#mauricio walerstein
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yekuana · 5 years ago
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🎬3️⃣🎞️ #CuandoQuieroLlorarNoLloro (1973) Sinopsis En Venezuela, un día de 1948, nacen tres niños llamados igualmente Victorino: el mulato Pérez, hijo de la pobre Lucía; Perdomo, hijo de una comunista de clase media que es detenido; y el burgués Peralta. A los dieciocho años Pérez huye de la cárcel fingiendo con espuma un ataque de rabia. Peralta muestra a un amigo un auto que le regalaron sus padres. Una joven se entrega a Perdomo como obsequio de cumpleaños. Pérez halla a su amante con otro y la hiere. Peralta y otros asaltan en motocicleta a un anciano. Perdomo y unos guerrilleros planean asaltar un banco. Pérez ve a un amigo fumando marihuana y Peralta visita a una prima y hacen el amor. El padre de Perdomo, nombrado diputado comunista, quiere disuadir lo de sus métodos violentos. Pérez hace el amor con tres chicas y recuerda que mató a un hombre durante un asalto. Peralta y sus amigos matan perros por diversión. Perdomo y sus compañeros se baten a tiros con la policía tras el asalto y sólo él sobrevive y se entrega. Peralta va a unos quince años con una joven que se desnuda ante todos y arrojan a la alberca a la festejada y a su padre. Dirección Mauricio Walerstein Reparto Valentín Trujillo Orlando Urdaneta Verónica Castro Haydée Balza Miguel Ángel Landa Año / País: 1973 / 🇻🇪 Venezuela (en Isla de la Cuarentena) https://www.instagram.com/p/CChxEuqnczu/?igshid=1h52pwg5wm6y2
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juanhuayra · 8 years ago
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Amigos lean, lean, lean y analicen películas, analicen, y pararemos a los vampiros y detendremos estos caminos a un holocausto en la mira…
“Rebelión en la granja, de George Orwell, 1945 o
“Formas de alienación en la sociedad burguesa” de Ezequiel Ander-Egg. 1983  
También vean el film: “Novecento” de Bernardo Bertolucci. 1976.
“La muerte de un burócrata” de Tomás Gutiérrez Alea. 1966.
“La empresa perdona un momento de locura” de Mauricio Walerstein 1978
“Los traidores” de Raymundo Gleyzer 1973
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paramosound · 4 years ago
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El Cine Venezolano: de la urbanidad a la barbarie. -
 El cine venezolano ha reafirmado la solidez de su existencia que es rica en creadores capaces de expresar cabalmente la realidad de un país y la de un público cuya lealtad e interés activo se ha manifestado en algunas ocasiones, de manera calurosa y masiva o apática e indiferente en otras. El cine venezolano crece y como toda fuerza viva, gana adeptos todos los días. Frente a ello, continúan y se intensifican los esfuerzos de sus enemigos: el sector comercializador de la distribución y exhibición que cuenta con la complicidad de un sector de la burocracia estatal y de un pequeño grupo de cineastas que ha formado tienda aparte de su gremio.
 Tal como lo señala Rodolfo Izaguirre, periodista, editor, crítico e historiador de cine; sus inicios sin embargo, fueron gloriosos. Los asistentes a la representación de la ópera La favorita, de Gaetano Donizetti, la noche del 28 de enero de 1897 en el Teatro Baralt de Maracaibo, vieron a Manuel Trujillo Durán (Maracaibo, 1871 - 1933) avanzar por el pasillo central con un extraño aparato nunca antes visto llamado Vitascopio que, al parecer, adquirió del propio Thomás Alva Edison, su inventor. Trujillo proyectó algunas películas de Lumière y dos que se le atribuyen: Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo  y ��Un célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa, títulos portentosos para iniciar una nueva cinematografía en el mundo.
 Trujillo Durán, quizás nuestro pariente, era industrial de la hojalata, periodista, fotógrafo y astrónomo corresponsal de los observatorios de Londres o Madrid, y había formado parte de la comisión geodésica que midió la distancia entre Maracaybo y Caracas. Pero lo que éste venezolano no alcanzó a medir fue el impacto de su muestra ante atónitos espectadores, generando la atmósfera que se mantuvo durante los veintisiete años de gobierno de Juan Vicente Gómez, a quien en más de una ocasión se filmó a caballo, bajando de su limosina o asistiendo a solemnes actos protocolares. Efraín Gómez, sobrino del Benemérito, realizó en Maracay las primeras experiencias del cine sonoro con La Venus de nácar, 1932. (Izaguirre, 2000).
