas perfectas? —Jungkook volvió a preguntar solo ganándose un asentimiento desesperado de mi parte acompañado de un nuevo gemido cuando volvió a golpearme, y un gruñido primitivo retumbó en lo profundo de su pecho mientras los veía rebotar, completamente hipnotizado.
Jadeé cuando uno de sus dedos comenzó a acariciar alrededor de mi pezón adolorido, calmando mi piel rojiza con tiernas caricias en todo mi seno y cuando menos me di cuenta sus bonitos labios estaban en la misma zona; plantando pequeños besitos y erizando todo mi cuerpo una vez más.
—Debo haberte imaginado así mil veces… —susurró por lo bajo con su boca aún pegada a mi pecho solo para completar. —Y aún así nada se le acerca a lo jodidamente sexy que eres…
Sus ojos se lanzaron para encontrarse con los míos antes de sacar su lengua para lamer la punta hinchada de mi pezón una y otra vez, mi pecho se agitó ante la deliciosa sensación y gimoteé con fuerza cuando se metió todo mi seno a la boca; la obscena imagen de Jungkook chupando con hambre mi pecho mientras su mano grande y pecaminosa apretaba el otro era sacada directamente de mis fantasías más oscuras, y sabía que podía correrme con la simple vista.
Jungkook era implacable, mi cuerpo se inclinó hacia atrás contra las ataduras en mis muñecas al sentir como sus manos bajaban por mi cuerpo, acariciando cada porción de piel que tenía a su disposición con casi adoración mientras mi coño se apretaba desesperadamente alrededor de la nada.
—Jungkook, por favor yo… —sollocé por lo bajo antes de ser interrumpida cuando me tomó por mi barbilla con firmeza, su rostro de porcelana y sus rosados labios estaban a escasos centímetros de mí y tuve que reprimir la necesidad de lanzarme a besarlo.
—¿Y ahora qué, cariño? ¿Qué más quieres? —preguntó sobre mis labios, su voz era suave e indulgente, parecía dispuesto a querer complacerme en cualquier cosa, y yo jadeé de solo pensarlo.
—Yo… necesito tus manos… —rogué sintiendo mis mejillas arder al pedirle aquello, pero él solo me sonrió.
—¿Dónde las necesitas, mhm? —Jungkook instigó acariciando burlonamente mis piernas desnudas haciéndome temblar en mi lugar, sus ojos oscuros estaban observando cada expresión que hacía mientras me tocaba suavemente.
—Más arriba… —balbuceé a medias moviendo de a poco mis caderas hacia él, desesperada por sentirlas donde más lo necesitaba, pero él era un burlón y solo las deslizó una o dos pulgadas más.— Jungkook…
—Dime. —Susurró contra mis labios con su voz ronca y grave antes de robarme un pequeño y casi imperceptible beso que me dejó queriendo más. —Dime dónde quieres mis manos, cariño.
—Por favor, por favor, quiero tus manos en mi coño… —rogué en medio de jadeos desesperados inclinándome para poder besarlo de nuevo y solo recibiendo una sonrisa llena de lujuria de su parte.
—Buena niña. —Elogió con un tono meloso justo antes de acortar la distancia que nos separaba y besarme con dureza.
Apenas y podía seguirle el ritmo a su demandante beso, sus labios sabían delicioso y chocaban contra los míos con firmeza y hambre una y otra vez, una especie de ronroneo se derritió a través de su garganta cuando nuestras lenguas se encontraron para jugar entre ellas, haciéndome tirar de la cuerda detrás de mí para poder besarlo con más fuerza, su aroma varonil se me pegaba como perfume en todo mi cuerpo e inundaba todos mis pensamientos, de repente un gemido salió de mi boca rompiendo nuestro húmedo beso ganándome un leve mordisco en mi labio inferior cuando mi cuerpo tembló al sentir sus dedos frotando suavemente sobre mis bragas, forzando mis piernas a abrirse para que pudiera seguir tocándome, y yo, obedientemente lo hice.
—Mmh, estás tan mojada, bebé… —Jungkook se maravilló mirándome a los ojos; sonriendo con lujuria mientras su mano seguía frotando pequeños círculos sobre la mancha de humedad en mis bragas, ganándose un gemido desesperado de mi parte. —¿Es todo para mí?
Asentí con la cabeza frenéticamente sin poder articular alguna palabra justo antes de ver como el rostro de Jungkook se endurecía en desaprobación mientras chasqueaba su lengua, sus dedos presionaron con dureza directamente en mi clítoris, y el impacto del placer hizo que mi cuerpo se tambaleara hacia atrás con tanta fuerza que la silla raspó el suelo.
—No puedo escucharte, cariño. —Jungkook demandó ralentizando sus movimientos en mi entrepierna, claramente dispuesto a que le diera una respuesta.
—S-sí… —sollocé incoherentemente tirando con fuerza de la cuerda y moviendo mis caderas hacia sus dedos; desesperada porque me tocara más. —Es todo para ti, Kook…
Jungkook me recompensó con una sonrisa radiante antes de verlo moverse hacia abajo por mi cuerpo y depositar un húmedo beso en mi abdomen antes de abrir más mis piernas con sus manos, y lo escuché gruñir por lo bajo cuando pudo ver lo mojada que estaba realmente.
—Que linda… —tarareó para sí mismo mientras deslizaba un dedo justo por la mitad de mi coño vestido; hundiendo la tela entre mis pliegues hinchados y arrancándome un jadeo desesperado.
Lo vi lamer ligeramente la piel de mi abdomen como si fuera un gatito al mismo tiempo que apartaba la tela húmeda de mis bragas hacia un lado para que sus dedos se deslizaran por completo entre mis pliegues resbaladizos; haciéndome gemir con fuerza y recogiendo la humedad cremosa de alrededor con sus largos dedos.
—Entonces supongo que no te importará si pruebo un poco… —Jungkook habló haciendo contacto visual conmigo, observándome expandirme en lujuria cuando colocó sus dedos dentro de su boca, chupándolos seductoramente y gruñendo por lo bajo ante mi sabor mientras me veía morderme el labio con total necesidad.
Y sacó sus dedos con un chasquido de saliva, estaba completamente segura que este hombre me iba a volver loca.
—Sabes tan delicioso… —ronroneó justo antes de hundir su rostro entre mis piernas, jadeé de sorpresa al sentir sus labios envolver mi entrepierna goteante y medio vestida antes de sentirlo cubrir rápidamente la zona con besos profundos con la boca abierta, la sensación era tan extraña y deliciosa que mis caderas empezaron a temblar por la intensidad, pero sus manos me sostenían por mis pantorrillas; obligándome a soportar el placer que me estaba dando hasta que el vacío en mi coño se volvió realmente insoportable.
—¡Ah! Dios, no puedo... yo... —gimoteé negando con mi cabeza sintiendo como Jungkook me daba las últimas lamidas a mis bragas empapadas justo antes de quitármelas por completo. —Mi falda, quítame la falda, quiero...
Jungkook se echó hacia atrás, inclinando la cabeza expectante al no entender lo que quería.— ¿Oh?
Sentí que mis mejillas comenzaban a calentarse una vez más, pero en este punto ya nada se interpondría en la realización de mi fantasía, no cuando ya estaba atada con las piernas abiertas y las tetas afuera.
—Quiero ver tus manos. Cuando tú... quiero verlas en mí…— Pedí en un tono necesitado sin dejar de mirarlo.
Por su semblante pude notar como si algo en su mente hubiera hecho clic y estuviera entendiendo todo; su vista se movió de sus manos a mi rostro sonrojado y de nuevo a sus manos, su sonrisita burlona se ensanchó aún más al darse cuenta de mi pequeño fetiche con sus manos y como si estuviera recordando el mensaje que llegó a su teléfono.
“Quiero ver como sus jodidas y sexys manos recorren todos los lugares de mi cuerpo caliente por él.”
—Ya veo… —resopló suavemente y luego sus palmas golpearon mis muslos haciéndome jadear y a él reír por lo bajo. —Cualquier cosa para ti, cariño.
Ni siquiera pude entender lo rápido que Jungkook me había quitado mi falda, porque de un momento a otro ya se encontraba amontonada alrededor de mis tobillos; dejándome completamente desnuda a él, su mirada oscura rápidamente regresó a mi coño reluciente y lo vi relamerse los labios ante la vista que tenía.
—Mira este hermoso coño, bebé… —Jungkook tarareó, pasando su pulgar sobre mis pliegues hinchados y resbaladizos, evitando cuidadosamente mi clítoris necesitado, juré que podía morir ahí mismo cuando deslizó su dedo índice dentro de mí, hasta el nudillo, el acero frío de su anillo hizo contacto con mi piel sensible y gemí con fuerza apretando su dedo en mi interior.
Había pasado tanto tiempo desde que algo que no eran mis propios dígitos inadecuados habían estado dentro de mí de esta manera. La sensación era tan diferente y tan deliciosa, y si lo combinaba con la vista erótica de su mano venosa y tatuada presionada lascivamente contra mi coño era como una inyección de puro deseo potenciado burbujeando en mi interior.
—Tu coño está tan apretado… —Jungkook siseó, moviendo lentamente su dedo dentro y fuera de mi antes de agregar un segundo dígito; haciéndome gemir ante el estiramiento. —¿Cómo tomarás mi polla si estás tan apretada, cariño? ¿Cómo lo harás si tu pequeño coño apenas puede manejar dos de mis dedos, eh?
Jungkook hablando de esa forma tan sucia me puso aún más caliente de lo que ya estaba y simplemente no podía apartar la mirada de entre mis piernas, la visión de sus dedos desapareciendo una y otra vez dentro de mí sólo para reaparecer cubiertos de mi humedad me hacía jadear, el sonido lascivo y húmedo alrededor de su mano con cada embestida que daba solo hacia que mi cuerpo se retorciera contra la silla, gimiendo erráticamente mientras la sensación de placer continuaba creciendo dentro de mí, me estaba acercando al borde y él lo sabía. Su mano libre me sujetó por el cuello con la cantidad perfecta de presión para mantener mi mirada enfocada en el lugar donde sus dedos me estaban follando.
—¿Quieres correrte en mis dedos, bebé? —Jungkook preguntó y soltó una risita oscura ante un gemido particularmente fuerte que me dejó cuando su pulgar comenzó a frotar mi sensible clítoris, y todo mi cuerpo se sacudió con fuerza.
—Sí, sí, por favor… —jadeé desesperada moviendo mis caderas lo más que podía hacia su mano; haciendo que sus dedos se hundieran más dentro de mí, sus labios se envolvieron una vez más en mi entrepierna comenzando a chupar mi clítoris al mismo tiempo que sus dedos encontraban ese punto dulce en mi interior, rozándolo suavemente.— ¡J-Jungkook!
Estaba llorando su nombre a este punto, siendo incapaz de poder escapar del abrumante placer que me inundaba, sentí a Jungkook succionar mi clítoris y golpear mi coño con sus dedos sin piedad hasta el momento en el que simplemente me rompí. Mi boca se abrió en un grito silencioso mientras ola tras ola de exquisito placer corría por mi cuerpo una y otra vez, Jungkook susurró sucios elogios contra mi coño tembloroso mientras lamía con hambre mi orgasmo como si se tratara de un néctar de la fuente más dulce.
Solté un sollozo de sensibilidad y Jungkook se apartó de mí, poniéndose de pie entre mis piernas temblorosas antes de tomarme por el cuello e inclinarse para besarme con dureza, sus labios se estrellaron con los míos de forma desenfrenada y yo gustosa lo acepté, estaba tan caliente, y sabía que necesitaba más de él, mucho más.
—Lo juro… —murmuró cuando nos separamos y yo no pude evitar hundir mi rostro en su cuello, comenzando a besar su mandíbula afilada. —Hubo días en que pensé que moriría si no podía tenerte.
—Tómame, entonces… —rogué por lo bajo, mordisqueando levemente su cuello y ganándome un suspiro tembloroso de Jungkook, como si quisiera controlarse un poco.
