#Asociación Árabe Argentina Islámica
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dergarabedian · 2 years ago
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Referentes religiosos visitaron el Museo Sitio de Memoria ESMA
En el marco de las actividades por el día de la memoria por la verdad y la justicia, representantes de distintas comunidades religiosas hicieron una visita guiada por el Museo Sitio de Memoria ESMA, en Buenos Aires. (more…) “”
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hala2021 · 9 months ago
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Lo feo
Por suerte logré dormir. Dicen que hay como una especie de tul que encierra las camas y puedes dormir sin que entren los mosquitos. Lo cierto es que ayer un profesor me decía que parece que tuviera varicela, por las ronchas en los brazos. En las piernas, aún peor. Por los que no lo saben, hay una invasión de mosquitos en Buenos Aires: Argentina.
Hoy tengo pensado ir a la mezquita. Con la profesora de coreano hablamos un poco sobre el libro. En el trabajo, como no tenía alumnos, me dediqué a repasar lo que imprimí. Ella me escribe algo en coreano y yo le entiendo. Y ahora estoy aprendiendo la canción The Truth Untold, del grupo de música surcoreano BTS, para cantar mi propia versión. Es una canción que mezcla algo de Inglés con coreano. Y el tema, por lo que busqué en Internet, trata de un hombre feo, que se enamora de una chica y siente miedo de mostrarse ante ella. 
Bueno. De ese tema quería hablar: de la fealdad. En el Islam suele enseñarse que la mujer se cubra, para que no sea una tentación en el hombre. En cambio, en Occidente es todo lo opuesto, digamos que la cultura occidental es hacer lo contrario de la oriental. Aquí, en mi país, si tienes buen físico, debes mostrarlo. Pero volviendo al tema de la fealdad, lo feo también puede gustar, y mucho. Lo feo es algo significativo, que llama la atención y eso lo hace único. Nadie quiere lo feo o a una persona fea, y eso de la mayoría también es la vulgaridad de las masas. Cuando quieres a una persona fea, y me refiero a la pareja, la amas con fuerza, porque no te fijaste en esa cáscara o envoltura que envuelve a esa persona. De hecho, la gente huye de la fealdad y se opera para ser igual a otras. Y ese pensamiento tan frívolo es el mismo que la lleva al suicidio. Y pienso que sienta sus raíces en la falta de amor a uno mismo. 
Por eso, volviendo al tema que estoy cantando, hasta ahora solo tres líneas en coreano, me parece una canción bella, porque más allá de que habla sobre un hombre deforme o feo que se enamora, trata de un sentimiento genuino: el enamoramiento. Y por eso estudio coreano, para lograr cantar en ese idioma. Por el momento, entiendo solo muy poco, pero elegí un idioma oriental. 
Haciendo un punto y aparte, y hablando sobre las teorías conspirativas, de las cuales yo creo, te voy a explicar lo que es para mí Occidente y Oriente, porque esto se relaciona con el pensamiento que se esparce sobre el desprecio a la fealdad. Yo creo que hay millones de personas que mantienen una asociación oculta a los ojos de la gente. Esas personas, algunas se asocian a logias muy conocidas como: los masones, rosacruces, illuminatis o en la antigüedad los llamaban templarios. Se reconocen por símbolos y otras formas de comunicarse entre ellos. La mayoría de estas personas se concentra en países como Estados Unidos, Israel, Reino Unido, Francia o Italia. Sin embargo, no han dejado rincón en la tierra en donde ellas vivan. Por eso, hablar hoy de algo diferente de ellos u «oriental» es decir un disparate. Incluso, se los ve dentro del mundo árabe y fueron los que causaron la Primavera árabe, que fue un movimiento contrario a la cultura islámica o más conservadora. Por lo general, esas personas son destructivas y rompen con toda estructura establecida. Por eso, no los encontrarás solo en un lugar o en el otro, sino hasta dentro de la ortodoxia. 
Por lo tanto y para concluir mi escrito, pensar en lo feo como algo «feo» es un pensamiento occidental, que busca inusitadamente una perfección que no existe. Y en cuanto a la belleza pasa lo mismo. En una palabra, si yo veo a un hombre que me regala una flor en el jardín, le pediría que se quite la máscara. Le hablaría para que comience a quererse a sí mismo. Pienso que ese hombre sería el amor de mi vida. Y por eso quiero estudiar coreano, para lograr expresar lo que siento a través de esa canción. 
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sanchezsacco · 3 years ago
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LatinArab celebra 10 años de diversidad e intercambio cultural
Por Lorena Sánchez @lorenalaurasanchez
Para Fellinia.com.ar
LatinArab, Festival Internacional de Cine Latino-Árabe LatinArab pionero y referente de la cinematografía de Arabia en nuestra región, cumple diez años y los está celebrando hasta el 19 de mayo con una edición especial en Buenos Aires, Santiago de Chile y Niteroi.
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Organizado por la Asociación Civil Creciente Cine Fértil, se exhiben más de 40 películas provenientes de Catar, Egipto, Jordania, Kuwait, Líbano, Marruecos, Palestina, Túnez, Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, México, Perú y Uruguay y coproducciones con países de Europa y Asia con funciones y online y charlas.
En Buenos Aires las salas son Cinépolis Recoleta (entrada paga) y en La Manzana de las Luces, Auditorio de la Universidad del Cine, Centro Cultural Kirchner y el Cineclub Lucero (entrada gratuita). Y las plataformas que ofrecen visualizaciones gratuitas para todo el país son VivamosCultura (Lo Mejor de LatinArab, disponibles por 96 horas) y en CLACSO.tv (Panorama LatinArab, por 24 horas).
Cómo abrió
Este año la décima edición homenajea al creador de LatinArab, el politólogo Edgardo "Pipo" Bechara El Khoury, quien falleció en 2021. En la apertura del festival su actual Director, Christian Mouroux, se mostró emocionado por volver a ver una sala de cine llena luego de la cuarentena y por hacer la presentación sin El Khoury. “Aquí debería estar quien empezó todo. Nunca abandonamos que la diversidad cultural y el intercambio entre pueblos es fundamental. Hoy esa identidad es que LatinArab sea la puerta de entrada para el cine árabe en América Latina y una vidriera para las películas latinoamericanas. Creo que estamos haciendo la mejor décima edición que podíamos en su homenaje”, expresó.
Por su parte, la Programadora, María Jesús Santangelo señaló que “las obras, de diferentes perfiles y dimensiones, nos ponen en contacto con diversos escenarios y culturas respondiendo al objetivo de ser un polo de encuentro entre múltiples territorios, voces y públicos”. Y destacó que las películas de apertura y cierre “están llenas de ternura, de lo que late, del amor”.
Por las representaciones diplomáticas, desde los países árabes el diplomático presente se mostró honrado de que lo inaugure una película palestina luego de la “limpieza étnica de aldeas y expulsión de su población, con una injusticia e impunidad que existe hasta hoy. Es un pueblo que se da forma de amar la vida aunque está sometido al apartheid. La vida está llena de gratas sorpresas y la vida sigue, el arte palestino es un acto de resistencia”, finalizó. Y la Embajadora de Francia en Argentina dijo que se trata de un festival muy querido y que representa la promoción del diálogo intercultural que quieren apoyar y acompañar”.
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Gaza Mon amour
La película de apertura, Gaza Mon amour, de los gemelos palestinos Arab Nasser y Tarzan Nasser, muestra el enamoramiento y cortejo de un tosco pero romántico pescador (Salim Daw) hacia una costurera (Hiam Abbass) en busca de armar una pareja en la tercera edad. Además de su timidez y los rebuscados intentos para acercarse, se le cruzan contratiempos que van desde los ritos conservadores de la sociedad islámica y el desfile de candidatas a esposa que le presenta su hermana hasta la pesca de una estatua fálica del dios Apolo que le genera problemas con la policía y el gobierno. Con un contexto de bloqueo económico, cortes de luz harto frecuentes y el marco omnipresente de los rezos diarios, el ambiente lúgubre y sórdido del puerto va abriendo paso al ruidoso y diurno ambiente del mercado y permite que vayan aflorando la ternura y la luminosidad de sus personajes, con tramas de policial, melodrama y creciente humor. Asoman las diferencias generacionales entre los adultos que vivieron la guerra y experimentaron durante más tiempo el conflicto palestino-israelí, que siguen sintiendo que Gaza es su lugar y los jóvenes que no ven futuro ni posibilidad de planificación y desean emigrar.
Al finalizar la proyección, los directores de la película que desde el título homenajea a Hiroshima mon amour de Alain Resnai, dialogaron con el público compartiendo su visión sobre Palestina. Contaron que filmaron durante veinticinco días en Jordania y Portugal y se inspiraron en hechos reales.
Programación
La sección “Lo Mejor de LatinArab” es una retrospectiva de las películas árabes más reconocidas de la historia del festival, “Panorama LatinArab” reúne cintas latinoamericanas vinculadas temáticamente a los países árabes y “Proyecciones Especiales” presenta las cintas fuera de competencia. También se realizan actividades especiales con presencia de invitados internacionales
Catálogo, Programación y Actividades: http://cinefertil.org/latinarab/index.php/el-festival 
Spot: https://youtu.be/NEu6f_bPSv0 
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jgmail · 5 years ago
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Entrevista a Roger Garaudy, en torno al libro “El terrorismo occidental”, por Maria Poumier
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ENTREVISTA A ROGER GARAUDY, EN TORNO A EL TERRORISMO OCCIDENTAL, Editions Al Qalam, Paris, 2004 (por María Poumier, París, Francia).
María Poumier: Un libro anterior de Roger Garaudy “Los mitos fundacionales del estado de Israel” había levantado mucha polémica en 1996. Uno de sus principales apoyos fue el Padre Pierre, fundador de la asociación “compañeros de Emmaus”, y ha tenido una enorme difusión, particularmente en los países árabes. El filósofo marxista francés sigue desafiando el pensamiento políticamente correcto, con un nuevo volumen, que ha sido publicado en Argelia. En el prólogo, redactado por el propio autor, se aclara que el libro estaba terminado antes de los sucesos del 11 de septiembre 2001, pero que dichos sucesos no modifican para nada sus conclusiones pues : “el sentido del 11 de septiembre no es la expresión de un enfrentamiento entre Islam y cristiandad, ni tampoco entre oriente y occidente. En el estallido de las contradicciones internas del occidente capitalista y colonizador, en busca de métodos capaces de asegurarle la permanencia, es donde hay que buscar el sentido profundo del 11 de septiembre de 2001”. Por cierto, ahora que estamos presenciando la primera protesta mundial  contra los proyectos bélicos de hegemonía mundial llevados a  cabo por un pequeño sector en Estados Unidos y unos contados aliados sinceros, sus planteamientos parecen tremendamente confirmados por los acontecimientos de estos dos últimos años. Roger Garaudy, el título de “El terrorismo occidental” sugiere que aquí solamente se habla de problemas políticos, quedando fuera la problemática religiosa. ¿Es así?
Roger Garaudy: Al contrario, nunca he separado la esfera religiosa de la esfera política. El libro sobre Israel formaba parte de una trilogía de crítica a la distorsión que están operando las instituciones religiosas de las grandes religiones monoteístas : católica, islámica, judía. Los dos primeros volúmenes fueron bien aceptados y discutidos en un marco de respeto recíproco, el tercero irritó al lobby sionista, pero ha sido apoyado por miembros eminentes de las tres religiones. Desgraciadamente, la guerra de exterminio que están padeciendo ahora mismo los palestinos es una confirmación de la validez de mis planteamientos. Además, las campañas de desinformación  mundial forman parte del arsenal americano-israelí. Felizmente ya hay gente como Norman Finkelstein o Israel Shamir que están socavando el imperio de la mentira. Además, he publicado después otro libro centrado en la política, titulado Estados Unidos, vanguardia de la decadencia ; en este también, muestro cómo una doctrina política funesta, la del imperialismo estadounidense, pretende justificarse con argumentos supuestamente religiosos, es decir relacionados con dogmas que nacen de la lectura literal de la Biblia. En este nuevo libro, que es mi testamento espiritual, mi objetivo sigue siendo el mostrar la interrelación radical entre lo religioso y lo político.
MP: Cuando la conferencia de Teherán para contemplar un examen crítico de la historia oficial de la Segunda Guerra mundial, se comentó mucho el trabajo pionero que Usted realizó en su obra de desmontaje de la propaganda israelí. ¿Qué conclusión saca de dicha conferencia?
RG: Sigo a la espera de informes sobre las ponencias que se presentaron en la conferencia, pues la prensa no dijo nada concreto, que yo sepa. Por supuesto comparto la opinión del presidenteAhmadineyad; los aliados llegaron a la conclusión de que Hitler había exterminado y ‘genocidado‘ a seis millones de judíos, por lo tanto debían haber ofrecido un refugio a los sobrevivientes, en algún lugar de Europa o Estados Unidos, en vez de crear un tumor colonial en el Medio Oriente, con el pretexto del sufrimiento real de los judíos europeos. Debemos seguir socavando el imperio de la mentira.
En realidad, las tentativas para sepultar sus ideas en Francia, país al que antes se tenía por un modelo envidiable por su tolerancia y su abertura a la libertad de pensamiento, aumentan la curiosidad por sus planteamientos.¿Cuál sería entonces, el aporte propio del volumen El Terrorismo Occidental , que Usted terminó después del 11 de septiembre, y cuya traducción se publicó hace poco en Argentina?
Creo que mi horizonte ha seguido ampliándose. En  1979 había publicado Appel aux vivants (Llamada a los vivientes) y Avons-nous besoin de Dieu   (Acaso necesitamos a Dios?)  que era como una tentativa de conversión de los lectores de cultura cristiana a una verdadera fe activa e insertada en la problemática del mundo actual. Por otra parte publiqué varios volúmenes sobre el islam, recordando su historia y sus valores. Aquí profundizo en las religiones no monoteístas, en sus riquezas propias, y trato de mostrar que aportan dimensiones que faltan a nuestros tres grandes monoteísmos.
Digo que Occidente es un accidente, en la historia espiritual del mundo, y sus bases teológicas perversas producen estragos terribles. Los Estados Unidos eIsrael han multiplicado las operaciones puntuales de terrorismo de Estados Unidos; más allá de los objetivos como el 11 de septiembre para que la opinión pública aceptara las guerras contra Afganistán e Irak, se trata de aterrar al mundo entero, de paralizar la reflexión colectiva. Este es el sentido profundo del 11 de septiembre: Según el esquema de Huntington, los conspiradores pretendían reducir el siglo XXI al enfrentamiento entre Islam y cristianismo; pero al contrario, lo que salió de allí es que estallaron las contradicciones internas del occidente capitalista y colonizador, en busca de métodos capaces de asegurar su supervivencia.
Para Usted, ¿acaso los atentados de Buenos Aires en 1992 y 1994, de los que Bush quiere a toda costa echarle la culpa a Irán, a pesar de las evidencias judiciales, podrían ser ejemplos de terrorismo estatal israelí?
Bush quiere atacar militarmente a Irán, hay que estar ciego para no darse cuenta. Creo que su principal carta de triunfo es la división entre chiíes y sunitas, y los gobiernos árabes no se dan cuenta de que esa es la trampa. La diferencia religiosa es de fachada, y el conflicto es artificial. Los Estados Unidos quieren sacar a Irán del mapa, y los israelíes echan leña al fuego, con lo que sea. Me preocupa el grado de inconsciencia tanto de iraníes como de los gobiernos árabes, empezando por Arabia saudita, la gallina de los huevos de oro…
Recordamos que Usted ya publicó unas memorias en 1989 (Mi vuelta al siglo en solitario) que aclaraban en el nivel de la experiencia personal las distintas etapas de su descubrimiento del deber de una lucha política orientada por el marxismo, y de la necesidad de completar el marxismo con una espiritualidad arraigada en las tradiciones de cada pueblo. Este libro también se edifica sobre la sistematización de la experiencia personal?
En este libro también parto de mi experiencia personal, pero hago el recorrido al revés, a partir del punto al que he llegado hoy, que me ocasiona un grado de incomprensión bastante excepcional, pero lógico, y provisional. He resumido mis descubrimientos decisivos de la manera siguiente : “Mi situación me llega a producir vértigo: ¿acaso no es locura pretender tener la razón contra todos? En este frío mortal del vacío y la soledad, al fin me he topado con el mundo real, es decir universal, cuando hasta entonces, había estado confinado en una cultura exclusivamente occidental. Profesor de filosofía, y titular de cuantos diplomas se pueden alcanzar en el gremio, desde la “agrégation” hasta el doctorado, tomé conciencia de que lo ignoraba todo en cuanto a filosofías no occidentales. Nada sabía yo de las sabidurías antiguas de China, de India, del Islam, de las tradiciones orales de la comunidad africana, de los tesoros destrozados por los “conquistadores” de la Amerindia maya o incaica. Este colonialismo cultural con el cual estaba compenetrado, desde la escuela, me provocó una cólera que me sigue impulsando. … Al salvarse del aire confinado de Occidente, en la alta mar de la espiritualidad, el espíritu se me volvía respirable nuevamente, a pleno pulmón.”
Usted dice que sigue siendo a la vez cristiano y marxista. ¿Cómo articula la reflexión política con la reflexión religiosa?
Después de Los mitos fundadores del Estado de Israel , he publicado después otro libro centrado en la política, titulado Estados Unidos, vanguardia de la decadencia ; en este también, muestro cómo una doctrina política funesta, la del imperialismo estadounidense, pretende justificarse con argumentos supuestamente religiosos, es decir relacionados con dogmas que nacen de la lectura literal de la Biblia. En mi libro El Terrorismo Occidental , que es mi testamento espiritual, mi objetivo sigue siendo el mostrar la interrelación radical entre lo religioso y lo político, luchar contra la hegemonía basada en la usurpación y la falsificación.
¿Encuentra usted entre los filósofos europeos del siglo XX alguna personalidad afín a su pensamiento? ¿Cuáles serían en el pasado, en la filosofía clásica alemana, los filósofos con los que se siente hermanado?
Mi viejo maestro Gaston Bachelard estaba por encima de todos los supuestos filósofos de su siglo. En sus meditaciones paralelas sobre la teoría del conocimiento y sobre la creación poética aporta una contribución decisiva a la filosofía del acto contra las filosofías del ser. Ya Emmanuel Kant luchaba contra las filosofías del ser, que, tras ser criticadas a fondo por él mismo, se le conviertieron en pesadillas en el vacío a Sartre y Heidegger. Pero Bachelard además esbozó una filosofía no cartesiana a partir del estudio de la historia de las ciencias, a las que convierte en poema de la creación continua, y lo abordaba también a través de las artes, de la ensoñación en la vigilia, de la creación poética.
¿Su libro trata pues de estética, esa rama de la filosofía que ha ampliado tanto su prestigio a lo largo del siglo XX, y de la cual algunos consideran que se ha convertido en el lugar de la religiosidad moderna auténtica?
No exactamente. El arte siempre ha sido el camino más corto de entendimiento entre  los humanos, pero no debe dar lugar a una idolatría, sustituir una exigencia de creación vital, que abarca más que tal o cual realización singular. En mi caso personal, la reflexión sobre las artes no occidentales que nunca pretenden reflejar sino proyectar, que nunca imitan a un ser o una apariencia, sino que son invento mítico y captación de energías, está unida a la reflexión sobre el pensamiento científico desde principios del siglo XX, desde la relatividad y los quanta hasta la biología genética o la astrofísica; siempre he soñado con llevar a su final el doble recorrido de Bachelard hasta el punto en que los dos tipos de aventura espiritual  se juntan, para ver en la invención científica un caso particular de la creación poética : aquel que puede completarse con una verificación experimental.
Uno de los acontecimientos que más molesta a los intelectuales occidentales es el hecho de que usted se hizo musulmán, a raíz de su expulsión del partido comunista francés en 1973. En Occidente no se entiende por qué el islam tradicional rechazó la representación en las artes plásticas, y Usted ha sido un liberador para los artistas de izquierda, (cuando los comunistas acusaban a cualquiera de “diversionismo ideológico”) con el primer libro que lo hizo famoso Por un realismo sin riberas, 1964, que parece estar en oposición con ese ascetismo visual musulmán.
El puritanismo no es una dimensión decisiva en el Islam, es una de sus tendencias epocales y locales, y en materia artística hay un derroche de imaginación para dar a comprender las estructuras dinámicas del universo, como se desprende de manera deslumbrante de la arquitectura. Es que en Occidente hay una visión totalmente distorsionada de lo que es la espiritualidad musulmana. Algunos puntos elementales deben ser recordados, para entender las falsificaciones que imperan actualmente, y que en cierta medida son propagadas por una parte de los musulmanes mismos: el islam no pretende ser una religión nueva, ni nació con la prédica del profeta Mohammed. Alá no es un Dios particular, propio de los musulmanes. Alá, “el Dios”, es la traducción literal de la palabra que designa al Dios único. Un cristiano de lengua árabe, en su rezo y en la liturgia, dice Alá para invocar a Dios. Islam significa abandono voluntario y libre a Dios solo, lo cual es el denominador común de todas las religiones reveladas, judía, cristiana, musulmana, desde que Dios ha “insuflado en el hombre su espíritu” (Corán, XV, 29) es decir desde el primer hombre. Dice el Corán (III, 114): “Mohammed no es más que un profeta : han vivido otros profetas antes que él”. Y él mismo afirmaba (XLVI, 9): “no soy un innovador entre los profetas”.
Usted afirmaba en su biografía haberse afiliado al Islam porque es “la religión dominante entre los dominados”, y porque, como francés que fue deportado al Sahara, en Argelia, por sus actividades de comunista en 1941, ha tenido oportunidad de sentir en carne propia la grandeza de la civilización árabe. ¿Acaso considera además que el Islam es una religión menos envejecida y pervertida que otras?
El Islam padece fenómenos de decadencia como todas las religiones que han alcanzado su institucionalización en un contexto que ya no existe. Lo propio del Islam, es una dimensión filosófica que en otras religiones está más desdibujado, es una visión dinámica del mundo. En el Corán, esta se desprende de la incesante acción creadora de dios. Se le llama “El viviente” (II, 255; III, 2, etc.), “el Creador por excelencia, el que no deja de crear” (XXXV, 81), el que “está presente en cada cosa nueva” (LV, 29). Esta creación continua mantiene la existencia de todas las cosas (II, 255). A diferencia de lo que se dice en la Génesis , El no descansa, “comienza la creación y la recomienza” (X, 4). Por eso es que tiene posibilidades extraordinarias para entender y encauzar el mundo moderno : la “sharia” coránica nos da los principios directores para la búsqueda imprescindible de los medios de una “modernidad” diferente de la de Occidente. De esta búsqueda, los grandes juristas del pasado nos han dado el ejemplo, al hacer el esfuerzo necesario (“ijtihad”) para resolver los problemas de su tiempo; cada uno de nosotros es personalmente responsable de su cumplimiento para contribuir a la solución de los problemas de nuestro tiempo. En primer lugar hay que pasar de una sociedad fundada sobre el provecho (monoteísmo del mercado) a una sociedad fundada sobre valores (que no serían los valores mercantiles).
¿Pero qué significa la palabra “sharia”? ¿ no es eso mismo que enmarca el legalismo petrificado que caracteriza las sociedades musulmanas más enquistadas?
La palabra “sharia” aparece una sola vez en el Corán (45, 18) y en otros tres versículos aparecen palabras de la misma raíz : el verbo “shara’a (42, 13), y el sustantivo “shir’a” (5, 48). Esto permite una definición precisa. Se trata de una “vía”, y se nos aclara que “en materia de religión Mohammed os abrió una vía (aquí se usa el verbo “shara’a” ), que había recomendado a Noé, esa misma que te habíamos revelado, la que hemos recomendado a Abraham, a Moisés, a Jesús : seguidla, y no hagáis de ella un objeto de división”. Está claro, pues que esta vía es común a todos los pueblos, a los cuales Dios envió sus profetas (a todos lo pueblos, y en la lengua propia de cada uno). Pero resulta que los códigos jurídicos referentes al robo y al castigo apropiado, al estatuto de la mujer, al matrimonio o a la herencia son diferentes según la Tora judía, los Evangelios de los cristianos, o el Corán. La sharia (la ley divina para ir hacia Dios) no puede por lo tanto incluir estas legislaciones (fiqh) que, a diferencia radical de la sharia común a todas las religiones, difieren según la época y la sociedad en que un profeta ha sido enviado por Dios. Dios dice en el Corán (13, 38) “a cada época le corresponde un libro”, y también “no existe comunidad en la que no haya pasado un profeta para advertirle” (35, 24, y 16, 36).
Por cierto, Usted ha creado una Fundación “Para el Diálogo entre las Culturas” en Córdoba, España, donde se abrió una biblioteca que ofrece los más valiosos textos del sufismo, en papel y en versión digitalizada. En realidad, Usted resulta ser un continuador de la tradición mística de Al Andalus, cuya influencia liberadora es perceptible en las letras españolas, desde San Juan de la Cruz hasta María Zambrano. Por cierto, en Andalucía se ha publicado otro libro suyo que muestra la concordia posible entre teólogos de todas las religiones, tituladoEl diálogo entre Oriente y Occidente: las religiones y la fe en el siglo XXI. Nos hace suponer que también ¿está entre sus temas de combate la lucha contra el integrismo musulmán?
¡Por supuesto! La pretensión de “aplicar la sharia”, confundiendo la sharia divina, tal y como está definida en el Corán, con el “fiqh”, es decir las aplicaciones humanas que se han experimentado a lo largo de la historia, mezclándolo con las interpretaciones de juristas más o menos obnubilados por las presiones del poder, esta es la enfermedad principal del Islam. El Islam tiene toda la razón al rechazar la decadencia de Occidente y las hipocresías de sus “derechos”, al rechazar todas las consecuencias del colonialismo y la colaboración con el “monoteísmo del mercado” que pretenden imponer los Estados Unidos y sus vasallos de occidente por los diktats del F.M.I., el islamismo está paralizado cuando se trata de edificar el porvenir. La ley divina, la sharia”, une a todos los hombres de fe, mientras que pretender imponer a los hombres del siglo XXI una legislación del siglo VII, y de Arabia, es una obra de división que da una imagen falsa y repulsiva del Corán. Es un crimen contra el islam. Una verdadera “aplicación de la sharia” no tiene nada que ver con ese literalismo perezoso.
Entonces, frente a la situación actual en que los Estados Unidos aspiran abiertamente a establecer su hegemonía mundial, llamándola globalización ¿hay algún país en el que Usted ve señales de cambio esperanzadoras?
Es significativo que el actual líder del Partido Comunista de Rusia, Ziouganov, presidente de la Asamblea Nacional (Duma) en su libro « LA RUSSIE APRÈS L’AN 2000 �� (Édition MITHEC ; 1999 /traducción francesa) reconozca la importancia de la espiritualidad, es decir, la búsqueda del sentido en nuestra vida personal y en nuestra historia compartida, escribe (p. 172), “la política de Estado debe tener como objetivo apoyar a la Iglesia ortodoxa rusa y otras confesiones tradicionales en Rusia en sus esfuerzos para fortalecer los fundamentos morales de la sociedad“.
Con respecto a China: “China da su propia respuesta al desafío económico de Occidente. Esta respuesta se basa en la ética confuciana tradicional de dedicación al trabajo y moderación, pero también, al mismo tiempo, en la realización del período histórico socialista. “(pag.131)
En relación con el Islam: “En el Islam el poder es ante todo un deber, un reto y una gran responsabilidad. No hay duda de que en relación al Estado en Rusia, la perspectiva rusa sobre el papel del Estado en la sociedad es mucho más cercana a los puntos de vista islámicos que a las concepciones occidentales. “(pag.189)
De esta actitud hacia la espiritualidad surge una nueva concepción de la política exterior de Rusia: “La complejidad de la situación histórica en Rusia tiende a que nuestro estado se encuentre en el cruce de las civilizaciones de Occidente y de Oriente … actualmente no somos capaces de detener la expansión de la OTAN. Pero sí somos capaces de rechazar el papel antinatural e inepto de ser actores de contención frente a China y el Islam que tratan de imponernos desde el exterior. “(pag. 247).
Lo que sucede es que Rusia y el mundo islámico están, como dice Ziouganov: “condenados a ser aliados estratégicos a partir del momento en que están interesados por igual en evitar semejante evolución de los acontecimientos” (pag. 187). Este acercamiento también se va a dar con China, por las mismas razones.El problema hoy en día es saber si Rusia logrará, en el plano interno, “despiojarse”, insisto en el término, de la mafia americano-sionista que, al echar mano sobre su economía para beneficio de especuladores, quiere integrarla a los planes de “mundialización”, es decir de americanización del mundo. Una vez liberada de ese pulpo, le faltaría a Rusia establecer vínculos, no ya de dominación común como en la antigua Unión Soviética, sino de federación fraterna, con Bielorusia y Ukrania, y con las repúblicas del Asia Central. Ahí sí que podría tener un rol de primer plano en la realización de lo que hemos llamado, por oposición a la “mundialización” imperial, una unidad sinfónica del mundo, que ponga fin a todas las hegemonías, a la quebradura del mundo entre Norte y Sur, y al arrasamiento de las identidades y culturas.
