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elchicodelatangaroja · 2 years ago
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Relato gay. Alan: La primera vez que vi a mi padre usar tanga parte 3.
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Habían pasado ya varios años desde que comencé a idear un plan para lograr que mi padre siguiera andando solamente en tanga mientras estuviera en casa. Y para lograr eso tuve que abstenerme de seguir pidiéndole tocarle su verga y jugar con sus bolas.
Me fue muy difícil. De pequeño me seguían comiendo las ganas y la curiosidad. Por un tiempo dejé de verle y de espiarle, para en unos meses después papá me preguntó si ya no tenia curiosidad y le respondí que no. Poco a poco se fue sintiendo más en confianza conmigo. 
Papá ya dormía solamente en tanga, lo cual me fascinaba, por que los fines de semana, que eran los únicos donde podía quedarme a escondidas sin dormir para poder espiarle. En esos momentos me conformaba solamente con verle ese hermoso cuerpo semi desnudo. De ver como sus bolas estaban compactadas en esas pequeñas tangas y me fascinaba cuando en mitad de la madrugada su verga comenzaba a despertar. Me aguantaba las ganas de tocarlo. De frotar su verga y de comprimir sus bolas con mis manos. 
Cuando andaba en casa solo lo hacía con un short. Pero con el paso del tiempo, al ver que ya ni siquiera le miraba el paquete su confianza aumentó y por fin podía verle por toda la casa solamente usando sus maravillosas tangas. 
No puedo decir que sucedió lo mismo cuando entré a la secundaria. Mi libido así como mis sentimientos hacia mi padre crecían mucho más. Verlo en tanga cuando estaba en casa me calentaba mucho. Me pajeaba cada que podía. 
En tercero de secundaria le dije a mi padre que ya no quería usar boxers, que quería usar tangas, como él. Papá puso cara de sorpresa y me miró extrañado. Le dije que se veían muy cómodas y muy frescas y si por algo las usaba él de seguro eran por cómodas, por que incluso las usaba cuando iba a trabajar. Papa al ser abogado, todo el tiempo tenia que usar traje, así que debajo de esos finos trajes siempre había una diminuta tanga, negra. Los cajones de las tangas de mi padre estaban divididas en 4, las que usaba a diario en casa, las que usaba cuando hacía ejercicio, cuando nadaba o tomaba el sol y las completamente negras que usaba solamente debajo de los trajes. 
Papá me dijo que no eran apropiadas para un adolescente, que se trataban de ropa interior para adultos y que además no habría de mi talla. 
Tercié. 
No acepté un no por respuesta. Le dije que era lo que yo quería. Papá solo se quedó en silencio por unos minutos y me dijo que me daría el permiso si solamente las usaba dentro de casa y para dormir, que no debía ir al instituto con ellas ni salir a la calle. Me fue suficiente. 
—De acuerdo. Buscaré de tu talla, pero la verdad no creo conseguir. Las tangas no son para adolescentes, no son apropiadas y me metería en un lío si se enteran que las usas y más si te he dado el consentimiento. Aparte, no es una prenda que suelen usar todos los hombres, muchos las rechazan. 
—No te preocupes papá, solo las usaré en casa. Y hablando de eso… ¿Cuándo podré usarlas en todas partes?
Papá rió.
— Cuando cumplas dieciocho años y seas un hombre ante la sociedad. 
Sabía a lo que se refería. Había buscado en internet y encontré que los gay eran los que más las usaban por tema de fetiche entre otras cosas y que a algunos heteros les gustaba el morbo de usarlas. No sabía con exactitud cuál era el caso de papá. 
No sabía si mi padre era gay. Pero en ese entonces pensaba que no lo era. Por qué veía porno hetero todas las noches y se daba sus buenas pajas. Lo sabía por que varias veces lo espié y veía cómo se mataba a pajasos al ver como se la metían a esas mujeres. 
Papá jamás me hablaba de mujeres que le interesaban. Una vez le pregunté si alguna vez tendría una mamá a lo que él respondió que no sabía, que no le gustaban los compromisos, pero si yo quería una haría lo posible, pero respondí que no, que quería que solo fuéramos él y yo si se pudiera, solo respondió que el tiempo lo diría. 
— Espérame aquí. Buscaré una tanga que se pueda acoplar un poco a tu cuerpo.
— No creo que tengas una, mírate, eres enorme.
Papá rió.
— Veré.
Me dijo y subió las escaleras. No le hice caso, lo seguí después de un rato. 
Papá estaba buscando en sus cajones, sacaba una, luego la examinaba y luego volvía a meterla en el cajón, fue así por un buen tiempo, hasta que se quedó pensativo y caminó hacia su armario, lo abrió y sacó una caja del fondo, pude notar que había más cajas. Tenía una pequeña cerradura. La abrió y comenzó a buscar dentro. Sacó varias tangas de diferentes texturas y colores y eran más diminutas aún que las que él usaba, imaginé cómo sería verlo usándolas, de seguro sus enormes bolas estarían muy comprimidas y eso me gustaba. Tomó una color celeste y luego metió las demás a la caja, la cerró y luego la metió dentro del armario. 
Bajé las escaleras rápidamente pero con cuidado de no hacer ruido. 
Cuando papá bajó yo fingía ver la televisión.
— Ten. 
Me dijo y luego me la arrojó. 
— Pruébate está, a ver qué tal te queda y cómo la sientes, por mientras que buscó la forma de conseguirte una de tu talla. Anda ve a tu habitación. 
Puse una enorme sonrisa y me fui directo a mi habitación. Me desvestí muy rápido. Examiné la tanga, estaba toda arrugada y compacta. Me la puse.
Me quedó algo holgada, no como se le veían a papá, pero me sirvió.
Bajé a la sala. Papá veía el programa que yo había fingido estar viendo. 
— y qué tal?
Papá dirigió la mirada hacia mi y puso ojos de sorpresa. No esperaba que bajara con ella puesta. Me examinaba con la mirada, del pecho hacia abajo y de regreso, luego se centró en mi paquete, que ni siquiera lucía, no se marcaba como a papá, con sus tangas ajustadas. 
— Se… se … se te ve … bien.
Me dijo tragando saliva de los nervios. 
— Te queda un poco grande y es la más pequeña que tengo. 
— Si. ¿Por qué no la había visto antes? ¿Por qué no la habías usado? 
Papá se puso nervioso.
— Eres muy joven para saberlo. Además a mi se me ve muy muy pequeña. 
— Son muy cómodas, ya veo por que te gustan. 
Pero papá me seguía examinando con detalle de arriba a abajo y tenía una expresión en su mirada que me gustó. 
Tosió y luego se levantó del sofá. 
— Bien, ve y cámbiate y alístate para ir a cenar. 
Pero antes de que me fuera me detuvo y me dijo que me quitara la tanga y la guardara y que usara boxers para la cena. 
— Nos vamos en una hora, yo… tengo que tomar una ducha fría.
— ¿fría? ¿Por qué ? 
Pregunté confundido.
— Por qué …. Tengo calor. 
Ambos subimos la escalera y nos fuimos a nuestras habitaciones.
Me duché, me cambié y me acosté un rato en mi cama a jugar con mi juego portátil.
En eso papá entró, aún traía el cabello mojado y solo una una de sus tangas color negro. 
— creí que ya estabas listo. 
Le dije 
— me entretuve. Me ha llamado Octavio (un amigo de mi padre) rob, su hijo se ha inscrito a prácticas de béisbol y me ha dicho que te preguntara si te interesa. 
— ¿practicar béisbol?
Puse cara de desagrado.
— si, pero veo que no te interesa. 
—no, es solo que jamás he jugado, solo me has llevado a partidos.
— Desde niño mi padre decidió que era mejor estar bien educado y adiestrarme en sus negocios que practicar algún deporte. 
Se sentó a un lado de mí.
— bebé, me siento culpable de no ser el mejor padre, un padre que te haya inculcado a practicar algún deporte, o ponerme a jugar contigo. 
— no digas eso papá. 
Dejé el juego portátil a un lado, me puse de rodillas en la cama y lo abrace por detrás.
— eres el mejor padre que se puede tener. A mí no me afecta, porque realmente no me interesan los deportes. 
— si, pero quiero que al menos lo pruebes, eso y otras cosas. Todo lo que puedas probar.
— ok, lo intentaré.
Papá me besó una mano. 
— bueno, me iré a cambiar. 
Se levantó de la cama.
— papi... 
— si?
Giró hacia mí.
— Te quiero mucho. 
Papá sonrió.
— Yo te quiero más.
Abrió los brazos y yo me arrojé a él como un niño pequeño.
Mis nalgas casi rozaban su bulto.
— ya no debería hacer esto. Ya no soy un bebé, ya tengo 13.
— para mí siempre serás mi bebé. 
Me besó la frente.  Luego me dejó suavemente en el suelo. 
— me iré a cambiar. 
La cena estuvo agradable y acepté ir a las prácticas de béisbol. 
Papá estaba contento y me gustaba verlo así. 
———Dos semanas después———
Habían pasado ya dos semanas desde que decidí meterme a entrenar béisbol. Al principio no me gustaba, pero lo hacía por papá, pero una semana después cuando me llevaron a comprar el equipo que tenía que utilizar me quedé maravillado con una prenda que era muy sexy y caliente y que además, a mi edad de 13 años me quedaba. 
Los jockstrap o suspensorios cómo también son conocidos.
Papá tenía unos cuantos pero jamás lo había visto con uno puesto, lo sabía por qué en su cajón tenía varios.
Cuando papá me llevó a comprarlos estaba muy nervioso. Le preguntaba a cada rato el por qué, pero no me decía nada.
Cuando el vendedor de la tienda deportiva le dio el jockstrap a mí padre para que me lo trajera al probador y poder medírmelo papá actuaba raro.
Papá estaba muy serio. No decía ni una palabra y no dejó que nadie se acercara. 
Abrió un poco la cortina del probador.
— ten 
Me dijo.
Me dio un paquete y dentro estaba el jockstrap blanco.
— te diré cómo se usa. 
Carraspeó. 
— Es como un traje de baño, ropa interior, etc. Es parecido a ... 
Tosió.
— como...
Se aclaró la garganta y susurró.
— como una tanga. Tus nalgas estarán descubiertas. La funda es cómoda y se acopla a tu bulto... Bueno a tus genitales. 
— ¿Lo debo usar?
Pregunté ocultando lo maravillado que estaba al poder usar una prenda así de sexy. 
— si. Verás... Tiene espacio para colocar esto. 
Me puso algo en las manos. 
— esto se llama concha y lo pondrás en tus bolas, va debajo del jockstrap, es para protegerlas.
Me parecía fascinante. Por un momento imaginé a mi padre usando uno, y me gustó. 
— póntelo y también la concha y dime si te queda.
Luego cerró la cortina. 
Me quité la ropa y examiné con detalle esa pequeña prenda. Me la puse y la sensación era riquísima. No podía usar tangas como las que usaba mi padre por qué me aseguraba que no había de mi talla, pero ahora podía usar una prenda tan caliente como los jockstrap. 
Papá se puso aún más nervioso cuando me lo vio puesto.
Cuando llegamos a casa lo primero que hice fue preguntarle.
"No quería que nadie viera a mi bebé" me dijo mientras preparábamos la cena. 
Después de una semana decidí usar el jockstrap todo el tiempo.
Me dormía solo con el jockstrap y me producía mucho morbo, dejaba la puerta entreabierta, con el fin de que papá pasara por mi habitación y me viera. Eso me calentaba mucho.
Una noche mientras jugaba con mi juego escuché ruidos en el pasillo, inmediatamente apagué el juego y me acosté bocabajo y fingí que dormirá, minutos después escuché que papá estaba afuera de mi habitación, debió quedarse viendo un rato por qué ya no escuché ruido. Pasaron aproximadamente cinco minutos y la puerta se abrió, después papá se acercó, yo estaba muy nervioso y al mismo tiempo caliente de saber que mi padre me estaba viendo las nalgas. 
Papá se acercó más pero se quedó quieto un rato. Me estaba observando. Sentí como su mano me tocó una nalga y la quitó rápidamente, después lo volvió a hacer, acariciaba despacio hasta que me dio un apretón, luego sentí como me cubría con la sábana, luego salió de la habitación y cerró la puerta. 
Papá me había tocado una nalga, fue lo mejor, no pude resistirlo más y comencé a pajearme.
———Un mes después———
Papá ya se había acostumbrado a verme en casa solamente con el jockstrap. Me miraba disimuladamente y a veces de reojo veía como se agarraba el bulto y lo frotaba, me calentaba mucho. Papá entró varias veces a mi habitación pero solo en dos ocasiones me tocó mis nalgas. Fuera de eso todo seguía normal, hasta una noche que salía de la ducha y papá me habló al acercarme a él  mi toalla se cayó al suelo y me dejó con las pelotas al aire. 
Papá puso una mirada extraña, en ese entonces no sabía que era una mirada lasciva. 
Me puse la toalla y papá se puso rojo, le pregunté que era lo que ocurría pero solo dijo que necesitaba una ducha fría.
Me fui a mi habitación a dormir.
Me desperté a las 2 am por unos ruidos. Eran unos gemidos que provenían de la habitación de mi papá.
Salí teniendo cuidado de no hacer ruido, papá tenía la puerta entreabierta.
Papá estaba desnudo, todo sudado, boca arriba e introducía algo en su verga, era como un tubo (en ese entonces no sabía que era un fleshlight) lo agarraba con una mano y básicamente se estaba masturbando. 
Papá tenía una cara de placer, gemía y gruñía. Sus enormes bolas rebotaban con cada metida de su enorme verga en el fleshlight. 
Se levantó de la cama con el fleshlight en la verga, de lo grande que la tenía y dura el fleshlight se mantuvo sin que lo estuviera sosteniendo con las manos.
Caminó hacia su armario y sacó una de las cajas que tenían seguro y de ellas sacó un trasero enorme.
Luego se fue de nuevo a la cama. Se quitó el fleshlight y pude ver ese enorme trozo de carne jugoso.
Estaba bien erecto, bien gorda y venuda y bien pelada. Mi verga comenzó a despertar. 
Vi que debajo de su almohada sacó un jockstrap mío y se lo ponía a las nalgas de plástico. Luego lo puso en la cama, empezó a nalguear las nalgotas de goma y luego le metió la verga. 
Era la escena más caliente y lujuriosa que había visto. 
Papá separó las nalgas, escupió y le metió la verga. 
Mi verga comenzó a escurrir un poco.  Papá embestía duro, gemía de placer, un placer delicioso. 
— ayyy ... ayy que rico.
Gemía.
Yo quería que me hiciera eso, papá se veía muy feliz haciéndolo y yo quería hacerlo feliz.
— bebé… bebé que rico….
No lo podía creer. Papá se estaba cojiendo ese trasero de plástico y le decía bebé.
— oooh bebé… extraño que me toques las bolas. 
Se giró dándome la espalda y luego volvió a darle duro. 
Sus bolas chocaban con las nalgas de plástico. Se veían riquísimas, rebotaban mucho, y de lo fuerte que la metía se escuchaba como chocaban y parecía que iban a explotar. 
Yo quería ser ese trasero de plástico. Quería que papá me hiciera lo mismo. 
— aaaay bebé, mi bebé....
Volvió a girarse y ahora lo veía de frente. 
La cara de placer de papá era lo máximo. 
— bebé ya no puedo más, mis bolas me van a estallar, me vengoooooooooo!
Le sacó la verga y comenzó a jalarsela y le llenó el ano con varios chorros de leche.
Le quitó mi jockstrap y luego se echó para atrás para acostarse y comenzó a olerla. 
Papá aún seguía bien erecto, con la verga bien pelada y brillosa y aún escurriendo  leche que bajaba por ese tronco grueso hasta sus bolas grandes, rojas e hinchadas por las embestidas. 
— ¿Qué estoy haciendo? 
Se dijo a sí mismo. 
—Es mi hijo, estoy fantaseando con mi bebé. ¿Cómo puedo hacerlo? Es mi bebé, si este juguete fuera mi bebé real ... .o no, no, le hubiera destrozado el ano, lo hubiera lastimado, soy una escoria. 
Dejó el jockstrap aún lado.
— pero…
Se acarició sus enormes bolas un momento hasta que se las apretó fuertemente.
— extraño que me aprietes las bolas… que digo … no.
Se lamentó.
—soy un mal padre. 
Se empezó a levantar de la cama. Yo corrí a mi habitación con el corazón palpitando. 
De rato entró. Se acercó a mí y me besó la frente y me acarició un cachete. Luego me cubrió mis nalgas expuestas con una sábana y salió de la habitación.
Sentía que mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho. 
A la mañana siguiente cuando bajé papá preparaba el desayuno solamente con una de sus tangas color verde.
—Buenos días.
Le dije.
Él se giró y cuando me vió me dijo — Buenos… días… 
Me miró de abajo hacia arriba y comenzó a ponerse nervioso. 
Me había puesto la tanga que me dio.
— ¿dormiste bien? — le pregunté.
Sonrió.
—si y tu bebé?
—si. Soñé que andábamos juntos en un parque—le mentí. —y que me abrazabas y me dabas un beso en la frente.
Papá entrecerró los ojos.
Bostecé.
Luego papá sonrió.
—Mi bebé quiere un abrazo y un beso?
Extendió los brazos. 
—papi... Solo te cuento lo que soñé.
— entonces no quieres?
Sonreí y me fui hacia él para abrazarlo. 
Lo abracé tan fuerte que su verga y sus bolas se aplastaron en mi pecho. Eso me gustó. Comencé a moverme lentamente y a restregar mi cara en su abdomen. papá comenzó a moverse un poco y sentí como su verga palpitaba. Me acarició el pelo y me tocó con un dedo la cabeza para que lo viera. 
Me dio un beso en la frente. 
—tienes hambre? Hice ... —sonrió — huevos... Con tocino y hay pan.
Pero hice una mueca.
— ¿Qué pasa bebé? ¿No quieres? 
Lo miré fijamente.
—Quiero leche.
Papá me miraba a los ojos. Con una mirada tierna pero mezclada con deseo. 
— ¿que? — me dijo sin dejar de verme.
— quiero leche — repetí. 
Papá aún me tenía rodeado en sus brazos. 
— leche? ... Cómo... ¿Cómo quieres la leche? ¿Con chocolate?
negué con la cabeza.
— sola.
— muy bien, la sacaré del refri.
— no, la quiero caliente.
Papá abrió más los ojos y miraba mis labios. Fue así un momento, luego sacudió la cabeza y carraspeó. Cerró los ojos y luego arrugó la frente.
