#los extrañaba mil siglos
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nnelies-archive-blog · 6 years ago
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párpados que permanecen sellados, que caen bajo el peso del cansancio y se elevan de forma abrupta con el estruendo que fugazmente hace eco en pabellones auditivos. sorpresa tiñe su rostro, fija una expresión y se remilga a abandonar los moldeables escenarios que dibujaba su subconsciente para enfrentarse a luz artificial y a un paraje que desconoce. un joder escapa por inercia entre blanquecinas perlas, silencioso frente al estruendo sintomatológico de la detención de su camino. palmas se pasean por su rostro, búsqueda de lucidez que planea desligarse del abrazo de morfeo. el esmeralda que encierra cuencas desfila por el panorama hasta aterrizar sobre cristalinos ; pero no halla su reflejo, sintiendo decepción casi sin quererlo. pero es fugaz pensamiento que se desplaza ante imprevisión de acontecimientos y que ocupa un mayor lugar jerárquico en las preocupaciones de psique propia. “no podías esperar hasta que llegará al final feliz, ¿uh?” cierra ojos, como si recreara la escena antes de recibir un último adiós, escena cuya temática no giraba en torno a la lascivia pero que adopta ese rumbo en el hilar de sus mentiras para trazar incomodidad en semblante impropio. “solo dime que no has matado a una ardilla, odiaría tener que soltarte un discurso animalista aparte de tus nulas habilidades de conducción.” ironía que acarrea timbrística, pues mínimo interés recae en la defensa de los derechos de los animales dentro de tópicos que quitan el sueño del menor.   /   @bloomfryou  * 
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lasmalvinasargentinas · 4 years ago
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La heroica gesta del teniente Carlos Esteban y su compañía durante la guerra de Malvinas
29 de abril de 2018
Jorge Fernández Díaz
título Original de Nota:
Los héroes negados que la escuela no quiere recordar
LA NACION
Cuando el teniente trepó hasta la cima y se llevó los prismáticos de campaña a los ojos, vio el escalofriante espectáculo que se abría paso en la bruma: fragatas, destructores, helicópteros y lanchones iniciaban el masivo desembarco. Era el Día D en el estrecho San Carlos, y la treta del teniente primero Esteban había sido un éxito: una vez tomado el pueblo y requisadas prolijamente las viviendas en busca de radios, armas y vehículos, había permitido que los isleños continuaran con su rutina y había escondido a su tropa. De lejos y con aquellas apacibles chimeneas humeantes, parecía un acceso despejado; si los ingleses no hubieran caído en la trampa su estrategia hubiese sido distinta: los comandos habrían llegado por la noche y habrían asesinado a los soldados argentinos.
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En ese momento, Esteban hizo un cálculo correcto: había en aquellas costas cinco mil hombres, y él disponía de solo cuarenta efectivos. Nadie le hubiera reprochado seguir la lógica, que consistía en dar por radio la "alerta temprana" a sus superiores, y luego rendirse con honor. Pero aquel muchacho de 28 años que estaba a cargo de la Compañía C hizo lo inesperado: avisó y presentó batalla. Su proeza está en los libros de la historia militar de la Argentina y de Inglaterra; nadie conocía muy bien, sin embargo, lo que pensaba íntimamente durante esa guerra maldita. Carlos Esteban se había recibido en Córdoba de licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Sabía a esas alturas que Galtieri no sabía, y que esa conflagración era un enorme error estratégico. Estaban destinados a perder, pero no podía contárselo a nadie. Tal vez no le hubiera desagradado a Borges relatar la parábola de un valiente que aun reconociendo la futilidad trágica de su sacrificio, carga todo el tiempo con su secreto escepticismo y realiza a su vez una hazaña heroica.
Esteban, sus oficiales y aquella antología de conscriptos de la clase 62 que habían sido entrenados hasta la fatiga formaron parte del discretísimo operativo de reconquista de las islas Malvinas, y más tarde rodearon Darwin y redujeron a una población dócil que los esperaba con banderas blancas. El jefe de esa localidad se llamaba Hardcastle, y mientras tomaban el té en su casa, Esteban advirtió con un estremecimiento que su propia mujer posaba en un retrato con la hija del flemático anfitrión: habían estudiado juntas en un colegio bilingüe de La Cumbre. Se le antojó que esa asombrosa casualidad podía ser una señal del destino. A veces se alejaba del campamento para llorar, extrañaba mucho a su esposa y a su pequeño hijo; creía que nunca iba a volver a verlos. Después se recuperaba y echaba una arenga a sus bravos, a quienes todos cuidaban con esmero y con quienes compartían penurias sin distingos. Esa actitud fue tan ejemplar que años más tarde el Pentágono envió una psiquiatra para determinar por qué entre ese puñado de reclutas no se habían producido ulteriores suicidios ni secuelas graves, ni denuncias ni maltratos, y en qué había consistido la fórmula mágica de sus líderes.
El 1° de mayo la Inteligencia les anticipó que sufrirían un ataque de aviación, y se refugiaron en los acantilados; hubo ocho horas de bombardeo y de guerra aérea con varios muertos, pero ellos salieron ilesos. Les dieron una nueva misión: marchar a la zona norte y controlar el estrecho por el que podía colarse la segunda flota más poderosa de Occidente. Es precisamente allí donde sucede el legendario combate de San Carlos, que comienza cuando Esteban baja la colina, se comunica con la comandancia y prepara a los gritos el repliegue. El primer Sea King surge entonces de la nada, y Esteban ordena cuerpo a tierra y silencio absoluto. A los cien metros, da orden de abrir fuego: los fusiles tronaron, las balas sacaron chispas del fuselaje y el helicóptero se bamboleó, empezó a largar humo y aterrizó de manera brusca. Sin pérdida de tiempo, el teniente dispuso un cambio de posición. Justo en ese momento un Gazelle con un sistema de cohetes se les vino encima. Lo atendieron con la misma fusilería. El aparato se sacudió en el aire, la cabina estalló en mil pedazos y el piloto, mal herido, intentó escapar hacia la desembocadura; su máquina cayó en el río y comenzó a hundirse.
Los británicos, desde la cabecera, empezaron a dispararles con morteros. Ellos cruzaron otra cuchilla y un Gazelle idéntico quiso cortarles el paso: "Repetimos la concentración de fuego y se desplomó totalmente en llamas -recuerda Esteban-. No hubo chance de que se salvara nadie de la tripulación". En esa mañana de sangre, el efecto sorpresa y la adrenalina jugaban a favor de los perdedores. Que siguieron moviéndose, ahora para ganar altura. El tercer Gazelle se presentó en sociedad apretando los gatillos, pero dibujaba un blanco perfecto: cientos de proyectiles le dieron una dura bienvenida y lo sacaron de circulación. Fue en ese instante en que se abrió una extraña tregua. Cuatro helicópteros que costaban veinte millones de dólares habían sido derribados en veinte minutos. Los ingleses, sorprendidos, hacían el control de daños y evaluaban la insólita situación, y la Fuerza Aérea argentina preparaba un ataque para impedir la avanzada. Esteban sabía que la infantería inglesa los buscaría por cielo y tierra para eliminarlos. Era hora de partir.
Lo que sigue es una ardua aventura que Hollywood no hubiera desaprovechado: los cuarenta y dos, considerados ya "desaparecidos en acción", caminaron tres días y tres noches por la turba y el frío. En el libro Bravo 25 se revelan sus peripecias: encontraron una casa vacía con algunos pocos alimentos donde a veces sonaba el teléfono en vano, pernoctaron al abrigo de las ventiscas y fueron acechados -mientras aguardaban escondidos y con aliento cortado- por un helicóptero que dio varias vueltas a su alrededor sin decidirse a destruirla o a marcharse. Anduvieron bajo el sol pálido hasta el agotamiento, dieron con un caserío kelper, lo coparon a punta de pistola y enviaron dos estafetas en Land Rover a dar la buena nueva al Ejército. Tras incontables peligros, los rescataron, y en Puerto Argentino fueron recibidos con algarabía. Mohamed Alí Seineldín estaba particularmente exaltado. Esteban le relataba el despliegue impresionante que había visto en el estrecho, pero el teniente coronel parecía sordo a los datos; confiaba en la Virgen: cuando lleguen los piratas -decía- ella producirá una tormenta y los hundirá. Esteban seguía guardándose su amargo y exacto diagnóstico; a las pocas horas solicitó permiso para regresar a Darwin y participar de la defensa final. Allí su jefe acordó la rendición tras una intensa y desigual refriega. Esteban y sus oficiales eran tratados con deferencia y admiración por el enemigo, aunque nunca quisieron privilegios: compartieron con los soldados rasos sus mismas incomodidades. Al regresar a la patria, toda la "compañía de oro" fue condecorada, y el áspero informe Rattenbach la dejó a salvo de cuestionamientos. Esteban está retirado y es hoy director del Departamento UADE Business School: en su posgrado enseña escenarios estratégicos, planeamiento, negociación política y derecho diplomático. Pocos saben quién es ese profesor afable. Mayo contiene las efemérides de lo que estrategas militares denominan el "combate de San Lorenzo del siglo XX". Escasas o quizá ninguna escuela dará cuenta, sin embargo, de esta historia callada por nuestra estupidez y nuestra mala conciencia. Esta derrota verdaderamente sublime.
Jorge Fernández Díaz
https://www.lanacion.com.ar/opinion/los-heroes-negados-que-la-escuela-no-quiere-recordar-nid2130055/
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aleunz-blog · 5 years ago
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Una cuestión de máquinas y seres vivos
El problema fundamental de la filosofía política sigue siendo el que Spinoza supo plantear: “¿Por qué combaten los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?”
Deleuze & Guattari, “El antiEdipo”.
Resulta demasiado peligroso hablar de las cosas que nos circundan. Es más sencillo mirar otros paisajes. Mirar a la Alemania de entre guerras para pasmarnos ante el ascenso del fascismo; o detenernos en la sutil manipulación de un referéndum en la Gran Bretaña de nuestro días, puede resultar un ejercicio de introspección necesario para extrañarnos de nuestra realidad cotidiana.
El tele film “Brexit: The Uncivil War”, muestra la campaña política del referéndum por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. En un momento de la película, Dominic Cummings, el cerebro de la estrategia de uno de los bandos, explica a su staff: “¿Cuál es el mensaje? No puede ser solo una consigna, debe englobar una emoción. ¿Qué emoción? Mi padre trabajaba en un pozo. De petróleo. Esas bolsas de energía, ocultas… Enterradas muy hondo durante largos períodos de tiempo. Gruñendo, gimiendo… Esperando una vía de escape. Solo teníamos que averiguar dónde estaban y empezar a excavar. Abrir el pozo y liberar la presión. Podemos alimentarnos de esos pozos de resentimiento, todas estas presiones que se han ido acumulando… mientras las ignoraban”.
La película se propone explicar cómo sucedió todo, cómo explotaron electoralmente los sentimientos más tóxicos de la sociedad británica. Cummings consiguió implantar su mensaje aunque tuviese que recurrir a mentiras. En la narración observamos la  exploración nuevas maneras de hacer campaña, nos introducimos en la en la guerra de los datos personales. Los datos de los potenciales votantes para hacerles llegar el mensaje que quieren oír, alimentando el resentimiento de la forma más efectiva posible.
Wilhelm Reich observa, en la política del marxismo alemán desde el final de la Primera Guerra hasta el ascenso del nazismo, que los procesos objetivos de la economía y a la política no llegaban a advertir el factor subjetivo de la historia. Mientras la base económica se deterioraba amplias capas de la población se derechizaban, las masas pauperizadas ayudaban a que la reacción política más extrema, tomara el poder. Se extrañaba que de la crisis hubieran surgido ideologías objetivamente opuestas al interés de la masa. Sin embargo, Reich no da una respuesta al problema, solo lo plantea.
