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Festival La Sub 25. Jornada final.

Madrid, 17 de julio de 2022. entre las nueve y la medianoche.

Nave de Terneras de Matadero Madrid.

6ullet & Fectro + Las Dianas + Lyraine + Dora

Me pregunto si 6ullet & Fectro han hecho prueba de sonido. Todas las ideas (y las hay, y muy buenas, del patanismo Drum'n'bass a l punk/funk Red Hot Chilly Peppers, sin filtro) que han metido en sus bases suenan a verbena en la lejanía y lo que están contando es un eco ininteligible. Y no podéis imaginar el calor que hace en el recinto donde se ha programado esta jornada. El viernes estuve al aire libre y la diferencia es hiriente. No me sorprende que apenas haya gente.

Las Dianas tienen el encanto de las bandas de instituto, y en este lugar, casi me siento como en una fiesta de quinceañeras, buscando al mozo que me quite la virginidad. A mis años. Pero ellas tienen esa maldad pizpireta que tanto ha estado buscando la industria musical hispánica mientras ignoraban el potencial de Alaska. Ellas, Las Dianas, tienen que crecer, sus canciones bobas se llenarán de algo que no sabemos que será. O se apagarán. El futuro es suyo.

Que vayan a hacer la ola subidas en el No Controles ya es un gran presagio. Y la versión, tiene su gracia. Han sabido hacerla suya.

Lyraine se enfrenta al sonido sucio del lugar, o su batería, que está sufriendo bastante. Que venga con guitarra y batería ya es novedoso para alguien que cruza el trap con el R&B, y que añada una traductora de signos es un detalle llamativo. Pero esto es música, y ella viene con ganas de remover el tablero. Yo no veo suficiente empuje, detrás de tanta ambición. Pero este es un lugar difícil y frustrante. Y ella transmite algo parecido a desgana. Sin embargo esa mezcla de autotune con la estética y la actitud del ¿Grunge? merece curiosidad.

Dora (Salvatore) trae una propuesta absolutamente fuera de lugar, que los programadores han colado un poco por remover a la audiencia, o por mero cálculo publicitario, tratándose de la última vástago del clan de los Bosé. Digamos que hace pop, con algunos toques de soul, y de electrónica, más afortunadas visitas a los estándares latinos, que arropa con una voz competente y una actitud entre descarada y distante sobre el escenario. Pero lo que se intuye es que ella misma anda saltando entre varios tiestos, y que no va a decidirse por ninguno concreto. Quizás los vaya cambiando de sitio, quizás los destruya todos y baile sobre sus pedazos.  Así anda, entre la sorpresa y lo convencional. Y ya he visto volar una maceta, al ritmo de excesos punk-rock, mientras se volvía loca entre el público.

(Ha vuelto la traductora de signos, supongo que es cosa del festival. Parece una idea extraña pero estimulante, y ella, traduciendo y bailando, es un aliciente).