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#piano de pájaro azul
zambogirlpiano · 8 months
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Naruto Shippuden OP 6 - "Sign" - Piano Tutorial [INTERMEDIATE]
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romulosotodiaz · 2 years
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Mis respuestas... 1.- ¿Principal rasgo de su carácter? Empatía  2-¿Qué cualidad aprecia más en un hombre?. Sinceridad  3-¿Y en una mujer? Fidelidad  4.- ¿Qué espera de sus amigos? Sinceridad  5.- ¿Su principal defecto? Procrastinación  6-¿Su ocupación favorita?  Tocar piano y escribir  7-¿Su ideal de felicidad? Tranquilidad  8-¿Cuál sería su mayor desgracia?  Perder la fe en mí mismo  9-¿Qué le gustaría ser? Una persona sin rencores  10-¿En qué país desearía vivir? En la sierra de Perú  11-¿Su color favorito? Azul  12.- ¿La flor que más le gusta?  Geranio rojo  13- ¿El pájaro que prefiere? Los chiquititos 14-¿Sus autores favoritos en prosa? Dostoyevski, Hesse, Christie  15.- ¿Sus poetas? Benedetti 16-¿Un héroe de ficción? Batman  17.- ¿Una heroína? Ninguna  18-¿Su compositor favorito?  Bach y Mozart  19-¿Su pintor preferido? Ninguno, todos me gustan 20-¿Su héroe de la vida real?  Keanu Reeves 21-¿Su nombre favorito? Andrea 22-¿Qué hábito ajeno no soporta? Impuntualidad  23-¿Qué es lo que más detesta?  Abuso y violencia  24-¿Una figura histórica que le ponga mal cuerpo? Asesinos en serie 25.- ¿Un hecho de armas que admire?  La inmolación en general  26-¿Qué don de la naturaleza desearía poseer? Regeneración  27.- ¿Cómo le gustaría morir? Durmiendo  28-¿Cuál es el estado más típico de su ánimo? Tristeza 29-¿Qué defectos le inspiran más indulgencia?  Miedos, fobias, manías 30-¿Tiene un lema? Un día a la vez https://www.instagram.com/p/Co0AS8BpqG2/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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charlietum · 2 years
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Noche de enero Buenos Aires y los ángeles que sobrevuelan el cielo de Berlín se acercan hasta aquí y besan mis manos insomnes para llegar hasta un valle con un sol incontestable para poder saludar a una amiga que tiene una hermosa sonrisa de piano las flores que juegan en sus ojos me miran con sorpresa y alegría llueven como en lunes petálos "naranjavioleta" espejando el furaçao de alas agitadas de otra noche de enero cuando mis pieses me alaron hasta la casa de la calle Crámer sin querer queriendo llegué hasta allí memoria tecleando despacio despacito rayones hasta la última carta y despacio despacito el furaçao de sentimientos me sienta en tu mesa como un ángel con mochila "magia fantasma niebla poesía" desvistiendo el corazón a tu sonrisa musical que me piana viéndome fantasma en el espejo de la niebla de Dollarton o del Rodeo a la hora de la siesta y bocina de heladero tatuando pájaros cantando azul liviano y sucio de luna hablándote abrazado a todas las cartas que narran las cenizas de Aquilea. Charlie Iñon Closs https://www.instagram.com/p/Ci9-vQGOpE1/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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Si Disney te pidiera que crearas una nueva hija para Ariel, ¿cómo la harías?
Pues sería psicopata, pelirroja y de ojos azules. Crearia un thriller que se llamaría ¿Quien ha asesinado a Melody? Empezaría así, Melody aparece muerta al final de unas escaleras y nadie sabe quien es el asesino. Y que fuera su hermana de 3 años la que la mato tirándola de las escaleras. La niña tendría un nombre súper empalagoso, Lovesong, por ejemplo. Le encanta la lasaña y cada vez que canta los pájaros caen del cielo muertos. Odia tocar el piano, los zapatos de tacón y las cejas de su hermana, de hecho por eso la mató.
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spaceman3 · 4 years
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Spaceman3
como unos ojos sin ceremonia
ato a esta sonda un lugar sin fondo
un remolino de audios
o el limbo exactamente ubicado
como la fortuna
es solo el diamante de los cometas
la imagen evaporará el sentido
y constelaciones como golpes esculpen el ruido donde
asumo que escucho a alguien
aunque la nieve solo golpea el metal de la cápsula
es ella una grabación reconstruida
en un lugar de tus afectos
una aleación cósmica mintiendo
con su jardín de paradojas ¿alguien dormita afuera?
lejos de casa la promesa de una puerta
es una tentación a la calma
¿dónde están las herramientas y por qué mis pasos
acaban en algún lugar siempre
por las voces del espacio delimitadas?
y ese arbusto de la infancia
como unos ojos sin retroceso
a esta frescura le ato una carga de sospecha
y a esta casa parpadeante como las nubes
lo líquido del lago al recibir un meteoro:
toco el holograma y siento los dedos romper
ese falso recuerdo
     es posible que en esta cápsula
no exista un mensaje posible
como tampoco un destinatario tranquilo
escucha el ritmo y solo
escucharás tu estómago y la voz irresuelta
rebotando sin hacer una pregunta o un prójimo
al que ames una mañana
envuelto de párpados pero tu cuerpo
no es una cápsula posible es
un puñado de blandura
y lo que de aquí en adelante vaya a atravesarte
te destruirá por completo
no una profecía, un reporte médico
de ojos para lo que ya no es brillante,
un certificado como una copia de la copia
el prójimo es una sombra espacial:
mira sus botas desaparecer mientras escarbaban
los restos solares sobre tu pecho
      como un mensaje que espero que leas como una ofrenda que espero
resista la faz de lo que te compone
lo que sea que te componga adonde sea que te dirijas
a quien sea que no conoces montado sobre una estrella
como sobre un árbol de pereza
       voy a escribirte así  la novela del hombre contando sus cabellos
en una cápsula de aleaciones
de metales cuyos nombres son ilegibles
para los hombres que vinieron y los que vendrán desprecien
mi imagen simple en el disco dorado
el aluminio sobre los hombros
voy a escribir un sol que luzca invisible en tus pupilas
y esperaré la intermitencia como los viejos
códigos de conocerse y acercar
de partir y reconocer un trozo de uno perdido en lo ajeno
no hay signos en el cielo, solo opacidad de nubes
y praderas cósmicas donde el sonido ha llegado por fin
es mentira que una clave nueva se desengrane
y los fluidos de la vejez envuelven mi canción
como si mi casa volara todavía sobre las cabezas
de meteoritos y alfombras de cometas
repetidos en un laberinto
que es una clonación absurda
de mis cantos, coronando una escultura posible
o un eco
como algo bruto e impertinente ha sido siempre
el origen de la música
      como un mensaje que lanzo en demasía como una vida que extraigo
para colocarla en frente de
quienquiera que seas, si conoces el rastro si tu voz puede encenderse más fuerte que las certezas
o posees finalmente ojos del color que la vista necesita
en algún lugar, lejanamente feliz allí
los auspicios se silencian la multitud queda y un intercambio
donde leña a leña te encuentra todavía
      como un asir impecable de los versos
o unas palabras halladas en una playa que una dulzura distante
ilumine después de siglos
     y si el mensaje no vira hacia su emisión original
es probable que la cápsula desespere
imagina flotar, es un símil de imagina
aburrirte
indefinidamente o imagina
a los hijos de tus hijos somnolientos en tubos
pero no hay palabras y los que hablaban
siguen hablando dentro de ellos mismos
y si el mensaje no carga, si las luces de recepción
no encienden estos tubos conectados
directamente a mi cerebro,
algo gritará obviamente a la sequía
la persigue la desesperación y los espejismos
me encontrarán y la fuerza
ejercerá su dominio
las luces se ajustarán a las tuercas
y la marcha no logrará
roer mi sangre
este grito apagado como el de alguien que repite
la linealidad de un tono para completar su esqueleto
     ¿puedes escuchar corazón un pedazo
de esto? O puedes reverberar en tu mágica aula así sea una pequeña voz
qué ingenua la espera del que lanza la botella cósmica
con un mensaje que no es un mensaje como un auxilio no es una carta de amor
sino dependencia pero no ha sido siempre así acaso,
un mamífero desesperado sobre un cúmulo de rocas
       y si el amor no alcanza tu mensaje seremos serenos
en esperarte en un espacio
lo peor que podrías hacer es venir y desgarrar el tiempo
con esa criminalidad brusca de los amos del hielo
es una pista: quien te mire a los ojos
penetra en ti quien penetre en ti
tendrá de ti lo más preciado
una cápsula que tintinea y ha perdido todo
anteriormente, es una broma como podría ser
una lección
pero ya que el recuerdo de tus manos existe déjame contar
el vacío de su obra y el despertar absurdo
en una cápsula sobre un planeta abandonado
con cada tesoro dentro del baúl de titanio
solitariamente cantando en un afán de melodía
sobre las estrellas solitariamente una canción que nadie
podría recordar
cuán orgulloso de armar una nave y cuán imprecisa
la maldad al tomar los timones
exhala para simular una presencia
tu cuerpo ha sido vaciado de la alegría del eco y
es esta una mansión como una tumba
de conejos azules
      hablar en multitudes para atraerte esconder las heridas del fuselaje para
dar una buena sonda quienquiera que seas y hayas tomado
un puñado desesperado de este mensaje o por error contengas una rima
inadecuada ten en ti una oración
o una queja o una ira grande como las que encendieron
el cielo que desalojas
    pero si llegaras, apenas a una frase
como el dedo sobre esos antiguos pianos esos manuales de amor
y presencia, pero si llegaras una luz de repente
en el brote del pulmón como en el diente del diente
arribado de vientos todavía
      sin la vergüenza de amar, transmitida
la emisión única es el
fin de los tiempos
o una antigua mañana de movimiento
donde las casas se llenaban de pájaros
¿qué son los pájaros? ¿qué
son las flores?
mi memoria solo conoce el holograma
en esta cápsula conteniendo el eon
de épocas
siempre ficticias, y manos saturadas por
música de fábricas
para la diversión en un lugar fuera
de las horas
donde la debilidad de su creación
me repite como un cáncer
¿era esta la música celeste de los sabios?
