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Pink stationery 🩷 Papelería rosita 🌸

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Hoy vengo a hablar de la educación. Estoy preocupada.

Estoy preocupada porque no me había dado cuenta de lo mal que lo hemos hecho, como docentes, durante casi 10 años a la hora de educar a nuestros alumnos y, en el caso familiar, lo mal que lo están haciendo para cuidar la salud mental de los hijos. Me voy a explicar en 3 puntos:

1.     Vivimos hiperestimulados por una sociedad que avanza a pasos terriblemente agigantados. Hablamos de un sistema educativo obsoleto y unos padres que no saben moverse en esta nueva sociedad globalizada y tecnológica. Y no hablo de meterte en Tik tok, pasar Stories en Instagram y subir cuatro fotos a Facebook; eso no es saber moverse por una sociedad de la tecnología. Es, más bien, conocer que las pantallas son entretenimiento fácil y rápido que hace al cerebro vago: vago en emociones, en querer entenderlas, establecerlas y limitarlas en tanto a las reacciones; vago en conocimientos cognitivos, es aburrido el estudio al uso; vago en prestar atención; vago en ser curiosos y querer conocer más sobre X aspectos. Y el problema es que esto no sólo está ocurriendo en adolescentes, el problema es que este enganche tecnológico fácil también pasa en adultos, quienes dejan de prestar una atención real a la educación en el respeto de sus hijos, o quienes prefieren pasar por alto que su hijo tiene un problema psicológico al que como padres no se pueden enfrentar.

Por parte del profesor, este entretenimiento es difícil para hacerles entender a los alumnos que es importante que se eduquen. No solo eso, es difícil enseñar si el profesor no se ha querido actualizar y tiene una estricta metodología de aprendizaje para el alumno que ya no se adecúa a ellos. El profesor ya no tiene que ser el que da el apunte y se va. El profesor tiene que ser guía, mentor, tiene que establecer un espíritu crítico no extremista, dejar que el joven aprenda por sí mismo y sobre todo, despertarles la curiosidad. Tiene que conectar asignaturas por conceptos, tiene que comprender al alumno que socialmente ya no es el mismo.

2.     El concepto de “éxito”, hay que reformularlo y reformularlo YA. Tengo alumnos que se sienten tan inseguros y presionados ante sus exámenes que no saben hacerlos. Duermen 2 horas por noche durante la semana de exámenes, toman 6 o 7 cafés al día, alteran su sueño, su alimentación… ¿qué es esto? El esfuerzo, evidentemente es importante. Pero el esfuerzo no es igual al mal hábito de vida. Estamos aturdiendo el cerebro de nuestros jóvenes. Se sienten incomprendidos, solos, no saben gestionar sus emociones, no saben encontrar su método de aprendizaje, no son resolutivos (muy importante para la vida laboral), no saben encontrar soluciones, se aturullan.

NADIE les está enseñando el orden, la constancia y la perseverancia, que es el verdadero esfuerzo. Se les está enseñando que quedarte hasta las 4 estudiando y levantarte una hora más tarde para seguir estudiando es esfuerzo. Y no. Padre y profesor, eso no es esfuerzo, eso es autopresión e inseguridad. Y lo que debería de preocuparnos no es su nota, es de dónde viene esa autopresión y esa inseguridad.

Pero lo que sobre todo no entiendo es ¿por qué cuando mis alumnos repasan conmigo sin mirar la hoja de apuntes, hacen bien los ejercicios, llegan al examen y la cagan? Y ¿por qué ven que han pasado de tener en una evaluación un 2 a un 6 y lo ven como un fracaso cuando han subido 4 puntos? Y ¿por qué se exigen a sí mismos una nota en vez de una contestación lógica a una pregunta? No me cabe en la cabeza.

Y además, no entiendo por qué consideramos que repetir curso es un fracaso absoluto y tampoco comprendo por qué el año sabático está tan mal visto. Me vuelvo a explicar, el proceso de maduración adolescente es distinto para cada adolescente. Que no sepan que hacer en un momento dado o que no le den la importancia que debe a la educación es porque su maduración FÍSICA cerebral es distinta a la de sus compañeros y NO se puede remediar con una regañina. La maduración del cerebro de nuestros hijos y alumnos debe ser con acompañamiento y guía pero no con hostigamiento. Creo que fue Punset o su hija quien dijo algo así como que “un niño que sabe gestionar sus emociones y que sabe ordenarse tiene la mitad del camino para convertirse en adulto”. Yo creo que el éxito debería verse en la maduración y la gestión de todos los aspectos de nuestra vida. No sólo las notas. Padres, pensad eso.

