#maraña
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"maldita sociedad" by Manizales, Colombia-based deathrock and dark punk act Bruma off of their 2023 debut release Cada día es más gris, available on cassette by Discos Maraña
#death rock#goth punk#deathrock girl#goth girl#Bruma#maldita sociedad#Cada día es más gris#music#female singer#Colombian#South American#2023#debut album#Manizales Colombia#Discos Maraña#Bandcamp
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Marañas
#ilustración#ilustración digital#illustration#argentina#cayendo#risograph#pajarito negro#pájaros#cielo#cables#marañas
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Siento que algo va a pasar.
La fatalidad está en el aire,
O seré yo la que busca el caos?
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Ya alch ya lloré lo que tenía que llorar pero ahora estoy bien enchilada alv conmigo misma y con mi cerebro y con dios. Necesito arreglar esto mañana. Nadie va a caer
#VAS A CAER DEPRESIÓN. VAS A CAER ANSIEDAD. VAS A CAER - MARAÑA DE SENTIMIENTOS DE MIERDA QUE HE ESTADO FORMANDO ESTOS ÚLTIMOS MESES#PERO YO NO VOY A CAER#LA GENTE QUE AMO NO VA A CAER#AAAAAAAAAA
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AQUEL QUE SABE
MI POETA INVITADO: Francisco Delgado-Iribarren Cruz HABLA EL REY Observad el tablero con cuidado, los días blancos y las noches negras. El marco de este juego es infinito, cabe la gloria, cabe la condena. Sabed que no podréis salvaros solos, vuestra suerte depende de otras piezas. Tenéis que pelear como un ejército, del amigo que sufre estar muy cerca. Preparaos también para sufrir, el…
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[Opinión] La maraña regulatoria.
Nueva publicación en https://ct2.cl/8u
[Opinión] La maraña regulatoria.
Por Rafael Palacios, vicepresidente ejecutivo de ACADES, Asociación Chilena de Desalación y Reúso.
Pocos días antes de que el Presidente Boric viajara a Europa para desplegar una agenda de atracción de inversiones centrada en la transición energética, el Comité de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático se disponía a votar la creación de un Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos que busca proteger el Archipiélago de Humboldt. No obstante, en la sesión algunos secretarios de Estado tomaron conocimiento que el área de conservación propuesta tenía una extensión de 55.000 hectáreas que atraviesa el litoral costero de tres comunas, dos en la región de Coquimbo y una en la de Atacama. Pese a que la propuesta es impulsada por la ministra Rojas y cuenta además con el apoyo del ministro Jackson, no fue votada debido a la sorpresa que se llevaron las titulares de las carteras de Obras Públicas y Hacienda con el polígono propuesto.
Un par de semanas antes, el Contralor General de la República resquebrajó el actual sistema de ordenamiento territorial mediante sucesivos dictámenes que superponen la potestad planificadora intercomunal del Ministerio de Vivienda y Urbanismo a diversas normas de ley general de urbanismo y construcciones (LGUC), entre ellas, aquella que le confiere a todo dueño predial en zonas rurales derecho a dividirlo libremente en lotes superiores a 0,5 hectáreas y a realizar obras de infraestructura, previa obtención de los informes favorables de las reparticiones públicas que la propia ley establece. Dicha limitación se basa en que, entre las potestades del planificador intercomunal, se cuenta la de establecer Áreas de Preservación Ecológica que tienen por finalidad mantener el estado natural de los predios rurales sobre las que estas recaigan, a fin de asegurar y contribuir al equilibrio y calidad del medio ambiente, como también preservar el patrimonio paisajístico. Con esta interpretación -auto adscrita como armónica-, el Contralor le entrega al Ejecutivo herramientas para establecer gravámenes ambientales que pueden impedir a los propietarios rurales, desde desarrollar proyectos de inversión, hasta construir un galpón o una casa de veraneo, pues limita el derecho que consagra el artículo 55 de la LGUC a la potestad planificadora intercomunal, impidiendo el desarrollo de actividades expresamente admitidas por la LGUC y su Ordenanza, como las obras de infraestructura o la vivienda del propietario.
Simultánea, pero no coordinadamente, la Tercera Sala de la Corte Suprema revocaría en esos mismos días el fallo de la Corte de Apelaciones de Valparaíso que, en mayo, había declarado inadmisible un recurso de protección presentado contra la empresa Aguas Pacífico para frenar la construcción de su proyecto de planta desaladora, sobre la simple base que, del mérito de los antecedentes del recurso, aparecía de manifiesto que en el libelo interpuesto se mencionaban hechos que eventualmente podían constituir la vulneración de garantías de las indicadas en el artículo 20 de la Constitución Política de la República.
Así, mientras se discute un Pacto Fiscal y se estrechan manos en Celac-UE para la cooperación en incorporación de capital, apoyo y desarrollo de tecnología, instituciones esenciales para la conducción de los flujos de inversión de los que depende el dinamismo de la economía como lo son el Ministerio del Medio Ambiente, la Contraloría General de la República y la Tercera Sala de Corte Suprema, continúan entretejiendo, silenciosa y eficientemente, un complejo entramado jurídico hilvanado por actos administrativos, dictámenes y jurisprudencia que terminará impidiendo la realización de muchos proyectos de inversión. En efecto, mientras la comitiva Presidencial se empeña en dar señales para atraer inversiones al país, esta creciente maraña regulatoria-jurisprudencial continuará obstaculizando, por ejemplo, el abastecimiento de agua desalada no sólo a la población de regiones como Valparaíso, Coquimbo y Atacama, sino que también a industrias como la agricultura, la minería, el litio y el hidrógeno verde, es decir, las mismas que le decimos a los inversionistas extranjeros querer desarrollar.
