#primeros platos
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maralva-blog1 · 2 months ago
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Pepinos rellenos de cuscús y  pasas
Ingredientes para cuatro personas : 4 gambas cocidas peladas y picadas Dos pepinos Un pimiento rojo Una zanahoria 150 gramos de cuscús Una ramita de menta Pimienta Sal Aceite 8 uvas 🍇 pasas Preparación  : Lava los pepinos  , de largo corta por la mitad , y después corta de  ancho en tres partes , retira la pulpa y reserva la parte exterior  . Pon las pasa de remojo en agua templada…
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miky59-blog · 4 months ago
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Курица с лимоном в пиве. Pollo con limón a la cerveza.
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wachi-delectrico · 11 months ago
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Fuera de joda si alguien del GBA/AMBA tiene alguna data de lugares que busquen contratar pasen la info, que no aguanto más vivir en esta casa con el marido de mi vieja
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manaosdeuwu · 1 year ago
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me cansé de ser buena onda
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littlemoonless · 13 days ago
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Simon "Ghost" Riley × M!reader
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Ghost a veces no entiende como puedes ser alguien bastante inteligente y al mismo tiempo un completo idiota en cosas tan obvias.
Cierto día tuvo la gran fortuna de estar en primera fila viendo a un soldado que intentaba coquetearte. Tu rostro solo podía expresar confusión y sonreías incómodamente mientras lo escuchabas, y Simon sabía que no estabas comprendido ni pizca de sus acciones.
"A veces me pregunto si alguna vez saliste con alguien." Te dijo el teniente quien se había sentado frente a ti durante el almuerzo.
Levantaste la vista de tu plato y con tu confusión habitual le respondiste. "¿A que se debe la pregunta?"
Ghost solo gruñó entre dientes, recordando con vacilación un par de situaciones en las que notaba desde lejos a compañeros de trabajo intentando algo contigo y, desde su perspectiva, tú eras completamente ajeno a lo que pasaba.
"Ya he visto suficientes ocasiones de distintas personas diciéndote indirectas." Contestó con un resoplido. "Y lo máximo que haces es quedarte ahí parado haciendo absolutamente nada. Ni te das cuenta cuando literalmente están coqueteando contigo."
"Ellos no son directos, ¿Qué culpa tengo si lo primero que hacen es empezar una charla amistosa de trabajo?" Dijiste agitando tu tenedor de un lado a otro. No es que fueras totalmente inocente de lo que hacen, simplemente entiendes mejor cuando las cosas son directas y sin rodeos.
"Se le llama tantear, nadie va a decirte directamente que le gustas, menos en un lugar como este." Contradijo Ghost, apenas lograste ver cómo ponía los ojos en blanco ante tu respuesta.
"Ay, pues que mal que sean unos cobardes y no se atrevan a ser directos." Dejaste en evidencia la ironía en tus palabras, y regresaste a tu plato de comida.
"Eres demasiado idiota, sabes?"
"Y tú te preocupas demasiado."
Fin.
No suelo publicar mis mini historias por aquí, pero pensé que sería buena idea mientras escribo los One-shots largos, jsjs.
Gracias por leer, os quiero. 🐯🌹
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rhactividades · 19 days ago
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ACTIVIDAD #001: la inauguración del laberinto de raven's heart club.
LOCACIÓN: Jardín de Raven's Heart Club.
CÓDIGO DE VESTIMENTA: Semi-formal.
FECHA: 18 de Enero de 2025.
CLIMA: 6° C.
El Raven's Heart Club, un espacio exclusivo donde se dan cita las familias más influyentes de la región, ha preparado para sus miembros un evento que promete algo de entretenimiento. El laberinto inaugurado esa tarde en el jardín será el centro de la actividad de hoy: un concurso en el que deberán adentrarse en su intrincado recorrido para llegar al final.
El jardín, un vasto espacio verde que se extiende más allá de lo que los ojos pueden ver, se ha preparado para recibir a los asistentes. El laberinto, una estructura de arbustos perfectamente podados que se elevan en varias alturas, formando pasillos complejos que desafían la orientación.
A un lado, una piscina brilla con tonos azules que, a pesar de su belleza, se encuentra inutilizada debido al clima frío propio de Suiza en esta temporada. Aunque el agua invita a sumergirse, el clima no lo permite, y las sombrillas blancas que bordean la piscina apenas ofrecen refugio ante las nubes oscuras que se desplazan lentamente por el cielo. Camareros elegantes circulan entre los grupos, ofreciendo copas de champán y cócteles sofisticados, mientras que algunas mesas dispersas están dispuestas con delicadas charlas y platos exquisitos.
Los murmullos de las conversaciones se rompen cuando la voz de Astor Caldwell, presidente actual de La Sociedad, resuena a través del micrófono que sostiene en su mano.
—¡Bienvenidos a todos y gracias por estar aquí! —anunció el presidente con una amplia sonrisa y un gesto de bienvenida. —Hoy tienen la oportunidad de ser los primeros en enfrentarse a este impresionante laberinto que acaba de abrir sus puertas en nuestros jardines. Algunos de ustedes quizás ya han visto otros laberintos, pero les aseguro que este es especial.—
—Ahora bien, el objetivo de este concurso es simple: deberán entrar al laberinto y encontrar la salida —dijo, observando a los invitados para asegurarse de captar su atención. —El primero que logre salir será el ganador, pero... —pausó dramáticamente, sonriendo un poco— lo mejor está por venir. El premio... bueno, eso lo conocerán al final, cuando terminen.
Nikkita, la organizadora de las actividades del club, a su lado, tomó su momento para hablar. —Antes de comenzar, queremos asegurarnos de que todos estén listos. —La organizadora levantó una mano, como si pidiera calma. —Deben seguir unas reglas: no está permitido hacer trampa ni usar dispositivos electrónicos que puedan guiarlos. Se trata de poner a prueba su mente, su paciencia y, por supuesto, su destreza para navegar por el laberinto. Les daremos unos minutos para que se preparen y luego los invitaremos a entrar.
Nuevamente, se escucharon murmullos de distintas conversaciones. Algunos eran emocionados, otros más cautelosos, y otros simplemente hablaban entre sí sobre lo que podría depararles el laberinto.
—Ah, y una última cosa, que es muy importante. —Nikkita se acercó nuevamente al micrófono. —Este es un desafío individual, así que todo depende de ustedes. ¡El laberinto los espera! ¡Diviértanse!
Uno a uno, los participantes comienzan su recorrido, pero todos saben que el verdadero desafío no será solo encontrar el camino, sino enfrentarse a los secretos que los unen a todos en este lugar, algunos demasiado oscuros para ser desvelados… o quizás, demasiados para ser ignorados.
Instrucciones IC para la actividad:
Todos los participantes deben ingresar al laberinto y tratar de llegar a la salida antes que los demás.
El primero en llegar a la salida recibirá un premio, cuyo valor y naturaleza se revelarán al finalizar el juego.
Las interacciones entre los participantes son libres, pero recuerden, el concurso es individual y no deben ayudarse mutuamente.
INFORMACIÓN OOC:
¡Buenas tardes, cuervos! Les traemos la primera actividad del grupal, que esperamos que disfruten tanto como nosotras lo hicimos al planearla. Les pedimos que, por favor, lean los siguientes puntos para evitar dudas. Aunque, en caso de que las tengan, nuestro buzón está siempre abierto para responderlas.
Los personajes llegaron a Lautersee hace cinco días y este es el primer evento en donde se reúnen todos desde su llegada. Les recordamos que las relaciones preestablecidas entre personajes que no sean de la misma familia no están permitidas.
El evento es exclusivamente para los miembros de La Sociedad y sus familias. Todos los personajes recibieron un sobre personalizado con una invitación al cóctel de inauguración del laberinto, sin embargo, desconocían el concurso hasta que el presidente lo anunció.
Los únicos participantes en la búsqueda de la salida serán sus personajes. Los padres y abuelos no participarán, a pesar de encontrarse presentes.
El laberinto es bastante confuso, pero no tiene ningún obstáculo que pueda herir físicamente a los personajes. ¡Cuidado con los tramos largos que los llevarán a pasillos sin salida! Podrían quitarles tiempo.
Les hemos desbloqueado el apartado de las instalaciones del club, pero solo serán unos cuantos lugares los que podrán incluir en sus conversaciones, por si desean ubicarlos en otro lugar además de lo que hemos descrito dentro del jardín:
Jardín.
Laberinto.
Invernadero.
Área para niños.
Piscina exterior.
Pueden establecer sus starters antes de ingresar al laberinto o ya dentro de él, pero les pedimos que no lo hagan una vez que hayan terminado el recorrido o encontrado la salida, ya que decidiremos al ganador a través de un tiro de dados por Discord, un par de días antes de que termine la actividad.
Aclaramos que IC, es obligatorio que los personajes ingresen al laberinto, pero el tiro de dados será totalmente opcional. Más adelante encontrarán una encuesta para que decidan si participan o no.
Tipo de starters: starters abiertos reblogueados desde el blog de starters (@rhstarters). Para abrir un starter, es necesario haber respondido previamente tres. Por el momento, no hay posibilidad de starters grupales ni privados.
Duración de la actividad: 10 días, finalizando el 28 de enero.
¡Son libres de compartir las vestimentas de sus personajes! Tuvimos un pequeño inconveniente para permitirles el acceso al blog de ediciones, pero les enviaremos los enlaces tan pronto como lo solucionemos.
Les pedimos que mantengan la opción de anónimo desactivada en todo momento de sus buzones. ¡Que se diviertan!
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pumpkinp1es · 3 months ago
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ˡᵃ ᶜᵒᵐⁱᵈᵃ ˢᵉ ˢⁱᵉⁿᵗᵉ ᶜᵒᵐᵒ ˢⁱ ᶠᵘᵉʳᵃ ᵛᵉⁿᵉⁿᵒ
🫐🫐🫐
Me siento en la mesa de la cocina frente a ese enorme plato de comida, lleno de grasa y de calorías que me costará mucho quemar. Me quedó viendo el plato mientras lentamente tomo los cubiertos para tomar un poco de comida. Puedo notar la manera en que mi familia me observa, expectantes, esperando que me lleve esa comida a la boca y mastique hasta tragar.
