#tatuajes de palabras
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fragmentos-literarixs · 2 months ago
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Él es como el protagonista de una novela juvenil de las que tanto me gustan leer. Ingenuamente creí que podía ser inmune a sus encantos, pero sólo bastó que él me mirara para caer y ser una más de su lista.
Yo sabía que él iba a romper mi corazón, pero ya era tarde para intentar entrar en razón y alejarme, pues yo ya estaba bajo el encanto de su dulce voz y sus preciosos ojos.
Pero sólo fue eso, un encanto, porque nunca hubo algo profundo. Sus palabras me acariciaban la piel, pero nunca entraron a mi alma. Podía admirar sus tatuajes, reír por sus ocurrencias, copiar sus gestos, incluso cantar junto a él; pero nunca pude saber sus verdaderos sentimientos, y todo terminó en un juego.
Lloré, me frustré y me enojé, pero no sirvió de nada. La odié a ella, pero ella nunca tuvo la culpa, porque así como yo fue cautivada por sus encantos.
Después de todo, acepté que yo sólo fui otra chica más de la lista de caprichos de aquel chico lindo, y fue así como lo dejé ir para siempre.
— Rose Noire.
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melancolirio · 4 months ago
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Quería probar la tinta de tus tatuajes con mis yemas desnudas, pero me faltan diez vidas para alcanzar la tuya.
No sé de mitades, sé de silencios, y me sentía mejor imaginando el eco de tus respuestas a lo lejos.
Me quedé en el quizá de un "no" y en el porqué de un "tal vez". Queriendo alcanzar tus pensamientos en algún amanecer.
Me quedé en el recuerdo de tu risa y en el fondo de mis miedos, con palabras no dichas y dibujos mal hechos.
-An.
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mj-creativa · 5 months ago
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Me encanta como quedaron estos bocetos, cada vez que veo a 016 sin maquillaje es como ver a Sonic, de no ser por el tatuaje, la ropa y el color de ojos todos creerían que ella es Sonic. Ella es su viva imagen, después de todo ella es un clon de él, ha logrado confundir a sus enemigos gracias a que ella también tiene la misma voz que Sonic.
Sobre todo, a los amigos de Sonic, les habla desde un móvil y todos creerían que se trata de Sonic, sobre todo Tails y Amy son fáciles de engañar para ella.
Una vez ella fue donde Tails para acabar con él de una vez por todas, para así ahorrar la tarea de tener a un entrometido frustrando los planes de su creador, pero apareció en un mal momento, Tails se encontraba llorando y 016 bajo su arma, ella sintió pena por él.
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Tails trato de escapar, pero al notar que 016 no lo atacaría de verdad, se calmó y bajo solo un poco su guardia.
Tails entonces le conto en pocas palabras a su enemiga que él estaba enojado con Sonic, ya que Sonic siempre protegía a Tails, y no dejaba que él lo ayudara en momentos críticos, como en peleas demasiado serías y peligrosas, donde sus vidas corrían demasiado peligro.
Ella no entendía porque, pero sintió pena por el pequeño zorro, solo por esa ocasión no lo atacaría, clavo su arma en el suelo y le dijo que podía desahogarse con ella, ella podía actuar como Sonic. Tails solo debía gritarle a la cara todo lo que le molestaba de Sonic.
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Resulto que ella tenía a mano unos lentes de contacto y su peineta.
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kaos-literario · 14 days ago
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𝙣𝙪𝙣𝙘𝙖 𝙥𝙪𝙙𝙚 𝙨𝙚𝙣𝙩𝙞𝙧 𝙚𝙨𝙚 "𝙩𝙚 𝙖𝙢𝙤"
Fuimos tan jóvenes.
Nos escapábamos de clases para besarnos detrás de un limonero, y me abrazabas con tanta fuerza que no podía hacer otra cosa más que rendirme a la sensación de tus labios sobre los míos. Recuerdo el ardor en mi pecho, cómo mi corazón parecía derretirse con solo mirarte. Salía de casa una hora antes solo para buscarte, para caminar de la mano hasta la puerta de nuestra institución. Te reías tímido, sin mostrar los dientes, pero cuando algo te parecía realmente gracioso, achinabas los ojos de una manera que todavía puedo ver cuando cierro los míos.
Siempre me acuerdo de lo mucho que te traspiraban las manos y de los besos bonitos que me dabas. Todavía puedo sentir la calidez de tus palmas sosteniendo mis mejillas, la ternura de cada roce, el cuidado en cada regalo que me dabas cada mes que cumplíamos juntos.
Éramos tan niños, tan inocentes. Yo escapándome para verte, y tú, tan libre, sin que nadie se preocupara por ti. Me partía el alma que tu madre no te cuidara como debía hacerlo.
Tú lo llamabas libertad. Decías que a mí me faltaba más de eso y te burlabas con cariño. Yo me reía a carcajadas por tus insinuaciones de ser un hombre mayor, y tú me obligabas a callar con un beso.
Contigo fumé mi primer cigarrillo, sin imaginar que sería una condena de por vida. Pero en ese momento no me importaba. Solo quería estar a tu altura, ser tan grande como tú, presumir una edad que aún no tenía.
Me decías "Te amo" todo el tiempo. Cada día, a cada segundo. Y yo era feliz en ese sentimiento.
Pero cometí una atrocidad.
Te miré a los ojos, tomé aire y lo dije: "Te amo".
Y no era verdad.
Aún hoy me pregunto en qué momento decidí engañarnos. Tal vez fue en medio de una risa, en un beso demasiado largo o en el roce de tus dedos torpemente ansiosos sobre los míos. No lo sé. Solo sé que no te amaba. No de la manera en la que tú me amabas.
Yo estaba enamorada del sentir, pero no de ti. Me gustaba cómo achinabas los ojos, cómo me besabas, cómo me hacías reír. Me gustaba la idea del amor, la idea de pertenecer, la idea de ser parte de algo que parecía tan grande.
Han pasado doce años y todavía no encuentro las palabras exactas para describir lo que sentía por ti. Nunca lo entendí del todo. Pero me gustaba estar contigo. Me gustaba compartir silencios, escuchar tus historias sobre tu equipo favorito, sobre el tatuaje que querías hacerte, sobre lo aburridas que eran las clases de quinto año. Me gustaba verte reír cuando jugábamos ajedrez, porque decías que, aunque supiera jugar, siempre hacía trampa.
Y aún hoy sigo fingiendo no saber jugar, solo para hacer reír a alguien más de la misma forma en la que te hacía reír a ti.
La verdad es que me gustaba hacer trampa. Me gustaba verte negar con la cabeza, ver cómo se achinaban tus ojos cuando fingías estar molesto. Me gustaba cómo me obligabas a tirar las fichas y empezar de nuevo, solo para que al final, cuando yo ganara, me pidieras un beso y la revancha.
Fuimos tan jóvenes.
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coolpizzazonkplaid · 1 month ago
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La heredera del Infierno
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Linaje familiar
Lo que recordaba Adelina fue confuso. Percibió algunas sombras y figuras borrosas, escuchó el estruendo de un motor y volvió a caer inconsciente. Las pocas veces que tenía conciencia y sus oídos fueron azotados por distintas voces y ruidos atronadores. Sintió que la movían de un lado al otro como una bolsa de papas ocasionándole náuseas y la cabeza le dio vueltas.
Adelina despertó en un suelo de piedra, su cabeza estalló de dolor y la luz anaranjada lastimó sus ojos heterocromáticos. Trató de taparse cubrirlos, pero se percató de que sus manos estaban esposadas a su espalda. Su mente dio vueltas, las náuseas la invadieron como nunca antes y vomitó en una esquina. Intentó enfocar su visión.
Estaba en una celda. Una cama de madera destrozada se encontraba cerca de los barrotes, algunas cadenas y grilletes oxidados en la pared detrás de la muchacha. El suelo estaba sucio, manchas de sangre seca y huesos se desperdigaban alrededor y la tierra se acumulaba en las esquinas. Las antorchas y lámparas iluminaban el pasillo frente a la joven, del lado izquierdo solo había una pared de piedra y la derecha seguía hasta una puerta de madera. El aire destilaba un olor a putrefacción mezclado con el moho y la humedad generando un calor asfixiante.
Adelina intentó levantarse, pero se le dificultó con las manos esposadas y la pierna derecha le estalló de dolor. Se arrastró por el mugroso suelo hasta llegar a los barrotes de su celda, se puso de espalda y volvió a intentarlo. Apretó los dientes conteniendo un grito, lágrimas se derramaron por sus mejillas y cayó al suelo. Vio que su pantalón de camuflaje estaba manchado de rojo, deseó ver el tatuaje de su pierna y nuevamente, intentó ponerse de pie teniendo éxito. Rendida, posó la oreja en los barrotes oxidados, trató de escuchar cualquier ruido por más insignificante que fuera y se alejó, tras un par de minutos.
La muchacha vislumbró que todo su brazo estaba enrojecido por el tatuaje de la anatomía del esqueleto y parte del cuello le dolió cada vez que lo movía. Pudo escuchar el chirrido de la puerta de madera, el sonido de armas y voces. Se alejó de los barrotes conteniendo un grito por el abrupto movimiento al apoyarse en su pierna lastimada y se puso a la defensiva, mientras las pisadas se volvían más fuertes.
En las paredes del pasillo, la joven vio una silueta y luego, a Mateo usando una vestimenta completamente diferente a lo que recordaba en isla. Llevaba pantalones holgados y negros, una remera gris manga larga y botas de combate. Poseía un cinturón con muchos bolsillos, navajas, cuchillos y una pistola enfundada. La mirada amable y simpática de Mateo fue reemplazada por una piedra, sus ojos destilaron odio y se acercó a la celda. Detrás de él, había un desconocido y un par de soldados imperiales portando espadas. Uno de ellos sacó un conjunto de llaves y abrió la celda con un chirrido.
–¿¡ME VENDISTE!? –gritó Adelina–. ¡Hijo de puta!
Se abalanzó hacia Mateo tratando de asestarle una patada sosteniéndose con su pierna herida, pero el hombre tomó el tobillo de Adelina con toda su mano y la lanzó hacia la pared. Gritó, el dolor azotó su espalda y trató de ponerse de pie.
–Quédate quieta y no te hagas la peleadora –ordenó Mateo.
Adelina ignoró las palabras, pero el muchacho colocó la mano en el pecho de la joven y la empujó con fuerza dejándola contra la pared y el dolor de los tatuajes la azotó.
–¡Que te quedes quieta! –rugió y un escalofrío recorrió a Adelina.
–¿Quién sos? –pregunto mirándolo fijamente.
–Mateo –respondió sacando una gaza y un recipiente de alcohol–. Thorsen.
Le pasó la gaza húmeda sobre el brazo derecho, el ardor recorrió la piel pálida de Adelina y el olor a alcohol infestó su nariz. Mateo le quitó cuidadosamente la camisa de camuflaje, pasó la gaza por el hombro y parte del cuello tatuado. Una de las manos fue hacia la musculosa de la joven, lo alejó entre forcejeos y la detuvo dándole una bofetada.
–Si quisiera haberme aprovechado de ti –empezó el hombre–. Ya lo hubiera hecho. Tengo principios y además, eres de utilidad.
–¿En qué? –preguntó Adelina agresivamente.
–En los artefactos que encontraste –respondió y de sus bolsillos traseros sacó en un trapo envuelto la daga Sultin y la bolsa de runas de Kolbein–. Y en los planes de Shang Tsung y Quan Chi.
¿Quiénes eran esos dos? ¿Qué querían de ella? ¿La iban a vender? ¿A mutilar? ¿Qué hacían los soldados de Sindel en la Tierra? ¿Trabajaban por órdenes de ella o para Shang Tsung y Quan Chi? Pero otra pregunta invadió la mente de la muchacha ¿Dónde estaba?