Casi chillé cuando se alejó de mí para mirarme desde arriba, sus ojos quemaban agujeros en mi cuerpo desnudo, caliente, cubierto de sudor y aún atado a la silla, lo vi relamerse sus bonitos labios y formar una sonrisa arrogante mientras tomaba mi cabello desordenado en su mano con dureza para guiarme hacia su pelvis; solté un gemido cuando movió mi cabeza de lado a lado y cuando mis labios chocaron con brusquedad contra la tela áspera de su pantalón, justo sobre su dura erección.
—Mira lo duro que puso verte así… —Jungkook farfulló con diversión cuando mi lengua salió para intentar lamerlo aunque fuera por encima de la tela y él solo soltó una risita oscura al verme así antes de alejarme jalando mi cabello hacia atrás con fuerza.— Otro día podré sentir tu boquita en mi polla, ahora necesito follarte.
Y tan pronto como dijo eso soltó mi cabello para alejarse de mí y caminar hacia un cajón de la cocina; sacando un condón de él y regresar junto a mi mientras se quitaba la camisa por su cabeza, y yo pude haber babeado ahí mismo sin darme cuenta, joder, este hombre lo era todo, tiré con fuerza de la cuerda en mis manos queriendo poder tocar sus marcados abdominales y eso fue suficiente para que Jungkook soltara el nudo rápidamente y me hiciera ponerme de pie antes de girarme y colocar mi cuerpo con brusquedad sobre la mesa, con mis senos presionados contra la fría superficie.
Sentía mis brazos débiles y adoloridos por tenerlos tanto tiempo atados que cuando escuché a Jungkook bajar la cremallera de sus pantalones con urgencia giré mi rostro hacia atrás queriendo poder verlo, pero ni siquiera pude hacerlo cuando con su pie separó mis piernas; abriéndome para él mientras deslizaba el condón por todo lo largo de su pene en un rápido movimiento.
No podía respirar bien, aún sentía irreal que estuviera aquí, lista para ser follada por Jungkook y sin poder verlo por completo, todos mis sentidos estaban a mil, quería verlo, tocarlo, darle una buena mamada, pero todo eso se esfumó cuando lo sentí frotar la punta de su pene contra mi entrada un par de veces, cubriéndola con mi humedad antes de alinearse correctamente y empujar su pelvis hacia adelante; colando varios centímetros de golpe dentro de mí.
—¡Ah! ¡Jungkook! —me quejé al sentir como si una especie de rampa me hubiera partido por la mitad, había subestimado su tamaño, Jungkook era tan jodidamente grande, y tenía cada centímetro de él en mi interior, tratando de ajustarme a su grosor y lo podía sentir a la perfección palpitando dentro de mí.
—¿Te gusta, bebé? —Jungkook preguntó con su voz ronca y profunda, su densa respiración chocó contra mi nuca enviándome escalofríos por todo mi cuerpo mientras me sujetaba por mis caderas para salir y volver a introducirse en una embestida dura y profunda.— ¿Te gusta mi polla?
—Sí… —sollocé cerrando los ojos mientras lo sentía comenzar a marcar un ritmo más fuerte y constante, sentía mi humedad deslizarse por el interior de mis muslos, cubriendo su polla y haciendo que sus penetraciones fueran más deliciosas tocando lo más profundo de mi.— Me encanta, Jungkook…
Y ante eso recibí un audible gruñido de su parte contra mi oído, su pelvis chocaba con fuerza contra mi trasero, hundiendo su gruesa polla una y otra vez en mi coño, su agarre en mis caderas mantenía mi cuerpo firme contra la mesa justo antes de que la palma de su mano se estrellara contra un lado de mi trasero con fuerza; haciéndome gemir su nombre mientras recibía un nuevo golpe en el mismo lugar, y luego otro, y otro, y cuando menos me di cuenta mis ojos se llenaron de lágrimas ante la dureza de sus azotes y penetraciones.
Sentía la piel mi trasero arder con cada choque de su pelvis cada que volvía a hundirse dentro de mí, podía sentir todo mi cuerpo húmedo de sudor y flujo, solté un gemido particularmente fuerte cuando el ritmo de sus penetraciones se volvió brutal, los jadeos goteaban de mis labios sin que siquiera los pudiera controlar y todos mis pensamientos racionales se esfumaron cuando un fuerte y posesivo jalón en mi cabello me hizo levantarme de la mesa; Jungkook tiró de mi cabeza hacia atrás hasta que mi espalda chocó contra su firme pecho.
—Tu coño se siente tan bien, bebé… —Jungkook jadeó en mi cuello, su respiración agitada y caliente me hizo cosquillas en la piel y gemí fuerte cuando su gran mano tatuada se envolvió alrededor de mi cintura, manteniéndome al ras de su pecho mientras que la otra se aferraba a uno de mis senos; apretándolo con fuerza y haciendo rodar sus dedos sobre mi pezón endurecido y sensible.
—Jungkook… —gimoteé, incapaz de procesar nada más allá de las deliciosas sensaciones de su polla enterrándose en mi coño con cada embestida dura y profunda, tanto que ya podía sentir el nudo formándose en mi vientre cuando comenzó a golpear repetidamente en mi zona de placer.
—¿A quién le pertenece este lindo coño? —Jungkook gruñó posesivamente al mismo tiempo que sus embestidas se volvían más desordenadas, follándome con una fuerza sorprendente mientras mi orgasmo me esperaba ansioso en algún rincón.
—A ti… a ti te pertenece… —jadeé con fuerza aferrándome a sus manos, sintiéndome tan colapsada con todas las sensaciones de él, en cómo su polla me llenaba tan bien, en cómo su aliento cálido me hacía sentir increíblemente más húmeda, estaba tan cerca del borde.
—Buena niña, ¿Vas a correrte de nuevo para mí, cariño? —Jungkook me alentó mientras sus labios se unían a mi cuello para chupar mi piel sensible con hambre, dejando varias marcas rojizas por toda la zona y haciéndome asentir débilmente antes de que mi cuerpo temblara cuando sus dedos se hundieron en mis pliegues resbaladizos, encontrando mi clítoris para frotarlo furiosamente mientras sus penetraciones perdían ritmo.— Córrete en mi polla bebé, vamos, quiero sentirlo.
Un placer abrasador me atravesó en respuesta a su orden, mis piernas temblaron cuando mi orgasmo golpeó mi cuerpo borrando mis pensamientos y haciéndome gemir su nombre una y otra vez mientras mi interior se apretaba alrededor de su dura longitud, Jungkook gruñó y me sujetó con fuerza mientras seguía empujándose dentro de mí antes de dejarse ir con dos estocadas más, la última hasta me dolió, pero era esa clase de dolor placentero por el que pasarías mil veces en la vida.
Estuvimos así por varios segundos o minutos apretados el uno con el otro, tratando de regular nuestras agitadas respiraciones, hasta que la voz de Jungkook rompió el denso silencio.
—Sabes lo que esto significa, ¿verdad, bebé? —musitó con calma pasando sus manos por mis caderas y cintura con calma.
—¿Qué significa? —pregunté girando levemente mi rostro hacia él y casi volví a gemir ante la erótica imagen de su frente cubierta de sudor y su cabello húmedo pegándose a los lados de su rostro mientras mordía su labio inferior con fuerza sin dejar de mirarme.
—Significa que es mejor que a partir de hoy todos esos mensajes sucios me lleguen directamente a mí. —aclaró formando una sensual sonrisa y yo no pude evitar sonreír también al escucharlo antes de volver a besarlo con pura necesidad.
Bueno, algunas cosas eran más importantes que nuestra dichosa investigación.
n/a: omg pupiss por fin estoy de regreso a mis andadas de escribir nsfw y eso me hace feli, gracias a todxs lxs que esperaron pacientemente mi regreso y que me siguieron hasta aquí, las amo demasiado ♡ para las personitas nuevas espero que les haya gustado esta historia, pronto seguiré publicando mas os que tengo por ahí guardados y que algunos de ellos ya conocen, gracias por todo y no duden en comentar lo que piensan ♡
taglist: @guvgguk @lessuwu @cometaart @AnnieKCV @darysnowflwr @nunubly @choco-linny
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Chef Missa x Shapeshifter-Crow Phil AU.
(Just hear me out)
Missa is a single father looking to be a professional chef, moving to France to work in his idol's restaurant. He takes his daughter, takes his suitcases and moves to Paris, France to fulfill his dreams.
Phil is an ex-fighter who needs a change and get away from everything after a dramatic event (no spoiler) so when he receives an invitation from his brother in arms, Etoiles, to stay with him in France for a while he does not hesitate to accept.
His son Chayanne has trouble adjusting to his new life due to his selective mutism, fortunately Tallulah (Not tula) and Chayanne become friends at school.
Pissa basically know each other through their children.
Time skip to Tallulah finding out that Chayanne likes cooking, and it just so happens that his dad is el mejor chef del mundo! (She says) Missa starts giving cooking classes to Chayanne (it has nothing to do with him wanting to get closer to Phil, nope, absolutely not, he could never ever thought about that, he only does it because he cares about Chay//and his father)
Missa tries to play it cool and suave for Phil which leads to a lot of silly cartoon situations.
Missa and Phil get distracted by cooking, more smoke than normal starts coming out but they are so caught up in their flirting that they don't notice. Missa: Is it hotter here or is it just me?? Phil laughs, looks into his eyes, into his lips and back into his eyes, and slowly approaches, so slowly and Missa's heart almost sto- Until suddenly a blast of dry ice hits them rigth in their faces. Chayanne came back from whatever he was going to do, and found a tower of smoke! What happened!? …Neither Phil nor Missa can answer that. A bit because they are covered in dry ice and another bit because no mames, what a shame.
Jump to Missa, he's feeling homesick and unsure of his abilities. Tallulah has a fever and Missa is too worried.
The cooking classes stop for a few days.
Until a crow suddenly crosses through his window. That should scare him, his daughter is sick! And crows don't exactly prophesy health.
But he doesn't find himself able to chase away the creature that looks almost as worried as Missas feels. If crows had faces he would say that he frowns when he sees the girl. This crow seems to be really used to humans or something because he allows himself to be petted by Tallulah as if he were a cat, his feathers fluff up and rumble as if he were almost purring in his daughter's hands, her tired face lights up cuz of something that It's not the fever.
He decides to leave them alone.
Since that day the crow visits them more often almost like a family pet, he always comes and goes at night and always seems to be there when they need him most.
(Abajo esta en español, no worries my friends)
Missa es un padre soltero que busca ser chef profesional y se muda a Francia para trabajar en el restaurante de su ídolo. Toma a su hija, toma sus maletas y llega a París, Francia para cumplir su sueño.
Phil es un ex-peleador que necesita un cambio y alejarse de todo tras un susceso dramático (no spoiler) por lo que cuando recibe una invitado de su hermano de armas, Etoiles, para quedarse con el en Francia durante un tiempo no duda en aceptar.
Su hijo Chayanne tiene problemas para adaptarse al colegio y su nueva vida por su mutismo selectivo, afortunadamente Tallulah (no tula) y Chayanne se hacen amigos en la escuela.
Básicamente se conocen a través de sus hijos.
Salto de tiempo a que Tallulah se entere de que a Chayanne le gusta cocinar, y da la casualidad de que su papá es el mejor chef del mundo! (Dice ella) Missa empieza darle clases de cocina a Chayanne (no tiene nada que ver que quiera acercarse a su padre, nop, en definitiva y absolutamente nunca pensó en eso, solo lo hace porque le cae bien el niño //y su padre)
Missa trata de jugarlo cool y suave para Phil lo que lleva a un montón de situaciones tontas de caricatura. Missa y Phil se distraen cocinando, empieza salir más humo de lo normal pero ellos están tan atrapados en su coqueteo que no se dan cuenta. Missa: hace más calor aquí o soy solo yo? Phil se ríe, lo mira a los ojo, a los labios y devuelta a los ojos, y se va acercando lentamente, tan lento y el corazón de Missa casi se detien- Hasta que una ráfaga de hielo seco los golpea de lleno en la cara. Chayanne regresó de lo que sea que fue a hacer, volvió y encontró una enorme torre de humo! Qué pasó?! …Ni Phil ni Missa pueden responder a eso. Un poco porque están cubiertos de hielo seco y otro poco porque no mames que vergüenza.
