Tumgik
#odio el caretaje
birralover · 1 year
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Sin ganas lol 🧸
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eefimer-a · 7 years
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Como odio navidad prefiero meter la cabeza en el inodoro antes que bancarme tanto caretaje
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unamanzanapodrida · 7 years
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Crónica de una mala noche que duró 400 días
Era mi cumpleaños, no estaba muy emocionada. Justo había terminado una relación de dos años y medio.Mis cumpleaños se caracterizaban por salir mal, generalmente nunca había nadie ya que siempre cae a mediados de julio (semanas de vacaciones de invierno) y ya desde mis 10 años, por alguna contingencia que se repetía como si fuera a propósito pasaba algo horrible.
Esta no fue la excepción.
Me había mudado recientemente, y me había hecho muy amiga de una chica de la facultad, a la cual voy a darle un nombre ficticio: Marla. Si bien no estaba pasando un buen momento, Marla me acompañaba, se quedaba en casa, compartía sus secretos conmigo y yo con ella.
Un día anterior a mi cumpleaños Marla se había quedado en casa, entre puchos y cafés pasamos la noche debatiendo acerca de los chicos que nos atraían. Entre ellos estaban Tomás, Elías, y Rodrigo. Yo sabía que tanto Rodrigo como Elías también sentían atracción por ella, ya que ambos eran íntimos amigos. Eli me había comentado que hace tiempo quería estar con ella, Marla en muchas conversaciones contaba sus intereses sexuales, que le gustaba, que no le gustaba, sus fetiches, etc, con ambos; lo cual dejaba pase a fantasías tanto de parte de Marla como de Tomás y Eli. 
Tomi no tenía chances, porque si bien Marla sentía una atracción por el, era muy leve casi sin relevancia, lo había comentado solo al pasar. Por mi parte yo me había obsesionado con Tomi, luego de haber estado con el, aunque se habia vuelto de vacaciones. 
Esa noche que se quedó planeamos como haríamos para que ella se chape a Rodri, pero luego eso quedó solo entre risas y pasó.
Al día siguiente Marla fue a su casa que quedaba lejos, a buscar ropa y otras cosas para la noche de mi cumpleaños, asique como no quería estar sola invite a Eli a pasar el día conmigo, acompañarme a comprar alcohol y otros víveres para mi víspera.
Esa noche vinieron varios comensales, entre elles Marla. Comimos pizza, tomamos mucho, y se fueron los primeros comensales. Me sorprendió mucho ver que Marla y Elias habían pegado tanta onda, ella había estado toda la cena sentada arriba de el, y lo acariciaba. El estaba muy contento y a ella se la veía igual. 
Seguimos tomando, y quedamos Elias, Rodri, Quique (otro amigo), Marla y yo. Salimos muy alcoholizados a caminar a ver si encontrabamos algo abierto, para salir a bailar. Pero era martes, vacaciones de invierno, 3am aprox.
Terminamos en los juegos de plaza Rocha, Marla ya había vomitado los 3 vasos de ron barato que se había servido, y Elias también. De repente ella y Ro se empezaron a abrazar, se dijeron cosas al oído y Marla le besa la mejilla. Yo empiezo a caminar con Quique y Elias dos pasos más adelante, ya se me había pasado un poco el pedo.
Llegamos después de una hora de nuevo a casa, y me pongo a limpiar un charco de ron que había en el piso. Cuando me doy vuelta solo Q estaba conmigo en la cocina. Escucho risas en la pieza, y me quedo un poco en shock. Automaticamente me dieron ganas de que se fueran todes. Voy a la pieza y prendo la luz, Marla en el medio de R y E, todos en ropa interior. Marla acariciaba a ambos todo se habia vuelto muy extraño y asqueroso a la misma vez.
Me voy a la cocina incómoda, me tomo un té con Q mientras hablabamos de como me sentía. Pasan 15 minutos y pido a todos que se fueran, pero insisten en estar muy ebries y no poder levantarse. R viene a la cocina en calzoncillos, lo cual me incomoda aún más, y le pido que se retire, que se vaya a su casa. R me dice que no me ortive, pero Q lo obliga a irse con el (viven a dos cuadras de distancia). 
Ambos se van, quedan Marla y E en la pieza.
