#no poder seguir a delante
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en veces me dan tantas ganas de odiarte, de poder ignorarte, porque tu puedes salir a delante, pero yo no y aquí me tienes escribiéndote un blog en el jodido Tumblr que no deja de mandarme frases para recordarte, aun cuando estoy tratando de olvidarte.
-recuerdos confusos.
#olvidar#sentimientos#recuerdos#letras#dolor#tumblr#amor#amor y dolor#para el#para ti#desamor#jodido#frases#notas de desamor#ex#sanar#no poder olvidar#pasado#no poder seguir a delante#la-jos
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❝Collision❞
Había pasado dos días viviendo prácticamente en el apartamento ajeno hasta que empezó a sentirse mejor y tuvieron que regresar a sus horarios de siempre, lo que le apenó en parte, sobre todo porque para recuperar el tiempo perdido tenían que echar horas extras y por supuesto eso les dejaba sin ninguna clase de tiempo libre, además Felix ya no tenía excusas para seguir durmiendo con Hyunjin y regresar a su apartamento había sido un paso atrás para él, pero entendía que sería raro seguir pidiéndole al alfa dormir con él cuando ya estaba totalmente recuperado.
Lo que peor llevaba era el o tener tiempo a solas, si, pasaban todo el dia juntos pero con otras personas y quería tener un poco de tiempo de calidad con el mayor, no le importaba mostrarse muy cariñoso con él delante de los miembros pero era distinto cuando estaba Ateez con ellos, Felix no quería que hubiera ningún problema así que intentaba no pegarse demasiado. Durante ese tiempo él y Wooyoung habían intimado más aún y Felix se sentía feliz por ello también, en los ensayos casi parecían inseparables.
Otra cosa buena era que iban a quitarle ya la escayola a Hyunjin y Felix estaba más emocionado que nadie por eso, al fin el mayor podría volver a ensayar sin ninguna limitación, y le apenó no poder estar con él el día que le quitaron la escayola pero aún así le preparó un regalo para ese día, había estado la semana antes haciendo sus investigaciones sobre qué estuche de pinturas guache cogerle al mayor y cual sería mejor y con más calidad, había decidido uno que no era precisamente barato pero eso daba igual, quería animar al mayor ahora que podía volver a usar su mano dominante y además formaba parte de su cortejo, así que hizo que el día que le quitaron la escayola se lo entregaran en casa. Le hubiera gustado ir esa noche tras los horarios a preguntarle pero estaba tan agotado que decidió que mejor era dejarlo descansar. Al dia siguiente Felix se despertó emocionado y lo primero que hizo en cuanto Hyunjin entró en la sala de ensayo fue ir hacia él, sonriente. — ¡Hyunnie! ¿Que tal tu mano? ¿Está bien? Déjame verla. — dijo estirando la suya con una enorme sonrisa.
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Carta de despedida al amor de mi vida....
Sabes que siempre se me ha dado mejor escribir que hablar por eso he decidido despedirme así, si estás leyendo ésta carta es porque todos mis intentos han fracasado, ésta vez si he luchado, además más que nunca, prácticamente he llegado a arrastrarme y humillarme, he dejado correr el tiempo pero no me ha ayudado, he hablado con personas cercanas a ti pero me han confundido aún mas sobre tus sentimiento, he ido detrás tuya como jamás pensé que iría, pero todo ha sido en vano, me he estrellado una y otra vez contra un muro de piedra, ya me doy por vencido, no puedo seguir más así, tengo que comenzar a ordenar mi cabeza que desde que lo dejamos no sabe aún siquiera donde está, hasta ahora he estado como en un sueño, una pesadilla de la que me he intentado despertar una y otra vez y no lo he conseguido…
Por mucho que me duela o por mucho que no quiera a partir de hoy no me queda más remedio que empezar a olvidarte, olvidarme de tu pelo, de tus ojos, de tus miradas, de tus lágrimas, de tu sonrisa, de tus labios, de tus besos, de tus manos, de tus caricias, de tu voz, de tus te quieros, de tu mal genio, de lo cabezota que eres, de tu olor, de tus abrazos, de despertarme a tu lado, de las promesas que no he podido cumplir,Teníamos una historia increíble, una historia que era envidia de mucha gente, ahora me he dado cuenta de que mucha gente nos tenía envidia, envidia de que dos personas tuvieran un amor tan grande que ellas en su vida conocerán, envidia de que dos almas gemelas se hubieran encontrado, de que existiera el amor verdadero, el amor puro, donde no existían los intereses, el amor que solo puede surgir cuando dos niños que todavía no conocen la dureza del mundo se enamoran, una historia que empezó gracias a ti y que por mi culpa ha acabado…
Siento de verdad no poder ser tu amigo, pero es superior a mí, ha sido demasiado lo que he vivido contigo para verte como una simple amiga, de verdad que lo siento pero te prometo que intentaré saludarte si nos vemos, de verdad que intentaré no apartar la mirada, pero quiero que sepas que si lo hago es porque se me parte el alma cuando te veo, el simple hecho de tenerte delante y no poder tocarte es algo que me desgarra por dentro, si lo hago perdónamelo por favor…
Estoy seguro de que nadie te querrá nunca tanto como yo, pero deseo que alguien pueda hacerte feliz y pueda cumplir tus sueños, ojala hubiera tenido una oportunidad porque ese estoy seguro que hubiera sido yo, pero no ha podido ser, ya verás como alguien se cruza en tu camino.
#carta de despedida#cartas#tristeza#acción poética#despedida#disculpas#perdon#fracaso#poesia#historias de amor
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¿Quién querrá leerme?
Este es mi primer post de una adulta para el mundo y al no saber que escribir, lo primero que se me ocurre es cuestionarme eso, ¿quién querrá leerme? quien se tomará el tiempo para leer lo que yo escriba, ¡como siempre! mi miedo por delante, toda la vida he tenido miedo, siempre pensando en que pensarán, que dirán, que imagen se llevarán de mi... y a pesar de esto, soy un mar con cada uno de sus fenómenos, ¿si se han dado cuenta como es el mar? lleno de misterios, con olas gigantes, en calma muchas veces, recibe tormentas, truenos, alberga miles de especies, es profundo, oscuro, claro también, transparente en algunas partes; así me considero yo, y es curioso, porque al albergar tantas cosas en mi, he sentido miedo de no dimensionar el poder que tengo dentro y que me hace temer para dar los pasos que en algún momento he querido dar...
¿¡Quién querrá leerme!? me pregunto, quien se tomará el tiempo para conocer un poco de mi, para conocer la forma en como veo el mundo, la vida, la crueldad que hay en él y la forma tan intensa en como uno en su interior la vive...
Este es mi primer post y aquí solo hablaré de mis pensamientos, soy una psicóloga que nunca ha exteriorizado su pensamiento real, su forma de ver la vida pero que entiende a las personas con la empatía suficiente para sentir el dolor, las penas, las alegrías y todo lo demás, porque también he transitado el camino a una autorrealización, quiero caminar contigo, quiero encontrar nuevas formas de ser yo, quiero seguir brindando al mundo y a mis lectores las herramientas y las guías que tengo y aprender en cada paso, ayer me sentía incapaz y hoy me lance a la mar, a mi mar, para sentir la inclemencia del mismo, ahogarme si es necesario o aprender a sobrevivir con los miedos que puedan seguir surgiendo.
Gracias a ti que me lees, no se quien seas, no se si te interese mis palabras, esta soy yo una psicóloga con una vida particular, madre, mujer, hija, ex, novia, amiga, que ve la vida de forma cruda y real, satírica, sarcástica e irreverente, ¡Gracias por acompañarme!...
#black and white#documentary#culture#irreverent girl#personal#autenticidad#thank you#nuevo#narrativa
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Regalos? Bakugō x Oc fem
Meko (Oc) recibe unos regalos inesperados de una persona con la que no tiene relación en absoluto.
Me acababa de despertar después de pasar todo el día con Recovery Girl, así que me dirigí hacia los dormitorios de la U.A. para seguir durmiendo.
Después de unos cinco minutos, llegué al salón, donde estaban Mina y Ochaco viendo la tele.
—¡Oh, Mako-chan! ¿Ya te sientes mejor? —Ochaco se giró sobre el sofá para mirarme.
—Hola, chicas. Sí, ya me encuentro mejor —me acerqué al sofá para poder hablar mejor con ellas.
—Mako-chan, yo que tú me iría ya al cuarto —Mina miró cómplice a Ochaco y se sonrieron mutuamente.
—¿Por qué? ¿Tengo mala cara? —Inmediatamente me miré en la pantalla del móvil para ver si tenía cara de muerta.
—No, no, es solo que hay algo que te está esperando y, si tardas mucho, a lo mejor explota.
Miré a Mina con una ceja levantada.
—¿Es un juego de palabras...?
Las dos se quedaron calladas mientras soltaban una ligera risa, así que decidí hacerles caso y me fui hacia la habitación, que estaba en el segundo piso.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, pude ver de lejos una caja delante de mi puerta.
—¿Qué es eso...? —me pregunté a mí misma, ya que que yo recordara, no había comprado nada por internet.
A medida que me acercaba, pude ver que era una caja muy bonita de color rosa y tenía una pequeña nota encima. La cogí y entré a la habitación.
—Recupérate, tonta. Espero que esto te haga feliz —leí en la nota. Ni siquiera estaba firmada, aunque la letra me sonaba algo familiar y olía ligeramente a caramelo de café.
Dejé la nota en mi mesita y abrí la caja. Dentro de ella había un pequeño cesto con ciclámenes, unas flores que resisten muy bien el frío. Me quedé mirando las flores con atención.
¿Quién me podría haber dejado este regalo en la puerta? Era lo único que estaba en mi cabeza. La nota no tenía ninguna firma, y solo tenía como pistas su letra y el perfume que había en ella.
——
Después de haberlas acomodado en mi mesa de noche, decidí salir de la habitación para investigar. Lo primero que hice fue buscar a las chicas para pedirles ayuda.
—Hola, chicas —saludé a todas las que ahora estaban en el salón.
—Mako-chan, ¿vienes a preguntar cuándo haremos la cena, no? —Jirou rió por lo bajo mientras me miraba.
Mis mejillas se pusieron de un leve tono rojo. Siempre bajaba todas las noches a preguntar cuándo haríamos la cena.
—Esta vez no —contesté sonriente.
—Me han dejado unas flores delante de la puerta y no sé quién ha sido, así que vengo a pediros ayuda.
Las chicas me miraban atentas; parecía como si ellas ya supieran quién había sido.
—¿Y bien?
—Lo siento, Mako-chan, pero esto lo tienes que descubrir tú sola, kero —Tsu fue la que respondió mientras las demás chicas asentían.
Solo suspiré con cansancio y me fui a la cocina, donde estaban Deku y Denki.
Me acerqué a ellos para poder oler sus perfumes y ver si alguno tenía un parecido, pero no parecía coincidir en absolutamente nada, hasta que se me ocurrió algo.
—Oye, Deku, ¿de casualidad no sabrás de quién es este perfume? —Le acerqué la nota a la nariz. Esto se me había ocurrido porque Deku apunta TODO en su libreta, y no me extrañaría si también apuntara nuestros perfumes. Sonreí inconsciente ante mi gran idea.
—¿Este no es el perfume de Kacchan?
Mi sonrisa se desvaneció al instante.
—¿Eh? —Eso fue lo único que salió de mi boca durante dos minutos.
—¿No hay alguien más que use ese perfume?
Deku negó y se preparó para hablar, aclarando su garganta y levantando un dedo, como en el meme.
—Kacchan es el único que huele así debido a su quirk. Aunque él huele más dulce, estoy seguro de que la nota huele así porque le habrá puesto perfume, y esto habrá intensificado el olor dulce.
Cuando terminó de hablar, me quedé tiesa mirando hacia la encimera.
¿Por qué Bakugō me regalaría unas flores? Apenas hablo con él, y cuando lo hago parece que me ignora; ni siquiera me grita como al resto.
—Ah —Denki soltó una carcajada mientras me hacía una foto.
—¡JAJAJA, vaya cara se te ha quedado, Mako!
Mi cara en ese momento era un cuadro, y no entendía el porqué.
Después de unos días, nada más volvió a aparecer en mi puerta, y por algún motivo me sentía un poco triste al no ver ninguna otra señal.
Hoy iba a ser un día cansado, ya que íbamos a entrenar aún más nuestros quirks, y yo estaba un poco preocupada, ya que la última vez acabé con Recovery Girl por esforzarme demasiado.
—¿Qué te pasa, Mako? ¿Estás nerviosa? —Ochaco se acercó a mí mientras me sobaba un poco el hombro.
—Tengo miedo de volver a sobrepasar mis límites —contesté, mientras inconscientemente miraba la espalda de Bakugō. Pareció darse cuenta, ya que al instante se giró con la intención de gritar algún insulto, pero al verme, se quedó callado y se volvió a girar.
Fruncí el ceño al instante. ¿Acaso le caigo tan mal que ni me habla?
—Oye, Ochaco, ¿le caigo mal a Bakugō?
Ochaco palideció al instante.
—Eh, bueno, "caer mal" no es algo que yo diría, jeje...
La miré, luego volví a mirar la espalda de Bakugō. Entonces, ¿qué es? me pregunté a mí misma.
——
—Mako-chan, deberías tener más cuidado la próxima vez.
Iida, nuestro perfecto delegado, me estaba echando la "bronca" porque había terminado otra vez con Recovery Girl.
Yo le sonreí con pena y asentí.
—Lo sé, lo siento. Es que estaba un poco distraída.
—Mako-chan, ya te puedes ir a la habitación —Recovery Girl dejó un beso en mi frente para ayudarme a ponerme de pie—. Y tú, te quedas aquí para redactar la asistencia —le señaló a Iida mientras me abría la puerta para dejarme ir.
Mientras me dirigía al edificio de las habitaciones, empecé a sentirme aún más cansada a causa del quirk de Recovery Girl.
—Mierda —solté, mientras me agachaba en el suelo para intentar recuperar un poco de energía. Estuve así unos minutos hasta que sentí una mano en mi hombro.
—Iida-kun, ahora voy a la habitación, no me metas prisa —dije, imaginándome que Iida ya había salido de la enfermería.
—Tsk, yo no soy ese motor con cabeza.
En ese momento, al escuchar su voz, mi cuerpo se congeló. Bakugō estaba detrás de mí, y podía sentir el calor de su mano apoyada en mi hombro.
