#noches ebrias
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Eres responsable de mis noches ebria.
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Ebrio para permitirme perder por un rato la cordura y dignidad, pero ‘’sobrio‘’ para intentar estar cuerdo al escuchar o decir verdades.
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Al besarte, siento que tus labios con los míos encajan perfecto, un abrazo tuyo llena el vacío en el cuerpo que tengo, ese vacío de ti, hoy al estar juntos te acordaste de cuando dormíamos juntos, y me besaste y abrazaste como lo solías hacer esas noches, ¿Aun te acuerdas? ¿Aun me piensas? ¿Sientes lo mismo que yo? hoy sentí tu mano encima de la mía, hoy te lleve de la mano, riendo juntos, me sentia tan feliz, era yo tiendo 20 años otra vez, esa felicidad de estar contigo todas las tardes. La gente nos miraba raro al ver la diferencia de edades, como siempre, hoy recordamos tanto en una noche, que vuelvo con la esperanza de que me quieras como lo solías hacer antes.
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En el pozo en el que viví. Siempre oscuro y con lluvias, ten cuidado con papá y no te rías. Hay cristales rotos y flores marchitas, ya no están las fotos ni hay vida. Papá se fue y con él, la alegría también, sin un porqué. Mamá no quiere y nos duele, nos rompe en cachos y a pasos agigantados. Papá rehace su vida y nos olvida, somos una carga que de vivir lo priva. Cuatro días al mes es lo que nos ve, le supone un castigo y un hastío. Mamá nos odia, somos insuficientes para su querer y se refugia en beber. Llega ebria a casa, se arrepentirá mañana y los pedazos rotos solo los vemos nosotros. Lágrimas nocturnas empapándome, solo quererme, joder. Porros a escondidas drogándole, solo escucharle, joder. Nuestros corazones rotos nos duelen y hieren, ¿es tan difícil de ver? Nuestras noches a oscuras dan pavor y dolor, por favor protegernos. Mamá no lo hace, papá no lo hace y nadie lo hace, ojalá algún día alguien sí nos ame.
Katastrophal
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Domingo de vacíos y estímulos baratos. Un adiós, un recuerdo, la memoria de un retrato. Ya me voy y no me viste, te lo perdiste. Búscame el próximo día de melancolía en el mismo blog de vagabundas letras, que narran lo que el ego no me deja y en una métrica rebelde se queja. Visítame en esa canción de rock que te recuerda a mi sonrisa, en el beso dado en aquel fragmento de melodía y aquel ocaso donde mentiste diciendo que me querías.
Ya me voy y no me viste. El sábado en la noche quizás regrese y mi estadía se prolongue hasta ver llegar al domingo haciendo reproche. Está cansado de ser pintado con augurios y penas, ya no quiere ser domingo, quiere irse. Quiere sentarse en un parque a disfrutar del incendio de su alma, hasta que sean las doce y tal vez robar suspiros con ese andar coqueto a soledad y ese perfume de vida bohemia que va dando de qué hablar.
Ya me voy y no me viste. Me rehúso a que este domingo sea triste y vago como esta rima acelerada, que se tambalea en el carrusel estético que le saca el revolver a estas ebrias letras y amenaza con dejarlas sentadas.
Ya me voy y no me viste. Menos mal los poemas dejan huellas de que este corazón todavía late y existe. Estoy lejos de ser poeta, pero escribo e intento adornar con mis palabras las libretas, testigos de triunfos, tropiezos y mil y un grietas.
Ya me voy y no me viste. El domingo quiere ser un girasol, ¿quién soy yo para decirle que no?