— ok te calentaré leche.
Me besó la frente y me soltó. Me dio una nalgadita.
— Siéntate, yo te la llevo. 
Papá estaba poniéndose rojo y nervioso y comenzó a sudar. 
Cuando me entregó el vaso con la leche tibia me preguntó si quería pan, pero respondí que no. 
Tenía tantas ganas de probar la leche que le salía a papá, pero no podía decirle, de verdad deseaba probarla. Me imaginaba que estaba caliente y que salía de su enorme verga hacia mi boca. 
Cada que le daba un sorbo a la leche tibia y atravesaba mi garganta imaginaba que era la leche de mi padre. 
Papá me miraba con fascinación, pero al mismo tiempo se ponía nervioso y acalorado. 
Al terminar el vaso pedí otro. Papá estaba muy nervioso, la mirada que tenía era indescriptible al verme tomar la leche.
— se que no quieres lo que preparé de desayunar pero puedo hacer otra cosa bebé, también hay galletas...
— no — dije rápidamente — no tengo ganas, solo quiero leche. 
Papá se sorprendió por qué me acabé el cartón de leche. El último vaso me lo empiné todo que varias gotas me escurrían por la boca y me manché el pecho. 
Aún recordaba la escena de la noche y no sabía cómo decirle que yo también quería apretarle sus bolas con mis manos, quería que me hiciera lo que le hizo a ese trasero.
Papá me dijo que me fuera a duchar pero le dije que tenía ganas de nadar. 
— ¿Quieres que cancele todo para que la pasemos en la piscina? 
— no papá, no quiero que no vayas a tu trabajo solo por qué ...
— pero lo quiero hacer, quiero pasar tiempo con mi bebé, para eso tengo a muchos asistentes, ellos pueden solos y si no es asi los despido. 
— ¿de verdad ? ¿Te quedarás ? 
Le sonreí.
— solo hago unas llamadas. Anda vete al patio, ahorita saco las cosas para pasarnosla bien.
Me fui corriendo y entré a la piscina en un clavado. 
Anduve nadando un ratito, papá ya salía de la casa, traía una tanga de piel de serpiente muy ajustada. Traía una canasta con varias cosas y la dejó en el césped. Luego regresó para traer una hielera. 
Volvió a casa y cuando volvió a salir traía su celular y su tableta. 
— Estaré contestando unas llamadas y unos correos, solo será un rato, luego voy a ser tuyo todo el día. 
Mientras yo nadaba papá estaba con la tableta y cómo lo veía de frente su enorme bulto estaba comprimido en esa diminuta tanga queriendo salir. 
En eso se me ocurrió una idea.
Salí de la piscina y entré a una  habitación  que estaba en el patio que se usaba para dejar la ropa, también era donde papá solía hacer ejercicio, tenía muchas máquinas y pesas, fui por un aceite y por un bloqueador. Regresé a la piscina y me acerqué a papá.
— papi, tú trabajas mucho.
— Lo sé bebé pero solo será un momento.
— Lo sé, así que te voy a consentir, hoy es tu día de descanso, puedes seguir trabajando en la tableta pero te voy a consentir.
— ¿de verdad bebé? Y como harás eso ?
— Primero dejaré esto aquí, es un aceite y un bloqueador, para ir a la cocina.
Salí corriendo hacia la cocina y abrí el refrigerador y saqué varias cervezas. Las puse en una hielera y regresé con papá.
Le abrí una y se la di.
— Vaya bebé, gracias. — me sonrió.
— de nada papi, te dije que te iba a consentir. 
Papá comenzó a beberla. 
— tu relájate papi. 
Abrí el aceite, me puse detrás de él y comencé a frotarle el pecho. 
— pero que hice para que me consientas así bebé? 
— haces muchas cosas por mi todos los días papi, eres el mejor papi del mundo. 
frotaba suavemente su pecho y papá lo disfrutaba mientras seguía revisando su tableta. Pasé ambas manos sobre sus pezones y comencé a frotarlos. Papá hacía unos pequeños gemidos y cerraba sus ojos en señal de que lo estaba disfrutando. Después de un rato dejó la tableta a un lado para disfrutar del todo el masaje. 
Me coloqué a un costado y le masajeé los brazos. Luego me puse frente a él y empecé con sus piernas. Papá tenía los ojos cerrados. Yo frotaba sus piernas y veía ese maravilloso bulto comprimido en esa hermosa tanga. 
Empecé a subir más por sus piernas, le masajeaba sus muslos, papá seguía dando pequeños gemidos de satisfacción.  Empecé a subir más, a masajear sus piernas rodeando su bulto. En ese momento papá gemía más fuerte y abría poco a poco sus piernas. Se estiraba y su bulto crecía. Su verga comenzaba a palpitar, podía verlo. En eso papá dijo.
— Creo que ya es suficiente bebé. 
—ok. —dije fingiendo que no había problema. 
— ahora toca la espalda. —me dijo sonriendo. 
Se dio vuelta. Ahora tenía enfrente su hermosa espalda y sus enormes nalgas. 
Comencé a masajearle las piernas, pero esta vez no me acerqué a sus nalgas para evitar que papá dejara de masajearlo. Disfruté mucho masajeando su espalda, bajaba hasta casi sus nalgas y luego regresaba, después de un rato le dije que ya había acabado.
— no —dijo modorro, se había dormido un rato. — y las nalgas de tu padre no van a tener aceite? después no se van a broncear y se verá raro. 
— ok. —le dije ocultando mi felicidad. 
Volvió a mirar hacia el frente así que no vio la enorme sonrisa que yo tenía. Le tiré un buen chorro de aceite en cada nalga y comencé a frotar, lo hacía despacio, la verdad me tomé mi tiempo, además papá lo disfrutaba. Después de un rato masajeaba más fuerte y apretaba y papá gemía de relajación.
— bueno, ya estoy bien así. —me dijo de repente. — lávate las manos y entra a la piscina, ahí voy contigo. 
— te espero. 
— no — me dijo rápidamente — no puedo en este momento... este ahorita voy anda. 
Me lavé las manos y entré de un clavado. Papá se levantó pero hizo lo posible por que no lo viera de frente. Fue hacia las regaderas que estaban a un costado para quitarse el aceite, estaba prohibido entrar a la piscina con aceite. Yo hacía como que nadaba, papá se lavaba la cara, en eso giró hacia donde estaba yo y pude ver que traía la verga despierta, luego se dio la vuelta. Estuvo en la regadera un buen rato hasta que cerró la llave y caminó hacia la piscina. 
— ¿Quieres que meta la pelota? — me preguntó.
Le respondí que sí.  La trajo, me la arrojó y luego entró conmigo a la piscina. Jugamos un buen rato. Acabamos cansados. Papá me habló para que me acercara a él. Lo hice. 
— Ven, quiero abrazar a mi bebé. 
Me abrazó de frente. De nuevo sentía su bulto aplastado por mi pecho. 
— Yo se que ya estás creciendo y que te sigo diciendo bebé y se que en algún momento no te gustará que te abrace, por eso quiero hacerlo todo el tiempo mientras pueda.
— papi, no me importa que me digas bebé y me gusta mucho que me abraces, quiero que lo hagas todo el tiempo, aunque crezca. 
— por supuesto que si, tu siempre serás mi bebé y nada me gustaría más que seguir abrazándote. 
Duramos abrazados mucho tiempo hasta que papá me preguntó.
— ¿A dónde quieres ir a comer? ¿Quieres pizza? o …
— no —le interrumpí — quiero leche. 
Esperaba que papá entendiera la referencia. 
— bebé —susurró — tomarás leche, la que quieras, pero te pregunto que quieres comer? 
— no quiero comida, solo quiero leche, leche calientita. 
Papá me miró serio. 
— ¿Tienes algún problema? tienes miedo de no crecer? o es por el béisbol ? ¿el entrenador te ha dicho algo? 
— no papi, es solo que me gusta la leche calientita. 
— ok, lo entiendo, aunque es muy repentino. De acuerdo, tomarás toda la leche que quieras, pero debes comer... de acuerdo? 
— ok — suspiré — Papi creceré así de grande como tu.
Papá sonrió.
— si mi bebé, pero debes alimentarte bien. 
Salimos de la piscina. Yo derrotado porque mi padre no lo había entendido. 
Nos vestimos y salimos a comer. Comimos pizza y la mesera se extrañó de que le pidiera leche sola y caliente para beber. Le dijo a mi padre que tenía un buen hijo, porque la leche era sana y me ayudaría a crecer y que sus hijos siempre la rechazaban. 
Después de comer fuimos a un parque y anduvimos caminando y dándole de comer a unos patos, mientras íbamos caminando papá recibió un mensaje y después de leerlo me dijo que me tenía un regalo. Insistí en que me dijera de qué se trataba pero no lograba que me dijera, lo único que me decía era que tenía que verlo. 
Dejamos el parque y fuimos al cine y después a cenar, pero donde cenamos no tenían leche así que tuve que tomar refresco. 
Al llegar a casa estaba un paquete en la entrada. Era una caja cubierta de plástico negro. 
Papá lo agarró y entramos y me dijo que era mi regalo. Nos fuimos a la sala y papá sacó una navaja de su cinturón y comenzó a abrir la caja, cuando estaba abierta me dijo que viera de qué se trataba. 
Eran varios paquetes y dentro había algo de tela. En los empaques decía "Little boys sluts".
En ese entonces no sabía qué significaba y le pregunté a papá. Se puso muy nervioso y rojo y solo me dijo que quería decir ropa para adolescentes. 
Abrí un paquete y mi sorpresa fue ver que era una tanga, una tanga muy chica.
— Son tus tangas bebé, te las pude conseguir. 
Me alegré mucho y lo abracé y le bese un cachete y le agradecí mucho.  Me recordó que solo podía usarlas dentro de casa. Yo estaba fascinado, porque eran muchas y de varios colores. Debajo de todos los paquetes había una imagen de un chico como de mi edad, estaba de rodillas en una cama y traía una tanga negra con una mirada provocativa. 
— mira papi, un chico como yo trae puesta una tanga.
Papá al verlo comenzó a toser.
— em ... si bebé... em porque no vas y.... am ...y te pruebas una para ver si te queda.
Salí corriendo hacia mi habitación. Me desvestí y me la puse. Me quedaba muy bien, ajustada así como las usaba mi papá. 
Papá entró a la habitación con la caja y me miró sorprendido.
— mira papi, me queda muy bien. 
— amm sii... —me miraba del pecho hacia abajo y de regreso, se mojó los labios y sonrió — si bebé.... te... te queda bien. Guardas las demás yo... yo necesito una ducha fría bebé. 
— te gustan mucho las duchas frías verdad papi?
— si... no... digo em... si a veces las necesito. Guárdalas y prepárate para dormir. 
Salió de la habitación, yo guardé las tangas en un cajón cuando terminé papá entró de nuevo, traía una tanga amarilla y el cabello lo traía peinado hacia atrás pero aun estaba mojado.  
— Listo bebé a dormir.
Me vio por un momento que seguía con la tanga puesta. 
— ¿dormirás con la tanga puesta? 
— si papi, es muy cómoda. 
— De acuerdo ya métete a la cama. 
Una vez que estaba acostado le dije.
— Papi, quiero lechita calientita para dormir bien. 
Papá seguía mirándome de una forma que aun no podía descifrar. 
— yo —dijo y luego se miró el bulto — yo... —dejó de ver su bulto y me miró fijamente— yo te la traigo. 
Salió de la habitación. Papá de nuevo no había entendido. Cuando regresó me dio un vaso muy grande, comencé a beberla, de nuevo imaginando que era la leche de mi papá entrando por mi garganta. De vez en cuando lo veía y tenía esa mirada, una mirada de lujuria, de morbo. Cuando terminé de tomar, le di el vaso, me besó la frente y me deseó buenas noches y salió de la habitación. 
fingí que dormía. jugué con mi juego portátil y después de una hora salí de la cama con cuidado para ver si papá estaba en su habitación, pero no estaba desnudo ni haciéndole cosas a las nalgas de plástico. La tele estaba encendida, papá dormía boca arriba, tenía una erección que estaba comprimida en esa diminuta tanga. Como no podía tocarlo solo quedé mirándolo por un buen rato hasta que me dio sueño y me fui a dormir. 
---------- 3 semanas después ----------
Habían pasado tres semanas desde que mi papá me había dado mis tangas. Las usaba a diario estando en casa, los dos andábamos con mucha naturalidad. Pero cosas interesantes pasaron durante la noche. Papá seguía dándole placer a unas nalgas de plástico en lugar que a mi. Pero todo cambió un día que en clase de biología tocaron el tema de la sexualidad. Ahí descubrí que lo que le llamaba leche a lo que le salía a papá de su verga era semen y que con el semen se hacían bebés. Y que se producía desde tal edad, pero a mi no me salía nada aún. 
Cuando llegué a casa armé un plan, un plan para que papá me pudiera dar de su semen, de su leche, tenía muchas ganas, demasiadas, ya no podía más, la leche que tomaba para imaginarme la de mi papá no era suficiente.
Ese día era sábado. Papá me dijo que si quería ir a comer a un pueblo cerca de donde vivíamos. El viaje duró dos horas. Comimos muy a gusto y anduvimos haciendo muchas actividades. Papá se había preparado con varios termos con mi leche, tenía una mochila llena, como si fuera una pañalera, por que la leche que consumía no me era suficiente. 
De regreso a casa estaba anocheciendo. En el trayecto me acabé la última botella de leche. 
— Necesito comprarte más leche bebé, ya no tienes. 
— ok — le dije sin tener ningún problema.
— Me gusta darte leche bebé... bueno, comprartela. Me hace sentir como si tuviera un bebé muy pequeño y que estás tomando tus biberones. 
— te gusta que tomé leche papi? 
— si bebé es lo mínimo que puedo hacer por que no puedo darte ... digo... es buena la leche, te va a ayudar en tus huesos, pero necesito llevarte al médico, para ver si no te hará daño tanta leche. 
Le dije que no pasaría nada, que todo estaba bien. 
Ya no podía más, necesitaba seguir insinuándome, hacer algo para que papá entendiera que deseaba de su semen. 
— un amigo dice que los hombres hacemos leche.    
Papá frenó de golpe y me asusté.
— que? — me miró con sorpresa.
— dije algo malo? — me asusté.
— que fue lo que dijiste?
— que un amigo dijo que los hombres... hacemos leche.
— quien te dijo eso? cual amigo? y por que te lo dijo? 
Papá estaba muy serio.
— David y me dijo por que en clase de biología nos hablaron sobre eso y me dijo que a nosotros los hombres tambien nos sale leche. 
Papá seguía sorprendido. Se llevó una mano a la cara y se froto haciendo un gesto. 
— quiero — me miró muy serio — que a partir de ahora, cualquier duda que tengas respecto a eso y a otras cosas me las preguntes a mi bebé, a nadie más solo a mi. Ya llegó el momento de empezar ha hablarte sobre todo eso. 
— entonces si nos sale...
— es semen bebé, supongo que en tu clase sabes para que sirve y como es que sale.
— si —le dije — por el pene. Pero por que sale? 
— cuando tienes sexo llegas .... am en un momento de éxtasis ... am y sale. Bebé dame tiempo de explicarte esto, pero no aquí en el coche, cuando lleguemos a casa. 
En el transcurso de lo que restó del viaje hablamos de otras cosas. Al llegar a casa papá me explicó con mas calma y a mas detalle. 
Me pidió que me fuera a dormir, de rato me llevó el vaso del leche calientita y me besó la frente.  Ya no podía más. Me armé de valor.
— Papi... quiero que me des leche...
Papá abrió los ojos sorpresivamente.
— pero ya te la tomaste to...
— no, papi, quiero que me des de tu leche.
— que? bebé no... que? — me miraba consternado.
— papi por favor, la leche que tomo no es lo mismo, no es lo que quiero, quiero que me des de tu leche, por favor papi...
— no! bebé no...
— Papi por que no? que tiene de malo? papi dame de tu leche papi, por favor...
—No bebé que cosas dices, para ya...
— Papi — me levanté de la cama — papi por favor, poquita, quiero de tu leche, por favor.
Le agarré el bulto que escondía su tanga roja.  
— bebé no... 
Comencé a acariciar y a apretar.
— bebé no, bebé no basta... —comenzó a gemir.
Apreté fuertemente.
— Alan basta! —dijo enojado.
Le dejé de agarrar y las lágrimas me salieron rápidamente. Comencé a llorar fuertemente. 
— bebé no, no llores bebé — intentó consolarme.
— ya no me quieres! 
— te quiero mucho! te amo mi bebé! por que dices eso? eres todo para mi!
— no es cierto papi, por que no quieres darme de tu leche, es lo que mas quiero, siempre me porto bien. — lloraba mucho.
— bebé espera, escúchame, mira... no puedo hacer eso, eres mi hijo, eso no se hace, esta mal, es algo que no se debe hacer.
— No le diré a nadie papito — sollocé — nadie se va a enterar, por favor dame de tu leche, ya me quitaste jugar con tus bolas, no sabes como sufrí todo este tiempo, ya no me quieres! quieres mas a esas nalgas de plástico a esas si les das leche y metes tu pene en ellas y les dices bebé, las quieres más! yo te quiero mucho papi y me porto siempre bien pero no me quieres igual como a esas....
— bebé no, no bebé no! — me abrazó. — no sabía que me estabas viendo, perdóname soy un mal padre. Jamás digas eso, yo te amo mi bebé hermoso, te amo mucho. 
— solo quiero eso papi, solo quiero tu leche —  decía a llanto — no es nada malo, no le diré a nadie, pero por favor papi te lo pido.
papá seguía abrazándome por un buen rato hasta que me dijo al oído. 
— esta bien bebé, te voy a dar de mi leche. —me dijo con una mezcla de dolor y tristeza. 
— de verdad papi — le miré de frente. 
— si, pero solo una vez  ... dios ... estem... ok
— que tengo que hacer papi.
— me la tengo que jalar, para que salga.
— yo te ayudo papi. 
Se levantó, me miró fijamente y comenzó a quitarse la tanga. Me dijo que me hiciera aún lado. Se acostó aún lado mío. 
— que hago papi?
— juega con mis bolas, como lo hacías antes
Yo estaba feliz. Comencé a jugar con sus bolas, las frotaba, las apretaba, papá gemía de placer y poco a poco su verga crecía. 
— espera bebé, tengo que traer algo 
Papá se levantó y salió de la habitación, de rato entró, con la verga semi erecta y traía una botella.