–No voy ayudarte en nada –dijo Adelina.
–No me importa si lo quieres o no –gruñó entre dientes y la agarró por el cuello de la camisa–. Me tuve que contener de matarte y no voy a permitir que lo arruines todo por tus berrinches.
La muchacha mantuvo la boca cerrada, Mateo se levantó de la cama de madera, caminó hacia el exterior de la celda y la cerró abruptamente. Los soldados imperiales se mantuvieron firmes y sin mostrar alguna emoción, pero el desconocido miró la escena con diversión y le susurró sonriente algo a Mateo, mientras se marchaban.
Los soldados imperiales se quedaron imperturbables en sus puestos mirando a la joven. Empezó a contar los minutos sintiendo el aire pesado y caluroso, el sudor recorrió su frente y unas lágrimas solitarias cayeron por sus mejillas. Los momentos con Daniela y Mariano desde la infancia, los besos compartidos con Tomas y las salidas para ver las auroras boreales la invadieron entre su tristeza.
Contuvo el llanto, trató de limpiarse las lágrimas con la camisa de camuflaje y trató de enfocarse en cómo salir. Inmediatamente, los guardias se marcharon de sus puestos, Adelina se levantó a trompicones ayudándose como podía con las manos esposadas y avanzó hacia los barrotes de su celda. Intentó ver el pasillo, golpeó con el lado izquierdo de su cuerpo los barrotes, pero fue inútil y notó el sudor caer por su frente.
Adelina escuchó pisadas, se movió hacia la cama de madera y vio a un par de guardias diferentes posicionarse frente a su celda. Vislumbró que su pecho y clavícula tenían el tatuaje de la anatomía del esqueleto y mostraron un leve enrojecimiento.
Empezó a contar los minutos, movió su pierna sana arriba y abajo inconscientemente escuchando el crujido de la madera y los párpados le pesaron. El miedo la inundó, no iba a quedarse dormida en este lugar. La joven se levantó, comenzó a caminar por las cuatro paredes, sin importarle que la pierna derecha le doliera como el demonio y notó que los guardias la miraban con curiosidad. El cerebro de Adelina empezó a trabajar.
Los soldados tenían cambio de turnos, quizás en esos momentos tendría una ventaja para escapar, pero Adelina no sabía que camino tomar. Seguramente donde se encontraba sería un laberinto de trampas y era posible, que hubiera más que simples soldados y un par de hechiceros. Podría conseguir la llave y correr sin mirar atrás o fingir que aceptaba las condiciones y analizar los caminos posibles.
Las piernas le dolieron, el calor se le hizo insoportable y asfixiante y el estómago le rugió con fuerza. Intentó desviar su mente de cualquier cosa que no fuera comida, pero los ruidos de su panza no se lo permitían. Se recostó en el suelo sucio y observó las paredes de su celda.
Continuó contando los minutos, mientras trataba de colocar las manos esposadas delante de su cuerpo, pero sin resultado. En ese instante, escuchó el chirrido de la puerta, se levantó del suelo viendo al compañero de Mateo cargando un plato de plástico y un par de cubiertos. Los guardias le permitieron entrar a la celda, desenvainaron sus espadas lo más rápido posible y el desconocido hizo un ademán haciendo que los soldados regresaran a sus puestos sosteniendo el plato de plástico.
–Me llamo Dimitri –se presentó sonriéndole amablemente y sacó de sus bolsillos una llave.
Adelina le lanzó una mirada de odio y notó más su apariencia. Tenía el cabello cobrizo, los ojos azules oscuros como las olas y un pequeño hoyuelo se mostraba en su mejilla al sonreírle en su rostro redondo. Dimitri la volteó quitándole las esposas, pero antes de que Adelina pudiera alejarse, el muchacho tomó sus manos con una fuerza descomunal y su sonrisa se volvió oscura.
–Manos delicadas –dijo hipnotizado y Adelina forcejeó–. Destilas un aroma a jazmín… Va a ser divertido experimentar contigo.
La joven le escupió en el rostro y le propició una patada en el pecho. Uno de los guardias imperiales se preparó para atacar y Dimitri alzó la mano para mostrar calma. El otro soldado le dio a Dimitri el plato de comida, Adelina se percató de que era arroz y un trozo de pan y el hombre se lo tendió con amabilidad.
–Alejate, forro de mierda.
–Por más que luches, tú vas a cooperar –escupió Dimitri–. Ahora come.
La muchacha devoró el arroz y mastico con fuerza el trozo de pan duro. Dejó el plato limpio y se lo tiró a Dimitri. Uno de los guardias entró a la celda volviéndola a esposar, Dimitri se alejó cargando el plato vacío y los soldados se posicionaron en postura firme.
La comida le dio náuseas y tuvo un revoltijo en el estómago. Los párpados de Adelina comenzaron a pesarle, contuvo un bostezo y volvió a caminar escuchando a los guardias y contando los minutos hasta que hicieran el cambio de turno. No iba a quedarse dormida, con ese loco de Dimitri por los alrededores.
Las plantas de los pies le dolieron y los músculos gritaron por descansar. Adelina se recostó en el suelo mugriento, no supo por cuánto tiempo se mantuvo despierta, pero fue el suficiente para escuchar el cambio de turno y el cansancio la tomó por completo.
–Despierta –dijo una voz–. ¡Despierta!
El abrupto choque de los barrotes asustó a Adelina y vislumbró a los guardias abrir la celda. La tomaron por los hombros arrastrándola hacia el pasillo, forcejeó contra ellos usando sus pies como peso, pero lograron ponerla de pie y la obligaron a salir.
Los pasillos laberínticos estaban iluminados con antorchas y focos. Había cadenas y cajas de maderas desperdigadas por el suelo, las telarañas infestaban los techos y recovecos más oscuros y el eco de las pisadas era lo único oíble entre el silencio. Las puertas se parecían, pero algunas llevaban a lugares distintos y otras estaban abiertas mostrando un grupo de guardias con mapas, suministros y armas e incluso, sillas de pacientes repletas de sangre.
Adelina intentó buscar una ventana o una abertura que le indicara en dónde se encontraba. Entre los diferentes pasillos, pudo vislumbrar unos barrotes que mostraban el exterior y le pareció oír olas y gaviotas revolotear. Vio un cielo azul y varias nubes desperdigadas, barcos y lanchas moverse hacia el mar y llegar hacia la costa. Hubo varias banderas europeas en las embarcaciones, pero solo dos aparecían con más frecuencia… las banderas de Italia y Francia. Debía estar en el Mar Mediterráneo, pero ¿en cuál de todas las islas se encontraba?
El corazón de Adelina bombeó con más fuerza. Trató de luchar, pero uno de los soldados imperiales le dio un golpe en la parte baja de la espalda haciendo que soltara un quejido de dolor, la muchacha cayó al suelo y la arrastraron hacia una puerta en donde estaba Mateo y Dimitri teniendo una conversación. Al percatarse de la presencia de los tres, permitieron el paso dejando ver un laboratorio y el olor a moho y químicos invadió la nariz de la joven.
Frente a ella, un hombre de cabello negro hasta los hombros estaba a sus espaldas, mientras los guardias obligaron a Adelina a sentarse cerca de una mesa y le ataron unas cadenas alrededor del pecho. Se movió de un lado al otro tratando de zafarse de las pesadas ataduras, pero Mateo se acercó a pasos agigantados dándole una bofetada y Adelina le tiró un escupitajo.
–Eres una… –se preparó para darle un puñetazo.
–Mateo, suficiente –dijo el extraño y se dio la vuelta–. Más adelante, veremos si tus golpes funcionan. Dimitri, trae los artefactos y… por favor usa guantes o cualquier otra cosa para evitar tocarlos. Ya un par de guardias del General Shao murieron por su incompetencia.
–Está bien, Shang Tsung.
“Así que el General Shao también está metido en este lío” pensó Adelina. Pudo ver mejor los rasgos del hechicero, Shang Tsung. Poseía vestimentas amarillentas y marrones, sus ojos eran color chocolate y tenía una sonrisa engreída en el rostro. Adelina tuvo el impulso de sacársela a golpes.
–Espero que hayas dormido bien, señorita Adelina –dijo el hechicero.
Adelina no contestó, solo lo miró con odio. En ese instante, Dimitri trajo los artefactos de Hela, la bolsa de runas y la daga Sultin.
–Estuviste estudiando estos artefactos de… semejante poder –continuó–. También nosotros y creo que nos podemos ayudar.
–Jodete –soltó Adelina.
–Queremos ver su poder y darle un mejor uso –prosiguió Shang Tsung–. Podrían quitarte esas marcas en el brazo.
–Yo prefiero el asesinato –soltó Mateo mirando fijamente a Adelina.
–No voy ayudarte en nada –gruñó.
–Bueno –dijo Shang Tsung decepcionado–. Agárrale el brazo marcado y Dimitri trae tus herramientas.
–Con gusto –dijo el hombre.
Mateo le quitó las cadenas de su pecho y las esposas, Adelina quiso escapar, pero el hombre agarró con fuerza su brazo tatuado extendiéndolo por completo en la mesa y la joven contuvo un grito. Mientras, Shang Tsung cargó con un cuchillo y Dimitri sostuvo una caja de madera. La muchacha no pudo ver su contenido, el hechicero se acercó a ella y le cortó la palma. La sangre emanó de la herida manchando la mesa, mientras Mateo acercaba la daga cubriendo la hoja del líquido carmesí.
–¿Pasa algo, Dimitri? –preguntó Mateo.
–Todavía nada –respondió–. Ninguno de mis metales reacciona ni tampoco las plantas.
–¿Y si la cortamos con la daga? –preguntó Mateo a Shang Tsung–. Quizás tenga una mejor reacción.
El hechicero se quedó en silencio por un par de minutos.
–Hazle un corte usando la daga, pero evita que la tome –dijo el hombre.
Mateo apretó el arma con fuerza entre los trapos sucios e hizo un corte en el antebrazo de Adelina. La sangre brotó, el dolor recorrió cada parte del cuerpo de la joven e intentó alejarse de la mesa, pero el agarre fuerte de Mateo se lo impidió.
–Duele… –chilló Adelina.
–Hay un metal que reacciona –informó Dimitri–. Es el hierro y la flor se le está cayendo los pétalos.
Adelina no pudo contener más sus gritos y escuchó algo romperse. Parte de la mesa se rompió en miles de astillas y vislumbró hierro en forma de púas. El ardor en su mejilla la trajo a la realidad y el rostro enojado de Mateo fue lo primero que vio.
–Es increíble –susurró Dimitri–. Rompió toda una mesa. Hay que probar qué pasa si la lastimamos con el hierro.
–Primero hay que probar los límites de la daga y cómo extraer su poder –dijo Shang Tsung–. Lo necesitamos para Damashi.
–También para encontrar a la puta diosa –agregó Mateo–. Quiero mi venganza.
–Necesito la magia de Quan Chi –dijo el hechicero–. Su ayuda es crucial para estudiar estos artefactos. Por ahora, sigue haciendo corte en el brazo a ver cómo se desarrollan y evita que sean en zonas vitales. No queremos que nuestra única conexión con Hela se desangre.
Mateo asintió y acercó a la muchacha. Intentó alejarse, pero logró dejarla en la silla, le levantó la musculosa blanca y cortó la parte baja de su abdomen. Adelina sintió que miles de cuchillas se clavaban en su cuerpo, vio a Kolbein frente a sus ojos y abrió la boca manchada de sangre y un líquido negro para emitir un grito uniéndose al de la joven. Perdió la cuenta de los cortes y de cuánto tiempo estuvo chillando. Creyó haber perdido la voz, apenas pudo vislumbrar la habitación infestada de escarcha y pequeñas púas de hierro y su cuerpo entró en contacto con el frío suelo.
