#limon para el cabello
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Lava tus manos con agua y sal para quitar las energías negativas que absorbes todos los días. Espolvorea canela molida en los rincones para que no haya discusiones. Pon tus zapatos del revés en forma de cruz antes de dormir para tener una noche plácida y sin pesadillas. Coloca un diente de ajo bajo la almohada y te protegerá con dulces sueños. Limpia tu casa con vinagre y sal desde dentro hacia fuera para quitar malas energías. Sahumea tu casa con hojas de naranja o limón para la prosperidad. Quema cáscaras de ajo los viernes para atraer el dinero. Pon un espejo en la entrada para no dejar pasar las malas energías. Si te sientes cargado límpiate con sal junto a tu gel de baño. Coloca bajo tu colchón unas tijeras para protegerte. Enciende incienso de rosas para atraer el amor. Suelta tu cabello cuando haya aire así eliminaras lo que esté atrapado. Pon limones tras las puertas del hogar para que absorban las energías negativas. Lleva en tu cartera una hoja de laurel junto a una moneda para que el dinero nunca falte. Recoge tu pelo con trenzas ante una visita para que no absorba sus energías. Coloca piedras de alumbre abajo de tu cama para que mientras duermes sea limpiada toda energía negativa oscura o tenebrosa
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Cuando los limones dejen de ser amarillos
Hoy es un día soleado de verano, el sol derrama su cálido abrazo sobre la tierra, envolviéndola en una atmósfera de calma y serenidad. Los rayos solares se filtran a través de las hojas de los limoneros, creando un mosaico de sombras danzantes en el suelo. El aire está impregnado con el fresco aroma cítrico de los limones, una fragancia que parece tener el poder de purificar hasta las ideas más turbias.
Mientras la brisa juguetea con mi cabello, me encuentro sentado bajo la sombra de uno de esos limoneros, con un cuaderno apoyado en mis rodillas y una pluma entre mis dedos. Intento encontrar las palabras adecuadas para comenzar lo que sea que esté tratando de escribir, pero cada intento parece ser en vano.
"No, no queda bien", susurro para mí mismo con un suspiro frustrado. Es la octava vez que borro el inicio de esta historia, y a��n así me siento atrapado en un ciclo interminable de insatisfacción.
Me permito un momento para cerrar los ojos y respirar profundamente, dejando que el aire fresco y perfumado llene mis pulmones. El zumbido de los insectos y el canto de los pájaros proporcionan una banda sonora natural para mis pensamientos errantes.
Quizás debería empezar de nuevo, reflexión. Pero esta vez, en lugar de forzar las palabras, permitirá que fluyan libremente, como el río que serpentea a través de los campos cercanos, sin restricciones ni expectativas.
Con esa determinación renovada, vuelvo a abrir mi cuaderno y dejó que la pluma baile sobre el papel, trazando el comienzo de una nueva aventura, una historia que espera ser contada.
Bueno, parece que mi intento de canalizar mi creatividad resultó en un mensaje poco convencional y un ataque de tos que podría rivalizar con una vieja locomotora tratando de arrancar. "Que te den, amor", digo entre toses, mientras me pregunto si mi garganta está practicando para un concurso de raspado de alambres.
No hay dramas románticos ni enfermedades exóticas en juego, solo yo y mi constante batalla con la salud, como si mi sistema inmunológico decide organizar una fiesta sorpresa y no me hubiera enviado la invitación.
Quizás parte de la culpa recae en la caótica vida en Londres, donde la palabra "higiene" parece haber sido expulsada del diccionario urbano y la contaminación está tan de moda como el café de la mañana.
De todos modos, a pesar de mis desventuras literarias y mis problemas de salud, trato de mantener una perspectiva optimista. Después de todo, ¿quién necesita inspiración cuando tienes una buena dosis de tos para mantenerte alerta?
Con un suspiro que suena más a risa que a resignación, cierra mi cuaderno con la esperanza de que mañana sea un día menos tosco, tanto en sentido figurado como literal. Quién sabe, quizás hasta lograr escribir una línea que no parezca sacada de un guion de comedia absurda.
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Sabías que...
1. Si un gato te lame las manos, la cara o el cabello, tómalo como un gran cumplido: te está acicalando como a uno de los “suyos”
2. Si un gato se acuesta boca arriba al verte significa que te tiene confianza, ya que en esta posición no podría defenderse de un ataque.
3. Las personas que tienen gatos tienen menos estrés y tienen menos ataques al corazón.
4. Los gatos consideran que ellos son los dueños de la casa donde cohabita con el humano.
5. Cuando un gato se frota contra tí, es porque te está marcando como parte de su territorio.
6. Un gato casi nunca se comunica con un “miau” a otro gato, este sonido lo utiliza para comunicarse con los seres humanos.
7. Si un gato levanta la cola y la mantiene totalmente estirada hacia arriba, significa que está saludando.
8. Los gatos les hacen más caso a las mujeres que a los hombres, porque reaccionan mejor ante un tono de voz agudo.
9. Si tu gato se enferma y deja de lavarse, lávalo tu, ya que puede perder las ganas de vivir solo de verse sucio y olvidado.
10. Los gatos tricolores o de hasta cuatro colores, son exclusivamente hembras. Con pelaje de tres colores negro, rojo y crema-(variedad carey) y cuatricolor cuando llevan el blanco. Se da la particularidad, que los tricolores y cuatricolores, son solo hembras, y en los extrañísimos casos de algún macho, estos son estériles.
11. Los gatos no comprenden los castigos, pero sí las recompensas cuando hacen algo bien.
12. Los gatos duermen de 16 a 18 horas diarias. Pero aún dormidos, están alertas a cualquier estímulo.
13. Los gatos tienen una excelente visión nocturna.
14. Después de comer los gatos se lavan inmediatamente. Es un instinto de supervivencia que los lleva a actuar así para que los depredadores no huelan la comida y así puedan atacarlos.
15. El gato camina y corre moviendo las patas delanteras y traseras del mismo lado. Sólo el camello, la jirafa y el gato tienen esta particularidad
16. Los gatos odian el olor de la naranja y de los limones
17. El ronroneo de los gatos tiene la capacidad de tranquilizarlos a sí mismos cuando están enfermos o asustados.
18. Los antiguos egipcios se afeitaban las cejas en señal de luto cuando su gato fallecía.
19. Así como los seres humanos tenemos huellas digitales y están son únicas, el diseño del cojín de la nariz del gato es único, no hay dos gatos con el mismo diseño.
20. Los gatos negros son generalmente más tranquilos que los blancos, que están siempre muy nerviosos.
21. La lengua de los gatos está formada por pequeñísimos ganchos, que le ayudan a desgarrar la comida. Por eso se siente rasposa al tacto con la piel
22. El chocolate es tóxico para los gatos
23. La mayoría de los gatos blancos con ojos azules son sordos, a no ser que tengan un ojo de color distinto al otro. Esto es cierto en parte, existe un mayor porcentaje de gatos con sordera. El gen de la sordera, es un gen propio de los gatos blancos, se llama “alelo w” y es el causante del color blanco y la sordera en los gatos. No todos los gatos blancos son sordos, sólo lo son los que presentan dicho gen. El gen w hace que el gato sea blanco aunque sus genes digan que es un gato negro, o marrón, este gen tiene la particularidad de “enmascarar” el resto de los colores para hacerlos blancos. Estos gatos además suelen tener los ojos azules o verdes.
24. Los oídos de los gatos son ultrasónicos. Esto quiere decir que pueden escuchar frecuencias inaudibles para ti. ¿Cómo cuáles? Como los sonidos que los roedores usan para comunicarse.
25. Existe una planta que fascina a los gatos. Les hace disfrutar de momentos sublimes durante unos minutos. Se trata de la nepeta cataria o también llamada menta de los gatos, de la familia del tomillo y la lavanda. Su perfume desencadena un comportamiento en el animal💜💜💜
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3Quien me acompaña en este momento? aparte de mi soledad, una botella de vino, musica triste...
creo es suficiente.
