Tumgik
#y algo me dice que en medio de ese momento vio al fantasma de mi cuarto pero ni eso importa
cr0wra · 1 year
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Not me a punto de llorar porque mientras Dandy me ve con ojitos de amor y se queda dormida en mi mano suena Every Little Thing de The Beatles de fondo.
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Anacrusa fantástica
El crucero fantasma
- Puedes agrandar la imagen – dice – vamos, ponlo en escala – dice, y da un golpecito al monitor
- A escala? – dice – que demonios dices?
- Tom lebit – leyo la tarjeta y lo dejo pasa.
Tom lebit camino todo el pasillo, desde el puesto de control hasta el hangar, con una sonrisa y gran tranquilidad
Mcferiland dio un respingo cuando vio aparecer tres luces en el radar,
Como? Aparecieron de la nada?
Comprobó si los datos eran correctos. Se habia distraído completamente? El aparato se habia descompuesto? Comenzó a observar a los lados. Nada sabia, era inútil. De todas formas las luces avanzaron de forma y trayecto constante. Sea lo que fuera aquello, no era un error, pero de donde habia salido?
Johnsonstock se sentó con una leve caída de peso muerto, estaba en forma, eso sin duda.
Reclino pronto el apoya objeto y coloco su laptop, con inmersa atención.
Todo en orden – pensó lebit – bien ya estamos listos para comenzar. Al venir para acá no pudo dejar de pensar en sus compañeros, que estarían haciendo o si ya habían emprendido viaje, no tenia ni idea, a esta altura estaba incomunica, sin señal y sin señales, que las propias suyas, cuando estuviera en momento solo de el dependía, su decisión seria. Bueno se preparo, dedicando un ultimo pensamiento a su amigos, - buena suerte chicos, que estéis bien, y buen viaje, que vayan bien-, puso todo en orden, listo, y espero.
- Que es esto? – mcferiland seguía anonadado, no era un curso muy común para vuelos de gran envergadura, a los demás no lo vería, debía notificar a trafico aéreo?
- Y bien – dice – lo haz hecho?
- Oye mira, lo unico que puedo hacer es agrandar la imagen, nada mas
- Que estas buscando?
- No lo vez?
- Que cosa?
- Ese avión, - dice – en esa imagen, ese avión, no parece en escala
- Otra vez
- Si, ese avión para una proporción diferente al ambiente en el que esta, - dice- parece mas chico- su compañero agudizo la vista
- Oye – johnsonstock estaba hablando
Su compañero de junto parecía imperceptible de el – hey,- le volvió a decir, estaba medio inclina de lado, girado hacia el, - como? – le respondió sorprendido el acompañante – si – dijo johnsonstock – johsonstock, mi nombre – le dijo al hombre que aun no salía de su estupor -un gusto – le dijo – Leguizamón – le dijo – mira tu – fue la respuesta que encontró. El hombre aun sorprendido o tal vez mas confundido que eso respondió – muy bien – no era raro encontrar a este tipo de locos en los pasajeros o mas que nada pasajero que no podían disfrutar del vuelo, descansar, es como lo veia, el vaivén de una nave, era como el arropado de una cuna para el, donde el podía dormir, y, despejar sus nubarrones. – muy bien – volvió a decir, al ver que su compañero no se retiraba, esta vez, notoriamente terminando la conversación, algo que se sentía, algo, incomoda. – muy bien – adjunto a la frase. – que va – le dijo y volvió hacia adelante. – oye – dijo a su compañero que se habia complacidamente acomodado – mmm- le respondió – quieres ver lo que descubrí? – le pregunto, - claro, - dijo, - por que no? – le respondió con una pregunta, - y por que quedrias? – le dice, parecía haber irritado a su compañero – créeme, no me lo perdería por nada – dijo, y se acomodo dándole la espalda, - oye- le dijo – mmm- le respondió, - eh – le dijo – que va? – le respondió – oye – y lo empujo un poco – no quieres ver – le dijo, y visiblemente irritado le respondieron – si no queda otra
- Eso parece si – dice – y esta marca que es?
- Ah, - dice – es el logotipo de la empresa.
- Mira este avión – le dice – mmm – le responde – que es lo que ves? – le pregunta, - un avión, - le responde – si, - le dice – y si te dijera que ese avión, ha tenido, ya varios accidentes – le dice – críticos,- agrega – catastróficos, - vuelve a insistir, - sin sobrevivientes – le dice – a veces pasa, - le responde – pero el riesgo, es muy bajo – dice, - si? – le pregunta, -casi, ínfimo- le dice – si, claro – le responde y vuelve la atención a adelante – y por que un avión tenia varios, y mas creo que por encontrar? – le dice, - - como dices? – sorprendido, pero no exaltado – varios? – pregunta, - si varios
- Es extraño, - dijo, parece un vuelo fuera de ruta
- Hey cual es ese vuelo? – pregunta a su compañero de la cabina – no lo veo en el itinerario
- Que vuelo?
- Este de acá
- No tenemos ningún vuelo
- Pues al parecer si
- Si claro, bufón, - dice – llámales
- No lo se, - dice – el curso es estable, no hay comunicación, y, no hemos podido hacer contacto todavía, esta muy lejos, y en esa posición no es segura la comunicación
- Puede ser que se haya perdido? Que el piloto se haya desorienta? Quien es el piloto?
- Aun no lo sabemos
- Eh, tenemos unos mas
- Como dices?
- Hay dos vuelos mas, sin itinerario de viaje
- Como es posible?
- Es un vuelo comercial? Si – parece haber leído sus pensamientos – pero no aparece en ninguna hoja de vuelo
- Yo tengo una cercana impresión de lo que pasa
- Oh, basta ya, no son platillos voladores
- No, son ovnis, y, como ves
- Pero me venga
- Es el mismo avión – dice – una y otra vez – le dice – cargándose gente a diestra y siniestra – dice – y luego vuelve a salir – le dice – como dices? – le responde – eso no es posible, debe ser otro – y se reclina en su asiento, - no, es el mismo, siempre es el mismo, - le dice – estos trastos tienen numero de identificación, y siempre es el mismo – le dice – ya – le responde – todo cambia, los pasajeros, la tripulas y el piloto, - le dice – pero nunca el avión- le dice – mira, - y le muestra algunas notas periodísticas, - siempre es el mismo- le dice, - y, se vuelve a levantar. – le responde
- Que demonios esta pasando?
- Dos, no tres vuelos, perdidos
- Como que perdidos? Donde estan?
- Aquí –
- Y por que estan perdidos?
- Porque eso vuelos no existen
- Como que no existen?
- No figuran en ninguna hoja de ruta, no hay horario para esos vuelos
- Bueno
- No los hemos podido encontrar, nadie sabe nada
- Como que nadie sabe, ese vuelo de algun lugar debió salir?
- Quien es el piloto?
- No lo sabemos, pero espero que sea bueno, porque vuela a siguas
- La mejor camada, la mejor camada
- Tal vez no sea real- le dice su compañero poco interesado, - oh, el avión es real – le responde - solo su viaje no, - le dice - solo su nombre no- y mira por la ventanilla al vacío.
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elquecuentacuentos · 4 years
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Corazón de granada
Mauro parecía un niño cualquiera de un pueblo cualquiera. Pero tenía una particularidad. Algo que lo hacía único, algo que lo reconocía entre los pobladores de Tehuacán, y era su enorme corazón. Literalmente. Desde pequeño, Mauro sufrió de una rara enfermedad que afectaba su corazón. Una enfermedad con un nombre difícil de pronunciar y también de imaginar: su corazón era demasiado grande para su pequeño cuerpo. Sus primeros años parecían normales, pero fue cuando comenzó a correr que su familia notaba algo extraño en él. No jugaba como los demás niños. Se cansaba demasiado rápido y tenía dificultades para respirar, llegando al grado de adquirir un color rojizo por todo el cuerpo y luego un azul inquietante. Pero Mauro era un niño feliz. Se divertía viendo a los niños correr en las calles empedradas pateando un balón o persiguiéndose sin sentido. Se reía cuando alguno caía al piso y celebrara con el mismo entusiasmo el gol de Lalo o Tomás. La ventana de su cuarto era su puerta a un mundo que no podía tocar.
-Quiero jugar, mamá. ¿Puedo salir a jugar? -decía cada tarde al ver que los equipos se formaban frente a su casa.
-Ya sabes que no puedes, Mauro -le contestaba su madre mientras lo miraba con una expresión de ternura y tristeza-. Pero puedes acompañarme al mercado más tarde. Podemos comprar un vaso de granada con chile y limón.
Mauro desviaba la mirada hacia el piso, y aunque la idea de tener en sus manos un vaso de esas semillas rojas bañadas en jugo de limón y chilito en polvo lo animaba, no podía dejar de pensar en los gritos de las niñas y los niños bajo el sol. -Esta bien. Pero con mucho limón -dijo mientras volvía a sentarse en la silla de mimbre que colocaba cada mañana junto a su ventana.
Fue una tarde de julio cuando María, la hija de don Jesús, el dueño de la carpintería en la casa de la esquina, se encontraba pelando una granada de un color intenso frente a la casa de Mauro mientras su hermano jugaba con los otros niños. María vio a Mauro con la cabeza recargada sobre el marco de la ventana. Parecía un pequeño perrito aburrido y sin la posibilidad de bajar de una azotea. Se levantó y corrió hacia la ventana con la fruta entre sus manos intentando no tirar ni una semilla al piso. Cuando llegó al pie de la casa Mauro notó su presencia y levantó la cabeza.
-Hola -dijo María.
-Hola.
-¿Por qué no sales a jugar? ¿No sabes jugar?
-Claro que sé. Mi papá me enseñó.
-¿Solo juegas con tu papá?
-No. Mi papá se murió cuando era más chico.
-¿Entonces por qué no juegas con Lalo y los demás?
-Porque no puedo -dijo Mauro a la vez que miraba como el balón se elevaba al cielo azul de esa tarde.
-Mi hermano dice que si sales a la calle te mueres.
-Así es.
María abrió los ojos en una expresión de sorpresa y no dejó de ver a Mauro. En la calle, Tomás se quedaba con el balón y evitaba su entrada a la portería limitada por dos ladrillos, lanzándose al piso.
-¿Por qué te mueres si sales de tu casa?
-No por salir de mi casa. Por... por jugar. -Mauro no dejaba de ver el balón ir y venir por la calle.
-¿Y no quieres jugar?
-Sí. Pero no me quiero morir... todavía. 
María guardó silencio un momento y luego se acercó un poco más a la ventana, levantó sus manos llenas de un color rojo brillante y acercó la granada a Mauro.
-¿Quieres?
El niño miró las pequeñas manos rebozantes de semillas coloradas y luego a la niña que le ofrecía de su fruto favorito mientras alcanzaba a sentir el aroma dulzón de la granada. Por un momento no supo decir si quien despedía ese olor era María.
-¿Tienes limones? -dijo mientras tomaba unas semillas y se las llevaba a la boca. Una sonrisa apareció en su rostro y como si fuera un espejo, la cara de María sonrió al mismo tiempo mostrando sus dientes llenos del rojo frutal y semillitas blancas. Ambos niños rieron y sus corazones por un momento vibraron al mismo tiempo.
-No. Pero puedo traer mañana.
Así pasó el tiempo. María visitó a Mauro durante todo el verano y cuando estaba convencida de que salir a la calle no mataría a su nuevo amigo lo invitó a sentarse con ella en la banqueta frente a los niños jugando cada tarde mientras comían granadas que la misma María llevaba cada tarde. Algunas veces llevaba limones que la mamá de Mauro cortaba y les llevaba junto a una jarra de agua de jamaica endulzada. Los niños reían y hablaban de dinosaurios, enanos, robots, fantasmas y tesoros escondidos. De como María llegaría a ser doctora cuando creciera y se fuera a vivir con su abuela a Puebla.
-Yo quiero ser corredor de coches -decía Mauro. Como en las películas.
Reían hasta que les dolían los cachetes. Muchas veces Mauro se quedaba sin aire y tenía que concentrarse en respirar mejor. María lo miraba y entristecía pensando en lo que su hermano decía de la muerte de Mauro.
-Se va a morir.
-¡No digas eso!
-Pero es verdad. Mi mamá dice que un día de estos.
-¡Cállate! -gritaba siempre María con los ojos llenos de lágrimas.
Llegó el verano del año siguiente desde que María y Mauro se conocieron. Justo el día del equinoccio, la niña apareció frente a la casa de su amigo para descubrir que la ventana estaba cerrada. Un frío extraño recorrió su pequeño cuerpo y le erizó el cabello. Por un momento no pudo dar un solo paso. Respiró fuertemente y se encaminó a la casa de Mauro. Toco la puerta y la mamá del niño atendió.
-Hola, señora. ¿Está Mauro? -preguntó la niña.
-Hola, María. Sí, está en su cuarto. Se ha sentido un poquito mal. Pasa, pero por favor, no lo hagas reír o hablar mucho, ahorita les llevo algo de comer.
María entró a la habitación llena de juguetes y dibujos pegados a la pared, mucho de ellos hechos por ella misma. Mauro estaba recostado en su cama con demasiadas almohadas para su gusto que lo mantenían reclinado sobre la cabecera. Cuando vio a María sonrió, pero no dijo nada. María se acercó lentamente.
-Hoy no traje granadas... -le dijo con una inocencia que solo los niños pueden tener. Como si eso fuera demasiado grave para sentirse avergonzada.
-No importa. Mi mamá compró ayer. Espero que no olvidará los limones.
María lo veía como si aquel niño fuera una torre de cartas a punto de precipitarse.
-Me voy a morir -dijo Mauro con una naturalidad que volvió a causar escalofríos en su amiga.
-No es cierto.
-Es cierto. El doctor le dijo a mi mamá que mi corazón sigue creciendo. Es muy grande. Mi mamá piensa que no lo escuché, pero sí escuché.
-El otro día escuché al Padre Pascual decir que la gente que quiere mucho a los demás tiene un corazón enorme.
-Yo a la única que quiero es a ti... bueno, y a mi mamá. Pero a mi mamá la quiero porque es mi mamá.
-Entonces es mi culpa -dijo María y un nudo se formó en su garganta. -Mejor deja de quererme.
-No -dijo Mauro. -No quiero.
-Es que no quiero que te mueras -dijo la niña mientras su voz se cortaba entre unas ganas tremendas de llorar.
-Yo tampoco, pero mi mamá dice que morirse no es malo. Porque puedes ver a la gente que ya no está aquí. Y yo voy a ver a mi papá. Mi mamá dice que cuando lo vea voy a poder correr a abrazarlo y vamos a jugar fútbol.
-Entonces está bien -dijo María intentando sonreír.
-Sí. Solo es que... ya no voy a poder ser corredor de coches.
María sonrió y se quedó ahí junto a su amigo. Se tomaron de las manos y no dijeron nada por un buen rato. Esa tarde comieron en la habitación. La mamá de Mauro preparó frijoles con queso fresco y agua de tuna. Llevó un tazón lleno de semillas de granada, limones y el chilito en polvo que le gustaba a su hijo. María se fue hasta entrada la tarde y solo porque su mamá pasó a buscarla.
Al día siguiente se despertó temprano. Quería visitar a Mauro antes de medio día pero su mamá le dijo que no debía molestar tan temprano. Cuando el sol estaba justo sobre Tehuacán, salió corriendo con un par de granadas en las bolsas de su vestido. Corrió atravesando la plaza. Era domingo y a esa hora era demasiada la gente que atendía sus asuntos caminando de un lugar a otro. Cuando por fin llegó a la casa de Mauro vio demasiados coches afuera. Un montón de gente que no conocía estaba hablando frente a la puerta. La mamá de Mauro estaba llorando mientras un hombre con un enorme bigote la sostenía en sus brazos.
-¡Raúl, ven ayúdame con mi hermana! Deja veo al Cura ahí adentro -dijo el hombre del bigote a otro más joven y delgado.
Tardó muy poco en darse cuenta de lo que pasaba. Mauro corría a abrazar a su papá.
“Cardiomegalia”. Así se llamaba la condición de Mauro. María lo supo en los primeros semestres de la carrera en Medicina. La palabra la acompañó durante mucho tiempo. Faltaba menos de un año para terminar su carrera cuando visitó a su mamá en aquel pueblo que aún olía a frutas y tierra mojada. Al día siguiente de su llegada le dijo a su mamá que quería visitar la tumba de Mauro, aquel niño que conoció durante una tarde de verano y la acompañó durante tanto tiempo. Era su amigo, el niño de corazón enorme que cada tarde reía al verla sonreír con semillas entre los dientes, al que le gustaba la granada, el chilito en polvo, los limones y nunca pudo correr. Salió después de desayunar hacia el panteón. Cuando llegó ahí, un hombre se encontraba limpiando una tumba con una escobilla.
-Buenos días -dijo cortesmente María.
-Buenos días, señorita -contestó el hombre ya entrado en bastantes años mientras se quitaba el sombrero de paja.
-Disculpe, pero hace tiempo falleció un niño. Tenía problemas en el corazón, yo estuve ese día pero no recuerdo dónde está la tumba.
El hombre la miraba con mucha atención cuando dijo:
-Usted busca al niño de la granada.
-¿Cómo? Se llamaba Mauro.
-Ese mero -apuntó el hombre. -El niño con el corazón de granada.
-No le entiendo -dijo María.
-Mauro, como usted lo llama. Yo la llevo a su lugar.
María supuso que se refería a la tumba y siguió al hombre cuando este se puso el sombrero de nueva cuenta y comenzó a caminar con un paso que definitivamente era de una persona muy vieja. La llevó hasta un rincón del panteón. Ahí, en medio de cruces y lápidas viejas y carcomidas por el tiempo estaba un árbol rebosante de fruta. Eran granadas de colores que iban del amarillo al rojo intenso y brillante. Muchas descansaban en el suelo rodeadas de pasto verde.
-Las que caen sirven de abono al pasto -dijo el viejo como si supiera lo que pensaba María.
-¿Dónde está la tumba? -preguntó María con un poco de impaciencia.
-Ya no existe. Le dije que le iba a enseñar su lugar, no la tumba. El niño no quería una piedra encima.
-¡Pero qué le pasa! ¡Le digo que yo estuve aquí ese día! ¿le pusieron un árbol encima? -María había subido su tono de voz cuando notó que el viejo le sonreía.
-Sí, señorita. Bueno, no. No le estoy diciendo que el niño lo pidió antes de morirse. Lo quiso después.
Aunque María no pudo ocultar su molestia en la expresión de su cara, no dijo nada. Se sintió ofendida de que el viejo dijera cosas sin sentido sobre su amigo, las manos le temblaban cuando el hombre, notando su reacción, haciendo un gesto con las manos de espera comentó:
-Discúlpeme. No la recuerdo. Aquí viene mucha gente. Cuando Mauro, como usted lo llama, llegó aquí yo era joven todavía. Le ayudaba a don Serapio, el que cuidaba antes aquí. Y no se lo tome a mal. Aquí había una lápida, pero un año o dos después del entierro la tierra empezó a levantarse aquí. Primero pensamos que era normal, pero luego la lápida se empezó a romper por la curva del terreno. Un día yo estaba limpiando esta parte y me fije que entre la piedra salían unas ramitas. Le avisé a don Serapio y él a la gente de presidencia. Vino gente, vio el lugar y aunque primero no les importó la cosa seguía rara. Cuando vino la mamá del niño vio la tumba y dijo que quería que lo abriéramos. ¡La tumba! ¡Quería abrir la tumba! Vaya usted a creer. Pidió permisos y todo y al final lo hicimos. Con mucho cuidado buscamos entre la tierra hasta dar con la caja. Una muy bonita de color blanco. Pero de entre la madera salían más ramas y de los lados de la cajita salían raíces. Cuando pudimos abrir ahí estaba el niño. Bueno, el bulto. Nunca nos llegó el olor feo de los muertos. Olía a dulce. Pero... del pecho del niño ¡salía un arbolito! La mamá empezó a llorar cuando vio eso y nos dijo que cerráramos, que volviéramos a echar la tierra. Cuando don Serapio empezó a poner los pedazos de lápida la señora nos dijo “no, quítele eso. Déjelo así, pura tierra.” La gente supo de eso. La señora vino muchas veces y regaba. Traía sus herramientas y acomodaba la tierra. Luego dejó de venir. Yo creo que se murió o no sé, aquí no la enterraron. Pero el árbol siguió aquí. A veces los niños vienen y se asoman por la reja para llevarse las granadas, pero tratan bien la planta. La gente le dice al árbol el Corazón de Granada. Perdón si le ofende.
María estaba llorando. No paró de llorar por un rato y el viejo la dejó sola. Se quedó sentada junto al árbol acariciando el pasto que crecía a su rededor.
-Tenías un corazón muy grande Mauro. Pero no pensé que no cabría ni bajo la tierra.
Tomó una granada del suelo, parecía haber caído apenas ese día. Era roja, brillaba a la luz de la mañana. Comenzó a pelarla y a poner de a poco semillas en su boca. Su sabor era dulce y se sintió como aquella niña de vestidos sentada en la banqueta junto a un niño.
-Creo que vamos a tener que poner un limonero aquí a lado -dijo María riendo con los ojos hinchados en lágrimas. Rió hasta que le dolieron los cachetes.
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lubay-nue · 4 years
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Otro Camino 3
Notas del cap:
 Bueno, me ha costado demasiado el poder avanzar este capítulo pero al fin lo logre… logre acabarlo (el capitulo)… espero poder acabar pronto esta historia porque de verdad, como me cuesta trabajo DX… no sé porque… espero que no tarde demasiado, de verdad…
 ¡A leer!
  3 - El camino que elegiste
 -¡Mijo, aquí estoy!-  llego gritando Mexica siendo vista a lo lejos por México quien, con un suave suspiro, trata de sonreírle a la dama que iba llegando, medio vestida con ropas semi tradicionales y más modernas. Mexica, quien había llegado corriendo debido a la llamada de su hijo, también encuentra al latino manchado de sangre, cosa que la hace correr más rápido hasta tomarlo de sus mejillas y comenzar a verlo por todos lados
 -Yo estoy bien jefa… es Ale-  habla suavecito el tricolor; la mujer toma un suspiro de alivio a medias; al menos su hijo no estaba herido, pero ahora que escucha el nombre del contrario, su gesto preocupado continua
 México le explica a santo y seña todo lo que había pasado durante ese día en específico luego de que se fuera. Como invito a Alemania a salir a pasear para enseñarle más de su cultura sabiendo que el alemán estaba interesado en ella… la tarde iba bien, solo fue de que a Alemania le había dado un ligero golpe de calor, México había ido por helado y de pronto ¡Pum! vio a Alemania en alerta, listo para soltar un ataque hacia alguien que él no había visto; por si fuera poco, al volver a casa en un silencio pesado, México cree escuchar murmullos de Alemania en su idioma que no comprende
 Lo pesado llega en la noche cuando, luego de que Alemania se encerrara en su habitación negándose a salir, se escucha el golpe seco, vidrios rompiéndose, Alemania atacando a alguien o gritándole a alguien y es cuando el mexicano entra en acción… tuvo que romper una puerta pero es lo de menos… lo que le preocupa al latino es explicarle más detalladamente (hasta donde cree que pudo observar de la situación) como Alemania parecía estar peleando con algo que México no podía ver
 No era un fantasma, eso era seguro. México y Mexica tenían la habilidad para ver a los fantasmas (a veces, en día de muertos, solían ver a Azteca de ese modo) así que México estaba más que seguro que no se trataba de algún tipo de espectro, ni siquiera alguien peligroso (y mira que Alemania parecía un imán para este tipo)… así que… si no era un fantasma/poltergeist… ¿Qué era?
 -Dices que te coloco detrás suyo protegiéndote al tiempo que alegaba algo sobre proteger-  pregunta Mexica con un rostro serio, tratando de pensar las cosas a detalle y recibiendo afirmaciones por parte de su hijo… ¿Y si no era un fantasma? ¿Y si era un demonio? Bueno, habría esa posibilidad, pero Mexica se dice que Alemania no había mostrado las características de alguien que podía ver esas cosas
-Bueno mijo… nos guste o no, tendremos que recurrir a los especialistas… tu quédate aquí a cuidarlo; yo me regreso a casa a ver si puedo averiguar si es otra cosa… de todos modos, recomiendo que lo vea un especialista… un psicólogo o algo así…-  explica la mujer al country que de todos modos asiente
 Se despiden ambos entre besos abrazos y promesas porque Alemania se encuentre en buen estado para mañana… luego del asunto, entre suspiros cansados, México escribe en su teléfono y envía un documento a ONU… tenía que tener un estricto registro del avance o deterioro del alemán y, si bien, hasta ese día todo había ido más que perfecto, ahora México se pregunta que había estado haciendo mal…
 Nota un mensaje de ONU preguntando si Alemania se encuentra bien, México corresponde afirmativamente pero explica que se quedaría esa noche en el hospital y lo dejarían salir mañana por la tarde… hasta entonces, México tiene que apurarse y mover todo lo que puede; suspira cansado luego de terminar de contactar con el mejor en el campo que cree encontrar…
 Su mirada se clava en el cielo pensando un rato…
 Alemania dijo que Nazi lo estaba atacando…
 ¿De qué exactamente tiene que proteger México a Alemania?
