#se cambió de pantalón no más
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act vii: 𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐄𝐕𝐈𝐋 𝐀𝐔𝐒𝐏𝐈𝐂𝐄𝐒
take a look at LEO's outfit.
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I Don´t Wanna Be Alone (Capítulo 3)
Karin llegaba a su trabajo tras haber descansado por un par de días, se había asegurado en el espejo de verse lo más presentable posible y no tan demacrada, trató de mantener la cara más fresca y amigable para no preocupar a sus compañeras. La joven llegó a buena hora, se quedó unos minutos mirando la puerta, luego bajó su mirada su celular viendo la imagen que tenía de fondo, era su ex-novia, esa belleza americana que la tenía hecha mierda. Cambió el fondo por algo aleatorio de internet, no recordaba por qué motivo no lo hizo antes, tal vez porque aún le ilusionaba un posible reencuentro.
Tras tomar una larga bocanada de aire, entró al consultorio, luciendo con una camisa color celeste y un pantalón de vestir color blanco, colores más distintivos que los morados y verdes que solía usar, no era de su agrado los colores tan claros pero quería demostrar que se encontraba mejor.
— Buenos días.
— Buenos días Karin ¿Cómo seguiste? —Preguntó Ariadna a la delgaducha que alzó la mano y sonrió.
— Me siento mejor, perdón por preocuparlos.
— ¿Segura?
— Si, dormí mucho, desayuné bien, como me pidieron mamá y papá ganso.
— ¿Mamá y papá ganso? —Dijo la chica de vestido color crema mientras veía a Selene tocando el hombro de Karin por detrás.
— Espero que yo sea papá ganso.
— Ustedes decidan.
— ¿Cómo estás? —Cuestionó la doctora a la joven que iba acomodando sus cosas en el escritorio.
— Bien, creo que solo ocupaba dormir.
— Si necesitas hablar de algo, ya sabes.
— Estaré bien chicas, en serio, cuando me sienta lista lo hablaré ¿Okay? —Contestó Karin viendo como sus amigas le sonrieron.
— Está bien, creeré en ti, dejemos ese tema para otro rato y empecemos a trabajar, que Ariadna no haya la puerta al cubrirte a ti.
— ¡No es cierto!
La mañana pasó como si nada, literal, la mente de Karin no pensaba nada más que en atender su trabajo, como si fuese una autómata, una máquina sin emoción, a veces intercambiaba palabras con Ariadna a modo de respuesta por amabilidad. A pesar de esa gran eficacia laboral, sabía que en el fondo quería volver pronto a su departamento y seguir durmiendo, maldecía la hora en que decidió dejar de tomar porque las ganas de desquitarse con una cerveza se estaban peleando con su subconsciente al punto de creer que se haría borracha a partir de ahora. Se suponía que dejó de tomar para ya no desahogarse a su salud, pero la abstinencia parecía ser más dolorosa que el alcoholismo por decisión.
— Oye Karin ¿Tienes algo que hacer al salir del trabajo? —Preguntó Ariadna mientras terminaba de guardar unos expedientes.
— No, pensaba irme directo al depa.
— ¿Podrías acompañarnos a comprar un regalo para la tía de Luis? El fin de semana es su cumple y como me invitó, se me hace feo no llevarle nada a ella, su familia ha sido muy linda conmigo.
— Mmm… No estaría mal, igual pensaba comprar los cartuchos para mi Nespresso —Contestó la joven viendo como su compañera de trabajo sonreía por la aceptación.
— ¿No acababas de comprar?
— Digamos que… Necesito probar otros sabores que no sean los que le gustaban… Ya sabes.
— Entiendo —Dijo la pelirroja un poco incomoda por sacar ese breve tema —. Verás que no tardamos mucho.
La chica delgada pensaba en que no debía desaprovechar la amabilidad de Ariadna, estaba tratando de que distraerla y no era mala idea, desde que terminó con April no había salido de compras más allá de los nuevos cartuchos de nespresso, todo lo encargaba a domicilio y era una rutina que la había afectado, no solo por la pésima alimentación que llevaba, sino por la actividad física nula que tenía, estirar las piernas más allá de ir a su trabajo le haría bien a alguien que cada vez caminaba menos.
Para la hora de la salida, Luis pasó en su coche por ambas secretarias, Karin pensó que también Selene los acompañaría al ser relacionado a su tía, pero esperaría a que Bea terminara con una paciente y de ahí irían a otro centro comercial donde ya habían acordado. El trayecto fue tranquilo, casi se dormía en el asiento trasero a pesar de que Ariadna no dejaba de hablar con su novio, por un instante pensó que parecían dos padres tratando de animar a su hija pero si se los decía seguro iban a reírse y apenarse por la comparativa.
El centro comercial al que llegaron era uno de medio tamaño, por el horario sabía que no estaría tan transcurrido y era del gusto de Ariadna porque en ese mismo lugar vendían unos roles de canela que le encantaban. Mientras caminaban, Karin pensaba en lo curiosa que era su amiga, pues antes de pasear por el centro comercial se cambió en los baños para vestir como solía hacerlo fuera de su trabajo o sus directos, con jeans y camisa, bien sabían que para esa chica, lucir bien era solo para dar una buena presentación en momentos precisos del día y cuando se trataba de compras, salidas o estando en casa nada más, usaba prendas que fueran cómodas, aunque era siempre gracioso ver que le apenaba que vieran su cara detrás de sus atuendos.
— Nos veremos con una prima, irá la fiesta y como tiene la misma edad que ustedes mi mamá pensó que sería buena idea que se lleve bien con ustedes.
— Me parece bien ¿Qué dices Karin?
— ¿Eh? Perdón pensaba en que sabor de cartuchos comprar —Dijo Karin haciendo reír a su amiga.
— Que nos veremos con la prima de Luis, nos va a acompañar.
— Okay, así no les hago mal tercia y ya seríamos dos incomodando.
— Graciosa —Contestó Luis pensando en que si hacia chistes así era porque estaba de mejor humor.
— Buenas tardes, perdón me perdí.
— Te dije que era por la entrada cerca del estacionamiento.
— Sabes que no se me dan las direcciones ¿Eh? ¿Karin?
(créditos a Samantha Blacklock 🏳️⚧️ (@SamLizzy71) / X que tomo su arte como inspiración)
Karin se sorprendió por ser reconocida por esa chica de tez morena y hermosos ojos color chocolate que recuperaba el aliento, se notaba el atractivo de la ascendencia latina de la familia de Selene, de larga melena negra, su cuerpo era delgado, no tanto como el suyo pero lo suficiente para que luciera bonita con su blusa rosa que se le veía bastante bien con su lindo tono de piel. La voz de esa chica de una estatura similar a la de ella (1,63 aproximadamente) era muy dulce, pero se le hacía algo conocida, como si la hubiera escuchado antes.
— ¿Nos conocemos?
— Estudiamos en la secu juntas, bueno cuando me llamaba Noé —Dijo la chica sonriendo con cierta pena dejando sorprendida a Karin —. Aún usas la misma ropa con la que te recuerdo.
— ¿Noé?
— Noah, me cambié el nombre de manera legal el año pasado.
— Entonces ¿Si se conocen? —Preguntó Luis que le llamó la atención que su amiga conociera a su prima.
— Si, cuando vivía en Vancouver estudié en la misma secundaria que ella.
— Dejaste la ciudad antes del bachiller ¿O no?
— Así es, nos fuimos a Los Angeles y mis papás se mudaron aquí por el trabajo hace unas semanas —Contestó Noah mientras Karin la veía de arriba a abajo —. ¿Sorprendida?
— Mucho, en serio no te ves como recuerdo.
— Bajé como quince kilos, sumado a los tratamientos, el ejercicio, la dieta, así como mis clases de maquillaje y canto, eso me ha ayudado con la voz.
— Pues si que te funcionan, en serio —Hablaba la chica delgada viendo como esa chica se reía con cierta elegancia al taparse con su palma —. Y por cierto, si es la misma ropa.
— ¿En serio?
— Es porque no me gusta tirar las cosas que aún veo que sirvan.
— Ya somos dos —Respondió Noah haciendo reír a su conocida.
— ¿Nos movemos? Estamos estorbando a la gente.
El grupo empezó a caminar hacia las tiendas que Ariadna quería mirar pero los ojos de Karin se posaban sobre Noah, recordaba a ese chico al que le decían “el mexicano” aunque él les decía que eso era racista porque realmente era de ascendencia puertorriqueña, ahora lucía como una chica muy bonita. Era curioso, pero saber sobre ella le hizo olvidar que esa salida era para no estar pensando en su ex-novia.
Mientras caminaban y platicaban, Karin pensó en cuando fue la última vez que salió así con alguien, con sus amigas, con sus compañeras de trabajo, era como si todo fuese nuevo y que alguien conocida para ella estuviese ahí, lo hacía más confuso.
— No sabía que vivías aquí, bueno perdimos contacto desde que me cambié de escuela —Reía Noah haciendo reír un poco a Karin.
— Tengo unos meses, sabes que es difícil conseguir trabajo en Vancouver como secretaria si no tienes buenos contactos.
— ¿Estudiaste para secretaria?
— Asistente administrativa, suena más bonito —Contestó la chica delgada viendo a la morena, aún le parecía increíble que años atrás fuera un chico algo llenito.
— Yo aún no me decido que trabajar, gano un poco de dinero haciendo trabajos digitales, así que tal vez podría dedicarme a marketing o diseño, aunque me ofrecen también ser asistente de maquillista.
— No suena mal.
— Oye ¿Puedo decirte algo? —Comentó la latina mientras Noah afirmaba con la cabeza —. Me sorprende que estés cómoda conmigo.
— ¿Cómoda?
— A algunas personas les incomoda que ahora sea una chica, pero tú, es como si fuese lo más natural.
— Pues no tiene nada de malo, te ves feliz, te ves muy bien de hecho que hasta me da algo de envidia, no tengo por qué decirte algo si es tu vida —Decía Karin quedándose pensativa antes de susurrar —. Fue tu decisión.
— Gracias ¿Te sientes bien?
— Espe...
Karin vio como Ariadna y Luis siguieron su camino, en cuanto notó que estaban muy lejos corrió hacia los baños siendo perseguida por Noah que alcanzó a ver como empezaba a vomitar en un retrete, la joven estuvo a punto de ir a buscar a su primo pero la enferma le sujetó la mano mientras recuperaba su aliento.
La joven lentamente caminó hacia el lavamanos para enjuagarse la boca y mojar un poco su rostro, ver la cara asustada de Noah en el reflejo del espejo le hacía pensar que debía verse patética, quizá pensaba lo peor de ella en esos momentos.
— No, no les digas nada.
— ¿Estás enferma?
— Estaré bien, te lo juro —Sonreía Karin tratando de no preocupar a Noah que no parecía convencida,, la morena mostró una pequeña sonrisa y sacó su celular.
— Si… Oye Luis, Karin y yo nos tardaremos un rato, ya sabes, queremos ponernos al corriente… Okay, si, yo me la llevo.
— Gracias.
— ¿Necesitas algo?
— Solo lavaré mejor mi cara y vamos por algo dulce.
Mientras Karin se lavó de nuevo la cara frente al espejo del baño, pensaba en que Noah debía pensar cosas muy raras por ver que de repente vomitó: Bulimia, enfermedad, drogadicción, embarazo, asco, muchas cosas podían detonar las nauseas de repente y no quería incomodarla, menos cuando acababa de toparse una cara conocida en esa condición, pero un pañuelo sobre su cabeza la hizo reaccionar y voltear hacia esa morena que le sonreía con mucha dulzura.
— Si te sientes mal puedo llevarte a tu casa, mi mamá me prestó su coche.
— No, estaré bien, tengo ganas de un helado de chocolate.
— Pues vamos por él —Dijo Noah llevando sus manos al pecho en una forma elegante que le hizo sonreír a Karin por lo delicada que se veía.
— Vamos y sobre esto.
— Mi boca está cerrada.
La chica delgada se reincorporó y caminó hacia la salida siendo acompañada por Noah, aunque no estuviera recuperada, no quería verse tan mal para preocupar a los demás, la latina lo sospechaba, pero no quiso decirle nada, pues apenas acababan de reencontrarse y meterse de golpe sería algo grosero. Poco comprendía Karin que ese reencuentro le haría conocer mucho de sí misma, mucho de lo que ella buscaba realmente.
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NO ENTIENDO POR QUÉ SOY LA OVEJA NEGRA DE MI FAMILIA
Éste tiempo enferma con el esguince he podido darme cuenta de cómo son realmente mis padres. Es increíble pero por muchos días fueron completamente apáticos, indiferentes y no les importaba pedirme lavar los trastes o hacer cosas que no podía y se quejaban y me hacían sentir mal. No podía entender qué les costaba comprender que realmente no puedo hacerlo porque tengo dolor.
Hace unos días fuimos a comer y me costó demasiado ponerme el pantalón y los tennis, no quería salir en lo absoluto pero tampoco quería estar sola y decidí ir. Aún así, mi mamá todo el tiempo me decía sobre el dolor que tiene mi papá en sus piernas pero es curioso ver cómo siempre habla de que otros padecen dolor para dejar de mostrar interés por mí. Ni siquiera mostraba compasión o comprensión alguna porque de alguna manera pensaba que yo fingía pero no era así.