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Desnuda en la niebla Relato ( Primera parte )
El primer contacto eròtico místico con la niebla lo tuvo una madrugada que regresaba junto a unas amigas de bailar, no muy lejos de su casa; la densa niebla las envolvió repentinamente y la noche negra se convirtió en en un cerrado manto blanco. Sus amigas se incomodaron y la humedad enfriaba esos cuerpos que un rato antes estuvieron acalorados y transpirados, ella sintió otra cosa, se dejó abrazar por el fenòmeno y prefirió pensar que algo mágico y sublime estaba viviendo, recordó esos viejos films que grababa para su padre que tanto la fascinaban, lugares sórdidos, puertos del oriente con barcos diluidos en la bruma, clima de burdeles y chicas voluptuosas cuyos cuerpos se esfumaban y desaparecían parcialmente bajo el blanco manto o rubias glamorosas y curvilíneas que escapaban de un pasado sórdido, abordando en la bruma viejos buques cargueros hacia destinos exóticos y plagados de peligros. Creyó mientras el sonido distintivo de los tacones resonaban en el silencio de la noche que se transportaba a la dimensión de sus sueños y anhelo de aventuras, dejó de prestar atención a las quejas insistentes de sus temerosas amigas, compañeras del colegio religioso donde pronto terminaría de cursar para iniciar su etapa universitaria, suspiró extasiada y dejó que ellas avanzaran en la caminata hasta verlas esfumarse parcialmente sin perderlas de vista totalmente. Por cercanía le tocó ser la primera en aproximarse a su vivienda, se despidió de las amigas y apenas a cincuenta metros alcanzó la puerta, abrió y entró. Ella vivía con su madre separada de su padre ,hermana y abuela, La madre casi nunca estaba en casa los fines de semana, su abuela que siempre la esperaba, esta vez dormía, faltaba tiempo para el amanecer, habían retornado antes del baile y decidió previamente buscar una bebida alcohólica en los estantes de un mueble de la sala, más precisamente Ron que su madre había traído de un viaje a Colombia y que nadie tomaba. El único ser que advirtió su presencia fue el perro que la seguía mientras ascendía a la azotea para continuar disfrutando de esa para ella imponente y mágico momento. La visibilidad era escasa, los techos de la fabrica que estaba al frente casi habían desaparecido, las luces se reforzaban en un halo lumínico hasta esfumarse en la neblina. Una tenue y lejana música le llegaba arrullando sus oídos, ella le daba tragos directos del pico a la botella y comenzó a bailar y a desnudarse acompañando el ritmo lejano, se sentó en la baranda con su cuerpo hacia la calle y recordó a los obreros de la fabrica vecina que solían observarla cuando tomaba sol o su vecino que trepaba a un deposito de agua para fisgonear su cuerpo desnudo mientras ella permanecía inmutable, provocadora, dejándose mirar lascivamente. Recordaba y se masturbaba amparada por la escasa visibilidad, eso la excitaba mientras ella se entregada a sus múltiples orgasmos. El amanecer llegó con un claro naranja intenso que coloreaba el blanco de la niebla, ya estaba ebria y se había masturbado lo suficiente para bajar e irse a dormir después de ese alocado acto. de comunión vìvida entre su cuerpo y el cielo que la contenìa en ese amanecer.
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Final B (Navarro x lectora)
Masterlist de mi autoría
¿No se esperaban un shot de la pelada? ¿No? Bueno acá está jsjsjs. La amo casi tanto como al hermano (pero Bjorn es Bjorn obvis)
Segundo final del shot demasiado tarde
Sinopsis: Bjorn fue rechazado por completo y ____ lo evitaba a toda costa. Fue por esta razón que el chico buscó en su hermana una soplona. Alguien que pudiera conseguirle información o incluso alguna chance con ____. Pero lejos de ser un nexo entre Bjorn y la chica, Navarro terminó tomando cierto interés por ella.
Era viernes por la tarde cuando ____ salió de las oficinas. Habían algunos problemas con las reparaciones de los cargueros, y como era la única que terminaba sus tareas temprano, la joven fue la encargada de salir a revisar los talleres. Fue así que terminó en el área designada de Navarro y Kay.
—¡____!—la joven de cabello rizado la abrazó enseguida—. Que bueno verte.—
—Siento que es demasiado cariño, nos vimos anoche, querida.—Kay rió al separarse.
—Es raro verte tan temprano aqui.—Navarro se acercó—. ¿Sucedió algo?—
—Vengo por ese grandulón.—señaló el carguero a sus espaldas—. ¿Ya vuela? Los supervisores lo quieren en el aire esta noche sin falta.—
Navarro sonrió enseguida, y con un vago gesto de cabeza la invitó a subir.
—¿Es tu transportador designado?—
—De los cuatro, en realidad. Es por familia... Algo así. Pero yo soy la piloto fija.—
____ entró a aquella cabina, sorprendiéndose de la cantidad de botones y palancas que tenía.
—... ¿Tú haces que esta cosa vuele?—____ se sentó en uno de los asientos, Navarro en el restante.
—Sep, es mi bebé... Y por supuesto que ya vuela.—
A la chica le pareció linda la forma en que ____ curioseaba todo, con cuidado de no tocar nada.
Por un momento recordó a Bjorn, y su pedido de sacarle información a ____.
—¿Puedo... Preguntarte algo?—la chica la miró—. ¿Tú y Bjorn...?—
—Eso ya terminó, Nav... Asi que dile que no tiene chances... Y que deje de meterte a ti en el medio.—Navarro sonrió enseguida—. Cambiando de tema, si ya arreglaste esta cosa y tienes tiempo libre ¿Quieres tomar un café en casa? Le diré a Kay también.—
Después de aquel día, el trío de mujeres comenzó a reunirse cada tarde en casa de ____. Se la pasaban bien, se divertían. Y tal vez se conocían desde hace meses, pero en esos últimos días formaron una amistad bastante bonita.