Era lubricante, me dijo que le pusiera mucho en las bolas y que siguiera jugando. Pasó un rato y su verga creció más.
— por que me estoy poniendo duro? — susurró — no debería ponerme duro.
Yo estaba fascinado, estaba haciendo algo que me gustaba mucho. Apretaba mucho sus bolas, las comprimía con mis manos y papá no dejaba de gemir. 
— papi tú pene está muy grande y gordo — le dije con una sonrisa. 
— si bebé es por que estoy excitado. 
Puso su mano sobre la mía, apretó su mano para que apretara más sus bolas y apretó muy fuerte. 
— en mis bolas se hace el semen o bueno la leche y las tengo bien llenas.
— si papi están muy grandes.
— pero la leche saldrá por mi verga y ya está lista, ya esta bien dura y bien caliente. 
Me dijo que le pusiera mucho lubricante en la verga. Luego me llevó mi mano hacia su verga, me la acomodó y me enseñó cómo jalársela. 
Yo estaba súper feliz, la pelaba y luego la encapuchaba de nuevo. Papá gemía.
— ay que rico bebé, se siente muy rico.
— estas feliz papi? 
— ayy si bebé me estás haciendo muy feliz.
Jalaba con fuerza y veía como sus bolas brincaban, era lo mejor. Tuve ganas de pasarle la lengua para saber a qué sabía. Lo hice.
— bebé no, no bebé con la lengua no. — decía gimiendo. 
— No te gusta papi? 
— si me gusta bebé pero … no … 
Le pasé la lengua de nuevo.
— ay bebé… — gemía.
Se la jalaba y al mismo tiempo le pasaba la lengua.
— jálame más fuerte bebé.
Lo hice y sus bolas chocaban con mi mano. 
— aaayyy bebé que ricooo bebé — gemía de mucho placer. 
Me detuvo para verme con morbo y mucha lujuria.
— abre la boquita bebé — me agarró la cabeza y me empezó a empujar hacia su verga.
Abrí la boca y poco a poco me fue entrando su enorme, gorda y caliente verga. Chupaba como si fuera una paleta. Papá gruñía y gemía de placer. 
— ya traigo las bolas bien duras bebé, ya están bien llenas, se me van a reventar. 
Me detuvo. Me pidió que me pusiera de rodillas en el suelo y que abriera la boca. Lo hice. Papá se la jalaba frente a mi con fuerza, gruñía y gemía, sus bolas rebotaban y chocaban en su mano.
— abre bien tu boquita bebé, ya tengo tu lechita bien caliente…. Hai va bebé! Hai te va mi leche ! 
Gritó al mismo tiempo que siete chorros de leche salieron disparados hacia mi boca. Me estaba atragantando con los primeros 3 chorros. Papá se acercó y me metió la verga en la boca y los demás chorros de leche caliente viajaron por mi garganta hacia mi estómago. 
Fue lo mejor que había probado. Esa leche deliciosa y caliente era la mejor que había probado. 
La tragué toda. Papá sacó su verga de mi boca y me salió una lágrima. Estaba de rodillas con semen aún en mis labios y en la cara.
Papá me vio y jadeó diciéndome.
— soy un mal padre.
Me levanté del suelo, me acosté en la cama y le hice un espacio.
— ve…. — me atragante un poco, tenia aún semen en mi garganta — ven papi…
Papá se acostó aún lado. 
Me quité el semen de mi cara y me lo metí a la boca y lo tragué. 
 — eres el mejor padre del mundo, me gustó mucho, quiero que me des leche todo el tiempo.
Me agaché y empecé a lamer su verga aún dura. Me la metí a la boca como si fuera un biberón. 
Esa noche papá me llenó el estómago de su leche cuatro veces más, hasta que quedé completamente dormido.
Continua parte 4
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elchicodelatangaroja · 2 years ago
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elchicodelatangaroja · 2 years ago
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elchicodelatangaroja · 2 years ago
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Relato gay. Alan: La primera vez que vi a mi padre usar tanga parte 4.
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A la mañana siguiente papá me despertó con un gran beso en mi frente. 
Se había quedado a dormir conmigo. Seguía desnudo, y traía una erección matutina. Me pidió disculpas, me pidió que lo perdonara, por lo que había hecho la noche anterior, se lamentó de ser un mal padre. 
Yo lo abracé y le besé los cachetes y le aseguré que no era cierto, que era el mejor padre y que me amaba mucho por qué me había dado lo que más quería. 
Estuvimos abrazados mucho rato hasta que le dije.
— papi tengo hambre.
— Vamos a la cocina y ...
— quiero lechita calentita papi, de tu lechita.
— bebé...
— es que me gusta mucho, es lo mejor que he probado, dame lechita calientita papi.
Me dio un beso en la frente y se acomodó. Comencé a chupar, cómo si fuera un biberón. 
De rato esa deliciosa leche caliente entró por mi garganta. 
Papá jadeando me pidió que me duchara y que bajara a desayunar. 
Duré mucho en la ducha, por qué estaba llorando de felicidad, no lo creía, mi padre me había dado de su leche ya seis veces. 
Cuando bajé papá usaba una tanga gris. Preparaba waffles y jugo de naranja. 
— quiero que te comas todos los waffles y el jugo. Y después te cambies, te llevaré al médico.
— que ? Por qué ? Por qué papi? 
— solo quiero asegurarme que tomar tanta leche no te hará nada malo. Es solo una revisión bebé, el médico es un muy buen amigo mío, aceptó atenderte en domingo.
— ok papi, pero no quiero jugo de naranja, quiero lechita calientita, de tu lechita.
— no bebé, debes comer y tómate tu jugo...
— papi no quiero jugo, al menos dame un vaso de leche caliente. 
— leche normal, supongo.
— pues si, ya que no quieres darme de la tuya.
— mírame — me dijo — no es que no quiera es solo que ...
— ya se te terminó?
Papá sonrió.
— no, yo siempre tengo leche, podría llenarte el vaso de tanta leche que tengo, pero no bebé, no todo el tiempo, aún estoy procesando todo esto, confórmate con leche de vaca por el momento. 
Me calentó un gran vaso el cual bebí gustoso, ahora me sabía diferente, por qué no quería compensar la falta de semen en mi garganta. 
— papi por qué tu leche sabe mejor?
Papá me miró serio.
— bebé... De verdad te ha gustado mucho?
— si, quisiera beberla todo el tiempo. Prométeme que siempre vas a tener leche para mí. De tu leche. 
— si bebé, si eso es lo que tú realmente quieres te daré de mi leche, aunque esté mal, prefiero dártela a volver a verte llorar por no tenerla. Voy a tener mis bolas siempre bien llenas de leche caliente para ti.
Terminé de desayunar. Incluso me comí dos platos. 
— aún quieres de mi leche? — me preguntó. 
— siii — dije fascinado. 
Se levantó de la silla. Su verga estaba bien erecta. 
— tenemos una hora antes de que vayas al médico. 
Se quitó la tanga gris y su verga salió como resorte. Comencé a chuparlo hasta que me llenó el estómago con tres potentes chorros de leche bien caliente y espesa. 
Me sacó la verga de la boca y la agitó para que las últimas gotas cayeran en mi lengua. 
— A cambiarte bebé, salimos en una hora.
De camino al médico estaba nervioso, tenía miedo de que el médico descubriera que mi padre me daba de su leche. Cuando llegamos al lugar no quería bajarme del coche. 
— anda baja ya — me ordenó papá.
— No quiero.
— ¿por que? 
— Tengo miedo. 
— No tengas miedo mi bebé, si no te va a pasar nada. Yo voy a estar ahí contigo. 
Pero no respondí.
— quieres que te lleve cargando? 
— si, pero el médico pensará que aún soy un bebé.
— pero aún eres mi bebé. Tu padre es fuerte, por que crees que me ejercito? Para poder seguir cargando a mi bebé aunque tenga 13. 
— papi….
Extendí los brazos y me cargó. Le rodeé el cuello con mis brazos y su pecho con mis piernas.
— No tengas miedo mi bebé.
Entramos al lugar y no había nadie en la sala de espera ni tampoco en la recepción, papá pulsó un botón del mostrador y enseguida se escuchó una voz varonil que dijo que venía en un minuto.
Cuando se abrió la puerta y salió el médico nos miró con sorpresa. 
Era alto, pero no como papá. De cabello café muy claro, barba café y ojos cafés, de muy buen cuerpo y no estaba vestido como un médico, llevaba pantalón y una camisa azul.
— Ho… hola Alvaro… él es tu niño? 
— así es, te presento a mi hijo Alan. 
Yo ni siquiera pude sonreírle, estaba muy nervioso. 
— Un gustó Alan, yo soy David, un muy viejo y buen amigo de tu padre. 
Alzó la mano para saludarme pero yo escondí mi cara en el pecho de papá y comencé a llorar. 
— tranquilo bebé, no te va a pasar nada. — me consoló papá.
— Así es Alan, solo es una revisión, yo me especializo en niños bonitos como tú, se que tienes miedo pero en verdad no hay nada que temer. 
Nos pidió pasar. Papá me sentó en una de las sillas, pero apenas él se sentó en la silla de al lado me fui con él y me senté en sus piernas.
Poco a poco David me comenzó a sacar plática y me dijo que se sentía muy feliz por mi padre, porque lo veía muy feliz y que yo había sido un regalo del cielo para papá, me contó cuando conoció a papá en la secundaria y papá también contaba cosas al final el miedo se me fue quitando poco a poco. 
Después ya comenzó realmente la consulta.
— Tu padre me comenta que has estado tomando mucha leche. 
Le dije que si.
— Necesito hacerte estudios para descartar algo orgánico. También me comentaste Álvaro que pudiera ser por que Alan estuviera teniendo algún trauma respecto a su estatura.
— Bueno, lo pensé, hace poco entró a prácticas de béisbol, pensé que tal vez el entrenador de alguna manera le exigía tomar leche por el tema del crecimiento o que Alan se sintiera presionado.
— Respecto a eso Alan… ¿Te han o te has sentido presionado de alguna forma sobre tu estatura?
— No.
— Entonces….
— Me gusta la leche, es mi bebida favorita, no se porque creen que es malo si la leche es buena.
— Lo es, pero un vaso o dos al día, máximo 4, no que quieras suplir la leche por el agua.
— Pero me gusta la leche calientita.
La mirada de David cambió. 
No podía decir que tomaba leche a diario como sustituto del semen de mi padre.
Comenzó a hacer más preguntas y luego pasamos a revisión. Me pesó y luego me pidió que me quitara la playera lo cual hice, me revisó el pecho, los brazos. Me pidió que me quitara el pantalón lo cual hice. Me pidió pasar detrás de una cortina donde tenía unos aparatos para medir. 
Papá se quedó sentado así que sólo estuvimos David y yo. 
Comenzó a tocarme de nuevo los brazos y las piernas y me miraba de arriba a abajo, y reconocí su mirada, una mirada lasciva. Me seguía tocando las piernas y de vez en cuando su codo rozaba mis nalgas y mi paquete. 
— Listo. Ya puedes vestirte. 
Lo hice, me senté en la silla aún lado de papá. David comentó que necesitaba una muestra de sangre y me aterré. Pero papá tuvo una idea me volvió a cargar, me tenía muy bien abrazado y me daba besos en la frente. David incertó la aguja y yo comencé a llorar. Papá me tranquilizaba como si lo hiciera a un niño de 3 años. 
Cuando finalizó mi papá me felicitó y ya no dejó de abrazarme. Le dijo que estaba bien que tomara leche pero que solamente 4 vasos por día y lo demás agua. 
Felicitó a papá por que tenía un niño muy bonito. Le dijo que los resultados estarían para al día siguiente.
David vio que miraba modelos anatómicos y me dijo que podía jugar con ellos. Me bajé de los brazos de papá y comencé a ver de cerca las partes de la cabeza humana.
Papá y David siguieron charlando y en una ocasión escuché que David le decía que estaba muy feliz por él, que no pensaba que dejaría su vida atrás para ser padre. Que estaba muy orgulloso de él. 
Cuando terminaron de charlar nos fuimos. En el coche le pregunté a papá si no extrañaba su vida pasada. Me dijo que no, por que yo valía mucho y que me amaba y que quería continuar a mi lado. 
Fuimos a comer, la plática fue agradable, de camino a casa le dije a papá que quería lechita, me dijo que compraría más pero le agarré una pierna y le dije que de su lechita. 
— Me gusta mucho el sabor de tu lechita papi, me gusta chuparte mucho, se siente muy bien, me gusta el sabor de tu verga.
Papá se puso rojo.
— Te gusta sacarme la leche?
— Si papi es lo mejor. Si chupo tus bolas se calentaría más tu leche?
— Am …mmm … si.
— Papi ya quiero llegar a casa. Me darás de tu lechita? 
— Si, te portaste bien hoy, te daré lechita.
— Genial, podré chuparte las bolas, no lo había hecho antes, solo jugaba con ellas. Ya quiero lechita.
Al llegar a casa papá estaba caliente, se había calentado en el coche mientras le decía lo que tenía ganas de hacerle.
Llegamos a casa y el celular de papá comenzó a timbrar. Era uno de mis tíos, nos invitaban a una reunión, papá me preguntó pero en lugar de responderle le agarré el paquete y le mordí las bolas sobre el pantalón. Papá le dijo a mi tío que lo llamaba en unos minutos.
— A... Alan— gimió. — Si... Aahh, si vam... aah, si vamos a la reunión ...
— Pero quiero lechita.
— lo sé bebé... Y te daré leche, te dejaré satisfecho, pero en la noche.
— Papi...
— En la noche te doy leche y me duermo contigo desnudo, para que en la mañana cuando despiertes te sirvas tu solo y te vayas llenito a la secundaria. 
Eso me gustó, así que accedí, nos cambiamos de ropa y fuimos a la reunión que para mí gusto prefería estar en casa con la verga de papá en mi boca. Los familiares de mi papá estaban muy felices de que fuera su hijo. Mis abuelos y mis tíos me mimaban mucho y siempre me daban regalos. Estuve platicando y jugando videojuegos con mis primos. A la hora de la cena me senté junto a papá y mi abuelo comenzó a contar historias de cuando él era joven y la verdad comenzaba a pasarla bien. En general lo hacía, anduve un poco molesto por qué quería semen en mi boca.
Cuando se hizo de noche papá se acercó a mi para preguntarme si me encontraba bien, que si necesitaba algo y le dije al oído 
— Quiero lechita papi. Quiero chupar tus bolas para que salga la leche más calientita. 
Papá miró a todas direcciones.
— ok vámonos ya.
Se despidió argumentando que al día siguiente había clases así que nos fuimos. 
— Papi quiero lechita.
— Ya bebé, ya pronto llegaremos.
De nuevo comencé a decirle las cosas que le haría, papá estaba rojo. 
Antes de llegar me quité los zapatos, y saqué los pies por la ventana para sentir el aire fresco. 
Cuando llegamos a casa papá bajó del auto y la traía bien parada. Abrió la puerta y luego se acercó al auto y abrió mi puerta.
— listo bebé. 
Se le veía tremenda erección bajo el pantalón que parecía una carpa de circo. 
— solo me pongo mis...
— ahí déjalos, ven, te cargo. 
Me cargó y su verga tiesa estaba apretándome mis nalgas. 
— Papito tu verga está dura.
— si bebé, está muy dura, ya está lista para que le saques la leche.
— siii, quiero lechita.
Me llevó cargado escaleras arriba a mi habitación. Me dijo que me pusiera la pijama por qué después de la leche me tenía que dormir lo cual hice. Cuando ya tenía la pijama papá se empezó a quitar la ropa.
Papá traia una tanga diferente, era muy pequeña como las demás pero se amarraba de los costados. Papá se desamarró un nudo y la tanga se tensó, yo veía fascinado, luego se desabrochó el otro y la tanga salió disparada por su verga que se movió como resorte. Se puso a un lado mío y comencé a chupar, después de un rato comencé a chupar sus bolas, papá siempre las tenía bien rasuradas, me metía un huevo a la boca, luego el otro y luego ambos, le pasaba la lengua, apretaba con mi rostro sus bolas, papá gemía de placer y en una de esas se me vino la idea de morder un poco su escroto y papá se estremeció y exclamó que se sentía muy rico. 
— Ya tengo las bolas muy calientes bebé.
Comencé a chuparle la verga con frenesí, dure unos veinte minutos chupando.
— Ya tengo las bolas bien duras bebé, me van a explotar. 
Se sacó la verga y me dijo que me acostara, papá se puso aún lado mío de rodillas y me dijo que abriera la boca.
— Chupala cómo un biberón bebé, para que salga tu lechita y duermas.
Comencé a chupar en eso papá comenzó a mover su verga y a jadear.
— ay bebé, ay bebé que rico, que rico se siente bebé, así bebé, chupame, asiii, sácale la leche a tu papá, déjalo seco, vacía las bolas de tu papá, chupame asiii, déjame seco, ahí va tu lechita calientita bebeeeeeeeeeé
Soltó siete chorros de leche espesa y caliente que viajo por mi garganta hacia mi estómago. 
Me comenzó a dar sueño. 
— sigue chupando el biberón de tu papá hasta que te duermas. 
Lo hice, chupaba cómo un biberón hasta que me quedé dormido.
Cuando amaneció apenas y abrí los ojos y vi a papá aún lado mío bocarriba así que empecé a servirme el desayuno, comencé con sus bolas y luego con su verga, papá se despertó pero siguió con los ojos cerrados disfrutando y descansando después de un rato me llenó el estómago con más lechita calentita.
Me alisté y me fui a la secundaria muy contento. 
Fue un día normal. Cuando regresé a casa papá estaba detrás de la barra de la cocina y traía puesto su traje, me dijo que no podía comer conmigo por el trabajo y yo me molesté, me pidió disculpas.
— y para compensarlo te tengo algo...
— que ?
Papá caminó hacia mi y traía la verga bien erecta y los huevos fuera de la bragueta. 
— ya está lista para que recibas la leche, me la estuve jalando. Te doy tu leche, regreso al trabajo y más al rato vengo por ti para llevarte a tu entrenamiento. 
— papiii entonces ya está lista ya va a salir?
— si ya está bien caliente.
Me puse de rodillas y abrí la boca.
— solo unas chupaditas mi bebé.
Comencé a chupar papá se estremeció jadeó y me llenó la garganta de leche.
— Listo mi bebé, déjalo bien limpio por qué ya me voy.
