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«Les he descrito hasta aquí, tan exactamente como me fue posible, la estructura de la república que juzgo no solamente la mejor sino también la única que puede con justicia reclamar ese nombre. Fuera de Utopía, con certeza, los hombres hablan livianamente del bien público, pero solamente se preocupan de sus intereses privados. Allí, en cambio, donde nada es privado, se interesan en serio en los asuntos comunes. Desde luego que, en ambos casos, actúan de manera razonable. Pues, fuera de Utopía, ¿quién no se da cuenta de que, a menos que separe una buena provisión para sí mismo, morirá de hambre aunque la república sea floreciente? Por esta razón, la necesidad los obliga a admitir que deben ocuparse de sí mismos antes que del pueblo, es decir, de las demás personas. Por el contrario, en Utopía, donde todo pertenece a todos, nadie duda de que, estando los depósitos públicos siempre repletos, a nadie nunca le faltará nada para sus necesidades privadas. La razón de esto es que la distribución de bienes no está determinada por la avaricia. Nadie posee nada, pero todos son ricos.»
Tomás Moro: Utopía. Colihue Clásica, pág. 145. Buenos Aires, 2009
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“Comunismo futuro”, una “bifografía” del siglo XX
A partir de archivos rusos e italianos Gropplero compuso este trabajo audiovisual
A cien años de la Revolución rusa, Andrea Gropplero nos recuerda que “vivimos en una espiral de descomposición” con la película Comunismo Futuro, un viaje vertiginoso a través del siglo XX narrado por el teórico Franco “Bifo” Berardi.
Bifo fue elegido como narrador porque en su juventud experimentó el vértigo de 1968 antes de sumergirse en el punk y las pesadillas distópicas del cyberpunk.
A partir de archivos rusos e italianos (del movimiento obrero y el Istituto Luce-Cinecittà) y de múltiples fuentes del activismo mediático contemporáneo, Gropplero, en colaboración con Paolo Marzoni, compuso este trabajo audiovisual a través del caleidoscopio del arte multimedia.
La película, ha sido definida como una “bifografía” de la vanguardia rusa de los años 20, la animación futurista y la poesía visual proto-punk de los años 70.
La proyección marcará el estreno de la plataforma de e-flux Video & Film.
Enlace del video:
https://vimeo.com/76737301
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Mi piacerebbe avere più conversazioni interessanti. Parlare di politica. Parlare di diverse ideologie (basta che non siano radicali e quindi si possa mantenere un vero confronto). Parlare dell’universo. Parlare di astronomia. Parlare del capitalismo e di quanto faccia schifo, per concludere che tanto siamo solo degli ipocriti perchè siamo tutti capitalisti. Parlare di comunismo e del fatto che la storia è piena di società proto-comuniste e quelli erano i tempi della bella politica in cui ci credevi davvero a quello che facevi e poi Gramsci era comunista però l”Odio gli indifferenti” quanto è bello? Parlare di femminismo, ma quello bello, aperto, che ha davvero rivoluzionato la società in modo positivo e persegue la vera uguaglianza. Parlare d maschilismo, perchè che schifo è che a un bambino fin da piccolo venga insegnato che non può piangere o mostrare i suoi sentimenti perchè se no sembra una femminuccia. Parlare di società. Ma non solo quella attuale. Quella medioevale, quella vittoriana, quella veramente democratica della Grecia antica, ma anche di quelle orientali o fantascientifiche. Parlare di sogni e desideri, ma anche di Freud e analizzarli sotto la lente della psico analisi quella volta che ho sognato di cavalcare un velociraptor e quindi capire cos'è andato male nella mia fase anale. Parlare di cultura, della nostra e di altre, mettendo tutto a confronto. Parlare di musica e di quanto sia bizzarro il fatto che nessuno, al giorno d’oggi (a parte me) definirebbe mai una canzone Bebobp. Parlare de libri, belli e di merda. Parlare di cinema e di quanto certi film siano invecchiati bene e te li rivedi sempre molto volentieri. Parlare d’arte e di quanto gli hipster abbiano reso Frida Kahlo un artista sopravvalutata. Parlare di storia. Parlare di filosofia. Parlare di aneddoti, i più stupidi e svariati. Non so, no mi va che mi chiedano “Che fai?" vorrei che qualcuno si sedesse davanti a me in un bar o in autobus, e perchè no anche in chat (ma sono un po' all'antica, che oggi si potrebbe tradurre con "un po hipster di merda"), e mi raccontasse la cosa più assurda che gli viene in mente e poi mi che desse cosa ne penso, solo perchè gli va di fare conversazione. Che poi, una persona così in un primo momento la guarderei stranita ma poi mi starebbe subito simpatica.
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Cambios en el paradigma represivo del capital
Por Iñaki Gil de San Vicente
Fuentes: Rebelión
«Desde la mitad del tercer milenio en adelante, época del rey medio mítico sumerio Lugalannemundu, la conquista, o mejor, las invasiones por botín contra los vecinos más débiles forma una parte inherente de la política exterior de cada reino, dentro y alrededor de Mesopotamia […] El palacio del rey consumía la mayor parte del botín, recogido a base de campañas institucionalizadas anualmente, pero subsistía básicamente con inversiones en la tierra labrada por prisioneros de guerra y deportados, complementadas por nuevas entregas de mercancías de las naciones sometidas, aliadas, o bien amigas, llamadas “tributo”»1.
«Enormes cantidades de mano de obra se empleaban en trabajos forzados dentro de la misma provincia, y se deportaban esclavos y esclavas como propiedad de los templos, del palacio real o de los altos funcionarios. Anualmente se recogían tributos en especie, lo que nos da una imagen clara de los productos de Siria y Palestina. En primer lugar, había que entregar productos agrarios (trigo, aceite, especias) y, en segundo, madera del Líbano, metales, sobre todo grandes cantidades de cobre, piedras semipreciosas, objetos artísticos y suntuarios y, naturalmente, armas. Aparte de esto, se transportaba a Egipto ganado en grandes cantidades, especialmente caballos, en cuya cría destacaban las regiones periféricas de Siria y Palestina. Incluso animales exóticos de esos países, como el oso y el elefante de Siria septentrional, y diversas clases de plantas desconocidas en Egipto, pasaron a los jardines zoológicos y botánicos reales para realzar el prestigio de los faraones y subrayar las dimensiones ilimitadas de su poder»2
QUÉ ES UN PARADIGMA REPRESIVO
CAMBIOS POLÍTICO-MILITARES
CAMBIOS SOCIOPOLÍTICOS
CAMBIOS PSICOPOLÍTICOS
1.- QUÉ ES UN PARADIGMA REPRESIVO
La publicación de dos textos3 ha intensificado una muy necesaria reflexión colectiva sobre los cambios en el paradigma represivo del capital en respuesta a la agudización extrema de las contradicciones que le minan y a la recuperación de las movilizaciones por los bienes comunes, que puede ser la antesala de la lucha por el comunismo. Es una cuestión eminentemente «política» en el sentido marxista de la palabra, es decir, el problema del poder de clase y por tanto el sentido de la teoría y de la praxis humana. Según el Diccionario, la palabra ‘reprimir’ significa contener, refrenar, templar o moderar, es decir, un amplio conjunto de métodos destinados a mantener el orden imperante. El paradigma represivo es la totalidad que integra y coordina las doctrinas, sistemas, estrategias y tácticas necesarias para, según los casos, contener, refrenar, templar o moderar las resistencias y luchas de las y los oprimidos. Si estos métodos fallan en su accionar específico, el paradigma los va endureciendo hasta llegar al terror, al fascismo, a la contrarrevolución.
Generalmente recurrimos con razón a términos como «guerra de quinta generación»4, «guerra híbrida», etc., para definir las estrategias imperialistas, en las que juegan un papel destacado la manipulación psicológica de masas, la industria cultural, la mentira sistemática y una larga lista de métodos que son muy antiguos, casi tanto como los primeros proto Estados, los Estados del modo de producción asiático o tributario tal como hemos visto en las dos citas iniciales, por no hablar de China, Grecia y Roma, maestras en la manipulación de masas5. Podría decirse que un cambio histórico de paradigma exitoso por cierto para las condiciones de su época, fue el Concilio de Trento (1545-1563) porque readecuó métodos psicofísicos, de terror moral como el sacramento de la confesión, e innovaciones educativas y propagandísticas, etc., del paradigma tardo feudal para derrotar a la Reforma burguesa con la Contrarreforma, resultando una contrarrevolución internacional6 con nefastas secuelas aún hoy, cuando la derecha española reprime con multas las utilización del lenguaje inclusivo7. En este sentido también podría decirse que fue un intento de proto «ingeniería social», tema al que volveremos luego.
De entre estos métodos destacaron desde muy pronto la compra, soborno o simple asalarización de la «casta intelectual» para legitimar al poder, algo normalizado, como la CIA termina reconociéndolo implicando a intelectuales tan famosos como Foucault, Braudel, Levi-Strauss y otros8. A muchas de estas personas o a todas podemos integrarlas en el rebuznante rebaño pesebrero de los « ¿ilustres? recompensados ($)» según la feliz expresión de N. Manzanares Blanco9. Pero estas y otras tácticas se implementan desde y para estrategias, sistemas y doctrinas que las engloban y dirigen, que a su vez pertenecen a un paradigma represivo superior, y es aquí, en este nivel decisorio, donde radica el problema que debemos resolver porque, en efecto, la efectividad de toda «guerra cultural» depende de la efectividad superior del paradigma represivo que la orienta. La «guerra fría cultural»10 lanzada por el imperialismo a comienzos de 1950 obtuvo éxitos, desde luego, pero no evitó decisivas victorias revolucionarias.
Desde la victoria de la propiedad privada sobre la propiedad colectiva, comunal, los sucesivos modos de producción basados en esa forma de propiedad han tenido y tienen en esencia el mismo paradigma represivo destinado a impedir por cualquier medio, frecuentemente sanguinario en caso extremo, que vuelva a reinstaurarse la propiedad comunal, para ello su monopolio de la violencia material y simbólica, de la manipulación psicopolítica y de la pedagogía del miedo ha sido una constante. El modo capitalista de producción añade tres cualidades nuevas al paradigma: una, está absolutamente supeditado a la obtención de la máxima ganancia en el mínimo tiempo posible sin reparar en los efectos negativos que ello acarrea; dos, además de recurrir al terror en situaciones críticas para la burguesía, sobre todo se sostiene sobre la sorda coerción del capital, sobre el fetichismo y sobre la alienación; y tres, que su enemigo mortal es el comunismo.
Por esto, el paradigma represivo abarca la totalidad de medios para alcanzar un fin, para realizar un objetivo que no es otro que revertir la acción de la ley general de la acumulación capitalista y la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia. Revertir durante un tiempo estas leyes tendenciales del capital para recuperar e incrementar la tasa media de ganancia, exige vencer en la lucha de clases mundial, mantener el saqueo imperialista de los pueblos, vencer la competencia de otros Estados y exprimir a burguesías débiles, explotar la naturaleza, monopolizar la tecnociencia y la industria de la matanza humana, etc. Exige a la vez para impulsar la centralización y concentración de capitales, facilitar la ley de perecuación de capitales, reducir lo más posible los tiempos de realización de la plusvalía, destrozar toda barrera a la dictadura financiera, multiplicar los contenidos fetichistas para imponer definitivamente la dictadura del dinero11, etc.
Siendo el mismo en esencia, el paradigma imperialista cambia sus formas para aplastar las nuevas fases de lucha de clases según contextos y coyunturas, para derrotar a las potencias competidoras y para exprimir a las burguesías débiles. El paradigma sólo desaparecerá con el capitalismo, mientras tanto y como sucede ahora mismo cambia sus doctrinas, sistemas, estrategias y tácticas correspondientes. Las situaciones críticas que aconsejan al capital endurecer el terror inherente a su paradigma básico son aquellas en las que está en juego su propiedad privada burguesa, su Estado y su monopolio de la violencia. Dicho en palabras de Marx, cuando: « El arma de la crítica no puede soportar evidentemente la crítica de las armas; la fuerza material debe ser superada por la fuerza material; pero también la teoría llega a ser fuerza material apenas se enseñorea de las masas…»12, cuando se llega a este momento se activa el terror burgués.
2.- CAMBIOS POLÍTICO-MILITARES
Michael T. Klare indicó en 2018 que los métodos imperialistas actuales para acaparar recursos pugnando con otras potencias son «muy parecidos»13 a los de fines del siglo XIX e inicios del XX. Un año antes Klare había denunciado cómo la burguesía utilizaba el cambio climático para militarizar el control policial, dinámica expansiva a la que volveremos al estudiar cómo la pandemia ha sido utilizada como campo de pruebas para mejorar el paradigma represivo en cuanto tal, preparando la militarización definitiva de la población adulta14. Willian I. Robinson analizó en detalle qué es y por qué se desarrolla el «Estado policíaco global»15 integrando, coordinando y dirigiendo una totalidad represiva en lo económico, político, cultural, policíaco-militar, etc.; autor que en mayo de 2021 ha estudiado la sinergia entre la industria militar, el largo estancamiento del capitalismo y las sobre ganancias gigantescas que obtiene el sistema provocando situaciones críticas de preguerra y con matanzas militares16. La sociedad burguesa entera es parte de esa totalidad, funcional a ella y no a la inversa, y lo es tanto para facilitar la ductilidad del paradigma represivo en los cuasi infinitos vericuetos de la explotación social, como para legitimarla y a la vez ayudar al Estado a crear aterradoras fuerzas represivas encubiertas que golpean en el propio país como en el extranjero.
Los más importantes Estados imperialistas tienen estas fuerzas encubiertas sin las cuales el paradigma represivo perdería mucha efectividad, destacando las de EEUU17. Cuando pierden capacidad a pesar de todos los aumentos de efectivos e innovaciones tecnocientíficas invertidas en su mejora, es que han perdido eficacia partes importantes del paradigma represivo o en su totalidad, como contra Cuba, Vietnam, Nicaragua, Venezuela, Siria, Afganistán, etc. Aunque cada derrota imperialista exige un análisis concreto, todas ellas tienen en común el fracaso más o menos estruendoso del paradigma represivo en sus puntos básicos: las fuerzas productivas, que ya no son propiedad directa de EEUU y sus aliados, y de su monopolio de la violencia porque ahora estas naciones son propietarias de sus armas. La historia muestra que un pueblo desarmado es un pueblo vencido.
La prensa burguesa achaca sus sucesivas derrotas desde 1945 a que no estaba preparado para vencer a guerrillas18 en las guerras irregulares, pero en realidad no ha triunfado definitivamente en la guerra de clases mundial, no ha derrotado a pueblos dignos, la implosión de la URSS no fue debida a la superioridad imperialista sino a las contradicciones de la casta burocrática ex soviética, no ha impedido el ascenso de un poderoso enemigo euroasiático, y ve furioso cómo vuelve el fantasma del comunismo19, ya que la tarea central del paradigma imperialista en sí mismo y al margen de expresiones particulares, es la de liquidarlo para siempre. Una de las razones del fracaso imperialista es la incapacidad estructural de su Inteligencia20 para conocer en profundidad las fuerzas y debilidades de las clases y pueblos trabajadores que quiere explotar, a pesar de la sistemática intervención de las llamadas «ciencias sociales» como la antropología, sociología, etc., integradas en el paradigma represivo.
Es obvio que sí se ha impuesto en algunos conflictos, pero no ha convencido definitivamente y para siempre en ninguno de ellos, y tampoco ha logrado imponer la legitimidad alienante que acabe con la lucha de clases que es el objetivo vital de la burguesía. Las lecciones de Irak y otros pueblos son concluyentes. La experiencia vasca también enseña que las victorias parciales no logran una victoria definitiva, que no impiden que se (re)construya la izquierda independentista21. Tal incapacidad responde en el fondo y además de todo lo visto, al hecho objetivo de que la lucha de clases nunca se extingue incluso aunque parezca que sí, que ya ha desaparecido para siempre, incluso entonces late en el fondo del malestar popular que se autoorganiza en silencio para emerger con estallidos volcánicos.
