#la tarde es tu piel
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Sleeping with them (Fontaine men ver.)
In which I tell you what it's like to spend a sleepover with them (I love sleepovers, they're so great, I want to go to one)
Includes Lyney, Freminet, Neuvillette and Wriothesley.
Warning: Nope now💖, Modern!Au(? idk, GN!Reader | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
Spanish:
Cuando no está ocupado y quiere darse un descanso de su vida, una pijamada es un sí para él.
Hacen algo de comer o piden algo para llevar y empiezan a hablar entre ustedes acerca de su día. Hay veces en las que te habla de sus preocupaciones y se da el lujo de dejar su máscara lejos, ya no necesita ser un Fatui o un hermano mayor ideal, solo es Lyney y lo estás alimentando con comida deliciosa y lo escuchas.
Te pide que le peines el cabello, puede ayudarlo a dormir más rápido, le gusta cuando lo acaricias.
Te pide muchos besos aleatoriamente o los roba.
Le gusta compartir una rutina de skincare contigo, verlos a los dos en el reflejo del baño mientras esperan a que la mascarilla se seque o verte aplicarle una crema humectante es muy íntimo para él.
Definitivamente se hacen manicura y pedicura (si te comes las uñas o las muerdes definitivamente te regaña).
Se cuentan chismes que han escuchado.
Cuando duermen juntos puedes escuchar sus ronroneos desde su pecho, también es alguien que le gusta ocultar su rostro en tu cuello y en algunas ocasiones rasguña tu cabello entre abrazos.
Si tiene sueño y tú te levantas para cualquier cosa, él te abraza más fuerte y puede morder tu hombro para que dejes de quejarte, luego besa dónde mordió (sabes, como ese vídeo tan lindo de los gatos siendo bonitos).
Le va a costar levantarse a la mañana siguiente, definitivamente te obliga a dormir hasta tarde con él. Es un gatito cansado, déjalo descansar contra el sol que se asoma por la ventana.
Le gusta mucho tener pijamadas contigo, sobre todo cuando están en silencio y está oscuro.
Tal vez hayan algunas velas para que puedan jugar algún juego de mesa o leer estando al lado del otro, pero cuando está oscuro se le hace más tranquilo.
Le gustan las velas aromáticas de olores suaves.
También deja que le hagas alguna rutina de skincare si quieres, le gustan cuando los productos son frescos contra su piel y huelen bien. También deja que le arregles las uñas.
Te ayuda si le pides que te ponga alguna mascarilla o rulos en el cabello.
Le gustan los susurros, cuando hablan en el mismo tono bajo lo hace sentir tranquilo, y el sonido de las hojas de los libros o las piezas de los juegos de mesa junto al crepitar de las velas lo relajan.
Te ayuda a peinarte el pelo antes de dormir.
Definitivamente se acuestan y se cubren con las mantas para abrazarse y descansar, en sí le gusta cuando están en silencio y están juntos.
Le gustan mucho los besos de buenas noches tanto como los besos de buenos días, entonces te los pide.
Pers duerme con ustedes como si fuera su bebé.
No tiene ni idea de qué es una pijamada pero le gusta dormir contigo, entonces acepta.
Definitivamente algún Melusine se entera de la pijamada y asiste, entonces están en una habitación gigante (espero que sí porque son un montón) y muchos Melusines están ahí riendo y hablando.
Se peinan entre todos, quienes están peinados ayudan a los demás y se llenan el cabello con adornos.
Neuvillette lleva el pelo suelto para estar más cómodo, para que las Melusines lo peinen y porque está cansado, entonces si se duerme de repente estará bien.
Se suele sentar entre todo el alboroto y bebe té a tu lado mientras tu y algunas Melusines le ponen mascarillas, crema y sérum con total tranquilidad.
Te mantiene a su lado y se deja guiar por lo que le pides, ya sea arreglarse las uñas o el cabello entre ustedes o para las Melusine.
Tal vez alguna Melusine se duerma en la cama y todas hacen lo mismo, Neuvillette las acomoda para que duerman cómodas, luego recogen todo y terminan el té ya tibio.
Te recuerda lavarte los dientes y él prepara una zona de la cama para que ambos duerman.
Duermen rodeados de sus hijitas, todos acurrucados y abrazados como si fueran una familia numerosa (que lo son), entre murmullos entre sueños y ronquidos.
Neuvillette te acaricia la espalda y el cabello para que duermas sobre su pecho.
Hace cualquier cosa que quieras porque se le dificulta decirte que no, por lo que cuando van a dormir ya tiene preparada una tetera y un buen té que les gusta.
Le gusta leer junto a ti, con tus piernas en su regazo para poder acariciarte. Es mucho más divertido cuando tiene una diadema de conejito en su cabeza y una mascarilla con forma de gatito.
Definitivamente usan el sofá y se quedan dormidos ahí. Puedes moverte por todos lados, traer cosas para pintar sus uñas y hacer que coincidan con las tuyas, bailar a su lado o incluso hacerte alguna mascarilla capilar, él estará en el sofá dándote algunas miradas y sonriendo, levantándose a ayudarte cuando se lo pides.
Deja besos en tu cuello cuando has terminado de enjuagar tu cabello y te besa la cabeza cuando terminas de secarte el cabello.
Le gusta poner música tranquila y dejarte jugar con su cabello despeinado, también puede acceder a que le peines el cabello en algún nuevo estilo.
Te da galletas para que comas mientras hablan, también puede burlarse y pedirte que comas de la galleta que está entre sus labios.
Te arrulla para que duermas, te abraza muy fuerte para que no caigan del sofá (a él le gusta su sofá, es muy suave y tiene cojines cómodos).
Si te duermes primero, se acaba el té y va al baño antes de acostarse junto a ti, si se duerme primero él se bebe el té frío en la mañana.
Por favor usa su brazo como almohada, a él le encanta cuando lo haces.
Sus ronquidos son altos, pero intenta no molestarte, te deja ponerle alguna camiseta en la boca para que duermas tranquila.
English:
When he's not busy and wants to take a break from his life, a sleepover is a yes for him.
You make something to eat or order something to go and start talking to each other about your day.
There are times when he talks to you about his worries and has the luxury of leaving his mask far away, he no longer needs to be a Fatui or an ideal older brother, he is just Lyney and you are feeding him delicious food and you listen to him.
He asks you to comb his hair, it can help him fall asleep faster, he likes it when you pet him.
He randomly asks you for a lot of kisses or steals them.
He likes to share a skincare routine with you, seeing the two of you in the reflection of the bathroom while you wait for the mask to dry or watching you apply a moisturizing cream is very intimate for him.
You definitely get manicures and pedicures (if you bite your nails you will definitely get scolded).
You tell each other gossip you have heard.
When you sleep together you can hear his purrs from his chest, he is also someone who likes to hide his face in your neck and sometimes scratches your hair between hugs.
If he is sleepy and you get up for anything, he hugs you tighter and he can bite your shoulder to stop you from complaining, then kiss where he bit (you know, like that cute video of cats being cute).
He's going to have a hard time getting up the next morning, he definitely forces you to sleep in with him. He's a tired kitten, let him rest against the sun peeking through the window.
He really likes having sleepovers with you, especially when it's quiet and dark.
Maybe there are some candles so you can play a board game or read next to each other, but when it's dark it makes him calmer.
He likes the aromatic candles with soft scents.
He also lets you do a skincare routine for him if you want, he likes it when products are cool against his skin and smell good.
He also lets you do his nails. He helps if you ask him to put a mask or curlers in your hair.
He likes whispers, when you talk in the same low tone it makes him feel calm, and the sound of the pages of the books or the pieces of the board games together with the crackling of the candles relax him.
He helps you comb your hair before going to sleep.
You definitely go to bed and cover yourselves with the blankets to hug each other and rest, he actually likes it when you are silent and together.
He really likes good night kisses as much as good morning kisses, then he asks you for them.
Pers sleeps with you two like it's your baby.
He has no idea what a sleepover is but he likes sleeping with you, so he accepts.
Definitely some Melusine finds out about the sleepover and attends, then you are in a giant room (I hope so because there are a lot of them) and many Melusines are there laughing and talking.
All of you comb each other's hair, those who have their hair done help others and fill their hair with decorations.
Neuvillette wears his hair down to be more comfortable, so that the Melusines can comb it, and because he's tired, so if he falls asleep suddenly he'll be fine.
He usually sits among all the commotion and drinks tea next to you while you and some Melusines put him masks, cream and serum with complete peace of mind.
He keeps you by his side and lets himself be guided by what you ask him, whether it's doing your nails or hair for each other or for the Melusines.
Maybe some Melusine fall asleep in bed and they all do the same, Neuvillette arranges them so that they sleep comfortably, then you put everything away and finish the warm tea.
He reminds you to brush your teeth and he prepares an area of the bed for both of you to sleep.
You sleep surrounded by your little children, all curled up and hugged as if you were a large family (which you are), murmuring between dreams and snoring.
Neuvillette caresses your back and hair so you sleep on his chest.
He does whatever you want because he has a hard time saying no to you, so when you go to sleep he already has a pot of tea ready and a good tea that they like.
He likes to read next to you, with your legs in his lap so he can caress you. It's so much more fun when he has a bunny headband on his head and a kitty mask.
You definitely use the couch and fall asleep there. You can move around, bring things to paint his nails and make them match yours, dance next to him or even do a hair mask, he will be on the couch giving you some glances and smiling, getting up to help you when you ask him to.
He leaves kisses on your neck when you're done rinsing your hair and kisses your head when you're done drying your hair.
He likes to play calm music and let you play with his messy hair, he can also agree to let you comb his hair in some new style.
He gives you cookies to eat while they talk, he can also tease you and ask you to eat the cookie that is between his lips.
He lulls you to sleep, hugs you very tightly so you don't fall off the couch (he likes his couch, it's very soft and has comfortable cushions).
If you fall asleep first, he finishes the tea and goes to the bathroom before lying down next to you, if he falls asleep first he drinks the cold tea in the morning.
Please use his arm as a pillow, he loves it when you do.
His snoring is loud, but he tries not to bother you, he lets you put a shirt in his mouth so you can sleep peacefully.
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puedes hacer el mismo concepto de matías con la mariguana con enzo porfi? ame ese fic es increíble!!!!!
❋ ࣪ ⊹ lavender haze 𓂂˚ ﹒
pairing. enzo vogrincic x female reader.
synopsis. hacia un mes que no veias a Enzo sin embargo encuentran tiempo para volver a verse y compartir tiempo juntos, y un porro también
cw. marihuana, fluff, cuddling, actor!enzo, relacion a distancia
an. blurb muy simple con una idea reciclada pero al fin y al cabo una request !!
Suspiraste con satisfacción mientras te acurrucabas más contra el pecho de Enzo, disfrutando de su calor en la fresca tarde de otoño. Estabas vestida con un atuendo acogedor pero casual: un top negro de mangas largas con un escote bajo, combinado con pantalones de jogging gris suave y Uggs rosados. Alrededor de tu cuello colgaba un delicado collar de plata con su inicial, un regalo de su primer aniversario juntos. Su brazo se encontraba envuelto de manera protectora alrededor de tus hombros mientras tus dedos trazaban patrones sin sentido en su pecho a través de su hoodie negro.
El sol se estaba poniendo sobre las montañas dejando detras un espectacular resplandor naranja. Ambos estaban felices, simplemente disfrutando de la compañía del otro después de tanto tiempo separados.
"Como extrañaba esto", susurraste contra su cuello, inhalando el familiar aroma amaderado de su colonia. Había pasado más de un mes desde su última cita adecuada debido a las grabaciones de Enzo en España. Las videollamadas simplemente no eran lo mismo que sentir el constante latido de su corazón bajo tu palma, pero ahora que -por fin- tenia un par de dias libres, no los iban a desaprovechar. Los labios de Enzo presionaron un tierno beso en tu frente, demorándose más de lo habitual.
"yo también extrañaba esto" dijo contra tu frente, sus ojos se llenaron de amor cuando alzaste la mirada, sentiste tu mejilla ser acariciada por sus asperas manos suavemente y presionaste un beso en su palma.
"Me alegra que hayas podido venir, ahora vamos a poder ponernos al día correctamente", dijo con una sonrisa.
"Bueno, creo que alguien prometió algo para ayudar con eso de ponerse al día..." Enzo resopló, buscando en su bolsillo para sacar una bolsita de plástico familiar y papeles para armar.
"Como mi señora diga", bromeó, dándote un rápido beso en los labios antes de sentarse para preparar.
El sol se estaba hundiendo por debajo del horizonte ahora, proyectando todo en un resplandor rosado que resaltaba sus fuertes facciones mientras trabajaba. Te tomaste un momento para admirar lo lejos que habían llegado: hace poco más de un año, este hombre perfecto era un rostro que observabas desde lejos, nunca imaginando el dulce vínculo que formarían. Tu sonrisa se amplió con la alegría del recuerdo, distrayendo a Enzo hasta que tocó la punta de tu nariz con su dedo juguetonamente.
"Deja de mirarme como una acosadora nena!" Exclamo alargando la 'A' "Ayúdame acá mejor, ¿dale?", dijo rodando los ojos con cariño, mientras te ponías a ayudar a moler los brotes verdes y meterlos en un papel.
Una vez que el porro estuvo preparado a la perfección, Enzo miró al cielo oscureciéndose y dijo suavemente: "Hagamoslo rapido porque estas horas que se vienen son muy frías." Fue entonces cuando te diste cuenta de que la brisa nocturna había aumentado, penetrando cualquier piel expuesta y haciéndote temblar ligeramente, ahora entendias a lo que se referia Enzo cuando te decia que hacia un frio que te calaba los huesos, no podias ni imaginarte lo que debian pasar ellos grabando en la montaña.