En la noche mi hermana mediana vino de visita y fue peor porque todos se estaban burlando de que yo me quejaba de dolor como si realmente no fuera importante y aunque tenía mucho dolor decidí dejar de quejarme y quedarme callada.
Al día siguiente, mi hermana menor vino a visitarme en la noche para hacerme compañía y vimos una película juntas, fue lindo ver que alguien se preocupara por mí. Es la única de la familia a la que realmente le importo y me comprende y tiene empatía conmigo.
Tristemente en los días anteriores mi mamá y mi papá se enojaban conmigo porque no lavaba trastes pero no podía y aún con dificultad los lavaba. Incluso mi mamá me mandaba a comprar a la tortillería cuando recién empecé con el dolor no le importaba en lo absoluto.
Después por arte de magia mi mamá cambió, empezó a lavar los trastes y a ser más comprensiva conmigo lo cual aún es raro para mí ya que no soy su hija favorita pero al menos ya me comprende en esa parte.
Por desgracia, quién no le importa lo que me pase es a mi papá y digo ésto porque literal tuve que insistirle en que necesitaba medicamentos y le insistía porque realmente no tenía dinero sino no le hubiera pedido y aunque si los compró al final me echó en la cara el apoyo que me dió.
Un día que me quejaba de dolor él empezó a hablarme de que también ha tenido esos dolores y así como siempre para que yo fije mi atención en él con tal de no ver por mí aunque lo necesite en ese momento. Yo le dije que ya sabía que había tenido dolor pero que solo le pedía comprensión y empatía y comenzó a agredirme literal me dijo: "Ay no es para tanto, ni que te estuvieras muriendo". Esas palabras me cayeron como un balde de agua fría y me dolió hasta el alma por lo que decidí ya no quejarme de dolor ni nada. Y me fui a mi cuarto y me puse a llorar porque realmente me afectó.
Aún así, él sigue sin tener empatía conmigo si yo me quejo de dolor él me dice que sabe que se siente lo cual no me ayuda en nada y yo solo no digo nada lo ignoro completamente.
Me sigue pidiendo que enchufe el ventilador o que lo desconecte aún cuando sabe que no puedo agacharme y realmente no lo hago porque tengo el esguince y no es broma.
Hoy hace un rato me pidió desconectar el ventilador yo lo hice con cuidado y no me forcé en lo absoluto y le dije claramente que tenía dolor y volvió con su "sé que se siente, te comprendo" pero no es así. Si realmente me comprendiera y fuera empático cambiaría su manera de ser pero no lo hace.
Ahora es un hombre servido rara vez cocina y lleva su plato y vaso. Antes no era así y en verdad me enoja que ni porque tengo un esguince no pueda hacerlo.
Últimamente me sorprende porque he visto que vuelve a preparar su comida, va a comprar a la tienda y levanta su plato algo que rara vez hacía.
Quisiera entender qué fue lo que hice yo para merecer ésto, pero creo que en el fondo su completa falta de empatía se debe a que solo piensa en él, no piensa que los demás también sufren dolor o al menos no es empático conmigo porque he visto que con otras personas si lo es y eso me duele mucho.
Jamás le he pasado el nombre de mi Tumblr y jamás lo haría porque sino no podría ser libre de escribir ya que él vigilaría todo y ni loca haría eso ya que es el único lugar donde puedo escribir libremente ya que no tengo amigos en la vida real ni siquiera tengo una novia porque mi vida es bastante solitaria por algo el nombre.
Se van a cumplir como 2 semanas sino mal recuerdo de que me resbalé y me dio un esguince. No es nada agradable estar con dolor todo el tiempo, es difícil estar en una posición cómoda para no sentir dolor.
Lamentablemente se me juntó todo: Fui a la Cdmx y me hizo daño por la altura después donde renté el cuarto estaba en malas condiciones luego me dio una dermatitis porque la señora me dió sábanas sucias y ahora tengo un esguince porque me resbalé.
Las personas últimamente me dicen que soy pesimista y no lo soy, soy completamente realista. Me pasan cosas malas muy seguidas y a veces quisiera entender por qué no puedo tener un momento de tranquilidad y paz.
Estar enferma realmente me deprime demasiado, tengo muchas pesadillas seguidas como siempre además de que tengo más dolor que hambre. Pero de todo eso, me duele la actitud de mi papá conmigo, eso es lo que más duele y me afecta emocionalmente hablando.
Aunque pude tener la bendición de poder estar 3 días viviendo sola sin mis padres y estaba más tranquila emocionalmente hablando. Espero pronto recuperarme para poder conseguir un trabajo e irme a rentar un departamento. Así al menos podría tener libertad y me sentiría tranquila pero sé que deberé esperar.
Aunque sé que el sufrimiento es temporal a veces siento que es eterno y que siempre me acompaña y que es la única que siempre está conmigo.
A veces siento que Dios se olvida de mí y no entiendo por qué permite que sufra tanto y quisiera poder entenderlo pero no puedo. A veces siento que la carga es mucha y que no podré soportarla.
Espero algún día todo eso cambie (vía confesionesdeunachicasolitaria)
#confesionesdeunachicasolitaria#chicasolitaria#blog#diario#depresión#soledad#tristeza#gritossilenciosos#mente suicida#mente suicidia#mente solitaria#mentesolitaria#mente perturbada#mentesuicida#mente depresiva#mente deprimida#mente destruida#mente desordenada#mente perdida#frasestristes#desahogandome#desahogarse#necesito desahogarme#desahogo#desastre#chica desastre
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En la consulta
Estábamos esperando, hasta que por fin llegó la doctora, una morena jovencita bastante atractiva. Nos saludó con una agradable sonrisa, se dirigió a ti y te pidió que te desnudaras de cintura para arriba, incluido el sujetador, y te colocaras en la camilla.
Primero te auscultó, te dio un escalofrío al notar el fonendoscopio sobre la piel. La doctora sonriendo se disculpó, lo frotó contra su bata para calentarlo, y siguió con la exploración. Después de terminar con la parte delantera, se colocó detrás tuya y te auscultó la espalda.
Cuando terminó se puso el fonendo al cuello y te exploró con sus manos. Te tocó los hombros, bajó a los brazos, después te levantó el brazo derecho y bajó su mano hacia tu cintura. Desde mi asiento pude ver cómo respiraste profundamente a la vez que se te erizaba la piel, ella se dio cuenta, me miró sonriendo y se cambió al otro brazo.
Al repetir la exploración de tu costado y abdomen, volviste a respirar profundamente y se te escuchó resoplar, ella te preguntó si te ocurría algo y le respondiste tímidamente que no, solamente que no te esperabas ese movimiento. La doctora siguió explorándote, y cuando puso sus manos en tu pecho, ahogaste un suspiro a la vez que tu pezón se ponía duro.
La doctora me miró mordiéndose el labio, a mi mente vinieron pensamientos que me hicieron tener una erección que no pude ocultar, ella me sonrío, te habló susurrándote al oído, pusiste cara entre pensativa e incrédula, y con voz temblorosa le dijiste:
- Vale.
Atónito contemplé cómo la doctora, que seguía situada detrás tuya, empezó a acariciarte los pechos, y tu llevabas tus manos a las suyas para acompañarla en sus caricias. Yo no podía creer lo que estaba viendo, mi erección se hacía cada vez más patente, giraste la cabeza buscando la boca de ella y os besasteis.
Tus manos guiaron las suyas hasta tu pantalón, ella lo desabrochó y metió una mano para acariciar tu entrepierna, lo que te hizo suspirar, pero esta vez sin intentar ocultarlo. La doctora sacó su mano, dio la vuelta a la camilla a la vez que tú te bajabas y te ponías de espaldas a mí, y lentamente empezó a bajarte los pantalones, dejando al descubierto tu trasero y tu bonito tanga.
Te diste la vuelta, besaste a la doctora y le quitaste la bata, a continuación, le quitaste la camiseta dejando ver su torso con el bonito sujetador de encaje que llevaba. Llevaste tus manos a su cintura y le bajaste la cremallera de la falda, y seguidamente se la quitaste. Llevaba un bonito tanga a juego con el sujetador, volvisteis a besaros, me mirasteis y me dijiste:
- Necesito que me ayudes a quitarle el sujetador.
Como un resorte me levanté y me dirigí hacia vosotras, te besé, te acercaste a mi oído y susurrándome me dijiste que la besara. Sin pensarlo mi boca buscó la de ella, que respondió a mi beso, su lengua buscó la mía, y nos besamos.
Mientras me besaba, mis manos buscaron el enganche de su sujetador, lo desabroché y lentamente se lo quité. Sus pechos quedaron al descubierto, estaban firmes, y sus pezones duros. Sin pensarlo, dirigiste tu boca a su pecho, y lo besaste, vi cómo lo lamías y succionabas el pezón. A continuación la besaste, y ella dirigió mi cara hacia su otro pecho, y repetí lo que te había visto hacerle.
Mientras os besabais, me agaché y os quité suavemente el tanga, después me levanté y os acaricié el trasero a las dos con mis manos. Os detuvisteis, me mirasteis y entre las dos me quitasteis la ropa. Tú me quitaste la camisa y aprovechaste para chuparme los pezones, y la doctora desabrochó mi pantalón y me desprendió de él.
Te agachaste junto a la doctora, ella te pidió que me quitarás tú el bóxer y saborear primera mi polla. Accediste, me los empezaste a bajar, y en cuanto mi polla quedó a la vista, la doctora se la metió en la boca de golpe, la recorrió entera con sus labios y su lengua, dejándomela bien mojada.
Se la sacó de la boca y la giró hacia ti para que tú me la chuparas también. Lo hiciste, y mientras la recorrías por fuera ella acercó su boca y la chupó a la vez que tu. Vuestras lenguas recorrían mi polla desde la base hasta la punta, hasta que vuestras bocas se encontraron y os volvisteis a besar.
Os pusisteis de pie, te fuiste a la camilla y te tumbaste con las piernas abiertas, la doctora se acercó a ti y te besó mientras con una mano acariciaba tu coño. Tu respiración se tornó agitada, y entre suspiros le pediste que te lo comiera. Ella acercó su boca a tu entrepierna y empezó a lamer tu mojado coño.
Con tus dedos señalaste mi polla y me indicaste que te la acercara a la boca. Me acerqué a ti y empezaste chupármela con ganas, mientras yo veía cómo la doctora metía su lengua en tu coño, lo que te hacía gemir de placer mientras chupabas mi polla. De repente paraste, y sin parar de gemir me dijiste:
- Ella necesita tu lengua.
Eso me encendió, me fui hacia ella y me coloqué detrás, mientras me agachaba, ella separó sus piernas para facilitarme el trabajo, su coño estaba mojado, y desprendía un olor excitante. Me apresuré a meter mi lengua, y ella respondió corriéndose en mi boca. Seguí lamiendo su coño mientras saboreaba los jugos que me brindaba, con mis manos separé sus glúteos, e introduje mi lengua en su culo, lo que la hizo ahogar un fuerte grito de placer.
Le pediste cambiarte con ella, se tumbó en la camilla, tu te dirigiste a su entrepierna y yo me acerqué para que chupara mi polla, me excité mucho al verte lamer y chupar ese coño mientras ella metía y sacaba mi polla erecta de su boca. Te incorporaste, me miraste y me dijiste:
- Ahora quiero que te la folles.
La doctora se bajó de la camilla, apoyó en ella los brazos y subió una rodilla, dejando su coño listo para lo que venía a continuación. Te agachaste y le diste las últimas lamidas, acerqué mi polla y la chupaste, y con tu mano la dirigiste hacia la entrada, y lentamente la penetré hasta el fondo.
Diste la vuelta a la camilla y la besaste mientras yo hacía mi movimiento de vaivén. Aceleraba poco a poco el ritmo, aumentando la fuerza de mis embestidas, mientras la doctora ahogaba sus gritos a la par que te besaba y acariciaba tus pechos. Empezó a gemir cada vez más, hasta que se vino en medio de un orgasmo, y de su coño emanaba el flujo fruto del placer.
Te avisé de que yo estaba a punto, te viniste a nuestro lado y las dos os agachasteis, empezasteis a chupar y masturbar mi polla, que estaba a punto de explotar. Me la dirigiste hacia la boca de la doctora, para que me corriera sobre ella, me masturbabas cada vez más rápido, hasta que exploté y me corrí en su boca y su cara.
Cuando terminé, ella se giró hacia ti y os besasteis, saboreando hasta la última gota de mi semen. Nos vestimos, la doctora te dijo que estabas bien y que te esperaba en 6 meses para la siguiente revisión.
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mi escritura es totalmente de mi autoría. Toda adaptación y/o copia esta prohibida.
espero que estén disfrutando mis historias bbys, me ayudan mucho si le dan ♡ , las quiero!
“Video Games” | Joel Miller
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Un día soleado de verano transitaba en la pequeña comunidad de Jackson. Los árboles brindaban una agradable brisa instaba a los niños a jugar en las calles antes de entrar a la escuela; y las flores en las ventanas de las casas daban colores que hacían olvidar la oscuridad del mundo exterior.
-Es todo por hoy, linda —se asomó Maria por el pasillo.