“No tengo hambre” dije tres veces seguidas mientras mi madre me insistía molesta que fuera a comer.
“¿Que comiste?” “¿Porque no tienes hambre?” “¿No vez lo flaca que estás? Ven a comer de una vez por todas”
Esas y mil frases más salen de su boca asegurando que soy un esqueleto.
La báscula no dice lo mismo.
La cinta con la que medi mi cintura una y otra vez no dicen lo mismo.
Esa ropa talla m que me hace ver como un costal de papas no dice lo mismo.
Mi cuerpo esta lleno de grasa que me envenena y me enferma para no poder ser perfecta, veneno que mi familia me obliga a consumir una y otra vez a pesar de que soy un cerdo obeso.
Mire el trozo de comida en mi tenedor una vez más. Mínimo 100 calorías por bocado.
“Recordé que tengo tarea” dije mientras me levantaba de la mesa para ir a mi habitación con mi plato en mano. Nadie me reprochó nada ya que "comería ahí".
Primero muerta que seguir consumiendo ese maldito veneno que me hace parecer una vaca.
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silvertice · 2 months ago
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Flicker.
Logan (2017) x female reader.
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Summary: Sumido en la monotonía y el enfado, sentía que ya no vivía, solo existía. Pero un día la vió, y por primera vez en mucho tiempo, encontró algo bonito y esperanzador en su vida. A pesar de sentir que no lo merece, no puede dejar de ignorarlo, actuando como un viejo amargado.
Category: Angst, Slow Burn, Forbidden Love, Emotional Struggle, Healing, Self-Discovery {TW}: Age Gap, Internal Struggle, Self-Doubt, Mentions of Violence, Isolation, Toxic Behavior, Unresolved Trauma
El sol apenas se filtraba por las grietas oxidadas de la persiana, bañando la habitación con un resplandor apagado, como si el mundo también estuviera cansado. Logan se levantó del sillón con un gruñido bajo, sintiendo cómo sus huesos protestaban con cada movimiento. No era nada nuevo. El dolor siempre estaba ahí, constante, un recordatorio de que su cuerpo seguía vivo aunque su espíritu no. Ese día no tenía nada planeado, como siempre. La rutina era una niebla pesada que lo envolvía, y Logan se había rendido a ella hacía mucho tiempo.
Había aprendido a no esperar nada de los días. Era más fácil así. Cada jornada se deslizaba como arena entre los dedos, insignificante, olvidable. Pero ese día fue distinto. Logan lo sintió primero en el aire, en cómo el viento se colaba entre las grietas de la vieja puerta del motel, trayendo consigo un aroma que no reconocía. Levantó la cabeza, frunciendo el ceño. Había algo ahí, algo diferente, como un leve cosquilleo en el borde de su conciencia. Era irritante. Molesto. Y, aun así, no pudo ignorarlo.
El motor de la vieja limusina rugió débilmente cuando Logan giró la llave. Era uno de esos días en los que su paciencia ya estaba agotada antes de siquiera empezar. Salió del motel sin mirar atrás, pero al girar hacia el estrecho estacionamiento, algo captó su atención. Ella apareció como un fantasma entre las sombras del edificio, cerrando la puerta de una habitación apenas iluminada. Llevaba un uniforme de mesera, algo arrugado, como si el día hubiese sido tan largo como el suyo. Su cabello desordenado caía sobre su rostro cansado, pero no ocultaba del todo esa belleza que parecía hecha para destacar incluso en un lugar tan miserable como aquel.
Logan se detuvo sin darse cuenta. Ella alzó la vista, y por un instante, sus miradas se encontraron. Había algo en sus ojos, una intensidad que lo atravesó. No supo si era curiosidad, desafío, o simplemente un rayo de humanidad en el lugar más inesperado. Entonces, ella sonrió, apenas un gesto, pero lo suficiente para hacer que él apartara la mirada y apretara el volante con más fuerza de la necesaria.
El plan inicial de Logan era quedarse solo unos días, lo suficiente para cumplir con los encargos de su jefe y seguir adelante. Pero las semanas comenzaron a alargarse, y la limusina se convirtió en su excusa perfecta para no pensar demasiado en el próximo paso. Aquella noche, regresó al motel tarde, cansado y con las manos aún oliendo a cuero y cigarrillos viejos. El estacionamiento estaba casi vacío, y el aire frío lo envolvió mientras se dirigía a su habitación.
Fue entonces cuando la vio de nuevo. Subía las escaleras con una bandeja en las manos, equilibrando cuidadosamente un par de platos cubiertos. Su cabello, ahora recogido, dejaba ver el cansancio en su rostro, pero también ese brillo natural que Logan había notado antes. La observó desaparecer en una de las puertas del pasillo, y algo en su interior, algo que llevaba años apagado, se agitó débilmente.
Se encerró en su habitación y dejó caer el cuerpo sobre la cama. El silencio era pesado, roto solo por el zumbido del ventilador. Sus ojos se clavaron en el teléfono de la mesita. Podría llamar a recepción, pedir algo, lo que fuera. No tenía hambre, pero quería verla otra vez, aunque fuera por unos segundos. Se frotó el rostro con las manos, sintiéndose ridículo. "Eres un viejo imbécil", murmuró para sí mismo, pero sus dedos ya estaban marcando el número.
El teléfono sonó un par de veces antes de que alguien atendiera. Logan pidió algo simple, casi al azar, solo para llenar el silencio. "Un café. Negro." Su voz salió más áspera de lo usual, como si hasta eso lo delatara. Colgó antes de arrepentirse, mirando su reflejo en el espejo del baño. Su cabello estaba enmarañado, las canas en su barba más prominentes que nunca. Soltó un bufido. "Ridículo..."
Abrió el grifo y se echó agua fría en el rostro, dejando que las gotas recorrieran su piel cansada. El frío lo despertó un poco, pero no lo suficiente para sacarlo de ese extraño nerviosismo que se había instalado en su pecho. Tomó la vieja afeitadora de su neceser, pensando que al menos podía intentar domar el caos en su barba.
Estaba terminando de arreglarse cuando un golpe seco en la puerta lo sobresaltó. Su mano tembló apenas un segundo, pero fue suficiente para que la cuchilla rozara su piel. "Mierda", murmuró entre dientes, viendo la fina línea de sangre que empezaba a formarse en su mejilla. Otro golpe, más insistente, lo hizo apresurarse. Se enjuagó rápidamente, ignorando el ardor, y salió del baño con una toalla en la mano, listo para abrir.
Logan abrió la puerta sin mucha ceremonia, todavía secándose la cara con la toalla. Ahí estaba ella, sosteniendo la bandeja con el café que había pedido, su expresión entre neutra y amable, aunque había un leve brillo de curiosidad en sus ojos al verlo. Su mirada bajó un segundo al pequeño corte en su mejilla, y luego volvió a encontrarse con la de él.
—Aquí está su café. —dijo, su voz calmada pero con un toque de cansancio que no lograba opacar lo natural de su tono.
Logan asintió, tomando la bandeja de sus manos con una torpeza que lo irritó consigo mismo. Había pasado mucho tiempo desde que alguien lo había hecho sentir así, tan expuesto.
—Gracias —murmuró, su voz más baja de lo habitual. Se detuvo un momento, buscando algo más que decir, pero las palabras no llegaban. Ella, sin embargo, no parecía apresurada por irse.
—¿Se cortó? —preguntó, señalando con un leve gesto su mejilla.
Logan llevó los dedos al corte, sintiendo el escozor. Bufó, una mezcla de vergüenza y frustración.
—Nada grave —respondió, encogiéndose de hombros.
Ella esbozó una sonrisa, una de esas que parecían a la vez ligeras y sinceras. Había algo en esa expresión que hizo que Logan desviara la mirada, incómodo con la intensidad que crecía entre ambos en ese pequeño espacio de tiempo.
—Bueno, espero que disfrute su café —añadió ella antes de dar un paso atrás, como si esperara su permiso para irse.
Pero Logan, por primera vez en años, sintió que no quería que se marchara tan pronto.
Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Logan seguía sosteniendo la puerta abierta, sus ojos oscuros fijos en ella, intentando descifrar qué era lo que lo tenía tan inquieto. La chica se quedó inmóvil, como si estuviera esperando algo, y luego su mirada se posó nuevamente en su mejilla. La sangre comenzaba a deslizarse lentamente hacia su mandíbula, un contraste llamativo contra su piel curtida.
Sin pensarlo demasiado, ella dio un paso adelante. —Si me deja, puedo curarlo. Podría infectarse. —Su tono era suave, pero había algo decidido en sus palabras.
Logan frunció el ceño. —No es necesario. —Su voz salió más brusca de lo que pretendía, casi un gruñido. Al instante notó cómo ella se tensaba, su incomodidad evidente en el ligero cambio de postura. Logan apretó los dientes, odiándose por su reacción.
—Perdón —murmuró, su tono más relajado ahora—. Si quieres, adelante. Pero no voy a pagarte por eso.
Ella soltó una pequeña risa, que sonó más sincera de lo que él esperaba. —No se preocupe, no voy a cobrarle. Será rápido.
Antes de que pudiera decir algo más, ella dejó la bandeja a un lado y sacó de su bolsillo un pequeño botiquín, una de esas cosas que probablemente llevaba consigo por costumbre. Logan observó cómo lo abría con movimientos precisos, y por un segundo, el silencio que se creó entre ellos no se sintió incómodo, sino extraño... casi íntimo.
Logan se sentó en el borde de la cama, sintiendo el colchón ceder bajo su peso. Ella se colocó frente a él, sacando un pequeño frasco de desinfectante y un algodón. La cercanía le resultaba extraña, incómoda y, al mismo tiempo, imposible de ignorar. Cuando el algodón presionó suavemente sobre el corte, un leve ardor lo hizo fruncir el ceño.
—¿Cómo sabes hacer esto? —preguntó, su voz ronca y algo cortante, aunque más por costumbre que por intención real.
—Estudié enfermería un par de años —respondió ella sin levantar la vista, concentrada en limpiar la herida. Sus movimientos eran meticulosos, casi profesionales, como si el tiempo no hubiera desgastado lo que había aprendido.