¿ la expectativa de los que manejaron
nuestros saludos?
como si por fuera el aliento solo divagara
mi tránsito es una colisión de meteoritos
ten el oro de los planetas o nuevamente
la purpurina espacial
como una novela sin héroe el rastro de una futura
constelación es un aroma de pérdida
o ese fantasma de pronto en un holograma de hermano
¿ha sido esta pastilla
la desaparición de tu amor?
         pero si llegaras, como una sonda futura a hacer el tiempo
una flecha que direcciona el aire y los días pero si llegaras
de vida a hacer  día del día y de vida  llegaras
a notar, un párpado ligero retozando
sobre un párpado más pequeño y de luz ciego
tal vez miraras un poco más o tal vez esquivaras
certificados asteroides, certificados
dolores y quién rimaría?  sino solamente
los amados transformadores de la materia
Agosto de 2020/ Roberto Valdivia/ Perú
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las-microfisuras · 5 years
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NEGDE
Hacía mucho frío, en invierno, en Nueva York. Iosif salía de su casa en Brooklyn para respirar. Para su paseo nocturno. Sin abrigo. Quería tan sólo caminar y respirar. Dos bocanadas de aire. Hacía el gesto, puff, dos caladas al cigarrillo. Necesitaba aquella calidad de aire báltico, en espera de la nieve. Aquel aire que provenía del estuario y llamaba a su puerta, detrás de las columnas. "Sal", ordenaba. Y le brindaba un puñado de hielo. A aquella hora ya no había nadie. Un paseador de perros regresaba a casa con las correas después del reparto.
Cuanto más se aproxima Iosif al agua, más lacerante se volvía el aire. El invierno, la verdadera estación del año. Como en San Petersburgo. "Cuando el gran río se extendía blanco y helado como la lengua de un continente reducida al silencio". Eso escribía. Una arcana brisa hiperbórea en las ramas de los árboles. Iosif no puede evitar vivir en lugares de agua. Es como un marino. Juega con la lunática rosa de los vientos, que lo empuja hacia el río. Le gustaban los uniformes azules de los oficiales de Marina y los abrigos con la doble fila de botones de oro, cual alamedas de noche con las luces que se alejan. A los catorce años había pedido ser admitido en la academia para submarinistas, pero lo habían rechazado. Luego el campo de trabajos forzados. Que es mejor que el ejército. Camina distraído, casi lejos de sí mismo. La distracción no impide a su mirada melancólica estar vigilante. Palabras, paisaje, silencio, diría Frost. ¿Es acaso el hielo el que crea al poeta?
Unos minutos más y Iosif ha llegado a la Promenade. Así se llama la orilla que bordea el estuario. Los bancos públicos miran al agua. Pasan los remolcadores, las nubes, las gabarras. "Corta las olas la corbeta con el perfil de Franz Listz." Todo está en calma, vaga inquietud adormecida, un poco de vacío. De día juegan los niños en un jardín cercano. Jugaban alegres, la risa amortiguada y muchos gorros de lana variopintos.
Iosif está absorto. Las fachadas de las casas, caprichosas y frívolas, tienen una obstinada docilidad episcopal muy suya. Parecen señoritas que permanecen todavía jóvenes. Esas que miran, sin ser vistas, detrás de las ventanas. El pelo recogido, un cuello de encaje, pequeños botones blancos en sus ojales perfectos. en la cama falta la muñeca. "El delicioso dormitorio (una muñeca entre cojines) donde ella tiene sus "pesadillas". Y la cocina: el crisantemo del hornillo de gas ronronea y difunde un olor a té. Y el diseño de un cuerpo se despereza firme en la poltrona, como firme permanece el sedimento después del líquido." Un piano vertical. Aún se oye sonar un motivo, cada vez más lejano, sumergido. Los ojos de las señoritas abandonan las ventanas, se cierran las  cortinas y ya sólo pasa una luz por las flores de los alféizares.
En la barandilla de la Promenade hay un letrero. Quiet zone. Y cuatro NO claramente señalados: 
NO RADIO PLAYING
NO BOOM BOXES 
NO MUSICAL INSTRUMENTS 
NO LOUD OR UNNECESSARY NOISE
Fuera bicicletas y también de manera muy evidente, At any time. En ningún momento. Ruidos no necesarios. Es laquiet zone sin tiempo.Y eso es extremadamente tranquilizador. Hasta las voces parecen atenuarse. Tal vez los paseantes no se peleen. Tal vez sea una tierra casi feliz. Iosif mira las torres. La barca de los bomberos, con las plataformas exteriores que semejan abanicos de agua, se alejan deslizándose. En el cielo oscuro un vuelo de pájaros oscuros, al otro lado los grandes depósitos, los almacenes. Y siguiendo la línea recta de la mirada, las torres. Es lo que ve Iosif, las Torres Gemelas. Lo fueron, antaño. Las vieron arder desde la zona tranquila de la Promenade. Asistieron a la destrucción. Allí estaban, los espectadores. Las vieron arder, reflejadas en el agua. Las ventanas parecían despertar. El incendio en el East River. Puede que Iosif sepa que ya no están. Faltan las dos torres. Allí, frente a la Promenade. El resplandor del maleficio. Han dejado dolor y abismo que no se borra con la mano ni con las palabras. Iosif volvía a ver el Neva y regresaba. En otro lugar, en una noche sin sombra, del mes de mayo, escribía a la luz del día. La luz era clara, rosada, tenue. Ahora escribe en la oscuridad. Le bastan el folio y la tinta en toda la longevidad de las tinieblas. Cualquier lugar es para él una ciudad mental llamada Negde, que en ruso significa "de ninguna parte". Y Iosif, para respirar, iba a ninguna parte.
Es su escribanía el lugar de cualquier parte. La luz de la cúpula verde proyecta reflejos de esmalte en los objetos. Una constelación de cosas, inmóviles como flechas en vuelo. Una pirámide, un minúsculo avión de hojalata, el ventilador. Estilográficas, secretos y escondrijos. El reloj está parado. Las agujas negras y finas, en ósmosis con la despedida. Todavía es invierno en el jardín desangelado al pie del muro de ladrillo. En la ventana la cortina gris ha sido bajada a la mitad. Los objetos que nada saben de Schmerz y Schmalz, azúcar sentimental y dolor interior, le suministraban papel y tinta. Una cómoda butaca adamascada color carmesí con cojín verde escucha el repiqueteo de las teclas de la máquina de escribir. Y el imperceptible fluir de las palabras todavía no visibles. Los objetos tienen un sentido de pertenencia, como en un pacto. No quieren separarse de Iosif. No quieren que se los desplace y, si alguien lo hace, vuelven a su lugar. Parece que lo estén esperando. El busto de Pushkin está vuelto hacia la puerta. En las paredes Anna Ajmátova. Y Wystan Auden. Todo tal como estaba. Tal vez no se haya ido de todo, Iosif Brodsky. 
• Fleur Jaeggy, El último de la estirpe, TusQuets 2016
Trad: Beatriz de Moura
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todastusestrellas · 6 years
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Fantasma I
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Soy débil, supongo que siempre lo fui
Hay una cicatriz en el interior de mi muñeca derecha
   Dice: Has estado subiendo desde muy abajo desde hace un tiempo
   Dice: No eres tan ágil con tu mano izquierda
¿En qué eres buena, de todos modos?
Bajo cero
Me siento en el borde de mi ventana en un cuarto piso
En noches tranquilas
Pregunto al cielo y a nadie en particular
   ¿Conoces esa sensación de vacío?
Él responde de vuelta:
   Las estrellas están ahí incluso si no puedes verlas
En algún momento
En mi peor momento
Llamé a ese mismo cielo entre maldiciones y disculpas como fantasmas en mi boca
Tal vez todo eran lo mismo.
Esta noche
Con mi frente presionada en el costado de un cristal frío
Con mis manos magulladas aferrándose a sí mismas
Amoratadas
Azul
Amarillo
Sin nada más que sostener.
Llore hasta estar enferma
De algún modo, a través de los años, eso se volvió normal
Supongo que no debería serlo
   Eso supongo
Me moví y me mudé
Traté de nunca permanecer igual
Pesé que comenzar de Nuevo significaba que lo Viejo—
   Era una pesadilla
Algo en ese respecto
No fue así
Lógica defectuosa.
Ese feo hospital con sus paredes azules y sus brillantes pisos de linóleo
Con mi comida sin comer y mis ojos hundidos
Las enfermeras solían decirme:
   Tienes que cuidar de ti misma
Significaba: 
   Nadie más lo hará
Los recuerdos realmente no se pueden retroceder.
Esta noche
Hay una sensación aguda y afilada en mi garganta que tengo que tragar
Intentar y esconder.
Escucho una voz que dice:
   ¿Puedo hacer algo por ti?
E incluso cuando mi corazón no tiene más lugar para la ceguera
   No
No hay nada más para hacer.
Soy débil
Sigo buscando cosas
   —Que no están ahí.
En esta ventana, tan cerca y tanto lejos de la muerte soy más vieja y más joven
Un poco más vacía
Una escalera cae y me pide que suba.
El reflejo en el cristal empañado susurra:
Tal vez esto es todo lo que hay...
¿Tal vez esto?
¿Esto aquí?
