#ese bañador te está pequeño
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burning-red-nero · 2 years ago
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Pirate Festival: Prólogo
Localización: Playa.
Aviso: Mención de suicidio, idea de suicidio, bromas sobre la muerte.
Chiaki: ¡Yahoooooo! Es el maaaaaaaaar...✩
¡El Océano Madre! ¡La madre que protegió, amó y crio a todos los seres vivos, grandes y pequeños!
¡Vinimos a verte! ¡Somos tus devotos hijos cuyos espíritus arden en un rojo tan profundo como el sol de verano!
¡Mamáááááááá! ¿¡Estás bieeeeeeeeeeeen!?
Kanata: El mar~. Tan amplio ♪ Tan grande~ ♪
He vuelto a casa~✩
Tetora: ...
¿Qué pasa con estos tipos…? ¿Cómo están al máximo con este maldito calor?
Hasta ahora, Shinkai-senpai siempre estaba muy calmado, ¿por qué está más enérgico de lo normal?
Shinobu: Ahaha, de verdad le encanta el mar, ¿no?
Pero aun así ¡tener un trabajo nocturno con RYUSEITAI!
Es la primera vez que hago un viaje con amigos así, estoy muy emocionado también~ ✩
Midori: Ugh, me quiero morir ya… No quería hacer nada con este grupo irresponsable durante las vacaciones de verano…
Tetora: Sí, estaba totalmente seguro de que no ibas a venir, Midori-kun. Pero estoy feliz de que te hayas unido. Vamos a esforzarnos juntos en este trabajo.
Midori: Ugh… Morisawa-senpai vino a mi casa por la mañana temprano.
“¡Takamine! ¡Vamos al mar! En caso de que estés durmiendo, ¡buenos días!", dijo mientras tocaba el timbre de la puerta incesantemente…
En vez de seguir ignorándolo, sería mucho menos problemático para el futuro si iba con él, o eso pensaba… Ugh, para las vacaciones de verano, quería holgazanear en mi habitación con el aire acondicionado encendido…
Morisawa-senpai se calienta demasiado y alcanza un nivel peligroso, así que da igual si es la montaña o el mar, no habrá ninguna diferente, él seguirá diciendo "¡Yahoo!" con toda esa energía…
Shinkai-senpai igual, gritando “he vuelto casa” tan emocionado es raro en general…
Incluso si me partiera la cabeza pensando tanto como pudiera, no lo entendería en absoluto, quiero morir…
Shinobu: Ahaha, yo también me sentía absolutamente exhausto tan pronto como llegamos aquí, porque no suelo salir mucho durante el verano, ¿sí?
Soy un ninja de interior después de todo ✩
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Shinobu: Midori-kun, si te sientes cansado, no tienes que seguir llevando mi equipaje, ¿sí~?
¡Durante este verano, voy a realizar actividades como entrenamiento de pesas para ganar fuerza física!
Midori: Sengoku-kun, eres pequeño, así que probablemente por eso no tienes fuerza en los brazos… Trabajo en una verdulería, así que me acostumbré a llevar mochilas como esta…
Tetora: Ossu ✩ ¡Lo convertiremos en un buen entrenamiento! ¡Llevar las mochilas es el trabajo de los de primer año! ¡Así son los deportes!
Lo bueno es que nuestros senpai no han traído mochilas para el viaje, así que será muy fácil  ♪
Quiero decir, eso está bien, pero…
Mi uniforme de RYUSEITAI es negro, ¡así que absorberá todo el sol! ¡Solo de pensarlo, ya me está dando calor~!
Solo por el verano, ¿no está bien si me convierto en Ryusei White?
Midori: En vez de un concierto, podrías querer actuar en traje de baño… Hablando de querer, me gustaría algo fresco en interiores…
Shinobu: ¡Seguid luchando, vosotros dos! ¡Lo primero es la paciencia! ¡Lo segundo es el autocontrol! ¡No hay ni tercero ni cuarto, y lo quinto es el aguante! Eso es un ninja~ ✩
Midori: Me preocupa que todos hagan más de lo que pueden… Si vosotros dos de primer año colapsáis, yo seré el único que quede para acompañar a los senpais raros…
Chiaki: ¡Chicos! Es genial que os estéis haciendo amigos, pero tenemos que ir al lugar de saludo, ¡así que vamos!
Con voces desde el abdomen, ¡reuniremos la energía del mundo entero y la lanzaremos a través de nuestras bocas! Ese es nuestro ataque final, lo llamaremos Ryusei Cannon... ✩
Shinobu: Taichou-dono~. Siempre tienes la mala costumbre de postergar la explicación. ¿Nos dejarás saber qué trabajo tiene RYUSEITAI aquí finalmente, qué tipo de temática es?
Tetora: Ah, ¡yo también quiero saberlo! Quiero decir, no he pensado mucho sobre el trabajo, así que estaba preparándome para ponerme el bañador~ ♪
Shinobu: ¡Yo también! Me gustaría jugar con la pelota de playa con todos, después probar mi técnica de escape en el agua~ ♪
Midori: Todos están muy emocionados por una cosa o por otra… Yo solo quiero que me entierren en la arena y morir.
Chiaki: Fuhaha, ¡espléndido, espléndido! ¡Hemos estado esperando mucho tiempo, así que debemos disfrutar al máximo! ¡Este mar! ¡Estas vacaciones de verano!
¡No perderemos ante el sol de verano! ¡Brillaremos con toda nuestra fuerza! Fuhahaha… ✩
¡En cualquier caso! Para más detalles, Anzu está esperando en el lugar, ¡así que será más rápido si lo cuenta ella! No soy bueno con las explicaciones, ¡eso es lo que pienso!
Shinobu: ¿Anzu-dono? ¿Entonces el trabajo de esta vez es un encargo de Anzu-dono?
Chiaki: ¡Mmhmm! ¡Eso es lo que estoy escuchando! Está trabajando duro incluso en sus vacaciones de verano, ¡no hay duda de que será una buena esposa! ¡Ha ha ha! ✩
Kanata: Puka, puka… ♪
Chiaki: … Ops, Kanata se está dirigiendo al agua con la ropa puesta. Esto no es la escuela, si hace algo demasiado excéntrico, ¿no llamará alguien a la policía?
Kanata: El mar~. Es tan cálido~. Puka, puka… ♪
¿No es divertido~? Es bueno que hayamos venido aquí… ¿Hm?
Rei: …
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Kanata: Oh… ¿Un cuerpo ahogado…?
Oh, no es eso. Es… Rei, ¿no?
Rei, ¿por qué estás flotando en el “mar”? Ese es mi “trabajo”, ¿no~?
Chiaki: ¿Qué pasa, Kanata? Si te está molestando algo, ¡puedes hablar cualquier cosa conmigo!
Kanata: Um… ¿Algo como Rei flotando en el “mar”?
Chiaki: ¿¡Erm!? Él es definitivamente de UNDEAD… ¿Por qué está en el agua? ¿Sigue vivo?
Kanata: ¿Hmm? Pero Rei siempre parece un “cadáver”, ¿no~...?
Chiaki: Hahaha ✩ No lo entiendo bien, pero en cualquier caso, ¡está bien!
Por ahora, ¡vamos a sacar a ese chico del agua!
Salvar a la gente también es trabajo de RYUSEITAI. Este es un buen augurio, ¿no? Parece que va a ser un verano agradable, fuhahahaha... ✩
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bookishnerdlove · 2 years ago
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HQMCTG 21
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Capítulo 21: No. 1 más guapo Gu Qinan se despertó en medio del ruido de Lin Xiaobin. Lin Xiaobin abrió su tienda y le gritó: “¡Niño pequeño, pequeño Nannan, pequeño duende, pequeño compañero de asiento! ¡Date prisa y levántate!” Los ojos soñolientos de Gu Qinan estaban nublados. No sabía si el sonido de las olas era demasiado hipnótico o si Zhan-ge recitaba la canción de cuna demasiado bien. Al final, Zhan-ge señaló: "El niño es joven, por lo que debe dormir más para que su cuerpo crezca". Gu Qinan protestó: "¡Ya no digas que soy un niño!" Fue una pena que sus puños fueran bloqueados directamente por Zhan-ge debido a su ventaja de altura. ¡No era que fuera demasiado bajo, sino que Zhan-ge era demasiado alto! La costa del condado de Nanwan se consideraba una pequeña atracción. Durante el verano, los turistas de los alrededores suelen visitarlo. Por lo tanto, la gestión de la playa era bastante decente y había cámaras por todas partes. Los cuatro se cambiaron y se pusieron sus bañadores. No tenían miedo de que otros se llevaran las tiendas y la comida, por lo que solo dejaron sus objetos de valor en la oficina de administración y se apresuraron al mar. Aunque Gu Qinan puede nadar, nunca nadó en el mar. Zhan Ming lo llevó a alquilar un anillo de natación. Gu Qinan preguntó: “¿Por qué Bin-ge y Yuan-ge no usan flotadores? ¿Nadan muy bien?” Zhan Ming no pudo evitar reírse: "No, es porque Zhan-ge no se preocupa por ellos dos". Gu Qinan estaba muy satisfecho con esta respuesta y dijo: "Entonces te alquilaré uno". Zhan Ming negó con la cabeza: "No es necesario, tu Zhan-ge nada muy bien". Quitándose la camisa y vistiendo solo un bañador, la buena figura de Zhan Ming era aún más obvia. Mientras un adolescente de su edad tenga un peso moderado, estaría en buena forma. Pero Zhan-ge fue aún mejor; tiene un cuerpo delgado, músculos tensos e incluso se pueden ver las líneas musculares en su abdomen. Su altura era un poco más alta que la de los demás, y sus piernas eran más largas que las de los demás. Al caminar por la playa en traje de baño, los ojos de muchas personas se posaron en él sin darse cuenta. Su rostro estuvo inexpresivo durante todo el año. Era genial al máximo. Gu Qinan miró los músculos abdominales de Zhan-ge con admiración, tocó su propio vientre plano y suave y le preguntó a Zhan-ge cómo puede desarrollar su propia figura para verse así. Zhan Ming ya tiene la figura de un hombre adulto; fuerte y firme. Y Gu Qinan todavía era un adolescente; del tipo que era joven, pálido y delgado. Lin Xiaobin lo miró, luego miró a Zhan Ming y preguntó: “¿Por qué siempre anhelas metas que no puedes alcanzar? Mira a Bin-ge que está a tu lado. Esta es la meta que puedes alcanzar. Será mejor que me dejes contarte cómo desarrollé… Gu Qinan lo ignoró, siguió a Zhan Ming con su anillo de natación y preguntó: "¿Debería ir al gimnasio a practicar? Mi curso de taekwondo ha expirado y no quiero renovarlo. Fue bastante inútil, no aprendí ninguna habilidad de lucha”. Zhan Ming tomó su anillo de natación y lo llevó fácilmente, como una rosquilla. “Lo desarrollé a partir de ladrillos en movimiento”. dijo Zhan Ming. Gu Qinan estaba desconcertado: "¿Eh?" Wu Yuan los siguió, pisó el agua con un pie y dijo con una sonrisa: “Lin Xiaobin es el que fue al gimnasio a practicar, e incluso come proteína en polvo. ¿Por qué no miras para comprobar el suyo?” Lin Xiaobin comenzó a mostrar sus propios músculos. Gu Qinan ni siquiera se tomó dos segundos para mirar y solo dijo: "Los músculos de Zhan-ge se ven mejor". Lin Xiaobin se inclinó y de repente salpicó agua de mar sobre la cabeza y la cara de Gu Qinan. Luego gritó: "¡Creo que le debes una paliza a Bin-ge!" Gu Qinan se escondió apresuradamente detrás de Zhan Ming y gritó: "¡Un hombre de verdad nunca miente!" Zhan Ming bloqueó el ataque de agua de Lin Xiaobin por él y le puso el anillo de natación. Lin Xiaobin atacó indiscriminadamente. Después de un tiempo, Wu Yuan y Gu Qinan unieron fuerzas y salpicaron a Lin Xiaobin para que no quedara seco ni un solo mechón de cabello. Zhan Ming probablemente pensó que eran demasiado infantiles, por lo que se sumergió en el mar y nadó lejos. Lin Xiaobin levantó las manos y se rindió. Cuando los tres se detuvieron y se sumergieron en silencio en el mar, Zhan Ming se había convertido en un pequeño punto. Gu Qinan preguntó con cierta preocupación: “¿No está nadando demasiado lejos? ¿Es posible nadar tan lejos?” Wu Yuan dijo: “Deja de preguntar, tu Zhan-ge puede hacerlo. Está bien, no hay problema”. Lin Xiaobin y Wu Yuan no estaban preocupados por Zhan Ming en absoluto. Los dos nadaban de un lado a otro en el mar, susurrándose de vez en cuando sobre qué mujeres hermosas se veían bien. Ya eran más de las cuatro de la tarde y el sol seguía muy intenso. Sin embargo, la brisa marina era fuerte y sumergirse en el agua era muy refrescante, por lo que no hacía nada de calor. Gu Qinan se apoyó en el anillo de natación y se sintió extremadamente cómodo mientras las olas subían y bajaban. Después de un tiempo, Zhan Ming nadó de regreso, se puso su anillo de natación y nadó con él. Lin Xiaobin y Wu Yuan se inclinaron cerca, agarrándose al anillo de natación de Gu Qinan para descansar. Tres personas rodearon a Gu Qinan. Gu Qinan quería ir a tierra, por lo que Lin Xiaobin se quitó resueltamente su anillo de natación, se lo puso y se alejó. Zhan Ming y Gu Qinan bajaron a tierra y se sentaron en la playa. Se arrojó una bolsa de plástico a la playa con las palabras 'Supermercado Seaside'. No sabía quién trajo los bocadillos y tiró la bolsa después de comer. Gu Qinan recogió la bolsa de plástico y encontró una concha lisa frente a él. Extendió la mano para recogerlo y lo examinó cuidadosamente. Era una concha blanca; gruesa, muy suave y tiene un hermoso patrón marrón. Gu Qinan cavó un hoyo en la playa e inmediatamente se filtró agua clara en el hoyo. Puso la concha en el hoyo para limpiar el barro y la arena, luego la tiró en la bolsa de plástico. Se levantó y comenzó a recoger conchas, cristales de mar y hermosas piedras en la playa. Zhan Ming lo siguió, observándolo recoger cosas como un niño. Estas conchas, cristales marinos y piedras no tenían nada de especial. En una playa donde la gente va y viene, las hermosas caracolas que la gente ve en los libros no se pueden encontrar aquí. Sólo algunos fragmentos de conchas de almejas y conchas puntiagudas. Algunas conchas marinas puntiagudas incluso tenían un cangrejo ermitaño. Gu Qinan tomó un trozo de vidrio de mar azul que fue lavado suavemente por el mar, lo sostuvo frente a Zhan Ming y suspiró con asombro: "¡Guau, es tan hermoso!" Zhan Ming miró con atención y solo pudo ver que era un trozo de vidrio roto que era demasiado viejo para ser transparente. Gu Qinan sonrió y dijo: “¿No es hermoso? Este azul es como el color del mar. Los llevaré a casa y se los daré a mis padres. El vaso de mar se puede colocar en la maceta de mi mamá, mientras que las conchas se pueden colocar en la pecera de mi papá. Definitivamente se verá bien”. Gu Qinan levantó la cabeza y habló contra la puesta de sol, que le dio a su cabello negro y silueta una suave luz dorada. La luz del sol entró en sus ojos, brillando intensamente. Un adolescente sencillo y feliz, probablemente todas las cosas bellas del mundo estaban en sus ojos. Era muy diferente del niño que se transfirió a principios de abril. En ese momento, lo que pensó Zhan Ming fue, ¿cómo podría alguien intimidar a una persona como Gu Qinan? "Yo lo recogeré por ti". Zhan Ming dijo después de un momento de silencio. Después de recoger media bolsa de conchas, cristales marinos y piedras, Gu Qinan cavó un gran pozo en la playa y lavó el contenido de la bolsa en el pozo. Zhan Ming también se sentó en la playa y lo ayudó a lavar cada uno con cuidado. Después de lavarse, Gu Qinan comenzó a jugar en la arena y construyó un castillo. Cuando Lin Xiaobin y Wu Yuan desembarcaron, quedaron atónitos por la bolsa de conchas, vidrios marinos, piedras y el enorme arenero de Gu Qinan. Wu Yuan se rió entre dientes. Lin Xiaobin preguntó: "¿Cuántos años tienes?" Gu Qinan: "En cualquier caso, mi coeficiente intelectual es lo suficientemente alto como para estar en el mismo grado que tú". Los tres discutían, y de repente dos jóvenes en trajes de baño se acercaron a ellos mientras usaban toallas de baño. Sonrieron hermosamente y le preguntaron a Zhan Ming directamente: "Pequeño gege, ¿podemos agregarte en WeChat?" Zhan Ming se negó con calma: "No traje mi teléfono". La otra parte no dijo mucho y se fue con una sonrisa. Los otros tres quedaron atónitos. Ser coqueteado no era gran cosa, el punto crucial era que esas jóvenes no eran estudiantes de secundaria. Eran al menos estudiantes universitarios o adultos que trabajaban. Lin Xiaobin y Wu Yuan miraron a Zhan Ming con admiración y dijeron: “¡De ninguna manera, Zhan-ge! Eran unas jovencitas tan hermosas, ¡¿pero no agregaste su WeChat?!” Zhan Ming todavía dijo la misma oración: "No traje mi teléfono". Lin Xiaobin se puso de pie con entusiasmo: "¡Puedo correr a la oficina de administración para obtener su teléfono!" Wu Yuan levantó el pulgar: “Delante de las bellezas, Zhan-ge aún podía mantener la calma. Que admirable, te aplaudo.” Gu Qinan recogió la bolsa de plástico y dijo con total naturalidad: "Zhan-ge es tan guapo, si todos los que lo coquetean lo agregan en WeChat, entonces la lista de sus amigos explotaría". Esta vez, incluso Zhan Ming se rió. Se puso de pie y arruinó el cabello de Gu Qinan, luego dijo: "Tu adulación es demasiado". Gu Qinan, con el pelo alborotado y una expresión seria, dijo: "No es un halago, es un hecho". Wu Yuan y Lin Xiaobin estaban a punto de morirse de risa por Gu Qinan, esta persona divertida. Lin Xiaobin preguntó: "Entonces dime, en nuestra clase, con el nivel de belleza de Zhan-ge, ¿cuál sería su rango?" "¡Número uno!" Gu Qinan no dudó. Lin Xiaobin levantó el pulgar: “Efectivamente, eres el hermano leal de Zhan-ge. ¡Te dejaré tener mi posición de Hermanito N° 1!” Zhan-ge era ciertamente guapo, pero en la Clase 5, no era el más guapo entre las chicas. Ni siquiera estaba clasificado entre los tres primeros. Los primeros tres fueron el miembro del comité deportivo bien vestido y atractivo, el representante de química gentil y guapo, y el discreto Wu Yuan. Cuando Gu Qinan escuchó que Wu Yuan estaba clasificado frente a Zhan Ming, mostró una expresión de '¿Cómo fue eso posible?' Wu Yuan gritó: "Xiao Nanzai, puedes pensar que Zhan-ge es el número 1 más guapo de la escuela, ¡pero no puedes pisotearme!" Los cuatro fueron ruidosamente a cambiarse el bañador y se ducharon. Soplaba la brisa marina y se prepararon refrescantemente para la barbacoa. Las herramientas de barbacoa y la comida fueron proporcionadas por la tienda de barbacoa. Después de pagar, pidieron directamente un menú fijo de 398* . Movieron una caja grande de ingredientes marinados, instalaron una estufa no lejos de la tienda y se prepararon para comenzar a asar. Gu Qinan observó con curiosidad que Zhan Ming encendía los carbones con un líquido para encendedores. Observó a Zhan Ming cepillar aceite en la parrilla, luego alitas de pollo a la parrilla, brochetas de carne de res y salchichas. Mientras esperaban que se cocinara la comida, los cuatro se morían de hambre, por lo que barrieron todos los pasteles de pan que quedaban en la mochila de Gu Qinan. Lin Xiaobin elogió a la madre de Gu Qinan por su previsión. Lin Xiaobin bebió una caricatura de la leche de Wangzai y dijo: “Dije que saldría a pasar la noche, pero mi madre ni siquiera me preguntó a dónde iba. Mira, ¿esta persona de gran corazón es realmente mi mamá? Afortunadamente, soy un buen hijo y no un alborotador”. Zhan Ming no habló, sólo se sumergió en asar cosas. Wu Yuan solo sonrió. Lin Xiaobin se dio cuenta de que había dicho algo mal y dijo avergonzado: "Oh... no quise decir eso... Yuan-ge... Zhan-ge..." Gu Qinan preguntó tontamente: "¿Qué quieres decir con 'no quise decir eso'?" Atrás BL Menú Siguiente   Read the full article
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calebine · 8 months ago
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el ápice de cohibición abandera  el alma, se esparce con el cosquilleo de la emoción inherente, carece de expectativas más allá de la fortuna de saber que josephine accede a compartir algo nuevo en conjunto. es consciente de que no ha pensado en demasía en consecuencias pero, a veces, tan sólo anhela escuchar ciegamente a los pálpitos de su corazón. vaya que tiene tantísimo que agradecerle al pequeño felino por servirle de soporte, pues cuánto se hubiera despreciado por incomodarla. queda en silencio ante la promesa de continuidad de la noche y, en el manto estrellado de santorini, desconoce si josephine siquiera puede imaginarse la ensoñación que supone para él. ‘ dices que no lo sabes pero, ¿cómo no? la luna está sólo para nosotros ’ la sonrisa aflora repleta de afecto, justo mientras los iris se fijan en cómo la luz del satélite perfila las facciones de la británica. ‘ no te estoy reclamando ninguna falsedad, me abandonaste a mi suerte ’ su forma de ver el comienzo de los acontecimientos en toledo está exagerada por mero interés cómico, ni siquiera pretende ser un reclamo auténtico. entre los gracejos que burbujean mientras la observa aferrarse a sí, siente que debería dejar de escuchar tanto al demonio travieso que se posa en la izquierda de su hombro. ‘ me dices terco, pero tú … ’ no continúa, más bien, menea la cabeza como queriéndole decir no tienes remedio. el ensanche entre pétalos se mantiene fijo, incluso cuando da un par de pasos atrás y los brazos le permiten dejarla con cuidado en la arena una vez más. ‘ no pienses que me rendí, huh, sólo estoy dándote un momento ’ cede, pero no permite que la distancia entre los dos sea excesiva. las palmas pican en carencia del contacto y marchan a posarse en el cuello femenino, a la altura de una mandíbula a la que va dejando caricias. la visión no se despega de la femenina, tan cautivado que le es imposible no caer ante dicha influencia, menos, a las sensaciones que emergen en los adentros. ‘ eres tan linda y yo no te lo digo suficiente, sí que debo ser el más tonto del planeta ’  se aventura a la destrucción de distancia, los carmines van en búsqueda de foráneos y se sumen en un beso que le hace detener el movimiento del crono. en la danza lenta, segura, se muestra repleto de cariño y fascinación que siente por ella. lo quiere hacer durar, pero no puede ser tan ambicioso, no todavía. se separa unos centímetros con el aire y una de las palmas desciende un poco más. ‘ tu ropa se arruinará igualmente con la arena, sé que serás buena modelo de la mía ’ las yemas se vuelven atrevidas, furtivas en la forma en la que desabrochan un par de botones de la camisa femenina. no sigue, la cautela le presiona a mantener la cordura. al fin, opta por deshacerse la propia camisa que tira hasta la arena y, luego, hace lo mismo con el teléfono móvil que guardaba en los bolsillos del bañador. en esas, la calidez del torso ahora expuesto contrasta con una brisa templada proveniente del mar, busca la visión de josephine en lo que avanza hacia la orilla. ‘ no tardes, uh, necesitaré que me salves si acabo demasiado profundo ’ tontea, mira que se le da a la perfección nadar, pero le divierte jugar con la idea contraria. poco a poco, entra en el contacto con el agua y se sumerge a la altura de los hombros. el océano, como siempre, sabe recibirlo a la perfección.
