troste

[troste]

Sé quién soy, sé lo que cargo,

y cada día lucho contra la voz que me habita,

una voz que ya es suficientemente dura,

un eco constante que raspa mi mente.

¿Por qué quieren amplificar esa voz?

¿No ven que sus palabras no son ayuda,

sino un peso más que no pedí cargar?

No necesito que me recuerden mis grietas;

las conozco mejor que nadie.

Sé hasta qué punto se rompen mis huesos,

cómo la fragilidad se infiltra en mis pasos,

cómo mis ruinas se derrumban y se levantan

en un ciclo interminable.

El cambio que busco es mío,

una reconstrucción silenciosa.

No necesito que lo miren con ojos ajenos,

como si fuera un espectáculo que merece su crítica.

Porque soy consciente de mis sombras,

y de la luz que, a pesar de todo, aún arde dentro de mí.

Pero… ¿acaso no soy merecedora de amor,

aun con estas sombras que cargo?

¿Acaso mis fallas son una barrera tan alta

que me condenan a caminar sola?

¿Por qué parece que debo demostrar ser perfecta

para que alguien crea que merezco ser amada?

¿No hay lugar para un amor que abrace mis ruinas,

que entienda que incluso lo roto tiene belleza,

que incluso las cenizas cuentan historias?

No necesitan gritarme mis fallas,

porque ya las llevo tatuadas en mi piel,

huellas imborrables de cada batalla librada

en los rincones más oscuros de mi ser.

No necesitan gritar, porque yo ya me grito a mí misma.

No queda espacio para más gritos,

solo para un silencio que pesa tanto como sus palabras.

Y aun así, me pregunto:

¿no soy digna de un amor que no mida mi valor

por mis cicatrices, sino por lo que hay dentro de ellas?

¿No merezco un amor que vea en mi fragilidad

la fuerza de alguien que sigue de pie,

a pesar de todo lo que ha cargado?

Porque sé lo que soy:

no perfecta, no completa, no fácil.

Pero soy.

Y eso, debería ser suficiente.

[troste]

La tragedia del amor

Para los locos enamorados y los desgraciados del corazón,

para quienes caminan con el alma desnuda,

cicatrices en las manos y fuego en los labios,

tropezando siempre con la misma piedra,

porque en el amor hallan su única fe.

A los que gritan en silencio por un abrazo,

por una mirada capaz de devolverles la vida,

y se pierden en la marea de noches vacías,

con el corazón cansado, pero nunca vencido.

A los que entregan todo aunque reciban nada,

que se aferran a promesas hechas de humo,

y levantan castillos en el aire,

solo para verlos caer con la primera tormenta.

También para los olvidados,

los que aman y ven su nombre borrado

de los labios de quienes juraron quedarse.

Para quienes cargan ausencias como cadáveres,

arrastrando memorias oxidadas como cadenas,

y sienten el frío de un adiós grabado en los huesos.

A los que visten su tristeza con versos,

transformando el dolor en arte,

porque saben que el amor, cuando hiere,

es una herida que canta.

A los que deambulan entre sombras,

anhelando un refugio que nunca llega,

y aun así descubren belleza en la tragedia,

porque entienden que la verdadera desgracia

sería no haber amado jamás.

Este poema es para ustedes,

que en su dolor y su locura,

cargan con el peso de un amor infinito

en un mundo tan pequeño y tan gris.

[troste]

Blue, My Warmest Color

I wear blue like a second skin,

Not a shade but a heaviness that clings,

A color that fills the hollow of my chest,

Where the quiet ache of longing rests.

It's the hue of nights that stretch too long,

Of silent conversations, unheard songs.

It wraps around me, soft, but cold,

A warmth that’s only ever been told.

Blue is my warmth, though it burns and stings,

A comfort wrapped in fragile wings.

In the quiet, it whispers to me,

A bittersweet, constant melody.

Through blue, I breathe—

But do I live?

A sigh, a smile,

A love I give.

[troste]

¿Es el amor solo químicos en el cerebro?

¿Una tormenta de sustancias,

que arden, que chocan,

y nos dejan un vacío ácido en el pecho?

¿Un truco cruel del cuerpo,

una danza biológica

que promete plenitud mientras escupe soledad?

¿Es un roce en la penumbra,

una voz que atraviesa el silencio

como un cuchillo que corta y calma?