—Ah —fue lo único que pude decir.
—¿Cómo que "ah"? ¿Acaso querías que fuera él? —en su voz podía escuchar la irritación, aunque parecía estar conteniendo su enfado.
Me puse de pie lentamente para intentar no caer y miré de reojo a Bakugō. Él tenía su típico ceño fruncido, pero parecía estar calmado.
—Te has vuelto a sobrepasar, tonta —dijo mientras quitaba su mano de mi hombro y la pasaba a mi muñeca para empezar a andar en dirección a las habitaciones.
—Bakugō, no hace falta que me ayudes.
—Si no te ayudo, acabarás con la señora besos otra vez, estúpida —se me escapó una carcajada al oír el mote que le había puesto a Recovery Girl. Una vez llegamos al edificio, me acompañó hasta la puerta de mi habitación.
—Gracias, Bakugō. Si no me hubieras acompañado, seguramente me hubiera caído en medio del salón —dije, soltando una risa para acompañar la verdad.
—Tsk.
Fue lo único que dijo, dándose la vuelta con intención de irse mientras yo me quedaba en mi puerta. De repente, se detuvo en seco y se giró hacia una de las máquinas expendedoras que había al lado del ascensor.
—Toma —dijo, mientras volvía y me entregaba un cartón de leche de chocolate. Miré curiosa su regalo y luego lo miré a él. Tenía la cara ligeramente roja y notablemente relajada. Me quedé admirándolo unos segundos sin decir nada; nunca había visto a Bakugō de esa manera.
—Oye, Bakugō, te ves muy bien cuando no tienes cara de irritado —confesé sin darme cuenta, lo que hizo que su cara se enrojeciera aún más.
—¡YO SIEMPRE ME VEO BIEN! —gritó, mientras abría la puerta de mi habitación y me metía dentro de un empujón. Después de eso, me tiró una pequeña caja y se fue irritado, cerrando la puerta de un portazo.
En el suelo de mi habitación, miré la pequeña caja que Bakugō me había lanzado. Parecía una caja de joyería, y olía exactamente igual que la nota de las flores. Después de quedarme absorta mirando la caja, decidí abrirla. Me encontré con un brazalete fino decorado con un lazo y pequeñas piedras. "De piedra me quedé yo", más bien dicho.
Al instante me levanté con energía, sosteniendo la caja en la mano. Parecía que toda la fuerza que me faltaba había regresado de golpe. Corrí por el pasillo hasta el ascensor, consciente de que si no me apresuraba, Aizawa-sensei podría regañarme por andar tan tarde por los pasillos.
Salí del ascensor y me dirigí a la habitación de Bakugō. Di unos golpes suaves en la puerta, y al cabo de un minuto, él la abrió, ya vestido con su pijama.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con molestia.
Sin decir nada, entré en su cuarto y dejé la cajita en la mesa de noche junto a su cama.
—¿Me estás regalando estas cosas porque piensas que soy débil? —dije, con el ceño fruncido.
—¿Eres tonta o te haces? —Bakugō no parecía afectado por mi comentario y me miraba con una ceja alzada.
—¿Me estás llamando débil? —seguía sin entender nada, mirándolo en busca de una respuesta.
Para mi sorpresa, Bakugō bajó un poco la mirada, algo muy inusual en él. Nunca se muestra vulnerable ante nadie, lo que me preocupó.
—¿Bakugō? —lo llamé con inquietud, acercándome mientras olvidaba la cajita en la mesa.
—¿No te gusta? —parecía algo decepcionado, y sus palabras se atropellaban un poco—. Tus amigas me dijeron que te encantan las flores y ese tipo de brazaletes...
Me quedé congelada. ¿Bakugō había preguntado a las chicas qué cosas me gustaban para regalarme?
—¿Bakugō, qué te pasa?
—Tks, realmente eres inútil —Bakugō me dio un manotazo en el brazo y fue hacia su cama para sentarse en ella—. Ven —ordenó. Yo obedecí y me acerqué, quedando de pie frente a él.
—Escúchame, estúpida. Me interesas, y no de la manera de ser amigos. No te lo repetiré, así que espero que lo entiendas —dijo mientras sacaba el brazalete de la cajita y lo ponía bruscamente en mi muñeca—. No lo pierdas, o te haré comprar otro.
Con eso, me tomó del brazo y me arrastró hacia la puerta, expulsándome de su habitación y cerrando la puerta en mi cara.
Todo el tiempo que estuve en su habitación no entendí nada, pero mientras me quedaba frente a su puerta, sus palabras resonaron en mi cabeza. ¿Le gusto a Bakugō? Mis ojos se abrieron de par en par, y mis mejillas se pusieron rojas de manera inconsciente.
—Mako, si sigues ahí parada, te pondré una sanción —logré escuchar, reconociendo la voz de Aizawa-sensei.
—¡NO, POR FAVOR! —grité sin pensar y corrí hacia el ascensor, dirigiéndome a mi habitación, mientras miraba mi nuevo brazalete.
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It's not a phase (Hazbin Hotel GuitarPrincess one-shot +18)
Por fin había conseguido zafarse de sus guardaespaldas perpetuos. Serán pequeños, pero eran prácticamente implacables a la hora de vigilar sus movimientos. Protegerla era el único propósito por el que habían sido creados y seguir las órdenes de Lucifer era lo único a lo que dedicaban su vida.
Y esa actitud sobreprotectora era agotadora. Ya no era una niña y no soportaba lo protegida en exceso que la tenía su padre de forma constantemente agobiante. ¡Era la maldita princesa del infierno y debería poder hacer lo que quisiera! Todavía se acordaba de cómo su padre la regañó hace unos meses por teñirse el flequillo de negro a juego con su estridente maquillaje oscuro. Era una decisión que había tomado por probar algo nuevo, pero que decidió dejarlo cuando vio que había conseguido hacer rabiar a su padre.
Se sentía ahogada en su casa a pesar de pasar mucho tiempo sola. Sus obligaciones como princesa eran mínimas y sus padres estaban tan ocupados con sus propios deberes que casi nunca estaban juntos y menos pasaban tiempo con ella. Y las pocas veces que coincidía con alguno de sus progenitores, solo le recriminaban su actitud que ellos tildan de demasiado rebelde para ser una princesa. Menuda hipocresía viniendo de las personas que desafiaron al mismísimo Cielo.
¡Ni que ella hubiera decidido ser princesa! Dada la situación, prefería haber nacido como un demonio cualquiera. Así seguro que podía ir por ahí sin ninguna restricción y podía hacer lo que quisiera con quien quisiera y cuando quisiera.
Lo que Charlie tenía claro era que no iba a dejar que su posición le impidiera divertirse. Es por eso por lo que, como muchas otras veces, había conseguido despistar a Razzle y Dazzle para infiltrarse en la ciudad en busca de algún sitio en el que pasarlo bien.
Tampoco era la primera vez que lo hacía, pero siempre tenía que ser muy cuidadosa en los momentos en los que elegía su momentos de escape.
En aquella ocasión decidió pasar la noche en un bar que le gustaba mucho y en el que había bastante ambiente. Todo tipo de demonios abarrotaban el lugar en busca de diversión mientras el alcohol corría y la música rock retumbaba en sus oídos. A Charlie le gustaba mucho ese bar desde que empezó a aficionarse al rock hacía unos años cuando entró en la que sus padres llamaban una fase rebelde.
Normalmente la música del bar era pregrabada y los camareros aceptaban peticiones de los clientes, pero aquel día Charlie había tenido suerte. En ocasiones muy concretas algunos grupos de rock de la ciudad actuaban en aquel local y aquel fue uno de esos días.
La princesa se quedó fascinada viendo al hombre que tocaba en el centro del escenario. No le parecía nada un demonio: llevaban ropa de cuero con tachuelas y pinchos, la piel blanca que brillaba con el sudor y el pelo castaño cenizo totalmente despeinado y unos ojos dorados a juego con sus alas y su brillante guitarra. Si no estuviera en el infierno, Charlie juraría que lo que tenía delante era un ángel como integrante principal de un grupo de rock, pero era imposible. La princesa se rio de su propia idea y se centró en disfrutar del concierto.
Aunque el concierto era increíble, Charlie no podía apartar la vista del vocalista y notó que él también había empezado a fijar su dorada mirada en ella. Era todo un macarra que le encantaba gustar y sus ojos no pudieron evitar fijarse en aquella rubia con el flequillo negro que estaba disfrutando de su concierto como nadie. Le guiñó el ojo y ella le respondió con una sonrisa pícara. Se había creado una especie de conexión invisible y el resto del concierto transcurrió como si solo estuvieran ellos dos en el local. La atracción estaba empezando a surgir a pesar de la distancia entre ambos, a pesar de no haber intercambiado una sola palabra.
El concierto terminó y la banda se retiró a disfrutar de un merecido descanso. Cuando estaban celebrando otro concierto exitoso, escucharon a alguien llamando a la puerta. El batería abrió para ver a la rubia que había llamado la atención del vocalista.
—Ha sido un gran concierto —dijo ella con una amplia sonrisa.
—Gracias, muñeca. Veo que lo has disfrutado —respondió el vocalista esbozando una sonrisa socarrona.
Charlie entró en el camerino con seguridad y desafió al hombre con la mirada. Era increíble lo bien que se entendían dos desconocidos simplemente por las miradas.
—Chicos, salid a tomar algo, voy a hablar más personalmente con mi fan.
El resto de integrantes de la banda se marcharon lanzando vítores y silbidos. No era la primera vez que el vocalista aprovechaba el camerino para pasar un buen rato con una fan después del concierto.
—Nunca te había visto por aquí —comentó el hombre sentado en el sofá del camerino.
—Bueno, me tienen muy controlada en casa. Pero a veces me escapo.
—Me gustan las chicas traviesas.
El hombre sonrió, se levantó del sofá para acercarse a la chica.
—¿Ah, sí?
Ella le sonrió con picardía y se acercó a él. Puso las manos en el pecho del hombre y disminuyó la distancia que los separaba. El hombre podía ver las mejillas sonrojadas de la chica. Parecía que había estado bebiendo pero no era nadie para decirle nada. Él también se había pasado de copas y su mente no tenía ganas de pensar. Quería disfrutar de un buen rato con aquella rubia.
Y ella parecía pensar lo mismo cuando rodeó su cuello para lanzarse a sus labios. Él correspondió el beso con la misma voracidad que le estaba ofreciendo ella.
Aunque la chica era alta, para él se sentía muy pequeña en el momento en el que la rodeó con los brazos para profundizar aquel beso. Podía notar cómo la totalidad de su cuerpo la podía abrazar completamente. Con esa idea en mente y mientras sus lenguas empezaban una danza llena de necesidad para llevar el liderazgo en ese beso, él agarró el trasero de la chica para levantarla y acercarla todavía más a él. La princesa de forma instintiva rodeó las caderas del hombre con sus piernas para no caerse. Lo rodeaba llena de necesidad por la embriagadora violencia con la que se estaban besando. Él los llevó a los dos hasta un tocador que había en el camerino. La sentó en el mueble para seguir besándola con ferocidad.
El impacto de la chica contra el mueble había hecho caer todo lo que había encima, pero a ninguno les importó mientras sus lenguas se enfrascaban en una violenta pelea por conquistar la boca del otro.
Se vieron obligados a separarse por falta de aire y, por primera vez, se miraron a los ojos mientras intentaban controlar su respiración. Los de él brillaban con lujuria al igual que los de ellas que estaban enmarcados en un coqueto sonrojo.
Charlie se relamió los labios y empezó a desabrocharse el vestido. Ya no tenía suficiente con unos simples besos por muy apasionados que fueran. El hombre silbó sorprendido por la tenacidad de la chica. Así que, para igualar las condiciones, se quitó la chaqueta y la camiseta.
—Si quieres que me quite algo más te lo tienes que ganar preciosa —la retó el hombre.
Ella sonrió con picardía antes de volver a devorar los labios del hombre más que dispuesta a aceptar el desafío con el objetivo de conseguir la jugosa recompensa. Sin descuidar los labios de la chica, el hombre empezó a bajarle el vestido. Ella se levantó lo suficiente como para conseguir que la prenda tocara finalmente el suelo.
El hombre se relamió al ver aquel cuerpo esbelto completamente a su disposición. Iba a pasárselo muy bien esa noche. No tardó mucho en quitarle el sujetador mientras ella empezaba a tantear de forma juguetona la cremallera de sus pantalones.
Mientras él empezaba a pasar su lengua traviesa por los pezones de la chica, ella desabrochó finalmente la cremallera hasta liberar el miembro del hombre que reclamaba algo de atención.
Ambos estaban hambrientos del otro. No hacían falta las palabras, en la habitación solo se escuchaban los pesados suspiros de él y los contenidos gemidos de ella que intentaba hacerse la difícil ante los precisos toques de aquel hombre sobre su pecho.
Intentando que la situación se igualara, ella empezó a acariciar aquella polla que tantas ganas tenía de tener dentro.
El hombre gruñó de placer ante el tacto de las cálidas y delicadas manos de la chica envolviendo su miembro. Sonrió sin dejar de morder los pechos de la chica y, mientras ella disfrutaba de masajear su pene. El hombre se cansó de juguetear con los pechos de la chica, quería más de ella así que apartó las bragas de ella a un lado y empezó a masajear su intimidad con la misma intensidad con la que ella seguía acariciando su miembro. Sonrió satisfecho, no tendría que hacer mucho, ella ya estaba bastante húmeda.
Acarició muy travieso el clítoris de ella e hizo que diera un pequeño salgo en el mueble. Era muy sensible, le encantaba. Como estaba ya tan mojada, introdujo dos dedos en el interior de la chica que entraron sin ningún problema. Su acción obtuvo como respuesta un pequeño gemido junto a la sensación de que la chica se contraía de placer. Estaba claro que ella se estaba esforzando por centrarse en el trabajo manual que le estaba haciendo, pero los dedos del hombre dentro de ella la hacían perder el control.
Él sonrió. Estaba más que lista y estaba claro que él también.
—¿Estás lista para probar la primera polla de todas, muñeca?
Charlie levantó la ceja.
—Así es, preciosa —dijo orgulloso e hizo aparecer sobre su cabeza un halo brillante—. Vas a tener el privilegio de follarte a Adam, el primer hombre.
