#papel rayas
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papelpintadobarcelona · 1 month ago
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Papel pintado de Rayas Finas, ideas para Decorar todos los Espacios de la Casa
El papel pintado de rayas posee una versatilidad asombrosa, es un comodín perfecto para dar estilo y llenar de esencia todas las habitaciones del hogar. Se integra a las mil maravillas en todo tipo de ambientes sean modernos, contemporáneos, nórdicos, incluso minimalistas, vistiendo sin abrumar en absoluto. Elige el color más acorde ¡Conseguirás una decoración de impacto! 2. Un Salón en Color…
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papelespintados · 2 months ago
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Azur de Caselio: La Revolución del Papel Pintado con Estilo Mediterráneo
Transforma tu Hogar con la Nueva Colección Azur de Caselio Si estás buscando una forma innovadora de renovar tu hogar, la colección Papel pintado Azur de Caselio es la respuesta. Esta nueva propuesta de papeles pintados combina la frescura del estilo mediterráneo con un diseño moderno que destacará en cualquier estancia de la casa. ¿Estás listo para transformar tus paredes en obras de arte? Te…
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formula412 · 1 year ago
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Kids Room - Children Inspiration for a medium-sized kids' room renovation in the shabby-chic style with pink walls and a medium tone wood floor.
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lilicreativa · 1 year ago
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hiddenoatmeal · 3 months ago
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Peter Sketch
I'll try to be more consistent posting here ^^
Also excuse the stray sharpie marks that's on the back page...
Voy a tratar de ser mas consistente ^^ Por favor disculpen las rayas, son del otro lado del papel
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las-microfisuras · 8 months ago
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PAVANA DEL HOY PARA UNA INFANTA DIFUNTA QUE AMO Y LLORO
A Alejandra Pizarnik
Pequeña centinela, caes una vez más por la ranura de la noche sin más armas que los ojos abiertos y el terror contra los invasores insolubles en el papel en blanco. Ellos eran legión. Legión encarnizada era su nombre y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último hilván, arrinconándote contra las telarañas voraces de la nada. El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo. El que los abre traza las fronteras y permanece a la intemperie. El que pisa la raya no encuentra su lugar. Insomnios como túneles para probar la inconsistencia de toda realidad; noches y noches perforadas por una sola bala que te incrusta en lo oscuro, y el mismo ensayo de reconocerte al despertar en la memoria de la muerte: esa perversa tentación, ese ángel adorable con hocico de cerdo. ¿Quién habló de conjuros para contrarrestar la herida del propio nacimiento? ¿Quién habló de sobornos para los emisarios del propio porvenir? Sólo había un jardín: en el fondo de todo hay un jardín donde se abre la flor azul del sueño de Novalis. Flor cruel, flor vampira, más alevosa que la trampa oculta en la felpa del muro y que jamás se alcanza sin dejar la cabeza o el resto de la sangre en el umbral. Pero tú te inclinabas igual para cortarla donde no hacías pie, abismos hacia adentro. Intentabas trocarla por la criatura hambrienta que te deshabitaba. Erigías pequeños castillos devoradores en su honor; te vestías de plumas desprendidas de la hoguera de todo posible paraíso; amaestrabas animalitos peligrosos para roer los puentes de la salvación; te perdías igual que la mendiga en el delirio de los lobos; te probabas lenguajes como ácidos, como tentáculos, como lazos en manos del estrangulador. ¡Ah los estragos de la poesía cortándote las venas con el filo del alba, y esos labios exangües sorbiendo los venenos de la inanidad de la palabra! Y de pronto no hay más. Se rompieron los frascos. Se astillaron las luces y los lápices. Se desgarró el papel con la desgarradura que te desliza en otro laberinto. Todas las puertas son para salir. Ya todo es el revés de los espejos. Pequeña pasajera, sola con tu alcancía de visiones y el mismo insoportable desamparo debajo de los pies: sin duda estás clamando por pasar con tus voces de ahogada, sin duda te detiene tu propia inmensa sombra que aún te sobrevuela en busca de otra, o tiemblas frente a un insecto que cubre con sus membranas todo el caos, o te amedrenta el mar que cabe desde tu lado en esta lágrima. Pero otra vez te digo, ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas como un manto: en el fondo de todo jardín hay un jardín. Ahí está tu jardín, Talita cumi.
_ Olga Orozco
_ La Fleur Bleue, Louise Bourgeois 2007
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maeda-ai · 30 days ago
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Vendetta --C8--
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Anime: Bleach
Rating: M
Pareja: Ichigo & Rukia
Sinopsis: Ichigo saboreó el momento, como un depredador acosando a su presa; aquí empezaba su venganza contra aquella familia… y Rukia sería el medio para llevarla a cabo.
Advertencia: Lemon (NFSW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 8 ::.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
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------- ADVERTENCIA -------
Este fic contiene "relaciones NO APROPIADAS". Ésta es solo una historia ficticia, con personajes ficticios, que no debe pasar más allá de la lectura.
.
* ¿Pasa algo?, no has tocado la comida. *
Rukia se había mantenido tranquila en los últimos dos días. Hasta ahora, Kurosaki había logrado distraerla con sexo intenso. . . delicioso !.
""Con su cuerpo perfecto y sexy.""
Ante aquel recuerdo, la pelinegra bajó la mirada por unos segundos, avergonzada por estremecerse ante el recuerdo del cuerpo de Ichigo unido al suyo.
Nunca se había sentido tan vulnerable. . . tan débil.
El enojo y el orgullo la hicieron alzar la mirada, enfrentando los ojos miel. Entonces, Kuchiki soltó la bomba. . . otra vez.
* ¡ Quiero ver a Renji !. *
La voz de la joven se llenó de seguridad. No era una petición y ya no aceptaría más excusas. . . ni distracciones.
* ¿Para qué?. *
Preguntó el pelinaranja, mientras se llevaba un bocado a la boca.
La ojivioleta torció los labios. ¿En serio quería que ella respondiera aquella absurda pregunta?.
""No caeré en su juego.""
Pensó ella y, suspirando en un intento de tener a raya su frustración, continuó.
* ¿No lo sabes, Ichigo-kun?. *
La voz de Rukia sonó aniñada y melosa, provocando a Kurosaki. Si la naranja tonta quería jugar, ella también tenía sus trucos.
Ichigo frunció el ceño, odiaba esa voz y el papel de niña buena que ella había mostrado en ciertas ocasiones.
* Mañana. *
* No, Ichigo !. Ahora !!. *
Ambos se miraron con fijeza, dejándose de evasivas y distracciones.
* Rukia, no puedes y. . . *
* ¿Por qué?. *
""Porque estoy celoso, maldita sea !!.""
El pelinaranja gritó en su mente, aunque para ello tuvo que morderse la lengua.
La imagen de Rukia protegiendo a ese sujeto le hacía hervir la sangre y los deseos de deshacerse de ese bastardo eran muy intensas. Pero si lograba distraer a la enana, que solo pensara en el sexo y se olvidara de su amigo lleno de tatuajes, entonces todo estaría bien.
Ichigo no se había percatado de que apretaba los cubiertos con fuerza; relajó la expresión y quiso terminar con esa tontería, al menos por el momento.
* Mañana, ¿sí?. *
Dijo y dio otro bocado. La ojivioleta le sonrió jovial para luego ponerse de pie y salir del comedor. . . con Ichigo siguiéndola.
* Rukia, Rukia, ¿a dónde vas?. *
* A buscar a Renji. *
*Ya te dije que mañana, ¿no puedes esperar hasta en, aarrgg!.*
La frase del pelinaranja quedó inconclusa cuando, furiosa de que él quisiera seguir distrayéndola, Kuchiki se giró y, con todas sus fuerzas, impactó su codo en el estómago de su carcelero, quien se dobló por el dolor.
De rodillas frente a la pelinegra, Ichigo la miraba sorprendido; sus pupilas desteñidas.
* Veré a Renji, y esta vez no vas a distraerme. Así que mueve tu trasero y llévame con él. *
Kurosaki la miró lleno de furia, pero ella ni se inmutó. Sus ojos violeta lucían. . . tan fríos, que Ichigo supo que ya no podría postergar más ese encuentro que Rukia tanto ansiaba.
Kuchiki lo dejó allí para recorrer los pasillos abriendo puertas. Ichigo la alcanzó un par de minutos después, ya repuesto del fuerte golpe.
* Eres muy fuerte. . . para ser una enana. *
* Fui entrenada. *
Dijo ella. Hasta ahora, no había usado dicho entrenamiento, por Renji, sí, además de que el pelinaranja la había distraído muy bien.
""Pero ahora sé que él no me hará daño."" _Pensaba ella._ ""Pero a Renji. . . no sé !.""
Rukia se mordió el labio ante aquella posibilidad. La joven no temía por ella, Ichigo no la dañaría. . . la forma en que la miraba se lo decía. Pero su amigo y guardián seguramente no tendría la misma suerte. De hecho, la pelinegra ya tenía muchas dudas sobre la suerte del pelirrojo. ¿Por qué Ichigo insistía tanto en postergar un encuentro entre ella y Renji?. ¿Por qué no la encerraba junto a él?. Eran tantas las dudas de la joven; aunque aparentaba serenidad, lo cierto es que Kuchiki estaba haciendo un gran esfuerzo por no echar a correr por los pasillos en busca de su amigo, aunque siguió abriendo y cerrado puertas.
Kurosaki supo que no podría detenerla así que, resignado, caminó frente a ella.
* Sígueme !. *
Le dijo sin mirarla; un claro enojo en su voz. Rukia se estremeció al escucharlo. Por fin vería a Renji.
Bajaron un par de niveles en la mansión. No había nada de especial en los pasillos que hiciera pensar que esa sección del edificio era distinta a las otras.
""Había imaginado pasillos oscuros, candelabros y. . . calabozos.""
Pensaba la pelinegra, ligeramente más tranquila, aunque con cierta inquietud. Tenía la sensación de que las cosas no eran tan buenas como aparentaban.
* Es aquí. *
La voz de Ichigo sonó hostil; sus ojos fijos en la pequeña chica junto a él, quien le sonrió, como agradeciéndole que la complaciera.
""Esta noche se lo agradeceré de una mejor manera.""
Pensaba ella mientras abría la puerta, esperado ver al pelirrojo. . . y lo vio. La sonrisa en los labios femeninos se torció hasta formar una mueca de horror. Sus lindos ojos violetas desteñidos ante la sorpresa de ver a su amigo tumbado en el suelo de una habitación totalmente blanca, con una pequeña ventana cercana al techo. Y Abarai lleno de heridas, algunas aun sangraban, Kuchiki se acercó unos cuantos pasos, como temiendo que su amigo ya estuviese muerto, pero entonces lo vio mover la mano.