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su nombre sonaba tan dulce; solo pasaba cuando el contrario lo pronunciaba. nunca creyó sentir tanto cariño con simplemente escucharlo. le desconcertó por un segundo, creyendo que había cometido un acto tan íntimo en un momento inoportuno; su semblante oscilaba entre la curiosidad y el temor de haber realizado un movimiento incorrecto. ʻ ¿tu habitación? ʼ fue lo único que atinó a responder, aún distraída por los iris que la atrapaban, cautivada por el británico que la sometía a un pequeño trance. así se sentía, algo divino, lejos de pertenecer a un ser mortal. ʻ ah, quedarme en tu habitación… ʼ recién caía en cuenta de la propuesta de caleb, el peso que cargaba y lo fácilmente que era capaz de aceptarla. sus mejillas se sonrojaron; no recordaba la última vez que se había sentido tan apenada junto a él, esta vez sin ser culpa de alguna acción ajena. eran sus propios pensamientos los que le causaban teñirse de un tono carmesí. ʻ acepto. quiero decir, me has ganado con el gato, ahora necesito verlo. ¿por qué se cuela en tu…? ʼ no fue capaz de terminar la interrogante cuando la tomó desprevenida la pregunta del contrario, simplemente negó con la cabeza. ʻ ¿qué piensas hacer? ʼ sintió como su bolso caía a la arena con un suave sonido. la fricción de la tela le dio tantos escalofríos como los dígitos ajenos tocándole delicadamente, sin intenciones de hacerlo. ¿o tal vez sí? quizás era ella quien estaba sumamente atenta a él; cada cosa que decía o hacía el litha parecía darle señales que no lograba descifrar por completo. las facciones del contrario finalmente le dieron una idea: esa sonrisa traviesa que tanto le encantaba. no pudo evitar sonreír también, sin tener idea de lo que vendría después. soltó una pequeña risa, entre nervios y diversión, creyendo que era una broma. no fue hasta que sus pies ya no tocaron el suelo que tomó la sugerencia por lo que realmente era; un aviso de lo que caleb tenía en mente. ʻ no sé qué tan romántico sea, aunque admito que siempre quise que me cargaran en brazos. ʼ bromeó a medias, sorprendida por la fuerza y agilidad del capitán. al parecer, el calor que recorría su cuerpo se vería interrumpido de forma súbita. ʻ ¡hey! no fui yo quien puso ese obstáculo, ¿me estás reclamando algo más? ¿se arruinó tu chaqueta? ʼ las palabras se tropezaban una con otra, sin espacio para respirar; al parecer, lograba quitarle el aliento de mil maneras. se aferró a la figura masculina, preparándose para el impacto. sus ojos ya se encontraban cerrados, al igual que su ceño fruncido. ʻ si caigo, te irás conmigo. ʼ advirtió seguido de un pequeño grito, aunque no creía que su deseo fuera tirarla solamente a ella. no había escapatoria, y de haberla, disfrutaba del caos del momento. el aroma de caleb la rodeaba, al igual que sus brazos. no tenía intenciones de separarse. ʻ está bien, pero ¡déjame sacarme los pantalones al menos! a no ser que me des otra muda de ropa, eh. ʼ no pensaba volver a su habitación empapada. en realidad, no pensaba pisarla en absoluto. cuando se le metía algo en la cabeza, era difícil hacerla cambiar de opinión, todavía más cuando se trataba de pasar más tiempo con quien visitaba reiteradas veces sus sueños.
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elegiaalasestrellas · 4 years ago
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Tripas
    Coge aire.     Coge todo el aire que puedas.     Este relato tendría que durar tanto tiempo como puedas contener la respiración, y luego un poquito más. Así que escucha todo lo deprisa que puedas.
    Un amigo mío tenía trece años cuando oyó hablar del pegging. Que es como se llama cuando a un tío lo follan por el culo con un consolador. Estimulas la próstata lo bastante fuerte y se rumorea que puedes tener orgasmos explosivos sin manos. A aquella edad, mi amigo era un pequeño maníaco sexual. Siempre andaba loco detrás de la forma más excitante de correrse. Así que fue a comprarse una zanahoria y un bote de vaselina. Para llevar a cabo un pequeño experimento privado. Luego se imaginó la impresión que iban a causar en la caja del supermercado la zanahoria solitaria y la vaselina, rodando por la cinta transportadora hasta la cajera de la sección de comestibles. Con todos los compradores haciendo cola y mirando. Con todo el mundo viendo la gran velada que estaba planeando.     Así que mi amigo compró leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahoria. Y vaselina.     Como si fuera a casa a meterse una tarta de zanahoria por el culo.     Ya en casa, se dedicó a tallar la zanahoria hasta convertirla en un instrumento romo. La untó de grasa e hizo bajar su culo sobre ella. Y luego… nada. Nada de orgasmo. No pasó nada salvo que le dolió.     Y luego la madre de aquel chaval le gritó que fuera a cenar. Le dijo que bajara ya mismo.     Así que él se sacó la zanahoria y la metió toda mugrienta y resbaladiza entre la ropa sucia que tenía debajo de la cama.     Después de la cena fue a buscar la zanahoria y se encontró con que ya no estaba. Resulta que mientras estaba cenando su madre se había llevado toda su ropa sucia para lavarla. Era imposible que su madre no encontrara la zanahoria, cuidadosamente esculpida con el cuchillo de mondar de cocina, todavía pringada de lubricante y apestosa.     Aquel amigo mío se pasó meses bajo una nube negra, esperando a que sus padres se encararan con él. Pero nunca lo hicieron. Nunca. Incluso ahora que es adulto, aquella zanahoria invisible sigue suspendida sobre todas las cenas de Navidad y todas las fiestas de cumpleaños. Cada vez que va a cazar huevos de Pascua con sus hijos, con los nietos de sus padres, aquella zanahoria fantasma flota sobre todos ellos.     Aquella cosa demasiado horrible para ponerle un nombre.     Los franceses tienen una expresión: «Espíritu de la escalera». En francés: Esprit d’Escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta pero ya es demasiado tarde. Digamos que estás en una fiesta y alguien te insulta. Tienes que decir algo. Así que bajo presión y con todo el mundo mirando, dices algo cutre. Pero en cuanto te marchas de la fiesta…     Mientras empiezas a bajar la escalera… magia. Se te ocurre exactamente lo que tendrías que haber dicho. La perfecta réplica despectiva que habría desarmado al otro.     Ese es el Espíritu de la Escalera.     El problema es que ni siquiera los franceses tienen una expresión para denominar las estupideces que dices bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que son las que realmente piensas o haces.     Algunos actos son demasiado bajos hasta para tener nombre. Demasiado bajos para hablar de ellos.     Mirando hacia atrás, los expertos en psicología infantil y los psicólogos escolares dicen ahora que la oleada más reciente de suicidios adolescentes fueron en su mayoría chavales que intentaban asfixiarse mientras se la cascaban. Sus padres los encontraban con una toalla enrollada en torno al cuello, la toalla atada a la barra del armario de su habitación y el chaval muerto. Y esperma muerto por todas partes. Por supuesto, los padres arreglaban la escena. Le ponían pantalones al chaval. Hacían que todo tuviera… mejor aspecto. O por lo menos, que pareciera deliberado. Un triste suicidio adolescente normal y corriente.     Otro amigo mío, un compañero de escuela, tenía un hermano mayor en la marina que una vez le dijo que los tíos en Oriente Medio se la cascaban de forma distinta a como lo hacemos aquí. Aquel hermano estaba destinado en un país desértico donde en los mercados públicos se vendían unas cosas que parecían abrecartas elegantes. Cada una de aquellas elegantes herramientas era una varilla fina de metal pulido o de plata, tal vez tan larga como la mano de uno, con un remate en un extremo, ya fuera una bola de metal o bien uno de esos elegantes mangos labrados que tienen las espadas. Aquel hermano que estaba en la marina decía que los árabes se la ponían dura y luego se introducían aquella varilla de metal dentro y a lo largo de toda su polla tiesa. Se la cascaban con la varilla dentro y aquello hacía que correrse fuera mucho mejor. Más intenso.     Y es que aquel hermano mayor se dedicaba a viajar por el mundo y a enviar expresiones en francés. Expresiones en ruso. Consejos útiles para cascársela.     Después de aquello, un día el hermano pequeño no apareció en la escuela. Por la noche me llamó para preguntarme si le podía recoger los deberes durante las dos semanas siguientes. Porque estaba en el hospital.     Tenía que compartir habitación con viejos a los que les estaban operando de las tripas. Me dijo que todos tenían que compartir el mismo televisor. Que lo único que tenía que le daba un poco de intimidad era una cortina. Que sus padres no lo iban a visitar. Me dijo por teléfono que ahora mismo sus padres eran capaces de matar a su hermano mayor, el que estaba en la marina.     El chaval me contó por teléfono que —el día antes— estaba un poco colocado. Despatarrado en la cama del dormitorio de su casa. Encendiendo una vela y hojeando unas revistas porno viejas, preparándose para pelársela. Justo después de oír la historia de su hermano mayor. La historia de cómo se la cascan los árabes. Así que se puso a buscar algo que le sirviera. Un bolígrafo era demasiado grande. Pero en un costado de la vela había un reguero fijo y liso de cera que podía funcionar. Usando la punta de un dedo, el chaval separó el largo reguero de cera de la vela. Lo alisó más con las palmas de las manos. Hasta dejarlo largo y liso y fino.     Colocado y salido, se lo metió dentro, más y más adentro en la rajita del pis de su polla tiesa. Y con un buen cacho de la cera todavía sobresaliendo de la punta, se puso manos a la obra.     Todavía hoy va diciendo que esos árabes no tienen un pelo de tontos. Que han reinventado por completo el cascársela. Tumbado de espaldas en su cama, las cosas empezaron a ir tan bien que el chaval se olvidó totalmente de la cera. Le faltaba una sola sacudida para correrse cuando se dio cuenta de que la cera ya no le sobresalía.     La fina varilla de cera se le había escurrido adentro. Adentro del todo. Tan adentro que ni siquiera notaba el bulto de la misma dentro de su conducto urinario.     Desde el piso de abajo, su madre le gritó que bajara a cenar. Le dijo que bajara ya mismo. Este chaval de la cera y el chaval de la zanahoria eran personas distintas, pero todos venimos a vivir de la misma manera.     Después de la cena, al chaval le empezaron a doler las tripas. Como no era más que cera, supuso que se derretiría y que acabaría por mearla. Pero ahora le dolía la espalda. Los riñones. No se podía incorporar del todo.     Mientras el chaval me hablaba por teléfono desde el hospital, de fondo se oían campanilleos y gente gritando. Concursos televisivos.     Las radiografías mostraron la verdad, algo largo y delgado, doblado por la mitad dentro de su vejiga. Aquella V larga y fina que tenía dentro estaba aglutinando todos los minerales de su orina. Estaba creciendo y se estaba volviendo más áspera, recubriéndose de cristales de calcio, y se movía de un lado a otro, rasgando el blando revestimiento de su vejiga y bloqueando la salida de su orina. Tenía los riñones taponados. Lo poco que le salía de la polla era rojo de la sangre que llevaba.     Aquel chaval, delante de sus padres, de toda su familia, todos mirando la radiografía negra en presencia del médico y de las enfermeras, todos mirando la enorme V de cera de color blanco brillante que tenían frente a las narices, tuvo que decir la verdad. Cómo se la cascaban los árabes. Lo que le había escrito su hermano desde la marina.     Por teléfono, llegado aquel punto, se echó a llorar.     Le pagaron la operación de la vejiga con sus ahorros para la universidad. Una sola equivocación estúpida y ahora nunca llegaría a ser abogado.     Meterte cosas dentro. Meterte dentro de cosas. Ya fuera meterte una vela en la polla o meter el cuello en un nudo, sabíamos que iba a traer problemas.     Lo que me trajo problemas a mí es algo que yo llamaba Pescar Perlas. En otras palabras, cascármela debajo del agua, sentado en el fondo de la parte más profunda de la piscina de mis padres. Tragaba aire y pataleaba hasta el fondo y me quitaba el bañador. Y allí me quedaba sentado durante dos, tres o cuatro minutos.     Solamente de hacerme pajas, yo tenía una capacidad pulmonar enorme. Si estaba solo en casa, me pasaba la tarde haciendo aquello. Después de escupir mi chorro, mi esperma, se quedaba suspendido en el agua en forma de pegotes grandes, gordos y lechosos.     Y al final de todo, me sumergía una vez más para recogerlo todo. Para recogerlo y luego limpiarme la mano con una toalla. Es por eso que se llamaba Pescar Perlas. Aun con el cloro, tenía que preocuparme de mi hermana. O, Dios bendito, de mi madre.     Aquel era mi miedo más grande en el mundo: pensar que mi hermana virgen adolescente pudiera empezar a ponerse gorda y luego dar a luz a un niño retrasado mental con dos cabezas. Y que las dos cabezas serían igualitas a mí. A mí, el padre. Y el tío.     Al final, la que te cae encima nunca es la que te temías.     La mejor parte de Pescar Perlas era la entrada de aire del filtro de la piscina y de la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse encima de ella.     Como dirían los franceses: ¿a quién no le gusta que le succionen el culo?     Con todo, uno puede ser un chaval que se la está cascando y al cabo de un momento ya nunca podrá ser abogado.     Yo bajaba a sentarme al fondo de la piscina y el cielo era un cielo surcado de olas y de color azul claro, visto a través de los dos metros y medio de agua que me cubrían la cabeza. El mundo estaba en silencio salvo por el latido de la sangre en mis oídos. Llevaba el bañador a rayas amarillas anudado alrededor del cuello para tenerlo a mano, solamente en caso de que apareciera un amigo, un vecino o alguien para preguntar por qué me había saltado el entrenamiento de fútbol americano. La succión continua de la entrada de aire de la piscina me iba lamiendo y yo frotaba mi escuálido culo blanco sobre aquella sensación.     En aquel momento yo tenía el suficiente aire y la polla en la mano. Mis padres se habían ido al trabajo y mi hermana tenía ballet. Se suponía que nadie tenía que venir a casa durante horas.     Mi mano me llevó al borde mismo de correrme y luego me detuve. Subí a coger aire otra vez. Me sumergí y me volví a sentar en el fondo.     Y seguí haciendo aquello una y otra vez.     Aquella debía de ser la razón de que las chicas quisieran sentarse en tu cara. La succión era como pegar una cagada que nunca terminaba. Con la polla dura y algo comiéndome el culo, yo no necesitaba aire. Con la sangre latiéndome en los oídos, me quedaba allí abajo hasta que me empezaban a revolotear estrellitas luminosas frente a los ojos. Con las piernas extendidas y la parte de atrás de las rodillas llena de arañazos causados por el cemento del fondo. Los dedos de los pies se me estaban poniendo azules y tenía los dedos de las manos y pies arrugados de pasar tanto tiempo debajo del agua.     Y entonces dejé que pasara. Que empezaran a brotar los enormes pegotes blancos. Las perlas.     Fue entonces cuando necesité tomar aire. Pero cuando intenté patalear contra el fondo, me encontré con que no podía. No podía poner los pies debajo de mí. Tenía el culo atascado.     Los enfermeros de los servicios de urgencias cuentan que cada año hay unas ciento cincuenta personas que se quedan atascadas así, succionadas por una bomba de circulación. Se te engancha el pelo largo, o bien el culo, y te ahogas seguro. Todos los años se ahogan así montones de personas. La mayoría en Florida.     La gente simplemente no habla de ello. Ni siquiera los franceses hablan de TODO.     Levantando una rodilla, y metiendo un pie a presión debajo de mí, yo había conseguido ponerme medio de pie cuando noté el tirón en el culo. Pasé el otro pie por debajo de mí y me impulsé con el pie contra el fondo. Ya estaba pataleando libre, sin tocar el cemento pero sin llegar tampoco al aire.     Todavía pataleando en el agua, agitando los dos brazos, noté que estaba tal vez a medio camino de la superficie pero que no podía subir más. Los latidos que oía dentro de mi cabeza eran cada vez más rápidos y más fuertes.     Mientras los chispazos de luz pasaban una y otra vez por delante de mis ojos, me giré y miré atrás… pero lo que vi no tenía sentido. Una soga gruesa, una especie de serpiente, de color blanco azulado y llena de venas trenzadas, había salido de la piscina y me estaba agarrando el culo. Algunas de sus venas estaban soltando sangre, una sangre roja que parecía negra debajo del agua y que se alejaba flotando de los pequeños desgarrones en la pálida piel de la serpiente. El rastro de sangre iba desapareciendo en el agua, y dentro de la fina piel blanca azulada de la serpiente se veían bultos de comida a medio digerir.     Aquella era la única explicación posible. Un horrible monstruo marino, una serpiente de mar, algo que nunca había visto la luz del día, había permanecido escondido en el fondo oscuro del desagüe de la piscina, esperando para comerme.     Así pues… le di una patada, a aquel montón de piel y venas resbaladizo, con textura de goma y lleno de nudos, y más de aquello pareció salir del desagüe de la piscina. Ahora ya era tal vez tan largo como mi pierna, pero me seguía agarrando el agujero del culo con todas sus fuerzas. Le di otra patada y me acerqué unos centímetros más a dar una bocanada de aire. Aunque todavía sentía que la serpiente me tiraba del culo, me situé unos centímetros más cerca de mi escapatoria.     Apelotonados dentro de la serpiente, se veían restos de maíz y cacahuetes. Se veía una pelota de color naranja brillante. Era uno de aquellos complejos de vitaminas en forma de pastillas para caballos que mi padre me hacía tomar para ayudarme a ganar peso. Para que me dieran una beca para jugadores de fútbol americano. Con hierro extra y ácidos grasos omega-3.     Fue ver las vitaminas lo que me salvó la vida.     No era una serpiente. Era mi intestino grueso, el colon que se me había salido. Lo que los médicos llaman un «prolapso». Eran mis tripas succionadas por el desagüe.     Los enfermeros cuentan que la bomba de una piscina absorbe trescientos litros de agua por minuto. Lo que significa una presión de casi doscientos kilos. El problema es que por dentro lo tenemos todo interconectado. El culo no es más que el otro extremo de la boca. Si yo no me agarraba las tripas, la bomba seguiría succionando —sacándome las entrañas— hasta cogerme la lengua. Imaginad pegar una cagada de doscientos kilos y veréis que es algo que puede daros la vuelta de dentro afuera.     Lo que sí puedo deciros es que las tripas no sienten mucho dolor. No de la misma forma en que la piel siente dolor. A la materia que estás digiriendo los médicos la llaman materia fecal. Más arriba es el quimo, grumos de una porquería semilíquida y tachonada de maíz y cacahuetes y guisantes redondos.     A mi alrededor flotaba una sopa de sangre y maíz, de mierda y esperma y cacahuetes. Hasta con las tripas colgándome del culo, y yo agarrando lo que quedaba, mi primer impulso fue volver a ponerme el bañador.     No fuera que mis padres me vieran la polla.     Sin dejar de agarrar bien fuerte lo que me salía del culo, con la otra mano cogí el bañador a rayas amarillas y me lo solté del cuello. Aun así, ponérmelo resultó imposible.     Si quieres saber qué tacto tiene tu intestino, cómprate un paquete de esos condones hechos de membrana intestinal de cordero. Saca uno y desenróllalo. Llénalo de mantequilla de cacahuete. Úntalo de vaselina y sostenlo bajo el agua. Luego intenta rasgarlo. Intenta romperlo por la mitad. Es demasiado resistente y gomoso. Es tan viscoso que se te escapa de las manos.     Esos condones de membrana de cordero que no son más que intestinos.     Ahora entendéis con qué me las estaba viendo.     Como lo soltara un segundo, me quedaba sin tripas.     Si nadaba hasta la superficie para coger aire, me quedaría sin tripas.     Y si no nadaba, me ahogaría.     Podía elegir entre morirme en ese instante o morirme al cabo de un minuto.     Lo que mis padres encontrarían al volver del trabajo sería un enorme feto desnudo y encogido sobre sí mismo. Flotando en el agua turbia de la piscina de su jardín. Amarrado al fondo por una gruesa soga de venas y tripas retorcidas. Lo contrario de un chaval que se ha ahorcado accidentalmente mientras se la cascaba. El mismo bebé que habían traído a casa trece años atrás. El chaval que ellos confiaban que consiguiera una beca gracias al fútbol americano y se sacara un máster. Que los tenía que cuidar cuando fueran ancianos. Ahí estaban todas sus esperanzas y sus sueños. Aquel chaval que flotaba, desnudo y muerto. Rodeado de enormes perlas lechosas de esperma desperdiciado.     O bien eso o mis padres me encontrarían envuelto en una toalla ensangrentada, desplomado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, con un cacho partido y maltrecho de mis tripas todavía colgando de la pernera de mi bañador a rayas amarillas.     El tipo de cosas de las que ni los franceses quieren hablar.     Aquel hermano mayor que estaba en la marina nos enseñó otra buena expresión. Una expresión rusa. Igual que nosotros decimos en inglés: «Me hace tanta falta como un agujero en la cabeza», los rusos dicen: «Me hace tanta falta como tener dientes en el agujero del culo».     Mnye etoh nadoh kahk zoobee v zadnetze.     ¿Sabes esas historias que se cuentan sobre animales atrapados en una trampa que se arrancan su propia pata a dentelladas? Pues bueno, cualquier coyote te dirá que un par de mordiscos son preferibles a estar muerto.     Joder… aunque no seas ruso, algún día esos dientes te pueden hacer falta.     Porque si no los tienes, lo que has de hacer es lo siguiente: has de forcejear hasta darte la vuelta. Te pasas un codo por detrás de la rodilla y te levantas esa pierna hasta la cara. Luego te pones a darte dentelladas en el culo. En cuanto se te acaba el aire, eres capaz de morder cualquier cosa con tal de volver a respirar.     No es algo que quieras contarle a una chica en vuestra primera cita. No si esperas un beso al final de la velada.     Si te contara cómo sabía, nunca más volverías a comer calamares.     Es difícil saber qué asqueó más a mis padres: cómo me había metido en aquel lío o cómo me había salvado. Después de salir del hospital, mi madre me dijo: «No sabías lo que estabas haciendo, cariño. Estabas en estado de shock». Y aprendió a hacer huevos escalfados.     Todo el mundo estaba muerto de asco o de lástima por mí…     Me hacía tanta falta como tener dientes en el agujero del culo.     Últimamente la gente siempre me dice que estoy demasiado flaco. Cuando nos invitan a cenar la gente se queda callada y se cabrea porque no me como el estofado que me han preparado. El estofado me mata. También el jamón al horno. Todo lo que se pasa más de un par de horas en mis tripas sale exactamente igual. Si he comido judías blancas o atún en pedacitos, cuando me levanto del retrete los veo ahí exactamente iguales.     Después de sufrir una resección intestinal radical, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro sesenta de intestino grueso. Yo soy afortunado de tener veinte centímetros. Así que nunca conseguí una beca para jugadores de fútbol americano. Y nunca me saqué un máster. Mis amigos, el chaval de la cera y el chaval de la zanahoria, crecieron y se hicieron grandes, pero yo nunca he pesado un kilo más del que pesaba aquel día a mis trece años.     Otro grave problema fue que mis padres habían pagado un montón de dinero por aquella piscina. Al final, mi padre simplemente le dijo al tipo de la piscina que había sido un perro. Que el perro de la familia se había caído dentro y se había ahogado. Y que el cadáver había sido succionado por la bomba. Incluso cuando el tipo de la piscina rompió el armazón del filtro para abrirlo y sacó un tubo como de goma, una madeja acuosa de intestino con una pastilla enorme de vitaminas dentro, incluso entonces, mi padre se limitó a decir:     —Ese perro de las narices estaba chiflado.     Incluso desde la ventana de mi dormitorio en el piso de arriba, se oía decir a mi viejo:     —A ese perro es que no lo podíamos dejar solo ni un segundo…     Entonces a mi hermana no le vino la regla.     Ni siquiera después de que cambiaran el agua de la piscina, ni siquiera después de que vendieran la casa y nos mudáramos a otro estado, ni después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron nunca a mencionar aquello.     Nunca.     Esa es la zanahoria invisible de mi familia.     Ahora ya puedes respirar hondo otra vez.     Porque yo todavía no he podido.