El dúo francés, Deleuze & Guattari, tocados aún por los acontecimientos parisinos de Mayo del 68, retoman este cuestionamiento: “¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no sólo para los demás, sino también para sí mismos?”
La película sobre la campaña del Brexit, señala que ciertos picaros, utilizando herramientas de comunicación masiva y las novedosas redes sociales, pueden tocar la fibra más irracional del ser humano para llevarlo a elegir en contra de sus intereses. El consumo y la comunicación de masas establecieron un presente donde los acontecimientos se sustituyen con celeridad y sin secuencia. Aislados, alienados en pantallas. Solos, abrumados por el bombardeo mediático. Es un proceso de cretinización, a través de la comunicación, que convierte a las masas en ganado cibernético que pasta mansamente frente a sus pantallas (G. Châtelet, “Vivre et penser comme des porcs“).
En el libro “El imperio de lo efímero”, Gilles Lipovetsky sostiene que la moda es hoy el paradigma dominante, la moda es la piedra angular de la vida colectiva y ha impuesto sus dictado. Nuestra realidad está caracterizada por cierto declive ideológico y el ascenso del mercado.
Este imperio de la moda tiene como contrapartida el desamparo, la depresión y la confusión existencial. Estas fuerzas agitan el mundo produciendo efectos en nuestro cuerpo. Nuestros cuerpos comportan la capacidad de ser afectados por las relaciones que provienen de la realidad que resultan invisibles al ojo humano, previas a la conciencia y, por tanto, intraducibles al carecer de imagen y palabra, una especie de extrañamiento vivido como amenaza. El mundo vive en nuestro cuerpo provocando malestar.
Son nuevos sentidos que buscan expresarse y necesitan conexiones para inventar algo, una forma que sea portadora de este malestar que pide paso. Si no pueden expresarse, si aquello que carecía de imagen o palabra es impedido que adquiera una forma de expresión, si se bloquea el proceso, sobreviven palpitando en pozos de resentimiento que ignoramos.
Para poder recobrar un equilibrio, nuestra pulsión vital necesita actuar: imagen, palabra, gesto, obra de arte u otra manera de alimentarse, de amar, otro modo de existencia, que permita ser portador de la pulsación que pide paso. La más de las veces no ocurre tal sublimación porque estamos inmersos en una perspectiva “antropo-falo-ego-logocéntrica”, tal la definición de la psicoanalista brasileña Suely Rolnik, que anestesia los efectos de las fuerzas del mundo en nosotros, las bloquea, y las vivimos como amenaza. Máquina abstracta antropo-falo-ego-logocéntrica que actúa de manera inmanente, molecular. “El campo social está recorrido por el deseo, hasta las formas más represivas son producidas por el deseo” (Deleuze & Guattari, “El antiEdipo”).
Reformulemos entonces la pregunta: ¿por qué el deseo desea su propia represión? Ninguno de nosotros sufre al poder pasivamente, ni queremos ser reprimidos. Y mucho menos somos engañados por promesas electorales que sabemos vacías de antemano. Pero, el deseo es inseparable de un campo social, máquina abstracta, que fluye por andariveles moleculares, una microfísica de formaciones moleculares que prefiguran actitudes y percepciones. El deseo, resultado de un elaborado montaje, al verse boqueado sus posibilidades de expresarse, determina a ser fascista. “Hay fascismo cuando una máquina de guerra se instala en cada agujero, en cada nicho de microfascismo, pozos de resentimiento, que proporcionan al fascismo un medio de acción incomparable sobre las masas. Microorganizaciones que proporcionan un medio para penetrar en todas las células de la sociedad”. (Deleuze & Guattari, “Mil mesetas”).
La gran genialidad de  Dominic Cummings es haber advertido esos nichos de microfascismo, alimentados durante mucho tiempo por las decisiones políticas, y explotarlas en beneficio electoral de su grupo.
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gabrielayq · 6 years ago
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No esperes algo que no pasará 🍃
Las personas a veces tendemos a esperar muchas cosas de alguien y la verdad no se porque no deberíamos hacerlo cuando aprendimos a conocerlos y sabemos que eso que esperamos no va a pasar.
Quería empezar contando que es verdad no me siento bien. Y como sentirse bien cuando notas como alguien a quien tu amas más que nada en el mundo empieza a alejarse de ti, en realidad no debería ser tan difícil de entender para mi por que es lo que normalmente pasa con las personas que están en mi vida simplemente se cansan y se van.
Pero sabes una cosa yo pensaba muy diferente con respecto a esto que me pasaba ahorita porque estaba de lo más feliz de el mundo, sólo lo miraba sonreír conmigo y podía pensar que estaba completamente feliz aunque en realidad el haya cambiado mucho desde hace ya un tiempo conmigo pero bueno no lo quería entender o al menos no quería pensar que en realidad fuera así lo que obviamente estaba mal por mi parte porque ahora se que si era cierto lo que pensaba. Me doy cuenta aunque el crea que no yo a veces quisiera que todo fuera como al principio cuando le gustaba simplemente recostarse en el llano y hablar de mil tonterías pero para mi era lo mejor de el mundo, cuando me amarcaba y me daba vueltas, cuando me hacía cosquillas, cuando me escribía textos largos que ahora se que le aburre hacerlo y aunque haya dicho que por mi culpa ya no quiere hacer nada de esas cosas yo la verdad aún pienso que es por mi culpa si pero por jo ser lo que tal ves el esperaba que yo fuera. Extraño si y mucho cuando tenía ganas de hablar conmigo y verme y sólo me llamaba porque me extrañaba yo también lo hacia y ahora ya no porque me da miedo que lo moleste porque cuando ayer le pregunté si le llamaba para verlo un ratito me dijo que mejor le cuente de frente y yo sólo quería hacerlo por que lo extrañaba y quería verlo para mi un día sin el sigue siendo un siglo. Pero entiendo que puedo aburrir a la gente yo si auqnue el diga que es el no es así soy yo 😞 porque ahora si yo no le digo para verlo el no es capaz de decir nada Si yo no le doy ideas el nunca me dice quiero que hagamos esto, sólo quisiera que cuando nos peleamos el me llamará y me dijera ya amor no peleemos pero eso nunca pasará no a pasado de hecho siempre soy yo la que trata de arreglar las cosas nunca e escuchado de su parte un ya arreglemos esto y creo que tampoco lo escucharé porque su orgullo es mucho más grande que todo lo que dice que siente por mi ahora mismo no se si quiere seguir conmigo y yo sólo desearía que si no es así me lo dijera aunque eso me destrozara la vida prefería eso a que después me diga que está conmigo por pena 😞😭 yo no se si esto lo llegue a leer pero sólo quiero que el sepa que estoy luchando por lo nuestro que prefiero escribirlo a decirle a el palabras que tal ves lo lastimen espero poder ser mejor algún día espero poder ser mejor persona esa misma persona que tu quisieras que sea.
Psta. Te amo ❤
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gabrielledelumiere · 5 years ago
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INMORTALES AL DESPERTAR (La Orden de los TOREADOR)
El segundo capítulo culminó con el siguiente texto:
"—-Mi señora, llevo más de 200 años mortales viniendo a este sitio a esperar recuperar su persona desde nuestra ultima batalla donde casi la perdemos…"
Ahora, damos continuidad al último capítulo que será publicado a modo general; el resto de la serie únicamente será compartido con aquellos que lo soliciten.
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CAPITULO III ---¿Batalla? ---Si señora Anieshka, en nuestra última batalla casi la perdimos. Sucedió cuando fue a recuperarse a su Cámara, luego de esta guerra, usted debía recuperar fuerzas, quedó exhausta, sus heridas eran considerables y la batalla duró demasiado tiempo. Fue cuestión de días y noches sin parar; gracias a usted los vencimos a todos.
Con una época de paz relativa, necesitábamos que se recuperara de sus heridas y tomara un merecido descanso. Para ese entonces, yo había sido ordenado para cuidar su tumba en su proceso de HIBERNACIÓN, en su Cámara Privada, donde tienen acceso solo el personal de seguridad y los ordenados.
Esa noche, cuando fui a sellar su Cámara, usted ya no estaba. En su lugar encontramos cenizas, pensamos que su cuerpo no había alcanzado a recuperarse y que se había reunido con los Antiguos; porque no había forma de que fuera raptada.
Todos se lamentaron grandemente, la Camarilla se reunió y comenzaron a buscar el nuevo Anciano; nadie cumplía con los requisitos; fue entonces cuando intervine:
---Se que no soy nadie, apenas si el que cuidaba los sueños de mi señora, pero, siento que todos ustedes a quienes salvó por siglos, están buscándole un reemplazo en lugar de desplegar toda la tropa en su búsqueda, una guerrera de su calibre, no muere de esa forma…si, es cierto, sus heridas eran considerables, pero su Cámara tenia lo necesario para empezar con su recuperación al instante---me interrumpieron, ---¿Quién es este neonato, que se atreve a entrometerse en decisiones tan importantes?
---Señores, llámenme como deseen, pero esa misma que desapareció, a la que no han intentado buscar, sellando que cumplió su ciclo, es la misma que ha estado por encima de todos los aquí presentes durante siglos y no creo que la vayan a matar unas simples heridas…bueno, no tan simples, pero tampoco de tal magnitud. Aquí sucedió algo, que aún no sabemos y estamos dándole la espalda a todo esto---Me irrité entonces en gran manera---por favor, ella no es cualquiera, es nuestra Señora, cualquier otro estaría devastado por su partida, pero ustedes hacen fiesta sobre su ausencia.
Reinó un silencio agotador, hasta que apareció en el recinto el jefe de Brigada, todo un pelotón de los generales de más alto rango ingresó a la Camarilla en un estruendo desconcertante. Tuve miedo, pensé venían a apresarme y relativamente no estaba tan equivocado. Uno de los mayores dijo:
---Gracias a nuestros antepasados, están aquí; apresad a este neonato, interrumpe y hace sedición, pero ¿si se ha visto?, ya nadie respeta este Tribunal.
El jefe de Brigada me miró y levantó su mano ante la tentativa de colocarme las manos encima.
---El neonato tiene razón, he servido al lado de mi Señora en incontables batallas (que no hubieran sido tantas sin ella) y no entiendo a qué se debe esta reunión, sin informar a la Orden. --- Desenvainó su espada y cruzándola sobre su pecho añadió --- no acepto a nadie más dirigiendo mis tropas, mi brigada se retirará con el permiso de los presentes a ir en búsqueda de nuestra Regente. No está en discusión este hecho, designaremos personal y les prometo que sin importar los siglos que se lleve esta búsqueda, vamos a encontrarla. Se retiró de manera cordial, me echó una mirada de reojo e hizo un gesto para que me llevaran con ellos. Cuando hicieron la elección de los que irían a buscarle, yo me enlisté de primero, me sentía culpable y durante mucho tiempo, fue un sentimiento que nunca superé, juré entonces encontrarla, así fuera en mil vidas más; pues no podía simplemente aceptar que se hubiera ido a descansar eternamente.
---¿Me llamaste Anieshka?, pero mi nombre es Ishkar, no sé de qué me hablas---dije mientras hacia un ademán de cansancio. ---Ya le dije antes, usted es la única sobreviviente de una familia insigne, además, no puede negar que me reconoce. ---No, hace un rato te vi, me llevaste en brazos hasta unas habitaciones, no puedo entender que es todo esto, vivo en el limbo, ¡Ayúdame! ---La Orden está esperando sus instrucciones mi Señora para operar en este tiempo, ellos están entre los mortales, lograron trascender y le han buscado por 200 años, solo uno de ellos logró ubicarla, pero lo mantuvo en secreto; la ha ocultado de su gente por todo este tiempo y yo, personalmente tengo mis sospechas. ---¿Sospechas de que? --- ---Ya le comentaré cuando las corrobore mi Señora, pero tiene mucho que ver con su actual novio ---¿Alekseiev? --- ¿Así se hace llamar ahora? --- Me sentí mareada de pronto, ---Espera un momento, ¿a qué te refieres? ---Pues de la persona que hace mención se llamaba Jakevinovich, de las Tierras Lejanas, que usted no solía visitar porque la llegada a esos lugares era un tanto dispendioso…---Cortó de un tajo, ---es una historia larga, prometo contársela y más si mis sospechas son ciertas---. Lo único que hacia en mi mente era preguntarme.
