Con la gran pretensión de crear un mundo nuevo reciclando el existente.
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DEMASIADO REAL
El futuro ya está aquí, sólo que desigualmente repartido.
William Gibson
Cuando nos encontramos en familia, con amigos o, quizás, en la peluquería, comentamos series, nos recomendamos algunas que creemos dignas de ser vistas. Nos atrapa la pasión de las series sobre todo desde el boom de los servicios de televisión a la carta tipo Netflix. También las series son un interesante modo de entender la realidad, quizás más divertido que un documental. Las hay dramáticas, policiales, de zombis y comedias. pero una categorizada como “distópica”, Years and Years, nos revela un mundo demasiado cercano. Una cualidad que tienen las distopías es la de enfrentarnos con profecías plausibles que, en esta caso, quizás ya ya comenzó a suceder.
El tema central de la serie es la historia de la familia Lyons desde el 2019 al 2030. Una familia de clase media que se queja frente al televisor de las miserias de nuestras realidad mientras vota al partido conservador.
Una de las capas narrativas de Years and Years dibuja el avance del pensamiento intolerante. Muestra un mundo cada vez más conectado y a la vez cada vez más fragmentario, de fronteras cerradas, de gente librada a su suerte, desesperada y sin salida. Pero la historia imprescindible de Years and Years es el ascenso de Vivienne Rook (interpretada por Emma Thompson). Rook desafía la corrección política y seduce a quienes se sienten defraudados con los partidos tradicionales. Su discurso se dirige al “hombre común”, a sus preocupaciones desoídas por los profesionales de la política, se nutre de la nostalgia del pasado (la vuelta a los valores familiares) y la explotación de miedos sociales alrededor de prejuicios como la xenofobia, la homofobia, el racismo, en resumen, el miedo al diferente, al otro.
Rook es una política a la que nadie toma en serio y que, a pesar de ello, accede a la Jefatura de Gobierno de una Inglaterra post Brexit. Habitual invitada de la televisión, debes su éxito político a su lenguaje racista y sin complejos; busca llegar al poder regando los oídos de con lo que la “gente común” quiere escuchar. Es la única que desde la pantalla le habla a la mayoría, que ve cómo sus condiciones de vida se deterioran, mientras los políticos atienden asuntos que para la población no son importantes. Rook recoge la decepción de años de gobiernos ajustadores. Pero una vez asumido el poder los campos de hacen su aparición en Years and Years, como consecuencia del Brexit, campos privatizados, campos de detención de inmigrantes.
Con Rook dos preguntas se van configurando: ¿por qué trabajan los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?, planteada allá lejos en el siglo diecisiete por Spinoza. La otra, más cercana en el tiempo, la supo plantear Habermas: ¿es la modernidad un proyecto todavía no realizado?
La modernidad, al mismo tiempo que promete la realización de una sociedad de iguales en sus prácticas, instituye diferentes formas de discriminación y exclusión. Quienes reivindican a la racionalidad moderna, lo hacen reflexionando desde la conservación del principio de igualdad, pero resignificándolo. En la concepción iluminista y kantiana, estandarte de la modernidad, sólo un ser racional puede ser libre, pues sólo un ser racional posee la facultad de obrar por medio de la representación de leyes. La ley debe poder ser universalizable, para todos igual. Este deber es un imperativo categórico. Los hombres, por el hecho de ser hombres, tienen en estos principios su racionalidad. En esta concepción lo universal subordina a la diferencia, lo otro. La razón es el medio para hacer reinar lo idéntico sobre lo diferente. Y lo diferente, en Years and Years, termina en un campo de concentración.
La pregunta de Spinoza nos arrastra a pensar que los procesos macropoliticos no llegan a advertir el factor subjetivo de la historia. En el ascenso de Hitler, mientras la base económica se deterioraba amplias capas de la población se derechizaban, las masas pauperizadas ayudaban a que la reacción política más extrema, tomara el poder. De la crisis surgieron ideologías objetivamente opuestas al interés de la masa.
Vivienne Rook, tocando la fibra más irracional del ser humano, los lleva a elegir en contra de sus intereses. El consumo y la comunicación de masas establecieron un presente donde los acontecimientos se sustituyen con celeridad y sin secuencia. Aislados, alienados en pantallas, estamos solos, abrumados por el bombardeo mediático. Nuestra realidad está caracterizada por cierto declive ideológico y el ascenso del mercado. Nuestros cuerpos, afectados por las relaciones que provienen de la realidad, invisibles al ojo humano, previas a la conciencia y, por tanto, intraducibles al carecer de imagen y palabra, sienten un extrañamiento vivido como amenaza. El mundo vive en nuestro cuerpo provocando malestar.
Si este malestar no puede expresarse, si aquello que carecía de imagen o palabra es impedido que adquiera una forma de expresión, si se bloquea el proceso, sobrevive palpitando en pozos de resentimiento que ignoramos.
Para poder recobrar un equilibrio, nuestra pulsión vital necesita actuar: imagen, palabra, gesto, obra de arte u otra manera de alimentarse, de amar, otro modo de existencia, que permita ser portador de la pulsación que pide paso. La más de las veces no ocurre tal sublimación porque estamos inmersos en un imaginario social individualista y capitalista y patriarcal, que anestesia los efectos de las fuerzas del mundo en nosotros, y nos hace vivirlas como amenazantes. Este imaginario es una Máquina abstracta que actúa de manera inmanente, molecular produciendo formas represivas.
Cuando fracasa la sublimación que pide nuestra pulsión vital, esta deviene fascista. Hay fascismo en cada pozo de resentimiento, que proporcionando a las Vivianne Rook un medio de acción incomparable sobre las masas. La gran genialidad de Years and Years es describir esos nichos de microfascismo, alimentados durante mucho tiempo por las decisiones políticas neoliberales.
Alejandro Unzaga
Técnico en Máquinas Abstractas
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LAS TRES ECOLOGÍAS Y EL BUEN VIVIR
Así como existe una ecología de las malas hierbas existe una ecología de las malas ideas.
Gregory Bateson, Pasos hacia una ecología de la mente
Algunos hechos ocurrieron durante el último mes de septiembre. Una joven sueca provocó furor en los medios de comunicación y en el mundo político al hablar ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas donde nos advirtió que “se están muriendo los ecosistemas y nos encontramos en puertas de una extinción masiva y de lo único que hablamos es de dinero”. Otro hecho fue que una humareda sorprendió a los habitantes de Chivilcoy producto de incendio en el basural que se salió de control. Otro acontecimiento que llamó la atención recientemente fueron los incendios forestales que destruyen el Amazonas.
La activista sueca desencadenó un movimiento que contribuyó a la movilización y a la toma de conciencia sobre la crisis climática y el futuro del planeta. A menos que haya cambios radicales en la actividad humana para reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros factores que contribuyen al cambio climático se podrían producir un “sufrimiento incalculable” (https://www.bbc.com/mundo/noticias-50318770).
Estos hechos pusieron la cuestión ecológica a la consideración pública. Sin embargo, esta problemática lleva bastante tiempo preocupando. La pastera Botnia hace 12 años contamina el rio Uruguay. Los habitantes de Gualeguaychú llevan ese tiempo manifestándose en contra de esa fábrica de producción de pasta de celulosa. El pueblo de Famatina, a su vez, protesta contra la megaminería a cielo abierto y el fracking. Malvinas Argentinas, una pequeña localidad ubicada en el centro de Córdoba, cobró fama internacional por frenar un emprendimiento de la multinacional Monsanto.
En un articulo publicado en el diario La Nación (https://www.lanacion.com.ar/sociedad/advierten-que-existen-basurales-a-cielo-abierto-en-mas-de-la-mitad-de-los-municipios-bonaerenses-nid2102937) nos advierten sobre un trabajo elaborado por la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires que releva los basurales a cielo abierto en distintos municipios (https://www.defensorba.org.ar/pdfs/informes-tecnicos-upload-2019/informe-basurales.pdf). Según este trabajo, los diez vertederos más grandes se hallan en Alberti, Azul, Chivilcoy, Colón, General Pueyrredón, Junín, Salto, San Nicolás, Ramallo y Coronel Suárez; y los encontramos, en promedio, a dos kilómetros de la zona urbana de la ciudad.
La cuestión ambiental no puede ser escindida de la cuestión económica y social, están indisolublemente unidas y forman parte de un mismo problema. Debido a ello en la encíclica Laudato sí el Papa Francisco proponen abordar la cuestión de la crisis ecológica desde el sentido de una ecología integral, yendo más allá de la cuestión ambiental. Retoma, en esta encíclica, algunas reflexiones de Leonardo Boff sobre la "casa común", la "madre Tierra", el "grito de la Tierra, grito de los pobres".
Este abordaje integral responde a la necesidad de pensar la crisis desde un paradigma complejo. Ya no alcanza pensar desde, lo que Edgar Morin, llamo paradigma de simplificación. Las transformaciones de la vida humana en los últimos doscientos años engendraron fenómenos de desequilibrio ecológico, que exceden la simple cuestión medioambiental y amenazan la implantación de la vida sobre la superficie del planeta.
En en un ensayo de mediados de la década de 1980, “Las tres ecologías”, Felix Guattari desarrollaba el concepto de ecosofía para articular tres tipos de registros ecológicos: la ecología social, la ecología mental y la ecología medioambiental. La tesis de Guattari consiste en la necesidad de combinar estos tres registros ante la amenaza de degradación ambiental y el deterioro de los modos de vida humanos, individuales y colectivos.
Paralelamente a los fenómenos de desequilibrio ecológico, los modos de vida evolucionan en el sentido de un progresivo deterioro. El imperio de un mercado mundial lamina los sistemas de valor. Hombres como Donald Trump se enriquecieron apoderándose “barrios enteros de New York, de Atlantic City, etc., para renovarlos, aumentar los alquileres y expulsar al mismo tiempo a decenas de millares de familias pobres, la mayor parte de las cuales fueron condenadas a devenir homeless, un equivalente de la extinción de especies animales de la ecología medioambiental”. La ecología social, dice Guattari, consistirá en reinventar formas de ser en el seno de la familia, la pareja, el trabajo. Trabajar en la reconstrucción de las relaciones humanas, en nuevas formas de solidaridad. Se tratará de reconstruir “modalidades del ser en grupo, tanto a los niveles microsociales como a mayores escalas institucionales”.
La ecología mental implica la multiplicación de territorios existenciales, producción de subjetividad como proceso fundamentalmente social. “Más bien que de sujeto, quizá convendría hablar de componentes de subjetivación”. La producción de subjetividad incluye no solo la constitución psíquica del sujeto en tanto humano, sino también todos aquellos aspectos que hacen a su construcción social. Por lo tanto, su estructuración psíquica se desarrolla en el contexto social e histórico en el que el sujeto vive, se desarrolla y es afectado por los distintos encuentros. La subjetividad es un proceso de producción que se encuentra atravesado por dimensiones sociales, institucionales, grupales, e individuales. Es un devenir en transformación. Asistimos a una subjetividad producida por un modelo económico, el capitalismo, que tiende a quebrantar y fragmentar los lazos sociales, fortaleciendo las individualidades, lo común comunitario se ha dividido. Surge entonces una “subjetividad capitalista” que es fabricada, modelada, consumida y producida. (Ana del Cueto)
Un ejemplo grotesco de polución mental lo expone en el libro “La banalidad del mal, Eichmann en Jerusalén” Hanna Arendt. Cuando describe a Eichmann: no era un sujeto sádico o demoníaco, sino alguien “terriblemente normal”, totalmente común. Arendt observó que hombres normales, en determinadas circunstancias, se involucran en una empresa asesina y están dispuestos a todo con una completa exención de la responsabilidad por sus actos. Eichmann procedía kantianamente siguiendo las reglas, repetía frases hechas, lugares comunes y tenía una llamativa incapacidad para pensar con criterios propios.
Podemos atrevernos a asemejar la ecosofía con el “Buen Vivir” que proviene de los pueblos andinos. El Buen Vivir es una cosmovisión que nos abre la posibilidad de aprender de realidades, experiencias, prácticas y valores presentes en muchas partes, aun en medio de la civilización capitalista. Propone la búsqueda de la vida en armonía del ser humano consigo mismo, con sus congéneres y con la naturaleza, entendiendo que todos somos naturaleza y que somos interdependientes unos con otros, que existimos a partir del otro. Buscar esas armonías no implica desconocer los conflictos sociales y las diferencias sociales y económicas, ni tampoco negar que estamos en un orden, el capitalista, que es ante todo depredador (Alberto Acosta).