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comienzo de su historia no podría ser mejor, cuando la escucha piensa que es mucho más mayor y experimentada que ella, seguramente más sabia, menos impulsiva. podría aprender mucho de brianna. al mismo tiempo, la hace sentir intimidada, pequeña, una sensación por demás extraña en alguien como binna, que se come al mundo y no se impresiona con nada ni con nadie. ' hiciste un buen trabajo, tocas precioso. ' acota con palabras sinceras, recuerda cuando estaban en el elíseo y se lo demostró. ' en esas épocas ni siquiera había nacido, no fue hasta el setenta y dos que el mundo cambió por completo con mi presencia. ' sonríe con superioridad, revelándole su edad real, a pesar de que su humanidad se siente muy lejana, no fue hace tanto que la perdió. intenta fingir que en el fondo no le importa pero sabe que quiera o no, se le nota, sobre todo en aquel maldito carácter podrido que tiene, una fiera, tan difícil de controlar pero que por algún motivo, nunca aparece con la camarilla. contra todas las posibilidades considerando enemistad entre sus sectas, nunca quiso pelear con ella, su presencia causa algo distinto en su interior, un bálsamo para toda esa rabia acumulada en su cuerpo. ' la entiendo, estaría furiosa si me invadieran, reclamándome sin mi aprobación. ' pero así es el humano, muy bajo y básico. ' ¿desearías saber de ella? ' genuina curiosidad es lo que transmite su tono de voz, queriendo entender algo que no vive en carne propia, las veces que sueña son contadas con los dedos de una mano y definitivamente nunca se trata de premoniciones, o algo demasiado interesante que digamos. ' si anticipara mi trágico futuro quizá podría hacer algo para cambiarlo. ' así de terca es, cree que puede joder al destino, salvarse de su última noche, la cual no duda que será trágica y dramática conociendo el legajo que tiene. ' también pienso en ti. ' admite fijándose en sus ojos por un momento, sobre todo luego del día que le ofreció refugio, no comprende como ha aguantado tanto tiempo sin besarla porque lo desea bastante, sí, pero al momento de encontrársela personalidad cautivadora opaca a su belleza y se deja llevar, simplemente conociéndola más a profundidad. ' ¿quieres que te cuente mis secretos? ' los considera como tal porque no es algo de lo que le guste hablar, fueron tiempos donde era débil y estaba perdida. sin sus padres, sin su novia, sin nadie que la guiara, tuvo que estamparse el rostro contra la pared varias veces antes de fortalecerse. ' cuando era más joven. ' comienza a contarle mientras se acerca, nadando lentamente por el agua, buscándola dentro de las mismas. ' estaba completamente sola, mi sire me odiaba y hasta entonces siempre había dejado que los demás hicieran todo por mí. ' una niña mimada que utilizaba el dinero para no pensar y no preocuparse, quien lo perdió todo en un instante. tenía mucho miedo, más omite esa parte, pareciéndole demasiado. ' me descontrolé en los momentos y lugares menos indicados, con personas peligrosas, recuerdo el dolor en mi cuerpo hasta el día de hoy. ' porque sus arranques le costaron varias palizas, cortes y demás violencia sufrida que prefiere no recordar. una vez que llega a su lado se sienta a pocos centímetros y sonríe cerca de su rostro. ' ¿tengo que invitarte un café? pensé que ya habíamos pasado de esas cordialidades. ' rueda los ojos con gracia, luego de todo lo vivido diría que hay cierta confianza. ' date la vuelta. ' pide entonces, enfocándose en por qué está ahí aunque sea difícil, el prometido masaje. ' no saldría a cortar cabezas y a unirme con el enemigo. '
@binnas 🌙 — ‘ hmmm. ’ alarga consonante un tiempo, mientras hurga entre sus atormentadas memorias en busca de la clase de anécdotas que podrían interesarle. ‘ sólo empecé a hacer las paces con esta maldición como por los años sesenta, en ese entonces la humanidad estaba enfocada en llegar a la luna y hacerlo primero que otres, pero yo no tenía ni idea de eso porque estaba enfocada en mis propias cosas. ’ inicia, con perenne pequeña sonrisa. ‘ aprendía a tocar mejor el piano, por ejemplo. ’ recuerda anécdota compartida anteriormente. ‘ y tenía sueños bastante intensos sobre la luna. ella estaba furiosa ¿sabes? oía unos alaridos que no te imaginas. ella decía no saber entender nuestra traición después de tanto que había hecho por nosotres, y yo, claro, no entendía nada. ’ ríe. ‘ cuando los estadounidenses aterrizaron en 1969 los sueños se detuvieron, fue bastante extraño. ahora sólo me pregunto si la luna querrá hablar conmigo otra vez algún día. ’ finaliza con un suspiro. ‘ no deberías querer que sueñe contigo, binna. no suele ser lindo soñar con otres, casi nunca tiene sentido y cuando lo hace es para mal. ’ admite y no miente. ambrose y willow suelen estar a salvo en ellos. ¿otres? no tanto. ‘ quédate tranquila sabiendo que pienso en ti cuando estoy despierta, es un mejor halago. ’ ofrece, observando las ondas sobre el agua. ‘ salvajes, ¿hm? ’ contempla en silencio a contraria. se pregunta qué pensaría sobre ella si la hubiese conocido en medio de uno de esos episodios de cósmica locura. ¿estaría allí sentada tan tranquila? ¿compartiría su espacio con ella así, sus palabras? ‘ ¿alguna vez la bestia se te ha salido de control? ’ indaga. no es retadora o mordaz, sólo curiosa. en la misma tónica, continúa: ‘ ah. ¿qué harías tú si no estuvieses de acuerdo con tu líder? ¿cómo lo manejarías? ’ cuando lo pregunta, por su mente se cruza su líder, el príncipe… un tic, toc, tic, toc, parece sonar en su cabeza sin detenerse.. su pregunta le aterriza nuevamente, y aparta la mirada del agua para devolverla a la vástago. ‘ ¿así sin más? ’ ríe. ‘ seguro, pero no te escapas de mis preguntas. ’
#𝘴𝘩𝘦'𝘴 𝘳𝘪𝘱𝘱𝘪𝘯𝘨 𝘸𝘪𝘯𝘨𝘴 𝘰𝘧𝘧 𝘰𝘧 𝘣𝘶𝘵𝘵𝘦𝘳𝘧𝘭𝘪𝘦𝘴 — interacción.#con: brianna.#yo feliz de tener a bri cuando sea jiji#ay ojala que te mejores bb 🙏🏻#yo super bien pero con algo de alergia por el clima tambien jsjs#omg si las viiii sale demasiado preciosa#vi el mood sampler en youtube tambien muy bello todo#jajajajaja el cerebro de binna: -es una maraña negra-#iba a agregar más sobre la respuesta de binna a la segunda pregunta#pero sentí que esta biblia era demasiado 💀
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Fina | Enzo Vogrincic
*3000 words (me inspiré) & mini s*x scene
Corrías con desesperación por el bullicioso aeropuerto, el eco de tus pasos resonando en los pasillos abarrotados. El tiempo apremiaba, y tu corazón latía al ritmo frenético de la prisa. El billete se aferraba en tu mano, como un talismán que te conectaba con tu destino. "¡Espera! ¡Ya voy!" gritabas, entre jadeos, mientras sorteabas a la multitud con determinación.
El reloj avanzaba implacablemente mientras te abrías paso entre la maraña de viajeros. Las luces parpadeaban sobre las pantallas indicadoras de vuelos, recordándote cada segundo que se escapaba. Al llegar al gate, una sensación de alivio temporal te invadió, pero rápidamente se desvaneció al notar que el área estaba desierta, como un escenario abandonado después de la función.
Te dirigiste apresuradamente hacia el empleado de la aerolínea, tu aliento agitado y la esperanza titilando en tus ojos. "Tengo un vuelo a Madrid ahora, por favor, dime que he llegado a tiempo", imploraste, con la voz entrecortada. El empleado, con un gesto comprensivo, te miró con seriedad y dijo: "Señorita, el vuelo se fue hace diez minutos".
Un nudo se formó en tu estómago, pero no te diste por vencida. Con determinación, preguntaste sobre cualquier opción disponible. "¿Hay algún otro vuelo a Madrid pronto?" El empleado, consultando la pantalla con un semblante compasivo, respondió que el próximo vuelo no sería hasta dentro de 15 horas. Asentiste con resignación, consciente de que el tiempo ya no estaba de tu lado.
Entonces, con la mente fija en tu compromiso ineludible, mencionaste la reunión crucial con la agencia de producción. "Tengo una reunión muy importante en Madrid. Aceptarán mi guión para una obra de teatro, y no puedo perder esta oportunidad", le expresaste al empleado, esperando encontrar alguna solución. El hombre tras el mostrador comprendió la urgencia en tu voz y te informó sobre la posibilidad de esperar.
Te refugiaste en un acogedor café ubicado en algún rincón del aeropuerto de Londres. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, pero tus sentidos estaban inmersos en la música melancólica de Guitarricadelafuente que fluía a través de tus audífonos. Con gestos automáticos, conectaste tu celular para cargarlo, buscando consuelo en las notas de tu artista favorito.
Sin previo aviso, una lágrima solitaria escapó de tus ojos, una expresión palpable de la desesperación que te embargaba por haber perdido el vuelo. La música parecía resonar en sintonía con tus emociones, como si Guitarricadelafuente compartiera tu dolor a través de sus cuerdas y melodías. Mientras las lágrimas seguían su curso, te sumergiste en un mar de pensamientos, contemplando el giro imprevisto que había tomado tu día.
Con resignación, extrajiste el guión de tu bolsa, sosteniéndolo entre tus manos temblorosas. El papel, ahora manchado por las lágrimas, representaba más que un simple texto; era la culminación de tus esfuerzos y sueños. Te encontrabas en una ciudad ajena, lejos de casa, y la realidad de estar varada por 15 horas en Londres se apoderaba de ti.