Sintió el tacto de Mateo sobre sus manos y el sonido de las esposas cerrarse en sus muñecas, el frío suelo raspó su piel pálida, las luces anaranjadas lastimaron los ojos de Adelina y le pareció escuchar la bocina de un barco, mientras sus párpados caían cubriendo su vista de negrura. El abrupto revoleo de su cuerpo al suelo sucio de su celda la despertó de su desorientación, los mareos tomaron su cerebro y trató de moverse, pero cayó inconsciente.
Unos pequeños golpes en una de sus mejillas la trajeron a la realidad, se alejó rápidamente al ver a Dimitri y trató de propiciarle una patada, pero el hombre le agarró uno de los tobillos y soltó un quejido por la fuerza con la que apretaba la extremidad.
–Vine a traerte la cena –mostró sonriente el mismo plato de plástico y un vaso de agua.
Dimitri le soltó el tobillo, mientras un guardia imperial le quitaba las esposas a Adelina. El hombre dejó el plato en la cama de madera, la muchacha se acercó tomando el plato lo más rápido que pudo y empezó a devorar el pan duro y el arroz. Uno de los guardias mantuvo su espada desenvainada y el otro estuvo cerca de Adelina ante cualquier movimiento que hiciera. Dimitri extendió una mano indicando que se calmaran y el soldado se dirigió a la entrada de la celda con su mano sobre la empuñadura de su espada.
–Tienes un maravilloso poder –dijo y acercó una de sus manos hacia el rostro de Adelina.
Lo apartó de un manotazo, Dimitri tomó sus mejillas con fuerza y la muchacha intentó rasguñarlo.
Esperó a que los guardias reaccionaran, pero se quedaron en sus puestos firmes como estatuas. Mientras que la otra mano de Dimitri, le corrió un mechón negro y la observó con detenimiento. Adelina luchó contra su fuerte agarre, pero apretó más sus mejillas obligándola a mirarlo.
–Hermosos ojos –susurró–. La heterocromía es fascinante y poco vista en la sociedad, por eso es hermosa. También, tus mejillas con pequitas son encantadoras como las salpicaduras de tinta.
La mano suelta de Dimitri bajó hacia los hombros de Adelina quitando apenas la camisa de camuflaje, observó con curiosidad las pecas de los hombros y la muchacha escuchó su corazón latir con más fuerza. Le dio manotazos una y otra vez intentando alejarse del fuerte agarre de Dimitri.
–Las pecas de tus hombros resaltan más tu belleza, Adelina –continuó y su mirada se posó en los ojos heterocromáticos de la chica–. Ahora, disfruta tu cena.
Dimitri soltó sus mejillas y Adelina se cubrió con la camisa hasta el mínimo rastro de piel. El hombre se marchó con una sonrisa orgullosa en el rostro dejando a los guardias en su vigilancia, mientras uno de los guardias la volvía a esposar entre los forcejeos que hacía ella. Los soldados cerraron los barrotes y se quedaron en sus puestos observándola sin parpadear. Adelina no se atrevió a cerrar los ojos, se mantuvo despierta contando los minutos y caminando hasta que los guardias hicieron el cambio de turno y aprovechó la soledad para buscar algo con lo que poder escapar y defenderse.
Escarbó por toda la celda. En los ladrillos de la pared, las cadenas oxidadas que colgaban, los recovecos, los barrotes y nada. Entonces se paró en observar la cama y vio clavos a medio salir, quizás la ayudarían con las esposas y una amenaza futura. El oído de la joven se agudizó lo máximo posible tratando de escuchar la mínima presencia de los guardias, de Mateo o… de Dimitri. El sonido de las pisadas hizo que se acomodara en el suelo frente al pasillo y mantuvo la cabeza gacha y una postura relajada.
El nuevo par de guardias estuvo frente a ella, Adelina se quedó en su posición tratando de mantenerse despierta y pensando en una manera de escapar. Tendría que hacerlo en un cambio de turno, quizás en la madrugada para evitar a la mayoría de los guardias y debía buscar algo más letal que un par de clavos con los que defenderse.
Siguió peleando contra el sueño, se pellizcó la pierna sana e intentó pensar en otra cosa, pero fue en vano. Su cabeza reposó contra el ladrillo y se sumergió en la basta negrura.
Adelina veía a un grupo de gente en lo que parecía ser catacumbas. Las personas estaban inclinadas a una estatua de Hela, recitaban oraciones en un idioma desconocido a oídos de la muchacha y uno de los presentes se acercaba al altar alzando sus manos.
–Hermanos míos –exclamaba enfrentándose a las personas–. Ha pasado poco desde la caída de nuestra diosa y señora y nuestros esfuerzos por localizar a su hijo Kolbein no han dado frutos. Ni siquiera tenemos la certeza de si está con vida.
–Deberíamos buscar en el Mundo Exterior –sugería uno de los presentes–. Es posible que el Príncipe de los Muertos se encuentre en la corte del emperador Jerrod y la emperatriz Sindel.
–No podemos entrar sin alarmar a nuestros enemigos –decía el hombre del altar–. Tenemos que seguir moviéndonos en las sombras.
–Entonces, hagamos brujería para invocar a nuestra señora –proponía otro de los seguidores–. Probemos magia de sueños o posesión. Probablemente, tengamos mejor resultado
Los susurros entre los presentes se esparcían como la pólvora ante las sugerencias.
El líder miraba pensativo a la multitud, empezaba a caminar en círculos y les daba la espalda a los seguidores contemplando la estatua de la diosa. El silencio podía cortarse con un cuchillo y todos observaban expectantes la decisión del líder.
–Está bien –decía volteándose–. Comiencen los preparativos para el ritual. Utilizaremos magia de sueños. La magia de posesión podría despertar la curiosidad de los demonios.
 Los presentes se inclinaban y recitaban:
–Por Hela y su sagrada ley.
Los seguidores se movían de un lado al otro colocando velas y cráneos de animales, pintaban un círculo con sangre y en el medio dejaban la daga Sultin entre miles de huesos, flores y piedras con runas nórdicas. Cada seguidor tenía en su frente la runa Ear, ᛠ. Se recostaban alrededor del círculo, empezaban a recitar un conjuro en un idioma desconocido y luego entonaban un poema:
–La tumba es horrenda para cualquier caballero, /cuando la carne empieza sin cesar, /a enfriar el cuerpo, la tierra elige/un oscuro lecho; la prosperidad cae, /la alegría pasa, los pactos son traicionados.
Adelina había caído en una negrura espesa y veía a los seguidores de pie. Abrían los ojos buscando a Hela, la llamaban y rezaban. En un momento, la figura de una mujer se hacía presente entre los seguidores, se encontraba recostada en un féretro unido a cadenas y decía:
–Los escucho mis leales seguidores.
–Mi señora –decía el líder y todos se acercaban–. Estamos aquí, díganos qué debemos hacer.
–Quieren traer a alguien de la muerte –exclamaba Hela entre quejidos–. Mi poder se desvanece y deben repartir el castigo.
–¿Dónde se encuentra, mi diosa? –preguntaba otro seguidor–. La ayudaremos y también, al Príncipe de los Muertos.
–La familia está a tres días al Norte –hablaba–. Mi poder…
–Mi señora…
–Abominación –susurraba Hela–. ¡ABOMINACIÓN!
El grito de agonía de la diosa había hecho retroceder a los seguidores y se quedaban impactados al ver a su diosa elevarse a la basta negrura rompiendo el féretro. Unas cadenas ataban sus extremidades irradiando naranja y verde y hacían gritar a Hela una y otra vez. Se retorcía, mientras su cuerpo se pudría lentamente y solo quedaba su llanto.
El recuerdo cambiaba a otro. Adelina se encontraba en una cueva diferente y veía la familia que le resultaba conocida. Los miembros cargaban el cadáver en el centro del ritual, juntaban las manos y empezaban a recitar un conjuro.
Inmediatamente, unos gritos de batalla azotaban la cueva. Los seguidores de Hela destruían todo a su paso y la madre intentaba cuidar el cadáver, mientras el padre y el hijo mayor peleaban. Uno de los invasores había logrado asesinar al hijo incrustándole una lanza en todo el pecho emanándole el líquido carmesí de la boca, la madre cargaba el cadáver y corría hacia la salida, pero uno de los fieles le había clavado su espada en el abdomen. El padre era el único sobreviviente y todos los fieles se abalanzaban contra él acuchillándolo hasta dejarlo sin vida.
–Por Hela y su sagrada ley –decían los seguidores.
Se marchaban dejando un baño de sangre y sin mirar atrás. Los minutos pasaban con lentitud y Adelina creía que se había quedado atrapada en el tormentoso recuerdo del pasado, pero sus dudas y temores se desvanecían al ver que el cadáver comenzaba moverse. Se quitaba las mantas sucias revelando a Mateo… con rasgos un poco más jóvenes. Miraba la masacre, sus manos se manchaban con la sangre de su familia, su expresión de confusión pasaba a una de terror y soltaba un grito desgarrador.
Adelina había perdido la noción del tiempo. Los días eran similares. Shang Tsung, Mateo y Dimitri no descansaban en sus experimentos retorcidos. Cada corte que le hacían con la daga era más brutal que el anterior, comenzaba a plantearse la idea de usar otros métodos e incluso, estudiar las runas de Kolbein, pero Shang Tsung había recalcado la necesidad de la presencia de Quan Chi.
Las muñecas le dolían y las esposas le enrojecían la piel. La celda se había vuelto fría, los dientes les castañeaban a los pocos minutos de entrar y la camisa de camuflaje no le brindaba tanto calor. El hambre la consumía por completo y solo se le calmaba cuando le daban pan duro y arroz. Los pocos minutos a solas que tenía, lloraba en silencio pensando en sus amigos y en Tomas y tarareaba las canciones que recordaba.
Algunas veces, Dimitri la observada comer, le tocaba los brazos y los hombros y Adelina trataba de alejarse de su repugnante tacto entre patadas y manotazos. Incluso, había intentado darle un cabezazo, pero lo había esquivado y le tiró el cabello negro como reprimenda. Desde ese momento, Adelina dormía menos y caminaba por más horas en la celda para combatir el sueño.
En uno de los días, ella despertó por los golpes de los barrotes de su celda, los guardias la sacaron a la fuerza y la arrastraron por los pasillos hasta llevarla a una habitación completamente diferente. Las paredes desprendieron un calor asfixiante, el cambio repentino del clima le dio vueltas la cabeza y Adelina tuvo que hacer un esfuerzo titánico para no desmayarse. Los soldados le quitaron las esposas, la encadenaron en una mesa de tortura extendiendo sus extremidades, la cabeza de la joven cayó sobre su hombro haciendo que el cabello negro tapara su visión.
–¿Pudiste averiguar bien la ubicación exacta del siguiente artefacto? –preguntó Shang Tsung y la muchacha observó a quién le dirigía la palabra.
–Encontrar el mapa indicado lleva tiempo –respondió Mateo revolviéndose el cabello castaño–. Y los estúpidos seguidores de Hela no dejaron una coordenada ni menos el nombre del sitio, pero lo seguro es que está aquí en la Tierra.
–¿Qué querés hacer? –preguntó Adelina.
–Cállate –vociferó Mateo.
La joven vio el origen del calor. Había un horno para fundir metales al rojo vivo y entre las llamas se encontraba la daga Sultin sin su color negro y plateado, sino anaranjado. Un soldado imperial la sacó usando pinzas, la dejó en una mesa de piedra y se marchó del lugar. Adelina comenzó a forcejear, pero Mateo le dio una bofetada desorientándola más y sus mareos se acrecentaron.
–¿Dónde está el estúpido de Dimitri? –preguntó Shang Tsung.
–Estoy aquí –respondió el hombre entre respiraciones pesadas.
–¿Qué hacías? –cuestionó Mateo.
–Preparar mis cosas –respondió Dimitri–. Tengo la reputación de ser un buen torturador con los elementos de la tabla periódica y quiero conservarla.