Una de las tareas de la Inteligencia como parte esencial del paradigma es captar e interpretar los leves movimientos tectónicos para desactivarlos antes de que erupcionen. La permanencia de la guerra social con sus altibajos invisibles o visibles, con sus derrotas parciales, también explica lo opuesto, por qué las victorias parciales del proletariado mundial difícilmente dan el salto cualitativo a victorias revolucionarias22. Pero desde al menos 2007-2010 en adelante, sus fracasos han llevado al imperialismo a dar un paso que puede ser suicida para él o que puede desencadenar el holocausto, el Armagedón. Para ese 2010 las principales potencias imperialistas disponían ya de prospectivas suficientemente serias sobre la nueva «decadencia de Occidente».
Sin embargo, ese inquietante «descubrimiento» no era nuevo como veremos luego, y menos aún para el marxismo que, basándose en su teoría de la crisis confirmada de nuevo en 2007, no se sorprendía por lo que pasaba. Por citar un solo ejemplo entre cientos: en 2010 F. Cobarrubia Gómez escribió un texto premonitor publicado en 2011 sobre el ocaso del dólar23 como símbolo del retroceso yanqui, y luego se sucedieron todos los acontecimientos conocidos de sobra, lo que explica por qué desde 2014 EEUU declaró definitivamente a China el enemigo a batir y comenzó la propaganda sistemática según las reglas de la manipulación psicopolítica, emocional, egoísta y machista con las que la burguesía intenta cambiar la mentalidad del proletariado para que acepte ser carne de cañón sumisa en las guerras injustas que el capital lanza en su exclusivo beneficio24. Veremos cómo la Unión Europea recurre al mismo método.
Con Obama, Premio Nobel de la Paz, en la Casa Blanca, el Pentágono decidió concentrar nada menos que el 60% de su fuerza aéreo-naval en el Indo-Pacífico para 2020 y desde 2018 comenzó a retirar tropas de tierra de bases que ya no tenían tanta importancia estratégica según los cambios que se estaban introduciendo en el área político-militar del paradigma represivo en remodelación. Muy recientemente, EEUU baraja el plazo de dos años para atacar a China25, cuando anteriormente se hablaba de seis años. Washington está apretando la soga alrededor de China para medir hasta dónde llegaría su decisión de lucha o rendición, siguiendo la misma estrategia de tensión creciente que empleó contra Japón antes de la IIGM, hasta llevarle a la guerra para destruirla como potencia competidora. EEUU sabía que, en respuesta desesperada, Japón atacaría Pearl Harbor y lo preparó todo para presentarse como víctima26. Mientras tanto y hasta el presente EEUU refuerza la obediencia de sus Estados súbditos para que no sólo le apoyen en el cambio de paradigma represivo, sino que a la vez le imploren mayor dureza nuclear contra China y Rusia27.
Ante tantas amenazas, Rusia ha advertido muy seriamente a la OTAN por sus crecientes presiones económicas, políticas y sobre todo militares y por las declaraciones de la ministra alemana de Defensa sobre la utilización de armas nucleares contra Rusia28. Al margen de que sean factibles esas amenazas que bordean el límite29 del caos, lo cierto es que su mera posibilidad confirma la rapidez con la que el imperialismo está adaptando su paradigma represivo, cambiando su doctrina político-militar y cultural, mejorando sus sistemas tecnocientíficos y armamentísticos, precisando sus estrategias para cada área del choque global, y creando las tácticas acordes con todo ello. Lo hace porque su situación interna es cada vez más inestable no sólo en EEUU como lo reconoce su propia burguesía30 que urge a Biden que incumpla el grueso de las promesas electorales que hizo para multiplicar la explotación social, recuperar la economía productiva y el rearme intensivo para volver así a dominar el mundo.
Los síntomas de agravamiento de la crisis son mundiales: ya a finales de 2020 una institución alemana advertía de la proximidad de la mayor crisis financiera de la historia capitalista31, tendencia que se confirma a finales de 202132 entre otras causas porque el imperialismo permanece pasivo ante el avance de la pandemia33, pudiendo desencadenarse la «tormenta perfecta»34. Y la historia del capital muestra que la guerra imperialista y el fascismo son las dos salidas preferidas por el imperialismo en las situaciones críticas. La ralentización económica de China y sus problemas de fondo refuerzan esta tendencia, problemas que le han llevado a medidas que se asemejan a un «economía de guerra»35.
Las alarmas llevan tiempo sonando en la Unión Europea que muy recientemente ha tocado a rebato: para 2025 tiene que existir un efectivo núcleo de ejército europeo que defienda a la UE en sus fronteras y en los intereses exteriores porque «los europeos no siempre son conscientes»36 de los peligros que acechan a la UE. Para que seamos siempre conscientes de los «peligros» la UE nos alecciona con el mismo método que EEUU y otras burguesías emplean para idiotizar a sus clases explotadas alienándolas como soldadesca fanática que pudiera asesinar en masa y dejarse matar defendiendo el fascismo en Ucrania37 y en otras zonas del Este europeo. Las primeras maniobras militares «europeas», es decir, vigiladas desde dentro por EEUU, están programadas para 2023 muy cerca de esa espada de Damocles que es el plazo de dos años para una posible guerra imperialista contra China.
Alemania sabe mucho de esto: antes de que los nazis llegaran al poder en 1933, la «democrática» República de Weimar empezó a reorganizar en secreto su ejército reducido casi a la nada en el Tratado de Versalles. Weimar no se enfrentó decididamente al ascenso nazi, como ahora tampoco la hace el gobierno alemán, abriéndole la puerta del Reichstag sin luchar. La Gestapo aplicó la represión más salvaje y el terror difuso en las fábricas para multiplicar exponencialmente la producción de armas sobre todo desde 1943 al ver próxima su derrota a manos del Ejército Rojo, pero aún incluso bajo aquella esclavización moderna el proletariado se las arregló para hacer huelgas y sabotear la producción38. Ahora la burguesía imperialista en su conjunto empieza a sentir ese miedo que atenazó al nazi-fascismo cuando su Inteligencia les avisaba de la desafección de las masas. Incluso sectores progres del social-liberalismo no tienen más remedio que reconocer que ni EEUU ni la UE «son democracias reales»39.
3.- CAMBIOS SOCIOECONÓMICOS
Y es aquí, en este punto, a partir del cual debemos profundizar en el estudio de los otros cambios en el paradigma represivo global, aspectos que ya hemos ido viendo parcialmente. L. Raphael nos ha explicado cómo la administración burguesa aseguraba la dominación del capital en el siglo XIX, sobre todo en las múltiples formas de represión e intimidación del movimiento obrero40. La IGM obligó a cañonazos a adaptar el obsoleto paradigma represivo decimonónico a la nueva realidad de la lucha de clases generada por el imperialismo con dos grandes doctrinas diferentes en su forma, pero unidas a la lógica capitalista: la democracia autoritaria y el nazifascismo, que venían desarrollándose en silencio desde mediados del siglo XIX41, ambas tenían como objetivo destrozar a la URSS y al socialismo, pero variaban en las tácticas. La IIGM hizo que la primera, la democracia imperialista, aplastara sin piedad a medio mundo desde 1944 con la inestimable ayuda del parcialmente derrotado nazifascismo42, que fue integrado en los aparatos de terror militar y civil del paradigma remodelado, y que empezaría a recuperarlo conforme se agotaba el siglo XX.
La producción en cadena y el Taylor-fordismo estaban relativamente poco desarrolladas en el capitalismo alemán y europeo anterior a la IIGM, desde luego menos que en EEUU. Con la introducción total de la producción en cadena en la industria imperialista, el proletariado sufrió cambios profundos en su composición y por tanto en su forma de lucha obrera. El final de la II GM y el comienzo de la mal llamada «guerra fría» exigió, en líneas generales, cambios en las disciplinas y violencias laborales, en el control social extralaboral, en la regulación de la compraventa de la fuerza de trabajo, en la manipulación alienante de masas mediante la prensa y la educación, en el consumismo y en las pautas sexo-afectivas dentro de los cambios del mercado matrimonial, etc.
Los reformismos y la prensa burguesa ocultan o niegan la dureza de clase de esta nueva forma de dominación social impuesta después de la IIGM en Occidente bajo el mito de «Estado del bienestar» (¿?) y de las excelencias del keynesianismo y del Taylor-fordismo. Los llamados «Treinta Gloriosos», de 1945 a 1975, sólo existieron en Occidente y se basaron en, al menos, cinco requisitos: la reconstrucción de las grandes destrucciones de la IIGM; la «paz social» mantenida gracias a las cesiones obreras; la desactivación sociopolítica realizada por el reformismo; el saqueo imperialista, y la represión suave y dura.
Para mediados de los ’70 esta fase estaba en una profunda crisis que obligó al capital a remodelar en profundidad su paradigma de dominación. M. Baud ofreció a mediados de los ’80 una de las mejores definiciones de su adecuación global para los «próximos decenios»: administrar la represión; mantener y modernizar la agricultura; modernizar y adaptar el desarrollo de los «países en vías de industrialización»; y guiar la inversión tecnoindustrial hacia «el nuevo modelo de acumulación que está comenzando»43. Muy poco después, el crack de 1987 desbordaría esta definición. Para salir del agujero el imperialismo obligó a los Estados débiles a aceptar las feroces exigencias del Consenso de Washington desde 1989.
Pocos años después, intelectuales progresistas mostraron algunos de los límites de ese nuevo modelo: «A) El desempleo creciente en los países desarrollados. B) La brecha que se agranda entre el Norte y el Sur. C) La ecología»44. Las tres y otras más, toman forma en las subcrisis tremendas de Japón, de México, de los «tigres asiáticos», de Rusia, de Argentina… Mientras tanto y al calor de las medidas imperialistas, el capital financiero y especulativo crecía de modo imparable disfrazándose con el nombre de «globalización», proceso brillantemente analizado por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista de 1848, hasta que el globo, el «capitalismo de casino», volvió a estallar en 2007.
Ninguna de estas subcrisis que confluyen sinérgicamente en el reventón, está libre de los impactos en su génesis de la lucha de clases que va complejizándose por momentos en respuesta al contraataque neoliberal o mejor al «ajuste permanente»45. En efecto, ya en esos años el paradigma represivo que tenía en Bentham (1748/1832) uno de sus ideólogos, y luego en Hayek (1899/1992) otro más actualizado, era incapaz de frenar las nuevas luchas, además de evitar el despegue de otras potencias competidoras. Estudiando los controles y disciplinas del capital, en 2009 A. d’Angelis sostuvo que: «La diferenciación entre disciplina y control no es tan clara. Por el contrario, ambas actividades son complementarias y siempre lo fueron en la historia del modo de producción capitalista. Lo que cambia en esta historia es la forma de su articulación»46. Según el autor, desde los años ’80, asistimos al:
«… proceso de recomposición de reivindicaciones radicales y de sujetos sociales, un proceso que está forzando en cada movimiento no sólo la búsqueda de alianzas sino también el asumir como propias las luchas de otros movimientos […] La premisa de este proceso de recomposición es la realidad multidimensional de las relaciones de explotación y opresión tal como se manifiestan en las vidas y experiencias de muchos sujetos sociales en el panóptico fractal global. Las subjetividades están apareciendo a través de fractales e intentando construir formas de cooperación social alternativas a aquellas forzadas a existir dentro de estructuras competitivas. La interacción entre estos sujetos sociales en los múltiples tipos de lucha crea modos alternativos del pensamiento y de la praxis, que son puestos crecientemente en contra del pensamiento único hegemónico y monopólico, que legitima las estrategias neoliberales»47.
Visto en perspectiva histórica, no es la primera vez en la que reaparecen «múltiples tipos de lucha» sino que se trata de una constante que se reafirma en la praxis siempre que las crisis sistémicas obligan al trabajo a desarrollar todas sus múltiples fuerzas emancipadoras para luchar contra las múltiples expresiones del paradigma represivo del capital. El uso aquí del símil del fractal es correcto en la medida en la que muestra la coherencia esencial interna que identifica a cada una de las partes del todo, es decir, la aparente irregularidad y fragmentación de y entre las múltiples luchas oculta una lógica de fondo, subyacente, que las determina: esta lógica es la de la dictadura del trabajo abstracto sobre el trabajo concreto, del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, del valor de cambio sobre el valor de uso, es decir, del capital sobre el trabajo y por tanto de la polícroma lucha de clases.
Desde 2009 la multifacética riqueza fractal de la lucha de clases fue en aumento, incluyendo la confrontación político-militar, que es la que mejor visibiliza en los momentos críticos la vigencia de la ley general de la acumulación y de la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia. Por ejemplo y obviando la fuerte lucha de clases en Euskal Herria que en ese año entraba en otra fase, también sucedía igual en Nuestramérica de manera que para 2011 emergían nuevas48 resistencias mientras que la consigna «ocupemos Walt Street» se extendía por EEUU al confluir muchas luchas parciales que estaba comprendiendo que Walt Street era uno de los núcleos del poder, que eran parte de la lucha de clases internacional: por esas fechas, a comienzos de 2012, el proletariado belga hizo la primera huelga general en 19 años. Muy lejos de allí, en Argentina la reestructuración del capital que desestructuraba al proletariado iba unida a la propaganda masiva sobre el «fin del trabajo»; sin embargo, E. Lucita mostró en 2014 cómo pese a todo volvía a reestructurarse la centralidad obrera en una lucha abierta e incierta porque dependía de la fuerza de la conciencia obrera49.
En septiembre de 2015 terminaba con victoria la huelga de 593 días de duración en la fábrica de Coca Cola de Fuenlabrada, en la que tuvieron destacada participación las mujeres trabajadoras del colectivo Las Espartanas50, en un contexto de luchas marcado por las muchas movilizaciones diferentes que se unían en las Marchas por la Dignidad confluyendo en Bruselas, y en la amplia diversidad de trabajadoras de la educación en Alemania que se unieron y se lanzaron a la huelga en ese agosto51, todo lo cual impulsaba en 2016 la esperanza obrera que se expresó en muchas formas de lucha de clases en Europa, en contra de otras tantas formas de explotación52. Para entonces la propaganda burguesa no podía ocultar que se agotaba la tenue recuperación económica, caída que explica la reaparición de las protestas en Londres, por ejemplo, en verano de 2017, en el aeropuerto de Barcelona, etc., o aún más importante, el auge de las luchas campesinas en muchos países mostrando su importancia decisiva en la lucha mundial53 y el papel de la campesina y, en las ciudades, de las mujeres de limpieza54, de cuidados bajo condiciones de doble o triple explotación…
Pero si en el plano político-militar la readecuación del paradigma represivo ya estaba a pleno funcionamiento en estas fechas, tal como se aprecia por ejemplo en el reacomodo yanqui en Colombia por su importancia geoestratégica ante la posible derrota del uribismo, como indica Mª F. Barreto55, otro tanto hay que decir en el de la reestructuración socioeconómica del capital mediante las nuevas tecnologías, la de los algoritmos56 en este caso. Con estos nuevos medios tecno-represivos más con la ayuda inestimable del reformismo político-sindical y de la angustia e inseguridad por el futuro, la burguesía alemana logró evitar la total victoria de la poderosa huelga del metal en febrero de 2018. Otra lucha masiva tanto en la variedad de colectivos participantes como en la unidad del objetivo, fue la que se mantuvo en ese momento de EEUU contra la industria armamentista, contra los intentos de recortar los derechos de las mujeres trabajadoras, contra la ferocidad racista de la represión policial, contra la ofensiva antisindical de Trump, etc., temblores multiformes que impulsaban la actual «gran huelga»57 que debilita las entrañas del monstruo
El movimiento francés de los «chalecos amarillos» desde finales de 2018 confirmaba la complejidad de las explotaciones y de las resistencias contra ellas, provocando reflexiones que ahora, a finales de 2021 adquieren una nueva vigencia58. Y por no extendernos, otras dos luchas que ahora también son más actuales que entones: en otoño de 2018 los sindicatos británicos abrieron la reivindicación de la semana laboral de cuatro días sin reducción salarial59, y a finales de noviembre de 2019, muy poco antes de la pandemia, trabajadores de la salud en Holanda hicieron la primera60 huelga nacional en defensa de sus condiciones y de una buena salud pública.