Elsa, Elsa vega, mi mas grande amor como te extraño. Es una realidad; te perdi, nor perdimos y no volveremos jamas. Deseo lo mejor para tu corazon y para tu razon, yo no supe cuidar de ti, no supe proyectar mi amor por vivir apegada a mi tristeza y frustracion interna, estoy segura que en este momento no me amas mas y todo ese amor que me tenias se ha trasformado a vacio...no necesito que me odies para que duela, necesito que me olvides para que lo haga. Duele, duele tanto que ya no estes aqui, fuiste la mujer de mi vida, de esta pequeña vida de 24 años, te amo, te ame tanto, Perdon por la forma en que nos falle, teniamos tanto para seguir dando y yo limite todo, tantos lugares por conocer, tanto amor que dejar en cada rincon. Vivimos lo mejor de lo mejor, nos besamos hasta el cansancio, compartimos nuestras almas, reimos en el silencio, nos miramos a los ojos aquello que los demas no habian visto, nos descubrimos y planeamos una vida...una vida hasta envejecer, tomadas de la mano hasta el final, un pequeño bebe en nuestros brazos, noches de amor y pasion hasta el amanecer...eso se ha esfumado, ya no estas pero fue hermoso crear y creer que un di pasaria. Extraño tus pupilas brillantes bajo el color rojo de las luces, extraño tus pestañas en mis pestañas, extraño tu piel color nieve en la mia, hasta el atardecer, hasta el amanacer, Piesas que soy asi? asi de expresiva asi de amorosa? asi de intensa para amar, tiene razon de ser, tuvo razon de ser, tu existencia. Fue el aliento a sacar y dejar navegar tantos sentimientos que ni sqiuiera yo misma conocia. Perdon por no mencionarte mas cuanto amaba tu olor, manzana verde, tabaco, limon...pero el mas importante e impregnante...”Mujer” mi memoria se hizo perfecta desde que te conoci y aprendi a guardar cada detalle, no de alrededor, sino de ti. Parece falso todo esto, un acto mas de una comedia en donde mañana habra por finalizar, pero no es asi, no volveras mas y hay que hacerse a la verdad de que nunca jamas nos volveremos a besar como solíamos hacerlo: el carro, tu cuarto, por primera vez mi cuarto, los bares, los pasillos, los baños. nunca me impoto si otras personas nos descubrían porque siempre estaba tan concentrada de ti, de tus ojos cafés avellana, de tu nariz con forma de copo de nieve de tus dientes tan perfectos como lo perfecto, de tu cabello color sol, color miel. Esto es triste, Te quiero olvidar pero a la vez no quiero que pases a la historia. sabiendo que es lo mejor, tantas peleas y discusiones sin razon con tantos motivos por dentro para hacer el amor...Creo jamas te habia escrito tanto haha, tenia que pasar, tenia que ser. El orgullo mata, el orgullo sacrifica...Color azul...noches triste de van goh, Cerezas envueltas en pasion, cervezas artesanales, musica tranquila, vino la lomita, parilladas en domingo, gatos maullando a las 9 pm, platicas de 7 am hasta silencios de las 3 am. Gracias por dejarnos ser. Hasta nunca hermosa.
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Berenjenas blancas en floración
Cosecha de limones y secado para épocas de escasez
Primera ventana fabricada por yo, ya se instaló y mañana subo fotos con vidrios, falta otra
En noviembre cumplo 2 años sin usar shampoo o jabón para el cabello y a sido la mejor elección. Comence hace un mes con cepillado seco dental, más sin embargo continuo en la búsqueda de no usar cepillo plástico.
11:26 PM ronda de media noche
Sea aumentado el trabajo y responsabilidades
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El jardín de la abuela siempre fue único en el pueblo, siempre lleno de flores de colores, hierbitas aromáticas y en algunas temporadas se llenaba de mangos y limones.
Era normal que por las noches los niños traviesos vinieran a cortar los mangos, que por las tardes las señoras discretamente se robaran una penquita de savila para hacer algún remedio o simplemente por la vanidad de tener un cabello bonito.
A mí me gustaba el jardín de la abuela aunque ella dijera que yo aún no tenía mano ni siquiera para mantener una "millonaria", la abuela era una bruja de hierbas y té, de esas viejecitas que te abrazaban y sentías el aroma a hierba buena salir por cada parte de su piel, ella amaba su jardín.
El domingo que mi abuela murió, el jardín se opacó, las flores de hicieron pequeñas, perdieron color y los limones cayeron a puños podridos sobre el suelo, su jardín sabía que ella se había ido, que ahora viviría allá bien alto en el cerro, la habíamos enterrado por allá cerca de una cueva, porque aunque el pueblo respetaba a mí abuela, personas como nosotros no podían descansar en el panteón.
Para el jueves sus lavandas se mosquearon y aquello me lleno de terror, no quería que el jardín de la abuela se muriera como ella lo había hecho, así que sin pensarlo mucho tome una jarra llenita de agua fresca del río y comencé a regar las plantas, platique con todas y cada una, incluso con el limonero, les conté que yo también estaba triste porque ella se había ido, pero que me haría cargo de ellos cada que visitará el pueblo, les conté que yo vivía lejos pero que me aseguraría de que nada les faltará, que mi abuela había dejado un hueco pero que haríamos lo imposible por seguir creciendo.
Bien decía mi abuelita que las plantas entendían todito, pues para el viernes ya hasta tenían una capa de rocio en sus hojas, no se si lloraban por extrañar a la abuela o lloraban porque sabían que no las iba a abandonar.
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Conservación de alimentos
Introducción
En mi comunidad Santa María Tampalatín, se realizan conservas caseras con el fin de conservar algunos alimentos, su elaboración es un procedimiento sencillo y natural que puede realizarse en el hogar con el fin de lograr exquisitas confituras, mermeladas, lácteos, dulces, licores y otras cosas ricas con frutas y hortalizas frescas de la temporada.
Se preparan en almíbar duraznos, se hacen mermeladas, se salan carnes, pero sobre todo el más importante los chiles en vinagre.
RECETAS DE CONSERVAS CASERAS
Deshidratado de manzana
Ingredientes:
2 manzanas maduras
Canela en polvo
1L de agua
3 limones
Procedimiento
Lavarnos las manos antes de comenzar y recogernos el cabello para no contaminar nuestros alimentos.
Lavamos y secamos las manzanas.
Procedemos a pelar una manzana y otra dejarla con cascara para ver de qué forma actúa en las manzanas la deshidratación.
Quitamos el corazón de la manzana y rebanamos las manzanas en rodajas delgadas.
Añadimos agua y los 3 limones en nuestro recipiente.
Colocamos nuestras rodajas dentro del recipiente y dejamos remojar por 15 minutos.
Sacamos las manzanas y las secamos con nuestro papel absorbente.
Agregamos la canela en polvo por ambos lados.
Las colocamos en nuestro deshidratador y tenemos que voltearlas aproximadamente 8 días una vez al día para eliminar la totalidad de agua y estén listas.
Estarán listas cuando no haya humedad ni flexibilidad.
Finalmente las colocamos en nuestro frasco o bolsa ziploc (más fácil de trasportar) y etiquetamos con la fecha del día.
Ate de guayaba
Ingredientes:
1 Kg de guayaba
800 gr de azúcar
Una media taza de agua
20 gr de pectina
2 limones
Procedimiento
Pesar las guayabas que sean 1 kg.
Cortar la guayaba a la mitad y sacarle todas sus semillas.
Colar la media taza de agua en las guayabas.
Poner a calentar el agua en la hoya junto con las guayabas hasta que se suavicen.
Ya que estén suavizados las guayabas se procede a moler,
Poner la guayaba molida en fuego alto y agregar 3 tazas de azúcar y el jugo de limón es importante agitarlo a momento para evitar que se pegue.
Mezcle la pectina con azúcar restante y añádela. Menarle hasta que se incorpore.
Vierte en el refractario y cubrir con un paño de cocina.
Desmoldar y cubrir con un plástico film.
Chiles en vinagre
Ingredientes
Chiles jalapeños
Zanahorias
Cebolla
Ajo
Aceite
Especias
Vinagre blanco
Procedimiento
Primero hay que preparar las verduras primero. Pela, rebana y prepara los chiles, zanahorias, cebolla y ajos y deja a un lado.
Poner en una olla de vidrio, acero inoxidable o hierro fundido el aceite. Cuando empiece a calentar pon las zanahorias y saltea por unos minutos.