Alejandro Unzaga
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DEAMBULAR SIN RUMBO
Deambular sin rumbo por las calles de la ciudad sin más objeto que experimentar el transcurso de la vida moderna.
Charles Baudelaire, El pintor de la vida moderna.
En las recientes terceras Jornadas Regionales por la Educación Pública, organizadas por el Instituto Superior de Formación Docente N° 6 y realizadas en Escuela Normal, junto a Rosana Fernández, Ana Laborde y Paula Di Pólvere realizamos un taller que llevó por título “¿Qué nos pasa con la comunicación en la escuela secundaria?”. Teníamos por objetivo armar un dispositivo para interrogar y desplegar aquello virtual e inasignable de las prácticas docentes; partiendo de la hipótesis que además de problemas de comunicación hay incomunicación; sobrevuelan cosas que no se pueden comunicar y elementos que se comunican deformados en los intersticios institucionales.
En la invitación proponíamos que “las intervenciones comunitarias deberían diseñarse, teniendo presente la producción subjetiva de esa comunidad o grupo comunitario, es decir, interviniendo en la salud mental de esa comunidad específica.
Cuando hablamos de producción subjetiva, estamos refiriéndonos a cómo se produce, se inscribe, se conforma, se moldea participando en su constitución desde los complejos procesos de identificación, que ocurren en la intimidad de las relaciones familiares y en los vínculos con la comunidad, el Estado, las instituciones, la historia, la política, etc. ¿Qué nos pasa con la comunicación en la escuela secundaria?”. Esta invitación al taller abarcaba a toda la comunidad educativa.
Para diseñar el taller pensábamos, y así lo plasmó en el abstract de presentación nuestra compañera Paula Di Pólvere, que “los diferentes emergentes y conflictos del Nivel Secundario producen prácticas y discursos que circulan y generan un malestar, pero suelen lamentablemente quedar en el lugar de la queja, sin poder resolver las razones que generan esas tensiones. Para poder reflexionar sobre lo que nos pasa en el Nivel Secundario, proponemos una dinámica grupal psicodramática donde abordamos, desde el juego y la corporalidad, aquellas escenas que se presenten como conflictivas o temidas, y buscamos otros modos de interacción que faciliten estrategias creativas”.
Para ello utilizamos herramientas del Teatro Espontáneo y del Playback Theatre. El Teatro Espontáneo es un dispositivo grupal que tiene un origen común con el Psicodrama. Ambos fueron ideados por Jacob Levy Moreno y proponen la incorporación de dramatizaciones enfatizando la expresión corporal y la comunicación, la circulación del protagonismo y la creación colectiva. El Playback Theatre es una forma original de teatro de improvisación en la que los miembros de la audiencia o del grupo cuentan historias de sus vidas y las ven dramatizadas en el momento, fue ideada por Jonathan Fox y Jo Salas.
Habitualmente estos dispositivos utilizan un compañía de actores entrenados que improvisan las historias propuestas por el público. En nuestro caso no utilizamos una compañía, estas historias fueron dramatizadas por algunos de los miembros de la audiencia que se animaron a actuar las historias narradas, produciendo un hecho estético, jugando con situaciones concretas de la vida diaria, usando para ello el lenguaje teatral.
La característica principal del taller es la carencia de libreto o texto preconcebido, un desafío a deambular sin rumbo entre las narraciones experimentando el caos de la vida cotidiana de los docentes, de los alumnos, de todos los que intervienen en la comunidad educativa. El público es el portador de las historias representadas. Algunos integrantes compartieron voluntariamente una historia, una escena conflictiva con todos los que allí se habían congregado, permitiendo el acceso a un relato de su memoria personal. Luego, se la presta a otro integrante, comenzando una serie de agenciamientos donde la escena individual ira siendo apropiada por la trama grupal, quien elige a otros integrantes para mostrar la escena propuesta, agregándole, cada uno imperceptiblemente, condimentos de su propia singularidad. Luego la acción comenzó a desarrollarse, revelando nuevas alternativas de acción.
Esta es una práctica de descentramiento de la autoría argumental para desarrollar un camino grupal al que Hernán Kesselman denominaba de desrostrización, “por el cual la máscara inicial que expresa un conflicto, un argumento cualquiera de algún autor que presta la escena, su novela, es apoderada y deformada por las máscaras resonantes de compañeros que lo representan. Representación semejante, pero distinta, ya que el actor protagonista ha teñido con su singularidad personal el rol del que se ha apoderado, continuando el proceso de desrostrización al escenificar su versión novelada de la novela original del prestador de la escena. Para ello interactúa distribuyendo máscaras de su argumento entre otros compañeros”.
Luego del desarrollo escénico de los relatos seleccionados, escenas mostrativas, pedimos al público improvisaciones en forma de escenas espontaneas, sin ser pensadas en detalle, escenificaciones resonantes en cadena. Esta metodología se la denomina Multiplicación Dramática y es producto de la genial inventiva del dúo Pavlovsky- Kesselman. La producción dramática colectiva desplegó costados no visibles en las escenas originales. Hablamos de despliegue, de escena mostrativa, de experimentación y de multiplicación, porque la concepción metodológica estaba puesta en multiplicar sentidos plegados, virtuales, en las practicas docentes y no explorar o buscar sentidos ocultos.
Finalizamos con una ronda de comentarios, un momento de diálogo de todos los presentes, con respecto a la experiencia compartida y las resonancias que en su mundo subjetivo tuvieron. Momento en que los integrantes comunicaron su reflexiones y sentires, sus descubrimientos.
El taller fue un espacio para cartografiar como la subjetividad es plural y polifónica y pensarla desde la diversidad, ya que un hecho subjetivo es siempre engendrado por un agenciamiento de niveles semióticos heterogéneos.
Alejandro Unzaga
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TODO LO SOLIDO SE ESTABA DESVANECIENDO
Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.
Marx y Engels. Manifiesto Comunista
En el 2001 todo lo que era solido se estaba desvaneciendo, las cosas habían comenzado mucho tiempo antes, en ese momento solo se hicieron visibles. La crisis que atravesamos en la actualidad es diferente en muchos aspectos de aquella, si bien hay un deja vu irremediable, tanto en el terreno económico, social o político. En la esfera política en el 2001 se produjo una “crisis de representación de los partidos tradicionales, una ruptura entre representantes y representados que luego explotó con el que se vayan todos” (Fernando Rosso), desde aquel momento se visibilizó una mutua desconfianza entre el representado y su representante. Tal desfondamiento institucional aún puede apreciarse, no hay hoy día partidos políticos, solo frentes circunstanciales que mutan de nombre y de nombres con tal celeridad que nuestra memoria no llega a registrar. También nacieron relatos que hablan de la nueva política, pero no hay nada nuevo cuando se desconfía de la capacidad de decisión de los ciudadanos. Aún aquellos que hacen de su bandera la ampliación de derechos de las mayorías quedan entrampados en estas narraciones. Relatos, narraciones, guiadas por principios que organizan el pensamiento y gobiernan nuestra visión de las cosas y del mundo sin que tengamos conciencia de ello, las teorías sobre las que operan son en gran parte inconscientes. Nuestros modos de pensamiento son tan habituales que apenas notamos cómo filtran nuestra percepción de la realidad.
Intuimos que el padecer de nuestra sociedad excede las cuestiones relacionadas con la crisis, que no basta con actuar macropolíticamente. “Pues porque por mucho que se haga en el plano macropolítico, por más brillantes que sean las ideas y las estrategias, por más valientes que sean las acciones, por más éxito que tengan, por menos autoritarias y corruptas que sean lo que se logra es una reacomodación del mismo mapa vigente” (Suely Rolnik).
La voluntad es solo la parte reflexiva de lo que somos en tanto seres imaginantes. Estamos fabricados, modelados así. Desde nuestro nacimiento como sujetos humanos estamos captados en un campo histórico social, ubicado bajo el dominio de un imaginario colectivo. El contexto es el texto de nuestras imaginaciones y da un horizonte a nuestros deseos. La sociedad nos produce conformes con ella, y a su vez la reproducimos. Son procesos de subjetivación que no lo ejercen agentes individuales, ni el funcionamiento de instancias intrapsíquicas, ni en agentes grupales. La subjetividad es producida por un conjunto de elementos heterogéneos que hacen máquina y conforman agenciamientos. La subjetividad está fabricada y modelada en el registro de lo social, los procesos de subjetivación no se sitúan en el campo individual; un individuo es la terminal individual de la subjetividad, su expresión singular. La subjetividad está en circulación en grupos sociales de diferentes tamaños: es esencialmente social, asumida y vivida por individuos en sus existencias particulares.
Pero, ¿qué tipo de proceso de producción de subjetividad se está modelando? Desde comienzos de la década del setenta del siglo pasado, se vienen produciendo transformaciones significativas del lazo social “en función de una mutación de las significaciones imaginarias sociales” fundantes de lo que conocemos como Modernidad (Ana Fernández), un tipo de subjetividad producida por un modelo económico que, fortaleciendo las individualidades, fragmenta y quiebra los lazos sociales. El capitalismo no es solo un modelo económico, sino que produce un tipo particular de subjetividad social. El proceso creciente de financiarización de la economía, también lo es de las relaciones sociales. Esto ocurre en la cara molecular de estas, una cara imperceptible, no visible. Proceso predatorio de los lazos de solidaridad social, que son sacrificados en el altar del mercado. Competir es la consigna de nuestra época, y competir es luchar contra los demás. La filosofía del mercado desregulado, nos pide incesantemente dar lo mejor de nosotros mismos para sobrevivir. La insatisfacción resulta de la necesidad de consumir constantemente y alcanzar los modelos que propone el capitalismo, arrastra a los individuos a trabajar en exceso, cada vez más, al punto de autoexplotarse. Presionados a poder ejercer nuestros deseos, sometidos al discurso del mérito y el emprendimiento, todo es posible en la sociedad del libre mercado… siempre y cuando uno se esfuerce lo suficiente. Pero nunca es suficiente y en algunos individuos el padecimiento individual es una encarnación singular de una desdicha colectiva. Las transformaciones económicas, políticas y sociales vinculadas al neoliberalismo producen efectos tóxicos que fragilizan los cuerpos sociales e individuales y producen un conjunto de significaciones imaginarias sociales que son las que limitan nuestra capacidad de imaginar.
El estudio del sujeto humano y sus padecimientos no puede desligarse de la realidad social en que se desenvuelve y que impregna todos y cada uno de sus aspectos; un tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo: la complejidad. “La complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre” (Edgar Morin).
Cuando un problema es complejo, ninguna persona tiene todas las respuestas. Todos tenemos puntos ciegos, lagunas en nuestra comprensión. Se vuelve ineludible un enfoque transdisciplinario. Deconstruir las tranformaciones en lo económico, lo institucional y la vida cotidiana como vía de elucidación de la producción subjetiva. La problemática micropolítica no se sitúa en el nivel de la representación, sino en el nivel de la producción de subjetividad, e implica alguna dimensión del deseo a escala colectiva. Una micropolítica sólo puede ser encontrada a partir de los agenciamientos que la constituyen, en la invención de modos de praxis que permitan elucidar un campo de subjetivación y, al mismo tiempo, intervenir efectivamente en ese campo, tanto en su interior como en sus relaciones con el exterior. Una práctica que permita intervenir en el corazón de la subjetividad dominante, produciendo un juego que la revele (Guattari).
Maritza Montero nos señala que la psicología social comunitaria se apropió del concepto de “empoderamiento”, como aquel proceso mediante el cual los miembros de una comunidad desarrollan conjuntamente capacidades y recursos, para controlar su situación de vida, actuando de manera comprometida, consciente y crítica, para lograr la transformación de su entorno según sus necesidades y aspiraciones, transformándose al mismo tiempo a sí mismos. Este proceso que realizan las comunidades para desarrollar y potenciar capacidades, obtener y administrar recursos, guarda estrecha relación entre producción de subjetividad y ejercicio de la ciudadanía, allí encontraremos las posibilidades de enfrentar nuestros padecimientos.
