#teoría isomórfica del sentido
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bocadosdefilosofia · 5 months ago
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«4.1.2. El objetivo de la filosofía es la clarificación lógica de los pensamientos.
La filosofía no es una teoría, sino una actividad.
Una obra filosófica consta esencialmente de elucidaciones.
El resultado de la filosofía no son “proposiciones filosóficas” sino la clarificación de las proposiciones.
La filosofía debe clarificar y delimitar de manera nítida los pensamientos que, de otro modo, se presentan, por así decirlo, turbios y envueltos en brumas.».
Ludwig Wittgenstein: Tractatus logico-philosophicus. Editorial Tecnos, pág. 161. Madrid, 2007.
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jgmail · 3 months ago
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El abandono de Aristoteles
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Por Alexander Dugin
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
La pseudociencia moderna comenzó con la eliminación de tres de las cuatro causas de Aristóteles. Únicamente se conservó una, la causa efficiens, la causa del movimiento. Como resultado, los objetos perdieron tres de sus cuatro dimensiones: la eidética, la hilística y, sobre todo, la entelequial. El objeto dejó de estar determinado por un significado espiritual, es decir, la forma del elemento, y perdió el objetivo del movimiento en el cual se sintetizaban las tres causas anteriores. El objeto se convirtió en un objeto irrelevante (desconocido) que simplemente estaba en movimiento. Esto significa que sólo existe el movimiento, el cual está por completo desconectado de la identidad eterna (causa formalis), de la maleabilidad/elasticidad caótica (causa materialis) y, lo que es más importante, ya no tiene una meta fija (causa finalis). Tal movimiento no tiene un punto final; carece de un objetivo determinado. Cualquiera que este familiarizado con la filosofía griega comprenderá que se trata «de los átomos y vórtices descritos en las enseñanzas de Demócrito y de Epicuro». Y tiene razón.
Al suprimir la causa final eliminamos el eje en torno al cual gira el mundo y despojamos al tiempo de su orientación. En esencia, desde el principio, la física del Renacimiento (Galileo, Newton) sentó las bases del actual posmodernismo: reciclaje, poshistoria, referencia, disolución del sentido e ironía nihilista.
El aspecto más falso de la cultura de la Edad Moderna no es su filosofía, sino su ciencia. Es la fuente del declive de la civilización. El Premio Nobel Werner Karl Heisenberg, un físico realmente brillante que trabajó en la teoría cuántica, señaló una vez: “la ciencia antigua ensambló el mundo y lo investigó como un todo, mientras que nosotros, los científicos de la modernidad, lo desmontamos en fragmentos sin sentido; al esforzarnos por conquistarlo, lo destruimos. La ciencia moderna es destructiva”. Es una ideología destructiva y peligrosa. Lo priva todo de sentido, tratando de someter la sutil ontología del mundo a las ilusiones del cálculo.
Si eliminamos la causa finalis, entonces la realidad se vuelve isomórfica: nada ni nadie sigue un camino determinado y ningún camino es mejor que otro. Al mismo tiempo, el sinsentido general está sometido a un fatalismo mecánico irreversible. Este es un universo totalitario, donde todas las cadenas de causa y efecto son más fuertes que el acero. Una verdadera tiranía. Así es exactamente como Newton construyó sus comentarios sobre el Apocalipsis: conociendo las causas, deducimos firmemente los efectos. Es el calvinismo aplicado a la ciencia. Pero, ¿cuáles son exactamente las causas? Causa efficiens.
Esta lógica subyace en las dos ideologías occidentales más totalitarias: el liberalismo (que es sin duda el campeón de la degeneración mental) y el comunismo. Conducen, con su férrea defensa de la necesidad, a una absoluta pesadilla planetaria. Sin embargo, el nazismo no es mejor. Sólo que es menos dogmático y «científico». Pero el nazismo sigue la misma lógica, sólo que no defiende al individuo o a la clase (dos falsos conceptos liberales y comunistas) sino a la raza.