¿Es un destello de algo antiguo,

enterrado en la carne,

o solo la sombra de un deseo que nunca existió?

Dicen que amar es entrega,

pero ¿qué sé yo de eso?

Nunca me he perdido en otro pecho,

ni he sentido el vértigo de unos ojos

que me devuelvan intacta o destruida.

Y sin embargo, espero.

Espero como quien espera la lluvia en el desierto,

como quien espera el final de un sueño,

con un hambre que no sé de dónde viene,

y un miedo a que nunca sea saciada.

¿Si es solo química,

por qué se escribe sobre el amor

como si fuera el fin del mundo?

¿Por qué duele tanto en las canciones,

en los poemas, en los cuerpos que se alejan?

Si es solo el cerebro,

¿por qué parece que habita también en el alma,

en el vacío que llevo dentro?

Las personas van y vienen,

dejando cicatrices y recuerdos,

pero nunca raíces.

Tal vez no es solo química.

Tal vez es algo más oscuro,

un juego cruel entre el deseo y la ausencia,

un idioma que no sé hablar

porque nunca nadie me ha enseñado.

El amor es un espejo roto,

y yo, un reflejo incompleto.

Para algunos es refugio,

para otros, tormenta,

pero para mí es un laberinto,

un lugar que nunca he visitado

y que quizás jamás me encuentre.

Químicos, quizás.

Pero ¿quién podría culparme

por querer sentir, aunque sea una vez,

cómo sería arder en ese incendio

y dejarme consumir?

[troste]

El vacío tras la ausencia

Tenía tanto que decirte,

cada palabra era una llama,

cada verso, un sacrificio a tu nombre.

Pero te has llevado el fuego,

y ahora mi voz se ahoga

en este abismo de silencio.

Has drenado mi inspiración.

Hoy mis manos están vacías,

y mi alma, desangrada,

vaga como un fantasma

entre los escombros de lo que solíamos ser.

Habitabas en la frontera de mis pensamientos,

como una tormenta que nunca cesaba,

como un veneno dulce

que corría en mis venas.

Eras todo lo que sabía escribir,

mi luz, mi sombra,

mi condena.

Pero ahora solo queda un lamento,

lejano, débil, moribundo,

como el último suspiro de una estrella

que jamás fue mía.

Dime, ¿fui yo quien dejó de buscarte,

quien dejó de merecerte,

o fuiste tú quien eligió desaparecer?

Tu partida me dejó desnuda ante el vacío,

me arrancó las palabras, los versos,

la razón misma de mi existencia.

Ahora el silencio me acecha,

una criatura voraz que devora todo a su paso.

Y aun así, entre las ruinas,

algo en mí sigue respirando.

Pequeños destellos, diminutos,

aparecen entre las grietas.

No llevan tu nombre, ni tu voz,

pero brillan con una intensidad feroz,

como si me recordaran que aún estoy viva.

Tú me diste alas,

pero también fuiste quien las rompió.

Y ahora, mientras caigo,

aprendo a amar el vértigo,

a escuchar el canto del viento que me envuelve,

a descubrir que incluso el suelo más árido

puede sangrar poesía.

Ya no escribiré para ti.

Tus manos no volverán a moldear mis palabras,

ni tus ojos serán el faro de mis noches.

Hoy escribo para mí,

porque incluso en esta soledad feroz,

mi corazón grita,

y mis pasos, tambaleantes pero firmes,

tejen versos que florecen

donde tú solo sembraste vacío.

[troste]

A veces desearía ser alguien más

Alguien que no tuviera que cargar con este peso invisible,

que no sintiera cómo el corazón se arruga con cada despedida,

con cada mentira disfrazada de promesa,

con cada amor que se desvanece como el humo.

A veces me gustaría despertar y no sentir esta tristeza

que se anida en mis huesos,

que se cuela entre mis pensamientos

y no me deja respirar con libertad.

Este vacío, este dolor tan profundo,

que no sé si alguna vez se llenará,

si alguna vez dejará de ser mi sombra.

Me pregunto,

¿por qué busco lo que no existe?

¿Por qué me aferro a la esperanza de un amor que nunca llega,

de un abrazo que nunca es eterno,

de un "te quiero" que nunca se queda?

