#tenía que contestar
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sus zapatos cuelgan de sus dedos por la hebilla que se cierra, normalmente, en el tobillo. algo que su madre dulcemente le reprocharía, pero no puede más con el dolor de pies. tampoco con el frío que le cala los huesos. una toalla le cubre los hombros, pero deslizando los dedos por su largo cabello, aún le caen gotas. ' ¿encontraste algo interesante? ' le conversa al primero que se le cruza, intentando fingir que no se está congelando, aunque evitar que le tirite el mentón es una tarea difícil. si antes sentía el calor de las bebidas en su torrente sanguíneo, ahora le hacían falta. ' es como meterse en un baúl de recuerdos, pero más loco, porque involucra a nuestros papás todos juntos aquí y nosotros ni sabíamos que se conocían en primer lugar. '
#cagá de frío pero aún así no se le quitan las ganas de hablar ah#no hago sts desde hace más de medio año así que bear with me#iba a contestar lo que tenía en drafts pero ya están llenos de notas u_u
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Las palabras ajenas le causan gracia, incluso ante la ansiedad y la incomodidad es capaz de esbozar una sonrisa sincera y jocosa. De todos modos, decide decir su verdad: —La fama trae consigo problemas complejos. —Es admitir una realidad difícil, esa que la llevó a resguardarse en Aurelia Hills esperando que su alta seguridad la salve, esa que la llevó a retirarse del mundo de la música pop, sintiéndose un acto fallido, algo peor que un one hit wonder. —Hace un año tuve problemas con un hombre que me seguía y—sus ojos escapan a los ajenos. No puede evitar la compasión ni tampoco el rencor. —decidí retirarme. Estoy a salvo, de todos modos. Lo llevé a juicio. —Humedece los labios. —Pero la exposición... —Quiere decir: otros no saben cómo se siente no ser considerado humano. Frunce los labios, entonces, y le sonríe. —No quiero hablarte de cosas tan feas. —Y él continúa, y Salomé se siente brevemente orgullosa de sí misma, de su discografia, de partirse la espalda con esfuerzo y voluntad por ser conocida. — ¿Te gusta el dance pop? —Y sonríe emocionada. — ¿Tú a qué te dedicas, Yujin? —Hermoso nombre, le parece, melódico. Salomé a veces le parece demasiado áspero. —Gracias por comprender. ¿A ti esto se te hace fácil? —Indaga, queriendo conocerlo. —Oh, sí. Mi estómago ruge. Y en tanto a tragos... —Decide comenzar a caminar. —El martini es el mejor.
cuando devuelve la pregunta se limita a encogerse de hombros con una mueca, meneando su cabeza de lado a lado. bueno tal vez totalmente ciego, pero no quiere ser tan malo. "¿que te hizo cambiar de fácil a difícil? usan flashes mas potentes ahora, ¿no? ¿es eso?" habla un poco sin sentido, tal vez queriendo escudarse para no parecer un entrometido. cuando contraria se presente el coreano se muerde la lengua para no decir : duh, ya lo sé. pero igual un poquito de emoción se le escapa, no puede contenerse y responde: "no, pero te conozco" comparte la sonrisa que le regala, espera que confesarle aquello no cause un escandalo. "ryu yujin" se presenta luego, simple, corto, sencillo. ante la disculpa apenitas niega con la cabeza arrugando tantito el ceño. "no importa, se que fue un gesto automático. entiendo que todo eso pudo haber sido...escandaloso" en especial con los paparazis gritando por su atencion. "pues me encantaría ir por ese trago, además he escuchado que hay muchas cosas deliciosas para comer. podemos probar algunas" propone, porque él no se quiere perder los pancakes por nada del mundo.
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Solstice Tales - XIII. Public Sex + Fingering (Enzo Vogrincic)
El encargado de supervisar las entradas (un código QR enviado por correo, para el horror de Enzo, que no se molestó en ocultar su mueca de descontento) señala la última puerta hacia el final del interminable corredor.
El cine, ubicado no muy cerca del centro, está deshabitado y las luces del techo parpadean de manera inquietante. Enzo fue el encargado de escogerlo, pero aún así no deja de hacer comentarios sobre la horrible alfombra, similar a la del Overlook, y la intensidad de las luces blancas en el vestíbulo.
-Que disfruten la película.
-Gracias- contestas con una sonrisa. Llevás semanas esperando el estreno de la película en cuestión y no podés contener la emoción-. ¿Vos decís que va a estar buena...?
Enzo batalla para seguir tu ritmo sin derramar las bebidas o dejar caer la cubeta llena de palomitas mixtas. El sonido de tus pasos rápidos y ligeros es amortiguado por la alfombra, pero en cuanto entran en la oscura sala la ausencia de personas provoca que hasta sus respiraciones parezcan amplificadas. Volteás a verlo.
-Podemos sentarnos en cualquier lugar, ¿no?
Eligen sentarse en la penúltima fila. Para cuando las últimas débiles luces desaparecen y la película comienza, sólo hay otra pareja sentada en una de las primeras filas y un escandaloso grupo de tres en el extremo opuesto de la sala. Enzo te sonríe cuando temblás por los nervios.
Las primeras escenas, conformadas por una t��pica introducción llena de detalles -Enzo odia esa clase de introducción-, son lentas y nada interesantes. Sólo cuando la protagonista comienza a rezar, empapada en sudor, te sentís absorta por la toma; sin embargo es recién durante la fiesta en el jardín del convento, muchos minutos más tarde, que tu respiración se entrecorta.
Te gustaría poder decir que es por la película, pero...
-Calladita- susurra Enzo en tu oído-, ¿está?
Humedecés tus labios y permanecés con la mirada fija en la pantalla. Separás las piernas y cuando desliza una mano bajo tu short (su favorito, corto y estampado con pequeñas margaritas, más de una vez lo manchó de blanco) un suspiro ansioso deja tus labios. El contacto de sus dedos quema, contrastando con la temperatura de la habitación, y es suficiente para hacerte gotear.
-No viste cómo te miraba, ¿no?- volteás tan rápido que tu cuello duele-. Te tenía unas re ganas.
-¿Qué decís?
-Callada, dije.
Tu entrada no opone resistencia cuando introduce dos dedos. Inmediatamente los curva en busca de tu punto dulce, ignorando tu mano sujetando su muñeca, mientras se lleva un dedo a los labios para recordarte que tenés que hacer silencio. Mordés tus nudillos para reprimir tus suspiros y gemidos cuando el ritmo de sus dedos crece.
-Me vas a dejar cogerte acá, ¿no?- susurra y luego se inclina para besar tu cuello. Cuando dejás caer tu cabeza hacia el lado opuesto, enseñándole más piel, divisás la silueta de una persona en la esquina de la habitación. Te sobresaltás y tirás desesperadamente de su camiseta-. ¿Qué?
-Hay alguien...
-Sí- muerde tu cuello y gemís-. Ya sé.
Está celoso, comprendés, cuando un tercer dedo roza tu entrada. Está celoso y quiere que los vean. Tus paredes se contraen sobre los dígitos en tu interior, tu estado oscilando entre la excitación y el pánico, pero Enzo no deja de dilatarte y para torturarte todavía más comienza a estimular tu clítoris con su pulgar.
Cuando deja de tocarte y te enseña sus dedos, brillantes con los hilos de tu excitación, protestás. La luz proveniente de la pantalla es suficiente para que puedas ver cómo desliza su pantalón (es deportivo y lo regañaste por ello cuando estaban preparándose para salir) y su ropa interior, liberando su erección y utilizando tu humedad para lubricarla.
-Vení.
-¿Qué?
En lugar de contestar tira de tu brazo hasta sentarte sobre su regazo, tu espalda contra su pecho mientras su erección caliente golpea tu centro, sus labios y su respiración rozando tu cuello exquisitamente. Palmea tus muslos y entendés automáticamente qué es lo que quiere.
-No voy a poder, Enzo, dejate de...
El resto de la oración muere en tu garganta cuando coloca sus manos bajo tus muslos, pero sin detenerse en ese lugar: continúa su recorrido hasta llegar a tus rodillas y tira de ellas hasta que tus piernas están flexionadas contra tu pecho, tus pies firmes sobre sus piernas aunque son sus brazos los que te sostienen.
Querés decirle que lo que pretende es imposible, que no va a poder sostenerte por tanto tiempo en esa ridícula posición, pero nuevamente te interrumpe.
-Metela, dale- ordena-. Yo sé que querés.
Tu deseo y la desesperación por sentirlo son más grandes que las ganas de discutir. Obedecés y Enzo suspira en cuanto tomás su miembro entre tus dedos. Sólo para molestarlo decidís masturbarlo un poco, dedicándole especial cuidado a su punta sensible, guiándolo hacia tu entrada luego de escucharlo jadear por el placer.
Maldice contra tu hombro cuando tus estrechas paredes, húmedas y más calientes de lo normal, lo reciben. Vos intentás reprimir el escandaloso gemido que su tamaño te roba, desde la primera vez y sin falta, en el momento de la penetración.
-No, dejá que te escuchen.
#solstice tales#letters to enzo#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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#𝙏𝘼𝙆𝙀 𝙈𝙀 ��𝙊𝙈𝙀 ⤷ “ multimedia . ”#tenía la intención de contestar más pero se me hizo tarde y tengo que arreglar las maletas :(#si puedo más tarde avanzaré más pero si no lo logro será hasta mañana <3
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"disfruto mucho la literatura clásica, la dramaturgia antigua, teatro griego" relata, no teme contar esas aristas ya que no poseen demasiad profundidad en su historia de vida, que si oculta. "existe una belleza en la violencia del arte antiguo que hoy en día sólo es banal" exhala como quien ha visto partir. le sonríe exhalando por las fosas nasales, en silenciosa risa que podría haber sido tácita. no sólo estaba el factor de su propio clan, el afán y encanto que ella observaba en la vehemente brutalidad provenían desde la curiosidad. dónde incordiaban sus adentros la concepción de dolor sin el espasmo de una mentalidad debilitada. eso era algo entrenable, la supervivencia después era meramente mortalidad. encontraba jolgorio en la misma porque era lo que conocía, quizás no física respectivamente, más la violencia psicológica de sus negligentes padres habían detonado en ella una percepción diferente de la sociedad. su paso es calmo mientras deja atrás lo que es el pasillo de las habitaciones, enterrándose en el aroma seco y de gasolina de los túneles. no se sorprende cuando es la opuesta la que toma la delantera, tampoco le fastidia. al escucharla sonríe "¿por qué? insiste en su curiosidad. con celeridad, se le acerca por detrás para correrle los cabellos y hablarle encima del hombro "¿te gustaría que las tuviera, sayuri?" susurra mirándole el perfil y libera una risa antes de volver a usar la disciplina para alejarse unos pasos, haciendo volar cabellos ajenos. "no es una evaluación, es un estudio" no teme en admitir, no es nada secreto "¿cómo crees tú que va?" inquiere pateando una lata vacía de gaseosa popular. "no es algo que apruebas o no apruebas, no temas" le recita condescendiente. @sayuriiz
' no te hacía por alguien que disfrutase shakespeare ' acaba diciendo tras un instante de silencio, tratando de ver más allá de esa sonrisa ajena. de todos modos, no era ella particular fanática de cualquier modo, solo era bien versada en literatura a raíz de las tantas lecciones extras que alguna vez recibió ¿y qué ya veía? ¿que había entendido de simples respuestas dadas? ugh. mirada se entrecierra, analizando lo que dice. conversar con assamita se sentía como una constante sesión de volteretas sin saber particularmente dónde estaba cayendo al no existir suelo firme. ' normal lo consideres divertido considerando a dónde perteneces, es obvia la diferencia fundamental entre ambas ' bla, bla, bla. más discurso. ' … ' en verdad desconoce el porque insiste en seguir charlando. mismo igual que en la tienda, ¿de dónde nacían todas esas preguntas y cuál era razón? cuestiones que no hará directamente en voz alta cuando se muestra indiferente a cada cosa que ella dice. ' hablar contigo es agotador ' queja se le escapa en un refunfuño. sin embargo, acaba accediendo a la propuesta de manera tácita en cuanto divisa salida y emprende rumbo, adelantándose para así darle la espalda. sería impropio marcharse, quizá hasta sospechoso. ' tantas ansias por hablar conmigo e intentar analizarme, comenzaré a creer tienes intenciones ocultas ¿qué tal va la evaluación? ' dice más alto aún dándole la espalda, burlona. @maigawa
#𝖗𝖎𝖘𝖎𝖓𝖌 𝖋𝖗𝖔𝖒 𝖙𝖍𝖊 𝖆𝖘𝖍𝖊𝖘✍ dyn#sayuri#kdsjfsadf sii cuteee#ahí te deje para que agregues la int bb que ya tenía esto a medio contestar
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el clásico / pedri
req: hi! could you please write or do a social media au of Pedri which the reader is an F1 driver and her brother is carlos sainz of her father is Fernando Alonso (they are know Madrid fans) them giving pedri a little bit of a hard time (in a funny way) and the whole grid be like overprotective cause she like their baby sis and the Barcelona players tease pedri about their relationship.
author's note: this is so long and probably feels so disorganized i'm sorry 😭 hope you like it either way!!!
pairing: pedri x sainz!reader
name_sainz
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name_sainz cuando te despiertas con 55 llamadas perdidas de tu hermano 😄👍🏻 (when you wake up with 55 missed calls from your brother)
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user1 SO IT'S TRUE????
carlossainz55 vas a contestar ahora? (will you aswer me now?)
charles_leclerc you can hide behind me next time you see him name_sainz 😂
carlossainz55 don't back her off now man 🤬
user2 imagine your whole family being madridista and then you go and date a barcelona player 😂
user3 c'mon name_sainz bellingham's right here 😮💨
pedri
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pedri gran partido hoy, +3! (great game today, +3)
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user1 didn't expect to see y/n in the likes 😂 isn't she fan of the team that lost?
user4 maybe she has converted 🙏🏻
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name_sainz haciendo mi vida dificil 😮💨 (making my life difficult)
pedri cumplirás? (will you fulfill it?)
user2 FULFILL WHAT
user3 maybe they had a bet 🙏🏻
name_sainz veremos 👀 (we'll see)
pablogavi buena suerte en la cena familiar 😂 (good luck at family dinner)
pedri
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pedri vamos españa!! 🇪🇸
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user1 CARLOS IN THE LIKES FLR THE FIRST TIMEEEE
user2 he's spaniard ofc he'll like the post of a player that represents his country 😂
user3 NO NO YOU DON'T UNDERSTAND this is huge!!!!!
name_sainz te queda bien el blanco 🤭 (you look good in white)
pablogavi veo lo que haces 🧐 (i see what you're doing)
name_sainz perdón pablito, tenía que intentar 🥲 (sorry pablito, i had to try)
name_sainz
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name_sainz day off before the madness that is racing at home for the first time 🥹🤍
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pedri ❤️
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charles_leclerc little sainz is in love 🥰
user1 charles braver than the marines for supporting them
user2 carlos will have to approve them someday 😂 she's not 10
carlossainz55 "no puedo ir, tengo planes" ("can't go, i have plans")
name_sainz era cierto ? (it was true ?)
name_sainz
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name_sainz pole el sábado y después podio el domingo? soñaba con días así. gracias a todos 🥹🤍 (pole on saturday and then podium on sunday? dreamed of days like these. thank you all)
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user1 in the weekend where pedri goes to see her? 🥹🥹🥹 they're so cute
user2 not everything is about pedriyn 🙄
charles_sainz where's the post for your lucky charm?
name_sainz i'm not pierregasly 😂
pierregasly that was rude 🤬
pedri ❤️ fuiste increíble (you were amazing)
name_sainz 🤍🤍
carlossainz55 merecido, pequeña ❤️ (deserved, little one)
name_sainz te amo hermanito 🤍🤍🤍🤍 (love you brother)
f1
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f1 Football stars ❤️ F1
joaofelix79, benchillwell, masonmount and pedri, all enjoyed the action in Barcelona #Formula1 #SpanishGP
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user1 one of these is not like the others
user2 one went to support the better team 😋
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user3 all of them liking that comments bc it's dissing redbull 😂
user4 pedriyn thriving rn 🥹 he went to see her
#football imagine#football imagines#football social media au#pedri imagine#pedri social media au#pedri x you#pedri x y/n#pedri x reader#football x reader#football x you
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Te prometo
Prometo no llorar cuando no te vea, ni pensar que solo eres para mí cuando estás conmigo.
Prometo dejar la puerta entreabierta si te vas y mirar a la ventana de vez en cuando, para que, si vuelves, sepas que te estuve esperando.
Prometo sonreír con tu mirada y reírme únicamente de los chistes verdaderos, hablarte con sinceridad aunque nos duela, y compartir contigo no solo nuestros logros, sino también las penas.
Prometo entregarte un juego de mis llaves, siempre que tú me des una copia de las tuyas, para compartir privacidad si nos llegan: tristezas, enojos o carcajadas.
Prometo contestar siempre que pueda, mirarte a los ojos sin recato, guardar en mi abdomen mil y una mariposas; y conservar la calma aunque ellas no lo quieran.
Prometo respetar tus decisiones, admirar tus sueños y dejarte volar si, estando a mi lado, ya no logras ser feliz, porque algo de lo que necesitas te falta.
Prometo no cambiar mis perspectivas, ni mis ideales, ni mis objetivos, ni nada en mí que me haga diferente de quien soy, solo porque tú lo quieras; al igual que no esperaré que tú lo hagas.
Pero también prometo ofrecerte un lugar en mi antesala, donde contarte todo lo que me pase y escuchar cada una de tus palabras.
Prometo no ignorar tus emociones ni las mías, ser siempre justa al negociar nuestras opciones y guardar en secreto lo que acordemos.
Prometo no olvidar nuestras promesas y disfrutar cada momento a tu lado como único, primero y último; confiada en que la vida nos dio un gran regalo al permitirnos encontrarnos.
Le escribí este poema a mis hermanos cuando se casaron, ambos el mismo año. Alguien tenía que hacer los votos. Pero solo se quedo en el recuerdo. No los leyeron así, pero si se inspiraron. Recuerdo este poema con cariño porque siguen en el tiempo construyendo dos bellos hogares.
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Debía admitir que si había cruzado su mente , tanto la posibilidad de participar en el rito como la posibilidad de que alguna pobre alma condenada sucumbiera ante las llamas , no le producía la misma gracia que a la otra joven , pero ahora se preguntaba cuantos cainitas eran devorados por las llamas en este tipo de ceremonia . ❝ Había pensado en hacerlo , pero si alguien ha de morir tal vez no sea tan sano intentarlo ... ❞
exhala con tranquilidad observando el espacio, los ojos se habían quedado encantados con las leguas del fuego furioso, amenazante y sereno a la vez "¿no es hermoso?" exclama con tintes de emoción en la voz "¡¿y si alguien muere?!" gira el rostro para capturar atención de compañía desconocida "¿tú lo harás?" habla de atravesar el fuego.
#* interactions.#* act iii.#maigawa#MIL AÑOS TARDE LO SIENTO#te entiendo si no quieres contestar pero te di un like y tenía que cumplir
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Podría ser un Ken Sumiso y Reader Dom(Dominante) Gentil? :3. La verdad no tengo una idea concreta pero amaré cualquier escenario en el que Ken sea sumiso 🙏
O talvez podría ser una situación en la que una de las partes de la relación este celosa por X situación/interacción que el otro haya tenido? 👉👈
(perdón sí soy demasiado o muy poco específic es que me da penita hacer requests JAJAJ)
°•𝑺𝒖𝒃 𝑲𝒆𝒏𝒋𝒊 𝑺𝒂𝒕𝒐 𝒙 𝑫𝒐𝒎 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓 [ᴴᵉᵃᵈᶜᵃⁿᵒⁿˢ⸴ ˡᵉᵛᵉ ᴺᔆᶠᵂ]
Gracias por tu solicitud! Espero llenar tus expectativas jaja y no tengas pena tú pregunta lo que sea que pienses! 😚💖
Estabas en casa de Ken por la tarde, él te pidió si podrías amablemente ayudarlo a cuidar a Emi mientras él se ocupaba de unos asuntos. Tenía una conferencia de prensa y una entrevista luego de haber ganado con éxito su último juego.
Siempre que dejaba sola a la bebé su casa terminaba con algún nuevo destrozo o algo por el estilo porque después de todo, un pequeño robot no era un apoyo suficiente para mantener las cosas bajo control.
Accediste sin problemas a ayudar a tu novio y te sentaste frente a la unidad de contención en el sótano a jugar y hablar con Emi para distraerla con tu presencia. Kenji bajó y se despidió de tí repitiéndote sus cosas por hacer para mantenerte informada en caso de que él no pudiera contestar tus mensajes de forma rápida.
—¿La entrevista será hasta las 6:00, no? —preguntaste, poniéndote de pie para ir con él mientras le arreglabas el cuello del blazer negro que usaba.
—Si, será con la Srita. Wakita, no creo demorar mucho y luego ya estaré de vuelta —él te comentó, dejando que lo ayudaras. Pero te detuviste al escuchar su nombre. —¿Pasa algo, amor?
—Hhmmm, no me gusta esa mujer.
—¿Por qué? —él preguntó, un poco divertido.
—No me da confianza y ¿por qué solo te entrevista a tí? ¿A solas? ¿No crees que está buscando un papá para su hija? Y justo tú eres ese joven guapo y adinerado que podría resolverle la vida ¡y además Ultraman!
Kenji se rió ante todas tus deducciones, estabas claramente celosa pero de una manera adorable, causándole gracia.
—Ay linda, aún si fuera así ella no se compara a tí en absoluto, confía en mí.