Sacó la caja de madera mostrando los metales y se sentó en la mesa revisando su contenido. Shang Tsung y Mateo observaron la daga detenidamente, el muchacho tomó guantes para el calor y dijo:
–No puedo creer que por varias horas esta cosa no se haya derretido. La colocamos ayer a la tarde a temperaturas altísimas.
–Significa que esa arma posee bastante poder y hay que estudiarlo –dijo un hombre–. Tu amigo y Damashi tienen razón de que los artefactos pueden ayudarnos a deshacernos de Liu Kang.
Adelina movió apenas su cabeza para ver de quién provenía la voz. Era un hombre aterradoramente pálido, sus ojos estaban pintados, se extendían por su cabeza calva y llevaba ropas azules y negras provenientes del Mundo Exterior.
–Es bueno verte, Quan Chi –dijo Shang Tsung.
–Probemos los poderes que posee –soltó el otro hechicero.
–Ya sabemos que tiene dos –informó Dimitri–. Manipulación del hierro y criomancia. Pero son débiles.
Mateo tomó la daga y la acercó a Adelina. Intentó alejarse, pero las cadenas se lo impedían, las extremidades estiradas le dolieron y el calor del arma se acrecentó. Vislumbró la sonrisa maliciosa de Dimitri, también las de Shang Tsung y Quan Chi, mientras Mateo la miraba con desprecio. La muchacha siguió moviéndose como un animal indefenso, el hechicero calvo elevó sus manos y emergieron un color verdoso y violeta. Su poder la inmovilizó por completo y Mateo colocó la hoja afilada y ardiente en el brazo tatuado de Adelina.
El dolor fue insoportable. Gritó y todo le dio vueltas. Recordó quemaduras que se había hecho alguna vez en su infancia o cuando comenzaba a cocinar, pero fue peor. Miles de agujas calientes e invisibles clavándose en su piel, mientras Mateo puso la daga en otra parte del cuerpo de Adelina y después en otra y en otra…
No supo cuánto tiempo estuvo chillando o si ya quedó completamente afónica. Las lágrimas cayeron en sus mejillas perdiéndose en el suelo sucio, alzó la cabeza y vio a los muertos. Sus padres sangrando por las heridas de bala, Kolbein con su herida en el abdomen, distintos hombres y mujeres desconocidos gritando al mismo tiempo y Hela pudriéndose. La negrura invadió la visión de Adelina, el ruido se convirtió en un pitido, las voces de los cuatro hombres dejaron de tener sentido ni comprendió lo que le decían. Un ardor en su mejilla la azotó.
Su cuerpo le pareció plomo, el suelo caliente la recibió y soltó un gemido de dolor. Los ojos avellana de Mateo estuvieron en el campo de visión y la zarandeó varias veces, mientras le decía cosas que Adelina no logró comprender. Alguien le tiró agua para hacerla reaccionar y los ojos de la joven se cerraron por completo.
El suelo raspó su cuerpo y la lanzaron como un saco de papas hacia la fría celda. Adelina se arrastró como pudo hacia la pared, se recostó tratando de no apoyarse del lado derecho de su cuerpo y con las pocas fuerzas que tenía, observó las quemaduras desperdigadas por su brazo y abdomen. Las muñecas y hombros le dolieron como nunca por culpa de las esposas y cerró los ojos soltando un gran suspiro. Inmediatamente, el eco de un chirrido se escuchó por la celda y Dimitri apareció cargando un plato de comida y un pote.
Los guardias imperiales, como era costumbre, le quitaron las esposas a Adelina y Dimitri le acercó el plato. La muchacha devoró el arroz y el trozo de pan duro, tembló del frío y se cubrió con la camisa de camuflaje, mientras Dimitri la observaba. La chica se alejó dejando el plato a un costado y el hombre abrió el pote.
–Si no te pongo esto las quemaduras se infectarán –dijo sosteniendo el recipiente de plástico–. No quiero soportar las quejas de Quan Chi y Shang Tsung.
–Yo me lo pongo –gruñó Adelina agarró el pote y se pasó la crema por las quemaduras.
Soltó una mueca disgusto al tocar las heridas, pero intentó no mostrar más emociones. Se cubrió más con la camisa y se alejó más de Dimitri.
–Podría conseguirte unas mantas –dijo guardando el pote–. Si haces algo por mí, obviamente.
–Prefiero morir de hipotermia que necesitar algo de vos –escupió Adelina.
Dimitri la tomó por el cuello e intentó rasguñarle la mano.
–Te estás congelando en este lugar asqueroso –mostró los dientes–. Apenas te toqué y eres un cubo de hielo.
–No me importa, forro.
La muchacha le tiró un escupitajo, Dimitri gruñó y la lanzó hacia la pared. Los guardias la volvieron a esposar y, en ese instante, una idea cruzó por la cabeza de Adelina. Las mantas serían una buena tapadera durante la ausencia de los guardias en el cambio de turno, tendría una gran posibilidad de escapar sin ser detectada. Pero debía mantenerse despierta y escuchar los cambios en la noche.
Dimitri se fue entre maldiciones dejando que los guardias la vigilaran. La joven tembló del frío y se acomodó contra la pared. Su mente la llevó devuelta a Daniela, Mariano y Tomas, cerró los ojos conteniendo el llanto y cualquier moqueo.
Adelina veía a los seguidores de Hela completamente diferentes a la última vez. Había varias lápidas y nombres de fieles ya muertos en la cueva. Todos estaban arrodillados frente al altar de Hela y el líder se ubicaba detrás de la estatua de la diosa.
–Hermanos míos –empezaba alzando las manos–. Hemos estado por varios años buscando a nuestra diosa y señora, pero no hemos tenido resultados. Nuestra búsqueda con el Príncipe de los Muertos ha quedado en un punto muerto y necesitamos reorganizar nuestras fuerzas. Alguien nos está diezmando.
–¡Mi señor! –decía una de los fieles entrando a la cueva–. Encontramos algo en las cercanías de un pueblo a una semana de aquí. Está relacionado al Príncipe de los Muertos.
Todos los presentes se levantaban con rapidez y se marchaban de la cueva cargando cada suministro que podían los caballos. Cabalgaban entre la tormenta dejando atrás posadas y campos, llegaban a su destino… la cabaña de Kolbein.
Los seguidores bajaban de los caballos, se acercaban a la desastrosa estructura y hacían un perímetro. Entraban al hogar, sus rostros se mostraban inexpresivos ante lo que veían y empezaban a hurgar. La mesa destrozada, la sangre en la pared, los pedazos de hierro incrustados en el suelo, las manchas negras en la madera por quemaduras.
–Mi señor –decía uno de los fieles–. El Príncipe de los Muertos tuvo un heredero.
Su mano señalaba la cuna intacta al lado de la cama de paja.
–Debió haber escapado en la pelea –susurraba el líder–. Esperemos por Hela, que haya tenido suerte la madre y el pequeño.
–¡Mi señor! –gritaba un fiel a las afuera de la cabaña–. Hay restos.
Todos los que se encontraban en la cabaña, salían desesperados y se acercaban a donde estaba el seguidor. Había una tumba abierta, un cuerpo en estado de descomposición y los seguidores se arrodillaban susurrando oraciones. El líder tomaba de los restos de Kolbein la daga Sultin y su bolsa de runas, las guardaba entre trapos sucios y otro seguidor cargaba el cuerpo del Príncipe de los Muertos.
El recuerdo cambiaba a otro. El líder de los seguidores poseía en sus manos la corona de púas de Hela y la colocaba en un cofre de piedra con runas nórdicas. Los demás fieles salían de la caverna, llegaban a lo que parecía los restos de una fortaleza china y se arrodillaban en la entrada susurrando una oración.
Los fieles se quedaban a descansar en una cueva, un par vigilaba gracias a las llamas de la pequeña fogata y un leve viento frío se elevaba apagando el fuego. Uno de los seguidores se alejaba del grupo tratando de escuchar el mínimo ruido insignificante, observaba cada árbol buscando algo fuera de lo común y se daba la vuelta para volver a su puesto.
Rápidamente, una figura le atravesaba el pecho con una espada. El seguidor apenas pudo vociferar.
–¡Nos atacan!
La figura tomaba la forma de Mateo. Los seguidores de Hela empezaban a pelear contra él, pero había desaparecido en una maraña de sombras y volvía aparecer clavando su espada en el cuello de otro fiel. Lanzaba la oscuridad hacia un seguidor frente suyo segándolo, se abalanzaba hacia él con un rugido y le cortaba la cabeza.
Uno a uno, los seguidores de Hela iban muriendo, Mateo cortaba y embestía sin un ápice de respiro dejando un baño de sangre y extremidades esparcidas manchando la nieve blanca. El muchacho se revolvía el cabello castaño soltando una exhalación, se sentaba en un tronco y observaba a un seguidor moribundo.
–Pagarás… por lo que hiciste –susurraba y la sangre salía de su boca manchando las botas de Mateo.
–Ustedes, primero y su diosa de mierda –gruñía clavando la espada en el cuello del seguidor–. Por mi familia.
El golpe de los barrotes de la celda despertó a Adelina y los guardias la llevaron a una habitación diferente a la del día anterior. Los hechiceros le hicieron un chequeo que duró todo el día. Shang Tsung estudió sus ojos, la textura de la piel pálida de Adelina, los músculos e incluso, sus dientes teniendo que contener el impulso de darle una mordida o un escupitajo. Una pequeña parte de su interior, le alegró no tener que soportar cortes, quemaduras o nuevos métodos de experimentación.
Se puso tensa al sentir la mirada asquerosa de Dimitri durante todo el chequeo. Se cubrió con los restos de la camisa de camuflaje, pero parecía que el hombre le divertía verla en ese estado de desesperación. Le extrañó que Mateo no estuviera presente, quizás no hacerla sufrir y chillar no lo entretenía o simplemente, no se había enterado.
Adelina mantuvo la boca cerrada durante todo el día y no se atrevió a dirigirle la mirada a los hechiceros ni a Dimitri. Los guardias imperiales la arrastraron hacia la celda y la muchacha intentó memorizar los pasillos y los pequeños recovecos en los que esconderse cuando escapara. El frío del lugar invadió cada parte de su cuerpo, los dientes de la joven castañearon con fuerza y su cuerpo tembló como una hoja. Se sentó en el suelo apoyando la espalda contra la pared y empezó a contar los minutos.
El chirrido de la puerta azotó cada rincón del sitio, las pisadas se volvieron más fuertes y Dimitri apareció con una sonrisa engreída trayendo su comida. Los guardias abrieron la celda, le quitaron las esposas y el hombre entró. Adelina se frotó las muñecas adoloridas y tomó el plato de plástico devorando su contenido. Los soldados mantuvieron sus manos en las empuñaduras de las espadas y se ubicaron en la entrada de la celda.
–Mi oferta sigue en pie –soltó Dimitri sonriendo.
–¿Qué querés? –preguntó Adelina evitando su mirada penetrante. El arrepentimiento la inundó.
–Soy un hombre de gustos y placeres sencillos –dijo Dimitri acercándose a la muchacha con lentitud–. Muchachos, por favor traigan unas mantas a esta chica. Se está helando aquí.
Los soldados asintieron y se dirigieron hacia la puerta. Los ojos azules oscuros de Dimitri se enfocaron en la joven, sus dedos le tocaron el cabello negro como la tinta y tembló. Tomó un mechón aspirando el aroma, lo enredó juguetonamente y lo soltó acercándose más a la chica.