Ese fin de semana, Kay se engripó, y por pedido de Tyler, la chica se quedó en casa. Solo Navarro y ____ se reunieron en esa oportunidad, y por ser fin de semana, decidieron que era mejor juntarse por la noche.
—Él sigue preguntando por ti.—Navarro picaba aquellas verduras, mirando de reojo a la mujer que picaba la carne.
—Que lo siga haciendo, me importa un bledo.—La piloto resopló con gracia—. No quiero volver a verlo.—
—Bien, le transmitiré el mensaje... ¿Tal vez ya tengas a otro interés amoroso en el radar?—escucho como la chica reía bajito—. Si le digo que tienes novio, dejará de insistir... o morirá.—
—En estos momentos, lo único que me interesa es trabajar, tener dinero... Y tomar un rico café contigo y Kay cada tarde, hablando mal de nuestros compañeros de trabajo.—la miró, sonriendo al ver que Navarro ya la estaba mirando a ella—. Asi que mi interés son ustedes...—
—Aww, que linda.—
Después de cenar y tomar una que otra cerveza, ____ le confesó a Navarro una tontería que llevaba días pensando.
—¿Nunca volaste? ¿Nada?—____ negó.
—Por eso quiero que me lleves a dar un paseo, en el carguero.—la miró emocionada—. Solo un ratito, si alguien nos llama la atención, yo inventaré alguna excusa.—
—¿Segura? Estoy algo ebria.—
—Bueno, moriremos en el intento. No importa.—____ se levantó del sofá—. ¿Vamos en bicicleta?—
____ se sentó en el asiento de acompañante, abrochándose enseguida el cinturón. Navarro no tardó en sentarse a su lado.
—¿El viento frío de camino aquí te hizo espabilar un poco?—
—Algo. Sí... ¿Quieres solo volar por aquí cerca o subimos hasta la estratósfera?—____ la miró de inmediato.
—¿Se puede?—Navarro alzó las cejas divertida, asintiendo apenas—. ¡Pues vamos, Nav!—
—Tú eres la jefa... Arriba entonces.—
Ver la emoción de ____ con toda la preparación previa era gratificante para Navarro, quien finalmente entendía lo adorable que podía ser la mujer con algunas cervezas encima.
Aún así, compartir un café seguía siendo su cosa favorita.
Solo unos minutos después, ya estaban orbitando la colonia. Y para mayor diversión de ____, Navarro desactivó la gravedad. La mujer flotaba entre risas por la sala común, haciendo torpes intentos para mantenerse quieta.
—Tu cabello está todo loco.—Navarro la acompañó en la sala tras activar el piloto automático.
—Tú no tienes ese problema ¿no?—ambas rieron con esa tontería—. Es broma. Adoro tu no cabello.—las manos de ____ se pasearon por la cabeza de Navarro, riendo bajito al sentir los pinchecitos de su apenas saliente cabello.
—Bueno, ya fue suficiente. Si seguimos flotando con lo que hemos bebido y tomado, terminaremos vomitando toda la sala.—Navarro se alejó, y ____ la siguió hacia la cabina—. Pero puedo mostrarte todo el lugar.—
—Yo te sigo, Nav. Guíame.—
El par de mujeres recorrió la parte superior. Sala, cabina. Sala de acople. Y cuando bajaron al área inferior, ____ se sorprendió al ver que tenian hasta dormitorios.
—Muchas veces tenemos que llevar cargas al otro lado de Jackson, pasan días hasta que volvemos a casa.—____ miró la pequeña habitación que supo era de Navarro—. Por suerte ya no nos asignan envíos, no es tan divertido.—
—... Bueno, yo tengo que ver con eso.—la chica husmeó el pequeño escritorio—. Bjorn me lo pidió hace meses, que tú ya no seas asignada a los transportes. Asi que yo me encargo de mantenerlos a ti y a los demás en nuestro sector... ¿Qué?—
Navarro la miró con una leve sonrisa.
—¿Tú eres la que nos asigna las tareas cerquita a casa?—____ asintió, sorprendiéndose al ser abrazada por la chica—. ¡Mi salvadora!—
—¡Ya, quítate!—intentó alejarla, pero un ataque de risa y el fuerte abrazo de Navarro se lo impidieron.
—Ahora entiendo porqué mi hermano se aferra tanto a ti, eres maravillosa...—se separó enseguida al asimilar lo que acababa de decir—. Lo siento... Comentario innecesario.—
—... No creo ser maravillosa.—
—Ah, lo eres. Eres amable, divertida...—Navarro sonrió al ver que las mejillas de la chica se sonrojaban—... No sé si mi hermano te merezca. No es tan bueno.—
—... ¿Qué hay de ti? ¿Lo eres?—
—¿Qué?—
____ la besó de repente, separándose casi de inmediato. Pero Navarro no tardó en devolverle el beso. Ninguna de las dos dijo nada, solo compartieron el momento. Tal vez aún tenían alcohol en sangre, pero el sentimiento era real. Se gustaban, se gustaban mucho. Y de no ser por la estridente alarma que indicaba la cercanía de asteroides, la cosa habría escalado a más.