En la quietud de la noche,

cuando el mundo duerme y yo sigo despierta,

me encuentro con esta sensación de estar incompleta,

como si me faltara algo que ni siquiera sé nombrar,

pero que pesa como una carga invisible,

como un grillete que no puedo quitarme.

A veces desearía ser alguien más,

alguien que no se quede esperando,

alguien que no se hunda en la tristeza que me arrastra

como un río que no cesa.

Alguien que no se vea atrapada en sus propios sentimientos,

que no busque consuelo en lugares vacíos

ni en palabras que solo se disuelven con el tiempo.

Pero no puedo escapar de mí misma.

No puedo dejar de sentir lo que siento,

no puedo apagar esta melancolía que me envuelve,

porque quizás, en el fondo,

sé que soy lo que soy por todo lo que he vivido,

por todo lo que he perdido,

y todo lo que aún no he encontrado.

Soy esta tristeza constante,

esta espera eterna,

y quizás, aunque duela,

es lo único que realmente tengo.

[troste]

And for the first time in my life, I feel whole,

Alone, with nothing but my presence,

Just me and the silence—

Not heavy, not empty, but full of peace.

I’ve shed the chains you wrapped around my heart,

Chains that turned my thoughts into a broken melody,

A song I sang for too long,

On repeat, on repeat.

But now the silence hums with freedom,

Every note is mine to sing.

No echoes, no shadows, no you.

[troste]

Eterna flor

Cuando la muerte roza el borde del tiempo,

y la piel se enfría bajo el peso del adiós,

solo queda el amor, desnudo y eterno,

como el vestigio de un aliento que nunca se apagó.

En tus manos, quebradas por la pérdida,

brotó una flor de sangre y memoria,

suave testigo de lo que fuimos,

de lo que amamos en esta breve historia.

En esta tierra,

no dejamos más que aquello que sentimos,

el amor que sembramos en cada jornada,

la belleza que creamos al enfrentar el abismo,

la caricia en un verso,

el alma en un lienzo,

la sinfonía que se extiende en la quietud del universo.

Porque amar es sembrar lo inmortal,

es desafiar al olvido con manos vacías,

y transformarnos en raíces que abrazan el mundo,

aunque el cuerpo sucumba a sus días.

¿No es ese el destino del que ama?

Ser como Apolo ante Jacinto,

darle al dolor un nombre,

y al amor, la eternidad de un mito.

Así, los jacintos recuerdan lo efímero,

la mortalidad y el amor, entrelazados,

los actos que dejamos tras nuestra partida,

raíces de lo que fuimos, jamás olvidados.

[troste]

Y quizás, en algún lugar del mundo,

Exista una mano que me toque como si supiera lo que callo,

Como si pudiera leer en mi piel todo lo que mi corazón guarda,

Y podré ser,

Sin tener que pedir perdón por ser quien soy,

Sin tener que justificar cada rincón de mi alma en la que me escondo.

Sigo esperando,

siempre buscando.

[troste]

Tocar manos es como tocar almas,

un lenguaje silencioso que las palabras no controlan.

Los cuerpos se cruzan, se encuentran cada día,

pero, cuando las mentes se alinean, es una forma rara para que las almas hablen y se entrelacen,

no a través de la carne, sino a través de la energía,

los dedos se rozan y los mundos colisionan,

verdades intercambiadas donde residen los corazones.

La energía nunca miente;

más allá de la superficie, fluye suavemente.

Un toque fugaz, pero infinito y completo,

tocar manos es tocar el alma.

Las almas se encuentran, recorren esta tierra tan amplia,

pero, ¿por qué nuestros caminos no se han cruzado?

Un lazo tan raro, tan profundamente verdadero...

En este vasto espacio, te busco.

¿Es el destino o es el tiempo jugando trucos? Que mantiene nuestros corazones sin encontrarse,

Te siento cerca, una chispa afín,

y, aún así, espero.

En cada toque se hace una promesa,

en el silencio, donde las palabras se desvanecen.

Las manos que tanto anhelamos tocar, entrelazar,

son las almas esperando pacientemente su tiempo.

La energía crece, una fuerza invisible,

una conexión que trasciende el intermedio.

Así que espero, no en tristeza ni en prisa,

sino con fe en que mi toque encontrará su lugar.

[troste]

Eternal Under the Moon

That night will live in my favorite memories for the rest of my life.

