Él tútuaje
He fantaseado con un tatuaje en el antebrazo.
Mis manos resbalan del pilar que sostiene este cielo
voy de sacos al hombro rebotando contra las paredes, contra los jardines maravillosos.
Pensé que un símbolo en mi piel podría chasquearme los dedos y permitirme posar los pies sobre la tierra, de súbito, y recordar respirar, como lo hacía al principio, como lo hacíamos naturalmente al principio de los días.
Me rayaría para fortalecerme de mis noches a la deriva
para enderezar la postura
apagar las ansias
germinar las muertes
para plantarme de cara a los soles venideros.
Amanecer cuesta, amanecer duele.
Desgarro los hollejos que aun quedan
los arrojo después de atesorarlos entre mis manos
con un soplo largo y un suspiro hondo
tal como este dibujo alado me susurra.
Basta de excavar, oigo de su trino, hora de sembrar.
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