 El audio se consolida con Eleazar López Contreras y con Rómulo Gallegos, se intentó esbozar la primera Ley de Cinematografía. Luego durante el gobierno de Pérez Jiménez la actividad cinematográfica volvió a estancarse y es a partir del 23 de Enero de 1858 que el cine emergería con fuerza, consolidándose en los años setenta con el boom petrolero, cuando dejamos de ser un país rural y pasamos a ser un país urbano, los venezolanos en esa época vivieron un fervor nacionalista que estremeció también al cine nacional. Los productores cinematográficos sintieron la necesidad de dialogar con el Estado y sus organizaciones, se reactivó la discusión acerca de la Ley de Cinematografía, pero se dejó intacta la estructura oligopólica marcada por la distribución - exhibición del cine norteamericano que tradicionalmente ha orientado y condicionado la actividad económica de la difusión cinematográfica venezolana.
 En este punto es fundamental hacer mención a las ideas subyacentes en las tesis sobre el imperialismo “cultural” o de “los medios de comunicación” que son al mismo tiempo simples y complejas. Estas tienen su origen en la teoría y la evidencia tempranas relativas al papel de los medios de comunicación en el desarrollo nacional (por ejemplo, Lerner, 1958; Schramm, 1964) y en la reformulación crítica de autores como Schiller (1969), Wells (1972), Mattelart (1979) y muchos otros. El correlato de la idea de que los medios pueden contribuir a la “modernización” mediante la introducción de valores occidentales es, que esta misión se realiza al precio de una quiebra de los valores tradicionales y de la perdida de las “auténticas” culturas locales. De una manera sencilla, se puede argumentar que los valores así introducidos son los del capitalismo y que el proceso es “imperialista”, subordinado, deliberada (o consciente) y sistemáticamente, a los países más pequeños y en desarrollo a los intereses de las potencias capitalistas dominantes, sobre todo a los Estados Unidos. (McQuail, 1991).
 Es así como en los años cuarenta, el cine se consideraba como una actividad menos pionera, pero todavía preindustrial y precapitalista. Entre 1949 y 1952, la empresa Bolívar Film (Luís Villegas Blanco), que disponía de equipos y laboratorios de avanzada sostuvo en coproducción con Argentina y México un aislado e inesperado volumen de ocho películas, entre las cuales destacó especialmente La balandra Isabel llegó esta tarde, del argentino Carlos Hugo Christensen, sobre un conocido relato de la novela de Guillermo Meneses, que obtuvo el premio a la Mejor Fotografía en el IV Festival de Cannes de 1951. Román Chalbaud, uno de los más destacados directores cinematográficos venezolanos, después de un rodaje accidentado que duró cuatro años, estrena Caín Adolescente en 1959 y se comienza a entender que además de mucho dinero, el cine es una proposición que exige gran preparación técnica, dominio artístico y una sólida base intelectual. Fondo y forma.
 Esta nueva actitud se confirmó con la creación de la Cinemateca Nacional en 1968, luego, en los años setenta se estimuló una actividad gremial y autoral con la creación de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos, de la Asociación Venezolana de Críticos de Cine y de la Federación Venezolana de Centros Culturales Cinematográficos.
 A partir de la promulgación de la ley y de la creación del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, el cine en nuestro país, es considerado al fin como un hecho cultural que sólo puede producirse dentro de la larga tradición de la economía mercantil. Muchos sostienen que una de las causas del considerable retraso de nuestra cinematografía se encuentra en la figura tradicional del “autor - productor”. En opinión del cineasta Jacobo Penzo, expresada en declaraciones a El Nacional, mayo 1999, se trata de una figura paradigmática en la que se ha centrado nuestro desarrollo gremial e institucional. (Izaguirre, 2000).
 Es fundamental en este punto hacer referencia a las industrias culturales, las cuales pueden definirse, de manera sencilla, como aquellas industrias que producen mercancías culturales. Esta definición se aplica tanto a las formas culturales que dependen de la “producción artesanal” y de la “reproducción masiva” (como en el caso de la industria del cine) como a los medios que dependen de inversiones de capital a gran escala y de la producción tecnológica colectiva con una elaborada división del trabajo (como en las industrias cinematográfica y televisiva). En la actualidad, hay una basta bibliografía de estudios sociológicos y comerciales sobre “la producción de cultura”, estudios que examinan en detalle el proceso industrial del “valor agregado” que las canciones, novelas, programas de televisión, filmes, etcétera, deben atravesar en la actualidad (Peterson, 1976).