    Tripas: Un relato de San Destripado, por Chuck Palahniuk. Extraído de Fantasmas.
Chuck Palahniuk (2005). Fantasmas (Trad. Javier Calvo Perales).
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lubay-nue · 4 years ago
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Un Ataque al Corazón 25
Notas del cap:
 Una disculpa, dije que este iba a estar el primero de noviembre pero ya saben ¬¬ me salen mamadas de último minuto que no me dejan acercarme a la pc… lamento eso… a ver si mas al rato o en los días subsecuentes les puedo traer cada cosa que ando escribiendo que… bueno… van a verlo pronto ¬u¬
 ¡A leer!
 Sorry, este está chiquito
  25 - ¡Vacaciones de Halloween! P.2
-¡Bala de cañón!-  grito Chile al tiempo que caía abruptamente a la piscina creando un gran chapote; todos ríen, México solo observa tranquilo, leyendo más interesado el libro de romance que había encntrado; hasta ese momento, todos se encontraban en la tarde de su primer día de vacaciones; ya habían llevado hace media hora una guerra de lucha al hombro y ahora era el latino el que descansaba tranquilamente al lado de Guatemala, ambos a la sombra de una sombrilla y leyendo interesados un libro
 Al ver a los alrededores en el hotel, era claro su alto nivel y que su nombre era al nivel de su reputación y al mismo tiempo, de su esfuerzo pues, si bien, todo tenia la pinta de monstruos de terror, incluso sus trabajadores iban vestidos como zombis, esqueletos y otros monstruos aterradores pero aun dentro del traje de trabajo, era algo digno de verse; además, llevaban rato riendo de ver como Perú y otros alumnos más habían sido asustados por lo que parecían simples maniquís que al serles pasada electricidad no paraban de temblar pero que, de la nada, saltaban y gritaban dando un susto de muerte. Claro, Perú, quien había estado demasiado cercas, casi sufre de un paro cardiaco en aquel momento y poco después, fue la burla de todos por un buen rato, hasta de su pareja
 A USA y Canadá ni los habían visto desde la mañana, México no vio salir a Canadá de su habitación en ningún momento y de algún modo, lo prefirió; la noche pasada no paro de tener por pesadilla ese recuerdo donde Canadá tiembla y solo grita que estaba siendo utilizado por México. El recuerdo le parece incomodo al latino en esos momentos. Niega molesto y continua su lectura que ha quedado interesante aunque algo empalagosa… lo que sea con tal de no recordar a Canadá, se dijo
 -¡México!-  escucho la voz canturrean te de Colombia y Ecuador, asustado, baja el libro encontrando lado a lado a ambos countrys que en cuanto se saben vistos, toman a México tanto de manos como de pies; el libro que tenia es quitado de su cuerpo por alguien que no alcanza a ver
 -¡Ora! ¡Pendejos! ¡Aléjense de mi cabrones! ¡En banda no culeros!-  grita el latino nervioso al tiempo que ve como lo van acercando a la piscina
-¡Nel! ¡Ya me bañe!-  grita tratando de soltarse de los otros dos
 -¡¿Listo?!-  grita divertido Ecuador, México niega y grita que no en todo momento pero el country solo miraba a su hermano quien asiente
-¡Uno! ¡Dos!... y… ¡Tres!-  y tan pronto como gritan ambos hermanos al número tres, liberan al latino de su agarre lanzándolo al agua donde es recibido por los demás countrys y alumnos que comienzan a chapotear con más fuerza en una guerra de todos por todos
 A lo lejos, en la planta de los de primera clase, Rusia y sus amigos observan la escena divertido, Alemania se encuentra lejos de su tecnología también leyendo un libro, Japón está más entretenido viendo animes con audífonos en su teléfono mientras Rusia observa desde su balcón a México ahora riendo y mojando a los demás y luchando por quitarse sus lentes para poder ver mejor
 -Pareces una acosadora enamorada Rusia-  habla Alemania luego de ver por 10 minutos que su amigo seguía en la misma posición y, cansado de su “timidez” opta por hablar, haciendo al mismo tiempo, que Japón reaccione y mire la misma escena que lleva rato viendo el alemán
-¿Tan difícil es para ti acercarte a hablarle como una persona civilizada-no acosadora?-  pregunta fastidiado. Rusia le mira con enfado ante su insulto, Japón salta y grita alegremente haciendo mover el bañador femenino de un modo coqueto… que bueno es que ambos amigos sepan que Japón es hombre y ya no se asustan
 -¡Si! ¡Eres el sempai! ¡Se un buen seme!-  grita alegremente Japón entre saltos, Rusia mira confundido a su amigo; estaba bien que escuchaba sus relatos y explicaciones extendías y confusas sobre los animes pero tampoco es que entienda mucho todos los modismos con los que le habla a fin de cuentas; al volver la mirada a Alemania en espera de que le pueda ayudar a saber qué rayos le ha dicho su amigo, este solo se encoje de hombros restándole importancia, explicando con ese simple gesto, que el tampoco tiene mucha idea de que es lo que le estaba hablando el country de blanco
 -Olvídalo… voy al comedor-  acaba derrotado, saliendo de la habitación de los tres amigos y partiendo en dirección, suspirando entre pensamientos ¿Cómo diablos se le podía acercar si salía corriendo cada que le veía? No le tenía miedo, eso había quedado claro desde hacia tiempo pero ¿Cómo rayos se podía acercar a él?
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 -Al fin, hora de la comida, estaba muriendo de hambre- habla emocionado Venezuela entrando delante de todos sus amigos en dirección del comedor; México ríe por lo bajo, limpiando con su sudadera holgada sus lentes y acomodándolos de nuevo en su rostro para ver mejor; ahora que mira a todos lados, encuentra a lo lejos a Rusia sentado junto a su grupo y por su lado, USA llega emocionado viendo todo como un niño pequeño y a Canadá más cansado que antes; México ríe bajito tratando de no llamar la atención
 *Parece ser que nadie le advirtió que USA se emocionaba demasiado*  piensa divertido el latino, sentándose apartado de sus amigos al ya no alcanzar asiento, sentándose con un grupo mixto de los salones, saludando tímidamente al no ser sus conocidos; de pronto, la alegría y la forma tan abierta de ser del latino vuelve a ser cerrada y callada con la mirada hacia abajo y un gesto retraído. Esto no pasa desapercibido ni por Rusia ni por USA Y Canadá; mas nadie dice nada
 La cena comienza. Hay un pequeño show con los camareros que llevan platos llameantes que van dejando de mesa en mesa, acomodando trozos de carne incendiándose en cada plato de cada persona y finalmente, apagándolas con un trapo que dejan caer en cada plato; los elegantes bailes de los camareros elegantemente vestidos se ve interrumpido luego de que acabara el show de fuego, la luz del lugar desapareció. Completa oscuridad inundo el lugar; se escucharon quejidos y chillidos de sorpresa, unos cortos instantes de silencio y, sorpresivamente un grito de algún hombre. Ante el grito inesperado, algunos sacaron teléfonos para iluminar, los empleados comenzaron a gritar que se había ido la luz y que no era parte del show, era claro que se les escuchaba nerviosos, en especial luego del grito
 -México-  hablo suavemente Canadá tratando de ponerse de pie, siendo detenido por USA, el americano saca su teléfono y al usar la lámpara encuentra a lo lejos a México también con su teléfono en mano, con la luz hacia arriba en el techo para iluminar un poco mas; algunas personas en pie y finalmente, el grito ensordecedor y aterrante de una mujer
 -¡Auxilio! ¡Un muerto! ¡Auxilio!-  grito una de las camareras abrazada a un hombre que lucia pálido; las luces comenzaron a enfocar en el suelo donde, efectivamente, uno de los camareros se mostraba manchado de sangre en su pecho
 -Esto no me está gustando-  hablo bajito México buscando con la mirada en la dirección en la que estaban sus amigos, cuando alcanzo a ver a Brasil, también viendo la escena del crimen pero más cercas y a los demás ya movidos de sus mesas para acercarse y ver en que podían ayudar o simplemente, para ver lo que pasaba, se escucha una moto cierra seguido de algo golpeando  en una mesa
 Un nuevo grito de personas suena, México apenas gira con lámpara de teléfono en mano y alcanza a ver que un hombre con capucha y moto cierra ha enterrado el artefacto en una mesa y la estaba cortando por la mitad. Los gritos comienzan a volverse fuertes, la gente corre despavorida, México es golpeado por algo o alguien y de pronto, se ve corriendo, siguiendo al resto de las personas a diferentes lugares
 -¡México!-  escucho el girito de Chile preocupado, cuando trato de llegar a él y verlo, algo había tomado su mano y lo jalo en dirección del resto de los clientes que corrían hacia la derecha para salir del comedor mientras que Chile iba por la parte norte y algunos otros de sus amigos, por la parte de la izquierda
 -¡Chile! ¡Brasil! ¡Jamaica!-  trato de llamarlos sin ser consciente de quien le estaba tomando la mano, solo comenzar a correr con más velocidad cuando alcanza a ver que no era solo uno, sino otros tres o tal vez cuatro encapuchados con mascaras blancas y armas diferentes, uno con un mazo gigante que lucía pesado, otro, lucia tener alguna especie de cuchillo gigante y el ultimo no logro ver que poseía entre sus manos, pero fue suficiente para hacerlo correr con velocidad hacia el exterior aferrando la mano que lo tenía sujeto, perdiendo su teléfono en la huida
 Notas finales:
 Esta chiquito pero sirve que los dejo con la intriga y si… esto se pone bueno ¬u¬ esperemos que mañana pueda traerles un nuevo capítulo XD… porque esto se pone cada vez mejor ¬u¬
 Y para dejarlos con la intriga, esta vez no hay datos extras muajajajajajajajaajaj
 ¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
 Ko-fi 
 Patreon (No se muy bien como funciona)
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versatiro2 · 5 years ago
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EL SICOMORO segunda parte
Cuando desperté, me encontré solo en la habitación. El sol entraba por la ventana, me estaba cegando. No sabía cuánto tiempo había dormido, pero todas las horas en aquella cómoda cama, no eran suficientes para recuperarme del cansacio acumulado desde que dejé la casa de Jeff y Raúl. Mi polla recordó aquella sesión en el cuarto mágico y su dureza no me permitía bajar al salón para desayunar. Como la habitación de Alberto tenía un lavabo con un espejo, me arcerqué en pelotas y empecé a meneármela. Me acordaba de Óscar y su tremenda tranca. Aún conservaba su frasco con esencia de eucalipto macho. También me vino a la mente el martirio que Fede y el cazador me infligieron bajo el aromático algarrobo, qué delicia. Los días con Luis y el Rubio bajo el gran roble, me llevaron al borde del orgasmo, pero el impresionante y tragón culazo de Ramón en el acebuche, hizo que soltase unos lefazos que pringaron el espejo donde me reflejaba. Qué delicia de pajote, de alguna manera, disfruté de algunos de los amantes que hicieron mi periplo mucho más agradable en la habitación del último. Pero a pesar de lefar el lavabo y el espejo, mi rabo seguía durísimo. Necesitaba mear, pero la erección no me lo estaba poniendo fácil. Apreté cuanto pude, y al fin noté una sensación de quemazón por mi uretra hasta que empecé a mear el lavabo. Fue una gran meada a consecuencia de la sidra.
De repente, escuché voces por la ventana. Eran demasiadas voces como para ser una conversación entre Alberto y Tiburcio. Me asomé, y vi a seis jóvenes charlando y gastando bromas bajo el sicomoro. Todos iban vestidos con una especie de uniforme. Llevaban un polo azul marino, pantalón corto blanco y una mochila amarilla. Me lavé por partes en el lavabo lefado y meado, y bajé a la cocina a desayunar.
-Hombre, Matt —dijo Tiburcio invitándome a la mesa—. Ya están aquí los chicos de la universidad. 
-Ah, sí. Algo me dijo ayer Alberto. 
Una buena taza de café y unas tostadas calientes era todo lo que necesitaba para acabar definitivamente con la resaca. 
-Alberto les está explicando todo lo que van a hacer. Van a quedarse hasta el lunes. 
-¿Y qué día es hoy? —pregunté desorientado. 
-Hoy es viernes, Matt. ¿Hasta cuando te quedarás tú? 
-Pensaba irme mañana. He de seguir mi camino. Además, no tengo más dinero. 
-Calla, no seas tonto. No te preocupes por eso. Desde hace meses no he visto a mi nieto tan contento como esta mañana.
Alberto entró al caserón con el grupo de universitarios e hizo las presentaciones antes de instalarlos en sus habitaciones. Los seis se pusieron en fila de mayor a menor altura, parecían los hermanos Dalton, todos vestiditos iguales y supermonos. Para colmo, sus nombres también seguían un orden alfabético, era curioso:
Anuar, el más alto, era un bellezón de piel negra con el pelo rapado y una figura esbelta espectacular. 
Berto, un italiano muy gracioso, llamaba la atención por el gran tamaño de su nariz. Llevaba el pelo moreno repeinado hacia atrás con mucha gomina. Era muy atractivo, la verdad. 
Carlos era mulato, cubano para más señas. Tenía una boca de escándalo, menudos labios. Era el que más relajado se veía por la torsión de sus caderas. 
Dimitri, el cuarto, no era el típico ruso, lo tenía todo excepto la altura. Flacucho, rubio rapado, ojos azules y labios rojos. Su nuez era la más prominente, pero eso, alto, lo que se dice alto, no era. 
Eneko, un chico de Bilbao bastante neutro en su expresión, tenía el cabello negro, los ojos negros y la piel blanca. Era el más ancho de hombros y piernas, y tenía un morbo curioso, era el que más paquete marcaba en aquellos pantaloncillos blancos universitarios. 
Fausto, el más bajito de todos, no llegaba al metro sesenta. Paticorto, con el pelo anillado color cobre y cara de ángel, sus hechuras estaban muy proporcionadas a su altura. 
Como no podía ser de otra manera, hice un escaneo rápido de cada uno de ellos e imaginé sus potenciales sexuales. Alberto hablaba y hablaba, pero yo no escuché ni una palabra. Uno a uno, en fila india, lo siguieron escaleras arriba para llevaros a sus habitaciones, momento que mis ojos hicieron el visionado final de cada uno de sus culitos en pantalón blanco. Todos diferentes pero igualmente sugerentes. 
Alberto no esperó para comenzar con las actividades. Fue un espectáculo verlos salir a todos en bañador pitufo, también uniformados con los colores de la universidad, unos speedo con la parte trasera amarilla y la delantera bicolor en blanco y azul marino. Fueron a dar una vuelta en uno de los pequeños barcos de pesca por el embalse. Yo me abstuve de participar, preferí quedarme con Tiburcio preparando la comida de aquellos jabatos de último curso.
-Deberías haberte ido con ellos, yo me las apaño solo. 
-No hombre, estoy seguro que puedo aportar más en la cocina. A Alberto se le ve muy suelto en el agua dulce. Yo soy más de mar abierto.
Congenié mucho con el viejo. Hicimos un gran banquete de bienvenida. Cuando llegó la expedición del embalse, comieron como cachorros hambrientos. Después fueron a descansar a sus habitaciones y Alberto y yo estuvimos charlando bajo el sicomoro. 
-¿Qué tiene de especial este árbol? —pregunté acariciando el relieve descascarillado de su tronco.
-Mi abuelo le puso su nombre al caserón como señal de respeto. El viejo sicomoro estaba ya aquí antes de construir la casa. Creo que fue su tatarabuelo el que lo trajo desde Egipto hace más de 100años. Estas tierras siempre han sido de mi familia hasta que el gobierno las expropió para construir el embalse. A cambio, además de una miseria de dinero, le dejaron construir la casa, el embarcadero y manejar la explotación del negocio que quisiera poner. Y mira, aquí estamos.
-A tus 28 años, ¿esta es la vida que quieres?
-¿Crees que esta es mi vida? En temporada baja nos vamos a la ciudad, no queda lejos de aquí en coche. Tengo más vida que el embalse, tío. ¿Y tú? ¿Qué coño haces dando tumbos por el mundo y sin rumbo a tu edad? —Alberto me devolvió la cuestión con un guantazo sin manos. 
-Perdón, no te estaba juzgando. Ayer, cuando te observaba borracho y desnudo en tu cama, después de follar en la piragua, me pregunté cómo te apañabas para desahogar el fuego interior que tienes. 
-¿Crees que me mato a pajas? —dijo cogiéndome el paquete—. Mira Matt, lo de ayer fue algo que nunca olvidaré, nadie me ha follado como tú, pero tranquilo, que yo no me aburro. 
-Los chavales de la universidad no tienen mala pinta —dije pellizcándole un pezón. 
-Veo que ya vas entendiendo. En casi todas las expediciones que vienen al Sicomoro, hay algún tío que termina deslechándose en mi cama, y mira —dijo señalando un par de montañas al otro lado del embalse—, entre aquellas colinas, se llega a un bosque donde la caza habitual es el cruising. De vez en cuando, cuando me pica el culo, cojo mi barca y me voy a cazar. Siempre hay quien me lo rasque. 
Alberto tenía su vida sexual muy bien montada. Cuando deseaba caña, siempre se buscaba la manera de recibirla. 
-Un día que estaba cachondo como un perro, me adentré en el bosque, me senté en el suelo apoyado en el tronco de un árbol, y esperé a que apareciese algún nabo inquieto. Me hice un cartel con un cartón que ponía "SE CHUPA", y lo clavé en el tronco. No tardó en aparecer el primero. Se sacó el rabo, y sin mediar palabra me puse de rodillas a comérselo. Pero antes de terminar con él, se sumaron dos más. Ese día tenía unas ganas locas de mamar rabo, pero no uno solo, me apetecía comerme varios a la vez. Me pusieron perdido de lefa. 
-Joder, tú si que sabes venderte, cabronazo. 
-No hay nada como un mensaje directo, jajaja. 
La jornada vespertina consistió en una carrera de piraguas por equipos. En esta ocasión sí me apeteció participar, quizá fue porque la piragua me traía buenos recuerdos. Alberto y yo seríamos los capitanes de los equipos y elegimos a tres universitarios cada uno. Mi equipo, estaba compuesto por Anuar el negro, Dimitri el ruso y Eneko, el vasco de piernas recias. Lo llamé "Equipo Flecha" para animarnos a lograr la mayor velocidad. Alberto hizo equipo con Berto, el italiano de nariz prominente, Carlos, el cubano de caderas cachondas y el pequeño Fausto ricitos de cobre. Sus ideas cachondas no podían estar ausentes. Congregó a su equipo para hablar en secreto y desvelaron el nombre de su equipo de una forma morbosa y divertida. En la línea de salida, se pusieron de espaldas a nosotros y de rodillas y al unísono, gritaron haciéndonos un calvo:
-Somos el "Equipo Diana". 
Nos reímos a morir. Sus cuatro culos redondos parecían decirnos "clavadnos vuestras flechas". 
-¡Todos a sus puestos, chicos! —gritó Alberto. 
-Un momento —dije yo—. Deberíamos apostarnos algo, ¿no? 
-Buena idea —dijo Berto. 
-¿Qué os parece si el equipo que pierda hace las camas del ganador? —sugirió Dimitri—. Es algo que no soporto. 
-Qué cutre —comentó Eneko—. Mejor que saque las canoas del agua y las limpie, eso sí que es un coñazo. 
-Dejaos de tonterías —exclamó Anuar—. El equipo que pierda se la mamará a los ganadores. 
-Eso. Y además, habrá rotación, todos probarán las pollas de todos —apostilló el pequeño Fausto. 
Los demás nos miramos un tanto confusos pero nadie dijo que no, entonces Carlos el cubano sentenció. 
-A ver, todos sabemos la fama que tiene "Aventuras Sicomoro". El que viene virgen, vuelve resabiado. 
-¿Estamos todos de acuerdo? —preguntó Alberto orgulloso de su negocio. 
Todos asentimos mirándonos con media sonrisa. 
-Muy bien, pues 3, 2 1... ¡Adelante! 
Comenzamos a remar como locos. A mí me daba lo mismo mamar que ser mamado, pero se notaba que en mi canoa había superioridad de activos. Se lo tomaban muy en serio. Sin embargo, el equipo Diana, estaba más a las risas y el cachondeo. Aún así, íbamos muy igualados. Desde el equipo Diana, Fausto gritaba:
-Vamos chicos, ¿no os apetece ver como Anuar me come el rabo? 
La verdad es que la imagen no tendría precio. Ese pedazo de negro de casi dos metros comiéndole la picha al angelote de cabellos rizados tenía que ser todo un espectáculo. 
-No cantes victoria, pequeñajo —dijo Anuar—. Te voy a reventar la garganta hasta agravar tu voz angelical. 
Por un momento, la piragua naranja, la del equipo Diana, tomó la delantera para entusiasmo de sus ocupantes. 
-Joder, dadle caña —gritó Eneko desde la piragua azul—. Estos mamones necesitan nuestra leche. ¿No veis la cara de comerabos que tienen? 
Nunca hubiera pensado que aquellos niñatos pudieran ser tan descarados. Tenían las hormonas descontroladas.
-Subo la apuesta —propuso Carlos dando fuertes brazadas—. El equipo perdedor, no solo mamará, también pondrá el culo. 
-¡Joder con el cubano! —dijo Berto—. Nunca había visto a un pasivorro como él con tantas ganas meterla. 
