#obsesiva
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Obsesiva.
¿Por qué no puedo olvidarte ?
Juro que lo he intentado. Me fui lejos, donde nadie ni nada me hablara de ti, jamás volví a escribirte ni a llamarte.
Pero hay días en los que solo puedo soportar mi existencia si pienso en ti antes de dormir. Recuerdo nuestra vida juntos y es como si me olvidara de todo lo que no funciona en mi. No sé si aún te amo o si solo soy una enferma mental; una obsesiva cuya compulsión es el chico que amó por primera vez...
solo me duermo al recordar lo que sentía cuando estaba a tu lado.
Era tan feliz.
💔Fragmentada
#galaxia de escritos#fragmentada#desde mi pena#obsesiva#escritos#frases#citas#pensamientos#notas#sentimientos#mientras no estabas#planeta de escritores
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TOC.
He tenido dos “episodios” fuertes de TOC con delirios. Le pongo el nombre que le han dado los psiquiatras aunque el primero lo categorizaron como ansiedad generalizada. Ambos términos me parecen muy pobres para cubrir la extensión de lo que viví. Del primero he tardado años en recuperarme, tal vez no me recuperé y por eso se presentó el segundo.
En mi niñez recuerdo tener miedo a la oscuridad. Creo que a muchos niños les pasa pero mi miedo era tal, que cuando veía el atardecer comenzaba a sentir ansiedad. Aunque ahora que lo pienso era más un miedo a la soledad, porque no importaba que me dejaran una lámpara, el saber que no me estaban cuidando de los supuestos espíritus o fantasmas, me asustaba. Necesitaba que me dieran la mano y sentir la presión o que esperaran a que me durmiera pero que no me dejaran sola. Dormí acompañada hasta los once años, no porque no pudiera tener una habitación propia, sino porque no quería dormir sola. Tenía la sensación de que alguien me miraba o estaba detrás de mí, por lo que no importaba si me pegaba a la pared o le daba la espalda. Imaginen el miedo que esa sensación de tener que enfrentar a una presencia desconocida le daría a una niña de 7 años.
Bueno pues ni ése miedo se compara a lo que he sentido al tener estos episodios.
Al ser adulta me he formado el suficiente criterio para no creer en fantasmas. La oscuridad se ha convertido en mi aliada, la disfruto, y muchas veces, la prefiero. Pero mi cerebro ansioso ha logrado una combinación de suficiente poco criterio o inteligencia, con la pizca exacta de pensamiento mágico para construir fantasías que me pueden provocar tanto miedo que ni mi cuerpo puede soportar.
Mi segunda crisis la tuve a los 34. Creo que las grandes decisiones me trastornan. Estaba decidida a tomar un diplomado (al que no me admitieron) y sucedió. Mis manías se transformaron en compulsiones desagradables y mis pensamientos se tornaron en sucesos de lo más extraño, o así me lo parece, y me obsesionaban. ¿Cómo explicarlo cuando aún me inquieta? Digamos que cualquier cosa que me pareciera preocupante, trataba de evitarla, pero no sólo el hecho, sino cualquier cosa que lo representara, palabras, imágenes, sonidos, literal cualquier cosa. Es difícil evitar tanto. Si no podía evitarlo tenía que limpiarme, si no hubiera sabido que podía matarme, hubiera bebido cloro, usaba en cambio enjuague bucal y lo escupía. Lavaba mis manos, limpiaba o dejaba de usar cualquier objeto “contaminado”. Pero eso no representaba el problema. El miedo que sentía, eso sí que podría decirle, el gran problema. Además veía coincidencias. Me refiero a que cuando pensaba en algo preocupante en particular, lo veía, me lo topaba, sentía como si el mundo me diera una confirmación de mis preocupaciones con tales coincidencias, que no se trataba de dos o tres, de 50 al día. Me sentía loca y al mismo tiempo me lo creía.
Si no hubiera sido por las personas que me ayudaron, creo que hubiera terminado en alguna institución o como vagabunda. No creo exagerar.
Además de las personas (que les agradezco tanto) me sirvió la medicina. Le tomé especial cariño al clonazepam. Trato de no utilizarlo para no hacer resistencia pero si no tuviera ese inconveniente, lo usaría al menos cada noche. Siento como si me relajara sin importar lo que sienta o piense. Los demás medicamentos mantienen a raya a las emociones, poniendo una red que no las permite traspasar por completo.
Muchos expertos están contra el medicamento, recuerdo una psicóloga que muy apasionadamente contaba sobre otra paciente que a pesar de su depresión y sus antecedentes con la misma, no tomaba medicamento y lo decía como hablando de un ejemplo a seguir. Debo admitir que esto lo contó en clase pero no pude evitar sentir la pedrada.
Para mí los medicamentos son una excelente ayuda.
Me parece tedioso hablar de mi primera gran crisis pero trataré de hacerlo para ver si me sirve de algo escribirlo. Los recuerdos son opacos porque la ansiedad me nubla la memoria, tampoco es algo de lo que me guste acordarme.
Estaba como a mediados de la licenciatura. Mientras veía un catalogo de libretas (me encantan las libretas) no podía decidirme entre dos opciones, pero me obsesioné con la decisión, a tal punto que me dormí tardísimo tratando de elegir. Después de esa noche elegir en general me obsesionó pero elegir a qué dedicarme, tomó un lugar esencial en mi pensamiento. De ahí, no recuerdo cómo pase del miedo a equivocarme, al miedo al infierno. Y veía referencias al infierno constantemente. No creo que tengan idea de lo fácil que es ver a lo que le pones atención, tanto que asusta.