Y en América latina, donde la crisis social se está radicalizando rápidamente, y donde renace la resistencia al modelo estadounidense en torno a un proyecto de soberanía “bolivariana”, ¿le parece que hay alguna fuerza espiritual particular?
Por supuesto, pues desde los años 1960, América latina está a la vanguardia de la renovación del pensamiento cristiano, que fue impulsado por el papa magnífico que fue Juan XXIII. La condena por la curia romana de las “teologías de la liberación” en 1984 y 1986 no constituye más que un aspecto de la política de contra-revolución en cuanto a las aberturas sobre el mundo del concilio Vaticano II y del sueño del profético papa Juan XXIII ayudado por los mayores teólogos católicos de su tiempo, y otros más, que inspiraron la constitución más audaz del concilio, “Gaudium et spes”. Lo que querían era una iglesia que ya no intentase dominar el mundo sino servirlo. Por el contrario, Juan Pablo II quiere volver a identificar la iglesia católica con la historia del expansionismo europeo, y es lo que reafirma el Catecismo de 1992. Se trata de un verdadero plan de reconquista de Europa y del mundo. Mientras tanto, en los años sesenta, la CIA se infiltraba en las iglesias, utilizando a sacerdotes, religiosos y legos para controlar a los cristianos críticos, a los militantes populares y a los líderes progresistas. El propio “Diario secreto” de un agente secreto, Diez años en la CIA , por Philip Agee, en 1975 lo confirma, de la misma forma que el tribunal Russel, reunido en Roma en enero de 1976, en el informe titulado “La penetración imperialista en las iglesias de América latina”. Ya Nelson Rockefeller, enviado por Nixon a observar el sub-continente lo decía : “los cambios estructurales en la comunicación y la educación convierten a la iglesia en una fuerza decidida al cambio, y al cambio revolucionario si es preciso”. América latina ha dado mártires, como Camilo Torres, los dominicos torturados fray Bettoy Tito de Alencar, Monseñor Romero y los seis jesuitas asesinados en El Salvador, además de excelentes teólogos, como el propio Ignacio Ellacuría,Leonardo Boff, Jon Sobrino, Hugo Asmann, Juan Luis Segundo, Rubén Alves, y el que se puede considerar padre de la teología de la liberación, Gustavo Gutiérrez; han tenido un papel impulsador otros muchos, cuyo modelo pudiera ser mi gran amigo dom Helder Camara. Muy pronto, un grupo de teólogos tomó conciencia de que América latina es una colonia teológica del norte y que el método teológico europeo no es adaptable, tal cual, a la realidad de América latina. Como lo describe el argentino Enrique Dussel, la teología de la liberación es “un momento reflexivo de la profecía, que nace de la realidad humana, social, histórica, destinada a pensar, a partir de una visión de conjunto del mundo, unas relaciones de injusticia ejercidas desde el centro hacia la periferia de los pueblos pobres.” Y los pobres son el lugar teológico eminente para comprender la revelación divina hecha a los hombres y para aprehender el sentido de la salvación crítica.
O sea, en su libro aparece también una fuerte condena al Vaticano. ¿Se pudiera decir que usted rechaza todas las religiones en su forma institucionalizada?
Al contrario, no se trata de rechazar las religiones que utilizan la palabra Dios en su sentido tradicional, es decir con sus atributos de potencia y exterioridad, sino de considerar, con respeto, a cada una, con sus creencias propias y sus rituales, como una expresión simbólica de la búsqueda de lo divino, de la “salvación” de los seres humanos, de todos ellos, de su acceso a la plenitud por participación en una totalidad viva, incesantemente creadora y de la cual son, cada uno según su alcance personal, responsables. Ninguna de ella debe tener la pretensión de monopolizar lo absoluto. No son rivales, sino complementarias. A los aportes de las teologías de la liberación en América del Sur y del Centro, al renacimiento del islam cuando no está contaminado por el integrismo y vuelve a encontrar su universalismo matinal, hay que añadir la toma de conciencia de los valores tradicionales del África, que viene agonizando desde hace siglos por la esclavitud, el pillaje colonial, la especulación de los capitales exteriores.
Usted no está solo en su voluntad de armonizar una política de justicia social extendida al mundo entero con los valores más universales, de las cuales las religiones quisieran ser los conservatorios. La sensibilidad ecológica, nacida en el fervor espiritual alemán de los años 1930, a menudo tiene ese matiz idealista. ¿En ese terreno también piensa Usted que Occidente ha dejado de tener la iniciativa de la imaginación, como parece desprenderse de las grandes conferencias mundiales para la preservación del ecosistema?
Es imprescindible partir del reconocimiento a la rica unidad de la naturaleza, lo humano y lo divino. Indudablemente, y específicamente gracias a lo que llamo “la civilización del trópico”, puede nacer un mundo nuevo, pues sólo nos queda la elección entre el suicidio planetario si obedecemos a las leyes actuales de la dominación americana, y una auténtica resurrección, de la cual puede ser un paso decisivo la empresa gigantesca de China e Irán, que están construyendo unpuente euroasiático, con vistas a una extensión transcontinental, asociando América y África.
¿Ante lo que Usted llama el “suicidio planetario”, cómo puede irradiar la “civilización del trópico”?
Hay que leer a los brasileños, pioneros en estos estudios, como Gilberto Freyre, con su libro « L’HOMME, LA CULTURE ET LES TROPIQUES » ; numerosos trabajos de Bautista Vidal; y destacar también a Sergio de Salvo Brito que habla del “desafío amazónico del futuro” por una “civilización de los trópicos” y que ha demostrado con otros la posibilidad de fundar una civilización mundial sobre las fuentes de energía renovables, lo cual no es en realidad un problema de tecnología, sino de geopolítica. Esta será la civilización alternativa a laanticivilización actual, que descansa en el objetivo del “crecimiento”, que es únicamente el crecimiento de los beneficios financieros, la cual lleva al saqueo de los recursos energéticos, y a la distorsión actual de la política internacional en torno al petróleo.
Todas las guerras de los Estados Unidos y su política extranjera, generadora de guerra, están inspiradas por la voluntad de apoderarse de todas las fuentes posibles de petróleo. Mirando sólo al pasado inmediato, está la guerra del Golfo, la cual permitió el control de la producción petrolera de Irak, y, con el pretexto de “proteger Arabia Saudita”, convertirla en estado vasallo.
Los “embargos” se dirigen a los países productores de petróleo, como Irán yLibia. Las intervenciones destructoras en Europa, desde Bosnia hasta Kosovo, que no constituyen presas petroleras por sí mismas, no tienen otro objetivo que el control efectivo sobre Europa oriental, para apoderarse más adelante de los petróleos de Bakú y del mar Caspio, con bases aéreas cada vez más cercanas, y la tutela, a través del apoyo incondicional a Israel (verdadero porta aviones insumergible en el medio Oriente, que permite controlar las fuentes del petróleo) deTurquía y de Egipto (que recibe las subvenciones más altas de Estados Unidos, después de las que recibe Israel). De lo que se trata es de neutralizar el mundo árabe, y acusar a los países que resisten de ser “estados delincuentes” y centro de terrorismo: Libia e Irán especialmente.
Los efectos secundarios de este robo de los recursos energéticos mundiales conducen a la partición del mundo. Como la venta del petróleo se hace en dólares, los países del tercer mundo están obligados a seguir sangrándose para pagar sus deudas en dólares e intentar un ilusorio “desarrollo” al estilo occidental. Es el mismo viejo colonialismo de antes el que opera, utilizando la corrupción de las clases dirigentes locales para imponerse.
¿Qué esperanzas concretas tiene usted para los próximos años, ya que del “naufragio del navío tierra” se trata?
Lo notable es que al hacer sus elecciones energéticas de energía no renovable los amos provisionales del mundo han condenado ellos mismos su dominación a ser efímera. Los recursos petroleros sólo pueden asegurar unos treinta años de plazo a su clientela, aún si se descubrieran nuevos yacimientos explotables (y teniendo en cuenta que esto excluye las dos terceras partes del mundo de este consumo orgiástico del G7, los siete países más ricos del mundo). Hay tres medidas que pueden ser decisivas: primero, hace falta que los dirigentes de los países productores de petróleo tomen sin tardar la iniciativa de venderlo en moneda local, de manera a generar una cadena que haga polvo la hegemonía del dólar; segundo, que la Asamblea general de la ONU conmine a Estados Unidos a pagar su propia deuda, que es la más monstruosa del mundo, y tercero, que se tase de manera drástica la especulación financiera. Todo esto es posible si surgen nuevos centros de poder que se apoyen en los pueblos. Pues cinco siglos de colonización y medio siglo de estragos del FMI no han destruido, en el corazón de las multitudes, el sentimiento de la dignidad, de la comunidad, y del don de sí mismos, de los cuales la victoria de Gandhi (a pesar de su martirio final) sigue siendo el ejemplo más deslumbrante.
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hala2021 · 2 years ago
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Otra vez volví a perder mi identidad
Hoy me ponía a pensar, mientras estaba en mi pieza y escuchaba a mis vecinos, chinos, que hablaban en su idioma, sobre esa particularidad que tiene mi Argentina. En mi país convive una gran diversidad de un cúmulo de subculturas. Es que en realidad, la Argentina no posee una cultura propia. No sé si digo un disparate, pero por algo dicen de la Argentina que es un «crisol de razas».
Pero yo pensaba en por qué los chinos hablan en chino en mi país, y por qué no hablan en castellano. Y a eso me refiero. Muchas veces, la gente no te abre sus puertas, aunque realmente te deje entrar. De alguna manera, alguien te puede recibir sin ser bien recibido o te puede invitar a su casa sin haber tenido una intención sincera de haberte dejado entrar. Y digamos que eso es la Argentina para el extranjero. Mi país le abre la puerta al inmigrante, ¿pero hasta qué punto recibe con los brazos abiertos al que nació en otro país? Esta es una tierra sin identidad, aunque nos identifique el mate, Maradona, Messi, el tango o el dulce de leche. Los chinos siguen hablando en chino, porque no se sienten parte de la Argentina, por más que vivan en mi país.
¿Y qué hay de mí? Bueno, mi historia familiar es muy particular, porque mi apellido es Pimentel, pero ni siquiera sé si mi verdadero apellido es Pimentel. La historia de mis padres es de terror. Un pasado oscuro con falsas identidades. ¿Puedo estar segura de que mi nombre es el original? Tal vez por eso me siento bien en mi Argentina, porque es un país sin identidad, como yo. Además, si pienso en mi niñez, yo tengo bloqueada mi memoria. ¡Si! Lo hablé con una psiquiatra hace muchos años. Le comenté que no recordaba nada de mi niñez, que mi primer recuerdo lo tenía desde los cinco años. Pero cuando a mi hija le preguntaba si recordaba cuando la dejaba en el sindicato de amas de casa, para que la cuidaran, mientras yo trabajaba, ella me dijo que recordaba algo. Y ahí no tenía más de dos años.
Tomar otra cultura como propia es el odio de muchos árabes que no lo aceptan. Una mujer árabe me dijo que uno debía quedarse en la religión de sus padres, todo lo contrario de lo que enseña el Islam. Por eso, a veces eres recibido en una religión, ¿pero hasta qué punto fuiste bien recibido? Por supuesto, no meto a todos en la misma bolsa. Una vez, un «Sheij» (jeque) me dijo que él no se sentía bien yendo a una organización que se llamaba «Asociación Árabe Argentina Islámica», porque él no era de origen árabe. Y por eso digo que muchas veces, en ese abrir de brazos a la gente, cuando te reciben, no es tan sincero que digamos. Es más, recuerdo a una amiga que cuando me invitó a su casa me comentó que ella invitaba a cualquiera. Entonces, dentro de ese «cualquiera», todos esos «cualesquiera» que ella invitaba, ¿todos eran bien recibidos? Y en eso pensaba hoy, cuando escuchaba a mis vecinos hablar en chino.
Yo busqué esa identidad que me robaron desde mi niñez, pero nunca la he encontrado. La enterraron, como lo hicieron conmigo, que me enterraron viva. Pero yo sigo viviendo, mal que les pese.
Y así también te reciben a veces cuando te casas. Estás dentro de una vivienda, pero no te sientes parte de esa nueva familia que construiste, porque esa persona no te recibe en su corazón, por más que se haya casado contigo.
En un cuanto a la religión, pasa lo mismo. Te pueden recibir, pero no de corazón. Y estás ahí, pero te das cuenta de que no eres parte de ellos, porque ellos no son sinceros en recibirte, solo te dejan estar ahí, tal cual si fueras una planta.
Es muy triste, pero es realidad. En mi país, conviven un sinfín de subculturas: la china, la coreana, la árabe, la judía, la boliviana, la peruana, la cristiana, etc. Cada comunidad habla en su idioma, pero salimos a la calle y todos hablamos argentino, es decir, el castellano.
Pero dentro de ese ocultamiento de mi identidad, mis familiares decían de qué lado estaban, sin decirlo. Si ustedes son mis seguidores en mi red social y leen mis redacciones, recordarán una titulada: «el corazón habla, pero la boca calla». Ese escrito trata de relatar lo que las personas hablan sin decirlo directamente. De alguna manera, el que oculta cosas, dice lo que siente y su ideología, por más que no lo diga abiertamente. Mis familiares siempre hablaban de la envidia al rico, de las clases dominantes, del imperialismo, de la injusticias según sus miradas, de los pobres y sus necesidades, del comunismo, de la guerrilla, de los poderosos. En una palabra, mi familia era muy envidiosa del que más tiene. ¡Claro, el corazón habla lo que la boca calla!
Por eso, los chinos hablan el chino porque ellos no son bien recibidos en mi país, por más que lo tengan todo. Siempre se van a sentir extranjeros en mi tierra. Así me sentía yo en mi familia, no como una Pimentel, sino como una extranjera.
Hay cosas que no puedes mentir, aunque triunfes en el engaño. Y es por eso que soy Pimentel, que soy musulmana, que estudio coreano, que soy profesora en Artes Visuales. Lo único que tuve verdaderamente mío en esta vida fue mi hija, que hoy está muerta. Se me fue mi hija al más allá. Perdí todo. Otra vez volví a perder mi identidad.
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jgmail · 5 years ago
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Libro: N. Ceresole “La Conquista del Imperio Americano” – 1ª parte
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En homenaje a Nizar Qabbani, y a sus “hombres del fin del tiempo”
Busco a los hombres del fin del tiempo y no veo en la noche salvo gatos miedosos cuyas almas sólo temen el poder de las ratas…
Nos hemos acostumbrado a nuestra ofensa ¿Qué queda del hombre cuando se acostumbra a la insignificancia?
En Al-Arabi, el 2-5-97
ÍNDICE [completo: 3 partes]
• PRIMERA PARTE ¿El terrorismo judío contra los Estados Unidos de América? Introducción Hipótesis de trabajo Los atentados terroristas de África oriental. Marco histórico y geo-religioso Mapa 1: La expansión del Islam en el Océano Índico Mapa 2: Otomanos contra portugueses Los acontecimientos actuales La “conexión argentina”: los atentados de Buenos Aires Judaísmo y globalización: el caso argentino Los hechos recientes Los atentados de Jerusalén: una reproducción de los de Buenos Aires Del “holocausto” argentino a “Nuremberg II” La Argentina agredida y ocupada por las organizaciones judías
ANEXOS PRIMERA PARTE Del terrorismo secular al terrorismo teológico Decadencia de la “civilización norteamericana” Estados Unidos: capacidad de globalización y voluntad “aislacionista” La ruptura del orden bipolar Hegel, Haushofer y Spengler El terrorismo de Estado israelí: un análisis de los diarios de Moshe Sharett Un giro inesperado: el 18 de julio de 1998 Campaña de cerco y aniquilamiento contra Irán El lobby judío en la Argentina Cerco y aniquilamiento Contraestrategia iraní Chiísmo y catolicismo Estrategia limitada
• SEGUNDA PARTE
Geopolítica del conflicto en el Mediterráneo oriental y el Asia central          
El Mediterráneo oriental Las derrotas de Israel La opción estratégica Del fracaso de la paz a la “pacificación” Geopolítica del conflicto: mecanismos de “pacificación” “Pacificación” y conflicto                                                                                        
Irán y el Golfo Pérsico El enemigo principal del “mundo global” El mundo apolar, el Mediterráneo oriental y el Golfo Pérsico La guerra virtual y el “último hombre” Los principales elementos de la defensa en el Golfo Pérsico Líbano y Palestina Breve historia de las agresiones israelíes Los cedros del Líbano “Operación Litani” Las guerras de destrucción de junio de 1981 La invasión del 6 de junio de 1982 Los ataques del 25 al 31 de junio de 1993 Qana, sur del Líbano: 18 de abril de 1996 Los campos de concentración El robo de aguas del río Litani Líbano y Palestina: escenarios polarizadores de una misma dinámica histórica Palestina: una geografía inviable La geopolítica en acción: un Estado palestino ¿Dónde? Mapas El mundo árabe entre una Europa otanizada y una Rusia judaizada La otanización europea Globalización y fin de las soberanías nacionales El Plan de Paz según Nizar Qabbani El diálogo cristiano musulmán propuesto por el chiísmo libanés            
Anexo documental segunda parte El Círculo de Samarcanda La posición central en China Anexo cartográfico
• TERCERA PARTE
El Estado Homogéneo Universal Socialismo real=socialismo pagano=Estado primitivo El marxismo y el fin de la historia Marxismo y religiosidad. Partido e Iglesia La estructura básica del discurso del “fin de la historia” Verdad y realidad La organización de la actividad económica primaria Los conflictos dentro del “mercado común de los Estados” La profecía liberal del “fin de los tiempos” Historia, fin de la historia y retorno a la historia Los movimientos de la historia y la geopolítica del último hombre Liberalismo hegeliano y liberalismo anglo-sajón La crisis del “nuevo orden mundial”: una apolaridad antisistémica Las nuevas fronteras de la política mundial Los factores globalizadores Polarización versus globalización La fragmentación antioligárquica La despolarización del sistema internacional La estructura global y los segmentos de poder La “ruptura del mapa” Un nuevo conocimiento de un mundo nuevo Intensidad y velocidad de los cambios El pensamiento ideológico ya no crea conocimiento La naturaleza del sistema internacional apolar Nueva metodología para elaborar Inteligencia Estratégica o conocimiento del mundo Las nuevas formas del conocimiento Inteligencia nacional versus comunidad informativa occidental La Inteligencia como “capacidad de anticipación” Entorno y sistema
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PRIMERA PARTE:
¿EL TERRORISMO JUDÍO CONTRA LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA? ________________________________________
“La misma historia de siempre: atacar y huir tratando de engañar al mundo” Israel: Sacred Terrorism, en Arabs News, 8 de marzo de 1980.
“No debemos demonizar al Islam ni al mundo árabe… Se trata al Islam de una forma muy diferente que al cristianismo o al judaísmo. Años y años de prejuicios hacen que, por ejemplo, hablar de terrorismo judío nos deje indiferentes y que, sin embargo, sea habitual comparar a los musulmanes con el mal. Hay mucha pereza intelectual y mucha ignorancia en todo eso. Hemos aceptado como axioma las ideas de Samuel Huntington y el “choque entre las civilizaciones… Huntington busca enemigos como sea porque se arrastra la necesidad ideológica de magnificar la superioridad de Occidente sobre el mundo” Edward Said, al Corriere della Sera, de Milán, el 10 de agosto de 1998
“Sólo treinta minutos después de que estallara la bomba, ya circulaban rumores de que habían sido los islamistas… El FBI se está introduciendo en nuestros barrios (musulmanes), llama a la gente (musulmana) a sus trabajos y los cita para interrogarlos… Eso nos está haciendo mucho daño, está creando mala sangre y falsas especulaciones… Sé que hay cierto resentimiento contra nosotros, los musulmanes, pero estoy seguro que los habitantes de Kenia tienen la suficiente madurez para superar esa afección, que es un virus inducido desde el exterior”. Marian Hens, La comunidad musulmana de Kenia en el punto de mira, en El Mundo, Madrid, 13 de agosto de 1998.
“Israel está llevando a toda la región hacia la violencia, la anarquía, la guerra y la destrucción” Declaraciones de Yasir Arafat en Sudáfrica, el 12 de agosto de 1998.
“El rublo se debe devaluar de un 15 a un 25% por debajo de su nivel actual” George Soros, en el Financial Times, el 13 de agosto de 1998
Introducción
Desde hace cuatro años vengo analizando los llamados “Atentados de Buenos Aires”. Esos atentados fueron dos explosiones en las que murieron más de cien personas y quedaron heridas varios cientos más. La primera explosión se produjo en el interior de la embajada de Israel, en 1992, y la segunda en la Asociación Mutual Israelita en la Argentina (AMIA), en pleno centro de Buenos Aires, en 1994. Hasta el momento, la justicia argentina, apoyada por los servicios israelíes (Mossad) y norteamericanos (FBI) no ha encontrado una sola prueba que pueda señalar a un sólo culpable. Lo curioso es que, al igual que en Nairobi cuatro años después, a la media hora de producirse la explosión en la AMIA de Buenos Aires, comenzaron a circular los primeros rumores acusando a los “islamistas” de ser los “verdaderos terroristas”.
El resultado de mis investigaciones anteriores lo he objetivado en cuatro libros (más de mil cien (1.100) páginas, en total) ya editados en España y en numerosos artículos ya aparecidos en el semanario Amanecer, de Madrid. Los cuatro libros anteriores son: Terrorismo fundamentalista judío (1996), El nacional judaísmo (1997), España y los judíos (1998), y La falsificación de la realidad (1998).
El presente volumen  es la exacta continuación de esos cuatro libros anteriores, pero en especial del último de ellos.
Por todo ese trabajo de investigación ya realizado, y en un sentido muy concreto, para mí, los atentados ocurridos en África oriental son como una película ya vista. Es un mismo esquema operativo en el cual sólo cambian los objetivos y los escenarios. Pero no los actores principales.
Los manuales aconsejan distinguir, en toda acción de terrorismo encubierto, por lo menos tres niveles: planificación, ejecución y selección de “víctimas propiciatorias” (las víctimas propiamente dichas del atentado, muertos y heridos nativos, es un “costo” político al que normalmente se lo subestima igualándolo a cero). En toda buena operación de terrorismo encubierto, la víctima propiciatoria (el “culpable” diseñado por los planificadores) es escogido de antemano: forma parte de la planificación misma. Una operación de terrorismo encubierto técnicamente perfecta es aquella en la que se logra identificar “culpable” con “enemigo” (en este caso se ha logrado plenamente: el “terrorismo islámico” es el enemigo de Israel y no de Occidente). Esta es una cuestión que no debe perderse de vista en ningún momento, debe ser recordada en cada paso, a medida en que nos internemos en el laberinto.
Lo que más llama la atención de los sucesos de Kenia y Tanzania es la celeridad con que se identifica a los autores de los atentados (“víctima”, en el proceso de planificación): “Sólo treinta minutos después de que estallara la bomba ya circulaban rumores – en Nairobi – de que habían sido los islamistas”; luego al “ingeniero” ¿palestino? (que es detenido el mismo día en Paquistán); de inmediato la identificación de la “organización autora de los atentados” (que lleva el insólito nombre de: Frente Islámico Mundial por la Guerra Santa contra Judíos y Cruzados) y, con la celeridad del rayo, los primeros bombardeos americanos sobre Afganistán y Sudán. Naturalmente, la organización “autora de los atentados” es mencionada el mismo día de las explosiones, como responsable de las mismas. Pareciera que el FBI no tiene investigadores, sino videntes. Debe ser también una absoluta casualidad que los bombardeos americanos se hayan producido en el exacto momento en que la institución presidencial en los Estados Unidos de América estaba ya prácticamente vaciada de legitimidad (“caso” Lewinsky).
El caso es que los ataques de “represalias” norteamericanas no estuvo fundamentado en ninguna prueba concluyente contra la “culpabilidad” de las “organizaciones islámicas” supuestamente agredidas por los misiles de la flota de la primera potencia mundial. Un día después del ataque norteamericano, el Director del FBI abandonó Kenia con las manos vacías: “Muchas, muchas personas, en diversos lugares del mundo, pudieron haber estado implicadas en estos atentados” (Fuente: CNN). The Washington Post (22 de agosto, 1998) fue aún más lejos en esa dirección: “El presidente Clinton y altos funcionarios del gobierno hablaron de ‘evidencias convincentes’ para justificar el ataque con misiles… pero no proporcionaron nueva información para dar sustancia a sus aseveraciones… De hecho, antes de los ataques con misiles del jueves, los funcionarios norteamericanos jamás consiguieron una acusación contra Bin Laden y sólo lo habían ligado, circunstancialmente, a un intento de bombardear tropas norteamericanas en Yemen, en 1992, a ataques contra tropas norteamericanas en Somalía en 1993, y a la voladura de un camión que mató cinco soldados norteamericanos en Araba Saudita, en 1995… Clinton fue mucho más lejos ligando a Bin Laden con otros sangrientos ataques en los cuales su directa participación nunca fue públicamente establecida… Más allá de esto, altos funcionarios de Defensa se negaron a describir ninguna evidencia específica por la que hubieran decidido los ataques misilísticos…”.
Independientemente de que el propio “culpable”, Bin Laden, negó su participación en los hechos de África, cualquier lector normal puede preguntarse, con toda lógica: ¿El lanzamiento de los misiles norteamericanos no habrá sido una exigencia israelí, luego de haber montado el atentado encubierto?
Nuestra hipótesis de trabajo
Los atentados terroristas de Kenia y Tanzania son parte de un proceso, mucho más largo y complejo, tendente a la conquista del poder desde dentro de los Estados Unidos de América. Para realizar ese complot se produce la alianza de dos grupos: los fundamentalistas evangélicos norteamericanos (Ver Anexos 1 y 2 ) y los fundamentalistas judíos israelíes.
Las operaciones del lobby judío instalado dentro de los EUA siguen el curso ya utilizado exitosamente con Londres en los comienzos de la “segunda guerra mundial”: los sionistas, en ese momento hegemónicos dentro del judaísmo, se adaptan a, y se identifican con la “política de equilibrio” británica sobre el continente europeo, que exigía la eliminación del potencial militar alemán. Y desde esa adaptación casi simbiótica organizan el cerco y la destrucción de Alemania. Esa destrucción fue considerada por los sionistas como el paso necesario e imprescindible para la posterior fundación del Estado de Israel.
La conquista evangélico-judía del poder dentro de los EUA se produce hoy en día desde la simbiosis no del “equilibrio” británico, sino desde la “seguridad” e infalibilidad (ver parte tercera de este libro: El Estado Homogéneo Universal) que anhela el Imperio norteamericano y, por arrastre, el proyecto occidental de construcción del Estado Homogéneo Universal. Se trata de una alianza elaborada desde la ecuación “paz versus seguridad” del señor Netanyahu.
La destrucción final de Alemania (es decir, el origen de la llamada “segunda guerra mundial”) fue una gran operación judía (en ese momento, sionista) que se realizó desde tres frentes simultáneamente: desde Gran Bretaña, desde los EUA y desde la URSS. Judíos “burgueses” y judíos “revolucionarios” unen sus esfuerzos en lo que sería la culminación de la “inclusión” judía en Occidente que comienza en los mismos albores de la Modernidad. En 1939 la víctima fue una Polonia católica, antisemita y conservadora, quien fue impulsada por Londres, París y Washington para operar contra Alemania. Se decía que el ejército polaco resistiría nueve meses (con el apoyo británico y francés que nunca se produjo) los embates de la Wehrmacht, y que en ese lapso los generales alemanes darían un golpe de Estado contra Hitler.
Hoy el Estado de Israel, gobernado por “fundamentalistas”, está en condiciones de cooptar el poder global de Washington porque, desde un comienzo, existió una afinidad “ideológica” esencial entre el evangelismo norteamericano “fundador” y las primeras corrientes de inmigrantes judíos que llegan a la América del Norte. Tal simbiosis teológica y estratégica no se manifestó nunca ni con tanta plenitud ni contundencia en Europa, ni siquiera durante la primera fase de expansión del capitalismo, primero, ni, después, a partir de la Revolución Francesa (el gran acceso de los judíos europeos a la Modernidad). Para el poder judío, hoy, no es suficiente disponer de una altísima cuota de ministros (“secretarios”), asesores especiales, senadores y representantes dentro del sistema de poder norteamericano. Una cuota de poder racial (en definición de Huntington) escandalosamente alta si la relacionamos con el total de ciudadanos judío-norteamericanos. La futura guerra intercivilizaciones exige mucho más que eso. Ya no es suficiente el enorme poder del lobby. Ahora es necesario cooptar el poder, ser parte del poder de la primera potencia mundial. Esta operación es exigida por la lógica de los acontecimientos que se avecinan: La guerra de 1999.
LOS ATENTADOS TERRORISTAS DE ÁFRICA ORIENTALMarco histórico y geo-religioso
Los atentados terroristas del África oriental son sólo un episodio, corto y relativamente poco importante, de un largo proceso de descabezamiento del poder político norteamericano. Ese “golpe de Estado” previsto tiene por objeto no un simple cambio de gobierno en los EUA, sino un cambio de sistema, tal como se explica en los anexos correspondientes en la Primera Parte de este trabajo. Dentro de la planificación de ese “golpe de Estado” esos atentados en el este de África tienen a su vez como fin básico demostrar las fallas que la potencia rectora del “mundo occidental” manifiesta en torno a los problemas de seguridad. En definitiva tienen por objetivo principal demostrar la validez de la hipótesis del señor Netanyahu: seguridad versus paz. En ese sentido representan acontecimientos esenciales en el proceso de planificación de la “próxima guerra”.
