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La Revolución Industrial y su Impacto en el Diseño: Causas, Efectos y Tendencias Históricas
La Revolución Industrial, que tuvo lugar entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, marcó un cambio trascendental en la estructura económica, social y cultural de las sociedades occidentales. Este artículo explora las causas y efectos de este fenómeno en el desarrollo de las tendencias de diseño, así como las escuelas y tendencias históricas que emergieron durante este periodo. Causas…
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MITOS EN AMÉRICA
MITO 8: El MONOPOLIO ESPAÑOL EMOPBRECIÓ AMÉRICA Y NO LA DEJÓ INDUSTRIALIZARSE.
Otra cosa que estoy harto de escuchar hasta la saciedad, que todo es culpa de España, que la pobreza de América es culpa de España, y que gran parte de esa culpa fue por el monopolio que impidió a los virreinatos comerciar libremente y que así no pudieron industrializarse.
Pues una vez más, aquí estamos con datos para matar el relato.
Para abrir boca, decir que el monopolio español terminó en 1713 con el tratado de Utrecht y que la primera revolución industrial comenzó en 1750 en Inglaterra con la mecanización de los telares, dicha primera industrialización se extiende al resto del mundo unos 20 años más tarde. Por tanto ya el mito cae con este primer dato, es decir, desde 1713 los virreinatos españoles ya pueden comerciar con Inglaterra, por tanto, todo aquel que comercia con Inglaterra ¿puede comprarle esos nuevos telares? La respuesta es NO, y no porque lo impidiera España, sino porque era Inglaterra la que no lo permitía.
El Reino de Inglaterra estableció las Actas de Comercio y Navegación, en el cual restringieron a los extranjeros comerciar con Inglaterra con el fin de defender su industria, por medio de monopolizar el comercio con sus colonias y asegurar al menos esas ganancias.
Se prohibía cualquier desarrollo industrial de las colonias capaz de competir con el de Inglaterra: Requerían que todas las importaciones de una colonia fueran compradas a Gran Bretaña o revendidas por comerciantes británicos en Gran Bretaña, independientemente del precio que se pudiera obtener en otros lugares. Así, las colonias terminaban suministrando materias primas para la industria británica y, a cambio de este mercado garantizado, las colonias comprarían productos manufacturados desde o a través de Gran Bretaña.
Que el comercio con las colonias estuviera monopolizado por los navegantes ingleses: Las leyes reflejaban la teoría económica del mercantilismo, buscándose mantener todos los beneficios del comercio dentro de sus respectivos imperios y minimizar la pérdida de oro y plata, o ganancias, para los extranjeros a través de compras y comercio.
Resumiendo, por poner un ejemplo, que Inglaterra prohibía la fabricación de muebles a sus colonias pero se llevaba de ellas la madera para fabricar los muebles en Inglaterra y luego venderlos a sus colonias.
Esto no ocurrió en los virreinatos españoles, donde se crearon industrian que competían directamente con las peninsulares, como fue el caso de las cerámicas de Talavera de la reina.
Por otro lado, Nueva España no podía comerciar libremente lo que quisiese con Inglaterra, tan solo lo que Inglaterra le quisiera vender, estos les vendían alcohol carísimo a cambio de cuero muy barato.
Y mientras que el monopolio español acabó en 1713, el monopolio ingles no acabó hasta 1849 cuando empezaba a vislumbrarse que el librecambismo (implantado ya por España decenas de años antes) era la respuesta para desarrollar el comercio de la industria.
En 3º lugar, los países ya independizados y soberanos con la ayuda de Inglaterra, bien podía haberles pedido a Inglaterra “su industria”, pero en lugar de ello, Inglaterra se llevaba todo el oro de América a cambio de rifles para que los nuevos países pudieran seguir sus guerras enfrentándose unos contra otros.
En 4º lugar, la segunda línea de ferrocarril en toda América se construyó en la provincia española de Cuba en 1837, en los países independientes de Hispanoamérica comenzaron a construirse a partir de 1850. Es decir, más de una década después.
En 5º lugar, cuando el imperio español sucumbió, España siguió siendo la misma, ni más rica ni más pobre, siguió su camino por separado y no sufrió ningún retroceso socioeconómico, en cambio, para los nuevos países soberanos, significó un gran retroceso socioeconómico en todos los sentidos, pues virreinatos que eran ricos, prósperos, desarrollados, en paz y a los que se sobraba la plata, se convirtieron en países pobres, de sobrarles plata, comenzaron a pedirla prestada, y de la paz pasaron a tener guerras civiles y con otros países hermanos durante más de 100 años, esto sin duda fue lo que provocó la pobreza generalizada de Hispanoamérica que perdura hasta nuestros días. Y es que, antes de la independencia, algo que se fabricaba en México, se podía vender en chile, tras la independencia, lo que se fabricaba en México, se quedaba en México, esto provocó el cierre de miles de comercios e industrias que eran riquísimas durante los virreinatos.
En 6º lugar, a pesar de las dificultades que hemos visto en el punto 5, 2 países hispanoamericanos en el siglo 20 llegaron a ser los más ricos del mundo, Argentina y Venezuela, 2 países que ahora dan pena.
Explicados estos puntos ¿Es España la culpable de la pobreza y subdesarrollo de los países hispanoamericanos?
La respuesta es contundente, NO.
Y al que le siga quedando alguna duda, que siga leyendo:
«El que sabe ser buen hijo
a los suyos se parece
y aquel que a su lado crece
y a los suyos no hace honor
como castigo merece
de la desdicha el rigor».
extracto de la obra «Defensa y pérdida de nuestra independencia económica» (Capítulo I), «, del abogado, profesor universitario, historiador y diplomático argentino José María Rosa. Fue publicada por primera vez en 1943.
EL INDUSTRIALISMO VIRREINAL
Las primeras industrias de América tuvieron su origen en el siglo XVII. Las industrias elaborativas se entiende, pues las extractivas como la minería se explotaron inmediatamente después del descubrimiento.
América alcanzó un alto grado de progreso industrial: por lo menos desde el siglo XVII, hasta que el imperio español tembló en sus cimientos al EMPEZAR el XIX. En esos años la América española había llegado a lo que es hoy el desiderátum de las naciones: a bastarse a sí misma, a la autarquía ¿La causa? El monopolio español; el tan mentado, tan desprestigiado monopolio español. Pues éste, si en mínima parte significó la dependencia comercial hacia España, produjo, en cambio, sobre todo industrialmente, la autonomía de América.
Claro es que la creación del monopolio español no tuvo como mira, a lo menos como mira eficiente, la formación de una industria americana autóctona. El monopolio fue creado por causas militares principalmente. Debido a los numerosos ataques del resto de reinos europeos, deseosos de poseer las riquezas que España había conseguido crear en América, se estableció el régimen de galeones, que convenientemente custodiados partían de un puerto único americano, generalmente Santo Domingo, e iban hacia otro puerto único español, casi siempre Sevilla. La carencia de suficientes navíos de guerra como para custodiar el tráfico comercial libre entre la península y los virreinatos, en esos mares infestados de bucaneros ingleses y holandeses, obligaba a la navegación en convoy como único medio de mantener una comunicación entre las distintas partes del imperio español.
Ya de por sí la reducción del comercio hispanoamericano a una flota o 2 anual de galeones y años hubo que no partió ninguno transportando hasta Puerto Bello los productos destinados a Nueva Granada, Venezuela, Perú, Chile y Río de la Plata, aminoró extraordinariamente la dependencia hacia España de la economía americana. América tuvo entonces que producir lo que España no podía enviarle. Pero a la dificultad en el transporte se unió otra causa: las ideas de los economistas españoles del siglo XVII, pues España atravesaba desde mediados del XVI una fuerte crisis, traducida en el alto valor que alcanzaron todas las mercaderías: los medios de subsistencia eleváronse en grado sumo. La causa, hoy podemos saberlo, fue la importación de oro americano, que produjo como lógica consecuencia el desequilibrio en el valor adquisitivo del dinero: el oro bajó de valor con respecto a las demás mercaderías, y claro está, las mercaderías subieron con respecto al oro; con la grave consecuencia social de que el oro se hallaba en pocas manos, mientras que la demanda de mercaderías era general.
