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shipstexts · 6 years ago

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Pensamientos perturbados

Sinopsis: Detrás de esos hermosos ojos castaños se encuentra el hombre a quien amo.

Pareja: yoonmin

Tags: bullying, un poco de angst, mucho fluff al final :3

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Masterlist

¡Díganme si algún link no funciona!

Seguí a las personas que se dirigían a un lugar en específico para ver qué estaba pasando. ¿Qué demonios?

—¿Qué está pasando?—pregunté a una chica rubia que iba dando pasos rápidos y sonoros por los tacones de aguja que llevaba puestos.

—Parece que el pequeño Jiminnie está siendo humillado —contestó, tratando de contener la risa. Me molestó el tono en la que dijo su apodo. Sólo yo puedo llamarlo así— Otra vez.

—Mierda... —susurré para mis adentros y me dí prisa, rogando a cualquiera que escuchara mis plegarias no llegar demasiado tarde.

El bullicio se detenía en la entrada del aula de clases de inglés. Todos los presentes luchaban por ver la escena y obtener un poco de entretenimiento por un rato.

—Díganme, amigos —gritó una voz masculina dentro. Mi baja estatura me impedía ver de quién se trataba— ¿Quién va a querer a ésta estúpida bola de grasa?

La multitud estalló en una carcajada sincronizada. Algunos cubrían sus bocas.

Joder, no...

—¿Tu madre gritó cuando te dio a luz? Por que, hermano, eres gigante.

Más risas.

Tenía que llegar pronto. Tenía que detener todo esto.

—Tu manada de hipopótamos te está buscando, grandulón.

El público no paraba de reír, y mi camino hacia el lugar parecía no tener fin.

—¡Abran paso, joder! —les dije a unos chicos que me impedían el llegar.

De repente, la oscuridad de la multitud se esfumó para dar lugar a la luz de la escena.

Mi corazón se rompió al ver a Jimin en el suelo, cabizbajo, ocultando su rostro bajo su flequillo y detrás de sus gafas, las cuales estaban ligeramente empañadas debido a la humedad de sus lágrimas silenciosas.

Se acabó. Nadie le hará daño. No a mi mejor amigo.

—¡CONNOR! ¡TÚ, MALDITO PATÁN! —grité, sintiendo la adrenalina correr por mis venas.

Todas las risas cesaron. Incluso el rubio se giró, sorprendido, a mirarme. Pero sus ojos se serenaron al encontrar mi mirada.

—Cielos, miren quién ha llegado —dijo con una sonrisa cínica pintada en su rostro —Jiminnie, tu noviecito ha llegado a salvarte —se acuclilló frente a mi amigo y posó una mano sobre su hombro. Apreté mis puños.

—No lo toques —susurré, tratando de contener mi impulso de destrozarle esa fina nariz que tiene.

Connor se irguió, rebasando mi estatura considerablemente, pero no llegando a intimidarme.

—¿O qué? —rió mostrando sus dientes.

—O te golpearé —no era la amenaza más aterradora, pero sí que lo decía en serio.

—¿En serio, Yoongi? —escupió mi nombre —¿Tus padres no te quieren? ¿Por qué te hicieron tan feo y enano?

—Si tu cerebro no fuera tan pequeño, sabrías que eso se debe a la genética, imbécil.

—Basta —gimió Jimin desde el suelo —No te metas en problemas por mi culpa.

—No voy a dejar que éste estúpido chupapollas te lastime.

Connor apretó su mandíbula.

—¿Cómo me llamaste?

—¿Estúpido chupapollas? Vamos, si tu sacas conclusiones de mi apariencia, no veo por qué yo no puedo sacar conclusiones de la tuya.

—Ten cuidado, fenómeno. No quieres verme enojado. —me señaló con su dedo índice, tratando de lucir amenazante— Será mejor que te lleves a tu noviecito de aquí. Pero ten cuidado, puede estar pesado para alguien de tu talla.

Eso fue todo. Ni siquiera lo pensé.

Mi puño se cerró.

Mi brazo voló.

El impacto de su nariz en mis nudillos fue lo único que se escuchó en la sala.

El crujir de sus huesos siguió.

Todos guardaron silencio.

La sangre calló en el suelo.

Connor se llevó una mano a su nariz instintivamente mientras se dejaba caer de rodillas y trataba de detener la hemorragia.

-¡HIJO DE PUTA! - me gritó.

Jimin reaccionó rápidamente. Se levantó de su lugar, me tomó del brazo y me sacó de ahí, evitando las miradas divertidas, sorprendidas e incluso, atemorizadas de nuestros compañeros. Yo me limité a devolverles el gesto, con el ceño fruncido y ellos se alejaban instintivamente.