Tu novio observó tu reacción y chasqueó la lengua. "Amor, ¿por qué no me dijiste que tenías frío? Ponete esto...” dijo antes de quitarse su bufanda del cuello. "Esto debería aliviarte un poco, yo lo uso cuando filmamos."
Te derretiste ante su consideración y dejaste que él te colocara suavemente la bufanda al rededor de tu cuello y tu cabeza, envolviendo tus sentidos en su cálido algodón y aroma amaderado. "Amor, ¿estás seguro? Ahora vas a tener frío vos..."
Él desestimó tu preocupación, pasando un brazo alrededor de tu cintura para atraerte firmemente hacia su lado una vez más. "No gorda, con todos estos meses ya me volvi inmune al frio" dijo bromeando "Además, te queda más lindo a vos de todas formas." Te reíste y te acurrucaste en su pecho, jugueteando con la suave bufanda.
Enzo prendió el encendedor con un movimiento experto y observaste cómo la llama prendía el papel de liar hasta que brilló débilmente de un color morado. Él tomo una larga calada y retuvo el humo en sus pulmones por un momento antes de exhalar una nube billante hacia el cielo oscurecido. Vos hiciste lo mismo, sintiendo cómo la tensión en tus hombros se desvanecia instantáneamente mientras una agradable neblina se asentaba sobre tus pensamientos.
Te acurrucaste más profundamente en el abrazo de tu novio, absorbiendo el resplandor del atardecer y las notas terrosas del pasto alto en tu lengua. El aire frío ya no te molestaba ya que estabas envuelta en la calidez constante de Enzo, por dentro y por fuera. Finalmente, después de un mes separados, te sentiste completamente relajada por primera vez en semanas.
Él parecía sentirlo también; su pulgar retomo sus caricias a lo largo de tu brazo mientras suspiros relajados se escapaban contra tu cabello. Ninguno dijo una palabra, estaban demasiado absortos en la presencia y comodidad de la compañía del otro después de la larga separación. Esta era la calma y la cercanía que ansiabas, todas sus necesidades eran ahora saciadas entre los brazos del otro bajo la luz rosada del anochecer.
El porro ya había desaparecido cuando el crepúsculo se estableció completamente en tonos índigo. Adormecida y confundida por el humo, inclinaste la barbilla con un suave murmullo, encontrando a Enzo ya mirándote con afecto en sus ojitos entrecerrados. Sus labios rozaron los tuyos tiernamente, dulces y lentos como meterse en una cama acogedora después de estar parada todo el día.
Este era tu hogar: su abrazo, su cuidado, su amor.
Te derretiste aún más con cada segundo que pasaba, el corazón a punto de estallar como si fuera la primer cita mientras sus brazos te sostenían más firmemente cuidandote de la noche helada.
Ninguna cantidad de distancia o tiempo separados podría disminuir la perfección de momentos como estos, en donde su amor te nutría para florecer una vez más.
Nada en el mundo se sentía tan relajante o correcto como acurrucarse entre los fuertes brazos de Enzo.
© jaquemuses 2024 please do not plagiarise, steal, modify or repost any of my works.
#enzo vogrincic#enzo vogrincic blurb#enzo vogrincic one shot#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic fanfic#enzo vogrincic x you#enzo vogrincic fic
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(Countless) Good Occasions - Enzo Vogrincic
+18! SoftDom!Enzo. Age Gap (implícito), creampie, dirty talk, edging, fingering, hiperespermia, marking, masturbación, (breve) orgasm denial, (menciones de) sexo oral, sexo sin protección, virgin!reader, (breve) aftercare. Uso de español rioplatense.
El café de los viernes comenzaba a volverse una costumbre.
Sin importar dónde se encontraran o qué estuvieran haciendo, cada vez que pasaban juntos la tarde de un viernes tu novio sugería beber café. Compartiendo algún libro o disfrutando una película, caminando por el centro de la ciudad, en el parque, siempre surgía la propuesta.
-¿Por qué siempre café?- preguntaste mientras esperaban en la mesa más alejada de la cafetería que frecuentaban cada vez más.
El sol cayendo del otro lado de la ventana te cegaba y por ese motivo Enzo había ofrecido intercambiar asientos, pero te negaste porque te gustaba ver cómo se iluminaba su cabello.
-El café magnifica cualquier experiencia- explicó-. Así que cuando pienses en mí inconscientemente vas a querer verme porque ahora tu cerebro está convencido de que tenés unos recuerdos espectaculares conmigo.
Soltaste una carcajada y él sonrió ampliamente, complacido.
-Mis recuerdos con vos no necesitan de un café para ser hermosos.
-Mejor asegurarme, ¿no?- tomó tu mano por sobre la mesa-. ¿De qué querías hablar?
Tu nerviosismo era evidente y soltaste su mano para poder acomodar tu ropa. Los interrumpieron con la llegada de sus pedidos y aprovechaste los segundos extra para reunir todo el valor que encontraste en tu cuerpo, ordenando en tu mente las palabras que utilizarías para expresarle tus deseos. No podía salir mal, ¿no? Era algo simple.
Tomaste tu taza con dedos temblorosos y él te imitó.
-Quiero tener sexo.
Se ahogó con su bebida y rápidamente cubrió su rostro con la servilleta que le ofreciste.
-¿Estás segura?- preguntó aún tosiendo-. ¿Conmigo?
Llevaban dos meses juntos y en todo ese tiempo él jamás había intentado y mucho menos insinuado más que lo que permitiste. Alguna sesión de besos apasionada en la que terminaste sobre su regazo, roces sutiles mientras estaban recostados o en el sofá, pero siempre dejando en claro que los límites que no pronunciaste estaban más que presentes y que los respetaba.
Lógico. Era Enzo, después de todo.
-Y sí, ¿con quién más?
Deslizó sus dedos por su cabello y tomó una profunda respiración antes de volver a beber de su taza. Su comportamiento te resultó extraño y no comprendiste por qué no contestaba, por qué de pronto parecía incómodo, ¿era tu culpa? ¿Le molestó el lugar que escogiste para hablar del tema? ¿Y si no quería tener sexo con vos y ese era el motivo de su paciencia?
-Me vas a matar- dijo con una repentina y estúpida sonrisa.
-¿Por qué?
-Porque no voy a pensar en nada más hasta que...
Tu rostro comenzó a tomar temperatura y dejaste escapar una risa temblorosa.
-Bueno, nada, eso- intentaste restar importancia a tu confesión.
Entrelazó sus dedos con los tuyos y tiró de tu mano para besar tus nudillos de manera cariñosa.
-No tiene que ser ya mismo sólo porque me lo dijiste- comentó-. Vamos lento, ¿querés?
-Sí.
De verdad pretendían ir lento.
-¿Te quedás a dormir?- preguntó esa misma noche-. Ya es tarde.
Sus intenciones eran completamente inocentes y no tenías motivo alguno para rechazar la invitación. No era la primera vez que pasarías la noche en su casa y mentirías si dijeras que no era extremadamente relajante dormir con él, escuchando el latido de su corazón mientras reposabas tu mejilla en su pecho y disfrutando de sus caricias constantes sobre tu piel.
Pero…
Horás más tarde te encontraste nuevamente sobre su regazo, sus manos en tu cadera guiando tus movimientos y presionándote todavía más contra su notoria erección, haciéndote temblar por las nuevas y placenteras sensaciones. Tus gemidos, tímidos pero desesperados y constantes, no tardaron en llenar la habitación y provocar que Enzo repitiera sus acciones para oír más.
Sus besos comenzaron a descender por tu mentón, húmedos y sonoros, bañando tu piel. Te abrazaste a él y mientras atacaba tu sensible cuello con sus labios tus dedos se deslizaron por su cabello hasta prácticamente enredarse entre las hebras; sin ser consciente tiraste y sentiste sus dientes rozándote la piel, como si se tratara de una promesa de venganza.
Tus pezones estaban duros por la excitación y el roce con su pecho tonificado, más alla de las capas de tela que aún los separaban, comenzó a ser demasiado. Lo mismo ocurría en tu centro en constante fricción con su bulto, pero cuando te separaste para advertirle ya era tarde y él continuó moviéndote sobre su cuerpo para llevarte hacia la cima de tu orgasmo.
Sólo podías describir el placer como insufrible y en la desesperación del momento tu cerebro te obligó a luchar. Intentando huir de la sensación golpeaste el pecho de Enzo y sin mucha fuerza lo arañaste, pero él sólo sonrió y te sujetó para guiarte a través de las oleadas de placer que te arrastraban. Tus gemidos sonaban débiles y de tus ojos cayeron unas pocas lágrimas.
Besó tu mejilla y te ayudó a calmar tu respiración.
-¿Te gustó?
-¿No es obvio?- preguntaste con la voz quebrada. Todavía podías sentirlo, duro y muy caliente, suplicando por atención-. Vos no…
-No importa.
-Sí importa- insististe-. ¿Puedo?
-¿Estás segura?
-Me vas a tener que ayudar un poco- reíste nerviosa-. Quiero ver, por favor.
Abandonaste tu lugar para permitirle deshacerse de su pantalón y cuando regresó a la cama ver el contorno de su miembro te robó el aliento. Una mancha de su excitación oscurecía la tela gris de su ropa interior y cuando hizo un gesto afirmativo tus dedos se posaron sobre ella de inmediato: estaba caliente y tus yemas se mojaron en un parpadeo. Suspiraste.
Masajeaste su erección por sobre la tela, todavía nerviosa, mientras sus ojos seguían todos tus movimientos y las hermosas expresiones en tu rostro. Estabas segura de que de corresponder su mirada todo tu valor se esfumaría, pero resultó todo lo contrario: cuando tus ojos encontraron los suyos te sentiste más segura, más tranquila, más valiente.
-¿Puedo?
-Sí, mi amor.
Tiraste de la cintura elástica de la prenda y reprimiste un sonido de sorpresa cuando por fin viste lo que ocultaba. Tus dedos se deslizaron sobre su extensión caliente, desde su punta brillante y trazando la vena que lo recorría, hasta llegar a la base donde encontraste un poco de vello. Lo tomaste en tu palma y con la primer caricia experimental Enzo gimió, sensible.
-¿Así?
-Podés…- se aclaró la garganta-. Podés agarrar más fuerte si querés.
-¿No duele?
Arrojó la cabeza contra el respaldo de la cama y negó. Tu inocencia era tentadora y se sentía culpable cada vez que por su mente cruzaba el pensamiento de corromperte, de tocarte donde nadie más te había tocado, enseñarte un sinfín de posibilidades para que descubrieras con él todo lo que te gustaba. Intentó calmarse con respiraciones profundas.
Tu mano masturbándolo fue su fracaso.
-Mirá, así- envolvió tu mano con la suya, mucho más grande y cubierta de venas que te encantaban, y comenzó a guiar tus movimientos justo como lo había hecho cuando estabas sobre él. El ritmo que estableció era más rápido que el que llevabas y te desconcertó, pero más lo hicieron los giros de su muñeca y los gruñidos que arrancaron de su garganta.
Entre tus piernas otra vez quemaba la necesidad y rogaste porque él no lo notara.
Observaste hipnotizada las gotas de líquido traslúcido brotando en su punta y el sonido de su humedad llenó tus oídos rápidamente. Continuaste tocándolo de la misma manera cuando retiró su mano –sólo para sujetar tu muslo, su pulgar acariciándote sin saber cuánto te afectaba- y luego de unos minutos te sorprendió ver el movimiento rebelde de sus caderas alzándose.
Pronto sentiste su abundante excitación recorriendo su miembro, dificultando tu agarre allí donde humedecía tu palma, y unos minutos más tarde unas gotas se deslizaron sobre tus dedos. Buscaste la mirada de Enzo, entre sorprendida y excitada por la imagen ante tus ojos.
-Perdón- dijo en voz baja-. Es que se siente bien.
Él no tenía idea de cuánto te motivó con su confesión y vos no tenías idea de cómo la dulce expresión en tu rostro lo estaba orillando hacia un orgasmo vergonzosamente temprano. Llevó una mano a tu rostro y con el mismo pulgar que había estado peligrosamente cerca de tu centro, acarició y tiró de tu labio inferior.
Jamás supiste qué te llevó a abrir la boca para succionar el dígito entre tus labios. Sólo supiste que se sintió bien, sobre todo cuando pensaste en cómo se sentiría reemplazarlo con su pesado y duro miembro, y que eso fue todo lo que Enzo necesitaba para derramarse.
Con un gemido grave y ronco se dejó ir, salpicando con su liberación su cuerpo y también el tuyo. Manchó de blanco la mano con la que continuabas acariciándolo, prolongando su orgasmo con la más dulce tortura que jamás había experimentado, tus piernas desnudas y la camiseta que te había prestado para ir a la cama. Una vez que su respiración volvió a ser normal te sonrió.
Te llevaste los dedos a la boca, curiosa, para probar su esencia. Juraste ver su erección palpitar.
Con una mano en tu nuca rompió la distancia y te besó.
-Qué linda que sos- dijo contra tus labios.
El café de los viernes pronto estuvo acompañado por otras costumbres.
Ahora los dedos de Enzo torturan expertamente tu clítoris, dibujando círculos y aplicando la presión justa para hacerte delirar como sólo él logra hacerlo. Tus uñas están enterradas en su brazo musculoso, el ardor de las marcas que dejás sobre su piel haciéndolo suspirar constantemente y frotarse de manera descarada en tu muslo desnudo.
Antes de permitirte llegar a tu orgasmo y sin importarle tus protestas, sus dedos bajan más allá de tu clítoris, deslizándose entre tus pliegues húmedos, para luego tantear tu pequeña entrada con cuidado. Gemís mirándolo a los ojos y él te sonríe, mostrándose sereno para no ponerte todavía más nerviosa, pero su corazón está latiendo descontrolado en sintonía con el tuyo.
Besa tu frente y suspira contra tu piel.