Pero entonces se creyó firmemente que esta suba se debía a la salida de productos españoles para América. De allí que se tratara de evitar su envío al Nuevo Mundo, limitándose la exportación española a lo estrictamente indispensable, en realidad el comercio hispanoamericano en los tiempos de los galeones quedó reducido al transporte del oro y la plata de América a España, y al regreso de esos barcos llevando el mismo peso en los pocos, poquísimos, efectos ibéricos que no podían producirse aquí.
América tuvo que bastarse a sí misma. Y ello le significó un enorme bien: se pobló de industrias para abastecer en su casi totalidad el mercado interno. Malaspina, escritor del siglo XVII, nos dice que «el movimiento fabril de México y el Perú eran notables». Habla de 150 «obrajes» en el Perú, que a 20 telares cada uno, daban un total de 3.000 telares. Y Cochabamba, según Haenke, consumía de 30 a 40 mil arrobas de algodón en sus manufacturas.
TÉCNICA DE LA PRODUCCIÓN VIRREINAL
Los «obrajes», talleres de hilados y tejidos, se encontraban organizados en su mayoría de acuerdo al tipo de trabajo artesanal: con sus maestros, oficiales y aprendices, y requiriéndose haber pasado los dos grados inferiores y rendido el examen de «obra maestra», para lograr con el título de maestro la licencia de regentear un obraje.
No fue el taller artesanal el único tipo de producciónvirreinal: El virrey del Perú, don Francisco de Toledo, reglamentó minuciosamente en 1601 el trabajo de los indígenas en las industrias manufactureras evitando cualquier abuso de los encomenderos. Y finalmente fue suprimido por varios decretos y ordenanzas reales. En cambio en las reducciones y misiones, los obrajes con mano de obra indígena fueron habituales, por cuanto constituían uno de los fundamentos mismos de la creación de tales establecimientos, que era la educación indígena tanto en las labores agrícolas como en las manuales. Aquí el producto de la industria indígena recaía exclusivamente en beneficio de las mismas reducciones y misiones.
Los esclavos no eran empleados habitualmente en faenas industriales. En primer lugar la esclavitud no fue normalmente permitida en la América hispana hasta la guerra de Sucesión, cuando Inglaterra impuso en el tratado de Utrecht de 1713 el derecho a establecer sus «asientos de negros» en puertos del Atlántico. Los pocos esclavos que hubo antes de esa fecha, tolerados por los funcionarios españoles; que no permitidos por las Leyes de Indias, se filtraron de las colonias inglesas del norte, y las portuguesas del sur. Estos pocos esclavos no nos permiten suponer que la esclavitud fue regularmente admitida antes de 1702, y así encontramos que el modesto «asiento de negros» portugués, que las autoridades bonaerenses toleraron en el siglo XVI, fue clausurado estrepitosamente por la superioridad española.
Los negros esclavos no eran tampoco mayormente aptos para labores industriales. Fueron empleados de preferencia en la agricultura; y en Río de la Plata donde no existía mayor agricultura destinados casi exclusivamente a tareas domésticas. Algunos realizaban pequeñas confecciones caseras, y otros fueron empleados en talleres, rescatando con sus jornales el precio de su libertad. Pero la protesta de los trabajadores libres, así como la resolución que el Cabildo de Buenos Aires tomó sobre ellos nos demuestra que el caso no era muy común ni constituía la tan manida «explotación de los esclavos», lugar repetido por algunos escritores antiespañoles.
La práctica de los gremios , no las Leyes de Indias, había exigido a los maestros zapateros y plateros, presentaran ��informaciones sobre limpieza de sangre» . En el siglo XVIII estas informaciones fueron suprimidas, admitiéndose a cualquier trabajador americano, a condición de haber aprobado su examen correspondiente, para que pudiese optar al grado de maestro y abrir su taller. De esta manera los negros o indios libres pudieron dedicarse también a la industria si poseían aptitudes para ello. Además de los talleres manufactureros, hallamos al iniciarse el siglo XIX las fábricas de derivados de la ganadería: saladeros, curtiembres, jabonerías, la «fábrica de pastillas de carne» del conde Liniers en Buenos Aires, etc. La fábrica tenía características propias del pequeño capitalismo: en lugar del maestro que trabajaba junto a los oficiales y aprendices, encontramos al patrón capitalista vigilando la labor de sus obreros por medio del capataz técnico.
Esta técnica, tanto en los primitivos obrajes como en las posteriores fábricas, fue la habitual en sus respectivos tipos de producción. La maestría del artesano tuvo que suplir la falta de herramientas adecuadas, pero los productos podían en buena ley competir con sus similares europeos, y en algunas industrias como la platería y tejidos, llegaron a superar, por el arte de su confección, a las propias mercaderías extracontinentales.
LA AMERICA «PROTECCIONISTA» Y LA AMERICA «LIBRECAMBISTA»
No toda la América española fue encerrada en la barrera del monopolio, surgiendo por esa causa a la vida industrial. Hubo parte de ella, justamente en Río de la Plata, que quedó virtualmente fuera de esta política.
No tenía España barcos suficientes para vigilar las costas del Atlántico sur, ni podían los modestos gobernadores de Buenos Aires correr con sus botes a los poderosos navíos extranjeros que anclados en las Conchas, la Ensenada o en el mismo puerto, ejercían impunemente el contrabando. Y este contrabando, imposible de perseguir, acabó siendo tolerado: el viajero francés Azcárate de Biscay vio en 1658 en el puerto de Buenos Aires a 22 buques holandeses cargando cueros. Desde 1680, Buenos Aires constituyó un verdadero nido de contrabandistas, Y muchos gobernadores, obligados por las circunstancias a esconder la ley y cerrar los ojos, clamaban por la permisión lisa y llana de lo que era imposible combatir: Bruno Mauricio de Zavala, el fundador de Montevideo, entre otros.
Tan tolerado fue el contrabando, tanto se lo consideró un hecho real, que la Aduana no fue creada en Buenos Aires sino en Córdoba, la llamada Aduana seca de 1622, para impedir que los productos introducidos por ingleses y holandeses en Buenos Aires compitieran con los industrializados en el norte. Y que el oro y los metales preciosos no emigraran hacia el extranjero por la boca falsa del Río de la Plata.
Hubo así dos zonas aduaneras en la América hispana: la monopolizada y la franca. Aquélla con prohibición de comerciar, y ésta con libertad, no por virtual menos real, de cambiar sus productos con los extranjeros.
Y aquella zona, la monopolizada, fue rica; no diré riquísima, pero sí que llegó a gozar de un alto bienestar. En cambio la región del Río de la Plata vivió casi en la indigencia. Aquí, donde hubo libertad comercial, hubo pobreza; allí, donde se la restringió, prosperidad.
Y eso que Buenos Aires tenía una fortuna natural en sus ganados cimarrones que llenaban la pampa.
Los contrabandistas se llevaban los cueros de estos cimarrones, necesario como materia prima en los talleres europeos, dejando en cambio sus alcoholes y sus abalorios (fue entonces cuando los holandeses introdujeron la ginebra). Era este un trueque muy parecido al que realizaron hasta ayer los comerciantes blancos con los reyezuelos de África.
El dinero, a no ser el oro y la plata filtrados por Córdoba, entraba muy poco en estas transacciones. Los cueros se cotizaban en reales, pero se pagaban en especie: de más está decir que los reales pagados por cada cuero eran harto insuficientes, mientras que los abonados por cada litro de ginebra o cada metro de paño inglés, sumamente considerables.