* Renji !. *
Exclamó con voz estrangulada, llegando junto a él pero sin atreverse a tocarlo.
En el marco de la puerta, Ichigo miraba la escena sin comprender. Él había dado órdenes de que no lastimaran al pelirrojo, que curaran las heridas que tenía el día que lo llevaron allí.
""Solo debían mantenerlo encerrado aquí.""
Pensaba Kurosaki, pero era obvio que habían torturado a Renji y que sus heridas no habían sido atendidas adecuadamente.
* Renji, dime algo por favor !. *
La voz de Rukia sacó al pelinaranja de sus cavilaciones; la chica estaba arrodillada junto a su amigo, sosteniéndole una de las maltratadas manos entre las suyas, blancas y suaves.
* Ru. . . kia. *
Silenciosas lágrimas se deslizaron por las mejillas de la joven. Renji había sufrido mucho siendo torturado, mientras ella se había comportado como una. . . cualquiera.
Kuchiki torció la boca, se limpió las lágrimas con la manga del brazo que tenía libre, luego miró al pelinaranja. . . sus ojos violeta estaban llenos de rencor, paralizando al muchacho.
* Rukia, yo. . . *
* Por eso no querías que lo viera... ibas a torturarlo hasta matarlo!. *
* No digas tonterías !. *
* ¿Tonterías?. Míralo, Ichigo !. . . él. . . está muy mal !. *
La voz de la joven se apagó por un instante; giró a ver a su amigo con expresión de culpa, más luego sus facciones se endurecieron al mirar a Kurosaki nuevamente.
* Me engañaste !. *
* No, Rukia. *
* Me utilizaste !. *
* No !. *
* ¿Por qué?, ¿qué ganabas con traerme aquí y retenerme contra mi voluntad?. *
""Venganza !.""
Pensó el pelinaranja, más permaneció en silencio, aguantando todas las acusaciones de la pelinegra. Sabía que ella no le creería si trataba de justificarse. De cualquier forma, Ichigo sabía que en parte era culpable, debió cerciorarse de que sus órdenes se cumplían al pie de la letra.
""Pero estaba tan encaprichado, endiosado con Rukia, que me olvidé de todo lo demás.""
Pensó, bajando la mirada ante la expresión, mezcla de furia y decepción, de la joven.
* Yo. . . traeré a alguien para que lo curen y lo lleven a una habitación más. . . adecuada. *
Decía el pelinaranja, dirigiéndose a la puerta. Apenas había tocado la perilla cuando escuchó la voz de la pelinegra.
* Que tenga dos camas. *
* ¿Qué?. *
* La recamara. Cuidaré de Renji. . . no me apartaré de su lado. *
* No voy a permitir eso !. *
* Entonces me quedó justo aquí. . . con él. *
Rukia ni siquiera miraba a Ichigo, en ese momento, ella solo tenía ojos para Renji. Kurosaki odió eso, pero hubiera preferido que ella no posara sus hermosos ojos en él, cuando lo hizo unos instantes después.
* Te odio !. *
Susurró ella; sus ojos tan. . . vacíos.
* Rukia, yo. . . *
* No te acerques, no quiero que vuelvas a tocarme... me siento tan... sucia ! *
Ichigo acababa de recibir el peor de los insultos. Y dolía. . . porque él idolatraba el pequeño cuerpo de Rukia. Ella era suya, no renunciaría a ella y nadie iba a arrebatársela.
Más Kurosaki no dijo palabra alguna. Por ahora no era adecuado, podría empeorarlo todo. Después trataría de arreglar las cosas con su enana. Pero ahora, iba a partirle la cara a varios de sus hombres por no seguir sus órdenes.
* Cómo quieras !. *
Susurró el pelinaranja y abandonó la habitación.
Rukia cerró los ojos con pesar. Lo que ella quería, ella e Ichigo. . . ya no podía ser, no después de lo que le hizo a Renji.
Sin finalizar.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Justo cuando los sentimientos comienzan a atrapar al ichiruki, Ichigo lo estropea todo, aunque sin querer ¬¬' .
¿Cómo podría Rukia perdonar al pelinaranja?.
Lo peor es que este no será el único problema que se interponga entre ellos 0x0 .
—I LOVE ICHIRUKI—
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai  y es material de "Paradise".
Totalizado el 27 de Diciembre de 2022.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
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|| Capítulo 9 ||
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coolpizzazonkplaid · 4 months ago
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La heredera del Infierno
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Pesadillas hechas realidad
Un sirviente llamó a la puerta de Adelina anunciando el desayuno. La muchacha sintió que los pies la estaban matando debido a la noche anterior. Se cambió el pijama y optó por jeans negros, una remera con decoraciones doradas del mismo color y zapatillas.
Se reunió con el resto de sus compañeros a un gran salón donde la emperatriz y sus hijas los esperaban para disfrutar un rico desayuno. Comenzaron a ponerse diferentes alimentos en los platos, mientras poco a poco se iban sacando el sueño. Sindel anunció que la finalización del torneo sería pasada la hora del almuerzo. Adelina pudo ver que Raiden estaba nervioso por combatir con la princesa Mileena, pero parecía intentar combatir con esas ansiedades.
Los chicos aprovecharon para poder explorar la capital, Sun Do. La emperatriz ordenó que fueran acompañados por la escolta de la primera oficial, Li Mei y marcharon lentamente. Los vigilaban mientras charlaban entre ellos. Adelina, en varias ocasiones, la invitó a unirse con los luchadores, pero ella se negaba rotundamente.
La vegetación se transformaba en casas y edificios, los habitantes del Mundo Exterior se congregaban en las grandes calles y otros, lo miraban desde sus puestos. Invitaban a los luchadores a sus espacios de comida y los músicos tocaban, dando alegría a las personas.
Adelina comió muchos de los platillos que ofrecían en las calles de Sun Do junto a Mariano y Daniela. Kenshi, Johnny, Kung Lao y Raiden admiraban los bailes que hacían las diferentes civilizaciones del Mundo Exterior. Mariano y Daniela vieron a un grupo de niños y padres jugar con la pelota y los invitaron.
Se acercaron y el muchacho fue el primero en tomar la pelota. Cautivó a los pequeños con acrobacias usando los pies para moverla y luego, con una maniobra, la llevó a su cabeza haciendo equilibro para evitar que callera. Los niños presentes, tanto shokan como centauros, miraron con brillo en los ojos las hazañas de Mariano. Con un cabezazo, le pasó la pelota a Daniela y la rebotó con sus pies varias veces para luego dejarla en el suelo.
Los niños se sorprendieron y quisieron imitarlos. Los adultos miraron sonrientes como intentaban hacer las habilidades de Mariano y Daniela. Ellos propusieron hacer un pequeño partido de futbol, se dividieron los equipos y Adelina hizo de árbitro.
Los infantes mostraron su competitividad y el dúo los calmó incentivándolos a que formaran dos rondas para prepararlos. Adelina estableció la cancha y vio como sus amigos motivaban a los pequeños inseguros por sus aspectos.
–¿Sabés lo que yo veo en esos cuatro brazos que tanto odias? –dijo Mariano, el pequeño shokan negó con la cabeza–. Veo a un gran arquero o defensor, eso es lo que veo.
–Lo que consideras una desventaja, yo lo considero un beneficio –Daniela hablaba con una pequeña centaura–. Tu complexión nos servirá para atacar, eres rápida y eso facilita más el poder meter la pelota en el arco.
Adelina terminó de preparar la cancha y puso la pelota en el medio, mientras los dos equipos se posicionaban y el dúo daba sus últimas indicaciones. La pelinegra gritó un “comiencen” y el partido de futbol de práctica inició. Daniela y Mariano corrigieron pequeños errores durante la jugada y lograron que los niños lo entendieran mejor.
Los dos grupos se posicionaron y Adelina dio comienzo al juego. Los niños corrían de un lado al otro para poder llegar al arco del equipo contrario y pasaban la pelota a los capitanes. La centaura del equipo de Daniela por poco llegó al arco del equipo de Mariano, pero un niño shokan se la arrebató y corrió lo más rápido que pudo al arco contrario. El niño asestó la pelota en el arco, Mariano gritó un fuerte “gol” y los pequeños lo imitaron.
Adelina anotó en papel una raya para mostrar el puntaje y siguió vigilando las jugadas de sus amigos. Mientras, los demás habitantes de la Tierra miraban el partido con curiosidad y reían ante las actitudes de los niños. Mariano y Daniela estaban tan enfocados en el juego que no escuchaban los ánimos de sus compañeros y se concentraron en ayudar a los pequeños.
Por varios minutos, el partido siguió en los que el equipo de Daniela asestó en el arco opuesto y se enorgullecieron tanto, que saltaban de la emoción. Uno de los pequeños del equipo de Mariano pudo propinar un pelotazo tan fuerte que lo pudieron escuchar desde el palacio real y hacer gol.
Adelina siguió anotando los puntos y vio que los guardias y la primera oficial parecían intrigados por el partido. El juego terminó con la victoria del equipo de Mariano con cinco goles a su favor, haciendo que los niños se cansaran y fueran a los brazos de sus padres. El dúo invitó varias veces a los guardias a pasar un rato de diversión, incluso a la propia Li Mei la invitaron y se negó rotundamente a participar. Entonces, el grupo decidió explorar la capital.
El grupo se separó prometiendo reunirse en la calle principal, mientras un guardia los vigilaba. Daniela paseó entre los caminos empedrados y casas. El guardia que la cuidaba estaba detrás de ella y siguió su caminata hasta pasar por lo que le pareció una herbolaria donde vio una maraña de cabello negro y ropa que recordaba. La persona se dio la vuelta y la reconoció. Era Shang Tsung.
La chica lo saludó con la mano y el hombre le dio una media sonrisa. En sus manos, tenía una bolsas con hierbas, líquidos y pociones de diferentes colores.
–Es un placer verla, señorita Daniela.
–Ya te dije que me puedes decir solamente Daniela, Shang Tsung.
–Estoy acostumbrado a las formalidades, lamento molestarla –el hombre se acercó a Daniela con una sonrisa en el rostro.
–No es molestia, es simplemente comodidad.
–¿Qué haces por aquí? –cuestionó el hechicero mientras sostenía aún las bolsas con objetos–. ¿No deberías estar con los tuyos en el palacio?
–Sí, pero nos dejaron salir un rato para explorar la capital –dijo Daniela y volteó la cabeza mientras señalaba al guardia detrás suyo–. Además, no estoy tan sola. Un soldado de la primera oficial me escolta.
