#jején
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OPS emitió alerta por expansión del virus Oropuche en las Américas
Se transmite por picadura de jején | 05 AGO 24 Fuente: OPS OPS insta a reforzar la prevención, vigilancia y diagnóstico del virus Oropouche ante su expansión geográfica y recientes hallazgos clínicos Foto: Laboratório de Entomologia Médica/SEARB/IEC – Bruna Lais Sena do Nascimento La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta epidemiológica que llama a reforzar la vigilancia…
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VIRUS DE OROPOUCHE
Enfermedad transmitida, por el insecto Jejen (Culicoides paraensis)
Resulta ser virus con envoltura y con ARN de sentido negativo, cuyo genoma es una cadena dividida en tres segmentos: S (small), M (medium) y L (large).
El Oropouche es una enfermedad transmitida por vectores que se propaga principalmente entre las personas a través de la picadura de un insecto comúnmente conocido como jején (Culicoides paraensis).
El mosquito Culex quinquefasciatus también puede estar involucrado en la transmisión aunque la enfermedad no deja secuelas y no se asocia a la aparición de formas graves ni fallecidos, según estado de nutrición o causa de enfermedad hereditaria puede agravarse.
No se trasmite entre humanos directamente sin la ayuda del mosquito.
Los vectores suelen ser artrópodos como mosquitos, garrapatas, moscas, pulgas y piojos. El mecanismo de transmisión al ser humano es, pues, mediante ciertas especies de artrópodos hematófagos que hacen de vectores.
La confirmación diagnóstica es mediante una prueba serológica donde se confirma la positividad para el OROV y es sólo entonces cuando se confirma el diagnóstico de Fiebre de Oropuche. El virus es detectable en sangre entre los dos y los seis días que siguen al inicio de síntomas.
No existe un tratamiento específico para la fiebre de Oropouche. Se emplean medidas de soporte y tratamiento sintomático consistente en antitérmicos (paracetamol), ingesta hídrica abundante (para prevenir la deshidratación) y reposo.
El cuadro clínico que se manifiesta como consecuencia de la enfermedad, es leve, precedido por un periodo de incubación de 5 a 7 días, que se caracteriza por fiebre, dolores de cabeza, musculares y articulares, en ocasiones, también se reportan vómitos y diarreas.
La duración del cuadro suele ser de entre 2 y 7 días; la aparición de complicaciones haría que se extendiera a entre 2 y 4 semanas, durante las cuales es posible que se eleven las enzimas hepáticas como consecuencia de la afectación del hígado y la disminución de las células defensivas, con tratamiento adecuado institucional de salud es recuperable en quien lo padezca.
El jején también se conoce como mosca negra, aunque puede ser negro o gris. Se trata de un insecto muy pequeño, no más grande que la cabeza de un alfiler. Se los puede encontrar en cualquier parte del mundo donde haya ríos o arroyos, porque ponen sus huevos en lugares con agua.
Diferencia entre el Jejen y Mosquito.
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@physic4l
is that wade’s shirt?
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Here I leave you another fanart of Bionicle! This time of Takua and Takanuva I hope you like it! Soon more fanarts jején I am very excited with them ❤ #bionicle #lego https://www.instagram.com/p/CeZiWQaLO-d/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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Lo mano de cortarse el cabello es que ahora la tengo que volver a diseña jején pero va a quedar bonita (ฅ’ω’ฅ)♥ https://www.instagram.com/p/CT0iElCMKoG/?utm_medium=tumblr
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Parábola del Leviatán minúsculo y el Jején gigante
Parable of The Minuscule Leviathan and The Gigantic Midge
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lolita, vladimir nabokov
“sin duda todos ustedes conocen esos fragantes resabios de días suspendidos, como moscas minúsculas, en torno de algún seto en flor o súbitamente invadido y atravesado por las trepadoras, al pie de una colina, o en la penumbra estival: sedosa tibieza, dorados moscardones”
“pero ese macizo de mimosas, el racimo de estrellas, la comezón, la llama, el néctar y el dolor quedaron en mí”
“como esas nevadas matinales parecidas a papel usado y que el pasajero del tren ve arremolinarse tras el último vagón”
“cuando evoco esos días, los veo nítidamente divididos en una amplia zona de luz y una estrecha banda de sombra: la luz pertenecía al solaz de investigar en bibliotecas suntuosas; la sombra a los deseos atormentadores y los insomnios sobre los cuales ya he dicho bastante”
“mis rodillas eran como reflejos de rodillas en agua rizada, y mis labios eran como arena, y…”
“empezó a jugar con la fruta brillante. la arrojó al aire lleno de puntos luminosos, la atrapó y oí el ruido como de ventosa que hizo en su mano”
“debo traducir en una secuencia de palabras el impacto de una visión instantánea; su acumulación física en las páginas desfigura el verdadero fogonazo, la indisoluble univocidad de mi impresión”
“era demasiado preciosa cada una de esas minúsculas ciruelas, cada sistema planetario microscópico, con su viviente polvo de estrellas”