Las palabras del guionero, antes tan llenas de promesas, se volvían borrosas a través de tus lágrimas. De repente, te sentías como una niña de cinco años que había perdido su globo de cumpleaños, la tristeza reflejada en tus ojos y en cada línea de tu rostro. La ironía de la situación no pasaba desapercibida, y una mezcla de frustración y vulnerabilidad te envolvía mientras te aferrabas al guión como a un salvavidas en medio de la tormenta.
—
Sumida en la tristeza de tus pensamientos, te diste cuenta de repente de una mano amable que se acercaba a tu rostro con una servilleta. Entre la neblina de lágrimas, apenas pudiste vislumbrar la acción generosa de un desconocido que, con empatía, te ofrecía un medio para secar tus ojos. Agradecida por el gesto, aceptaste la servilleta sin poder identificar a la persona detrás de ella.
La bondadosa presencia a tu lado pasó desapercibida hasta que lograste controlar las lágrimas lo suficiente como para ver a quien te había brindado consuelo. Descubriste que había estado sentado junto a ti durante un buen rato, observando silenciosamente tu situación con comprensión. Sorprendida por su amabilidad, solo lograste articular un simple "thanks", incapaz de distinguir completamente sus rasgos.
En un giro inesperado, el hombre respondió en español. "De nada, yo espero que todo se recupere", dijo con una sonrisa tranquilizadora. Al levantar la mirada para agradecerle debidamente, te encontraste con la visión de un hombre extraordinariamente atractivo. Su piel canela destacaba bajo la luz del café, su cabello despeinado le daba un aire casual y sus ojos, de un caramelo puro, irradiaban calidez y comprensión.
Aunque te sentías vulnerable y con el corazón aún apretado por la situación, la presencia reconfortante de este hombre te hizo sentir un atisbo de consuelo. No sabías exactamente cómo reaccionar ante su belleza, pero la curiosidad y la necesidad de conexión humana te impulsaron a romper el silencio. "¿Hablas español?" preguntaste, con la esperanza de que la respuesta fuera afirmativa. El hombre sonrió y respondió con una risa contagiosa, "Creo que sí".
A pesar de la tormenta de pensamientos que te asaltaba, la visión de este joven que parecía salido de tus sueños generó un apretón en tu corazón. Sin embargo, la realidad chocó contra la fantasía cuando notaste que llevaba una sudadera y tenis Nike, una imagen más casual y terrenal que la que habías imaginado.
El chico, notando tu evidente perturbación, rompió el hielo al expresar su intriga ante la combinación de un guión en tus manos y lágrimas en tus ojos, “No te conozco, pero al ver que tienes un guión en mano y estás llorando, ahora estoy muy intrigado por lo que te ha pasado," dijo el chico guapo con una mezcla de curiosidad y empatía en su voz. Te sumiste en un silencio momentáneo, tratando de procesar la situación y, al mismo tiempo, preguntándote si este encuentro era producto de tu imaginación o si realmente estabas frente a alguien especial.
Finalmente, el chico reveló ser actor y confesó su amor por el teatro, aunque actualmente se encontraba inmerso en proyectos cinematográficos. La conexión con el mundo del teatro hizo que tus ojos se iluminaran con un atisbo de reconocimiento, y una sospecha empezó a formarse en tu mente.
Con un tono casual, le preguntaste: "¿Espera! ¿Tú eres Enzo, Enzo Vogrincic? ¿De 'La Sociedad de la Nieve'?" La confirmación en su expresión te dejó boquiabierta. "Ese mismo", respondió con una sonrisa, añadiendo con humor, "desde hace tiempo no veía a alguien tardarse tanto en reconocerme". Tu corazón latía con emoción mientras intentabas procesar la realidad de tener a un actor reconocido a tu lado.
Con entusiasmo, le confesaste: "Es que... ya he conocido a tantos actores que me da igual, pero... yo amé tu actuación y las otras obras que has hecho en Montevideo, es que amé".
Enzo, aún intrigado, te agradeció con sinceridad. "Gracias, escuchar esto me da más ánimo en hacer lo que hago," expresó con una sonrisa genuina. Sin embargo, no dejó que el agradecimiento se interpusiera en su deseo de conocer más sobre tu historia.
"Pero… no cambiemos el tema, ¿por qué estabas llorando? ¿Eres actriz o…?" preguntó con un gesto de interés. Tomaste un momento para recobrar la compostura y compartir parte de tu vida con este actor que, de alguna manera, se había convertido en un confidente inesperado.
"Soy prácticamente guionista, y me gusta escribir tragedias, dramas y todo lo Lorca," comenzaste a explicar, revelando tu pasión por la escritura teatral. "Pero últimamente no he tenido la suerte, y ahora que tengo una gran oportunidad en Madrid, el vuelo acaba de irse, y pues…" La frustración y la tristeza se reflejaban en tus ojos mientras compartías la historia de tu día caótico, sintiendo que Enzo podría entender el peso de tus aspiraciones y desafíos creativos.
"Qué horrible, pues no estás sola, porque yo también perdí el vuelo para Madrid," compartió Enzo, revelando un inesperado giro en su propia situación. Tus ojos se abrieron con sorpresa ante la revelación. "No jodas?" respondiste, dejando escapar tu incredulidad. Enzo rió ante tu reacción y, con un tono resignado, comentó: "Así es la vida". La ironía de la situación resonó en la conversación, creando un lazo instantáneo basado en las coincidencias y desafíos compartidos.
—
Después de pasar varias horas inmersos en el café, tú y Enzo continuaban deleitándose en una charla apasionada sobre el teatro y todo lo relacionado con sus amores creativos. El tiempo parecía volar mientras compartían anécdotas, descubrían similitudes en sus carreras y exploraban sus visiones artísticas.
A medida que la conversación fluía, el reloj recordó que era casi la hora del almuerzo. Enzo, con una sonrisa, sugirió: "¿Qué te parece si nos damos un respiro y vamos por unas hamburguesas?" La idea resonó contigo, y juntos se dirigieron a un lugar cercano para disfrutar de un almuerzo casual y reconfortante.
Después de saciar el apetito, la tarde avanzaba y la diversión no se detenía. Enzo, con su sentido del humor intacto, los condujo a un bar cercano. Cómicamente, se dirigió al bartender diciendo: "Denos dos cognac, que nos hace bastante falta". La ocurrencia sacó una risa de tu parte mientras observabas la escena con complicidad.
Mirándolo con una sonrisa, bromeaste: "Sabes, se supone que no esté borracha, pero si es así, no me importa".
Entre risas y la atmósfera relajada del bar, tú y Enzo continuaban disfrutando de la compañía mutua. El ambiente festivo se intensificaba a medida que ambos tomaban innecesariamente, sumiéndose en conversaciones que abordaban cualquier tema que se les ocurriera.
En un momento de confianza, decidiste compartir un secreto que habías guardado durante mucho tiempo. "Enzo, te tengo que confesar algo," dijiste, con un tono cómplice. Él, intrigado, respondió con un "Dale, dime".
Toda roja y riéndote, soltaste la confesión: "Yo te re amaba, like cuando saliste en 'La Sociedad de la Nieve', no pude aguantar mi fanatismo y pues, ahora que lo pienso, creo que hasta escribí un fanfiction de ti". La expresión de Enzo era un cóctel de sorpresa y diversión mientras esperaba a escuchar más detalles.
Con una risa nerviosa, Enzo te pregunta: "Y... de qué era ese fanfiction?" Entre risas y complicidad, respondiste, "Eso mejor no lo hablemos pero... ya tú sabe". Enzo, con una sonrisa pícara, te desafió: "Yo no sé, dime tú".
