#feltlikeminetho
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Ojalá te encontrara en alguna cafetería… Sólo bebo un poco de café bien cargado, sabes que me encanta… una hoja en blanco, un teclado, gente a mi alrededor, gente desconocida a mi alrededor… un cigarrillo, mis audífonos y una melodía tristísima que me ayuda a escribirte por última vez (espero).
Cada día muero un poco más, no lo he de negar. Cada día es una lucha constante por pertenecer y seguir deambulando pese al dolor que causa tu ausencia y ahora prefiero desahogarme junto a mi única compañera, la soledad.
Te extrañaré como a nadie en el mundo, te extrañaré como lo he hecho desde el último día que te vi. Te extrañaré como lo he hecho desde que terminó nuestra relación, te extrañaré como lo he hecho desde meses antes de que decidieras terminar esta historia. Y créeme, estoy seguro que lo haré por mucho tiempo más. He trabajado por aminorar el dolor, el extrañarte, el pensarte, el soñarte, el llorarte un poco todos los días, el deambular con mi alma de vagabundo errante por la ciudad… una ciudad que me queda tan pequeñita que no quepo en ella, y a la vez tan enorme que no te encuentro repentinamente dando la vuelta a la esquina o en la sala del cine, o en el pasillo de una librería, en la caja del supermercado, en la barra de algún clandestino bar... o en la mirada de las miles de personas que todos los días deambulan a mi alrededor. ¡Qué dicha la tuya que no tienes que perderte de tu mirada! Aquella que todos lo días ves en el espejo, o en el reflejo de los ojos de aquel “alguien más”. Pena la mía que la busco desesperadamente por todos lados y no la encuentro… No encuentro tú olor, tu sabor, tu voz, tus manías, tu risa, tu llanto… He estado buscándote en distintos brazos, en distintas miradas, en distintos labios, y no te encuentro. ¡No estás, carajo! Y muero un poco siempre cada vez más y más. No sé si voy a sobrevivir, todo el tiempo lo dudo… mi corazón no es tan fuerte, mi corazón está tan resentido que casi tengo la certeza de que está tan cansado que en algún momento cederá al cansancio… y mi cabeza, esa que te da mil vueltas todos los días, esa que casi enloquece día a día. Esa que no cesa de repetir una y mil veces tu nombre, esa que no se deja vencer y te invoca noche a noche antes de caer rendida de sueño… Esa cabeza tan aferrada a lo que ya no es. Mis neuronas luchan por ti, por tu imagen, por tu recuerdo, por tu sonrisa, por tu risa… y mis brazos secundan a mis pensamientos y me duelen a cada contacto ajeno, se decepcionan cada que son estrechados por alguien que no eres tú y lloran tu ausencia a la vez y se aferran a otros tantos brazos tratando de encontrar consuelo y vuelven a llorar de la decepción… siempre un vano consuelo que no llega…
Todo los días me pegunto por qué, por qué te extraño tanto, por qué te amo tanto… qué me hiciste, qué me diste, por qué no puedo olvidarme de ti, por qué para ti es tan fácil hacerlo mientras yo muero. Yo caigo en la desesperación y la locura… Ojalá pudiera olvidarte pronto, ojalá en un golpe de suerte pudiera olvidar los últimos siete años de mi vida… Y es que no imagino cómo dejarás de dolerme si no es olvidándome de todo y desde la raíz.
Me imagino caminando, entrando a un café y encontrarte ahí sentado solito, tranquilo, leyendo algún texto… Quiero acercarme pero entiendo que no quieras cruzarte conmigo, verme, escucharme… entiendo que es difícil soportar la presencia de aquel ser al que estás olvidando tan rápido y que darías todo por evitar. Te encuentro en el café, te imagino ahí, levantas la mirada y me descubres de pié frente a ti… Hagamos algo, seamos breves, fríos el uno con el otro, no demos pié a malestares personales: Tú incómodo con mi presencia queriendo que todo termine pronto y yo deseando que te quedes y me abraces. Te imagino ahí; los dos, me miras, no sonríes pero no importa, te observo como desde hace semanas no lo hago… entiendo en tu mirada que quieres que me vaya… de nuevo cedo frente a ti y me inclino porque el encuentro sea breve… listo, una muy breve despedida y una rápida partida. Déjame partir a mí primero; no soportaría quedarme y verte partir como ha ocurrido ya antes fuera de mi imaginación. Prefiero irme… prefiero ser yo quien se dé vuelta primero y partir… y entonces será por fin un adiós.
Te extrañaré… y lo escribo ahora para no tener que decírtelo de frente en esa cafetería dentro de mi cabeza. Te escribo ahora con la esperanza de que me leas, si quieres, no te sientas obligado a hacerlo. Ojalá no tuviera que verte ni en pensamiento; es doloroso; ojalá todo este mal sueño terminase pronto, pero lo triste es saber que no será así para mí; aún me queda mucho por extrañarte... Y aquí quedo de nuevo solo, triste, cabizbajo y enfermo de amor por ti… un café, una hoja en blanco y una tristísima melodía llega a mis oídos mientras vuelvo a derramar una lágrima por ti...
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