#víctimas del Holodomor
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Holodomor: Misa y responso en honor a las víctimas del Genocidio Ucraniano
Holodomor: Misa y responso en honor a las víctimas del #GenocidioUcraniano #Berisso
El pasado sábado, se llevó a cabo la misa y responso en honor a las víctimas del Holodomor en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Berisso, la cual fue oficiada por el religioso Marcelo Klekailo.
Del oficio religioso que fue convocado por la Asociación Ucrania de Cultura “Prosvita”, filial Berisso, además participaron el presidente de la entidad convocante, Luis María Witoszynski; el…
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#Ana Stolar#Asociación Ucrania de Cultura "Prosvita"#Iglesia Nuestra Señora de la Asunción#Juan Ignacio Fourment Kalvelis#Luis María Witoszynski#Marcelo Klekailo#víctimas del Holodomor
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No, no "todo vale" -
No, no “todo vale” –
Por Ailer González Mena. La gran labor del castrismo ha sido normalizar ante el mundo el horror de la masacre que ha cometido contra los cubanos durante 61 años. Qué dirían las víctimas de los genocidios de Armenia, Camboya, del holocausto judío, del holodomor de Stalin, los tasajeados de Ruanda si vieran a cirqueros que hasta ayer, tocaban en el combo de la tiranía, trasvestidos por obra y…
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Horrores Humanos: Andrei Chikatilo, el carnicero de Rostov
Andrei Chikatilo es sin duda uno de los más despiadados y prolíficos asesinos seriales de la historia. Hasta ahora es el más conocido asesino en serie de la Unión Soviética. Su actividad criminal lo llevó a realizar al menos 53 asesinatos. Conocido como “el carnicero de Rostov”, vivía una doble vida, como hombre casado trabajador y miembro de la sociedad comunista del momento, y como asesino dotado de gran habilidad para ganarse la confianza de los niños y disfrutar con impunidad de sus horrendos crímenes.
Chikatilo, un “hombre estable”
Andrei Romanovich Chikatilo nació en Yablochnoye, Ucrania, el 16 de octubre de 1936, una pequeña aldea en tiempos de hambruna de Holodomor, donde morían cientos de personas cuyos cadáveres se amontonan en las calles y campos. Siendo niño, escuchó en el regazo de su madre una historia que lo estremeció: Stephan, su hermano mayor había sido raptado y devorado por hambrientos campesinos. Aunque no era un caso aislado en aquellos duros años, el hecho marcó notablemente al niño, quien desarrolló un miedo constante a ser raptado y devorado también.
En la escuela era muy introvertido y arrastró multitud de complejos que le atormentaban. Incapaz de aceptar su miopía, tuvo sus primeras gafas a los treinta años. A los doce aún padecía de enuresis y se orinaba en la cama sin advertirlo. Siempre era humillado por sus otros compañeros, él se limitaba a escuchar y a aguantar. No hacía nada por remediarlo, tampoco cuando le empezaron a llamar marica, ni cuando le pegaban arrojándole una manta por encima y lo sacaban de las aulas a patadas. A medida que iba creciendo, su timidez con las mujeres era más y más marcada. Su primera experiencia sexual fue al eyacular tras unos pocos segundos mientras abrazaba a una chica. De ahí surgieron los primeros rumores de su impotencia y problemas sexuales.
Como todos los ciudadanos soviéticos que habitaban en la URSS, sirvió en el Ejército Rojo y luego se dedicó a los estudios, obteniendo tres títulos: en Lengua y Literatura Rusas; en Ingeniería y en Marxismo-leninismo. Para 1971, obtuvo el grado de Maestro en Filología. Chikatilo era políglota y además un respetado miembro de la intelectualidad soviética. Más tarde se refugió en el comunismo y llegó a ser un miembro destacado del Politburó, pero su fijación con el dogma político rayaba en el fanatismo.
Mientras sus credenciales académicas aumentaban, también lo hacía su atracción por las niñas, todas menores de doce años. Se colaba en los dormitorios estudiantiles para verlas en ropa interior mientras se masturbaba con la mano dentro del bolsillo.
A pesar de sus problemas, pudo encontrar una esposa. Logró alcanzar en contadísimas ocasiones la suficiente erección para dejarla embarazada, pero no dejaba de pensar, que la naturaleza lo había castigado castrándolo al nacer. Era un marido de carácter estable y trabajador, un padre que nunca levantaba la voz ante los hijos, un respetado miembro del partido comunista que leía los periódicos y se mantenía al corriente de la actualidad.
Discreto, vivía con la rigurosa austeridad que correspondía a un verdadero soviético. Para su frustración, en la escuela en la que trabajaba sus alumnos se burlaban de él, le apodaban “La Gansa” porque sus largos hombros encorvados hacían que su cuello pareciese alargado.
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Chikatilo, un monstruo criminal
En 1978, como parte de su trabajo a Chikatilo lo envían a dar clases a un lugar llamado Shakhty. Mientras el resto de su familia se muda, le queda mucho tiempo libre, mismo que dedica a ver pasar a los jóvenes escolares por la calle. Entonces comienza a fantasear con ellos, que los tiene con él y desnudos.
Fue un 22 de diciembre de 1978 cuando Andrei Chikatilo desataría a su monstruo interno y, con 42 años, comenzaría una ola criminal que marcó a la Unión Soviética.
Consiguió un cuarto en una calle oscura y apartada a donde llevó a Yelena Zakotnova, una niña de 9 años que había abordado en la calle y que convenció para que se fuera con él a una cabaña en las afueras de la ciudad. Sabía cómo hablarles a los niños, su experiencia como docente y padre le habían dado esa habilidad.
Incapaz de penetrarla utiliza su cuchillo como sustituto en el acto sexual. Chikatilo tenía la idea de que en los ojos de la víctima quedaba impresa la imagen de su asesino, por lo que a Yelena le tapó los ojos cuando la atacó a puñaladas y la estranguló.
Ante el estupor de Chikatilo por este hecho, se formó el vínculo fatal entre sangre y sexo. Sacó entonces un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación. La penetración ritual con el arma blanca le mostró un nuevo mundo de sensaciones que iniciaría su escalada homicida. Chikatilo había intentado satisfacer su necesidad sexual movido por la esperanza de llegar a ser igual que los demás, pero asumió que no lo era. Se dio cuenta de que su placer no derivaba de acariciar los genitales ajenos, sino de maltratarlos.
Después de su banquete de violencia sexual, se deshizo del cuerpo en un río cercano.
Dos días después del crimen, la policía encontró los restos de la niña en un río cercano, y cerca de la cabaña de Chikatilo una gran mancha de sangre. Le habían sacado los ojos; esta mutilación se convertiría en la firma de los crímenes de Chikatilo. Los policías interrogaron al hombre, pero acabaron inculpando a otro agresor sexual: Alexander Kravchenko. Años después de ser ejecutado, aquel hombre fue oficialmente perdonado por la muerte de Zakotnova. Antes de la detención del destripador de Rostov, muchos inocentes cayeron en manos de la ineficiente policía rusa que con métodos y torturas de la edad de piedra le sacaba confesiones a quien fuera.