—Confío en tí amor, es en las mujeres en las que no confío ¡más cuando eres tan perfecto!
Kenji continuó sonriendo, adulado por tus elogios mientras seguían conversando. Él dejó un beso en tus labios mientras te tomaba de la cintura y fue hacia su motocicleta para encargarse de sus asuntos.
Te quedaste con Mina y Emi, una tarde de chicas para cuidar a la bebé poniéndole sus programas favoritos, proyecciones de Kenji en sus juegos y otras cosas para hacerla sentir acompañada.
Estabas distraída con la adorable bebé pero no lo suficiente como para dejar de pensar en la entrevista de Ken. Preferirías que hubiera sido citado junto a todo el equipo o algo por el estilo pero ¿por qué tenía que ser siempre solo él? Eso te molestaba y no es que fueras insegura, era simplemente irritante ver la insistencia de otra por la constante atención de tu pareja incluso llegando a incomodarlo con sus preguntas sin relación al baseball en más de una vez. Se supone que si tiene preguntas son relacionadas a su carrera ¿no? Porque es su trabajo, y tampoco trabaja para un programa de chismes o farándula.
En fin, Kenji te dijo que estuvieras tranquila y eso hiciste. Eran casi las 8:00 de la noche, hora de que Emi se fuera a dormir. Te encargaste de que todas las luces del sótano se apagaran y que Mina proyectara pequeñas luces con forma de estrellas por todo el lugar mientras la bebé kaiju bostezaba y se acomodaba dentro de su unidad abrazando uno de los autos de la colección de Ken hasta quedarse dormida.
—Ken está en camino de regreso. Puedes subir con él mientras vigilo a la bebé —te ofreció Mina a lo que aceptaste. Subiste al primer piso y fuiste a ducharte y a cambiarte al cuarto de Ken mientras escuchabas el motor de su moto parqueándose abajo.
Kenji se quitó el casco y entró a su casa buscándote en el sótano a la vez que saludaba a Mina y observaba a Emi descansar. Fue su asistente de AI quien le hizo saber que estabas arriba, probablemente en su cuarto por lo que él fue a buscarte.
—Hola amor, ya estoy en casa —saludó Kenji, encontrándote con una de sus playeras puesta.
Le devolviste el beso y entonces él comenzó a hablarte sobre cómo estuvo su tarde y las cosas que hizo, incluyendo detalles de la entrevista donde él pudo notar tus celos de nuevo a pesar de que lo ocultaras, por lo que pensó en molestarte un poco a modo de broma.
—¿En serio sigues celosa? —preguntó, arqueando la ceja con una sonrisa, acercándose a tí, quien optó por no dejarse avergonzar.
—Claro ¿tienes problema con eso? —no estabas enojada, solo querías llegar a cierto lugar con tu actitud.
—Vaya, ¿alguien está molesta? —su tono era desafiante pero se notaba aún su modo de broma.
Lo tomaste de los hombros y lo empujaste para hacer que se sentara en la cama, te sentaste sobre su regazo a horcajadas y lo miraste seria, notando lo nervioso que estaba ahora.
—Tal vez. Imagina lo irritante que debe ser la insistencia de otra por estar extrañamente cerca de mi hombre más de una vez ¿entiendes, no?
Kenji tragó saliva, tratando de no mirar fijamente como la palabra "ICON" de su playera se curveaba sobre tu busto. Puso relajadamente las manos sobre tus muslos cuando notó que solamente llevabas bragas. Supuso que al ser su playera simplemente cubría tus shorts por ser más larga pero no era así. Lo habías planeado todo.
—Ahmm, si claro... —él no sabía cómo reaccionar o qué decir, simplemente se seguía poniendo nervioso. Estaba donde lo querías.
Le abriste el blazer y se lo quitaste para luego pasar tus manos por debajo de su playera blanca y acariciar tentadoramente su espalda y abdominales, subiendo la tela poco a poco hasta que se la quitaste. Su respiración era más rápida y su pulso enloqueció cuando lo tomaste de los hombros y comenzaste a dejar besos por todo su cuello y mandíbula, sus clavículas y pectorales dejando una que otra marca.
—¿En serio voy a tener que recurrir a esto para que todo el mundo sepa que eres mío? —hablaste contra su piel, haciéndolo jadear.
Tus besos se volvieron húmedos, leves mordiscos rozaban sus hombros mientras te movías sobre su regazo y sus manos se clavaban en tu cintura.
—Eres mío Ken... —le dijiste en un murmullo, llevando el lóbulo de su oreja a tu boca, jugando con su piercing en tu lengua—. Todo esto es mío —su alma casi se separa de su cuerpo cuando tomaste su longitud de repente entre tus manos sobre sus jeans de color negro.
Te inclinaste más a él e hiciste que se acostara por completo en el colchón, dejándolo ver cómo te quitabas la playera y te acomodabas el cabello para seguir besándolo.
—Ahora tendré que hacer uso de mis beneficios, ¿no te molesta, no? —tu tono era sensual y provocativo, jugando con el borde de sus jeans.
—En absoluto...—él respondió casi en un suspiro, con el rostro sonrojado debajo de tí.
Sonreíste victoriosa. No importa de todos modos cuantas mujeres o fanáticas lo deseen a él, al final del día, siempre serán tus brazos su lugar más seguro y tu nombre el único que su linda voz repetirá entre gemidos.
#kenji sato x you#kenji sato x reader#kenji sato#ken sato#ken sato x reader#kenji x reader#ultraman rising x reader#ultraman rising#ultraman#ultraman x reader
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Para los pocos hispanos fans del Pissa que andan por aqui, ahi les va un WIP de un fic que ando haciendo:
Dear Dopamine
Tags: No RPF, Fluff, Mutual Pining, Awkward Flirting, Humor, Dialogue Heavy, Dirty Jokes, Letters
La vida de Philza era el tipo de comedia romántica barata que los críticos bombardearían con bajos ratings bajo el pretexto de ‘sobre-esforzarse’ y ser ‘demasiado cínica’. Es el mimos tipo de comedia que sería vendida como un romance pero era todo menos eso, e incluso cuando lo intentaba ser, el protagonista siempre era reacio con sus sentimientos; vacilando entre caminar esta línea firme de rechazo perpetuo y aceptación ambigua, y odiosamente ocasionando en más de un espectador confusión.
Lamentablemente para Philza, esa no era la única paralela existente que se podía inferir entre su vida y los romances de bajo presupuesto, pues había notado que las personas en su vecindad parecían moverse más en números pares estos últimos días. Claro, aun con las miradas calurosas y caricias asquerosamente cursis que otros intercambiaban en público, esto no presentaría un problema sino fuera porque también tenían un deseo descomunal en entrometerse en su vida personal.
Algunos optarían por señalar que la razón detrás de sus intromisiones eran bien intencionadas y se debía al hecho de que irónicamente, aun teniendo un esposo encantador que lo amaba y precedentes de varios otros pretendientes, el hombre no reconocería el amor aunque le golpeara directo en las bolas. Pero por supuesto, al no tener el concepto universal de la afinidad en un pequeño recipiente físico capaz de golpearlo, con Foolish bastaría.
Fue una suerte para él el seguir durmiendo en el templo de Rose mientras Foolish merodeaba por el centro de la ciudad. Después de todo, ¿Qué era mejor que dejarle el destino de tus relaciones interpersonales a un policía?
Si Philza tuviera la conciencia para contestar probablemente diría que cualquier otra cosa. Sin embargo, con la situación actual, fue inconscientemente forzado a otorgarle control sobre la escena del crimen que se estaba produciendo en la cima de la muralla. Los instintos policiacos de Foolish captaron en seguida al hombre encapuchado de negro que se escabulló en el elevador que llevaba a la casa de Philza, y Foolish no dudó en usar su gancho para subir y enfrentarlo.
“¡Alto ahí!” Gritó detrás del hombre que le daba la espalda, arma en mano apuntando su cabeza.
Foolish no le había ordenado levantar las manos, pero el hombre lo hizo de todas formas con un pequeño salto. Después, como si se hubiera percatado de quien provenía la advertencia, su comportamiento cambió en un instante. Sus hombros tensos cayeron en un suspiro junto con sus manos, y el hombre se dio la vuelta despreocupado. “Pendejo, casi me cago del susto.”
“Oh. Roier.” Bajó el arma, vergüenza curiosamente surgiendo dentro de él al haber apuntado a su hijo con ella. “¿Qué haces aquí?”
“Nada, nada. Solo visitaba.” Contestó demasiado rápido. Sospechosamente rápido, diría Foolish. Sus ojos se dirigieron a las ventanas de la casa de madera, “Hace mucho que no veo al Missa y quería ver si estaba en casa.”
“Missa no viene muy seguido.” Dijo Foolish, explicando lo obvio, tal vez solo para llenar la conversación y hacer sentir a Roier menos nervioso. No obstante, cuando regresó su mirada a él, se sorprendió de verlo considerando saltar de la muralla y huir. “¿Tenías algo que hacer aquí o…?”
“No, no, como crees.” Agitó una mano en desconsideración. “Bueno, a lo mejor. Pero no le digas a nadie.” Cualquier pizca de incertidumbre fue borrada de su voz, dando paso a un raro entusiasmo. Foolish asintió a su pregunta, y ambos se acercaron para susurrar a pesar de no necesitarlo. “Voy a ayudar a Missa con Philza.”
Tomado por sorpresa, retrocedió con una risita, “¿Qué?”
“Missa anda chinge y chinge con el Felipe y que no se merece su amor y no sé qué tanta verga– así que lo voy a ayudar a ver si así se calla.”
“Okay,” Digirió sus palabras con lentitud, “¿Pero no Phil y Missa ya eran… algo?” Finalizó estúpidamente, confuso de la posible relación de ambos. Estaba seguro de haber escuchado por ahí que estaban casados los primeros días de conocerse, pero considerando el tiempo que había pasado y la falta de presencia de Missa, bien podría haber sido solo un rumor.
Viendo la cara de Roier, él también parecía estar igual de confundido. “No. Creo. La neta no sé.”
“¿Entonces qué? ¿Tienes planeado irrumpir en su casa y buscar, como, evidencia de ellos siendo pareja?”
“¿Qué? No. Ni que estuviera pendejo.” Como si fuera por arte de magia – y distrayendo a Foolish al preguntarse si las había sacado del culo – produjo una pluma y varias hojas de papel, todas de un color amarillo suave con un estampado floral. “Voy a escribir una carta a Philza en nombre de Missa para empezar un intercambio de letras entre los dos. De esta manera, aun si fueran algo, seguiría ayudando a Missa con su crush.”
Dejando de lado la posibilidad de que los otros dos hombres fueran tan emocionalmente constipados como para estar casados pero no al tanto de sus respectivos sentimientos, Foolish comentó sobre algo que le interesaba más. “Eso no explica porque estás aquí.”
Roier sonrió. Era la clase de sonrisa de alguien que no sabía de lo que estaba hablando. “¿Dónde más las voy a entregar? Esta es la casa de Philza, ¿No?”
“Uhm, ¿En la biblioteca? Tenemos un sistema de correo y todo.”
“¡¿Tenemos una biblioteca?!”
“¡¿Dónde más pondríamos las cartas?! ¿En el buzón donde nadie pudiera encontrarlas?”
“Bueno, me vale madre. Ya estoy aquí.” Resopló tomando asiento al lado del trampolín y recostándose bocabajo al igual que una niña con su diario.
“Podrías simplemente dejarle una nota a Missa con tu idea y que él lo hiciera.”
“Missa nunca va a dar el primer paso. Es demasiado pussy para hacerlo.”
Instinto policiaco o no, cualquiera hubiera notado el tono inusual en su voz. Aun si Foolish no podía captar del todo qué era. ¿Anhelo? ¿Arrepentimiento? Fuera lo que fuese, era mejor no insistir. La pérdida de Cellbit era muy reciente todavía.
“¿Y si te atrapan?” Preguntó después de un minuto, llamando la atención del perpetrador.
“Pos culpamos al pinche Badboyhalo y que le haga como pueda.”
Foolish parpadeó, asimilando lo que acababa de decir su hijo. Honestamente, no era la peor idea que se había concebido en la Isla Quesadilla. Se encogió de hombros y tomó lugar a su lado. “¿Cómo piensas empezar?”
“No sé, con algo que diga que lo extraña o una mamada así. ¿Tú qué piensas?”
“Podría funcionar; algo que diga que tanto lo extraña. O, qué, no importa que tanto tiempo pase, él tendrá, ya sabes,” Foolish soltó una risa entrecortada, de repente cohibido ante el uso de la pareja como un reflejo de su propia relación. Quizás aquello podría servirle como un incentivo para armarse de valor e intentar reconectar con Vegetta a través de cartas. O Quizás debería prestar más atención y notar que Roier seguía escribiendo y diciendo en voz alta “Algo así como ‘Oh, Philza, estás bien pinche guapo vamos a coger–” al mismo tiempo que Foolish terminó con un “Seguirá regresando a su lado– Oh.”
“¿Qué?”
“Tal vez– Tal vez no deberías de ser tan directo. No creo que Phil aprecie un trato tan directo…”
Rodó los ojos, “Le va a gustar cualquier cosa que venga de Missa.”
Pero pese a su comentario, Roier frotó su pulgar sobre la frase, tratando de borrarla con su sudor. Pensó en usar su saliva para dispersar la tinta, más pareció olvidarlo cuando Foolish volvió a hablar, y dio vuelta a la hoja como si nada hubiera sucedido.
“¿Qué tal si mejor comienzas con un saludo?” Roier asintió y se encaminó para escribir ‘Mi amor’ solo para ser interrumpido otra vez. “Creo que ‘Mi amor’ sigue siendo muy directo para ambos, o sea, si fueran solo amigos creo–” Roier chasqueó su lengua, tachando el escrito y colocando ‘Pendejo’ como saludo, “No, no me refería a eso–”
“¡Cabrón, decídete! ¡No soy pinche documento de Word para darle control zeta cada que se te ocurra algo nuevo!”
“¡Solo estaba intentado ayudar!” Tratando de bajar su voz, suspiró, “‘Mi amor’ está bien.”
Roier entrecerró sus ojos con sospecha, pero regresó al papel para tachar el saludo una última vez y volver al apodo cariñoso. Jugueteó con la pluma paseándola entre cada valle de sus nudillos, no quitando los ojos de las palabras recién redactadas y esperando la luz verde de Foolish. “¿Y ahora?”
Hizo una pausa, considerándolo. “Supongo que podríamos irnos por algo más poético. Eso nunca fallaba con Vegetta.”
“A Vegetta solo le gusta lo poético porque es un viejo–” El movimiento de la pluma paró. “¿Qué tan viejo es Philza?”
“No lo sé, pero probablemente muy viejo.”
“Muy, muy viejo.”
Para ser dos personas excepcionalmente ruidosas, ambos se sumieron en un silencio.
“¿Entonces poético?” Foolish fue el primero en hablar.
“Nos van a llamar el mismísimo Paulo Coelho después de esto.” Roier contestó con una sonrisa, sumergiéndose dentro del rol de escritor fantasma.
#pissa#qsmp shipping#ahi no acaba el cap#pero pos. es un wip.#a lo mejor lo termino en una semana? no se#pero cuando lo haga borro este jajaja
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
Capítulo 8:
Alana tuvo que tomar varias respiraciones profundas antes de atreverse a responder la llamada de Enzo, sus manos aún picaban del coraje que Sebastián había despertado en ella, había usurpado su jodida mochila.
Se rascó el cuello tan fuerte que le dolió y se dignó a contestar.
—Hola.
—Lana, hola—saludó Enzo tan amable como siempre, ella tragó saliva en seco, usualmente la voz del uruguayo tenía un efecto relajante en ella, pero esta vez ella se encontraba tan furiosa que no creía que eso fuera posible—. ¿Ya estás en casa? Olvidé echarle agua a las plantas de la ventana, ¿vos me podés hacer el favor?
Claro que lo haría, el problema es que no tenía forma de ingresar al departamento.
—Yo—pensó varios segundos qué decir—. No puedo.
—¿Eh?
—Me quedé afuera, no tengo forma de entrar al departamento—soltó simplemente mientras apoyaba la espalda en la pared y se dejaba caer en el piso del pasillo.
—¿Olvidaste las llaves?—preguntó él riendo, Alana cerró fuertemente los ojos y se apretó el puente de la nariz—. Alana.
—Algo así—respondió.
—Bueno, si querés te puedo pagar el taxi para que volvás por las llaves a tu casa y así escribas hoy, no hay problema—sugirió él con su típico tono tranquilizador.
—Eh…no, eso no va a funcionar.
—No te estoy entendiendo.
—Sebastián me sacó las llaves—se le rompió la voz—. Se enojó porque no le dije dónde queda la supuesta oficina y no me las va a devolver hasta que se lo diga.
—Es que no puede ser más pelotudo—bramó, nunca lo había escuchado así de enojado—. ¿Querés que vaya para allá? Decíme que querés que haga y dejo todo—exclamó.
Alana se restregó la cara con la mano que tenía libre, Sebastián no sólo estaba arruinando su día de trabajo, también estaba por arruinar el de Enzo.
—No, no, gracias—respondió—. Te espero acá, no quiero volver a casa.
—Lana, son las 10 de la mañana, no regreso al departamento hasta dentro de 12 horas.
—No importa—si tenía que quedarse 12 horas sentada en el pasillo esperando a Enzo, lo haría.
—Vos estás loca, voy por ti ahora mismo.
—Tienes un montón de trabajo.
—Vos también.
—¿No hay otra solución?—preguntó ella.
—Mmm…—esperó unos segundos, se escuchaba bastante ruido de fondo, claramente el chico estaba bastante ocupado—. Te puedo pedir un taxi para que vengas al estudio de grabación, te doy las llaves acá, ¿te parece?
—Sí, sí—respondió ella esperanzada—. Gracias, Enzo.
—Vale, ahora mismo te lo pido—dijo él—. Alana…
—¿Sí?—preguntó nerviosamente, sabía que probablemente Enzo quería quejarse de Sebastián.
—Nada—no lo hizo—. Te espero acá.
En menos de cinco minutos había un taxi esperándola afuera del departamento de Enzo, Alana apagó el celular, tenía la bandeja de mensajes repleta obviamente por Sebastián, el chico seguía insistiendo que ella regresara a casa por las llaves, claro con la condición de que él la llevara de vuelta a ''la oficina''.
Sonaba más como amenaza que como sugerencia, Alana no aceptaría eso por ninguna razón.
El viaje hacia el estudio de grabación no duró más de treinta minutos, no podía negar que se sentía bastante nerviosa por visitar a Enzo en su lugar de trabajo, nunca había pisado un set de grabación en toda su vida y sabía que estaría lleno de gente importante.
El de seguridad la dejó pasar en cuanto ella le dio su nombre, el set de grabación se trataba de una pequeña bodega con un patio gigantesco, había una gran variedad de campers de metal y personas con audífonos y cámaras caminando de un lado al otro, Alana se paró apretando las correas de su mochila sin saber muy bien qué hacer.
—¿Sois Alana Lomelí?—preguntó una chica bajita, al igual que la mayoría de las personas ahí, llevaba unos audífonos de diadema con micrófono y una carpeta.
—Sí—respondió tímidamente.
—Vale, por acá—le indicó el camino con su brazo—. Enzo me dijo que vendrías, justo ahora le andan haciendo el maquillaje en su camper.
Alana asintió con la cabeza y aún aferrada a su mochila siguió a la mujer, no tardaron mucho en encontrar uno de los campers plateados, tenía una pequeña escalera afuera y en la puerta había un cartel que ponía ''Enzo Vogrincic''.
—Enzo, tu amiga está aquí—la chica tocó la puerta de metal tan fuerte que Alana se sobresaltó, al instante Enzo abrió, llevaba el cabello recogido con unas horquillas y su piel lucía reluciente.
—Lanita, pasa, pasa—le indicó—. Gracias Mónica—le agradeció a la chica, ella le guiñó el ojo a Alana y desapareció de su vista.
—Wow—exclamó Alana ingresando al camper, no tenía nada de lujoso a decir verdad, sólo un grande espejo con la mesa llena de maquillaje, la silla alta que seguramente era de Enzo, una mesita con su libretos y un pequeño sillón.
—¿Cómo estás?—preguntó él con la voz llena de preocupación, su mirada la inspeccionó de arriba a abajo mientras colocaba sus manos sobre sus hombros.
—Estoy bien—le respondió colocando sus manos sobre las de Enzo.
—¿Segura? ¿Discutieron muy feo?—preguntó él, el cartílago de su garganta subió y bajó, Alana negó efusivamente con la cabeza, lo último que quería era seguirlo preocupando.
—Anda insoportable por saber en dónde he estado escribiendo.
—Podés decirle, no me importa—dijo él quitando sus manos, pero sin despegarse ni un centímetro de ella.
—Enzo, es tu casa, Sebastián no tiene por qué saber dónde vives.
—No es como que me vaya a hacer algo—rió.
—Pues no—dijo ella—. Pero no sé, es raro—dijo, Enzo no respondió a eso.
—Después hablamos más tranquilos de esto—dijo—. Ehh, voy a andar todo el día filmando, así que te doy las llaves y ya vos me abrís el departamento cuando regrese.
—¿Y si escribo aquí?—preguntó Alana observando el lugar, era silencioso ahí y de todas maneras podía disipar el sonido de afuera poniendo algo de música.
—¿Estás segura? Digo, por mí no hay problema, pero no sé si te encante escribir aquí.
—Por mí está bien—dijo ella sentándose y procediendo a sacar su computadora, de todas formas le haría bien cambiar un poco de aires para escribir.