La sonrisa de ella no hizo más que ampliarse con aquella información. Siempre le había gustado hacer rabiar a su padre por intentar controlarla. Sabía que por haberse escapado al concierto y haberse acostado con un escondido desataría la ira del rey del Infierno pero si ese desconocido era el primer hombre, solo haría la situación más interesante. ¡Jódete, Lucifer!
—¿Por qué te ríes, preciosa? Ya sé que tiene que ser una impresión saber que estás con la mejor alma del Cielo. Pero créeme que es verdad. A veces bajo a este estercolero con mi banda porque aquí se aprecia más mi arte. —Se pavoneaba haciendo pequeños círculos con los dedos dentro de la princesa.
—No sabes quien soy, ¿verdad? —dijo ella con una risita pícara mientras que, en ningún momento, había separado su mano de la entrepierna del hombre.
—¿Debería?
Adam alzó la ceja. Normalmente cuando revelaba quién era, las chicas se volvían locas. Pero en aquel caso no había tenido la reacción que esperaba. ¿Qué le pasaba a esa rubita?
—Creo que sí —comentó ella—. Mis padres son los que llevan todo esto.
—¿Son los dueños del bar?
Guapo pero no muy listo.
—De todo esto —contestó con una sonrisa—. Del Infierno.
El hombre se quedó en silencio mientras ella sonreía y no dejaba de bombear la primera polla de la historia.
—¿Eres la hija de Lilith?
—Sip —la sonrisa traviesa de la princesa no dejaba de ampliarse.
La sonrisa de Adam se ensanchó igualmente. Aquella era una forma deliciosa de vengarse al fin de Lucifer. Y estaba claro que su niñita estaba más que dispuesta a complacerlo.
—¿Estás segura de esto, nena? Tu papi se va a enfadar.
—Eso espero.
Una chica rebelde. Eso le gustaba todavía más.
Con determinación, apartó la mano de la chica y, sin que diera tiempo a que pudiera reaccionar, adentró su miembro dentro de la princesa que se abrazó a su cuello de forma instantánea.
Las embestidas salvajes de Adam hacían que el mueble en el que estaba sentada la princesa golpeara la pared de forma frenética. Pensaba que podría destrozarla y la pared también y eso le encantaba.
Aquello parecía un sueño. Por muchas mujeres con las que se hubiera acostado nunca había sentido una conexión así con nadie. La princesa había empezado a seguir su ritmo de forma perfecta sin necesidad de palabras entre ellos. La notaba jodidamente tan apretada y tan húmeda que era una delicia.
Ella jadeaba agotada sin bajar el ritmo de sus caderas que no hacían más que anhelar sentir al hombre cada vez más dentro de ella.
—Estás muy apretada, princesa —comentó él con la voz jadeante.
—¿Acaso es un problema? —Ella rodeó su cuello para robarle un beso necesitado aprovechando ese apoyo para intensificar el salvaje movimiento de sus caderas.
—Para nada —dijo él después del beso—. Eres deliciosa, hija de Lucifer.
El primer hombre empezó a repartir mordiscos esporádicos por el cuello de la princesa que empezaba a gritar de placer mientras sus caderas se sacudían más violentamente. Adam bajó las manos hasta las caderas de la chica para aumentar más la profundidad de los embistes.
Aquella chica era deliciosa, notaba como su coño envolvía perfectamente su polla y lo volvía loco. Ninguna otra mujer había conseguía envolver su miembro de una forma tan perfecta. Se sentía al límite, no iba a aguantar mucho más y, cuando ella empezó arañar su espalda y notaba como su interior apretaba con necesidad su miembro, él no tardó mucho en correrse también.
Los dos habían asumido que aquello sería un polvo de una noche así que, tras el orgasmo, ambos se adelantaron antes de despedirse. Charlie no podía llegar demasiado tarde si quería salir airosa de su pequeña escapada y Adam sabía que Lute y Vaggie no lo podían cubrir mucho más tiempo.
—No ha estado mal, princesa —se despidió él antes de volver a entrar en el bar.
—Lo mismo digo, primer hombre —contestó ella encaminádose a la salida trasera del local.
El tiempo pasó y, junto a la resaca del día siguiente, ambos olvidaron por completo aquel apasionado incidente. Ni siquiera cuando se reunieron para negociar los exterminios fueron capaces de reconocerse mutuamente.
La memoria de aquella noche parecía haberse esfumado del recuerdo de la princesa y el primer hombre. Pero lo que siempre les acompañaría convirtiéndose en un problema común era el herpes que el primer hombre le contagió a la princesa por no haber tenido cuidado.
One-shot dentro de la antología Tanto en el Cielo como en el Infierno.
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Sólo yo...
Muchos se refieren a la soledad con etiquetas peyorativas y es por eso que es poca la gente que, con miedo, la afronta. ¿Realmente sabes lo qué es la soledad? ¿Realmente podría considerársele como algo que debería ser satanizado, criticado, evadido, señalado... un castigo... o más bien como un obsequio?
Estar en soledad, para mí, es... Darse la oportunidad de levantar el rostro momentos después de haberse hincado en rendición por todo aquello que ha dolido, que duele y que se creé que seguirá doliendo. La soledad es ese espacio que otorga el tiempo como un regalo para arrodillarse delante del sufrimiento de uno mismo y así, tener la posibilidad de alcanzar el auto perdón, el auto conocimiento, el auto estima... el amor propio; porque cuando se afronta con valentía (aún cuando se lleva al corazón rebosante de miedo) los millones de espejos que coloca la soledad ante ti mismo, forzando a tornar la mirada hacia ti, podrás ser capaz de ver de lo que estás hecho, de eso que quieres salvar en ti y de lo que es necesario soltar para no sufrirte y así poder seguir adelante.
La soledad es amiga. La mejor de todas cuando logras desnudar ante ella y sin vergüenza, sin culpa, sin temores y sin juicios, el alma del niño o de la niña que ha vivido amedrentado por palabras, memorias, castigos, heridas, dolencias que te han hecho creer que eres lo que eres, sin ninguna posibilidad de renacer.
La soledad es enemiga cuando evades la responsabilidad que tienes como adulto de guiarte hacia el sendero de la paz y del respeto hacia ti mismo y hacia tu prójimo, pues en este caso, no habrá más que ego engendrado -por propia voluntad- en el camino que te has labrado.
La soledad no es el enemigo, es más bien ese santuario que levanta entre sus sombras, allá a lo alto, la luz que te pertenece desde el momento en el que decides conocer, entender y abrazar todo tu caos.
-Leukiel.
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No olvidemos que todavia esta vigente un decreto que toca materias muy sensibles y que no son permitidas por la constitucion y que aun asi se encuentra vigente porque el Congreso ni la Corte se quieren hacer responsables, la gran desventaja de los decretos es que son fácilmente volteables por gobiernos posteriores, por lo cual no podes crear politicas duraderas con ellos, pero no hay que subestimar el poder destructivo de los decretos y de un tipo como milei que esta dispuesto a llevarse cada institucion por delante en su plan mesianico.
No, no subestimo el poder que tienen estos decretos, el poder que tiene el ejecutivo en Argentina es terrible. Sin embargo ya vemos que judicialmente el mega-DNU está cayendo a pedazos y es muy posible que caiga del todo en el congreso.
Que no quita la capacidad de daño que todavía tiene Milei, de sacar "decretitos" que sean muy poderosos y destructivos. Él lo va a intentar, porque todavía tiene su personalidad mesiánica y revolucionaria. Por eso hay que seguir insistiendo de todos lados. La patria no se vende.
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Rescatándola
Resumen: Básicamente tienes una relación con Ghost, con quien también trabajas. Durante una misión, ambos discuten y siguen sus propios caminos durante el día, hasta que el equipo enemigo te atrapa y tu hombre debe ir a salvarte.
Here is the English version
El bastardo que me había abandonado en plena misión ahora había vuelto por mí.
Me habría gustado escupirle en la cara y decirle que podía salvarme yo sola, pero, estaba atada y también muy aterrada.
-¿Cómo es posible que te haya dejado sola un par de minutos y te hayan atrapado, eh?-
-¿Minutos? Fue casi una hora y fue tu culpa que me hayan dejado en esta tonta silla, me dejaste sin ni una sola arma para defenderme.-bufé, molesta con su presencia.
-¿Quieres bajar el volumen? Si los del bando contrario llegan a escuchar tus chillidos, estaremos fritos.-Susurró contra mi oído, mientras intentaba cortar los cables que me sujetaban por detrás.
Giré mi cabeza hacia atrás, intentando verlo. Su uniforme no lograba ocultar los músculos de sus fornidos brazos, que se flexionan cada vez que mueve el cuchillo cerca de mis muñecas.
-Eres un idiota, Simon.-escupí en voz baja.
-La idiota eres tú, por dejar que te atraparan tan fácilmente, arruinando nuestra misión. Y no vuelvas a decir mi nombre, que alguien te puede escuchar.-Su intensa mirada recorría mi rostro, intentando asustarme con su firme tono.
Resople indignada cuando finalmente fui liberada de aquella oxidada silla.
Observé a Ghost de brazos cruzados quien guardó en sus bolsillos un par de cosas.
-¿No estás feliz de que te haya liberado?-me preguntó.
-Solo me viniste a buscar porque la misión no ha tenido éxito, habría preferido que me hubieras dejado abandonada… Hubiera sido mejor que simplemente no te hubieras parecido.-
-No te abandoné, simplemente quería estar solo. No me estabas ayudando en nada de lo que te pedía y el hecho de que empezáramos a discutir no era… agradable.- suspiró cansado.-Además, ni tu misma te crees todas esas cosas que dices, sé que te alegra que haya salvado tu bonito trasero.-
Aparto la mirada, incapaz de seguir peleando, mientras él abre con cuidado la puerta de la estrecha habitación que me había aprisionado por largos minutos.
Ghost caminó delante de mí a través de los oscuros pasillos, guiándome.
-Nena…-murmuró con inquietud.
-No me digas así. Sigo enojada por lo-soy interrumpida por su mano que tapa mi boca.
Con rapidez me acorrala contra una pared, protegiéndome con su corpulento cuerpo.
Mi cabeza está confundida hasta que unos pasos externos resuenan en mis oídos. Mis manos automáticamente se sostienen de la espalda de Ghost y me refugió en su pecho, con temor de que nos atrapen. Una vez que estuvimos seguros de que no había moros en la costa, los dos tomamos distancia.
-Eres un imbécil.-susurré contra sus labios.
-Y tú una loca y gruñona.-respondió.
Lo vi levantar su máscara hasta su boca antes de que nos embriagamos en un confuso e intenso beso, que hizo que olvidara completamente mis razones para haberme molestado con él. Sus guantes rozaron la delicada piel debajo de mi camisa, hasta llegar al cinturón de mis pantalones. Con avidez, mientras su lengua jugaba con la mía en unas sucias caricias, con fuerza bajó mi ropa hasta mis rodillas, quedando inmediatamente expuesta a él.
-Simon, nos pueden ver…-susurré con un jadeo.
-Te dije que no dijeras mi nombre acá. Ahora, será mejor que te mantengas callada.-
Antes de siquiera poder contradecirlo, se arrodilló ante mí, con sus manos separó mis piernas para luego, abrir mis labios hinchados y brillantes de excitación.
Sus dedos se movieron hasta apretar la carne de mi trasero y se inclinó sobre mi vientre con delicadeza.
-Mierda, nena. No tienes ni puta idea de lo deliciosa que eres…
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La oración, la persistencia y la fe
ORACIÓN
Señor, quizás ahora no vea nada, pero persisto en orar y pedirte por la salvación de mi país, de mi ciudad, de mi familia, amigos y conocidos, quiero ver una mano pequeña que se extiende por tu infinita misericordia, trayendo salvación y vida eterna. Por eso te clamo para que se abran los cielos y que los tiempos secos se vayan, que llegue una lluvia fresca y una gran bendición para que todos lleguen al conocimiento de tu voluntad, en Cristo Jesús, amén.
LEE LA PALABRA DE DIOS
“Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: "Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Vé, y dí a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel”. 1 Reyes 18:41-46
REFLEXIONA
Los tiempos de sequía espiritual, donde no vemos nada, prueban nuestra fe. Podemos desanimarnos, dejar de orar y de congregarnos; o por el contrario disponernos a orar y esperar la respuesta del Señor en su tiempo perfecto. Aprendamos tres cosas del profeta Elías:
1) El poder de la oración. Nos lleva a entender que pase lo que pase debemos seguir orando. Es decirle al Señor: “estoy en sequía, pero yo dependo de ti”. Él nos da esperanza, mira nuestra situación, nos instruye y fortalece en la espera. El salmista nos aconseja aguardar, esperar el tiempo de la respuesta, confiando plenamente en la bondad de Dios, como dice Salmos 27:13-14: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová”.
2)El poder de la persistencia. ¿Cuántas veces tenía que subir el criado de Elías a ver una señal de lluvia? Siete veces. Muchas veces en la vida cristiana hay que insistir, resistir y clamar. Ya Elías había recibido la Palabra de que iba a ver una gran lluvia después de tanta sequía. Sólo se arrodilló y dependió absolutamente de Dios. Independientemente de las circunstancias o de toda intervención del enemigo que quiere que dudemos de las promesas de Dios, no nos desanimemos porque el Señor siempre cumple su Palabra, Números 23:19 “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”.
3)El poder de la fe. La fe es cuando no vemos nada o vemos algo muy pequeño, pero estamos seguros de que Dios va a actuar y seguimos persistiendo en oración. Elías creyó y declaró a Acab: “Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye”, llamando las cosas que no son como si fuesen. Perseveró en la oración, hasta que vio la respuesta. Romanos 4:17 dice: “(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”.
Pidamos a Dios que hoy se detenga toda sequía en nuestras vidas, espiritual, emocional y física y que demos paso a un cambio de bendición y restauración donde sólo Él hará cosas nuevas.
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La oración nos ahorra tiempo...
Cuando dedicamos tiempo para buscar la sabiduría de Cristo, Él logrará más por medio de nosotros de lo que podemos hacer por nosotros mismos.
Salmo 143.5-12
¿Qué es lo primero que usted piensa cuando se despierta? ¿Están sus pensamientos enfocados en el día que tiene por delante, o están centrados en el Señor? Lo más importante y que nos ahorra más tiempo cada día es pasar tiempo con nuestro Padre celestial.