-¿Segura que no me necesitas? Puedo quedarme a ayudarte.
-Claro que no, cubriste mucho tiempo cuando tuve que cuidar al descuidado de mi esposo —exclamó, haciéndonos reír a ambas.-Ve, si no Joel va a matarme por tenerte tanto tiempo alejada.
Tome mi bolso y salí de la pequeña y acogedora biblioteca cambió a casa. Casa. Un hogar. Después de tantos años anhelando tener un hogar al cual volver. Atravesé la única calle, para verlo al final del camino, sentado en el porche de la entrada tocando su guitarra junto a Ellie.
-¡Paris! Mira… —tocó unos leves acordes, haciendo que Joel levantase la viera con orgullo paternal.
-Sabia que lo lograrías.
-Tengo que ir a contarle a Lily —se levanto y salió como si la vida pendiese de ello, pero volvió para darme un breve pero tierno abrazo.
-Gracias por ayudarme con la tarea de literatura, no hubiese entendido lo que decía el autor de no ser por ti —y antes que pudiera responderle corrió nuevamente rumbo a la casa de su amiga.
La emoción me estaba ganando nuevamente al intentar que no se me aguaran los ojos. Gire para ver a Joel con su mirada clavada en mi, la cual se tornaba más oscura al recorrerme con sus orbes café. Mordí mi labio inferior en provocación.
-Ven aquí, ángel —palmeó su muslo y extendió su mano.
Refugiarme en sus fuertes brazos, oler su aroma a pino mezclado con el ligero toque de whisky escocés, mientras me acurrucaba en su pecho era la definición de lo que más disfrutaba de mi día.
-¿Que tal el trabajo? —preguntó acariciando mi pierna, levantando ligeramente la tela de mi vestido.
-Solo yo y un montón de libros. Me encanta. Ayude a un par de chicos a buscar uno… ¡ah! y una niña quería leer una historia sobre amistad y aventuras. Por favor, Joel, dime si hablo demasiado rápido —tape mi cara avergonzada.
Su risa hizo eco en mis oídos, provocando una descarga en mi cuerpo. Cada vez que reía grababa en mi mente su melodía.
-Jamás podría cansarme de escucharte, preciosa. ¿Y que libro le recomendaste?
-Mujercitas. Recuerdo que cuando era pequeña logré conseguirlo de contrabando en la zona QZ. Me ayudaba a olvidarme de toda la mierda de afuera por un rato. Imaginaba que era una de las hermana March, y me la pasaba jugando a los peregrinos y decorando la casa para las festividades.
-Puedes hacerlo ahora —enarqué una ceja ante su respuesta.- A Ellie le gustaría. Ella ama todo lo que hacen juntas, y María podría ayudarte con el vestuario.
Me acerqué a su rostro para posar un beso sobre su barbilla, mejilla y frente, para luego unir nuestros labios. Quería que supiera que adoraba como me protegía y adoraba día a día. Y que era suya, hoy y siempre.
-Joel Miller, si eres un viejo sentimental —dije ganándome un pellizco en mis muslos.
-¿Quieres saber lo que le haces a este viejo al usar ese vestido?
Mis pulmones se habían quedado sin aire en un segundo, a pesar del viento que corría. Eso provocaba Joel en mi. Asentí levemente, siguiendo su juego. Puse mis piernas ambos lados de su regazo, y apoyé mis manos en su pecho.
Desabotone su camisa, y acaricie las cicatrices que adornaban su torso, besándolas una por una, mientras baje mi mano a la hebilla de su pantalón.
-Estás jugando con fuego, princesa —gimió por lo bajo, haciéndome sentir poderosa al ver el efecto que causaba en él.
El condado de Jackson se había reunido en la sala de cine, dejando el lugar vacío. Que excelente coincidencia.
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Demon Dust (Hazbin Hotel AU : Alternating)
en este universo alternativo, las cosas cambian drásticamente de forma negativa para angel como para los demás.
tras lo sucedido en ADDICT y de haber seguido recibiendo abusos de parte de valentino, angel llegó a acostumbrarse en cierta manera aunque una parte de el seguía con ese resentimiento... la herida no sanaba en el, seguía ahí, como un espejo roto sin arreglo...
pero no todo fue para siempre, valentino después de tantas veces de haberlo abusado sexualmente y maltratarlo física como sicológicamente, se aburrió de el..
ya cuendo valentino le dijo que se aburrió de él y que ya no lo quería ver, angel le dio igual.
el daño ya estaba hecho.
de un momento a otro, angel recordó todo su sufrimiento, todos esos asquerosos momentos con su despreciable jefe le dieron un asco enorme. el resentimiento volvió a su ser con un toque de rencor y ira... pero mantuvo oculto ese deseo de venganza para no dar sospechas.
...
al próximo día de su trabajo, llevo un cuchillo con el plan de matar a su horrendo jefe pero las cosas no salieron como lo planeado...
angel logró matar a valentino... o bueno, eso es lo que penso...
al matar a valentino de alguna manera su "espíritu" y el cigarillo que el tenía se unieron, el humo del cigarrillo atacó a angel.
sus intentos por librarse del humo fueron inútiles porque el humo entro rápidamente a su boca. de repente se sintió aturdido mientras pestañeaba lento, de alguna manera volvió a escuchar la maldita voz de su jefe. dicha voz estaría atormentandolo hasta tomar control de él.
valentino dándose cuenta de que poseyó gran parte del cuerpo de angel dust, tomaría provecho del resentimiento que tiene angel y lo manipularia para darle la "idea" de que debería darle el mismo sufrimiento a otro ser inocente para así aliviar su dolor.
angel no estaba muy de acuerdo con esto pero valentino le dijo que no se tenía que preocupar por ahora ya que el haría todo el trabajo sucio.
angel seguia encontrándose algo vulnerable por lo sucedido pero decidió creer en las palabras de valentino en su mente, dejándole el 80% de control de su cuerpo a valentino.
habian ciertas cosas que valentino cambiaría en angel... y esas serían su comportamiento y su ropa.
el comportamiento de este "nuevo" angel sería fría y menos extrovertida, se llevaría mal con cualquiera que no esté de acuerdo con el en sus ideas o de lo que el hace, también es extremadamente morboso y pervertido cuando se trata de su pequeña mascota Fat Nuggets (el ser inocente que valentino eligió para abusar al ser inofensivo y la mejor presa fácil. angel aveces llega a tener el control pero muy pocas veces le demuestra afecto verdadero a su mascota sin llegar a la perversión ni a la manipulación, sus traumas y resentimiento lo siguen atormentando haciendo que siga abusando de fats)
y su vestimenta no cambia mucho, solo cambia a un color morado con negro y un pantalón no tan corto con unas extrañas medias que parecen botas.
los demás amigos de angel al notar este nuevo comportamiento en el, se decepcionan y se enojan por lo que está haciendo.
vaggie estaría enojada y asqueada al saberlo mientras que charlie estaría decepcionada y con ira por la acción de angel en volver a darle mala imagen al hotel (ya no le importaría si le hizo daño o no al animal ya que están en el infierno, lugar donde a nadie le importa)
a angel ya le daba igual lo que pensaban de el, así que le importó un carajo si se morían de un infarto por una cosa asi.
otros datos más :
-angel se cambió el nombre a "Demon Dust" porque el ya no parecía un angel, parecía un ser despreciable con ganas de causar daño.
-demon (angel) al suspirar o bostezar, saca un humo rojo parecido al del cigarrillo que tenía antes en addict.
-fat nuggets apesar de todo el abuso sexual como físico que recibe por parte de demon (angel) aún le tiene mucho aprecio y no piensa escaparse o irse de su lado apesar de todo ese daño que le hace su dueño.
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LA PEQUEÑA GEMA DEL INFINITO.
POV. WANDA
El despertador comenzó a sonar sin cesar, espabilando de golpe a la joven bruja . La sokoviana no tuvo mucho margen para reaccionar y se incorporó lo más rápido que le permitió su adormecido cuerpo sobre el colchón. Desde la muerte de Pietro, Wanda no era la misma, sentía un vacío constante instaurado en su interior. No podía comer bien, no conciliaba el sueño y no era para menos… Su mejor amigo, su alma gemela, su hermano, se había ido para siempre y era algo que nadie le estaba enseñando a gestionar. Suerte que después de aquel episodio traumático que esperaba algún día poder superar, los vengadores se solidarizaron con ella y la dejaron convivir junto a ellos en el famoso rascacielos de Nueva York. Según el agente Rogers, con el tiempo y el control suficiente de las emociones de Wanda, la joven bruja podría llegar a convertirse en una de ellos, ser una vengadora más, situación a decir verdad, que le enorgullecía. Con su habitual parsimonia de siempre, se levantó de la cama y se cambió a una ropa similar que ya portaba antes; un pantalón de chándal negro, una sudadera granate, y unas zapatillas de deporte. Total, en el día de hoy no es que fuera a hacer mucho, ¿no?. La joven, se dirigió al pequeño mueblecito que tenía junto a su preciada guitarra y agarró la goma del pelo para recogérselo en una cómoda coleta.
-Oh no, no, no, no…- Comenzó a maldecir en voz baja. Mierda. Su cabeza, comenzó a funcionar a 1000 por hora. ¿Cómo narices se le había olvidado? Los miércoles Natasha y Steve la esperaban en la sala de entrenamiento, para seguir con sus clases particulares. Con algo de rubor en sus mejillas debido a su despiste, salió del cuarto dispuesta a ir directamente a la sala, sin siquiera pasar a la cocina para desayunar, cuando una voz le detuvo de todas sus acciones.
-Agente Maximoff- Le llamó Natasha con su particular voz grave. Wanda se volteó lo más lento que pudo, algo abochornada. Steve la observaba con una pizca de diversión a lo contrario que su compañera, que parecía un robot sacado recientemente de la fábrica. Para que luego dijeran algo negativo de Tony pensó la pelirroja.
-Nat, perdón me he quedado dormida, y…- No fue capaz de terminar la frase. Más bien no le dejaron terminar.
-Agente Romanov para ti… Agente Maximoff, tenemos unos horarios que cumplir, no me haga perder el tiempo.- Volvió a arremeter contra ella. La sokoviana, no pudo evitar bajar la mirada con algo de temor. Una Natasha enfadada daba mucho miedo.
-Nat, vale ya- Le pidió Steve algo serio a la susodicha. La viuda, resopló con contrariedad en respuesta a su amigo y se adelantó dirigiéndose a la sala de entrenamiento, sin siquiera echar la vista atrás.
-Lo siento Steve, no era mi intención llegar tarde- Explicó algo afligida con su característico acento.
-No te preocupes, Wanda.- Le calmó con una sonrisa, que fué devuelta.- Ya sabes cómo es Natasha, no se lo tengas en cuenta… De todas maneras, hoy no tenemos mucho tiempo para practicar, tenemos una misión importante-
-¿Qué sucede?- Preguntó preocupada al ver el rostro de su compañero.
-Todavía nada, pero tenemos que ir a por algo… me detallarán la información más adelante, solo sé que se trata de algo delicado, un arma o algo similar, algo poderoso que podría desestabilizar el ecosistema que tenemos engranado a la perfección…-Wanda, la vida tal y cómo la conocemos ahora, se podría echar a perder… tenemos que estar preparados…- Le relató el capitán con cierta preocupación.
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POV. Lilian.
Una tenue luz, comenzó a filtrarse por las rendijas de la persiana de la habitación, dándole de lleno en la cara a la única niña que yacía dentro de ella.
-¡Que viene, que viene!- Gritó Thomás sobresaltado mientras entraba corriendo a la habitación. La pequeña más alerta debido a los gritos procedentes de su amigo, se incorporó rápidamente de la cama y se acercó al chico rodeándole con sus cortos brazos.
-¿Estás preparado?- Preguntó de manera atropellada.
-Lily.. ¿y si esta vez te caes, y nos descubren?- Lily no tuvo opción a contestar a la cuestión de su amigo. De un gran impulso, saltó junto con el niño al techo de la habitación y se pegó lo máximo que pudo a la superficie alta.
Una mujer con aspecto envejecido y un manojo de llaves entró en la sala como si le estuviera empujando un huracán al interior.
-Malditos mocosos,¡ aquí no están señor!, vamos a mirar en la cocina, igual se fueron a comer algo- Gritó Abby de manera impertinente. Cómo si de otro vendaval se tratara, la ama de llaves desapareció de la misma manera, dejando de nuevo a los chicos solos. Lilian, con el flequillo pegado a la frente debido al sudor, bajó a su amigo lentamente de nuevo, a la superficie.
-¿te encuentras bien?- Le preguntó Thomas preocupado.
-Sólo un poco cansada… nada más, no te preocupes.- Contestó en un susurro la pequeña rubia, mientras le intentaba apaciguar. El niño, que no era tonto, observaba con interés a la muchacha, esperando alguna reacción exagerada de parte de la chica. Lilian derrotada, se sentó en el enmarmolado suelo, recobrando poco a poco el aliento que le faltaba.
-Lily..- Susurró compungido.