3.     Los núcleos familiares y el sistema de enseñanza. No existe el punto medio hoy en día en el 80% de los casos. O es una familia completamente pasota o es una familia con un modelo autoritario que no deja libertad de autoeducación. ¿Sabéis a qué se debe esto? A que los padres están mal educados y que si no saben gestionarse a sí mismos no van a saber gestionar la vida de sus retoños. Un padre que no sabe ayudar y guiar el problema de su hijo, que para su hijo es la primera vez que se lo encuentra, le dice que es una tontería, que no le preste atención o directamente ni le dice nada o es incluso agresivo con sus palabras… ese padre tiene trauma de la infancia y no sabe ser padre porque ni siquiera sabe ser humano.

¿Estoy siendo tajante? Desde luego. ¿Te has sentido aludido? Lo lamento, aprende a gestionarte.

Pero los profesores no se quedan cortos. Tenemos profesores que no saben ser profesores, que no tienen vocación y que se creen con el derecho de echar por tierra el trabajo de otros profesores e incluso de los alumnos. Yo a esos, les quitaba la licencia de enseñanza. Y esto me toca de cerca. Porque si yo he sido capaz de despertar la curiosidad en tu alumno como profesora de refuerzo que soy, ya he hecho más que tú, que no le das la explicación a un concepto cuando te lo ha pedido amablemente.

Dicho esto, padres, profesores, siento si en algún momento os habéis sentido ofendidos. Os recomiendo para aprender a cuidar de vuestra familia y de vuestra clase la educación emocional y para empezar, AprendemosJuntos, por ejemplo, de BBVA y EL PAÍS en Youtube está muy bien. Son entrevistas con psicólogos y psiquiatras como Marian Rojas-Estapé, Cristóbal Cobo, Amaya de Miguel, Victor Kuppers…

Vamos a cambiar el mundo.

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SOBRE EL AMAR

Hace tiempo que vengo pensando sobre el significado de amar; pero no el amor que se le tiene a las amistades o el amor que se le tiene a la familia. Hablo del enamoramiento; del de las películas; de ese tan intenso que es capaz de hacernos reír con una sola mirada o llorar con una sola palabra.

Para mí, el amor -el amar- tiene tres características que si no se cumplen, no estás amando. Repito, para mí, porque no todo el mundo siente igual. Por un lado, estaría la atracción sexual; esa sensación primitiva de unión carnal, de disfrute. A veces proviene de la apariencia, a veces del pensamiento. No hay nada que no sepamos ya sobre esto. Por otro lado, entendería una atracción racional; cuando crees que esa persona tiene lo que buscas mentalmente: gracia, inteligencia, estabilidad emocional, madurez sentimental, honestidad, respeto, cariño… Por último, supondría la confianza; sensación de protección, de tranquilidad, de que sabes que te están cuidando y que tú quieres cuidar a esa persona por el resto de tu vida. Compañero de vida, de tus enfados, de tus sonrisas, que te conoce por todos los rincones de tu cabera y sabe lo que necesitas en todo momento; que te escuche, que te ayude a avanzar.

Amar correspondidamente es crear un proyecto de vida en común. Un equipo con 100% confianza. Que sea posible decir todo lo que se siente sin sentirse juzgado. Que puedas hablar sin miedo a enfados absurdos y a que se vaya de tu lado porque sabes que el cariño que hay va por encima y que el proyecto común también.

Siendo así mi pensamiento sobre el amor… ¿qué falla en mí? Demasiada sinceridad, asusta, demasiada personalidad, asusta, demasiada intensidad, asusta… ¿Es quizá que tengo todo muy claro a día de hoy? ¿Es quizá que sé lo que quiero? ¿Es quizá mi físico? ¿Es quizá que soy precavida? ¿Es que soy reflexiva? ¿Qué es?

…

Lo que sí sé, sin duda, es que no voy a cambiar por nada ni por nadie. Mis valores van por encima. Quizá es lo que todos deberían hacer, conservar los valores, no denigrarse ni decepcionarse. Quizá deberían abrir sus mentes, visualizar otros objetivos… Pero nunca fallar a sus valores. No sé.

Qué asco enamorarse.

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Sobre los sentimientos

Hoy tengo una reflexión sobre sentimientos. En absoluto soy psicóloga pero me suele gustar expresar mis pensamientos sobre letras. Hay gente que trabaja con la pintura, yo trabajo con palabras. 

Todo el mundo tiene graves problemas consigo mismo cuando percibe que tiene un “sentimiento malo”; sin embargo, nadie reacciona ante la alegría o la ilusión. Si sientes decepción, tristeza o ira, consideras que tienes que deshacerte ellos porque ni tú te ves bien, ni los de tu alrededor se sienten cómodos. 