Poner la cebolla, el ajo y los chiles jalapeños. Es importante que no se doren las verduras, lo único que buscamos es saltearlas un poco.
Cubrir las verduras con el vinagre y poner las hierbas de olor y la sal. Baja el fuego y deja que suelten el primer hervor.
Hay que fijarse en el cambio de color de los chiles. Cuando se les quita el verde fuerte y se vuelve un verde más seco, ya están. En este momento se apaga el fuego y se dejan reposar.
Cuando están fríos se envasan en frascos de vidrio con tapa.
Les dejo algunos videos para que realicen sus propias conservas caseras.
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Algo simple pero efectivo 🤍🤍
Lava tus manos con agua y sal para quitar las energías negativas que absorbes todos los días.
Espolvorea canela molida en los rincones para que no haya discusiones.
Pon tus zapatos del revés en forma de cruz antes de dormir para tener una noche plácida y sin pesadillas.
Coloca un diente de ajo bajo la almohada y te protegerá con dulces sueños.
Limpia tu casa con vinagre y sal desde dentro hacia fuera para quitar malas energías.
Sahumea tu casa con hojas de naranja o limón para la prosperidad.
Quema cáscaras de ajo los viernes para atraer el dinero.
Pon un espejo en la entrada para no dejar pasar las malas energías.
Si te sientes cargado límpiate con sal junto a tu gel de baño.
Coloca bajo tu colchón unas tijeras para protegerte.
Enciende incienso de rosas para atraer el amor.
Suelta tu cabello cuando haya aire así eliminaras lo que esté atrapado.
Pon limones tras las puertas del hogar para que absorban las energías negativas.
Lleva en tu cartera una hoja de laurel junto a una moneda para que el dinero nunca falte.
Recoge tu pelo con trenzas ante una visita para que no absorba sus energías.
Coloca piedras de alumbre abajo de tu cama para que mientras duermes sea limpiada toda energía negativa oscura o tenebrosa.
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Me dieron ganas de escribir cosas que me gustan y no pude parar. Transcribo.
El ajedrez, el saber, la poesía, los alfabetos. Los oxímorons, las estrellas, El Principito. La fonética, los abrazos, cantar. La creatividad, prender una vela, la filosofía y los gatos. La miel, el color amarillo, los suéteres y la música clásica. Bailar, los limones, los botones y Singing in the rain. Los musicales, las cosas viejas, el pasto y las flores.
Piedra, papel o tijera. Mi libro de lengua española, el sudoku y el sushi. Los museos, las estatuas, los techos altos, los payasos y la cara lavada. El canto de los pájaros, animarse, las cosas pequeñas. Fotografiar, el té, en especial el té de jazmin, el café y los amigos. Superarse, la calma, el juego y los acertijos. La escritura, el collage, aprender y estar inconforme. Las botas de lluvia, el licuado de banana, los anillos grandes, las películas. Saltar la soga, actuar, la ridiculez y la risa. Entrelazar las manos, descubrir, soñar y las cosas que no significan nada. Meditar, pensar en qué regalar, el fuego cuando hace frío. Un viaje, mi bicicleta, el barrio y el Realismo Mágico. Las miniaturas, los envases de vidrio, los frascos, las ranas y los sapos. La vida. Encremarse el cuerpo, los olores deliciosos, un beso, cantar en grupo. Algo que resulta inesperadamente bien, los adverbios de modo, las etiquetas y el rechazo hacia las etiquetas. El aceite de oliva, una cara que no veías hace rato, influir para bien y los mapas. Los relojes de bolsillo, el golpe de aire cuando abrís la puerta de salida y el autoestima.
Los cuentos infantiles, contar cuentos y las vueltas de carnero. Nadar y correr. Vestirse elegante, ponerse alpargatas, batir la mezcla. Perdonarse. Saberte idiota y elegir ser tu amigo igualmente. Una buena noticia, ramitas caídas, colores de otoño. Los verbos, los verbos que yo invento. Una mala idea que resulta en una buena anécdota, las carcajadas que producen dolor, el helado de crema americana y mi cabello. Mi escritorio, los pronombres posesivos, el amor. El amor salpicado de tristeza, el amor disfrazado de nostalgia, las fiestas de disfraces y la compañía. Una siesta solo en la plaza. El movimiento, la inevitable honestidad de las miradas, un intercambio corto pero agradable con un extraño y cambiar. Subir unos kilitos de más, las cajitas musicales, coleccionar, y las palabras "pintoresco"; "extravagante"; "enthusiasm". Las luces de neón, el sonido de escribir en teclados viejos de computadora, el violín y el piano.
Las metáforas, las moralejas y las rimas. El desconcierto, aceptar la muerte propia y la de un ser querido, el humor. El acierto, la primera vez practicando tiro con arco, la fachada inglesa de las casas y la imaginación. El sabor de la sangre, los anticuerpos, la increíble maquinaria de la vida en la Tierra, y subirme a un banquito para alcanzar algo porque con mi estatura no llego. Pensar en nada. La gramática y las reglas universales de la gramática, tachar números en el calendario, el origami y mirar, de nuevo, los álbumes de fotos.
El color marrón, un cumplido, los dados y los fósforos. Las etimologías, olvidar, frenar en seco y los sellos de animalitos. La animación japonesa, los mofletes, las nalgas, y los nombres con los que "matan" a la gente. La risa rendida cuando sucede la décima cosa en el día que sale mal. Un secreto. Las mariposas y las polillas, las alas. El ejemplo, los misterios sin resolver, las enciclopedias y enterarte de que a alguien le fue bien. La fantasía, correr el tren, correr el bondi y ser un completo estúpido. Sentirse conectado con un artista que murió hace muchos años, los datos de color y las opiniones bien argumentadas.
El cerebro humano, las frazadas, la complicidad, un profesor apasionado y apasionante. El yoga, la compasión, el llanto y los rompecabezas. Ir al cine, emborracharse, enamorarse, las coronas de flores. Las agallas de quienes persisten en dar algo bueno al mundo a pesar de que el mismo mundo quiera desanimarlos. Los títulos, la paciencia, Sócrates y la posición fetal. El david de Miguel ��ngel, la Dánae de Klimt y la ciencia. La reproducción de las plantas, los trampolines y carrouseles, los pasteles y las hamacas. Bailar ballet en la habitación. Tchaikovsky, los refranes, los magos y los sombreros en forma de cono. Las hadas, el chocolate, los juegos de manos, una charla interesante que se prolonga durante horas. La individualidad, lo récords, "In the musicals" de Bjork, los soundtracks de películas. Cuando, de milagro, recuerdo el significado de un kanji. La encuadernación, las pagodas y los jardines. Las bibliotecas, la libertad, y saberse no más importante que un insecto.
La imperfección, hacerse el boludo, retratar y los orgasmos. Las ventanas redondas, los patrones, la esperanza, ver una estrella fugaz. El ímpetu, los nombres rusos y las montañas rusas. Tener en cuenta que siempre puede ser la última vez que haga lo que sea que esté haciendo. Los tests, el "no pasa naranja" y contar el sueño extraño que tuve. La inmensidad, las representaciones y los símbolos, las gorgueras. El movimiento que hacen las palomas con el cuello cuando caminan y los frutos secos. Competir, subrayar, resaltar y el sentimiento que produce decir "ya fue". Las despedidas agridulces saludando con la mano desde arriba del transporte. La particularidad que se asoma a pesar de lo común, la heterocromía y los malabares. Una tarde espontánea, el sonido del llama-ángeles y asustarme con un film de terror. Querer (y aveces lograr) manejar mi ego.
Los rituales, los cementerios, las coreografías y la coordinación. Reconocer mi hipocresía, el latín y el griego. Los juegos de mesa, las escaleras de caracol, los hongos. La iluminación del cielo en una tormenta eléctrica, Ana de Green Gables, y los deja vú. Los dibujos que me regaló mi hermana. Dormir hasta tarde, levantarme temprano por la mañana y las leyendas de monstruos marinos. Explotar granitos, encontrar un buen divulgador científico, cambiar de parecer y la niebla.
