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losjavis · 10 months ago
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campaña contra el vih 2009
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adribosch-fan · 1 year ago
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Javier Milei y la descarada campaña de manipulación de los 'ultraperiodistas'
Una campaña que deja en evidencia el sesgo ideológico de muchos medios Vosotros sois muy jóvenes, pero hubo un tiempo en el que en la política había derecha e izquierda. Hoy sólo hay izquierda y ultraderecha. La victoria de Milei en Argentina y los titulares que deberían avergonzar a ciertos medios Los medios que han etiquetado a Milei como ‘ultraderecha’ La idea de que el mapa político ha…
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elbiotipo · 1 year ago
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Creés que lo de Milei (su mensaje, sus propuestas, su método) es parecido a lo de Trump? Veo demasiadas coincidencias en sus campañas. HORROR
Es otro ejemplo de la derecha global, más parecido a Bolsonaro que a Trump, pero todos comparten las mismas caracter��sticas. Milei se diferencia porque en vez de copiar a la derecha republicana de EEUU, copia a la derecha libertaria de EEUU, pero su discurso es prácticamente discurso yanqui reempaquetado, a veces ni siquiera intenta adapatarlo a la Argentina (el tema de la portación de armas por ejemplo), simplemente traduce las ideas de allá más o menos y las implementa abiertamente en su discurso. Al punto de que Milei ha sido apoyado por "think thanks" libertarios como la Atlas Network.
Por si no me crees:
Por eso siempre hay que, desafortunadamente, prestar atención a la política de EEUU, porque todas sus ideas de mierda las reempaquetan y las exportan acá, así como hicieron los Chicago Boys en su tiempo.
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jrlrc · 6 months ago
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De desplegados a desplegados
El que firmamos más de 250 intelectuales a favor de Xóchitl Gálvez fue organizado por intelectuales, autónomamente, no por la campaña de X; el que acaban de firmar “otros” a favor de Claudia Sheinbaum fue evidentemente organizado por Morena y su candidata como reacción contra nosotros. Y es una reacción contradictoria (muchos obradoristas estaban atacando la noción misma de intelectual) y más basada en lo cuantitativo que en lo cualitativo. Si nosotros fuimos más de 250, ellos quisieron ser el doble… Mentalidad de quinceañeros grillos. Así se forma otra diferencia: los firmantes por Claudia son en su mayoría gente de bajo nivel… Había que decirlo. Lo son porque muchos de ellos son desde hace años propagandistas y funcionarios del partido, y algunos sólo han sido eso. Incluyeron hasta a la senadora Olga Sánchez Cordero, política que fue secretaria de Gobernación de AMLO. Si alguna vez fue intelectual, hace muchos años que no lo es. Se nota, entonces, otra diferencia fundamental: nuestro desplegado no es partidista. Quien sabe leer y lee con atención se da cuenta de que no hay ninguna defensa de ningún partido y que la intención no es disculparlos ni premiarlos, ni a los partidos opositores ni a los gobiernos del pasado. Es contra Morena. Por Xóchitl, no por los partidos, y por Xóchitl contra Morena. Eso es lo que nos une coyunturalmente, el antiobradorismo; no un discurso global, no un partido, no otro grupo. Es, por tanto, un desplegado plural. Tan es plural el nuestro que hay gente de izquierda como Agustín Basave, Roger Bartra, Jorge Javier Romero y yo, por poner algunos ejemplos, y gente de derecha muy marcada pero que acepta la democracia y a quienes algunos de nosotros hemos criticado (yo he criticado muchas veces a Pablo Majluf y lo seguiré haciendo). El desplegado obradorista sólo sería plural si se miente. La tendencia ahí es el partidismo-obradorismo-abyección, con lo que en eso va de falta de crítica, de autocrítica e “intercrítica”. Y para rematar, lo que hace otra diferencia importante, las firmas proClaudia-AMLO incluyen las de la mamá de Claudia y la esposa de AMLO… No, en esto tampoco somos iguales.
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sefaradweb · 27 days ago
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Comunidad judía en Argentina exigió la liberación de los rehenes en Gaza
🇦🇷 El 7 de octubre de 2023, el grupo islamista Hamas secuestró a 251 personas, entre ellas 21 argentinos, durante un ataque en Israel. En Buenos Aires, miles de personas, lideradas por la comunidad judía y la embajada de Israel, se manifestaron en Villa Crespo para exigir la liberación de los rehenes, de los cuales siete argentinos siguen desaparecidos. Con banderas israelíes y fotos de las víctimas, los asistentes recordaron el aniversario del ataque y lanzaron la campaña "Todos los días es 7 de octubre" para mantener vivo el reclamo de justicia. El embajador israelí Eyal Sela y el presidente argentino Javier Milei, quien condenó firmemente a Hamas y apoyó a Israel, participaron en el acto. La comunidad judía argentina, la más grande de América Latina, expresó su solidaridad con las víctimas y repudió los ataques terroristas, mientras el gobierno argentino reafirmó el derecho de Israel a defenderse. Simultáneamente, una manifestación propalestina tuvo lugar en la Plaza de Mayo, condenando la ofensiva israelí en Gaza, que ha causado miles de muertes, en su mayoría civiles.
🇺🇸 On October 7, 2023, the Islamist group Hamas kidnapped 251 people, including 21 Argentinians, during an attack in Israel. In Buenos Aires, thousands of people, led by the Jewish community and the Israeli embassy, gathered in Villa Crespo to demand the release of the hostages, seven of whom remain missing. Waving Israeli flags and holding photos of the victims, attendees commemorated the anniversary of the attack and launched the "Every Day is October 7th" campaign to keep the call for justice alive. Israeli ambassador Eyal Sela and Argentine President Javier Milei, who strongly condemned Hamas and supported Israel, participated in the event. The Argentine Jewish community, the largest in Latin America, expressed solidarity with the victims and condemned the terrorist attacks, while the Argentine government reaffirmed Israel's right to self-defense. Simultaneously, a pro-Palestinian demonstration took place in Plaza de Mayo, condemning the Israeli offensive in Gaza, which has claimed thousands of lives, mostly civilians.
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diario-vespertino · 2 years ago
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La Bersuit le prohíbe a Milei usar el tema «Se Viene»
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La banda musical Bersuit Vergarabat  intimó al partido Avanza Libertad, liderado por Javier Milei a que deje de utilizar el tema «Se viene» en sus actos políticos. “Es irónico que un espacio político cuyas caras más visibles se llenan las bocas de la palabra ‘Libertad’ y la utilizan como un latiguillo vacío, desvirtuando su profundo significado, pisoteen la libertad de otros, en este caso la mía de no permitir ni autorizar el uso político de mi obra artística y pasen por encima de la propiedad privada que tanto declaman defender”, expresó la banda en la carta documento. En el 2021 La Renga también le había negado la utilización del tema “Panic Show” para sus actos proselitistas.  La banda musical Bersuit Vergarabat  intimó al partido Libertad Avanza, liderado por Javier Milei a que deje de utilizar el tema «Se viene» en sus actos políticos. Mediante una carta documento el compositor Víctor Alberto Verenzuela García se dirigió al partido «libertario» para prohibirle la utilización del tema musical con fines proselitistas. “A través del presente, comunicamos que la banda Besuit Vergarabat rechaza el uso de la canción ‘Se viene’ para promoción, difusión o cualquier otro uso partidario y/o político. Absolutamente nadie del partido La Libertad Avanza ha solicitado autorización para la utilización de la canción en su campaña política. Queda totalmente prohibido el uso de la canción”, se lee en el comunicado de prensa. Además el compositor informó a la prensa que intentan que SADAIC también se exprese publicamente y prohiba la reproducción del hit de los 90´. “Es irónico que un espacio político cuyas caras más visibles se llenan las bocas de la palabra ‘Libertad’ y la utilizan como un latiguillo vacío, desvirtuando su profundo significado, pisoteen la libertad de otros, en este caso la mía de no permitir ni autorizar el uso político de mi obra artística y pasen por encima de la propiedad privada que tanto declaman defender”, agrega el documento. En el 2021 la banda de rock nacional La Renga también le prohibió al partido de Milei la utilización del tema “Panic Show”. En ese entonces el lider de la banda Chizzo Nápoli expresó en su cuenta de Twitter: “quien quiera es libre de escuchar, cantar, bailar y poguear canciones de La Renga, lo que está mal, legal y moralmente, es tomarse la libertad de usar esas canciones para una campaña política y beneficio propio, un seguidor de nuestra banda jamás haría eso..”. :::ANRed::: Read the full article
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jgmail · 1 year ago
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Decrecionismo y (eco)socialismo. ¿Perspectivas afines o en disputa ante la crisis ecológica?
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Por Esteban Mercatante
Fuentes:
La izquierda diario
En este artículo presentamos una mirada sobre los planteos decrecionistas como respuesta a los desastres ambientales producidos por el capitalismo, e interrogamos sus propuestas desde una perspectiva ecosocialista revolucionaria.