Salto a Missa, tiempo despues, se siente nostálgico e inseguro de sus habilidades, para peor Tallulah tiene fiebre y Missa está demasiado preocupado.
Las clases de cocina paran durante algunos dias.
Hasta que un cuervo se mete por su ventana. Eso debería asustarlo, su hija está enferma! Y los cuervos no profetizan la salud exactamente.
Pero no se encuentra a si mismo capaz de echar a la criatura que se ve casi tan preocupado como el, si los cuervos tuvieran cara diría que tiene el ceño fruncido cuando ve a la niña. Este cuervo parece estar realmente acostumbrado a los humanos o algo así porque se deja acariciar por Tallulah como si fuera un gato, sus plumas se esponjan y retumba como si casi ronroneara y la cara cansada de su hija se ilumina por algo no es la fiebre.
Decide dejarlos solos.
Desde ese día el cuervo los visita más a menudo casi como una mascota de la familia, siempre va y viene por la noche y siempre aparece estar cuando mas lo necesitan.
#death family#qsmp missa#qsmp philza#qsmp tallulah#qsmp#qsmp au#qsmp pissa#pissa#pissa au#pissa nation#qsmp chayanne#qsmp eggs#au intro#qsmp shipping#chef-crow au
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Michael Gavey x witch! reader
• Cuando te conoció, era sumamente estúpido para él que en cada examen o día importante llevaras piedritas de colores, pero nada supero ese día de examen de opción múltiple en la que a la mitad de las preguntas las contestaste usando un péndulo.
• Te ama realmente, algo más allá de su comprensión porque siempre idealizó una pareja similar a él, pero con un poco de tiempo y paciencia comenzó a disfrutar de vos y cada una de las características que te hacen quien sos.
• Como dije, realmente te ama, pero si pudieras no prender sahumerios o palo santo las ocaciones en las que está en tu dormitorio lo apreciaría, el olor le hace doler la cabeza cuando es muy fuerte.
• Si tenés altares o cosas similares él va a intentar tocarlos más allá de tus pedidos y advertencias, después de todo no hay pruebas científicas sobre alguna deidad existente, no es hasta que te ve pasar por emociones desde la angustia hasta la ira dejando claro que no es un límite que estés dispuesta a remover que se retracta.
• "Mira, es un duende, lo conseguí en una feria a la que fui con unas amigas, ¿no es lindo?" no, él está algo asustado en este momento como escuchar la información que estás diciéndole.
• A veces aún no puede evitar ser un poco escéptico sobre ciertas cosas; tuvo un día horrendo porque la gente es estúpida y la vida es una mierda, ¿qué es eso de mercurio retrógrado?
• "¿Querés que te tire las cartas?" no, realmente no, pero lo preguntas con esa sonrisa tan linda mientras le das pequeñas caricias para convencerlo que está más que dispuesto a escucharte hablar de las cartas que salieron y su significado.
• Realmente, en ocaciones, cuando ve los frascos, las velas derretidas, las cenizas de sahumerios que llamas sal negra y todos los demás elementos, bromea sobre como tal vez lo hechizaste para atraerlo, mencionando el clásico muñeco vudú; pero claro que siempre te ríes de eso, sin contarle sobre la cantidad de miel que usaste en hacer cruces sobre tu lengua antes de las clases que compartían o el frasco sellado con vela que tienes en alguna parte escondido con el endulzamiento que hiciste en su nombre.
• Aprende rápidamente que uno de tus lenguajes de amor suele ser regalarle cosas de "protección", como la pulsera roja que usa en su muñeca o tus pedidos al universo para él, así que lo agradece cada vez.
• Aprendió que recibe muchos besos cada que consigue frascos, velas o incluso "yuyos" para vos, así que lo hace seguido.
• Siempre fue una persona de ciencia, pero escucharte hablar sobre los dioses o diosas con los que "trabajas" es una de sus cosas favoritas para hacer mientras ambos están acostados bajo las mantas mientras se acurrucan contra el otro.
• "¿Te hago tu carta astral?" no entiende para que necesita esas cosas, pero de cualquier modo ahí está en su dormitorio, llamando a su madre para preguntar cuando fue la hora exacta en la que nació para dártela.
• Con el tiempo, aprende los distintos tipos de brujas que hay, como las brujas de cocina, las brujas verdes, las brujas del caos, etc; quitando por fin la imagen de las señoras de vestidos blancos, sombreros en punta y escobas.
• El se adaptará bien a cualquiera que sea tu espacio, creelo.
#saltburn#michael gavey#michael gavey x reader#michael gavey x you#michael gavey x y/n#ewan mitchell#saltburn 2023#felix catton#michael gavey imagine#michael gavey one shot
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Sentence starters
Envía un diálogo dicho por tu personaje:
"Vi algo como esto en una película. No terminaba bien."
"¿Podrías ayudarme a recoger esto?"
"No puedo creer que nos obliguen a hacer esto."
"¿No deberían también llamar a los ancianos?"
"¿Qué crees que les haya pasado?"
"Tenía mejores planes que limpiar..."
"¡Cuidado con esas plumas!"
"¡Qué asco!"
"Aleja eso de mí.!
"Nada como mil cadáveres de cuervo para iniciar el día."
"¿Qué clase de bienvenida es esta?"
"El contrato no hablaba de recoger cadáveres un sábado por la mañana."
"Espero que encuentren la raíz del problema."
"Mi perro no me dejó dormir con sus ladridos por la noche."
"Estoy seguro de que vi algo extraño anoche desde la ventana de mi cocina."
"Dicen que esto ocurre en pueblos ligados a la brujería."
"Te cambio esta bolsa por esa pala."
"Solo quería relajarme. ¿Es mucho pedir?"
"No sé cuántos más de estos puedo soportar ver..."
"¿Por qué justo los cuervos? Algo raro está pasando."
"¿Te diste cuenta de que no tienen ninguna herida? ¿Qué los mató?"
"Ya perdí la cuenta de cuántos llevamos... ¿Cuántos más habrá?"
"No pensé que el centro del pueblo pudiera verse más desolado, pero aquí estamos."
"¿Crees que debería preocuparme de lo que está en el aire?"
"Hay algo... en sus ojos. Como si estuvieran viendo algo antes de morir."
"Me estoy empezando a preguntar si seremos los siguientes."
"Cuanto antes terminemos, mejor. Este lugar me da mala espina."
"Nunca vi a los animales comportarse así antes. Es como si estuvieran siendo controlados."
"No me siento cómodo con todo esto, pero alguien tiene que hacerlo."
Palabras inspiradas en situaciones:
Envía VENADO para un starter donde nuestros personajes intentan escapar de un venado descontrolado.
Envía CUERVO para un starter donde nuestros personajes se unen para recoger cuervos más rápido.
Envía PERRO para un starter donde nuestros personajes toman un descanso de las actividades.
Envía GATO para un starter donde nuestros personajes tropiezan con bolsas de basura.
Envía ARDILLA para un starter donde nuestros personajes comparten teorías de lo que ocurre.
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Midnight Love.
Logan howlett x female reader.
summary: Tras soñar con uno de sus amigos más cercanos, ella se ve obligada a evitarlo, negando los sentimientos encontrados. Pero si fue solo un sueño, ¿por qué las sensaciones y recuerdos se sienten tan reales?
Categories: Friendship, Tension, Romance, Confusion, Drama, Unspoken Feelings, Emotional Struggle. {TW}: Dream sequences, Unrequited feelings, Sexual tension, Avoidance, Inner conflict.
Cuando desperté esa mañana, el aire fresco que entraba por la ventana no fue suficiente para despejar la pesadez que sentía en mi pecho. Mis ojos seguían cerrándose mientras trataba de poner en orden las sensaciones que aún rondaban mi mente. Un sueño. Eso debía ser. Pero aún podía sentirlo, ese calor en mi piel, la cercanía de él, su respiración baja y su voz rasposa en mis oídos. Me levanté rápidamente de la cama, como si pudiera sacudirme esa sensación con un simple movimiento, pero la incomodidad no desapareció. ¿Por qué me sentía así? No debía ser nada... ¿o sí?
Estaba tratando de organizar mis pensamientos mientras me levantaba y me dirigía al baño, mi reflejo en el espejo era el mismo de siempre, pero algo en mi mirada me decía que algo había cambiado. Sentía que algo no encajaba, como si en algún rincón de mi mente, todo lo que había sido normal hasta ese momento se hubiera roto en pedazos. ¿Por qué Logan? Era mi amigo, y aunque siempre había sido un tipo atractivo, nunca lo había visto de esa manera. Sin embargo, en ese sueño, él había estado más cerca de lo que debería, mucho más cerca... y la sensación de su presencia había sido tan real que me hizo preguntarme si, tal vez, había algo más oculto que ni yo misma quería admitir.
Al salir de mi habitación, lo primero que vi al dar un paso fuera del pasillo fue a Logan. Estaba apoyado contra el marco de la puerta de la cocina, con esa postura relajada y su típico aire desinteresado. Pero esta vez, algo se sentía diferente. La mirada que cruzó conmigo fue breve, pero pude sentir que había algo extraño en su actitud también. ¿Es posible que lo haya notado? Mi corazón comenzó a latir más rápido, y me apresuré a bajar la mirada, fingiendo que no lo había visto. No podía ser. No podía ser que esa sensación de nerviosismo, esa incomodidad, fuera por él. Es solo un sueño, me repetí. Pero no logré quitarme la sensación de estar atrapada en una mentira que ni yo misma entendía.
Los demás ya estaban ahí, como siempre, discutiendo sobre alguna tontería mientras preparaban el desayuno. Cuando entré, Logan levantó la vista, y no pude evitar que su mirada me recorriera de arriba a abajo con esa intensidad que siempre tenía. Su sonrisa se curvó de manera juguetona cuando se acercó a mí, y antes de que pudiera reaccionar, soltó una de sus bromas clásicas:
—¿Te quedaste dormida, Dormilona?
Su tono relajado y esa forma de llamarme Dormilona me hicieron sentir incómoda, más de lo que me gustaría admitir. Traté de mantener la calma, pero algo en la forma en que me miraba hizo que mi rostro se calentara. ¡No podía ser! ¿Por qué me afectaba tanto? Solo es una broma... me repetí, pero por alguna razón, esa mañana me sentí mucho más vulnerable de lo habitual. Mientras los demás seguían conversando, yo me quedé allí, atrapada entre el caos de la cocina y los pensamientos que no lograba entender.
Logan me observaba con una sonrisa ladeada, seguramente disfrutando de mi incomodidad. Y lo peor de todo es que, por primera vez, me di cuenta de que no podía ocultarlo. Mi rostro estaba claramente teñido de rojo, y no podía hacer nada para disimularlo. Sentí como si toda la cocina se volviera más pequeña, como si sus ojos estuvieran clavados en mí, desnudando esa parte que no sabía cómo manejar. Quería escapar, alejarme de esa situación, pero no pude decir una palabra.
Con un gesto rápido, dejé el vaso en la mesa y, sin mirar atrás, me dirigí hacia la puerta de la cocina.
—Voy a la clase... —murmuré, casi en un susurro, como si eso fuera una excusa válida para huir. Pero sabía que no era solo eso.
Mi mente solo repetía una pregunta mientras mis pasos me llevaban hacia el pasillo: ¿Qué me estaba pasando?
El mediodía llegó como una bendición después de una larga mañana y ya estaba por morirme de hambre. La clase de la que me había hecho cargo ya había terminado, y mis alumnos se dispersaron por el pasillo, dejándome sola en el salón. Finalmente, un poco más relajada y con la mente más despejada, me dirigí hacia la puerta para ir a buscar algo para comer, pero antes de que pudiera salir, escuché un suave golpe en la madera. La puerta se abrió y Logan apareció, entrando con su usual calma, un plato de comida en la mano.
—¿Vas a comer afuera? —preguntó con esa mirada relajada, como si todo fuera perfectamente normal.
Su tono despreocupado y esa sonrisa tan característica de él hicieron que mi corazón diera un pequeño salto. ¿Por qué hacía que mi estómago se revolviera así? Intenté mantenerme tranquila, pero sabía que no podía evitarlo.
