#vida y arte de glenn gould
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librosparaamigos · 7 years ago
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511 págs.
Nunca mejor dicho eso de “biografía definitiva”. 
El autor estuvo 20 años trabajando en este libro y se nota, por lo pesado que es. A veces es difícil de leer pero se hace más llevadero poniendo en youtube las interpretaciones que Glenn Gould hace de Bach.
¿Me gustó?: Más o menos.
De qué se trata: es la biografía de un pianista muy peculiar (hipocondríaco, mañoso, jodido), considerado uno de los mejores de la historia.
¿Por qué lo compré?: porque me generó mucha curiosidad después de leer Instrumental de James Rhodes donde habla de él.
Parte favorita:  me gustó saber que su único profesor fue Alberto Guerrero, un chileno de Tocopilla que vivía en Toronto.
Su viaje a Rusia y su decisión de dejar los escenarios para dedicarse a la grabación y edición (con cintas y tijeras) de sus interpretaciones.
Me gustaron mucho esos programas de radio a contrapunto que hizo sobre temáticas tan canadienses como universales.
Le puede gustar a: seguidores de pianistas.
Le puede disgustar a: personas con pocas ganas de poner de sí para avanzar en la lectura.
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rebelion20-12films · 5 years ago
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Lo necesario del cine (V)
Por José Luis Mata H.
Música
Para C. M. y C., que sí saben de música y me explican
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Fotograma de La Musica (1967) de Marguerite Duras.
La naturaleza es un embrujo y sus estremecimientos son la tesitura de un hechizo. El agua, las aves, el zumbar de los insectos, el trueno, el crepitar del fuego, el viento. Hasta parece que, en la noche, el titilar de las estrellas produjera un sonido. Toda esta maravilla antecede a la aparición de la creación musical, pero parece no sólo anticiparla, sino incluso disponerla, como si fuera una cuestión de necesidad.
La música en su forma más elemental guarda relación con el movimiento, es el tiempo cuajado en vibraciones, la forma de lo emocional. No percibimos el sonido, el tono, sino la diferencia; la música nos es asequible porque somos sensibles a la variación que se da en el intervalo de sonidos y silencios, de su continuidad y su cambio; de alguna manera les resistimos, y por ello su pausa o su aceleración, el ritmo, la cadencia, sus cualidades más cinematográficas, nos son irresistibles.
A menudo considerada un lenguaje, se habla y se escribe, como la lengua, pero no nos dejemos llevar por esta similitud aparente; la música es previa, expresa, pero no articula. El sistema de notación, preciso y altamente sistematizado, es una escritura con todas las de la ley, aunque esto no es indicativo de que estemos ante un lenguaje, al menos no en sentido estricto. La notación abstrae muchos rasgos musicales con fines prácticos, y esto porque ella es ante todo una guía operativa. Piénsese en la infinidad de instrumentos, de su construcción, sus materiales y su sonido; la notación omite con deliberación las peculiaridades de la ejecución en todos ellos para considerar sólo aquello que es común a todos, los patrones que le otorgan identidad compositiva a una pieza: la melodía, la armonía y el ritmo. No es lo mismo pulsar que frotar, soplar o percutir; pero sin importar cómo se toque, somos casi siempre capaces de “reconocer una tonadita”.
Fuente de engaño es también pensar que escuchamos la música y nada más. Resulta de máximo interés que en varios idiomas, al hablar de instrumentos musicales, para la ejecución de los mismos se use la voz equivalente para “jugar” (to play an instrument, jouer d'un instrument), y es que en realidad, más que con el sonido, la música tiene que ver con el movimiento. Acompañando en un principio los bailes en las ceremonias religiosas y los cánticos en las jornadas de trabajo colectivo en el campo, la música era, y es, ante todo ritmo; pautaba la vida, de ahí la idea de la pauta musical. Esto apunta Barbara Stiegler al citar a Nietzsche: “escuchamos con los músculos”; otra forma de decir que a la música la sentimos, o como en español, con connotación parecida, la tocamos, o bien, nos toca.