-Estás muy mojada, ¿sabías?- negás avergonzada-. ¿Estás segura de que querés hacerlo?
-Segura.
Llevan semanas preparándose para este preciso momento y explorando el cuerpo del otro para conocerse aún mejor. Recordás el momento en que sus labios hambrientos besaron tus muslos y la forma de las marcas que sus dientes dejaron en tu piel, el tiempo indefinido que pasó con su rostro entre tus piernas y su lengua jugando con tu clítoris de mil maneras, robándote incontables orgasmos y haciéndote llorar.
También recordás vívidamente el gemido que cayó de sus labios la primera vez que lo tuviste en tu boca. Tu mandíbula comenzó a doler luego de unos minutos –con sólo un tercio de Enzo más allá de tus labios- y tus pulmones dolían por la deficiente oxigenación, detalles que ignoraste junto con todas sus sugerencias cargadas de preocupación por las lágrimas en tus ojos.
Todavía sentís sus manos en tu nuca y su semen escapando de tu boca.
-Si en algún momento querés parar…- te recuerda-. Rojo, ¿sí?
-Sí.
Besa tu mejilla y sus labios permanecen en contacto con tu piel. Sus largas pestañas rozándote te hacen cosquillas. Cuando presiona suavemente contra tu entrada tu humedad permite que la primera falange de su dedo se deslice en tu interior: no es la primera vez que se encuentran en esta posición, lejos de eso, pero la intrusión todavía resulta un poco extraña y sorpresiva.
-¿Bien?- pregunta.
-Bien- asegurás-. ¿Más?
Otro beso en tu mejilla y pequeños movimientos del dígito en tu interior para entretenerte mientras te prepara. Suspirás cuando lo introduce por completo, rozando inmediatamente y concentrándose en ese lugar que te hace temblar en cada ocasión, siempre atento a cualquier reacción en tu rostro o tu cuerpo.
Pronto son gemidos los únicos sonidos que emitís y él intenta contenerse besando tu mejilla, tus labios, tu cuello y cada centímetro de piel que encuentra en su camino. Continúa empujándose contra tu costado, desesperado por sentirte, encantando con los sonidos de tu cuerpo y tu voz que no deja de provocarlo más y más. La humedad en su ropa interior comienza a mojar tu pierna y él intenta no pensar en cómo eso es una manera de marcarte.
-Más, Enzo.
Acaricia tus pliegues con dos dedos extremadamente húmedos, tentándote antes de conducirlos a tu entrada pulsante y tu interior ansioso por más. Esta vez duele y te mordés la lengua para contener el quejido que lucha por hacerse oír, repitiéndote mentalmente que sólo durará un momento y que Enzo se va a asegurar de que el dolor sea mínimo, como siempre.
Con el correr de los segundos el escozor se desvanece y retoma el ritmo previo luego de ver tu cuerpo relajarse. Tu expresión de reposo se interrumpe cuando vuelve a curvar sus dedos en busca de tu punto dulce y tu mano vuela hacia su cabello, tus ojos vidriosos mirándolo con lágrimas de placer y rogándole por más. Obedece, obvio, ¿cómo podría no hacerlo?
-Ahí- repetís sin ser dueña de tu voz y tus acciones. Rasguñás su pecho y él muerde tu mejilla sin demasiada fuerza, perdiéndose en la adictiva sensación de tus paredes contrayéndose sobre sus dedos e imaginando no por primera vez cómo se sentirá estar dentro tuyo-. Voy a…
-No.
Retira sus dedos rápidamente y el sentirte vacía es angustiante.
Se deshace de su ropa interior y separa tus piernas con manos temblorosas que te hacen sonreír. Es extrañamente reconfortante saber que él también está nervioso por la situación y ese simple pensamiento te permite relajarte mientras se posiciona sobre tu cuerpo, sus brazos a ambos lados de tu cabeza antes de que tome su erección y la guíe hacia tu entrada.
-¿Querés que te la meta?
El consentimiento es importante y sorprendentemente excitante, pensás mientras se desliza por tus pliegues una y otra vez, pero en esta ocasión todo es diferente. Preguntó lo mismo hace unos días, mientras te rozabas con él sin ninguna prenda que los separara, pero entonces sólo intentaba provocarte así como lo hizo cuando utilizaba tus muslos para estimularse.
-Sí- contestás con voz entrecortada-. Toda.
Busca tus labios pero no te besa y sus ojos permanecen fijos en los tuyos cuando se introduce. Comparten un gemido, él suyo grave y el tuyo agudo, quebradizo y desesperado, cuando su punta desaparece en tu interior.
Los lentos movimientos milimétricos de su cadera te roban el aliento y permiten que tomes más y más de su miembro sin provocarte molestia alguna… hasta que un punzante dolor provoca que intentes cerrar tus piernas. Él se detiene para permitirte acostumbrarte, preguntándote silenciosamente si eso es suficiente o si preferís detenerte toda actividad.
-Estoy bien- asegurás-. Arde un poco.
-¿Paramos?
-No. Quiero seguir.
Se estira para tomar el lubricante olvidado sobre las almohadas y con tu ayuda coloca un poco sobre sus dedos. Intentás ignorar el rastro de sangre que los adorna como un anillo, imposible, y cuando bajás la mirada para contemplar cómo cubre su miembro y tu entrada con el producto frío, encontrás en su base el mismo rojo intenso. Temblás.
-¿Estás bien?
-Hay sangre.
-No pasa nada- besa tu mejilla y borra el rastro de lágrimas de tus mejillas-. Es normal, tranquila, no pasa nada.
-Pensé que no iba a sangrar.
-¿Te molesta la sangre? ¿Querés parar?
-No- insistís-. Perdón. Por las sábanas.
-No pasa nada, tonta- te sonríe-. Se lavan y listo.
Entrelazás tus dedos en su nuca, jugando con su cabello, y abrazás su cadera con tus piernas. Comprende cuáles son tus intenciones y continúa moviéndose delicadamente hasta que se hunde por completo en tu interior cálido, su punta besando tu cérvix deliciosamente y su tamaño haciéndote sentir plena, imposiblemente llena.
Te regala unos segundos e imitás el ritmo de su respiración.
-Más.
En pocos segundos un placer que no podés describir recorre tu cuerpo y te hace gemir con fuerza, nublando tu mirada y también tu juicio. Los sonidos que surgen cada vez que golpea tu cuerpo inundan tu audición y se entremezclan con los sonidos de placer que brotan de tus labios, tus palabras entrecortadas cuando suplicás por más, más, más y su respiración trabajada.
Enzo busca refugio en el espacio entre tu cuello y tu clavícula y sus dientes rozan tu piel una decena de veces antes de hundirse allí, marcándote. Gritás su nombre y eso sólo desata el deseo de hacerte suya en todos los sentidos: marcando tu piel, abusando de tu interior hasta que lo único que recuerdes sea su persona, llenándote en cuerpo y alma, entregándose a vos.
Su mano recorre tu cuerpo hasta llegar a tu centro y presionar sobre tu clítoris, sensible y aún desesperado por cualquier mínima atención. Jadeás. La combinación de la penetración y sus dedos es exquisita, te hace temblar bajo su cuerpo mientras él continúa arruinándote con embestidas profundas que se roban tu cordura.
-Se siente muy bien- confesás entre gemidos-. Me encanta.
Abandona su escondite luego de morderte una última vez y observa tu rostro.
-Vos me encantás- remarca sus palabras con una dura estocada-. Y esta conchita tan linda que tenés…
Lloriqueás por lo obsceno de sus palabras y arañás sus hombros cuando una particular sensación se instala en tu abdomen bajo. Los dedos sobre tu clítoris no te dejan respirar y mucho menos lo hace su miembro, deslizándose con mayor facilidad gracias a la excitación de ambos, la cual hace brillar tus pliegues y se extiende hasta tus muslos.
-Enzo, ¿puedo?
Besa la comisura de tus labios.
-Si, bebé, podés.
Te dejás ir bajo su atenta y arrolladora mirada.
Tus músculos se contraen sobre su miembro palpitante y pronunciás un hilo de incoherentes palabras entre las cuales sólo es entendible Enzo. Captura tus labios y silencia tus gritos cuando la velocidad de sus caderas aumenta, entre frenética y errática, para encontrar su propio orgasmo: la sobre estimulación se roba el último pensamiento lógico en tu mente.
Permitís que te utilice como él quiera.
Tu cuerpo se sacude por la fuerza que emplea y él se pierde en el movimiento de tus pechos cubiertos por tu camiseta, tus labios brillando con su saliva y la tuya, las lágrimas que hacen brillar tus pestañas y el ángulo que adoptan tus cejas. Entre gemidos te oye suplicándole, pidiéndole que te llene, y eso lo arroja hacia el precipicio.
Sentís los incontables hilos de semen salpicando tu interior, pintando tus paredes de blanco y llenándote justo como querías. Sus movimientos se apagan gradualmente y cuando se desliza fuera de tu cuerpo todavía está derramándose, de su punta brotan gotas y más gotas calientes que caen directamente sobre tu piel y se deslizan por tus pliegues hasta unirse con los restos escapando de tu interior.
Intentás regular tu respiración y todavía asombrada, comentás:
-Es mucho.
-Perdón, es que…
-No- lo interrumpís-. Me encanta.
Un beso es su única respuesta antes de recorrer con su boca tu mandíbula, tu mejilla, tus párpados pesados que amenazan con cerrarse, tu frente y tu nariz, donde deposita otro tierno y corto beso. Acaricia tu pómulo con sus nudillos y luego masajea tu cuello y tu clavícula, disimulando cuánto disfruta ver sus marcas allí.
-¿Querés ir al baño?
-Estoy bien.
-¿Querés agua?
-No.
-¿Qué querés entonces?- pregunta con una risa.
-A vos. Nada más.
-Me tenés- te sonríe-. Pensé que lo sabías.
Jugás con un mechón de su cabello que cae sobre tu rostro y te hace cosquillas.
-Te quiero, Enzo.
-Yo te quiero más, hermosa… Pero me están matando los brazos- agrega con una carcajada-. Vení que te quiero abrazar un ratito.
Un ratito, por vos, podría ser toda la eternidad.
Notas de Lu: No sean como yo, que estaba convencida de que dejé bien programada la publicación pero fue todo lo contrario y sólo lo descubrí cuando estaba preparando la publicación de un drabble. Sean inteligentes. Espero que hayan disfrutado la lectura ♡ taglist: @creative-heart @madame-fear @delusionalgirlplace @recaltiente @llorented @lastflowrr @chiquititamia ♡
#deep inside - love letters#enzo vogrincic#enzo vogrincic smut#enzo vogrincic x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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S,
Te pienso en la noche parda, ahí guardo el perfume de tu cabello obscuro y el color negro de tus ojos.
Te pienso llegando el amanecer, creyendo que escucho tu voz decir mi nombre. Pienso en besar tus labios y en jugar con tus manos, en tus dedos recorriendo mi piel.
Te pienso en plena luz del día, en esa luz enmarco tu sonrisa por las veces que tus labios tocaron mis ojos y tatuaron besos en mis manos.
Te pienso por la tarde, cuando despido al sol y tú ya duermes con la luna, cuando nada es frío pero me faltan abrazos. Cuando muy muy ya es nada. Cuando nadie se da cuenta.
¿Cuándo? Siempre. Pero no quiero decir todo el tiempo, aunque tiempo es lo que pasa y yo todavía te pienso.
#amor#caos literario#desamor#distancia#escritos#escritos de amor#escritos de noche#letras de amor#noches largas#notas de amor#pensamientos#poesía#poema corto#poema de amor#poemas de amor#poema original#sobre pensar#tarde#texto de amor#textos#todos los días
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Hice girar el licor en mi boca mientras el sol caía sobre mi piel. No era necesariamente mi piel, técnicamente era la piel que ocupaba en ese momento, pero aun así se sentía bien. La sensación de ardor en mi garganta era agradable incluso mientras bebía el tequila de un trago y entrecerraba los ojos para mirar las nubes.
—Oye, tío, ¿puedo hablar contigo? —Una sombra se cernió sobre mí y me bajé las gafas de sol. Era Carlos, de pie con las manos en las caderas. Era un tío muy guapo y uno de mis mejores amigos. No mucha gente sabe de mi pequeña habilidad, pero le conté todo y ha guardado mi secreto durante años.
—¿Qué pasa? —Me sacudí el polvo y lo miré a través de las gafas de sol. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie pudiera oírme antes de hablar sobre mi poder, algo que realmente aprecié, ya que parecía mencionarlo con más frecuencia desde que lo probé.
—Sólo quería ver si te interesaría nadar conmigo. —Estaba nervioso. Me di cuenta porque sus mejillas comenzaron a sonrojarse.
—Sí, claro. No me importa. Vamos a darnos un chapuzón. —Dejé mi taza en la arena y le sonreí, comprendiendo que lo que realmente me estaba pidiendo era algo que sólo yo podía proporcionarle.
—No. Quiero decir, ¿podrías saltar sobre mí y nadar un poco? He estado pensando en eso desde que llegaste aquí. Sé que te gusta usar a Bryan, pero yo solo he estado, bueno, ya sabes. —Se quedó en silencio, aún más rojo que antes.
"¿Lo estabas deseando?" Lo miré con los ojos entrecerrados y la comisura de mi boca empezó a curvarse hacia arriba.
-Sí-dijo derrotado.
—Claro, pero tienes que dejarme entrar por tu pene. —Me quité las gafas de sol, las arrojé sobre mi toalla y le guiñé un ojo.
"Oh, mierda, nunca he hecho eso antes, pero supongo que sí. ¿Queríamos ir a los autos o...?"
"Aquí mismo. Sácalo".
"Pero los demás..."
"Están demasiado ocupados". Señalé al grupo que había estado ocupado hablando en su área y luego pasaron a jugar al voleibol mientras un par de personas más comenzaron a volar una cometa.