“habría pintado un lago. habría pintado un árbol flamígero de flores. habría pintado estudios del natural: un tigre persiguiendo a un ave del paraíso, una serpiente atragantándose al deglutir el cuerpo machacado de un animalejo. habría pintado un sultán, con expresión de doliente agonía (desmentida, por así decirlo, por su moldeante caricia), ayudando a una joven esclava calipgia a trepar por una columna de onix. habría pintado esos glóbulos luminosos de resplandor ovárico que viajan por los costados opalescentes de las máquinas de discos, en los bares. habría pintado toda clase de actividades del grupo intermedio en el campamento: remo, risas, rizos al sol, junto al lago. habría pintado un ópalo de fuego disolviéndose en un estanque ondulado, un último latido, un último dejo de color, rojo penetrante, rosa punzante, un suspiro, una niña que se aleja”
“una celda paradisíaca con visillos amarillos, corridos para crear una ilusión matinal de venecia, de sol resplandeciente, cuando en realidad no estábamos sino en pensylvania y llovía”
“nunca he visto caminos tan suaves y amenos como los que ahora se abrían frente a nosotros, a través de la absurda colcha de retazos de cuarenta y ocho estados. consumíamos vorazmente esos largos caminos, nos deslizábamos en extasiado silencio sobre esas pitas de baile negras y brillantes”
“pero poco a poco los modelos de esas rusticidades elementales se fueron haciendo tanto más extraños ante mis ojos cuanto más de cerca los conocía. más allá de la llanura cultivada, más allá de los tejados de juguete había una lenta difusión de inútil encanto, un sol bajo, en medio de un halo platinado, de tintes tibios, color durazno pelado, que invadía el borde superior de una nube bidimensional, gris-paloma, medio fundida con la distante niebla amorosa. podría haber una fila de árboles espaciados recortándose contra el horizonte, y cálidas lunas inmóviles sobre un páramo de trébol, y nubes a lo claude lorrain inscritas remotamente en el brumoso azul, apenas destacadas por sus cúmulos contra el desleimiento del trasfondo. o bien podía haber un severo horizonte del greco, preñado de lluvia negra, y la fugaz visión de un granjero con pescuezo de momia, y todo alrededor franjas alternadas de agua rápida, y argéntea y áspero maíz verde, formando como un abanico abierto, en algún lugar de kansas”
“por la noche, grandes camiones con luces de colores, como temibles y gigantescos árboles de navidad, asomaban en la oscuridad y pasaban junto al tardío sedán”
“fichas de huéspedes empaladas, visiones de helados celestiales, medio pastel de chocolate bajo una campana de vidrio y varias moscas horriblemente experimentadas, zigzagueando sobre el azucarero, en el innoble mostrador”
“un bosque en arkansas y, sobre el hombro tostado de lo, una hinchazón rosa púrpura (obra de algún jején) cuyo veneno de hermosa transparencia extraje apretando con las largas uñas de mis pulgares”
“montañas distantes. montañas cercanas. más montañas, belleza azulada, nunca accesibles, o que se convierten cada vez en colinas desiertas; cadenas al sudeste, fracasos de altura como alpes; grises colosos de piedra, vetados de nieve, que traspasan el cielo y el alma; picos inexorables que aparecen de improviso en un recodo de la carretera; enormidades arboladas, con un sistema de oscuros pinos netamente superpuestos, interrumpidos a veces por la pálida espuma de los álamos; formaciones rosadas y lilas, faraónicas, fálicas, «demasiado prehistóricas para las palabras» (lo, hastiada); montes de lava negra, montañas de comienzos de primavera, con vello de elefante sobre sus crestas; montañas de fines de verano, gibosas, con sus pesados miembros egipcios doblados bajo pliegues de felpa pardusca comidas por polillas; colinas de avena, manchadas por rotundos robles verdes; una última montaña bermeja con rica alfombra de alfalfa a su pie”
“a pesar de la vulgaridad, y del peligro, y de la horrible tragicidad de todo ello, yo me empecinaba en mi paraíso escogido: un paraíso cuyos cielos tenían el color de las llamas infernales, pero con todo un paraíso…”
“habíamos estado en todas partes. no habíamos visto nada en realidad. y hoy me sorprendo pensando que nuestro largo viaje no había hecho otra cosa que ensuciar con un sinuoso reguero de fango el encantador, confiado, soñador, enorme país que entonces, retrospectivamente, no era para nosotros sino una colección de mapas de puntas dobladas, libros turísticos estropeados, neumáticos gastados y sus sollozos en la noche —cada noche, cada noche— no bien me fingía dormido”
“entre el furor del viento, el titilar de las estrellas y los coches y los bares, y los cocineros, todo agostado, roto, muerto”
“o abriendo el garaje, un cuadro de luz que se traga el automóvil y se extingue”
“uno de los paneles de un ventanuco lleno de telarañas que había en el recodo de la escalera tenía un vidrio rojo, y su posición asimétrica —una jugada de alfil desde la punta— siempre me perturbaba extrañamente”
“a través del ventanuco de la escalera vi un fantasma impetuoso que se deslizaba entre los arbustos, un punto plateado en la oscuridad—llanta de rueda de bicicleta— que se movía, centelleaba y desaparecía”
“la piscina azul turquesa, a cierta distancia del parque, no estaba ya en el extremo sino dentro de mi tórax y mis órganos nadaban en ella como en el mar azul de niza”
“sólo deseo dar la impresión general de una puerta lateral que se abre en pleno fluir de la vida, y de una ráfaga de negro tiempo rugiente que sofoca con el latigazo de su huracán un grito de solitaria desesperación”
“my car is limping, dolores haze, and the last long laps is the hardest. and i shall be dumped where the weed decays, and the rest is rust and stardust”
