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Mi crítica del concierto del Cuarteto Trifolium esta noche en la Maestranza.
#cuarteto trifolium#carlos gallifa#sergio suárez#juan mesana#javier aguirre#wolfgang a. mozart#joseph haydn#música#music
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Clásicos en Verano vuelve a La Torre el sábado 9 de julio con Trifolium Ensemble
Clásicos en Verano vuelve a La Torre el sábado 9 de julio con Trifolium Ensemble
Una actuación gratuita que comenzará a las 20:00 horas en el Centro Cultural La Torre El programa de la Comunidad de Madrid “Clásicos en Verano” volverá a Guadarrama el próximo sábado 9 de julio con la propuesta de Trifolium Ensemble La apoteosis del contrapunto: de Palestrina a Mozart. Un concierto que se podrá disfrutar en el Centro Cultural La Torre, desde las 20:00 horas. El programa estará…
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#Canzon Prima Sopra Rugier de Girolamo Frescobaldi#Carlos Gallifa#Centro Cultural La Torre#Clásicos en Verano#Dario Castello#Javier Aguirre#Juan Mesana#Mirate altrove#Sergio Suárez#Sonata Decima Quinta à 4#Trifolium Ensemble#vita mia de Giovanni Pierluigi da Palestrina
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004 CARABELA LA PINTA
La Pinta fue una de las tres carabelas que usó Cristóbal Colón en su primer viaje al Nuevo Mundo en 1492. Las otras naves eran la Niña y la Santa María, que era la nao capitana (el navío que dirigía la expedición al ir en él Colón).
No se sabe dónde ni cuándo se construyó la Pinta, si bien se ha supuesto que pudo ser en Palos.
Las únicas fuentes de información sobre esta nave son la Historia del Almirante de Hernando Colón y el Diario de la primera navegación compilado por Bartolomé de las Casas a partir de escritos de Cristóbal Colón.
Su nombre hizo pensar a algunos historiadores que pertenecía a la familia Pinto, pero en realidad fue alquilada a su propietario, Cristóbal Quintero, que fue en ella a las Indias como marino. Era una carabela nórdica de velas cuadradas con un velamen muy sencillo. Los palos de trinquete y mayor iban aparejados con una vela cuadrada de grandes dimensiones, en tanto que el palo de popa, llamado mesana, portaba una vela latina.
La Pinta era muy velera, según el Diario de Colón, de tal manera que, el 8 de octubre, en competición por llegar los primeros a descubrir las nuevas tierras, alcanzó una velocidad de 15 millas por hora (una milla de la época equivale a 0,8 millas náuticas actuales, por lo que su velocidad sería de unas 12 millas por hora).
Se dice que fue elegida por Martín Alonso Pinzón por sus cualidades náuticas, ya que él mismo la había alquilado anteriormente. Parece ser que los gastos de la Pinta para el viaje de Colón corrieron por cuenta del concejo de Palos, en pago de una sanción impuesta por la Corona.
La lista de los tripulantes de la Pinta en el primer viaje descubridor de 1492 es tema de debate, ya que se desconoce con exactitud la tripulación completa que participó en el primer viaje descubridor, salvo los nombres más conocidos, entre ellos su capitán, Pinzón codescubridor de América, Francisco Martín Pinzón, que iba como maestre, Cristóbal Quintero, copropietario de la embarcación o Rodrigo de Triana (en realidad Juan Rodríguez Bermejo), quien avistó por primera vez la tierra del Nuevo Mundo, el 12 de octubre. Existen diversas listas propuestas para los tripulantes que participaron en el viaje descubridor, sin embargo es la de la historiadora norteamericana Alice Bache Gould la que, hasta el momento, se tiene como más autorizada por su exhaustivo estudio de las fuentes documentales originales, extraídas de los diversos archivos estatales españoles. La siguiente lista de los posibles tripulantes de esta carabela está elaborada siguiendo los datos de Alice B. Gould, cotejándolos con los de diversos autores.