–El jazmín tiene un aroma exquisito y más en una mujer hermosa –susurró Dimitri, una de sus manos tocó sus mejillas pecosas y bajó hacia los labios–. Carnosos y suaves…
Las manos del hombre bajaron hacia el pecho de Adelina y luego, hacia las caderas apretándolas con fuerza. La muchacha le dio una bofetada, le golpeó el pecho una y otra vez tratando de alejarse, pero Dimitri no reaccionó en lo más mínimo y milagrosamente, las pisadas de los guardias hicieron que el agarre del hombre se aflojara hasta poder librarse. Los soldados aparecieron cargando un par de mantas, mientras Adelina se alejaba temblando y cubriéndose como podía.
–Aquí está lo que pidió, habitante de la Tierra –dijo uno de los soldados
–Dicen que la paciencia es una virtud –susurró Dimitri–. Cuando los hechiceros terminen contigo y antes de que Mateo decida matarte, nos vamos a divertir mucho.
Uno de los soldados volvió a esposar a Adelina, mientras el otro la cubría apenas con las mantas. Dimitri se marchó dándole una sonrisa retorcida, un escalofrío recorrió la espalda de la muchacha y su ansiedad por escapar aumentó.
Los guardias se pusieron firmes, Adelina se recostó contra la pared contando los minutos y mantuvo una postura relajada y los ojos entreabiertos. Agudizó el oído ante cada diminuto sonido, el tiempo se volvió eterno y la joven tuvo que hacer un esfuerzo titánico de no mover su pierna o cualquier otro músculo del cuerpo.
Las pisadas de los guardias dirigirse a la puerta la aliviaron, pasó sus manos esposadas sobre la parte bajo de sus piernas y las colocó en su pecho. Buscó en la vieja cama de madera un par de clavos, sus dedos fueron hacia la cerradura de las esposas, empezó a maniobrar con uno de los clavos para quitárselas escuchando el leve sonido del mecanismo y se las quitó. Inmediatamente, acomodó las mantas para darle su apariencia, ocultó las esposas y se aproximó a los barrotes de su celda. Empezó a maniobrar la cerradura usando el clavo oxidado y mantuvo el oído agudizado.
Al escuchar el clic, el corazón de la muchacha dio un salto, abrió la puerta y la cerró haciendo el menor ruido posible. Salió del sitio caminando con todos los sentidos en alerta, se camufló en las sombras recordando su entrenamiento con los Lin Kuei y apretó con fuerza los clavos. Los pasillos laberínticos confundieron a Adelina, trató de rememorar y abrió las tantas puertas desperdigadas entre bifurcaciones y caminos sin salida.
Se escondió entre las polvorientas cajas de maderas ante la presencia de soldados del Mundo Exterior y le pareció vislumbrar mercenarios portando armas de fuego. Una de sus manos fue hacia su boca tratando de acallar su respiración y contó los segundos escuchando la conversación de los guardias y rezando para que no la encontraran. Las voces se volvieron más lejanas, Adelina levantó apenas la cabeza sin encontrar ningún guardia y siguió caminando entre los confusos pasillos.
Entre las tantas puertas cerradas, Adelina encontró una abierta y entró sin dudar ni titubear. La luz anaranjada de los focos iluminó la habitación, el miedo recorrió cada parte de su cuerpo y caminó lentamente hacia la pared. Había fotos de ella desperdigadas, cada una era de su vida cotidiana en Buenos Aires. Fotos de ella con Mariano y Daniela riendo, fotos saliendo de su edificio y otras tantas dispersas. Papeles estaban unidos con un hilo rojo, otros eran documentos de personas desconocidas y un gigantesco árbol genealógico se imponía frente a los ojos de la joven.
Adelina analizó con cuidado el árbol y los integrantes de la familia. Iniciaba con Alarik y la diosa Hela, la línea negra bajaba hacia el nombre de Kolbein y Siriana y se encontraba el de Siriana. El árbol genealógico iba extendiéndose entre diferentes miembros hasta llegar a los nombres de los padres de Adelina, Ricardo y Elena Acosta y debajo estaba el de la joven… Era imposible.
Sus ojos buscaron alguna información de sus padres y encontró fotografías de su asesinato, del Viejo Mario y grandes expedientes. Tomó algunas hojas y el árbol genealógico, salió lo más rápido posible del lugar y el corazón se le salió del pecho al ver un guardia imperial.
–¡Alto! –gritó desenvainando la espada.
Se abalanzó hacia la muchacha y esquivó la hoja. Le propició una patada en el costado desprotegido, el guardia trató de agarrarle el cabello negro, pero la muchacha le asestó un puñetazo en la nariz y trató de sacarle el arma. El soldado imperial la empujó haciéndola caer en un conjunto de cadenas, el dolor azotó la parte baja de su espalda y se levantó tambaleante. Tomó una cadena y la envolvió en su mano.
Se abalanzó contra el guardia esquivando una embestida de su espada y pasó por debajo de sus piernas. Adelina se subió a su espalda como un koala, rodeó la cadena en el cuello del soldado y comenzó a tirar con todas sus fuerzas. El guardia soltó quejidos, sus dedos tocaron la cadena tratando de quitársela y la joven volvió a tirar con más fuerza soltando un gruñido animal. Cayeron al suelo y el soldado continuó luchando, pero Adelina notó que el forcejeo del hombre fue haciéndose más débil hasta cesar.
La muchacha apartó el pesado cuerpo soltando una respiración pesada. Se levantó entre quejidos, empezó a correr, las voces se volvieron más notorias y su corazón salió de su pecho.
–¡Ahí está! –gritó una voz.
Adelina volteó la cabeza. Un grupo de guardias se aproximó hacia ella, corrió a toda velocidad sin importarle la dirección en que los pasillos la llevaban, cualquier bifurcación le sería de mucha ayuda. Se dirigió hacia el pasillo derecho con la esperanza de sacarse a los guardias de encima, pero no esperaba chocarse contra algo duro. Cayó al suelo soltando un quejido y el corazón de Adelina se detuvo.
Los ojos avellana de Mateo se posaron en ella, destilaron sorpresa y odio, la muchacha usó las palmas de sus manos para retroceder. Pero el hombre caminó tomando una pistola y con un gruñido, le golpeó en la frente con la culata llevándola a la negrura.
Las voces le sonaron confusas. Su visión fue borrosa, las siluetas se movieron de un lado al otro, trató de hacer que sus extremidades reaccionaran, pero ninguna le respondió y pudo escuchar fragmentos de conversaciones.
–No es buena idea…
–Yo me encargo… va a ser divertido…
–Haz lo que quieras…
La frente le estalló de dolor, intentó tocarse la frente, pero el sonido de cadenas fue lo único que escuchó y se percató de que tenía una cinta en la boca. Alzó la cabeza, las esposas estaban unidas a cadenas contra la pared. Intentó levantarse, pero sus fuerzas se desvanecieron al sentir una bofetada y la muchacha abrió los ojos como platos.
Un hombre encapuchado de pies a cabeza le quitó la cinta de la boca y Adelina tuvo que contener quejido de dolor. La miró fijamente analizando cada parte de ella y se enfocó en los papeles que cargaba.
–Adelina Acosta –empezó el hombre mostrándole apenas los documentos a la chica–. Nacida en Rosario, Provincia de Sante Fe, Argentina; hija de Ricardo y Elena Acosta y huérfana tras sus asesinatos por unos estúpidos narcos contratados por nosotros. Lo que nos dejó de enseñanza de nunca dejar el trabajo a otros.
–¿Qué querés decir? –cuestionó Adelina en un susurro.
–A la edad de diez años, te fugaste del orfanato en el que residías con tu amiga, Daniela Ramoter–prosiguió enfocándose en los papeles–. Criada por Mario Vandetti y conviviendo con el estúpido de Mariano Baldor. Eres arqueóloga, artista e investigadora privada. También, descendiente de Hela, diosa de los muertos y antigua gobernante del Infierno.
–Mentira –gruñó la muchacha–. Ella me maldijo y tengo estas marcas en el brazo y la pierna.
–Lo que tienes es un símbolo de esa diosa de porquería –dijo el hombre elevando la musculosa blanca destrozada y sucia–. Significa que su sangre corre por tus venas.
–Mentís –vociferó Adelina–. No es verdad.
–Por desgracia, tengo la razón –argumentó con calma–. Tienes sangre de una diosa y una muy poderosa. Me alegro de haber sido testigo de su caída.
La afirmación la tomó por sorpresa.
–¿Eras vos…? –preguntó Adelina–. ¿Hiciste vos la revuelta?
–Fui uno de miembros y con orgullo –respondió sonriente–. Soy Nyagust, antiguo miembro de la revuelta del Infierno. Humillé y encerré a Hela, porque se lo merecía. Su estúpida forma de gobernar me daba arcadas y más demonios compartían mi sentimiento. Agradezco a Damashi, su último empujón con la magia para dejar a Hela sin fuerzas y encadenarla.
–Entonces ¿para qué me querés? –cuestionó Adelina. Cada palabra que salía de la boca le resultó imposible de creer.
–Porque hay un poder dentro de ti –respondió tocando el pecho de Adelina con el dedo índice–. Además, eres la única que puede tocar los artefactos de Hela y su asqueroso hijo sin morir en el intento. Y necesito la magia que poseen dentro.
Muchos sucesos se conectaron en su cabeza. Las visiones y sueños, las alucinaciones de los muertos, la criomancia, la manipulación del hierro. Trató de meterse en la cabeza que era una mentira. Que querían hacer otras cosas repugnantes con ella, pero le resultó imposible de creer.
–No sé a qué te referís.
–Sí, lo sabes –dijo Nyagust–. Lo sabes dentro de ti, por más que lo niegues. Disfruta de lo que te queda de vida. Romperte va a ser divertido y serás nuestra buscadora del tercer y último artefacto.
–No voy ayudarte en nada.
–Muy tarde.
Nyagust comenzó a reírse, mientras se marchaba de la celda. La puerta hizo su chirrido característico, Mateo apareció ordenando a los guardias que se marcharan, se acercó revolviéndose el cabello castaño y se sentó en la cama de madera. Adelina lo enfrentó, sin pensarlo le tiró un escupitajo, el muchacho soltó una mueca, le dio una bofetada y luego otra y otra… Se detuvo y volvió a sentarse en la cama de madera soltando una exhalación.
–Vos mataste a Kolbein –afirmó Adelina–. Y a los seguidores de Hela.
–Lo hice –dijo Mateo–. No me arrepiento de haberlo hecho.
–Hela mató a tu familia ¿verdad? –preguntó la joven.
–¿Cómo lo sabes? –cuestionó Mateo en un tono oscuro, pero luego soltó una risa pequeña–. ¿Usaste algún truco o te lo mostró Hela?
Adelina guardó silencio y siguió enfrentando con la mirada al hombre.
–Mi familia estaba pasando un mal momento, en plena Edad Media –empezó Mateo–. Todos trabajábamos para traer un plato de comida, pero me enfermé de gripe. En ese momento, no existía una cura y mi familia intentaba de encontrar cualquiera que pudiera ayudarme. A las pocas semanas, morí y mi familia convocó a Hela para que me resucitara.
–Pero ella se negó –dijo Adelina.
–Mis padres trataron de convencerla –continuó Mateo–. Entonces, decidieron la resurrección, pero sus seguidores se enteraron y… –soltó una risa pequeña–. No sé cómo lograron encontrarlos y los masacraron. A pesar de eso, resucité… Por un tiempo, me maldije a mí mismo por sus muertes, pero fue gracias a Damashi que vi la verdad…
–¿Cuál es esa verdad? –cuestionó Adelina.
–Por culpa de tu miserable familia, la mía está muerta –gruñó Mateo apretando las mejillas pecosas de la joven–. Entonces decidí masacrar, lo que esa diosa asquerosa más amaba y era a su preciado hijo y fieles. Damashi me contó sobre la revuelta del Infierno y que Nyagust me ayudaría a exterminar todo el linaje. Por desgracia, toda tu familia logró ocultarse bastante bien por toda Europa y huyeron a un país tercermundista de Latinoamérica.
–Hijo de puta –escupió la joven.