-¡Vamos chicos! —arengó Dimitri—. ¡A por ellos! ¡A ganar! ¡Están pidiendo rabo a gritos! 
Nos coordinamos de tal forma, que nuestras brazadas superaron en pocos metros a la piragua naranja del Diana. La boya de meta estaba ya muy cerca y llegamos a sacar unos cuantos metros de ventaja. Así, el equipo Flecha se hizo con la victoria. 
Tras la carrera, estuvimos gozando de un baño antes de volver al Sicomoro. Allí nos estaba esperando Tiburcio con una gran comilona, pero antes debíamos pasar por las duchas para quitarnos el olor a agua embalsada. Hubo un ademán por parte de Anuar de cobrarse la apuesta. Tenía a Fausto de espaldas en la ducha contigua y le dio una patada en las corvas, cayendo de rodillas frente a mí. 
-¿No tienes ganas de mamar, enano? —dijo el negro—. Empieza por Matt, tiene buena tranca. 
-¿Qué haces cabrón? —exclamó Fausto intentando levantarse. 
Tuve que ayudarlo para que no resbalase. Creí que no era el momento. 
-Anuar, no te pases —le reprendí el gesto brusco—. Tiburcio se ha pasado toda la mañana cocinando para nosotros y no se merece que le hagamos esperar. Ya habrá ocasión de cobrar lo que nos pertenece. 
Anuar me miró con cara de pocos amigos y siguió quitándose el jabón. A pesar de tener un buen pollón negro como el carbón, Dimitri la tenía más grande, un rabaco blanco recto y con poco prepucio le colgaba sobre dos pelotas rosas bien gordas.
Disfrutamos de los manjares de Tiburcio hasta altas horas de la tarde. A la comida le siguió una deliciosa tarta de queso horneada, y con el café y los licores caseros del abuelo, nos dieron las tantas.
Yo no tenía el cuerpo para más deporte, pero Alberto se debía al compromiso de las actividades programadas, así que salió de nuevo con los chicos a practicar paddle surf mientras yo dediqué mi tiempo a charlar con Tiburcio. 
-Quédate unos días más, Matt —suplicó el abuelo—. Si no lo haces por Alberto, hazlo por mí. Él suele estar muy ocupado con los campamentos, ahora empieza la temporada alta, y yo a veces no doy abasto con las comidas, ya estoy viejo. 
-Créame que me encantaría quedarme, pero no puede ser. 
-No deberás pagar nada, al contrario, recibirás un sueldo, no mucho, pero te será de utilidad cuando decidas irte —insistió Tiburcio—. Ah, y trátame de tú, cojones. 
-Tiburcio, tu oferta es muy tentadora, pero seguro que habrá algún chaval perfectamente preparado para ayudarte con todo esto. 
-Sí, bueno. Siempre contratamos a alguien. Me caes bien, ¿sabes? Me viene bien tu compañía, y para Alberto puedes ser de gran ayuda, últimamente lo veo descentrado. 
-Eso ya es chantaje emocional, abuelo —dije entre sonrisas—. Alberto sabe apañárselas muy bien solo. Sabe cómo conseguir lo que quiere. 
Me vino a la cabeza la imagen de su nieto tragándose tres rabos bajo el cartel de "SE CHUPA" en el bosque del cruising.
Me costó zanjar la conversación pero la verdad es que Tiburcio era un viejo de puta madre, de esos que tienen el alma joven y da gusto aprender de sus historias. 
Tras la ducha de los universitarios y la cena preparada a cuatro manos por un servidor y el dueño del Sicomoro, volvimos a disfrutar de una noche estrellada al calor de la lumbre junto al árbol centenario que daba nombre a aquel precioso lugar. 
Aunque el día había sido intenso, yo estaba más bien descansado, y los chicos, que estaban entre los 22 y los 25 años, tenían energía suficiente como para organizar la orgía que estaba pendiente. Ellos estarían un par de días más allí, pero yo quería partir por la mañana temprano, así que guiñé un ojo a Alberto y me comprendió a la primera. 
-Chicos, sé que estáis muy a gusto, pero hemos de ir a descansar —dijo Alberto cortando el buen rollo que había. 
-¿No podemos pasar de la excursión de mañana? —sugirió Fausto. 
-Ni de coña. —respondió Carlos el cubano—. Tengo mucha curiosidad por ver qué se cuece en ese bosque del que tanto habla Alberto. 
Qué cabrón. Alberto les había preparado una excursión al bosque del cruising con la excusa de recolectar hierbas aromáticas con las que elaborar licores en un taller posterior con el maestro Tiburcio, gran alquimista en sus viejos tiempos. 
-Quedaos un rato más, tenéis juventud suficiente como para aguantar un par de horas. Yo ya me retiro.
Habiéndose ido el abuelo, teníamos vía libre para dar rienda suelta al morbo y cancelar la deuda de las piraguas. 
-Chicos, ha llegado la hora —dijo Alberto impaciente—. Estamos de suerte. En las habitaciones íbamos a armar mucho follón, pero en los vestuarios podemos hacer lo que queramos. 
Todos nos levantamos y entramos por la puerta lateral. 
-Coged un par de bancos y llevadlos a las duchas —pedí al equipo perdedor que obedeció sin rechistar.
El equipo Flecha, despelotado, nos pusimos de pie entre la pared y los bancos, y el equipo Diana se sentó para pagar su fracaso. Anuar dio el pistoletazo de salida cogiendo la cabeza rizada de Fausto y metiéndole el nabo negro morcillón en la boca. A pesar del rifirrafe en las duchas de la mañana, Fausto no podía negarse. A Eneko le tocó Carlos, a Dimitri Alberto y a mí, el italiano. 
Berto comenzó por olisquearme las ingles y lamerme los cojones. Sujetaba mi polla medio dura acariciando mi prepucio. En un par de minutos, en el equipo Flecha estábamos totalmente empalmados. Los perdedores succionaban nuestras pollas con mucha maestría, cualquiera hubiera pensado que estaban deseando perder la carrera tras conocer el castigo.
Alberto disfrutaba tragándose el tremendo rabo de Dimitri intentando llegar hasta las pelotas pero era demasiada polla para su pequeña boca.
-Eres un puto monitor tragón —decía el ruso asiéndole la cabeza—. Traga, cerdo.
Eneko, cuyo rabo era bastante ancho, aunque no muy largo, no tenía problemas para follarle la boca hasta los cojones al mamón de Carlos. La boca del cubano era descomunal. Con todo el nabo dentro, aún sacaba la lengua para lamerle los cojones peludos sin en mínimo atisbo de arcada.
-Eso es, mírame, puto mamón —decía sudando de gusto el vasco—. Te gusta mi pollón, eh...
-Está delicioso, papi. Nunca había probado una tan gorda —afirmó Carlos.
A mí me encantaba cómo en el intento de Berto por tragarse mi polla entera, me clavaba su tremenda nariz en el pubis, igual que cuando me chupaba los cojones y la hundía en mi escroto. Su nariz era un preciadísimo órgano sexual a la altura de cualquier polla. Era un puto morbazo gozar de su boca y sus lametazos, aunque más morbo me daba mirar como los otros tres perdedores devoraban las pollas de mi equipo.
-¡Rotación! —solicitó Anuar.
Por orden, ahora Berto debía ocuparse de la polla del negro y los otros tres, correrse un puesto a la derecha. Berto lo hacía con una sensualidad suprema, daba gusto verlo engullir aquel pedazo de carne carbonizada con la punta de color fresa ácida. 
Fausto tenía otro reto, encajar el ancho de polla de Eneko. La sujetaba con ambas manos como si fuera un bocadillo. Era como un puto angelote tocando la flauta celestial. Nada más que el glande del vasco, era como un fresón reventón en su boquita. 
(Por razones decespacio, Tumblr no permite más de 100 párrafos, así que este capítulo sigue en una segunda parte plus).
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un-pajaro-salvaje · 4 years ago
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"Por mi Estimado"
[One-Shoot]
Uruguay estaba en su habitación mirando al techo. Se sentía frustrado por más de una razón.
La principal era que la persona a la que más quería estaba siendo cortante y frío con él.
-¿Uruguay?- lo llamó su hermano mayor, Paraguay.
-¿Si?- respondió sentándose en la cama y agarrándose los pequeños rollitos de grasa que se habían formado al sentarse.
-Vamos a ir a la playa, aprontate- dijo sin entrar en la habitación y el oriental pudo oír como se alejaba.
Odiaba ir a la playa, por raro que eso sonara.
Odiaba la arena entre sus pies, era tremendamente desagradable a su gusto, y le traía muy malos recuerdos.
El sonido del mar lograba relajarlo, pero le daba dolor de cabeza si lo oía mucho tiempo.
El viento frío que no dejaba de soplar haciendo contraste con las altas temperaturas lo sacaba de quicio.
El resumen...
Odiaba la playa.
Pero debía ir.
Salio de su cama y se puso su traje de baño porque solo in imbécil rematado iría a la playa con ropa normal si va a estar ahí por horas, y se puso su remera de estampado tropical, un viejo regalo de Estados Unidos de cuando fue a Nueva York ese año.
Cuando salió de su cuarto pudo ver a Argentina saliendo del suyo con un olor a repelente tremendamente fuerte, por lo que supuso dos cosas: que los mosquitos se lo habían comido por la noche, o que había una cucaracha en algún sitio.
-¿Todo bien flaco?- preguntó riendo ligeramente al ver la cara de cansancio del mayor.
-No, los bichos de mierda me re comieron anoche...- gruñó para luego soltar un bostezo.- Espero no enfermarme puta madre...
-Vos tranqui- le sonrió y bajaron los dos al primer piso de su pequeña casa, en la cual se encontraban Paraguay y Guinea Ecuatorial echandose bloqueador entre ellos.
Otra cosa que Uruguay odiaba.
El bloqueador.
No le molestaba en si, pero como su piel era blanca como la nieve era difícil saber por dónde habían pasado el protector y por donde no, y muchas veces terminaba más rojo que Chile y con dolores insoportables por las quemaduras.
Tras prepararse salieron a la playa, que quedaba relativamente cerca de donde vivían, y Uruguay se sentó bajo la sombrilla mientras los demás corrían al agua.
-¿Uruguay? Que curioso, crei que no le gustaba la playa...- dijo Venezuela sentándose a su lado y sorprendiendo al menor, que no se esperaba a nadie.
-No me gusta, pero los cabeza de pija con los que vivo me obligan- suspiró y miró las olas.- Y hasta donde yo sabía a vos tampoco te gusta mucho el mar...
-Estoy en las mismas que usted -agarró un puñado de arena.- ¿Y cómo van las cosas?- le preguntó mirandolo con sus ojos grises.
-Depende de de qué estés hablando la respuesta que te puedo dar.- tosió un poco al sentir un fuerte olor a marihuana ser traído por el viento, y el venezolano no tardó en toser como él. Ambos odiaban las playas por eso también. La gente fumando.
-Supongo que me refiero al sentido amoroso y físico- lo miró con tranquilidad recostandose en una toalla.- ¿No era usted el que me lloraba porque lo estaban tratando feo?
-Ah...eso...¡Yo nunca te lloré!- le dió un golpe riendo ligeramente.
Eso era totalmente cierto.
Uruguay era de los pocos países que lloraban poco o nada en cualquier tipo de situación. Solamente un país lo vio llorar, y eso había sido hacia más de cien años.
-No si no...bueno, hable marico o le tiro arena literal
-Bueno, bueno, calmate...-suspiró y se sirvió un mate, haciendo una pequeña mueca por lo amargo que estaba al ser el primer sorbo.- En lo físico ando bien, estoy re mamado...ahre ojalá, ¡mirá esta panza!¡En nada me dicen a mi La Gorda!- suspiró.
- Mínimo no le dicen muerto de hambre- levantó una pierna y trató de tapar el sol con su pie.
-Supongo... y en el amoroso ando re cagado jaja, no me quiere dar pelota- rió un poco triste y luego miró al otro.- Pero me sorprende que no te moleste que me guste él...
-Ese chamo ya no es un carajito, puede hacer lo que quiera con su vida, al igual que el otro- se encogió de hombros y se sentó mirando al otro.
-Supongo...- suspiró- mientras tanto, yo dudó si la gente no se me acerca porque le tiene miedo a Paraguay o porque no soy interesante- suspiró más amargo que su mate.
-Ya chamo, cálmese- sonrió y miró al mar entornando la vista.
-¿No te trajiste tus lentes?- preguntó alzando una ceja.
-No, nadie con sentido común lleva sus lentes a la playa, lo reconocí solo porque su piel deslumbra pero mal- respondió suspirando- Veo un coño, apenas puedo ver su carita de Ángel bien...
-Maricon- sonrió y le dió un beso cariñoso en su mejilla, haciendo al otro sonreír.
-Solo por usted...- guiñó un ojo.
-Pero no homo
-No homo
Siguieron hablando un buen rato, levantándose y mirando a veces al mar y a veces a las dunas, de un modo bastante agradable para ambos.
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Eso duró hasta que Paraguay salió del agua con una aguaviva en las manos y se la tiró a los dos que hablaban con tranquilidad, haciendo que saltasen y huyeran de donde estaban, para luego volver enojados y perseguir al chileno riendo por media playa hasta que se cansaron.
-¡Bien loco!¡Al fin te movés!- rió el argentino mirando al uruguayo.
-¿Me estas diciendo gordo?- preguntó mirandolo ofendido.
-Si vos fueras gordito ya te hubiera hecho asado, ¿no crees?- sonrió.
-...¿estas diciéndome que sos caníbal?
-Este loco...- rodó los ojos.
-¿Eso es un si?- sugirió Colombia, que se acercaba al ver a Venezuela con ellos.
-¡No!¡No me comería a mi hermano!- gritó un poco fuerte y Paraguay puso una mano en su hombro.
-¿Eso fue doble sentido?- susurró con tono frío.
-¡No la puta madre!- trató de pegarle una piña al paraguayo.
-Igual no somos hermanos de sangre...- susurró el menor mirando como sus hermanos se cagaban a piñas.
-¿No lo son?¿Llevo vivo 200 años y nunca me enteré de eso?-Colombia miró al rayado con una mirada indignada y ojos increíblemente cansados. Se parecían a los de Venezuela en ese sentido, pero eran azul oscuro y no grises claro.
-Colombia, los países no nacemos de parto, creía que ya sabías eso- se sorprendió el venezolano.
-Pues no, nadie se molestó en decírmelo nunca y yo nunca me lo pregunté- respondió con algo de enojo mirando a los dos frente a él.
Siguieron discutiendo un rato hasta que llegaron Panamá y Ecuador a buscar a sus hermanos y volver a su hogar debido a que ya era medio día y el sol pegaba con fuerza increíble.
Uruguay y sus hermanos recogieron sus cosas y volvieron a su casa. Lo primero que hizo el oriental al poner un lie en la casa fue dirigirse a la ducha y poner su estimado Cuarteto de Nos a sonar mientras se sacaba la arena del cuerpo y se limpiaba la esencia marina. O eso fue hasta que descubrió con dolor la quemadura fuxia que tenía en el hombro.
Estaba disfrutando de lo más tranquilo hasta que Argentina aporreó la puerta gritándole que saliera.
-¡Flaco me estoy bañando!- le gritó el oriental molesto sacándose el jabón del cuerpo.
-¡Llevás media hora en el agua!¡Me vas a dejar con agua fría- respondió desde el otro lado de la puerta.
-¿Te acabás de bañar en el mar y me venís a decir que te molesta el agua fría?- el menor apagó el agua y miró a ver si había toallas.
-¡Vos salí!
-Ta, ta, ya va...- se puso a la cintura la única toalla que vio, que resultó tener estampado uno de los escudos de un club de fútbol, y salió del baño con todos los pies mojados. Argentina entró y cerró la puerta, haciendo que el oriental soltase un suspiro y caminaste a su cuarto.
-Oye...- Uruguay volteó a mirar y vió los ojos gris claro de Ecuatorial en los suyos.
-¿Si?- se volteó a mirar al menor, pero este apartó la vista y negó con la cabeza.
-No, nada- le sonrió y caminó a su habitación, dejando al oriental confundido en el lugar.
-¿No te vas a vestir?- le preguntó Paraguay subiendo las escaleras con un tereré en la mano y su bañador en la otra.
-¡Eso va para vos!- se alejó de su hermano nudista y se puso unas bermudas y una remera suelta que tenía, y luego se asomó al balcón que había en su cuarto y miró hacia el jardín.
De pronto se sintió inspirado y una sonrisa apareció en su rostro, volviendo a entrar a su habitación, y de ahí se sentó en su escritorio, tomando una pluma y una hoja y escribiendo con una tranquila sonrisa:
"Mi estimado:
Espero sinceramente que algún día tus ojos se posen en los míos con aquel cariño inocente que nos teníamos en antaño, y que de algún modo parece arruiné. Se que no estás en tus mejores momentos, amado mío, pero todo mejorará y ya lo verás. Yo también en su momento daba todo por perdido, tratando de sobrevivir a dos enormes potencias tratando de matarse a mis lados todo el tiempo, pero ahora soy un país que, si bien es poco reconocido, esta mucho mejor que las grandes potencias en muchos sentidos. Si yo pude salir adelante siendo la mierda que era, tú podrás también, así que no te angusties por eso.
Amor mío, de verdad deseo fervientemente que no te aflijas más por lo que sea que cause que tu sonrisa ya no sea la misma, que tus ojos no brillen, y que tur labios no me dirigan la palabra.
Se que nunca leerás estas cartas, pero en ellas al menos mi corazón puede descargar el peso que siente al verte todos los días, tan hermoso como la vez en que te conocí.
No se por que gasto tinta todos los días en ti, ni por qué me gasto pensando en alguien inalcanzable, pero mi corazón, de no existir estas cartas, estallaría de dolor y amargura, sumiendome yo en el más profundo de los pesares.
Espero que mi persona no te esté molestando, mi amado, porque de ser eso, me alejaré de ti, de tus hermanos, te los míos y de todos para vivir en soledad sin perturbar tu paz.
Espero que tengas una maravillosa tarde y, ojalá, vida.
Siempre tuyo
Uruguay."
Tras escribir eso releyó su carta con una sonrisa más nostálgica y luego caminó hacia su ropero y sacó una caja de zapatos en la que guardaba sus cartas a esa persona, las cuales nunca enviaría ya fuese por uno u otro motivo. Tras añadir su carta al montón, la volvió a guardar y se sentó en su cama.
Le dolía enormemente el hecho de no ser bueno usando la tecnología.
Era de esas personas que lo único que saben hacer en el teléfono es buscar una imagen y mandarla, y quizás mandar un mail, pero demorar horas en hacerlo. Era totalmente incapaz de mandarle a su amado un texto en celular. Lo único que él hacia en la pantalla era buscar cosas en plan de "Piolín de buenos días" y mandarlas a los demás deseando haberles aunque sea sacado una sonrisa.
¿Por qué le dolía tanto?
Por dos cosas.
La primera era que aquel que se había hecho dueño de su corazón prefería mil veces las cosas en pantalla, y la otra era que no le gustaban las cursilerías.
Trató de apartar su mente de aquellos pensamientos y sus ojos se posaron en una vieja pintura de quien sería su "Padre": el Virreinato del Río de La Plata.
Quizás no era un hombre particularmente guapo, pero por lo que recordaba que la gente decía de él, él era un hombre bastante generoso y comprometido, e incluso amigable y testarudo, pero nunca lo conoció en persona como para confirmarlo.
A su mente no tardó en volver el pensamiento de que su bienamado no quería saber ni que seguía vivo. Uruguay suspiró y abrazó su almohada, preguntándose que había hecho para que de golpe su amado dejase de prestarle atención y de "jotear" con él.
Tanto pensaba en aquello que le afligía que no se dio cuenta de que las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. No hizo nada por contenerlas, de todos modos, estaba completamente solo, y pensaba dejar de llorar en breve, pero entonces a Paraguay se le ocurrió la genial idea de entrar a buscar sus medias de sandías a la habitación de su hermanito, y abrió la puerta de una patada, haciendo que el oriental se sobresalta se y girase a mirarlo.
Los dos quedaron en silencio.
Paraguay se encontraba impactado al ver a su hermano con los ojos rojos y llorosos y su rostro húmedo, y Uruguay miraba con temor creciente al otro, tratando de cubrirse el rostro ni bien reaccionó, pero cuando lo hizo, el paraguayo ya corría a abrazarlo con preocupación al ver que su hermano, al cual no veía llorar desde la Triple Alianza, estaba en aquel estado.
-¿Que pasó?¿Que te hicieron?-le preguntó rodeandolo con sus fuertes brazos en modo cariñoso y protector, acariciando su rostro y haciendo que el menor correspondiese y morderse su labio inferior tratando de dejar de llorar.
-Nada...no es nada...- trató de sonreír cuando el contrario tomó so rostro entre las manos, pero sus labios se negaron a hacer el gesto y cerro los ojos con fuerza, dejando salir aquellas lágrimas con amargura.
-Nidi ni is nidi- Paraguay le abrazó de nuevo y el menor escondió su rostro en su hombro, soltando quejidos e tupidos por culpa del llanto.
Su dolor solo fue en aumento.
Le vinieron a la mente más cosas de las que necesitaba para estar triste en aquellos momentos, y sus ojos se desbordaron en lágrimas, y s habitación se llenó con sus llantos.
Todo aquel ruido terminó llamando la atención de los otros dos habitantes de la casa, que al ver al paraguayo abrazando al rioplatense y a este llorando de modo bastante amargo en su hombro, decidieron acercarse y unirse al abrazo.
De golpe un grito de dolor desgarrador resonó por toda la casa.
Uruguay comenzó a temblar y sus llantos ya no eran solo eso.
Soltaba gritos del dolor que sentía por todo.
Y es que hacia años que no derramaba una lágrima y mantenía su sonrisa calmada y cansada, pero al final, todo aquello que había estado sosteniendo sobre sus hombrose se cayó en él y terminó por arañar un poco la espalda del paraguayo inconscientemente, de lo realmente desesperado que estaba.
Tenía miedo.
Se sentía triste.
Tenía dolor e inseguridades.
Pero sentía sobre todo una necesidad de que lo calmaran.
No le gustaba ni un poco la fata de autocontrol que estaba presentando en esos momentos. Era como si su cuerpo eligiese por sí mismo el como moverse y actuar. No podía dejar de soltar llantos y amargo sollozos, no podía dejar de aferrarse a su hermano, no podía dejar de temblar, tiritar y tensarse cada dos segundos. Su mandíbula tiritaba y se sentía agotado, sus ojos ya le dolían de lo mucho que había llorado, y sus manos fueron aflojandonsu agarre, pero su dolor no se había ido.
Quizás ahora se sentía más calmado o tranquilo, pero sus lágrimas no iban a hacer que aquel en quien no dejaba de pensar le prestase algo de atención.
Aquel pensamiento le oprimió como plomo el pecho y un montón de lágrimas volvieron a inundar sus ojos.
Paraguay, Argentina y Guinea Ecuatorial abrazaban al rayado sin realmente saber que más hacer para calmarlo al ser tan poco habitual que el oriental se derrumbase de ese modo, y cuando notaron que se le estaba pasando de a poco y el cansancio le ganaba al resto de emociones, lo recostaron con cuidado en su cama.