Oficiales
· Martín Alonso Pinzón, capitán. (Palos).
· Francisco Martín Pinzón, maestre. (Palos).
· Cristóbal García Sarmiento, piloto. (¿Palos?).
· Juan Quintero de Algruta, contramaestre. (Palos).
· Juan Reynal, ¿alguacil?. (Huelva).
Marineros
· Alvaro.
· Antón Calabrés. (¿Calabria?).
· Cristóbal Quintero, copropietario. (Palos).
· Francisco García Vallejos. (Moguer).
· Gil Pérez.
· Gómez Rascón, copropietario. (¿Palos?).
· Juan Rodríguez Bermejo. (Molinos, Sevilla). (Rodrigo de Triana).
· Juan Verde de Triana. (¿Moguer?).
· Juan Veçano.
· Pedro de Arcos. (¿Palos?).
· Sancho de Rama, marinero. (Palos).
Grumetes
· Alonso de Palos.
· Bernal. (¿Palos?).
· Diego Bermúdez. (Palos).
· Fernando Medel.
· Francisco Medel. (Huelva).
· Juan Arias. (Tavira).
· Juan Quadrado.
Otros oficios
· Maestre Diego, ¿boticario / cirujano?.
· García Fernández, despensero. (Huelva).
La Pinta, separada de la Niña donde viajaba Colón en el viaje de vuelta, fue la primera de la expedición en llegar a la península Ibérica ya que hacia el 28 de febrero de 1493 alcanzó Bayona, en Galicia. Desde allí se encaminó a su puerto de origen, Palos. Desde que fue declarada fiesta local oficial en 1974, se celebra anualmente la Fiesta de la Arribada en la villa de Bayona, recreando un mercado medieval y teatralizando la llegada de la embarcación con la noticia del Descubrimiento de América.
Se han realizado varias estimaciones de las dimensiones y la forma de esta carabela. Según Leopoldo Gorostiza, arqueaba 40 toneladas (valor deducido de un pasaje de Hernando Colón) y a partir de ahí se deducen las medidas siguientes: 14,9 m de eslora; 4,6 m de manga; 2,3 m de puntal; 10,3 m de quilla y 1,5 m de plan.
Con motivo del quinto centenario del Descubrimiento de América se construyó en Isla Cristina una réplica de la Pinta que repetiría, junto con las réplicas de la Niña y la Santa María, el itinerario del viaje original, fue botada el 8 de agosto de 1989 en el puerto de Isla Cristina en un acto presidido por la infanta Cristina. Dicha réplica se conserva en el Muelle de las Carabelas, en Palos de la Frontera.
Otra réplica idéntica a esta se puede visitar en el muelle de Bayona, en el Museo de la carabela Pinta. Revista Barcos - [email protected]
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"Tocamos con instrumentos originales porque hay que ser coherentes con la época"
[De izquierda a derecha, Aguirre, Mesana, Gallifa y Suárez, el Cuarteto Trifolium / IGNACIO EVANGELISTA]
El próximo martes el Cuarteto Trifolium presenta en el Salón de Carteles de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla su cuarto álbum, dedicado a músicas de Haydn y Mozart
El violinista Carlos Gallifa fundó el Cuarteto Trifolium junto al también violinista Sergio Suárez, el viola Juan Mesana y el violonchelista Javier Aguirre con la idea de acercarse al repertorio del Clasicismo con instrumentos de época. Sus primeros trabajos discográficos estuvieron dedicados a compositores que trabajaron en la corte madrileña en la segunda mitad del siglo XVIII. Ahora han dado el salto al Clasicismo vienés.
–¿Ya tocaba?
