#ya BASTA de tanto marrón
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peaceeandcoolestvibes · 8 months ago
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Cuando Shari no revisa el trabajo:
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letrocitia · 10 months ago
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El Saxo.
En invierno y de noche, las calles del centro de Oaxaca son recorridas por el frío y por turistas trasnochados en busca de diversión. En una esquina, enfundado en un viejo gabán, un joven músico de pelo largo y mirada triste se dispuso a tocar su destartalado saxofón. Cual moderno flautista de Hamelín, la música logró que turistas y locales salieran de todas partes y se arremolinaran en torno a él. Las suaves notas se paseaban entre la gente acariciando corazones sin pedir permiso. La audiencia, emocionada hasta las lágrimas, le retribuyó con propinas que aventaban a la desvencijada carcasa de su instrumento.
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Con el rabillo del ojo, el músico miró a una chica de rasgos indígenas que le escuchaba embelesada y con los ojos cerrados. Al final de la sesión, ella era la única que quedaba. Mientras él recogía las monedas, ella se presentó:
—Soy María. Me encantó como tocaste. Sabes sacarle partido a tu saxo a pesar de su estado.
—Qué bueno que te gustó. Me llamo Mateo.
Las facciones de María eran armoniosas, tenía los ojos negros como la noche y la piel del color de la canela. Mateo pensó que quizás con un poco más de plática podían acabar ambos en su humilde cuarto haciendo el amor. Por la mañana ella sería tan solo un recuerdo, como tantas otras.
—Tu saxo tuvo antes otro dueño, intuyo que fue tu padre.
—¿Perdón? —la miró extrañado, pues aquello era verdad.
—Hay algo de tu padre en él.
—Eres muy rara —dijo el joven, ya no tan seguro de querer compartir la noche con la chica.
—Lo sé porque yo percibo esas cosas. Por un lado, amas tocar y por el otro odias el recuerdo de tu padre. Quizás por eso no cuidas tu instrumento.
—¡Basta! —dijo Mateo molesto—. ¡Tú no me conoces!
—Perdón. A veces me dejo llevar por lo que percibo. Escucha, yo te puedo ayudar a tocar aún mejor. ¿Qué dices? —dijo María.
A él lo único que le interesaba en la vida era tocar y lo dicho por María picó su curiosidad. Aunque al final no resultó como el joven lo había imaginado, ambos sí acabaron en su habitación, pero sentados en el piso de cemento, con María sacando un envoltorio de papel periódico, revelando unos extraños hongos de cabeza alargada y de color marrón. Cuando el chico los vio abrió mucho los ojos y frunció el ceño en señal de preocupación.
—No te preocupes, estoy entrenada para usarlos y guiarte.
—¿Quién te enseñó a usar hongos alucinógenos?
—Mi abuela, ella era una curandera famosa. Es una historia larga que ya te contaré o quizás no. ¿Te animas?
—¿Dices que tocaré mejor?
—Sí, te lo puedo garantizar—, dijo apartando una porción de hongos para ella y otra para Mateo.
La joven primero rezó en un dialecto indígena y luego se puso a ingerir los hongos despacio. A una señal de ella, él empezó a comer sus hongos. En poco tiempo se sintió flotando entre nubes, gritaba y reía mientras intentaba elevarse más.
—Tranquilo. Visualiza tu saxo. ¿Lo ves? Asómate por la campana.
Mateo vio su viejo y desdorado saxo suspendido en el aire. «¡De verdad que está bien jodido!» pensó. Nunca se había preocupado mucho por cuidarlo, solo de vez en cuando lo limpiaba por dentro. Nada quedaba del brillo esplendoroso que tenía cuando era de su padre y que tanto le llamaba la atención de niño. Había sido su papá quien le había enseñado a tocarlo. Cuando éste desapareció para nunca más volver, había dejado atrás el saxo con una nota diciendo que era para su hijo. Mateo había jurado no tocarlo, sin embargo, la necesidad había podido más que su orgullo.
Ahora, con cada segundo que pasaba el saxo se iba haciendo más y más grande mientras él se encogía. Era una sensación extraña, pero no tenía miedo. Al final, se vio del tamaño de un pequeño mosquito y pudo introducirse en él. Se sorprendió mucho de encontrar a su padre dentro del saxo. Era fácil reconocerlo por la enorme cicatriz que le cruzaba la frente. Parecía estarlo esperando y al verle sus ojos se llenaron de lágrimas. Mateo se sintió muy incómodo.
—Perdóname —fue todo lo que dijo el hombre de la cicatriz.
El joven soltó una carcajada burlona y la figura de su padre se desvaneció. Mateo trató de salir, pero algo se lo impedía. La voz preocupada de María le llegaba de lejos. «Algo está muy mal», pensó. Le vinieron a la mente el recuerdo de conocidos que se habían «quedado en el viaje». ¿Le pasaría eso a él? Sintió pánico y su corazón empezó a palpitar tan rápido que parecía querer salírsele del pecho.
—¡Papá! —gritó al fin—, ¡ayúdame!
El saxo emitió una melodía tranquilizadora y Mateo notó que podía elevarse de nuevo, era como si la música lo empujara suavemente fuera del instrumento. Cuando salió escuchó a María quien con voz aliviada le decía:
—Eso es, ven, no pasa nada, abre los ojos, estás en tu habitación.
Empapado en sudor, Mateo tomó el vaso de agua que ella le extendía y lo bebió hasta la última gota. Luego, jadeando, le contó lo que había sucedido.
—Debes perdonar a tu papá y cuidar más el saxo.
—¿Y eso en qué me ayudará a tocar mejor?
—Ya lo descubrirás.
Otra noche, por las calles de Oaxaca, se escuchaba la melodía que salía de un hermoso y brillante saxofón. El chico que tocaba era un virtuoso y la música solo podía considerarse de «sublime». María, que escuchaba de lejos, sonrió, supo que Mateo había perdonado a su padre, pues él ahora estába tocando mejor que nunca.
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storieswithlena · 2 years ago
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Amigos
– ¡Corre Nochu! ¡Hay que llegar rápido, si queremos que Chim nos presente a su amigo! – gritó Hoba con sus mejillas abultadas mientras aceleraba con sus pequeñas patitas.
Él y Hoba empezaron a ser amigos poco tiempo después de que Nochu regresara al bosque; su pequeña amistad creció tanto que en algún momento Nochu le presentó a uno de sus amigos más preciados, un pequeño pollito amarillo llamado Chim, el cual vivía en la granja que estaba cerca de la pradera.
Chim había ayudado a Nochu en el pasado, cuando este había escapado del bosque. En el momento que Nochu conoció a ese pollito más a fondo, se dio cuenta de que era muy amable, alegre, empático y optimista; era muy fácil quererlo y muy difícil odiarlo, y de esto mismo se dio cuenta Hoba.
Gracias a esto, los tres entablaron una amistad y se veían casi todos los días en la pradera; pasaban desde el amanecer hasta el atardecer jugando entre los dientes de león, oliendo el perfume de las flores silvestres y charlando de cualquier pensamiento que se les venía a la mente.
Un día Chim les comentó que quería presentarles a su mejor amigo. Al inicio, Nochu se puso celoso al escuchar eso, él creía que ellos eran los mejores amigos de Chim, pero Hoba lo tranquilizó diciéndole que llevaban poco tiempo de conocerse y que tal vez con el tiempo todos podrían ser mejores amigos.
El conejo y la ardilla estaban a punto de llegar a la pradera, solo tenían que pasar el arroyo y estarían encontrándose con Chim. Sin embargo, un detalle hizo que Nochu detuviera su andar y se pusiera alerta, vio a un oso bebé de pelaje marrón bebiendo agua del arroyo, velozmente agarró a Hoba y lo alejó de ahí.
– ¿Qué haces Nochu? – se quejó la pequeña ardilla.
– Hay un oso en el arroyo – susurró nervioso.
– ¿Y? – lo miró con su ceño fruncido– Ya déjate de juegos Nochu, vamos a llegar tarde –. Hoba trató de comenzar a correr otra vez, pero nuevamente Nochu lo detuvo – Basta Nochu, ¿cuál es tu problema con el oso? – preguntó irritado.
– Que los osos son agresivos, egoístas, mentirosos, manipulad…–
– ¿De dónde sacaste todas esas ideas? – interrumpió Hoba confundido.
– Mi familia siempre me ha dicho eso de los osos – respondió con seguridad.
– ¿En serio tú crees que todos son así? – Nochu se quedó pensando, la verdad no estaba seguro, como su familia siempre se alejaba de los osos y hablaban mal de ellos, era la idea que se formó sobre ellos – Mira Nochu, yo creo que estas juzgando demasiado rápido, quizás deberías conocer a los osos por tu cuenta, para que tú tengas una opinión propia sobre ellos –
Nochu lo meditó por un tiempo, hasta que la voz de Hoba diciéndole que el oso ya se había ido lo sacó de sus pensamientos; rápidamente ambos amigos decidieron volver a tomar su camino hacia la pradera.
Apenas llegaron pudieron ver a Chim, pero los dos abrieron mucho los ojos cuando notaron que no estaba solo, estaba platicando alegremente con el oso que habían visto en el arroyo. Hoba miró de reojo a Nochu y se rió internamente al ver que tenía su quijada casi en el suelo.
– ¿No crees que ser el mejor amigo de Chim ya habla bien de él? – Nochu miró a Hoba, tal vez tenía razón.
Chim volteó a ver a sus amigos y una sonrisa se formó en su rostro
– ¡Chicos! – corrió rápidamente hacia ellos y los abrazó con sus pequeñas alas – Me alegra que vinieran, les presentó a mi mejor amigo Tete – les señaló al pequeño oso que los miraba con curiosidad.
– Un gusto, Chim me ha hablado mucho de ustedes– Tete les sonrió amablemente a ambos.
Ese día Nochu aprendió que no debía juzgar a nadie sin conocerlo, porque tal vez podría perder la oportunidad de tener grandes amigos.
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cristinableunoir · 3 years ago
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Eremika Spanish Week. Día 1: Chefs AU:
La armonía de colores fue lo primero que llamó la atención de Mikasa la primera vez que había cruzado la puerta del restaurante. Las paredes eran color crema, los cubre manteles blanco nuclear y los manteles amarillos. En el centro de cada mesa había jarrones pequeños y transparentes con flores violetas dentro.
- El contrato que firmarás será de un año -Mikasa asintió-, y también...
- Zeke -le interrumpió-, lo he entendido.
Mikasa había hablado con la misma voz dulce, calmada y femenina con la que trataba todos los temas que quería zanjar cuanto antes. ¿Y esta chica tan calmada y fría está tan llena de problemas como todos dicen? se preguntó. En un gesto muy rápido, firmó los papeles y se los entregó. Y con ese simple gesto; Mikasa Ackerman era la nueva encargada del restaurante Jaegeristas. Tras guardar el contrato en una carpeta color camel, Zeke se levantó:
- Te presentaré al resto.
Mikasa se levantó detrás de él y le siguió hasta la cocina. La cocina estaba detrás de la barra de espera del salón del restaurante, en la plantilla de la cocina contaban con cuatro personas además de Zeke, que era el que la dirigía. Niccolo, Armin, Floch y Eren. El último era pariente de Zeke, hermanos o eso tenía entendido Mikasa, pero tampoco había querido hacer averiguaciones. No tenía ganas de responder preguntas, así que tampoco se sentía con derecho a hacerlas.
- Chicos -saludó-; dejad lo que estéis haciendo, quiero presentaros a alguien.
Zeke dio un paso a un lado, para dejar a Mikasa a la vista de todos. La chica mantenía una postura recta y altiva, tenía los hombros anchos y los músculos desarrollados, a pesar de estar tan delgada. Juntó las manos detrás de la espalda y los observó a todos, de la misma manera que ellos la observaron a ella.
- Es un placer conoceros a todos -se presentó-. Soy Mikasa Ackerman, a partir de hoy trabajaré como la nueva encargada de este sitio. Espero poder llevarme bien con todos.
Entre los cocineros había uno rubio y de ojos azules, era el más bajito pero tenía un rostro muy lindo. A su lado, picando cebollas estaba otro con semblante agrio y pelo rojizo, en los fogones había uno que tenía el pelo rubio y rizado. Estaba sonrojado, posiblemente por el vapor del agua que estaba cociendo. Los tres vestían la misma guerrera blanca de cocinero.
- Hola, Mikasa -el rubio de ojos azules dejó lo que estaba haciendo y fue a saludarla-. Yo soy Armin, es un placer conocerte -extendió la mano para saludarla, Mikasa correspondió al saludo-. El rubio es Niccolo, le decimos Nicco y el que está picando cebollas y ni siquiera esas le hacen llorar es Floch.
El primero saludó a Mikasa con un gesto de la cabeza, y el otro con un gruñido. Compañeros de trabajo encantadores pensó con ironía. En realidad le daba igual, lo prefería así, había ido allí sólo para trabajar, no tenía por qué hacer amigos. Notó un suave golpe en la espalda y se apartó enseguida de la puerta. Detrás de ella había un cuarto muchacho, supuso que era un hombre por los brazos fuertes y morenos que sostenían las cajas, porque la cara no se la veía, la tenía cubierta por cajas.
- Zeke, quita de en medio, que voy con carga -rumió.
- No es a mi a quien casi atropellas, idiota -respondió el jefe.
El chico que acababa de entrar en la cocina se giró sobre los talones hasta quedar de costado a Mikasa y mirarla ojiplático.
- Oh -murmuró-, perdona.
Se puso de cuclillas con elegancia y dejó las tres cajas que tenía cargadas en el suelo. El chico no parecía tan alto a comparación de Mikasa (quién era alta para ser mujer) pero tenía los brazos y las piernas largos, y los hombros muy anchos. De todos era el único que no vestía la guerrera, sino una camiseta de color marrón con el cuello de pico y vaqueros. Su pelo era castaño y largo, pero lo llevaba recogido en un moño a mitad de la cabeza.
- Me llamo Eren -le extendió la mano a modo de saludo, Eren tenía los ojos almendrados y profundamente verdes. No se parecía en nada a Zeke.
- Mikasa -correspondió al saludo, estrechándole la mano.
- Mikasa trabajará con nosotros a partir de ahora -intervino Zeke.
Eren apoyó la espalda en el marco de la puerta, con los brazos cruzados y la mirada fija en Mikasa, no la desvió ni cuando Zeke comenzó a explicarle el contrato que la chica había adquirido con ellos.
- Vale -interrumpió sin haber escuchado ni una mierda de lo que su hermano mayor le había dicho-, me parece bien, pero antes de saber si podremos trabajar juntos necesito saber algunas cosas de ti.
Mikasa pestañeó una única vez. Sin descruzar los brazos, dio dos pasos hacia Eren y alzó un poco la cabeza para mirarle a los ojos. Eren se puso recto y entendiendo el desafío se inclinó hacia Mikasa, ella tenía la mirada seria, fría... profundamente triste. La de Eren era como la de un felino que trataba de averiguar en qué punto venía la luz.
- ¿Te gusta el queso? -le preguntó.
Mikasa fingió que no estaba sorprendida por la pregunta y no cambió el semblante.
- Sí -contestó con seriedad.
Eren torció la comisura de la boca en una sonrisa.
- Bien, empezamos bien. No me fío de nadie que no le guste el queso -afirmó, e iba en serio-. Y, ¿estarás dispuesta a probar todo lo que yo cocine? -pronunció cada una de las palabras con cuidado, de manera pausada, como si fuese una insinuación de algo más-, todos los que trabajan para mi están obligados a probar mi comida y a darme su opinión más sincera.
- Eren -el tono de Zeke resultó imperioso. Sólo un hermano mayor podía pronunciar así un nombre y que sonase como una riña.
Los otros cocineros habían dejado lo que estaban haciendo y miraban petrificados el intercambio de miradas, Mikasa se daba cuenta, pero no se amedrentó por ninguno de los presentes. Dio un paso al frente, ladeó la cabeza y contestó:
- Si es una norma, la acataré -y un ángel pasó por esa cocina, porque únicamente el sonido de las burbujas del agua al explotar en la olla se escucharon durante al menos quince segundos seguidos.
Ese fue el tiempo que Eren tardó en reaccionar. Su sonrisa se volvió como la de un niño y se acercó a Mikasa, codeándole la parte alta del brazo.
- Nos vamos a llevar bien tu y yo.
                                               🥢🥡🥢🥡🥢🥡
El primer día de trabajo fue bastante más duro de lo que Mikasa hubiera esperado. Quizás es que aún estaba cansada del viaje y la mudanza, o quizás es que se le había vuelto a olvidar que tenía que comer... Cuando se sentó por fin en una de las mesas del comedor no se lo podía ni creer, era patético para una ex gimnasta olímpica como ella se cansase así, pero enseguida apartó ese pensamiento, tenía que dejar de machacarse a si misma de esa manera. La última tarea del día era actualizar los registros y hacer caja, mejor si se centraba en eso. Además de supervisar mesas y camareros, y que no hubiera ningún problema con los clientes, aquel sería su trabajo principal.
- ¿Me permites? -sin aviso ninguno Eren le quitó el libro de cuentas que estaba examinando y le puso en su lugar un plato enorme de tallarines a la carbonara. Tenía uno idéntico para él en la otra mano, que puso delante del que había puesto para ella.
Retiró la silla y se sentó frente a ella, ofreciéndole un tenedor y una cuchara a Mikasa. Ella no los cogió enseguida, así que Eren se los dejó encima de la mesa, junto a su plato.
- Es pasta fresca a la carbonara -contestó a la pregunta que Mikasa no le había hecho-, y de la buena, nada de nata. La masa también es casera. Pruébalo, seguro que te gusta -la animó, con una leve sonrisa.
Dejó a un lado de la mesa el libro negro de las cuentas y comenzó a comer usando el tenedor y la cuchara para anidar la pasta. Mikasa tenía la mente centrada en el plato. Hacía años que no probaba la pasta, y el plato era demasiado grande, tenía demasiada cantidad de comida, no iba a poder con toda. Ni siquiera estaba segura de si podría comer con normalidad. El corazón comenzó a acelerársele, tenía el vello de punta, taquicardia, otra vez esa maldita ansiedad, el pánico que sentía que iba a devorarla. Basta, basta, se dijo.
- No has comido nada en todo el día -le recalcó, y tenía razón. Mikasa no había probado bocado desde que se había levantado y se había tomado el batido de proteínas con plátano que se hacía cada mañana-. Pruébala, seguro que te gusta -Mikasa seguía sin reaccionar ni decir nada, solo miraba el plato fijamente-.
Eren había hecho otro comentario más pero Mikasa no le estaba escuchando. Una gota de sudor le recorrió la nuca.
- ¿No te gusta?
Mikasa ni siquiera escuchó la pregunta. Sin previo aviso se levantó de la mesa manera un tanto brusca. Eren hizo ademán de levantarse él también pero Mikasa le detuvo con un gesto de la mano.
- Dame un momento, por favor -y se marchó al baño.
Encerrada en el baño comenzó a tener un ataque de pánico,  el primero en una semana. Le costaba respirar pero esta vez no llegó a vomitar, logró controlarlo. Tampoco era un gran mérito porque no tenía absolutamente nada en el estómago que pudiera vomitar si se metía los dedos en la garganta. Aun así, se recordó a si misma que el hecho de no haberse metido los dedos para vomitar, de no provocarse el vómito, era un logro en si y uno muy grande además. Antes hubiera insistido hasta dejarse la garganta, el esófago y escupir sangre, pero ya no, ya no quería sentir más dolor, ya no quería seguir sufriendo así. Era un logro, era un logro, estaba mejor, estaba mejor. Tras salir del baño se echó agua fría en la cara y comprobó la hora, eran las ocho, podía tomarse otra pastilla.
Eren apenas había tocado su plato desde que ella se había ido, pero Mikasa volvió a la mesa como si no hubiera pasado nada.
- ¿Estás bien? -Mikasa ignoró la pregunta y se sentó frente a él.
Cogió la cuchara y el tenedor, o más bien empuñó ambos cubiertos como si fueran armas y después cogió una pequeña porción de comida. Enredó con parsimonia y esfuerzo una porción muy pequeña de pasta y después se la metió en la boca. Mikasa parecía masticar con esfuerzo, frunciendo los labios. Eren no había estado más nervioso en toda su vida en lo referente a que alguien probase su comida. Mikasa no hizo comentarios al respecto, simplemente continuó comiendo, bocados pequeños, masticaba con lentitud y mucho esfuerzo pero lograba tragar.
- ¿Mucha pimienta? -fue el único tema de conversación que se le ocurrió en aquel momento-. Zeke suele quejarse de eso -Mikasa únicamente respondió negando con la cabeza-. A mi es que me gusta fuerte.
- A mi también -contestó después de un minuto.
Eren sonrió satisfecho, pero no preguntó nada más por esa noche, ya tendrían tiempo para hablar cada día que cenasen y comiesen juntos, o al menos eso esperaba él.
                                                     🥢🥡🥢🥡🥢
Eren y Mikasa se acostumbraron pronto a hacer las comidas y las cenas juntos en el restaurante después del trabajo y en los descansos, mientras ajustaban las cuentas o comían con los demás al medio día. Eren solía aprovechar para preparar platos tradicionales que le gustaban mucho como la escalivada de pimientos con atún, pasta o pollo al horno con manzana y miel. Y otras ocasiones hacía que Mikasa probase platos nuevos como la ghoulash de pescado blanco, la crema fría de melón con virutas de jamón de corte o arroz revuelto con tomate y berenjenas. Mikasa soportaba muy bien la comida picante, incluso mejor que él, pero odiaba el vinagre y la ensalada condimentada, para ella nunca era demasiada pimienta, se había dado cuenta Eren y aunque apenas comía durante el día (parecía que comer le resultaba un esfuerzo a veces) le encantaban las fresas, porque nunca rechazaba una, fuese la hora que fuese. En el tiempo que pasó con ella no solo descubrió las cosas que le gustaban comer, también que a pesar de parecer seria tenía un muy afilado sentido del humor, que siempre decía las cosas como las pensaba, que era mucho más inteligente de lo que todos pensaban, y bastante buena resolviendo conflictos y mediando entre las personas (había podido comprobarlo con Nico y Floch), y también que seguramente había estado sola desde que era muy pequeña. Por la actitud independiente que siempre exhibía.