Tenemos que empezar por reevaluar el concepto de causalidad y volver a una interpretación verdadera y auténtica de las ideas de Aristóteles.
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bocadosdefilosofia · 1 year ago
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«5.6. Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo.
5.61. La lógica llena el mundo; los límites del mundo son también sus límites.
No podemos, por consiguiente, decir en lógica: en el mundo hay esto y esto, aquello no.
En efecto, esto presupondría, aparentemente, que excluimos ciertas posibilidades; y ello no puede ser el caso, porque, de otro modo, la lógica tendría que rebasar los límites del mundo: si es que, efectivamente, pudiera contemplar tales límites también desde el otro lado.
Lo que no podemos pensar no lo podemos pensar; así pues, tampoco podemos decir lo que no podemos pensar.
5.62. Esta observación ofrece la clave para resolver la cuestión de en qué medida es el solipsismo una verdad.
En rigor, lo que el solipsismo entiende es plenamente correcto, sólo que eso no se puede decir, sino que se muestra.
Que el mundo es mi mundo se muestra en que los límites del lenguaje (del lenguaje que sólo yo entiendo) significan los límites de mi mundo.
5.621. El mundo y la vida son una y la misma cosa.
5.63. Yo soy mi mundo. (El microcosmos).»
Ludwig Wittgenstein: Tractatus logico-philosophicus, en Wittgenstein I. Alianza Editorial, pág. 105. Madrid, 1985.
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bocadosdefilosofia · 1 year ago
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«6.41. El sentido del mundo tiene que residir fuera de él. En el mundo todo es como es y todo sucede como sucede; en él no hay valor alguno; y si lo hubiera carecería de valor.
Si hay un valor que tenga valor tiene que residir fuera de todo suceder y ser-así. Porque todo suceder y ser-así son casuales.
Lo que los hace no-casuales no puede residir en el mundo; porque de lo contrario, sería casual a su vez.
Ha de residir fuera del mundo.».
Ludwig Wittgenstein: Tractatus logico-philosophicus, en Wittgenstein I. Editorial Gredos, pág. 133. Madrid, 1985.
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bocadosdefilosofia · 1 year ago
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«La ética, en la medida en que surge del deseo de decir algo sobre el sentido último de la vida, sobre lo absolutamente bueno, lo absolutamente valioso, no puede ser una ciencia. Lo que dice la ética no añade nada, en ningún sentido, a nuestro conocimiento. Pero es un testimonio de una tendencia del espíritu humano que yo personalmente no puedo sino respetar profundamente y que por nada del mundo ridiculizaría.»
Ludwig Wittgenstein: «Conferencia sobre ética », en Doce textos fundamentales de la Ética del siglo XX (Carlos Gómez, ed.). Alianza Editorial, pág. 150.  Madrid, 2014
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bocadosdefilosofia · 1 year ago
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«En Cambridge residía un economista italiano, Piero Sraffa, con el que Wittgenstein tenía costumbre de intercambiar ideas. Habiendo comenzado un día a glosar Wittgenstein la tesis del Tractatus (donde se expone la teoría del reflejo), acerca de la identidad entre los hechos y las proposiciones figurativas de los mismos, Sraffa hizo un gesto con la mano, usual entre los napolitanos para expresar el desprecio, preguntándole acto seguido a Wittgenstein por la forma de este gesto. De acuerdo con un testimonio del propio Wittgenstein, fue esta petición de Sraffa lo que incitó a poner en duda su tesis acerca de la forma lógica de los hechos, tesis de la que -como es sabido- terminó por distanciarse.»
Justus Hartnack: Wittgenstein y la filosofía contemporánea. Ediciones Ariel, págs. 97-98.  Barcelona, 1972
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bocadosdefilosofia · 2 years ago
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«Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo: que quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. [Debe, pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido].
Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo».
 Ludwig Wittgenstein: Tractatus logico-philosophicus. Alianza Editorial, pág. 203. Madrid, 1985.
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