Los desastres ambientales en múltiples dimensiones que viene produciendo el capitalismo, cuyos efectos vienen resultando cada vez más devastadores, dieron un –necesario– sentido de urgencia a las discusiones de cómo encararla. La rutina de reuniones internacionales en las que los representantes estatales realizan performances en las que se muestran preocupados, para después realizar compromisos apenas cosméticos respecto del nivel de emergencia –especialmente en materia de emisiones de carbono, pero lo mismo vale para muchos otros planos–; el lavado de cara verde que realizan numerosas firmas con campañas que sirven sobre todo –y a veces únicamente– de marketing para estimular un crecimiento de ventas, y el negacionismo del cambio climático que impera en sectores ligados a la extrema derecha (como el trumpismo en EE. UU. o Javier Milei en la Argentina), actuaron de ariete para la puesta en discusión de alternativas que se proponen ser más disruptivas. Entre ellas se ubica el planteo decrecionista, que plantea que es necesario desescalar de manera urgente y voluntaria la producción y el consumo, a través de cambios profundos en la manera en la que estos procesos se llevan a cabo. Desescalar, básicamente en los países ricos, es la única manera para reducir la emisión de gases, pero también los efectos que tiene sobre los ecosistemas la extracción de recursos que hoy supera holgadamente la capacidad que tiene la naturaleza para reponerlos. La discusión del decrecionismo no es nueva. Sus antecedentes se remontan por lo menos hasta La ley de la entropía y el proceso económico de Nicholas Georgescu-Roegen, de 1970-71. André Gorz en la década de 1980 planteó abiertamente la necesidad de que la economía de los países ricos, imperialistas, decreciera, para recuperar un sendero sostenible. Wolfgang Harich también habló en los ‘70 de una perspectiva de “comunismo sin crecimiento” que asociaba necesariamente a un régimen autoritario, noción esta última con las que polemizó Manuel Sacristán (sin rechazar este último la idea de que un régimen comunista debiera ser decrecionista, pero sin renunciar nunca a la posibilidad de una perspectiva de “democratismo radical directo”) [1].
Pero fue, sobre todo en las últimas dos décadas, gracias a las contribuciones de autores como Serge Latouche y a la luz del recrudecimiento de las señales de emergencia ecológica, que esta perspectiva ganó terreno.
En los países desarrollados, responsables casi exclusivos de los mayores trastornos ambientales, empezando por la emisión de gases acumulada en doscientos años de acumulación capitalista, el decrecionismo se ha vuelto una mirada de gran consenso en sectores activistas y académicos ligados a las problemáticas ecológicas desde perspectivas críticas –es decir, entre quienes no adscriben a la noción de que puede ser viable un “capitalismo verde”, con sus soluciones para los problemas ambientales a la medida del sostenimiento de la ganancia y de la acumulación de capital–.
El crecimiento como ideología
El blanco principal del decrecionismo, como su nombre lo indica, es el crecimiento económico. El PBI como indicador económico cargado de ideología es un punto de partida de casi todos los tratados que se ubican en esta corriente. Encontramos un importante espacio dedicado a revelar la construcción selectiva que produjo este índice, que identifica “la economía” con la producción de mercado y otras esferas como los servicios prestados por sector público, mientras deja afuera otras –como el trabajo doméstico–. Al mismo tiempo, se deconstruye la idea de que el crecimiento económico continuado, medido en términos de un Producto Bruto Interno siempre en aumento está necesariamente asociado a una mejora del bienestar. Por empezar, como nos recuerda Jason Hickel en el libro cuyo libro Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará el mundo, recientemente editado en español por Capitán Swing, durante la mayor parte de la historia del capitalismo, “el crecimiento no trajo mejoras en el bienestar en las vidas de la gente común; de hecho, hizo todo lo contrario” [2]. La “acumulación originaria”, que Karl Marx aborda en el Capítulo XXIV de El capital para recordarnos que el capitalismo llegó al mundo “chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies” [3], con su “liberación” del campesinado que dejaba de disponer de medios directos para su reproducción, creó las bases para poder imponer a la fuerza de trabajo, en Inglaterra primero y luego en el resto de Europa, largas jornadas laborales. El hacinamiento en las ciudades y la insalubridad laboral contribuyeron a un aumento de la mortalidad y reducción de la esperanza de vida. Esta misma “acumulación originaria” tuvo como presupuesto el colonialismo, que devastó poblaciones de África, América Latina, y Asia. La “correlación” entre crecimiento y bienestar se puede observar recién desde mediados del siglo XIX en Europa, y más tarde en otras geografías. Pero, incluso entonces, la mejora en muchos indicadores como la reducción de la mortalidad por enfermedades, la mortalidad infantil, y el aumento de la esperanza de vida, se debió menos al crecimiento que la aplicación extendida de medidas sanitarias básicas, como el acceso a agua potable y cloacas [4]. Sin embargo, el principal argumento es que, pasado un determinado umbral de PBI per cápita, este correlato se disocia, e incluso puede haber casos en los que “más es menos”. Hickel argumenta que “la relación entre PBI y bienestar humano se despliega en una curva de saturación, con retornos decrecientes pronunciados: después de un cierto punto, que las naciones de altos ingresos han superado hace rato, más PBI adhiere poco o nada al florecimiento humano” [5].
Algunos autores, como Latouche, refuerzan la crítica a la asociación entre riqueza –en un sentido amplio– con PBI, apelando a la experiencia –truncada por la fuerza por la imposición de políticas procapitalistas– en los países dependientes y semicoloniales (hablando en nuestros términos, no en los del autor que más bien se refiere al mundo “no occidental”): la ideología del crecimiento y del “desarrollo” (entendido siempre bajo los términos capitalistas impuestos por las potencias imperialistas) se usó como vara para tildar de pobres a sociedades en las que la reproducción estaba ampliamente organizada bajo formas de subsistencia no capitalistas, que eran sustentables en su relación con la naturaleza. La “pobreza” en términos de PBI –que quedaba magnificada por el limitado desarrollo de la esfera mercantil que podía medirse con este indicador pero resultaba más discutible con otras medidas más cualitativas de la satisfacción de necesidades– apuntaba a “remediarse” a través del impulso de las medidas “necesarias” para iniciar el camino del “desarrollo” bajo los lineamientos de las agencias internacionales, que no eran otra cosa que políticas de desposesión que abrían el paso a la acumulación capitalista. Acumulación que, bajo las condiciones de dependencia, produjo cualquier cosa menos desarrollo en casi todos los casos y que, al abrirse paso mediante la desarticulación de las formas de reproducción social preexistentes, no capitalistas, produjo un aumento de la pobreza en gran escala en estas sociedades. En el planteo de Latouche puede haber alguna inclinación a romantizar aspectos de las relaciones de producción no capitalistas, pero es indiscutible el resultado de los programas de ajustes y reformas estructurales implementados bajo mandato del FMI y el Banco Mundial en el mundo periférico.
¿Por qué el decrecionismo toma la crítica a la meta del crecimiento perpetuo del PBI como punto de partida? Básicamente porque, afirman varios autores de esta corriente, este objetivo –ligado a otro concepto con connotaciones todavía más positivas, el de “desarrollo”– es el que ordena todas las herramientas de política económica al menos desde las primeras décadas del siglo XX.
El ya mencionado Jason Hickel, es más específico: el problema no es el crecimiento en sí, sino la ideología del crecimiento, “la búsqueda del crecimiento por sí mismo, o por el bien de la acumulación de capital, en lugar de satisfacer necesidades humanas concretas y objetivos sociales” [6]. Esta pulsión está inscripta en la lógica básica de funcionamiento del sistema capitalista, en el que “el dinero se convierte en ganancia que se convierte en más dinero que se convierte en más ganancia […] Para los capitalistas, la ganancia no es solo dinero al final del día, que se utilizará para satisfacer alguna necesidad específica: la ganancia se convierte en capital. Y el punto central del capital es que debe reinvertirse para producir más capital. Este proceso nunca termina” [7]. Este autor se distingue por plantear de manera más clara que otros decrecionistas la necesidad de un horizonte anticapitalista, y considera claramente que el crecimiento es una pulsión inevitable de este sistema, y por ende que para decrecer la economía hay que ir más allá del capitalismo. No obstante, comparte con la corriente poner el foco en atacar la compulsión al crecimiento como cuestión nodal.
Y este objetivo de mantener el crecimiento sin pausa del PBI se está, literalmente, devorando el planeta.
PBI per cápita y huella material
El crecimiento del PBI no ocurre en el vacío; toda producción social es un proceso material. El crecimiento infinito del PBI significa un aumento también sin fin de la utilización de materiales, apropiados de la naturaleza, y de generación de desechos. No faltan entonces motivos para plantear que la hipertrofia de los aparatos de producción capitalista de los países imperialistas, orientados a una perpetua acumulación acrecentada de valor que se consigue a través de procesos de producción material que ocurren en escala necesariamente acrecentada, alcanzó niveles insostenibles en relación con los límites biofísicos del planeta. Una reorganización en gran escala de la producción en estas economías, para reorientarla hacia la satisfacción sostenible de las necesidades sociales de la mano de una reducción de la jornada de trabajo, tendrá que pasar inevitablemente por el desescalamiento de numerosas ramas de la producción –cuestión que con el desarrollo de las cadenas globales de valor implica reorganizaciones que atraviesan fronteras, lo que le otorga otra complejidad–.