-Lo sé Thomas, lo sé… Pero no podemos hacer nada, si nos escapamos de aquí, la policía nos va a volver a encontrar, y nos mandarán de vuelta aquí al orfanato… esto es una ratonera, una vez que entras, ya no puedes salir.-
-Ya… pero tu no eres como el resto de niños Lilian, y lo sabes… Tenemos que volver a intentarlo, no quiero volver a comer sopa agria, o estar fabricando muñecas para luego timar, y robar a la gente...- Suplicó apenado.
-Algo haremos Thom, algo haremos..- Le contestó con una sonrisa mientras le tendía la mano para reconfortarlo. Alguna solución se les ocurriría. Mejor en la calle que en ese sitio.
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POV. NATASHA.
Natasha sigue su camino hacia la sala de entrenamiento. Lo sentía en el alma, pero aquella mujer la sacaba de sus casillas. Desde bien pequeña, a la viuda le habían enseñado a controlar sus emociones, hasta tal punto de que la gente no era capaz de leerla… Nunca sabías cuándo hablaba en serio o estaba de broma, a lo largo de los años, esta técnica le había servido a su favor y había podido conseguir sacarle el máximo partido debido a las situaciones a las que se enfrentaba, pero fué llegar la joven bruja al complejo y volver a ese sentimiento de vulnerabilidad y alerta constante. La odiaba, odiaba sentirse así de débil de cara a un desconocido.
La espía entró a la salita de entrenamiento envuelta en un enjambre de pensamientos, seguida de unas pisadas apocadas.
-Quítate, la sudadera, vamos a empezar el entrenamiento.- Ordenó la viuda a la bruja, sin siquiera dignarse a darse la vuelta para mirarla.
-Natash..-
-Agente Romanov,-corrigió rápidamente la Sokoviana dándose cuenta de su error.-El agente Rogers, me ha comunicado que tenemos que estar en el ala principal ,por qué...- La rusa no le dió tiempo a terminar la frase volviéndola a interrumpir.
-Si hubieras estado a la hora que habíamos acordado, no estaríamos teniendo esta conversación…, así que ponte en guardia, cuanto antes empecemos, antes acabaremos agente- Volvió a informarle de manera impasible. Natasha observó cómo la pelirroja cuadraba los hombros y su mirada se volvía sombría.
-¿Hasta cuando vas a estar así?- Le espetó la joven bruja con rabia.
-Agente...- Advirtió la rusa con sequedad.
-¡Y un cuerno Natasha!, ¿Qué narices te pasa?, ¿joder es por lo de la otra vez?, ¡ya te dije que lo siento, no era mi intención meterme en tu cabeza, ya sabes que no siempre puedo controlarlo!-
-¡SE ACABÓ!,- Gritó la rusa perdiendo de nuevo los estribos. La espía avergonzada por la confesión de la Sokoviana, lanzó una patada al ras del suelo e hizo caer de manera abrupta a Wanda contra el pavimento. Los ojos de la bruja se pusieron automáticamente rojos y una bruma escarlata comenzó a brotar de las palmas de sus manos.
-Dijimos que nada de magia Maximoff, solo combate físico- Le advirtió esta vez una Natasha más preocupada que malhumorada. Wanda de manera instintiva, bajó las manos y sus ojos volvieron a su color verde habitual.
- Estabais aquí, ya decía yo que por los gritos que estabais pegando, no podíais andar muy lejos…- Anunció Tony dejándose ver apoyado en el marco de la puerta.
-Por mucho que me gustaría ver a dos chicas pelear y sudar con sus camisetas ajustadas, hoy no es el día, Steve nos está esperando, tenemos una nueva misión, así que dejad lo que estuvierais haciendo y marchémonos- Les ordenó el millonario a ambas mujeres. La joven bruja se puso de pie de malas formas y salió de la habitación sin decir absolutamente nada.
-¿Todo bien Nat?- preguntó Tony curioso ante la situación atípica que acababa de presenciar. La viuda, se quedó ensimismada observando la puerta por dónde había desaparecido la chica, sin saber qué contestarle a su amigo.
-Todo correcto, vámonos.- Le sugirió a su compañero, esta vez con su tono frío habitual de siempre.
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POV LILIAN.
La pequeña agarró la mano de su amigo decidida y salieron de puntillas de la habitación para no ser descubiertos.
-¿Algún plan Lily?- Le preguntó el muchacho en un susurro.
-Ninguno, vamos a salir de aquí primero y luego ya improvisaremos..- Le contestó con el mismo tono de voz que Thomas había usado segundos antes. De repente, sin previo aviso un estruendo derribó la puerta principal provocando que el resto de niños que se encontraban en el interior de la fundación comenzaran a gritar de pánico. De manera instintiva, el niño agarró de la mano a la niña y tiró de nuevo hacia atrás, obligándoles de nuevo a volver a la habitación.
-Debajo de la cama, vamos- Ordeno la rubia al muchacho. Ambos niños corrieron a meterse debajo y esperaron en silencio a escuchar algún sonido.
-Lilian, tengo miedo.- Le susurró su amigo en un puchero.
-Shh, calla o nos van a pillar..- Le pidió en voz baja mientras le agarraba la mano para tranquilizarlo. De nuevo, un golpe sordo, anunció la entrada de un nuevo invitado a la habitación. Lilian se pegó al costado de su amigo para protegerlo mientras vigilaba los pasos que poco a poco, se iban acercando a la cama dónde yacían ambos niños escondidos. La pequeña observó sin poder evitarlo, cómo con sutileza, la colcha de la cama se levantó, hasta tal punto que dejó en descubierto la cara de los dos infantes. La niña pudo observar al individuo que requería toda su atención, de cabeza plateada y ojos violetas le sonreían de manera extraña desde el otro lado de la tela, dándole un aspecto bastante fantasmagórico.
-A ti te estaba buscando..- Le escupió con una voz metálica.
-¿Y el resto, dónde están?- Preguntó con miedo, a sabiendas de la respuesta.
-Eso no importa ahora, te vienes con nosotros.- Volvió a repetirle la voz de manera inquisitiva. Thomas fue a agarrarle la mano a su amiga muerto de miedo debido al sujeto que tenían de frente, pero el individuo de cabeza plateada actuó antes, agarrando al niño de la mano y sacándole de la cama de un solo estirón, tirándole inmediatamente al suelo.
La pequeña actuó lo más rápido que su cabeza se lo permitió y salió de la cama de manera veloz. Thomas yacía tumbado, sin apenas moverse. Los ojos de Lilian reflejaron un terror absoluto, ¿estaría muerto?, no podía estarlo, no, no podía estar sucediendo esto. Cabeza plateada volvió a alargar su brazo esta vez para llevarse a la niña, pero no consiguió lo esperado. Lilian temblando de cólera, levantó su pequeña mano infantil y alargó los dedos dejando un pequeño espacio visible en la palma de la mano. De la parte inferior comezó a brotar una nebulosa de color verde eléctrico invadiendo por completo sus dedos. Con rapidez, la pequeña echó la mano hacia atrás y volviéndola a lanzar hacia delante, la nebulosa se disipó de su mano, impactando de lleno en el pecho de aquel ser. Apurando el tiempo que la niña disponía, se acercó rápidamente a su amigo incorporando levemente su cabeza.
-Thomas, Thom, Tommy-¡por favor, despierta!…- ¡Me prometiste que nos iríamos de aquí los dos!, ¡venga levanta!.- Volvió a inquirir esta vez más impaciente, al ver que su amigo seguía con los ojos cerrados. Un repetido estruendo volvió a retumbar en las paredes del cuarto, provocando que la niña volviera a desenterrar su don. Con la mano libre, agarró a su amigo de la cintura levantándolo del suelo, y con la otra en alto, apuntó a la puerta, preparada para defenderse de quien fuera. Esta vez, la puerta se abrió mostrando a una mujer, mono negro ajustado y pistolas en ambas manos, recorría la habitación con la mirada, un simple barrido bastó, para cerciorarse de que no había nadie más. El cabeza plateada había desaparecido.
-Tenemos dos niños más aquí arriba Capitán- Informó la desconocida mientras se llevaba los dedos de la mano a su oído.
-No lo sé Steve, ahora bajamos- Volvió a repetir esta vez de manera más tensa.
-Vamos chica, tenemos que salir de aquí- Le dijo la desconocida a la pequeña que seguía con la mano en alto incapaz de moverse.
-¡Y una mierda!, no pienso ir a ningún lado, ¡Márchate si no quieres que te mate- Advirtió la pequeña en un intento patético de amenazar a aquella mujer. Lilian, volvió a agarrar a su amigo esta vez con sus dos manos dando un paso hacia atrás alejándose lo máximo posible de la mujer. La cabeza de Lily volvió a ponerse en alerta, ¿Y si la estaban buscando por qué tenía poderes? La pequeña no volvería a usarlos, no al menos delante de esa gente, no sabía que estaba pasando pero su intuición le decía que el motivo de todo este lío, tenía algo que ver con ella.
Esta vez un nuevo estruendo procedente de la ventana de cristal, asustó a ambas mujeres. Lilly se giró asustada y sintió una aguja penetrar su piel. De repente sintió un cansancio absoluto y se le doblaron las piernas. ¿Qué narices le estaba pasando? sin querer, sus manos empezaron a relajarse soltando a su amigo. Cuando cerró los ojos, notó que alguien la cargaba.
-¿De verdad, Tony? ¿un calmante?- Escuchaba a lo lejos
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POV. LILIAN.
La pequeña niña comenzó a abrir los ojos lentamente. ¿Dónde narices estaba?, espera, ¿Tenía las manos atadas a la camilla? ¿Qué era ella una cobaya? Desorientada, buscó con la mirada a su amigo mientras intentaba incorporarse lo más rápido posible. Con un simple barrido divisó unas cuantas probetas llenas de lo que parecía sangre, y unos cuantos instrumentos de medicina. ¿Sería esa sangre la suya?
-Chst, Chst, tranquila niña, o te vas a hacer daño- Le advirtió un hombre de barba, y voz solemne. Lily se giró de manera brusca para no perder de vista a su secuestrador y al no reconocer el espacio en dónde se encontraba, de manera alterada, extendió su pequeña mano hacia arriba, volviendo a crear la nebulosa esta vez de un color morado apuntando hacia los amarres que la tenían sujeta de las muñecas. Una pequeña explosión soltó las cadenas liberándola al fin.
-Stark- Le advirtió esta vez un hombre rubio. La rubia se había bajado de la camilla, y apuntaba con sus pequeñas manos a los dos hombres que yacían en la habitación con ella. Acto seguido debido al estruendo, la puerta de la habitación se abrió, dando paso a un nuevo invitado.
-Wanda, fuera de aquí, la niña puede desestabilizarse de nuevo- Inquirió el rubio hacia la chica pelirroja que acababa de llegar. Lilian sin hacer caso a las amenazas del adulto, aprovechó para observar a la joven con detenimiento. Parecía tranquila y no parecía perturbarse de su extraño poder. Sin ella esperarlo, la pelirroja realizó un movimiento elegante con los dedos y creó de la nada la misma nebulosa con la que ella estaba familiarizada, pero con la diferencia que esta era de un color escarlata. Ese color la pequeña también lo tenía, pero lo solía utilizar muy poco.
-Ey, niña, puedes estar tranquila, no va a pasar nada-Me llamo Wanda, puedes estar tranquila, aquí todos, tenemos nuestras peculiaridades cómo puedes comprobar, pero no te vamos a hacer daño, te lo juro- Le replicó con un acento bastante extraño a la par que tranquilizador. Lilian bajó las defensas durante unos segundos, y encogió levemente los dedos disminuyendo levemente la bruma que amenazaba con emanar del mismo color que el que tenía la pelirroja entre sus manos.
-Wanda- Le llamó con voz temblorosa, sin poder evitarlo. Lilian, muerta de miedo al ver que podían visualizar por su tono de voz que estaba aterrada, carraspeó intentando poner una voz más solemne y segura. La sokoviana, hizo desvanecer su nebulosa y se acercó unos pasos más a la niña pero sin llegar a invadir su espacio.
-Thomas, ¿Dónde está mi amigo?, él no tiene poderes, no le hagáis nada, él es bueno- Insistió en esto último con la voz rota, más parecida a un puchero que a una petición.
De nuevo, la puerta se abrió dejando entre ver a otra joven de cabellera rojiza.
Un momento… a ella si que la recordaba…
¿Es ella?
¡No podía ser!
¡Es la que entró al orfanato cuando intentaron raptarla!
Sin volver a mediar palabra, la pequeña estiró repetidamente los dedos hacia delante volviendo a generar su nebulosa de color verde y apuntó hacia la mujer que se encontraba frente la puerta. En un abrir y cerrar de ojos, Lily lanzó su bruma hacia la mujer, sin ningún éxito, ya que no le ocasionó ningún daño porque la otra chica pelirroja de antes, usó su propio poder para poder protegerla.
Otra vez, sintió cómo un mosquito le picaba en el cuello y volvía a sentirse cansada.
-Tony, ¿otra vez?-Volvió a escuchar a lo lejos. Sus ojos volvieron a cerrarse sin poder evitarlo.
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POV WANDA.
La pequeña flexionó sus rodillas sin llegar a tocar el suelo. El brazo de Tony la sujetó a tiempo y la enderezó volviéndola a tumbar en la camilla.
-No podéis atarla, es solo una niña.- Dijo la joven bruja con enfado. Wanda sin poder evitarlo, empezó a recordar cómo la habían utilizado desde pequeña junto con su hermano Pietro y la de torturas médicas que había tenido que aguantar.