—Bueno, será un placer tenerte aquí—dijo él sentándose en su silla, se sonrieron a través del espejo—. S��lo que van a estar maquillándome en lo que no grabo, Lucía puede hablar mucho—advirtió, Alana supuso Lucía era la maquillista.
—No pasa nada—dijo sinceramente.
—Escuché mi nombre—una mujer rubia entró al camper dando un portazo, llevaba ropa bastante casual y un cinturón con al menos unas 30 brochas.
—Lucía, Alana, Alana, Lucía—Enzo las presentó, Alana saludó con la mano pero la rubia se le acercó a plantarle un beso en cada mejilla.
—La famosa Alana Lomelí—dijo ella para después comenzar a colocar una crema sobre el rostro de Enzo, se notaba que lo conocía a la perfección porque sus dedos se movían con suma precisión y profesionalismo sin necesidad de verlo, Enzo por su parte tenía los ojos cerrados, claramente relajado al toque de la chica—. Enzo me ha hablado muchísimo sobre ti.
—Calla—dijo él.
—Espero que cosas buenas—rió Alana mientras bajaba la mirada hacia su ordenador.
—Obvio—respondió ella—. ¿A qué se debe que visites a Enzito? No se le para ni una mosca al pobre aquí.
Alana apretó los labios al escuchar el apodo, pero hizo lo posible para borrar su mueca y responder amablemente, abrió su boca para hacerlo, pero Enzo le ganó.
—Lana escribe en mi departamento—le informó—. Pero tuvo un problema con las llaves, así que escribirá aquí hoy—Alana agradecía que no hubiera entrado en detalles, pero aún así no podía evitar sentirse observada por la maquillista.
—Ah, claro, claro, sos escritora, ¿cierto?
—Te lo he dicho un millón de veces—replicó Enzo haciendo un ademán con la mano, permaneciendo con los ojos bien cerrados, Lucía le guiñó un ojo a Alana.
—¿Qué género escribís?—preguntó Lucía al fin viendo a Enzo, ahora estaba aplicando algo con una brocha.
—Fantasía principalmente—respondió.
—No podría jamás.
—¿No podrías qué?—preguntó Enzo riendo.
—Escribir, leer, me causa pereza—expresó la chica—. Soy más de películas, obvio.
—Bueno, tal vez podrías darle una oportunidad—sugirió Alana amablemente.
—Nah, prefiero ver a guapos como este en la pantalla grande—dijo dándole una palmada en el hombro a Enzo, Alana volvió a bajar la mirada, se notaba que se tenían bastante confianza, ¿y cómo no? Pasaban un montón de horas juntos, más de las que ella pasaba con Enzo…
¿Por qué eso le molestaba tanto?
Ni Alana ni Enzo respondieron, el resto de la hora Lucía se dedicó a preparar la piel del actor en completo silencio, para la suerte de Alana, pudo lograr escribir un par de páginas sin importarle que ellos estuvieran ahí.
—Tengo que ir a la primera escena—le avisó Enzo parándose de la silla—. Lucy tiene que estar allá para dar unos retoques, la toma puede tardar fácil un par de minutos o bien horas, así que tendrás el lugar para ti sola unos momentos.
—Claro, genial—respondió sin dejar de teclear.
Enzo salió primero, Lucía comenzó a guardar algunos productos en su cinturón, sin embargo, cuando Alana pensó que la rubia abandonaría el lugar, carraspeó.
—¿Te gusta?—preguntó seriamente.
Alana detuvo sus dedos en seco y levantó la cabeza para ver a la mujer.
—¿Disculpa?
—Enzo, ¿te gusta?
—Somos amigos—respondió Alana confundida.
—Es fácil caer por Enzo—dijo Lucía apoyándose del tocador—. Es un hombre bastante encantador.
—Lo es—coincidió.
—Pero vos tenés novio—dijo Lucía cruzando los brazos, Alana inclinó la cabeza.
—No sé a qué viene todo esto.
—Enzo es una buena persona, pero ser tan bueno lo puede hacer algo tonto, no ve la maldad en las personas.
—Enzo no es ningún tonto—saltó a la defensiva.
—Se la pasa todo el día hablando de ti, pero sé que vos tenés novio, así que no sé qué pretendés viniendo aquí con tu finta de niña buena, y por si no te habías dado cuenta, Enzo podría tener a la mujer que él quisiera, así que no le hagas perder su tiempo—antes de que Alana pudiera responder algo, Lucía salió del lugar, dejándola completamente consternada.
Alana rodó los ojos en cuanto la mujer abandonó el lugar, suficiente trabajo tenía con escuchar la mierda de Sebastián como para tomarle importancia a la mierda que una mujer desconocida le decía, así que tomó todo ese coraje para escribir durante horas.
El resto del día Enzo entró un par de veces más para asegurarse que todo estuviera bien, Alana se limitaba a asentir sin despegar la mirada de la pantalla, no lograba descifrar si no se atrevía a mirarlo por la concentración que había ganado en el camper o porque mirarlo le recordaba a lo que Lucía había dicho, entre casi 5000 palabras escritas y las visitas rápidas del actor, la noche finalmente cayó.
—Vaya forma de trabajar—la voz de Lucía la despertó, Alana miró a su alrededor, se había quedado dormida, miró la hora de la pantalla, dándose cuenta que había tomado una siesta de 15 minutos.
—Tiene la manía de quedarse dormida en los lugares más extraños posibles—mencionó Enzo sentándose en la silla, Alana cerró su computadora, se sentía irritada, tanto por haber sido despertada de su siesta tan abruptamente, como por haberse dado cuenta que Enzo iba por ahí soltándole comentarios a Lucía sobre ella.
Enzo cerró los ojos para que Lucía comenzara a aplicarle desmaquillante con un algodón, Lucía arqueó las cejas ante el comentario de Enzo y después le ofreció una mueca extraña a Alana.
—Es mejor que me vaya—dijo Alana guardando la laptop en su mochila, se sentía cansada, sus ojos pesaban y sus muñecas le dolían por tanto escribir, había avanzado bastante en la historia, pero tal vez había sido una mala idea escribir en el camper.
—¿Tu novio te espera?—preguntó la mujer haciendo movimientos circulares con el algodón sobre el cuello de Enzo, ni siquiera lo había maquillado ahí, Enzo carraspeó—. Qué lindo, ¿no? Tener a alguien esperando por ti en casa.
—¿Te vas tan pronto?—preguntó Enzo fingiendo no escuchar los comentarios de la maquillista.
—Son pasadas las 10 de la noche, tengo que pedir el taxi.
—Pero aún no me enseñas lo que escribiste hoy—dijo Enzo apartando la muñeca de Lucía de su cara y finalmente abriendo los ojos, mirando a Alana fijamente.
—¿Puedo leerlo yo también?—preguntó Lucía levantando la mano.
—Pensé que no sabías leer—soltó Alana abruptamente, Enzo hizo un sonido de sorpresa ante el comentario.
—Claro que sé leer, no me gusta—replicó elevando la voz.
—Misma cosa, buenas noches—Alana salió del camper con un portazo, a este paso el pobre camper terminaría desmoronándose, pero no podía importarle menos.
Respiró varias veces, tenía que controlarse, ¿qué mierda le ocurría?
Caminó hacia una de las esquinas del set de grabación, la mayoría de los actores ya se habían ido y sólo quedaban un par de personas limpiando el lugar.
—¿Qué fue eso?—preguntó Enzo riendo, ella se encontraba en una esquina del patio del estudio.
—¿Qué fue qué?
—Tú y Lucía.
—No sé de qué hablas—respondió Alana cruzando los hombros, Enzo inclinó la cabeza y rió.
—Vos la llamaste analfabeta.
—¡No la llame así!—dijo Alana riendo por primera vez en horas.
—Eh…—Enzo la apuntó con el índice—. Vos le dijiste que no sabía leer, la misma cosa.
Alana rodó los ojos divertidamente.
—Ya, me pasé un poquito, ¿verdad?—preguntó rascándose el cuero cabelludo.
—Sólo un poquito—dijo él juntando el pulgar con el índice.
Alana sonrió, de pronto toda la acumulación de enojo y frustración que había sentido a lo largo del día había desaparecido por completo, Enzo tenía ese efecto sobre ella ella, tenía el efecto de que ella olvidara que efectivamente había alguien esperando por ella en casa, tenía el efecto de que olvidara que estaban en un lugar repleto de gente con cámaras, tenía el efecto de que ella se diera cuenta que efectivamente, él podría tener a la mujer que quisiera, sin embargo estaba aquí, riendo con ella, viéndola a ella, cuando estaba con Enzo, se sentía invencible, sentía que ellos eran las únicas personas en el mundo entero.
—¿Qué tanto estás pensando?—preguntó Enzo en un susurro, el lugar estaba muy oscuro y a duras penas podía ver sus facciones gracias al reflejo de la luna, contrario a como usualmente lo hacían, en esta ocasión sus ojos se veían más oscuros de lo normal y sus pupilas estaban bien dilatas.
''Se la pasa todo el día hablando de ti, pero sé que vos tenés novio, así que no sé qué pretendés viniendo aquí con tu finta de niña buena, y por si no te habías dado cuenta, podría tener a la mujer que él quisiera, así que no le hagas perder su tiempo'' Las palabras de Lucía no dejaban de retumbar en el fondo de su mente, ¿lo peor de todo? Alana sabía que eran ciertas.
No podía seguir jugando ese juego, no podía darle sus noches a Enzo y fingir que no le interesaba más que un amigo, no podía permitirse sentir esa atracción cuando Sebastián era su pareja.
La sonrisa de Enzo se borró de su rostro y se acercó más a ella, Alana tomó una profunda bocanada de aire y se atrevió a hablar.
—Lo que pasó el otro día—murmuró—. No puede volver a repetirse—dijo refiriéndose al beso que Enzo le había dejado en su cuello.
—¿Qué pasó el otro día?—preguntó haciéndose el tonto, la seriedad duró sólo un par de segundos en su rostro, porque ahora volvía a irradiar esa energía despreocupada y hasta burlona.
—Enzo—suspiró.
—Alana—dijo él imitando su tono de voz, ella le dio un manotazo en el hombro, haciéndole saber que no estaba para bromas—. Ya, ya, estoy jodiéndote—rió.
—Sí, precisamente eso estás haciendo, estás jodiendo mi puta cabeza—bramó entre dientes dejando que sus sentimientos volvieran a apoderarse de ella, él tragó saliva en seco ante el tono que la chica había empleado.
—Repetí eso—dijo a pocos centímetros de su boca, colocó sus brazos a los lados de la cabeza de Alana, acorralandola contra la pared.
—Estás jodiendo con mi puta cabeza—respondió ella con un hilo de voz, bajó la mirada, escuchó la respiración agitada de Enzo, no supo si era por la proximidad o por la manera en la que ella le estaba hablando, Alana volvió a levantar la mirada—. Lo que pasó el otro día no puede volver a repetirse—volvió a decir, Enzo parpadeó pesadamente y bajó la mirada a los labios de ella.
—Lo que vos mandés—carraspeó Enzo empujando el interior de su mejilla con su lengua.
Alana asintió levemente, pero Enzo estaba tan cerca de ella, viéndola de una forma en la que nunca había sido vista, estudiada, apreciada.
Así que tirando a la basura todo lo que acababa de decir, tomó a Enzo del cuello y estrelló sus labios contra los de él en un beso desesperado que él respondió con un jadeo y tomándola fuertemente de la cintura.
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frunce los labios mientras asiente en silencio, asimilando las posibilidades sobre la historia del ruso que podría ser igual a la propia. no niega pequeña molestia que acuna en su interior, mejor no decir nada que podría arrepentirse. curiosa es la mirada con la que atiende sus palabras, le tranquilizaría tal vez y ,en caso de entrar eunseung, no tener un brote de locura para sacarlo de allí. la pregunta la hace desviar la mirada, perdiendo momentáneamente su faceta juguetona., carismática y coqueta. sólo lo haría por su hermano. presiente que se avecinaba tormenta interior y debe continuar con ese juego. cierra los ojos y sacude la cabeza "prueba si tus intenciones son sinceras ¿verdad?" intenta sonreír, más la preocupación tiñe de azul su expresión. "¿es acaso una escena?" pregunta con ojitos entretenida, retomando el habitual trato. el cambio de lugar del contrario la hace quedársele mirándolo, ladeando el rostro unos segundos de manera interrogante. gesto la hace sonreír y avanza un paso hacia él. arruga l a nariz mirándole "no necesitas probarle nada a nadie" no es como si necesitara que se lo dijeran, o como si ella fuera alguien importante en su existencia como para avalarle. "no quiero hacerlo" admite desviando la mirada unos segundos al fuego, algunos parecían arengar la postura del ritual. necesita volver a su personalidad, pero es la mente la que pesa y no le permite escapar como antes. "¿nadie muere si cruza?" pregunta sin observarlo. había intentado hablarlo con su sire, sin embargo no deseaba hablar de ello, tantos años y se volvía cada vez más hermético. "si te cuento algo" empieza a decir apoyando las manos sobre el pecho ajeno, con la vista en sus propios dedos "¿puedes prometerme que no dejarás de verme como la bonita chica con gustos caros?" en ese momento levanta la vista a la contraria.
"Sí, ella," repite, mirándola de reojo. La curiosidad en los ojos propios reflejo de los ajenos. Acaba por reír un momento, no quería admitir que las dos chicas en realidad guardaban similitudes. "De alguna forma, sí se mide la fortaleza, pero hay otro detalle que es más importante," comparte. "No atravesarías el fuego por cualquiera ¿O sí?" Para él, en cuanto al ritual, ese era un punto final. El tema tiene muchas aristas, y como desconoce los límites en relación a los otros clanes, prefiere callarlos. ¿Cómo compartir que no se podía ser muy fuerte o muy débil, muy hábil o muy torpe? Pero a la vez, había que llamar la atención de alguna manera, hacerte imprescindible. Pero no lo suficiente para que otro intente tomar tu lugar. Su pose natural y aires casuales nunca comunicarían la presión que siente, sobretodo en presencia de su sire, cuya silueta puede identificar en contraste con el fuego. Tatyana sabría, sin embargo. Siempre sabía.
"Que no te oiga tu sire," juega. Le hace sonreír, aunque nunca sienta genuinas las palabras femeninas. No necesitaban serlo. Se acomoda para enfrentarla con el cuerpo entero, antes solo dedicándole una miradita. La estudia, arrugando sutilmente el entrecejo. Después de unos segundos en silencio, declara: "Es mejor que no lo intentes." Solo sus palabras, si eran ciertas en absoluto, son mal augurio para lo que pueda arder con el fuego si pasara. "Para que tus ropas se deshagan en el fuego, tendrías que esperar mucho tiempo. Quizás hasta te quedas sin cabello." Se aprovecha de la mención del mismo, para tomar un mechón del mismo entre dos dedos, deslizando las yemas hasta el final. "Yo lo he hecho en el pasado, pero hoy no creo que lo haga," admite. "En este distrito lo hice hace dos años. No tengo nada más que probar." Y nadie a quien impresionar, tampoco.
#𝒎𝒚 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒉𝒂𝒅 𝒃𝒆𝒆𝒏 𝒇𝒓𝒐𝒛𝒆𝒏 ᆞᆞ dyn#asjfdkdhf AY NOOO no me pida perdon#la vida adulta es terrible#perdón la respuesta rapidita#jeje no tenía más que contestar aquí :P
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CAPITULO 52 - UN NUEVO COMIENZO
|| Liam... viniste... No me imaginé que te vería... cuánto me alegra tenerte conmigo || le dije entre sollozos, sintiendo el alivio de tenerlo a mi lado en este momento tan doloroso.
|| Haría lo que fuera por ti, amor. Por eso estoy aquí... || Exclamó Liam mientras yo permanecía abrazada a él, llorando desconsoladamente. En ese momento, no me importaba lo que pensaran los demás ni sus opiniones. Todo lo que deseaba era su presencia. Finalmente, al calmarme un poco, lo miré y le dije:
|| Gracias por estar aquí. Necesitaba tanto de ti ||
Liam, con una ternura palpable, tomó mi rostro y secó mis lágrimas con delicadeza. Me miró con cariño y dijo:
|| Yo también necesitaba verte. Tenía que estar aquí contigo en estos momentos. Perdóname por no haber llegado antes ||
|| No importa. Lo que importa es que estás aquí || respondí, sintiendo un alivio profundo. Luego, la realidad me golpeó y recordé el compromiso de Liam. Miré a mi alrededor, dándome cuenta de su situación actual || Liam... ¿Qué pasa con Madeleine? ¿Y el tour? ¿No está molesta? ||
|| Sinceramente, no me importa lo que Madeleine piense. Además, he suspendido el tour temporalmente || dijo Liam con determinación.
|| ¿Suspendiste el tour? || pregunté, confundida pero antes de que Liam pudiera explicar más, mi padre se acercó. Liam lo miró, visiblemente desconcertado.
|| ¿Hija, todo bien? || preguntó papá.
|| Sí, todo está bien || respondí, tomando la mano de Liam y guiándolo hacia mi padre || Papá, él es el Rey Liam Nielsen de Cordonia. Liam, te presento a mi papá, Sam Beckett ||
|| Mucho gusto, señor Beckett || dijo Liam, extendiendo la mano.
|| El gusto es mío, Su Majestad || respondió papá, estrechando su mano.
|| Por favor, llámame solo Liam || dijo con una sonrisa cálida.
|| Siempre y cuando tú me llames Sam || dijo sonriendo también.
|| Trato || Respondió Liam sosteniendo con fuerza mi mano, mientras yo me sentía aliviada de tenerlos a ambos a mi lado.
|| Muchas gracias Liam por venir… es muy amable de tu parte || le dijo mi padre.
|| No es ninguna molestia. Cuando Drake me avisó que la mamá de Riley estaba mal, no lo pensé ni un segundo y salí para acá || dijo Liam, alzando la vista || Por cierto, ¿dónde está Drake? ¿No venía con ustedes? || preguntó, mirando a su alrededor.
Fue entonces cuando me di cuenta de que Drake ya no estaba. Al correr hacia los brazos de Liam, no me percaté de que lo había dejado solo. Papá aclaró su garganta y me miró fijamente.
|| Drake me dijo que subiría a su habitación porque se sentía un poco cansado || explicó papá. Me sorprendió que Drake no hubiera saludado a Liam, ya que no es típico de él. De repente, recordé lo que ocurrió ayer. Miré a Liam y vi su expresión de sorpresa.
|| ¿Subió? ¡Debe estar bastante cansado para no acercarse! || dijo Liam, pensativo. Justo en ese momento, su celular comenzó a sonar || Si me disculpan, debo contestar esta llamada ||
Liam se alejó unos pasos para atender el teléfono. Me volví hacia papá, con una creciente preocupación.
|| Papá, cuando Drake se fue, ¿dijo algo más además de que estaba cansado? || pregunté, con un tono de preocupación. Mi papá me miró con tristeza.
|| No, hija. Solo mencionó que había llegado a quien realmente necesitabas || Las palabras de mi padre fueron un golpe doloroso. Me dolió escuchar eso; no quería lastimar a Drake y, con mi comportamiento impulsivo de ayer, había complicado las cosas || Para serte sincero, se notaba que Drake estaba bastante triste, especialmente cuando te vio correr a los brazos de Liam. Se hizo evidente lo incómodo que se sintió ||
|| Papá, soy una tonta... || exclamé, sintiendo una ola de remordimiento. En ese momento, Liam regresó.
|| Mil disculpas. Bueno, ¿qué les parece si vamos a comer algo? O, amor, ¿estás muy cansada? || preguntó Liam, mirándonos. No tenía hambre; solo quería bañarme y dormir, pero no supe cómo decírselo.
|| Me parece una buena idea... Vamos || dije, sonriendo, lo que sorprendió a mi papá.
|| Qué bueno que te haya vuelto el apetito, hija. Hace unos minutos no tenías hambre. Parece que necesitabas a Liam para recuperar el ánimo || comentó papá.
|| ¡¿Papá?! || exclamé, abriendo los ojos en señal de reproche mientras mi papá sonreía. No puedo negar que la presencia de Liam me devolvió las ganas de seguir adelante. Yo solo sonreí, avergonzada, mientras Liam me miraba y sonreía.
|| ¿No me digas, Sam?... Qué bueno que vine || dijo Liam, abrazándome por un costado y dándome un beso en la frente || Muy bien, será mejor irnos, porque esta hermosa mujer necesita alimentarse… ¿Será que Drake quiere ir? || Liam sacó su celular y comenzó a llamar a Drake, pero por muchos intentos que hizo, él nunca contestó || Bueno, creo que seremos solamente los tres… Vamos ||
**
Liam nos llevó a comer al Le Bernardin, el mejor restaurante de Manhattan. A pesar del dolor que todos sentíamos, la comida fue un respiro de consuelo. Liam y mi papá congeniaron de inmediato, como si fueran viejos amigos, creando un ambiente cálido y acogedor. Era reconfortante ver a Liam tan relajado y auténtico en medio de la tormenta emocional.