Logan soltó un leve bufido, más para sí mismo que para ella. — Es solo un rasguño. Ni siquiera deberías molestarte.
Ella levantó la mirada un momento, con una expresión entre curiosa y divertida. — Bueno si me molestara no te hubiera dicho de hacerlo.
El comentario lo golpeó con una especie de dulzura y ternura, y algo en su interior se revolvió.  Mientras ella volvía a concentrarse en su trabajo, Logan dejó que su mirada vagara por su figura. El uniforme de mesera, a pesar de su simplicidad, se ajustaba perfectamente a su cuerpo, realzando curvas que no había notado antes.
Trató de apartar la vista, de distraerse, pero sus ojos volvían a ella casi por voluntad propia. Se maldijo en silencio por mirarla de esa manera. No era correcto, no debería hacerlo, pero había algo en ella que lo atrapaba. Una belleza natural, casi etérea, que contrastaba con el cansancio reflejado en su rostro.
Logan apretó los dientes, buscando controlar sus pensamientos. Ella no merecía ser objeto de su mirada, mucho menos de los pensamientos que empezaban a rondar en su mente.
Cuando ella terminó de limpiar y desinfectar la herida, guardó el algodón y el desinfectante con calma, sin prisa. Alzó la mirada nuevamente y, por primera vez, se permitió observarlo de cerca. La distancia entre ambos era mínima, apenas unos pasos, y eso le dio la oportunidad de notar cosas que antes no había percibido.
Las facciones de Logan hablaban de su historia. La edad era evidente en las arrugas que surcaban su frente y el contorno de sus ojos, pero había algo en esa imperfección que no resultaba desagradable. Era un rostro descuidado, sí, marcado por el tiempo, pero eso le daba un atractivo particular, casi crudo, como si llevara consigo la esencia de alguien que había vivido más de lo que deseaba.
Y luego estaban sus ojos. De un tono verdoso ya casi cafés, pero profundamente expresivos, como un reflejo de todo aquello que no se atrevía a decir. Era fácil perderse en ellos, y por un instante, ella lo hizo. Se dio cuenta de que estaba mirándolo más de la cuenta y sonrió, un gesto pequeño, casi tímido, como si intentara disimular su distracción.
Logan, que había estado evitando fijar la mirada en ella, notó el cambio. Ese pequeño gesto, esa sonrisa, lo dejó inquieto. No sabía qué significaba, pero podía sentir cómo el ambiente entre ellos se volvía más pesado, más difícil de ignorar.
—Listo —dijo ella, su voz suave, como si no quisiera romper del todo el momento—. Eso debería bastar, pero si siente que molesta más tarde, avíseme.
Sin darse cuenta, su mirada volvió a encontrarse con la de él, y ambos quedaron atrapados en ese intercambio silencioso, donde las palabras no eran necesarias.
Ella se giró hacia el pequeño cesto de basura junto a la cama para tirar los restos del algodón y el envoltorio del desinfectante. Al inclinarse un poco, algo captó su atención: una placa metálica sobresalía entre los desperdicios. Estaba sucia y algo desgastada, pero claramente visible. Al mirarla con más detalle, pudo leer un nombre grabado en ella: Logan.
Se enderezó lentamente, sosteniendo la placa entre sus dedos. Había algo en ese objeto, en su peso y en la frialdad del metal, que parecía contar una historia. Giró hacia él, levantándola apenas para que la viera.
—¿Es suya? —preguntó con curiosidad, sus ojos fijos en los de él.
Logan la miró, y algo en su expresión cambió. No era exactamente enojo, pero había una dureza en su rostro, como si esa pequeña placa desenterrara algo que prefería mantener enterrado. Se puso de pie, acercándose para tomarla de su mano con cuidado, casi con reverencia.
—Sí —respondió después de un momento, su voz baja y áspera. Guardó la placa en el bolsillo de su chaqueta sin añadir nada más, como si eso bastara para cerrar el tema.
Ella lo observó en silencio, notando cómo apretaba los labios, claramente incómodo con la situación. No quería insistir, pero la curiosidad seguía latiendo en su interior. Había algo en él, algo más allá de lo que dejaba ver.
—Es un bonito nombre —dijo finalmente, rompiendo el silencio.
Logan dejó escapar un leve bufido, más una reacción automática que algo genuino. —Bonito, tal vez. Pero eso no significa nada.
El peso de sus palabras cayó entre ellos como una barrera, pero ella no retrocedió. En cambio, volvió a esbozar esa pequeña sonrisa que, por alguna razón, comenzaba a desarmarlo.
Ella observó la taza de café sobre la mesita de noche, ahora casi fría, con una ligera mueca de desaprobación. Se acercó a la mesa y la señaló suavemente.
—Seguro ya se enfrió, pero... cuando quiera, puedo traerle otro. —El tono de su voz, aunque casual, llevaba algo más. Un leve matiz que parecía sugerir que, tal vez, habría un segundo reencuentro, algo más que una simple visita ocasional.
Logan la miró en silencio, sin saber si debía responder o simplemente dejar que esas palabras se quedaran en el aire. Pero antes de que pudiera decidir qué hacer, ella ya estaba de pie, recogiendo sus cosas con movimientos tranquilos.
—Bueno, ya me voy. —Su voz, ahora más suave, apenas un susurro, se despidió con una ligera sonrisa antes de dar un paso atrás, dejando el espacio entre ellos aún más palpable.
Logan la observó irse, el sonido de sus pasos desapareciendo en el pasillo, pero algo en la atmósfera había cambiado. Él se quedó allí, sentado en la cama, con la mente revuelta por esa última frase, por la insinuación que ella había dejado flotando entre ellos.
No estaba seguro de lo que realmente había querido decir, pero algo en su interior le decía que no era algo que pudiera ignorar tan fácilmente.
Con un suspiro, miró la taza de café y luego, sin darse cuenta, pasó su mano por su barba canosa, reflexionando en silencio sobre todo lo que había sucedido.
Los días transcurrieron lentamente para Logan. A veces, mientras caminaba hacia su trabajo o cuando estaba de regreso en el motel, veía a la chica pasar. Él la reconocía al instante, por su paso ligero, por esa sonrisa que le dirigía cada vez que sus miradas se cruzaban, una sonrisa que él no sabía si correspondía a un simple gesto o a algo más. A veces, cuando la veía, se debatía con la idea de llamarla de nuevo, de romper el silencio que se había interpuesto entre ellos después de su última conversación. Pero siempre, al final, se mantenía firme, alejándose del impulso.
Se decía a sí mismo que ya estaba demasiado grande para estos juegos, para las complicaciones emocionales que una chica como ella podría traer. Se sentía como si estuviera demasiado lejos de ese mundo, como si los años que había vivido lo hubieran colocado en un sitio donde las cosas simples, las sonrisas y los reencuentros, ya no tenían cabida. Y, sin embargo, había algo en ella que lo llamaba, algo que le hacía dudar, que lo hacía sentirse vulnerable de una manera que no quería aceptar.
Cada vez que ella le sonreía desde lejos, él desviaba la mirada y apretaba los dientes, como si esa pequeña muestra de amabilidad fuera una tentación demasiado peligrosa. La idea de acercarse a ella lo incomodaba, pero la atracción que sentía hacia ella seguía ahí, oculta bajo capas de indiferencia y autocompasión.
Logan suspiraba, sintiendo el peso de su indecisión. Si bien su mente le decía que lo mejor era seguir ignorándola, algo dentro de él comenzaba a desear lo contrario. Pero esa lucha interna no parecía tener fin.
Una noche, después de un largo día de trabajo al volante, Logan decidió entrar al pequeño restaurante del motel. No era su primera opción para cenar, pero el hambre y el cansancio lo convencieron de que no había tiempo para buscar algo mejor. El lugar era modesto, con mesas de madera gastada y una iluminación cálida, pero tenue. Apenas cruzó la puerta, sus ojos la encontraron.
Allí estaba ella, moviéndose con soltura entre las mesas, una bandeja en equilibrio sobre una mano mientras entregaba pedidos con una sonrisa tan natural como desarmante. Llevaba el mismo uniforme de mesera que había notado días atrás, ceñido a su figura de manera sencilla pero que lograba llamar su atención sin esfuerzo.
Logan pensó en girarse y salir, pero antes de que pudiera reaccionar, ella lo vio. Su mirada se encontró con la de él, y esa sonrisa que tanto intentaba ignorar apareció de nuevo, iluminando su rostro.
—¡Bienvenido, Log! —dijo con una entonación juguetona y carismática, haciendo que su nombre sonara más familiar de lo que a él le gustaría.
Logan arqueó una ceja, cruzando los brazos mientras ella pasaba a su lado con la bandeja en alto. Esa informalidad lo tomó por sorpresa, pero algo en su tono, en la forma despreocupada en que lo dijo, lo desarmó más de lo que quería admitir.
—¿Así me llaman ahora? —respondió, su voz más áspera de lo que pretendía, aunque con un leve atisbo de humor.
Ella se detuvo por un momento, girándose hacia él con una sonrisa aún más amplia. —¿Prefiere que le diga "señor Logan"? —preguntó, inclinando la cabeza con un toque de ironía.
Él negó con la cabeza, soltando un suspiro y acercándose a una mesa vacía. —No me llames nada, solo haz tu trabajo.
—Como diga, señor. —Guiñó un ojo antes de girarse y seguir con su camino, dejando a Logan allí, sintiendo que algo en su interior se revolvía.
Logan comió en silencio, intentando ignorar las miradas furtivas que ella le lanzaba entre mesas mientras seguía atendiendo. El restaurante se fue vaciando poco a poco, y para cuando terminó su plato, el ambiente se había vuelto más tranquilo, casi íntimo. Se levantó de su asiento, llevando consigo el plato vacío hacia el mostrador, donde ella estaba ocupada anotando algo en una libreta.
—¿Todo bien con la comida? —preguntó ella, mirándolo con una sonrisa amable.
—Sí, estuvo bien. —Logan dejó el plato en la barra y sacó la billetera para pagar.
—¿Algo más para esta noche? —su voz tenía ese tono que empezaba a reconocer: ligero, despreocupado, pero con un trasfondo que lo hacía sentir bajo un reflector.