---¿Alekseiev?, ¿De la Orden?, pero él, ---susurraba las palabras como si sostuviera un monólogo, ---, ¿Alekseiev? , no por favor--- me repetía como loca---¡Alekseiev, Alekseiev! --- Que tanto conocía de mi vida y cuanto no. De pronto, sacó una alforja y me invitó un trago ----Gracias, lo necesitaba, a ver si mi realidad se altera un poco---, Pero no era licor, solo con probar el contenido tosió y se esparció el resto porque se le cayó de las manos. ---¿Me has envenenado? --- ---No, como cree, esa alforja era suya, yo lo guardé para usted todo este tiempo, es una gran cosecha ---¿Cosecha?, pero si es sangre Friederich, ---Claro mi señora, es de lo que nos alimentamos---hizo un gesto de extrañeza, luego sonrió ---Me olvidaba, ha vivido como mortal los últimos 200 años, y las lagunas mentales han sido por su convivencia como mortal. ---Yo… ---hice un gesto de desagrado---no se a que te refieres, yo me alimento como cualquier ser humano. ---Claro mi señora, usted es la única que ha logrado adaptarse a ambos mundos, son rarezas que pocos logran, en estos momentos usted es la única Anciana que ha logrado sortear esta ambivalencia. Puede con el sol, la comida de los mortales, la fuerza y valentía de miles de hombres, y aun no sé que más esperar, porque parece una cajita de sorpresas---Se arrodilló frente a mí, me dio una cajita y se despidió---Cuando me necesites, solo ábrela y deposita una gota de sangre dentro.
---No se que locura es esta, pero voy a continuar con mi vida, esto no puede estar pasando, sin duda es un sueño, de los muchos que tengo---cerré los ojos y cuando los abrí, (efectivamente el chico ya no estaba). Al salir de aquella habitación, el amanecer daba su entrada triunfal. No estaban los turistas, el lugar estaba casi desolado; recogí la alforja y la cerré. Tomé el celular y llamé a Alekseiev: ---Hola amor, ¿cómo va tu trabajo? --- ---¿Ishkar?, son las 5 de la mañana, ¿Qué haces despierta?, ¿Te pasa algo? ---¡No!, solo te extrañaba y te llamé. ---Ishkar, no me mientas, no eres de llamar a estas horas y menos a mí, algo pasa lo sé ---He tenido una serie de encuentros con un chico (No estoy engañándote), ---le dije, se apresuró a decirme ---Ishkar, yo se que clase de mujer eres---hice silencio ---Si, es un chico que me ha contado sobre una ��Y0��� de la que estoy segura de no ser---, esperaba que en algún momento se tornara nervioso, pero no, guardaba la calma,---realmente estoy demasiado confundida por estos sueños. ---Recuerda que siempre te he dicho que pareces de otro tiempo, no eres una mujer común y esos sueños, tu insomnio, las cosas que me dices que te suceden---hizo un largo silencio y luego añadió---creo me estás contagiando de eso; he empezado a tener unas visiones extrañas.
---¿En serio?, ---recordé lo que me dijo Friederich, sobre que él también era inmortal, me preocupé seriamente---Tu no por favor---dije llorando--- ---Si, estos días han sido horribles, no he podido dormir tranquilo, siento gente que me persigue, presiento sombras; ayer tuve un accidente en el metro, se estrelló y todos los de mi vagón murieron, yo…---le detuve y le exhorté a volver ----Alek, vente ahora mismo, te necesito aquí, vamos a solucionar esto, me vuelvo loca de tanto pensar.
---Ahora no puedo, tengo unos pendientes acá que resolver, lo siento. Voy a intentar solucionar todo lo mas pronto posible para correr a tu lado, lo prometo.
Tres semanas después, Alekseiev toca la puerta…
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Continuará….
Textos Íntegros Prohíbida su reproducción total o parcial XXXGabrielle De LumiereXXX ©Derechos Reservados de Autor© 2019
Gracias a los que estuvieron pendientes de la serie. Quien desee continuar leyéndola, debe solicitarlo por interno.
Espero les guste y sigan acompañándonos a lo largo de su elaboración...GDL
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thoughtsofandro · 6 years ago
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Capítulo 4: Alivio
ETIENNE
Cuando dijo que el jueves había sido el peor día de su vida no había exagerado. El encuentro con Giotto y su séquito de sacos de carne había sido sólo el inicio de todo.
Después de eso algunos chicos habían bailado ridículamente al verlos pasar, un par de chicas se habían acercado “casualmente” a preguntarles si eran pareja además de una serie de preguntas incómodas que Etienne estaba seguro eran puro morbo.
Durante el almuerzo Giotto se las arregló para aterrizar un balón sobre su mesa esparciendo comida por todos lados.
“Fue un accidente.” Se excusó ante uno de los profesores presentes y salió de ahí con una sonrisa triunfal en el rostro.
Las burlas del resto del comedor fueron solamente la cereza del pastel.
Y Elliot… en algún momento se acercó a saludar como si todo estuviera bien, como si la situación entera no fuera su culpa. Quizás de no estar completamente oprimido por la ansiedad Etienne le hubiera, al menos, gritado todo lo que sentía.
Pero fue Aidan el primero en saltarle encima culpándolo de todo lo que ese día había acontecido. Como si necesitaran más atención innecesaria.
Por supuesto Elliot no se dio por aludido. Era claro que entre él y Aidan no había agrado, no en lo absoluto y al ser ignorado por Etienne en su intento de suavizar la situación giró sobre sus talones dejando al pelinegro vociferando al aire.
Lo único bueno del almuerzo fue que Jem resintió un poco el haberlos dejado solos y se acercó a ayudarles a limpiar el desastre.
Etienne debería sentirse aliviado de tener a Aidan a su lado pero su reaccionaria forma de ser estaba empeorando las cosas. Quizás si no le hubiera dicho nada a Giotto el otro no los hubiera tomado como blanco de sus burlas.
A pesar de ello en el fondo le alegraba que al menos uno de los dos alzara la voz. Incluso el pelinegro había sugerido hablar con el Subdirector Blackburn para que hiciera algo. Etienne se negó.  ¿Qué se supone que podrían hacer los directivos más que empeorar la situación? Ya había pasado por eso antes.
Pero fue al inicio de la clase de gimnasia que se sintió demasiado sobrepasado por todo. Jem y Aidan no tomaban esa clase con él. Tampoco Giotto y demás grandulones, pero eso no impidió que en los vestidores fuera tratado como leproso por los otros chicos.
Como si ser gay implicara un peligro para ellos. Como si ahora fuera a acosarlos en las duchas, a mirarlos y molestarlos.
La incomodidad fue tanta que en vez de esperar a que el resto se cambiara para hacerlo él al final terminó optando por salir de ahí, por salir de la escuela. Seguramente notarían su ausencia en clase, seguramente llamarían a su casa porque era la regla de esa escuela privada y estirada, pero no le importaba.
Antes tenía que lidiar sólo con los grandulones, estaba seguro de que el resto del alumnado sentía pena por él. Pero el rechazo que había experimentado en los vestidores había sido demasiado, algo que iba mucho más allá de lo que se sentía capaz de tolerar.
 NICKY
Si Nichole Prestly pudiera definir ese día la palabra “aborrecible” sería la elegida para ello. Desde temprano había visto cómo sus compañeros se movían en torno Etienne y Aidan como si fueran hienas hambrientas.
Desde un principio se rehusó a participar en el escarnio social del cual sus amigos eran víctimas pero éste sin duda era el tema del día. Se discutía en los pasillos, en clase, en los baños e incluso se discutía en el comedor.
Pese a que tenía casi todas sus clases con ellos no se acercó a hablarle a ninguno de los dos. No porque sintiera vergüenza, sino porque realmente no tenía idea de qué decirles, tenía la sensación de que cualquier cosa que pudiera decirles no mejoraría la situación.
Incluso había intentado encontrarse con la mirada de los chicos y al menos sonreír, un gesto podía decir más que mil palabras pero los muchachos estaban tan cerrados en sí mismos que no había habido la oportunidad.
Si el día era aborrecible para ella no podía imaginar lo que era para el par.
Aprovechando la hora ahorcada que tenía antes de su última optativa fue en busca de Erioll en un intento de escapar del ambiente morboso que rodeaba la escuela.
Por supuesto no fue difícil encontrarlo, sólo debía ir a los terrenos de la escuela para toparse a los muchachos terminando su ronda de lanzamientos. Si alguien podía ayudar a animarla era Erioll; a diferencia de sus hermanos el chico tenía buen corazón, era noble y amable. Al menos así lo veía ella.
“Hey, Nicky” La saludó sonriendo en cuanto la vio entrar al campo abrazando su bolso, y como si pudiera ver dentro de su cabeza aquella sonrisa se transformó en una mueca preocupada. “¿Qué pasa?”
“Estoy harta…” Admitió escondiéndose en los brazos del muchacho que no tardó nada en rodearla con ellos. “Estoy harta de la gente, están haciendo mucho escándalo por un estúpido video.”
“Oh…” Ella no podía ver la mueca de su amigo, pero el tono de voz le daba a entender que también estaba harto del asunto.
“Hey, es verdad, la gente es una mierda al respecto.” Terció Mike, quien había estado bebiendo de su botella de agua hasta entonces, de alguna forma dándole espacio a la pareja por si Nicky iba a discutir algo más personal.
“¿Verdad que sí?” Nichole levantó el rostro mirando a los chicos. “No puedo creer que todo esto esté pasando. Es el Siglo XXI y todos actúan como si estuviéramos en la época de la casa de brujas.”
Edwin se acercó al grupo manteniéndose callado, mirando a uno y a otro sin aportar a la plática de momento. Peter no estaba con ellos cosa que extrañaba a la rubia pero tampoco preguntó por él.
“Ehm… no sé.” Dijo Erioll de pronto con un aire pensativo. “Quizás no deberían haberse puesto a bailar donde cualquiera pudiera verlos. Quiero decir… la gente es tonta de por sí y si les das material para joder van a hacerlo, mira a Giotto.”
Nichole sintió que toda esperanza de sentirse mejor con Erioll se hundía rápido como una piedra que caía al lago. Se separó de él sintiendo cómo la cara se le ponía roja al ritmo que la cólera la invadía.
“¡No, Erioll, no!” Explotó la muchacha reteniendo las ganas de empujarlo o pegarle. No quería pegarle aunque se lo estuviera ganando. “No es culpa de los chicos por ponerse a bailar, es culpa de Elliot por exhibirlos, es culpa de la gente no tener idea de lo que es el respeto.”
Erioll levanto las manos sorprendido de la reacción de la chica, apenado por lo que había dicho.
“No quise decir que fue culpa de ellos… “
“Pero así sonó. Sólo están bailando, no se están besando, no hay nada que indique que son gays o que están saliendo salvo los prejuicios y las ideas de las personas.” Exclamó Nichole respirando agitadamente. “Y aún si lo fueran no tendría nada de malo, no tendrían por qué meterse con ellos.”