 Nuestro cine forma parte de un sistema basado en el estatismo populista, donde el Estado, como reproductor del sistema, se encarga de financiar todos los proyectos cinematográficos, que en la mayoría de los casos no recaudan, por una falla en la lógica de producción, reproducción y consumo, (necesariamente referida al mercadeo), los gastos e inversión los cuales son subsidiados enteramente por el CNAC, CONAC y demás instituciones dependientes del presupuesto nacional.
 Necesariamente toda película venezolana tiene que apostar al éxito, porque para recuperar sus costos requiere de la asistencia de un millón de espectadores; algo difícil de alcanzar en un mercado cuya asistencia promedio es de doscientos mil espectadores. Son contadas las películas que a lo largo del siglo han constituido verdaderos éxitos de taquilla: mencionemos a Soy un delincuente 1976, de Clemente de la Cerda o El Pez que fuma 1977 de Román Chalbaud. De igual modo se considera que Macu la mujer del policía de 1987 de Solveig Hoogesteijn a sido la más vista: 1.180.618 espectadores. En cambio, la más taquillera ha sido Salserín, que produjo casi 400 millones de bolívares. Pero son excepciones porque sólo películas como Manón de 1986 de Román Chalbaud; De Mujer a Mujer 1986, Con el corazón en la mano 1988, ambas de Mauricio Walerstein; La  Generación Halley de 1986 de Thaelman Urgelles; Colt Comando 5.56 de Cesar Bolívar, Sicario de 1994  de José Ramón Novoa; La graduación de un delincuente 1985 de Daniel Oropeza, Retén de Mujeres 1998 de Carlos López Pérez, fueron los únicos que lograron niveles superiores a los 300 mil espectadores entre 1985 y 1997, de acuerdo con el Anuario Estadístico del Centro nacional Autónomo de Cinematografía.
 Hoy en pleno 2005 Jonathan Jakubowicz con Secuestro Express ha contado con una asistencia de 812.492 espectadores, que sigue creciendo, y es reflejo fiel de la barbarie sociocultural de la Venezuela actual, reflejo de la ideosincracia del malandro, gracias al apoyo de MIRAMAX FILMS la distribución del mismo ha sido óptima, donde se ha puesto de manifiesto un paradigma cultural basado en una privatización neoconservadora, dirigida por la empresa privada, sin ningún aporte institucional y dejando su distribución y consumo a el modo de configuración de la cultura bajo las leyes del mercado. Es ciertamente lamentable que el CNAC no halla nominado esta producción a los Oscar ni lo haga a los Goya, que 1888, El extraordinario viaje de la Santa Isabel de Alfredo Anzola, un film histórico financiado por el CNAC, con sólo un promedio de 5.314 espectadores, sea la película perfil para optar por ambos galardones.  
  La cultura y su reproducción es fuente generadora de bienes, inclusive económicos, y cómo industria debe ser pensada y repensada para que nuestra historia como pueblo pueda trascender en el concierto internacional, nuestro cine espera por ello.    
Ramón Alí Mogollón Trujillo.                                                                    ��               Lic. en Comunicación Social.
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hori-vision-blog · 8 years ago
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EL NUEVO CINE VENEZOLANO En 1973, la película Cuando quiero llorar, no lloro de Mauricio Walerstein, basada en la novela homónima de Miguel Otero Silva, logra un éxito sin precedentes en taquilla, lo que comienza un boomdel llamado Nuevo Cine Venezolano, corriente de cine social muy famosa en los años setenta y cuyos máximos exponentes serían, además de Walerstein, Román Chalbaud(especialmente con su film El pez que fuma), y Clemente de la Cerdacon Soy un Delincuente. Esta corriente se mantendría durante gran parte de los años ochenta, con películas como Macu, la mujer del policía de Solveig Hoogesteijn y Homicidio Culposo deCésar Bolívar. En el año 1985, seis películas venezolanas —La graduación de un delincuente, Macho y hembra, Ya-Koo, Oriana, El atentadoy Más allá del silencio—, se encontrarían entre las diez películas más taquilleras. Sin embargo, durante esta década el país cae en una profunda crisis financiera, lo que repercute en una notable disminución del cine nacional.