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 Cuando sus ojos se abrieron, Alemania se encontró (otra vez) en una habitación de hospital, suspiro cansado y dolido de sus brazos; al subirlos, encuentra una sonda en uno de ellos. Ya ni siquiera es una sorpresa para él; lo que si se vuelve una sorpresa es encontrar de su lado derecho a una persona. Cuando gira a verlo, encuentra al mexicano durmiendo en su costado, sentando en una silla y su cabeza recargada en la cama, roncando por la mala posición que posee
 =¿México?=  pregunta curioso, soba su cabeza, ahora siente un dolor punzante. El latino reacciona a la voz y abre sus ojos; talla velozmente de ellos y trata de despejarse para ver con preocupación a su amigo
 -¿Cómo te encuentras Ale? ¿Te duele algo?-  son sus rápidas preguntas, Alemania asiente agradeciendo de paso la preocupación del contrario y, por supuesto, disculpándose por ser un problema. México sonríe enternecido aunque algo burlón, sube una pierna a la cama y se acerca estirando ambas manos, sujetándolo suavemente desde sus mejillas para darle un beso en la frente del alemán (sorprendiéndolo otra vez de paso) y sonriéndole de un modo más cariñoso
-Tu jamás serás un problema, eres especial para mí- susurra suavemente, notando un pequeño silencio y un tenue sonrojo de parte del alemán… México cae en cuenta de sus palabras y, con tartamudeos comienza a explicarse abruptamente
-¡D-Digo! ¡Para mí! ¡Para mi madre! ¡Para ONU! ¡Para tu gente!- se traba de excusar al hablar rápidamente, Alemania sonríe asintiendo
 Los minutos pasan tranquilos al lado del latino, hablan sobre cualquier cosa, como si el estar en un hospital no sea la gran cosa… entre charlas y charlas, por fin México puede llegar a la razón de todo lo que quería preguntar… puede llegar a la conversación donde pregunta ¿Por qué se ataco a el mismo la noche anterior?... el silencio es todo lo que recibe. México sabia que sería difícil, pero, en un suave suspiro, mira seguro al europeo
 -Alemania… me pediste ayuda para liberarte de lo que sea que te estuviera atormentando… te pido, que me tengas una segunda vez la confianza para que podamos tratar con lo que sea que te este pasando… sea bueno, sea malo, sea un puto infierno… te lo juro. Estaré contigo en todo momento-  habla el tricolor, tomándolo de un hombro para verse a los ojos, en todo momento, asegurándole al alemán que no lo dejaría solo en esto… al final, Alemania termina aceptando a regañadientes… mas ante la insistencia del latino que por placer de querer dejarse hacer estudios
 -ejem… ¿Interrumpo algo?-  se escucha una voz femenina. México pega un brinco sonrojado hasta decir basta, girando la mirada al ver a Mexica recargada en el marco de la puerta, sonriendo divertida al ver como ahora su hijo comienza a tartamudear abruptamente. La dama ríe y se adentra ayudando a su hijo ignorando sus comentarios para fingir que “no ha pasado nada”
 … … …
 -Mi niño ¿Recuerdas que te platicamos sobre la habilidad para ver fantasmas y espíritus de la naturaleza?-  pregunta Mexica a Alemania luego de que el mexicano se calmara; ahora que hay serenidad y algo de seriedad en el ambiente, Alemania asiente confundido del tipo de dialogo que sacaba la mujer que, había visto era realmente inteligente y con mucho conocimiento… obviamente muy diferente a su conocimiento que el poseía, pero era conocimiento cultural… era la antigua cultura que vivió en las tierras que hoy en día son México… Alemania le tenía respeto a la mujer luego de que ambos se pudieran comunicar correctamente, y ahora, un comentario así, de un modo tan serio, lo confundía
 -Así es señora, lo recuerdo bien. Dijo que usted y México tenían la habilidad para poder ver lo que no es fácil de ver para el ojo humano normal; la posibilidad de poder ver espíritus que yacen en la tierra, ya sea atorados, malignos o aquellos que solo han bajado a visitar a sus familiares vivos; es un tipo de habilidad que ustedes dos poseen de mucho tiempo atrás; si mal no recuerdo que me explico-  resume Alemania lo que recuerda de la conversación, Mexica asiente con una sonrisa maternal que siempre le había visto, aun cuando su gesto en estos momentos luce serio
 -Supondré que conoces a los famosos poltergeis que salen en las películas de terror de USA… (asentimiento de Alemania) bueno mi niño… los fantasmas normales, sí pueden llegar a volverse poltergeis muy similares a los de las películas de terror. Por tanto, también existen espíritus que se vuelven malignos y que solo buscan lastimar a otros; y luego de ellos, están los demonios. Espíritus que nunca fueron humanos; seres crueles y despiadados que pueden volver un infierno la vida de una persona saludable-  comenta Mexica, México muestra un rosto preocupado al avanzar de la explicación… si su madre le estaba explicando algo tan “complejo” para alguien que solo se centraba en la ciencia, tal vez significaba que fuera algo grave, se dijo
 -¿Qué tiene esto que ver señora?-  pregunta Alemania curioso, la mujer le da su mejor sonrisa y por fin, comienza la verdadera explicación
 -Como te dije, México puede ver los fantasmas igual que yo… pero no vio nada cuando te encontró en tu estado… por lo que México me relato, ambos llegamos a pensar que tal vez, lo que te estuviera acosando fuera un demonio, un tipo de espíritu que nosotros no podríamos ver tan fácilmente… así que, la noche pasada, me centre en buscar si es que había algo así persiguiéndote-  explica la dama, ahora, ambos jóvenes asientes prestando completa atención
-Pues… por buena suerte… no estás siendo acosado por ningún tipo de espíritu… y no es un demonio, lo que sea que te este molestando… así que… al menos, del lado espiritual, estas a salvo… ahora, lo siguiente seria corroborar del lado científico… tal vez alguna lesión en la cabeza o algún mal funcionamiento que te este afectando-  menciona Mexica viendo tanto a México como a Alemania quien se ha metido en sus pensamientos
 -Al menos no es nada de lo que temíamos… honestamente, me siento más aliviado… es más fácil lidiar con problemas físicos que con demonios… te lo digo de primera mano-  sonríe alegre y aliviado el mexicano, Alemania mira curioso ¿Tal malo era un demonio? No creía ni en la cuarta parte de las películas de USA pero, creía en las palabras de los countrys que ahora se enfrascaban en su propio dialogo
 *Entonces… realmente es algo de mi mente*  se dice, viendo sus manos llenas de heridas y cortadas ahora levemente cicatrizadas así como algunas heridas cosidas… Alemania se perdió en su propio pensamiento… no era un demonio, era realmente un problema en su cabeza… tal vez para los latinos fuera algo bueno, pero no para el… no sabiendo lo que hicieron en sus tiempos su padre y su abuelo…
 Alemania se termina abrazando a si mismo temblando suavemente, con miedo y preocupación… él no quería acabar como su familia, no quería acabar haciendo la tercera guerra mundial…no quería mas genocidios en su historia, no quería mas guerra, no quería causar más dolor del que ya había ocasionado su progenie…
 -¿Ale?-  pregunto México al verlo envuelto en sus propios pensamientos, con un gesto preocupado y temeroso, aferrando con la punta de sus dedos sus brazos, temeroso de ser igual que sus antecesores… México y su madre se miraron preocupados, era la primera vez que lo veían de ese modo y claro que les preocupaba el german… pero ¿Qué podían hacer?
-Alemania-  lo llamo de nuevo el mexicano sin recibir respuesta (otra vez) al verse en este estado, el latino opta por acercarse, subiendo a la cama y estrechar con cuidado el cuerpo del contrario
 Para cuando Alemania reacciona, se encuentra su rostro recargado en el pecho del tricolor, escuchando un suave latir de corazón y sintiendo la calidez que emana el otro cuerpo; es solo así que sube su mirada encontrando al mencionado mexicano viéndolo ahora con alivio, comenzando a acariciar su cabeza con amabilidad y amor, sonriéndole suavemente en señal de esperanza… de que, lo que fuera a pasar, se podría solucionar… Alemania no quiso soportarlo por mas tiempo en silencio y simplemente se limito a abrazar el cuerpo más delgado y pequeño que el suyo, aferrándose a sus ropas, permitiendo mostrar un gesto que nadie le había visto hasta ahora… un gesto de temor…
 -No te dejaremos solo en esto Ale… estaremos contigo en todo momento, es una promesa hombre-  anuncia México, aun acariciando la cabeza de Alemania, sintiendo sus temblores. Mexica observa a la distancia la escena, tratando de no sonreír enternecida y divertida al ver como Alemania parece de a cuerdo con la idea de que el latino este tan cercas suyo…
 -Buenas tardes-  se escucha una voz masculina segundos antes del golpeteo de la puerta y está siendo abierta… ahora, México y Alemania se encuentran ligeramente avergonzados de saberse atrapados (¡otra vez!) en una escena y situación ligeramente vergonzosa y Mexica, mordiendo sus labios para no soltar una fuerte risotada al ver el sonrojo de ambos jóvenes countrys…
 Tiene que tardar algunos minutos para que tanto el latino y el alemán puedan tranquilizar sus sonrojos y sus alterados corazones; el hombre que luce treintón sonríe divertido, tratando de calmar a ambos jóvenes y viendo divertido como también la única dama se ríe divertida de la situación; finalmente, luego de algunos otros minutos más en “silencios y calma” es que se presenta el hombre
 … … …
 -Soy el psicólogo que mandaron a llamar, espero podamos llevarnos bien, mi nombre es Hector-  sonríe el hombre tranquilamente, Alemania mira a México enarcando una ceja, el latino tarda algunos minutos explicándole algo que de todos modos ya sabía el german… simplemente le molestaba la idea de tratar con un psicólogo y que le diagnosticaran como un loco…
  Si bien, en principio, la idea de quedarse a solas con el hombre fue algo que para nada agrado a Alemania, termina aceptando de mala gana cuando, después de otros minutos, México y Mexica terminan convenciéndolo. Un suspiro  frustrado brota de él en cuanto se miran a los ojos con el psicólogo que, sonriendo tranquilo, comienza a hablar
 --------------
 -¿Neta cree que esto sea una buena idea jefa? Quiero decir… no parecía tan buena idea ahora-  suspira derrotado el tricolor, siendo acariciado en su cabeza por su madre quien le sonríe de ese modo amoroso y maternal
 -Lo es. Esto es por su bien-  aseguro la mujer dándole ánimos y esperanza al tricolor que sonríe emocionado y aliviado… haría lo que fuera por ayudar a Alemania…
 Pero ahora… tenía cosas más importantes que atender… como el reportar a ONU lo que acababa de pasar… y los nuevos avances que iba a hacer con Alemania
 Notas finales:
 Terriblemente corto a comparación de los anteriores capítulos, pero pienso que es mejor así y en el siguiente, (si es que puedo) darle fin a este fic… no prometo nada… me está costando trabajo avanzar en varias de mis historias y no sé ni porque ¬¬…
 Una disculpa… cuando estaba escribiendo lo último… tenía un pinche bajon… de esos donde de pronto, sientes que no tienes ganas ni de existir… ¬¬ odio cuando me pasa DX y aunque me esforcé… lo sentí, de verdad, muy forzado… así que opte dejarlo por las buenas y no joderlo…
 Lamento el capitulo tan deplorable…
Que tengan lindo día
¿Comenten?
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
 Ko-fi 
 Patreon (No se muy bien como funciona) 
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nqc15 · 4 years
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Un nuevo amanecer
He me ahí, entre todos los grandes cargos, campesinos, soldados, letrados, músicos, etc. -pensó- Por fin estábamos en una misma sala como iguales, pero pareciese que yo fuera el único consciente en la gran piscina escarlata de en la que todos están sumidos-observó- siento frío, debe ser normal, el piso es de mármol por ende no creo que sea nada extraño - concluyó - sólo un pequeño frío por estar descalzo, pff este es el menor de mis problemas  - mientras él pensaba esto seguido de unas risas débiles, su respiración era cada vez más lenta y su vista se limitaba cada vez más hasta tal punto de ver sólo sombras al final de la sala en el gran corredor, se le cruzó un último pensamiento - que haré mañana para el almuerzo - y mientras escupía sus pensamientos teñidos de soldado terracota, se decidió - le haré pasta, le encanta la pasta - al mismo tiempo que cerraba sus ojos y se recostaba en dicha piscina escarlata, con sus último aliento sintió como se acercaba su hilo rojo y mientras este se acercaba se…
El hombre se acercaba a su casa cuando le llegó un ciber aviso, -los costos de protección habían subido, puesto que el gobierno siente que hay vestigios de R. E. V. E. N (Revolucionarios En pro de la Vida Equitativa en el Nuevo mundo), legionarios que a mediado del siglo L se trataron de tomar el mundo en la conocidísima 5ta Gran guerra, en la necesidad de resguardar al Nuvis, sus habitantes y al igual que los intereses propios, la guardia se doblará al igual que el plan de seguridad, se requiere que se pague la cuarta parte de lo que se gane en el trabajo de la persona que esté a nombre la póliza de seguridad- terminó de leer el comunicado, él como todos los meses paga, este hombre es sumamente devoto como ciudadano, se podría decir casi ideal, ya habiendo salido del gran Shangri-la (Palacio de justicia) que vendría a ser el único edificio con más de 4 pisos en toda la ciudadela república, esto se debía a que durante la 4rta Gran guerra, además de usar franco tiradores y demás armas de largo alcance, se intentó usar los edificios como armas de daño en zona por medio de demoliciones. Se dirigía a su amplia casa, después de su tercer mes al ser ascendido; su trabajo estaba lleno de gente torcida, embaucadores y asesinos, pero, él no los culpaba,- la culpa la tiene el gran jerarca- mascullaba cada vez que veía que algo no se hacía como se debía, durante los últimos catorce siglos, Nuvis ha pasado de jerarca en jerarca tratando de disminuir la preocupación del pueblo y por fin lo hizo, hace tres generaciones el gabinete se arraigo a una sola idea y se guío al rebaño a su establo de cristal, su medio para esto fue digitalizar los libros para las masas y quemar todos los libros en físico para que no se sacará provecho del conocimiento al pueblo, eso es lo que defiende el gran jerarca, al pueblo. Llegada la 1 PM el hombre llegó a su hogar, donde se encontraba su hija y el fantasma de una madre amorosa y compañera de vida fiel, que los abandonó por un accidente de tránsito y a la cual solo se guardaba en memorias y fotos de grandes paisajes, Papito- dijo la niña, hermosa y tierna niña de pelos de fuego que contrastaba con los mares en sus ojos- ¿Cómo te fue?, ¿Por qué te llamó la gran oficina? - la niña a pesar de tener 9 años, entendía quienes eran las personas del gabinete del jerarca, hombres con apodos tan desastrosos como el nombre de la mismísima muerte, pero, si se compara su apodo con sus presencia, carisma, o trabajo, sus nombres se quedan cortos, al ministro de justicia se le conocía como el ejecutor, al de economía como el gran abovedado, al de seguridad le apodaban boogieman y así iban empeorando sus apodos, pero, no les incumbía esto, el hombre sabia que al no incumplir ninguna norma, estos no tendrían de qué preocuparse. Nada mi vida, hable con el abovedado de mi ascenso- dijo sonriendo - pero, ¿Cómo está la cumpleañera? - preguntó, levantándola muy cariñosamente - bien papá, ya tengo casi 10 - 
-si mi vida, los cumples a las 12 de este día-
- papá, quisiera que mamá estuviera acá, la quiero apapachar- dijo con un tono de tristeza 
- ella siempre estará con nosotros, siempre lo estará.
dijo el hombre mientras recordaba que su mujer, a pesar de ser muy desorganizada sus raíces asiáticas y francesas le hacían pensar siempre en todo antes de, entonces de un armario que se encontraba arriba, sacó un algo envuelto en una papel de regalo verde, -se supone que le de esto cuando tenga 15, pero, qué daño puede hacer- hija!!!, de hecho tu madre si te dejo algo- dijo, bajando las escaleras- aquí está- dijo él entregando el regalo, la niña lo abrió con sus delicadas manos no sin antes palpar y sentir una coraza dura, si fuese un juguete la coraza sería de goma, no entendió, era un bloque homogéneo en relieves, le invadió la curiosidad y lo abrió, desgarrando el papel que lo envolvía y al ver que había adentro la niña no entendió y el padre se extrañó.    
Seguían estupefactos por el libro que le había dejado su madre, el padre porque no sabe cómo lo consiguió y la niña porque nunca había visto uno nunca, -la gran digitalización fue hace unos 300 años, ¿será que lo conservó como una antigüedad ?- se cuestionó en sus pensamientos, mientras la niña, que leía lo bastante fluido como para que el texto cobrará vida, empezó a leer una dedicatoria después de ver que había símbolos raros que nunca había visto, - querida hija, si lees esto, es que llegaste a tus 18- la niña interrumpió y mirando al papá se estremeció, luego siguió leyendo- se que no estoy ahí para ti, quiero que seas una mujer valiente, que te esfuerces en lo que hagas, que enfrentes la vida con la frente en alto, y que superes el dolor con una sonrisa, siempre te amare al igual que tu padre, te protege y te ama, tu madre- al terminar de leer, los mares se desbordaron y el padre abrazó a su hija, le dijo que podía conservar el libro siendo que no se lo dejara ver a nadie, fue el mejor abrazo que la niña jamás tuvo, acto seguido el ambiente mejoró, comieron, gozaron y el fantasma se sentía de tal forma que era casi palpable, como si por fin la madre hubiera vuelto, el hombre alzó a su niña y la fue a acostar. 
El hombre salió por la mañana de su casa, se despidió de su hija ya que llegaba el sistema de educación a llevarla a la escuela sistemática, al volver de su trabajo a las 7PM, su casa estaba con la puerta abierta y la chapa destrozada, su interior saqueado, el pánico lo invadió y corriendo subió al segundo piso, a la habitación de su hija, ella debió haber llegado hace tres horas, la habitación no estaba mejor que el resto de la casa y lo más preocupantes es que no estaba ni ella ni el libro, - ¿por qué no fui yo?, debí estar acá, le jure que la protegería- empezó a decir mientras que se derrumbaba entre lágrimas, cuando, de la planta inferior, empezó oler a quemado, bajo corriendo y vio un alguien que prendía fuego el libro y salia corriendo, el hombre quiso detenerlo, pero, se detuvo a buscar el extintor para apagar el fuego, el cual había crecido de una manera espantosamente exponencial, cuando logró apaciguar las llamas al igual que sus latidos, el hombre había desaparecido en lo oscuro de la noche, su hija había desaparecido y todo por…
¿Por qué? - se preguntó, buscando respuestas en el libro- el contrato social, Jacques-Jean Rosseau, ¿Quién?- buscó en la web, -no se puede encontrar este autor- , buscó el contrato social, encontró un libro de 20 páginas de cómo el control total de una nación es buena y lo mejor para poder tener paz y alejar las preocupaciones de las masas es censurar los contenidos nuevos,  -no tiene sentido- pensó, revolviendo un poco más la casa, encontró que una de las puertas fue pintada -Bendecidos por la mano derecha del jerarca, purificamos a todo legionario y a sus retoños- en una pintura roja, esto le hizo menos sentido al hombre   .
Son mentiras, al siguiente dia, ademas de no poder dormir no pudo ir a trabajar puesto que el rumor de que su hija era una R.E.V.E.N fue una escándalo, por ende, no podían tener una persona así en la empresa, lo que significaba que ninguna empresa lo iba a recibir, -Mi hija no es ninguna legionaria- gritando e intentando coger a su supervisor del cuello, se calma y le dice -no los necesito- y furioso se va,  esto a su vez, llega al abovedado el cual  lo toma como una razón para expropiar al hombre de su casa, esto lo obliga a dormir en las calles, sin entender cómo su vida se pudo volver miserias en unas pocas horas, llora, pidiendo respuestas al que cree que le va a responder,pero se queda esperando y por  este medio se duerme, hasta que de un momento a otro tres pordioseros lo intentan asaltar, rompiendole quijada, pómulos y también un par de costillas, no alcanza a ver quien lo asaltó y se desmaya.
Un desconocido lo miró resistiendo y siendo asaltado, lo recoge y se lo lleva para las alcantarillas, solo escucha murmullos y una que otra frase completa no entiende qué pasa ni dónde está, le duele todo, no se puede parar del dolor,
 - veo que ya estas despierto- 
-¿donde estoy?
- ajajajajajajajaj, en el infierno, pero, tu le llamarias las alcantarillas, lobo
-¿Lobo?, no entiendo 
- el jefe te vio como te resistias y te trajo, él mismo dijo que eras un lobo 
- ¿Quién?
- yo 
Salió una voz de ultratumba de lo profundo de la sala, un hombre acompañado por 12 o 13 hombres ¿estos hombres quienes son?,- pensó, a lo que uno le contesta - somos REVEN- , el hombre no se inmuta, entendiendo que este podría ser su fin, al explicarles la situación ellos aceptan ayudar sin ni siquiera pestañear, en lo que ellos discutían donde podría estar su hija llega un mensajero, con información clave,- se le ha visto a una niña  dentro del Shangri-la -, listo el 15 de septiembre día del nombramiento de los jerarcas, recuperamos a mi hija.
El hombre se quitó su traje que ya estaba roto y se puso un traje de REVEN, un hombre afuera le dijo -al parecer el lobo tiene nuevas pieles- el hombre le sonrió hipócritamente y acto seguido le agarro la cabeza y se la golpeó contra la pared más cercana, su hija significa todo para él, - nadie me la va a quitar-pensó.
El dia habia llegado, armados hasta los dientes, se fueron a tomar el Shangri-la, sin oposición que les hiciese frente tomaron los primero 3 pisos y se dividieron en dos,  la gran oficina se alojaba en el séptimo piso, en el cuarto piso sintieron que tan fuerte era la seguridad, entendieron que no podían ganar, se les empezaba a encasillar, pero de un momento a otro el hombre, con toda la desición del mundo dijo - Los conozco de hace, pero, no se rindan, renaceremos en el infierno y podremos descansar, lo hacemos para quitar la tiranía de los corazones, avancen, nadie les quitará lo que no tienen, sigan al lobo y nadie los parara, el exito estara con nostros, no desfallezcan, ya no hay vuelta atrás, nos negaron mil cosas, ya no !MÁS¡- acto seguido salió de cobertura, mata a dos o tres y se dirige a las escaleras, seguido por la manada intentando tener control, lanzaron una granada bajo las escaleras para deshacerse de la presión que los perseguía,  subieron solo un cuarto de los hombre y llegaron a la Gran oficina, y cuando iban a irrumpir a la sala explotó la puerta hiriendo de muerte a tres soldado y dejando al hombre fuera de combate, se recupera un poco lento, pero, no se detiene, coge el armamento de otro soldado y mientras recarga, recuerda a su hija , sus piernas dejan de temblar y de un momento a otro, sin pensarlo y aprovechando que aún hay humo de la explosión, entró matando a todo lo que se moviera, pero detrás de una gran mesa apareció, Boogieman y le dispara en el abdomen, pero, no sin llevarse una bala en el cráneo.
 Heme ahí, entre todos los grandes cargos, campesinos, soldados, letrados, músicos, etc. -pensó- Por fin estábamos en una misma sala como iguales, pero pareciese que yo fuera el único consciente en la gran piscina escarlata de en la que todos están sumidos-observó- siento frío, debe ser normal, el piso es de mármol por ende no creo que sea nada extraño - concluyó - sólo un pequeño frío por estar descalzo, pff este es el menor de mis problemas  - mientras él pensaba esto seguido de unas risas débiles, su respiración era cada vez más lenta y su vista se limitaba cada vez más hasta tal punto de ver sólo sombras al final de la sala en el gran corredor, se le cruzó un último pensamiento - que haré mañana para el almuerzo - y mientras escupía sus pensamientos teñidos de soldado terracota, se decidió - le haré pasta, le encanta la pasta - al mismo tiempo que cerraba sus ojos y se recostaba en dicha piscina escarlata, con sus último aliento sintió como se acercaba su hilo rojo y mientras este se acercaba lloraba, mientras tanto una siniestra figura entró a la sala y entre un sarcasmo crudo y aplausos sarcásticos le dijo -menos mal me fui al baño, quien lo hubiera imaginado - que un pequeño hombrecillo se convertiría en todo un mártir, pero, al final te pintaré como el malo y el hombre semi consciente le dice - te debiste quedar en el baño maldito- mientras le agarraba de un tobillo y el del pasillo se escuchaban balas, entró el jefe y le implantó metal a presión en el pecho, y el hombre se desmaya y se quedó en su eterna negra realidad pensando - todo lo que sea por mi niña, no la dejare sola, nunca, yo la protegeré, nunca lo hice por el pueblo, solo por ella, nunca moriré, estaré en su corazón y estaré con ella hasta que se acabe el mundo, mi pequeño hilo rojo- al despertar estaba en un sofá, no entendía nada, el jefe entró y le dijo -si que duermes bien, nunca me pegues ese susto otra vez, ella te espera- y así una familia se reunió otra vez, la oveja rompió su cerca de cristal con ayuda del lobo, pero, fue para un mejor fin, jamás desistan, ayuda a las ovejas, ten el coraje del lobo y sobre todo protege y sigue a tus hilos rojos, yo ya tengo al mío, y veremos el nuevo amanecer.        
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mysteryweb · 5 years
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× Título: Un nuevo plan.
× Relación: Quentin Beck/Peter Parker.
× Prompt: Noche en solitario.
× Etiquetas/Advertencias: Movie Night, Era la idea, Stark Industries Employee Quentin Beck, Quentin Beck doesn't know Peter Parker is Spider-Man, Bullied Peter Parker, Peter Parker Needs a Hug, Peter Parker Deserves the Universe, Is Quentin Beck a good guy?
× Resumen: Quentin no estuvo preparado para que Peter aceptara ir a su casa esa noche y el plan que tenía se reconfigura cuando hace un descubrimiento inesperado en medio de la oscuridad de la noche.
× Notas: Primer día de la #spookyspiderio #gyllenhollandweek #spookygyllenholland #spookyspiderio propuesto por @spiderioweek
× Leer en AO3 (o abajo).
🔮🕸
Quentin observaba con nerviosismo el espacio en medio de su sala de estar. Los sillones estaban acomodados alrededor de un espacio ficticio creado para su satisfacción. Allí había toda la comida chatarra que pudo encontrar (todo medicamento necesario posteriormente también había sido previamente adquirido). No esperó que su novio accediera a pasar la noche con él. La palabra novio lo hizo sonreír. Hace mucho tiempo que había decidido resignarse a no experimentar esa sensación de tener mariposas en el estómago que según el dicho popular uno tiene al estar enamorado, pero todo cambió en el instante en que conoció a Peter Parker. Hasta le pareció que las personas a su alrededor se movían en cámara lenta, que todo sucedía en cámara lenta. Eso, por supuesto, hasta que recibió un leve golpe sobre su cabeza de parte de su jefe. Eso hizo sonreír a Peter, y eso hizo que Quentin suspirara como un idiota enamorado.
[...]
Juntos habían sorteado varios obstáculos. No sólo Peter era menor que él, sino que además era el protegido de su jefe, y Quentin no tenía un jefe cualquiera, su jefe era el maldito Tony Stark, y con su proyecto de un sistema de ilusión holográfica que él insistía en renombrar, su puesto en Industrias Stark no estaba en su mejor momento. Pero no era Quentin el que no quería hablar con Tony, era Peter el que temía las represalias que su mentor pudiera llegar a tomar. Desde que el mundo supo que Tony era Iron Man se supo que todas sus relaciones con la mafia se habían terminado… Y Tony realmente no necesitaba de ninguna mafia que le cubriera las espaldas, bien podría hacerlo él solo, y eso era lo que Peter temía, temía que por protegerlo, Tony cometiera un error con Quentin. Él era uno de esos tantos empleados en la compañía que aunque se destacaban, no querían salir de su zona de confort, Peter respetaba eso, y sabía que Tony también lo hacía, se lo había dicho las pocas ocasiones que hablaron sobre Quentin. Y Tony había comenzado a sospechar, o por lo menos a darse cuenta que Peter tenía cierto interés por uno de sus empleados. Peter le había dicho que era por los proyectos que había oído que tenía en mente. Tony le sonrió y siguieron hablando de otra cosa. Y Quentin decidió apoyar eso. Mantener su relación en secreto hasta el punto de no poder tolerarlo más y terminar gritando a los cuatro vientos cuánto amaba a Peter. Volvió a sonreír.
[...]
Su teléfono sonó en el bolsillo de su pantalón. Quentin leyó el mensaje recibido y fue corriendo hasta la puerta de entrada de su departamento. Al otro lado, Peter lo observaba. Sus manos estaban moviéndose frenéticamente sobre una de las correas de su mochila, su mirada se posaba sobre Quentin y volvían al suelo de forma cíclica. Fue Quentin el que decidió dar el primer paso y saludar.
—Hola —Peter posó su mirada sobre Quentin y sonrió—. ¿Quieres pasar o…?
—Lo siento.
Peter entró al departamento y husmeó el lugar hasta llegar a la sala de estar. Miró a Quentin que estaba detrás suyo.
—¿Vas a tener esa mochila encima toda la noche? ¿Me ocultas algo?
Peter se sonrió cada vez más con cada palabra pronunciada por Quentin.
—Por supuesto que no. Es más, creo que conoces todos mis secretos. Pero creo que sí te oculto algo —Peter lanzó la mochila sobre uno de los sillones y sacó una bolsa de frituras—. Traje esto.
—Me has traicionado, Peter.
—Veo que compraste todo —dijo en referencia a la amplia gama de variedad en medio de la sala de estar.
—Si hay algo que te cae mal, también pasé por la farmacia.
—Siempre piensas en todo —susurró el muchacho, acariciando una de las mejillas de Quentin para darle un suave beso en los labios—. ¿Vemos la película?
Quentin sintió su corazón calentarse por la forma tan inocente con la que actuaba Peter. Era la primera relación homosexual que ambos tenían y aunque Quentin no demostrara su nerviosismo respecto a cómo actuar con su pareja, a Peter se le notaba a leguas.
—Claro —ambos se acurrucaron entre la manta que Quentin había dejado sobre el sofá, y agarró el mando a distancia. En el momento en que quiso reproducir la película, las luces del departamento redujeron su intensidad hasta dejarlos a oscuras—. Esto es genial —susurró Quentin. Peter se sonrió antes de incorporarse y ver a través de la ventana que ese suceso no había afectado sólo ese departamento sino también varias cuadras del barrio. El muchacho giró sobre sus talones al oír que Quentin también se ponía de pie. Lo vio acercándose a él gracias a la luz de la luna llena que los iluminaba desde el cielo.
—Lo que sea que hayas hecho, creo que no nos afectó sólo a nosotros.
—Esto no estaba planeado.
—¿En serio? —la mirada cristalina de Quentin se posó curiosa sobre Peter—. ¿En serio no tuviste planeado todo esto?