                                                       🥢🥡🥢🥡🥢
Desnuda ante el espejo, Mikasa podía ver cómo había logrado ganar algo de peso en los últimos meses. Seguía haciendo ejercicio cada día, para no perder la masa muscular que tenía de haber hecho gimnasia rítmica durante tantos años, pero aún así, volvía a tener las caderas y los muslos llenos. Ahora parecía un poco más reloj de arena, la cintura se le formaba nuevamente y le marcaba el abdomen de manera más saludable, ya no notaba las venas del estómago. También tenía los pechos más grandes, el período le venía con regularidad desde hacía tres meses por lo que el pelo negro y lacio estaba más brillante y voluminoso también, la piel volvía a tener su tono blanco uniforme. También arecía algo más femenina, con el rostro más redondeado, no tan afilado como se había acostumbrado a vérselo en el espejo y a no gustarse. Ahora le gustaba lo que veía en el espejo. No recordaba la última vez que así había sido, mirarse desnuda y gustarse, mirarse y no sentir asco de ella misma, mirarse y no pensar que no servía para nada si no era capaz de coger unas mazas o una cinta rítmica. Su peso de cierta manera... ahora ya daba igual, daba igual, únicamente tenía que preocuparse por estar sana y bien.
La rutina del trabajo finalmente le había ido bien, su terapeuta le había insistido mucho en la importancia de llevar una vida ordenada, de ir dando pequeños pasos, de recompensarse por sus pequeños logros. Sigue haciendo gimnasia si quieres, sigue haciéndola si eso te hace feliz, pero no hagas nada que no te haga feliz o que te haga odiarte. Había sido más el consejo de una amiga que el de una terapeuta, pero en cierta manera, era lo que le había salvado la vida.
El uniforme del restaurante consistía en un pantalón negro ajustado, un delantal francés del mismo color y una camisa blanca que siempre llevaba remangada hasta los codos. Con el cambio de peso la blusa comenzaba a quedarle más ajustada en torno al pecho, volvía a tener canalillo. Tendría que comprarse una talla más, o acabaría viéndose en una situación incómoda en el trabajo. En la cocina Eren era el único que nunca se ponía una guerrera, siempre llevaba camisetas de cuello de pico y vaqueros, y como él era el dueño podía hacer lo que quisiera, o eso decía él. Comer y cenar cada día con Eren y los demás había sido también clave en su recuperación. Gracias a Eren se había reconciliado un poco más con la comida, todo lo que él preparaba era delicioso, y sobre todo nunca se quejaba de la cantidad que Mikasa comiera, si comía demasiado poco, si no quería tocar el arroz de la guarnición y prefería comerse solo las verduras. Con el tiempo había incluso aprendido a ponerle platos más pequeños, platos que podía terminarse enteros y que la animaban mucho, porciones ajustadas a ella. Eren era un cielo, Mikasa y él habían llegado a forjar lo que se podía denominar como una amistad muy profunda, o al menos eso pensaba ella. Mikasa nunca había tenido amigos, siempre había estado demasiado ocupada entrenando como para tener una vida o ese tipo de relaciones y todo esto era nuevo para ella. Básicamente era una torpe emocional de veinticinco años pero lo que sentía por Eren, la calma cuando estaba con él, la alegría de verle sonreír y cómo se hacían reír mutuamente... eso era cariño, y lo sabía reconocer. Cariño sincero. Y quizás algo más...
- Mikasa -Eren se asomó desde la cocina, haciéndole un gesto con la mano-, ven, me gustaría que probaras esto.
Mikasa dejó lo que estaba haciendo y le explicó a uno de los camareros lo que tenía que hacer antes de irse a atender al jefe. Una vez en la cocina, Eren le ofreció un anacardo garrapiñado con caramelo aromatizado al romero. Eren le acercó el fruto seco a los labios de manera distraída, como si esperase que Mikasa se lo fuese a quitar con los dedos, en cambio la chica inclinó la cabeza y sin dejar que sus labios rozasen ni el índice ni el pulgar que sostenía el anacardo, lo atrapó y se lo metió en la boca. Primero saboreó la textura del caramelo, perfecto de rubio y con un toque refrescante de romero. Eren se la había quedado observando, desconcertado y... hasta sonrojado.
- ¿Qué te parece? -murmuró tras un rato en que Mikasa se había dedicado a darle vueltas al anacardo en la boca.
- Me encanta -dictaminó al final-, el anacardo es el fruto seco que más me gusta -Eren ya conocía ese dato, pero se lo calló, esbozando una sonrisa de medio lado. Mikasa se dio la vuelta para volver al trabajo, pero Eren la detuvo agarrándola por la muñeca.
- Mikasa -hizo una pausa cuando ella giró la cabeza para mirarle- ¿Me acompañarías esta noche a un sitio?  
Mikasa lo pensó durante unos segundos antes de contestar y entonces asintió con lentitud. Eren pestañeó, parecía sorprendido de que hubiese aceptado la invitación, sin más y porque sí.
- ¿Es por trabajo?
- Ah... -murmuró-, no. Es personal... es una tontería -se apresuró a decir-. Es que no tengo con quién ir y... -se encogió de hombros.
- Eren -le interrumpió-, iré contigo. Si es contigo y no se trata de trabajo se que me divertiré.
Eren la miró desconcertado, y ella le correspondió con una sonrisa sincera antes de salir de la cocina. Y justo en la puerta chocó con Floch, que la miró con cara de pocos amigos. Armin siempre era un encanto y Nicco aunque tenía sus días se podía tratar con él, en cambio Floch...
- Hola -le saludó con cordialidad.
La contestación de Floch fue un gruñido y un gesto contra su hombro para que se apartase de su camino. Mikasa lo toleró esa vez en pos del buen ambiente de trabajo, pero no lo toleraría una segunda vez. Atravesó a Floch con la mirada mientras veía cómo este orbitaba en torno a Eren, que estaba sacando otra tanda de anacardos de la sartén y poniéndoles más romero para después guardarlos en un bote de cristal hermético y servirlos en los postres a los comensales del restaurante. Eren dirigió una mirada disimulada a Floch y luego a Mikasa, que ya se había dado la vuelta para largarse de allí.
                                                   🥢🥡🥢🥡🥢
Ese día cerraron el Jaegeristas antes de tiempo, normalmente cerraban a las diez, pero Eren les dio la tarde libre a todos y se fueron a casa sobre las cinco de la tarde. Él y Mikasa habían quedado a las ocho, por lo que Mikasa tuvo tiempo de ir a casa, ducharse y ponerse ropa más cómoda. No tenía ni idea de a dónde irían, pero Eren le había pedido que no se pusiera nada formal, más bien ropa y calzado cómodos. Al final se puso unos leggins de color negro y una sudadera de color blanco. Por las noches refrescaba mucho en Paradis. Cuando llegó al restaurante Eren estaba cargando una cesta de picnic y varias mantas en el coche.
- ¿Nos vamos de picnic? -La voz de Mikasa había sobresaltado a Eren, ¿Cómo era siempre tan sigilosa?
- Que susto me has dado -ella le respondió con una sonrisa-. Es por si nos da hambre. Bueno, yo tengo hambre a todas horas, ya me conoces.
Mikasa sonrió y asintió antes de subirse al coche con él.
Eren condujo cerca de unos treinta minutos, mientras atravesaban toda la isla hasta llegar a las montañas del norte. Mikasa supo que había hecho bien en ponerse aquella sudadera de pelillo, Eren también llevaba un cárdigan largo de lana negra que le abrigaba, porque en esa zona de la isla siempre hacía especialmente frío. Eren le contó un poco de historia de la Isla de Paradis, sobre los recursos naturales de esta y cómo al principio era un lugar ruinoso que los antepasados que emigraron allí hacía dos mil años habían logrado sacar adelante. Mikasa le confesó que, aunque ella había crecido en Hizuru con parte de la familia de su madre, su padre era de allí, y que ella había nacido allí también. Aunque nunca había vuelto a Paradis hasta ese año en concreto.
- Y ¿por qué dejaste tu vida en Hizuru y viniste a Paradis? -le preguntó una vez hubieron llegado a una colina desde la que veían iluminada prácticamente toda la capital de Paradis-. Y para trabajar en un pequeño restaurante como el nuestro nada más y nada menos, estudiaste económicas ¿no? podrías optar a puestos mucho más importantes.
- Es que no era feliz -contestó escuetamente-. Con nada de allí, por eso fue que hui -Mikasa desvió la cara hacia la ventanilla del coche, su voz sonó amortizada contra el cristal cuando volvió a hablar-. Hasta llegar aquí.
Eren la miró de soslayo, su reflejo triste en el cristal, el pelo negro y lacio hasta la mitad de la espalda. La primera vez que la había visto había pensado que era muy hermosa, con ojos terriblemente tristes pero aun así llenos de fuego.
Cuando llegaron al destino y se bajaron del coche, Mikasa cogió una manta de color negra con forro debajo y la extendió sobre el suelo de tierra y escarcha. Eren fue detrás de ella con la cesta de la comida y otra manta de pelillo para echársela por encima una vez estuvieran sentados. Habían subido a una colina en lo alto de las montañas de la ciudad, un mirador del que podían ver todas las luces anaranjadas,  las casas de piedras blancas típicas, los caminos llanos... Mikasa se había quedado embobada viendo la escena, era precioso y sobrecogedor al mismo tiempo.
- ¿Y ahora... eres feliz aquí? -Mikasa se dio la vuelta para mirarle. Eren había colocado todo ya y se había quitado los zapatos para subirse a la manta y cubrirse las piernas con la otra.
Mikasa se quitó las zapatillas también y se sentó a la derecha de Eren, metió los pies debajo de la manta junto a él antes de contestar:
- Sí.
Eren le dedicó una sonrisa torcida y la terminó de cubrir con la manta, en un resquicio del pie que se había dejado.
- ¿Tienes hambre? He traído ensalada de patata y pepino con mayonesa, también sándwiches de mantequilla de cacahuete y mermelada, de huevo y mí favorito: sándwich de croqueta.
- ¿Sándwich de croqueta? -preguntó, escandalizada.
Eren asintió con entusiasmo mientras le explicaba en qué consistía el sándwich de croqueta. Eran dos rebanadas de pan, una untada con una suave capa de mayonesa y otra de kétchup, una capa de lechuga (preferiblemente genovesa o de roble) sobre la capa que tenía mayonesa, una capa de huevo huevo picado con sal, pimienta y mayonesa al curry encima de esta, un escalopín de ternera o pollo empanado, una capa de queso y la otra rebanada de pan untada con la salsa kétchup. Mikasa le miró horrorizada.
- Me como medio de eso y me podría ir a arar una semana al campo -se quejó.
- Qué exagerada eres -carcajeó Eren, mientras le ofrecía la mitad del sándwich que ya venía perfectamente partido por la mitad. Mikasa lo cogió con timidez y reparo-. La receta era de mi madre; solía preparárnoslos cuando íbamos de picnic al campo -había un deje de tristeza en la voz de Eren, que no pasó desapercibido para Mikasa. Eren también se dio cuenta, así que añadió-: Murió cuando yo aún era un niño; pero fue por ella que empecé a cocinar.  
- Lo siento mucho -murmuró Mikasa mientras miraba el sándwich-. Yo también perdí a mis padres cuando era niña, fueron mis tíos, la familia de mi madre quienes me criaron en Hizuru.
- Lo siento mucho -Eren tocó el brazo de Mikasa y luego continuó-: Oye, si no te gusta sándwich no tienes por qué...
- ¡No es eso! -le cortó con tono brusco-. Es que... hace un tiempo tuve problemas con la comida, ya estoy bien -se apresuró a decir-, es decir, que me estoy recuperando bien pero... aún hay cosas que me cuestan. Cierta ansiedad persiste aún.
Y antes de que Eren pudiera decir nada más, Mikasa le quitó el sándwich de croqueta de la mano y lo abrió. Eren ya lo tenía partido por la mitad, y se veían todas las capas, incluyendo la del filete de pollo y el color amarillo de la mayonesa, naranja del queso y rojo del kétchup. Era muy bonito, seguro que también era delicioso. Tomó aire y dio un bocado enorme al sándwich, probablemente el bocado más grande que había dado en años sin intención de vomitarlo después. Se recordó a si misma la necesidad de notar los sabores en la comida, de disfrutar lo que Eren había preparado, de ir despacio para no sentirse demasiado llena después y con la sensación de explotar. Eren la miraba como un búho de noche, ojiplático y un poco inclinado hacia ella.
- Buenísimo -contestó después de tragarse el primer bocado y antes de darle el segundo. Tenía el ceño fruncido igual que una niña.
Eren sintió mariposas en la piel, era feliz cuando alguien disfrutaba mucho de lo que él cocinaba, cuanto más la chica que le gustaba tanto desde hacía meses. Desde la primera vez que había visto a Mikasa, había sentido que algo había cruzado su mente, como si la conociera de toda la vida. Quería ver sus clavículas llenas, por alguna extraña razón sabía que su cuerpo no era tan excesivamente delgado de manera natural. Quería verla sonreír, y proteger esa sonrisa a toda costa.
- ¿Quieres agua? -le ofreció una botellita de agua-, también tengo refresco, aunque nunca te he visto tomar uno. Sospecho que no te va mucho.
- Odio las burbijitas que tiene -arrugó la naricilla de pensar en ellas y cogió la botella de agua que Eren le ofrecía, dándole las gracias-; me lo bebo únicamente si le sacudes las burbujitas.
- ¿Cómo me dices eso? -objetó- las burbujitas son lo mejor.
Mikasa le sonrió de manera torcida mientras él abría una lata de refresco y le daba un ligero sorbo.
- Eren... -comenzó de manera distraída-, ¿tu y Floch tuvisteis algo romántico o sexual en el pasado?
Eren esparció como un surtidor en el césped de la colina el refresco que tenía en la boca, como respuesta a la pregunta de Mikasa. La chica ladeó la cabeza, como si no entendiera la reacción de él.
- Pero, ¿por qué me preguntas eso? -exclamó, mientras cogía servilletas de la cesta de la comida.
- Curiosidad -contestó-, como parece que siempre orbita en torno a ti. Le falta mearte encima para que nadie se te acerque -Eren la miró ojiplático, parecía que él no había percibido nada de eso-. Perdón, igual y es un terreno demasiado personal como para preguntar.
- ¡No! -contestó-, quiero decir que no es demasiado personal que me puedes preguntar lo que quieras, vaya -contestó de manera atropellada- y que no, que tampoco, vamos que nunca hemos tenido nada, no es... -se paró, antes de decir alguna tontería más grande y dio un sorbo del refresco de limón. Esta vez sin tirarlo.
Mikasa sonrió un poco para si misma. Siempre veía a Floch detrás de Eren, pero Eren no parecía demasiado interesado en el cocinero, por eso Mikasa había pensado que igual habían tenido algo en el pasado y Eren había pasado de él; quizás era simplemente un amor unilateral. Como fuese, esperaba que su amistad con Eren no crease conflictos en el trabajo. Hacía unos pocos meses le hubiera dado igual, pero Armin y Niccolo se habían vuelto amigos cercanos a ella, y no querría perder o enturbiar su nueva rutina.
- Bueno, entonces, ¿me has traído aquí para un picnic nocturno solamente o...?
- Espera un poco -miró su reloj de pulsera- quince minutos solamente.
Mikasa asintió. El sándwich de croquetas le había encantado, pero también quería probar la ensalada de patata y pepino, así que únicamente se comió una mitad entera y se dejó mordida la otra mitad. Observó que Eren no tuvo problema en terminarse la mitad del sándwich que ella había mordido pero que no tenía intención de terminarse y sonrió un poquito por eso.
- Uf, estoy llenísima -sentenció después de un rato.
A opinión de Eren, Mikasa había comido bastante poco, pero según tenía entendido las chicas comían bastante menos que los chicos. Él siempre había estado más rodeado de amigos que de amigas y si era sincero sabía bastante poco de ellas. Además, con lo que le había confesado antes tampoco quería agobiarla.
- ¿No quieres postre entonces? -sacó de la cesta dos parfait metidas en tarros de cristal, estaba hecha con un bizcocho de vainilla, fresas y nata. Eren sabía que Mikasa nunca decía que no a unas fresas, y si estas llevaban nata... es que nadie se resistía-: ¿Trufa o nata?
Mikasa le atravesó con la mirada.
- Nata -contestó, cogiéndole el bote-, eres malvado. Las fresas me gustan muchísimo.
- A mi también -le contestó.
Eren observó cómo Mikasa se metía en la boca la fresa de en medio, entera y cubierta de nata, y lo que más le gustó fue ver cómo sonreía al morderla y disfrutaba de ella. Eren abrió su bote también y la imitó, a él le encantaba el chocolate, por eso había hecho el suyo de trufa.  
- ¿Sabes? Estás muy sexy cuando comes -el comentario de Mikasa le cogió por sorpresa, e hizo que la fresa casi se le fuera por el otro lado. Podía parecer que no, pero en realidad era un chico bastante tímido-. Esa no es una cualidad que tenga todo el mundo.
Eren quiso reírse, o darle las gracias, o incluso preguntar si debía de darle las gracias. Decir algo. Lógicamente, Eren siendo Eren, no hizo nada de eso, se quedó callado mirando a Mikasa, a sus labios más concretamente. Los tenía rojos e hinchados por habérselos estado relamiendo al comerse las fresas y la nata.
- Te has manchado la comisura con nata -murmuró-, ¿me permites?
Eren extendió la mano y con el pulgar le apartó un pisquito de nata que tenía en la comisura de la boca, luego se lamió el pulgar para quitarse la nata del dedo. Mikasa le miró de manera larga antes de preguntar:
- ¿Eso ha sido como un beso indirecto?
Eren giró la cabeza bruscamente para mirarla.
- ¿Cómo?
- La próxima vez me lo podrías dar directamente -le comentó con naturalidad-. Sólo si te apetece claro está.
- ¿Da-darte un beso... a ti? -a veces no pillaba el humor de Mikasa, no sabía si decía las cosas en serio (porque sincera era un rato) o simplemente estaba de broma. Igual y se había pasado quitándole la nata de la boca.
- Haces que suene horrible -comentó en tono burlón y dejó el bote vacío de fresas, nata y bizcocho en la cesta-. Qué bien he comido -suspiró y se tumbó sobre la manta cuán larga era.
Aunque sonreía, en realidad estaba nerviosa por lo que acababa de decir. En el mejor de los casos Eren lo tomaría como una broma, ella siempre tenía ese tipo de humor que él generalmente solía captar, y en el peor de los casos, le pediría disculpas si le había molestado y esperaría que su amistad siguiera como si nada. Las estrellas brillaban muchísimo esa noche, pero la cabeza de Eren las tapó cuando se inclinó sobre ella, para mirarla a los ojos.
- ¿Tu me quieres dar un beso a mi? -le preguntó abiertamente.
Mikasa no contestó enseguida, se tomó un momento para responder, pero cuando lo hizo fue sincera.
- Sí -contestó finalmente.
El corazón se le calmó cuando lo dijo. Había pensado que estaría muchísimo más nerviosa cuando se lo dijera pero... en realidad fue todo lo contrario, como un peso que se había quitado de encima. Si Eren no quería no iba a tomárselo a mal tampoco, pero al menos ya se lo había dicho. Eren frunció los labios y se inclinó sobre ella para besarla en los labios. El beso fue apenas un roce de labios, parecía más el beso de unos niños de doce años que se besaban por primera vez que el de dos adultos de casi veinticinco años. Eren rozó la punta de su nariz con la de Mikasa, haciéndola sonreír. Ella alzó las manos, acariciándole las mejillas y se incorporó un poco para devolverle el beso, esta vez un poco más profundo, con los labios entreabiertos. Mikasa temía sentirse torpe, no recordaba la última vez que había intimado físicamente con alguien. Aunque quizás a un beso no se le podía llamar tener intimidad, ¿o si? Eren se incorporó un poco para mirarla y le apartó un mechón de cabello de la cara, la forma en que la miró hizo que Mikasa sintiera ganas de llorar y ni siquiera sabía por qué.
Abrió la boca para decir algo, pero en ese momento el cielo quedó plenamente iluminado por una lluvia de estrellas. Eren estiró los labios en una sonrisa, la sonrisa más preciosa que Mikasa había visto nunca.
- Ya ha empezado -Eren se tumbó boca arriba junto a ella, agarrándola de la mano.
Entrelazaron los dedos de las manos y se concentraron en ver la lluvia de estrellas. Era el espectáculo más precioso que Mikasa hubiera visto nunca, caían como lágrimas, estrellas fugaces a las que poder pedir miles de millones de deseos. Pero Mikasa únicamente tenía un deseo, y parecía habérsele cumplido.
- Eren -murmuró. Él giró la cabeza para mirarla, aunque ella aún miraba el cielo y las estrellas cayendo- Gracias -murmuró-, por haberme traído aquí contigo, por haberme ayudado tanto en estos meses, por ser mi amigo. Gracias.
Eren no contestó, pero sí abrazó a Mikasa contra su pecho y le dio un beso en la mejilla. Ella también se acurrucó contra él debajo de la manta, sin dejar de mirar al cielo. A veces la felicidad podía ser simplemente eso.