Alejandro Unzaga
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Una cuestión de máquinas y seres vivos
El problema fundamental de la filosofía política sigue siendo el que Spinoza supo plantear: “¿Por qué combaten los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?”
Deleuze & Guattari, “El antiEdipo”.
Resulta demasiado peligroso hablar de las cosas que nos circundan. Es más sencillo mirar otros paisajes. Mirar a la Alemania de entre guerras para pasmarnos ante el ascenso del fascismo; o detenernos en la sutil manipulación de un referéndum en la Gran Bretaña de nuestro días, puede resultar un ejercicio de introspección necesario para extrañarnos de nuestra realidad cotidiana.
El tele film “Brexit: The Uncivil War”, muestra la campaña política del referéndum por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. En un momento de la película, Dominic Cummings, el cerebro de la estrategia de uno de los bandos, explica a su staff: “¿Cuál es el mensaje? No puede ser solo una consigna, debe englobar una emoción. ¿Qué emoción? Mi padre trabajaba en un pozo. De petróleo. Esas bolsas de energía, ocultas… Enterradas muy hondo durante largos períodos de tiempo. Gruñendo, gimiendo… Esperando una vía de escape. Solo teníamos que averiguar dónde estaban y empezar a excavar. Abrir el pozo y liberar la presión. Podemos alimentarnos de esos pozos de resentimiento, todas estas presiones que se han ido acumulando… mientras las ignoraban”.
La película se propone explicar cómo sucedió todo, cómo explotaron electoralmente los sentimientos más tóxicos de la sociedad británica. Cummings consiguió implantar su mensaje aunque tuviese que recurrir a mentiras. En la narración observamos la exploración nuevas maneras de hacer campaña, nos introducimos en la en la guerra de los datos personales. Los datos de los potenciales votantes para hacerles llegar el mensaje que quieren oír, alimentando el resentimiento de la forma más efectiva posible.
Wilhelm Reich observa, en la política del marxismo alemán desde el final de la Primera Guerra hasta el ascenso del nazismo, que los procesos objetivos de la economía y a la política no llegaban a advertir el factor subjetivo de la historia. Mientras la base económica se deterioraba amplias capas de la población se derechizaban, las masas pauperizadas ayudaban a que la reacción política más extrema, tomara el poder. Se extrañaba que de la crisis hubieran surgido ideologías objetivamente opuestas al interés de la masa. Sin embargo, Reich no da una respuesta al problema, solo lo plantea.
El dúo francés, Deleuze & Guattari, tocados aún por los acontecimientos parisinos de Mayo del 68, retoman este cuestionamiento: “¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no sólo para los demás, sino también para sí mismos?”
La película sobre la campaña del Brexit, señala que ciertos picaros, utilizando herramientas de comunicación masiva y las novedosas redes sociales, pueden tocar la fibra más irracional del ser humano para llevarlo a elegir en contra de sus intereses. El consumo y la comunicación de masas establecieron un presente donde los acontecimientos se sustituyen con celeridad y sin secuencia. Aislados, alienados en pantallas. Solos, abrumados por el bombardeo mediático. Es un proceso de cretinización, a través de la comunicación, que convierte a las masas en ganado cibernético que pasta mansamente frente a sus pantallas (G. Châtelet, “Vivre et penser comme des porcs“).
En el libro “El imperio de lo efímero”, Gilles Lipovetsky sostiene que la moda es hoy el paradigma dominante, la moda es la piedra angular de la vida colectiva y ha impuesto sus dictado. Nuestra realidad está caracterizada por cierto declive ideológico y el ascenso del mercado.
Este imperio de la moda tiene como contrapartida el desamparo, la depresión y la confusión existencial. Estas fuerzas agitan el mundo produciendo efectos en nuestro cuerpo. Nuestros cuerpos comportan la capacidad de ser afectados por las relaciones que provienen de la realidad que resultan invisibles al ojo humano, previas a la conciencia y, por tanto, intraducibles al carecer de imagen y palabra, una especie de extrañamiento vivido como amenaza. El mundo vive en nuestro cuerpo provocando malestar.
Son nuevos sentidos que buscan expresarse y necesitan conexiones para inventar algo, una forma que sea portadora de este malestar que pide paso. Si no pueden expresarse, si aquello que carecía de imagen o palabra es impedido que adquiera una forma de expresión, si se bloquea el proceso, sobreviven palpitando en pozos de resentimiento que ignoramos.
Para poder recobrar un equilibrio, nuestra pulsión vital necesita actuar: imagen, palabra, gesto, obra de arte u otra manera de alimentarse, de amar, otro modo de existencia, que permita ser portador de la pulsación que pide paso. La más de las veces no ocurre tal sublimación porque estamos inmersos en una perspectiva “antropo-falo-ego-logocéntrica”, tal la definición de la psicoanalista brasileña Suely Rolnik, que anestesia los efectos de las fuerzas del mundo en nosotros, las bloquea, y las vivimos como amenaza. Máquina abstracta antropo-falo-ego-logocéntrica que actúa de manera inmanente, molecular. “El campo social está recorrido por el deseo, hasta las formas más represivas son producidas por el deseo” (Deleuze & Guattari, “El antiEdipo”).
Reformulemos entonces la pregunta: ¿por qué el deseo desea su propia represión? Ninguno de nosotros sufre al poder pasivamente, ni queremos ser reprimidos. Y mucho menos somos engañados por promesas electorales que sabemos vacías de antemano. Pero, el deseo es inseparable de un campo social, máquina abstracta, que fluye por andariveles moleculares, una microfísica de formaciones moleculares que prefiguran actitudes y percepciones. El deseo, resultado de un elaborado montaje, al verse boqueado sus posibilidades de expresarse, determina a ser fascista. “Hay fascismo cuando una máquina de guerra se instala en cada agujero, en cada nicho de microfascismo, pozos de resentimiento, que proporcionan al fascismo un medio de acción incomparable sobre las masas. Microorganizaciones que proporcionan un medio para penetrar en todas las células de la sociedad”. (Deleuze & Guattari, “Mil mesetas”).
La gran genialidad de Dominic Cummings es haber advertido esos nichos de microfascismo, alimentados durante mucho tiempo por las decisiones políticas, y explotarlas en beneficio electoral de su grupo.
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CAPTAR LAS FUERZAS
¿Qué pasa sobre el cuerpo de una sociedad? Flujos, siempre flujos, y una persona siempre es un corte de flujo. Una persona, es un punto de partida para una producción de flujos, un punto de llegada para una recepción de flujos, de flujos de todo tipo; o bien una intersección de muchos flujos. (Gilles Deleuze, Derrames)
El psicodrama, mediante el uso de la dramatización, permite el despliegue de los conflictos personales. Sin embargo, en el psicodrama no se trata de reproducir o inventar formas, sino de captar fuerzas, hacer visibles fuerzas que no lo son. Fuerzas que nos llevan a un callejón sin salida, a un momento de captura. Por lo cual, el psicodrama es un dispositivo que permite cartografiar las fuerzas. Sin embargo, aún cuando la fuerza sea la condición para la sensación, no llega a ser sentida.
Entonces, ¿cómo hacer visibles fuerzas que no lo son? Este es el problema a resolver, hacer visibles fuerzas invisibles.
La escena que se presta a dramatizar la denominamos “mostrativa”. El director de la escena deberá ir descubriendo la historia a medida que se desarrolla la escena en una exploración liviana, una pincelada. Interesa ver el cuerpo, los cuerpos, jugando en escena hasta arribar a un punto de captura. Este es el instante donde pujan la fuerzas invisibles que buscan expresarse, entrando en fricción con los territorios culturales vigentes del protagonista. Produciendo un estado de extrañamiento que se vive como una amenaza.
Pero, ¿cómo sabemos cuando es capturado el protagonista? El director debe atender a su propio cuerpo, a sus propias sensaciones para comprenderlo.
En una escena, prestada, el conflicto se juega al interior de una consulta. La paciente mantiene una relación matrimonial violenta y no sabe como resolverla.
Paciente y terapeuta sentadas un frente a la otra.
Paciente: ... quiso tener sexo conmigo... le pedí que se pusiera un preservativo y reaccionó mal... gritó... insultó... terminamos durmiendo en piezas separadas.
La terapeuta intenta calmarla, se le acerca, quiere tomarle una mano, la paciente rehuye el contacto.
Terapeuta: ¿por qué no intentás separarte?
El director de la escena les solicita expresen sus sensaciones.
Terapeuta: impotencia.
Paciente: ¿por qué me tengo que separar?
Terapeuta: lo que digo no me alcanza.
Concluye la escena. Tampoco al director le alcanza para “resolver” la escena.
Este es el momento del tartamudeo del protagonista. Esta captura se suscita en el encuentro de los cuerpos en escena, en movimientos imperceptibles a la vista. Esta afección también influye en el conductor de la escena. El tartamudeo es momento de captura, ocurre cuando los afectos desplegados buscan nuevas formas de expresarse, y no las encuentran. Y esto es lo que debe mostrar la dramatizacion, los afectos que se producen en el encuentro de los cuerpos y su punto de captura, el tartamudeo.
La fuerza del afuera no cesa de trastocar y de investir los cuerpos. Cuando el cuerpo visible se enfrenta a las potencias de lo invisible, no les da otra visibilidad que la suya. La fuerza se da en relación con otras fuerzas. La captura se produce en un cuerpo preso de fuerzas invisibles e insensibles que desbordan lo que puede sentir.
Suely Rolnik usa la metáfora de la banda de Moebius para explicar que el mundo, de un mundo, se compone de dos caras. Una la cara molar, es la de las formas. La otra, la molecular, es la de las fuerzas, de los flujos.
Las formas son moldeadas por las representaciones culturales vigentes. Estas representaciones son las que nos permiten conocer el mundo, entender la realidad. Para descifrar el mundo, disponemos de la experiencia empírica basada en las capacidades de percepción y de los sentimientos del yo; éstas sirven para descifrar las formas del mundo. Nuestra identidad, está estructurada bajo este marco cultural, por lo cual el sujeto es derivado del afuera, moldeado por los procedimientos de individuación de las representaciones culturales.
La otra cara del mundo, la de las fuerzas, no puede ser captada conscientemente. El efecto de estas fuerzas mundo producen otras maneras de sentir distintas de las formas del marco cultural vigente. Las fuerzas del mundo afectan los cuerpos, producen efectos en nuestro cuerpo. Y esos efectos consisten en otra manera de sentir, es un estado que no tiene imagen, que no tiene palabra y escapa al mundo de las representaciones vigentes, generando una fricción con estas.
Este proceso es denominado producción de subjetividad cuando produce variación. La subjetividad excede a la identidad. La subjetividad se presenta como una pulsión a la diferencia, es un proceso que se efectúa por plegamiento.