–Maldice todo lo que quieras, en tu mente –dijo Mateo sacando un trozo de cinta y se la colocó en la boca–. Por ahora, descendiente de Hela, necesitas prepararte para los siguientes experimentos.
El muchacho se levantó de la cama de madera y antes, de irse dijo:
–Me agradas, Adelina. Hubiéramos sido algo más en otro mundo… Pero tu sangre inició esto y me voy a vengar.
El chirrido de la puerta se escuchó por todo el lugar, la voz de Dimitri le causó escalofríos y empezó a forcejear con las cadenas y esposas, pero sus fuerzas la habían abandonado.
–Te lo juro, Julius –dijo Mateo entre gruñidos–. Si la llegas a lastimar o solo propasarte con ella, estás muerto. La necesitamos lo más sana posible. Los guardias me dijeron que estuviste con ella cuando escapó y que hacías cosas.
–Detesto que me llames por mi nombre –dijo Dimitri–. Y dos, eres un maldito hipócrita. Escuché como le dabas una golpiza, pero como mi jefe voy a intentarlo… Aunque no prometo nada.
Mateo le lanzó una mirada de disgusto y se fue del lugar. Dimitri sonrió victorioso soltando una risotada engreída, se sentó en la cama de madera y luego se acomodó al lado de Adelina pasando un brazo sobre el hombre de la joven. Intentó apartarse de su tacto, pero Dimitri mantuvo su agarre y la obligó a lo mirara.
–Ahora sí –susurró y sus labios se posaron en la mejilla pecosa de la muchacha. No eran los labios cálidos y reconfortantes de Tomas–. Me moría por hacerlo.
Adelina rememoró sus momentos con el muchacho Lin Kuei. Las palabras dichas, las comidas que compartieron y los besos a escondidas. Los labios de Dimitri fueron bajando cada vez más y la muchacha siguió luchando contra su agarre. Inmediatamente, el hombre detuvo las caricias incómodas y la admiró.
–Es una pena que tanta belleza –dijo el hombre quitando los mechones negros y apretó con fuerza el cuello de Adelina–. Esté derrochada en ti. Pero voy a disfrutar lo que queda de tu vida.
Le soltó el cuello y el aire invadió sus pulmones. Dimitri la observó por varios minutos, pero Adelina miraba un punto fijo del pasillo tratando de mantener sus emociones a raya. Dimitri cayó dormido con la cabeza recostada contra la pared y una de sus manos ubicada en la cintura de la muchacha.
En ese momento, las lágrimas mojaron sus mejillas y parte de su musculosa, el llanto fue callado por la cinta en su boca y tembló sin parar. No supo cuándo sus ojos se cerraron, mientras recordaba a Tomas, Daniela y Mariano.
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misdedostienenvidapropia · 4 months ago
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¿Sirve el ácido para las manchas?
Cada vez que intentas persuadirme con esas palabras, con las mismas sucias palabras, que al comienzo eran aliento de vida, se va muriendo un poco más en mi corazón la dicha de haberte conocido. Hálito pestilente engendrando suspiros. Sentimientos sin sentido, la lógica de todo lo que tiende a desaparecer, de lo que nace sin futuro, de lo que nunca quiso ser concebido. Como el reflejo desfigurado en un espejo empañado, que al pasarle la mano una y otra vez nunca muestra su verdadera cara, apariencia brumosa que se descascara como pintura añeja y siempre vuelve al mismo estado de deterioro, imagen de grafito que intento borrar a la fuerza como quien quiere quitarse de la piel un tatuaje mal hecho con un melgacho, cuando ya no funciona el olvido y su efecto abrasivo, cuando recordar regenera lo podrido. Te deshaces, demasiado lento, más de lo que quisiera, como cualquier visión de algún falso profeta con la resistencia de una fe que no movió ninguna montaña. Qué extraña y triste es la esperanza idiotizada, ciega, tan sorda y ensimismada, que para no enfrentarse a sí misma, se engaña. Qué áspera es la espera de quien aguarda lo que nunca llega, si ya te había dado la bienvenida, y tú, ocaso y despedida. Memoria Selectiva.
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raincherr-y · 11 months ago
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EL HOMBRE QUE MÁS AMÉ
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Hoy volví a tomar el lápiz y el papel y entre el vaiven de sentimientos escribo a quien más amé.
Los 100 km o las 3 horas ida y vuelta fueron la escusa para que te fueras.
Tus palabras no tengo tiempo se volvieron rutinarias en nuestras diarias conversaciones; "lo entiendo y lo comprendo" eran las mías, acompañadas con "no te preocupes mi amor" mientras cada día contaba los segundos en que se terminé al fin la distancia que nos separaba.
Las lágrimas desde hoy se convierten en mis acompañantes de almohada, y «Déjenme llorar» de Carla Morrison mi canción de cuna.
Te excusaste con decirme que no era para siempre, pero nunca me advertiste que sería tan pronto, me dejaste con sueños inconclusos que teníamos juntos... o tal vez aquellos solo eran míos.
Aún no veía el amanecer tomando tus manos, aún no probaste la comida que estaba ensayando, aún no te canté al oído el amor que sentía, ni bailamos en la madrugada mientras nuestras miradas se cruzaban.
Te faltaron por cumplir muchas cosas y a mí me faltaron por decir muchas otras.
Pero ahora con el cuerpo ardiendo, y el pecho hueco sigo en la negación que todo se terminó, es por eso que no puedo brindarte una linda despedida de nuestra historia de amor.
Es difícil describir al hombre que más amé, solo puedo decir que estaba segura a su lado, que sus brazos rodeaban y cubrían mis miedos, que sus besos se llevaban mis dudas y su risa era la melodía que repetía en mi mente todos los días.
Ahora me matan los recuerdos, siento que me desvanezco y pierdo fuerzas en cada letra que sale ahora de mi boca.
Mis amigas dicen que llore, que te saque en cada grito, que me olvidé de todo lo que siento. que pueda decir tu nombre sin llorar; sin que se me desgarre el cuerpo cuando te recuerdo. Extrañarte, amarte, y recordarte desde el jueves se convirtió en mi nueva rutina.
Ahora no puedo dejar de llorar en todo lado; en mi cuarto, en mi baño, en las aulas, cuando estoy acompañada o cuando estoy sola. La cabeza me duele, la garganta se me cierra, las fuerzas se me van, las arcadas aparecen, y las ganas de comer se esfuman.
Sigo esperando el mensaje que me diga que todo fue mentira, que seguimos juntos y que esperemos el momento en que la distancia no se vuelva un impedimento a nuestro amor.
Hasta que eso suceda seguiré escribiendo en mi libreta o en las notas de mi celular todo lo que quiero decirte y no puedo, todo lo que me faltó contarte y todo lo que planee en nuestro futuro.
Hasta eso recordaré con llanto cada segundo que pasamos juntos y los que no lo hicimos, recordaré las noches cuando recién nos conocimos, recordaré y lloraré por cada te quiero que me dijiste, por cada beso que como un tatuaje plasmaste en mi piel, y resonarán cómo eco en mi cabeza las palabras de "nena y preciosa", hasta que vuelvan a ser pronunciadas por el hombre que más amé.
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nolmuqta · 2 months ago
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no quiero escribir poemas diciéndote que te quiero porque eso tú lo sabes de lleno, quiero decirte lo incierto, lo desconocido, lo que nadie nunca te habría dicho, lo que no esperas, lo que no sabes que necesitabas, quiero decirte algo que se te quede clavado en el pecho, que sea un tatuaje una huella impermeable, un recuerdo de lo eterno, quiero que me veas y encuentres el antídoto para extinguir la palabra efímero, que en mi cuerpo pongas un eureka al paraíso, quiero poder decirte que hay siempre presente dentro de mi, pedacitos de ti, clavado como una daga en el medio del alma
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dreaming-star20 · 2 years ago
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Sin motivo
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En algún lugar, dentro de una silenciosa habitación, un hombre de aproximadamente 50 años se encontraba admirando su propio reflejo, con solo un short rosa encima.
-- Ufffffff. El rosa definitivamente es tu color
Dijo el hombre a su reflejo con una profunda y seductora voz, rompiendo la calma del lugar. Su cuerpo reaccionó instintivamente ante ese estímulo auditivo, comenzando a concentrar su circulación hacia su miembro, que había comenzado a crecer lentamente.
El hombre maduro contemplaba su reflejo, totalmente hipnotizado por la forma en que el short rosa resaltaba sus fuertes rasgos. La tela se ceñía perfecto a su redondo trasero. Los años de ejercicio habían dado excelentes resultados. Pero sin duda, lo que más le encantaba de esa prenda, era como marcaba perfectamente el contorno de su pene. Aún sin estar completamente erecto, se podía apreciar perfectamente su figura a través de la tela tensionada.
-- Definitivamente usaré estos en mi siguiente salida jeje
Dijo el hombre mientras le daba un buen apretón a su nueva verga, haciendo que más sangre fluyera hasta el enorme trozo de carne. La sensación de su miembro en crecimiento, presionándose cada vez más dentro de la tela, era un estímulo erógeno tan intenso para el hombre, que casi comenzaba a masturbarse en ese momento. Como le fue posible, reprimió ese impulso y continuó solo con el espectáculo visual, pues aún no era el momento oportuno para tal acto.
Aún sin apartar la vista del espejo, el hombre le dio a sus bíceps una buena y sensual flexión, antes de poner sus manos en la parte posterior de su cabeza, dejando sus axilas peludas al alcance de su rostro. Lentamente, la nariz del hombre se introdujo en la mata de vello axilar, y dando una fuerte y profunda inhalación, llenó sus pulmones con su aroma masculino. Era un olor sumamente exquisito, la perfecta combinación entre sudor de un largo día de trabajo y la fuerte colonia que tanto amaba.
-- ��Joder, qué olor! Es tan delicioso. Apuesto a que todos los tipos en el club se pelearán por meter sus caras aquí, ¿No lo crees papá?
El hombre habló sin dirigir sus palabras a nadie en particular. Se dio vuelta sobre su propio eje, volviendo la vista a una pequeña pecera en su escritorio. Dentro del contenedor de vidrio había una especie de baba color verde. Esta baba no paraba de pegarse en las paredes de su prisión, en una serie de torpes y fútiles intentos de escapar. La baba no tenía ojos ni oídos, pero el hombre sabía que su espectáculo narcisista estaba siendo apreciado por el indefenso ser.
La baba, que hasta hace algunas horas había sido un ser humano, observó impotente y horrorizado como su propio hijo utilizaba su cuerpo y lo transformaba en un juguete sexual.
-- Es una lástima que un cuerpo tan bonito como este se haya desperdiciado tantos años en alguien como tú, papá. Pero ahora que yo estoy al mando, está hermosura recuperará ese tiempo perdido.
El hombre se colocó nuevamente frente al espejo. Dándole a su reflejo una sonrisa pícara, el hombre colocó ambas manos en sus caderas, tomó el elástico del short, y con un movimiento rápido hizo descender la prenda por sus gruesas y peludas piernas, hasta llegas a sus tobillos, revelándose así su grueso y palpitante pene. El hombre miró curioso su miembro viril, y en su mirada podía apreciarse un brillo particular de emoción. Aún en ese rostro marcado por arrugas, y con esa espesa barba blanca que reflejaba el paso de los años, la expresión que tenía el hombre era, sin duda, la misma que tiene todo adolescente cuando descubre que el trozo de carne entre sus piernas no sirve únicamente para orinar.