Con el tiempo me convencí de que no había tal cosa como el infierno, así que me calmé pero para eso tuvieron que pasar años y probar diferentes medicamentos. No me considero una mujer inteligente pero tampoco una tontita crédula. Sin embargo, parece que lo soy, je.
El miedo y la depresión tomaron mi vida y aún no sé cómo pude aprobar la licenciatura con un promedio de nueve, además. Supongo también en esa ocasión mucha gente me ayudó pero no lo recuerdo. Y estuve por algunos años lidiando con la depresión y ansiedad pero sin el TOC. Hasta la segunda crisis de la que ya hablé.
Esto es un resumen de una historia que me ha costado demasiados años de mi vida con períodos de relativa calma. No quiero agregar nada más. En este período he tratado de hacer cosas para mejorar pero parece que me había resistido al cambio, a mí misma, incluso a lo que me gusta. De hecho tengo muchas dudas, pero tengo un par de cosas de las que me siento segura y con esas trabajaré.
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Estoy obsesionada con tu cuerpo sobre el mío, con ver tus ojos color miel, con tus labios rosas.
-María Caro
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Estoy 100% seguro de que Azula les hizo un amarre a Mai y Ty Lee, ¿No les parece extraño lo obsesivas que son con Azula? Hmm, aquí hay gato encerrado. 🕵️
#Azula#Mai#Ty Lee#Maizulee#Maizula#Tyzula#atla#avatar the last airbender#Los amarres son atar a una persona para que te ame o se obsesione de tí (Sin que esta persona lo quiera)#¿Y probablemente Azula lo hizo? 🤔#No creo#Mai y Ty Lee simplemente fingen odiarla pero son tan obsesivas que asusta a las personas#Azula está satisfecha de tener dos chicas obsesivas.
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Recordatorio amistoso de que en la guía/novelización/ de Pokémon Gold and Silver, Ethan|Gold se llama «Taylor» y Silver «Mark».
#Pathways to Adventure series#trainer ethan#trainer silver#trainer gold#pokemon gsc#nadie conoce esas novelas excepto yo porque soy una obsesiva de porquería#material lost media supongo#yo solo tengo la primera mitad de la primera novela si alguien la tiene pásamela por favor ;!
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Si alguna vez piensan por un momento que Saitama no tiene jale, recuerden a estos tres, uno de los pocos obsesionados con él.
#el actual el genos el ex loco es sonic y el pretendiente nuevo es flashy#qué hay de fubuki? ella no es tan obsesiva como ellos esa mujer al menos tiene un poco de dignidad#pero en esta casa somos team genosai#one punch man#opm manga#melietpost
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y ahora no puedo ser normal al respecto sino que debo ser obsesiva
i meant to be a casual fan but it ended up ruining my life
#it's okay tho it's been that way since 2013 with one direction#now it just scaled with kpop#igualmente no me veo siendo una fan normal yo nací para ser fan obsesiva
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Peacefull
El eco de tu voz es una marea que invade a mi cuerpo. Lleno de un sentimiento cálido y transformador. Y tu sonrisa es el marco por el cual yo aspiro a vivir entre una bocada de aire que entre beso y beso nos damos de manera furtiva.
La idea de tí me inspira ternura. Saca a relucir ese lado meloso de mi persona que se encuentra oculto entre los muros y vicios de mis miedos y ansiedades.
La idea de vivir contigo y hacer una vida en común, me reconforta, me da una paz infinita creer que vamos juntos, unidos hacia una misma direccion halados por las sendas del destino.
Esa idea de tí me tiene en un estado de paz. Pero en la realidad es todo lo contrario, pues al no tenerte y ver como seguimos por sendos distintos, me tiene en un estado de alerta constante.
Las mareas de la vida me llevan contigo en su arrastre. Y sin poder huir o escapar de ello, me dejo llevar, resignado en las olas que inspiran tu tormento: la ausencia y lo efímero de ti, de tu alma y de tu cuerpo.
Cierro los ojos y encallo de nueva cuenta en la isla concebida justamente para tí, para adorarte e idolatrarte nuevamente. Volviendo a ese estado infinito de paz en la idea de tí. .
Yo, víctima de mis pensamientos obsesivos, víctima lasciva tuya.
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my contribution with my strange sense of humor. Harley Quinn: Reader, you may recognize this member of the Batfamily.
Harley Quinn: Está interesado en ti, pero de una manera muy obsesiva.
¡Vigilante! ¡De pueblo! Lector: Con esa descripción podría ser cualquiera
I love this, but I would probably reverse it because I really enjoy an oblivious Reader.
Vigilante!Smalltown!Reader on Gotham's rooftops playing lookout with binoculars: Incoming Birdy.
Harley over the comms: Which one.
Vigilante!Smalltown!Reader: The one that’s kinda obsessed with me.
Dr. Harley Quinzel with a PHD in psychology and had already diagnosed every Bat in Gotham as obsessed with Reader: Ya need to more specific than that, raindrop.
It was Stephanie
A/N: I headcannon that Stephanie has the most visibly noticeable obsessive tendencies. I really need to write up her obsession for the original Smalltown!Reader, but there's gonna be a lot of similarities between each AU.
Thank you for sending me this, it really helps me get the brain juices flowing.
#yandere batfam#yandere batfamily#batfam x reader#batfamily x reader#platonic batfam#yandere dc#yandere batfam x reader#yandere batfamily x reader#answered asks#anon ask#luluramblings#vigilante!smalltown!reader
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I never was the only one.