Me acerco un poco molesta y les insisto que se vayan, E intenta levantarse y se cae para mi costado, al verlo así y sabiendo que vive lejos y andaba en bicicleta le dije que se podía quedar, pero que no me vomitara la cama. Tenía solo un colchón de dos plazas, pero entrabamos los tres.
Marla abraza a E y yo me hago una bolita en una punta, no podía taparme, no había suficiente frazada.
Empiezo a usar el celu, me doy vuelta un poco mareada por los efectos del alcohol, veo a la pierna de Marla sobre el asqueroso miembro de E, y él acariciaba su pierna, me siento incomoda. Vuelvo a voltearme a mi celular para usar mis redes.
Le cuento a Tomi, con la excusa de hablarle, que E y Marla estaban chapando y que yo estaba de espectadora muy incómoda, Tomi se ríe y me dice que los eche. 
Acto seguido comienzo a escuchar saliva, lo cual me genero mucha bronca, odio el sonido de la saliva ajena, me vuelteo nuevamente y veo a E besarle el cuello a Marla mientras ella acariciaba su pecho. Vuelvo a voltearme intentando inventar una excusa para echarlos a ambos.
Senti que pasaba una semana, pero solo habia pasado 4 min y al instante:
- ¿Qué estás haciendo?- dice Marla
-Nada- asustado, E.
-Alejate, andá más para allá.- Ella
Los levanto, 7am, y les digo que a las 8:30 llegaba mi tía de visitas, que se vistieran rápido y se fueran. 
E como puede se viste y se va, pero Marla queda sentada en la cama. 
-¿Qué onda boluda, te lo chapaste?
-No estoy segura, no se que pasó.
Mensaje de E: che me acaban de chocar en la bici, pero me van a pagar los anteojos y las partes rotas, se me hizo mierda estoy muy en pedo. (mal escrito).
-Te abusó entonces.- porqué soy tan poco delicada para hablar? porque no pienso las cosas antes de decirlas? 
-No, no no creo- decía Marla, prendiendo un cigarrillo
-Blda, si estabas inconsciente fue abuso, vos que sentiste?
Fumamos un pucho, le ofrezco café, pero Marla me dice: - Me voy a lo de R a contarle lo que pasó. 
-¿ No querés calmarte, pensar bien las cosas, como pasó todo, bañarte? Te presto ropa.
-No, me voy a lo de R a contarle.
Algo no me cerraba ¿porqué le contaría a R, si ni quiera son amigos?- pensé-  estaba todo muy mal. No entendía nada.
Le abro la puerta y la veo irse. Llamó a R, y le cuento la situación. R estaba furioso.
Le escribo a E para mandarlo a la mierda. “¿qué mierda hiciste pelotudo? que tenés en la cabeza, Marla estaba dormida y te aprovechaste de ella”
E era tartamudo, me llama muy nervioso, no le entiendo mucho lo que me dice porque lo escuchaba entre lagrimas, tartamudo y muy ebrio. A la tarde nos juntamos R, E y yo. 
Entre medio les escribí a mis amigas, nunca las había extrañado tanto. La sencillez, la tranquilidad, de repente estaba en una ciudad horrible con gente horrible. No les quise contar nada, no las quería preocupar, además ¿qué les iba a decir exactamente?
E no paraba de llorar y decirnos que no entendía nada, que pensó que ella quería. Todos pensamos que esa noche habían pegado onda, ambos se habían acariciado semi-desnudos en mi cama, ella había estado sentada arriba de él acariciándole el pelo, se hablaban muy cerca de sus labios. Ambos habían planteado una leve atracción por el otro. Pero eso era razón de algo? no lo sé, no se que pensar respecto a eso ya.
R intenta pegarle a E pero les freno. E asumió  toda la culpa, le escribió a Marla disculpándose, que no había entendido bien, que asumía toda la culpa, que era un abusador de mierda, que merecía lo peor, etc. 
Marla le responde que estaba todo bien, que podía pasar entre otras cosas. 
Faltaban cuatro días para volver a clases, yo no sabía como sentirme. Esos cuatro días no hable con nadie, no le atendí la puerta a nadie y me borre de las redes sociales. Lloraba porque no entendía nada, lloraba porque había estado en el medio de lo que cualquiera sin haber estado ahí llamaría abuso. Lloraba porque tenía rabia de haber permitido que eso pasara bajo mi techo. 