De todas las personas con las que debería haber explotado lamentaba que fuera Erioll quien había tenido la mala fortuna. Lo quería, en serio que sí pero el chico acababa de sonar como aquellos que dicen que la culpa siempre es de la víctima. Había sonado como sus hermanos.
“Ya, ya, Nicky, lo siento… no estaba pensando bien lo que decía ¿ok? Lo siento.”
Erioll se acercó a tomar sus manos y ella lo permitió intentando superar ese momento de enojo.
“No, está bien. Yo… sólo estoy muy molesta por todo esto.” Admitió la chica sonrojándose ahora porque tanto Edwin como Mike parecían algo incómodos con la escena.
“Pero tienes razón.” Admitió Mike encogiéndose de hombros. “Me hace pensar en mi hermanito. Últimamente está muy obsesionado con las bandas coreanas y todo eso. Me moriría si empiezan a molestarlo por bailar o… ya sabes, que alguno de esos coreanos le guste.”
“¿Crees que Cris va a resultar gay?” Intervino Edwin con curiosidad por primera vez desde que Nicky llegó al campo de juego.
Mike se encogió de hombros mirando a su amigo. “Creo que es muy chiquito para definir si es o no, pero siempre puede ser una posibilidad y no querría que ningún pendejo le haga pasar un mal rato sólo por eso.”
“Genial…” Murmuró Edwin mirando a Mike unos instantes antes de que Erioll intentara retomar la charla con Nichole.
“¿Hablaste con Etienne hoy, Nicks?”
Nicky se encogió de hombros bajando ligeramente la mirada.
“No. No sabía que decirle. Fue un día un poco frustrante, yo creo que le escribiré más tarde, quizás lo llame.”
Una serie de pasos llamaron la atención del pequeño grupo haciendo que todos se giraran a ver a quien llegaba.
Byamba era otro de los muchachos del equipo de Fútbol, era alto, fornido y moreno con rasgos nativo americanos muy marcados. Se acercaba casualmente aunque sus pesados pasos se escuchaban en el pasto que comenzaba a ponerse seco por el otoño que ya comenzaba a tomar forma en la naturaleza.
“Hey, muchachos, hola Nicky.” Saludó el moreno que se acercó a abrazar a Mike tras chocar el puño con él. “¿Ya supieron lo último de los maricones?”
Nicky se giró a mirarlo claramente irritada pero Erioll la retuvo poniendo una mano en su hombro.
Aunque ninguno parecía dispuesto a responder la pregunta Byamba no dio espacio para que lo hicieran, parecía demasiado entretenido con la noticia que traía.
“No dejaron al nuevo entrar a los vestidores en su clase de gimnasia. Dicen que los chicos se pusieron incómodos y le dijeron que esperara afuera para poderse cambiar a gusto….”
“Es suficiente.” Exclamó Nichole una vez más vuelta una furia. Se adelantó hasta el moreno golpeándolo con su mochila. “No vuelvas a llamarlos así.”
“Nicky” Erioll se movió tras ella en un intento de calmarla.
“Wow… ¿Qué mierda te pasa? Si eso es lo que son. ¿Cómo los llamarías tú?” Byamba se alejó de la chica con una expresión divertida en el rostro.
“Entonces supongo que no te importa que te llame indio. ¿Es lo que eres, no?”
Nichole estaba muy ocupada enfrentando al moreno para notar la mirada sorprendida de los otros tres muchachos.
“Es diferente.” Gruñó el moreno que esta vez no parecía nada divertido, además el hecho de que los tres muchachos claramente respaldaran a la chica parecía ser suficiente incentivo para no devolverle el insulto.
“No lo es. Edúcate.” Y tras esas palabras Nichole salió del campo fútbol dejando al grupo de chicos con una tensión invisible flotando entre ellos.
 NICKY
Intentar encontrar a Etienne resultó una tarea imposible. No estaba en el gimnasio, no estaba en su casillero y no contestaba su teléfono. Ella no era el tipo de persona que se enojaba fácil pero este asunto de las burlas estaba llegando demasiado lejos.
Sin embargo en su intento de encontrar al francés se topó con otra de las personas implicadas en el asunto. Elliot se encontraba en su casillero en el ala este revisando su teléfono con cara de no estar pasando un buen momento.
“Elliot, tienes que detener esto.” Lanzó Nicky al estar a un par de pasos de él.
“Ash…” respondió el otro rodando los ojos. “No eres la primera que me dice eso hoy. Ya vino Cornelio a decirme que el consejo estudiantil no necesita gente problemática.”
“Elliot, esto está yendo demasiado lejos.” Insistió Nichole parándose frente a él, retando la aburrida mirada que el muchacho le lanzaba.
“Mira… ya borré el video, pero no puedo controlar cómo reacciona la gente. Yo nunca pensé que esto fuera a pasar.”
“No inventes…” Nicky no le compraba todo el cuento, se notaba en el tono incrédulo de su voz.
“Pues cree lo que quieras. Yo en serio creía que se veían bien bailando, no pensé que la escuela iba a hacer todo un circo de esto.”
No importaba cuan acusadora lo mirara, Elliot no salía de su defensiva posición y así se miraron un par de segundos antes de que el rubio bajara la vista de nuevo a su teléfono.
“¿Ya acabaste de molestar?”
“Al menos debes disculparte con Etienne y Aidan por haberlos expuesto así.”
“Ay, por favor… a Etienne ya intenté hablarle y me ignoró. El otro llegó como tú a culparme de todo lo malo en su vida. Así yo no puedo.”
Nicky bufó molesta y negó un poco.
“Entonces ayúdame con esto, tenemos que hacer algo.”
Elliot se rió y guardó el teléfono en su bolsillo antes de cerrar su casillero.
“¿Hacer qué? No podemos hacer nada.” Se encogió de hombros. “La gente se cansará, ya lo dejarán pasar, no es nada del otro mundo.”
Nichole abrió la boca, la cerró y tomó una profunda respiración antes de alejarse de ahí.
“Eres imposible.”
 ETIENNE
Justo cuando pensaba que la soledad no podía ser más grande, cuando sentía que tendría la oportunidad de hacer las cosas diferentes, de tener una vida tranquila, pasaba algo que, aunque insignificante como lo era un video en redes sociales, volteaba su mundo de cabeza sumiéndolo de nuevo en un vórtice de pánico y ansiedad.
Entre lágrimas y arrebatos el día había pasado lento y tortuoso. No había encontrado motivación alguna para distraerse como siempre en algún videojuego o alguna aventura escrita. No hubo nada que arrancara su cabeza de los funestos momentos que vivió en la escuela, las miradas en los pasillos, el repudio en el gimnasio.
Se sentía condenado a repetir las escenas en su mente una y otra vez pensando en todo lo que pudo haber hecho diferente para evitar terminar como estaba ahora mismo; al final no importaba a qué conclusión llegara, lo hecho, hecho estaba y no podía cambiarse.
Su casa figuraba completamente a oscuras como si estuviera vacía, tampoco había un solo ruido más allá del refrigerador y uno que otro tronido de la estructura que se ajustaba al otoñal cambio de temperatura.
Hacía ya varios minutos que había dejado de llorar pero no había encontrado fuerzas para moverse de su cama. Su mente se atiborraba con pensamientos ilusorios que no iban a ningún lado pero que expresaban su firme deseo de no estar ahí.
Si tan sólo pudiera cerrar los ojos y desaparecer. Si no tuviera que ver a nadie de ellos nunca más. Si pudiera dormir y no despertar al otro día, no despertar nunca. Si no tuviera que enfrentar a su padre en cuanto llegara del trabajo.
Pero la idea de Louis Maxime cuestionándolo tampoco le daba motivos para moverse y huir. Simplemente había aceptado su destino y esperaba con un nudo en el estómago y otro en la garganta.
Una vez oscureció perdió idea del paso del tiempo, podrían haber pasado minutos desde que el sol se ocultó, quizás habían pasado horas. En su estado el tiempo se sentía como una densa corriente que había dejado de tener un flujo continuo.
Fue solo cuando el motor del auto se apagó en el garaje de su casa que tuvo una idea aproximada de la hora; su padre había llegado.
No se movió, se mantuvo atento a cada sonido posible: La puerta del auto cerrando con fuerza, el sonido de pasos, las llaves, la puerta de entrada.
“¡Etienne!”
La voz de su padre sonó fuerte y clara por la silenciosa casa. La puerta cerró y las llaves cayeron en el pequeño tazón donde todos dejaban las llaves.
Más pasos, apagadores encendiéndose en la cocina, en la sala, en el comedor, en el baño de visitas y en la habitación de abajo. Luego vinieron las escaleras con nuevos pasos en ellas.
“¡Etienne!”
¿Estaba enojado? ¿Era preocupación eso que escuchaba en su voz?
Nunca lo había escuchado preocupado, pero no había enojo en la forma en la que gritaba su nombre, sino algo más…
“¡Etienne!”
Desesperación. Louis Maxime estaba desesperado.
Finalmente las luces iluminaron el marco de su puerta y los pasos no tardaron en traer la figura trajeada de su padre quien no dudó en encender la luz para encontrar la habitación hecha un desastre, como si un huracán la hubiera arrasado.
Y su hijo hecho un ovillo en la cama abrazando una de las almohadas que no habían acabado en el suelo o sobre el escritorio.
Etienne sabía que lo había visto cerrar los ojos al encender la luz, sabía que su padre notaba la forma en que se esforzaba por mantener los ojos cerrados pero aquello no impidió que se acercara a ponerle la mano en el cuello para medir su pulso.
Escuchó un suspiro de alivio y sintió cómo el colchón se hundía bajo el peso de su padre quien seguramente se había sentado a su costado.
Los segundos pasaron en silencio y Etienne mantuvo los ojos cerrados pensando que si su padre pensaba que dormía quizás se fuera. Podría ganar tiempo.
Pero era mucho pedir.
Louis Maxime era un hombre de pocas palabras. Un militar en toda la regla. Un tipo duro, frío y calculador. Esa era la imagen que Etienne tenía de su padre, por eso al escuchar su voz tan cargada  de genuina preocupación, no pudo seguir con los ojos cerrados.
“Creí que te había pasado algo.”
Etienne le miró sólo para toparse con los ojos de su padre buscando los propios. Louis se permitió levantar una mano y acariciar el rostro de su hijo, repasando con sus dedos el rastro seco de lágrimas para finalmente acariciar su cabeza.
“Me llamaron de tu escuela para decirme que faltaste a tu última clase. No creí que fuera importante pero luego no pude comunicarme contigo por ningún medio. ¿Qué pasó?”
No sabía lo mucho que necesitaba esa caricia hasta ese momento. Sin embargo al escuchar la pregunta apartó la mirada a la nada apretando los labios conforme el nudo en su estómago se hacía más grande. ¿Qué iba a decirle? No tenía idea de cómo empezar, de cómo abrirse o si debería hacerlo.
“¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte, Tinou?”
Sintió sus labios temblar y cerró los ojos sin querer llorar frente a su padre mientras encontraba su voz y el valor para empezar a hablar.
“Ya no quiero ir a esa escuela.” Murmuró mientras las lágrimas corrían de nuevo por sus mejillas.
La mano de su padre fue hasta su hombro de modo que pudo abrazarlo con fuerza suficiente para enderezarlo en la cama.
“¿Por qué, hijo?”
Etienne acomodó sus piernas para quedarse sentado y apoyó su cabeza en el hombro de su padre sin atreverse a mirarlo. Tenía la idea de que una vez hablara la verdad el férreo hombre que tenía a su lado dejaría de tener ese tacto.
“La gente es cruel… Sólo no quiero ir.”
El silencio se cernió sobre ambos por largos segundos siendo el sonido de su respiración lo único que ambos escuchaban.
“Tinou, yo quiero ayudarte, pero si no me dices que pasa… difícilmente puedo tomar un plan de acción.”