Sé que nunca fui la única y no tienes que decírmelo, porque siempre tuviste un clavo atravesado llamado “ex” el cual intentaste sacar conmigo. Oh cariño, créeme que te entiendo, porque sé lo que es vivir atado a un pasado tóxico y no poder salir de ahí, pero… ¿por qué tuve que pagarlo yo?
No lo negaré: me volví loca y obsesiva contigo (es vergonzoso recordarlo), porque sabía que mentías y nunca fuiste honesto con tus sentimientos. Sin embargo, había algo que no podía explicar que me aferraba a ti y me hacía tener una falsa esperanza, cuando por dentro sabía que tú no eras la persona correcta.
Sé que debí simplemente irme desde un principio y evitar tanto daño en mi corazón. Sé que debí hacerle caso al sabio dicho “un clavo no saca a otro clavo”; pero para mi desgracia, te amaba con locura.
Te amaba tanto que sentía que podía elevarme e ir a la luna. Te amaba tanto que dolía en cada fibra de mi ser. Te amaba tanto que creía que podía renunciar a toda mi vida por ti, incluso si esa era la decisión más estúpida.
Querido N, quizá nunca te conocí realmente y es por eso que resulté tan herida. Te odié y te guardé rencor por un tiempo, pero finalmente te he liberado y es por eso que estoy escribiendo de ti aquí. Sé que ahora eres feliz junto a tu amor, y sé que después de estar perdido por mucho tiempo finalmente te encontraste. Aunque no lo creas, estoy muy feliz por ti.
Sólo espero que nunca más en tu vida le hagas a otra persona lo que me hiciste a mí.
Adiós, querido azul.
— Lo que nunca pude decir IX ; Rose Noire.
#escritos#frases#notas#acción poética#tristeza#pasado#ex#dolor#corazón roto#recuerdos#heartbreak#sadness pain#memories#desamor#artists on tumblr#writings#dark academia#spilled ink#lo que nunca pude decir#to N#rose noire#fragmentos literarixs
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ME CAGO ENCIMA ESTÁ PRECIOSO Y EL TEXTO ES SUPER EMOTIVO Y ENCIMA TENEMOS UN NUEVO TERRITORIO DESBLOQUEADO OMG MENUDO REGALO
¡Celebrando un año juntos!
Queridos usuarios,
Hace exactamente un año, Kaelkoth no era más que un espejismo. No pensábamos en abrir un foro; nos dedicábamos únicamente a construir este universo por el puro placer de soñar y crear. Pero algo mágico comenzó a suceder. Con cada nueva montaña que surgía en el mapa, con cada leyenda que nacía y con cada rincón que descubríamos, crecía el deseo de compartir ese mundo, de no solo ser sus arquitectos sino también sus habitantes. Queríamos que otros pudieran caminar por sus sendas, enfrentarse a sus desafíos y enamorarse de sus secretos tal como nosotros lo habíamos hecho.
Y así, tomamos la decisión de abrir las puertas de Kaelkoth.
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#kkoth#ME CAGO#lo feliz que he sido aquí los últimos ocho meses no lo sabe nadie#gracias a todas las personitas que han aceptado rolear conmigo y han hecho crecer tanto a mis personajes#y con los que no he roleado todavía pero cuyos temas seguramente haya stalkeado con ansia obsesiva
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Strawberries & cigarettes | Esteban Kukuriczka
Sumario: llamar a tu ex en la mitad de la noche jamás podrá ser buena idea, a menos de que se trate de él, claro.
Advertencias: sexo explícito (+18), masturbación, dirty talking, degradación, cigarrillos y engaños.
Cr��ditos: el fic está basado en la canción de troye sivan y las fotos utilizadas para el collage las saqué de pinterest.
Nota del autor: este mi primer request, gracias por pedirlo, amoor xx
2k words
La ciudad se alza orgullosa frente a mis ojos, los edificios brillando en todo su esplendor. Un limitado arsenal de vehículos se pasea por las calles; desplegada en una silla de mimbre, me pregunto su destino.
¿A dónde se dirigen a las 2 de la mañana?
La bulliciosa metrópoli parece tomarse un respiro a estas horas de la madrugada, logrando, por consiguiente, relajar a los escasos espectadores de su tranquilidad.
Jugueteo con el cigarrillo entre mis dedos, notándolo desperdigarse gracias a la brisa otoñal. Es un mal hábito, lo sé, pero es de los pocos resabios de su presencia que aún conservo, una de las pocas garantías que aseveran su paso por mi vida.
Lo introduzco en mi boca, inhalando el humo profundamente para luego exhalarlo. Degusto sus notas amargas en mis papilas gustativas, como casi saboreando sus labios…
Esteban y yo habíamos terminado en buenos términos; él vivía en capital y yo demasiado lejos, ahí fue cuando descubrimos que la relación a distancia simplemente no funcionaba para nosotros.
Después su carrera como actor despegó, yo senté cabeza con un viejo novio de la infancia- inofensivo, predecible- y en nuestras vidas ya no cabía lugar para el otro. Incluso ahora, cohabitando en la misma ciudad, nuestros rumbos se habían desviado del otro.
Tecleo los números de su teléfono de memoria, grabados a fuego en mi retina.
Soy perfectamente consciente de las horribles consecuencias que mis acciones podrían conllevar, pero nada de eso cobra importancia cuando la línea se interrumpe con su contestación, su voz dormida aguardando al otro lado de la llamada.