Primer día de clases, voy sin ganas. E y Marla se encuentran, hay una ambiente muy tenso. Me quedo a metros mirando como Marla lo saluda con mucha naturalidad, todes nos quedamos sorprendidos. Hablan como si nada. Todos hacemos como si nada. 
Hola, ya paso casi un año de este post, debes en cuando Marla nos saluda, pero nunca más volvió a venir a casa, ni a hablarme.
Hola, hace dos meses Marla me dice que se acercaría a hablar con la comi de género para comentarle su situación, lo que había vivido. Le digo que la voy a acompañar como pueda. Pero a decir verdad, me siento muy confundida con respecto a como se fueron dando las cosas. Marla un día me habla normal y al otro dia me ignora, depende de con quien ella este. Por las demás compañeras, ninguna me saluda ya, siento que tengo lepra.  
La comi de mi facu se caracteriza por métodos de escrache continuos (el escrache no está mal, pero hay que analizar la situación para no cometer ningún error, ya que un escrache social es una sentencia bastante fea, aunque muchas veces necesaria). No suele analizar mucho, se le cree a la denunciante, y los de alrededor no importa.
Hace unos días que Marla nos mira mal,directamente el clima del aula es muy tenso. Hace unos días volví a terapia. Le mandé a E el numero de la psicologa feminista ya que se encuentra cada vez peor, tiene miedo que le saquen la beca economica y sin eso no creo que siga estudiando. pero bueno que se joda. 
Estabamos en asamblea estudiantil, habíamos participado de las movilizaciones, y viene una integrante de la comi y nos hecha. Nos dice que la asamblea se había proclamado transfeminista y antipatriarcal. Que nosotros eramos cómplices de un abuso sexual. Que si no nos llevabamos a nuestro amigo de la asamblea iba a ser peor. 
Ella habla alto, necesita mostrarle a todxs los demás que ella esta con las pibas. No le importa si del otro lado hay subjetividades. De repente humanidades dejó de ser humana. De repente, nos volvimos tan malos como un violador. De repente quienes nos saludaban nos ignoran porque en la facultad del caretaje ni da que te vean con gente como nosotros. En fin, fuimos a Monkey House, E llego llorando. Entiendo que un poco se lo merezca, pero realmente todo se volvio un asco. 
Ahora me pregunto yo : ¿Porqué este grupo que se hacen llamar feministas, que están en contra de la violencia patriarcal, y velan y acompañan a les victimes de violencia de género cómo no tuvieron a sutileza de acercarse a mi y preguntarme si yo también fui abusada esa noche? ¿Y si yo también hubiese sido abusada? Marla estaba inconsciente supuestamente, y digo supuestamente porque yo estuve esa noche, yo vi lo que pasó y ninguna entidad se me acercó a preguntarme como habían sido las cosas. Simplemente me violentaron, me trataron de cómplice sin saber siquiera la mitad de los hechos. 
Hola ya pasaron 2 años, el protocolo nos volvió a llamar. La ultima vez les mostramos los mensajes de wpp de E y M y los míos. Dijeron que no era una situación de riesgo, que nosotrxs tenemos derecho a cursar. M nos mando a su “matona” a que nos pida que no vayamos a ciertas cursadas porque se sentía incomoda. Cuestión, fuimos cambiandonos los horarios para no incomodarla y cuando anunciabamos el cambio ella dejaba de cursar. Parece joda, una piba cheta del country sabiendo que nosotres vivimos de becas nos hace atrasarnos en la facultad. En fin, el protocolo nos dijo que quedaramos tranquilxs, cuando quede sola con ellas me dijeron que sabían que M les cambio la version varias veces. Me enteré que dijo cosas que nunca sucedieron, esto se fue al carajo. 
Hola, he vuelto a escribir, ahora algunas chicas nos saludan. Pero Maylen le dijo a R que no podía juntarse con nosotros si iba a militar en la K. No nos quiso contar, pero bueno los chismes corren y nos enteramos que el esta medio bajon asi que vamos a ir a verlo. 
Tengo una bronca, hoy fui a tela, y charlando con las chicas de abusos y esas cosas conté mi experiencia con F y la violación y una compañera me dijo, “bueno, yo no quería decirte nada pero nosotras sabíamos lo del caso que encubriste un abuso, no te juzgamos pero bueno espero que te estás replanteando tus relaciones”. ¿Cómo mierda se enteraron? y porqué me siguen llamando encubridora si nunca negué nada. Obviamente me callé al instante, que iba a decir. Contar lo que pasó ? no.  