Es todo lo que eres.
En una cama sin hacer
En las baldosas rosas del baño
Me dije:
   Si tú—
   Entonces yo—
   Si tú, entonces yo
Lógica defectuosa y promesas parciales.
Cuando se rompió la cuerda alrededor de mi cuello juro que alguien me miro a los ojos y dijo:
   Creo que es imposible que esto sea todo lo que hay
A veces
Lo recuerdo
Escaleras caídas que se sienten como puentes
   Más sanos y más salvos
En algún lugar
En la distancia
   Cantan
El sonido de un piano
El sonido de un pájaro
Aprender a volver a aprender sólo una cosa
La más importante
   Cómo ser
   —Cuando no eres
Como:
Si tú—lo deseas, entonces yo—puedo salvarte.
Arte: Marco Mazzoni 
@marcomazzoni
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lapoesiaembiste · 2 years
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Julia Yepjen Ramos embiste
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Presentamos una breve selección de poemas de la poeta trujillana Julia Yepjen Ramos.
I
Amo el mar
y más el mar en tus ojos
tus ojos sedientos de mar
Amo el mar
y más mar en tu cuerpo
sobre tu piel de mar diluyéndose entre mis dedos
Sí, amo el mar
y más mar en tu boca de brisa
-tu boca de prisa-
que inunda mi cuerpo devolviéndolo al mar
Y es que el mar no es mar sin ti mi mar amor
mi amor mi mar
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X
Es fácil partir y dejar atrás
las hojas muertas
el esqueleto de los coleópteros
y sus pétalos
caminar desnuda bajo las sombras
de tus pestañas
y beber despacio el color de los floreros
Puedo perderme como se pierde el llanto
o el color verde o rosado
Puedo vestirme de arena
rasgar mi piel de brisa
y deshojarme en infinitas algas
Puedo perder mis huellas
mi intangible brevedad
pero no puedo aislarte del viento que mece
mis cabellos
ni de las ramas ni de los pájaros
ni de los ojos de un niño
que pregunta por ti cada vez que me besa
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Encontrarme otra vez
en un acorde de piano
en si bemol
es sostener mi lazo azul
entre los dedos
y echarlo al viento
Madre
no me gustan las peinetas
prefiero mis cabellos libres
como algas bajo el mar
En un cementerio de hipocampos
dibujo tu nombre
y en el ocaso
donde reposan medusas
luminiscentes
mis ojos escapan al vacío
de un arrecife.
Julia Yepjen Ramos
(Chocope, La Libertad). Estudió Educación en la Universidad Nacional de Trujillo. En esta misma casa superior de estudios obtuvo su grado de Maestra en Educación y Linguística. Ha realizado trabajos de investigación en las cuales propone estrategias novedosas para incrementar los niveles de comprensión lectora en alumnos de primaria y secundaria.
Actualmente, ejerce la docencia universitaria en la ciudad de Lima.
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entrepalabrasmx · 2 years
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Se Me Antoja Tú Vida
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La noche del sábado 2 de abril, SUSANA ZABALETA, RAÚL DI BLASIO y FRANCISCO CÉSPEDES, 3 de los exponentes bohemios más emblemáticos de la Latinoamérica actual unieron sus talentos para seducir, enamorar y llevar a su público más allá de las fronteras de la música con el espectáculo SE ME ANTOJA TU VIDA, en el Teatro Metropólitan, en la Ciudad de México, con localidades agotadas.
Acompañados por extraordinarios músicos en vivo, los tres intérpretes crearon una tertulia musical en la que, no sólo interpretaron sus canciones más emblemáticas, sino llevaron de la mano al púbico por un viaje musical en el que recorrieron distintos estilos musicales.
El espectáculo, dirigido por Aurora Cano, contó con varios segmentos temáticos, siendo uno de los más emotivos el dedicado al inmortal Armando Manzanero, el compositor que, de alguna manera, hizo que los tres artistas se reunieran en SE ME ANTOJA TU VIDA. Pues cada uno, en circunstancias individuales, trabajaron y compartieron escenarios y experiencias de vida con el compositor yucateco.
Haciendo arte y reafirmando sus maestrías musicales, Susana Zabaleta interpretó temas como Never Enough (del musical cinematográfico The Greatest Showman), y los clásicos de la balada española, Como Una Ola y La Gata Bajo la Lluvia. Por su parte, Raúl Di Blasio, dejó que sus emociones corrieran a través de sus manos hasta el teclado con piezas supremas como Piano, de Bebu Silvetti, misma que mencionó, fue el tema que me abrió las puertas de México. Francisco Céspedes, por su parte, hizo de You Are So Beautiful una deliciosa interpretación de tintes jazzísticos, además de sus fabulosas interpretaciones de los éxitos Señora y Esta Vida Loca, ambas de su autoría.
Saliendo de su zona de confort artística, interpretaron también lo que llamaron su “momento culposo”, con temas como Me Vas a Extrañar, de la Banda MS, interpretada por Susana Zabaleta; Nunca es Suficiente, de Los Ángeles Azules, interpretada por Raúl Di Blasio; y Hawái, de Maluma, interpretada por Francisco Céspedes haciendo “perreo” con La Zabaleta.
Otro de los momentos cumbre del concierto fue el segmento Tangos, Boleros y Sones en donde se escucharon grandes clásicos como Naranjo en Flor, Los Pájaros Perdidos, Libertango, El Día Que Me Quieras, y Oye Bien la Clave.
Ovacionados de pie por un público que abarrotó el emblemático Teatro Metropolitan, se despidieron con las interpretaciones de Se Me Antoja Tu Vida y Después de Ti ¿Qué? SE ME ANTOJA TU VIDA es una producción de Raúl Di Blasio, PROartte, Permanencia Voluntaria y Consecuencias.
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undesiertoafuera · 3 years
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como unos ojos sin ceremonia
ato a esta sonda un lugar sin fondo
un remolino de audios
o el limbo exactamente ubicado
como la fortuna
es solo el diamante de los cometas
la imagen evaporará el sentido
y constelaciones como golpes esculpen el ruido donde
asumo que escucho a alguien
aunque la nieve solo golpea el metal de la cápsula
es ella una grabación reconstruida
en un lugar de tus afectos
una aleación cósmica mintiendo
con su jardín de paradojas ¿alguien dormita afuera?
lejos de casa la promesa de una puerta
es una tentación a la calma
¿dónde están las herramientas y por qué mis pasos
acaban en algún lugar siempre
por las voces del espacio delimitadas?
y ese arbusto de la infancia
como unos ojos sin retroceso
a esta frescura le ato una carga de sospecha
y a esta casa parpadeante como las nubes
lo líquido del lago al recibir un meteoro:
toco el holograma y siento los dedos romper
ese falso recuerdo
     es posible que en esta cápsula
no exista un mensaje posible
como tampoco un destinatario tranquilo
escucha el ritmo y solo
escucharás tu estómago y la voz irresuelta
rebotando sin hacer una pregunta o un prójimo
al que ames una mañana
envuelto de párpados pero tu cuerpo
no es una cápsula posible es
un puñado de blandura
y lo que de aquí en adelante vaya a atravesarte
te destruirá por completo
no una profecía, un reporte médico
de ojos para lo que ya no es brillante,
un certificado como una copia de la copia
el prójimo es una sombra espacial:
mira sus botas desaparecer mientras escarbaban
los restos solares sobre tu pecho
      como un mensaje que espero que leas como una ofrenda que espero
resista la faz de lo que te compone
lo que sea que te componga adonde sea que te dirijas
a quien sea que no conoces montado sobre una estrella
como sobre un árbol de pereza
       voy a escribirte así  la novela del hombre contando sus cabellos
en una cápsula de aleaciones
de metales cuyos nombres son ilegibles
para los hombres que vinieron y los que vendrán desprecien
mi imagen simple en el disco dorado
el aluminio sobre los hombros
voy a escribir un sol que luzca invisible en tus pupilas
y esperaré la intermitencia como los viejos
códigos de conocerse y acercar
de partir y reconocer un trozo de uno perdido en lo ajeno
no hay signos en el cielo, solo opacidad de nubes
y praderas cósmicas donde el sonido ha llegado por fin
es mentira que una clave nueva se desengrane
y los fluidos de la vejez envuelven mi canción
como si mi casa volara todavía sobre las cabezas
de meteoritos y alfombras de cometas
repetidos en un laberinto
que es una clonación absurda
de mis cantos, coronando una escultura posible
o un eco
como algo bruto e impertinente ha sido siempre
el origen de la música
      como un mensaje que lanzo en demasía como una vida que extraigo
para colocarla en frente de
quienquiera que seas, si conoces el rastro si tu voz puede encenderse más fuerte que las certezas
o posees finalmente ojos del color que la vista necesita
en algún lugar, lejanamente feliz allí
los auspicios se silencian la multitud queda y un intercambio
donde leña a leña te encuentra todavía
      como un asir impecable de los versos
o unas palabras halladas en una playa que una dulzura distante
ilumine después de siglos
     y si el mensaje no vira hacia su emisión original
es probable que la cápsula desespere
imagina flotar, es un símil de imagina
aburrirte
indefinidamente o imagina
a los hijos de tus hijos somnolientos en tubos
pero no hay palabras y los que hablaban
siguen hablando dentro de ellos mismos
y si el mensaje no carga, si las luces de recepción
no encienden estos tubos conectados
directamente a mi cerebro,
algo gritará obviamente a la sequía
la persigue la desesperación y los espejismos
me encontrarán y la fuerza
ejercerá su dominio
las luces se ajustarán a las tuercas
y la marcha no logrará
roer mi sangre
este grito apagado como el de alguien que repite
la linealidad de un tono para completar su esqueleto
     ¿puedes escuchar corazón un pedazo
de esto? O puedes reverberar en tu mágica aula así sea una pequeña voz
qué ingenua la espera del que lanza la botella cósmica
con un mensaje que no es un mensaje como un auxilio no es una carta de amor
sino dependencia pero no ha sido siempre así acaso,
un mamífero desesperado sobre un cúmulo de rocas
       y si el amor no alcanza tu mensaje seremos serenos
en esperarte en un espacio
lo peor que podrías hacer es venir y desgarrar el tiempo
con esa criminalidad brusca de los amos del hielo
es una pista: quien te mire a los ojos
penetra en ti quien penetre en ti
tendrá de ti lo más preciado
una cápsula que tintinea y ha perdido todo
anteriormente, es una broma como podría ser
una lección
pero ya que el recuerdo de tus manos existe déjame contar
el vacío de su obra y el despertar absurdo
en una cápsula sobre un planeta abandonado
con cada tesoro dentro del baúl de titanio
solitariamente cantando en un afán de melodía
sobre las estrellas solitariamente una canción que nadie
podría recordar
cuán orgulloso de armar una nave y cuán imprecisa
la maldad al tomar los timones
exhala para simular una presencia
tu cuerpo ha sido vaciado de la alegría del eco y
es esta una mansión como una tumba
de conejos azules
      hablar en multitudes para atraerte esconder las heridas del fuselaje para
dar una buena sonda quienquiera que seas y hayas tomado
un puñado desesperado de este mensaje o por error contengas una rima
inadecuada ten en ti una oración
o una queja o una ira grande como las que encendieron
el cielo que desalojas
    pero si llegaras, apenas a una frase
como el dedo sobre esos antiguos pianos esos manuales de amor
y presencia, pero si llegaras una luz de repente
en el brote del pulmón como en el diente del diente
arribado de vientos todavía
      sin la vergüenza de amar, transmitida
la emisión única es el
fin de los tiempos
o una antigua mañana de movimiento
donde las casas se llenaban de pájaros
¿qué son los pájaros? ¿qué
son las flores?