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levihan - oneshot
De cuando Levi le enseñó a Hanji a preparar té…
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Hanji adoraba la botánica desde que tenía uso de razón. Siempre, incluso siendo muy pequeña, podía pasarse horas sentada en el jardín, investigando y explorando con lupa todas y cada una de las plantas que allí crecían, observando sus distintos colores o los insectos que se posaban en ellas. En ocasiones su madre la regañaba, diciéndole que regresara a la casa, que refrescaba o que iba a enfriársele la comida. Hanji perdía la noción del tiempo cuando estaba en la naturaleza. Y de eso, nada había cambiado.
La Legión tenía una huerta algo chica y modesta en el patio trasero del cuartel. Hanji había insistido hasta el hartazgo para que Erwin aprobara la idea, argumentando que así podrían sacar más conclusiones respecto del campo de batalla, o que incluso podrían ahorrar la parte del presupuesto destinada a la comida si cosechaban sus propios vegetales. Al principio los altos rangos habían sido difíciles de persuadir, pero finalmente y tras meses de negociaciones, terminaron por concedérselo.
Ahora, la tibia brisa primaveral hacía danzar su cabello castaño desprolijamente recogido. Los brotes de césped mal cortado acariciaban con un leve cosquilleo sus talones descalzos y cubiertos de tierra; justo como cuando era apenas una niña. El aire olía a lavanda, y Hanji inspiró profundo, deleitando sus sentidos y llenando sus pulmones de aquel potente aroma. Una de sus manos sostenía un cuaderno de anotaciones que Erwin le había obsequiado una vez; varias páginas estaban bellamente ilustradas por Moblit y, esparcidas al azar como garabatos a lo largo del papel, se leían algunas observaciones que ella misma había escrito.
La menta era un gran antiséptico, la lavanda un potente calmante, el jazmín era relajante y afrodisíaco y el boldo un buen combatiente para el insomnio. Sin embargo, su planta favorita era la del hibisco.
Se cruzó de piernas, apreciando la suavidad de los pétalos rosados entre sus dedos. Había sido muy complicado hacerlos florecer. El hibisco era una flor algo caprichosa, solía decirle a Levi, que sólo rodaba los ojos en respuesta. En ocasiones, cansado, también contestaba que era “exactamente igual a ella”. Hanji se sonrojó. Quizás por eso era que le gustaba tanto; el hibisco le recordaba un poco a sí misma.
-¿Acaso ahora jugar con plantas es otro de tus estúpidos pasatiempos?- preguntó una voz a sus espaldas. Ni siquiera había tenido que voltearse para saber de quién se trataba.
-¿Acaso espiar a la gente es uno de los tuyos?- contraatacó ella en tono burlón. Levi la fulminó con la mirada y se sentó en cuclillas a su lado.
-Tengo cosas más importantes que hacer.- rezongó. Hanji torció apenas el labio en una media sonrisa, y lo observó estudiar detenidamente un arbusto de hierbas que crecía a sus pies.
-¿Qué pasó? ¿El comandante cejotas te ha dejado sin suministros?- adivinó, divertida. Levi casi se atraganta con su propia saliva, intentando en vano retener una carcajada sonora.
-Algo así.- murmuró, haciendo una mueca. Una de sus manos tomó un puñado de brotes del arbusto que había llamado su atención y los guardó en una canasta pequeña.- ¿Tienes limones?
Hanji asintió y señaló a su derecha, al otro extremo de la huerta. Allí un árbol algo petiso se erguía contra el horizonte, unos cuantos metros más allá de la planta de hibisco. Levi se incorporó sobre el suelo y caminó en la dirección en que acababan de guiarlo. Llevaba la camisa del uniforme arremangada hasta la altura de sus codos y una bandana de tela apartaba apenas un par de mechones oscuros de su frente. Los tenues rayos del sol de la tarde besaban con delicadeza la piel descubierta de sus brazos musculosos, envolviendo su cuerpo entero en un cálido halo dorado. Hanji se sorprendió a sí misma contemplando la forma en que sus bíceps se contraían y relajaban al cortar los limones con una pinza; sus movimientos firmes y ágiles aunque premurosos al mismo tiempo.
“Agradéceme aprendiendo a preparar una buena taza de té”, le había dicho hacía un par de días atrás. Se había perdido una de las tantas reuniones con Erwin por haberse quedado dormida en el laboratorio y Levi la había cubierto. Hanji volvió a mirarlo, pensativa, y luego bajó la vista hacia la planta de hibisco frente a ella. Quizás, después de todo, aquella era la oportunidad perfecta para saldar su deuda y devolverle el favor.
Decidida, se levantó para dirigirse hasta donde Levi se encontraba. En cuanto estuvo allí, con su propia pinza cortó otros dos limones, colocándolos en la canasta a medio llenar.
-Déjame ayudarte.- le pidió. Él la observó con las cejas levemente enarcadas durante una fracción de segundo. La luz anaranjada del ocaso penetraba insistente en el gris de sus ojos, creando un precioso juego de colores que se fundían el uno en el otro; la magia de una ilusión.
-Supongo que está bien.- repuso, encogiéndose de hombros.- Sólo trata de no convertir el té en otro de tus malditos experimentos.
Hanji sonrió.
-Creo que puedo con eso.
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El arrullo de los grillos zumbaba en el aire. Para ser ya casi las últimas horas de la tarde, aún hacía calor. Levi secó con el dorso de su brazo una gota de sudor que comenzaba a rodar por su sien, y suspiró cansado. La ropa estaba pegándosele al cuerpo, igual que a Hanji, que ahora regaba las raíces de la planta de lavanda. Habían estado un rato no muy largo paseándose por la huerta, discutiendo y definiendo qué ingredientes iban a recolectar para el té. Hasta el momento, no habían tenido mucho éxito en ponerse de acuerdo.
-¿Qué te parece el hibisco?- propuso ella, aún sin levantar la mirada del suelo. Él arrugó la nariz.
-¿La flor caprichosa?- recordó.
Hanji sonrió ampliamente; le sorprendía que Levi de veras la hubiese estado escuchando durante sus tan frecuentes charlas interminables de madrugada. Una parte de ella siempre había creído que hablar durante horas acerca de titanes y teorías científicas tal vez lo aburrieran un poco. Pero ¿y si en el fondo no era así? Después de todo, Levi era el único que se sentaba a regañadientes a conversar con ella cuando todo el resto sólo era capaz de huír. De pronto, sentía sus mejillas arder, no muy segura de si aquello era producto del sol o del camino por el que la habían arrastrado sus pensamientos.
-¡Así es!- exclamó, entusiasmada. Dando un saltito de alegría se giró nuevamente hacia la planta. Levi la siguió.- ¿Sabes? He leído que tiene increíbles propiedades digestivas y que es ideal para combatir la constipación…
-Pues entonces será perfecta para ti, cuatro ojos.- se burló él. Hanji le sacó la lengua.
-Lo dice el que tiene cara de constipación constante…- comentó, irónica, cortando las primeras flores con mucho cuidado. Levi rodó los ojos y trató de imitarla lo mejor que pudo. Al fin y al cabo, la experta en botánica era ella. Por eso no protestó en cuanto Hanji se apresuró a enumerar en voz alta el resto de las propiedades del hibisco, demasiado absorta en su propia verborragia como para siquiera reparar en algo más. En el fondo, debía confesar que se conformaba con ser su oyente, una compañía. Después de todo, con ella nunca había necesitado usar muchas palabras. Y eso estaba bien por él. Quizás, demasiado bien.
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Para su fortuna, la cocina estaba desierta. En el comedor Connie y Sasha jugaban a las cartas en una mesa apartada con un tazón de avena de por medio, demasiado ocupados con la partida como para siquiera reparar en su presencia.
Levi dejó la canasta sobre la encimera de granito y llenó una olla con agua.
-Toma las flores y sepáralas del tallo primero.- ordenó a Hanji. Ella obedeció enseguida, eligiendo un cuchillo afilado de dentro de uno de los cajones.
-¿Cómo se supone que lo haga?- preguntó, dubitativa. El corte del filo había quedado irregular y excesivamente grueso.
Levi encendió la estufa y colocó la olla encima. Luego, se dirigió hacia Hanji. La muy torpe estaba trozando las flores como si se trataran de un maldito pedazo de carne.