“sean cuales fueren las evoluciones por las que tal o cual personaje popular ha pasado entre las tapas de un libro, su destino está fijado en nuestra mente y, de manera similar, esperamos que nuestros amigos se ajusten a tal o cual molde convencional que hemos acuñado para ellos. así, x nunca compondrá la música inmortal que no armonizaría con las sinfonías de segundo orden a que nos ha habituado. y nunca cometerá un asesinato. en ninguna circunstancia z nos traicionará. lo hemos dispuesto todo en nuestra mente, y cuanto menos vemos a una persona determinada, es tanto más satisfactorio comprobar la obediencia con que se ajusta a nuestra noción de él cada vez que nos llegan noticias suyas. cualquier desviación del destino que hemos ordenado nos impresionaría no sólo por anómala, sino también por su falta de ética. preferiríamos no haber conocido a nuestro vecino, el vendedor jubilado de salchichas calientes, si un día publica el libro de poesía más importante de su tiempo”
“de nuevo en el camino, de nuevo al volante del viejo sedán azul, de nuevo solo”
“y al final me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiaparabrisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de detener mis lágrimas”
“un poco más allá, en la misma calle, unas luces de neón titilaban dos veces más lentas que mi corazón: la silueta del anuncio de un restaurante, una gran taza de café, se animaba a cada segundo con una vida esmeralda y, cada vez que desaparecía, letras rosadas que decían «comida excelente» la reemplazaban. pero la taza aún podía distinguirse como una sobra lenta que los ojos discernían antes de su inmediata resurrección esmeralda. nos hacíamos radiografías. esa ciudad furtiva no estaba lejos de el cazador encantado. lloraba de nuevo, borracho de pasado imposible”
“pero, ay, me sentía incapaz de trascender el simple hecho humano de que ningún solaz espiritual que pudiera encontrar, ninguna eternidad litofánica que pudiera entregárseme, nada podía hacer que mi lolita olvidara la insensata lujuria que le había contagiado. a menos que se me pruebe —a mi tal como soy ahora, con mi corazón y mi barba y mi putrefacción—que en el infinito importa un comino que una niña norteamericana llamada dolores hace haya sido privada de su niñez por un maniático, a menos que se me pruebe eso (y si tal cosa es posible, la vida es una broma), no concibo para tratar mi miseria sino el paliativo melancólico y demasiado local del arte anticuado. para citar a un viejo poeta: the moral sense in mortals is the duty we have to pay on mortal of beauty”
“más allá de los terribles clichés juveniles, había en ella un jardín y un crepúsculo y el portla de un palacio: regiones vagorosas y adorables, completamente prohibidas para mí, ajenas a mis sucios andrajos y a mis convulsiones. pues a menudo había advertido que en esa vida que llevábamos, en ese mundo de mal absoluto, sentíamos un extraño pudor toda vez que discutíamos algo que podían haber discutido ella y un amigo más antiguo, ella y un pariente, ella y un muchacho sano al que quisiera de veras, yo y annabel, lolita y un harold haze sublime purificado, analizado, delicado; una idea abstracta, un cuadro, el moteado hopkins o el trasquilado baudelaire, dios, shakespeare, cualquier cosa genuina”
“su piel brillaba a la luz de neón que llegaba del camino pavimentado, a través de las varillas de la persiana, y tenía las negras pestañas pegadas y los ojos más vacíos que nunca”
“entre el limpiaparabrisas y el vidrio, un ticket rojo. lo rompí cuidadosamente en dos, tres, ocho pedazos”
“para entonces la noche había eliminado ya casi todo el paisaje, y mientras seguía el estrecho y tortuoso camino, una serie de postes bajos, espectralmente blancos, con reflectores, anulaban mis propias luces para indicar tal o cual curva. pude discernir un valle oscuro a un lado del camino y una ladera arbolada al otro. frente a mi, como copos de nieve indecisos, las mariposas nocturnas surgían de la negrura en mi aura”
“de nuevo la corriente de pálidas mariposas nocturnas succionadas de la noche por la luz de mis faros. oscuros granjeros se inclinaban aquí y allá, junto al camino. la gente seguía yendo a ver películas. mientras buscaba un alojamiento nocturno, pasé a un motocine. en un fulgor selénico, realmente místico por su contraste con la noche maciza y sin luna, sobre una pantalla gigantesca que se esfumaba entre oscuros campos soñolientos, un minúscula fantasma levantó una pistola”
“quiero que me atienda. morirá dentro de un instante. lo que siga, por cuanto sabemos, será un estado eterno de locura atormentadora. ya fumó ayer su último cigarrillo”
“se me ocurrió —no como protesta, no como símbolo ni nada por el estilo, sino tan sólo como experiencia inédita— que habiendo violado todas las leyes de la humanidad, podía violar ahora las reglas de circulación. de modo que me deslicé hacia la izquierda de la carretera, experimenté la sensación, y la sensación era buena. era una placentera fusión diafragmática, con elementos de vaga tangibilidad, todo sostenido por la idea de que nada podía estar más cerca de una eliminación de las leyes físicas esenciales que conducir deliberadamente por el lado prohibido de la carretera. en cierto modo, era una comezón muy espiritual”