“¿Hola?”- Vocifera, ronco y un tanto desorientado.
Mi pulso se desestabiliza al escucharlo hablar luego de tanto tiempo, recordando de golpe los matices en su tono. Me lo imagino tumbado en su recámara, durmiendo en posición fetal, como siempre, la almohada abrazada entre su fuerte contextura.
“¿Tebi, te desperté?”- Mi respuesta se oye torpe ante el nerviosismo. ¡Es la madrugada, claro que lo desperté!
“Nena, ¿sos vos?”- Pregunta, esta vez un tanto más despierto y despabilado.
Aquel viejo apodo se desliza por sus labios sin siquiera notarlo, sin causarle ningún esfuerzo. Sin embargo, a mi me destruye, me obliga a rebobinar el tiempo y fundirme en los agridulces recuerdos.
“¡Si! Perdón que te llame tan tarde”- Me disculpo atropelladamente, de pasada nada más- “Yo se que no hablamos hace meses.”
Me arrepiento de mis palabras en el segundo en el que las formulo, mis miedos se solidifican ante mis ojos; el temor a parecer necesitada, débil, obsesiva incluso.
Más allá de ello, se que fue la decisión correcta. Es en noches como estas, solitarias y sin una estrella parpadeando en el cielo, en que más extraño su luz, la que jamás fallaba en brindar sin pretensiones.
Un par de lagrimas fugaces atentan mis mejillas, derrumbando por completo el sereno revestimiento que tanto me esforcé en construir.
“¿Estás bien? ¿Qué pasó?”- Cuestiona, todo en su actitud delatando una reciente preocupación. Puedo oír el rechinar de las bases de su cama, evidenciando su brusca reacción, la fricción contra las sábanas al enderezar su espalda.
“Si si, pero ¿Podes pasarte por casa?”- Propongo, más temblorosa de lo que me gustaría.
Agradezco el soporte que el asiento me proporciona, tal vez sin este, mis piernas hubiesen cedido ante la ansiedad.
Espero paciente al otro lado de la convocatoria, siendo testigo de su respiración acompasada, como sopesando mis palabras.
“Estoy allá en 15 minutos, máximo.”- Confirma, irguiéndose para emprender camino.
“Esteban”- Llamo su atención, provocando que sus extremidades se aquieten- “Muchas gracias…”
Una sonrisa brota de su expresión, dándole lugar a una leve risa, que escucho desde la quietud de mi balcón. Sin notarlo, mis comisuras imitan su gesto.
“No hay de qué, chiquita, ¡esperame que ya llego!”- Asegura, dando por concluida la comunicación.
Un poco más distendida, permanezco quieta en mi lugar, moviendo mis anestesiados dedos solo para fumar pausadamente.
Una pequeña expectativa comienza a burbujear en mi interior; con la simple idea de volver a estar en su presencia, mi corazón descontrolado golpetea mi caja torácica, como tratando de huir de sus confinamientos.
¿Cuánto tiempo habré permanecido así? Genuinamente, no lo sé, pero lo suficiente para que él arribe.
Mis ensoñaciones se ven interrumpidas por el timbre resonando en mi departamento, generando temblores en toda la superficie.
Salto de mi butaca impacientemente, avanzando con agilidad hasta el recibidor. Del otro lado de la puerta, lo descubro enfrentándome, jugueteando con las llaves entre sus dedos. Sus orbes se pasean por mi persona presurosamente, por lo que autorizo a los propios a hacer lo mismo.
A pesar de nuestro breve tiempo separados, él permaneció prácticamente intocado; su postura relajada, sus cabellos alocados y desparramados en todas direcciones… “tal vez dejó crecerse la barba”, filosofo al chequearlo.
Sin más premeditaciones, me arrojo a sus brazos entreabiertos, los cuales me reciben gustosamente. Escondo mi nariz en su cuello, inhalando aquella familiar fragancia, perdiéndome en su calor corporal engulléndome por completo. Se toma la libertad de posar su pera contra la corona de mi cabeza.
Contra mis propios deseos, me despego de su torso, alejándome levemente para guiarlo adentro. Estiro mi mano, aguardando que la tome para adentrarnos en el living.
Una vez allí, esquivo la pequeña mesa ratona para dirigirlo hacia el sillón, donde se sienta sin mediar palabra.
Allí, parada en la sala de estar, mis pensamientos giran en su torno, envalentonándose con cada segundo que transcurre. Por un impulso indescifrable, me apropincuo a su espacio personal, rompiendo dicha barrera.
Acomodo mis piernas de modo que las suyas queden entre medio, para luego sentarme sobre sus templados muslos, regodeándome en la sensación de su contacto físico. Mi boca busca la suya en un movimiento desesperado, moviendo mis labios contra los suyos con una inesperada urgencia.
Me inunda la decepción al sentirlo separar nuestros rostros. La confusión tiñe su semblante, mientras investiga la escena que se le presenta.
“¿Y tu novio?”- Consulta, penetrándome con el fulgor de su mirada.
Abrazo su nuca entre mis brazos, atrayéndolo nuevamente hacia mí. Una mano se desliza hasta juguetear con el cuello de su remera, señalizando mi deseo de arrancársela.
“No está en casa”- Ronroneo en su oído, serpenteando mis manos por sus hombros con delicadeza- “No pienses en él, amor, concéntrate en mí.”
Comienzo a despilfarrar besos por su cuello, succionando su sensible piel hasta dejar marcas, clavándole los dientes juguetonamente para luego chupar el escozor. Saboreo su colonia en mi lengua y me encuentro adicta a su sabor amaderado, incapaz de separarme. Una necesidad primal se cuece en mi interior al presenciar su tez brillante con mi saliva.