–¿Por qué tienes toda la cara roja y sudando?
–Oh, hicimos con Mariano un partido de futbol para los niños –Daniela rio y sintió sus mejillas se volvían más rojas–. Mi amigo acabó ganando. Ahora, la primera oficial, Li Mei, nos dejó estar a los alrededores de la capital, pero siendo escoltados.
–Parece un combate interesante.
La chica se rio y el rostro de Shang Tsung mostró su confusión. Comenzó a avanzar y la chica lo siguió.
–Es un juego que hacemos en varios países y es una pasión en el mío –explicó la chica mientras se quitaba el sudor de la frente y se abanicaba las mejillas rojas– Déjame que te ayude con las bolsas.
–No, gracias. Son elementos delicados –dijo Shang Tsung.
–¿Seguro?
–Sí, son elementos que necesitan un cuidado especial –explicó el hechicero mientras ordenaba cuidadosamente los objetos de las bolsas–. Debo usarlas para revisar antídotos y hacer otras pociones.
–Ah, está bien ¿Vas a estar presente en la última fase del torneo? –preguntó Daniela.
–No podré. Mi trabajo me agobia.
Daniela y Shang Tsung siguieron hablando hasta llegar al mercado de la capital. Los diversos puestos se apelotonaron en la gran calle y las personas se mezclaban en ellos. Los mercaderes ofrecían desde ropas hasta artilugios para muebles y la chica se sintió cautivada por cada elemento que aparecían a sus ojos.
Daniela vio un puesto de libros y se metió sin dudar, con Shang Tsung detrás y observaron las obras literarias. La chica miró cada portada sintiéndose atrapada y sus pequeños símbolos desconocidos a sus ojos.
–Ese libro lo tengo –habló Shang Tsung señalando el libro que Daniela tenía en sus manos–. Es bastante informativo.
–¿De enserio? ¿De qué habla?
–Una parte de la historia del Mundo Exterior –se acercó a la muchacha y abrió las hojas. Estaban ilustradas con varios acontecimientos y retratos de personajes históricos–. La etapa de los kahnes.
–¿Fue oscura esa etapa?
–Lo fue para muchos.
La chica siguió hojeando el libro y lo dejó en su sitio. Avanzó entre los puestos y llegó a uno de joyas. Todas eran desconocidas a ojos de Daniela. Había averiguado los tipos de piedras preciosas después de hacer una nota periodística sobre un robo de joyas. Cuarzo, rubí, jade, malaquita, alejandrita, entre otros. Fueron tantas joyas y piedras preciosas robadas que Daniela pudo haber hecho una exposición oral de cada una.
Las joyas pasaban de collares a brazaletes de tantos metales extraños que cautivaron a Daniela. Hubo un bello collar y anillo que le hizo recordar los que el Viejo Mario le había regalado a ella y Adelina. A Mariano le había obsequiado un reloj con un avión en el centro de las manecillas. Lo que recordaba era que parecía un niño con el mejor juguete del mundo.
–Son muy bellas –soltó la chica.
–Las mejores joyas se comercian en la capital –explicó Shang Tsung–. Las extraen de minas sumamente peligrosas, los mejores herreros las confeccionan y las llevan aquí para vender.
–Son maravillosas. Nunca vi estas piedras en mi vida.
Shang Tsung eligió un bello anillo con una joya de color rosa claro y detalles blancos alrededor. El comerciante la envolvió cuidadosamente en regalo y el hechicero le dio una bolsa con monedas. Siguieron caminando un poco más hasta casi llegar a la calle principal y vio a sus compañeros dirigirse a la dirección del palacio.
–Ahí están mis amigos. Debo irme –la chica se fue separando del hechicero y se puso de espaldas a la calle principal–. Suerte con tus antídotos y el anillo para tu novia, Shang Tsung.
–Hasta la próxima, Daniela. El anillo es para alguien más.
El sol apuntó el mediodía y la primera oficial anunció que los habitantes de la Tierra debían volver al palacio para la última fase del torneo. Caminaron lenta y tranquilamente, alejándose del bullicio de Sun Do y convertirse en las sofisticadas obras de la realeza y los colores violetas y lilas.
El grupo se encontró con Liu Kang cerca de sus aposentos y fueron al basto jardín del día anterior donde los nobles estaban detrás de los tronos reales. Raiden se posicionó frente a los asientos esperando la llegada de la emperatriz. Su postura era relajada, pero Adelina vio que el rostro del chico mostraba nervios y a veces, tocaba el medallón que Liu Kang le regaló.
Las trompetas sonaron anunciando a la emperatriz y todos dejaron de murmurar para escucharla:
–No dejas de sorprenderme, Raiden –enderezó la espalda y puso sus manos en sus piernas–. Entre otros, derrotaste a Kotal, Motaro y Sheeva. Solo quedan dos peleas. ¿Estas listo, habitante de la Tierra?
–Sí, majestad.
–Entonces, enfrentarás a mi hija… Kitana.
De entre los caminos de piedra, invadidos por pasto y árboles a los costados de diferentes formas y colores, apareció la princesa. Sus tacones repiqueteaban, su postura era recta y llevaba un par de abanicos en sus manos. Una parte de su rostro estaba cubierta por una máscara azul, igual que su ropa y sus ojos destilaban determinación y seguridad.
Adelina y los demás se miraron entre ellos sorprendidos por el brusco cambio de combatiente y Liu Kang dio unos pasos hacia la emperatriz.
–Majestad, esto no tiene precedentes –el dios intentó conservar la calma y elegir bien sus palabras al hablar–. El próximo oponente de Raiden debería ser tu heredera.
–Mileena tuvo que irse… –la mirada de la emperatriz se volvió seria y un poco hostil– a atender unos asuntos imperiales urgentes.
–Eso, es una mentira más grande que una casa –susurró Mariano y las chicas lo callaron mientras seguían mirando el pequeño conflicto.
–Pero no lo preparé para enfrentar a Kitana.
–Ya demostró una gran habilidad –Sindel puso una cara de inocencia e ingeniudad–. ¿No puede improvisar?
Liu Kang parecía contenerse de lo que iba a decir, pero Raiden habló con calma:
–Descuida, puedo hacerlo.
–Muy bien.
Liu Kang se fue hacia donde estaban el resto de los luchadores de la Tierra, mientras que Raiden y Kitana se posicionaban.
–Soy un rival tan fuerte como mi hermana, habitante de la Tierra –dijo la princesa caminando en su posición.
–No me hago falsas esperanzas, alteza.
–Ganaré esta pelea. –Kitana agarró con más fuerza los abanicos para luego desplegarlos, revelando sus cuchillas–. Por ella, mi emperatriz y todo el Mundo Exterior.
Se quedaron un minuto en silencio, Kitana atacó usando sus abanicos elevando el cuerpo de Raiden haciendo que gritara y luego, el segundo abanico lo rasguñó ocasionando que cayera al suelo. Rápidamente, la princesa soltó una de sus armas y giró hacia Raiden para poder darle otro rasguño más profundo, pero lo bloqueó usando una bola de rayo para desviarlo. El campeón se acercó lo más que pudo a la princesa asestándole un golpe con rayos cerca de los pies y en sus manos emergieron chispas haciendo que Kitana se alejara.
Adelina sonrió por los buenos movimientos de Raiden y como logró mantener el control de su ansiedad sobre el cambio brusco. Kitana contratacó lanzando uno de sus abanicos como proyectil y arremetió con el otro como si fuera una puñalada cerca del estómago de Raiden. Lo elevó nuevamente para hacer un combo de golpes en el aire, pero Raiden esquivó los golpes con una patada aérea con rayos en sus piernas y Kitana cayó al suelo. No pudo levantarse a tiempo antes de que Raiden se abalanzara a ella como una bola eléctrica y Kitana volvió a caer, dando por terminado el combate. El granjero se recompuso y habló:
–Luchaste bien, princesa.
–Al igual que tú, habitante de la Tierra –Kitana se puso de pie con dificultad y sus respiraciones eran aceleradas–. Para mi sorpresa.
–Espero que nos veamos en circunstancias distintas.
Ambos se miraron y la sonrisa de Raiden se ensanchó. Adelina pudo notar un leve sonrojo en los dos, a pesar de que Kitana llevara su máscara, sus ojos mostraban admiración.
–Es hora del duelo final. Las victorias logradas son un fiel testimonio de tus capacidades, pero ahora debes enfrentar al general Shao –espetó Sindel cortando el pequeño momento entre los dos luchadores. Kitana aprovechó la situación para ir a su asiento real. Por los ojos de la princesa, Adelina pudo notar el alivio que tenía por el acalorado combate y la situación incómoda con Raiden–. El vencedor de la Guerra de Tervaria, conquistador de las llanuras de Kuatan y defensor de la costa de Navala. El general Shao nos defiende con fervor y tenacidad, como lo hizo su familia durante generaciones. Todos en el Mundo Exterior agradecemos su servicio.
El general caminó con orgullo usando una máscara de calavera para cubrir la parte superior de su rostro. Llevaba un hacha y echaba el pecho con orgullo y superioridad hacia Raiden. Adelina vio a Mariano y Daniela y se sorprendieron por lo que tenían que enfrentar. Los tres combatientes del día anterior eran una piedra pequeña comparado con lo que se iba a enfrentar Raiden.
–Teníamos razón –dijo Mariano entre susurros–. Le van a meter los dedos en el orto.
Las chicas asintieron lentamente, mientras seguían mirando al general Shao ubicándose frente al campeón de la Tierra.
–Qué fabulosa lista de logros, general –dijo Raiden alegremente y Adelina no supo si su compañero era inocente o estúpido.
–Apenas es una parte de ellos –contestó con brusquedad el general– Recitar todo llevaría días.
El general Shao atacó con un hachazo haciendo que Raiden cayera al suelo. Se puso de pie rápidamente y el general volvió atacar con el hacha, pero esta vez desprendía un aura rojo fuego y negro. Raiden lo esquivó, asestó un proyectil en forma de bola de rayos y el enemigo bajó las defensas. Ante ese momento, Raiden hizo una voltereta con rayos, haciendo que su contrincante cayera. El general se levantó, hizo un salto y cayó con los antebrazos para golpear de cerca. Shao le dio un puñetazo, lo pateó en el pecho y usó su hacha para revolearlo en el aire y Raiden cayó al suelo abruptamente.
Raiden se reincorporó y se defendió con su medallón de las auras rojo fuego y negras del hacha del general. Luego, usó el medallón que su enemigo se electrocutara en el aire y Raiden le asestó un golpe de electricidad en el pecho. Antes de que cayera, el granjero le dio al general una patada en el aire con rayos. Se transportó de espalda al general y volvió a electrocutarlo para después abalanzarse con rayos. El general cayó al suelo y con eso el combate terminó.