-N-N-No me de-ejen...- sollozó al ver que tenían intenciones de dejarlo solo.
-Voy a buscarte algo para que tomes- le dijo Argentina saliendo de la habitación, y Guinea Ecuatorial le limpió con cuidado sus lágrimas.
Uruguay, por su parte, comenzó a sentir extremadamente pesadas sus piernas, luego los brazos, hasta que apenas se podía mover de lo agotado que había quedado.
Argentina le ayudo a tomar un vaso de jugo y poco tiempo después sus párpados ya no pudieron más y se cerraron, dejando que, en cosa de pocos segundos, el oriental se sumiese en un sueño tranquilo.
××××××××××ו×××××××××××
Me costó un puto mundo hacer este One-Shoot sin que Tumbr me borrase la mitad del borrador, pero se pudo ಥvಥ
Espero que les haya gustado porque puse sangre sudor y lágrimas en él ಥ‿ಥ
Sacaré una secuela de esto algún día, pero no será pronto :'D
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btrasistencia · 5 years ago
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                                    FIESTA TEÑIDOS DE NEÓN
Tras una semana de la visita a la escuela, los miembros más altos de la realeza desean premiar a sus hijos y compañía por su buen comportamiento y dedicación. Los nombres de los que cumplen años en el mes de Julio figuran en las paredes con pequeños carteles en tonalidades doradas y blancas que, al apagar las luces, podrás ver brillar en su máximo esplendor. Toda la escena se encuentra teñida de colores neón, esta estrategia va enfocada tanto para afianzar sus relaciones como para obsequiar un momento de tranquilidad. Una nota llega a los miembros de la realeza y la nobleza, con la hora y código de vestimenta para la ocasión, el inicio será después de las siete de la tarde, por lo que la merienda será celebrada con normalidad. Mientras que el vestuario es ropa ligera, puedes incluso tomar tu bañador y alguna camiseta que te guste, las opciones son múltiples. Pero sugieren dejar algo de piel al aire, aunque desconoces las razones hasta que cruzas el umbral del cuarto de piscina del palacio. 
Mientras tanto, los empleados han sido citados también a la celebración, mismo código de vestuario y horario que los de sangre real, sin embargo, ellos deberán cumplir un turno, aunque sea, en alguno de los puestos de entretención comprendido como los siguientes:
Salvavidas.
Bartender.
Centro de pinturas.
Rellenado de alimentos en las mesas de cóctel. 
Limpieza rápida.
Ellos serán los encargados de distribuirse arbitrariamente en el lugar que estimen conveniente, después sólo deberán hacer un informe dando cuenta de sus actividades durante la velada. Su trabajo puede durar una hora o más, dando así pie para que disfruten el resto de la velada como un invitado más. 
INFORMACIÓN OOC.
Al igual que las demás semanas, se dará la oportunidad de enviar sentence memes y abrir starters para todos.
Sugerimos que suban la vestimenta o los dibujos de neón que llevan sus personajes, aunque no es obligatorio, el tag será btr.vestuario como se ha acostumbrado anteriormente.
No es necesario que los empleados digan en qué puestos se desempeñarán, esto es solo para que puedan desarrollar convos ambientas en algunas de las tareas, si lo desean. De todas formas, sean realistas, no pueden hacer los cinco trabajos de forma simultánea. 
Esta fiesta está enfocada en celebrar los cumpleaños de julio, por lo que es una fiesta libre, aunque los empleados estarán desarrollando en algunos tiempos alguna actividad, ésto es netamente para que tengan libertad plena de rolear lo que más les acomode, no es que no puedan hacer ciertas cosas. 
La fiesta se cerrará por Discord, así que pedimos que por favor, se comuniquen con nosotras al buzón del main para decidir el horario. 
Respecto a la actividad anterior: se darán citas a quienes enviaron puntos generales, que fueron tres personas nada más, y se cancela toda dinámica parecida a ésta. Las personas saben quienes son y se les preguntará internamente con quién quieren una cita a lo largo de la semana, una vez conversado con cada una se publicará en este mismo blog. 
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artemuerto · 5 years ago
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A Summer in Italy
Peter se perdió en la risa de MJ mientras Ned continuaba contando la historia sobre su última semana en total cautiverio. Los tres amigos habían pasado las vacaciones de verano distanciados y con una melancólica pena, siendo su último semestre juntos en la escuela, luego de aquellas solitarias aventuras, todos partirían en direcciones opuestas del país para seguir sus sueños. Él bebía a sorbos de su té frío en el pequeño espacio apartado para ellos. Peter venía frecuentando el mismo local desde que le encontró una tarde descuidado, confundido y preocupado por su obvia tardanza a la reunión del equipo de decatlón de su instituto.
Entrar en el local, pidiendo una lista de disculpas en forma de café una tarde lluviosa había sido uno de los mejores accidentes que podían haberlo sucedido en mucho tiempo.
Peter viró el rostro al escuchar como la puerta principal se abría y su respiración se entrecortó al reconocer el cuerpo que se asomaba curioso, de brazos junto a una mujer que parecía dedicarle toda su atención. Ned seguía contando su historia de cómo su abuela le había obligado a cuidar del perro de la familia —no era realmente una obligación, pero nadie quería expresar la obvia falta de decisión y poder de decir ‘no’. Ned nunca podía negarse a su abuela—. La garganta se le secó aun cuando no llevaba ni media bebida y el corazón se le aceleró de tal forma que creyó sus amigos podrían ser capaces de escucharle; un cosquilleo nervioso llegó a sus manos y se aferró al vidrio de su vaso para evitar ser detectado. Escondió la mirada casi con pena.
El hombre permaneció frente a la caja registradora mientras la dependienta le tomaba la orden y ofrecía cordial conversación, al tiempo que su acompañante se distraía con la pantalla del celular. Peter observó como el hombre le entregaba un billete y con sonrisas cortas se despidieron luego de obtener su orden.
—Hey, Pete. ¿Estás bien? —MJ le miraba curiosa y giró el rostro tratando de encontrar aquello que el muchacho veía con tanta insistencia, más solo encontró distintos clientes entrando y saliendo de la tienda, además de finalmente prestar atención al ruido que se acumulaba debido a todas las conversaciones.
—Sí, sí. Estoy bien. —Dando un sorbo se abstuvo a extender su respuesta, y conociendo a la castaña, lo más probable es que no se diese por vencida para descifrarle.
—¿Y? ¿Qué tal tus vacaciones, Pete? —Peter regresó a la conversación, después de ver al hombre desaparecer entre la muchedumbre. Peter suspiró silencioso relajando los hombros y sonrió leve al recordar lo cálida que había sido su estancia junto a un familiar lejano.
El descubrir que May tenía un hermano secreto del que Peter no sabía nada, había sido una verdadera sorpresa, es decir, no que Peter no supiese del hombre, más bien era que no le recordaba casi en absoluto. Fotos fugaces descansaban en el closet, escondidas en una caja de zapatos; de pequeño a Peter le encantaba hurgar entre las cosas de sus tíos, solo para revivir memorias y si tenía suerte, terminar con historias nuevas, ya fuese sobre sus padres o de May y Ben. En ocasiones, le encontraba casi avergonzado en las esquinas de las fotografías, como si quisiese evitar se plasmado en la eternidad a toda costa.
La primera vez que preguntó por el desconocido, Peter tenía unos seis años.
—May, ¿quién es él? —Su tía permaneció en silencio un buen rato y por momentos el pequeño Peter creyó que no había sido escuchado; a punto de repetirse estaba cuando la voz cuidadosa de la mujer llegó a los oídos junto a una caricia en su cabello. Le estaba creciendo rápido.
—Él es Tony. —Peter asintió. Contempló la empolvada foto por unos segundos más antes de repetir el nombre del extraño, como si así fuese posible no olvidarlo.
Tony parecía ser más alto que su tía May, en las fotos se le veía esbelto más no fornido, brazos bien formados a causa del trabajo y el ejercicio ocasional, aunque discernía del clásico juego de abdominales que imitaban las revistas y los comerciales de televisión; por su vientre plano y tonificado se desdibujaba un diminuto y obscurecido camino creado por vellos hasta perderse en la fila elástica de su bañador.
En otras, aparecía con una copa de vino en una mano y un cigarro en la otra. El —para en aquel tiempo— muchacho le daba la espalda dificultándole la posibilidad de reconocerle, si bien, May le disipaba las dudas cuando Peter se mostraba interesado.
—Esta la tomamos en Italia. —May sonrió leve ante algún recuerdo alegre de su niñez y sus años siguientes, y Peter abrió los ojos sorprendido, él nunca antes había siquiera salido de la ciudad y ahora se enteraba que su familia había viajado inclusive fuera del país. —¿Te gustaría ir? —Peter asintió tan de prisa que su cabello se despeinó haciendo a la mujer reír. —De acuerdo. Iremos en las vacaciones.
Aquella promesa se vio opacada por el fallecimiento de su tío Ben.
* * *
Era ahora, diez años más tarde que la promesa en susurros se cumplía. May y Peter habían viajado a Italia a visitar el esquivo hermano mayor de la mujer como presente de graduación de Peter.
Sus ojos no daban cabida a lo que veían. Frente a él, como toda una visión, la Hacienda se extendía majestuosa, amplia y llena de vida con sus escalinatas cubiertas de hojas secas y un camino se flores se bailaba en el suelo al son del viento. Las altas ventanas abiertas, dejaban entrever juegos de cortinas airosas que se mecían con facilidad en la brisa mañanera, a Peter se le cerrarían los ojos en cualquier momento debido por el cansancio y al mismo tiempo no podía dejar de aspirar toda la estancia con admiración y un toque de temor. ¿Cómo era que él nunca antes había escuchado de la antigua estancia Parker?
Peter creyó ver una sombra moverse desde la lejanía, más se olvidó de su inquietud al escuchar como su tía le llamaba; había estado tratando de comunicarse con su hermano, pero no había caso, y ninguno estaba seguro de que el hombre estuviese en casa o al menos lo suficientemente cerca como para que les escuchase. May pasó la mayoría del tiempo en vuelo hablando de los recuerdos que tenía dentro de la casa y del hombre en cuestión. Sobre todo, de su hermano y su obsesiva necesidad por hacer y deshacer motores de autos antiguos y optimizarlos a su antojo. Peter sentía curiosidad por la ingeniería, pero su mayor interés era claro para la química, las ecuaciones y los elementos. Ocasionalmente arreglaba el reloj de la cocina cuando este decidía dar sus últimos cantos.
—¡Bella mía! —May corrió a los brazos de su hermano y juntos viraron en círculos. Peter les observaba casi indiscreto aun debajo de sus gafas de sol. —Siempre es un gusto verte, May. —El mayor sonrió amplio iluminando sus facciones, en lo que May se alejaba a duras penas para regresarle el gesto.
—Deberías ir a visitarnos, así me verías más seguido. —El hombre viró los ojos con burla, pero sin verdadero calor detrás de sus palabras, haciendo un pequeño sonido desconfiado.
—Como si yo dejaría el paraíso.
—Sí, este es el paraíso. —Le concedió May. —Y a este paraíso he decidido traer a Peter. —Su rostro se desconfiguró en sorpresa y buscó ferviente al muchacho. Peter se encogió de hombros al escuchar su nombre y se acercó casi con pena al hombre que desconocía.
—¿Peter está aquí? —Se fue acercando despacio al muchacho, que casi con pena se fue acercando hasta llegar cerca para poder detallarle aun cuando llevase las gafas. —¿Peter pie? —La mención del antiguo sobrenombre, reverberó recuerdos sepultados y le trajo una extraña sensación de alegría.
—Hola… —Finalmente se quitó las gafas de sol y antes de que pudiese procesar lo que ocurría, fue engullido por un abrazo cálido y apabullante.  
*  *  *
Las mañanas siguientes fueron de ensueño. Peter todavía no creía su vista, el espacio donde estaba ni todas las escaleras que debía tomar para poder alcanzar la cocina. Su habitación era fresca, la ventana se abría en totalidad hasta el suelo y con un pequeño balcón podía ver el jardín podado, los arbustos de rosas y las enredaderas que se escabullían por las paredes. Cada mañana —no sabía si era a causa del entusiasmo o de la diferencia horaria—, pero, cada mañana, despertaba a ver el alba. Se apoyaba sobre el barandal y dejaba llevar por el silencio, sintiendo la fría brisa debajo del cielo claro al que todavía le quedaban luceros de la noche anterior.
La primera vez que encontró a Anthony caminando al filo de la alberca, sus ojos se entornaron en intriga y por segundos se perdió en el brillo incandescente y naranja de la colilla de cigarro que descansaba en la mano del mayor. El hombre se notaba cansado, como si no hubiese pegado un ojo en toda la noche y eso era una gran deducción, tomando en cuenta que Peter no le conocía, ni podía verle lo suficiente desde la distancia. Así sería el aspecto del hombre.
Anthony se desplazaba lento, casi parsimonioso por los amplios pasillos vacíos y a pies descalzos. Fumó calmado y estático con la vista fija en el horizonte, Peter quiso llamarle, quiso llamar su atención y quizás compartir un plato de frutas en lo que el sol se asentaba en el firmamento, más la incómoda pena le engullía cada que intentaba acercarse al hombre, como un acuerdo tácito de su mente le impidiese establecer contacto. Contacto que Anthony tampoco intentaba establecer por sí mismo; de no ser por May, las horas en silencio serían tanto arrolladoras como escalofriantes. Peter en serio extraña a Ned.
Tony pudo sentir el peso que cuestionaba su presencia y sonrió para sí al encontrar el semblante adormecido de su sobrino, reposado por encima del balcón. Su pijama estaba descolocado, su camisa arrugada por el movimiento de la noche y los pantalones cómodos se mecían lento, detallando las líneas de sus muslos hasta volverse holgadas una vez que alcazaba detrás de sus rodillas. Hebras de su cabello cobraron vida en la ventisca fría y se sintió tentado a subir hasta su habitación para rodearle con una mullida sábana y protegerle del frío.
Peter salió de su ensueño y se sintió avergonzado de cómo había sido atrapado en su escrutinio silencioso, a sus mejillas subió el calor de un sonrojo y se encogió en sí mismo aferrando las manos al barandal. Tony le sonrió y llamó su atención en señas.
Peter alzó una mano lento, incómodo y aniñado.
Después de desaparecer en su habitación sin mediar palabra, Peter se dio una ducha tibia, pidiendo a deidades desconocidas que se llevase consigo toda su vergüenza y sus actuaciones extrañadas, comedidas ante su tío. Se suponía eran familia, aunque cuando Peter no había escuchado del hombre nunca antes de preguntar por una foto.
May le recibió abriendo una botella de champaña y Peter se sobresaltó ante el ruido inesperado haciendo a su tío reír. Allí volvía el color a sus mejillas.
—No que me oponga. —Dijo el mayor. —Pero tú no eres de las que bebe en el desayuno May, así que, ¿qué estamos celebrando? —May sirvió las tres copas con semblante alegre. La mujer se veía radiante en su vestido amplio con pequeño estampado florar, hombros al descubierto y el sombrero que le protegía del sol ardiente, sus lentes de sol descansaban en el escote de su vestimenta.
—Celebramos que Peter fue aceptado en la universidad. —La pareja de hermanos chocó copas mientras Peter se quejaba por lo bajo tratando de restarle importancia al asunto.
—¡No, muchacho! —Tony posó una mano sobre su hombro y el calor de sus mejillas se extendió con tal prisa que le pareció preocupante. —Estás son cosas importantes. Estas son cosas que valen la pena ser celebradas. —Los tres ocupantes alzaron las copas y brindaron con alegría.
Luego del desayuno ameno y de insistencias de May a estrenar la alberca recién limpiada, Tony se sentó a su lado en una silla reclinable sin incrustar los pies en el agua.
—¿Y? ¿A qué universidades aplicaste? —Peter agradeció no ser capaz de encontrarle la mirada al mayor.
—Logré entrar a NYU. —Peter se sumergió en el agua al tiempo que May aparecía tras las puertas abiertas con un bañador enterizo que resaltaba su figura y se sentaba junto al hombre iniciando una nueva conversación ajena y lejana para sus oídos. Un extraño dejo de desasosiego se asentó en el fondo de su estómago, pero Peter no sabía qué hacer con él. Peter entendía en lo más mínimo las razones por las que comenzaba a comportarse tan extraño.
Por las mañanas despertaba todavía temprano y ya no podía culpar al jet lag, deambulaba por los pasillos vacíos de la estancia y contemplaba como el cielo esclarecía con suavidad. Escuchaba con atención los sonidos que avisaban el andar del resto de los ocupantes de la casa en pequeñas oleadas de vida. May abría las puertas y bajaba despacio las escaleras, las cuales se negaban a cesar de crujir sin importar cuantas veces fuesen reparadas; era casi parte del encanto en la reluciente madera.
El desayuno se preparaba sin prisa y a Peter le gustaba quedar sentado a los pies de las escalinatas desde donde podía ver el cuerpo menudo de su tía moverse con comodidad por la cocina y preparar el menú del día. Seguido le llegaban los pasos de Anthony.
Si bien, Peter ya no le encontraba cerca de la alberca con un cigarro en mano, todavía podía escucharle, relajado, a gusto y para nada titubeante mientras conversaba con su hermana de cualquier noticia leída en el periódico y agradecía silencioso la nueva taza de café cargado y recién hecho. Con algo de suerte Peter fingiría ser despertado por el sonido de la radio que encendida y en volumen alto llenaba la habitación de música que él no entendía.  
A media mañana Peter caminaba por los amplios rosales, divagaba por los caminos circulantes en diferentes direcciones, pero que siempre terminaban en el mismo lugar, el centro de un enorme laberinto y permanecía horas descansando en el suelo escuchando el rugir del viento al viajar entre las copas de los árboles. Siempre regresaba a casa con una corona de flores guindándole del cabello y que, para mucha desgracia, Tony siempre se ofrecía a limpiar.
La primera vez que sucedió, May estaba muy ocupaba para ayudarle. Era el turno de la mujer de preparar el almuerzo; Anthony se había enfrascado a realizar tales quehaceres desde que habían llegado, más la menor de los Parkers se negaba a ser consentida en demasía; era por ello que May se refugiaba en la cocina mientras Peter aparecía por el umbral de la puerta, tostado de sol, oliendo a verano y con una lluvia de hojas secas decorándole la coronilla.
—Estás hecho un desastre, Pete. —Peter rio a carcajadas y se meneó imitando un perro tratando de quitarse los restos de ramas y hojitas silvestres, él no podía dejar de admirar la grandeza del paisaje, el espacio parecía una postal de esas que siempre encontraban en los quioscos de la esquina cerca de casa o las pequeñas tiendas de souvenir en el metro. May le miraba con cariño y Peter continuaba hablando sin parar sobre todas las pequeñas cosas que había encontrado en sus exploraciones a los alrededores de la casa. Algún tiempo atrás ella había hecho lo mismo y de alguna forma se alegraba que Peter pudiese vivir de la misma experiencia. May pensó que quizás no hubiese sido posible, si las cosas hubiesen sido diferentes.
Tony se acercó a la estancia siguiendo el cuchicheo alegre del muchacho e hizo seña a su hermana a que continuase en silencio, escondiendo su presencia del más pequeño. Él no podía evitar ensanchar la sonrisa que surcaba su rostro al escuchar como el menor de los Parker hablaba con tal alegría de su propia casa, él hacía mucho tiempo que había perdido la alegría por estar encerrado en tales paredes, aunque estando cerca del entusiasmo de Peter, podía imaginar tiempos más alegres, como aquellos que compartió junto a su madre.
Peter se llevó un buen susto al girarse para alcanzar unas mandarinas en el refrigerador y encontrarse de lleno con Tony, quien, cruzado de hombros, apoyado en el umbral comía de unas uvas y le ofrecía las mandarinas que tenía en un plato.
—Vamos, muchacho. Yo te ayudo a quitarte las flores. —Peter permaneció en silencio y aunque pudo quejarse alejando que solo tenía que darse una ducha antes de la comida para quitarse los restos de sudor y polvo, permaneció en silencio junto a sus mejillas en rocío de calor. Anthony le siguió a su habitación y cruzando las puertas abiertas, Tony le llevó hasta la cama, haciendo presión en sus hombros para que tomase asiento y él pudiese peinarle con cuidado.
El silencio fue ensordecedor e inquietante. Si antes Peter no había parado de hablar más rápido de lo que sus pensamientos podían conectar por encima de su cabeza, ahora no era capaz de proclamar si quiera una sílaba y no sabía muy bien porqué. O más bien, no quería darle sentido a la razón.
Tony le acarició el cabello y le calló despacio con una cuidadosa disculpa cada que tironeaba de su cabello al encontrarse un nudo de tierra y sudor haciendo que Peter se quejase por lo bajo entre suspiros.
—Ya, ya. Ya está. —Tony masajeó su cabello y sin poder evitarlo, Peter soltó un grave ronroneo inclinándose hacia el toque, su madre solía calmarle de la misma manera. Él sintió el peso de la culpa asentarse en la boca de su estómago al ser consiente del disfrute que le ocasionaba escuchar tal sonido y en su alma se agudizó la necesidad de escucharle de nuevo, aun cuando sabía que no podía, ni debía ser posible. El verano desaparecería en un abrir y cerrar de ojos y Peter se iría con él.
May les avisaba que el almuerzo estaba listo.
Pronto después de eso, Peter se encontró compartiendo espacio con Anthony más de lo acostumbrado. Salía con May por un paseo al pueblo, compraban fruta, vino y pan, y Peter adoraba recorrer las calles diminutas y ataviadas de gente; siempre había algo nuevo que ver, así solo fuese un nuevo restaurante que le ofrecía una distinta taza de café. Los atardeceres junto a la alberca, el agua diáfana reflejaba en su iris tonalidades cambiantes que parecía opacar el destello de las estrellas que sobrevolaban el cielo aun aclarado.
Una noche sin poder dormir, bajó las escaleras en busca de un tazón de helado y se encontró a Tony recostado en un sillón.
El hombre leía junto a una lámpara y un par de velas en la obscuridad con una mullida sábana arremolinada a los pies del sillón, desperdigada por el suelo. Peter se acercó sin mediar palabra y tomó asiento al lado contrario, apropiándose del resto de tela y se terminó el helado. Tony nunca dio vuelta a la página.
—Háblame sobre mamá. —Casi con miedo, Peter le pidió al hombre en la obscuridad y no supo descifrar si su expresión era algo bueno o no. Tony no le regresó la mirada en seguido, se perdió por segundos en los recuerdos de su vida junto a María y Howard, que le costó enfocarse en los pocos recuerdos que compartía con Mary y Richard.
—¿Tú mamá? —Peter arrugó el entrecejo confundido, ¿quién más podía ser? Por lo que asintió despacio y le sonrió de medio lado al hombro intentando convencerle sin palabras; lo que Peter no sabía era que Tony estaba dispuesto a darle todo lo que él estuviese dispuesto a pedir, aun cuando las razones fuesen desconocidas.
—Mary era todo lo que pudiste desear para tu mamá. —Tony dejó su libro a un lado sin importarle no llevar consigo un marca libros para no olvidar el último párrafo que había leído. Y pasó el resto de la noche contándole a Peter todos y cada uno de los recuerdos que tenía de Mary.