Cuando llegó el momento de que mi papá regresara a Boston, Liam me acompañó a despedirlo.
|| Liam, muchas gracias por prestarme tu jet para regresar a Boston. No tenías que molestarte || dijo Sam, con un toque de gratitud en su voz.
|| Sam, es un placer. Es lo menos que puedo hacer || respondió Liam con sinceridad, mientras mi padre le sonreía. Luego, papá me miró con ternura.
|| Bueno, mi hermosa niña || dijo papá, abrazándome con calidez || Es hora de irme ||
|| Que tengas un buen viaje, papá. Gracias por estar aquí en estos momentos difíciles. No hubiera podido sola || le dije, abrazándolo con fuerza.
|| Hija, ha sido un verdadero placer compartir este tiempo contigo. Me alegra saber que nos tenemos el uno al otro, incluso en estas circunstancias. Recuerda que nunca estarás sola || me dijo, con una sonrisa y un abrazo reconfortante. A pesar de la distancia, su apoyo era un bálsamo para mi alma. Me dio un beso en la frente y luego se volvió hacia Liam, extendiéndole la mano. || Liam, ha sido un placer conocerte. Eres un hombre admirable y, sin duda, un excelente Rey. Por favor, cuida bien de mi hija ||
Liam le sonrió a mi padre y lo abrazó con afecto.
|| También fue un placer conocerte, Sam. No te preocupes, siempre cuidaré de ella || le dijo Liam, mientras me rodeaba por el costado. || Espero verte de nuevo, pero esta vez en Cordonia… ||
|| Seguro que sí. Espero estar allí muy pronto || respondió papá sonriendo. || Bueno, chicos, nos vemos ||
**
Al llegar al hotel, no podía dejar de pensar que en tan solo dos días tendríamos que partir hacia Grecia antes de regresar a Cordonia para continuar con el tour. Liam había postergado el tour, lo que también había aplazado su casamiento, pero en un mes, él y Madeleine seguirían con sus planes de boda. Lo único que quería en estos momentos era olvidar esa pequeña y estresante parte, pero las palabras de Drake inundaban mi cabeza. ¿Qué pasaba si no encontrábamos a Tariq? ¿Tendría que acceder a ser la amante de Liam? ¿Debo regresar a Cordonia a seguir buscando a Tariq o lo mejor será quedarme en Nueva York? Necesitaba despejar mi mente, por lo que le pedí a Liam que saliéramos a caminar por las calles de Manhattan.
Salimos del elegante vestíbulo del Hotel y la frescura de la noche nos recibió. Manhattan estaba vibrante, como siempre, con sus luces brillando y la energía inconfundible de la ciudad que nunca duerme. Nos dirigimos hacia la Quinta Avenida, y mientras caminábamos, Liam tomó mi mano con suavidad, entrelazando sus dedos con los míos.
La multitud se arremolinaba a nuestro alrededor, pero en ese momento, era como si el mundo se hubiera reducido a solo nosotros dos. Las tiendas de lujo, los restaurantes con sus mesas al aire libre, y el bullicio constante de la ciudad nos envolvían. Nos detuvimos en una esquina para observar las vitrinas iluminadas, y sentí una paz inesperada. Liam me miró con una sonrisa tranquila.
|| ¿Sabes? Es curioso estar entre una multitud en estos momentos... Nunca había estado rodeado de tanta gente y a la vez ser completamente ignorado… ¡Se siente tan bien! || me dijo Liam con emoción. Mientras caminábamos, la gente pasaba corriendo, sin apenas echarnos un vistazo.
|| El ser ignorado debe ser un sentimiento extraño para ti, ¿verdad? || le pregunté.
|| Puede que sea un sentimiento extraño, pero lo que más me agrada es que no hay nadie más con quien preferiría perderme entre la multitud que contigo || respondió Liam.
|| Me pasa igual || le dije, sonriendo.
Al pasar por Bryant Park, nos detuvimos un momento para observar a un grupo de músicos callejeros que tocaban una melodía suave y melancólica. Liam me abrazó por el costado.
|| Riley, sé que estamos muy cerca de encontrar a Tariq y de por fin limpiar tu nombre, y todo esto me ha hecho pensar en lo que nos depara el futuro. Estamos cerca de poder estar juntos frente a la gente, y lo único que puedo sentir es una felicidad pura y desenfrenada || dijo Liam. Luego, me miró fijamente y agregó || Es importante para mí que sepas que, sin importar lo que pase en los próximos días... Te amo con todo lo que soy ||
|| Liam, yo también te amo… Te amo con locura… Como nunca pensé que amaría a alguien || le dije, sin apartar la mirada de la suya. De repente, sus ojos se llenaron de un brillo inimaginable.
|| Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Riley. Gracias a ti, mi vida tiene color || respondió Liam con ternura. De repente, las palabras de Drake regresaron a mi mente… Amante, sería la amante del Rey. ¡Cielos! ¿Puedo siquiera considerar eso? Mi rostro se tornó triste y me llené de angustia. Liam me miró curioso y preocupado || ¿Pasa algo, mi amor? || preguntó. Lo miré y solté lo que tanto guardaba.
|| Liam, ¿qué sucederá si no podemos encontrar a Tariq? ¿O si se niega a cooperar? ¿Debo analizar la propuesta que me hiciste hace tiempo? || pregunté, rápidamente bajando la mirada, consciente de lo que significaría.
|| ¿Te refieres a que seas mi amante? ¿A eso te refieres? || preguntó Liam, y yo solo asentí con la cabeza. Sin embargo, en mi corazón, ya tenía mi decisión tomada. Alcé la vista y lo miré directamente a los ojos.
|| Liam, si te casas con Madeleine… no puedo aceptarlo. Una cosa es mientras aún no estás casado, pero si llegas a hacerlo… Yo… Yo no puedo, Liam. Ambos tendremos decisiones que tomar || respondí con firmeza. Liam me miró fijamente y luego asintió con la cabeza.
|| Riley, sé que en un momento de desesperación te propuse algo que jamás debería haberte propuesto. Conozco el tipo de mujer que eres y jamás permitiría que te rebajaras de esa forma. Tú vales mucho más que eso || dijo, su voz llena de sinceridad y determinación. Sus palabras, llenas de respeto y amor, me tranquilizaron momentáneamente, aunque la incertidumbre seguía pesando en mi corazón || Así que tranquila mi amor… Todo va a estar bien y, como lo mencionas, tendremos decisiones que tomar || añadió Liam, sonriendo y abrazándome con fuerza, pero noté que en sus ojos había esperanza, como si tuviera una solución bajo la manga que lo mantenía tranquilo. Rápidamente, tomé su mano y la apreté ligeramente. A pesar de todo él se veía sereno y confiado, como si ya supiera qué hacer para solucionar la situación.
Mientras él me abrazaba, sentí su paz y me aferré a ella, aunque mi corazón seguía atormentado por el miedo a un futuro incierto. Su confianza me daba esperanza, aunque aún no entendía cómo saldríamos de esta situación.
De regreso al hotel, nos detuvimos en el vestíbulo, mirando las elegantes decoraciones y la atmósfera sofisticada. Liam tomó mi mano y me guio hacia la suite presidencial. Al cerrar la puerta detrás de nosotros, sentí una mezcla de emociones y deseos arremolinándose en mi interior.
En cuanto entramos, Liam me atrajo hacia él con una intensidad que hizo que todos mis temores y dudas se desvanecieran. Nos besamos apasionadamente mientras él me llevó suavemente hacia la cama. La conexión entre nosotros se sentía más fuerte que nunca, y mientras hacíamos el amor, sentí una mezcla de ternura y pasión que me dejó sin aliento.
Más tarde, nos encontramos en la enorme bañera de la suite, rodeados de burbujas. Sonreí a través de la espuma mientras Liam me observaba con una expresión de adoración. Deslicé juguetonamente mi pie entre sus piernas, acariciándolo con los dedos de mis pies. Él jadeó, abriendo mucho los ojos, y luego se inclinó hacia adelante, atrayéndome hacia él por mis muslos.
|| ¡Ven aquí, traviesa! || Me dijo mientras me sentaba sobre sus muslos, bajándome lentamente sobre él y luego retrocediendo una y otra vez. Liam gimió y empujó dentro de mí, enterrando su rostro en mi cuello mientras se aferraba con fuerza a mis caderas || ¡Oh, santo cielo, Riley, eres increíble! ||
|| ¡Liam! || Exclamé mientras echaba mi cabeza hacia atrás, gritando con fuerza mientras llegábamos juntos nuevamente al clímax.
**
Después de secarnos, nos acurrucamos en nuestras suaves batas en el sofá de la sala de estar de la suite, admirando el fuego de la chimenea. Liam me abrazó con fuerza mientras yo apoyaba mi cabeza en su hombro, y él acariciaba mi cabello, todavía húmedo.
|| Es tan agradable estar contigo, amor… || murmuró. || Es como si todo estuviera bien y no existieran barreras. || Sonreí contra su pecho. Estar en sus brazos me hacía sentir segura. Cada vez que estoy con Liam, es como si todo fuera nuevo. Él es dulce, amable y cariñoso, como nadie jamás había sido conmigo || Ya verás cómo todo va a resultar para el bien de los dos, amor… Ya lo verás. ||
|| Eso espero de todo corazón || le respondí, pero su calma me desconcertaba y me llenaba de angustia. Solo veía incertidumbre y temor ante la posibilidad de perderlo. ¿Será que debo pensar en qué hacer con mi vida si no aparece Tariq? ¿No sería mejor quedarme aquí?
Como si conociera mis pensamientos, Liam me abrazó con fuerza. Sin embargo, mis sentimientos florecieron y oculté mi rostro lo mejor que pude para que él no viera mis lágrimas. Sentía miedo de que esto se acabara y que Liam tuviera que casarse con Madeleine. Ahí lo perdería para siempre. Debo mantener la esperanza, pero en el fondo, el miedo persiste.
**
A la mañana siguiente, compartimos la ducha, el desayuno y otros momentos íntimos. Estar juntos me hacía sentir viva, aunque no podía evitar el miedo que aún sentía. Liam, como rey, tenía muchas obligaciones, y pronto empezó a recibir una gran cantidad de llamadas. Cada vez que sonaba su teléfono, salía al balcón para atenderlas. Su creciente nivel de ocupación me llevó a decidir que iría a mi habitación hasta que él terminara con sus compromisos. Aunque inicialmente se opuso, pronto recibió otra llamada y aceptó mi decisión sin objeciones.
Pasaron un par de horas en mi habitación mientras esperaba a Liam. Era nuestro último día en Nueva York juntos, y habíamos planeado aprovecharlo al máximo. Sin embargo, no había tomado una decisión sobre si regresar con él a Cordonia o no.
Alrededor del mediodía, alguien tocó a mi puerta. Me levanté rápidamente para abrirla, esperando que fuera Liam.
|| ¡Hasta que por fin el rey terminó con sus reuniones! || exclamé sonriendo. Sin embargo, al ver quién estaba en la puerta, mis ojos se abrieron de par en par, llenos de sorpresa. || ¿Qué hacen aquí? ||
|| ¡SORPRESA! || gritó Maxwell, levantando las manos en señal de júbilo. Hana me recibió con una gran sonrisa y un abrazo de oso, y Maxwell se unió a nosotros, apretándonos aún más. || Cómo te hemos extrañado, mi Flor. ||
|| Yo también los he extrañado un mundo… || respondí, sonriendo ampliamente. Mientras ellos entraban en la habitación, Drake también se asomó, dándome una pequeña sonrisa.
|| ¿Qué tal, Brown? || dijo, asintiendo con la cabeza. Yo le sonreí de vuelta.
|| Hola, Drake. || Respondí. Desde que llegó Liam, no lo había vuelto a ver; había desaparecido por completo, y me sorprendía verlo ahora con los demás. || Bueno, ¿qué hacen aquí? Obviamente me encanta verlos, pero ¿vinieron solo por verme? || pregunté ansiosa, tratando de evitar el ambiente incómodo entre Drake y yo.
|| Necesitábamos verte y, antes que nada… || empezó a decir Maxwell. || Queríamos ofrecerte nuestras condolencias por la pérdida de tu madre. ||
|| Lo siento mucho, Riley || agregó Hana con empatía.
|| Gracias, amigos. Han sido días difíciles… || respondí, conmovida. Pero noté que Maxwell, Hana e incluso Drake me miraban con una emoción inusual, lo que me hizo sospechar. || ¿Qué sucede? ||
|| Tengo una buena y una mala noticia || dijo Maxwell, con una mezcla de nerviosismo y emoción que aceleró mi pulso. Iba a preguntar más, pero Drake intervino rápidamente al notar mi inquietud.
|| Maxwell, deja de dar vueltas || dijo Drake, visiblemente frustrado. || Dile de una vez lo que tienes que decir. ||
|| Está bien, está bien… No te pongas así || respondió Maxwell, mirando a Drake con un gesto resignado. Luego se volvió hacia mí. || Mira esto, Flor || dijo, entregándome su celular. El video estaba en pausa y mostraba a Tariq frente a una multitud de cámaras. Maxwell presionó "play" y comencé a escuchar.
Hola, soy Tariq Ramesh. Quiero aclarar lo que ocurrió en la mansión de Applewood esa noche. Las fotos que se hicieron públicas han causado confusión, pero quiero decir que fue un malentendido. Me dirigí a la habitación de Lady Riley por error, pensando que era la mía. Lamento profundamente no haber aclarado esto antes y, sobre todo, lamento haber causado cualquier incomodidad a Lady Riley. Las fotos muestran una invasión a su privacidad de la que soy el único responsable. Quiero dejar claro que no pasó nada inapropiado entre nosotros. Lady Riley, te pido disculpas por el malentendido y espero que este mensaje ayude a reparar el daño causado. A la corte de Cordonia, espero que esto ponga fin a las especulaciones. Gracias.
Cuando el video terminó, sentí como si un peso gigantesco se levantara de mis hombros. Durante un instante, el tiempo pareció detenerse mientras mis ojos seguían fijamente la pantalla. Las palabras de Tariq resonaban en mi mente, y un inmenso alivio me invadió. Finalmente, la verdad había salido a la luz, y aunque las palabras de Tariq no podían borrar el sufrimiento que había pasado, al menos ofrecían claridad y una medida de justicia.
La confusión y la ansiedad que me habían atormentado durante meses empezaron a desvanecerse. Miré a Maxwell, Hana y Drake, quienes compartían conmigo la alegría del momento. Las sonrisas en sus rostros, especialmente la de Drake, transmitían un apoyo silencioso que reforzaba mi sensación de alivio.
|| ¡Mi Flor! ¡Por fin se acabó! Tariq hizo la declaración ante la prensa hace unos minutos. Esto está en todos los medios, Justin se encargó de difundirlo || exclamó Maxwell, con lágrimas en los ojos.
|| Gracias… Gracias a todos. Esto significa más de lo que pueden imaginar || dije, con la voz temblando ligeramente, pero llena de sinceridad. || Pero, ¿cómo dieron con él tan rápido? || pregunté, llena de ansiedad.
|| Junto con Sebastián, logramos rastrear la dirección de Tariq a través de sus compras ostentosas en Los Ángeles || explicó Maxwell. || Inmediatamente informé a Liam, y él envió su jet para llevarnos a Hana, Sebastián y a mí hasta allí. Drake se unió en el camino. Fuimos a confrontarlo y exigirle que hiciera una declaración || añadió. Miré a todos con asombro, sin poder creer lo que estaba escuchando.
|| Drake… ¿Tú también fuiste? || pregunté, aún sorprendida. No esperaba que hiciera esto por mí.
|| Claro, Brown. Te dije que haría lo imposible, así que tenía que ayudar || respondió Drake con una sonrisa || ¿Estás bien? || preguntó Drake, notando mis lágrimas que empezaban a fluir || Brown... || Exclamó abrazándome conmovido, su rostro mostrando una mezcla de alivio y emoción.
|| Muchas gracias… No se imaginan el peso… Que acaba de irse de encima… De mí… No puedo creer que por fin… Se haya acabado… Todo… || Logre decir mientras que Maxwell y Hana también se unieron al abrazo, compartiendo mi alivio. En ese momento, alguien tocó a la puerta, que se abrió de inmediato. Vi a Liam acercándose hacia mí, sonriendo de oreja a oreja.
|| ¿Hay espacio para alguien más? || exclamó Liam, y todos se apartaron de mí. Inmediatamente, una sonrisa llena de lágrimas apareció en mi rostro.
|| ¡LIAM! || grité con emoción mientras corría para abrazarlo.
|| Veo que ya te contaron las buenas noticias, ¿verdad? Vine lo más rápido que pude… Lo logramos, amor. Aunque mi padre te hizo pasar por tantas cosas, finalmente estás libre de lo que él hizo. No tienes idea de lo feliz que estoy por ti, de que esto haya terminado || dijo Liam, con una mezcla de alivio y felicidad.
|| Liam, no puedo creerlo todavía... Pasé tanto tiempo atrapada entre complots y mentiras que una parte de mí no puede aceptar que esto haya terminado de verdad. Se siente tan bien estar libre || respondí, con la voz temblando mientras me abrazaba a él.
|| Riley, sé que ha sido un camino muy difícil, y lamento que hayas tenido que soportar tanto. || Liam me tomó por los brazos y me miró con atención. || Admiro tu fortaleza; has enfrentado todo esto con una determinación increíble. Ahora que esta sombra se ha levantado, podemos empezar a imaginar un futuro juntos. || Luego, se volvió hacia los demás. || Gracias a todos. Sabía que encontrarían una forma de ayudar a Riley. Estoy emocionado por lo que nos depara el futuro y ansioso por recorrer esta nueva etapa a su lado. || Todos sonrieron, aunque noté que Drake se puso rígido, forzando una sonrisa. || Chicos, necesito hablar a solas con Riley. Agradecería que nos dejaran un momento. || dijo Liam con firmeza que no dejó lugar a dudas. Todos asintieron y comenzaron a salir en silencio. Una vez que estuvimos solos, Liam tomó mi mano y me hizo sentar en un sillón.
|| Liam… ¿Todo está bien? Estás muy misterioso. || Sentí un escalofrío y lo miré con preocupación. Liam me sonrió y acarició mi rostro con ternura.
|| Claro que todo está bien, muñeca. De hecho, está mejor que bien. Desde ayer he recibido algunas llamadas importantes. Antes de que llegaran los chicos, quería darte otra noticia personalmente… ¿Recuerdas que te dije que suspendí el tour? || Asentí, aún confundida. || Bueno, esta mañana cancelé oficialmente mi compromiso con Madeleine después de hablar con mis asesores y el consejo || Me quedé sin palabras, atónita. Liam tomó mis manos entre las suyas, y mi corazón latía desbocado mientras intentaba asimilar la magnitud de la noticia.
|| Liam, ¿estás seguro? || pregunté con la voz temblorosa, tratando de despejar la niebla de incredulidad. Liam asintió con firmeza, su expresión llena de ternura y determinación || Pero, ¿cómo pudiste cancelar tu compromiso tan temprano? || continué, aún incrédula. || La declaración de Tariq se anunció hace solo unas horas... ||
|| Decidí cancelar todo mucho antes de que Tariq hiciera su declaración, ya que no podía casarme con alguien a quien no amo. Sea que tu nombre esté limpio o no, desde que dejaste Shanghái, ya había tomado la decisión. || Liam respondió con sinceridad. Mis emociones se agolparon, llenándome de gratitud y alivio. || No podía seguir adelante con algo que no era lo correcto para ninguno de nosotros. Quiero construir un futuro contigo, no con Madeleine. ||
|| ¿Por qué no me lo dijiste antes? || pregunté, intentando comprender por qué había estado tan tranquilo. Liam explicó con voz comprensiva.
|| Necesitaba primero informarme sobre las leyes, hablar con el consejo para luego hablar con Madeleine y explicarle mi decisión. Les guste o no, era algo inamovible y no negociable de mi parte. || Me abrazó con más fuerza, su calidez brindándome un consuelo inmenso || Pero hay algo más de lo que necesitamos hablar... || Prosiguió Liam, su expresión volviéndose más seria. || Desafortunadamente, no puedo quedarme ahora. Hay un asunto urgente que requiere mi atención y debo solucionarlo antes de hablar contigo más a fondo. || La ansiedad me envolvió de inmediato, pero Liam tomó mi mano y la envolvió en el calor de la suya. || Necesito encontrarme contigo a las seis de la tarde en las afueras del bar donde nos conocimos. ¿Te parece? ||
|| Está bien, ahí estaré || respondí, sonriendo al pensar en la idea.
|| Por ahora debo irme, te veré esta tarde. || Liam se acercó y me dio un tierno beso en los labios antes de partir.
Mientras él se alejaba, sentí que una nueva esperanza llenaba el vacío que había sido tan largo y doloroso.
**
Por la tarde, después de un relajante baño, me encontraba buscando qué ponerme para mi encuentro con Liam. Estaba nerviosa y ansiosa por saber de qué quería hablar conmigo. De repente, escuché un golpe en la puerta y me acerqué rápidamente a abrirla.
|| ¡Hana! || exclamé, sin poder contener mi emoción.
|| ¿Y esa sonrisa, amiga? || preguntó curiosa.
|| Liam canceló el compromiso y me dijo que quiere hablar conmigo esta tarde || le respondí, llena de emoción. Los ojos de Hana se abrieron de par en par y una sonrisa amplia se dibujó en su rostro.
|| ¡No puedo creerlo! Hoy te va a proponer que seas su esposa || dijo, saltando de la emoción. Aunque yo no estaba completamente segura de lo que Liam quería decir exactamente.
|| ¿Y si no es eso? || pregunté, intentando no hacerme falsas ilusiones aún.
|| Por supuesto, amiga. ¿De qué otra cosa podría querer hablarte? Ahora que ambos son libres, tienen toda la libertad para tomar cualquier decisión || respondió Hana, con seguridad. De repente, recibo un mensaje. Al revisar mi celular, veo que es de Drake.
D: Brown, ¿podemos hablar esta noche? Te espero en la terraza del hotel a las siete.