Caminamos un rato en silencio. El agarre de mi amigo era firme, pero temblaba ligeramente. Llegamos a una jardinera cercana y JiMin se detuvo. Finalmente, me soltó.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó, dándome la espalda.

—¿Disculpa? Estaba defendiendo a mi mejor amigo.

—Lo tenía todo bajo control —pude ver que sus hombros se tensaban debajo de su camisa.

—Estabas en el suelo. ¡Era obvio que no lo tenías bajo control!

—Yoongi... —al fin giró sobre sus talones para mirarme— No quiero que te pase nada.

Tomó mi mano derecha sobre las suyas y pasó su pulgar por mis nudillos rojizos, debido al golpe que le solté al estúpido de Connor.

—Mira esto... —susurró— Tardará en sanar. Yoongi, ¿qué te pasa?

—¿Qué me pasa? ¿Qué me pasa? —alejé mi mano de su piel, sintiendo de repente frío. Sus manos era cálidas. —Pasa que no puedo soportar ver a mi mejor amigo tan... vulnerable. No puedo. No. Jimin, me importas demasiado. ¡Y no importa lo que me pase a mi! La piel sana rápido. ¿Qué me dices de ti? ¿Tu corazón sanará rápido? Todo lo que Connor te dijo fue demasiado, me dolió. Y te duele más a ti por que piensas que es cierto, ¿no es así?

Sus ojos claros brillaban cristalinos, tratando de reprimir las lágrimas.

—¿No es así? —repetí, mirándolo desafiante.

—Sí.

Y se derrumbó.

Se sentó pesadamente sobre la jardinera que tenía detrás y apoyó sus codos en sus rodillas, ocultando su rostro entre sus manos y dando grandes espamos.

Debo aprender a callar mi gran bocota.

—Escucha, pequeño —empecé, ya más calmado— Sé que piensas que todo lo que dijo es verdad.

Me acuclillé frente a él y coloqué una mano cobre su rodilla mientras con la otra acaricié su mejilla.

—Pero yo sé que no lo es.

—Es verdad. Joder que es verdad.

—No, Chimchim, no lo es. No dejes que esto te afecte tanto.

Me dolía verlo así. Dolía más que una patada en las pelotas. En el pecho se sentía una punzada de dolor que no se iría hasta ver a Jimin sonreír. Hasta convencerlo de que él es perfecto como es.

Y es que lo era.

En serio, era el hombre más perfecto que había conocido en toda mi vida.

Era el hombre de mis sueños.

Pero no quería arruinar nuestra amistad por estos sentimientos hacia él. Seguro no me quería de la manera que yo hago. Y es que éstas estúpidas mariposas salían de la nada en mi estómago cada vez que sus ojos me miraban, cada vez sonreía, cada vez que reía, cada vez que cantaba, que se perdía en alguna canción, cada vez que sus pies se movían al ritmo de una canción, cada vez que su cuerpo creaba arte al bailar.

Cada vez que era él.

—Jimin, no llores, por favor.

—Yoongi, es lo peor que puedes decir.

—Lo sé, pero sabes que no soy bueno con las palabras.

—¿Entonces qué haces aquí?

Bum. Justo en mi pecho. Un golpe más doloroso que una bala entrando en la sien. Más que cuando te pegas en el dedo chiquito del pie, o en la espinilla.

Jimin abrió grandes sus ojos, percatándose de pronto de sus palabras.

—No, no quise decir eso.

—Está bien. Entiendo que quieras estar solo —dije, tragándome el nudo que empezaba a formarse en mi garganta.

—No, no, no. No te vayas. No quiero estar solo. Es que... Es que...

Apretó los labios, tratando de contener una nueva ronda de lágrimas, sin éxito.

—¿Por qué estás conmigo? —soltó la pregunta.

—¿A qué te refieres? Eres mi mejor amigo.

—Eso. ¿Por qué soy tu mejor amigo? Es decir, mírame —dejó caer los brazos a ambos lados de su cuerpo— Soy gordo, feo, nerd, sin un futuro por delante, inseguro, depresivo, una presa fácil para los bullies. ¿Por qué soy tu mejor amigo?

—Tal vez por que yo soy tu mejor amigo —contesté sin rodeos— Mírame a mí—imité sus gestos— Soy impulsivo, enano, pálido, soy nerd, geek, friki, lo que quieras. Pero aquí estás, soportando lo peor de mí.

"Sin mencionar que estoy enamorado de ti desde hace cinco años, Park Jimin", pensé. Pero lo guardé.

—Pero si todo eso es lo que te hace ser quien eres —dijo.