Si la música también tiene qué ver con el movimiento, entonces hay en ella un elemento cinematográfico. El candidato natural es el ritmo. Pero afirmar esto no es nuevo; la narrativa tiene ritmo, y está de más decirlo, la poesía también. Antes de que la escritura se propagara como saber popular, las grandes hazañas eran contadas cantando, treta del arte de la memorización o recurso estético (o ambos), la “narración musical” tiene sin embargo una gran diferencia con el cine, cuyo soporte principal es la imagen. Se afirmó desde el principio que aquello que se percibe son las variaciones (en las Goldberg los susurros, cuando las interpreta Glenn Gould, nos recuerda Margo Glantz), los cambios. Si percibimos tales cambios es porque somos más bien reacios a ellos (esto es Minsky); la música vence nuestras resistencias rítmicas, la pauta de la vida cotidiana; nos dejamos llevar por su cadencia y empezamos a mover un poco los pies, a agitar la cabeza, a menear la cadera y la cintura, y de repente nos descubrimos perreando hasta el suelo, sacudiendo el bote, girando en remolino, entrándole al slam o dejándonos llevar por el oleaje del vals.
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Fotograma de Notre Musique (2004) de Jean-Luc Godard.
Y así, como hay ritmos a granel, también hay películas. Unas sofocan, no dan descanso, planos y planos se suceden en ráfagas, otras permiten tomarse un respiro, contemplar; ¿habrá correlación entre gustos musicales y cinematográficos?, ¿podría un filme apreciarse en un modo exclusivamente musical? Alargar la nota, alargar el plano; contrapunto, contraplano; staccato, corte. A la cadencia de la proyección de los fotogramas se añade la del montaje (el cine es mejor candidato para ser un lenguaje por esta posibilidad de articulación): he ahí la musicalidad. El cine subvierte y sintetiza una querella histórica: durante la Reforma protestante, que pregonaba entre otras cosas el vaciamiento de imágenes de los templos, a la austeridad visual del culto se añadió la riqueza sonora, a la inversa de la tradición católica. Las mejores piezas sacras son de compositores reformados. Pues bien, el cine funde imagen con ritmo. La música, a diferencia de la pintura y la escultura, es un arte que existe mientras se interpreta. La cinematografía abrió las puertas a la imagen como arte performático.
Querétaro, Qro., México, 15 y 20 de diciembre de 2019.
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Fotograma de El Piano (1993) de Jane Campion.
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chilangopost · 6 years ago
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Top 20 Mejores Películas del 2018
1. Phantom Thread de Paul Thomas Anderson
La dependencia humana hacia el otro, hacia el sentimentalismo frívolo en el que la soledad se transforma en lo único equiparable a una antesala de muerte. No importando el tratamiento equivalente en una correlación, el sometimiento moral se convierte en la única salida de una vida intrascendente hacia una mínimamente esclarecida. Una oda a la búsqueda de lo sublime y las relaciones tóxicas, en donde la obsesión de un hombre hacia el control y su consecuente creación es inmiscuida por el envenenamiento convertido en una forma de vida. Un retrato íntimo en el juego de roles por el dominio a modo y placer visto desde los ojos del mejor director trabajando en la actualidad.
2. The Other Side of the Wind de Orson Welles
Orson Welles fue el tipo de artista quien su megalomanía reflejó la magnificencia de sus capacidades mejor que ningún otro director en la historia del cine. Mofarse y celebrar la superioridad estética de su obra fue el instinto que lo llevó al éxito y también a su decadencia. En su última película, Welles nos invita a la culminación perfecta en una carrera llena de obstáculos, donde regresar a Hollywood -después de años de haber sido abnegado por los estudios- se representa solo como una última sentencia: el medio cinematográfico ha sido incomprendido y su justificación se remite a una lección en ritmo y montaje.
3. The House That Jack Built de Lars Von Trier
Si cualquier acto artístico supone de una trascendencia específica, donde la culminación empírica concluye en el logro de la ejecución perfecta, entonces el asesinato anónimo se vuelve una obra de arte. Concordar con un concepto como este, desnuda una misantropía y un repudio a la hegemonía moral que solo un tipo como Lars Von Trier puede revertir en cuasi comedia. El director disfruta de su cinismo, lo celebra y lo adorna en provocaciones ideológicas que justifican el asesinato como un acto poético, donde la estética del crimen es equiparable a la belleza de una pintura de Delacroix o a la sublime ejecución de Glenn Gould en un piano. El infierno que se nos muestra al final es el ‘’infierno’’ en el que Von Trier sabe será condenado, y nos provoca a admirarlo.