“Esto está mal, nena”- Gime profundamente, echando su cabeza hacia atrás y concediéndome más acceso.
Me cuelo entre nuestras siluetas, acariciando su agitado abdomen, el cual se estremece ante mi toque. Batallo con el botón de su pantalón hasta desabrocharlo, sin parafernalias desciendo el cierre y descanso mi palma en su entrepierna.
“Decime que queres parar y yo lo hago”- Respiro, sobre la ardiente piel de sus hombros. Aún estática sobre su ropa interior.
“Sabes que no te voy a pedir que pares”- Murmura pesadamente, levantando sus caderas hasta rozarse con mis dedos. Evacua un sollozo de alivio.
Como cobrando vida, deslizo mis yemas por su longitud, generando una creciente erección. Masturbo su miembro sobre el calzoncillo a un ritmo agonizantemente lento.
“Entonces no te niegues, Tebi”- Respondo, inmiscuyéndome en la tela para palparlo piel a piel y acelerar mis atenciones.
Sus gemidos llenan el aire, complaciéndome de sobre manera y excitándome más de lo que creía posible. Buscando desesperadamente calmar el ardor, me froto contra la tela del pantalón, escasas barreras separándolo de mi centro.
Sus músculos se tensan bajo mi coño, devolviéndome placer al golpear mi clítoris al unísono de mis caricias en su polla. Mis labios se entreabren ante la fricción, escurriendo murmullos de regocijo por mis cuerdas vocales.
“Al final, que puta que resultaste”- Se burla cínicamente, enjaulando mi cintura en su agarre para presionarme más contra él.
Subo el volumen de mis quejidos ante la nueva intensidad de sus acciones, la degradación dejándome sin raciocinio. Mi torso completamente presionado contra el suyo, mis manos aún tocándolo deprisa.
Utilizando su fuerza, me recuesta en el sillón y se despega de mí, sentándose en el otro costado de este.
“Quiero que me muestres como te estuviste tocando, pensando en mí, mientras tu noviecito dormía a tu lado”- Demanda, su vista fija en mi mientras comienza a palparse.
“Mi amor, por favor”- Ruego, un tanto agobiada ante las llamaradas quemando mi vientre bajo.
Observo sus movimientos con atención, como sus yemas rozan su glande perezosamente, excitándose aún más. Una gota de sudor descendiendo por su cuello ante el esfuerzo físico, escondiéndose bajo su camiseta de algodón.
Bajo mis shorts aun observando la imagen frente a mí, aventándolos al suelo junto con mi blusa. Recubierta únicamente por mi ropa interior, asciendo hasta mi busto, pellizcando mis pezones hasta formar duros picos entre mis dedos. Sus penetrantes orbes persiguen cada uno de mis movimientos, sintonizando los suyos para que ambos nos movamos al mismo ritmo.
“Tu noviecito no te sabe satisfacer, por eso tuviste que llamarme, ¿o no?”- Se mofa al presenciar la impaciencia que me consume, como me apresuro a infiltrarme por mis bragas para sobar mi punto mas sensible con urgencia.
“Nadie me coge como vos, Tebi…”- Susurro, extraviada ante el renovado éxtasis.
Fantaseo con su toque entre mis labios, desparramando mi humedad, saboreándola desenfadadamente, con los ojos cerrados y la lengua paseándose por sus propios dígitos.
Sin embargo, debo conformarme con la mediocridad de la autovalidez, hasta que decida tomar piedad de mis intentos en vano de remplazar sus atenciones.
“No doy más, necesito que te corras conmigo, mi amor”- Pide al sentir su orgasmo aproximarse, ahora follando su propio puño con premura.
Al ver su estado de frenesí descontrolado, decido avivar mis caricias a mis zonas intimas, introduciendo mis dedos en mi apretado agujero hasta notar que mi estomago empieza a tensarse.
El ambiente transluce nuestros inminentes apogeos con los suspiros que desangran nuestras gargantas, el sucio sonido de humedad encontrada por extremidades y suplicas al aire, con un destinatario en concreto.
Acerca su temblorosa complexión a la mía, atisbando mi muñeca moverse al compás de los bombeos en su longitud y arrimándose a mis piernas abiertas. Ante un sollozo particularmente estridente de su parte, despierto de mi ensimismamiento y lo acerco a partir de sus caderas en erráticos movimientos.
“Encima de mí, por favor, ¡correte encima de mí!”- Imploro, aturdida por las oleadas de placer poseyéndome por completo.
Suelta un grave gruñido seguido de improperios al momento de llegar a la culminación de la satisfacción, depositando cuerdas infinitas de semen blanco sobre mi meciente pecho. Su excitación comienza a chorrear por mi vientre, agrupándose en mi ombligo para continuar su descenso pausado.
Con tal candencia rodeando los actos desplegados, logro abandonarme al pasmo de la conclusión con un arrollador orgasmo; mi coño apretando mis propios dedos, deseando que se aniden allí, mi cuerpo gozando violentos espasmos, mi visión jamás partiendo de las farolas apuntadas en mi dirección.
“Muy bien, chiquita, siempre tan obediente para mi”- Me alaga, estirando sus yemas para recoger unas resbalantes gotas de semen y empotrarlas en mi boca entreabierta, indicándome tácitamente mis propias acciones.
Mi lengua recorre cada uno de sus surcos y recovecos, aspirando casi instantáneamente su salada carga, como si de un codiciado elixir se tratase.