Buenos Aires, entregando los cueros de su riqueza pecuaria por productos extranjeros, no podía tener y no tuvo industrias dignas de consideración. Era tan poco rica, que el Cabildo empeñaba sus mazas de plata para mandar un enviado a España. Antonio de León Pinelo, escribiendo en 1629, se quejaba de la enorme miseria de la zona bonaerense: Buenos Aires era para él, la ciudad «tan remota como pobre». Indudablemente el virtual librecambio no reportaba provecho alguno.
Todo lo contrario. No solamente no hubo industrias a causa de la fácil introducción de los productos europeos, sino que los contrabandistas acabaron por extinguir el ganado cimarrón, la gran riqueza pampeana. Los permisos de vaquerías otorgados en un principio libérrimamente por el Cabildo a todo vecino accionero que trocaba, cueros por mercaderías contrabandeadas, acabaron por ser mezquinados. En 1661 (acta del Cabildo del 14 de enero) se informa que la hacienda se ha retirado a 50 leguas de la ciudad: en 1639, el mismo Cabildo ordena que se suspendan los «permisos de vaquear» durante 6 años, debido a la escasez de ganado. En 1700; se cierran nuevamente las vaquerías, esta vez por 4 años; en 1709 nuevo cierre durante un año; en 1715, otra cerrazón, también de 4 años.
El contrabando había terminado con la única riqueza bonaerense. La formidable mina de cuero de la pampa hallábase agotada, pues desde esa última fecha ,1715, ya no se otorgaron más permisos para vaquear; no es que se hayan cerrado las vaquerías, es que nadie tuvo empeño en internarse hasta las Salinas tras un rodeo cada vez más ilusorio.
En 1723 el Cabildo informa que hace ocho años, justamente desde 1715 que nadie vaquea. Y en 1725, cuando se instala en Buenos Aires el «Asiento inglés de negros» a raíz del tratado de Utrecht, con la facultad de cambiar negros exportados de Angola por los cueros famosos de la pampa, encontráronse los negreros sin la riqueza que esperaban: los contrabandistas ya se la habían llevado.
RIQUEZA INDUSTRIAL DEL VIRREINATO
El tratado de Utrecht de 1713, que puso fin a la guerra de sucesión de España, significó prácticamente la repartija de ésta entre Francia, Inglaterra y Austria. Si Francia conseguía colocar un príncipe francés en el trono de Carlos II, Austria se quedaba con Italia y el Flandes Español, e Inglaterra con Gibraltar, Menorca y muy buenos privilegios comerciales: entre estos, la facultad de importar negros a la América española, mercándolos por productos autóctonos. Fue a raíz de ellos que se establecieron los «asientos de negros» en los puertos hispanoamericanos del Atlántico, por donde, juntamente con el comercio lícito de africanos, se deslizó el ilícito de efectos ingleses.
Pero la industria anglosajona a principios y mediados del siglo XVIII, carecía de las condiciones necesarias para apoderarse del mercado americano. Si bien la fabricación vernácula era aún primitiva, y su técnica no pasaba de ser rudimentaria, el coste de la producción y aun la misma calidad de la elaboración, admitían todavía una competencia favorable con las manufacturas europeas. Levene, en su Historia económica del Río de la Plata, describe la riqueza al finalizar el siglo XVIII. La industria vitivinícola es próspera en San Juan, Mendoza, La Rioja y Catamarca; un barril de vino de la primera de estas ciudades se vende en Buenos Aires a $ 36 (del cual de 14 a 16 pesos son de flete).
En tejidos: Cochabamba era el centro fabril de todo el Alto Perú; los algodonales de Tucumán facilitaban la materia prima, que era elaborada en la ciudad del altiplano, proveyendo a los mineros de Potosí y a casi toda la población del norte. Centros importantes de esta industria fueron también Corrientes, donde el informe de su representante en el consulado nos dice que en 1801 «hubo individuo que acopió y remitió a Buenos Aires más de 1.500 ponchos y frazadas, su precio de 4 a 5 reales»; Catamarca, donde «no hay casa ni rancho en todo su distrito que no tenga uno o dos telares con su torno para hilar, y otro para desmotar el algodón. Se borda tan fino que… hasta los clérigos se visten con estos bayetones negros»; Tucumán, que elabora tejidos con sus propios algodones, y también Córdoba, Salta y Santiago del Estero encontraron su principal riqueza en la industria de los telares domésticos.
Paraguay y Corrientes eran famosos por sus astilleros, donde se construían hasta navíos de ultramar; lo que hoy es apenas una remota esperanza, era una realidad en 1800. «Con ligazón de algarrobo, entablado de lapacho y cubiertas de timbó colorado» se construyeron el año 1811 en Asunción 8 bergantines, 5 fragatas, 4 sumacas, sin contar balandras y otras embarcaciones menores. Y ellas quedaban totalmente terminadas con sus jarcias, velamen y ferretería, producido todo por la riquísima tierra americana.
Las grandes carretas de Mendoza y aquellas un poco menores de Tucumán proveían los medios de transporte más usuales para el tráfico interno. También las mulas, criadas en Santa Fe y Entre Ríos, eran empleadas principalmente para la conducción de los barriles de vino o aguardiente cuyano.
Corrientes fue famosa por sus talleres de arreos y talabarterías. Buenos Aires por sus platerías y después del tratado de Utrecht, abolido el monopolio y en su consecuencia reducido el contrabando, destacóse por sus artesanos del cuero, especialmente zapateros, lomilleros y talabarteros.
En agricultura: Tucumán producía en abundancia algodones y arroz; La Rioja, Catamarca y Salta aceites de oliva de tan buena calidad y tan importante cantidad, que amenazaban la clásica riqueza española de olivares. Cereales y productos de huerta, se daban en las «quintas» de todas las ciudades, especialmente Buenos Aires. Esta última conservaba su preeminencia ganadera, pese a la extinción de los cimarrones, y el virrey Loreto iniciaba en 1794 la después floreciente industria de la salazón de carnes.
En todo lo necesario, los virreinatos se abastecían a sí mismo, Claro está que no todos los virreinatos tuvieron grandes industrias como la que alcanzó Nueva España o Perú.
FUENTES:
- J.A.GARCIA, La ciudad indiana, Pág. 128.
- VIDAL, en sus Observaciones sobre Buenos Aires y Montevideo (trans. por WILDE, ob. cit., pág. 106) dice: «La esclavitud en Buenos Aires, es verdadera libertad, comparada con la de otras naciones.».
- La Revista de Buenos Aires. T. XII, Pág. 19 y ss.
- Relaciones de los viajes de monsieur Azcárate de Biscay al Río de la Plata. (La «Rev. de Buenos Aires», t. XIII, Pág.. 19 y ss.).
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Me parece que, a cada instante, debió vivir esa muerte. De diversas maneras. Debió vivirla en todos aquellos lugares en los que sintió que la lengua alemana era asesinada de alguna manera, por ejemplo por sujetos de lengua alemana que hacían cierto uso de ella: que la lastimaban, la mataban, le daban muerte porque la hacían hablar de tal o cual modo. La experiencia del nazismo es un crimen contra la lengua alemana. Lo que se dijo en alemán bajo el nazismo, eso mismo, es una muerte. Hay otra muerte que es la simple banalización, la trivialización de la lengua. Y luego hay otra muerte que es aquella que no puede advenir a la lengua sino a causa de lo que ella es, es decir: repetición, aletargamiento, mecanización, etc. El acto poético constituye, por lo tanto, una suerte de resurreción: el poeta es alguien que tiene que tratar permanentemente con una lengua que se muere y que él resucita, no ofreciéndole un verso triunfante sino haciéndolo regresar a veces, como un resucitado o un fantasma: él despierta la lengua y para tener verdaderamente en carne viva la experiencia del despertar, del retorno a la vida de la lengua, debe encontrarse muy cerca de su cadáver. Debe estar lo más cerca posible de sus restos, de sus despojos. No quisiera ceder aquí al pathos, pero supongo que Celan tenía constantemente que tratar con una lengua que corría el riesgo de convertirse en una lengua muerta. El poeta es alguien que se da cuenta de que la lengua, su lengua, la que heredó en el sentido que acabo de decir, corre el riesgo de convertirse en una lengua muerta y, por lo tanto, que tiene la muy grave responsabilidad de despertarla, de resucitarla (no en el sentido de la gloria cristiana, sino en el sentido de la resurrección de la lengua), ni como un cuerpo inmortal ni como un cuerpo glorioso, sino como un cuerpo mortal, frágil, algunas veces indescifrable como lo es cada poema de Celan. Cada poema es una resurrección, pero que nos impulsa hacia un cuerpo vulnerable que puede ser de nuevo olvidado. Creo que todos los poemas de Celan permanecen de alguna manera indescifrables, conservan lo indescifrable, y esto puede también apelar interminablemente a una suerte de reinterpretación, de resurrección, a nuevos soplos de interpretación, o bien al contrario, perecer, desaparecer de nuevo. Nada asegura a un poema contra su muerte, ya porque el archivo puede siempre ser quemado en hornos crematorios o en incendios, ya porque, sin ser quemado, sea simplemente olvidado, o no interpretado, o aletargado. Es siempre posible el olvido.