                                                     🥢🥡🥢🥡🥢
Esa noche cuando Eren la dejó en casa, Mikasa le invitó a quedarse a dormir y él aceptó. Dejaron los zapatos a la entrada, como era la costumbre de Hizuru y pasaron directamente al dormitorio. Mikasa atrajo a Eren hacia si, deslizó las manos por sus amplios hombros y le quitó el cárdigan negro que llevaba puesto, después metió las manos por debajo de la camiseta verde militar, acariciándole la espalda, la cintura. Eren cogió la cara de Mikasa entre las manos y la besó, primero en la frente, luego en la nariz, finalmente los labios. Ayudó a quitarse la camiseta, tirando por la parte de atrás del cuello, Mikasa le acarició el pecho, le besó en las clavículas.
- De haber sabido que esta noche acabaríamos por fin en la cama -comentó entre risas, mientras Eren le sacaba la sudadera de pelillo y la camiseta de tirantes negra debajo de esta- me habría puesto ropa interior más sexy y no un sujetador deportivo.
- ¿Por fin has dicho? -Eren frunció el ceño, pero Mikasa no le dio tiempo a decir nada más, se le colgó del cuello y le besó para que se callase.
Eren captó la indirecta y no dijo nada más al respecto. Separó sus labios pero fue dejando besos húmedos por el cuello de Mikasa, mientras la chica gemía y ronroneaba, le quitó la camiseta, efectivamente llevaba un sujetador deportivo negro, pero sus pechos le parecieron preciosos igualmente. Se arrodilló ante Mikasa mientras le bajaba los leggins negros entre caricias. Tenía unos muslos preciosos, suaves y níveos, como el resto de la piel, pero en el tobillo derecho tenía una cicatriz que le recorría desde el tobillo hasta casi la rodilla. Eren frunció el ceño, acariciándole la piel rosada y tirante de ahí.
- ¿Qué te pasó? -murmuró, mientras le acariciaba la cicatriz con el pulgar.
Mikasa terminó de zafarse de los leggins con un movimiento de los pies y se apartó de él para sentarse a los pies de su cama.
- Me rompí el hueso -le contestó-, tuvieron que operarme de urgencia -Eren se acercó a ella y de nuevo se arrodilló, sentándose sobre los talones frente a ella-. Fue hace un año y medio -prosiguió-, mientras hacía un ejercicio de barras. Había tomado tantos calmantes para poder pasar el día que me fallaron los músculos, me mareé, perdí la consciencia -aún no sabía cómo explicar lo que había pasado ese día, todo había comenzado a darle vueltas, no sentía los miembros, ni los músculos, no era consciente del mundo a su alrededor tampoco de que se había golpeado y doblado la pierna de manera antinatural, no sentía nada-. La verdad es que no lo recuerdo, sólo se que todo me daba vueltas. Me partí el peroné. Tenía una descalcificación por... -calló, aún le daba vergüenza hablar de eso- y hacía tiempo que no tenía la regla tampoco por el mismo motivo -murmuró.
Eren había apoyado la barbilla sobre los muslos de Mikasa mientras la escuchaba, y cuando la chica calló durante unos segundos de más, él se acercó más a ella y le dio un beso en el ombligo. Mikasa notó el pecho amplio y duro de Eren rozándole la parte alta de los muslos, en respuesta ella frotó el interior de sus tobillos contra sus costados, apresándole la parte alta de las costillas con las rodillas. Eren se sorprendió de que tuviera tanta fuerza y en el momento de confusión, Mikasa con manos demasiado ágiles y una musculatura igual de flexible le quitó el botón de los vaqueros y se los bajó, calzoncillos incluidos. En cuanto Eren quedó desnudo, Mikasa le acarició la piel que le recubría las caderas y la parte externa de los muslos. La piel morena del chico se erizó y su miembro comenzó a despertar. Mikasa no se privó de mirarle en la penumbra de su habitación, los ojos de ambos se encontraron y esta vez fue Eren el que se inclinó para besarla. La lengua de Eren rozó la de Mikasa entre medias del beso, y sus uñas recorrieron las nalgas de Eren, arrancando gemidos de este. Mikasa sonrió con malicia aún contra su boca, y entonces le dio un suave azotazo al chico.
- ¡Ay! Oye -se quejó-, cuidadito con mi cuerpo que es sensible.
Mikasa no pudo evitar carcajear, mientras rectaba en la cama, abriendo las piernas de par en par.
- ¿Cómo que tu cuerpo? -se burló- ¿cómo que tu cuerpo?
Eren le devolvió la sonrisa traviesa, entonces la agarró por los tobillos y la arrastró hacia él nuevamente por la cama, deshaciendo el camino que había hecho. Mikasa gimió en cuanto se vio apresada, y Eren comenzó un camino de besos que comenzaron desde la cadera hasta la cintura mientras aprovechaba de bajarle las bragas a Mikasa. Mikasa estaba húmeda y preparada para él, lo había estado desde hacía bastante, pero aquel había sido el momento preciso. Mikasa le abrazó y repartió besos por su mejilla, mientras ambos se unían al placer, a la diversión y al amor.
                                                      🥢🥡🥢🥡🥢
Mikasa despertó un poco antes del amanecer, tumbada sobre el pecho de Eren, que a su vez la rodeaba con los brazos. Tenía la coleta deshecha y la expresión de un niño cuando dormía, Mikasa sonrió y se abrazó más a él, frotando la cara contra su pecho. Para ser hombre la piel de Eren era bastante suave. Eren se removió, abrazándola un poco más fuerte, como si no quisiera dejarla ir nunca. Mikasa sonrió, algo más espabilada ya, y le dio algunos besos en el esternón. Eren reaccionó enseguida, masajeándole la cabeza con la yema de los dedos.
- ¿Tan temprano y ya estás traviesa? -murmuró por encima de su cabeza.
- No estoy traviesa -se quejó, mientras se cubría un poco más con las sábanas-, estoy cariñosa, aprovéchalo.
Eren le dio un profundo y sonoro beso en la frente en respuesta.
- ¿Y qué haremos a partir de ahora? -murmuró Mikasa, contra los pectorales de Eren.
- ¿Estar juntos? -sugirió- ¿ser felices juntos?
Mikasa sonrió, y frotó una vez más la mejilla contra su piel. Le parecía bien, le gustaba esa idea. Mikasa había encontrado en aquel restaurante a su familia, con Zeke, con Armin, con Eren... y a veces puede que en sus buenos momentos incluso con Niccolo y Floch, bueno, con el último lo dudaba un poquito pero... a gusto podrían trabajar como mínimo. Estaba contenta, era feliz, y esa mañana al levantarse, por primera vez en meses no se le hizo raro levantarse y no sentir ningún tipo de dolor.
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anuessien · 3 years ago
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Según avanza el coche, parece que todos esos edificios quedan atrás y yo los sigo con la mirada girando el cuello hasta que la vista no me da más. Entonces me percato de algo que no dudo en preguntar a mi amigo:
—¿Qué ha pasado con los peajes?
—Los he evitado todos. —Ghâlib me habla de nuevo, tajante, sin dejar responder a Hamza. Al mirarle le veo sereno y centrado en la carretera, pues no me mira, por eso yo busco sus ojos en el retrovisor dándome cuenta de que parece no llevar ya gafas de sol. En efecto, el espejo me devuelve una mirada ruda bajo unas pobladas cejas oscuras que parecen fruncidas. La luz del día incide en sus ojos resaltando un marrón claro en su piel morena. Tiene ojeras.
Desde que le he conocido me ha parecido que parecía enfadado, pero es que debe ser su modo de estar en la vida.
No pregunto cómo ha evitado los peajes pero al menos me alivia saber que no nos hemos saltado ninguno y no habrá tanto peligro, por eso puedo sonreír mirando a Hamza antes de volver a mirar por la ventanilla viendo tantos automóviles pasar de largo. ¿A dónde irán? ¿De dónde vendrán? ¿Cuántas cosas guardarán en sus maleteros? ¿Por qué se van? ¿Por qué vienen…? Sea como sea, todos pasan y yo con ellos… llevo mi historia en mi memoria y parte de mi vida en una mochila.
Los puentes pasan sobre mi cabeza mientras una canción suena en el coche tapando las voces de Santiago, Ghâlib, Oussama y Hamza. Parece que alguien sube el volumen. El aire se cuela en el coche mientras miro a mi alrededor tratando de no perderme nada de lo que veo.
—Estamos más alto que los demás, mira… —le digo con asombro a mi amigo señalando al otro lado de la carretera, desde donde se pueden ver calles, casas, edificios y coches que salen de algún camino bajo el nuestro.
—Eso es porque estamos por encima del mundo. ¡Volamos en el paraíso, Anoona! No todos los días se cumplen sueños.
Esa emoción y todas esas palabras que destilan algarabía me hacen reír, pero más río cuando es él quien señala por la ventanilla de mi lado.
—¡Ikea! No me lo puedo creer tíos. Ahí tenemos que ir para comprarnos todos los muebles para nuestra casa. —Santiago ríe con Oussama, pero el comentario rancio tenía que salir de Ghâlib. —Tú piensa que tu mejor casa puede ser la celda de cualquier cárcel, capullo.
Yo no tengo ni idea de qué es Ikea, pero con la barbilla apoyada en mi mano gracias a que mi codo descansa en el borde de la ventanilla, veo un edificio azul con letras amarillas y me basta para volverme a mirar a Hamza, que parece haberse quedado sin habla. Yo no quiero que tenga miedo… le he sacado del centro parroquial para darle la esperanza de la vida y no se quite la vida como hicieron sus amigos. Entonces recuerdo “mi esperanza de vida” y vuelvo a apartar la vista mirando el mundo desde mi mundo.
Si Alan murió en aquel ataque al hospital al-Shifa, ¿cuál es mi esperanza de vida?
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myhelaxavier · 3 years ago
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Un Poco Sucio
2/13
Los primeros tres días de Timmy siendo un interno espía aficionado fueron interesantes aunque sin ninguna clase dr incidentes, Jake había tenido razón en que nadie lo miraría dos veces, ya que es un simple interno más, aunque resulto ser el único que fuera asignado al piso administrativo del edificio, donde se encuentra la oficina del CEO... No es que hubiera visto al hombre todavía, al parecer Hammer se encuentra cerrando un trato muy importante en New York y no volvería en un par de días.
A pesar de su ausencia física, ya había aprendido bastante sobre el hombre, ni siquiera necesitó preguntar, todos parecían ansiosos por cotillear sobre el nuevo CEO, tampoco ayudo que el hombre sea guapo y obscenamente rico, por lo que, naturalmente, es el tema preferido a discusión durante los descansos para tomar café.
Armand Hammer tiene treinta y cuatro años, se divorció recientemente y mantiene la custodia total de su único hijo, la gente parece tener dos posturas al respecto; algunos piensan que es un acto cruel por parte de Hammer separar el niño a su madre, y otros creen que es admirable que estuviera dispuesto a criarlo solo.
Él duda que el tipo criara al niño solo; probablemente tenga una legión de niñeras cuidando a su hijo, sin mencionar que probablemente haya cientos de mujeres más que ansiosas por convertirse en la próxima señora Hammer y "animar" al hombre después de su divorcio.
Para ser sincero, tuvo problemas para conectar al hombre de ojos fríos e impecablemente vestido que había visto en la fiesta de los Gyllenhaal, con la imagen de un padre soltero de un niño pequeño, pero decidió no juzgarle antes de siquiera saludarlo... Quién sabe, tal vez Hammer es un gran oso cariñoso bajo su exterior helado, por supuesto, todo apunta a que el hombre no es un gran oso cariñoso. — Es increíblemente exigente — Dijo Sophia, su secretaria, mientras tomaban una taza de té, ella es una mujer de cincuenta y tantos años de aspecto poco destacable, rompiendo con todos los estereotipos que había tenido anteriormente sobre secretarias de los multimillonarios — Pero también es bastante justo — Agregó tranquilamente — Para ser honesta, Gyllenhaal Senior fue mucho peor — Ella se encogió de hombros — Pero, de nuevo, no tengo que trabajar estrechamente con el señor Hammer, porque èl tiene un asistente personal, y el pobre es quien lleva la peor parte de la ira del jefe si las cosas salen mal, no yo — Sophia lo miró con interés — Pero basta de trabajo... Cuéntame más sobre ti, ¿Seguramente un joven tan guapo como tú tiene una pareja?
Solo pudo sonreír torcidamente y sacudir la cabeza, no sabe de qué se trata lo que hace que las mujeres quieran cuidarlo como una madre y jugar a las casamenteras por él.
— ¿En serio? — Dijo ella mientras sus cejas se alzaban — ¡Pero eres tan adorable! ¿Qué utilizas para teñirte el pelo, por cierto?
Sonriendo, volvió a sacudir la ccabeza — Es mi color natural, mi hermana mayor tiene el mismo cabello — Por supuesto, su cabello tiende a llamar la atención de las mujeres, marrón oscuro con reflejos dorados, sus rizos son lo suficientemente manejables para acomodarlos de la mejor manera y el color combina bien con sus ojos verdes, por lo que ésta lejos de quejarse.
Sophia abrió la boca, pero lo que fuera que iba a decir fue interrumpido por el grito de la recepcionista — ¡Sophia, el jefe ha vuelto y te está buscando!
— Regresó temprano — Murmuró la mujer, frunciendo el ceño y poniéndose de pie — Me pregunto si algo salió mal... Vamos Timmy— Se levantó y se apresuró a seguirla, sintiéndose curioso y un poco ansioso.
En los últimos días, había escuchado tantas cosas diferentes sobre el señor Hammer que fue difícil para él juntar los diversos fragmentos de información en una imagen coherente, sin mencionar que su promesa a Jake y Tom lo puso inquieto y nervioso, como si Hammer lo mirara y supusiera que había sido enviado a espiarlo.
Espiarlo.
Joder, ¿En qué se ha metido? Él no es James Bond, de hecho, su cara de póker es inexistente, siempre ha preferido ser honesto y directo y le gusta que la gente actúe con èl de la misma manera.
— Espera aquí — Le dijo Sophia, dejándolo en su escritorio antes de caminar con confianza hacia la oficina del CEO y cerrar la puerta tras ella.
Para calmar sus pensamientos, sacó su teléfono y comenzó a enviar mensajes de texto a sus amigos, Saoirse quiere proponerle matrimonio a su novia... ¿No es demasiado pronto? rápidamente hizo los cálculos en su cabeza y se dio cuenta con cierta sorpresa de que ellas habían estado juntas por dos años y medio, probablemente ya era hora.
Las fuertes voces provocaron que se estremeciera y mirara hacia la puerta, puede escuchar fragmentos de la conversación ahora.
— No me importa, Sophia, búscame uno ahora— Se mordió el interior de la mejilla, reconociendo esa voz dura, Sophia murmuró algo que no pudo escuchar — Lo hará — Hammer respondió.
Hubo un sonido de tacones altos contra el piso pulido antes de que la puerta se abriera y Sophia saliera de la oficina, con una expresión de incomodidad en su rostro.
— ¿Algo anda mal? — Dijo mirando a la puerta cerrada, ella hizo una mueca.
— No estoy segura todavía, básicamente, el asistente del jefe finalmente se rompió y tuvo una crisis nerviosa, no se encuentra en condiciones de volver a trabajar por un tiempo, y el señor Hammer necesita un asistente personal tan pronto como sea posible — Lo miró con expresión tímida.
—Por favor, dime que no me hiciste voluntario — Respondió débilmente, cuando la mujer no lo negó, el negó furtivamente con la cabeza — No tengo experiencia en ser asistente personal, me echará en unas pocas horas.
— Bueno, en el lado positivo, es que ganarás más como su asistente personal en unas pocas horas de lo que ganarás como un pasante en un mes.
Al darse cuenta de que no estaba bromeando, Miles solo podía mirarla — ¿En serio?— Ella sonrió.
— Ese es un lado positivo, ¿no? Por eso te sugerí.
Ésta bien, fue tentado, Sophia sabe sobre su billetera robada y el hecho de que está un poco atado por dinero en efectivo en este momento, ya que en realidad no se había molestado en contarle a Pauline ni a sus amigos sobre sus problemas económicos.
— Muy bien entonces , ve, te está esperando.
— ¿Ahora? — Dijo, mirando a la puerta. Ella rió.
— No, ¡La semana que viene! Ve, él no es un hombre paciente.
— Eso es realmente alentador —Respondió secamente antes de cuadrar los hombros y caminar hacia la puerta. Aquí va.
Entró en la oficina y cerró la puerta cuidadosamente antes de mirar al hombre sentado detrás del enorme escritorio de roble, traje oscuro, ojos azules duramente penetrantes, Armand Hammer; tragó saliva audiblemente.
— Hola, soy Timmy Chalamet — Saludo lo más seguro posible, su mirada bajo hacia la corbata gris del hombre, una azul le habría quedado mucho mejor, habría resaltado más los ojos, no es que una corbata gris hiciera que sus ojos no se notaran; lejos de eso, los ojos de Hammer son extrañamente intensos a pesar de ser completamente ilegibles, es difícil apartar la mirada de ellos; se encontró que su mirada es arrastrada hacia ellos, en contra de su voluntad, nunca había visto ojos tan intensos, la mirada de halcón de Jake Gyllenhaal se acercó, pero no lo suficiente.
El silencio se alargo y cuanto más dura, más inquieto, y curioso, se siente, la mirada del señor Hammer definitivamente puede definirse como una mirada intimidante, lo que no tiene ningún sentido ahora, si no lo supiera mejor, podría pensar que el hombre lo está revisándo, pero todos saben qué èl es completamente heterosexual.
¿Por qué me miras así?
El se aclaró la garganta un poco incómodo.
— ¿Hay algo en mi rostro, señor Hammer? — El hombre lo miro fijamente, antes de responder.
— Eres Francés, ¿correcto?
— ¿Qué me delató? — Bromeó antes de poder detenerlo, las cejas del CEO se levantaron un poco, como si no pudiera creer que algún humilde interno se atreviera a bromear con él.
Encontró la mirada del hombre sin pestañear. Si Hammer tiene un problema con él, puede despedirlo ahora, en realidad no le importaría ser despedido, porque entonces no tendría que espiar a nadie y podría decirle a los Gyllenhaal con la conciencia tranquila que lo había intentado, pero, por desgracia, el tipo resultó ser demasiado idiota.
— ¿Tienes algún pariente en Estados Unidos? — Dijo el hombre ignorando su broma, la fría mirada desconcertante permaneció fija en él, comenzando hacerlo sentir raro, muy consciente de sí mismo. Nervioso.
— Hasta donde yo sé, no, la familia de mi madre se mudo a Francia cuando ella era una niña — Metiendo las manos en los bolsillos tratando de no inquietarse al hablar del tema.
El hombre hizo un sonido pensativo y finalmente miró hacia otro lado, èl exhaló con alivió; echó un vistazo alrededor de la habitación antes de volver sus ojos al rostro de su jefe, si es sincero, es un muy buen rostro, fuerte y guapo, un perfecto rostro varonil, el toque gris en el cabello ligeramente oscuro agrega algo distintivo a su apariencia.
— ¿Le recuerdo a alguien? —Dijo al fin, rompiendo el silencio de nuevo, la mirada del hombre volvió a él. Las profundas cejas se juntaron.
— Lo haces, en realidad — Se preguntó si sería grosero preguntarle a su jefe a quién le recuerda, llegó a la conclusión de que definitivamente sería grosero.
— ¿A quién? — Hizo la pregunta de todos modos, el rostro de Hammer está en blanco.
— Mi ex esposa... Podrías haber sido su gemelo masculino — Bueno... Eso es muy incómodo.
No tenía idea de cómo se siente el hombre con respecto a su ex esposa, no puede estar seguro de si es algo bueno o no, pero teniendo en cuenta el hecho de que ella es una ex esposa, es poco probable que Hammer tuviera sentimientos cálidos y confusos cuando lo mmira. El hombre frunció el ceño — ¿Estás seguro de que no estás relacionado? ¿Chloe Travers?
— Muy seguro, nacido y criado en Francia, toda mi familia también, en realidad, es la primera vez que viajo al extranjero en mi vida — El hombre lo miró atentamente, como si sospechara que le había mentido; casi se echó a reír ante la sospecha de algo equivocado, poniéndose serio — Juro que no estoy relacionado de ninguna manera con su ex esposa, señor Hammer, pero si mi presencia le molesta puede transferirme a otro departamento, solo soy un interno.
Una extraña emoción parpadeó en los ojos del CEO — No me molesta — Dijo con una voz tan fría que lo hizo sentir un poco incómodo — No podría importarme menos mi ex esposa.
Cierto. Por eso me has estado mirando desde que llegué aquí. Pero no lo empujó fuera, hay cosas de las que a nadie le gusta hablar, y las rupturas feas son una de ellas.
— Entonces... ¿Todavía me quiere como su asistente personal?
— Todavía necesito un asistente, y mi secretaria me aseguró que puedes hacer el trabajo adecuadamente hasta que mi asistente se recupere y pueda volver a su trabajo — Asintió con la cabeza.
— ¿Puedo preguntar sobre mis responsabilidades laborales?
— Organizarás reuniones y citas, y te aseguraras que las recuerde y llegue a tiempo a...
— Hay aplicaciones que puedo configurar en su teléfono para eso — La mirada que recibió de parte del hombre por interrumpirlo, y atreverse a sugerir una solución moderna y completamente razonable, habría hecho que cualquiera se retorciera avergonzado, pero después de décadas de estar en el extremo receptor de la mirada severa de Pauline lo volvió un poco insensible a las personalidades mandonas y tercas, quizás debería presentarlos el uno al otro — Lo siento — Dijo, dándole al hombre su mejor mirada inocente — Prosiga.