Hickel repasa muchos de los indicadores que ilustran los trastornos generados por este crecimiento de los procesos materiales de producción, y la manera drástica en que se aceleraron. Vale la pena detenerse en ellos.
El consumo de materias primas pasó de 7 mil millones toneladas en 1900, a 14 mil millones poco antes de mediados de siglo. Pero desde 1945 hasta hoy creció hasta más de 100 mil millones de toneladas. Al ritmo actual, observa Hickel, vamos encaminados a superar las 200 mil millones de toneladas para 2050, cuando algunos estudios estiman que lo manejable para el planeta –lo que puede extraerse sin dañar de manera irreversible a los ecosistemas– equivale a 50 mil millones de toneladas. Es decir, la mitad de lo que se extrae actualmente. La ONU estima que el 80 % de la pérdida de biodiversidad global se debe a la extracción material [8].
El cambio climático, impulsado por las emisiones de los combustibles fósiles, responde a la misma mecánica. “¿Por qué estamos quemando tanto combustible fósil en primer lugar? Porque el crecimiento económico requiere energía. Durante toda la historia del capitalismo, el crecimiento siempre ha causado un aumento en el uso de energía” [9].
Pero las responsabilidades por este estado de cosas están claramente localizadas geográficamente. El tamaño del PBI per cápita está muy asociado al consumo de materias primas por persona y al impacto ambiental de conjunto. La huella material en los países de bajos ingresos (su consumo de materias primas) es de 2 toneladas por persona por año. Los países de ingresos medianos bajos consumen alrededor de 4 toneladas por persona, y los países de ingresos medianos altos consumen alrededor de 12. Los países desarrollados, de ingresos altos, consumen alrededor de 28 toneladas por persona por año, en promedio. Hickel observa que “un nivel sostenible de huella material, expresado en términos per cápita, es de unas 8 toneladas por persona. Las naciones de altos ingresos superan ese límite casi cuatro veces” [10].
Este exceso tiene consecuencias en variadas dimensiones. “Aumentar la extracción de biomasa significa arrasar bosques y drenar humedales. Significa destruir hábitats y sumideros de carbono. Significa agotamiento del suelo, zonas muertas del océano y sobrepesca. Aumentar la extracción de combustibles fósiles significa más emisiones de carbono, más descomposición del clima y más acidificación de los océanos. Significa más remoción de cimas de montañas, más perforación en alta mar, más fracking y más arenas bituminosas. Aumentar la extracción de minerales y materiales de construcción significa más minería a cielo abierto, con toda la contaminación aguas abajo que conlleva, y más automóviles, barcos y edificios que demandan aún más energía. Y todo esto conlleva más residuos: más vertederos en el campo, más tóxicos en nuestros ríos y más plásticos en el mar” [11].
El problema con el crecimiento económico, afirma Hickel, “no es solo que nos quedemos sin recursos en algún momento”, que era como tendía a presentar la cuestión el informe Los límites del crecimiento presentado por el Club de Roma en 1972. El problema “es que degrada progresivamente la integridad de los ecosistemas” [12]. El autor se apoya en trabajos recientes, como el presentado en 2009 por Johan Rockström, James Hansen y Paul Crutzen que desarrolla el concepto de “límites planetarios”. La biosfera de la Tierra “es un sistema integrado que puede soportar presiones significativas, pero pasado cierto punto comienza a descomponerse” [13]. Basándose en datos de la ciencia de los sistemas terrestres, identificaron nueve procesos potencialmente desestabilizadores que tenemos que mantener bajo control para que el sistema permanezca intacto. Estos son: el cambio climático; la pérdida de biodiversidad; la acidificación de los océanos; los cambios en el uso del suelo; los ciclos del nitrógeno y del fósforo; el consumo de agua dulce; la carga de aerosoles atmosféricos; la contaminación química y la destrucción de la capa de ozono. Los científicos han estimado “límites” para cada uno de estos procesos. Por ejemplo, la concentración de carbono atmosférico no debería sobrepasar las 350 ppm si el clima se mantiene estable (cruzamos ese límite en 1990 y hoy supera los 415 ppm); la tasa de extinción no debe exceder las diez especies por millón por año; la conversión de tierras boscosas no debe exceder el 25 % de la superficie terrestre de la Tierra; etcétera. “Estos límites no son límites ‘duros’, en sentido estricto. Cruzarlos no significa que los sistemas de la Tierra se apagarán de inmediato. Pero sí significa que estamos entrando en una zona de peligro en la que corremos el riesgo de desencadenar puntos de inflexión que eventualmente podrían conducir a un colapso irreversible” [14].
Son muy interesantes y pertinentes las páginas que Hickel dedica a desmontar las nociones de que pueda haber un “capitalismo verde”; o, en otros términos, de que puedan desarrollarse soluciones tecnológicas que puedan eventualmente hacer compatible el crecimiento económico continuado con un metabolismo socionatural equilibrado. Muchas de estas soluciones se centran en el problema de las emisiones de carbono, proponiendo soluciones que puedan absorberlo. De hecho, en la idea de que pueda implementarse en un plazo no muy lejano una tecnología de este tipo, se basan las proyecciones del acuerdo de París de que, con los compromisos de emisiones realizados por los distintos países (que no dan visos de cumplirse) la temperatura aumente “solamente” 1,5 grados a finales del siglo. Sin una tecnología de absorción de carbono, el aumento sería del doble con el nivel de emisiones proyectadas. El problema es que una tecnología de este tipo, aún si fuera realmente viable para absorber todas las emisiones (algo que no está probado ni técnica ni económicamente) requeriría construir decenas de miles de fábricas dedicadas a esto. Un trastorno ecológico formidable.
La energía “verde”, como puede ser una matriz basada en generación solar y eólica, si se pone en función de sostener el crecimiento “verde” también es garantía de desastres. Como observa Hickel, la explotación de litio para producir baterías “apenas está comenzando y ya es una catástrofe [15].
Hickel desmonta de manera implacable muchos de estos mitos, sin renunciar de plano a la idea de que ciertos desarrollos tecnológicos –desembarazados de la lógica capitalista que guía hoy a la innovación– deban ser parte de la respuesta a los desastres ambientales.
¿Más allá del capital?
A remediar los trastornos en las condiciones materiales que ha producido y seguirá profundizando el “crecimiento compuesto” del PBI es que apunta el decrecionismo.
El nombre en el que se embanderan, y las diatribas –bien fundamentadas– contra las ideologías que rodean al PBI como indicador excluyente, podrían llevarnos a concluir que el planteo decrecionista se reduce –nada más ni nada menos– que en una reducción del tamaño de la economía. Si así fuera, todo el planteo se reduciría a poner en el centro un aspecto cuantitativo, o “técnico”, un medio, sin ligazón con aspiraciones claras de una transformación social más amplia. Pero no es este el caso.
Giorgos Kallis especifica que la meta no es simplemente la reducción del PBI, sino que esta sería más bien una consecuencia de las transformaciones buscadas. “El objetivo del decrecimiento no es hacer que el crecimiento del PIB sea negativo. En términos económicos, el decrecimiento se refiere a una trayectoria en la que el “rendimiento” (energía, materiales y flujos de desechos) de una economía disminuye mientras que el bienestar mejora. La hipótesis es que el rendimiento decreciente vendrá con toda probabilidad con el producto decreciente, y que estos solo pueden ser resultados de una transformación social en una dirección igualitaria” [16].
En todos los trabajos encontramos la idea de que son necesarios cambios muy agudos en las formas de producción y consumo. La idea de una nueva sociedad está presente incluso en los autores que son más ambivalentes respecto de la necesidad de terminar con el dominio del capital. Según Latouche
El decrecionismo es fundamentalmente anticapitalista. No tanto porque denuncia las contradicciones y las limitaciones ecológicas y sociales del capitalismo como porque desafía su ’espíritu’, en el sentido que Max Weber ve el “espíritu del capitalismo” como una condición previa para su existencia Si bien es posible, en abstracto, concebir de una economía ecológicamente compatible con la existencia continuada de un capitalismo de lo inmaterial, esa perspectiva es poco realista cuando se trata de lo imaginario fundamentos de una sociedad de mercado, a saber, el exceso y el desenfreno (pseudo-)dominación. Un capitalismo generalizado no puede sino destruir el planeta de la misma manera que está destruyendo la sociedad y cualquier otra cosa que sea colectiva [17].
El problema es que no hay equivalencia entre aquello que se quiere desmantelar, y lo que se propone construir. Se pretende que podrá venir el final de un modo de producción a través de la imposición del decrecionismo. Pero este último, por más que se afirme que es mucho más que una postura negativa respecto del crecimiento económico, no termina de delinear una hoja de ruta coherente para subvertir las bases del capitalismo.