Logan titubeó un momento antes de decir: —Un café.
Ella asintió, girándose para prepararlo. —¿Lo quiere aquí o... prefiero llevárselo a su habitación? —El guiño que acompañó la pregunta era sutil, pero lo suficientemente evidente como para que él lo notara.
Se aclaró la garganta, desviando la mirada mientras sacaba un billete del bolsillo. —A la habitación, por favor.
—Como diga. —Ella tomó el dinero y se lo guardó con rapidez, mientras llenaba una taza humeante con café recién hecho. —Estará allí en un minuto.
Logan asintió y se dirigió hacia la salida del restaurante, sintiendo cómo su presencia lo seguía como una sombra cálida. Cada vez que interactuaban, la barrera que había intentado construir entre ellos parecía desmoronarse un poco más, y no estaba seguro de si debía resistirse o simplemente dejarse llevar.
Unos minutos después, el sonido de un golpe suave en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Logan se levantó de la cama, ajustándose la camisa por puro reflejo antes de abrir. Allí estaba ella, con su sonrisa inconfundible y, para su sorpresa, sosteniendo no una, sino dos tazas de café en una pequeña bandeja.
—¿Dos cafés? —preguntó él, arqueando una ceja mientras sus ojos pasaban de las tazas a su rostro.
Ella le devolvió una mirada despreocupada, como si su elección fuera lo más natural del mundo. —Pensé que tal vez le vendría bien algo de compañía. —Levantó un poco la bandeja con una sonrisa ladeada.
Logan suspiró, cruzando los brazos mientras evaluaba la situación. No estaba acostumbrado a que alguien tomara ese tipo de iniciativas con él, y mucho menos de esa manera tan directa.
—¿Así de simple, eh? —murmuró, aunque no pudo evitar que un leve tono de curiosidad se filtrara en su voz.
—Así de simple. —Ella dio un paso al frente, dejando la bandeja sobre la mesita junto a la puerta, y luego se giró hacia él. —Pero si prefiere estar solo, puedo irme.
Logan negó lentamente con la cabeza, cerrando la puerta detrás de ella. —No es eso... Solo no estoy acostumbrado.
—Bueno, entonces será una experiencia nueva. —Le tendió una de las tazas antes de tomar la suya propia y darle un sorbo, manteniendo sus ojos en él con una mezcla de desafío y calidez.
El silencio que siguió no fue incómodo, sino denso, lleno de esa tensión inexplicable que parecía surgir cada vez que estaban cerca. Logan tomó su taza, sin apartar la mirada de ella, sintiendo que algo en su interior cedía poco a poco.
Tomó un sorbo de su café, dejando que el calor recorriera su garganta antes de fijar su mirada en ella. Había algo en su actitud, en su forma de moverse con tanta naturalidad, que lo descolocaba. Y esa sonrisa, siempre ahí, como si supiera algo que él no.
—¿No te molesta? —preguntó de pronto, rompiendo el silencio.
Ella frunció ligeramente el ceño, confundida. —¿Qué cosa?
Logan apoyó la taza en la mesita, cruzando los brazos mientras sus ojos vagaban por el suelo, buscando las palabras. —La diferencia de edad.
Ella lo miró, sus labios curvándose en una sonrisa suave. Se recargó en el marco de la ventana, sosteniendo su taza entre las manos.
—¿Por qué debería molestarme? —respondió con un tono despreocupado.
—No sé… —Logan se encogió de hombros, su voz grave cargada de una mezcla de inseguridad y escepticismo. —Podrías pensar que es raro. Que no tiene sentido.
Ella dejó la taza sobre el alféizar y lo miró directamente, con una intensidad que lo hizo sentir expuesto. —Creo que lo único raro sería que tú te lo creyeras.
Logan se quedó en silencio, sin saber qué responder. Había esperado una respuesta diferente, quizás algo más superficial o distante, pero sus palabras lo golpearon con una fuerza inesperada.
—Además —añadió ella, con un toque de diversión en su voz—, no es como si yo estuviera aquí preocupándome por lo que piensen los demás.
Él soltó una risa baja, seca, mientras sacudía la cabeza. —Tienes una manera de simplificar las cosas.
—A veces la vida es más simple de lo que queremos admitir, Log. —Su voz se suavizó al decir esto, y esa familiaridad al usar su nombre volvió a desarmarlo.
El silencio volvió a llenar la habitación, pero esta vez no era incómodo. Era como si cada palabra dicha antes hubiera dejado una marca en el aire. Ella dio un paso hacia él, su mirada clavada en la de Logan, llena de algo que él no supo interpretar del todo: curiosidad, ternura, quizá incluso desafío.
Sin pensarlo demasiado, ella levantó una mano y la posó suavemente sobre su mejilla. Sus dedos rozaron la barba áspera, canosa, deteniéndose apenas para sentir la textura.
—¿Siempre has sido tan terco? —preguntó, su voz apenas un susurro mientras lo miraba, como si quisiera desentrañar lo que se escondía detrás de esos ojos.
Logan no se movió al principio, su cuerpo rígido como una roca bajo el toque de ella. Su mirada bajó hacia la de ella, capturando cada detalle de su rostro: la curva de sus labios, el brillo en sus ojos, la calidez en su expresión. Algo dentro de él pareció tambalearse.
Pero entonces, con un leve movimiento, Logan se apartó. No fue brusco, pero sí lo suficiente para marcar una distancia.
—No deberías hacer eso. —Su voz sonó más dura de lo que había planeado, aunque el peso de sus propias palabras le cayó encima como una losa.
Ella bajó la mano lentamente, sin dejar de mirarlo. Había algo en su mirada, una mezcla de decepción y comprensión, que lo hizo sentirse peor.
—¿Por qué no? —preguntó, sin reproche, solo curiosidad genuina.
Logan negó con la cabeza, llevándose una mano a la nuca mientras se giraba ligeramente hacia la ventana. —Porque no soy alguien con quien debas involucrarte.
Ella dejó escapar una risa suave, como si esa respuesta no fuera suficiente para disuadirla. —Tal vez no me corresponde a ti decidir eso.
Él no respondió, permaneciendo con la mirada fija en la ventana. Había algo en su postura que parecía cargado de peso, como si llevara años arrastrando una batalla interna que no podía ganar.
—Bueno... —dijo ella después de un momento, retomando su tono ligero. — si necesitas algo más, ya sabes dónde encontrarme.
Cuando ella se giró para dirigirse hacia la puerta, Logan sintió un impulso que no pudo controlar. Dio un paso adelante y, con una mano firme pero cuidadosa, sujetó su brazo, deteniéndola en seco. Ella lo miró sorprendida, con los ojos amplios y curiosos.
—Espera. —Su voz sonó grave, cargada de algo que ni él mismo podía identificar del todo. Se quedó mirándola por un momento, como si buscara algo en su rostro, algo que pudiera explicar lo que estaba ocurriendo. — No lo entiendo, ¿si? ¿Qué ves en un viejo molesto y amargado como yo?
Ella parpadeó, el asombro suavizándose en una expresión de ternura que él no pudo entender. No había burla, ni lástima, ni duda en su mirada, solo una calidez que lo desarmaba por completo.
—Veo mucho más que eso, Logan. —Su voz era baja, sincera, cada palabra parecía elegida con cuidado.
Logan frunció el ceño, sin apartar los ojos de ella. —No entiendo.
Ella sonrió, ladeando la cabeza ligeramente mientras lo estudiaba. —Eso es porque tú mismo te has convencido de que no hay nada más en ti. Pero yo veo a alguien que, a pesar de todo, sigue adelante. Alguien que ha vivido más de lo que probablemente quiera admitir, y que, aunque intente esconderlo, todavía tiene algo bueno ahí dentro.
Logan se quedó callado, sus dedos aún aferrados a su brazo, aunque sin apretar. Sus palabras lo atravesaron como un golpe, porque no estaba acostumbrado a que alguien lo mirara de esa manera. Para él, su reflejo siempre había mostrado a alguien cansado, roto, un cascarón del hombre que alguna vez fue.
Ella, en cambio, lo miraba como si hubiera algo más, algo que él mismo había olvidado hacía tiempo.
—No soy ese tipo de hombre. —Su voz salió más suave, casi un susurro, como si estuviera admitiendo una derrota que llevaba tiempo evitando.
—Tal vez no lo eres para ti, pero eso no significa que no puedas serlo para alguien más. —Ella se inclinó un poco hacia él, sus ojos buscando los suyos con una determinación dulce y firme.
Por un segundo eterno, Logan no supo qué decir ni cómo moverse. Entonces, soltó su brazo lentamente, sus dedos dejando su piel con un cuidado que no se correspondía con la fuerza que él creía tener.
—Debería irme. —Ella rompió el momento con una sonrisa ligera, y aunque parecía que quería quedarse, dio un paso atrás hacia la puerta. Logan sintió una urgencia desconocida que lo hizo actuar antes de pensarlo.
—No. —La palabra salió de sus labios en un susurro áspero, como si cargara más peso del que él mismo entendía.
Ella se giró a mirarlo, sus ojos reflejando sorpresa y curiosidad, pero no tuvo tiempo de responder. Logan dejó que su mano se deslizara de su brazo hacia su cintura, con una firmeza que no era brusca, pero sí lo suficientemente decidida como para dejar claro que no quería que se fuera.
El contacto hizo que ella contuviera el aliento, no porque fuera incómodo, sino porque la diferencia en sus cuerpos era innegable. Su mano era grande y áspera, contrastando con su figura más delicada, y la manera en que la acercó hacia él la dejó momentáneamente sin palabras.
—¿Qué haces? —preguntó ella en un susurro, su voz quebrándose apenas al sentir la proximidad.
—No lo sé. —La sinceridad en su respuesta la desarmó, y durante un segundo largo se quedaron así, mirándose tan cerca que cada respiración parecía compartida.
Ella no intentó alejarse, aunque su mente le decía que tal vez debería. Algo en la intensidad de sus ojos, en la vulnerabilidad que escondían, la mantuvo allí, atrapada en ese instante que parecía detener el tiempo.