Se separaron enseguida, pero el sonrojo total en sus rostros evidenciaba lo que acababa de pasar.
—... ¿Te... Parece buena idea esquivar la muerte inminente?—habló ____ al ver que Navarro no dejaba de mirarla.
—Oh, sí... Sí, claro. Volvamos a la cabina.—sonrió avergonzada, invitándola a salir del cuarto.
Caminaron en un silencio extraño hasta las escaleras, y enseguida subieron a la sala. Se acomodaron en la cabina, finalmente esquivando los asteroides.
—Creo... Que será mejor volver ya.—Navarro activó algunos comandos—. De seguro vendrán los supervisores al hangar si no-
—No quiero que hagamos de cuenta que esto no pasó.—____ la miró ansiosa—. ¿tú sí?—
—Claro que no, me gustó... Tú me gustas.—la vio sonreír con cierto alivio—. Pero Bjorn... No lo tomará bien.—
—Esto es entre tú y yo, piloto... No incluyas a nadie más.—____ pasó la mano por su nuca rapada, sonriendo al sentir los pinchecitos de su corto cabello—. Volvamos a casa... Después de que los supervisores nos suspendan.—
—¡Dijiste que evitarías eso!—Navarro rió bajito al ver que la chica se encogía de hombros divertida—. Diablos... Bueno, valió la pena.—
—Tú lo dijiste, piloto... una linda primera cita.—
Algunos días después, cuando Bjorn visitó a su hermana en el taller, se emocionó al ver a ____ tambien allí. Pero las repentinas esperanzas de poder acercarse se evaporaron al ver como su hermana recibía un besito fugaz de la mujer, justo antes de entregarle un vasito de agua.
Ahora finalmente entendía porqué Navarro ya casi no dormía en casa...
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Una tarde de fin de semana con mamá tomando el sol hice lo que mi dueño me había encargado: Seducirla. Durante mi primer año de la universidad conocí un hombre mayor que yo me había introducido en el mundo de la sumisión y como misión de vacaciones me ordeno seducir a mi madre.
No fue dicifil, al igual que yo es una mujer que siempre está caliente, empecé la noche anterior en una fiesta a la que fuimos. Bailamos juntas y no deje que bailará con nadie más. Quería que ella entendiera que esa noche era mía, incluso después de que se acercó el tercer chico a bailar con ella simplemente la bese y ella dijo "lo siento, estoy con mi nena" y me devolvió el beso. "Estás loca" me dijo al oído, y nos volvimos a besar. Al llegar a casa un poco ebrias nos volvimos a besar y cada una se fue a su habitación. Estaba acostado en mi cama cuando la escuché masturbarse. sabía que ya era mía.
La tarde siguiente mientras tomábamos el sol me acerque a ella y le dije que se veía hermosa con ese bikini y la bese de nuevo ella me respondió el beso sin pensar. Le dije que posará para mí y le tome la foto que le envié a mi dueño diciéndole "mami es mía como me ordeno mi señor, y pronto se la entregaré". Le bese el cuello y antes de que se diera cuenta estaba comiéndole el coño hasta que la hice correrse en mi boca, después la baje al mío y me lo comió con una experiencia que nunca creí que tuviera. Terminamos frotando nuestros coños y clítoris una contra otra hasta llegar al orgasmo y gritar como poseídas. Después de recuperarme revise mis mensajes y encontré la respuesta de mi Dueño "buen trabajo, Muñequita" No puedo esperar a servirlo junto con mami...
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Como me pesan las fechas a pesar de perder intencionalmente la noción del tiempo para no recordarlas. Mi buena memoria no cambia a pensar de atrofiarme la mente intentando olvidar cosas que no quisiera enfrentar, que no quisiera aceptar. Pensar en el suicidio de papá, en que terminamos justo por estás fechas, cuando yo lidiaba con cosas que no quería lidiar y termine por consumirme como alguno de tantos cigarrillos entre mis dedos. Esperándote alguna tarde y sabiendo que terminarías por comprender que era demasiado tarde para que pudiera arreglarse algo entre nosotros.
Y a veces me sigo aferrando a ideas absurdas, cómo a qué alguna vez serás la mujer con la que voy a casarme y todo podrá ser diferente.
Pero no será así, y me alegra no haberme ido a refugiar en un lugar donde no voy a dejar de sentirme vacío. Porque no voy a dejar de sentirme vacío así cómo así, lo más difícil de cambiar es que no es nada fácil y hay que enfrentar las situaciones, pase lo que pase, haga lo que haga. ¿Por qué entorpecería mi proceso escondiéndome de todo lo que he avanzado con todo y mis retrocesos?