Tras otros largos segundos de silencio Etienne se separó de su padre limpiándose el rostro con el antebrazo de su suéter. Sentía el corazón latiéndole descontroladamente y estaba seguro de que el estómago iba a dolerle toda la noche por la ansiedad.
Pero dadas las circunstancias quedarse callado no lo llevaría a ningún lado. Finalmente si lo echaban a la calle no tendría que volver al Instituto Florencia.
“Papá…” Comenzó apenas con un hilo de voz. “Soy gay.” Apretó las mantas entre sus manos y mantuvo la vista en ellas mientras hilaba sus ideas. Quería al menos ser escuchado antes de ser echado.
“Y… creo que Aidan también lo es, en realidad no lo sé pero… pero… estábamos bailando juntos y otro chico nos grabó y subió el video a Facebook.”
Pasó saliva pesadamente. “Y la gente empezó a meterse con nosotros… de alguna forma peor a como lo hacían conmigo en Francia.”
Sabía que no estaba siendo del todo claro, que era un resumen muy vago y muy corto de todo lo que había estado pasando incluso antes de venir a América, pero no tenía mucho tiempo para pensar, además, tampoco tenía cabeza para elaborar demasiado.
Sollozó levantando la vista temeroso de la reacción que iba a encontrar en su padre. Quizás si se desmayaba de la ansiedad pudiera pasar la noche pues estaba seguro de que iba a echarlo.
“Lamento no ser el hijo que quisieras, papá… “
Louis lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa ladeada en el rostro que, sin embargo, era una sonrisa triste. Alargó su mano y limpió una de las mejillas de Etienne antes de posarla sobre su hombro.
“Ah, Etienne… yo lamento haberte hecho llegar a  pensar que no eres el hijo que quiero.” Le apretó el hombro y un par de lágrimas corrieron por sus mejillas dejando a Etienne sin aire de la impresión.
“Y también lamento por lo que estás pasando, hijo, créeme que… si pudiera evitarte el dolor daría mi vida porque pudieras vivir tu vida sin miedo, sin burlas o agresiones.” Admitió Louis en un tono triste clavando sus ojos en los del chico.
“Creímos que el cambio de escuela y de país sería bueno para ti… Pero si esto está pasando de nuevo está claro que huir del problema no hará que desaparezca.”
“Espera… ¿No vas a echarme? ¿No vas a gritar y… y renegar porque tu hijo es maricón? Lo… ¿Lo aceptas y ya?”
Etienne no lograba procesar cómo es que las cosas habían salido así, no daba crédito a lo que veía, no daba crédito a lo que escuchaba y de no ser por la sensación de nauseas que aún sentía se atrevería a decir que estaba soñando.
“Por Dios, no. No, nada de eso, hijo.” Louis logró recomponerse de ese momento de emotividad desestimando las palabras del chico. “Yo ya sabía de tu orientación sexual, tu madre y yo lo sabíamos. Pero acordamos esperar a que te sintieras listo para decírnoslo.”
“¿Sabían? ¿Desde cuándo?”
Louis contuvo una risa con un ligero bufido y atrajo a Etienne para poder abrazarlo. Era un abrazo protector, firme, cariñoso a su manera. Un abrazo que él necesitaba.
“Desde que empezaste a pasar tanto tiempo pegado en el ordenador editando videos. Quise saber qué tanto hacías, por qué pasabas noches enteras en eso, por qué te habías vuelto tímido e introvertido. Tu mamá y yo pensamos que era nuestra culpa por no poder estar en casa contigo, pero fue hasta que encontramos tu canal de youtube y tu blog personal que supimos por lo que estabas pasando.”
Etienne sollozó en medio del abrazo, apretando a su padre con fuerza, sintiendo que por primera vez en toda su vida realmente había una conexión entre ellos.
“Tardamos un poco en tomar una decisión porque no sabíamos cómo lidiar con todo al mismo tiempo. Venirnos a América fue lo que consideramos como la mejor opción, estaríamos menos tiempo fuera y creímos que te sería sencillo empezar de cero. Debimos hablarlo contigo primero pero tu madre insistió en no presionarte para decirnos nada.”
Luego de todo lo horrible que había pasado ese día, éste momento con su padre se sentía como una bocanada de aire fresco luego de sentir que se ahogaba. Era liberador, revitalizador. Se sentía feliz y tan sobrepasado de emociones que le costaba enfocarse en algo para decir.
Se mantuvo abrazado a su padre por varios minutos disfrutando de esa cercanía, del abrazo protector y del calor que le daba. Louis esperó pacientemente a que asimilara todo, limitándose a estar ahí, a sostenerlo. Lamentándose internamente por haberle provocado una imagen errónea de él, una que provocaba miedo.
Cuando Etienne se calmó un poco se separó sorbiendo un poco la nariz y secándose las lágrimas.
“Gracias, papá. Te amo.”
“Yo también te amo, Tinou.” Louis le palmeó la cabeza  y tomó una profunda respiración para volver al tema que los aquejaba. “La cuestión ahora es… ¿Qué vas a hacer con la escuela?”
El tema por supuesto no era uno tan alegre. Etienne se encogió de hombros bajando la mirada hacia sus manos.
“No lo sé… No sé cómo lidiar con esto, con la gente… no sé si pueda.”
“Sí que puedes.” Murmuró su padre fijando su vista al frente un tanto pensativo. “No es muy diferente a lo que haces en tus videos. Enfrentas a la gente, te das tu lugar, te das a respetar. Yo sé que puedes.”
“No es lo mismo… En los juegos puedo matarlos y dependo más de mi habilidad, en la escuela… es diferente.”
Louis rio un poco divertido ante la ocurrencia de Etienne aún mirando al frente. “No tienes que matar a nadie. Es la misma situación, diferente contexto.” Volteó a verlo con una mirada que transmitía confianza, era una mirada que Etienne reconocía bien pues su padre solía verlo así… pero era la primera vez que sentía que no iba a decepcionarlo.
“Eres listo, eres hábil. Saca provecho de eso. Noo te dejes pisotear y no te preocupes por lo que digan los demás. Tu madre y yo vamos a apoyarte pase lo que pase.”
Etienne sonrió y volvió a abrazarse a su padre demasiado sobrepasado para contenerse del gesto.
“¿Aún si mato a alguien?
“Espero que no tengas que llegar a eso para darte a respetar. El asesinato es el recurso de los brutos.”
“¿Puedo faltar mañana a clase? Siento que… tengo mucho que asimilar y poner en orden.”
“…Sólo mañana y espero que en ese orden se incluya tu habitación.”
“Sí, señor.”
“Y del lunes en adelante irás en auto a la escuela. Cada vez hace más frío en las mañanas y quiero la certeza de que sales bien de ese lugar.”
“Hmm… está bien. ¿Algo más?”
“Creo quee gustaría conocer a tus amigos. ¿Ese Aidan es tu novio?”
Pese al sonrojo Etienne logró reírse de aquello. Aún sentía que eran demasiadas emociones para un corto periodo de tiempo.
“Nope, sólo es mi amigo.”
“Bueno, que venga el sábado, no sé si es tarde pero tu madre y yo queremos estar más presentes en tu vida.”
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dreamedsilverwings · 8 years ago
Text
Dance in the Stars
Algo tarde, pero llega otro fic más para el Big Bang IchiRuki. Esta inspirado en el libro Firelight, de Sophie Jordan, este no es un copy paste, realmente estoy adaptando el libro. Los conceptos generales los trataré de incluir dentro del fanfic y no en notas, espero que pese a todo les agrade, yo amo este fic. Gracias a Inverse L. Reena, por ser mi beta con este fic :3 ¡Mil gracias!
Disclaimer: Bleach afortunada o desafortunadamente le pertenece a Tite Kubo, yo simplemente utilizó sus personajes para tratar de hacer un fanfic que me salió del alma.
Capítulo 1: Thuban
Sentir el frío en su piel desnuda le resultaba reconfortante, como si este fuera lo más similar al calor de madre que jamás conoció, irónico por el contraste de temperaturas, pero las emociones eran demasiadas. Estaba muriendo por ahogarse en el éxtasis de volar una vez más.
No llevaba mucho tiempo sin hacerlo, para ser exactos hace no más de dos horas había podido hacerlo al lado de la comunidad, pero esto, esto era completamente distinto.
La idea de volar en soledad era tan atractiva como peligrosa, era romper una regla de oro y al mismo tiempo representaba la libertad que no podía tener. Sabía que volar era algo que no todas las creaturas eran capaces de hacer, que volar significaba tener un don que los humanos normales desearon por siglos, sabía que volar era libertad para sus congéneres.
Pero Rukia jamás se sintió libre mientras estuviera rodeada de ellos.
Tomo el riesgo, tal y como ya lo había decidido, y sintió como su cuerpo cambiaba. La tersa y pálida piel fue sustituida por la gruesa y aún más blanca piel de draki, y en ella los rasgos humanos comenzaron a desaparecer. Sus mejillas se afilaron y desplazaron sutilmente, y la respiración cambio junto a su nariz, que se proyecto hacia adelante, separándose del puente. Sus miembros se aflojaron y alargaron. Los huesos cambiaban de forma, tamaño y número, su coxis se convirtió en el inicio de una cola que sería larga y poderosa. Todo su ser sufría una metamorfosis lenta, como si su cuerpo tuviera miedo de romperse, como si estuviese midiendo cada paso.
Y con el surgimiento lento pero seguro de sus alas, Rukia estaba segura de que estaba a milímetros de la libertad verdadera, aunque solo fueran a ser unos pequeños instantes. Extendió sus alas, preparándose para elevarse en el cielo nublado de la mañana. Era más pequeña que un draki promedio, pero aún así resultaba intimidante si se ponía frente a un humano.
Quería confiar en que todo estaría bien, que no aparecerían cazadores porque habían estado a la redonda hace unos días y se habían retirado ya, y que si llegaban a aparecer su piel se confundiese con cualquier cosa.
Observó su piel de draki, ahora podía apreciarla mucho mejor gracias a los rayos del sol, sabiendo que era una falsa esperanza el no ser vista, su piel era aún más blanca que la de un draki de niebla, pero con pequeñas escamas lilas y celestes por aquí y por allá.
Aunque quizás ser atrapada por cazadores era mejor que enfrentar a los iracundos Cuarenta y Seis, del cual formaba parte su hermano mayor. Estaba rompiendo reglas, importantes reglas, pero la idea de volar sin presiones era demasiado para dejarla pasar.
¿Por qué le preocupaban los Cuarenta y Seis? Su draki era una bendición y una maldición.
Durante años fue ignorada, no era una niña especial en ningún sentido, Renji, su anteriormente gran amigo, destacaba mucho más para la familia de su hermano a pesar de ni siquiera formar parte de ella.
Y es que Rukia a veces podía ser muy retraída. Sin embargo, era bastante feliz pasando el tiempo al lado de Renji y sus amigos. Pero todo cambió cuando tenía doce años y se manifestó por primera vez.
Un pequeño pero majestuoso draki de color blanco estaba frente a todos. Al principio pensaron que se trataba de su nuevo draki de niebla, muy importante para la comunidad, pero al darse cuenta de lo que Rukia podía hacer quedaron endiosados. Estaban seguros que era la primera de su tipo en siglos, quizás en toda la historia: Una draki de hielo.
Y desde entonces Rukia se convirtió, para su desgracia, en el trofeo de la familia Kuchiki.
Cuidando sus movimientos, evaluando su conducta, prohibiéndole su libertad. Ella no era tonta, sabía que era lo que la mayoría de los integrantes de los Cuarenta y Seis querían hace con ella: Querían usarla para criar, tener más draki de su tipo, obviamente con quien ellos eligieran.