Entre risas y anécdotas compartidas, el tiempo parecía desvanecerse mientras ambos continuaban disfrutando de la velada. Sin embargo, la realidad del horario de su vuelo a Madrid interrumpió la burbuja temporal en la que se encontraban. El intercom anunció que era hora de abordar, generando una pausa en su divertida conversación.
Enzo, con una mirada juguetona, sugirió: "Quédate conmigo, así te sientas al lado mío y charlamos más". Tú, recordando la asignación de asientos, expresaste tu preocupación: "Pero, el asiento está designado". Sin embargo, Enzo, con confianza, respondió: "Eso me lo dejas a mí". Ante su propuesta, no pudiste evitar sonreír y ceder: "Pues, ¡vale!"
Al entrar al avión, Enzo abordó con confianza y se dirigió a una de las azafatas. "Perdona, pero hubo un error con los asientos, ella se supone que esté al lado mío, además que es my fiancé," dijo con una sonrisa juguetona, dejándote boquiabierta y bastante ruborizada. La declaración tomó por sorpresa a la azafata, quien, a pesar de la confusión, asintió amablemente y te acompañó hasta el asiento asignado al lado de Enzo.
Mientras te acomodabas, una mezcla de asombro y nerviosismo se reflejaba en tu rostro. Enzo, con su actitud desenfadada y una chispa de complicidad, te guiñó un ojo antes de sentarse a tu lado.
Al sentarte, no pudiste evitar comentarle a Enzo: "Estás demente, ¿cómo que fiancé?" Él te miró con una sonrisa pícara y respondió: "Ay mira, estos son cosas que pasan, y además esto, ehh..." Tratando de mantener la compostura, le interrumpiste: "Mira, ya, que estás re tomado, que ni sé de qué estamos hablando."
Él, con un tono cómico y sarcástico, te dijo: "De que eres mi fiancé y punto." En respuesta, le diste un pequeño puño juguetón en el brazo, y Enzo, dramáticamente, exclamó: "Ay, eso dolió." Tú, riendo, le reprochaste: "Ay no seas bobolón."
Ya cómodos en sus asientos, Enzo te mira con la expresión de quien necesita más alcohol, mientras tú le devuelves la mirada con gesto de ya no más. Sin embargo, al pasar una azafata, Enzo, con su característico sentido del humor, le dice: "Perdona, ¿nos podrás traer dos champán? Es que como nos vamos a casar pronto." Tu rostro se torna más rojo de lo que ya estaba ante la inesperada declaración de Enzo.
La azafata, acostumbrada a situaciones peculiares, asiente con una sonrisa y se apresura a cumplir la solicitud. Mientras tanto, Enzo se relaja en su asiento con una expresión de triunfo, mientras tú intentas ocultar tu sorpresa y diversión ante la ocurrencia.
Se tomaron el champán con un "¡Salud!" y el ambiente se llenó de risas y un toque festivo. Sin embargo, a medida que disfrutaban de la bebida, comenzaron a notar que el efecto del alcohol se estaba haciendo más evidente, sumergiéndolos en un estado de relajación profunda. Enzo te mira con complicidad, y con una sonrisa pícara, comenta: "Y de qué era el fanfiction? Es decir, me imagino que era bueno."
Tu rostro refleja una mezcla de pensamiento y vergüenza, y le respondes: "Ay Enzo, por favor, no hablemos de eso, ya te dije que no te voy a contar." Sin embargo, Enzo persiste con curiosidad: "Pero me imagino que fue creativo." Lo miras con incredulidad, como si sus palabras fueran más serias de lo que aparentaban, y le contestas: "Cómo que creativo, I mean, era normal, como una chica empezando sus veintes y todo eso."
La conversación da un giro inesperado cuando Enzo, con sorpresa, pregunta: "Espera, no jodás que… ¿cuántos años tienes?" Lo miras directamente y le respondes con humor: "Bastante mayor, ¿por? ¿Me veo vieja?" Enzo, tratando de explicarse, menciona: "No... es que yo pues, ya sabes que estoy en mis mediados de treinta." Tú, con una sonrisa traviesa, le dices: "Estás bien, ¿o mejor te digo que estás viejo?" Las risas se mezclan con la complicidad, creando un ambiente ligero y divertido mientras continúan su viaje a Madrid.
Después de la conversación sobre el fanfiction, Enzo ya estaba medio dormido, o mejor dicho, parecía cansado o sumido en sus pensamientos. Mientras tanto, sentías la necesidad apremiante de ir al baño. Decidiste levantarte del asiento y dirigirte al baño del avión. Sin embargo, al llegar, te encontraste con una fila larga para el baño de mujeres, y la urgencia no esperaba.
La azafata, al notar tu situación, te tranquilizó diciéndote que podías usar el baño de hombres, ya que estaba vacío en ese momento. Agradecida, aceptaste la oferta y te aventuraste en una larga caminata a través del amplio avión. Al final, encontraste el pequeño baño del avión, donde pudiste aliviarte y refrescarte las manos.
Justo cuando estabas a punto de salir, te diste cuenta de que Enzo estaba a punto de abrir la puerta del baño. Ambos se miraron con asombro, creando un momento de sorpresa compartida. Sin embargo, lo que más te ponía nerviosa era el silencio incómodo que se instaló entre ustedes. Aunque no era incómodo en sí, había una tensión que no podías ignorar.
Tus ojos se encontraron con los de Enzo, sus labios y sus ojos endormecidos brillando en la penumbra del avión. Era como si el tiempo se hubiera detenido por un momento, y la conexión entre ustedes se manifestaba en el silencio compartido. Ambos parecían estar atrapados en la atmósfera íntima del instante, sin palabras pero con una comunicación palpable entre las miradas.
Ligeramente afectada por los efectos del alcohol, observabas cómo el brazo de Enzo estaba recostado en la puerta del baño, como si te invitara a pasar. Sin embargo, te quedaste mirándolo, notando que sus venas sobresalian, un detalle que capturó tu atención de manera inusual.
De repente, Enzo miró a ambos lados y se introdujo al baño contigo, a lo cual respondiste incrédula, diciendo: "Mijo, pero—" Antes de que pudieras terminar la frase, Enzo te agarró de los muslos y te hizo sentar en el mini lavamanos. Te sentías un poco incómoda, sin estar segura de cómo reaccionar, pero permitiste que Enzo guiara la situación.
Él te agarró suavemente del cuello y empezó a besarte apasionadamente, como si ambos tuvieran una sed desesperada de conexión. Respondiste a sus besos de manera igualmente intensa, sumergiéndote en el momento. La pequeña cabina del baño se convirtió en un espacio íntimo donde las emociones y los deseos se expresaban libremente entre ambos, desafiando la lógica del apretado espacio.
Después de tantos besos, Enzo te tocaba apasionadamente por todos lados, más — soltás un suspiro largo y él hace lo mismo, como medio agitado. "Me parece que ya es hora de pegar una cabeceada," te dice. Tú, con cierta preocupación, le tirás, "Pero capaz hay gente esperando afuera, ¿cómo hacemos para salir del baño?" Él te responde con un "Solo tenés que seguirme," agarrándote de la mano. Enzo abre la mini puerta del baño del avión, echa un vistazo a los lados y, medio incómodos pero satisfechos, se encaminan hacia sus asientos.
Al sentarse, tú y Enzo quedan en un largo silencio, procesando todo lo que había pasado en esos largos minutos en el baño del avión. Mientras tanto, Enzo te agarra de la mano y te da un besito en la misma. "(Y/N), me tendrías que pasar tu número de celu, quiero volver a verte," te dice, y tú, ya un poco cansada y recostada en el hombro de Enzo, le respondés, "Cuando aterricemos, te paso mi número," y él asiente con un "Dale."