What we lived, under the moonlight,

reflecting on her skin, so white, so pure,

like a mirror of the sky itself,

so beautiful, so mine, even though she was never truly just mine.

The tension accumulated over the years,

the quiet desire, the words we never gave,

all of that exploded in a single moment,

but what was most intense was the slowness,

the softness, the way time seemed to fear interrupting us,

as if the universe decided to gift me every second with you,

as if all the love we had kept quiet

could finally be breathed out in every gesture,

in every kiss.

We filled each other with kisses,

between nervous laughs, between glances that seemed to ask

if what we felt was real,

and the disbelief of being there,

in that moment, together,

after everything we never said,

after all the times we had to silence it.

We were a silent explosion of everything we couldn’t say with words,

a connection that could never be explained,

but in that moment,

it was understood without effort,

in the touch of our hands,

in the silence between our lips,

in the way our souls met,

as if they had always been one.

The world around us kept turning,

but we were suspended,

in a bubble of time,

in a bubble of love,

that didn’t ask for permission to exist,

it just did,

without fear, without restrictions.

I felt your skin against mine,

and in that closeness,

all the distances, all the years,

disappeared.

In that moment, we were so eternal,

like the moon that embraced us from above,

like the tide that resigns itself to touch the shore but never stays.

We were a long sigh,

a shared heartbeat,

a desire that needed no explanation

because we knew everything,

without speaking it, just feeling it.

That night, though fleeting,

was more real than any other,

and though I know fate won’t give us more moments,

I hold on to the certainty

that for one instant,

we were everything we could be,

without promises, without plans,

just two souls surrendering,

because there was no more space for fear,

or doubts.

We’ll never be more than what we were that night,

but in my memories,

you’ll always be mine,

like the moon belongs to the sea,

like a sigh belongs to the night,

and though everything continues its course and time separates us,

in my chest, that night will be eternal.

Because you were mine, for a moment,

and I was yours...

And maybe, just maybe,

yours forever.

[troste]

Límites

Una palabra que nunca fuimos,

que nunca tuvimos.

Tú, impuntual por naturaleza,

yo, amante de las reglas.

Tú, vagando en un mundo sin relojes,

yo, atrapada contando minutos

como estrellas caídas.

Esperé,

como quien espera un tren

en una estación olvidada,

como quien recoge promesas

hechas de arena y viento.

Y aún así, me quedé,

porque quizás lo que amaba de ti

era lo que yo nunca pude ser:

libre, despreocupada,

ajena al peso de cumplir.

Los límites,

esos que nunca aprendimos,

hoy me enseñan que amarte

es olvidar cómo amarme a mí.

[troste]

El milagro de encontrarnos

En el mismo universo,

mismo planeta,

mismo país,

respirando la misma lengua,

la maravilla de encontrarnos

entre millones y millones de almas errantes.

Conocerte.

Es un prodigio improbable,

un acierto en medio del caos,

una pausa.

El tiempo se detuvo

para permitir que nuestras almas

se rozaran,

se cruzaran.

¿De qué otras formas nos habremos encontrado?

¿Fuimos miradas furtivas en cuerpos extraños,

fragmentos de sueños que nunca despertaron,

o quizás luz viajera de estrellas muertas

que regresan a casa?

Tal vez en otras vidas,

en otros hilos del tiempo,

hemos sido siempre los mismos:

dos buscadores,

dos llamas perdidas,

dos promesas

perseguidas por la eternidad.

¿En cuántas de ellas nuestras miradas se cruzan?

¿En cuántas nos amamos?

¿En cuántas nos perdimos?

Y sin embargo,

aquí estamos,

contra todas las probabilidades,

con el universo conspirando en secreto

para entregarte a mi historia.

Como si el destino tejiera su hilo más delicado,

y el mundo se detuviera solo un instante

para concederme el milagro

de encontrarte.

Aquí estamos,

desafiando el tiempo, el caos y la distancia.

Contra todo.

Nos elegimos.

Nos encontramos.

En el milagro eterno

de coincidir.

[troste]

I don’t love you anymore.

Crystal clear—

I can see it now.

Little white lies

hold my heart together,

keeping it from breaking.

And isn’t it funny?

Eyes tired from endless nights,

Tell me,

what do you want?

What do you need?

Take it all—

whatever you want,

whatever you need.

But please, stay.

Like a soft torture,

you live in my head.

