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No le extraña que piense eso de él, a sabiendas de cómo se muestra al mundo, pero es imposible que no brote la curiosidad. "¿Y quién crees que soy, entonces?" inquiere. "Soy un tanque, no un mártir. Aguantaré lo que tenga que aguantar, pero no a costa de mi existencia." Si existen excepciones a eso, aún no lo comprueba, pero le gusta creer que no. En otros tiempos, esa excepción probablemente sería su sire, pero hoy ella era parte del problema. Con disimulo la busca entre los presentes, con el deseo de no encontrarla y hacerlo manifestándose a la vez. "¿Y? Eso no debería detenerte. El funeral es para ti, no para ellos." Un lujo que solo ellos se podían dar, aunque si piensa en su propio funeral, tampoco nunca lo tuvo. Es molesto escuchar, entonces, esas quejas en la otra que tan bien reflejaban su propia situación. ¿Cómo es que habían resultado cainitas tan distintos? "Cuando yo recibí el abrazo, estaba muerto," comenta en un tono neutral. "No había pasado mucho tiempo desde que mis camaradas me traicionaran, pero habían pasado al menos dos años desde que mi esposa se fuera con otro hombre y se llevara a mis hijos. Y al menos un año desde que mi hermana me negó la entrada a su casa y eliminara cualquier relación que yo tuviera con ella, con mis sobrinos, o con mi cuñado." Mira al frente, sus músculos apenas se mueven más que para dar lentos pasos y hablar. "¿Mis padres? Ya llevaban más de una década muertos." Hay un deje más suave solo para aquella mención. Sus padres. Se alegraba que no vivieran para presenciar lo que había pasado con su vida, incluso si lamentaba que no pudieran conocer a su descendencia. "Si me hicieron un funeral honorario, nunca me enteré. Pero puedo asegurarte que mientras mi corazón dejaba de latir, no tenía a nadie que me esperara, extrañara o que lamentase mi muerte." Solo entonces la mira, y calidez es lo último que se puede encontrar ahí. El resentimiento que acarrea de su vida es demasiado grande para disfrazarlo de cualquier otra cosa. "Si quieres un funeral para ti, hazlo. No esperes que las personas de tus fantasías lo hagan por ti, porque tienes una eternidad por delante y es igual de larga que la espera en la que te mantendrán." Parece una conclusión, pero tras eso, un poco más calmado, niega ante la pregunta. Y su paso, incluso, es más animado. "Mi humano lo dejé en el lugar que se murió. No merece otro. Solo quedo yo, el Cainita." ¿Qué tanto de él había? Cuestionable. Pero, al parecer, algo quedaba. Ni se inmuta ante el peso extra en su brazo. "Sí, tenemos que marcharnos," y no había mucho más que agregar. No era la gran cosa si esa era su última semana en Tokio. Siempre llegaba el momento en que fuese la última semana en un lugar, y Sergei no era de encariñarse con sus hogares. Eso había probado ser tan estúpido como confiar en las personas. "La eternidad solo es eso, no significa nada," la mira, como queriendo descubrir qué significado le había dado ella. Casi podía apostar que sería algo opuesto a él, o como mínimo, severamente diferente. "Eres inmortal solo en el sentido de que tu vida se alargará tanto como puedas mantenerla. Pero si eres desafortunado, siempre habrá alguien o algo que quiera acabar contigo. Y, lo siento, pero estamos malditos. Solo tienes que ser lo suficientemente fuerte para sobrevivir o perecer." Y, en ese sentido, poco se requería. Solo habían unos más desafortunados que otros. El príncipe era el principal ejemplo, si se confiaba en que sí estaba muerto.