—Bien. —Miró sus pantalones cortos de baño y luego los bajó. Me sorprendió ver que estaba duro y con una de sus manos sacó su polla. Sonreí y me incliné, mirándolo mientras él me miraba ansiosamente y una vez que envolví mi boca alrededor de su miembro palpitante, solté el control que tenía sobre Bryan.
—Oh, joder. —Tensó todo su cuerpo al sentir mi cuerpo pegajoso deslizarse hacia la punta de su polla. Me quedé allí un momento, dejando que Bryan siguiera chupándole la polla mientras yo jugaba con su miembro. Me deslicé por su interior sintiendo que todo su ser se estremecía de placer. Empecé a sentirlo tensarse y, cuando sentí que sus bolas se tensaban, impulsé mi cuerpo dentro de él, provocando que su yo gemidor arqueara la espalda en éxtasis.
Bryan continuó, felizmente inconsciente de la repentina salida, y sentí que toda mi esencia rebotaba en el interior de Carlos. Sus abdominales se tensaron cuando me unté a lo largo del interior de su carne y lo llené hasta el borde. Parpadeé para abrir los ojos e inhalé con fuerza antes de explotar dentro de la boca de Bryan, acercando aún más su cabeza a mí mientras se atragantaba con mi nuevo miembro.
"No está mal, Carlos. Eso me hizo sentir muy bien". Me miré y escuché sus susurros tranquilizadores en el fondo de mi cabeza. No me sorprendió lo mucho que disfrutó de la toma de control, pero realmente disfrutó del hecho de que fuera yo.
—Qué demonios —Bryan me miraba con ojos suplicantes.
—Tranquilízate, B, siempre estoy dentro de ti. Deja que Carlos se divierta un poco. —Deslicé mi dedo bajo su barbilla y él parecía derrotado. Me volví hacia los demás y me aseguré de que mi polla ablandada regresara a su hogar enrejado hasta más tarde. Nadie se dio cuenta, pero fue realmente estimulante dar ese salto en público.
Bryan se sentó en la toalla que le había dejado y yo me estiré mientras miraba fijamente el océano. Cuando mis dedos de los pies tocaron el agua, temblé y sentí el arrullo de Carlos en mi mente.
-Vamos a nadar un rato. Sonreí y comencé a correr hacia el agua.
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Aquí no hay viejos Solo, nos llegó la tarde: Una tarde cargada de experiencia, experiencia para dar consejos. Aquí no hay viejos, solo nos llego la tarde. Viejo es el mar y se agiganta. Viejo es el sol y nos calienta. Vieja es la luna y nos alumbra. Vieja e s la tierra y nos da vida. Viejo es el amor y nos alienta. Aquí no hay viejos Solo nos llegó la tarde. Somos seres llenos de saber. Graduados en la escuela. De la vida y en el tiempo. Que nos dio el postgrado. Subimos al árbol de la vida. Cortamos de sus frutos lo mejor. Son esos frutos nuestros hijos. Que cuidamos con paciencia. Nos revierte esa paciencia con amor. Fueron niños son hombres serán viejos. La mañana vendrá y llegará la tarde. Y ellos también darán consejos. Aquí no hay viejos Solo nos llegó la tarde. Joven: si en tu caminar encuentras. Seres de andar pausado. De miradas serenas y cariñosas. De piel rugosa, de manos temblorosas. No los ignores ayúdalos. Protégelos ampáralos. Bríndales tu mano amiga. Tu cariño. Toma en cuenta que un día. También a ti, te llegará la tarde.
-Mario Benedetti
#mario benedetti#letras#citas#poemas#amor#frases#pensamientos#escritos#fragmentos#literatura#escritores#libros#literatura universal#poesia
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En mí, vive una poeta de letras plagada de tristeza.
La tinta está hecha de lágrimas.
El papel sobre el cual escribo es mi propio corazón desplegado en la mesada.
Lleno de cicatrices y preguntas jamás contestadas.
El amor nunca ha sido ni será para mí.
Sólo es un pequeño elixir que alimenta estas letras.
Esta historia tarde o temprano se vuelve oscura.
Los rayos de sol dejan de bañar mis mejillas.
Y en mi piel se clavan millones de alfileres con su indiferencia, con su frialdad.
Sus ganas de no verme me llevan a un túnel inevitable.
Un pasaje ya transitado.
Y duele amar y saber que el final está próximo a estampillarme en la cara.
Llegó la hora de extirparme tu nombre y el sabor de tus besos.
Comenzar el proceso donde se congelen los sentimientos.
Olvidarte y olvidarme de nuevo.
Y de tí, de nuestra historia y lo que fuimos quedarán meras cursivas con mi firma.
¿Quién dirá "adiós" primero?
¿Quién será el valiente que corte el cordón que nos une?
¿Seré yo de nuevo?
Y qué dolor saber que el amor no dura tanto como uno quiere.
Amar es un riesgo con sabor a muerte.
Emilia R.B
#español#escritos#frases#citas#poema#poesía#desamor#adiós#dolor#tristeza#sentimientos#pensamientos#reflexiones
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Horas extra (Bjorn x lectora)
Masterlist de mi autoría
Advertencia: +16 (¿alguien le da bola a las advertencias? Creo que más que advertir es una invitación a leerlo más emocionada xd)
Sinopsis: El minero solía pensar mucho en lo que haría cuando cumpliera con sus horas establecidas. A dónde iría, qué trabajo buscaría allí y lo sencillo que sería todo entonces. Pero en cierto punto, otra razón se convirtió en la principal de su esfuerzo. Ya no le preocupaba tanto poder irse de las minas en si, sino dejar las minas junto a ella.
Cuando un grave virus de origen desconocido comenzó a causar la muerte de un gran número de trabajadores en tu área, los altos rangos decidieron cerrar el sector, distribuyendo a los trabajadores sanos en otros ámbitos. Por esa razón, terminaste en el área de las minas.
Al principio fue difícil. A pesar de que las mujeres estaban asignadas a tareas más leves que los hombres, seguía siendo un lugar horrible. Insalubre.
No todo fue malo, pues ahí conociste a tu nueva amiga. Navarro. Y por consecuencia a su hermano. Bjorn.
Las interacciones comenzaron como simples intercambios de saludos, escalando a pequeñes charlas cuando se topaban por casualidad. Luego comenzaron las salidas juntos.
Eran buenos chicos. Esa era tu opinión sobre el par de hermanos. No iba a mucho más.
Fue así hasta que cierta tarde-noche, te topaste con Bjorn en una de las áreas ya minadas.
—¿Bjorn? ¿Qué haces aqui solo, amigo?—____ se acercó al barandal donde el chico estaba sentado—. Ya casi son las ocho, vamos a firmar el cierre y larguémonos de aquí.—
—¿Cuántas horas te faltan, ____? ¿Y qué harás cuando se terminen?—Bjorn siguió mirando el desolado paisaje, perdido en las oscuras fauces de la cueva apenas iluminada. Aquella pregunta tan seria tomó por sorpresa a la mujer, quien ya no tenía apuros por irse. En su lugar, se sentó junto a Bjorn.
—Pues me quedan poco menos de 600... Y cuando las terminen quiero que me pasen al sector de oficinas.—el chico finalmente la miró, y en su rostro se notaba cierta indignación—. ¿Por qué la cara larga?—
—Podrias pedir el pase a otra colonia, otro planeta... ¿Por qué diablos elegirías quedarte en este lugar de mierda?—
____ revisó su muñeca, donde aquel reloj de la compañía cubria su piel.
—597 horas. Tres meses, menos si hago extras...—habló con tono relajado—. En esos tres meses, la población actual de Jackson se reducirá. Mucho más si no controlan esa enfermedad pulmonar que esta matando a la gente.—Bjorn frunció el ceño—. No hay muchos jóvenes en la colonia, y a eso súmale que nos morimos lentamente... ¿Crees que la compañía nos dejará ir a Yvaga a tomar limonadas y trabajar de floristas en el soleado centro de la ciudad?—
—Terminamos el contrato. Es lo que corresponde.—
—Cosita linda, cree que la compañía es fiel a su palabra.—Bjorn se ofendió con el tono burlón con el que dijo aquello—. Van a extenderlo en cuanto te pares ahí, con tu sonrisa tonta a pedir el traspaso.—la inconfundible sirena que anunciaba el fin del turno resonó sobre sus cabezas—. Lo último que quiero es destruir tus ilusiones, Bjorn... Pero considero que tenemos la suficiente confianza para decirte esto... No saldremos de esta mierda, asi que haz que esta mierda sea más amena.—presionó su hombro—. Y podríamos empezar por comer unas pizzas ¿No crees?—
Desde ese día, los encuentros con Bjorn ya no eran por casualidad, sino que él te buscaba para compartir un momento de charla.
La idea de viajar a Yvaga no se había extinguido por completo de su cabeza, pero Bjorn entendió que tenías razón, así que en sus tiempos libres discutían sobre qué área era "no tan mierda" para poder pedir el pase.
Todas las tardes, mientras tomaban y bebían algo para reponer energías, buscaban algún rinconcito apartado para revisar el nuevo tema en cuestión.
Fue una de esas tardes, mientras se refugiaban del agobiante calor en una cueva, que la línea de amistad entre ambos comenzaba a desdibujarse.
—Jardinero... ¿Qué tal?—
—Estamos en un puto carbón gigante ¿Dónde diablos viste un árbol?—____ rió bajito, quitándole a Bjorn aquella revista con toda la lista de trabajos elegibles de la compañía.
El par llevaba apenas unos minutos sentados en la fresca cueva, iluminados por la precaria iluminación instalada en las paredes. Había sido descartada para minar hacía unos días, por lo que se había convertido en su lugar preferido para perder el tiempo. Nadie los molestaba ahí.
—Son opciones en general, para todas las colonias. No todas aplican aqui.—____ hojeó las páginas de forma rápida—. ¿Qué tal... Mensajero?—
—¿Y usar ese ridículo traje marrón mierda? No, cariño. Busca otro.—intentó quitarle la revista, pero ____ la apartó. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro.
—Oh, vamos. Es una idea más que buena. Además, asi podríamos vernos seguido.—aquello llamó la atención de Bjorn—. Porque no olvides que si me dan el puesto en la oficina, me trasladarán al sector norte. Y si las minas son el trasero, el sector norte son las tetas, estaremos muy separados. No nos veremos tan seguido.—Solo entonces el chico comprendió que en solo unas semanas, no volvería a ver a ____. Al menos no con la frecuencia que lo hacía ahora. Se sintió extrañamente mal—. O podrías venir a las oficinas conmigo. Pero dudo que estar encerrado en un cubo de 3 metros cuadrados te guste.—
—¿Estaría encerrado contigo? Porque en ese caso no sería tan malo.—la chica rió con aquello, levantándose del suelo y sacudiendo vagamente el polvo de su pantalón.
—Me retracto. No sé si quiero aguantar tus tonterías todo el dia.—
—Pensé que te agradaban mis tonterías.—Bjorn se levantó también, mirando como la chica se quitaba la chaqueta y la amarraba a su cintura.
—Por un rato. Pero algo me dice que después de unas horas te vuelves insoportable.—lo escuchó quejarse—. Nav en cambio... Me gustaría tenerla como compañera. Sí... tú serás el mensajero color mierda y Nav mi vecina de oficina.—Bjorn miró a la mujer refrescarse con el agua de su cantimplora, mojando un poco su cabello para amarrarlo mejor.
Algo del agua que escurría por su pecho empapó su camiseta, y Bjorn pudo ver el sujetador negro traslucirse un poco bajo la blanca tela. Se sintió un idiota por enfocarse en eso, apartando la mirada apenas reaccionó.
—Aún es temprano... No debemos irnos todavía.—soltó mientras recogía la revista, evitando mirarla de nuevo.
—Pero ya elegimos tu trabajo, mensajero. Ahora debemos adelantar horas para apurar el asunto.—____ le lanzó la cantimplora, invitándolo a usar el agua restante—. Porque temo informarte que en dos meses ya me largo de aquí, y no volverás a ver mi dichoso rostro hasta que cumplas tu cuota.—
Ah... Bjorn no había pensado en eso.
—Me quedan 6 meses... A Navarro 4.—____ se acercó a él, extrañándose al ver lo pensativo que se había puesto de un momento a otro.
—Pues 6 meses no es tanto.—
—Ya me acostumbré a pasar las tardes contigo, querida. 6 meses sin escuchar tus tonterías sí es mucho.—____ sonrió, mirando como Bjorn volcaba algo de agua en su mano y la pasaba por su nuca.
—Aww, ¿Me extrañarías? ¿De verdad?—recibió la cantimplora—. Yo no sé si te extrañaría a ti, la verdad.—
—Que graciosa.—
—Pero echaría de menos a tu hermana, y que me dieras tu postrecito del almuerzo...—lo vio rodar los ojos antes de comenzar a caminar hacia la entrada de la cueva—. Y tal vez, un poco... Echaría de menos compartir el ascensor contigo.—
—¿Y eso por qué?—
—Porque la luz del ascensor hace que tus ojos resalten ¿Sabes? Y por si no lo notaste, son muy bonitos.—aquel comentario hizo que Bjorn la mirara enseguida—. Oh no, te inflé el ego. Ya vámonos.—
—¿Mis ojos? ¿Son lindos?—sonrió enseguida, acercándose a la mujer que ignoraba ese repentino aumento de energía—. ¿Y el resto de la cara?—
—Es la cara de un idiota, no acompaña mucho a los ojos.—Bjorn se paró frente a ella, sin dejar de sonreírle con diversión—. Ya, hazte a un lado.—
—Pues si me preguntas...—
—No lo hice.—
—... En mi opinión, toda tu cara es jodidamente linda.—____ se sorprendió con aquello—. No... Tú eres jodidamente linda de pies a cabeza... asi que sí, voy a extrañar verte... haré horas extras para que la separación no sea tan larga.—
—¿te parezco linda?... ¿Yo?—la chica se autoseñaló, y Bjorn asintió enseguida—. No creo... De seguro es porque no has visto muchas chicas que tengan menos de 40 años en las minas... que no sean Navarro, tu prima o la hija del supervisor.—
—No es eso. De verdad me pareces bonita ¿No puedes aceptar el halago?—
—Bueno bueno, lo tomo.—la sirena que indicaba el fin del descanso rompió el raro ambiente—. Ya, mensajero. Volvamos a trabajar.—
—Y luego horas extra, cariño.—
—No te sobreesfuerces.—
Desde ese día, la actitud de Bjorn cambió bastante. Se volvió más coqueto, adulador. Y a pesar de que no insinuaba nada más, era evidente que comenzaba a desarrollar ciertos sentimientos.