“pequeños saltamontes surgían entre la maleza agostada, a los lados del camino. una nube muy leve abría sus brazos y se movía hacia otra ligeramente sustancial que pertenecía a un sistema más lento. a medida que me acercaba al abismo amistoso, adquiría conciencia de una melodiosa unidad de sonidos que subía, como vapor, de una pequeña ciudad minera tendida a mis pies, en un pliegue del valle. se divisaba la geometría de las calles, entre manzanas de tejados grises y rojos, y los verdes penachos de los árboles, y un arroyo sinuoso y el rico centelleo mineral del vertedero de la ciudad, y más allá de ella, caminos que se entrecruzaban sobre la absurda manta formada por campos pálidos y oscuros, y más allá de todo eso grandes montañas arboladas. pero aún más luminosa que todos esos colores apaciblemente alegres —pues hay colores y sombras que parecen divertirse en buena compañía—, más brillantes y soñadores para el oído que los ojos, era esa vaporosa vibración de sonidos acumulados que no cesaban un solo instante, mientras se elevaban hasta el labio de granito junto al cual me secaba la boca manchada. y pronto comprendí que todos esos sonidos tenía una misma naturaleza, que eran los únicos sonidos provenientes de las calles de la ciudad transparente, en cuyas casas permanecían las mujeres esperando a los hombres. ¡lector! lo que oía no era sino la melodía de los niños que jugaban, no era sino eso. y tan límpido era el aire, que dentro de ese vapor de voces mezcladas, majestuosas y minúsculas, remotas y mágicamente cercanas, francas y divinamente enigmáticas, podía oír de cuando en cuando, como liberado, un estallido de risa viviente casi articulado, o el bote de una pelota, o el tintineo de un vagón de juguete, pero en realidad, todo estaban demasiado lejos para distinguir un movimiento determinado en las calles apenas esbozadas. me quedé escuchando esa vibración musical desde mi suave pendiente, esos estallidos de gritos aislados, con una especie de tímido murmullo como fondo. y entonces supe que lo más punzante no era la ausencia de lolita a mi lado, sino la ausencia de su voz en ese concierto”
“esta es, pues, mi historia. la he releído. se le han pegado pedazos de médula, y costras de sangre, y hermosas moscas de fulgor verde”
“pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de los pigmentos perdurables, en los sonetos proféticos, en el refugio del arte. y ésta es la única inmortalidad que tu y yo podemos compartir, lolita”
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vladimir nabokov, lolita
“sin duda todos ustedes conocen esos fragantes resabios de días suspendidos, como moscas minúsculas, en torno de algún seto en flor o súbitamente invadido y atravesado por las trepadoras, al pie de una colina, o en la penumbra estival: sedosa tibieza, dorados moscardones”
“pero ese macizo de mimosas, el racimo de estrellas, la comezón, la llama, el néctar y el dolor quedaron en mí”
“como esas nevadas matinales parecidas a papel usado y que el pasajero del tren ve arremolinarse tras el último vagón”
“cuando evoco esos días, los veo nítidamente divididos en una amplia zona de luz y una estrecha banda de sombra: la luz pertenecía al solaz de investigar en bibliotecas suntuosas; la sombra a los deseos atormentadores y los insomnios sobre los cuales ya he dicho bastante”
“mis rodillas eran como reflejos de rodillas en agua rizada, y mis labios eran como arena, y...”
“empezó a jugar con la fruta brillante. la arrojó al aire lleno de puntos luminosos, la atrapó y oí el ruido como de ventosa que hizo en su mano”
“debo traducir en una secuencia de palabras el impacto de una visión instantánea; su acumulación física en las páginas desfigura el verdadero fogonazo, la indisoluble univocidad de mi impresión”
“era demasiado preciosa cada una de esas minúsculas ciruelas, cada sistema planetario microscópico, con su viviente polvo de estrellas”
“habría pintado un lago. habría pintado un árbol flamígero de flores. habría pintado estudios del natural: un tigre persiguiendo a un ave del paraíso, una serpiente atragantándose al deglutir el cuerpo machacado de un animalejo. habría pintado un sultán, con expresión de doliente agonía (desmentida, por así decirlo, por su moldeante caricia), ayudando a una joven esclava calipgia a trepar por una columna de onix. habría pintado esos glóbulos luminosos de resplandor ovárico que viajan por los costados opalescentes de las máquinas de discos, en los bares. habría pintado toda clase de actividades del grupo intermedio en el campamento: remo, risas, rizos al sol, junto al lago. habría pintado un ópalo de fuego disolviéndose en un estanque ondulado, un último latido, un último dejo de color, rojo penetrante, rosa punzante, un suspiro, una niña que se aleja”
“una celda paradisíaca con visillos amarillos, corridos para crear una ilusión matinal de venecia, de sol resplandeciente, cuando en realidad no estábamos sino en pensylvania y llovía”
“nunca he visto caminos tan suaves y amenos como los que ahora se abrían frente a nosotros, a través de la absurda colcha de retazos de cuarenta y ocho estados. consumíamos vorazmente esos largos caminos, nos deslizábamos en extasiado silencio sobre esas pitas de baile negras y brillantes”