–Nuestro principal interés era recuperar la música de cámara completamente desconocida en el entorno ibérico, compositores que se asentaron en España y desarrollaron aquí toda su actividad musical. Quizás el caso más excepcional sea el de Boccherini porque, cuando llega a España ya tenía una dilatada experiencia como cuartetista, compositor y violonchelista, y un importante número de obras. Brunetti en cambio llegó muy joven a España y permaneció aquí toda su vida, y Almeida Mota, lo mismo, llegó muy joven a Galicia, su primer punto de destino en España. Entendimos que tanto para nosotros como para el público era necesario establecer la comparativa entre la música que se estaba haciendo aquí y el gran canon vienés, que llegaba a España de una manera muy rápida, como está bien documentado.
–¿Y por qué estos dos cuartetos en concreto, el KV 387 de Mozart y el Op.74 nº2 de Haydn?
–Buscamos obras no demasiado grabadas con instrumentos de época. Del de Mozart conocíamos la grabación clásica del Cuarteto Mosaïques y otra del Ensemble Aurora, que es el grupo del violinista Enrico Gatti. Del de Haydn no conocíamos grabación alguna, aunque luego descubrimos que había una de los años 80, de un cuarteto húngaro, el Festetics, que, a pesar de que se interpreta con instrumentos de época, no consideramos que se trate de una interpretación muy historicista.
–El cuarteto de Mozart es uno de los que dedicó a Haydn. Pero ¿la relación del de Haydn con el de Mozart, cuál es?
–Haydn compone este Op.74 a la vuelta de su primer viaje a Londres. En diciembre de 1790, antes de su marcha, parece ser que se encontró con Mozart por última vez, y hemos querido fijar ahí el contacto. Es un momento crucial para Haydn por la actividad que se encontró en Londres, con cuartetos y grupos profesionales, formados por virtuosos de sus instrumentos. Es inspirado por el virtuosismo de esos intérpretes que compone esta Op.74. Seguramente no estaba acostumbrado a algo así, porque en Esterháza la música de cámara estaba reservada para el consumo doméstico de la corte. Seguramente grabar alguno de los cuartetos de las Opp.20 y 33, que son los que Mozart conoció y en los que se inspiró, hubiera sido más congruente, pero son cuartetos muy grabados y no nos motivaron tanto. Pero este del Op.74 ya lo habíamos tocado bastante y nos interesa mucho, porque forma parte de estos cuartetos no tan escuchados.
–Son cuartetos especialmente densos, parecen pedir ya una orquesta...
–Más que denso es de una sonoridad muy orquestal, sí, esa espectacularidad que Haydn se encontró en Londres. El Presto final del que hemos grabado parece en efecto estar concebido para una obra sinfónica.
–¿Cuáles son sus referentes en esta música?
–Todos hemos bebido del Cuarteto Mosaïques como inspiración. Fue el cuarteto fundador de esta forma de abordar el repertorio camerístico, y después, el Chiaroscuro, que ha grabado, aunque no de forma sistemática, algunos de los opus de Haydn.
–¿Qué le aportan los instrumentos de época a esta música?
–Tocamos con instrumentos de época porque creemos que hay que ser coherentes con la época en la que fueron concebidas las obras. Pensamos que los instrumentos que existían en la época de Mozart y Haydn nos dan acceso más coherente a la forma de articular y de frasear que se usaba en su tiempo.
–¿Piensan dar el salto a Beethoven y Schubert?
–Hemos tocado ya obras de la Op.18 de Beethoven. 2027 es Año Beethoven y al año siguiente hay efeméride de Schubert también. Estará todo muy comprimido. Estamos manejando una idea de disco para Beethoven, aunque a lo mejor habrá algo más que música escrita para cuarteto de cuerda. Pero por ahora no puedo decir más.
–¿Qué actividad de conciertos tiene ahora Trifolium?
–Vamos a estar ahora en Sevilla, en este concierto del Festival de Primavera de Juventudes Musicales, y este verano tendremos un par de conciertos en Clásicos en Madrid. Tras el verano haremos algunas cosas de promoción del disco. Pensamos que nuestra aportación es importante, porque en España no hay cuartetos estables que toquen con instrumentos originales y en general se han hecho pocas grabaciones. Nosotros tenemos ya una trayectoria detrás importante, hemos grabado todo lo que hemos podido y en España eso no es muy frecuente.