No es que no tuvieras interés, por supuesto que lo tenías. Pero algo en la forma de ser despreocupada del chico -sumado a algunos chismes de Navarro relacionado a parejas anteriores de su hermano- te advertía sobre posibles problemas a futuro.
Ya te habían roto el corazón hacía no mucho, no querías que volviera a pasar. Y Bjorn era un buen amigo, no querias arruinar eso.
Ese coqueteo disimulado era divertido de recibir, y no dudabas en responderlo también.
Lo veías como algo inocente, una tontería. Una que no le haría mal a nadie.
Pero cierto día, mientras hacías tus últimas horas, Bjorn terminó destapando todo.
—Disculpa, eres ____ ¿Verdad?—la chica levantó la mirada, encontrándose un rostro nuevo—. Soy Adam, tu reemplazo.—le extendió la mano—. En la agencia dijeron que en unos días te cambian de sector y que yo cubriré tu lugar, vine a ver cómo es el trabajo.—
La chica le estrechó la mano dudosa, pues era un puesto que usualmente se le atribuía a mujeres debido a no ser tan pesado.
—Hola, Adam. Un placer... Disculpa la pregunta pero-
—Ya no hay mujeres que quieran venir a las minas, asi que quien sea que esté disponible ¡Pum! de cabeza a las minas.—respondió divertido al ver que había adivinado la pregunta de la mujer—. Asi que sí, tuve suerte.—
—Bueno, compañero. Será un trabajo liviano, pero es tan repetitivo y aburrido que en lugar de cansancio físico caerás en la locura... Ven, te mostraré.—
El resto del turno ____ se dedicó a explicarle al chico cómo era el trabajo. Cargar, llevar, descargar, volver y repetir... Unas 200 veces por día. Adam era simpático. El chico aprendió rápido y se ofreció a hacer el último tramo las tareas de la chica. Quería tomarle ritmo al asunto antes de empezar a trabajar, además de que notó que ____ estaba algo cansada ese día.
—Bueno, tenías razón. Fácil es, divertido no mucho.—Adam recibió la cantimplora que la mujer le extendió, descansando un momento junto al carrito.
—Harás amigos que hagan más pasadera la tarde, no te preocupes.—se sentó a su lado—. ¿Quieres comer algo? Ya casi es hora del descanso.—
El chico no pudo responder, cuando un tercero se paró frente a ambos. Era Bjorn. Su mirada era de confusión, pero en el fondo también se sentía inquieto. Ver a la chica sonreírle a un desconocido no le hizo mucha gracia.
—¿Y tú quién eres?—miró a Adam, controlando las ganas de decirle que se apartara dos metros de la mujer.
—Mi reemplazo ¿Me harías el favor de no espantarlo?—____ se levantó, para alivio de Bjorn—. Adam tomará mi lugar aqui, le estoy enseñando cómo es todo.—Bjorn entonces se enfocó en la chica, dando por terminado el asunto del extraño.
—¿Vamos a almorzar?—
—Justo le pregunté a Adam si quería almorzar. Puedes unirtenos.—
Al diablo, por supuesto que Bjorn no quería. Y mucho menos que ella almorzara con el otro idiota.
—... Es que Nav quería almorzar juntos, los tres... Porque... Ya sabes... Podría ser el último almuerzo.—
Ah... Mentirita piadosa.
—Oh, ya veo...—____ miró a Adam—. Lo lamento, en otro momento hablamos ¿Si?—el chico asintió con una sonrisa algo decepcionada, mirando como la chica tomaba su mochila y salía detrás de Bjorn.
—¿Y... Dónde está Nav?—____ miraba confundida hacia la entrada de las minas, extrañándose al ver que su amiga no estaba en el lugar de siempre.
—Nav esta en casa, durmiendo. Tuvo el turno de noche.—
—... Osea que mentiste.—la chica frunció el ceño—. Dejé a Adam solo y es su primer día aquí, Bjorn.—
—Que se pudra Adam... El viernes terminarías tus horas ¿No?—Bjorn revisaba su reloj vagamente, ignorando el enojo de la chica—. Ese día, si mis cálculos no fallan... tendré 4 meses y Nav 2.—
—¿Vamos a ignorar el hecho de que mentiste entonces?—
—Querida, tus almuerzos son conmigo. Yo debería ser el ofendido aquí ¿Por qué lo invitaste a él a comer?—____ sonrió apenas.
—¿Celoso de mi reemplazo?—
—Pues sí, obvio.—respondió sin problemas—. La idea de que voy a ver su tonta cara en lugar de la tuya me hace enojar...
—Pues acostúmbrate.—
—Voy a hacer muchas horas extras para ir contigo más rápido...—
—No te sobreexijas.—la chica tomó la mano de Bjorn, mirando el cronómetro de su reloj. El chico sonrió por el tacto—. Si haces dos horas más por día, y te cambias al turno nocturno, podrías reducirlo a un mes.—
—Un mes sigue siendo mucho tiempo sin verte.—Bjorn bajó la mirada a su mano, que aún era sujetada por la mujer. La presionó un poquito al ver que ella quería soltarlo—. Asi que veamos la forma de vernos cada tanto ¿Si? Aunque sea para tomar una cerveza, o lo que sea.—
—... ¿De verdad es para tanto?—
—¿Tú no me extrañarás?... Bueno, a mi o a Navarro.—se excusó enseguida, siguiendo su camino como si nada.
—Solo es un mes, Bjorn...—lo miró por unos segundos, debatiéndose si aquello era una buena idea—. Incluso... Yo podría hacer una semana más aquí y cederte mis horas... Así estarías parejo con Navarro y vendrían juntos al sector norte.—
Bjorn se emocionó con aquello, sin entender que se estaba exponiendo demasiado con la mujer.
Cada vez que ella mencionaba lo poco que le quedaba en las minas, Bjorn se ponía de mal genio. No sabía disimular. Ni un poco. Y ____ comenzaba a pensar, para alegría de su corazón enamoradizo, que lo del chico era algo más serio.
Caminaron en un silencio algo raro por un rato, hasta que llegaron al puestito callejero donde solían comprar la comida.
—Deberian comprar y marcharse, niña. Lloverá en cualquier momento.—el vendedor metió unas hamburguesas en una bolsa de papel, luego unas papas fritas—. Este mes las lluvias tendrán una acidez algo alta, asi que lo mejor será que no se empapen.—
—Ya veo... ¿Vamos a mi departamento? Esta aquí cerca.—____ miró a Bjorn, quien tomaba las gaseosas y pagaba la comida. El chico se sorprendió por el ofrecimiento, pues nunca había ido a su casa. Solían comer en las minas, o ese puestito de la calle. Nunca en su casa. Se sintió algo ansioso.
—Bueno... Pero tú lleva la comida. Yo llevo las bebidas.—
Al llegar al departamento, Bjorn se sorprendió al ver que era bastante bonito. Y mucho más grande que cualquier casa de mineros.
—¿Por qué no nos dijiste que eras ricachona?—se sentó en el sofá que la mujer le señaló, dejando la comida en la mesita ratona de la sala.
El departamento tenía una sala y la cocina, separabas por una pequeña barra, al fondo dos puertas, Bjorn supuso que eran el baño y el cuarto de la chica. La sala era el lugar central, eso era evidente. La decoración era simple, pero Bjorn entendió que a la chica le gustaban las plantas. Había decenas de ellas, por todas partes. Y una pecera repleta de peces adornaba un rinconcito.
—Si fuera ricachona, estaríamos por comer algo más sano que unas hamburguesas ¿No te parece.—____ se sentó junto al chico, dejando las bebidas en la mesita—. Es una casa prestada. Recuerda que éste no era mi sector, yo era del lado oeste.—
—¿Oeste? ¿Investigación?—Bjorn la miró sorprendido, pues ahora que lo pensaba, la chica nunca le había contado de dónde venía.
—Era de laboratorio, yo en específico era la encargada de actualizar la base de datos. Era un trabajo simple. Pero un idiota se enfermó y todos empezaron a caer como moscas.—tomó la hamburguesa—. Y ahora aquí estoy, comiendo una hamburguesa contigo.—
—Pues me alegro de que eso suceda... No de que muera gente... Ni de que te degraden... Bueno, tú me entiendes.—____ le sonrió—. De verdad... Siento que conocerte fue algo que debía pasar.—
La chica dejó de comer, mirando como Bjorn tomaba un poco de su bebida.
—Bjorn... ¿Puedo hacerte una pregunta?—
—No.—la miró divertido—. Ya, solo bromeo. Dime.—
—... ¿Yo te gusto?—
Mal momento para llenarse la boca de papas fritas.
Bjorn se ahogó apenas, sintiendo como la papita seca se le atoraba en la garganta. La chica le dio unas palmaditas en la espalda.
—¿Qué preguntas tan de repente?—el rostro de Bjorn se puso completamente rojo, y ____ no supo si era por vergüenza o por casi haberse muerto por asfixia.
—Algo que quiero saber, claro... No quiero molestarte, ni estoy bromeando. Es solo que... te comportas raro a veces, y yo... No lo sé, no quiero confundir las cosas.—la chica bajó la mirada a su hamburguesa, apretándola un poquito—. Solo di sí o no, tampoco es que importe mucho.—un silencio algo raro los rodeó.
—¿Por qué me preguntas si no te importa?—Bjorn se llevó unas papitas a la boca, sonaba desilusionado—. Si te digo sí o no, dices que te importa un carajo.—
—Yo no dije "un carajo".—
—Es lo mismo...—
—Di sí o no, Bjorn. No compliques una pregunta simple.—
—No es tan simple, ____.—el chico apoyó las manos en sus rodillas, comenzando a sentirse nervioso. El leve tic que comenzaba a nacer en su pie lo delató.
—¿Por qué no?—
—... A ver, dime tú primero ¿Te gustó o no?—
—Un poquito.—respondió sin más—. ¿Lo ves? No es complicado.—
—... ¿Qué es esa mierda de "un poquito"? O mucho o nada. Poquito no existe.—____ enarcó una ceja.
—Existe, y es una respuesta. Tú no me diste nada.—
Bjorn la miró sin creerse que realmente estaban discutiendo por esa tontería.
—Poquito roza la nada, es menos que poco. Entonces no te gusto nada.—frunció el ceño con tal seriedad que ____ no pudo evitar reir—. No sé qué te causa gracia, es algo serio.—
—Si te molesta que te quiera poquito, es porque tú me quieres más que poquito.—Bjorn se indignó al verla robarle de sus papitas, pero comenzaba a ver que todo aquello comenzaba a darse de forma natural, sonrió apenas—. ¿Mucho tal vez?.—
—... Demasiado, mucho.—soltó sin más, tomando con la guardia baja a la mujer—. Tanto que la idea de no poder verte por al menos un mes... Diablos, me esta volviendo loco desde hace días.—tomó una papita, mordiéndola apenas—. Dijiste que responda sí o no... La respuesta es mucho. Mucho de mucho y nada de poco ¿Esta bien?—
La chica lo miraba completamente anonadada. Creía conocer a Bjorn, creía que se haría el tonto y evitaría la pregunta. No creyó sacarle una respuesta tan seria. O al menos la consideraba seria teniendo en cuenta que se trataba de Bjorn.
Y era justo lo que quería escuchar.
Sus manos se aferraron a las mejillas de Bjorn con necesidad, y sus labios no tardaron en chocar con los ajenos. Suspiró al sentir que Bjorn la tomaba de la cintura, apretándola un poco.
La cena pasó completamente a segundo plano, y el par de jóvenes se desplomó en aquel sofá, recorriendo el cuerpo ajeno con total necesidad.
—Poquito... A mi no me parece que esto sea poquito, cariño.—Bjorn se separó apenas de la mujer, mirándolo con una sonrisa agitada.
—Poquito mucho, tal vez.—____ gimió bajito al sentir la mano del chico colarse en su camiseta—. Se... enfriará la comida.—Bjorn levantó la prenda, y sus labios no se tardaron en dejar besitos por todo su abdomen, ____ amó eso.
—Comeremos luego... En la cena. Que en esa sí estará Navarro.—subió hasta su sostén, levantándolo sin una pizca de duda—. Diablos... Tal vez nos salteemos la cena también.—
Esa noche, cuando Navarro recibió al par de jóvenes en el restaurante del centro, no tardó en cuestionar dónde diablos habían estado.
—¿no te enteraste, hermanita? Hubo lluvia ácida.—Bjorn arqueó las cejas, dándole una seriedad que aquello no tenía—. Tuvimos que refugiarnos en la casa de ____... muy juntitos, por seguridad.—la chica no tardó en golpearle el hombro.
—¿Podemos cenar en paz, Bjorn?—
—Sí, corazón... algo tenemos que comer ¿verdad?— el chico sonrió, y esa vez ____ no pudo enojarse con él.