“pero poco a poco los modelos de esas rusticidades elementales se fueron haciendo tanto más extraños ante mis ojos cuanto más de cerca los conocía. más allá de la llanura cultivada, más allá de los tejados de juguete había una lenta difusión de inútil encanto, un sol bajo, en medio de un halo platinado, de tintes tibios, color durazno pelado, que invadía el borde superior de una nube bidimensional, gris-paloma, medio fundida con la distante niebla amorosa. podría haber una fila de árboles espaciados recortándose contra el horizonte, y cálidas lunas inmóviles sobre un páramo de trébol, y nubes a lo claude lorrain inscritas remotamente en el brumoso azul, apenas destacadas por sus cúmulos contra el desleimiento del trasfondo. o bien podía haber un severo horizonte del greco, preñado de lluvia negra, y la fugaz visión de un granjero con pescuezo de momia, y todo alrededor franjas alternadas de agua rápida, y argéntea y áspero maíz verde, formando como un abanico abierto, en algún lugar de kansas”
“por la noche, grandes camiones con luces de colores, como temibles y gigantescos árboles de navidad, asomaban en la oscuridad y pasaban junto al tardío sedán”
“fichas de huéspedes empaladas, visiones de helados celestiales, medio pastel de chocolate bajo una campana de vidrio y varias moscas horriblemente experimentadas, zigzagueando sobre el azucarero, en el innoble mostrador”
“un bosque en arkansas y, sobre el hombro tostado de lo, una hinchazón rosa púrpura (obra de algún jején) cuyo veneno de hermosa transparencia extraje apretando con las largas uñas de mis pulgares”
“montañas distantes. montañas cercanas. más montañas, belleza azulada, nunca accesibles, o que se convierten cada vez en colinas desiertas; cadenas al sudeste, fracasos de altura como alpes; grises colosos de piedra, vetados de nieve, que traspasan el cielo y el alma; picos inexorables que aparecen de improviso en un recodo de la carretera; enormidades arboladas, con un sistema de oscuros pinos netamente superpuestos, interrumpidos a veces por la pálida espuma de los álamos; formaciones rosadas y lilas, faraónicas, fálicas, «demasiado prehistóricas para las palabras» (lo, hastiada); montes de lava negra, montañas de comienzos de primavera, con vello de elefante sobre sus crestas; montañas de fines de verano, gibosas, con sus pesados miembros egipcios doblados bajo pliegues de felpa pardusca comidas por polillas; colinas de avena, manchadas por rotundos robles verdes; una última montaña bermeja con rica alfombra de alfalfa a su pie”
“a pesar de la vulgaridad, y del peligro, y de la horrible tragicidad de todo ello, yo me empecinaba en mi paraíso escogido: un paraíso cuyos cielos tenían el color de las llamas infernales, pero con todo un paraíso...”
“habíamos estado en todas partes. no habíamos visto nada en realidad. y hoy me sorprendo pensando que nuestro largo viaje no había hecho otra cosa que ensuciar con un sinuoso reguero de fango el encantador, confiado, soñador, enorme país que entonces, retrospectivamente, no era para nosotros sino una colección de mapas de puntas dobladas, libros turísticos estropeados, neumáticos gastados y sus sollozos en la noche —cada noche, cada noche— no bien me fingía dormido”
“entre el furor del viento, el titilar de las estrellas y los coches y los bares, y los cocineros, todo agostado, roto, muerto”
“o abriendo el garaje, un cuadro de luz que se traga el automóvil y se extingue”
“uno de los paneles de un ventanuco lleno de telarañas que había en el recodo de la escalera tenía un vidrio rojo, y su posición asimétrica —una jugada de alfil desde la punta— siempre me perturbaba extrañamente”
“a través del ventanuco de la escalera vi un fantasma impetuoso que se deslizaba entre los arbustos, un punto plateado en la oscuridad—llanta de rueda de bicicleta— que se movía, centelleaba y desaparecía”
“la piscina azul turquesa, a cierta distancia del parque, no estaba ya en el extremo sino dentro de mi tórax y mis órganos nadaban en ella como en el mar azul de niza”
“sólo deseo dar la impresión general de una puerta lateral que se abre en pleno fluir de la vida, y de una ráfaga de negro tiempo rugiente que sofoca con el latigazo de su huracán un grito de solitaria desesperación”
“my car is limping, dolores haze, and the last long laps is the hardest. and i shall be dumped where the weed decays, and the rest is rust and stardust”
“sean cuales fueren las evoluciones por las que tal o cual personaje popular ha pasado entre las tapas de un libro, su destino está fijado en nuestra mente y, de manera similar, esperamos que nuestros amigos se ajusten a tal o cual molde convencional que hemos acuñado para ellos. así, x nunca compondrá la música inmortal que no armonizaría con las sinfonías de segundo orden a que nos ha habituado. y nunca cometerá un asesinato. en ninguna circunstancia z nos traicionará. lo hemos dispuesto todo en nuestra mente, y cuanto menos vemos a una persona determinada, es tanto más satisfactorio comprobar la obediencia con que se ajusta a nuestra noción de él cada vez que nos llegan noticias suyas. cualquier desviación del destino que hemos ordenado nos impresionaría no sólo por anómala, sino también por su falta de ética. preferiríamos no haber conocido a nuestro vecino, el vendedor jubilado de salchichas calientes, si un día publica el libro de poesía más importante de su tiempo”
“de nuevo en el camino, de nuevo al volante del viejo sedán azul, de nuevo solo”
“y al final me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiaparabrisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de detener mis lágrimas”
“un poco más allá, en la misma calle, unas luces de neón titilaban dos veces más lentas que mi corazón: la silueta del anuncio de un restaurante, una gran taza de café, se animaba a cada segundo con una vida esmeralda y, cada vez que desaparecía, letras rosadas que decían «comida excelente» la reemplazaban. pero la taza aún podía distinguirse como una sobra lenta que los ojos discernían antes de su inmediata resurrección esmeralda. nos hacíamos radiografías. esa ciudad furtiva no estaba lejos de el cazador encantado. lloraba de nuevo, borracho de pasado imposible”