La especificidad de estas dos operaciones encubiertas es la selección de los blancos (norteamericanos, y no israelíes) y la configuración histórico-religiosa de ambos teatros de operaciones. La selección de los blancos – dos embajadas norteamericanas – ha sido una decisión crucial. Las inevitables represalias de la potencia agredida agudizaría aún más la crisis entre ella y el mundo árabe-musulmán en su conjunto. De ella sólo saldría un único beneficiado: el Estado judío. Que fue lo que realmente sucedió luego del bombardeo del 20 de agosto. La ruptura entre los Estados Unidos de América y el mundo musulmán se produce en el punto menos esperado: con los talibanes, sus antiguos protegidos, y con Paquistán y Arabia Saudita, sus antiguos aliados.
La configuración geopolítica e histórico-religiosa de Kenia y Tanzania es otro elemento a considerar. Ambos son países ribereños del Océano Índico. Durante la larga época premusulmana, sus costas fueron visitadas durante siglos por las flotas árabes y persas y, sucesivamente, colonizadas por los árabes. A partir del nacimiento y de la expansión del islam toda la parte septentrional del África oriental se islamiza, en gran parte debido a las corrientes inmigratorias árabes. Kenia y Tanzania son, en un estricto sentido geográfico, naciones de origen musulmán y árabe. El primer “choque de civilizaciones” con Occidente se produce en los comienzos del siglo XIV: es el choque entre portugueses y otomanos. (Fuente: Hervé Coutau-Bégarie, Géostratégie de L´Océan Indien, Fondation pour les études de défense national, París 1993).
Pero cuando el Imperio Otomano comienza su decline ante las puertas de Viena, la expansión musulmana hacia el Índico se detiene y comienza la conquista de África por Occidente. Fue en ese punto de inflexión de la historia universal cuando se cree poder llegar a definir un concepto geopolítico crucial: a los musulmanes la tierra, a los cristianos el mar(Andrew C. Hess, The evolution of de Ottoman seaborne empire in the age of the oceanic discoveries, en American Historical Review, diciembre de 1970). La costa oriental africana fue ocupada por Inglaterra – potencia marítima por excelencia – porque era la otra ribera de la costa occidental de la India. Actualmente los musulmanes – chiítas, sunnitas y bahawitas, representan el 10% de la población en Kenia, y el 30% en Tanzania.
Los acontecimientos actuales
Cualquiera que haya analizado con cierto detalle la evolución de las relaciones entre el gobierno Demócrata norteamericano y el Estado de Israel en los últimos tiempos, estará en condiciones de conocer con absoluta certidumbre un hecho básico: dentro del fundamentalismo judío (en especial dentro de los “colonos”) fue creciendo un odio cada vez más fuerte hacia la Administración Demócrata encabezada por el presidente Clinton. En el plano de la política interior de los Estados Unidos, esa hostilidad se canaliza hacia una alianza política – y, tal vez, estratégica – con el fundamentalismo evangélico norteamericano, los “sionistas cristianos”, a quienes, más adelante, describiremos (Anexo 1: EE.UU. Del terrorismo secular al terrorismo “teológico”. Sobre el fundamentalismo evangélico-calvinista).
Durante, pongamos por ejemplo, el último año, decenas de manifestaciones en Israel, en especial las organizadas por los colonos israelíes judío-norteamericanos, se convertían, sencillamente, en manifestaciones antinorteamericanas, y más específicamente, en manifestaciones anti-Clinton. La Administración Demócrata norteamericana es percibida por esos sectores fundamentalistas judíos como el enemigo principal de sus proyectos racistas y expansivos. Este es un hecho que cualquier lector de periódicos occidentales puede verificar, leyendo simplemente los despachos de los corresponsales en la región del Oriente Medio.
Parte de ese odio se manifestó en un creciente empeoramiento de las relaciones entre ambos gobiernos. Durante los últimos 50 años, incluyendo el tiempo de la invasión al Líbano (1982), nunca fueron tan malas las relaciones entre los gobiernos de Israel y de los EUA. Ese es el elemento que define, mejor que ningún otro parámetro, al período actual, signado por el “fracaso” del Plan de Paz.
Ese sentimiento antinorteamericano (más específicamente: anti-washingtoniano [Gobierno Federal. Ver, Anexo 1: relaciones entre el fundamentalismo evangélico norteamericano y el gobierno federal]) – que en los últimos tiempos han asumido los colonos israelíes – que en gran parte son de origen norteamericano – no es algo nuevo en Israel. Allí existe, desde hace muchos años, una doctrina, elaborada básicamente por el ejército, que sostiene que “… las potencias occidentales son nuestro principal enemigo, y que el único modo de disuadirlas es por las acciones directas que las aterroricen… (Shimon) Peres comparte esa misma ideología; desea atemorizar a Occidente para que apoye los objetivos de Israel…” (Moshe Sharett, Diario, [Yoman Ishi – Diario Personal]. Ver Anexo 3).
Esa doctrina fue elaborada ya en los años cincuenta, y practicada a través de innumerables actos de “terrorismo encubierto”, en especial contra “objetivos occidentales” ubicados en Egipto. Luego vuelve a cobrar vida en los años ochenta (Líbano). Ver Anexo 3: Diario de Moshe Sharett.
Actualmente resucita bajo una forma encubierta: “Aunque la responsabilidad por los dos atentados de bomba en Africa Oriental no ha sido todavía establecida, fuentes de la inteligencia israelí están convencidas de que extremistas islámicos están detrás de los atentados y que seguirán atacando blancos americanos -e israelíes- aparentemente desprotegidos… Es habitual que los grupos extremistas islámicos empleen nuevos nombres para sus grupos con el fin de obstruir las investigaciones… Mientras los grupos pueden ser diferentes -algunas veces incluso sin conocerse entre sí o sin tener un mando o un centro de control común- lo que sí tienen en común es la ideología. A las alas centristas y moderadas del Islam les resulta difícil controlar a los grupos extremistas, sea en Argelia donde el asesinato masivo de mujeres y niños está siendo conducido en nombre del Islam, o sea en los atentados sobre edificios americanos como p.e. en Arabia Saudí donde murieron muchos civiles locales. Los atentados en Africa oriental se planificaron obviamente fuera de la región. El empleo de cientos de kilogramos de explosivos es un indicio para la planificación a largo plazo y no corresponde a una acción improvisada en respuesta a un acontecimiento concreto” (Haaretz, 9 de Agosto).
Ahora la lucha contra la “dictadura” del gobierno federal norteamericano es, además, un objetivo compartido entre el fundamentalismo judío y los sectores evangélicos más extremos dentro de los mismos EUA. Esta fue una de las grandes coincidencias entre Netanyahu y el senador Gingrich. En base ella se organizó el caso Lewinsky contra Clinton, el enemigo (coyuntural) común (Anexo 1).
Para demostrar su inocencia ante el mundo, allí estuvieron los esforzados “socorristas” israelíes rescatando víctimas de entre los escombros. Afortunadamente los “socorristas” israelíes que llegaron a Kenia, para “investigar” una cuestión que afectaba directamente a la superpotencia, fueron expulsados del lugar de la explosión por los infantes de marina norteamericanos, que controlaron rápidamente la zona. Esos mismos “socorristas”, cuatro años antes, habían llegado a Buenos Aires, (donde también media hora después de la segunda explosión circularon las primeras acusaciones contra Hezbollah e Irán) para dejar el lugar del atentado lleno de falsas pruebas.
En esta ocasión el Jesusalem Post puso el grito en cielo y denunció la expulsión de los agentes israelíes en términos muy duros contra los marines (en: Kenya: Israel aiding blast probe, 11 de agosto): “Agentes de los servicios de inteligencia israelíes están involucrados en las investigaciones sobre los atentados de bombas de las embajadas USA en Kenia y Tanzania, según comunicó el Canal 1 (TV israelí) anoche citando a un oficial militar de Kenia. Este reportaje fue publicado después de que el primer ministro Benjamín Netanyahu había ofrecido los servicios del Mossad y de otras agencias de inteligencia para seguir el rastro de los terroristas. El oficial keniano dijo que los servicios de inteligencia británicos están también en Kenia para ayudar en las investigaciones… El equipo israelí tiene el control sobre las operaciones de rescate y sobre otros equipos de rescate franceses y de voluntarios locales. Pero mientras los kenianos elogiaron el trabajo del equipo israelí, los marines USA han sido criticados, según se informa, por obstruir posiblemente los trabajos de rescate. Un miembro del equipo de rescate israelí dijo a The New York Postque oficiales americanos suspendieron la búsqueda de supervivientes en el interior de la embajada el sábado al anochecer. Otro oficial israelí dijo que tuvo que pelear con los americanos para obtener el permiso de colocar reflectores en lo alto de la embajada destruida para iluminar (el escenario de) la búsqueda ininterrumpida. La embajadora de EE.UU., Prudence Bushnell, herida leve en el atentado, dijo que debía existir un “malentendido” en la edición de ayer de The New York Post. Los marines estaban tratando de proteger el emplazamiento que podría proporcionar pruebas sobre el atentado del viernes. ‘Parece que estamos intentando impedir el paso a la gente, pero estamos intentando mantener el emplazamiento intacto’, dijo” (Jerusalem Post, 11 de agosto) .
Pocas horas después de que Mónica Lewinsky declarara formalmente ante el fiscal especial sobre sus relaciones especiales con el presidente, lo que puede significar el inicio en firme de su destitución (el Poder Ejecutivo norteamericano ya está, como mínimo, deslegitimado), estallan las bombas en las capitales de Kenia y Tanzania. El significado estratégico – y, aun, filosófico – que se le pretende dar a ambos atentados, se orienta a favorecer netamente la postura del señor Netanyahu, basada desde siempre en la dicotomía seguridad versus paz. Los atentados “demuestran” – en especial ante la opinión pública norteamericana, que es el verdadero target de las acciones terroristas- la prioridad absoluta que debe tener la “seguridad” por sobre la paz (y la devolución de territorios). Es decir, confirman la estrategia de la coalición Likud. Además, coyunturalmente, castiga a un presidente (norteamericano), odiado desde hace mucho tiempo por el fundamentalismo judío (y los evangélicos protestantes fundamentalistas norteamericanos: los “sionistas cristianos”), porque había cometido por lo menos tres pecados capitales: sugerir el reconocimiento del futuro Estado palestino, oponerse a la anexión judía de Jerusalén y proponer un acercamiento con la República Islámica de Irán.
En ese sentido meramente coyuntural, los atentados en África oriental no pueden sino acelerar la caída del presidente Clinton (que no tomó en cuenta – y allí están los atentados para demostrarlo – los problemas de seguridad). Es por ello que el 20 de agosto Clinton ordenó bombardear dos países “sospechosos”: también para intentar recuperar el poder perdido en su propio Estado y en su propia sociedad. El Financial Times del 10 de agosto señala este “problema de seguridad”: los atentados de África “… plantean grandes amenazas para el presidente Bill Clinton. No sólo tiene que explicar el fallo del aparato de seguridad más sofisticado del mundo y de su red de inteligencia, también tiene que preparar a la nación para lo que podría ser un largo y arduo proceso para llevar a los responsables ante la justicia. Los antecedentes norteamericanos en determinar responsabilidades por actos terroristas han sido escasos… La política norteamericana sobre actos terroristas en el pasado… en buscar conexiones con un Estado, con Irán y Libia como principales sospechosos. Pero Libia se ha mantenido al margen en los últimos años e Irán… está estrechando sus lazos con los EE.UU. Washington actúa correctamente al moverse con cautela e insinuando que la investigación podría durar años. También sería bueno abstenerse de especular públicamente sobre los posibles sospechosos”. El Financial Times no olvida recordar, al final de la nota, la presencia de Europa: “EE.UU. necesita el apoyo de sus aliados al enfrentarse a la amenaza terrorista. Esto es importante ahora que se toman decisiones delicadas en temas como las relaciones con Irán…”
El día 11 de julio de 1998 (menos de un mes antes de las explosiones africanas), todos los corresponsales occidentales en Oriente Medio difundieron una noticia que el gobierno libanés confirmó, luego, oficialmente: había sido descubierta en el Líbano una red de espionaje israelí, integrada por 77 ciudadanos libaneses, que tenía por objetivo principal destruir – por medio de un “atentado terrorista” – la embajada de Estados Unidos en Beirut. Luego, al igual que había sucedido en Buenos Aires unos años antes, se acusaría a Hezbollah de haber realizado el atentado. Un desertor del Ejército del Sur del Líbano desbarata la operación. Nada nuevo: terrorismo encubierto. Todos los estudiosos de la política exterior israelí conocen esa estrategia. “Es la misma historia de siempre: atacar y huir tratando de engañar al mundo” (Livia Rokach, El terrorismo de Estado israelí: un análisis de los Diarios de Moshe Sharett en Israel´s Sacred Terrorism, Arab News, 8 de marzo de 1980. Anexo 3).
En este caso, para engañar al mundo luego del fracaso libanés, había que generar a un “culpable” creíble.
La primera tentativa se orientó hacia Irak. Aunque no sea un Estado islámico es, al menos, un Estado árabe. La “venganza de Sadam” sigue siendo una imagen convincente y terrorífica. Pocos meses antes, estando Netanyahu de visita en los EUA, no se pudieron concretar los bombardeos sobre Irak, poseedor de “armas de destrucción masiva” con capacidad “para destruir tres veces al planeta tierra”. Hasta ese punto se habían deteriorado las relaciones entre los gobiernos de Washington y de Tel Aviv. Pero ahora, dos días antes de las explosiones del África oriental, los inspectores de las Naciones Unidas se retiraron intempestivamente de Bagdad, luego de adoptar una postura insultante – claramente provocadora – para la dignidad de Irak. Se dice que ese gobierno pretendía impedir la continuidad de las inspecciones (que ya casi habían terminado: obviamente no había armas de “destrucción masiva” en Irak). Ante el extraño hecho consumado el gobierno de Sadam se queda atónito: faltaba muy poco para finalizar la inspección que levantaría el embargo. No podían impedir las inspecciones porque los inspectores, simplemente, ya se habían marchado (afortunadamente existe una película difundida por la televisión iraquí que es absolutamente clarificadora sobre este episodio).
El segundo intento consistió en relacionar los atentados africanos con anteriores operaciones contra tropas norteamericanas de guarnición en Arabia Saudí: en los sagrados lugares. Para ello se inventa una organización inexistente: Frente Internacional Islámico para la Lucha contra Israel y los Cruzados. Hasta el nombre es ridículo e ilógico. Ridículo: porque intenta implicar forzadamente a Europa occidental [los “Cruzados”]; ilógico: porque no se comparecen los conceptos “internacional” e “islámico” [pertenecen a dos épocas distintas dentro del siglo XX: la comunista “internacional” y la poscomunista]. Personalmente no tengo dudas de que fue inventado por el propio Instituto para los Estudios de Contraterrorismo de Tel Aviv. Es esa institución la que difunde en Occidente la imagen de ese Frente Internacional Islámico y Anticruzada (una forma burda de implicar al cristianismo contra el Islam): “una organización que extiende sus tentáculos desde el desierto de Nubia, en África, hasta Afganistán”.
Algunos grupos en Israel están particularmente interesados en señalar la naturaleza anónima e internacional del “nuevo terrorismo”, dado que no hubo ni habrá reivindicación del atentado; lo que en teoría va contra toda lógica política: “Está claro que el terrorismo internacional e indiscriminado no está muerto, pero, como un virus maligno, parece que ha pasado por un proceso de mutación. A las organizaciones terroristas ya no les interesa identificarse reivindicando la responsabilidad de sus crímenes… porque han vuelto a la sombra. Y al igual que los terroristas que cometieron el atentado por bomba contra la embajada de Israel en Buenos Aires, los que atentaron contra las embajadas USA en Africa se han convertido en (terroristas) indiscriminadamente internacionales…” (Jerusalem Post, 9 de agosto de 1998). La guerra mundial contra el “terrorismo islámico” está servida: “El rastrear a terroristas es ahora una prioridad internacional y los americanos merecen pleno apoyo y colaboración internacional en la caza (de los terroritas). Ciudadanos de practicamente todos los países han sido asesinados por terroristas y quedan pocos países que hacen todavía concesiones por una motivación “ideológica” de estos crímenes. Por lo tanto, si se comparte el sufrimiento, la responsabilidad de atrapar a terroristas de cualquier índole debe compartirse doblemente” (JP, ibídem.)
La “conexión saudí” es señalada explícitamente por un periódico inglés de clara tendencia pro-israelí, The Independent. En su edición del 12 de agosto Robert Fisk escribe: “La clave de la identidad y los motivos que inspiraron a las personas que atentaron contra las embajadas de Estados Unidos en Nairobi y Dar es Salaam se encuentra en las profundidades de la nación que los estadounidenses consideran su principal aliado en el Golfo Pérsico: Arabia Saudí. El ataque… reflejó la furia creciente de miles de saudíes – incluidos algunos miembros de la familia real – contra la continua presencia militar y política de EUA en la tierra que alberga dos de los más importantes santuarios del islam: La Meca y Medina… No fue una casualidad que las bombas explotasen… coincidiendo con el octavo aniversario de la llegada de las primeras tropas de EE.UU. a Arabia Saudía, en 1990…”.
El Jerusalem Post (JP), a su vez, recuerda el anterior atentado contra tropas norteamericanas realizado en territorio saudí: “Las susceptibles autoridades saudíes, ante el temor que las investigaciones podrían revelar alguna conexión políticamente embarazosa con un Estado de la región, obstruyeron constantemente las investigaciones y negaron el acceso de oficiales USA a los sospechosos clave. Este comportamiento fue particularmente irritante, ya que los saudíes son aliados de los americanos y dependen en mucho de la protección americana contra amenazas regionales como desde Irak o Irán…” (JP, Ibídem).
La tercera hipótesis fue desarrollada por “analistas” argentinos al servicio del Estado judío, que quiere implicar a Irán a toda costa, en los atentados de Buenos Aires. Para estos cipayos los autores de los atentados africanos son miembros de “… la internacional islamista, (que es el) ala dura del poder iraní que intenta por todos los medios ‘frenar’ el acercamiento a Occidente del nuevo presidente iraní (más) una combinación de varios actores en la que intervendrían algunos sectores disidentes del grupo chiita proiraní Hezbollah, teledirigido por Irán y Siria. El contexto interior iraní se hace obvio por la cruda batalla que libran en Teherán los renovadores de Jatamí y el ala conservadora fiel a los valores del Ayatolah Jomeini” (en Página 12, Buenos Aires, 10 de agosto de 1998). Como de costumbre, se construye una gran imagen falsa a partir de algunos elementos ciertos. Como por ejemplo la disidencia de Hezbollah. Pero naturalmente no se aclara que el “grupo de Baalbek” no tiene ninguna capacidad de acción más allá del Valle de La Bekaa, en el Líbano.
De esa hipótesis, al parecer fecunda, se han derivado luego otras, como la que expone el Foreign Report de Londres, el 13 de agosto. Los “guardianes de la Revolución” iraníes habrían actuado en coordinación con las fuerzas del saudí Ussana Ben Laden, supuestamente exiliado nada menos que en el Afganistán talibán. Conviene recordar que los talibanes, en su origen, fueron una creación de la CIA contra las tropas soviéticas que habían invadido Afganistán. Esto parece olvidarlo hoy en día la diplomacia rusa, que señala a Afganistán como el centro del “terrorismo islámico internacional”. Pero ya sabemos cuál es la posición – hegemónica – que tienen los judíos en la Rusia pos-soviética. A través de los talibanes queda metido en la olla, donde se cocina este nauseabundo guiso de acusaciones, el Paquistán musulmán, flamante miembro del club atómico. Se hace difícil imaginar cómo los iraníes pueden negociar con elementos que mantienen secuestrados a 11 de sus diplomáticos en territorio afgano recientemente conquistado por las fuerzas talibanes. Por otra parte los iraníes, al igual que antiguamente los soviéticos, siempre han denunciado la conexión norteamericana e israelí dentro de la alianza talibán-paquistaní.
Sólo una semana después de las explosiones en África oriental el Quinto Ejército iraní – los Guardianes de la Revolución – comenzó unas maniobras militares en la frontera con Afganistán, en prevención ante el posible ingreso de “narcotraficantes” (el opio fue y es la moneda de cambio entre grupos “talibanes” y los servicios norteamericanos e israelíes). Al comenzar esas maniobras el vicepresidente del parlamento iraní sostuvo: “Estados Unidos quiere provocar un clima tenso en las fronteras orientales de Irán con el objeto de atentar contra la imagen del Islam y de ampliar su dominio sobre la región y sus recursos petrolíferos” (Fuente: AFP, 16 de agosto de 1998). Por su parte el general Assadi, vicecomandante del ejército señaló a la misma fuente: “La elección del lugar de las maniobras se hizo por las dificultades creadas por lo talibanes en la frontera”.
Toda la historia del terrorismo judío hacia el exterior – operaciones encubiertas – nos señala una sola y única constante: la utilización de personal operativo nativo. Judíos egipcios en Egipto, “cristianos” en el Líbano, “lumpen islámicos” en Argelia. Las operaciones de África oriental no iban a ser distintas ¿Dónde encontrar mejor mano de obra nativa que en Afganistán? De allí ya han surgido muchas “fuerzas operativas”, como el GIA argelino.
Para aumentar la confusión de los pobres ciudadanos occidentales, que deben trabajar todos los días de su vida en empresas con “productividad creciente”, el movimiento “islámico-terrorista” por excelencia, Hezbollah, la pesadilla de Israel, condenó duramente los atentados africanos, calificándolos de “criminales”. El Sheik Fadlallah consideró que todo este teatro es un montaje sionista-norteamericano. “Es inaceptable para un musulmán matar o herir a un gran número de personas inocentes, cualesquiera que sean las circunstancias. Las acusaciones contra los árabes tienen por objetivo arraigar en el espíritu del hombre occidental y en la opinión pública mundial que ser árabe y musulmán es sinónimo de terrorista” (L’Orient-Le jour, Beirut, 13 de agosto).
Una lectura atenta de la prensa israelí durante los primeros días pos-atentados permite entrever una estrategia largamente preconcebida, siempre dentro de la línea del “choque de civilizaciones”. Haaretz, el 9 de agosto, llama a una guerra contra el Islam. Ahora que el “agredido” es el propio Estados Unidos – y no ya sólo Israel- , Occidente debe elaborar un programa “activo y ofensivo”, algo muy diferente al perfeccionamiento de simples mecanismos de defensa y de intercambio de Inteligencia. Un programa activo contra el terrorismo (islámico) es ahora necesario. Estados Unidos debe asumir un liderazgo que corre el riesgo de perder [En palabras de Joseph S. Nye, citadas por Huntington, “la potencia norteamericana se ha convertido en el ‘poder blando’ que atrae, en vez del poder duro que obliga”]. Un día después el mismo medio “liberal” publica una nota editorial: Terrorism without borders. Todo el mundo debe participar en esta cruzada contra los “zelotes islámicos” [extraña combinación de conceptos: “zelotes” = judíos terroristas antirromanos – según definición de Flavio Josefo – de la época del Segundo Templo], incluidos los gobiernos árabes “moderados”. Un objetivo secundario pero importante, para Israel, es que, durante todo el tiempo que dure la crisis internacional desatada por los atentados de África, podrá continuar oprimiendo al pueblo palestino, cada vez más carente de protección por parte de su “autoridad nacional”: durante todo este período las autoridades israelíes continuaron confiscando tierras palestinas para ampliar los asentamientos de los “colonos”. Según informó Al Quds, el 13 de agosto. “¿El pueblo palestino tiene derecho a tener un Estado propio?”. La respuesta de Isaac Levi, líder del Partido Nacional Religioso de Israel fue clara y fulminante: “Nunca han tenido un Estado” (en El Mundo, Madrid, 14 de agosto).
Pero volvamos a Haaretz (9 de Agosto).”Los atentados en Africa oriental este fin de semana se planificaron obviamente fuera de la región. El empleo de cientos de kilogramos de explosivo es un indicio para la planificación a largo plazo y no corresponde a una acción improvisada en respuesta a un acontecimiento concreto. Los Estados Unidos se enfrentan ahora al problema de tener que tomar la ofensiva contra los terroristas…Lo que es necesario es un programa agresivo para luchar activamente contra los terroristas y sus líderes. Pero los Estados Unidos necesitan jugar un fuerte papel de liderazgo internacional y por ahora Washington lo tiene difícil desempeñar tal liderazgo como lo han demostrado con su respuesta a la carrera de armamento nuclear entre la India y Pakistán, o en la prueba de fuerza con Sadam Husein hace unos meses, o con la omisión de prevenir que Irán y Corea del Norte desarrollen misiles de largo alcance. En Arabia Saudí, por ejemplo, los Estados Unidos no han obrado con el rigor suficiente frente al gobierno saudí cuando solicitaron la colaboración de Riad en la investigación del atentado con bomba contra unas dependencias USA”.
La Inteligencia israelí comprende perfectamente que el poder norteamericano en el mundo se encuentra en una fase “decadente”. Que el enorme poder material de los EUA no se traduce en voluntad política. Que es el momento en que “países pequeños”, como Israel, bien instalados en el interior de la política norteamericana y con una continuidad teológico-estratégica muy fuerte, comiencen a realizar “la conquista del imperio”, desde “adentro” y desde “afuera”. Para Arnold Toynbee ello sería un camino natural dentro del proceso universal de las “crisis de las civilizaciones”. Por el momento el lobby judío norteamericano verá incrementado su poder con los 1.250 que le aportará la banca suiza, luego de la exitosa operación de chantaje realizada a partir de la religión del holocausto.
Recopilando toda la información histórica de que disponemos (relativa al comportamiento internacional del Estado de Israel) podríamos interpretar – en buena lógica – que las agresiones sufridas por dos delegaciones diplomáticas periféricas de la superpotencia, ha correspondido a un objetivo estratégico destinado a comprometer directamente a un futuro gobierno en Washington (recordemos la coincidencia con las próximas elecciones legislativas en los EUA, en las que se espera un importante avance Republicano) en una campaña militar contra los enemigos regionales del Estado judío; mejor dicho, contra quien el Estado judío percibe como sus enemigos regionales y religiosos.
De las operaciones ideológicas previas se encargarán -como siempre- las jaurías de escribas desparramadas por Occidente: tarea fácil luego de tantos años de histeria antimusulmana. El camino se está despejando para La guerra de 1999, largamente anunciada por el Estado Mayor Israelí. Tal guerra no será más que la destrucción -utilizando para ello armas nucleares- de los centros vitales del mundo árabe-musulmán: Teherán, Damasco, Bagdad, Beirut y, tal vez, El Cairo y Riad. Ahora, después de los salvajes atentados africanos, se justifica la destrucción hasta la raíz del odiado “terrorismo islámico”; ahora es preciso destruir los refugios de los que provocan la destrucción y la muerte irracional en nombre de Allah. Sólo un proyecto de tal envergadura puede justificar asumir – para los grupos operativos judío-israelíes que cometieron los atentados en África oriental – un riesgo tan alto: la posibilidad de que se descubra, por una vez, a los verdaderos culpables.
Hay algunos – pocos – signos esperanzadores. El 10 de agosto el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan señaló en Lisboa la conveniencia de organizar una cumbre internacional contra el terrorismo; pudo fundamentar esa propuesta en infinitos antecedentes existentes sobre el tema, pero lo hizo señalando que esa cumbre había sido solicitada por los países islámicos reunidos en diciembre de 1997 en Teherán, en la VIII Conferencia Islámica. En un momento de máxima histeria antiislamista, Kofi Annam, uno de los diplomáticos más astutos de la historia de Naciones Unidas, cometió, al parecer, su primera “torpeza”: hacer referencia a la VIII Conferencia Islámica como elemento moderador de crisis internacionales. Un día después “aclaró” su posición: “No está entre mis proyectos actuales convocar una conferencia sobre el terrorismo mundial… Lo que yo he dicho es que estuve presente en la reunión de la Organización de la Conferencia Islámica en Teherán en la que los jefes de Estado presentes condenaron el terrorismo y sugirieron que podría ser el momento de promover una conferencia mundial sobre esta cuestión. Lo que dije también es que posiblemente deberíamos tener en cuenta esa propuesta”.