Se lo limpié bien con la lengua, luego se metió la verga al pantalón, me dio un beso y salió de casa.
Me quité la ropa y me quedé solo en tanga. Me puse a ver la tv y luego hice la tarea. Faltaban aún dos horas para ir a mi entrenamiento. Fui escaleras arriba y cuando estaba a punto de ir a mi habitación me quedé quieto y una idea vino a mi mente. Entrar a la habitación de papá.
Su habitación olía a su loción. Estaba todo muy bien ordenado. Me acosté en su cama y sentí algo en la almohada, revisé y era una botella que decía lubricante a base de agua, lo examiné un poco y al leer las instrucciones supe que era para la verga, sentí otro bulto y al sacarlo era otro tubo, pero diferente, tenía una tapa de rosca, la quité y dejó ver unas pequeñas nalgas con el ano. Recordé que era lo que papá usaba para masturbarse, comencé a recordar a papá y mi verga comenzaba a despertar. Cuando estuvo bien erecta quise introducirlo en el tubo pero me detuve, de seguro papá sabría que lo había usado, dejé todo debajo de la almohada de nuevo. Pero las imágenes de papá seguían en mi cabeza. Comencé a tocarme. Ya tenía rato que no lo hacía. Apretaba mi verga con fuerza y jalaba fuerte, se sentía muy rico. Comencé a gemir, como estaba solo en casa gemí mucho y decía...
— Papi, quiero de tu leche, dame leche.
Sentí algo en mi verga, una sensación que no había sentido antes, como si algo quisiera salir y a la vez se sentía más rico aún así que no dejaba de jalar hasta que no pude más, sentía que me iba a orinar, intenté detenerlo pero no pude, grité de placer, y mi sorpresa fue que varios chorros de leche me salió disparada. Me había llegado tarde la eyaculación. Miré con asombro mi verga, aún palpitaba y le escurrían gotas de semen. 
— Ya me sale leche— pensé.
Con mi dedo tomé leche desparramada en mi pecho y la probé, no sabía cómo la de papá pero tampoco me desagradó, aunque seguía prefiriendo cien veces la de papá. 
Mis huevos ya producían leche y eso me gustó. Me la jalé de nuevo, sentía mucho morbo. Y al terminar volví a agarrar con la mano toda el semen que pude y lo metí en mi boca. Se estaba convirtiendo en un vicio. 
Ahora cuando papá no pudiera darme yo solo podría tomar de mi leche, aunque poca, por qué a papá le salían potentes chorros bien calientes y la mía era poca.
Salí de la habitación de papá y bajé por un poco de agua y en eso papá entró a la casa.
— Ya llegué beb...
Me miró de arriba a abajo y luego se centró en mi tanga.   Me acerqué a él y le hice un gesto para que se agachara y pudiera darle un beso en un cachete. 
Papá estaba rojo.
— pasa algo Papi?
— que? Am ... No... Es sólo que ... Necesito una ducha fría antes de que te lleve al entrenamiento...
Pero luego me miró fijamente.
— No... 
— que pasa Papi?
— Alan... Quieres leche?
— si, siii
Dije rápidamente.
Papá se desabrochó la bragueta, se sacó su verga y sus bolas. Aún no estaba erecta. 
— creo que ya no tomaré duchas frías. Sácale la leche a tu padre. 
Me puse de rodillas y comencé a chupar su verga flácida hasta que se puso bien dura.
Me dijo que nos fuéramos al sillón. Se sentó y yo seguí chupándole un rato.
— papi quítate la ropa, me gusta verte desnudo. 
— quieres que me encuere bebé?
Papá sonrió, se levantó y comenzó a desvestirse.
Cuando solo estaba en tanga le dije...
— papá yo te quito la tanga. 
Papá se quedó de pie quieto.
Le escondí la verga en la tanga, lo acaricié y luego con los dientes se la fui quitando hasta que su verga salió disparada, cuando ya no la tenía se sentó y yo seguí chupando. 
— Ay bebé que rico. — decía bien cachondo. — chupale las bolas a tu padre.
Lo hice y gimió más.
— que ricoo, cómete los huevos de tu padre, oh siii....
Se los comencé a morder, papá gemía y jadeaba de lo rico que sentía.
— ayy que rico, que rico mi niño. 
Dejé de chuparle las bolas y comencé de nuevo con su verga que parecía que iba a explotar de lo grande y gorda que estaba.
Mi tanga se estaba tensando de lo parada que la traía.
— ay bebé que rico, despacio Alan no te atragantes, vas a sacarme la leche ya, aah bebé despacio ...
Me saqué la verga de la boca.
— ya casi es hora de mi práctica y quiero sacarte la leche ya papi.
Se la empecé a jalar.
— falta hoy si? Sácale despacio la leche a tu padre.
— no, no voy a faltar, tu fuiste el primero que me dijo que fuera responsable con los entrenamientos así que no faltaré.
— aahh, ay bebé... Aaaah de acuerdo, chupamela cómo quieras.
Se la chupé de nuevo.
— ayy bebé que rico bebé, que rico, aaah, hijo que rico se la chupas a tu padre, asiii hijo asiii, ya me voy a venir bebé ya no aguanto. 
Me la saqué de la boca y me acosté en el sillón, papá se puso sobre mi y me metió la verga hasta la garganta.
Me dio unas embestidas y gruñó y los chorros de leche caliente me llenaron el estómago. 
— ay que rico — jadeó papá. 
Me sacó la verga y me acarició los labios. Pero desvío la mirada hacia mi verga qué quería salir de entre esa apretada tanga. 
— bebé estás duro.
No dije nada, yo seguía saboreando la leche de mi boca. 
— bebé...
Pero me levanté. 
— se nos hace tarde. — le dije.
Avavncé un poco pero papá me detuvo.
— bebé mira ...
Lo miré y me hizo una seña para que viera su verga aún erecta. Estaba escurriendo semen. Sonreí y me puse de rodillas de nuevo, tomé el semen con mi lengua y le limpié bien la verga.
— Listo. Ve a ducharte y a alistarte para llevarte al entrenamiento. 
Me acarició un cachete y luego sacudió mi cabello. Se guardó su maravillosa verga en su tanga y me hizo un gesto para que obedeciera. 
Me duché y al terminar me puse el jockstrap, me gustaba vermelo puesto , me quedé contemplandome un buen rato en el espejo, pero vi el reloj y se me hacía tarde, me puse el uniforme y salí rápidamente. Papá ya estaba vestido y me esperaba con la mochila. Subimos al auto y fuimos hacia el estadio de béisbol.
Papá me dejó como siempre y luego se fue. Me puse a platicar con Alejandro, un chico de mi edad con el que me llevaba mejor que con el resto, pero ese día se comportaba extraño , andaba distraído. Miguel, nuestro entrenador pasó aun lado de nosotros y nos saludó y Alejandro comenzó a ponerse rojo, no sabía que era lo que le pasaba. 
La práctica duró solamente 2 horas, lo que se me hizo extraño, le pregunté al entrenador y me dijo que el había avisado que la práctica solo serían 2 horas en lugar de 3, pero al parecer papá no lo supo. 
— Ahora que lo mencionas, tu padre no respondió el teléfono, pero no te apures, puedes esperarlo en los vestidores, ahora vete a las duchas con los demás. — me dijo el entrenador.
La ducha con los demás chicos de mi edad no me provocaban nada, andábamos desnudos pero los de mi edad no me interesaban, solo me interesaba papá. 
El entrenador nos dijo que ya era suficiente así que salimos de las duchas y que nos cambiramos. 
Ya listos uno por uno fue saliendo del vestidor y del estadio por qué sus padres ya los esperaban. 
Yo aún estaba en los vestidores con Alejandro, estuvimos unos cinco minutos platicando y luego me dijo que ya debía irse por qué su padre lo esperaba. 
Me quedé solo. Faltaba aún una hora para que papá llegara. 
Estaba sentado en una de las bancas. Unos minutos después entró Miguel, mi entrenador. Verlo me dejó boquiabierto.
Solo usaba un jockstrap blanco. Mire su cuerpo de arriba abajo. Era enorme y su jockstrap casi se perdía en su cuerpo. Se le marcaba un buen paquete, no como a papá, pero lucía bien. Le salían pelos negros de las orillas del jockstrap.
— Oh, Alan, había olvidado que estarías aquí. 
Pero no pude decir nada, estaba muy sorprendido. Él me sonrió y entendió el por qué lo veía así. Deslizó su mano por su barriga hasta su paquete y lo frotó. Luego caminó hacia aun lado mío.
— No te preocupes tu padre vendrá pronto. 
— sss...si entrenador.
Se sentó aún lado mío, pero con la banca entre sus piernas.
— has avanzado mucho en los entrenamientos.
Sus bolas dentro del jockstrap estaban desparramadas sobre la banca. Me quedé viendo como los pelos le salían por los costados y también traía mucho vello púbico.
— veo un buen futuro para ti. 
Se inclinó un poco hacia atrás, los huevos se le salían un poco, se veían bien peludos. 
Mis ojos se querían salir. 
— tu solo... No faltes a ningún entrenamiento.
— no...no no lo haré.
Miré sus ojos en la espera de ver un rostro de enfado por quedarme viendo su paquete peludo pero en lugar me miraba con morbo, conocía bien esa mirada.
— Bueno...
Se levantó y caminó hacia una de las regaderas frente a mí y abrió la llave. 
— Me daré una ducha rápida, mientras platicamos en lo que llega tu padre. 
Se sacó el jockstrap. Yo lo miré boquiabierto. Sus bolas no eran grandes como las de papá pero si muy peludas, su verga estaba un poco gorda dormida y estaba muy peludo. 
— ¿Podrías arrojarlo al cesto? 
Me lanzó el jockstrap y lo atrapé. Era enorme. 
— Cla... claro. 
Hice lo que me pidió.
— y bien como te está yendo en la secundaria? 
Comenzó a mojarse el cuerpo.
— Yooo... amm ... Bien, no he tenido problemas.
— ya veo, se nota que eres un chico aplicado. 
Me dijo y comenzó a ponerse champú en el cabello y en el cuerpo. Llenó de espuma, comenzó a quitarse el champú y ahí aproveché para verlo con detalle por qué tenía los ojos cerrados. Se frotaba la cabeza y el cuerpo y comenzó a apretarse los pezones. Los apretaba con fuerza y se le incharon. 
Cuando ya no tenía jabón en el rostro deje de verle con detalle.
— y dime Alan — tomó jabón en sus manos, pero se quejó de que ya casi no había — tienes novia? 
Se puso el poco jabón en sus bolas y en la verga y comenzó a frotar haciendo mucha espuma.
Pero yo lo miraba atentamente, se me había olvidado disimular. 
Él sonrió 
— y bien? 
— perdón que me ha preguntado?
Soltó una risita. 
— que si tienes novia. 
— a no, no tengo entrenador.
— ya veo.
Sonrió de nuevo y se quitó el jabón bajo el chorro de agua.
— ya no hay jabón, podrías traerme de la regadera de aun lado? 
Le dije que si, fui hacia la regadera pero no había ninguna barra, le dije que solo había champú y me dijo que estaba bien. 
Caminé hacia él.
— tenga ...
Le dije nervioso. 
— podrías ponerme tu para que vuelvas a ponerlo en su sitio? 
— Cla.. claro... En donde?
Puso una sonrisa traviesa.
— aquí— Movió la pelvis mostrándome el paquete. 
— do...donde? 
Soltó una risita.
— Aquí — dijo morboso y se agarró fuertemente la verga y sus bolas con su mano y apretó fuerte. 
— sss...si — respondí.
Quitó la mano. Le dejé caer mucho champú en su verga flácida hasta que la cubrió bien y sus bolas.
— gracias — me dijo sonriendo de forma morbosa. 
Se comenzó a frotar de nuevo.
— y por qué no tienes novia? 
— yo... No me gusta ninguna de mi clase. 
Seguía viendo como se frotaba su paquete y se llenaba de espuma.
— a con que es eso, ya verás que pronto te llegará una. 
Se volvió a quitar el jabón con el chorro de agua. 
Su verga comenzaba a despertar.
— me pones más? 
Lo hice y volvió a frotarse. Pero ahora aunque había mucha espuma pude notar que su verga crecía aún más pero no al grado de traerla parada.
Volvió a quitarse el jabón.
— así nunca podré lavarme bien. 
Cerró la llave del agua. 
— me pones más? 
Sonrió y me miró cachondo.
Lo hice. Frotó solo un poco. Extendió la mano.
— ponme en la mano para lavarme de nuevo la cabeza. 
Lo hice, comenzó a frotarse la cabeza y cuando hizo espuma se puso un poco en el rostro y frotó.
— Alan ...
— si! Dígame! 
Dije rápidamente pensando que se había molestado por qué lo veía casi babeando.
— nunca acabaré de ducharme a tiempo si tengo que lavarme la cabeza , podrías, claro si tú quieres, lavarme las bolas mientras yo lavo mi cabeza? Si no quieres no...
— no hay problema.— dije sin titubuear.
— de acuerdo.
Pude ver cómo sonreía.
Le toqué las bolas y comencé a frotar.
— gracias Alan. — gimió. — tallame despacio. 
Lo hice despacio, me tomé mi tiempo. No se comparaba con las bolas de papá, no eran grandes, pero se sentía bien. 
— ay si, así Alan, asi— gemía — lávame bien, como estoy bien peludo tengo que lavarlo bien.
Sin preguntar le apreté las bolas.
— ayyy Alan.
Él seguía frotándose la cabeza mientras yo sus bolas. Sus paquete peludo estaba lleno de espuma. 
— me tengo que quitar el jabón de la cara y del rostro, pero me puedes poner más jabón y seguir lavándome si quieres.
— si, está bien.
Abrió la llave y se quitó el jabón de la cabeza y el rostro. 
— listo ponme jabón y continua lavándome. — su voz cachonda me gustó.
Gemía, sonreía y me veía muy morboso.
— ayy Alan, así Alan, así. Frótame más rápido, muy rápido para que se lave bien, anda frótalo rápido. — decía gimiendo.
Lo hice.
— ooo SII, o siii Alan así.
Pero de repente me detuvo con una de sus manos. Ya está bien así. 
Su cara de morbo cachondo me gustó. 
— muchas gracias Alan. 
Abrió de nuevo la llave y se quitó el jabón. Su verga casi estaba apunto de pararse. Se salió de la regadera y se comenzó a secar con una toalla.
— gracias por ayudarme Alan, pero no le digas a nadie, no quiero que se enteren que no puedo lavarme yo solo jajaja.
— no se preocupe no diré nada. 
Me lanzó una mirada y sonrió, había entendido que me había gustado y que no diría nada.
Caminó hacia su casillero, sacó uno de sus jockstrap, se lo puso con su verga casi parandose. 
— tengo que atender un asunto en mi oficina, tu espera aquí hasta la hora para que puedas ir a la entrada que llegue tu padre. 
Salió de los vestidores. 
Me había quedado con ganas de seguir viéndolo. Dure unos diez minutos sentado recordando lo que pasó y quise ver más. 
Fui con cuidado hacia la oficina del entrenador que estaba pasando los vestidores, pero cuando me iba acercando a la puerta escuché que el entrenador gemía muy fuerte y gruñía. La puerta no estaba del todo cerrada, por un hilo de visualización pude ver qué Alejandro estaba de rodillas y el entrenador tenía su verga metida en su boca. Le estaba dando verga, como papá me la daba a mi.
Él entrenador lo agarraba del pelo y lo empujaba hacia él para cojerselo por la boca fuertemente. Le sacó la verga y le preguntó.
— te gusta mi verga?
— si— respondió atragantado.
Luego se la volvió a meter en la boca.
El entrenador gemía mucho. 
Quise seguir viendo, pero faltaba poco para que papá llegara así que me fui con cuidado.
Aún tenía esas imágenes en la cabeza. Cuando papá llegó le dije lo de las 2 horas, papá se disculpó y se molestó y dijo que estaba molesto con el entrenador que bajaría para hablar con él pero le detuve, no quería que los descubrieran, quería que Alejandro siguiera disfrutando.
Le dije que me había acompañado en la cafeteria del estadio hasta que él había llegado, papá se relajó más y el auto avanzó. 
A mitad de camino recordé a Alejandro y me entraron ganas de leche.
Aproveché una luz roja y que la calle estaba vacía y le agarré las bolas.
— Alan, pero ...
— Tengo hambre papá... 
— ok pero no debes ...
— quiero verga papá, quiero leche. 
Papá llevó su mano hacia la mía, la apretó fuerte haciendo que comprimiera sus bolas, luego me quitó la mano. 
— llegando a casa.
— papá avanza rápido, por favor, quiero leche. 
Cuando llegamos a casa, papá bajó del auto y se le notaba la verga parada. 
Apenas y entramos arrojé la mochila me puse de rodillas y le comencé a quitar el cinturón.
— tranquilo Alan. 
— quiero verga ya.
Le quité el pantalón y casi le arranco la tanga. Ambos se quedaron en sus tobillos.
Me la metí a la boca hasta la garganta chupaba con fuerza.
Papá gemía.
Mientras me perforaba la garganta agarraba sus bolas con una mano.
Me la saqué y me puse de pie. 
— que pasa? 
Caminé hacia uno de los sillones. Me senté y me recargué en el respaldo.
— dame leche papito.— le dije abriendo la boca.
Papá se quitó la playera, se quitó los zapatos y completamente el pantalón y la tanga.
Caminó hacia mi, se subió al sillón se puso frente a mi y me metió la verga a la boca hasta el fondo, comenzó a cojerme la garganta. Yo hacía sonidos de atragantarme. Papá gemía y gruñía. 
— ya tengo las bolas bien calientes bebé, ya estoy calentando tu lechita. 
Papá seguía embistiendo con fuerza, sus bolas golpeaban mi mentón. Con mi mano agarré una de las suyas y la llevé hacia mi nuca y le indiqué que me agarrara el cabello.
Papá me sacó la verga.
— pasa algo? 
— quiero ... Quiero que me jales el cabello mientras me das verga. — le dije atragantado. 
— pero bebé...
— hazlo papi, quiero leche. — dije abriendo la boca.
Papá me consentía en todo.
Así que me metió de nuevo la verga a la garganta y comenzó a jalarme el cabello.
Bebé ya mis bolas están bien duras y bien calientes, ya están llenas, ya tengo lista tu lechita caliente, ahí te va mi leche bebé, aaaaa ahi te va, aaaa.
Varios chorros de leche caliente viajaron por mi garganta directo a mi estómago. Me había llenado. 