Fin
#enzo vogrincic#enzo vogrincic fic#enzo vogrincic x reader#society of the snow#fanfic#my writing#la sociedad de la nieve#uruguay#latina#spanish#argentina#me enamoré de un uruguayo#enzo vogrincic x you#enzo vogrincic smut
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No hay una sola forma de explicar qué tan jodida estoy, por qué desaparezco, por qué siempre huyo, o por qué no puedo soportar a nadie el tiempo suficiente, no puedo explicarlo, es (soy) una maraña de excusas y dolor, de temores y desvaríos, un desastre, nada menos.
No te detengas si pasas a mi lado | Babi PM.
#babipm#notas#almarotasong#citas#frases#escritos#caostalgia#textos#pensamientos#en tu orbita#amor#tristeza
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"Replicante" by Quindío, Colombia-based eclectically-inspired goth act Corredor Polaco off of 2023 album Fábrica para quemar recuerdos, also available through Colombian indie label Discos Maraña
#gothgoth#goth music#eclectic goth#goth#Corredor Polaco#Replicante#Fábrica para quemar recuerdos#music#first share#Colombian#South American#2023#Quindío Colombia#Colombian goth#Discos Maraña#Bandcamp
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Gira la habitación,
ojalá la melodía se aferre a tus huesos
como a mi frágil memoria;
silencio,
que alguien apague al silencio,
o que alguien apague los libros...
los cables ya calcinan nuestras memorias de antaño,
y tú,
abres los ojos.
Las estrellas solas lloran sobre nosotros,
me falta el filo de tus uñas
por la desnudez de mi espalda,
y la música apenas se escucha,
amor nuestro;
la sangre fluye en aire caliente,
mirra que escurre
por tu pecho necesitado.
Deja que me refugie
en la condena
de tus clavículas a plena vista,
y cuelga tus muñecas lascivas,
del silencio naciente de mis labios;
tus dedos están bailando
sobre las palabras vacías de un eco,
déjame enredarme en la maraña de tu pelo,
déjame hundirme en tu perfume amaredado,
déjame estirarme sobre las cuerdas
de tu cuerpo caído,
¡y cubrenos, oh señor, con tu manto!,
arrastranos juntos,
con la primera brisa,
de la última nota.
-danielac1world ~Abandono de la risa pulcra~
#mi vida#pensamientos#pensamientos nocturnos#pensamientos aleatorios#literatura#frases#fragilidad#realidadalterada#realidad#poesía#una poeta#escape#escritura#escribir#escribiendo#escritos#cosas que escribo#cosas que pienso#cosas de la vida#cosas sobre mi#cosas que siento#cosas que pasan#cosas del alma#mi alma#almas#desolción#desolada#un vacío dentro de mi#un viaje a la vida#melancolía
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𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎
» Temática: SKZ Bangchan x Lectora » Género: Relación estable con Chan. SMUT, cierto FLUFF. » Warning: P en V, sobreestimulación, sexo sin protección (no lo hagáis), dom!Chan, sub!mc. Si me dejo algo me lo decís. » Tipo: One-Shot corto. | 1.276 palabras.
» Masterlist «
No hay forma dominante de actuar cuando Bangchan se pone en “ese” plan.
Había tenido problemas de ira toda su vida, aunque jamás los había mostrado a nadie, excepto quizá a Woojin en aquel parque de atracciones, o a su actual pareja, pero solo cuando eran más pequeños y los otros niños la molestaban por no saber bien el idioma.
La chica solo conocía su lado agresivo en esa situación, sin embargo... Ahora, entre sus sábanas, los cuerpos sudorosos y sus corazones entrelazados se daba cuenta de que aún había mucho más por ver desde entonces.
Le temblaban las piernas como hojas mientras soportaba, de buena gana, los embistes de las caderas de Chan y se retorcía de placer debajo de él. El chico mantenía una mano sobre su nuca y otra encima de su cintura, obligándola a acompañar cada movimiento. A veces bajaba la intensidad, porque, claro está, hasta el más entrenado llegaba a cansarse, pero en cuanto recobraba el aliento, volvía a golpear con fiereza. Duro. Implacable. Sin piedad.
No supo que estaba llegando al tercer orgasmo hasta que notó la mano de Bangchan tapándole la boca, y un gemido de placer le sacudió el cuerpo por completo. El chico aminoró la marcha al notar sus paredes contraerte constantemente, pero no paró, ayudándola a través de su clímax y sobre estimulándola en el proceso. Una vez dejó de moverse y de volver a su estado previo, Chan retiró la mano, y siguió con su labor.
Se limpió la nariz y la barbilla con la otra, notando las abundantes gotas de sudor salpicarle en la espalda de su compañera, que tampoco es que estuviera mejor.
— Chris... ¿P-puedo...? —tartamudeó.
— No. —dijo en un jadeo.
— Si sigues a-así... Vas a hiperventilar. Necesitas un descanso. —tal y como acabó la frase dejó escapar un grito de placer. El chico dio una sacudida breve e intensa hacia adelante y se hundió más en ella. La agarró de los brazos y la obligó a ponerlos detrás de la espalda, dominando cada movimiento por su parte.
— ¿A ti te parece que necesito un descanso? —le susurró cerca de la oreja. Parecía imposible sentirse más en llamas de lo que se sentía y, sin embargo, ahí estaba, gimoteando, completamente a merced del chico que la estaba haciendo sentir tan bien. Estaba tan mojada que el sonido de su miembro entrando y saliendo de ella era casi obsceno.
Entre la maraña de pelo que era su cabeza, la joven negó.
— Lo s-siento...
— Date la vuelta.
Bajo la orden (y la consiguiente ayuda de Chan), La muchacha se puso boca arriba, exhausta pero deseosa de más. Le alcanzó una de las almohadas, la colocó bajo la dolorida cintura de su compañera y se preparó para entrar de nuevo.
Sin embargo, antes de hacerlo, intercambió una profunda mirada con ella, dejando de lado, durante un instante, esa fiebre lujuriosa que lo cegaba y mostrando al cálido muchacho de veintiséis años loco de amor por ella. Casi que no hacían falta palabras entre ellos.
Se sintió enrojecer como la primera vez que hablaron. No solo era una persona tan atractiva que quitaba el hipo, sino que además era el chaval del que se había enamorado perdidamente en su niñez.
Uno del que, por supuesto, seguía totalmente enamorada.
Chan alzó una mano para acariciarle la mejilla con la palma y ella lo recibió, aliviada. Luego se inclinó, y mientras lo hacía, su miembro entró de nuevo con la facilidad que cabía esperar. La chica soltó una queda exhalación. Clavó las uñas en los brazos de su amante, al tiempo que sentía lo labios de Chan contra los suyos, primero suaves y luego apremiantes y ágiles como sus movimientos. La mano libre de Chan que no estaba ocupada agarrándole las caderas se desplazó hacia sus labios inferiores, tocando su clítoris suave, en círculos. La espalda de ella se arqueó y de sus labios escapó un gemido indecente frente a la sobreestimulación.
Así estuvieron un buen rato más, quizá un poco más despacio que antes, disfrutando de las sensaciones. El sonido húmedo de piel contra piel invadía cada rincón de la habitación.
La muchacha no tardó en volver a notar el tirón bajo su estómago, sinónimo de su pronta llegada. La cuarta en esa tarde, nuevo récord. No, Chan no la acalló como lo había hecho antes. Quería escucharla en su máximo esplendor, y así fue. Estalló en gritos de placer mientras que su cuerpo temblaba con la nueva oleada de convulsiones.
Chan tampoco se hizo de rogar después de eso. Sus caderas se quedaron rígidas, enterró la cara en el hueco del hombro de su amante y se liberó con un gruñido gutural, pintándole las paredes de blanco. A veces sí que parecía un lobo. O incluso un oso.
Antes de salirse, la joven lo rodeó y lo abrazó fuerte, notando el voluminoso pecho del chico sudoroso y jadeante subir y bajar contra el de ella. Lo quería, lo quería demasiado. No podía soltarlo, no podía dejarlo escapar. Solo cuando Chan le quitó las lágrimas de las mejillas con la mano, se dio cuenta de que estaba llorando.