–Se acabó –la sonrisa de Raiden se hizo más grande conforme pasaban los segundos–. ¡Lo logré!
–Felicitaciones, Raiden. La Tierra ganó –el rostro de la emperatriz mostró decepción y derrota, pero aun así logró apartarlo.
Se puso de pie y luego siguió su ejemplo Kitana. Adelina volvió a mirar al general Shao que gruñía y trataba de ponerse de pie por el duro combate. Al ver esto, Raiden caminó hacia el general y le tendió la mano amablemente.
–¿Quieres que te ayude?
–No te me acerques, habitante de la Tierra –el general apartó la mano de Raiden bruscamente y se asustó por el gesto hostil.
–Bien hecho –dijo Liu Kang acercándose al campeón–. Superaste mis mayores expectativas.
–Gracias, Lord Liu Kang.
–Gracias a ti, quienes buscan perturbar la paz del Mundo Exterior volverán a ser apaciguados –el dios se posicionó al lado de Raiden y puso su mano en su hombro– Ya. Despidámonos de nuestros anfitriones y regresemos a la Tierra.
Todos unieron su puño se inclinaron en respeto al campeón de la Tierra. Daniela y Mariano se acercaron y fueron los más entusiastas en celebrar, seguidos de Kung Lao, Johnny, Kenshi y Adelina. Estaban sumamente felices y ansiaban volver a la Tierra. Adelina esperó que con lo poco que pudo encontrar sobre Hela pudiera avanzar en su investigación. Volvería lo más pronto posible a Buenos Aires para dirigirse a las costas de España y Francia.
Daniela era la última en salir de sus aposentos con sus pertenencias. Sus compañeros se adelantaron y la esperaban en las afueras. Empacó sus pertenecías y meditó sobre la pequeña experiencia antes de regresar a su vida normal. Su mente recordó a Shang Tsung, le había agradado hablar con él y las conversaciones que tuvieron.
Al salir, los ojos chocolate de Shang Tsung la recibieron junto a su media sonrisa cálida. La puerta se cerró con un ruido sordo y Daniela acomodó mejor sus pertenencias.
–Hola, Shang Tsung –la muchacha se puso su bolso entre sus piernas–. Fue lindo conocerte y gracias por la entrevista.
–Fue un placer ayudarte, Daniela –Shang Tsung sonrió y Daniela vio que tenía en sus manos una pequeña bolsa dorada con decoraciones–. Espero verte en otra visita.
–También lo deseo.
Quedó entre ambos un silencio incómodo. Daniela sintió que sus mejillas se volvían calientes y se apartó un rulo rojizo de sus ojos cafés. Shang Tsung tenía una mano detrás de su espalda y la extendió mostrando una bolsa de regalo.
–Es un regalo para ti, Daniela. Espero que lo disfrutes –la chica tomó la bolsa y la abrió revelando el anillo de joya rosa. Sacó el objeto delicado y lo observó por unos segundos, maravillada por lo sofisticada que era de cerca–. Hechicé el anillo para poder comunicarnos.
El hechicero sacó un pequeño papel y escribió rápidamente. Después, la hoja se volvió cenizas hasta desaparecer y Daniela se dio cuenta de que la joya rosa titilaba. El papel renació entre las llamas y pudo leer lo que rezaba: “Me encanta tu cabello”.
–Es fantástico ¿cómo lo hiciste? –la chica se quedó boquiabierta por el pequeño espectáculo–. Gracias por el halago.
–Es verdad tienes un cabello realmente hermoso. Es como una pequeña llama que sigue en una tormenta.
La chica se sonrojó y rio ante sus coqueteos. Guardó el regalo en su bolso y volvió a mirar al hechicero. El cruce de miradas fue interrumpido por los gritos de Adelina llamándola y volteó hacia la voz.
–Tengo que volver a la Tierra, Shang Tsung.
–Espero poder verte pronto, Daniela.
La joven aminó velozmente por los pasillos pérdida en sus pensamientos, volteó la cabeza para darle una última mirada al hechicero, pero este se había esfumado. Llegó hacia donde estaban sus compañeros y Liu Kang los guio a la salida del palacio, mientras esperaban los carruajes. Cuando llegaron, se subieron y pasaron por la bulliciosa Sun Do.
–¿Qué pensas Dani? –la voz de Adelina despertó de su ensoñación y la sonrisa de su amiga se acrecentó–. ¿Feliz de que volveremos a casa?
–No es eso –dijo Mariano mirándola analíticamente, como lo hacía tratando de usar sus pocos conocimientos en psicología tras abandonar la universidad–. Está pensando en otra persona.
Las mejillas de Daniela se volvieron tan rojas como su cabello.
–No.
–¿Estás pensando en ese hechicero que entrevistaste? –preguntó Mariano–. Quedaste muy encantada con él. Se notaba en tu cara y tu tono de voz durante el banquete.
–No. Nos conocimos por poco tiempo –la chica escondió su rostro en sus manos–. Bueno… quizás sí le agradé, pero no sé.
–Cuando volvamos, sería lindo conocerlo y ver si es digno de ti –bromeó Adelina–. Hasta Raiden quedó encantado aquí. Se notaba en su cara que le gustaba la princesa Kitana.
–No sé si era comparable con las caras de Mariano cuando ve a una chica bonita –dijo Daniela sonriendo–. Habría que ponerlos a los dos en un experimento a ver si es verdad la teoría.
–¡Eso duele! –las chicas rieron más por el tono gracioso de Mariano.
La emperatriz y la princesa los acompañaron hacia el portal que desprendía oleajes lilas y violetas. Con una última reverencia, se despidieron del Mundo Exterior y Liu Kang pasó el portal. Daniela sintió esos cosquilleos extraños y los oleajes violetas se transformaron en naranjas y azules. Los edificios orientales de la Academia Wu Shi recibieron los ojos de Daniela y los monjes Shaolin los esperaban expectantes. Liu Kang anunció la victoria de Raiden en el torneo y los monjes comenzaron los preparativos para la gran celebración.
Daniela se unió a Mariano y Adelina en hacer comida. En la cocina, pusieron música y comenzaron a preparar fuego para hacer un asado y los monjes hacían sus platillos. El fuego comenzó a tener fuerza y echaron carbón que poco a poco se iba tornando más rojo. Adelina preparaba las ensaladas, Mariano cortaba la carne para ponerla al fuego y Daniela hacía una enorme picada para todos. Los monjes corrían de un lado al otro preparando fideos, salsas y carnes para el banquete.
Mariano puso la carne al fuego y las chicas pusieron la picada y ensaladas en las mesas. Todos los monjes y luchadores empezaron a comer. Celebraron al trío por sus bastas habilidades y Mariano siguió enfocado en el asado. La música siguió, cantaron al ritmo de la música y bailaron. Kung Lao se les unió seguido de Johnny, mientras los demás observaban la escena.
Pasaron los minutos, Mariano sacó las primeras tiras de asado y empezó a darles los platos repletos de carne. Los monjes entregaron tazones de fideos y carnes, y fueron celebrados. Liu Kang hizo un brindis celebrando a Raiden y el resto de luchadores victorearon.
El banquete siguió hasta altas horas de la noche y solo quedaron las charlas y risas. Después de comer, levantaron los platos y limpiaron todo el salón. Kung Lao, Mariano y Daniela se dedicaron a comer lo que quedaba de los platos, parecía que su apetito era un gran agujero negro. Johnny y Raiden recogieron los platos restantes y Kenshi y Adelina empezaron a llevarlos para que los monjes los lavaran.
Una vez limpio el salón, el grupo marchó para asearse e irse a las camas. Daniela y Adelina fueron a su área para poder desnudarse. Daniela se mojó el cabello rojizo y se pasó jabón por todo el cuerpo. Adelina fue la primera en terminar en bañarse e irse a su cuarto.
Liu Kang dijo que dentro de poco los enviaría a sus respectivos hogares, pero si querían seguir entrenando no iba a tener problema en su estadía en la academia. Daniela terminó de bañarse y se dirigió a su habitación. Se acostó y miró el anillo que tenía en su dedo índice, sus mejillas se tiñeron de rojo por pensar en Shang Tsung. Esperó poder escribirle pronto o que él lo hiciera, su estómago hizo un cosquilleo y cerró los ojos, pensando en sus hermosos ojos chocolate y su cabello negro y sedoso como la brea.
Adelina vio a una mujer cantando una canción de cuna a un bebé. Estaba sentada en la habitación del pequeño y pudo ver los detalles del lugar. Una cuna de madera antigua decorada con púas en las cuatro cimas y enredaderas pintadas en los barrotes, el asiento donde estaba la mujer parecía estar hecho de hueso y las paredes del cuarto eran de color ladrillo.
Hela tenía su corona de púas en el cabello oscuro y su lado derecho del cuerpo no estaba tatuado. Adelina se acercó para hablarle, pero al tocarla su mano traspasó el cuerpo. Alejó la mano y siguió mirando a la diosa. Su rostro mostraba alegría viendo al bebé y volteó la mirada hacia Adelina, pero esta sintió la figura de un hombre desconocido atravesando su cuerpo. El extraño le besó la frente y miró al bebé.
“Hela tuvo un hijo” pensó Adelina y siguió mirando ese recuerdo extraño. Hela continuó cantando y el bebé se durmió. Lo colocó en su cuna y salieron en silencio para dejarlo descansar. El rostro de la diosa no era macabro ni expresaba ese pánico que en otras pesadillas hacían que tuvo Adelina. Era una mujer calmada y mostraba alegría a pesar de estar en un reino sumamente horrible.
–El pequeño Kolbein está dormido –dijo Hela juntando su mano–. Heredó la energía de su padre.
–Pero tiene el poder de su madre –contrarrestó con una leve sonrisa y luego se desvaneció–. ¿Lo estará desarrollando?
–No lo sé, Alarik –Hela miró hacia la puerta entreabierta–. No sé si es su crecimiento o por el despertar de su poder. Me duele verlo llorar.
–Lo veremos durante el transcurso de la noche y si empeora lo solucionaremos.
El recuerdo cambió a otro donde Hela cuidaba a su hijo junto a su marido a las afueras de su gran palacio. El bebé creció hasta ser un niño de no más de 5 o 6 años. La madre lo alentaba a que siguiera explorando los alrededores y se posicionó a su altura.
–¿Qué es eso, mamá? –preguntó el pequeño.
–Es un pequeño obsequio para ti, Kolbein –Hela abrió la bolsa y Adelina acercó la cabeza para ver el contenido–. Te ayudarán a cuidar y amplificar tu poder en situaciones peligrosas.