Papá seguía gimiendo. Dejaba su verga hasta que se le bajará la erección mientras yo lo chupaba cómo un biberón. Cuando ya me había venido hasta la última gota se bajó del sillón para luego cargarme. 
— listo mi bebé, ahora duerme un poco y saldremos a comer. 
Me llevó a mi habitación y me quedé dormido. Dormí 3 horas.
Cuando despierté me quité el uniforme y me quedé solo en jockstrap, bajé y papá hablaba por teléfono. Me sorprendio que estaba vestido. Cuando me vio me dijo que casi terminaba y que lo esperara en en sillón de enfrente por qué quería hablar conmigo. Terminó la llamada y le pregunté si pasaba algo. 
— no, solo quiero hablar contigo. No había puesto atención antes de que tienes erecciones cuando te doy leche.
— es malo?
— no para nada bebé, es normal, es sólo que... Amm... Vaya... Mis erecciones se bajan cuando te doy leche, me bajas lo caliente, pero no me había puesto a pensar en como te quedas tu después de que te di leche, no tienes manera de bajar lo caliente a menos que mi bebé ya se esté masturbando. 
— no lo hago papi. — le mentí.
No quería que supiera que si lo hacía y que ya sacaba leche por qué tenía una estúpida idea de que si lo sabía ya no quisiera darme más leche.
— no es algo malo, si tú ...
— se lo que es, pero no lo hago, no me dan ganas. 
— ok. Mmm, ya tienes 13 y mi niño, estás creciendo y ya no puedo comprarte juguetes pero ya puedo empezar a comprarte juguetes para adultos, aunque prácticamente aún no lo eres. 
— juguetes para adultos?
— si, para que explores la masturbación, cuando tú quieras y te sientas cómodo y con ganas. 
— y que cosas son?
— mientras dormías fui a una tienda para adultos y te he comprado esto.
De un costado del sillón sacó una caja. 
Me dijo que la abriera.
Dentro había una caja con una imagen de un tubo parecido al que papá tenía en su habitación.
— es?
— es un masturbador... Ábrelo.
Lo hice, y cuando lo tenía en la mano me dijo que le quitará la tapa. No tenía una nalguitas como el de papá, solo un hoyo normal.
— ahí introduces tu verga cuando esté parada y comienzas a moverlo y para que lo puedas disfrutar te pones esto.
Sacó una botella.
— es lubricante, te pones en la verga y luego la metes en el masturbador. No debería de darte esto, no hasta que seas un adulto, pero yo hubiera querido algo así cuando tenía tu edad. 
— papá pero ...
— me dices que no te han dado ganas y lo entiendo, es sólo para cuando quieras experimentar o cuando un día tengas una erección que no se te baje. Te servirá incluso para deslecharte, los hombres debemos de hacerlo de vez en cuando.
— deslecharme?
— si, así como tú me haces a mi, me sacas la leche. Bebé, como me dices que no te has masturbado no sabes si ya sacas leche?
La pregunta que menos quería que me hiciera la hizo.
— no lo sé.
— tienes 13, ya deberías, a tu edad ya lo hacía, bueno más joven aún, me sale leche desde los 11. No te quiero agobiar, es sólo cuando tú ya te sientas seguro.
Me pidió que guardara bien el masturbador y el lubricante y que no se lo mostrara a nadie. 
Tenía al mejor papá del mundo. Pero no sabía cómo reaccionaría si supiera que me había masturbado pensando en él.
Me cambié y salimos de paseo y luego fuimos a cenar. 
En casa ya papá se puso a terminar unas cosas de su trabajo y yo aproveché para jugar un poco en mi videojuego portátil. Una hora después dejé de jugar y se me vino a la mente las palabras de papá de que ya no iba a comprarme juguetes que ahora serían juguetes pero de adultos, me cuestioné si debía seguir jugando videojuegos. 
Me tiré en la cama. Y una idea me vino a la mente. ¿ Si le pidiera a papá que me enseñe como usar el masturbador? Sabía cómo se usaba, lo había visto antes a papá usarlo, pero papá no lo sabía, imaginé la escena y fue muy caliente. Me levanté de la cama y fui a mi armario y saqué el masturbador.
Caminé hacia la habitación de papá, él seguía en la laptop cuando me vio me preguntó si pasaba algo. Vio que traía el masturbador en una mano. 
— Alan?
Me quité la tanga y la arrojé lejos, papá me miraba sorprendido.
— quiero que me enseñes a usarlo papi. 
Papá me miró boquiabierto, quitó la laptop y yo le sonreí y mi verga comenzó a crecer. 
Continúa parte 5
Una disculpa banda, anduve fuera de mi ciudad y el trabajo me consumía mucho, pero ya estoy libre y podré continuar con las partes de los relatos que siguen.
🔥 Series Activas🔥
Alan: La primera vez que vi a mi padre usar tanga. 
Descubrí que al jefe de mi padre le gusta usar tanga. 
Julio: Mi tío cachondo en tanga.
La primera vez que mi padre uso una tanga. 
Mi vecino en una diminuta tanga.
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elchicodelatangaroja · 2 years ago
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Mi vecino en una diminuta tanga parte 1.
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Mi vecino me robó una tanga cuando las tenía secando sin darme cuenta y me invitó a su casa para ayudarle a montar un mueble, me dejó en la sala, el se fue a la siguiente habitación y cuando volvió mi sorpresa fue ver qué traía la tanga puesta y se le veía exquisita.
Me llamo Pablo. Vivo en Monterrey, Nuevo Leon, Mexico. Curso el primer año en la universidad. Decidí estudiar comunicación. 
Desde muy pequeño supe que me gustaban los hombres, de hecho me desvirgaron a los 11 cuando cursaba el primer año, Emilio, un chico de tercer año detrás de los salones una tarde que terminaron las clases. 
La primera vez que lo vi fue en los baños, estaba meando en uno de los orinales, me puse al lado a disponerme a orinar y no pude evitar ver ese hermoso pedazo de carne, claramente que Emilio se dio cuenta, pero no me dijo nada. 
En los días posteriores me lo topaba por la explanada y poco a poco me fue llamando la atención su físico a parte de su verga. Emilio era guapo, era delgado y no tenía buen cuerpo, me refiero a que no estaba nalgon ni piernudo, jugaba en el equipo de fútbol de la secundaria. Yo me la pasaba en el receso o en las horas libres e incluso después de clases a verlo jugar.  No era el único que lo hacía,  había más chicos, amigos de él, compañeros, en fin muchos, pero estaba seguro que solo yo lo hacía porque me gustaba. 
Emilio lo sabía, sabía que por él me quedaba después de clases, pero no decía nada. Sabía que lo miraba, pero tampoco decía nada, pero a pesar de eso me ignoraba todo el tiempo. Jamás se acercaba a saludar o dirigirme la palabra, simplemente me ignoraba.  
Un jueves cuando terminaron las clases como de costumbre me dirigí hacia las canchas, pero no había nadie. Emilio ya me volvía loco. Suspiraba a cada rato y siempre pensaba en él, tanto que dejé de verle el bulto, ya saben, cosas de enamorados. 
Me senté en las gradas y cerré mis ojos, decepcionado de no poder verlo jugar ese día.
— Hoy no hay prácticas—dijo una voz conocida, que solo escuchaba a la distancia.
Cuando abrí los ojos casi se me sale el corazón. Era Emilio.  Estaba recargado en una de las bancas con la mochila en un hombro. 
— Yo no…
— Se que vienes a verme jugar, me ves todo el tiempo. —dijo con seriedad. 
— Yo… yo…
No podía hablar, estaba muy nervioso y con miedo. 
— No pasa nada, si hubiera problema ya te habría echado bronca. 
— Lo siento —me disculpé.
— ¿Por qué te disculpas? —seguía serio. 
Miró para todas direcciones y luego me dijo.
— Ven, acompáñame.
— ¿A dónde? — dije nervioso.
— A otro lugar para platicar. — respondió.
Pero no lo seguí, me quedé aún sentado.
— ¿Crees que te voy a pegar? No te voy a hacer nada. 
Pero no me levanté.
Me sonrió.
— Te lo prometo.
Me levanté y lo seguí hasta detrás de unos salones del taller de electricidad que quedaban muy apartados. Cuando llegamos se sentó en la orilla de una fila de concreto pegado a la pared.
Yo estaba muy nervioso.
Él sacó un cigarro y lo encendió.
— ¿Quieres?
Negué con la cabeza.
— ¿No fumas? 
— No.
Empezó a fumar.
— Entonces … ¿Por qué me miras tanto? ¿Qué acaso te gusto? 
Pero no podía hablar de los nervios.
— No te estoy acusando ni nada de eso, solo quiero saber.
— Si. Me gustas.
Sonrió y dejó salir el humo.
— Tu también me gustas. 
Yo solo lo veía con ojos de sorpresa.
— Ven, acércate conmigo. 
Lo hice. Estuvimos platicando un rato mientras él fumaba. 
— ¿Quieres que sea tu novio? 
Me agarró desprevenido.
— Pero en secreto. No quiero que nadie se de cuenta.
Se levantó, arrojó el cigarro y se acercó. Me tomó de las manos y me preguntó.
— ¿Quieres que sea tu novio?
— Si. — respondí. No iba a dejar pasar esa oportunidad.
— Ok. Ya somos novios. Yo soy tu novio y tú eres mi novia. 
— Si, quiero ser tu novia.
—Ok, eres mi novia. Pero los novios se besan. ¿Nos vamos a besar?
— Si, pero nunca he besado.
— Yo te enseño. Abre la boca
Lo hice me besó y movía su lengua. Pero se apartó después de unos segundos.
— Mueve tu lengua, juega con la mía. Así. — susurraba.
Lo hice. Fue mi primer beso. Nuestras lenguas jugueteaban y se sentía muy rico. Duramos besándonos un buen rato.
— Los novios hacen mañas. — me dijo aún con su lengua en mi boca —¿Vamos a hacer mañas? 
— Si. — respondí casi sin aliento.
— ¿Has mamado verga? 
— No. 
— Las novias le maman la verga a sus novios. ¿Me vas a mamar mi verga?
— Si. 
Me dejó de besar, se apartó un poco, me miraba sucio y sonreía. Se bajó la bragueta y sacó su verga. No era una verga enorme como me gustaban en la actualidad, pero era una buena verga para un chavo de 15. 
Me puse de rodillas y primero le pasé la lengua por todo el glande, este escurría pre semen y al probarlo no me desagradó el sabor. Me la fui metiendo poco a poco a la boca. Emilio gemía de placer, la mamaba bien, Emilio ponía los ojos en blanco, ya a los 11 era una buena puta. Duramos así mucho rato hasta que me dijo que me la sacará de mi boca. Me dijo que me parara y me comenzó a besar, él traía aún la verga de fuera y bien parada.
— Que buena novia tengo. Oye, pero los novios cojen ¿ Vamos a cojer?
— ¿Qué es eso?
— ¿No sabes que es hacer el amor? 
— No.
La verdad, en ese tiempo no lo sabía. 
— Los novios lo hacen para demostrarse amor. ¿Tu me amas? 
— Si, si te amo.
¿Qué puedo decir? Tenía 11.
— Cojer es que el novio le meta la verga en la cola de la novia. 
La verdad, a esa edad y en ese tiempo me pareció algo turbio. 
— ¿Y duele? — pregunté temeroso.
— La primera vez si. Pero después ya no. Por eso es la prueba de amor, si aguantas quiere decir que me amas. 
Acepté. Quería demostrar que si lo amaba. Era muy pendejo a esa edad, creía que conocía lo que era el amor. 
— Ok, entonces te voy a desvirgar.
— ¿Qué es eso?
— Te voy a quitar la virginidad de tu agujero, de tu cola. 
Se acercó más a mi. 
— ¿Si me amas verdad? 
Le dije que si.
— ¿Me vas a dejar hacerte el amor?
Le dije que si. 
Me indicó que hacer. Me dijo que me bajara los pantalones y que me agachara. Él se quitó el cinturón y se bajó los pantalones. Me dijo que abriera el culo y que separara las piernas. Me escupió en el ano y puso la punta de la verga en mi agujero pero sin penetrarme.
— No hagas mucho ruido o nos van a cachar y la prueba de amor se va a arruinar. 
Respondí que no iba a hacer ruido. 
Me fue metiendo la verga poco a poco. 
Me dolió y mucho. Era un dolor intenso y un ardor potente No tuvo piedad, me la dejó ir toda, hasta sus bolas quedaron apachurradas en mis nalgas. Quise gritar, pero me puso una mano en mi boca.
— aaaaaaaah! Que rico! — gimió. — Que rica novia tengo.
Yo no podía hablar, estaba aguantando un grito. Comencé a llorar. Él no tenía piedad, seguía embistiendo duro. Me tenía bien empinado. Luego me agarró de la cintura y me empujó hacia él y me giró la cabeza para besarme. A mí me salían las lágrimas.
— Mi amooor que rico! Te amo! Te amo amor. 
Me decía a gemidos.
Después de un largo rato ya no me dolía, comencé a sentir placer, ese placer que en la actualidad me hacía abrirme de piernas para que me dieran duro y que disfrutaba cómo una puta. 
Comencé a gemir. Me sentía feliz por qué había aguantado, eso demostraba que si lo amaba. Pensé que si le decía que me diera más rápido y más fuerte le demostraría que lo amaba más.
— Dame más amor! Más rápido! Más fuerte!
— Aaaay mi amoor! Que buena novia tengo, te voy a dar más fuerte, te voy a hacer sentir toda una mujer. Te amo. 
Empezó a darme más fuerte. Ahora yo era él que tenía los ojos en blanco. 
Me puso en la orilla de la fila de concreto y me abrió de piernas.
Me la metía y al mismo tiempo me besaba. Yo ya gemía mucho, ya a esa edad era una buena puta. 
Comenzó a darme más fuerte y a gemir con locura hasta que gruñó.
— Aaaaaaaaaah!
Sentí un líquido caliente  en mi ano violado.
Su cara de placer era lo máximo.
Me sacó la verga y me besó de nuevo.
— Te llené muy bien tu agujero de mecos, por qué te amo. Y tú me demostraste que me amas mucho mi novia.
Después de mi primera cojida hubo más, pero ahora en su casa y en la mía cuando no había nadie. Así fue durante un año, después me dijo que teníamos que terminar por qué se iría a estudiar la preparatoria. 
Eso me destrozó. Después de que se fue intenté llenar el vacío que me había dejado, y no solo de amor si no ese vacío en mi ano. 
Cuando entré a la preparatoria ya era toda una puta, pero había dejado el sentimiento de ser amado, ya no creía en el amor. Así que solo quería llenar el vacío en mi ano. Me cojieron duro y de varios tamaños. Pero en esa época la verga que más me gustó después de la de Emilio fue de mi profesor de historia. 
Me dio bien rico. Fue en su casa, su esposa no estaba ni sus hijos. 
El tipo era muy vergon. Me abrió muy bien el ano. Esa violada fue intensa por qué por primera vez sentí esa contradicción de sentir dolor, un dolor muy intenso que me desgarraba pero al mismo tiempo placer y pedir que no me la sacará mi que dejara de bombear, eso sí, desde Emilio que no permití que ningún otro me preñara, ningún vato logro que me llenarán mi ano de leche. 
Mi profesor era un pervertido y muy caliente, me hizo cosas que desconocía y me hizo sentir un placer diferente, fue la primera vez que me sentí una puta barata, una sucia puta a la merced de un macho. Desde ahí me dio el gusto por las tangas y desde ese día las usé a diario. Gemí cómo nunca antes lo había hecho. Esa violada de ano fue divina. Mi ano gritaba por más ese día me pidió preñarme.
— Quiero llenarte el culo de mi semen, quiero preñarte, quiero que te vuelvas mi esposa. — me decía jadeando.
Le dije que no mientras tenía los ojos en blanco. 
— Mis bolas ya están bien calientes, quiero preñarte, quiero llenarte de mis hijos. Quiero que seas mi esposa.
— No quiero ser tu esposa, quiero ser tu puta. 
— ¿Quiere ser mi puta?
— Quiero que me trates como tú perra, como tu puta, dame como a una puta.
— Entonces serás mi puta, mi puta deliciosa, pero déjame llenarte el culo de mis hijos. 
Le dije que no. 
— Ya no puedo más, ya me va a salir, déjame! ¡Déjame llenarte de mis hijos! 
— No! 
— Entonces te voy a tratar como una puta. 
Me la sacó, me agarró del cabello y me hizo que me pusiera de rodillas, me abrió la boca.
— Tu lo pediste puta. Eres una puta. Ahora te vas a comer a mis hijos, te voy a llenar el estómago de mi semen puta. 
Me la metió hasta la garganta. Embestía fuerte. 
— Vas a quedar bien llena puta! Aaaaahh puta! 
Sus bolas golpeaban mi barbilla. 
— Ahí te van mis hijos putaaaaaaaaa! 
Varios chorros de leche espesa y caliente viajaron por mi garganta hasta mi estómago. 
Él gruñía de placer. Duró un rato más con su verga en mi garganta hasta que poco a poco se le fue bajando la erección y me la sacó.
— ¿Así querías que te tratara? Yo quería algo bueno contigo, pero me has hecho tratarte como una puta, ahora así te voy a tratar, desde ahora vas a ser mi puta. 
— Si, quiero ser tu puta. Trátame como tú puta, violame de nuevo, metemela en mi ano. 
Él se sorprendió.
— Eres una puta. Te acabo de cojer y quieres más verga. Espera a que se me vuelva a parar.
— Méteme algo de mientras ¿No quieres tratarme como puta? 
Me llevó a la mesa, me abrió de piernas y me metió la lengua en mi ano. Después de un rato y sin avisar me volvió a meter la verga. 
Cuando terminó le pedí más. Tuvo que decirle a su esposa  que iría con unos amigos. Me llevó a un motel y me trató como la más puta cuatro veces más. Desde ese día hasta hace un año que terminé la preparatoria fui su puta. 
Para la despedida me puse medias, una falda, un sostén, tacones y me pinté los labios. Ese día fue riquísimo, lo atendí como una buena puta y él me complació cómo buen macho que contrata a una buena puta. Duramos en el motel todo el día y lo hicimos todo el día. Lo dejé seco. Me pidió que me quedara, que no fuera a vivirme a otra ciudad, que me convirtiera en su esposa, que él ya no disfrutaba con su mujer, que la iba a dejar por mí, pero le dije que no.