-- Soy tan sexy. Lo único que podría mejorar este cuerpo aún más serían algunos tatuajes. Pero eso ya lo pensaré mejor en otro momento. Por ahora, debo encargarme de tu pequeño amigo acá abajo
La baba comenzó a golpear frenéticamente los cristales de la pecera, mientras veía como el joven al que tanto quería, tomaba su cuerpo y lo utilizaba como un mero objeto de placer. La baba desconocía el motivo por el cual su hijo había decidido robar su cuerpo y su vida. Por más que lo intentaba, no encontraba una razón para esta locura. Solo podía pedir desesperadamente que todo esto se tratara solo de un mal sueño, la peor de sus pesadillas, y que pronto despertaría con el control de su cuerpo. Pero ese pensamiento esperanzador se disipaba con cada segundo trascurrido.
En la habitación se escuchaban gemidos y gruñidos guturales, similares a los de un animal en celo.
-- !!OH SI, ME CORRO PAPÁ, ME CORRO CON TU VERGA¡¡
Tras pronunciar esas palabras, el cuarto nuevamente fue llenado por fuertes gemidos, reflejo del placer que experimentaba el hombre en ese instante. Desde la punta de su pene, hilos blancos de semen salieron disparados con tal intensidad, que todos llegaron hasta el espejo. Solo las ultimas gotas blancas alcanzaron los pies del hombre. La habitación había recuperado su quietud. Poniéndose de rodillas en el suelo, el hombre gateo hasta el espejo y lamio todas y cada una de las manchas blancas en su superficie. Cuando terminó, el espejo lucía aún más limpio que antes de haberlo manchado.
El hombre se puso de pie nuevamente, recogió el short rosa del suelo y tomó una playera de la canasta de ropa sucia. Antes de ponerse las prendas, las acercó a su nariz y dio una profunda inhalación. Parecía disfrutar del olor que emanaba de esa ropa. Terminó de alistarse con algunos accesorios que había comprado previamente y antes de partir, se paró nuevamente frente a la pecera.
-- Bueno papá, te veo luego. Ya es momento de que el mundo conozca al "tú" 2.0. Seguramente traiga algún invitado cuando vuelva, si te portas bien podría considerar dejarte intentar tomar un nuevo cuerpo. Hasta entonces, no te muevas de ahí jajajaja
El hombre salió de la habitación con una enorme sonrisa. A decir verdad, su futuro era incierto, no tenía idea de cómo iba a sobrevivir teniendo que hacerse completamente responsable de toda esta nueva vida. Pero si algo tenía de sobra era actitud. El hombre estaba listo para devorar al mundo, y también todos los culos que se atravesaran en su camino.
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zubimybae · 6 months ago
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Datos y curiosidades sobre Martín, parte 2.
Ha dicho que antes de los partidos escucha viejas canciones de pop inglés y reggaeton.
Sus compañeros de equipo le llaman Zubi, aunque ha comentado que Elustondo le llama "Puentemonte" xd.
Esto es porque en euskera zubi significa puente y mendi, montaña. Algo así como puente en la montaña.
A la pregunta de a quién ficharía si fuese presidente de la Real, respondió que a Pedri 😍
Ha comentado que cuando pierde no le gusta hablar y que cuando era pequeño era capaz de tirarse dos o tres días sin mediar palabra, en completo silencio... Kshdkf. Me hace gracia imaginarlo así, es tan lindo.
También ha dicho que a veces queda con sus amigos para que vayan a verlo jugar e ir después a cenar juntos, pero que si pierde se le quitan las ganas y se va para casa xd.
Cuando fue convocado por primera vez con la selección española absoluta, como novatada le "obligaron" a cantar delante de todos "Despechá" de la Rosalía ksjsj hay un vídeo de eso donde se le ve usando una botella como micro.
Según un artículo de la prensa sobre los coches de los campeones de la Euro, Martín tiene un Mercedes clase C.
Apenas ve la tele, series o películas. Dice que cuando la enciende es para ver fútbol. Un día le pidieron que recomendara una película y dijo que no podía porque no ve películas... aunque hay un viejo mensaje suyo de su época de cadete donde afirma que "El niño con el pijama de rayas" es un peliculón.
Ha dicho que jamás se haría tatuajes.
En una entrevista para la Eitb fue preguntado sobre la gran cuestión que divide al país: "¿La tortilla de patatas, con o sin cebolla?". Es team cebolla (como yo 🥰).
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iamalexxsoto · 5 months ago
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La conozco tanto que cada detalle suyo se ha quedado grabado en mí como un tatuaje en la piel. Sé cómo huele su perfume al rozar su cuello, sé la cadencia de su respiración al quedarse dormida a mi lado, y el calor que su cuerpo deja en mis sábanas. Sé cómo le brillan los ojos cuando está feliz y cómo se entrecorta su voz cuando se siente herida. La he visto rendirse y entregarse sin miedo, he dejado mis besos en cada rincón de su piel, he marcado su cuerpo como si fuera un mapa del deseo y del amor, un camino que sigo una y otra vez, creyendo que aún hay un final feliz esperando.
Sé el sonido de su risa cuando me burlo de sus manías, y también he sentido la frialdad de su silencio cuando algo se rompe entre nosotros. He explorado cada rincón de su alma y de su cuerpo, ambos tan cercanos, tan míos, y a la vez, tan inalcanzables. La he tenido bajo mis manos, he recorrido su piel como quien recita un poema aprendido de memoria, con una devoción casi desesperada, y aun así… no puedo detener el abismo que se abre cuando no me elige.
Quisiera saber cómo lograr que vuelva, cómo hacer que sus ojos me busquen como antes, cómo ganarme de nuevo ese lugar que, por un tiempo, pensé que sería eterno. Quiero arrancarme este deseo que no tiene salida, este amor que me está consumiendo en la desesperación de extrañarla, en el dolor de saber que ella sigue en mi piel, aunque yo ya no esté en la suya. La quiero en cuerpo, en alma, en sus risas y sus silencios, en cada respiración entrecortada cuando le hago el amor y en cada palabra que nunca nos dijimos.
Pero ahora… solo me queda esta ausencia que quema y que no sé cómo llenar. Porque, aunque lo daría todo por hacerla regresar, la verdad es que no sé cómo hacer que vuelva a elegirme.
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findeunavida · 1 year ago
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تقول أنك تحبني...
لكن لا يمكنك أن تكون معي،
بأنني حب حياتك،
لكنك مدين بذلك لشخص آخر،
أنك لاحظتني وأعجبت بي، لكن لا يمكنك فعل ذلك إلا من بعيد،
أنني سأكون الوشم دون حبر على جلدك، لكن ذلك يُمحى مع كل وداع، أنك انتظرت طويلاً لتتمكن من قول هذه الكلمات، وما فائدة أن أعرف إذا كنت غرباء ولا ينبغي لنا ذلك، ولكن لماذا نقول ذلك، لذا افتح قلبك،
إذا لم يكن من الممكن أن يكون لي، لماذا تعطيني الوهم، إذا كان سيكون ذلك فقط،
ما فائدة الشعور بالرغبة، الإعجاب بك، إذا كنت غريبًا أخيرًا كلماتك،
مهما كانوا جميلين،
وسيبقون في الهواء
في الليالي التي تكون فيها روحي مضطربة، في رغبة بشرتي في الشعور بقبلاتك، يداك تجريان على جسدي،
في فمي الذي يحترق من أجل قبلة منك، في حرارة أحشائي من أن تستهلكك رغباتك، وتقول أنك تحبني.
لكن سماعها أمر قاسٍ جداً..
أنت تقول أنني حب حياتك،
ولكنك لا تجلب لي سوى الدموع، لأنك بحاجة إلى أن تقول ما يشعر به قلبك،
لكنك لم تتوقف عن التفكير..
كيف حالي... أعرف كل ما تشعر به... وكل ما علي أن أسكت... لأنك غريب وقلبي لا يعرف إلا أن يحب.❤️🌹✍🏼
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You say you love me...
But you can't be with me,
That I am the love of your life,
But you owe it to someone else,
That you noticed me and admired me, but you can only do that from afar,
That I'll be the tattoo without ink on your skin, but that gets erased with every goodbye, that you waited so long to be able to say these words, and what's the use of knowing if you're strangers and we shouldn't be, but why do we say that, so open your heart,
If it can't be me, why give me the illusion, if it will be just that,
What's the use of feeling wanted, liked, if you're finally a stranger to your words,
No matter how beautiful they are,
They will remain in the air
On nights when my soul is restless, in my skin's desire to feel your kisses, your hands running over my body,
In my mouth that burns for a kiss from you, in the heat of my insides from being consumed by your desires, and saying that you love me.
But it is very harsh to hear it.
You say I'm the love of your life,
But you bring me nothing but tears, because you need to say what your heart feels,
But you didn't stop thinking.
How am I doing... I know everything you feel... and all I have to be silent... because you are a stranger and my heart only knows how to love.❤️🌹✍🏼
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Dices que me amas...
Pero no puedes estar conmigo,
Que soy el amor de tu vida,
Pero se lo debes a otra persona,
Que te fijaste en mí y me admiraste, pero eso sólo puedes hacerlo desde lejos,
Que seré el tatuaje sin tinta en tu piel, pero que se borra con cada adiós, que esperaste tanto para poder decir estas palabras, y de qué sirve saber si sois extraños y no deberíamos. ser, pero por qué decimos eso, así que abre tu corazón,
Si no puedo ser yo, para qué darme la ilusión, si será solo eso,
¿De qué sirve sentirte querido, querido, si finalmente eres ajeno a tus palabras?
No importa lo hermosos que sean,
Seguirán en el aire
En las noches en las que mi alma está inquieta, en el deseo de mi piel de sentir tus besos, tus manos recorriendo mi cuerpo,
En mi boca que arde por un beso tuyo, en el calor de mis entrañas de ser consumido por tus deseos, y decir que me amas.
Pero es muy duro escucharlo.
Dices que soy el amor de tu vida,
Pero no me traes más que lágrimas, porque necesitas decir lo que siente tu corazón,
Pero no dejaste de pensar.
Cómo estoy... Sé todo lo que sientes... y todo lo que tengo que hacer es callar... porque eres un extraño y mi corazón sólo sabe amar.❤️🌹✍🏼
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escapandodelpantano · 5 months ago
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aveces me cuesta creerme sus palabras de amor,su calor,será verdad que este rostro es el que ama? que mi cuerpo,es el que lo mantiene despierto con fantasia? Y mi boca..mi boca lo descontrola?
su afecto cala dentro en mi,en lo que soy,disocio cuando me habla sobre mi exterior,no puedo lograr verme como sus ojos me ven, pero esta bien, tal vez si soy hermosa, y querida, y bella,si puedo volver a ser querida, y siempre e sido bella? bella para quien? querida por quien?
querida por quienes me quieren y besan y adoran,puedo decir que soy adorada,y querida, y hoy alguien duerme pensándome , y queriéndome,como ese cariño latente,sin temor,sin dolor
hoy por hoy,puedo sentirme segura con alguien y eso es tan bello,segura por que lo demuestra con creces,su amor,lo que siempre soñé,por azar lo encontré,mi corazón se retuerce de solo pensarle,y pensar en su boca y sus manos,sus tatuajes que me deja contar con mis dedos, y besar con mis labios
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kaos-literario · 1 year ago
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Abril con un poco de mi...