Michel Foucault describe la producción de subjetividad como que “el adentro es un pliegue del afuera”. Y lo propio del afuera es la fuerza. El poeta brasileño Oswald de Andrade dice “no soy yo quien rima. Es la poesía que viene en el infinitivo de los verbos, en el gerundio, en el pronombre”. El afuera es una materia cambiante animada de pliegues y plegamientos que constituyen un adentro. Para ser gráfico veamos un ejemplo extremo de como el afuera se pliega en un adentro:
En Alemania durante la década del 30 del siglo pasado la periodista Charlotte Beradt decidió recoger los sueños de la gente, mediante discretas indagaciones entre sus amigos médicos, quienes preguntaban por los sueños de sus pacientes. Beradt se exilió en Inglaterra en 1939, y allí reunió sus investigaciones en forma de libro. “Muchos de los sueños recogidos testimoniaban el miedo de la gente a ser vigilada. En 1934 un médico soñó que los muros de su consulta y de todas las casas del vecindario desaparecían de repente, mientras desde un altavoz alguien proclamaba que la acción obedecía al "Decreto de Supresión de Muros aprobado el día 17 del mes en curso". Una mujer soñó que mientras estaba en la ópera viendo una representación de La flauta mágica de Mozart, un escuadrón de policía había entrado en su palco inmediatamente después del pasaje "Seguro que es el diablo!" porque habían percibido que ella había pensado en Hitler en conexión con la palabra diablo. Cuando miró a su alrededor en busca de ayuda, el anciano sentado en el palco vecino le lanzó un escupitajo. Una chica explicó un sueño en que los ángeles del cuadro que colgaba sobre su cama bajaban la- mirada para mantenerla bajo observación. Un buen número de personas soñaron que eran encerrados tras un alambre de espino o que interrumpían sus conversaciones telefónicas, como un hombre que, después de decirle a su hermano por teléfono "ya no puedo disfrutar con nada", soñó que le llamaba una voz inexpresiva que se presentaba como la "Oficina de Vigilancia de Conversaciones Telefónicas": el hombre se daba cuenta de inmediato de que el Tercer Reich consideraba un delito estar deprimido y pedía perdón, pero sólo recibía un silencio como respuesta. Unos cuantos soñaron que cometían pequeños actos de resistencia que siempre resultaban inútiles, como la mujer que soñó que cada noche retiraba la esvástica de una bandera nazi y que cada mañana reaparecía. En el repaso y análisis de estos sueños, Charlotte Beradt recordó una frase del líder del Frente Alemán del Trabajo Robert Ley: "En Alemania sólo se puede tener vida privada cuando se duerme". Los sueños que había recogido mostraban, concluía Beradt con tristeza, que ni tan sólo eso era cierto.” (Richard Evans, El Tercer Reich en el poder)
Concluyendo la captura ocurre cuando el sentido cristaliza, cuando debido a la fricción entre las dos caras de “la cinta de Moebius” se bloquea la producción de subjetividad. El recurso para desbloquear es la Multiplicación Dramática que permite que el sentido fluya, que se desplieguen las múltiples fuerzas cristalizadas en la captura. Y se hace improvisando dramáticamente sobre una dramatización anterior. Esta diversidad de miradas sobre las escenas produce el estallido de la versión narcisista, identitaria, de nuestros relatos, nuestras historias.
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Éxito o felicidad
En el Programa “La isla”, que se emite por Radio Chivilcoy, Luis Rositto suele someter al invitado de turno a un ping pong de preguntas y respuestas. Una de las preguntas interroga sobre ¿éxito o felicidad? El juego busca la velocidad de la respuesta sin importar el polo de la elección. Podemos pensar que el éxito trae la felicidad o que si somos felices el éxito se da por añadidura. Buscamos ser felices y alguno podría preguntar: “¿Ser feliz?… ¿y qué ganas con ello?”. Sin temor a equivocarnos podemos sostener que ninguna ciencia, ni ningunas técnica, puede alcanzar la felicidad.
Tanto el éxito como la felicidad pueden apreciarse como pasiones que esconden el mandato de la competencia. La lucha por alcanzar el éxito. cosa muy difícil de conseguir ya que ¿hay alguna forma de alcanzar de manera individual cuando las condiciones de existencia en el neoliberalismo están dadas para que el proceso de acumulación se restrinja en unos pocos, muy pocos?
La economía liberal, con su culto del beneficio y del éxito, está empapado de la ideología de la felicidad. El proceso de producción globalizado se apoya en una auténtica ideología de la felicidad que, sin embargo, esconde efectos de infelicidad crecientes que se manifiestan en La vida y en el psiquismo, sobre el sistema emocional. Podemos entrever algun indicio en el emerger de formas pánicas o depresivas de la psique social y del comportamiento colectivo.
Una actitud mental predomina hoy en día en el panorama intelectual, el mercado competitivo es considerado como el único medio por el cual es posible la conquista del progreso. La miseria y la marginación son su inevitable precio. Del mismo modo en que la evolución natural con su despiadada selección elimina a los débiles y permite a los fuertes prosperar, así la sociedad humana no puede progresar si no mediante la explotación. El trabajo, la productividad, la competencia son considerados los valores a los que todo debe ser sacrificado.
El imperativo categórico de hoy día manda ser competitivo, si quieres sobrevivir debes ser competitivo. Su consecuencia es la enfermedad mental, que se muestra como una epidemia social.
Ser competitivo implica recibir y elaborar continuamente una inmensa y creciente masa de datos. Esto provoca un estrés de atención constante y una reducción del tiempo disponible para la afectividad. Esto devasta el psiquismo individual. Depresión, pánico, angustia, sensación de soledad, miseria existencial.
Pero, en una sociedad donde prima la competencia y el poder económico, no se puede decir: estás agotado. Hoy el capital necesita energías mentales, energías psíquicas. Las enfermedades mentales están estallando en el centro de la escena social.
La infelicidad funciona como un estimulante del consumo: comprar es una suspensión de la angustia, un antídoto de la soledad. Pero no es la única manera en que se expresa el malestar.
Fuera de toda duda la gente está triste por su forma de vida, en la actual forma que toma el capitalismo. Y esa tristeza tiene consecuencias en la salud pues merma la potencia de actuar. El principal efecto es un bloqueo del deseo.
Procesar este malestar implica conquistar nuevos territorios existenciales que amplían el campo de nuestras experiencias, enriqueciendo nuestro pensamiento, aumentando nuestra capacidad de existir. El deseo es el proceso de producción de universos psicosociales. Es un proceso para lograr una adaptación activa a la realidad. Sin embargo esta creación de universos psicosociales se enfrentan con un conjunto de actitudes resistenciales, tanto en el nivel individual como en el nivel grupal y el nivel social, que crean situaciones estereotipadas que impiden o bloquean el proceso.
Las resistencias se manifiestan habitualmente en la forma de dos miedos primarios que originan una perturbación existencial básica. Estos miedos son el miedo a la perdida y el miedo al ataque.
Si fracasa se bloquea el proceso de producción de universos psicosociales, allí se presenta la enfermedad. La enfermedad no es proceso, sino detención del proceso, La neurosis, la psicosis son estados en los que se cae cuando el proceso está interrumpido, impedido, cerrado.
Cuando predomina el miedo a la perdida el yo proyecta sobre sí mismo la causa del malestar y se va a intoxicar de culpa. Pasa a verse a sí mismo como insuficiente, incapaz, inferior, débil, fracasado, no deseable. Una de las maneras en que va a actuar el deseo para recobrar el equilibrio va a ser el consumo. En el marco de la política de subjetivación dominante, los objetos de ese consumo serán productos de toda suerte que le ofrece el mercado, a veces compulsivamente.
Cuando predomina el miedo al ataque, el yo proyecta la causa del malestar sobre el otro (de raza, género, clase, ideología etc.) y lo demoniza intoxicandose de odio y resentimiento. Eso puede llevar a acciones extremamente agresivas cuyo poder de contagio tiende a crear las condiciones para el surgimiento de una masa fascista. La experiencia de extrema desestabilización que estamos viviendo hoy en el planeta es igualmente portadora de ese tipo de riesgo.
En toda esta reflexión me fue acompañando,como un amigo conceptual, el filosofo italiano Franco Berardi. Y voy a concluir con una larga cita de Deluze: “La idea de base de Spinoza es muy simple, es que hay dos plagas del genero humano… el odio y el remordimiento. Se podría hacer una especie de cuadro psiquiátrico de las afecciones del odio y de las afecciones del remordimiento. Pero lo que le interesa en su manera de ver todo esto no es una psiquiatría; lo que le interesa es, evidentemente, la política. Spinoza se pregunta: ¿Qué es lo que se llama los poderes? El plantea la cuestión del poder de una manera tan ridícula: el poder se opone a la potencia; la potencia es nuestra suerte en nosotros… pero el poder es otra cosa. Se pregunta ¿Qué quiere decir tener el poder sobre alguien? Tener el poder sobre alguien es estar a la medida de afectarlo. Los poderes son fundamentalmente instituciones hechas para afectarnos de tristeza, funciona así y no puede funcionar más que así. Cosas como la esperanza, la recompensa y la seguridad son puestas del lado de los afectos tristes.”
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Otro mundo es posible, o de como Pessoa leyó a Deleuze
No soy nada
nunca seré nada
no puedo querer ser nada
aparte de esto, tengo en mí
todos los sueños del mundo. (Fernando Pessoa)
Según Leibniz cada noción individual contiene una multiplicidad de mundos posibles, pero solo uno de estos pasa a la existencia. Hay todos estos mundos y cada uno de estos mundos posibles, por su cuenta, persigue la pretensión de pasar de lo posible a lo existente. Sin embargo, sostiene Leibniz, esto no es posible. Ellos no son composibles, no se las arreglan los unos con los otros pues resultan contradictorios entre sí, una única combinación pasará siguiendo la más estricta fidelidad a la física newtoniana. Todos los mundos diferentes, todas estas infinidades de mundos, se excluyen los unos de los otros, se trata de éste mundo o bien de otro. Si mi naturaleza me indica que soy de tal manera no me es posible ser de tal otra, el principio de identidad no me lo permite (quizás tampoco la sociedad lo tolere). Tengo que ser idéntico a mí mismo, tengo que ser yo mismo.
David Hume armó algún escándalo cuando postuló que “los seres humanos no son sino un haz o colección de percepciones diferentes, que se suceden entre sí con rapidez inconcebible y están en perpetuo flujo y movimiento”.
El yo es una mirada hacia adentro y solo en esta dirección: el microcosmos se transforma en macrocosmos, el sujeto excluye al objeto, es más, el sujeto se convierte en el objeto de sí mismo, se coloca a sí mismo como otro diverso de sí.
No hay normas. todos los hombres son
excepciones a una regla que no existe
del individuo tenemos que partir,
aunque sea para abandonarlo. (Fernando Pessoa)
Borges, en "El jardín de los senderos que se bifurcan", reinterpreta a Leibniz poniendo todos estos mundos, incomposibles entre sí, en el mismo mundo. Con Borges los incomposibles se hacen parte de un mismo mundo: “En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pên, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. En la obra de Ts’ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones… infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades”.
Fernando Pessoa se atreve otrarse desplegando la heteronimia, o el hombre multiplicado. La heteronimia es un camino a recorrer en la búsqueda de la despersonalización identitaria.
Pessoa comprendió que “en cada sí, incluso en el más pleno y rotundo, hay un minúsculo no, corpúsculo portador de un signo contrario que gira en una órbita oscura” (Murilo Méndez). Si el seudónimo es ocultamiento del nombre propio con otro nombre para no ser reconocido, el heterónimo designa a distintos personajes que escriben con distintos estilos a partir de biografías y formas de vivir, pensar y escribir diferentes entre sí. Con los heterónimos, Pessoa, fue enmascarando su propio nombre, para otrarse, para hacerse otro. Para vivir tantas vidas como personas escribían, sin dejar de ser el mismo:
Sentir todo de todas las maneras
vivir todo de todos los lados
ser la misma cosa de todos los
modos posibles al mismo tiempo
realizar en sí toda la
humanidad de todos los momentos
en un sólo momento difuso,
profuso, completo y lejano. (Fernando Pessoa)
Los heterónimos que describen el plano de mundos posibles del autor y el autor no es más que el envoltorio de su heterónimo principal. El nombre del autor es seudónimo de sus personajes.
¿Quién es yo?, siempre es una tercera persona. Gracias a nuestros personajes, nos convertimos siempre en otra cosa. Somos una multiplicidad de máscaras que se vinculan entre sí más allá del rostro. Heterónimos que configuran personajes. Estos nos habitan, están ahí, innominados, subterráneos antes y durante el encuentro con otros. Se bifurcan y bifurcan sin cesar.
Los personajes proliferan y se bifurcan, chocan, se sustituyen. Algunos simpáticos, otros más o menos antipáticos. ejecutan los movimientos del plano de mundos posibles y desarrollan la ficción de las novelas personales. Los heterónimos nacen constantemente y varían con el plano de mundos posibles.
Me multipliqué, para sentirme
para sentirme, precisé sentir todo
transbordé, no hice sino extravasarme
me despedí, me entregué
y hay en cada canto de mi alma
un altar a un dios diferente. (Fernando Pessoa)
Los heterónimos son islotes que aparecen en nuestra personalidad, más allá de la comprensión causal de sus desarrollos. Multiplicidad por hacerse posible, presencia de personajes que irrumpen en los protagonistas.
Hernán Kesselman utiliza al psicodrama como dispositivo para descubrir el plano de mundos posibles. A través de la Multiplicación Dramática trata de descubrir qué heterónimos posibles acompañan a quienes circulan por una escena. El coordinador invita al protagonista de una escena a indagar en los personajes que lo habitan antes y durante el encuentro con otros actores, corporizarse en la escena, exteriorizarse, hacerse visibles y audibles. En qué disposiciones vinculares se encarnan unos y otros, hasta llegar a la situación de mutuo bloqueo, conformando una máquina de captura, que se abrirá al juego multiplicador del grupo. El objeto es jugar, “vivir varias vidas sin tener que morir tantas muertes” (Hernán Kesselman). La intención es transformar conductas monocordes, repetitivas y previsibles.