–¿De enserio, mamá?
–Sí, pero tendrás que ser responsable con estas runas, Kolbein, ¿entiendes? –el niño asintió rápidamente y siguió observando la bolsita–. Cuando creces, cuantas más libertades tengas más responsabilidades obtienes. Te enseñaré a controlar tus poderes, Kolbein. Será un proceso lento, pero generará frutos.
–Está bien, mamá.
El recuerdo cambió nuevamente. Esta vez, Hela estaba batallando contra unos demonios y estos lograron retenerla. Ella gritó con todas sus fuerzas, mientras era encadenada y golpeada por los demonios. A lo lejos, Adelina vio al hombre cargando al pequeño en sus brazos y quiso seguirlos, pero el recuerdo siguió enfocado en Hela.
Vio como intentó usar su poder en vano, mientras los demonios y una figura desconocida la ataba y amordazaba para retener sus gritos. Su lado derecho mostraba tatuajes de la anatomía del esqueleto. Los otros demonios la miraban y se burlaban, pero ella se mantuvo impasible ante los actos.
–¡Vamos, su excelencia! ¿No tiene agallas ante nosotros? –cuestionó uno de los demonios y le lanzó un pedazo de carne–. Descubrimos una forma de encadenarte y ¿así es como te comportas con los que te van a dar una linda lección?
Hela siguió tranquila, su lado tatuado se pudrió e intentó usar su poder, pero en su rostro se reflejó dolor. Mantuvo su compostura y mirada hostil a sus secuestradores.
–Ya basta, ustedes –dijo el desconocido y los demonios pararon–. Hela, este cambio, nos ayudará a todos. Tus juicios aquí no funcionan y el Infierno necesita una mejora. Déjenla hablar.
Los demonios sacaron la mordaza y Hela le gritó.
–Lo que estás haciendo no es un cambio. Es una condena –su mirada se volvió de odio e intentó ponerse de pie, pero los demonios la retuvieron–. Traerás caos y una guerra sin final. El Infierno tiene otro propósito.
–Cada vez que escucho esa respuesta, me convenzo más de que es una buena decisión –la figura apenas volteó la cabeza para mirarla y los demonios volvieron a callar a Hela–. Además, me encargaré de tu esposo y el bastardo de tu hijo.
Ante la mención de ellos, Hela cambió su tranquilidad a ira sin control. Forcejeó para desatarse y los demonios rieron ante los intentos de la diosa. Uno de ellos la agarró por el cuello e hizo que se sentara. La llevaron hacia una caverna pérdida, la diosa seguía forcejeando con las cadenas y los demonios la sometían.
Los recuerdos se fueron, Hela estaba frente Adelina y detrás de ella estaban Daniela y Mariano. Pero no eran ellos, eran versiones cadavéricas y los verdaderos tirados al suelo. Adelina se acercó alarmadamente para ayudarlos y las lágrimas brotaron de ella por lo real que era. Intentó reanimarlos, pero sus ojos seguían abiertos y sin vida.
–¿Por qué me haces esto? –gritó Adelina con el cuerpo de sus amigos en brazos–. Si es por la daga te la devuelvo. Si quieres mi vida por importunarte, tómala. Solo, déjame en paz.
–Mi balance fue alterado. Son usadas para corromper mi orden –Hela seguía sin escucharla–. Usarán mi poder para fines oscuros. No para el propósito justo que cree.
Adelina seguía sin entender lo que decía y volvió a enfocarse en ayudar a sus amigos. Las versiones muertas de ellos, se acercaron a Adelina rápidamente y la retuvieron. Le estrellaron la cabeza contra el suelo de aguas negras y se vio a ella misma siendo encadenada y amordazada. Sus lágrimas bañaban sus mejillas rojas de la ira o la impotencia, no sabían cuál era la peor de las emociones.
Los gritos se combinaron y empezó a escuchar su propio nombre, mientras otros muertos la atacaban y tocaban sin cesar: ¡Adelina! ¡Adelina!
–¡Desperta Adelina! –una voz la llamaba e intentó zafarse–. Vamos despertate.
La chica abrió los ojos y vio a Daniela y Mariano frente suyo. Recordó sus versiones cadavéricas. Creyó que los estaba viéndolos otra vez y se apartó rápidamente de ellos. Enfocó mejor su visión y Kenshi, Kung Lao y Johnny estaban detrás suyo. Se alejó, creyendo ver sus versiones muertas y sintió la escarcha en el suelo al arrastrarse hacia la pared.
Escarcha.
Observó con detenimiento su habitación y todo lo que rodeaba su futón era escarcha y algunas pequeñas púas de hielo. El frío le invadió todo el cuerpo y de su boca salía vaho, desapareciendo en el aire.
–¿Qué pasó? –preguntó Adelina y notó su voz rasposa.
–Estabas hablando dormida –dijo Mariano con tranquilidad–. Luego, te escuchamos gritar y al entrar tu estabas transformando todo tu cuarto en un cubo de hielo.
Adelina volvió a mirar todo lo que generó.
–No te preocupes. Raiden llamó a Liu Kang para que te ayudara con lo que te está pasando –tranquilizó Kenshi.
Adelina asintió vagamente, aunque sabía lo que ocurría. Hela la estaba torturando. Quería castigarla porque se llevó su daga de su sitio o por tocarla cuando no tuvo que hacerlo. Su respiración se volvió agitada y Mariano convenció a los demás para que la dejaran con ��l y Daniela.
–Bien, respira hondo y luego, exhala –dijo el chico cuando todos se fueron de la habitación. Se acercó a Adelina para que pudiera calmar sus nervios–. Respira y exhala.
La chica repitió la acción varias veces hasta conseguir relajarse un poco. Sus amigos ya no tenían sus rostros descompuestos ni verdosos, sino que estaban bien.
–¿Qué soñaste Adelina?
–Con Hela.
–¿Otra vez?
–Ya me pasó –soltó la chica y sus amigos miraron con duda. Sus ojos pedían más explicaciones–. Antes de ir al Mundo Exterior soñé con ella y le pregunté a Sindel.
–¿Qué te dijo? –cuestionó Mariano.
–Ella creó el Bosque Viviente –explicó Adelina sus ojos se enfocaron en las tablas y se quedó pérdida en los recuerdos–. También me contó sobre los lobos de Armenia. Eran su guardia personal. Nada más.
Miró toda la habitación y su estado. Hela la estaba persiguiendo y quiere que su balance sea reestablecido, quizás su cuchillo está enojado por eso u otra cosa. Adelina estaba paralizada para seguir procesando sus pensamientos. Inmediatamente, retiró la almohada para ver si el mapa y la daga les había ocurrido algo. La daga no mostraba signos de daños ni el mapa se había congelado.
–Pero, Adelina, esta escarcha no apareció de otra parte –explicó Daniela y su tono era tranquilo–. Salió de tus manos. De ambas.
–Es Hela, no yo –dijo Adelina mientras sus brazos se dirigían a sus hombros para darse calor–. Quiere que pague porque saqué el cuchillo de Arctika. Necesito encontrar una forma de que estas visiones de pesadilla se acaben.
–¿Pero y si son dos cosas diferentes? –preguntó Mariano–. ¿No será que el sueño activó tu don de hielo?
Adelina no se paró a pensar esa posibilidad. Le era remotamente improbable y casi demencial. Si tuviera un don lo hubiera desarrollado de pequeña, no ahora. ¿Y si era una señal para poder enfrentarse a la diosa y conseguir su vida normal? ¿Serían los primeros pasos para algo peor que sus alucinaciones?
–Concéntrate en hacer algo de hielo. Solo un poco y veamos si es un don o quizás otra cosa peor.
Pensó en hacer una púa, pero al cerrar sus ojos, la mirada de sus amigos muertos se hizo presente, llorando y lamentando. Una figura los tenía como si fueran perros y casi toma a Adelina de no ser porque ella se alejó paranoica. En su escapada, púas de hielo trazaron un camino haciendo que Daniela y Mariano se separaran y la miraron sorprendidos.
Adelina estaba boquiabierta por unos minutos y siguió temblando como una hoja. Unos pasos se escucharon y la voz de Raiden. Guardó los dos objetos antiguos rápidamente y la puerta se abrió, revelando el rostro de Liu Kang y analizó con detalle la escena.
–¿Qué ocurrió aquí, Adelina Acosta?
La chica miró a sus amigos con cierta duda y luego su mirada se dirigió al dios. Ocultó como pudo su pesadilla sobre Hela, habló sobre cómo sus amigos la despertaron y creó hielo tras volver a recordar el mal sueño. Liu Kang escuchó cada detalle del relato y cuando Adelina terminó de contarlo, el dios preguntó:
–¿Tu familia se dedicó a la criomancia?
–No lo sé, murieron cuando era pequeña –contestó Adelina a secas. Se cubrió con las colchas para tener algo de calor–. No sé mucho de ellos.
–Está bien, Adelina Acosta –el dios parecía juzgarla con esos ojos blancuzcos y ayudó a que Adelina se pusiera de pie–. Sal de tus aposentos. Hay que dejar que se descongele y me comunicaré con los Lin Kuei lo más rápido posible.
Adelina se congeló ante la mención de ellos.
–¿Los Lin Kuei?
–Sí, Bi Han podrá ayudarte a perfeccionar tu don –explicó el dios a las afueras de las alcobas de estudiantes. Adelina pudo notar que Kenshi, Johnny, Kung Lao y Raiden estaban charlando y observando la situación. Mariano y Daniela estaban cerca de ellos–. Su clan posee varios conocimientos de criomancia y te ayudará controlarlos.
–Creo que puedo hacerlo sola, Liu Kang –dijo Adelina con una sonrisa poco convincente. No tenía intenciones de volver a Arctika, con el lugar que fue el disparador de su situación actual–. No usaré este don y no me sirve. Estoy cómoda usando armas, no creo que sea necesario.
–Debes controlarlo, Adelina Acosta –espetó el dios tranquilamente. Su mirada fue indescifrable–. En una situación peligrosa o hasta incluso con un mísero sueño, puede acabar con resultados pocos favorables. Es mejor que vayas con los Lin Kuei.
Adelina no pudo contradecir sus palabras y aceptó que tenía que ir allí. Aunque sea para descartar la posibilidad de que no es una obra de los castigos de Hela y, por otro lado, podría conseguir más investigación sobre ella. Lo único que esperaba sería conseguir controlar su poder rápidamente para seguir con su investigación.
–Está bien.