Logan se acercó un par de pasos, sin mostrar ni la más mínima señal de que notara la incomodidad que aún sentía en mi interior. Su presencia era como un peso en el aire, pero a la vez me mantenía atrapada en una sensación extraña, como si no pudiera alejarme de él, no sin sentirme más vulnerable de lo que ya estaba.
Intenté sonreír, pero lo que salió fue una sonrisa nerviosa, casi automática, como si no pudiera evitarlo. Sin querer, mis ojos lo recorrieron de arriba a abajo, como si una parte de mí aún no pudiera dejar ir el recuerdo de lo que había soñado con él la noche anterior. Esa cercanía, el calor de su cuerpo, el susurro de su voz… Todo eso volvía a mi mente con una claridad incómoda. Mi lengua rozó mis labios de forma casi involuntaria, como si aún pudiera saborear la sensación del sueño. Me quedé ahí, congelada por unos segundos, atrapada entre la memoria de lo irreal y la presencia de Logan frente a mí.
—¿Eh? —dijo él, notando mi silencio y observando mi reacción con una leve sonrisa traviesa, como si esperara una respuesta.
Eso fue suficiente para hacerme reaccionar.
—Lo siento, Logan. —dije rápidamente, sin pensarlo mucho— Le prometí a Alex que iba a ir a comer con él.
Tomé el plato de comida que me ofrecía, sin atreverme a mirarlo directamente, y lo tomé apresuradamente. Me di vuelta y salí del salón de clase antes de que pudiera decir algo más, dejándolo allí, parado y confundido. ¿Qué demonios me estaba pasando?
La tarde avanzaba cuando recibí la notificación de Charles para una reunión en su estudio. No era raro que él nos reuniera para discutir temas importantes, y aunque normalmente me sentía cómoda en esos encuentros, esta vez tenía los nervios a flor de piel. Aún sentía el calor de mi piel después del extraño encuentro de mediodía, y esperaba que los otros no notaran nada inusual en mí.
Llegué al estudio de Charles y me coloqué cerca de una de las columnas, apoyando mi espalda en el frío mármol mientras esperaba a que los demás llegaran. El espacio era amplio y elegante, con sus estantes de libros y ventanales enormes que dejaban entrar la luz suave de la tarde, pero por alguna razón sentía como si el aire estuviera más denso de lo habitual.
Cada vez que escuchaba un paso acercándose al estudio, mi pulso se aceleraba, y no podía evitar que mi mente volviera a ese momento en la cocina, cuando había salido apresuradamente para evitar a Logan. ¿Donde estaba él? Mi mente comenzó a debatir entre la incomodidad y la expectativa, y sentía que el peso de sus ojos sobre mí era inevitable.
La puerta se abrió y Logan entró, unos minutos después de que el resto de nosotros ya estuviéramos en el estudio.
—¿Llegando tarde otra vez, Logan? —bromeó alguien, a lo que él se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada.
—Tenía cosas importantes que hacer —respondió, como si esa fuera la excusa más válida del mundo, y no pude evitar sonreír un poco ante su tono confiado y relajado. Él lo notó de inmediato y, sin pensarlo dos veces, caminó hacia donde yo estaba.
Sin darme cuenta, de repente lo tenía junto a mí. Su mano, que parecía haberse movido por instinto, se posó suavemente en mi cintura mientras Charles comenzaba a hablarnos sobre los planes del equipo. Fue un gesto sutil y a la vez lo suficientemente inesperado como para que mi pulso se acelerara, haciéndome sentir como si el contacto ardiera a través de la tela de mi camiseta. Traté de concentrarme en lo que Charles decía, pero cada fibra de mi ser estaba alerta a esa presencia a mi lado, a ese toque que parecía tan natural para él y, sin embargo, tan desconcertante para mí.
Me quedé quieta, sin atreverme a moverme ni a mirarlo, y me limité a asentir mientras Charles continuaba, intentando que nadie notara mi respiración algo entrecortada ni el calor que subía por mi rostro.
Mientras intentaba mantenerme enfocada en lo que Charles decía, de reojo noté la sonrisa de Logan, una mueca algo maliciosa que no dejaba lugar a dudas: él estaba completamente consciente del efecto que tenía en mí. Había olvidado su maldito instinto animal, su habilidad para captar las reacciones ajenas como si fueran obvias, y eso solo lograba que mi nerviosismo aumentara.
Antes de que pudiera apartarme, sentí un leve apretón en mi cintura, un gesto apenas perceptible, pero lo suficientemente descarado como para hacer que mi sangre hirviera. Sin pensarlo, lo miré fulminante y le di un leve empujón en el costado, intentando apartarlo y dejando claro que se comportara. Él soltó una risa baja, apenas audible, y eso solo empeoró mi incomodidad.
—¿Hay algún problema? —la voz de Charles resonó, obligándonos a ambos a ponernos serios de inmediato. Nos miró con una ceja arqueada y una expresión entre la paciencia y el reproche.
—Lo siento —murmuramos al unísono, aunque la sonrisa de Logan apenas se desvaneció, mientras yo hacía todo lo posible por recomponerme y no pensar en el toque que había quedado grabado en mi piel.
Cuando terminó la charla, fui directamente a mi habitación, deseando nada más que un poco de paz para despejar mi mente. Me di una larga ducha, dejando que el agua caliente aliviara la tensión acumulada del día, y luego me dispuse a seguir mi rutina de noche. Sin embargo, apenas había salido de la ducha cuando escuché un golpe en la puerta.
Fruncí el ceño, sujetando rápidamente una toalla alrededor de mi cuerpo mientras el agua aún goteaba de mi cabello. ¿Quién vendría a buscarme a estas horas? me pregunté mientras caminaba hacia la puerta con una mezcla de sorpresa y recelo. La posibilidad de que fuera él cruzó por mi mente, pero me dije a mí misma que eso era improbable… o al menos, eso esperaba.
Abrí la puerta y ahí estaba Logan, parado frente a mí con esa mirada directa y desafiante que lograba hacerme sentir acorralada. Ni siquiera dejó que le preguntara qué hacía ahí.
—¿Qué te pasa? —soltó, sin rodeos—. ¿Por qué me estás evitando?
Su tono era firme, y su expresión dejaba claro que no se iría sin una respuesta. Tragué saliva, apretando la toalla contra mi cuerpo mientras intentaba aparentar una calma que estaba lejos de sentir.
—Es tarde, Logan —le respondí, intentando sonar natural, aunque la realidad era que su cercanía y el tema me ponían a la defensiva—. No te estoy evitando. Mañana hablamos, ¿sí?
Pero él no se movió, y sus ojos se mantuvieron fijos en mí, analizándome, como si pudiera ver a través de la excusa.
Intenté cerrar la puerta, pero su mano firme la detuvo. Antes de que pudiera reaccionar, Logan ya había dado un paso hacia adelante, cruzando el umbral de mi habitación y cerrando la puerta tras él. Su mirada intensa se fijó en mí, dejando claro que no pensaba dar marcha atrás.
—No me voy a ir —susurró, con una sonrisa ladeada que encendió una chispa en mi pecho.
Se acercó lentamente, sus ojos recorriéndome de un modo que me hizo sentir expuesta, y cuando sus dedos rozaron un mechón de mi cabello aún mojado, una oleada de sensaciones familiares, pero intensas, me golpeó. Mi respiración se volvió errática, recordando con una claridad sorprendente las imágenes y sensaciones del sueño de la noche anterior.
—¿Qué estás haciendo? —murmuré, intentando sonar firme, aunque mi voz temblaba levemente—. Logan… para.
Pero en el fondo, no estaba segura de querer que lo hiciera. Sus labios formaron una media sonrisa, su mirada brillando con esa intensidad juguetona y peligrosa.
Logan no se detuvo. Dio un paso más, acortando la distancia entre nosotros, y sentí cómo sus yemas recorrían suavemente mi brazo, desde el hombro hasta el codo, en un toque que me arrancó un estremecimiento involuntario. Cerré los ojos, intentando alejarme mentalmente de la situación, pero su cercanía solo lograba intensificar las sensaciones, haciéndolas aún más vívidas.
Me mordí el labio, intentando contener el pulso acelerado y negar las imágenes que se cruzaban en mi mente, recuerdos recientes de ese sueño que me había dejado tan descolocada. Pero Logan parecía disfrutar de cada segundo, de cada pequeño gesto que me hacía perder el control.
-No sé de qué intentas huir susurró, su voz baja y profunda, tan cerca que sentí su aliento cálido contra mi piel-, pero no voy a parar... a menos que realmente quieras que lo haga.
Negué con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras, atrapada entre el deseo de que se detuviera y la desconcertante necesidad de que no lo hiciera.
Mis ojos se abrieron de golpe, y me encontré con los suyos, tan cerca, tan intensos, que todo lo que había intentado reprimir a lo largo del día estalló dentro de mí. Las palabras se me atragantaron en la garganta, pero logré balbucear, casi sin voz:
—Lo, yo… anoche soñé…que tu..y yo.
Pero antes de que pudiera decir más, sus labios se acercaron, rozando los míos apenas sin tocarlos. Podía sentir su respiración, cálida y pausada, mientras sus ojos me estudiaban con una mezcla de ternura y malicia.
—¿Así que por eso me estabas evitando? —murmuró, su voz baja y cargada de algo que me erizaba la piel—. No te engañes, princesa… No fue solo un sueño, y lo sabes.
Un segundo más, y su sonrisa apareció, una sonrisa que lo decía todo, dejando en claro que no se trataba de casualidades, ni de suposiciones. Antes de que pudiera reaccionar, Logan se apartó, como si nada, dándome la espalda y dejándome sola en medio de una confusión enorme. Las palabras se enredaron en mi mente, y antes de darme cuenta, lo estaba llamando con frustración.
—¡Logan! —exclamé, siguiéndolo hacia la puerta, aunque él no se detuvo—. ¡Logan, ven aquí!
Pero él solo miró por encima del hombro, con esa expresión tranquila, tan segura de sí misma, como si supiera que había dejado una tormenta dentro de mí. Con cada paso que daba hacia la salida, me sentía más alterada, con el corazón latiéndome en los oídos. Y lo único que podía hacer era repetir su nombre, sin saber si estaba más enojada con él… o conmigo misma.
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# 📍 ubicación : cocina comunitaria , tiempo libre .
'' puedes agarrar si quieres '' palabras a persona que ha notado en la cocina también, mirándole de reojo. '' es descafeinado —— '' aclara, pues se acercaba la hora de dormir y por eso mismo había preparado de esa clase de café, el cual aún había suficiente en cafetera. había estado entrenando en tiempo extra pero seguía sin sueño. '' ¿fue un día pesado? ''.
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15 DATOS QUE NO SABÍAS SOBRE LEONARDO DA VINCI.
1. Tenía el Don de la escritura especular, una forma de escribir en la que todas las letras están invertidas con el propósito de “ocultar” el mensaje y que sólo pueda ser leído con un espejo.
2. Su nombre “Da Vinci” hace referencia al pueblo donde nació: Vinci, una localidad italiana de la provincia de Toscana.
3. Aprendió a leer y a escribir a los 5 años, era un niño sumamente inteligente y obstinado.
4. Creó la técnica del “Esfumado” (Sfumato en italiano), que consiste en crear sombras con líneas muy cuidadas y pequeñas con el propósito de dar profundidad. Sus sombras son tan sutiles que lucen casi como humo
5. La mayoría de sus pinturas estaban incompletas. Leonardo era un hombre con muchos proyectos y con múltiples ideas que desarrollar, cuando se aburría de una pintura la dejaba a medias. Muchas de sus obras quedaron como borradores.
6. Cuando era niño, tenía un humor muy macabro. Una vez, fue castigado por su padre al hacer una gárgola horrorosa con un tronco de su patio.
7. Estudiaba el cuerpo de los animales e inspiradas en ello, creaba armas de guerra. Por ejemplo: fue el primero en crear el boceto de un tanque de guerra y se inspiró en el caparazón de una tortuga.
8. Leonardo poco pintaba con modelos, pero cuando lo hacía contrataba músicos para que tocaran mientras pintaba para que los modelos estuvieran relajados.
9. Era un gran amante de los animales (específicamente de los caballos, le parecían fascinantes). Se dedicaba horas a diseccionar cadáveres para estudiar sus estructuras óseas y musculares.