Las posibilidades de vida o los modos de existencia sólo pueden inventarse sobre un plano de mundos posibles que desarrolla la potencia de los heterónimos. En esta circulación escénica se realiza la producción de un texto vital que contiene los enunciados por donde navega el deseo. Multiplicar estares para que cada uno deje de ser progresivamente quién es y al mismo tiempo sea uno mismo más que nunca.
“Pessoa se introduce en el escenario y lo convierte en un espacio a poblar por los desdoblamientos plurales de cada singularidad de los integrantes de un grupo” (Hernán Kesselman).
¿Qué sé yo del que seré,
yo que no sé lo que soy?
¿ser lo que pienso? pero
¡pienso ser tantas cosas!
¡y hay tantos que piensan ser lo
mismo que no puede haber tantos! (Fernando Pessoa)
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Qué es el Psicodrama
No dibujo. Empiezo haciendo todo tipo de manchas. Espero lo que llamo «el accidente»: la mancha desde la cual saldrá el cuadro. La mancha es el accidente. Pero si uno se para en el accidente, si uno cree que comprende el accidente, hará una vez más ilustración, pues la mancha se parece siempre a algo. No se puede comprender el accidente. Si se pudiera comprender, se comprendería también el modo en que se va a actuar.
Entrevista a Francis Bacon por Marguerite Duras para La Quinzaine littéraire, 1971 (Traducción Zona Erógena, Nº 12, 1992)
El psicodrama es un método psicoterapéutico que tiene como objetivo el abordaje y la exploración del ser humano y sus vínculos. Mediante la utilización de la dramatización, donde la acción unida a la palabra permiten el despliegue de los conflictos personales.
En la escena el individuo ya no se limita solo a hablar de sus problemas, puede representar sus conflictos pasados y presentes, y también volcar sus temores, expectativas, proyectos y dudas sobre el futuro, explorando sus relaciones con el presente y pasado. Permitiéndole experimentar diversos aspectos del conflicto que, de otra forma, no aflorarían. De esta manera, se busca que la persona comprenda sus emociones y que ensaye diferentes respuestas ante el problema, logrando una adaptación activa a la realidad y no sufrirla en forma pasiva. A partir de la escena, el individuo mira la simulación que está desarrollando, se mete allí y se convierte en otro. Es una mutación transformadora. La simulación deja de serlo al rato y se convierte en el gran receptor de otros mundos.
El psicodrama posibilita la recuperación de la espontaneidad creadora que el niño expresa en el juego, a través de la simulación simbólica, donde se busca escapar los condicionamientos a que nos somete la realidad. Lo imaginario y lo real coexisten en la escena dramática; donde, al reencontrarse con la creatividad, surgirán roles nuevos y respuestas nuevas, libres de estereotipos.
Jacobo Levy Moreno, médico rumano, es el creador del psicodrama. Desarrolló una teoría basada en una concepción de la salud que tiene como núcleo la espontaneidad y la vitalidad creadora desplegadas en las escenas dramáticas.
Moreno retoma del antiguo teatro griego, el concepto de catarsis, que significa purificación, y refiere a los efectos que surgen de la identificación en la acción dramática. Al identificarse con lo dramatizado se logra una catarsis y también cierta concientización. Es el protagonista, en primer lugar, el que logra una catarsis pues representa su propio drama. Para que se produzca un efecto catártico, tiene que existir verdadera espontaneidad y creatividad pues de lo contrario es una mera repetición que no aportará nada nuevo ni a los protagonistas ni al público. La catarsis se puede dar, si están dadas las condiciones antes mencionadas, en el espectador, que al identificarse con lo representado y sus protagonistas, tiene la posibilidad de expresarse a través de ellos, resonando, haciendo eco desde sus vivencias e historia. Para Moreno es a través de la catarsis que vamos conquistando grados de salud.
Todas las versiones del psicodrama beben del psicodrama clásico moreniano. Esto significa que representa un método que plantea una visión del mundo y de la terapia en general a través del uso de la acción, de la imaginación y de la cooperación.
En Francia, promediando la década del cuarenta del siglo pasado, la necesidad de un nuevo enfoque terapéutico en el tratamiento de niños, motiva a algunos psicoanalistas a experimentar con el juego dramático espontaneo y la terapia grupal, y a conectarse con las ideas de Moreno. Nace así el psicodrama psicoanalitico. Una década más tarde, y en condiciones similares a las francesas, irrumpe en Latinoam��rica, siendo la Argentina el país pionero.
Para Moreno, la representación dramática es liberadora, la creatividad y el acto espontáneo posibilitan nuevos roles y rescatan energías perdidas. El director del psicodrama busca una catarsis de integración. En cambio, para el psicodrama psicoanalítico, el objetivo es que el individuo, en la dramatización se encuentre con partes de su yo. La escena dramática, para el psicodrama psicoanalítico, es una vía de abordaje a lo inconsciente, una vía de exploración y elaboración tanto del protagonista como de sus compañeros de grupo, quienes a través de las identificaciones encuentran escenas propias resonantes. En la escena se hacen presentes los vínculos intrapsíquicos en su mutua y dinámica reestructuración con los vínculos interpersonales. El director del psicodrama busca el sentido subyacente de la escena.
Si bien en la escena se juega una ficción dramática, los afectos que ocurren allí son reales, las emociones vivenciadas no son ficción. Nuestros cuerpos comportan la capacidad de afectar y ser afectados por otros cuerpos y por las relaciones que provienen de la realidad. Percepciones invisibles al ojo humano y previas a la conciencia y por tanto, intraducibles para nuestras representaciones culturales producen una especie de extrañamiento vivido como amenaza. Son nuevos sentidos que buscan expresarse y necesitan conexiones para inventar algo, una forma, que sea portador de la pulsación de aquello que pide paso. Si estos sentidos no pueden expresarse se bloquea el proceso de producción de universos psicosociales. Allí se hace presente la enfermedad como detención del proceso. La neurosis es un estado en el que se cae cuando el proceso está impedido. Es decir se cristaliza la producción de sentido en una máscara. Frente a la cristalización del proceso, lo que está cristalizado es la producción de subjetividad.
Dos autores franceses, Deleuze y Guattari estudian estos fenómenos en una obra en dos tomos llamada “Capitalismo y esquizofrenia” (El antiEdipo y Mil mesetas). Allí proponen abandonar la interpretación del sentido subyacente y pasar a la idea de liberar los sentidos: Devenir, multiplicar sentidos. Devenir no es alcanzar una forma, identificación, imitación, mimesis, sino encontrar la zona de vecindad de un cuerpo con otro, de tal manera que se pierda la forma cristalizada individual, creando un tercero entre los dos. El devenir siempre está “entre”.
La diáspora, acaecida a consecuencia de la instalación en nuestro país de una dictadura militar, acercó a algunos grupalistas argentinos (Kesselman, Pavlovsky, Frydlewski) a las ideas de Deleuze y Guattari, enriqueciendo el marco de conceptos psicodramáticos con la teoría de la multiplicación dramática.
La multiplicación dramática no es un recurso dramático más, es toda una concepción de la producción de sentidos. Reivindica una lectura no interpretativa ni catártica de la escena, proponiendo un despliegue de la producción inconsciente.
Es el grupo presta espontáneamente múltiples versiones subjetivas que hacen estallar el sentido monocular de una escena. Ya no se busca el conflicto latente de la misma, sino el despliegue de las múltiples posibilidades virtuales que comporta. Se trata de abrirse en cadena y encontrar otro tinte. Mover el cuerpo, improvisar dramáticamente sobre una dramatización anterior. La diversidad produce el estallido de la versión narcisista, identitaria, de nuestros relatos, nuestras historias. Se produce el caos, un contagio de afecciones, de escenas sincopadas, todo un fenómeno estético irreductible a la comprensión de un sentido único y latente.
El director de escena tiene la plasticidad para tolerar el caos, la maraña de caos que son las intensidades inesperadas, lo diverso que supone el acontecimiento grupal, sin ordenar, facilitando la sincopa de dramatizaciones. Deviniendo una coordinación imperceptible.
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CRONOPIOS EN CHIVILCOY
Los Ángeles de Swedenborg son las almas que han elegido el Cielo. Pueden prescindir de palabras; basta que un Ángel piense en otro para tenerlo junto a él. Jorge Luis Borges, El libro de los seres imaginarios.
Los habitantes de Chivilcoy tenemos la certeza que nuestra ciudad es un producto salido de la razón sarmientina. Sin embargo, por las calles chivilcoyanas deambularon, y aún lo hacen, algunos personajes que ponen en duda toda razón. Julio Cortázar, quien durante algunos años ejerció la docencia en Chivilcoy, cuenta en su libro “La vuelta al día en ochenta mundos”, que todo piantado es cronopio, e identifica a un tal Francisco Musitani como primer cronopio.
Musitani vivía en Chivilcoy y para alguna fiesta de fin de curso del Normal, a principio de los 40, dicta una conferencia sobre los peligros de la pelusa. Es allí donde lo conoce Cortázar, calificándolo como “consecuentemente genial”.
Pero no es el único. Bajo el titulo “Fueron de todos y de nadie”, el diario La Razón de Chivilcoy publica, el sábado 13 de junio de 2015, un articulo donde describe y enumera a algunos de estos “piantados” que hicieron historia. Todavía hay algunos que los recuerdan, otros los homenajean utilizando sus nombres en las redes sociales: Yuyito, Chicleta, Tripita, Bartolo, Anyulino y otros, además del ya mencionado Musitani. Ido, piantado, cronopio todas denominaciones que nos ayudan a diferenciarlos de los “los cuerdos”.
Muy probablemente Cortázar no haya inventado el término cronopio en relación al tiempo. Sin embargo, el prefijo crono nos tienta de asociarlo a cierta concepción del tiempo que tenían los antiguos griegos. Chronos como tiempo de la medida, que desarrolla una forma y determina un individuo, más cercana a la manera como los cuerdos conciben al tiempo. Aunque al piantado le cabe más el termino Aion. La otra manera que tenían los griegos de concebir el tiempo. Sin medida, tiempo indefinido, tiempo no métrico, al tiempo Aion lo encontramos en la psicosis, en la poesía, en los sueños, en lo que Freud llama inconsciente.
Cortázar no se tomo el tiempo de definir el termino cronopio, solo lo puso en práctica. Podemos ayudarnos para comprenderlo con la descripción de la naturaleza de los ángeles que hizo el místico sueco del siglo XVIII, Emanuel Swedenborg. Otro piantado genial.
Swedenborg dice que los ángeles no conocen las determinaciones del tiempo, los ángeles solo entienden estados y cambios de estados, flujos de intensidades. Nosotros, los “cuerdos”, pensamos a partir del tiempo, la dimensión del mañana, del ayer, del hoy. En el mundo de los ángeles, los movimientos acontecen mediante modificaciones de estado, y no a través de traslados espaciales, no existen distancias a ser recorridas, se acercan si alguien les produce alegría, o se alejan de alguien, si les produce tristeza, sin que su cuerpo se mueva. No saben qué es un día, ni un día después del otro, ni un mañana, ni la eternidad de un tiempo infinito, sólo la eternidad de un estado infinito, Aion. Son ajenos a la sucesión cronológica, están constantemente volviéndose otra cosa.
Los cuerdos, dividimos el tiempo para medirlo, tenemos los minutos, las horas, los días; el tiempo en sucesión lineal, una continuidad puntual y homogénea, Chronos. Los piantados, dice Cortázar, “son lo heteróclito en las pautas habituales”, y no pierde la esperanza de “algún día a contrarrestar la influencia de los cuerdos, con los cuales nos está yendo ahora como usted sabe”. Si el tiempo Aion palpita en la poesía y en los sueños, ¿cómo reencontrar en lo más hondo del alma del “hombre común” un ángel de Swedenborg?