Encuentra difícil imaginar que no está hablando solo por hablar, palabras que solo buscan encantar a alguien de creencia fácil. Él estaba lejos de serlo, y más ahora que se encontraba esencialmente solo. No tenía la disciplina de la fortaleza, así que se escudaba con escepticismo. "Estaba escapando, pero no me había ido lejos. De hecho, no había ido a ninguna parte." Son respuestas a sus preguntas, incluso si no habían sido formalmente presentadas como más que cuestiones del pasado. Para la última, sin embargo, como no tiene respuesta, decide tratarla con la misma actitud que se la presenta, y ríe. La atención de su mirada, se pierde en el tumulto de vástagos, en especial, esos cuyos rostros se cubren del hilillo carmesí. ¿Qué pensarían de su secreto regocijo? "¿Qué te lo impide?" inquiere, antes de volver sus ojos sobre el rostro femenino. "Tener tu propio funeral, para enterrar a la humana y dejar que florezca la Cainita." Al menos, para eso creería él que podría ser útil una ceremonia como tal. Entrecierra los ojos con la intención de adivinar su pregunta, pero nada se le viene a la cabeza. ¿Realmente qué? "¿Qué dicen sobre nosotros, Eunseo?" No cree estar al tanto de nada, y la gran duda que persiste con la falta de información que le entrega es pista suficiente de ese hecho. Esconde sus manos en sus propios bolsillos, y avanza con duda en dirección al interior, esperando que le siga. "No te censures, solo suéltalo."

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"Esa es tu opinión," replica, pero es difícil hacer mucho más. Esa sutil amenaza en su voz, subestimándolo, mezclada con su cercanía, lo mantienen tenso en la mejor de las formas. Si tuviera aliento, se lo robaría. La guinda en la torta es su propio efecto sobre el contrario. El tacto en su piel significaba poco sin la compañía de todos esos otros elementos, que le encendían cosas en su interior que simples y banales caricias nunca harían. "No lo sabes, pero me acabas de entregar una nueva perspectiva de nuestro encuentro con tu Taumaturgia," ahora él es quien le habla al oído, aprovechándose de la cercanía, mientras permite que le cierre su saco. Ríe a labios cerrados, prácticamente un ronroneo. Lo fácil que sería deshacerse de su agarre o no permitirle que haga lo que sea con él, pero el caso es que no lo desea. No desea detenerlo, y le permite que lo acorrale y se sienta con el poder de hacer con él lo que se le cante en gana. "No entiendo cómo es que podremos hablar en los camarotes." Le mira de reojo, siguiendo el camino indicado. Sutil, estira una mano a sus espaldas, con sus yemas buscando el tacto ajeno. "Tú luces así, tan lindo y atento siempre a mis palabras, y esperas que yo no me distraiga de lo que quiero decirte." Niega, solemne y lento. "Sí tengo un plan," admite, volviendo a sus negocios. "Pero es un secreto, aunque no es necesario que diga eso ¿O sí?" le dedica de reojo una mirada, buscando confirmación. Inútil, porque no hay forma que confíe en sus palabras. Sus acciones terminarían de hablar por él. "Ya te muestro," y sigue avanzando, con la intención de llegar al lugar acordado.

FLASHBACK.

Solo sonríe, escuchando su pequeña queja, pero luego no puede evitar un par de carcajadas con la idea de recibir traumaturgia de parte de Sergei. Acomoda mejor el brazo sobre sus hombros, acercándolo a él. "Oh, pero hay cosas que simplemente no son para ti, querido," responde con dulzura y condescendencia por igual, murmurando en su oído. "Sí te puedo decir cómo se siente: como absoluto placer, pues es altamente satisfactorio. Y luego, te sientes más fuerte que nun- que nunca…" su tren de pensamiento se detiene, al igual que el movimiento de su mano, cuando el ajeno revela tan casualmente la piel expuesta bajo su traje. Le toma un segundo o dos volver a enfocarse lo suficiente, tanto en sus palabras como en rebuscar en el bolsillo señalado la cajetilla de cigarros y el encendedor. El comentario contra el neonato lo hace sonreír, pero luego tiene que fruncir el ceño, cuando Sergei menciona distracciones entre ellos. "Eso, y también porque prefieres no decirme nada la mitad de las veces," recalca, alzando las cejas. "¿Y qué se supone que tenga que hacer cuando eres… cuándo te ves así"? increpa después, como si la culpa fuera del contrario, antes de tomarle de la solapa y obligarlo a detener sus pasos, acorralándolo contra la pared cercana. La mano que no sostiene los cigarros ahora se pasea con calculada lentitud por el abdomen ajeno, su mirada observando el movimiento detalladamente. "…Dime más. Sobre lo de las estacas. O también puedes mostrarme," sugiere, levantando la vista para indicar vagamente hacia su cabeza, recuerda que el auspex funciona particularmente bien entre ellos. "Pero vamos a los camarotes primero," sugiere con satisfacción, aprovechando de abotonar el saco del lasombra él mismo, antes de darle espacio para caminar hacia el área de descanso. "¿Se escucha como que ya tienes un plan?" @belyakovs