Kallis compara en Degrowth las propuestas realizadas por distintos exponentes del decrecionismo. Algunas de las principales que encontramos son:
– volver a tener una huella ecológica menor recortando consumos intermedios (transporte, energía, envases, publicidad); –  aplicar impuestos que graven la contaminación; – poner fin a la obsolescencia programada; – relocalizar actividades priorizando la escala urbana; – revitalizar la agricultura campesina; – transformar ganancias de productividad en reducción de jornada y creación de empleo; – incentivar la “producción” de bienes relacionales, como la amistad y vecindad – limitar el rango de desigualdad en la distribución del ingreso con un ingreso mínimo y un ingreso máximo; – cortar el desperdicio de energía por un factor de 4; – imponer sanciones por gastar en publicidad; – declarar una moratoria en innovación tecnocientífica; – desmercantilizar los bienes públicos y expandir los comunes; – establecer un jubileo de deudas; – aplicar un impuesto global sobre transacciones financieras, ganancias transnacionales, un impuesto global a la riqueza, un impuesto sobre las emisiones de carbono y un impuesto sobre los residuos nucleares altamente activos; – rerregular el comercio internacional con el objetivo de alejarse del libre comercio, y restringir la libre movilidad de capitales; – degradar a la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el FMI [18].
Es indudable que muchos de estos planteos atentan contra la viabilidad del capitalismo. Otros, no incompatibles per se con los imperativos básicos de este modo de producción, apuntan contra algunos de los pilares fundamentales que conquistó la clase dominante durante las décadas de ofensivas bajo la ideología neoliberal. Pero, aunque pueda ser un conjunto de propuestas destinados a generar una movilización en favor del decrecimiento, están esencialmente planteadas –y pensadas– como un programa de reformas a ser implementadas por el Estado capitalista, garante de las relaciones de producción que tienen su fundamento en el sostenimiento del crecimiento de la acumulación de valor (y de producción material).
Esta limitación resulta inevitable, ya que hay una contradicción no resuelta entre las intenciones anticapitalistas y la renuencia a plantear abiertamente una estrategia que ataque el principal centro de gravedad del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción. Latouche es explícito en cuestionar cualquier noción de que los objetivos decrecionistas deban alcanzarse a través de una socialización generalizada de los medios de producción. Por el contrario, sostiene que “eliminar a los capitalistas, proscribir la propiedad privada de los medios de producción y abolir la relación salarial o acabar con el dinero” todo lo que hará es “sumergir a la sociedad en el caos, y no podría hacerse sin usar el terror a gran escala” [19]. Latouche, pero también Kallis, apuntan que el “socialismo realmente existente” fue productivista, y extienden esto a todas las principales corrientes del marxismo, incluyendo al trotskismo. Hay una cierta incongruencia entre el reconocimiento que encontramos en autores decrecionistas de que los países que no pertenecen al selecto club de los ricos tienen derecho a invertir esfuerzos en elevar las condiciones de vida, mientras se achaca sin distinción el mote de “productivismo” a pensadores marxistas que en muchos casos no bregaban por un crecimiento sin fin, sino por superar los problemas del atraso en países que eran a todas luces pobres y con estructuras económico sociales distorsionadas por el lastre imperialista. Dicho esto, es innegable que para la burocracia estalinista en la URSS y en Europa del Este, así como para el maoísmo, el productivismo dominó la planificación económica, y la búsqueda del desarrollo estuvo acompañada de numerosos desastres ambientales que podrían haberse evitado. También podemos observar, aún hoy, la existencia de fuertes impulsos productivistas en corrientes y autores marxistas y socialistas. Pero basarse en esto para dar por cerrada cualquier perspectiva de salida anticapitalista y socialista, es cerrar la única puerta que pude sacarnos de las encerronas del capitalismo y su impulso al crecimiento sin fin con miras a la ganancia.
Se trata de una cuestión de estrategia, pero también de los actores llamados a intervenir para favorecer una perspectiva decrecionista. El “sujeto” es la ciudadanía, ante la cual es necesario librar una batalla por la opinión para movilizarse ante el Estado, para presionar por medidas decrecionistas y para que modifique sus propias conductas de consumo. Entre el gesto anticapitalista y el rechazo de la socialización de los medios de producción, el planteo de autores como Latouche no logra ser más que un compendio de medidas para poner límites al capitalismo, desde el Estado, sin abolirlo. Una contradicción en los términos, si lo que se pregona es el decrecimiento.
El decrecionismo, como ya señalamos, es un conjunto heterogéneo. Como lo pueden sugerir algunas de las propuestas del compendio presentado más arriba, están quienes propugnan una estrategia de crear espacios de autonomía, no regidos por el crecimiento. Esto se vincula al fuerte énfasis en lo regional/local –en oposición a lo nacional o global–, que también está muy presente en Latouche.
Algunos planteos decrecionistas lo señalan como una salida tanto individual y colectiva en clave “anticapitalista”, cuyo sujeto está también en general en la ciudadanía, pero especialmente en las comunidades rurales, campesinas, originarias, etc.. Así, la crítica al hiperconsumismo y las relaciones mercantilizadas de las grandes ciudades desemboca en una idealización de la vida local y rural; y a menudo la crítica de las consecuencias devastadoras de determinadas tecnologías se convierte en una impugnación general al desarrollo industrial y tecnológico (como se expresa en la “moratoria” a la innovación que forma parte del compendio señalado más arriba). Latouche y muchos otros decrecionistas cuestionan la asociación de la corriente con una romantización de formas de vida precapitalistas o como una propuesta de “retorno” al pasado. Pero esta crítica encuentra asidero en algunos de los planteos del decrecionismo.
Una lógica emparentada con la recientemente señalada, es la bregan por establecer espacios de autonomía con respecto al capitalismo en los intersticios de las sociedades dominantes. Esto lo vemos entre quienes se definen como anarquistas, libertarios (no confundir con los libertarianos), autonomistas o incluso algunos ecosocialistas. Para Giorgos Kallis, por ejemplo, la perspectiva decrecionista puede configurarse a través de una articulación “contrahegemónica” de distintas esferas de la producción social y comunidades no regidas por la valorización, que puedan dar lugar a “economías alternativas”.
meros microcosmos o prefiguraciones de un mundo en decrecimiento. Son incubadoras, donde la gente realiza todos los días el mundo alternativo que les gustaría construir, su lógica hecha sentido común. Los bienes comunes alternativos son nuevas instituciones de la sociedad civil que nutren nuevos sentidos comunes. A medida que se expanden, deshacen los sentidos comunes de crecimiento y vuelven hegemónicas a las ideas compatibles con el decrecimiento, creando las condiciones para que una fuerza social y política cambie las instituciones políticas en la misma dirección [20].
Incluso aunque una transición de este tipo –que reproduce a grandes rasgos la que dio lugar al surgimiento del capitalismo de las relaciones feudales– fuera factible en los marcos del capitalismo (cuya reproducción ampliada opera presionando permanentemente por integrar y subsumir todas las esferas donde haya potencial de producción rentable), implica una transición larga, inconsistente con la urgencia de poner el “freno de emergencia” a la crisis ecológica que recorre todos los planteos decrecionistas.
Tenemos otros autores, como el mencionado Hickel, que ponen más énfasis en las propuestas que apuntan a poner palos en la rueda de la valorización del capital. Pero incluso acá, poner en primer plano el decrecionismo y dejar apenas sugerida la perspectiva ecosocialista, le quita una cierta coherencia estratégica al planteo.
Incluso en los autores que, como Hickel, delinean un –difuso– horizonte postcapitalista, no emerge en ningún momento ni una hoja de ruta clara para alcanzarlo ni los actores sociales que puedan motorizar una transformación que vaya en ese sentido. El autor incorpora a una sumatoria de propuestas que incluye algunas de las mencionadas más arriba, la necesidad de un “imaginario” postcapitalista, y la necesidad de organizar la producción y consumo social “asegurándose de devolver como compensación, haciendo lo posible para enriquecer, en vez de degradar, los ecosistemas de los que dependemos” [21]. Son cuestiones muy importantes, pero no definen las alianzas ni estrategias para hacer ese imaginario realidad. El mismo abismo entre horizonte estratégico ambicioso, sujetos sociales indefinidos y propuestas inmediatas de reformas no transicionales, ocurría con el planteo de comunismo decrecionista de Saito, como hemos señalado en otra oportunidad.
Por otra parte, aunque los autores le atribuyan al decrecionismo un carácter anticapitalista y progresivo, sus coordenadas son tan generales que la bandera de decrecer no está exenta de apropiaciones bastardeadas de algunos de su planteos, que en nombre de la sostenibilidad ecológica puedan abrazar un neomalthusianismo e imponer políticas socialmente regresivas, buscando “desescalar” a costa de los ya raleados consumos de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Las coordenadas para el ecosocialismo
El decrecionismo no es sinónimo de socialismo, aunque algunos ecosocialistas decrecionistas busquen minimizar la diferencia de perspectivas debida a la heterogeneidad de visiones entre los proponentes de la primera perspectiva. Vista como alternativa, es apenas una variante de las propuestas de reformas del estado de cosas existente, aunque las más drásticas –sin las cuales no hay una hoja de ruta “sustentable”– resulten incompatibles con el capitalismo, y por tanto resulten inviables sin una estrategia anticapitalista articulada, que solo puede ser socialista.