En lo más hondo del alma del “hombre común” circulan flujos inmanentes, a-subjetivos. Intensidades que atraviesan y componen la subjetividad y tienen un carácter heterogéneo, la multiplicidad. Cuando en estos flujos se produce un corte, ocurren los bloqueos y las intensidades se cristalizan. Esto ocurre porque son sometidas por un código, establecido por la sociedad. Esta cristalización de intensidades produce una identidad. Las personas existen en los puntos de corte de los flujos.
Entonces, la intensidades quedan atrapadas en la noción de individuo, sometidas a un mismo modo homogeneizante de temporalidad-espacialidad, codificadas, territorializadas. Aún así, hay gente que no responde a los códigos, empiezan a tener un flujo que no estaba previsto, y hay un esfuerzo social para recuperarlos. En un primer momento se intenta reprimirlos, encerrarlos. En un segundo momento, se intenta recodificarlos mediante distintos procesos reeducativos. La esquizofrenia funciona sobre una conjunción de flujos descodificados. El esquizo, no se deja codificar, va siempre más lejos con los flujos descodificados; si es preciso sin flujos, antes que dejarse codificar.
El precio a pagar por la codificación es la neurosis. Si el tiempo Aion palpita en la poesía y en los sueños, ¿cómo reencontrar en lo más hondo del alma del “hombre común” un ángel de Swedenborg? Hay momentos intempestivos que irrumpen y queda suspendida la continuidad temporal. El acontecimiento es esa línea de fuga. Los acontecimientos marcan una ruptura.
La práctica artística tiene una mayor capacidad de producir anomalías y rupturas, de inventar nuevos territorios existenciales, de engendrar cualidades del ser antes impensables, que nos liberan de nuestra continuidad identitaria. Lo que escapa es lo intempestivo, acontecimiento, que instaura un nuevo espacio-tiempo distante del espacio-tiempo homogéneo.
El dispositivo de la multiplicación dramática trata de desbloquear las intensidades cristalizadas creando espacios-tiempo. La multiplicación dramática, más que develar el sentido oculto, más que comprender aquello representado, es generadora de un juego de combinaciones de las distintas figuraciones que las significaciones imaginarias inventan. En la multiplicación dramática el ritmo de las escenas encadena melódicamente componentes heterogéneos, constituyendo así un territorio existencial.
Luis Rositto que me prestó el libro “El secreto de Cortázar”, de Emilio Fernández Cicco, para adentrarme en aquel Chivilcoy de fines de los años treinta. Peter Pal Pelbar me presentó a Emanuel Swedenborg en el barrio londinense de Bloomsbury. Con Hernán Kesselman nos disfrazamos de Deleuze y Guattari para devenir Aion en Chronos. Cortázar y Swedenborg dictan un taller de teatro espontaneo con Yuyito, Chicleta, Tripita, Bartolo, Anyulino y Musitani.
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La creencia en la propia inmortalidad
Ninguna cosa puede ser destruida sino por una causa exterior.
Spinoza, Ética
En la consulta del dentista, mientras esperaba ser atendido, escuché involuntariamente una conversación sobre la cantidad, llamativa, de accidentes de transito que ocurren en Chivilcoy. Motos, autos bicicletas, … y hasta celulares son los protagonistas de un drama que acarrea angustia y dolor.
¿Los conductores de Chivilcoy confían en su propia inmortalidad? Podríamos leer que estas conductas conllevan una tendencia subrepticiamente auto-supresivas, una agresión contra si mismo. Un tipo muy particular de conducta suicida es utilizar el teléfono celular al conducir, algo que no deja de advertirse en las calles de nuestra ciudad sin necesidad de exigirse una mirada atenta.
En un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Utah, publicado en The Journal of the Human Factors and Ergonomics Society, se afirma que el riesgo de hablar por el teléfono móvil en el coche, aun con el manos libres, puede tener las mismas consecuencias que hacerlo ebrio.
¿Pueden nuestros padecimientos, que habitualmente atribuimos a orígenes psíquicos o somáticos, llegar a tener un tercer origen social?
El atentar contra la propia vida puede responder a muchas razones, si bien no siempre son atribuibles a algun trastorno mental, aunque pueden indicar sufrimiento y estrés.
Cuando la economía es para el mercado, que se beneficia de la crisis mientras lanza a millones de personas a la pobreza, se producen altos niveles de inseguridad. Sin necesidad de adentrarnos en profundidades sociológicas o epidemiológicas, podemos advertir que la inseguridad económica derivada de no tener empleo, tener un empleo precario, tener deudas… repercute considerablemente en la salud mental, y, a su vez, se interrelaciona con los problemas de salud de tipo físico y aumentan el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, diabetes y otras. Abundan informes e investigaciones que así lo afirman.
En un documento llamado Libro Verde. Mejorar la salud mental de la población. Hacia una estrategia de la Unión Europea en materia de salud mental, se afirma que las formas más comunes de enfermedad mental son la ansiedad y la depresión.
Pero, el padecer de nuestras sociedades excede las cuestiones relacionadas con las crisis económica, la cual se ubica en la cara formal de la realidad social. Nuestra cultura contemporánea establece el reinado nihilista de instintos suicidas, que da lugar a una cultura del pánico, agresión y violencia. El estado de reflujo de los lazos comunitarios, se produce un estado de desteritorialización, que da rienda suelta a la necesidad de conquistar algún sentido de pertenencia que nos de identidad, a través de una serie de actos: suicidios, fanatismos, agresión, conducir en forma riesgosa. Desde los cuales la vida se encuentra asfixiada.
El proceso creciente de financiarización de la economía, también lo es de las relaciones sociales. Esto ocurre en la otra cara de las relaciones sociales, la cara molecular, imperceptible. Produciendo un proceso predatorio de los lazos de solidaridad social, que son sacrificados en el altar del mercado. Competir es la consigna de nuestra época, y competir es luchar contra los demás.
La filosofía del mercado desregulado, nos pide incesantemente dar lo mejor de nosotros mismos para sobrevivir. Se instala el malestar resultando difícil distinguir entre la infelicidad y una depresión eminentemente agresiva, sobre todo cuando la masa de gente desesperada crece y crece.
La incidencia de las psicopatologías ha ido en aumento en las últimas décadas y, según la Organización Mundial de la Salud, la tasa de suicidios se ha incrementado en una 60% en los últimos 40 años, de forma particularmente peligrosa entre los jóvenes.
Me resulta difícil no ver una relación entre esta increíble oleada de propensión a conductas riesgosa y el triunfo de la coerción neoliberal por competir; una relación entre la generalización de la fragilidad psíquica y la soledad de una generación que solamente se encuentra a través de la pantalla.. Es una especie de epidemia de conductas riesgosas extendiéndose por nuestra sociedad.
Una causa, que no deberíamos descartar, para la epidemia de conductas riesgosas es la transformación de la vida en sociedad en una fábrica de infelicidad, de la cual parece imposible escapar. Es el mandato de convertirse en un ganador, contrastado con la conciencia de que ganar es imposible o, más bien, de que la única forma de ganar (al menos provisionalmente) es arriesgando la propia vida, obviando, por supuesto, la de los otros.
Es posible que aquí se encuentre la explicación de algunos de los terribles fenómenos de nuestros tiempos, los cuales solemos leer en términos políticos, a pesar de que no logramos entenderlos a través de la óptica de la política (macropolítica). Pues ponemos la mirada en las cuestiones de las formas, molares, cuando donde debemos mirar es en los devenires moleculares (micropolítica). ¿Qué tipo de proceso de producción de subjetividad se esta generando? “No basta con actuar macropolíticamente. ¿Y por qué no basta? Pues porque por mucho que se haga en el plano macropolítico, por más brillantes que sean las ideas y las estrategias, por más valientes que sean las acciones, por más éxito que tengan, por menos autoritarias y corruptas que sean, desde el punto de vista micropolítico, lo que se logra es una reacomodación del mismo mapa vigente” (Suely Rolnik).
La infelicidad ha estado devorando a las sociedades contemporáneas desde que “la publicidad lanzó la primera bomba contra el cerebro colectivo, ordenando la felicidad obligatoria; desde que la soledad digital empezó a multiplicar la excitabilidad nerviosa y a encerrar a los cuerpos en la jaula de la pantalla; desde que el capitalismo financiero comenzó a forzarnos a todos a trabajar por más y más tiempo, bajo el miserable salario de la precariedad”. (Franco Berardi)
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Todo plan está destinado a fracasar
Lo que más extraño era que, cada vez que Alicia observaba un estante cualquiera para contar exactamente lo que había, este estante en particular estaba absolutamente vacío, mientras que los otros estaban llenos a reventar. Cómo se desvanecen las cosas aquí, dijo finalmente con un tono pesaroso, tras haber pasado alrededor de un minuto persiguiendo inútilmente a una gran cosa brillante que tan pronto parecía una muñeca como un costurero, y que siempre se encontraba en el estante superior al que ella miraba. Voy a seguirla hasta la estantería más alta. Supongo que no se atreverá a atravesar el techo. Pero incluso este plan fracasó: la cosa pasó tan tranquila a través del techo, como si estuviera muy acostumbrada a ello. Lewis Carroll, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí
Una de las cosas que más me sorprenden de Chivilcoy son los atardeceres en la Plaza 25 de Mayo. Las copas de los arboles se pueblan de pájaros. Cientos de ellos se posan en las ramas, y otros tantos emprenden vuelos en forma rítmica, imprevisible y simultanea.
Es una “multiplicidad” de pájaros la que puebla la porción de cielo de la plaza . Existe, en cada multiplicidad, un borde, una línea envolvente que constituye a la bandada en tal momento, más allá de la cual la bandada cambia, deja de ser “esa” bandada.
A veces, algún pajarito alcanza ese borde dinámico, se desplaza allí aleatoriamente, momento en el que modifica su movimiento para volver a entrar en el grupo. Otras veces el borde es definido por un pájaro que no pertenece a la bandada, y que puede resultar una amenaza. Este borde o umbral, que define a la bandada, determina un cuerpo, y este cuerpo es un agenciamiento de múltiples cuerpos más simples.
La acción que un cuerpo produce sobre otro implica una mezcla de cuerpos. Un cuerpo que está llamado a actuar sobre otro afectándolo y, a su vez, el otro también lo afecta. Las mezclas de cuerpos pueden ser tanto buenas como nocivas. Es una afección nociva cuando la composición del cuerpo de un individuo cualquiera no conviene con el de otro individuo.
Spinoza, en el Libro II de su Ética, define la individualidad de un cuerpo por la permanencia de una relación de movimiento y de reposo a través de todos los cambios que afectan a todos los múltiples cuerpos de la bandada de los pájaros de la Plaza 25 de Mayo.
Todo tipo de relaciones van a componerse para formar una individualidad. El grupo de los pájaros conforma un cuerpo, al que también denominamos agenciamiento, y nos sirve para hablar análogamente de las relaciones entre las personas, y, porque no, de una misma persona, ya que nuestros cuerpos están hechos de una infinidad de partes en una cierta relación de movimiento y de reposo que nos es característica.
Decíamos que las mezclas de los cuerpos pueden ser tanto buenas como nocivas. Son nocivas cuando el cuerpo que se mezcla con el nuestro tiende a destruir una de nuestras relaciones subordinadas, este es un mal encuentro. Son buenas las mezclas que tienden a mejorar nuestras relaciones características, un buen encuentro.
Spinoza nos explica que cuando hacemos un encuentro tal que la relación característica del cuerpo que nos modifica destruye o disminuye nuestras relaciones características, nuestra potencia de actuar estará disminuida o destruida. Al contrario, cuando entramos en un encuentro tal que la relación del cuerpo que actúa sobre nosotros, se combina con la relación característica de nuestro propio cuerpo, nuestra potencia de actuar está aumentada. Estos son los dos afectos fundamentales: la tristeza y la alegría. La alegría aumenta nuestra potencia de actuar. La tristeza disminuye o destruye nuestra potencia. El afecto no es un sentimiento personal, tampoco es un carácter, algo inscripto en nuestra esencia, sino que es el efecto de la acción de grupo.
Entonces, un cuerpo, agenciamiento, puede ser definido por el conjunto de las relaciones dinámicas que lo componen, o por su poder de afectar y ser afectado.