Desde como la mujer le había ofrecido su primera comida casera en mucho tiempo, hasta las peleas absurdas sobre su vestimenta y las reuniones aburridas de trabajo. Mary reía alegre y cantaba en la ducha muy temprano, tan alto que le despertaba, aunque en realidad no le molestaba; Tony simplemente había olvidado lo que era convivir con otras personas. Había pasado demasiado tiempo solo. De tanto en vez, hablaba de personas que Peter no conocía, ni había escuchado antes, pero que sonaban interesantes a sus oídos. Peter daría lo que fuera por conocer a Jarvis. Peter no recordaba demasiado de su vida en la casa de sus padres, sus primeras memorias siempre venían del apartamento en el que Ben y May vivían al momento en el que Peter fue a vivir con ellos, aunque no pasó demasiado para que decidiesen mudarse a un lugar que les acomodase mejor.
Peter resistió la tentación de preguntarle a Tony por Anthony. Es decir, por qué nunca antes había escuchado de él y cómo era posible que estuviese dispuesto a recibirles el verano entero, aunque cuando él no tenía la más mínima idea de quién era y él si parecía conocer a Peter —si no era que las extrañas vivencias que compartían él y May le estuviesen engañando—. Él escuchaba atento y desconocido como los mayores hablaban de él con un dejo de alegría melancólica. Sí, Peter quería saber, pero tenía miedo de preguntar.
*  *  *
Una tarde soleada y de viento fuerte, May caminaba por las calles hasta que dio con un pequeño puesto que vendía flores. Con un pequeño aviso hecho a mano y pintura reciente, la mujer se acercó a preguntar por el precio de un ramillete. A Peter le encantaría tener y un ramo de flores frescas en su habitación y un par de velas de recuerdo. Rentó una bicicleta y comió melocotones jugosos manchando parte de su blusa por accidente. Habían pasado años desde que había visitado la ciudad y sus recuerdos no eran del todo agradables, pero el ser capaz de imaginar a Peter junto a ellos, caminando los pasos de su adolescencia, descubriendo los mismos recovecos y maravillas que ella vio tanto tiempo atrás, aligeraba la carga de sus hombros. Siempre se preguntó qué sería de Tony.
Había sido una sorpresa encontrar a Tony cargando a Peter en brazos en dirección a la habitación del más pequeño y le siguió de cerca. Peter cabeceaba de sueño y cansancio más se negaba a dormir, parecía quería seguir escuchando historias de quienes fueron sus padres. May sintió arrepentimiento de nunca antes haberse sentado con el muchacho y rememorar cuentos de su niñez, de no ser por una foto olvidada, May quizás no volvería a tocar el tema de María y Richard aun cuando ella apreciase tanto al hermano de Ben como a su esposa.
Richard había sido un gran hombre, con grandes sueños y grandes ilusiones. Corazón noble con una tempestad indetenible e ideales. Mary era su complemento. Tierna, dulce y comprensiva, se acoplaba a las metas de Richard y le alentaba a seguir aun después de las adversidades, una vez que Peter llegó a sus vidas nada podía ser capaz de opacar la luz de sus vidas.
Y luego decidieron ir a Italia por negocios.
En Italia conocieron a un magnate y su familia. Los Stark era conocidos, poderosos y adinerados. Howard se rumoraba era un genio, pero con un carácter de los mil demonios capaz de espantar al mismísimo Santo; María, hija debutante de familia en sociedad y rostro de distintas obras caritativas, posaba a su lado con orgullo y olvidaba las faltas de su pronto a ser esposo. Anthony era un joven problemático y retraído, no hablaba más de lo necesario y cuando lo hacía mostraba su ingenio a través de insultos, que, si no eras cuidadoso, ni siquiera los notarías, pero la vil intensión estaba allí.
Los Stark y los Parker no tenían nada en común.
Por lo que meses después, cuando los Parker regresaron a la ciudad de Nueva York, el no solo encontrar a su sobrino, sino también a un muchacho junto al umbral había sido una verdadera sorpresa para May. Ben escuchó a su hermano con atención y no dudó dos veces en abrirle los brazos al muchacho promesa del que tanto había escuchado. Convivir con Tony había sido un giro de ciento ochenta grados. Y el cambio más radical se lo había llevado el muchacho en cuestión.
Mary una vez incluso le encontró con Peter en brazos. El pequeño Parker comenzaba a gatear y se divertía con el toque suave y afelpado de las alfombras que decoraban los suelos, Peter estaba decidido a encontrar a su padre e iba directo a la cocina, más su atención se vio enfocada en un interruptor eléctrico que estaba al descubierto. Tony cruzaba el pasillo y cargó a Peter con prisa llevándose un bien susto.
El pequeño en sus brazos que pronto alcanzaría los tres años de edad, se sorprendió al ser desviado de su objetivo y clavó la mirada en el muchacho que le alzaba en brazos. Peter gorgoteó confundido y bostezó luego de tanto trabajo, se abrazó al muchacho y cabeceó derrotado. Tony no tuvo la absoluta idea de que hacer.
May se reía siempre al escuchar tal anécdota. ¿Quién hubiese creído que ese muchacho desconfiado y asustadizo que cargaba a su sobrino, sería el mismo que le llevaría, de cuenta nueva, en brazos a su habitación y contarle historias hasta caer dormido?
*  *  *
Y desde aquel día, Tony fue incapaz de dejarle ir.
*  *  *
Peter comenzaba a crear una pequeña rutina en su día a día, y las tardes parecían hacerse más largas y placenteras en la compañía de Anthony, quien ahora se sentaba a su lado en las sillas reclinables junto a la alberca, pelaba mandarinas y las dejaba limpias en un plato para que él las pudiese comer y en las noches obscuras de luna nueva, Peter podía ver el leve esplendor de los cigarrillos, oler el tabaco que viajaba en el aire y escuchar al hombre hablar tranquilo, despacio y relajado de anécdotas en tiempos pasados, más alegres, más felices.
—¿Los extrañas? —Tony le cubrió con un mullido cobertor al tiempo que Peter escondía los pies e intentaba mantener el calor gracias a sus calcetines.
—Todos los días. —La honesta respuesta le sorprendió, aunque no estaba del todo seguro el porqué, Tony jamás le había mentido, aun cuando May siempre estaba allí para rectificar detalles a los que Anthony le encantaba agregar dramatismo. La simpleza le dejó sin aliento y Peter no pudo evitar que escurridizas lágrimas se asomasen por sus pestañas. Él también los extrañaba y ni siquiera les conocía.
Tony se alarmó de encontrar el rostro desfigurado de Peter en tan tangible tristeza. E hizo lo púnico que se le ocurrió por impulso. Le dejó sentado sobre su regazo y le rodeó casi por completo con los brazos mientras aceptaba el rostro del muchacho esconderse en la calidez de su cuello.
—Yo también los extraño. —La voz ahogada del menor le estrujó el corazón de maneras Tony no sabía eran posibles en él después de tanto. Peter lloró en silencio, solo escapaban de sus labios pequeños suspiros de cansancio y angustias antiguas que él creía habían sido olvidadas. Quizás, en realidad, nunca terminabas de extrañar a alguien.
Tony le acarició el cabello de manera rítmica, en círculos, jugando con su cabello y pronto sintió como la fuerza se fue alejando de los músculos del menor, dejando su cuerpo vencer ante el cansancio finalmente. Peter cayó dormido, arrullado entre los toques del mayor y la acompasada respiración que mecía sus cabellos lento y resoplaba en sus oídos.
Despertar estando todavía en el amplio sofá de la sala, le extrañó, le costaba enfocarse y podría jurar que parte de su cuerpo estaba completamente entumecido, Tony intentó moverse y al fin pudo reconocer lo que le mantenía estático en su sitio, Peter permanecía todavía dormido, acurrucado en su pecho, con el rostro levemente virado en su cuello haciéndole cosquillas cada que suspiraba ahora que era capaz de notarlo; Tony sintió pena de tener que despertarle, a él le hubiese gustado simplemente cargarle a su habitación, como tantas noches anteriores había hecho, pero dudaba tener la fuerza necesaria tan temprano en la mañana y con medio cuerpo en estado desconocido. Lo mínimo que podía hacer era encontrar otra posición que le permitiese quedar sentado en el sofá y le diera algo de libertad a sus manos.
Peter arrugó el entrecejo ante el movimiento y le costó enfocarse, los ojos cansados y algo rojizos todavía le impedían ver bien lo que tenía enfrente, o a quién.
—Buenos días, Bambino. —la voz rasposa e inesperada del mayor, le sorprendió y debido a la cercanía, era imposible negar el escalofrío que le hizo arquear la espalda y hundirse en la calidez que representaba el otro. Tony arqueó una ceja desvergonzado, sin poder siquiera esconder su interés, aun cuando Peter se negaba a devolverle la mirada y murmuraba un «Buenos días» ronco y adolorido.
Tony posó un beso libre sobre la coronilla del muchacho y Peter finalmente le encontró la mirada sorprendido ante la acción, de cuenta nueva a sus mejillas se les sumó el cálido color de rosas. Armándose de valor desconocido, Peter se inclinó lo suficiente como para rozas los labios pálidos y resecos junto a la mejilla del hombre y sonrió avergonzaba y feliz.
—Buenos días, Tony.
*  *  *
Ned había escuchado antes parte de la historia, es decir, era él con quien Peter compartía sus dudas sobre la desconocida figura que reinaba en sombras las fotos familiares y él no tenía algún nombre por el que reconocerle, pero estaba igual de perplejo que MJ al final del relato, sobre como Peter parecía tener familia en otro país.
—¡Nah! Parker, estás mintiendo. —Bromeó MJ y pronto la conversación se volcó en planes de fin de semana y advertencias de no olvidar las video-llamadas semanas una vez que Ned y MJ regresasen a los dormitorios de sus respectivas universidades.
Peter regresó al departamento y May sonrió alegre de verle, haciéndole entrega de una pequeña postal.
—Tuvo que irse de repente y no me dejaba llamarte para que supieras que estaba aquí, quería que fuese una sorpresa. —May parecía culpable de que Peter no hubiese podido encontrarse con Tony por muy efímeros momentos que eso significase: él ni siquiera se imaginaba que el hombre pudiese estar en la ciudad, mucho menos el país. Lo que Peter no sabía es que Tony viajaba constantemente a causa del trabajo, solo que antes no había tenido razones por las que detenerse en Queens.
—Está bien, May. —Peter tomó la postal y se encaminó a su habitación. —Le escribiré algo también.
Sentándose en su cama comenzó a leerlo que el hombre tenía para decir junto a una hermosa foto de su patio trasero y un plato de mandarinas, esas que Peter solía comer.
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zayuky · 6 years ago
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[[Relato]] Y ahí estaba yo, saliendo solo de una cama vacía desde hace mucho tiempo, sin pensar en encontrar a nadie que la ocupara, pero deseando poder besar a alguien que no me hiciese sentir más pequeño, más bajo. Poder besar sin agachar l mirada, sintiendo ese beso como la unión de dos torres que se haría una inmensa. Me preparé el ara la playa, bañador, cremas, toalla y a un amigo que estaba de visita, la mejor compañía para ese día y por que no decirlo, un cockring, ya estaba acostumbrado a ser la puta de muchos y la señora de pocos, como solía decir mi abuela de esa gente que no se vincula emocionalmente de nadie. Y al llegar no se que paso, un tropiezo me hizo verte ahí, ese al que todos miraban, normal, aunque solo por eso ya decidí que era de esos de los que tenía que pasar, que equivocado estaba. Sin darme cuenta una hora más tarde te estaba besando con la pasión de un artista y la ilusión de un adolescente. Pero lo bueno, cuando breve, dos veces bueno, o eso dicen Pero te tengo que contar un secreto, al igual que tú me abras sentido en tu cama estás noches, yo se que tampoco duermo solo. Porque aunque el miedo construye barreras, hay sentimientos que no tienen materia y el pecado es tan excitante te que es capaz de buscar mil formas para encontrarte. . . Foto: @enrico.frezza https://www.instagram.com/p/Bya4NCwilHv/?igshid=1x44vbuf4ki9u
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ljgrey · 5 years ago
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Mi nombre es Sheryl
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Capítulo 1
25 de junio de 2010, Oxford, Inglaterra.
Dante había vuelto de Stanford a su tierra natal Oxford, tras un largo semestre en donde había sido explotado; según él era patético tanta historia para una clase de música después de todo, la creación podía tener fundamentos, pero lo más importante era la pasión y lo que se buscaba transmitir con la misma.
Tras despertarse aquel día se puso un bañador negro, sin más tomo una toalla y se dirigió a la piscina donde realizo algunos largos. Sin duda aunque amaba estar de vuelta en casa, a veces podía odiar a sus dos hermanos menores, eran un par de estorbosos y querían estar de un lado al otro con él, por lo que disfrutaba esos momentos en los que podía pensar en nada, ya que desde que ese par habían nacido esos momentos eran un completo lujo, claro, cuando estaba en Inglaterra. En américa su vida se había vuelto una aventura inigualable llena de libertad, fiestas y diversión, algo que seguro su familia reprobarían pero en tierras americanas  él vivía el sueño; uno en donde sus roomies de la hermandad habían ganado protagonismo.
Cada brazada que daba rompía perfectamente el agua al entrar, una y otra vez sus brazos junto a sus piernas se sincronizaron en crol impecable que desde niño había practicado, haciéndose de uno que otro premio en la secundaria. Centrado en su tiempo libre se sorprendió cuando escucho una voz al fondo llamándolo “Dante, oye, tú”. Al detenerse en medio de la piscina alzo su rostro y con este goteante suspiro antes de peinarse el cabello hacia atrás.
— ¿Dime? —. Dijo dante en su típico tono de “por un momento déjenme en paz”. Su padre se cruzó de brazos, en ese instante él supo que de seguro su progenitor se había enterado de su última pelea en el campus, así que haciendo un ademan de que le estaba prestando atención le invito a hablar.
—Mira, no voy a discutir contigo. Estoy cansado de repetirte que dejes de golpear a la gente, veo que la terapia con el Dr. West no está teniendo ningún  efecto, ¡estas jodido, me ha quedadp  claro! Sólo te digo una cosa, una pelea más y no volverás a américa, provócame una vez más—. Sentenció Mark Brown, un hombre de carácter fuerte, por lo general era un padre comprensivo y él lo sabía, pero siempre jugaba con fuego y cada que podía se metía en algún lío; era su talento oculto.
Dante camino hacia la orilla y salió del agua un poco molesto, ¿desde cuándo su padre no escuchaba razón? Se acercó a Mark y alzando una ceja de forma retante le contesto.
—Sé que eres el padre en esta conversación, pero deberías aprende a preguntar que sucedió. Si te interesa, estaba en una fiesta y sí, había alcohol entre otras cosas. Vi a un par de compañeros de otra hermandad que estaban intentando abusar de alguien que al parecer estaba inconsciente—. En aquel momento Mark se inmuto, causando que Dante sonriera con cierta ironía y negó con su rostro—. No soy ningún héroe, pero no iba a permitir que eso pasara frente a mí. Menos a la novia de mi mejor amiga, así que, si para ti el abuso sexual o cualquier tipo de injusticia no es algo importante, ten por seguro que no me meteré si veo algo similar y dejaré que despojen a la persona de su dignidad—. Acercándose a la butaca  donde algunos minutos atrás había dejado la toalla, la tomo y comenzó a secar su cabello sin detener su discurso—. Y como conozco tu discurso moralista, dejemos esto a acá, escuchar a alguien doble moral no está en mi itinerario para hoy —. Sin decir más Dante salió de aquel lugar y se dirigió al baño a darse una ducha antes arreglarse para ir a The Covered Market Oxford.
Tras aquel altercado con su padre lo menos que quería era saber de él, salió de la casa esperando que nadie le detuviera, así que tomo el Tesla y sin más puso a rugir el potente motor de aquel maquinote, de forma que avanzo por la ciudad hasta que llego a aquel lugar. Después de todo prefería salir a desayunar que compartir la mesa con su familia tras una batalla.
Había dado vueltas por el lugar hasta que por fin dio con un espacio libre, así que se parqueo de retroceso y tras apagar el motor salió un poco más tranquilo del auto hacia el mercado. Aquel era uno de sus lugares favoritos de su ciudad, ahí había un pequeño restaurante que conoció por unos compañeros del colegio. Al entrar al mercadillo se asombró de los colores tan vivos que se situaban en aquel lugar; se acercó a un puesto donde vendían bufandas, la  verdad era que no pudo evitar pensar en su mejor amiga, ella tenía cientos de esas prendas, pero en unos días sería su cumpleaños
.—La que sea que elijas a tu novia le gustará —.Río al escuchar al vendedor y negó sutilmente antes seguir buscando entre la variedad de telas.
—Es para una amiga.
— Entonces esta será tu mejor opción, ¡toma, que no muerdo! —. Una voz suave como la seda le dirigió a él  mientras unas delicadas falanges le entregaban una tela multicolor con algunos brillos, al levantar su rostro sé se topó con un par de ojos verdes y una melena espesa como el chocolate, aquella chica simplemente le sonreía—. Anda, tómala. Creo que es la única.
Dante aún seguía un poco anonadado por aquel repentino momento y sin más tomo la prenda—. Gracias, seguro le gustará. Lo siento, no escuche tu nombre.
—Sheryl, así me llamo ¿Y tú?
—Dante, un gusto
.— ¿Cómo el de, El Convivio? Curioso, ¡Único!
—Sí, justo como ese. ¿Me permitirías invitarte a comer?
—Claro. No creas que dejas de deberme una bufanda.
Aquellas palabras solo causaron que Dante colocará sus ojos en blanco, pero ella tenía razón después de todo le había ayudado con aquel obsequio, considerando aquello alzo su mano haciendo un ademan.
—Trato hecho, elige una. Por favor cobre las dos—.Indico antes de entregarle al comerciante algunas libras con las cuales cubriría el costo de ambas prendas.
Esa mañana tras la pequeña compra que hicieron aquel par de adolescentes, se dirigieron a un puesto de perros calientes y luego se sentaron en una mesa fuera de aquel lugar. Durante horas el par de jóvenes hablaron sin medida, no era mentira ese dicho que “las mejores pláticas se tienen con extraños”, y vaya que en el caso de ellos eso era un hecho. A eso de las dos de la tarde ellos seguían platicando cuando al mismo tiempo sus celulares sonaron, ambos tomaron la llamada sin querer, cuando terminaron se vieron. En ese preciso momento, con la mirada sé dijeron todo. Ese momento de espontaneidad había terminado.
 —Lo siento Dante, debo irme. Por un momento he olvidado que tenía una cita, mucha suerte con ese regalo.
—Oh, claro…no te preocupes, quizás nos topemos de nuevo. ¡Gracias! Seguro que le encantará.Sin decir más vio con la melena marrón que se movía perfectamente con el viento se perdió de su vista detrás de un Mustand rosa pastel.
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keita26 · 7 years ago
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Preferencias para los dulces.
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ACLARACIÓN ANTES DE COMENZAR: quisiera recordarle que normalmente en japón la mayoria de libros, mangas, revistas, entre otros; se leen comenzando desde la derecha. Asi que, lo que veran primero son las partes de abajo de la pagina de la derecha, unicamente para que se guien mediante la imagen.
Para las chicas que aun desean apoyar a “FREE!”, se ha anunciado que el volumen 2 de “High Speed!” está en proceso. El productor incluso no has contado sobre su impresión de la novela, diciendo que “Los personajes principales son muy alegres y sentí que fue un trabajo muy dinámico”.
Haciendo retrospectiva, ¿Cómo se sintió sobre el primer trabajo como director de la Directora Utsumi?
“La serie inicialmente comenzó como un deseo de trabajar en un proyecto original en Animation Do. Si fuéramos a elegir un director en Animation Do, entonces ya había decidido que, cualquier que fuese el proyecto, debía de ser Utsumi. Fue una fortuna que durante ese tiempo sucedió lo de “High Speed!”, la cual obtuvo una honorable mención en el segundo KyoAni Awards. Con “Bañadores x Lazos x Juventud x Torsos” como tema y, sacando la gran actividad que tienen lo estudiantes de preparatoria, pensé que sería la serie perfecta para Utsumi.”
Volviendo a la etapa de producción, ¿Hubo algo con lo que tuviera dificultades?
“Si bien teníamos el concepto original en el cual basarnos, aún era bastante original, así que tuvimos que comenzar de cero con los guiones, personajes, conceptos artísticos, materiales, etc. Dado que es una serie a la cual el personal se unió para hacerle frente al limitado tiempo que teníamos, hubo varias cosas con las cuales tuvimos dificultades, pero creo que fue de una forma satisfactoria.”
El DVD y el Blu-ray que serán vendidos en Enero y Febrero alcanzaran el clímax de la serie.
“El episodio “FrFr!” que está incluido en el volumen 5 tiene, probablemente, para quienes aman la serie, “Un espectáculo que siempre han querido ver.” Personalmente también me emociono. Y en el volumen 6, hay un conmovedor comentario de parte de Nobunaga-san, Suzuki-san y, Miyano-san. Creo que tiene contenido que vale la pena escuchar, ¡Así que por favor denle sus mejores deseos!”
La imagen especial que viene incluida con ello aparentemente tiene a Haruka y los demás dando sus chocolates. ☆ Para las chicas que desean darles chocolates ♥, el personal te dirá como puedes hacer que estos maravillosos chicos te presten atención ☆.
¿Por qué tomo el desafío del “agua” cuando esta tan difícil de animar?
El hecho de la Directora Utsumi fuera, también, una nadadora fue una gran influencia y, con el sentimiento de que queríamos probar suerte en un nuevo desafío, haciendo una serie que rara vez toca ese punto, nos desafiamos a nosotros mismo a cómo retratar el “agua” desde ese punto de vista. (Productor Hatta)
¿Hubo algún cambio cuando entraron los efectos del director?
La representación del “agua” se hizo aún más sublime por la mano de los efectos del director. El personal también aprendió mucho de estas avanzadas técnicas. (Productor Hatta)
¿Quién representa mejor “la libertad”?
Ya que “Free!” representa a Haruka, quien personalmente me gustaría que respondiera por esto, pero personalmente sentí mucha “libertad” a partir de la última escena del episodio 3, cuando Rei hizo su gran salto con la perdiga. (Risas) El sonido que hace Rei cuando el vuela con su salto, fue un adlib de parte de su actor de voz Hirakawa-san, pero fue como si Rei estuviera encarnando su admiración por Haruka en esa escena y, me dejo una gran impresión. (Productor Hatta)
Nanase Haruka — Consigue su corazón con chocolate caliente.
A Haruka le gustan “las cosas húmedas”. Puede ser difícil caminar con algo así, ¡¿Puede estar más satisfecho con eso que con chocolate solido?!
El mejor lugar para sorprenderlo — En el techo de la escuela.
Matsuoka Rin — Consigue su corazón con chocolate amargo.
A Rin no le gustan mucho las cosas dulces. Si se ve demasiado dulce, existe la posibilidad de que no lo acepte. Si realmente quieres que él acepte tu chocolate, te recomendamos que elijas chocolates que no sean dulces.
El mejor lugar para sorprenderlo — Mientras entrena.