Por otra parte, la cuestión no es simplemente reducir la escala de los procesos de producción de acuerdo a los límites biofísicos. Es necesario cambiar de conjunto una lógica de producción de acuerdo a la ganancia, que tiene otras implicancias, como la implementación siempre de los procesos productivos más baratos aún cuando pueda haber otros más costosos pero menos dañinos en términos ambientales. Esta última dimensión del metabolismo socionatural no está claramente presupuesta en el término “decrecimiento”. Por eso, para abordar todas las dimensiones de la problemática ecológica, es necesaria una clara perspectiva anticapitalista y socialista.
Dicho esto, la advertencia decrecionista sobre la urgencia de equilibrar el metabolismo socionatural en concordancia con los límites biofísicos del planeta largamente superados por el capitalismo, no debe ser tomada a la ligera. Es necesario llenar el vacío de estrategia y articulación de fuerzas de clase que los decrecionistas dejan sin resolver, pero no dar la espalda a su diagnóstico y lo que esto significa para la transición poscapitalista, y socialista, en la actualidad. Si es el desarrollo de las contradicciones del capitalismo el que crea las precondiciones para que se desarrolle en el seno de esta sociedad una alternativa superadora, estas potencialidades hoy vienen acompañadas de una pesada herencia ecológica de la que habrá que hacerse cargo.
El objetivo fundamental de los planteos decrecionistas, que es alcanzar un metabolismo socionatural equilibrado, que no imponga sobre el planeta una extracción mayor a la que los sistemas vitales son capaces de regenerar y reduzca la huella material drásticamente desde sus niveles actuales, que busque mitigar los efectos de la emisión acumulada de gases de carbono en el menor plazo posible y apunte hacia un ordenamiento económico que no tenga como meta el crecimiento sin fin; este objetivo, es enteramente compatible y solamente alcanzable con una estrategia socialista. Solo si la clase obrera, en alianza con el pueblo pobre, interviene para socializar los medios de producción estratégicos y los reorganiza priorizando la satisfacción plena de las necesidades sociales en los marcos de un metabolismo socionatural equilibrado, se pueden volver realizables los objetivos que propone el decrecionismo. Esto implica también nacionalizar las tierra urbana y rural para rediscutir los usos del suelo y liquidar la especulación inmobiliaria, nacionalizar los bancos, como algunos de los resortes fundamentales para reorientar la producción social. Sobre esta base, en los países ricos imperialistas se podrá discutir el drástico desescalamiento de muchos sectores de la producción e imponer la redistribución de la riqueza por la que brega el decrecionismo, pero que sin esta “redistribución” de la propiedad de los medios de producción resulta una utopía.
¿Deberá abandonar el socialismo cualquier perspectiva de “abundancia material”? No nos parece que esto deba ser así, pero esta abundancia no puede entenderse como un incremento ilimitado de la disponibilidad individual de bienes de consumo, que es la única manera en que nos permite entenderla el capitalismo. Autores como el ya mencionado Sacristán tienen el mérito de haber intuido tempranamente esta cuestión, abordando a la vez los “atisbos político-ecológicos” de Marx (al decir de Sacristán) para repensar el comunismo frente a la crisis ecológica.
Una crítica central de Marx al modo de producción capitalista, se encuentra en el empobrecimiento que impone a la fuerza de trabajo al establecer una relación enajenada con esta, como mercancía y forzarla a ponerse al servicio del capital para sostener la rueda constante de la acumulación. La dinámica de la producción por la producción misma, que apunta hacia la máxima extensión posible o socialmente tolerable del tiempo de trabajo en pos de la valorización, niega todas las posibilidades del desarrollo de la riqueza social en el amplio sentido planteado en la cita que reproducimos más arriba de los Grundrisse. De igual modo, esta dinámica arrasa con la riqueza de la naturaleza. Romper con esa enajenación, socializando los medios de producción, sienta las bases para un desarrollo más pleno de las potencialidades negadas bajo el capitalismo. A esto apunta Marx cuando discute el pasaje del reino de la necesidad al reino de la libertad.
La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la necesidad como su base. La reducción de la jornada laboral es la condición básica [22].
Creemos que John Bellamy Foster está en lo correcto cuando señala que:
la sociedad, particularmente en los países ricos, debe avanzar hacia una economía de estado estacionario o de estado estacionario, lo que requiere un cambio a una economía sin formación neta de capital, que se mantenga dentro del presupuesto solar. El desarrollo, particularmente en las economías ricas, debe asumir una nueva forma: cualitativa, colectiva y cultural, enfatizando el desarrollo humano sostenible en armonía con la visión original del socialismo de Marx. Como argumentó Lewis Mumford, un estado estacionario, que promueve fines ecológicos, requiere para su cumplimiento las condiciones igualitarias del “comunismo básico”, con la producción determinada “según la necesidad, no según la capacidad o la contribución productiva”. Tal alejamiento de la acumulación de capital y hacia un sistema de satisfacción de las necesidades colectivas basado en el principio de lo “suficiente” es obviamente imposible en cualquier sentido significativo bajo el régimen de acumulación de capital. Lo que se requiere, entonces, es una revolución ecológica y social que facilite una sociedad de sostenibilidad ecológica e igualdad sustantiva [23].
Esta perspectiva ecosocialista requiere más que nunca actuar internacionalmente. Ante los desafíos que plantea la crisis ecológica, es hoy más claro que nunca que no hay transformaciones posibles “en un solo país”; atacar las múltiples dimensiones de la crisis ecológica requiere respuestas globales, que deben ser radicalmente distintas a los formalismos habituales de las cumbres de países donde la batuta la tienen las potencias imperialistas y el gran capital. Las transformaciones en los países imperialistas ricos, que hace tiempo han excedido los límites biofísicos, hacia sociedades socialistas “estacionarias” a, decir de Foster y los desafíos de los países oprimidos y semicoloniales, en los cuales la pelea de la clase trabajadora y los sectores populares para cortar los lazos con el imperialismo y sus socios capitalistas locales –socios en el extractivismo– es clave para poder satisfacer demandas sociales fundamentales –sin repetir los patrones ecológicos insostenibles del desarrollo capitalista pero sí concentrando esfuerzos en inversiones impostergables para elevar el nivel de vida– deben estar como nunca entrelazadas. Solo un movimiento revolucionario ecosocialista internacionalista que derrote a la clase capitalista y sus agentes políticos, podrá cambiar los juegos de “suma cero” que hoy dominan la (ausencia de) política ecológica bajo la batuta de las potencias imperialistas, que en los discursos de las cumbres hablan de coordinación y de “responsabilidades” pero evitan cualquier reconocimiento significativo de la “deuda ecológica” –es decir, el saqueo acumulado contra los países oprimidos–. En las luchas de hoy contra grandes grupos trasnacionales imperialistas que generan en todo el planeta numerosos desastres ecológicos aunque sean muchas veces los mismos que apelan al “greenwashing” en vistosas campañas publicitarias, debemos ir forjando la necesaria la unidad internacionalista de las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos de todo el planeta.
NOTAS:
[1] Ver por ejemplo Manuel Sacristán Luzón, “Presentación” a Wolfgang Harich, ¿Comunismo sin crecimiento?, Barcelona, Materiales, 1978, p. 27.
[2] Jason Hickel, Less is More. How Degrowth Will Save the World, Londres, William Heinemann, 2020, p. 156. Las citas son traducción directa de la edición original en inglés.
[3] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Tomo 1, vol 3, México DF, Siglo XXI Editores, 1976, p. 950.
[4] Jason Hickel, ob. cit., p 157.
[5] Ibídem, p. 159.
[6] Ibídem, p. 95.
[7] Ibídem, p. 83.
[8] International Resource Panel, Global Resources Outlook (UN Environment Programme, 2019).
[9] Jason Hickel, ob. cit., p. 98.
[10] Ibídem, p. 101.
[11] Ibídem, p. 97.
[12] Ibídem, p. 113.
[13] Ibídem, p. 114.
[14] Ídem.
[15] Ibídem, p. 132
[16] Giorgos Kallis, Degrowth, Newcastle, Agenda, 2018, p. 20.
[17] Serge Latouche, Farewell to Growth, Cambridge, Polity, 2009, p. 91.
[18] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 128.
[19] Serge Latouche, ob. cit., p. 91.
[20] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 138.
[21] Jason Hickel, ob. cit., p. 236
[22] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política. Tomo 3, Vol 8, México D. F., Siglo XXI editores, 1981, p. 1044
[23] John Bellamy Foster, Marxism and Ecology: Common Fonts of a Great Transition, en Great Transition, consultado el 05/07/23. Sin embargo, el propio Foster, después de señalar este horizonte, argumenta que si bien “está clara la necesidad objetiva de tal revolución ecológica, queda pendiente la cuestión más difícil de cómo llevar a cabo las transformaciones sociales necesarias”, y por eso plantea, erróneamente en nuestra opinión, una estrategia en etapas que debería atravesar primero una “fase ecodemocrática”, en la cual “es necesario luchar por una amplia gama de cambios drásticos dentro de un movimiento radical de base amplia”. Mientras que el “objetivo a largo plazo de la transformación sistémica plantea la cuestión de una segunda etapa de la revolución ecológica, o la fase ecosocialista”. Creemos que esta diferenciación etapista es errónea, y pone límites casi insuperables a la posibilidad de construir un horizonte de superación del capitalismo como el que el autor propone.