10. Estudió a los murciélagos y a las aves con especial atención, específicamente a los búhos. En base a ellos, hizo bocetos de aviones, helicópteros y planeadores.
11. Se dedicó a analizar el movimiento de las aguas del río, con el propósito de crear corrientes que se distribuyeran por todas las ciudades (tuberías).
12. Paseaba solo por los bosques y montañas analizando las flores y los árboles, Leonardo creía que antes, toda la tierra estaba cubierta de mar, porque en las montañas inexplicablemente encontraba conchas y caracoles marinos.
13. Trabajó en la cocina junto a su amigo Sandro Botticelli. Le gustaba experimentar con diferentes recetas, además de cocinar también creó el tenedor.
14. Leonardo dio clases de arte, pero sus discípulos eran escogidos por él. Siempre destacaron por ser hombres hermosos, lo que incentivaba el rumor de su posible homosexualidad.
15. Fue el primero en explicar por qué el cielo es de color azul. (Por la forma en la que los rayos del sol interactúan con los gases de la atmósfera.)
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La heredera del Infierno
Secretos
Pasaron días desde que Adelina se había marchado a Arctika y Daniela y Mariano siguieron con las rutinas. Todo el grupo se enfocaba en pulir sus habilidades en el combate y tener una sana convivencia durante los días que quedasen.
Daniela pasó las tardes entrevistando a profesores de la Academia Wu Shi después de los entrenamientos. También, leía los libros de la biblioteca para escribir críticas, ya que se había terminado los que llevó a la academia y Adelina no había dejado ninguno para compartir. Esperaba que cuando ocurriera una visita a Arctika le prestara algunos. Por ahora, tendría que esperar a que llegaran noticias de ella. Daniela seguía enfocada en mejorar, mientras escuchaba las divagaciones de Mariano.
En esos días, su creatividad había despertado y logró encontrar herramientas y objetos necesarios para crear un pequeño aparato para cargar los celulares usando el medallón de Raiden. En los momentos de descanso, Mariano intentaba dialogar con el granjero para trabajar en ello. El resto de luchadores se reían de cada vez que mencionaba el tema y se le iluminaban los ojos, como un niño.
–Vamos Raiden, déjame usar el medallón –pidió Mariano mientras comía su almuerzo y el resto miraba el escenario–. Voy hacer un gran invento.
–No te lo prestaré, Mariano –soltó Raiden enojado–. Lord Liu Kang, me lo dio para el torneo y como obsequio. No vas a usarlo para otra cosa.
–Ni tampoco para hacernos reventar por los aires –siguió Daniela sorbiendo de la sopa que hicieron los cocineros–. Me basta y me sobra que sos un peligro aterrizando con la avioneta.
–¿Explotó alguna cosa Mariano? –preguntó Johnny.
–Oh, sí lo hizo –contestó la pelirroja enfocada en su comida–. Una vez metió al microondas huevos y pescado para calentar. Lo puso a tres minutos y al poco tiempo escuchamos algo que explotó en la cocina. El olor estuvo por varias semanas y no importa cuantas veces limpiando, ese puto olor seguía. Otra vez, se olvidó de encender la hornalla. De milagro el Viejo Mario se dio cuenta y nos salvamos de volar por los aires.
–¿De enserio apestó tu casa a pescado por días? –preguntó Kung Lao sonriente y Daniela asintió.
–Che, mira que me volví mejor cuidando las cosas –espetó Mariano mientras tomaba la sopa.
–Deberíamos ver su casa –dijo Kenshi riendo–. Tal vez, lo que queda son solo escombros.
–Es una gran calumnia a mi persona, Kenshi –dijo Mariano dramático–. Me siento difamado.
Todos rieron y continuaron el almuerzo hasta que el sonido del gong anunciara el final. Dejaron sus platos cerca de las cocinas y volvieron a los entrenamientos. En las horas siguientes, hicieron clases para mantener equilibrio en la punta de los postes en los que Daniela caía en varias ocasiones, terminando con varias magulladuras.
Al llegar a los cuartos, Daniela sintió un alivio al sentarse en las escaleras. Mariano trajo mates y compartió con el resto, mientras se enfocaba en convencer a Raiden para dejarlo usar el medallón. Ya al punto en el que estaban, todos querían que Mariano se callara, incluido Johnny.
–Raiden, por favor, déjalo que haga sus manualidades para que deje de insistir –espetó el actor.
–¡Mira quién habla! El que no paró de parlotear por hacer una película –argumentó Mariano sarcásticamente y bastó para que Johnny cerrara la boca–. Sino quédate en mi habitación a vigilar el medallón, mientras lo uso para crear algo. No te lo quitaré porque lo estarás cuidando ¿te parece? ¿mucho mejor?
Raiden suspiró cabizbajo y alzó su mirada a los ojos azules de Mariano. Tenía ojos expectantes combinados con los de un cachorro.
–Está bien –dijo el granjero con los brazos cruzados–. Pero yo lo estaré cuidando. No permitiré que rompas lo que me obsequió Lord Liu Kang.
Mariano celebró y le dijo a Raiden que comenzarían al día siguiente después de los entrenamientos. Daniela rio por el entusiasmo de su amigo y siguieron tomando mates hasta que los sonidos del gong anunciaran la cena. Comieron tranquilamente y Daniela se sintió incompleta por la ausencia de Adelina, pero se recordó que pasaron algunos momentos así y pudieron cuidarse.
En la noche, Daniela se preparó para dormir, se puso óleo para el cabello en sus rizos rojizos y se acomodó en el futón. Tomó el libro que había tomado de la biblioteca de la academia y empezó a leer. Mientras se perdía en las palabras, no se percató de una luz anaranjada tapada por el libro. Daniela sintió que algo liviano caía en su regazo y tras vislumbrar sobre las hojas, vio un pequeño papel. Dejó el libro a un costado del futón y recogió el papiro.
Tenía delineaciones violetas y se dio cuenta de que era una carta de Shang Tsung. Lo desplegó por completo y comenzó a leer su contenido.
Querida Daniela:
Pasaron días desde nuestros pequeños encuentros durante el torneo y espero que te encuentres bien. Quiero seguir hablando contigo a través de cartas y aguardaré tu respuesta. Tu persona me cautivó y tengo la curiosidad de seguir descubriendo más sobre ti.
En estos días, estuve ocupado con mis avances para mejorar la salud del Mundo Exterior y necesitaba a alguien con quien hablar. Mi mente ha estado divagando en los pocos dichos que tuvimos y espero que en las cartas podamos seguir conversando.
Atentamente,
Shang Tsung.
Daniela sonrió, buscó hoja y birome y escribió. Sus mejillas se tornaron rojas ante lo que pensaba poner y dejó que su mano la guiara.
Querido Shang Tsung:
¡Gracias por escribirme! Tengo la esperanza de que hayas podido ayudar a tus pacientes y a los miembros de la casa real. Por lo que tengo de tu entrevista, sé que lo hiciste de maravilla.
En la Tierra, estuve entrenando, pero tenemos algo de tiempo libre y me lo paso leyendo y entrevistando a algún maestro. También, escribo críticas de los libros que voy terminando para despejar mi mente. Me entretiene, pero sería lindo hablar contigo mediante las cartas.
Tengo curiosidad sobre ti, también. Desearía conocerte más que como el brujo de la familia imperial.
Espero tu respuesta,
Daniela.
La muchacha dobló bien la hoja y la vio esfumarse entre llamas anaranjadas. Se sorprendió y volvió a acostarse en el futón con la esperanza de que el hechicero le volviera a escribir. Alzó su mano mirando el anillo con la joya rosada y un calor en sus mejillas inundó su rostro. Ocultó su mano en las colchas y sus párpados comenzaron a pesarle.
Pasaron pocos días cuando Mariano logró hacer el invento para cargar el celular usando la electricidad del medallón de Raiden. El primer prototipo lo usó en el de Johnny y casi explota por el nivel de voltaje. Daniela se sorprendió al ver el desastre de la habitación de Mariano.
Había muchos metales esparcidos por cualquier parte, haciendo difícil la posibilidad de caminar. Se escuchaba música y se veía a Raiden sentado al lado de Mariano, con la cara resignada. El futón estaba desordenado y la madera estaba repleta de yerba mate y migas de comida.
–¿Podrías bajarle el volumen a eso? –preguntó Raiden.
–No –contestó Mariano tranquilamente sorbiendo mate–. Uno, es Tornado of Souls de Megadeth y un buen tema. Número dos, es mi habitación y son mis reglas.
–Solo te pido que le bajes el volumen.
Mariano lo bajó apenas y siguió haciendo experimentos. Raiden miró a Daniela y sus ojos mostraban hartazgo.
–Lo lamento, Raiden –dijo la muchacha con los brazos cruzados–. Te tocará soportar su música hasta el final.
–No me molesta su música. Me molesta el volumen –espetó Raiden.
–¿Cuánto te falta para que termines con ese invento? –preguntó Daniela.
–No sé, creí que a la primera me funcionaría –dijo Mariano analizando el aparato–. Lamento que casi reventara tu celular, Johnny.
–¡No permitiré que mi celular sea una rata de laboratorio, otra vez! –exclamó el actor y lo guardó en su pantalón–. Tengo muchos videos para hacer mi gran película.
Todos miraron de mal manera a Johnny y Mariano se enfocó nuevamente en la maquinaria. Salían cada pocos segundos chispas naranjas y maldecía cuando había un pequeño cortocircuito.
–¿Quieres que te ayude, Mariano? –preguntó Kung Lao.
–Sabes que sí –el granjero se sentó y esperó nuevas órdenes–. Sosteneme el aparato y no lo muevas que tengo que ver mejor si ubiqué bien los metales.
Daniela y los demás se marcharon lentamente, escuchando a lo lejos la música estruendosa de su amigo. Siguieron charlando hasta la hora de la cena y antes de que la joven fuera al gran comedor, el anillo comenzó a darle calor en su dedo. En frente de los ojos de la joven, una nueva carta de Shang Tsung apareció. Desplegó el papel y leyó las palabras del hechicero.
Querida Daniela:
Me alegro que hayas aceptado mi propuesta y tengo intenciones de conocerte más. Me resulta positivo que puedas tener tiempo libre durante tus entrenamientos y mejores tus talentos.
Estuve tan ajetreado que no me enfoqué en mis pasatiempos. Quisiera hacerlo, pero mis labores me agobian. Son muchas cosas las que tengo que hacer y cada vez que termino una, aparece una nueva. No tienen fin, pero los hago con gusto. Cada tarea que me comprometo, la cumplo de forma meticulosa y me tomo mi tiempo.
Aun así, al leer tu carta sentí que pude tener un pequeño pasatiempo, aunque sea algo insignificante, para mí, significa mucho.
Espero con ansias tu respuesta,
Shang Tsung.
Daniela sonrió y comenzó a escribir emocionada las cosas que sentía hacia el hechicero. Sus mejillas se tiñeron de rojo como su cabello y notó un mechón pequeño se colaba en su vista. Se enfocó en el papel y su mano guio la pluma.
Querido Shang Tsung:
Espero que logres completar todas tus tareas. Si sientes que no puedes con todo, está bien sentirlo, es necesario que descanses y busques algo con lo que distraerte, aparte de escribirme cartas. No me molesta que me escribas, leo con gusto lo que me envíes, pero también busca otras cosas y experimenta.
Mi consejo es que limpies, a veces hacerlo es una gran forma de distraerte y hasta pensar en el siguiente paso. Otras cosas que pueden ayudarte son: cocinar, dormir, meditación, entre otras muchas.
Algunas veces, es necesario dejar algunas tareas para el día siguiente. Escribir, leer y hasta cocinar (no siempre me sale bien) son algunas de mis formas de descansar mi mente. Incluso salir a caminar me ayuda y espero que te sirvan a ti también.
Confío en que mis consejos te ayuden,
Daniela.
El papel se esfumó entre llamas. Tuvo la esperanza de que Shang Tsung leyera en poco tiempo su carta y volvieran a escribirse. De repente, Daniela escuchó gritos.
–¡Dani! ¡Ya es hora de comer!
–¡Ahí voy, Mariano!