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alvarogroppa-blog · 6 years
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Celular
Originalmente escrito el 11/05/2017
La espalda y el culo hacen una sola superficie que, ropa mediante, está adherida al sillón. La cabeza describe un insalubre ángulo recto contra el respaldo, apoyando la quijada en el pecho, y las piernas se apoyan en unas banquetas de madera con superficie de tela en las que el gato se pasa todo el día ocupado haciendo la siesta. En días como estos, fríos y nublados, los primeros del invierno propiamente dicho, con la lluvia que cae lenta pero constante, uno se da cuenta que la fuerza de gravedad puede multiplicarse, y vuelve la sola idea de salirse de semejante estado de anclaje algo osado, atrevido. En esa pose decadente e hiperestática, vestido con mis peores ropas, respirando lento, con una expresión de vegetal hervido dibujada en mi cara, los ojos mirando, sin registrar, sucesiones de imágenes sosas desfilando por el televisor en bajo volumen, la cabeza llena de ese ruido blanco agonizante que emite continuamente el cerebro sub-estimulado del estudiante universitario promedio, procedo a estirar el brazo derecho, la mano antes apoyada con comodidad sobre su par a la altura del pupo, y sin siquiera ver hacia dónde la dirijo, sin medir cómo o cuándo abrir y cerrar los dedos, con una precisión japonesa que me es totalmente carente hasta para mear de pie, alcanzo, por sexta vez en los últimos veinte minutos, el único, el polémico, el igualmente despreciado y adorado, ese bicho de microcircuitos que más que un aparato pareciera un órgano vital: el celular.
Lo tengo entre los dedos, y pienso que lo odio. No; lo detesto, lo aborrezco. Con un movimiento reflexivo, instantáneo, emanado de mi espina dorsal, pongo el código de desbloqueo, y para mi no-sorpresa, la imagen resultante es exactamente la misma que hace cinco minutos. El fondo de mi elección queda tapado por la cuadrícula colorida, programas que en mayoría nunca he usado, o que he dejado en desuso hace rato, rato. Siempre vuelvo, al cabo, a los tres de siempre, la Enfermísima Trinidad, los Tres Zoqueteros, de mis redes: a la vanidad de Instagram, la ira del Twitter, y la… ¿…?, bueno, y a Facebook, que se quedó tanto que ya no sé ni a qué vicio de la conducta se lo puede relacionar.
Y entro, y evidentemente, no hay nada. Nada nuevo, me refiero. Mis globitos oculares color marrón quedan suspendidos en su lugar, y son las imágenes y los textos los que se mueven frente a ellos, ahorrándoles el tortuoso esfuerzo de rotar en sus fosas, marcando el clímax, el punto máximo de la holgazanería, la paja monumental, las ganas de hacer cosas llevadas al mínimo absoluto indispensable que requiere la supervivencia del individuo. El dedo índice desliza sobre la pantalla por pura inercia, guiado no por la curiosidad sino por la rutina, un movimiento pre-programado cuyo objetivo es el movimiento en sí mismo. Y frente a esos ojos sin expresión desfilan videos curiosos, memes, fotos de perros perdidos, santurronerías insólitas, reivindicaciones ridículas, humor negro, la gente que se ofende por él, la gente que se ofende por todo, los perejiles que te hablan desde el trono de humo de moralidad al que tienen conectado el wifi, pasan las pendejas en bikini con fotos de enero y la leyenda “back” o “summer forever”, o alguna huevada por el estilo, como si tener mosquitos tres meses al año no bastara; pasan los grupos de amigos desconocidos, los vasitos de fernet de la previa, las luces giratorias que los acompañan, las postales de Tailandia, Camboya, Vietnam y otras tierras abandonadas por el Dios del caretaje yerbabuenense de las que empecé a pudrirme de ver cuando hasta mi tía Pepita se mandó a “mochilear” para allá; pasan los medios virtuales, con sus noticias tan resumidas, acortadas, e interpretadas como la mona que se terminan transformando en un chisme vulgar; pasan las frases motivadoras de cincuenta centavos, de fuentes improbables o procedencia dudosa, incluidos una, y otra, y otra vez los mismos tres párrafos de ese libro de ochocientos y pico páginas que es Rayuela y que el mismo Cortázar debe ya estar arrepintiéndose de haber alguna vez concebido, mirándonos decepcionado desde un estudio para-dimensional donde fantasea aún con famas y cronopios; se suceden los amores eternos, las amistades perfectas, las sonrisas deslumbrantes, los paisajes fantásticos, las causas nobles, las cruzadas legítimas, los reclamos iracundos, los comentarios filosos, las acotaciones oportunas, las discusiones inacabables. El sentido de la vida está servido en bandeja en cada rincón, expuesto como una pintura en cada muro, colgado como bandera de cada ventana, generosas y desinteresadas donaciones de todos esos nombres sin cuerpo que la tienen re contra clara, súper estudiada, todos y cada uno de esos triunfadores de la vida y el cosmos que todavía viven en la casa paterna y no tienen ningún intención de irse hasta que haya alguna alineación planetaria que les de esa idea para una start-up revolucionaria que no se les ocurrió nunca en quince años pero que, ojo, no tarda en llegar.