— Jacques Derrida, «La lengua no pertenece», entrevista realizada por Évelyne Grossman originalmente publicada en Europe (año 79, n° 861-862, enero-febrero 2001). Traducción de Ricardo Ibarlucía publicada en Diario de Poesía (nº 58, primavera 2001). Disponible online en Derrida en castellano.
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Avances en la industria textil
La lanzadera volante fue creada por John Kay en 1733, siendo el primer paso en la mecanización del telar y aumentando significativamente la productividad de los tejedores. Se estimaba que hacía el trabajo de unos doscientos operarios, de ahí que su inventor huyese a Francia. Tejía tan rápido que las reservas de hilo no abastecían a la nueva máquina.
Más tarde, en 1764, James Hargreaves inventa la Spinning-jenny en Stanhill (Inglaterra). Este dispositivo redujo enormemente el trabajo requerido para la producción de hilo, dando a un solo trabajador la capacidad de manejar ocho o más carretes a la vez. Sin embargo, el hilo era quebradizo por lo que dificultaba su uso.
En 1769 Richard Arkwright inventa la Water Frame, una hiladora que consistía en un bastidor que permitía accionar simultáneamente hasta 128 mecanismos de hilado, incrementando sustancialmente la producción y la calidad del hilo fabricado industrialmente. El uso de la energía hidráulica permitió producir un hilo más fuerte y más duro que la famosa Spinning Jenny, sin embargo a veces provocaba atascos por ser demasiado grueso el hilo resultante.
Entre 1779 Samuel Crompton crea la Spinning mule. La 'mula' (su nombre «derivaba del ruido o zumbido que producía») hacía girar las fibras textiles en el hilo por un proceso intermitente y conseguía un hilo resistente y fino que no presentaba problemas a las tejedoras. Aún se usa hoy día por algunos fabricantes.
El problema ahora que se producía más hilo de lo que la Lanzadera volante podía absorber…
El telar mecánico fue inventado por Edmund Cartwright, un clérigo e inventor británico que se graduó en la Universidad de Oxford a una muy temprana edad. Esta máquina fue patentada en 1789, cuando el invento definitivo tuvo mayor aceptación y sirvió como modelo para futuras mejoras. No obstante, en esta época el uso del telar era limitado y no fue hasta décadas más tarde cuando las mejoras realizadas por otras personas popularizaron su uso. A partir de ese momento, hiladoras y tejedoras se sincronizaron para producir tejidos que abasteciesen a las demandas interna y externa de Reino Unido.
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Milei y la militancia de la resignación
De estas elecciones puede concluirse una cosa: hay una cada vez más gigantesca distancia entre lo que se vota y lo que se hace, como los resultados de Jujuy evidencian. Es Milei -y no la izquierda- el que capitaliza electoralmente en la provincia en la que el rechazo y la voluntad de lucha contra el ajuste llegó durante los últimos meses a sus máximos niveles. La sociedad jujeña salió a cortar rutas y, al mismo tiempo, votó a quién acusaba a Morales de tibio por su falta de dureza a la hora de reprimir los cortes de rutas. Lo cierto es que no existe correspondencia directa entre representación e interés porque no existe correspondencia directa entre sociedad y política, sino que la política es más bien la forma compleja y contradictoria a través de la que la sociedad reproduce su conflictividad latente. Eso no significa que la política carezca de bases materiales, sino que la relación entre base material y política no se reduce a una mecanización insulsa.
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Maracaibo, en un mejor momento que hoy. Y ese momento fue durante diciembre del 2018. Algo que extraño de esta época es que fue un periodo de experimentación muy intenso que dio paso a una mecanización fotográfica que estoy rompiendo en los últimos meses tratando de dedicarme a ir mas allá de lo meramente laboral. Maracaibo poco a poco renacía de un periodo muy duro donde muchos de los que se sentían aletargados empezaron a salir a ocupar los espacios abandonados, seguían siendo momentos difíciles, pero el centro histórico volvía a llenarse de gente y entendiendo de nuevo la normalidad acostumbrada en décadas anteriores. Allí use una Kodak Easyshare Z981 y una Canon 7D con un 18-135mm f/3.5
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MI PERSPECTIVA CON LA INFLUENCIA DE LA MÁQUINA DE ESCRIBIR
3)Perfectible
Esta máquina al pasar del tiempo, se intentaba mejorar, siendo así, incrementando la calidad en el producto, técnicas y demás aspectos; de tal manera, cada vez ir mejorando la máquina de escribir para la utilidad. La máquina de escribir podía ser mejor cada vez más, hasta obtener el objetivo ideal (aunque siempre se podría ir mejorando poco a poco), perfeccionando las máquinas iniciales.
esto empezó cuando el primer proyecto salió a la luz, conocido de máquina de escribir fue el “címbalo escri- biente” de Giuseppe Ravizza y el primer intento regis- trado de producir una máquina de escribir fue realiza- do por el inventor Henry Mill, que obtuvo una patente de la reina Ana de Gran Bretaña en 1714.
A parte, la máquina de escribir, cada vez se podia mejorar en más aspectos, mejorandolos de una manera más general, asi como: el aumento de productividad, mejorar la precisión, legibilidad de documentos y distribución de los mismos. También, por cada avance se podía ir mejorando la automatización y la mecanización de cada tarea en un futuro. Algunos avances notorios en la sociedad, fueron, la bola de escribir de Hansen, la cual llegó a ser adquirida por Frederick Nietzsche; pasando a la máquina de Sholes y Glidden, ya siendo mejorada, cuya patente comenzó a ser producida en 1874 por la compañía Remington; por consiguiente, La máquina Remington 1, está es una de las máquinas que mejora bastante, al utilizar un rodillo superior giratorio, sistema de impresión frontal y un teclado qwerty de cuatro filas. Pero claro, al pasar de los años se fue mejorando, cambiando cosas como el uso de cintas de tela bicolor, configuraciones estándar de teclado y rollos diseñados para formatos de papel estándar, estas fueron las características principales que persistieron paso a paso.
Perfectible:
This machine over time, was trying to improve, being so, increasing the quality in the product, techniques and other aspects; In such a way, each time go improving the typewriter for utility. The typewriter could be better and better, until the ideal objective was obtained (although it could always be improved little by little), perfecting the initial machines. this began when the first known typewriter project was Giuseppe Ravizza's "Writing Cymbal" and the first recorded attempt to produce a typewriter was made by inventor Henry Mill, who obtained a patent from Queen Anne of Great Britain in 1714.
In addition, the typewriter, each time could be improved in more aspects, improving them in a more general way, as well as: increasing productivity, improving accuracy, readability of documents and distribution thereof. Also, for each advance, the automation and mechanization of each task could be improved in the future. Some notable advances in society were, Hansen's writing ball, which came to be acquired by Frederick Nietzsche; moving to the Sholes and Glidden machine, already being improved, whose patent began to be produced in 1874 by the Remington company; therefore, the Remington 1 machine, this is one of the machines that improves a lot, using a rotating top roller, front printing system and a four-row qwerty keyboard. But of course, over the years it was improved, changing things like the use of two-tone fabric ribbons, standard keyboard configurations and rolls designed for paper formats est ...