— Tu trabajo es bastante fácil en lo que respecta a los mandados y recordatorios — Cierto... Es por eso que tu asistente personal tuvo un ataque de nervios_ — Reservarás y organizarás viajes, transporte y alojamiento, administrarás bases de datos y sistemas de archivo, será tu responsabilidad asegurarte de que los trajes que guardo... — Hammer señaló con la mirada hacia la puerta que presumiblemente conduce al armario — Estén limpios y sin arrugas, me acompañarás a las juntas y reuniones y tomaras notas — el CEO hizo una pausa, mirándolo, como si lo desafiara a decir que también había aplicaciones que pueden hacer eso, mantuvo su boca cerrada, y los labios apretados para evitar sonreír —Hay cientos de otras pequeñas tareas que tendrás que realizar, no tengo tiempo ni ganas de recitarlas para ti, básicamente debes hacerme la vida más fácil; eso es todo lo que necesitas tener en mente; tu trabajo es seguir mis órdenes, lo más rápido posible, harás todo lo que yo diga, exactamente como yo digo — Asintió, esperando que su rostro luciera apropiadamente serio y ferviente, pero a juzgar por la mirada de ojos entrecerados del hombre, no logró ocultar por completo su alegría.
— ¿Te estoy divirtiendo? — Le dijo el hombre mientras se reclina sobre el respaldó de la silla.
— En absoluto — Respondio honestamente — Pero la situación en sí, lo hace un poco.
Hammer levantó una ceja, èl esta impresionado, nunca logró levantar una ceja sin parecer ridículo, lo sabe porque había practicado la expresión frente al espejo pero terminaba riéndose de sí mismo, las personas que pueden hacerlo sin esfuerzo deben ser algún tipo de robots.
— ¿La situación? — Repitió el hombre pasando una mano por el cabello, mientras asiste con una sonrisa tímida.
— Digamos que vine a América para tomar un descanso de mi hermana mayor mandona, pero ahora tengo un jefe al que debo obedecer de la misma manera por dinero, es bastante irónico ¿No lo cree?
El CEO lo miró extrañado, como si no estuviera seguro de que decir — Eres muy extraño— Él se rio.
—Gracias... Creo — Al menos extraño es mejor que aburrido, Hammer continuó mirándolo.
— Bueno — Dijo con una pequeña sonrisa— Entonces... ¿Estoy contratado?
— Sí — La mirada del hombre finalmente se alejó de él, para volver al ordenador, debió salir, pero tiene la extraña impresión de que realmente aún continúa mirándolo, èl se aclaró la garganta.
— ¿Quiere que haga algo por usted en este momento, señor Hammer?
El hombre sacudió la cabeza para sí mismo antes de volver su mirada hacia él, mirándolo directamente de nuevo, èl se humedeció los labios secos con la lengua, sin saber qué demonios está pasando, Hammer volvió a apartar la mirada, algo irritado por él.
— Hazme café — Dijo irritado, señalando con la cabeza hacia la discreta puerta a la derecha — Negro, sin azúcar.... Sabes cómo hacer café ¿Cierto?
— Por supuesto que no — Respondió con una cara seria — Es ilegal beber algo más que té en Europa — el hombre lo miró sin impresionar. — Entonces esperemos que aprendas rápido, quiero mi café dentro de diez minutos.
— Si jefe — Caminando hacia la puerta, mientras ponía los ojos en blanco, Hammer necesita relajarse.
— Poner los ojos en blanco ante tu empleador es una ofensa por la que te pueden despedir, Timmy.
Se congeló, confundido, antes de darse cuenta de que hay un espejo en la pared y el CEO debió haberlo observado a través de él.
— Espeluznante — Murmuró en voz baja.
— Llamar por apodos a tu empleador cuando no puede escucharlo también es una ofensa por la que puedes ser despedido —dijo Hammer, con la voz muy seca, èl miró por encima de su hombro y sonrió.
— Debería despedirme, entonces — La mirada del hombre con los ojos entrecerrados fue lo último que vio antes de cerrar la puerta tras de sí.
Miró alrededor de la pequeña habitación, tiene un sofá rojo, una mesa, una nevera y una cafetera, una cafetera muy cara; la miró con cautela, respirando hondo, sacó su teléfono y abrió Google, sería condenado si demostraba que Hammer tiene razón, le haría el mejor café que ese idiota había probado jamás.
****** Una semana después, se encuentra al borde de su ingenio.
— ¡Lo odio! — Se quejó a Sophia, dejándose caer en la silla junto a su escritorio con un gemido frustrado, ella le lanzó una mirada comprensiva, aunque algo divertida.
— ¿Qué te hizo ahora? — Dijo la mujer en voz baja, mirando con cautela la puerta cerrada de la Guarida del Monstruo.
Frunció el ceño, ahora entiende por qué el anterior asistente personal de Hammer había sufrido una crisis nerviosa a este ritmo, él también lo haría.
— Me vuelve loco, Sophia, no le agrado, siempre hago algo mal ¡pero él todavía se niega a despedirme y obtener un asistente personal real! En este punto, estaré extasiado de ser despedido — Nunca se había considerado una persona fácil de frustrar, pero Armand Hammer le demuestra que está equivocado.
— Si es tan insoportable, siempre puedes renunciar Timmy —Le dijo, chasqueando la lengua.
— No puedo — Por un lado, esta su promesa a los Gyllenhaal de vigilar Hammer, por otro lado, esta bastante seguro de que el CEO no lo dejaría renunciar.
La idea le hizo morder el interior de su mejilla, la cuestión es... El señor Hammer suele ser un gran imbécil con él, pero son indudablemente dos extraños, no esta seguro de cuál es el problema del tipo, pero el hombre continuó mirándolo todo el tiempo, no importa lo que hiciera, siempre lo mira fijamente, planchó la camisa y él lo miró fijamente, escribió un documento para Hammer, y el no apartó sus ojos, le sirvio el almuerzo, entregado de uno de los mejores restaurantes de la ciudad por supuesto, y Hammer ni siquiera disimulo su intensa mirada sobre él, jodido infierno, en este punto se acostumbro a que lo miren todo el tiempo.
Como no tiene una segunda cabeza y no es ridículamente guapo, solo puede concluir que las extrañas miradas del CEO tienen que ver con su "parecido" con la ex esposa, pero todavía no explica nada, había hecho su investigación, pero buscar en Google "Armie Hammer y su ex esposa" no le dieron las respuestas que esperaba. Chloe Travers es una actriz de lista C que había interpretado algunos papeles menores en algunas películas pequeñas, tenían varias similitudes físicas tuvo que admitir, pero no parecían gemelos, sin importar lo que el hombre dijera.
Nunca se confundirían a uno con el otro, a menos que uno fuera medio ciego, sus características era similares, pero como si estuvieran ligeramente distorsionadas, el cabello de ella no era tan ricamente coloreado como el de él, y la forma de sus ojos verdes no son exactamente la misma, pero es lo suficientemente similar, siendo femenina, sus rasgos son un poco más suaves que los de él, pero no mucho, ya que su rostro es bastante refinado, tiene sentido por qué Hammer había pensado primero que debían estar relacionados, Chloe Travers se parecía a él, es un poco extraño, pero no tan extraño, como había un montón de celebridades que se parecen de forma extraña, por lo que no cree que explicara completamente la extraña actitud del CEO. No, el hombre quiere algo de él.
¿Pero qué?
Al principio, había pensado que el hombre simplemente no había superado a su ex esposa, eso explicaría la mirada si él continúa enamorado de su "parecido", excepto que aparentemente fue èl quien solicitó el divorció, así que la teoría del ex marido que se lamenta está fuera.
¿Pero qué otra teoría había allí?
— ¿Por qué no me dijiste que me parezco a su ex esposa? — Dijo malhumorado, Sophia frunció el ceño.
— ¿Te pareces a ella?
El la miró, completamente confundido, antes de recordar que, si bien Sophia había trabajado para Gyllenhaal Enterprises durante décadas Hammer se había convertido en su director ejecutivo, y en su jefe, hacía solo unas semanas, además de que la mujer no parecía ser del tipo que leía blogs de chismes, es poco probable que hubiera visto a la ex esposa de Hammer, en silencio, sacó la foto de Chloe de su teléfono y se la mostró.
— Bueno —dijo ella, mirándolo — Veo el parecido, especialmente a primera vista, pero cuanto más la miro, menos se parece a ti, todo está en los detalles, es como si fuera un borrador tuyo — Él resopló.
— ¿No debería ser al revés? Su rostro es más delicado y femenino — Arrugando la nariz, Sophia sacudió la cabeza.
— El tuyo es más llamativo — Riéndose, se encogió de hombros a pesar de que no esta de acuerdo.
— ¿Crees que es un idiota conmigo porque me parezco a su ex? — Sophia levantó las cejas — Querido, no lo tomes a mal, pero el señor Hammer no te trata peor de lo que trata a todos los demás, sí, es exigente y sus estándares pueden ser bastante altos, pero no es un jefe abusivo, nunca es desagradable o grosero por el simple hecho de serlo, ¿Fue desagradable contigo? — Se quedó callado, pensando en ello.
— Realmente no... Él es solo... — Es demasiado.
Puede ser una forma extraña de describir a alguien, pero eso es lo que Hammer es, cuando están en la misma habitación, es prácticamente imposible ignorarlo, como un agujero negro que atrae su atención, junto con el hecho de que Hammer lo mira todo el tiempo, el efecto fue más que desconcertante.
Se había considerado un hombre tranquilo y relajado, pero no se sentía como uno apartir de la semana pasada, cuando conoció a Armand Hammer, ahora está tan nervioso cuando esta a nada de enfrentar al hombre y preguntar cuál demonios era su problema. Quizás debería hacerlo.
Se enderezó, considerando la idea. ¿Por qué no? No tiene nada que perder, ser despedido sería un alivio, en realidad.
— Tengo una idea — Dijo poniéndose de pie, ya se siente mejor, su estado de ánimo mejoró enormemente ahora que tomó la decisión, o el hombre finalmente lo despide por su atrevimiento, o finalmente obtendría sus respuestas.
— ¡Buena suerte! — Le dijo Sophia a su espalda cuando entró en la oficina del CEO.
Hammer levantó la vista de su computadora y arqueó las cejas — ¿Creí que te habia enviado a buscar esos documentos de la sede de Hammer Group?
— Le dije al mensajero que lo hiciera... Usted sabe, el hombre cuyo trabajo es justamente hacer eso — Hammer le dirigió una mirada que transmitía exactamente lo que piensa de su decisión, èl le dio una mirada inocente — ¿Hay algún problema? — Vamos, despídeme.
El hombre no lo despidió, simplemente ladeó la cabeza ligeramente hacia un lado, aún mirándolo con esa mirada indescifrable e intensa. Curioso.
— Suficiente ¿Qué quiere de mí? ¿Qué pasa con todas las miradas extrañas? ¿Quiere que le chupe la polla o algo así? — Hammer parpadeó antes de darle una mirada exasperada.
— No gracias, no quiero que me chupes la polla, soy heterosexual — Bueno, eso fue... un alivio.
— Ahora estoy aún más confundido — Dijo, cruzando los brazos sobre su pecho — ¿Qué pasa con todas esas miradas entonces? — El hombre se reclinó en su asiento con expresión ilegible.
— Te he estado observando, eso es todo, tengo una idea, y todavía no estoy seguro de si es buena o no.
— ¿Qué idea? — Peguntó acercándose al escritorio antes de dejarse caer en la silla frente al hombre sin ser invitado a hacerlo, fingió no ver la mirada molesta de su jefe — ¿Y bien? — El CEO desvió la mirada antes de volver a mirarlo.
— ¿Sabes que tengo un hijo? — Él asintió, esperando una explicación.
— Hace un año, pasó por una... experiencia traumática — Respondió el hombre con voz apagada — Desde entonces, ha sido muy asustadizo, evitando toda clase de interacciones sociales, creo que le tiene miedo a las personas — Èl frunció el ceño.
— ¿Cree? ¿No lo sabe con seguridad? ¿No puede hablarlo con su hijo? — Por lo que recuerda, el niño tiene tres años.
Esta lejos de ser un experto en niños, pero esta bastante seguro de que los niños de tres años deberían hablar razonablemente bien, al menos los hijos de Will lo hicieron a esa edad.
—Todavía no habla— Hammer lo asesinó con la mirada.
— Oh... Lo siento— La mirada del hombre se intensificó, como si no quisiera nada más que desintegrarlo allí mismo.
— Es un niño sano; todos los médicos lo dicen.... Piensan que es una barrera psicológica, no algo serió — Asintió y finalmente preguntó la por la tensión.
— ¿Por qué me está diciendo esto?
— Tenía una idea y realmente esperaba estar equivocado... Te pareces a mi ex esposa — Dijo Hammer secamente —Quizás verte ayudará a mi hijo a superar cualquier bloqueo mental que tenga.
— ¿Por qué no se lo pide a su madre en cambió? — Dijo con una mirada acusadora — ¿La persona a la que el niño probablemente extraña? — El rostro del hombre se puso en blanco.
— Eso es imposible.
— ¿Por qué no? ¿Está muerta?
— No.
— Entonces, ¿por qué no? ¿No cree que la salud de su hijo es más importante que cualquier problema que tenga con su ex esposa? — La mirada que Hammer le dirigió fue positivamente fulminante.
— Te estás olvidando de tu posición... No es asunto tuyo— Encontró su mirada con calma.
— Está haciendo que sea asunto mío... Si quiere que le ayude, debería responder mis preguntas en lugar de ser un imbécil.
— Ella está en un centro de rehabilitación ahora... Adicción a la heroína.
Oh mierda.
—Eso... apesta — Respondió incómodo — ¿Cuánto tiempo se va a quedar en rehabilitación? — El hombre se encogió de hombros.
— Su adicción es grave y me han dicho que necesitará cuidados a largo plazo... No sé el plazo exacto, ella ya no es mi problema.
Agradable.
Pero se dijo a sí mismo que no juzgara demasiado al tipo, la adicción es muy dura para la familia.
— ¿Es por eso que tiene la custodia total de su hijo? — Preguntó dolorosamente — ¿No es algo cruel llevarse a su hijo mientras ella lucha contra su adicción a las drogas? — Algo feo y oscuro parpadeó en el rostro de su jefe, los ojos azules tan fríos como el hielo.
— Considerando que ella trató de usar a su propio hijo para sacarme más dinero para sus drogas y lujos extravagantes, para después abandonarlo en un lugar desconocido durante días mientras estaba drogada; no, no siento pena ni remordimiento por ella.
Se retorció un poco en su asiento, aunque la ira del hombre no es dirigida a él, todavía se siente como una fuerza arrasadora, de algo frío y cruel; de repente, sintió pena por la ex esposa, ser el foco de una ira y un odio tan intensos debe haber sido más que un poco aterrador.
— Entonces, ¿Qué quiere que haga exactamente? — Cambió el tema incómodo a uno que le resulta solo un poco menos incómodo — ¿Conocer a su hijo? ¿Cómo sabe que eso funcionaría?
— No sé eso.
Hammer no dijo nada más, pero un músculo ya palpita en la fuerte mandíbula, mordió su labio inferior, dándose cuenta de lo que el otro hombre no le está diciendo; no tienen nada que perder y su jefe esta lo suficientemente desesperado como para intentar cualquier cosa en este momento, tal vez sí tenga un corazón, después de todo.
— Mencionó que su hijo es difícil — Dijo retomando la conversación — ¿En qué sentido? — El hombre tomó profunda respiración.
— Él no habla, se pone histérico cuando intentamos sacarlo de la casa, no le gusta mucho el contacto físico, llora mucho y no duerme bien, le teme a los ruidos fuertes y a la mayoría de las personas, incluido yo... Los médicos dicen que Jamie tiene algunos síntomas de autismo, pero son lo suficientemente importantes como para afectar su comportamiento tan drásticamente, piensan que sufrió algún tipo de trauma psicológico mientras su madre lo tuvo después de que nos separamos, recuperé a mi hijo tan pronto como pude demostrar que ella no estaba en condiciones de cuidarlo, pero ya era demasiado tarde en ese momento.
Maldito infierno.
— ¿Cuántos años tenía?
— Tenía un año y diez meses —Respondió Hammer sin voz — Era un niño bastante normal hasta entonces, acababa de empezar a hablar cuando sucedió.
— ¿Y cree que ver a alguien que se parece a su madre lo ayudará? ¿De verdad?— El hombre simplemente se encogió de hombros.
— He hablado con su pediatra, ella piensa que vale la pena intentarlo, no puede hacer daño, en cualquier caso, hemos estado esperando mejoras por más de un año, pero él no está mejorando, sin importar lo que hagamos, los médicos temen que Jamie esté muy por detrás de sus compañeros en el desarrollo si no comienza a mostrar signos de mejora pronto.
— ¿Pero se acuerda siquiera de su madre? ¿Los niños tan jóvenes recuerdan cosas?
— Ella es su madre — Respondió Hammer con voz cortada — Me han dicho que incluso los niños pequeños recuerdan a sus madres mejor que a nada, incluso si él no la recuerda bien, verte puede destruir cualquier bloqueo psicológico que tenga después de que ella lo abandonara.
— O podría empeorar las cosas —Contradijo, no cruelmente, su jefe asintió brevemente.
— Siempre hay un riesgo — Èl suspiró. Tiene razón. — Bueno, entonces... ¿Cuándo me llevarás a conocerlo?— Los ojos azules se clavaron en él.
—¿Lo harás? — Èl asintió con la cabeza.
— No sé mucho sobre niños, pero no soy cruel, si verme podría ayudar al niño, por supuesto que haré lo que pueda, vale la pena intentarlo, incluso si no estoy del todo seguro de que sea de ayuda — Él se encogió ligeramente de hombros — No me parezco a su ex esposa tanto como usted parece pensar.
— No lo haces — Estuvo de acuerdo el hombre, para su sorpresa — Pero a primera vista, te pareces sorprendentemente a ella, lo suficiente como para engañar el borroso recuerdo de un niño pequeño, eso es lo que queremos, una fuerte reacción de Jaime, algo para sacarlo de su caparazón, y mostró alguna reacción a las fotos de Chloe, por lo que verte en persona podría tener el efecto deseado.
— Está bien — Accedió a pesar de sus dudas mientras se ponía de pie — ¿Cuándo nos vamos?
****** Cuando entraron en la parte trasera del coche de Hammer y él le ordenó a su conductor que los llevara a casa, observó por la ventana, fingiendo no notar los intensos ojos de su jefe sobre su rostro. Apretó sus manos en su regazo con incomodidad.
¿Por qué me sigues mirando?
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buggslennie · 4 years ago
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Comida tradicional de la Navidad en Suecia
Julskinka
1 jamón de 3 kg cocido
1 huevo
2 cucharadas de mostaza dulce
2 cucharadas de mostaza de Dijon
1 cucharada de azúcar
Maicena
50 g de pan rallado
En un bol mezclamos el huevo batido, la mostaza y el azúcar. Secamos bien el jamón y espolvoreamos con la maicena. Napamos con la salsa de mostaza y espolvoreamos con pan rallado. Gratinamos al horno 200-225 grados unos 15 minutos o hasta que esté dorado. Fileteamos y servimos con un poco de mostaza.
Lutefisk
El lutefisk se hace a base de pescado blanco seco (normalmente bacalao), preparado con sosa, en una secuencia de tratamientos particulares. El primer tratamiento es sumergir el pescado en agua fría durante cinco o seis días (cambiándola a diario). El pescado saturado se sumerge entonces en una solución de agua fría y sosa durante dos días más (sin cambiar). El pescado crecerá durante esta inmersión, ganando un tamaño incluso superior al del pescado original (fresco), pero el contenido proteico baja paradójicamente en más del 50%, causando su famosa consistencia gelatinosa. Cuando termina este tratamiento, el pescado (saturado con sosa) ha adquirido un pH de 11-12 y por tanto es corrosivo. Para hacerlo comestible se necesita un último tratamiento de otros cuatro a seis días (y noches) de inmersión en agua fría (cambiada a diario). Entonces, el lutefisk está preparado para la cocina. Tras la preparación, se satura de agua el lutefisk y por tanto debe cocinarse con cuidado para que no se destroce. No necesita más agua para la cocción; basta ponerlo en una sartén, salarlo, sellar bien la sartén y dejarlo cocinar al vapor a fuego muy lento durante 20-25 minutos. También es posible hornearlo. En ese caso se pone el pescado en una fuente, se cubre de papel de aluminio, y se deja a 225 °C (435 °F) durante 40-50 minutos.Al cocinar y comer lutefisk, es importante limpiar sus restos de la sartén, platos y los utensilios inmediatamente. Si se deja endurecer es casi imposible de eliminar.
Saffransbullar
levadura fresca
150 g de mantequilla o margarina
2 bolsas de azafrán (½ g)
1 ½ tazas de azúcar en polvo
5 dl de leche
250 g de mercurio (10%)
½ cucharadita de sal
1 huevo
17 dl de harina de trigo (15-17 dl corresponde a 900-1020 g)
Para el relleno:
200 g de mantequilla o margarina a temperatura ambiente
1 ½ tazas de azúcar en polvo
4 cucharaditas de azúcar de vainilla
Para el cepillado:
huevos
azúcar granulada
Desmenuzar la levadura en un bol.Derrita la grasa en una cacerola. Agite el azafrán con un poco de azúcar en un mortero. Revuelva el azafrán en la grasa derretida. Agregue la leche y caliente la masa a aproximadamente 37 ° C. Agregue la levadura en un poco de la masa. Agregue el resto de la masa, azúcar, mercurio, sal y huevos. Trabaje en casi toda la harina de trigo y trabaje la masa durante aproximadamente 5 minutos a máquina o 10 minutos a mano. Espolvorea un poco de harina sobre la masa. Déjalo fermentar bajo cubierta durante 30-45 minutos. Relleno: Agregue la grasa, el azúcar y el azúcar de vainilla suavemente.Recoja la masa en el banco de trabajo molido. Amasar posiblemente. en el resto de la harina y dividir la masa en 2 partes.Estire cada pieza en el banco de trabajo molido hasta obtener un pastel de unos 25x60 cm. De ancho en el relleno. Doblar el pastel dos veces de largo, empujarlo ligeramente con la mano. Corta tiras de 2-3 cm de ancho, divídelas en el medio pero déjalas juntas en el borde superior (como una pierna de pantalón). Atar a un nudo. Coloque los bollos en platos con papel para hornear. Cúbralos con una toalla y deje fermentar durante unos 30 minutos. Ajuste el horno a 250 ° C. Cepille los bollos con huevo batido y espolvoree azúcar glas.Hornee los bollos en el medio del horno durante unos 8 minutos. Déjelos enfriar en la parrilla cubierta con un paño posterior.