—Habrán sido los fantasmas —soltó Quentin con total naturalidad. El sentido arácnido de Peter se puso en alerta, los vellos de su piel se erizaron.
—¿Fantasmas?
—Hay un cementerio a unas cuadras de aquí. Se dice que en los días cercanos a Halloween, ascienden y hacen travesuras. Cada año el periódico saca alguna noticia al respecto. Estos fantasmas suelen tener cierto sentido del humor, pero no recuerdo que algo así haya sucedido antes.
—Quizás quieran innovar.
Rápidamente, Peter volvió hacia el sillón esquivando con agilidad los recipientes que Quentin había dejado allí previamente. Quentin apoyó su cuerpo contra la ventana y lo observó, de brazos cruzados. Oyó el sonido de la mochila de Peter siendo abierta y de su mano revolviendo todo su contenido hasta ver la luz de la linterna de su teléfono.
—Así vas a gastar la batería.
—No me importa —tartamudeó Peter. Quentin frunció el ceño y se acercó a él. Acarició sus facciones con ambas manos y se dio cuenta que estaba sudando.
—Peter, ¿te encuentras bien?
—No. No me gusta la oscuridad.
—¿En serio?
Peter se mostró dubitativo. Pero sintiendo la cercanía con Quentin tuvo la confianza suficiente para ser completamente honesto con él.
—Te había contado que siempre sufrí de discriminación en la escuela, ¿no?
—Lo hiciste.
—No te conté lo que los chicos me hacían.
Quentin vislumbró un brillo en la mirada de Peter que no quería ver. Se dio cuenta por su tono de voz que en cualquier instante rompería en llanto.
—No quiero que lo hagas si eso te lastima.
Peter negó con lentitud.
—No me lastima. Quiero contártelo.
—Está bien.
Como si estuviera dando una lección, Peter se quedó de pie a diferencia de Quentin que lo observaba sentado en el sofá.
—En las horas libres o en el horario de gimnasia, ellos me encerraban en algún lugar; en el armario del conserje, en algún otro que ellos encontraban vacío o que ellos mismos dejaban vacío. Varias veces me maniataron y me privaron del sentido de la vista. No había necesidad de que me amordazaran, las primeras veces grité, grité tanto hasta estar sin poder hablar por varios días. Luego, me cansé. Dejé que siguieran con su juego. En algún momento se cansarían. Pero no fue hasta que vinimos a Queens con Ben y May que todo eso se terminó.
—No ese miedo irracional a la oscuridad.
—No. Eso nunca se te olvida —Quentin se quedó mirando a Peter hasta que se levantó y tanteando las paredes salió de la sala de estar. Peter se arrodilló y trató de esconder su rostro entre sus piernas, como cuando era un niño pequeño. De repente, una pequeña luz llamó su atención. Levantó la vista y vio cómo árboles, un lago y hasta el aroma silvestre iban formándose poco a poco a su alrededor. Se puso de pie y admiró el lago frente suyo con el paisaje de las montañas a la lejanía—. ¿Qué es esto? —le preguntó a Quentin una vez lo vio a su lado.
—Es algo por lo que me estoy peleando con Tony —respondió el mayor, y sus brazos rodearon la cintura de Peter por detrás. Él apoyó su mejilla sobre la de Quentin y sonrió, inspirando el aroma que se desprendía de algún lugar desconocido.
—Es hermoso.
Ambos se quedaron en su lugar, meciéndose suavemente de un lado a otro hasta que la imagen sufrió de un fallo técnico.
—Demonios…
—¿Qué sucede?
—Esta es una de las razones, pero voy a solucionarlo —Quentin sacó un aparato del bolsillo y lo extendió a un punto lejano que sólo él conocía. Apretó un botón pero la imagen parecía no modificarse, y el fallo fue extendiéndose a varios sectores del paisaje. Mientras Quentin golpeaba el aparato, la imagen terminó por desaparecer y fueron rodeados de una oscuridad artificial. El sentido arácnido de Peter se hizo presente. Su cabeza giró hacia su derecha, alerta, pero no logró ver absolutamente nada.
—¿Qué sucede?
—Hay un error en el sistema.
Peter podía sentir su respiración comenzando a agitarse. Sus sentidos estaban más alertas que de costumbre. Sentía a Quentin cerca suyo. Sabía que todo estaba bien, sabía que todo era una ilusión, pero la sensación de alerta lo volvía todo demasiado real. Sintiendo su pecho comprimiéndose abruptamente por la forma en que respiraba, hizo uso de sus poderes para llegar a su mochila y sacar sus lanzadores de telaraña. Ya no oía el sonido de la respiración de Quentin, los latidos de su corazón retumbaban demasiado como para lograr oír algo más. De pronto, algo pasó frente suyo, no pudo ver qué con exactitud, fue demasiado rápido. Se repitió a sus espaldas. Peter se giró y lanzó una telaraña. No pudo atrapar nada. Frente suyo, a su derecha y a su izquierda se materializaron fantasmas. Sabía que era una ilusión. Entonces, ¿por qué el contacto con ellos parecía quemarle la piel?
—¿Quentin? —su voz sonaba entrecortada—. ¿Quentin? —repitió.
La imagen desapareció y las luces volvieron a encenderse. Quentin estaba a un costado, el control remoto que había estado manipulando todavía en su mano. Al ver la expresión de desesperación de Peter, se acercó corriendo a él y lo abrazó con ternura.
—Ya está —le susurró mientras acariciaba su espalda y sentía las manos del menor aferrándose a su cuerpo—. Ya pasó.
Había algo en la mirada de Quentin. Un nuevo plan, probablemente. Le habían informado que Tony no estaba del todo contento con su forma de trabajar. Hasta lo había llamado “inestable”. El agarre sobre Peter se endureció mientras sus ojos estaban fijados sobre la telaraña que colgaba de la mesa de la cocina.
Sí, Quentin Beck tenía un nuevo plan.
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lohagoxelvicio · 5 years
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21:30 hs
- Ella es mi amiga, la que no sabe terminar relaciones sanamente. Dice Theo y la señala a Sara que está parada frente a la parrilla quemando cosas.
- uy que olor a papel quemado y a plástico. Dice uno de sus amigos.
Sara sigue revolviendo las cartas que cada vez se acumulan más y más entre toda esa ceniza y carbón deshecho.
Se juntó un domingo con sus amigos a comer un asado vegano. Ella se llevó de todos modos una morcilla vasca porque al igual que la Jellinek de vez en cuando se come una morcilla.
Tras la presentación que hizo su amigo La Theo de ella, Sara siguió quemando las cartas de su ex.
- Boluda, tenías que hacer eso acá, ahora?
- Sí, aproveché el momento... de paso me siento menos mal haciendolo rodeada de gente, me impulsa a no llorar y no hacer tanto drama
Theo le saca de las manos la ultima foto que le queda por quemar y le dice
- Esta también? eran divinas. yo sigo creyendo que van a volver
- Ella no quiere volver. Yo tampoco. Que madure, si es como un buen vino la tomaré y será puro placer y sino... para tomarme un termidor picado la verdad que prefiero seguir entrándole a la birra.
Theo deja la foto en la parrilla y la agarra del brazo a Sarita, la lleva hasta la mesa donde hay más amigos de él. Sara saluda a uno de aproximadamente unos cuarenta años, es el jefe de Theo y se llama Julian.
Ni bien el asado está listo se acomodan todes en la mesa, Sara se sienta al lado de Julian y empiezan a charlar de la falta de carne en ese asado. Ella le muestra el privilegio de ser la única que se trajo una morcilla vasca.
-Perdón que no traje más, primero pensé que eran todxs vegans y segundo que soy pobre y solo me alcanzaba para una y para cargar la sube. Suelta una risa medio ridicula. Julian le sonríe y Sara nota en su sonrisa algo tierno, infantil y dulce. Después se rescata de que es un chongo, es hetero, cis, y todo ese puñado de etiquetas que hacen que llamemos al fantasma de los prejuicios y todo eso.
Lo cierto es que Julian era un tipo de esos cuarentones a los que se les suele llamar “macanudo“. Hablaron toda la noche. Él supo que ella estaba separada y ella supo que él iba  a empezar una carrera en la UBA, eso le dio más ternura y ganas de seguir conociendolo. Pero en su mente no dejaba de resonar la idea de que ella era torta, que no podía permitirse bordear el mundo de la heteronorma, pero estaba ya un poco ebria y tan sola y tan carente de afecto que encontró en esos brazotes y esa espalda una especie de contención.
Cuando el escabio se acabó y todes estaban medio en pedo bailando el tema del polaco que dice «deja de llorar/deja de sufrir/ que ya no puedo verte más así/ él no se merece tu amoooor» ellos se dispusieron a ir en búsqueda de más alcohol. Se subieron al auto de Julian y se sumó una pareja de maricas que se iban a una fiesta por capital, si no los podían tirar hasta la ruta.
Sara se tomó la confianza de prender el stereo del auto y sonaba la aspen, atras las maricas iban re chapando y Julian lucía una cara de armonía y tranquilidad, como si nada le importara tanto. Ella se dejó seducir por las fantasías de que él pudiera gustarle, un sugar daddy es un sugar daddy, pensó.
En la ruta se despidieron de la pareja y ellos se quedaron en un kiosco 24 de por ahí cerca. Compraron clandestinamente un par de botellas y se fueron.
De vuelta en el auto esta vez Julian puso un pendrive con sus canciones. Empezó a sonar un tema de Lou Red y siguió otro de The flamming lips. En el camino charlaron de todo un poco, muchas coincidencias y todo eso. La pelicula en su cabeza se empezó a armar sola, hasta que en un largo semaforo se lanza hacia él y lo besa.
Después las cuadras que siguieron fueron en silencio con la musica de fondo. Se bajaron y adentro de la casa bailaron un rato. Él no sabía bailar, no conocía esa musica de veinteañeros y treitañeros pendejos pero estaba con ella. A ella le atrajo la sensación de gustarle, de sentirse deseada y de que sobretodo no la juzgara porque se tomó todo un vaso de medio litro lleno de vodka con naranja.
Cuando el alcohol subió le ofreció a Julian ir a un hotel. Para su sorpresa Julian sólo le respondió que era tarde pero que podía dejarla en su casa si quería. A nuestra Sarita la invadió la verguenza y le contestó que preferia quedarse a bailar un rato más. Desupués vio cómo él se despedía de todes y de ella con un gran cariño, era como el padre del grupo.
05:30
La noche la terminó alcoholizandose más, mirando la parrilla con las cartas y las fotos quemadas y proponiendole a las cinco maricas que quedaban jugar al UNO en la terraza.
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felicianonavarro · 6 years
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La Casa Hintermann
Fran abrió sus ojos y el sol le quemó la vista. Había estado tendido en el suelo por más tiempo del que pudiera calcular. Se sentó ahí mismo en el pasto y esperó a que sus pupilas se ajustaran luego del golpe de luz. Una sombra lo cubrió de frente y él alzó la vista.  
—Finalmente te has dignado a aparecer —dijo a la figura de metro y medio parada frente a él —. Si seguía tendido así, las hormigas se habrían convencido de agregarme a sus reservas para el invierno.  
 Fran se quedó esperando a que su amigo le respondiera de la manera habitual, pero José no dijo nada. Se sentó a su lado largando un fuerte suspiro. Con sus dedos enrollaba hebras de pasto y las arrancaba.  
Por fin dijo—: Vos decías eso de las hormigas y yo te respondía algo como...  
“—…las hormigas no tienen tan mal gusto” —dijeron al mismo tiempo.  
—Y vos —continuó Fran—, te llevabas esos pastos a la boca, como ahora, y yo te decía... 
—…sos un asco —dijo José, terminando la oración de su amigo, mientras le dirigía una mirada amarga a la hierba en sus manos.  
El sol primaveral comenzó a esconderse tras unas nubes que anunciaban lluvia. Pero, como suele suceder, probablemente se limitarían a suspenderse en el cielo con el único propósito de robarle el protagonismo al astro mayor, y retendrían el agua para darle al pueblo Salteño una húmeda sorpresa días más tarde.  
—Ahora sí que se ha puesto lindo —dijo Fran—. Si tenía que pasar un minuto más bajo el rayazo del sol, teniendo en cuenta que has tardado más de lo acostumbrado en volver a salir para atender a tu  amigo, se me habría cocinado el cerebro. 
José se puso nuevamente de pie, dio media vuelta, y se dirigió al patio trasero de su casa sin decir una palabra. 
Odio que haga eso, pensó Fran. —Te sigo — dijo. Se puso de pie emitiendo un quejido de fiaca, se sacudió los pantalones, y lo siguió. 
El patio era inmenso, como es típico de las casas de un barrio privado como Belle Vue (bella vista en francés). Pero llamar simplemente patio, a este en particular, era una subestimación y un desmerecimiento. Ese lugar era un auténtico parque. Además, la madre de José participaba de una competencia vecinal anual de jardines, y el suyo era digno de un tour pago. Nada de voluntades tacañas, debería cobrarse una cifra seria. Lo único negativo de tan bello jardín era que frustraba los sueños de José de poder armar su soñada canchita de futbol. Y, a decir verdad, frustraba cualquier intento de actividad recreativa en su suelo. Sin embargo, fuera de los límites de Belle Vue, San Lorenzo es un parque de recreación en sí mismo, y los lugares para la aventura sobran en “la villa veraniega”. 
Fran siguió a José hasta un invernadero casero, donde lo vio ingresar. El lugar cumplía la función de vivero por un lado y de taller por el otro. Había mesadas armadas con tablones caballetes, sobre las cuales había masetas, arreglos florales y plantas de diversos tipos. En el lugar, también había pilas de bolsones de tierra negra, desmalezadoras y cortadoras de césped, palas, picos y rastrillos. Hacia el fondo del invernadero, colgada sobre una pared de concreto, había una gran tabla cuadrara de madera prensada. Sobre ella había todo tipo de herramientas para carpintería y trabajos con hierro. Contra la misma pared, había una mesa de trabajo y, sobre ella, un carro a rulemanes a medio terminar. A diferencia de otros más comunes, este carro no consistía de una tabla angosta y recta sino ancha y curva, con bordes a los costados que sobresalían de forma parabólica y hacia arriba, lo que permitiría un agarre medianamente seguro para quién lo montara. También contaba con dos asientos de madera forrados con símil cuero, y algún relleno que les daba un aspecto inflado y acolchonado. 
José ya estaba sentado en un taburete de madera, colocando la primera de cuatro ruedas.  
—¿Es lo que creo que es? —dijo Fran arrimándose a la mesa —. ¿Un karting? ¡Podemos terminarlo ahora y salir a probarlo! 
—Mi buen amigo Fran —dijo José —, esto ha llevado su tiempo, pero finalmente creo que hoy va a quedar listo. He tenido muchas idas y venidas con este proyecto. Ha sido bastante difícil... y lo sigue siendo. La verdad que me he visto superado en varias ocasiones. Pero nada va a cambiarme los planes hoy. 
—Veo que le has dedicado mucho —dijo Fran —. Se nota el esfuerzo. 
Estaba encantado con los colores que José había elegido para el karting (Fran lo llamaba así). Si lo hubiera hecho yo habría elegido exactamente los mismos colores y habría hecho el mismo diseño, solo que habría pintado el karting al último, una vez ensambladas todas sus partes y no al revés como lo  hizo José, pensó, aunque decidió guardarse el comentario y darle una mano en cambio. Anticipó que su amigo necesitaría la llave francesa y se dispuso a tomarla de la tabla de madera prensada. Cuando estuvo a punto de tocarla, esta se soltó del clavo que la sostenía, aterrizó con estrépito sobre la mesa de trabajo y cayó al suelo. Se produjo un ruido tal, que José se fue de bruces al piso. 
—¡Mierda! —dijo, llevándose la mano al pecho. Su respiración repentinamente agitada.  
—Eh... tranquilo che —dijo Fran —. Es solo una herramienta, te prometo que no voy a dejar que te haga nada. 
José se dedicó una risa nerviosa de auto burla. 
—Seguro que ahora estás riéndote de mí, ¿no Fran? 
— ¡Cómo me conoces! En realidad quería esperar a que se te pasara el malestar para reírme de vos, pero no puedo mentirte, ¡por dentro me estoy muriendo! 
Hubo un silencio por una fracción de segundo, y luego ambos niños rompieron a reír rodando en el suelo con las manos en el estómago. 
Afuera, un viento suave zarandeaba los árboles y los rayos de sol que pasaban a través de ellos bailaban con las sombras. En el invernadero se produjo un leve chirrido cuando alguien abrió una puerta hecha con madera y plástico.  
—¿Dónde está el fantasma hijo? —se escuchó la voz de don Ramírez desde la entrada. 
—No sé papá, pero me quiso atacar con tu llave francesa —respondió José divertido, señalando la herramienta a los pies de Fran.  
—Creo que al fantasma ya lo espantó, señor —dijo Fran. 
Don Ramírez, que había estado con medio cuerpo adentro y medio cuerpo afuera, ingresó al invernadero. 
—Vengo para llevarle una de las bolsas de tierra a tu madre. 
José se puso de pie y se sacudió las manos. 
—¿Necesitas ayuda, pa? 
—No hijo, quedáte tranquilo que yo puedo. Seguí con lo tuyo que te está quedando bárbaro. La verdad que es un muy lindo gesto. —Hizo un movimiento con la cabeza hacia el carro a rulemanes y le dedicó a su hijo un guiño y una sonrisa. —Me voy, pero estoy cerca por si más herramientas quieren golpearte. Cualquier cosa, grita. 
—¡Salí de aquí, no molestes! —le gritó José con humor, mientras levantaba la llave francesa para simular arrojársela a su padre por la cabeza. 
—¡Le vamos a hacer saber si vuelve el fantasma, señor! —gritó Fran —. Tráigase una aspiradora, o algo así, por las dudas.   
Pasó una hora de arduo trabajo de parte de José, y de arduas indicaciones de parte de Fran. José dio un fuerte ajuste a una última tuerca y dejó caer la llave francesa a un costado del carro largando un suspiro. El proyecto finalmente había concluido. Ambos dieron unos pasos hacia atrás para contemplar al flamante carro que se posaba glorioso sobre la mesa de trabajo. 
—Explicáme una cosa, José —dijo Fran —. ¿Qué quiso decir tu papá con “lindo gesto”? 
—Espero que te guste amigo —dijo José sin apartar la vista de su obra de arte —. Traté de tener en cuenta cada detalle para asegurarme de que fuera tal como lo querrías. 
Fran lo miró incrédulo y por un rato no pudo emitir una palabra. Se acercó al carro y lo examinó con sumo cuidado. Posó sus ojos sobre las ruedas. Eran grandes comparadas a otros ejemplares, y tenían cubiertas de goma. Una excelente mejora, pensó. Quiso sentir con sus palmas la madera lijada pero percibió el leve olor a pintura nueva que todavía flotaba en el aire y no lo hizo por temor a que aún estuviera fresca. En cambio, saboreó los colores con la mirada y no encontró en su imaginación una mejor forma de combinarlos. 
—Es perfecto —dijo.  
Sentía un profundo y renovado afecto hacia su amigo que le había dedicado un regalo tan espontáneo y desinteresado como este. Lo tomó por sorpresa porque era la primera vez que le mostraban un gesto tan especial. Ya no podía aguantar la ansiedad. Quería montarlo y rodar a donde lo llevara el viento. Por un instante estuvo a punto de tomarlo y lanzarse a la carrera, pero se detuvo antes de poder hacerlo. Un escalofrío le recorrió la espalda y una sensación de vértigo lo invadió. Retrajo sus manos al sentirse repentinamente incapaz de poder dominar el karting. Como si controlarlo estuviera más allá de su alcance. Como si los roles pudieran invertirse y fuera el karting el que lo controlara a él, y tuviera que resignarse y dejarse llevar a donde fuera que este lo llevara.  
Fran sintió una mezcla de sensaciones y entre ellas dominaba el miedo, pero también se sintió un poco tonto. Aun así, no ignoraría por completo sus instintos y postergaría sus ganas de montar el karting hasta que su amigo hiciera oficial la entrega del regalo. Quizá, al serle otorgada la posesión del objeto, también le fuera cedida, por una especie de ley cósmica, la autoridad y dominio de la que sentía carecer en ese momento. 
—Ahora, a llevarlo a La Ripiosa —dijo José—. Ya puedo...  
—Me leíste la mente —anunció Fran. 
—… vernos... — José hizo una pausa y luego concluyó como para sí mismo—: ...rodando a toda velocidad como dos tontos suicidas.  
—Como acostumbramos —agregó Fran.  
     La Ripiosa no era una calle, como dice el nombre con que la bautizaron, de ripio propiamente dicho, sino más bien de tierra, y no de la negra que se usa para las plantas. Su nombre original es Solá, y se encuentra en una zona sin vecinos que puedan llegar a sentirse molestados por niños que juegan con la velocidad proporcionada tanto por la inclinación del terreno como por la falta de cordura.  
Salieron del invernadero y llevaron el carro (lo llevó José porque Fran aún no se animaba a echarle mano) hasta donde estaban apostadas las bicicletas de la familia. Fran fue hasta la suya. La había dejado apoyada en el buzón de la entrada y todavía podía verla desde donde se encontraba, ya que el portón eléctrico estaba abierto. No había en él la más mínima preocupación de que se la fueran a robar. Simplemente, eso nunca le pareció una posibilidad.  
José ató el carro a su bicicleta con una cuerda de esparto y caminó hacia la salida. Fran lo estaba esperando, ya subido a su transporte. 
—¿Listo? —preguntó a José.  
Su amigo se preparó dando un suspiro y dirigiendo la mirada hacia el final de la calle que era una larga y sinuosa pendiente. 
—Listo —dijo —. Nunca creí que lo estaría para dar otra visita a ese lugar. Pero aquí vamos.  
Comenzó a pedalear. 
—Pero que declaración tan solemne. Casi como un veterano que vuelve a la guerra —dijo Fran, burlándose de José que se alejaba—. ¡Ey! ¡No me dejes atrás! ¡Esperáme! 
Fran salió tras su amigo y se le adelantó a gran velocidad. Podía ir rápido porque no era él quien llevaba el karting. El viento que lo escoltaba rozó a José y este se  estremeció. Cerró los ojos mientras lo envolvía el escalofrío y al abrirlos redujo un poco más la marcha. Volteó para asegurarse de que el carro seguía allí. Lo estaba.  
Rodando a toda velocidad como dos tontos suicidas, pensó, —como acostumbramos —dijo. 
Llegaron al final de la bajada, salieron de Belle Vue, y continuaron el descenso por la Avenida Juan Carlos Dávalos. Pasaron el Castillo de San Lorenzo y en cuestión de minutos se aproximaron al cruce con Joaquín V. González. A José se le había dificultado mucho hacer todo es tramo porque el carro que venía atado a su bicicleta se movía y le entorpecía el manejo. Fran, más liberado, iba y venía por la avenida, que a esa hora era transitada poco y nada. Se adelantaba a su amigo, y luego volvía a donde él estaba, lo rodeaba haciendo algún comentario burlesco y luego ascendía por la Dávalos para volver a descender a todo trapo.  
Cuando Fran estaba haciendo una de sus caídas en picada, José dobló en el cruce con Joaquín V. González y, sin dar ningún aviso descendió de su bicicleta. Fran coleó para ingresar al cruce y se topó con José. Creyó por una fracción de segundo que lo arrollaría, pero se detuvo antes de siquiera tomar conciencia de que había accionado ambos frenos. 
—¿Qué pasó? ¿Por qué nos paramos? —dijo un tanto molesto —. Sabes que si querés ser atropellado podes esperar uno de esos colectivos. Seguro el chofer te lleva puesto pensado que se tragó un lomo de burro. En cuanto a mí, podría ayudarte dándote un empujón si sentís que te acobardás a último momento, pero no pretendas que te mate con una rodado veintiuno. Eso llevaría varias pasadas y me estropearía las llantas. Y seguro me llevaría varios golpes gratis. ¡No, gracias! 
—Hmmm... En esta parte ya se termina el asfalto —dijo José —. Va a ser mejor caminar desde aquí para no estropear el carro. Este suelo lo va a sacudir mucho y se va a llenar de tierra y rayones. Además, me canse de pedalear tan incómodo. Y ¿para qué apurarse? No es que tenga que estar en ningún lado. 
—Para aprovechar el tiempo al máximo, por ejemplo —dijo Fran que caminaba atrás de su amigo.  
Venía observando el comportamiento del karting sobre ese terreno irregular, y le fascinaba lo que esas nuevas y mejoradas ruedas lograban. El karting se sacudía, pero no se comparaba con aquellos con ruedas pequeñas. Este rebotaba con delicadeza, casi como si tuviera un sistema de suspensión. La resistencia del terreno era mínima, lo que permitiría alcanzar velocidades mayores. La ansiedad lo superaba. Quería que José finalmente le diera su regalo. Que le otorgara el poder que necesitaría para domar esa bestia. Que le cediera los honores de bautizarla con su primera picada. 
La calle Joaquín V. González terminaba en una curva y cambiaba su nombre a Solá, La Ripiosa. Una calle desprovista de civilización y poblada por la naturaleza. Cuando José comenzaba a girar hacia la izquierda, vio que había movimiento en medio del monte, y escuchó un creciente coro de gruñidos. Antes de poder reaccionar, una jauría le salió al encuentro y lo asustó de tal modo que tuvo que sujetarse del manubrio para no caerse. Rápidamente, giró sobre sí mismo y se colocó del otro lado de la bicicleta para escudarse y mantenerse lejos de las fauces de un grupo de perros embravecidos. Fran imitó a su amigo y con la vista buscaba un palo con el que pudiera alejarlos. Nada. Esa calle, en ese momento, era un terreno de inútiles y minúsculas piedritas. De usar cualquiera de ellas como proyectiles, suponiendo que la puntería no le fallara (y le fallaría ¿por qué no? La vida es una bromista), solo lograría echarse la jauría encima. Bajo uno de sus pies sintió un bulto. Al mirar vio una piedra de buen tamaño empotrada en el suelo. Intentó sacarla.  
—¡Fuera! —gritaba José golpeando el suelo con la rueda delantera de la bicicleta para marcar su imperativa —. ¡Chss! ¡Fuera perros basura! 
Mientras tanto Fran seguía tratando de extraer la piedra del suelo, sin éxito. José intentaba espantar a los perros que, a todo esto, habían convertido el lugar a cielo abierto en una cámara de tortura de ladridos ensordecedores. Entonces un silbido emergió del monte y en cuestión de segundos reinó el silencio. Fran alzó la vista y abandonó la piedra, y José se mantuvo quieto en su lugar. Los perros volvieron los hocicos en dirección a donde se había producido el silbido, que era de donde habían emergido ellos al principio. Cada can movía el rabo como mascota que se prepara para recibir a su amo. 
Hubo un momento de ruido de plantas rozándose, y del monte surgió una mujer vagabunda. La figura le recordó a José a un demonio que había visto en una película de terror. La criatura, en las escenas iniciales, había adoptado la forma de un espantapájaros en un maizal para engañar a los granjeros dueños de la propiedad y comérselos. Lo que José estaba viendo, no era tanto la mujer vagabunda, sino el demonio espantapájaros. Y apartó la vista.  
La mujer se acercó, y sus perros empezaron a comportarse de diversas formas. Algunos gruñían, otros largaban ladridos espontáneos, mientras sacudían sus rabos, otros lamían las manos de su ama, y otros iban y venían, midiendo la distancia entre ellos y los dos pequeños extraños. El aire comenzó a enviciarse con un olor concentrado que revelaba una falta de higiene de más tiempo del que José o Fran podrían aventurarse a calcular. Fran se puso al lado de su amigo cubriéndose la nariz. 
—Es ella — dijo—, la Loca de los Perros. ¿Qué hace por aquí? Creí que vivía más para el lado de Las Costas.  
 La mujer le dirigió una mirada fulminante y sus perros, sintiendo el enojo de su ama, rompieron en ladridos con una renovada rabia. Fran y José se sacudieron del susto. La mujer calló a sus mascotas y estas cesaron sus protestas.  
—Mis bebés no están contentos con tu compañía— dijo con voz ronca —. Los pone mal. Y si ellos están mal, yo me pongo mal.  