Salió de su cuarto y corrió hacia donde estaban sus compañeros para unírseles. Caminaron, iluminados por los faroles anaranjados y las hojas secas y pétalos adornaban los caminos de piedras, llegando al gran comedor.
Luego de la cena, Daniela se aseó y fue hacia sus aposentos. Frente a su puerta, la luz de las velas de la habitación de su amigo seguía encendida y sonrió por sus maldiciones. Entró a su habitación y se sumergió en las vastas colchas de su futón.
Pasaron los días y Daniela siguió entrenando junto al resto de sus amigos y escribiendo cartas a Shang Tsung. Lo que sí le preocupaba a la muchacha fue la falta de noticias de Adelina, seguramente los entrenamientos en Arctika la agobiaban. Incluso, Raiden, Kung Lao, Kenshi y Johnny preguntaban por las noticias de ella hasta que esas dudas se apaciguaron un día después del almuerzo.
Previo a eso, luego de terminar los aparatos para cargar celulares, Mariano encontró en pueblos cercanos partes de torres de radio y comenzó a comprarlas para construirla. Ante eso, Daniela le propuso que lo hablara con Liu Kang para evitar cualquier inconveniente. El joven salió rápidamente hacia donde estaba el dios y le resultó difícil convencerlo para que le diera luz verde.
Fue poco tiempo, tras algunos discursos Liu Kang se lo permitió y Mariano dio comienzo a su construcción, haciendo que suenen chispazos y pequeños incendios en su habitación. Él y Kung Lao, a veces, salían por el humo y Daniela los ayudaba a recuperarse para que volvieran a meterse y seguir trabajando con la torre de radio.
El día que había llegado la carta de Adelina, tanto los demás luchadores como los profesores tuvieron que detener a Johnny y Kenshi por una riña por la espada Sento. Ambos se separaron, tomando diferentes caminos para bajar los aires de pelea, dejando a Mariano, Raiden, Kung Lao y Daniela en el recinto de estudiantes. Mientras esperaban a que los dos luchadores volvieran, un maestro llegó con una carta de Adelina.
Emocionados, Daniela y Mariano la leyeron y luego la joven preparó la respuesta. No mencionó las cartas que tenía con Shang Tsung hasta tener más confianza con él y poder hablarlo con sus amigos. Por ahora, sería algo que mantendría en privado.
Tras terminar la carta, un maestro los guio hacia el palomar y le dieron el papel con el invento de Mariano a un ave. La soltaron y la vieron perderse en el cielo. Regresaron al recinto con tranquilidad y Mariano se recogió el cabello rubio haciéndose una cola de caballo. Los dos entraron a sus respectivos cuartos y Daniela se enfocó en escribir la opinión de un libro de la biblioteca. Los faroles y velas le proporcionaban una gran luminosidad a su cuarto y la canción que reproducía de su celular la hacía olvidar el alrededor. Hasta que hubo otra explosión en la habitación de Mariano y Daniela, alarmada, salió a ver qué ocurría.
–¡Ay! ¡La concha de la lora! –maldijo el muchacho, sacudiendo su mano–. Putos cables de mierda.
–¿Qué pasó, Mariano?
–Estamos bien, Daniela –calmó Kung Lao–. Solo fue un cortocircuito.
–Me costó muchísimo pagar por todo esto –dijo Mariano enfocado en la maraña de cables y metal–. Más vale que me rinda la plata para hacer una pequeña torre de radio.
–¿Le preguntaste a Liu Kang sobre hacer esto? –cuestionó el granjero–. Me resulta difícil de creer que te haya permitido hacer esta locura.
–Me costó convencerlo, pero lo logré.
Mariano se calló y siguió enfocado en su trabajo con la ayuda de Kung Lao, algunas indicaciones se escuchaban cuando Daniela volvía a su cuarto. Al cerrar la puerta, oía la canción de Graveyard de Halsey y se centró en su crítica hasta el anuncio de la cena.
Pasaron los días y entre carta y carta la relación entre Daniela y Shang Tsung se amplió. Hablaron sobre los pasatiempos de cada uno y algunos libros que leían. A veces, le llegaban mensajes antes de ir a dormir y los respondía lo más rápido posible con una sonrisa adornada en el rostro.
También, recibían cartas de Adelina y se alegraban de tener noticias de ella. Le molesta un poco que su amiga no se arriesgara un poco, pero era entendible. La extrañaba, nunca habían estado tanto tiempo separados los tres, pero tendrían que esperarla. Quería hablar cara a cara con Adelina y pasar junto a Mariano los entrenamientos. Era extraño no tenerla al lado.
Mariano seguía enfocado en poder instalar la torre de radio, pero entre explosiones y maldiciones, parecía que no tenía resultados positivos. Hasta Kenshi y Johnny creían que era imposible que lo lograra, pero no les hacía caso y seguía manteniendo su convicción. Raiden y Kung Lao no soportaban la música de Mariano, pero mantuvo el volumen bajo para mantenerlos contentos.
Un día, en los aposentos recibió una carta de Shang Tsung y comenzó a leerla. Su sonrisa se acrecentaba con cada palabra escrita por el hechicero del Mundo Exterior.
Querida Daniela:
Me alegro que en estos días hayas podido seguir entrenando y haciendo tus tan mencionadas críticas literarias. En algún momento, me gustaría poder leerlas a tu lado y compartirnos nuestros gustos por los libros. Espero que hayas podido terminar el libro que estabas leyendo.
También, me causa mucha curiosidad los tantos alimentos de tu amada patria, sus nombres me resultan curiosos y deliciosos. Me gustaría probarlos algún día. Por ahora, me conformaré con mi imaginación. Tu patria parece bastante maravillosa por cómo me la cuentas, pero quizás verla en persona sería más hermosa.
Ansío tu respuesta,
Shang Tsung.
Daniela salió inmediatamente hacia las cocinas de la Academia Wu Shi y luego de conseguir todos los ingredientes empezó hacer unos cañones rellenos de crema pastelera y de dulce de leche. Los cocineros le dejaron un pequeño espacio para hacerlos.
Preparó la masa con harina, manteca de cerdo y leche. Mezcló con tranquilidad y al compás de los ruidos de los cocineros yendo de un lado para el otro para la cena. Poco a poco, la masa de los cañones se iba despegando del bol, Daniela amasó con fuerza el alimento, comenzó a formar bolitas pequeñas para aplastarlas y después enroscarlas.
Mientras las cocinaba, preparó la crema pastelera con maicena, azúcar, yemas de huevos, leche y canela. Colocó la crema y el dulce de leche en las masas hechas y los cocineros comieron unos pocos para volver a sus asuntos. Daniela llevó una gran cantidad para los demás luchadores y celebraron el pequeño gesto junto a los mates de Mariano. La joven guardó en una pequeña caja para Shang Tsung en su habitación y siguió compartiendo el momento con sus amigos.
Antes de que sonara el gong, Daniela fue a su cuarto y le escribió una carta para el hechicero. Se sentió una cursi haciendo el postre, pero esperaba que le gustara el gesto.
Querido Shang Tsung:
Me encantaría mostrarte todas mis críticas que he hecho, pero por ahora las tengo en borrador y quiero mejorarlas para que las puedas leer. Estoy terminando el libro y me siento muy emocionada por ver cómo termina. Escribirlo no es lo mismo que decirlo con palabras.
Lo único que puedo darte son cañones de crema pastelera y dulce de leche. Son uno de las tantas facturas que hacemos en Argentina. Si no llegan con la magia que hiciste, pido perdón. Me las comeré luego para que tengas antojo y envidia.
Espero que te gusten.
Daniela.
En cuanto terminó la carta, la puso junto a la caja de madera y ambas ardieron hasta desaparecer. La joven tuvo la esperanza de que los haya recibido y no se quemaran en el proceso. También, uno de los maestros llegó con una nueva carta de Adelina y se apresuró a contestarla.
Querida Daniela:
Espero que te encuentres bien y que Mariano haya avanzado con la torre de radio. No sé por qué pienso que va a tener todo el cabello para arriba como si fuera Dragon Ball. Me rio con la imagen de la cabeza que tengo.
Todos los días tengo entrenamiento a la mañana entrenamiento con Bi Han y no puedo despertar mi criomancia. Después sigo mis clases con sus hermanos y otros maestros. Aprendo manejo de armas (siento que es un poco atrasado usar una puta espada, pero bueno qué puedo hacer), sigilo, combate, etc. Al mediodía, es la hora del almuerzo y soporto las miradas hostiles de los demás principiantes (es una porquería, pero ni siquiera sé por qué lo hacen y no tengo intenciones de saberlo). Después sigo haciendo entrenamiento y limpieza.
Termino hecha mierda, me da ganas de tirarme en la cama y dormir por un año. Me cuesta poder encontrar un tiempo para averiguar las ruinas con todas las tareas que me asignan, apenas logré hallar el palomar.
Los extraño mucho y quisiera hablar con ustedes en persona. Me siento un poco sola, pero a veces hablo con Tomas, no es mucho lo que hablamos, pero me hace sentir comprometida… eso creo. No me molesta hablar con él, es solo que parezco buscar algo más de él y no es así. Cuando aparece un extraño intentamos ser lo más formales… me hace sentir una tonta.
Además, mis mejillas se calientan y me gustan sus ojos. Me hacen recordar a portadas de libros y mañanas nubladas.
Espero tu respuesta,
Adelina.
Daniela tomó un papel y la pluma comenzó a escribir.
Querida Adelina:
Te extrañamos también y queremos verte lo más pronto posible. Para tu decepción, Mariano no tiene el cabello parado ni sé si avanzó o no con su torre de radio. Sinceramente, pienso que avanza de a poco, aunque cada explosión y maldiciones me hace sentir lo contrario.
Por lo que entiendo de los Lin Kuei, cuando estábamos teniendo las clases teóricas, son nuestro ejército. Así que sí, te tocará el entrenamiento más fuerte, aunque admito que deberían darse unos descansos, pero ese es mi pensamiento. Por otro lado, también me resulta anticuado el uso de armas, pero son sus costumbres, no podés hacer mucho.
Me enoja que te traten diferente, me recuerda al orfanato, pero no busques pelea con ellos y evita cualquier provocación. Además, me alegra que puedas hablar con Tomas, no te agobies la cabeza con esos pensamientos, mientras no busques algún privilegio usando sus sentimientos, no hay problema. Te conozco y no lo harías, así que deja atormentarte.
Con cariño,
Daniela.
La muchacha preparó la carta, fue hacia el palomar y soltó el ave. Voló perdiéndose en la oscuridad de la noche y escuchó el sonido del gong anunciando la cena. Bajó de la torre y corrió hacia el gran comedor, alcanzando a sus amigos.
Las risas y barullo se acrecentaron en las cuatro paredes cuando los platos se sirvieron. Todos comieron y agradecieron con júbilo la habilidad de los cocineros. Las charlas continuaron hasta que los maestros anunciaron la hora de dormir.
Daniela se bañó y se preparó para sumergirse en las vastas colchas del futón. Tomó el libro que tenía al lado y lo abrió. Las palabras fueron atrapándola y la metió en el mundo de la trama, perdiendo la noción del tiempo. Con cada página, los párpados le pesaron y le costaba mantener la coherencia de lo que leía. Cerró el libro y se tapó con las colchas, esperando un mejor día y posiblemente alguna carta de Shang Tsung.
Los entrenamientos siguían todos los días, Daniela lograba seguir a sus amigos, pero a veces tenía dificultades. Las clases en equilibrio y meditación eran las más complicadas, ya que la joven tambaleaba en los postes y perdía el equilibrio constantemente generándose varios moretones. Mariano se reía de cada caída, una y otra vez para luego ayudarla levantarse. Por el lado de la meditación, su mente siempre fue acelerada y encontrar la calma le resultaba complicado. Lo que le parecía media hora, en realidad, eran segundos o minutos.
Le frustraba a Daniela, pero se esfumaban por las cartas de Shang Tsung y preparar algunas facturas o picada para los luchadores y el hechicero. Entre carta y carta la relación entre ellos se fue abriendo más y más. Se actualizaban de los días y hablaban de sus gustos. Se expresaban mucho las ganas de verse en persona y seguir con sus divagaciones.