Tachibana Makoto — Consigue su corazón con chocolate.
Le gustan tanto el chocolate que se podría decir que es una de sus comidas favoritas, lo que sorprendentemente lo hace en un pequeño glotón. Ya que normalmente come todo tipo de chocolates, es posible que se te dificulte encontrar uno que no haya probado.
El mejor lugar para sorprenderlo — En las escaleras.
Hazuki Nagisa — Consigue su corazón con chocolate de fresas.
A Nagisa parece gustarle las cosas con sabor a fresa. Con un chocolate de fresas, puedes incluso hacerle decoraciones de color rosa. ♥
El mejor lugar para sorprenderlo — El salón de segundo año.
Ryuugazaki Rei — Consigue su corazón con un chocolate artístico.
A Rei le gustan las cosas hermosas. No solo tu chocolate debe de saber bien, obviamente, sino que también debe de tener una forma particular. ¿Qué tal darle un chocolate con forma de Rei?
El mejor lugar para sorprenderlo — Mientras corre.
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Estos son algunos viejos articulos de la primera temporada de la serie, son algo viejos dado que bastante material así fue anteriormente borrado de algunas plataformas; asi que una vez que los encontre me parecio divertido compartirlo en español, tambien quisiera agraderer a personas como estas que aun poseen este contenido y, que se han dado la tarea de traducirlo a idiomas occidentales.
Traducción Japonés - Ingles: Great Blaster.
Traducción Ingles - Español: Keita-chan.
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fans-book-forever · 7 years ago
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Capítulo 12 > NO TE ESPERABA - WIGETTA
-Frank creo que te faltó mencionar que el menor con quien estas saliendo es mi alumno. -¿Me quieres explicar cómo podría saber yo que él es tu alumno? Ni siquiera se en que instituto trabajas. - el beta bufó claramente fastidiado y se sentó en el sofá tomando de la cintura a su omega para acomodarlo en su regazo. Cuando Samuel llegó al instituto flechó a la mayoría de omegas, incluyendo a Alex. Era un amor puramente inocente, de miradas y suspiros. Para su mala suerte, desde el momento en que empezaron a sospechar de su parentesco con el bebe de Guillermo, Alex debió de sacar a su maestro del radar y lo dejó en el grupo de alfas bonitos pero inservibles. -¿Frank crees que me pueda quedar a dormir aquí hoy? – el omega se giró, solo un poco y lo suficiente, para quedar frente a frente son Frank. Sus piernas colgaban rodeándole y sus delgados brazos subían lentamente por el pecho del beta, justo para poder llegar a sus hombros, sujetándose en un abrazo empalagoso. -Pensé que te quedarías en casa de tu amigo. ¿Ocurrió algo? -Cuando estábamos en la pijamada, llegó la mamá de mi amigo y se enteró de algo feo .- sus brazos terminaron por enredarse tras el cuello de Frank, mientras trazaba líneas imaginarias por su espalda y hombros.- Sé que no debería decírtelo pero no lo conoces y está en una situación parecida a la nuestra sabes… solo me hizo sentir mal porque quizá a mí también me suceda y mi mama también reaccione mal. -¿Estamos hablando del embarazo o es alguna cosa extraña de omegas?.- por un momento vio la mirada seria y fría del omega. Por un momento pensó perder un gran privilegio llamado sexo. -No importa Frank. De todos modos no debería de decirte nada .- luego de suavizar su mirada, se volvió a acurrucar en el cálido pecho ajeno y bostezó.- ¿Entonces si puedo quedarme a dormir por hoy? -Jamás podría negarte algo así. -Frank, ¿esperas que acepte que, bajo el mismo techo que duermo, tú te acuestes con uno de mis alumnos, que no solo es tu novio, sino también el progenitor de tu futuro hijo? – sus manos se movían efusivas en el aire, manteniendo una mueca seria. Samuel no tenía ningún derecho a estar enojado con la situación. O quizá sí. El problema no era que su amigo se estuviese revolcando con un menor de edad, al que embarazo. El problema es que para Frank la situación era demasiado fácil, y eso, le hacía hervir la sangre. Todas las semanas debía acudir a su clase, con la mejor sonrisa y el café mas cargado que la máquina preparaba. Veía como el omega, su omega, cambiaba con el tiempo y siempre se lamenta por no poder estar a su lado para ayudarlo o darle ánimos. -Señor de Luque hay un tema que debo discutir con usted… No me mal interprete. - le regaló una sonrisa simple pero sínica. - Solo una duda de la última clase. - sus pequeñas manos acariciaron con cuidado los pectorales de su novio y le miró inocentemente.- Frank, ¿podrías poner mantas extras en la cama? -Te llamaré cuando esté listo. - Frank depositó un suave beso sobre la mejilla del omega y lo dejó con cuidado sobre el sofá para dirigirse a su habitación. -Señor bravo, siento que su duda no es relacionada a los temas educativos, por lo que le pido que esta conversación sea lo más discreta posible. - el omega rodó los ojos exasperado y se posicionó frente a su maestro. -Señor de Luque… Samuel. Creo tener más información de la que usted piensa y mi temperamento camina por una cuerda floja. No me parece del todo agradable como es que acepta la relación que llevo con su amigo. - se levantó lentamente y se puso a la altura de su maestro. - no querrá que cuente su secreto señor. -¡Alex ya está listo! -Espero piense en esta conversación cuando quiera volver a entrometerse.- el omega se levantó con suma ligereza y se encaminó a pasos lentos hasta la habitación de su novio. *** Guillermo estaba más asustado de lo que esperaba. Se frotaba las manos en los pantalones y miraba el suelo contando las cerámicas. El no debería de estar nervioso por un simple procedimiento indoloro, sin embargo, sentía que su mundo se acabaría luego de esa ecografía. Su mayor miedo se iba a hacer más presente en su mente. Iba a poder ver un bebe formado y que aguardaba para salir, ansioso de crecer para ser chef, enfermero o bailarina. -Guillermo si no miras tu camino vas a tropezar con alguna señora.- la cálida mano de Ana tomo la de su hijo y lo encamino junto a ella. -Lo siento mamá. Estoy mas nervioso de lo que esperaba.- el inquieto omega le regalo una sonrisa tímida a su madre mientras miraba los cuadros de maternidad en el fondo. No creía ser capaz de regalar a aquel pequeño o pequeña luego de la esperanza que le trajo a su madre. -Solo debes dejar que las cosas fluyan, que ya están hechas. -¿Y si el bebe viene con alguna enfermedad por ser tan joven o no tener al padre? Porque siempre escucho a las enfermeras hablar de eso y me pregunto si le podría pasar a mi… bebé. -Si viene con algún pequeño daño le vamos a querer igual cariño.- con una de sus manos acaricio el oscuro cabello de Guillermo. -El otro día comencé a ver un programa sobre partos en mi laptop. Un médico dijo que muchos niños se atoran al salir y se les disloca un hombro. -Cariño no creo que tu puedas tener un parto natural pero, de todas formas le preguntaremos al doctor.- tomó el número de atención y se dirigió a la sala de espera con el ansioso omega pisándole los talones. -Había un caso donde la chica se hizo la eco y solo había un bebe, pero cuando fue a tenerlo, el médico vio a un segundo bebe y la chica estaba super impactada mamá. - sus manos se movían euf��ricas en el aire mientras le explicaba el caso de aquella chica. -También le vamos a preguntar si hay algún segundo bebe escondido por ahí cielo. -Cuando termino de ver ese programa, veo el que se llama “No sabia que estaba embarazado” y va de chicos omegas que llegan a la sala de urgencias con… -Si pequeño.- miró al omega sonriendo.- ya me imagino de que va. -Si no me hubiese hecho aquel test, podría haber salido en ese programa. -Seguramente el padre del bebé sabría que es suyo.- Ana se levantó cuando le tocó su número de atención y dejó a Guillermo hablando inquieto con una señora. Para cuando la omega volvió al asiento, vio como la chica con la que Guillermo hablaba, salía horrorizada balbuceando algo sobre su vagina estrecha y como el bebé no podría salir bien de ahí. -Creo que no deberías de contarle sobre tus programas a las otras mamás primerizas cielito. Las asustas. – la mirada de Guillermo a su madre era de total desconcierto. El realmente no entendía porque aquella chica salió corriendo. *** Alex llevaba una sudadera notoriamente más grande, con el logo de una universidad estampada en ella. Estaba sentado en una banca fuera del centro comercial mientras miraba distraído una revista de cosmética. Sus piernas colgaban de la banca mientras las movía adelante y atrás a un ritmo lento. -Siento llegar tarde. -Guillermo apoyó las manos sobre sus rodillas mientras respiraba agitado. – Me quedé dormido. -Guillermo no deberías correr estando embarazado.- Alex le miró serio mientras dejaba la revista a un lado.- Estoy seguro de que lo decía alguno de los folletos que te di. -Es muy temprano para que ya estés enojado.- comenzó a caminar lento y segundos después se le unió Alex. -Deja de alargar la conversación y dime como te fue en la ecografía de ayer. -El doctor es muy agradable, mi mama lloró cuando apuntó al bebe, el gel estaba frío y mi camiseta se me manchó.- Guillermo asintió y sonrió satisfecho. -No necesito todos esos estúpidos detalles tonto. Solo quiero saber si mi ahijado será niño o niña. -Yo aun no te elegí como padrino.- el omega rio a la vez que la mueca seria de su amigo se transformaba en una de enojo. -Si no me dices el genero del bebe, me iré directo a la cálida cama de la que salí. -Okey okey.- puso las manos en alto como pidiendo clemencia.- es un niño. -Seguro tiene tus pechotes. – Guillermo solo rodó los ojos. El centro comercial estaba particularmente lleno. Omegas iban y venían llenos de bolsas o seguidos de sus parejas que las cargaban. Las personas tropezaban con aquellos que se detenían a mirarse en los espejos del pasillo central o retocaban discretamente su maquillaje con los espejos escondidos en su bolso. Los omegas recorrieron un par de tiendas hasta que decidieron que era necesario comer un desayuno contundente. -Esa dona te dará una embolia o un coma diabético. -El bebé me lo pide Alejandro. Tu no puedes discutir si el bebe te pide algo.- el omega cortaba pequeños trozos de la enorme dona y los comía con la mayor elegancia que podía. -Si si ajam. – rodó los ojos y siguió comiendo.- Primero debemos ir por… por lo que sea que usen los bebes al nacer. -Creo que son como bañadores pero con tela de bebes. -se encogió de hombros y se limpió la comisura de sus labios al terminar. -Eso suena muy lógico. Mi novio anda por ahí mirando cosas de fútbol así que si nos cansamos le diremos que lleve las bolsas. -Ya hasta lo llamas tu novio. -con sus largos dedos pico la barriga de Alex y se levantó para caminar a las escaleras. -El me lo pidió y yo acepte. Caminaron entre tienda y tienda buscando escusas para no comprar por los altos precios. “Si nace prematuro eso le quedara grande” “creo que el color rosa no le gustara. Quizá será un alfa machote de verde o amarillo” “no me gusta el diseño de patitos felices. Busquemos uno que tenga adorables gatitos” “este diseño de gatitos es muy grande. Hay que buscar uno donde sean más pequeños” No fue hasta que entraron a una tienda de descuentos, para que todo fuese perfecto para el bebe. -Me gusta mucho ese traje de marinerito. Creo que se vera adorable en el. -Alex caminaba por la sección de zapatitos y calcetines mientras Guillermo iba por la ropa casual. -¿Crees que es muy pronto para comprar un traje de baño? Extraño mucho ir a la playa. Quizá para las vacaciones podríamos ir a la cabaña de siempre.- Guillermo inspeccionaba de cerca el pequeño bañador con diseño de submarinos. -Si no te puedes emborrachar no tiene gracia ir. Ni siquiera yo podría emborracharme.- los ojos de Alex se abrieron de sobremanera cuando vio un onice con el diseño de una nave espacial. -Pero podemos ir unas semanas luego de que nazca. Tú ya estarás todo panzón y seguro te pones esas camisetas que dicen “bebe a bordo”. -Me ofende que pienses que yo usaría esa cosa tan cliché. Mi camiseta diría algo como “yo soy tu padre”.- puso en alto el onice y se lo mostró a guillermo orgulloso. No muy lejos de la sección en que estaban, se comenzaron a escuchar un par de voces muy conocidas. -Debo buscar algo para el bebe. Las chicas se mueren de amor cuando le llegar con un regalo y les dices que es para el bebe. -¿Entonces solo le comprarás unos feos zapatos porque quieres conseguir sexo?. -Samuel miraba de reojo la ropa para los recién nacidos y hacia puño su mano dentro del bolsillo del pantalón. -Quizá solo quiero que me cumpla alguna de mis fantasías.- se encogió de hombros y se agachó para mirar unos baberos.- Creo que debo encontrar algún diseño que le guste. Algo así como de esa película con la que esta obsesionado. -Aun ni sabes si será niño o niña… -Eso no imp… ¡mira! Ahí está. - le apuntó con el dedo y luego miro a Samuel.- ¿Solo yo siento que me está mirando feo? -Tranquilo. Yo también siento que nos esta mirando feo. Hasta podría decirte que te quedaras sin sexo por un buen tiempo.- Samuel apoyó su mano en el hombro de Frank, dándole un leve apretón. -Alex dejo el onice en el colgador y agarró a Guillermo del brazo para arrastrarlo de la vista de Samuel. -¡Oye! Aun no terminaba de ver esa par… mira Alex; es el maestro de Luque.
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myloshinobu · 6 years ago
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Piel de Azúcar
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Te recuerdo todavía
Con la cara desvelada
La ternura en la sonrisa
Y el verano a tus espaldas
Se despertó al sentir una leve luz pegando directamente a sus ojos. Se quejó por la molestia que le ocasionaba. No recordaba porque estaba esa cortina abierta, pensaba moverse a un lado para cubrirse con las sábanas cuando una respiración suave lo saco de su adormecimiento.
Se levantó sentándose en la cama para observar a quien lo acompañaba. Se llevó una grata sorpresa al ver ese hermoso cuerpo durmiendo a su lado. Las sábanas apenas cubrían unas partes de su cuerpo pero por las mordidas y los chupetones suponían lo que había pasado. No creyó que lo hubiera logrado pese a lo renuente que ese rubio fue los días anteriores.
Se acercó lentamente tratando de ser lo más sigiloso posible. Miraba el cuerpo blanco, enrojecido un poco por el bronceado y la marca del bañador. Recorrer a detalle ese cuerpo, lo saboreaba y recordaba esa dulce sensación en sus labios. Sabía a azúcar, tan dulce y él siempre fue débil a los sabores dulces. Sus dedos empezaron a viajar por esa piel clara, con las llemas de sus dedos sintió esa espalda ancha sin prisa, saboreo la curvatura de los glúteos hasta llegar a los muslos apetecibles.
Tras ver que su invitado no despertaba, se mordió su labio inferior y decidió bajar. Abrió un poco las piernas de quien aún permanecía inerte, lo suficiente para poder morder esos muslos deliciosos, escuchó un leve quejido, con una sonrisa pícara se acercó al otro para disfrutar del placentero sabor de ese otro muslo. Otro gemido dulce. Deseo ir por más.
Acomodándose, acarició eso dos glúteos firme que tenía en su cara. Saboreo la idea mientras los movía y apretaba. Se abrió camino y con el deseo en la boca, comenzó a degustar ese apetecible orificio. Lentamente, con su lengua, saboreaba y consentía hasta que escuchó el gemido en forma de queja de alguien que ya había despertado. No dejó su tarea, aún sintiendo los leves movimientos de cadera y al rubio recargándose en sus codos mientras gemía y salivaba.
Tras terminar su trabajo con la boca, comenzó introduciendo sus dedos. El gemido del rubio fue más sonoro. Tony sonrió al lograr lo ese dulce ruido que lo enloqueció la noche anterior. Levantó un poco más ese hermoso trasero color nata dejando al azabache acomodar mejor su intromisión con sus dedos. Sus labios comenzaron a recorrer esa columna que temblaba, llegó al cuello grueso y lo mordió saboreándolo.
-Basta...-gimió el rubio, Tony rió de forma traviesa mientras seguía degustando esa piel.
-Voy...
Tanteo con sus manos el mueble a un lado de la cama, alcanzó uno de los pocos condones que aún quedaban, lo tomó con prisa, lo abrió con los dientes y lo colocó con urgencia en su miembro erecto. Tomó de nuevo la botella pequeña de lubricante y sacó el sobrante para llenar ese orificio y volver a invadirlo. El rubio gemía fuerte, llegó un punto que no quiso controlar sus gemidos y con la boca abierta expulsaba esos gemidos que salían de la garganta. El azabache lo acomodó haciéndolo levantar un poco más el trasero y colocando las rodillas firmes para que se sostuviera.
Era una posición tan vergonzosa que el cuerpo de piel clara comenzaba a tornarse rojo. Tony se mordió la lengua conteniendo su entusiasmo. Tomo la cintura delgada y comenzó a introducirse en ese bello rubio. Este se quejaba al sentirse invadido, el azabache entraba lentamente. Se notaba que ya había estado ahí pero la sensación seguía siendo exquisita. El azabache gimió al sentirse totalmente dentro, el rubio soltó un quejido mientras ocultaba su rostro en la almohada.
Los movimientos empezaron a ser lentos, suaves. Los quejidos de ser invadido, el gruñidos de querer entrar mucho más. La suave danza de caderas, el goteo de un miembro que era acariciado por el azabache mientras soltaba mordidas y chupetones alrededor de esos bien trabajados músculos. Lo estaba gozando, tener a ese chico tan dulce y amable gimiendo por él era una satisfacción indescriptible.
Culminó pero su amado rubio aún gemía con el tacto de sus rasposas manos. Siguió con la labor manual, acariciaba cada parte de ese miembro exigente mientras el rubio jadeaba y gemía provocándole escalofríos y deseo. Mordisqueaba y chupaba hasta que sintió como el otro terminaba en sus manos. Con agitas respiraciones, el rubio cayó y el azabache encima de él mientras le daba un beso en la espalda. Se quitó el condón para amarrarlo y arrojarlo lejos.
Tras unos segundos encima, decidió tirarse a un lado para observar ese rostro enrojecido por el excelente sexo. Unos hermosos ojos azules lo observaban con una sonrisa en los labios. Se apresuró a besarlo mientras el rubio se recostaba de lado. Tras el choque de sus lenguas y las mordidas excitantes en sus labios, se separaron para contemplarse.
-¿Cómo es que terminé despertando de esa manera?
-Y las ganas de devorarte aún no terminan-dijo Tony mientras le mordía el costado del cuello provocando una risa del rubio.
-Señor Stark...yo...
-¡Tony!-alegó este mirándolo a los ojos-. Te dije que me digas Tony
Se volvieron a besar, deseosos, hambrientos de perpetuar ese momento. Sintió el cuerpo corpulento subir a él y Tony solo soltó un sonidito aprobatorio por el acto. Ambos miembros quedaron juntos mientras Tony lo abrazaba del cuello sin dejar de saborear el interior de esa boca. Cuando terminaron, el rubio se recostó en el pecho del azabache mientras este le acariciaba la espalda.
-¿Me va a decir tu nombre o me mantendrás en la duda, encanto?-el rubio rió y miró de nuevo al azabache.
-Steve Rogers
Tony pudo apreciar el hermoso paisaje frente a sus ojos. El amanecer estaba posicionándose frente a ellos, la luz se reflejaba en ese hermoso cuerpo encima de él. El rostro del rubio se notaba cansado, desvelado de todas las travesuras que hizo Tony con él. Le sonreía con ternura y el azabache parecía rendido a ese hermoso chico.
Era casi de mañana
Me dijiste hasta luego
Te marchaste lentamente
Convirtiéndote en recuerdo
-Tengo que irme-susurró Steve tras un beso que lo hizo perder el aliento.
-¿Eh?-preguntó Tony desanimado-. Pero si recién estoy empezando...-le mordió la clavícula haciéndole gemir.
-Tony... yo...
-Sí, así...-Tony lo sujetó con fuerza de la cintura mientras besuqueaba el pecho trabajado, mordía sus pezones y volvía sus besos hacia la garganta.
-Tengo que irme...-repitió y se zafó del agarre del azabache que hizo un puchero. Lo alcanzó a besar una última vez.
-Dime que te veré de nuevo antes de irme-Steve rió y lo besó en los labios de nuevo.
-Lo veré esta noche, señor Stark
Antes de que Tony pudiera quejarse lo vio salir de la cama. Apreció ese hermoso cuerpo esculpido que gimió tantas veces bajo él, y a veces encima. Observó determinadamente cada rincón como queriendo grabarlo en su memoria fotográfica. Terminó de cambiarse pero aún el ajustado uniforme se notaba ese cuerpo fornido. Tony estaba sintiéndose orgulloso de haberlo hecho gemir. Steve lo miró con una sonrisa dulce.
-Hasta luego, Tony
Salió apresurado, observó alrededor de los pasillos antes de salir y cerrar la puerta tras de sí. Tony hizo un gesto de triunfo con la mano y regresó a las sabanas que conservaban ese aroma. Absorbió el olor para grabárselo en la memoria. En tres días se iría y le costó 2 en conseguir que ese hermoso rubio aceptara entrar a su cama. Era empleado del hotel por lo que era evidente que se negaría pero tras una pequeña mentira sobre la tubería de su baño y unas copas tras final de turno, cedió.
Una atracción hubo entre los dos cuando le ayudó con su equipaje y lo encaminó a su habitación. Mientras exploraba cada movimiento del rubio que dejaba sus maletas y parloteaba cosas que tenía que decir a cada cliente. Agradeció tanto que Pepper lo obligará tomar unas vacaciones. Actuó inmediatamente sin dejarlo ir, el rubio tenía duda en su mirada pero termino escapando.
Tony es insistente, conseguiría lo que quisiera. No iba a acosarlo descaradamente, eso quedaría muy mal. Pero si enviaría pequeños detalles para hacer sonreír al rubio. Sí, descubrió que tenía una hermosa sonrisa y unos labios dulces que también descubrió que succionaban muy bien.
Una pequeña nota, un pequeño detalle simple mientras la mirada de Tony lo ignoraba para coquetear con alguna chica por ahí. Lo buscaba para una pequeña conversación sin sentido o sobre el servicio, le hacía un alago sobre él y seguía su camino como si no le interesara. Poco a poco el rubio fue cayendo, sonriendo ante los detalles y ruborizándose cuando Tony lo veía con una sonrisa seductora mientras alzaba su bebida saludándolo y guiñándole el ojo.
Steve lo vio coqueteando con tantas chicas, saludándolas para que al final terminara dándole un detalle solo a él. No entendía el propósito de ello pero tampoco podía negar que no le atraía el sujeto. Imponente presencia, sonrisa seductora y un porte elegante. Cada mirada que le daba parecía devorarlo y eso le intimidó un poco. Además está prohibido tener ese tipo de relaciones con los clientes.
Solo entre conversaciones con sus compañeros se enteró que el hombre era el afamado Tony Stark. El dueño de Stark Industries, la empresa de energía más importante del mundo. Un billonario como él coqueteándole, parecía una absurda situación. Pero sabía que el hombre solo quería una noche y, con tantas miradas depravadas, a Steve también le daban ganas.