Y ese tipo era obviamente Renji, el draki de fuego, que se portaba fanfarrón y orgulloso de ser el segundo draki de ese tipo en generaciones. Había querido mucho a Renji, incluso quizás estuvo enamorada, pero el Renji de ahora no le gustaba para nada.
Extrañaba a su amigo, la vida simplona, y a veces, infantilmente, extrañaba su cabello negro; el blanco que tenía actualmente le seguía pareciendo algo extraño.
Pero esto era demasiado que pensar, y ella ya estaba lista para dejar la tierra cuyo césped alrededor de sus extremidades se había congelado.
Tomo impulso, y dejo todo atrás.
Si le preguntabas a Rukia Kuchiki que era mejor que Chappy el conejo, ella te diría que solamente las alturas ¿Y que más alto que el cielo?
Sentir el aire frío de la mañana correr por su piel, acariciándola con fiereza, al mismo tiempo de romperlo con la fuerza de sus alas era inigualable. Esta era verdadera libertad.
Se permitió dejar salir un suspiro que para los oídos de un humano hubieran sonado como un gruñido, algo alegre, pero aún así intimidante tomando en cuenta la criatura del que este salía.
Esta no era la primera vez que hacía esto, se suponía que tenía un plan en caso de que llegará a ocurrir un incidente desastroso, pero los planes no siempre pueden llevarse de la manera adecuada.
Estaba tan concentrada en sentir el viento que no se percató del ruido que causaban los motores de los automóviles todo terreno causaban, no hasta que sintió un ardor creciente en su ala izquierda.
Dirigió su vista hacia ella y vio como la delgada pero resistente membrana que se adhería a los huesos de sus alas tenía varias heridas, sin duda habían sido balas. No habían atravesado la membrana, le habían disparado desde demasiada distancia como para hacerle daño permanente.
Pero si el suficiente daño como para obligarla a descender.
No iba a poder volar el suficiente tiempo, y gastar energía en tratar de huir herida era algo demasiado ingenuo. Los helicópteros que definitivamente se acercaban tampoco la iban a dar un trabajo fácil.
Jadeando, asustada, sabiendo que no podría volver a su forma humana debido a esto último, Rukia trato de dirigirse hacia terreno alto, en dónde hubiera más probabilidades de que hubiera nieve y pudiera confundirse con ella.
Trató de escalar, puso sus garras delanteras en una roca e hizo fuerza con sus patas traseras, impulsándose para subir, antes de que pudiera terminar de hacerlo, escucho demasiado tarde las hélices del helicóptero. Levantó la vista, y abrió los ojos violetas mientras una red caía encima de ella.
Cayó desde la roca, afortunadamente había quedado libre de la red debido a la caída. El golpe le hizo mucho daño en las costillas, sin embargo debería de levantarse. Tenía que levantarse y seguir corriendo.
¿Por qué hoy? ¿Por qué justo hoy? ¿Iba a morir? ¿Se la llevarían como se habían llevado a Miyako y a Kaien?
Sabía que de estar en forma humana probablemente tendría pequeñas lágrimas en sus ojos, pero los draki no tenían glándulas lacrimales para hacerlo.
No le quedaba de otra más que tratar de esconderse ¿Pero dónde? ¿Dónde ocultar la blancura de su piel en el verde del bosque y el café de la tierra?
Su única esperanza era encontrar el río que no debía de estar lejos. No era un draki de agua, se suponía que era una variación porque aguantaba bien el estar sumergida en ella, pero no le iban a surgir branquias al tocar el agua y tampoco iba a durar mucho tiempo sin oxígeno, pero si se apresuraba podría ocultarse en el agua, en la cual era más probable que sus colores se confundieran que en la superficie, y esperar a que nadie la viese.
Saltó al agua, estaba muy fría, como era de esperarse tomando en cuenta que estaban en una montaña y no hacía mucho había acontecido la noche. Un draki común probablemente habría quedado paralizado por el shock de temperaturas, pero para Rukia la baja temperatura no era un problema, su incapacidad de respirar bajo el agua sí.
Volteó a todos lados, jadeante, con la esperanza de ver la manera de salvarse, como si fuera un regalo del cielo vio una pequeña cueva que desde la altura no se podía distinguir porque tenía una casada que la cubría como si se tratará de un velo. No iba a estar cómoda, pero era el suficiente espacio como para albergar su cuerpo. Nado hacia ella, sabiendo que esa era una esperanza de sobrevivir. Su esperanza.
Salió del agua, con su blanco cuerpo con gotas cayendo hacía la roca. Contuvo los jadeos, sabiendo que podían delatarla.
—Salto… ¡El dragón saltó al agua!— Rukia se estremeció, esperando que no la hayan visto entrar a la pequeña cueva.
— ¿Estas seguro? No puedo ver nada.
—Le vi saltar, de eso estoy seguro.
—No se veía como un dragón acuático, debe de estar allí.
—Podría haber volado…—Dijo una voz insegura, como si supiera que no era así.
—Imposible. Le di en el ala, por eso no a volado— Una voz femenina pero bastante socarrona le reclamo.
—Alguien debería de bajar—Rukia escucho silencio, y casi dejo salir el oxígeno que contenía en sus pulmones creyendo que se habían acobardado ante la idea de enfrentarse frente a frente con ella.
—Ni aunque me paguen bajo allá. El agua debe estar helada.
— ¡Eres un cobarde! ¿Acaso no hay hombres aquí? ¡Y se atreven a llamarse Quicys!— La misma (y ahora fastidiosa) voz femenina le gritoneo a sus compañeros. Rukia esperaba que ellos se negaran a entrar y la dejarán ir, solo por si acaso hizo que la temperatura del agua bajara uno o dos grados.
—Yo iré— Esta voz era una completamente diferente a lo que había escuchado. Una voz masculina que transmitía confianza y valor, le gustaba su voz. Si en otro momento hubiera escuchado aquella voz y la hubiera disfrutado, pero ahora tenía demasiado miedo. Él era la clase de cazador al que no quería enfrentarse: uno dispuesto a todo.
Si él bajaba estaba segura de que la vería. De eso no había duda. Escuchó como algo cayó al agua, y estaba convencida que apenas asomara la cabeza en el agua la descubriría.
Sus instintos se estaban apoderando de ella. Sintió como las gotas restantes en su cuerpo se congelaban.
— ¿Estás bien Ichigo?
— ¡Joder!... está fría — Rukia casi dejó salir una carcajada ante el comentario del cazador, pero tal y como predijo él comenzó a buscarla—, parece que hay una cueva detrás de la cascada. Voy a ver más de cerca.
—Ten cuidado Ichigo. Ser tan temerario podría costarte caro— La mujer agregó, medio preocupada y medio burlona al mismo tiempo. Rukia se preguntaba como esto era siquiera posible.
—No hay nadie mejor que Ichigo para rastrear, seguro va a encontrar al dragón.
Pero no era algo para ponerle atención por mucho tiempo, él estaba más y más cerca.
El agua a su alrededor comenzaba a cristalizarse producto de su miedo. Debía de controlarse, estaba respirando muy rápido y podía escuchar el estrepitoso latido de su corazón. Él volteó en su dirección, y por su mirada definitivamente le había visto.
— ¿Puedes ver algo Ichigo?
Rukia se encogió en su lugar. En este momento deseaba ser un draki visiocríptico, para poder confundirse con su medio; pero no, tenía que ser la preciada draki de hielo que solo puede congelar cosas para destruirlas. Estaba asustada por eso, no por él sino por lo que sabía que era capaz de hacer para salvarse, y sintió la poco natural sensación gas en su garganta y el dolor en los dientes debido a la sensibilidad ante el cambio de temperatura.
¿Realmente se atrevería? ¿De verdad podría hacerlo para salvarse a sí misma?
Rukia se contestó a sí misma: lo haría. Ella iba a vivir, sin importar que pasara, ella iba a ser quien sobreviviera. No había otra opción.
Sabía lo que el hielo le podía hacer a un ser vivo, sería una muerte terrible y dolorosa.
Se preparó, física y mentalmente. Iba a fingir estar indefensa para que el cazador se confiara y ella pudiera atacarlo con toda su fuerza.
Él atravesó la pequeña cascada, se paró frente a ella, no estaba segura de por qué se atrevió a acercarse tanto, quizás debido a que su tamaño no era tan intimidante, pero no iba dar marcha atrás.
Y entonces lo vio.
Vio su rostro, era aún un niño, era muy alto pero no podía ser mayor a ella, aunque por alguna razón sus rasgos le resultaban familiares. Ya tenía marcas en su entrecejo, probablemente debido a que mantenía demasiado tiempo su ceño fruncido, pero no podía ser mayor a ella. Su cabello estaba mojado, y el flequillo, que se pegaba a su frente, era de color un color tan peculiar que dudaba que fuera natural. Pero, sin lugar a dudas, lo que terminó por derretir su corazón fue ver sus ojos.
Eran cafés, aunque bien podrían ser ocre, incluso podrían ser en realidad de tonalidad miel, no podía definirlos bien. Había serenidad en ellos, pero también allí estaba una chispa que por alguna razón le recordaban a los fuegos artificiales que vio con Hisana en su último año de vida.
No podía hacerlo.
Quizá esto era lo mejor, quizá por fin podría ser libre, quizá él fuera quien le daría lo que llevaba tanto tiempo buscando.
Le vio directo a los ojos, estaba dispuesta a entregarse.
— ¡Pero qué hermosa!
Le sorprendió enormemente las palabras del muchacho, cuya voz se había endulzado. Él por alguna razón acercó su mano a su rostro, para después acariciarlo, como si ella no tuviera la capacidad de arrancársela de un mordisco. Alejó su rostro, sorprendida por sus acciones y confianza. Si hubiera estado en su forma humana definitivamente se hubiera sonrojado.
El vio la palma de su mano, algo de escarcha estaban allí, derritiéndose ante el calor que emanaba su cuerpo. Estaba viendo su mano, algo sorprendido al principio, pero luego sonrió como si nada hubiera pasado.
—Ocúltate— él dio la media vuelta y se volvió a lanzar al agua, apenas sacó la cabeza del agua grito—, ¡no hay nada aquí! Estás alucinando.
— ¡Ja! Vas a hacer que Ichigo se resfrié, idiota. El abuelo va a estar molesto.
—Ya cállate Bambietta.
Aún escuchaba su corazón, y el desapareció de su mirada, pero no podía moverse, estaba paralizada.
¿Qué rayos acababa de pasar?
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femmetravel · 6 years ago
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 LA CAPITAL DE SUIZA.
La capital de Suiza ofrece un aire medieval singular con sus numerosas fuentes, fachadas de arenisca, callejones y torres históricas  siendo así  Patrimonio Mundial de la UNESCO, estuvimos en agosto y el clima era un poco nublado y frió lo cual lo hacia perfecto con toda la naturaleza que hay alrededor.
 ¿QUÉ HACER EN BERNA?
1.  EINSTEIN HAUS: Es un museo y antigua residencia de Albert Einstein y su familia. Ellos vivieron en el apartamento del segundo piso desde 1903 hasta 1905, y aquí fue donde en su tiempo libre desarrollo algunas de sus teorías como  la teoría de la relatividad, el Movimiento Browniano, La explicación del efecto fotoeléctrico, La equivalencia entre masa y energía (E=mc^2).  Actualmente la casa se encuentra decorada al estilo de la época.
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2. Zytgloggeturm: Que en dialecto suizo significa “Torre  campana de la hora” osea Torre del Reloj.  Su construcción inicio en 1191 y se finalizo en 1256,  Por mucho tiempo fue una prisión para mujeres hasta que en 1405  sufrió un incendio.  Abajo del reloj se encuentra un reloj astronómico que fue colocado en 1530 y junto a el  un caballero de armadura  y  osos girando abajo de él.