-Debes sujetar el cuchillo con más fuerza.- indicó, algo irritado, posicionándose detrás de ella. No iba a permitir que Hanji le arruinara el té; iba a enseñarle a hacerlo meticulosamente, como toda una experta. Una de sus manos se posó encima de la suya, entrelazando los dedos de ambos para ayudarla a hundir el filo con firmeza sobre el tallo. La otra mano la sujetaba tímidamente de la cintura, casi sin tocarla, en un intento por controlar y direccionar un poco sus movimientos.
Hanji asintió con la cabeza, inspirando hondo para internalizar y repetir las instrucciones.
-¿Así?- titubeó, volteándose para mirar a Levi. Había estado tan concentrada en la tarea que se le había encomendado que apenas sí había reparado en lo cerca que estaban el uno del otro. La distancia que los separaba era tan ínfimamente escasa que, ahora, sus narices podían casi rozarse. De pronto, era como si su corazón se hubiese detenido en su pecho, como si el tiempo hubiese quedado suspendido en el aire durante una fracción de segundo. Levi también pareció notar la tensión entre ambos y, al instante, se apartó de ella con las mejillas levemente teñidas de rosado.
-Sí, así.- aprobó con brusquedad. Era evidente que se había puesto nervioso.
Hanji le dedicó una sonrisa radiante que sólo consiguió sonrojarlo aún más.
-¡Estupendo!- exclamó.- Aprendo rápido, ¿eh?
Levi rodó los ojos y apresuradamente se giró para agarrar un mortero de dentro de los gabinetes.
-Tch, no te des demasiado mérito, idiota.- bufó, machacando un puñado de hierbas.- De no haber sido por mí ya te habrías rebanado un dedo.
Hanji dejó escapar una carcajada sonora y continuó cortando las flores tal como se le había mostrado. Los cortes, ahora, eran notoriamente más precisos y fluidos. Levi corroboró una última vez que todo estuviera en orden, sólo por si acaso, y luego regresó su atención al cacharro entre sus manos. Ni el té ni la integridad de los dedos de Hanji corrían peligro por el momento.
La puerta entreabierta en dirección al comedor filtraba los últimos rayos de sol de la tarde y la cocina, que seguía vacía, ahora estaba envuelta en una mística aura dorada. Hanji y Levi trabajaban en mesadas separadas, callados y a espaldas el uno del otro. El único sonido reverberando contra las paredes era el del cuchillo blandiéndose sobre las flores y el del agua burbujeando en la olla. Por un instante, Hanji pensó que quizás no le molestaría vivir así; solos los dos, en algún lugar bonito, cocinando inmersos en la tranquilidad de un silencio cómplice.
Suspiró, tragando saliva con fuerza; posiblemente así pudiera aflojar un poco el nudo que acababa de formársele en la garganta sin motivo aparente. Al otro lado, Levi se aproximaba hasta la estufa encendida para arrojar las hierbas molidas dentro del agua hirviendo.
-¿Terminaste?- preguntó a Hanji, bajando la intensidad del fuego. Ella le enseñó orgullosa la tabla de madera en la que había cortado y picado cuidadosamente las flores.
-¿No quedaron perfectas?- comentó con entusiasmo. Levi resopló.
-Supongo que para ser tu primera vez están bien.
Hanji dio un saltito de alegría y echó los pétalos en la olla, de la cual paulatinamente emergía un aroma muy peculiar que variaba entre lo amargo y lo dulzón. Levi, por su parte, tomó algunos limones de la canasta y, cortándolos por la mitad, los exprimió encima de la mezcla.
-Ahora revuelve.- determinó. Hanji obedeció una vez más, introduciendo en el agua un cucharón que había sacado de otro de los cajones.
-¿Así?- repitió.
Sin decir nada, Levi volvió de mala gana a colocarse detrás de ella. Una de sus manos rozaba apenas sus caderas y la otra la sujetaba de la muñeca, guiando y ralentizando la brusquedad de sus movimientos. Hanji podía sentir su piel ardiendo sobre la de ella y su aliento tibio haciéndole cosquillas en la nuca.
-Así.- explicó, firme, todavía sin soltarla. Su voz grave y aterciopelada era apenas un murmullo en su oído. Hanji se estremeció, totalmente desconcertada; no estaba acostumbrada a tener a Levi tan cerca, mucho menos al torbellino de emociones que parecía asaltarla de repente cuando la tocaba.
-¿Crees que ya esté listo?- dudó. Las palabras se trababan en la punta de su lengua.
Levi observó primero a Hanji y luego al agua hirviendo, que ahora se había teñido levemente de rosado.
-Sí.- asintió, alejándose de ella tan pronto como se percató de que habían estado así, revolviendo juntos, durante al menos un par de minutos. Sus mejillas estaban enrojecidas de nuevo.- Cuela esto y sírvelo en la tetera, yo llevaré las tazas a la mesa.
Hanji hizo caso y extrajo la vajilla de otro gabinete. A sus espaldas Levi, que caminaba con ambas tazas apiladas en una mano, acarició su cabello al pasar por su lado.
-Deberías bañarte de tanto en tanto, cuatro ojos.- le reprochó.- Ya sabes, el jabón no muerde. Tu pelo te lo agradecerá.
-Imbécil.- protestó ella entre risas. Casi por acto reflejo, se llevó una mano a la cabeza, despreocupada. No obstante, se detuvo en seco en cuanto notó que había algo detrás de su oreja. De pronto, era como si alguien le hubiese arrebatado todo el oxígeno de un solo golpe.
Allí, enredada entre sus mechones castaños, había una flor de hibisco.
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Tips de belleza:
La piel tiene un papel importante en la protección y el control de la temperatura corporal: nos defiende del sol, las infecciones y otros daños físicos. Por ello, si tienes la piel seca, no podrá llevar a cabo estas funciones de forma correcta.
Beneficios de las mascarillas naturales
No hay duda de que cada vez están más en auge los productos naturales para cuidar de nuestra piel y nuestro cabello, así como de nuestra salud general. Hay que ser consciente de que antes de usar una mascarilla natural debemos asegurarnos de que nuestra piel no es extremadamente sensible o que no tiene alergias a los productos que vamos a utilizar.
Una vez cerciorados de esto, podemos optar por los ingredientes naturales que más nos gusten. Y entonces veremos estos beneficios de las mascarillas naturales en nuestra propia piel.
Iluminación y mejorar de la piel
Una piel cuidada es una piel luminosa y sana. Gracias a las mascarillas naturales, los efectos negativos que la polución, el estrés, el poco descanso o la mala alimentación pueden desaparecer.
Hay quienes usan la miel, el yogur natural o la cúrcuma. Esta mezcla se deja actuar sobre la piel durante 20 minutos y después se retira con agua tibia. Los resultados son increíbles.
Hidratación y nutrición
Uno de los beneficios de las mascarillas naturales más destacados es la hidratación y nutrición de la piel. Esta tiende a secarse por el aire, la polución y otros agentes externos o internos.
El aguacate y el plátano harán una mezcla ideal para conseguir una hidratación profunda. Si además le agregas una cucharada de miel, el efecto será aún más impactante. Deja actuar durante 10 minutos y luego retira con agua fría. ¡Verás qué suavidad!
Tratamiento para todo tipo de pieles
Las pieles grasas o mixtas, así como aquellas con tendencia a los puntos negros, pueden mejorar mucho con mascarillas purificantes a base de arcilla, avena y aceite de árbol de té. Cada uno de sus componentes incidirá en un problema. Por ejemplo, la arcilla es antiinflamatoria, antibacteriana y cicatrizante y elimina impurezas.
Ten en cuenta que, si decides hacerte una en casa, debes respetar los tiempos de exposición que se recomienda, usarla en el mismo día para que no pierda eficacia realizar la mezcla con utensilios limpios y secos. No uses ingredientes raros que no conozcas porque te los hayan recomendado.
Como ves, los beneficios de las mascarillas naturales son muchos y muy ventajosos. Te animamos a que las pruebes o mejor aún, que pases por nuestro centro para que te la apliquemos de manera profesional y se potencien los resultados.