Yo solo sé que por supuesto que soy suficiente. Que me escondo de aquello que me encuentra porque siempre espero encontrarme de nuevo contigo pero no merezco esperar entre las sombras mientras te diviertes por ahí con alguien más, no merezco esperar a que te aburras o notes que no estoy tan mal cómo para volver arrastrándome a ti. Aunque intente hacerlo, lamento ese último mensaje, y esa última llamada, aunque agradezco que no respondieras y no haber insistido. Y tal vez vuelva a suceder porque estoy pasando por estados emocionales catastróficos a cada hora que pasa. Me siento de mil y un formas y no me avergüenza porque me asustaba mucho el hecho de ya no poder sentir. Estaba perdiendo mis emociones, estaba perdiendo la razón. Y ahora la razón me habla mientras resbalan algunas lágrimas por mis mejillas.
No me engaño diciéndome que no te extraño porque lo hago, y quisiera haberte buscado desde hace mucho, y no me habría importado volver a ser una especie de títere y ceder ante cualquier cosa. Y volver a manipularnos mutuamente para quien que tanto. ¿Cuánto odio puede ocultarse en un amor enfermo? ¿Cuánta inseguridad en un apego tan fuerte, en un dependencia tan lasciva?
¿Cuánto tiempo pasará para que pueda aceptar el hecho de que simplemente te tengo sacar de mi vida? De la cuál ya estás fuera, pero ¿Cuánto tiempo pasará para entender que lo realmente importante es que te tengo que sacar de mi mente?
Porque durante el día mientras veo las nubes alguna me recuerda tu silueta y pienso quien te tomara de la cintura al caminar por la Avenida de regreso a casa.
Cuando miro la Luna pienso en quien te arreglará el cabello cuando ya estás demasiado ebria.
Y en noches cómo esta, cuando camino bajo la lluvia y mi tristeza se empapa conmigo pienso en quien te abrira la sombrilla y la detendrá mientras tú enciendes tu cigarro. Pienso mucho en ti, casi cuando hago cualquier cosa, por eso ya no pienso mucho, ni hago mucho, y cuando lo hago no aguanto mucho. Me lástima ver la Luna, me lástima caminar por la avenida y me lástima encender un cigarrillo en noches cómo está cuando me empapan mi tristeza y la lluvia.
Tengo que soltarte porqué aunque nunca demostré del todo lo vulnerable que soy ante ti, es obvio que lo soy y tal vez tenía sentido cuando de alguna manera el beneficio era proporcional al daño o al menos cubría la cuota mínima de la dosis de afecto por la que podía arrastrarme sin pensarlo hacía tus ojos.
El amor no es eterno, mi corazón no aguanta tanto y si sigo así, mis pulmones terminarán por colapsar en poco tiempo. Estuve evitando tanto tiempo esto, pero nos vemos en otra vida, o quizás no, pero tampoco en esta de nuevo. Supongo que avanzar no es posible si no tomas las desiciones más difíciles.
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Día 2
Esta mañana al despertar no había nadie en casa. Melania no trabaja los domingos y los hermanos habían ido a misa. El desayuno en esta casa es muy variado pero la leche es en polvo porque la otra es muy cara. Había de ayer un queque (un bizcocho) que hizo Yamil, un aprendiz para ser hermano; también suelen tener unos panecillos que no recuerdo cómo se llaman, tienen una mermelada casera y el agua la hierven siempre antes de beberla. El té y el mate de coca son habituales. Yo hoy me unté un panecillos con mantequilla y mermelada y probé el bizcocho.
Para comer hoy no estaba Melania y Natxo hizo un pote de alubias con verduras y chorizo. Son todos muy majos y todo está muy rico. Ellos no quieren que haga nada estos primeros días porque dicen que es lo mejor para aclimatarse a la altitud, así que los hermanos esta tarde tenían una vídeo conferencia de trabajo y mientras tanto yo he dormido y leído. No obstante, cuando terminaron su reunión, el hermano Luisje me acompañó hasta la feria de los domingos. Hoy había muy pocos puestos porque fue el día del peatón y los comerciantes no pudieron llevar su mercancía. Ya era de noche y había una miniverbena en la que estaban ya las mujeres bastante ebrias. El alcohol es un gran problema aquí. Para volver, regresamos en una movilidad (es como un minibús que para donde le digas, normalmente en esquinas). El trayecto, que era más bien corto, nos ha costado a los dos por 3 bolivianos (unos 0,40 cts).
Tampoco quieren dejarme salir sola al anochecer porque algunas de calles de aquí cerca, a esas horas, son peligrosas para las mujeres; en especial una que llaman La Ceja. Entonces yo cumplo lo que me dicen a rajatabla jajaja.