mi memoria solo conoce el holograma
en esta cápsula conteniendo el eon
de épocas
siempre ficticias, y manos saturadas por
música de fábricas
para la diversión en un lugar fuera
de las horas
donde la debilidad de su creación
me repite como un cáncer
¿era esta la música celeste de los sabios?
¿la expectativa de los que manejaron
nuestros saludos?
como si por fuera el aliento solo divagara
mi tránsito es una colisión de meteoritos
ten el oro de los planetas o nuevamente
la purpurina espacial
como una novela sin héroe el rastro de una futura
constelación es un aroma de pérdida
o ese fantasma de pronto en un holograma de hermano
¿ha sido esta pastilla
la desaparición de tu amor?
         pero si llegaras, como una sonda futura a hacer el tiempo
una flecha que direcciona el aire y los días pero si llegaras
de vida a hacer día del día y de vida  llegaras
a notar, un párpado ligero retozando
sobre un párpado más pequeño y de luz ciego
tal vez miraras un poco más o tal vez esquivaras
certificados asteroides, certificados
dolores y quién rimaría?  sino solamente
los amados transformadores de la materia
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indagaciones · 4 years
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Movimiento - Jorge Drexler
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Jorge Drexler un Uruguayo viviendo en España, Cantautor, musico y medico con una carrera musical que surge en 1989, 12 álbumes publicados y un premio Óscar a Mejor canción original del año 2005 por su tema Al otro lado del río. Sus canciones se distinguen por tener poesía entre versos, su guitarra y voz acompañado de la serenidad y humildad que emana como artista y persona, entre sus mejores álbumes están “Eco” y “Salvavidas de hielo” siendo  su ultimo trabajo de estudio el ganador de tres latín Grammy muy merecidos por cierto.  
Su canción “La edad del cielo” lanzada en 1999, y que 17 años después estaría sonando en mis auriculares una noche de pesadillas en bucle, me hizo poner pausa, sentarme en mi cama, darle replay y deleitar cada palabra, melodía y la tranquilidad con la que cantaba, no se si has experimentado el sentimiento de que una canción te arrulle, abrase y te diga sutilmente que todo el caos por el que estas atravesando va a trascender y  un día no lejano todo estará en calma, esa sensación fue la que percibí cuando escuche por primera vez a Jorge Drexler, un artista para oír con los ojos cerrados y dejarnos llevar a la dimensión de la tranquilidad. Pero en esta entrada no hablare de la edad del cielo, si no de Movimiento la canción que le da inicio a su ultimo álbum, para darle punto final a esta introducción aclaro que escribiré mi opinión y análisis, mi punto de vista.
Un tema dedicado a los movimientos migratorios, pero también a la cultura y la antropología. 
 Con su voz suave y apacible Drexler nos empieza a entrometer en el primer verso: 
Apenas nos pusimos en dos pies Comenzamos a migrar por la sabana Siguiendo la manada de bisontes Más allá del horizonte A nuevas tierras, lejanas Los niños a la espalda y expectantes Los ojos en alerta, todo oídos Olfateando aquel desconcertante paisaje nuevo, desconocido
Hay algo que me atrae mucho de esta pieza musical y es el manejo de narración que incorpora, como con un considerable número de palabras logra pintarle al oyente un paisaje, una escena y un concepto, al manifestar que apenas nos pusimos en dos pies comenzamos a migrar por la sabana es decir que cuando el ser humano en su primera etapa de vida comienza a gatear hasta que logra ponerse en dos pies, a dar pasos y a estar en un estado de mayor movimiento ese instante da el comienzo a nuestra inmigración, después de un tiempo estaremos migrando por la sabana, el aire o las aguas. Evidentemente Jorge nos habla de un lugar como áfrica nombrando sabana, bisonte y horizonte debido  a que en el proceso de creación el realizo la tarea de leer la historia de la humanidad hace 40 mil años atrás comenzando en áfrica y envolviendo a todo el planeta. En resumidos términos el verso 1 nos cuenta el transcurso migratorio de un grupo de personas con sus hijos a las espaldas contemplando un lugar inédito donde han llegado después de horas de trayecto. 
Después de esa calurosa bienvenida que nos da el primer verso, nos lleva al estribillo
Somos una especie en viaje No tenemos pertenencias sino equipaje Vamos con el polen en el viento Estamos vivos porque estamos en movimiento
Al  estribillo mas que darle una explicación línea por línea diré que cuando lo escuche sentí como el sonido entraba por mis oídos y se metía de forma meticulosa a mi corazón, el saber que somos una especie en viaje e independiente del tema -inmigración- que es el eje central de la canción yo personalmente lo relacione con la vida, porque somos viajeros en este planeta, nada de lo que existe o tenemos a nuestro alrededor nos pertenece, solo tenemos nuestro equipaje y es decisión propia escoger que llevamos y que dejamos dentro de la valija/maleta, vamos volando como el polen besando las llanuras, las ciudades y la tierra, porque estamos moviéndonos porque cambio es movimiento, porque movimiento es energía, porque energía es calor, porque calor es vida dijo alguien una vez, siempre que estemos vivos estaremos en un viaje. 
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Nunca estamos quietos, somos trashumantes Somos padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes Es más mío lo que sueño que lo que toco
La frase mas certera aquí es  “ Somos padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes”, colocando en nuestra mente la pregunta cuya respuesta es volver a nuestro pasado, la raíz del árbol, nuestros ancestros, todos somos bisnietos o tataranietos de un inmigrantes. Para no ir tan lejos, Latinoamérica es el producto de una cultura inmigrando a tierras desconocidas, llegando  a colonizar e imponer sus creencias, costumbres e idioma.
Nunca hemos estado quietos como civilización, siempre estamos buscando la calidad de vida propia y de nuestra familia por ende nos convertimos en trashumante ( personas que se desplazan de un lugar a otro donde hay mejores oportunidades). Drexler hijo de un judío  alemán que migro a Bolivia y posteriormente a Montevideo, casado con una mujer de herencia española y portuguesa, (madre de Drexler y sus hermanos), en la etapa de paz que hubo  entre Israel y Egipto la familia se mudo a Israel y de esa manera fue como Jorge creció en una cultura judía, el más que nadie entiende lo que es ser padre, hijo, nieto y bisnieto de un inmigrante por esa razón el pre coro más allá de generarme interrogantes sobre mi raíz, me hace admirar más al artista por su historia. Para concluir, lo único que es nuestro son los sueños, porque al igual que los ideales son a prueba de todo.  
Coro 
Yo no soy de aquí, pero tú tampoco De ningún lado del todo, y de todos lados un poco
Escuchar que no somos de ningún lado, pero de todos lados un poco, nos hace preguntarnos ¿de donde soy realmente ? ¿la cultura en la que fui criado, no me pertenece?, Pues Jorge no solo quiere explotarnos la cabeza, al contrario su objetivo es lograr ponernos en el lugar del otro, dejar atrás las diferencias para  enterarnos de una vez por todas que la identidad es un tema que no tiene claridad, la música que escuchamos y las costumbres que seguimos, no son propias  de ”nuestra” cultura si no que por años los sonidos, las palabras y demás cosas han viajado por el mundo para llegar hasta nosotros, no somos parte de un lugar, somos habitantes del globo terráqueo llevamos en nuestro ADN o civilización partes de todos lados, es como si estuviéramos todos unidos aun cuando existen océanos separándonos físicamente. 