Abril me trae la ausencia prendida a la noche, las fotografías de un otoño pasado donde era tan feliz y no supe aferrarme a esos brazos. Capaz la necesidad de siempre querer más o la incapacidad de las personas de darme tan poco; ¿pero que es lo que nos llenará el alma en este otoño? La soledad, la ausencia, la partida de personas ajenas, siniestras… el duelo, un amor fallido, los matices del dolor que siempre quedan… ¿que ocupará el color naranja en este otoño? O quizás no haya en estos meses, capaz me revuelque en la cama pensando a cuántas personas bese en este colchón, a cuentas les hice el amor encima del escritorio; son solo números, no te preocupes. Es la voz de mi inconsciente que se antepone a la situación que vendrá en la noche; culpa. Porque es Abril en pleno otoño, al comienzo o al final, pero es abril. Y estoy tan sola, sin querer la compañía de otro ser humano, me resguardo en los libros que me dejo de tarea hace dos inviernos y otra vez enciendo la cafetera. Estuve pensando en mudarme, a algo más bonito, más blanco, celestial y con pureza, es que perdí la fe en el camino y ahora cuando rezo no tiene sentido. Basta, no me hagas caso, es abril, hace frío, estoy sola y con pequeñas manchas en la piel por culpa de la impresora, me bañe y me refregué todo lo que pude. Pero traspaso la dermis y ahora presume ser un tatuaje al lado de su nombre, no por mucho señora mancha… no se ponga cómoda que en cuanto aprenda o sepa como quitarla no dudare en hacerlo. Abril me trajo soledad, enfermedad, un beso a medias con la palma de mi mano y grillos por toda la casa, por eso quiero mudarme, este departamento ya no puede abarcar lo que tanto tengo en el interior. Es que soy joven, no sé cuántos años tengo en realidad y es que he mentido tanto con la edad que pensar en un número se hace irreal. ¿Por qué mentí cuando Karen me preguntó si la amaba? Me remonto a 2014, ¿que voy a saber yo de amar? Era otoño, estaba de novia con Gonzalo, apenas iniciábamos o ya estábamos culminando, pero me gustaba como besaba, no me dejaba restos de él en mi boca, era limpio y cuidadoso. Recuerdo lo carnoso que tenía los labios y lo suave que me hablaba cuando me pasaba a buscar para ir a estudiar. Cuestión que Karen tampoco me amaba, pero mentía cada tanto por mensajes de Facebook diciendo que estaba muy enamorada de mi y quería que terminara con Gonzalo para que sea su novia. Al final, dejé a Gonzalo, no por ella, por el… porque el si estaba enamorado. Y a Karen nunca la bese, yo andaba curioseando por el mundo de la bisexualidad… pero nunca me gusto en realidad. ¿Es que se supone que tengo que sentir? Puedo decir y afirmar qué hay chicas muy lindas, pero ahora ya de grande me he escondido en tantas vaginas que ya no sé qué sabor tenía la mía antes de todo esto. Abril me trajo café, fui virgen hasta los dieciocho… bueno lo que puede llamarse virgen… teóricamente nadie había entrado en mi pero yo si había entrado en otros. Me pase los dieciséis haciendo orales, en el baño de la escuela, en un auto clio blanco, en la parte trasera de un centro médico, detrás de un árbol, en el baño de una fiesta y en la cama de mi antiguo hogar… aún así nunca súper realmente si lo hacía bien o mal. ¿Le abra importado mi carencia de experiencia? Es que nunca concluí en el acto sexual, es que no puedo acabar, no tengo orgasmos y es una pena según para todos ellos que nunca podré sentirlo… me lo describieron muchas veces, como si fuera un ciego que no puede ver el mundo y necesita que le expliquen con palabras algo que nunca podré conocer. Nunca me sentí mal por ello, ahora de grande ya no me interesa y es por eso que no tengo ganas de tener sexo; pero a veces me gusta sentir la piel de la otra persona, la calidez de la inocencia manchada de excitación y su disfrute en la oscuridad de sus ojos. Es por eso que Abril me deja un poco volada, pasa mi cumpleaños y pasa el cumpleaños de la primera persona de la cual me enamore… pero no pude darle mi corazón y ella no pudo quedarse a vivir la vida conmigo.
Porque abril es esto, es soledad, ausencia, vacío y enfermedad; manchas del duelo que dejó marzo y dolor en él pensamientos de que fueron tantos y ninguno llegó para quedarse en verdad.
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maeda-ai · 6 months ago
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Vendetta --C9--
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Anime: Bleach
Rating: M
Pareja: Ichigo & Rukia
Sinopsis: Ichigo saboreó el momento, como un depredador acosando a su presa; aquí empezaba su venganza contra aquella familia… y Rukia sería el medio para llevarla a cabo.
Advertencia: Lemon (NFSW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 9 ::.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
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------- ADVERTENCIA -------
Este fic contiene "relaciones NO APROPIADAS". Ésta es solo una historia ficticia, con personajes ficticios, que no debe pasar más allá de la lectura.
.
* ¿Quién demonios ordenó que lo torturaran?. *
Preguntó el pelinaranja. Su voz tranquila, aunque sus ojos estaban desteñidos por la ira. Además, que apretara el cuello de uno de sus hombres no era buena señal.
* Fue, fue Grimmjow, señor arrgg !. . . *
Kurosaki torció la boca. ¿Por qué Grimmjow creía que podía tomar decisiones?. Ichigo liberó de su agarre a su seguidor para ir en busca del peliazul, dejando a varios de sus hombres confusos, pero sobretodo temerosos. Nunca habían visto tan enfadado a Kurosaki Ichigo; él es un buen líder y jamás lastimaría a nadie del clan, a menos que fuese por traición.
~*~
~*~
~*~
* Tú lo ordenaste. *
Dijo Jaegerjaques quien, sentado frente al televisor, cambiaba de canal sin molestarse en mirar a su líder.
* No, Grimmjow, no fue así !. *
El peliazul permaneció en silencio, eligiendo por fin el canal de boxeo.
* Maldito bastardo, eso fue un golpe bajo. * _Gritó, su atención total en la pantalla y el combate._ * Buena estrategia, jaja !. *
* ¿Grimmjow? *
El peliazul suspiró al tiempo en que dejaba caer los brazos, resignado a hablar con su jefe.
* De acuerdo, no lo ordenaste, pero tampoco nos dijiste que el fanático de los tatuajes iba a tener trato preferencial. *
Ichigo torció la boca. Por supuesto que dio indicaciones precisas a Keigo de tratar diferente al pelirrojo.
Abarai no era un prisionero cualquiera, aunque lo odiase. ¿Por qué demonios nadie siguió sus órdenes y ya?.
* A Keigo?, ¿es una broma?. * _Preguntó Grimmjow, la expresión asesina de Kurosaki le indicaba la poca gracia que aquello le hacía. Aun así, el peliazul volvió a suspirar con fastidio, tratando de no echarse a reír a carcajadas; eso sería su sentencia de muerte._ * A Keigo lo mataron un día después de que esos dos del clan Kuchiki llegaron. *
Los ojos de Ichigo se destiñeron ante aquellas palabras... Keigo, ¡muerto!.
* ¡¿Por qué nadie me informó, maldita sea?!. *
Gritó el pelinaranja.
¿Desde cuándo sus hombres se habían vuelto un puñado de inútiles?, ¿es que ya no podía confiar en nadie?.
Jaegerjaques ni se inmutó ante la ira de Kurosaki y prefirió enfrascarse en la pantalla que en ese momento mostraba una sexy mujer en diminuto bikini.
* Quizás nadie quiso arriesgarse a morir rebanado por Zangetsu. *
* ¿De qué hablas?. *
* ¿Interrumpirte mientras te tiras a la princesita Kuchiki?. . . no sé tú, pero a mí me suena a una muerte segura. Y creo que el clan entero piensa lo mismo, rey. *
Ichigo torció la boca, según Grimmjow, todos allí pensaban que Rukia lo tenía idiotizado.
* No digas tonterías. Y a partir de ahora, tú eres el encargado de informarme todo. * _El peliazul escuchaba, aunque su atención seguía fija en la pantalla._ * Grimmjow?. *
El joven suspiró resignado y, ante la insistencia de su líder, respondió.
* Está bien, te informaré de todo. . . rey. *
El pelinaranja no dijo más. Salió de sala con el ceño más torcido de lo normal.
Caminando por los pasillos de Las Noches, con las manos en los bolsillos, Kurosaki se preguntaba cómo es que sus hombres sabían que él y Kuchiki Rukia. . .
""¿Cuántos lo sabrán?. . . seguramente todos !.""
Pensaba y no podía más que reprenderse a sí mismo, aunque le costase aceptarlo, no se comportaba como de costumbre, quizás era cierto que esa chiquilla lo tenía distraído. Ichigo confirmó esa posibilidad cuando, sin saber cómo, se encontró frente a la habitación que le había asignado a la enana, mirando la puerta como si ésta tuviese resguardado algo muy importante.
""Estupideces !.""
Pensó, enojado consigo mismo.
Más luego el enojo fue contra las personas que estaban del otro lado de aquella puerta, pues las voces que alcanzaba a escuchar, los jadeos, ayudaban a que su mente dibujara escenas no muy inocentes.
* Ma-matte, Renji, no hagas eso !. *
* Rukia. . . aarrggg !. *
Kurosaki no pudo soportar la ira. . . con fuerza empujó la puerta y entró en la habitación, encontr��ndose con una escena muy distinta a la que su torturada mente imaginó. . .
El pelirrojo yacía en la cama de la chica, pero lejos de estar disfrutando del lindo cuerpo de la ojivioleta, el pobre hombre estaba soportando las curaciones que la enana hacía sobre sus heridas.
Ambos prisioneros giraron a verlo, sorprendidos por la inesperada y violenta entrada del pelinaranja, quien se sentía como un idiota.
Fue peor cuando sus ojos se encontraron con la mirada violeta, esos bellos ojos lo miraban con decepción y desprecio.
* ¿Qué haces aquí?. *
* Yo. . . *
* Largo !. *
Ichigo frunció el ceño; ¿lo estaba echando de su propia casa?. Respiró hondo, reuniendo todo el autocontrol que pudo, que no fue mucho por cierto.
* Enviaré a Nell para que revise a tu amigo y. . . *
* No !, no permitiré que se le acerquen !, quien sabe que le harían. *
* Rukia, no seas necia. . . *
* No me fio de nadie. . . y menos de ti !. *
La pelinegra pronunció aquellas palabras con todo el veneno y desprecio que sentía por el pelinaranja.
Ichigo desvió la mirada y apretó los dientes, esas palabras le dolieron; la forma en que ella lo miraba dejaba bien claro cuanto lo odiaba.
""Bien, ese es el plan, que la princesa Kuchiki sufra todo lo que yo sufrí por culpa de su padre.""
Pensaba Kurosaki, sin embargo la molestia en su pecho estaba muy lejos de la satisfacción de hacer sufrir a su enemigo.
De pronto, quiso congraciarse un poco con Rukia. Quizás si hacía algo por Abarai, ella dejaría de mirarlo con tanto rencor.
* Hablaremos por la noche, cenamos algo y. . . *
* Que te vayas !. *
Kuchiki lo dijo con los dientes bien apretados, su mirada de odio y las pupilas desteñidas. Ichigo dobló las cejas, cada vez más enfadado.
* En la cena, Rukia, no me obligues a. . . usar otros métodos. *
Dijo él para luego salir dando un portazo. Esa chica lo estaba provocando y cada vez le era más difícil controlarse, pero ya no más; le había dado demasiados beneficios a esa enana.
""Bien, pues se acabó."" _Pensaba._ ""Tendrá que aceptar lo que yo ordene, así tenga que obligarla.""
Una sonrisa adornó el rostro de Ichigo.
* No sería la primera vez !. *
Sin finalizar.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Un capítulo bastante corto, gomen ^^' .
Quería explicar por qué Renji fue torturado, además era necesario que Rukia hiciera sufrir a Ichigo ¬¬' .
Compensaré este pequeño capítulo con lemon en el siguiente ^0^ .
—I LOVE ICHIRUKI—
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai  y es material de "Paradise".
Totalizado el 27 de Diciembre de 2022.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.
|| Capítulo 10 ||
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va-cios · 2 years ago
Text
Mis escritos le pertenecen y no lo sabe.
Pensé que si hablaba mucho de ti, eventualmente te irías en esas palabras, alguna frase que vi por ahí, pero ahora mismo estoy cansado porque he hablado tanto de ti a tantas personas y tú te sigues quedando, como un fantasma, perdurando como un tatuaje, igual que una cicatriz con la forma de un nombre.
—Noe M
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