José había vuelto a mirar a la mujer, sorprendido al descubrir que podía hablar. La observaba mientras ella le decía esas cosas alternando la mirada con perturbación. Ahora la mujer le parecía una niña enojada que había crecido demasiado rápido, no por su apariencia sino por su modo de hablar. De todas formas, niña o vieja, José estaba temblando. La adrenalina recorría sus extremidades, urgiéndolo a correr sacando chispas, pero sin embargo no se sentía capaz de hacerlo.  
—No les gusta tu compañía —repitió la mujer que hablaba en un tono que solo era audible por el silencio del lugar—. ¡Fuera de aquí!  
Fran quiso hablar pero se detuvo al sentir que los perros comenzaban a gruñirle. José los miró confundido y, a diferencia de Fran que calló por el miedo, él abrió la boca. 
—Perdón... se... señora. No he querido mo... molestarla a usted, ni a sus pe... sus bebés. —Se aclaró la garganta y apuntó en dirección a la calles Solá —Estaba pasando por aquí, pero ya me iba en esa dirección. 
—La Casa Hintermann... —dijo la mujer, sin molestarse en mirar a dónde se refería José.  
—No sé de qué casa dice usted, señora —respondió José —, pero le prometo que si es donde usted vive, no se la va a molestar. — Besó su dedo índice mientras hacia una cruz en sus labios. Señal popular para asegurar que lo que se decía era cierto. —Se lo juro. 
—Cómo se te ocurre —dijo la mujer con cara de espanto —. Esa no es mi casa. Esa casa no puede ser habitada por nadie. ¡Ni siquiera deberían merodear por ahí! Cualquiera que anda por sus pasillos, por sus galerías, por su mismísima entrada, aún fuera de sus límites, aunque lo haga sólo, lo hace acompañado.  
Fran, pensando en voz alta, dijo —: es la Casa Hintermann. La de los europeos… y ese jardinero. El que se cansó de los maltratos de su matrona y la asesinó. Y que también mató a su patrón porque no quería dejar testigos... los encontraron varios días después.  
—Perdón señora —dijo José—, no quise...  
—Alejáte de aquí —lo interrumpió la mujer—. Esa casa se traga a sus visitantes.  
—De todas formas —continuó José—, no es eso lo que yo...  
—¡ALÉJENSE DE MI! —dijo la mujer con voz histérica. Volvió sobre sí, y se perdió en el monte del que había salido. Sus perros reanudaron sus ladridos y se fueron tras su ama. 
José y Fran los siguieron con la mirada hasta que los perdieron de vista. Un viento fresco comenzó a alzarse y el monte se inquietó. Los árboles reinantes se mecían y el séquito de plantas en derredor imitaba la danza al son de la brisa. 
—Eso ha estado muuuy raro —dijo José después de unos segundos.  
Fran lo acompañó en el sentimiento y agregó —:¡Esta chiflada ha llevado el concepto de locura a otro nivel!  
Otro escalofrío recorrió la espalda de José, y este dirigió la mirada a donde estaba Fran.   
—Ya puedo pensar en toda clase de comentarios insensibles de tu parte amigo, pero por alguna razón no encuentro las fuerzas para reírme.  
—Lamento contradecirte  —dijo Fran—, pero esta vez me agarras sin comentarios. Es una sorpresa para mí también. Esta chiflada me dejó sin palabras, y con un julepe que ni te cuento. Pensé que no saldríamos bien de esta. ¿Que no les gustaba tu compañía? ¡Como si alguien quisiera andar a la par de esos caschis rabiosos! ¡Están tan chiflados como ella! Ojalá hubiera podido decírselo en la cara, pero esos perros la tenían conmigo y no me dejaban ni respirar. Igual, no hubiera valido la pena hacerme morder por darme el gusto de insultarla. Habría podido denunciarla y hacer que le sacrifiquen los perros, pero yo también hubiera tenido mi propia cita con la aguja cuando me pusieran la antirrábica. Repito, no vale la pena. No, gracias. —José comenzó a ascender por la polvorienta Ripiosa mientras Fran terminaba de hablar. Este lo siguió por detrás, protestando. —Odio cuando hace eso.  
—No les gustaba mi compañía —dijo José—. Qué comentario más raro viniendo de alguien como ella. Y no es que yo ande con compañías indeseables. 
—¿Crees que se refería a mí? —dijo Fran —. No se me había ocurrido. Ahora que lo pienso, tiene sentido. Como dije antes, la tenían conmigo. 
—“Aléjense de mí“ —dijo José —¿Le hablaba a sus perros o qué? 
La luz de la tarde apagó su brillo y los colores que la teñían se atenuaron a medida que unas nubes negras cubrían el cielo. De esa densa masa  de algodón manchado suspendida en el aire, salió un pesado y ronco quejido mientras destellos de electricidad parpadeaban en su interior. Fran y José alzaron la vista y apresuraron el paso. Ambos iban observando sendos costados de la calle, atentos para no ser sorprendidos (y humillados) una segunda vez, por otro grupo de perros chiflados.  
José notó, de manera repentina, el canto ensordecedor y envolvente de miles de coyuyos que en dulce poesía animaban a la tímida lluvia a hacer acto de presencia. Si habían estado precediendo el ritual todo ese tiempo o si habían dado comienzo al coro aguacero cuando lo notó, no podría decirlo con seguridad. Un trueno embravecido tomó la palabra y, cual general en la batalla, dio la orden tras la cuál millones de gotas descendieron en batallones a una tierra con la guardia baja en mitad de su siesta. Las pesadas gotas comenzaron a azotar el suelo y la tierra oscureció su semblante, lentamente convirtiéndose en barro.  
José y Fran aceleraron el paso tanto como pudieron o, más bien, como se los permitía la pendiente que ascendían. José decidió volver a montar la bicicleta y Fran lo imitó. Con las cabezas gachas y toda la concentración puesta en dirigir la fuerza a las piernas, comenzaron el ascenso a pedales. Las ruedas patinaron varias veces, ariscas sobre un terreno humedecido, y el esfuerzo se redoblaba cada vez. El carro rebotaba en el terreno irregular pegando brincos de equino salvaje. Fran no parecía sufrir la subida, y pronto pasó a José dejándolo atrás.  
— ¡Vamos che! —se mofó—. Mire que tiene talento para la carpintería pero para esto tá lento mi amigo, ¿eh? —En ese mismo momento supo que era un pésimo juego de palabras, pero no le importó. Si no hacía el chiste ahora, quién sabe cuánto tendría que esperar para poder hacerlo de nuevo. De todas formas, José no hizo comentarios. Ya estaba renegando con una pendiente mala como para amargarse por un chiste peor. —Me voy adelantado para ver donde nos podemos proteger del agua.  
Al volver la vista hacia adelante (porque había estado mirando para atrás desde que se adelantó a su amigo) cayó en la cuenta de que se había desviado hacia el costado de la calle. Fue entonces cuando vio una enorme piedra blanca delante de él. Maniobró de manera brusca para no chocar y salir volando. De repente, se vio invadido por una sensación desagradable que se debatía entre un miedo inmensurable e impotencia. Volvió a sentirse pequeño y vulnerable como cuando estuvo a punto de montar el karting en el invernadero de los padres de José. Por una cuestión de segundos tarde, por una cuestión de reacción lenta o la falta de ella, por cuestión de un giro humorístico del argumento de la vida, y esa piedra pintada de blanco se hubiera convertido en el juez que habría dictado su sentencia de muerte.  
Con el calor de la adrenalina en el rostro y el agua de lluvia que bañaba la expresión de terror, Fran siguió avanzando y llegó hasta un portón de hierro abierto. El clima estaba empeorando. El viento comenzó a correr con violencia. Las ramas de un Ceibo a la entrada de la Casa Hintermann alcanzaban a golpear el portón y este emitía un ruido opaco los engastes oxidados protestaban con voz aguda y cortante. Fran miró hacia adentro. Más allá del portón quejumbroso, pero la maleza le bloqueaba la vista, de modo que no llegaba a divisar con claridad lo que se encontraba del otro lado. Miró a su amigo su venía a unos cincuenta metros, y volvió a mirar hacia la casa. Le pareció ver que algo se movía. Pensó que se trataba la chiflada de los perros. ¿Nos habrá seguido hasta aquí a hurtadillas? Imposible. Sus locuras sobre esta casa fueron bastante claras. Este sería el último lugar donde uno se cruzaría con esa loca.  
José alzó la vista y vio la piedra pintada de blanco. Un halo de tristeza atravesó su rostro. La siguió con la mirada mientras comenzaba a detenerse. Fran gritó desde la entrada de la Casa Hintermann.  
—¡No te quedes ahí parado!  
José dio un suspiro de sorpresa. La cabeza le flotaba como si hubiera vuelto de un sueño pesado. De una pesadilla. Y miró en la misma dirección que procedía la voz de su amigo. Y lo vio. Ahí parado a la puerta de entrada de la Casa Hintermann. Una bola de granizo le golpeó la mano. A penas lo notó. ¿Fran? Otra más volvió a golpearlo, esta vez en la cabeza. Ahora lo notó más y se llevó la mano golpeada a la zona de dolor bajo su cabello.  
Fran comenzó a sentir que el granizo castigaba la tierra y puso las  manos sobre su cabeza para cubrirse. Dirigió una última mirada a su amigo que acababa de ser aparentemente golpeado por una bola de hielo. 
—¡Te espero adentro! —le gritó. Salió corriendo, olvidándose por completo de su bicicleta. ¿Por qué no bajé a ayudarlo? 
José volvió a mirar a donde había visto a Fran y él ya no estaba ahí.  
—¿Fran? —Volvió a pedalear, dirigiéndose a la Casa Hintermann. Lo hizo con fuerza. Comenzó a sentir que el dolor punzante en la mano y en la cabeza cedían. Las ruedas patinaban y el carro rebotaba. Más piedras de hielo lo golpearon en la espalda y los brazos, pero no le importó. Tenía que llegar a la casa. Tenía que llegar a su amigo. Creer por la corroboración de sus sentidos. 
Llegó. Clavó los frenos y descendió. Fran lo escuchó desde la galería donde se refugiaba, y también podía verlo a duras penas. Le gritó que se apresurara. José soltó otro suspiro de sorpresa y miró más allá del portón pero solo encontró plantas. Cientos de ellas que le obstruían la visión. Acercó un poco la bicicleta al portón de hierro oxidado que se encontraba abierto. El granizo ya no lo alcanzaba directamente porque sobre él había un gran Ceibo que lo cubría. Pero el árbol no impedía que siguiera mojándose. Dirigió otra mirada desconfiada más allá del portón y le pareció ver que alguien lo llamaba desde una galería, haciéndole gestos con el brazo para que entrara.  
— ¿Fran? —dijo para sí dando un paso hacia el portón.  
Sintió resistencia. Miró hacia atrás y vio que el carro estaba trabado en lo parecía una rama suelta en el suelo. Luego se dio cuenta de que se trataba de una gruesa raíz. Decidió dar un tirón a la bicicleta para que la cuerda de esparto se tensara e hiciera que el carro rodara por encima de la raíz que le impedía el paso. Fue un error. Muy tonto. Y José no llegó a verlo hasta que fue demasiado tarde. La bicicleta se le vino encima. La cuerda de esparto no se cortó, se desató. Pero el nudo que José había hecho en el jardín de su casa no había sido defectuoso ni descuidado. Era un buen nudo. Pero se soltó. ¿Por qué no? La vida es una bromista. El carro comenzó a desplomarse por La Ripiosa. Al principio rodó con gracia, luego comenzó a rebotar, cada segundo con más violencia. Ahora bajaba la pendiente dando saltos de equino salvaje que acaba de deshacerse de su domador. Finalmente se estrelló contra la piedra pintada de blanco. El golpe fue tal que las tablas volaron por los aires y las ruedas se perdieron rodando hacia la densa naturaleza. La pintura blanca de la piedra ahora tenis rayones con los colores del carro donde éste la había golpeado. José se quedó tendido en el suelo donde la bicicleta lo había hecho caer. Tenía una expresión incierta en el rostro, con el entrecejo tenso y su boca inexpresiva. Sus ojos no guardaban ninguna emoción. Si alguien lo hubiera visto en otro momento con la misma mirada, habría pensado que José estaría perdido en sus pensamientos. Tal vez decidiéndose a declarar su amor de preadolescente a la chica que le quitaba el sueño. O quizá, recordando con pena alguna cosa importante que olvidó hacer y que ahora tendría que justificar. A lo mejor era la mirada de alguien que toma una decisión y que sabe que puede traerle problemas. Pero su mirada, ahora, no hablaba de amor, ni pena, ni riesgo. No había emoción. Había dolor. Dolor que vuelve a visitar. Un dolor familiar de una herida que había aparentado cicatrizar. Veía el carro destrozado, pero miraba más allá. Como a través de una ventana de recuerdos que no se puede cerrar. Sus párpados se cerraron lentamente y se abrieron de la misma manera. Sus ojos cristalizados bajo las lágrimas y, nadando en ese mar de dolor, una escena que no admitía censura…  
       El carro hecho pedazos a la base de la piedra blanca volvió a ensamblarse. Sus partes flotaron en un espacio sin gravedad y se ubicaron obedientes, cada una en su sitio. La pintura de la piedra se descascaró como soplada por un viento imperceptible al tacto, y se disipó en una mezcla de humo y ceniza. Todo sucedía como en una cinta de video rebobinándose, pero sin las rayas en la pantalla del televisor. El carro a rulemanes viajó dando saltos lentos cual globo perdido que es arrastrado por la brisa al encuentro de José, que revivía la escena desde la sombra del Ceibo. Parpadeó en sus recuerdos y ahora estaba sobre el carro, sentado en el primer asiento de tabla forrada con símil cuero. La mano que se posó sobre uno de sus hombros no lo sobresaltó; de alguna manera estaba esperando a que eso sucediera, como ocurre al ver la misma película reiteradas veces; llegado un punto, se pueden anticipar las escenas que vendrán. Al darse vuelta pudo verse a sí mismo sentado en el segundo asiento de tabla forrada con símil cuero. Su yo de hace dos años lo animaba ávidamente a lanzarse a la carrera por la pendiente de La Ripiosa y él, contra todos sus esfuerzos de alterar los eventos tallados en la historia, levantó los pies que los mantenía quietos y el carro comenzó a desplazarse, llevándolos a ambos cuesta abajo. Rodando a toda velocidad como dos tontos suicidas.  
El descenso ocurría a una velocidad antinatural. José sentía el viento en el rostro, y el carro vibraba acorde a una velocidad que no se correspondía con la forma en que se desplazaba el mundo a su alrededor, según lo percibían sus ojos. Sabía que iban rápido, a un ritmo creciente, y sin embargo el mundo avanzaba lento. Sentía aullidos de deleite en el aire, y risas agudas, propias de voces aniñadas. José volteó y vio a su yo más joven dar gritos de emoción. Reconoció su propia voz en los labios de ese espectro del pasado y la voz de Fran tal y como la recordaba, proveniente de sus propios labios, aunque éstos no se movían. Volvió sobre sí, y se posicionó hacia adelante. Miró sus manos aferradas al borde del carro y estas tenían un aspecto diferente. Eran sus manos y a la vez no lo eran. José no tenía esa mancha de nacimiento en la piel que separa el pulgar del dedo índice de su mano derecha. El mundo comenzó a desplazarse a una velocidad nueva, más real, más histérica, más indomable. Miró hacia todos lados buscando la manera de hacer que se detuvieran. Las risas y aullidos de deleite se mezclaron con el viento y se transformaron en ecos fantasmagóricos que no se distinguían entre alegría o llanto. Volteó nuevamente y su yo del pasado miraba hacia la derecha y saludaba con lágrimas en los ojos y una mueca tensa en el rostro que parecía una sonrisa mal esculpida. José no recordaba haber dirigido aquel saludo años atrás. Buscó a aquella persona y la encontró parada a la entrada de la Casa Hintermann. Eran dos. Un hombre y una mujer abrazados por la cintura. Vestidos de entre casa. Sus miradas serias estaban dirigidas a José y lentamente viraron en la misma dirección en la que el carro a rulemanes descendía. Las caras serias de la pareja adoptaron sonrisas forzadas mientras volvían a mirar a José. Pero no fue un gesto natural. La seriedad les mudó en esas sonrisas siniestras sin intervalos medios. Como si se miraran dos fotografías distintas que capturaron momentos separados por unos pocos segundos. José dio un respingo y al sentir su voz no la reconoció como propia sino como la de aquel a quien también pertenecía la mancha de nacimiento en la mano derecha. El carro siguió bajando descontrolado y cambió el rumbo súbitamente al golpear una hendidura en el suelo. Ahora se dirigía hacia la piedra que antes había sido blanca. Una ola creciente de ruidos envolvió el mundo. Las tablas de madera del carro crujían y golpeteaban, las piedras y la tierra bajo las ruedas crepitaban ensordecedoramente. Las voces, que eran ecos en el aire, ahora se distinguían como gritos de terror. Reconocía su voz y la de Fran, y las de dos personas más. No los vio, no hubo tiempo para eso. Solo podía ver que la piedra se hacía cada vez más grande mientras se precipitaban hacia ella sin remedio, pero sabía que aquellas otras voces eran de la pareja a la entrada de la Casa Hintermann, como también sabía que se estaban divirtiendo. La cacofonía envolvente ascendió a decibeles insoportables. José cerró sus ojos y bajó su cabeza alzando las manos para cubrir sus oídos, sin importarle que ahora nada lo asegurara arriba del carro más que la propia gravedad. Pero por algún motivo burlesco, seguía viendo a través de sus párpados. Alzó la cabeza abriendo sus ojos, sin notar la diferencia. El ruido se convirtió en un murmullo lejano. La piedra se les vino encima, o al revés, y un último suspiro se suspendió en el aire. Hubo una explosión roja y un ruido de rotura de cientos de huesos, muy fuerte dentro de su cabeza, como si no existiera otro sonido en el mundo. Las voces se apagaron.  
Y se hizo oscuridad.  
       El canto incesante de los coyuyos se oía kilómetros de distancia. Pero se acercaba. Crecía su intensidad. La lluvia y el granizo se sumaron al coro aguacero y el canto crecía y crecía sin detenerse hasta que dio paso a lo que era en realidad. Un grito desesperado. José, echado a la sombra del Ceibo pataleaba y se sacudía. Parecía que intentaba sacarse hormigas de encima. Sus ojos estaban cerrados con fuerza y su grito parecía que no iba a terminar. Sintió que lo sacudían por los hombros de manera repentina y abrió sus ojos. Se vio sentado con la bicicleta aun sobre sus piernas. A unos doscientos metros bajando por La Ripiosa, los restos de lo que había sido su flamante carro. La obra de sus manos. Un regalo del corazón. También destrozado.  
Empapado, se incorporó. Se dio cuenta de que el granizo había cesado y la lluvia había disminuido. Ahora era una llovizna suave. No sabía cuánto tiempo había estado ahí. Sentía dolor en la garganta y un vacío en el pecho. Sentía hinchados los ojos, pero no podía saber con certeza si aún estaba llorando, la lluvia en el rostro se lo impedía. Pero lo había estado.  
¡José!  
Al voltear, el portón de hierro de la Casa Hintermann se abrió un poco, invitándolo a pasar.  
¡José!  
Se dirigió a la residencia y vio algo que le quitó el aliento. El jardín más lindo que hubiera conocido. Su mamá se pondría mal si lo escuchara expresar lo que ese lugar lo hacía sentir. La pondría celosa por un lado pero tendría que admitir que alguien había hecho un mejor trabajo que ella. ¿Cómo pude haber pensado alguna vez que esa casa estaba deshabitada? Se había convencido tanto de ese hecho, que jamás se le ocurrió dar una mirada más de cerca a ese lugar. La entrada de la Casa Hintermann estaba tapada por una maleza tan densa que hacía imposible deleitarse antes la majestad de tan lindo jardín. José podía asegurar que era intencional. De alguna manera, ese paraíso terrenal había sido escondido bajo un manto engañador para solo ser visto por aquellos con la curiosidad suficiente para descubrirlo. 
¡José!  
Detrás de una magnolia había una mujer palpando una flor. Lo vio y José quiso excusarse de ese lugar dando palabras de disculpa.  
—¡José! No te vayas —dijo la mujer —. Acabas de llegar. Tardaste tanto en entrar que creí que nunca lo harías.  
José miró hacia atrás y notó que solo había pasado el portón por unos pocos pasos. Luego se dirigió a la mujer. Sabía que era una extraña, pero a la vez era un rostro conocido.  
—Disculpe doña, creo que no la conozco. ¿Cómo sabe usted cómo me llamo? ¿Es amiga de mi mamá?  
La mujer salió de detrás de la magnolia, y caminó hacia José.  
—Quizás la conozca, quizás no. Pero seguramente es una persona agradable. —Llegó hasta dónde estaba José y se inclinó para estar cara a cara con él —Pero sí lo conozco a él y por eso se tú nombre.  
Los ojos azules de la mujer apuntaron con un movimiento de la cabeza, hacía un costado. José la siguió y vio cómo un hombre indicaba a un niño no mucho menor que él, cómo cortar una planta con unas pinzas. José había visto una herramienta similar en el invernadero de su casa y era una de las que su mamá utilizaba para hacer cortes específicos que ayudan a la planta a crecer con fuerza. El hombre alzó la vista y sus ojos claros se encontraron con los de José. El hombre le hizo un gesto con la mano para que se acercara. Al mismo tiempo la mujer le dio un suave empujón para animarlo a avanzar. José comenzó a caminar pero se detuvo.  
—Mi bicicleta…  
—Ya nos ocupamos. Ahí está.  
José se fijó dónde le indicaron y la vio parada sobre la pata de soporte, junto a otra. El sol había vuelto a salir. Pero no podría decir en qué momento sucedió. Parecía que la tormenta había pasado hacía tanto tiempo, que José dudaba que hubiera sucedido de verdad.  
—Pero quizás no quieras olvidarte de traer eso  —dijo la mujer, apuntando hacia la entrada—, parece ser algo que te llevó bastante tiempo hacer. Se nota el esfuerzo, sería una verdadera pena que se perdiera.  
José volteó y las cejas se elevaron en un gesto de sorpresa mientras sus ojos se enardecían por el calor de sus lágrimas. Ahuyentó sus emociones con un sacudón de la cabeza, como si se sacara de encima una mosca irritante, y con un rápido parpadeo para aclarar la vista, asentó la mirada sobre un flamante carro a rulemanes que estaba apostado, inmaculado, a metros de él. No era cualquier carro. Era el suyo. No tenía ninguna duda sobre eso. Podría haber apostado el jardín entero de su madre. El carro no presentaba siquiera marcas de tierra en sus ruedas, y la luz del sol jugaba con la superficie de madera, resaltando los colores que él había utilizado, y dándole la impresión de que había otros, los cuales no se encontraba capaz de identificar.  
—Es tuyo, ¿o me equivoco? —inquirió la mujer —. Por aquí es seguro, pero más vale prevenir que curar. Así que traerlo.  
José se acercó con inseguridad. Todavía recordaba el desastre de madera y hierro al pie de la piedra blanca, y no encontraba forma de justificar que no estuviera destruido. Lo había visto reintegrarse frente a sus ojos, pero todo sucedió en mi cabeza, pensó,  cuando reviví la…  
—Esto es un error — dijo dubitativo —. Mi carro acaba de romperse. Se hizo mil pedazos. —Volteó para dirigirse a la mujer —Fue cuando tironeé de la cuerda para que pasara por encima de la raíz y el nudo se soltó. No pude hacer nada, la bicicleta se me vino encima y… se hizo mil pedazos.  
La mujer le sonrió.  
—A mi parecer, los mil pedazos están cada uno en su lugar.  
José tornó sus ojos para ver hacia atrás de la mujer, y vio que el hombre se había acercado.  
—¿Qué los está demorando? —inquirió con voz amistosa dirigiéndose a ambos —.Ya casi estamos listos para pasar. —Sostuvo la mirada en José —Ese es un auténtico carro a rulemanes, amigo. Traélo, que vamos a pasar.  
El hombre dijo algo al oído de la mujer, y ella le dedicó una sonrisa. Ambos voltearon para dirigirse al interior de la casa. José se quedó ahí parado. La cabeza comenzó a  darle vueltas. La humedad empezó a hacerse notar por causa del calor que emanaba del sol. Se llevó las manos al rostro para frotarse los ojos, y luego de hacerlo vio una figura distorsionada frente a él. Parpadeó para ayudar a que la vista se le ajustara luego de la presión ejercida por sus manos, y reconoció de inmediato a Fran, que lo miraba con curiosidad.  
—Te tomaste tu tiempo — le dijo—. Vamos que nos invitaron a pasar. Nos van a presentar a los demás.   
Fran comenzó a alejarse y José que sentía la mandíbula trabada, por fin encontró valor dentro de él y lo llamó.  
—¡Fran!  
Su amigo se detuvo.  
—¿Qué pasa? Nos están esperando.  
José se acercó a su amigo y volvió a perder las palabras. Solo movía los labios pero la lengua le fallaba y no podía formar una oración completa. Miraba a su amigo perplejo a la vez que suspiraba risas de incredulidad que dejaban entrever los vestigios de un llanto reprimido. Alargó su brazo para tocarlo, y apoyó la mano sobre el hombro de su amigo que ahora, a diferencia de la última vez que lo había hecho, le quedaba varios centímetros más abajo.  
—Creciste — dijo Fran con ojos confundidos. Hizo lo mismo y apoyó su propia mano sobre el hombro de José —. ¿Siempre fuiste más alto que yo? 
José tomó la mano de su amigo y observó la mancha de nacimiento en la piel que separa el dedo índice del pulgar. 
—Pasaron dos años —dijo con lágrimas en los ojos. 
Fran retiró su mano con un brusco arranque como si José se le hubiera hecho daño. 
—¿Dos años de qué?  
Una puerta crujió detrás de ellos, y ambos voltearon. Para su sorpresa, estaban en la galería, a pasos de la puerta de entrada de la Casa Hintermann, y bajo el umbral, el hombre y la mujer. Esperando.  
—Vamos. Queremos presentarles a los demás —dijeron a la vez, de manera tan sincronizada que sus palabras se aunaron en el aire formando una sola voz polifónica.  
Fran se dirigió al interior de la casa. Sus pasos involuntarios lo llevaron bajo un manto de sombras que lo cubrieron en el interior de ese lugar. Miró a José y le hizo una seña con la cabeza para que entrara con él. José comenzó a mover la suya en un gesto lento de negación. La mujer dio dos pasos hacia el frente, y se inclinó hacia José.  
—A mi parecer, los mil pedazos están cada uno en su lugar. —Lo tomó de la mano y lo condujo hacia el interior de la casa.  
José volteó una última vez mirando hacia afuera. El carro a rulemanes estaba apostado en el mismo lugar, llenándose de agua, en un suelo invadido por la maleza que se abrió paso por años. El granizo, que nunca se había detenido, lo había estado azotando de manera que la pintura y la madera estaban estropeándose sin remedio. La puerta de la Casa Hintermann volvió a crujir molesta. José, con una expresión soñolienta en el rostro, estiró el brazo, lentamente como un amante que se despide. La puerta se cerró con un golpe que retumbó en un amplio, oscuro, y vacío salón.
     Don Ramírez pegó el último de cientos de anuncios en el pilar de madera de una garita donde para el colectivo. Ante de subir a su camioneta para regresar a casa, se detuvo a mirar una vez más el papel que él mismo imprimió a color. La ropa que José vestía en la foto, no se correspondía exactamente con el atuendo que llevaba puesto la semana anterior, cuando salió con su carro a rulemanes, pero llevaba la misma remera y eso, esperaba, ayudaría a identificarlo a cualquiera que lo viera. No había fotografías del carro; José se lo había llevado antes de poder tomar una, pero Don Ramírez busco una imagen de uno parecido en internet y la montó en la foto del anuncio a modo representativo. Don Ramírez sabía que, al igual que su hijo, aquel objeto se había perdido.  