Julmust
El Julmust contiene agua carbonatada, azúcar, extracto de lúpulo (que el confiere un ‘toque’ amargo), extracto de malta, especias, colorante (E150), ácido cítrico (zumo de limón), y presevantes. El lúpulo y la malta le confieren un sabor similar a la cerveza, pero a diferencia de ella el Julmust no está fermentado ni posee alcohol. El Julmust puede ser guardado en botellas. Algunos suecos lo compran en diciembre y lo dejan almacenado un año, siendo bebido al año siguiente, de esta forma sólo lo beben “envejecido” de un año. 
Glögg
1 litro de vino tinto
8 cl de ron
100 gr de azúcar
1 palo de canela
20 gr de jengibre fresco
Cardamomo en polvo, unas 2 cucharaditas o aproximadamente 6 vainas trituradas
4 dientes de clavo
100 gr de pasas
50 gr de almendras
Ponemos el vino tinto, el ron, el azúcar, la canela en rama y el cardamomo en una cazuela. Cortamos el jengibre en rodajas y lo añadimos a la mezcla de vino. Ahora añade el clavo y las pasas. Calentamos el Glögg mientras se remueve continuamente. Es importante que se caliente pero que no hierva. Sacamos la cazuela del fuego una vez que se ha disuelto por completo el azúcar. Dejamos reposar el Glögg toda la noche después de haber quitado todas las especias y haber pasado el líquido por un colador. Antes de servir el Glögg debe ser recalentado también sin hervir. Añadimos las almendras  y… listo, ya podemos decir: Skål! Y God Jul!
Pepparkakor
150 g de mantequilla
175 g de azúcar
100 ml de agua
1 cucharadita de jengibre en polvo
1 cucharadita de canela en polvo
1 cucharadita de clavo molido
2 cucharaditas de cardamomo molido
½ cucharadita de bicarbonato sódico
450 g de harina
70 g de miel
Mezclamos la mantequilla, el azúcar y la miel hasta que quede todo bien integrado, como una pasta. A continuación, añadimos el agua, las especias, el bicarbonato y la harina poco a poco hasta conseguir una masa homogénea y lisa. Formaremos una bola con esta, envolvemos en film transparente y metemos en el frigorífico unas horas. Si no tenemos mucha prisa lo podemos dejar toda la noche. Sacamos la masa y colocamos sobre papel vegetal, estiramos con un rodillo dejando un grosor de 2-3 mm, para facilitar el amasado pondremos un poco de harina sobre la superficie y cubriremos con film transparente para que no se nos pegue. Esta masa es un poco difícil de trabajar y esto nos ayudará a su manipulación. Cortamos con los cortapastas elegidos y colocamos sobre la bandeja del horno previamente engrasada o sobre papel vegetal. Precalentamos el horno a 200º y hornearemos durante 5-10 minutos, una vez doradas sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla.
Pepparkakshus
4 tazas de azúcar en polvo
2 tazas de jarabe
250 g de mantequilla o margarina
2 cucharadas de canela
1 cucharada de clavo molido
1 cucharada de cardamomo molido
2 cucharaditas de jengibre
2 dl de agua
1 cucharada de bicarbonato
1 kg de harina de trigo
2 tazas de azúcar en polvo
Para el hielo:
1 clara de huevo
4 tazas de azúcar glas
1 cucharadita de vinagre
Día 1: Mezcle azúcar, jarabe y grasas alimenticias en una cacerola. Deja que se mezcle a fuego lento y agrega las especias. Mezcle en el agua y deje que la mezcla se enfríe en un tazón grande.Mezcle bicarbonato y harina y revuelva en una masa bastante firme. Espolvorea un poco de harina sobre la masa, cubre con una envoltura de plástico y deja enfriar durante la noche.Dibuje plantillas en un papel o cartón resistente del modelo que desea hornear. Recorta las partes. Día 2: Ajuste el horno a 175 ° C.Antes de comenzar a hornear, es bueno hornear un pastel para asegurarse de tener la temperatura adecuada en el horno y la textura adecuada en la masa.Extienda la masa de aproximadamente 3 mm de espesor en un banco enharinado o directamente en papel de horno. Coloque platos de masa enrollados enteros en papel para hornear en un plato. Coloque las plantillas sobre la masa pero no demasiado apretadas y recortadas. Eliminar el exceso de masa. Es mejor no mover las partes después de haberlas cortado, ya que pierden fácilmente su forma.Hornee en el medio del horno hasta que las partes se remojen 8-10 minutos. Coloque las plantillas en el horno y uniforme. a los bordes Dejar enfriar sobre una superficie plana. Montaje: Derretir el azúcar en una sartén a un caramelo marrón claro. Tire hacia abajo al calor más bajo en la estufa.Sumerja los bordes del caramelo y presione las diferentes partes una contra la otra, parte por parte. Una vez que se ha solidificado y todo está ensamblado, puede avanzar suavemente.Kristyr: Mezcle la clara de huevo, el azúcar glas y el vinagre. Coloque el Christie en una bolsa de alcohol y decore las diferentes partes.
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eclover908 · 5 years ago
Text
Acsensor
Fanfic: Acsensor
Fandom: Latin Hetalia  
Autor: EClover  
Personajes: Francisco Burgos/Ecuador y Miguel Alejandro Prado/Perú
Genero: BL, Shonen-ai, EcuPer, PerEcu.
Era por la tarde en la oficina, después de un largo día de trabajo Francisco estaba por salir, claro no sin antes pasar por la de Miguel para molestarlo un rato ya que el peruano se quedaría a trabajar unas horas más.
―Toc, toc ―se anunció Francisco al llegar.
Miguel se hallaba frente al monitor escribiendo con una mano y con la otra sostenía una hoja con alguna clase de información. Al ver llegar al Ecuatoriano Miguel despegó la vista de la pantalla y lo miró con cara de "¿Y ahora qué quieres huevón?", lo que hizo reír a Pancho.
―Pucha no te rías oh, no es bonito quedarse hasta tarde, especialmente ahora que andan los raqueteros sueltos ―le dijo Miguel volviendo a escribir en su teclado.
Francisco se apoyó en el escritorio a ver a Miguel un rato, por alguna razón siempre que veía a Miguel una sonrisa se dibujaba en su rostro, ¿sería porque estaba enamorado de él o por el aura tan alegre que desprendía?.
―¿Qué haces ahí riéndote como sonso? ―le preguntó Miguel sonriendo un poco.
―Nada, pensando en cosas de la vida.
―¿Tú pensando?, vaya milagro, se te va a fundir el cerebro, basta... que me llenas la oficina de humo.
―Lo dice quien no puede escribir un simple informe ―contratacó Francisco.
―Ya cállate y pásame esas hojas sobre el estante ese ―Francisco se paró sonriente y se dirigió al estante.
Le extendió los documentos a Miguel, quien los recibió, agradecido y volvió a su trabajo.
―Oye Migue, ¿tienes tiempo mañana después del trabajo? ―preguntó Pancho tratando de sonar casual.
―¿Y eso? ―preguntó Miguel desviando la mirada por un segundo ante la pregunta.
―Solo... Quería invitarte a tomar un rato ―Francisco trató de ocultar su leve rubor y vergüenza fijando la mirada en el tapete color marrón del piso de la oficina y llevando su mano derecha a la nuca.
―Siii, creo que tengo tiempo ―respondió Miguel mientras seguía escribiendo.
―¿Seguro? ―Francisco preguntó un poco emocionado.
―Sí, ¿Por qué no? es viernes.
―Bien, ya me voy entonces, no demores mucho... Hasta mañana.
―Si, adiós ―sonrió Miguel mientras alzaba mano en señal de despedida sin despegar la vista del monitor.
Francisco se dirigió a su hogar, feliz porque el chico que le gustaba había aceptado una cita con él.
Ahhhhh cómo esperaba el día de mañana, pensaba mientras alimentaba a sus reptiles y luego se iba a regar sus plantas en el balcón de su departamento. Aunque por el momento lo único que habitaba su mente era Miguel.
Miguel y su sonrisa, Miguel y sus ojos, sus miradas llenas de energia, sus labios, caderas, piel canela y ese cabello color azabache que Francisco tanto adoraba.
Cada que lo veía en el trabajo le provocaba tirarlo al suelo y besarlo hasta saciar sus ganas de él, así de ardoroso y vergonzoso era su amor por el peruano. Desde el día en el que él llegó como trabajador nuevo y Miguel se dio el afán de ayudarle y enseñarle todo lo que debía hacer y lo que no, sabía que estaba perdido; el virus de aquella enfermedad llamada "amor" había sido implantado.
Luego aparecieron los síntomas: taquicardias al verlo, dislexia leve al hablarle, sonrojos, fiebre y sudoración excesiva al tacto, deseos de poseer lentes de rayos x para ver debajo de su traje de oficina y bajos niveles de serotonina al darse cuenta que se enamoró de alguien que probablemente no le correspondería nunca o mejor llamado "mal de amores".
Se fue a la cama con esos pensamientos, un poco triste y un poco alegre, después de todo mañana sería un día importante para él y quería verse bien descansado.
A la mañana siguiente Francisco despertó temprano como siempre, alimento a sus mascotas, desayuno y partió rumbo a la oficina. Entro al ascensor, que quedó repleto en un momento, no se dio cuenta que entre la multitud que había subido se encontraba Miguel también.  
Ya saben cómo es esa cosa de los ascensores, todos apachurrados e incómodos, algunos hasta terminan en poses nada favorecedoras, esto último fue lo que le paso a Francisco. Había un chico de pelo negro más bajo que él que lo estaba acorralando en una esquina con su espalda, Francisco tuvo que acomodarse como pudo, de alguna forma el muchacho le recordaba a Miguel con ese cabello azabache, entonces el chico lo vio por sobre el hombro y supo que no era que le recordara a él, era Miguel.
"Ayyyyy santa madre del amor hermoso" pensó para sus adentros.  
―Pancho, buenos días, pucha sorry por aplastarte pero esta llenecita esta vaina ―se disculpó y saludó Miguel con una sonrisa.
―Buenos días, n-no te preocupes que estoy bien.
Miguel le sonrió, volvió a ver al frente y Francisco sintió como si su día se iluminara con solo verlo sonreír, trato de no ponerse nervioso al estar tan cerca de él, no vaya a ser que quizás note que se le desbocaba el corazón. Miró el cabello de Migue y al acercarse un poquito más aspiro lentamente su aroma.  
"¿Lo habrá notado?, espero que no, huele tan bien, quiero tocarlo.... Tal vez nadie se dé cuenta, está demasiado lleno".
Y así el hilo fino que separaba pensamientos de acciones se rompió y sin siquiera pensarlo su mano derecha se posó sobre las caderas de Miguel, quien dio un pequeño saltito al sentir el contacto. Pancho sintió como su propio corazón retumbaba en su pecho como si tuviera vida propia y pudiera salir explotando de su tórax, entonces Miguel lo miró de reojo por sobre su hombro.
"¡MALDITA SEA LO NOTÓ!" Gritaba Pancho para sus adentros, desesperado.
―Pancho, oye ―Susurró Miguel entonces ―. ¿Por qué tu corazón late tan fuerte?
Francisco quería morirse ahí mismo, que la tierra lo tragara y que nadie supiera que existió. Pero era tarde, Miguel había notado sus latidos descontrolados.
―B-bueno... corrí mucho para poder subir a tiempo al ascensor ―mintió descaradamente mientras miraba a un lado tratando de disimular su vergüenza.
―Ahh ya ―respondió Miguel, volviendo a mirar al frente.
Francisco soltó un suspiro de alivio, entonces el ascensor detuvo su subida en el piso 5 y tres personas más subieron entre quejas y reclamos de los que tuvieron que apretarse aún más en la ya repleta cabina.
―Mierda, ¿cómo suben como si nada no? ―reclamó Miguel mientras volteaba su cuerpo entero y se pegaba al pecho de Francisco ―ya nada, tendremos que pegarnos nomás pes.
Si a Francisco ya le costaba controlar sus latidos, ahora sentía que moriría por tener a Miguel pegado a él de esa forma.
―¿Oe Pancho estás bien?¿te estás sofocando? Estás todo rojo como un tomate ―cuestionó Miguel al ver a su amigo en esas condiciones.
― E-estoy bien.... muy bien ―Respondió el castaño sudoroso y rojo cual ají colorado y tratando de calmar su ser por todo lo que Miguel le estaba provocando con su extrema cercanía.
Intentó respirar profundo, pensar en animalitos muertos y toda clase de cosas feas... pero fracasó miserablemente en el intento. La presencia de Miguel volvía a sus pensamientos, lo tenía más cerca que nunca en su vida, podía oler claramente la colonia que llevaba puesta esa mañana, su pecho contra el suyo al compás de sus respiraciones, y su mirada color ocre viéndolo cada cuanto con una sonrisa. Entonces simplemente dejó caer su rostro sobre el hombro de Miguel.
"Es inútil, lo quiero tanto, no puedo solo ocultarlo"
―Oye Pancho, ¿estás bien? ―preguntó Miguel al ver como su amigo se apoyaba en su hombro.
―Estoy perfectamente ―respondió Francisco.
―Si te sientes mal podemos bajarnos del ascensor.
"Por favor no, no quiero que bajemos nunca...solo quiero que nos quedemos así"
―Estoy bien, no te preocupes... Solo déjame quedarme así un ratito.
―Bueno.
"Te amo, te amo Miguel si tan solo pudiera decirlo... Siento que podría morir de felicidad justo ahora".
El ascensor se detuvo y la gente que bajaba en aquel piso descendió, dejando al par dentro.
Al quedarse solos Pancho se sintió morir, trató de ocultar cierto pequeño "asunto" con el maletín que llevaba, sonrojado, con el corazón y emociones aún descontroladas y dirigió la vista al lado para ver al peruano quién lo vio de vuelta.
―Oe causa, me estás preocupando, ¿de verdad estás bien? ―preguntó con preocupación Miguel.
―Miguel quería decirte que... Yo.... ―Francisco estuvo a punto de decirle todo cuando el ascensor indicó que habían llegado a su piso.
Ambos bajaron.
―¿Qué decías Pancho? ―preguntó Miguel mientras ambos caminaban rumbo a sus oficinas.
―...Eh, que yo... Yo.... Tengo que ir al baño ―dijo Francisco y salió corriendo a los servicios higiénicos.
"Cobarde, eres un cobarde Francisco Burgos", se recriminaba mientras corría.
Al llegar entró a uno de los cubículos a tratar de calmarse y bajar la erección que tenía, pero acabó llorando. Se sentía un inútil, miserable y extrañamente triste, ¿por qué se había enamorado profundamente de alguien que sentía tan lejano? Si le decía sobre sus sentimientos podía arruinar la relación que ya tenían, si Miguel lo odiara alguna vez Francisco no podría con ello.  
Salió del cubículo con el ánimo por el suelo, se lavó la cara, las manos y se vio al espejo un rato.
"Si tan solo fuera mujer, todo sería más fácil" Ese ligero pensamiento lo hizo sentir mal de nuevo, se río de sí mismo y salió del baño.
No pudo evitar sorprenderse al ver a Miguel parado afuera.
―Me tenías preocupado, así que vine a ver que te había pasado.  
"Quiero llorar".
―Estoy bien, solo me sentí mal un rato ―sonrió falsamente esperando que funcionara, pero al parecer Miguel no se lo tragó.
―¿Tienes algo Pancho? ―preguntó con expresión preocupada otra vez.
―Miguel... Yo..... Lo que quería decirte es que... ―vio hacia abajo tratando de ocultar su mirada acuosa al tiempo que trataba de encontrar la fuerza para decirlo de una vez.
Dio un respiro hondo, Miguel lo miraba contrariado y un poco asustado.
― Yo.... Estoy enamorado de ti Miguel, no sé decir exactamente desde cuándo, creo que desde el día en que te conocí. No quería decírtelo porque temo que me odies, sé que tus sentimientos no son los mismos pero está bien, solo no dejes de verme como tu amigo ―Francisco vio la expresión de sorpresa en su rostro, tal vez esperando una respuesta que no llegó y luego salió directo a su oficina.
En el camino se encontró a Manuel, este viendo la expresión de su mejor amigo, lo detuvo.
―Francisco, ¿estai bien?  
―Manuel, se lo dije, le confesé a Miguel lo que siento.
―¡WEÓN!¡¿Y QUE TE DIJO?!
―No me dijo nada...aún.
Manuel vio la expresión decaía en el rostro de su amigo y lo acompañó hasta su oficina, en el fondo esperando que todo saliera bien para Francisco.
Estar sentado en una oficina frente a tu computador y que el resto de tus compañeros de oficina hicieran notar lo raro que estabas ese día después de una confesión fallida es horrible, al menos para Francisco fue un martirio. Esperó que Miguel pudiera entrar en cualquier momento, alterándose con cada persona o sombra que pasaba por su puerta y con un ligero gesto de decepción en el rostro luego de ver que no era quien él pensaba.  
"¿Por qué hice tal tontería? de seguro Miguel me odia... Debí quedarme callado carajo", se decía mientras trataba de concentrarse en el trabajo.
Al final de la jornada Francisco trató de quedarse lo más que pudo en la oficina, no quería toparse con Miguel de casualidad, estaba seguro de que si veía su cara moriría de vergüenza y se pondría a llorar después, así que decidió quedarse hasta que todos se fueran, lo que eventualmente sucedió.
―Pancho, ¿aún no sales? ―preguntó Manuel desde la puerta.
―No, aún tengo cosas que hacer ―mintió.
El chileno solo vio como su amigo bajaba la mirada y sintió un estrujoncito en el corazón al verlo así de abatido, tenía unas enormes ganas de ir con Miguel y darle el sermón de su vida... Pero solo dio un suspiro y se despidió de él, sabiendo que dejarlo solo tal vez fuera lo mejor que podría hacer.  
Después de esperar un largo tiempo a que todo se vaciara Pancho cubrió su rostro con las manos, vio la hora y decidió marcharse a casa. Sabe dios que haría el día de mañana para evitar a Miguel a toda costa pero algo se le ocurriría.  
Se colocó su saco, tomó su maletín y salió de la oficina, le pareció ver algo por el rabillo del ojo a su derecha así que mientras cerraba la puerta dio un vistazo y luego quedó paralizado.  Era Miguel que lo esperaba sentado en el piso mientras veía como terminaba de cerrar la oficina.
―A la hora que se te ocurre salir ―dijo el peruano mientras se levantaba y se sacudía.  
―¿D- desde cuando estás ahí? ―preguntó Francisco mientras volteaba el rostro.
―Hace como hora y media.
"Dios, soy un idiota... de todo lo que me tenía que pasar...".
Francisco no dijo nada, solo se quedó en silencio, era incómodo pero Miguel no parecía sentirse así.
―Vámonos ya, está haciendo frío ―dijo Miguel .
―Si ―respondió Francisco y ambos caminaron hacia el ascensor.
La espera fue larga, al menos así la sintió el ecuatoriano mientras trataba de no ver a Miguel, fue interrumpido por el sonido del ascensor al llegar y luego una mano que lo tomó del brazo para adentrarlo en la vacía cabina. Uno al lado del otro, aún sin decir palabra.
―Sabes... ya lo sospechaba ―oyó decir a Miguel, lo que le hizo voltear a verle.
―¿Cómo? ―preguntó.
―Que te gusto... de cierta forma ya lo sabía.  
La expresión tranquila de Miguel hizo que un poco de la tensión que tenía se fuera.
―¿Fui muy obvio? ―preguntó volteando el rostro sonrojado para que Miguel no lo viera.  
―No tanto así, más bien... sé que soy un cuerazo y nadie se me puede resistir ―Pancho echó a reír ante la afirmación.
―Si claro, por eso Cata no te hizo caso cuando te la intentaste ligar ―recriminó y luego volvió a reír.
―Ese asunto es distinto ―se defendió el peruano abochornado. ―es distinto contigo.
La última frase acompañada del leve rubor de Miguel hicieron a Francisco tener algo de esperanzas.
―¿Distinto por qué? ―preguntó. Miguel volteo la mirada y respondió.
―Porque yo también estoy enamorado de ti.  
Silencio y luego la voz pregrabada del ascensor anunciando que habían llegado a la primera planta del edificio.
―Es mentira ―dijo Francisco completamente sorprendido.  
―¡No es mentira! ―gritó Miguel volviendo a ver a Francisco.
Ambos se vieron un largo rato, como si con verse fijamente pudieran leer sus pensamientos en ese par de cabezas de chorlito que tenían.
―Ya vámonos ―dijo Miguel rompiendo aquella tensión y volvió a tomar a Francisco del brazo jalándolo fuera del ascensor.
―¿¡Por qué no me dijiste nada cuando me confesé?! ―preguntó algo enojado Francisco, debido a la sorpresa y a lo mal que lo había pasado todo el día.
―¡Porque estaba sorprendido!... yo no sabía que tú, ósea, creí que ni cagando tú podías estar enamorado de mí.
―¿Cómo estás tan seguro de que te gusto? ―volvió a preguntar.
―¿Cómo preguntas eso?... obviamente lo sé porque me pongo todo imbécil a tu lado, a veces hasta me olvido como hablar.