Y así llegamos al punto más importante de esta cuestión: la situación interior de la sociedad norteamericana y sus reflejos sobre su sistema de poder exterior. Si tomamos en cuenta algunos parámetros estructurales que esa sociedad presenta en este fin de siglo, los atentados en África pueden producir algo más que una crisis política interior en los EUA. Sus repercusiones podrían generar una verdadera fractura etno-cultural en la sociedad norteamericana, un conglomerado de grupos humanos todos ellos étnica y culturalmente minoritarios. Las recientes olas inmigratorias en las últimas dos décadas han modificado drásticamente la composición cultural, religiosa y étnica de los Estados Unidos. Los blancos europeos serán dentro de poco sólo algo más de la mitad de la población. Dentro de ese grupo étnico los más afectados serán los blancos anglo-protestantes. Lo que señala que el propio lobby judío se verá arrastrado a la baja cuantitativa, lo que podrá afectar tambeén a su poder decisional, que actualmente es enorme. Pero el 14% de la población negra norteamericana incluirá, posiblemente, a la mayor comunidad musulmana del Occidente-central (EUA+Europa Atlántica). Hoy, ya, la Nación – negra – del Islam es la mayor comunidad musulmana en Occidente. Y la que presenta un perfil ideológico más firmemente antijudío (Ver: Nation of Islam, http://www.noi.org. Una visión proisraelí del poder negro musulmán norteamericano la ofrece Gilles Kepel, en su libro Al Oeste de Alá, Paidós, Barcelona, 1996).
Estos cambios estructurales se producen en un ambiente donde predomina la ideología llamada del “multiculturalismo y la diversidad” activamente promovida por la Administración Clinton y sistemáticamente rechazada por el fundamentalismo evangélico-calvinista, quien acusa a la actual Administración de ser la responsable de haber fragmentado a la política exterior de la superpotencia. En efecto, el “interés nacional” se ha dividido y subdividido en innumerables “intereses étnicos” (Huntington), enfrentados entre sí. Son los lobbies de las diferentes minorías nacionales los que, en última instancia, definen la política de Washington hacia el “mundo exterior”. “Para la comprensión de la política exterior de los EUA es necesario estudiar no los intereses del Estado en un mundo de Estados en competencia, sino más bien el juego de intereses económicos y étnicos en la política interior del país. La política exterior, en el sentido de acciones conscientemente designadas para fomentar los intereses de EUA como una entidad colectiva en relación con entidades colectivas semejantes, está lenta pero inexorablemente desapareciendo” (Samuel P. Huntington, Intereses nacionales y unidad nacional, Foreign Affaires-Política Exterior, Vol.XII, Nº61, p.177).
Dentro de este contexto es preciso reflexionar sobre las dos bombas que en el África oriental afectaron, a nivel físico, “intereses norteamericanos”. Los efectos explosivos de esas detonaciones pueden ser más devastadores dentro de una sociedad norteamericana – que ha perdido identidad de manera rápida y contundente a nivel étnico y cultural- que sobre los mismos edificios de las embajadas de una superpotencia blanda, ubicados en lejanos puntos del planeta.
Dado el estado de fragmentación en que se encuentra el sistema decisional exterior, tampoco habría que descartar la existencia de una convergencia de intereses externos e internos, similar – aunque en escala menor, naturalmente – a los acontecimientos que permitieron a la escuadra japonesa, en diciembre de 1941, bombardear la base de Pearl Harbour. Sólo esa acción, que fue consentida y alentada por los más altos mandos militares y políticos de un gobierno universalista-demócrata (ello ya está admitido por la práctica totalidad de la literatura histórica académica norteamericana), venció las resistencias sociales aislacionistas y posibilitó la entrada de los EUA en la segunda guerra mundial. Pero aquellos eran otros tiempos: los Estados Unidos representaban plenamente el papel de una potencia imperialista joven y dura (Ver Anexo 2: EE.UU.: capacidad de globalización y voluntad “aislacionista”. De la estrategia de “contención” a la estrategia de “expansión”).
Todo indica que estamos viviendo una época de la historia del mundo en la cual un grupo humano específico, dotado de una ideología mesiánica y de una arraigada conciencia de superioridad respecto del resto de los mortales, parece decidido a la conquista del mundo, y no sólo de los Estados Unidos de América. Ese grupo humano no sólo se lanza al abordaje de bancos europeos – suizos y alemanes, por el momento; sobre todo, desde su bunker de Nueva York, la capital judía del Hemisferio Occidental, la mafia financiera judía devalúa monedas y hunde y saquea naciones en todo el mundo, desde Indonesia hasta Rusia, pasando por Hispanoamérica. Sus “economistas académicos” diseñaron el “proyecto global”: la gran mentira que destruye pueblos y continentes enteros. Estos atracadores planetarios están atrincherados detrás de un Mito, el del “Holocausto”. Él es su única “fuerza moral”.
LA “CONEXIÓN ARGENTINA”: LOS ATENTADOS DE BUENOS AIRES
Existe un vínculo estrecho y directo que une a los atentados de África con los de Buenos Aires. Toda la prensa internacional e israelí lo ha señalado con fuerza y rotundidad.
Personalmente vengo trabajando en el estudio de esos atentados desde el mismo día en que se produjo el segundo de ellos, desde el 18 de julio de 1994. En mi último libro sintetizo los resultados de esa investigación de cuatro años. La edición española de La falsificación de la realidad, la Argentina en el espacio geopolítico del terrorismo judío, fue presentada en la Feria del Libro de Madrid a comienzos de junio de 1998, por Ediciones Libertarias, de Madrid (1).
A nivel personal he pagado un alto costo, porque mis investigaciones no coinciden con lo “políticamente correcto”: un conjunto de parámetros intelectuales que hoy actúan como gendarmería del pensamiento en el mundo entero. Pero yo sigo pensando “a la antigua”. Sigo creyendo firmemente que un intelectual tiene un deber prioritario de lealtad para con su patria y para con su pueblo. Y que esa lealtad es algo muy distinto a la estupidez del “compromiso”. Sigo pensando como Martin Heidegger: “Sé por la experiencia y la historia humanas que todo lo esencial y grande sólo ha podido surgir cuando el hombre tenía una patria y estaba arraigado en una tradición”.
A partir de los “atentados de Buenos Aires” los patriotas argentinos hemos sido expulsados a la clandestinidad por la ocupación judía de los aparatos del Estado y por el proceso de distorsión cultural que esas mismas organizaciones judías lograron establecer sobre el conjunto de la sociedad argentina. Yo mismo, por razones de seguridad, no puedo vivir en la Argentina. Hacia fines de 1996 tuve que optar por un segundo exilio (el primero me fue impuesto porque luché hasta el final contra la llamada “dictadura militar”). Había recibido numerosas amenazas de muerte realizadas, ¡qué duda cabe! por la “conexión interna judía-fundamentalista”. En cuanto a la “justicia” argentina, un sólo ejemplo: poco tiempo antes de salir del país mi abogado tuvo que interponer nada menos que dos recursos de habeas corpus preventivo, en un mismo día. Sólo el gobierno, en mi caso personal, mantuvo una actitud respetuosa. Lo peor fue que muchos amigos “de toda la vida”, algunos de ellos judíos, me pidieron que ni siquiera los llamara, nunca más, por teléfono. Por haber publicado un libro -mi libro número 25- con las conclusiones de una investigación que cumplía con todos los requisitos académicos, las organizaciones judías trazaron en torno a mi persona un verdadero cordón sanitario que destruyó el conjunto de mis actividades sociales y profesionales. Ni durante los peores momentos de la dictadura militar (primer exilio) sufrí semejante asedio. Tuve que recurrir a un segundo exilio, para salvar la vida. Así están las cosas en la República Argentina. Y en otros muchos lugares del mundo occidental.
Esa ocupación judía de un país se puede medir por un complejo entramado jurídico-legal que le otorga a los judíos en la Argentina no sólo el status de ciudadanos de primera clase (una minoría étnica que está por encima del resto de los ciudadanos): la legislación argentina actual ha asumido – de hecho y de derecho – la naturaleza “diferencial” que los judíos se atribuyen a sí mismos, en tanto “pueblo elegido”. Esa ocupación, ya realizada por un grupo étnico que en esencia no es argentino – porque reivindica y privilegia su Ser Judío y, por lo tanto, el principio de la “doble lealtad”, que significa lealtad prioritaria al Estado judío -, tiene manifestaciones múltiples, como la existencia comprobada de grupos paramilitares judíos armados que responden directamente ante la Inteligencia del Estado judío (2).
Muchos lectores españoles opinaron que La falsificación de la realidad es un libro “demasiado duro”, “demasiado directo”. Yo estaría de acuerdo con ellos si el origen de ese libro no hubiese sido una investigación sobre un asesinato colectivo, pues eso fueron ambos atentados de Buenos Aires.
Hubo, entonces, en el origen de ese libro, dos investigaciones sobre un asesinato colectivo. Una de ellas fue la oficial, la otra, la mía, la que se expone en el libro. Entre ambas investigaciones hay una enorme diferencia. La investigación oficial es un balbuceo político, un laberinto jurídico y, finalmente, un callejón sin salida. Incumplió con lo fundamental: sólo “aportó” sospechas y difamaciones, pero ni un sola prueba. La investigación que se desarrolla en este libro brinda lo que puede esperarse de él: una explicación lógica y coherente sobre uno de los más importantes asesinatos colectivos realizados en Occidente desde la última posguerra (naturalmente antes de que ocurriera la explosión de Nairobi). Y señala: las pruebas serán “liberadas” cuando la crisis del Estado de Israel llegue a su plenitud.
La investigación contenida en ese libro presenta al único culpable posible dentro de un contexto lógico-histórico: a las organizaciones terroristas judías que hoy co-participan del poder en el Estado de Israel. La investigación oficial nunca estuvo en condiciones de desmentir – y hoy menos que nunca – esta conclusión. En ningún momento dispuso de un contexto explicativo coherente sobre los atentados de Buenos Aires. Esas organizaciones judías fueron las que asesinaron a Isaac Rabin. Las que ejecutan atentados a todo lo largo y lo ancho del mundo (para luego adjudicárselos al “terrorismo islámico”). Son las bandas que agreden e intimidan a los intelectuales occidentales que dudan sobre los Mitos judíos. Son las mismas organizaciones que se han burlado descaradamente de Occidente negándose a cumplir – pública y explícitamente – con los Acuerdos de Oslo. Representan a la fracción nacionalista judía – hoy hegemónica – que niega el universalismo judío. Esas organizaciones están asimismo preparando un golpe de Estado contra la cúpula de la Administración Demócrata en los EUA.. Representan al judaísmo nacionalista que vuelve a la versión primitiva, tribal y sangrienta de Yahveh (a una interpretación real-literal del Antiguo Testamento). Son, en definitiva, el componente dominante de la actual estructura teológica y estratégica del mismo Estado judío.
El resto de mi libro anterior no es más que una historia de los Mitos judíos que encajan absolutamente con la ficción que se pretendió construir en torno a los atentados de Buenos Aires, que son vistos en ese libro bajo la óptica de una doble acción delictiva: la realización de los atentados – propiamente dichos – y la inmediata intención de adjudicárselos al conjunto de la sociedad argentina (a la que se califica de “antisemita”), que fue totalmente ajena a los mismos. En esa doble operación criminal, las organizaciones que representan a los judíos radicados en la Argentina se comportaron, en un estricto sentido, como extranjeros-enemigos. Los Mitos judíos que son expuestos en ese libro constituyen una historia de la que han surgido y de la que se nutren las organizaciones que llevaron a cabo las matanzas de Buenos Aires, y la inculpación automática de la sociedad argentina en ellas. Esas organizaciones se han autodesignado “elegidas”. Allí donde estén, son “superiores” a las “gentes de la tierra”. Por lo tanto no hay “dureza” en este libro, sino radicalidad, en el sentido en que Karl Marx, un judío racionalista, definía este concepto: llegar hasta la raíz del problema.
Judaísmo y globalización: el caso argentino
La ocupación judía del Estado argentino fue un proceso paralelo a la destrucción de la sociedad argentina, que se produce a partir de la “globalización” de su economía.
Históricamente, Argentina tuvo Estado de Bienestar mucho antes que en el Occidente de pos-guerra se inventara ese concepto. Hoy, el 20% del segmento social más pobre, los habitantes de las áreas periféricas dentro del propio territorio nacional, más de siete millones de personas (Untermenshen, o “cabecitas negras”), tiene un ingreso mensual de apenas 62 dólares, es decir, esos sectores etno-territoriales registran ingresos más bajos que los más bajos del mundo: Bangladesh y Nepal (Fuente: Encuesta permanente de hogares y distribución nacional del ingreso. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Buenos Aires, 1998).
Esos 7.224.986 argentinos, de un total de 35 millones, son los habitantes de las regiones de escaso “interés económico” o de “segunda velocidad”. Son los habitantes “negros” del Noreste, de Noroeste y de la Patagonia argentina. En los conglomerados suburbanos que cercan a las grandes metrópolis, en esas enormes manchas de mugre, la situación es algo mejor: el ingreso medio de los más pobres es de 70 dólares mensuales. Entre 1974 y 1996 se produce un cambio espectacular en la distribución interna del ingreso:
________________________________________ 30% más pobre              10% más rico
1974    11,2%                                 2 8,2% 1996    8,2%                                  37,1% ________________________________________
Es rigurosamente cierto que no hay un solo judío pobre hoy en la Argentina posperonista, en la Argentina “antisemita” de la propaganda judía, en la cual los ingresos de los ricos (blancos) son 23 veces superiores a los ingresos de los pobres (“negros”). Como ya sabrá el lector de mi libro anterior, estamos hablando de etno-pobreza y de etno-riqueza (Capítulo 4), que surgen ambas en etno-territorios con “velocidades” económicas muy distintas entre sí. También en este plano la alianza entre las organizaciones judías y las multinacionales llevó a cabo una obra devastadora.
Los hechos recientes
Muchos acontecimientos de suma importancia se produjeron desde la aparición de la primera edición española de ese libro, en los comienzos de junio de 1998, hasta el cuarto aniversario del segundo de los atentados, “conmemorado” el 18 de julio de 1998. El primero de ellos es que, al cumplirse el cuarto aniversario del segundo de los atentados (AMIA, 1994), la investigación judicial “… no logró constituir un argumento coherente que explique el atentado” (Informe del American Jewish Committeecorrespondiente a 1998). Para algunos grupos judíos residentes en la Argentina (una fracción del lobby judío-argentino llamada “Memoria Activa”) esa investigación es “… un desorden lleno de agujeros, una cáscara vacía” (Fuente: Página 12, Buenos Aires, 19 de julio de 1998). El Virrey Judío en Buenos Aires, el embajador de Israel Isaac Avirán, puso, como de costumbre, su grano de odio y de desprecio hacia “las gentes de la tierra”, en sus acostumbradas intervenciones dentro de la “política interior” de la Colonia “Argentina”: “Si hacemos un cálculo aritmético, no tenemos nada: tenemos cuatro años y cero culpables” (Fuente: Clarín Digital, 18 de julio de 1998). Otro acontecimiento ocurrido con posterioridad a la edición española de este libro es el “cambio estratégico” realizado por Estados Unidos y la Unión Europea, respecto de la República Islámica de Irán. Sobre él publiqué dos trabajos en el semanario Amanecer, de Madrid. Ambos textos son presentados en el Anexo Documental 3 y 4 de este trabajo.
Los atentados de Jerusalén: una reproducción de los de Buenos Aires
El siguiente hecho que vamos a mencionar tiene una importancia capital dentro del tema de los atentados terroristas de Buenos Aires y, como todo este caso de terrorismo, una estrecha y directa relación con los sucesos de Oriente Medio, ya que está ubicado dentro del “tiempo” y del “espacio” que se menciona en el Capítulo 1 de mi libro. Tuve apenas la oportunidad de señalarlo, muy rápidamente, en las ediciones española y árabe.
Pero primero una “introducción” a cargo del Virrey Avirán.
El 16 de julio de 1998, el embajador de Israel en Argentina – Isaac Avirán – fue invitado, por primera vez, por la embajada de Egipto en Buenos Aires, para participar en la recepción recordatoria de la fiesta nacional del otrora orgulloso país de los faraones. Pero eso no fue lo más importante. Por encima de las caras de estupor y desagrado de la mayoría de los embajadores de los otros países árabes presentes, resaltaron las declaraciones a la prensa del señor Isaac Avirán: “Arafat tiene un doble discurso. En inglés, para Occidente, manifiesta un interés por la paz que no expresa en árabe para los palestinos. El tiene el poder para controlar el terrorismo pero no sólo no lo hace: a veces empuja sus acciones”. En el escenario en que se encontraba, esa frase tuvo la obvia intención de acusar a la ANP de ser la responsable de los atentados terroristas de Buenos Aires de 1962 y de 1964.
-¿Usted cree realmente que Arafat maneja el terrorismo palestino? -Sí -Los últimos atentados ocurrieron en pleno corazón de Jerusalén occidental, un área bajo el control exclusivo de la seguridad israelí. -Es cierto, hubo fallas en la seguridad israelí. Es difícil tener todo bajo control, cuando en Israel trabajan 150.000 palestinos. Pero los terroristas palestinos que detiene Arafat salen de la cárcel dos días después. -¿Usted considera que el primer ministro Netanyahu es hoy el gobernante adecuado para Israel? -Es el hombre que ganó legítimamente las elecciones. El debe gobernar. Le digo más: si hoy hubiera elecciones (en Israel) yo creo que vuelve a ganarlas Netanyahu (Fuente: La Nación, Buenos Aires, 17 de julio de 1998). Isaac Avirán es miembro del Partido Laborista Israelí. En Argentina se comporta como un Virrey del poder judío destinado a la más miserable de las colonias.
La pregunta del periodista sobre los atentados de Jerusalén, que el Virrey Avirán endosa a los Palestinos de la OLP-ANP hace al núcleo de una cuestión específica.
Como el lector podrá leer en el Capítulo 1 de mi libro (“Los atentados de Buenos Aires fueron el producto de la infiltración del terrorismo fundamentalista judío en el servicio de contraespionaje israelí – Shin Beth“) yo analizo esos atentados dentro del espacio-tiempo de la crisis del Oriente Medio, porque sostengo que la Argentina, al igual que luego Kenia y Tanzania, fue un mero teatro de operaciones. Para datar el “tiempo” de esos atentados (ya que su “espacio” estuvo siempre muy alejado de la Argentina) señalo el comienzo de la Conferencia de Madrid y el asesinato de Isaac Rabin. Dentro de ese tiempo se producen los atentados de Buenos Aires.
Sin embargo hay que entender que el asesinato de Rabin fue el prólogo necesario del acceso al poder de la coalición Likud. Netanyahu no hubiese accedido al poder si no fuese porque se había eliminado al último líder laborista con capacidad para ejercer el mando en un país en crisis: Israel. Pero no bastó el asesinato de Rabin. Fueron necesarias otras acciones posteriores para demostrar a los electores israelíes la validez de la ecuación “seguridad versus territorio”. Lo que “demuestra” la validez de la opción son los dos atentados a la bomba realizados en Jerusalén, en julio y septiembre de 1997.
En la nota 27 de la página 105 de mi libro (edición española) recojo una información periodística valiosísima, un informe enviado por Lino Ventosinos, que en esa época era corresponsal de El País, de Madrid, en Jerusalén, el 7 de septiembre de 1997. Reproduzco ese texto:
“En un inesperado giro de los acontecimientos, y mientras la sociedad israelí lamenta aún las muertes de las víctimas del atentado de la calle Ben Yehuda en Jerusalén, la Autoridad Palestina (AP), que preside Yasir Arafat, aseguró ayer que los autores de la acción son extremistas israelíes y acusó al gobierno de Benjamín Netanyahu de ocultar informaciones que lo prueban. Un inusual comunicado de AP asegura que “la dirección palestina confirma que la operación terrorista contra civiles israelíes en Jerusalén no fue llevada por palestinos”. El gobierno de Arafat afirma tajantemente que dispone de pruebas israelíes que establecen la responsabilidad de radicales judíos en el triple “atentado suicida”…, e indica que los autores del atentado “vinieron del extranjero”. La nota señala también que en los preparativos para el atentado “fueron ayudados por los grupos radicales israelíes que asesinaron a Isaac Rabin. La AP dice que el gobierno israelí tiene la información exacta sobre la identidad de los autores. El Gobierno palestino acusa a Israel de ocultar esa información y “otros detalles sobre quienes han dirigido, perpetrado y ayudado” en el atentado del pasado jueves“.
En el mes de enero de 1998 tomo contacto con la Oficina de Representación Diplomática de la Autoridad Palestina en París. Le planteo la cuestión a mis amigos allí. Necesito mantener una conversación con algún responsable oficial de la Inteligencia palestina sobre esos atentados de Jerusalén, para ubicarlos, si ello fuese lógicamente posible, dentro del “tiempo-espacio” de los atentados de Buenos Aires. La respuesta a mi pedido fue positiva, pero el contacto recién se pudo establecer hacia mediados de junio, en la misma capital francesa, cuando la edición española de este libro ya había sido impresa.
El oficial de Inteligencia Palestino me dio a leer algunos documentos oficiales de su organismo, pero antes me había advertido:
-Puedes leerlos, pero no copiarlos. No podemos permitirnos el lujo de hacerlos públicos en un momento políticamente tan frágil para nosotros. -¿Puedo hacer referencia a esta reunión? – Sí, porque no sabes ni mi verdadero nombre ni mi verdadero cargo. Por lo tanto es tu responsabilidad la que está en juego y no la nuestra.
Estuve leyendo toda la tarde, en una modesta habitación de hotel, documentos de la inteligencia palestina redactados en idioma inglés. Recuerdo con absoluta claridad que todos ellos, desde distintos ángulos, hacían referencia y demostraban con hechos la responsabilidad directa del Shin Beth en ambos atentados de Jerusalén. Para la Autoridad Palestina no había dudas: sólo que aún no podían hacer público una acusación por una cuestión de oportunidad política.
Por lo tanto lo que yo quería que fuese una investigación se vio finalmente reducido a una historia muy corta, la que acabo de relatar. Su resultado coincidía absolutamente con el punto de partida, con las coordenadas iniciales que dio Lino Ventosinos en su artículo. Tuve entonces un nuevo cierre para mi “espacio-tiempo” de los atentados de Buenos Aires.
No iba a ser el último. El mismo día en que se realiza la reunión de compromiso exigida por el Departamento de Estado de los EUA entre israelíes y palestinos, el 19 de julio de 1998, la seguridad israelí “frustra” otro “atentado” en Jerusalén. La ANP señaló rápidamente a los fundamentalistas judíos como responsables de ese “atentado” no consumado.
Del “holocausto” argentino a “Nuremberg II”
Desde el inicio de la “Operación de guerra psicológica pos-atentados” (tema que se desarrolla en el Capítulo 3 del libro) existió un claro paralelismo entre el intento por inculpar al “terrorismo islámico” y la idea de instalar en la opinión pública occidental la infundada convicción de que la dictadura militar argentina (1976-1983) había practicado un “holocausto” a escala “sudaca” (este tema se trata en el Capítulo 2 del libro: Del “holocausto” argentino al “terrorismo islámico”).
Ambas imágenes, la del terrorismo islámico y la del “holocausto” sudaca no podían sino ir en paralelo, aunque en progresiva convergencia, ya que lo que el judaísmo internacional (organizaciones judías internacionales) trataba de probar era y es la existencia de una “conexión” entre ambas situaciones. Los atentados de Buenos Aires se habrían producido porque hubo una conexión entre el “terrorismo islámico” (Irán) y los “nazis” indígenas, todos ellos residuos de una dictadura militar autora de un (relativamente modesto) “holocausto”.
Se ha insistido mucho y desde todos los ángulos en esa falsa y estúpida “conexión”. Recientemente un rabino de Nueva York, la capital judía del hemisferio occidental, volvió a recordar la “continuidad existente entre lo que ocurrió durante el gobierno militar” y los atentados “antijudíos” de Buenos Aires (3).
Lograr fijar esa “conexión” en la “conciencia occidental” es, entonces, una cuestión absolutamente vital en el proceso de guerra psicológica orientada a travestizar los atentados de Buenos Aires. Para ello se recurre a un elemento altamente simbólico: al llamado juicio “Nuremberg II”. Porque la única posibilidad de llevar hasta sus últimas consecuencias la tesis de la conexión islámico-nazi sería “demostrando” que en la Argentina de los años 60/70 había habido no una guerra originariamente declarada por las organizaciones guerrilleras irregulares, sino una vulgar matanza de “justos e inocentes” practicada despiadadamente (sin causa justificada, en apariencia; por puro sadismo, tal vez) por los militares establecidos, a los que apoyó, sin duda, el grueso de la sociedad argentina, incluidas las organizaciones judías locales (e internacionales).
En este punto fue el propio Fidel Castro quien, inesperadamente, se encargó de poner los puntos sobre las íes. En un discurso de increíble cinismo, y en pleno proceso de maquillaje político, dijo lo que ya muchos sabíamos: que Cuba, contra la opinión soviética, había exportado la revolución a toda América, exceptuando México ¿Es que México era el santuario de la justicia social? Nada de eso: México era el único Estado hispanoamericano que mantenía buenas relaciones con Cuba. “En el único lugar donde no intentamos promover la revolución fue en México. En el resto, sin excepción, lo intentamos”. Yo ruego al lector que lea con atención, en el Capítulo 2 de este libro, las páginas que dedico a intentar definir la naturaleza de la “guerra sucia” en la Argentina. Y que luego las compare con el discurso de Fidel Castro, algunos de cuyos párrafos reproduce Clarín Digital, el 4 de julio de 1998.
La guerrilla – hablemos sólo de la Argentina- fue – antes que nada -, y según Fidel Castro, una decisión política y estratégica cooptada en La Habana. Eso lo sabíamos y lo asumíamos en toda su dramaticidad todos aquellos que viajábamos a la capital de la Isla. Durante muchos años hubo un pacto de silencio para no hablar del tema, para no perjudicar a la “revolución”. Recién en 1996 yo publico en mi investigación Subversión, contrasubversión y disolución del poder (Buenos Aires, CEAM) las reflexiones que reproduzco en el presente libro (Capítulo 2, pgs. 114-125).El análisis de esta “confesión” del “líder máximo” es muy sencillo.
La guerrilla – siempre en la Argentina -, “mentalizada” y “logistizada” por el Departamento de América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (comandante Piñeiro) declara la guerra al “sistema”. Para ello emplea métodos terroristas (Ver: Norberto Ceresole: Nación y Revolución. Argentina: los años setenta, Puntosur, Buenos Aires 1988). Las agresiones terroristas de la guerrilla están orientadas principalmente hacia el ejército y las fuerzas armadas en general: “el brazo armado de la burguesía”. Las estructuras militares reaccionan, se defienden y… “se exceden”. El Terrorismo de Estado es tan evidente como el terrorismo teledirigido desde La Habana. Unos defendíamos a un modelo socialista decadente y ya moribundo; otros defendieron a un sistema capitalista explotador y arrogante, que en la actualidad está provocando la ruina de la Nación Argentina. Perdimos todos. No hubo ni “buenos” ni “malos”. Por lo demás, la insularidad de la revolución cubana no tenía otra alternativa estratégica que la exportación de conflictos de baja intensidad. No era – para La Habana- sólo un problema ideológico sino, repetimos, estratégico. Era la única posibilidad para romper con el aislamiento a que había sido sometida la revolución. Durante años México y la España franquista fueron los dos únicos accesos occidentales a la Isla. Exportar la revolución era, para Cuba una cuestión de supervivencia. Es todo muy simple desde la perspectiva del tiempo.
A partir de estas declaraciones de Fidel Castro nadie debe llamarse a engaño. La operación montada por las organizaciones judías destinada a demostrar el “holocausto” argentino ya no tienen ningún fundamento. Las operaciones guerrilla-contraguerrilla en la Argentina no fueron una lucha entre “justos e inocentes bien intencionados” contra “perversos nazis nativos” (extraños “nazis” que disponían de asesores y armamentos israelíes: ¡todos juntos contra el comunismo!). Por ello las organizaciones de los “derechos humanos” argentinas son hoy cómplices de una conspiración judía contra la Nación Argentina.
Esas organizaciones judías internacionales logran – con la complicidad de los que defienden, veinte años más tarde, los “derechos humanos” en la Argentina – instalar en Alemania un juicio a los “militares argentinos” llamado “Nuremberg II” [Como es el caso de muchos españoles “ilustres”: se dieron cuenta de una situación apenas dos décadas más tarde. En aquellos momentos nadie en España se hizo cargo de la situación. Y menos aún el PSOE gobernante. Quien parece que aprendió algo sobre “guerra sucia”]. El simbolismo judío es algo fascinante. Logra fijar en la “conciencia occidental” hechos absolutamente distintos y distantes, en base al capital acumulado a partir del Mito del Holocausto.
La operación en Alemania (y en toda Europa) es conducida por el Consejo Ecuménico de las Iglesias (origen, también, de la “guerrilla” chiapeña en México, único país al que Cuba no le había “declarado la guerra” en décadas anteriores (Fidel dixit), fundado en Amsterdam inmediatamente después de la “Liberación” europea, el 27 de agosto de 1948. Durante años estuvo dirigido por el pastor protestante y masónico Carson Blake, y fue fuertemente apoyada, desde su creación, por el cardenal católico Cushing, de Boston, íntimo amigo de la familia Kennedy.