—¿Y qué me dices de ti? —me senté a su lado, mirándolo a los ojos— Todo lo que acabas de decir es lo que te hace perfecto. Eres tú. Nadie podrá cambiar eso, Chimchim.

—Pero...

—Cállate, no quiero escuchar todos los argumentos que tengas en contra y déjame hablar —me miró, expectante. Sus ojos penetraban los míos en espera de mi discurso. Tomé aire y me armé de valor para soltar todo.— Park Jimin, ¿cuándo vas a entender que todos tus defectos te definen? Tu personalidad es lo que te define como persona. No tu peso, no tu apariencia, ni siquiera tu estatura —golpeé suavemente su cabeza, refiriéndome a esto último— Es tu sonrisa, lo que te hace sonreír, lo que te hace reír, lo que te hace llorar, lo que te hace gritar. Tus gustos musicales, tu materia favorita, tu canción favorita. Esa que no puedes dejar de escuchar ni aun que tu vida dependiera de ello. Tu comida preferida, tu color preferido. Tu lugar favorito, tu persona favorita— hice una pausa, y, por muy egoísta que suene, deseé que su persona favorita fuera yo— Todo eso, y más. Deja de tener todos esos pensamientos perturbados. Debajo de esos anteojos, debajo de ese flequillo, buscando debajo de esos ojos hinchados —acaricié su mejilla— Estás tu. Detrás de esos hermosos ojos castaños se encuentra el verdadero Park Jimin. Se encuentra el hombre que amo.

¿Qué mierda acabo de decir?

Jimin dio un respingo al escuchar las últimas cuatro palabras. El hombre que amo, había dicho. De verdad había dicho eso.

Pero era todo, no había vuelta atrás. Ni siquiera me sentía capaz de alejarme de sus ojos, los cuales buscaban hasta el fondo de mis ojos marrones.

Permanecimos así durante unos segundos más hasta que me vi obligado a romper el momento. Me levanté bruscamente, separándome de Jimin y me alejé unos pasos. Él me miró desde abajo, sorprendido.

—¿Qué pasa? —preguntó.

—Lo siento, yo... Ugh, no debí decir eso —cubrí mi rostro con mis manos, avergonzado.

—¿Qué? No, Yoongi, ven aquí.

Se levantó y extendió una mano hacia mi, acercándome a él. Sentí su aliento sobre mi nariz. A pesar de que yo no era muy alto, Jimin era un poco más bajo que yo, así que tenía que mirar hacia abajo para ver las perlas que tiene por ojos.

—Yoongi, ¿era en serio eso que dijiste?

Mierda.

Sacudí mi cabeza hacia todas direcciones, diciendo sí y no al mismo tiempo.

—Yo, Jimin... No sé.

—Por que me encantaría corresponderte.

Encantaría. Lo que significa que no lo hará. Ya me lo esperaba, pero aún así un vacío se abrió paso por mi estómago, el aire abandonó mis pulmones y mi cabeza dio vueltas.

"Estúpido, estúpido, estúpido; sabías que él no sentía lo mismo por ti, idiota", me dijo mi subconsciente. Pero no quería creerlo. Simplemente no podía.

Fue entonces cuando lo escuché.

Esas palabras.

—Si me dejas hacerlo, por supuesto.

¿A qué se refería con eso? ¿Qué estaba pasando aquí?

—¿Qu...? - empecé, pero una presión sobre mis labios me interrumpió. Santo cielo, sus labios eran suaves, lentos, apasionados, llenos de amor. Sus manos viajaron hasta mi nuca, acercándome más a él y desordenando un poco mi cabello. Mis dedos gritaron deseosos de sentir su contacto. Decidí complacerlos y deslicé mis manos por su cintura para acercarlo todavía más, si eso era posible.

Jugó con el cabello de mi nuca un momento. Nuestras respiraciones se tornaban agitadas. Sus dedos eran inseguros, no sabían si quedarse en mi nuca o bajar a mi pecho. Y eso me gustaba.

En un momento dado, su lengua pidió permiso para entrar en mi boca, a lo que yo accedí sin dudarlo. Exploraba cada rincón de mi cavidad bucal, conociéndolo y descubriendo nuevos lugares a medida que el tiempo pasaba.

Pero el estúpido tiempo y la falta de aire nos obligó a separarnos. Nuestros pulmones respiraron y se llenaron del oxígeno que ya empezaba a escasear.

Junté mi frente con la suya y nos quedamos unos segundos así.

—Prométeme que nunca volverán esos pensamientos perturbados— le susurré, cerrando mis ojos y disfrutando de su contacto en mi pecho.

—Te lo prometo.

Y volvió a juntar su boca con la mía.

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