Cuando entré a la universidad decidí centrarme más en mis estudios, así que deje de ver hombres y de llenar ese vacío en mi ano. Pero me duró poco. 
Cuatro meses después de que me mude llegó un vecino que me cautivo desde que lo vi por primera vez. 
Alto, de complexión fornida, moreno, nalgon, piernudo y muy apuesto. Cabello negro y ojos café hermosos. 
Me puso pendejo desde ese día.
Como era estudiante vivía solo. El lugar donde vivía era solo de estudiantes. 
Cómo se había mudado a la casa de al lado yo lo veía por la ventana y cada día me gustaba más. La pared que dividía mi patio del suyo a comparación de los demás no era muy alta, llegaba hasta el pecho así que se veía todo. Lo veía bañar a su perro y me calentaba por qué se le llegaba su playera por qué quedaba empapado, era un ser divino. 
Un día que llegué de la universidad a eso de las 4 de la tarde el estaba lavando su carro, un mustang año 2006 convertible color plateado muy bien cuidado. 
Traía solo un short y parecía un modelo, me encantaba su cuerpo. Se veía muy sexy. 
Al verme me saludó. Era la primera vez que cruzábamos palabras.
Supe su nombre, Henry. Me preguntó qué estudiaba y descubrí que él estudiaba contaduría. También que era soltero y que su novia lo había dejado por qué se había puesto algo intenso con la bebida. Me contaba mientras seguía lavando el carro hasta que me llamaron al celular y tuve que terminar la plática por qué debía hacer un trabajo en equipo y lo íbamos a hacer por llamada.  
Cuando terminé el ya no estaba no si coche, se había ido.
Esa noche tuve un sueño húmedo. Soñé con mi vecino. Henry me tomaba de la cintura y su pecho se recargo en mi espalda. Me comenzaba a besar apasionadamente. Sus manos recorrían mi cuerpo. Pero no me cojio, solo me besaba y me acariciaba, me comenzó a desnudar y fue bajando hasta mi culo y cuando estaba apunto de sentir su lengua desperté. 
Todo el día en clases me la pasé pensando en Henry. Pero cuando llegué al departamento tampoco estaba. Comencé a sentir ese vacío en mi culo, aquel que dije que me mantendría alejado para concentrarme en mis estudios. Necesitaba una verga y pronto. 
Llamé a Ezequiel, un amigo que meses atrás se había alegrado de que me hubiera mudado en su ciudad, me había dado a conocer las ganas que tenía de darme verga, cuando le dije que necesitaba verga se apresuró y llegó en media hora.
Era tal y como lo recordaba. Alto, morenito de muy buen cuerpo ojos borrados y cabello café claro, le gustaba mucho componer autos, tenía su propio taller y eso me prendía.
— Hola— me dijo una vez que lo dejé entrar. 
Me miraba con morbo y con deseo. No le respondí, inmediatamente le empecé a desabrochar el pantalón.
— Traes muchas ganas de verga. — dijo emocionado y no paraba de sonreír.
— Tengo demasiadas ganas, mi culo quiere verga. 
— Yo te doy toda la que quieras. 
Le bajé el pantalón y comencé a mamarsela. El gemía de gozo. 
— Cómete toda mi verga. — gemía.
Solo se la mamé un rato ya que lo que quería era sentir una verga en mi ano. Me quité toda la ropa y arrojé la tanga que traía puesta. Me puse en la mesa y me abrí de piernas.
— Dame verga. 
Él me miraba perverso y sonreía.
— ¿Vienes solamente a verme? … Violame. 
— ¿Quieres que te viole? 
— Puedo buscar a alguien más. — dije en tono enojado.
— Si quieres que te viole ok te voy a violar.
Su mirada cambió y me gustó. Se quitó completamente el pantalón.
Se acercó y me la metió de golpe. Me puso una mano en el cuello y comenzó a apretarme. 
— ¿Así querías? 
Era la primera vez que me ahorcaban y me gustó, pero quería sentirme más dominado y más humillado, así que fingí que no era la gran cosa.
— ¿Así cojes a una puta?
Me quitó la mano del cuello.
— Tu no eres una puta. No te quiero como puta, tu me gustas …
— Sácame la verga, voy a buscar a alguien que me de como la puta que soy. 
Empujó la pelvis. Me tomó una mano y la besó. Luego me acarició una mejilla. 
— Solo quiero que recuerdes después de esto que yo te quiero y te quiero tratar bien y me gustaría hacer el intento contigo de tener una relación.
Me miraba con ternura y me estaba enojando.
— Perdóname …
Me sacó la verga, me agarró del cabello y me tiró al suelo, me puso en cuatro, me levantó el culo y me volvió a tomar del cabello. Me la metió de golpe, hasta el fondo sus bolas golpeaban violentamente en mis nalgas. 
Comencé a gemir y a gritar como la puta que era.
— ¿aaaaaaaah te gusta? ¿Es lo que querías? Que te tratara como puta.
— Siiii —decía gimiendo. 
— ¡Querías que te violara, resistete y grítame que no te viole! 
Me estaba gustando mucho , comencé a fingir.
— Aaaaaah me duele! Nooo! Me duele! Ayúdenme! 
— ¡Cállate puta! ¡No te la voy a sacar! ¡Se siente muy rico!
En eso se escuchó un golpe y la puerta de la entrada se abrió. Yo estaba mirando de frente a la puerta. Quien había entrado era Herny, mi vecino. 
— ¡Déjalo perro! 
Se fue contra Ezequiel y lo golpeó. Le dio un puñetazo en la boca y lo lanzó hacia atrás.
— ¡Qué te pasa imbécil!  Se levantó y se fue contra Herny. Comenzaron a forcejear y Ezequiel le regresó el puñetazo. 
— ¡ Vasta! !Herny no le hagas nada! ¡Es un amigo! 
— ¡Que! !Escuché que te estaba violando!
— ¡No! ¡Estábamos jugando! 
— ¿Que? — estaba muy confundido.
— ¡Quien es este hijo de puta! — bramó Ezequiel. 
— ¡Espera! Tranquilo, es mi vecino…
Le pedí a Herny que se fuera, yo estaba apenado con él. Salió pero antes de cruzar la puerta le lanzó una mirada feroz a Ezequiel.
— ¿Es tu novio? … — ¿Te está dando verga?— me preguntó Ezequiel una vez que se fue. 
— No, es solo mi vecino— me acerqué — Solo quería ayudarme.
— ¿Ayudarte?
— Creyó que me estabas haciendo daño, cualquier otro vecino lo hubiera creído y hubiese reaccionado o pedido ayuda.
Le di un beso en su labio partido por el puñetazo.
— Ya no quiero tratarte como una puta, porque no eres eso para mi. Sino me quieres así, queriéndote bien, entonces me iré, búscate a alguien más que te quiera tratar co…
Lo besé. 
Luego me subí a la mesa y me abrí de piernas.
— Hazme el amor.
Me sorbió y se acercó, me besó un buen rato, me la volvió a meter pero solamente en posición de misionero. Tenía mucho que no sentía tanta ternura. 
Terminó en mi abdomen. Me siguió besando hasta que le dio sueño, le dije que se quedara y que durmiera. 
Me vestí y salí para tomar aire y mi sorpresa fue encontrarme a Herny fuera de su casa sentado y fumando.
— Hola — dije un poco apenado.
— Hola. 
— Creí que ya dormías — me acerqué.
— He estado al pendiente, por si te hacía algo que no querías.
— Perdón, me siento apenado por lo que ocurrió. Saliste lastimado.
— ¿Esto? — se tocó el labio — No es nada.  Alcancé a escuchar lo que le decías. No sabía que era un juego.
— Si, solo era un juego, yo se lo pedí. 
— ¿Se quedará contigo? 
— Si, es un amigo que conozco ya de tiempo. 
— Bien. — se levantó. — Si necesitas algo… si te hace algo que no quieres, ven y le parto la cara.
— Descuida, era solo un juego. 
Caminó hacia su puerta.
— Yo no lo hubiera hecho. 
— ¿Hacer que? — pregunté.
— Violarte, aunque me lo hubieras pedido. 
Entró a su departamento.
Sentí algo en mi pecho, algo que no había sentido desde que tenía 11.
Dos semanas después del suceso entre Ezequiel y Herny no sucedió nada crucial. Ezequiel me llamaba a diario y me invitaba a cenar y siempre le decía que no, hasta que un miércoles me convenció. 
Después del malentendido a  Henry lo vi poco, solo cuando salía de casa y se iba en su carro y cuando regresaba. Y en esas pocas ocasiones me hacía vibrar mi corazón. Me estaba apendejando. 
Ese día me tocó lavar. Aparte de mi ropa lave mis tangas y las puse a secar. Terminé mi tarea y me alisté para la cena con Ezequiel.
La cena transcurrió normal, me besó todo el tiempo, pero le dije que no quería una relación. Ezequiel me dio a conocer sus sentimientos y le dije que necesitaba tiempo, la verdad no podía responderle, todo el tiempo pensaba en Herny, pero algo me decía que mi vecino no podría ser para mi. 
Cuando me llevó a casa automáticamente miré hacia el departamento de Herny, las luces estaban apagadas. Su coche estaba estacionado fuera así que lo más seguro era que dormía. 
Ezequiel se despidió de mí y me dio un beso en el cachete. Me despedí de él y cuando giré hacia mi departamento pude ver de reojo que se movía una de las cortinas de la ventana del departamento de Herny. 
Regresé y centré la mirada pero no veía nada, ni veía a Henry y supuse que había sido mi imaginación. 
A la mañana siguiente antes de irme a clases metí la ropa y al contar mis tangas me faltaba una, pero no le di mucha importancia porque de seguro seguía en mi habitación y no la había echado a la lavadora. 
Me fui a clases. En todo lo que duré en la uni pensé en Henry. Me estaba haciendo mal. Sentía que me apretaban el pecho. No me estaba gustando, porque recordaba a Emilio.
Al terminar las clases me fui directo a casa. Cuando llegué Henry estaba fuera de su departamento. Me saludó normalmente, como lo hacía.
— ¿Cómo estuvo la uni?
— Bien. Lo mismo de siempre.
— ¿Tienes prisa?
— No, la verdad no.
— ¿Podrías ayudarme a montar un mueble? 
Sentí que mi corazón palpitó fuertemente. No había estado en el depa de Henry.
— Claro, no hay problema.
Me invitó a pasar. Dentro era un depa de soltero completamente y muy varonil, no existía ningún elemento que distorsionara su ambiente varonil.
— Siéntate — me indicó que lo hiciera en uno de los sillones, así que lo hice. 
— ¿Cual es el mueble? 
— Está en la otra habitación, en una caja, espera aquí la voy a traer.
La sala olía muy rico, a loción de macho pero me daba un olor también de cigarro y de cerveza. Había una guitarra en uno de los sillones y carros de colección sobre estanterías. 
Aún lado mío había un cómic de superman. Henry era muy diferente a los demás hombres que conocía. Era rudo, macho y muy varonil, pero su departamento hacía ver un lado de él algo inmaduro. Un macho con gustos de macho pero con un lado de jovencito.
— No traje la caja, pero traigo otra cosa.
Dijo aún dentro de la habitación. Miré hacia la puerta donde había entrado y mis ojos no podían creer lo que veían.
Traía solamente una diminuta tanga que se me hacía familiar. Era blanca con rayas rojas. Se le veía riquísima. Su cuerpo moreno hacía deslumbrar la pequeña y apretada tanga.  Sus bolas estaban bien apretadas al igual que su verga y lo mejor que por todos lados una mata de pelo negro se dejaba ver. 
Ni siquiera podía parpadear.  
Recorrí su cuerpo con la mirada, hasta que después de un buen rato me atreví a verle la cara.
Este solo me sonreía. 
Continúa parte 2.
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elchicodelatangaroja · 2 years ago
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elchicodelatangaroja · 3 years ago
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Relato gay. Julio: Mi tío cachondo en tanga parte 1.
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Relato gay. Julio: Mi tío cachondo en tanga parte 1.
Mi nombre es Julio y tengo actualmente 32 años. Cuando perdí la virginidad de mi ano fue a la edad de 17. Y fue Mi con mi tío.
El hermano de mi papá se llama Gustavo y trabaja talando árboles. Un día mi padre estando en el teléfono mencionó que esperaba ver a mi tío pronto. Cuando terminó la llamada pregunté que quién era, respondió que Gustavo y que vendría a trabajar a Vancouver por un tiempo. Eso me alegró mucho. Mi tío es un hombre muy grande, con brazos muy trabajados y con panza cervecera a demás de que está muy barbón y peludo del pecho, porque lo hacía visto ya tiempo atrás en algunas reuniones. Es un verdadero macho. Cuando dijo que estaría un día en casa me alegré y más cuando mencionó que se quedaría en una cabaña a las afueras de la ciudad. Esa idea me fascinó más. Empecé a pensar la forma para poder quedarme con él en la cabaña, así podría espiarlo mientras se duchaba o cuando durmiera y quizá si todo salía bien que me cogiera.
Una semana después llegó mi tío. Al verme me abrazó con esos brazos enormes y velludos y me dijo que ya estaba muy grande. Olía a tabaco y a una loción que olía a madera. En la comida no dejaba de verlo y se dio cuenta por que apenas y me miraba yo desviaba la vista. Estaba completamente enamorado de mi tío.
Por la tarde mis padres se fueron a comprar las cosas que necesitaríamos para el asado. Mi tío se quedó al igual que yo. Yo aproveché y dije que me iba a duchar. Dejé la puerta abierta de mi baño y también la de mi habitación con la esperanza que mi tío pasada y me viera, pero no fue así. Al salir derrotado y olvidándome del tema por un rato me sequé muy bien con la toalla y me puse una de mis tangas favorita de estampado de cebra. Estaba buscando un short en mi armario cuando una voz muy masculina me tomó por sorpresa. Era mi tío.
—Por que usas calzones de vieja? Me dijo de forma morbosa.
—No son de vieja. —respondí un poco sorprendido.
—Las gangas son para mujeres.—sonrió.
—No es verdad. Las hay para hombres también. La que traigo puesta es de hombre.
Se acarició la barba .
—Tu papá sabe que usas tangas?
—No y no le digas por favor tío.
—Ok nenita, no diré nada, pero esta me la debes.
Me lanzó una mirada más morbosa aún y siguió por el pasillo.
Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente. Mi intención era que me viera, pero al no pasar baje la guardia y me tomó por sorpresa.
En la noche, en el asado ahora era mi tío el que no dejaba de verme y me sonreía de vez en cuando. De repente empezó a hablar de la cabaña y sacó una foto que le había enviado la compañía.
—Que bonita y relajante se ve. —dije al verla.
—Si y va a ser sólo mía por un buen tiempo.
—Que envidia, yo voy muy poco al bosque, estar todo el día rodeado de tantos pinos y él sonido de los animales debe ser grandioso.
—Vayan el fin de semana. —sugirió mi tío.
—Si papá por favor! —pedí.
Pero papá y mamá dijeron que estarían muy ocupados este fin de semana.
—Bueno, dejen que el chico vaya, ya tiene edad, casi cumple 18 y ya es todo un hombrecito.—sugirió mi tío.
Juro que al escuchar eso se me estremeció el culo y me comenzó a cosquillear el pene.
Después de hablarlo un rato accedieron a que fuera el fin de semana a la cabaña con mi tío.
Mientras mis padres estaba charlando y cuidando la carne mi tío me miraba morbosamente y me sonreía.
Pero nos interrumpieron, mi padre me pidió que fuera por los platos y mi tío se ofreció a ayudarme. Estando dentro de casa y caminó a la cocina habló.
—Bueno, convencí a tus papás de dejarte ir este fin de semana. —me decía sonriendo. —era lo que querías no? nenita.
—si, pero no soy una nenita.
—a ver… —me tomó de la cintura y abrió mi short para ver si traía la tanga. —traes todavía esa tanguita, entonces eres una nena.
Sus palabras me estaban exitando.
—De seguro vas a andar en tanga todo el tiempo que estés en la cabaña. —se acercó a mi oreja. —Si tienes una tanga que me quedé igual y yo también la uso. Me agarró el trasero y luego tomó los platos mirándome morbosamente y sonriendo y luego salió al patio. Mi verga comenzó a crecer. Jamás me había imaginado a mi tío en tanga, con ese cuerpo de macho. Intenté tranquilizarme y que se me bajara la erección. Salí al patio y llevé los demás platos. Al terminar de cenar nos despedimos y nos fuimos a dormir. La habitación de mis padres estaba al fondo y la mía al otro extremo del pasillo, luego la de mi hermano mayor que estaba en la universidad y luego cerca de las escaleras la habitación de huéspedes donde mi tío se iba a quedar. Salí de la habitación con la excusa de ir por agua y en eso mi tío iba sabiendo las escaleras.
—Traes pijama, pensé que dormías en pura tanguita, nenita.
—Si duermo en tanga. Y usted tío? Como duerme?
Me sonrió y me dijo al oído…
—Yo duermo sin nada.
Soltó una risita y se metió en la habitación. Y yo cuando regresé a la mía tenía la verga muy parada. Rápidamente busque en mi pagina favorita unas tangas que le pudieran quedar a mi tío, pedí 5 y una de esas me gustó mas que las otras, tenía estampado de camuflaje. Imaginármelo me ponía la verga dura.
Esa noche me di una masturbada deliciosa pensando en mi tío.
Por fin se llegó el fin de semana. En la estación de autobuses estaba muy nervioso, me imaginaba estando en tanga todo el día para que el macho de mi tio me viera. Idee un plan para que no solo fuera observado si no también tocado, quería sentir sus manos de leñador en mis nalgas aprentandolas, nalgeandolas, eso me ponía muy caliente. Casi pierdo el autobús por estar ensoñando.
Cuando llegué a mi destino mi tio no me esperaba. Le llamé pero me dijo que el camino era fácil, solo debía seguir el sendero y llegaría ala cabaña, que ahí me espraba y me preguntó si realmente venia solo lo cual respondi que si.
La caminata fue de casi 10 minutos, cuando por fin llegué y toqué la puerta me llevé una muy buena sorpresa. Mi tio abrió la puerta y estaba usando una de las tangas que habia dejado en el suelo de mi habitación. Le quedaba muy chica y muy apretada. En ese momento mi cuerpo vibró mucho. Su cuerpo de oso fornido, su pelo en pecho abundante y negro que rodaba también su panza cervecera, sus piernas peludas y bien formadas, esos brazos que partirían un tronco, todo me fascinó, pero mas su bulto, con la tanga apretada se le notaban mas las bolas firmes y rellenas y su verga que sufría por estar encapsulada dentro de esa diminuta tanga color amarilla. Su folaje pubico salía como un bosque negro y me exitaba mucho. Me quedé sin habla.