“pero, ay, me sentía incapaz de trascender el simple hecho humano de que ningún solaz espiritual que pudiera encontrar, ninguna eternidad litofánica que pudiera entregárseme, nada podía hacer que mi lolita olvidara la insensata lujuria que le había contagiado. a menos que se me pruebe —a mi tal como soy ahora, con mi corazón y mi barba y mi putrefacción—que en el infinito importa un comino que una niña norteamericana llamada dolores hace haya sido privada de su niñez por un maniático, a menos que se me pruebe eso (y si tal cosa es posible, la vida es una broma), no concibo para tratar mi miseria sino el paliativo melancólico y demasiado local del arte anticuado. para citar a un viejo poeta: the moral sense in mortals is the duty we have to pay on mortal of beauty”
“más allá de los terribles clichés juveniles, había en ella un jardín y un crepúsculo y el portla de un palacio: regiones vagorosas y adorables, completamente prohibidas para mí, ajenas a mis sucios andrajos y a mis convulsiones. pues a menudo había advertido que en esa vida que llevábamos, en ese mundo de mal absoluto, sentíamos un extraño pudor toda vez que discutíamos algo que podían haber discutido ella y un amigo más antiguo, ella y un pariente, ella y un muchacho sano al que quisiera de veras, yo y annabel, lolita y un harold haze sublime purificado, analizado, delicado; una idea abstracta, un cuadro, el moteado hopkins o el trasquilado baudelaire, dios, shakespeare, cualquier cosa genuina”
“su piel brillaba a la luz de neón que llegaba del camino pavimentado, a través de las varillas de la persiana, y tenía las negras pestañas pegadas y los ojos más vacíos que nunca”
“entre el limpiaparabrisas y el vidrio, un ticket rojo. lo rompí cuidadosamente en dos, tres, ocho pedazos”
“para entonces la noche había eliminado ya casi todo el paisaje, y mientras seguía el estrecho y tortuoso camino, una serie de postes bajos, espectralmente blancos, con reflectores, anulaban mis propias luces para indicar tal o cual curva. pude discernir un valle oscuro a un lado del camino y una ladera arbolada al otro. frente a mi, como copos de nieve indecisos, las mariposas nocturnas surgían de la negrura en mi aura”
“de nuevo la corriente de pálidas mariposas nocturnas succionadas de la noche por la luz de mis faros. oscuros granjeros se inclinaban aquí y allá, junto al camino. la gente seguía yendo a ver películas. mientras buscaba un alojamiento nocturno, pasé a un motocine. en un fulgor selénico, realmente místico por su contraste con la noche maciza y sin luna, sobre una pantalla gigantesca que se esfumaba entre oscuros campos soñolientos, un minúscula fantasma levantó una pistola”
“quiero que me atienda. morirá dentro de un instante. lo que siga, por cuanto sabemos, será un estado eterno de locura atormentadora. ya fumó ayer su último cigarrillo”
“se me ocurrió —no como protesta, no como símbolo ni nada por el estilo, sino tan sólo como experiencia inédita— que habiendo violado todas las leyes de la humanidad, podía violar ahora las reglas de circulación. de modo que me deslicé hacia la izquierda de la carretera, experimenté la sensación, y la sensación era buena. era una placentera fusión diafragmática, con elementos de vaga tangibilidad, todo sostenido por la idea de que nada podía estar más cerca de una eliminación de las leyes físicas esenciales que conducir deliberadamente por el lado prohibido de la carretera. en cierto modo, era una comezón muy espiritual”
“pequeños saltamontes surgían entre la maleza agostada, a los lados del camino. una nube muy leve abría sus brazos y se movía hacia otra ligeramente sustancial que pertenecía a un sistema más lento. a medida que me acercaba al abismo amistoso, adquiría conciencia de una melodiosa unidad de sonidos que subía, como vapor, de una pequeña ciudad minera tendida a mis pies, en un pliegue del valle. se divisaba la geometría de las calles, entre manzanas de tejados grises y rojos, y los verdes penachos de los árboles, y un arroyo sinuoso y el rico centelleo mineral del vertedero de la ciudad, y más allá de ella, caminos que se entrecruzaban sobre la absurda manta formada por campos pálidos y oscuros, y más allá de todo eso grandes montañas arboladas. pero aún más luminosa que todos esos colores apaciblemente alegres —pues hay colores y sombras que parecen divertirse en buena compañía—, más brillantes y soñadores para el oído que los ojos, era esa vaporosa vibración de sonidos acumulados que no cesaban un solo instante, mientras se elevaban hasta el labio de granito junto al cual me secaba la boca manchada. y pronto comprendí que todos esos sonidos tenía una misma naturaleza, que eran los únicos sonidos provenientes de las calles de la ciudad transparente, en cuyas casas permanecían las mujeres esperando a los hombres. ¡lector! lo que oía no era sino la melodía de los niños que jugaban, no era sino eso. y tan límpido era el aire, que dentro de ese vapor de voces mezcladas, majestuosas y minúsculas, remotas y mágicamente cercanas, francas y divinamente enigmáticas, podía oír de cuando en cuando, como liberado, un estallido de risa viviente casi articulado, o el bote de una pelota, o el tintineo de un vagón de juguete, pero en realidad, todo estaban demasiado lejos para distinguir un movimiento determinado en las calles apenas esbozadas. me quedé escuchando esa vibración musical desde mi suave pendiente, esos estallidos de gritos aislados, con una especie de tímido murmullo como fondo. y entonces supe que lo más punzante no era la ausencia de lolita a mi lado, sino la ausencia de su voz en ese concierto”