En 1981, se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica y el trabajo, que le obligaba a recorrer una buena parte de la región, le proporcionó la oportunidad perfecta. El 3 de septiembre de 1981 abordó a Larisa Tkachenko, prostituta de 17 años de edad. La convenció de ir con él al bosque para tener relaciones sexuales, pero falló en el intento, por lo que ella se río de él. Esto lo enfureció y perdió el control. Cuando la atacó y observó la sangre manar de las heridas de navaja, eyaculó involuntariamente. Desde ese momento quedó claro que para alcanzar satisfacción sexual debía emplear el máximo salvajismo contra sus infortunadas víctimas. En esa ocasión removió los órganos sexuales de la chica y tras mordisquearlos, los tiró en el camino. Otras veces removía el útero y ahí depositaba semen. Se especula que tal vez pudo comerse ciertos órganos aunque Chikatilo negó enfáticamente tal cosa.
No solo niñas y jovencitas corrían peligro, también a los niños varones les tocaba su parte de sufrir la furia asesina de Andrei Chikatilo. Con ellos fantaseaba ser una suerte de héroe que los capturaba para torturarlos. Según sus palabras, ellos sangraban igual de fácil que las mujeres. ¿Por qué les cortaba los genitales? Contestó que tal vez era una forma de manifestar su venganza contra la vida que le había tocado vivir. Era frecuente que masticara los testículos removidos a los desafortunados chicos que caían en sus manos. Básicamente buscaba la satisfacción de ver la sangre, el llanto y la agonía de las víctimas. Poder probar la sangre, mordisquear o tragar pezones y demás le daban relajación y la sensación de poseer y ejercer un “poder animal…”
Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato en sí lo que representaba para él un acto sexual supremo. Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk, raptada de una villa, llevada al bosque y acuchillada cuarenta veces.
Chikatilo asesinó a otras tres personas ese año; entre ellas se encontraba su primera víctima masculina, Oleg Podzhivaev de nueve años de edad. El cuerpo no se encontró, pero Chikatilo afirmó ser el responsable y declaró que le había arrancado los genitales. En 1984 asesinó a quince personas. Mientras el tiempo entre sus asesinatos iba disminuyendo, el número de víctimas iba en ascenso.
Durante doce años, Chikatilo asesinaría a 53 personas. Tenía un aspecto de lo más inofensivo, y los niños veían en él un hombre amable e indefenso. Sus víctimas eran niños, niñas y chicas muy jóvenes. Entre ellos había muchos que se habían escapado de casa y victimó también a retrasados mentales, pues se dejaban convencer más fácilmente y agradecían su ayuda en el laberinto del sistema de transportes local, con el que no estaban familiarizados. Chikatilo los elegía entre la multitud en estaciones ferroviarias y en paradas de autobús y con algún pretexto, los convencía para que lo siguieran a alguna zona boscosa. Una vez allí les infligía entre treinta y cincuenta puñaladas.
Todas sus víctimas sufrían la mutilación de los ojos. A las adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rostov pasaron a ser sospechosos en potencia.
Pero su alegría sexual duró poco: pronto se descubrió eyaculando precozmente. Mientras violaba a sus víctimas por ano o vagina, se enfurecía por llegar rápidamente al orgasmo y les machacaba la cara a golpes. Muchas veces, su problema de impotencia se manifestó también al cometer los ataques. En esas ocasiones, para demostrar que sí había podido violarlos, colocaba el semen en la vagina o el ano de la víctima con la ayuda de una ramita.
En el caso de los niños, los atacaba nada más hallarse a solas con ellos en el bosque: un golpe para aturdirlos con las manos atadas y unos golpes de cuchillo, poco profundos, para establecer su dominio sobre ellos. Posteriormente los mutilaba a mordiscos, les cortaba los genitales o solamente extirpaba los testículos, que guardaba a modo de trofeo. También arrancaba los ojos de todas sus víctimas, para evitar encontrarse con sus miradas. En ninguno de los casos se encontraron las partes del cuerpo seccionadas en las cercanías de la escena del crimen. Todos estos actos los realizaba mientras aún estaban vivos: disfrutaba con el control y la dominación ejercida por medio de la tortura. Chikatilo practicaba además el canibalismo; en sus declaraciones confesó que le gustaba tragarse las partes del cuerpo más blandas.
Cuando los restos eran hallados los huesos mostraban tantas laceraciones en costillas, pelvis y hasta en las cuencas de los ojos que la contabilidad podía subir a los 40 o mas navajazos. Los oficiales rusos no estaban acostumbrados a observar tanta saña en un crimen. Se referían al sospechoso como una bestia salvaje, como si fuera un monstruo sediento de sangre.
En esa época en que el estado controlaba los medios de producción y los de comunicación, los reportes acerca de violaciones a menores de edad o asesinatos en serie eran temas prohibidos. Se consideraba que tales muestras de descomposición social existían únicamente en los países capitalistas de occidente. Los reportes de estos acontecimientos eran de conocimiento exclusivo de altos oficiales del partido y la burocracia soviética.
Informar al público de la serie de crímenes que se experimentaban hubiera constituido una propaganda muy negativa contra el régimen social bajo el que se regían las repúblicas socialistas. Pero no hacerlo resultó contraproducente. Pocos padres pudieron advertir a sus hijos e hijas del gran peligro que acechaba en los caminos. Nadie fue advertido para cuidarse de los extraños. Es mas, nunca fue debidamente difundida la descripción del sospechoso en los periódicos. Si ocurrieron filtraciones a la prensa, pero a falta de una postura oficial del gobierno, todo quedo en rumores inclusive fantasiosos, como la existencia de un hombre lobo o la pretensión de una invasión por parte de occidente, que a modo de avanzada asesinaba niños, etc.
Cuando apareció el cadáver número treinta, los periódicos empezaron a dar noticias del posible asesino en serie. Todos creían que se trataba de un retrasado mental, a pesar que la policía no estaba de acuerdo, pues la amplia dispersión del asesino indicaba que éste disponía de un vehículo, factor que en la URSS era eliminativo. Era obvio que los crímenes eran obra de un asesino serial, pero el gobierno se negaba a reconocerlo: afirmaban que los asesinos seriales eran un producto del capitalismo estadounidense y en la URSS no podían surgir.
Pese a ello, el Instituto Serbsky de Moscú diseñó el perfil de un hombre ostensiblemente normal, probablemente casado, con un trabajo regular. Por el semen hallado en los cuerpos de sus víctimas, se supuso que su tipo de sangre era del grupo AB.
El 14 de septiembre de 1984 detuvieron a Chikatilo en el mercado de Rostov, pues en líneas generales encajaba con la descripción del asesino, pero no pudieron demostrar nada más. Chikatilo parecía un hombre respetable y tras hacerle un análisis de sangre, ésta resultó ser de grupo A. Enseguida fue puesto en libertad sin cargos.