“Ahora vas a dejar que te coja hasta que no puedas ni caminar, hasta que te olvides incluso de su nombre ¿si bebita?”- Propone sin remover sus dígitos de mi cavidad, sus crudas palabras contrastando con la suavidad de sus manos en mí.
Asiento frenéticamente, ahuecando mis mejillas para lograr tomarlo aún más profundo, notando un estremecimiento recorrer mi medula espinal ante la anticipación de una larga noche de pasión.
Aclarar que cumplió con sus promesas al pie de la letra sería, francamente, caer en un vago eufemismo…
#esteban kukuriczka fanfic#esteban kukuriczka fluff#esteban kukuriczka smut#esteban kukuriczka x reader#esteban kuku#kuku#lsdln fanfic#lsdln cast#lsdln#fanfic#smut#enzo vogrinic smut#matías recalt#exes to lovers#request#fluff#angst#la sociedad de la nieve
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Nadie te amará más que una mujer obsesiva con problemas de abandono (yo).
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La de Kino estaba ufffff 100/10 👌🏻😩👌🏻. Sí sería y yo quisiera ser esa 😩.
Diaboy Yandere Quiz Results
So if you haven't taken my "which one of the diabolik lovers boys would go yandere for you?" quiz, you might want to do that before reading the rest of this post. If you have taken the quiz and are curious as to what the other results are like but don't want to retake said quiz 14 times, then this post is for you! Below the cut are the yandere!diaboy x reader drabbles for every diaboy + Karl that I wrote for the quiz.
Quick warning: These drabbles feature dark content including themes of imprisonment, torture, blackmail and stalking.
Combined these results have a total word count of 3.4k :') If you enjoy them, let me know which one is your favourite!
Shuu
You’re crying again. You’re not being loud about it but from where you’re currently splayed half on top of him—the heat of you warming his bones in lieu of the fireplace he refuses to light—it would be impossible for him not to notice the faint trembling of your body and the growing wet patch on his shoulder. There isn’t any point in saying much when you’re like this, which is somewhat ironic when you’re the only person he’d even consider putting the effort in for. Instead he shifts slightly, moving his arm over you so you’re more securely held against him while the other slips out one of his earbuds and places it into your ear instead. He’s not stupid, he knew what dragging you to the other side of the world—far away from everything you’d ever known—would do to you, but if he’s honest with himself he’d do it again in a heartbeat. It was your own fault, in a way, for making him care, for making the fear when he saw the way Reiji looked at you sharp enough to cut through the numbness he’d lived with for so long. Yes, it was you who’d sought him out in the first place, so no matter how miserable you might be now, you only had yourself to blame.
Reiji
The tea in your cup is poisoned. You’re sure of it, even without the faint bitterness tainting the delicate aroma, you can tell from the look in Reiji’s eyes alone—you’ve seen it often enough. The question is what concoction he’s prepared for you this time; whether he’s decided he’d rather you be numb and pliant or feverish with want. Still, you do not break your composure, remaining the image of grace as you lift the cup to your mouth. The tight corset your captor has forced upon is not nearly as constricting as the way he watches you, his own cup left ignored on the table. Months ago you’d have scoffed at the idea of someone willing drinking poisoned tea, but now you are aware the consequences if you do not will be far worse than whatever toxins he’s prepared for you. He won’t kill you, you don’t think, not when the way he looks at you can only be described as obsessive. You used to think it came from his desire to mold you into his ideal of a perfect partner, but now you’re not so sure. Sometimes, when you catch him watching you while you’re supposed to be asleep, you wonder if just maybe he simply wants you. A pity for him then, that no matter how many restraints he binds you with or drugs he pours down your throat, you will ensure your heart remains forever out of his reach.
Ayato
Blood always tastes at its best when the person being drunk from enjoys it. It’s something Ayato figured out after the old bastard let them loose in the human world, the occasional sacrificial bride being ferried in to keep them from causing enough trouble to attract unwanted attention. But no blood has ever tasted as sweet as yours when you’re pinned down beneath him, whimpering in the ecstasy of having your lifeblood drained away and mixing with his. He draws away only briefly to take note of your expression, eyes screwed up with tears of pleasure brewing at the corners. You look amazing like this, even better than you had in the cute little cheerleading outfit you’d worn to school sports games, back before he’d had his first taste of you. You’d screamed the first time, your usual bright enthusiasm falling off your features as you’d realized what he was. And yet you’d still come to your practice the very next day, a brightly coloured band-aid on your neck to hide the marks. When he’d come back for a second bite, you’d only struggled a little—enough to keep things interesting, but not so much that you could fool him into thinking you were actually trying to get away. No, you want to be here, he’s certain of it, and he’s generous enough to keep you.
Kanato
You’re alone again today. Sitting perfectly still, empty bento box in your lap, eyes shut as you listen to a soft melodic tune through your headphones. You look lovely like this, the moonlight filtering through the window painting the planes of your face a silvery hue. It's only the fact you look so peaceful—almost like one of his wax dolls—that keeps Kanato from tearing your headphones away. He will, once he's had enough of watching you like this, and he knows from your previous encounters that the wide-eyed expression you’ll make is almost as good as the one you wear now. The still healing marks from his fangs peek out from the collar of your white school shirt and the corner of his lips twist. You’ve not told any of your schoolmates of any of your encounters, he’s certain of it from how closely he’s been watching you. If anything, you’ve isolated yourself even further than you already were, only briefly exchanging pleasantries in that barely there voice of yours he’s grown so fond of. The air stirs faintly, a gentle breeze through a cracked open window, and you open your eyes. The fear is immediate as you take in his face, close enough to yours that you should have been able to feel his breath—if he had any need to breathe. He does now, to take in the scent of your terror, and it is oh so very sweet.