Después de un coro maravilloso, comienza un interludio que necesitamos escuchar, leer y apreciar:
Atravesamos desiertos, glaciares, continentes El mundo entero de extremo a extremo Empecinados, supervivientes El ojo en el viento y en las corrientes La mano firme en el remo Cargamos con nuestras guerras Nuestras canciones de cuna Nuestro rumbo hecho de versos De migraciones, de hambrunas Y así ha sido siempre, desde el infinito Fuimos la gota de agua viajando en el meteorito Cruzamos galaxias, vacío, milenios Buscábamos oxígeno... encontramos sueños
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Fuimos la gota de agua viajando en el meteorito, pues desde que surgió el  universo ya estábamos en movimiento, en tiempos de antaño hemos sido viajeros de lo eterno llevando con nosotros nuestras guerras, canciones y sueños, como lo mencione anteriormente en la primera estrofa, esta canción es rica en palabras y el interludio lo corrobora. ( No fue mi intención que rimara) 
Acercándonos al final de la obra, Jorge vuelve a cantarnos un segundo verso con la misma opulencia y pulcritud que el primero 
Apenas nos pusimos en dos pies Y nos vimos en la sombra de la hoguera Escuchamos la voz del desafío Siempre miramos el río pensando en la otra rivera
Una clara referencia a los hombres de la caverna o el indigenismo, el origen de la raza predominante de hoy, desde el surgimiento del mundo, y el descubrimiento del fuego la vida misma nos ha desafiado a querer transitar las fronteras, a pensar en el otro país e  inmigrar con el objetivo de conocer diversas tierras. 
Para finalizar con unos acordes altos de guitarra y una voz pausada Drexler no da la despedida con un outro diciendo:
Lo mismo con las canciones, los pájaros, los alfabetos Si quieres que algo se muera, déjalo quieto
Resaltando nuevamente que el significado de movimiento es vida, expresando como ejemplo las canciones, aves y palabras porque al igual que la especie humana siempre están en constante circulación. 
Conclusiones
El video oficial del tema fue grabado en Chihuahua, México en la sierra Tarahumara y protagonizado por Lorena Ramírez corredora Rarámuri ganadora de la ultramaratón de los cañones de Guachochi en 2017, mostrando los paradisiacos paisajes con sus montañas y un cielo azul inmenso. También Jorge Drexler hace su aparición desde la Biblioteca del Instituto del Patrimonio Cultural de España en Madrid. El video me comunica demasiados sentimientos y entre ellos el respeto y admiración por el pueblo Tarahumara “los de los pies ligeros”, por su dedicación y el lazo tan fuerte que tienen con su raíz, su tierra y entorno, también siento agradecimiento con Jorge por mostrar una parte de México que pocos conoce, con una letra tan profunda como “movimiento”, finalmente es una obra redonda. 
La música es una genialidad, grabada solo con la figura de la guitarra, sin  batería, ni piano, y ningún instrumento de viento, pues aun con una sola herramienta todo suena armonizado e innovador, en definitiva Drexler es un gran artista en todo el sentido de la palabra. 
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rucamu-blog · 4 years
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Cap.12-Centre Pompidou; Edvard Munch
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Le dimos quince euros a la chica, se lo había currado de lo lindo. Clara parecía sentirse mucho mejor. El tema de la cadera le estaba aguando el viaje. Empezaba a preocuparme. Me sentía mal por no haberla tomado en serio desde un principio.
—Lo siento nena, no sabía que era tan grave.
—¿Crees que lo hago por gusto?
—Claro que no. Solo quiero que estés bien. ¿Cómo ha ido?
—Me ha dejado nueva, casi me quedo dormida entre sus brazos.
—¡Estupendo, ese es el espíritu! Vamos a ver que se dice el Munch.
Accedimos al Centre Pompidou. Estructura de estilo industrial, con un vistoso armazón exterior con anhelos futuristas, fue mandado a construir en los setenta por el presidente francés Georges Pompidou para revitalizar la deprimida zona de Les Halles, en lugar del antiguo mercado de abastos.
El Pompidou albergaba el Musée National d'Art Moderne; el IRCAM, un centro de investigación musical y acústica y una biblioteca con un aforo de 2.000 personas. Según decían, su colección de arte moderno y contemporáneo no tenía nada que envidiar a la del MOMA o a la de la Tate Modern de Londres.
Para llegar a la exposición había que subir a pie por las longitudinales escaleras que trepaban la fachada del edificio. Se encontraba en el cuarto o quinto piso.
A  medida que cazábamos peldaños, la panorámica de Paris iba expandiéndose como un mapa desplegable. Estaba atardeciendo. El sol iba derramándose despaciosamente sobre el azul-plata de los tejados de zinc, chocando como pequeñas olas contra el mar de chimeneas que inundaban las azoteas.
Desde lo alto, Paris rejuvenecía cien años. Si bajo la ciudad guardaba con celo su angustia y sobre sus calles desparramaba su alegría, era sobre sus viejos tejados donde permanecía en suspensión su alma. El famoso cielo parisino se encontraba justo en aquella delgada línea donde la piedra y el aire se confundían. Podía imaginar desde lo alto otras épocas. Podía escuchar a Bud Powell tocando su piano solitario junto a una ventana abierta; el vómito de Baudelaire chocando contra una alcantarilla; el sonido de los trimotores alemanes cruzando los campos Elíseos; el corazón acelerado de Francis Scott Fitzgerald sufriendo a Zelda, y por Zelda; la cuchilla deslizándose limpia sobre la cabeza de Luis XVI; los comentarios de la gente hablando de Juan Gris, sin saber quien era Juan Gris;  los pasos vacíos de Cortazar escrutando las dimensiones temporales del metro... la voz amargada de Edith Piaf cantando la “Marsellesa”…
Podía escuchar, y no solo escuchar. Podía sentir como una verdad prensible la realidad de aquellos tiempos, de aquellos hombres y mujeres. Podía verme a mí, en las postrimerías de la historia, presenciando la caída del telón, como si nada, nunca, hubiese pasado.
Pero aún no había acabado todo. Quedaba algo, y eso se sentía nada más acceder a la primera sala de la exposición. En cada una de ellas, en la pared, un texto en inglés hacía un resumen explicativo de la vida y obra de Munch.
En la primera, como decía, nos encontramos con la primera obra, según Edvard, del inicio de su carrera. “La niña enferma”. Una serie de cuadros sobre el mismo tema y la misma figura, obsesivamente repetidos y a penas modificados.
También, del mismo modo, en las siguientes salas, repeticiones de “Los vampiros” y de “El beso”, en el que dos amantes funden sus caras sin que se pueda apreciar a quien pertenece el rostro. O “Mujer llorando”, reproducida en lienzo, fotografía y escultura.
La idea que tenía de Munch era la que comúnmente podía tener el resto de la gente. “El grito”, que no se encontraba allí, sino celosamente guardado en Noruega a salvo de la codicia de los ladrones de arte. Era lo más que relacionaba con él, además de su fama de chalado obsesionado con el sufrimiento y la muerte.
Y por los primeros cuadros que estaba presenciando, junto con aquellas copias, con aquellos colores agridulces tan fuera de contexto, con aquellos cuerpos escupidos sobre la tela en lugar de dibujados… parecía que ciertamente Edvard era un jodido amargado.
Aún así, conforme íbamos cruzando salas, la atracción se volvía más intensa. Su personalidad traspasaba la superficie del lienzo, dejando bien claro que aquello había sido pintado por un hombre y no por la mano de un genio distante e impersonal.
Sus personajes parecían todos haber sido arrojados sobre la escena, dejados a la intemperie, en una dimensión desconocida. Todos sorprendidos, desconcertados, narcotizados por un mundo incomprensible. Parecían preguntarse qué hacían allí, como si estuviesen presenciando el desconcertante páramo de un planeta desconocido.
Según comentaban los textos explicativos (traducidos por Clara) estaba obsesionado con la perfección, de ahí su afán repetitivo. Se hacía difícil saber si era más perfecto el sexto de la serie o el tercero. Parecía más bien un niño haciendo añicos sus dibujos porque ninguno acababa de gustarle.
Si veía algo perfecto en Munch era la redondez de su delirio. Como en “Las muchachas en el puente”, con aquel paisaje estructurado a la manera de “El grito”, con aquellos caminos que se pierden absorbidos por el cuadro, en un mareante zigzagueo que parece invitar a uno a apoyarse también sobre la baranda junto a las muchachas.
Pero luego había otro Munch. Un Munch preocupado por los nuevos avances de la técnica, por las nuevas formas de ver el mundo.
Una de las salas contenía una extensa colección de fotografía realizadas por el propio Edvard con su Kodak; escenas cotidianas, autorretratos, paisajes… También una película de unos cinco minutos en las que captaba escenas urbanas de las crudas calles de Alemania y Noruega.
Incluso el cine estaba presente, como en “Los trabajadores que regresan a casa”, en el que puede verse un grupo de obreros avanzando decididamente hacia el espectador; o aquel otro en el que se capta el movimiento en un helado fotograma, “Caballo al galope”.
           Pero el desconcierto total, y lo más desconocido de Munch, descasaba en una de las últimas salas. Dibujos a medio terminar, donde predominaban los espacios en blanco; con extrañas grafías y figuras. Aquellas piezas pertenecían a la etapa en la que comenzó a tener problemas de visión. Los dibujos representaban, a bocajarro, lo que él veía a través de su limitado punto de vista. Una serie de pupilas hipertrofiadas, como un ojo machacado, en cuyo centro aparecía una extraña figura que surgía de forma fantasmal en la mayoría de obras de la serie. Una especie de pájaro, negro, como una mancha de tinta, en el epicentro de la pupila. Munch decía que lo veía constantemente, aquella figura, colgando como un harapo en mitad del caótico paisaje que constantemente vislumbraba.
Creo que fue en ese momento cuando me ganó definitivamente. Era evidente, se estaba riendo de sí mismo. Para él, el mundo era única y exclusivamente lo que él veía y nada más. En todos, en cada uno de sus cuadros, una única obsesión: la visión de un mundo que iba desapareciendo sin que él pudiese hacer nada. Y finalmente esa última mueca, ese “QUE TE JODAN”.