Para esas alturas, los archivos de la policía contenían datos de unos 26,500 sospechosos. Posteriormente Chikatilo fue acusado de haber robado un rollo de linóleo de su oficina. Siete meses después, con ese caso aún pendiente, fue arrestado por comportamiento impropio en la estación de autobuses de Rostov y sentenciado a quince días en prisión. Sentenciado a un año de cárcel por el robo del linóleo, el juez simpatizó con él y lo liberó antes.
Luego de que el número de niños varones asesinados comenzó a crecer, se comenzó a investigar a la comunidad gay de la región. Esta estrategia únicamente abrió los ojos de los oficiales encargados acerca del mundo oculto de violencia y sexo de los rusos. Hay que recordar que en aquel tiempo la homosexualidad estaba completamente prohibida. Sin embargo, ellos no tenían nada que ver con los crímenes, ni Andrei Chikatilo tenía algo que ver con ellos por lo que a final de cuentas solo fue una pérdida de tiempo. Cuando se abandonó esta línea de investigación se habían interrogado alrededor de 150,000 personas.
Apartándose de la rigidez de los protocolos oficiales, el forense Burakov decidió compartir parte de la información del caso con algunos especialistas de Moscú. Los primeros en ser consultados no se interesaron por el caso por la escasez de detalles, sin embargo hubo un especialista que creyó importante echar un vistazo al asunto. Alexander Bukhanovsky aceptó discutir sus reflexiones acerca del desconocido asesino que lo mismo tomaba víctimas hombres que mujeres.
A los pocos días, le entregó un informe de 7 cuartillas a Burakov que informaba mas o menos lo siguiente: El asesino era un sujeto de entre 25 y 50 años, con una estatura alrededor del 1.75 metros, padecía de alguna disfunción sexual. Mutilaba a sus víctimas en parte por frustración y también como excitación erótica. Se dejaba llevar por la compulsión de asesinar, sin embargo no era ni retrasado mental o esquizofrénico puesto que tenía la capacidad de planear y efectuar sus ataques. Era un hombre solitario y el único involucrado en los crímenes. Esos datos no le ayudaban en nada al oficial ruso, el hubiera querido algo diferente, pero sin la participación de los medios de comunicación era imposible aplicar las técnicas “proactivas” que se practicaban en occidente para cercar asesinos peligrosos.
La captura
El 17 de octubre de 1990, Chikatilo volvió a matar en un bosque cercano a la estación de Donlesjoz. Este crimen absorbió a toda la policía local y a una fuerza antidisturbios de cien hombres. Pero dos semanas después, el criminal volvió a actuar, y ésta vez fueron seiscientos detectives los encargados de investigar a lo largo de la línea de los bosques, en dónde montaban guardia tres o cuatro oficiales en las terminales más aisladas.
El 6 de noviembre de 1990, uno de estos detectives, el sargento Igor Rybakov, vio surgir del bosque a un hombre con traje y corbata. Mientras observaba cómo éste se lavaba las manos en la fuente, advirtió que tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre. Le pidió sus documentos y levantó un informe de rutina. Cinco días después encontraban un nuevo cadáver en ese mismo lugar, el cual estimaron que llevaba muerto más o menos una semana. El homicida tenía que haber pasado por la estación, y el culpable no podía ser otro que el sospechoso del informe de Rybakov. El fiscal general de la provincia de Rostov emitió una orden de detención contra Chikatilo, efectiva a partir del 20 de noviembre de 1990. Y ese mismo día, en efecto, fue retenido por la KGB, sospechoso de haber asesinado a treinta y seis víctimas, todas ellas mujeres y niños.
Por alguna extraña razón, su esperma, aunque no su sangre, sí daba el tipo AB. Chikatilo, con paso lento, se quejaba: “¿Cómo pueden hacerle esto a una persona de mi edad?”. En los interrogatorios afirmó que simplemente era un ciudadano normal, que no había cometido ningún tipo de delito, y que era objeto de una persecución absurda por parte de la policía.
El 27 de noviembre prometió que estaba dispuesto a aportar pruebas de sus crímenes, si no continuaban atosigándole con los interrogatorios que le recordaban los detalles, y dos días después se derrumbó ante un psicólogo a quién acabó confesando 53 asesinatos. Posteriormente guió a los investigadores a los distintos lugares con la esperanza de que el número de muertes lo convirtiera en un “espécimen de estudio científico”.
Escribió una declaración firmada para el Fiscal General, que decía:
“Me detuvieron el 20 de noviembre de 1990 y ha permanecido bajo custodia desde entonces. Quiero exponer mis sentimientos con sinceridad. Me hallo en un estado de profunda depresión y reconozco que tengo impulsos sexuales perturbados, por eso he cometido ciertos actos. Anteriormente busqué ayuda psiquiátrica por mis dolores de cabeza, por la pérdida de memoria, el insomnio y los trastornos sexuales. Pero los tratamientos que me aplicaron o que yo puse en práctica no dieron resultado.
“Tengo esposa y dos hijos y sufro una debilidad sexual: impotencia. La gente se reía de mí porque no podía recordar nada. No me daba cuenta de que me tocaba los genitales a menudo y sólo me lo dijeron más tarde. Me siento humillado. La gente se burla de mí en el trabajo y en otras situaciones. Me he sentido degradado desde la infancia y siempre he sufrido. En mi época escolar estaba hinchado a causa del hambre e iba vestido con harapos. Todo el mundo se metía conmigo.
“En la escuela estudiaba con tanta intensidad que a veces perdía la consciencia y me desmayaba. Soy un graduado universitario. Quería demostrar mi valía en el trabajo y me entregué a él por completo. La gente me valoraba, pero se aprovechaba de mi carácter débil. Ahora que soy mayor, el aspecto sexual no tiene tanta importancia para mí, mis problemas son todos mentales.
“En los actos sexuales perversos experimentaba siempre una especie de furor, una sensación de no tener freno. No podía controlar mis actos. Desde la niñez me he sentido insuficiente como hombre y como persona. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba cierta paz mental y espiritual durante largos periodos. Sobre todo después de contemplar todo tipo de películas sexuales. Lo que hice, lo hice después de mirar los vídeos de actos sexuales perversos, crueldades y horrores”.
Lo que la policía dedujo de esta declaración, es que el asesino trataba de buscarse una posible salida alegando enfermedad mental. Chikatilo mostraba una obsesión por recibir tratamiento psiquiátrico.
Los psiquiatras del Instituto Serbsky, no obstante, lo veían como un sádico que no sufría ningún trastorno que pudiera impedirle saber que sus actos estaban mal; sus acciones eran premeditadas. Por esa razón, en octubre de 1991, dieron a conocer sus conclusiones, diagnosticando que el asesino estaba “legalmente cuerdo”.
El mediático juicio
El juicio se inició en abril de 1992 y duró hasta octubre de ese mismo año. Chikatilo, afeitado y con la cabeza completamente rasurada, presenció su juicio desde una jaula de metal. Siempre vistió su camisa favorita: blanca, roja y negra, estampada con los cinco aros olímpicos.