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So what if he is a criminal???? God forbid men have hobbies! 🙄

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Aunque suelta una risa, prácticamente un siseo, con su comentario, tiene que admitir que no le ha caído en gracia. Pero, a la misma vez, debe aceptar que se lo ha buscado. ¿Por qué mierda sigue buscándolo? "No es tan así," se obliga a restarle importancia a sus palabras. Porque no la tienen. No si le quita al sujeto que las dice de la ecuación. "Pero la noticia debe hacerte muy feliz, supongo que este es nuestro último encuentro." Forzosamente, estira sus labios en una sonrisa. La misma se va deshaciendo con esas revelaciones. ¿Soñar con Larisa, soñar con Darya? Le envidia. Su inconsciencia era tan oscura como las noches en las que vive hace más de un siglo y en las que tan cómodo se halla por su naturaleza de clan. "La última pista la perdí en una migración a Corea. Corea del Sur," se acuerda de especificar. "Eso fue después de la muerte de una de sus hijas, en el 2005. La última que le quedaba con vida. Los sobrevivió a todos." Y aunque era triste el escenario de una madre enterrando a cada uno de sus hijos, es imposible no sentir admiración de aquel testamento de su vitalidad y fortaleza. "Quien se la llevó fue una nieta suya. Irina." Su bisnieta, piensa.

' siempre podría ser peor. por ejemplo, podría ser... un lasombra exiliado como un perro miserable que han pateado a la calle, ' habla con un humor retorcido que va de mano de una sonrisa sardónica curveándole los labios. para cuando se gira a ver a sergei, la misma no desaparece. ni siquiera es porque sienta placer ante la posibilidad de no volver a ver a su padre, sino porque su desprecio por aquel clan lo llevaba en los huesos, como una lógica que nacía en la inercia y ya no cuestionaba. ' pero no me refería a eso. ' a decir verdad, no sabía qué quería escuchar. tampoco sabía si el contrario tenía las palabras que buscaba. ' ojalá pudiera ver a mamá una última vez. últimamente sueño mucho con ella y con darya. ¿sabes algo de su descendencia? '

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Ya se encontraba allí, entre las sombras, cuando el otro llegó. Fue precisamente su reconocimiento que le hizo abandonar la oscuridad para hacerse más presente. "¿Qué te produce esas sensaciones?" inquiere, acercándose a paso lento. "¿El silencio, la cruz...?" ¿Habían más opciones? "Quizás salgan criaturas ocultas en este momento, o en unos minutos más. Daría sentido a las malas vibras que dices, aunque personalmente no las siento. ¿Será que estoy perdiendo mi sensibilidad?"

›  CAPILLA / dice el dicho que la curiosidad mató al gato; en este caso es la nostalgia la que termina de sepultar el ánima masculina, cuando decide detenerse frente a la capilla. silencioso, con paraguas en mano y atención sobre la infraestructura externa, termina por acobardarse antes de dar un paso más que lo pusiera de camino a recinto que solía visitar con padres cuando aún respiraban. ' ¿no te da como escalofríos este lugar? ' mueve su cuello cuando se percata de presencia ajena, ¿es reciente o ya estaba allí? no tenía idea. ' tiene una energía extraña — o quizás es el día '

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Encuentra difícil imaginar que no está hablando solo por hablar, palabras que solo buscan encantar a alguien de creencia fácil. Él estaba lejos de serlo, y más ahora que se encontraba esencialmente solo. No tenía la disciplina de la fortaleza, así que se escudaba con escepticismo. "Estaba escapando, pero no me había ido lejos. De hecho, no había ido a ninguna parte." Son respuestas a sus preguntas, incluso si no habían sido formalmente presentadas como más que cuestiones del pasado. Para la última, sin embargo, como no tiene respuesta, decide tratarla con la misma actitud que se la presenta, y ríe. La atención de su mirada, se pierde en el tumulto de vástagos, en especial, esos cuyos rostros se cubren del hilillo carmesí. ¿Qué pensarían de su secreto regocijo? "¿Qué te lo impide?" inquiere, antes de volver sus ojos sobre el rostro femenino. "Tener tu propio funeral, para enterrar a la humana y dejar que florezca la Cainita." Al menos, para eso creería él que podría ser útil una ceremonia como tal. Entrecierra los ojos con la intención de adivinar su pregunta, pero nada se le viene a la cabeza. ¿Realmente qué? "¿Qué dicen sobre nosotros, Eunseo?" No cree estar al tanto de nada, y la gran duda que persiste con la falta de información que le entrega es pista suficiente de ese hecho. Esconde sus manos en sus propios bolsillos, y avanza con duda en dirección al interior, esperando que le siga. "No te censures, solo suéltalo."