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Un Viaje a la Historia de la Harina: Desde la Antigua Roma hasta Hoy
Contenido:
La harina, ese ingrediente básico en nuestra cocina, tiene una historia tan rica y antigua como la humanidad misma. Desde los albores de la civilización, el grano y la harina han sido fundamentales para la alimentación y el desarrollo de las culturas.
La harina en la antigüedad
Antiguo Egipto: Los egipcios consideraban el trigo un regalo de los dioses y la harina era un bien muy preciado. Utilizaban molinos manuales de piedra para moler el grano y producían una gran variedad de panes y productos horneados.
Grecia y Roma: En estas civilizaciones, el pan era un alimento básico y la harina se utilizaba para elaborar panes, galletas y otros productos. Los romanos construyeron grandes molinos de agua que revolucionaron la producción de harina.
Civilizaciones precolombinas: En América, los pueblos indígenas cultivaban maíz y otros cereales, que molían con piedras para obtener harina y elaborar tortillas, tamales y otros alimentos.
La evolución de la molienda
Molinos de viento y agua: Durante la Edad Media, los molinos de viento y agua se convirtieron en una parte fundamental del paisaje rural. Estos molinos permitían moler grandes cantidades de grano de manera más eficiente.
Revolución Industrial: La llegada de la Revolución Industrial trajo consigo la mecanización de los molinos, lo que permitió aumentar la producción de harina y mejorar su calidad.
Molinos modernos: Hoy en día, la producción de harina se realiza en grandes fábricas equipadas con tecnología de punta. Los granos se limpian, clasifican y muelen para obtener diferentes tipos de harina, como la harina blanca, integral, de centeno, etc.
La harina en la actualidad
La harina sigue siendo un ingrediente indispensable en la cocina de todo el mundo. Se utiliza para elaborar una infinidad de productos, desde el pan y las pastas hasta los pasteles y los bizcochos. Además, la harina se ha convertido en un ingrediente clave en la industria alimentaria, siendo utilizada en la producción de una gran variedad de alimentos procesados.
Datos curiosos sobre la harina
La harina más antigua: Se han encontrado restos de harina en yacimientos arqueológicos que datan de hace más de 30.000 años.
Tipos de harina: Existen cientos de variedades de harina, cada una con sus propias características y usos.
Harina integral vs. harina blanca: La harina integral conserva el salvado y el germen del grano, lo que la hace más nutritiva que la harina blanca.
La importancia de la harina en diferentes culturas: En cada cultura, la harina tiene un significado especial y se utiliza para elaborar platos tradicionales.
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Durante nuestra visita a las Salinas de Alemán, capturamos una serie de imágenes que nos adentraron en un entorno lleno de historia, tradición y una profunda conexión con la naturaleza. Estas fotos, más allá de mostrar un proceso productivo, nos sirven como fuente de inspiración para nuestro proyecto, al invitarnos a reflexionar sobre valores esenciales como la sostenibilidad, el respeto por el entorno y el trabajo artesanal.
Uno de los aspectos más impactantes fue observar el proceso manual de recolección de sal. Ver a los trabajadores recolectando y rastrillando usando herramientas tradicionales nos hizo valorar el esfuerzo humano y la preservación de prácticas que han perdurado durante siglos. Cada gesto refleja una relación respetuosa con la tierra y sus ciclos, un modelo que queremos seguir en nuestra propuesta: trabajar en armonía con la naturaleza sin explotarla.
El entorno, con su horizonte despejado y estructuras mínimas que se integran de manera natural en el paisaje, nos enseñó la importancia de un diseño que respete y se adapte al medio ambiente. Esta unión entre lo construido y lo natural es algo que queremos reflejar en nuestro propio enfoque, asegurando que nuestra intervención sea sutil y responsable.
Además, las Salinas de Alemán nos dejaron una valiosa lección sobre la relevancia de preservar lo artesanal en un mundo que avanza hacia la mecanización. El proceso lento, realizado a mano, tiene un valor añadido que va más allá de la producción, y esto nos impulsa a plantear un proyecto que respete los tiempos y recursos de la naturaleza.
Estas fotos que tomamos no solo son un testimonio de la belleza del lugar, sino una inspiración directa para integrar en nuestro trabajo los principios de sostenibilidad, autenticidad y respeto por los recursos naturales, llevándolos más allá de la simple estética.
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La Secretaría de Desarrollo Rural (SDR), por medio del Programa de Mecanización del Campo, rehabilitó 4 mil 235 kilómetros de caminos rurales y constr...
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Spengler y la segunda religiosidad
Por Naif Al Bidh
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Naif Al Bidh explora el concepto de los ciclos de la civilización de Oswald Spengler, examinando cómo surgen gradualmente fenómenos culturales como la “Segunda Religiosidad” en figuras como Rudolf Steiner y Nikola Tesla, quienes contribuyeron a una síntesis entre la ciencia y la espiritualidad a medida que la sociedad lidia con las tensiones entre la modernidad y un retorno a la naturaleza y el misticismo.
Un análisis minucioso de los ciclos de la civilización de Spengler arroja luz sobre la forma en que un fenómeno social se extiende a través de la trama de una sociedad a lo largo del tiempo. Lo que resulta evidente es que un fenómeno o tendencia cultural, una vez que nace, no obtiene instantáneamente una amplia aceptación y dominio sobre la psique colectiva, sino que se parece más bien a una serie de olas que gradualmente crecen hasta que acaban inundando la conciencia colectiva de una cultura respectiva. Por ejemplo, las tendencias racionales que fructificaron en la etapa otoñal de la cultura grecorromana con Sócrates fueron vistas primero como una amenaza por las tendencias estivales dominantes y más orgánicas, de ahí que Sócrates fuera condenado a muerte. Dicho esto, estas mismas tendencias, una vez introducidas, acaban apoderándose de la cultura y se convierten en la norma en la fase tardía de una civilización con el surgimiento del “hombre socrático” como arquetipo de esta nueva tendencia. Lo mismo podría decirse del crecimiento y consolidación del fenómeno social que Spengler denominó la “Segunda Religiosidad” y que se produce en las últimas etapas de todas las culturas.
Las manifestaciones de este fenómeno se consolidaron durante los siglos XX y XXI con el auge del movimiento Nueva Era y la contracultura de la década de 1960, aunque también ha encontrado expresiones en las formas religiosas formales de Occidente, a saber, el cristianismo. Sin embargo, incluso antes de los hippies y los movimientos de la Nueva Era, Occidente ya había dado nacimiento a figuras que fueron más o menos precursores de estos movimientos. Sin embargo, la falta de conciencia histórica en un mundo hipermoderno orientado hacia el futuro conduce a una falta de comprensión y reconocimiento del pasado, de lo histórico y de nuestra continuidad con el pasado. La metodología de Spengler trasciende estas limitaciones específicas relativas al conocimiento histórico debido a su afirmación de un continuo pasado-presente-futuro. La historiografía alemana se ha visto en gran medida moldeada por el historicismo, en su libro Prophet of Declin John Farrenkopf arroja luz sobre cómo Spengler se vio en cierto modo influenciado por tales tradiciones, a pesar de que su enfoque y modelo son únicos en comparación con los historiadores profesionales y filósofos de la historia alemanes del siglo XIX. El historicismo es un término vago que los especialistas encuentran difícil de definir, pero normalmente es definido como la corriente que sostiene que todos los fenómenos son, en cierto sentido, históricos y, por lo tanto, para comprender la esencia de un fenómeno sociocultural es necesario conocer su desarrollo a lo largo del tiempo histórico.