El primer día deleitó a los fotógrafos esgrimiendo una revista porno, pero más tarde, abatido, se quitó la ropa y meneó su pene fláccido gritando: “Fíjense qué inutilidad. ¿Qué pensaban que podía hacer con esto?”
El juicio fue un circo mediático. Los familiares de las víctimas gritaban y lloraban en el tribunal.
Los jueces no dudaron en anunciar el veredicto que habían nominado: el 15 de octubre de 1992 fue sentenciado a la pena capital. Chikatilo fue ejecutado en la prisión de Moscú entre el 14 y el 16 de febrero de 1994, con un disparo en la nuca.
Se rodaron dos cintas basadas en su vida y en sus crímenes. La primera fue filmada para la televisión y se tituló Ciudadano X; la segunda se llamó Evilenko. Pero, más que su aportación cinematográfica, Chikatilo se convirtió en el ejemplo más notorio de que el fenómeno de los asesinos seriales no era privativo de los Estados Unidos.
Espera pronto una nueva entrega con otro de los @HorroresHumanos, que nunca deben ser olvidados, para así jamás ser repetidos.
Fuente: Wikipedia | Escrito con sangre | Asesinato Serial
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¿STALIN ERA MALO?
No, Stalin creó la constitución de la Unión Soviética de 1936, también conocida como constitución de Stalin. La constitución revoca las restricciones de voto y añade el sufragio universal directo, así como el derecho al trabajo y otros derechos garantizados en la anterior constitución. Además, la constitución reconoce derechos sociales y económicos colectivos, que incluyen el derecho al trabajo, al descanso y esparcimiento, a la protección sanitaria, cuidados de la vejez y enfermedad, a la vivienda, educación y beneficios culturales, la libertad de conciencia de palabra, de prensa, de reunión y asociación. ¿STALIN ERA UN DICTADOR? No, sus decisiones dependía en gran parte de lo que votasen los Soviets. Los Soviets eran consejos de trabajadores, elegidos democráticamente por el pueblo trabajador, que eran los que junto al PCUS y a Stalin, tomaban las decisiones. Que haya un solo partido no significa que sea una dictadura. Era una democracia sin pluralismo político. Un sistema unipartidista es mejor, ya que ese partido depende directamente de él, y no de otros partidos que se pasan el tiempo haciéndose la vida imposible el uno del otro impidiendo el avance. ¿STALIN ERA UN ASESINO? No, la mayoría de cifras de las víctimas de los Gulags son falsas ¿Cómo va a ser posible que mandasen a esos millones de personas a los Gulags? Es surrealista ¿Quién trabajaría entonces? había más gente en los gulags que trabajando. Las victimas de Stalin fueron escritas a boleo. Si no observa los datos de libros de historia, cada libro pone datos de victimas distintas. Las victimas del "Estalinismo", como se las conoce cuando murió Stalin, se manipularon. Nikita Jrushchov manipuló datos sobre las víctimas de los gulags y de Stalin, para hacer que hubiesen más y así poder justificar su "desestalinización", engañando a países extranjeros diciendo que Stalin era malo ¡los tenía sometidos!, y así poder "omitir sus errores", como les exigía Estados Unidos, e intentar acercarse más a ellos. Por suerte en menos de 10 años, los Soviets de la URSS se dieron cuenta y sustituyeron a Nikita y terminaron con las "Desestalinización", que se llevaba a cabo, que básicamente consistía en inventarse cosas sobre Stalin. Otras víctimas que Stalin mató eran por que eran traidores, como es el caso de León Trotski. ¡STALIN NO HIZO NADA POR LA HUMANIDAD! Mentira, Stalin nos salvó del mayor peligro que ha tenido este mundo: El nazismo, ya que el 70 % de las tropas nazis fueron destruidas por los ejércitos soviéticos. Y por ellos fue elegido el hombre del años por la revista Time de Estados Unidos. ATRIBUCIONES FALSAS HACIA STALIN “La muerte de un hombre es una tragedia. La muerte de millones es una estadística.” = Los historiadores rusos no tiene ningún registro de esta frase comúnmente atribuida en los diccionarios burgueses ingleses a Iósif Stalin, por lo que esta frase nunca fue dicha por Stalin. "La muerte resuelve todos los problemas - sin hombre, sin problema." = Esta frase viene de la novela Children of the Arbat por Anatoly Rybakov. Más tarde, Rybakov admitió que él inventó la acotación, por lo que esta frase nunca fue dicha por Stalin. “Masacre de Holodomor” = Supuesta masacre que mató a 7 millones de personas y que fue provocada, a posta, por Stalin, pues la verdad es que el gobierno de Stalin no tuvo nada que ver, la masacre se produjo ya que durante la colectivización de las tierras, los terratenientes preferían quemar sus tierras y sus cosechas e incluso hacer que sus tierras fueran incultivables, para que cuando esas tierras se las quedase el estado y las repartiera a los campesinos, estos campesinos no pudiesen cultivar nada y matarlos de hambres, además esta “masacre” también fue acompañada por una serie de malas cosechas, de las que cuando Stalin se enteró lo primero que hizo fue enviarles pan a los campesinos muertos de hambre, cabe recalcar que esta "Masacre" fue muy exagerada por los burgueses y los revisionistas comunistas, ya que muchas fotografías que se les atribuían a esa "Masavre" fue sacada de fotos de la Guerra Civil Rusa e incluso de la Gran Depresión que hubo en EEUU. ¿LOS GULAGS Y LAS PURGAS? Las purgas eran un elemento usual en el PCUS ya desde la época de Lenin. No son un método de eliminación física, sino expulsiones a militantes del Partido que ejercían un abuso de poder, que eran holgazanes, tenían problemas con el alcohol, etc. Se realizaron diversas purgas en las que la media de expulsados por razones políticas fue del 1%. Existían Comités de Garantías y Control a los que poder apelar en caso de disconformidad con la sentencia del órgano que valoraba tu militancia. El arribismo era común en el Partido que dirigía la revolución. A aquellos que reconocían su procedencia kulak, policial o aristócrata eran perdonados y se les permitía incorporarse al Partido. ¿QUÉ DECÍAN LOS CONOCIDOS SOBRE STALIN? - "El más grande de los hombres sencillos, nuestro maestro". - Pablo Neruda sobre Stalin - “El órgano oficial de la Iglesia Ortodoxa Rusa, elogió a Stalin como el mejor caudillo y maestro de toda la historia y del mundo entero, enviado por Dios para salvar a la nación de la opresión, los terratenientes y los capitalistas, y exhortó a los creyentes a derramar hasta la última gota de sangre en la defensa de la URSS y a poner todo su empeño en la construcción del comunismo”. - Ivanenko sobre Stalin CULTO A LA PERSONALIDAD SOBRE STALIN “Soy contrario a la publicación de las ‘Historias de la infancia de Stalin’. El libro está plagado de una masa de contra-verdades fácticas, de alteraciones, de elogios inmerecidos. Los aficionados a los cuentos, los narradores de bobadas (quizá narradores de bobadas de buena fe), los aduladores, han inducido al autor a error. Es una lástima para el autor, pero así son los hechos. Pero eso no es lo esencial. Lo esencial es que el libro tiene tendencia a sembrar en la conciencia de los jóvenes soviéticos y de la gente en general, el culto a la personalidad, del jefe, del héroe infalible. Es peligroso y nocivo. La teoría del héroe y de la muchedumbre no es una teoría bolchevique sino eserista. Los héroes hacen al pueblo, transforman la muchedumbre en pueblo, dicen los eseristas. El pueblo hace a los héroes, responden los bolcheviques a los eseristas. El libro lleva agua al molino de los eseristas. Todo libro de este tipo llevará agua al molino de los eseristas, perjudicará nuestra causa bolchevique común. Aconsejo quemar ese libro.” - Carta al Komsomol *Eseristas: Partido Social-revolucionario. Partido socialdemócrata vinculado al campesinado y formado por intelectuales. Kerenski. SOBRE EL HOLODOMOR Casi todos habréis oído hablar de el Holodomor ¿De verdad os lo creéis? Para quien no lo sepa las garras del capitalismo hablaron de que Stalin , dejo morir de hambre a 7.000.000 de personas en Ucrania , ademas les robo todas las reservas de comida que tenían. El Holodomor de Ucrania fue un invento propagandístico de Goebbels (Ministro de propaganda Nazi) difundido luego por el magnate William Randolph Hearst a los medios occidentales. Es cierto, hubo muertes en Ucrania por hambruna, pero fueron debido al sabotaje de los kulaks (terratenientes) a las cosechas para no perder sus privilegios. De genocidio ucraniano, nada. De hecho, luego hubo más ucranianos en el PCUS que nunca. Todos sabemos que este sistema tan injusto que hace que los pobres sean mas pobres y que los ricos sean mas ricos , intenta callar la verdad de las grandes obras de Stalin que intentaron liberar a el proletariado de la avaricia burguesa
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'Tierras de Sangre': catorce millones de veces 'uno' Mario Noya Libro negro extraordinario, imprescindible, insoportable: Tierras de Sangre. Europa entre Hitler y Stalin, de Timothy Snyder. Aturde.