El dios se dio la vuelta y continuó su camino. Detrás suyo, los demás luchadores se acercaron a Adelina y Raiden preguntó:
–¿Qué te dijo Liu Kang, Adelina?
–Tengo que ir con los Lin Kuei.
–¿Los Lin Kuei? –preguntó Johnny y su sonrisa se esfumó–. Tendrás que soportar al Gran Maestro Gruñón.
–No digas eso de Sub Zero –espetó Kung Lao.
–¿Qué te pasó, Adelina? –preguntó Raiden tranquilamente–. Si quieres hablar podremos escuchar.
–Simplemente un mal sueño ocasionó que mi poder despertara –dijo Adelina y puso su mejor sonrisa falsa.
Por educación, ninguno volvió a preguntarle. El día transcurrió pacíficamente y al atardecer, Liu Kang le informó que iría a Arctika en dos días y Adelina asintió con miedo a lo que iba a ocurrir en adelante.
Cuando la noche cayó, Adelina estuvo despierta hasta altas horas de la madrugada con miedo de cerrar los ojos y tener otros ataques. Ver a Mariano y Daniela convertidos en muertos le hacían querer vomitar y llorar al mismo tiempo. En un momento, sus párpados comenzaron a pesarle y pudo al fin cerrarlos. Esta vez, no tuvo pesadillas.
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Del cuaderno... (XVII)
ESCRITO EL 2 DE MAYO
Hace mucho frío. Yo por lo menos lo tengo. En el exterior debemos de estar a 12 grados (eso me dice mi teléfono); cielo despejado, de azul etéreo y luminoso, ya menguado y en vías de diluirse en el crepúsculo. ¡Pero un aire gélido, proveniente de la sierra, donde estos días ha nevado! Es 2 de mayo; nos hallamos, en esta fiesta de la región de Madrid, en mitad de un «puente acueducto» que comenzó ayer, festividad de San José Obrero y jornada internacional de los trabajadores, y empalmará con el fin de semana, absorbiendo mañana el viernes.
Antes de ayer, martes 30 de abril, tuve una larga jornada de labor alimenticia en las afueras de Madrid, que me ocupó desde las ocho de la mañana hasta bien entrada la tarde; fue un día, sin embargo, muy feliz y espiritualmente provechoso, de cuyas largas pausas hice uso para pasear por el campo en los alrededores del lugar donde prestaba servicio de intérprete. Avisté infinitas variedades de aves y me deleité durante un buen rato, a media tarde, contemplando el lento vuelo de las cigüeñas en las celestes alturas, tan pronto henchidas de sol primaveral como súbitamente cubiertas de negros y amasados nubarrones que en algún momento dejaron caer unas gotas de lluvia, aunque no llegaran a cumplir sus tormentosas amenazas. Vi también las primeras golondrinas del año, suceso que me llena siempre de alegría.
Todo lo anterior lo conté en un impromptu hablado que registré esa noche en mi casa, y que subí a la Bitácora con el título de «Días de acción de gracias». La grabación quedó especialmente bien; como también hablaba en ella de Jorge Luis Borges y de Armando Palacio Valdés, ilustré la entrada con una foto del tomo cuatro de las obras completas del primero, publicado en espléndida edición de tapas duras por el Círculo de Lectores en los años noventa, y otra instantánea del segundo volumen de la obra completa de Palacio Valdés, en una preciosa edición de cubiertas rojas de cuero, que sacó Aguilar en papel biblia allá por el año 1947.
En este último ejemplar estoy leyendo ahora la novela La fe, del escritor asturiano, que hace muy poco he comenzado y me está procurando el familiar deleite con que siempre me regala Palacio Valdés.
Hace un rato me he tenido que poner mi vieja bata azul de raya diplomática —una de mis dos batas de invierno, ya muy fatigada y deslucida— y encender el radiador que tengo en mi estudio, porque me estaba quedando yerto de frío. Ahora contemplo la caída de la tarde y su suave deslizamiento hacia la noche por los cristales de mi ventana, mientras disfruto del intenso silencio del «puente» y redacto estas líneas en el reverso de las gruesas hojas de rígida cartulina de un calendario de hace dos años, cuyas dimensiones serían ideales para un cuaderno de dibujo: 25 cm de ancho por 36 cm de largo. ¡Me encanta este formato! Permite a las mil maravillas la «escritura en el regazo» que a mí tanto me gusta. Ya hablé, en la más reciente entrada del presente cuaderno (correspondiente al 29 de abril), de este calendario que acabo de transformar en libreta de apuntes de tamaño gigante.
Se está haciendo tarde. Voy a cenar un poco; un puñado de frutos secos, un yogur, tal vez una porción de jamón o una lata de caballa o de sardinas en escabeche. Luego, un tazón de té, y a seguir un buen rato más con la lectura. Hoy le he dedicado unas horas al poemario que desde hace meses, y casi un par de años ya, tengo en preparación: «Es esto amor». Va estando este libro prácticamente concluido; debo pulir aristas todavía, pero muy pronto le daré definitivo carpetazo (¡ya iba siendo hora!). Después no sé si dormirá el sueño de los justos o intentaré ponerlo en circulación; habrá que ver lo que decido. Contiene material un tanto «comprometido». ¡Pero cuándo no fue «patata caliente» todo lo que pergeño! Hasta en estos últimos años, mucho más serenos. No sé escribir libros que hubiera puesto con la conciencia tranquila en manos de mi madre, que en paz descanse (salvo Luz en la arena, que sí le hubiera dado a leer con alegría y orgullo). En ese sentido me acuerdo de Céline, haciéndole jurar y perjurar a su sufrida progenitora que jamás se le ocurriría leer Muerte a crédito (y supongo que ninguna otra obra de su energuménico hijo). ¡Es nuestro sino! El destino de quienes hurgamos siempre en las heridas, tanto las propias como las ajenas pero fundamentalmente las propias, ¡que es lo que perturba más, y hace más daño! Hasta nuestras aguas calmas, cuando en calma estamos, tienen un pavoroso fondo de inquietante turbulencia que puede desasosegar al más equilibrado lector. De mí mi madre decía: “Still waters run deep”. Que es un dicho inglés que viene a expresar eso mismo: las aguas quietas son normalmente harto profundas.
[02/05/2024]
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PEDRO SALINAS
Leo a Pedro Salinas a altas horas de la noche, arropado en un silencio tan intenso que por momentos se vuelve sibilante y me llena de cimbreantes vibraciones los oídos (no es enteramente desagradable. Son como débiles acúfenos bisbiseantes, venidos de una misteriosa sima de electricidad interior).
Cuando pienso en Salinas pienso, sin poder evitarlo, en Proust: los volúmenes de la Recherche que Salinas vertió tan luminosamente al español. La voz en castellano de Proust es para mí la de Salinas; tanto es así que a partir del momento en que A la busca del tiempo perdido se disuelve en otras voces me embarranco y pierdo el interés; y entonces tengo que saltar al inglés de Scott Moncrieff, aquel que le puso dignos títulos shakespearianos a los tomos del esteta galo.
Más de uno enarcará tal vez las cejas, preguntándose por qué no leo yo a Proust comme il faut, en francés. Mi respuesta podrá parecer boutade, y quizá —sin serlo— lo sea: teniendo a mi alcance la posibilidad de disfrutar de Marcel Proust en la voz —mayor— de Pedro Salinas y la voz —algo menor— de Moncrieff, sería un sacrilegio no aprovecharla. Al margen de que a ciertas alturas del camino está ya uno hecho a sus propios andares y maneras, y ponerme con Proust en francés me impediría, por exceso de esfuerzo interpretativo, gozar de su enjundia como manda Dios (muy oxidada tengo la lengua de Racine).
Volviendo al decano de la generación del 27, me pasa lo que tantas veces: a Pedro Salinas lo adoro, porque era un virtuoso catedrático del verso que ningún aficionado a la lírica, y desde luego ningún profesional, puede dejar de amar; pero tengo que beber sus poemas a sorbitos, pues hay en ellos un superávit de aire, de etérea claridad, de abstracción, y yo soy hombre diáfano mas al mismo tiempo carnoso y sensual, amante del placer y del goce como un Tauro (en cuyo signo, me decía una novia que tuve, debía de estar arraigado mi ascendente, pese a ser Libra, como lo soy). Yo, en definitiva, soy ser también de aire, pero soy terroso a la vez, muy dado a lo tangible y lo concreto, a lo que se puede tocar y oler (no siempre quiero, por ejemplo, esa «rosa pura» que no tiene «símbolo ni signo», que «no cante», que «no tenga fecha, / fecha de hombre, fecha de número, / fecha de mundo», sino que ansío con frecuencia lo contrario: una rosa bellamente impura, baudelaireana, de cristal manchado de aliento o pétalos empapados de aroma; yo quiero una rosa con raíces). De ahí que Salinas se me quede siempre como flotando, y paradójicamente acabe pesándome si no me lo tomo a tragos lentos y espaciados. La poesía de Pedro Salinas está tan descontextualizada que la falta de sujeción, en su atmósfera, fatiga; leerlo lo convierte a uno en astronauta, obligado por la ausencia de gravedad a flotar con los pies despegados de la tierra, y por lo tanto a cansarse; y eso es lo que sucede, justamente, con la «lírica pura», y lo que ocurre también con Juan Ramón Jiménez en su obra más tardía (a mí me gusta el Juan Ramón modernista).
Nada de lo anterior es óbice, no obstante, para que ame yo profundamente al autor de Razón de amor y La voz a ti debida; esta noche, a las tres de la mañana, me tocaban unos sorbos de Salinas, y ha habido uno —el primer poema de Fábula y signo— que he saboreado reiteradamente. El verso de arranque de la pieza mencionada no podría ser mejor para concluir (a medio camino, como tan a menudo es el caso, entre el hoy que ya se ha ido y el mañana que empieza a arribar) esta larguísima y feliz jornada de San Isidro de 2024: «Basta, no hay que pedir más…».
[15-16/05/24]
COSAS DEL CLIMA
El prurito escritural ha perdido fuerza e intensidad en mí en las últimas semanas. Creo que es cosa del clima; no sé si escribo más y mejor cuando tengo frío, ni si en caso de ser así lo haré para entrar en calor. Las noches de invierno con humo y música a muy bajo volumen, y una taza de té en la mesa y el ocasional chasquido de encendido y apagado del radiador que caldea mi estudio, parecen estimular mi creatividad. Cuando la temperatura sube, el cuerpo —el organismo físico— se hace más presente, y habla. Y al hablar el cuerpo, es posible que la mente prefiera guardar silencio.