Francisco sentía como su corazón golpeteaba su pecho sin parar y sentía sus mejillas arder ante la confesión, entonces simplemente tomó a Miguel del rostro y le dio un beso que fue ampliamente correspondido.
―Si me engañas alguna vez te castro huevón ―le dijo Miguel.
―A ver si puedes ―le respondió Francisco volviéndolo a besar.
"Ahh, si se puede morir de felicidad..." Pensó.
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elintempestivo · 5 years ago
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TRAS LA ESTACIÓN
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Se conocieron en la estación de trenes de la capital. Ella dibujaba en papel a unos pintores y sus andamios, él era uno de los que tapaban a brocha gorda obras de otros pequeños pinceles. Serían mis abuelos. 
Ahora mismo estoy en esa misma estación y, sobre esa misma pared, una mujer pega un cartel. Eau de pêche, un perfume. Quizá ella sea la mujer que se corresponde con mi mujer. 
Mi abuela nunca dibujaría a alguien pegando una publicidad, por lo menos no lo creo, sobre todo porque esa pared ya no dice nada. Sin embargo, esa mujer se parece demasiado a la que está hecha de papel y es unida de a mitades: los ojos como una vieja cáscara de limón, la piel trigueña y el pelo rizado por el mar. Le mostraría el parecido, pero podría provocarle una pequeña dosis de amor propio, y luego una inmensa angustia. Tendría al frente a un imperceptible hombre más con gorro, preguntándole si un café le parece bien. Pensaría si yo le hubiese propuesto lo mismo si ella fuese esa mujer perfumada, ¿Se atrevería? ¿Cómo me miraría? ¿Pensaría que estoy disponible para él, que no tengo que ir a posar mi rostro a otros ojos más adecuados que los suyos? Para luego decir, tras secarse la frente levemente arrugada (a diferencia de la inmaculada piel de papel y tinta), Claro, por qué no, con el corazón partido entre dolor y lástima. Humanizar es universalizar la angustia. 
No hay lenguaje escrito sin ostentación. Toda escritura es un ejercicio de domesticación o de repulsión frente a esa Forma-Objeto que el escritor encuentra fatalmente en su camino, que necesita mirar, afrontar, asumir, y que nunca puede destruir sin destruirse a sí mismo. 
A un viejo a cuadrillé, sentado en un banco de madera, se le acerca un gato rayado. Ya se conocían, de antes, cuando uno era un tigre y el otro un zorzal, y, antes de eso, flores de lino en la ribera del Nilo, por donde vieron pasar a Moisés: Kuze kube phakade, dijo el ahora gato en el lenguaje de las flores, que es el zulú, y significa algo entre eterno y para siempre. 
Reposado sobre el regazo, el rayado recorre los espacios vacíos de su pelaje y revive su último sueño como humano. Tenía esa edad en que casi se es plenamente adolescente, donde la ingenuidad se confunde con la inocencia y la energía con el cansancio. Está en una pequeña pieza revestida de madera con tres camas. Los dos restantes ya estaban ahí, desdibujados. Todo en el mismo tono marrón claro. Uno acomodando la ropa de la valija manchada en perchas y estantes, el reloj gastado y una libreta en un cajón, los zapatos debajo de la cama, los cepillos en el baño. El segundo estirado en su cama leyendo. El primero le pregunta cómo se llama, cuántos años tenía, de dónde era, qué le parecía el parque del complejo, qué música escuchaba, si había venido solo, qué era lo que más le gustaba, qué le parecía la matemática, la literatura rusa, la arquitectura del edificio, el color tibio del revestimiento y la costumbre del mate, mientras él también se respondía. El segundo había terminado de leer el evangelio (lo que les dijo después) y se presentó sin preguntar nada, quizá por cortesía o porque ya había escuchado todas las respuestas. Los tres salieron de la habitación a un gran salón que servía de comedor. Estaban solos en una mesa para, al menos, quince personas. Había unas treinta, todas generalmente repletas. A lo lejos una familia de cuatro: madre, padre, uno como ellos y una niña, pero solamente con tres platos, vasos, pares de cubiertos y servilletas. Ahora está con ellos y escucha que la madre y el hijo hablan efusivos de la probabilidades de cada uno en un juego de azar en el que no hay forma de obtener una respuesta segura del otro hasta conseguir por obra propia la correcta, el padre con los pelos que se le escapan de la camisa devorándose el plato de comida sin levantar cabeza, respirando brutalmente, y la hija sin ver nada a su frente y sin nadie que la vea. Ella lo mira, el no hace nada y termina despertándose en forma de flor. 
El otro, el viejo que fue tigre y flor, espera que llegue el tren que lo lleva al trabajo. Qué vende, no importa. Es empleado de su hermana, que de alguna forma lo vende y con eso cree ayudarlo. No se conocen. La ventana de su espacio da hacia un patio interno. De ahí mira hacia la otra esquina, en donde una mujer también vende algo. Ella le devuelve la mirada, ambos sonríen, y con eso les basta. Se aman. La idealidad permite al amor en el devenir, dicen las rosas. 
Antes quería entrar en las almas ajenas, y ahora sé que toda alma está sola, es inaccesible, rebelde, como mi alma misma, por más que todos nos parecemos a la imagen que tienen de nosotros. Y así somos, a lo mejor, una sola cosa que nadie ve, o que alguien ve, o que alguien no ve.
El tren siempre se demora unos minutos de más entre la otra estación y esta. El conductor antes de llegar a parada disminuye la velocidad por si su pareja e hijas no llegan a tiempo. Sabe que la deja con toda la preparación y el cuidado de ambas, y le pesa. Es lo único que puedo hacer, se dice. Pero hoy llegó en horario, ellas no están, y él se mira desconsolado en un espejito que alguna vez alguna una de sus hijas se olvidó. El viejo a cuadrillé, yo y una señorita subimos. 
Fila uno a la derecha, fila uno a la izquierda, tres y cuatro a la derecha. 
Poca gente, piensa el conductor, es por mi culpa, se dice. Siempre en falta.
Fila dos, tres, cuatro, cinco y seis a la izquierda. Son asientos con ventana, que es lo que los tres buscamos. 
Por mi culpa, incapaz del propio consuelo. 
Los lugares son de a pares y enfrentados. La que esperaba con nosotros se sienta en la quinta, yo en la sexta y el viejo en la primera a la derecha, que de a ratos tiene grandes vistas. 
Es mi culpa, definiéndose. 
Cada uno de nosotros vive y es contemplado y, casi a cada momento, es actor para alguien: es entrevisto, visto, observado, espiado. La razón de esto es muy honda y constituye nada menos que la esencia de la existencia humana: el humano es individuo y en cuanto tal consiste en ser a la par sí mismo y la especie entera. Toda la especie participa en el individuo y el individuo en toda la especie. Y pienso si no será que el arte de nuestro tiempo, ese arte tenso y desgarrado, nazca invariablemente de nuestro desajuste, de nuestra ansiedad y nuestro descontento. Una especie de intento de reconciliación con el universo de esa raza de frágiles, inquietas y anhelantes criaturas que son los seres humanos. En cada cosa de la naturaleza hay algo de lo que no se puede dar ningún fundamento, de lo que no es posible ninguna explicación, de lo que no cabe buscar una causa más allá de él, por eso, quizá, ciertas cosas es mejor dejarlas sin explicación, decir simplemente lo que ocurrió, no interrogar lo íntimo.
Al lado de la señorita está sentada otra mujer, un poco mayor de edad, mucho más humilde de bolsillo y, digamos, de un bello cuerpo medieval. Ella se mira sus viejos zapatitos rosa y observa que sus pies allí no están cómodos, por más amoldados del uso que los crea, que no entran en ese espacio incluso más pequeño que su pequeñísimo pie, que las venas se parecen a las raíces sobresalientes entre baldosas e intenta recordar cómo era el dibujo de la suela. Ve que el cuero plástico está tirante, que entre la sintética geografía rosa hay grandes salinas. Todavía están lindos, se dice. 
Levanta la vista y al cruzar con la mía, la baja con pudor. Tiene la cara un tanto hinchada y colorada, el pelo como se pueda y los ojos consumidos, como si estuvieran casi sepultos en la oscuro abismo donde se supone que deberían ir. Ya no los quiere ahí, ni en ninguna otra parte, no quiere ver, por eso el color de sus pupilas se derrama hacia las ojeras, por eso los párpados van y vienen pesados, arrastrándose hasta tocarse y dar un instante de tranquilidad, ínfimo, pagando con unas contadísimas monedas la inmensa cuota de sueño que se debe: para lo que alcance. 
Mira hacia los de su izquierda. Una mujer, un hombre, una chica, un chico. Tres bolsos, cuatro pares de ojos plácidos, cuatro sonrisas de Gioconda, dos perfumes fuertes, dos pares de zapatillas blancas y unas marrones. Una conversación de montañas nevadas, olas picadas y desiertos terracotas. Un par de zapatos rojos nuevos, de esos que son incómodos y de uso contado.  
Ya sobre sí, la mujer apoya sus manos sobre las piernas: las frota suavemente en la prenda, las junta, baja la mirada hacia ellas y ahí se sostiene un momento. Hace una pequeña mueca con la boca, estirando los labios hacia la derecha. Juega con sus uñas: una dentro de la otra, cruzadas, de arriba a abajo, pulgar y pulgar, pulgar e índice, pulgar y anular. Otra mueca. No resiste a la tentación y mira sus pies. Todavía están lindos, se dice.   
Esto no quiere decir nada. No tiene nada de extraordinario. Hemos obrado como si la vida anímica existiese. La cara curtida del agricultor, la leche de cabra, la papilla y el jugo de remolacha, un golpe en el hombro: debemos todas nuestras ideas a la experiencia sensible. Lo que no se lleva a cabo, no existe; las cosas en su totalidad son lo que parecen, y detrás de ellas.. no hay nada. 
 A la señorita del quinto que subió conmigo casi ya no le queda nada de señorita. 
Serena, sentada con su saco y sombrero, sonríe y saluda sutil a otra señorita sin sonrisa que, insensible, señala su relojito rosado. Sobre la remera celeste rozan sus rulos rojizos que, rebeldes, caen del rodete. Los ojos color oro y ocre, como los de papel, se asoman detrás de unos cristales grises. Y, como si no pudiese ser de otra manera, dibuja. De un maletín saca una serie de hojas sueltas, garabateadas, sin forma a primera vista, mientras que en otras pareciera seguir algo: una mujer desnuda frente a una ventana, un oficinista frente a sus ventanas, una mujer de rojo recostada sobre una cama, una pareja y un noctámbulo en la barra de un bar, una mujer con sombrero en un bar, una mujer de negro sin sombrero en un tren. Una mujer con sombrero negro en un tren. 
―Hopper ―escuché como a lo lejos. 
Tardé en darme cuenta que me hablaba a mí, mientras yo veía sus hojas. Con vergüenza le pregunto si puede repetirlo. 
―Hopper, Edward Hopper, el pintor. Él decía que la razón de la pintura es la de contar lo que las palabras no pueden. Como las palabras no se me dan muy bien, espero que hablen por mí. Hay veces que digo y digo tanto de más que lo que quiero decir se me escapa, y en tantas otras digo tan poco que algo tan simple queda planteado como un confuso enigma. Desde estas obras tengo la posibilidad concreta de comunicar algo sin palabras, sin detalles innecesarios, y de una manera pura. Y en la réplica encuentro un cómodo espacio de libertad entre los límites que la imitación permite. Y pensar que el arte tampoco escapa a eso que llaman significación, donde significante y significado se significan en la cabeza, en el alma o en la mente de cada uno. Porque allí donde quizá aquella mujer pueda ver a una triste homónima frente al sol geométrico e ininterrumpido repitiendo sus tristes mañanas en soledad, y aquel hombre pueda ver un empleado vacío buscando absorber mitologías de la ciudad mirando hacia abajo desde la ventana del noveno piso de hormigón armado y aberturas de aluminio, otros puedan ver un tranquilo trabajo estable con el que dar de comer a sus pequeñas, y una plácida mañana de vacaciones, después del ajetreo diario del año donde las siestas y el entretenimiento de las pantallas no alcanza ―dijo, con la velocidad y efervescencia de las personas que tienen la claridad de saber que sus ideas están confusas y que para desatarlas hay que enredarlas aún más para entregar un bollo con idas y vueltas de imágenes sin respiro y pensamientos sin raíces ni copa.
―Hopper, son impresiones de algunas pinturas de Edward Hopper ―me repitió, sin apuro, mirándolas. 
¿No se es dueño entonces de nada en la propia persona? Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.  
El tren frena. Bajo, es mi pueblo. Un cielo sin una sola nube que no sea oscura. Tras la estación hay un jardín de arbustos que juegan a ser un laberinto. Camino en él molestando sus hojas y pequeñas flores. Voy hacia el centro, donde naranjos y cerezos rodean un banco en el que me siento para escribir, mientras el sol abandona el más alto árbol y una primera gota moja la hoja.
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pilyarquitect · 5 years ago
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Guerra de Genios - 22. La ayuda está en camino
Fenton no sabía cómo contener su emoción, ¡por fin! ¡Al fin había llegado el momento en el que descubrirían dónde mantenía Beaks prisionero a Huey! Y cuando tuviesen la ubicación, podrían ir allí y rescatarle, pronto el chico estaría a salvo de nuevo, pronto estaría en su casa, con su familia.
Tan pronto como descubrieron que Beaks había desconectado el GPS de su móvil, Fenton había estado a punto de reactivarlo al instante, pero Gyro le impidió hacerlo, alegando que era preferible esperar unas horas, ya que cuando Beaks apagó la señal aún estaba en Duckburg, por lo que eso significaba que muy probablemente el CEO de Waddle debía haberse puesto en camino hacia donde fuera que iba.
Según el Dr. Gearloose era preferible que reactivaran la señal cuando estimaran que Beaks habría llegado a su destino, ya que, de lo contrario, el loro podría darse cuenta de que el GPS volvía a estar activo, y entonces habría descubierto que tenía el móvil hackeado.
A pesar de no gustarle ese modo de proceder, el pato hispano entendió que el Dr. Gearloose tenía razón. Si no iban con cuidado, Beaks los descubriría, y eso tal vez provocaría que perdieran la única oportunidad de encontrar a Huey y Fenton no estaba dispuesto a correr ese riesgo. No, ese chico… su amigo, ya había sufrido demasiado bajo el yugo de esa mente enferma de Beaks. Además, la última vez que Beaks tuvo su GPS apagado, lo mantuvo cinco días fuera de conexión, era de esperar que en esta ocasión haría lo mismo… probablemente.
El becario miraba el reloj, literalmente, cada cinco, deseando que el tiempo avanzara más rápido para poder reactivar la señal del móvil de Beaks. Era tal su impaciencia que sus compañeros de trabajo, en especial su superior, parecían estar poniéndose nerviosos con su actitud.
“¿Quieres estarte quieto de una vez becario?” preguntó Gyro repentinamente con tono molesto.
El pato hispano se sorprendió momentáneamente ante la llamada de su superior, y mirándole con los ojos bien abiertos, le respondió tímidamente:
“¿Qué? Oh… lo siento Dr. Gearloose, es solo que… ¿cree que podríamos ya activar el GPS?”
Gyro soltó un bufido exasperado, el… veinteavo si no se había descontado el pato de plumaje marrón. Entonces, el pollo entrecerró los ojos hacia su subordinado y con voz tensa le respondió:
“No hace ni diez minutos, he contestado a esa pregunta, y la respuesta sigue siendo la misma, NO, aún es demasiado pronto”
Con cierta vacilación, el pato hispano comenzó a decir:
“Pero si ya han pasado…”
Antes de que pudiera mirar el reloj para confirmar el tiempo, el científico principal del Sr. McDuck respondió a su becario diciendo:
“Tan solo una hora escasa, tenemos que esperar al menos dos o tres horas, tal vez incluso cinco, para estar completamente seguros”
A pesar de saber esa información, el escucharla, hizo que Fenton comenzara a impacientarse aún más que antes, ¿cómo iba a soportar esperar tanto tiempo? No, sin duda deberían poder activar el GPS de Beaks mucho antes, ¿no? Tratando de convencer a su superior para que lo activaran en ese momento, el pato hispano comenzó a decir:
“Pero eso es mucho tiempo-”
Fenton no llegó a terminar lo que quería decir porqué repentina e inesperadamente, Gyro se volvió hacia él y con voz furiosa bramó:
“¡¿Crees que no lo sé?! Soy muy consciente de eso Crackshell, pero no voy a arriesgarme, no quiero errores, y adelantarnos sería un error”
El pato hispano retrocedió involuntariamente ante el arrebato del científico, ciertamente… no esperaba eso, además, era muy inusual que lo llamara por su apellido, pues habitualmente prefería llamarle por su título de becario o con algún mote inventado. Que lo llamara por su apellido era raro e inusual… algo nuevo. Pero Fenton no quería dejarse intimidar por lo que acababa de suceder, así que persistió en su tozudez diciendo:
“Puede que sí y puede que no, tal vez Beaks ni siquiera haya salido de Duckburg, o- o- tal vez podría estar en las afueras, no se tarda tanto en-”
“¡Basta!”
El grito repentino del Dr. Gearloose silenció a Fenton instantáneamente. La verdad, era cierto que el pollo se alteraba a menudo, pero pocas veces le había visto el pato hispano con esa expresión de furia extrema, casi parecía que iba a atacar a alguien. Daba tanto miedo que Fenton sintió que se le aceleraba la respiración temiendo que pronto sería víctima de un ataque del científico.
Afortunadamente, la ira del Dr. Gearloose pareció calmarse rápidamente y a continuación, hablando nuevamente con voz normal, aunque un poco dura, Gyro explicó:
“Mira, entiendo que estés preocupado por ese chico, de verdad, lo entiendo, pero también he dicho que lo mejor es que esperaremos y eso es lo que vamos a hacer, sin discusión, ¿entendido?”
Bajando la cabeza, el pato de plumaje marrón respondió mansamente:
“Sí, Dr. Gearloose”
Tras estas palabras, Manny se acercó a Fenton y poniéndole una mano… er pezuña sobre el hombro, le dijo:
“Clop clop clop clopclopclop clopclop (Tienes que ser paciente amigo)”
El pato hispano suspiró, realmente agradecía el gesto, pero…
“Lo sé Manny, es solo que… yo… realmente quiero encontrar y rescatar a Huey” le dijo con voz triste. El caballo sin cabeza le dio unos suaves golpes en el hombro al devastado pato mientras respondía:
“Clopclop clop (Lo sé)”
El Dr. Gearloose les llamó la atención a ambos en ese momento diciendo:
“Ah, hay otra cosa que debemos recordar y tener en cuenta, una vez que tengamos la ubicación de ese loro, apagaremos nuevamente la señal, no necesitamos que ese… pseudocientífico se dé cuenta de que le hemos hackeado el sistema”
Los ojos de Fenton se abrieron con sorpresa, su jefe tenía razón, si Beaks se diera cuenta en algún momento de que tenía el GPS encendido, eso podría ser desastroso, no podían permitir que eso pasara. Abriendo y cerrando el pico varias veces, el pato hispano finalmente logró responder:
“Sí… claro…”
Tras este breve intercambio, el científico del Sr. McDuck se quedó mirando a su becario atentamente. En serio parecía que le estuviese examinando. Ser escrutado de esa manera hizo que Fenton se pusiera nervioso, e iba a expresar su incomodidad, pero Gyro se le adelantó diciéndole:
“Oye becario, está claro que no podemos siquiera pensar en obtener resultados hasta dentro de un rato, así que… ¿por qué no vas a dar una vuelta o a… salvar a alguien?”
¿Cómo? ¿Pretendía echarle? Si fue gracias a él que fabricaron el dispositivo que les permitió hackear el sistema del CEO de Waddle, fue Fenton quien logró abrir la caja virtual en la que hallaron toda la información referente a los planes de Beaks, y ahora que estaban tan cerca de encontrar a Huey… ¿ahora quería apartarle? Pues este pato no iba a irse a ninguna parte, y así lo expresó el becario diciendo:
“¿Qué? Pero Dr. Gearloose, yo quiero quedarme aquí, quiero-”
El rostro de Gyro cambió y la expresión furiosa-aterradora regresó cuando el científico vociferó:
“¡¿Por qué te es tan difícil obedecer?!”
Esta vez Fenton sintió un escalofrío recorrerle la espalda, sus piernas parecieron flaquear, y si no fuese por la mesa que había a sus espaldas, el pato probablemente habría caído al suelo, en serio, el Dr. Gearloose daba miedo.
Por su parte, el científico experimentado tomó varias respiraciones profundas y finalmente explicó:
“Lo que quiero es que aclares tu mente, estás demasiado obcecado con todo esto, y necesito que estés pensando con claridad para cuando demos el siguiente paso, es por eso que quiero que te vayas un rato, vamos, vete”
Vaya… con que ese era el motivo… Fenton quería darse una patada, había juzgado mal al Dr. Gearloose, quien solamente trató de ayudarle, queriendo que el pato hispano estuviese preparado para cuando llegara el momento del rescate. ¿cómo pudo estar tan ciego como para no ver que el científico del Sr. McDuck estaba intentando ayudarle? ¡Qué necio!