My heart’s in trouble,

caught in the crossfire of loving you

and letting go.

I say I don’t love you anymore,

but we both know

it’s the kind of lie

that keeps me breathing.

You win.

You’ve taken it all—

my heart, my mind,

and everything in between.

[troste]

Eres fuego disfrazado de mujer,

un huracán de risas y pasos firmes,

brillas como si el universo entero

hubiera conspirado para verte arder.

Llegaste como esos encuentros que marcan,

entre charlas al azar y noches dispersas,

y en un latido te volviste indispensable:

mi ancla en mares de incertidumbre,

mi refugio en días de caos.

Contigo, la vida deja de ser rutina;

es danza, perfume, risas y caos.

Lo simple se vuelve único:

tardes de café, canciones a todo volumen,

o esas veces en que exploras cada rincón,

como buscando un secreto que solo tú puedes revelar.

No lo sabes, pero el mejor momento

siempre es el que paso contigo.

Tu luz no solo ilumina, quema.

Cala hasta los huesos, dejando cicatrices de vida.

Aunque no todos lo vean,

yo sé que dentro de ti hay una fuerza infinita,

un brillo feroz que jamás se apaga.

Me llevas a romper mis propias fronteras,

a salir de mi zona de confort,

y aunque a veces quiera esconderme,

me arrastras al mundo con tu intensidad.

En tus tormentas, me siento viva.

No soy tu sombra ni el ruido que acompaña,

pero siempre seré tu constelación fiel,

testigo de tu brillo, cómplice de tus noches,

y apoyo en tus días grises.

Eres un fenómeno, un amanecer violento,

una estrella indomable, esa chispa que transforma

lo ordinario en extraordinario.

Mientras existas, siempre habrá en mí

un rincón donde habites,

como esa canción eterna que nunca quiero dejar de escuchar.

Nunca dejes de brillar.

Tu luz no solo ilumina tu camino,

también ilumina el mío.

[troste]

I’m a mess but I’ll love you with everything I have

[troste]

Sin leña para el fuego,

la conexión comienza a arder en el olvido.

Tu ausencia se filtra como humo,

desdibujando lo que un día nos definió.

El calor residual apenas basta

para mantener viva la memoria,

un susurro tibio que se aferra

a lo que fue nuestro,

como una fogata agonizante

esperando un soplo de oxígeno.

Y la verdad es que no quiero olvidarte,

pero el tiempo insiste

en una desensibilización sistemática,

una erosión lenta de los recuerdos,

donde los pequeños detalles se desvanecen,

y las fotos se vuelven necesarias

para recordar tus facciones.

Ya no retengo tu sonrisa,

pero aún conservo lo que me hacía sentir,

ese eco que late,

esa chispa que se niega a morir,

incluso cuando el resto de mí se entrena,

sin querer, para dejarte ir.

Es como si al intentar mantener este fuego con vida,

alimentarlo con recuerdos,

con lo que fuimos,

fuera como entregarle a las llamas

todo lo que aún somos,

y, a medida que arde,

nos consume, nos borra.

Cada chispa que escapa del fuego

se lleva lo que una vez fue nuestro,

lo que éramos,

y, sin embargo, seguimos alimentándolo,

como si el fuego pudiera devolvernos

lo que ya se ha ido.

Pero el fuego no regresa nada,

solo quema más fuerte,

y cada momento que intento sostener

se convierte en otro pedazo de mí

que se disuelve entre las llamas.

Estamos ardiendo

en una combustión de lo que fuimos

y lo que ya no somos,

y aún así no puedo dejar de avivarlo.

La memoria se convierte en leña,

nuestros sueños,

todo lo que creímos eterno,

todo lo que pensábamos que no podía desvanecerse,

se convierte en ceniza

antes de que podamos darnos cuenta.

Y cuando todo se haya consumido,

cuando las llamas finalmente cedan,

quedarán las cenizas,

silenciosas pero llenas de peso,

susurrando verdades que no quiero oír:

que mantenerte viva en mi memoria

me cuesta más de lo que tengo,

que quizás al dejarte ir

no pierda solo tus recuerdos,

sino la parte de mí

que aún se aferra a lo que fuimos.

Pero incluso así,

aunque la leña falte,

aunque el fuego se apague,

me aferro al calor,

porque lo único peor que perderte,

es olvidar lo que significaste