Ahora va avanzando la primavera, y con ella sube poco a poco el mercurio en la meseta castellana y en la capital del reino. El calor no es excesivo aún; de momento se limita a dejarse atisbar (de hecho, si las condiciones climatológicas de este mes de mayo persistieran sin cambios durante los próximos cuatro meses, la experiencia sería verdaderamente deliciosa; solo que entonces no estaríamos en Madrid). La torridez está todavía algo lejana; cuando llegue, aullarán las fauces de la carne, y todos los instintos se pondrán en declarado pie de guerra, antes de irse agostando a medida que la canícula los rebaje a humillados muñones de ansia, en esta seca tierra de interior donde el mar no puede renovar los ánimos y refrescar los apetitos. ¡Habrá llegado el temible verano de Madriles, en el que me imagino que languideceré una vez más en 2024!
Yo suelo pedir lluvia; es mi más íntima y constante plegaria meteorológica. Debería vivir, quizá, en la verde Irlanda (el país de los mil tonos de esmeralda); o por lo menos en Inglaterra (Escocia tampoco estaría nada mal; muy al norte, en las agrestes highlands, barridas por el viento y las infinitas metamorfosis de la lluvia). ¿Y por qué no Noruega, o algún país escandinavo? O tal vez Islandia, que en uno de mis poemas invoco, hablando de mi anhelo de «comprarme un ático en Islandia / y semirretirarme». ¡Ah, poeta y soñador, toda mi vida! En esta ciudad me quedaré, como siempre, rogando como un indio para que se abran los cielos y desaten sobre nosotros ocasionales descargas de líquido elemento.
Podemos soñar, sin embargo. Es importante hacerlo. Los situacionistas nos dejaron no sé si muchas más cosas, pero sí un buen puñado de rutilantes frases cosechadas en los espacios donde crecen las estrellas; y una de ellas me viene aquí que ni pintada: «Sé realista; pide lo imposible»… Consigna que enlazo con otro lema, de la misma banda de locos, que tal vez acertaran en todo menos en aquello que más querían: «Debajo de los adoquines está la playa».
Nadie tema. No estoy haciendo política. Se me da bastante mejor hacer poesía.
[28/05/24]
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louisonrisas · 10 months ago
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sueños
Pasaba de lineas temporales, era como la película de efecto mariposa empezaba a ver un video de mis compañeros de la primaria eran niños jugando yo salía de fondo, después era esa niña de nuevo tenía una bebida en mi mano la tire porque recordé que no podía tomar, se me quedaron viendo, agarre limonada la habían servido separada. Cambiaba constantemente de escenarios, en otro pasaba a estar en la playa con mi familia, íbamos a hablar con unas personas pero sólo quedamos en poco y nos sobro mucha bebida y tuve la idea de venderlo, la playa se convertía en una cancha de fútbol era parecida a la casa de mi abuela paterna. Tenía consciencia dentro de mi sueño sabía que estaba cambiando constantemente de lineas temporales una de ellas fue la coca-cola de vidrio rosa que lleve conmigo y se quedo atravesado el popote dentro de ella por el glich que hice, la guarde en el refri y la tocaba sin saber como es que la materia la había sobrepasado, pensaba en que iba hacer mi prueba si no me creían lo que había vivido, según yo estaba en mi casa ya.
Cuando termine todo mi viaje iba por la calle la cual me gusta pasar siempre, iba fumando un cigarro. Vi unas personas a lo lejos eran 6, cruzamos de frente, y vi dos personas que iban arriba de los hombros de esas dos, eran pequeñas de ascendencia afroamericana y con cabello chino no las pude reconocer pero iban en su pedo.
Pero lo que llamo mi atención fue la chica que iba al frente intercambiamos miradas, era blanca con cabello claro castaño corto y ojos miel tenía me dio una gran sonrisa tímida y gentil, todo lo que se podía ver eran sus frenos, era de estatura baja y llevaba el uniforme de invierno de mi secundaria azul marino con una raya amarilla y blanca en la pierna.
Después a lado de te vi a ti. Llevabas un gran ramo de flores amarillas envueltas en un papel negro, pero ibas cegado como si no pudieras ver traías unos lentes oscuros sosteniéndolos y no sabías a donde ibas.
Yo sólo pase mientras daba una calada a mi cigarro y expulsaba el humo por mi boca. Después que pase la cuadra en la esquina me empecé a vomitar me dio tanto asco ver eso, creo que fue por la clase de recuerdos que empecé a tener era como si se repitiera el ciclo pero ahora lo presenciaba, estabas con ella y estabas cegado. Aun puedo sentir el desagrado.
Escuché una voz grave sonaba como la de un hombre (cómo la tuya si quiero especificar) que me hablaba por mi nombre... una y otra.... la última fue más fuerte... entonces me desperté hiperventilando.
Fue muy claro, incluso llegué a pensar que alguien estaba en mi cuarto... pero no había nadie.
Feliz año nuevo para mi.
06/01/2024
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toabelovednightmare · 1 year ago
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El espacio entre gritar y mirar atrás
Parejas/Personajes: ArgChi en el pasado. ArgPe semi implícito, semi explícito. Manuel, Miguel, y Martin. 
Notas: Este fic fue escrito como un paralelo de “No estoy llorando, solo es algo en tus ojos”. No es necesario leerlo, pero si quieres entender mejor algunos puntos de la historia, podría servir x-x. 
Advertencias: 💀 Angst, no happy ending, this b sadness fic 💀
Lo están haciendo por joder, está seguro.
No quiere decir que le sorprenda, porque joderle la paciencia ciertamente está dentro de las habilidades de Martín y Miguel. Tampoco quiere decir que tiene algún derecho sobre el argentino al ser su expareja o algo por el estilo. De hecho, sabía bien que a Martín no le tomaría mucho superarlo a pesar de lo importante que—el rubio decía—había sido su relación.
Lo que no entiende es porque tenía que “superarlo” con Miguel.
Claramente lo hace por joderle la paciencia.
Pensó que Martín había olvidado por completo las historias de escapadas y encuentros fugaces de la época de la colonia. La mitad de veces ni siquiera había estado seguro de que el argentino lo estuviese escuchando. Supuso que no debía de ver sus cavilaciones como algo relevante. No que lo fueran, no que lo hubiesen sido.
Todos habían sido mocosos precoces, calenturientos que explotaban con mariposas ante el más mínimo e inocente roce de piel. Martín había dicho que entendía. Lo llamaba la época “experimental” y creía fervorosamente en el borrón y cuenta nueva.
Manuel era sentimental. Era quizás la más grande de sus debilidades y la que más peleaba por exterminar. Además, sus responsabilidades actuales y Martín habían sido más que suficiente para mantener el recuerdo de Miguel a raya. Mayormente.
De cualquier modo, estaba claro que había hecho mal en compartir esos retazos de memorias con Martín. Porque donde Manuel no había visto más que gusanos del pasado, Martín había visto una garantía. Lo había mirado a los ojos con esa típica estúpida sonrisa relajada y había hecho como que no importaba, pero en alguna parte de su polvorienta cabeza había adjuntado a ese momento una pequeña nota mental: Esta es una buena manera de joder a Manuel cuando por fin se aburra de mi. 
¿Y por qué no?
¿Por qué no si había sido Manuel quien había decidido acabar con todo dadas las circunstancias, y había sido Martín quien rompía sus cuerdas vocales gritando contradicciones?
¿Acaso no había sido él quien se había marchado a pesar de que el argentino se ahogaba pidiéndole que se quedara cuando no le gritaba que se fuera al infierno?
Y siempre se ha llevado mal con Miguel. Siempre. Tiene un no sé qué que hace que la parte más incendiaria de su personalidad se active. Es un remesón que lo recorre de pies a cabeza como una corriente de electricidad. Lo deja balanceándose, a penas consciente de lo que está pasando a su alrededor, y con un calor inusual que no puede explicarse.
Lo odia por eso.
Pero odia más ver como Martín lo envuelve en sus brazos. Odia más que no les importe estar en su delante, en frente de todos los países y sus jefes, en plena cumbre regional como si su jueguito asqueroso no fuera absolutamente obvio. ¿Quiénes creen que son? ¿Acaso piensan que pueden hacerle daño con sus melosas muestras de afecto?
¿Piensa Martín que se ha olvidado como se siente estar donde Miguel está ahora?
¿Cree Miguel que no sabe que trata de decirle que siempre elegiría a cualquiera sobre a él?
Del otro lado de esa larga mesa, Martín ignora los papeles que se intercambiaban y las preguntas a debatir. Esta muy ocupado arrastrando su silla para estar más cerca a Miguel, para seguirle susurrando cosas que hacen que sus rostros se pongan rojos como sangre. ¿Quién era el idiota que los había sentado juntos?
Le duele el espacio entre las cejas y le aprieta el cuello de la camisa, pero procura concentrarse en el folio frente a él. Deja que le sirvan café en vez de té, porque qué más da e igual no ha dormido bien esos últimos días. Tiene mucho que hacer. Siempre hay mucho que hacer. 
De la nada la sala se llena de voces, y recién ahí cae en cuenta de que es hora del descanso. Martín toma la mano de Miguel, con la confianza de alguien que lleva haciendo justo eso toda una vida. Miguel se deja llevar, la sonrisa en su rostro brilla tanto como sus ojos cuando se encuentran con los del rubio.
Manuel sabe que va a voltear a verlo. Lo va a mirar sobre el hombro, y por un segundo podrá ver la mofa, la satisfacción en esa pequeña venganza compartida. Lo espera.
Pero la puerta se cierra, y donde quedaba la expectativa y el odio queda algo que no tiene nombre.
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papelpintadobarcelona · 1 year ago
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Papel Pintado The Lost Gardens
Papel pintado Flores Paisley 91613 Viajamos por los jardines y bosques frondosos de la antigua Inglaterra y Escocia, donde crecen en abundancia flores y plantas, para descubrir verdaderos tesoros y secretos botánicos. La creatividad del editor inglés Holden, despliega toda la magia de la naturaleza en papeles pintados atemporales, para crear una decoración interior, llena de encanto. Los…
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Raya en la arena
Todas nuestras historias se han perdido como nuestros lugares. Imposible retener nada. Es como si escribiera en el agua. Dejo todo en impulsos eléctricos sobre una pantalla inestable y aun más precaria que el papel, más indefensa que una raya en la arena cuando se acerca el mar empeñado en borrarla.
"La arena errante" José Emilio Pacheco
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andrest977-blog · 1 year ago
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LA MANO AUSENTE
«El siglo de las manos».