Esteban Mercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015). @EMercatante
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Decrecionismo-y-eco-socialismo-perspectivas-afines-o-en-disputa-ante-la-crisis-ecologica
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gaussmultimedia · 1 year ago
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Máster Diseño Gráfico 2021-22. Campaña de cartelería para Festibahía. Proyecto de Javier Díaz Valdeiglesias.
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ethos-a-cambiado · 1 year ago
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"It's the economy, stupid"
Acá estamos. Hace unos días dije que capaz estábamos en uno de esos “catorce millones seiscientos cinco futuros y solo ganamos en uno”, pero parece que no. La derrota fue completamente categórica y sin atenuantes. Las provincias dónde se debía perder por mucho se perdió por un montón, las provincias que se debía perder por poco se perdieron por mucho, las provincias que debías ganar las perdiste y las que debías ganar por mucho se ganó por poco. La aritmética pudo más que todo. La suma de los votos de Milei y Bullrich se sumaron casi en totalidad.
¿Cuáles serían las razones de la derrota? Creo que hay varios aspectos de la derrota de Massa: en primer lugar, una economía completamente descontrolada y con todas sus variables en decadencia total.  La inflación fue ingobernable durante toda la gestión. Aunque hubo un momento, durante la pandemia y cuarentena, con la economía detenida y la inflación rondando el 30% anual, dónde no se aprovechó para darle el golpe final. Asimismo, Massa no aprovechó la oportunidad de ser ministro y hacer el ajuste necesario. Solo atinó a hacer medidas intermedias y parches para mantenerse competitivo para las elecciones. Una medida que parecía lógica terminó siendo contraproducente al final del camino.
En segundo lugar, es la incapacidad de la coalición peronista, llamada “Frente de Todos”, en comprender que primero hay que definir un modelo político-económico y luego unirse en torno a ese modelo. Como dice la doctrina: primero la patria, luego el movimiento y último los hombres. Parece que la doctrina fue desmembrada para utilizarla de otra manera: primero el movimiento, luego definimos los nombres porque esto es por la patria. La unión a pesar de todo, con dirigentes multi-ideológicos, generó un frente de suma cero. Por un lado, Alberto, apoyado por gobernadores y dirigentes de centro derecha, nunca fue ese gerente del ajuste posible como querían sus socios políticos. Por el otro, Cristina Fernández de Kirchner quiso ser la dirigente de oposición para mostrarse como la mujer que resiste el ajuste. Capaz cuidando su legado histórico, jugó un rol que terminó siendo completamente contraproducente para sus objetivos. Hoy solo su núcleo duro ve su legado y todos añoran los años de superávits gemelos y de paz y administración de Néstor Kirchner.
En tercer lugar, el juego político realizado entre Massa y Macri para fortalecer el escenario de tres tercios. Luego de la derrota interna de Macri en su partido, a manos de Larreta, Bullrich y Morales, Mauricio vio en Milei la posibilidad de hacer perder al resto obteniendo el poder. Ser el Perón de Campora, la brillante jugada le salió. El problema es que también fue una brillante maniobra la jugada de Alberto Fernández presidente y Cristina de vice. X al gobierno, Y al poder nunca funciona en este país. Massa había visto el potencial de esta jugada que permitía al Peronismo, tal como una línea horizontal de la política, parar al peronismo como la ancha avenida del centro y crecer hacia ambos lados. Sin embargo, Milei pudo más, y terminó creciendo desde la ultra derecha hacia el centro.
Milei y La Libertad Avanza han ganado por los errores de gestión político-económica del peronismo, por un lado, y han ganado a pesar de sus propios errores. Milei ha hecho una mala campaña, con una runfla de dirigentes que han expresado las peores propuestas políticas de la historia. Desde la propuesta de "los padres pueden negar la paternidad" de Lila Lemoine, "la propiedad privada de los mares" de Bertie Venegas Lynch, "la venta de niños" y "órganos" del propio Javier Milei. Propuestas dichas en términos “filosóficos” que van en contra de todo sentido lógico que podría tener una persona de a pie. Las propuestas de la privatización de la educación, salud y el recorte de subsidios a transportes también son propuestas que han llegado a molestar al electorado, pero sucedió algo interesante. La gente prefirió confiar en la fortaleza del sistema democrático pensando que, aunque intente implementarla, el gobierno de Milei no va a poder avanzar sobre esos derechos que se creen adquiridos. Nunca hubo posibilidad de atacar esos argumentos. Nadie convencido a votar a Milei podía entender que las propuestas de Milei no podían implementarse o que eran directamente dañinas para el interés del elector. El votante estaba convencido de que peor no se podía estar y que el cambio total podría ayudarlo. Este cambio total es moral, terminar con la moralidad corrupta de la política, y purgarla. Aunque este hombre sea megalómano, mesiánico, con ideas extrañas sobre su hermana, no importa. El problema económico del país son los políticos, sobre todo los peronistas. No importa si Milei no sabe cómo funciona el estado, no importa si no es profesional, no importa si está loco, no importa si hace cosas raras o si los humoristas del mundo se ríen de él. Prefiero eso a seguir igual. Por lo tanto, primó el cambio. 
Para concluir, sería un error de cálculo total de Milei pensar que su voto le pertenece. El voto de Milei real es el 30% que sacó en las PASO y en las generales. Tendrá un tiempo de gracia, cada vez más chico por el difícil proceso económico, para llevar adelante las medidas que crea necesarias.  Sin embargo, el pueblo que lo votó quiere resultados, esos resultados que no tuvo Macri, ni Alberto, ni Massa. El pueblo tiene la mecha corta, la situación social está cercana a la conflictividad de 1999, hay que administrar miseria y no hay muchas ganas de seguir comiendo mierda por liebre. Asimismo, el discurso de odio que lleva Milei sobre la casta política encuentra a un pueblo enojado, dirigentes y “pensadores” del odio (si se los puede llamar así) están habidos por aparecer en este contexto. Habrá gente preparada a sumarse a las expresiones del odio para atacar a minorías, sintiéndose amparados en estos discursos llegados desde el gobierno. La conflictividad y el ataque se van a acrecentar, porque así funcionan los populismos. Los populistas tienen que armar enemigos de la patria, a los que hay que enfrentarse y los que son culpables de los males. Habrá argentinos de "bien" y los otros argentinos. Los ataques entre dos bandos, visiones maniqueas y duales de la realidad. El tiempo será corto, el daño por hacer es mucho y los bastones serán largos.
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enzopagani · 1 year ago
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Movistar Arena / Cierre de Campaña de La Libertad Avanza a una semana de las PASO.
Javier Milei en su cierre de campaña hace minutos.
Impresionante postal de Javier Milei en el Movistar Arena ante miles de liberales libertarios que asistieron al evento más épico de su campaña.
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losjavis · 11 months ago
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javi ambrossi en la campaña "Soy MÁS 2012"
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Sound of Freedom (2023) es una Acción película dirigida Javier Navarrete y protagonizada por Jim Caviezel, Mira Sorvino.
Publicado : Jul 03, 2023 Tiempo de ejecución: 131 min. Género: Acción, Drama Estrellas : Jim Caviezel, Mira Sorvino, Bill Camp, Kurt Fuller Director: Javier Navarrete
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elbiotipo · 1 year ago
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Biotipo una consulta, vamos a dar tus opiniones sobre el debate de hoy? La verdad es que me gusta como le pones humor al tema que me tiene tan estresada.
ah sí
hoy a las 21 hora argentina (no sé si sos de otro lado hacé la conversión, como no vas a vivir en Argentina) tenemos el último debate (de estas elecciones digo, y espero), presentando a los candidatos del balotaje:
Javier Milei: Autodefinido como boludo con tendencias a pelotudo libertario con tendencias anarcocapitalistas, sus propuestas son dolarizar, ajustar y privatizar Argentina. Aunque ahora dice que no pese a que es la base de todo su pensamiento político. NO SE COGIÓ A LA HERMANA.
Sergio Massa: Un hombre de valores y principios fuertes como "quiero ser presidente" y "ya quiero ser presidente". Su principal propuesta de campaña es que la Argentina seguirá existiendo de alguna manera en 2024, probablemente. Candidato oficial de las Swifties, de las Army BTS, y de la gente cuerda en Argentina que aparentemente no supera el 50%.
Seguinos o silencianos en El Biotipo Debate 2023.