[Diario de Sevilla. 9-06-2024]
EL CD EN SPOTIFY
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Un portugués en Madrid
[Trifolium. De izquierda a derecha, Sergio Suárez, Carlos Gallifa, Javier Aguirre y Juan Mesana. La foto es de Ignacio Evangelista]
Trifolium, cuarteto de cuerda madrileño que toca con instrumentos de época, rescata tres piezas del hispano-portugués Joao Pedro de Almeida Mota
El de João Pedro de Almeida Mota (Lisboa, 1744 – Madrid, c.1817) es uno de esos casos en los que el nacionalismo puede llegar a arruinar la fama de un artista. Nacido y formado en Portugal, pero con una carrera desarrollada casi por completo en España ni la musicología portuguesa ni la española prestaron durante mucho tiempo el interés que sin duda merecía un músico que trabajó como cantor y maestro de capilla en catedrales de relieve (Santiago de Compostela, Mondoñedo, Lugo, Astorga) y terminó sus días en Madrid, muy vinculado a la corte, aunque nunca tuvo un puesto oficial en la cámara de Carlos IV.
Para Carlos Gallifa, primer violín de Trifolium, que acaba de grabar tres de sus cuartetos de la Op.4, “en realidad no sabemos con certeza si estos cuartetos llegaron a ser interpretados en el entorno del rey, aunque algunos le estaban dedicados”. Gallifa se sorprende de que sea “un músico tan desconocido en España, porque en las catedrales del norte del país hay muchas obras suyas. La música de cámara es en realidad una excepción en su catálogo”.
Un antiguo registro de un cuarteto portugués es todo lo que había hasta que el Cuarteto Quiroga incluyó en su álbum Heritage el Op.6 nº2, “pero discos completos dedicados a Almeida y con instrumentos originales no había, y nos pareció una oportunidad interesante”.
Creado hace diez años a partir de un trío de cuerda (“la riqueza del repertorio cuartetístico es mucho mayor, por eso nos reconvertimos”), Trifolium había registrado ya en el mismo sello Lindoro sendos álbumes dedicados a Boccherini y Brunetti. “Los cuatro teníamos formación en centros españoles y europeos de música antigua y queríamos hacer el acercamiento a este repertorio con instrumentos de época. No es fácil, porque el cuarteto es un género complicado y con el añadido de la cuerda de tripa y los arcos antiguos se hacía más complicado, pero estamos contentos. Seguimos colaborando con otros artistas, abiertos a todo tipo de repertorios, pero nuestra base es ya el cuarteto de cuerda, que requiere mucha dedicación.”
El descubrimiento de Almeida les llegó por el musicólogo jiennense Miguel Ángel Marín, uno de los grandes especialistas españoles en la música del Clasicismo, “y luego trabajamos muy estrechamente con el equipo de Judith Ortega en el ICCMU (Instituto Complutense de Ciencias Musicales)”. Se conservan 25 cuartetos de cuerda de Almeida, aunque según algunos datos pudo llegar a escribir hasta 60. “Teniendo en cuenta que empieza a escribir cuartetos cuando llega a Madrid en 1793 y que en los últimos años de su vida, tras el abrupto final del reinado de Carlos IV en 1808, parece que pasó por serios problemas vitales, son muchos”.
Boccherini, que fue en buena medida su mentor frente a los editores, vinculaba los cuartetos de Almeida con los de Haydn, Pleyel y los suyos propios. “No es fácil hablar de modelos, pero sabemos que la música de Haydn circuló muchísimo por Madrid y que llegaba muy rápido. En Almeida hay más rasgos del cuarteto vienés a lo Haydn que del cuarteto concertante que se practicaba sobre todo en París y en el que el primer violín tenía una relevancia especial. En Brunetti hay más rasgos de este tipo de cuartetos”.