Las Tierras de Sangre de que habla Snyder son las repúblicas bálticas y Bielorrusia, casi toda Ucrania, buena parte de Polonia, la franja más occidental de Rusia y una pequeña porción de Moldavia. Fueron las tierras de la Shoá, del Holodomor, del Generalplan Ost, del Plan de Hambre. De Katyn. Del Gas y el Fuego. De las violaciones en masa y el canibalismo. De la saña. Una barbarie única, infernal, indescriptible. No hay palabras, por eso me salen tantas.
[En 1933, en plena Gran Hambruna ucraniana,] en un pueblo de la región de Járkov, unas mujeres hacían lo que podían para cuidar a los niños. Formaron, recuerda una de ellas, "una especie de orfanato". (...) "Los niños tenían los estómagos abultados; estaban cubiertos de heridas y de costras, sus cuerpos parecían a punto de reventar. (...) Un día, los niños se callaron de repente; fuimos a mirar lo que ocurría y vimos que se estaban comiendo a Petrus, el más pequeño. Le arrancaban tiras de carne y se las comían. Y Petrus hacía lo mismo, se arrancaba tiras y se comía todo lo que podía. Los otros niños ponían los labios en las heridas y se bebían la sangre (...)". (p. 80)
En primavera, los fuegos ardían en Treblinka día y noche (...) Las mujeres, con más tejido graso, quemaban mejor que los hombres (...) Los vientres de las mujeres embarazadas tendían a reventar, de manera que se podían ver los fetos en su interior. En las frías noches de la primavera de 1943, los alemanes solían quedarse junto al fuego a beber y calentarse. (p. 323)
***
Nazismo y comunismo, hermanos de sangre. Como pavorosa demostración, lo ocurrido en aquellas tierras entre 1933 y 1945. Las solas cifras demudan. Catorce millones de civiles y prisioneros de guerra asesinados ("ni uno sólo" era "soldado en servicio activo", la mayoría eran "mujeres, niños y ancianos"). Ese número supera "en más de diez millones al (...) de personas muertas en todos los campos de concentración alemanes y soviéticos" y "en más de dos millones (...) el (...) de soldados alemanes y soviéticos muertos en el campo de batalla en la Segunda Guerra Mundial". Ese número es
la suma de las siguientes cifras aproximadas (...): 3,3 millones de ciudadanos soviéticos (la mayoría ucranianos) llevados a la muerte por inanición por su propio gobierno en la Ucrania soviética en 1932-1933; trescientos mil ciudadanos soviéticos (la mayoría polacos y ucranianos) ejecutados por su propio gobierno en la parte occidental de la URSS entre las aproximadamente setecientas mil víctimas del Gran Terror de 1937-1938; doscientos mil ciudadanos polacos (la mayoría de etnia polaca) ejecutados por las fuerzas soviéticas y alemanas en la Polonia ocupada en 1939-1941; 4,2 millones de ciudadanos soviéticos (en su mayoría rusos, bielorrusos y ucranianos) obligados a morir de hambre por los ocupantes alemanes en 1941-1944; 5,4 millones de judíos (la mayoría ciudadanos polacos o soviéticos) gaseados o pasados por las armas por los alemanes en 1941-1944; y setecientos mil civiles (la mayoría bielorrusos y polacos) ejecutados por los alemanes en represalias, principalmente en Bielorrusia y en Varsovia en 1941-1944. (pp. 484-485)
"Una vez más", anota Snyder en esa misma página (485), "mis cálculos son moderados". Y excluyen a los caídos en combate (¡la mitad de todos los caídos en todos los campos de batalla de la II Guerra Mundial!),
a las personas que murieron de extenuación, de enfermedades o de desnutrición en los campos de concentración o durante las deportaciones, evacuaciones o huidas ante el avance de los ejércitos. (...) a los que murieron en los trabajos forzados. (...) [a los que] murieron de hambre como resultado de la escasez provocada por la guerra, (...) a los civiles muertos en bombardeos o en otras acciones de guerra. (...) [a los que murieron en] actos de violencia llevados a cabo por terceras partes, claramente motivados, pero no directamente realizados, por la ocupación alemana o la soviética. Tales actos supusieron (...) cifras de muertos muy significativas, como la matanza rumana de judíos (unos trescientos mil) o la limpieza étnica nacionalista ucraniana de polacos (al menos cincuenta mil). (p. 483)
***
Hay que leer este descomunal libro negro de prosa clara, documental, que además recoge testimonios de víctimas y verdugos; también de espectadores, más o menos conmovidos por el Espanto, más o menos implicados en denunciarlo, revelarlo, remediarlo. Hay que leerlo para saber que esos Catorce Millones no fueron un error sino el Horror deliberado: Hitler y Stalin sabían, Hitler y Stalin querían, Hitler y Stalin urgían el exterminio del Otro. Nazismo y comunismo, hermanos de sangre. ¿Hay comparaciones odiosas? No, ciertamente, ésta. Aquí, lo odioso, lo infame, sería no comparar.