Debo decir que le tengo odio a la dicotomía “bien y mal”. Sé que es algo que se aprende desde que somos pequeños de acuerdo a una moralidad correcta y la obligación de vivir en sociedad. Sin embargo, en mi opinión, esa moralidad se puede enseñar desde una aceptación de cada uno de los sentimientos o emociones que tengamos. Quizá no es un “no llores por tonterías”, quizá es un “llora si lo necesitas pero piensa si es un problema tan grave y si te merece la pena”. 

Los sentimientos y las emociones son personales. Nadie ama de la misma manera, nadie se ilusiona de la misma manera, nadie se enfada por las mismas cosas… Y alrededor de los sentimientos hay situaciones que se pueden escapar de nuestro control. No podemos intervenir si otra persona nos ha rallado el coche. Machacarnos por esos eventos es incitar a la ira a sobresalir, culpabilizándonos absurdamente por algo que ya no se puede remediar. A partir de ahí solo hay que buscar una solución. Enzarzarnos en: “Debería haber dejado el coche en otro sitio”, “Ojalá haber visto al cabronazo que me ha dejado el coche así”, “Si lo hubiera dejado 10 centímetros más alejado, no me habría dado”, no hace otra cosa más que provocarnos. 

Para mí, los sentimientos parten de circunstancias. Las circunstancias son 40% el problema, 60% la interpretación que como seres humanos le estamos dando. Todo esto radica en cómo nos lo tomemos y en la separación de lo que es real y lo que no. Si no separamos bien estos dos puntos, es probable que haya un sentimiento muy intenso a colación, algo desagradable para todos, incluso para uno mismo. Además, cuando los sentimientos afloran, sea el sentimiento que sea, una parte más racional de nuestro cerebro suele apagarse, por lo que es más difícil establecer unos límites. Hay que hacer ahí un esfuerzo de reubicación que no todos pueden llevar a cabo. Cuando hay ansiedad o depresión, los pensamientos intrusivos no te van a dejar ver las cosas con claridad. Mi recomendación en esta situación es: duerme y después escribe, tratando de separar ambas cosas. 

Pero, sobre todo, déjate sentir. Porque deberíamos hacernos a la idea de que no hay sentimientos buenos o malos, hay sentimientos más molestos y menos. Porque a nadie le molesta ver una persona alegre bailando por la calle; sin embargo, si está llorando es otra cosa. Hay que controlar los sentimientos, separarlos de la situación /problema, buscar soluciones que estén a nuestro alcance. 

Sentir y dejar sentir, pero por encima de todo, sentir, ahora sí, bien.

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El clasismo del XXI

Jamás entenderé a esas personas clasistas. ¡No puedo entenderlo! No tengo intención siquiera de comprenderlo. “No te juntes con esa persona, no tiene tu nivel”. ¿Qué nivel? El ser humano, cuanto más “nivel”, menos honrable, honesto y modesto. Personas que prefieren aparentar ser lo que no son… me ponen enferma. Yo soy una chica transparente, intensa. Muestro mis sentimientos, mis pensamientos. Yo soy yo, no tengo que imitar a nadie ni quiero parecer nada. A quien le moleste, se puede ir por donde vino, yo no les invité.

Tengo muchos amigos, de distintos “niveles” como dicen. Haría por ellos lo que fuera, independientemente de su lugar de procedencia o de la humildad de su capital. No me molesta porque no espero nada a cambio. Porque lo que yo hago, siempre que esté a mi alcance, lo he hecho con amor. El como lo interpreten, es cosa suya como receptor, no mía; mi trabajo como emisor proyectar mi mejor versión. Mi mejor versión es esta.

No me importa tu físico, ni tus ideales, ni tu orientación sexual, ni tu género. No considero relevante cómo sea tu casa, tus gustos, tus manías. ¿Por qué me debe importar algo que no hace daño a nadie? ¿Por qué me debe importar algo que no me hace daño a mí?

Pero, sobre todo, si alguna vez acabo mal con alguien, no voy a hablar mal de él/ella si no comete faltas y mentiras sobre mi persona… Al fin y al cabo, yo no he venido a este mundo a sufrir ni a llenarme la cabeza de cuervos que gritan sobre mi equipaje de vida. Yo subo la montaña como Sísifo, arrastrando mis problemas. No necesito que se me ensucien ni que se añadan más bolsas de sinsentidos. Probablemente, si acabo enemistada con alguien, simplemente borre cualquier relación que hayamos tenido y ponga el reloj a cero. Porque así es como se aprende a ser adulto.

Seamos adultos.

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Su plan era buscarse la vida y conseguir que le pasara algo especial. […]Pero se pasó demasiado tiempo mirando a su alrededor.

“El bosque mágico” Lev Grossman

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Friends. Amigas.

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Graduada en Español: Lengua y Literaturas por la Universidad de Alicante, España.

El esfuerzo ha merecido la pena: ya soy filóloga.

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