Ahora es precisamente “Prensa Ecuménica” quien señala que la “… investigación alemana (sobre los “nazis criollos” de la Argentina) posee un valor especial, porque desde los juicios contra los criminales de guerra nazis, hace más de 50 años, Nuremberg tiene un significado simbólico en cuanto a la aclaración y sanción de crímenes políticos cometidos durante la dictadura nazi”. Muchos pretenden ver en “Nuremberg II” un paso importante en la instalación de la llamada Corte Criminal Internacional (CCI), ese proyecto globalista que le daría un golpe de muerte a las soberanías nacionales en el mundo entero. Sin embargo ni Estados Unidos ni Israel apoyan el proyecto. “Sólo podemos expresar nuestra indignación por ver cómo se incluyó la colonización (judía de Palestina) en el mismo nivel que los crímenes de guerra más odiosos”, declaró el portavoz del ministerio de asuntos exteriores judío el 19 de julio de 1998. Para la política nacionalista del Estado judío – quien durante un tiempo, y sobre esta cuestión, se manejará con independencia del conjunto de las organizaciones judías internacionales que sustentan a ese mismo Estado en Occidente – la aceptación de que la colonización judía de Palestina es un crimen equiparable al Auschwitz que ellos sacralizaron, “… no refleja la realidad jurídica internacional y constituye un nuevo intento de los países árabes y de sus asociados para transformar esa Corte Criminal Internacional en una herramienta política destinada a condenar a Israel”.
El problema de las organizaciones judías residentes en la Argentina – que no son más que un apéndice de las organizaciones judías internacionales, dada la “universalidad del judaísmo” [La “universalidad del judaísmo” fue lo que sustentó durante más de un siglo la “solidaridad internacional del proletariado” y, luego, la “universalidad del comunismo” soviético. En ambos casos funcionó con exactitud milimétrica el principio de la “doble lealtad”] – es que no podrán sostener su “famosa” conexión por mucho tiempo, ya que ella, simplemente, además de nunca haber existido, es una construcción contra natura (personalmente conocí – en todo el mundo – a (neo)nazis protestantes [calvinistas y luteranos], católicos [y judíos], a árabes laico-nacionalistas, pero nunca a un nazi o neonazi musulmán; ni puedo imaginar siquiera a un nazi chiíta, dada la naturaleza del Islam y la estructura esencialmente progresista (en la estricta definición occidental de ese concepto) del pensamiento del Ayatolá Jomeini) (Ver: Apéndice 4, Chiísmo y catolicismo, nota sobre las Obras del Ayatollah Jomeini).
Por el contrario, la realización de atentados terroristas es un hecho habitual en la historia del Estado de Israel, y una práctica cotidiana de las organizaciones judías en el mundo. En ambos casos esas acciones se realizan bajo dos modalidades distintas: el sabotaje y la intimidación. Normalmente el Estado de Israel practica el sabotaje, es decir, acciones terroristas disfrazadas que tienen por objeto acusar a un tercero ¡Al mejor estilo de Buenos Aires! En el Diario de Moshe Sharett que cito extensamente en el libro se puede encontrar el origen de esta metodología que nace a poco de ser fundado el Estado de Israel. Decenas de atentados en los últimos años fueron atribuidos a terceros: en Egipto (Luxor), en Argelia (GIA), en el cementerio judío de París, etc., etc.
Inversamente, las organizaciones judías dislocadas en Occidente practican el terrorismo bajo la forma de intimidación. Para no hablar de mis experiencias personales en ese sentido, podemos ver lo que sucede en la mismísima París (Robert Faurisson: Milicias judías: más de quince años de terrorismo en Francia, en Archive Faurisson, http://www.abbc.net/aaargh/fran/archFaur/) y en otros muchos lugares del mundo.
La Argentina, agredida y ocupada por las organizaciones judías que sustentan, y son sustentadas, por el Estado de Israel
Bajo la protección del Jewish Community Relations Council of New York(JCRC), entre el 20 y 21 de julio de 1998 se dijeron las mayores atrocidades contra el honor de la Nación Argentina, usando como vehículo feroces críticas contra el actual gobierno (al fin de cuentas, elegido por decisión democrática y mayoritaria del pueblo argentino). No viene al caso reproducirlas textualmente. Ello ya ha sido hecho, con toda amplitud, por Clarín, La Nación y, sobre todo Página 12, todos ellos diarios de Buenos Aires, en sus ediciones correspondientes a las fechas antes citadas. Sólo un ejemplo. Una tal señora Harriet Mandel, interrogada por Página 12 sobre si aún confiaba en la justicia argentina dijo: “¿Quién sabe? Cosas extraordinarias pasan todos los días. El hombre pisó la luna, por ejemplo. Aunque tal vez sea más fácil que el hombre aterrice en la luna que se haga justicia en la Argentina, -suspiró”.
El presidente argentino, Carlos Menem, se encuentra en la peor de las posiciones imaginables: enemistado con Irán y viviseccionado por los judíos. En el poco tiempo que, en apariencia, le queda, sólo tiene dos caminos. Ambos tendrán enormes costos que tendrá que afrontar según sea la opción que elija. Iniciar un proceso de acercamiento con Irán, con el mundo musulmán y árabe en general; o extraviarse definitivamente por el camino de la mentira, formalizando la ruptura con ese mundo y aceptando, hasta el último tornillo, las “recomendaciones” de las Organizaciones Judías. Con el agravante de que la comunidad argentina rechaza esta última opción. Ella parece estar adquiriendo, por fin, conciencia de sí.
La primera opción es, aún, posible. Su costo será altísimo: soportar la ira de esas Organizaciones. Pero en primer lugar está la conciencia popular argentina. Luego, ese es un camino que ya están recorriendo la Unión Europea y la propia administración Demócrata en los EUA. Ellos serían los “parachoques” del presidente. La otra opción tiene un costo aún más alto: no tiene retorno. Las organizaciones judías nunca aceptarán al “sirio” Carlos Menem. Hace mucho tiempo que han decretado su “desaparición”.
La caída del menemismo significará, en principio, un avance avasallador de la ofensiva del lobby judío. No porque el menemismo se hubiese opuesto a ella, sino porque sus eventuales reemplazante han manifestado reiteradamente su voluntad de plegarse aún más íntimamente a la voluntad judía. Muchos de los “presidenciables” argentinos, como el señor De la Rúa, descendiente de marranos portugueses, son orgánicos de la judería. Toda la “oposición democrática” al menemismo está plagada de esos políticos “orgánicos”.
El motivo por el cual las investigaciones judiciales sobre los atentados de Buenos Aires se encuentran en un callejón sin salida – y allí seguirán hasta que estalle una crisis múltiple en el Oriente Medio, único camino para “liberar” información – es muy simple: por razones claramente políticas se optó desde un principio por la hipótesis de trabajo más inverosímil. Desde un primer momento se buscó no a los autores de los atentados sino a los enemigos del Estado judío, que siempre fueron dos cosas muy distintas. Esa búsqueda sólo pretendió demostrar algo que necesitaba, desde el punto de visto estratégico, el Estado de Israel y el sistema de organizaciones judías que lo sustentan en el mundo occidental. Ante la burla internacional pública que el Estado de Israel hace del “Acuerdo de Paz”, ese Estado y esas organizaciones judías necesitaban perentoriamente un nuevo conflicto, un conflicto intercivilizaciones, un choque entre el Occidente “judeo-cristiano” y el mundo islámico. Ese gran nuevo conflicto absorbería el anterior (el del Medio Oriente, propiamente dicho).
El segundo de los atentados (AMIA, 1994) estuvo también diseñado para contribuir al “choque de civilizaciones”. Sólo en ese aspecto habría que separarlo del primero (Embajada de Israel, 1992). La implosión de la Embajada de Israel fue, sin la menor duda, un puro ajuste de cuentas entre facciones opuestas dentro del servicio de contraespionaje israelí; una fractura antagónica entre dos concepciones irreconciliables en torno a cómo administrar el “Plan de Paz” que comenzaba a rodar en esos tiempos. Recordemos que esa bomba implosiona en momentos en que estaba reunida en la Embajada de Israel en Buenos Aires la plana mayor del Shin Beth. Naturalmente esa reunión había sido planificada – en Tel Aviv – con prolongada anticipación. El grupo se encontraba analizando cuestiones de seguridad relativas a instalaciones israelíes en toda el área iberoamericana (lamentablemente, esas personas habían salido a almorzar fuera del edificio en el preciso instante de la deflagración, que produjo muchas víctimas inocentes).
La hipótesis más razonable, la más cercana al sentido común y la emergente de un análisis lógico (por qué no decirlo: científico) de todos los factores confluyentes en esos atentados, hubiese indicado la necesidad de partir del contexto internacional dentro del cual ellos se producen. En un país como la Argentina, en el cual nunca se habían registrado ese tipo de operaciones contra ningún grupo étnico de todos los que integraban su modelo demográfico, el traslado de la hipótesis del interior (“conexión local”) al exterior (crisis interna en la sociedad israelí) hubiese sido un acto, como mínimo, sensato. En todo caso una hipótesis alternativa que ningún científico social podría descartar a priori.
La hipótesis de la “conexión local” – que en definitiva gira en torno a la supuesta existencia de un coche-bomba (el “arma del crimen”) – debió haber sido rechazada, asimismo, para el caso del segundo de los atentados, ya que la superficie en la que se había producido la explosión quedó, durante muchos días, de forma exclusiva, en poder de una brigada de la seguridad israelí y, por lo tanto, se convirtió en un terreno excluido para cualquier investigador argentino. Las supuestas pruebas encontradas por los israelíes en ese territorio ocupado, y que señalan la existencia de un fantasmal “coche-bomba”, bien pudieron ser “plantadas” por ellos mismos. Esta es una posibilidad razonable que nadie debería excluir “en principio”. Pero a falta de otras pruebas se convierte en una sombra que, como mínimo, oscurece cualquier conclusión basada exclusivamente – como es el caso – en tales “pruebas”.
Pero la hipótesis relativa a la necesidad de trabajar a partir de una determinada situación internacional localizada en un punto del planeta muy alejado de la Argentina, estuvo excluida desde un comienzo, por los motivos ya señalados, referidos a las necesidades estratégicas del Estado judío. Además hubo un factor agravante: existía una necesidad específica de las organizaciones judías operativas en la Argentina de agraviar a la comunidad argentina. De quitarle legitimidad y valores a todo lo argentino. De anular la argentinidad. De manifestar, en definitiva, de una manera súbita y, de ser posible, mortal, el antiargentinismo genético del judaísmo en la Argentina.
Esta férrea determinación del lobby judío residente en la Argentina no es algo nuevo. Existe desde sus mismos comienzos organizativos hacia mediados de los años 40. Pero ahora se manifiesta con particular intensidad. En esta coyuntura su objetivo específico no es tanto la “culpabilidad iraní”, sino la destrucción de la “conexión local de los atentados” (rabino Rolando Matalón, en Nueva York, el 20 de julio de 1998). Se insiste en que el gobierno menemista es “cobarde”, porque “la protege”. Ese gobierno – recordemos, legítimo – es presentado como el Ersatz (la “sustitución”) de esa “conexión local”: “Denuncio al gobierno argentino por absolverse a sí mismo de investigar a todos los que están involucrados en este crimen… Denuncio al presidente de la Argentina, al señor Menem, que continúa con la larga tradición de enterrar la historia” (Rolando Matalón). He aquí otra vez al peronismo (del que el señor Menem se ha desvinculado hace una década) como el “lado malo de la Argentina”: como la proyección sudamericana del nazismo. Y si el nazismo es el “mal absoluto” sólo quedan en pie los judíos, el núcleo de hierro del “lado bueno de la Argentina y del mundo”. En última instancia se trata de vaciar a la Argentina.
Es necesario enfrentar esta falsa disyuntiva que presenta el judaísmo entre el lado “malo” y el lado “bueno” del mundo. Hasta ahora los intelectuales de todos los movimientos nacionalistas y populares en todo el “tercer mundo” – y no sólo en la Argentina – se limitaban a proclamar su “inocencia” rasgándose las vestiduras y exclamando, casi siempre con una fuerte dosis de patetismo: “Nosotros no somos nazis”. En todos los casos fue una actitud estúpida, pero sobre todo inútil. Todos creíamos – en aquellos tiempos – que la Unión Soviética era el “lado bueno” del mundo. Sin embargo la acusación de los “buenos-buenos” volvía una y otra vez. En este libro propongo la actitud contraria. Si nosotros y nuestros movimientos hemos luchado sinceramente toda nuestra vida por la dignidad de nuestros pueblos; si en esa lucha cayeron miles de compañeros honestos, inteligentes y valerosos, pero que no tuvieron tiempo material para analizar los fundamentos de la estrategia por la cual dieron su vida; si nosotros mismos somos igual que ellos sólo que, por casualidad tal vez, aún estamos vivos y con una capacidad de análisis muy sensibilizada tanto por los conocimientos cuanto por la experiencia vivida; si todo eso es cierto porque es nuestra vida-vivida (y no lo que hoy se les cuenta a los adolescentes sobre lo que “fue nuestra vida”); y aún se nos acusa de “nazis”, lo que corresponde es llegar hasta las últimas consecuencias en la investigación sobre la naturaleza del nacional socialismo y sobre el papel jugado por Alemania antes y durante la llamada “segunda guerra mundial”. Lo contrario sería aceptar la peor de las humillaciones, la más condenable de las deserciones, la cobardía más infame: aceptar que nuestra vida no fue lo que fue nuestra vida. En mi caso el inicio de esa investigación está condensada en el Epílogo de este libro. Yo fui el primer sorprendido: ni el “lado bueno” ni el “lado malo” del mundo están donde los judíos dicen que están.
De haber tenido éxito esta operación de vaciamiento, en una época de “globalidad”, es decir, en un tiempo histórico signado por la anulación de los valores singulares en general (en beneficio de la “universalidad” judía), la Argentina hubiese quedado completamente inerte. Hubiese sido convertida en “tierra de nadie” como ya, en parte, lo es, por una acumulación de factores entre los cuales la cuestión judía es sólo uno de ellos.
Sin embargo podemos visionar el fracaso del complot. Sólo una mínima parte de la comunidad judía en la Argentina concurrió a los distintos actos organizados por distintas organizaciones judías (que mantienen un conflicto entre sí similar al que actualmente fractura a la propia sociedad israelí) en recordación del cuarto aniversario del atentado a la AMIA. Al mayor de esos actos sólo concurrió (aproximadamente) 0,5 de cada 100 judíos residentes en el país, la inmensa mayoría de ellos co-propietarios de la ciudad “autónoma” de Buenos Aires. Y, por supuesto, ningún no-judío estuvo allí presente excepto, naturalmente, algunos políticos “democráticos” – orgánicos a la judería – y miembros de organizaciones de “derechos humanos”, que son parte del complot, desde el primer día, ya que su trabajo, desde hace mucho tiempo, se planifica y se financia desde la Jerusalén ocupada. Es por ello que para las organizaciones de “derechos humanos” argentinas los derechos humanos palestinos – y, árabes y/o musulmanes, en general – simplemente no existen. Es por eso que nunca se los menciona.
La “sociedad” argentina no participa en los ritos judíos. Los considera – con toda razón, ritos extranjeros. Los rechaza. Tal vez esa “sociedad” esté en vías de transformarse en “comunidad”. Es decir en un agrupamiento humano que evoluciona de un “contrato” – que se hereda de la “revolución de mayo”, que no fue más que un subproducto de la “revolución francesa” – a un “destino común”, con conciencia de su pasado y de su futuro. A juzgar por su actitud hacia las acusaciones y las intromisiones judías, la comunidad argentina es ya una entidad histórica con capacidad para distinguir un “nosotros” de un “ellos”: evoluciona, por primera vez, hacia un saber vivir a partir de separar a sus extranjeros-enemigos.
El conflicto interior ya está planteado y es irresoluble, excepto por la derrota o expulsión de una de las partes. Han sido tan terribles y tan inmerecidos los agravios sufridos por la comunidad argentina por parte de las organizaciones judías (“nacionales” e internacionales) – y de muchos judíos en particular – que la cohabitación entre ambas (comunidad nacional y “organizaciones” internacionales) es impensable de cara al futuro. Alguien se tendrá que ir – algún día – del territorio aún hoy llamado Argentina. Y esos serán sus extranjeros genéticos (Ver Anexos 3 y 4).
Madrid, 22 de agosto de 1998.
ANEXOS
ANEXO 1
DEL TERRORISMO SECULAR AL TERRORISMO “TEOLOGICO”.
Sobre el fundamentalismo evangélico/calvinista.
En los Estados Unidos de Norteamérica el fenómeno socio/cultural contemporáneo más importante es la emergencia de distintas modalidades de un fundamentalismo de raíz evangélico/calvinista. La plena vigencia de esta realidad tiene múltiples manifestaciones, aunque en esencia todas ellas buscan como objetivo central restaurar el poder de los Estados Unidos en el mundo. Esta es la clave para entender el significado de la alianza entre el fundamentalismo evangélico norteamericano y el fundamentalismo judío israelí, más allá de su clara convergencia teológica. Los primeros buscan re-encontrar una perdida voluntad de poder. Para ello proponen un retorno a los fundamentos religiosos “americanos”. Los fundamentalistas judíos, en cambio, buscan controlar para sí la enorme capacidad norteamericana, dotándola de una nueva voluntad.
En el plano político/económico resultan obvias las relaciones entre fundamentalismo evangélico/calvinista y aislacionismo estratégico, porque la alternativa terrorista dentro de los Estados Unidos (Oklahoma), producida en función de factores absolutamente endógenos, es una situación en su totalidad indesligable del crecimiento político del ala más extrema del “republicanismo” norteamericano. La eclosión de un terrorismo endógeno de raíz fundamentalista en la tradición del evangelismo calvinista no pudo haberse manifestado – bajo ninguna circunstancia – antes de que se lograra esa hegemonía (no tanto política cuanto cultural) “conservadora”, que es una expresión profunda de la sociedad norteamericana.
“Sólo los Estados Unidos pueden dirigir al mundo. Estados Unidos sigue siendo la única civilización global y universal en la historia de la humanidad. En menos de 300 años nuestro sistema de democracia representativa, libertades individuales, libertades personales y empresa libre ha puesto los cimientos del mayor boom económico de la historia. Nuestro sistema de valores es imitado en el mundo entero. Nuestra tecnología ha revolucionado la forma de vida de la humanidad y ha sido la principal fuerza impulsora de la globalización … La revolución política y cultural que está ahora en proceso en Estados Unidos – marcada por la llegada de un nuevo Congreso republicano a Washington – está encaminada, por encima de todo, a acabar con la decadencia de nuestro sistema mediante la renovación del compromiso con los valores y principios que han hecho que la civilización norteamericana sea única en el mundo”. Senador Newt Gingrich, Los Estados Unidos y los desafíos de nuestro tiempo.
Son muy pocos los analistas del sistema político norteamericano que relacionan el retorno masivo del “conservadurismo republicano” a los más importantes resortes de poder de ese país, con el largo y profundo proceso de transformaciones culturales y religiosas que vienen experimentando las bases blancas anglo-protestantes de la sociedad norteamericana en, por lo menos, las últimas dos décadas, y a ambas situaciones con el inicio de un conflicto civil (racial, económico, social y teológico) de grandes proporciones.
La clave de la nueva situación que se avecina puede ser graficada a partir de la imagen del iceberg: las escaramuzas que vemos en la superficie de la política norteamericana no son más que reflejos, efectos casi secundarios de “…un movimiento de fondo que ha llevado a ciertas capas de la sociedad estadounidense a formular en categorías evangélicas o fundamentalistas el rechazo a los ‘valores seculares’, que consideran dominantes y nefastos, y el anhelo de un cambio profundo de la ética social” (Gilles Kepel, La revancha de Dios).
A diferencia de lo ocurrido en la “era Reagan” (que, vista a la distancia, puede ser definida como una simple alteración de la política económica) lo que hoy se propone la nueva dirigencia evangélico/republicana es refundar lo que ellos llaman la civilización (norte)americana. El programa que contiene los objetivos políticos inmediatos del partido Republicano está contenido en un texto sugestivamente titulado Contrato con América. Tal “Contrato” se basa fundamentalmente en:
* La reducción al máximo del aparato del Estado; * la supresión de casi todos los programas sociales; * la rebaja de los impuestos a los sectores superiores de la pirámide social; * el endurecimiento de la acción contra la delincuencia; * el impulso decisivo a los valores religiosos tradicionales (oración obligatoria en las escuelas); * la restricción casi absoluta de todo tipo de “ayuda exterior”; * El endurecimiento de la política hacia Rusia y el aceleramiento de la entrada en una OTAN norteamericanizada de los países de la Europa Central; * La redefinición del rol de los Estados Unidos en la ONU (los eventuales “cascos azules” norteamericanos no actuarán nunca bajo la conducción de ningún general extranjero), etc.
Se trata sólo de medidas de corto plazo muchas de las cuales ya han sido adoptadas por el Partido Demócrata- ya que los principales dirigentes políticos y religiosos que avalan el Contrato previeron un tiempo mayor, que ya está llegando a su fin, para derrotar a las “élites progresistas, esa pequeña facción de liberales contraculturales que están aterrorizados ante esta gran oportunidad de renovar la civilización americana” (Gingrich se refiere sin duda alguna a la Administración Clinton, impulsora del “multiculturalismo”).
La búsqueda de la nueva identidad norteamericana pasa hoy por un retorno decidido al individualismo y al calvinismo radical, con raíces en el valor del colono, en la confianza en el poder del individuo, en la fe sobre un sueño de éxito en una tierra de promisión. Esta última interpretación, que es genéricamente correcta, no logra sin embargo abarcar la diferenciada intensidad del nuevo movimiento que se avecina, luego de la caída de Clinton.
El nuevo conservadurismo norteamericano no es más que la expresión política superficial de un movimiento religioso y cultural profundo orientado a enterrar la “mentalidad liberal” y el “humanismo secular”. Por debajo de los movimientos políticos están los movimientos religiosos y culturales que, por primera vez, son los que impulsan a los primeros. Por eso son tan importantes algunas cuestiones como la del rezo en las escuelas. A partir de allí los movimientos evangelizadores de base esperan lograr una nueva articulación entre la familia y la sociedad civil, impugnando la política educativa “sin Dios” que impulsa el Estado secular liberal.
Los activistas más destacados del movimiento tras la fachada política son los evangélicos, que han realizado en las últimas décadas una práctica social y educativa de gran significación en la sociedad norteamericana. Hacia los finales de los años 60 “…esa práctica se ejercía en diferentes niveles, de la parroquia a la constitución de redes nacionales que se valen de los grandes medios -primero la radio y la prensa, luego la televisión- para difundir un mensaje de resocialización, de reconstitución de comunidades creyentes que, más tarde, de mediados de los 70 en adelante, apuntará a la transformación política de América por medio de la recristianización”. (Gilles Kepel, op.cit).
Las profundas modificaciones que se están introduciendo en la composición étnica de la población del espacio norteamericano de la civilización occidental es un factor que afecta decididamente al decline de esa civilización -entendiéndola a partir de su proyecto fundacional. Entre 1980 y 2050 la población blanca descenderá del 80 al 52,8%: es decir se convertirá sólo en la “primera minoría” racial.
Estamos en presencia de un gran cisma espiritual que fue señalado por Toynbee como causa básica de la crisis de las civilizaciones : “…es el signo inequívoco de una ruptura espiritual que hiere las almas de los individuos pertenecientes a una sociedad en proceso de desintegración. En las expresiones sociales de esa desintegración, subyacen las crisis personales de conducta, creencia y vida, que son la verdadera esencia y origen de las manifestaciones visibles del colapso social” (Toynbee, El Estudio de la Historia).
No es en absoluto una casualidad que el terrorismo en los Estados Unidos de Norteamérica, ya definido como endógeno, fundamentalista, conservador y aislacionista, que se manifiesta en contra de las grandes megalópolis “internacionalizadas” (en verdad, multirraciales, con altos crecimientos en la tasa demográfica) de ese mismo país, eclosione en los espacios tradicionales de la “América profunda”. La estructura ideológica del terrorismo fundamentalista norteamericano responde con absoluta exactitud al modelo que expone David Rapoport (en: Terrorismo sagrado): “La tarea fundamental es deshacerse del enemigo interno porque, sin apóstatas, los enemigos externos son impotentes”.
En este caso el Enemigo Interno Nº1 es un Estado Federal “globalizado”. Ese Estado Federal -cosmopolita y multirracial (o poliétnico y multicultural)-, dada la evolución actual de su base económica/productiva no tiene otra alternativa que erradicar “los elementos fundacionales de los Estados Unidos” en función de la globalización internacionalista. Allí aparecen los “guerreros de la tradición”, quienes representan “el período fundacional” (de la nación norteamericana) en el cual Dios (en su versión original calvinista y, luego, evangélica) estaba en contacto directo con la comunidad de los colonos/peregrinos. Nótese el paralelismo con el pensamiento de los colonos judíos fundamentalistas, que proviene de dos lecturas similares del Antiguo Testamento.
Esa internacionalización es la vía que llevará al Planeta, de una guerra civil occidental, a una guerra global intercivilizaciones. El funcionamiento del sistema internacional de las últimas décadas y sus proyecciones más probables pueden ser periodizados de acuerdo a la siguiente secuencia: Guerra fría, período de incertidumbre, paz fría (situación actual), guerra civil mundial o guerra global intercivilizaciones.
Antes hemos utilizado ex-profeso la palabra “tradición”, porque la misma tiene un correlato causal con la estructura económico/productiva – asimismo “tradicional” en la doble dimensión agro e industrial – de la cual emergen estos grupos paramilitares, quienes se diferencian del terrorismo secular anterior porque sólo están legitimados por una determinada interpretación que hacen ellos mismos de su propio pasado, de su “período fundacional”. El “viejo” terrorismo secular, en cambio “describe y evalúa un conjunto de tácticas diferentes, que funcionarán según lo indiquen la historia y la razón” (Rapoport, op.cit.).
Decadencia de la “civilización norteamericana”: embriaguez de victoria. Exceso de ambición. Una sociedad idolizada.
Para explicar en términos culturales lo que hoy está sucediendo en el interior del Imperio transcribiremos un fragmento de un magno tratado de verdadera ciencia económica, que encierra una visión estratégica universal y atemporal: “Os quejáis de la agresión de enemigos externos. Mas si el enemigo externo cesara de hostigar, ¿serían realmente capaces los romanos de vivir en paz con los romanos? Si el peligro exterior de invasión por parte de bárbaros armados pudiera ser conjurado ¿no quedaríamos expuestos a una agresión civil, más feroz y pesada, en el frente interior, en forma de calumnias e injurias infligidas por los poderosos a sus más débiles conciudadanos? Os quejáis de las malas cosechas y de las hambres, pero las peores hambres no se deben a la sequía, sino a la rapacidad, y la más flagrante miseria nace del lucro excesivo y del aumento de precios en el mercado del trigo. Os quejáis de que las nubes no vierten su lluvia en el cielo, e ignoráis los graneros que dejan de verter su cereal en la tierra. Os quejáis del descenso de la producción y pasáis por alto el fallo en la distribución a quienes lo necesitan de lo que en la actualidad se produce. Denunciáis la plaga y la pestilencia, mientras que, en realidad, el efecto de tales calamidades es sacar a la luz o hacer comprender los crímenes de los seres humanos…” (San Cipriano, Ad Demetrianum, citado por Toynbee, en El Estudio de la Historia).
“Las civilizaciones han hallado la muerte no por causa del asalto de un agente externo e incontrolable, sino por sus propias manos (Toynbee, op.cit.). En el siglo IV un obispo cristiano occidental llegó a la misma conclusión: “El enemigo se halla dentro de vosotros; la causa de vuestro error radica en vosotros. Os digo que se encierra sólo en vosotros” (Ambrosio, Hexameron I).
Toynbee expone un proceso universal que conduce al “colapso de las civilizaciones”. Simplificándolo brutalmente, ese “mecanismo” macrohistórico funciona de la siguiente manera. En principio la catástrofe se origina en la “facultad de mimesis” y finaliza con la “amnesis de la creatividad”. Una sociedad caracterizada por la producción de “máquinas” (que son cada vez menos “mecánicas”) convierte a las relaciones sociales en un “mecanismo”, y comienza a implementar respuestas “mecánicas” a problemas nuevos. Queda erradicada la iniciativa, es decir aquello que llevó a esa sociedad a la cúspide del poder. La sociedad se mimetiza con la máquina que ella misma ha construido. “El ritmo mecánico constituye el noventa por ciento de un organismo (socio/histórico), y está subordinado al resto, a fin de que ese otro diez por ciento de energía pueda concentrarse en la evolución creadora. Si dicho ritmo se extiende a la totalidad (socio/histórica) ésta se degrada hasta la monstruosidad de un autómata. La diferencia entre un noventa por ciento y un ciento por ciento de mecanización es toda la diferencia en el mundo. Y precisamente se trata de una diferencia entre una sociedad en crecimiento y una sociedad estancada… Una pérdida de la autodecisión es el criterio último del hundimiento, pues es la inversa del criterio de crecimiento” (Toynbee).