-Es una niña, pero con un poder que todavía no conocemos.. Wanda no vamos a hacerle ningún daño, lo sabes… pero necesitamos saber un poco más de ella y siendo consciente, está visto que es imposible- Contestó el millonario, sin apartar la vista a los viales que estaba utilizando.
-¿Maximoff, podemos hablar?, te estaba buscando- Le reclamó la rusa con autoridad. La joven bruja entrecerró los ojos intentando averiguar qué es lo que había hecho mal esta vez y observó a dos compañeros que estaban igual de sorprendidos que ella.
-No seáis tontas chicas, hablad aquí si queréis, nosotros no molestamos ¿Verdad Cap?- preguntó Tony de manera burlona al muchacho rubio, que este a su vez tenía cara de querer estrangularlo. Wanda, sin decir palabra y obviando las tonterías que decía su compañero, salió de la sala pasando por delante de la espía. En esos segundos de cercanía, Wanda pudo sentir su olor penetrando por sus fosas nasales, olía a bergamota.
-Tú dirás- Increpó la Sokoviana distante. La joven bruja, observó cómo la espía se mordía el labio algo avergonzada y bajaba levemente la mirada al suelo.
-Sólo quería disculparme… no tendría que haberte presionado tanto, y haberte tratado de estas maneras, perdona-
-No pasa nada agente Romanov, todo correcto- Volvió a insistir con esa voz distante que sabía que a Natasha tanto le costaba escuchar.
-Wanda, vengo en son de paz..- Se quejó la espía con mirada cansada.
-¡Anda!, ¿Ahora soy Wanda?, ¿A qué debo este honor?- Volvió a inquirir esta vez con un tono duro. A la joven bruja le pareció percibir una leve sonrisa procedente de su compañera, pero enseguida volvió a su pose principal, sin siquiera llegar a poder ver la cara relajada de la espía.
-Da igual, sólo quería decirte eso, ahora me tengo que ir… Banner me reclama, está atendiendo al otro niño que iba con la niña.-Explicó Natasha cambiando rápidamente de tema. Para Wanda, el detalle de la variación de la conversación, no le pasó desapercibido, pero decidió darle una tregua y ponérselo fácil. Al menos por esta vez.
-Cómo está el otro niño…- Preguntó la bruja con verdadera preocupación.
-No sabe si va a poder salir de esta… Esta haciendo todo lo que puede, Maximoff, necesito que le digas a Tony que te de viales del cuatro, en cuanto los tengas traemelos, son para el crio-
-De acuerdo-
-Gracias, Wanda, hasta ahora.- Volvió a repetir su nombre completo mientras se giraba de camino a la otra sala.
¡Por todos los dioses! ¡Natasha se había disculpado! ¿Qué acababa de ocurrir?
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🧑🏼🎤💖🎵. —Tú eres muy lindo —repuso. Le había otorgado otro significado a su vida—. Oh, te amaré todos los días, cariño —de eso no tenía duda—. Y te lo demostraré —repuso, pues eso era una promesa personal. Quería que su lobito fuese tan feliz como fuese posible.
Confío en los instintos de Nick. Ya que se encontraba transformando, lo seguiría a donde fuese. (Y cuando no, porque la palabra de su lobito era lo más importante.) Sin embargo, mientras se movían, Tarik hacía sus propias especulaciones. Avanzó en cuanto el lobo se lo indicó. Mirando el sitio de manera analítica. El callejón tenía la apariencia de un sitio sin salida, pero conforme se avanzaba, la ilusión se terminaba. Como un halo se culminara en el momento de salir al otro lado. ¿Habría magia involucrada? ¿Por eso no se habían dado cuenta? Miró su entorno, la aglomeración se combinaba los grandes edificios, departamentos, autos y el mundo oscuro de Nueva York. —Dame un segundo, cariño —le pidió, acariciando detrás de sus orejas. Quería pensar. Si el callejón tenía salida, entonces más de una persona pudo haber escapado de este sitio. ¿Pero a dónde? Miró los altos de edificios, los cubos de basura... Había una infinidad de posibilidades. Tarik salió un poco más para reconocer el lugar. Extrajo su celular y tomó fotografías. No quería arriesgar a Nick al indagar en el interior de los edificios u otros lugares. Mas, su intuición le mantuvieron un momento más observando el sitio. En cuanto recopiló las evidencias visuales en su teléfono, envió a Daeron la información para que pudiera mandar a vampiros a revisar. También podía pedir a Naseem un favor especial, pero eso lo vería más tarde—. ¿Quieres ver algo más? —Le preguntó al contrario.
💖🧙♀️✨. Asintió con una sonrisa, mas la sonrisa le duró poco cuando Daeron continuó con la oración. —¿Cómo? Te estoy hablando de Tarik y Nick, no para que elijas a otras personas externas a nosotros —reclamó, celoso. En el fondo sabía que Daeron no haría nada de lo mencionado, pero no pudo evitar saltar, mientras arqueaba una ceja—. Oh, tú pareces de buen humor —atacó a su estómago para hacerle cosquillas; la verdad es que prefería observarlo riendo que enfadado con él—. No, y no lo hagas —exclamó, aunque de nuevo se sonrojó sólo por pensar en Tarik. Era tan fácil si sólo pensaba en el egipcio—. Y ustedes también —apuntó. Era maravilloso tenerlos. Llegó a pensar que jamás estaría con Daeron, pero ahora notaba que el tiempo le había dado el mejor resultado, e incluso mejor, porque tenía a Nick y a Tarik, y los quería muchísimo—. ¿Le ayudo? ¿A no desmayarse? —Se echó a reír al imaginar a su amigovio hecho un mar de lágrimas, completamente emocionado por el amor que le tenía su rey—. Ah, entonces deberías recompensarme, ¿no crees? —Cambió de idea, mientras coqueteaba con él.
—¿Ah, sí? —Susurró sobre sus labios, dispuesto a besar a Daeron todo lo que pudiera. Adoraba sus labios, tan suaves y perfectos, le atraían y quería hacer más que besarlos. No se alejó de estos, requería continuar besándolos. Abrió su boca para atrapar la contraria. Entonces su mano se halló al borde de su pantalón; con intención de provocarlo, introdujo sus dedos al mismo.
🌾 ❛❛🐺💘🌚Le gustaba cada muestra de amor que Tarik le dedicaba por eso no podía pedir más, era feliz con el amor que había obtenido de él. —Eso suena demasiado lindo—Lo observó con una sonrisa. —Ya lo haz hecho, amarme y amarte es todo lo que necesito—Y sí, Nick solo necesitaba ser amado por Tarik y que él pudiera amarlo de esa misma forma. Bueno tendrían que apurarse para terminar esa tarea pronto y bien porque también quería que Kellan tuviera elementos para hacer sus investigaciones.
Le encantaba el toque de Tarik podía también identificarlo de esa manera, y le gustaba incluso sentir su conexión a través de ese acto. Tal vez los que había encontrado no estuviera vinculado con los acontecimientos porque no reconocía ese aroma con ninguno de los que estuvieron presenten en la pelea, pero le seguía dando inquietud porque sabía que eran de animal. Nick estaba acostumbrado a parlotear algo que no podía hacer en su estado animal y eso no le gustaba porque quería platicar con Tarik sobre lo que pensaba. Nick miró a Tarik y luego lo empujo gentilmente con su cabeza para que lo averiguaran, no sabía pero, podía sentir el aroma del combustible y el sonido de los autos. Siguió hasta llegar al otro extremo del callejón, mientras Nick seguía olfateando ese aroma peculiar que le había llevado ahí, entonces llegaron al final del mismo, el cual llevaba a una de las avenidas principales, el lobo se quedo entre las sombras del callejón, pensando que esto no les había conducido a nada más que lo que habían recolectado. El olor detectado por Nick se perdía entre el de los autos, los humanos y la misma pestilencia de la ciudad, como si hasta ese punto el licántropo hubiera dejado de serlo, Nick miró que no había luna llena por lo tanto no había lobos que pudieran controlar su transformación ¿entonces que era? y el día del ataque tampoco había luna llena. Era bastante extraño. Nick aulló bajito mirando a Tarik para que regresaran al auto.
🌾 ❛❛ 🧛🏻♂️❤️👑Daeron sonrió mientras en su mente se maquino una pequeña broma por las palabras de Kellan.—¿Dos personas?—Observó—Bueno ¿Las podré escoger yo o me las elegirás tú? ¿Tarik y Nick están de acuerdo?—Indago de la forma más natural como si ese hubiera sido el significado de las palabras de su novia, porque solo quería jugar con él. —Lo sé, me pones de buen humor—Replicó sonriente. Aunque no se lo había dicho como un cumplido, sí que era cierto que Daeron solo bromeaba con sus novios y que Kellan le ponía de buen humor pese a las discusiones que pudieran tener. —Nunca está de más que te provoque más—Acarició su mejilla, encantado por la reacción de Kellan ante Tarik. —Son lo más hermoso que tenemos—Afirmó, recibiendo las muestras de cariño de su novio mientras se maravillaba con ello. Sentirse amado por Kellan era el sentimiento más hermoso que podía experimentar. —Está bien, sirve que le ayudas a Nick—Pidió acariciando sus cabellos—Entonces no sería castigo, sería recompensa, mi amor—Negó con una sonrisa dejando un beso en sus labios. Siempre disfrutaría de la reacciones que provocaba en Kellan.
—El placer será mío—Replicó en tonó coqueto, acercándose a él para entregarse a aquel beso, que le hizo suspirar por la intensidad y dinamismo que imprimió Kellan, disfrutando del sabor de su boca. Cerró los ojos mientras disfrutaba no solo de sus labios sino del tacto sobre su piel, queriendo que continuara.
#;; tarik wayne#;; kellan ahearn#;; the news#que conste eh; ya dijeron *u*#taru anda en modo sospechoso mmmmm
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* ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀DEBT
⠀⠀⠀⠀ 𝘢 𝘯𝘦𝘸 𝘩𝘦𝘢𝘥𝘤𝘢𝘯𝘰𝘯/𝘴𝘵𝘰𝘳𝘺 𝘧𝘰𝘳 𝗦𝗸𝘆𝗽𝗶𝗲𝗮 ᴿᴾᴳ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀❪ • ❫ ⎯ #Thenaturalpirate ❜❜ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝐢. Skypiea ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 𝐢𝐢. año 395
⠀⠀⠀⠀⠀“Una deuda de vida era una deuda de lealtad”.
Gaia se levantó temprano de la cama, el reloj digital que traía en su muñeca marcó las cinco de la mañana. Ese día sería uno muy largo para la castaña. Cuando su cuerpo dejó la cama, se dirigió al baño. Era un baño con los azulejos cafés, pero el color de origen eran blancos. La mujer trataba de mantener su habitación, lo más limpia que podía. Pero eso no evitaba que se viera viejo y abandonado. En seguida, buscó su cepillo dental, untó pasta dental sobre la superficie de las cerdas y al introducirlo en su boca, se miró al pequeño espejo que estaba sobre el lavabo. Su rostro estaba demacrado, las ojeras resaltaban debido al tono pálido de su piel. Estaba más pálida de lo normal.
Invertía el mayor tiempo de su día en encontrar la cura para que los demás piratas pudieran respirar en el ambiente tóxico. Había estudiado varios libros previos al cataclismo, Oliver le ayudó a conseguir y a través de ellos, conoció la manera en la que la flora y fauna lograban limpiar ecosistemas arrasados por ambientes tóxicos y contaminación. Lo que ella temía, era que fallara, pues no había nada sobre la radiación, no se sabía de plantas que sobrevivieran, pero sí que mutaron con el ambiente tóxico de una bomba nuclear. Estaba cansada.
Oliver la salvó de manos de Skypiea, que experimentaron con ella al descubrir su inusual contacto con la naturaleza. Se sentía en deuda con él y con los piratas.
Terminó de lavar sus dientes. Regresó a su habitación y se colocó una playera la más informal que encontró. Tenía mal aspecto, no obstante, no era algo que realmente le importara. Su cabello era rebelde cuando no le dedicaba un minuto en arreglar. Cambió su pequeño short por un pantalón negro de mezclilla y unas botas de aquellas que los guardias de la tripulación solían usar. En definitiva, no tenía el aspecto de una científica y a nadie le importaba el aspecto del otro, siempre y cuando cumplieran las misiones y tareas asignadas.
La morena recordaba el primer día que llegó con los piratas, las condiciones en las que vivían no eran las óptimas y caían enfermos o muertos. Ella estaba en deuda y les pagaría de la mejor manera: uniendo sus habilidades, inteligencia y conocimientos. Tenía que recuperar los ecosistemas. Salió de las ruinas que eran su departamento. Le encantaba vivir ahí, era más solitario debido a la falta de aire limpio. Cuando se dirigía al Centro de investigación y desarrollo tecnológico, se encontró con su líder.
—Oliver —Su rostro no se inmutó, la seriedad reinaba en su rostro. —Estaba acostumbrada a saludar de las maneras menos inusuales. En lugar de un “buenos días”, “buenas noches”, ella solía ir directo al nombre o al tema en concreto que se le ocurriera. —¿Qué te trae por aquí? —estaba distraída por la falta de sueño pero entendía que su misión era más importante. El pirata la vio sin decir nada.