El movimiento del Lebensreform, reforma de la vida, fue un movimiento social que surgió en Europa a finales del siglo XIX como consecuencia del agotamiento colectivo y mental producido por la sociedad industrializada y la urbanización. El Lebensreform era una protesta contra el creciente consumismo, la mecanización y la globalización, así como contra la aceleración de la vida asociada a las sociedades industriales modernas. También tenía en cuenta el creciente alejamiento de la naturaleza como consecuencia de la industrialización. Como fenómeno sociocultural el Lebensreform no tuvo una orientación política específica y se extendió por todo el espectro político, con grupos que tendían hacia la derecha y la izquierda, así como otros que eran apolíticos. Irónicamente, muchas de las tendencias que hoy vinculamos a la política de izquierdas, como el ecologismo y el vegetarianismo, eran seguidas por muchos grupos vinculados a la extrema derecha dentro del espectro político, lo que los convertía esencialmente en “hippies de derechas”. Como fenómeno civilizatorio, la Segunda Religiosidad trasciende lo político y lo ideológico, manifestándose en todas las facetas de la sociedad. Spengler vivió para presenciar el auge y la caída del movimiento de reforma de la vida. En El hombre y la técnica, predijo el renacimiento de este fenómeno en Occidente. A este respecto, escribió: “Pero hace ya decenios que, con claridad creciente, está cambiando todo esto en los países de gran industria y antigua técnica. El pensamiento fáustico comienza a hartarse de la técnica. El cansancio se propaga, una especie de pacifismo en la lucha contra la naturaleza. Siéntese el atractivo de formas vitales más sencillas, más próximas a la naturaleza. Los jóvenes se dedican al deporte en vez de dedicarse a los ensayos técnicos. Cunde el odio a las grandes ciudades; se aspira a sacudir el yugo de las actividades sin alma, a eludir la esclavitud de la máquina, a disipar la clara y fría atmósfera de la organización técnica. Justamente los talentos más fuertes y creadores se desvían de los problemas prácticos y de las ciencias prácticas y se dedican a la pura especulación”.
Graham Hancock describió una vez a los humanos como una especie con amnesia, una descripción que encaja bastante bien con los extraños ciclos de progreso y regresión que se pueden observar en los movimientos sociales que hacen parte de la Segunda Religiosidad. La amnesia colectiva que sufren los humanos no tarda en repetirse en ciclos generacionales. Pues, aunque el Lebensreform fue una reacción contra la primera ola de la industrialización, la modernidad, como fuerza anticultural, se consolidó aún más con la segunda ola de la industrialización. En el siglo XX, a medida que las generaciones más viejas eran sustituidas por las más nuevas en el ciclo generacional, la modernidad se apresuró a cegarlas con su inmensa y dinámica fuerza, adormeciendo de nuevo a la sociedad con el mito del progreso y su vanguardia: el culto a la ciencia. Sin embargo, el hombre, aunque paradójicamente sea un ser técnico prometeico que desafía a la naturaleza – el macrocosmos –, es también un ser que pertenece a la naturaleza y actúa como fuerza opuesta a la modernidad. En el eterno choque dialéctico entre naturaleza y cultura-modernidad, el hombre se sitúa en el centro, por lo que en las fases de mecanización y progreso material anhela un retorno a la naturaleza, a Dios y al alma. Sin embargo, en los periodos de tranquilo letargo de la naturaleza, cae presa de la interminable amnesia que padece y el ciclo se repite una vez más. Así, las guerras mundiales y la segunda fase de la industrialización que se produjeron simultáneamente adormecieron una vez más el inconsciente colectivo.
La dinámica naturaleza fáustica de la cultura occidental hizo que cada fase sucesiva de mecanización y ateísmo fuera más fuerte que la anterior. El resultado es un agotamiento colectivo que conduce a una forma más radical de reacción espiritual, pero también más expansiva y transformadora.
La Segunda Religiosidad fue un fenómeno social occidental, aunque el Lebensreform surgió en el interior del corazón de esta civilización, a saber, Alemania. El mismo fenómeno social se manifestó en Estados Unidos con el Tercer Gran Despertar. Sin embargo, la segunda oleada de religiosidad y retorno a la naturaleza de la década de 1960 se expandió hasta abarcar todo Occidente, manifestándose en toda Europa y América con la Generación Beat, la contracultura hippie y los movimientos de la Nueva Era, a medida que la “Generación Silenciosa” del periodo de entreguerras agotaba sus energías creativas tras la Segunda Guerra Mundial. El movimiento se ralentizó cuando las tendencias racionalistas y materialistas de la Generación Silenciosa o Tradicionalista volvieron a pasar a primer plano durante las guerras mundiales, pero los escritos y enseñanzas de místicos e intelectuales preservaron las tendencias del Lebensreform y el Tercer Gran Despertar allanó el camino para el renacimiento durante la posguerra de la década de 1950 y 1960.
Como fenómeno civilizatorio, estos movimientos trascienden lo político y vemos a místicos de toda clase implicados en la preservación de las tendencias antimodernas y espirituales en sus obras a lo largo del periodo de entreguerras. Entre ellos se incluyen las obras de Helena Blavatsky y el movimiento teosófico, Rudolf Steiner y el movimiento antroposófico, y místicos nacionalistas de derechas como Guido von List y Adolf Lanz, que allanaron el camino para un renacimiento del paganismo germánico: la ariosofía y el wotanismo. En la extrema izquierda del espectro, quizá uno de los pensadores más influyentes del movimiento Lebensreform fue el anarquista tolstoiano Wilhelm Diefenbach y la continuidad de sus enseñanzas en las obras de Gustav Gräser y Hugo Höppener que tuvieron impacto en los movimientos contraculturales de la década de 1960.
Como sostenía Spengler en La decadencia de Occidente, las tendencias artificiales y racionalistas de una cultura que envejece acaban encontrándose con el surgimiento de contraculturas que presentan características similares en todas las culturas. La bohemia y el vagabundeo, el rechazo de los modos de vida convencionales, fueron en aumento en Europa durante el siglo XIX y principios del XX. Durante la segunda oleada se manifestó a escala mundial con el auge del movimiento hippie y el escautismo. El vegetarianismo, el ecologismo, el minimalismo y la vuelta a la naturaleza en contraposición a la ciudad y la vida urbana son características de este tipo de movimientos, tal y como reflejan sus homólogos en culturas anteriores. Los cínicos grecorromanos presentaban características similares y también fueron moldeados por movimientos y cultos espirituales equivalentes, como los órficos y los pitagóricos.
Los Misterios de Eleusis, que eran esencialmente rituales de iniciación en algunos cultos griegos, también hacían uso de psicodélicos y sustancias que alteran la mente, como el kykeon, para alterar el estado de conciencia en tales contraculturas. Los recientes trabajos de Brian Muraresku y Ammon Hillman han arrojado luz sobre el uso de psicodélicos en los cultos mistéricos grecorromanos, que nos dan una mayor comprensión de la Segunda Religiosidad que se había producido en esa cultura respectiva. La cultura mágica o judeo-cristiana-islámica en Oriente Medio fue testigo de la aparición del sufismo y la proliferación de grupos esotéricos secretos como los Hermanos de la Pureza. Algunos grupos de los musulmanes nizaríes incorporaron el hachís a su tradición, que siguió formando parte de su estilo de vida con el surgimiento de los Hashashin-Asesinos durante las Cruzadas.
