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ardeportal · 7 months ago

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Banderas en tu corazón

El Cosquín Rock desembarcó una vez más en Montevideo, con una primera jornada de calor y música

Por Ginny Lupin Fotos Gino Bomba

Por segundo año consecutivo, el festival cordobés que está pronto a cumplir dos décadas, cruzó el charco para celebrar su edición uruguaya. Si bien las entradas no estaban agotadas, contrario al escenario del año anterior, el Cosquín Rock Uruguay gozó de buena convocatoria, con un público variopinto colmando las calles de la Rural del Prado.

Dostrescinco y Rodra en el escenario Susuki

En los últimos tiempos, el festival ha afianzado una curaduría en su grilla basada en tres corrientes musicales: por un lado, sigue existiendo una gran pata de rock tradicional, del estilo representativo del festival en un primer momento, allá por los tempranos 2000. El sábado esa parte estuvo representada por Buitres, Guasones, Mota, los Ratones Paranoicos y Ciro y los Persas.

En tanto, ha ido creciendo la presencia de géneros más urbanos como el rap y el trap (Dostrescinco, Se Armó Kokoa y Neo Pistea el primer día, Knak y YSY A el segundo); así como el indie rioplatense, que esta vez primó en la grilla. Espectáculos como el de Niña Lobo, Bándalos Chinos, Silvestre y la Naranja o El Mató a un Policia Motorizado (éste último desafiando la lluvia del domingo) fueron de los más convocantes, invitando a un cruce intergeneracional en la audiencia.

Por fuera de las tendencias, esta edición dio lugar a sonidos tradicionales del Uruguay como las propuestas de Facundo Balta, Tabaré Cardozo, Sofía Álvez y Ruben Rada. También hubo espacio para el electropop de Cami o Rodra, la experimentación de Alan Sutton y las Criaturitas de la Ansiedad o Nafta y el cuarteto de La Mona Jiménez.

Cruzando el Charco y Bándalos Chinos en el escenario Antel

Al sol y con repelente

Mientras la propuesta electropop bailable de la chilena Cami, de a ratos cercana a Billie Eilish, captaba la curiosidad de algunos resagados del publico de Niña Lobo en los escenarios Antel, el Susuki era una fiesta más popular bajo el sol.

Ni el calor inesperado de abril, ni la resaca de una invasión de mosquitos prolongada en el tiempo pudieron contra el público de Dostrescinco que demostró desde bien temprano lo pequeño que está quedando el escenario secundario del Cosquín, ubicado en la calle paralela al ruedo de la Rural, en contraste a las propuestas que alojó durante el fin de semana.

Con invitados de lujo (Socio y Agarrate Catalina), la banda encabezada por Gabino, Taio y Bruno Cammá hizo bailar a una multitud, exprimiendo hasta el último segundo de su media hora de set.

Mas tarde, todavía bajo los rayos de sol, los platenses de Cruzando el Charco motivaron las primeras banderas ondeantes de la tarde, con su característica propuesta rockera que se mueve entre lo barrial y lo indie. La banda, que acaba de terminar de grabar un nuevo disco y expresó sus ganas de venir a presentarlo al país, estrenó en vivo el primer adelanto ("Nada Nace", una colaboración con Chano de Tan Bionica). En simultáneo Rodra, una de las representantes jóvenes femeninas, lució cambios de vestuario y un set movido con la participación de Cami Sapin en el escenario chico.

La consagración del indie pop

El Plan de la Mariposa y Bándalos Chinos fueron dos de las bandas más mencionadas por el público que acelaraba el paso entre un escenario y otro al caer la nochechita.

Los de Necochea no se privaron de nada en su visita a Montevideo. Estuvieron en la fiesta FA de Mex Urtizberea en la Sala del Museo, haciendo una versión de "Quién va a cantar" de Ruben Rada junto a Hugo Fatorusso, hicieron poguear al escenario Antel en el Cosquín y se despidieron anunciando un nuevo recital en Sala del Museo para el 28 de junio.

Inmediatamente después, Bándalos Chinos demostró ser la banda festivalera definitiva, haciendo caer al público rendido ante sus melodías bailables.

Pero la sorpresa de la primera jornada fue sin lugar a dudas Silvestre y la Naranja. Es sabido que desde su reformulación en 2018 la banda de Zona Norte no ha hecho más que crecer, presentándose en cuanto festival existe a lo largo y ancho de la Argentina, girando por Latinoamérica y España hasta consagrar su Sueño Cítrico Tour con un Estadio de Obras en septiembre del año pasado. El esperado show dio pie a un registro en vivo disponible en YouTube y contó con la participación de Fabiana Cantilo, aval rockero si los hay. Sin embargo, la banda encabezada por Justo Fernández sólo había recalado en Montevideo una vez, en octubre del año pasado, como parte de la fiesta Brooklyn y si bien sus canciones son tendencia en plataformas, sorprendió el alcance que han tenido de este lado del charco.

Con una multitud coreando cada sílaba de su hit "Fiebre Atemporal", Silvestre y la Naranja fue puesto en el compromiso de volver a la brevedad.