4. Mandy de Panos Cosmatos
¿Cuántas veces no hemos visto películas donde el ‘’héroe’’ busca cobrar venganza por un acto en su contra?, y mayormente: ¿Cuántas veces no hemos visto a Nicolas Cage interpretar ese papel? El camino del héroe es inequívoco, su intención se interpreta como un deber de mérito y es justificado por la premisa. Mandy es –en términos narrativos- ese lugar común, pero Panos Cosmatos construye los lineamientos convencionales del género y los complementa en un escupitajo de espectáculo audiovisual. La peculiaridad de Mandy no solo radica en eso, sino que Nicolas Cage representa al anti-héroe, donde el triunfo y la locura del personaje se transforman en una sátira a sí mismo y sus logros como actor. Única y memorable.
5. Nuestro Tiempo de Carlos Reygadas
El cine como proyector de deseos, donde el voyeurismo es permitido desde la confidencialidad de una sala, protegidos por el espacio donde es aceptado la observación del retrato íntimo de la sexualidad hasta el espío de un desnudo a distancia: protegidos por la pantalla. Reygadas nos invita a abrir la puerta de su casa y observar la intimidad de su matrimonio. Nos hundimos en el juego del director, todo con el incentivo de recordarnos algo: el cine es fantasía y deseo, frágil, vulnerable e íntimo. Tal y como una relación de pareja.
6. Burning de Lee Chang-dong
Relaciones que se condensan en un mundo en llamas desde dos perspectivas masculinas, en las que el poder del uno sobre el otro juegan papeles cruciales en la mutua confidencialidad, el asombro y en sus arriesgadas distracciones. Todo esto se conjuga y sintetiza en la figura de una mujer, quien encuentra una vulnerabilidad en ambos personajes para desaparecer y reaparecer dependiendo las circunstancias. ¿Cuál es el motivo que los une?, ¿Cuál es la justificación de sus actos? La condensación en las relaciones humanas como catalizador de adversidades.
7. The Ballad of Buster Scruggs de Joel & Ethan Coen
¿La muerte como salvación o sentencia? El azar puede considerarse una simple creencia o algo meramente anecdótico, pero su presencia en la mitología del hombre juega un papel fundamental en la toma de decisiones y en el rumbo cambiante de una vida. Los hermanos Coen nos cuentan 6 pequeñas y fascinantes historias que inspiran a la reflexión dentro de una antología vinculadas por el viejo oeste. Cada relato nos coloca en el papel de juez y jurado en el comportamiento y destino de estos entrañables personajes. Conmover no es una de las virtudes de los Coen, pero aquí lo logran con bombo y platillo. Imprescindible.
8. Roma de Alfonso Cuarón
Glorificar la memoria con el estímulo de contemplar el presente. ¿Qué más se puede escribir sobre Roma que no se haya comentado hasta el cansancio? Para muchos, es la película que define el 2018: con su brillante campaña de marketing, su interminable discusión generalizada y por la consagración que ha logrado alrededor del mundo. Y no es para menos: Cuarón recrea un México que parece nunca haber cambiado, en el que los códigos culturales del privilegio y la pigmentocracia parecen haber cruzado tan solo 40 años en el tiempo para dejarnos en claro que su analogía es más que solo una anécdota en nuestro país –y el mundo-. La nostalgia que nos provoca remiten a una ciudad en que las calles respiran una memoria idealizada, en las imágenes que inspiran a glorificar un escenario en el cual la condescendencia, el respeto y la admiración por el otro es todavía una utopía.
9. Let the Corpses Tan de Héléne Cattet & Bruno Forzani
Un duelo en el mediterráneo extraído de las mentes más surreales trabajando en el cine de la actualidad. Un robo que se convierte en una travesía a lo más profundo del inconsciente en cada uno de los personajes, revelando los distintos arquetipos que suponen la realización de la más compleja escapatoria. Muchos dirán que se trata de ‘’estilo sobre sustancia’’, pero quedarán fascinados por una narrativa que suprime una única y suculenta alucinación.
10. Loveless de Andrey Zvyagintsev
¿El desamor de una pareja se puede contrariar por una tragedia?, ¿Se pueden reafirmar los lazos destruidos en tiempos de crisis? Andrey Zvyagintsev nos plantea estas preguntas con la premisa de una pareja al filo del divorcio que se posterga por la desaparición de un hijo. La indiferencia interfiere en una familia en la que el desamor es la limitante de un pequeño en pleno desarrollo, en donde sus inquietudes son relegadas ante el desinterés de sus padres. Un estudio frío, distante y provocador sobre la reivindicación moral y la indiferencia.