Laito
Laito has broken so many mortal things, he’s long since lost count. He can’t even remember what all of them looked like, but he does remember the expressions on their faces in their final moments—fervent devotion, desperation and sometimes just pure madness. You, however, he’s had for months, and yet the light has yet to fade from your eyes despite his very best efforts. Sometimes you even look at him with pity—likely due to what you’ve put together of his history from the scraps of it scattered over the manor—though those days have grown less frequently since he made your move to his room a permanent affair. Now when you look at him, it’s mostly filled with a hatred that burns brighter than any emotion he’s ever had from his other lovers. It’s intoxicating, more so than even your blood. Laito’s not sure when exactly he stopped wanting anyone else to see it—or when he stopped wanting anything else for that matter. He thinks you feel the same way, that you’d like nothing more than to see him dead, enough that it keeps the spark inside of you burning bright. You’d confessed to believing in love once in the early days and he’d laughed at you for it. Even now the memory makes him scoff, for the love you spoke of that day could never possibly compare to this.
Subaru
You get the impression you’re being watched. It’s subtle at first, a small movement at the corner of your eye that vanishes as soon as you turn towards it. A faint prickle on the back of your neck every so often when you walk through the hallway. It doesn’t take long for things to escalate, until you can no longer shake the feeling of eyes on you almost everywhere you go. You think there’s something else going on too, the underclassman who you could have sworn had a crush on you now refuses to so much as look at you and he’d gone running like the devil himself was on his tail when you’d tried to approach him. Other people around you have started behaving weirdly too, a strange hush following you wherever you go, your fellow students going out of their way to avoid jostling you when you have move classrooms between lessons. There is one constant in all of this, and you’re starting to wonder if he might somehow be responsible for it. Subaru Sakamaki, despite the prestige of his father’s name, has the air of someone who’s had a difficult life. You’d decided to make an effort to be kind to him when you’d first noticed it, not necessarily going out of your way to hunt him down, but to grant him a little more patience and understanding than you might normally. He’s currently the only person who hasn’t started acting like you’ve contracted some horrible contagious disease, but you do catch him looking at you strangely sometimes. The moment he notices and immediately turns away are the few occasions you no longer feel watched. His expression in those moments is a bit like someone caught between wanting something but feeling conflicted over whether or not they should have it. And for some reason, the thought that he may eventually make up his mind fills you with nothing but dread.
Ruki
You’re being difficult again. It’s not that Ruki had believed you were past this stage—far from it in fact—but he had thought the punishment you’d received in your last session with him might have at least served as a temporary reminder to not push his limits again so soon. He knows the wounds have yet to properly heal from the faint trace of your blood that blossoms in the air whenever you move in a way that strains the skin of your back—and yet still you insist on running your mouth. Ruki regards you coldly for a moment. Back when he’d first met you, he might have mistaken the look on your face for defiance, but now he takes note of how brightly your eyes shine, the faint tremble of your lower lip. You’re lashing out because you’re afraid, like a cornered animal that hasn’t yet learnt not to bite the hand that feeds. He closes his book and places it to the side, not missing the way you try to hide your flinch as he stands up. There need to be consequences for this type of behaviour, there’s no point in putting this much effort into your training if not, but rather feeling annoyed, Ruki finds himself almost pleased at the prospect. For as much as your insolence grinds, there’s something about the way your tough façade breaks almost as soon as he gets started—and in the way you fall apart under his hands with the sting of antiseptic that follows. You cling to him sometimes, half delirious with pain, and it’s those moments he finds he savours the most.
Kou
Kou chuckles as you cling onto his arm, still unused to the heels he’d forced you into before you left the mansion. It’s honestly pretty cute, although not as cute as the way you keep glancing around anxiously, convinced that at any moment now his fans will appear around the corner and start baying for your blood. That same fear, however, is the only reason you’re here in the first place—his demand in return for not posting staged pictures of the two of you tangled together online. You’re actually doing pretty well all things considered, you even manage to flash him a wobbling smile when he tells you about the café he’s taking you to. Kou can’t quite decide what he likes most about about your little arrangement—that you’ve gotten good enough at acting that he can almost pretend you’re on a date with him because you want to be, or that the scent of your fear in the air tells him is doesn’t really matter because he has you right in the palm of his hand.
Yuma
Yuma’s used to people being intimidated by him. If not for his stature, and it usually is, then the way he speaks is often enough to set those around him slightly on edge. Not you though. No, the first time you meet, you look him dead in the eye without a hint of any sort of fear in your face. It’s not a judging look either, more of an assessment, that you realize he is used to being one of the biggest people in the room but that will carry no weight with you. It feels more like a challenge than anything else, and he feels the tips of one of fangs peek out from where the corner of his lip curls into a smirk. You never show fear when you look at him in any of your subsequent meetings either, even when you really should—like now, when he’s keeping your hands secured above your head with only the sheer weight of him. You're not stupid enough to put up a real fight, not when you can already feel the strain on your bones from his grip, but you are stubborn. And the defiance in your face even when you’re pinned helplessly just makes your blood taste all the sweeter for it.