En el mercado hay muchos puestos callejeros y me han dicho que nunca coma nada de ellos, que es mejor en cualquier tiendecita o restaurante pequeño porque ni la higiene ni la forma de cocinar en los de la calle es lo más sano. Ahora que digo “tiendecita”, utilizan mucho los diminutivos aquí, así que puede que me lo contagien.
Hace bastante frío en la casa, sobre todo si estás parado así que me han prestado un poncho que pesa como un demonio pero abriga mucho. Os enseño en la foto.
En la calle también hace frío pero si estás en movimiento entras en calor, o al menos yo porque Luisje estaba helado.
Mañana me enseñarán algunas cosillas nuevas, ya os iré contando.
Un abrazo a tod@s
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Asombro
Enséñame – dices, desde tus veintiún años ávidos, creyendo, todavía, que se puede enseñar alguna cosa y yo, que pasé de los sesenta te miro con amor es decir, con lejanía (todo amor es amor a las diferencias al espacio vacío entre dos cuerpos al espacio vacío entre dos mentes al horrible presentimiento de no morir de a dos) te enseño, mansamente, alguna cita de Goethe («detente, instante, eres tan bello») o de Kafka (una vez hubo, hubo una vez una sirena que no cantó) mientras la noche lentamente se desliza hacia el alba a través de este gran ventanal que amas tanto porque sus luces nocturnas ocultan la ciudad verdadera y en realidad podríamos estar en cualquier parte estas luces podrían ser las de New York, avenida Broadway, las de Berlín, Konstanzerstrasse, las de Buenos Aires, calle Corrientes y te oculto la única cosa que verdaderamente sé: sólo es poeta aquel que siente que la vida no es natural que es asombro descubrimiento revelación que no es normal estar vivo no es natural tener veintiún años ni tampoco más de sesenta no es normal haber caminado a las tres de la mañana por el puente viejo de Córdoba, España, bajo la luz amarilla de las farolas, no es natural el perfume de los naranjos en las plazas -tres de la mañana- ni en Oliva ni en Sevilla lo natural es el asombro lo natural es la sorpresa lo natural es vivir como recién llegada al mundo a los callejones de Córdoba y sus arcos a las plazas de París a la humedad de Barcelona al museo de muñecas en el viejo vagón estacionado en las vías muertas de Berlín. Lo natural es morirse sin haber paseado de la mano por los portales de una ciudad desconocida ni haber sentido el perfume de los blancos jazmines en flor a las tres de la mañana, meridiano de Greenwich lo natural es que quien haya paseado de la mano por los portales de una ciudad desconocida no lo escriba lo hunda en el ataúd del olvido La vida brota por todas partes consaguínea ebria bacante exagerada en noches de pasiones turbias pero había una fuente que cloqueaba lánguidamente y era difícil no sentir que la vida puede ser bella a veces como una pausa como una tregua que la muerte le concede al goce.
CRISTINA PERI ROSSI
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Leyendas de terror de GUATEMALA
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El carruaje de la muerte
Mis abuelos siempre cuentan que, en las calles de los barrios coloniales, después de las ocho de la noche, la llamada hora de las ánimas, la gente suele escuchar un carruaje que se mueve con sus ruedas chirriantes.
Lo conducen unos caballos grandes y negros con pelaje brillante, que van buscando las almas de los muertos. La leyenda dice que este carruaje se detiene frente a las casas donde alguien ha muerto, para llevarse su alma.
La Llorona
Por generaciones se ha contado la historia de María de los Remedios, una mujer que, vestida de negro o blanco, camina por lugares donde corre el agua, como ríos, lagos o lagunas.
Dicen que esta mujer sufrió un colapso mental y ahogó a sus hijos. Otros cuentan que, por un amor prohibido y pecaminoso, mató a su bebé recién nacido en las aguas de un río.
Por eso, vaga por las calles buscando la tumba de su primogénito, mientras grita con un lamento largo y agudo: “¡Ay, mis hijos!”. Se dice que quienes la escuchan sienten que caminar se vuelve difícil, como si sus pasos se hicieran lentos y pesados.
El Wiin
En Asintal, Retalhuleu, cuentan que hay hombres que invocan al diablo con rituales en el cementerio del pueblo. Estos rituales incluyen oraciones y danzas, donde se mueven hacia adelante y hacia atrás.
Cuando el diablo aparece, puede concederle a la persona el don de transformarse, lo que les permite robar animales de corral, objetos de valor o molestar a mujeres, especialmente a las solteras o a las casadas que se quedan solas porque su esposo se fue a otro lugar. A este hombre se le conoce como El Wiin. Algunos lugareños lo han visto transformado en un perro, sentado en medio de la carretera. Lo reconocen por sus ojos, que no son ni de humano ni de animal, sino dos bolas de fuego que asustan a quien los ve.