En las políticas que implicaron la eliminación de civiles o de prisioneros de guerra, la Alemania nazi mató a unos diez millones de personas en las Tierras de Sangre, quizá a once millones en total; la Unión Soviética de Stalin aniquiló a unos cuatro millones en las Tierras de Sangre y a unos seis millones en total. Si añadimos las muertes previsibles provocadas por la hambruna, la limpieza étnica y las largas estancias en los campos de concentración, la cifra estalinista total asciende a tal vez nueve millones, y la nazi quizá a doce. (p. 450)
No fueron esos Catorce Millones muertes limpias, discretas, maquinales. Los verdugos se mancharon las manos o la cara de sangre u hollín o pólvora. Los verdugos mancharon a sus víctimas con su semen, su sudor, sus babas. Y cuando para matarlas no las tocaron –"más de la mitad murieron porque se les negó la comida" (p. 17)–, las vieron, olieron, escucharon. Los verdugos sabían y hacían. Y lo contaban: del diario de un miembro de un Einsatzgruppedestacado en Lvov (Ucrania) el 1 de julio de 1941: "Cientos de judíos corren calle abajo con las caras cubiertas de sangre, con agujeros en la cabeza y los ojos colgando" (p. 238); "las familias matan a sus miembros más débiles, normalmente niños, y se comen su carne", constatará la OGPU soviética en la Ucrania del terrible año 33. Así que no sólo Hitler, claro que no. No sólo Stalin. De hecho, ni Hitler ni Stalin violaron, torturaron, asesinaron a uno solo de esos Catorce Millones. Fueron otros. Tantos.
¿Banalización del mal? ¡Pero no mancharon a sus madres, a sus mujeres, a sus hijas con su semen, su sudor, sus babas! ¿Hicieron lo que hicieron porque antes deshumanizaron, animalizaron a sus víctimas? ¡Pero seguían sabiéndolas humanas, por eso las hablaban, las violaban!
Con independencia de la tecnología empleada, la matanza era personal. Las personas que morían de inanición eran observadas, con frecuencia desde torres de vigilancia, por aquellos que les negaban el alimento. Los que morían por las armas eran vistos muy de cerca a través de las miras de los fusiles, o bien eran sujetados por dos hombres mientras un tercero apoyaba el cañón de una pistola contra la base del cráneo de la víctima. Los que iban a morir asfixiados eran acorralados, metidos en trenes y empujados a las cámaras de gas (...). (p. 18)
El Gas. Y casi de inmediato se piensa en Auschwitz. Pero sólo "uno de cada seis judíos pereció allí" (p. 449). Pero "cuando las cámaras de gas y los complejos de crematorios de Birkenau entraron en funcionamiento en la primavera de 1943, más de tres cuartas partes de los judíos que fueron víctimas del Holocausto ya habían muerto" (p. 450). Jamás se habla de Chelmno, de Belzec, de Sobibor, de Majdanek. Por otra parte, la mitad de los judíos asesinados en las Tierras de Sangre murieron fuera de las cámaras: de hambre, fusilados, quemados. Por eso Auschwitz podría resultar "engañoso" como guía de lo que fue la Shoá: la mayoría de los judíos que murieron allí jamás pisaron un campo de concentración, fueron "gaseados nada más llegar"; y aunque fue la última "factoría de la muerte" en entrar en funcionamiento, "no era la cumbre" de la tecnología nazi para el exterminio: "Los escuadrones de ejecución eran más eficientes y mataban más deprisa, los centros de hambre mataban más deprisa, Treblinka mataba más deprisa" (p. 449).
"Los asesinatos en masa separaron la historia judía de la europea, y la historia del este de Europa de la del oeste" (p. 23). Stalin mató a 3,5 millones de ucranianos entre 1933 y 1938, y Hitler a otros tantos entre 1941 y 1944. "Bielorrusia fue el centro de la confrontación nazi-soviética, y ningún país sufrió más bajo la ocupación alemana (...) La capital, Minsk, quedó casi despoblada por los bombardeos alemanes, la huida de los refugiados, el hambre y el Holocausto (...) El veinte por ciento de la población [del país] murió durante la Segunda Guerra Mundial" (p. 474). "Nadie menciona nunca que los polacos soviéticos sufrieron más que ninguna otra minoría nacional en los años treinta (...) En el bombardeo de Varsovia de 1939 murió más o menos la misma cantidad de [gente] que en el de Dresde de 1945. (...) Sólo durante el levantamiento de Varsovia murieron más polacos que japoneses en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki" (p. 475). El Generalplan Ost nazi tenía por objeto matar "entre 31 y 45 millones de personas (...), entre un 80 y un 85% de los polacos, el 65% de los ucranianos del oeste, el 75% de los bielorrusos y el 50% de los checos" (p. 199). El sitio de Leningrado (1941-1944) se cobró un millón de vidas, sobre una población total de 3,5 millones. Catorce millones de personas fueron asesinadas con premeditación por dos regímenes durante doce... Nazismo y comunismo, hermanos de sangre.
***
Cada muerte registrada sugiere una vida única, pero no puede sustituirla. Debemos ser capaces no sólo de contar el número de muertos, sino de contar con cada víctima como individuo. La única gran cifra que soporta el escrutinio es la del Holocausto, con sus cinco millones setecientos mil judíos muertos (...) Pero este número, como todos los demás, no debe verse como 5,7 millones, que es una abstracción que pocos podemos concebir, sino como 5,7 millones de veces uno. (p. 477)
No hay palabras pero hay que encontrarlas, sacarlas de donde sea. Escribir estos libros, reseñarlos, leerlos. Nombrar a los muertos. Para que la memoria gane en su combate contra la nada (Todorov). Hay aquí una misión:
Los regímenes nazi y soviético convirtieron a personas en números (...) A nosotros los estudiosos nos corresponde buscar esos números y situarlos en perspectiva. A nosotros, como humanistas, nos toca transformar de nuevo esos números en personas. Si no podemos hacerlo, Hitler y Stalin habrán configurado no sólo nuestro mundo, también nuestra humanidad.
TIMOTHY SNYDER: TIERRAS DE SANGRE. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores (Barcelona), 2011, 620 páginas. Traducción de Jesús de Cos. twitter.com/MarioNoyaM marionoya.com
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Ucranianos recuerdan a víctimas de hambruna de Holodomor
Ucranianos recuerdan a víctimas de hambruna de Holodomor
Ucrania rinde homenaje a las víctimas de la hambruna del Holodomor (1932-33), en un acto celebrado en Keiv (capital), 24 de noviembre de 2018.
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¿Por qué no se habla de eso? ¿Sólo porque fue perpetrado por los comunistas?
El papa Francisco recordó este domingo a los cerca de 3,5 millones de víctimas de hambre provocada deliberadamente en los campos de Ucrania por las políticas del dictador comunista Joseph Stalin, de la antigua Unión Soviética, entre 1932 y 1933, para “colectivizar” granjas de ganado y tierras agrícolas.