Logan se inclinó un poco más, su mirada vagando entre sus ojos y sus labios, pero antes de que pudiera hacer algo más, una chispa de razón lo golpeó. Se apartó con un movimiento torpe, liberándola de su agarre y girándose hacia el costado, frotándose la nuca con una mezcla de frustración y autodesprecio.
—Lo siento. No debí... —murmuró, su voz más baja, como si hablara consigo mismo.
Ella se quedó quieta, su corazón latiendo con fuerza mientras lo miraba. Logan levantó la vista hacia ella, confundido por su dulzura, pero no dijo nada. Ella esbozó una pequeña sonrisa, inclinándose hacia la puerta para abrirla, aunque esta vez lo hizo con lentitud, como si le diera una última oportunidad de decir algo más.
Ella ya había dado un paso hacia la puerta, pero algo en su interior la hizo detenerse. Giró lentamente, y esta vez fue ella quien tomó la iniciativa. Con una suavidad inesperada, deslizó su mano sobre la de Logan, que aún estaba cerca, y la guió de nuevo hacia su cintura.
Él no se resistió, sorprendido por su gesto, y dejó que su mano descansara allí, sintiendo el calor de su cuerpo a través de la tela del uniforme. Ella se acercó un poco más, sus ojos clavados en los suyos con una intensidad que desarmaba cualquier argumento que Logan pudiera haber tenido para detener aquello.
—No pienses tanto. —Su voz fue apenas un susurro, casi una súplica, mientras mantenía su mirada fija en él.
Logan respiró hondo, luchando contra todas las barreras que había construido durante años, pero cuando ella se inclinó levemente hacia él, algo en su interior se rompió. No había nada más que aquel momento, y por primera vez en mucho tiempo, decidió ceder.
Se inclinó hacia ella, su rostro acercándose lentamente mientras su mano en su cintura la acercaba aún más. Cuando sus labios finalmente se encontraron, fue un roce suave al principio, una prueba tímida, como si ambos estuvieran descubriendo algo que no sabían que necesitaban.
Pero la presión aumentó, y el beso se volvió más decidido, más cargado de emociones que ninguno de los dos podía verbalizar. Las manos de ella subieron instintivamente hacia su rostro, acariciando su barba con ternura, mientras él la sostenía con firmeza, como si temiera que ella pudiera desvanecerse si la soltaba.
Cuando finalmente se separaron, sus respiraciones estaban entrecortadas, pero ninguno se apartó del todo. Sus frentes se apoyaron, sus miradas entrelazadas en el silencio que seguía cargado de significado.
Logan la observó en silencio durante un segundo eterno, como si estuviera buscando algo en sus ojos que le diera el permiso que, en realidad, ya le había dado. Finalmente, sin decir nada más, se inclinó de nuevo hacia ella, esta vez con más firmeza, dejando que sus manos descansaran completamente en su cintura, afianzando el contacto.
El beso llegó con una intensidad distinta, más segura pero aún contenida, como si estuviera tratando de equilibrar lo que sentía con lo que creía que debía hacer. Sus labios encontraron los de ella en un choque suave pero decidido, explorando con más tiempo, con más necesidad.
Ella correspondió al instante, sus manos subiendo otra vez hacia su rostro, acariciándolo mientras se entregaba al momento. Logan la sostuvo más cerca, sus dedos presionando ligeramente en su cintura, como si quisiera memorizar el tacto de su piel bajo sus manos.
Fue entonces cuando dejó que su lengua se deslizara, probando con cuidado, esperando alguna señal. Ella la dio al instante, abriéndose a él con la misma disposición, y el beso se volvió más profundo, más cargado de emociones que ambos habían intentado ignorar hasta ahora.
Su sabor era un contraste perfecto con la aspereza de la barba que rozaba sus labios, una mezcla que la hizo suspirar contra su boca, enviando una corriente por el cuerpo de Logan que lo llevó a intensificar el beso, pero sin dejar que se volviera apresurado o desesperado.
Sus manos en su cintura parecían anclarla, y cada movimiento de sus labios y su lengua era una mezcla perfecta de control y pasión. Cuando se separaron, fue apenas por segundos, solo para tomar aire antes de que sus frentes volvieran a juntarse.
Logan cerró los ojos, todavía sosteniéndola cerca, mientras su respiración entrecortada hablaba de todo lo que no se atrevía a decir en palabras. Ella sonrió suavemente, acariciando su mejilla con el pulgar, permitiéndose disfrutar de aquel momento que parecía suspendido fuera del tiempo.
—Esto no estaba en mis planes. —Su voz ronca rompió el silencio, pero no se alejó ni un centímetro de ella.
—A veces, lo mejor no necesita estarlo. —Ella respondió con una dulzura que él apenas podía comprender, dejando que sus palabras calaran profundo.
Ella lo miró con una mezcla de decisión y ternura, dejando que sus manos se apoyaran suavemente en su pecho. Luego, sin romper el contacto visual, lo empujó con suavidad hacia el borde de la cama. Logan, sorprendido, dejó que lo guiara hasta sentarse, el colchón cediendo bajo su peso mientras su mirada permanecía fija en ella, tratando de descifrar sus intenciones.
Antes de que pudiera procesarlo del todo, ella se colocó en su regazo con una confianza que lo desarmó, sus piernas descansando a ambos lados de las suyas. La cercanía lo envolvió por completo, y el calor de su cuerpo hizo que olvidara cualquier excusa que podría haber intentado plantear.
Logan tragó con dificultad, sus manos temblando por un momento antes de apoyarse en sus caderas, como si necesitara asegurarse de que aquello era real. Ella sonrió, una expresión suave que contrastaba con la intensidad del momento, y sus dedos encontraron su lugar nuevamente en su rostro, acariciando su barba con una dulzura que él no estaba acostumbrado a recibir.
—No pensé que te dejarías llevar tan fácil, viejo gruñón. —Su voz tenía un deje juguetón, pero también una calidez que lo hizo sentir algo más que vulnerable.
Logan soltó un resoplido, medio riéndose, medio intentando mantener su fachada de dureza, pero sus ojos delataban la tormenta de emociones que ella había desatado en él.
—Y yo no pensé que fueras tan atrevida. —Su voz era grave, más baja de lo habitual, mientras sus manos apretaban ligeramente sus caderas, explorando el peso de ella sobre él con una mezcla de necesidad y autocontrol.
Ella inclinó la cabeza, sus labios a apenas centímetros de los suyos, y el silencio que los envolvía era denso, cargado de una tensión que ninguno parecía dispuesto a romper.
—Tal vez solo necesitabas a alguien que te recordara cómo es vivir un poco. —La respuesta salió de sus labios con una suavidad que lo desarmó por completo, y antes de que pudiera responder, ella se inclinó para reclamar sus labios en un beso que esta vez fue lento pero profundamente apasionado.
Logan correspondió sin dudar, sus manos afianzándose en su cintura mientras la sostenía más cerca, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. La intensidad del beso creció, sus movimientos coordinados en un vaivén que parecía borrar cualquier barrera entre ellos.
El aire se volvió pesado, cargado de emociones y deseos reprimidos durante demasiado tiempo. Y mientras sus bocas exploraban, Logan se dio cuenta de algo que lo asustó y lo reconfortó al mismo tiempo: hacía años que no sentía algo así.
Mientras sus cuerpos se movían al unísono, ella no pudo evitar moverse con un leve vaivén, un movimiento que se hizo más pronunciado sin que siquiera lo notara. Logan, al sentirlo, no pudo evitar dejarse llevar, sus manos deslizándose suavemente por su espalda, explorando la figura de ella con una delicadeza inesperada. El roce de sus dedos sobre su ropa era casi como una caricia, como si estuviera temeroso de hacer cualquier cosa que pudiera romper la atmósfera que se había creado entre ellos.
Logan comenzó a recorrer la línea de su cintura, siguiendo el contorno de su figura con cuidado, sintiendo la suavidad de su piel debajo de las telas. Cada movimiento de ella hacía que el deseo creciera, pero también que se diera cuenta de la vulnerabilidad en él, una que no quería reconocer, pero que estaba allí, palpable en el aire.
El contacto de sus manos era firme pero no posesivo, como si quisiera que ella entendiera que, aunque la atracción entre ellos fuera innegable, aún había algo más: respeto, paciencia. Cada vez que sus dedos pasaban cerca de su piel, él casi podía escuchar su respiración entrecortada, y eso solo lo impulsaba a ser más suave, más consciente de su cuerpo sobre el suyo.
Ella cerró los ojos por un momento, disfrutando de la suavidad con que él la tocaba, pero también de la extraña mezcla de sensaciones que provocaba en ella. No podía dejar de pensar que aquello era tan real, tan auténtico, y no importaba cuánto tratara de resistirse, se sentía completamente conectada a él.
Logan se detuvo por un segundo, sus dedos rozando el costado de ella, casi como si estuviera preguntando si podía continuar, pero en lugar de palabras, fue el gesto de ella, una pequeña inclinación hacia él, lo que lo hizo seguir.
El roce de su mano subió por su espalda, a la base de su cuello, donde sus dedos se enredaron suavemente en algunos cabellos sueltos. Los ojos de Logan se encontraron con los de ella, y por un instante, todo lo que podían sentir era la conexión pura entre ambos. Sin decir una palabra, él la sostuvo un poco más fuerte, mientras sus labios se acercaban nuevamente, buscando el contacto que ambos sabían que no podían evitar más.
La sensación de sus cuerpos tan cerca, el calor de sus pieles y la suavidad de sus movimientos era todo lo que existía, todo lo que necesitaban. Y por fin, cuando sus labios se encontraron de nuevo, fue un beso que selló algo mucho más profundo que solo deseo: una conexión que, de alguna manera, ambos sabían que podría cambiar todo lo que habían conocido hasta ese momento.
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nontimesversion · 11 months ago
Note
cuál es la excusa perfecta para no comer?