La Tatuana
La leyenda de La Tatuana es considerada una de las más bonitas de Guatemala y América. Una de las versiones de esta historia cuenta que en los pueblos aparecía una mujer muy hermosa y sabia en temas de amor. Ella ponía un puesto en la calle donde vendía ensalmos para que hombres y mujeres se enamoraran.
Causaba tanto revuelo que las autoridades la arrestaban y la encarcelaban. Cuando esto pasaba, sacaba un trozo de carbón, dibujaba un barquito de papel en la pared, se subía en él y salía volando por los barrotes.
Otra versión de la leyenda dice que era una mujer mulata rechazada por el pueblo por su dudosa reputación. Se decía que usaba hechizos para atraer a los hombres, por lo que la encarcelaban. En su celda, dibujaba un barquito en la pared y escapaba en él.
La Siguanaba
La Siguanaba es una mujer que hace que los hombres la sigan y luego, después de una larga persecución, los pierde en algún barranco. Por eso dicen que su nombre viene de "tziguan", que significa barranco en quiché.
La historia cuenta que cuando los hombres empiezan a seguirla, ella no muestra su cara. Solo lo hace cuando ya los tiene "ganados", es decir, cuando ya les ha arrebatado el alma. En ese momento, el hombre se asusta al ver que su rostro es el de un caballo.
Esta mujer suele aparecer en cualquier tanque de agua a altas horas de la noche y busca hacerle daño a quien la vea. Generalmente, los hombres la ven bañándose y peinándose con un peine de oro. El hombre que la ve se vuelve loco por ella y la sigue.
El Cadejo
La leyenda dice que El Cadejo aparece en forma de perro, con pezuñas de cabra y ojos de fuego, y puede presentarse de dos maneras. Cuando es blanco, tiene buenas intenciones y suele cuidar a los ebrios y a los niños de cualquier peligro en la noche. Pero si es negro, tiene malas intenciones y trata de lamerle el rostro a las personas ebrias para robarles el espíritu.
El Cadejo negro sigue al hombre al que ha lamido la boca durante nueve días, sin dejarlo en paz. Aunque no es un espíritu que haga daño directamente y no ataca a menos que sea en casos extremos, encontrarse con él no debería causar pánico.
El Sombrerón
También conocido como Tzipitío, Tzipe, Duende o Tzitzimite, El Sombrerón es un hombrecito que no mide más que un dedo de la mano. Se viste de negro, con un cinturón brillante, y usa un sombrero gigante.
Le gusta perseguir a mujeres con el pelo largo y ojos grandes porque disfruta hacerles pequeños nudos en su cabello. Les enreda el pelo, les baila y les canta acompañado de su guitarra. Cuando su “amor” es correspondido, las mujeres se enferman e incluso pueden morir.
#historias de terror#pazuzu#leyendas de terror#cuentos de terror#relatos de terror#leyendas de terror de guatemala#Youtube
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"Ojala que la muerte venga a buscarme cuando mi pelo tenga el color de la bruma que se alza entre los cerros, ojala que me encuentre recogiendo cempasuchil en el campo, ojala que me bese con los labios perfumados de copal, y me deje quedarme dormida en los brazos de un río. Ojala que la muerte me encuentre después de haberme bebido en grandes sorbos una botella entera de vida, ojala que me encuentre ebria de libertad. Ojala que me regale un par de alas de tecolote, y me deje en las noches a los hijos de mis hijos en su ventana y venirles a cantar..."
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[Carta a Bilbao]
Querida ciudad: Cuando pisé las angostas calles del Casco Viejo,
cuando puse mis pies en los costados del Nervión,
cuando me postré ante la majestuosa Catedral,
encontré el verdadero significado de mi existencia.
Tu corazón rocoso y plomizo, pesado como el cielo
me impresionó de buenas a primeras, por eso te echo menos,
y por eso me echo de menos, porque volví a la costumbre
de ser un muñeco amargado por la cotidianidad.
Las piedras de tu historia fueron atrechos y caminos
de curas insurrectos, de caballerías, de batallones,
piedras imponentes, que levantaron castellones,
piedras que fueron balas en las noches de la guerra.
La vez que yo te recorrí había miles de gente a la prisa,
fuiste una ciudad gris y amargada, algo te reprochabas,
aún así los bares fueron para mí el Paraíso terrenal,
desde la Ría hasta el mar, todo cerveza, rioja y chacolí.
Las tapas fueron vitrinas pavimentadas de comida,
croquetas de bacalao por doquier, que sí marmitako,
los chipirones en su tinta, de jurel con vinagreta,
de panchineta, de merluza koskera, de chistorra.
Sin embargo envidio con buena voluntad, no ser tu huésped
porque ahora eres una ciudad sanguínea y ebria,
los Leones de rojo y blanco sacaron por fin la gabarra
para festejar el fruto de la victoria desde El Abra hasta Deusto.