En 2019-2021 se han apelotonado las tres expresiones centrales de la evolución de la lucha de clases según el certero estudio de Beverly J. Silver: «1) las protestas de las clases obreras en proceso de formación; 2) las protestas de las clases obreras existentes que están siendo destruidas y 3) las protestas de esos trabajadores que el capital ignora y excluye, es decir, los miembros de la clase obrera que, aunque dependen exclusivamente de ellos para sobrevivir, es probable que nunca logren vender su fuerza de trabajo»61. El reformismo político-sindical incide de forma diferente en los tres niveles, desmoralizándolos en sus espacios respectivos. Un ejemplo lo tenemos en la indiferencia del reformismo político-sindical y del social-liberalismo para concienciar y organizar a partes del segundo nivel, pero sobre todo del tercero, del que históricamente surge la base lumpen del fascismo, siendo esta una de las razones por las que crece la extrema derecha62.
Sobre los otros dos niveles, un ejemplo clásico es cómo la burocracia sindical de IATSE ha derrotado a 60.000 trabajadores de Hollywood63 en huelga, y es que la «cultura» es una industria contra la que combaten también las trabajadoras de la limpieza del museo Guggenheim de Bilbo64. Las y los obreros de Ámazon en muchos países están aprendiendo de las traiciones sindicales, negándose65 a secundar los llamados del presidente Biden para que se afilien66. La impresionante huelga del acero en Sudáfrica67 enseña lo mismo, con sus matices. Las trabajadoras son el núcleo de la lucha proletaria por las viviendas68, lucha histórica que ha adquirido una prioridad vital como se comprueba en la aplastante victoria de referendo popular a favor de los pisos sociales en Berlín, en contra de los buitres financiero-especulativos unidos a las grandes inmobiliarias69.
La urgencia por completar la reforma del paradigma es clara para el subimperialismo indio aliado estratégico de EEUU que se enfrenta a una gigantesca lucha de clases interna: desde noviembre de 2020 en la India se generalizan las huelgas que llegan a movilizar a 250 millones de personas en febrero de 202170, siendo un ejemplo de cómo la variada clase campesina sabe aglutinar a la variada clase obrera alrededor de reivindicaciones radicales por fuerza elemental y común, como se ha visto en huelgas posteriores. Otro tanto sucede en otro puntal del imperialismo como es Corea del Sur que en octubre de este año ha vivido una huelga general que supone un salto con respecto a las luchas anteriores a la pandemia.
El caso australiano es igualmente esclarecedor porque el papel dado por EEUU al ejército del continente-isla en el cerco atómico a Eurasia firmado en el AUKUS, exige que el pueblo obrero australiano se someta a un régimen disciplinario muy severo71 como el que se lleva imponiendo desde poco antes de la pandemia y se ha acelerado con el confinamiento. La burguesía británica, sabedora de la resistencia obrera, del contenido progresista del nacionalismo escocés y de las tensiones en Irlanda del Norte, azuza el belicismo e intensifica el control social72. Israel ve que su antaño famoso y omnipotente servicio secreto, el Mossad73, está perdiendo eficacia frente a la creciente resistencia de los pueblos.
El Estado español, súbdito fiel de EEUU, avanza en la misma senda al aprobar el 6 de julio el proyecto de Ley de Seguridad Nacional por la cual todo siervo del rey mayor de edad estará a disposición de las autoridades en situaciones de crisis, aplicando el artº 55 de la Constitución según el cual «los españoles tienen el deber y el derecho de defender a España»74. Se prepara así la militarización social que hemos visto en acción en EEUU con la excusa del calentamiento global. El autoritarismo rampante español ha sido reforzado con el mantenimiento de los puntos centrales de la «reforma laboral», de la «ley mordaza», de la próxima «ley Iceta» y la inquietante ley sobre el Copyright, de la derechización extrema del aparato judicial y la sumisión del Parlamento, de la impunidad de la monarquía, del armamentismo imparable, de recentralización del nacionalismo español, de la nueva traición al pueblo saharaui, del mal trato en cárceles y comisarías españolas75 a manos del sistema policial que preocupa por su impunidad76 y «creciente incapacidad»77, reconocidas hasta por el reformismo blando, pero disimuladas por las «grandes mentiras de Marlaska»78.
La inquietud por su debilitamiento interno crece en la burguesía occidental. Recientemente, el vocero del social-liberalismo español se preguntaba sobre las causas del aumento del descontento y de las protestas sociales79. De la misma forma en la que el miedo a la esclava y a la sierva determinaba la ideología esclavista y feudal, el miedo a la proletaria determina la burguesa. El 15 de julio de este año, 537 miembros del Parlamento Europeo aprobaron con 133 votos en contra y 20 abstenciones la puesta en marcha de la ley Chatcontrol que permite la vigilancia masiva de las comunicaciones privadas, aunque sondeos de opinión indican que la rechaza el 72% de la población80. El autoritarismo avanza en silencio ampliando el paradigma represivo en varias áreas especializadas en contener, refrenar, templar o moderar la tendencia al alza de las luchas de clases: Si en 2014-2020 la UE gastó 2800 millones-€ en el control de fronteras, para 2021-2027 ha presupuestado 12800 millones-€81, por no hablar del ascenso exponencial de los gastos en «seguridad ciudadana», eufemismo que oculta todas las formas de violencia represiva.
4.- CAMBIOS PSICOPOLÍTICOS
Naturalmente, los medios de control social extra, para o directamente estatales iban captando el aumento de los malestares sociales, de las delincuencias, de los sentimientos de inseguridad social, etc. Tomando Argentina como ejemplo, pero pudiendo generalizar las lecciones, G. Kessler descubrió tres fases en el ascenso de la inseguridad correspondiente a grandes rasgos con las fases socioeconómicas del neoliberalismo desde mediados de los ’80 hasta la primera década del siglo XXI, con sus desastrosos efectos sobre todo en la infancia con consecuencias acumulativas: entre 2008 y 2009 la venta de alarmas domiciliarias subió un 12% y los cercos electrificados un 200%82. La pandemia ha añadido un agravante cualitativo a la inseguridad convirtiéndola en angustia y hasta miedo, en especial cuando se disparan las delincuencias, muertes y asesinatos incluidos los policiales, como sucede ahora en EEUU. D. Melosi ha seguido la evolución de los sistemas de control social mostrando cómo de la prevención del delito individual se ha pasado definitivamente al control y vigilancia de «la sociedad en su conjunto»83.
Justo en ese 2019, Sean McFate, militar norteamericano retirado y convertido en mercenario, escribió un libro sobre los métodos de manipulación, vigilancia, simulación y engaño sistémico que debería aplicar EEUU. El libro, sacralizado por el Pentágono, debe mucho a los textos clásicos escritos hace más de veinte siglos, por ejemplo, a Sun Tzu: 1.- Se deben esconder las verdaderas intenciones. 2.- Hay que detectar aliados antes de considerar los ataques. 3.- Es necesario falsificar, tergiversar, confundir y complejizar el discurso y el debate social. 4.- Hay que irritar al enemigo. 5.- Saca a tu enemigo de su lugar de fortaleza. 6.- El enfrentamiento en la sombra será el dominante. Y 7.- Los militares, por su formación, son vulnerables a los medios de comunicación. Ergo, hay que formar soldados mediáticos, actores, hábiles declarantes, instigadores de odios, etc.84
En 2001 Sylvain Timsit, psicólogo francés redactó un decálogo de manipulación vuelto a difundir en 2021: 1.- La estrategia de la distracción. 2.- Crear problemas y después solucionarlos. 3.- La estrategia gradual. 4.- La estrategia de diferir. 5.- Dirigirse al público como si fuera un niño. 6.- Utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión. 7.- Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. – 8.- Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. 9.- Reforzar la autoculpabilidad. Y 10.- Conocer a los individuos mejor que ellos mismos85. En el ínterin y ante el alarmante auge de la irracionalidad anticientífica en EEUU, en 2012 R. Dawkins organizó un «mitin a favor de la razón»86 y otro en 2016, volviendo a movilizar al pensamiento libre y ateo en defensa de la razón crítica en 2019, meses antes de la pandemia.
Estamos ante métodos comunes a todo paradigma opresor desde hace XXV siglos como menos, cuando la lucha de clases, la competencia entre facciones de la clase dominante y las guerras entre Estados giraban siempre alrededor de acaparar más propiedad privada en detrimento de la propiedad común, como lo refleja la historia del pensamiento. La «solución» capitalista a la pandemia ha reactivado estas técnicas clásicas como la recreación del fascismo en el núcleo de las sociedades imperialistas87; también ha creado otros nuevos medios y ha reforzado el irracionalismo anticientífico buscando mejorar su paradigma represivo que se ancla en los primeros sufrimientos humanos causados por la propiedad privada de las fuerzas productivas.
Las resistencias se reorganizaron con relativa facilidad viendo la dureza del confinamiento autoritario impuesto al proletariado. Se recuperan de forma «frágil pero real»88 en muchos países, teniendo que vencer la «represión interna» o sea el accionar del reformismo político-sindical a favor del capital de forma directa o indirecta, problema grave al que volveremos. Frente a esta dinámica, el nuevo paradigma recentraliza el poder decisivo en el Estado. Las tesis que defendían que el Estado ha perdido poder ante la descentralización de las grandes corporaciones no explican los cambios recientes. Según P. Calveiro: «Las nuevas formas de dominación pasan por el control corporativo –es decir, descentrado del Estado y concentrado en diferentes grupos de poder económico, jerárquicos y cerrados– de la totalidad de los recursos sociales. Se trata de una red financiera-militar-tecnológica-comunicacional en sus nodos centrales, con muchos focos o centros de poder diferenciados por sus funciones y por su potencia, pero siempre interconectados […] Una primera diferencia sustantiva en el mundo actual –que organiza todo el cuadro– es la coexistencia del Estado de derecho –del que se jactan las democracias actuales– con un verdadero Estado de excepción»89.
Es cierto que, por ejemplo, la fusión entre la carrera militar y la carrera empresarial, tan común en la historia, se ha confirmado una vez más en la industria de la manipulación mediática cuando Facebook ha contratado a un alto responsable de la OTAN como «jefe de inteligencia»90. El avance de la militarización de la enseñanza universitaria es tan imparable que no vamos a extendernos en ella. También es cierto que sólo 14 personas poseen las llaves del control mundial de la seguridad de la Red91. Son ciertas las estrechas relaciones entre grandes empresas que poseen más poder que muchos Estados, así como la gran libertad de movimiento que tienen en el mercado mundial, etc.
Pero es aún más incuestionable que aparatos decisivos para el buen funcionamiento del capitalismo, como la CIA92 por ejemplo, son poderes que hacen que su Estado-cuna, el yanqui en este caso, controle desde dentro a las grandes corporaciones, a gobiernos y a Estados. Las incursiones militares, los golpes blandos judiciales y los duros de Estado, las leyes antidemocráticas, la represión sociopolítica, los presupuestos generales y los gastos militares, la política demográfica y cultural, un sin fin de reglamentaciones socioeconómicas y medioambientales, todo esto y más que es vital para el intento de controlar la ley general de la acumulación y la ley tendencial de caída de la tasa media de ganancia, las imponen sobre todo los Estados imperialistas y sus ejércitos. La estrategia del «imperio Facebook»93, por ejemplo, para aumentar sus beneficios manipulando la grave crisis del actual modelo de acumulación sería imposible sin el apoyo básico imperialista en la persecución y represión de Snowden, Julián Assange y otras personas y colectivos que defienden derechos elementales.
El «Estado de derecho» no existe sino sólo a condición de que se especifique que es el «Estado de derecho burgués», es decir, que su esencia es ser un «verdadero Estado de excepción» porque en toda sociedad basada en la propiedad privada derecho y represión son lo mismo en el fondo, aunque parezcan opuestos en la superficie. Una de las adecuaciones del paradigma represivo consiste en reforzar la ficción democrática mediante la industria cultural que legitima la sinergia entre los lazos políticos, ideológicos, económicos con «todos los poderes capitalistas, como son la política de Estado, los servicios secretos o el mundo del narcotráfico» adormeciendo y distrayendo las conciencias con «sueños prefabricados»94 industrialmente.
Esta crítica realizada en 2016 ha sido verificada y mejorada durante la pandemia con otros avances aún más fusionados con el área político-militar, como es la «guerra cognitiva» que consiste en «“hackear al individuo” explotando “las vulnerabilidades del cerebro humano”, para mejorar las técnicas de ‘ingeniería social’»95. O también: «La guerra cognitiva pretende que la manipulación de caminos lógicos, de percepción, análisis, procesamiento y razonamiento influyan en los sujetos y hagan coincidir la opinión de víctima y agresor de modo que mueva su voluntad, en una fórmula aparentemente no coercitiva de obtención de consenso. En su defecto inducir una confusión incapacitante. En su conjunto, lo que se espera es una alteración del comportamiento y del pensamiento, concretado por el cambio en el número de acciones de un tipo (delitos, asaltos, obras), del tono de las publicaciones en medios y otros indicadores»96.
Además de la proto «ingeniería social» de Trento, otros intentos posteriores fueron los de la sociología comtiana y la sociobiología yanqui, reactivados por el nazismo, luego en 1942-1952 por la burguesía «democrática» canadiense con el apoyo directo de la Iglesia católica97 y así hasta ahora: el confinamiento impuesto por el capital es otra forma de «ingeniería social» para debilitar sociopolítica y anímicamente al proletariado en beneficio del capital que desarrolla todas las tecnologías de control posibles para mejorarla, desde el big data hasta el poder de análisis psicofísico que tiene la tecnología de control facial98, por ejemplo. Además, de manera acelerada desde la pandemia se mercantiliza el malestar99 provocado por la explotación, añadiendo así al paradigma represivo una de las armas más efectivas de disciplinarización individualizada, como se está viendo en el incremento de suicidios directamente causados por la extrema brutalidad de la explotación tanto en fábricas como el caso de France Telecom100 o de los campesinos de la India a los que la agroindustria les ha arruinado la vida. En el Estado español se han producido once suicidios al día durante 2020101.
Pero la mejora sustancial del paradigma no es otra que las nuevas formas que adquiere el fetichismo de la mercancía y la alienación social generalizada en esta fase de acumulación de capital denominada como «flexibilidad liofilizada», «liofilización organizativa», etc., que impone una explotación en «apariencia más ‘participativa’» para una minoría cualificada y multifuncional, mientras que la mayoría inmensa es precarizada y descualificada para «dilapidar todos los lazos de solidaridad y acción colectiva» para imponer la individualización absoluta. Lukács ya insinuó el paso de las «cosificaciones inocentes a las cosificaciones extrañadas o alienantes» en la vida cotidiana, paso irreversible en la actualidad102. El extrañamiento cosificado hace que sectores del proletariado se vean a sí mismos de forma inconsciente como «cosas», como objetos pasivos con una mal vivencia precarizada, sin sentido, insegura y atemorizada, con miedo a la libertad, o sea, la auto-represión que se adelanta a los golpes del paradigma represivo, reforzándolo.