Tips para no ser una cerda
1.- Ahora que voy a ingresar a un concurso de mate, me tengo que quedar en la tarde y mi familia me da dinero para comer cerca del colegio pero yo la guardo para ahorrar y pues ya no me obligan comer. 2.- Si hay talleres en la tarde en tu colegio inscribete (opcional que sea altetismo) en uno de ellos y asi te evitas el almuerzo. 3.- Se la primera en comer yo siempre sirvo mi comida y abajo dejo el plato de mi perro asi que cuando nadie ve le doy toda mi comida a mi perro. 4.-Para desayunar y eres escolar despiertate mas tarde asi no tendras tiempo para desayunar. 5.-Siempre di que te encanta comer asi nadie sospechara de ti. 6.-Si te invitan para comer o algo puedes decirle que hay muchas otras actividades que hacer, con un amigo siempre vamos a correr. 7.- Di que tienes un granito en tu boca o en tu cara asi evitaras comer y asismo evitas que te den comida chatarra. 8.-Si te llaman para cenar di que ya haz comido mucho y te sientes super llena asi nadie se dara cuenta. 9.-Para evitar hambre siempre mastico algo, despues lo escupo y rapidamente me cepillo los dientes. 10.-Consume hielo si vomitar asi evitas la inflamacion en la garganta. 11.-Evita el cafe eso te da mas ansiedad para comer, una opcion para remplazarlo seria el te o el agua con pepino. 12.-Di que no te gusta algo o eres alergica. 13.-Cuando tienes hambre siempre toma agua o hielo eso calma tu ansiedad. 14.-Juega videojuegos con personas, personalmente juego roblox, free fire y fornite ya que hace que te concentres en el juego y dejas de pensar en comer. 15.-Otra excusa es que primero me voy a bañar cuando mi familia esta almorzando y yo soy la ultima en servirme la comida asi que lo mas logico que hago en darle comida esa comida a mi perro ( mi perro es mi pro ana) 16.-Si no tienes energia come un dulce(con pongas calorias) o toma suero eso hace que te repongas. 17.-Si eres nueva empieza de poco a poco, consume 900cal en tu primer dia despues en tu sngudo dia 750cal. en el tercer dia 550cal y en tu cuarto dia 350cal y en el quinto 150cal, asi hasta tener que dejar consumir alimentos ( en este momento estoy en mi segundo dia de ayuno aun asi me siento bien y he bajado 5 kilos y eso es increible si se lo proponen pueden lograrlo) 18.- Para las mia espera 20 minutos para expulsar tus alimentos antes de comer toma agua, no durante y no despues sino antes. 19.-Si estas empenzando en lo de calorias para quemarlo haz dos horas de ejercicio pero si estas en tu ayuno intermitente haz 30 minutos, te recomiendo que sea pilates. 20.-Siempre entra a tumblr o pinterest para ver inspiracion o quieres seguir siendo una cerda. 21.-Siempre en las tardes ponte a estudiar o a leer eso evita que pienses en comer. 22.- Distraete o vee videos de personas obesas ¿Asi quieres terminar? 23.- Hablar con personas que quieren ser unas princesas como tu, ellas te daran tips o cosas que no deberias hacer, si quieren pueden hablar conmigo.
24.- Proponte metas semanales y mensuales mi meta semanal es pesar 54 y mi meta mensual es 49
25.- Igual con los ejercicio te recomiendo que hagas cardio de 10 minutos no mas ya que te pondrias desmayar y alarmaras a la gente ( si me ha pasado) obviamente la idea esque la gente no note que no estas comiendo sino que vea que te estas viendo mas delgada y mas linda.
26.- Vee al Mall y llevale comida tu familia y dices que no quieres por haz comido alla.
27.- No rechazes comida regularmente solo aceptale y cuando nadie se de cuenta botalo.
28.-Cuando sea un cumpleaños de un amigo y te invitan para comer diles que antes de eso fuistes a comer o simplemente no vayas al cumpleaños.
29.-Cuando tienes hambre duerme en la tarde asi dejas de pensar en eso. 30.- Despues del colegio llega a tu casa y duerme asi no podras comer.
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chiquititamia · 5 months ago
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El cumpleaños de Blas, parte 1
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(Resucitando lentamente de mi letargo creativo)
Hoooola mis queridas, aquí os traigo algo diferente que se me ocurrió una febril noche. Espero os guste mucho y poder continuarla cuanto antes: como siempre, se admiten ideas.
El conejito hoy se divierte 🐇
💕SoftDom!Blas Polidori x female reader
❤️‍🔥+18 sexo explícito, dominación, deshumanización, sumisión, juegos con comida, intercambio de roles...
El cumpleaños de Blas
El primer cumpleaños que uno pasa con su pareja siempre viene acompañado de  una sensación especial en la que uno quiere demostrarle todo el amor que es capaz de dar. Quieres que todo salga perfecto e incluso, impresionar.
Le habías comprado la remera de fútbol que tantas veces le habías visto ojear en su celular, sin animarse a añadirla al carrito.
Pero la verdad es que no lo sentías como suficiente. Blas te había insistido, semanas antes, cuando tú habías tratado de sonsacarle qué es lo que quería, en que realmente no deseaba nada, que ya lo tenía todo estando a tu lado, tan lindo él.
Los días previos, después de la frustración y nervios, decidiste que ibas a desistir en conseguirle más regalos comprados y optarías por esforzarte en que su día fuera lo más grato posible.
Arrancaste el día previo yendo al mercado para conseguir los ingredientes necesarios para su plato favorito: pasta con pesto casero. También habías comprado unasfresas bastante costosas que bañarías en crema batidacomo postre.
Esa mañana despertaste antes que él, y no podías esperar a que él lo hiciera para poder felicitarle y mimarle.
Comenzaste a plantar una serie de suaves besos en su cuerpo, primero por su hombro, encontrando cada peca y lunar de su piel cálida, después por su cuello surcado por algunas venas y donde se movía, provocándote, su nuez de Adán al tragar.
Cuando empezaste a jugar con sus rizos y el pendiente de su oreja, Blas por fin comenzó a despertar y, desperezándose se giró hacia ti.
-Qué fue, mimosa?
-Feliz cumpleaños, mi amor…
A tu novio le costó un par de segundos procesar esa frase, no había recordado aún qué día era. Cuando lo hizo, te sonrió aún con los ojos cerrados.
Te abrazó y te acercó a él, como una criatura somnolienta. Siempre te sorprendió la elevada temperatura corporal que su piel emanaba, especialmente cuando dormía.
-Te doy el regalo que te compré luego, pero mientras tanto quiero que me pidas lo que quieras para que este día sea perfecto…-dijiste acariciando su mejilla.
-Café? – preguntó abriendo los ojos para después frotarlos con sus dedos.
-Ponémelo más difícil, amor…
Tu novio se rio y colocó sus manos a los lados de tu cara para besarte.
Lo que al principio era un simple beso cariñoso de “buenos días” no tardó en transformarse en una violenta y apasionada invasión de tu boca. No demoró tampoco en alcanzar uno de tus pechos para estrujar tu pezón entre sus dedos.
-Pero cielo… - suspiraste.
Él te mira pensativo, con una media sonrisa que no puede significar nada bueno.
Miedo me da, pensaste.
-Entonces… ¿puedo pedir lo que quiera?
-Sí…
-¿Lo que quiera, lo que quiera?
- Ya te dije que sí, dentro de los limites de la cordura y de la legalidad vigente sí – reíste mientras él besaba tu hombro- ¿qué es lo que quieres?
Blas guardó silencio unos segundos mientras estudiaba tus ojos, quizá intentando averiguar si lo que decías iba en serio. Al fin soltó lo que pensaba:
-Quiero tener acceso libre a tu cuerpo durante todo el día -dijo simplemente.
-Pero…si ya lo tienes siempre, no entiendo…
-No, no. Quiero poder usar tu cuerpo siempre que me venga en gana, sin restricciones, todas las veces que quiera.
Pudiste notar como el calor había subido a tus mejillas, aunque no sólo ahí. La humedad entre tus piernas comenzaba a manchar tu ropa interior; no sabías qué decir, simplemente le mirabas a los ojos, y jurabas que tu temperatura tenía que ser visible.
-Claro está, si es lo que quieres, no te estoy pidiendo abusar de ti por un día, amor -quiso aclarar tu novio- pienso que puede ser una experiencia… excitante para ambos.
-Dale…-aceptaste casi suspirando- la idea te había calentado sobremanera.
-Sí? – abrió un poco los ojos con sorpresa – bien, pues sólo queda trazar… un par de normas…-intercalaba sus palabras con besos y lamidas en tu cuello- ¿bien?
Tú le mirabas expectante, dispuesta a acatar casi cualquier orden que te quisiera imponer. Al fin y al cabo, normalmente eras tú la que dominaba las situaciones, decías cuando sí y cuando no, especialmente por el temperamento de Blas al que debías poner límites. El hecho de poder invertir roles, de alguna manera, era algo que ni siquiera se te había cruzado por la cabeza, pero que comenzaba a tomar una forma deliciosa en tu cabeza.
-Debes decírmelo si te encuentras mal o no quieres que haga algo con nuestra palabra de seguridad que es la misma de siempre.
-Okay…
-Y no puedes llevar ropa interior. De hecho, quiero que lleves ese vestido suelto que te pones por casa. Tampoco quiero que me cuestiones ni que te quejes de qué, cuándo ni cómo hago lo que quiera, salvo situaciones en las que necesites usar la palabra de seguridad, claro.
-Me parece correcto – no sabías qué te pasaba, pero te sentías increíblemente dócil.
Después de una ducha juntos en la que hubo caricias y besos, pero nada más, preparaste un desayuno sencillo, no querías que Blas perdiese el apetito antes del almuerzo. A pesar del vestido, te sentías casi completamente desnuda por no llevar ropa interior.
Él se sentó a la mesa con el torso desnudo, luciendo su piercing en el pezón. Llevaba sus habituales pantalones cortos deportivos con rayas a los lados, y, muy presumiblemente, nada más debajo.
Mientras tomaba su café, tú estabas untando una pequeña tostadita con una mermelada casera de fresa que habías elaborado hace unos días. Te sobresaltó la mano de Blas metiéndose en tu escote para abarcar completamente tu pecho izquierdo y comenzar a amasarlo y jugar con él caprichosamente. Ni siquiera te estaba mirando, simplemente ojeaba su móvil, probablemente leyendo las novedades deportivas.