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jrlrc · 8 months ago
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AMLO, Milei y la salud
Argentina sufre ahora por el dengue. Miles de contagiados y ya cientos de muertos. En aumento. Un aumento directamente proporcional al retiro del Estado sobre el tema salud. No puede sorprender: Javier Milei es el presidente. Y a qué se parece el caso? A México bajo AMLO durante la pandemia. Lo que sigue sorprendiendo a la gente que no quiere aprender…
Gran cantidad de argentinos se preguntan hoy quién es su ministro de Salud y dónde está. Es lo que se preguntaron muchos mexicanos hace unos años: quién es el secretario de Salud o dónde está el funcionario llamado Jorge Alcocer. No apareció él sino un hombrecito nefasto, el doctor (en epidemiología!) Hugo López Gatell. Y apareció para hacer un show mediático que fue de la soberbia irresponsable a la mentira con números y de ahí al más vil intento de autojustificación y encubrimiento político ante la tragedia. Esos argentinos están viendo que por dengue empiezan a desbordarse las salas de emergencias en los hospitales, como vimos aquí por COVID. Lo que no estaban ni están viendo son campañas informativas del gobierno sobre el dengue, con los detalles específicos del año, y no vieron alertas sanitarias porque el gobierno no las hizo como debía. Milei no cree que el Estado deba hacerlas, lo que lo hace a él un ignorante y un falso liberal (cómo ayuda a tu libertad no estar bien informado sobre los riesgos a tu salud? Si tú no puedes conocer desde tu situación privada-personal todos esos riesgos y sus detalles, quién te va a informar? El mercado? Y si el mercado no lo hizo? El problema de esos “liberales” como Milei, o Sergio Sarmiento y tantos más, es que no se toman en serio la palabra Libertad, la toman con prejuicios tan limitantes como superados y con simplismo sobre la realidad). Qué hizo AMLO cuando inició la pandemia? Otro ignorante que se autonombra liberal sin serlo ni entender nada, nuestro señor presidente minimizó el problema, no informó sino desinformó, causó con su posición político-personal que el Estado no actuara rápidamente, en cambio recomendó el uso de placebos religiosos. Ya había puesto en marcha la austeridad contra el sistema de salud y después, cuando vino la pandemia, no fue tan diferente a lo que está siendo Milei. Dejar hacer, dejar pasar…
Dejar hacer a la pandemia/el dengue, dejar pasar el tiempo y las consecuencias. Cuando la gravedad de los hechos obligó a reaccionar en México, para evitar efectos aún mayores, el Estado ya estaba más debilitado y muy confundido, el presidente y Gatell no querían reconocer ningún error y estaban dispuestos a mantener las apariencias, se impuso entonces una estrategia de ocultamiento. Los obradoristas insisten en manipular palabras y esconder u olvidar hechos para defender a su dueño mental. Dicen “hubo vacunas, no?” y dejan de lado todo lo que ocurrió o no ocurrió antes de la vacunación, que de todos modos tuvo sus propios problemas: la austeridad, las declaraciones de AMLO sobre la pandemia como una gripe cualquiera, su infame “mañanera” con el uso de “detentes”, la pasividad dentro de la secretaría de Salud federal como cabeza de sector, la descoordinación burocrática resultante en el país, la proyección falsa de Gatell con unos 60 mil muertos como “escenario catastrófico”. Según el gato Gatell nada era posible muy arriba de 60 mil muertos pero la catástrofe terminó siendo de alrededor de 800 mil muertes directas e indirectas. 800 mil.
800,000 muertos relacionados con COVID es el legado de Hugo López Gatell y uno de los legados de Andrés Manuel López Obrador.
Otro gato pero este argentino, Gustavo Sylvestre, se lanza hoy contra Milei pero hace propaganda de AMLO para Sudamérica, sin darse cuenta -otro ignorante, sobre México- que lo de Milei sobre el dengue no está lejos de lo que fue AMLO sobre la pandemia. Si Milei no cambia la dirección del Estado sobre el dengue, los resultados serán peores de lo que pueden ser con un Estado activo.
P.D. No se olvide que los resultados pandémicos de la representante de AMLO en la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, son particularmente pésimos, terribles de hecho, de los peores en el mundo, e incluyen el uso pseudocientífico, anticientífico y perjudicial de la Ivermectina, gracias al doctor José Merino.
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ver-elementos-pelicula · 1 year ago
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Elementos ( 2023) es una Acción película dirigida Javier Navarrete y protagonizada por Jim Caviezel, Mira Sorvino.
Publicado : Jul 03, 2023 Tiempo de ejecución: 131 min. Género: Acción, Drama Estrellas : Jim Caviezel, Mira Sorvino, Bill Camp, Kurt Fuller Director: Javier Navarrete
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diario-vespertino · 1 year ago
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Los pueblos originarios de Argentina en busca de la reparación del genocidio
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Los juicios de lesa humanidad por los crímenes perpetrados durante la última dictadura militar Argentina, crearon un precedente a nivel mundial, pero también han sentado las bases para que los pueblos originarios promuevan causas judiciales contra el Estado argentino por prácticas genocidas. Alentados por los procesos que han tenido lugar en los últimos 40 años, distintas comunidades indígenas han emprendido sus propios procesos de memoria, verdad y justicia, con los que han conseguido ya dos sentencias a su favor. De momento, la Masacre de Rincón Bomba (1947) y la Masacre de Napalpí (1924), obtuvieron sentencias favorables y se investigan las masacres de San Antonio de Obligado (1887) y de San Javier (1904). Además, se han presentado denuncias judiciales para que se investigue y se lleve a juicio la Campaña del Desierto (1878-1990).  PRIMERAS CONDENAS AL ESTADO ARGENTINO En julio de 2019, una sentencia condenó al Estado argentino por la Masacre de Rincón Bomba (Formosa), consideró crímenes de lesa humanidad los cometidos por la Gendarmería Nacional contra el pueblo indígena Pilagá y ordenó reparaciones. Entre el 10 y el 30 de octubre de 1947 las fuerzas de seguridad nacional fusilaron a más de 400 pilagás en las localidades de Las Lomitas y Pozo del Tigre. La Masacre contó con el apoyo de la Fuerza Aérea, y Carlos Smachetti, el comandante del avión que ametralló a decenas de personas desde el aire, fue procesado. En el Juicio por la Verdad de la Masacre de Napalpí, celebrado en mayo de 2022, un juzgado federal responsabilizó al Estado argentino por la matanza y reclamó una serie de medidas reparatorias. “La masacre fue un delito de lesa humanidad cometido en el marco de un proceso genocida de los pueblos indígenas”, estableció la jueza Zunilda Niremperger en la sentencia. En Napalpí murieron entre 200 y 300 personas de las comunidades qom y moqoit, tras una balacera con la que 130 policías, gendarmes y paramilitares, reprimieron una protesta de la comunidad. Sus cuerpos fueron calcinados y enterrados en fosas comunes. Su historia negada o tergiversada. Y en septiembre de 2020, los caciques Luis Pereyra y Rosa Pereyra, de las comunidades qom presentaron una denuncia ante un fiscal federal por la Masacre de San Antonio de Obligado (1887) calificándola como delito de lesa humanidad y genocidio. De salir adelante este proceso, sería el primer juicio por la verdad sobre un hecho del siglo XIX. Hasta ahora, la versión oficial de la masacre señalaba que los indígenas habían matado al cura Ermete Constanzi y fueron asesinados en represalia, pero recientes investigaciones demuestran que la historia fue otra. En 1887, Rudecindo Roca, por entonces gobernador de Misiones, mandó a pedir una “china” de una comunidad por lo que una niña fue llevada a la fuerza, lo que provocó una indignación general. Los indígenas emboscaron a los soldados cuando volvían a la comunidad, lo que hizo que el hermano de Roca, propietario de un ingenio azucarero, enviase un grupo de caballería a la reducción (concentración forzada de poblaciones indígenas) de Santa Ana, que acabó provocando la carnicería. Lo que los investigadores encontraron en las actas de fray Ermete Constanzi -un sacerdote italiano que había sido convocado para “cristianizar” a los indígenas-, es lo contrario de lo que se contaba hasta entonces y que había servido para justificar la matanza.  