Mascarilla para piel reseca con Aceite de Almendras dulces
Para preparar esta mascarilla vas a necesitar: 1 Cucharada de germen de Trigo, 1 cucharada de aceite de almendras dulces, 2 cucharadas de aguacate machacado, 1 cucharada de aceite de ajonjolí, 1 cápsula de vitamina E y 1 cápsula de vitamina A. Una vez tengas todos los ingredientes se deben mezclar hasta obtener una mezcla sin grumos, luego aplica la mezcla en sobre tu cara y cuello por 20 minutos, para retirarla aplica agua natural.
Mascarilla para piel grasa con jugo de limón:
Limones para Mascarillas Naturales:
Para preparar esta mascarilla vas a necesitar 1 cucharadita de jugo de limón 1/2 manzana roja, 1/2 pepino pelado y 1 clara de huevo. Debes comenzar por mezclar todos los ingredientes en una licuadora hasta obtener una mezcla consistente, luego coloca la mezcla en la nevera para que se enfríe por 20 minutos. Aplica la mascarilla por 20 minutos sobre tu cara y cuello y enjuaga con agua tibia.
Mascarilla Hidratante de Aguacate y Avena:
Aguacate para Mascarillas Naturales:
De todas las mascarillas en esta lista de las 10 mejores mascarillas naturales esta es una de las que mas trabajo tiene, para prepararla vas a necesitar los siguientes ingredientes:
4 cucharadas de avena arrollada,
1/4 de litro de Agua
1 aguacate.
Cuando tengas todos los ingredientes debes mezclar la avena con el agua y dejar reposar por 3 horas, luego debes filtrar la mezcla y dejarlo enfriar por 45 minutos en la nevera. Mientras se enfría esta mezcla debes hacer un puré con el aguacate, cuando este listo debes agregar el agua con avena hasta obtener una textura pastosa. Aplica en tu rostro y deja actuar por 15 minutos, retira con agua.
Mascarilla Hidratante con Calabaza y Miel:
Calabaza para Mascarillas Naturales
Los ingredientes que vas a necesitar para esta mascarilla son 10 gramos de pulpa de calabaza, 1 cucharada de aceite de oliva, 1 cucharada de aceite de jojoba, 1 cucharada de miel y 3 cucharadas de leche. Debes introducir todos los ingredientes en un recipiente y mezclarlos con una cuchara, aplica la preparación en todo tu rostro y deja que actúe por 15 minutos. Lava con agua fría para cerrar los poros.
Vamos por la mitad de esta lista de las 10 mejores mascarillas naturales y nos gustaría invitarlos a que nos dejen sus comentarios y recetas al final del articulo. Seria excelente poder crear otra categoría con consejos de belleza suministrados por nuestros lectores. Habiendo dicho esto, continuamos.
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📂Dulce
📔_ Tiene 24 años
📔_ Mide 1.90
📔_ Maestra de Matemáticas
📔_ Cumple el 1 de agosto
📔_ No está muy contenta con sus padres por obligarla a trabajar desde los 15 y como no logró decidió estudiar dos años de Universidad y consiguió el trabajo de Maestra a los 19, pero por suerte término la Uni en ese tiempo.
📔_ Sufrió de depresión desde sus 16 y pudo tomar terapia a sus 22 con el que es su actual esposo Thomas (la terapia duro un año)
📔_ Dulce se enamoró de Thomas cuando cada vez más le curaba sus malos pensamientos y la hacia feliz
📔_ La primera vez de Dulce fue con su actual esposo y es su único novio en la vida
📔_ Se vestía sexy y se tomaba fotos igual para conseguir pareja o con quien follar pero al final no pudo porque sus padres no le dejaban hacer casi nada
📔_ Le gustan mucho los conejos, más cuando son bebes
📔_ Su mejor amiga es Minda que fue quien la ayudo a integrarse al colegio en donde trabaja
📔_ El director le dio la autorización de pegarles con una regla a los que no pusieran atencion en sus clases, pero lo ah dejado de hacer aunque a veces lo hace cuando está muy enojada de enseñar más de 3 veces sabiendo que ella explica muy bien
📔_ Le gusta comer mucho el pay de limon
📔_ Desde el casamiento no ah ido a visitar a sus padres, pero ellos si han ido a casa de Dulce para ver a Astrid y a Heidi
📔_ Su cabello se lo corto y se lo arreglo así porque no le gustaba mucho el largo
Eso nada más, hay más pero no me acuerdo y esto fue lo que tengo de su historia skhsk😳💟💕💞💕💞💕💟💕💞💕💞💕💞
Lo último es que es muy feliz con su familia, su esposo y sus hijas los ama demasiado💕💞💕💞💞
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🖤🍃CONSEJOS
DE BRUJA A BRUJA🍃🖤
🖤Lava tu puerta de entrada,
con albahaca y agua de menta para ayudar a despejar el camino para que la abundancia y la prosperidad te encuentren más fácilmente!
🍃Lava tus manos
con agua y sal en grano para quitar las energías negativas que absorbes todos los días.
🖤Espolvorea
canela molida en los rincones para que no haya discusiones.
🍃Pon tus zapatos
del revés en forma de cruz antes de dormir para tener una noche plácida y sin pesadillas.
🖤Coloca un diente de ajo
bajo la almohada y te protegerá con dulces sueños.
🍃Limpia tu casa
con vinagre y sal desde dentro hacia fuera para quitar malas energías.
🖤Sahumerea
tu casa con hojas de laurel para la prosperidad.
🍃Quema cáscaras de ajo
los viernes para atraer el dinero.
🖤Pon un espejo
en la entrada para no dejar pasar las malas energías.
🍃Si te sientes cargado limpiate con sal junto a tu gel de baño.
🖤Coloca bajo tu colchón unas tijeras abiertas para protegerte.
🍃Enciende incienso de coco para atraer el amor.
🖤Suelta tu cabello cuando haya aire así eliminaras lo que esté atrapado.
🍃Pon una cruz de madera atada con rojo detrás de la puerta para protección.
🖤Pon limones tras las puertas del hogar para que absorban las energías negativas.
🍃Lleva en tu cartera una hoja de laurel junto a una moneda para que el dinero nunca te falte.
🖤Recoge tu pelo con trenza cuando salgas a lugares muy concurridos o tengas visitas no muy positivas para que no absorbas sus malas energías.
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🖤🍃CONSEJOS
DE BRUJA A BRUJA🍃🖤
🖤Lava tu puerta de entrada,
con albahaca y agua de menta para ayudar a despejar el camino para que la abundancia y la prosperidad te encuentren más fácilmente!
🍃Lava tus manos
con agua y sal en grano para quitar las energías negativas que absorbes todos los días.
🖤Espolvorea
canela molida en los rincones para que no haya discusiones.
🍃Pon tus zapatos
del revés en forma de cruz antes de dormir para tener una noche plácida y sin pesadillas.
🖤Coloca un diente de ajo
bajo la almohada y te protegerá con dulces sueños.
🍃Limpia tu casa
con vinagre y sal desde dentro hacia fuera para quitar malas energías.
🖤Sahumerea
tu casa con hojas de laurel para la prosperidad.
🍃Quema cáscaras de ajo
los viernes para atraer el dinero.
🖤Pon un espejo
en la entrada para no dejar pasar las malas energías.
🍃Si te sientes cargado limpiate con sal junto a tu gel de baño.
🖤Coloca bajo tu colchón unas tijeras abiertas para protegerte.
🍃Enciende incienso de coco para atraer el amor.
🖤Suelta tu cabello cuando haya aire así eliminaras lo que esté atrapado.
🍃Pon una cruz de madera atada con rojo detrás de la puerta para protección.
🖤Pon limones tras las puertas del hogar para que absorban las energías negativas.
🍃Lleva en tu cartera una hoja de laurel junto a una moneda para que el dinero nunca te falte.
🖤Recoge tu pelo con trenza cuando salgas a lugares muy concurridos o tengas visitas no muy positivas para que no absorbas sus malas energías.
Por Alice Kyteler
#hierbasMaría🍃🌱💕
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Sara Isabel Jaraba Sotelo 15 años Villavicencio, Meta Categoría 3: Universos
Llevaba días sin poder descansar, las tareas me llegaban hasta el cuello, después de una semana de intenso estudio mi cuerpo me obligó a tomar un descanso. Abrí los ojos con el alivio de haber descansado, pero no me encontraba en donde solía estar, estaba en el mundo de los sueños. Comencé a caminar por un camino azul que parecía llevar a algún lado, mientras caminaba me fui alejando de la suave cama de nubes en la que había dormido, pronto empecé a ver a lo lejos un poco más de forma, había estado caminando por ese suelo azul sin un cielo y sin un horizonte visible, y pasado un rato llegué a un río.