[Trifolium. La foto es de Ignacio Evangelista]
Aunque se conocen hasta siete colecciones con números de opus, los cuartetos de Almeida que han llegado a nosotros son manuscritos, preservados en la colección del Palacio Real de Madrid y algunos en el Archivo de Parma, vinculado también a la corte de Carlos IV. Trifolium ha incluido en su registro los dos cuartetos en modo menor de la Op.4 (el nº3 en sol y el nº5 en si) además del nº2, escrito en do mayor. “En Brunetti encontramos bastantes menos cuartetos en menor. Nos pareció interesante grabar los dos en tonalidad menor que Almeida incluyó en su Op.4, porque tienen un espíritu que vaticina ya el mundo del Romanticismo”.
Para Carlos Gallifa, “es difícil que nos encontremos ya con muchas sorpresas en este repertorio, algo parecido a Brunetti o Almeida, que aunque se sabía que estaban ahí habían sido poco difundidos. Quedan más cuartetos españoles de la época, como los de Ataide y Portugal, que son cuartetos concertantes, con mucho virtuosismo del primer violín. Y a lo mejor puede aparecer algo aislado, pero grandes colecciones, pienso que ya no”.
Trifolium, que pasó este verano por el ciclo del Alcázar de Sevilla y estará en noviembre en el Festival de Música Española de Cádiz, está pensando en dedicar su próximo disco a un compositor no español, “pero no a Beethoven; queremos llegar a él, pero aún no”.
[Diario de Sevilla. 21-09-2020]
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Mi crítica del concierto de Trifolium anoche en el Alcázar.
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Carabela La Niña de Cristóbal Colón. ---
La Niña fue una de las tres carabelas que usó Cristóbal Colón en su primer viaje al Nuevo Mundo en 1492, junto a la Pinta y la Santa María, que era la nao capitana (el navío que dirigía la expedición al ir en él Cristóbal Colón). Posteriormente atravesó el Atlántico en muchas expediciones descubridoras y exploradoras del nuevo continente.
La Niña fue mandada construir en 1488 por el armador moguereño Juan Niño en los antiguos astilleros del Puerto de Moguer. En su botadura sobre el Río Tinto, la nave recibió el nombre de Santa Clara en honor al Monasterio de Santa Clara de dicha localidad, aunque pasó a la posteridad con el nombre de su propietario.
La Niña partió, junto a la Pinta y la Santa María, al viaje descubridor el 3 de agosto de 1492 del puerto de Palos.
La lista de los tripulantes de la Niña en el primer viaje descubridor de 1492 es tema de debate, ya que se desconoce con exactitud la tripulación completa que participó en el primer viaje descubridor, salvo los nombres más conocidos, como Vicente Yáñez Pinzón su capitán, o Juan Niño, propietario y maestre de la embarcación. Existen diversas listas propuestas para los tripulantes que participaron en el viaje descubridor, sin embargo es la de la historiadora norteamericana Alice Bache Gould4 la que, hasta el momento, se tiene como más autorizada por su exhaustivo estudio de las fuentes documentales originales, extraídas de los diversos archivos estatales españoles. La siguiente lista de los posibles tripulantes de esta carabela está elaborada siguiendo los datos de Alice B. Gould, cotejándolos con los de diversos autores.
Oficiales: Vicente Yáñez Pinzón, capitán. (Palos).,Juan Niño, maestre y propietario. (Moguer). Sancho Ruiz de Gama,n. 2 piloto.Bartolomé García, contramaestre. (¿Palos?). Diego Lorenzo, alguacil. (¿Huelva?).
Marineros: Alonso de Morales. (Moguer). Bartolomé Roldán. (Moguer). Juan Arráez. (¿Palos?). Juan Martínez de Azoque. (Deva). Juan Romero. Juan Ruiz de la Peña. (Vizcaíno). Pedro Arráez. (¿Palos?)