Spengler hizo hincapié en que las culturas atraviesan ciclos vitales similares, pero el símbolo primordial único o ethos de cada cultura conduce a la manifestación de estos fenómenos sociales a través de formas diferentes. Occidente reflejó precisamente eso con el uso de psicodélicos durante el auge de la contracultura en la década de 1960, como el LSD y las setas de psilocibina. Otro rasgo común de la Segunda Religiosidad es el surgimiento de religiones sincréticas, o movimientos espirituales, por los que la cultura no sólo revive la fe y los sistemas de creencias primordiales, como el paganismo germánico y celta en Occidente, sino que también absorbe formas espirituales de otras culturas vecinas y las fusiona con las formas religiosas contemporáneas. El dinamismo extremo del espíritu fáustico ha conducido al surgimiento de una forma radical de sincretismo en Occidente, que se observa en el hecho de que movimientos como el Lebensreform, los Grandes Despertares estadounidenses y los movimientos New Age absorbieron elementos del hinduismo, el cristianismo restauracionista, el budismo, el taoísmo, el sufismo, el paganismo y las religiones nativas americanas. A este respecto, Spengler dijo: “Empiezan a resucitar el ocultismo y el espiritismo, las filosofías indias, las cavilaciones metafísicas de matiz cristiano o pagano, todas cosas que eran despreciadas en la época del darwinismo. Este es el talante de Roma en la época de Augusto. Por ahitos de vida, huyen los hombres de la civilización y buscan refugio en continentes más primitivos, en vagabundajes, en el suicidio. Comienza la fuga de los directores nativos ante la máquina”.
El movimiento del Lebensreform y las contraculturas de la década de 1960 han dejado su huella en la cultura occidental, pero la naturaleza amnésica del hombre ha conducido a otra fase de mayor mecanización y progreso tecnológico con un retorno a las tendencias hiperracionales y materialistas. Según el modelo de Spengler, sin embargo, esto también conducirá a otra oleada de Segunda Religiosidad. Para Spengler, todas las culturas, como todos los fenómenos orgánicos, no son inmortales y en algún momento tendrán que enfrentarse a su muerte o realización. La religiosidad enérgica e ingenua de una cultura joven acaba siendo sustituida por la racionalidad de su fase de crecimiento. A medida que una cultura se acerca a su vejez y se da cuenta de la realidad de la muerte, vuelve de nuevo a la espiritualidad y a la naturaleza. Además, según Spengler, los ciclos dialécticos del materialismo y la espiritualidad que se vienen produciendo en Occidente desde el siglo XIX se necesitan irónicamente el uno al otro. Según él: “El materialismo no estaría completo sin la necesidad de libertarse en algunas ocasiones de la tensión espiritual, incidiendo en místicas contemplaciones, practicando cierto culto, para gustar, en intima liberación, el encanto de lo irracional, de lo extraño, de lo raro y, si es preciso, de lo absurdo”.
La época actual, impregnada de tecnología, es una época de extrema tensión intelectual. El crecimiento exponencial de la modernidad y su carácter expansivo también han extendido esta tensión por todo el mundo. A ello seguirá, sin duda, otro retorno a la espiritualidad y a la naturaleza, que el estado de ánimo actual anhela. Aunque dialéctico en su forma inicial, el choque entre los racionalistas y las tendencias espirituales acabará con una victoria de la religiosidad a medida que Occidente se acerque a su etapa invernal. Esto conllevará un cambio de paradigma de proporciones significativas que, en esencia, repercutirá en los muchos otros órganos de la cultura occidental, como las formas políticas y científicas. En ese frente, Spengler predijo ambiciosamente la caída de la ciencia, que irónicamente se produce desde dentro del mundo científico.
En la revolucionaria obra de Thomas Kuhn sobre la historia de la ciencia, La estructura de las revoluciones científicas, se dice que la concepción moderna de la ciencia, como un desarrollo lineal-progresivo, era errónea y no reflejaba la verdadera naturaleza cíclica del desarrollo científico. Kuhn sostenía que las ciencias atraviesan ciclos, empezando por una fase de pre-paradigmática o pre-científica, que se caracteriza por la falta de consenso en cuanto a la metodología y la incongruencia de sus propuestas teóricas. Sin embargo, llega a su punto álgido en el periodo de “ciencia normativa”, cuando la comunidad científica tiene consenso sobre un paradigma general, un marco teórico y una metodología. En este período, el modelo tiene éxito hasta el punto de que las anomalías que antes eran incomprensibles se aclaran y, por lo tanto, el paradigma gana respetabilidad intelectual. Con el tiempo, el paradigma se acerca a un periodo de crisis en el que determinadas anomalías no pueden explicarse mediante el enfoque científico dominante y acaba siendo sustituido por un nuevo paradigma a través de una revolución científica o cambio de paradigma. El modelo de Kuhn es compatible con el argumento de Spengler sobre la transformación de las ciencias occidentales en el siglo XXI. Spengler sostenía que el fin de la ciencia racional se producirá cuando “caiga sobre su propia espada” y ese fue precisamente el programa de unificación de las ciencias que impulsaron los Positivistas Lógicos en su momento: “La física teorética, la química, la matemática, consideradas como conjuntos de símbolos: he aquí la superación definitiva del aspecto mecánico por una visión cósmica que vuelve a ser religiosa. Es la última obra maestra de una fisiognómica en la cual se deshace la sistemática, como expresión y símbolo”.
La convergencia de las ciencias acabará dando lugar a un cambio de paradigma que reintegraría las ciencias con las tendencias intuitivas de la Segunda Religiosidad. Al igual que las contraculturas que surgieron durante los siglos XIX y XX, se han producido simultáneamente desarrollos que podrían considerarse precursores de este cambio de paradigma científico. Entre ellos están los trabajos de Nikola Tesla, que no estaba convencido de las teorías de su época sobre la electricidad y el magnetismo y sostenía que, aunque una teoría pudiera explicar hechos con exactitud, no deberíamos asumir que es necesariamente cierta. Con respecto a la electricidad, Tesla argumentó: “Me adhiero a la idea de que existe una cosa a la que hemos tenido la costumbre de llamar electricidad”. Sugiere que esta “cosa” es el mítico éter, el quinto elemento: “Lo que es más importante, la teoría electromagnética de la luz y todos los hechos observados nos enseñan que los fenómenos eléctricos y etéreos son idénticos. Por lo tanto, la idea de que la electricidad podría llamarse éter surge de inmediato”.
Más allá de Tesla, las obras de Walter Russell también arrojan más luz sobre este tema específico de la transformación y la unidad de las ciencias en Occidente. Su libro The Secret of Lightes más o menos un manifiesto de la nueva ciencia que se avecina. Russell proporcionó una nueva y controvertida tabla periódica de los elementos que sintetiza todos los elementos en una unión holística, lo que supone un cambio radical respecto a la tabla periódica estándar aceptada por los químicos profesionales. Russell hizo algunas afirmaciones radicales, como la noción de que “toda la energía [viaja] en ondas” y que el universo consiste en “ondas en movimiento” y que “no existe otra cosa sino las vibraciones”. Russell sostenía que la unidad y el matrimonio de la ciencia y la religión allanarían el camino para la evolución espiritual de los seres humanos en la “Nueva Era”.
Steiner también hizo aportaciones específicas en este frente concreto como defensor de la concepción de la ciencia de Goethe: la ciencia goetheana. Spengler distinguió entre lo que denominó la “ciencia newtoniana” y la “ciencia goetheana”. La primera disecciona para comprender como funciona el fenómeno natural y se basa en el principio de la causalidad y estudia la lógica del espacio como las “cosas-que-son”. La segunda observa el fenómeno natural como forma y no como función, se basa en “la idea del destino” y observa la lógica del tiempo como las “cosas-que-serán”. Lo que Spengler está describiendo podría observarse en la crítica o escepticismo de Goethe hacia la teoría del color de Newton, como se ve en su Teoría del Color, que se basa técnicamente en la experiencia humana en contraposición al enfoque teórico de Newton, que según Goethe no nos permite comprender el fenómeno tal y como es. El choque entre estas dos formas de ciencia se observa también en la diferencia entre las concepciones de la evolución de Goethe y Darwin. Spengler sostenía que el estudio morfológico de la “Naturaleza viva” de Goethe excluía la idea de causalidad, que era, por supuesto, un principio crucial en la teoría evolutiva de Darwin y su concepto de selección natural, que Spengler denominaba una “zoología pragmática”.