—¿Has descansado algo, siquiera? —No espero a responderle con sonido alguno y movió la cabeza.
—Es más importante encontrar la manera de hacer habitable el exterior —Se justificó con eso. El tiempo era sagrado para ella porque no quería ver las serias consecuencias. Verney no quiso decir nada más. Sabía que era determinada, lo supo desde el primer momento que la llevaron ante él.
—Cuéntame tu teoría. —se limitó a decir. —¿encontraste la manera? —en el lugar tenían prohibido fumar cualquier sustancia desde alucinógenos hasta médica sin previa instrucción médica.
—Combinaremos tecnología con métodos de la naturaleza misma. —Hizo una pausa y prefirió continuar con un cambio de tema —¿Tienes tiempo para acompañarme al centro de investigación? —Todos sabían que Oliver siempre estaba ocupado pero siempre destinaba tiempo a las cosas importantes. Caminaron juntos por los pasillos subterráneos. Una vez instalados en el área asignada para Earborn, se atrevió a hablar.
—Como te decía, combinaremos tecnología con métodos de la propia naturaleza, pero lo tenemos que hacer más grande de lo que cualquiera podría imaginar. —Miró la cafetera. Lo primero que hizo al llegar a las instalaciones de Los hijos del abismo, fue asegurarse de tener café, no era fanática de las bebidas energizantes a base de plantas, quería una bebida que fuera clásica. —¿Quieres café? —Se interrumpió para beber y mantenerse de pie. Sus ojos cada vez se achicaban del cansancio. No se esperó a que le respondiera y le ofreció una taza. Ella había encontrado la manera de cultivar las semillas y tenerlas en las condiciones óptimas. Le entregó la taza y le dedicó una enorme sonrisa. —Colocaremos torres por todo el territorio que purifiquen el aire por medio de lo que se consideraba antes, el metabolismo de las plantas. Así que, con ayuda de la fotosíntesis, las torres podrán purificar el aire a nuestro alrededor. —Gaia sabía que había más allá de la fotosíntesis, tendría que potencializar a una cantidad inimaginable para poder para limpiar la cantidad adecuada del aire de la zona. Además, se estaba estudiando a sí misma para el procedimiento. Ella debía tener algo diferente en su cuerpo. Eso no era común.
Cuando su reunión improvisada con Oliver terminó, ella tuvo toda su atención en experimentarse consigo misma.
Esa noche, no regresaría a casa porque seguiría en la creación de un nuevo proyecto. Ese fue su año 30 con vida y fue uno de los más largos junto con los siguientes cinco.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀❪ + ❫
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝐩𝐚𝐥𝐚𝐛𝐫𝐚𝐬: 906 ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝐩𝐮𝐧𝐭𝐚𝐣𝐞: $2.000 Créditos Aéreos ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝐭𝐚𝐠𝐬: ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ( + ) actividad realizada: 𝐏𝐑𝐎𝐌𝐏𝐓𝐒 - 𝐀𝐂𝐓𝐈𝐕𝐈𝐃𝐀𝐃𝐄𝐒 𝐎𝐏𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋𝐄𝐒 ( 𝗧𝗮𝗿𝗲𝗮𝘀 𝗗𝗶𝗮𝗿𝗶𝗮𝘀 )
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀•.* ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀𝒇. latibule ⠀⠀⠀⠀⠀⠀- 𝒕. 𝙰𝚖𝚊𝚝𝚒𝚜𝚝𝚊.𝚝𝚡𝚝
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀E.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ . Ver menos — con River Murphy.
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CARTA
“SIEMPRE SE PUEDE”
Hoy recibí una carta de una gran amiga recordándome una gran verdad. Que la voluntad y la perseverancia se construyen con fe. Si quieres volar y emprender sueña. La esperanza siempre estará presente. Anoche soñé y reviví en carne propia la sensación de correr. El viento suave me pegaba en la cara y todo mi cuerpo se estremecía ante el esfuerzo. Esa energía que había perdido a los nueve años fluía de mí ser como un relámpago. Las piernas en placida armonía superaban todo obstáculos. Mi cuerpo se estremecía de placer rogando que la carrera nunca termine. Era como un canto de sirena que me embriagaba como en mi bilocación más profunda. Me desperté excitado y mire sobresaltado al costado de mi cuarto mi pierna de palo y mis muletas. Estaban caídas, desvencijada junto a un pantalón y una camisa que la cubría. La realidad volvía a golpearme. El hombro me dolía cada vez más y mi cintura me pedía paciencia. Los años pasan pero la fe y la voluntad se mantienen intactas. Sí. El hombre que en su bilocación profunda surcó los aires y como un pájaro viajo en medio de las estrellas debía agradecer por tantas bendiciones recibidas. A pesar de mi falta de pata, con mis muletas y mi bastón y con la esperanza intacta de solucionar mi problema de traslación, seguiré soñando. Ese es el costo de vivir. Lo importante no es lo que suceda, sino cómo se reacciona. Si te pones a coleccionar heridas vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a volar. Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo de vivirla. Cuando acepta tu destino, y tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo. Uno crece cuando se enfrenta al invierno aunque pierda las hojas. Recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo. Uno crece dándole a la vida más de lo que se recibe. Así como hubo momentos en que la vida cambió en un instante, nunca olvides que aún habrá momentos en que lo imposible se tornará en un sueño hecho realidad. ¡Nunca dejes de soñar, porque soñar es el principio de un sueño hecho realidad! Y recuerda: todo lo que sucede, sucede por una razón. Como un maratonista he corrido y seguiré acelerando mi marcha hacia mi destino final. Como una pájaro he volado en busca de una antigua una aspiración del hombre, la de remontarse a las alturas como los pájaros. Y ese placer de seguir subiendo ¡más arriba! hacia el sereno azul del firmamento, es la vida. Siempre más arriba! ¡Más alto hacia el cielo azul! Porque siempre se puede. He conseguido en sueño aprender que de la mano de Tata Dios todo se puede. Que una mano amiga y el beso de un hijo, de un nieto y el amor de tu mujer es la perla más preciosa que se puede pedir y la parte más y delicada del increíble arte de vivir como un hermano.
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
DNI 12.209.529
Avda. Camino del Perú 1575
San Miguel de Tucumán
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𝟶𝟷: 𝔑𝔬𝔳𝔦𝔢𝔪𝔟𝔯𝔢 𝔰𝔦𝔫 𝔱𝔦 𝔢𝔰 𝔲𝔫 𝔞𝔩𝔦𝔳𝔦𝔬 𝔞 𝔪𝔦 𝔠𝔬𝔯𝔞𝔷𝔬́𝔫
. #stgpnovone + #gpjsm
Abandonó la habitación después de escucharle decir aquellas palabras. Evidentemente la persona que había conocido ya no se encontraba mal en él, lo único que permanecía era su cuerpo, tal cual lo había conocido, quizás con algunas cicatrices más, pero una parte de su alma se había perdido por completo. Su mente era diferente y ahora... Ahora solo disfrutaba matar.
Él intentó dar un paso para seguirla y ella lo notó a sus espaldas, la bota pesada había caído justo detrás de ella, pero no lo hizo. Simplemente cambió la dirección y enfundó el arma una vez más. Lo imaginó haciendo todo el ritual; el arma preparada en el borde del pantalón, la más pequeña en el bolsillo trasero. El maletín cerrándose ya listo para comenzar una nueva misión.
Cerró la puerta aún con los recuerdos vivos del ritual de preparación y apoyó su espalda en la puerta. Temía y no precisamente por su vida. Lazarus jamás sería capaz de lastimarla a ella, podía haber convertido en el monstruo que siempre negó, pero jamás la lastimaría, incluso cuando sus palabras le hubiesen afectado de tal manera, que se preparaba para matar a alguien más, alguien que ni siquiera estaba dentro de la agenda del día.
Logró ignorar los pensamientos y con la mente en blanco, lloró. Lloró durante tantos minutos que ni siquiera recordaba el momento en que se había sentado en el suelo y había caído rendida.
El despertar fue igual. Las sensaciones de pesadez en el cuerpo, en los ojos, en la mente. No podía dejar de pensar. La habitación estaba oscura, silenciosa, tanto como el resto de la habitación. No había música como siempre a esa hora, no había olor a cloro o perfume. Se acercó, esperando quizás encontrarle ahí. Pero la habitación principal estaba vacía y ella también.
Esperaba encontrarlo, pero al descubrir que no era así, se sintió vacía y aliviada. Su mente ya no divagaba en pensamientos oscuros, ya no le imaginaba ensangrentado, jadeando de cansancio y con esa sonrisa macabra con la cual se encontró durante el último trabajo, donde yacía fallecido aquel sujeto. Desapareció por completo la sensación de miedo. Se había ido.
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con su mano izquierda en el bolsillo de su pantalón, detuvo su andar cuando escuchó una voz que conocía bien. se volteó en noventa grados, su diestra cargaba una manzana verde que mordió en uno de los costados, apenas tenía apetito, pero necesitaba comer para mejorarse pronto; ¿no? ‘ a ver, una vuelta ’ alejó el alimento de su boca y movió su índice en círculos, para indicarle el movimiento que debía hacer. algo en leo lo ponía de buen humor, aunque, de todas formas, era difícil hacer enojar al neoyorquino. ‘ te pongo un cuatro de diez ’ lo molestó y le dio un nuevo mordisco a su manzana. ‘ ¿sacaste la ropa de una tienda de disfraces? ’ quisiera o no admitirlo, algo entre ambos cambió esa noche. leo se transformó, sin pensarlo, en una de las personas que más confiaba en este momento.
es cierto que su apariencia ha visto mejores días — lleva puesto un tracksuit vistoso digno de the sopranos y un vendaje que cubre por completo su mano izquierda como un (según él) total inepto. y si no fuera suficiente, la única cera que ha encontrado para arreglar su pelo es... ' puta mierda barata ' musita cuando termina de hacerse las hebras atrás. no está contento con el resultado, así que refunfuña hasta que da con la presencia de alguien más. ' eh, oye, oye ' llama y le incita con la mano para acercarse. ' a ver, ¿cómo luzco? '
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EL DÍA QUE LAS MUJERES SE PUSIERON LOS PANTALONES
Crítica/ Artículo de Opinión
La incorporación y consecuencias de Levi's en la moda femenina
El pantalón de mujer forma parte de un movimiento histórico, una polémica gran revolución. Desde el siglo XIX hasta principios del siglo XX, el traje compuesto por falda y saco era la norma de indumentaria entre las mujeres de clase media y alta. Cuando las mujeres de la alta sociedad en la década de los 30 sustituyen sus faldas para usar pantalón de mujer (una prenda vanguardista, atrevida y liberada), la evolución de la ropa de mujer cambió por completo.
“La historia de los jeans se cuenta a menudo como una historia para hombres”, pero no se ha tenido en cuenta que las mujeres encabezaron el uso de esta preciada prenda de nuestros fondos de armario y desafiaron las reglas convencionales patriarcales al apostar por su comodidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el pantalón de mujer comenzó a democratizarse en el momento que el género femenino comenzó a asumir trabajos más prácticos. Pero en realidad no es hasta la década de los 60 que esta prenda alcanzó una mayor difusión. Levi's respondió a la demanda lanzando una línea de pantalones bajo el nombre “Fredoom-Alls", abriendo su línea de ropa a un nuevo público: el femenino. Una vez terminada la guerra, en 1945, la firma americana no quiso perder al público femenino, por lo que lanzó su primera colección de jeans para mujeres llamada “Lady Levi's”, rompiendo las barreras de género a la hora de vestir y animando a la mujer a utilizar una prenda que, hasta ese momento, solo la vestían los hombres.
Desde entonces, fueron muchas las mujeres que comenzaron a vestir estos vaqueros, luciéndolos en ocasiones importantes como la lucha por el voto femenino o las protestas contra la Guerra de Vietnam, una publicidad muy favorable para la marca que enseguida se asoció como un símbolo de revolución y de feminismo. Pero éstas nuevas formas de incorporar un nuevo público a una marca y prenda de ropa estereotipada y siendo original y exclusivamente para hombres, no fue visto correcto ante los ojos prejuiciosos de la época que corrían. Muchos sectores, generalmente encabezados por hombres, no estuvieron de acuerdo con ésta nueva línea de ropa y mucho menos con la utilización de la prenda en mujeres. La marca sufrió bajas en su uso y fuertes críticas. Los pantalones aparecieron por primera vez en la historia registrada entre los pueblos nómadas de las estepas de Europa oriental y el Asia Central, hábiles jinetes. La evidencia arqueológica sugiere que tanto los hombres como las mujeres llevaban pantalones en ese contexto cultural. Sin embargo, en la cultura occidental el uso de pantalones se restringió a los hombres hasta el Siglo XX. En muchas regiones, esta norma se hizo cumplir no solo por las costumbres sociales sino también por medio de la ley. Hubo, sin embargo, algunos casos históricos de mujeres que usaron pantalones en desafío a estas normas, por una variedad de razones, incluyendo comodidad, libertad de movimiento, moda, disfraz, intentos de hacerse pasar por varón debido al mayor salario que estos recibían, e intento de establecer una identidad pública poderosa para las mujeres. A lo largo del Siglo XX, las costumbres y leyes que restringían el uso de este tipo de vestimenta solo al hombre se relajaron dramáticamente, reflejando la creciente aceptación y normalización de la práctica. Hoy en día el pantalón se ha convertido en el uniforme femenino, adoptando guiños de una rebelión política y de estilo. Mujeres al mando, como Angela Merkel y Theresa May, adoptan esa prenda para convertirla en unadeclaración pública de elegancia y estilo. Los diseñadores llenan las pasarelas de trajes que retan la parte de la historia conservadora y tradicional. El estilo empoderador se convierte de una vez por todas en un símbolo de unión y auténtica feminidad.