Un nudo de ansiedad se forma en mi estómago. ¿De qué querrá hablar Drake? ¿Será para disculparse por su actitud o para discutir lo que pasó entre nosotros? Mi mente empieza a correr, tratando de anticipar qué podría estar pensando.
|| ¿Quién es? Te pusiste tensa || me pregunta Hana, notando mi incomodidad.
|| Es Drake. Quiere hablar conmigo, pero no entiendo el motivo... || respondo, mi voz temblando levemente.
|| Debe ser para hablar sobre sus sentimientos. Ahora que eres libre, no perderá la oportunidad de expresar lo que siente. Lo que no debe saber es que Liam canceló su compromiso || afirma Hana con firmeza.
|| Hana, cometí un error terrible con Drake || le confieso, mi voz cargada de arrepentimiento y culpa. Hana frunce el ceño, notando la gravedad de mis palabras.
|| ¿Qué pasó? || pregunta, su preocupación evidente. Me siento abrumada por el peso de la verdad que debo compartir.
|| Lo que pasó es que... || mi voz se quiebra mientras trato de encontrar las palabras adecuadas. Me duele admitir que lo lastimé al acostarme con él mientras mi corazón estaba aún atrapado en el torbellino de mis sentimientos por Liam. La culpa me ahoga, y no sé cómo reconciliar mis acciones con la realidad de lo que siento.
Pero antes de que pudiera continuar, alguien entró y nos interrumpió.
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Hola! Tenía una pregunta que me ha estado rondando en la cabeza sobre tu historia de jefes de clan Gojo ... Después de que nazca el bebé de la amante, Satoru la volverá a ver?🤔
Y a los ancianos del clan que presionaron por un heredero de respaldo, aceptarían al bebé aunque fuera niña o presionarian por un niño? (es que cuando leo sobre historias centradas en el los clanes, tiene apariencia de que valoran más a los hombres que a las mujeres) Y si ese fuera el caso, que haría Satoru?
Además, si la esposa después de la niña, tuviera un tercer hijo, sería el heredero de respaldo?
Gracias por la historia! Aunque me hace enojar y llorar un poco no puedo dejar de leerla 😂😂
Espero con ansias si escribes algún fragmento de está historia?
holi ! t voy a contestar en inglés para q los demás puedan entender igual, pero graciaaaas por leer ♡ seguiré escribiendo pedacitos, algunas escenas, etc. y obvi los asks con dudas en específico acerca de ciertas situaciones◝(ᵔᵕᵔ)◜
will satoru see his mistress again, even after the baby is born?
yeah, he's still in contact with her, mainly for the baby. sometimes to... rekindle baby-making moments with her? (just a few! i promise he spends most of his time with his family!)
would the clan elders accept the baby if it was a girl, or would they demand for a boy? if that were the case, what would satoru do?
it doesn't really matter if it's a boy or a girl. this au isn't set in a different century or anything like that :)
if the wife had a third kid, after having the girl, would they be considered a backup heir?
at this point, i think all the kids (besides the eldest) can be considered backup heirs. i use the term 'backup heir' for the mistress's kid specifically since the gojo clan had to give something in return to get her clan to agree to their arrangement. think of it as a made-up thing to keep them happy. everyone knows the rightful heir is gojo's firstborn with his wife
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Delicious temptation on a cold heart
-Ran Haitani x fem!reader
/ You can traslate to your lenguage if you want to dead it /
Words: 16,1k
Synopsis: the Haitani´s Empire is wealthy and powerwful over all Roppongi. Bonten is dangerous than ever.
First chapter, second chapter, thrid chapter, fourth chapter, fifht chapter _Masterlist_
Ran Haitani seguía siendo un misterio.
Lo había visto matando a una persona. Casi matándola, se corrigió rápidamente, porque la persona seguía viva aunque con muchas probabilidades de pasar al otro barrio.
El eco de las palabras de Ran aún resonaba en su mente. La imagen que su padre le había dado... Su padre nunca le había hecho ninguna foto. Lo sabía porque básicamente la única función que ella servía en esa cara era la de extender el linaje familiar por la puerta de atrás; era su hermana la que tenía que llevarse toda la gloria, la hija legítima que ahora gozaba de un matrimonio perfecto. La frustración y la tristeza se mezclaban en su pecho, creando una sensación de vacío. Durante un breve instante, había creído que las cosas podían cambiar, que esa frágil burbuja de normalidad podría ser algo más que un sueño. Con lo bien que iba la conversación... Ran se había equivocado; no era a ella a quien tenía en esa foto. Pero la realidad siempre encontraba la forma de arruinarlo.
Hope caminó lentamente hacia el sofá, que a simple vista parecía una superficie dura, dejando que sus dedos recorrieran el borde de la mesa, sus pasos pesados y su corazón cargado de emociones. Se dejó caer, hundiéndose en los cojines, y se llevó una mano al rostro, cerrando los ojos con fuerza para contener las lágrimas. Se recordó lo estúpida que estaba siendo. Odiaba llorar por él. Odiaba que, a pesar de todo, se hubiera esforzado por entender la situación en la que estaban y él se esforzaba en lo contrario.
«Soy una estúpida -se dijo mentalmente, con el rostro hundido en las manos-. Todos son iguales. Todos quieren lo mismo y se burlan en tu cara».
Porque ella era la hermana bastarda y fea, la que estudiaba una carrera que en ese país de poco serviría y no tendría salidas. Lo había sabido desde el principio, cuando aceptó estar a su lado, pero cada vez que veía una posibilidad de algo más, algo mejor, él volvía a caer en ese mundo del que nunca parecía querer salir. Y ella quedaba atrás, sola, enfrentando la realidad de que nunca sería su prioridad.
El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos, haciéndola sobresaltarse. Pensaba que Ran se lo habría quitado mientras dormía para no cometer una locura, pero seguía en los bolsillos de su chaqueta. Lo miró con resentimiento, sabiendo que no traería buenas noticias. No quería saber de ese mundo, no quería recordar qué lo había apartado de ella esta vez. Pero el teléfono siguió sonando, implacable.
Con un suspiro pesado, lo tomó entre sus manos y vio que no era nadie conocido, sino un número desconocido. Dudaría en contestar, porque podría ser una broma o alguna campaña publicitaria, pero qué más tenía que perder.
-¿Qué? -dijo con voz cansada, sin molestarse en ocultar su frustración. Se frotó las lágrimas, apartándoselas rápido.
-¿Está Ran contigo? -preguntaron, un tono serio, aunque su voz no llevaba la agresividad de siempre. Hope pestañeó varias veces. Volvió a mirar el contacto desconocido, y luego a los lados como si les estuvieran gastando una broma.
Hope apretó los labios.
-¿Quién eres? -preguntó, poniéndose seria.
Un silencio. Un suspiro lo interrumpió por el otro lado, y ruido fuerte que le hizo maldecir.
-Rindou -Hope pestañeó. No necesitaba más indicaciones para saber que era la persona que la había sujetado mientras su hermano asesinaba a Hayakawa. El hermano de Ran-. ¿Está contigo?
Hope inspiró por la nariz.
-Está en su despacho. Tiene su móvil encima -respondió ella secamente-. Se fue hace unos minutos. Recibió una llamada.
Rindou guardó silencio por un momento al otro lado de la línea, y Hope pudo oír el ruido de la calle, el ambiente oscuro y agitado en el que ellos dos se movían constantemente.
-Bien. No te molesto más... -dijo finalmente, pero había algo en su tono que la inquietaba. Era más frío de lo habitual, más controlado, lo que significaba que probablemente había problemas más grandes de lo que Ran le había dejado entrever antes de salir.
Una parte de ella quiso colgarle directamente, pero la otra... La otra le decía que sacase todo cuanto pudiera de lo que Ran no le contaba. Se mordió el labio.
-¿Qué está pasando? -preguntó ella, su voz más firme, dejando de lado la frustración por un momento para concentrarse en lo que él pudiera decirle.
No tenía por qué responderle. No había realmente ningún motivo para que lo hiciera. Pero... Su madre la llamó Hope por motivos que desconocía, ya que nunca la conoció porque la abandonaron con meses en la casa de su padre, ni su historia, pero ella le dio una interpretación. Había una frase que había llegado a sus tiempos a partir de la mitología griega, y que ella conocía por su profesora particular de cultura clásica occidental:
«La esperanza es lo último que se pierde».
-Nada que debas saber, Hope -respondió él, manteniéndose en esa línea distante. Supuso que conocía su nombre por ser la esposa formal de su hermano y por haberlo escuchado.
Hope sintió una punzada en el pecho al escuchar esa frase. Pero, ¿qué pasaba con ella? ¿Qué pasaba con lo que sentía ella cada vez que escuchaba eso? Cuando nadie se molestaba en explicarle las cosas. No era una niña, pero se merecía algo más, aunque no fuera más que un papel firmado.
Se quedó en silencio, sintiendo cómo la ira y la impotencia se arremolinaban dentro de ella. Claro que lo sabía. Sabía que Ran nunca elegiría serle sincero ni cuando ella estaba en esa situación. Siempre mentiras, desplantes... Porque, aunque intentaran tener estos momentos de normalidad, siempre, siempre ella arruinaba todo.
-Adiós, entonces.
Hope apretó los labios, pero no respondió. Rindou colgó después de un par de segundos de silencio, dejándola sola nuevamente en la sala.
Sentada en el sofá, Hope se abrazó a sí misma, sintiendo el peso de todo lo que Rindou había dicho, aunque escaso de palabras. Sabía que había verdad en eso poco, pero también sabía que había un límite para lo que ella podía soportar. A nadie le importaba que se estuviera volviendo loca en cada escenario que se imaginaba, o en cada excusa que escuchaba para mantenerla completamente al margen. No esperaba que le dijeran la verdad, pero eso...
Finalmente, se levantó del sofá, mirando la puerta, como si aún esperara que en ese momento alguien apareciera y le contase todo lo que sus oídos no escuchaban. Pero en su corazón, sabía que la normalidad que ella buscaba tal vez no era más que un sueño.
Ran Haitani salió del despachó cuando ella estaba viendo la televisión en la planta de abajo.
Decidió ponerse manos a la obra cuando fuera de noche y todos estuviesen durmiendo. Ninguno de los hombres de confianza de Ran entraban en la casa, no por la noche, lo que le dejaba un camino libre a la hora de buscar. Dormían en otra zona de la casa, como una zona dedicada a invitados o sirviente -siempre, esa parte tradicional de las jerarquías y el estatus, estaba presente-, conectada a la casa. Cerca pero lejos, pensó cuando se lo explicaron antes de cenar.
Ran se fue antes a la cama antes que ella, y cuando entró en el dormitorio, lo vio durmiendo y respirando con fuerza pero sin roncar. «Al menos, si lo hiciera, sabría cuándo estaba despierto o no». No se podía tener todo en esta vida. Dormía tan profundamente que le pareció un niño cuando cogía el dueño y luego le costaba despertarse. Cuando lo comprobó mirando por encima de su hombro, tenía el rostro pegado a la almohada y el cuerpo tan relajado que parecía pesado. «Adorable -se dijo por dentro-, pero no tengo tiempo para admirarlo».
Dado que el despacho estaba en la parte de arriba y conectado por unas escaleras con el dormitorio, tuvo que tener más cuidado de no hacer ruido. Al mínimo crujido de la madera, resbalón torpe de los objetos, o cualquier cosa que pudiera pasar a causa de su mala suerte, estaba segura de que despertaría a Ran. Y si dormía con el arma bajo la almohada -no lo había comprobado-, entonces la cosa se complicaría.
Los cajones crujían cuando los abría, señal de que las bisagras necesitaban un buen pegote de grasa. Fue un problema hacerlo con todos y cada uno de los cinco de seis cajones que había en total. Encima, no había nada más que una táblet apagada y unas plumas estilográficas que le recordaron a las películas antiguas donde aún se firmaban con ella. Supuso que a Ran le gustaba la elegancia y perfección en todo lo que hacía.
Decidió ponerse manos a la obra cuando fuera de noche y todos estuviesen durmiendo. Ninguno de los hombres de confianza de Ran entraban en la casa, no por la noche, lo que le dejaba un camino libre a la hora de buscar. Dormían en otra zona de la casa, como una zona dedicada a invitados o sirviente -siempre, esa parte tradicional de las jerarquías y el estatus, estaba presente-, conectada a la casa. Cerca pero lejos, pensó cuando se lo explicaron antes de cenar. Ran se fue antes a la cama, y cuando entró en el dormitorio, lo vio durmiendo y respirando con fuerza pero sin roncar. «Al menos, si lo hiciera, sabría cuándo estaba despierto o no». No se podía tener todo en esta vida. Dormía tan profundamente que le pareció un niño cuando cogía el dueño y luego le costaba despertarse. Y, además, estaba muy guapo. Cuando lo comprobó mirando por encima de su hombro, tenía el rostro pegado a la almohada y el cuerpo tan relajado que parecía pesado. «Adorable -se dijo por dentro-, pero no tengo tiempo para admirarlo».
Dado que el despacho estaba en la parte de arriba y conectado por unas escaleras con el dormitorio, tuvo que tener más cuidado de no hacer ruido. Al mínimo crujido de la madera, resbalón torpe de los objetos, o cualquier cosa que pudiera pasar a causa de su mala suerte, estaba segura de que despertaría a Ran. Y si dormía con el arma bajo la almohada -no lo había comprobado-, entonces la cosa se complicaría. No podría hacerse la víctima porque Ran la apuntase con el arma o co
Los cajones crujían cuando los abría. Señal de que las bisgradas necesitaban un buen pegote de grasa. Fue un problema hacerlo con todos y cada uno de los cinco de seis cajones que había en total. Encima, no había nada más que una tablet apagada y unas plumas estilográficas que le recordaron a las películas antiguas donde aún se firmaban con ella. Supuso que a Ran le gustaba la elegancia y perfección en todo lo que hacía.
La silla olía a él, como los papeles cuando los removió y solo se encontró con un disgutó al ver que estaban en blanco. Era como buscar una aguja en un pajar.
Hasta que solo quedó un cajón. La última de sus esperanzas. Se lo pensó antes de hacerlo. Si había algo, pues el éxito de su misión habría valido la pena y se iría con una sonrisa a la cama. Y si no, no le tocaría otra que admitir su derrota y seguir buscando por el resto de la sala con mucho más cuidado. Era enorme. Tardaría horas en encontrar lo que quería si no estaba en el escritorio. También podría dejarlo para mañana, pero solo le causaría más insomnio.
Finalmente, tomó la confianza suficiente para hacerlo. Le tocase lo que le tocara, lo admitiría. Inhaló, y exhaló por los pulmones. Cerró la mano alrededor del pomo decorado... Y Hope abrió el cajón de un tirón, arriesgándose a hacer todo el ruido de golpe y que pudiera despertarlos a todos. Pero no pasó. El cajón se abrió sin hacer más del ruido necesario, lo que le sacó una sonrisa victoriosa.
Pero no encontró lo que buscaba. No del todo.
Eran fotografías. Buenas y malas, con gente o sin gente. Algunas eran de su propia boda El vestido blanco que ella no había elegido cubriendo su parte, el velo echado hacia atrás y el ramo de flores reales -rosas y tulipanes-, un rostro que apenas reconocía. Los pellizcos le recordaban que tenía que sonreír, y ella lo hacía como podía. Una vez sin ellos, su rostro apenas era una cara de felicidad y dicha por el día más feliz de mujer. Miró el resto de fotos aparte de la principal. Una ella sola, otra con la familia, varias con su padre y madrastra y alguna con su hermana. La familia más cercana. Respecto a Ran, era o estar solo o con ella y su familia. Ni rastro de su hermano como pensaba en un inicio. ¿Por qué no había ido? ¿Habían surgido problemas en su trabajo, si tenía, o con la familia? No tenía ni idea porque, al no conocerlo ni a él ni al resto de la familia de su marido, le era complicado imaginarse algo así.
Pero eso no tenía sentido.
Ninguno. No tendría sentido haberla dejado con la miel en los labios sin ningún motivo. Ese era su despacho, tendrían que haber cosas con las que sacar información, aunque no fuera el despacho... Tenía que haberlo hecho mal. Buscado en el sitio erróneo. Al final, no era como si esa casa fuera ocupada todo el año como el ático. Debían de estar ahí, se dijo, en el apartamento. Nunca entraba en el despacho de esa casa, era la norma, y tendría sentido guardarlas en esos cajones, y no en el chalet.
Miró a su alrededor. Era un despacho amplio, muy vacío en las paredes y con una pared de piedras a sus espaldas que daba al dormitorio principal. Solo ahí había un cuadro, y era impresionista pero con características que lo harían formar parte del arte actual y no de la época. Esos cuadros debían ser expuestos y guardados por los museos, no por las familias. ¿Cabría la posibilidad que alguna foto estuviese en las estanterías? Si no estaban en las paredes, los marcos de las estanterías valdrían. O de la cómoda. O de las mesitas. Cualquier superficie donde fuera normal guardarlas. ¿Y dónde más había estanterías? La biblioteca. Había visto unos marcos sobre algunas repisas camino a la biblioteca, que no había mirado tampoco, pero también unos en la sala. Sí, tenía que ser ahí. Aunque luego no fuera, era una idea espectacular mirar ahí. Y de paso, comprobar si el ordenador funcionaba.
Hope volvió a abrir el cajón de la mesa. La madera crujió de nuevo al desplazarse, pero no se opuso a que lo abriera como antes. Lo que sí la sorprendió, fue ver unos sobres que antes no había visto al fondo que le llamaron la atención. Eran amarillos, como si el papel se hubiera conservado a lo largo del tiempo, pero reciente. Todos estaban abiertos y, de uno de ellos, asomaba las siglas de un departamento que reconoció como el banco. Su banco. Rápidamente los sacó y puso al lado de las fotos; luego, las abrió con cuidado de no cortarse con el papel.
Las letras estaban algo borrosas, al punto de haber eliminado algunos dígitos por completo, pero aún así podía leerse. Le costó reconocer algunas letras por la poca iluminación, pues las cortinas estaban echadas y la única luz que entraba eran la de las escaleras del dormitorio y las que daban al pasillo de la segunda planta.
BENEFACTOR: RAN HAITANI
DÍA: XX/XX/XXXX
CANTIDAD: 3.806,95 ¥
Era una gran cantidad de dinero, sin duda. De hecho, demasiado dinero. No conocía las cuentas de Ran, pero una cantidad como esa superaba a muchas de las familias que vivían a los alrededores. Si de verdad estaba gastando ese dinero, tendría que ser un buen motivo. Nadie hacía un cheque con tanto capital por nada. ¿Estaría ligado a su trabajo?
Parte de ella pensó en la posibilidad de ser las pruebas de su adulterio. La excusa más decente que tendría para despertarle en ese momento y echarle en cara todo. Hope siguió mirando los papeles, las cifras, todo...
Cogió el último de la lista y la carta. Si iban por orden, entonces ese era el más reciente de las cartas. Siguiendo el orden de recogida, claro. Ahora resultaría que era lo contrario. Los demás, los dejó sobre la mesa en caso de necesitarlos.
PARA: UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE JAPÓN
CANTIDAD: 60.850,74 ¥/año
Ese ere el nombre de su universidad. Aunque no pusiera espresante que iba dirigido a la facultad de Bellas Artes, podía entenderse el contexto sin necesidad de leer la carta con el sello de la universidad. Las manos de Hope temblaron como si estuviera en medio de una tormenta como la de fuera. La boca se le había secado.
-Mi pequeña esposa ahora cotillea los asuntos de su marido -Hope pegó un salto en el sitio, pero no gritó. Se dio la vuelta para encontrarse a Ran a contraluz en las escaleras del dormitorio y los brazos cruzados, apoyado sobre un hombro en la pared y mirándola... No podía ver cómo la miraba-. Jamás la habría imaginado así. ¿Algo interesante que ver?
-¿Por qué...? ¿Por qué tienes un cheque dirigido a mi universidad? -dio paso atrás.
Sus pasos resonaron sobre las tablas cuando se acercó. Llevaba puesto los zapatos, lo que era una sorpresa increíble viniendo de él y su rectitud. Hope dio otro paso hacia atrás, con las cartas en las manos. Ran se detuvo al ver su reacción, y pudo ver una mueca pasarle por los labios que rápidamente solucionó mirando al escritorio. Hacia el cajón que ella había estado mirando.
-¿Por qué estabas mirando esto? No son tus cosas.
-Solo quiero saber eso. Lo demás me da igual -declaró ella-. ¿Has estado pagando mi matrícula?
Silencio, uno muy incómodo. Se tomó un rato para responde, pero cuando lo hizo fue con voz grave:
-Sí.
Hope no lo entendió.
-¿Por qué? No tiene sentido. Tengo dinero.
-Te cerraron la cuenta antes de casarnos. -confesó, y le sentó como una patada en el estómago-. Dijeron que no ibas a necesitarla.
Un balde de agua fría en la cara. Eso es lo que sintió. Seguía sin tener sentido que alguien le cerrase las cuentas cuando ella era mayor de edad, y más en ese entonces, y su tía era quien la gestionaba con permisos para poder acceder a ella en caso de que algo le pasara a Hope. Pero tampoco el permiso para cerrarla sin un aviso previo a la verdadera titular.
-Mi tía nunca haría eso -balbuceó, y sinrió estúpida al hacerlo. Apretó los labios, conteniendo ese temblor en su voz-. Tampoco podría cerrarla porque no es titular de cuenta...
-Tu tía no, pero sí tu padre -explicó con cuidado en sus palabras. Hope volvió a mirar el cheque, y luego de nuevo a Ran. Claro, cómo no se le había ocurrido la única persona en el mundo que vendería a su hija a cambio de beneficios para su familia y que casi la mataba a palos-. Antes de casarnos dijo que ya que ibas a casarte con un hombre rico no necesitarías tu propio dinero, y cerró la cuenta bajo el pretexto de que ahora tocaba cobrar tu educación. Lo que tú has estado pagado es mediante una cuenta que abrí a tu nombre y los ingresos periódicos de meses que he estado metiendo.