La progresía pragmática, que piensa sólo dentro de los límites positivistas del sentido común a pesar de ser contradicho una y otra vez por la realidad103, es una de las fuerzas que ayudan de un modo u otro a la «represión interna», a la auto-represión de la clase trabajadora. Un ejemplo lo tenemos en la incongruencia del progresismo españolista que vive feliz en la contradicción irresoluble que existe entre, por un lado, decir que la izquierda necesita una «revolución», o mejor dicho: un «proceso constituyente» interno que la vivifique, expresión que vacía de contenido radical a la «revolución»; pero por otro lado, decir que el Estado español sólo necesita una «reforma» más o menos importante de la Constitución que conecte con el «sentir común» para «mejorar en Educación, sanidad, transparencia, derechos sociales, igualdad de las mujeres y competencias autonómicas»104.
Como se ve, las propiedades del IBEX 35, de la gran banca y grandes empresarios, de latifundistas, de la Iglesia, etc., quedan fuera de una «reforma» que ni siquiera pide una reforma fiscal en el sistema de tributación en beneficio de las clases y pueblos oprimidos, por citar una sola injusticia de urgente solución. Al constreñir las movilizaciones y las luchas sociales a una reforma tan blanda, esa izquierda está presionando al proletariado para que se auto-controle, se auto-reprima rebajando sus reivindicaciones a lo poco que la burguesía querría conceder, lógicamente a cambio de que se mantuviera lo importante, como en 1978. Dentro de este posibilismo están las declaraciones de EH Bildu y de ERC pidiendo al Gobierno del PSOE-UP que confirme «con hechos» que es «de verdad de izquierdas»105 si quiere contar con su voto positivo para los PGE de 2022. La postura de ERC y EH Bildu es un poco más radical que la del progresismo estatal, pero no rompe con la cárcel posibilista.
Lo peor de ambos es que además de ayudar a la auto-represión de la clase obrera como hemos visto, también imponen restricciones al desarrollo del pensamiento crítico al interior de sus organizaciones porque más temprano que tarde y siempre que su militancia tenga una formación revolucionaria, surge la contradicción entre el libre debate interno y la defensa y justificación práctica del reformismo, de sostener a un Gobierno capitalista a cambio de una mejora muy pobre de las condiciones de vida y trabajo de las clases explotadas y de las naciones oprimidas. Precisamente cuando la lucha de clases va logrando conquistas esperanzadoras como la de la larga huelga de Tubacex y otras, cuando tiende a crecer el impulso popular para una Huelga General de la que se viene hablando desde mayo’21 a partir de las lecciones de la anterior Huelga General del 30 de enero de 2020, precisamente ahora es cuando más contundente ha de ser tanto la crítica práctica al Gobierno como la explicación pedagógica del modelo de una Euskal Herria socialista e independiente. Los cambios con los que el capital actualiza y refuerza su paradigma represivo no se combaten con reformas y apoyos a la burguesía, sino con la intensificación de la lucha revolucionaria.
EUSKAL HERRIA, 15 de noviembre de 2021
1 A. Oppenheim: «Comentario». Estado y clases en las sociedades antiguas. Akal Madrid 1982, p. 46
2 AA.VV.: Los imperios del antiguo oriente II. Siglo XXI. Madrid 1992, p.158.
3 https://pakitoarriaran.org/index.php/articulos/dena-denona-da-omnia-sunt-communia-todo-es-comun y https://liberacion.cl/2021/11/02/sobre-el-contexto-mundial-entrevista-a-inaki-gil-de-san-vicente/
4 https://latinta.com.ar/2018/09/guerra-quinta-generacion/
5 Eulalio Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases. Taurus. México 1995, pp. 26-56.
6 Neil Faulkner: De los neandertales a los neoliberales. Pasado & Presente, Barcelona 2013, p. 153.
7 https://www.eldiario.es/murcia/politica/pp-vox-sacan-adelante-mocion-sancionar-lenguaje-inclusivo-administracion-murciana_1_8476375.html
8 https://www.lahaine.org/mundo.php/braudel-foucault-levi-strauss-y
9 https://kaosenlared.net/cuba-ilustres-recompensados/
10 Josep Fontana: Por el bien del imperio. Pasado & Presente. Barcelona 2013, pp. 125-133.
11 https://elsudamericano.wordpress.com/2014/04/14/dinero-alienacion-y-liberacion/
12 https://www.marxists.org/espanol/m-e/1844/intro-hegel.htm
13 https://www.fuhem.es/2018/09/23/entrevista-a-michael-t-klare/
14 https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/07/06/estado-espanol-una-ley-mas-que-polemica-todos-los-mayores-de-edad-podran-ser-movilizados-en-caso-de-crisis/
15 https://rebelion.org/estado-policiaco-global/
16 https://rebelion.org/crisis-capitalista-y-control-social/
17 https://mpr21.info/el-pentagono-ha-creado-la-mayor-fuerza-militar-encubierta-que-ha-conocido-el-mundo/
18 https://elpais.com/internacional/2021-08-02/por-que-estados-unidos-ya-no-gana-las-guerras.html
19 https://elpais.com/cultura/2012/06/05/actualidad/1338919715_886491.html
20 https://www.jornada.com.mx/2017/03/10/opinion/002a1edi
21 https://www.boltxe.eus/2021/10/22/prologo-a-la-edicion-de-2021-de-lenin-txabi-argala/
22 https://katz.lahaine.org/derrotas-del-imperialismo-sin-victorias-progresistas/
23 Faustino Cobarrubia Gómez: «El ocaso del dólar: ¿la hora de las guerras o de los pueblos?». Pensar a Contra Corriente. Ciencias Sociales. La Habana 2011, pp. 250-277.
24 https://www.cronicapopular.es/2017/02/como-nos-enganan-antes-de-cada-guerra-decalogo-de-pedagogia-politica-pre-belica/
25 https://www.wsws.org/es/articles/2021/11/08/usch-n08.html
26 James d’Angelo: «El mito de Pearl Harbor ¿Un cebo para entrar en guerra?» Pearl Harbor. Desperta Ferro, Madrid, N.º 48, noviembre-diciembre 2021, pp. 48-52.
27 https://insurgente.org/ee-uu-recibe-la-peticion-de-sus-aliados-de-no-descartar-un-ataque-nuclear-preventivo-contra-rusia-y-china/
28 https://mundo.sputniknews.com/20211026/rusia-cuestiona-a-la-ministra-de-defensa-de-alemania-que-amenaza-con-usar-armas-nucleares-1117515609.html
29 https://canarias-semanal.org/art/31571/la-otan-a-un-paso-de-la-guerra-contra-rusia
30 https://canarias-semanal.org/art/31531/eeuu-se-derrumba-asegura-el-influyente-periodico-the-new-york-times
31 https://www.eleconomista.es/opinion-blogs/noticias/10828169/10/20/La-crisis-financiera-que-se-avecina.html
32 https://www.wsws.org/es/articles/2021/11/10/glob-n10.html
33 https://www.wsws.org/es/articles/2021/11/08/pers-n08.html y https://www.wsws.org/es/articles/2021/11/11/rese-n11.html
34 https://rebelion.org/economia-mundial-el-riesgo-de-una-tormenta-perfecta/
35 https://mpr21.info/economia-de-guerra-china-raciona-el-suministro-de-gasoil/
36 https://elpais.com/internacional/2021-11-10/josep-borrell-europa-esta-en-peligro-y-los-europeos-no-siempre-son-conscientes-de-ello.html
37 https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/11/13/ucrania-interes-por-elevar-la-tension/ Y https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/11/14/ucrania-que-pretende-estados-unidos/
38 K. H. Roth y Angelina Ebbinghaus: El «otro» movimiento obrero y la represión capitalista en Alemania (1880-1973), Traficantes de Sueños, Madrid 2011, pp. 234 y ss.
39 https://elpais.com/ideas/2021-11-07/estados-unidos-y-la-ue-no-son-democracias-reales.html
40 Lutz Raphael: Ley y orden. Siglo XXI. Madrid 2008, pp. 123-138.
41 https://elsudamericano.wordpress.com/2019/06/28/bonapartismo-dictadura-militar-y-fascismo-por-george-novack/
42 Donny Gluckstein: La otra historia de la Segunda Guerra Mundial. Ariel, Barcelona 2013. Pp. 239-248.
43 Michael Baud: Historia del capitalismo. Ariel. Barcelona 1986, p. 290.
44 C. Berzosa, P. Bustelo y J. de la Iglesia: Estructura económica mundial. Síntesis. Madrid 1996, p. 489.
45 Xabier Arrizabalo: Capitalismo y economía mundial. IME, Madrid 2014, pp. 369-442.
46 Massimo De Angelis: «Hayek, Bentham y la máquina global de trabajo: la aparición del panóptico fractal». El trabajo en debate. Herramienta. Buenos Aires. 2009, p. 145.
47 Massimo De Angelis: «Hayek, Bentham y la máquina global de trabajo: la aparición del panóptico fractal». El trabajo en debate. Herramienta. Buenos Aires. 2009, pp. 156-157.
48 https://www.alainet.org/es/articulo/154547?language=es
49 https://herramienta.com.ar/articulo.php?id=1821
50 https://www.sinpermiso.info/textos/coca-cola-la-lucha-sirve-pero-la-lucha-sigue
51 https://vientosur.info/alemania-las-educadoras-dicen-no/
52 https://www.cadtm.org/Nuevas-luchas-sindicales-en-la
53 https://viacampesina.org/es/la-internacional-dias-se-llama-la-via-campesina/
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58 https://www.elsaltodiario.com/analisis/posible-vuelta-chalecos-amarillos
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80 https://www.muycomputer.com/2021/07/09/chatcontrol-paso-atras-privacidad/
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82 Gabriel Kessler: El sentimiento de inseguridad. Siglo XXI, Argentina, 2009. P. 188.
83 Darío Melossi: Controlar el delito, controlar la sociedad. Siglo XXI, Argentina 2018, pp. 301 y ss.
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86 Richard Dawkins: «¿Quién acudiría a un mitin en contra de la razón» La ciencia en el alma. Espasa. Barcelona 2019, pp. 367-371.
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98 https://rebelion.org/como-usa-israel-el-reconocimiento-facial-para-monitorear-ciudadanos-palestinos/
99 https://www.elsaltodiario.com/el-blog-de-el-salto/psiquiatria-mercantilizacion-malestar
100 https://www.elsaltodiario.com/orange/france-telecom-condenada-acoso-laboral-masivo-19-suicidios
101 https://www.publico.es/sociedad/maximo-historico-suicidios-primer-ano-pandemia-11-personas-dia-quitaron-vida-2020.html
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103 Andrew Kliman: Reivindicando El Capital de Marx. Una refutación del mito de su incoherencia. El Viejo Topo. Barcelona. 2020. P. 170.
104 https://blogs.publico.es/dominiopublico/41097/el-progresismo-necesita-una-revolucion-pero-espana-una-reforma/
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Renato Guttuso, la pittura, la politica e il “vizio della speranza”
“Falce martello e la stella d’Italia / ornano nuovi la sala. Ma quanto / dolore per quel segno su quel muro”: correva l’autunno del 1944, quando Umberto Saba scrisse di getto i versi che illustravano il piccolo Teatro degli Artigianelli in una Firenze appena liberata, ma ancora fumante del sangue di tanti giovani travolti da una guerra rovinosa che aveva segnato uno spartiacque nella vita morale della nazione italiana. Il segno della falce e martello stampato sul tricolore annunciava allora a molti la promessa di rinascita in un paese lacerato e mortificato dalla disfatta della dittatura che per venti anni lo aveva governato. Quel segno era l’emblema del Partito Comunista Italiano, che si era affermato nella Resistenza antitedesca e si apprestava a diventare uno dei fondamenti del futuro Stato italiano unitario, repubblicano e democratico, nato sulle ceneri del Fascismo e della monarchia sabauda. A quel simbolo politico e ideologico il pittore Renato Guttuso aveva già da anni consacrato il suo impegno di uomo e di intellettuale, nonché di artista maturato nell’aria di fronda che aveva preso a soffiare fortemente negli ultimi tempi del regime. Dalla guerra di Spagna in poi non pochi artisti, poeti e scrittori avevano cominciato a dare un valore proto-antifascista alla ribellione e alle inquietudini umane che davano carattere alla loro opera.
Come Elio Vittorini , che descriveva le piaghe del “mondo offeso” sulle pagine di Conversazione in Sicilia, anche Guttuso aveva realizzato una altrettanto allusiva Fuga dall’Etna e aveva rappresentato, in memoria di Goya, una Fucilazione in campagna, al cospetto delle carneficine della guerra civile spagnola e della morte cruenta di Federico Garcia Lorca. Alle idee comuniste Guttuso era giunto alla fine degli anni Trenta. Ma la vera e propria conversione ideologica e politica avvenne nel tempo della clandestinità e della partecipazione attiva alla Resistenza. L’adesione a “quel segno su quel muro”, alla falce e martello con la stella d’Italia, emblema del “partito nuovo” ideato da Palmiro Togliatti a misura di un Comunismo dai colori nazionali, identifica storicamente l’impronta intellettuale e morale di una intera biografia di artista. Ma quello fu anche il tratto distintivo dello slancio e delle illusioni di una generazione, così bene descritti nel romanzo emblema Uomini e no, quando l’io narrante - alter ego dell’autore, Elio Vittorini, mette a punto le inquietudini del “nuovo antifascismo” approdato alle scelte più radicali durante la Resistenza:
“(…) Enne 2 è un intellettuale. Egli avrebbe potuto lottare senza mai disperazione se avesse continuato a lottare da intellettuale. Perché ha voluto cambiare genere di lotta? Perché ha voluto cambiare d’arma? Perché ha lasciato la penna e presa in mano la pistola?”. Di quella personale esperienza umana e civile, condivisa assieme ad altri coetanei (Guttuso in primis), lo scrittore aveva voluto precisare - nella nota conclusiva a margine del testo - l’esistenza di una sottile linea di confine e congiunzione tra la sua vocazione culturale e l’ideale politico: “(…) c’è nel mio libro un personaggio che mette al servizio della propria fede la forza della propria disperazione d’uomo. Si può considerarlo un comunista? Lo stesso interrogativo è sospeso sul mio risultato di scrittore. E il lettore giudichi tenendo conto che solo ogni merito, per questo libro, è di me come comunista. Il resto viene dalle mie debolezze d’uomo…”[i]. I tempi e le situazioni esistenziali narrati da Vittorini nel suo Uomini e no corrispondono esattamente a quelli descritti nelle pagine inchiostrate e acquerellate da Guttuso nel suo Gott mit Uns, la cartella coeva che testimonia la immagine - reale, ma anche simbolica - di una lacerata condizione umana divisa tra vittime e carnefici, in una condanna senza appello della violenza e del Nazifascismo.
Poteva così naturalmente accadere che democrazia, Comunismo e antifascismo facessero tutt’uno nella tensione morale e nella identità di una generazione che si era spinta - o era stata trascinata dagli eventi - fino ad una radicale rottura col proprio più recente passato. A conferma del clima psicologico e di quella situazione esistenziale vale ancora senza ombra di retorica il profilo che un altro coetaneo, Mario Alicata, fece di Renato Guttuso in quei frangenti: “(…) dal 1944 al 1945 si apre un nuovo capitolo nella storia della vita pubblica e della cultura italiana, e nella storia del movimento operaio e del partito comunista, e Guttuso vi partecipa da protagonista pienamente impegnato sia sul fronte della lotta politica che sul fronte della lotta ideale e artistica… partecipa attivamente alla vita del partito, alle sue iniziative politiche e alle sue lotte ideali, contribuisce alla organizzazione del movimento per la rinascita del Mezzogiorno e al movimento mondiale dei Partigiani della Pace”[ii]. Quel sintetico profilo dell’uomo e dell’artista, tracciato negli anni più duri della contrapposizione tra il blocco occidentale e quello comunista unito attorno alla URSS, indica fino a qual punto le “fodere romantiche” del Marxismo (così le chiamava Elio Vittorini) avessero coinvolto la totalità dei comportamenti umani senza distinguere tra cultura, politica e vita morale. La passione ideologica era talmente assorbente da non ammettere le mezze misure.