—¿Qué pasa? —me dijo pícaro y sonrió. Su barba negra brilló.
—Tío, esa es una de mis tangas…
—Si, la recogí de tu habitación, la he estado usando desde que llegué aquí. ¿Qué no era lo que querias? ¿a eso has venido no? A ver a tu tío en tanga ¿verdad nenita?
Se me caía la baba.
—se te ve muy rica tío.
—¿Te gustó nenita? —sonrió.
—tu también eres una, estas usando tanga.
—No, yo no soy nenita, soy un macho cachondo que quería sentir el morbo, solamente. Pasa. —me dijo seco.
Uan vez dentro se detuvo y me miró con perversión.
—enseñamé tu tanguita, nenita.
Deje la mochila en el suelo, me quité la playera y el pantalón rápidamente.
—traes una tanga muy pequeña nenita y de color azul.
No dejaba de ver su tanga apretada, parecía que estaba a punto de reventar.
—te traje unas a ti, me dijiste que si encontraba de tu talla te las pondrías.
—¿a si? A verlas. —sonrió.
Las saque rápidamente de mi mochila y se las mostré.
—Esas de seguro me quedan bien. ¿Cual te gustó mas?
—la de militar.
—bien, esa me la pongo después— Tomó una negra y paso seguido comenzó a quitarse la que traía puesta.
Quedé boquiabierto. Estaba viendo a mi tío completamente desnudo. Su verga era muy gorda a pesar que estaba dormida. Sus huevos bien rellenos estaban bien arropados en su mata de pelo negra y se veían riquísimos. La dejó aun lado y comenzó a ponerse la negra. Le quedaba divina. Le hacia notar un buen bulto.
—¿te gusta? — sonrió.
—si mucho.
—Ten. —me arrojó la tanga que se habia quitado. —no me la he quitado desde que llegué aquí, quiero que te la pongas. Pero antes quiero que la huelas.
Comencé a aspirar ese aroma a macho. La sangre me estaba hirviendo. Olía riquísimo. Estaba sudada y juraba también llena de semen. Era como una droga. Luego me quite la mía y al verme mi tio sonrio.
—vaya pedazo de verga te cargas para tu edad.
Me puse la tanga que uso mi tío y podía sentir su morbo.
—bien, tengo que cortar unos leños, vendrán mañana por ellos, estaré afuera.
Salió en tanga al patio. Yo miraba desde una ventana como cortaba los leños en tanga en medio del bosque, como su barba y el pelo en su pecho comenzaban a mojarse por el sudor. Yo no pude resistir mas y comencé a frotarme la verga. Sentir la tanga que usó mi tio me excitaba aun mas. Sus nalgas enormes y bien rellenas y firmes rebotaban al momento que daba con el hacha pero lo que mas me gustaban eran esos huevos llenos de leche rebotando.
Soy activo, asi que me imaginaba a mi tio abierto de piernas mientras le metía por el ano mi verga. En medio de un gemido llené la tanga de semen.
Mi tió entró después de unas 3 horas.
—Casi anochece, me daré un baño, después de eso iremos a cenar algo que aun no me hago de provisiones. Alístate.
Subi a la habitación de al lado y me puse mi ropa. Mi tio salió de la ducha con la tanga puesta. Y comenzó a vestirse con la pierta abierta. Se puso unos jeans y una camisa de cuadros color café y no la abotono del pecho, se veía su pecho peludo delicioso. Con esos jeans sele veían bien paradas las nalgas. Se puso unas botas. Un gran cinturón y un sombrero. Era todo un macho.
Fuimos a cenar cerca. A un bar. Mi tió me dijo que nos sentaramos  alejados de los demás.
—pide lo que quieras.
—¿lo que yo quiera?
—si, por estos días… —miro a todas direcciones— tu eres mi nenita y te voy a consentir.
Antes de convivir así con mi tío me hubiera enfadado que me llamaran asi, pero viniendo de el me hacia sentir caliente.
Se habia sentado frente a mi. Cuando la mujer llegó  a por las ordenes mi tio quito esa mirada lasciva . pero al irse la volvió a realizar.
Antes de que llegara la comida llegó la cerveza. Habia pedido dos tarros y a mi un refresco. Dejo su lugar y se sentó a un lado mio.
—¿Quieres un poco? ¿Tu padre te ha dado a probar?
—No y no quiere que lo haga.
—hace bien, ebrios los hombres hacemos cosas que no deberíamos hacer. —y paso seguido empezó a beber. Parecía que estaba muy sediento.
—y luego mi nenita ¿Qué tal te va en la escuela? ¿eres bueno?
—mas o menos, no soy bueno
Pero en eso un hombre se acercó a nosotros.
—Gutavo ¿Cómo esta? —saludó
—Rob que tal. Todo bien.
—supe que te dieron la dirección que habías solicitado
—era el puesto que quería. —sorbió. —el es mi sobrino julio, pasara el fin se semana conmigo.
—hola jovencito soy Rob, trabajo donde tu tío. —me dio la mano para que lo saludara y luego me dijo —muy atractivo jovencito.
—si.—respondió mi tío seco y luego pasó uno de sus brazos por mis hombros. —Es el mas chico de la familia.
—cuídalo bien, hay muchos oso por aquí, no lo dejes salir solo. —lanzo una mirada lasciva asi como las de mi tío.
—conmigo no le pasará nada. —comenzó a beber mas.
Otro hombre le habló al tal Rob y se despidió. Mi tío parecía que se habia enfadado.  
—no quiero toparme con un oso. —dije precupado.
—no te precupes mi nenita que aquí esta tu macho para cuidarte. —dijo y después bebió lo que le quedaba del tarro.
Eso me estaba enceniend. que el era el macho y que me protegía como una nena me calentaba.
Llegó la comida y comenzamos a cenar. Solo hubo platicas random pero en todo ese tiempo tomo 10 tarros.
—¿vas a querer un postre? Mi nenita va a pedir lo que quiera, que para eso esta aquí su macho. —me dijo al oído.
Oedi un pay solamente. Al terimanr pidió la cuenta y discretamente me tomo de la mano debajo de la mesa.
Se estaba comportando como si fuera mi pretendiente y por alguna extraña razón me gustaba mucho. Cuando llegamos a casa me tomo de la mano y me dijo que ya era hora de dormir y que al día siguiente iba a empezar lo bueno, pero no comprendí. Le dije que platicaramos un poco mas pero no quiso por que estaba un poco ebrio.
Se metió a su habitación y cerro la puerta. Me meti en la mia, me quite la ropa y me dormi en tanga. Unos minutos después escuché la puerta de su habitación abrirse y luego unos pasos por el pasillo para luego reresar a su habitación. Me quedé dormido, pero a mitad de la noche me despertó un gruñido. Provenía de la habitación de mi tio.
Me levante de la cama, abri mi puerta y se escuchaban gemidos. Mi tío habia dejado la puerta entre abierta, me asomé, lo veía con la verga de fuera jalándosela fuertemente, sus bolas peludas rebotaban salvajemente y se estab apretando un pezón.
Abri la puerta y mi tio me miro pero no dejo de jalársela.
—vete a tu habitación nenita. —me dijo gimiendo de placer.
—tio quiero ….
—veteee —gimió — ve…. —pero en eso un chorro de leche salió disparado acompañado de un gruñido seguido de otros tres mas. La leche le caía en el pecho y le escurría por los huevos peludos. Se levantó de la cama con la verga aun bien parada me sacó de la habitación y luego cerro la puerta.
Yo estaba confundido pero super extaciado.  Regrese a mi habitación. De rato mi tio entró, ya no estaba erecto y su tanga se veía humeda.
—Perdon nenita, es que estoy algo ebrio. Por la mañana hacemos cosas divertidas. Jalatela rico pensando en esa jalada que me di, esa leche salió por ti. Luego salió de la habitación.
Me la empecé a jalar. gemía y gritaba muy fuerte para que me escuchara. Lo imaginaba todo sudado, sus vellos llenos de su leche, sus huevos rebotando, estaba muy muy caliente y después de una hora de intensa jalada por fin pude venirme llenándome todo el pecho de leche y quedé profundamente dormido.   
Continua ….
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elchicodelatangaroja · 2 years ago
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Julio: Mi Tío Cachondo En Tanga Parte 2.
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A la mañana siguiente desperté de golpe. Quería confirmar que lo que pasó en la noche no fue un sueño.
Salí de la habitación y me alegré al ver a mi tío en la cocina y usando una de las tangas que le había comprado. Se había puesto una rosa que le quedaba muy ajustada.
Al verme me examinó con la mirada. Una mirada lasciva. Yo hice lo mismo, pero me centré en su enorme bulto.
— cómo amaneció mi nenita?
Me dijo mirándome muy morboso.
— bien.
— estoy preparando el desayuno.
— déjalo.
Le dije rápidamente.
— yo soy tu nenita, yo te debo de hacer el desayuno.
Mi tío sonrió y seguía viéndome muy morboso.
— de acuerdo.
Pasó aun lado mío y me acaricio una nalga.
Le preparé huevos fritos con tocino. Mientras cocinaba el estaba sentado en la mesa leyendo el diario y bebía cerveza y de vez en cuando me veía y sonreía.
Desayunamos y platicábamos sobre cosas de la familia hasta que dijo que me alistara por qué saldríamos a correr. Le pregunté si saldríamos a correr usando las tangas y sonrió de forma sucia y dijo que si.
Ambos nos fuimos al baño, nos lavamos los dientes y la cara y salimos rumbo a la puerta, pero antes de salir me detuvo.
— No. No saldremos. Estarás aquí pocos días y quiero disfrutárte.
Me tomó de la mano y me puso frente a él.
— eres mi nenita por estos días.
Me agarró una nalga y la apretó.
— Si. Soy tu nenita tío.
—no, nenita, no soy tu tío, soy tú macho soy tu ...
Quería decir algo, pero al mismo tiempo luchaba por no decirlo.
— mi novio?
Él solo abrió más los ojos.
— digamos que soy tu pretendiente. Me apretó más mi nalga. Me miraba super sucio.
— pero quiero que seas mi novio.
Le dije al tiempo que le tocaba las bolas.
Soltó un grmido de placer.
— no, yo soy un macho yo no...
— pero yo quiero que seas mi novio. Si? Mi macho.
Me acerqué más a él y solo dibujó una sonrisa.
— de acuerdo, lo que pida mi nenita, estos días cumpliré todo lo que mi nenita pida, para eso soy su macho para complacerla.
Me estaba calentando mucho.
— pero, mi macho ...
— dime, mi nenita.
— no me lo has pedido.
— pedir que ?
Preguntó con intriga.
— pedirme ser tu novia.
Desvió un poco la mirada, pero la devolvió a mí. Me soltó mi nalga y me agarró ambas manos.
— mi nenita, quieres ser mi novia?
Me beso ambas manos.
— si.
Le respondí.
Me sonrió y me tomó de la cintura.
— vez, te dije que iba a cumplir todo lo que mi nenita me pidiera.
— entonces, puedo pedir todo lo que quiera?
— todo lo que quieras.
— ok. Quiero que hagamos cosas sucias.
Me miró de una forma pervertida.
— por supuesto que le daré a mi nenita lo suyo, cómo buen macho le voy a cumplir, pero no aún, lo haré en la noche, quiero disfrutarte cómo mi nenita.
Yo era activo, pero cuando estaba con él así, y jugando a qué yo era su novia me hacía palpitar el ano. Jamás me habían penetrado pero deseaba que mi tío lo hiciera. Que me diera como una puta.
— quiero que me cojas, que me cojas muy fuerte.
— te voy a dar como todo un macho. Pero hasta la noche.
— puedo pedirte otra cosa?
— lo que quiera mi princesa.
Al decirlo me calentó aún más.
— bésame, quiero que me metas la lengua hasta la garganta.
— ya me estaba muriendo de ganas mi princesa.
Acercó sus labios. Abrí mi boca esperando su contacto. Sus labios se pegaron con los míos su barba y bigote se sentían muy bien. Poco a poco fue metiéndonme su lengua caliente a mi garganta. Comencé a gemir. Empecé a gemir y a hacer ruiditos como una mujer, como una puta.
Su cuerpo estaba pegado al mío y sentía su calor, nuestros cuerpos comenzaban a sudar.
— que ricos labios tienes mi amor. Muy ricos.
Me decía de forma caliente.
— pero abre más tu boca y que tú lengua juegue con la mía. Mueve tu lengüita mi amor.
— ay... Aah, si. Así ? La mue... vo así ?
Le decía gimiendo.
— si, así.
También gimió.
— ay mi amor, sigue jugando con mi lengua. Tus labios están riquísimos. Me encanta que seas mi hembra.
— y tú mi macho, mi macho fuerte y varonil.
— soy tu macho cachondo, todo para mí reina.
— me estás calentando.
Gemí.
— te estoy calentando? Tu me tienes hirviendo. Me provocas mucho, quiero hacerte cositas que se le hacen a las novias. Puedo, mi reina?
— házme lo que quieras, soy toda tuya.
— me estás haciendo que no te respete mi amor.
— hazme lo que quieras.
Dije y luego abrí más la boca. Él aprovechó y metio toda su luengo hasta mi garganta. Luego me empezó a acariciar la cara para ir bajando hasta mi pecho. Me comenzó a tocar un pezón, luego a frotarlo.
— quiero hacerte muchas cosas sucias, mi amor.
— házme lo que quieras, soy tu hembra.
Me apretó más un pezón luego conbas manos tomó mis nalgas y las apretó muy fuerte. Estuvimos besándonos y tocandonos un buen rato hasta que sonó el teléfono y tuvo que responder pero antes me dijo que le sacará una cerveza del refrigerador y se la pasara.
Comenzó a hablar, al parecer era un hombre con el que trabajaba. Seguía hablando y bebiendo y yo me daba un gusto al verlo de arriba a abajo. Cuando terminó la llamada se sentó en una silla y me hizo una seña para que me sentará en una de sus enormes piernas cuál hice.
Me senté dándole la espalda. Le dio un fuerte trago a la cerveza y luego me agarró de la cara y me volvió a besar. Jugueteaba con su lengua, yo estaba súper excitado y muy caliente.
— mi princesa está bien rica.
Me dijo gimiendo.
— hazme tuya mi macho.
Le dije gimiendo como una puta.
— en la noche te daré lo tuyo mi princesa. Me estoy calentando, estoy llenando las bolas de leche para darte una buena preñada como un buen macho.
— pero quiero que me hagas más cosas sucias, quiero que te des placer conmigo.
— ay! Mi princesa! Eres bien caliente, eso me gusta mucho. Vamos a la cama a hacerte más cositas.
Me levanté, el lo hizo también, pero me tomó de la cintura, me giró hacia el y luego me cargó. Puse mis brazos en sus hombros y mis piernas cruzadas en su espalda.
Me volvió a meter su lengua caliente en mi garganta y comenzó a caminar hacia la habitación de él.
Me acostó en la cama y se me quedó viendo, observandome todo el cuerpo.
Él estaba bien erecto, la tanga parecía que iba a reventar. Yo también estaba muy erecto y muy caliente.
De la punta de su verga comenzó a salirle líquido pre seminal y comenzó a mojar la tanga.
Quería probar de ese delicioso jugo.
Comenzó a subirse a la cama a gatas mirándome muy pervertido. Puso su cuerpo contra el mío y de nuevo comenzó a besarme.
Se puso de lado y comenzó a acariciarme el cuerpo. Yo hice lo mismo.
Tocaba su espalda, sus nalgas peludas al momento que sentía su cuerpo lleno de ese bosque negro comprimiendo el mío.
Me empezó a besar el cuello. Me lamía y mordía mis orejas. Fue bajando hasta mi pecho y su lengua comenzó a jugar con mis pezones.
Yo me retorcia de placer y gemía como su puta.
— te gusta mi amor?
— si! Si! !mi macho!
Comenzó a succionar mis pezones como un becerro. Quería que me saliera lechita de mis pezones.
Mis pezones estaban muy dilatados y rojos y de vez en cuando me los mordía y me miraba y sonreía muy morboso.
— le está gustando a mi princesa?
— si! Si mi macho! Me encanta!
— me vuelves loco.
Me decia y luego seguía chupándome los pezones.
Después de un largo rato se detuvo, me dio un enorme beso y me dijo que debía ir a trabajar, pero que al regresar su macho sería todo mío.
Nos levantamos de la cama pero antes de que se comenzara a vestir me tomó de la cintura fuerte mente, me atrajo a su cuerpo y mi verga tocó la suya, me empujó hacia el más fuerte y nuestras vergas estaban comprimidas.
Se empezó a mover un poco. Podía sentir como su líquido escurría y me llenaba mi tanga.
— tengo que irme a trabajar, para poder complacerle a mí reina en todo lo que le pida a su macho.
Se quitó la tanga y al verle la verga muy erecta y escurriendo quise meterla en mi boca, pero me detuvo volviendo a repetir que esperara hasta la noche.
Se puso unos boxer muy ajustados, luego el pantalón de mezclilla y una camisa acuadris color azul y terminó de vestirse.
Antes de salir de la casa me dio otro beso.
— espérame en la noche mi reina, que le voy a complacer en todo lo que me pida cómo buen macho.
Salió y subió en su camioneta y se perdió en el camino.
Yo estaba que reventaba.
Volví a la habitación y tomé la tanga que se quitó y la comencé a oler y con la lengua eecojia lo que podiande su líquido pre seminal.
No pude resistirlo más y me quité mi tanga y comencé a jalarmela.
Recordaba como me besaba, cómo si lengua caliente llegaba hasta mi garganta y jugaba con mi lengua, como me chupaba los pezones.
Me puse en cuatro y me la jalé. Imaginaba que mi tío me estaba muriendo si grande, gorda y peluda verga por mi ano virgen.
— si! Siiii! Así mi macho! Así! Métemela toda! Dame fuerte cómo todo un macho!
Mis bolas comenzaron a hincharse y luego a ponerse duras.
— si! Mi macho! Fuerte! Fuerteeeeeeeeeeeeeee!
Terminé sacando varios chorros de leche mojando la cama.
Me acosté llenándome el pecho de mi leche. Me había pajeado muy rico.
Sentí que mi ano palpitaba y no entendía por qué si siempre me había considerado activo. Pero con mi tío quería ser su puta, quería que me penetrara y me preñara.