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Por favor vuelve
Por favor regresa, te necesito. Te necesito aquí conmigo, a mi lado, dándome besitos y apretando mis muslos que tanto te gustan. Por favor vuelve porque sin ti, la vida se ha hecho muy lenta, aburrida, cansada. Solo despertaba temprano para enviarte un mensaje de buenos días, para que apenas abrieras tus ojitos, en tu bandeja de entrada saliera mi nombre. Por favor regresa a mi, regresa a nosotros. Ese lugar seguro que creamos los dos, donde podíamos ser nosotros mismos y donde no importaban las palabras, solo el roce de piel con piel dándonos amor y pasión. Por favor vuelve, mi cuerpo necesita del tuyo y mi alma necesita de la tuya. Por favor, no borremos esta historia que apenas estaba comenzando. Extraño nuestras salidas al parque o esas tardes en tu camioneta. Me duele recordarte, y aunque sé que recién nos conocimos hace unos meses, me has hecho vivir las cosas que los demás nunca pudieron darme. Solo vuelve a mi, tu lugar seguro.
Te amo, mi amor.
~purpleiceheart🥀
#purpleiceheart#pensamientos#vida#sentir#frases tumblr#soledad#lagrimas#olvido#momentos#muerte#fuck off#cosas que escribo#tristeza#escritos#poemas#amor#desamor#te amo#mi amor
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Wait for him (Neuvillette, Wanderer & Aether)
💖~ When they can't be with you because they have to fulfill their responsibilities, these men really try to come back to you.
Warning: Nope now💖, GN!Reader | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
Spanish:
Neuvillette no demuestra su tristeza, sino que algo más te lo advierte. Es involuntario, a pesar de que él es bien consciente de ello, no es capaz de solo detener sus sollozos cuando tiene que quedarse hasta tarde por su trabajo. Mientras que él está revisando detenidamente cada documento en sus manos, escribiendo de manera clara cada cosa y manteniendo su mente lo más alejada de ti que puede, tú sabes que él no quiere nada más que mandar al diablo los metros de distancia que está de ti.
Siente que su piel arde porque no estás a su lado, no soporta la idea y lo considera una tortura. Lo sabes, puedes verlo en sus sollozos y en sus maldiciones mudas, puedes verlo en el viento que da golpes en la ventana de tu habitación, la lluvia torrencial era igual a ver a Neuvillette sufrir por ti. Las gotas de lluvia dejan de golpear violentamente las calles de Fontaine cuando por fin ha terminado su trabajo y se dispone a volver a su hogar, dejando caer mínimos lamentos del Dragón Hydro que solo cesan cuando te tiene entre sus brazos.
Wanderer tiene cosas que hacer: está ocupado estudiando, quejándose y cumpliendo las misiones que Nahida le da muy amablemente. Balancear todo eso junto a ti siempre es una molestia, pero lo logra de alguna forma que le permite darse un buen y merecido descanso contigo al final del día, si es que no se queda despierto revisando notas y tesis nuevas.
No es el más emocionado por las veces en las que el cielo despejado se burla de él, la luna alta está riéndose de él mientras que le recuerda que probablemente ya estás en cama, sin siquiera pensar en que él está viajando a casa para dormir por fin. Odia todo. Maldice a la noche, a los árboles y a las casas que debe rodear hasta que decide pasar por encima, maldice a la Shogun Raiden, a Inazuma, a Sumeru y a los arcontes. Simplemente ya no aguanta más y si tiene algún problema, aunque sea el menos molesto Hilichurl que se le ocurra mirarlo y decidir que lo atacará, lo mandará a conocer Celestia.
No le podría importar menos si hay un grupo de ladrones de tesoros planeando robarle, los mandará a volar a la primera que se acerquen. No piensa en nada más que llegar a casa y lanzarse a tu lado en la cama. No importa si no necesita dormir tampoco, solo necesita que el mundo entero cierre la boca y lo deje mirarte hasta caer dormido.
Aether es un aventurero nato, está acostumbrado a realizar campamentos y dormir a la intemperie en sus viajes, pero desde que sabe que puede irse a dormir tan a gusto por la maravillosa relajatetera fue bienvenido cuando descubrió el invento adéptico. Hay varias veces en las que prefiere quedarse mirando el cielo de Tayvat antes de entrar a su casa portátil, pero son más las ocasiones en las que quiere realizar el viaje de noche lo más rápido posible antes de descansar. Quiere llegar rápido a la siguiente nación, pero cuando Paimon y él ya están cansados, deciden que es mejor acompañarte por fin a dormir.
Es más fácil transportarte así, te quedas dormida más temprano en su habitación y cuando por fin entra, después de saludar a Gordi, estás durmiendo tranquilamente. Confías en él, que te llevará mientras puedes tomarte un descanso de los duelos y peleas dentro del hogar que creó para ti. Y él está feliz de poder tenerte a su lado. Mañana pueden seguir explorando, ahora solo piensa en dormir.
English:
Neuvillette does not show his sadness, but rather something else warns you. It's involuntarily, even though he is well aware of it, he is not able to just stop his sobbing when he has to stay late for his work. While he is poring over every document in his hands, clearly writing everything down and keeping his mind as far away from you as he can, you know that he wants nothing more than to say to hell with it all for how many meters he is away from you.
He feels like his skin is burning because you're not next to him, he can't stand the idea and considers it torture. You know it, you can see it in his sobs and his silent curses, you can see it in the wind that hits your bedroom window, the pouring rain was the same as watching Neuvillette suffer for you. The raindrops stop violently hitting the streets of Fontaine when he has finally finished his work and is preparing to return to his home, letting out minimal cries from the Hydro Dragon that only cease when he has you in his arms.
Wanderer has things to do, he is busy studying, complaining, and completing the quests that Nahida very kindly gives him. Balancing all of that with you is always a pain, but he manages it in a way that allows him to have a good, well-deserved rest with you at the end of the day, if he doesn't stay up reviewing notes and new theses.
He's not the most excited about the times when the clear sky is mocking him, the high moon is laughing at him while reminding him that you're probably already in bed, without even thinking about the fact that he's traveling home to sleep for the end of night. He hates everything. He curses the night, the trees and the houses that he must surround until he decides to pass over them, he curses Shogun Raiden, Inazuma, Sumeru and the archons. He just can't take it anymore, and if he has any problem, even the least annoying Hilichurl who can think of to look at him and decide that he will attack him, he will send him to meet Celestia.
He couldn't care less if there's a group of treasure hoarders planning to rob him, he will blow them away if they get close. He doesn't think about anything other than getting home and throwing himself into bed next to you. It doesn't matter if he doesn't need to sleep either, he just needs the whole world to shut up and let him stare at you until he falls asleep.
Aether is a born adventurer, he is used to camping and sleeping outdoors on his trips. But since he knows that he can go to sleep so comfortable in the wonderful serenitea pot, it was welcomed when he discovered the adeptic invention. There are several times when he prefers to watch at the Tayvat sky before entering his portable house, but there are more times when he wants to make the night trip as quickly as possible before resting. He wants to get to the next nation quickly, and when he and Paimon are already tired, they decide that it is better to finally accompany you to sleep.
It's easier to transport yourself like this, you fall asleep earlier in his room and when he finally enters, after greeting Tubby, you are sleeping peacefully. You trust him to carry you while you can take a break from the duels and fights within the home he created for you. And he is happy to have you by his side. Tomorrow you can continue exploring, now he only thinks about sleeping.
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He amado tu piel, tu boca, tus sonrisas. He deseado perderme en ti con la facilidad de un niño en un laberinto. He amado tus silencios, tus secretos. Tu forma casi despiadada de hacer que te recuerde. He amado tus gustos raros por la música, por el fútbol; he amado que no seas perfecta y que cada día seas como distinta, sin dejar de ser tú misma; he amado tu pasión por ayudar a los demás, tu entrega. He amado tu sinceridad en cada «te quiero», tus días de indecisiones, de llegar tarde al trabajo, de contestar a destiempo mis mensajes. He amado tu ausencia, el poco tiempo que me dedicabas. Te encontré siempre en cada libro que abría. Y ahí, en ese espacio de letras y palabras, quise meterme y quedarme contigo. He amado tus apariciones en mi mente en cada canción romántica que escucho. He amado tu cabello. Tu decisión de cambiarlo de color dos veces. Te amé pelirroja, te amé azabache, te amé a ti sin decírtelo, gritándotelo a cada rato, sin que me escuches, por estar encerrada en tus silencios. He amado el que seamos diferentes, tu nula necesidad de dejar de ser como eres, sin otro propósito que hacerme ver el mundo de otra forma, mientras veía que el mundo te admiraba, y los hombres me envidaban, y las mujeres querían ser como tú. He amado tantas cosas, todas tuyas. Tu singular pasión por los detalles. Las canciones de Birdy que sigues poniendo al leerme. Las veces que necesitaste escribirme y no lo hiciste. El que hayas notado más de una vez toda la atención que te ponía. He amado tus palabras, tu desesperanza, tus malos ratos; te amé a ti pidiendo auxilio, un abrazo. Te amé y quizá lo sigo haciendo. Es una de esas decisiones de las que no quiero desprenderme. Porque eres única y aunque no estés ni pienses volver, yo sigo amando tu ausencia, tu forma casi despiadada de hacer que te recuerde… Autor: Heber Snc Nur Libro: Tormenta de Pensamientos Disponible en Amazon
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Con toda devoción - Matías Recalt & Enzo Vogrincic
Cap I. Cap II. Cap III. +18! Threesome, MeanDom!Mati & SoftDom!Enzo. Age gap, begging, dirty talk, fingering, nipple play, (breve alusión a) sexo anal, sexo oral, sexo con protección, (no tan breve alusión a un leve) subspace, voyeurismo implícito. Uso de español rioplatense.
El jardín está ahora casi desierto y la casa sumida en un silencio espectral.
Cuando rechazaste la ayuda para lavar y secar los platos fue porque no creíste que te arrepentirías tanto… Pero el arrepentimiento es porque negarte a ella significó dejar a todos los invitados en libertad y ver cómo se despedían, recibiendo y repartiendo abrazos por doquier, y abandonándote con la gravedad de cierta situación cuando la puerta se cerró a espaldas del último en marcharse.
La ventana de la cocina te permite ver a Matías y Enzo, de pie en el patio con una botella de cerveza y un cigarrillo en sus respectivas manos. Tu novio te da la espalda pero percibís por sus movimientos que está hablando de manera relajada, balanceando su peso sobre sus pies como si bailara al ritmo de una melodía que sólo él puede oír, y por su parte Enzo sólo asiente con una expresión de concentración y seriedad no tan inusual en él.
Observás con horror a Matías interrumpiendo sus movimientos y acercándose al uruguayo para hablarle al oído: cuando Enzo desvía su mirada hacia la ventana y encuentra tus ojos fijos en él el plato en tus manos cae sobre el fregadero y se hace pedazos, cobrándose también unos vasos. Intentás apartar los restos de vajilla destrozada para deshacerte de ella más tarde, pero tu corazón acelerado y la espuma en tus manos temblorosas dificultan la tarea.
Un pequeño grito deja tus labios cuando el cristal roto corta la piel de tus dedos.
-La puta que me parió…
-Qué boquita- reprocha Matías, observándote desde la puerta antes de acercarse-. A ver...
-No es nada- intentás zafarte de su agarre pero tira de tu muñeca con fuerza y te dirige una mirada a modo de advertencia, en su rostro una mueca de disgusto ante tu actitud-. Perdón.
-¿Qué pasó?- deja correr el agua sobre tu mano y siseás.
-Se me cayó un plato, nada más.
-No, pregunto qué pasó con vos.
-¿Por qué?
-Porque hoy te estabas portando re bien y ahora…- encoge los hombros en un gesto que significa molestia y decepción, su lado más estricto tirando de las cuerdas de su humor-. ¿Necesitás hablar de algo?
-No.
-Entonces portate bien, que hay gente.
-Pero él ya vio todo- susurrás, temiendo que Enzo logre oírlos desde el jardín.
Matías voltea lentamente y su expresión causa que un escalofrío recorra tu columna vertebral. Dirige su mirada hacia el techo y lo imitás, tu concentración permitiéndote oír los pasos en la planta superior de la casa. Tu novio hace que regreses tu atención a él besando tus heridas.
-Pero Santiago no- y la mano que no sostiene la tuya se dirige hacia el dobladillo de tu vestido, colándose por debajo de la tela para rozar tu ropa interior impregnada con los fluidos de ambos-. No querés que él también sepa que sos una putita, ¿o sí?
Te mordés el labio y negás: tu mente aún se encuentra en una especie de estado febril resultante de las actividades previas, por lo que se te dificulta comprender si en verdad está amenazando con castigarte y, por consecuente, con permitir que quienes pasarán la noche en la casa oigan tus gritos. Tus ojos vidriosos encuentran su mirada y te sonríe como si la situación fuera divertida.
-Andá arriba y esperame- besa tu pómulo-. Termino con los platos y voy.
Lo mirás confundida, pero obedecés y corrés hacia las escaleras. Ignorás la silueta en la puerta que da al jardín, por supuesto, y cuando te cruzás con Santiago en el corredor forzás una sonrisa que pretende lucir natural y amable, como si su presencia en la casa no fuera un inconveniente -y no lo es, pero eso sólo lo sabe la ahora ausente parte lógica de tu mente-.
Cerrás la puerta del baño a tus espaldas y te arrojás sobre el lavabo para refrescar tus mejillas ardientes, pero no es suficiente porque tus muslos manchados también comienzan a molestarte. Arrojás tu vestido sobre el cesto de la ropa sucia y también tu ropa interior arruinada y permitís que el agua tibia de la ducha se lleve cualquier remanente de la velada de tu cabello y tu piel, ya sea el aroma de la comida o los restos de tu novio.
Antes de dirigirte hacia la habitación borrás los rastros de maquillaje de tu rostro y una vez allí tomás una camiseta cualquiera, ya que tenés la seguridad de que no permanecerás vestida por mucho tiempo. La voz de Matías estaba lejos de ser amenazante; por el contrario, parecía ser la promesa de una recompensa cuya idea hace que te muerdas los labios y roces tus muslos.