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zinemavenezuela · 9 years ago
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“Me vas a hacer acabar” DE MUJER A MUJER (1986) directed by Mauricio Walerstein and written by David Suarez, Mario Mitrotti and Mauricio Walerstein
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artes9 · 11 years ago
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Canon (Fidelidad al Limite) - Ese cine mexicano que carece de alma
Canon (Fidelidad al Limite) – Ese cine mexicano que carece de alma
Cuando vemos una película nosotros hacemos un compromiso (consiente o no) con los realizadoras de esta, “Ok, me haré de la vista gorda y jugare con las reglas del universo que me están presentando, seré cómplice y obviare ciertos detalles aquí y allá para poder disfrutas la película”  Canon exige demasiado y estira el compromiso del espectador al grado de romperlo. Lo cual resulta sorprendente…
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juanhuayra · 8 years ago
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LO QUE CALLA LA DERECHA A NIVEL MUNDIAL Y EN ESPECIAL VENEZUELA
¿Estamos a punto de ver como fase superior del capitalismo la expansión del imperialismo a través del resurgimiento del esclavismo, el colonialismo y el dogma religioso?
 Estos indicadores de la política estadounidense de promover nacionalismos son el germen de la xenofobia, intolerancia y el crimen organizado. En Venezuela estos indicadores se han radicalizado en una casta que siempre ha dividido el país entre blancos, indios y negros, barrios y urbanizaciones, católicos y evangélicos, colinas y cerros, adecos y copeyanos y tantas otras perversidades alimentadas por apetencias personales que para nada caracterizan a una revolución, al contrario, son las contradicciones del poder al profundizar la explotación del hombre por el hombre del capitalismo empresarial y el capitalismo de estado.
Mientras unos profundizan la necesidad de fronteras otros promueven la globalización.
Todo esto es visible en un imperio que se desborona (los paradigmas del libre mercado estadounidense como otrora los paradigmas del centralismo económico soviético) donde se hace evidente que las falanges aglutinadas por el capital foráneo ponen a los pueblos a luchar entre sí, para que olviden sus propios debates.
Estamos a vuelta de esquina para presenciar el desvanecimiento de los logros por los cuales, comunistas de todo el mundo (anarquistas o marxistas) lucharon. Las 8 horas laborales, el derecho a una vivienda, el derecho a la salud, el derecho a una educación, el derecho en fin a la vida.
Todo esto es negado por sectores del capital que necesitan del embrutecimiento de la población, es decir, llevarla de vuelta a la edad media, a la servidumbre, a caminar descalzos, a vestirse con harapos, a comer de los mendrugos del rico, a trabajar hasta 18 horas. A sentir pena por ser chino, negro, judío, indio u extranjero, a inclinarse ante el amo que pasa frente a nosotros y saludarlo como “amito” “patroncito” o “licenciado”. Lentamente volvemos a reverenciar al obispo, al caballero feudal, al cruzado a la espada.
Estas imágenes muestras los odios latentes en la población estimulados por quienes pagan y jamás verás en estas manifestaciones, son quienes les interesan los combates populares.
Un estado que se queda en silencio mientras la gente se mata, un estado represor como es el de USA que calla para promover guerras civiles y justificar el control de las mentes del pueblo.
Esta receta se repitió en Venezuela y se repite en todos los países donde la población acepta el nacionalismo paraestatal lo cual no es más que el instrumento de la burguesía instaurado desde la ilustración en la revolución francesa. Países que dicen ser demócratas, participativos, socialistas, pero al final un funcionario del estatus decide. En esa abstracción que bautizaron como país, el estado (según quien lo gobierne) decide quien come o no, quien vive o no, quien decide o no.
Discutimos en parlamentos o asambleas del sistema (No en la comuna) pero una elite decide al final. Todos los países de la periferia al final copian lo que los centros del capital instauran.
Venezuela sigue siendo un paisito más de esa periferia, donde copiamos el modelo que en estas fotos observamos. Mismos escudos, mismas banderas, mismos símbolos, mismas armas, mismas guarimbas y la misma actitud del estado y de la reacción autodenominada “supremacía blanca” o “héroes de la democracia”.