Mota junto a Lula Bertoldi (Eruca Sativa)

El aguante

Con un repertorio que equilibró con precisión los temas nuevos y los hits de siempre, Buitres se despidió de Uruguay con el mayor pogo rockero de la noche, previo a embarcarse en su gira por España. De todas formas, el escenario Susuki no tuvo nada que envidiarle, desatando su propio huracán con el doblete Guasones/Mota: una verdadera fiesta de rockanrol.

Si bien Guasones competía en horario con su compatriota Ciro, un clásico del Cosquín, una gran porción de público los acompañó para continuar con los éxitos de la gira prácticamente agotada que emprendieron por Argentina.

Más tarde, Once Tiros revivió por un rato en forma de Mota, celebrando un año de su debut en el Cosquín 2023. La banda construida de las cenizas del grupo predecesor combinó himnos de los Tiros con temas de su disco homónimo, como "Plata y Plomo" que ya rankea como hit consagrado.

Los trapos colgados desde temprano en las inmediaciones del escenario Susuki auguraban un show a pleno agite y tanto banda como público estuvieron a la altura de las expectativas. Los invitados (Valen y Seba de El Plan de la Mariposa y Lula Bertoldi de Eruca Sativa) se amalgamaron en perfecta sintonía a la propuesta del grupo, devolviéndonos por un rato a la época de gloria pilsenrockera del rock nacional.

Guasones y su público en el escenario Susuki

El último rockstar

Mientras las rondas de pogo colisionaban en el Susuki, los Ratones Paranoicos se alzaron como grandes valores del rocanrol en el escenario Antel.

No cabía un alfiler en el ruedo cuando el "Rock del Gato" puso a prueba el pasto seco de la Rural, entre baile y saltos del público. "Nos quedan 19 minutos", alertó Juanse antes de preguntarle al público si querían más temas o si preferían aprovechar la pausa para ir al baño. Frente al bullicio de respuesta, el músico eligió el camino de la provocación: "¿Ahora gritan, muertos? Yo voy a ir a gritar abajo", amenazó.

Unos temas después, Juanse cumplió por su promesa, sumergiéndose en el público como si no hubiera pasado ni un día de aquella salvaje teloneada a los Stones en 1995.

El fenómeno Mona Jiménez

El gran final

Es difícil de creer que con más de 40 años de carrera, la Mona Jiménez nunca se haya presentado en Uruguay. Durante su show el sábado, el cantante fue incluso un paso más allá, afirmando nunca haber salido del país con su música, haciendo del cierre de este Cosquín Rock Uruguay un verdadero hito histórico.

Con guitarras y distorsión en la intro y a lo largo del show, además de un público ferviente e importado (sorprendía la gran presencia de cordobeses), la Mona le peleó el puesto de rockstar absoluto a su colega y amigo Juanse, generando absoluta mística en torno a su presentación, ya entrada la madrugada.

"Creo que el Chacho Ramos suena mejor", comenta un espectador a mi derecha y es muy probable que tenga razón. La Mona no suena bien, pero ese tampoco parece ser un propósito. Es un tipo de 73 años que llega a un festival masivo de rock y genera una fiesta sin mayor esfuerzo, bailando a la par (si no más) que su público, luciendo un estado físico envidiable.

El público, justamente, amerita un artículo aparte. Los fanáticos de la Mona (¿monos?¿moneros?) no se sientan sobre los hombros de sus amigos, como indica el mandato rocanrolero. Ellos se paran sobre los hombros, desafiando todas las leyes de la física, con el único cometido de mostrarle a su ídolo las banderas que rezan nombre y localidad de cada intrépido. Es delirante y a la Mona le encanta, por eso lee cada cartel y bandera entre tema y tema, generando una suerte de intervalos publicitaros que si bien tediosos para el público general, hacen a su show.

Beso a Beso ft. Rada

Un millón de amigos

El Cosquín no es ni cerca la primera experiencia de la Mona conquistando espacios tradicionalmente asociados al rock. Recordemos su rupturista presentación en Cemento, por ejemplo, en el año 1989. No llama la atención entonces que guarde amistades dentro del rock, aunque quizás sí su alcance al candombe.

Durante el Cosquín, la Mona tuvo de invitados al Lobo Nuñez, su hijo y nietos, agregando una cuerda de tambores al repertorio. Además, tal y como había adelantado en entrevistas previas, Rada se hizo presente para intentar una versión algo accidentada de "Beso a Beso". "

"Canté como el orto", sentenció Rada antes de pedirle permiso al público para repetir su verso.

Sobre el final, los invitados se multiplicaron en un intercambio inesperado al ritmo de "¿Quién se ha tomado todo el vino?". En trencito, Juanse entró al escenario seguido de Justo (Silvestre y la Naranja) y Goyo (Bándalos Chinos), ambos desconocidos por la Mona. Las presentaciones se dieron rápidamente, tetrabrik de por medio y a la fiesta se sumó en el bajo otro cordobés: José Palazzo, creador del Cosquín Rock.

El dato de color volvió a darlo Juanse, quien poco interesado por entonar la canción, se probó en el arte circense de trepar la estructura del escenario. La hazaña reavivó al público, cansado ya pasadas las 2 de la mañana y fue el broche de oro perfecto para una velada―un tanto bizarra―de rock y derivados.

Justo (Silvestre y la Naranja), Juanse, la Mona, José Palazzo y Goyo (Bándalos Chinos)

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