Entendiste que no era un farol: iba a utilizar tu cuerpo como si de una muñeca con vida se tratase; le pintó tener tu teta en la mano y así lo hizo, simplemente.
Tú comenzaste a suspirar y dejaste el trozo de pan sobre el plato, el placer estaba nublando tus pensamientos. Sin embargo, Blas paró para volver a coger su taza y beber de ella. No retomó el contacto, y eso te decepcionó un poco, pero recordaste la directriz que te había dado: nada de quejarse ni cuestionar.
Cuando el desayuno acabó, tu novio se encargó de lavar los platos y tazas, y también algún traste de la noche anterior, mientras tú doblabas ropa que habías quitado del tendedero.
Miraste la hora en la pantalla de tu móvil: 12:30.
Más vale que me ponga cuanto antes con el almuerzo, pensaste.
Cuando llegaste a la cocina, Blas ya se había ido, probablemente estaría jugando a sus emuladores de juegos antiguos en la televisión.  Había dejado todo reluciente, sin embargo, decidiste limpiar un poco más concienzudamente la mesada, ya que ahí ibas a amasar la pasta fresca.
Aunque era una receta que conocías de memoria, tu inseguridad siempre te obligaba a mirar las cantidades, sólo por si acaso.
Con las manos ya enharinadas, comenzaste a trabajar la masa, que estaba bastante húmeda por la yema de huevo y el aceite de oliva que le habías agregado.
Intentabas bajar la pantalla para comprobar por decimoquinta vez un detalle de la elaboración, pero la harina en tus dedos impedía que la pantalla de tu móvil reaccionase. Justo antes de que pudieras limpiar tus manos con un paño húmedo, Blas apareció por detrás de ti, cubriéndote con su figura, y, con un gesto sutil, pero claro en sus intenciones colocó una mano en tu abdomen y presionó, dándote a entender que quería que te inclinases ligeramente sobre la encimera, separando tu cuerpo del mueble. Sin previo aviso ni mediar palabra, se colocó detrás de ti, haciendo que tu culo quedase apoyado en sus caderas; lo que implicaba que él flexionase las rodillas para poder estar a tu altura. Era vergonzoso cómo no hizo falta ningún tipo de lubricante – ni siquiera su saliva – para que pudiese penetrarte sin preámbulos. Estabas totalmente húmeda y caliente.
No pudiste evitar soltar un gemido mientas te agarrabas a la masa de harina como si tu vida dependiera de ello, apretándola y deformándola para no gritar. Estabais junto a la ventana abierta de vuestra pequeña cocina y tus vecinos podrían escuchar todo.  A Blas no pareció importarle cuando embistió con todas sus fuerzas dentro de ti, llevando un ritmo rápido e inusual. Estaba preocupándose sólo por su propio placer, dando estocadas más cortas, menos profundas a ratos, y otras más lentas, casi inmóviles, en las que movía su miembro haciéndolo palpitar, volviéndote completamente loca.
Muy pronto, sus manos afianzaron su agarre en tus caderas, casi provocándote dolor, y notaste un movimiento inconfundible en tu interior. Blas se corrió en lo más profundo de ti, muy quieto, soltando gemidos roncos. Una vez lo hizo, salió de ti lentamente y te dio un beso en la mejilla.
-Gracias, nena. – dijo simplemente, lo cual a ti te pareció casi cómico dado lo que acaba de suceder.
Tal como vino se fue, sin mediar más palabra y regresó a lo que estuviera haciendo en la sala, dejándote a ti con las piernas temblorosas, aún agarrada a la masa de harina. Pequeñas gotas gotearon desde tu centro hasta el suelo- pues todavía tenías las piernas bien abiertas- como si se te hubiera derramado parte de la nata que aún no habías batido.
Con una sensación de incredulidad, cogiste un pedazo de papel de cocina y te limpiaste entre las piernas, y después el suelo.
¿Así iba a ser todo el día?
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Te costó concentrarte más de lo que te gustaría reconocer, pero por fin, hiciste los ravioles rellenos de setas y preparaste el pesto casero con algunas hojas de la única planta de albahaca que te había sobrevivido en tu vida.
También montaste la nata con unas varillas eléctricas y lavaste las fresas en anticipación.
Cuando comenzasteis a comer, Blas te felicitó por el excelente trabajo que habías hecho cocinando la pasta fresca en su punto justo y lo delicioso que estaba el pesto genovés.
Era extraña la sensación de orgullo y validación que te estaban provocando sus palabras. Blas te solía halagar, pero en el rol que habías adoptado hoy, sus cumplidos sabían de otra manera.
Al pasar al postre, serviste las fresas en un bowl y la nata en otro.
Blas te indicó que te sentaras en su regazo para comer.
No tuviste que recordar la directriz de no objetar, te sentaste automáticamente en su muslo. Él rodeó tu cintura con un brazo y tomó una de las fresas entre sus dedos; después mojó la punta con bastante nata, cuidando que no se derramara en el mantel. Te la ofreció colocándola delante de tus labios, pero antes de que pudieras morder dijo:
-Chupá.
Tú obedeciste; sin abrir mucho la boca, sacaste la lengua y comenzaste a lamer la nata poco a poco de la superficie de la fresa.
En un acto de rebeldía, le diste una pequeña lamida a su dedo pulgar, que sostenía la fruta.
-Querés más? -dijo con una voz algo más profunda
Tú asentiste. Cuando volvió a recoger la crema con la pequeña fruta, tú adelantaste un poco tu cabeza para evitar que ésta cayese, ya que, al estar menos fría, iba perdiendo firmeza. Succionaste con avidez la dulce nata, sin poder evitarlo, un poco de saliva humectando la comisura de tus labios y los dedos de tu novio.
Blas se removió en su asiento y alineó su erección con el centro de tu humedad, que parecía querer tentarlo. Cualquiera diría que te había cogido brutalmente hacía escasos cuarenta minutos. Querías más. Pero hoy no se trataba de ti, y tenías la sensación de que a lo largo del día ibas a tener más en tu plato de lo que podrías comer, así que decidiste no iniciar.
-Vamos a cambiar – te sacó de tus pensamientos repentinamente.
-Eh?
-Sentáte en mi silla – indicó levantándose. Después arrastró otra para sentarse él enfrentado a ti. Con esos pantalones de deporte había poco que se dejara a la imaginación. La longitud del miembro de Blas siempre te sorprendía, la vieras una o mil veces, por no hablar de su grosor.
Tú lo mirabas expectante, pero cuando acercó su silla para encajarte entre sus piernas y tomó el bol de nata, no tuviste mucha duda de lo que pretendía hacer.
-Vestido fuera – ordenó simplemente. En realidad, si el vestido iba fuera, toda tu ropa iba fuera, porque no llevabas nada más. Obedeciste.
Con la pequeña cucharita que habías traído, aún sin usar, comenzó a dejar pequeñas cantidades de la crema batida sobre tus pechos y sobre tu cuello. Tu temperatura corporal estaba causando que ésta se derritiese y formase largas y sinuosas carreras blancas a lo largo de tu piel, que él fue lamiendo.
Se concentró, obviamente, en tus pezones mientras masajeaba el resto del seno.
Fijación oral, pensaste, como tantas otras veces en las que le habías molestado con eso.
Estabas perdida en el placer que la lengua lenta y caliente de Blas te estaba proporcionando. Habías echado la cabeza hacia atrás y cerrado los ojos hace rato; tus manos, aferradas a los bordes de tu asiento para resistir.
Cuando volviste un poco en ti y miraste hacia abajo, pudiste ver como tu novio había sacado su pija de sus pantalones cortos y se masturbaba despreocupadamente; de hecho, parecería más bien que se la estaba masajeando.
Unas cuantas gotas de la crema habían ido escurriéndose hasta tu centro, pero no eran suficientes. Blas, en un estado totalmente hedonista, cogió un poco del dulce y lo pasó por el exterior de tus labios, acariciando deliciosamente tu clítoris. No esperabas que fuera a introducir sus largos dedos tan manchados, pero lo hizo, haciéndote gritar y apretarlos con tu interior. Blas comenzó a lamer el delicioso postre que tenías entre las piernas con el hambre de un condenado. Tus piernas, lo más abiertas posible.
No pudiste evitar tener uno de los orgasmos más intensos de tu vida.
Le voy a arrancar los dedos, atinaste a pensar. Las oleadas de placer en forma de contracciones no parecían terminarse, provocándote gritar desesperada y abrir los ojos con incredulidad.
Esto debió ser una visión celestial para tu chico, que con un gruñido profundo y casi animal se incorporó y, mientras seguía bombeando su miembro en su derecha, se posicionó ante ti. Con el índice y el pulgar de su otra mano presionó en tus mejillas para que abrieras la boca.
No te lo pidió, pero también sacaste la lengua.
-Más nata, gatita -jadeó desesperado por llegar – tomá, tomá….
Fue entonces cuando empezó a disparar todo su semen en tu boquita que aún sabía un poco a nata. Tragaste todo mirándole a los ojos, volviéndolo, si cabe, aún más loco.
Con un pulgar, limpió la comisura de tus labios enrojecidos la mezcla de saliva, crema y su excitación.
-Pinta otra ducha, ¿no?
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maralva-blog1 · 2 months ago
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Mousse de coliflor
Ingredientes para cuatro personas: 1/2 kg de coliflor hervida 100 gramos de queso rallado Tres huevos batidos 50 gramos de requesón desnatado Nuez moscada Sal y pimienta Preparación : Tritura la coliflor lo mejor posible con la batidora y mezcla con el requesón , añade los huevos batidos , el queso rallado y una pizca de nuez moscada , salpimienta y mezcla bien . Vierte ésta mezcla en un…
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miky59-blog · 5 months ago
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Воздушный, нежный и очень вкусный морковный пирог. Bizcocho de zanahoria.
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natalygrhol · 8 months ago
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visita inesperada
Nuestro fiel compañero, llegó cuando no lo esperabamos pero cuando mas lo necesitábamos....
Pensábamos que era una gata y que estaba esperando cría, muy gordito , pelo negro azabache y ojos amarillos enormes como dos platos.