Grumetes: Andrés de Huelva. Fernando de Triana. Francisco de Huelva. (Huelva). García Alonso. (¿Palos?).
Otros oficios: Maestre Alonso, físico. (Moguer). Juan de Medina, sastre. (Palos).
Su primitivo velamen latino fue transformado a velas cuadradas en la escala que la flotilla descubridora realizó en las Islas Canarias, y ya en la isla de La Española se le instaló, junto a sus palos de trinquete, mayor y contramesana, un nuevo palo de mesana. Las velas de la Niña carecían de rizos, por lo que no tenían un sistema de cabos que permitiera reducir la superficie en caso de fuerte viento. Las jarcias que sostenían los palos estaban enganchadas en los costados del buque. La carabela carecía de castillo de proa, mientras que el alcázar era bastante pequeño.3
El 12 de octubre de 1492 el viaje arribó y descubrió el Nuevo mundo. Tras el encallamiento de la carabela Santa María el 25 de diciembre de 1492, la Niña se convirtió en la nave capitana de la expedición. Colón no tuvo otra elección, ya que la Pinta llevaba varias semanas explorando por su cuenta. Al mando de la Niña regresó Colón a Europa.
En el tornaviaje, el 14 de febrero de 1493, a la altura de las Islas Azores la Niña se cruzó con una fuerte tempestad que estuvo a punto de hacerla naufragar. En tan difícil trance, Cristóbal Colón, decidió echar en suerte la promesa de peregrinar en romería a cuatro templos cristianos (Voto colombino). La Niña se vio obligada a atracar en las Islas Azores, ubicadas a 850 millas de Portugal y controladas por este reino. Allí, parte de los hombres de Colón fueron arrestados y liberados posteriormente para, a causa de otro temporal, terminar atracando en Lisboa el 4 de marzo. Allí Colón se entrevistó con el rey Juan II de Portugal y le informó de su descubrimiento. Arribaron por fin de nuevo al puerto de Palos el 15 de marzo de 1493.
El 25 de septiembre del mismo año la carabela la Niña formó parte de la flotilla del segundo viaje de Colón. Ya en las nuevas tierras, partió como capitana de un viaje de exploración en el que se descubrieron la costa sur de Cuba y Jamaica. El 30 de junio de 1494, durante el regreso de este viaje, la Niña tocó fondo y sufrió daños.
En el puerto de la Isabela, en la Española un ciclón hundió, en el verano de 1495, a todos los barcos amarrados a puerto, excepto a esta carabela, que aunque sufrió daños, fue el único navío que no naufragó. Para suplir las naves hundidas, construyeron una nueva carabela, siguiendo el modelo de la Niña, a la que denominaron Santa Cruz, conocida también como La India que fue el primer buque construido en América por los españoles. El 11 de junio de 1496 regresó a España con Colón a bordo, como nave capitana.
En septiembre de 1497 participó en un viaje comercial a Roma, ciudad en la que había sido fletada por Marco de Baeza. En el tornaviaje fue asaltada y apresada por un corsario en el puerto de Cagliari. Tras su liberación, regresó de nuevo a las Indias participando en actividades mercantiles y de exploración de las islas y costas americanas.
El último viaje de la Niña fue una expedición a La Española, después de que el navío fuese reparado y calafateado en Palos, con un coste de 35.000 maravedíes. Apenas 35 días después de su partida, la Niña arribó a la actual Haití en uno de los viajes trasatlánticos más rápidos de la historia.
A partir de ese momento hubo más fiables de la suerte de la Niña, aunque una mención a una carabela Santa Clara, gobernada por Alonso Prieto en 1508, lleva a pensar que la carabela moguereña, una de las naves más famosas de la historia, navegó todavía unos años más entre el viejo y el nuevo continente. Revista Barcos – [email protected]
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