“esta es, pues, mi historia. la he releído. se le han pegado pedazos de médula, y costras de sangre, y hermosas moscas de fulgor verde”
“pienso en bisontes y ángeles, en el secreto de los pigmentos perdurables, en los sonetos proféticos, en el refugio del arte. y ésta es la única inmortalidad que tu y yo podemos compartir, lolita”
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Más de 15 instituciones avanzan en un plan para afrontar la problemática del barigüí
Más de 15 instituciones avanzan en un plan para afrontar la problemática del barigüí en #Provincia
La localidad de Bragado fue sede de un nuevo encuentro en el que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI), que conduce Jorge Elustondo, reunió a representantes de nueve municipios con el objetivo de avanzar en la elaboración de un plan de acción para hacer un tratamiento científico, integral y sistémico del barigüí, un insecto que se ha convertido en una preocupante plaga en la…
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#Alberti#Alejandra Rodríguez#Bacillus Thuringiensis#barigüí#Bragado#BTI#Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores#CEPAVE#Chivilcoy#CIC#ciencia#Comisión de Investigaciones Científicas#Conicet#Cuenca del Río Salado#General Arenales#General Belgrano#General Viamonte#jején#Jorge Elustondo#Juan José García#Junín#Mercedes#mosquitos#OPDS#Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible#Roque Pérez#Tecnología e Innovación#Universidad Nacional de La Plata#Universidad Nacional del Noroeste#UNLP
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Unirock Alternativo 2017 día 2. #chontaduro #cholao #jején (at Unirock Alternativo)
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Título: Carga, adelante, vamos
Autor: David Wapner
Obra en tapa: “Paseo”, tinta y marcadores sobre papel, 2018. Juan Hernández
Poesía. Año 2019
Este es un libro sombrío que trata sobre el mal. Pero lo hace de una manera ridícula, es decir, involuntariamente cómica. No es que el libro sea involuntariamente cómico –todo parece bastante voluntario– ni que ridiculice el mal. Es más bien como si el mal mismo, en su funcionamiento, fuera involuntariamente cómico, y el libro, al acercarse a él en sus términos, lograra exponer su ridiculez. ¿En qué sentido el mal sería ridículo? El mismo libro podría responder: el mal es una máquina que puede actuar de una única manera, es decir que es predecible, y lo predecible es ridículo porque tiende a la repetición y a la muerte. El mal es el funcionamiento: no es un tema, no es algo, es una forma de funcionar de las cosas. Pero el libro no trata sobre el mal abstracto o general sino sobre un mal bastante específico: el mal de la comunidad, el que se produce por estar juntos, agrupados, e interactuar ridícula y malévolamente. ¿Qué somos juntos? ¿Cómo somos juntos? El libro dice, por ejemplo: “Se declara la pena de muerte postal. // Se constata el aplastamiento del mensaje. // Se reemplaza ‘acción’ por ‘conexión’. // Se espera en la puerta a conexión y se la asfixia. // Conexión transmuta en colmillos”. Y también dice: “Este mundo tenía simpatizantes, / en cambio el otro era el odiado, / la consecuencia es que / ya no existe ni uno ni otro”. ¿Y cómo podríamos estar juntos de otra manera? El libro no responde, pero sí se asombra: “qué muerto este y su carcasa, / ¿cómo no pudo expulsar el mal que le hinchaba el vientre?”. No pudo expulsar el mal, pero igualmente “reanudamos la marcha, / todos juntos, / nosotros con nosotros”, lo que podría llegar a ser una buena perspectiva, ya que el bien fue tragado “sin usar las muelas” y sus jugos “quedaron intactos, al menos en una primera etapa”.
Pablo Katchadjian
Carga Bueno, aquí estamos, pisando un palo, siguiendo senda, saltando un charco, una mata, una cola de perro, muy bien, sigamos torcido, un poco, para enderezar dos metros adelante, cada cual en su taza, hervido de calor, por el fuego que muerde, así, así, diez baldosas en sucesión, una culebra dormida, un pantalón, dos camisas, un saco entero, que saltamos en largo, y seguimos, parado el pecho sobre un penacho, démosle por izquierda, y adelante, con cambio de ritmo, sin frenar de golpe, no romperse un ojo, con esa estaca que eludimos hace un paso, y muy, muy bien, muy, muy, qué bien, cómo conduce usted cuando camina, pero siga dándole pata, aquí vamos, en vano al tiro, en vino el tero, y ya estamos mareados, por las zancadas, si hay duda, clavemos el pie, y en equilibrio confiar, y ya son quinientos, tantos metros y tan pocos, falta un olfato que mensure, y si ese no es usted, quién, palma le doy y vamos, meta empuje al camino, dese de cabeza, aquí un fleco, más acá dos hojas, un circuito impreso, hojalata, a nada de eso atienda, como un bólido es ciego, ande que nada se acaba aunque a nadie le alcance, a la derecha eucaliptos, vamos, que va bien, reiteramos, un árbol en cascada, un perno-muñón, una mugre gris, allí, cabeza de un pescado, la sartén que lo frió, y vamos, hágase un trote, eluda esa montaña, más tomates nunca vi, tres metros de altura, echados a perder, mejor no tocar, delante seguir, un barreno somos, por eso nos da vuelta la cabeza, que debiera estarse quieta, allí, un banco de plaza, de espaldas descansar. 