Non a caso, circa venti anni dopo, Guttuso parlerà di “vizio della speranza” per riassumere i caratteri di quella esperienza nel corso di un bilancio critico e autocritico. E non a caso l’artista alludeva al bisogno quasi ossessivo di fuga dalla “non speranza” - principale motivo ispiratore di Conversazione in Sicilia di Elio Vittorini - che fu il contrassegno esistenziale di una identità politico-ideologica. L’adesione al mito comunista era stato infatti l’approdo conclusivo di un particolare “esame di coscienza”, comune a tanti giovani intellettuali italiani maturati nel regime fascista, che diventarono “rivoluzionari di professione” dopo avere abbandonato la originaria vocazione per l’arte e la letteratura. Questa fu la via seguita da uomini come Mario Alicata, Antonello Trombadori, Fabrizio Onofri, Mario Socrate, Valentino Gerratana, Antonio Giolitti, Marco Cesarini Sforza, Paolo Bufalini ed altre personalità che avevano partecipato assieme a Guttuso alla lotta antifascista e, successivamente, aderirono al PCI. “Tentare di armonizzare le proprie idee alla propria attività rivoluzionaria, prendere cioè a base e criterio di verità quella attività, e non quelle idee, è la via buona per il marxismo…”: in un saggio autobiografico così scriveva Fabrizio Onofri[iii] col pregio di restituire in modo cristallino lo stato d’animo di quanti pensarono di effettuare una rottura, con la loro origine di intellettuali “borghesi”, passando dalla coscienza antifascista alla convinta adesione al modello rivoluzionario bolscevico della Russia di Stalin uscita vittoriosa nella seconda guerra mondiale. “Così ho finito di sentirmi scrittore”, annunciava addirittura Fabrizio Onofri - per indiretta polemica con chi, come Vittorini, sembrava esitare di fronte alla scelta - il quale addirittura riconosceva nella “disciplina di partito” la migliore cura per liberarsi “dall’individualismo e dalle tradizioni piccolo-borghesi”. E sollecitava di conseguenza i compagni intellettuali “a non pretendere più di giudicare le cose e le stesse proprie idee con la testa propria, ma abituarsi a ragionare ‘con più teste’, ossia con la testa del partito, a dare giudizi collettivi e non più soltanto individuali”. Ragionare “con la testa del partito”: una simile vocazione al suicidio dell’individuo-intellettuale, in nome della “ragione di partito”, può apparire oggi quasi un inverosimile paradosso: tanto più se si pensa che di lì a poco un uomo come Onofri dopo il crollo del mito di Stalin avrebbe clamorosamente abbandonato il PCI per avvicinarsi alle idee del socialismo democratico. Ma si tratta di una descrizione verosimile oltre che sincera della psicologia che modellò il comportamento di molte tra le migliori teste pensanti di una intera generazione di italiani emersa dalla seconda guerra mondiale.
Il mito dei “domani che cantano” prospettati da Louis Aragon e il miraggio dell’“uomo nuovo” indicato dall’immagine propagandistica dell’URSS - venerata come “primo stato socialista del mondo” - entrò naturalmente a far parte integrante anche della biografia artistica di Renato Guttuso. Per rispondere pienamente alla vocazione del “rivoluzionario professionale” egli non abbandonerà il mestiere di pittore. E tuttavia sentirà l’urgenza di modellare la sua espressività sulle esigenze dirette della lotta politica che il tempo storico al momento imponeva, allo scopo di conferire all’arte una sua frontiera “rivoluzionaria”. Renato Guttuso, pittore “popolare” e “padre del realismo nuovo”: così lo definì nel 1946 Antonello Trombadori in omaggio alla idea che l’arte moderna dovesse ormai fuoriuscire dai limiti delle preoccupazioni di linguaggio (una volta giudicato il “formalismo” come retaggio della cultura “borghese”) per rispondere piuttosto alla primaria esigenza sociale di “servire all’uomo”. Questo clima di generica infatuazione e fiducia nel rinnovamento della cultura, dopo il crollo dei regimi autoritari della vecchia Europa, era un diffuso contrassegno morale di quanti predicavano, con la nascita della democrazia, anche l’avvento di un “umanesimo socialista”: a partire dal “Politecnico” di Elio Vittorini fino alla fragile esperienza del “Fronte Nuovo delle Arti”, messa quasi subito in crisi dall’incombere della guerra fredda e dal rigido schieramento ideologico imposto nel 1948 dal blocco comunista dell’Est europeo.
In quell’anno Renato Guttuso fu chiamato a presiedere con Joliot Curie e Aleksandr Fadeev il congresso della pace di Wroclaw (vi parteciparono tra gli italiani Ranuccio Bianchi Bandinelli, Elio Vittorini, Sibilla Aleramo, Goffredo Petrassi e Salvatore Quasimodo) in cui alla esaltazione di Andrej Zdanov - il “bolscevico di cristallo” da poco scomparso - si accompagnò la radicale campagna contro il “cosmopolitismo, arma ideologica della reazione americana” (come ricorda il famoso articolo dell’accademico Pavlov comparso sulla “Pravda” ai primi del 1949) con l’esplicita richiesta al mondo della cultura e dell’arte di affiancarsi nella difesa ideologica e politica degli stati socialisti guidati dall’URSS. Quel trauma politico generò le prime fratture e divergenze nel mondo della cultura democratica e di sinistra che sembrava aver maturato, con la Resistenza, uno spirito unitario. E dopo il 18 Aprile 1948, che registrò la sconfitta del Fronte Popolare social-comunista , la direzione ideologica del PCI, affidata ad Emilio Sereni, faceva appello a più rigidi schieramenti sollecitando gli uomini di cultura iscritti al partito ad assumere “una definitiva fisionomia di intellettuali militanti comunisti”[iv]. Pure essendo in contrasto con le direttive accademiche del “realismo socialista” proveniente dall’URSS (e con lo stesso Emilio Sereni che se ne faceva interprete) Renato Guttuso condivise allora in pieno la esigenza di una cultura e di un’arte “partigiana”. Fin dai primi tempi della sua maturazione (nel movimento milanese di “Corrente” e nell’ambiente degli “antinovecentisti” romani) egli aveva d’altra parte sentito la necessità di contrastare le tendenze estetiche moderniste (l’Astrattismo e non solo) che non davano priorità espressiva ai contenuti sociali e di lotta politica. E su quella base morale ed estetica si era affermata la sua maniera di vedere dando corpo efficace ed originale al suo stile.
Dopo avere assimilato la lezione formale di Picasso, quel realismo drammatico e conflittuale, si convertì nella fase più acuta della guerra fredda al programma di una maniera figurativa “nazionale - popolare” per sottolineare l’avvenuto distacco dalle convenzioni e dai codici dell’estetica moderna ed il passaggio ad una nuova committenza “popolare”. Così il pittore contribuiva da par suo alla esigenza di dare all’arte “una impronta di partito” (Antonello Trombadori) uniformando le tendenze espressive alla poetica del “realismo”. La ripresa del tema populistico - sull’esempio di Leone Tolstoj, degli “ambulanti” russi, di Gustave Courbet e dei pittori del Risorgimento italiano - privilegiava ancora una volta la moralità dei contenuti nella intenzione di figurare e dare voce ai nuovi soggetti - operai e contadini - della “cultura democratica e nazionale”.
Presentando una cartella di disegni sui contadini di Sicilia per una mostra della Federbraccianti nei primi mesi del 1952, il pittore scriveva: “(…) i contadini siciliani hanno nel mio cuore il primo posto, perché io sono dei loro, e i loro volti mi vengono continuamente davanti agli occhi qualunque cosa io faccia…”. La sincerità dei sentimenti non nascondeva però la tipica forzatura d’avanguardia e il carattere volontaristico di una estetica che si rendeva consapevolmente “ancella” della ideologia: ma al pittore importava soprattutto all’epoca di fare la sua parte di “militante” nel vivo di una aspra lotta politica. E per ribadire la bontà dei suoi intendimenti, in seguito avrebbe detto: “eravamo i soli ad avere ragione, facendo ‘brutti’ quadri, di fronte ai nostri colleghi che facevano ‘bei’ quadri ed avevano torto”. Oltre alle ragioni dell’impegno in arte si faceva sentire, nell’animo di Guttuso, una esigenza di partecipazione alla impresa collettiva del partito comunista, secondo la “ossessione economico - politica” che avrebbe dovuto distinguere l’intellettuale “organico” teorizzato da Antonio Gramsci per superare lo storico distacco delle classi colte dal sentimento delle masse popolari. Al punto che l’arguto spirito di Mino Maccari, ironizzando un giorno sul ruolo di Guttuso, giunse perfino ad attribuirgli il nomignolo malizioso di “tribuno illustrato”. E in quella celia vi era se non altro il pregio di mettere in luce con efficacia la autoriduzione dell’artista che si era voluto ideologicamente riconoscere anche come agitatore e propagandista collettivo, secondo una testarda e programmatica “scelta di vita”. Oltre a dipingere quadri, Guttuso infatti si impegnò a commentare visivamente perfino la vita attiva del PCI nei suoi momenti salienti e di propaganda: dal “Quaderno dell’attivista” (1947), quando ricordò la nascita del partito comunista con la scissione dal PSI al Congresso di Livorno nel 1921; alla confezione di innumerevoli manifesti per la pace, per la Festa della Donna, per il Primo Maggio e per il tesseramento; fino alla ideazione dello stemma ufficiale del PCI (falce, martello e stella iscritti in un cerchio rosso, col fondo del tricolore bianco, rosso e verde) che unisce quasi simbolicamente il suo nome alla storia della forza politica in cui si riconobbe interamente durante la vita.
Rispetto alle esigenze di larga divulgazione che il mondo moderno presenta, si può dire che Renato Guttuso sia stato il primo e maggiore comunicatore di massa della immagine e delle idee del PCI in Italia. E il percorso di quella esperienza corrisponde in modo eloquente al patrimonio espressivo di un artista che si sentiva, ed aveva coerentemente scelto, di essere a modo suo un “rivoluzionario professionale”. Anche la scenografica Battaglia del Ponte Ammiraglio (1952), realizzata in due versioni (una fu regalata alla Scuola di Partito alle Frattocchie, nei pressi dei Castelli Romani, e lì rimase fin tanto che il PCI non venne sciolto) si iscrive in questa fase militante della vita di Guttuso: con la fisionomia di Longo, Pajetta, Vittorio Vidali, Antonello Trombadori che prestano il volto ai garibaldini combattenti; ed Elio Vittorini, il fraterno amico che si era allontanato dal PCI, rappresentato fra i soldati borbonici dalla parte del “nemico”. E conviene ancora ricorrere all’“esame di coscienza” di Fabrizio Onofri per comprendere l’itinerario morale e intellettuale di quella che è stata chiamata la generazione degli “anni difficili”: “(…) per desiderio di esercitare sulla società una funzione di direzione che fosse ‘contro’ la società borghese, e usando i mezzi che la stessa società borghese ci offriva, ossia la sua stessa cultura (…) fummo insensibilmente sospinti verso l’unico polo storicamente esistente,la classe operaia”. Il passo delinea la fenomenologia di una comune presa di coscienza da parte di quei giovani allievi di Benedetto Croce che, per bisogno di “agire” in senso antifascista, superarono il suo storicismo moderato fino a guadagnare l’ideologia marxista e il Comunismo: fra loro e con loro si identificò Guttuso e tutta la sua opera.
E in quel Marxismo compromettente, che non ammetteva blande adesioni, bensì la prova del fuoco nell’azione (“per sapere com’è il pudding bisogna mangiarlo”, ricordava Engels) il pittore continuò a riconoscersi ben oltre le clamorose smentite che nel 1956 vennero da Mosca, con la denuncia della cruenta dittatura di Stalin; e da Budapest, dove i sovietici liquidarono la rivolta popolare contro il regime comunista che aveva per dieci anni dominato il paese. Molto probabilmente l’animo di Guttuso fece ancora una volta appello al “vizio della speranza” nel momento in cui il trauma della “ventata kruscioviana” fece venire meno l’epoca della fiducia totalitaria nelle virtù palingenetiche del sistema sovietico. Ma anche l’impianto teorico del suo “storicismo marxista” lo spingeva a considerare la idea del socialismo non soltanto come sistema chiuso in se stesso, ma come evento di portata universale, moltiplicatore di energie liberatrici e necessario traguardo da perseguire, “contro ogni speranza”, a completamento della democrazia nella evoluzione del mondo moderno. Dopo la tempesta del 1956 l’artista e il militante comunista non vivevano più la stagione delle grandi illusioni per cui tutto appariva “così chiaro che tra mondo e mente quasi era un idillio” (come ricordano Le ceneri di Gramsci di Pier Paolo Pasolini) e si apriva anche per Guttuso una fase di ripensamenti (“il mare dei nostri guai - dirà nel 1965 - e delle nostre scelte di militanti del partito…”) che tuttavia non lo induceva alla rinuncia delle sue più profonde motivazioni estetiche e morali. Il Marxismo continuava infatti ad apparirgli come “la parte viva” dell’esperienza culturale contemporanea. E sul piano espressivo, le esigenze di una estetica “realista” mantenevano a suo giudizio una profonda ragion d’essere nel confronto sempre battagliero con le altre tendenze dell’arte contemporanea.
Non si tratta tanto di fare della propaganda - obbietterà ai suoi critici - ma di “operare nella direzione obbiettiva in cui la realtà si muove”: così egli rivendicava, aggiornandolo, l’antico amore per l’impegno in arte, in polemica con le posizioni “neo – avanguardiste” più inclini a considerare la fine delle ideologie e della stessa storia[v].C’è tutta una fase della vita artistica e intellettuale di Guttuso, nella prima metà degli anni Sessanta, che lo vede preso dal confronto delle idee e dal tentativo di gettare un ponte tra l’esperienza culturale della sua generazione e quella di chi già annunciava, negli scritti e nelle opere, i primi sintomi della prossima “contestazione del sessantotto”. La situazione perdurante di un mondo diviso tra capitalismo e socialismo legittimava ancora l’ipotesi di un cambiamento che aveva preso il ritmo della competizione “pacifica” nei paesi industrializzati, e delle “guerre di liberazione” nelle aree del sottosviluppo: per il marxista Guttuso la dialettica manteneva la sua vitalità al cospetto di altre ideologie di sinistra che si affacciavano alla ribalta e predicavano invece l’idea del mondo e dell’uomo “a una dimensione” (Herbert Marcuse) con la fine conseguente di ogni contraddizione di classe o di sistema economico. Fedele alla idea del “blocco storico” gramsciano destinato a guidare il corso del Socialismo in Italia, l’artista e il comunista Guttuso cercava di aggiornare il suo Marxismo in una sinergia di esperienze da riassumere nella sintesi politica di quella “cultura vivente” che per lui restava il PCI.