Y aunque no me lo quiero confesar, sé que soy igual. Igual. Mugre de la misma uña. Y me hallo cada día tratando de ser distinto, y cayendo en la cuenta, día a día, hora a hora, de lo difícil que es. Uno parte en línea recta y llega al lugar de partida, y se sorprende sin detenerse a considerar que a lo mejor camina en círculos.
Como te odio, aparatejo, maravilla de la ingeniería, pequeño demonio con cámara de alta definición, diablito de 32 gigas que me quedaron cortas desde que estoy en cuatro grupos de WhatsApp de varones que no paran de mandar el tipo de porquerías que pueden hacerte meter en un psiquiátrico. Si tuviera *esto* más de huevos te aplastaría como a un pedazo de plastilina, te haría pedazos, pero no puedo, no tengo los cohounis para vivir a lo Alexander Supertramp, para desconectarme de todo sabiendo que todos están conectados y mandarme a mudar a la Patagonia y vivir de achurar castores – y tengo, además, que reconocer que sos útil cuando hace falta, sos muy útil. Desearía solamente que tu utilidad no fuera tan adictiva, que no viniera con todo ese globo inmundo de aire viciado que ahoga las cosas que valen la pena.
Rubén, ¿por qué eres así?.
“Es por la dopamina, nene. La sustancia se secreta cuando algo nos da placer, y por eso es tan adictivo”, diría con pedantería algún triple PhD con un nombre estilo Winslow Lee Pritzkaterton von Aufganschttüngerenderenderenrreenneren, mirando de reojo a su colega el quíntuple PhD Nam Li, ambos investigadores vitalicios en alguna universidad capitalista del mundo civilizado cuya décima parte de matrícula no llegaría a cubrir ni vendiendo ambos riñones y un par de metros de intestino delgado, en alguna publicación de una revista mensual de la que no me enteraría nunca de no ser por PlayGround o AJ+ y su hábito de sobre-simplificar la información para que pueda ser asimilada por la ansiedad del internauta promedio. Pero no alcanza, docto r, doctores, no me alcanza su explicación, no me satisface ver al humano como una máquina que a dados estímulos devuelve siempre el mismo resultado. Quiero creer que sobre nuestra bi ología existe un juicio, una mente pensante, una consciencia que mide, que analiza, planea, ejecuta y revisa, una voluntad superior a una reacción química, una inteligencia que puede doblegar eso mismo que la hace funcionar. No me rindo a creer que somos así de débiles, así de sumisos, así de patéticos.
Dejo el celular a un lado, y trato de concentrarme en la transmisión televisiva. Imposible. El ruido blanco va ganando sonoridad, resonando entre oreja y oreja. Contemplo el humo del espiral, sublimándose poco a poco, describiendo formas enigmáticas con el humo, contando futuros que alguna gitana sabría leer. Incluso con esta fresca esos esbirros de Satanás a los que dimos el inofensivo nombre de “mosquitos” salen a romper las bolas, qué desgracia. Me levanto haciendo un esfuerzo sobrenatural, me acomodo las telas de vagabundo que me cubren el cuerpo. Me estiro, y siento los músculos como hechos de gelatina, fofos, adormecidos, atontados, cubiertos de una película infinitesimal de baba de gusano, de una sustancia a medio camino entre transpiración y cera, de las que se recubre la piel cuando se pasa horas sin hacer un pomo, confinadas en la oscuridad de las ropas. Afuera sigue lloviendo, sigue gris, casi negro, y me siento viscoso, molesto, pegoteado contra la fibra sintética de la remera. Atravieso con pausa el living tenuemente iluminado, inhalando el olor narcótico del pan lactal tostado que llega por la escalera, venciendo, inexplicablemente, la nube tóxica del repelente que arde en el otro rincón. Prendo la ducha, y ahí está, de nuevo, en mi mano derecha, desbloqueado, mirándome, sonriendo el muy carnero, burlándose. Puta madre. ¿En qué momento?