Quizás su tragedia fue esa consciencia plena de “la desaparición”, no del mundo, sino de él mismo.
           Una muestra de esto podía verse en la última sala, atestada de autorretratos, que iban desde su juventud hasta sus últimos años, enfermo y desahuciado.
En las pinturas de sus años maduros puede verse a un hombre fuerte, poderoso, seguro de sí mismo, elegante y viril… sabiéndose genio. En las subsiguientes, empieza a percibirse esa congoja, la presencia aplastante de la muerte, la sexta marcha del tiempo, y en su cara, la confusión, el encorvamiento, la tristeza y la soledad. El miedo campando en su rostro, calentándose a la lumbre del tiempo.
Pero finalmente, cuando la enfermedad y la decrepitud lo estaba definitivamente consumiendo, puede sentirse, extrañamente, un hálito de esperanza. Ya no tiembla de miedo; sonríe irónicamente torciendo su rostro en una mueca; su figura aparece en posturas ridículas, cómicas… como si le estuviese haciendo un corte de mangas a la muerte.
En una de ellas parece estar asomándose al cuadro, como si el pintor hubiese desviado su punto de vista y él reclamase aún su protagonismo, como diciendo: “¡Eh, que todavía sigo aquí!”.
Pero es en una, en concreto, donde todo parece haber terminado. “Autorretrato entre la cama y el reloj”, entre la realidad y el tiempo. Un Edvard de pie, entre ambos objetos, confuso, ridículo, esperando aún una explicación…no terminando de creérselo del todo.
           Salimos al aire libre, tras la última sala, a la balconada del Pompidou. El atardecer aún mantenía su figura. Acabábamos de salir de las entrañas de un hombre, del único hombre vivo en Paris. Podía haberlos con mejor pincel, pero no con más cojones.
No sabía si sentirme bien o mal, si había salido esperanzado o derrotado de las visceras del Munch. Necesitaba una copa.
En la última planta había un restaurante.
Miré a Clara.
—¿Un gin tonic?
—Eco-respondió-.
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charlietum · 4 years
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Noche de enero Buenos Aires y los ángeles que sobrevuelan el cielo de Berlín se acercan hasta aquí y besan mis manos insomnes para llegar hasta un valle con un sol incontestable para poder saludar a una amiga que tiene una hermosa sonrisa de piano las flores que juegan en sus ojos me miran con sorpresa y alegría llueven como en lunes petálos "naranjavioleta" espejando el furaçao de alas agitadas de otra noche de enero cuando mis pieses me alaron hasta la casa de la calle Crámer sin querer queriendo llegué hasta allí memoria tecleando despacio despacito rayones hasta la última carta quince años y despacio despacito el furaçao de sentimientos me sienta en tu mesa como un ángel con mochila "magia fantasma niebla poesía" desvistiendo el corazón a tu sonrisa musical que me piana viéndome fantasma en el espejo de la niebla de Dollarton o del Rodeo a la hora de la siesta y bocina de heladero tatuando pájaros cantando azul liviano y sucio de luna hablándote abrazado a todas las cartas que narran las cenizas de Aquilea. Charlie Iñon Closs https://www.instagram.com/p/CFm2TgkA4qw/?igshid=h5f51jn8dw6a
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Guía práctica para estallar en silencio
Consiga un empleo; siéntese cómodamente; tecleé cosas sin sentido que le dejarán dinero a todos, menos a usted.
Tome café (barato o caro… al final del día será la misma taquicardia); conteste o desvíe llamadas a su gusto; llegue temprano y salga tarde o llegue tarde y salga temprano.
Mueva papeles de un lugar a otro; imprima, tire, rompa, cambie el tóner de la máquina; manche sus manos, la corbata, la camisa; haga bromas acerca de ese incidente; vaya al baño; llore en silencio por escuchar a los putos pájaros que son más libres que usted.
Regrese a su lugar; tome una cafiaspirina o dos o tres o diez; cuente hasta ese número, tal como lo sugerían en aquellos cortes comerciales ochenteros.
Haga cuentas, muchas cuentas; use la tarjeta de crédito hasta romperla de tanto pasarla por las terminales punto de venta; compre a plazos, sin intereses, con intereses, con puntos o a pagos diferidos.
Mueva sus piernas descontroladamente (pero siempre dentro de su cubículo) así como movía su pinche patita cogelona Tambor el de Bambi.
Finja que le interesan las lecciones de karate o de piano de los hijos malcriados de sus compañeros; hable de futbol, de las series de netflix, de la champions, del américa y del cruz azul.
Viaje en metro a la hora pico… y caiga rendido cuando llegue a su casa.
Ya en su cama, piense en lo que hizo en el día, paso a paso, tal como aquí referimos.
Si tiene ganas de levantarse al otro día, lo felicito: usted es una bomba caduca.
Si tiene ganas de quemar estas lecciones, busque a otros como usted, encuéntrelos por su propio bien y hagan una rueda enorme alrededor de sus centros de trabajo.
Cuenten, en reversa, del diez al cero; griten lo más fuerte que puedan y conviértanse, en la más hermosa de las explosiones que hayan soñado jamás.
–Abraham ‘Gritonero’ Chávez (2017)
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fjkoloffon · 4 years
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Cosas que hacer antes de que el mundo se acabe.
Un virus microscópico paraliza a un planeta de 148,9 millones de kilómetros cuadrados. Los glaciares se parten a la mitad y, paradójicamente, cada vez tenemos menos agua. Terremotos, volcanes que hacen erupción, bosques que arden. Pero el principal problema de la humanidad es que los corazones ya casi no se incendian. 
Antes de que el mundo termine de colapsar, realice dos o tres cosas de esta lista para sentir ese fuego elemental. Tal vez nos mantenga vivos:
Explote con la persona que le provoque descargas eléctricas.
Sí, hay almas que al menor contacto estallan. La cosa es que, si antes era difícil coincidir, ahora, con esto de la distancia, es… todavía posible. Pocos lo saben, pero en algún lugar de la galaxia siempre existe un ser con quien la menor fricción nos producirá chispas. Pasa que vas al cine por primera vez y el simple roce de su brazo con el tuyo detona una descarga eléctrica que recorre como un rayo tu columna y enciende tu espíritu. Ahí, en el descansabrazos, ¡pum!, ¡el big bang!, un agujero negro en el estómago. Es una suerte de milagro, porque no es necesariamente una búsqueda. Dar con esa persona es la casualidad más fortuita y estremecedora de todas. Si la encuentra, no la deje ir.
Descarga eléctrica
  Arriésguese y escape: abra puertas invisibles y súbase a sus emociones.
Cuando se sienta confinado o en un callejón sin salida, pinte con el gis de la imaginación una puerta. Use su creatividad y su inventiva para salir de los más difíciles escenarios, es el único modo. Las ideas que vibran en el corazón, son deseos atrapados en nuestras profundidades, y necesitan ver la luz. Súbase a esa genuina emoción, lo transportará a otro lugar. No importa si el peligro o la incertidumbre persiste, usted ya se habrá convertido en valiente. ¿Y cómo distinguir las emociones auténticas? Porque asimismo se sienten como una explosión: son la pirotecnia del alma. 
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Todos los muros tienen una puerta.
A post shared by F.J. Koloffon (@fjkoloffon) on Jul 3, 2014 at 3:14pm PDT
  Construya puentes a otros universos: mire a los ojos. 
Cree conexiones, compenétrese con los demás a través de la mirada. Los ojos son nuestros telescopios para descubrir los distintos universos que guardan las miradas de los demás. Mírese fijamente con otros. Así nos identificamos y comenzamos a mezclar nuestras partículas. Puede comenzar por jugar a sostenerle la mirada a desconocidos, en especial a quienes le atraigan. O, simplemente, camine por la calle con la cara bien erguida y concentre su mirada en la de quienes no rehuyen al contacto visual. Dígales: “Hola”, la palabra clave para abrir las escotillas que dan al interior de las personas. Y sin que lo sospechen deseéles lo mejor. 
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  Sorprenda a todos.
Dé a la gente algo que no espere, eso que fue puesto dentro de usted como un regalo: su don. Si toca el piano y encuentra uno en medio de una fiesta y siente el impulso de tocar “Life on Mars?” de Bowie o “Your Song” de Elton John, beba su cocktail de un trago y haga sonar esas teclas. Ponga su canción favorita a todo volumen en el coche y en un alto baje a bailar sobre el paso de cebra. Sorprenda a los espectadores y despertará también en ellos el anhelo de desenvolverse, de mostrar sus regalos sin inhibición. O si pinta, pinte con sigilo el retrato de quien parezca necesitado de colores y entrégueselo. Se ruborizará, y esto se trata de hacer entrar al mayor número de mujeres y hombres en estado de ebullición. El asombro es una especie de pequeño milagro. 
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  Juegue a la pelota para hacerse menos bolas. 
Jugar al futbol, al basket, tenis casero, quemados, bolos y de repente hasta FIFA en el PlayStation, sirve para quitarnos lo confundidos. No tanto como una siesta profunda o como dormir ocho horas de corrido, pero sí nos devuelve cierta serenidad. Juegue solo, contra un muro; con sus amigos; sus hermanos o con sus hijos pequeños. Chuten, tiren a gol, ríase incluso con los balonazos, no pasa nada. Despéjese. Aunque pierda, gana, y el panorama se volverá más claro: tampoco hay realmente mucho que saber. 
  Herede en vida a sus hijos.
Siéntese en paz, haga memoria y una lista, no de sus propiedades, sino de aquello que lo ha enriquecido: sus libros favoritos, películas, su música, sus lugares, obras de teatro, sus anécdotas, los discursos, los momentos que conserva como tesoros. Entrégueselas, ellos sabrán qué hacer con ella, pero no parta sin compartir lo que lo ha conmovido. Y si no tiene hijos, búsquese a quien querer como si fuera suyo, pues patrimonios de estos deben pasar a otras manos para irnos libres y plenos.