Y es así como los ojos de Matías te encuentran en cuanto abre la puerta, con tu labio inferior enrojecido por la acción de tus dientes y tus piernas moviéndose de esa particular forma que delata tu necesidad. Se acerca con pasos cautelosos, como si temiera asustarte, y te enseña dos pequeñas tiras de vendaje adhesivas.
-¿Te acordás…- comienza mientras cubre tus heridas- cuando te pregunté a cuál de mis amigos te cogerías? ¿Qué fue lo que me dijiste…?
-Enzo- susurrás-. Pero…
-Y ahora sabemos que Enzo también te quiere coger- apretás los párpados con fuerza-. Con lo linda que sos, ¿cómo no va a querer?
Estás a punto de contestar, aunque no sabés muy bien qué decir, pero su voz te interrumpe.
-¿Qué decís vos? ¿Qué te parece si lo dejo cogerse esa conchita tan linda que tenés?
El temblor en tu cuerpo es confirmación suficiente, pero Matías sabe que no estás precisamente lúcida y que es su culpa: horas atrás deseaba arruinarte y hacer evidente que sólo le pertenecés a él, quería que la bruma en tus ojos y el letargo en los movimientos de tu cuerpo aturdido sirvieran para hacer comprender a Enzo el lugar que le corresponde.
Ahora sabe que disfrutaría más permitir que el mayor tenga el privilegio de probarte, ya que de esa forma sólo le quedarán los recuerdos y no poseerte dolerá aún más, pero primero necesita saber que sos consciente de lo que involucra su sugerencia y de que das tu consentimiento. Se arrodilla junto a tus piernas y toma tus manos, acariciando tus nudillos cuando ve que tus ojos permanecen fijos en la persona aguardando junto a la puerta.
Tus pupilas están dilatadas y tu respiración se acelera cuando le devolvés la mirada.
-Pero sólo si estás muy segura, ¿sí? Si no estás segura Enzo se va y mañana nadie habla de esto- besa tus manos y te sonríe-. Y si querés yo no me voy a enojar… Además te voy a estar cuidando todo el tiempo.
Respirás profundamente y cerrás los ojos antes de contestar.
-Sí, quiero- asegurás.
Los pasos de Enzo resuenan sobre la duela y cierra la puerta con delicadeza, distrayéndote y dándole a Matías una oportunidad para subir a la cama y arrastrarte para recostarte contra su pecho, arrugando tu camiseta en el proceso y dejando al descubierto tu centro desprovisto de ropa interior. Enzo no emite palabra alguna, sólo se limita a acompañarlos en la cama y sus dedos acarician la piel de tu tobillo antes de ascender y recorrer tu pierna hasta tu muslo.
-¿Puedo?
Te mordés el labio y asentís.
-Te vas a lastimar- dice, estirándose y utilizando su pulgar para liberar tu labio-. Y necesito palabras, ¿sí?
-Sí- contestás-. Sí, podés.
-Eso- te sonríe cómplice y separa tus piernas con suavidad-. Sos muy linda, ¿sabías? En todos lados…
Arrojás la cabeza hacia atrás en busca de consuelo, abrumada por la atención del mayor y la forma en que sus dedos erizan tu piel. Matías suelta una risa casi silenciosa contra tu cabello antes de besarlo, sus manos acariciando tus brazos con fuerza en contraste con los roces prácticamente imperceptibles que el otro deja sobre tu piel.
Un gemido mudo separa tus labios cuando sin previo aviso el pulgar del uruguayo se desliza sobre tus pliegues, traza una línea desde tu entrada hasta tu clítoris y comienza a dibujar suaves círculos allí. La mirada atenta de Matías sobre ambos es algo que Enzo escoge ignorar para concentrarse en cómo tu rostro se contrae en una mueca de placer cuando comienza a presionar más y más fuerte tu punto más sensible, gemido tras gemido surgiendo en tu garganta.
Y recién comienza…
-¿Querés que le cuente a Enzo cómo me apretaste la pija cuando lo viste?- negás-. ¿No? ¿Por qué no…?
-Me da vergüenza- admitís entre gemidos, cerrando los ojos para no tener que enfrentar sus miradas.
-¿Te da vergüenza?- pregunta Matías, fingiendo sorpresa-. Pero no te da vergüenza que…
-Dejala, Mati, pobrecita.
Dirige un dedo hacia tu entrada brillante y desliza el dígito de arriba abajo para esparcir la humedad sobre tus pliegues antes de introducir en tu interior la primera falange. Sólo eso basta para hacerte gemir con fuerza y tus piernas amenazan con cerrarse, pero Matías cubre tu boca con una mano y te sostiene por el muslo con la otra, restringiendo los movimientos de tu cadera y ahogando con su palma cualquier sonido que pueda delatarlos.
El intercambio de miradas entre ambos hombres es breve, casi fugaz, pero comprendés el significado que oculta cuando tu novio comienza a besar tu mejilla al tiempo que un dedo vuelve a deslizarse en tu interior y es recibido por tus paredes cálidas. Enzo no pierde el tiempo, curva el dígito en busca de tu punto dulce y cuando lo encuentra comienza a abusar de la sensibilidad que encuentra allí, complacido por tu respuesta y humedad.
Por si las caricias del hombre entre tus piernas no fueran suficiente, sentís la creciente erección de tu pareja contra tu espalda, palpitante e irradiando el calor suficiente para sentirlo a través de las prendas de ambos. Le dirigís una mirada suplicante, su mano aún cubriendo tu boca, y en sus ojos encontrás nada más que fascinación por la escena que se desarrolla frente a él: sólo cuando comenzás a sacudir la cabeza una sonrisa se apodera de sus labios y te permite hablar.
-Por favor, por favor, por favor- suplicás-. Voy a…
-Preguntale a Enzo.
Tus mejillas no arden, queman.
-Enzo, ¿puedo…?
-Sí, bebé, cuando vos quieras.
Cuando vos quieras es una expresión de amabilidad, porque Enzo separa aún más tus piernas para poder acercarse a tu centro y sus labios se adhieren a tu clítoris para succionar con una fuerza experta. La sensación basta para hacerte delirar y casi te distrae lo suficiente para no notar el breve instante en que retira el dedo de tu interior... para luego introducir dos.
El escozor que nace de la súbita dilatación de tu interior sensible te estimula aún más, aunque lo que finalmente te arroja hacia el precipicio son los gemidos de Enzo contra tu intimidad, la vibración de los mismos recorriéndote. Tus gritos no tienen oportunidad de llegar a oídos ajenos: Matías invade con sus dedos el interior de tu boca y provoca que las contracciones de tu garganta sean simultáneas a las de tu interior.
Enzo continúa con sus movimientos, estos volviéndose cada vez más lentos, y sólo se detiene al verte abrir los ojos. Tirás de la muñeca de tu novio y un hilo de saliva conecta tus labios con sus manos, pero este se corta cuando intentás hablar y el líquido mancha tu mentón. Tus lengua delinea tus labios resecos y te aclarás la garganta en un gesto que no debería resultarle tan tierno, pero tus brillantes ojos de párpados pesados están causando estragos en su mente.
-Gracias- susurrás.
-A vos- besa tu muslo y, tras un breve gesto de afirmación por parte de Matías, pregunta:- ¿Querés más?
-Sí, por favor- jadeás.
Matías, tan oportuno como siempre, le arroja el lubricante y un preservativo. Enzo los atrapa entre risas, como si la situación fuera algo cotidiano, y el verlos interactuar de una manera tan distendida mientras tu sanidad pende de un hilo hace que te sumerjas aún más en un estado mental de desesperación y necesidad, dispuesta a hacer lo que fuera por y para ellos.
Te resistís cuando Matías abandona su lugar, pero te tranquiliza el ver que comienza a desnudarse y regresa inmediatamente a la cama, arrodillándose junto a las almohadas sobre las cuales te dejó recostada. Tira de tu camiseta para dejarte completamente desnuda y masajea tus pechos mientras ambos observan con atención a Enzo, que se desnuda con fingida calma y se toma el tiempo necesario para doblar su ropa y luego dejarla acomodada sobre el escritorio.
Reprimís un gemido al apreciar las diferencias entre tus acompañantes. El contraste entre sus cuerpos –la varonil delicadeza de los rasgos de Matías y su tez blanquecina, la línea fuerte de la mandíbula de Enzo y sus músculos- y el saber que ambos están allí para darte placer hace que tu excitación manche las sábanas en tan sólo unos minutos. Tu novio golpea tus labios con dos dedos y abrís la boca lista para abrazar con tu calor su punta rosada, pero tus ojos están fijos sobre las venas en las manos de Enzo, que acaricia su miembro viendo tal imagen.
El colchón se hunde bajo el peso del mayor cuando regresa a la cama para reclamar nuevamente su lugar entre tus piernas, aferrándose a tu cuerpo como si temiera que te arrepientas. Desliza el látex sobre su extensión con cuidado y tras aplicar un poco de lubricante tira de su miembro una, dos, tres veces, arrojando la cabeza hacia atrás antes de recomponerse. Tus gemidos pueden deberse al gusto familiar que recorre tus lengua o al espectáculo que acabás de presenciar, no lo sabés, pero provocan que Matías comience a mover sus caderas.
Enzo deja caer unas gotas de lubricante en tu centro y utiliza su glande para esparcir el producto sobre tu entrada, la piel que la rodea y tus pliegues, manchando también tus muslos. El frío del producto te hace temblar y él se disculpa, sea el motivo el contraste entre temperaturas o el dolor que hace que te sobresaltes cuando comienza a penetrarte.
Un gemido resuena en toda la habitación cuando tu estrecha entrada y tu interior ardiente lo rodean. Te regala unos segundos para acostumbrarte a la sensación, segundos en los cuales se deleita viendo la desesperación y profundidad con que tomás el miembro en tu boca, tu cadera moviéndose en busca de mayor contacto con su cuerpo. Por un segundo se pregunta si acaso sería capaz de resistirse, pero considerando que se tocó oculto tras un árbol sólo por vos…
Sentís a Enzo rozando tu cérvix con cada gentil embestida y la sensación acompañada de los sonidos indecentes te hacen succionar con más fuerza, pero para Matías parece no ser suficiente la atención que le estás otorgando y tira fuertemente de tus pezones hasta que te estremecés de manera casi violenta. Las lágrimas que caen de tus ojos humedecen tus mejillas y la almohada bajo tu cabeza, pero tus gemidos no dejan de ser una constante entre las cuatro paredes.
Los movimientos de Enzo aumentan en intensidad y velocidad y su mano se cierra sobre tu cintura para poder ejercer cierto control sobre tu cuerpo. Decide también encargarse de tu clítoris y los pequeños círculos que sus dedos trazan hacen que te contraigas hasta hacerlo delirar: sabe que su mano o un juguete no podrán compararse jamás con tu interior y la manera divina en que parece succionarlo, así que decide prolongar el momento.
Protestás al sentirte vacía unos pocos minutos más tarde, pero te silencia deslizándose entre tus piernas una y otra vez y penetra tu entrada –que se contrae alrededor de nada- sólo con su punta durante un segundo o dos en cada ocasión. La fricción en combinación con el ardor de tus pezones te orilla hacia otro orgasmo y no recordás advertirles antes de que este se desate, pero entonces Matías se desliza fuera de tu boca y golpea tu mejilla, provocando con el impacto que una cantidad considerable de saliva brote de entre tus labios.
Enzo se detiene abruptamente -sin saber que así arruina aun más tu clímax- y estudia la situación para comprender si debe intervenir. Se siente fatal cuando su miembro palpita al ver que te llevás una mano a la mejilla para acariciar tu piel enrojecida.
-No pediste permiso- señala Matías-. ¿No te dije que te portaras bien?
-Sí, pero…
-Callate- ordena, haciéndole una seña a Enzo.
-Pero Enzo dijo…
Tanteás un terreno peligroso, lo sabés, pero sólo cerrás la boca cuando el rostro de tu novio se acerca peligrosamente al tuyo y ves brillando en sus ojos la segunda advertencia de la noche. Matías es más que capaz de interrumpir toda actividad para castigarte, por lo que suspirás de alivio cuando se aleja y Enzo te toma por debajo de los brazos para cambiar de posiciones. Coloca tu cuerpo sobre el suyo en un rápido movimiento, tu espalda contra su pecho y sus labios besando tu cuello y el lóbulo de tu oreja.
-Perdón- susurra y volteás a verlo-. No sabía que…
Le sonreís para librarlo de cualquier culpa y él no puede creer que incluso en tal estado, con las mejillas ardiendo y todo tipo de fluidos manchando tu rostro, aún te veas igual de tierna y dulce como lo hacías la tarde en que te conoció. En ese momento no imaginaba que algún día tendría el lujo de tocar tu cuerpo o sorprenderse por la dinámica que mantenés con Matías, pero... bueno, ignora cualquier recuerdo y apoya sus pies firmemente sobre el colchón.
Matías se coloca entre tus piernas y baña tu intimidad con lubricante, dejando que este gotee más allá de tu entrada suplicante. Su dedo se desliza desde tu clítoris hacia tu apertura siempre tan tentadora, separando tus pliegues antes de continuar su trayecto y presionar en otro pequeño agujero. La sorpresa te hace jadear y Enzo intenta consolarte masajeando tu cadera, pero es imposible cuando Matías comienza a jugar con tu cuerpo.
-Tenemos que probar algún día, ¿no?- susurra, arqueando una ceja-. ¿Te gustaría que te cojamos los dos al mismo tiempo…?
Asentís y dejás salir un grito cuando tus músculos ceden para permitir su entrada. Se limita a torturarte con la punta de su dedo, introduciéndolo y retirándolo una y otra vez hasta que ve la forma en que apretás tus párpados y las manos de Enzo sobre tu abdomen. La idea es más que tentadora, Matías sabe que serías un desastre y que en pocos minutos quedarías reducida a la nada misma, pero para ciertas cosas prefiere esperar un momento que sea sólo de los dos.