Eso tendría sentido, pero no el por qué tener los documentos oficiales en una casa a la que nunca iba. ¿Otra mentira más? Antes le había dicho que apenas visitaba la casa porque tenía mucho trabajo, y resulta que ahora se encontraba con unos documentos de hacía meses.
-¿Y tú lo sabías? ¿Por eso...? ¿Por eso has hecho todo esto?
Pensó en los viajes que solía hacer cada ciertos meses en esos dos años. Cada viaje estaba planificado, y ella se enteraba unos días antes por teléfono; por él o mayormente a través de una secretaria. Tenía que ir acompañado para no romper la mentira. Pero, ¿con quién? Hayakawa se quedaba con ella, así como algún que otro guardaespaldas que aparecía para informarle de los avances positivos o negativos del viaje, pero sin dar muchos detalles, como si a ella le angustiase la idea de que fuera a pasar algo. Al principio, pensó que era una forma que tenía Ran de controlarla desde fuera o de notificarle cuándo volvería.
Y entonces recordó los regalos que le dejaba en el armario con las cartas de disculpa. Joyas -pulseras, pendientes, collares, anillos a medida- que jamás se pondría pero que insistía en regalarle. En cómo el ama de llaves de alguna manera le recomendaba utilizar las joyas para que resaltasen su belleza y su estatus social. Todas y cada una de ellas recordándole que se merecía el mundo por soportar tantos viajes. Las mismas que leía y tiraba sin interés porque no le creía.
Todo cobró sentido.
Y fue increíblemente doloroso para alguien que promulgaba ser indestructible con las emociones. Se mordió el labio hasta que sintió la sangre. Sangre.
-¿Has estado viniendo aquí con alguien de verdad? -preguntó de repente. Ran dejó de pestañear en el momento que acabó la oración, como si le pillase verdaderamente por sorpresa-. Quiero decir, dices que no has venido en mucho tiempo, pero estos -levantó los papeles para que los viera- son muy nuevos. En este pone algo de una acción de hace unos meses. Tendría sentido que vinieras, pero... No tiene pinta que vinieras solo, ¿verdad?, a la casa de tu familia y tardases semanas en volver a la capital.
Ni una mirada. Ni una palabra. Nada. Ni siquiera se movió ni intentó hacer nada... Ni ir con ella para quitarle esa idea de la cabeza como venía haciendo desde el poco tiempo que hablaban. El silencio se lo dijo todo.
-Oh... -fue lo único que dijo. Y fue ella-. Eh...vale. Creó que voy a salir a dar un paseo o algo.
¿Debería haber dicho más? Quizás sí, porque la situación lo requería. Pero...por alguna razón no quería discutir, ni gastar unas fuerzas que apenas notaba en defender una posición que quizás saliera a la luz. ¿Tenía el derecho de hacerlo después de todo lo ocurrido hasta ahora? ¿Tenía derecho a echarle en cara todo lo que había aguantado en silencio desde el primer día?
-No puedes salir -fue lo único que dijo. Lo único. El muy cobarde no se esforzaba ni en negarlo-. Es de noche y está nevando.
Giró la cabeza y lo comprobó. Nieve cayendo por la ventana de forma descontrolada pero que aún dejaba qué desear. La noche oscura se cernía sobre ellos. Tenía la sensación de que eso apenas era el inicio de una buena tormenta.
-Solo...quiero estar en el jardín. Que me de un poco el aire. Cogeré una chaqueta y saldré -aseguró teniendo en cuenta el clima y la situación-. No quiero discutir.
-Yo tampoco, Hope -dijo. Y lo hizo de una forma tan transparente, tan suave, que el corazón de Hope consiguió aflojarse un poco más. Se negó a que el escozor que le recorrió la nariz y los ojos la domase-. Quédate. Hablemos.
Pero igualmente bajó a la habitación a cámara lenta. La sudadera y aquellos pantalones no harían nada frente a la tormenta, así que cogió el abrigo y se lo puso por encima abrochado hasta arriba. Luego, se calzó con unas botas, dándole igual la parte cultural de la casa y el respeto a lo que fuera que el resto de habitantes seguían. No tenía por qué hacerlo. No la habían educado con eso. Estaba a punto de salir, móvil en mano, cuando escuchó la voz de Ran sonando y sus pasos haciendo eco en el aire.
-Hope, tenemos que hablar de esto -dijo.
-Ahora quieres hablar -se burló, conteniéndose, dándole la espalda aún-, pero esta vez yo no quiero y vas a tener que aguantarte.
-No voy a dejarte salir con ese tiempo.
Hope se giró entonces a Ran. Estaba bajando las escaleras, rápido pero precavido. A medida que avanzaba, la luz se iba haciendo de él y aclarando las facciones que en el despacho no habría visto a la primera. Tenía el pelo peinado hacia atrás, pero no como acostumbraba a verlo arreglado. La camiseta de manga corta hacía que se le marcasen los músculos del pecho, bien formados y marcados contra la tela. La tinta asomaba en la mitad de su cuerpo, como culebras serpenteando. Los pantalones le quedaban sueltos, pero también le hacían una figura atlética y despreocupada que, de alguna extraña manera, hacía que su belleza terrenal subiera.
Cada vez que lo veía, era como incitar a sus instintos a que cometieran el primer pecado que se le pasara por la cabeza. O cada uno de los siete. Y era tan dolorosamente difícil de evitar que siempre la llevaba a pensar lo peor de ella misma. ¿Cómo la veía? ¿La veía igual que ella se veía a sí misma en los espejos, con el pelo enloquecido y delgaducha, sin atributos destacables más que un par de pechos que siempre se preocupaba por tapar y unas caderas que siempre habían molestado a su madrastra a la hora de elegir la ropa?
-¿Quieres hablar? Bien, hablemos -se sentó en la cama y lo miró. Cuando vio que los ojos de Ran empezaban a brillar de nuevo a causa de la relajación, vio cómo nació de nuevo la oscuridad cuando ella preguntó en voz alta-. ¿Quién eres?
Ran suspiró una respuesta.
-Otra vez eso.
-Me sigues diciendo lo mismo todo el rato. Y ahora resulta que es verdad que me has sido infiel todo este tiempo -resopló, enumerando las razones para hablar del tema que con tanta ansia le carcomían por dentro-. ¿Por qué has hecho eso? ¿Es por mí?
Eso debió pillarlo desprevenido, porque giró la cabeza con tanta fuerza y rapidez que por un momento temió que le saliera volando. Las manos sobre el escritorio se cerraron y los músculos de los brazos se tensaron. Desde su posición, pudo ver cómo una vena se le marcaba en el cuello y le latía.
-¿Por qué piensas que eres tú la causa?
-No hemos hablado en dos años. Ni cuando nos conocimos, hablamos más allá de lo que estábamos haciendo y lo que queríamos, pero sin ganas de que el otro conociera toda nuestra vida. Si es por mí, lo entendería. Pero -las palabras se le atragantaron en la garganta, pero es esforzó en seguir hablando- he estado durmiendo en la misma cama que tú y caminando por toda esta casa. ¿Has traído a esa persona y...estado con ella en esa cama o en algún otro lugar en el que yo he estado?
Ran se pasó los dedos por el pelo, y dio la sensación de que se daba pequeños tirones de la raíz mientras buscaba una respuesta. Tendría sentido, ¿no? Si se traía a alguien a una casa para estar con ella, aunque fuera una noche, sería para estar en la cama. La mera idea la estremecía, pero al decirlo en alto le quitó pesó a sus palabras y se liberó. En parte. Porque el dolor en el pecho seguía ahí, y las ganas de que dijera que era mentira, que estaba bromeando, hacían fuerza.
-La he traído a esta casa, pero nunca a nuestra casa -respondió-. O era en la habitación de invitados o en otro lado, pero no donde tú has dormido.
Hope le miró en silencio. Lo sabía. No estaba loca. Todo este tiempo, las miradas de compasión de las criadas cuando llegaban flores que no eran para ella y que intentaban ocultarlo... No estaba loca. Todo este tiempo, la verdad estuvo delante de ella. Tan delante que dolía, ardía, quemaba, la enfriaba, y volvía a alzarse cada vez más furiosa contra ella.
-¿La conozco?
-No -negó rotundamente.
Por lo menos ahora estaba segura de que la cama estaba limpia de pecados y pensamientos que la harían revolverse el resto de su existencia. Habría quemado el colchón y el somier hasta las cenizas de haber sido una respuesta contraria. Ya estaba preparando el plan para hacerlo. ¿Cómo era ella? ¿Era guapa? ¿Era inteligente? ¿Aquella mujer que venía con ellos la conocía y por eso se sorprendió de ver a Hope? Viéndose al lado de ellos, seguro que ella sería hermosa y elegante.
El tipo de persona con la que alguien como él se juntaría. No como una como ella. Muchas preguntas se le pasaron por la cabeza, cada una más ponzoñosa a la otra.
-Jamás relacionaría eso contigo.
«Pero, sin embargo, me has estado mirando a los ojos y besando en los mismos lugares donde ella habrá estado», no pudo evitar pensar. Asintió, e hizo la última pregunta que le interesaba sobre la mujer que había estado acostándose con su marido. Su voz sonó como una puñalada.
Solo pudo apretar los labios, con cada vez más fuerza. La rabia hervía en su interior, pero también estaba el dolor, la traición que se sentía como una quemadura lenta.
-¿Sigues con ella?
-Es más fácil empezar una guerra que hablar con ella -volvió a revolverse el pelo-. Es una persona insistente. Pensó que por una vez que estuviera con ella daría todo lo que tenía para hacerla mi pareja oficial. Quiso conocerte, verte, pero se lo prohibí. Lo que he hecho antes del matrimonio no creo que te interese -Hope le dio la razón en algo-, pero en el matrimonio es diferente. Que pensase que era la mujer a la que entregaría todo solo demuestra que el compromiso es un amarre y que la furia de mi mujer sería menor si la hacía salir al público conmigo, como si tú fueras la segunda en la relación. Dejé de verla hace un año, cuando demostró que no era capaz de ser la segunda.
Hope bajó la mirada al suelo, sintiendo cómo su corazón latía dolorosamente en su pecho. Había soportado a Ran con todo lo que tenía; sus desplantes, sus comentarios que más de ser inocentes le hacían daño, sus bromas, a él... Lo había intentado de verdad. Y ahora, ese minúsculo pilar en el que había depositado su confianza se había desmoronado por completo.
Porque ella siempre había tenido razón.
-Y tú me acusaste de infiel -dijo ella, después de un largo momento de silencio, levantando la cabeza para atenderle, esta vez con una mirada más firme-. Dijiste que te había sido infiel con el primero que había visto. Me habrías encerrado, lo dijiste. Y luego, culpaste a mi guardaespaldas de meterse entre mis piernas después de preguntarle si le parecía atractiva.
Sus ojos se dispararon hacia ella nuevamente. Algo sorprendente pasó por ellos como una flecha llena de veneno, la adrenalina corriendo por el cuerpo de Hope como un segundo torrente sanguíneo.
-No tendrías que haber escuchado eso. ¿Viste...?
-Las armas, sí, pero solo escuché una parte. Lo importante.
Ran se acercó a ella en dos pasos con sus largas piernas. En cuestión de segundos, sus brazos estaban atrapados por las dos garras por manos que el hombre tenía y Hope jadeó. Por otro lado, su mirada era suave pese a la fuerza con la que la agarraba. No... No era fuerza. Se estaba conteniendo. Las venas se le marcaban en los brazos; las líneas de tinta oscura ascendiendo que marcaban la fuerza de unos músculos bien ejercitados y conservados.
-Al menos dime para qué la necesidad de armas cuando no tienes nada que ver con negocios ilegales. ¿Podrías responder a eso aún a sabiendas que dependiendo de la respuesta no me volverías a ver?
-En el caso de que pensases huir, no podría dejarte hacerlo. Porque eres mía y ningún abogado pensaría presentarme los papeles de un divorcio.
Demasiado engreído, se dijo, para la paciencia que estaba mostrando Hope. Las ganas de quitarle los brazos de encima eran fuerte, sintiendo los dedos clavarse en su piel pero sin necesidad de usar las uñas.
-Eres un ególatra.
Al menos, sabía cómo no dejar la cicatriz pero no la marca. Hope respondió con una una sonrisa burlona. ¿Por qué esa tendencia a agarrarla de los brazos cuando salía un tema de discusión entre los dos? ¿Era una forma de volverla loca? ¿Por qué esa mirada de advertencia que le helaba los huesos pero le calentaba el espíritu a revolverse y alejarse de él?
-Me dan igual las armas, pero sí que las tengas en mi casa -admitió-. Respecto a la infidelidad, podrías tener la decencia de admitir que un buen abogado lucharía en la Corte por una recompensa millonaria. ¿Qué tan especial era ella? ¿Por qué? ¿Para qué llevarla al hogar de tu familia?
-Todo tiene que ver contigo, Hope -confesó. Los latidos de Hope volvieron a acelerarse con la respuesta, que era diferente a la que se esperaba. Pero totalmente.
Puede que tolerase a Ran Haitani.
¿Ahora le estaba echando la culpa de sus acciones a ella? ¿De verdad estaba haciendo eso cuando no tenía ningún derecho a hacerlo? Las cosas eran así: él había sido infiel, ella no, y aún así, ella quería saber los verdaderos motivos por algo de lo que no tenía la culpa. Porque no lo era, ¿verdad? Los dos la tenían. No hablaban, ni se veían, ni nada. Lo justo era dividir la responsabilidad entre los dos y asumir las consecuencias que el otro hiciese.
Si Hope hubiera tenido a otra persona, otro gallo habría cantado. Toda esta conversación sería diferente por el hecho de ser mujer. Porque, al parecer, una mujer casada seguía teniendo la responsabilidad de ser la parte fiel y leal, y la del hombre lo contrario, y asumir el pecado. La última vez que habían hablado del tema, en el ático, antes de su ataque de ansiedad por lo que pensaba que iba a suceder, y Ran se había puesto hecho una furia en todo eso. Y ella también, pero por el estrés que estaba pasando.
-Antes has dicho que ella quería conocerme. ¿Por qué? ¿Por qué conocer a alguien como yo? ¿La habrías dejado hacerlo?
Si quería conocerla, entonces habría hecho numerosos intentos por ello. No solo uno o una simple petición a la persona que tendría que cederle ese permiso. ¿Habría Hope aceptado en otra situación quedar con ella y conocer su historia? Las personas que se transformaban en amantes de gente pudiente eran de un bajo mundo que les llamaba la atención a la gente como Ran. Quizás fuera eso, una persona de clase media que había llamado su atención y comenzado una relación con la primera mirada. Las películas empezaban así, pero aquello era la vida real. Estaba segura de que le hubiese gustado conocerla por el simple hecho de que le aseguraba un nivel de vida aún mayor por el simple hecho de ser la segunda en el matrimonio.
La persona con la que su esposo pasaría más tiempo -uno que ella no tenía por la universidad y las visitas a su tía-, quien probablemente tendría a sus hijos en secreto y ahorrarían a Hope un peso que no quería vivir. Sin embargo, la que tendría que salir cara al público con la vergüenza si se supiera sería ella. La que recibiría las palizas por no ser una buena esposa. Los comentarios a sus espaldas. La que tendría que vivir con la conciencia de que era incapaz de darle un hijo a su marido.
Hope ya se había preparado mentalmente para eso en el momento en el que la dejaron sola en el ático, en el primer mes, y descubrió que los viajes de Ran eran frecuentes y que dormiría con ella sin que se diera cuenta. Y no le importaba.
Solo había una pregunta que se le pasaba por la cabeza. Y no le daba vergüenza admitirla en voz alta. ¿De verdad era igual a ella en eso? No lo parecía. Hope venía de una familia rica y poderosa, pero se comportaba como una persona de nivel medio porque consideraba absurdo gastarse un dineral en joyas y ropa que podía adquirir en tiendas normales con la misma calidad o mejor.
-Te he dicho que se lo prohibí. No querría a mi amante y a mi mujer en la misma sala.
«Amante». Sonó varias veces en su cabeza, con su propia voz y la de Ran. Ya era una palabra demasiado fea como para decirla en alto y recordarla.
-Quiero ver una foto -pidió, pero sonó más como una orden.
-No.
Lo cierto es que habría sido más fácil, pero después de decirle eso ahora tenía muchas más ganas de saber cómo era y por qué había llamado su atención. Porque parecía ser Hope el centro de la mayoría de sus problemas.
-Tengo curiosidad.
Ran la miró. La luz de la habitación suavizó sus expresiones, pero seguía mirándola fijamente y como un depredador reflexionando sobre si era una buena presa o debía pasar a la siguiente. No estaba enfadado, porque sino se le vería, sino que calculaba la situación buscando una solución.
Al final, se dirigió hacia la bolsa de lona que habían guardado en el armario empotrado a la pared, más pequeño que el del ático, y rebuscó en ella. Hope esperó pacientemente al lado de la puerta. Una vez conseguido lo que buscaba, Ran se acercó a ella, dejando un cierto margen de distancia entre ellos, y estiró el brazo. Tenía algo entre los dedos. Hope la cogió y la miró.
En parte, tenía razón en lo de parecerse. La diferencia era que ella parecía una modelo incluso con esa sudadera de deporte y mallas ajustadas, el pelo castaño recogido en una despreocupada coleta. Las mejillas sonrosas resaltaban en su pálido rostro. Estaba hecha desde tan lejos que la calidad se había perdido en el camino, y seguramente debido al movimiento. Estaba tan delgada que podría ser modelo de talla media, con unas curvas generosas en las caderas y unos pecho estándar, tal vez. Era dolorosamente atractiva, perfecta.
Pero no era ella, se tenía que recordar. Le faltaban algunos atributos propios que no la hacía una copia perfecta. No una para poder decir que eran gemelas... Ni una para corroborar la infidelidad de Ran. Tampoco podía creer que llevase una foto de ella a la ligera.
-Es de hace unos meses. Pedí que se la hicieran porque estaba dando más problemas de los que esperaba tras apartarla de mi vida.
Levantó la cabeza en su dirección, escuchando atentamente.
-¿Qué problemas?
-Quería conocerte. Era muy insistente con el tema y lo sacaba siempre que podía cuando nos veíamos. Una vez intentó llamarte por mi teléfono para decirte lo que estábamos haciendo, pero la detuve -explicó. Contaba las cosas con tanta tranquilidad que era imposible ponerse nervioso de primeras. Incluso si la situación lo requería-. Hace unos meses descubrió dónde vivía y amenazó con hacerte una visita sorpresa si no la concertaba formalmente -rodó los ojos con cierto agotamiento-. Antes de entrar fue detenida por acoso.
La mente de Hope empezó a funcionar. ¿Cabría la oportunidad de que alguna vez la siguiera a la universidad si le hiciera algo? Las denuncia de acoso solo funcionaban cuando la otra parte era conocera de la privaticación de su espacio, no por terceros. Algo tendría que haber pasado con esa chica como para que ahora Ran estuviese tan nervioso y hubiera llegado a sacar el arma y disparar a quema ropa.
-Hayakawa... -pero no pudo terminar la frase. Fue tan duro decir su nombre en alto.
-Él tenía instrucciones de protegerte. Conocía su cara y habría sabido cómo actuar en el caso de que se te intentase acercar, como los demás.
-Por eso insististe en la protección -murmuró recordando la conversación. Sus órdenes habían sido expresamente que nadie se le acercase. Ahora empezaba a tener más sentido-. ¿Fue ella quien atacó a Hayakawa?
Ran sacudió la cabeza negando.
-Eso es otro asunto -intentaba quitarle peso al asunto, pero para Hope era imposible. Estaban hablando de su seguridad, y ahora que Hayakawa no estaba, no pensaba confiar en un extraño-. Tu cabecita no tiene que preocuparse por eso.
-Me tengo que preocupar porque era mi amigo.
Ran frunció el ceño, visiblemente cogido por sorpresa e irritado. Dio un paso hacia ella, pero Hope retrocedió automáticamente.
-Un guardaespaldas al que alguien paga por cobrar sus servicios no es un amigo -dijo en tono neutral-. Solo cumplía su trabajo. Protegerte estaba por encima de cualquier...amistad. Lo que fuese eso.
Las palizas que le daban a Hope era por ser insubordinada y siempre contestar. Ahora que estaba fuera de ese lugar, pensaba aprovecharlo al máximo junto con su libertad.
-Deja de serlo cuando una mujer ha querido hablar conmigo y ver de lo que era capaz. ¿Tan buena era que le permitías todo menos conocer a tu mujer para juzgarla? -se encogió de hombros, devolviéndole la imagen. Ran la tomó, después de darle una mirada recelosa. La foto acabó en uno de sus bolsillos-. Al menos ella me habría dicho la verdad hace un año.
-Señor -exclamó haciendo un movimiento absurdamente dramático con el cuello-. ¿Por qué no puedes simplemente querer hablar del tema y cerrar el asunto de las armas?
Se encogió de hombros donde estaba. Buena pregunta.
-¡Simplemente no me sale ser infiel! Yo...podría haberlo hecho, lo mismo, digo. Al final, este matrimonio no fue amor y tendría cavidad, fundamentos, pero no para decirte lo que hacer. Si lo hiciste, fue porque sabías que no me afectaría. Te agradezco habérmelo contado, no como pensaba que sería, pero supongo que gracias.
-¿De verdad crees que no fue por amor?
Hope sonrió con burla, pero dolida en el fondo. Se acarició disimuladamente el anillo de bodas que llevaba puesto sobre el anular. Tendría que haberlo tirado por el fregadero. Recordaba el corto momento donde sus ojos no fueron lanzas capaces de perforar armaduras, cuando le puso el anillo y la miró de una forma que le hizo sentir cosas para después olvidarlas ante promesas que esperaba alguna vez que fueran mentiras.