Sin embargo, muchos nos sentimos tan presionados que pensamos que no hay tiempo suficiente para Dios. Comenzamos nuestro día, y después nos preguntamos por qué estamos tan confundidos e insatisfechos. Incluso si nuestro deseo es seguir a Dios, no sabemos hacia dónde nos está guiando, ya que nunca nos detuvimos a recibir las instrucciones del día (Sal 143.8).
Quizás el problema sea la lógica humana. Pensamos que el tiempo dedicado a leer y orar resultará en tener menos tiempo y menor productividad. Sin embargo, si buscamos la dirección y sabiduría de Cristo, Él logrará más a través de nosotros de lo que podemos hacer por nosotros mismos. Él nos dará sabiduría para tomar buenas decisiones, aumentará nuestras fuerzas y energía, y nos librará de la ansiedad que nos hace perder el tiempo (Fil 4.6).
Cuando dedique tiempo para Él, el Señor le llenará de paz y gozo, le guiará, le dará sabiduría, dará poder para obedecer, le hará más productivo y le reconfortará con su amor.
(Ps. Charles Stanley).
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He perdido.
La noción, el peligro, la desconfianza, la confianza.
He perdido el camino que lleva a la orilla, esa agua negra me mira con recelo.
Soy joven, eso dicen. Hay vida por delante, eso dicen. Hay de donde agarrarse para poder vivir, eso digo.
Este sentimiento, inherente, escandaloso y ansioso me lleva al aborrecimiento, a la decepción, a la tristeza y a la decadencia.
Esto no es lo que merecemos, ni siendo más tener que aceptar esa cruda realidad.
Esto no suma, sustrae, negativo y pulsante. Este miedo no me hace cosquillas.
Y no es la autoestima, es la estima a lo que me rodea. Tan baja, tan mediática, tan mediocre. No espero ni expectante el día que pueda decir que viví felizmente.
Hasta que la piel deje de ponerse gallina, habrán agallas para seguir.
#poets on tumblr#tumblrboy#tumblr#noches de café#spotify#indie pop#indie sleaze#light indie#gay love#gayboy#original poem
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Capítulo 9 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Desierto de Corel.
Seguíamos rumbo al sur junto a nuestro nuevo todoterreno. Estaba centrada en conducir de una manera algo más moderada que anteriormente porque veía que Yuffie lo estaba pasando un poco mal de más en el vehículo.
— Oye Cait.- Dijo Barret.- Ya que te has pegado a nosotros como una lapa, ¿no vas a soltar prenda?
— No hay miaucho que saber.- Respondió Cait Sith.- Soy un don nadie en una filial pezqueñita de Shinra. Llevó un porrón de tiempo, y mi día a día siempre ha sido bien anodino.
— Un perrito faldero de Shinra, vamos.- Mencionó Barret.
— Gatito.- Corrigió Cait Sith.
— Gatito, dice…- Dijo Barret.
— ¡Sois miau especiales! No he conocido a nadie igual.- Mencionó Cait Sith.- ¡Os quiero miaucho, como la trucha al trucho! Estoy encantadisimo.
— ¿Te estás cachondeando, micho?- Preguntó Barret.
— ¡Venga, enróllate! ¡Que queda viaje por delante!- Exclamó Cait Sith.
— Barret…- Exclamó Yuffie.- Algún día… destrozarás a Escarlata, y yo estaré ahí para ayudarte…
— Va, pero ahora la que está destrozadita eres tú.- Mencionó Barret.
— El dolor… me hará más fuerte…- Dijo Yuffie. Estaba realmente mareada.- Todo el odio que siento por esa pava… ¡Pienso usarlo contra ella! No… puedogh…
— O-Oye… no irás a…- Dijo Barret.
— ¡Yuffie, mira al frente o te marearas más!- Exclamé yo.
En ese momento escuché perfectamente como a Yuffie se le venía casi la pota encima.
— ¡Joder!- Exclamó Barret.- ¡Para, Sil, paraaa!
— ¡No, espera!- Exclamó Cait Sith.- ¡No vomites aquíííí!
Frené de golpe el coche y bajamos a Yuffie con cuidado de este quien terminó echando por la boca toda la comida. En ese momento se tumbó en el suelo, aún viendo las estrellas y Aeris, Tifa y yo nos pusimos a su lado.
— ¿Cómo estás?- Pregunto Aeris.
— Mueeerta….- Dijo Yuffie.
— Perdón, mi culpa.- Dije riendome un poco.- Bajaré el ritmo.
— ¿Qué hacemos?- Preguntó Tifa mirando a Cloud.
— No hay rastro de túnica alguna, y no tiene mucho sentido conducir sin rumbo…- Respondió Cloud.
— ¡Estoy muertaaaaa!- Exclamó Yuffie.
— ¡Ya sé!- Dijo Cait Sith de golpe y sacando su robot moguri gigante.- ¡Aquí! ¡Holitas! Os voy a leer el futuro… ¡Miau, marramamiau! ¡Miau, miau! ¡Marramiauuu!
De la boca del moguri salió un papel y Cloud lo agarró.
— Las setas de la suerte.- Leyó Cloud.
— ¿Setas?- Preguntó Aeris.
— Setas… Setas… ¡Ah!- Exclamó Cait Sith.- ¡Barret! Antes miauncionaste el reactor de mako de Corel… Cuando lo del Arma y tal.
— ¿Yo te he dicho eso?- Preguntó Barret.
— Conozco otro reactor inoperativo no miau lejos de aquí.- Explicó Cait Sith.
— ¿Mako?- Preguntó Yuffie de golpe.- ¿¡Materias!? ¡Genial! ¡Geniaaaal! ¡A tope con ese reactorrrgh…!
Yuffie se intentó levantar pero seguía muy mareada así que la volví a sentar en el suelo.
— La verdad es que no es mala idea.- Dijo Barret.
— Aunque habría que conducir un poquitito más. ¿Estáis de acuerdo?- Preguntó Cait Sith.
— Por mi, conduzco hasta el fin del mundo si es necesario.- Exclamé con una sonrisa.
— ¡Pero más despacio!- Exclamó Yuffie.
— Deberíamos ir, entonces.- Mencionó Cloud.
Ayudé a Yuffie a levantarse y nos montamos de nuevo en el todoterreno para seguir avanzando con nuestra travesía.
— ¡Felinástico!- Exclamó Cait Sith.- Prrróximo destino: ¡el frondoso oasis sureño! A ver qué sorpresas nos aguardan en el reactor…
Encendí el trasto y rápidamente me puse rumbo al sur aunque apretando el acelerador menos de lo que quería. Yuffie se había puesto a mi lado, en el asiento del copiloto, para poder evitar así que se mareara con tanta facilidad.
— Oye, ¿qué es todo eso de las setas de la suerte?- Preguntó Aeris.
— Son la especialidad regional y crecen alrededor del reactor.- Explicó Cait Sith.- Y son nada menos que… ¡las setas!
— ¡Ya veo!- Dijo Aeris.
— ¿Y crecen junto al reactor?- Preguntó Barret.- Hay que joderse.
— Mientras se puedan comer.- Dije yo sacando un poco la lengua.
— No todas las miauespecialidades son comestibles, miaujor preguntar a los locales antes de meterse una en la boca.- Mencionó Cait Sith.
— Qué chasco.- Reí un poco.
A lo lejos ya se podían ver árboles y una zona verde, por fin dejábamos casi atrás el desierto de Corel.
— ¡Gentecilla!- Exclamó Cait Sith.- ¡Prrrstad miaucha atención!
— ¿Qué pasa ahora?- Preguntó Barret.
— ¡Nos acercamos al bosque!- Informó Cait Sith.- El reactor está ahí dentro.
— Aún no se ve absolutamente nada.- Dijo Red XIII.
— Pero si se ven los árboles a lo lejos.- Exclamé yo con una sonrisa.- Aunque, ¿podremos pasar con el coche?
— ¡Prrrnto lo descubriremos!- Dijo Cait Sith.
Región de Corel: Bajío irregular: Costa de Corel.
— Un poquito más y ya estamos en Gongaga.- Explicó Cait Sith.
— Gongaga…- Dijo Aeris.
Cada vez nos acercábamos más al bosque, ya se podía oler la naturaleza.
— ¡Mirad! Ya estamos casi en el bosque.- Exclamó Tifa.
— ¡Felinástico! Aguanta, Yuffie, que la llegamos.- Dijo Cait Sith.
— Bieeeengh…- Dijo Yuffie casi como podia.
Región de Gongaga.
Llegamos a las entradas del bosque y paré inmediatamente el coche ya que perfectamente vimos que no se podía pasar con él en esta región. Yuffie salió disparada del coche, casi que dando tumbos.
— Qué mareoooo…- Exclamó Yuffie.
— Tendremos que ir a patas.- Dijo Cait Sith.- No está miau lejos, ¿eh? ¡Ah! Y hay una pezqueña aldea cerca del reactor. ¿Por qué no descansamos las almohadillas? ¡El reactor no se va a ir a ningún lado!
— Por mí bien.- Dijo Tifa.
— Creo que Yuffie lo necesita.- Dije riéndome un poco.
— ¿Qué pasa, Cloud?- Preguntó Aeris. Cloud miraba fijamente el bosque, algo sorprendido.
— Este bosque me suena de algo.- Mencionó Cloud.
En ese momento decidimos emprender camino y adentrarnos de lleno en el bosque. El aire era super puro y toda la vegetación estaba al más verde puro. Era como un paraiso, nada comparado a Midgar.
— Oye, Cait.- Dijo Barret.
— ¿Digamiaulón?- Preguntó Cait Sith.
— Odio caminar en silencio.- Mencionó Barret.- Sé majo y chívame información clasificada de Shinra.
— A ver, cotilleos tengo para regalar.- Dijo Cait Sith.
— Pues empieza.- Dijo Barret.
— Estos días se habla miaucho del prrrsidente.- Mencionó Cait Sith.- ¿Quieres saber quién le ha diseñado ese traje blanco tan bonito?
— ¡Déjalo!- Exclamó Barret.
— ¡Una cosita, Cait!- Dijo de golpe Yuffie.- ¡Apuesto a que has estado informando a Shinra de nuestro paradero!
— ¿Quién, yo?- Preguntó Cait Sith.
— ¡Sí, tú! ¡Te tengo calado!- Exclamó Yuffie.
— Prrrr mis bigotes… Qué broma de mal gusto…- Dijo Cait Sith.
— Yo me espero cualquier cosa de Shinra.- Mencionó Barret.- Seguro que tienes un micro enano en el lomo.
— ¡Que no, que no!- Exclamó Cait Sith.- Lo de ser minimiaulista no iba con el presidente Shinra…
— Míralo.- Dijo Barret.- ¡Con qué cariño habla del presidente! Fiel como un perrito.
— ¡Ga-ti-to!- Mencionó Cait Sith.
— Gatito, claro.- Dijo Barret.
— ¿Y de los Turcos tienes alguna información que puedas decirnos?- Pregunté.
— Bueno.- Dijo Cait Sith.- El directivo de los Turcos se ha vuelto la miauno derecha del presidente desde hace poco.
— ¿En serio?- Pregunté riendome.- Que paradoja.
— ¿Miauradoja por qué?- Me preguntó Cait Sith.
— ¡Es un secreto!- Dije con una sonrisa.
Aldea de Gongaga
No tardamos demasiado en llegar a lo que parecía ser una aldea, con varias casitas. Era super bonita a mis ojos.
— ¡Qué me dices!- Dijo de golpe Tifa mirando unas setas moradas que crecían junto a la pared.- ¿Setas de Gongaga? ¡Y hay un montón!
— Son un lujo en Midgar, pero aquí salen hasta debajo de las piedras…- Mencionó Cait Sith.
En ese momento escuchamos a gente correr hacia nosotros y cuando miramos varios aldeanos vinieron con armas donde estábamos y se pusieron en guardia, rodeandonos.
— ¿Qué hacéis aquí?- Preguntó una conocida voz.- Espera tu… ¿Sil?
Me quedé mirando a la chica fijamente analizando su rostro y su pelo.
— ¿Cissnei...?- Pregunté yo, sin creer lo que veían mis ojos.
— Sil, madre mía…- Cissnei vino corriendo hacia mi y me abrazó muy fuerte.- No estás muerta… Pensé que nunca iba a volver a verte…
— Lo siento muchísimo, Cissnei.- Dije yo correspondiendo a su abrazo.
Los demás miraban atónitos la situación, no entendían absolutamente nada.
— ¿Cómo es que estás aquí…?- Pregunté yo, mirándola fijamente.
— ¿Te parece si luego hablamos…?- Me preguntó Cissnei.- En privado.
— Sin problema.- Le dije con una sonrisa.
— ¿De qué os conocéis?- Preguntó Cloud de golpe.
— Fuimos amigas durante un tiempo hace años.- Dije yo mirando a Cloud.
— Y… ¿qué os trae a por aquí? Me da que no estáis de inspección.- Preguntó Cissnei.
— Queremos ver el reactor.- Dijo Cait Sith con una seta de Gongaga en la mano.- Bueno… visitarlo.
— Ya veo.- Dijo Cissnei quitándole la seta.- Pues bienvenidos a Gongaga. Me presento, para todos. Yo soy Cissnei, comandante de la brigada juvenil. Perdonad si os hemos asustado. Nos tomamos muy en serio la protección de la aldea. Volved a vuestros puestos.-Cissnei envió a los demás miembros de vuelta al trabajo.- La colina ofrece unas buenas vistas del reactor. Y también hay un monumento que podéis visitar.
— ¡Miauchas gracias!- Agradeció Cait Sith.
— Es por aquí.- Mencionó Cissnei mientras nos enseñaba el camino.- No arméis revuelo, como véis, este es un lugar tranquilo. Es muy agradable vivir en plena naturaleza, aunque no recibimos muchas visitas. Hace mucho que no se ven caras nuevas por aquí.
Llegamos a lo que parecía ser un memorial. Cissnei puso una flor en este y se agachó, cerrando los ojos y rezando. Cait Sith se puso a su lado y se puso a rezar también. Tanto Aeris como Tifa se añadieron y Cloud y Barret también. Yuffie parecía confundida al ver que todos realizaban el mismo gesto y les imito. Yo simplemente me quedé atrás, mirando la situación, dando mis respetos pero sin rezar.
— Gracias.- Dijo Cissnei.
— ¿Alguien me lo explica?- Preguntó Yuffie.