Estaba decidida a no tener animales en casa, era pandemia y toto tenía 5 añitos, mucha responsabilidad y muy pocos recursos.
Pero firme , vino todos los días por unos pares de meses , hasta que toto me convenció de hcerlo pasar.
Primero era de a ratos, después se iba a su casa, luego empezó a quedarse más tiempo, y de lo desconfiado del principio se volvió dulce y tranquilo.
Pasados unos días empezó a quedarse a dormir, después le pusimos un platito con agua y comida, y finalmente.... nos adoptó.
Natalia grhol
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jartita-me-teneis · 3 months ago
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QUE ES LA CAIPIRIÑA O CAIPIRINHA?
La caipiriña, o caipirinha para aquellos idiomas que carecen de la «ñ», es un refrescante cóctel que nos lleva a las exuberantes tierras brasileñas.
Es sencillo de preparar y perfecto para el verano, pero debes cuidar algunos detalles para que sea una auténtica caipirinha. Lo primero: se prepara con cachaza o cachaça, que es un destilado de jugo de caña de azúcar típico de Brasil. Es similar al ron y tiene ciertas notas amargas que lo hacen inconfundible y equilibran muy bien con el azúcar y la lima. Sin cachaza no hay caipiriña.
Este combinado se realiza directamente en el vaso, que en principio debe ser de tipo Old Fashioned (bajo y ancho), aunque también se puede beber en un trago más largo. Se tiene que cortar la lima en cuartos, realizando el corte longitudinalmente para poder extraer la parte blanca central, que es amarga. Se utilizan los cuartos de lima incluyendo la corteza.
Posteriormente se maja la lima con un mortero (o muddler) junto con el azúcar. Opcionalmente se puede añadir más zumo de lima o limón. Se echa la cachaza al gusto, puede ser más de 60 cl, o menos si la queremos más flojita. Y por último un detalle muy importante: se tiene que rellenar la copa de abundante hielo picado, como nuestro Cocktail Ice, para que se enfríe bien la mezcla. Importante: se debe beber con unas pajitas desde la parte inferior del vaso. Si bebemos directamente de arriba, estaremos bebiendo solo cachaza. La gracia está en la combinación bien fría que obtenemos desde el fondo al ir mezclándose las limas, el azúcar, la cachaza y el hielo.
La caipiriña es un cóctel ideal para refrescarse al caer la tarde. Aunque también sirve de aperitivo a cualquier hora del día, y los brasileños lo suelen tomar para acompañar la “Feijoada”, un plato típico consistente en un guiso de carne y frijoles que marida perfectamente con la caipiriña.
VARIANTES DE LA CAIPIRIÑA
Cómo es habitual con este tipo de cocteles, existen múltiples variantes según cambiemos la base alcohólica o la fruta que utilicemos. La primera variación es que se puede usar cachaza añejada en vez de blanca y azúcar moreno. Según cambiemos la receta tenemos:
Caipiroska: con vodka en vez de cachaza.
Caipimojito: es un mojito al que cambiamos el ron por cachaza.
Caipisake: utilizando sake japonés.
Caipirissima: con ron.
Caipirita: una margarita a la que cambiamos el tequila por cachaza.
Caipirila: una caipiriña elaborada con tequila.
¿QUE ES LA CACHAZA?
La cachaza es un destilado procedente del jugo de caña de azúcar o “garapa”. A diferencia con la mayoría de los rones, la destilación se realiza antes de la cristalización del azúcar y no procede de diferentes mezclas y melazas como la mayoría de los rones. Pero es importante resaltar que la cachaza es un tipo de ron, no una bebida distinta.
HISTORIA DE LA CAIPIRIÑA
La palabra caipiriña viene del 1900, de la combinación de otras dos palabras: «caipira» como se denomina a los pobladores de la zona rural boscosa de Brasil. Y de «Curupirinha» que es como se conoce a una especie de genio maligno que habita en los bosques. “Curupira” es el diablo místico del bosque. Si unimos los dos conceptos tenemos una visión de los efectos que el abuso de esta bebida puede producir: convierte a los paisanos en duendes alborotadores.
El origen de la Caipiriña y la Cachaza se remonta al siglo XIX. La Caipiriña está vinculada a la esclavitud y al cultivo de caña de azúcar.
Los esclavos bebían garapa y las familias pudientes cachaza en los eventos importantes. Con el tiempo se empezó a mezclar la cachaza con zumos de frutas en lo que se conocía como “batidas”. Estas bebidas son las predecesoras de la Caipiriña. A la batida de lima solo le faltaba que llegase el hielo para acabar siendo la rica caipiriña que ha llegado hasta nuestros días.
Ya tienes toda la información que se necesita para elaborar este sencillo y refrescante cóctel. Cachaza, unas limas, Cocktail Ice de Cubers y a brindar…
Martín Holownia Cocinero Profesional
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jvrpvz · 2 months ago
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Kathryn Nuernberger
Traducciones
Quiero creer que el ojo no ve el verde hasta que tiene un nombre,
porque no quiero que nada se vea como antes.
Van Gogh pintó flores rosas, pero el rosa se desvaneció
y los curadores etiquetaron la obra “rosas blancas” por error.
El mundo en mi ventana es un color que los griegos llamaron chlorol.
Cuando aprendí la palabra, estaba recién embarazada
y los primeros líquenes pálidos acababan de motear las ramas plateadas.
Los pinos y los líquenes en la fría llovizna brillaban en verde
y un libro en mi regazo decía que chlorol era una de esas intraducibles
palabras. Su resplandor vibrante me fue placentero entonces, como un dedo
inmerso en azúcar me deleitaba entonces. Dije la palabra en voz alta
para que el bebé escuchase. Chlorol. Imaginé que el bebé
solo podía ver rosa fuerte y carmesí dentro de su universo pequeñito,
pero si pudieses ver lo que estoy viendo, la palabra
es chlorol. Es una de las cosas que te gustará aquí.
Los críticos del siglo XIX se burlaron de los pintores que arrojaron sombras
en inopinados colores. Después de notar que los cipreses verdes dejan caer rojas
sombras, Goethe los reprendió. “El ojo exige
completitud y busca el círculo colorífico en sí mismo”.
Él habla de un truco de luz que le hizo pasear por una hilera de amapolas
para ver nuevamente los pétalos en llamas y figurarse el por qué.
Una y otra vez, Wittgenstein se preocupa por el problema de la translucencia.
¿Por qué no hay blanco claro?
Quiere ver el mundo a través de gafas de blanco color,
pero todo lo que encuentra es niebla.
Pronto sentí como si el bebé se hubiera caído
como una sombra azul en la nieve.
Luego sentí que había matado al bebé
de la manera en que puedes estar pensando en otra cosa
y dejar caer un pesado plato por error.
A veces siento que era estúpido
haber pensado que estaba embarazada.
El color es una ilusión, una respuesta al universo vibrante
de electrones. La luz tañe una hoja y hay una explosión
donde aterriza. Cuando cambian los colores, los campos electromagnéticos
están colisionados. El viento no es lo único que mueve los árboles.
Una vez, cuando entré en esos bosques, vi una única orquídea de color rosa intenso
en la ladera y tuve que seguir recordándome
no contarle al bebé sobre las hermosas cosas pequeñas que estaba viendo.
Entonces el rosa intenso ha estado aquí desde siempre y no me importa siquiera
ese color o cómo Andy Warhol me mostró una orquídea.
Odio el rosa. Hace que mis ojos ardan.
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snowchub · 9 months ago
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Andy e Izzy: Un amor entre bocados🐻🍔
Andy e Izzy, estudiantes de la Universidad A, se conocieron en la cafetería más popular de la zona. Andy, con su estricta dieta que restringía una gran variedad de alimentos, jamás había visitado ese lugar. Fue en su cumpleaños que rompió por primera vez esa regla sagrada de no consumir carbohidratos o calorías vacías. Todo el equipo conocía su rigurosidad alimenticia, así que ellos mismos se encargaron de darle un día libre para que degustara algo delicioso, algo diferente a la comida insípida que siempre llevaba a los entrenamientos.
Ese día, reservaron una mesa grande encabezada por Andy, quien no solo era el capitán del equipo, sino también el motivo de la celebración. Él fue el primero en ser atendido por Izzy, quien llevaba varios meses trabajando en la cafetería con una peculiar fascinación: observar a hombres muy gordos comer. Aunque prefería no comentarlo abiertamente, sus expresiones y miradas eran bastante elocuentes para sus compañeros, quienes sabían de su atracción por los chicos de talla grande.
Andy quedó cautivado por Izzy desde el primer momento. Esa tarde, se dejó guiar por sus recomendaciones, quien le sugirió una cantidad exagerada de platos llenos de calorías, algo de lo que ambos eran conscientes. Aun así, Andy no se resistió a sus sugerencias y se esforzó por comerlo todo, con el objetivo de demostrarle a Izzy que había hecho una buena elección. Los demás se sorprendieron por la cantidad de comida que logró terminar y celebraron que finalmente hubiera roto su estricta dieta de tantos años.
En los días posteriores, Andy no faltó ni un solo día a la cafetería. Siempre se sentaba en el mismo lugar para conversar con Izzy, preguntándole por los mejores platos y los especiales del día. Estas conversaciones se convirtieron en una costumbre para ambos. Izzy era consciente de sus intenciones, mientras que Andy sentía que cada día la conquistaba un poco más. Fue así como nació su amor.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el cuerpo de Andy comenzó a cambiar. Aquellos músculos que tanto presumía se vieron ocultos bajo capas de grasa. Por más que intentara ocultarlo, la ropa le quedaba cada vez más pequeña para su nuevo cuerpo gordo. Cada movimiento, antes tan sencillo, ahora representaba un gran esfuerzo que lo llenaba de sudor.
Izzy, quien durante esos meses se había dedicado a engordarlo a tal punto que incluso el entrenador no tuvo más remedio que reemplazarlo por otro jugador en mejores condiciones, ella le demostraba su afecto con platos de comida enormes, cariño y palabras halagadoras sobre su rostro regordete y su panza suave como un peluche. De esta manera, Andy se convirtió en el “osote gordo personal” de Izzy, a quien ella dedicaba toda su atención y alimentaba constantemente.
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