3. Kunstmuseum Bern: Es uno de mis museos favoritos en el mundo y uno de los mas importantes de Suiza, cuenta con más de 3 mil cuadros y esculturas así como 48 mil dibujos manuales, gráficos de imprenta, fotografías, vídeos y películas.
En el están representados el Trecento italiano, el arte suizo desde el siglo XV, la pintura internacional del siglo XIX y de la época temprana del siglo XX (impresionismo, expresionismo, cubismo, jinete azul, surrealismo) .
Kunstmuseum Bern
4. Jardin Botanico: En este Jardín encontraras plantas de todo el mundo, desde Norte América, Asia, África, Oceanía y por supuesto de Europa, y la región de Suiza.
 5. Rio Aar: Es impresionantemente  limpio y azul, la ciudad  es muy limpia y verde. Las personas en Berna son muy amables y respetuosas,  puedes caminar tranquilamente por la noche y el clima es agradable.
¿Cómo llegue a Berna?
Tome un tren de Ginebra a Berna, Viajar por tren en Suiza es demasiado fácil y si lo tuyo no es la puntualidad puedes comprar un boleto abierto a usar a cualquier hora del día, lo cual es demasiado bueno si se te atraviesa algún contra tiempo.
¿Cuánto gaste en Berna?
Dos pasajes de tren de Ginebra a Berna= 106€
Hostal “Hostal Glocke”  habitacion privada para dos = 97€
Total= 203€ por dos personas, osea 101.5€ por personas (solo hospedaje y transporte).
Mis Consejos son:
Llegar temprano al Museo Kunst ya que lo cierran un poco temprano y así tendrás tiempo de recorrerlo todo.
A mi punto de vista puedes encontrar comida barata o lo que hacen muchos es encontrar hostales con cocina para no gastar tanto.
Busca actividades deportivas que puedas hacer o  eventos a los que puedas participar.
Si no sabes aun donde hospedarte te recomiendo donde yo me hospede, Hostal Glocke; es un hostal muy tranquilo, con área de cocina y lavandería, en el centro de la ciudad.
Ruta Caminando
Este fue mi recorrido en un día, terminando  ese día y con mucha hambre, me dirigi al supermercado a comprar productos para hacer tacos, Sí TACOS, extrañaba tanto la comida de mi México  que fue lo que cene ese día. Fue impresionante encontrar tortillas y chiles aquí.
youtube
BERNA: 5 cosas que hacer y ver.  LA CAPITAL DE SUIZA. La capital de Suiza ofrece un aire medieval singular con sus numerosas fuentes, fachadas de arenisca, callejones y torres históricas  siendo así  Patrimonio Mundial de la UNESCO, estuvimos en agosto y el clima era un poco nublado y frió lo cual lo hacia perfecto con toda la naturaleza que hay alrededor.
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fernweh10 · 6 years ago
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AM/PM
Estuve jugando con fuego estos últimos dos meses, con algo que ya era parte del pasado, con alguien que debí sacar de mi corazón hace varios años...
Me sorprendió de repente su aparición y estuve dispuesta a reinventar mi vida a su lado. Siempre creí que era el amor verdadero, con él sentí cosas que nunca más me permití con nadie más, la verdad hoy puedo ver que también sentí mis mayores inseguridades, fue en esa relación donde se encendieron partes de mi y se apagaron otras cuantas. Deje que hiciera conmigo a su antojo y mucho de eso, me gustó y también me marcó.
Ahora pienso que cuando lo vi feliz y enamorado me mantuve al margen y estable, me reconfortaba saber que estaba bien, que sonreía y amaba. Y ahí, yo ya había desaparecido completamente.
Luego él vuelve a mi, en un momento único, momento donde me había preguntado muchas veces si era él ese hombre de mi vida o había sido un espejismo, había pedido muchas noches esa respuesta porque lo pensaba, lo extrañaba y todo en silencio. Incluso a veces contaba esa historia -que ya no es nuestra historia- con ilusión, con esa emoción de niña de 5 años hablando de un héroe (Pfff que idiota, las respuestas las tenía hace siglos)
Y es que lograba ponerme a temblar aunque solo fuéramos a vernos para hablar. Verlo después de un año y sentir mil cosas me hizo pensar que el destino nos había puesto ahí para algo, a pesar de que en esa conversación hubo evidencia de todo menos de amor de él hacía mi.
Luego, él tomó una decisión que debió ser una señal clara y concisa para mi pero no, a veces creo que hay una neblina enorme que nos ciega, y pues ahí estaba yo. Volvió para enredarme la vida, tal vez era esa prueba de la corriente de la vida, donde nos dejamos llevar y no vamos por lo que merecemos sino por lo que nos toca.
Contigo siempre sentí eso, que no merecia nada, me equivoqué mucho, fui una mujer indolente y pues era natural que hicieras lo que me hacías, yo me lo había generado inevitablemente.
Esta vez, hice todo por mostrarme transparente, por contar la historia desde mis zapatos, por pedirte perdón y hacerme cargo de mi responsabilidad en todo lo que vivimos pero sobre todo por decirte que quería, que deseaba con todo mi corazón y pues no te importó.
Mis miedos se hicieron reales, encontré las razones de que estuvieras de nuevo aquí y voilá no me gustaron. Pero deje que te adentraras de nuevo, te dejé seguir, ya ni sé para qué...
Mientras tanto, me aleje de un hombre que sí vale cada segundo. Porque si algo me molesta es la doble moral y tú sí que sabes de eso.
La verdad es que espero que este sea el cierre de esta historia, nunca imagine un final así, me quedo con un dolor profundo pero a la vez la certeza de que el hombre que conocí a 5 años solo era fantasía.
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kagenomachi · 7 years ago
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Diez años.
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Hay mucho viento esta noche.
Habían dicho en la televisión que iba a llover. Incluso hablaron de eso en el trabajo. Aunque ahora que lo pienso, es bastante improbable porque el cielo está despejado. Había nubes hacía unos cinco o diez minutos, pero el viento se las había llevado.
Así eran las noches últimamente. Tantas cosas que existían, y de repente eran borradas por el viento. También por el tiempo. Quizá era el cansancio. Cuando estoy cansado, empiezo a pensar cosas sin sentido. En efecto, sí estoy cansado pero necesito comprar la leche. La leche es importante.
No obstante, hoy era el día. 
En realidad, no tengo idea de que existe por 364 días seguidos. Pero cuando regresa, es inevitable recordar todo lo que había vivido hacía diez años. Porque a veces pensaba que, tal vez, sólo tal vez sí la quería de vuelta. Otras veces, pensaba que quizá sólo extrañaba todo lo que hacíamos. Tal vez, sólo quise decirle algo y nunca tuve la oportunidad de hacerlo. Y las palabras se quedaron en mi boca por diez años.
Cada doce de Octubre era lo mismo. 
Ese había sido, un poco especial. María me había llamado un día antes para pedirme que fuera al festival escolar de mi sobrina. Han pasado nueve horas desde que vi cómo personificaba a la reina Isabel, la Católica. Es una niña muy inteligente. Decía los diálogos con una fluidez increíble para una niña de seis años. Tengo el vídeo en el móvil. 
A decir verdad, hoy fue un día agradable. Después del festival, María tuvo que atender asuntos del trabajo y Elena y yo tuvimos que ir a comer. Llevaba mucho tiempo sin ir a un Carls Jr. Por un momento, por un instante, pensé que ese sería el día en el que finalmente podría dejarlo ir, pero algo me lo impidió. 
Sigo sin saber qué fue.
Faltan treinta minutos para que el día termine. Ya empezó a llover. El viento es bastante fuerte. Y aunque las nubes se fueron, llegaron otras. En la esquina de la calle hay una tienda de conveniencia que está abierta las 24 horas. Realmente no sé por qué me dio la urgencia de comprar leche en estos momentos. El hombre que me está cobrando, me ve detenidamente y sabe que hay algo mal conmigo.
Y es cierto, pero, lo que no sabe, es que el día siguiente, amaneceré fresco. Pareceré un hombre nuevo. Éstas son mis vísperas de Año Nuevo. Desde hace diez años es así. Y, podría decir que no hay un sólo día en el que no piense en ella. Pero estaría mintiendo. Así cómo ella lo  hizo conmigo.
Por varios días doce, la extrañé. Extrañé cómo me despertaba entre besos y risas después de las siestas antes de acompañarla a casa. Extrañé su cabello negro y rizado, sus comentarios sin sentido y las mil y un formas en las que veía el mundo. Hay otros días doce en los que la odié. La detesté porque le mentí, le mentí y después le dije la verdad, y después de diez años, sigue sin mostrar su cara por temor a herirme. Por temor a romper su ego. La detesté por ser manipuladora, porque siempre estuve a su disposición. Ella era la única que hacía que mi espíritu se quebrantara. La única a la que le podía contar mis penas y mostrarle en realidad la mezcla de emociones que era yo. Había otras, pero ninguna como ella.
A mis veintiocho años, me frustra porque no es justo. Me causa un sentimiento de conflicto en el pecho porque siempre fue mi culpa. Siempre tuve el poder de abandonar la esperanza, de desechar mi futuro con ella. Pero siempre regresaba. 
Mañana amaneceré bien.
La lluvia era leve, pero estaba escrito que se volvería en mi contra. Así como ella lo hizo conmigo. Suena tonto, pero daría todo lo que fuera por pasar un buen doce de octubre. Ir al trabajo, ver las carabelas en las escuelas porque Cristóbal Colón descubrió América hacía varios siglos atrás, hacer una fiesta porque sí. No estar afuera antes de la media noche, comprando leche, recordando a lo que cuando tenía dieciocho años parecía ser el amor de mi vida.
Lástima que realmente no estábamos destinados.
Mi camino está apunto de terminar. El viento se hace más fuerte y la lluvia va aumentando de intensidad. Son las doce de la noche. Y entonces siento cómo mi sufrimiento de adolescente ha terminado. Me parece increíble cómo una diferencia de tiempo me hace cambiar. Se me acaba de atorar un papel en el zapato. Lo recojo y se lee: “Perdonar es de grandes.” Lo arrugo y lo pongo en el bote de basura de la calle.
Sigo caminando, el día no estará tan mal. Después de todo, conseguí la leche.
Art by: https://www.waneella.tumblr.com
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valvablue · 8 years ago
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[Eras] rosa marchita de espinas fornidas
Era en esa época, lo recuerdo; en el otoño de algún siglo borrado por la memoria y recordado por la historia. Me dijiste entonces:
— ¿Puedes ver aquella rosa? Soy igual de marchito: con los pétalos arrugados, el color desvanecido y las espinas igual de fornidas. Estoy marchito, marchito. Y no hay remedio.
Entonces tomabas un mechón de tus cabellos rosas y lo cortabas con la fina hoja de una daga. La arrojabas al viento, esperando a que se la llevase y te quedabas quieto, cual mantis esperando en ramas secas. Entonces, sin previo aviso, saltabas. Elevabas las manos y saltabas. Alzabas los pies y saltabas. Mirabas al cielo y saltabas. Pero, no saltabas conmigo, pues sólo te ibas; sin mirar atrás, sin mirarme, ni sentirte angustiado por la despedida inoportuna. Y yo te observaba, desde, debajo de tus pies. Desde, debajo de tus alas. Desde, debajo de tu mundo, en el cielo. Y suspiraba, como el mortal que era; deseando tu regreso en el mundo efímero.
Pasaban los días, no venías. Pasaban los meses, te añoraba –aunque siempre lo hacía. Pasaban los años y te reclamaba con angustia desesperada, a los cielos que te atrapaban entre sus nubes de algodón blanco. Sin embargo, no llegabas. Yo caminaba, por aquí y por allá; por montaña y luego río, entre pasto y rocas. Arrastrando los pies cansados que tanto te buscaban. Colgando las manos, que se alzaban al cielo ansiosas de ser alas para poder volar hacia ti. Agachando la cabeza, por el tiempo que deja huella. Sin embargo, no obstante, pero, jamás, nunca; yo te encontraba; porque era mortal de aire efímero y tú eras ángel celestial de años marchitos.