Recordó el día que fue a buscar a José, luego de que este se ausentara por más de cinco horas de su hogar. Había encontrando una rueda del carro en la curva de la calle de tierra que, tanto Fran como José solían llamar “La Ripiosa”. Al dirigirse a la piedra blanca, que es donde sabía que su hijo había ido para honrar a su amigo, encontró varios pedazos del carro y, junto a los restos, una cuerda de esparto. Era un hecho, se había ido. Algunos vándalos lo han destrozado para divertirse, pensó ese día. Han arruinado también la piedra que José y yo hemos pintado aquella vez en conmemoración de Fran. Don Ramírez regresó al presente. Vándalos, sí. Pensar otra cosa era más inquietante. ¿Cómo te he dejado ir solo? Subió a la camioneta y condujo hasta su casa.  
Detuvo el vehículo junto al buzón y abrió la guantera. De ahí extrajo un control remoto y lo accionó. El portón eléctrico de la casa se abrió y Don Ramírez ingresó a la soledad de su hogar. Su mujer no volvería hasta la mañana siguiente. Estaba en casa de sus padres, buscando las razones para no dejar al inconsciente de su esposo, y para no odiarse a sí misma por no poder decidirse a dejar de amarlo. Había comenzado una guerra en el hogar, donde había más batallas perdidas que batallas ganadas. Y como en toda guerra, ahora estaban en medio de un armisticio.  
Don Ramírez detuvo el vehículo fuera del garaje, tomó una resma de papel y una caja con tintas negras y de color del asiento del acompañante, y bajó de la camioneta. En una o dos horas comenzaría la nueva tirada de impresiones del anuncio para mañana cubrir los lugares a los que hoy no llegó y para reemplazar aquellos anuncios que fueran arrancados de su lugar o estropeados por alguna otra causa. Sabía que podía encargar el trabajo a una imprenta, pero sentía que era más productivo si él mismo lo hacía. De otra forma, tendría que viajar hasta la ciudad, tiempo que consideraba perdido. Tendría que pagar por el trabajo, y eso le daba asco. Asco de pensar que alguien, de alguna manera, estaría lucrando con la desaparición de su hijo. Imprimir los anuncios él mismo también significaba un gasto, pero era diferente. Simplemente lo era.  
Colocó la resma bajo el brazo y sostuvo la cajita de tintas con los dientes. Con la mano libre buscó las llaves de la casa en uno de sus bolsillos. Cuando las extrajo se le cayeron al piso. Emitió un gruñido de impaciencia. Se inclinó para apoyarse sobre una de sus rodillas y tomar las llaves cuando, desde el rabillo del ojo, le pareció notar movimiento dentro del invernadero. Volvió antes, pensó.  
Decidió abortar el ingreso a la casa y, en cambio, dejó las cosas en el suelo y fue hacia el invernadero. En el camino iba pensando en la mejor manera de saludarla. Iniciar la conversación era el más difícil de los pasos. Una Ruleta Rusa, donde no se sabe si el martillo del revolver resonará en una ranura vacía o si accionará la bala que te volará la cabeza. Las estadísticas de don Ramírez inclinaban la balanza hacia el balazo en la sien. Es injusto. ¿Cómo puede culparme por todo? No necesito que nadie me eche la culpa. ¡Sé que la tengo! No hace ningún bien en repetírmelo. ¡Y que lo haga tampoco lo va a traer de vuelta!  
—Esta no es una buena forma de practicar el diálogo —se dijo en una voz que sonó más dentro de su cabeza que fuera de ella —. Amabilidad y amor ante todo. Es lo que dicen todos esos libros de mierda.  
Llegó a la entrada del invernadero y se detuvo allí. El lugar, que por los azotes del fuerte granizo de la semana anterior estaba hecho un desastre de barro y colgajos de plástico en lo que había sido un techo, estaba vacío. Solo había algunas plantas enteras, pero que ya tenían las marcas evidentes del abandono. Don Ramírez creyó que pasarían dos cosas, y ninguna sucedió. Primero creyó que terminaría la mañana, disgustado y molesto producto de una nueva sesión de discusión matrimonial. Pero su esposa no estaba allí. Segundo, creyó que sentiría alivio de no haberla encontrado en el invernadero, porque eso habría evitado lo anterior, pero el alivio tampoco estaba allí. Se sintió triste, porque aunque hubiera sido que su esposa estaba allí, y aunque hubiera ocurrido que discutían una vez más, al menos no estaría solo.  
Exhaló su frustración por la nariz y una brisa suave le sacudió el cabello. Con la mirada al suelo, se quedó inmóvil, meditando en su cabeza, reproduciendo conversaciones, reviviendo experiencias, recordando la risa de José. Y esto último fue lo que más tiempo se quedó rememorando. Podía escucharla en sus diferentes versiones. La risa de alegría, la de nerviosismo, la de tentación, la que no tiene ganas, la que no puede contenerse. Las risas flotaban en su cabeza acompañada por los gestos en el rostro de su hijo. Hacían ecos en el aire y se mezclaban entre sí. Los ecos empezaron a ceder y las risas adoptaron un sonido más nítido, más real, más presente. Las risas se aunaron y solo quedó el sonido de una sola de ellas. Y esta última sonó en su oído y un aliento tibio le rozó la piel. Don Ramírez abrió los ojos sobresaltado y se llevó la mano a la oreja en que había sentido el calor de la respiración. Alternaba los ojos como alguien que acaba de despertar súbitamente, no producto de una pesadilla, sino más bien como alguien que está disfrutando de un sueño y es arrancado de este por alguien que lo despierta con un balde de agua fría. La respiración agitada hacía que el pecho le subiera y bajara de forma acelerada. Observó el lugar con ojos confundidos, respiró hondo y tragó saliva. Comenzó a girar sobre sí mismo para salir y vio en el suelo la rueda que había encontrado del carro a rulemanes y, junto a esta, la cuerda de esparto. Dirigió a los objetos una mirada de extrañeza y cuando comenzaba a inclinarse para tomarlos, un niño de metro y medio entró corriendo al invernadero a las risas, chocando a don Ramírez por el lado derecho, haciéndolo trastabillar. Ni bien recobró la estabilidad fue embestido por otro niño de una estatura parecida, por su costado izquierdo. Ambos se perseguían por los mesones armados con tablones y caballetes, riendo agitadamente.  
—¡Ey! ¡Chicos, paren un poco! —les gritó don Ramírez.  
Los niños hicieron caso omiso y se escondieron en la parte final del invernadero, cerca de la mesa de trabajo. 
—¡Esto es una casa de familia! —dijo don Ramírez —o solía serlo —pensó, dándose cuenta de la ironía —. ¡Es propiedad privada! No pueden entrar así nomás a una casa ajena.   
Fue hacia el fondo del invernadero, atento de que los niños no escaparan por los costados.  
—Voy a llamar a sus padres —dijo amenazante, pensando en que no tenía forma de hacerlo. No sabía quiénes eran. No había visto sus rostros. Los niños eran unos extraños. Pero su mente comenzó a confrontarlo con algo que no había podido ignorar. ¿Seguro que son unos extraños? ¿Entonces no reconociste la remera de uno de ellos? Claro que sí lo hiciste. Está en todos los anuncios que tan obstinadamente decidiste imprimir. Y las risas. Esas risas, no estaban en tu cabeza, sino aquí mismo.  
Don Ramírez giró por la esquina de uno de los tablones al final del invernadero y los vio a ambos sentados ahí. Uno de ellos ajustaba una rueda con cubierta de goma a un carro a rulemanes a medio terminar. Pero la madera del carro estaba rota, húmeda y cubierta de podredumbre. Muchas partes estaban salidas de lugar o mal colocadas. Pero la pintura estaba fresca, goteando espesa y  profusamente, manchando todo lo que tocaba de un color rojo oscuro. Pero el carro a rulemanes de mi hijo no era rojo.  
Don Ramírez dejo escapar un suspiro, y el niño con la remera de José levantó la mirada.  
—Hola, pa. ¿Necesitas ayuda? 
Don Ramirez abrió la boca y volvió a cerrarla. Luego la abrió otra vez. 
—Yo… ¿José? —Hubo un alivio repentino en su interior. Comenzó a sentir alegría pero el sentimiento rápidamente se transformó en enojo— ¿¡Dónde carajo te has...!? 
Pero no terminó la frase. La tabla de madera prensada para herramientas que colgaba de la pared se vino abajo con metálico estrépito. El otro niño volteó y lo encaró. Don Ramírez dio un respingo. Lo que había sido el rostro de un niño, ahora eran los restos de una cara después de golpearse a toda velocidad contra una piedra. Le faltaba la mitad de la frente, el ojo izquierdo se había perdido, y el derecho estaba aplastado tras el hueso quebrado del pómulo. La nariz estaba hundida y debajo de ésta solo se veía un hueco del que sobresalían unos pocos dientes. La mandíbula inferior colgaba de un hilo de piel. No había forma de reconocer ese rostro, pero don Ramírez sabía quién era. Había visto ese mismo rostro destruido al pie de la piedra en La Ripiosa dos años atrás, cuando acudió al lugar luego de que su hijo llegara a casa con las manos llenas de sangre, diciendo que Fran había tenido un “problema”. Que necesitaba ayuda, que no quería levantarse y que él, José, le había dicho que buscaría ayuda, que todo estaría bien, que ya vendrían a curarlo.  
Don Ramírez comenzó a caminar hacia atrás, sin poder apartar la vista de ellos, que lo seguían con un movimiento lento de la cabeza.   
—Hola, pa. ¿Necesitas ayuda? —repitió José.  
No ese no es José.  
—¡Le vamos a hacer saber si vuelve el fantasma, señor! —gritó Fran. La voz provenía de lo que había sido una boca, pero que ahora era solo una cavidad rojinegra—. Tráigase una aspiradora por las dudas. Al decir esto último, la mandíbula inferior que pendía de un trozo de carne, se balanceó haciendo que se cortara lo que la mantenía aferrada al resto de la cabeza y se desplomó en el suelo. Hubo un silencio, y ambos niños comenzaron a reír rodando en el suelo con las manos en el estómago. Las risas se elevaron y resonaron en aquel invernadero. Don Ramírez siguió retrocediendo de espaldas hacia la puerta. Ahora tenía las manos en los oídos, para protegerse de un sonido que estaba lejos de ser placentero. Pero era inútil, las voces aniñadas le inundaban la cabeza, y daban vueltas en ella. Dio un último paso, a la entrada del invernadero, y apoyó su pie sobre un objeto que patinó bajo el peso de su cuerpo. Perdió el equilibrio. La rueda con cubierta de goma salió disparada y chocó contra un caballete. Don Ramírez chocó contra el piso. Las voces se apagaron.  
Y se hizo la oscuridad. 
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michellehoudini · 6 years
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Carta a la persona que quise como el amor de mi vida
Este tiempo, para ser exactos 5 años que comparti a tu lado, cada momento desde que te conocí hasta el día de hoy ha sido increíble. Increíble como una persona puede dar un giro en tu vida.
Te conocí con una sonrisa que iba cachete a cachete, con esa alegría que te caracteriza, esa mirada profunda que cubre tus ojos, ese cuerpo tan seductor que cualquier chica quisiera tener a su lado. Pude conocer cada rincón de tu ser y de tu alma, te acaricie varias veces con miradas, con deseos, con anhelos y sé que los sentiste porque te quedaste a mi lado.. pero solo 5 años.
Al principio para mí fue: tener un fantasma pero para ti es que lo tengo aún (eso creo), un fantasma de una persona que fue mi primer amor, la persona que hizo sentirme amada y querida, la que me hizo creer que un amor es un cuento de hadas.
Te conté muchas cosas de él, cada cosa y esa fue mi perdición, compartir cada sentimiento hacia el, decirte lo profundo que me enamoro y cuando se fue cuanto sufrí.
Gracias a él me corrompi, experimente el dolor más profundo: sufrir por un amor que yo creía que era un cuento de hadas.
¿Sabés? Pense que ese dolor jamás se iría, que nada en este mundo podría desvanecer lo que sentía.. tome años en reponerme, verlo día a dia, hablar con el, sus ojos siempre me atraparon y yo siempre cai. Y lo repito .. esa fue mi perdición.
Quiero confesarte que hice hasta lo imposible para que el sintiera algo de lo poco que yo sentí.. fue andar con un chico que era su compañero de secundaria.. que sabía que si él me veía con el.. a pesar de todo le dolería un poco.
Sin buscar sin planearlo yo te encontré y ese ha sido un capítulo en mi vida lleno de aventuras .
Me pediste mi numero, que saliéramos, ibas a buscarme.. y poco a poco en nombre de Víctor Hugo fue opacando ese fantasma .. cada cosa que me decías.. que veía tu interés en mi.. hizo darme cuenta que yo podría ser feliz con otra persona .. y escribir un cuento de hadas de nuevo.
Así estuvimos hasta llegar al punto de querer verte todo el tiempo.. me levantaba temprano para ir a verte .. yo planeaba y soñaba en la noche la mañana siguiente.. cómo sería .. de que hablaríamos?
En verdad que todo iba bien.. y con complicaciones pediste que fuera tu novia.. pasó la primer foto.. la primer cita.. la primera vez que estuvimos juntos, la primera mañana , la primer tarde, la primer noche, la primera vez que vi a tu familia, la primera vez que viste la mía, el primer beso, la primera caricia, la primer vez después de mucho tiempo que yo era feliz.
Yo no sabía lo que nos esperaba pero lo aposté todo para ser feliz de nuevo.
Al paso del tiempo recuerdo que éramos una relación normal hasta que lo tétrico se vio algo hermoso ... Waaaao Michelle está celosa.. Waooooo .. Hugo está celoso . Fue lindo la primera vez y quizá la segunda.. empezamos con la tercera.. la cuarta .. la quinta y después de un tiempo ya no fue divertido.. cosa que nos llevaba a decir.. amor si quieres no le hablo.. y sabes que? Lo tétrico fue lindo por segunda vez, amor no te pongas celoso.. ya no le hablaré.. y así fue pasando . De los detalles o las cosas que en verdad no eran lindas.. lo vimos lindo al principio.. prohibiciones absurdas que nos llevó a la desconfianza.
Sinceramente el hecho de que te dijera que hablaba con Joaquín no te parecía ya que tú sabías perfectamente lo que había sucedido al igual que yo con Magda.
Joaquin fue un capítulo tan hermoso que anlehaba esa felicidad, ese cuento de hadas. Que cada vez que el quería tenerme en sus manos y hablar ... Yo absurda cedía, un Hola lo respondia, un Necesito un favor de la misma forma y era muy extraño porque en ese entonces yo ya no lo veía y hasta la fecha sigo pensando porque lo hacía . Porque me niego a pensar que yo era la estúpida que estaba cuando él necesitaba algo. Porque buscarme porque hacerlo si el tenía una escuela superior a la mía, una novia superior a mi, una casa superior a la mía, tenía su propio medio de transporte porque buscarme? Porque a mí? Quizá porque jamás dejé de ser una tonta hacia el .
Yo estando contigo pase por muchas cosas buenas y malas, por momentos buenos y también malos que siempre llevaré a cada momento en mi memoria.
Todas esas aventuras , travesuras, hice cosas contigo que jamás hice con nadie más y entre ellas fue tener un hijo . Un hijo que nos cambiaría la perspectiva de nuestras vidas.
Al paso del tiempo también hubo muchísimos errores, los cuales nos marcaron para toda la vida, errores que nos enseñarnos que equivocarse a veces nos puede costar perder a la persona que amas.
Quiero que cuando leas esto no te quede la menor duda que llegue a amarte de una manera inexplicable.
Al paso del tiempo esos errores nos hicieron perder la confianza que en un principio teníamos. Perdimos el respeto poco a poco a nuestra relación.. poco a poco nos fuimos equivocando de una manera anormal .
Las cosas lindas como unos celos bonitos al principio al paso del tiempo se hicieron cansados y fastidiosos, se volvieron en desconfianza uno con el otro, la manera en la que nos enojabamos, terminábamos.. salíamos yo con los míos.. tu con los tuyos.. fue desgarrando ese lazo fuerte y grande que era nuestra relacion. Hay personas imborrables como Betsy, Joaquín, Magda, Javier, Litzully, Santiago, Fernanda, Sergio, Kitzel . Que gracias a nuestros arranques de celos, de querer un nuevo comienzo lejos uno del otro.. pasaron como una estrella fugaz, que estuvieron presentes, sin embargo no se quedaron . Que irónico no.. buscar en alguien más lo que ya teníamos nosotros. Buscar una nueva relación, un nuevo comienzo lejos de ti y nos dimos cuenta muy tarde que el único hogar que necesitábamos era tenernos uno al otro.
No fue fácil, habatir todos esos problemas pero no sé cómo siempre salíamos a flote.
Las personas lo interpretaban como una relación tóxica. Pero lo más tóxico que he tenido ha sido Joaquín
Cuando llegó mi pequeño pensé que todos los problemas y cicatrices se cerrarían . Que todas esas peleas por haber tenido un noviazgo o haber salido con amigas se podían cerrar .
Y así lo fue , saber que venía en camino, que pronto tendríamos una cría tuya y mía ha sido de las emociones más emocionantes y fascinantes. ¡Por fin vamos a ser papás!
A pesar de todo, a pesar de que no tuviéramos trabajo o dinero,a pesar de que tú no tenías ni idea de lo que iba a pasar sé qué al verlo también sentiste lo mismo que yo... Cómo podrías amar a un ser que acaba de existir y dar la vida por el sin pedir nada a cambio.
Gracias por estar con nosotros, gracias por las veces y noches que no dormiste , gracias por cuidarme en mi recuperación, gracias por bañarme cuando do yo no podía hacerlo, graciasppr limpiarme cuando me gano del baño, eso jamás lo podré olvidar.
Todo iba bien? Que podría pasar?
Dejarme llevar por lo que dice la gente..
Deberían tener su propio espacio.. deberían empezar un futuro juntos los tres, cuanto piensas vivir así ? Estar de una casa hacia otra todo el tiempo? Cargar maletas todo el tiempo.. y llego esa idea a mi cabeza . , Idea que no pude sacarla y tener una idea segura:
Vivir los tres aparte .
Puede sonar absurdo pero ha sido la idea más estúpida que he tenido, te obligue a ti sin compasión ni comprensión del que sentías.. si estabas seguro o no.. pero las peleas no se hicieron esperar, promesas que en su momento no se cumplieron como irnos en Diciembre los tres .. era Abril y yo te seguía presionando algo de lo que tú me prometiste que harías en Diciembre.. ahorrar e irnos juntos.
Así que dije.. porque seguir esperando.. ya pasó enero, nuestros cumpleaños , marzo, abril..
Y comenzó todo.. presionarte y presionarte hasta hartarte como suelo hacer con la gente, hartarse hasta conseguir lo que quiero.
Y no fue la excepcion
Te puse un límite absurdo y extremo. Pero yo solo quería empezar contigo una familia bonita con mi bebé y tú. Sin el abuso de tu mamá, sin las cosas que tengo que hacer en mi casa.
Quería poner mis propias reglas, contigo, de nuestra casa, pintarla, decorarla, criar a nuestro bebé juntos.
Pero ya los dos sabemos que fue lo que pasó.
Me estás hablando sabes y no puedo explayarme tanto .
Así que llegaré hasta el día de hoy .
Por la equivocación que tuve con Sergio. Tú te decepcionaste de mi . Y no te culpo en verdad que no pero me condenaste.
Me hiciste creer que me darías una oportunidad para ser feliz pero te convertiste en algo que yo no conozco, lo esperaba claro que sí . Pero tú has llegado más lejos que nada.
Cómo te lo he dicho.. en verdad que ahora siento que lo tuyo ya no es amor sino estar conmigo solo para hacerme la vida imposible que al paso del tiempo yo te la hice
Saber a dónde voy, con quién voy, decirte a donde llegó, enojarte si no respondo un simple mensaje , perdoname pero yo no estoy acostumbrada a eso . Mis papás jamás lo hicieron y ellos eran la autoridad más grande que he tenido. Y sinceramente que venga de tu parte se me hace como muy fastidioso, todo lo que me dices no concuerdo contigo. El no tener dinero me pone estresante que cualquier cosa que me digan me hace hervir la sangre. Y con tus comentarios . Me hace sentir que yo estoy harta de todo y de todos
Tú te convertiste en otro, yo me convertí en otra, no somos los mismos de antes.
Me equivoqué pero eso no te da ningún derecho de como a veces llegas a tratarme. Piensas que ha sido muy fácil mi vida , claro . Voy a la universidad.. mis papás me dan el dinero, a mi hijo no le hace falta nada porque ellos le dan de comer
Porque yo estaría mal? No hay razón para hacerlo.
Sin embargo con tus comentarios, con tus celos extremos, con tus inseguridades has hecho que yo simplemente ya no quiero estar contigo y ya no me interesa si eso es algo que tú quieras perdonarme y estar contigo porque me diste una oportunidad, ya cambió todo mi interés en una oportunidad, eso es lo de menos. Simplemente ya no quiero seguir soportando celos que no van, cosas que no van, no puedo quedarme a platicar con Eli porque salgo a tal hora y a tu casa debo llegar a tal hora, no puedo ocuparme de mis responsabilidades en mi casa a porque si las hago, ya no estoy contigo y si no estoy contigo ya no te amo, cosas que son como arena.. pero si las vas juntando se vuelve más pesado y pesado, no tengo una vida normal y tampoco un matrimonio normal, daría lo que fuera porque nuestra relación fuera como al principio, enserio no tienes idea .
Simplemente ya estoy cansada de tus impulsos, de que me quieras tratar como una esclava, de no poder estar con mi mamá, de poner un tiempo.ño determinado cuando salgo con ella,
De tener miedo a ir por las tortillas y encontrarme a una amiga que quizá quiera platicar conmigo y no puedo porque si me tardo te vas a enojar, de no salir con Eli al cine porque me dirás que soy mala madre. De avisarte cuando cago o no, de avisarte que le estoy cambiando el pañal a Caleb , de hacer cualquier movimiento y decirte, de eso estoy cansada. Ya no me interesa una oportunidad en lo más mínimo. Solo quiero ser libre y no tener una cadena que me impida hacer mi vida normal
Te lo creería si fuera invalida, si fuera sorda, si fuera ciega, eso sería quizá un obstáculo para hacer una vida normal pero no la tengo gracias a Dios y por un error no voy a vivir toda mi vida así. Ya no quiero
Y ahora más que nunca ya no me dejó . Y eso lo que no te parece. Esta será la última vez que hable de esto porque yo ya lo quiero estar contigo jama en mi vida.
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amifikunohime · 6 years
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Mamihlapinatapei Capítulo 4: Lucifer.
 —Oh, Envy. Con que aquí estás —dijo una joven de cabello castaño y ojos naranja a un muchacho de edad aparentemente un tanto menor, vestido de mayordomo elegante.
—¿Se le ofrece algo, señorita? —respondió este, mirándole sin una pizca de emoción en los ojos. Su estatura no era muy alta, pero sí superaba a la de su presunta ama.
—Oh, no realmente… tan solo me preguntaba cuándo llegaremos a algún cuarto de juegos. El campo es precioso, mas no lo suficiente para entretenerme. Necesito juguetes y usar estos juguetes, ¿sabes?
—No se preocupe, señorita. Estoy seguro que llegaremos a algún reino, el descanso de los caballos terminará pronto.
—Ah… espero que en el castillo todo se encuentre en orden. Seguro se preguntan por qué me he ido tan repentinamente —al decir esto último, ella cubrió sus propios labios con la palma de su mano derecha para disimular su risa tímida.
A la orilla de un lago, algunos metros lejos de ellos, se hallaba un carruaje elegante de rosa salmón y oro. Este era tirado por un par de caballos: uno comía de las zanahorias que le daba otro sirviente, mientras que el segundo caballo bebía del agua del lago. La joven dama los miraba tranquila y risueña. Cuando se distraía, Envy posaba su mirada sobre ella y, aunque no sonreía, se notaba un brillo en sus ojos, el cual era apagado inmediatamente cuando ella se giraba para corresponderle la mirada.
—Siempre eres así…
—¿Disculpe, señorita?
Ella tan solo negó con su cabeza, aún sonriente, y alzó la falda de su vestido lo suficiente para caminar hacia el carruaje, pero a medio camino se quitó los tacones aguamarina, mismo color de las piedras en su joyería, y corrió en círculos por el campo, captando así la atención del jinete y el sirviente también. Reía como una niña pequeña que se sentía libre de todo estrés mundano, como si tuviese todo un universo para comerse por delante, y fue entonces que lo vio: un ensangrentado desconocido caminando por el sendero. 
—Vaya, la suerte me sonríe esta tarde —susurró para sí misma, mordiéndose el labio en otra de sus sonrisas divertidas, justo antes de extender su pie.
Envy, al notar esta acción, corrió hacia los tacones de la joven y luego hasta ella para colocárselos delicadamente. Esta mujer, aprovechando que el rostro del mayordomo no se hallaba tan alejado, se inclinó levemente para besar su mejilla como un gesto de agradecimiento. Él agachó el rostro para ocultar el rubor con los largos mechones de su cabello rubio, el cual le llegaba hasta la cintura, mas lo recogía con un listón negro; ella sonrió, porque sabía la verdad desde hace mucho tiempo. Tan solo le gustaba jugar con las emociones de los demás y su querido Envy era tan, tan adorable… que disfrutaba tirar de él hasta romperlo.
Muy pronto el herido se hallaba frente a ellos en el sendero, pero no fue hasta que notó el carruaje que decidió acercarse a la dama, pues era la única que no vestía como servidumbre. Para no manchar su brillante vestido rosa coral, se detuvo a metro de distancia y, como le permitieron las heridas, le saludó con una reverencia.
—Disculpe mi intromisión, señorita…
—Aricia. La princesa Aricia —se presentó ella.
—Su majestad, mi nombre es Morrison, y busco refugio de la terrible situación en mi reino.
—Oh, ¿acaso es usted un noble?
—No, su majestad. Tan solo soy un lector que sufre la tortura de su pueblo, el cual está condenado por la tiranía de sus reyes —explicó el desertor.
—Oh… ¿es así? Qué terrible infortunio el tuyo, joven Morrison —le respondió Aricia, cubriendo sus labios con un abanico de mano— ¿tan crueles son los reyes de ese lugar?
—Lo son, su alteza, vaya que lo son. En especial el rey tirano, el ejecutor: Trapsuki. Ese hombre es un desalmado, no tiene emociones, algunos dudan que sea humano. Nadie es feliz si él se encuentra presente, su majestad, todos temen el filo de su cuchilla y el fuego de sus armas; la prueba soy yo, que tan solo tuve la mala suerte de caminar cerca de él y ¡bang! Me disparó de gravedad; si no fuese porque esquivé el golpe, ahora me hallaría muerto.
—Me han interesado las tierras que dices. Algo así no debería pasar desapercibido, ¿me contarías más en el carruaje?, ¿en dónde se ubica este reino?
—No es algo que usted debería saber, su majestad. Es peligroso ese lugar, jamás enviaría a una dama pequeña y delicada como usted a semejante barbarie. Le contaré todo lo que necesite saber, aunque temo manchar sus asientos de sangre.
—Oh, por ello no se preocupe, caballero, que Envy es hábil en la limpieza, ¿no es así, Envy? —la princesa le dirigió una mirada al aludido y este asintió en respuesta.
—Así es, señorita. Me encargaré de toda mancha en vuestras pertenencias —añadió el mayordomo.
—¿Lo ves? No hay de qué preocuparse, ahora vayamos para que puedas contarme más de todo este…horror— continuó la gobernante extranjera, ahora que tenía el apoyo de su sirviente, y le hizo un gesto al jinete—. Adelante, Shamus.
El carruaje se puso en marcha con la princesa, el mayordomo y el fugitivo dentro de él, mientras que el otro sirviente acompañaba al jinete de nombre Shamus en el asiento delantero y externo al carruaje. Morrison se encontraba confiado, sin esperarse el lugar a donde le llevaban; aunque al inicio escuchaba sus quejas, eventualmente la dama dejó de prestarle atención y se enfocaba más en el atractivo de este. Su forma de hablar era tan viva, tan pura, tan idealista que le provocaba unas terribles ganas de estrangular su cuello y escucharlo suplicar ronco. Ante estos pensamientos, la joven le dedicó una leve sonrisa y él se ruborizó, ignorante la naturaleza de esa mueca.