a pesar de las luces bajas, noche no puede escaparse a alumbrar la presencia de quién reconoce por silueta además. de no verlo también le reconocería al hablar. estruja en su pecho aquella idea que expresa el mayor. no por su propia existencia, sino por la que aquel vástago que recorre las noches con demonios alborotando su percepción. "yo me daría cuenta, sergei" admite estirando una mano a su espalda para tomar aquella cola de su vestido y avanzar unos pasos hacia el otro. "he notado cuando no estabas tampoco, me preguntaba ¿a dónde habías ido? ¿habías escapado?" sonrisa suave flota en sus comisuras que se curvan con timidez. "¿cruzaría tu mente esta bonita vástaga?" intenta bromear con suavidad y detiene sus pasos frente al otro. se inclina suavemente para observar a aquella fila de inmortales dirigiéndose hacia el interior del evento. no le interesaba. ni ser partícipe de la ceremonia, ni presenciar dolor opuesto que pudiera catapultar el propio. la soledad misma del desgarro emocional previo al paso a la inmortalidad. vuelve a mirar a su creación antes de hacer un suave movimiento ascendente con la mano y que se desvaneciera en la profundidad de la noche. "no me gustan estas ceremonias" admite más poco le dura la mentira "en realidad, me hacen pensar en que quizás me gustaría tener un funeral" lo observa entonces a los ojos "¿crees que...realmente....?" sacude la cabeza "nada, nada" exhala "¿es verdad lo que dicen sobre ustedes, sergei?" consulta con mejor dicción mientras no esquiva la preocupación que empapa sus propios ojos. acaricia sus brazos para limpiar aquellas gotas de lluvia que le generan sensación extraña en la piel. @belyakovs

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"Son raros. Los infelices no son fáciles de matar." Con las manos enfundadas en los bolsillos, solo entonces fija su mirada en ella. Una sonrisa le estira los labios, en reconocimiento. "No es que exista la necesidad, tampoco. En mi experiencia." Muy bien versado no era, tampoco, pero con más de cien años en el cuerpo algo debía de contar. "Ahora... eligen a quien le sucede, y surgen los cambios. Un nuevo principio, o un nuevo fin. ¿Qué te parece?"

' pf, odio los funerales ' le dice a la persona que más cerca se encuentra en los exteriores del cementerio. ' son deprimentes— y nunca creí que asistiría al de un príncipe ' añade, desviando la mirada hacia lo lejos, sabiendo que no quería adentrarse mucho aún. ' ¿qué crees que suceda ahora? ¿nos tendrán aún más vigilades? '

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Son sus propias tendencias religiosas, aunque más desviadas, lo que lo guían a la capilla solo para matar el tiempo en un funeral que no significaba nada para él en particular. "Ya vives en el infierno," responde, aunque a primera vista, siente el deseo de huir de ahí antes que Lev —Roman, se corrige sin realmente hacerlo— se dé cuenta de su presencia. "¿Puedes imaginar una existencia incluso más miserable que esta? Conllevaría una imaginación sin precedentes."

CAPILLA. ' ¿crees en la existencia del cielo o el infierno? o en la expiación de tus pecados como una manera de garantizar tu salvación... ' habla sólo cuando escucha pasos ingresando a la capilla. él, por otro lado, había tomado asiento frente al pequeño altar.

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"¿Para cagarte en ella o solo por saber?" inquiere devuelta. Por joder, más que nada, pues no tiene idea de la respuesta seria.

📍 MAUSOLEO.