El abominable episodio, llamado hoy de Holodomor, fue el más voluminoso, pero no el único del género: 1,5 millones de personas en Kazajistán y casi otro millón de habitantes del norte del Cáucaso y de regiones a lo largo de los ríos Don y Volga sufrieron suplicios semejantes, en la misma época, también causados intencionalmente por el gobierno comunista.
En un mensaje al pueblo ucraniano, el papa Francisco mencionó “la tragedia del Holodomor, la muerte por hambre provocada por el régimen estalinista que dejó millones de víctimas. Rezo por Ucrania, para que la fuerza de la paz pueda curar las heridas del pasado y promover caminos de paz”.
El genocidio ucraniano empezó debido a la resistencia de muchos campesinos del país a la colectivización forzada, una de las bases del régimen comunista por implicar la supresión de la propiedad privada. Los soviéticos confiscaron masivamente el ganado, las tierras y las granjas de los ucranianos y les impusieron castigos que iban desde trabajos forzados al asesinato sumario, pasando por brutales desplazamientos de comunidades enteras.
A pesar de haberse tratado del exterminio sistemático de un pueblo, aún no existe, en la llamada “comunidad internacional”, un reconocimiento amplio y claro del genocidio ucraniano. Algunas corrientes ideológicas evitan el término genocidio alegando que el Holodomor habría sido, a su ver, una consecuencia de “problemas logísticos” asociados a las radicales alteraciones económicas de la Unión Soviética. Es decir, algo que dejaría de ser ese algo porque llegó a ser algo como efecto colateral de alegadas buenas intenciones…
Es muy interesante observar que, recurrente y obstinadamente, se confeccionan teorías suavizares y condescendencias “técnicas” para regatear la verdad sobre el comunismo: esa aberración histórica jamás pasó, ni podría, de una monstruosidad tan odiosa y criminosa como el nazismo.
Además, al hablar de nazismo, prácticamente todo el mundo ya ha oído hablar del Holocausto. Mucha menos gente ha oído hablar del Holodomor. No se trata de comparar los horrores, sino de cuestionar el relativo silencio alrededor de éste en comparación con la amplia divulgación que se da a aquél, sin que ninguno de estos episodios atroces sea “menos grave” o “más grave” que el otro. Sólo hay relativización moral del exterminio humano, finalmente, en la mente de quien lo instrumentaliza.
Pero es un hecho que prácticamente todo el mundo que tiene acceso a los medios de comunicación ya ha oído decir que Hitler mató a 6 millones de judíos en los campos nazis de concentración entre 1933 y 1945 (aunque se preste menos atención al hecho que ese exterminio sistematizado también se extendió a minorías menos recordadas, como gitanos, polacos, prisioneros de guerra soviéticos, discapacitados físicos y mentales, homosexuales, además de minorías clamorosamente “olvidadas”, como las víctimas católicas – san Maximiliano Kolbe y santa Teresa Benedicta de la Cruz son dos ejemplos ilustres de entre muchos otros casi ignorados, pero bastan para cuestionar la campaña de desinformación orquestada por quien acusa a la Iglesia de haber sido “cómplice” de aquella carnicería).
Sin que se disminuya en nada, por lo tanto, la necesidad imperiosa de reconocer el horror a que fueron sometidos cobardemente el pueblo judío y las otras minorías perseguidas por el nazismo, es necesario observar paralelamente que, comparativamente, mucho menos gente ya ha oído decir que Stalin mató, poco antes, a 6 millones de ucranianos, kazajos y otras minorías soviéticas mediante la imposición de hambre masiva.
Y también son aún muy pocos los que saben de los otros 14 millones de personas que fueron asesinadas por el comunismo sólo en la Unión Soviética, por no hablar del resto de víctimas en una lista aterradora de seres humanos exterminados por el mismo comunismo en todo el mundo a lo largo del siglo XX:
65 millones en la República Popular de China
1 millón en Vietnam
2 millones en Corea del Norte
2 millones en Camboya
1 millón en los países comunistas del Este de Europa
1,7 millón en África
1,5 millón en Afganistán
150 mil en América Latina
10 mil como resultado de las acciones del movimiento internacional comunista y de los partidos comunistas fuera del poder.
Esta suma petrificante de 94,4 millones de personas exterminadas por los regímenes comunistas es estimada por los autores de “El Libro Negro del Comunismo: Crímenes, Terror, Represión”, una obra colectiva de profesores e investigadores universitarios europeos encabezados por el francés Stéphane Courtois.
Como el libro es de 1997, éste obviamente no abarca las muertes cometidas de allá hasta acá en las regiones que continuaron sujetas a ese régimen y a sus métodos esencialmente opresivos, como China y Corea del Norte; ni, está claro, en las regiones que retrocedieron en su trayectoria democrática para reeditar esa aberración histórica – como la Venezuela de Chávez, Maduro y sus comparsas del Foro de São Paulo.
En una época en que las farsas de sesgo socialista vuelven a presentarse al mundo como “liberadoras del pueblo” (nuevamente, véase Venezuela, pero véase también las modalidades del “reajuste de la riqueza” practicadas por gobiernos de ideología socialista en países como Cuba, Argentina e incluso Brasil), la verdad sobre el comunismo suele “evitarse” en las televisiones y en los “grandes” diarios y revistas al servicio de ese proyecto de poder – que no es exactamente un poder “del proletariado”, como predica, descaradamente, su propaganda (a este propósito, nunca está demás recordar el magistral resumen hecho por George Orwell sobre la “igualdad” realizada por el comunismo: “Todos son iguales, pero algunos son más iguales que otros”).
Dentro de este contexto ideológico y de tergiversación de los hechos que es una característica suya indisociable, es digno de aplausos que el papa Francisco haya dado nombre a los bueyes – así como lo dio al otro genocidio ampliamente “olvidado” por el mundo hasta recientemente: aquel que la Turquía otomana perpetró contra la Armenia cristiana en 1915.
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HISTORIA UNIVERSAL - HOLODOMOR -
Holodomor fue el nombre que dieron los Ucranianos a la feroz hambruna desencadenada por Stalin. Entre 1928 y 1932, Stalin inició su ambicioso plan quinquenal, que pretendía convertir la Unión Soviética en una potencia industrial de primer orden. Este plan de cinco años preveía la colectivización agrícola y la agrupación de campesinos en granjas colectivas, de modo que el trabajo agrícola estuviese industrializado y el Estado pudiese controlar la producción de excedentes agrícolas.
Esta medida era necesaria para importar grano al extranjero y obtener divisas con las que poder adquirir maquinaria y así llevar a cabo la industrialización del país. Por supuesto, esta dura medida supuso por un lado una brusca reducción de la agricultura soviética y por otro la fuerte oposición de la mayoría campesina de la URSS, que tuvo que ser reprimida con gran violencia.
Las medidas de Stalin no afectaron únicamente a Rusia, fueron especialmente duras en Ucrania. En 1931, la cosecha en Ucrania fue mayor que en Rusia, por lo que las autoridades centrales de la URSS obligaron a Ucrania a contribuir a la colectivización con el 42% de su cuota cerealista.