Aquella mujer, con sus mejillas pecosas y ojos brillantes, era como un ángel, o eso pensaba Alexei. Era tan calmada y elegante, incluso emanaba una especie de inocencia corrupta; ningún rey o reina podía hacerse llamar inocente, y él sabía eso; que seguramente ese bello ángel también había encubierto terribles actos. Mas no le importaba, eso no esfumaba la inocencia de su sonrisa. Le había acogido y escuchaba sus quejas, contestando prudentemente a todo lo que decía; sus palabras eran exactamente lo que él quería escuchar, incluso logró que por unos momentos se olvidase de la prometida que esperaba su regreso al reino. Había salido a buscar ayuda y creía haberla encontrado. Qué terrible equivocación.
Fue entonces cuando el carruaje no se detuvo frente a un castillo ni entrada a ningún reino, sino frente a una granja abandonada con animales muertos cuyo hedor penetraba sus fosas nasales y le ocasionaban náuseas. El rebelde observó confundido a la dama que mantenía inmutable la sonrisa pacífica frente a él; se veía ligeramente vacía ahora, sus ojos habían perdido el brillo y, aún así, le hallaba terriblemente atrayente; por otra parte, el rostro inexpresivo de Envy podía pasar desapercibido sin problema alguno. Tenía sus ojos fijos en ambos, intercalando, cada cierto tiempo, su atención entre ellos; pero era como si un fantasma observara en su lugar. Para Morrison, en ese coche tan solo existían Aricia y él.
—¿Y qué pretendes que yo haga? —rompió el silencio la princesa.
—No lo sé, tan solo deseaba su…—analizó esa pregunta por unos momentos, ¿qué es lo que deseaba realmente? —opinión.
—Si es así: creo que es terrible lo que cuentas, que los reyes no cumplan con sus labores, sin embargo… tampoco entiendo del todo la situación en tu reino. ¿Realmente debes ser tú quien cambie algo? Podrías simplemente quedarte conmigo.
—¿Disculpe, su alteza?
—De donde yo vengo: todos son felices. Nunca hay problemas. Nadie muere. Sin embargo, no cualquiera puede acceder a esa puerta… ¿cómo sé que eres merecedor de unirte a mí?
—Sé que ahora mismo no lo soy; tan solo soy un joven con sueños revolucionarios. Deseo poder cambiar la situación en mi reino, pero a veces me siento tan deprimido por mi impotencia que prefiero olvidarlo todo.
—Tienes carácter, podrías lograrlo si te lo propones, pero no tienes por qué pensar en eso cuando estás conmigo —susurró esto último, acercándose al joven para acariciar con sus dedos la herida que había hecho Trapsuki en él, manchando así de sangre sus guantes.
—… ¿está bromeando? —preguntó incrédulo el joven, al notar la naturaleza del comportamiento de la princesa. No le cabía en la cabeza la posibilidad de que una joven portadora de una corona se le insinuase en su carruaje estacionado junto a una granja pútrida.
—No, no lo estoy; y sí, deseo esto —le contestó ella, sonriendo con la vista de esa herida, en la que hundía poco a poco sus dedos —. Envy, la soga y mi látigo.
—Como ordene, señorita —el mayordomo rápidamente tomó una caja que se hallaba oculta bajo el asiento y de esta sacó la dichosa soga, manchada de sangre seca y demás cosas. Entonces, se abalanzó hacia Morrison para obstruir todos sus movimientos con el objeto mencionado; era obvio que estaba acostumbrado a atar humanos por la hábil forma en que realizaba los nudos.
—Te mostraré los beneficios de ser mío —sentenció Aricia.
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lavidadearchie · 6 years
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Vol 1. Capítulo 1: ¿Por qué?
Hola... Bien yo contaré mi historia y no crean que será larga, de hecho es muy breve, sí, una historia de sólo 17 años, verán yo estoy muerto... No, no se preocupen, está bien, ya lo acepté, morí hace un año y sigo aquí, entre ustedes, soy el vigilante perpetuo de la vida en la tierra, soy un fantasma, soy Archivaldo.
La vida como muerto es muy solitaria y es bueno poder contarla, verán yo... No sé por donde empezar, claro, por mi vida antes de mi muerte, mi vida en vida:
Yo era un chico de la ciudad, de hecho no hay mucho que contar, pues nací un día de verano del 97, el más caluroso del año. Tenía un hermano mayor, Maxie… como lo extraño… la última persona con la que hablé y no fue algo muy lindo, como sea, crecí en un barrio medio de la ciudad capital, vivamos en un departamento en el quinto piso, sí, quinto piso, aún recuerdo el aroma de café en la mañanas preparado por mi tía Yoli, ella siempre se preocupaba por mí, una mujer muy correcta y quizás conservadora. Papá huyó dos años después de que nací, en realidad desapareció según dice mamá, yo sospecho que se escapó, a veces yo también quería escapar, no me juzguen, era un adolescente.
Mi madre es gerente de un restaurante en el centro de la ciudad, a veces desatenta con nosotros, es un gran mujer pero a veces Yoli parecía tener más control sobre mi hermano y sobre mí. El departamento es herencia de mi abuelo para sus dos únicas hijas así que ahí vivamos, era mi hogar.
Mi hermano, Maxie, fue siempre todo lo que yo quise ser, mayor, exitoso en los estudios, con muchos amigos, el orgullo de nuestra pequeña familia, tal vez yo era el consentido pero siempre terminaba siendo comparado con el gran hijo prodigio, que pesadilla. Mi hermano siempre se preocupaba por mí, cuando deje la preparatoria porque no quería seguir estudiando, cuando quise vender drogas para conseguir dinero, e incluso cuando me di cuenta que las drogas no eran lo mío se preocupo por conseguirme un empleo en una oficinita de telemarketing (es decir los que llaman a tu casa a arruinarte el momento con promociones estúpidas), todavía puedo oír sus últimas palabras en mi memoria:
-Archie, aprovecha el momento, la vida es un viaje y no da la vuelta atrás, no la desperdicies como lo has estado haciendo- -Bueno, no estoy seguro de querer seguir viajando, me quiero bajar- dije muy enojado, supongo que alguien me escuchó porque para la siguiente hora estaría muerto. -No digas eso, me gusta estar contigo- -Max, te quiero, eres mi hermano pero si seguimos juntos el único que brillará serás tú, siempre eres tú, ya no quiero, quiero ser reconocido por mis logros, mi estúpido trabajo lo conseguiste tú, soy un inútil, aléjate de mí- y lo empujé con mucha fuerza, lo derribé.
Recuerdo correr por las calles de la cuidad sin saber bien a donde ir eran las 3 de la tarde, fue un octubre, ya saben lluvias frecuentes. Para no perderme decidí caminar en las grandes avenidas principales. Reforma. Estaba a unas cuadras de llegar al emblemático Ángel de la Independencia cuando vi un enjambre de insectos negros, eran muy extraños, tuve miedo, se dirigían hacia a mí, corrí en dirección contraria tratando de escapar de esas criaturas hasta que un semáforo me detuvo, los vehículos pasaban a toda velocidad, no podía cruzar, di media vuelta, las demás personas que estaban ahí parecían no verlos, yo grité y cubrí mi cara con los brazos, la gente se detuvo y volteo a mirar, los insectos también se detuvieron, volaban frente mío, uno de ellos se colocó en la cabeza de una chica con el cabello morado, se introdujo en su cabeza como si se fusionara con ella.
-Estoy alucinando, estoy alucinando- me repetía mientras la gente me miraba como si fuera un vagabundo demente.
La gente se me acercaba, algunos insectos volaban hacia ellos, parecían entrar a sus cuerpos. Un señor me preguntó si estaba bien, dijo que me veía pálido, de pronto sonó mi celular: Maxie.
-Archie ¿Dónde jodidos te metiste?- -Maxie un enjambre me persigue...- -¿Abejas en la ciudad? Busca refugio- -No son abejas, son insectos negros y muy feos, están encima de la gente... ven por mí Maxie- -¿Dónde estas?- -Yo...-
No pude decirle nada, no me pude despedir, ni siquiera pude decirle lo mucho que lo quiero, a veces no te arrepientes de las cosas grandes que haces o no haces, a veces de las cosas que te arrepientes son de las cosas pequeñas que pudiste haber hecho y no hiciste. Debí abrazarlos a todos la última navidad porque para variar discutí con mamá por haber dejado la escuela, debí decirle a mi tía Yoli lo mucho que la quería por haberme ayudado y escuchado cuando lo necesite y Maxie… debí escucharlo.
Miré a la chica del cabello morado, en la que el primer insecto se internó. Se acercaba a mí cuando del cielo le cayó una polea de una grúa. Todo el mundo gritó, yo no pude moverme por el miedo. De pronto vi que un insecto estaba en mi brazo y con mi mano lo aplasté, fue como si rompiera una  pequeña esfera de árbol de Navidad… una esfera vacía… dolió… algo me dijo que no debí hacer eso. Miré hacia arriba. Lo último que vi fue la viga de acero cayendo de lo alto de un edificio sobre mí.
Silencio.
Angustia.
Miedo.
Desperté… bueno "desperté" a unos 10 metros de incidente, no sé cuanto tiempo me fui. Cuando me levanté mi celular estaba en el piso con la pantalla rota. Pude ver que Maxie estaba llamándome, traté de tomar el teléfono pero me era imposible. Mucha gente estaba aglomerada alrededor de donde cayó la viga, no podía ver nada. Un sujeto muy sucio y drogado vio mi celular, lo tomó y se lo llevó, nadie lo vio, yo corrí tras él, lo alcancé traté de tomarlo por los hombros pero no pude, lo atravesé como si el sujeto fuera de aire. Algo en mí me lo decía que yo ya estaba muerto.
Deseché la idea rápidamente, debía estar inconsciente en algún hospital y esto era parte de un sueño, tres ambulancias, una patrulla y una camioneta de la televisión llegaron un rato después, me acerqué y pude escuchar a los policías hablando con el reportero:
-¿Qué se supone que pasó aquí?- dijo el reportero. -Una grúa de este edificio en construcción falló por falta de mantenimiento y se desprendió una polea que cayó en una joven de 23 años identificada como Amelia Alvarez- dijo el policía más joven. -Producto de ello la segunda polea de la grúa no pudo sujetar la viga de 643 kilos y cayó directo a tres personas, dos de ella no identificadas todavía, Fabian Pliego de 39 años, uno parece ser un adolescente muy joven y otro que parece tener 58- explicó el otro policía. -¿Son todas las víctimas?- preguntó el reportero. -No, algunos restos de la grúa cayeron hiriendo de gravedad al menos a 6 personas, unos están siendo atendidos en las ambulancias- contestó uno de los hombres uniformados.
Suspiré, no podía estar pasándome esto, yo seguía aquí, no podía estar muerto, miré alrededor, varias personas también murieron aquí ¿dónde estaban? Me dirigí a las ambulancias, entrar fue fácil, no tenía que tocar la puerta, cuando vi a las dos personas que estaban en esa camilla descubrí que eran a las que se habían tenido contacto con esos espantosos insectos negros ¡Eso es! los insectos sabían que iba a pasar... ¿o ellos lo provocaron?
-Paro respiratorio- gritó un paramédico. La ambulancia arrancó. -Taquicardia en este otro paciente- dijo el otro.
El pulso de ambas personas disminuía.
-No lo lograremos- dijo uno perdiendo la esperanza.
En efecto, no lo lograrían, dos minutos después ninguno de los dos pacientes tendría pulso, su cuerpos empezaron brillar y salieron sus “fantasmas”, bueno esta bien, sus almas… pero a diferencia de mí estaban felices, tranquilas, ambos me vieron y se despidieron de mí mientras se disolvían, yo les grité que no me dejaran solo, me sentí angustiado, comencé a gritar, a llorar, estaba asustado y solo, entonces todo tuvo sentido: los insectos. Yo maté al mío, ellos no, ellos ni siquiera podían verlos.
De inmediato bajé de la ambulancia y corrí de nuevo al lugar del accidente. Ya habían más medios de comunicación, yo busqué por todos lados algún insecto, sólo encontré una cucaracha debajo de un arbusto, era inútil, tenía que hacer algo así que temeroso volví a casa, me tomó el resto del día, llegué a media noche. Subí por las escaleras intentando pensar que esto no era real que era un sueño, cuando atravesé la puerta mamá estaba inconsciente, Yoli trataba de reanimarla con una botella de algo, Yoli se veía perdida, sustraída en sus pensamientos, sus movimientos eran automáticos y Maxie, Maxie lloraba llamando a gente, quizás seguía llamando a mi celular.
Y así fue. Ese fue el día que morí. Lo más aterrador que me ha ocurrido. Aquella noche Maxie se quedo dormido en el sillón junto al teléfono, yo me quede a su lado abrazándolo, aunque sé que el no podía sentirme ni escucharme llorar, yo no podía dormir, más bien ya no podría dormir nunca más.
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amancaykardelens · 7 years
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Akane toma clases (demasiado) particulares de natación con Rin
porque lo estaban pidiendo (?) el crackfic completo en un solo lugar ~No me tiren con cuchillo, tirenme con tenedor~~ jajaj akane tomada de los hombros de rin (rin, en su máximo esplendor, en cuero, mojado :P) , mientras akane patalea, bah, intenta patalear, pero termina agarrada tipo koala de rin, estaban en la parte honda y se empezó a ahogar. A haru no le gusta mucho la situacion y lo mira a rin con una cara que no es muy ”de poker”, rin está sorprendido tratando de que akane se relaje y se suelte… y aparece ranma, como siempre en el peor mejor (depende de como se vea jajajaj) momento… le lanza una amenaza de muerte a rin, con un comentario que además menciona las pocas/nulas habilidades natatorias de akane, y muchas otras sarasas más. Akane se separa de Rin bruscamente para putear a ranma y de paso menciona que Rin es mil veces más apuesto que el, y que ademas es bueno porque intenta enseñarle en vez de hacerle burlas. A todo esto, Ranma ya está que arde (casi literalmente) y Haru tiene los ojos de un azul muuuy intenso (da miedo! jajaja). Rin entiende cada vez menos de la situación, bah, entiende que ranma y akane son algo así como ‘novios’, lo que no entiende es la expresion de haru, si es que está molesto con ranma por amenazarlo, con akane por halagarlo o con el por el ‘abrazo’ que tuvo con ella y por el comentario que recibió… Se da cuenta de qué es lo que pasa por la mente de su ‘rival’ cuando en medio de toda la situación, que va a explotar en cualquier momento, le dice a Ranma -quiero caballa-. El artista marcial pega un salto del susto, porque ni lo había visto a Haru, una vez que se recupera lo mira con cara de ‘y este qué onda?’. Pero en ese momento de perplejidad se le va un poco el enojo a lo que haru lo agarra del brazo y le dice como si nada, alejándolo de rin y de akane… -si es fileteada mejor, es más rica que enlatada- Ranma no se quiere alejar, pero sin saber este loquito qué tan loquito está, y como su deber como artista marcial es ayudar,fantasmas,ancianos y loquitos va y lo lleva a un restaurante a comer caballa… Mientras el loquito comia la caballa, Ranma intentó interrogarlo para saber quién es el chico que estaba enseñandole a Akane a nadar, pero Haru no le decía nada mientras comía parsimoniosamente la caballa. Mientras tanto Rin quedó entre ofendido, sorprendido, algo celoso y algo dolorido por lo que hizo Haru, y también tenía algo de miedo, ya que Ranma se veía muy molesto. a Akane, por otra parte, viendo que personas inocentes se habian visto involucradas en la bizarra ´'relacion’ con Ranma, y ya no estaba enojada, sino más bien preocupada. Digamos que le daba cosita verlo a rin todo acongojado porque su ´´novio’’ se fue… Así que queriendo arreglar la situacion agarró a rin del brazo,y le dijo -vamos a arreglar esto-. A lo que Rin responde -¿qué vamos a arreglar si no tengo idea de lo que pasó? -Lo que pasó es que Ranma es un idiota! y yo no tendría que haberte dicho esas cosas frente a tu novio, ,lo siento - dice Akane, los ojos de rin se abrieron enormemente y se puso todo rojo, -¿mi QUEEE´?!!- -Tu no-vio - dice muy divertida Nabiki, que estaba filmando todo, y además fotografiando, este recién llegado le iba a hacer ganar una fortuna! Ranma se estaba empezando a impacientar, su plan de sobornar al loquito con caballa no estaba resultando, hasta casi que prefería a la aprovechada de Nabiki. Rin todavía estaba en shock, de todas las cosas que le habían dicho relacionadas con haru, nunca le habían dicho algo así, por un segundo sintió deseos de sonreir y su corazón se expandió…Por un segundo, después cayó en la cuenta de lo irreal que eso sonaba y volvió a su estado de locura - ¡de dónde sacaron eso?! mi novio! jajajajajajajjaja- rió histéricamente. - Entonces estas disponible? cómo te llamas?- preguntaba Nabiki mientras sacaba fotos de todos los ángulos, acababa de descubrir lo bien que le sentaba el traje de baño en la zona posterior, y el chico estaba tan ensimismado en sus cosas que ni se percataba de nada, así que ella seguía sacando fotos. Sin embargo Akane, al escuchar su pregunta, se fijó en ella y sin disimulo dijo - ¡Nabiki!! qué es lo que crees que estás haciendo?!!- Rin quería esconderse 100km bajo tierra al ver la cantidad de fotos que la desconocida habia sacado con su Polaroid sin que se diera cuenta, sabía que ahora que iniciaba una carrera profesional tendría que acostumbrarse a los paparazzi, pero eso era demasiado!. -Gusto en conocerte!, nos vemos!- dijo nabiki con rapidez y se subió a su bicicleta, no quería perder la millonada de yens que valian sus fotos si su “dulce hermanita´” las rompía. -Disculpa a nabiki, es muy particular - dijo Akane - de todos modos tenemos que buscarlos, quien sabe lo que están haciendo en estos momentos- - Es muy violento tu nov, digo ese chico?- no quería mencionar la palabra con N otra vez, y empezó a preocuparse por la salud de Haru, no era cosa que ese artista marcial se pusiera muy violento. - mmmm,,, naah! no golpea indefensos, va a estar bien- Rin no pareció muy convencido con la respuesta, Haru tiene musculos, está bien dotado, quizás el de la trenza piensa que tambien es karateca o algo así, pensandolo bien, nunca le pregunté a Haru acerca de esas cosas… aunque sé que en la tierra no se maneja muy bien, empezaba realmente a preocuparse rin. Aunque otra cosa que le había preocupado es que al pensar en lo ‘dotado’ de su amigo, no solo habia pensado en sus músculos… -Sólo dime quién es ese idiota que estaba manoseando a Akane! devorador compulsivo de caballaaa!!- escucharon cerca de allí… Si le pone un dedo encima lo mato, no sé como, pero lo mato, penso rin, y algo similar penso akane, pero ella sí sabía como matarlo… Cuando llegaron al lugar, Ranma estaba completamente desquisiado, la mesa estaba en la otra punta del local, y haruka tenía un plato en una mano, sus palillos en la otra y seguía comiendo caballa. Toda la situacion le había llegado a su estomago y le habia entrado un apetito voraz por la caballa. Además de que los improvisos celos desmedidos hacia rin seguian rondandole en la cabeza, y pensaba que llenar su estómago de caballa era un buen paleativo… -Soy Matsuoka Rin, y él es Nanase Haruka, si le ponés un dedo ensima te descuartizo!!- Dijo Rin en pose de pelea. Haruka finalmente se despegó de su amada caballa - Sé defenderme Rin!- , -Ah sí? cómo? llenando tu estómago de caballa hasta explotar?! qué hacés con este desquiciado?!- , -A quién llamás desquiciado?! soy Ranma Saotome artista marcial y te debo una paliza por haberte manoseado con MI prometida!- , - Si hay alguien acá que debe una paliza soy YO! , estaba enseñandome a nadar! no estábamos manoseandonos ni nada de eso, pervertido!!- Akane finalizó la pelea con un sillazo 'homerun’ que le hizo a Ranma. A todo esto ya habían evacuado el local y el dueño entre llantos - quién me va a pagar toda esa caballaaa!- Finalmente salieron del local, un dolorido Ranma, una algo ofendida, algo chusma Akane, Rin y Haru discutiendo que sabían defenderse y que cada uno tenía más fuerza que el otro. A lo que Ranma sugirió que hicieran una pulseada para decidirlo… Estuvieron muuucho tiempo intentando derribarse en la pulseada, mientras que todo el dojo Tendo finalmente dormía pacíficamente, Ranma antes de irse a dormir, les dice - recuerden que aquí 'todo vale’- Rin y Haru se miraron perspicaces tratando de decidir cómo usar esa valiosa información para ganar en la pulseada. -Si fuera un concurso de besos te ganaria por goleada- dijo Rin , en realidad pensó en voz alta, quedó tan desgastado que ni se dio cuenta que lo dijo en voz alta…Antes que se pudiera dar cuenta escucho a haru decir - ah sí? eso está por verse…-
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punxroutine · 7 years
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El aliend blind de Tepoztlan
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Por Mormi Montag
Ilustración de Abraham Díaz
Todos los que hemos vivido en México sabemos de los charlatanes televisivos que con tal de ganar dinero fabrican duendes motorizados para simular fenómenos paranormales. Incluso son capaces de tirar de prostitutas a sus hermanas con tal de que no se venga abajo la historia de su libro de fantasmas.
A mi parecer el más creíble de todos ellos siempre ha sido Jaime Maussan. Él ha hablado con mucho cariño de Tepoztlán, el cual era un pueblito tranquilo situado en el Estado de Morelos, sólo que los europeos lo han vuelto un lugar con sobrepoblación visual de vello axilar femenino.
Siempre me ha intrigado, a pesar del shock que me causaría el ver y observar los OVNIS que “supuestamente” sobrevuelan el Tepozteco. Así que cuando mis padres empezaron a tener un mejor sueldo con su nuevo trabajo de burócratas decidí irme un tiempo a Tepoztlán para descubrir lo que en verdad sucedía.
Me instalé en un lugar muy bonito y farol llamado Posada Tepozteco, sitio donde tenían una foto de Angelina Jolie hospedada ahí con sus hijos asiáticos. Estaba a muy buen precio y no había prisa por dejar el lugar. El área de la alberca tenía una estupenda vista del Tepozteco. Cada noche me recostaba en la posición adecuada con mis binoculares para tratar de captar algo. Llegué a observar pequeñas luces en la cima del cerro, nada especial. Empezaba a aburrirme de comer tanta nieve, de tanto güero idiota y de ser tratado mejor por tener un tono de piel diferente. Entonces llamé a mis padres para invitarlos a pasar unos días conmigo.
Una tarde, en la alberca, empezamos a platicar de todas las leyendas alrededor de Tepoztlán. Saqué el tema de algo que una vez mostró Maussan en su programa acerca de los supuestos alienígenas que viven entre nosotros haciéndose pasar como simples seres humanos de luz. Mis padres dijeron saber al respecto y sorprendido les pregunté su opinión.
–Es que no te habíamos querido decir nada porque luego eres bien miedoso Pedro Yahir, pero desde la primera vez que venimos a Tepoztlán un señor que vendía aceites de relajación nos contó sobre esos extraterrestres que viven aquí en el pueblo, son bien blancos, como europeos, y siempre visten túnicas relucientes y todos los respetan porque saben que son aliens.
Me quedé sorprendido. Sí me dio un poco de temor el relato debido al misticismo con el que me lo contaron. Mis padres se fueron dos días después y me volví a quedar solo.
Al día siguiente, en el desayuno, le pregunté a uno de los meseros del hotel si sabía algo de lo que me contaron.
–No joven, son puras mentiras de la tele.
Sin embargo, al ofrecerle el quinientón, me dijo:
–Pues al chile conozco a alguien que dice haberlos visto y sabe su dirección. Hasta les cobran impuestos a los putos. Pero por miedo a que le lleguen a hacer algo nunca ha soltado nada el güey. Igual con una buena lana se lo anda diciendo. Ni al padrecito Simón se lo dijo, pero lléguele al precio, es bien piedroso.
No pude esperar más y al otro día concerté la cita con aquel sujeto que según tenía datos de los aliens. La verdad me encontraba temeroso al verme ya envuelto en esta onda de misterio y extraterrestres rurales, a fin de cuentas ese era el propósito de mi estadía.
Le pedí al mesero que se llamaba Julio Pérez (ya ven que desde la masificación del Facebook el apellido retomó fuerza) me acompañará de principio a fin en esta nueva dirección que tomó la investigación; claro, siempre a cambio de dinero.
Nos encontramos con este chavo en la plazuela del centro del pueblo a eso de las ocho de la noche. Resultó que era un muchacho transexual que ahora se hacía llamar Ivonne. Le entregué su droga prometida y creo que era el momento en que debía declinar de mi aventura. Todo se tornaba muy extraño… ¡Al carajo! ¡Sólo se vive una vez!
Ivonne nos llevó al supuesto hogar de estos seres. Nos comentaba en el camino que un día estaba muy ebria y se puso en una esquina a orinar. No era la primera vez que sentía las miradas de asombro de la gente al ver sus genitales. No obstante, aparte de esas miradas penetrantes, vio un resplandor blanquecino dirigiéndose hacia ella: se trataba de seres demasiado blancos y güeros que le miraban sorprendidos; fue cuando se dio cuenta que no eran europeos. Con eso del libertinaje sexual allá, ya no se sorprenden de ver a un shemale latino orinando en la calle. Dice que de repente perdió el conocimiento. No sabe por qué, pero que recordaba a la perfección aquel evento. Días después trató de encontrar en el mismo lugar a esos seres y se dio cuenta a qué casa entraban, siempre a escondidas y por la madrugada. Espió durante varios días y notó que sólo recibían la visita de unos güeros muy altos y blancos que no eran iguales que ellos.
Llegamos a la casa y era un lugar demasiado humilde, nada sobresaliente se notaba allí y parecía estar vacío por dentro. Ivonne dijo que cumplió con lo prometido y ahora se retiraba. Julio y yo nos quedamos afuera del lugar esperando la llegada de estos seres, y fue hasta eso de las cuatro de la madrugada que llegó un Jeep (los aliens no van a andar en una Caribe) y se bajaron lo que parecía ser un hombre y una mujer como nos relataba Ivonne, con la piel y el pelo demasiado claros, facciones para nada caucásicas; lo del resplandor fue exagerado, más bien vestían muy austeramente con unas túnicas de un color reluciente. Se metieron a la casa y se escuchaba el ruido como de otras personas recibiéndolos. La camioneta se fue y no pudimos seguirla.
Los siguientes días los pasé con Julio (que había ya casi abandonado su empleo como mesero del hotel) espiando a estos seres. Caída la noche llegaba la camioneta, se bajaba un señor de apariencia nórdica, dejaba víveres en la casa y después salía con el ser masculino y el femenino para subirse al Jeep y partir hacia el cerro del Tepozteco.
La ocasión en que nos animamos a seguirlo hasta el cerro llegamos hasta la cima donde se encuentra la zona arqueológica y descubrimos la escena de horror que ocurría en ese momento. Ayudados por instrumentos de tecnología avanzada los seres construían una escultura enorme de lo que parecía ser un Dios pagano, siempre actuando bajo las órdenes del señor de la camioneta quien les hablaba en un idioma indescriptible y demoniaco. Huimos del lugar antes de que notaran nuestra presencia.
Ya en las faldas del cerro nuestras mentes estaban embriagadas de locura y terror. Le dije a Julio que no podíamos comentarle nada a nadie hasta que analizará con cuidado lo que debíamos hacer, aparte de que nos tirarían de locos.
Al otro día trataba de quitarme de la mente aquella imagen de la noche anterior para pensar qué sería lo siguiente. Todo esto sin imaginarme lo que Julio estaba a punto de hacer.