Y aunque el amor lo puede todo, mi amor; querido Jinwoo, no bastó para fracturar imposibles, ni alcanzar fuera de los límites. Fue la desesperación, esa imperfección mía, la que me llevó a ti. No me culpes, ni me odies, amor. Pero fue aquello, lo suficiente fuerte, que me dio valor para volar con mis propias alas y lograr alcanzarte. Aunque, entonces, yo era demonio y tu ángel. Y nuestro amor, la guerra entre cielo e infierno. Pero cuando te vi, lejos del fugaz y la mortalidad, olvidé que en mi cuerpo habitaba alma negra que solo te amaba y se celaba; de quienes te veían, de quienes se acercaban, de Dios, de mí. Era tanto su amor, que el mal sólo era una sombra que controlaba su paso. Pero no lo culpes, no lo hagas, mi amado Jinwoo. Que en aquél tiempo, tu angelical aura, era tentación demoniaca. Y yo era demonio que la añoraba con cada suspiro que dabas cerca del cuerpo –nuevo –inmortal.
Y cuando la piel que dejó de ser morena, para ser nívea; te miraba desde las sombras, por debajo de aquél maldito cielo que siempre nos separaba a pesar de todo. Luego, decía, entre agonías ahogadas:
—  Ángel mío, baja el vuelo y ven. Vuelve para recordarme la calidez, el palpitar del corazón y las mariposas que habitan en el vientre comprimido. Dame más razones para soportar ésta fatal decisión de agridulce muerte. Amarga, porque es sin ti. Dulce, porque será eterno.
Pero, sin embargo, nunca; aparecías cerca de este cuerpo frío. Sólo me veías, desde el halo de tus cielos y agitabas las alas en el aire; me maldecías con ese aroma de rosas marchitas que llegaban junto a la brisa, pero, se reunían conmigo ausentes, sin ese mechón de cabello rosa que solías cortar cuando veías los rosales y me hablabas de tus días de ángel. Aquellos, lejanos y no tan lejanos días: dónde, entonces, mi cuerpo era efímero y corriente.
No obstante; después de haber vendido mi alma al diablo, seguías sin estar a mi lado; maldito amor añorado. Dejabas de agitar las gigantes alas celestiales y reposabas, cual pájaro herido, en un árbol que distaba de estar cerca de mí. Sin pena, ni lastima; me hablabas más como demonio que como ángel. Decías entonces:
—   Que has hecho, querido y loco, amor mío. Has vendido tu alma que era mía. Ahora no tengo nada tuyo.
Te lamentabas, yo no entendía o, quizá, tú no entendías esas locuras de humanos enamorados.
— ¿Qué haré, querido Mino, cuando vea con sufrimiento como bebes la sangre de quienes protejo? El cielo me odiará por tenerte lastima y el infierno se reirá de mí por no despreciar al demonio que eres. Y yo, seguiré sufriendo por el alma que ya no es mía, sino, del enemigo ¿Qué has hecho?
Llorabas, yo me destrozaba por dentro. Sufrías, yo no podía hacer nada por consolarte; porque el tacto, mi tacto, era fuego en tu piel y ya había sido suficiente con herirte.
— Lo siento ¡Lo lamento! Pero era humano en aquél entonces, estaba desesperado por verte. Pasaban las semanas y no venías. Pasaban los meses y te extrañaba. Pasaban los años y te reclamaba a gritos. Pero tú, sin ningún consuelo o pena, no te acercabas a este cuerpo que se hacía viejo por todo ese tiempo de espera.
Yo quería llorar, pero no podía. Yo quería romperme en mil pedazos, pero no podía. Era inmortal, desgraciadamente, la muerte era compañía.
—  Mi amado, loco y preciado Mino. Yo me he roto más, pues te veía sin poder tocarte. Era testigo de tu sufrimiento, de tus andanzas por aquí y por allá, de tus exclamaciones; y no podía tocarte. Pero ahora, ya ni siquiera puede verte, porque tu alma ya no es mía, ni tuya; sino, del enemigo que se ríe entre fuego y ceniza, de nuestro sufrimiento.
Otra vez, como en ese tiempo, alzabas las manos y te ibas. Levantabas los pies y te ibas. Mirabas al cielo y te ibas. Pero, te ibas sin mí, a pesar que tenía alas para seguirte, a pesar que te amaba más que antes, a pesar de todo. Quería detenerte, tomarte de las manos y amarrarte en mis brazos que tanto extrañaban abrazarte para que mi boca pudiera decirte que no eras rosa marchita de pétalos arrugados, de color desvanecido y espinas fornidas; sino, eras sólo rosa, que se mueve con la brisa, que alegra a quien la mira, que enamora a quien la huele. Quería abrazarte para decirte que eras rosa, mi rosa de espinas, duras, que atravesaban pecho y alma; y dejaban, el rastro de su presencia bendita. Y miraba tus pies, por debajo del cielo, lamentándome de ser demonio y vender el alma que siempre fue tuya. Sin embargo, con justa razón, sé que aún sigue siendo tuya. Es inservible en garras del diablo. Es inservible en consuelo de Dios. Es inservible sin ti, mi amado Jinwoo.
Los días transcurrían. La sangre se derraba entre mis labios que ansiaban tocar los tuyos. Y el sabor de hierro, se difuminaba en mi lengua que extrañaba sentir la tuya. Mataba a quienes fui un día. Asesinaba a mortales indefensos, que al igual que yo, caían en el engaño de la bella promesa. Mis colmillos de bestia, se enterraban en muchos cuellos, en muchas pieles, en muchas muñecas; menos en ti amor mío, que no aparecías ni por cielo, ni por tierra. Y el anhelo de tenerte, me convertían en más bestia que demonio. La sangre salpicaba por placer en mi rostro. Los gritos extraños me llenaban de gozo. Los suplicios a Dios, me recordaban a mí, en aquellos días, dónde creía en ese ser divino y suplicaba que te devolviera en mis brazos, para ver juntos el rosal que crecía en la cima del prado. Y entonces, tú decías ser rosa marchita y yo decía que sólo eras rosa.
Contaminaba, la locura, la escasa cordura que quedaba en mi cuerpo. A veces, imaginaba verte por los cielos, planeando con las aves y ocultándote en las nubes de algodón blanco. Tal vez, sólo era porque estaba demente; sediento de ti. Pero me aseguraba de creerme en mis propias alucinaciones, para no ser un muerto en vida y ser más muerto. También, veía las sombras cubrir mi cuerpo, en una inmensa coraza de árboles frondosos que me cubrían en su espesura y me enterraban en el mito de habladurías. Desde ahí, en las tinieblas, deseaba que pudieras ser la luz que me alumbrara y derritiera mi cuerpo que yacía más muerto que nunca.
Por ti, comencé a odiar los días infinitos de espera. También, las amé, porque existía, en mí, un poco de esperanza que seguro se resguardaba en alguna zona de mi ex –humanidad. Vi pasar los años. Vi morir a más gente entre mis colmillos y mis garras. Vi más sombras ocultarme en lo más profundo. Vi toda clase de cosas, pero tú, no aparecías y la sed, crecía con añoranza dentro de mí. Tanto era el deseo, que delataba mi piel al astro mayor, incluso cuando la agonía de quemarme era tremenda. Sólo pensaba en ti, en que pudieras verme. Y soñaba –aunque ya no pudiera hacerlo –que bajaras de los cielos, como en aquél día y me hablaras de ser rosa marchita. Sin embargo, no obstante, jamás; pasó. No hasta siglos después, dónde la cordura era apenas un hilo que amenazaba con romperse.
Era en otra época. En otro sitio lejano del espeso bosque que contaba mitos míos. Te veía, revuelto con humanos, caminando entre calles apenas iluminadas; como si me buscases. La desesperación, otra vez esa imperfección mía, me hizo avanzar hacia ti. Y te dije:
—  Jinwoo, descorazonado ángel mío, te he encontrado.
Me mirabas perplejo, asustado de ser tú, asustado de que fuera yo. Y luego, inclinabas los pies, un poco hacia atrás, un poco hacia la derecha o izquierda; y tratabas de escapar.
—  No sé quién eres –me decías y rompías un poco de ese hilo –No te conozco –insistías, buscando una salida para huir de mí. De este ser que entregó todo para volver a verte y tú, huías –Aléjate.
Pero ya había pasado mucho tiempo desde que me alejé, desde que te alejaste y me dejaste bajo la sombra de un árbol que creció y me cubrió por completo. Ya no pasaría más. No dejaría que te marcharas. Te tomaría de las manos. Arrancaría tus alas y te envolvería en mis brazos para arrastrarte al infierno dónde siempre viví por tu causa. Aunque, ese hilo de cordura, seguía sin romperse. Yo te dije esperanzado:
—  Ya no rompas más la poca humanidad que me queda. Incluso Dios, sentiría pena por mí. Incluso Lucifer, sentiría pena por mí. Por favor, vuelve a mi lado, junto a un nuevo rosal y dime que eres rosa marchita. Vuelve ángel mío, a proteger mis sueños, a proteger mi alma que dejó de ser tuya por tratar de encontrarte, a mi corazón que está muerto por esperarte. Vuelve a mí y abandona las alas, como yo abandoné mi humanidad.
Reías. Esta vez no llorabas. Sólo reías, como quien compadece al bufón de una monarca. Sin pena, sin compasión, te burlabas de mí. Y eso, amor mío, rompió el hilo que me sostenía de ser quien alguna vez te amó con más corazón que con locura.
Por si no recuerdas, te diré, de la forma más sutil; que me aventé contra ti. Hundí mis colmillos en ese cuello pálido que siempre acariciabas en las brisas frías. Lamí de tu sangre, con más añoranza. Escuché tus gritos, con sumo placer. Me fundí en ti y tú, mi amado Jinwoo, te fundiste en mí. Arranqué tus alas desde la raíz. Dejaste de ser ángel que protege todo mío y te hice demonio para que fueras tú, quien me siguiera por inframundo y Tierra.
Cuando hubo terminado el ritual sangriento, abriste los ojos, siendo aún ángel, más que demonio. Me miraste, con espanto y te sentaste sobre el piso manchado de tu sangre. Observaste tus manos, luego las mías. Observaste tus pies, luego los míos. Observaste tus ojos en el reflejo de sangre, luego los míos. Después de un largo silencio desesperante, te levantaste y me hablaste por primera vez en mucho tiempo, siendo tú, de nuevo.
—  Sigo siendo rosa marchita, de pétalos arrugados, color desvanecido y espinas fornidas.
Entonces, te estreché en mis brazos, con la brisa de otro tiempo más fuerte, sin temor a quemarme, sin temor a perderte. Y te dije, con más humanidad y cordura:
— Sólo eres rosa, mi amado Jinwoo. Porque te mueves con la brisa, porque enamoras a quienes te ven, porque haces sonreír a quienes huelen tu aroma. Eres sólo rosa, la que arranqué del rosal celestial para que me acompañara en esta agridulce eternidad.
Y al final, la guerra se desató entre cielo e infierno. Lucifer envío el fuego, Dios puso el sol de una mañana, pero nosotros, mi amado Jinwoo, pusimos esa unión de añoranza que nos cobijó para hacer menos dolorosa nuestra partida de este mundo efímero que nos vio unirnos y separarnos.
Ahora, sólo esperaremos que la mañana, convierta en polvo estos cuerpos mortales. Y luego, nuestras almas serán vagabundas en rosas que se harán marchitas, pero sólo serán rosas.
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