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Los años maravillosos.
A post shared by F.J. Koloffon (@fjkoloffon) on Jun 1, 2020 at 7:14pm PDT
  Dedíquele tiempo a su sueño. Y duerma.
Trabajar para otros no es negocio, dedíquele tiempo a su sueño. Si se empeña, rendirá frutos. Piénselo, siéntalo, visualícelo, ilusiónese, búsquelo, aférrese. Y por la noche, justo antes de caer dormido, entrégueselo a su doble cuántico y pídale ayuda para realizarlo. De la noche se sabe tan poco como del fondo del océano, pero, mientras dormimos —asegura el científico Jean Pierre Garnier Malet—, somos capaces casi que de viajar al espacio, a dimensiones desconocidas donde se construyen de manera paralela las realidades. De cualquier modo, crea en la teoría del desdoblamiento o no, duerma. Dormir clarifica y nos devuelve la fuerza vital de la que se nutren los sueños. 
  Llame por teléfono a aquellos con quien sueñe.
Por algo se presentaron ante usted cuando dormía. Algún motivo los llevó a fugarse de su subconsciente para introducirse en sus visiones nocturnas. Le llevan un mensaje o aguardan uno suyo. Averígüelo. Cuénteles a detalle de qué trató el sueño, el encuentro en semejante mundo, misterioso y mágico. Algo dilucidarán. Busque a esa persona y saque la conjetura. 
  Póngale música a la vida. 
Como dicen por ahí, el secreto de los días lluviosos es saber musicalizarlos, así que salga —por ahora con tapabocas— a ese mundo-patas-arriba y colóquese los audífonos. Reproduzca el concierto 21 para piano en C mayor de Mozart, o el No. 5 en E mayor de Beethoven, o “Hand Covers Bruise” de Trent Reznor y Atticus Ross. Compruebe cómo el sentido del oído influencia al de la vista, cómo reaparece la armonía, como con la música propicia el panorama cambia y el presente luce mejor. La vida musicalizada adquiere matices de película, la gente pareciera bailar, aunque solo camine. No todo son las malas noticias de la radio, también hay pájaros, el ruido de la algarabía de los niños, el sonido del viento y de su juego con los árboles, los locos que caminan por las calles sonrientes con sus audífonos. Quizá el mundo no está en realidad tan mal como de repente se oye. 
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  Vaya a la estética y vístase como le plazca. 
Pida el corte de pelo que sus padres le prohibieron de pequeño. Nunca se quede con las ganas de nada, porque a las ganas siempre les gusta quedarse. Tíñaselo de rojo o azul, rápeselo o déjeselo largo. Vístase como le plazca, asómese desnudo una mañana por la ventana, aviente el saco o el traje sastre. Hagamos de este mundo un lugar con menos ahorcados en las oficinas y más corbatas colgadas de los árboles. Libérese. 
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A post shared by F.J. Koloffon (@fjkoloffon) on Aug 28, 2015 at 1:28pm PDT
  Mande todo a la mierda y tome un avión a un lugar desconocido.
El avión, cabe aclarar, puede ser una bicicleta. O unos patines o unos tenis. Y el lugar desconocido, la colonia contigua, el pueblo de al lado, el barrio vecino o, por supuesto, las ciudades y playas ansiosas por ser descubiertas. El chiste es sentir —de preferencia a solas— el viaje, la travesía, el sentimiento de aventura, de osadía, de ser intrépido. Súbase a sus zapatillas deportivas favoritas, rebase sus límites, traspase sus fronteras y asuma el papel del forastero, adentrarnos en lo desconocido es un camino para conocernos.
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  Siga el camino amarillo.
La vida no es caminar por una alfombra roja, es seguir el camino amarillo. Concéntrese, ponga atención para evitar distracciones y extraviarse. Avance con precaución y con su absoluta presencia. En las encrucijadas siga los impulsos de su intuición para elegir la senda correcta y observe con precisión para no sucumbir a los espejismos. Haga caso de las señales, aparecerán si se conecta y lo conducirán al punto donde todo se entrelaza. No sufra, no estamos perdidos, nos estamos acercando. La vida suele parecer un laberinto, no obstante es un recorrido perfecto. 
  Discúlpese lisa y llanamente, sin pretextos.
Pedir perdón es quitarle peso a su maleta. Viaje ligero, sin culpas ni remordimientos, acérquese a quien le deba una disculpa, ofrézcasela y continúe su trayecto, libre de deudas, tan caras y desmoralizantes que son. Comience en casa, con los hijos —no importa la edad— y la pareja, con el perro a pesar de los agujeros en el pasto, sin atenuantes o excusas. 
  Ayude, ayude, ayude (de preferencia sin tomarse fotografías).
Échele la mano a quien pueda, la humanidad está más necesitada que nunca. No se buscan héroes, el mundo necesita realmente algo extraordinario: personas normales. Sea de los que se sensibilizan con tantas duras imágenes en la calle, de los que se compadecen y apiadan, de los que no empujan para figurar, sino de los que ayudan a salir adelante, de los que no cobran. Ser buena persona es gratis, no se paga con nada. Rompa también en cólera frente a las injusticias, estalle, explote, eso igualmente es ayudar.
  Escriba cartas, no esquelas.
Exprésese cuando su reloj biológico marque la hora, en el momento en que suene la alarma puntual del deseo, en el instante que se activen las inequívocas palpitaciones del corazón. Después es tarde y los destinatarios quizá ya no las lean. Escriba también de repente una carta para usted, aunque impersonal, sin nombre, para que la lea quien se la encuentre. Déjela en una banca de un parque, o en el asiento del tren; puede apostar que lo que tiene que decirse a usted, es un mensaje mandado a hacer para otros. Somos una constelación, mensajeros del servicio postal de la existencia.
  Mójese en la lluvia, salte en los charcos, tenga un amante, haga bromas por teléfono, rescate un perro, abra la jaula de sus pajaritos, póngase de pie y aplauda con fervor en la sala de cine si lo cautivó la película, regale una flor a quien le guste, escale una montaña, rompa su récord bajo el agua, respire como los recién nacidos, mire al sol como los presos que escapan, queme las naves, promueva los incendios de su corazón y nunca —nunca— permita que se extinga su chispa. 
Y, si lo desea, mientras quede tiempo, engroce esta lista.
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«Síndrome de naufragios», Margo Glantz.
En sentido muy ancho la mortificación es abrazar las cosas que causan pena y dolor: el camino de la perfección pasa por sus cilicios y sus soledades y para alcanzarlo plenamente, como aconsejan Job, San Gregorio y Góngora, es necesario un ejercicio continuo o quizá la falta absoluta de ejercicio: San Onofre practicaba la templanza y la dieta encaramado en un árbol y sus nodrizas fueron los pájaros; San Simeón, el estilita, fue el precursor de las estatuas napoleónicas y la inmovilidad y las poleas fueron su máximo invento. La más alta dedicación de Hans Wallenda fue caer a tierra por andar sobre una cuerda floja restirada entre los tejados de una ciudad amurallada para protegerse de los piratas de Salgari. El cuerpo del equilibrista se estrelló contra el adoquinado y su pelvis astillada adorna el museo de la ciudad; en cambio, San Agustín enseña que nuestras pasiones son nuestros máximos enemigos y si las mortificamos a conciencia podremos llegar al cielo. Abelardo se dejó conquistar por la molicie y escribió en el cuerpo de Eloísa apasionadas cartas con el desenfreno del amante y la templanza del sabio y del asceta. María Egipciaca desató sus largas trenzas y con ellas atrapó a los transeúntes en su cuerpo; luego, los mismos cabellos desenredados le sirvieron para escalar los cielos y fomentar las tormentas y mortificaciones que habrían de subirla por la senda pedregosa e inmaculada de la perfección. Es en vano que alcanzó las cimas nevadas de una desilusión, pero al principio ayuda. Se ve una sandalia y se dibujan los dedos claros, perfectos, con ese alargamiento cotidiano que da la santidad, una santidad parecida a la del pobre de Asís, santidad protegida, es verdad, por el polvo del camino, pero en última instancia santidad. Ese despojo verdadero, esa inocencia, se matizan con una mirada hacia arriba, cristalina y la niña de mis ojos (o de los tuyos) adquiere su transparencia infinita, casi tanto como la de los ojos de pescado que se lleva al matadero, cuando los pescadores olvidan su oficio para convertirse en malabaristas, o en equilibristas, y pescan con las redes moradas del crepúsculo. Los peces van cayendo, solitos, y solitos se enredan en la nada: sólo sus ojos revelan la verdad que araña. Sólo los ojos, porque los peces, sobre todo cuando se han pescado, no tienen pies, apenas cola y la cola pertenece a las sirenas. Tú no serás nunca ni Neptuno ni Tritón. Insisto, en tus ojos se refleja la santidad. Pero es el cardillo. Brilla de lejos, deslumbra, apabulla. Pero es eso, el cardillo. Una mancha luminosa aposentada en una roca, o una mancha luminosa distraída por el verdadero espejo, el que viene de arriba, el de los cielos, el que se mira en los Evangelios y el que disfraza a San Juan. Pero no es San Juan de la Cruz, en este reflejo no hay misticismo verdadero, cabe en todo caso en las sandalias y las sandalias están empolvadas. Es oficio de peregrinos y no de santos. Los santos verdaderos son pocos y los santos verdaderos son como el Dios de Pascal, invisibles aunque traicioneros. Tú llevas una santidad condicionada a las correas de un calzado de tiritas color carne y una santidad atada a las correas transparentes cuando miras hacia