-Tú no me quieres, Ran -señaló, también suave y con una mirada dulce para que fuera capaz de entender sus emociones. Su posición en todo aquello-. Amas la idea de tener algo. Solo mírate. Eres uno de los hombres más ricos de Japón, atractivo e inteligente como uno solo. Y tienes menos de treinta años. Tienes un aura que lo grita. Cualquier mujer se lanzaría a por ti por ser quien eres.
-Cualquier mujer, tú lo dices, pero tú no.
Y ahí estaba él. Diciéndole que le había sido infiel una vez, antes quizás y después del matrimonio, sincerándose con lo había hecho mal y bien. Parecía que Hope realmente se rehusaba a admitir los sentimientos de otra persona por ella, y también los suyos personales. Pero, cómo no hacerlo con lo que le había tocado vivir. No haber conocido a su madre, ni tener ninguna imagen de ella para hacerla prevalecer en el tiempo, y haber sido tratada desde siempre como una bastarda con el apellido de la bienaventurada familia Wegner.
Luego, vivir con una educación estricta donde la imperfección era rechaza y con el concepto de que su cuerpo tenía que estar limpio hasta el matrimonio para que sus hijos nacieran sin los pecados de los padres. Abandonada por quien pensó que era el amor de su vida y abusada en todos los aspectos hasta un matrimonio por conveniencia con un señor que habría hecho de su cuerpo su centro de descarga.
¿Cómo no iba a tener derecho a ser incapaz de sentir cosas por alguien cuando toda su vida había sido medida a la perfección y obligado a dejar de pensar? ¿Cómo no iba a tener miedo de sus propios sentimientos cuando se los habían privado toda su vida? Era como una pesadilla. Si alguien más hubiese vivido esa pesadilla, no lo habría contado. Y luego estaba ella, superviviente de todo eso, que se había llevado palizas justas e injustas, y con traumas incapaces de superarse de primeras. ¿Y él era capaz de empezar una conversación afectiva empezando a hablar de su amante, de las cosas que quería hacerle?
-Dime que no querías el beso de hace unos días, lo que te estaba haciendo y lo que te estaba generando estando ahí solos -los dedos de su mano acariciaron su mejilla y dejaron un rastro sensible por el camino. Los dedos empezaron a cosquillearle-. Dime por qué me besaste antes en el baño si no era porque sentías algo más.
Pero no podía.
Las palabras no le salían de la boca con la fuerza suficiente. Cuando lo intentaba, una fuerza perversa tiraba de ellas y las regresaba a su lugar. Un miedo que inundaba su cabeza en forma de mancha oscura y que se reía cruelmente al verla fallar. Pero, sin embargo, lo que tenía en el exterior era todo lo contrario. Luz, una que la instaba a hablar y a decir lo que opinaba cuando le estaban preguntado por algo. Los dedos de Ran le hacían cosquilla ahí donde iba, desde las mejillas hasta la curva desnuda del cuello, la línea de su mandíbula y la parte de atrás de la oreja, ahora roja.
-Sé capaz de decirme que no querías que te hiciera el amor ahí mismo, o al llegar a casa, y admitiré lo que quieras con la mano en las escrituras.
Las manos le temblaban. No, el cuerpo le temblaba. Las mejillas le ardían como antorchas en la noche más oscura, con el corazón golpeando tan fuerte que en algún momento tendría que salirse de donde estaba. ¿Por qué no lo hacía ya, y ahorraba el sufrimiento? Hablar en vano de las santas escrituras era un acto de herejía, le había dicho su madrastra en una de sus lecciones, pero si lo hacía era porque tenía motivos para creer que tu teoría era correcta.
-Piénsalo, Hope
-¿Que piense qué?
-Piensa en cómo sería.
Se le acercó más y la rodeó por la cintura con un brazo. Le llegó su olor corporal, la suave loción de baño, el propio olor que él generaba, sin rastro de la costosa y fuerte colonia. Estaba ahí con ella, tocándola y tan cerca, pero aún así parecía irreal. Su cuerpo era cálido.
Pero por otro lado estaba ella, que debía estar enfadada y odiarlo por todo lo que él guardaba dentro y no le contaba. En algún momento, otro, podría haber comprendido con la cabeza fría el motivo del por qué controlaba todo aspecto de su vida... Pero ahora no. Ahí, con la cabeza revuelta y con tanta información sin profesar... No. No podía. No podía imaginarse en un escenario así con él, ni con él ni con nadie a aquellas alturas.
-¿Te crees que esto es un juego? -su voz salió más suave de lo que quería, y eso no sirvió para alimentar su rabia-. Me has mentido, me has ocultado que mi familia me había quitado el dinero, y no me dijiste nada... No soy ninguna de tus marionetas, maldita sea. No, no lo soy.
Con lo último sonaba arrepentida, como si quisiera convencerse a sí misma de que lo que estaba haciendo es bueno. Ran arqueó una ceja, claramente disfrutando de su reacción. Sin previo aviso, sus dedos le rozaron suavemente la barbilla, la punta de esta, levantándole el rostro para que sus ojos se encontrasen nuevamente. Había algo oscuro, llamativo como perturbador, en sus ojos que hacía a su corazón latir con fuerza.
-¿Manipularte? -susurró, su voz envolviéndola como un veneno dulce-. Yo creo que es al revés. ¿No me estarás manipulando a mí? Porque no puedo dejar de pensar en tenerte a mi lado, de darte lo que necesitas... Lo que necesitamos...
Antes de que pudiera replicar, Ran se inclinó cerca de ella y sus labios se rozaron. Fue un toque apenas perceptible, un gesto que pretendía encender el fuego que ambos sabían que estaba allí de alguna manera; dormido, esperando a despertar y avivarse. Su cuerpo respondió al instante, un calor abrasador recorriéndole el cuerpo, pero su mente seguía firme, recordando el motivo de su enfado. Sintió que los oídos le pitaban, durante unos segundos, y los ojos le picaban.
«No. No va a ser así».
Él fue a profundizar el beso, pero ella lo empujó con fuerza, apartándolo. Su respiración estaba agitada, pero esta vez no por el deseo que él intentaba provocar, sino por la verdadera furia que comenzaba a arder en su interior. Aunque las mejillas y su cuerpo ardieran, su corazón dolía y su cabeza latía.
-¡Basta ya! -gritó, con la voz rasposa y desesperada-. No puedes hacer esto. ¡No puedes! No puedes pensar que con un beso o una caricia puedes controlarme. ¡No soy tu marioneta!
El rostro de Ran cambió. La sonrisa confiada desapareció por primera vez, y por un breve segundo, algo parecido a la sorpresa le cruzó el rostro.
-Estoy harta. Necesito pensar.
Sin darle tiempo a responder, se apartó de su lado y cogió de nuevo las cosas con las que iba a salir de casa. Ran estaba demasiado sorprendido como para darse cuenta de que ella ya estaba saliendo del dormitorio a través de las escaleras del despacho. Escuchó su nombre flotar en el aire, pero no se detuvo por nada en el mundo. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de dolor y rabia impulsando cada paso mientras huía de él, de la confusión que siempre traía consigo.
No miró atrás. Porque si lo hacía, volvería a ser la Hope debilucha y caería en la trampa que Ran tendía desde que comenzó a relacionarse con él.
La nieve caía con fuerza, cubriendo el suelo en un manto blanco que parecía borrar el mundo. Las luces de las farolas en el suelo apenas iluminaban el camino empedrado que llegaba desde la entrada de la residencia hasta la puerta, y el viento gélido comenzaba a ser cada vez más fuerte.
Permaneció de pie junto a la enorme ventana, mirando cómo los copos se estrellaban contra el cristal, formando figuras caóticas antes de desaparecer movidos por ese viento descontrolado. Hacía tiempo que no entraba en ese lugar, en general en esa casa, pero la última vez que recordaba haberse pasado por ahí con buenas intenciones era cuando Rindou y él buscaban un lugar donde sus padres no los buscarían; la biblioteca de la casa, al parecer, era la opción correcta. Su ceño fruncido era lo único que delataba la inquietud que comenzaba a acumularse en su pecho, aunque en sus ojos aún brillaba esa mezcla de arrogancia y confianza que malamente siempre lo acompañaba.
Su esposa se había marchado después de una fuerte discusión que había dejado el aire cargado de tensión, a pesar de que él pensaba que podría convencerla de lo contrario. El tema, como siempre, había sido una tontería que terminó escalando hasta lo incontrolable. Ran le había gritado, y ella, como siempre, acababa huyendo. Solo por esa vez le dejaría la mota de confianza que apenas entregaba a gente externa a su situación. Era lista. Volvería. Nadie tan tonto se adentraría en una tormenta que estaba apunto de desatarse.
-La señora Haitani aún no ha vuelto, señor -le escuchó decir a esa mujer, su secretaria, que Rindou tantas veces le había dicho que era más una molestia que una ayuda. Por el momento, no había sido ni lo uno ni lo otro-. ¿Quiere que avise a la seguridad para que vayan a por ella?
Se convencía a sí mismo de que volvería pronto, quizás un par de horas, cuando el frío comenzara a calarle los huesos y se diera cuenta de lo imprudente que era estar allá afuera en medio de una tormenta como esa. La conocía bien; era testaruda, pero no irracional. O al menos, eso quería creer. Era lista, así lo había demostrado en varias ocasiones. Tal vez hubiera llegado al pueblo bajo la colina y alguno de esos paletos la hubieran acogido con falsa modestia.
Las primeras dos horas pasaron lentamente, con la suave melodía de alguno de los vinilos favoritos de su padre sonando en la habitación. Desde la biblioteca la entrada podía verse bien, y más con esas enormes ventanas que había ordenado poner durante la remodelación. Adiós a lo antiguo y hola a lo moderno, se había dicho, encargando a los arquitectos más eficientes para reconstruir de cero toda la casa sin tocar algunas de las salas que sí le interesaba mantener; el interior de la biblioteca, el cuarto infantil, alguna sala de invitados... Solo lo que le traían buenos recuerdos. Lo demás, podían tirarlo o dárselo a quien lo necesitara. Porque ni Rindou o él iban a reclamarlo.
Ran caminaba en silencio, sus pasos resonando suavemente contra la alfombra. Se sirvió un vaso de whisky, lo bebió despacio y siguió esperando. Pero a medida que la noche avanzaba, la confianza que había tenido comenzó a desmoronarse. Como una mala sensación que se instalaba en su pecho y era difícil disuadir; le recordaba amargamente a diversas situaciones que había vivido con su hermano en el reformatorio cuando eran menores de edad. El viento ahora sonaba más fuerte, como cuchillas arañando el aire y cortando todo a su paso. Hope Wägner. Esa mujer... Tendría que haberla encerrado en alguna de las habitaciones para ahorrarse esa situación; atarla, echarle algo en el té, lo que diablos fuera, pero que se estuviera quieta como llevaba los primeros días sin hacer preguntas por lo ocurrido en el apartamento de Roppongi.
Ran tamborileaba los dedos sobre la mesa. Miró el reloj por enésima vez.
—¿Dónde demonios estás?
Otra hora pasó. La casa estaba en completo silencio, solo interrumpido por el aullido del viento afuera. Cada vez estaba más convencido que haber hablado las cosas con ella antes de que husmease entre sus cosas y descubriera tanto su infidelidad como el estado real de sus cuentas. ¿Quién la mandaba ir a hacer eso? No lo había hecho en su casa, pero ahora así. El nerviosismo comenzó a abrirse paso en su mente, un sentimiento que odiaba con toda su alma. No le gustaba perder el control, y esto se sentía como perderlo por completo. La última vez que lo perdió, uno de los estúpidos chicos de la Tokyo Manji Gang los había derrotado a su hermano y a él mientras derramaba lágrimas de impotencia; un momento humillante, pero del que había aprendido mucho y vengado.
Tomó su teléfono, respirando hondo antes de marcar el número de uno de sus hombres de seguridad personal.
-Entra en casa. Estoy en la biblioteca.
Del otro lado de la línea, su guardaespaldas no necesitó más instrucciones. Tardó poco en aparecer, con el traje perfectamente colocado y el teléfono aún en su mano.
-Id a buscarla. Pero esta vez de verdad. ¿Sabéis dónde está?
-Nada más la señora salió uno de mis chicos fue con ella, señor -respondió él de inmediato, con ese molesto tono formal que solo detonaba el interés económico y temor a la influencia de Bonten-. Él sabrá dónde está.
Ran les había confiado la seguridad de su esposa antes, pero nunca con esta urgencia. El último hombre al que le confió su seguridad más personal estaba muerto, producto de un conflicto con una pequeña potencia que quería competir con Bonten y arrasarlos, atacando a lo más cercano que tuviera. Una filtración les había dado una información demasiado poderosa y de la que Rindou se estaba encargado, junto con Sanzu al haber implicados traidores. Esta vez, no se trataba de una salida planificada o de una noche en la ciudad. Ahora, estaba confiando en otras personas para ir a por la mujer que estaba unida a él por un papel y que tantos quebradores de cabeza le había dado.
-Hazlo -acabó diciendo, sin emoción, sin apartar los ojos de esa maldita entrada de piedra que tendría que haber arreglado-. Cuanto antes.
No atendió a ver si el hombre se marchaba o lo que hiciera. Simplemente se quedó ahí esperando. La nieve no daba señales de detenerse. Las horas seguían pasando, y cada minuto que ella no volvía era un peso más sobre sus hombros. Una molestia, un inconveniente, lo que demonios fuera, pero no lo quería encima. Y menos si se llegaba a saber que esa molesta mujer pelirroja que siempre olía a pintura estaba en peligro. El aire gélido de la tormenta comenzaba a colarse en sus pensamientos.
Las luces del coche de su equipo desaparecieron en la distancia, y Ran se quedó solo, con los nudillos blancos de apretar el vaso de whisky. Sabía que nunca debió haber dejado que se fuera. Pero también sabía que cuando la encontraran, tendría que ser él quien pidiera tanto las explicaciones como darle una disculpa por no haber sido él quien detuviera aquella tontería, y ese pensamiento le incomodaba tanto como la tormenta que rugía afuera.
Esa mujer... ¿Cómo una mujer podía dar tantos problemas? ¿Cómo una mujer que nunca había manifestado su opinión podía meterse en un problema tan serio que hiciera peligrar su vida? Recordó la última mirada que le había lanzado antes de salir corriendo por la puerta, su rostro encendido de rabia como de desesperación por salir de esa habitación que la asfixiaba; la misma ansiedad que había visto en otras personas, y no una buena imagen a comparar. Había algo más allá del enojo, algo que no había notado en su momento pero que ahora le atormentaba: decepción. Ran no podía soportar que lo mirara de esa manera. El padre de ella, un imbécil arrogante al que caló hacía ya tiempo, había dicho, antes de casarse, que era igual de sumisa como todas las esposas debían ser y encima la hermana mayor, por lo que era responsable y conocía su rol mejor que nadie; y una mierda. Hope tenía el carácter de un felino, y de los grandes. Dejaba que la acariciasen, pero a la mínima molestia, ¡zas!, se rebanaba la mano. Lo demostraba cada vez que hablaban.
El reloj en la pared seguía su incesante tictac. Los minutos continuaban pasando, y la tormenta solo empeoraba. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, su teléfono sonó de nuevo. Lo agarró con rapidez, su corazón acelerándose.
-¿Y bien? -preguntó, sin esperar.
-La hemos encontrado.
Ran sintió que podía volver a respirar, solo durante unos instantes, pero la tensión en la voz del hombre al lado de la línea lo detuvo.
-Estamos de camino, jefe. No habría llegado muy lejos con esa ropa y ese calzado.
-Traedla, ya -ordenó, su voz siendo más dura de lo que pretendía, pero le daba igual. Eran trabajadores y él su jefe, quien les pagaba, y su trabajo era devolver a Hope con vida.
Su cuerpo se levantó de aquella silla tan incómoda, un mueble decorativo que dejó al decorador poner porque nunca habría pensado regresar a esa casa. Al parecer, las cosas cambiaban aunque uno no lo quisiera. Apuró el trago de alcohol tan rápido como pudo antes de salir de la biblioteca y caminar hacia la entrada. Su secretaria estaba ahí, sentada al final de las escaleras con el ordenador en el regazo y la mirada perdida en el contenido; cuando lo vio aparecer, dejó lo que estaba haciendo y se levantó tan rápido como pudo.
El tiempo hasta que llegó el coche con su esposa fue insoportablemente lento. Y la presencia de esa mujer solo lo acababa por poner más y más nervioso, con dos ojos mirándole tan fijamente sin perder detalle. Intentó ignorarlo lo máximo que pudo. Cuando finalmente escuchó el motor afuera, por encima de la tormenta, y vio las luces del coche iluminar el porche, corrió hacia la puerta sin pensarlo dos veces. El viento gélido lo golpeó en la cara al abrirla, pero no le importó. Ran salió dando zancadas de la calidez del hogar al frío del exterior, sin nada más que lo cubriera que la ropa de estar por casa y unas deportivas que la criada había metido en la bolsa de viaje poco después de que ellos abandonaran Roppongi.
Fuera, la batalla se libraba sin remordimientos. Sintió que el mundo se detenía cuando vio a su esposa en brazos de uno de sus hombres, inconsciente, cruzando el grueso muro de piedra original de la parcela, con la cabeza echada para atrás, la melena pelirroja colgando como una cascada de rizos incontrolables, y la ropa con la que había salido. El viento arrastraba más nieve a su alrededor, pero todo lo que podía ver era su cuerpo inmóvil, cubierto por ropa empapada de nieve y su respiración apenas visible, como si fuera un hilo frágil a punto de romperse.
Sintió que algo se rompía. Algo que hasta el momento había estado descansando, o dormido dependiendo de por dónde se viera, se despertaba y lo golpeaba de golpe.
-¡Dádmela! -se escuchó gritando, distante, mientras su cuerpo se adentraba en la tormenta del exterior. Rindou se habría burlado de haber estado ahí, viéndole comportarse de esa manera por alguien que no fuera alguno de los dos, que siempre habían estado juntos. Pero le daba igual-. ¡Dádmela ya!
Sus hombres le obedecieron. El chico vestido de uniforme, unos centímetros más bajo que él, que la llevaba en brazos le pasó el cuerpo de Hope sin rechistar. Ran juró que nunca había sentido algo tan liviano como el cuerpo alto y delgado de Hope. En ese momento, una sensación lo sacudió profundamente. Estaba fría, demasiado. Su piel, las pocas veces que había llegado a tocarla y estado cálida, ahora parecía mármol, y su pecho apenas subía y bajaba. Los copos de nieve se fundían en su cabello, pegándose a su frente pálida como si la tormenta misma intentara reclamarla. Ni las pecas que manchaban su rostro mostraban la vitalidad de siempre.
Sin decir nada, Ran cruzó el umbral de la casa, sosteniendo el cuerpo inmóvil de Hope con fuerza. El calor del interior le golpeó de inmediato, pero no fue suficiente para aliviar la terrible sensación de que algo estaba muy mal. ¿Cuándo fue la última vez que se sintió así? Hacía mucho. Antes de formarse Bonten como tal. Y volver a sentirlo era, como poco, una mierda. La incertidumbre le roía la carne intentando profundizar hacia la médula, carcomerlo... Pero no podía. Había muchas cosas en juego, entre ellas, la vida de Hope. La colocó en la cama del dormitorio principal, apartando las mantas hasta los pies casi de un tirón. Su piel estaba casi translúcida, y el temblor débil de su cuerpo no era un buen signo. Sabía lo que significaba la hipotermia; sabía que no tenían mucho tiempo.
Escuchó suaves pasos a sus espaldas. Sabía quién era.
-Llama al médico -ordenó, comenzando a quitarle la ropa mojada a Hope. Primero, la chaqueta que no hubiera servido ni para guardar una parte de su calor corporal, alguna de sus tontas compras pensando que guardaría dinero cuando su cuenta era millonaria.
-Señor Haitani, si lo hacemos, sabrán... -no dejó que termina. Su boca iba más rápido que su cerebro.
-¡Hazlo! ¡Que lo amenacen con acabar con toda su familia, pero que venga inmediatamente! ¡Busca en ese pueblucho alguien que sirva!
El caos de la situación no era algo a lo que Ran Haitani estuviera acostumbrado. Él era un hombre que siempre tenía el control, que mantenía el poder sobre todo lo que lo rodeaba. Pero en ese momento, mientras veía a su esposa luchando por permanecer en el umbral de la consciencia, el control era lo último que sentía. Estaba asustado, y eso lo aterrorizaba más que cualquier otra cosa.
Ella no respondió, sino que se marchó de la habitación. Haría lo que le decía, lo que le ordenaba. Nadie era tan estúpido de jugársela. Continuó mirando a Hope, sus rasgos descoloridos y la mancha de color que se unía a la raíz de su pelo de color rojo, un golpe que sangraba. Sus ojos estaban cerrados, sus labios morados y temblorosos, mientras su respiración se hacía cada vez más débil. Ran la sacudió, intentando mantenerla despierta, pero no había respuesta.
Los segundos parecían alargarse eternamente mientras Ran gritaba a sus hombres para que calentaran la casa, trajeran mantas secas, cualquier cosa que pudiera ayudar. No podía permitirse perderla. No así.
Finalmente, uno de los hombres apareció con un botiquín, seguido de un médico que entró con rapidez. La expresión del doctor, se tensó al ver la gravedad de la situación. El tiempo se volvió borroso para Ran mientras el médico trabajaba, dándole instrucciones rápidas a los guardaespaldas, monitoreando su pulso y haciendo todo lo posible por estabilizarla.