Rimbaud
Las manecillas del reloj, colgado en la pared, apenas parecen moverse. Las aspas del ventilador remueven el ambiente viciado de la oficina: alientos agrios que expulsan las mandíbulas entreabiertas de los funcionarios, gases que expelen las branquias sudorosas y ennegrecidas de tinta de las máquinas fotocopiadoras y las máquinas de fax. Innumerables dedos se retuercen sobre los teclados de los computadores, ejecutando una sinfonía de ritmos cuadrados, que se mezclan con el gruñido de las incansables impresoras que imprimen infinidad de saldos bancarios y cuadraturas de cuentas. Todo esto estruja de la mejilla del funcionario, una gota de sudor frío.
Antes de que pueda atajar la gota con su mano, un teléfono comienza a gritar. Por un momento pierde interés en la gota de sudor, y piensa: «Es una bestia agonizando».
Decide dejar de lado el trabajo acumulado y aplastar la cabeza del animal, liberándolo del dolor. Pero, apenas su espalda sudorosa se despega del sillón, alguien levanta el auricular.
       —Contabilidad y presupuesto —anuncia la voz de uno de sus compañeros de oficina.
       El funcionario suspira aliviado al verse librado del sacrificio.
«¿Dónde habrá caído?», se pregunta al recordar a la gota de sudor. Recorre con la mirada el escritorio. Mira los lápices de colores, el corrector y el libro abierto de Contabilidad y Presupuesto atiborrado de números rojos y azules. Nada. Es extraño, pero no puede diferenciar el uno del dos, ni el dos del tres. Son rayas de tinta que le recuerdan a cadáveres de insectos empalados en un insectario.
Intenta mover su mano derecha y buscar la gota de sudor en su rostro, pero no lo consigue. La mano yace indiferente sobre el teclado numérico. Colgando de la esquina de la pantalla del computador, hay una fotografía con tres rostros sonrientes:
       Su esposa.
       Su hijo.
       Su rostro.
Mira cada uno de aquellos rostros, forzándose a sentir algo:
       Felicidad. 
       Rabia.
       Odio.
Simplemente, no le dicen nada. Intenta agarrar la fotografía y tirarla al tarro de la basura, pero su mano derecha no obedece. En cambio, se mantiene estática a la altura de sus ojos. Los dedos parecen más delgados y la piel ha sido invadida por diminutos pelillos.
«Son como las patas de un insecto», piensa, y la cosa cae aplastando los tres numéricos rostros. Las patas de la cosa yacen hacia arriba, levemente recogidas.
       —Parece muerta —murmura.
Cuidándose de no acercar mucho los labios, sopla suavemente sobre las patas de la cosa: no hay movimiento alguno. Busca algo con que aplastarla. Primero, se inclina por la corchetera, luego, por la taza donde acostumbra a tomar café por las mañanas. Incluso, cree posible aplastarla con la sumadora eléctrica, pero el miedo a manchar las facturas y boletas lo hace desistir.
Inesperadamente, el supervisor deja caer sobre el escritorio una pila de documentos. El funcionario observa, desalentado, como las aspas del ventilador agitan la enorme torre de papel que espera ser ingresada en la pantalla eléctrica del computador. En ese instante, la olvidada gota de sudor cae desde su mentón, estrellándose contra el abdomen de la cosa.
Las patas se contraen hacia el centro, tiemblan, se mueven frenéticas, retorciéndose como un hervidero de gusanos. La cosa se levanta, avanza un poco. Hay coordinación en sus cinco extremidades. Los ojos del funcionario se abren, saturados de odio, y su rostro se llena de asombro y rabia. La cosa ha logrado engañarlo.
       —¡Debí aplastarla! —grita a todo pulmón.
Sus compañeros de oficina despegan los dedos de los teclados, desconectan los rostros fusionados con el hipnótico azul eléctrico de las pantallas de los computadores, estiran sus atrofiados cuellos por sobre las impresoras, y miran asustados y sin entender nada la actitud del funcionario.
La cosa da pequeños saltos, camina aprisa, se detiene, levanta dos patas amenazantes, lanzándose y revolcándose jubilosa entre la pila de documentos.
Un hilillo de baba cuelga de la boca del funcionario. Ha comprendido que su mano ya no le pertenece.
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vistazo-al-futuro · 1 year ago
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Regula tus emociones
Es un gusto presentarme ante ustedes!! Mi nombre es Samantha Molina de 16 años y en este post nos sumergiremos en el tema de regulación emocional académica.
Imagina esto: Estás en medio de una exposición y estás muy nerviosa, por lo que te trabas al hablar, escuchas murmullos, y crees que se burlan de ti.
No te preocupes, estoy aquí para ayudarte a regular esa y más emociones, y comenzamos!!
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Quiero empezar comentando que se perfectamente como es dejarse llevar por tus emociones y casi siempre no da buenos resultados, por lo que a continuación te daré tips para controlar moderadamente tus emociones.
Respira profundamente: Este es un consejo muy conocido y usado, el cual consiste en que, ante una gran acumulación de emociones negativas podemos inhalar y exhalar las veces que sean necesarias para poder regularizar esa peligrosa acumulación de emociones.
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Escribe como te sientes : Imagina que tuviste un mal día, puede que no hayas entendido el nuevo tema que el docente explicó, tal vez te sentiste ignorada por tus amigos, etc. Todo ese sentimiento puedes plasmarlo en una hoja y convertirlo en un diario de tus emociones. Además de poder decorarlo a tu manera ya sea agregándole dibujos, garabatos, recortes, etc. En lo personal, este consejo me ayuda a mejorar mi regulación de emociones negativas, cada vez que tengo un mal día.
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Ir a tu momento bonito : Estás a punto de estallar!! No aguantas más este sentimiento!! Relájate y piensa en un momento en donde estés tranquila o calmada, ese momento en donde estés en paz y te llene de positividad. Y cuando ya estés más calmada puedes continuar con tus ejercicios o con tu exposición. Esta en lo personal es mi técnica favorita, porque distrae mi mente y calma mi negatividad, aunque suelo usarlo en casos extremos, donde mis emociones son muy fuertes.
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Cuéntale a alguien de confianza como te sientes : Guardar tus emociones y retenerlos puede traer consecuencias graves como dificultades posteriores en reconocer emociones y saber gestionarlas de forma adecuada. Por lo que podrías contarle a alguien que tenga tu confianza absoluta, tus sentimientos y como te sientes e incluso pedirle un consejo. Además tendrás la seguridad de que la conversación no caiga en otros oídos.
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Déjalo salir : Por último, pero no menos importante deja salir tus emociones pero de una manera tranquila y adecuada, un ejemplo, si estás triste puedes ir a un lugar tranquilo, y llorar, desahogarte, liberarte de ese peso hasta que te sientas mejor, si estas enojada, arruga o raya un papel, puedes gritar en tu almohada, etc.
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Hay varias maneras de regular tus emociones, incluso tu puedes crear tu forma, pero recuerda ,una nota no define tu persona, los malos ratos pueden pasar, pero las acciones se mantienen.
Se que te estás esforzando y eso es apreciable, estás dando lo mejor de ti y verás que eso te dara los mejores resultados.
Espero que estos consejos puedan servirte y sin más que decir, hasta la próxima!!
- Escrito por : Samantha Molina
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verdepradera · 1 year ago
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Ciudad Universitaria - México 1960
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Ciudad Universitaria - México 1960Identidad MexicanaLa Ciudad Universitaria de México es un vibrante centro educativo y cultural ubicado en el corazón de la capital. Con sus imponentes edificios de estilo modernista, extensos jardines y amplias áreas verdes, crea un ambiente inspirador para el aprendizaje y la creatividad. Rodeada de una rica historia y arte, esta ciudad universitaria alberga una diversidad de facultades, bibliotecas, museos y espacios deportivos, fomentando la interacción y el intercambio de conocimientos entre estudiantes y profesores. Es un lugar donde la investigación, la innovación y el espíritu académico se entrelazan, dando vida a una comunidad universitaria dinámica y en constante crecimiento.Sello “Ciudad Universitaria - México” - Imágenes localesSi tienes este sello antiguo de Mexico con Ciudad Universitaria - México, y tienes alguna consulta deja un mensaje en este artículo (post), utiliza el enlace “Deja un comentario” al principio del post (al lado de la fecha). Ciudad Universitaria - México Catálogo Sooluciones Nº 03896 - Sello de Mexico. Sello postal emitido el ??/??/1960.
Sello de México Imágenes locales
Información del sello: Catálogos: Michel: MX 1029ID. Yvert et Tellier: MX PA183Jb, Stanley Gibbons: MX 905a. Stamp Number MX C220F.    Formato de la pieza Sello. Valor facial del sello  80 ¢ - Centavo Mexicano. Tamaño del sello ancho y alto: 40 x 25 mm.   Dentado: Peine 11 x 11¼.   Marca de agua: Águila en Círculo y MEX-MEX Múltiple .   Tipo de impresión de la estampilla Rebaje.   Colores: Lila rojo.   Serie: Imágenes locales. Temáticas: Estadios, Universidades, Sellos México 1960. Formato: Sello. Categoría: Correo aéreo. Impreso por: Talleres de Impr. de est. y valores - México. Variante: marca de agua y rayas de la derecha. Precios de Venta o Compra de sellos aproximado vistos en internet: Precio mínimo estimado: 0,05 € (euros) Precio máximo estimado: 3 € (euros) Datos actualizados mayo, 2023 Ciudad Universitaria - México 1960 Comienza tu aventura filatélica hoy mismo: Agrega sellos postales a tu colección. Descubre cómo mejorar tu colección de sellos postales y aprende por qué la filatelia se considera un arte. Encuentra el sello que buscas (país, año, idioma). Con cada sello que agregues a tu colección, tendrás una pequeña obra de arte en miniatura. ¡Empieza tu aventura filatélica hoy mismo! Comienza tu colección de sellos postales con el primer sello y descubre un mundo lleno de cultura y entretenimiento. Si buscas un álbum o catálogo de un sello en particular (país, año, idioma), escríbeme y te avisaré cuando esté disponible. A través del enlace "Deja un comentario" ubicado al principio del post, puedes agregar información para este artículo y mejorar nuestro catálogo. También tenemos fichas para sellos en archivos en formato PDF descargables para imprimir (te ahorras el costo del envío, y el tiempo de espera), en papel normal o papel de 200gr de excelente calidad Para mejorar este catálogo, puedes agregar información para este artículo utilizando el enlace "Deja un comentario" ubicado al principio del post, junto a la fecha. La filatelia se considera un arte y cada sello es una pequeña obra de arte en miniatura. Con cada sello que agregues a tu colección, tendrás la oportunidad de aprender algo nuevo cada día y descubrir diferentes culturas. Si algo no está en un sello, no existe. ¡Empieza tu aventura filatélica hoy mismo! Read the full article
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