Me asomé para ver el agua y lo que conseguí fue ver una sorpresa, tenía mi cabello ¡naranja!, corto, y hasta mis pestañas estaban así; mis ojos estaban carmín como si un fuego se manifestara en mi apariencia y mi piel, estaba pálida como ese mundo. No supe como reaccionar, me alejé de golpe, sentí el piso y era pasto, un pasto blanco y suave como pelaje, en ese momento caí en cuenta de que era un mundo diferente, como si haberme dormido me hubiera llevado a otro universo. Me acosté a mirar el cielo, no había nada, ni allí arriba ni a lo lejos, el camino azul terminaba en el río y ahora estaba yo con el sonido del agua pasar.
Pensé un rato, me dio sed casi al instante, decidí pararme a beber un poco, pero en ese momento algo cayó del cielo y golpeó mi cabeza muy fuerte, me volteé a mirar que era, había caído un gran limón amarillo, su color resaltaba en el blanco pasto. Las cosas no se podían poner más extrañas hasta que otro limón cayó a unos metros de donde estaba sentada, pasados 2 segundos, más limones empezaron a caer del cielo, algunos me golpeaban y empecé a preocuparme, me levanté para huir a algún lugar, di dos pasos hacia atrás y el tercero de esos terminó haciéndome caer en el río. Todo estaba en cámara lenta, con mis reflejos veía mi cabello ondear con el agua y a mi alrededor veía los limones hundirse conmigo. El río se veía menos profundo desde afuera.
Desperté en mi escritorio con mi profesor de biología hablando de fondo y mojada de la limonada que derramé dormida.
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Corazón de granada
Mauro parecía un niño cualquiera de un pueblo cualquiera. Pero tenía una particularidad. Algo que lo hacía único, algo que lo reconocía entre los pobladores de Tehuacán, y era su enorme corazón. Literalmente. Desde pequeño, Mauro sufrió de una rara enfermedad que afectaba su corazón. Una enfermedad con un nombre difícil de pronunciar y también de imaginar: su corazón era demasiado grande para su pequeño cuerpo. Sus primeros años parecían normales, pero fue cuando comenzó a correr que su familia notaba algo extraño en él. No jugaba como los demás niños. Se cansaba demasiado rápido y tenía dificultades para respirar, llegando al grado de adquirir un color rojizo por todo el cuerpo y luego un azul inquietante. Pero Mauro era un niño feliz. Se divertía viendo a los niños correr en las calles empedradas pateando un balón o persiguiéndose sin sentido. Se reía cuando alguno caía al piso y celebrara con el mismo entusiasmo el gol de Lalo o Tomás. La ventana de su cuarto era su puerta a un mundo que no podía tocar.
-Quiero jugar, mamá. ¿Puedo salir a jugar? -decía cada tarde al ver que los equipos se formaban frente a su casa.
-Ya sabes que no puedes, Mauro -le contestaba su madre mientras lo miraba con una expresión de ternura y tristeza-. Pero puedes acompañarme al mercado más tarde. Podemos comprar un vaso de granada con chile y limón.
Mauro desviaba la mirada hacia el piso, y aunque la idea de tener en sus manos un vaso de esas semillas rojas bañadas en jugo de limón y chilito en polvo lo animaba, no podía dejar de pensar en los gritos de las niñas y los niños bajo el sol. -Esta bien. Pero con mucho limón -dijo mientras volvía a sentarse en la silla de mimbre que colocaba cada mañana junto a su ventana.
Fue una tarde de julio cuando María, la hija de don Jesús, el dueño de la carpintería en la casa de la esquina, se encontraba pelando una granada de un color intenso frente a la casa de Mauro mientras su hermano jugaba con los otros niños. María vio a Mauro con la cabeza recargada sobre el marco de la ventana. Parecía un pequeño perrito aburrido y sin la posibilidad de bajar de una azotea. Se levantó y corrió hacia la ventana con la fruta entre sus manos intentando no tirar ni una semilla al piso. Cuando llegó al pie de la casa Mauro notó su presencia y levantó la cabeza.
-Hola -dijo María.
-Hola.
-¿Por qué no sales a jugar? ¿No sabes jugar?
-Claro que sé. Mi papá me enseñó.
-¿Solo juegas con tu papá?
-No. Mi papá se murió cuando era más chico.
-¿Entonces por qué no juegas con Lalo y los demás?
-Porque no puedo -dijo Mauro a la vez que miraba como el balón se elevaba al cielo azul de esa tarde.
-Mi hermano dice que si sales a la calle te mueres.
-Así es.
María abrió los ojos en una expresión de sorpresa y no dejó de ver a Mauro. En la calle, Tomás se quedaba con el balón y evitaba su entrada a la portería limitada por dos ladrillos, lanzándose al piso.
-¿Por qué te mueres si sales de tu casa?
-No por salir de mi casa. Por... por jugar. -Mauro no dejaba de ver el balón ir y venir por la calle.
-¿Y no quieres jugar?
-Sí. Pero no me quiero morir... todavía.
María guardó silencio un momento y luego se acercó un poco más a la ventana, levantó sus manos llenas de un color rojo brillante y acercó la granada a Mauro.
-¿Quieres?
El niño miró las pequeñas manos rebozantes de semillas coloradas y luego a la niña que le ofrecía de su fruto favorito mientras alcanzaba a sentir el aroma dulzón de la granada. Por un momento no supo decir si quien despedía ese olor era María.
-¿Tienes limones? -dijo mientras tomaba unas semillas y se las llevaba a la boca. Una sonrisa apareció en su rostro y como si fuera un espejo, la cara de María sonrió al mismo tiempo mostrando sus dientes llenos del rojo frutal y semillitas blancas. Ambos niños rieron y sus corazones por un momento vibraron al mismo tiempo.
-No. Pero puedo traer mañana.
Así pasó el tiempo. María visitó a Mauro durante todo el verano y cuando estaba convencida de que salir a la calle no mataría a su nuevo amigo lo invitó a sentarse con ella en la banqueta frente a los niños jugando cada tarde mientras comían granadas que la misma María llevaba cada tarde. Algunas veces llevaba limones que la mamá de Mauro cortaba y les llevaba junto a una jarra de agua de jamaica endulzada. Los niños reían y hablaban de dinosaurios, enanos, robots, fantasmas y tesoros escondidos. De como María llegaría a ser doctora cuando creciera y se fuera a vivir con su abuela a Puebla.
-Yo quiero ser corredor de coches -decía Mauro. Como en las películas.
Reían hasta que les dolían los cachetes. Muchas veces Mauro se quedaba sin aire y tenía que concentrarse en respirar mejor. María lo miraba y entristecía pensando en lo que su hermano decía de la muerte de Mauro.
-Se va a morir.
-¡No digas eso!
-Pero es verdad. Mi mamá dice que un día de estos.
-¡Cállate! -gritaba siempre María con los ojos llenos de lágrimas.
Llegó el verano del año siguiente desde que María y Mauro se conocieron. Justo el día del equinoccio, la niña apareció frente a la casa de su amigo para descubrir que la ventana estaba cerrada. Un frío extraño recorrió su pequeño cuerpo y le erizó el cabello. Por un momento no pudo dar un solo paso. Respiró fuertemente y se encaminó a la casa de Mauro. Toco la puerta y la mamá del niño atendió.
-Hola, señora. ¿Está Mauro? -preguntó la niña.
-Hola, María. Sí, está en su cuarto. Se ha sentido un poquito mal. Pasa, pero por favor, no lo hagas reír o hablar mucho, ahorita les llevo algo de comer.
María entró a la habitación llena de juguetes y dibujos pegados a la pared, mucho de ellos hechos por ella misma. Mauro estaba recostado en su cama con demasiadas almohadas para su gusto que lo mantenían reclinado sobre la cabecera. Cuando vio a María sonrió, pero no dijo nada. María se acercó lentamente.