Una irritación me sube por el espinazo. ¿En qué momento me convertí (nos conve rtimos) en esclavo de esta forma tan patética? ¿Podré alguna vez alejarme definitivamente de vos, querido enemigo? “Pruébame y verás que todos somos adictos”, nos decía Gustavo, y hoy vería con salir a la calle cuál era la dimensión de su acierto, frente a la marea de walking, sitting, driving, jogging, laying on the grass, drinking coffee deads que es el mundo, vendiendo a través de una pantalla gato por liebre, calma por furia, dicha por tristeza, violencia por miedo, fumando ficciones, aspirando sueños ajenos, inyectándonos de mentiras y consumiendo cuánta, cuánta otra mierda innombrable, desesperados todos por llenar un vacío con pulgarcitos y corazoncitos, por encontrar respuestas donde nadie se molesta en hacer las preguntas correctas. Tan cerca de embustes de terciopelo, tan lejos de lo que se toca, lo que se huele, lo que se vive, tan lejos de lo que es verdadero.
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pauldelavallaz · 8 years
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Cuando la ficción roza la realidad
Casi como en el primer capitulo de la ultima temporada de Black Mirror, los likes y los seguidores se convirtieron en una especie de “puntos virtuales”, que parecieran ser canjeables en la vida real por un status social elevado. Instagram se transformó en un curriculum vitae de las relaciones sociales. Lleno de mentiras, de exageraciones, de gente intentando venderse a si misma, inflando sus cualidades y escondiendo su defectos. La gente sube fotos no por placer, sino porque sienten que la sociedad se los demanda.
Estos números completamente intangibles de alguna manera producen placer. Es el diploma que certifica que tenés amigos o una vida interesante. La gente sube fotos para recibir likes, para sentirse lindo, acompañado, para generar envidia. Siento que Instagram se convirtió en una red social careta. En la que todos buscan ser envidiados, mostrar que su vida es mejor, que son mas facheros, que tienen más likes.
Si tenés 35 seguidores sos un fracasado, si tienes 1000 sos un crack. Lo cierto es, que tras conocer a alguien nuevo, nuestra segunda impresión será probablemente, su perfil en las redes sociales. Y estos números siempre tan llamativos, serán lo primero que veremos. Es por eso, que por más que odie la forma en la que esto funciona, yo también busco tener un perfil “socialmente aceptable”.
Lograr un perfil con muchos seguidores, muchas publicaciones y muchos likes, pareciera ser el objetivo de la mayoría de las personas que me rodean. Incluso yo mismo, siento la necesidad de adaptar mi conducta virtual. Sigo a personas que no me interesan y likeo fotos que no me gustan con la única esperanza de que esos likes y follows regresen a mi.
Hay personas que sienten la necesidad de subir una nueva foto si hace mucho no lo hacen. Y una vez que la publican (tras horas de preparación, selección y edición), atraviesan una etapa de nervios y ansiedad. Controlan constantemente revisando cuantos likes van, quien likeó, quien no, cuantos tiene la foto de Juan, o la de Sofia. ¿Por qué tienen más que yo? Si mi foto es mejor, si yo soy más copado.
Creo que si tanto los likes como los seguidores fueran privados, y solo los pudiera ver el dueño de la cuenta, todos seriamos más felices. Se terminaran las comparaciones y los prejuicios. Todos podrían subir la foto que les guste, seguir a quien realmente le interese y likear lo que le parezca interesante.
Odio el caretaje que hay en esa red social y como a la vez me veo atrapado en ese sistema careta.
PD: Me cree una nueva cuenta. La hice privada y seguí a las 30 personas que considero mis amigos. Disfruto infinitamente más publicar en esa cuenta. Poder hacer un vivo o subir la foto que quiera por más ridícula que sea. No siento la responsabilidad de publicar una buena foto que siento al publicar en la “cuenta careta”. 
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