Julio fue con la emprendedora joven Ivonne y le contó todo lo que habíamos descubierto. En ese momento a Ivonne también se le llenó la mente de locura y de culpabilidad por no haberle contado a nadie con exactitud lo que sabía. Se dirigió a la iglesia del pueblo con el padrecito Simón y le contó todo. Las campanas del pueblo comenzaron a sonar. Los habitantes sabían qué significado había en ese resonar: era la hora de buscar-encontrar-linchar. Bajé hasta el pueblo debido a todo el disturbio que se escuchaba y me encontré con toda la gente reunida allí, a las afueras de la iglesia. El padre les explicaba que estaban en una situación en que seres que no eran de este Mundo y que no pertenecían a la Santa Iglesia Católica estaban manchando el nombre del Señor Jesucristo y de su Santa Madre Señora de Guadalupe en ritos paganos. Era momento de hacerles saber la verdad por medio del fuego.
–Nuestra santa y virgen hermana Ivonne nos va a mostrar el camino a la casa de esas aberraciones anti-cristianas –dijo el padre.
Participé en esa silenciosa caminata y con un bajo perfil no sabía a qué temerle más: si a los alienígenas o a las posibles acciones de la chusma enardecida.
Cuando por fin llegamos a la casa de los seres, unos señores irrumpieron en la puerta y los sacaron. Había otros cuatro seres pequeños que parecían ser sus hijos; todos se miraban sorprendidos y hablaban en un dialecto extraño. Los amarraron y primero le prendieron fuego al que parecía ser el padre o el jefe de la familia. Notaron que se quemaba igual que cualquier otra persona. No era la primera vez que linchaban a alguien en el pueblo, y como usaron demasiados aceleradores, al final sólo quedó su esqueleto y era un esqueleto humano. Todos estaban sorprendidos. No sabían qué hacer. Ni el padrecito sabía qué decir. Yo pensaba que lo del esqueleto era normal para cualquier alien humanoide. Aun así todos permanecimos en un silencio sepulcral hasta que una señora intercedió:
–¡Iren las pulseritas que traen puestas, son como las que nos compran los pinchis europeos! ¡Ateos! ¡Pinchis franceses putos, quémenlos!
Rápido y sin pensarlo le prendieron fuego a la señora y a los niños. Fue cuando decidí alejarme un poco del lugar. Se escuchaban los gritos de horror de la madre y los niños quemándose hasta que cesaron por su inevitable muerte. El olor a carne quemada se empezó a esparcir por los alrededores.
Recordé que era hora de que llegará la camioneta. Así fue. A los pocos segundos se bajó el sujeto que siempre los recogía. Al ver lo que había pasado dijo en un apenas logrado castellano:
–¡No me jodan! ¿Qué es lo que han hecho?
El padrecito le dijo que tuviera cuidado con lo que decía, que también a él lo podían hacer culpable; lo explicó todo con orgullo y prepotencia.
Por un momento el señor se quedó callado y se llevó las manos a la cara, no decía nada; todos los habitantes le empezaron a pedir respuestas de quién era, quiénes eran las personas que quemaron, y qué hacían todas las noches en el Tepozteco.
Después de un largo silencio por fin abrió la boca:
–Me llamo Morten Kierkergaard, soy un antropólogo danés y vine con ayuda de su gobierno y del INAH a tratar de construir una estatua de Ometochtli idéntica a la que fue destruida por Fray Domingo hace ya casi cinco siglos atrás. Las personas que acaban de quemar ustedes, idiotas, eran indígenas de la sierra de Puebla, los cuales sufrían de un grave albinismo y eran discriminados en su comunidad. Los conocí en un viaje que hice y tenían un increíble manejo del tallo de piedra, es por eso que les ofrecí este empleo para que tuvieran sustento para sus hijos también enfermos. La lengua pagana no era más que su dialecto y esas pulseritas como las que venden ustedes, ellos hacían unas parecidas. Sólo salían de noche porque les apenaba su condición y ahora ustedes en su ignorancia los han matado.
Todos quedamos destruidos por dentro debido a nuestra idiotez. Nadie dijo nada. El tipo danés amenazó con denunciar a todos: desde las personas que esparcimos el falso rumor hasta los que les prendieron fuego. Por la pena ni siquiera pensábamos en eso sino en nuestro terrible error.
Para ese momento el padre Simón dijo:
–Bueno, al final de cuentas no eran cristianos.
El antropólogo le metió un zape y le respondió:
–¡No mames!
Se siente terrible provocar una matanza de indígenas, pero bueno, al final culpo a Jaime Maussan por incitar el buscar cosas a la gente donde no las hay. Igual habría que buscarle relación a Maussan con lo acontecido en Acteal.
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a-pair-of-iris · 7 years
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Seguimos dando Vueltas (2/3)
Parte 1   La Mansión Prado     AO3
2015
Dejó la biblioteca luego de calmarse, con la idea de ir a su habitación y ponerse a dormir de una vez, ya que su intento falló catastróficamente y Martín no iba a querer volver a escucharlo, o hablarle, o siquiera mirarlo.
Era tan injusto que hasta de fantasma pudiera entrar en depresión.
-Solo tómala, hablare con él...
Su puerta estaba abierta y oía voces dentro. Asomó la cabeza sin atreverse a entrar, y arrodillado a un lado de su cama estaba Martín sacando una de las radios guardadas abajo, detrás de él estaba Miguel con una de sus típicas sonrisas. El mayor fue el primero en verlo, irguió su espalda y ensanchó su mueca. Las manos de Manuel hervían por borrársela de la cara. Martín no tardó en recuperar una pequeña radio, y cuando se levantaba del suelo fue que notó la presencia del moreno en la puerta. Frunció el ceño y sus ojos se tornaron fríos.
-¿Quieres decirme algo? Esta radio era mía -Comentó, colocando una pose desafiante. Manuel controló su impulso de dar un paso atrás, pero no pudo evitar bajar levemente la cabeza y esconderla entre sus hombros. Sentía las ojeras formándose bajo sus ojos.
-No lo hagas…-Le pidió en voz baja. Martín pareció sorprendido y preocupado por un momento, pero su mirada volvió a endurecerse y pasó a un lado de Manuel, rozándole el hombro con brusquedad.
-No me digas qué hacer.
Las ojeras terminaron de formarse y de pronto se sintió tan pero tan cansado. Volvió a levantar la vista y vio que Miguel lo estaba observando con curiosidad. Terminó dando media vuelta y caminando hacia el ático, quería estar lejos cuando la situación empeorara.
O-O
-¡Ahhhh!
-¡Martín, cálmate!
-¡Ahhh!...
Los gritos habían comenzado hace unos minutos, y a Manuel se le apretaba el pecho cada vez que escuchaba los lamentos destrozados del rubio en el primer piso. Se refugió en una esquina del ático, y tapándose los oídos y cerrando los ojos intentó dormir, o al menos abstraerse en sí mismo, pero no lo logró y estuvo consciente del sufrimiento de Martín cada minuto que este duró gritándolo para todos.
Después de unas horas, sus manos seguían sobre sus oídos solo porque ya se le había hecho costumbre, y continuaba en su rincón a pesar que los gritos habían cesado, porque volver a su habitación o a la biblioteca aún no le parecía conveniente siendo que serían los primeros lugares en que lo buscaría quien quisiera encontrarlo. Pero debió suponer que no serviría de mucho. Cuando la noche ya estaba cayendo y él continuaba encogido a un lado de las cajas en el ático sintió la presencia de alguien atrás suyo. Continúo con los ojos cerrados con la esperanza que lo dejaran en paz, quien sea que fuera. Pero de nuevo eso falló y sintió que el otro fantasma se acercaba. Cuando estuvo más cerca, entonces se dio cuenta de quién era.
Martín
Abrió los ojos y miró al rubio, quien al verse descubierto se detuvo por un instante, mirando nervioso alrededor y esquivando los ojos tristes de Manuel. Pero luego de unos minutos recobró un poco de valor y terminó su camino hasta sentarse a un lado del moreno. Ninguno dijo nada en mucho tiempo, las estrellas ya iluminaban fuera de la ventana cuando Manuel habló.
-Lo siento... -Murmuró, y sintió la mirada incrédula de Martín. Ocultó la cabeza entre sus rodillas para escapar de sus ojos, pero eso no evitó que sintiera la mano del rubio en su espalda.
-Yo... yo lo siento -Martín se remeció un poco, le incomodaba todo en ese momento, pero si no venía a hablar con el joven la culpa lo iba a devorar, al igual que la ira y pena que le provocaron  las palabras que escuchó en la radio. Así que siguió.
-Te dije cosas horribles, y ahora me doy cuenta que solo nos estabas cuidando...
¿"Nos"? eso incluye a mucha gente. Le susurró una voz en su cabeza, dándole una punzada de vergüenza y desdén por sí mismo.
-...por hacerle caso a ese desgraciado! Debí saber que el remordimiento estaba fuera de su alcance -Martín tomó aire, que ya no necesitaba gracias al mismo sujeto del que estaba hablando, pero la acción aun así lograba calmarlo un poco. Llevó la mano que tenía en la espalda del joven hasta su hombro y con unos suaves apretones hizo que Manuel asomara sus ojos por entre sus dedos, leves ojeras se apreciaban bajo estos. Martín tuvo que apartar la vista por un momento, antes de regresar sus ojos a los de Manuel-... ¿Me perdonás?
Si hubiera estado vivo, le habría golpeado la cara, pero ya que estaba muerto, tan solo asintió.
>o<
1972
La dinámica de los tres fantasmas siempre había sido más o menos la misma, pocas veces estaban los tres en el mismo lugar, excepto cuando querían asustarlo más de la cuenta, como fue durante los últimos días de su vida. Pero ahora volvían al antiguo sistema de ignorarse unos a otros. Bueno, Miguel era un caso especial, ya que su principal excusa era evitar la soledad que estar muerto conllevaba no era raro verlo buscar compañía, y ya que Manuel parecía ser su nuevo juguete, debió que soportar su presencia continua durante las semanas que siguieron al definitivo abandono del “Manicomio”, como decían los locutores de la radio.
Manuel tuvo que asumir que su familia no tenía intenciones de hacer uso de la casa, y que la tragedia de su muerte estaba demasiado fresca como para que alguien se interesara en comprar la propiedad.
- Es lo mismo siempre, pero ya verás en unos años, no falta el que piensa que vivir en una casa embrujada ha de ser divertido -Comentaba Miguel cuando lo descubría pensando en el futuro de la mansión.
-Eso es estúpido, por no decir demente.
-Bueno, la gente no es tan cuerda como aparenta, pero eso tú lo sabes.
-No escuché ningún rumor cuando yo la compre.
- Tampoco Luciano, pero no estoy hablando de ustedes. La gente que dice estar preparada para afrontar a los muertos raramente lo está realmente, terminan huyendo pronto... Podríamos decir, que al final están más cuerdos que tú, ¿No lo crees?
No lo aceptaría nunca, pero a veces Miguel decía cosas razonables.
Aunque a pesar de todo lo que pudiera decir y quejarse, tenerlo como sombra por tanto tiempo sirvió para más que solo hacerlo sentir miserable. Consiguió información, más de la que jamás le compartió cuando estaba vivo y respirando.
-Mi muerte fue estúpida ahora que lo pienso, siempre fui un buen jinete, no tendría que haber pasado... -Comentó Miguel un día, unos cuatro meses en su existencia post mortem. En contra de los deseos de Manuel, estaban los dos reposando juntos en un sillón, Manuel estaba arrinconado entre el respaldo y el brazo del mueble, con Miguel acomodado contra su pecho y la cabeza puesta sobre su hombro. Ya casi había parado de resistirse, aprendió que Miguel era menos cruel en sus comentarios si simplemente le daba en el gusto cuando quería un abrazo o simplemente quedarse cerca de él. Además, Manuel también había estado deseando contacto los últimos días.
Peor es nada.
- Los accidentes pasan, simplemente te llegó el momento -Manuel no pensó mucho su respuesta, solo fue algo que creció escuchando de parte de su madre y abuelita. Creyó que Miguel apreciaría la sabiduría de personas más viejas, pero no fue así.
-¡Tenía muchos años por delante y todo para vivirlos a pleno! -Miguel levantó su cabeza del hombro de Manuel para mirarlo a los ojos y gritarle en la cara- ¿Mi momento? ¿Crees que moriste porque era tu momento? ¡No fue así! ¡Yo quise que lo hicieras!
Con un grito de rabia, Manuel levantó sus brazos y empujó a Miguel lo más fuerte que pudo. Para sorpresa de ambos, fue como el grito que soltó cuando llegaron los hombres del pueblo a buscar su cuerpo. Los vidrios temblaron al igual que los estantes, pero lo más peculiar fue que Miguel salió disparado hacia el otro lado de la habitación y atravesó la pared hasta el patio. Por la ventana Manuel lo vio levantarse, pero no hizo nada más que mirarlo con rostro sorprendido. No volvió a entrar a la biblioteca por toda esa semana, Manuel no supo si era por temor o porque sin querer él le había hecho algo a la habitación.
>o<
2015
Siendo que Martin lo había perdonado, fue normal que pasaran más tiempo juntos, o al menos, que Martín quisiera pasar más tiempo junto a él. Manuel no se había preparado para eso, pensó que lo normal para los hermanos sería mantenerse juntos como camada nueva de cachorros. Pero se equivocó. Al parecer Daniel sentía casi tanta culpa como él por la muerte de sus dos hermanos mayores, y por lo tanto no podía verles la cara. Lo veía rondar la casa una y otra vez durante el día, con Julio siguiéndole los pasos.
- Sebastián está raro y tampoco quiere hablar conmigo -Le confesó Martín una semana después de que lo fuera a buscar al ático. Lo dijo de brazos cruzados, con el ceño fruncido y enfado en su voz, pero podía ver en sus ojos que el rechazo de su hermano lo tenía triste y preocupado. Manuel sabía perfectamente que el problema de Sebastián no era con Martín. Bien, no con Martín directamente, sino que el hermano de en medio no podía comprender cómo su hermano mayor podía estar en buenos términos con uno de sus asesinos. Pero no le iba a decir eso a Martín.
-¿Vos haces más que hojear tus libros, verdad? Quiero decir... -Martín levantó las manos en cuanto Manuel giró la cabeza para mirarlo con los ojos entrecerrados, con uno de sus tantos libros entre las manos- En tanto tiempo, ya debes haberte acabado toda la biblioteca, tiene que haber algo más con lo que pases el rato...
Manuel bajó el libro y mientras miraba a Martín se quedó pensando, ¿Qué podría decirle al rubio? Si le decía que también miraba el cielo y los arboles, ¿Qué tan aburrido lo encontraría?
-Eh, no pensé que te fuera tan difícil decirme de algo más -Martín tenía una sonrisa en la cara y lo miraba entretenido, solo por eso supo que lo estaba molestando.
-Creo que cualquier cosa que te diga la vas a encontrar aburrida.
-Bueno, es que pareces un viejo, estas como mi abuelo, claro que él llevaba su biblia para todos lados, no a Dickens.
-¿Y cuál es la diferencia?
-Jajaja, te lo concedo, tienes mejor humor que mi abuelo.
Las risas enérgicas de Martín lograron sacarle una de sus extrañas sonrisas a Manuel.
>o<
No sabía muy bien cuánto llevaba de muerto, pero debía ser alrededor de un año, no había prendido la radio todavía para ver si en el pueblo estaban organizando algo en su memoria, aunque no creía.
En todo ese tiempo, Miguel olvidó sus reparos y trató laboriosamente de hacer que volviera a estallar, lo intentaba como un dedicado científico repitiendo una y otra vez un experimento. Parecía disfrutar que Manuel lo lanzara de un lado a otro, de una manera enferma. Llegó un punto en que a Manuel comenzó a darle miedo, quizás qué estaba esperando de él. Así que trató de evitarlo, y fue como descubrió que Miguel no lo molestaba tanto cuando estaba en compañía de otro, no sabía si era fuerza de grupo o algo más, pero era un detalle del que se iba a aprovechar todo lo que pudiera. Así que estaba afuera sentado a un lado de Luciano ahora que había dejado las plantas tranquilas y solo observaba el jardín. Trató de hablarle, pero ni en vida fue tan buen conversador, eso y Luciano apenas si podía mirarlo, por eso más que nada se sentaban juntos por horas a mirar las flores, el cielo y los pocos animales que se paseaban cerca de la mansión. Se sentía como un viejo, pero en verdad no era tan distinto a lo que llevaba haciendo desde que se mudó, y eso sí que era un poco deprimente.
>o<
2015
No podía entender a Martín, no había caso. Se dio cuenta que le guardaba confianza al fantasma cuando despertaron, porque en cuanto se toparon con él su hermano enseguida corrió para hablarle. Si querían, podía entender que fuera el que menos rencor le generara, después de todo intentó espantarlos, pero de ahí a que Martín lo tratara como un amigo era otra cosa. Pensó que después del numerito con la radio la simpatía de Martín se habría esfumado, pero ya que al parecer nuevamente los había estado cuidando, esta vez de las habladurías, su hermano tuvo excusas suficientes para perdonarlo.
Sabía que sus pensamientos al respecto eran muy duros, pero se sentía con el derecho de serlo.
Lo peor de estar enojado con Martín, era que ni siquiera tenía a Daniel para hacerle compañía. El menor los estaba evitando como la peste. Al menos él no parecía haber elegido un mejor amigo entre los muertos, a pesar que uno de ellos lo seguía como una sombra.
Sebastián tenía su propia sombra.
-¿Acaso no entendes que no te quiero cerca? -Dijo en voz alta, con tanta rabia en sus palabras que parecían cuchillas. O lo más parecido a eso que podía sentir Luciano en el cuerpo, que en su caso, era un dolor punzante en la espalda como si los fierros del rastillo siguieran clavados allí. El fantasma de piel oscura se detuvo en su avance, miró culpablemente hacia alrededor pero pronto fijó sus ojos nuevamente sobre el joven, con un rastro de anhelo en su cara.
-¿Crees que con mirarme así va a pasar algo? No soy tan ingenuo ni tan blando como Martín.
-Yo...
-Sé que te encanta estar acá afuera, si es porque moriste aquí o algo más no me importa, lamentablemente también me mataron afuera, y no tengo ganas de ir adentro donde hay más cantidad de muertos, pero eso no quiere decir que tenga que soportar nada que venga de vos.
A paso rápido atravesó al otro lado del jardín, evitando toparse con la mirada dolida de Luciano. No iba a dejar que lo hicieran sentir culpable.
O-O
-¡Te odio! -Hace unos días Daniel había descubierto que él también podía hacer vibrar ventanas y lanzar objetos. Y como buen chico llevaba practicando desde entonces- ¡No te quiero cerca, desgraciado! -Pero también como alma en pena buscando venganza, estaba usando todo su nuevo poder contra Julio.
Lanzó otro martillo que atravesó al fantasma frente a él. Aunque no quisiera, terminaba en el cobertizo junto a todas las herramientas, con Julio detrás de él. Durante los primeros días, creyó que el fantasma lo seguía para volver a hacerle daño, por eso estuvo ansioso, esperando el golpe por mucho tiempo. Pero nunca pasó nada, Julio lo seguía incansablemente, tratando de acercarse pero sin hacerle daño. Pronto se aburrió de eso, y recordó lo enojado que estaba por morir y quiso proyectarlo. Pero que su asesino no hiciera nada para defenderse de sus agresiones lo descolocaba, aunque no lo suficiente como para parar de liberar su rabia.
Julio tan solo se quedaba parado recibiendo lo que Daniel le lanzara. Una parte del joven seguía preguntándose qué planeaba con eso, si después le iba a cobrar todo, o esperaba que su rabia se apagara y al final, el fantasma tuviera sus propias razones para hacerlo sentir culpable.
Esta gente estaba tan loca.
O-O
2016
El tiempo no se detuvo, corrieron los meses y llegó otro año en un ambiente lleno de tensión dentro de la mansión. Manuel podía sentirlo como humo llenando los rincones mientras trataba de alejarse de conflictos, con Martín siempre a su lado. Los hermanos del rubio estaban al centro de todo eso, Daniel seguía evitando a los otros dos, mientras destruía la mitad de la casa en sus ataques de ira contra Julio. Aquello ayudó un poco a que Martín decidiera que mejor le dejaba su espacio. Sebastián por otro lado se mantenía afuera en el patio mirando todo y a todos con cara de malas pulgas, hasta a Martín.
-¿Crees que me culpe por algo? -Preguntó el rubio, llamando la atención de Manuel que llevaba varios minutos en silencio mirando hacia el horizonte, aprovechando su posición en el techo para apreciar el paisaje que entregaban los cerros.
-¿Quién?
-Sebastián...
-¿De qué te culparía?
-¡No sé! -Exclamó el rubio, inclinándose hacia atrás y recostándose sobre el techo- ¿Que no los haya sacado a tiempo? ¡Tal vez si me hubiera movido más rápido! ¡Quién sabe! -Extendió los brazos hacia arriba- ¡Ash! Se han estado comportando tan extraño, sé que estamos muertos pero eso... Eso no... ¡Ah! -Terminó cubriéndose la cara con ambos brazos, y guardó silencio por unos instantes. Manuel terminó recostándose a su lado  y rozó levemente su torso con el brazo, entonces el rubio volvió a hablar, esta vez con un tono más mesurado- Me preocupa no entender lo que están pensando, estamos pasando por lo mismo pero se comportan tan distinto...
- Cada uno reacciona diferente, es difícil esto de... morir...
Manuel sintió los ojos de Martín sobre él, y se giró a mirarlo. El rubio lo observaba fijamente, con una pequeña mueca en la boca que parecía una sonrisa.
- Y ellos no te tienen a ti a su lado...-Lentamente tomó su mano. Manuel se contuvo de mirar hacia abajo, pero giró su palma y, fijándose siempre en la reacción de Martín, entrelazó sus dedos. La sonrisa del rubio se ensanchó, y miró hacia el cielo con un semblante complacido. Manuel también sonrió, una sonrisa pequeña, y también miró hacia el cielo.
O-O
Era de esperarse que en algún momento uno de los hermanos explotara. Vivir con los responsables de sus muertes no era algo que se pudiera llevar con calma, había mucha rabia y rencor de por medio, mucho odio guardado esperando salir y enterrar sus garras sobre alguien. Manuel lo sabía muy bien, así que cuando comenzaron a escuchar los gritos de Sebastián supo que no convenía ir a su encuentro, pero Martín se preocupó y terminó acompañándolo.
Sebastián estaba en el jardín, donde pasaba la mayoría del tiempo a pesar que aquel seguía siendo el lugar preferido de Luciano. A veces, cuando miraba por la ventana los veía, Luciano detrás del joven como una sombra, y este siempre mirándolo con desprecio y escapando. Al parecer la paciencia del chico de lentes se agotó y estaba explotando.
Sebastián seguía gritando, gritaba encima del rostro de Luciano, lo empujaba y le golpeaba el rostro y el pecho, Luciano recibía todo con una lastimera expresión, ligeramente encorvado sobre sí mismo. Manuel notó que abrazaba su estómago con fuerza, la ropa ensangrentada se asomaba debajo de sus manos. Sus heridas estaban resurgiendo. La ira de Sebastián le estaba haciendo mucho daño.
Es cruel, que aún muertos puedan seguir dañándonos.
Manuel se quedó atrás cuando salieron al patio, mirando la ropa ensangrentada de Luciano. Después de varios años conocía sus heridas, las había visto en la espalda del fantasma perforándole el torso, sabía que era doloroso. Manuel en sus peores días sentía  sus pulmones apretados, la garganta cerrada y el cuello roto. Luciano sentía fierros atravesándolo, rompiéndolo por dentro y todo su cuerpo apagándose lentamente. Hacerlo pasar por eso otra vez debería ser una buena venganza para Sebastián.
-¡No me toques!
Martín había llegado al lado de su hermano, le sujetó el brazo para llamar su atención y este enseguida se sacudió para apartarlo.
- Seba, tranquilizate...
-¡No me digas eso! ¡No pienso hacerlo! ¡Me mató! ¡Nos mataron! -Sebastián se tomó del pelo, mirando a su alrededor con ojos enloquecidos- ¡¿Es que se te olvida lo que pasó?!
-¡No! Pero...
-¡Estoy harto de que actúes como si no los odiaras! ¡¿Qué es lo que pasa con vos?!
Manuel siguió mirando a Luciano, el fantasma no parecía poder moverse, seguía presionando su estómago y junto a la pena en su rostro podía ver el dolor que estaba sintiendo. Dio unos pasos hacia él pero pronto se detuvo, Merecía sentirse así después de lo que hizo, ¿Verdad?
Debió quedarse adentro e ignorar los gritos.
-¡Tú! -Tuvo a Sebastián sobre él de un momento a otro, y el joven le dio un golpe en la cara casi  de inmediato.
-¡Seba!
La mejilla quedó retumbándole y apenas si pudo levantar el rostro cuando Sebastián lo tomó de los hombros y comenzó a sacudirlo con fuerza mientras le clavaba las uñas.
-¡Tú no eres mejor que ellos! -Sebastián lo miraba con tanto odio que Manuel temblaba cada vez que se topaba con sus ojos. Pudo sentir cómo la garganta se le apretaba- ¡¿Que le has dicho a mi hermano para hacerle creer otra cosa?! ¡Eres como ellos! ¡Un asesino! ¡Un monstruo!
-¡Seba pará! ¡Soltalo! -Martín apareció a la espalda de Sebastián y lo jaló lejos de Manuel.
-¿Estás tan loco y solo como en vida, no? ¡Claro que ibas a querer matarnos! ¡Más compañía!
-¡Ya basta Seba!
Manuel se dio la vuelta y volvió a entrar en la casa, cubriéndose la mejilla con una mano. Dejó a Martín afuera sujetando a su hermano con la intención de ir a esconderse a su biblioteca y apartarse de la furia de Sebastián. Sin embargo, antes de llegar a la biblioteca el joven, quien se había escapado de los brazos de su hermano, lo interceptó y siguió gritándole.
-¡¿Qué sentido tuvo asustarnos al principio?! ¡No nos ayudaste al final! -Apareció por enfrente y le cerró el paso.
Manuel sentía los ojos pesados, seguramente sus ojeras habían vuelto, y sentía la garganta oprimida- Déjame... -Su voz salió rasposa y con esfuerzo controló las ganas de toser. Sebastián volvió a acercarse, avanzó hacia él como un predador acechando.
- ¡¿Qué quieres de mi hermano?! ¿Por qué le haces creer que eres bueno?
Estaba sobre él y Manuel se sentía acorralado, quería gritarle y mandarlo a volar, pero tenía apretada la garganta y se asfixiaba, ningún grito iba a salir de su boca. No podía pensar en nada más que en la furia y las palabras de Sebastián. Por eso que llegara Martín fue un alivio.
-¡Ya déjalo! -Empujó a su hermano, solo para darle espacio a Manuel, quien no se veía nada bien, pero siendo fantasma aún no entendía muy bien como era esto de tocarse entre sí, y por eso en vez de hacer que Sebastián retrocediera unos pasos, lo mandó al suelo a unos dos metros de distancia. Se quedó de piedra mirando a Sebastián, con Manuel a un lado temblando contra la pared.
Seba se levantó luego de poco, y miró a Martín con desprecio, tanto que su hermano dio un paso atrás.
-Seba...
-Quédate con él si eso queres, pero no te me acerques más -Se fue antes que Martín pudiera decirle algo.
Manuel, sintiendo la angustia de no poder respirar otra vez, se apartó del lugar y entró a la biblioteca, esperando poder calmarse entre sus libros, pero no resultó. Seguía pensando en Sebastián, en sus palabras y la cara que le dirigió a Martin. Y todo era su culpa. Su culpa. Su culpa.
-Manu...
Martín lo encontró en el suelo apoyado contra uno de los libreros, abriendo y cerrando la boca, tratando de respirar aunque ya no lo necesitara. Su aspecto era tan malo como la primera vez que lo vio. El fantasma trató de alejarse cuando sintió que se acercaba, pero estaba tan débil que ni siquiera pudo levantarse.
-Manu -Martín se arrodilló a su lado, Manuel intentó apartarlo pero no tenía fuerza en los brazos, así que el rubio pudo acercarlo a su pecho y hacer que reposara su cabeza en su hombro.