A medida que nos acerquemos al final de lo que Spengler llamó la “concepción materialista del mundo, el culto a la ciencia, la utilidad y la prosperidad”, las ciencias separadas se acelerarán unas hacia otras y convergerán hacia una conclusión y un resultado armonioso: “Vamos a una perpetua identidad de los resultados y, por lo tanto, a una mezcla de los mundos de formas. Esta síntesis representa por una parte un sistema reducido a escasas fórmulas fundamentales compuestas de números funcionales; por otra, un pequeño grupo de teorías quedan nombres a esos números. Por último, estas teorías serán reconocidas como mitos encubiertos, nacidos en la época primera de la cultura; y a su vez podrán y deberán reducirse a algunos rasgos esenciales de carácter imaginativo, pero de significación fisiognómica”.
Esto se explica en términos sencillos imaginando la fusión de la ciencia goetheana con las obras de Russell y Tesla, lo que conduce a una nueva forma científica que es innatamente multidisciplinaria y armoniza todas las ciencias. Este proceso armonizador se expande a la tecnología, y se conecta simultáneamente con una nueva cultura emergente encarnada quizás por la Segunda Religiosidad. Los resultados de la convergencia de las ciencias conducirán finalmente a una suma de símbolos, que ya es evidente en la obra de Steiner, Russell y, hasta cierto punto, Tesla. En otras palabras, Spengler sostenía que el cambio de paradigma encontrará esencialmente un vínculo entre las teorías y leyes científicas occidentales y el simbolismo propio de la cultura occidental durante su primavera. Esto dará lugar a nuevas preocupaciones. En lugar de plantear las preguntas habituales de las ciencias dominantes, la tarea consistirá en preguntarse por qué surgieron estas formas en la cultura occidental fáustica, de dónde proceden y cuáles son los significados ocultos tras estos símbolos y formas.
Karl Jaspers acuñó el término “edad axial” para describir las revoluciones filosóficas y religiosas ocurridas en el mundo euroasiático entre los siglos VIII y III a.C., que han dado forma a todas las religiones del mundo. Jaspers la describió como “un interregno entre dos épocas de gran imperio, una pausa para la libertad, una respiración profunda que alberga la conciencia más lúcida”. Más allá de la primera edad axial, Jaspers también describió el potencial de una segunda edad axial, que comenzó alrededor del siglo XVIII y continúa hasta este periodo, que acabaría allanando el camino para un cambio de paradigma cultural a escala planetaria. Steiner también introdujo su propia filosofía de la historia, determinada por entidades espirituales superiores: los “Archai” y los “Arcángeles”. Irónicamente, su propio modelo se solapa casi a la perfección con la Decadencia de Occidente de Spengler y la era neoaxial de Jaspers, ya que también sostenía que nos encontramos en la cúspide de una nueva época. Sin embargo, Steiner era más optimista que Spengler. Al igual que Jaspers, creía que la humanidad tenía la capacidad espiritual de elevarse a un nivel superior de conciencia. Ese es también el caso del historiador británico Arnold Toynbee, a quien a veces se considera el equivalente británico de Spengler. Tras una serie de desafíos y de respuestas a estos desafíos naturales o sociales, una sociedad acaba acercándose a la decadencia, a la que entonces se responde con cuatro posibles respuestas: el arcaísmo, el futurismo, el desapego y la trascendencia. Para Toynbee, los dos primeros enfoques, que proliferan de forma bastante significativa en la actualidad, no hacen sino acelerar el declive, aunque por medios diferentes; el tercero es también una aceptación pasiva del declive. Sin embargo, el último, que está relacionado con la Segunda Religiosidad de Spengler, puede que no prolongue la vida de una sociedad, pero potencialmente podría sembrar las semillas para que surja una nueva cultura orgánica.
Fuente: https://www.arktosjournal.com/p/spengler-and-the-second-religiousness?utm_source=publication-search
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Historia de Equipos Menores Maquinaria Para La Construcción
Evolución de la maquinaria de construcción de equipo menor
La historia de la maquinaria de construcción para Equipos Menores en Cartagena se remonta a las primeras innovaciones en maquinaria de construcción Equipos Menores en Monteria. Antes de la década de 1920, Estados Unidos lideró el desarrollo de innovaciones que ahorraban mano de obra, inicialmente en la agricultura y luego en la construcción Equipos Menores en Barranquilla. Estos primeros avances sentaron las bases para la evolución de equipos especializados adaptados a tareas de construcción específicas o Equipos Menores en Cartagena. Desde herramientas manuales básicas hasta maquinaria rudimentaria, la industria de la construcción o Equipos Menores en Monteria fue testigo de un cambio gradual hacia la mecanización, la racionalización de los procesos y la mejora de la eficiencia con los Equipos Menores en Barranquilla. Esta transición marcó el comienzo de una nueva era en las prácticas de construcción Equipos Menores en Cartagena, sentando las bases para futuros avances tecnológicos en maquinaria de construcción de Equipos Menores en Monteria.
A medida que crecía la demanda de Equipos Menores en Barranquilla más eficientes y especializados, el desarrollo de maquinaria de construcción o Equipos Menores en Cartagena especializada cobró impulso. Surgieron equipos especializados diseñados para tareas específicas como excavar, levantar y compactar, revolucionando la industria de la construcción con los Equipos Menores en Monteria. Estos avances no solo mejoraron la productividad, sino que también mejoraron los estándares de seguridad en las obras de construcción con los Equipos Menores en Barranquilla. La evolución de los Equipos Menores en Cartagena especializados allanó el camino para la clasificación moderna de la maquinaria de construcción en categorías como maquinaria pesada, maquinaria semipesada, Equipos Menores en Monteria, vehículos pesados y vehículos. Cada categoría tiene propósitos distintos, contribuyendo a la eficiencia y efectividad general de los proyectos de construcción. En la era contemporánea, los avances modernos en la tecnología de Equipos Menores en Barranquilla continúan transformando el panorama de la construcción Equipos Menores en Cartagena. Las innovaciones en materiales, diseño y funcionalidad han llevado al desarrollo de herramientas y maquinaria sofisticadas que satisfacen las diversas necesidades de los proyectos de construcción con los Equipos Menores en Monteria. Las herramientas menores o Equipos Menores en Barranquilla, clasificadas según las operaciones comunes realizadas por las máquinas, desempeñan un papel crucial en la mejora de la precisión, la velocidad y la exactitud en las actividades de construcción Equipos Menores en Cartagena. La evolución tecnológica de las máquinas herramienta, arraigada en el binomio herramienta-máquina, ha sido evidente desde tiempos prehistóricos, reflejando una búsqueda continua de mejora e innovación en la industria de la construcción con los Equipos Menores en Monteria. Hoy en día, la maquinaria de construcción de Equipos Menores en Barranquilla es un testimonio del ingenio humano y el progreso tecnológico, que impulsa la eficiencia y la excelencia en las prácticas de construcción Equipos Menores en Cartagena.
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peldaño a peldaño
Primeras : El comercio a través de la Ruta de la Seda es un paso para la interconexión entre civilizaciones. también las rutas marítimas impulsaron el comercio a escala mundial. Segunda siglo XIX: se da la Revolución Industrial y La mecanización de la producción y los avances en transporte permitieron una mayor producción y distribución a nivel global. Segunda mitad del siglo XX: vemos la Descolonización ya que la independencia de muchos países dio lugar a nuevas economías y mercados y la integración económica mundial. Revolución tecnológica: El desarrollo de internet y las telecomunicaciones facilitó la comunicación y el intercambio de información a escala global.
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La complejidad de la memoria, tema central de exposición pictórica
Inauguran Identidad y otras erratas de la memoria de Ileana Garma, la muestra permanecerá hasta noviembre Mérida, Yuc, 9 de ago.- En una época en la que las redes sociales, las plataformas digitales y los dispositivos móviles registran y almacenan nuestras actividades, Ileana Garma presenta la exposición Identidad y otras erratas de la memoria en respuesta a la mecanización de acceder a nuestros…
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El poder de la mecanización: tractores New Holland en la producción frutícola de Chile
http://dlvr.it/TBWmTZ
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