En una de las tantas cartas, Daniela se emocionó por su contenido y un cosquilleo invadió su estómago.
Querida Daniela:
El papel no logra expresar mis ganas de hablarte en persona. Quisiera escuchar tu voz que hace tiempo mi memoria no le hace justicia. Mi petición es que podamos hacer un encuentro y vernos. Si estás de acuerdo, por favor envíame una respuesta.
Shang Tsung.
Daniela no supo contener su alegría y le escribió una respuesta inmediatamente.
Querido Shang Tsung:
Me encantaría. Veámonos en dos días a la medianoche, afuera de la Academia Wu Shi. Te esperaré con algunas cosas para comer juntos.
Daniela.
La carta se esfumó entre las llamas y los nervios la carcomieron, esperando la respuesta del hechicero. Su mente divagó a su sonrisa encantadora de hace semanas atrás, en su estadía en el Mundo Exterior. Sus ojos marrones que le recordaban a las tortas negras.
Luego de cenar y asearse, Daniela se quedó despierta por un tiempo más, con la esperanza de que Shang Tsung le mandara una respuesta a su propuesta. La ansiedad la mantuvo caminando en círculos por su habitación por varios minutos hasta que el cansancio le pesaba. Se acostó en el futón y se envolvió con las colchas. Antes que sus ojos se cerraran, llegó una nueva carta con la respuesta afirmativa del hechicero. Se durmió con una sonrisa en su rostro y pensando en qué hacer de comida para Shang Tsung.
Los dos días fueron eternos, haciendo que las ansiedades de Daniela se acrecentaran y lo único que la despejaba eran los entrenamientos. Preparó más cañones de crema pastelera y dulce de leche, junto a algunas medialunas y galletitas. Compartió parte de sus facturas a sus amigos y a veces le entregaba a Mariano cuando se enfocaba en hacer la torre de radio.
Raiden y Kung Lao seguían en la habitación de su amigo para evitar que le explotara algo nuevamente. La música estruendosa de Mariano se podía escuchar al pasar cerca de su habitación, junto con el vocabulario vulgar y miles de maldiciones cada vez que ocurría un cortocircuito.
Johnny y Kenshi seguían peleados por la espada Sento y Daniela estaba hartándose de escuchar sus idas y vueltas. Después del primer conflicto, se mantenían al margen, pero se tiraban comentarios mordaces.
Cuando llegó el día de ver al hechicero, los nervios carcomían a Daniela y se tocó constantemente el cabello rojizo. Algunos mechones enrulados y cortos se metían en sus ojos y se los apartaba para calmarse. Estuvo todo el día con el estómago revuelto y se acrecentaron cuando terminó la cena.
Cuando todas las velas del complejo de estudiantes se apagaron y los faroles iluminaban los caminos. Daniela salió sigilosamente y caminó hacia las grandes puertas de la Academia Wu Shi. Las abrió con cuidado y se sumergió entre las plantas del vasto bosque, chocándose con varias y algunas hojas se metían en su boca.
Llegó hacia unas colinas donde había un árbol con flores y a lo lejos se veían las columnas de la Academia Wu Shi. Se sentó en la roca y dejó al lado una canasta pequeña con las facturas que había traído para el encuentro. Estiró las piernas y se quedó esperando a la llegada del hechicero.
Los nervios la carcomían por dentro y se mordió la uña del pulgar. Los segundos parecieron minutos y sintió que sus esperanzas para la reunión se apagaban. La chica admiró el paisajismo y el cielo estrellado. El viento sopló suavemente, haciendo que algunos mechones rojizos se elevaran.
De repente, un destello blanco apareció enfrente a sus ojos. Poco a poco, se reveló la figura de Shang Tsung y el corazón de Daniela dio un vuelco. Los ojos del hechicero la vieron y de su rostro adornaba una pequeña sonrisa.
–Buenas noches, Daniela.
–Hola, Shang Tsung –saludó la muchacha y un sonrojo invadió sus mejillas que rivalizaron con su cabello corto–… Eh… traje más facturas para comer juntos. Espero que no te moleste.
–Está bien –dijo el hechicero y se acercó a Daniela–. Extrañaba tus delicias ¿Quieres sentarte?
–Sí, gracias.
Se sentaron en el pasto y abrió el canasto con las facturas. Desvió sus ojos del hechicero y se enfocó en el hermoso cielo. Hacía tiempo que no veía las estrellas, eran pocas las que se distinguían en capital y las veces que las vio fue cuando pasó noches con el Viejo Mario en la provincia de Buenos Aires.
Tomó un cañón de dulce de leche y comenzó a comerlo tranquilamente. Vislumbró al hechicero e imitó la misma acción que ella. Su corazón le latió con fuerza y el estómago le cosquilleaba.
–Es bonita la noche –soltó Daniela después de tragar la factura–. Hace tiempo que no veía las estrellas.
–Tienes razón, es encantadora –coincidió Shang Tsung con la vista enfocada en el cielo–. Es extraño ver solamente estrellas. En el Mundo Exterior, hay días o semanas que veo diferentes colores en los cielos hasta incluso galaxias.
–¿De enserio?
–Sí, es maravilloso –respondió el hechicero y la miró–. Al igual que tus delicias.
–Gracias y espero que mis consejos te hayan ayudado.
–Sí, me ayudaron… –dijo Shang Tsung y le sonrió tímidamente–… pero lo que más me favoreció fue escribirte.
Las mejillas de Daniela se calentaron y se cautivó por los ojos chocolate del hechicero. Le recordaban las tortas negras y caramelos de dulce leche. Tomó otra factura y la mordió. La delicia de la masa y la crema pastelera invadió sus papilas gustativas.
Tras terminarla, su mano fue hacia la canasta para tomar otra, pero chocó con la de Shang Tsung y la tomó con delicadeza, como una flor. Daniela se sonrojó más, pero dejó que tocara su mano, parecía fascinado con ella.
–Son suaves –exclamó el hechicero hipnotizado–. A pesar de tus entrenamientos, siguen siendo delicadas.
–Gracias, Shang Tsung.
Sus dedos se entrelazaron y Daniela sintió que encajaban perfectamente, cual piezas de rompecabezas. Sus pulgares chocaron y el calor de su fuerte mano le pareció confortante. Una electricidad recorrió todo su cuerpo y sus mejillas se calentaron mucho más.
Daniela no quiso zafarse de su tacto. No llevaba los guantes que recordaba verlos puestos en la estadía en el Mundo Exterior y agradeció ver la complexión de su mano. La muchacha desvió la mirada hacia el cielo nocturno por unos minutos más, pero sentía los ojos del hechicero.
Volvió a mirarlo y hubo un silencio. Las hojas se levantaron por el viento leve y el cabello rojizo de Daniela se elevó suavemente. Dejó de lado el cielo y cualquier tema de conversación y se acercó dudosa a Shang Tsung. La imitó y el estómago comenzaba a revolotear.
Daniela apartó lentamente la canasta y se aproximó más. La mano del hechicero tocó su rostro, como si fuera porcelana y la acercó hasta ver mejor su reflejo en los ojos de Shang Tsung. Sus respiraciones se unieron y ya no hubo espacio entre ellos. Los labios de ambos se juntaron y el corazón de Daniela explotó. Fue suave, pequeño y tímido.
Se alejó del muchacho lentamente y volvió a mirarlo. Sus ojos chocolate la recibieron y quedó hipnotizada por ellos. No se percató que los labios del hechicero capturaron los de ella nuevamente, dudoso y Daniela lo siguió. La mano que ahuecaba su rostro se encaminó al cabello pelirrojo de Daniela, enredándose en sus rulos.
Daniela chocó con el cuerpo de Shang Tsung y continuó besándola con suavidad. El corazón bombeaba con intensidad y buscó aire para respirar. Se alejaron un momento y las puntas de las narices de ambos chocaron. Shang Tsung volvió acercarla y la besó con más pasión, tomando a Daniela desprevenida. Las manos de la chica se enredaron en el cuello del chico, pegada a sus labios. La otra mano de Shang Tsung se posó en su cintura acercándola con más pasión.
Daniela se separó y buscó aire desesperadamente. Las mejillas las sintió acaloradas y el brujo la observó con fascinación. Poco a poco, la mano que se había enredado en su cabello pelirrojo se zafó lentamente y se apartó.
–Eres hermosa –soltó el hechicero.
–Gracias, Shang Tsung.
El silencio perduró por más tiempo. Ambos se miraban, entrelazaban sus manos y sus pulgares recorrían las complexiones. La comida fue olvidada y se besaban delicadamente de vez en cuando. Pero poco a poco, el sueño invadía a Daniela, haciendo que cabeceara.
Shang Tsung se percató y la ayudó a levantarse para irse a la Academia Wu Shi. Recogió la canasta y caminó con tranquilidad a las profundidades del bosque. Antes de sumergirse, despidió a Shang Tsung con un delicado beso y lo vio esfumarse en el resplandor blanco. Daniela sonrió y se metió en el frondoso bosque.
Llegó a las puertas de la academia y entró sigilosamente, evitando los faroles que iluminaban los caminos de piedra y ramas de árboles con sus hojas anaranjadas. Daniela ingresó al complejo de estudiantes con cuidado hasta su habitación. Se sumergió en el futón, se tocó los labios y sonrió, como una niña pequeña enamorada por un famoso. Repitió los sucesos de esa maravillosa noche hasta quedarse dormida.
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Historias de Playa
La historia que procederé a relatar a continuación es brutal y horrible. El protagonista sufrió como un porcino siendo faenado y nunca pudo recuperarse psíquica, emocional, física ni socialmente de la desgracia que le ocurrió.
A fines del año pasado este muchacho, que llamaremos Joselito protegiendo así su identidad, se enamoró perdidamente de una minurri llamada Carla, que era una compañera de universidad. Nada nuevo por cierto, siendo ésta una situación que le ocurre a la mayoría de los weones veinteañeros promedio de este país, sin embargo desde un principio este loco amor no se presentó como normal, ya que este weon estaba tan enamorado, que la miraba y se ponía más tieso que weón con fibrosis quística. De hecho pasó de ser un vagoneta de primera a ir a meterse a todas las clases para intentar jotear a la susodicha. Si hasta tuvo que ponerse a estudiar.
No era pa culparlo tanto tampoco, ya que la loca era bastante encachada, hay que decirlo. Para su felicidad, su arduo trabajo rindió frutos y al poco tiempo ya estaban en una relación en la que todo era teleseriesco: felicidad, mariposas en la guata, ositos de peluche y todas esas basuras romanticonas a las que hay que apelar pa que las minas lo terminen prestando. Sin ir más lejos, Joselito frecuentemente nos comentaba acerca de la acabada y extensa técnica de la lolita en las artes amatorias. En resumen, era una delicia, nada más que pudiera pedir.
Llegó el verano correspondiente, y Joselito invitó a su bienamada novia a la playa junto a sus demás amigos, por allá por febrero, cuando la cosa se pone más romanticona. Partieron así a un balneario del litoral central cuyo nombre no viene al caso, más enamorados que osos panda en época de apareamiento. De la mano pa todos lados el par de tortolitos.
Ni bien llegada la primera noche, deciden todos celebrar el inicio de las vacaciones mandándose un carrete de proporciones titánicas, por lo que fueron a adquirir los insumos etílicos necesarios a algún expendio de alcohol playero. Luego de sortear con relativo éxito los terribles palos a los que los querían someter los careros dueños de las botillerías locales.
Luego de hacerse de los mejores licores en relación precio/precio volvieron a su bunker para empezar a ponerle como correspondía. Los brindis y los saluds no se dejaron esperar. Por el verano, por las vacaciones, por la wea, en fin… motivos para celebrar no faltaban ni ánimo tampoco, por lo que al rato ya estaban todos más o menos maquillados, mas la mina del Joselito ya estaba con los ojos bien achinados, con una notoria tendencia a oscilar en torno a su centro de gravedad, y con los labios ya medios expandidos (los de arriba).