— Hace tres años… explotó el reactor de Gongaga.- Explicó Cissnei.
— Las instalaciones eran demiausiado viejas.- Agregó Cait Sith.
— Nunca habría ocurrido de haberse realizado el debido mantenimiento.- Dijo Cissnei.- Al menos, erigieron este monumento.
— Pues eso sí que es raro.- Mencionó Barret.
— Bueno, el equipo de reconstrucción se ha deslomado.- Dijo Cait Sith.
— Eso no los exime de culpa.- Añadió Barret.
— Bueno, estaréis agotados del viaje.- Dijo Cissnei.- ¿Por qué no descansáis antes de ir al reactor?
— ¡Felinástico!- Exclamó Cait Sith.
— Mi casa es esa de ahí.- Mencionó Cissnei señalandola.- Tengo espacio de sobra, así que estáis más que invitados.
— ¡Yupi, yupi! ¡Ninguna objeción!- Exclamó Yuffie.
— Yo… creo que voy a dar una vuelta.- Dijo Aeris yéndose.
Los demás se fueron a explorar la aldea o a descansar y yo decidí quedarme en el memorial junto con Cissnei.
— Sil…- Dijo Cissnei mirándome.- ¿Dónde estabas…?
— Puede parecer una locura pero… no lo sé.- Expresé.- He perdido mis recuerdos.
— ¿En serio…?- Preguntó Cissnei mirándome.- Pero me has recordado a mi.
— Hace no demasiado no recordaba a nadie de mi pasado. Pero no se, fue volver a ver a Tseng y recordé a Rude, a Reno y a ti. Aunque a ti no te vi…- Expliqué.- ¿Cómo es que no estás con ellos…?
— Años más tarde de que desaparecieras… También desapareció Zack.- Explicó Cissnei.- Decidí venirme a su pueblo natal, dejando mi puesto en los Turcos, para ayudar a la gente aquí y… ver si de casualidad… algún día volvía. Pero de momento, no ha sucedido.
— ¿Zack?- Pregunté confundida.
— No me digas, Sil… ¿no recuerdas a Zack…?
Negué con la cabeza y me puse a indagar en mis pensamientos para no encontrar nada.
— ¿Qué te ha pasado en estos cinco años…?- Preguntó Cissnei.
— Me gustaría saberlo…- Suspiré.
— Deberías ir a hacerle una visita a los padres de Zack…- Dijo Cissnei.- Viven en esa casa de allí, acércate, ¿si?
— Vale, si, sin problema.- Me levanté del suelo y la miré.
— Entonces, nos vemos en un rato Sil.- Ella me sonrió y se quedó arreglando el memorial.
Yo me dirigí hacia casa de los padres de ese tal "Zack". No sabía muy bien que se me había perdido allí pero lo que sí sabía es que si Cissnei me lo había dicho, era por algo. Cuando abrí la puerta, allí se encontraba Aeris.
— ¡Sil!- Exclamó Aeris al verme.
— ¿Sil?- Dijo de golpe la mujer que había en esa casa. Por lo que tenia entendido, madre de Zack.
— Eh, si…- Dije mirándolos fijamente.
— ¿No sabrás tú nada del paradero de Zack, no?- Dijo la mujer agarrandome del brazo. Se veía el dolor en sus ojos.
Zack…
Un dolor punzante me pegó en la cabeza y la voz de Sephiroth resonó dentro de mi.
No es el momento de recordar nada.
— ¿Estás bien, Sil…?- Me preguntó la señora.
— Si, perdona… lo siento, no le recuerdo.- Dije yo mirando al suelo.
La mujer bajó su mirada y su marido fue a reconfortarla. Me sentía mal, muy mal.
— Siempre ha sido un alma inquieta.- Dijo el padre de Zack.- Así que voló bien lejos en cuanto pudo. Al principio nos escribía…
— De hecho… siempre hablaba de dos chicas en sus cartas… Y las descripciones que nos daba coinciden exactamente con vosotras… Espero de corazón no haberos incordiado.- Dijo la madre de Zack.
— No os preocupéis.- Dijo Aeris.- Estoy segura de que a Zack no le faltan chicas…
— Ojalá esté bien. Si no sabemos nada, seguro que es porque todo va bien, ¿no?- Preguntó la mujer.
— Tiene razón.- Mencionó Aeris.
— Si lo veis, por favor, decidle que nos escriba.- Mencionó el padre de Zack.
— Claro que sí.- Dijo Aeris con una sonrisa.
— Si… logro recordar algo, se los contaré.- Dije intentando esbozar una sonrisa.
Los padres de Zack se miraron y se apoyaron el uno al otro. Aeris se dirigió a mi.
— Deberíamos irnos ya, ¿no, Sil?- Me preguntó.
— ¿Tan pronto?- Preguntó la madre de Zack.- Ay, no os hemos ofrecido nada…
— No se molesten.- Dijo Aeris.- Si me he presentado aquí de improviso…
— Lo mismo digo.- Dije yo agarrándome las manos.
— Anda, anda. Es un placer.- Mencionó el padre de Zack.
Nos despedimos ligeramente y Aeris y yo salimos de la casa de los padres de Zack.
— Sil…- Me dijo Aeris mirándome fijamente a los ojos.- ¿Cómo se me ha ocurrido…? Recuerdas… una vez te hablé de que tuve un primer amor… él era Zack.
— Sí…- La miré fijamente.
— Me enteré de que había crecido aquí.- Mencionó Aeris.- ¡Me encontré con alguien que se parecía tantísimo a él! Resultó ser su padre. No caí en lo que estarían pasando sus padres. Seguro que nuestra conversación abrió viejas heridas…
— Bueno…- Desvié mi mirada, algo nerviosa.- Parecían felices de verte, bueno, y de verme…
— ¿Conoces a Zack, Sil?- Me preguntó Aeris.- Sus padres… conocían tu nombre…
— No estoy segura.- Expresé.
En ese instante Tifa se acercó donde estábamos y nos miró, algo preocupada.
— ¿Cómo ha ido?- Nos preguntó.
— Parece que no saben nada de él.- Dijo Aeris.
— Vaya…- Tifa bajó su mirada.
— Me gustaría saber alguna cosa más… Es tan horrible…- Expresé.
— No te culpabilices, Sil… No es tu culpa.- Me dijo Aeris agarrandome las manos.
— Creo que necesito descansar un poco, chicas… Me voy…
Me retiré rápidamente, andaba cabizbaja y hasta me encontraba un poco mareada de todo. Me fui, totalmente zombi, hacia la casa de Cissnei y allí se encontraba Cloud quien me miró fijamente al verme entrar.
— Oye.- Dijo Cloud.- ¿Estás bien, Sil?
Asentí y me tumbé sin pensarmelo mucho en el sofá, cerrando mis ojos. Cloud se puso a mi lado y me acarició suavemente el pelo. Me quedé dormida rápidamente.
Vas muy rápido, demasiado. Las cosas van a empezar a ser diferentes.
Me desperté de golpe, al escuchar un rugido extraño desde fuera de casa de Cissnei. Abrí los ojos y allí estaba Cloud quien agarraba su espada probablemente a causa del ruido. Yuffie entró corriendo a la casa y nos miró fijamente.
— ¿¡Lo habéis oído!?- Exclamó Yuffie.- ¡Viene del reactor! ¡Vamos a lo alto de la colina para ver mejor!
Yuffie salió corriendo de la casa y me levanté a duras penas. Tanto Cloud como yo salimos de la casa y empezamos a correr siguiendo a Yuffie hasta el memorial una vez más. Allí se encontraba todo el grupo, que miraban fijamente el reactor a lo lejos.
— ¿Habéis oído eso?- Nos preguntó Barret.
— Parecía un Arma.- Dije yo.
De golpe volvió a sonar un fuerte ruido del reactor.
— ¿Por eso estáis aquí?- Dijo de golpe Cissnei acercándose a nosotros.
— Sí, podría decirse que sí.- Mencionó Barret.- ¿Se oye a menudo?
— Desde hace unos días.- Respondió Cissnei.- Quise investigar con la brigada, pero no pudimos acercarnos por culpa de unos monstruos. Nunca los había visto. Como un enjambre de espectros negros. Fue una visión espantosa.
— ¿Espectros…?- Preguntó Barret.
— Así que pudiste verlos.- Mencionó Red XIII.
— Sí, claro. ¿Cómo no iba a verlos, si los tenía delante?- Agregó Cissnei.
— Son los Ecos.- Dijo Red XIII.
— Juas. Esto se pone interesante.- Mencionó Barret.
— Va. ¡Démonos prisa!- Exclamó Yuffie.
— ¡Tú no vienes!- Dijo Barret de golpe mirando a Yuffie, levantándola y arrastrándola.
— ¿Perdona?- Mencionó Yuffie indignada.- ¿Y eso por qué?
— Porque eres un puñetero dolor de muelas.- Exclamó Barret tirando a Yuffie a Cissnei.- Lo siento. Te toca hacer de niñera.
— No va a ser tarea fácil, ¿eh?- Dijo Cissnei.
— Echamos un vistazo y nos volvemos.- Mencionó Barret.- Solo nosotros dos y Red. ¿Te parece?
— Perfecto.- Dijo Cloud.
— No, nada de perfecto.- Dije cruzándome los brazos.- ¿Quién os va a sacar de un apuro si pasa algo? ¿eh, EH?
— No has cambiado ni un poco, Sil.- Dijo Cissnei riendose un poco.
— Bueno.- Dijo Barret.- Pero ya está eh.
— Pues aprisa.- Mencionó Red XIII.
— No perdáis de vista la aldea.- Dijo Cloud mirando a Aeris y a Tifa.
— ¡Tirano!- Exclamó Yuffie mirando a Barret.- ¡Abusóóón!
Cissnei la arrastró junto con Aeris y Tifa y se fueron de donde estábamos. Cait Sith decidió venir con nosotros también y nos adentramos de nuevo al bosque de Gongaga.
— Entre el Arma y los Ecos, menudo fiestón.- Dijo Barret.
— ¿Ecos? ¿Qué son?- Preguntó Cait Sith.
— Guardianes del destino.- Respondí.
— Se manifiestan frente a quienes se rebelan contra su sino, y encauzan sus actos.- Explicó Red XIII.
— Hace tiempo que no los vemos…- Dijo Barret.
— Huimos del destino que nos condujo a aquel día, pero al hacerlo quizá nos precipitamos hacia uno nuevo.- Respondió Red XII.
— ¡Prrr mis bigotes! Menuda historia.- Exclamó Cait Sith.
— Los Ecos no son visibles a ojos de todos.- Mencionó Red XIII.- Juraría que solo nosotros advertimos su presencia.
— Sí.- Dijo Cloud.- Podria ser una trampa.
— ¿Qué hacemos?- Pregunté
— No bajéis la guardia.- Respondió Cloud.
Reactor de mako de Gongaga: Zona de carga y descarga.
No tardamos en llegar a la parte exterior del reactor, parecía totalmente diferente al reactor de Corel. Estaba llenísima de vegetación que se había quedado con el edificio y todo era verde.
— Joder, qué pasada.- Exclamó Barret.
— La tierra donde se encuentran los reactores siempre es miau rica en energía mako.- Dijo Cait Sith.
— ¿Y cómo se entra?- Pregunté.
De golpe, de un hueco aparecieron unos Ecos que se nos quedaron mirando fijamente.
— ¿Ecos? Aunque… estos son diferentes.- Dijo Red XIII.
— ¿Tu crees?- Preguntó Barret.
Miré fijamente al Eco que se había parado delante mío. Una bola reluciente brillaba en su capucha, no pude evitar acercarme un poco. De golpe vi a Sephiroth delante mio.
— Venga, comencemos.- Me dijo mirándome a mi y luego dirigiendo su mirada a Cloud para desaparecer en ese instante.
Los Ecos se dirigieron hacia abajo de las escaleras y yo me acerqué a ellas rápidamente.
— Por aquí…- Dije señalando las escaleras.
Bajamos a toda prisa las escaleras, mi cabeza me daba vuelcos, fuertes pero intentaba no centrarme en ello sino en seguir avanzando por los túneles. Teníamos que llegar cuanto antes a la parte interna del reactor para poder investigar.
— ¿Tenemos que nadar para cruzar?- Pregunté.
— No hay más remedio.- Me contestó Red XIII.
Nos metimos al agua y empezamos a nadar hasta el otro lado.
— ¡Prrr! ¡Demasiada agua para este pelaje!- Exclamó Cait Sith.
— Mira que nos está costando llegar hasta el Arma…- Mencionó Barret.
Conseguimos pasar al otro lado y tuvimos que enchufar varios generadores de luz para lograr avanzar y que las puertas se abrieran. Cuando subimos las escaleras vimos justo por donde teníamos que seguir un montón de Ecos, quietos, parecía que nos esperaban. Al vernos, se metieron en la zona y a mi me retumbó más la cabeza y volví a ver a Sephiroth. Miré a mi lado, como pude y me encontré con Cloud que parecía estar pasando lo mismo.
— Tal vez quieran guiarnos.- Dijo Red XIII.
— No hay tiempo que perder…- Mencioné.- Yo… tengo que ir…
— ¿Estás bien, Sil?- Me preguntó Barret.
— Sí, no te preocupes…- Asentí.- Solo quiero… investigar.
— Barret y… ¿qué prrrtendéis hacer cuando encontremos esa Arma?- Preguntó Cait Sith.
— Está claro: ¡unirnos a su lucha!- Exclamó Barret.
— ¿Contra quién, si no es miaucho prrrguntar?- Dijo Cait Sith.
— Contra Sephiroth.- Mencionó Barret.- Y, de paso, nos cargamos los reactores.
— Lo de los reactores, vale.- Agregó Cait Sith.- Pero Sephiroth lleva cinco años más tieso que la mojama.
— Sin embargo, sigue entre nosotros.- Dijo Cloud.
— Lo entenderás cuando nos enfrentemos a él.- Añadió Barret.
— ¡Prrr mis bigotes! Qué locurón de viaje…- Exclamó Cait Sith.
Finalmente entramos al pasillo final. La luz entraba desde el final del pasaje y como más nos acercábamos peor me encontraba, me empezaba a notar fuera de mí.
Reactor de mako de Gongaga: Núcleo.
Salimos al núcleo por fin y allí vimos una escena que me dejó totalmente en shock. Muchísimos Ecos, una cantidad bestial, rodeaban dando vueltas sobre el núcleo del reactor, arriba del mako.