Cuando una civilización olvida que su rol es de creación y no de destrucción se genera un campo para que actúe “la envidia de los dioses”. Según Herodoto: “No permite Dios que nadie se encumbre en su competencia”. Pero en verdad se trata de una sociedad estancada que se destruye a sí misma. A partir del “olvido” de la creatividad, que se origina en la “embriaguez de la victoria” y en una “ambición excesiva” comienza el proceso terminal, consistente en la “idolización de un yo efímero”: “La idolatría puede definirse como una adoración intelectual y moralmente ciega de la parte en lugar del todo, de la criatura en vez del Creador, del tiempo y no de la eternidad” (Toynbee). No sólo las sociedades modernas idolizan a ciertas instituciones y a ciertas metodologías de pensamiento (democracia/ciencia, p.e.). “Un caso clásico en el que idolizar una institución condujo a una civilización entera al desastre, viene dado por el engreimiento de la cristiandad ortodoxa, que se consideraba como un espectro del Imperio Romano. Esta antigua institución cumplió su función histórica y completó su ciclo natural de vida antes de que la sociedad cristiana ortodoxa llevara a cabo su fatal intento de resucitarla” (Toynbee).
El punto final, en el que se encuentra actualmente la “civilización norteamericana”, es la idolización de una tecnología y de una técnica militar efímera. “Antes del día fatal en que desafía a los ejércitos de Israel, Goliat ha cosechado tan rotundas victorias con su maciza lanza y su impenetrable armadura, que ya no puede concebir ningún otro armamento, y se considera invencible” (Toynbee).
ANEXO 2ESTADOS UNIDOS: CAPACIDAD DE GLOBALIZACIÓN Y VOLUNTAD “AISLACIONISTA”. DE LA ESTRATEGIA DE “CONTENCIÓN” A LA ESTRATEGIA DE “EXPANSIÓN”.
El primer Asesor de seguridad nacional del presidente norteamericano, Anthony Lake, expresó -durante la última semana de setiembre de 1993- el primer esbozo público y explícito de la concepción estratégica globalista.
Según Lake, esta concepción fue elaborada con el objeto de sustituir la estrategia de contención dominante durante la guerra fría. “La estrategia continuadora de la doctrina de contención debe ser de expansión -expansión de la comunidad libre de democracias de mercado del mundo” (Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la John Hopkins University).
Lake presentó los principales lineamientos dentro de los cuales el gobierno norteamericano escogerá sus opciones de política internacional. “Para ser exitosa una estrategia de expansión debe presentar distinciones y establecer prioridades”. La nueva estrategia se desarrollará principalmente sobre cuatro prioridades.
La primera prioridad de la “estrategia de expansión”, “debe ser el fortalecimiento de un núcleo conformado por las grandes democracias de mercado del mundo, así como los vínculos existentes entre ellas, revalorizando el sentido de sus intereses comunes”. “El estancamiento económico y sus consecuencias políticas limitan una capacidad de acción decisiva de las grandes potencias democráticas en sus múltiples desafíos comunes, desde el GATT hasta Bosnia”.
La segunda prioridad de la “estrategia de expansión” es ayudar a la democracia y a la economía de mercado a expandirse y sobrevivir en lugares como Rusia, Europa Oriental y otras regiones ex/comunistas, “donde tenemos las mayores preocupaciones de seguridad y donde podemos tomar la mayor ganancia. La meta es la transformación de países que en otro momento fueron amenazas, en socios económicos y diplomáticos”.
Tercera prioridad: “Minimizar la capacidad de acción de Estados de fuera del círculo de la democracia y del mercado libre”. Se procurará “aislar a esos Estados, en términos militares, diplomáticos, económicos y tecnológicos”.
Cuarta prioridad: “Intervenciones humanitarias”. Debe existir la decisión de intervenir. Vivimos en una época en la cual existen menos restricciones que en la época de la bipolaridad para intervenir en países extranjeros. Las intervenciones se justifican en la resolución de problemas de seguridad nacional.
El dato fundamental, que caracteriza a la actual interacción de EEUU con el mundo, es la inexistencia de una voluntad acorde con los principios antes enunciados. Ello significa, en términos políticos, más “reacción” que “acción”, más “control de crisis” que “manejo de crisis”; ello sugiere, en última instancia, ir detrás de los acontecimientos y no delante de ellos.
La lógica del poder – esto es, la de una política exterior global que pretenda mantenerse en la cúspide de las decisiones mundiales -, inevitablemente implica detentar la vanguardia y no la retaguardia en el devenir de los hechos. Significa necesariamente “estar” en el mundo. En ello se debate hoy, como en su origen, la “república-imperial”: la tensión entre aislacionismo y globalismo vuelve al centro de la escena.
Lo cierto es que hoy es impensable un liderazgo mundial sin una activa, clara y decidida participación, que asuma oportunidades y riesgos. La república-imperial, so pena de desmoronarse, no puede ya replegarse. Pero la tendencia al aislacionismo es muy fuerte, y el globalismo activo – base de toda política exterior de cualquier nación que pretenda detentar el rango de superpotencia – se encuentra hondamente fracturado.
El “destino manifiesto” de la nación estadounidense, y su labor “civilizatoria” – imposición de sus patrones fundacionales -, se ven hoy desorientados en la actual situación mundial. Las indecisiones, la ausencia de coherencia y de definición ante potenciales y actuales problemas y conflictos, se tornan día a día más graves. Los acontecimientos internacionales a los cuales se ha enfrentado EEUU, muestran no sólo su desconcierto y confusión, sino también la ausencia de una política exterior cabal y la falta de una elaboración estratégica no convencional acorde a los actuales tiempos, para dirimir acontecimientos y retomar el pretendido liderazgo.
Desde el punto de vista de sus “capacidades”, los EEUU están en condiciones de desarrollar una política exterior auténticamente global, esto es, de proyectar poder en busca del logro de ciertos patrones de equilibrio que le den gobernabilidad al sistema. Pero, desde el punto de vista de sus “voluntades” – y éste es el factor decisivo -, los EEUU se encuentran fuertemente inclinados hacia el “aislacionismo”, por varias y diferentes cuestiones, lo cual impide el desarrollo de una política exterior “activa”, convencida y convincente.
La sociedad norteamericana está polarizada (como lo estuvo y lo está, en otro nivel y circunstancia, la francesa [y gran parte de la europea] en torno a Maastricht). Esa polarización implica una fractura de la sociedad prácticamente en sectores iguales y antagónicos. No es casual que en todos los últimos grandes referendums producidos en los países capitalistas centrales, en los que la cuestión de fondo estaba siempre referida a la relación nación/mundo, en todos los casos las sociedades se escindieron en un empate casi simétrico. En los últimos tiempos esta situación va cambiando sólo en un sentido. Hacia fines de 1997 el 80% de los alemanes estaba contra el “proyecto de moneda única”; sin embargo la casi totalidad de la clase política dirigente de ese país, a excepción de los movimientos nacionalistas, lo apoyaba casi sin fisuras.
El resultado final de esta disociación – hacia el mediano y largo plazo – es el de restar total operatividad a cualquier decisión que se adopte, porque la misma – cualquiera ella sea – carece de la fuerza social interior necesaria para respaldarla en el largo plazo dentro de un entorno crecientemente desfavorable. Surgen así políticas carentes de convicción (voluntad) porque son políticas que surgen del disenso. Esto es, de la polarización interior.
Las grandes decisiones exitosas de la política exterior norteamericana tuvieron siempre un fuerte respaldo social interior. Por el contrario, sus grandes fracasos siempre se originaron en fallas y fisuras localizadas dentro de la sociedad norteamericana. Los dos grandes ejemplos, de una y otra situación, siguen siendo: la entrada norteamericana en la IIGM (luego de Pearl Harbour) y la derrota de sus ejércitos en Vietnam.
La administración Clinton parece agudizar y llevar al límite esta disociación-polarización, este divorcio entre capacidades y voluntades. La inexistencia de “voluntad” y apoyo en la opinión pública norteamericana hacia una política exterior activa, que normalmente obliga a descuidar los problemas domésticos, no permite que la clase dirigente asuma sin complejos ni temores de censura, el papel dinámico en el escenario mundial para estar a la altura de los acontecimientos.
La ausencia de voluntad y convicción por parte de la opinión pública, está condicionada por los costos que tal liderazgo y tal política exterior requerirían a su nación, en un mundo tan incierto y conflictivo. Ello, no sólo por factores externos (¿Por qué intervenir y morir en guerras ajenas?), sino también por factores internos que tienen que ver con una nueva definición del concepto de seguridad nacional de la cual la opinión pública es consciente: seguridad nacional es hoy, una economía fuerte que revierta la situación de los EEUU como principal deudor mundial, así como el deterioro en los niveles de vida ejemplificados por la creciente marginalidad, por el deterioro de los seguros sociales, médicos, etc.; casi todos hechos percibidos por el electorado norteamericano como consecuencia de la “cruzada” estadounidense llevada a cabo años atrás contra el comunismo. Por estos y otros factores, la cohesión y la voluntad interna para ejercer un fuerte liderazgo en la escena mundial, no existen. Una política exterior creíble, cabal y efectiva, debe estar apoyada en la convicción de utilizar el poder en caso de ser necesario. Pero ¿qué es el poder sino la sumatoria de capacidades y voluntades?
La ruptura del orden bipolar
La segunda causa del desconcierto norteamericano y de la ausencia de una política exterior coherente y activa (más allá de los intereses específicos del lobby judío-norteamericano, y de otros intereses organizados étnicos específicos, como el polaco, el saudí, el irlandés o el armenio), que no sólo se dedica a reaccionar ante problemas y conflictos, debemos buscarla en la honda incomprensión del nuevo escenario internacional y la consecuente carencia de estrategias no convencionales.
En los últimos cincuenta años, EEUU definió “intereses” a partir de “amenazas”; esto es, militarizó su política exterior. La ex Unión Soviética se convirtió en el objetivo político-militar de la política exterior norteamericana. El orden bipolar redujo amenazas y simplificó, no sólo la definición de intereses, sino también la “vida misma”, a la vez que unificaba voluntades internas – opinión pública – y externas – mundo occidental.
Los EEUU siguen hoy definiendo intereses a partir de amenazas. Pero quien define la amenaza principal no es la sociedad americana en su conjunto, sino, principalmente, el lobby judío de la “costa este”. Lo cierto es que hoy, con innumerables e inciertas amenazas y riesgos, no pueden ya seguir definiéndose intereses, puesto que ha cambiado la naturaleza misma de las relaciones entre aquellos y las actuales “amenazas”. Los riesgos y las amenazas de hoy no pueden ya “sólo” militarizarse, ya que atañen más que nunca a nuevas definiciones del concepto de seguridad nacional. No significa esto descartar postulados del “realismo” político, ni que el poder deje de ser el factor central de la política internacional, sino y por el contrario, significa que el poder adquiere hoy formas mucho más variadas que las de la simple fuerza militar.
El equívoco en la aplicación por parte de los EEUU de la vía militar en Somalía o en Haití, en Panamá o Irak, por sobre la salida política negociada, recuerda en buena medida – salvando coyunturas – el episodio de Vietnam. No alcanza muchas veces con ser el “más fuerte” para vencer. Y ello es especialmente cierto en esta fase de total hegemonía del lobby judío-norteamericano. Su extraordinaria potencia aparente es su gran debilidad, ya que la política exterior de este imperio sui generis depende de la viabilidad de un micro-Estado: el de Israel. No hay ninguna analogía posible con Roma. La ausencia de claridad estratégica es, sin dudas, el mayor enemigo actual de la misma nación norteamericana.
Desorientado, y al comprobar que su poder panóptico no resulta efectivo en conflictos tan concretos como cercanos – Haití, por ejemplo, – EEUU se siente acechado por potencias “renovantes” o “Estados transgresores” – aquellos que pretenden modificar el status quo como única vía de mejorar posicionamientos -; esta situación obliga permanentemente a los Estados Unidos a definir hasta dónde está dispuesto a correr riesgos y comprometer recursos, en la determinación del nuevo mapa de poder de la pos-guerra fría.
Pero, en tal enfrentamiento, los EEUU se encuentran en situación de orfandad estratégica. De los elementos claves conformantes de toda estrategia – capacidades, objetivos, conceptos y voluntades – los EEUU poseen sólo, hoy, sin cuestionamientos, el primero de ellos. No obstante, tales “capacidades” norteamericanas se encuentran en declive merced no sólo al fortalecimiento de las capacidades y voluntades de actores secundarios, fundamentalmente los llamados “transgresores”, sino también debido al deterioro de la misma situación interna estadounidense.
Agravando tal cuadro de orfandad estatégica, la confusión y el desconcierto norteamericano se profundiza al comprobarse la ineficacia de sus maniobras disuasivas, otrora exitosas. Ello no podía ser de otra forma, puesto que uno de los elementos centrales de la disuasión, es la proyección hacia terceros actores de la determinación propia. Pero ¿cómo puede existir determinación cuando se carece de la voluntad para la acción, cuando es un grupo concreto (lobby interno), y no “la Nación”, quien define toda la política externa (e interna)?
Independientemente de los factores enunciados, los EEUU “desconocen” el mundo, debido a la “superioridad moral” que se autoadjudican. Ella es una herencia inequívoca de la lectura con ojos calvinistas del Antiguo Testamento o Biblia Hebrea. Esta superioridad, devenida en mandato moral destinado a enderezar el mundo (Tribunal de Nuremberg), en base a su misión civilizatoria enmarcada en la promoción de determinados valores – democracia, libre mercado, derechos humanos – alcanzó su cenit en la fundamentación de lo que se dio en llamar “el fin de la historia”.
Pero la defensa y promoción de valores, sólo fue, es y será tenida en cuenta, después de que se hallan asegurado los intereses históricos vitales estadounidenses: seguridad, estabilidad y hegemonía. En tal caso, no sólo serán respetados aquellos valores sino, y también, utilizados con convicción y sin escrúpulos en la justificación de acciones “non sanctas”. En este aspecto, EEUU sólo buscó siempre la Pax y no la Paz. Su política en Oriente Medio, encauzada por el lobby judío-americano, es la mejor demostración concreta de esta verdad genérica.
Hegel, Haushofer y Spengler
Así como en la Fenomenología del Espíritu, Hegel piensa a Napoleón, a su Imperio y al Estado Homogéneo Universal, el Polo Euroasiático fue profetizado por Oswald Spengler y el general profesor Karl Haushofer. El distanciamiento respecto de Europa y el resurgir del aislacionismo, son cuestiones que habían sido señaladas por el general Haushofer hace ya siete décadas. Haushofer imaginó exactamente un teatro altamente conflictivo, dentro de “una gigantesca tempestad”. De hecho Haushofer aconsejó, a los dirigentes alemanes de la época, favorecer todos los factores que tiendan a profundizar la tradicional vocación norteamericana por el aislacionismo. Cuanto más grande sea la distancia entre ambas márgenes del Atlántico, mayor será la seguridad de los pueblos del corazón terrestre(Heartland).
El acortamiento de la distancia entre ambas orillas de la Cuenca del Atlántico significa que los Estados Unidos deciden unir su suerte a la del Imperio Británico (Haushofer,1925). Ello representa una situación de alto riesgo tanto para la Isla Mundial (Eurasia) como para el Satélite de la Isla Mundial (EUA). En 1930 Haushofer escribió estas proféticas palabras: “Nos enfrentamos hoy con un tipo de grandes potencias totalmente diferentes. Sólo un síntoma permanece sin alteración: la voluntad de poder y de expansión. Una estabilización de poderes en equilibrio no ofrece una solución final. Allí donde falta la voluntad de poder, el concepto de gran potencia carece de sentido, incluso cuando haya nacido en grandes espacios”. Haushofer estaba convencido de que, en última instancia, los Estados Unidos retirarán de la mesa de juego su apuesta original por la dominación mundial, centrada en la lucha contra los nuevos imperios emergentes en el espacio euroasiático.
ANEXO 3
EL TERRORISMO DE ESTADO ISRAELÍ:
UN ANÁLISIS DE LOS DIARIOS DE MOSHE SHARETT
Muchas veces los acontecimientos recientes nos hacen olvidar la historia o los orígenes del fenómeno que estamos estudiando. Las acciones de terrorismo emprendidas en los últimos tiempos por el Estado de Israel contra otros Estados, forman parte en realidad de la naturaleza del Estado judío, y no de coyunturas más o menos pasajeras.
La lectura de los 8 volúmenes del Diario de Moshe Sharett, uno de los principales dirigentes fundadores del movimiento sionista, una de las primeras “palomas” del sionismo, tiene la virtud de darle al fenómeno del terrorismo de Estado israelí una dimensión histórica de muy largo plazo. A lo largo de toda su historia el ejército y los servicios de inteligencia del Estado judío han organizado “operaciones de aniquilación” y acciones terroristas de todo tipo, dentro de casi todos los países, incluidos los europeos. La soberanía de los “otros” Estados nunca fue un problema para los agentes secretos del “pueblo elegido”.
Los diarios de Moshe Sharett se publicaron originalmente en hebreo, y luego se hizo una primera traducción al inglés. A comienzos de los años 80 la Association of Arab-American University Graduates, en base a los diarios de Sharett, publicó Israel’s Sacred Terrorism, que es la versión que utilizamos nosotros en este trabajo.
La extrema importancia que presentan a los ojos de un investigador esos Diarios de Moshe Sharett es que se trata de las “memorias secretas” de una “paloma”, que cuando se entera que un grupo de comandos israelíes prepara una acción punitiva contra Jordania, protesta en voz baja y sin salirse de los estrechos ámbitos del gabinete ministerial.
En octubre de 1953 un grupo armado israelí asesinó a 66 aldeanos árabes en Qibya, Jordania. Mientras una parte del grupo comando dinamitaba las casas habitadas, la otra ametrallaba sus puertas para impedir que sus ocupantes árabes huyeran. Sharett se encuentra ante el dilema típico de la paloma: ansioso por condenar la atrocidad, no se decide a acusar de ese acto al verdadero culpable: el ejército israelí. Escribe en su Diario:
Condené el asunto Qibya, que nos ha expuesto frente a todo el mundo como una pandilla sanguinaria capaz del asesinato masivo y a la que no le importa que sus acciones puedan conducir a la guerra… Ben Gurión insistió en excluir del comunicado oficial toda mención a la responsabilidad del ejército…
Lentamente Sharett va comprendiendo que esos actos de terrorismo basados en acciones de destrucción sobre los países árabes vecinos, eran en realidad operaciones perfectamente planificados por un estado mayor, civil y militar, que las concebía como la mejor forma de generar un estado de guerra permanente con los vecinos árabes de Israel. El mantenimiento de ese estado de guerra permanente había sido visto por ese estado mayor como la mejor forma de asegurar la expansión de las fronteras del Estado de Israel, al mismo tiempo que sus palomas clamaban ante el mundo la desprotección de un pequeño grupo de judíos rodeados por masas de árabes hostiles.
Comienzan así, desde muy temprano, los llamados “incidentes autoprovocados”. Todas las acciones de represalias tomadas por Israel contra acciones del “terrorismo árabe” tenían por objeto la realización final de la expansión territorial. Ello le hace pensar a Sharett -y así lo consigna en su diario- que ese “terrorismo árabe” en muchos casos no fué más que provocaciones organizadas por el mismo ejército israelí.
El 14/4/54 anota en su Diario:
Existe un plan israelí de represalias que será puesto en práctica con un programa establecido: su objetivo es lograr una firme escalada de la tensión en el área, para producir una guerra…
El 5/3/55 después de informarse sobre una acción de “represalia” del ejército en territorio jordano, en la que mueren degollados cinco beduinos, escribe:
Esto se tomará como prueba concluyente de que hemos decidido pasar a una ofensiva sanguinaria general en todos los frentes: ayer Gaza, hoy Jordania, mañana Siria, etc. Pediré al gabinete que a los asesinos se los juzgue como a criminales… El fenómeno que ha prevalecido en nosotros por años y años es el de la insensibilidad a las malas acciones, a la corrupción moral… Para nosotros una mala acción en sí misma no es nada serio; sólo despertamos a ella si está relacionada con una crisis o una consecuencia grave: la pérdida de una posición, la pérdida de poder o de influencia. No tenemos un enfoque moral de los problemas morales… Una vez, los soldados israelíes asesinaron a un grupo de árabes por razones de venganza ciega… la conclusión es que la sangre de los árabes se puede derramar libremente… Todo esto altera el sentido de justicia y de honestidad, hace que el Estado (de Israel) aparezca ante los ojos del mundo como un Estado salvaje que no reconoce los principios de justicia tal como han sido establecidos y aceptados por la sociedad contemporánea.
En el mes de julio de 1954 la inteligencia militar israelí da comienzo a una campaña de sabotajes en Egipto con el objetivo de crear el caos en esa sociedad y preparar la invasión militar a la zona del canal. Los comandos estaban formados por judíos egipcios dirigidos por oficiales de la inteligencia militar de Israel. Los atentados debían tener como objetivos instalaciones occidentales en Egipto, y debían dar la impresión de que existía un terrorismo árabe tan fuerte como para provocar la intervención occidental en ese país.
Entre el 2 y el 27 de julio de 1954, mientras se realizaban las negociaciones entre El Cairo y Londres sobre la zona del Canal, centros culturales ingleses, edificios públicos egipcios, oficinas norteamericanas y otras instalaciones occidentales fueron objeto de atentados con bombas, al mismo tiempo que las sospechas sobre los autores se desviaban hacia la Hermandad Musulmana.
Sharett, sabiendo lo que sucedía, escribe en su Diario el 14/1/55:
Nunca hubiese imaginado que podríamos llegar a un estado tan terrible de relaciones envenenadas, el desencadenamiento de los más bajos instintos de odio y venganza y de engaño mutuo… Doy vueltas como un loco, horrorizado y perdido, completamente impotente… ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer…?
El 25/1/55 vuelve a escribir:
Dayan desea secuestrar aviones y raptar oficiales árabes en los trenes, desea mano libre para asesinar al presidente sirio. Lavon sugirió la ocupación de la franja de Gaza… Suya es la doctrina de que las potencias occidentales son nuestro principal enemigo y que el único modo de disuadirlas es por acciones directas que las aterroricen… Peres comparte la misma ideología; desea atemorizar a Occidente para que apoye los objetivos de Israel…
Mientras el Egipto de Nasser solicitaba conversaciones de paz a través de delegados norteamericanos, los israelíes preparan la guerra de anexión.
Nota del Diario correspondiente al 27/2/55:
Ben Gurión llegó a mi oficina acompañado por el jefe de estado mayor que tenía las manos ocupadas con mapas enrrollados… Propuso atacar una base del ejército egipcio a la entrada de la ciudad de Gaza… Instruí a las embajadas que trabajaran para condenar a Egipto y no para defenderlo… Ahora se tendrá la impresión general de que mientras nos lamentamos por nuestro aislamiento y los peligros para nuestra seguridad, en realidad somos agresores sanguinarios que aspiramos a perpretar masacres masivas…
En efecto, ese ataque de “legítima defensa” de Israel a Egipto en Gaza enfría la política de Nasser de acercamiento para firmar un acuerdo de paz con Israel.
Todo la memoria de Sharett es una repetición de lo mismo, en todos los frente durante la época en que le tocó actuar: el terrorismo de Estado practicado por ese país estuvo siempre orientado a la expansión territorial y a lograr condiciones abrumadoras de superioridad para establecer niveles de “seguridad” totalmente desproporcionados respecto de la seguridad de los países árabes.
Durante toda su vida Moshe Sharett -una “paloma” sionista- había supuesto que la supervivencia de Israel sería imposible sin el apoyo de Occidente, pero que la “moralidad” occidental nunca le permitiría apoyar al Estado judío “que se comporta de acuerdo a las leyes de la jungla” y “eleva el terrorismo al nivel de un principio sagrado”. Al prominente líder del Mapai, David Hacohen, que se declaró convencido de que los israelíes “debían comportarse en Medio Oriente como si fuesen locos” para aterrorizar a los árabes y chantajear a Occidente, le contestó: Si nos comportamos como locos seremos tratados como tales: se nos internará en un manicomio y se nos aislará del mundo.
Moshe Sharett estaba equivocado: la moral occidental fue la exacta medida de la moral israelí. El terrorismo de Estado israelí es una de las constantes aceptadas de la política internacional en estos tiempos de “nuevo orden mundial”.
ANEXO 4
UN GIRO INESPERADO. 18 de julio de 1998. (cuarto aniversario de la implosión en la AMIA de Buenos Aires)
Publicado en Amanecer, Madrid, 17 de julio de 1998
“Desde hace cuatro años nos dicen que la semana próxima habrá novedades decisivas, pero nunca pasa nada. Es una vergüenza“.
Laura Ginsberg, esposa de una de las víctimas del atentado
(Fuente: Página 12, Buenos Aires, 13 de julio de 1998)
A partir del giro dado por la política exterior norteamericana en relación con Irán, las “investigaciones” judiciales que se realizan en la Argentina respecto de los dos grandes atentados “antijudíos” (en verdad intra-judíos) han experimentado un cambio espectacular. Progresivamente la culpabilidad” de Irán se fue diluyendo hasta el punto de que ya se acepta el hecho de “…que no hay pruebas. Lo cierto es que en este momento sólo hay indicios, una historia que deja una enorme cantidad de dudas y han transcurrido nada menos que 48 meses (desde el segundo de los atentados)” (Fuente: Página 12, Buenos Aires, 12 de julio de 1998).
El único procesado (“chivo expiatorio”) podría ser un vendedor de autos robados-usados, que está ilegalmente detenido desde hace años (sin acusación en firme) sospechoso de ser “partícipe secundario” del segundo de los atentados. Se da por supuesto de que en ese atentado se usó un “coche bomba”, pero ello nunca ha sido en absoluto demostrado. A los otros cuatro encarcelados (también aún ilegalmente detenidos, porque no existen acusaciones concretas contra ellos), ex oficiales de la policía de la provincia de Buenos Aires, tampoco se les pudo probar ninguna conexión en relación con el mismo atentado. La estúpida e irracional “pista” que señalaba una supuesta “conexión interna” (un grupo de “nazis” nativos a las órdenes del “terrorismo islámico”) se derrite como un cubo de hielo en pleno verano.
En definitiva, todos los intentos por sustraer el atentado de los verdaderos sucesos de política internacional que los enmarcó desde un comienzo, resultaron vanos: ni el “terrorismo islámico” ni los “nazis locales” aparecen por ningún lado. ¿Será porque los más importantes servicios de inteligencia del Occidente judeo-cristiano, el Mossad incluído, son irrecuperablemente estúpidos? ¿O, más bien, porque hasta ahora siguieron una pista falsa, piadosamente implantada desde un comienzo por los aparatos de seguridad del Estado de Israel?
A partir del momento en que el presidente Clinton, pocos días antes del famoso partido de fútbol Irán-EUA (mediados de junio de 1998), solicita al gobierno de Teherán una progresiva normalización de relaciones, la investigación de la “justicia independiente” del gobierno cipayo que hoy asola la Argentina frena sus ímpetus originales. La nueva estrategia de Washington había sido percibida, con una velocidad cercana a la de la luz, por el personal de servicio nativo residente en la Argentina: el gobierno de Buenos Aires recomienda -ahora- calma y “…evitar una ruptura total con Teherán” (Galeano demora el pedido de captura de Rabbani, por Gerardo Young, en Clarín, Buenos Aires, 5 de julio de 1998).
[Agregado el 12 de agosto de 1998] En este punto aparece el famoso “Informe” del FBI, que en esencia no es más que un re-frito de la masa inorgánica de informaciones que se acumulan en el expediente del juez Galeano, cuyo máximo interés es encontrar evidencias contra Irán. El “Informe” fue de tan escaso interés que el propio ministro del Interior argentino, el judío Carlos Corach lo descartó, el mismo 10 de agosto de 1998, como evidencia judicial: “No hay afirmaciones terminantes que prueben la participación de Irán en los atentados”,dijo.
A partir de allí la investigación da un giro copernicano, ¡y queda empantanada en otra enorme cantidad de contradicciones insalvables! El señor Telledín, traficante de autos usados-robados, va a ser, aparentemente (ya que contra los cuatro policías no existe ninguna prueba consistente) el único acusado como “cómplice del atentado”. Pero: ¿Cómplice de quién? ¿De un terrorismo iraní cuya inexistencia, en principio, ya fue decretada por la propia administración norteamericana que fundamenta su permanencia electoral en el voto de los judíos “progresistas” de la Costa Este?
Desde un comienzo la “investigación” del inefable Galeano fue algo que repugnaba a la razón, y que sólo se podía sustentar en una “opinión pública”, nacional e internacional, totalmente oprimida por la acción de los media que proclamaban a los gritos, y todos los días, la culpabilidad universal del “terrorismo islámico”. Por esa vía de la pura histeria se logró, provisoriamente, el objetivo buscado por el Estado de Israel: separar los atentados terroristas de Buenos Aires del proceso de crisis interna que enfrenta, desde el comienzo del ex “Plan de Paz”, a dos bandos irreconciliables que fracturan tanto a la sociedad israelí como al poder judío en el mundo. Se logró, provisoriamente, desviar la atención nacional e internacional de la guerra a muerte que está teniendo lugar entre esos dos bandos judíos irreconciliables (por el momento la víctima más notoria de esa guerra – si es que se puede llamar víctima a un ex-verdugo – ha sido el general Rabin).