Se cuenta que Spinoza detiene la redacción de su Ética en el libro primero, al cabo de su definición de Dios. Una cuestión a resolver lo frena. Esta cuestión toma forma en el Prefacio de su Tratado Teológico Político: cuál es el origen del miedo con el que se quiere controlar a los hombres, a fin de que luchen por su esclavitud, como si se tratara de su salvación. Spinoza denuncia un complot de aquellos que tienen interés en afectarnos con pasiones tristes. Quienes detentan el poder tienen necesidad de la tristeza de sus sujetos para que estos sujetos se sientan culpables y así su potencia de actuar, existir o pensar disminuye. La tristeza no vuelve inteligente, en la tristeza, estamos perdidos. Cuando Spinoza arriba a la conclusión de que los poderes tienen necesidad de que los sujetos estén tristes, puede concluir con su redacción de la Ética.
Spinoza define la esencia de un cuerpo de una manera intensiva, como cantidad intensiva, no lo define por sus formas. Un cuerpo es un agenciamiento, un encuentro de múltiples cuerpos más simples. A partir de esto, Deleuze y Guattari llegan a definir la máquina abstracta como aquella donde la cantidad intensiva determina un encuentro, agenciamiento, de cuerpos. Es el “entre” los cuerpos donde ejerce su acción la máquina abstracta, produce allí un plan que da consistencia al encuentro.
La máquina abstracta permite el funcionamiento del agenciamiento actuando de manera inmanente, molecular. “Las máquinas abstractas ignoran las formas y las sustancias, exceden toda mecánica, se componen de materias no formadas. No tienen formas organizadoras, presentan grados de intensidad”. Las máquinas abstractas actúan en los agenciamientos concretos abriéndolos a otra cosa, conformando un plan, o plano, desterritorializándolo. Plan destinado a fracasar. El fracaso del plan forma parte del propio plan. Siempre algo llega demasiado tarde, o demasiado pronto, y obliga a recomponer todas las relaciones de velocidad y de lentitud, todos los afectos, y modificar el conjunto del agenciamiento cruzando el umbral para dejar el territorio.
El plan inmanente, donde actúa la máquina abstracta, tiene forzosamente que fallar, pero los fallos forman parte integrante del plan, que le hacen saltar de un agenciamiento a otro. Lo propio del plan es que fracase, pues el agenciamiento tiende a devenir a otra cosa, a traspasar el techo.“No puedes embarcar dos veces en el mismo río, pues nuevas aguas corren tras las aguas”(Heráclito, Fragmento 41-42).
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La ciencia de la huida
Estamos bajo el signo de Acuario y los nacidos en este día son normalmente azules con una fuerte predisposición a la huelga feliz. Trabajar con lentitud o mejor, trabajar con calma. o mejor aún,¡no trabajes y punto! Film “Lavorare con lentezza” de Guido Chiesa
La centralidad del programa de los gobiernos que adhieren al neoliberalismo, es la estabilidad financiera, su espectro atraviesa todos los ordenes. Aún así, las finanzas producen pobreza, precariedad y no terminan de ser un factor de estabilidad, transformándose en un peso para la vida social condenando al descarte a millones de personas que se debaten entre la incertidumbre y la angustia (R. Rouvier).
Según informa el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la tasa de desocupación en jóvenes de entre 14 y 29 años fue de 19,3 por ciento en el segundo trimestre de 2018, proceso de expulsión laboral que continuó durante los dos primeros meses del 2019 (www.centrocepa.com.ar). La problemática social es compleja. La pobreza no hace solo referencia a carencias materiales inmediatas sino a la falta absoluta de oportunidades de reconocerse como ciudadanos plenos y conscientes de los derechos y deberes necesarios para construir su propia historia.
Las épocas se suceden a más velocidad que la ideología. Los efectos de lo real-social no inciden directamente en el orden de los pensamientos, sino que deben atravesar dispositivos representacionales imaginarios que definirán el pensar, el sentir y el hacer de las personas. Las situaciones socio-históricas que producen modos de subjetivación se expresan, y a su vez se ocultan, en problemáticas singulares.
Las nuevas tecnologías y la irracionalidad de la tasa de ganancia que obtienen las finanzas, son, entre algunos otros factores, los que nos indican que la concepción del trabajo que heredamos de la modernidad no alcanza, no sirve. Eso que denominamos trabajo quedó obsoleto ante una realidad en transformación.
Así como la aparición del capitalismo requirió la reconfiguración de la esclavitud en trabajo asalariado, hoy día esta concepción debe ser repensada. El pleno empleo es una utopía: no hay trabajo para todos y no lo habrá, excepto que se reduzca la jornada laboral.
Estamos en una profunda crisis del trabajo asalariado. El problema de la superación del trabajo asalariado es el problema principal en el mundo. Dadas las condiciones actuales del desarrollo tecnológico, y en el hipotético caso de que las condiciones económicas para que la producción aumente, son necesarios cada vez menos puestos de trabajo humano para producir cada vez mayores cantidades de productos.
Según Giorgio Agamben la “nuda vida” es la vida sometida al “poder” y a su arbitrio. Hoy la regla es la excepción, vivimos en un estado de urgencia que el poder tiene interés en mantener para justificarse. La "nuda vida" se volvió la norma, y merece ser pensada.
Sometidos a la mano invisible del mercado somos "ganado cibernético que pasta mansamente entre los servicios y mercancías ofertadas". Tenemos, por una parte, una flexibilización general del trabajo, la información, las relaciones interpersonales; por otro lado nos encontramos con una operación de anestesia social, "fundada en la unidad del consumidor ideal, de bienes y servicios, de entretenimiento, de política, de información, el cyber-zombie" (G. Châtelet). La "nuda vida" es producto de esta maquinaria biopolítica que genera el capitalismo financiero.
Entre las muchas cosas que hacen singular este modelo se encuentra su capacidad de culpabilizar a la victima. “Lo último que necesitamos en este momento de alta vulnerabilidad, es que alguien nos diga que es nuestra culpa” (Soledad Castro Virasoro).
Muy frecuentemente, cuando se planifican distintos tipos de campañas de prevención y educación se centran en lo que deben y no deben hacer las victimas, configurando un mensaje perverso, cuyo efecto es el maltrato psicológico, una violencia invisible, que produce en el otro desvalorización, sentimientos de culpa y sufrimiento.
Según esta lógica riqueza y pobreza, éxito y fracaso, salud y enfermedad, son fruto de nuestros propios actos. Los éxitos y fracasos no dependen de cuestiones sociales, sino del individuo y su correcta gestión de emociones, pensamientos y actitudes. Eso aumenta la ansiedad y la depresión. En vez de generar seres satisfechos y completos genera resignación.
Sin embargo, la subjetividad es producida tanto por instancias individuales como colectivas, es plural y polifónica.
El gran trabajo del capital contemporáneo es docilizar. Toda una maquinaria de poder administra y coordina nuestra enajenación, alienación de lo que somos capaces de hacer frente a las limitaciones de nuestra potencia vital.
El desinterés, la falta de ambiciones se asemejan a la resignación. La resignación aparece como consecuencia frente a un destino que se siente inevitable. Algo cuando es inevitable es fatal. Puede, entonces, entenderse una cierta comprensión fatalista de la existencia como una manera de situarse frente a la vida. Este fatalismo pone de manifiesto una peculiar relación de sentido que establecen las personas consigo mismas y con los hechos de su existencia, y que se traducirá en comportamientos de resignación ante cualquier circunstancia. Esta situación subsume a quienes la padecen en la marginalidad y el sufrimiento. Es así como surgen el desamparo, la violencia, la perdida de autoestima y el aislamiento, en un clima creciente de impotencia y desesperanza.
El sentir y el pensar fatalista producen conformismo y sumisión respecto a las imposiciones del destino. La resignación es una pasión triste, que conduce a la parálisis; es un afecto que domina el cuerpo y la imaginación que conlleva pasividad.
“No obedezcas a quienes quieren que tu vida se convierta en un contenedor de tiempo vacío. Si tienes que vender tiempo a cambio de dinero, recuerda que ninguna suma, por grande que sea, vale más que tu tiempo” (Andrea Gloppero).
Sostiene Michel Foucault que las maquinarias difusas de poder no existen sin puntos de resistencia. El personaje conceptual Poroto, creación de Eduardo Pavlovsky enseña la huida como estrategia de resistencia micropolítica.
“La huida no es una enfermedad, dice Poroto, sino una ciencia”. Las huidas son fundamentos existenciales, permiten diseñar un sentido para la vida. Una retirada humanizante para volver al mundo emocional de otra manera, inventando.
El horror es permanecer fabricando afectos tristes y perder la capacidad o potencia de actuar. La huida de Poroto –su micropolítica resistencial– es la de huir a tiempo de la toxicidad que afecta el cuerpo cuando se descompone en las relaciones tristes. Huir a tiempo es preservarse, la huida es un acto terapéutico existencial.
“Poroto es un héroe de la micropolítica de la resistencia. Un héroe que se gestó problematizando y cuestionando la posmodernidad”.
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LA LEYENDA DE UN PSICOARGONAUTA
Existe una ética del cuerpo de los intelectuales en Latinoamérica y, cuando esa ética se cumple, el cuerpo corre riesgos concretos, no castraciones simbólicas. Hernán con sus actividades corrió ese riesgo. Eduardo Pavlovsky.
El 8 de abril falleció en Buenos Aires uno de aquellos imprescindibles de los que hablaba Bertol Bretch. Hernán Kesselman, profesor universitario, médico psiquiatra, psicoanalista, psicodramatista y psicoterapeuta, psicoargonauta, antropófago devorador de múltiples libros que desovaba en máquinas de experimentación.
Analizado por Marie Langer, se formó con Pichon-Rivière. Nacido en Casilda, en una de las charlas que mantuve con él creo recordar que me comentó que vivió algunos años de infancia en Chivilcoy, antes de afincarse definitivamente en la Capital Federal con su familia.
Hernán Kesselman, en los años sesenta participó de la experiencia mítica del “Lanús”.
En el año 1956 la dictadura militar encargó a Mauricio Goldemberg la organización del Servicio de Psicopatología y Neurología del Hospital General Gregorio Araoz Alfaro (que había perdido su antiguo nombre de Evita). El Hospital de Lanús era uno de los tres grandes establecimientos construidos en los barrios industriales del conurbano bonaerense por el depuesto gobierno peronista. Carrillo los había concebido para mejorar la atención de la clase obrera.
Al momento de asumir, Goldemberg conocía de primera mano las investigaciones y experimentaciones sobre la psicoterapia de grupos y las ventajas dela vida comunitaria, a partir del psicoanálisis, de Pichon-Rivière y Eduardo Kraft. Por tal motivo no resultó extraño que ,ante la alta demanda de atención y la escasa cantidad de residentes, implementara un plan de asistencia psicoterapéutica basado en los grupos para poder hacer frente a la situación, reservando la psicoterapia individual para casos especiales.
Siendo un joven residente Kesselman fue una de las figuras de esta inédita experiencia, para aquel entonces, dirigiendo el Departamento de Formación del Servicio. El policlínico de Lanús proporcionó la ocasión de experimentar más allá que el simple desplazamiento del analista al ámbito público, siendo un lugar donde se modificó la relación analista-paciente. Fue la hora de los grupos, de los equipos, de lo multidisciplinario.
Uno de los dispositivos utilizados era el Grupo de Espera, que solucionaba el problema de las colas de admisión. El paciente llegaba, sacaba número y tenía que esperar horas para ser atendido en breves entrevistas individuales. Procedimiento demorado e insuficiente. Con el Grupo de Espera el paciente llegaba, una secretaria llenaba su ficha, y era atendido ese mismo día en una admisión colectiva.
Cuenta Kesselman que “aquella clínica que hacíamos en el Lanús de los 60, donde la invención de intervenciones terapéuticas estaba inspirada por el hambre social de ayudar a los pacientes, por todos los medios posibles, sin prejuicios de autores ni protagonistas de las intervenciones operativas, construidas muchas veces entre pacientes y terapeutas en el hospital, describía operaciones que se reactualizan en lo que hoy se llama esquizo intervenciones […], y esto ha tenido consecuencias en mis tareas para ensayar diagnósticos y recursos terapéuticos en lo que denomino, una Clínica de la Multiplicidad”.
A comienzos de los setentas sería uno de los líderes de Plataforma, el grupo de analistas que produjo una resonante ruptura con psicoanálisis institucionalizado de la Asociación Psicoanalítica Argentina y, por consiguiente, de la International Psychoanalytical Association.