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Como sesión de tatuajes
Juan Carlos Zambrana Gutiérrez
Cuando desperté a las once y media de la mañana, la resaca era un globo que crecía adentro de mi cabeza y aplastaba mi cerebro contra los huesos. Me senté en el borde de la cama, mis piernas flacas sobre la tela del colchón ��hace meses que no uso sábanas–. En lugar de mano derecha tenía un sapo rococó asqueroso. Me levanté para ir al baño y perdí el equilibrio; tuve que estar inmóvil casi un minuto, respirando hondo, con los ojos cerrados. Evité la caída, pero la cabeza me punzaba y mi boca tenía sabor a mierda, casi podía sentir a los microbios ahí adentro, mordiendo mis encías, cagándose en mi lengua.
En el baño abrí completa la puerta-espejo del botiquín empotrado, no quería verme. Me cepillé los dientes con la mano izquierda –la derecha, incluso ahora, no sirve para nada–. Me mojé la cara y me puse polera, pantalón y zapatos. Salí del cuarto, el que alquilo a una cuadra del Colegio Británico, caminé 50 metros hasta los pollos de Marito y, después de almorzar, me monté en un micro de la línea 56 que me dejó a dos cuadras de la peluquería.
Le pedí a Choco que me rasurara la cabeza, a ver si desinflaba el globo que sentía por adentro, en esa caverna asfixiante llena de puchi rosado y alcohol. Durante los diez minutos que me estuvo pasando la mascota sentí ganas de vomitar. Choco quería hablar de sus hembras y de lo difícil que es organizarse para tener más de dos… ¡Negativo!, no pude seguirle la charla. Tampoco le conté lo de mi mano, me dediqué a respirar hondo, a controlar las arcadas. Después me rasuró, limpió lo que quedaba de la crema de afeitar, trajo un espejo de mano y ahí estaba, mi cuero cabelludo, desde todos sus ángulos, horrible. Pero él dijo: «Te queda bien la cabeza de huevo de pascua manoseau. Combina con tu mano de empanada». Ni cagando le reía eso, si ni hablar podía.
Llegaron clientes que yo nunca había visto, así que pelé directo a donde Falco, mi tatuador. «¿Qué pasó?», me dijo, supongo que por la mano. Apunté arriba de mi oreja y dije que quería un dragón chino. «¿En la cabeza?», preguntó. «Aunque no lo creás», dije, sin disimular lo enfermo que me sentía. Levantó las cejas y se puso a trabajar.
Me acomodé en un sillón, en la sala de espera. Falco dibujaba el dragón en su computadora. Mis pies rebotaban rápido sobre la alfombra y justo por eso me punzó la mano derecha, que estaba sobre mi rodilla. Tuve que levantar esa bola de piel violeta y tirante para dejarla apoyada en el brazo de cuerina del sillón. Caracortada me miraba desde un retrato grande en la pared, me hizo sentir respeto. Siempre elegante Al Pacino.
Otra vez las ganas de vomitar. No estuve bien hasta que Falco me llamó a la camilla y empezó a hundir fierro en mi cabeza. Solo las punzadas locas de esa máquina de tatuar, de ese peto sanguinario escupe tinta, me dejaron tranquilo. La máquina rompió mi piel con la frialdad de un bisturí y quedé aliviado. En los primeros trazos, claro. Después de eso, la sesión de tatuajes es como la vida, duele y hace que cada cinco minutos uno se formule dos preguntas. La primera: ¿Cómo mierdas aguanté hasta aquí sin volverme loco? La segunda: ¿Por qué no me levanto a patear a alguien? Es así, la máquina de tatuar y la vida pinchan en cualquier parte y causan dolor, pero si, por el motivo que sea, hieren demasiado un punto clave, pueden sacar de sus cabales a cualquiera y hacerle desear la muerte. Al final, todo está en manos del tatuador y de algún puto dios.
Después de 60 minutos Falco cambió de máquina y empezó a pincharme cerca de la oreja con un abejorro de zumbido grave. El lado derecho de mi cabeza ya era una llaga. Me dolían las punzadas, pero también me dolía el roce del papel absorbente cada 10 segundos. En fin, en ese momento ya le estaba dando vueltas a una idea: Hay dos cosas permanentes en la vida, la tinta que se mete con sangre y el dolor. Todo lo demás es pasajero.
***
Me tatúo con Falco porque él no habla mientras trabaja y yo aprovecho para pensar. La hora entera que se tardó en hacerle sombras al dragón estuve pensando cómo mierdas voy a hacer para trabajar en la imprenta el lunes con una sola mano. También me acordé de la fiesta de anoche, es una cagada ser un borracho que no se olvida de lo que pasa en las fiestas.
A las siete ya estaba en la casa de Julio para calentar –más tarde íbamos a tener fiesta de expromociones en un boliche; se suponía que la versión 2021 iba a ser la mejor–. Como siempre, la previa empezó con puros machos y nos portamos como caballeros respetables, hasta que se nos subió el trago y ya no pudimos decir nada sin gritar por encima de los demás. Somos una tropa de catarros, sobre todo Gonzalo, mientras más toma, más huevadas habla, hasta que llega un punto en que se marea y ya no dice nada. Él nos hacía reír a esa hora, más que nada a costa de Sandro, el inofensivo, el que aguanta callado una vida de humillaciones. –No estoy exagerando–.
«Lo que falta es algo pa' comer», dijo Sandro.
«Ya va a decir una mariconada», gritó Gonzalo, pelando los ojos. «Seguro querés un panchito con peluca». Todos nos reímos, incluso Sandro se puso rojo de tanto reír, su pelona parecía uno de mis huevos, pero gigante. A mí me dolió la nuca y creí que me iba a desmayar si no conseguía ponerme serio un rato.
A eso de las nueve llegó Lucía, la morocha que a los 16 ya salía en las portadas de Sociales y Farándula. ¡Es que su cuerpo era perfecto, carajo! No sé cuál será el dios que se dedica a esculpirle las carnes a las peladas cruceñas, pero Lucía a los 16 era su obra maestra. ¡Aleluya, mierda, dios de las nalgas!
Yo siempre he tenido charla con ella y sé que eso es mucho más de lo que los maricas de la promo pueden decir; por eso, cuando se sentó a mi lado broté pecho. Estaba decidido, incluso me hablé a mí mismo: «No voy a dejar que me la vuelen», dije.
«Tomá, negra. No te hagás la fina». «Obvio que voy a tomar», contestó. «Si ya soy de las que salen dos veces al año nada más». Algunos se rieron y otros intentaron decirle algo, pero yo fui el que habló más fuerte. «Entonces vas a beber pecho a pecho conmigo» y le tiré un puñete a la mesa. «Quiero verte contenta, negrita». Le preparé Ron Abuelo con Coca-Cola y limón. Se puso a beber.
Todo iba bien hasta que sentí una mano en el hombro y escuché que el chancho de Sandro me decía que eran las nueve y media, que teníamos que irnos a la fiesta para pillar mesa y no sé qué pajas. Cuando me di vuelta lo encontré mirándola a la negra como todo un enfermo. ¡Increíble!, estaba haciendo su mejor esfuerzo para acercarse a ella y charlar. ¡Patético! Si es el hombre lechuga de la promo, demasiado débil y gordo para ser tomado en serio. «Andate pues entonces», le grité y lo hice retroceder un metro de un manazo que le puse en el pecho. «¡Nadie va a ir con vos ahorita!», dije. Me di la vuelta y no supe más del cochi ese.
Gonzalo dijo que le dolía el brazo de tanto pegarle a Sandro en los cachetes y se puso a hacer la mímica con los ojos bien abiertos. ¡Ja! Lucía empezó a reírse y tuve que meterme. «Te duele el brazo por pajero. ¡Camba muto! Si hasta Sandro te pega».
Perfecto. Todo iba bien, pero bebí muy rápido. Un rato de esos me puse a charlar con Julio, el dueño de casa, y para cuando me di vuelta ya no la pillé a Lucía y resultó que éramos menos los que estábamos bebiendo ahí. Pregunté por ella y me dijeron que se había ido a la fiesta con Gonzalo y un grupo de excompañeros. Sandro fue el que me explicó que ya eran las diez y cuarto. «¿Y qué hacemos aquí?», le grité. «¡Llamá taxi de una vez!».
Llegamos al boliche después de las diez y media, era un salón de eventos enorme. Le di cinco pesos a Sandro para el taxi y me fui a buscar la mesa de mi promo. Varios estaban sentados bebiendo, éramos diez en total, pero a los lados de Lucía solo había sillas, nadie con ella. ¡Es que son unos frescos mis excompañeros! Me senté, agarré la lata de cerveza que la negra tenía abierta y me la tomé de un trago. Me miró enojada, aplasté la lata en la mesa, de un manazo. «¡Ah, bueno!», gritaron los de la promo. Gonzalo dijo que tenía que dejar de hacerme el gallito, que era temprano para empezar con esas cosas. «¿Lo decís por lo que pasó con Conejo el año pasado?», grité, parándome al lado de mi silla. «¡Ese camba tiene bien merecido lo que le tocó! La verdad no sé por qué fui el primero en sacarle la mierda a semejante cretino. ¡Agradecé más bien y dejá de joder!». Me senté.
«Más cerveza», le dije a Lucía. «Allá tenés toda la cerveza que querás», dijo, riendo y apuntando al bar. «Es gratis hasta las once. ¡Apurate!». Y como no se lo dijo a un sordo fui directo a la barra. Lucía gritó: «¡Traeme una, porfa!». La tenía ganada a la negra y eso me daba algunos beneficios. En primer lugar, está bueno hacer cualquier cosa con ella, aunque el objetivo siempre sea cogerla. En segundo lugar, uno se vuelve más importante: los hombres se acercan a saludarlo a uno y buscan charla para estar cerca de ella; las mujeres dicen: «Algo debe tener el flaco para que Lucía se quede con él toda la noche». Solo esas dos cosas ya hacen un montón de beneficios.
En fin, volví a la mesa con dos latas de cerveza, abrí una y, cuando la negra ya tenía la mano estirada, tomé dos tragos y le dejé esa lata a medias sobre la mesa. Peló los ojos. Abrí la segunda lata y empecé a tomar. «¡Puta que sos!», dijo. Igual agarró la lata empezada que estaba sobre la mesa y la acercó a sus tetas –dos globitos marrones que rebalsaban por arriba de su top apretado–.
Un minuto después yo estaba de vuelta en la barra, tenía que sacarle provecho a la Hora Feliz y ya no quedaba tiempo. Estaba bien metido en ese ambiente de joda, pero incluso así pude darme cuenta de que las cosas ya no me salían como quería. Me costó calcular la distancia entre la barra y mi cuerpo, por ejemplo, estiré las manos antes de llegar. ¡Carajo! Además, cuando el de los tragos me preguntó qué iba a tomar, me concentré para que «cerveza» no me saliera balbuceada, pero fue peor, hablé como mongólico. Me fui al lado de Lucía con una lata y con la idea de que iba a servirme todavía una más antes de las once.
«Dame esa. Vos tomá la que babeaste», me dijo la negra. «¡Estás loca, no la necesitás! Terminá primero la que tenés». «De verdad que sos emputante», contestó.
La cerveza entró helada hasta la panza y me hizo eructar. «¡Puerco!», gritó Lucía y se tapó la nariz; me excitaron sus manos: dedos delgados, las uñas de un amarillo fluorescente.
Se me adormeció la cara, los láseres que salían del escenario vacío se desdoblaron lento, se duplicaron, se triplicaron. Con las caras de la gente pasó algo parecido. Estaba pija, mula de borracho. Y así quería estar.
A esa hora llegaron dos excompañeras más, Verónica y Nicol. Lucía se puso a charlar con ellas. Yo me di la vuelta y me quedé mirando a las peladas de la 2020: ¡Buenísimas! En esas estaba cuando la negra me agarró del brazo. «Ya estás borracho, ¿no? ¡Sucheando peladitas!». «Por lo menos ellas beben», respondí. Agarré su lata y me tomé lo que quedaba. «Vos sos mañosa» y le di la espalda. Creo que lo que me dejó bravo fue que ya no había Hora Feliz. ¡Qué cagada! Cada cerveza me iba a costar 30 pesos.
A Gonzalo lo vi bailando con una pelada de no sé qué promo. Me quedé mirándolos un rato, unos cinco minutos. Todo el lugar se mecía: las luces de colores, el humo artificial, la gente. Yo respiraba con bocanadas y soplaba inflando los cachetes. Lucía ya no estaba en su silla, supuse que se había ido al baño. Pero la rubia del enano… ¡Qué piernas! Él le ponía la mano casi en el culo y la apechugaba mientras daba caderazos con buen ritmo. ¡Qué hembra!