2. Ya, sí, sí, de pie, en marcha, a semejanza de la especie, moverse con los ojos abiertos, y ya pasamos por el quiosco, que ya no nos interesa porque pasaron los años y nunca vendieron lo que pedimos, pero adelante, el viaje sigue y hay que ponerse un pan en la boca, de lo contrario, el hambre, la sed, las rodillas que tiemblan, la nuca que transpira, la presión que baja, pero usted no, nunca nosotros, que vamos yendo y vamos, con un pan en la nuca, y un agua entre las cejas, a la izquierda un barranco, por derecha, palos tumbados, árboles sin marca, y, cuidado, caca de perro, caca de gato, hay también de burro, pero ahora no contar, siga, siga y sigamos, por delante el sol, no se trague el poste, sostiene un cartel, que ahora no leemos, no registramos qué dice porque seguimos adelante, no como un pájaro, más bien como un jején, camine, pare y camino, por delante un camino, una calle sola, más sola que las casas que le hacen pasillo, por ahí nosotros vamos, sin mirar atrás, vamos por delante, de nuestra propia sombra, que pide agua, cómo no, le damos agua. 3. Pero no, sí, la sombra es de los nuestros, nada que temer, seguir adelante, rumbo al rumbo, al rumbo del rumbo, derecho por allí, no equivocarse, aunque no hay modo, el rumbo se tuerce él mismo, de modo que, tranquilo, derecho y torcido da lo mismo, por lo que, vamos, vamos, a izquierda una manguera, cortada en segmentos, y en paralelo, hormigas, van como locas, parece que vuelan, dan ese efecto, un vuelo a ciegas, pero, no, saben lo que hacen, saben lo que hacen, pero nosotros no, no entendemos qué hacen con su porción de rumbo, pero dejémoslas atrás, y avancemos en lo nuestro, de frente viene otro, que parece nosotros, pero va por la contraria, casi nos choca, pero no, no lo hace, es como nosotros, que no chocamos a nadie, vamos por la nuestra, sin pisar vecinos, aunque hay un punto que casi, casi, pero no, casi nunca, y de nuevo adelante, adelante y vamos, adelante y vamos por delante, por delante nuestro, y nosotros nos tenemos al alcance de la mano, y ahí frenamos, nos ponemos a tiro, empatamos, y ahí sí, reanudamos la marcha, todos juntos, nosotros con nosotros.
David Wapner nació en Buenos Aires en 1958. Publicó más de veinte títulos de poesía, narrativa, crónica y libros para niños, entre ellos: Bulu-Bulu (Libros de Tierra Firme, 1987), El otro Gardel (del Quirquincho, 1989), Tragacomedias (Trompa de Falopo, 1993), El águila (del Quirquincho, 1994), Violenta Parra (Deldiego, 1999), Algunos son animales (Norma, 2003), Una novela de mil páginas (Siesta, 2007), La noche (Eloísa Cartonera, 2007), Tierra metida (Macedonia, 2009), Mardablogues (IAP, 2010), Perrupagia Amoghino Búnfeld (Alción, 2012), Cabía una vez (Calibroscopio, 2013), La Guía Necsia (Faktoría K, 2013), Un auto en dirección hacia (del Eclipse, 2014), Bigotel (Comunicarte, 2016), Pozo: canciones para perros (Maravilla, 2017) y Operita de Corazones (de la Terraza, 2017). Entre 1995 y 2006 editó el tabloide de literatura Extremaficción (convertido, en 1998, en Correo Extremaficción, mensual de ficciones enviado por e-mail). Dirige la colección de poesía para niños y jóvenes Los libros del Lagarto Obrero de Editorial Maravilla desde 2017. Junto a Ana Camusso realiza obras multimedia y cortometrajes de animación en Israel, donde vive desde 1998.
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A todas las plagas existentes en Cuba se suma un insecto desconocido que no da tregua a la gente
A todas las plagas existentes en Cuba se suma un insecto desconocido que no da tregua a la gente
Los pobladores de Sancti Spíritus aseguran que este azote comenzó tras la más reciente oleada de calima del Sahara. Picaduras de jején. TRIP ADVISOR Una nueva plaga de insectos que tienen un comportamiento similar al de los mosquitos está haciendo la vida imposible a los pobladores de Sancti Spíritus, quienes se quejan de las picaduras provocadas por un “bichito” que aparece al caer la tarde…
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Comercial day congr rapipago ahahaha jején lmaooooooo • • • #networking #networkingevent #toptags #networkingevents #socialnetworking #networkingz #networkingbusiness #networkingparty #networkingbiz #networkingsaveslives #happy #networkingday #instagood #businessowner #like #fun #network #business #entrepreneur #entrepreneurship #leadership #instadaily #marketing #success #events #community #communication #contacts #opportunities #worklife https://www.instagram.com/p/CUUnhHnlXbY/?utm_medium=tumblr
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Panorama de viernes en valpo jején #valpo #teatro #Sotomayor (en Plaza Sotomayor)
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Jején eje jején eje, partiendo un día lunes, jejeje😂😂😂😂😂😂 (en Antofagasta, Chile) https://www.instagram.com/p/BrfPgqDFfRS/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=62e18gj4kxfs
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I though I’d had 3 thrombosis at the same time, maybe caused by that “jején” or “maye” bite, but it was weird because I have never had that many so close to each other like in a pattern. And then I remembered. Nope, not thrombosis this time. (at Santo Domingo, Dominican Republic) https://www.instagram.com/p/BpOKI9GB_oo/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=1r3gvqex0p38l
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