“Está bien, está bien, ya me voy” dijo con voz avergonzada, y tras estas palabras el pato de plumaje marrón se encaminó hacia el ascensor. Al llegar allí, se dio la vuelta y tras aclararse la garganta, le dijo a Gyro:
“Dr. Gearloose, siente haberme comportado como un completo imbécil, y siento todo lo que le he dicho, perdóneme por mi atrevimiento y mi estupidez, por favor”
Fenton vio como los ojos del Dr. Gearloose se abrían con sorpresa, aunque el pollo rápidamente negó con la cabeza tratando de disimularlo y apartando la mirada respondió:
“No hay nada que perdonar, es normal actuar tan irresponsablemente cuando alguien que nos importa está peligro, créeme, lo he visto antes”
El científico le miró entonces y agregó:
“De hecho, estaba pensando que será mejor que no vuelvas, quiero decir, que nos encargaremos nosotros de conseguir la ubicación, tú, cuando hayas despejado tu mente, ve a ver a la familia McDuck, vestido de Gizmoduck obviamente, diles que se preparen para la misión de rescate y espera allí a que te enviemos la ubicación, de ese modo, podréis partir enseguida”
Fenton sonrió levemente, a pesar de no exteriorizarlo, parecía que su jefe apreciaba su disculpa, aunque no acababa de entender sus palabras cuando decía que eso lo había visto antes, ¿Cuándo, cómo y con quién lo había visto exactamente? Bueno, probablemente el científico no se lo diría, aunque Fenton preguntara, pues sabía que el Dr. Gearloose era muy reservado con ciertos aspectos… como ese, por ejemplo.
Por otra parte… la propuesta que había sugerido verdaderamente podría ayudarles a ganar tiempo. Así pues, tras un breve asentimiento, el pato hispano respondió:
“Sí, Dr. Gearloose, así lo haré”
 Fenton hacía un rato que había llegado a la mansión. Siguiendo ‘las órdenes’ de su jefe, había patrullado la ciudad, deteniendo a los Beagle Boys de robar una joyería, arrestando a un par de maleantes que pretendían robar a ancianas indefensas… vamos trabajos rutinarios de héroes.
Tras acabar su patrulla, el superhéroe robótico se había dirigido a la mansión para transmitir el mensaje del Dr. Gearloose. No hace falta decir que al escuchar eso, Scrooge de inmediato comenzó a ordenar a todo el mundo que se preparara. A Launchpad le envió a preparar el avión, a su ama de llaves a que preparara el equipo que podría estimar necesario para el rescate. A su mayordomo fantasma le pidió que vigilara a los niños, y en cuando a su sobrino… a él le pidió que se calmara, pues desde que Fenton les dio la noticia, el pato vestido de marinero no había sido capaz de quedarse quieto ni callado, exigiendo cada cinco segundos que debían partir y preguntando si ya estaba todo listo para salir en busca de su sobrino mayor.
En serio, al ver al tío de Huey en ese estado, Fenton comprendió porqué Gyro le había ‘echado’ del laboratorio. El pobre pato parecía a punto de un ataque serio de nervios… ¿oh un ataque de ansiedad? Bueno, fuera lo que fuese, el pato de habla ininteligible no parecía ser capaz de clamarse, y su exceso de movimiento llegó hasta tal punto que incluso Scrooge tuvo que intervenir diciéndole:
“Oh curse me kilts Donald, cálmate de una vez”
“Pero tío Scrooge, si ya sabemos dónde está Huey, ¿por qué no nos vamos ya a buscarle?” replicó el pato más joven de los dos.
Fenton se sintió culpable ante lo que acababa de decir ese pato, ¿tal vez no se había explicado bien, y ahora él creía que el pato vestido de superhéroe ya tenía la localización de Huey? Tenía que aclararle la situación, y así lo hizo respondiendo a la pregunta del pato vestido de marinero:
“Porqué todavía no sabemos dónde está”
Donald se volvió a mirarlo con una mezcla de sorpresa y furia en su rostro… más furia que sorpresa, y entonces hablando con voz enojada, le preguntó:
“¿Cómo?”
Fenton alzó las manos como muestra de que no quería herir al pato vestido de marinero, y entonces le explicó:
“El Dr. Gearloose nos mandará la ubicación tan pronto como la tenga, pero hasta entonces, tenemos que esperar”
“¿Quiere eso decir que en cuando tengáis la ubicación, iremos a buscar a Huey?” preguntó una voz emocionada de repente. Los adultos se volvieron hacia el origen de la voz y allí vieron a los dos trillizos restantes, a su amiga y a Duckworth con una expresión preocupada en su rostro. Parecía, y solo era una suposición, que los niños habían escuchado algo respecto a todo al asunto y rápidamente habían acudido para participar en lo que fuera.
Ese pensamiento debió ser compartido con el Sr. McDuck porqué de repente el pato con sombrero de copa se acercó a los niños y tras golpear el suelo con su bastón, les dijo:
“No, los que iremos seremos Beakley, vuestro tío Donald, Gizmoduck y yo… y Launchpad naturalmente ya que él es el piloto. Vosotros niños os quedaréis aquí”
Las reacciones de los niños no tardaron en llegar:
“¡¿Qué?!”
“¡Ni hablar!”
“¡Nosotros también venimos!”
Des de su posición, Fenton vio a Scrooge entrecerrar los ojos y hablar con voz fuerte a los niños diciéndoles:
“¡Ni hablar! Vosotros no venís”
“¿Por qué no?” preguntó Dewey, y su hermano rápidamente añadió:
“¡Huey es nuestro hermano!”
El Sr. McDuck cerró los ojos y soltó un suspiro, luego abriendo los ojos nuevamente, miró con compasión a sus sobrino-nietos y a la chica que iba con ellos (Fenton aún no sabía cómo se llamaba ni qué relación tenía con la familia) y con voz suave pero firme les dijo:
“Precisamente por eso. No sabemos en qué condición está Huey, no queremos que le veáis hasta que no estemos seguros de que él está bien”
Dewey, quién Fenton ya había asumido que era el más impulsivo de los niños saltó casi al instante diciendo:
“¡Eso no es justo!”
El pato anciano suspiró nuevamente y mirando a los niños con tristeza, les dijo:
“Lo siento muchachos, pero es lo mejor para vosotros”
“¿Cómo puedes estar tan seguro?” preguntó repentinamente el trillizo vestido de verde. El pato con sombrero de copa miró al niño en cuestión y abrió el pico para responder, pero antes de que lo hiciera otra voz habló:
“Ya basta chicos, el tío Scrooge tiene razón, nosotros nos encargaremos de traer a Huey de vuelta, os lo prometo, ahora, id a jugar a vuestra habitación”
Los niños miraron al pato vestido de marinero, él los miraba con el ceño fruncido, pero también con preocupación evidente en sus facciones, estaba claro que no estaba feliz con lo que les estaba diciendo a los niños, pero no era como si tuviese otra opción al parecer.
Dándose cuenta de que era una batalla perdida, los niños bajaron la cabeza y salieron del salón. Casi al instante de hacer eso, el teléfono incorporado en el casco de Gizmoduck (idea de Huey y que Fenton ya había implementado en el traje) comenzó a sonar. El pato hispano de inmediato respondió a la llamada.
“¿Hola?... sí Dr. Gearloose soy yo… sí le escucho… sí… sí… recibido, gracias y adiós”
Nada más terminar la conversación, se volvió hacia los otros dos patos que allí había, quienes le miraban expectantes, a continuación, el Sr. McDuck le preguntó:
“Era Gyro ¿no? ¿Y bien? ¿Qué te ha dicho?”
Enderezando su postura, el superhéroe respondió a la pregunta diciendo:
“Tenemos la ubicación”
El rostro del pato multimillonario adquirió una expresión de profunda determinación, y hablando a continuación con voz decidida, expresó:
“Perfecto muchacho, entonces no perdamos tiempo, vayamos hacia allí de inmediato”
Gizmoduck sonrió, el Sr. McDuck tenía razón, no había tiempo que perder. Saliendo rápidamente, los todos se dirigieron al avión, donde Fenton notificó a Launchpad cuál era el destino al que iban. Tras confirmar la ubicación, el pelicano encendió motores, el avión comenzó a moverse, augmentó la velocidad, proto iban a alzar el vuelo. Fenton miró por la ventana y vio algo que le sorprendió y le extrañó.
El mayordomo fantasma de la familia volaba tan rápido como podía hacia el avión, con expresión alarmada y haciéndoles señas, pero ya era tarde, el avión acababa de separarse del suelo y se elevaba rápidamente, se iba por el cielo rumbo a su destino, rumbo a Huey.
@empro-8 here’s the new chapter, enjoy it
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mymy101010 · 6 years ago
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LOCO POR TI/Changkyun x Reader
Changkyun y yo teníamos una relación rara. Habíamos sido criados prácticamente juntos, fuimos compañeros de escuela e inclusive vivíamos cerca. Peleábamos todos los días por culpa de nuestra rebeldía y vanidad pero siempre uno terminaba haciendo reír al otro y por eso no permanecíamos enojados más de un día. Ambos nos interesamos por el baile a temprana edad y por eso decidimos formar un grupo de baile de hip hop, en la pista de baile teníamos una compatibilidad incomparable. Lo raro era que nunca en la vida habíamos sentido nada el uno por el otro, hasta esta noche que comencé a verlo de una forma distinta, comencé a observar todo su cuerpo, su pelo negro perfectamente acomodado, sus labios de un tono rosa, su cuerpo no musculoso pero bien marcado, su forma especial de caminar haciéndote creer que iba a comerte e inclusive le miré su trasero, parecía una manzana perfecta lista para morder. En ese momento me di cuenta que algo andaba mal conmigo...
FLASHBACK
-Changkyun creo que esto no es buena idea...
-¿T/N, de qué hablas? Nosotros somos una pareja de baile! Claro que es buena idea. Además quizás aprendamos algo esta noche.
-Está bien, pero no quiero que me obligues a hacer nada ¿ok?
-OK.. Ahora vamos.
Diciendo esto me agarró la mano llevándome adentro de la fiesta de baile latina. Era un club nocturno que siempre tenía esta clase de eventos pero nunca se me cruzó por la cabeza venir justo esta noche. Nosotros bailábamos hip hop, totalmente distinto a la salsa, lambada, merengue y ese tipo de bailes latinos. Él insistió tanto que tuve que acceder. Al entrar al club notamos a la gente bailando salsa, todos al parecer tenían un poco de conocimiento sobre ese tipo de baile. Nos dirigimos a la barra con Changkyun y compramos un par de tragos para entrar en la onda del lugar.
-La verdad, se ve bastante genial. -dije dándole un sorbo a mi trago
-Ves, te dije que te iba a gustar. Cuando termines eso - señaló mi vaso - entraremos a la pista.
-¿Sabes bailar salsa? - le pregunté divertida.
-Sé bailar y con eso me basta - me reí con su respuesta.
Tomó su trago de un sorbo y yo hice lo mismo con lo que quedaba del mío. Nos tomamos de la mano y me llevó a la pista como solíamos hacer en todas nuestras presentaciones. Lo que ví en la pista me sorprendió.
Changkyun intentó mover sus caderas como nunca en la vida de una manera tan graciosa que hubo un momento en que tuve que salirme del centro y sentarme en la barra para sobreponerme del ataque de risa que tenía.
-¿Te estás burlando de mi espectacular manera de bailar, T/N?
-Basta Changkyun - dije sin aire en los pulmones agarrándome el estómago - deja de hacerme reír así!
-Ah ya que... - me contestó con las mejillas rosadas mientras se rascaba la nuca - pidamos otro trago.
Uno, dos, tres, cuatro y cinco tragos más. Ya parecíamos una pareja convulsionando al tratar de bailar algo que no sabíamos y con mucho alcohol en la sangre. En un momento la música cambió por bachata, uno de los bailes latinos más sensuales de todos, se baila pegados y con mucho sentimiento. Pero... no podía ser incómodo ¿no? Éramos Changkyun y yo. Intentamos copiar los pasos de las demás parejas... Un dos paso, un dos paso, la verdad que nos salía bastante bien. íbamos cada vez más coordinados y más sueltos. En ese instante nuestras miradas se cruzaron y él acercó su boca a mi oído y me dijo: "Me gustaría quedarme así siempre..." Bajé la mirada de vergüenza, y me dio cuenta de la forma en la que estábamos bailando; yo tenía mi mano en su espalda, él tenía su mano en la parte baja de mi espalda casi apoyando los dedos en mi trasero y mi boca rozaba su cuello.
-T/N... Mírame - lentamente levanté la mirada - Eres hermosa.
- Changkyun.. Estás borracho.. Que cosas dices.
- Tal vez, pero ya sabes lo que dicen de los borrachos... Siempre dicen la verdad.
- Entonces... ¿No puedes mentirme ahora?
- No... - me dijo riéndose. Definitivamente estaba borracho, arrastraba todas las palabras cuando hablaba y reía de la nada.
- ¿No quieres ir a casa? - le sugerí, si seguía bebiendo no iba a poder lidiar con él. Mide mucho más que yo, no iba a poder cargarlo hasta el taxi.
- Quiero ir a MI casa CONTIGO.
- ¿Y eso porqué?
- Creo que quiero besarte.
Automáticamente empecé a reírme sin parar, este hombre estaba fuera de sí. Fuimos hasta la puerta del club a esperar un taxi, pude observarlo con detenimiento bajo la luz tenue de los faroles de la calle, su pelo negro ya estaba alborotado, sus mejillas rosadas, la transpiración había hecho que la camisa se le pegara al cuerpo, tenía un par de botones desprendidos dejando ver algo de su pecho y sus lunares que hasta ahora no me habían parecido peligrosamente atractivos.
FIN FLASHBACK
- ¿Porqué me miras tanto? ¿Acaso tu también quieres besarme? - me provocó acercándose con una sonrisa.
- Y si fuera así... ¿Qué harías? - KE ACABABA DE DECIR!
Se quedó mirando mis ojos y mi boca en un ir y venir que no podía ser más incómodo. De repente apartó la mirada y metió las manos en sus bolsillos quedándonos en completo silencio.
Un taxi vino a salvarnos de la incomodidad y nos subimos camino a... ¿Su casa? ¿La mía? Le indicó al chofer la dirección de su casa. Llegando a destino le dije que le mandaría un mensaje diciendo que había llegado bien a casa a lo que él respondió: "Tú te bajas conmigo". Pagó el taxi y entramos a su casa, todo estaba oscuro y en silencio. Cuando cerró la puerta me tomó del brazo acorralándome contra la pared.
- T/N... Yo no aguanto más. Yo me vuelvo loco cada vez que te toco y no puedo besarte, cada vez que otro hombre te mira... Yo... Estoy loco por ti.
Me quedé en shock mirando sus ojos cerrados, acercó su cara y apoyó su frente en la mía.
- Te quiero... Te quiero desde siempre T/N. Juro que si pasa algo esta noche, trataré siempre de hacerte la mujer más feliz...
Nuestras respiraciones chocaron y me dio un beso rápidamente sin apartar un centímetro su cuerpo del mío. Abrió los ojos y nos miramos por un par de segundos y en ese instante todo empezó a tomar más sentido para mí, siempre había sentido algo por Changkyun, siempre mis relaciones fracasaban por culpa de mi amistad con él y a mi no me importaba, siempre me importó él y nadie más.
Dirigí mis manos hacia la parte baja de su espalda abrazándolo ligeramente y abrió sus ojos al sentir mi contacto, sus manos se posaron en mi cuello y esta vez me besó con fuerza, sin una pizca de timidez. Su cuerpo comenzó a rozarse con el mío de a poco, quizás era el alcohol o quizás de verdad sentía algo fuerte por él, pero en ese instante solo quería sentirlo, comencé a desprender su camisa botón por botón pero la necesidad era demasiada así que terminé tirando de ella hasta romper los botones que quedaban. Él levantó mi vestido tocando con firmeza mis piernas y mi trasero causando un gemido involuntario de mi parte.
- Así... Quiero que digas mi nombre toda la noche.
Diciendo esto me levantó hasta que posé mis piernas al rededor de su cintura para agarrarme, me llevó hasta su cuarto y me dejó caer sobre su cama. Mientras me miraba se sacó el pantalón y su ropa interior quedando completamente desnudo. Su excitación era enorme, y yo ya estaba mojada con sólo ver el increíble hombre que había frente a mí. Lo imité y me deshice de mi vestido quedando con un conjunto negro de ropa interior que llevaba puesto.
- Sé que es algo tarde para preguntar, pero... ¿Estás segura de esto?
- Lo estoy, Changkyun.
- Entonces esto tendrá que irse - señaló lo que quedaba de mi ropa.
Se acercó de nuevo, me sacó el sujetador y rompió mis bragas en dos, eso solo hizo que me mojara aún más. Nos unimos de nuevo en un beso desenfrenado, me recosté y el se posó sobre mí acariciando con sus dedos mi entrada. Introdujo un dedo, luego dos, luego tres... Me estaba haciendo volver loca de placer. Tomó su miembro y lo metió poco a poco en mi interior, me dio tiempo para que me acostumbre a su tamaño, de a poco empezó a embestirme con cuidado pero firmemente. Nuestras bocas no se separaron ni un segundo, nuestras lenguas luchaban sin cansancio mientras emitíamos pequeños gemidos a medida que aumentaba la velocidad. No podía creer que esto estuviera pasando...
Podía sentir la luz en mi cara. Lentamente abrí los ojos. No estaba en mi habitación, tenía un brazo al rededor de mi cintura, no tenía de ropa puesta y por lo que podía sentir la persona que tenía al lado tampoco. Miré a mi alrededor y me di cuenta que era la habitación de Changkyun, me di vuelta lentamente y me encontré los dos ojos marrón oscuros mirándome sin pestañear a lo que di un salto y grité.
- ¡Woo! ¿Tan horrendo me veo por la mañana? - me dijo Changkyun con tono avergonzado y un poco asustado por mi reacción.
Poco a poco recordé todo lo que había pasado, el alcohol aún me hacía doler la cabeza.
- Pues.. Tú te ves bastante bien.
Me lo dijo mirando mi pecho, me miré y me di cuenta que tenía un pecho al aire.
- ¡AAAAH! - grité mientras me tapaba con las sábanas y rodaba por la cama como una bola para tratar de aliviar la vergüenza que sentía.
- Ey ey ey ey.. Espera - me intentaba calmar Changkyun - Lo que paso anoche ¿no te gustó?
- Sí, pero...
- T/N, para mí anoche fue especial. Yo te quiero, siempre lo hice.
Se acercó a mí y me abrazó dándome un beso en la frente y luego en los labios. Todo se sentía tan raro pero se sentía muy bien. Correspondí su beso y me escondí en su pecho. Él no me soltaba y seguía repitiendo lo mucho que me quería, yo solo sonreía con vergüenza. Al notar que ya estaba más tranquila se recostó boca arriba dejándome sobre él, ambos comenzamos a reír.
- Ahora, necesito desayunar... Y no precisamente comida.
Pude sentir bajo las sábanas que estaba listo para comenzar el día, así que lo empezamos juntos...
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amaralberlin · 6 years ago
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JULIANTINA FIC: VISITAS
AUTOR: HASEKI
FANDOM/PAREJA: JULIANTINA (JULIANA VALDÉS / VALENTINA CARVAJAL)
RATING: GENERAL
NOTAS: Con motivo de las votaciones, decidí escribir un fic con mini capítulos. Lo ideal es que vayan a visitar mi perfil de Twitter (@ br_mean) para dejar sus comentarios, sus expectativas, sus críticas sin olvidar usar nuestros hashtags, mismos que pueden revisar al final de cada cap. La idea es que apoyemos la causa de ganar el premio a mejor pareja.
RESUMEN. Eva jamás imaginó que construiría una sana relación con Valentina estando en prisión y que la razón detrás de ese acercamiento era una chica que ni quiera le agradaba.
UNO
La soledad era el castigo que Eva creía merecer y el olvido el lugar al que pertenecía.
Esa era la justificación que se decía cada día cuando las otras reclusas recibían visitas mientras ella deambulaba sin saber qué hacer consigo misma.
Tanto tiempo le permitía pensar en sus decisiones, digerir consecuencias, lo que terminaba en un ataque de culpabilidad y vergüenza, y eso la había llevado a declinar cada visita de su padre y ex esposo.
No tenía cara para ver a León y no quería que su bebé estuviera en aquel horrible lugar, aun cuando Mateo le indicó que Dani tenía el derecho de ver a su madre.
Para Eva, eso era inaceptable.
Sin embargo, un sábado por la mañana, algo cambió. Una visita que no era “Jacobo” ni Mateo la esperaba y, claro, la curiosidad fue lo que impulsó a Eva a aceptar la reunión.
Fue un respingo lo que emitió.
Los ojos azules de Valentina le miraban tímidos desde el otro lado del vidrio blindado y Eva se sintió cohibida por su atuendo marrón y rostro libre de maquillaje
Está de más decir que la situación fue incómoda
Los silencios fueron largos y Eva no pudo evitar sentir amargura, pues su hermana, la favorita de su padre, irradiaba felicidad y conocía la razón de ello pero no se atrevió a mencionarla.
“¿Por qué estás aquí?”
"Eres mi hermana, quería saber cómo estás.” Respondió Valentina como si fuera una obviedad.
“No te acordaste de mí en ¿qué? ¿Un año?”
“Han surgido cosas.” Se justificó Valentina.
“Claro, Julieta debe ser muy demandante.”
“Juliana.” Corrigió Valentina
“Como sea.”
“¡No, como sea no, Eva! Apréndete su nombre porque ella es parte de nuestra familia te guste o no.”
La voz de Valentina se incrementó, provocando que algunas personas les mirara.
“Es bueno saber que trepadoras como ella o la de Guillermo se están acomodando en nuestra casa.”
Valentina dejó escapar una risa amarga.
“De verdad pensé que habías cambiado.”
“¿Cómo ibas a saberlo? Cosas más importantes surgieron, ¿no?”
“Basta, Eva.”
Eva miró a su hermana con suspicacia.
“Mejor dime por qué viniste para que terminemos con esto de una buena vez.”
“Porque Juliana me lo pidió. Porque esa maravillosa mujer que tanto detestas intentó convencerme por un año de venir a verte por la simple razón de que eres mi hermana mayor ¿Contenta?”
Eva quedó atónita.
Los ojos de Valentina se llenaron de lágrimas.
“Fue un error haber venido.”
Una confundida Eva afirmó con la cabeza.
“Es mejor que te vayas.”