— Prrrdiez…- Dijo Cait Sith.- ¿¡Qué ven mis ojos!?
— Mirad… El reactor ya no funciona, y el depósito está a rebosar…- Mencionó Barret.- ¡Lo sabía! ¡Sin reactores, el mako se recupera! ¡Destruirlos es lo correcto!
— No sé yo qué tiene que ver…- Agregó Cait Sith.
— Hay que darse prisa.- Mencionó Cloud.- El mako me está afectando.
Solo miraba el lago de mako y a los Ecos, fijamente, sin decir ni una sola palabra más. Barret se acercó a mí y me miró.
— Sil, tus ojos…- Me dijo Barret.- ¿También te está afectando el mako…?
— Tonterias…- Mencioné poniendo una mano en mi cabeza.- Estoy bien, a mi esto no me afecta.
En ese momento escuchamos un montón de ruido provenir de la parte de arriba del reactor y al mirar al cielo vimos una nave gigantesca.
— Re-re-re…¡Relnikaaa!- Exclamó Cait Sith.
— ¡Mierda, viene Shinra!- Exclamó Barret para dirigir su mirada a Cait Sith.- Como les hayas avisado tú…
— ¡No, no, no!- Exclamó Cait Sith.- ¡Yo no he dicho ni miau!
En ese momento de la nave se desprendió algo que cayó en uno de los lados del núcleo y de la nave saltaban centinelas. Nos movimos de zona para poder ver las cosas con más claridad y al mirar hacia arriba vimos a Escarlata, que estaba en la nave.
— ¡Escarlata!- Exclamó Barret.
Escarlata nos tiró varios monstruos extraños, mutaciones para intentar aniquilarnos.
— ¡Matadlos de una vez y ganaos el sueldo! ¡Quiero recuperar la materia magna hoy, no mañana!- Exclamó Escarlata desde allí arriba.
— No sabes lo que me cabrea que se metan en nuestros planes.- Mencioné rápidamente atacando a los monstruos sin un poco de piedad.- Muerto, muerto…
— ¿¡Por qué tardáis tanto!?- Volvió a hablar Escarlata hacia sus subditos.- Si no servís para combatir, os voy a usar de reposapiés. Sois como cucarachas… Cuesta aplastaros. Pero confío en que lo logre la última abominación de Hojo.
Escarlata nos tiró un monstruo enorme, horriblemente feo. No nos quedaba otra que luchar aún más. Empezamos a atacarlo de la mejor manera posible, luchando todos juntos. Hasta que de golpe un aire de mako vino hacia nosotros y vi como Cloud perdia la consciencia por un momento. El bicho aprovechó la situación para atacarle y aunque Cloud se intentó proteger con su arma, salió disparado hacia arriba, pasando a la siguiente plataforma. El bicho le seguía, iba a por él.
Miré fijamente la situación y una risa salió de mi.
— ¡Déjale, bicharraco!- Exclamó Barret apuntando al monstruo y apartándolo.
Fuimos hacia Cloud y él se levantó del suelo como podía.
— ¿Estás bien?- Le preguntó Red XIII a Cloud.
— Sí.- Respondió él.
— Qué asco de gas, joder.- Expresó Barret.
Volvimos a atacar al monstruo. No podía evitar mantener una sonrisa en mi cara, una energía extraña brotaba de mi y me sentía más fuerte. Me acerqué corriendo al monstruo y le clavé en su boca mi espada, atravesándolo hasta abajo de su cuerpo y con mi misma espada lo levanté, tirándolo al mako.
— Vuelve de donde vienes.- Mencioné.
Un humo de mako vino con aún más fuerza hacia nosotros y a Cloud le sentó fatal que tuvo que retirarse un momento. Yo me quedé mirando fijamente a los Ecos mientras los demás iban a mirar el estado de Cloud. En ese momento un Eco vino hacia mi, convirtiendose en Sephiroth.
— Estás siendo una buena chica.
Sephiroth puso una mano en mi cabeza, acariciándome el pelo y aunque por un momento me quedé pasmada reaccioné, sacando mi espada. Intenté pegar un espadazo a Sephiroth pero desapareció, volviendo a convertirse en un Eco y yendo rápidamente hacia Cloud. Cloud se puso una mano en la cabeza y fui hacia él.
— ¿Estás bien?- Le pregunté.
— Sí…- Dijo él a duras penas.
Justo en este instante un robot gigante salió de la nave y se acercó a nosotros. Lo miramos y allí se encontraba Escarlata, pilotandolo. Me puse delante de Cloud, para protegerlo.
— Qué pena, me estaba divirtiendo.- Dijo Escarlata.- Pero no quiero hacer esperar a la materia magna.
Escarlata nos apuntó con su rayo, cargando el poder para dispararnos.
— Hasta nunca.- Mencionó.
Rápidamente usé mi materia de barrera con los tres y el rayo se desvió. Barret empezó a disparar y yo miré al fondo viendo a Aeris, Yuffie y Tifa.
— ¡Tifa!- Exclamé.
— ¿Cómo vais?- Nos preguntó Tifa.
— ¿¡A ti qué te parece!?- Exclamó Barret.
Cloud cada vez estaba más débil, con una mano en su cara y más cerca del suelo.
— ¡Cloud!- Exclamó Aeris.
— ¡Patético!- Dijo Escarlata entre risas.
Barret agarró a Cloud en brazos rápidamente, Escarlata veía su debilidad e iba a por él. En ese momento el robot de Escarlata tembló.
— ¿¡Cómo!?- Exclamó ella.
Yuffie había aprovechado y había saltado encima del robot yendo hacia el otro lado para distraerla.
— ¡No me digas que te has olvidado de mí!- Exclamó Yuffie señalando a Escarlata.- Se-ño-ra.
— Si quieres pelea, aquí estamos.- Dijo Tifa con una sonrisa.- ¿Te atreves con nosotras?
Escarlata fue rápidamente hacia ellas y Aeris nos dio la señal para salir de allí. Llevamos a Cloud a un lugar más apartado y nos encargamos de que se sentara, para cuidar de él. Le curé con una materia de curación para ver si eso ayudaba a que se sintiera algo mejor y parecía que iba bien, que funcionaba.
Parecía que Escarlata quería dejar de luchar y se puso en la grúa del reactor para intentar atrapar al Arma.
— ¡No!- Exclamé.
En ese instante, cuando me fijé mejor en la grúa vi que Tifa colgaba de ella, enganchada de ella con una pistola de gancho. Cloud rápidamente miró la situación y fue corriendo hacia allí.
— ¡Cloud!- Exclamé yo yendo siguiendo a Cloud hacia dónde se dirigía.
Sil, demuestra tu verdadero poder. Tu verdadero tu.
Un dolor de cabeza exponencial me pegó fuerte, me dolía, me quemaba, pero no iba a dejar solo a Cloud. Tenía que protegerlo. Cuando le alcancé y lo miré, vi perfectamente a otro Cloud. Él atacaba a todos los centinelas que intentaban proteger la zona con un estilo de lucha que no era propio de él. La sonrisa que tenía en la cara, no lo había visto antes.
— ¡Cloud!- Exclamé.- ¡Despierta!
Él me miró mientras que se acercaba a un último centinela que estaba medio muerto en el suelo y me sonrió.
— Sil, este es nuestro destino.- Me dijo mirándome fijamente.- El despertar, está cerca. Podremos estar juntos para siempre…
Cloud le clavó la espada al centinela de la misma manera de la que lo hacía yo, sin ánima, sin dolor. Mi cuerpo se erizó en ese momento, me vi reflejada en él. No entendía qué estaba pasando.
Tú. Tú eres así. Recuerdalo.
Un dolor muy intenso en la cabeza me volvió a pegar y casi me caigo, me tuve que agarrar fuerte a un escombro para no caer. En ese momento vino Tifa, algo asustada.
— ¡Cloud, ya basta!- Exclamó Tifa yendo hacia él.
Sephiroth volvió a aparecer en la escena. Lo miré como podía. Solo podiamos verlo él y yo.
— Cloud, lo estás haciendo bien así que no te dejes engañar. No tiene la cicatriz. ¿Acaso es la verdadera Tifa? Lo único… que tienes que hacer… es seguir al lado de Sil. Ella te guiará a la verdad…
Yo… lo guiaré a la verdad.
Sephiroth desapareció en ese momento y Cloud miró fijamente a Tifa. No era su mirada de nuevo, era… una mirada parecida a la mia.
Mi verdadero yo..
— No eres la verdadera Tifa.- Dijo Cloud mirando fijamente a Tifa.
— ¿Otra vez con lo mismo? Ya te enseñé la cicatriz.- Respondió Tifa.
— No la tenias.- Mencionó él.
Los ecos en ese momento desaparecieron, parecía que el curso del destino volvía a ir correctamente. No me podía mover, mis piernas me fallaban, casi no podía mirar la situación, no podía ayudarlos.
Es inútil…
Tifa se levantó el top una vez más y allí había una clara cicatriz. Parecía que Cloud no la veía y la voz no me salía. Tifa me miró con la mirada, muy preocupada pero vio perfectamente mi estado.
— Jénova era capaz de engañar a la gente, haciéndose pasar por quienes temían o amaban…- Dijo de golpe Cloud.
Cloud agarró fuerte la espada y se dirigió hacia Tifa.
— ¡Cloud!- Exclamó Tifa.- ¡Sil, por favor, ayudame!
Tifa… soy una mala amiga… Solo te hago daño. En todos los cuerpos, de todas las formas.
Tifa llegó al borde, un paso en falso hacia atrás y se caía al mako.
— Tú no me engañas.- Exclamó Cloud yendo hacia ella rápidamente e intentando atacarla.
En ese momento mi corazón ganó a mi cabeza y mis piernas se descongelaron. Ya volvia en mi aunque fue tarde. Tifa tuvo que tirar tan para atras para que el arma de Cloud no la alcanzara que su destino era el mako.
— ¡TIFA!- Exclamé yo rápidamente yendo hacia allí.
Tifa se había caído al mako y sin dudarlo ni un segundo me tiré también. Tenía que salvarla, debía hacerlo.
Todo esto era mi culpa.
El Arma salió de golpe, tragándose a Tifa y llevándome a mi hacia el fondo del mako.
��…..
….
— Sé que no te caigo bien, pero por favor, protege a Tifa.
La Arma me miró a los ojos y rugió. No se ni como me creyó pero me entendió y me dejó acceder a su control, el control de la materia magna. Había estado viendo mis acciones en la superficie. Hacía mucho tiempo que no volvía a casa. Era extraño estar aquí una vez más.
Me encontraba nadando en el mako, me conocía perfectamente todo el camino que íbamos a vivir. Los recuerdos de Tifa, sus miedos iban a activarse. Durante todo el camino, iba a protegerla, iba a estar a su lado. Me puse al lado de la materia magna y allí dentro se encontraba Tifa, resguardada. En unos pocos minutos ella abrió los ojos.
— ¿Eh?- Dijo Tifa mirando fijamente donde se encontraba.- La Arma.
— Bienvenida, Tifa.- Le dije con una sonrisa desde fuera.- Bienvenida a la corriente vital…
— ¿¡Sil!?- Exclamó ella.- ¿Pero, cómo?
— Va a ser una larga travesía, pero prometo que haré lo posible para que sea tranquila.- Expliqué.- Esta casa, no es solo mía, sabes.
— ¿Esta casa…? ¿Tuya…?- Me preguntó ella.
Los Ecos blancos nos acompañaban dándonos una agradable compañía, protectores del planeta, junto a las Armas. Todo parecía más seguro así. Pero sabía que no estábamos solas. Los Ecos negros iban a impedir nuestro paso por la corriente vital.
— Los Ecos… ¿se están peleando?- Preguntó de nuevo Tifa al ver la situación.
— Tenemos que hacernos paso.- Respondí.- Actualmente, parece que esto se ha vuelto inseguro. El mal nos acecha.
Los Ecos negros se dispersaron y por fin nos pudimos adelantar a los recuerdos de Tifa.
— Bienvenida a tus recuerdos, Tifa.- Sonreí.- Empezamos por donde tu quieras.
Tifa señaló una casa que había allí y ordené al Arma que se acercara. Los recuerdos de la infancia de Tifa empezaron a generarse en la corriente vital.
— ¡Voy a ir a buscar a mi madre!- Exclamaba la Tifa pequeñita.
— ¡Vale! Voy contigo.- Expresó un niño que estaba con ella.
— Yo también voy.- Dijo otro niño.- ¡Vamos todos al monte Nibel!
— Vale… Gracias.- Dijo Tifa pequeñita.
— Eh, mirad… Hasta Cloud se apunta.- Dijo un niño señalando al pequeño Cloud que estaba unos metros más atrás.
— ¿Eh?- Preguntó el pequeño Cloud.
— ¿Cloud?- Preguntó la pequeña Tifa. Cloud se quedó quieto.
— Tifa, vamos.- Le dijo uno de los niños.
— ¿Estoy… muriéndome?- Me preguntó Tifa.
— No.- Expliqué.- Tenemos que revivir tu pasado para poder sacarte de aquí. No te preocupes, no voy a dejarte sola…. ¿Dónde vamos ahora?
Tifa me señaló lo que parecía una torre de agua y le ordené al Arma que fuera hacia allí. Poco a poco nos acercamos para volvernos a meter de lleno en sus recuerdos una vez más. Allí se encontraban la Tifa pequeñita junto con el Cloud pequeño, sentados en la torre.
— Pues… prométeme una cosa.- Dijo la Tifa pequeñita.- Cuando seamos mayores y tú seas Soldado, si me meto en apuros y no sé qué hacer… prométeme que vendrás a ayudarme.
— ¿Qué?- Exclamó el Cloud pequeñito, confundido.
— En eso consiste ser un héroe: ¡en ayudar a los demás!- Dijo la Tifa pequeñita.- ¿Porfi? Aunque sea una vez.
— Sil… ¿Estás tú también viéndolos?- Me preguntó.
— Sí…- Le sonreí.- No estas sola.
Indiqué al Arma que se acercara al último sitio que de momento había disponible. Un gran puente colgante. La pequeña Tifa corría por el puente y el pequeño de Cloud intentaba pararla.
— Tifa, es peligroso.- Dijo el pequeño Cloud.- Tifa, vamos a dar la vuelta. Tu madre no está en el monte…
— No… No sé si estoy entendiendo algo.- Me dijo Tifa.