E in quest’ambito ideologico egli non nascondeva disappunto e amarezze, quando tornava di tanto in tanto a polemizzare sulla “frantumazione” della vita culturale del partito seguita all’epoca del “monolitismo” staliniano degli anni Cinquanta. Ben poco si era fatto, a suo modo di vedere, per dare vita ad un nuovo “senso comune” che fosse in grado di adeguare l’ideologia alle esigenze dei tempi nuovi. In quegli anni (1963) la direzione della sezione culturale del PCI era stata affidata da Togliatti a Rossana Rossanda allo scopo di utilizzare i fermenti critici della “sinistra intellettuale” nella polemica antisocialdemocratica (incombeva allora il centro-sinistra) in forme di rinnovamento apparente rispetto al passato: e ne veniva a fare le spese dentro il partito proprio la generazione dei comunisti “nazionali” venuti al PCI durante la Resistenza (già molto provati dalla crisi del 1956 e dalle disillusioni ad essa seguite) e di cui Renato Guttuso era un esponente di primo piano.
Giova ricordare in proposito come proprio in quegli anni su “Rinascita” - la rivista culturale del PCI diretta da Togliatti - si fosse aperto un dibattito ideologico con dirette implicazioni politiche che metteva in discussione la tradizione storicista-gramsciana: da una parte con aperture verso il neo-strutturalismo (Umberto Eco), dall’altra con l’idea di un vago “ritorno a Marx” misurato sull’empirismo scientista di Galvano della Volpe. La morte di Togliatti (1964), che ispirò a Guttuso uno dei suoi più significativi quadri di storia, comportò quasi subito l’apertura di una acuta lotta politica nel PCI, tra una destra facente capo a Giorgio Amendola e una sinistra ispirata da Pietro Ingrao. E quando Amendola suggerì con straordinaria lungimiranza la necessaria riunificazione di PCI e PSI - per superare di fatto l’esperienza storica del Bolscevismo - fu non casualmente contrastato soprattutto dai “neo-leninisti scolastici” (così li chiamò Pietro Nenni) che nel partito animavano la tendenza di sinistra. Renato Guttuso visse quella circostanza in modo appassionato ed intervenne direttamente per indicare una ferma difesa dello storicismo marxista contro ogni accostamento “acritico” alle novità emergenti nella cultura europea.
Nel dibattito preparatorio dell’XI congresso del PCI - il primo dopo la scomparsa di Togliatti - Guttuso appare preoccupato per il “tono di asprezza inusitato” che la discussione ha preso: tuttavia non abbassa i toni, ed apre una dura polemica con la neo-leninista Rossana Rossanda e i suoi tentativi di “voltare pagina” rispetto al passato. La futura fondatrice de “Il Manifesto” aveva tra l’altro tentato di demolire anche il profilo culturale di Palmiro Togliatti mettendo nel mirino il suo “storicismo” con evidenti finalità di lotta politica interna. Guttuso replica difendendo a spada tratta l’originalità e il coraggio di Togliatti nell’avere aperto ad una visione comunista “nazionale” fin dai primi anni del dopoguerra (“quando Gramsci non veniva neppure tradotto in URSS e tenuto in sospetto”) e rivendica alla sua generazione il merito di aver saputo dire di no alla “precettistica ristretta del realismo socialista staliniano”. Al tempo stesso, nella politica culturale del PCI egli si dichiara per il “centro marxista” bilanciandosi tra le correnti dei conservatori di “destra” e degli innovatori “di sinistra”[vi]. Il pittore appoggiava così di netto le posizioni di Mario Alicata, che con il segretario Luigi Longo prevalse all’XI congresso sulle opposte tendenze, nel tentativo di preservare l’unità politica e culturale del partito. E dell’amico Alicata, scomparso prematuramente di lì a poco, egli tracciò un profilo che rivela in filigrana tutto un modo di sentire e di pensare ma suggerisce anche una sorta di autobiografia intellettuale e morale.
“Mario -scrive Guttuso - era dal principio un politico, parola che vuol dire per me, e principalmente nel caso di Mario, un combattente. Ma era anche e anzitutto o fondamentalmente un artista. Egli credeva al mondo esterno in modo religioso, credeva alle cose e trasformava questa sua fede in azione...”. E ancora, a proposito della generazione che aveva fatto “l’esame di coscienza” per arrivare al Comunismo: “(…) quanti non hanno fatto che ripensarci, piegarsi, dubitare, finendo per cambiare strada… eppure io non credo che questi amici soffrissero più di noi, avessero più dubbi di noi, e che il loro cuore sanguinasse più del nostro. Di quello di Mario, anzitutto, e di altri che nei giorni di Ungheria non provarono il sollievo di potersi liberare, con una ‘buona ragione’, del pesante fardello del partito”. Era un riferimento orgoglioso che indicava al tempo stesso un metodo e un comportamento: “Non era stato un fatto di generazione, della ‘generazione degli storicisti’, come amano dire i compagni di aroma cubano o cinese. Era solo una questione di durata, di profondità della scelta, e di pagamento in rate di ogni mese, della nostra scelta”[vii]. E basterebbe questa appassionata rievocazione per mettere compiutamente in evidenza una mentalità che distingueva il carattere dell’uomo tanto quanto il politico e l’artista. Ma vale la pena di aggiungere una nota di memorie personali: perché in quegli anni contò molto per chi scrive la stretta familiarità con Renato Guttuso, per le ragioni di una formazione intellettuale e morale che si andava modellando nel confronto e sull’esempio della generazione paterna.
Ero all’epoca poco più che ventenne ed in preda ad “astratti furori” più o meno simili a quelli che agitarono molti coetanei, attori primari e comprimari della stagione “sessantottina”. Renato aveva scritto un articolo sui rapporti tra l’artista e la società che mi aveva profondamente suggestionato, ma anche in parte infastidito[viii]. Al solito modo franco e senza mezzi termini egli se la prendeva con il nichilismo estetico di Marcel Duchamp e Giulio Carlo Argan (“evidentemente non pensano da socialisti”) e rilanciava una idea dell’arte che gli era stata sempre cara: “per noi l’arte non può essere antiumana, nel nostro presente anzi cerchiamo di cogliere i fermenti opposti a tanto pragmatismo. L’arte è umanesimo e il socialismo è umanesimo. Il solo umanesimo possibile è anzi, oggi,… il socialismo”. Guttuso trovava inoltre non casuale il nesso tra i movimenti neo-avanguardisti “e le nuove forme ‘rivoluzionarie’, quali la guerriglia in Sud America e in Africa, le sommosse razziali negli Stati Uniti, e la ‘rivoluzione culturale cinese’”. Egli polemizzava con chi identificava la rivoluzione “nel suo aspetto iniziale, prevalentemente offensivo e distruttivo”: e condannava di conseguenza come ingiustificata “gestualità” tutte le forme di estremismo culturale e politico che all’epoca criticavano da “sinistra” l’URSS e, in Italia, il PCI. Erano argomenti che potevano apparire soltanto di “retroguardia” a chi come me era all’epoca suggestionato dai miraggi rivoluzionari (Castro, Mao, Ho Chi Minh) e tanto più vedeva di malocchio il moderatismo dei governanti sovietici,che apparivano eredi immeritevoli della mitica “rivoluzione di Ottobre”.
Mandai una lettera lungamente argomentata a Renato (egli soggiornava come d’abitudine in autunno nella casa di campagna a Velate) esponendogli con pari franchezza rispettosa la mia disapprovazione: come si potevano appaiare - osservavo - le parodie rivoluzionarie della estetica neo-avanguardista con i “combattenti antimperialisti” in Asia, in Africa, in America Latina? Guttuso mi rispose a stretto giro di posta: in modo paterno, ma non paternalistico; affettuoso, ma non corrivo e nemmeno disposto a concedere spazi alle mie bellicose intemperanze. E riuscì ad essere persuasivo. La sua risposta, dopo un lungo argomentare, concludeva così: “(…) questo è il punto fondamentale oggi per un giovane intellettuale comunista, questa la sua più vera responsabilità: capire che la revisione va fatta dal di dentro di una realtà esistente, facendovi confluire le nuove spinte rivoluzionarie, ma non invece - come mi pare accada anche a te - scivolando in un criticismo che non si differenzia dalla vecchia (e nuova) posizione anticomunista e antisovietica, di quella ininterrotta schiera di insofferenti (per coscienza a volte,a volte per opportunismo) che furono con Trotzky ieri, e oggi sono con Mao, e che, ieri contro Stalin, buttano oggi avanti il nome di Stalin, pur di ostacolare la ‘politica’ dell’URSS” .
Ancora una volta l’artista e l’intellettuale Renato Guttuso faceva prevalere il “vizio della speranza” che lo aveva sostenuto nella sua opera di militante con una rinnovata disposizione pedagogica: l’impegno a diffondere tra i giovani - e nella fattispecie ad un ‘contestatore di famiglia’ - l’ideologia del Socialismo come “solo umanesimo possibile” nel mondo moderno. “É difficile operare nell’ambito di questa fiducia - aveva scritto - difficile qua e difficile nei paesi socialisti. Ma bisogna saper fare fronte alle difficoltà e non perdersi d’animo al primo intoppo, come gli scolaretti”. Il tono sincero di quella accorata passione ideologica e umana, che non aveva paura di assumere generosamente su di sé il coraggio di sbagliare, e con il cuore messo a nudo, fu ben più che una lezione di metodo per calibrare i miei astratti furori. Di lì a pochi mesi scoppiò il Sessantotto. E a differenza di tanti altri che cercavano nel “movimento” una risposta alla loro ribelle inquietudine, io decisi di prendere un altro cammino: dopo un meditato “esame di coscienza” andai a chiedere la tessera del PCI per poter diventare, da intellettuale “borghese” che ero, un attivista del partito. Quella considerazione inattuale determinò così tutto il corso della mia vita successiva: anche quando ne riconobbi i limiti, e cominciarono i ripensamenti seri che mi hanno portato tanto lontano da quel punto di origine ideologico. E tuttavia, ancora oggi, la lezione morale di Renato Guttuso mi appare nel suo valore esemplare: un uomo non si giudica per le idee che ha, ma per come le ha sapute servire. In questo senso l’intellettuale e l’artista, che aveva perseguito nel Comunismo un ideale laico di fratellanza umana, e non si era mai rassegnato al quotidiano scandalo dell’uomo “offeso”, si mostrava così tenacemente legato al suo Principio - Speranza (la ragione dello “umanesimo socialista”) da farlo vivere come messaggio che andava ben oltre le frontiere limitate della politica e della ideologia.
NOTE-
[i] E. Vittorini, Uomini e no, Bompiani, Milano, 1945, p.265.
[ii] Biografia di Guttuso, in “Rassegna bimestrale di cultura”, Caltanissetta - Roma, 1951.
[iii] F. Onofri, Esame di coscienza di un comunista, prefazione di G. C. Pajetta, Milano, 1948.
[iv] Cfr. Relazione al VI congresso del PCI, 1948.
[v] R. Guttuso, L’opposizione rivoluzionaria, in “Il Contemporaneo”, febbraio 1965.
[vi] R. Guttuso, Una azione culturale comunista, in “Rinascita”, 22 gennaio 1966.
[vii] R. Guttuso, L’uomo dei tempi difficili. Mario Alicata: il compagno, il combattente, l’amico fraterno, in “Rinascita”, 1 Dicembre 1967.
[viii] R. Guttuso, Avanguardie e rivoluzione, in “Rinascita”, 27 ottobre 1967.
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022 – IDEAS - FILOSOFÍA POLÍTICA – HISTORIA – ANTIGUA CHINA -
La filosofía política china data del periodo de las Primaveras y otoños, específicamente con Confucio en el siglo VI aC.
La filosofía política china se desarrolló como una respuesta a la ruptura social y política del país característico del período de primaveras y otoño y del período de los Reinos Combatientes.
Cada una de las principales filosofías durante el período, el confucianismo, el legalismo, el moísmo, el agriculturalismo y el taoísmo, poseía un aspecto político en su desarrollo disciplinario.
Filósofos como Confucio, Mencio, y Mozi, se centraron en la unidad y en la estabilidad como base de sus filosofías políticas.
El confucianismo abogó por un gobierno meritocrático jerarquizado, basado en la empatía, la lealtad y las relaciones interpersonales.
El legalismo propugnó por un gobierno altamente autoritario basado en castigos y leyes draconianas.
El mohismo defendía la idea de un gobierno comunitario y descentralizado, centrado en la frugalidad y el ascetismo.
Los agrarios abogaban por un comunalismo utópico campesino y el igualitarismo.
El taoísmo defendía un protoanarquismo, mientras que el legalismo era la filosofía política dominante de la dinastía Qin, pero fue substituido por el confucionismo de Estado durante la dinastía Han.
Antes de la adopción del comunismo por parte de China, el confucianismo de Estado seguía siendo la filosofía política dominante en el país hasta el siglo XX.
Confucio, nació en Qufu, 28 de septiembre del año 551 aC. y falleció en Lu, el año 479 aC.) fue un reconocido pensador chino cuya doctrina recibe el nombre de confucianismo. Procedente de una familia noble arruinada, a lo largo de su vida alternó periodos en los que ejerció como maestro con otros durante los cuales fue funcionario del pequeño estado de Lu, trabajó de carpintero en el noreste de China, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía Zhou o período de los Reinos Combatientes (770-476 aC.).
La esencia de sus enseñanzas se condensa en la buena conducta en la vida, el buen gobierno del Estado (caridad, justicia y respeto a la jerarquía), el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación. Las máximas virtudes son: la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados. Si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo, siguiendo el modelo gobernante/súbdito, padre/hijo, etcétera. Una sociedad próspera solo se conseguirá si se mantienen estas relaciones en plena armonía. La base de la doctrina confuciana es recuperar a los antiguos sabios de la cultura china e influir en las costumbres del pueblo.
El maestro Kong fue el primero que reunió a un grupo de discípulos provenientes de distintos principados para formarlos adecuadamente en el buen gobierno. Junto con las medidas a tomar que ya había formulado en su época de joven funcionario, propuso llevar a la práctica sus ideas basándose en el respeto de las Tres Dinastías y recuperar la política del duque de Tcheu. Confucio confiaba en que un príncipe siguiera sus indicaciones. De este modo, al final de un ciclo de doce meses, se habría logrado algún resultado; en tres años, su proyecto social se habría consumado a la perfección. Se puede resumir la doctrina confuciana en una serie de mandatos que deberían ser los principales deberes de todo hombre de gobierno:
Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana. (1)
Por este motivo, debe servirse en primer término con soberano respeto a Aquel que es el Primer Dominador. (2)
Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección. (3)
En la vida privada como en la pública, observar siempre el sendero superior del «Justo Medio». (4)
Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del hombre: unas proceden de la carne y son peligrosas; las otras pertenecen a la razón y son muy sutiles y fáciles de perder. (5)
Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales (6).
Tener por objeto final la paz universal y la armonía general. (7)
En el poco legado escrito que dejó, las Analectas, una colección de conversaciones con sus discípulos, se puede observar que basaba toda su filosofía moral en una enseñanza central: el ren (jen), que es la virtud de la humanidad y a su vez está basada en la benevolencia, la lealtad, el respeto y la reciprocidad. Estos valores son imprescindibles en las relaciones humanas, que Confucio describió. [email protected]
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La fulminante devastación socioeconómica causada por la aceleración vertiginosa de la crisis socionatural formada por el capital y la pandemia, está suscitando reflexiones de toda índole. Una de ellas, decisiva desde cualquier punto de vista, es la que gira sobre las siguientes preguntas orientadas a la misma problemática: ¿hasta qué punto el Covid-19 ha introducido «nuevas» necesidades y objetivos en la solidaridad internacionalista? ¿En qué medida debemos adaptar la solidaridad internacionalista teniendo en cuenta los cambios sociales precipitados a raíz de la crisis socionatural que vulgarizamos peligrosamente con el nombre de Covid-19?