Toma el miembro de Enzo, sacándole un gemido que parece ser producto del placer y no sólo por haberlo tomado desprevenido, y lo dirige hacia tu interior. Tu desesperación no es algo que intentes ocultar y tampoco lo son tus gemidos cuando tomás toda la extensión del mayor, cuyas manos se cierran nuevamente sobre tu cadera para controlar tus más que erráticos movimientos.
El dulce sin sentido que el uruguayo susurra sólo para tus oídos se entremezcla con las palabras degradantes de tu novio, quien se encuentra masturbándose entre tus piernas y frotando casi distraídamente tu clítoris antes de llevar su mano hacia tu abdomen bajo y ejercer presión.
Sólo podés gritar.
Debería ser vergonzosa la sensibilidad de tu cuerpo, la facilidad y el control que ambos tienen sobre todas y cada una de tus terminaciones nerviosas, pero no podés pensar en ello mientras sentís el cuerpo de Enzo fusionándose con el tuyo y las manos de Matías estimulándote para acercarte más hacia esa confusa línea entre el placer y el dolor.
Los dedos de tus pies se contraen y cuando buscás algo o alguien para aferrarte tus manos acaban sobre tus pechos que suben y bajan a cada movimiento. Arrojás la cabeza hacia atrás y Enzo acaricia tu mejilla con la suya, desesperado como nunca antes lo habías visto. Besa tu rostro y luego encuentra tus labios, su lengua recorriendo el interior de tu boca de manera obscena y silenciando por un instante tus gemidos y gritos pornográficos.
-Mati...- te quejás cuando los dedos en tu cadera reafirman su agarre-. Mati, ¿puedo? ¿Enzo…?
-Sí.
Tu cuerpo es víctima de los espasmos que tu orgasmo provoca y el placer abrumador que te recorre de pies a cabeza es suficiente para perder por completo la razón. Los movimientos de tus acompañantes no cesan y de tu boca sale un hilo de palabras incomprensibles y agudos sonidos patéticos cuando tu liberación moja tus pliegues y el miembro de Enzo. También recorre su pelvis y el interior de sus muslos y humedece las sábanas hasta oscurecerlas.
El calor del líquido blanquecino que mancha tu piel y salpica tus pechos –alguna que otra gota cayendo sobre tu centro, el miembro de Enzo arrastrándolas hacia tu interior- hace que los músculos de tu abdomen se contraigan al igual que tus paredes... y entonces lo sentís: el palpitar del miembro en tu interior mientras los dientes de Enzo rozan tu hombro y sus palabras se enredan en la punta de su lengua, tu cerebro registrando algún que otro tierno apodo.
Una respiración temblorosa deja tus labios.
-Bebé…
Aún en tu estado de agotamiento y desorientación reconocés la voz de Matías y te forzás a abrir los ojos. Te sonríe y cuando acaricia tu mejilla perseguís el contacto y confort de su mano.
-Estoy bien.
-¿Segura?- cuestiona Enzo. Se aparta con cuidado y te recuesta sobre el colchón-. Por un momento pareció que…
El familiar sonido de la madera llama tu atención y mirás en dirección hacia la puerta: Enzo no podía saber que tiene que asegurarse de cerrarla bien, por lo que no te sorprende encontrar una apertura milimétrica y que la tenue luz del corredor te permita distinguir la silueta que se aleja.
La voz de los tres se tiñe de horror cuando intercambian una mirada y dicen al unísono:
-Santiago.
Notas de Lu: Y colorín colorado, este cuento se ha acabado... creo. taglist: @madame-fear @creative-heart @recaltiente @llorented @chiquititamia @delusionalgirlplace ♡
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Que manera la tuya de corromper mis pensamientos sin siquiera tocarme…
No he probado tus labios y la ansiedad parece consumir mi calma, deseo tanto besarte en este momento
No he tocado tu piel, pero mis manos tiemblan sólo de pensar en recorrer tu cuerpo
Es terrible esta distancia que nos separa, pero mis pensamientos cada vez son más indecentes
Que manera la tuya de calentar mi ser con tan sólo una palabra, con el susurro de tu voz, con lo inesperado de una foto
Aún no he podido tenerte, pero tus provocaciones han desatado un sin fin de fantasía en mi cabeza
Te he devorado en mis pensamientos de maneras tan sucias y perversas
Juro que esta distancia parece efímera cada vez que me incitas a desearte
Juro que puedo sentir tus labios recorriendo cada centímetro de mi piel
Juro que puedo sentir tus manos tocarme mientras susurras palabras a mi oído
Que manera la tuya de provocarme sin siquiera estar en la misma habitación
Estoy ardiendo, deseando que cada salvaje deseo que has desatado se haga realidad
Deseando verte…
Aún no he podido estar frente a ti y ya mis demonios extrañan jugar con tu fuego .
Cómo si nuestras almas ya se hubiesen encontrado en alguna otra noche .
Juro que en mi mente nos he visto hacer cosas tan divinas, sería pecado no cumplirlas .
Juro que mis deseos jamás se habían corrompido como en este instante, no me guardaré ningún placer cuando te tenga .
Es terrible esta distancia que nos separa, pero dos almas que se han deseado de esta manera tarde o temprano se encuentran .
El destino anhela ver las salvajes noches que nos esperan…
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"Déjame cuidar de ti, amor"
Hello amixes! Este es mi pequeño aporte (de 600 palabras más o menos) para el reto que de mi amada Cali @the-californicationist. Hace mucho tiempo que no escribo ficción, o algo que no sea de trabajo, así que puedo estar un poco oxidada.
Aproveché que me he sentido muy estresada y solo quiero que uno de los chicos de COD me cuide. ¡Espero que les guste! Va con mucho amor.
_________________
Era un viernes por la noche cuando llegaste del trabajo, tu cabello húmedo y la ropa goteando porque ¡sorpresa! Comenzó a llover, no habías llevado un paraguas y tuviste que correr por todo el estacionamiento, usando unos lindos pero incómodos zapatos de tacón. Tu semblante era tan feroz como el clima, un ceño fruncido que provocaría un dolor de cabeza más tarde y los labios torcidos en una mueca que no aflojó al oler esa rica loción después del afeitado que tu hombre usaba, las notas de un perfume ahumado embriagaron tus sentidos y condujeron tus pasos hacia el pequeño balcón, donde podías atisbar la poderosa fisionomía del susodicho.
Cuando escuchó el golpeteo de los pies en el suelo de madera pulida se volteó, dejando caer el vaso sobre la mesa de cristal y atrayendo toda su atención. Sus ojos, tan profundos e intensos, bebían el contorno de tu figura mientras te quitabas la ropa mojada, dejándola en el suelo sin importarte que parecieras desesperada.
— ¿Algo que te esté molestando, amor? —preguntó, alisando su regazo y tendiéndote la mano para que pudieras sentarse a horcajadas sobre él.
Suspiraste, dejándote caer sobre su cuerpo robusto y cálido, presionando tu rostro en la deliciosa curva de su cuello. Llevaste las manos a su pecho descubierto por la camisa blanca desabrochada, acariciando los pectorales cubierto de vellos que escondían tiernas pecas y cicatrices tenebrosas por toda su piel tostada luego de haber combatido en numerosas guerras.
—Es esa perra en el trabajo de nuevo, no deja de molestar y mis jefes no hacen nada para detenerla —murmuraste, subiendo los delicados dedos para acariciar el contorno de su mandíbula fuerte.
—Amor, solo tienes que decir la palabra y está hecho. No tienes que seguir trabajando cuando soy más que capaz de cuidar de ti y darte todo lo que necesitas —contestó el mayor, su mano izquierda amasando la carne desnuda de sus muslos, mientras que la otra sujetaba tu cuello y te instaba a mantener el contacto visual.
Como un depredador que acecha a su presa, se inclinó y a su vez te acercó por el agarre en tu cuello, para delinear tus labios con su traviesa lengua antes de devorarte en un beso que inició un incendio forestal desde tu pecho hasta tu vientre. La boca del hombre te bebía como el líquido que yacía olvidado a su lado, mordiendo los labios, chupando sensualmente la lengua y comiéndote con abandono, consumido por la pasión reprimida entre tu estresante trabajo y la pila de informes que le esperaba después de cada despliegue.
—No quiero ser una carga para ti… —afirmaste entre besos, enterrando las uñas en su pecho y acariciando la piel lastimada por la fuerza con la que te sujetabas.
Para ese momento, sus manos callosas y experimentadas dirigían los movimientos de tu cuerpo en su regazo, permitiéndote sentir la fuerza de su virilidad que se presionaba deliciosamente contra tu clítoris vestido. La ropa interior húmeda se pegaba a ese lugar que ardía de deseo por tu hombre, que estaba muy ocupado en convencerte para que fueras una buena ama de casa para él y dejarás de sufrir tanto a manos de un trabajo donde no te valoraban.
—Dame la oportunidad y te daré el mundo eterno, amor.
Sus palabras se escucharon como un ronroneo seductor para tus oídos, acompañado de sus manos tirando de las pocas prendas que tenías para desnudarte a sus ojos y hacerte suya nuevamente, esta vez para siempre, mientras planeaba un futuro donde estuvieras llena con sus bebés regordetes y lo esperaras con los brazos abiertos al retirarse.
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Silencio.
Devoro silencio,
mastico el silencio,
grito en silencio,
¿ piensas en el silencio ?,
destruyo el destello
de un palpitar en la tarde,
reconstruyo la no-palabra,
escucho a los pájaros
amar a quien no ama,
lloro en silencio,
aprendo en silencio,
respiro silencio,
vomito mariposas de media estación,
armo momentos,
destruyo rituales,
adoro el calor caótico de aquellos despertares,
digo silencio,
me responden,
"ya basta",
guardo el silencio,
denuncio la herida,
y me tiro a rodar,
con la frente baja.
Adoro tu piel contra mi miedo,
la estufa piensa también en el silencio
cuando no digo tu nombre...
¿ sabrás aún mi nombre ?;
el mosquito grita al otro lado...
el silencio no nombra al silencio,
¿qué no hay del otro lado ?
tus manos cortan el hielo,
mis ojos dividen el aire,
el silencio sabe de nombres
que nunca callaron,
las voces de los últimos pájaros.
Y puedo mirar a través de tus ojos,
miro el mar tomándome despacio,
la arena no sabe del silencio,
las huellas no saben del pasado,
las plumas conocen el recuerdo,
y de tus pies suaves a la luz del sol...
no se sabe nada
más que tu no-voz llamándome
en la eternidad de las velas;
silencio amor,
siempre se trata del silencio,
y la música alta cuando baila el desorden de quererme,
silencio,
y tu boca ausente prendida a mi cuello,
silencio,
y la mano justa,
para enredar mi pelo.
¡Ay amor!,
¿qué sabes tú del silencio?,
si callar es tan difícil,
habitando el llanto del mundo en tu pecho...
cuando las flores callen el perfume de tenerte,
con sólo abrir los ojos,
sabremos nuestros nombres,
gritar en el eco
de nuestra primera muerte.
-danielac1world ~Regreso~
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(Basado en "La Historia de Daniel, el Favorito del Diablo". 5to Capitulo del libro "La Reina de los Condenados" . Crónicas Vampíricas de Anne Rice)
No, no hay tregua. Desde el inicio de todo , con tus ojazos en esa celda y mis botas hechas circulo maniaco, no hubo tregua. No hay tregua para regresar a horas profundas y tampoco para besarte dormido en las madrugadas. Esa adictivo hábito mío de recorrerte a olfato de sabueso amaestrado , recorriendo cada musculo vivo de tu cuerpo, sorprendido por el despertar de tus vellos, respondiendo en estremecimiento a su amo. No hay tregua. Son 4 dias que no te veo. La ciudad clama por mi justicia, tanto o menos como me reclama tu cama con sus llanuras y dunas que se remueven lentamente mientras roncas. Todo en ti merece NO TREGUA. Me has acostumbrado a los espejos y ventanas cerradas, a tus peliculas independientes de los 70s que tengo que interpretar como un arqueólogo que apenas recuerda los mitos y las formas. Grabandome en la memoria los cantantes y nuevos videos de MTV o la afición nueva hacia los Levis clasicos y abrigos de piel. Eres tú, Daniel. Abres el mundo al infierno, dejas que el demonio observe cómo lees el.periodico mientras el jugo de naranja se suspende en tu diestra, y me has acostumbrado tambien a ese intercambio de miradas raro cuando se que me pides que te bese lento lo que sea que se me ocurre con tal de darte de comer de mí. Impaciente mío. Mis ausencias son obligatorias, por ti..todo por ti. Me aprendo con disciplina y memoria magistral a repetir a Becquer y los dialogos de Ernesto de Oscar Wilde. Repaso los guiones de Tarantino y anoto las frases de fuego de esa salsa latina que tanto me has forzado a oir. Tampoco tienes treguas, Daniel. Tus exigencias y peticiones son gruñidos y puños apretados en la pared. Tus iras ...me has acostumbrado a ellas con sus deliciosas sin razones e " Hijos de Perra"que me excitan. Me excitas. Mucho. Desvias mi piedad hacia el mismo abismo, mis noches lejanas las atas a tu muslo derecho , para regresar como un lobo enloquecido a tomar tu carne en el festin del alma que se devora a si misma, a ti, a mi. Esperame. La ausencia es corta y hago lo mejor que pueda con el tiempo. Llevo comida, a Tolstoi en su primera edición y 4 chaquetas de piel nuevas para que me las pierdas, las huelas y las consagres a tu piel que mas tarde he de saborear. Tú tampoco me das tregua, Daniel. Abre la puerta, estoy afuera.
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