Bilbao, quisiera salir huyendo de esta realidad ácida
y miserable para mí, siendo una ficha, una pieza más
en el tablero corporativo de la burocracia laboral,
quisiera salir huyendo, ser un viajero en el exilio.
Juro que no aspiro a más, con tal de ser turista,
un caminante de Almirante, un andante, un abracadabra,
un borrachín por Moyua, un mantero por Bolueta,
un mirón en Indauchu, un abonado en San Mamés,
un carbonero en Barakaldo, un astillero en Santurtzi,
quisiera ir hasta allá y abrazarte, te debo mucho Bilbao.
-Jomar, Almirante Norte, 16 de abril, 2024.
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La muchacha ebria, poema de Efraín Huerta.
Este lánguido caer en brazos de una desconocida,
esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;
este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,
huella de pie dormido, navaja verde o negra;
este instante durísimo en que una muchacha grita,
gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.
Todo esto no es sino la noche,
sino la noche grávida de sangre y leche,
de niños que se asfixian,
de mujeres carbonizadas
y varones morenos de soledad
y misterioso, sofocante desgaste.
Sino la noche de la muchacha ebria
cuyos gritos de rabia y melancolía
me hirieron como el llanto purísimo,
como las náuseas y el rencor,
como el abandono y la voz de las mendigas.
Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido
y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas,
llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba
y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:
llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,
de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,
de la muchacha que una noche —y era una santa noche—
me entregara su corazón derretido,
sus manos de agua caliente, césped, seda,
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,
sus torpes arrebatos de ternura,
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,
su pecho suave como una mejilla con fiebre,
y sus brazos y piernas con tatuajes,
y su naciente tuberculosis,
y su dormido sexo de orquídea martirizada.
Ah la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido
y la generosidad en la punta de los dedos,
la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,
como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.
Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,
una fecha sangrienta y abatida.
¡Por la muchacha ebria, amigos míos!
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"Llegó a mi puerta una noche, mojado, flaco, golpeado y aterrado; un gato blanco, bizco y sin cola. Me lo llevé dentro, le di de comer y se quedó. Cogió confianza en mí, hasta que un amigo subió la rampa del garaje y lo atropelló. Llevé lo que quedaba de él al veterinario, que dijo:
“No tiene muchas posibilidades… dale estas pastillas… su columna está rota; ya lo estaba antes, pero de alguna manera se arregló, si vive nunca caminará; mira estas radiografías, le han disparado, mira aquí, los perdigones aún están ahí… Además, una vez tuvo cola, pero alguien se la cortó…”.
Volví con el gato, era un verano caluroso, uno de los más calientes en décadas, lo puse en el suelo del baño le di agua y las pastillas, no comía, ni siquiera tocaba el agua. Mojaba mi dedo en ella y le humedecía la boca, y le hablaba, no me iba a ninguna parte, pasaba mucho tiempo en el baño y le hablaba, y lo tocaba suavemente, y él me miraba con esos ojos azules claros y bizcos, y con el paso de los días hizo su primer movimiento arrastrándose con sus patas delanteras (las traseras no le respondían). Logró llegar al arenero, se arrastró sobre el borde hasta estar dentro, fue como la trompeta de una posible victoria sonando en el baño y en la ciudad. Me veía a mí mismo en ese gato, también yo lo había pasado mal; no tan mal, pero sí bastante mal.
Una mañana se levantó, se puso en pie, cayó y se quedó mirándome. “Puedes hacerlo”, le dije. Siguió intentándolo, levantándose, cayéndose hasta que finalmente dio algunos pasos, era como un borracho; las patas traseras no querían hacer lo suyo y se caía de nuevo, descansaba, volvía a levantarse.
Ya sabes el resto: ahora está mejor que nunca, bizco y casi desdentado, pero la gracia ha vuelto, y esa mirada en sus ojos nunca se ha ido… Y ahora a veces me hacen entrevistas, quieren oírme hablar sobre la vida y la literatura, y yo me emborracho y cojo en brazos a mi gato bizco, acribillado, atropellado y sin rabo y les digo, “¡miren, miren esto!” Pero no lo entienden, dicen cosas como, “¿y dice usted que fue influido por Céline?” “No”, y tomo al gato en brazos, “por lo que ocurre, por cosas como esta, por esto, ¡por éste!” Meneo al gato, lo levanto en el luz ahumada y ebria, está tranquilo, él sabe… Es entonces cuando la entrevista termina y aunque a veces me siento orgulloso cuando veo las fotos después, y ahí estoy yo y ahí está el gato, y estamos juntos en la foto… Él también sabe que es una idiotez, pero que de alguna manera ayuda."
Charles Bukowski.
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