Nadie estaba como para andarla juzgando por ello, pero igual no pasó piola que estaba terriblemente de curada cuando empezó a hablar weas en una lengua que parecía sánscrito antiguo lo que nos produjo unas carcajadas incontenibles. Lo que no le dio tanta risa a Joselito fue que la mina en su borrachera, se empezó a mear en la misma silla en la que estaba sentada. Nadie cachó, pero ya cerca del final de la jornada, cuando estaban todos más doblaos que billete de 20 lucas, la loca se sacó la cresta: rompi�� una silla, se fue de espaldas con sillón y todo y buitreó hasta las cortinas (apenas se salvaron los muebles de cocina).
Al otro día tuvo que ponerse suspensores pa aguantar la cara de vergüenza, sin embargo todos se lo tomaron con humor. Joselito, en su faceta más tierna y amorosa, le dijo que no se preocupara, que esas cosas pasaban y que en realidad habían ido a la playa a wear así que no era tan grave.
Pasaron la caña durante la tarde, y en la noche decidieron ir a la playa a ver se armaba algún vacilón en torno a alguna fotatita. Como andaban medios damnificados sólo se compraron unas Pilsen.
Llegados a las orillas del mar, armaron una fogata y empezaron a compartir. Al rato, Joselito cachó que su pierna ya se había bajado 3 pilsens completitas ya. Sorprendido, se pregunta “¿que weá esta culiá?”. Va donde su chica y le pregunta si está bien o algo, y la mina se emputece y le ladra:
al mismo tiempo que le lanza un denso flato en todo el rostro, y se para y se saca la cresta. Casi se va de hocico a la fogata la peuca jugosa. La ayudaron a ponerse de pie, pero la mina al incorporarse se fue del lugar a dar jugo a otra parte.
No la pescaron, pero al rato decidieron que era mejor irla a buscar, así que recorriendo otros grupitos dentro de la playa, cacharon que se escuchaban risitas por todos lados y dedujeron que la mina al parecer se iba paseando y estaba con la idea de quedarse con el mejor postor, mas Joselito no estaba pa weas de ese tipo.
Al llegar a un grupito, encuentran a la Carlita abrazada de dos weones enteros reggaetoneros, picaos a Wisin y Yandel subalimentados, vestidos con lo más selecto de la alta costura de la ropa americana de Estación Central, con unos bling bling que parecían sacados de la hojalatería y que se cachaba como a 10 km que habían aplicado deserción escolar en prekinder.
Joselito asume su rol de pololo y le dice que se pare y se vaya con él a la casa, ante lo cual se para uno de los roticuacos y le dice,
A Joselito se le envalentonaron todas las hormonas, le hirvió la sangre. No podía ser pisoteado de esa forma así que quiso ser aún mas xorizo que su contendor, a lo que le respondió,
Como buenos caballeros, estos dos muchachos se dieron la mano y la discusión quedó zanjada. No, mentira. En realidad se agarraron a cornetes ipso-facto. Salieron las manoplas y unas cadenas por ahí. Quedó la tole-tole como diría Sapito Livingstone. Patadas, combos, gargajos, y un cuantioso etcétera describe lo que ocurrió en esa reyerta. Uno de los muchachos de Joselito recibió un soplamoco en pleno rostro y resultó con la ceja depilada. Joselito no se quedó atrás y le voló un choclero de un puro ganador en l’ocico a uno de los hampones.
Al final llegaron los verdes y como Joselito y sus amigos tenían menos cara de flaites, solo los redujeron, pero los otros tuzones se botaron a xoros con los pacos así que les pegaron una repasá más o menos. Los giles culiaos golpearon con sus cabezas y estómagos con una tenacidad y una fuerza encomiables las lumas y los bototos de los representantes de la ley. Igual nomas todos se fueron preciosos y pasaron la noche en el calabozo, y Joselito sin noticias de su novia.
Llegado el amanecer, fueron puestos en libertad, quedando exonerados de toda deuda con la sociedad. Joselito se vio sobrepasado por la situación, y con el sol asomándose por la Cordillera de la Costa, se arrodilló en la calle y con una desesperación que podría haber desagarrado hasta el alma del más duro, gritó al cielo,
Fueron a la playa, pero ya no quedaba nadie más que un viejo rancio y negro recogiendo basura, y unos pendejos púberes durmiendo tiraos comiendo arena. Recorrieron un poco más y entremedio de unas dunas, Joselito divisa algo que le parece familiar. Se acerca un poco hasta poder alcanzarlo, lo toma con sus manos, y no lo puede creer. Cayó de rodillas y con lágrimas manando de sus dos ojos reflejó toda la pena y la angustia que apresaban su corazón. Sus emociones se descontrolaron y su dolor estalló en un sobrecogedor clamor hacia el firmamento al observar frente a sí, tirados en la arena, los calzones de su amada.
Volvieron a la casa y Joselito tomó hasta quedar inconsciente y poder así conciliar un poco el sueño.
Al final Carlita se dignó a aparecer en la casa como a las 7 pm, caminando a lo cowboy y con más sed que la chucha y por supuesto más chascona que la mierda. Joselito recobró algo su dignidad tapizándola a chuchadas como ni el más deslenguado hincha de fútbol en el estadio lo había hecho jamás. Le tiró su calzón en la cara y le dijo que se virara para no verla nunca más.
Esa misma tarde Carlita se volvió a Santiago con la cola entre las piernas, mientras el bueno de Joselito se quedó solo en la playa, mirando las puestas de sol sin compañía y a merced de quienes seguían carreteando allá, quienes lo sometían a burlas y ofensas acerca de su situación, gritándole weas como “cacha, ahí esta el aweonao que cooperó”. Sus risas eran como puntudos estoques que perforaban su en un ya deplorable estado corazón.
Pero como Joselito es weon, no paraba de repetir que aún la seguía amando, aún cuando se lo cagaron de forma artera, con premeditación, alevosía, en despoblado y la conchetumare… Los cielos se nublarán de vacas voladoras, los ríos podrán invertir el curso de sus aguas, la arena de las playas podrá convertirse en oro… pero los aweonaos no se acabarán jamás…
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qué respondería Enzo cuando la novia le pregunta "¿me seguirías amando si fuera un insecto?", en volá siento que podría darte una respuesta bien argumentada like the smart boy he is mientras la novia trata de discutir
Fluff ♡
-Enzo...
La única respuesta que obtenés es un sonido grave por parte de tu novio, que intenta prestarte atención aunque está profundamente sumergido en el libro que sostiene entre ambas manos. Frunce el ceño cuando algo entre las páginas lo confunde o sorprende y de tanto en tanto cierra el libro para permitirse asimilar lo que leyó.
-Enzo- insistís-. Enzo.
-¿Qué?
-¿Vos me seguirías amando si fuera un insecto?
-Depende...- contesta sin dudarlo, todavía concentrado en las palabras frente a sus ojos y ajeno a tu indignación. Cuando no contestás inmediatamente su curioso cerebro lo obliga a preguntar:- ¿Qué clase de insecto serías?
-Dejá.
-¿Eh?- cierra el libro para mirarte-. ¿Qué? ¿Qué dije?
Abandonás la cama sin contestar y te encaminás hacia la cocina todavía sin mediar palabra, tus pasos molestos resonando por todo el corredor y pronto acompañados por el sonido de sus pisadas apresuradas persiguiéndote.
Ignorás su presencia hasta que intentás tomar una taza que no lográs alcanzar y él intercede, tomándola y forzándote a mirarlo a los ojos cuando te la entrega. En su rostro hay una sonrisa que él pretende contagiarte pero no lo logra, porque es obvio cuánto lo divierten la situación y la expresión molesta en tu rostro.
-¿Te enojaste por eso?- asentís-. ¿Por qué?
-¿Cómo que por qué?- repetís-. Dijiste que depende.
-Y sí... ¿Vos me querrías si fuera una cucaracha?
Hacés una mueca de desagrado.
-¿Ves? No sé si podría quererte si sos una cucaracha, pero si sos una mariposa o...
-Sos re superficial, ¿sabés?- lo empujás para poner distancia entre ambos-. Solamente me querrías por mi apariencia, tarado.
-No.
-Sí, seguro que si fuera una lombriz tampoco me cuidarías.
-¿Cómo que no?- te abraza por la espalda, acorralándote contra el mueble e ignorando la furia con que preparás el té para ambos-. Hasta te pondría un moñito para distinguirte de otras lombrices.
-Sos un boludo.
Besa tu mejilla y deshace el abrazo.
-Vos lo que me estás preguntando es si yo seguiría estando a tu lado con vos en un estado tan vulnerable, ¿no? Querés saber si estando así toda chiquitita e indefensa te protegería de otros.
-Ponele.
-¿Y qué creés?
-Que no.
Suelta una carcajada de incredulidad.
-Yo siempre te cuido, no seas así- se inclina para encontrar tus ojos y suspira cuando volteás para no verlo-. ¿Me perdonás, mi amor?
-No sabés ni por qué me pedís perdón.
-Por ser mal novio- su voz es seria aunque es más que consciente de que pensás lo opuesto a sus palabras-. ¿Cómo te puedo compensar?
-No sé si podés.
-¿Con un beso?- negás-. ¿Un abrazo...? ¿Los dos?
No espera por tu respuesta y otra vez te rodea con sus brazos, aprisionando tu espalda contra su pecho. Ignorás sus besos en tu cabello, en tu cuello y en tu mejilla, pero la sonrisa que tira de tus labios te delata y cuando ríe el sonido endulza tus oídos.
El silencio es interrumpido por el silbido de la tetera, que te saca del trance producido por los labios de Enzo sobre tu piel. Antes de oírte, él ya sabe lo que ocurre en tu mente.
-¿Qué clase de mariposa creés que sería?
-La más linda- contesta rápidamente-. Y la más insoportable.
-¡Enzo!
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I heard strange noises behind the door of my neighbor's house. I didn't expect to see him crouching down and moving his head back and forth. I couldn't see who he was with, but it was clear that he was standing; My breath hitched in the hallway. I heard the elevator being called and she turned her gaze and could see that there was someone behind the door looking through the keyhole. I looked away and went on tiptoe to my house. I was coming from class, but I made a mistake when I closed the door. door and she must have known it was me by the time. Days later she showed up at home with a cake, she approached me while my mother took her to the kitchen and told me you are curious and a gossip, come by the house later because I want to reward your silence before my husband returns home. journey. He gave me a slow kiss on my cheek while looking into my eyes; He said goodbye to my mother and walked away swinging his hips...
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escuchue ruido extraños tras la puerta de casa de mi vecina, no esperaba ver la agachada y moviendo la cabeza hacia delante y hacia atras, no podia ver con quien estaba, pero estaba claro que el estaba de pie; mi respiracion se agito en el pasillo. escuche que llamaban al ascensor y ella giro su mirada y pudo apreciar que habia alguien tras la puerta mirando por el ojo de la cerradura, aparte mi mirada y me fui de puntillas a mi casa, venia de clase, pero cometi un error al cerrar la puerta y ella debio saber que era yo por la hora. Dias despues se presento en casa con una tarta, se acerco a mi mientras mi madre la llevaba a la cocina y me dijo eres un curioso y un cotilla, pasa luego mas tarde por casa que quiero recompensa tu silencio antes de que vuelva mi marido de viaje. me dio un beso lento en mi mejilla mientra me miraba fijamente a los ojos; se despido de mi madre y se fue contineando sus caderas...
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LAS OTRAS MUJERES...
Las que no leen poesía, las que no compran libros, las que no toman café capushino, solo de olla, no van al teatro, sólo a fiestas patronales.
Ellas...
Son de remendar ropa, asean casas, no son de cocinas integrales, el fogón es su mejor estufa.
Ellas...
No saben de médicos, son de curar cualquier cosa con remedios caseros, no le gritan a los hijos, los regocijan.
Ellas...
Son las verdaderas heroínas que el mundo tiene, sin ellas más del 70% de la población moriría de hambre.
Ellas...
Son de corazón humilde, no rajan en labores rudas, son de mal ortografía pero, de grandes mensajes profundos.
Ellas...
De clase baja, pero más altas que las de uña y pipí guante, más fuertes que un roble y sobre todo,... Más mujeres que muchas que creen saberlo todo.
DIOS BENDIGA A TANTAS PRECIOSURAS QUE HAY POR TODO EL MUNDO.
César Reflexiones 🪶🪶🪶
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