-Es una etapa avanzada de hipotermia -anunció el médico, en voz baja, con urgencia pero sin alarmismo. Le sorprendía la parsimonia de ese hombre mientras su vida estaba en el mismo peligro que la de Hope si llegaba a morir-. Necesitamos subir su temperatura corporal, pero lentamente, o su corazón podría...
-¿Un baño caliente serviría?
-Eso solo subiría su temperatura rápidamente. Lo mejor serían... Sí, toallas mojadas calientes. Y mantas. Hay que cambiar su ropa y ponerle una seca.
Ran apretó la mandíbula, observando cada movimiento, impotente. No podía hacer nada más que esperar, y esa sensación lo estaba destrozando por dentro. Durante la siguiente hora, todo lo que hizo fue seguir las órdenes de un hombre que esperaba saber lo que hacía o lo pagaría caro. Mandó a sus hombres a por las mantas y por las toallas calientes. De desnudarla se encargó él, buscando un conjunto cualquiera que estuviera seco en la bolsa de viaje individual que le habían hecho a ella. Ropa interior y un pijama valdrían, se dijo, y se volvió hacia la cama.
-Está fuera de peligro, por ahora, pero necesitará reposo. Si hubiera pasado un poco más... -dejó la frase inconclusa, pero el mensaje estaba claro-. La herida de su cabeza solo necesita unos cuidados. Es superficial.
Ran asintió en silencio, incapaz de confiar en su propia voz. Su esposa estaba viva, pero el frío seguía alojado en su propio corazón. Se sentó a su lado, mirando su frágil figura mientras recuperaba lentamente algo de color en el rostro.
La tormenta afuera seguía rugiendo, pero dentro de la casa, el ambiente era tenso. Se quedó sentado junto a la cama donde yacía su esposa, inmóvil, envuelta en varias mantas secas que sus hombres le habían traído. Su respiración había mejorado, aunque aún era lenta y superficial. Todo lo que hacía era observarla, sintiendo cómo cada segundo que pasaba sin que ella abriera los ojos abría una poco más profunda. No era común que se sintiera así. Para Ran Haitani, el miedo no era un compañero habitual. Las únicas veces que había sentido en su vida fueron pocas, y relacionadas con su hermano pequeño y la seguridad de ambos. Controlaron Roppongi desde jóvenes, sin problemas, incluso desde el correccional al que les mandaban cada vez que la policía los encontraba metidos en problemas. Una vida así los había curtido en la misma pieza. Pero ahora lo tenía apretándole el pecho, recordándole que había cosas en su vida que estaban más allá de su control.
La imagen de ella alejándose, sus ojos llenos de furia y dolor, seguía repitiéndose en su mente. Tendría que haberle hablado de la otra mujer hacía tiempo, aunque fuera solo para advertirla. Pero, en vez de eso, había continuado esquivándola en aquel apartamento que solo los asfixiaba a ambos cuando se encontraban e ignoraban. En ese momento, había creído que ella solo necesitaba tiempo, que el frío la haría entrar en razón y regresaría, aunque lo insultara e ignorase más tiempo todavía. Sería justo, ¿no? Nunca se imaginó que llegaría tan lejos, que se quedaría afuera tanto tiempo, arriesgando su vida.
Él nunca había sido bueno para pedir perdón. ¿Cuándo fue la última vez que se disculpó con alguien? Probablemente en la época de Tenjiku, cuando Izana los reclutó. El orgullo siempre había sido su escudo, la manera en que mantenía a raya cualquier debilidad y lo mandaba hacia delante para continuar. Admiraba eso, esa confianza que Izana tenía en Kakucho, pero el destino quiso que no continuaran juntos. Izana estaba muerto y enterrado; y Kakucho ahora era el tercero al mando en Bonten, fiel a Mikey. En un mundo como ese, tener una debilidad, una, ya era ser hombre muerto. Pero en ese momento, frente a ella, inconsciente, ese orgullo se sentía vacío, inútil.
-Jefe -uno de sus hombres se acercó con cautela-. Hemos reforzado la seguridad en las afueras de la casa y cerramos todas las rutas. No entra ni sale nadie sin permiso. También estamos despejado el camino para el doctor en caso de que se necesite de nuevo.
Asintió sin levantar la mirada de su esposa. Apretó la mandíbula, intentando calmar el torrente de emociones que lo carcomía por dentro.
Ran suspiró, sin apartar la vista de ella, del color en sus mejillas que volvía a aparecer gracias al calor de las toallas calientes en sus puntos clave. Y mientras el viento afuera seguía rugiendo, juró en silencio vigilarla. No había más que hacer, y sin embargo, no podía despegarse de ese lugar, como si temiera que, si lo hacía, algo malo pasaría. Tenía que estar allí, tenía que verla despertar, saber que estaría bien.
Que estuviera viva era la primera victoria en medio de la tormenta.
No supo si habría una segunda.
Ni tampoco si podría hablar sin lanzarse sobre ella.
Estaba viva.
Los ojos de ella se entreabrieron lentamente, pesados por el cansancio y el frío. Su mirada, al principio perdida, comenzó a enfocar la habitación, hasta que finalmente se detuvo en un punto fijo. Una lámpara de tela.
Intentó moverse, pero su cuerpo la traicionó. Estaba demasiado débil para hacer mucho más que mirar algo. Sus labios se entreabrieron como si quisiera decir algo, pero el mínimo esfuerzo era demasiado. Cerró los ojos por un momento, respirando con dificultad.
Hope estaba tumbada en la cama con los ojos cerrados. Sus dedos apretaban la tela de la almohada, su cuerpo temblando. El corazón le iba muy rápido, como si quisiera salirse del pecho. Estaba sudando. La calefacción estaba muy alta. O era ella. No lo sabía.
El sudor frío perlaba su frente mientras intentaba respirar con dificultad, los recuerdos desordenados del hielo, el frío penetrante y la oscuridad la inundaban, ahogándola en el miedo. Trató de incorporarse, pero sus brazos flaquearon, y cayó de nuevo sobre la cama, apenas capaz de levantar su cabeza. Sus dedos, apenas visibles entre las sábanas, se sintieron adormecidos, pálidos, y a pesar del calor del cuarto, todavía sentía el frío mordiendo la piel.
"-¿Qué hago aquí?" pensó, y su respiración se aceleró, como si en cualquier momento volviera a sentir la gélida mano de la muerte arrastrándola hacia el vacío. El dolor de la hipotermia aún latía en sus huesos.
Con manos temblorosas, se aferró a la manta que la cubría, envolviéndose en ella como si fuera su única protección. Puso los pies en el suelo de madera, que aunque cálido, aún se sentía extraño, como si no perteneciera a este lugar. Se levantó lentamente, tambaleándose, sus piernas temblorosas amenazando con fallarle en cualquier momento. Su respiración aún era irregular, pero la idea de quedarse inmóvil en la cama era peor. Tenía que moverse, tenía que entender qué había pasado.
La habitación estaba tenuemente iluminada por la luz de una lámpara en la esquina. Sus ojos escudriñaron cada rincón, intentando reconocer algo familiar, pero nada. Con pasos lentos y arrastrados, se dirigió hacia la puerta. El suelo crujía bajo sus pies mientras se deslizaba por el pasillo, su cuerpo temblaba incontrolablemente, más por el miedo que por el frío. El cuerpo el temblaba. Solo recordaba haberse caído al suelo mientras intentaba regresar a casa y golpeado la cabeza.
Las paredes de la casa eran extrañas, los cuadros, los muebles... nada le resultaba familiar. Al menos, cercano a ella. Solo esas fotos de ellos dos juntos y partes cortadas como si se sintiera una maldición enseñarlo. Pero había algo en el aire, un aroma cálido a madera quemada y a algo más, a hogar, que parecía tranquilizador y desconcertante a la vez. El eco lejano de voces se filtraba desde la planta baja, haciéndola detenerse. Se tensó, reconociendo una de las voces de inmediato. Era él.
Su corazón dio un vuelco.
La última vez que lo había visto, todo estaba teñido por la discusión en la entrada de casa. Las palabras duras, el rencor acumulado, la distancia que parecía insalvable entre ambos. Ella había salido furiosa, cegada por el dolor y la frustración, y fue entonces cuando todo sucedió. El frío, la oscuridad...
Hope, con el cuerpo temblando bajo la manta, caminó hacia la escalera, sus pies avanzando con torpeza pero decididos. Bajó los peldaños, sintiendo cómo cada paso la acercaba a la fuente de esas voces. La luz cálida de la chimenea iluminaba tenuemente la sala de estar. Se detuvo en la penúltima escalera, asomándose apenas para no ser vista.
Allí estaba su marido, de pie junto a la chimenea, el rostro serio, hablando con alguien más. Al principio, no reconoció al otro hombre. Estaba de espaldas, pero su postura le resultaba vagamente familiar. Fue solo cuando el hombre giró ligeramente, que reconoció el perfil de su hermano. El hombre que la había sujetado mientras... Hope intentó no recordar la sangre, el arma, el moribundo hablando. Solo le congelaba la sangre más de lo que ya estaba.
Su hermano y su marido, ambos juntos, hablando en voz baja. Las palabras llegaban distorsionadas hasta ella, pero alcanzó a captar fragmentos.
-Todo está resuelto, podéis regresar... Pero no hagas tonterías... Es peligroso todavía...
Hope sintió un nudo en la garganta al escuchar aquellas palabras. La frialdad y la distancia que había sentido entre ellos parecía haberse desvanecido, al menos por el momento. El peso de la discusión que había tenido con su marido se sintió más leve, pero aún no desaparecía del todo.
Su cuerpo seguía temblando, y no solo por la debilidad. Una parte de ella quería correr hacia ellos, dejarlos saber que estaba bien, que había despertado. Pero otra parte, más vulnerable, temía enfrentarse a las emociones que había dejado atrás antes de que todo se derrumbara. Los observó unos segundos más, el calor de la chimenea apenas alcanzándola desde donde estaba. Las llamas danzaban, proyectando sombras que parecían suavizar las líneas tensas del rostro de su marido.
Algo en él había cambiado. Hope lo notaba en la forma en que hablaba, en cómo su hermano asentía sin discutir.
Finalmente, reunió el valor para dar un paso adelante, pero el crujido del suelo la delató. Las dos cabezas se giraron hacia ella al unísono, como dos mascotas sincronizadas con su amo, pero sabía que estaba lejos de eso. Su marido la miró con sorpresa, sus ojos encontrando los de ella con una mezcla de alivio y culpa. Su hermano también la miró, pero no dijo nada; la caída de sus ojos manifestaba el desdén o pereza en los asuntos que compartía con su hermano mayor.
Hope tragó saliva, el miedo aún apretándole el pecho, pero dio otro paso hacia ellos. No sabía qué decir, pero en ese momento, su presencia lo decía todo. Dio un paso más hacia adelante, apretando con fuerza el agarre en la barandilla unida a la pared, y luego otro, el crujido de la madera bajo sus pies resonando en la sala.
Ran fue el primero en reaccionar. Dejó escapar un suspiro y avanzó hacia ella con una mezcla de duda y urgencia, como si no estuviera seguro de si debía abrazarla o mantener distancia. Sus ojos la recorrieron de arriba abajo, notando el temblor en su cuerpo y la manta que aún la envolvía como un escudo. Se detuvo a pocos pasos de ella, las palabras atascadas en su garganta.
-Deberías volver a la cama-dijo finalmente, en un tono más suave. Sabía que no podían resolverlo todo en ese momento. Había muchas cosas sin decir, pero su salud era lo principal-. Estás muy pálida.
Hope asintió, aunque no se atrevió a mirarlo directamente. Se pasó una mano por el rostro, aún sintiendo el temblor en sus dedos. Sabía que estaba lejos de estar bien, pero la fuerza para admitirlo no estaba en ella en ese momento. Un vacío enorme se había instalado en su pecho, uno que el frío no había causado, sino la distancia emocional que sentía entre ellos. También estaba confusa, extrañada. La última vez que lo vio, fue después de una gran discusión de la que apenas recordaba nada más que sus gritos y el carisma de Ran.
Rindou, que hasta ahora había permanecido en silencio, finalmente se movió. Dio un paso hacia ellos, rompiendo el espacio incómodo que se había formado, pero no intervino de inmediato. Su mirada pasó de Hope a su hermano, como evaluando la tensión invisible que flotaba entre ambos.
-Voy a salir un momento -dijo finalmente, su voz neutra, pero lo suficientemente firme como para señalar que entendía que no tenía lugar en esa conversación-. Regresaré luego. No os matéis.
Hope le lanzó una mirada, pero no dijo nada. Sabía que su hermano había sido el que la había encontrado, el que había organizado todo para que estuviera a salvo, pero en ese momento, la presencia de cualquier otra persona la abrumaba. No podía procesar más emociones, no podía manejar más que lo que tenía frente a ella. Y lo que tenía frente a ella era su marido, el hombre con el que había compartido unas extrañas semanas de miradas rápidas y casi discusiones sobre su seguridad, y con quien ahora apenas podía sostener una conversación sin sentir que algo estaba irrevocablemente perdido.
Cuando Rindou se fue, la puerta se cerró con un suave clic detrás de él, y la sala quedó sumida en un silencio aún más pesado. Hope, sintiendo que su cuerpo se debilitaba de nuevo, se apoyó contra la pared, tirando de la manta para ajustársela mejor. Estaba exhausta, pero no solo físicamente; su mente, su corazón, todo en ella parecía estar drenado de energía, de fuerza. Ran todavía no acababa de acercarse más de lo medido. Había una distancia palpable entre ellos, como un abismo que ninguno parecía capaz de cruzar.
-Estuviste a punto de morir -dijo, haciendo que ella levantara la cabeza para atenderle-. Tendrías que haberte quedado en la casa, no lo que has hecho. Haberte encerrado en otro lado, pero no haber salido de esa manera y menos durante una tormenta.
Ella asintió levemente, aunque sus ojos no se apartaban de él. La frialdad del exterior parecía haber quedado atrás, pero una distancia emocional se mantenía entre los dos, una distancia que ninguno de los dos sabía cómo acortar todavía.
-No sirve de nada preocuparse por eso ahora, ¿no? Estoy viva, débil, pero viva. Aunque dolida, creo. Recuerdo el por qué reaccioné así.
Él parpadeó ante esa respuesta, como si no la hubiera esperado. Las líneas de su rostro se tensaron, y por un momento, Hope vio la sombra del hombre con el que había discutido en la entrada de su casa, la dureza en su mirada, la rigidez en su postura. Pero esta vez no hubo explosión, no hubo palabras ásperas. Solo una resignación silenciosa. Las palabras duras, los reproches, las cosas no dichas… Todo seguía allí, intacto, y la idea de que ahora, después de haber estado tan cerca de la muerte, simplemente pudieran ignorarlo todo le parecía absurda.
-Lo siento, no es la respuesta que quieres. Pero no tenías derecho a decirme nada de eso de aquella manera-respondió ella-. Y menos a decirme que tu amante estaba intentando ponerse en contacto conmigo. ¿Cómo pensabas que iba a tomarme esto? ¿Y lo de mi dinero? Tendrías que habérmelo dicho el primer día, no ahora, después de dos años de silencio.
-De lejos no me imaginaba esta tontería ahora -respondió, haciendo un gesto con el brazo-. ¿Qué es lo que intentas, Hope? ¿Qué me sienta mal, que me arrastre a tus pies pidiendo que me perdones? No voy a hacerlo porque estoy libre de conciencia.
-¡Eres tu quien tendría que habérmelo dicho, no que yo lo descubriera! ¿Es que no lo entiendes? -se sujetó más fuerte a la barandilla, apoyándose y respirando con intensidad. La cabeza le latía con una fuerza abrumadora.
-No tendrías que haber hurgado en mis cajones.
-¡Pero lo hice! ¡Y mira como estoy!
No quería llorar. Las lágrimas no solucionarían nada, y sabía que el dolor que sentía no era algo que pudiera desaparecer con facilidad. Su cuerpo aún estaba agotado, pero el verdadero peso que la hundía era el emocional. Las palabras entre ella y su marido no habían sido pronunciadas, las disculpas no habían sido ofrecidas, pero la distancia entre ambos no era algo que pudiera arreglarse con una simple conversación. Había algo más profundo que se había roto, y Hope no sabía si alguna vez podrían repararlo.
-Pero tampoco sé qué quieres que diga. ¿Qué esperas de mí, que finjamos que todo está bien? No entiendo nada -suspiró, echando la cabeza hacia delante-. Un día estás bien y me hablas bien y al otro me echas de lado y descubro cosas que no entiendo ni entenderé. He intentado...
Él frunció el ceño, visiblemente molesto por sus palabras. Dio otro paso hacia ella, y aunque su proximidad debería haber reducido la distancia entre ellos, solo la hizo más evidente.
-¿Intentado? -repitió con incredulidad, su tono cortante-. ¿De verdad lo has hecho? Porque yo no lo he visto. Todo lo que siento es que te alejas todo lo que puedes. No hablas conmigo, no dejas que me acerque. ¿Cómo esperas que no me busque una persona que me haga caso? Solo tú y tus quejas.
Esas palabras la golpearon como una bofetada, pero había verdad en ellas, a pesar de todo. Había construido muros, no solo alrededor de su relación, sino alrededor de sí misma. Puede que tuviera razón en eso. Quién no lo haría en su situación, después de una infancia de trauma y tras trauma. El miedo y la frustración la paralizaban. Ese tono... Solo lo había escuchado una vez en él, y fue con la seguridad del apartamento y la de ella. Y muchas, demasiadas, veces en boca de su progenitor.
Pero eso no le daba derecho a alguno a hablarle así. Y menos desprestigiarla como si fuera una...
«Siempre me ha visto como eso. ¿Qué pensará de lo demás? -no pudo evitar preguntarse en la mera posibilidad de que se hubiesen acostado en vez de haber salido. La habría abandonado».
-No soy una puta.
Hope sintió que sus palabras la desgarraban solo de decirlo en voz alta, pero al mismo tiempo, no podía decir que no lo había pensado. ¿Qué quedaba de ellos? ¿Qué eran, aparte de dos personas atrapadas en una relación vacía, sin saber cómo seguir adelante?
-Nunca me he quejado. Pero si crees que soy una molestia, puedes divorciarte de mi cuando te de la gana. Devolverme a esa cárcel con solo pestañear, porque nunca pierdes el control. No es como si pasaras tiempo conmigo, ¿no? Sería lo mejor para ambos -escupió sin darse cuenta lo último con un odio del que no se había percatado-. Tal vez ella sí podría ser la esposa perfecta.
Hubo un largo silencio después de esas palabras. Ran parecía querer decir algo, pero no encontraba las palabras; se veía que no estaba contento con esa respuesta, que no podía perder la compostura frente a ella y menos con una respuesta como esa. Porque nunca le había importado, ¿no? Solo era un juego. Finalmente, Hope se dio cuenta de que esa era su respuesta. No había nada más. No había disculpas, no había comprensión. Solo ese muro impenetrable entre ellos, la indiferencia que había marcado su matrimonio desde el principio.
Ran entrecerró los ojos, pero no respondió todavía. Tardó un poco más. Hope vio en su rostro una mezcla de incomodidad y escepticismo, como si no pudiera entender por qué ella estaba tan alterada. Pero esa misma incomprensión era parte del problema. Nunca había entendido realmente lo que ella necesitaba, porque nunca se había molestado en intentarlo.
-Bien -respondió Ran, en un tono tan diferente que la heló en el sitio y la dejó sin palabras. Era exactamente, en tono y timbre, igual a las amenazas que salía de la boca de su padre-. Entonces, te comportarás como mi perfecta esposa a partir de ahora, ¿no? Si es lo que realmente quieres como tu nuevo rol. Mañana volveremos a la capital. Prepárate.
«Me odia. Siempre lo ha hecho -pensó, pero en el fondo le dolía como una bofetada en la cara-. Es como mi padre».
Hope asintió lentamente, sintiendo el peso de su decisión caer sobre sus hombros. Un enorme paso hacia atrás. La tranquilidad de los días de antes, de haber estado sola y haber pensado, haber hablado brevemente con él como si se conocieran... No. Ya nada importaba. Sabía que no sería fácil, pero al menos ahora ya no tenía que luchar por algo que nunca había existido realmente. Porque una vez volvieran a la ciudad, todo iba a volver su curso; miradas largas, respuestas breves y la monotonía de siempre.
Cuando volvió a la habitación a descansar, después de oír como la puerta del despacho al otro lado se cerraba para hablar en intimidad con su hermano, se permitió el lujo de derramar alguna lágrima de dolor.
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"Eventualmente aprendes a ignorarlo," comenta con gracia. Podía entender su sentir, después de vivir los cambios musicales de más de un siglo. Con sus hábitos nocturnos, y su paso por lugares como aquel de más baja calaña, era fácil ponerse a tono con la música moderna. No significaba que le guardara gran estima. "En mis tiempos las voces eran más... ¿cómo decirlo? Pulidas, puede ser. Y los ritmos menos ruidosos," intenta describir, tratando de rememorar sus años en vida y las melodías que en raras ocasiones, pero por eso especiales y memorables, tenían el placer de escuchar una que otra melodía. "Pero claro, ahora hacen música de las cosas más extrañas."
' ¿Van a tocar este tipo de música toda la noche? ' Pregunta a quien quiera que pueda ayudarle, mientras está sentado en un rincón del recinto, observando cómo de a poco el caos comienza a tomar su lugar en la velada. No es que sea un completo aguafiestas, pero parecieran ser varios años ya que no ha sido parte de una celebración de tal magnitud. ' ¿Esto es lo que está de moda ahora? Es particular.'
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