Como digo, es una reflexión que va extendiéndose como un reguero de pólvora entre las izquierdas y muy en especial entre las de las naciones oprimidas: ¿qué solidaridad debe realizar la izquierda abertzale, por ejemplo, hacia el pueblo palestino, martirizado hasta casi el genocidio por Israel durante la pandemia, sabiendo que, según dice la prensa del sistema, el único laboratorio del Estado español capaz de producir determinadas vacunas contra el Covid-19 se encuentra en Euskal Herria? ¿Debe la izquierda abertzale iniciar una campaña estratégica hacia la nacionalización obrera de esa empresa para que priorice la ayuda al pueblo palestino, o al saharaui, o a otros…, a la vez que impida que esa posible vacuna, si se crea, no sea una mercancía y arma de guerra sanitaria en manos de la cruel farmaindustria que tiene en D. Trump su «puño de acero»? Tengamos en cuenta que ahora mismo varios colectivos se movilizan para que la empresa CAF no colabore con la masacre israelí; también otros denuncian el envío de armas para asesinar al pueblo yemení; recordemos la permanente solidaridad vasca con el pueblo saharaui, por no hablar de Nuestramérica.
Si nos fijamos, una de las características de este internacionalismo es su directa relación con la defensa de la vida en lo más básico, derecho elemental que cobra día a día más importancia dado que el capital lo ataca con más saña día a día, como se ha demostrado con el Covid-19. Por su radical defensa de la vida, este internacionalismo es antagónico con sus intereses, en este caso con los de la burguesía vasca y del clientelismo que le sostiene. Es una necesidad urgente el empezar desde ya a concienciar al pueblo trabajador para que cree las condiciones de fuerza popular capaz de lograr la nacionalización obrera de empresas vitales y de otros avances humanos incuestionables. Hacerlo según unos objetivos y perspectiva histórica con su correspondiente estrategia, transiciones y tácticas. Pues bien, avanzar en esta necesidad agudiza la lucha de clases dentro de Euskal Herria, se admita o no. Al final, deberemos volver a este punto.
Pero el internacionalismo también se ejerce de forma indirecta, o sea, cuando la propia lucha beneficia a las de otras clases y pueblos, cuando las impulsa con el ejemplo. Veamos la doble lección del internacionalismo de la izquierda abertzale de finales de los `70 y comienzos de los ’80, cuando derrotó al poderosísimo lobby nuclear que, con el apoyo de la dictadura y de la burguesía, quería hacer de nuestra pequeña nación el lugar más nuclearizado de Europa: ahora no existe ninguna central nuclear. La doble lección es esta: una, la interacción de las formas de lucha venció al increíble poder del capital nuclearizado; y dos, en los debates con el ecologismo reformista y con la izquierda dogmática, la izquierda abertzale demostraba que el mejor internacionalismo para salvar la vida en el planeta era acabar con la nuclearización vasca.
Antes, durante y después de aquella crucial victoria hoy silenciada, nuestro pueblo obtuvo logros que ahora muestran su valor internacionalista: la unificación y revitalización del euskara y de la cultura popular vasca, por ejemplo, ahora que la industria cultural imperialista aniquila lenguas a diario. Unida a esta conquista que ahora minimizan, está la creación de una viva, horizontal e interactiva red de medios de comunicación crítica sostenida por y a la vez reflejo de la famosa «cuarta pata», el movimiento popular, incompatible con el parlamentarismo electoralero. Los valores colectivos de horizontalidad y auto organización resultan decisivos para vencer la miseria individualizada del capitalismo actual, reforzada por el terror pánico al contagio del virus. Pero las aportaciones internacionalistas de las propias luchas son efectivas en la medida en que se difunden, son conocidas y debatidas en y por otros pueblos, lo que exige un nivel organizativo.
Hemos hecho esta breve referencia a las dos caras del internacionalismo, para facilitar la comprensión de las respuestas a las tres preguntas que nos han propuesto:
1) Definición clara del internacionalismo proletario y diferenciación del cosmopolitismo o el internacionalismo burgués.
Ha habido “internacionalismos” en sociedades tributarias, esclavistas y campesinas con sus correspondientes grupos artesanos. Pero el internacionalismo proletario se inicia en la práctica sólo desde el momento en el que la unidad de contrarios antagónicos de burguesía/proletariado es dominante en lo económico y en lo político en zonas de Europa desde finales del siglo XIV, aunque se trate de un proto internacionalismo idealizado mediante herejías o interpretaciones religiosas heterodoxas. Con el socialismo utópico, el anarquismo y el comunismo utópico, la solidaridad de clase empieza a tener visos teóricos porque las represiones y la emigración por hambre pusieron en contacto a las clases proletarias desde comienzos del siglo XIX. La primera exposición teórica del internacionalismo aparece en el Manifiesto Comunista de 1848 y su expresión práctica coherente en 1864, con la I Internacional.
El internacionalismo proletario es la práctica y la teoría de que existe una unidad y lucha de contrarios inconciliable entre el capital y el trabajo a escala mundial. Por tanto, todas, absolutamente todas las variadas y muy diferentes expresiones particulares y singulares de la lucha de clases responden, en último análisis, a ese antagonismo mundial entre la clase propietaria de las fuerzas productivas y la clase que para malvivir tiene que vender lo único que tiene: su fuerza de trabajo, o sea, venderse ella.
Para resolver los agudos problemas que surgen del cúmulo de diferencias particulares y singulares, históricas, nacionales, etno-nacionales, culturales, de sexo-género, contextuales, etc., entre las muchas prácticas de la lucha de clases en su universalidad, para ello, es imprescindible una organización internacional que facilite el acoplamiento de las diferencias objetivas y subjetivas en una estrategia mundial debatida colectivamente. La experiencia enseña qué difícil es entender la dialéctica mundial de la lucha de clases y su relación con las múltiples expresiones con las que se materializa. La experiencia de las crisis de las sucesivas Internacionales, y de la «traición» de la II pasando a ser un decisivo instrumento imperialista a manos del capital, muestra cuan necesario es el rigor teórico-político, la democracia obrera y la ética socialista en la lucha internacional.
Cosmopolita quiere decir «ciudadano del mundo», pero no hay que confundir como hace la ideología burguesa el concepto griego o romano de «ciudadanía», con el burgués: es un engaño propagandístico destinado a negar la explotación, la opresión y la dominación capitalista, cualitativamente más dañina que la que sufrían los ciudadanos, es decir, personas libres, aunque en proceso de empobrecimiento, y por tanto con derechos cada vez más limitados en la práctica, en Gracia y Roma. El cosmopolitismo sirve para quedar bien en reuniones selectas hablando sobre los derechos abstractos de las y los niños saharauis, o los y las empobrecidas en Madrid o París, ocultando así la indiferencia o la colaboración pasiva con el imperialismo.
Existe un internacionalismo burgués operativo parcialmente desde finales del siglo XIV en las guerras de las ciudades del norte italiano, sobre todo, en la revolución husita del siglo XV y de forma manifiesta ya con las luchas y revoluciones burguesas desde el siglo XVI en adelante. Marx dijo que frente al proletariado todos los gobiernos burgueses de hacen uno solo. Pero también mostró que este internacionalismo era muy pobre y egoísta, limitado por la ley de la competencia que enfrenta cainitamente a una burguesía con otra. Conforme la lucha de clases en su forma de liberación antiimperialista toma fuerza, el internacionalismo burgués es la excusa que justifica que la potencia imperialista más poderosa obligue u obtenga por interés el apoyo criminal de burguesías más débiles, incluso sin Estado: el total apoyo a Madrid de la burguesía catalana y vasca para beneficiarse del subimperialismo español y en menor escala del imperialismo en general.
2) Establecimiento de patrones comunes y generalizables hasta cierto punto en la praxis revolucionaria contemporánea sobre qué implica realmente “practicar el internacionalismo”. Y desde estas cuestiones poder abordar colectivamente reflexiones que nos lleven a establecer cuál es la mejor forma de reaccionar desde aquí ante, por ejemplo, detenciones por operaciones fantasma a jóvenes abertzales, agresiones imperialistas contra el Kurdistán o golpes de estado en Latinoamérica. ¿Es un comunicado de apoyo suficiente? ¿O una concentración delante de una embajada concreta?
Dado que la lucha de clases es mundial en lo decisivo, el internacionalismo ha de incidir en toda práctica solidaria que refuerce al proletariado y mine al poder del capital en la nación o Estado al que va dirigida. La esencia del buen internacionalismo se mide, en su práctica exterior, en que busca reforzar el poder y la conciencia del pueblo al que ayuda en su lucha contra su opresor. Depende de cada contexto histórico, de cada coyuntura y circunstancia particular o singular que esa ayuda sea meramente cultural, humanitaria, social, económica en múltiples formas, etc., siempre según las peticiones realizadas por el pueblo o clase explotada, o franja social…, nunca de forma impuesta. Y en su práctica interna, es decir, en el seno de la propia nación a la que pertenece el colectivo internacionalista, el criterio debe ser el mismo pero incidiendo en la denuncia y en la movilización con formas adecuadas a lo que se busca: desde ciclos de conferencias y charlas explicativas con presencia extranjera, hasta movilizaciones sostenidas en el tiempo en determinados espacios simbólicos ampliamente conocidos, pasando por fiestas de masas, recaudación de ayuda y de medios de solidaridad, etc.
Pero estas acciones, por ejemplo, los casos expuestos en la pregunta, deben sostenerse en una profunda visión teórica y política del internacionalismo que permita responder a las dudas y necesidades concretas en cada caso. Lo básico es que la solidaridad sea permanente en las cuestiones centrales: la unidad de los pueblos frente a la opresión; la coyuntura y el contexto mundial y Estatal en el que hay que ser solidario con vascos, kurdistaníes, latinoamericanos…; la explicación pedagógica en cada caso dentro de su generalidad… Y que esa constancia y permanencia esté orientada desde un objetivo cuádruple y simultáneo: fortalecer la lucha del pueblo concreto que recibe esa solidaridad determinada; fortalecer el sentido bidireccional de la solidaridad, que sea de ida y vuelta; fortalecer las luchas antiimperialistas en todas partes, en su globalidad; y fortalecer la liberación del propio pueblo.
3) Finalmente también desde qué perspectiva: ¿elevándonos como sujeto revolucionario o adoptando posiciones tercermundistas (como la RAF) que pongan en el foco de la lucha en desestabilizar los gobiernos del centro con tal de colaborar con las fuerzas revolucionarias del tercer mundo para que lideren la emancipación mundial?
Esta forma de internacionalismo, aun siendo parcialmente válido, no puede responder a los cambios habidos en el capitalismo en último tercio de siglo. La implosión de la URSS en 1991 impactó en la izquierda y muy especialmente en la burguesía alemana, Desde el Tratado de Maastricht de 1992 la Unión Europea se lanzó ya sin tapujo alguno por la vía del neoliberalismo. No es casualidad que la RAF acelerase su autoextinción desde 1993, produciéndose esta en 1998, pero sin entregar las armas a la burguesía. La crisis de 2007 mostró la ferocidad de la Unión Europea para explotar a las naciones empobrecidas, aunque fueran formalmente independientes. El caso griego, su brutal saqueo por euroalemania, así lo confirma y la disputa actual en la UE sobre las formas de cobro de las «ayudas» a las burguesías más débiles para que se recompongan del desastre del Covid-19 y puedan aplicar con alguna credibilidad la táctica de la zanahoria y el palo: sobornar con limosnas europeas a sus proletariados para que no se subleven, y reprimir con brutalidad a quienes se subleven. El reforzamiento del arsenal represivo en todas las burguesías tiene ese objetivo.
Más aún, la debacle sociosanitaria actual, que ha culminado con el agotamiento previo de la industria automotriz mundial, con el desmantelamiento ya previsto de Nissan en Barcelona, y con el terror del desempleo de alrededor de 23.000 familias, es una gota del tsunami desencadenado. La casa central de Nissan en Japón ha advertido que también puede cerrar su factoría en Gran Bretaña dependiendo de cómo le beneficie o le perjudique la negociación del Brexit, la ruptura entre Gran Bretaña y la Unión Europea: vemos que la mundialización de la cadena de valor hace que hasta un país tan lejano como Japón incide en la suerte del proletariado europeo.
El internacionalismo es mundial por esencia, y ahora, en esta fase bestial de la dictadura del salario, debe hacer honor a su identidad, o perecer. Quiere esto decir que, por seguir con el ejemplo del automotor, el internacionalismo ha de empezar a mirar a Asia, a Japón, a China, y a la vez, al proletariado de la Unión Europea, a las masas empobrecidas y golpeadas en Detroit y zonas desindustrializadas de los EEUU, por citar a la extinta «fabrica mundial del coche».
El internacionalismo debe adecuarse a los cambios producidos en la lucha de clases mundial como efecto de las grandes crisis históricas: si, por decirlo de algún modo, la primera gran depresión de 1873 generó la necesidad de que el internacionalismo saltase de la lucha meramente anticolonialista a la frontal lucha antiimperialista, sobre todo desde 1917 en adelante; y si la segunda gran depresión de 1929 hizo que la lucha antiimperialista se enriqueciera con la antifascista y por el socialismo; si fue así, la actual tercera gran depresión iniciada en 2007 y con un tremendo estallido a comienzos de 2020, ha hecho que el internacionalismo pase directamente a luchar por la vida humana no mercantilizada, porque es incuestionable que la «venganza de la naturaleza» nos obliga a hacer justicia y evitar la catástrofe avanzando al comunismo.
Llegados a este momento de salto cualitativo irreversible en la incompatibilidad entre el capital y la naturaleza, el internacionalismo concreto de una izquierda determinada, la que fuere, ha de asumir que él también es inconciliable con los intereses de su burguesía. Acabamos así volviendo a lo dicho al comienzo cuando planteábamos la necesidad de fortalecer la reivindicación de las nacionalizaciones obreras en la estrategia independentista, sobre todo las que aseguran la soberanía sanitaria: «nuestra» burguesía como parte del capital mundial, también es enemiga mortal de nuestro internacionalismo. No debemos olvidarlo nunca, y menos cuando volvamos a oír cantos de sirena que quieran engatusarnos con «pactos democráticos» con ella…, basta ver cómo apoya los ataques a Venezuela.
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"26 DICEMBRE, si “FESTEGGIA” la nascita dell’ANTISEMITISMO CRISTIANISTA PALESTINESE!!!!
Oggi è il 26 Dicembre, ed è FESTA NAZIONALE COMANDATA, ed è una FESTA RELIGIOSA. Certo, sarà anche bello non dover andare al lavoro (per chi lavora, che non si sa più se è un bene o un male assoluto), e va bene, passi…. Ma lo sai almeno cosa stiamo “festeggiando”??
Festeggiamo “SANTO STEFANO PROTOMARTIRE”. Proto/martire, il primo martire della DITTATURA MONOTEISTA PALESTINESE che dura da poco meno di 2000 anni….
Ebbene, chi era costui???
era uno dei primi 7 diaconi definiti dagli apostoli per fare politica mascherata da “attività sociale benefica”, quella di cui Bergoglio va cianciando a favore dei “confratelli in crimine” islamisti, cioè quelli che secondo la retorica fascista ci starebbero “invadendo”.
Allora, fuori dalle favolette, facciamo un po’ di storia vera. delle tre religioni abramitiche, AV-RA-HAM, la prima ad essere stata “creata” fu quella Giudaica, circa 4mila anni fa (duemila anni prima dell’invenzione di Cristo).
Anche se la religione giudaica sostiene di esistere fin dalla “creazione”, come del resto sostengono anche le altre due, è evidente che fu creata 2000 anni prima della nascita del cristianesimo.
Ora, senza andare troppo nel dettaglio (ma lo faremo), la situazione politica della PALESTINA di duemila anni fa era molto instabile. Il territorio era occupato dalle truppe romane, che in termini religiosi sono decisamente laiche.
Quando Roma conquista un territorio, impone tasse (per costruire sovrastrutture, ma anche, logicamente, per portare ricchezza in città), ma lascia la lingua, gli usi e costumi locali in essere, e soprattutto la religione locale.