Seguimos avanzando junto con la Arma, los Ecos intentaban detenernos pero los aparté rápidamente con la espada. Un grupo de Ecos negros empezaron a dar vueltas sobre un punto y allí apareció Sephiroth.
— ¡Sephiroth!- Exclamó Tifa.
— Bienvenida de vuelta a casa, Sil.- Me dijo Sephiroth mirándome fijamente a los ojos.
— Ni te atrevas.- Le dije mirándolo fijamente.
— ¿Es esta tu voluntad?- Me preguntó Sephiroth.
— Sí.- Expresé.
— Pero no tu destino.- Añadió Sephiroth.- Y si no es tu destino… hay que borrarlo.
Sephiroth rápidamente cargó contra mí y yo lo frené con mi espada, tirándolo hacia atrás.
— ¡Sil!- Exclamó Tifa.
— Te sacaré de aquí.- Exclamé yo.
— ¡Pero, Sil, no puedes quedarte aquí!- Me dijo Tifa.- Tienes que volver conmigo.
— No tardaré.
Miré fijamente al Arma y le ordené que por favor sacara a Tifa de la corriente vital y la volviera a llevar a la superficie. La Arma asintió y aunque Sephiroth intentó atacarla se llevó exitosamente a Tifa.
En ese momento Sephiroth vino rápidamente hacia mí y me agarró fuerte de los brazos, dejándolos inmóviles.
— No la lies.- Me dijo Sephiroth mirándome fijamente.- Tienes que seguir por el mismo camino, el camino del destino.
En ese instante Sephiroth me puso su mano en el mentón y me miró fijamente a los ojos.
— Sil. No ha llegado la hora, pero cuando llegue, sabrás cuál es tu verdadera voluntad. Nuestra voluntad. Sigue siendo una buena chica.
Desaparecí. Desaparecí una vez más. Todo se volvió negro a mi alrededor.
Aldea de Gongaga: Casa de Cissnei.
Empecé a escuchar la voz de Tifa y de Cloud hablar. No tenía fuerzas para abrir los ojos.
¿Qué me había pasado?
— ¿Recuerdas aquello de que los difuntos… parten cruzando el monte Nibel?- Dijo Tifa.
— Sí.- Dijo Cloud.- Nos contaban eso a los niños para que no nos acercáramos allí. Y tú te lo creíste.
— Qué va. No del todo.- Añadió Tifa.- Pero… quería que fuera cierto. Tenía tantas ganas de ver a mi madre… Emilio y los demás me alentaron… Subimos juntos.
— Pero te dejaron allí y regresaron.- Mencionó Cloud.
— Eso creo…- Dijo Tifa.
— ¿Es que no te acuerdas?- Preguntó Cloud.
— A medio camino, me caí por la ladera y me golpeé la cabeza.- Explicó Tifa.- No recuerdo bien los seis meses después de aquello. Solo sé lo que me contaron después… Algo me suena, pero no todo.
— ¿Qué te dijeron?- Preguntó de nuevo Cloud.
— Que tú me metiste la idea en la cabeza.- Explicó Tifa.
En ese momento las fuerzas salieron de mi y abrí los ojos.
— Pero no fue así, ¿no?- Dije yo.- Cloud… te salvó.
Cloud, al escuchar mi voz, vino hacia donde estaba yo y me miró.
— ¿Cómo lo sabes…?- Me preguntó Cloud, totalmente sorprendido.
— Sil…- Dijo Tifa levantándose de la cama y yendo hacia mi lado.- Gracias… por salvarme.
— ¿Eh?- Pregunté confundida por su expresión.
— ¿Sil? Es que, ¿no te acuerdas…?- Me preguntó Tifa.
— Me tiré al mako para intentarlo pero…- Cerré los ojos.- No recuerdo nada más.
— Pero… acabas de contar la verdad de mi pasado…- Dijo Tifa.- Es imposible que no te acuerdes…
— ¿Lo he hecho?- Me pregunté. Me estaba volviendo loca.
— Sil…- Tifa me agarró la mano, muy fuerte.
— ¿Qué nos pasa…?- Preguntó Cloud.- Yo… he perdido la consciencia. Te he tirado al mako Tifa… y como consecuencia, Sil se ha tirado también. A veces ni me reconozco. No recuerdo aquello que debería recordar. Sé cosas sin saber por qué.
— Me pasa también…- Mencioné intentando abrir un poco los ojos.
— Ya no sé quién es mi verdadero yo.- Explicó Cloud.
— ¿Quién soy?- Me pregunté.- Esa pregunta… me la hago recurrentemente.
Tifa me miró fijamente, como dudando de si hablar o no hablar.
— Dicen que los Soldados sufren un deterioro acelerado.- Dijo Cloud.- Pero para mi, tiene sentido, pero Sil…
— Hay muchas cosas que no sé. Espero seguir descubriéndolo, poco a poco…- Expresé.
— Aún así, Sil. Muchísimas gracias. Te debo la vida.
Tifa me abrazó fuerte y yo la abracé también. No entendía qué había pasado pero me alegraba que, aunque hubiera pasado lo que hubiera pasado en el mako, había salvado la vida de Tifa.
En ese momento escuchamos la puerta y de golpe se abrió. Yuffie y Cait Sith cayeron al suelo. Tifa fue hacia ellos y les sonrió.
— ¿Estabais preocupados por nosotras?- Preguntó Tifa.
— Una chispita, ¿quizá?- Dijo Cait Sith.
— Ains… ¡Nos vemos!- Exclamó Yuffie.
Me senté en el bordillo de la cama y miré a Cloud a los ojos. No sabía porqué pero mi corazón empezó a ir muy rápido. Parecía que él lo noto porque se acercó a mí y me abrazó.
— Siento haberte puesto en peligro, de verdad.- Dijo Cloud.
— No ha sido tu culpa.- Le miré a los ojos.- No te preocupes más, ¿si?
En ese momento Aeris se acercó a la puerta y se llevó a Tifa de allí, cerrándonos la puerta.
— Oye, Cloud… ¿Cómo ves mis ojos?- Le pregunté.
— ¿Eh? ¿Tus ojos…?- Cloud me miró fijamente a los ojos.- Vaya… fluctúa mako en ellos…
— Creo que… cuando aparece Sephiroth… me pasa esto.- Dije.- Es extraño. ¿Qué conexión hay?
— Tenemos que perseguirle para descubrir nuestra verdad.- Me dijo Cloud.- Aun que… Te quedan muy bien estos ojos también.
Me sonrojé un poco y lo miré fijamente a los ojos también. Él me acercó a él y me levantó el mentón, besándome. Las mariposas de mi estómago volvieron a revolotear. Me sentía tan atraída a él. Nos separamos lentamente y me levanté. Era momento de volver con los demás.
Salimos de la habitación y vimos a todos, hablando con Tifa quien estaba en el sofá.
— Resumiendo.- Dijo Barret.- En la corriente vital, el planeta está luchando contra unos Ecos negros. ¿Y dices que esos Ecos están de parte de Sephiroth?
— Sí.- Dijo Tifa.- Al menos, eso me pareció a mí.
— ¿Quién crees que va ganando?- Le preguntó Aeris.
— El planeta. La corriente vital.- Respondió Tifa.- Creo.
— ¿Eso has visto?- Le pregunté.- Y… ¿estaba yo allí?
— Sí. Has estado conmigo todo el rato, Sil.- Me dijo ella.- Tu también lo has presenciado.
— Vaya…- Dije poniéndome una mano en la mejilla, pensando.
— Ahora mismo, mientras hablamos, el planeta sangra por su lucha.- Dijo Barret.- ¡Ya oigo sus gritos de dolor! Intenta defenderse del malnacido de Sephiroth, que es más bestia que hombre. Tenemos que ayudar al planeta, ser su brazo derecho, ¡luchar a su lado! ¿¡Sí o sí!?
— Sí, por supuesto.- Mencionó Aeris con una sonrisa.
— Siento interrumpir una conversación tan acalorada.- Dijo Cissnei.- Si os interesan esos temas, sé de un lugar donde están a la orden del día.
— Cañón Cosmo, supongo.- Dijo Red XIII.
— ¡La cuna de la astrobiología! No sabía que estuviera cerca de aquí.- Mencionó Barret.
— ¿Ahí tienen materias?- Preguntó Yuffie.- Si tienen materias, ¡me apunto! De cabeza.
— Desde tiempos inmemoriales, se ha recogido allí todo el saber del planeta. ¿Cómo iban a tener?- Dijo Red XIII.
— ¡Decidido! ¡Allá que voy!- Exclamó Yuffie acariciando a Red XIII.
— Red te veo contento.- Mencionó Tifa.
— Es que crecí allí.- Dijo Red XIII.
— ¡No se hable más! ¡Rumbo a la meca de la astrobiología!- Exclamó Barret.
— Si vais a Cañón Cosmo, os recomiendo hacer un alto en el camino.- Dijo Cissnei.- Cerca de aquí hay un aeródromo donde podréis contratar a un piloto independiente que os lleve. Salid por el lado sur de la aldea y todo recto. Y otra cosa más.
Cissnei abrió la puerta de la casa y un chocobo de color verde asomo su carita.
— ¡Ai que mono!- Exclamé.
— Este pequeñín se llama Fango.- Mencionó Cissnei.- Creo que os ha cogido mucho cariño. Si queréis, os lo podéis llevar.
— ¿Habéis estado con él antes?- Pregunté mirando a Tifa y a Aeris.
— Hemos ido con él al reactor.- Respondió Aeris.- Es una monada.
— No sé cómo agradecerte tanta ayuda.- Dijo Tifa acercandose a Cissnei con una pistola de gancho en la mano y devolviendosela.
— No es nada.- Respondió ella.- Si necesitáis algo más para el viaje, la aldea está a vuestra disposición.
Todo el grupo salió de casa de Cissnei y yo me acerqué a ella.
— Me ha hecho muy feliz volver a verte, Sil.- Me dijo Cissnei.- ¿Estás mejor…?
— Sí, tengo energía.- Sonreí.- Muchas gracias por todo… Espero que nos podamos ver pronto otra vez.
— Ahora que sé que estás viva, espero que vengas a visitarme más seguido.- Dijo ella.
— Te lo prometo.- Sonreí y me despedí de ella.
Salí de la casa y me junté con mi grupo y salimos de la aldea de Gongaga para dirigirnos al aeródromo.
— Oye, ¿quiénes son los pilotos independientes?- Preguntó Yuffie.
— Desde la caída de la República, el espacio aéreo prrrtence a Shinra.- Explico Cait Sith.
— Ellos controlan quién vuela y quién no.- Mencionó Barret.- Solo los pájaros se libran de pedir permiso.
— Pero los pilotos independientes vuelan prrr donde quieren…- Añadió Cait Sith.
— "Ni que el cielo tuviera dueño."- Dijo Barret.- "Que le den por saco a Shinra." Seguro que gritan cosas así al despegar.
— ¡Pues qué guay!- Exclamó Yuffie.
Aeródromo de Gongaga.
Nos montamos a lomos de nuestro nuevo grupo de chocobos y fuimos rápidamente hacia lo que parecía la entrada del aeródromo.
— Creo que hemos llegado al aeródromo… ¿no?- Preguntó Tifa.
— No parece demasiado nuevo.- Dije yo mirando fijamente el cartel.
— Está lleno de agujeros…- Mencionó Aeris.
— Pero… ¿cómo va a aterrizar algo aquí? ¿O despegar?- Preguntó Cait Sith.
— ¿Hemos venido hasta aquí para nada?- Preguntó Yuffie.
— Anda, ¿y eso?- Preguntó Aeris señalando una especie de cabina.
— Parece una cabina telefónica de la República. ¡A ver qué me da en la naricilla!- Exclamó Cait Sith.
Nos acercamos a la cabina y tenia un cartel con un mensaje escrito en él.
— "Manden una señal de humo si me necesitan - Aerolíneas Potrillo"- Leí.
— ¿Qué señal de humo?- Preguntó Cloud.
— ¿Alguna pista?- Preguntó Aeris al ver que Cloud miraba fijamente la cabina.
— Tenemos que mandar una señal de humo.- Dijo Cloud.
— ¿El qué?- Preguntó Aeris.
— ¿Eso como se hace?- Pregunté yo.
— Anda, ¿no sabéis lo que es?- Exclamó Yuffie.- ¡Mira qué señoritas! ¡Dejádmelo a mí!
Yuffie hizo rápidamente una fogata en donde estábamos y el humo empezó a ir hacia arriba creando una señal. Nos quedamos todos allí, alrededor de esta a esperar.
— Me da a mi que no aparece.- Dije.
— ¡Menos mal que me sé un truco!- Añadió Yuffie.- ¡Eooo! ¡Ven, avioncito! ¡Ven, ven, ven aquííí! ¡Ah!
Yuffie señaló al cielo y allí lo vimos, un avión viniendo hacia nuestra dirección.
— No me lo puedo creer.- Dije riéndome un poco.
— ¡Ha funcionado!- Exclamó Barret.
— ¿Habéis visto? ¡Soy la mejor!- Mencionó Yuffie.- ¡Por aquí!
La pequeña avioneta se puso enfrente nuestro y paró.
— Felinástico.- Dijo Cait Sith.
La puerta de la avioneta se abrió y de esta salió un hombre rubio, con unas gafas en la cabeza.
— Cuántas caras nuevas.- Dijo el piloto.
— Queremos ir a Cañón Cosmo.- Mencionó Red XIII.
— ¡Ostras, el perro habla! ¿Tiene algún mecanismo? - Exclamó el piloto mirándonos a todos.- Ah, perdón… Si es que en este trabajo ve uno de todo. Tenemos overbooking. Aunque a mí eso me da igual. ¡Con el seguro de viaje, os sale por 1000 guiles!
Cloud le dio el dinero al contado.
— ¡A vuestro servicio! ¡Seguid mis indicaciones, que hay que distribuir el peso!- Mencionó el piloto.
Montamos en la avioneta y el piloto nos distribuyó a todos como pudo para equilibrar bien el peso. A mi me tocó sentada en un asiento.
— ¡Agarraos bien! ¡Si os caéis, no pienso intentar pescaros!- Dijo el piloto.
— ¡A volaaar!- Exclamó Yuffie.
El piloto arrancó el cacharro poniéndolo a máxima velocidad y poco a poco empezó a ascender por el cielo.
