mercurio0

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Marya Hornbacher // Maya Angelou

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I think magically becoming a Narnian queen would help me a lot actually

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man there’s something bout narnia that just burrows it’s way into your soul and never leaves

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Y si lo pongo en palabras, solo quiero dormir y llorar y desvanecerme de a poco.

Hacerme polvo.

Porque eso sería más fácil que ser desterrada.

Pero yo nunca quise ser una pieza en tu construcción, eso que pretendía ser un hogar.

Soy la baldosa floja bajo tus pies. No pertenezco acá, soy bien consciente.

Porque jamás pudieron verme, amarme por lo que era.

Cedí todo lo que era importante para mí por desesperación, por querer ver aceptación en un par de ojos.

Ya no más. Aunque me tenga que ir al infierno. Prefiero sentirme una infractora a ser peso muerto en esta cama.

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musings on oranges

Alessia Di Cesare, Romero Barros, Wendy Cope, David Stevenson, Rebecca O’Connor, Andrea Kantrowitz, Nina LaCour, Augustin Rouart, Ocean Vuong, Chris Krupinski, Wendy Cope, Mickie Acierno, Jacques Prévert,��Robert Spear Dunning, Wendy Cope

buy me a coffee

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Ada Limón, from “World Versus Girl”, Sharks in the Rivers

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'george wright's garden in dorset, england' in livingsculpture - paul cooper (2001)

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Pájaro Herido.

Me repito que estoy aprendiendo cuando, tendida en la cama con la cara mojada, me siento sin propósito y desorientada.

Estoy aprendiendo a existir, me digo a mí misma pasando mis dedos sobre mis párpados, deseando que no hubieran inhalado mi aire como el humo de un cigarrillo, exhalando nocividad para alimentar su soberbia e imprimir sus errores en mí.

Como si no hubiera algo que ver en mis ojos, como si no fuese suficiente persona.

Procedí a escupir tinta cada vez que algo dolía. Pero, con los años, fue perdiendo fuerza esa dolorosa imagen, esas dolorosas palabras remarcadas en negrita. Escribí gentileza sobre mí misma, exploré con manos suaves las heridas que aún ardían.

Pensaba que solo yo abrasaba pero era un incendio forestal.

Ahora pienso en si todos gritamos por dentro porque aún nos cuesta gritar, y siento el nudo en la garganta apretarse cuando recuerdo.

¿Cuáles palabras eran las adecuadas? Cuando lo único que puedo decir ahora es que solamente era una nena.

Y sigo siendo esa nena, que en fantasías baila porque aún le cuesta creer que puede ser, simplemente ser.

Mi cuerpo llora sin lágrimas y hace eco de la violencia que aprisiona mi lengua, me divide y me reduce a nada.

¿Cómo podés cortarme las alas y mandarme a volar?

Es confusa la pérdida conceptual.

Un desequilibrio químico, un constante revoloteo en mi cabeza: todas las posibilidades de estar de nuevo en el aire y caer al piso otra vez.

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𝙀𝙡 𝙇𝙖𝙗𝙚𝙧𝙞𝙣𝙩𝙤.

Estoy perdida en el laberinto otra vez y es como si todo careciera de sentido. Mis intentos de salir me dejan sin fuerza, cada uno me quita un poco de fe.

Quizás es la lluvia que hace la diferencia. El clima gris me pesa en la mirada y no sé si me inunda primero la incertidumbre o la niebla. No saber a dónde ir. No saber bien cómo llegué a donde estoy ahora.

Pero mi mente es siempre laberinto, de paredes oscuras con mensajes encriptados que revelan su significado cuando la luz se posa sobre ellas.

En días de sol este laberinto tiene todas las respuestas y, más que estar perdida, me encuentro aventurada por sus pasillos buscando entender cuál será el propósito de todo.

Pero en días como hoy simplemente no me encuentro. Mi brújula momentáneamente defectuosa me deja ciega y mi desorientado sentir desconfía de cada movimiento.

Una voz se alza sobre la fortaleza. Me dice que cierre los ojos y explore con alivio. "Perdé el sentido" me dice y, sin saber porqué, confío. "Todo lo que tiene por nombre propósito es lo contrario, es una jaula. No estás perdida, estás despierta. Explorá cada camino."

Soy arquitecta de la imponente estructura que me encierra. Pero este laberinto es mi casa, tan acogedora como una celda. Toma la forma de unos ojos que me miran como un tiburón que acaba de oler sangre y labios que escupen sentencias, palabras que me condenan a un desolador silencio, y yo sé a quién le pertenecen. Sé de quién son esos ojos y aún así los veo en cada ser, los siento sobre mí en cada experiencia como un reflector bajo el que nada bueno se puede ver.

Debo intentar derribar todo lo que existe entre el miedo y mi verdad para liberar mi camino.

Así que me siento en un sombrío rincón. A mis costados se encuentran todas las formas en que mi alma se rompió. Y ahora, pieza por pieza, debo darle una vida nueva, rearmar el rompecabezas, enmarcar la borrosa imagen de lo que me sucede, descifrar el laberinto.

Ya saldrá el sol otra vez y secará mis lágrimas esparcidas. Amaneceré en un abrazo y podré reconocer que acá estuve todo el tiempo.