11. Upgrade de Leigh Whannell
La solución a la vulnerabilidad humana controlada por un microchip; la nanotecnología que nos alcanza y nos ayuda a la optimización de nuestro propio cuerpo, todo esto al grado de desaparecer una parálisis corporal y convertirlo en la contraparte: un súper humano, donde los límites y extremos de la fuerza, la mortalidad, el miedo y el perfeccionamiento de la rapidez/movimiento son controladas por un instrumento tecnológico capaz de pensar por sí mismo. En un futuro próximo, ¿Cuántas personas tomarían este camino? La respuesta no nos sorprendería. La mejor película de ciencia ficción que verán este año.
12. First Reformed de Paul Schrader
¿Es una falta de cuestionamiento o un sometimiento moral la indiferencia a ciertos temas? La falta de concepción crítica puede simbolizar una evasión a quedar expuesto frente a situaciones que desnudan la disparidad moral hacia con los demás y uno mismo, pero cuando esto representa a todo un sistema –iglesia protestante- con influencia global y comunitaria, el problema ya no es la evasión, sino la desvergüenza. Esta reflexión queda magistralmente internalizada por Ethan Hawke en su papel de pastor, quien se encuentra en un laberinto sin salida que evoca a una culpabilidad determinada ante el cuestionamiento de su única herramienta laboral: la fe.
13. The World Is Yours de Romain Gavras
Romain Gavras es un especialista en magnificar el video musical a un espectáculo catatónico, y en esta ocasión, nos entrega su segundo largometraje que multiplica cada uno de sus concepciones visuales y las reúne en un estilo que ya lo define como uno de los directores más excitantes de la actualidad. Gángsters inútiles, drogas, illuminatis y persecuciones en la mejor comedia del año.
14. Under the Silver Lake de David Robert Mitchell
Teorías conspiracionales que se fragmentan en una odisea por la búsqueda de lo desconocido. Un tipo ordinario es abducido por circunstancias ajenas que lo conllevan a adentrarse a un mundo escondido, pero a la vista de todos. El camino de la observación a lo ajeno se convierte en el descubrimiento de uno mismo. Divertida e imprescindible.
15. Cold War de Pawel Pawlikowski
Jazz, romances efímeros, desamores, reencuentros y desilusiones. La separación ideológica por enigmas culturales, sociales y económicos en una Polonia postguerra. Momentos de crisis y desconfianza es el entorno donde un vínculo parece más que improbable. En sus relativos y breves encuentros, ambos se encaran con la disyuntiva entre conjugar su amor -a pesar de las circunstancias- o rendirse ante la precaución de una vida en peligro. Indispensable.
16. A Quiet Place de John Krasinski
El silencio como síndrome de refugio y contacto en un mundo donde el menor ruido implica ser aniquilado. En nuestra época actual, donde el tumulto mediático, social, impermanente y efímero están 24/7 alrededor de nosotros, convierten al silencio en nuestro único aliado. Krasinski retoma los principios del género y construye una narrativa en pos de los lazos familiares y su responsabilidad ante el mundo.
17. In the Fade de Fatih Akin
Los lamentos envueltos en un eco de silencio en los momentos de injusticia. Una madre en búsqueda de remendar su vida ante el asesinato de su hijo y esposo en un ataque de bomba por un conjunto de neo-nazis. Una reflexión en la migración, el odio racial y la ineptitud legal en la impartición de justicia dentro del marco legal de la Alemania actual.
18. Hereditary de Ari Aster
Los códigos familiares y la meticulosidad del control: un control a los lineamientos de comportamiento, al diseño de la ‘’familia idealizada’’ con una armonía que pende de un hilo, todo por un pasado oculto de una abuela recién fallecida. Cuando el control fracasa y se encuentra con la tragedia, la locura se vuelve la única consecución lógica. Un árbol genealógico hechizado por el miedo a la culpa y sus consecuencias.
19. You Were Never Really Here de Lynne Ramsay
El trauma como conductor hacia el sacrificio en la perpetuidad del rescate. La misión del protagonista no solo es salvar a chicas sujetas al tráfico sexual, sino a la redención propia del tumulto de trastornos psicológicos que enaltecen la brutalidad de un mundo enfermo y desafortunado. Una violencia y brutalidad como nunca habíamos visto encarnado en Joaquin Phoenix.