-Hoy no traje granadas... -le dijo con una inocencia que solo los niños pueden tener. Como si eso fuera demasiado grave para sentirse avergonzada.
-No importa. Mi mamá compró ayer. Espero que no olvidará los limones.
María lo veía como si aquel niño fuera una torre de cartas a punto de precipitarse.
-Me voy a morir -dijo Mauro con una naturalidad que volvió a causar escalofríos en su amiga.
-No es cierto.
-Es cierto. El doctor le dijo a mi mamá que mi corazón sigue creciendo. Es muy grande. Mi mamá piensa que no lo escuché, pero sí escuché.
-El otro día escuché al Padre Pascual decir que la gente que quiere mucho a los demás tiene un corazón enorme.
-Yo a la única que quiero es a ti... bueno, y a mi mamá. Pero a mi mamá la quiero porque es mi mamá.
-Entonces es mi culpa -dijo María y un nudo se formó en su garganta. -Mejor deja de quererme.
-No -dijo Mauro. -No quiero.
-Es que no quiero que te mueras -dijo la niña mientras su voz se cortaba entre unas ganas tremendas de llorar.
-Yo tampoco, pero mi mamá dice que morirse no es malo. Porque puedes ver a la gente que ya no está aquí. Y yo voy a ver a mi papá. Mi mamá dice que cuando lo vea voy a poder correr a abrazarlo y vamos a jugar fútbol.
-Entonces está bien -dijo María intentando sonreír.
-Sí. Solo es que... ya no voy a poder ser corredor de coches.
María sonrió y se quedó ahí junto a su amigo. Se tomaron de las manos y no dijeron nada por un buen rato. Esa tarde comieron en la habitación. La mamá de Mauro preparó frijoles con queso fresco y agua de tuna. Llevó un tazón lleno de semillas de granada, limones y el chilito en polvo que le gustaba a su hijo. María se fue hasta entrada la tarde y solo porque su mamá pasó a buscarla.
Al día siguiente se despertó temprano. Quería visitar a Mauro antes de medio día pero su mamá le dijo que no debía molestar tan temprano. Cuando el sol estaba justo sobre Tehuacán, salió corriendo con un par de granadas en las bolsas de su vestido. Corrió atravesando la plaza. Era domingo y a esa hora era demasiada la gente que atendía sus asuntos caminando de un lugar a otro. Cuando por fin llegó a la casa de Mauro vio demasiados coches afuera. Un montón de gente que no conocía estaba hablando frente a la puerta. La mamá de Mauro estaba llorando mientras un hombre con un enorme bigote la sostenía en sus brazos.
-¡Raúl, ven ayúdame con mi hermana! Deja veo al Cura ahí adentro -dijo el hombre del bigote a otro más joven y delgado.
Tardó muy poco en darse cuenta de lo que pasaba. Mauro corría a abrazar a su papá.
“Cardiomegalia”. Así se llamaba la condición de Mauro. María lo supo en los primeros semestres de la carrera en Medicina. La palabra la acompañó durante mucho tiempo. Faltaba menos de un año para terminar su carrera cuando visitó a su mamá en aquel pueblo que aún olía a frutas y tierra mojada. Al día siguiente de su llegada le dijo a su mamá que quería visitar la tumba de Mauro, aquel niño que conoció durante una tarde de verano y la acompañó durante tanto tiempo. Era su amigo, el niño de corazón enorme que cada tarde reía al verla sonreír con semillas entre los dientes, al que le gustaba la granada, el chilito en polvo, los limones y nunca pudo correr. Salió después de desayunar hacia el panteón. Cuando llegó ahí, un hombre se encontraba limpiando una tumba con una escobilla.
-Buenos días -dijo cortesmente María.
-Buenos días, señorita -contestó el hombre ya entrado en bastantes años mientras se quitaba el sombrero de paja.
-Disculpe, pero hace tiempo falleció un niño. Tenía problemas en el corazón, yo estuve ese día pero no recuerdo dónde está la tumba.
El hombre la miraba con mucha atención cuando dijo:
-Usted busca al niño de la granada.
-¿Cómo? Se llamaba Mauro.
-Ese mero -apuntó el hombre. -El niño con el corazón de granada.
-No le entiendo -dijo María.
-Mauro, como usted lo llama. Yo la llevo a su lugar.
María supuso que se refería a la tumba y siguió al hombre cuando este se puso el sombrero de nueva cuenta y comenzó a caminar con un paso que definitivamente era de una persona muy vieja. La llevó hasta un rincón del panteón. Ahí, en medio de cruces y lápidas viejas y carcomidas por el tiempo estaba un árbol rebosante de fruta. Eran granadas de colores que iban del amarillo al rojo intenso y brillante. Muchas descansaban en el suelo rodeadas de pasto verde.
-Las que caen sirven de abono al pasto -dijo el viejo como si supiera lo que pensaba María.
-¿Dónde está la tumba? -preguntó María con un poco de impaciencia.
-Ya no existe. Le dije que le iba a enseñar su lugar, no la tumba. El niño no quería una piedra encima.
-¡Pero qué le pasa! ¡Le digo que yo estuve aquí ese día! ¿le pusieron un árbol encima? -María había subido su tono de voz cuando notó que el viejo le sonreía.
-Sí, señorita. Bueno, no. No le estoy diciendo que el niño lo pidió antes de morirse. Lo quiso después.
Aunque María no pudo ocultar su molestia en la expresión de su cara, no dijo nada. Se sintió ofendida de que el viejo dijera cosas sin sentido sobre su amigo, las manos le temblaban cuando el hombre, notando su reacción, haciendo un gesto con las manos de espera comentó:
-Discúlpeme. No la recuerdo. Aquí viene mucha gente. Cuando Mauro, como usted lo llama, llegó aquí yo era joven todavía. Le ayudaba a don Serapio, el que cuidaba antes aquí. Y no se lo tome a mal. Aquí había una lápida, pero un año o dos después del entierro la tierra empezó a levantarse aquí. Primero pensamos que era normal, pero luego la lápida se empezó a romper por la curva del terreno. Un día yo estaba limpiando esta parte y me fije que entre la piedra salían unas ramitas. Le avisé a don Serapio y él a la gente de presidencia. Vino gente, vio el lugar y aunque primero no les importó la cosa seguía rara. Cuando vino la mamá del niño vio la tumba y dijo que quería que lo abriéramos. ¡La tumba! ¡Quería abrir la tumba! Vaya usted a creer. Pidió permisos y todo y al final lo hicimos. Con mucho cuidado buscamos entre la tierra hasta dar con la caja. Una muy bonita de color blanco. Pero de entre la madera salían más ramas y de los lados de la cajita salían raíces. Cuando pudimos abrir ahí estaba el niño. Bueno, el bulto. Nunca nos llegó el olor feo de los muertos. Olía a dulce. Pero... del pecho del niño ¡salía un arbolito! La mamá empezó a llorar cuando vio eso y nos dijo que cerráramos, que volviéramos a echar la tierra. Cuando don Serapio empezó a poner los pedazos de lápida la señora nos dijo “no, quítele eso. Déjelo así, pura tierra.” La gente supo de eso. La señora vino muchas veces y regaba. Traía sus herramientas y acomodaba la tierra. Luego dejó de venir. Yo creo que se murió o no sé, aquí no la enterraron. Pero el árbol siguió aquí. A veces los niños vienen y se asoman por la reja para llevarse las granadas, pero tratan bien la planta. La gente le dice al árbol el Corazón de Granada. Perdón si le ofende.
María estaba llorando. No paró de llorar por un rato y el viejo la dejó sola. Se quedó sentada junto al árbol acariciando el pasto que crecía a su rededor.
-Tenías un corazón muy grande Mauro. Pero no pensé que no cabría ni bajo la tierra.
Tomó una granada del suelo, parecía haber caído apenas ese día. Era roja, brillaba a la luz de la mañana. Comenzó a pelarla y a poner de a poco semillas en su boca. Su sabor era dulce y se sintió como aquella niña de vestidos sentada en la banqueta junto a un niño.
-Creo que vamos a tener que poner un limonero aquí a lado -dijo María riendo con los ojos hinchados en lágrimas. Rió hasta que le dolieron los cachetes.
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