En mi celular busqué una farmacia cerca y luego pedí un taxi. El plan era comprar para hacerme un buen lavado de culo para estar listo en la noche y recibir a mi macho y darle placer. También compré lubricante y otras cosas.
El vendedor de al menos dos años mayor que yo me miraba sucio al ver todo lo que llevaba.
— llevarás condones? Hay unos en oferta. Te van a dar duro e?
Me sonrió.
— por aquí hay puro hombre trabajador, mecánicos, camioneros, constructores, y los he visto, he visto como son su cuerpos, si es uno de por aquí creo que los de oferta no te servirán, es mejor que te lleves unos de marca M.
Le sonreí.
— ok dame unos.
— que textura?
— dame uno de cada uno.
El vato sonrió y se saboreo.
— vaya cogida que te van a dar.
— te han cojido?
— no, yo cojo. Es más. Toma.
Tomó un pedazo de papel y escribió su número.
— cuando se te ofrezca, doy buenas cogidas.
Tomé el papel, pero en mi mente solo estaba mi tío.
Salí de la farmacia, pedí otro taxi y cuando estaba a mitad de camino se me ocurrió una idea muy sucia.
— disculpe... Sabe de alguna sex shop cerca de aquí?
El taxista me miró sorprendido por el espejo restrovisor, pero luego sonrió y me miró sucio.
— hay uno en el centro, pedo está a media hora.
— de acuerdo, lléveme.
Rumbo a la sex shop me comenzó a sacar plática y entre la la charla le mentí diciendo que tendría una noche se sexo con mi novia, la cual no existía y parecía que le gustaba hablar sobre el tema.
Al llegar a la sex shop , el taxista me recordó que tenía que tener mi identificación. Le dije que tenía 17, el chófer me dijo que por ser un evento especial con mi "novia" el podría comprarme lo que le pidiera.
Le dije que quería un par de baby doll, uno negro y otro rojo.
El taxista sonrió.
Le dije que también quería unas medias con liguero que mi novia era de mi misma estatura y más o menos de mi complexión delgada.
Pero no pregunto más, no se le hizo raro, estaba tan caliente por el acontecimiento que se supone que iba a tener.
Antes de que se bajara le dije que también quería unas esposas y que esperaba que vendieran todo. Le di una de mis tarjetas de débito, las que usaba para comprar en internet en lugares que nonefan mucho de fiar. Solo tenía depositado cinco mil pesos mexicanos.
Entró a la tienda y esperé con ansias. Quería ser una puta completa para mi macho. Se me había ocurrido hacer más grande aún la fantasía.
De rato me llegó una notificación al celular por una compra en la sex shop.
Después de un rato regresó con una bolsa muy grande y me la pasó. Si no al taxi y me devolvió la tarjeta.
— había todo lo que me pidió. Es un pícaro. Vaya diversión que va a tener cuando su novia se ponga todo eso.
— soy muy caliente y muy pervertido.
El seguía sonriendo.
— así lo va a calentar mucho hasta lo puede hacer padre.
Me siguió contando experiencias que había tenido, pero que su esposa no era tan caliente como el deseaba y por eso buscaba putas que lo satisficieran.
Le pregunté si podría detenerse en un centro comercial que estaba en el centro lo cual accedió. Le pedí que esperar.
Dentro fui directo a los zapatos para mujer. Vi unos rojos que podrían quedarme. Los compré y pedí que los envolvieran para mí "novia" con una tarjeta. Las empleadas no sospecharon.
Cuando regresé al taxi el hombre pregunto que a dónde había ido y se fascinó al saber que había comprado unos tacones rojos para mí supuesta novia.
— quiero que se vea como una puta, y sentir que me cojo a una puta.
Le dije. Él solo sonreía y decía que iba a ser una experiencia muy rica.
Al llegar a casa de mi tío le pagué y me felicitó y se despidió diciéndome…
— Coja rico.
Si supiera que lo que planeaba hacer era que me cogieran rico a mi.
Entré a la casa y comencé a preparar todo para el lavado de culo. Tuve que buscar por internet cómo hacerlo.
La verdad fue muy incomodo, pero por mi tío lo terminé, hasta que quedó muy limpio.
Me puse a guardar todo lo que había comprado.
Esperé hasta la hora de salida de mi tío. Me puse a ver televisión mientras esperaba. Cuando escuché su camioneta miré por la ventana para asegurarme que venía solo y así fue. Corrí rápidamente a la cocina y tomé una cerveza del refrigerador y lo esperé en la entrada.
— princesa! Ya llegó tu macho!
Dijo al entrar pero luego al verme sonrió.
Me había opuesto una tanga color roja muy ajustada.
— mi princesa me espera en tanguita y con una cerveza.
Cerró la puerta y caminó hacia mi sonriendo y mirándome sucio.
— quiero hacer feliz a mi macho.
— tengo la novia más hermosa y caliente.
Me dio un beso y luego abrió la cerveza.
— vístete, que llevaré a cenar a mi princesa.
Eso no me agradó, ya me había hecho el lavado y no debía comer nada.
Me vestí y salimos de la casa.
— a donde quiere que la lleve mi reina?
Me dijo en la camioneta y me agarró una pierna.
— a donde quiera mi macho.
— no, mi princesa decide.
— al lugar al que fuimos ayer.
— al bar? No prefieres que te lleve a otro lugar, puedo pagar lo que sea por mi reina.
— me gustó el bar y a demás está cerca.
— lo que quiera mi reina.
De camino al bar le toque las piernas y las bolas.
— no mi reina, me vas a poner muy duro y se me va a notar, espérate a qué lleguemos.
Cuando llegamos al bar tuvimos que abstenernos de tocarnos y decirnos cosas sucias.
Al momento de ordenar solo pedí refresco.
Mi tío se acercó a mi y me preguntó que era lo que me pasaba. Que si me encontraban enfermo. Respondí que no y le dije de la forma más sucia que me preparaba para darle placer a mi macho.
Dibujó una sonrisa muy pícara.
En eso tres hombres se nos acercaron.
— Gustavo
Dijo uno de ellos.
Mi tío se levantó y los saludó. Eran casi de la complexión que mi tío. Uno de ellos me miraba y me sonreía.
Mi tío comenzó a reír por algunas cosas que no llegaba a escuchar, hasta que el hombre que me veía habló.
— y quién es el jovencito? Mi estimado Gustavo.
— Julio, mi sobrino, el más chico, está pasando unos días conmigo de visita.
El hombre se acercó a mi.
— Antonio.
Me dio la mano. Lo saludé.
— Julio.
— gustas una buen fría?
Me ofreció una cerveza.
— aún es menor.
Dijo mi tío en tono seco. Antonio me miraba casi como lo hacía mi tío.
Los otros hombres empezaron a charlar con mi tío mientras Antonio me seguía sacando plática.
— y que dice la novia?
Le dió un sorbo a su cerveza.
— todo bien.
— cómo es tu novia? Esta tetona y nalgona?
Volvió a beber.
— así es.
Mentí.
El solo sonrió.
—Así debe ser, que estén bien sabrosas. Y ya te la echaste?
— ya, desde el primer día.
— que rico. Bueno Julio un gusto. Gustavo nos vemos en el trabajo.
Los demás se despidieron.
Mi tío se sentó frente a mi y parecía molesto.
— que te dijo?
— me preguntó sobre sintenia novia.
— y que respondiste?
Me dijo serio.
— que si, claro, mentí.
— bien hecho. Vi como te miraba, te quieres comer con los ojos.
Se acercó y me susurró:
— estuve a punto de golpearlo, si te molesta dime y le parto el hocico. Nadie molesta a mi reina.
— ya me quiero ir, quiero que vayamos a casa a ...
Moví las cejas. Mi tío sonrió.
— pago y nos vamos.
Dejamos el lugar. En el camino me iba agarrando las piernas, hasta que tuvibque detenerse a la orilla de la carretera solitaria y oscura.
— pasa algo?
Pregunté confundido.
— ya no aguanto más.
Y se vino contra mi. Me comenzó a besar, me media su lengua hasta el fondo, me acariciaba los pezones.
— estoy ardiendo.
Me dijo en un gruñido.
— ya quiero llegar y quitarte la ropa y hacerte mia, darte bien duro y rico como un buen macho.
— conduce más rápido, yo tampoco aguanto ya.
Me soltó y piso el acelerador a fondo, al llegar a casa nos bajamos muy rápido de la camioneta y entramos a casa cómo si nos estuvieran oersiguiendonos.
Me quito la playera y comenzó a besarme. Y luego chupó mis pezones. Yo estaba ardiendo de placer.
Le desabitone lo que faltaba de su camisa y la arrojé al suelo. Dejó de besarme y comenzó a quitarse las botas. Luego el cinturón y al final el pantalón.
— me voy a poner una tanga.
Me dijo de forma muy sucia.
Yo me desvesti quedando solo en tanga esperándolo.
Cuando regreso traía puesta la tanga de camuflaje que tanto me había gustado.
— te gusta tu macho?
— si.
Corrí hacia el y lo besé. Lo acaricie, el pecho luego baje hasta su bulto y le apreté las bolas enormes y peludas.
— sientes mía bolas? Sientes que están bien rellenas?
— si.
— estuve acumulando leche para ti mi reina, para darte tremenda preñada. Solo para ti. Vamos a la camita.
— espera, te tengo una sorpresa, espera aquí, no entres a mi habitación, espera hasta que yo salga.
El se sentó en el sofá con las piernas abiertas y con su verga bien erecta.
Entre a mi habitación y me puse rápidamente el baby doll rojo, unas medias con liguero negras y me puse los tacones.
Caminar me due complicado.
Cuando salí de la habitación mi tío quedó boquiabierto.
— mi ... Mi reina
No lo podía creer. Me miraba más extasiado aún.
— mi reina. Ven.
Me pidió.
Fui con cuidado de no caerme. Me pidió que me sentará en sus piernas.
— cuando compraste todo esto princesa?
— hoy, después de que te fuiste a trabajar. Descuida, fui muy discreto, dije que era para mí novia.
— mi reina que rico. No lo puedo creer aún. Te ves hermosa. Me estás volviendo más loco.
Comenzó a besarme. Me acariciaba todo. Las piernas, la cintura, el cuello, mis pezones.
— quiero pedirte algo mi macho.
— pídeme lo que quieras mi reina, lo que quiera le va a dar su macho.
— quiero que me hagas tu esposa.
Mi tío dejó de besarme y me miró con sorpresa. Me dio un beso de pico luego se apartó.
Me quedé quieto. Lo había echado a perder. Mi tío entró a su habitación y de ratito salió, traía consigo algo en una mano.
Se acercó a mi y se arrodilló.
— mi reina, quieres ser mi esposa?
— si!
mi tío sonrió, me puso uno de sus anillos en mi dedo luego me besó.
— me encantas amor.
Me dijo muy morboso.
— quiero hacerte el amor, quiero darte la tremenda cojida de buen macho.
Me cargó y me llevo a su habitación.
— me hice un lavado de culo, lo tengo muy limpio.
Mi tío sonrió.
— muy bien, es hora de dilatarte ese ano con mi lengua.
Me puse en cuatro. El se acercó a mis nalgas. Las comenzó a acariciar y luego a apretar. Pasó su labios por ellas y luego su lengua.
— lista mi esposa? Te voy a dar placer, te dejare la vaginita buen dilatada.
— si papi
Me apartó la tanga hacia un lado y me abrió las nalgas y comenzó a lamerme. Se sentía delicioso, jamás había sentido algo así.
Su lengua estaba hirviendo. La metía en mi ano virgen. La novia y yo gemia, gemia como una puta.
— así papi, así que rico se siente, aaaaay papi aaaayyyyy.
— que rica vajinita tienes mi amor, bien estrechita. Te gusta como mi lengua entra por tu vaginita?
— aaaay siii siii papi
Mi tío comenzó a lamerme más rápido y desesperado y gruñía.
— nalgueame papiiii
Me comenzó a nalguear mientras seguía chupando.
— ayy siii papiiii asiii déjame las nalgas rojas papi
Gritaba extasiado al tiempo que me retorcia. Estuvo lamiendome una hora. Una hora de intenso y cknruo placer que me estaba volviendo loco.
Dejó de lamerme, me nalgueó fuertemente varias veces y luego me dijo que le mamara la verga.
Se la mamé con la tanga puesta, solo saqué su verga.
Había esperado mucho para ese momento. Casi me ahogaba con su verga grande y gorda y peluda, sentía los pelos en mi boca. Me la metí hasta la garganta, completamente solo para complacer a mi macho.
Luego jugué con sus bolas. Sus enormes bolas rellenas y muy peludas.
Me dijo que parará, se acostó boca arriba y me dijo que hiciéramos un 69. Mientras le mamába la verga el me chupaba el ano y me nalgueaba. Duramos así media hora hasta que dijo que no aguantaba más, que quiera penetrar a su esposa. Yo seguía con mi disfraz de puta.
Me abrió las piernas, apartó la tanga un poco, me escupió el ano, lo cual me excitó más y luego me miró de forma salvaje.
— por fin te voy a dar placer como te mereces mi amor, tu macho te va a cumplir. Quiero ver tu cara cuando te entre mi vergota.
— si amor.
— te la meteré despacio, luego que tú vaginita se acostumbré te daré como todo un macho.
— si mi amor.
Puso su cabeza en mi ano y comenzó a entrar. Empecé a quejarme, estaba muy gorda y me dolía, no fue como cuando me metió la lengua.
— ayyyy.
Me quejé pero también gemí.
— te duele mi amor?
— si, pero sigue, la tienes muy grande amor.
— si, tu macho es todo un hombre, y mi vergota es solo para ti mi amor.
Comenzó a meterla más hasta que entró la cabeza.
Yo me quejaba, gemía.
— ya entró la cabeza, amor, ya te la empezaré a meter.
— hazme lo que quieras amor, ni importa, duele pero se siente rico, quiero complacer a mi macho cachondo como buena esposa.
Sonrió y la metió más.
— te gusta? Te gusta sentir como tú vergota entra por mi ano virgen?
— si amor.
Gimió.
— te gusta haberme desvirgado?
— ayy si mi amor.
— te gusta estar cojiendote a alguien menor de edad?
— me encanta, amor.
Gimió y me la metió un poco más.
— te gusta estar cojiendote a tu sobrino?
Dije gimiendo.
— siii me excita mucho amorrr.
Me la metió hasta que entró toda.
Sentía que me me partía en dos. Pero al mismo tiempo se sentía delicioso.
— ya no puedo más amor, quiero darte fuerte!
— dame fuerte amor! Todo lo que quieras para que sientas rico, soy tu esposa y te voy a complacer en todo.
— ayy amooorrrr
Comenzó a darme más fuerte. Comencé a gritar, me dolía pero el saber que era mi tío el cachondo, el perverso, el que me volvía loco me gustaba.
El gruñía y empujaba rápido. Jadeaba y me apretaba los pezones.
Yo gemia y gritaba como una perra en celo. Gritaba de placer, me dolía pero era un dolor rico.
— te gustó que me haya vestido como una esposa puta? Papii
— si mi amor, siiii me volviste loco, me calentaste más.
— papi dame de a perrito.
— cómo tú quieras mi amor, aquí tu macho te complace en todo.
Me puso en cuatro pero antes de que me la metiera le dije:
— métemela de golpe papiiii, toda hasta dentro, sin piedad.
— haré lo que me pidas mi reina. Aaaaahhhhhhh gimió.
Me la metió de golpe hasta el fondo.
— aaaaaaaaaaaaayyyy
Grité de dolor y al mismo tiempo de placer. Sentía sus enormes y peludas bolas comprimidas en mis nalgas. — te gustó? Amor te gustó toda dentro?
— si amor, que buen macho, dame fuerte que tus bolas me gulpeen las nalgas.
Comenzó a darme fuerte, muy salvaje. Gruñía y gemía de placer.
De lo fuerte y rápido que me daba sentía que me iba a venir.
— me voy a venir papi, me voy a venir amor!!
Y ni siquiera me estaba tocando la verga.
— te daré más fuerte para que te vengas amor.
Le dio más fuerte y rápido.
— papiiiiiiiiiiiiiii
Me vine dentro de de la tanga y solté varios chorros de leche.
— que rico mi amor, te hice venir a pura ensartada.
Yo me moría de placer, se sintió delicioso, jamás había sentido algo así y quería seguir sintiéndolo.
— te haré que te vengas toda la noche amor.
Duramos una hora, yo ya sentía solamente placer. Me dominaba y me gustaba.
— quiero sentarme sobre ti amor.
Se acostó boca arriba y me senté sobre él.
Comencé a darle sentones, me encantaba ver su cara de placer.
Le tocaba su enorme pecho mientras daba sentones.
Comencé a gemir y a gritar como una puta, como una perra en celo.
— ayy papi, ayyy te gusta sii? Aaayy Sii? Ay
Grité más fuerte por qué volví a venirme dentro de la tanga.
— mi amor, me encanta.
Mis nalgas rebotaban en sus bolas, luego las comprimia con mis nalgas.
— házme aaaaahh, házme el revienta huevos amor. Dame fuerte, brinca fuerte hasta que me revuebyes las bolas.
Comencé a brincar más fuerte y más recio y seguía gritando como perra.
— ay mi amooooor que rico, déjame darte, tu macho te quiere hacer tener muchos orgasmos.
Me quité. Me dijo que me abriera de piernas.
Me la metió de golpe. Empujaba con fuerza y salvajemente. Me besaba ñ, luego jugaba con mis pezones.
— ya siento las bolas duras, ya están bien llenas de leche, me van a explotar los huevos amor.
— preñame amor ! Preñame papi!
Comenzó a darme más fuerte.
— te voy a preñar! Aaaaaaah amor!
— sii amor ya no puedo más, mis huevos van a reventar.... Ahí te van mis hijos !!! Gritó de placer.
Soltó varios chorros de leche. Sentí como mi ano se llenaba y aunque ya se había venido me seguía bombeando.
Soltó un gruñido y luego puso su cara en mi pecho.
— que rica esposa tengo.
Dijo jadeando.
— y yo un macho cumplidor y preñador.
— mañana te vuelvo a cumplir mi esposa hermosa.
Nos quedamos dormidos, habíamos gastado todas nuestras energías.
Me dolía el ano, pero me gustaba, me gustaba la sensación de la leche de mi tío escurrime desde mi ano.
Mi tío me había hecho muy feliz y de seguro al siguiente día me vería a hacer su esposa.
Fin de la parte 2.
continua parte 3 .

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