20. Museo de Alonso Ruizpalacios
Un robo que implica un escape ideológico: Dos ladrones improvisados en busca de trascender la formalización de lo establecido y encontrar su identidad propia. Su escape y contratiempos encuentran el camino de la oportunidad, pero todo es subestimado por una indolencia en búsqueda de sentido. Hacer lo incorrecto no se vuelve solo una opción, sino un argumento de vida.
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arloqui · 3 years ago
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¿Resuelto el mal paso?
Estas líneas decepcionadas las escribí en la primavera de 2017, dos años después de los hechos que cuento, en una habitación del hospital Sainte-Anne donde, entre dos electroshocks, intentaba mantener sujeto mi ánimo errático y en ruinas zurciendo este relato. Pero yo no veía las cosas bajo esta luz cruel la noche del 7 de enero de 2015, mientras llovía a mares acribillando la tierra blanda y negra del jardín y yo aguardaba la hora de la cena tumbado en la estrecha cama de mi bungalow en una granja aislada del Morvan. Yo me veía en aquel momento quizá no como un hombre tranquilo, apaciguado y sereno, no totalmente, no todavía, pero si al menos como un hombre que no estaba patéticamente neurótico. La salud psíquica, según Freud, consiste en ser capaz de amar y trabajar, y desde hacía casi diez años yo era, para mi gran sorpresa capaz de hacerlo. No lo había creído si me lo hubieran vaticinado cuando era más joven. No esperaba tanto de la vida. Ahora bien, yo acababa de escribir uno tras otro, sin largos y angustiosos intervalos de sequía, cuatro gruesos libros que muchos consideraban buenos, y todos los días daba gracias al cielo por un matrimonio que me hacía feliz. Al cabo de tantos años de vagabundeo sentimental creía haber llegado a puerto. Creía que mi amor estaba al abrigo de tempestades. No estoy loco: sé bien que todo amor está amenazado —que todo lo está, de todas formas—, pero me representaba esta amenaza como algo que ahora venía del exterior, ya no de mí mismo. Freud tiene una segunda definición de la salud física, tan impactante como la primera, y es que ya estás a salvo del infortunio neurótico, solamente expuesto a la desdicha ordinaria. El infortunio neurótico es el que se fabrica uno mismo, en una forma horriblemente repetitiva; el ordinario es el que te reserva la vida de formas tan diversas como imprevisibles. Contraes un cáncer o, peor aún lo contrae uno de tus hijos, pierdes tu trabajo y caes en la miseria: una desgracia ordinaria. Por lo que a mí respecta, la vida no me ha preparado muchas de estas desdichas: ningún gran duelo hasta ahora, ni problemas de salud o de dinero, hijos que se abren camino, y tengo el raro privilegio de que me gusta mi oficio. En cambio no tengo a nadie por lo que respecta al infortunio neurótico. Sin jactarme, tengo un talento excepcional para convertir en un infierno una vida que lo posee todo para ser dichosa, y no permitiré que nadie hable a la ligera de este infierno: es real, terriblemente real. Sin embargo, contra todo pronóstico, parece que me he librado. Parece que en enero del 2015 puedo decir que he resuelto el mal paso. Soy prudente, desde luego, no echo las campanas al vuelo, sé que quizás sea una ilusión, pero una ilusión que dura desde hace 10 años ¿sigue siendo una ilusión? ¿Qué es entonces lo que hace favorable este momento de la vida? ¿A qué se debe el progreso? ¿Al psicoanálisis? Francamente, no lo creo. He pasado cerca de veinte años tendido en divanes sin resultados notables. No, sencillamente pienso que al amor. Y quizá a la meditación. Al yoga, a la meditación: empleo estas dos palabras de un modo casi indistinto. Pienso que el yoga y la meditación, así como el amor y el trabajo de escribir, van a acompañarme y sostenerme, a conducirme hasta la muerte. Sitúo la última cuarta parte de mi vida, ya que casi a los sesenta años me puedo considerar estadísticamente incluido en la invocación de esta frase de Glenn Gould, tantas veces copiadas en tantas libretas sucesivas: « El objetivo del arte no es la descarga momentánea de una secreción de adrenalina, sino la construcción paciente, a lo largo de toda una vida, de un estado de quietud y de fascinación.»