Azusa
It had been an accident, the first time you’d pushed him down the stairs. You’d been in a rush, running late to one of your classes, when you’d tripped over your own feet, the hand you threw out to steady yourself slamming into the back of someone you hadn’t realized was there. All you could do was watch with a look of horror as the figure lost their balance and fell right down the otherwise abandoned stairwell. Perhaps you should have registered there was something wrong then, when instead of crying or getting angry at you or having any sort of normal response to being shoved down a set of stairs, Azusa—as you’d later come to find out his name was—had simply sat up and stared up at you like you were some kind of god. The second time you’d pushed Azusa down the stairs was less of an accident. He hadn’t left you alone after the first unfortunate incident and no amount of apologizing or promises it wouldn’t happen again were enough to get rid of him. One day, he’d managed to corner you after the ring of the final bell, standing so close you could feel an eerie coldness emanating from his body, and you felt the final threads of your patience snap. In truth, you hadn’t registered how close you were to those wretched stairs—too focused on the primitive part of your brain that screamed to get away from the strange boy—and thus, the quick short shove you gave him was enough to send him tumbling a second time. You’d stood there, frozen, as he slowly sat up, a rivulet of blood trailing down his face from where he must have knocked his head on the way down. And yet the injury was not the most appalling part of the scene. No, that right was reserved for the look of pure adoration in his eyes, directed straight at you.
Carla
You’re too kind for your own good. It’s something Carla’s become painfully aware of over the months he’s known you. At first he’d believed you were simply frightened by him, acting on his wishes to avoid his wrath as so many others had done in the past. But he’s familiar with the scent of your fear now and it is not fear you feel when you check on him after hearing the Endzeit-induced coughs from his room or when you make dishes with cured ham for him after he let slip that he was fond of it. It is a weakness, he thinks, but one he could perhaps tolerate if simply reserved for him. It is not however, anyone who crosses your path is greeted with your good nature and it eats at Carla’s insides far more than the disease rotting his blood. He is the Founder King, he should be able to have what he wants. And he will have you, all of you, so that no one else ever will.
Shin
Shin knows you like him, at least, he’s nearly certain of it. Because despite the hell he’d put you through after you first met, you’d still ended up hanging around him. The once fear-filled look on face whenever you saw him slowly becoming resigned until, at some point, your gaze had started to turn heated. For Shin’s part, you’d only been a bit of idle amusement at first, someone to terrorize whenever the frustration of his and Carla’s situation got to be too much. Eventually, however, your interactions had gone from being a way to pass the time to something he looked forward to; a wolf anticipating a meal. It was the first time he’d noticed the look of want in your eyes that he’d started to feel the same. So then why? If you want him, why does he never quite feel like he has you? His initial conclusion had been that it was something to do with Carla, that you were trying to pull one over on him to cosy up to the Founder King. But no amount of stalking from you from the shadows or checking on your scent every time he saw you had revealed that anything was going on between the two of you. If anything, you actively avoid his brother—Shin’s only ever seen you in the same room together when he himself is present. Perhaps you’re still hung up on how your relationship started, some part of you yet to forgive him for all the things he did to you. Or maybe, you’re doing it on purpose. After all, you’ve seen enough of his wolf form to know that when something runs away, there’s always an instinctive drive to chase.
Kino
Kino makes it seem like a coincidence when he runs into you outside of the local games arcade. You have no need to know he’d seen your social media post featuring a photo of a popular new café, the one opposite the shop he’d lingered in, waiting to stage this particular encounter. He’s done it a couple of times now—pulling at the strings attached to you to arrange these chance meetings. A couple of months ago he could never have imagined putting this much effort into a single human, especially one who wasn’t the Vampire Lord’s chosen Eve, but now it's turned into a game of sorts—to what degree can he entangle you in this web before you start to notice. It’s going well so far, you think him a simple classmate who’s a regular in the area—you’ve even given him your ID for a couple of the games you have on your phone. Tonight’s looking to be a lot of fun too. In just a couple of minutes, the friend you’d been hanging out with will get a call from their mother who should have just received a selection of pictures showing her precious darling skipping the cram school she paid oh so much money for. The friend will likely get called home—a shame, Kino will say, with a smile on his lips, but there’s no reason he and you can’t still have some fun before the night is over.
Karlheinz
Under any other circumstances, the scene before you would have had you swooning. A meal not out of place in a Michelin star restaurant laid out beautifully before you on top of an intricately carved antique table with possibly the most handsome man you’d ever laid eyes on seated at the opposite end to you, swirling a glass full of a rich, red liquid. The view out of the floor to ceiling windows is spectacular, a sky full of stars and a view of the forest and various small towns far below. Except these are not other circumstances, and the man who sits, watching you carefully as you cut into your food is none other than the Vampire King himself—and you are quite certain that it’s not wine that sits in his cup. The view is no comfort either, not when you know you are looking out over the demon world, a place that you’re sure would be quite hostile to you if not for the protection of the man keeping you here. Not that you’d gotten any real chance to see it save for the view from the castle you hadn’t left once in the months since you’d arrived here. You tell if the complete lack of any sort of guard makes you feel better or worse, on one hand at least you’re not followed everywhere, but on the other hand, the fact Karlheinz is powerful enough to keep you here without them makes the odds of escape seem slim.
#déjenme ser delulu#pero recuerden chic@s: delulu solo por diaboys no por chic@s de la vida real ����👍🏻#solo soy delulu por Kino jijiji#creo que... la obsesiva en realidad... soy yo 🤧
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Mi versión de Katniss 🌿
mano, casi pierdo una materia el semestre anterior por andar de obsesiva con los juegos del hambre sbzusvhjk.
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