Un tipo –nunca supe su nombre– se acercó a Gonzalo y lo apartó de la rubia. Tiré mi lata vacía y me fui donde el enano. Al tipo lo empujé, pero resultó ser tan grande que apenas lo moví. «¡Qué putas pasa aquí!», le dije al pelau –era menor que nosotros, como la rubia–. «¿Por qué este infeliz no puede bailar con tu compañera?», le dije. El tipo levantó las manos y se quedó con la boca abierta. «¡No, papá!», dijo Gonzalo. «Solo vino a saludar, boludo». «No le vi cara de hacer amigos», dije y volví a mi mesa.
Lucía no estaba por ningún lado. Eran Verónica y Nicol las que bailaban por ahí.
Alguien de la promo compró ron y Coca-Cola, me serví uno fuerte y me puse a beber. Respirar empalagaba de tanto humo de pucho mezclado en el aire. De a ratos se acercaban personas a saludarme. «¿Dónde está Lucía?» eran mis únicas palabras, después los ignoraba hasta que se iban.
A eso de las doce me di cuenta de que los de mi promo ya no estaban en la fiesta y salí a buscarlos. Afuera había cuarenta personas comiendo Fridositas, varios de mis excompañeros alrededor de uno de los carritos hamburgueseros. «¿Ya lo partieron al que lo andaba jodiendo a Gonzalo?». Nadie respondió, todos concentrados en su comida. Un tipo que no conozco dijo: «¡Mierda que es pesado este cojudo!». «Usté se calla», le dije, «aquí nadie lo conoce» y puse mi mano abierta sobre su cara, sin mirarlo. Lo siguiente de lo que me acuerdo es que el tipo estaba encima de mí, en el suelo, intentando partirme la cara a puñetes. Me moví y él no acertó ni uno. Lo volqué, quedó de espaldas contra el suelo; solo tenía que ponerle uno en la boca y le reiniciaba el Windows. Lo calibré bien el puñete, pero el hijo de las mil putas lo esquivó y me rompí la mano contra el pavimento; me dolió más que la noticia de que mi madre tenía cáncer –mis hermanos me dieron esa noticia de mierda hace tres años, horrible también, como mi mano, como mi vida–. Iba a ponerle otro puñete, con la mano izquierda, pero un par de brazos enormes me levantaron y me sacaron de ahí como si fuera un muñeco.
«¡Soltá, carajo! ¡SOLTÁ!».
«¡No seas boludo!», me dijo la mole y reconocí la voz, era Richard Añez, el más peleador en toda la historia del colegio. Yo seguí zapateando y diciendo que le iba a sacar la mierda si no me soltaba –decía eso solo para no quedar de fresco con él–. Me botó adentro del boliche y se puso a discutir conmigo. No sé si me trató así porque antes me había visto con Lucía o porque de verdad me respeta; la cosa es que se quedó a mi lado incluso cuando la gente se acercó a reclamarle. «¡Me cago!», le gritaba yo a los que se amontonaban para sacarse la bronca conmigo. Me sorprendió ver que ni los guardias quisieron ponérsela difícil a Añez. «¡Callate!», me gruñó. No me sacaron de la fiesta, él se quedó cinco minutos bebiendo conmigo y después volvió a la mesa de su promo.
En el piso había un balde de cervezas, lo subí a la mesa, saqué las botellas –todas vacías– y metí mi mano en el agua con hielo. Si alguien se acercaba a hablarme de la pelea, yo me tomaba su trago y le preguntaba: «¿Dónde está Lucía?». ¡Carajo! Ya tampoco había rastros de Verónica. Nicol se puso emputante conmigo, me evitaba.
La fiesta acabó a las tres de la mañana. Si hubo un grupo de gente que fue a seguir bebiendo en la casa del algún excompañero, yo no me enteré. Volví a mi cuarto caminando, apenas sentía el dolor en la mano; cuando llegué, caí como muerto sobre el colchón áspero y sucio.
***
No quiero mirar el grupo de WhatsApp. Deben estar diciendo que les jodí la fiesta. Y es verdad. Pero, ¿qué puedo hacer ahora? Tengo que cagarme en ellos; en Lucía, sobre todo. Que se joda la negra.
Mi mano derecha está jodida, voy a tener que ir donde el doctor Rosales el lunes, porque ya se está haciendo de noche y mañana nadie trabaja. ¡Bah! Estoy bien aquí, donde Falco. Me hice traer un paquete de Conti con el delivery y ya empecé a tomar. Así se corta una resaca.
Falco me prestó lápiz y papel. En lo que termina de diseñar una serpiente emplumada para el otro lado de mi cabeza, yo termino también de hacer magia sobre las hojas: escribo con la zurda y, aunque me sale la letra como en primero básico, se entiende todo. A Falco le voy a dar lo que me queda de plata, ya lo decidí, quiero que el peto de fierro me pique mil veces. –¿Por qué no puedo dejar de pensar que fueron los gatos los que inventaron la tortura, lo de hacerles heridas a los demás bichos, lento y a conciencia? Es raro eso, pero, si es verdad, entonces yo soy un animal enfermo, porque me torturo a mí mismo, sesión tras sesión, una fiesta tras otra. Un cuerpo lleno de puchi y alcohol, eso es lo que soy–. Recién me doy cuenta de que ya iba a cumplir tres años sin rayarme la piel. ¡Un tipo elegante Caracortada! «Es con huevos», dijo en la película, me acuerdo.
La anterior vez que estuve aquí, también era sábado. Vine directo desde el cementerio. Con mis hermanos la habíamos enterrado a madre, por fin, después de hacerla pasar por dos infiernos, dos meses de un tratamiento maldito. Sé que yo –el animal que caga para adentro– también estoy enfermo, algo tengo, pero sigo adelante porque también tengo bien puestos los huevos. Nada más importa, es a seguir vivo y ya está. ¿Qué importancia puede tener si la cojo a la negra o no? ¡Que se vayan todos a la mierda! Los únicos que se quedan, incluso más que uno mismo, son los tatuajes.
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Juan Carlos Zambrana Gutiérrez nació en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en el año 1984. Es licenciado en Relaciones Internacionales y graduado del Diplomado en Escritura Creativa de la Universidad Católica Boliviana y del Postítulo en Escritura Creativa de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra. Actualmente publica crónicas en la revista 88 Grados. La revista Temporales, del Máster de Escritura Creativa de la New York University ha editado recientemente un relato suyo. Fue finalista en el Concurso Municipal de Cuento ‘Franz Tamayo’, y su libro de cuentos Tarántula, salió a la luz en el 2021 en la Editorial 3600. De él se pueden leer algunas reseñas, entre las que destaca la de Guillermo Ruiz Plaza, publicada en el periódico Opinión, de Bolivia.
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un bufido divertido se le escapó al escuchar la analogía, y tuvo que llevar el dorso de su mano a los labios para disimularlo. no creía que fuese algo de lo que reírse, incluso si para nara parecía ser el caso. " ¿soy igual de imbécil entonces?" no pudo evitar preguntar, pareciéndole disgustante la idea de que esas mismas palabras hubiesen sido dirigidas hacia ella. su postura cambió para ahora cruzarse de brazos, la mirada perdiéndose en los alrededores de lo que se suponía era una recreación de la habitación de olivia. " bueno, quizás le gustaban las cosas más vintage" explicaría las razones detrás de ese gusto tan peculiar suyo. talvez era una persona que tendía a mirar al pasado más de lo necesario, constantemente anhelando el tiempo que nunca regresaría, justo como le sucedía a él. que condenada maldición. " me declaro culpable" alzó las manos ante la acusación, como si estuviese reconociendo la trampa en que verdad nunca le puso, limitándose a seguir el juego. a fin de cuentas, sabía que nara le ofrecería una respuesta aun más divertida. " ¿confinada? ¿disfrutas el tiempo en casa a solas?" en un parpadeo, sus cejas se alzaron y le pareció interesante esa rutina suya. " a mí me pasó al contrario— salí lo suficiente como para aburrirme de berna" entre invitaciones y estancias solitarias, buscó llenarse de planes lo más posible para no tener un tiempo solo consigo mismo. pronto, la insistencia impropia se volvió un pequeño obstáculo para su distracción actual, y ahí, resopló. " ¿tan mala cara tengo? quizás ya no soy igual de guapo que antes, estoy perdiendo mi toque..." bromeó, avanzando un par de pasos. " ¿no es mejor preocuparte por olivia en lugar de mí?" ahí, ladeó una sonrisa, metiéndose las manos a los bolsillos del pantalón, contemplándole con curiosidad.
de pronto se encuentra empatizando con una muñeca, aquellas palabras que el mayor dedica a describirla dan punzada en su pecho: ' vaya, qué cruel. pareces mi ex hablando de mi... ' incluso presiona sus labios para aguantarse la risa, que se atreva a hacer ese tipo de bromas habla de comodidad que siente junto al yule. no es con cualquiera que se anima a reír de sus propios traumas. ' son extrañas, es verdad. quizás estereotipé demasiado a nuestra víctima... imaginé que su cuarto estaría plagado de barbies ' y hasta niega con la cabeza por su propio prejuicio, pero entonces vuelve a interrumpir su búsqueda dentro de habitación al oírle y encontrarse riendo, suave. ' ¿y fingiste sentirte mal para llamar mi atención? ' qué vergüenza, espera no lo incomode con su intento de broma... ' la semana de descanso la pasé bastante encerrada ' y entrenando, pero se refiere a que no salió tanto a recorrer berna como descubrió que el resto hizo. ' no porque me haya accidentado pero el tiempo libre me abruma un poco ' explica brevemente, ' ¿y tú? ¿de verdad no te sucede nada? ' vuelve a lo primero que vio de él, esa postura incómoda en que lo encontró y cómo barrió por completo malestar ante su pregunta. insiste una vez más, luego dejará ir el tema.
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70s
Movimiento social
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Yves Saint Laurent
En 1958 se presentó su primera colección, que fue un éxito. Pasó casi tres años al mando de Dior, época en la que facturaba el 50% de las exportaciones de moda del país. Saint Laurent demandó a la empresa por daños morales y con el dinero de la indemnización creó su propia casa de costura. El 29 de enero de 1962 presentó su primera colección «Yves Saint Laurent».
Se convirtió en uno de los diseñadores de moda más importantes del siglo XX, y fue el fundador de la marca de ropa de alta costura que lleva su nombre. Fue también el primero en abrir una tienda de prêt à porter con colección propia. Por esos años el ministerio de Hacienda francés admite que esta casa de moda recauda más que la Renault, pero al año siguiente su colección «Estilo años 40» obtiene muy malas críticas e Yves abandona la moda durante los dos años siguientes. Creador del traje pantalón, la sahariana, los shorts, en 1974 reaparece con una colección dedicada al Segundo Imperio, la revista Time le denomina «rey de la moda» y le dedica una portada.
En 1983, en el Metropolitan Museum de Nueva York, se inaugura una exposición dedicada a sus creaciones, dos años después en el Museo de Bellas Artes de Pekín y en 1986 el Museo de la Moda de París presenta una retrospectiva desde el año 1958. A finales de los años 80 la empresa Saint Laurent contaba con más de 10.000 personas trabajando en 200 países.
Emilio Pucci
Emilio Pucci nació en Florencia el 20 de noviembre de 1914, apenas unos meses después del inicio de la Primera Guerra Mundial, y presumía ser el primer miembro de la familia en trabajar en todos los años de su historia. La dinastía de la que procedía, los Pucci di Barsento, data casi del siglo XIV y estaba relacionada con Pedro el Grande o Catalina II. y fue mecenas de pintores de renombre como Sandro Boticelli. Su vida podría haber continuado sin preocupaciones, entre copas de Lambrusco y visitas a las casas de verano de los amigos de su padre, pero en 1938 se alistó en la Fuerza Aérea Italiana. En esos años, Pucci era un ferviente admirador de Benito Mussolini.
Así frecuentó el círculo íntimo del Duce y entabló amistad con su yerno Galeazzo Ciano, que fue ministro de Asuntos Exteriores de 1936 a 1943. Esta relación desencadenó uno de los episodios menos conocidos y más notables en la vida del diseñador. , una mezcla de aventura romántica y misión de guerra. La historia comienza cuando Mussolini ordena el arresto y posterior sentencia de muerte de Galeazz Ciano, quien se ha convertido en la mano derecha del dictador y guardián de importantes secretos de estado. Pucci, entonces teniente, horrorizado por la decisión del Duce, idea un plan para ayudar a escapar a Edda Ciano, la esposa de Galeazzo e hija de Mussolini. Poco antes del final de la guerra, Paul Ghali, corresponsal del Chicago Daily News, hizo un trato con Edda Ciano por 25.000 dólares a cambio de aquellos papeles que guardaba el teniente Emilio Pucci y que luego serían decisivos en el famoso juicio. de Núremberg. Los periódicos de la época recogieron la historia. La traición política por amor sería un éxito seguro. Barbara Parkins, vestida de Pucci, en una imagen promocional de 'Valley of the Dolls'. La experiencia de la guerra cambió la vida de Pucci para siempre.
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