arriba, como santo en su nicho cuando espera el tormento (o después de practicado). —También las cosas tienen celos, no las cambies seis años sin tocarlo. Hay golondrinas viajeras, mariposas migratorias, salmones que remontan las corrientes y anillos que cambian de morada. Los he visto recorrer distancias breves, las que hay de dedo a dedo y de tamaño a tamaño, las he visto cambiar sus espacios y alterar sus montaduras con las piedras no preciosas. Aparecen de repente en viejas manos de epidermis secas y mudan de apariencia si cambian de armadura. Suelen servir como despojos de coronas arrumbadas en museos y pueden ser reliquias de viejas promesas incumplidas. A veces las sortijas quedan sepultadas en valijas de doble fondo y alternan con las drogas y los contrabandos. Se llevan como antes se llevaban los venenos. Se ostentan en vidrieras iluminadas y protegidas por cristales a prueba de los gángsters de Chicago. Son humildes solitarios engarzados, simples argollas de oro delgado, más bien alambres de oro, reliquias que se intercambian en los esponsales diarios: anillos bizantinos, recuerdo de Recaredo o de Reinaldo el Viejo. Son atributos de reyes coronados, determinan un relumbrón alquitranado por las minas de diamante del Congo Belga; allí se producen las piedras —o carbones— de alto quilataje: se los disputan los magnates, las actrices, los nuevos ricos. Un humilde anillo fue nuestro intercambio: recuerdo épocas felices y pasadas: una pérdida de anillos es tan irreparable como una hemorragia y tan irresistible como un desmayo por ella ocasionado. Toda sangre que descansa en paz pierde su anillo y tú perdiste el mío, azul y martillado, en un cuarto de hotel. Ahora su brillo se manosea y el sello cambia al influjo de duras batallas coloidales. Es un texto que le queda chico o grande según se trate el dedo anular o del pulgar o hasta del cordial, aunque el pulgar rechace los anillos. Es un cuadro de Rembrandt en donde la pareja brilla por su ausencia y se detiene en un dedo gordo atrabiliario aunque ennoblecido por la gema y el retrato. Hay un vacío que ya no puede llenarse de recuerdos, ni con rituales desmorecidos. Habría que ponerle un cachalote protegido por los tridentes del calamar gigante que detiene las hélices de los submarinos. Nemo lleva un barco ballenero, pero con él protege a las ballenas. Nemo me mira. En la mano derecha lleva el anillo hindú de la rebelión y el credo lleno de fosfatos, otras veces delimitados y narrados en páginas curiosas y amarillas, pero no son pergaminos, son esponjas. El dulce coloquio se prosigue sin anillos, los esponsales se celebran en secreto. La ingenuidad de Fulberto es perfecta: confía la ternera a un lobo hambriento. Mis manos corrían por su cara y las suyas por mis senos, apenas veíamos los libros y antes que el de Francesca nuestro pacto se inició con un verso. Muchos me alaban. He construido mi suerte, así me dicen. Yo los miro: He pagado con mi sangre esa suerte y prefiero destruirla para mirarte. Y entonces… —¿Por qué empiezas así? ¿No conoces otros comienzos? Debieras cumplir con los mandamientos. —No, esos comienzos son los de un sueño vestido de tafeta rosa. ¿Lo recuerdas? —¡Cómo olvidarlo! Mi vida sigue tu sueño que se repite cada noche con intranquilidad. —Bien sabes que odio los melodramas pero los propicio. Vuelvo a empezar. Nada me queda, sólo esa sensación cuando me despierto y sigue al pie del muro, vestido delicadamente de tafeta rosa, con las reminiscencias sedosas de seda. —Hablas con enigmas y lo que es peor, te repites. —Nada es importante, es apenas un sueño. No interrumpas, sigue oyendo y míralo, cerca del muro, vestido de tafeta rosa. —Un hombre vestido de esa manera es ridículo. —No, el hombre de mi sueño provoca las angustias. Hasta las angustias pueden alguna vez vestirse de color de rosa o acariciar con la textura de la seda. —Bueno, si quieres cuéntame tu sueño. —Soñé que lo veía, ya te lo dije, estaba junto al muro, vestido de tafeta rosa. Y ese color de cuento era el color de la angustia. Perdona que repita, pero es el mismo sueño repetido durante los últimos quince años. Lo miré y traté de decirle algo. A mi alrededor se oían otras voces. Me di cuenta y vi a los que hablaban. Estaban lejos, vestidos con elegancia refinada. Iban hacia el salón de este castillo. Varios criados pasaban junto a mí sin mirarme, parecían no advertir que a mi lado estaba la figura varonil vestida de color de rosa.
De repente grité algo, queriendo llamar la atención aunque fuera de los criados… Ninguno se inmutó. Su mirada se detenía en el muro pero sin sorpresa, parecía que no había nadie allí, sólo las piedras que lo forman. Los invitados también vestían de tafeta, con tonos variados, nunca rosa, y simulaban no oír cuando gritaba.
La angustia se hizo inmensa, gigantesca, tanto que empezó a cubrir el muro. La figura vestida de rosa desapareció dejando su olor adocenado como una grieta que transforma mi universo.
—¿Y los otros sueños?
—Vuelvo a empezar, oye mi relato:
«Junto al muro había un hombre vestido de tafeta rosa que nunca hablaba de mi suerte. Enfrente, varios criados vestidos con libreas que atendían a los invitados vestidos de tafeta oscura. Las mujeres llevaban unos trajes de gran elegancia, de sobriedad exagerada. En un salón entreabierto se veían varias mesas y se oía el sonido de un piano. Era algo así como una sonata de Beethoven, quizá tocaba en honor del Conde Waldstein, pero no es el piano ni su sonido lo que cuentan en este sueño. Lo único que veo, lo único que añoro es la figura vestida de tafeta rosa que se apoya contra el muro. Tres gustos y tres sueños me fatigan, son monótonos aunque sedosos, su textura es torpe y repetida.
»No me entiendes, esa casa tenía 11 patios repetidos e iguales y en cada uno de ellos había un muro y en cada muro estaba la figura vestida de tafeta rosa. Cada sueño se repetía 3 veces llenando las paredes con 33 figuras vestidas de color de rosa.
»Ahora no son las voces, son los colores con los que me engañan.
»La escalera era estrecha y un escalón estaba quebrado, como hace 9 años. El paraguas colgaba del barandal, negro y ominoso, a pesar de la luz que arrojaba el sombrero de paja, colocado al lado con seriedad provinciana. Nadie salía de los departamentos, ni siquiera el ruido, y los paraguas comenzaban a invadir con sus colores maravillosos los escalones.
»Me detuve.
»No puedo dejarlo, pensé, está allí al alcance de mi mano, si los dejo cualquiera pasa, los toma y me quedo (como siempre) sin nada.»
Regresé corriendo y lo puse sobre mi brazo deslizando el puño encima de mi muñeca (era color de rosa y sus ojos de vidrio).
Más abajo había un paraguas también rosa y luego otro rojo. Preferí agarrar, sin pensarlo dos veces, el rojo y bajé, feliz, con mis dos paraguas haciendo huelga juntos.
La escalera se amplió como escalera de ópera decimonónica y Anna Karenina apareció del brazo de su hermano, se cruzó conmigo, y ni siquiera me miró (llevaba un traje de calle corto).
“Es claro, me dije, el paraguas rojo no es muy elegante.”
La escalera crecía, a lo lejos oía todavía el roce satinado del vestido de fiesta de la bella mujer asesinada. Los paraguas eran más vivos que los que Lautréamont utilizaba sobre los manequíes y la máquina de escribir cuelga por los aires, mientras Bretón los coloca ayudado por mí.
Los paraguas empiezan a correr, pasan como paracaídas de la guerra fría. Algunos pies desnudos me saludan desde los hilos invisibles y la escalera es el terraplén de un convento agustiniano del siglo XVI con almenas y con capilla abierta, un enorme paraguas color crudo.
Camino de prisa, con mis dos paraguas, y el terraplén se va llenando de gente: todos son invitados, visten trajes elegantes, nunca tanto como el de Greta para contrastar con mi vestido de color amarillo, totalmente disparejo, totalmente desahuciado, sobre todo si lo acerco a los colores de los paraguas que brincan a mi paso.
“No importa, nadie me mira.”
Todos los ojos convergen hacia mí y las miradas son anónimas y hostiles. A nadie le gusta la combinación de colores, a nadie le parece oportuna mi aparición anterior a la de la novia, quizá en lugar de ella, esa joven tierna, vestida tradicionalmente con sus gasas vaporosas y sus azahares, con los ojos felices y el paso triunfal de las damiselas que llegan al baile con los zapatitos de cristal, seguras de conquistar el mundo, seguras de que el final feliz del cuento las deja protegidas contra los paraguas y contra los paracaídas, contra los pies desnudos, contra los cadáveres, contra los descansillos de las escaleras deslucidas y los barandales despintados.
La doncella blanca, la joven de los zapatitos no aparece y los invitados miran mi paraguas y los ojos se les van ensanchando como las escaleras convertidas en terraplenes y el paraguas abierto convertido en capilla abierta de frailes franciscanos. Los ojos son telescopios y los cuerpos abultan ajando los vistosos y complicados atavíos. Cada invitado ha elegido un lugar donde crece la hierba ocultando con su verdor disparejo las tumbas hacinadas por los siglos y las inscripciones que rodean unas cruces. En los asientos-tumba se mezclan, como en los enterramientos, los niños, los valses y los viejos galanes del cine mudo peinados a la Valentino o las doncellas envueltas en el aura garbosa de las divas y el aleteo de los gavilanes.
Los paraguas carecen de epitelio y las lenguas se erizan en la noche.
Autor: Margo Glantz
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