Terneros, vacas, cerdos
« La construcción paciente, a lo largo de toda una vida, de un estado de quietud y de fascinación»: es muy agradable concebir la vida en estos términos. Sí, estos pensamientos son agradables, son pensamientos de gratitud, son armoniosos, son buenos pensamientos. Me conozco, al mismo tiempo, sé de memoria hacia dónde me arrastran, qué imágenes complacientes nunca tardan en convocar. Al acercarme a los sesenta años me imagino esta versión mejorada de mi mismo, de este Emmanuel upgraded: un hombre sereno, benévolo, que ha desarrollado un centro de gravedad del que emanan una voz y una palabra que poseen un peso real: no «ese hueco» del que habla Nietzsche, que producen las entrañas llenas de aire. Un hombre que habría hecho las paces con su pequeño ego miedoso y narcisista, que ha escrito libros cada vez más límpidos y universales, investido de una gloria también universal, que recibe a sus amigos debajo de la parra en su sencilla y hermosa casa de Patmos, y que se aproxima a la muerte sin pestañear, en ese famoso estado de quietud y fascinación que ha dedicado su vida construir. En fin. Ríanse a sus anchas. Por mi parte procuro no complacerme demasiado con esas imágenes, pero tampoco las ahuyento como un anacoreta espanta las tentaciones de la carne. Lo habría hecho en otra época, cuando era cristiano y me rodeaba una alambrada de culpabilidad. Hoy me digo: por supuesto, sólo son en sueños narcisistas y fruslerías para el ego, pero ¿es tan grave? Es más bien un sueño inocente, no es tan miserable este yo ideal. Y sobre todo, aunque sea lamentable complacerse en estas cosas, más penoso es aún censurarlas. Porque la revolución es eso, una de las revoluciones de la meditación. En vez de mostrar animadversión a pensamientos de los que no estás demasiado orgulloso, en vez de intentar erradicarlos, te conformas con observarlos sin convertirlos en un drama, ya que existen, ahí están. Ni verdaderos ni falsos, ni buenos ni malos: son microsucesos psíquicos, burbujas en la superficie de la conciencia. Si lo ves así, sin siquiera darte cuenta, pierden su influencia y su nocividad. No hay que juzgar los pensamientos propios ni tampoco los del prójimo. Hay que aceptarlos tal como son, verlos como son. Sí, es una tercera, y quizá la más exacta, definición de la meditación: ver tus pensamientos tal como son. Ver las cosas como son.
Yoga, Emmanuel Carrère, 2021
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en2020 · 5 years ago
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Música Clásica atemporal.
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❦ La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía. 
Ludwig van Beethoven
❦ Triste y sin embargo grande, es el destino del artista. 
Franz Liszt
❦ La imaginación crea la realidad.
Richard Wagner
❦ La música es mi vida y mi vida es la música. Quien no entienda esto, no es digno de Dios.
Wolfgang Amadeus Mozart
❦ Los artistas menores toman prestado, los grandes artistas roban.
Igor Stravinsky
❦ Enviar luz a la oscuridad de los artistas, ese es el deber del artista. 
Robert Schumann
❦ La música debe hacer saltar fuego en el corazón del hombre, y lágrimas de los ojos de la mujer. 
Ludwig Van Beethoven
❦ El arte de dirigir consiste en saber cuando hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta. 
Herbert Von Karajan
❦ No había nadie cerca para confundirme, por lo que estaba forzado a ser original.
Joseph Haydn
❦ La competición es para los caballos, no para los artistas.
Bela Bartok
❦ Sin artesanía, la inspiración es una simple caña sacudida por el viento. 
Johannes Brahms
❦ Si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco. 
Tchaikovski
❦ El más antiguo, el más verdadero y el más bello órgano de la música, el origen del cual nuestra música debe provenir, es la voz humana.
Richard Wagner
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20 canciones eternas. Cápsula de tiempo espacial sonora.
La música es un lenguaje universal. Si hay un lenguaje común, que todos los pueblos del planeta entiendan con la razón, el corazón y el sentimiento; es la música. La música existe con los humanos desde las cavernas, acompaña las vidas y los corazones a lo largo de los siglos. Si bien, gran parte de las bellas artes y música, que conocemos es, meramente humana. Sabemos que hay animales, como el ruiseñor, que no cantan por que tengan algo que decir, sino porque tienen una canción. Pero también es un lenguaje sonoro y una forma de arte que nadie duda de su belleza. Desde que existen partituras exactas, o grabaciones sonoras, la música grabada es una suerte de máquina del tiempo, una forma de belleza que congela, un sonido invisible, en un tiempo, para escuchar en cualquier otro tiempo. 