El giro que realiza la Administración Clinton es, también, producto de esa guerra civil intrajudía, con enormes consecuencias sobre la política interior norteamericana. Ese giro estratégico, ese intento por revertir las alianzas, está enmarcado por acontecimientos capitales que se suceden en el escenario internacional y sus respectivas proyecciones en el plano de la política interior de los Estados Unidos. No sólo la guerra civil judía influye en ese intento norteamericano por revertir las alianzas. Otros factores conexos están presentes:
*La creciente importancia geopolítica y económica de Irán en el mundo islámico (reforzada a partir de la VIII Conferencia) sumado a su enorme “valor de posición” en la geografía regional, al papel moderador que ha jugado hasta hora en todos los conflictos de zona (p.e. Afganistán), y a la progresiva coincidencia de objetivos entre el gobierno islámico iraní , EUA y Europa en los Balcanes (Kosovo). *La desestabilización global provocada por las explosiones nucleares ario-védicas, impropiamente definidas en Occidente como “bomba hindú”, y a las evidentes conexiones tecnológicas (aunque tal vez no, aún, estratégicas) entre Delhi y Tel Aviv. El único país musulmán aceptado como interlocutor por el nacionalismo hindú actualmente gobernante( El Bharatiya Janata Party (BJP) y su núcleo duro ideologizador, el RashtriyaSwayamsevak Sangh (RSS), u Organización Nacional de Voluntarios) en la India es el Irán, que tiene una larguísima historia pre-islámica ario-pérsica. *Al rotundo fracaso del “Plan de Paz” en Oriente Medio (negativa israelí a devolver a sus primitivos poseedores las “tierras sagradas” yahavíticas). *A la alianza teológica y política ya consumada entre el fundamentalismo judío y el “sionismo evangélico” norteamericano (Partido Republicano), lo que supuso una intromisión sin precedentes de un gobernante extranjero (el mismísimo Primer Ministro de la “pequeña” Israel) en la política interior de los EUA (potencia “imperial”).
Todos estos problemas, evidentemente, superan la capacidad analítica de los cipayos argentinos y, por supuesto, no rozan siquiera la extrema posición periférica que ocupa la Argentina en el mundo, pero que sin embargo provocan enormes destrozos en los países vecinos amigos de la Argentina (4).
Pero allí están, afectando la irracionalidad de una investigación judicial que desde un principio pretendió mantenerse alejada de los aspectos sobresalientes de la realidad mundial, pero que no pudo despegarse de una histeria antimusulmana que ahora se está disipando -muy lentamente- en Occidente. Ya no es un buen negocio alinearse automáticamente a la política exterior del Estado Judío (5).
Si los funcionarios de los Servicios de Inteligencia de la Argentina fuesen un poco menos ignorantes, si al menos tuviesen un mínimo de conocimientos de teología y de historia de las religiones, hubiesen rechazado desde un comienzo la versión judía sobre la “culpabilidad” iraní en los “atentados de Buenos Aires”. Las raíces abrahámicas del monoteísmo musulmán, que el chiísmo (en especial) subraya sistemáticamente, hacen radicalmente imposible que tales atentados “antijudíos” pudiesen haberse cometido en nombre del Islam.
En el Corán se dice, en varias Suras, que el Antiguo Testamento o Biblia Judía (y protestante), o Torah, ha sido falsificado por los escribas hebreos. El Corán denuncia la falsificación de un libro que se ha convertido en el fundamento teológico e ideológico de un Estado criminal, el Estado de Israel. Mi opinión, que sólo puede ser válida dentro del marco de lo sociológico, es que no es posible aceptar ese libro en tanto “libro sagrado”. La “historia” de Israel que relata el Antiguo Testamento es, en un sentido estricto, una historieta. No es una historia sino una mitología, como siempre fue entendido por el catolicismo tradicional. La crítica al judaísmo actual debe incluir al Antiguo Testamento. Debe partir de la Torah. Es decir, debe partir de una definición de judaísmo que se atenga a la realidad: él es un hecho totalizador y totalitario: teológico, racial, económico, histórico y estratégico.
Sin embargo, existe en el Islam chiíta un fuerte y definido énfasis, una tal vez excesiva ideologización orientada a señalar su matriz abrahámica. Es decir, en resaltar la confluencia teológica antes que la divergencia política y estratégica con el judaísmo, al que se insiste en definir como “monoteísmo fundador”. Me pregunto si esta ideologización de una cuestión teológica no estará en la raíz de muchas distorsiones estratégicas, y en la base de una convicción cultural instalada en el Islam, en tanto ideología política orientada a la “coexistencia” antes que al conflicto. Podría ser que los cambios que se están registrando actualmente en la política exterior de Irán estuviesen asimismo motivados por una cosmovisión teológica que privilegia su origen abrahámico, debilitando al mismo tiempo otro tipo de consideraciones.
Percibo una debilidad estratégica visible que se podría derivar de una teologización de la política. Sociológicamente no puede existir acción política independiente (de una clase, raza, nación o agrupación religiosa o política) sin que previamente exista una total diferenciación ideológica respecto del sistema de pensamiento del cual se nutre el enemigo. A partir de esta definición, que por supuesto puede ser discutible, intentaré señalar la debilidad estratégica de origen teológico (que -me parece- existe en el Islam chiíta) a partir de un diálogo que mantuve en julio de 1996 con el Sheik Mohammad Hasan al-Amin, en el Sur del Líbano.
Primero el escenario. Sur del Líbano, al este del antiguo puerto fenicio cananeo de Saida (Sidón). Para llegar hasta la residencia del Sheik tuvimos que utilizar pequeñas carreteras comarcales sin saber muchas veces de qué lado de la frontera estábamos. Las explosiones de la artillería pesada israelí se sucedían a un ritmo regular, como acompasando el calor perezoso de aquella tarde de verano. Cuando finalmente nos sentamos alrededor de una mesa, en el patio exterior de la vivienda del Sheik, que está ubicada en el punto más alto de una colina, pudimos ver, hacia el sur, la frontera que separa el Líbano de la “zona de seguridad” impuesta por Israel. Las explosiones y los correspondientes temblores de tierra -cuya intensidad indicaba que se estaba usando munición de 155 mm- se sucedían al mismo ritmo regular, sólo que ahora mucho más cerca.
-NC. ¿Nos disparan a nosotros? -SMHA. No, en absoluto, disparan al azar. Esto ocurre todos los días y lo hacen con el objeto de mantener aterrorizada a la población. -NC. Eso es una perversidad digna de Josué, el profeta militar judío. -SMHA. No es un problema de los judíos, sino de los sionistas. Nosotros los musulmanes reconocemos al judaísmo y a sus profetas, pero rechazamos al sionismo. Además, como dice el Corán, el Antiguo Testamento fue adulterado por los escribas hebreos. -NC. ¿Pero cómo pueden ustedes combatir a un enemigo con el cual se reconocen unidos por un mismo origen religioso? -SMHA. Nosotros combatimos al sionismo. El objetivo militar es liberar a nuestras tierras libanesas, no expulsarlos de Palestina. Estamos preparados para convivir pacíficamente con los judíos una vez que hayamos derrotado la criminalidad del sionismo.
Y así sucesivamente. Esta visión no tiene en cuenta la creciente imbricación entre el sionismo y el judaísmo nacional-religioso: el actual fenómeno del nacionalismo judío mesiánico. Al subrayar con insistencia la continuidad teológica que existe entre el judaísmo y el Islam, se incapacita a este último para alcanzar la fuerza totalizadora que se origina en la percepción absolutamente diferenciada que los judíos tienen de sí mismos.
Despierta mi curiosidad esta creciente voluntad de rescatar la “continuidad teológica”, cuando son bien conocidas las severas críticas que el profeta Mahoma, hacia el final de su vida terrenal, les hace a los judíos, en el plano social, político y económico. La cuestión central es que el judaísmo se percibe a sí mismo no sólo como un hecho religioso fundacional (padre del monoteísmo), sino como un hecho racial, nacional y social, al mismo tiempo.
El Islam reúne muchos elementos para convertirse en el núcleo cultural de un proceso de liberación (de la raza árabe y otras etnias musulmanas contiguas, como la persa y la turca), respecto del hecho judío más trascendente de toda la historia: el espacio geopolítico actualmente dominado por el Estado de Israel. Pero carece de la fractura teológica que existe entre el cristianismo tradicional (hoy resistente ante una jerarquía romana crecientemente judaizada) y el judaísmo. Esa fractura teológica está corporizada en la figura de Jesucristo. Las palabras de Jesús constituyen una ruptura total con la tradición judía. El misterio de Jesús no debe ser considerado como una tentativa de reformar el judaísmo desde una supuesta secta judía (la de los cristianos): Jesús aporta un elemento absolutamente diferente que no puede ser reconciliado con el judaísmo. Jesús revela un Dios que es esencialmente distinto a Yahvé, al Dios nacional judío que nos muestra el Antiguo Testamento. El hijo de Dios y la Virgen María han sido y volverán a ser la frontera infranqueable entre judaísmo y cristianismo. Yo no veo que esa frontera teológica exista en el Islam, que privilegia la continuidad con el monoteísmo fundador.
En definitiva: la estrategia islámica contra Israel no es una “estrategia total”, no está basada en una concepción de “guerra total”: es decir, de guerra teológica (religiosa). Excluye a priori y absolutamente acciones terroristas como las que asolaron en Buenos Aires, un lugar desconocido muy alejado del teatro de operaciones del Oriente Medio, a dos instituciones judías. En ese sentido la estrategia del Islam chiíta es esencialmente diferente a la estrategia del judaísmo contra “el resto del mundo”, contra el mundo musulmán chiíta y sus propios judíos “traidores” o asimilados a la sociedad gentil.
Esa estrategia defensiva limitada se materializa en un misil de alcance intermedio que no lleva carga nuclear. Es un arma básicamente concebida como “capacidad de respuesta” (“segundo golpe”, en el lenguaje de la “guerra fría”) ante el enorme potencial nucleo-misilístico israelí.
La estrategia limitada del Estado iraní está precisamente limitada por consideraciones de tipo teológico. Los judíos, así como los cristianos y los pueblos que creen en Dios y en el Último Día son considerados por el Islam en su conjunto Gentes del Libro. Entiendo que eso es una consideración de tipo doctrinal que tiene una serie de consecuencias en el terreno legislativo, como puede ser la posibilidad de casarse con sus mujeres. Las Gentes del Libro son un grupo especial de los denominados en árabe: kufar, es decir que entran en la categoría de aquellos creyentes que no reconocen al Dios único, o a alguno de sus profetas, o a la Resurrección o al Juicio Final. Para el Islam, los kufar se clasifican en dos categorías: kufar dimmí y kufar harbí. Kufar dimmí, de manera muy resumida, es aquel que no mantiene una actitud hostil hacia los musulmanes y kufar harbí es el que manifiesta una actitud hostil hacia los musulmanes.
Es evidente que la actitud del Islam respecto a cada una de estas categorías es diferente, aunque responde a un mismo principio: el de no ser agresores (estrategia limitada defensiva). El kufar dimmí puede convivir con los musulmanes y en territorio islámico y tiene derecho a ser defendido por el Estado islámico en caso de ser atacado por sus enemigos, etc. En cambio, frente al kufar harbí, los musulmanes tienen el derecho de defenderse si son atacados o de acudir en ayuda de los oprimidos por ellos. Clarificar esta posición, hoy, en Occidente, atenazado por una “propaganda de guerra”en la cual Huntington no actúa como su único, ni siquiera como su principal exponente, es un acto temerario: significa la expulsión automática del campo de lo “políticamente correcto”.
Los musulmanes en general, al igual que la cúpula romana del catolicismo institucional actual, considera al judaísmo como el origen de las religiones monoteístas, es decir, como el producto de un mensaje divino revelado a través de uno de los profetas de Dios. En rigor de verdad, ese es el mensaje de Dios mismo. El hecho de que su mensaje haya sido desvirtuado posteriormente y que sea utilizado por un sector o varios sectores o por la práctica totalidad de los judíos de una manera perversa, no anula la importancia del mensaje mismo. El reconocimiento explícito de ese hecho por los musulmanes contribuye a reforzar la idea central de la unidad transcendente de las religiones y, en definitiva, de la existencia de un solo Dios (Tauhíd).
Ese tipo de consideraciones naturalmente no impide en absoluto a los musulmanes defenderse y defender a los oprimidos frente a la agresión de los desviados, se llamen a sí mismos judíos, cristianos, ateos o, también, musulmanes: Si dos grupos de creyentes combaten unos contra otros ¡reconciliadles! Y, si uno de ellos oprime a otro ¡Combatid contra el opresor hasta reducirle a la obediencia de Allah! Y, cuando sea reducido ¡Reconciliadles de acuerdo con la justicia y sed equitativos! Dios ama a los que observan la equidad. Corán, Sura 49: aleya 9 (en la traducción de Julio Cortés).
No es lícito afirmar que el mundo musulmán esté desprevenido frente a la maldad de los judíos: Juro que encontrarás que los peores enemigos de aquellos que creen son los judíos y los idólatras. Corán, 5:82. Pero: Ciertamente, aquellos que creen y aquellos de los judíos y los cristianos y los sabeos que crean en Dios y en el Último Día y obren rectamente, tendrán su recompensa junto a su Señor y no habrán de temer y no estarán tristes. Corán, 2:62.
Se supone, entonces, que de la meditación de todas las enseñanzas del Corán y de los hadices, sobre los judíos y sobre el resto de la creación, sobre las verdades metafísicas y sobre las experiencias de la historia, surge la estrategia y la táctica de la comunidad musulmana. Una comunidad de la que Dios ha dicho: Sois la mejor comunidad humana que jamás se haya suscitado: Ordenáis lo que está bien, prohibís lo que está mal y creéis en Dios. Si la Gente de Libro creyera, mejor les iría. Hay entre ellos creyentes, pero la mayoría son perversos. Corán, 3:110.
Esta última cita es significativa porque señala un hecho político de suma trascendencia: importantes sectores (pero aún minoritarios, institucionalmente hablando) de la comunidad musulmana internacional son los que constituyen hoy la verdadera resistencia contra la opresión judía. Sin embargo, hay que subrayar la palabra “resistencia”, ya que ella señala el núcleo de una estrategia defensiva limitada y, en ese sentido, esencialmente distinta a la estrategia total y totalizadora del judaísmo. Desde hace 1400 años existe infinitamente menos enemistad entre las comunidades judías huéspedes de las sociedades y los Estados musulmanes, que entre ellas y los Estados y sociedades cristianos.
ANEXO 5
CAMPAÑA DE CERCO Y ANIQUILAMIENTO CONTRA IRAN. CARTA ABIERTA A MIS AMIGOS IRANÍES
Publicado en Amanecer, de Madrid , del 29 de mayo de 1998
Queridos hermanos:
La decisión que podría adoptar el gobierno de mi país referente a la ruptura de relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán, es una alternativa que llena de vergüenza a la gran mayoría del pueblo argentino. En especial porque esa decisión vendría acompañada por una grave acusación contra un ciudadano iraní, el Sheik Mohsen Rabbani, antiguo agregado cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires.
No es posible justificar de ninguna manera el curso de acción asumido por el gobierno argentino. Todos los habitantes de mi patria saben que esa decisión está en vías de ser adoptada por la fuerte presión que sobre un gobierno débil y miserable mantienen los Estados Unidos de América e Israel. La posición del gobierno argentino no puede ser justificada porque, precisamente, y desde sus orígenes, ese gobierno proclamó públicamente el alineamiento total y absoluto, el “alineamiento automático”, con la política de Washington, que está determinada hasta en sus más íntimos detalles por el lobby judío-norteamericano.
Fue esa política de alineamiento automático, también definida como de “relaciones carnales”, la que impuso sobre el pueblo argentino, y especialmente sobre sus sectores más humildes, una opresión económica y una miseria nunca veces vista en la historia de mi país.
Fue esa política de “relaciones carnales” la que impulsó un proceso de desnacionalización económica total; la que esclavizó a la población de un “país rico” que hoy tiene hambre, la que ha implantado la prostitución generalizada, como “forma de vida”, y la creciente fractura territorial de mi Patria. Fue esa alineación automática con la lobby judío quien destruyó la moral y los valores humanos y religiosos del pueblo argentino.
Fue esa misma política la que impuso la indefensión total de la Argentina: destruyendo sus fuerzas armadas y su infraestructura productiva, científica y tecnológica. Mientras el pueblo argentino se encuentra hoy en el colapso histórico, la totalidad de su clase política — y no solamente el partido del gobierno –, y de la clase dirigente en general, está corrompida hasta el tuétano, no sabiendo hacer otra cosa que inclinarse servilmente ante los dictados del lobby judío-norteamericano.
Es ese proyecto adoptado por la totalidad de la “clase dirigente” argentina el que actualmente impulsa hacia la ruptura de relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán, y hacia la infundada acusación contra el Sheik Rabbani. El pretexto de la ruptura pretende fundamentarse en la sospecha, nunca confirmada documentalmente, de que personal diplomático iraní y miembros de la Resistencia Nacional Libanesa Hezbollah participaron en los “atentados de Buenos Aires”.
Los llamados — por el juez argentino a cargo de la causa, sistemáticamente manipulado por la Embajada de Israel –, “testigos”, no son más que opositores violentos al actual régimen de Teherán y agentes activos de servicios de inteligencia occidentales.
Naturalmente, ninguno de ellos estuvo, siquiera remotamente, ni en el tiempo ni el espacio, en las proximidades de los hechos. Todos dicen que escucharon decir que “A” dijo que “B” y que por lo tanto “C”… Esta anormalidad jurídica llevó a decir al juez francés Jean Louis Bruguiere, experto en “terrorismo antiislámico y antiárabe”: “La acusación (del gobierno argentino) contra Irán me parece que tiene un objetivo político más que técnico. Considero un peligro el terrorismo islámico, pero hay que ser más prudentes en este tipo de acusaciones” (en Buenos Aires, a Clarín, 18 de mayo de 1998)(1).
Pero lo que en verdad está en base de la acusación es un hecho de naturaleza estratégica: la voluntad de Israel y de los Estados Unidos de Norteamérica de internacionalizar el conflicto contra Irán. Argentina es sólo un pequeño eslabón dentro de la larga cadena de decisiones ya adoptadas. Esa voluntad estratégica está incorporada, desde su mismo origen, a las “investigaciones” judiciales realizadas en Buenos Aires. En otras palabras: esas “investigaciones” se acomodaron total e integralmente a una voluntad estratégica previamente diseñada.
Desde 1994 yo he escrito varios libros intentado demostrar que aquellas acciones terroristas (los “atentados de Buenos Aires”) fueron cometidas por grupos judíos que actuaron y actúan contra el Plan de Paz en Oriente Medio. Las de Buenos Aires fueron típicas acciones de judíos cometidas contra otros judíos (“guerra” — expansión territorial — contra “paz”, en Oriente Medio). Sobre esos dos atentados de Buenos Aires la inteligencia israelí ha montado una verdadera guerra psicológica, en todo Occidente. En una primera fase, desviando toda sospecha sobre los grupos terroristas judíos que en aquellos momentos conspiraban contra el gobierno laborista de Issac Rabin, a quien finalmente asesinaron.
La segunda fase fue acusar a Irán y a Hezbollah de haber sido los responsables de esos atentados. Esta fase se desarrolla, hasta el día de hoy, dentro de un marco cultural de histeria antimusulmana instalado en Occidente. El control del judaísmo sobre Occidente, inicialmente montado en base al Mito del “holocausto”, es la causa primera del conflicto que se pretende crear entre el Islam y Occidente. Es por ello que la “cuestión judía” afecta no solamente al Islam sino al mundo entero.
Es el judaísmo quien pretende racionalizar una división irreversible entre los hombres a escala planetaria, entre los “elegidos” y los “humillados”, entre los amos y los esclavos. Es el judaísmo quien pretende constituirse en el núcleo ideológico del capitalismo globalizante, que es la forma de dominación más inhumana que haya existido jamás a lo largo de la historia universal. Los intentos que en estos tiempos realizan los EUA e Israel en el sentido de pretender internacionalizar las agresiones contra Irán, son secundados, principalmente, por miserables gobiernos secundarios y dependientes, totalmente subordinados a la estrategia judío-norteamericana. Entre esos gobiernos se encuentra, desgraciadamente, el de mi propio país, Argentina.
La actual irano-fobia del gobierno argentino no expresa en absoluto el sentimiento del pueblo de mi patria. Sólo mide, con total precisión, el grado extremo de control que han logrado los intereses judíos y norteamericanos sobre la estructura de poder que hoy asola a mi país.
Contra ese control y contra esa dependencia estamos luchando actualmente. Es la misma lucha por la cual la sociedad argentina recobrará su dignidad usurpada, y la patria de los argentinos su soberanía vendida.
II
Acaba de aparecer la versión castellana de mi libro La falsificación de la realidad: la Argentina en el espacio geopolítico del terrorismo judío,destinada a todo el espacio abarcado por la lengua española (Hispanoamérica y España).
Dentro del ámbito de Instituto de Investigaciones Geopolíticas (IIG) de Madrid, estamos trabajando aceleradamente en su traducción al árabe. Espero que la versión en árabe, que será editada en Damasco pero presentada en Beirut, pueda estar terminada hacia mediados de julio. Asimismo el Instituto de Investigaciones Geopolíticas abrirá un espacio en Internet, que será llenado progresivamente con fragmentos del contenido del libro, en árabe, inglés, francés y alemán, más otras informaciones y análisis de coyuntura. Finalmente también ha comenzado una traducción al persa (parsi), que será realizada por un grupo de especialistas del servicio exterior de la radio y la televisión iraní. Como podrán ver cuando lo lean, una parte del libro está dedicada a estudiar todo el proceso conspirativo montado contra la Argentina y contra Irán por el lobby judío-norteamericano, desde la realización de los atentados (obra del Shin Beth, por acción o inacción) hasta su posterior camuflaje. Desde el punto de vista de política internacional, todo ese proceso debe ser entendido sólo como un segmento de una estrategia antiiraní más amplia, que denominaremos de “cerco y aniquilación”.
Esta estrategia es el origen de los ataques de los distintos sectores del lobbyjudío que opera en la Argentina y que se produjeron a diario, durante los últimos cuatro años, contra la República Islámica de Irán, el movimiento Hezbollah y los propios intereses nacionales del pueblo argentino. El objetivo final de la ruptura diplomática prevista por el lobby judío-norteamericano es que el gobierno argentino pueda presentar -inmediatamente después-, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, una denuncia contra Irán, considerándose “país agredido”. Es por ello que el gobierno de Irán no debería subestimar los “mensajes” provenientes de los distintos grupos sociales y políticos manipulados por el lobby judío de Buenos Aires. No estamos enfrentados a una mera disputa entre dos Estados (Argentina versus Irán)(2) como algunos pretenden hacernos creer, sino a una fase, a un elemento integrante de un proceso global de “cerco y aniquilamiento” a la República Islámica de Irán.
EL LOBBY JUDÍO EN LA ARGENTINA
Asimismo hoy podemos analizar, con total claridad, la crisis existente dentro de la comunidad y del lobby judío en la Argentina.
Esas sectas están profundamente divididas entre sí (existen por lo menos tres grupos antagónicos) por líneas de fractura que van desde los negocios hasta las diferentes percepciones culturales y teológicas ya instaladas en Israel y en la totalidad de la judería occidental. Esas líneas de fractura también producen distintas interpretaciones sobre las circunstancias concretas que provocaron los atentados de Buenos Aires.
La crisis intrajudía en la Argentina se deriva de las fracturas que afectan a la propia sociedad israelí (3) y a las luchas violentas que allí se producen, aunque ninguno de esos grupos judíos puede explicitar que los verdaderos autores de los atentados terroristas de Buenos Aires fueron los mismos judíos — nacional-mesiánicos y fundamentalistas — que luchan abiertamente por el poder en Israel y en todas las juderías del mundo (4).
Creo que las actividades antiiraníes y antilibanesas de la comunidad judía, y los acontecimientos que se suceden dentro del lobby judío que opera en la Argentina, no son lo suficientemente entendidos en Teherán. Existe una extrema pasividad por parte del gobierno iraní al respecto.
Las acusaciones antiiraníes que provienen de los distintos sectores del lobby judío en la Argentina, no son cuestiones que se originan dentro de un gobierno sometido y dependiente — el argentino — que tiene un poder decisional insignificante en el mundo. Con absoluta seguridad el gobierno argentino es sólo el peón de una estrategia global israelí, decididamente nacional-mesiánica, expansiva y fundamentalista, que en todo momento está potenciada por y desde Washington. Reducir los sucesos a un conflicto intrascendente entre Teherán y Buenos Aires no es sólo minimizar el problema. Es algo mucho peor aún: es adoptar un análisis estratégico profundamente equivocado.
Para el gobierno argentino la obediencia a Israel significa poder mantener su política de “relaciones carnales”, es decir de esclavitud en su dimensión más patológica, respecto de los Estados Unidos de América. El motor de toda esa estrategia es el lobby judío-norteamericano (en sus dos versiones: fundamentalista-evangélica y la liberal-laica) y su hermano menor: el lobby judío en la Argentina. En este escenario no hay sólo dos actores: Irán y Argentina. Sino como mínimo cinco actores: Israel, el (los)lobby judío-norteamericano, Estados Unidos de América, Irán y, finalmente, un actor secundario: Argentina, profundamente afectada por su “propio” lobbyjudío.
Es posible constatar la existencia de tres sectas en conflicto dentro de ese lobby judío en la Argentina. Como usted recordará, el “coche-bomba” fue una de las imágenes más publicitadas desde un primer momento (en ambos atentados, pero especialmente en el segundo), que tuvo por objeto señalar la presencia del “terrorismo islámico” en Buenos Aires, utilizando técnicas muy conocidas de guerra psicológica. Ahora existen por lo menos dos versiones radicalmente distintas dentro del propio lobby respecto del famoso “coche-bomba”. Una de ellas niega incluso que haya existido un “coche-bomba” en el segundo de los atentados (AMIA, 1994). Esta versión fue elaborada por la secta judía más ligada al gobierno argentino del señor Menem y, por lo tanto, más alejada de la Embajada de Israel: “La teoría del coche-bomba es insostenible. Sólo se encontró un 7% del presunto vehículo, cuando el promedio de atentados explosivos con vehículos es del 35 al 40 %.
Además los peritajes indicaron que los pedazos de chapa hallados no fueron sometidos a temperaturas superiores a las del proceso de pintura” (Horacio Verbitsky, en Página 12, Buenos Aires, 26 de abril de 1998).
Otra de las sectas afirma que existió un coche-bomba en el atentado de 1994, pero que las pruebas de su existencia fueron aportadas por la unidad del ejército israelí que investigó en exclusiva el lugar de la explosión, como si ese pequeño espacio de la ciudad de Buenos Aires fuese territorio bajo soberanía israelí: “Los informes técnicos prueban la existencia del coche-bomba, el que se identificó una enorme cantidad de piezas encontradas en el lugar del hecho, muchas de ellas por la brigada israelí de ‘socorristas’ (en realidad era un grupo de inteligencia operativa del Shin Beth). El motor apareció en la dirección que teóricamente había indicado el jefe de esa brigada (de inteligencia israelí)” (Luis Dobniewski, abogado de la AMIA, Página 12, Buenos Aires, 26 de abril de 1998).
Finalmente, la tercera secta, la más radical-fundamentalista, ataca violentamente a las dos anteriores, y pide una investigación transnacional sobre los atentados. Responsabiliza al gobierno de Carlos Menem de “obstaculizar las investigaciones” y está íntimamente ligada a los dos partidos opositores popularmente conocidos como “sinagogas democráticas”: el llamado Partido Radical y el FREPASO (Raúl Kollmann, Página 12, Buenos Aires, 27 de abril de 1998).
Pero en el punto en que todos los grupos judíos coinciden es en el de señalar la “culpabilidad” de Irán y, por supuesto, la de su “brazo ejecutor”, Hezbollah. En ese sentido el mando lo sigue manteniendo el propio embajador de Israel, Isaac Avirán, que se comporta como un arrogante virrey del imperio en una “provincia” periférica y subalterna llamada Argentina: “No nos cabe ninguna duda de que Irán es el país ideólogo de los atentados. No nos cabe ninguna duda de que Hezbollah hizo los atentados” (Clarín, Sábado 25 de abril de 1998).
CERCO Y ANIQUILAMIENTO
Israel ha diseñado, hace ya mucho tiempo, una estrategia de “cerco y aniquilamiento” respecto de la República Islámica de Irán. Es esa estrategia la que enmarca todas las “investigaciones” que se realizan en la Argentina sobre los dos atentados terroristas, el de 1992 y el de 1994.
Israel no necesita ni mucho menos desea encontrar a los verdaderos culpables — que son sus propios judíos terroristas — sino señalar a quien el Estado judío mesiánico actual percibe como sus enemigos principales: Irán y Hezbollah. Tal estrategia global está fundamentada en un principio elemental: Israel no puede tolerar la hipótesis de un sistema defensivo iraní basado en armas y vectores de lanzamiento que puedan afectar decisivamente a cualquier punto de su territorio e, incluso, a la totalidad de su territorio. Israel no puede aceptar esta posibilidad ni siquiera como hipótesis, ya que el costo de una defensa eficaz — mantenimiento de una hipotética capacidad de “segundo golpe” — contra un tal sistema de armas, sería absolutamente destructivo para la economía israelí, y totalmente disociador para la sociedad y el Estado judíos. Esa hipótesis — y no ya la realidad que pueda existir detrás de ella — es presentada como una conspiración contra la famosa supervivencia de Israel. Tal es la percepción que expresan, incluso públicamente, todos los dirigentes israelíes en la actualidad.(5)
Estamos hablando de una hipótesis — la existencia de un Irán con capacidad nuclear y misilística — que Israel ya ha logrado instalar dentro del sistema de poder norteamericano, a través su lobby judío.
