Catorce lunas habían pasado desde la fatídica noche donde el sueño de su mejor amigo, donde la vida como la conocían desde hace años, se había quebrado sin oportunidad de reparo. El profundo aroma a sangre seguía penetrado en su nariz, sus heridas físicas habían sanado al igual que mantenía en alto la moral de la manada, aunque su corazón se hubiese quebrado en miles de pedazos cuando sintió como su vinculo amistoso, su soulmate platónico, murió esa noche. Él había perdido a Taekyung de la manera más desgarradora posible, pero Suyeong no solo lo perdió a él… sino también a Saem. Su cuerpo, su mente y corazón no pudieron con aquello, quebrandose tan profundamente que le hizo caer en un sueño profundo del cual Yohan comenzaba a dudar fuese a despertar. El lobo en su interior se inquieta, tiene que morderse la mejilla interna hasta sangrar para recuperar fuerza y mantener todo aquello funcionando. “Las manadas son como un cuerpo Yohan, necesitan de un cerebro como el tuyo y un corazón como el mío” es lo que Suyeong decía siempre, pero ¿cómo iban a salir adelante si el corazón amenazaba con detenerse?
Por ende, se acercó a Doyun esa misma mañana, pidiéndole la ayuda que rechazo durante catorce días, en un intento desesperado de conseguir una segunda opinión ahora que no tenía opciones. Yohan lucía delgado, completamente exhausto. El suéter largo que cubría su desnudez superior y los collares que colgaban de su cuello y rozaban su pecho le ayudan un poco a conservar apariencias, pero honestamente, se sentía cansado. Aguarda, en la entrada de la tienda principal donde Suyeong dormía dentro, sus ojos cayendo en el otro theta. - —Está empeorando — -susurra, no queriendo que esa frase llegue a nadie de su manada, pero comunicándose asertivamente con Seungwon.
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Yohan espera paciente a que las clases de los más pequeños terminen, los cachorros abandonando las tiendas de enseñanza y sus maestros no muy lejos de ellos. Los niños se veían interesados y sorprendidos en ver al doctor en esa zona de la manada, los adultos lo miraban más con ojos brillantes y que ellos creían saber porque razón estaba ahí. Los pómulos se le pintan muy sutilmente de rosado por una vergüenza que nacía acerca de que él nunca se interesaba en nadie más allá de lo normal, por ende, verlo ahí esperando a un omega en especial y que el mundo lo sepa, le pone algo incomodo. - —Las clases terminaron, ¿por qué siguen pegados a ti? — -es lo primero que dice al ver a Manweol con un par de cachorros cerca, arqueando una ceja de forma juguetona. - —Ah ya veo, quieren ser vacunados.
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Suyeong había pasado por infinidad de situaciones complejas en toda su vida, desde el problema en uno de sus oídos que le dejó prácticamente en desventaja ante otros alfas en su manada si es que subía al puesto por medio del nepotismo, hasta el momento en que abandonó su casa para buscar el camino que realmente deseaba y era forjarse su propia vida, con sus propias manos. Tuvo ayuda en el camino, de las mismas personas que una vez lo encarcelaron y jugaron con él como si fuese un muñeco de trapo, con quien más tarde afianzaría una amistad perfecta y una relación ideal de alfa-omega que cualquier persona colocaría como fotografía en un libro donde se buscase el termino y concepto. Luego vino aquel muchacho, que aseguraba que Suyeong era el lobo de sus cuentos de fantasía y que tenía demasiada energía en las venas, la sonrisa más brillante que el mismo sol y el calor más exuberante que cualquier fogata. Amar a Saem nunca fue escabroso, difícil, complejo. Adorarlo fue sencillo, como dejarse caer desde el alto de un risco y sumergirse en el agua sabiendo que podría respirar en el fondo del océano. Así de intenso era el amor que sentía por él, descubriendo más tarde la razón de ello y es que el universo, los había unido inclusive antes de nacer. Adoraba a Taekyung, era su pilar más fuerte y la persona a quien siempre cuestionaba cuando sentía que estaba yendo en un camino incorrecto, pero Saem era ligeramente distinto por como sus almas estaban genuinamente entrelazadas. Suyeong lo observa descansar, el cabello y la piel limpias luego de un baño, ropa cómoda para hundirse en el lecho que compartían los tres y donde sus esencias eran más fuertes, donde alfa y omega lo protegían. Están ambos tumbados en la cama, el más bajo con algunos rasguños en sus brazos vendados, sus piernas entrelazadas con las del menor y una de las manos acariciando los mechones de cabello mientras la otra sostiene su propia cabeza para verlo desde arriba. Su marca estaba impecable, perfecta y notable sobre su cuello y el alfa agradece a cualquier entidad de que sea así, que el muchacho que encontró desnudo y en una reja, tuviese el temple de sonreírle y asegurarle con eso que no había sido lastimado de forma irremediable. Estaba bien, ahora estaba con él y no iba a soltarlo otra vez; iba a sanarlo si era necesario. El café de su esencia se estaba tornando amargo por los pensamientos negativos, optando por cambiar a la vainilla y el leve tinte de chocolate mientras se inclinaba para besarlo en los labios, los dedos de la diestra acariciando sus pómulos y parpados. - —Despierta, mi amor, te echo de menos — -Yohan le dijo que debía dejarlo dormir, pero Suyeong se pone impaciente y quiere verlo, que le hable, que le sonría como siempre porque es cierto que lo ha extrañado de forma abrumadora, sentía que le arrancaban el corazón de tajo desde el centro del pecho y, aun así, se tenía que obligar a respirar y seguir con su vida.
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Sully mi amor, mi vida, mi tesoro 🥺 es cierto que conociste un lobito? 🥺
Suyeong termina de ajustar el vendaje alrededor de su torso, el cual lucía pulcro y prístino, prueba viviente de que esta vez no le dio dolores de cabeza a ninguno de los dos theta que lo despertaron en contra de la voluntad del universo, yéndose a correr por ahí o poniéndose a boxear con alguien. - —Lo hice — -asiente, arreglando los tres collares sobre su cuello. - —Uno muy herido y moribundo, victima de las circunstancias, ¿no suena muy parecido a casa? — -la pequeña risa que sale de él no tiene mucha gracia, porque aun es un tema que le duele y el pecho da un salto, un palpitar de un corazón fisurado que recuerda el dolor de la perdida. - —Fue un riesgo traerlo conmigo pero conseguí que sobreviviera, que tuviese otra oportunidad y aunque tal vez aun no afronto las consecuencias de mis actos si su manada viene a buscarlo… espero ser un alfa digno y fuerte de nuevo para encontrarme con el problema de frente.
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