Quizás hay, en otro lugar de la galaxia o en algún lugar del Cosmos, formas de vida desconocidas, tal vez basadas en carbono o agua, que crean alguna forma de arte, que se comuniquen y deleiten con la belleza de la música. Si hubiera que enviar al espacio una cápsula de tiempo, como mensaje de paz y concordia de la humanidad, para contactar con otras civilizaciones, u otra forma de vida, con la música más excelsa hecha por el ser humano; una selección posible sería comenzar el hilo invisible de una conversación cósmica, al menos con estas 20 canciones, que representan el ideal de la belleza invisible, de la mejor música que se ha hecho por el ser humano, es entonces música eterna hecha en nuestro planeta, para la eternidad del tiempo y del espacio. Música infinita, de un planeta solitario en un mar de estrellas, en el silencio del universo desconocido.
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1. Johann Sebastian Bach ❦ Goldberg Variations, BWV 988 - Aria ¶ Glenn Gould 2. Pietro Mascagni ❦Cavalleria rusticana - Intermezzo 3. Erik Satie ❦ Gymnopédie No.1 4. Johann Pachelbel. ❦ Canon In D Major 5. Léo Delibes ❦ Lakmé  Flower duet ¶ Anna Netrebko & Elina Garanca  6. Franz Schubert ❦ Ave María ¶ Maria Callas 7. Samuel Barber ❦ Adagio for Strings 8. Giacomo Puccini ❦ Turandot Nessun dorma  ¶ Luciano Pavarotti  9. Gaetano Donizetti ❦ L'elisir d'amore - Una furtiva lacrima  ¶ Enrico Caruso 10. Wolfgang Amadeus Mozart ❦ Réquiem en re menor, K. 626, Lacrimosa  11. Johann Sebastian Bach ❦ St. Matthew Passion, BWV 244 / Aria: "Erbarme dich, mein Gott" 12. Richard Wagner ❦ Tannhäuser (Obertura) 13. Ludwig van Beethoven ❦ Sonata para piano n.º 14 en do sostenido menor «Quasi una fantasia» 14. Umberto Giordano ❦ Andrea Chénier La mamma morta  ¶ Maria Callas 15. Sergei Rachmaninoff ❦ Piano Concerto No.2 in C minor Op.18 - II, Adagio sostenuto 16. Joaquín Rodrigo ❦ Concierto de Aranjuez Adagio ¶ Paco de Lucía  17. Tchaikovsky ❦ Waltz of the Flowers 18. Wolfgang Amadeus Mozart ❦ The Magic Flute: Overture  19. Richard Wagner ❦ Tristan und Isolde: Prelude & Liebestod 20. Tomaso Albinoni ❦ Adagio for organ-violin & strings in G minor
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imembroiderline · 7 years ago
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Wertheimer, sin embargo, fue uno de esos que continuamente y durante toda la vida y hasta llegar a una desesperación permanente, quieren ser otro, como tienen siempre que creer, más afortunado en la vida, pensé. Wertheimer hubiera sido de buena gana Glenn Gould, hubiera sido de buena gana Horowitz, hubiera sido de buena gana también, Gustav Mahler o Alban Berg. Wertheimer no era capaz de verse a sí mismo como alguien único, como todo el mundo puede y tiene que permitirse, si no quiere desesperar, sea quien sea, es alguien único, me digo a mi mismo una y otra vez, y eso me salva. Wertheimer jamás había querido considerar esa áncora de salvación, es decir, la de considerarse a sí mismo como alguien único, para ello le faltaban todas las condiciones. Todo ser humano es un ser humano único y realmente, considerado en sí mismo, la mayor obra de arte de todos los tiempos, así he pensado y tenido que pensar siempre, pensé. Wertheimer no tenía esa posibilidad, por eso quería ser siempre solo Glenn Gould o sencillamente Gustav Mahler o Mozart y compinches, pensé. Eso lo precipitó ya muy pronto en una y otra vez en la infelicidad. No tenemos que ser genios para ser únicos y poder reconocerlo también, pensé.
El Malogrado, Thomas Bernhard.
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en2020 · 5 years ago
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Los sonidos de la memoria
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Vivimos en un tiempo en el que creo que no hay una corriente principal, sino muchas corrientes, o incluso, si se quiere pensar en un río de tiempo, que hemos llegado a un delta, puede que incluso más allá de un delta, a un océano que se extiende hasta el cielo.
John Cage, 1992.