— ¡Estamos volando!- Exclamó Yuffie de nuevo.
— ¡Pues claro! ¿¡Quién te crees que soy, chavala!?- Dijo el piloto.
— Ni idea.- Dijo Yuffie.- ¿Quién eres?
— El fundador de Aerolíneas Potrillo… ¡El inigualable piloto Cid Highwind! ¡Para serviros!
Salimos disparados por el aire, en el avión dirección Cañon Cosmo. Habían sido unas horas intensas en Gongaga, muy intensas pero eso no me iba a frenar a seguir descubriendo aún más cosas. Era mi momento.
-
Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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--------- 00000 --------- Aquel que desea viajar, sabrá que estoy diciendo…
Hablo de la inquietud de partir…
Ir hacia el Sur, el Oriente o la perseguir el sol hasta el ocaso…
Frente a la fuerza del poder, está la de la libertad…
Y en contra, de lo que nos ata a la tierra…
Está el viejo deseo del vuelo…
Este deseo de viajar, define a un tipo de personas…
Hay quien encuentra en su habitación, todo lo necesario para la vida…
Pero quienes hemos pasado por una ocupación que nos encerraba…
Sabemos del deseo de salir y partir…
Sin duda viajar, es el mito más deseado de la juventud…
El espíritu viajero, llega a comprobar con el tiempo…
Un extraño proceso, que le lleva a su hogar…
El viajero sabe distinguir, lo exótico de lo cotidiano…
Por eso el viajero conoce los límites, entre lo reconocible y lo exótico…
Sabe, donde acaba lo que le pertenece…
Y donde empieza lo ajeno…
Estos son los lugares límites…
Estamos en ellos, dentro de nuestro hogar…
Pero podemos contemplar lo ajeno…
Y por ello, por su comparación, entendemos mejor lo propio…
Quizá vivamos en una cultura, donde la fuerza del poder domine…
Una cultura, que se mira a si misma…
Y que como un agujero negro, no deje salir nada…
Donde el estudio del ser, priva frente a la fuerza del pensamiento creador…
Ese que persigue un deseo…
Por eso, no hay nada más aburrido…
Que vivir cobijado por un poder, que desea solo seguir manteniéndose…
Y no hay un lugar mejor, que aquel que desde los límites…
Se pueda contemplar, esa comedia de enredos…
A la vez propia, y ya casi ajena…
Es otra de las propiedades de los límites: se es sin necesidad de estar…
Contemplar lo ajeno nos lleva a una serie de sugerencias…
Desde el miedo a lo desconocido, a la inquietud de una aventura posible…
Eso sí, los seres limítrofes tienen que ser especiales…
No lo puede ser un frívolo…
Ser limítrofe lleva tener constancia, y seriedad en el oficio…
El escéptico carecería de sentido, no se sentiría ni atraído ni rechazado…
Y por tanto nada desea…
El creyente, será arrastrado por su fe ciega…
Y perdería pie, en cualquier momento…
Porque los limítrofes tienen, un arraigado sentido del equilibrio…
Es su principal virtud, vivir entre fuerzas opuestas…
Entre contradicciones…
Y no pierden por ello su camino…
El limítrofe es, un escéptico deseoso…
Un creyente del vacío…
Un virtuoso de los placeres, y un analítico del desvarío…
El limítrofe tiene como único poder, su libertad y la energía del deseo…
Su arma será la creación…
Los que viven en lugares limítrofes, seran malentendidos…
Probablemente serán llamados románticos…
Visionarios o retrógrados…
El mejor adjetivo será de raros…
Pero ellos saben que su extrañeza, proviene de ser un poco extranjeros en su propia cultura…
Ellos, saben que ese es su papel…
El no parecer de su tiempo, por serlo más que nadie…
Y son conscientes de no jugar al juego, por entender bien como es éste…
El limítrofe sabe de la tierra que pisa, aunque delante sólo tenga el infinito mar…
Siempre es siempre
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30 días del reto Thinspo (día 1)
La verdad que hace algún tiempo que estuve pensando en hacer este reto, no solo para que sepáis más sobre mí sino también para poder contar los días que pasan mientras yo hago mi dieta. Bueno, comenzamos.
Día 1 -. Estadísticas
Estatura: 1'67 cm
Peso actual: 85kg
Peso más alto al que he llegado: 90kg
Peso más bajo: cuando estuve en mi etapa de anorexia en el 2020 no me pesé
Peso al que quiero llegar: 60kg
Peso más "ambicioso" al que podría llegar: 50kg-45kg
Y bueno eso sería todo.
Posdata: "Si no te paras ahora y sigues adelante imagínate lo feliz que sería tu yo de diciembre". Estas palabras me las digo a mi porque admito que he tenido un pequeño bajón y me he detenido con mi objetivo por lo menos 2 días, pero tengo que seguir. Debo ser perseverante y mirar hacia delante.
#3ating d1sorder#princesa ana#tc4#tw 3d vent#an0rec1a#no quiero ser gorda#quiero ser flaca#anaymia#diario de una gorda#estoy gorda#30 days thinspo
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EL RUIDO DEL RELOJ - Hobie Brown x Reader
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PRÓLOGO
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Verano del 2023, 5 de Julio. Día de la Independencia, 15:04
A Khristina Salvatore le tocaba trabajar aquella tarde. Aunque sus amigos siempre la llamaban Khris o Kris. Solo sus amigos, y algunas personas de su familia que intentaban infantilizarla más de lo debido.
El local estaba casi vacío. Por motivo del Día de la Independencia de los Estados Unidos, todo el mundo o casi todos estaban fuera en la calle celebrándolo y a la espera de los fuegos artificiales de por la noche. Y allí estaba ella. Esperando a que su maldito turno de tarde acabase y que otra la sustituyera para poder irse a casa a seguir trabajando, pero esta vez gratis para la universidad. O a que sus padres llegaran de una de sus manifestaciones hippies que supuestamente habían quedado en el pasado para poder irse a la cama; porque sí, llegaban tarde a diferencia de ella. Si hubiera sido al revés, le habrían echado la bronca.
-Dicen que mañana habrá protestas por todo Nueva York -comentaba la chica de la caja mirando hacia el televisor silenciado, las noticias sin embargo reproduciéndose-. Ni que esto fuera una de esas dictaduras.
-No, pero siempre es buen momento para quejarse -debatió ella. Cogió uno de los caramelos de menta que llevaba en el bolsillo del delantal, el regalo de un niño amistoso, y se lo metió en la boca. La garganta le picó.
Estaba apoyada en la parte exterior de la barra mirando hacia la cafetería. No había nadie, ¿para qué seguir trabajando? Ah, no, espera. Sí que había. Unos imbéciles con malas pintas tomando unos batidos al lado de la puerta y otros con peores pintas, pero que no era ella nadie para juzgar, al otro lado de la cafetería encorvados sobre sus platos y mirando el desfile de personas que pasaban por fuera.
Su compañera se apartó un mechón de la cara.
-Quiero irme ya... -gimió lastimeramente. Khris volvió la cabeza hacia ella-. Tengo que arreglarme para mi cita.
Khristine contó en su cabeza cuántas citas había tenido en ese último mes. Más de tres al menos, el doble y el triple que las suyas sin lugar a dudas. No perdía el tiempo, al parecer. Claro, que no podías dejarte llegar si tenías que pagar tu parte de los estudios y depender de una beca que podían quitarte al momento y hacerte devolver el dinero. Una vida sin preocupaciones, dirían algunos bromistas.
-¿Está Billy dentro? -señaló con la cabeza en dirección a la puerta por la que accedían a la cocina, los servicios privados y el despacho del jefe. Khris estaba interesada en ese último.
-Siempre está ahí. Estará viendo porno o algo, ni idea, pero yo que tú tocaría la puerta antes de entrar.
En parte tenía razón. No era de esas personas "humanas", por decirlo de alguna manera, que vería de la misma forma su posición con la de sus empleados. Ni una que compartía su vida, pero que sí dejaba claras sus intenciones.
-Qué asco.
-Y que lo digas.
Khristina vio la mano de un cliente alzada y se despertó. Fue hacia ellos con una jarra húmeda y fría de agua, que empezaba ya a calentarse, en la mano.
En su mesa había dos batidos aún por terminar y dos teléfonos móviles con carcasas a juego. Dios, si las cosas podían ir peor, eso solo estaba por comenzar. Solo necesitó ver la pegatina verde del Greenpeace en la funda para saber que lo que iba a venir a continuación iba a ser un conflicto de intereses. Por supuesto, como hija única en una familia de abuelos y padres hippies, el interés por saber lo que defendían estaba en la primera fila de sus curiosidades.
-¿Sabes de dónde viene esto? -preguntó, levantando el vaso de agua que estaba a su lado. Khris lo observó bien.
-¿De una tienda?
El chico arrugó el ceño, y la chica de pelo rosa también.
-Obviamente que no lo sabes. De industrias que acaban tirando lo que no sirve y lo que sobra a la basura arriesgando la vida de miles de trabajadores y del planeta.
-Los tintes también son químicos y se compran -se defendió. La chica la miró con los ojos muy abiertos y el chico con la boca muy abierta. No debía de ser el más espabilado-. El agua viene gratis con el menú.
Khristina se marchó y los dejó solos. Su compañera le sonreía descaradamente de vuelta, mientras que ella intentaba no echarse las manos a la cabeza por ese tipo de personas que intentaban ir con el medio ambiente y luego eran los primeros en conseguir lo que querían hasta que se lo debatías y no sabían defender sus principios, y vuelta a empezar. La puerta se abrió a sus espaldas, y maldijo en voz baja. Lexie, su compañera, reprimió una carcajada y volvió a ponerse con su móvil.
Se dio la vuelta con ganas de arrasar con el mundo. La tarde agradable se estaba quedando en el infierno de personas inoportunas en su vida. Khristina se acercó a la mesa en la que se habían sentado una chica y dos chicos. Los tres con la misma entonación extraña con los demás clientes que tocaba servir aquella tarde. ¿Convención de frikis?
Y...vuelta a empezar.
-Bienvenidos y feliz 5 de Julio, ¿en qué puedo ayudaros?
Intentó poner el mejor tono agradable que le caracterizaba, pero le tomó mucha paciencia y ganas. Más de las que estaba poniendo.
-En quitar a ese imbécil de la televisión -debía referirse al presentador de las noticias. Khristina no se molestó en Lo único que está consiguiendo es que haya más personas que vean con malos ojos los movimientos a favor de la justicia.
-¿Algo más?
-Un café y una napolitana -intervino la chica, mirando en dirección al chico que había hablado como un general advirtiendo a su cuadrilla. Krhistina lo anotó-. Gracias.
Khristina le sonrió. Al menos alguien agradable. Se fue con su compañero intentando no prestar atención a lo que estaban diciendo en esa mesa, ni en las demás. Le pasó la anotación a Lexie, quien puso los ojos en blanco y se puso manos a la obra. Khristina volvió a tomar la misma posición que antes sobre la barra mientras esperaba a que la orden estuviera echa.
Sin dudarlo mucho, llevó su atención a la mesa de los chicos de antes. La chica de pelo rosa había apoyado la cabeza sobre el hombre del chico, su pareja tal vez, y hablaban en voz baja. En la otra mesa los dos hombres seguían a lo suyo...muy a lo suyo. Era raro que no hubiesen pedido nada más, a parte de sus vasos de agua y sándwiches. Sus ojos y atención bailaron como si nada hacia la mesa que acababa de atender. La chica, con el pelo teñido de un fuerte rojo que dejaba ver la puntas negras al natural y varios piercings en la cara, hablaba seria con el chico que tenía delante sobre algo que tenían encima de la mesa. Fuera lo que fuese, lo habrían sacado después de que ella llegara para atenderles.
No podía ver más allá de la espalda del chico con el que hablaba, el mismo que le había dicho que apagase la televisión, pero sí al que tenía delante. El que estaba al lado de la chica pelirroja, que se apoyaba en la pared, miraba sin mucho interés hacia lo que su amiga explicaba. Tenía el pelo negro, ted negra y ropa negra. Lo único destacable en él eran los piercing plateados que adornaban su rostro y sus facciones agudas. Tenía algo, un desinterés o algo más en la expresión, que destacaba sobre las posturas de sus dos compañeros.
Entonces, el chico levantó la mirada como si supiera que lo estaban mirando y Khristina se dio la vuelta hacia Lexie. Sabía sin necesidad de que alguien más le dijera que estaba roja, y era probable que su poca vergüenza tuviera algo que ver.
-Aquí tienes -volvió su atención hacia Lexie-. No dejes que esos frikazos te asusten. Serán de los que ladran pero no muerden.
Khristina recogió las cosas, hizo tripas corazón y avanzó hacia la mesa. El aire acondicionado de la cafetería refrescaba el interior, pero ella estaba sudando más allá de su propia regulación corporal. ¿Cuántos grados hacían fuera? Los suficientes como para poder celebrar el Día D y que a la gente le diera igual estar muriéndose con tal de manifestar su alegría. Cuando llegó a la mesa, la chica pelirroja miró por encima con recelo y se guardó algo en los bolsillos debajo de la mesa. Khristina se preguntó si era eso a lo que estaban atendiendo con tanto interés.
-Que aproveche.
-Gracias.
El chico que le había llamado la atención levantó la cabeza, el pelo meciéndose con él, y se cruzó de brazos.
-Trabajar tanto para tan poco es un sin sentido.
No supo muy bien a lo que se refería, pero sí la entonación y el contexto. Otro friki de esos que se quejaban para ir contra el sistema y llamar la atención... Khristine lo miró sin saber bien qué contestarle. No tenía nada físico en él con lo que defenderse como en el paso de la chica. Apariencia llamativa, pero ropa desgastada que demostraba que su interés por el capital del país le era nulo o no lo necesitaba para demostrar que podía ser interesante sin ropa y un estilo propio.
Khristina dejó las cosas sobre la mesa y decidió ignorar el comentario, bien porque su orgullo le impedía quedarse de brazos cruzados pero su mala gestión una defensa favorable. Volvió a la barra con Lexie casi dando zancadas. Tenía la cara roja y las manos le sudaban.
Mientras iba con la bandeja bajo el brazo, la vibración de su móvil la pilló de camino. Un mensaje. De la gestión de la universidad. Preguntando por la solicitud de la beca. Khris maldijo entre dientes. Se le había pasado por completo.
-Cabrones.
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