-Lo siento... lo siento... -Se aferró a la ropa de Martín y entre sollozos y carraspeos comenzó a pedir disculpas. Pronto lo estuvo abrazando con fuerza, con las manos enterradas en la espalda del joven y la cara hundida en su cuello. Martín había llevado una de sus manos hasta la cabeza del moreno y acariciaba su cabello mientras susurraba en su oído.
-No lo escuches Manuel, no eres un monstruo, está bien...
-Lo siento... perdóname... Martín...
>o<
2015. Ese día…
Cayó al piso aún escuchando los pasos de Martín alejándose, subiendo la escalera en busca de sus hermanos. Se apoyó en el suelo con las manos, abriendo y cerrando la boca, sintiendo una espantosa presión bordeando su cuello. Pronto escuchó otros pasos, estos venían justo en frente de él por el pasillo. Levantó su cabeza, aún sintiendo aquel dolor oprimiendo su tráquea y tirando hacia arriba su mandíbula. Delante de él apareció Miguel con ojos encendidos, de ira o excitación no estaba seguro.
-¿Qué pensabas lograr? -Miguel se agachó, y en cuanto estuvo a su altura el dolor de su cuello desapareció y Manuel tomó grandes bocanadas de aire y se desplomó hacia un costado.
-Miguel… deja que… se vayan… -Estiró la mano hasta el brazo del otro fantasma y apretó su chaqueta.
-Siento que no puedo hacer eso Manuel, hasta Luciano ya aceptó la idea, deberías ayudarnos, ¿Verdad, señores? -Miguel no apartó su vista de Manuel, pero este sí miró hacia atrás por el pasillo topándose con las figuras de Julio y Luciano. Cada uno mostraba su peor aspecto y una postura derrotada con los ojos fijos en la espalda de Miguel.
-Ya tienes a uno -Jadeó Manuel sin soltar el brazo del otro- ¿Qué más quieres?
-Manuel, pero si tú mismo lo dijiste -Le dio una enorme sonrisa, mostrando todos sus dientes y con un brillo siniestro en sus ojos- ¿Quién quiere pasar la eternidad con la misma compañía? -Sin decir más se levantó, sacudiendo el brazo de Manuel y comenzó a caminar a la escalera.
-Miguel… -Exclamó Manuel y aún en el piso intentó sujetar las piernas del otro fantasma- ¡Miguel! ¡Ya basta!
-Ven Julio -Llamó Miguel sin detenerse y ambos fantasmas caminaron hasta la base de la escalera para luego desaparecer.
-Luciano… -Manuel se giró a mirar al otro, este ya no mostraba sus ropas ensangrentadas, pero su postura seguía igual de derrotada. Sus ojos al menos mostraban tristeza mientras lo miraba- ¿Vas a hacerles lo mismo que a mí? ¿Eh, Luciano? -Preguntó con rabia y sintió que pequeñas gotas caían por el borde de sus ojos- ¡Luciano!
-Lo siento… -Respondió el moreno- Pero lo necesito, necesito… -Se pasó las manos por la cara y tiró de su cabello mientras cerraba los ojos- Necesito a alguien más…
-Luciano… -Estaba tiritando descontroladamente, con la cabeza palpitando de dolor y una lluvia incesante de palabras llegaban a sus oídos en la voz de Miguel, Julio y también Luciano.
No quiero estar solo nunca más…
No van a dejarme otra vez…
Necesito a alguien más…
Alguien más…
La misma compañía por la eternidad…
Quiero a alguien más…
Alguien que me acompañe…
No me van a dejar…
-Necesito a alguien que no sea Miguel -Luciano seguía hablando y Manuel tuvo que esforzarse para oírlo.
-¿Qué soy yo?... ¿O Julio? -La voz de Miguel seguía retumbando en su cabeza, junto a los gritos de Daniel que parecían recorrer toda la casa, "¡Déjenlos en paz!".
Luciano le dedicó una mirada de angustia- Nunca hemos sido buena compañía el uno para el otro, lo sé…-Con eso, el otro fantasma desapareció. Manuel siguió llorando y temblando en el suelo mientras escuchaba los gritos de Daniel y las voces de los demás en su cabeza. Hasta que finalmente, se rindió.
>o<
2016
Martín siguió a su lado durante las próximas semanas, nunca separándose por mucho tiempo, es más, pasaban días sin que lo dejara ni por un momento. Quería sentirse feliz, pero, siempre terminaba pensando lo mismo, era solo por un tiempo aquella devota compañía, en cuanto los tres hermanos superan su rabia e incomodidad el uno por el otro, tendría suerte si el rubio se acordaba de él.
-¿Por qué tienes esa cara tan triste? -La voz de Martín hizo que apartara su mirada de la mesa, en donde la había dejado puesta. Se dio cuenta que los ojos le picaban y pestañeó un par de veces para quitarse tal sensación.
-Por nada...
-¿No estás pensando en lo que dijo Seba de nuevo, verdad? -Antes de que pudiera pensar en qué responderle, el rubio ya tenía su mano puesta en su cuello y sintió su pulgar acariciándole el cabello corto que tenía en la nuca- Te dije que no pienso igual, lo recordas, ¿Verdad?
Manuel se reclinó sobre esa mano y apretó los ojos y la boca.
-Manu...
-Ya te escuché -Su voz salió forzada puesto que su garganta comenzaba a cerrarse. Sintió a Martín moverse, pero sin alejar la mano de su cuello.
-Se que no sos malo…-Le habló muy cerca de la oreja. Un temblor le recorrió la espalda al sentirlo tan cerca, pero lo que le hizo abrir los ojos fue el beso que le dio en la mejilla. Incluso se asustó un poco, dio un espasmo y se quedó mirando al rubio quien lo observaba con ojos tímidos pero con una pequeña sonrisa. Se quedaron mirando un tiempo, hasta que Martín volvió a acercarse y le beso la frente.
-No eres malo, no lo creo... -Le dio otro beso en el pelo y con la mano sobre el cuello de Manuel comenzó a acercarlo, terminó apoyando su cara sobre el pecho del rubio mientras este seguía dándole pequeños besos en el pelo. Buscó la otra mano de Martín y entrelazó sus dedos como lo habían hecho en el techo- Ni un poco, no estés triste por favor...
>o<
1979
La primera vez que se quedó dormido fue por accidente, estaba cansado de pasar día tras día mirando el cielo y el paisaje que apenas cambiaba, o encerrarse en la biblioteca viendo las cubiertas de los libros, porque ya ni de abrirlos tenía ganas. Su alma se sentía cansada, no podía decirlo de otra forma, estaba desesperado por parar de sentir, de pensar, y de tener que escuchar a Miguel cada vez que se acercaba a hablarle. Estaba cansado de todo y de todos. Se tiró sobre su cama mirando al techo y se quedó allí por horas y horas, hasta que de pronto, sus ojos se cerraron de golpe y todo se fue a negro. No le llegaba ningún ruido, ni ningún destello aparecía tras sus párpados, estaba todo oscuro y silencioso. Se sintió completamente muerto durante los instantes que duró aquella experiencia. Pero al fin estaba descansando.
Cuando despertó lo hizo de un salto, de pronto pudo abrir los ojos otra vez e inmediatamente notó los cambios a su alrededor, principalmente afuera de la ventana, las hojas de los árboles, antes verdes, ya no estaban, y un fuerte viento remecía sin parar las ramas. También escuchó las voces y el ruido de varias personas en la planta baja. Algo aturdido, levantó su torso para mirar su habitación, fue entonces que notó a Miguel sentado en un rincón.
-Buenos días.
Miguel parecía muy molesto, Manuel no pudo hablar por algunos minutos tan solo al mirar sus ojos.
-¿Quién está en la casa? -Finalmente preguntó, al percatarse que no conocía ninguna de las voces que escuchaba en el primer piso.
-Nuevos dueños -Miguel se levantó y con unos pocos pasos estuvo al lado de la cama. Manuel se recargó contra el respaldo, tratando de ocultar que había empezado a temblar- Al menos ellos lograron despertarte...
-¿Despertarme? -Miguel estiró la mano hasta su cabello, y su cuerpo se tensó un poco más al intentar no apartarse- ¿Cuánto dormí?
-Casi cinco meses.
Sus ojos se abrieron en sorpresa, quedó con la boca abierta y miró a Miguel, la rabia en los ojos de este lo hizo temblar nuevamente.
-Uhm... ¿Miguel? -Le tembló también la voz. Miguel continuó observándolo con rabia, y de pronto se abalanzó sobre él. Manuel no pudo escapar, el otro fantasma lo cogió del cuello y lo contuvo contra la cama mientras Manuel sentía que se ahogaba.
- ¡¿Por qué no te despertaste?! ¡Traté una y otra vez! -Miguel se sentó sobre sus caderas y contuvo las piernas que el chico sacudía.
-¡Mi-Miguel! -Estaba muerto pero aún así le desesperaban las manos de Miguel sujetándolo. Era aquel día en la biblioteca, todo de nuevo, la garganta apretada y el dolor en el cuello. Su vista comenzaba a nublarse cuando Miguel lo soltó. Ladeó su cuerpo sin levantarse de la cama y tosió varias veces. Pronto sintió la mano de Miguel acariciándole el cabello.
-No vuelvas a hacerlo, ¿Sí, Manuel?
-... púdrete -Murmuró y trató de esconder sus ojos llorosos contra la almohada.
Parte 3
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marianajacqueline45 · 7 years
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Hoy cumple años Anne Hathaway 35 años es una actrizestadounidense. Ganó el premio Óscar, el Globo de Oro, el BAFTA y el SAG a la Mejor actriz de reparto por su interpretación en Los miserables.La revista People la nombró como una de las grandes estrellas descubiertas en 2001 y apareció por primera vez en la lista de las 50 personas más bellas del mundo de dicha revista en 2006. Inicios con Disney Su edad y su gran estatura, fueron un inconveniente para conseguir papeles en Broadway, ya que era muy alta para papeles de niños, y demasiado joven para los papeles adultos. Sin embargo, tres días después de actuar en el Carnegie Hall de Nueva York, Anne fue aceptada para formar parte del reparto de la serie de televisión, Asuntos de familia. Aunque ésta solo duró una temporada, el papel de hermana mayor de Meghan Green le obtuvo muy buenas críticas a Anne y llegó a ser nominada como mejor actriz dramática en los Teen Choice Awardsdel año 2000. El salto al cine se produjo solo dos años después cuando participó en el drama The Other Side of Heaven junto con Christopher Gorham. Pero antes de empezar su producción en Nueva Zelanda, Anne se presentó al casting para el papel protagonista de Mia Thermopolis en la comedia familiar de Garry Marshall The Princess Diaries. Se dice que Marshall contrató a la actriz para interpretar a la princesa propensa a los accidentes cuando ella se cayó de una silla durante la audición. The Princess Diaries fue la primera de sus películas que se estrenó. De este modo, la audiencia cinematográfica la vio por primera vez como Mia, una adolescente de San Francisco que descubre que pertenece a la realeza. Trabajando con estrellas tan talentosas como Julie Andrews(como su abuela), Héctor Elizondo (como un consejero) y Heather Matarazzo (como la amiga de Mia), Hathaway se ganó la opinión favorable del público y la crítica. Según cuenta ella misma, Garry Marshall le dio el mejor consejo de toda su carrera cuando le dijo: "Nunca sabes si una película va a ser un éxito, así que más vale que lo pases bien rodándola". Y se divirtió grabándola con todo el equipo de producción pero, además, la película fue un éxito mundial que lanzó a Anne al estrellato con sus 19 años. Su otra película, The Other Side of Heaven, basada en la historia real de un misionero en Tonga, no tuvo tanto eco mediático. Acto seguido protagonizó un segundo drama con Nicholas Nickleby basada en la novela de Charles Dickens. La película empezó con buenas referencias por parte de la crítica. De hecho, incluso el periódico Deseret Morning News predijo que era una posible candidata a los premios Óscar. Sin embargo, a pesar de la aclamación de los expertos, el filme nunca obtuvo una gran audiencia y terminó hundiéndose en la taquilla estadounidense. Posteriormente, Anne decidió recuperar su imagen de ídolo para el público infantil gracias a su papel en Ella Enchanted, un nuevo título familiar. La historia se desarrollaba en un mundo mágico poblado de hadas madrinas, ogros y príncipes. Pero, aunque la novela del mismo nombre había sido muy bien aceptada por el público, la película pasó indiferente por la gran pantalla. En 2004 Hathaway pudo haber sido la compañera de reparto de Gerard Butler en la adaptación cinematográfica de El fantasma de la ópera, pero acabó rechazando el papel debido a su conflictivo contrato con la compañía Walt Disney Pictures, con el cual tampoco estaba demasiado satisfecha. Disney comenzó su producción de The Princess Diaries 2: Royal Engagement a inicios del año 2004 y siguiendo su estela de todos los públicos, Anne repitió su personaje en la secuela de The Princess Diaries. En esta ocasión, el susto de saberse heredera al trono de Genovia daba paso a la necesidad de encontrar un marido adecuado. Su vinculación con el mundo infantil continuó con la cinta de animación Hoodwinked! de 2005, donde prestó su voz a la renovada protagonista del cuento. Un doblaje que le sirvió para explotar otra de sus cualidades, pues cantó un tema de la banda sonora. Transición artística The Princess Diaries 2: Royal Engagement supuso la despedida de Anne Hathaway del cine familiar. Consciente de que se había encasillado como un icono infantil, Anne siguió el valioso consejo que le dio Julie Andrews durante el rodaje de la película de Disney: para desligarse de este cliché, no había nada mejor que un desnudo a tiempo, como el que la misma Julie protagonizó en S.O.B (1981). Anne Hathaway tomó nota y pronto comenzó a decir en las entrevistas que aunque siempre se la asociaba con el cine familiar, no le importaría aceptar algún papel algo más subido de tono. Y la oportunidad le llegó con la película independiente Havoc, donde interpretó a una adolescente rebelde de clase alta que deseaba probar nuevos estímulos y acababa involucrada en el mundo de las drogas y la corrupción. La ruptura con su versión infantil, por lo tanto, fue radical. Sin embargo, cuando Anne se ganó sus galones como actriz y demostró su madurez profesional fue con su participación en la controvertida y galardonada Brokeback Mountain. Ang Lee la eligió para interpretar a la mujer del personaje de Jake Gyllenhaal. Y de nuevo, Anne no se arredró ante un papel con pocas frases y mucha piel. De esta forma, se apuntó su primer gran éxito en el cine adulto ya que la película obtuvo prácticamente todos los premios a los que estuvo nominada, incluidos tres Premios Óscar. Apenas un año después, en 2006, con The Devil Wears Prada, Hathaway consiguió afianzarse aún más en su ascenso profesional. El papel de Andy Sachs, la joven inocente que llega a Nueva York para trabajar como asistente personal de la voraz e implacable editora de modas Miranda Priestly (Meryl Streep), resultó perfecto para el aire genuino de los ojos y sonrisa de Anne. A pesar de que su papel no aportaba nada nuevo a su registro interpretativo, Anne dio una muy digna réplica a una espectacular Meryl Streep y consiguió no quedar en ningún momento eclipsada por la presencia de la veterana. La película recaudó más de 125 millones de dólares sólo en Estados Unidos y le permitió darse a conocer entre un público sin límite de edad. Su deseo, pues, se había cumplido ya que, como ella misma dice, lo que más le gusta de su profesión son los nuevos retos, lejos del encasillamiento. Así se planteó su siguiente película Becoming Jane (2007) su proyecto más ambicioso hasta ese momento ya que por primera vez, Anne aguantaba el peso de la historia completamente sola. En este drama biográfico Anne tuvo que meterse en la piel de la escritora británica responsable de novelas como Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio, en las que Jane Austen supo plasmar como pocos el ambiente social y moral de su época. Por ello, Anne tuvo que documentarse sobre el periodo de la Regencia, aprender los modales, bailes y decoro propios de su sociedad y, sobre todo, aprender un más que necesario acento británico al mismo tiempo que explotaba su vena más romántica. Su inmersión en el papel de Jane fue tal que la misma Anne llegó a afirmar: “Volví a leerme toda la obra de Jane y unas cuantas biografías. También leí ensayos críticos sobre ella, sus cartas y me documenté sobre el periodo de la Regencia. Leía todo lo que llegaba a mis manos. Llegó un momento en el que el director me arrancaba los libros de las manos porque yo no dejaba de señalar detalles incongruentes entre el guion y la época”. Actualmente Desde entonces, la proyección artística de Anne ha seguido un buen ritmo. El 2008vino acompañado de tres de sus estrenos. Después de mostrar su faceta más dulce con Becoming Jane, aquel año la actriz quiso probar suerte con su primera cinta de acción en el remake cinematográfico Superagente 86, basada en la mítica serie del mismo nombre, en el cual encarnó a la Agente 99. También participó en el drama de Passengers que supuso su primera incursión en el thriller sobrenatural. Pero, cuando realmente se pudo comprobar que su salto a la madurez era permanente fue bajo las órdenes de Jonathan Demme en Rachel Getting Married. En este retorno del oscarizado director de The Silence of the Lambs, Hathaway tuvo la oportunidad de demostrar su talento interpretativo gracias al papel de Kym, la oveja negra de una familia aparentemente bien avenida. Ojerosa y con el rímel medio corrido, Anne Hathaway tuvo que afrontar uno de los personajes más complejos y atormentados de toda su carrera. El New York Post no dudó en definirla como "La guinda imprescindible de la película" y los críticos poco a poco empezaron a alabarla. Evidentemente, Rachel Getting Marriedconfirmaba que aquella actriz perfumada de Disney había desaparecido y en su lugar había quedado una actriz refinada y elegante que apuntaba a ser una gran estrella. Una transformación que fue premiada en varios festivales de cine pero, además, le mereció su primera nominación a los Óscar y Globos de Oro como mejor actriz principal. En diciembre de 2009, Sam Raimi confirma a Hathaway en Spider-Man 4 (prevista para 2011) para interpretar a Felicia Hardy, alias Black Cat. Algunos directivos de Sony Pictures decían que Felicia no sería la anti-heroína Black Cat , sino que se volvería una villana conocida como Vulturess.En enero de 2010, se canceló la película debido a problemas de guion y reparto.Al final , Anne interpretó a Catwoman en The Dark Knight Rises, estrenada en 2012. Es precisamente en ese momento, cuando una nueva Anne ha decidido volver a la compañía Disney; pero en unas condiciones completamente diferentes. En colaboración con uno de los grandes directores del cine estadounidense, Tim Burton, dio cuerpo a la Reina Blanca de Alicia en el país de las maravillas acompañada por Helena Bonham Carter, Johnny Depp y Alan Rickman. Mientras tanto, a la espera de la anterior producción, la actriz preparó nuevos proyectos para los siguientes años. En concreto, la comedia romántica de Garry Marshall Valentine's Day, que se estrenó el Día de San Valentín de 2010. También participó en el rodaje de una película llamada Love and Other Drugs dirigida por Edward Zwick, que protagoniza junto al actor Jake Gyllenhaal, donde interpreta a una mujer afectada por el Parkinson que se enamora de un visitador médico, vendedor de viagra. Apareció en 2011 junto a Jim Sturgess en la película de Lone Scherfig, One Day. Hathaway personifica a Selina Kyle en la nueva cinta de la saga de Batman que cuenta con Christian Bale y Tom Hardy. En octubre de 2011, se confirmó que Hathaway participaría en la película Los miserables dirigida por Tom Hooper y protagonizada por Hugh Jackman y Russell Crowe, interpretando a Fantine. Un video de Hathaway cantando I Dreamed a Dream, una canción de Los miserables se presentó en el CinemaCon el 26 de abril de 2012. Hooper describe el canto de Hathaway como "Crudo y real". Para el papel, Hathaway cortó su pelo en un corte pixie afirmando que "No lo siento como un sacrificio. Transformarse es una de las mejores cosas de la actuación". Dicha película fue estrenada el 25 de diciembre de 2012 en Estados Unidos. Por su actuación, Hathaway recibió elogios de la crítica y fue nominada para varios premios, incluyendo el premio Óscar, un Globo de Oro, el Screen Actors Guild Award y el premio BAFTA a la mejor actriz de reparto. Ella ganó todos los premios antes mencionados, recibiendo el último de estos galardones, el 24 de febrerode 2013, al recibir un premio de la Academiacomo Mejor Actriz de Reparto por su papel en Los miserables.
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christian-chaler · 6 years
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APUNTES DEL BOSQUE UNA FORMA DE VER LA REALIDAD - POR CHAVELLA SOBRE LA GUERRA DE RANCHOS ENTRE ZONA UNO Y ZONA DOS - Ellos salieron de la cabaña gallega, habian entrado a votar si iban a atacar a los de zona uno o dejarían que todo siga igual. Lo único que habia cambiado, que no era un detalle sin importancia, es que se habían enterado que habia un contacto o vinculo informal entre el chimayo y la gente de la administración, tambien habia gente del juzgado metida en el medio, hablaban de un juez y otras personas.
La familia del Fantasma estaba investigando eso desde afuera y Goduna, el Flaco o el caballero como lo llamaban, los estaba ayudando con sus contactos. Dias antes el Fantasma pregunto por Mario y le dijeron que Mario no estaba involucrado en eso, solo lo estaba el Chimayo que en ese momento estaba internado de gravedad por la pelea que habia tenido con el Fantasma y eso habia producido un cambio que se notaba en que desde el juzgado pedían demasiada información al respecto del supuesto accidente que habia tenido el Chimayo. Julio la mangosta habia informado que habia sido atacado por perros cimarrones pero la realidad fue que el Fantasma lo apuñalo reiteradas veces en la cara mientras se cubría el cuello para no morir.
Al finalizar la reunión salen de la cabaña gallega, el Trovador llevaba un megáfono en su mano y con el fue citándonos de a grupos para que nos reúnanos en el comedor, cuando llego mi turno escuche lo que nos decía....."Estamos en una situación complicada. Si la zona uno sigue creciendo nos van a voltear, es por eso que decidimos atacarlos y matar a todos los secuaces del Chimayo, tambien matar al perro ( a Mario le decían el perro). Tenemos todo arreglado para que esto parezca como una pelea entre ellos de la cual nosotros no participamos, pero llegado el caso en que ellos nos vencieran, ustedes van a tener que emigrar de aquí o la zona uno va a arremeter contra todos". Luego de algunos detalles mas el Trovador concluyo ......."El dia de la avería ustedes van a trasladarse al camino trasero y si no tienen noticias de nosotros en la mañana van a tener que irse y sobrevivir en la calle".
Luego de eso nos enseñaron lo básico del cuchillo, como atacar a los ojos si intentaban violarnos y una serie de trucos engañosos y traicioneros, nos hicieron practicar un poco y el Fantasma que sabia que eramos devotas de la virgen nos dijo en vos alta ......."Recen por nosotros, pidanle a Dios que nos ayude, que nos perdone por haber sido adictos y delincuentes, pidanle a la virgen que las proteja y díganle que si nos permite destruirlos, yo particularmente voy a dejar de ser un delincuente y voy a trabajar en lo que pueda por una sociedad mejor"..... el Alconza que estaba al lado escuchando enseguida dijo....."Yo tambien voy a hacer lo mismo"......El Flaco Goduna miro a Fazullo y al Trovador y sonrieron de una forma burlesca.
La idea era atacar cuando en la noche siguiente los de zona uno, que tenian el primer turno para cenar fueran al comedor, pero esa noche nadie se presento a cenar porque al parecer Alito por miedo le habia informado a Mario que iban a atacarlo. Mario impidio que fueran a cenar esa noche, pero no les dijo a los secuaces del Chimayo que iban a ser atacados y eso le valió como para que el Fantasma no lo matara y lo dejara escapar al final de la pelea.
Cuando los lobos vieron que no se presentaron a cenar, entonces se dividieron en tres grupos, uno encabezado por el Flaco Goduna era el que entraría primero a Zona uno, en ese grupo estaban el Fantasma y Nano, primero iba el Flaco atrás ellos y otros mas. El segundo grupo estaba formado por el Sarraceno, Fazullo, Chako y otros mas, entrarían por detrás para acorralar a la gente del Chimayo mientras el tercer grupo ingresaría un tiempo después y les daría apoyo cuando estuvieran desprevenidos. Llevaban cuchillos y arpones, tenían mantas para cubrirse de las puñaladas, los secuaces del Chimayo eran mas en numero y se suponía que usarían de escudo a la gente inocente que habitaba la zona uno.
Cuando salieron era de noche, se abrazaron entre ellos, nos saludaron previamente por si era la ultima ves que nos veian y como un acto simbolico, por locura o lo que sea aullaron como lobos y luego partieron, nosotras nos quedamos donde nos habian indicado. Estábamos tomadas de las manos y rezabamos en vos alta. Las horas pasaban y no sabíamos nada y al amanecer aparece corriendo Chako, estaba lleno de raspones en la cara y en las manos, tenia manchas de sangre en la ropa y nos dice que nos movamos a la cabaña gallega porque algunos de los que habian escapado podían venir a atacarnos.
En el camino vimos que habia uno de los de la banda del chimayo muerto en el piso, habia un cuchillo cerca y tenia una manta en las manos, me impresione muchísimo y le pregunte a Chako quien lo habia matado y el me respondió "Los lobos, todos hicimos todo lo que aquí esta pasando".
Después de dos horas nos llaman y vamos para el comedor y ahí estaban todos nuestros chicos, estaban cortados y lastimados en general en las manos y la cara, llorabamos y los abrazabamos. Estaba la policía y el servicio penitenciario, Julio la mangosta les decía que en la zona uno hubo una pelea y murieron algunos y habia otros heridos, les decía que habian atacado a los de zona dos y estos se habían defendido y que por eso estaban lastimados. Un hombre de buen aspecto recorría todo y hacia preguntas, ese hombre era el Dr. Stevenson quien venia a intervenir el lugar.
Todos aquellos que habían estado involucrados en maltratos y vejaciones a personas de la zona uno estaban muertos, el resto estaban heridos y los que se alojaban en zona uno estaban agradecidos. Querían saber quien era el Fantasma, sabían que habia uno al que llamaban Fantasma que quería hacerle la guerra a los que los maltrataban y se sorprendían al ver que era un adolescente, un adolecente que llevaba la marca de la muerte y un tatuaje en su mano como llevaban todos los lobos, tal como le dijo el Dr.Stevenson al ver que tenia un corte en el dedo índice de su mano derecha porque ese tipo de lastimadura se efectúa cuando al apuñalar a alguien el cuchillo se desliza sobre la mano y la hoja corta el dedo indice.
Llamo mucho la atención que el Dr.Stevenson no dijera nada, que no sospechara que quienes habian atacado eran nuestros chicos, era evidente que si el nuevo administrador miraba para otro lado, era por algo y que ese algo justificaba el accionar violento de los lobos. Luego escapa Goduna tal como tenían planeado si algo salia mal. El Flaco estaba oculto en el bosque porque venia prófugo por robar piezas de arte, estaba ingresado con papeles falsos y escondido en la comunidad como parte de un arreglo con los lobos y la familia del Fantasma para que nos proveyera alimentos, remedios y suministros.
Mario, el perro, se habia ido tambien por el campo con destino desconocido, lo habia atrapado la gente de zona 1 junto con algunos lobos, entre ellos el Fantasma, lo golpearon y lo ataron a una silla y esperaban a que el Fantasma, como era un menino de tumba lo matara. Al parecer el Fantasma vio que tenia las fotos de sus hijos en su mano, le pregunto porque no le habia avisado a los secuaces del chimayo que iban a atacarlos y Mario le respondio, luego mientras todos gritaban que lo mate, el Fantasma se levanto y dijo que no iba a matarlo a sangre fria que si alguno queria hacerlo lo haga y todos se quedaron callados y nadie lo hizo, luego el Fantasma desato a Mario y lo dejo que escape por el campo, previo a ello Mario tomo la mano derecha del Fantasma, la coloco en su frente en señal de agradecimiento, era su mano tatuada como menino de tumba y la misma que tenia la marca de la muerte en su dedo indice.
Por ultimo se llevan a lo heridos y el Dr.Stevenson nos reunió a todos en la entrada del comedor, ese momento fue el inicio de una nueva etapa, ahí empezamos descubrir que lo que decían Fazullo y el Fantasma era cierto, ya que algo turbio y pesado se orquestaba desde la administración.
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