Il motivo, estremamente SAGGIO (e che non farà mai praticamente più nessun’altro dopo, il che sarebbe un motivo sufficiente per essere a favore di ROMA invece che “di sinistra o “anticapitalist*”, ma ne riparleremo) è quello di NON creare risentimento nelle popolazioni locali, che possa poi fomentare rivolte.
Motivo logico, militarmente e politicamente, ma “laico avveduto, saggio, perfino “democratico”, diremmo oggi.
I romani però non sapevano ancora di avere a che fare colla peggiore ideologia del male che sia mai sbocciata sul pianeta terra, al cui confronto il nazismo è stato solo un gioco da pallidi imitatori dilettanti.
Quindi in sostanza all’epoca la religione dominante in PALESTINA era il GIUDAISMO, cioè’ la versione ebraica del monoteismo di YHWH, di Dio insomma.
Ma all’interno del giudaismo esistevano varie sette politiche, con sfere ideologiche e di influenza diverse. Tra queste le più forti erano quelle degli ZELOTI, degli ESSENI, dei SAMARITANI, dei FARISEI..
La setta dei BATTISTI ad esempio non si ispirava purtroppo al più grande cantante della storia della musica italiana (oltre a DEMETRIO STRATOS), ma a quel GIOVANNI BATTISTA che molti storici ritengono essere il personaggio storico realmente esistito su cui poi gli “evangelisti” plasmarono l’invenzione della figura di Gesù Cristo, molto anni dopo…
Ora, anzi “allora”, queste sette andavano tutte in giro a fare opera di conversione presso i Giudei più ortodossi, e lo facevano con le tecniche ancora in uso ora, cioè distribuzione di cibo e vestiario, o altri beni, la famosa TECNICA BUONISTA DELLA SOLIDARIETA’ finalizzata politicamente a altro..
Uno di questi, probabilmente mai esistito, o meglio creato a posteriori, era, nella tradizione evangelica degli Atti degli Apostoli, un ebreo ellenico di nome Stephanos, parola che in greco significa CORONA (non la Birra, purtroppo), e che rappresenta appunto la raffigurazione del MARTIRIO (anche Cristo quando trascina la croce sul monte Golgotha infatti indossa la “corona”).
Quindi evidente dalla simbologia, è tutto inventato a posteriori.
Perciò la favola degli Atti degli Apostoli continua raccontando che costui portava cibo, aiuto e sostegni alle vedove greche in palestina, che venivano discriminatate dagli EBREI CATTIVI, a favore delle vedove ebree che ricevevano “approcci e welfare STATALE”.
Quindi un santo, una figura eccezionale, “ovviamente devoto alla causa del cristianesimo” (che peraltro ancora non era stato formulato), e pure il primo a fare MIRACOLI dopo Gesù’ Cristo.
Quindi costui facendo DEL BENE a povere donne PERSEGUITATE DAGLI EBREI CATTIVI, diventa il primo SIMBOLO VIVENTE DELL’ANTISEMITISMO.
La narrativa degli Atti degli Apostoli continua raccontando che a causa di ciò il SINEDRIO, che sarebbe “l’autorità ebraica in territorio palestinese” dell’epoca in seno al governo romano, lo accusa ingiustamente di BLASFEMIA, e lo condanna alla LAPIDAZIONE. perciò costui, probabilmente mai esistito, MUORE COME PRIMO MARTIRE CRISTIANISTA…
Ma martire di cosa??
Semplice, della lotta di questa setta, contro gli EBREI ORTODOSSI del tempo.
In pratica quindi il 26 DICEMBRE si “festeggia” la nascita del preconcetto ANTISIONISTA, della discriminazione dell’odio contro gli ebrei, che dura da duemila anni, e che crea una linea diretta che dalle SETTE CSRISTIANISTE arriva fino al NAZISMO….
E la costruzione falsificata, costruita ad arte di questa narrativa antiebraica, e’ frutto di un’altra linea diretta che da GLI ATTI DEGLI APOSTOLI arriva fino ai PROTOCOLLI DEI SAVI DI SION.
Curioso notare inoltre che in questa narrativa falsificante, costruita davvero ad arte e piena di simbologie esoteriche, si racconta anche che uno dei testimoni della lapidazione del nostro futuro SANTO MARTIRE (ripeto, probabilmente inesistente) STEFANO CORONA (anche un’altro Corona, martire del berlusconismo, potrebbe essere beatificato da Bergoglio, quindi qui glielo suggeriamo ufficialmente, tanto, visto che si santifica la peggio feccia…), sia un membro della setta cristianista dei FARISEI, un certo PAOLO DI TARSO che successivamente diventerà uno dei peggiori criminali della storia del cristianismo, cioè colui che portò per primo questa dottrina TERRORISTA TEOCRATICA E TOTALITARIA di una SETTA PALESTINESE ANTIEBRAICA, proprio a ROMA, dove ci sta come FORZA DI OCCUPAZIONE COLONIALE da circa 2000 anni.
Questo con buona pace della narrativa fascista contro “l’invasione dei migranti islamici”, quando la vera invasione da parte di un corpo estraneo fu proprio quella PALESTINESE che i fascisti tanto amano, insieme in logicissimi termini (VA) ai loro falsi nemici comunisti, coi cui condividono anche L’ODIO PER GLI EBREI, opps, scusate, SIONISTI!!!
E questo perché in termini (VA), tutto esiste in funzione del suo contrario, perché tutto nel COSTRUTTO MAGICO/IDEOLOGICO è esattamente il suo contrario, anche se finge tutt’altro….
E il collante d’unione smascherato dal (VA) del falso dualismo fascismo/comunismo è proprio il terzo incomodo abramitico del GIUDAISMO, il capro espiatorio del cristianismo panarabo (e successivamente del patto dei Fratelli Musulmani tra Islam e Nazismo), rivelatosi nella creazione quindi dell’ANTISEMITISMO.
Ora io mi chiedo sinceramente come faccia la Comunità Ebraica Italiana, e Romana in particolare (e di questa centralità di Roma riparleremo molto presto), ad accettare che IL GIORNO IN CUI SI PRATICAMENTE FESTEGGIA LA NASCITA DELL’ANTISEMITISMO, sia FESTA NAZIONALE RELIGIOSA, sancita dallo Stato italiano.
Anche perché, nota bene, la Festa di Santo Stefano del 26 Dicembre non è un mito arcaico, una “tradizione millenaria” o quant’altro, ma è stata istituita nel non certo lontano 1949!!!!!
E’ necessario quindi un lavoro di decostruzione sul mito delle “radici cristiane dell’Europa”, MAI ESISTITE, perché la realtà invece è che le radici libertarie & libertine, pagane & gaudenti originali greco-romane sono state soppiantate dall’invasione e colonizzazione di una setta terroristica palestinese che nulla ha a che fare con la nostra storia e i nostri valori di vita e libertà (e anche sessualità) più profondi, decisamente anticristianisti!!!
Helena Helena
(VA) – DEE CYBORG
X B@CCO!
ascolto consigliato: Necros Christos – Necromantic Doom (2002) (blackened death doom metal tedesco)"
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VENEZUELA ANTES E DEPOIS DO COMUNISMO ! A IMPRESSIONANTE TRANSFORMAÇÃO "...
Banda Devassa - Rio de Janeiro. (Cultura, Esporte e Lazer). CLUBE MILITAR - RJ. SOCIALISMO DO SÉCULO XXI: "A REALIDADE VENEZUELANA".Gaudêncio Lucena - 04 de fevereiro de 2019. A "Venezuela" foi o primeiro país sul-americano a conquistar sua independência da Espanha, em 1813, pelas mãos de "Simon Bolívar". Em 1922, descobriu-se a primeira grande jazida de petróleo, na cidade de Zulia. Em seis anos, aquele país já era o segundo maior produtor de petróleo do mundo, atrás apenas dos EUA. Durante a segunda grande guerra, foi o maior fornecedor de óleo bruto aos americanos. Em 1945, produzia mais petróleo que todos os países do Oriente Médio juntos. Em 1950, apresentava o quarto maior PIB per capita do planeta. A Venezuela era duas vezes mais rica que o Chile, quatro vezes mais rica que o Japão e doze vezes mais que a China. Em 1960, junto com Arábia Saudita, Irã, Iraque e Kuwait, fundou a OPEP. Em 1990, os venezuelanos eram, na média, um povo rico. Contudo, bolsões de miséria ainda persistiam, como de resto em todos os países da América Latina. Foi aí que, em 1998, surgia um “Salvador da Pátria” que iria acabar com a pobreza do povo: (Hugo Chávez). A partir de 1999 e durante os próximos dez anos, os aumentos do preço mundial do petróleo fizeram de Hugo Chávez um homem muito poderoso e multibilionário, que chegou a influenciar diretamente vários países latino-americanos e até mesmo outros continentes, com suas doações de óleo em troca de “serviços” - (apoio a sua revolução bolivariana). A "PDVSA", estatal do petróleo venezuelana, foi precisamente o instrumento de que Chávez se utilizou para a construção do “seu mundo”. Como uma “vaca leiteira”, a empresa foi usada com "propósitos político-ideológicos", mas também para o luxo e a riqueza do núcleo duro do "chavismo". Em 1999, "Chavez" e "Fidel Castro" assinaram um acordo, pelo qual a (Venezuela remeteria 53 mil barris de petróleo diários para Cuba), em troca do envio de 12 mil “médicos” cubanos para a Venezuela. Essas remessas de petróleo chegaram a 100 mil barris diários, mais que o consumo de toda a ilha caribenha, sendo que Fidel vendia o excedente para outros países (atualmente há cerca de 60 mil cubanos na Venezuela, controlando desde a segurança do presidente Maduro, até as forças armadas e de inteligência). Chávez entregou aos cubanos toda a emissão de passaportes e demais documentos de identificação. >> "Além disso, deixou de investir dinheiro no seu país, para comprar bilhões de dólares em títulos da dívida de países amigos, como Cuba, Argentina, Bolívia e Equador". O "ditador venezuelano", no seu delírio proto-comunista, estatizou todos os setores da agricultura, que foram relegados ao abandono, assim como fábricas de alimentos, supermercados, redes de rádio e TV. (A maioria fechou). O resultado disso foi que, em menos de uma década de "chavismo", a proporção de alimentos produzidos na Venezuela caiu mais de 60% !!!! A partir de 2008, a importação de itens básicos, como remédios e alimentos, foi terceirizada para empresas estatais cubanas, como Alimport, CubaControl e Surimport, que cobram altas taxas de intermediação. "Mais uma forma de financiar a ditadura cubana". No final de 2013, os preços do petróleo começaram a cair, levando a Venezuela a atrasar seus compromissos internacionais. A partir de 2014, com a posse de "Maduro" em função da morte de Chávez, a destruição daquele país se acelerou. A inflação chegou a 700%, e o índice de desabastecimento chega a ser superior a 80%. Em 2017, a inflação chegou a 2.616%, (a maior do planeta). Entre 2015 e 2016, 74% da população perdeu 8 quilos ou mais, em função da fome !!!! No final de 2016, 93,3% dos venezuelanos não tinham como cobrir as despesas com alimentação para garantir uma dieta mínima de 2000 calorias. As pessoas passaram a abandonar seus animais de estimação nas ruas, porque não tinham mais como lhes comprar ração. Esses animais passaram a ser caçados e abatidos para servirem de alimento à população faminta. Nem os animais dos zoológicos foram poupados, bem como os famosos pombos que habitavam as centenas de praças chamadas "Simon Bolívar" em todo o país. Em 2017, a Venezuela teve de aumentar drasticamente sua importação de petróleo, devido ao sucateamento da "PDVSA", cuja direção havia sido entregue aos “cumpanhêros” dos sindicatos. Adivinhem qual é o maior fornecedor de óleo à Venezuela? Sim, o “grande satã” norte-americano. Segundo "Ricardo Haussman", da Universidade de Harvard, a tragédia venezuelana eclipsa qualquer outra da história dos Estados Unidos, Europa Ocidental e do resto da América Latina. Isso sem contar que a Venezuela se tornou um "narco-estado", sendo a maior exportadora da cocaína das FARC e da Bolívia para os cartéis de drogas mexicanos e do norte da África. "Chávez" (enquanto vivo), "Maduro", "Cabello" e toda a cúpula militar venezuelana esteve ou está envolvida com o "narcotráfico". Em 2015, dois sobrinhos de Maduro foram presos no Haiti por agentes da "DEA" americana quando tentavam vender 800 kg de cocaína. Essa é uma breve história de como um "psicopata criminoso" e seus asseclas conseguiram em menos de 20 anos arruinar um dos países mais promissores da América Latina, com sua... "utopia socialista" !@!! P.S. Todas as informações acima foram retiradas do livro “HUGO CHÁVEZ, O ESPECTRO”, do jornalista brasileiro "Leonardo Coutinho", cuja leitura eu muito recomendo. (Banda Devassa-Rio - 10 de fevereiro de 2019).
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El arte de Boris Olshansky
El disfrute de la belleza y del orden, por el mero placer de la contemplación, sin ningún sentido práctico, es quizás uno de los argumentos más elocuentes a favor de la existencia del espíritu. El arte bien entendido viene a ser una fuente de nostalgia, anhelo, inspiración, idealismo y esperanza, la lucha del espíritu por evadirse del orden material y volver a elevarse a lo alto por unos instantes.
El artista que nos ocupa en esta ocasión viene a ser otro pintor ruso, Boris Mijailovich Olshansky, nacido el 25 de Febrero (Piscis) de 1956 en Tambov, una ciudad mediana del oeste de Rusia. Su madre, campesina, sumamente tradicional y devota, tuvo cinco hijos además de él. Su padre era un veterano de guerra herido en combate (la bala de un francotirador alemán le entró por una mejilla y le salió por un ojo) y que disfrutaba del apoyo estatal para gente de su condición.
Aunque se crió durante la época soviética, en la que poco menos que parecía que la historia de Rusia comenzaba en 1917 con la revolución bolchevique, Olshansky escribe que “la misma vida, nuestra mente y nuestra memoria genética, buscan intensamente las fuentes de la cultura y la historia”.
Boris M. Olshansky.
Enseguida apreciaremos los rasgos básicos del arte de Olshansky: nacionalismo ruso, paneslavismo, idealización del pasado proto-eslavo y de los rasgos nórdicos, menciones a los antiguos griegos, vikingos, bizantinos y otomanos, fuerte carga paganizante pero sin renunciar a la fe ortodoxa, concepción de Rusia como un muro de contención ante las hordas asiáticas, importancia de la Naturaleza, ausencia total de “ideales modernos”, etc. A diferencia del ya visto Konstantin Vasiliev ―que hizo algunos guiños al “comunismo patriótico”―, la obra de Olshansky carece totalmente de simbología soviética.
Este arte no parece gran cosa si lo comparamos con el Renacimiento, con el Siglo de Oro español o con la época victoriana, pero hay que recordar que estamos en el Siglo XXI, el siglo de la globalización capitalista neoliberal, de la humanidad-masa, de la vulgarización, del gran asalto de la materia inerte (sin espíritu) sobre la materia viva (con espíritu) y en la disolución de toda forma de tradición.
Por tanto, es notable que aun existan personas volcadas en producir arte de verdad y no basura abstracta que sólo sirve para establecer “fundaciones” privadas, exposiciones y museos de “arte moderno”, donde un público descerebrado y esnob se dedica a contemplar con devoción excrementos enlatados, escombros fundidos, vacas mutiladas o salpicaduras de pintura hechas por algún cocainómano. Además, en torno a estas instituciones de “arte moderno” han florecido importantes negocios de lavado de enormes cantidades de dinero negro ―procedente del narcotráfico, la trata de blancas, el tráfico de armas y de órganos, la especulación, etc.
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