Se creó entonces una lucha entre bandos. Por un lado la de los campesinos, que trataron por todos los medios de evitar la requisa de buena parte de su cosecha, y por otra la de las autoridades locales, obligadas a cumplir con las cuotas de requisa de cereales que les marcaba el Kremlin. Las confiscaciones llevadas a cabo por los militares y las brigadas de requisa urbanas fueron tan grandes que los agricultores se veían obligados a esconder la mayor parte de su producción para asegurarse el alimento necesario para su propia subsistencia.
La campaña de la colecta de 1932 se vio envuelta desde el inicio en innumerables problemas y dificultades: manifestaciones de los campesinos afectados por el hambre, abandono de los campos, junto con la renuncia de muchos funcionarios locales del Partido por no requisar las cantidades exigidas por el gobierno para cumplir con la cuota, ya que hacerlo supondría condenar al hambre a decenas de millones de personas.
Stalin comenzó a impacientarse con la lentitud con la que se llevaba a cabo la obtención de cereales en Ucrania. Para superar esas dificultades, el 7 de agosto de 1932 entra en vigor la ley sobre el “robo y dilapidación de la propiedad social ” (más conocida por “ley de las cinco espigas”), que incluía penas de hasta 10 años de condena en campos de trabajo forzados a todos aquellos que robasen propiedad estatal, lo que incluía robar u ocultar unos pocos granos de trigo. El número de condenados por esta ley rondaría los 125.000.
Stalin tenía la certeza de que en Ucrania funcionaban fuerzas contrarrevolucionarias, y que el Partido Comunista y el gobierno de Ucrania estaban llenas de agentes nacionalistas y espías polacos. Para acabar con todos estos focos de resistencia, el Comité Central del PCUS decidió crear una hambruna artificial para aplastar la resistencia y conseguir más control sobre los campesinos. El 22 de octubre de 1932, son enviadas a Ucrania y para el norte del Cáucaso dos comisiones extraordinarias dirigidas respectivamente por Viacheslav Mólotov y Lázar Kaganóvich con el objetivo de acelerar las colectas y teniendo el apoyo de los más altos responsables del NKVD. Miles de integrantes del NKVD y paramilitares del Partido Comunista fueron movilizados y enviados a Ucrania para solucionar la ineficacia de las autoridades locales y evitar los actos de sabotaje de los resistentes.
Entre noviembre y diciembre, más de 27.000 personas fueron detenidas, el 30% de los cuales serían dirigentes de la colectivización y funcionarios rurales, acusados de sabotear la colectivización. Mientras tanto, Stalin aumentaría enormemente las cuotas de requisa del grano, hasta agotar las reservas ucranianas. La cosecha de 1933 se vendería a otros países del mundo a un precio por debajo del mercado, con la intención de que toda fuese adquirida.
Los soldados se apostaron en los campos de cultivo, con la orden de disparar a matar a cualquiera que se acercase. Mientras, la policía secreta del NKVD siguió aterrorizando a la población, apropiándose de toda la comida encontrada al considerarla propiedad del Estado. La pena por robar o esconder comida variaba desde la muerte hasta una condena de 10 años en un gulag. Rápidamente comenzó una atroz hambruna que los ucranianos denominaron Holodomor (literalmente “matar de hambre”), que se cobraría gran cantidad de víctimas entre 1931 y 1933. En los peores momentos se calcula que 25.000 personas morían al día en Ucrania. Peor aún, los soldados tenían órdenes de recoger todos los cadáveres para evitar el canibalismo.
Es difícil hablar del número de víctimas que se cobró la tragedia de Holodomor. Los estudios calculan entre 1,5 y 10 millones de muertos debido a la hambruna.
No obstante, diversos factores hacen difícil de calcular con exactitud estas muertes, entre los cuales se encuentran: el número de muertes provocadas por las epidemias, la emigración y deportación de muchos campesinos ucranianos a otras repúblicas, la ocultación de los cuerpos, la dificultad de acceder a los registros y sobre todo, el secretismo llevado a cabo por las autoridades soviéticas, que prohibieron a los funcionarios mencionar el hambre como causa de muerte.
Autor: Jesús Sahuquillo Olivares para Revista Historia - [email protected]
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Por encargo del Papa, el Card. Sandri visita zonas de conflicto en Ucrania
Jueves 13 Jul 2017 | 09:10 am
Kiev (Ucrania) (AICA): El cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, inició este martes una visita de seis días a Ucrania para conocer in situ las zonas de conflicto, por encargo del papa Francisco. Prevé mantener encuentros con refugiados y desplazados víctimas de la situación que afecta a esta nación. El purpurado permanecerá hasta el 17 de julio y visitará las ciudades de Kiev, Kharkiv, Kramatorsk, urbe alcanzada por misiles en 2015, y Slovyansk. Asimismo visitará la ciudad de Zarvanytsia, uno de los centros de peregrinación más importantes de los fieles ucranios. Prevé mantener encuentros con refugiados y desplazados víctimas del conflicto que afecta a esta nación. “Con muchísima esperanza viajo a Ucrania para llevar a ese querido pueblo la palabra del Papa, de afecto, presencia y cercanía”, dijo el cardenal Sandri a Radio Vaticano. “Viajé para llevar el consuelo, el óleo de la consolación que nos da el Evangelio”, aseguró. El cardenal Sandri fue recibido por el nuncio apostólico, monseñor Claudio Guggerotti; el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk y algunos sacerdotes greco-católicos. En el primer día fue a Maidan, donde rezó delante de la gran cruz circundada por retratos de las víctimas de los combates a inicios de 2014, poniendo una corona de flores y encendiendo una vela. A continuación la delegación fue al memorial de Holodomor, que recuerda la hambruna forzada decidida por Stalin, en la que murieron por inanición siete millones de personas entre 1929 y 1933 tras la confiscación forzada de los alimentos de la población. Stalin además se enriqueció vendiendo al mercado exterior el trigo de Ucrania. Crimen contra la humanidad que había sido silenciado hasta 2003. En este sentido, se recordó también el mensaje de san Juan Pablo II en el 70º aniversario del Holodomor. En 2016, el Secretario de Estado Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, encabezó personalmente una visita de cinco días a Ucrania, para analizar la situación.
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Liturgia ortodoxa ucraniana por las víctimas del Holodomor en Berisso
Liturgia ortodoxa ucraniana por las víctimas del #Holodomor en #Berisso
El pasado sábado 23, se ofreció una Liturgia y Panahyda, en honor a las víctimas del Holodomor, la cual fue oficiada por el sacerdote Marcelo Klekailo en la Iglesia “Nuestra Señora de la Asunción”.
De la ceremonia participaron el coordinador de Colectividades y Políticas Migratorias, Juan Ignacio Fourment Kalvelis; la presidente de la Asociación Ucrania de Cultura “Prosvita” Filial Berisso,Ulana…
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#Asociación Ucrania de Cultura "Prosvita"#Colectividad Ucraniana#Holodomor#Iglesia Nuestra Señora de la Asunción#Juan Ignacio Fourment Kalvelis#Marcelo Klekailo#Panahyda#Ulana Witoszynski#URSS
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