— ¿Qué te ocurre? —preguntó, suave—. ¿Te he hecho daño? ¿Me he excedido?
— No, no. —estaba dándole la impresión equivocada.—. No es, ni por asomo, nada de eso. Es que...
— ¿Es que...?
— Chan. —susurró acariciándole la mejilla—. Te quiero tanto que me da miedo. Incluso cuando estaba con mi ex, con todos los planes que teníamos... No podía dejar de pensar en ti.
— Eh... —empezó, pero se vio interrumpido por los labios de la muchacha.
Lo besó lentamente, saboreando cada parte de él, explorando cada rincón de su boca. Así se pasaron minutos que les parecieron horas, hasta que Chan emitió un sonido extraño y se cubrió la entrepierna. La chica lo miró, confundida, y el pobre se rascó la cabeza, avergonzado.
— Los hombres somos muy básicos. —dijo, mordiéndose el labio. Acto seguido se dio la vuelta y le dio la espalda—. Y yo llevo un mes sin verte por culpa de mis actividades. Mi cuerpo... Está un poco descontrolado. Se… Se me pasará en seguida.
Ah. Ahora lo entendía. Miró la hora de la mesita de noche: las 4:47 de la mañana. Por suerte, ese día tenía a la clase de los niños por la tarde.
— Oye, Chan...
— No, en serio, tranquila. Tú descansa. Estás exhausta y mañana tienes que trabajar.
— Chris...
— No es la primera vez que me ocurre, si no te miro se me...
— Christopher, te necesito.
Silencio. Chan se había quedado muy quieto. Al principio creyó que no la había oído y estuvo a punto de repetírselo cuando de pronto, se incorporó un tanto y la miró, serio.
— ¿Segura?
La chica resopló.
— Por una vez, solo por esta vez, deja de pensar en los demás y piensa en lo que quieres tú. Te he dado luz verde, ¿no? Y tú también lo necesitas. Lo único que me preocupa es no poder caminar al día siguiente, eso es todo.
A modo de invitación, la muchacha se estiró y abrió las piernas, invitándolo a continuar con su labor. Bangchan suspiró con la vista clavada en el entrepierna de su amante. Su mirada se oscureció y los últimos rastros de autocontrol que le quedaban se hicieron añicos. Nuevamente se posicionó encima, duro como la piedra otra vez. Bajó la mano por su estómago hasta su punto más sensible a fin de estimularla lo suficiente como para poder volver a entrar en ella.
Pronto, la habitación se llenó de calor, gemidos y jadeos, pero por encima de todo, de amor.
Nunca se lo dijo, pero ella adoraba cuando Chan se convertía en Christopher.
© LUNEARTA, 2024. 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵á 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘢𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢.
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Capítulo 3
Capitano no se disgustó al verte devorar la comida como un animal, podía entender tu hambre, y no se atravía a quitarte el plato de comida, que para él, se veía muy desabrido. Después de mandarte a cambiar a la habitación, se quedó pensando en lo que había hecho. Tal vez no habia sido una buena idea recoger a una de las ratas de laboratorio de Dottore para sacarla de su habitat. Pero la verdad, era que tu historia había tocado en lo poco que le quedaba de humanidad, le recordaste que, antes de ser un fatui, un guerrero y un luchador, era un humano, o bien lo fue hace bastante tiempo, la carne podrida de su cuerpo evidenciaba lo contrario. A pesar de la máscara de indiferencia que mostraba su casco en toda ocasión, sintió que algo en él se agitaba cuando le pediste piedad, cuando le pediste un descanso de todo el sufrimiento de tu vida, además de que no podía creer que una chica estuviera en tales condiciones en un laboratorio. Antes de muchas cosas, también era un caballero, no estaba acostumbrado a ver mujeres en tal estado. Además de aquellas excusas que utilizó para raptar a un sujeto experimental, tenía otra muy buena, que además, era la más importante; cabrear a Dottore. Odiaba tanto a ese adefesio que con solo joderle el día, podía alegrar su maldita existencia. Se recordó a si mismo que tendría que mantener a la chica en secreto para más intriga.
Recordó la forma en la que te trajo aquí, te había envuelto en su abrigo de piel para esconderte de las miradas curiosas, y sin pensarlo mucho te sacó de ese asqueroso laboratorio, que se encontraba en Sumeru, te subió a un carruaje y se fueron rumbo a su finca, en Snezhnaya. No se asombró al ver que pudiste dormir todos esos días de viaje, te acurrucabas en el abrigo y dormías sin ningún problema, y seguiste durmiendo tres días más aún después de llegar a la finca, en una de las camas de invitados que se encontraba en la finca de Capitano. Le dieron muchas ganas de tirarte a una tina de agua fría para despertarte y ver tu verdadero color de piel, porque detrás de tanta suciedad no podía ver tu tez con claridad, pero al final no lo hizo. Cocinó una cantidad de arroz blanco para tu estómago que estaba acostumbrado a comer poco, de hecho, no sabía exactamente qué te darían de comer antes.
Mientras tanto, tú volvías a paso apresurado a la habitación, dispuesta a cumplir sus órdenes al pie de la letra. Buscaste algún lugar para lavarte y descubriste un baño, uno bien grande. Con algo de dificultad entendiste el mecanismo de la regadera. Nunca te habías bañado con agua caliente. Fueron los mejores 15 minutos de tu vida, en abonaste tu cuerpo con lo que encontraste, y te sorprendió el aroma exótico y cítrico que desprendían esas lociones. Después de un rato, pero hasta la gran maraña de pelos que caía tras tus espaldas, tu cabello llegaba hasta tu cintura después de ser cepillado como era debido. Estabas realmente maravillada con la situación. Si Capitano quería jugar así contigo antes de asesinar te, era realmente un buen tipo, te estaba dando unas comodidades que nunca habían estado a tu alcance. Saliste de la bañera y viste tu reflejo; aún tenías heridas y moretones, el agua de la bañera estaba sucia, haciendo evidencia de tu inmundicia. Te secaste el cuerpo con cuidado de no abrirte más algunas heridas que recién habían logrado cicatrizar. Con algo de dificultad te vestiste con lo que encontraste en uno de los muchos muebles, había lo necesario. Nunca en tu vida habías visto un sujetador, pero te las ingeniaste para colocartelo, las bragas, y un vestido largo, además de medias y zapatos. Volviste con Capitano hacia la cocina, él estaba sentado en un taburete, mirándote fijamente.
"Ah... así que si eras blanca debajo de toda esa mugre" se burló él, mientras la observaba. "Ven, niña, siéntate"
Obedeciste, sentándote en el taburete frente a él, separados por la mesa. Te negabas a mirarlo de frente, de cierta manera te aterraba, aún no confiabas en él del todo.
"Dime niña, ¿Cómo te llamas? ¿Qué edad tienes?"
Te quedaste en silencio, y tartamudeaste una respuesta "Sujeto 301" respondió ella, insegura "y... no sé que edad tengo"
Capitano no dijo nada ante aquello, solo suspiró. No podía llamar a la chiquilla por un número, miró alrededor de la cocina, buscando ideas para un nombre, su mirada se posó en un ramo de flores, de rosas, que le había regalado la Zarina después de completar una misión larga hace unos días "Te llamarás Rose si quieres vivir aquí" te dijo, poniéndose de pie "Las escobas están en el armario, junto con los trapos. No entres a mi habitación y tampoco te metas en mi escritorio, si lo haces, te mataré. Adiós".