' solo por curiosidad, y de mi menor interés ' comienza acercándose hasta donde está figura familiar, cruzándose de brazos mientras continúa: ' ¿dónde dijeron que estaban las tumbas? la de este príncipe, para ser más específicos. '

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"Actúas como si fuera un ser muy irrespetuoso con los tuyos. ¿Acaso no he sido de lo más civilizado antes?" Por supuesto, existen excepciones, pero si Aren no las conoce no tiene por qué acordarse de ellas. Y si él se acuerda... pues, mierda. Habrá que aceptar los detalles. De todos modos, no era el caso. Taco, planta, punta; se acerca a paso lento a su posición, la mirada paseando en cada detalle antes de volver a posarse sobre él. "¿Qué dices de mi intención de estar contigo? ¿Qué dice eso de mi?"

MAUSOLEO. "¿Tú? ¿Aquí?" cuestiona con una sonrisa irónica, el cigarrillo abandonando sus labios brevemente para soltar un poco de humo. No se pone de pie aún, al contrario: se acomoda en su asiento de piedra frente a uno de los mausoleos, paraguas en la otra mano, mientras pretende examinar con la mirada al contrarie. "Eres más respetuoso de lo que pensé. O más atrevido. Depende de tus intenciones en este lado del cementerio."

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"¿De verdad no quieres salir de Japón? Podríamos ir a, no sé, Beijing o algo por el estilo. ¿O quedan diablos conocidos en este infierno?" Es la verdadera interrogante. ¿Era el principio del fin, o el final del principio? Es difícil determinar en qué lugar se encuentran. La era de la que eran partícipes en ese minuto, no había durado los suficientes años para que se considere especialmente dramática, y aún así, los eventos habían sido tan súbitos que llamaban a prestarle atención. "Es una lástima despedirme de mis propios bienes, también, no me hagas pensar en los tuyos, además." Mucho más valiosos, en su opinión. "¿Sería muy difícil venderlos a distancia? Con un corredor de propiedades, tal vez."

📌 MAUSOLEO: “¿Osaka o Kyoto? ¿Cuál de las dos será más tranquila?” Su voz no termina de hacer eco en la soledad del recinto. A decir verdad, todo lo contrario. Tanta quietud le incomoda lo suficiente como para seguir hablando. “¿De casualidad no re interesan las bienes raíces? Tengo una propiedad en Adachi recién remodelada.”

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"Lamentablemente la inmortalidad, con tanto peligro cerca, no siempre significa para siempre." Y al fin y al cabo, fueron humanos en algún punto. Por muy inútiles que fueran los funerales, más para los vivos que para los muertos (o, en este caso, para los no-vivos), era de esperar que recayeran en esas costumbres. "Si yo muriera definitivamente, probablemente el viento se llevaría mis cenizas antes que cualquiera se diera cuenta que dejé de existir." O, en realidad, habían un par de Cainitas que probablemente le extrañasen antes de que eso sucediera. De todas formas, era poco probable. "¿De verdad quieres irte temprano durante una ceremonia tan importante?" inquiere, acercándose lo suficiente para divisar el bicho ilusorio. Era siempre un gusto ser testigo de disciplinas ajenas, quien fuera y cual fuera, aunque fuera lo mínimo. "Podría ser un evento histórico."

exterior del cementerio

espacios abiertos, suave brisa fría que acaricia su rostro mientras las pequeñas gotas humedecen sus cabellos sueltos. volvía a rechazar el tenerlo atado, el sentirse atada al pasado. más el mismo parecía siempre presente dentro de su cuerpo. esperaba a que hyojin regresara, no deseaba estar allí. oye unos pasos cercanos mientras juega con quimerismo, creando la ilusión de una mariopsa posada en su índice "al final si se hacían funerales" comenta rememorando una interrogante previa "¿crees que podamos irnos temprano?" voltea para dar cuenta que no era a quién esperaba, otra vez.