El origen de la música se remonta a las cavernas, a los ritmos tribales. Se conoce que utilizaban la escala pentatónica en flautas de hueso, esto es decir que la música y el arte son inherentes al ser humano, desde su origen. Pero aunque como la historia ha sufrido diferentes revoluciones, hay una música antes de las primeras grabaciones sonoras y otra después, de la que se conservan registros grabados. Así como el cine es un invento del siglo XIX y se desarrolla en el siglo XX. La música popular es una de las grandes artes del siglo XX y ahora en el XXI su magnitud es incomparable. Desde las grabaciones de Edison, los discos de pizarra, a los vinilos, las cintas de magnetófono, los CD y la música digital y el streaming han configurado la banda sonora de la humanidad en los últimos dos siglos. Así que no se entiende la humanidad y su arte sin las grandes figuras de Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven y Wolfgang Amadeus Mozart. Bach habla al universo, Beethoven, a la humanidad, y Mozart a cada uno de nosotros. La mejor música clásica del siglo XX es música hecha para cine. Y  la música más floreciente del siglo XX y XXI es la música popular, blues, jazz, soul, rock, pop, música electrónica y músicas del mundo. Ahora con una conexión a Internet (archivo y memoria del mundo) podemos tener acceso a ingentes cantidades de músicas de todos los tiempos, lugares y estilos. Si esta multitud de información es beneficioso para cultivar la cultura del gran público, o tal vez lo hace estancarse en las formas de música más omnipresentes, es algo que como la historia, el tiempo escribirá.
Esta publicación en esta bitácora es un fragmento de la música que forma parte de la banda sonora de mi vida, y la música que considero más excelente que me acompañado en mi tiempo en el mundo. Por supuesto que si la lista fuera más extensa habrá miles, decenas o centenas de miles de canciones que me acompañaron. Tal vez tirando del hilo de estás 20 grabaciones sonoras, formen un mosaico de la música que es importante para mí, ahora. Es una lista de 20 discos escrita en confinamiento en el año 2020.
1. Blonde on Blonde, Bob Dylan, (1966)
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2. Astral Weeks, Van Morrison, (1968)
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3. Pink Moon, Nick Drake, (1972)
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4. Blue, Joni Mitchell, (1971)
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5. The Velvet Underground & Nico, (1967)
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6. Exile on Main St., The Rolling Stones, (1972)
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7. Forever Changes, Love, (1967)
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8. Chelsea Girl, Nico, (1967)
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9. Bach: The Goldberg Variations, Glenn Gould, (1955, 1981)
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10. Apollo: Atmospheres and Soundtracks,  Brian Eno, (1983)
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11. Dark Was the Night,  Blind Willie Johnson, (1927)
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12. Music For Nine Post Cards, Hiroshi Yoshimura (1982)
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13. Orphée, Jóhann Jóhannsson, (2016)
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14. U.FO., Jim Sullivan, (1969)
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15. A Love Supreme,  John Coltrane, (1964)
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16. Kind of Blue, Miles Davis, (1959)
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17. The Nightmare of J.B. Stanislas, Nick Garrie, (1968)
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18. Fleet Foxes, (2008)
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19.  Getz/Gilberto, (1963)
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20. Sleep, Max Richter (2015)
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Lista con enlaces de discos a Spotify:
1. Blonde on Blonde, Bob Dylan, (1966)
2. Astral Weeks, Van Morrison, (1968)
3. Pink Moon, Nick Drake, (1972)
4. Blue, Joni Mitchell, (1971)
5. The Velvet Underground & Nico, (1967)
6. Exile on Main St., The Rolling Stones, (1972)
7. Forever Changes, Love, (1967)
8. Chelsea Girl, Nico, (1967)
9. Bach: The Goldberg Variations, Glenn Gould, (1955, 1981)
10. Apollo: Atmospheres and Soundtracks,  Brian Eno, (1983)
11. Dark Was the Night,  Blind Willie Johnson, (1927)
12. Music For Nine Post Cards, Hiroshi Yoshimura (1982)
13. Orphée, Jóhann Jóhannsson, (2016)
14. U.FO., Jim Sullivan, (1969)
15. A Love Supreme,  John Coltrane, (1964)
16. Kind of Blue, Miles Davis, (1959)
17. The Nightmare of J.B. Stanislas, Nick Garrie, (1968)
18. Fleet Foxes, (2008)
19. Getz/Gilberto (1963)
20. Sleep, Max Richter (2015)
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