Como a muchos de los que trabajaban en el servicio de Goldemberg, sus experiencias allí le hicieron entrar en contacto con un mundo social y político radicalmente distinto al de la APA donde se formaron como psicoanalistas, y comenzaron a cuestionar la estructura jerárquica del sistema de la APA.
Estos, jóvenes candidatos y miembros asociados, produjeron un sismo que hizo temblar a la comunidad analítica. Discípulos de Pichon-Rivière y Bleger proponían un psicoanálisis comprometido con objetivos sociales.
Durante el congreso internacional de psicoanálisis realizado en Roma en 1969, un grupo de analistas, influidos por el Mayo Francés del 68, organizaron un contra congreso en una cantina. Allí debatieron el sistema de formación, la estructura jerárquica de la institución. El grupo fue conocido como Plataforma Internacional.
Al retornar de Roma, Hernán Kesselman, junto con Armando Bauleo, fundaron la agrupación local de Plataforma, la cual reclamaba la democratización de la institución psicoanalítica.
En 1971, a raíz de la negativa por parte de los directivos de la APA de la publicación del articulo de Marie Langer “Psicoanálisis y/o revolución social” en la “Revista de Psicoanálisis”, los miembros de los grupos Plataforma y Documento renunciaron masivamente a la APA y a la afiliación a la IPA, lo cual produjo un fuerte impacto en la APA.
Estos grupos pasaron a conformar la Coordinadora de Trabajadores de la Salud Mental, que funcionó por algún tiempo en el Sindicato de Trabajadores Gráficos dirigido por Raimundo Ongaro. La Coordinadora reunía a psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, enfermeros, sin distinción de jerarquías.
Dentro de la Coordinadora, los psicólogos tuvieron oportunidad de recibir formación analítica por parte de destacados analistas y por fuera de la APA, que estaba restringida solo a los médicos. A los psicólogos les otorgaba reconocimiento profesional.
Plataforma cuestionaba al sistema político que explotaba a las clases oprimidas, a la entrega de las riquezas nacionales a los grandes monopolios y la represión de toda manifestación política. Realizaban una crítica detallada de la estructura jerárquica y elitista de la APA.
Después de marzo del 76, algunos plataformista se convirtieron en militantes activos en los organismos de derechos humanos. Otros se exiliaron perseguidos por la dictadura militar. Hernán debió exiliarse en España.
En Europa vinculó la teoría de la psicología social pichoniana y el grupoanálisis de Foulkes, y se nutrió del gran dúo francés Deleuze y Guattari para realizar una tarea estética en la clínica.
Nos deja en herencia su teoría-método de Multiplicación Dramática, el concepto de “disposibles” que nos permite jugar y desplegar, en el psicodrama, aquellos personajes que nos habitan sin saberlo. Experimentó la co-visión como forma de supervisión resonante colectiva horizontal, y ejercitó la transdisciplina que denominó antropofágica porque devora ideas de otras disciplinas para transformarse y producir nuevos conceptos.
Maestro de muchos desde su CPO (Centro de Psicoterapia Operativa), no puedo menos que extrañarte querido Hernán.
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HACER DE LA VIDA UNA OBRA DE ARTE
Aquel que desea pero no actúa, engendra la peste. William Blake
Hacer el pasaje y descubrir que, detrás de la máscara no hay rostro alguno, sólo necesidad de crear nuevas máscaras. Suely Rolnik
En el Discurso del método Descartes elabora su proyecto de hacer del ser humano “dueño y poseedor de la naturaleza”. Este sencillo enunciado tiene como consecuencia la fundación de la Modernidad en la escisión de un sujeto cognoscente y un objeto conocido. Esto hace de Descartes el creador del espíritu científico moderno, del paradigma científico. Sin embargo, el sujeto no es evidente; no basta pensar para ser, como lo proclamaba Descartes, puesto que muchas otras formas de existir se instauran fuera de la conciencia. Más que de sujeto sería conveniente hablar de procesos de subjetivación.
El paradigma cartesiano, o científico, se aplicó exitosamente en las ciencias físicas y naturales. Un par de siglos más tarde se intentó transpolar este paradigma al estudio de los fenómenos sociales y humanos con desparejo y sospechoso éxito. En este último siglo, los profesionales de las ciencias humanas han estado obsesionados por un ideal de cientificidad, considerando responsable cualquier práctica con pretensión científica, y degradando otras por considerarlas pseudo científicas.
El paradigma científico se halla interrelacionado al universo capitalista. El afán de dominio de la naturaleza acarrea la conquista de nuevos sectores, la conquista de nuevos mercados. Operación que homogeneíza las vidas singulares, todas las posibilidades de llevar una existencia singular están recubiertas por la valorización del mercado y confluyen en el consumidor ideal. Se propaga un modo de existencia por y para el mercado, impera una economía del beneficio.
Gilles Châtelet dice, en “Vivir y pensar como chanchos”, que la mano invisible del mercado hace de todos nosotros ganado cibernético que pasta mansamente entre los servicios y las mercancías ofrecidas. Asistimos con un extraño deleite a las formas líquidas de la Modernidad tardía, son líquidas desde las condiciones de contratación hasta las relaciones conyugales. Terminamos admirándonos con la volatilización de la moneda, de los servicios, del trabajo, hasta de la condición humana. Pues desaparecen las palabras, las frases, los gestos de la solidaridad humana.
Estos acontecimientos del macrocosmos son asimilados en el microcosmos. Vivimos aprisionados a cielo abierto, la mano invisible coloniza las esferas más privadas e íntimas de la vida humana. El inconsciente claudica ante el mercado. No debe sorprender la claustrofobia que nos acosa visible solo por sus efectos: la incertidumbre y el pesimismo. Este aplanamiento de la existencia es producto de la homogeneización de la diversidad.
Sin embargo la vida comporta un alto grado de complejidad, de heterogeneidad. La vida es un proceso de auto organización de la materia en altísimo grado de interacción con todo lo que la rodea. La vida en su esencia es proceso de creación. Por ello la alternativa ante el paradigma científico se presenta como la constitución de un paradigma estético, un paradigma de creación estética, que subvierta el mundo de valores del mercados, en tanto abra la posibilidad de recuperar la pluralidad, la heterogeneidad del mundo para que la vida esté a gusto. El umbral decisivo de constitución del paradigma estético reside en la aptitud de estos procesos de creación para autoafirmarse como foco de producción existencial.
Este paradigma no implica estetizar el mundo, sino nuestra propia vida. En nuestra sociedad el arte se convirtió, siguiendo las lógicas del mercado, en algo que atañe a los objetos y no a la vida ni a los individuos, en una especialidad que está reservada a los expertos, a los artistas. El arte queda reducido a un producto, una determinada lámpara o una casa resultan obras de arte. Pero el arte no tiene el monopolio de la creación. ¿Y, acaso, no puede serlo la vida, mi vida? Un hombre o mujer cualquiera puede hacer de su vida una obra de arte. En el cine, en las novelas, en los libros de autoayuda sobrevuela la noción de autenticidad, la idea de que debemos ser nosotros mismos, ser de verdad nuestro verdadero yo. Sin embargo, el yo no nos es dado, debemos constituirnos, fabricarnos como una obra de arte. La esencia de la creatividad estética reside en el proceso de producción de nuestra subjetividad y no se resume en el producto. La actividad creadora de un individuo constituye el centro de su actividad ética. Pero sólo a partir del reconocimiento de la alteridad, del encuentro con la otredad, la ética es posible. Spinoza reacciona al cartesianismo proponiendo que la subjetividad se produce en el encuentro con un otro. Devenir. Encontrar la zona de vecindad de un cuerpo con otro, de tal manera que se pierda la forma cristalizada individual, creando un tercero entre los dos.
El paradigma estético nos permite unirnos con otras producciones de subjetividad parcial. Se trata de agenciarnos para producir esa fuerza engendradora de vida. Este agenciamiento es un territorio existencial, es un plano que reemplaza la oposición entre el sujeto y el objeto. Es el surgimiento de algo que se produce que no es yo; que no es el otro, que es el surgimiento de la vida.
El problema que se presenta es reinventar dispositivos de producción de subjetividad en todos los ámbitos de la vida humana, componer nuevas prácticas que produzcan actos de experimentación creadora de focos existenciales. Todas las entradas son buenas, siempre que las salidas sean múltiples. La creación no es una sublimación en relación a una agresividad que estaría allí siempre latente, es un dato inmediato de la subjetividad colectiva.
“Entre no es ni lo tuyo ni lo mío. Lo que está en el medio circulando, fluyendo”. Eduardo Pavlovsky.
“El cosmos puede buscarse también dentro de cada uno de nosotros, como caos indiferenciado, como multiplicidad potencial”. Italo Clavino.
Alejandro Unzaga
Psicodramatista. Técnico Mecánico en máquinas abstractas.
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RETRATO DE UNA LEYENDA.
Américo Tesorieri. Fue arquero de Boca en los años del amateurismo. Fue un romántico. Se retiró del fútbol a los veintiocho años. Se tuvo que ir de su pasión y como no concebía jugar para otros colores simplemente dejó de jugar. El azar lo convirtió en arquero una tarde ya perdida en los pliegues de la memoria. De mediocre centrodelantero a notable guardameta. Protagonista de la legendaria gira del año '25 cuando Tarascone batió al divino Zamora, la gloria española del olímpico del '24. La gira que le dio a Boca chapa de grande y el apoyo de multitudes. Titular de todos los Sudamericanos de aquellos años. Mantuvo invencible su arco en los torneos del '21 y del '24. Este último, jugado en Montevideo, fue una jornada histórica, su actuación fue tan notable; enfundado en su tricota gris una y otra vez contuvo los embates uruguayos, una y otra vez silencio el grito de gol de los miles de aficionados que anhelaban el triunfo celeste. El titulo quedo para los nuestros, los halagos para Tesorieri que fue levantado en andas por los jugadores contrarios, nuestros tradicionales rivales.
¡Qué estampa en la estirada! ¡Qué pinta retratado junto al palo!
Américo Tesorieri ayudó a colgarlas primeras estrellas del escudo boquense. Bohemio, soñador de rostro melancólico. El tiempo lo borra todo, ya casi nadie lo recuerda pero fue espléndido protagonista de los momentos más gloriosos de los comienzos del fútbol.
- ¿Cómo nació el arquero?
-Nadie quería atajar, nos había fallado el arquero y fui. Me tiraron de todo, me gustó. Sentir el partido con otra intensidad, otro gusto. Con el tiempo desarrolle un estilo, una técnica. La velocidad estaba en mi imaginación.
- ¿A qué se refiere exactamente?
-Si un delantero me enfrentaba, avanzaba unos pasos, hacia lentos mis movimientos, tranquilo, casi sin moverme esperaba su reacción. Cuando salía el disparo mis dedos viajan en mi imaginación prologando el movimiento de mis brazos hasta alcanzar suavemente a la pelota y desviarla. El placer no era tirar una gambeta, realizar una apilada. Tuve el don de la velocidad en mis manos, ello me gustaba. Pero la mayor tristeza de mi campaña fue defendiendo el arco argentino, esa velocidad me falto para detener el tiro de Piendibene, el futbolista uruguayo. Ese gol nos costó el campeonato de 1921 en Chile
- ¿Cómo envejeció Tesorieri?
-Añorando, melancólico. Mi padre me decía que cada edad tiene su encanto y saber envejecer es saber saborearlos.
- ¿Añora sus hazañas?
-No le sabría responder... es posible que las extrañe, siempre fui un romántico y la melancolía mi estado natural. Mi muerte, tendría que haber terminado cuando el gol uruguayo en Viña del Mar, allí junto al poste, derrotado.
- ¿Va a la cancha?
-No. Suelo escuchar los gritos de la gente de Boca los domingos puesto que nunca me fui del barrio. Y cuando hacemos un gol es un sismo el que explota en mi comedor. Pero no voy a la cancha.
- ¿Cómo está ahora?
-Agotado. Quisiera salir a caminar por el barrio. Boca me comió. Todo este tiempo me lo he pasado buscando una ilusión, persiguiendo una alegría. Puede parecer raro lo que voy a decirle pero esa alegría la vislumbre, la acaricie en el partido final del Sudamericano de Montevideo. Una hora y media increíble, después de eso no pude abandonar su búsqueda.
Alejandro Unzaga
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