Valentina apretó los labios y, sin decir adiós, se marchó.
Esa noche Eva no pudo dormir. Su mente no dejaba de pensar en su hermana y en los celos que sintió por ella por tantos años; celos porque León siempre le dejó ser auténtica a diferencia de ella.
Sin embargo, Eva debía admitir que esa chica, Juliana, había sido una luz en los momentos de oscuridad de Valentina, la había vuelto una mejor persona de lo que ya era y-
Eva, quizás, había terminado de destruir una relación que de por sí ya estaba fracturada.
Por favor, ayudemos a Barbie y Maca a ganar estos premios votando en:
https://miaw.mtvla.com/vota/pareja-en-llamas
Y en Twitter usando los HT’s
#PremiosMTVMIAW
#MTVLAFANDOMJULIANTINAFANS
#MTVLAPAREJAJULIANTINA
JULIANTINA FIC: VISITAS
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epitafi0 · 6 years ago
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Su sonrisa
Ayer finalmente me dije a mi misma que ya lo hiba a olvidar , que lo tenía que dejar pasar , Ya no tenerlo en mi cabeza ,no ver su foto de perfil muchas veces, ni recordar su hermosa sonrisa que me hacía enloquecer , su picardía , sus chiste , sus ojos oscuros color marrón ,   absolutamente todo . Agarre una hoja y empecé a escribir todo lo que sentía por él , todos los recuerdos que pasamos , las veces que me hacia reir , los abrazos , Como se juntaron  nuestros labios en nuestro primer beso e infinidades de cosas más . Entonces después de terminar comencé a quemar la hoja hasta que quedaron en cenizas , vi como el viento se lo llevaba y como bailaban las pequeñas hojas rotas en el cielo y empeze a llorar . Pensando que seria la ultima vez que llore por el  .
Me levanté de la cama y agarre la laptop pensando leer algo en wattpad ,después de tanto buscar encontré una que me encanto .Pero Mierda.. el protagonista tenía que tener ese nombre no se pudo llamar julio , pepito o nose que ...
Sinceramente no voy a poder olvidarme de él.
...............
Ya basta , cálmate - dije a carcajadas , él no paraba de hacerme cosquillas
Así ? pero dijiste que no tenías cosquillas , Amor - dijo , con su hermosa  sonrisa y sus ojos oscuros como la noche .
00gh
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notispain2022 · 3 years ago
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Mesas y escritorios de madera natural maciza disponibles en ErgoNatureWood
Beneficios del mobiliario de madera
La primera ventaja de la madera es que es un recurso natural renovable. El uso controlado permite que se renueven los espacios naturales para poder continuar con la producción de mobiliario. Además, se trata de un material muy resistente, mucho más que todos los derivados del plástico. En particular, los muebles macizos son los más resistentes al paso del tiempo.
Asimismo, es de fácil mantenimiento. Basta con pasar un trapo humedecido o algún producto especial para que vuelva a brillar. En ErgoNatureWood, sostienen que las mesas de maderas naturales macizas cuentan, con sus pequeñas marcas, las historias de quienes trabajan o pasan momentos de ocio sobre ellas. La madera, desde el punto de vista estético, remite a lo natural y a lo auténtico, lo cual es imposible de lograr con materiales sintéticos.
En definitiva, se trata de un material noble que aporta mayor percepción de calidad tanto a un hogar, como a un espacio de trabajo.
Mesas de maderas naturales macizas de alta gama en ErgoNatureWood
Gama Beauty
Esta es la carta de entrada a ErgoNatureWood. En esta gama, se encuentran los muebles de Pino Ibero, el cual permite conseguir un aspecto rústico y cálido. Además, el pino permite hacer muchos acabados diferentes, para así adaptarlo a la estética de cada hogar.
Gama Quality
La gama Quality ofrece escritorios fabricados con maderas de calidad y especialmente de gran dureza como Iroko, una madera de origen africano, muy resistente, dura y de color marrón claro con contrastadas vetas crema y color caramelo. Dentro de esta sección, también se encuentran las mesas de Fresno y Roble Rojo, ambas de una belleza única, que aportan toque de calma, tranquilidad y durabilidad sin igual.
Gama Premium
En esta sección, se encuentran mesas de Cerezo, una madera clásica y noble de color marrón rojizo, muy agradable al tacto y hecha para perdurar. También hay escritorios de Caoba, un material muy utilizado para mobiliario de lujo. Sin embargo, las opciones son muchas más, ya que la tienda también comercializa productos fabricados en Acacia, Sabina-Enebro y Olivo, siendo estas dos últimas las más especiales del catálogo, cada pieza es una verdadera obra de arte por su marcado veteado y contraste de tonalidades.
Pronto, las mesas de maderas naturales macizas de ErgoNatureWood incorporarán otros materiales, como el Cedro y el Nogal, y diseños muy especiales en madera y Resina Epoxi.
https://casesa.es/
https://infoenergia.eu/
https://eldiariodejerez.com/
https://saludabit.es/
https://www.gdweb.es/
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lasmujeresdehoyblog · 3 years ago
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Maquillaje con un vestido azul: ¿qué hacer?
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El azul es uno de los colores más elegantes a la hora de vestir de fiesta. Entonces, para este tipo de eventos, es necesario hacer un maquillaje muy elaborado. Sin embargo, ¿cómo saber qué tipo de maquillaje con un vestido azul es mejor? La respuesta puede parecer complicada, pero ten en cuenta que no faltan opciones para hacer una buena marca y que va a juego con el atuendo elegido. De nada sirve maquillarte y elegir cualquier atuendo, es fundamental tener cuidado con la elección del piezas que se utilizarán. En este caso, ya has elegido lo que vas a utilizar, ¿verdad? Basta entonces con entender qué tipo de maquillaje se adapta a tu producción, primero, para que tu mirada sea más luminosa, puedes apostar por ojos con mucho brillo. Además, también es posible abusar de los labios nude o rojos, e incluso de los detalles azules en la sombra de ojos y el delineador de ojos. Para obtener más información, sigue los consejos de este texto y prepárate para lucirse con tu vestido azul.
Dificuldades en el maquillaje con un vestido azul
Combinar el maquillaje con la ropa no es una regla. Esto se debe a que, si esta combinación no se usa con precaución, puede tener un resultado inarmonioso. Entonces, usar el vestido azul y la sombra de ojos en el mismo tono terminará dejando el look abrumado. Por eso, en este caso, es necesario saber elegir qué color se adapta mejor al azul, dando como resultado un maquillaje más hermoso y elegante. . Por lo tanto, es necesario comprender un poco sobre la armonía que tienen los colores con el azul, y cuál es su tono azul. Los mejores colores para usar como sombra de ojos son el negro, el rosa o el azul. Los colores clásicos, como el marrón, el plateado y el dorado, también son excelentes opciones, pero deben usarse de manera equilibrada para no hacer el look pesado. Las últimas opciones están indicadas para usar con el vestido azul oscuro, sin embargo, ten en cuenta que la sombra de ojos azul solo debe usarse si el vestido no tiene mucha decoración, o tiene un tono más cerrado. Para saber qué color de maquillaje combina con el vestido azul, primero debes conocer el tono de azul. Vea qué tonos están disponibles a continuación. - Serenidad azul El azul serenidad es un tono muy claro que se puede combinar con diferentes colores. En este caso, para elegir el color de maquillaje ideal, es importante considerar el momento del evento. Esto se debe a que la tonalidad del vestido permite un maquillaje más llamativo, y también puedes utilizar sombras de ojos en tono azul y con mucho brillo. - Azul bebé El azul bebé es un tono claro y combina con diferentes tonos de maquillaje. Por lo tanto, puede usar colores más claros o darle un aspecto especial. Por tanto, es posible abusar de todas las combinaciones. Entonces, piensa bien qué colores puedes mezclar con el tono del vestido. - Azul Tiffany El azul Tiffany es un tono más vibrante. Por lo tanto, al ser un color más vivo, los colores de maquillaje deben usarse con precaución. Para conseguir una buena combinación, es importante buscar tonos que aporten ligereza. Los tonos marrones, nude o dorados son colores excelentes para crear un maquillaje perfecto para el azul Tiffany. - Blue Bic El azul bic es actualmente el color más caliente. Es vibrante y muy hermosa, y se combina con muchos tipos de maquillaje, que pueden ser de tonos más oscuros y llamativos o más claros. La sombra de ojos marrón es un color que combina perfectamente con este tono de vestido. - Azul claro El vestido en celeste es muy discreto. Entonces, en ese caso, el maquillaje puede ser más atrevido. Pronto, podrás usar y abusar de los tonos oscuros y llamativos en los ojos. Y, para quienes les gusta ser atrevidos, también es posible invertir en labiales más oscuros. - Azul marino El azul marino es un tono oscuro. Por eso, para que el look sea armonioso, no debe haber exageraciones. Así, para el maquillaje, están indicados los tonos más claros o nude. Si quieres ser un poco más atrevida, puedes apostar por tonos metalizados en tono plateado. - Azul petróleo El azul petróleo se considera un tono único. Al ser más oscuro y un poco más verde, acaba dejando algunas dudas en la combinación. Para quienes tengan esta duda, los colores plateado, negro y gris son los colores perfectos para utilizar en la elaboración de la marca.
Termina tu maquillaje con un vestido azul
Para que el maquillaje luzca más brillante, el efecto metálico puede ser ideal. Las sombras de ojos, los pigmentos brillantes y el brillo están bastante altos y hacen que el acabado del maquillaje sea aún más glamoroso. El azul y el plateado son colores que combinan muy bien, especialmente para looks pensados para eventos nocturnos, sin embargo, hay que tener cuidado al utilizar tonos metalizados. Eso es porque, si el vestido tiene mucha decoración y brillo, puede que no sea una buena opción. Pero, si el vestido es más oscuro y discreto, puedes usar y abusar de los tonos chispeantes.
Usar detalles azules en el contorno es una buena idea
Combinar algunos detalles de maquillaje con el color del vestido puede ser una buena idea. Sin embargo, este consejo debe usarse con precaución, para que la apariencia no pese demasiado. Para los que les gusta explorar los colores, pueden apostar por el azul para trazar el contorno, por lo que el azul se usará de forma sutil ¿Qué maquillaje combina con un vestido azul? Otra idea que no compromete la producción es utilizar una sombra de ojos de color clásico en el párpado móvil, como el marrón, por ejemplo. Además, también es posible agregar una raya azul en la parte inferior de los ojos, cerca de la línea de las pestañas y también debajo de las pestañas inferiores.
¿Cómo preparar los labios?
En los labios, casi todo es válido. Eso sí, dependerá de lo que se eligió como foco del maquillaje. Sin embargo, si los ojos ya están bastante llenos, en los labios es mejor apostar por un tono más claro, como el nude, el rosa y el coral. Si quieres que la boca sea lo más destacado, el rojo clásico es una buena opción. Usar un maquillaje llamativo en los ojos y los labios puede comprometer la producción y dejar la armonía, ya que es más fácil cometer errores. Para evitar errores, lo ideal es elegir quién debe ser el punto culminante del maquillaje, si los ojos y los labios. Entonces, si uno ya tiene un tono oscuro, el otro debería tener un tono claro. De esa manera te moverás.
Maquillaje con un vestido azul: ¿qué colores son los mejores?
Como viste anteriormente, el naranja es generalmente una buena opción para combinar con tu vestido azul. Sin embargo, hay varios tonos de naranja, así como varios tonos de azul. Pronto, deberá comprender cuál es su tono de azul y encontrar la mejor opción entre los otros colores. Entonces, no olvides conocer el tono de tu vestido, haciendo juego con los colores de maquillaje. Read the full article
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diariodetoreador · 7 years ago
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La gran reina
He aquí la historia de un reino que siendo igual que el resto, llegó a ser distinto a todos los demás y sirvió como ejemplo de lo que los demás reinos debieron llegar a ser.
Ubicado en algún lugar entre el bravo mar y las más altas montañas, existió un reino cuyo nombre traspasó la frontera del tiempo hasta llegar a nuestros días: Areté. 
Areté era una reino amplio y hermoso, con límites en las montañas, el mar, bastas estepas y enormes arboledas. Los bellos prados de color verde brillante albergaban animales tanto exóticos como habituales. Los frondosos bosques traían al mundo pequeñas lagunas de sombras que servían a cualquiera como refugio ante el brillante sol que iluminaba cada día. Las cristalinas aguas de los ríos, puras y transparentes, daban satisfacción a cuantos viajeros requerían saciar su sed, y alimentaban el crecimiento de todo vegetal que habitaba cada rincón.
Más allá del maravilloso espectáculo natural en el que estaba enmarcado, Areté era un reino de una sola ciudad a la que todo el mundo tan sólo llamaba La Capital. Coronada por el castillo del rey Vel, la ciudad era un nido de corrupción, insensatos habitantes que no creían en la virtud y constantes mentiras y calumnias. Nada podía arreglar aquella situación mientras el rey Vel se mantuviera en su empeño de negar cualquier mejora a su pueblo, pero en su egoísmo, aquel monarca no sabía sino dar disfrute personal a cada uno de sus vicios. 
Su esposa, por el contrario, era una mujer pura, sencilla y muy capaz, pero se veía limitada por las decisiones de su marido. Había dado a luz a una preciosa niña, la princesa Thamara, pero el rey siempre le echaba en cara que no le hubiera dado un hijo varón que perpetuase su linaje. “Ni tan siquiera sirves para darme un hijo varón, ¿acaso crees que una mujer podrá gobernar tan bien como un hombre?”- Decía sin inmutarse un sólo segundo cada día de su vida, hasta aquella mañana.
Era otoño y el sol quiso dar muestras al mundo de que era el momento de despertar para aquellos que no lo hubieran hecho ya. Los tenues brillos que traspasaban las cortinas de aquella majestuosa habitación chocaron contra los párpados de la reina, provocando que esta abriera poco a poco los ojos. Se sorprendió al no notar el fétido volumen de su marido sobre la cama e inconscientemente, se dejó encandilar por una fragancia de olor a rosas y jazmín. Sin haber dado mayor importancia, su mirada se quedó fija en un joven sentado en una de las sillas del vestidor. Su ropa era extraña, como tejida con las fibras de las hojas caídas de los árboles. “¿Quién eres?” - Preguntó estoica mientras se apoyaba sobre el cabecero de la gran cama. “Mi nombre es Yial. Soy un mensajero de un lugar muy lejano e inaccesible para los tuyos. Mi reina, Alice, la profeta, ha realizado una profecía digna de su nombre y capacidades que os incumbe a vosotros y vuestro reino. “¿Dónde está mi marido? ¿Dónde está el rey?” - Aunque su pregunta era algo previsible, la respuesta de aquel ser no dejó lugar a mayor duda. “Vuestro rey se ha ido a un viaje muy largo del que no podrá regresar, pues para llegar su destino, precisará el tiempo que dura una vida.” - En un movimiento suave y ágil, se puso en pié y se acercó a la cama mientras recogía un batín que había colgado de un perchero. “Mi reina ha visto un gran futuro para tu hija. Ella será la primera reina de estas tierras y mostrará a sus gentes las realidades acerca de ser personas y no animales, les dará leyes que cumplir, alimentos que comer, dinero que poseer, una casa donde dormir, castigará a aquellos que lo merezcan y llevará a este reino a ser la muestra que todos los demás querrán imitar.” - Despacio le entregó su batín y sin mediar mayor palabra, se giró y comenzó a caminar en dirección a la ventana. “¿Mi hija?” - Preguntó la reina absorta y estupefacta. “¡Sólo tiene 14 años! ¿Cómo va a gobernar? ¿Acaso es una broma?” - El joven la miró y sonrió. “No es ninguna broma, tú solo tienes que dejar que sea ella.” - Dicho esto, giró sobre si mismo, realizó una reverencia y se desvaneció en una nube de polvo brillante.
Pasaron los días y llegó el invierno. Durante meses, todos los que eran alguien en la ciudad se habían estado peleando, amenazando y perjurando los unos contra los otros, tratando de ganar con todo aquello el puesto de rey. Ninguno de ellos creía en la realidad de los demás con la corona sobre la cabeza. Era tal el bullicio en aquel gran salón donde todo aquello sucedía, que nadie reparó en que el trono de rey había recibido una visita para todos inesperada. De pronto, de la misma forma en que todo aquel bullicio había comenzado ante la visión de los primeros contrincantes políticos, el algarabío se iba esfumando poco a poco, hasta que el silencio se hizo en la sala. Todos miraban hacia el trono sin que nadie quisiera dar el primer paso. “¡Mocosa! ¡Fuera de mi trono! ¿Con qué derecho reclamas el título de rey? ¿Acaso no ves que eres una niña?” - En un visto y no visto, aquel noble anodino que creía tener la razón y que con semejante desprecio se había referido a ella, fue rodeado por un polvo brillante y acompañado de un pequeño estallido de color. Cuando el polvo se desvaneció, el hombre se había convertido en un cerdito.
“Nobles señores, no es mi voluntad poseer una piara de cerdos, ni una cárcel, ni una cloaca. Toda mi vida, mi madre me ha enseñado los valores que ha de poseer una buena reina, una reina que traiga a su pueblo paz y felicidad. Si deseáis acompañarme en este cometido, os estaré agradecida, pero de no ser así, os recomiendo que abandonéis el reino antes de tener que enfrentaros al enfado de una niña con más cartas bajo la manga de las que podríais imaginar.” - Nadie jamás hubiera dicho que una niña de 14 años pudiera ser tan sumamente elocuente y convincente, pero su sonrisa apacible y su mirada tierna, hacían evidente que era una buena chica, educada, sagaz, inteligente, astuta, perceptiva, diestra en el uso de la palabra y, en consecuencia, la mejor opción para el reino.
Durante los años venideros, se forjaron rumores acerca de sus poderes mágicos, de su descendencia faérica e incluso de sus vínculos de sangre con los dragónidos, pero la realidad era bien distinta, pues no había sido ella quien había hecho que el hombre se convirtiera en cerdito, sino aquel joven esbelto y delgado que hizo a su madre partícipe del vaticinio de su gobierno.
Así pasó el tiempo, hasta que la joven cumplió los 20 años. Muchos la pretendieron con anticipo, poniendo como excusa la necesidad de prolongar el nombre de su familia, tratando de convencerla de la necesidad de un hombre en su vida; pero ella tenía claro que no quería ningún director a su lado, quería un compañero.
Fue allá por primavera, durante uno de sus paseos matutinos por las ahora bellas y enlosadas calles, cuando de casualidad encontró una floristería y quiso, por algún motivo, entrar a ver aquel lugar. Al otro lado de la puerta, aquel lugar parecía más un jardín de ensueño que una floristería. Las más bonitas plantas, de todo tipo, color y tamaño, adornaban el lugar. A pesar de todo, ninguna de las plantas tenía marca alguna con el precio. Poco tardó en darse cuenta de un joven que susurraba a una bella rosa que aún no estaba en la plenitud de su belleza. “Tranquila, crece sin prisa, tómate el tiempo que necesites. Puedes ser la más bella flor si tú quieres serlo, pero si así lo decides, que sea por ti y por nadie más. Eres...” - De pronto el joven se asustó al ver a aquella preciosa joven de cabello negro y ojos color marrón con motas verdes que absorbían toda mirada. No se esperaba ver a nadie en la tienda y a pesar de su belleza, aquella joven le había sorprendido. “Disculpe señorita, no le he escuchado entrar. Ruego me disculpe por mi poca educación.” - El chico parecía realmente absorbido por su trabajo y arrepentido de no haber escuchado como ella entraba. “¡Oh, no! ¡No por favor! Soy yo quien se disculpa por no decir nada al entrar...¿puedo preguntar qué estabas haciendo?” - Dijo la mujer mientras se acercaba al joven tras hacer uso de aquella perfecta maniobra de cambio de tema. “Pues, le parecerá una tontería, pero creo que los sentimientos de las plantas se parecen a los de las personas. Cada día, mientras me ocupo de regar y arreglar sus hojas y tallos, les recuerdo que deben ser ellas mismas, que no deben tratar de ser quienes no son, pues una rosa es bella siendo una rosa y un tulipán es precioso siendo un tulipán. ¿Se imagina que pasaría si una rosa tratase de ser un tulipán? Sería desastroso para ella. Cada uno es lo que es, y se ha de entender que hay modelos con más virtudes y otros con menos, pero todos tienen un punto que les hace ser lo que son: preciosas creaciones de la naturaleza, aunque no todas las preciosas creaciones son plantas.” - Su cara se enrojeció y prefirió dirigirse a una gran maceta con una preciosa orquídea. La miró durante unos segundos y se acercó a la mujer con la maceta en las manos. “He sido un mal anfitrión y un pésimo tendero, por favor, acepte este regalo como muestra de mi arrepentimiento y compensación por mis faltas. No quisiera que me dijera que no, ni espero nada a cambio. Tan sólo llévela con usted y...” - La boca del joven se abrió con una amplitud poco habitual. “¡Majestad! ¡Disculpadme! ¡No había caído en que érais...” - Ella sacudió su mano y abarcó las del joven con las suyas mientras aún aferraba la maceta. “Gracias por cuanto has dicho y demostrado. Me he sentido muy bien gracias a tus palabras y, aunque te cueste creerlo, tu pensamiento es el mío. Quisiera poder pasar por aquí de vez en cuando, si tú me lo permites. ¿Crees que podrías aceptarme en la tienda en alguna que otra visita?” - El joven cambió su cara de asombro por una amplia sonrisa. “Majestad, esta tienda es tan vuestra como mía, de la misma forma que habéis hecho que en esta tienda surgiera una flor que nunca antes había estado aquí. Gracias mi reina y por favor, regresad cuando queráis.”
Desde entonces, ambos han mantenido el contacto de forma constante y se han visto de forma habitual hasta el punto de que surgió algo más que una amistad. Pero eso, eso es otra historia...
FIN
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