A partir de esa instalación, todos los Estados vasallos de los EUA actúan en la maniobra de “cerco” contra Irán. Contrastando fuertemente con la política adoptada por la Unión Europea. En ese plano — Estado vasallo — encuentra su lugar el miserable gobierno de Buenos Aires, que acepta el dominio judío sobre la sociedad argentina con el único objetivo de mantener sus “relaciones carnales” con los Estados Unidos de América, que ya está asimismo totalmente controlado por su propio lobby judío, que defino en mi libro como “El gobierno mundial”.
La totalidad de las instituciones que conforman el gobierno argentino en la actualidad — y en un futuro políticamente previsible — son — y serán — simples marionetas de una estrategia global, a la que ni siquiera logran percibir plenamente ni en toda su magnitud. Es esa misma estrategia la que atenta contra los intereses del pueblo argentino y pervierte la idea de Patria que muchos argentinos aún sostenemos como proyecto nacional. Para mí es absolutamente claro que la recuperación de la soberanía y de la dignidad nacionales de la Argentina pasan por la destrucción de la estrategia global que sirve únicamente a los intereses de un Estado judío que, cada día que pasa, es más abiertamente terrorista y fundamentalista (nacional-mesiánico), como bien sabemos por los testimonios cotidianos que nos ofrecen nuestros hermanos palestinos.
CONTRAESTRATEGIA IRANÍ
Desde esta Europa culturalmente destruida por el Mito del “Holocausto” (dedico dos capítulos de mi libro a combatir ese Mito, que es el origen histórico del actual drama árabe-musulmán) no se percibe que exista una contraestrategia iraní diseñada en correspondencia a la escala monumental que posee la amenaza judío-norteamericana.
En mi opinión el gobierno de Teherán sigue subestimando muchos de los elementos concretos y puntuales que integran esa amenaza elaborada por los judíos de Israel y por los sionistas — judíos y evangélicos — que ejercen el poder en los Estados Unidos de América. (6)
Las acusaciones antiiraníes que se originan todos los días y en escala creciente en todos los niveles de la judería argentina son parte orgánica de esa estrategia. Si el gobierno de Teherán sigue ignorándola, la amenaza judío-norteamericana puede llegar a concretarse en un tiempo histórico muy corto. No olvidemos que la validez de los “Acuerdos de Oslo” expiran en agosto de 1999.
Luego vendrá la declaración unilateral de la independencia del Estado Palestino y las consiguientes represalias israelíes: un escenario de crisis de dimensiones finales desconocidas, ya que por primera vez habrá una proyección de ese duelo dentro del Estado y de la sociedad norteamericanas. Dentro de ese escenario, concretar la amenaza querrá decir: desencadenar una guerra de agresión contra Irán, contra el “cerebro” del “terrorismo islámico”. Y esa guerra de agresión, naturalmente, no podría tener sino una dimensión nuclear, que actuará con un “escudo de protección” convencional -aero/naval- proporcionado por EUA.
CHIÍSMO Y CATOLICISMO
En este punto sería interesante señalar un cierto paralelismo entre el chiísmo y el llamado catolicismo “preconciliar” o tradicional.
Cuando en Occidente se menciona a lo “preconciliar”, en esta época, se sobreentiende que se hace referencia al Concilio Vaticano II, origen del “catolicismo progresista” y gran puerta de entrada de los judíos al “mundo occidental”, similar a la ofrecida por el protestantismo en el siglo XVI (más por Calvino que por Lutero). El cristianismo tradicional, o “tradicionalista”, también entendido como elemento resistente, es hoy asimismo una minoría dentro del mundo católico. Pero sin embargo plantea la irreconciabilidad teológica con el judaísmo. A pesar de ser una minoría -aunque no deberíamos olvidarnos de las Iglesias cristiano-orientales- está en la base de fenómenos políticos nuevos en Europa, como es el caso del FN en Francia.
Asimismo desde la antigua matriz protestante alemana, desde el mismo núcleo de la Mitteleuropa, emergen hoy nuevos movimientos de resistencia popular y nacional (nacionalismo alemán) a los que será necesario prestar una creciente atención en los próximos tiempos. También desde el Extremo Oriente ruso soplan vientos de cambio en la misma dirección.
Pero sin duda alguna Irán hoy es el centro de la resistencia contra la hegemonía agresora y agresiva del judaísmo, por la sencilla razón de que también- es el target principal de la estrategia de “cerco y aniquilación”. El gran cambio se produce a partir de la gran revolución islámica del Ayatolá Jomeini.(7)
Es a partir de allí que una de las ramas del Islam — y no todo el Islam — adopta ante el Estado judío una posición de enemistad política y sociológica — o que no tiene por qué afectar a ningún principio teológico — mucho más firme. Esa posición es de inmediato combatida — guerra mediante — por un Estado árabe que, in extremis, siempre recurre a la protección del Islam. En lo fundamental es el chiísmo — revolución islámica mediante — quien reemplaza con decisión y eficacia la anterior etapa laica de la resistencia árabe contra el invasor.(8)
Sin embargo muchos de nosotros desearíamos que la  contraestrategia iraní estuviese más orientada a desmantelar puntualmente — en todos los casos y caso por caso — la estrategia de guerra, de “cerco y aniquilación” (eufemísticamente: “doble contención”) ideada por Israel y apoyada por EUA.
No solamente a resistir ante ella. Desmantelar una estrategia quiere decir desmontar todas las piezas que la componen, y destruirlas una a una.
ESTRATEGIA LIMITADA
El gobierno argentino, para empezar, es un gobierno cipayo. Saben ustedes que la palabra cipayo es una castellanización del persa sipahi: que era la denominación de las tropas indias que defendía a la corona británica, en todo el mundo.(9)
Durante los tiempos del imperio. Fiel a esa vocación, el gobierno del señor Menem actúa exactamente igual a cómo lo hace el señor Arafat y su ANP: no de cara a Israel sino de cara a Washington. De cara a las decisiones imperativas que allí toman los lobbies judío-norteamericanos: el fundamentalista-evangelista que apoya a Netanyahu, y el laico-liberal de la Costa Este que apoya a Clinton.(10)
Cuando la señora Hillary Clinton habló, hace pocos días, de la posibilidad de reconocer un futuro Estado palestino, evidentemente estaba devolviendo el golpe: estaba enfrentando el complot (montado por Israel y un sector del lobby judío norteamericano) que había estallado en torno de una pareja formada por su marido y una figura femenina perteneciente a una familia del establishment judío-norteamericano. La declaración de la señora Clinton generó una importante respuesta de ese sector de ese lobby. La administración Clinton recibió fuertes embates del lobby judío-evangélico. Newt Gingrich, presidente de la cámara de representantes y líder de la oposición, acusó al presidente Clinton de estar extorsionando a Israel, y 81 senadores (de un total de 100) dijeron, en una carta conjunta al presidente, que debía permitirse a Israel usar sus propios criterios en cuestiones de seguridad.
Más de la mitad de los 435 miembros de la cámara de representantes firmaron otra carta con el mismo contenido. Pero otro sector de los judíos norteamericanos apoyó al presidente Clinton. Pero los dos sectores enfrentados del lobby, el mayoritario “evangélico” y el minoritario laico, apoyan las demandas de “seguridad” israelíes, a partir de las cuales Netanyahu esconde el proyecto de expansión territorial de los colonos. Para algo han asesinado al general Rabin, que sin embargo fue el líder israelí que más asentamientos aprobó en todo la historia del Estado judío.
Dentro de este esquema hay que analizar el proyecto “unilateral” del gobierno del señor Menem de romper relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán.
Si la cuestión se pudiera reducir a una simple disputa bilateral no habría ningún problema. Las decisiones que pueda tomar un Estado períferico carecen de importancia en todo sentido. Pero es evidente que no estamos ante un caso de mera bilateralidad. Argentina es socio junior de la OTAN y un Estado anti-terrorista modélico, según la opinión del Departamento de Estado.(11)
Por lo tanto la idea de romper relaciones con Irán no se ha elaborado en Buenos Aires, sino en Washington, con el beneplácito de ambos lobbies judíos en EUA. A partir de allí será necesario considerar esa decisión, y la larga historia de agresiones que la antecede, como un mero segmento de una estrategia global de internacionalizar un conflicto contra la RI de Irán. A partir de este momento el mundo entero tendrá un leading case (denuncia Argentina a Irán como “país agresor” en el CS de las NU) que será modélico en la estrategia de cerco y aniquilamiento.
Esta perspectiva global a la que nos introduce el “ejemplo argentino” no fue, en su momento, percibida por el gobierno de Teherán. No haber interceptado esa política en su momento fue un error muy grave; no hacerlo ahora es aún peor. Se están dejando las puertas abiertas para la continuidad de la estretegia global de cerco y aniquilamiento.(12)
Con la humillación agravante de que un ciudadano iraní completamente inocente, Mohsen Rabbani, puede tener un pedido de captura internacional, vía INTERPOL, como si se tratase de un peligroso delincuente internacional.
La estrategia limitada de Irán se traduce — como ya hemos señalado para el caso argentino — en una extrema pasividad ante situaciones muy agresivas que se suceden en el mundo occidental, y en la Periferia de Occidente, que incluyen naturalmente acciones contra la propia República Islámica de Irán.
Simplemente, el Estado iraní no reacciona adecuadamente contra esas agresiones. No incorpora las resistencias locales que se originan contra esas agresiones dentro de una estrategia más amplia, necesariamente global.
La lucha contra el Estado judío no puede quedar localizada geográficamente aislada en el llamado Oriente Medio.
En mi anterior libro El nacional-judaísmo pretendí demostrar que el sionismo ha sufrido una metamorfosis tan radical en los último años que prácticamente hoy ha devenido en “otra cosa”: en un mesianismo nacionalista-religioso. La clásica dicotomía entre judaísmo religioso y sionismo laico es una ecuación que pertenece al pasado.
Yo llego a esta conclusión a partir de estudiar casos concretos de terrorismo judío que se suceden en lugares muy remotos, en la extrema periferia del mundo occidental.
Todas las religiones sufren distintas ideologizaciones a lo largo de la historia. Este es un proceso sociológico perfectamente comprensible y bien comprendido por algunos historiadores. No hay alteraciones teológicas importantes pero sí sucesivas adaptaciones políticas. Yo he estudiado muchas ideologizaciones sufridas por el cristianismo a lo largo de 2.000 años, y algunas de las experimentadas por el judaísmo. Conozco menos la historia musulmana.
Hoy sería deseable ver una ideologización islámica que no enfatizara tanto sus raíces abrahámicas cuanto sus diferencias políticas y estratégicas con el judaísmo. Ello no representa, creo, ninguna alteración teológica substancial para el Islam en su conjunto. ¿No es acaso el propio chiísmo una ideologización dentro del Islam?
Vengo analizando el escenario de conflicto del Mediterráneo Oriental y del Asia Central desde hace algunos años. En 1996 publiqué un libro donde ya señalaba el problema: Terrorismo fundamentalista judío, nuevos escenarios de conflictos (Libertarias-Prodhufi, Madrid).
Un año después la misma editorial lanzó al mercado de lengua española otra investigación, donde traté de definir la naturaleza del judaísmo contemporáneo: El nacional-judaísmo, un mesianismo pos-sionista. Es en este libro donde además desarrollo, mucho antes que otros analistas en Occidente, la hipótesis de la guerra civil judía (conflicto intra-judío). A finales del mismo año de 1997 aparece otro trabajo mío enfocando la misma cuestión desde otro ángulo: España y los judíos, expulsión, inquisición,holocausto, 1492-1997(Amanecer, Madrid).
Actualmente estoy finalizando un nuevo libro que fui redactando sobre el terreno en Oriente Medio y zonas contiguas, con el cual espero completar todo un ciclo de investigaciones sobre el terrorismo judío: Geopolítica del conflicto en el Mediterráneo Oriental y el Asia Central.
Dentro del terreno que me compete, este libro que ahora sale (La Falsificación de la realidad: la Argentina en el espacio geopolítico del terrorismo judío), entendido como una parte de un estudio más amplio en parte ya realizado, tiene precisamente el objetivo de contribuir a destruir uno de los elementos de la estrategia global judío-norteamericana, impulsando un proceso de dignificación del pueblo y de la nación argentinas. De recuperación de la soberanía nacional argentina. Es mi forma de participar en este conflicto codo a codo con mis hermanos árabes y persas, al lado de los humillados contra los arrogantes de este mundo.
Me despido de ustedes con un fuerte abrazo fraternal.
Norberto Ceresole
Madrid, 25 Mayo de 1998
NOTAS
(1)“- Usted comparte la tesis de Estados Unidos y de Israel, quienes adjudican a Irán el rol de usina del terrorismo?
-“Como especialista en el tema, yo sería más prudente en esta cuestión tan terminante. La acusación a Irán me parece que tiene un objetivo más político que técnico… Hay que ser prudentes en las acusaciones, porque a veces son demasiado políticas” (Clarín, 18/5/92).
(2) Uno de los testigos de la acusación en el “Caso Mikonos” declaró ante el juez argentino Juan José Galeano que: “La decisión de cometer el atentado contra la sede de la AMIA, destruída en julio de 1994, se tomó en Teherán dos años de esa fecha, durante una reunión en el ministerio de Seguridad iraní, en la que participó el actual jefe de Inteligencia de ese país, Alí Fallahian, a raíz de que la Argentina acababa de comunicarle a ese Estado que no continuaría con la transferencia de tecnología nuclear”. (La Nación, Buenos Aires, 16 de mayo de 1998).
Daría la impresión de que el Estado iraní es visceralmente peligroso: ataca con bombas a todos aquellos
Personalmente conozco muy bien la naturaleza de aquel contrato “nuclear”: se trató de la venta de vulgares repuestos y componentes para usinas experimentales. En ningún caso fue una “transferencia tecnológica” con capacidad para producir “armas de destrucción masiva”. Demasiado poca cosa, en verdad, aún para el salvaje “terrorismo islámico”, para semejante atentado terrorista. La pretensión del juez argentino Juan José Galeano de “ajustar” las investigaciones sobre los atentados de Buenos Aires al “modelo” del “Caso Mikonos” (Berlín, 17 de septiembre de 1992) revela, una vez más, no que no cumplen sus contratos comerciales.sólo su incompetencia profesional, sino sobre todo su desconocimiento casi total sobre cuestiones de política internacional. El “modelo Mikonos” es otro callejón sin salida. Hace mucho tiempo que no sólo Alemania (el Estado alemán) sino todos los Estados de la UE han superado el impacto que, en su momento, produjo el montaje judicial del “caso Mikonos”. Actualmente las relaciones -de todo tipo- entre la Unión Europea e Irán son decididamente primaverales
(3) “La paz empieza en casa. Sólo una nación en paz consigo misma, en su propia casa, puede hacer la paz con los pueblos que la rodean. Una nación dividida, partida y ocupada por culturas de enfrentamientos invita a los enemigos del exterior a presionar y atacar. ¿Es esto lo que necesitamos?, ¿guerra de culturas?”, se preguntaba esta misma semana el primer ministro ante un compacto auditorio compuesto por militantes y dirigentes de su partido, el Likud.
El conflicto entre judíos laicos y ultrarreligiosos no es nuevo. Israel vive desde hace años sumido en un permanente choque entre quienes propugnan el acatamiento a ultranza de todas las reglas y preceptos religiosos y los laicos y progresistas, enraizados en el espíritu de los fundadores del mismo Estado, que reclaman una Constitución en la que se establezca la libertad de conciencia y se asegure la separación entre religión y política.
La situación ahora se ve agravada por el crecimiento y mayor protagonismo político del sector ultrarreligioso, uno de los apoyos de Benjamín Netanyahu.
Las últimas encuestas aseguran que el 80% de los universitarios de Tel Aviv temen el estallido de un conflicto abierto entre las comunidades laicas y las religiosas. Según los mismos sondeos, el 63% de la población afirma vivir bajo la presión religiosa de una minoría. El 16% de la población israelí habla ya de un peligro de guerra civil”.
Fuente: Ferrán Sales, corresponsal de El País en Jerusalén, Madrid, 10 de mayo de 1998.
(4) “Un sondeo publicado en Israel días antes del “Rosh Hashana”, el Año Nuevo judío, dejaba bien claro cuáles son las fundamentales preocupaciones de los ciudadanos de este país que ahora cumple 50 años de azarosa vida.
De los encuestados, sólo el 30 por ciento citó como principal amenaza contra el Estado hebreo el conflicto árabe-israelí. El 60 por ciento, en cambio, situó en su primera línea del frente a las crecientes diferencias y divisiones entre la derecha y la izquierda políticas (entendidas en este caso por una concepción más o menos nacionalista); entre los religiosos y los laicos; entre los sefardíes y los asquenazis (judíos procedentes de España y de Europa central y del este, respectivamente).
El sondeo iba incluso más allá y dejaba un amargo sabor de boca ante el futuro inminente: el 80 por ciento de los encuestados no creía improbable que, tarde o temprano, se llegue a un enfrentamiento violento en Israel entre unos y otros; entre judíos. “Esa es, en efecto, la pregunta que se plantea Israel a sus cincuenta años: ¿Qué clase de sociedad, qué clase de Estado queremos?”.
Ibraham Diskin, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea, no tiene la respuesta pero confiesa que de no comenzar un diálogo sincero, abierto, tolerante y urgente entre los diversos sectores que componen dicha sociedad se puede llegar a una situación límite. “Quizás consigamos mantener nuestra aparente unidad interna mientras no consigamos una verdadera paz con los árabes, pero de no afrontar esta realidad es muy posible que la próxima guerra que tenga lugar en la región sea entre judíos y no con los árabes”, vaticina pesimista. Para el también politólogo Daniel Ben Simon, la sociedad israelí es “una sociedad tribal, en la que cada sector, cada tribu, lucha por sus intereses y prioridades particulares en detrimento de la colectividad nacional. Esas divisiones, hoy tan palpables, estallaron a raíz del asesinato en noviembre de 1995 de Isaac Rabin pero ahí estaban. No han surgido de la nada”.
Fuente: ABC, Madrid, 29 de abril de 1998.
(5) Naturalmente desconozco si Irán dispone o no de esas armas que no necesariamente deben ser “atómicas”, según una errónea definición popular.
De lo que sí estoy convencido es que si Irán no hace un esfuerzo serio por acceder a ellas en el más breve plazo, estaría cometiendo simplemente un acto de suicidio.
(6) El único movimiento sionista no judío existente en el mundo está localizado en el fundamentalismo protestante (evangélico-calvinista) de los EUA. Ese movimiento fundamentalista cristiano es el principal aliado actual del gobierno israelí. Está en el fondo de todos los complots anti-Clinton, quien, sin embargo continúa siendo apoyado por la fracción laica-sionista (Costa Este) del lobby judío-norteamericano.
(7) Estoy leyendo actualmente los diez volúmenes de las obras del Imam Jomeini, editados en idioma inglés por el Institute for Compilation and Publication of Imam Khomeini, de Teherán. El pensamiento del Imam Jomeini presenta un interés político muy especial, ya que resuelve la vieja contradicción entre “Revolución” y “Restauración” que ha atenazado a Occidente desde la Modernidad.
Muchos de mis amigos europeos e hispanoamericanos actúan hoy en día como “revolucionarios”, pero se definen a sí mismos como “restauradores ” o “conservadores”. El Imam Jomeini demuestra que una verdadera Revolución es posible (entendida como una acción efectiva de los humillados [oprimidos] contra los arrogantes [opresores]) conservando la tradición (la protección cultural que necesita el hombre individual para no convertirse en un “chip” dentro de un mercado [mundial]), es decir, sin caer en la patética realidad del “hombre desnudo” que ha generado, precisamente, la Modernidad. El oprimido puede “liberarse” (un concepto, sin duda, de raíz bíblica [Antiguo Testamento]) sin fracturar su entorno religioso, cultural y, aun, nacional. De tal manera que no es necesario recurrir a la Restauración -defensa de un sistema anterior tradicional pero más injusto que el que genera la Revolución- para preservar los valores que la Modernidad pretendió destruir para siempre, instaurando -como proyecto- un “gobierno mundial”: el fin de la historia].
(8) El fracaso de esa resistencia laica fue manifiesto, y no sólo en el mundo árabe. La fractura del mundo bipolar no hace más que acelerar esa mezcla de derrota asumida y traición a los principios de subsistencia más elementales. Hoy vemos a la dirigencia de la OLP, apoyada por gran parte del mundo musulmán, dando su batalla desde el lobby palestino de Washington con el aparente apoyo de un presidente que tambaleó con “escándalos sexuales” preparados y potenciados por el lobby judío-norteamericano. Este nuevo “campo de batalla” -el Estado y la sociedad norteamericanos- es una cuestión que no debe ser subestimada en ningún caso. De una manera muy concreta se está trasladando (proyectando) parte del conflicto del Oriente Medio al interior de los Estados Unidos de América. Tal vez el próximo asesinato presidencial en la superpotencia se origine en esos conflictos proyectados desde la Periferia. Siempre la Periferia actuó sobre el Centro de la misma manera. Todos los imperios han caído por ese tipo de mecanismos, y no sólo el Romano ya cristianizado por un Profeta de lengua aramea que había nacido en la periférica Palestina.
(9) En su famosa novela sobre el frente del oeste en la Primera Guerra Mundial, Tempestades de Acero, Ernst Jünger, entonces un joven y heroico oficial alemán, relata un combate entre alemanes y sipahis muy cerca de Cambrai, en el norte de Francia. Junger saca importantes conclusiones sobre ese choque, relativas al futuro de Alemania.
(10) Ambos lobbies se mueven dentro de la dialéctica “hermano-enemigo” que hoy sacude los cimientos de la sociedad israelí.
(11) El Departamento de Estado de los Estados Unidos difundió un informe anual sobre terrorismo.
Señaló que ‘el Hezbollah libanés, con apoyo de Irán, sigue siendo el principal sospechoso’ de los atentados, y respaldó la política del Gobierno en la lucha antiterrorista.
“Apoyo de los EE.UU. al gobierno (argentino) en su política antiterrorista… El Gobierno recibió de los Estados Unidos una señal de respaldo acerca de la política de combate al terrorismo. En un informe oficial del Departamento de Estado, Washington enfatizó que Irán ‘sigue siendo el principal sospechoso’ en los atentados contra la Embajada de Israel (1992) y contra la AMIA (1994), cometidos en Buenos Aires.
“Muy cerca del presidente Carlos Menem se respira cierta euforia por el elogio norteamericano. El Informe anual del Departamento de Estado, que se titula Pautas de Terrorismo Global de 1997 expresó el respaldo implícito de ese país a la actuación oficial y a la investigación del juez federal Juan José Galeano, que instruye la causa de la AMIA.
“Con más claridad, respaldó al Gobierno por su voluntad política para combatir los focos de terrorismo en la triple frontera (la Argentina, Brasil y Paraguay), centro de asentamientos del fundamentalismo islámico.
En la Casa Rosada se interpreta que el informe supone el logro político más visible del alineamiento automático entre nuestro país y la Casa Blanca, la ‘alianza estratégica’. Según la Embajada norteamericana en Buenos Aires, el del Departamento de Estado es un ‘documento positivo para la Argentina’.
Una fuente diplomática dijo ayer a La Nación que ‘se refleja que la Argentina y los Estados Unidos trabajan en plena cooperación contra el terrorismo’.
“El documento trajo aire fresco al Gobierno… el Departamento de Estado enfatizó que el ‘ministro del Interior, Carlos Corach, impulsó vigorosamente la aplicación de controles fronterizos más estrictos e incrementó la cooperación entre los servicios locales encargados de hacer cumplir la ley en la región trifronteriza (triple frontera)’.
“En la definición más contundente, añadió que, ‘en 1997, la Argentina siguió adoptando una función predominante en lo que respecta a promover la cooperación contraterrorista en la región’.
La difusión del documento coincide con la inminente llegada a nuestro país, del director del FBI, Louis Freeh, quien se reunirá con Menem, con Corach y con el juez Galeano,entre otros. Durante la gira, podrían conocerse avances cruciales en la causa de Galeano que comprenderían a los dos atentados antijudíos y que comprometerían seriamente a Irán.
“La venida de Freeh es la muestra de la afinada sintonía entre nuestro país y Washington, además de una respuesta al permanente reclamo del Congreso Judío Mundial. “Estamos muy satisfechos de que se reconozca el avance y el esfuerzo nuestro en este asunto”, señaló a La Nación un allegado a Corach”.
Fuente: La Nación, Buenos Aires, 6 de mayo de 1998. La nota está firmada por Mariano Obarrio, un conocido miembro de Opus Dei en la Argentina.
Tres días después, el 9 de mayo de 1998, el mismo medio y el mismo periodista editan un reportaje al ministro del Interior, el judío Carlos Corach, donde se anuncia la ruptura de relaciones diplomáticas antes señalada. Y se agrega: “El juez federal Juan José Galeano estaría dispuesto a ordenar en los próximos días la captura internacional de Mohser Rabbani, quien se desempeñó como agregado cultural en la embajada de Irán en la Argentina. Galeano también le pediría a Interpol que detenga a otros funcionarios iraníes. La decisión, que en la Casa Rosada esperan de un momento a otro, fue adoptada entre Galeano y sus colaboradores luego de escuchar en Alemania la declaración que prestó un testigo de identidad reservada, conocido como ‘C’. Ese hombre fue otrora el tercero en la jerarquía del servicio de inteligencia iraní -su identidad e integridad son protegidas por el gobierno alemán-, y conoce a fondo el funcionamiento de esa estructura. Galeano y los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, según una fuente cercana a la causa, escucharon de su boca una revelación fundamental: la Embajada de Irán en la Argentina es la central de inteligencia iraní para todas las divisiones de América Latina. El hombre también sostuvo que Rabbani es el ‘enlace’ de Irán con la inteligencia de la región y confirmó que tenía capacidad operativa para activar o despertar células dormidas que existen en Buenos Aires.
El testigo ‘C’ precisó, además, que Irán se vale de personas de su propia nacionalidad o de libaneses para cumplir sus fines. Desde un primer momento, a partir de la declaración de Manoucher Moatamer, que involucró a la delegación iraní en nuestro país en la planificación del atentado, las investigaciones se orientaron hacia esa dirección. Pero, ahora, el testimonio de ‘C’, que es considerado mucho más sólido que Moatamer, confirma que ese es el rumbo correcto”.
Fuente: La Nación, Buenos Aires, 9 de mayo de 1998.
Una semana después de la visita de Freeh llegó a Buenos Aires otro destacado judío, nada menos que el secretario de defensa de los EUA, William Cohen. Cohen llegó a Buenos Aires con el objetivo explícito de explicarle a Carlos Menem la maldad intrínseca del “terrorismo islámico”. Asimismo impulsará un proyecto de “defensa continental contra el terrorismo”, del cual Paraguay (y, en otro plano, Colombia) serán las principales víctimas.
(12) En innumerables oportunidades y circunstancias yo he señalado esa debilidad estructural, y no para beneficio exclusivo de Irán, sino pensando siempre en el destino aciago de mi propia Patria, que ha sido conquistada desde dentro por un grupo humano perverso que aspira a desatar una nueva guerra mundial, de “supervivencia” para el Estado de Israel.
Publicado en la web de RESISTENCIA. En la web de Resistencia había alojado un sitio específico dedicado a su colaborador especial NorbertoCeresole.
Publicado en Amanecer, Madrid, 29 mayo de 1998
Publicado como Anexo 5 del libro: «La conquista del imperio americano», ed. Al-Andalus, Madrid, pp. 93-111; con el título de “Campaña de cerco y aniquilamiento contra Irán. Carta abierta a mis amigos iraníes”.
Libro disponible en red: «La conquista del imperio americano»: El poder judío en Occidente y en Oriente.
Sobre este libro: «La tesis principal de este libro gira en torno al siguiente concepto: Todo indica que estamos viviendo une época de la historia del mundo en la cual un grupo humano especifico, dotado de une ideología mesiánica y de una arraigada consciencia de superioridad respecto del resto de los mortales, parece decidido a la conquista del mundo, y no solo de los Estados Unidos de América. Ese grupo humano no solo se lanza al abordaje de bancos europeos -suizos y alemanes, por el momento- sobre todo, desde su bunker de Nueva York, la capital judía del Hemisferio Occidental, la mafia financiera judía devalúa monedas y hunde y saquea naciones en todo el mundo, desde Indonesia hasta Rusia, pasando por Hispanoamérica. Sus “economistas académicos” diseñaron el “proyecto global”: la gran mentira que destruye pueblos y continentes enteros. Estos atracadores planetarios están atrincherados detrás de un Mito, el del “Holocausto”. El es su única “fuerza moral”.»
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