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Hace caso, aunque la gracia no abandona su semblante ante un actuar que es completamente esperable. "Qué insoportable eres," masculla, avanzando detrás de él hasta que llega ese momento en donde sus pasos se igualan y puede verle a la cara. "¿Escuchaste sobre el anillo de la Taumaturgia, o algo por el estilo? Mi plan es ganarlo y usarlo contigo." Estira una sonrisa, también de excelente humor, mientras desabrocha los botones de su saco, exponiendo su torso desnudo y, a su vez, el bolsillo interno, en donde se encuentran los cigarrillos y algunas cosas más. No sabe qué busca sobre él, pero si puede molestarlo o tentarlo, queda satisfecho. "Sí, sí, muy hilarante. Pendejo de mierda. Le prenderé fuego tan pronto lo vea." Pero no es cierto. De hecho, la hazaña había sido digna de admiración, si no lo hubiera dejado tan sediento de ganar, solo porque sí. Se preguntaba qué pensaría Tatyana de lo lejos que había llegado. "¿Qué tanto sabes de... estacar? ¿Lo harías? Quería mencionarte esto ese día que nos encontramos cuando me dejaron plantado, pero... no sé, siempre termino distraído con algo cuando estoy contigo."

Hay más fichas frente a Sergei de lo que hay frente a sus compañeros, y también, más colillas de cigarros en su cenicero. Otro cilindro más entre sus labios. Pero qué aburrido se ha puesto. Ante la mínima figura familiar, Sergei saluda con un efusivo reconocimiento. "¡Hey, pero mira quien viene por aquí!" Su excusa para salir de ahí, espera, o la opción de algo más divertido, en el mejor de los escenarios. "¿Vienes a soplarme los dados o es que cumplirás con tu promesa del otro día? No contestes, no te dejo opción," dice, juntando sus ganancias. "¿Dónde es que me querías mostrar?— Lo siento, caballeros," se despide del grupo, que observan la situación con disgusto. A nadie le gusta perder.

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Con una última mirada a la mesa sabe que alguno de esos humanos buscará vengar sus pérdidas, o como mínimo, buscar algo con lo que sentirse satisfecho por perder. Pero Sergei, sabiendo eso, se aleja sin problemas, rodeando a Eunseo con un brazo sobre los hombros. "¿Premiar con algo?" Ríe a labios cerrados, inquisitivo de ese algo, que debía poder llamarse de alguna forma y que ella no estaba mencionando. "¿Tengo algo yo que pueda atraerte?" La mano, cigarrillo entre los dedos, va directa a su bolsillo lleno de fichas, toqueteándolas. "Si me llega a faltar alguna de estas en el camino, me enteraré que fuiste tú, eh," bromea, permitiendo que ella sea quien salga primero y él siguiéndola detrás. Así la conoció, recuerda, en el robo de pertenencias humanas en una celebración que requería pintas formales, tal como aquella, aunque la energía era completamente diferente. "Linda, aunque tuvieras corazón, no tengo interés ni intención de jugar con él," replica, imitándole un poco en actuar. "Además, hasta donde sé, he cumplido con lo que he dicho. ¿O no es así?"

Hay más fichas frente a Sergei de lo que hay frente a sus compañeros, y también, más colillas de cigarros en su cenicero. Otro cilindro más entre sus labios. Pero qué aburrido se ha puesto. Ante la mínima figura familiar, Sergei saluda con un efusivo reconocimiento. "¡Hey, pero mira quien viene por aquí!" Su excusa para salir de ahí, espera, o la opción de algo más divertido, en el mejor de los escenarios. "¿Vienes a soplarme los dados o es que cumplirás con tu promesa del otro día? No contestes, no te dejo opción," dice, juntando sus ganancias. "¿Dónde es que me querías mostrar?— Lo siento, caballeros," se despide del grupo, que observan la situación con disgusto. A nadie le gusta perder.

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El cigarrillo se devuelve a sus labios cuando estos se encuentran en una sonrisa inspirada exclusivamente en la complicidad que comparten, y en lo rápido que ella ha captado la situación. "Si tengo suerte, alguno de ellos me irá a visitar en privado luego para darme una lección, y quizás me lleve un banquete." Sí necesitaba la coartada para escapar, pero casi puede prever la molestia en más de algún miembro de la mesa. Humanos temperamentales sobre su dinero, miserables vidas arruinadas por cuestiones que a él le afectaban muy poco. Da una calada, la última antes de acabar con la colilla bajo el pie. Ahí deja su mirada un segundo, mientras medita lo que le dice. "Tu astucia para oír cada cosa me sorprende, aunque no debería, siempre estás al tanto de todo." Su mirada ahora está sobre ella, y se acerca, deslizando una mano por su cintura. "Mientras lo que es yo he oído poco y nada. Creo que estoy perdiendo mi toque," lamenta, ganando seriedad poco después. "¿Qué tienes en mente? Podría cantar los propios temas de mi estimada, pero no sé qué tanto de lo que sé sobre ella sea real a este punto." Y tiene que admitir, está cansado de seguir perdiendo.