Él se fue sin decir más al respecto, sin dar explicaciones, y abandonó la finca. Los primeros días te preocupaste, no tenías ni idea de qué hacías aquí, pero bueno, no tenías la intención de hacerlo enojar,así que, por milésima vez, obedeciste sus órdenes al pie de la letra. Te sorprendiste de la soledad de su hogar, era una finca bastante grande, repleta de bibliotecas, salas para entrenar, habitaciones lujosas, huertos y escaleras por doquier, era bastante solo para una persona. Por un momento pensaste que él te había dejado sola viviendo ahí para hacerte engordar y después comerte. Definitivamente te estabas volviendo loca al vivir sola durante tantos días. A pesar de todo eso, no te quejabas, estabas comiendo una comida al día, y te dabas relajantes baños de tina durante la noche con agua caliente, así que, comparado a tu antiguo hogar, estabas viviendo en el paraíso. Estabas recién saliendo de tu ducha diaria, cuando escuchaste un portazo proveniente de la planta baja. Sentiste toda la piel de tu cuerpo crisparse del susto.
"Mocosa de mierda, escapó" Escuchaste que dijo Capitano, podías sentir como el suelo temblaba ante las grandes zancadas que él daba mientras subía las largas escaleras. Te apresuraste para vestirte, aunque era complicado teniendo el cuerpo mojado por el reciente baño. Como pudiste te pusiste solo el vestido justo a tiempo antes de que él abriera la puerta del baño de un manotazo. Notó la incomodidad y miedo en tu cara, pero no le importara mucho.
"Pensé que te habías escapado. Estarías en problemas de ser así" murmuró, entrando en el cuarto de baño, notando la atmósfera tibia de él "que bueno que la higiene se haya transformado en parte de tu rutina, no toleraría una mocosa sucia en mi finca" se apoya en la bañera, cerca de ti, mirándote "¿No dirás nada? ¿no vas a saludar siquiera?"
Tragaste saliva y formulaste las palabras en tu mente antes de decirlas en voz alta "Buen... buen día, mi señor" tartamudeaste, manteniendo la mirada baja por respeto "Las bañeras... me gustan mucho"
Capitano se rió de ti, enrojeciste de vergüenza por lo que habías dicho, aunque no era mentira, en serio te gustaban mucho los baños relajantes de tina.
"No te quitaré la tina, puedes estar segura de ello" su voz gruesa te ponía los pelos de punta. El sonrojo bajó poco a poco, pero te asustaste más cuando él tomó tu antebrazo "¿Ya cerraron las heridas? tuve que hacer una incisión para sacarte el rastreador"
Aquel era un dato que habías ignorado completamente estas dos semanas viviendo en el paraíso, tu sabías que, en alguna parte del cuerpo, te habían puesto un sensor que monitoreaba tus signos vitales, además de que al mismo tiempo era un rastreador (esa no te la sabías). Miraste con duda al primer heraldo, el que agregó: "Cerca de tu seno, tenías insertado el rastreador. Lo saqué antes de salir del laboratorio, así que él no sabe que estás aquí"
Capitano te generaba demasiadas dudas más que respuestas, seguías sin entender por qué te había sacado de aquel laboratorio. Claro, estabas bastante agradecida con ello, pero más que eso, querías entenderlo. Él era una mala persona, estabas segura de eso. Por inercia tanteaste tu seno, dándote cuenta de que la herida que había aparecido ahí hace unas semanas no había sido hecha en los laboratorios, sino que él había sacado el rastreador de ese lugar.
"Eh... gracias, señor, por sacarme el rastreador" susurraste, aún con la mirada gacha. Capitano ignoró tus agradecimientos y agregó; "Veo que eres buena limpiando, y parece que no te robaste nada ni escapaste, dime, ¿Te gusta estar aquí?"
No dudaste mucho en responder. "A mi... me gusta mucho, señor. Este lugar es muy... lindo. Siempre hay comida"
"La comida nunca te faltará de nuevo, Rose" aclaró Capitano, tu nunca habías estado más feliz de recibir un nombre "Mira, yo apenas estoy en casa. Te propongo que tú cuides de mi hogar mientras yo no estoy, los alimentos los compra uno de mis soldados y llena la despensa cuando tú estás durmiendo, así que no tienes que preocuparte de salir. Así que de ahora en adelante, trabajarás para mí, y serás... mi empleada, sirvienta, o como quieras decirle" él explicó las cosas sin detenerse "Solo tienes que mantener el orden y ya, y cocinarme de vez en cuando, aunque, para tu mala suerte, yo no estoy mucho en casa, como podrás notar"
Ante la gran cantidad de información que te dio Capitano, nuevamente solo te limitaste a asentir y aceptar sus condiciones, las que de verdad no estaban para nada mal. Antes de que siquiera preguntaras, él ya había respondido.
"Tienes agalllas, y fortaleza. Ambas son cualidades que no deben morir dentro de un mugriento laboratorio en esa nación tan horrible" asientes, aunque aún no comprendes bien su punto.
Capitano se acerca a tí nuevamente, aún sin soltarte del brazo "Sigues sin subir de peso, ¿estás comiendo tus tres comidas diarias, Rose?" te quedaste atónita ante aquellas palabras "¿Puedo comer tres veces al día, señor?" réplicaste. Capitano te soltó del brazo, bufando un poco "Puedes comer tres veces al día, niña tonta, de nada me sirve una sirvienta que pareciera que se fuera a ir volando con alguna brisa" aclara "te obligo a comer tres veces al día, y además, vas a tener que aprender a ocupar cubiertos, en esta finca no soportaré que te sigas comportando como una rata de alcantarilla... como ese doctor" masculló. Asientes, acatando la orden.
Capitano lo último que quería era una loca que llamara mucho la atención, tenías que aprender algunas cosas básicas en tu tiempo libre.
"Noté que habían cenizas en la estufa de la sala..." te dice, tu, asustada, rápidamente interrumpiste "si... yo la encendí, pero no lo haré más, señor, ¡se lo juro!" Ante tu desesperación, Capitano te calló con un gruñido "No es algo malo, Rose, solo quería saberlo, para pedir que traigan mas leña... bueno, te dejaré descansar. Duerme bien"
Y tan rápido como Capitano volvió, él se fue. Tu por fin pudiste soltar una gran cantidad de aire que tenías reprimido en tus pulmones por el nerviosismo, y te pusiste la ropa de pijama. La verdad es que nunca habías pasado tanto frío como lo habías tenido aquí. Esta noche, al igual que unas anteriores, hacía más frío de lo normal, tanto, que no podías dormir, las mantas de la cama no podían calentarte los pies, y por ello no podías conciliar el suelo. Desganada, te envolvíste una manta al cuerpo y caminaste rumbo fuera de la habitación. Tus pies dolían por el frío contacto de la cerámica, el mármol en tu piel. Llegaste a la sala, y encendiste fuego en la chimenea sin mucha dificultad, y te sentaste en el suelo frente a las tibias llamas. Tu cuerpo se calentaba poco a poco, y tú te sentías cada vez más seducida por el bello baile de las flamas sobre los troncos. Apenas estabas juntando los párpados cuando escuchaste su voz, sin siquiera haber escuchado sus pasos antes.
"¿Qué demonios crees que estás haciendo?"
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Bello
Ella tiene la gracia de quien sabe escuchar los susurros del mundo, esa paciencia infinita que nace en el mar y en la lectura, donde cada historia es un rincón de escape y cada ola un secreto revelado. Ama el mar como si cada gota llevara una parte de su esencia, y en él encuentra el refugio que calma sus tormentas internas. Allí, donde el viento se vuelve amigo y las olas dibujan un latido eterno, halla la paz que tanto ansía, la estabilidad que se mece con el vaivén de las aguas. Es su santuario, su poesía en movimiento, su ancla cuando todo parece desbordarse.