En las actas que detallan los acontecimientos, el fraile defiende “la inocencia” de “sus” indios ante el Ministerio del Interior y la prensa. Diez años después, es asesinado por seguir defendiendo a las comunidades. Exactamente al revés de la versión oficial, según las investigaciones realizadas, que sirvieron para armar la causa. En diciembre del pasado año, las comunidades indígenas de San Javier y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fé presentaron una denuncia ante la fiscalía federal solicitando la apertura de una investigación por el Derecho a la Verdad sobre los hechos del 21 de abril de 1904, en esa localidad. “Venimos por este acto a formular DENUNCIA PENAL, por la persecución, represión y matanza a integrantes del pueblo Moqoit, todos crímenes de lesa humanidad en el marco del genocidio contra los pueblos originarios, llevado adelante en distintos puntos de nuestro país durante la conformación del Estado Nacional Argentino”, argumenta la denuncia. Y agrega que consideran esa investigación, a más de cien años de ocurridos los hechos, “imprescindible para que la verdad jurídica refleje la verdad histórica, la que se viene transmitiendo oralmente en nuestras comunidades, de generación en generación”. En San Javier murieron a comienzos del siglo XX un centenar de personas moqoit y otras tantas resultaron heridas. Según la versión oficial, se trató de un malón (ataque sorpresivo de indígenas) que fue repelido. La historia oral de los indígenas habla de fosas comunes y enterramientos de personas con vida. En agosto del año pasado, la referente mapuche-tehuelche Ivana Huenelaf, presentó una denuncia ante los tribunales para que se investigue como genocidio la persecución y matanza de pueblos originarios de la Patagonia durante las expediciones militares conocidas como “Campaña del Desierto” (1878-1890). La configuración del Estado-Nación, con el fin de la colonia, planteó la necesidad de  imponer su soberanía sobre las regiones indígenas autónomas. Se calcula que en la llamada “Conquista del Desierto” cerca de 14 mil mapuches fueron asesinados o hechos prisioneros. La Reforma de la Constitución Nacional en 1994, reconoció la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. EL PRECEDENTE DE LOS JUICIOS POR LA VERDAD Los Juicios por la Verdad fueron un procedimiento judicial, sin efectos penales, que se llevaron a cabo durante 18 años en Argentina, ante la imposibilidad de perseguir penalmente a los responsables de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura, frente a la impunidad que les garantizaban las leyes de Obediencia Debida, Punto Final e Indulto. Son fruto de la lucha de los organismos de derechos humanos, que buscaron estrategias alternativas para hacer frente a la impunidad, a través de la búsqueda judicial de la verdad. Al pasar de los años, anuladas las leyes de impunidad, surgieron causas penales que imputaron a responsables de terrorismo de Estado, para las que se tuvieron en cuenta las pruebas presentadas en los Juicios por la Verdad.  En el caso de los indígenas, los Juicios por la Verdad buscan llevar “reparación histórica y simbólica” a los pueblos originarios argentinos que fueron reprimidos, perseguidos, cazados, asesinados y negados. A falta de responsables con vida, estos juicios se erigen en el medio adecuado para garantizar los derechos a la verdad, a una reparación integral y a la no repetición. Así lo entiende, entre otros, Diego Vigay, fiscal federal ad hoc, que encabezó la investigación preliminar y participó en el juicio de la Masacre de Napalpí en representación del Ministerio Público Fiscal. Vigay explicó al DiarioAR que tomaron como precedentes tanto “el proceso de juzgamiento de crímenes de lesa humanidad de la última dictadura cívico militar, que tiene más de 1.100 condenados y que es considerado de vanguardia a nivel mundial”, como los juicios por la verdad celebrados en los ‘90 en distintas jurisdicciones del país. “Entendimos que, más allá de las demandas civiles donde no intervienen las fiscalías federales, era imprescindible la realización de un juicio oral y público, porque el compromiso asumido en juzgar los crímenes de lesa humanidad debe abarcar todos los que ocurrieron en el transcurso de la historia nacional, no solo los de la última dictadura”, dijo Vigay. A su juicio, la importancia de estos juicios es que permiten subrayar que las prácticas genocidas no terminaron con la conformación del Estado nacional “sino que continuaron en matanzas del siglo XX como la masacre de Napalpí y de La Bomba, dos casos que se dieron en gobiernos democráticos”. Para el sociólogo Marcelo Musante, integrante de la Red de Investigadores sobre Genocidio y testigo en el Juicio por la Verdad de la Masacre de Napalpí, pensar que estos juicios son deudores de los procesos posdictadura acarrea riesgos. “Habría que tener cuidado con que decir esto no implique sacar toda la agenda indígena, y la potencia que hay por parte de las comunidades al haber sostenido las demandas, sobre todo la memoria oral contando las masacres de generación en generación. Acá lo central es la palabra genocidio, que permite pensar en un proceso a largo plazo, planificado, sistematizado”, indica.   “GENOCIDIOS DE PRIMERA Y DE SEGUNDA” Paula Alvarado Mamani es abogada de la Federación Pilagá y una activista kolla que participó en la querella en el juicio por la Masacre de Rincón Bomba.  “Nosotros, los indígenas, creemos que existen ciudadanos de primera y de segunda generación. Las personas excluidas de ciertos sistemas, o sea, los indígenas y las personas en condiciones de vulnerabilidad, pertenecemos a otro tipo de clase social, económica y cultural, pensada desde lo inferior”, asegura. Y destaca que de ahí viene la tesis “de que existen genocidios de primera y de segunda, los genocidios de segunda no son reivindicados, no son contados y, peor aún, son invisibilizados. Entonces, estos juicios tienen que ver con una reparación histórica estatal, pero todavía falta mucho. Muchos organismos de derechos humanos tampoco abrazan la cuestión indígena, porque hay otros factores en juego, el factor clasista o el factor racista, sin ir más lejos.” Alvarado Mamani sostiene que esto se vio muy claramente con las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, dos jóvenes que fueron asesinados por defender la causa mapuche. Mientras las movilizaciones y las protestas, en el caso de Maldonado -un joven de clase media-, fueron masivas, las de Nahuel -un joven mapuche- no lo fueron en la misma medida.   La primera causa de pueblos originarios contra el Estado nacional fue la de la Masacre de Rincón Bomba en junio de 2005, para cuya sentencia hubo que esperar 14 años. “Estamos hablando de causas que el Estado tuvo guardadas en un cajón (retrasando su resolución) durante 15 años”, afirma Musante y señala que tampoco se puede hablar del Estado “como algo monolítico”, ya que estos casos implican no sólo al poder Ejecutivo de turno sino también al Judicial. “Las primeras respuestas que da la Procuración del Tesoro respecto a las Masacres de Rincón Bomba y Napalpí, es negar a las comunidades en tanto etnias, aseguraron que ni los pilagá ni los qom son etnias argentinas. Entonces, si los qom no son una etnia, no pueden hacerle un juicio al Estado por genocidio. Además, argumentaron que la masacre no fue tal y que ‘solamente’ murieron cuatro personas en un enfrentamiento. O sea, aparece la palabra enfrentamiento que sí tiene que ver con la última dictadura. Pero acá lo que hay es una negación de la identidad étnica, por eso creo que es muy importante este proceso de 15 años por el cual se llegó a lograr esto, y lo valioso de todas estás sentencias positivas que se están dando”, destaca el sociólogo. EL VALOR DE LA HISTORIA ORAL INDÍGENA Melitona Enrique fue una de las últimas supervivientes de la Masacre de Napalpí. Tenía 107 años cuando murió en 2008 sin saber que, 14 años más tarde, algo de esa reparación histórica por la que luchó toda su vida iba a hacerse realidad. Melitona no llegó a declarar personalmente ante los fiscales los hechos que vivió cuando apenas era una niña, pero los mantuvo vivos en la memoria (la suya y la de los otros integrantes de la comunidad) a través de la tradición oral. Sabino es el menor de los 12 hijos de Melitona, el único que queda con vida y que aportó las vivencias de su madre ante la Fiscalía. “Ella siempre contaba que ellos (la comunidad), ya estaban en ese lugar antes de que se hiciera una reducción de indios Napalpí, que sus padres trabajaban duro, pero les pagaban muy poco y empezaron a reclamar”, dice Sabino, que recuerda que su madre hablaba poco porque le daba mucha tristeza: “Lo contaba en qom porque no hablaba castellano y yo le traducía”. “No hay que olvidar que los sobrevivientes, y los integrantes de las comunidades viven muy lejos de donde suceden los juicios, justamente porque fueron corridos en las matanzas”, advierte Musante y señala que los juicios, además, “no están pensados interculturalmente, con lo cual, no sólo tienen que acercarse a declarar, sino que lo tienen que hacer en un lenguaje como el jurídico, que les resulta sumamente ajeno”. La reconstrucción de lo sucedido en las matanzas se consiguió, fundamentalmente, con el testimonio de las y los sobrevivientes, y sus descendientes, pero también fue fundamental el trabajo de archivistas, sociólogos, historiadores y antropólogos, que aportaron pruebas. “Esto sirvió para fundamentar o para avalar esa historia oral que las comunidades venían sosteniendo. De alguna manera, se trata de un reconocimiento porque pareciera que esa memoria oral valiese menos que los documentos, y queda siempre como solapada, como de segunda categoría”, resalta Musante.  Alvarado Mamani confía en que con el tiempo esto sirva para demostrar una verdad histórica que pueda afectar a la sociedad en su conjunto, no sólo a las comunidades, y para prevenir cosas que todavía suceden. Para Musante, “lo de la transmisión oral de generación en generación también implicó un costo, o sea, permitió que ahora se pueda llegar a un juicio, y que se haya mantenido esa memoria, pero tuvo un costo altísimo que fue el terror que generó”. El abogado polaco Raphael Lemkin, que acuñó el concepto de genocidio, argumentó que se trata de un proceso de destrucción que busca transformar la identidad de un pueblo a través del aniquilamiento de parte de la población. Otro de los objetivos de las masacres es instalar el miedo, que funciona como disciplinador. “Se trata de mostrarle a las otras comunidades lo que te puede pasar si protestas”, en palabras del sociólogo argentino.  Fuente: https://globalter.com/los-pueblos-originarios-de-argentina-en-busca-de-la-reparacion-del-genocidio/ Read the full article
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