Hay más fichas frente a Sergei de lo que hay frente a sus compañeros, y también, más colillas de cigarros en su cenicero. Otro cilindro más entre sus labios. Pero qué aburrido se ha puesto. Ante la mínima figura familiar, Sergei saluda con un efusivo reconocimiento. "¡Hey, pero mira quien viene por aquí!" Su excusa para salir de ahí, espera, o la opción de algo más divertido, en el mejor de los escenarios. "¿Vienes a soplarme los dados o es que cumplirás con tu promesa del otro día? No contestes, no te dejo opción," dice, juntando sus ganancias. "¿Dónde es que me querías mostrar?— Lo siento, caballeros," se despide del grupo, que observan la situación con disgusto. A nadie le gusta perder.

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Un remezón más antes de alejarse, despegando su brazo de hombros ajenos en pos de acomodar el cilindro para tomar una calada. "Si terminas o no en un sucucho, eso depende de ti." Una plácida sonrisa se mantiene en su rostro, satisfecho con lo que estaba resultando de esa conversación. "Pero eso es un problema que se ve con los meses. Ya después de esto, o en unas noches, te puedo mostrar lo que ofrezco." Deja ir el humo con calma, estudiando los detalles de las muñecas de su traje antes de añadir. "¿Cómo lucen esos que te estafaron? ¿Están aquí dentro, decías?" señala, alzando la mano con el cigarillo y aplastando lo que queda de el contra la superficie de la puerta que, tenía la noción, contrario golpeaba antes.

"Bueno, haber dicho eso antes." Tiene un cigarro de muchos esa noche entre los labios, el recordatorio físico de que necesita hacer uso de sus inútiles pulmones. Deja caer un brazo sobre sus hombros, acercándose como si fuera a compartirle un secreto. La sonrisa no abandona sus labios. "¿No te interesaría vivir en otro lado? Adachi, por ejemplo, tengo un par de departamentos sin arrendar." Parece juego, por cómo lo dice, pero nada más cierto. "Si tu casero ya se parece a mi, entonces..." un apretón en los hombros. "Supongo que tendré que ayudarte a recuperar mi dinero."

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Es muy falsa la cara de pena que pone al resto de los hombres de la mesa como para que le crean el cuento, pero eso ya es problema de ellos. Sergei simplemente sale por donde su nuevo compañero le indica, con la calma de quien se ha deshecho de lo aburrido y ahora se dirige a lo bueno. "Sí, pero no te emociones. Una chiquita, nada más." Indica la pizca cerrando índice y pulgar frente al rostro ajeno, como si fuera a picarlo. Pero es solo el aire que pellizca, y luego se apresura a atravesar la puerta. Con suerte, los tipos seguirían en su juego y no prestarían nada de atención al idiota que se salió antes. Con más suerte aún, alguno acudiría a ellos con sed de venganza y se toparía con su perdición. Estúpidos humanos. "Estaba muy aburrido," contesta sin problemas. "Y lo cierto, es que no estaba ganando nada muy valioso. ¿Quizás debería ir por las apuestas grandes? Aún lo sopeso." Porque por mucho que quisiera ganar, ya está cansado de perder. ¿Y quién le aseguraba que esos Independientes no le robarían hasta el alma? "Tú no te ves muy entretenido tampoco. ¿Muchas pérdidas o simplemente esto no te interesa?" Aunque solo sacaba suposiciones.

Hay más fichas frente a Sergei de lo que hay frente a sus compañeros, y también, más colillas de cigarros en su cenicero. Otro cilindro más entre sus labios. Pero qué aburrido se ha puesto. Ante la mínima figura familiar, Sergei saluda con un efusivo reconocimiento. "¡Hey, pero mira quien viene por aquí!" Su excusa para salir de ahí, espera, o la opción de algo más divertido, en el mejor de los escenarios. "¿Vienes a soplarme los dados o es que cumplirás con tu promesa del otro día? No contestes, no te dejo opción," dice, juntando sus ganancias. "¿Dónde es que me querías mostrar?— Lo siento, caballeros," se despide del grupo, que observan la situación con disgusto. A nadie le gusta perder.