“Me encanta escuchar”, dice, como quien despliega un manto de acogida, y uno no puede evitar sentir que sus palabras son un bálsamo. Ella ofrece su presencia, su corazón amplio y sincero, y aquellos que confían en ella encuentran consuelo, como si hablasen con alguien que no juzga, que comprende desde la profundidad de sus propias experiencias. “Siempre estoy aquí”, parece decir sin palabras, y en ese acto noble de escuchar sin esperar nada, revela su alma, pura y luminosa.
Es bella como un amanecer cálido. Su cabello castaño claro, iluminado por el sol, ondea como olas pequeñas y libres, y sus ojos claros contienen secretos de aquellos que saben observar la vida desde otro prisma. Hay en ellos un brillo particular, como el de los héroes de cuentos de hadas, aquellos personajes que miran más allá de lo evidente. Sus mejillas, a menudo encendidas como pétalos de rosa, revelan su pureza y la pasión con la que vive. Cejas perfiladas y pestañas largas enmarcan su mirada, dándole esa profundidad enigmática, esa belleza que habla de fuerza y dulzura al mismo tiempo.
Dicen que el valor se mide en actos silenciosos, y ella encarna esta verdad. Es una mujer valiente, una fuerza imparable que se enfrenta al mundo con carácter y resolución. Cuando tiene un objetivo, no hay tormenta que la desvíe; se abre paso con la tenacidad de quien conoce su propósito. Con un sentido del deber y una ética inquebrantable, ella ha ayudado a otros sin esperar retorno, tendiendo la mano a aquellos que más tarde le han dado la espalda. Y, aunque sufre por la traición de quienes la llaman “amiga” solo de nombre, jamás pierde la esperanza ni deja de ayudar, porque sabe que su corazón es noble, y eso la hace especial, única, hermosa.
“La creatividad es la magia que desafía el mundo”, alguna vez escuchó, y en ella esta frase resuena. Su imaginación es un vuelo constante, una obra en progreso donde cada libro es un portal a mundos inexplorados, donde cada historia la lleva a inventarse finales alternativos, a mejorar los finales románticos que, a menudo, le parecen injustos o insípidos. Así se eleva, se pierde en la maraña de palabras que lee y escribe en su mente, creando una novela en cada instante, enriqueciendo su espíritu y su visión de la vida.
Cuando canta —porque, sí, tiene esa elocuencia que convierte las palabras en música—, su voz revela una dulzura inesperada, como si, por un instante, el universo entero se callara para escucharla. Hay algo en su tono, en la suavidad y fuerza que se entrelazan, que evoca aquellos coros encantados de cuentos de hadas. Su voz es como un susurro de princesa en un bosque mágico, un eco de melodía que vibra en la piel y se queda grabado en el aire, dejando en quienes la escuchan una paz serena, una armonía que solo puede traer alguien que canta con el alma.
Es esa trifecta que pocos llegan a alcanzar: belleza, intelecto y espíritu. Y lo es de un modo natural, sin buscarlo, sin presumirlo. En ella, cada cualidad resplandece por sí misma, se integra en un equilibrio perfecto. Y así, siendo suya esta gracia única, recorre la vida como un faro que ilumina caminos, como alguien que, aun en medio de sus propios desafíos, encuentra fuerzas para sostener a los demás, para extender su compasión y sabiduría sin pedir nada a cambio. Como aquella línea en una canción de Disney, “Eres la estrella de la que nacen los sueños”, ella es esa chispa de esperanza, ese rayo de bondad en un mundo que, a veces, parece haberse olvidado de soñar.
Así, entre palabras, cantos y olas, vive. Y en su mirada queda el reflejo de todo aquello que ama, de todo aquello que la define. Porque ella es, en sí misma, un universo —un enigma y una verdad.
Es el tipo de mujer que no se doblega ante la vida, sino que la enfrenta con la frente en alto, con la serenidad de quien ha aprendido a sanar sus heridas. Hay en su andar una nobleza natural, un aura de fuerza silenciosa que la distingue, como si llevase una armadura invisible hecha de experiencias, amor propio y lecciones bien aprendidas. Ella no necesita mostrar sus cicatrices, porque cada una de ellas la ha hecho aún más hermosa, aún más indomable.
Para sus amigos, es un refugio en tiempos de tormenta, una presencia cálida que permanece cuando todos los demás se han ido. Y aunque la decepción a veces empaña su bondad, nunca deja que esto la defina. Sabe que dar es un acto de valentía, que ayudar, incluso a quienes no devuelven la mano, la eleva. A veces calla sus propios problemas, los guarda en lo profundo de su alma, como si supiera que, en cierto modo, su dolor también forma parte de su belleza. Porque hay una belleza única en la resiliencia, en esa capacidad de cargar con el peso de la vida sin perder la fe en las personas, en la amistad verdadera.
“¿Quién soy?” parece decir su presencia; y la respuesta es múltiple, es infinita, porque ella es tantas cosas a la vez. Es quien lee para soñar, quien aconseja sin juzgar, quien ayuda sin pedir nada. Y en cada uno de estos gestos, en cada uno de sus actos, despliega su esencia. Hay quienes pasan desapercibidos, pero ella no: en cada paso deja una huella, en cada sonrisa un destello de su luz interna. Como esa frase de Cenicienta, “Ten coraje y sé amable”, ella es prueba viviente de que ambas cosas pueden coexistir en perfecta armonía.
Es de aquellas almas que ven el mundo en matices, que encuentran belleza en lo pequeño, en lo simple, en lo sincero. Cuando te cuenta sobre sus libros, puedes verla transportarse a esos mundos, puedes escuchar en su voz la emoción y la nostalgia, como si cada historia la hubiese tocado de un modo diferente. “Al final, todo es una historia”, dice, y en su forma de contar el mundo, de narrar su vida, hay un toque de magia, de esa magia que solo poseen quienes ven la vida con ojos de poeta, quienes saben que las palabras son también actos, que pueden sanar, transformar, acompañar.
Cuando lees en su presencia, es como si el tiempo se detuviera, como si el ruido del mundo se hiciera tenue y quedara solo el murmullo de las páginas, el suave deslizar de los sueños sobre el papel. Ella, la mujer de los ojos claros y la mirada profunda, convierte los libros en mundos vivientes, en ríos de ideas y emociones que fluyen en su interior. Leer para ella es como respirar, un acto vital, necesario. Y en sus silencios, en esos momentos en que se pierde en la narrativa, su imaginación despliega alas invisibles, y se eleva hacia el infinito, creando sus propias historias, porque sabe que a veces los finales necesitan de un poco más de esperanza, de un toque de magia.
Así es ella: un universo dentro de un cuerpo hermoso, un alma llena de arte y valentía, una mujer que lleva en su interior la sabiduría de los mares y la pasión de las palabras. Y aunque el mundo a veces la lastima, sigue adelante, porque su espíritu es inquebrantable, porque en su corazón existe una llama que arde con fuerza, una llama de bondad, de compasión, de sueños por cumplir.
La describiría como alguien a quien es imposible olvidar, como un susurro que permanece en la mente mucho después de que se ha ido. Ella es la prueba de que en este mundo existe la magia verdadera, esa que no necesita de hechizos ni de varitas, sino de almas grandes y corazones sinceros. Porque hay personas que pasan por la vida sin dejar rastro, pero ella… ella es un poema viviente, un canto al valor, a la belleza interior, a la nobleza sin condiciones.
En su esencia yace un tesoro que solo los ojos atentos pueden ver, y quien tiene la fortuna de conocerla sabe que ella es más que palabras; es esa presencia única, esa luz que atraviesa la sombra y la transforma en claridad. Es como llevar un fragmento de cielo en el bolsillo, un resplandor secreto entre los días. Su belleza queda ahí, delicada pero firme, en la memoria como un suspiro guardado entre las cosas más queridas. Su mirada clara, las mejillas sonrojadas, y ese destello suave de su cabello iluminan, incluso en ausencia marca el universo, como un eco persistente de algo infinitamente bello y sereno.
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