Estas fotos nos recuerdan como los Juan Bimbas adecos convertidos hoy en chavistas light enfrentan a los efebos falangistas del social cristianismo, hoy Primero Justicia, pero quienes pagan estos enfrentamientos para promover la división del país creado por los blanquitos copeyanos y los negritos adecos que se agredían brutalmente hasta en las romerías del parque Los Caobos, pero nadie se enteraba masivamente porque no había Internet están encumbrados en puestos de poder.
Entonces ¿qué hacer?
Nosotros los grupos culturales o ecologistas de base sabemos que todo esto es producto de la falta de formación política, que se combate cultivando la expresión critica, el conocimiento, la articulación intercultural, todo esto sin asambleísmo, ni ministros, ni nada.
Este trabajo político le quita al vampirismo neoliberal fuerza, le resta poder social.
De ahí que, por ejemplo, en Huayra asumimos el seguir en la clandestinidad, seguir trabajando por la liberación de nuestros pueblos y no caer en el espejismo de que ahora somos poder constituido (pero el de ellos no del oprimido).
Porque lo hacemos, ¡simple! cuando nuestros ex camaradas llegan al poder ninguno se acuerda de nuestro trabajo, y no porque quieren, es que responden a intereses partidistas burocráticos que a su vez sirven al gran capital, a la supra estructura imperial del capital. Nada es gratis por algo son ministros o presidentes de instituciones, sino todo el mundo ocuparía esos puestos.
Mientras nuestro pueblo se pelea por una caja del CLAP llena de productos importados como nos tenían harto atiborrados los adecos y los copeyanos cuando gobernaban, hoy se menosprecia lo que hacemos, nos burlamos de nuestra identidad cultural y por ende de nuestra capacidad productiva, adoramos al súper hombre, al mesías, al punto que toda revolución se hace gracias al súper héroe revolucionario sea TRUMP, Maduro, Cristo, Chaves, Bolívar, Gandhi olvidándonos que toda revolución se hace desde abajo desde el pueblo, desde el recojelatas, el jugador de ajedrez, el cineclubista, el educador popular, el conuquero, y si no existiera esta conciencia popular estos personajes se quedarían gritando en la plaza de cualquier pueblo solos, como unos locos.
No es más un Chalbaud que Libia Montes+ o una Isabel Delgado+ o un Juan Arcadio Rodríguez+, pero el sistema emula al súper hombre al súper cineasta, aun cuando su obra adolece de contradicciones al igual que cualquier cineasta del barrio.
Seguir dando talleres, formado críticamente al pueblo, hacer cine foros, conversatorios, filmando, compartiendo con amigos y no cuando nos interesa sino por reivindicar la solidaridad, la cooperación el apoyo mutuo, respetando el trabajo y reivindicar el mismo no importando su procedencia.
Estas luchas campales como las que vemos niegan todo lo anteriormente dicho; es más fácil darle un palazo a alguien para descargar nuestra rabia y frustración que facilitar un taller a la gente, formarlos enséñales a hablar, darles conciencia que el lenguaje del presidiario no es el lenguaje popular, no es lenguaje de clase, es el lenguaje de un convicto, es el lenguaje que el dominador quiere que manejemos; es más fácil hacer un escudo y salir a protestar en una avenida que estar un año dando talleres, enseñando a sembrar, a cooperar, bañar niños, ayudar a vestir a la gente, alimentar al oprimido, enseñarlos que trabajar a un amo por más de 10 horas es violar  su derecho humano a no entregar lo único que se tiene, esa fuerza de trabajo. Es por eso que es triste saber que abundan imágenes de espectáculos tan deprimentes como este, pero de fotografías sobre logros trabajados en el barrio, en los pueblos no hay casi. No alimentemos a quienes promueven esto, trabajemos y dejemos el muerto ese del estado al político, al periodista, al abogado, al militar, al empresario y al cura que se ahoguen en su propia sangre.
Recomiendo el libro “Rebelión en la granja, de George Orwell, 1945 o
“Formas de alienación en la sociedad burguesa” de Ezequiel Ander-Egg. 1983  
También vean el film: “Novecento” de Bernardo Bertolucci. 1976.
“La muerte de un burócrata” de Tomás Gutiérrez Alea. 1966.
“La empresa perdona un momento de locura” de Mauricio Walerstein 1978
“Los traidores” de Raymundo Gleyzer 1973
 Amigos lean, lean, lean y analicen películas, analicen, y pararemos a los vampiros y detendremos estos caminos a un holocausto en la mira…
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