Aceptó quedarse después de su turno a reparar el baño de uno de los clientes porque sabía quién era. Era mera curiosidad, cuando el hombre le pidió acompañarlo con unas copas solo se dejó llevar. Cuando se dio cuenta, Steve estaba montado en el regazo de ese hombre besándolo desesperadamente. Él billonario parecía desesperado por probar cada rincón de su cuerpo.
Su cuerpo experimento sensaciones que nunca antes había sentido. Un hombre, con fama de mujeriego, sabía cómo consentirlo y los puntos exactos donde tocar. Probó cada rincón de su cuerpo, lo abrió de forma tan vergonzosa y lo penetró con vigor que entendió a todas esas mujeres que deseaban entrar a la cama de Tony Stark.
Tony era un amante insaciable y estaba consintiendo cada parte de Steve. Lo puso en posiciones vergonzosas pero siempre sabiendo donde tocar y como hacerlo gemir. Steve no imaginó que sonidos tan vulgares salieran de su boca mientras un hombre lo penetraba con todo el deseo del mundo. Steve había caído en los encantos de Tony Stark y aceptaría mientras pudiera tenerlo.
...
Veía embelesado la imagen frente a sus ojos, la copa de champagne había caído hace mucho y el agua que se agitaba en la enorme bañera empezaba a desbordarse. El rubio subía y bajaba sobre su miembro, deseoso, jadeante y a punto de llegar al orgasmo. Tony jugaba con esos dulces pezones, los raspaba con los dientes mientras Steve trataba de sostenerse de la bañera. Húmedo, desnudo y gimiendo por su miembro parecía un sueño.
¿Dónde se había ocultado semejante belleza tantos años?
----
Caminaban alejados del hotel, en la parte más escondida de esa playa. Era el atardecer el que se asomaba. Los últimos días se la había pasado tan bien, jugueteando en la cama. Tony también había dejado que ese rubio lo poseyera y realmente fue una experiencia que no dudaría repetir. Aunque siendo honestos, él amaba poseer al rubio con desesperación. Que gimiera su nombre en el oído y se abriera para él.
Ahora, en el día libre de Steve, el azabache quería llevarlo a la playa. No se podía resistir a hacerlo en algún lugar público. Tal vez lo cacharían pero nada le emocionaba más que en las revistas saliera él devorándose a ese fuerte rubio. Seguro le causaría problemas pero si lo corrían por incumplir las reglas del hotel, Tony le daría un hogar en su cama.
Se sentaron en la playa solitaria, miraron como las olas empezaban a moverse con calma. Tony no podía quitar la vista de ese hombre y antes de que el atardecer se fuera, decidió robarle un beso. Pensando que sería reprimido, porque descubrió que ese hombre tenía cierto instinto de madre, pero para su grata sorpresa, le contestaba igual. Ansioso, desesperado y dejándose caer en la arena suave.
A Tony le tardó unos minutos cuando ya estaba dentro de Steve, haciéndolo gemir mientras saboreaba esa piel dulce. Quería grabarse bien, el recuerdo del sabor de esa piel. Había pasado por tantas y esta le causaba adicción, le provocaba deseos que no entendía pero estaba seguro que jamás se cansaría de probar. Le mordía el lóbulo de la oreja mientras se movía ávidamente.
-Tony...-gimió Steve en su oído, Tony solo pudo devorarle los labios.
-Vente conmigo...-soltó Tony dejando al rubio sorprendido-. No sé que tienes en mí pero tengo ganas de experimentarlo por un largo, laaaaargo rato.
El azabache suplicaba respuesta pero Steve prefirió besarlo y hacerlo terminar. Tony se rindió ante ello y siguió las embestidas y siguió sus atenciones al cuerpo enrojeció por el pronto orgasmo. Un gemido fuerte resonó en esa parte de la playa tan solitaria y se besaron deseosos tras terminar y seguir idiotizados por el placer.
...
-No puedo...-dijo Steve quien miraba el mar, sus ropas ya estaban acomodadas.
-¿Por qué?-Steve se encogió de hombros.
-No se supone que esté haciendo esto contigo... Estoy comprometido con alguien más.
-¿Cuándo se casaran?
-En un mes...
-Me hubieras dicho y yo...
-¿Te habrías rendido? ¿En serio? Lo poco que te conozco sé que no te rendirías solo por eso.
-Bueno si pero...-Steve lo miraba escéptico con una media sonrisa en sus labios.
-Además... ¿No es esto solo una aventura para ti? Teniendo a todas las chicas a tu alrededor muriendo por ti seguro encontrarás a alguien mejor en cuanto salgas de este lugar.
Tony iba a alegar en contra pero Steve tenía cierta razón. Todo esto era solo una aventura pasajera. Seguramente cuando unos ojos bonitos o pechos deseables aparecieran frente a él iría corriendo por el dueño o dueña para olvidarse de esos maravillosos días.
Esperaba que fuera así.
...
Su último día en ese hotel no lo desperdició. Con algo de dinero extra al gerente logró tener a Steve todo el día en su habitación. Sobre negocios y asuntos sobre algo que Steve no entendió pero no importaba. Se estaban devorando ahí dentro sin interrupciones. El rubio se sentía algo culpable pero mientras la lengua caliente del azabache pasaba por los puntos exactos, se le olvidó el mundo allá afuera. Pidieron de comer pidiendo dejar la comida fuera y ellos la recogerían en cuanto se fueran para no despertar sospechas por las cuestiones poco pudorosas de la situación.
Trataban de comer pero el deseo les terminaba ganando, Tony tomaba alguna fruta para recorrer el cuerpo del rubio. Era algo empalagoso, la dulce piel junto la fruta dulce pero que Tony no dejó de probar. Pasaba una fruta por el punto que deseaba morder y terminaba dejando una enorme marca en su cuerpo. Steve agradecía que los cuartos fueran insonoros porque si no todo el hotel hubiera escuchado todos esos fuertes gemidos que el azabache le hizo soltar a lo largo del día y en condiciones poco decentes.
El cuarto era un desastre y ellos seguían teniendo sexo en el piso como conejos en época de celo. Todo era tan adictivo, los labios, las caricias. No querían renunciar a ellas pero el alba pronto amenazaría con su aparición. Tony solo se sorprendió lo mucho que se había hecho adicto a ese cuerpo en tan solo unos días.
El sexo podría sacar de ti un lado que sueles desconocer.
...
Mis manos no pueden olvidarte
Mis ojos extrañan tu mirada
Y tu piel de azúcar en mis labios
Se vuelve salada
Despertó cansado, aturdido más que nada. Se estiró sintiendo que no podía moverse. Miró alrededor... ¡Vaya! Tres chicas esta vez. Había sido una fiesta muy intensa. Por el dolor de cabeza y la habitación de hotel seguramente se había pasado embriagándose más de la cuenta, como lo ha hecho desde que volvió de vacaciones. Ya Pepper le reprendió, le insistió que dejara sus tonterías y se concentrara en la empresa pero parecía que a Tony no le importaba. Solo quería seguir bebiendo y probando cuanta persona pasara frente suyo.
Una pelirroja asomo su cabeza para abrazarlo. Tony sonrió complacido y pegaron sus labios pero una sensación de desagrado fue lo que realmente sintió. Si esa mujer tenía un cuerpo de ensueño, unos pechos y nalgas voluptuosas... ¿por qué no sentía la misma satisfacción que antes? ¡Por favor! El gran Tony Stark tenía a cualquier chica que quisiera, como quisiera y así era feliz.
¿Qué cambio?
Entonces el recuerdo de una piel dulce le llegó a su boca, acaricio sus labios recordando esa sensación y ese gusto. El recuerdo de ese sabor a azúcar estaba desapareciendo de sus recueros. Ya hace dos o tres semanas. No recordaba exactamente pero... Las imágenes de unos muslos pálidos, un trasero firme y unos pectorales con unos pezones muy sensibles se hicieron eco en su memoria.
¡Maldición!
...
-¡Tony!-entró Pepper gritando en la oficina mientras el acusado se servía el tercer trago del día-. ¡¿No son ni las doce y sigues bebiendo?! ¡¿Podrías concentrarte?! Tenemos demasiado trabajo y no puedo pensar correctamente si sigues bebiendo como loco y tengo que vigilarte.
-Tranquila, Pepper... todo irá bien-se arrojó a su silla para beber el licor en su mano. Pepper suspiró, cerró la puerta y se acercó para arrojarle un sobre amarillo que llevaba en la mano.
-¿Me puedes explicar esto, Tony?-este miró curioso el sobre y lo tomó.
Al abrirlo se llevó una gran sorpresa mientras Pepper se sentaba para mirarlo determinadamente. Eran fotos de Tony y ese hermoso chico rubio teniendo sexo en la playa. Una sonrisa traviesa se asomó en su rostro al rememorar aquel encuentro. Eran más de 10 fotos, unas tenían muy buenos ángulos aunque no los que le gustarían.
-¿Quién las tomó?-preguntó Tony volviéndolas a ver.
-Un paparazzi... me sobornó. Como últimamente no hemos tenido buena aceptación con los inversionistas por tus constantes fiestas tuve que aceptar para que no salieran a la luz. Eso pasó en tus últimas vacaciones, ¿no?-Tony le sonrió complacido y sin rastro de arrepentimiento.- ¡Tony! ¿Para qué demonios tenías una habitación si sales con estas cosas? Te conseguí la que era especialmente para eso...
-Tendrías que verlo, Pepper... Era necesario tenerlo contra la arena de la playa. Combinaba con él-. Potts suspiró cansada.
-Tony... ¿Sabes que ese chico se va a casar, no?
-Sí...-Tony hizo un puchero sin dejar de ver las fotos-. ¿Crees que el fotógrafo que las tomó pueda pasarme la copia digital? Quisiera tener estas fotos de fondo de pantalla-.Pepper puso los ojos en blanco harta y luego arrojó una memoria USB a su escritorio.
Conocía bien a su jefe.
-Tony... ¿Es por eso que estás comportándote como un idiota desde que volviste? ¿Te enamoraste de él?
-¿Enamorar? No... no... Eso... Eso es muy...pronto. Pero si sintieras lo que sentí con él... Era magia... como destino... No sé...Pero se va a casar por lo que...ya da igual.
Tony hizo un puchero que ocultaba su tristeza, volvió a mirar las fotos en sus manos para examinarlas de nuevo. Pepper lo miraba, en su vida podría imaginar ver a su jefe tan melancólico por alguien que conoció solo unos días. Había chicas extravagantes con las que había salido más de una vez y aún así no era el mismo apego. Pepper tenía información de más pero le agradaba la idea de ver a su jefe en ese estado. Era reconfortante.
-Sé donde vive-sentenció Pepper, Tony la miró con sorpresa y aunque lo deseaba, contuvo sus ganas de suplicarle que le diera tal información.
-Ah... ¿sí?-Pepper rió al ver que era tan obvio.
-Tengo una junta, me voy.
Pepper se levantó decidida cuando escuchó unos pasos rápidos tras de ella y vio a Tony impidiéndole el paso. Solo pudo soltar una carcajada al ver a Tony tan desesperado. Él le suplicaba con los ojos aunque las palabras no salían de su boca.
-Te envié la información por correo-sentenció Pepper abriéndose paso, Tony reviso su celular desesperado.
...
Todo el tiempo transcurrido me lastima íntimamente Y pensar en tu regreso me resulta insuficiente, Para mí no hay nada eterno y pienso en estar contigo Nada más que por salvarme y creer que sigo vivo.
-¿Tony?-esos ojos azules se abrieron de sorpresa al ver a su inesperado invitado. El nombrado rascaba su nuca y estaba nervioso ante el hombre vestido tan casual.
-Hola, cariño-sonrió coqueto- ¿Cómo has estado?
--Bien... ¿Cómo...?-el azabache se encogió de hombros.
-Unos cuantos dólares al hotel y eso... Por cierto... me dijeron que renunciaste.
-Sí... Encontré un mejor trabajo.
-Ya veo...
-¿Quieres pasar?
-Claro...-entró nervioso y curioso por el departamento.
La habitación estaba casi vacía, había cajas llenas con varios aparatos domésticos, libros y ropa. Una mudanza era evidente. Pese a que nunca había estado ahí sabía que ese lugar estaba bastante vacío. Caminó con paso torpe hasta llegar en el medio de lo que parecía una sala.
-¿Cómo has estado?-preguntó Tony mirando con curiosidad la casa.
-Bien...
-¿Te mudas, eh?
-Sí, bueno... Este es mi departamento de soltero entonces...
-Claro, claro... la boda... ¿Es mañana?-Steve solo afirmó sin decir nada-. Ya veo... ¿Hay alguien más en casa?
-No...-dijo Steve recargándose en la puerta-. Solo estoy yo...
Sin dudarlo mucho, Tony lo encerró con sus brazos y lo besó con intensidad. El recuerdo que tanto estaba deseando recuperar se hizo nítido al contacto de sus labios y su lengua. Era la memoria, el recuerdo que tanto amaba y anhelaba. Lo sabía, desde que salió de ese hotel supo que buscaría como imbécil otra persona con ese delicioso sabor dulce en su piel pero era imposible, en especial cuando ya sabía quién sí lo tenía.
Tony presionó más el beso para profundizarlo, la sorpresa fue que Steve lo abrazara de la cintura para luchar por el dominio de ese beso. Cuando se dio cuenta, el rubio le quitó el saco y estaba ansioso quitando el cinturón mientras seguían comiéndose a besos. Tony también empezó quitar esa playera de manga larga que estaba tan bien ajustada.
Caminaron en dirección a la habitación pero como seguían besándose, tropezaron con una caja y cayeron al piso. Tras una risa estrepitosa de ambos, sus rostros quedaron cerca y de forma traviesa empezaron a juguetear con la lengua del otro. Sin tocas sus labios, las lenguas se saboreaban. Rieron para luego seguir el beso profundo. Extrañaban esa sensación.
Steve cayó encima de Tony, este ya estaba disfrutando los jugosos pezones como recordaba. Sí, esa piel. Ese dulzor. Ese aroma. Tony se disculpaba de antemano con la novia, se robaría a Steve y no volverían a verlo nunca. Bueno, tal vez en las fotos de las revistas donde salga devorándose a ese Dios Griego en alguna playa o cualquier lugar público que ya tiene planeado. Steve soltaba deliciosos gemidos y el miembro de Tony ya había reaccionado.
-Tony...-musitó Steve entre jadeos, Tony sonrió.
Empezó a acariciar la espalda desnuda de Steve. Llegó a esa curvatura entre la espalda y las nalgas hasta llegar al punto deseado. Saboreándolo, entró a ese rubio moviendo con ganas sus dedos. Steve empezó a mover su cintura haciendo fácil la tarea. El gemido constante de Steve lo estaba haciendo llegar pero tenía que soportar. Se levantó un poco hasta llegar al oído de Steve mientras le mordía el lóbulo
-¿Te puedes poner en cuatro?-susurró Tony, Steve lo miró sonrojado y solo afirmó.
El rubio, se colocó en posición mientras Tony se levantaba para poder penetrarlo. Contempló con entusiasmo ese hermoso y pálido trasero, lo apretó provocando espasmos en el rubio, Tony besó la columna con deseo y buscó en sus pantalones dos sobres pequeños. Un condón y uno de lubricante. Se colocó el condón para luego vaciarse el lubricante en los dedos y empezar a preparar a ese hermoso rubio.
Entraba y salía con entusiasmo, los gemidos de Steve resonaban en esa sala vacía y el eco estaba encendiendo a Tony. En cuanto sacó sus dedos, entró con desesperación haciendo gritar a Steve. Empujaba con fuerza mientras el otro se curveaba para recibirlo. Estaba más suave, como si estuviera preparado para eso. No, seguro se lo estaba imaginando por la desesperación de tener ese cuerpo de nuevo bajo su dominio.
Lo recostó de espaldas para abrir sus piernas y penetrarlo con fuerza. Embistió entusiasmado, besaba ese cuerpo blanco con deseo, se devoraba los pezones y luego los labios que estaban totalmente rojos. El rubio también lo probaba, le mordía a clavícula y deslizaba sus fuertes manos por los suaves músculos y el trasero redondo. Gemía cada que Steve le apretaba las nalgas con sus fuertes manos. Tras un poco más de su vaivén de caderas, terminaron mientras se besaban.
Tony se recostó en el pecho amplio de Steve mientras este le acariciaba la espalda. Mientras escuchaba el latir agitado del corazón del rubio, notó que bajo el sillón que estaba al lado de ellos había algo brillante. Por mera curiosidad lo alcanzó hasta notar que era un anillo de compromiso de una mujer. Estaba lleno de polvo. Soplo para quitarle el polvo y lo corroboró.
-¿Un anillo?-preguntó Tony, Steve solo lo miró sin hacer ningún gesto-. ¿Tu novia lo perdió?
-Tal vez...
Para Tony era raro, una mujer suele ser cuidadosa con esas cosas, en especial si se va a casar con el hombre que ama al siguiente día. Además, llevaba demasiado polvo para que pareciera que lo perdió reciente. Podría jurar que era el polvo de un mes, más o menos. Un idea le vino a la mente y miró a Steve, este sonreía de forma traviesa como confirmando algo. Le quitó el anillo y subiendo su mano sobre su cabeza lo arrojó como si fuese cualquier cosa.
Tony sonrió de forma felina mientras se acercaba a los labios de Steve y su mano viajaba por el brazo del rubio hasta que sus palmas chocaron, entrelazando sus dedos. Tony lo besó de forma ansiosa mientras se volvía a acomodar entre sus piernas.
-Eres un chico muy travieso
Steve sonreía complacido.  
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margaretcedenoq · 5 years ago
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Destino Las Terrenas.
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Al salir desde Santo Domingo, tomé la carretera mella la cual conecta con la autopista principal del nordeste. Fue largo el trayecto hacia mi lugar de destino, parecía interminable, pero las diversas paradas para ir al sanitario y comer una que otra chuchería lo hacían más llevadero.
Después de sufrir por el sol abrazador, la cálida temperatura de la tarde se asomaba con una fresca ventisca, ya nuestro destino estaba más cerca, se podía divisar a lo lejos el esplendoroso mar azul. Y es que su majestuosidad no tiene comparación, el olor del Océano Atlántico era un deleite para los amantes de la vida al aire libre.
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El pueblo con sus pintorescos colores te recuerdan que estas en el trópico y lo más reconfortante era que lo sabía, mi ropa acorde al lugar me hacía sentir que estaba en un sueño, todo a mi alrededor era un espectáculo a la vista, pero para poder llegar con mayor facilidad a mi destino lo mejor fue tomar una forwell. Cosa muy común en esta ciudad, las personas se trasladaban en pasolas o motores, ya que la avenida principal no es muy espaciosa.
Entre la playa y sus frondosas palmeras se encuentra una calle tan estrecha que sólo puede transitar un vehículo, por lo que me dispuse a practicar antes de tomar mi ruta, fue difícil pues pesaba un poco, siendo esta experiencia algo nuevo para mi. Al conducir este exuberante vehículo fue toda una comedia puesto que no tenía dominio, pero al final si pude y me alegre por ello, ya que no quería atropellar a ningún transeúnte o caerme en el camino.
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Transitando por las Terrenas divise los diferentes restaurantes situados frente a las múltiples playas, su gran variedad de hoteles, bares, tiendas de artesanías y prendas de vestir, me hacían sentir como una turista en mi propio país. Las playas de arena blanca ubicadas en el centro de la ciudad son buenas para nadar, las cercanas Playa Bonita y Playa Cosón te dejarán sin aliento, tal vez tanto como los deliciosos mariscos frescos que se sirven en el lugar.
Al llegar a mi destino, donde me hospedaría, no quería encerrarme en aquel lugar, por lo que me dispuse a bañarme y retomar mi tour por este pueblo de ensueño mezclado con una ciudad cosmopolita.
Me puse un ropa cómoda pero a la moda, para estar a la par con la vibrante noche pues estas cobran vida en Las Terrenas con bailes, desde la bachata hasta el R&B, y los mejores éxitos, a lo largo de la fila de bares y restaurantes del Pueblo de los Pescadores, uniendo a los diversos residentes de la zona bajo las estrellas.
Los oficiales no descuidaban su rol de agentes del orden, en todo momento se encontraban alerta ante cualquier emergencia, sumado a la amabilidad de los moradores, estos me daban paz y seguridad en todo momento.
Al alba, tenía toma la energía de un niño pequeño, quería verlo todo; me duché y me vestí deprisa, sin olvidar mi bañador, tome todo lo necesario y lo puse en mi mochila. No quería durar un segundo más en el hotel, aún que este contaba con una piscina y era muy acogedor, quería conocer los alrededores de las Terrenas.
Me desayuné una tostada con huevos revueltos y un jugo de naranja, descansé después de comer como buena dominicana, viendo a los niños jugar en la piscina. Estaba lista y más que satisfecha.
Puse en marcha mi vehículo con dirección hacía Samaná.
Samaná es una provincia de la costa en el Atlántico del noreste de República Dominicana. Abarca principalmente una península y se distingue por su terreno frondoso y montañoso y por sus playas de arena blanca. Playa Rincón tiene una ubicación remota en el extremo este de la península y es conocida por sus tranquilas aguas turquesa y costas relativamente vírgenes. La pequeña isla Cayo Levantado tiene un trío de playas y una vista panorámica del mar.
Como soy una aventura y disponía de todo el día, tomé la ruta costera para disfrutar de la vista hacia mi destino, siendo la Península de Samaná, paraíso natural, es tan codiciada hoy como lo era en el siglo XVI. Este paraíso, está bien conectado por tierra y aire, sin embargo, sigue siendo el remoto escape de playas salvajes, plantaciones de cocos y selvas tropicales. Sus montañas ondulantes y valles forman los ríos cristalinos que desembocan en el Atlántico mientras se precipitan hacia brillantes playas.
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En el pueblo hay viviendas pintadas de colores vibrantes y diversa vegetación, observando el malecón en frente, disfruté de este tesoro nacional con una fría cerveza a mi disposición.
Podría sonar a un anuncio publicitario pero si no describo la belleza de sus alrededores no le estaría haciendo justicia. Y es que me planteé el conocer desde adentro a Samaná, pero como no conozco el lugar le pregunte a los habitantes de allí, estos se han ganado merecidamente la fama de ser gente feliz y sencilla, y unos anfitriones acogedores. Es fácil entablar conversación con ellos. Viven sin prisas, algo que a la llegada puede sorprender, pero que con el tiempo, acaba impregnando al viajero.
Las opciones de turismo activo en la península son infinitas. Muchas de ellas las podrás realizar por tu cuenta, aunque el lugar dispone de guías locales y una interesante oferta de actividades respetuosas con el medio ambiente. Me dispuse a disfrutar de todo lo tenían para ofrecerme, poniendo en mis planes volver a visitarla, una vez no es suficiente para conocer sus playas y alrededores, siendo esta experiencia más gratificante de lo que pensé, sin dudas, la República Dominicana lo tiene todo.
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123hooversouls · 5 years ago
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La arena de la playa se le colaba entre los dedos de los pies, y el sol se estrellaba contra su cuerpo medio desnudo salvo por el bañador, adormeciéndolo por completo mientras de fondo escuchaba las risas de Declan y de Karen jugando juntos a las palas.
Samuel sintió unos dedos pequeños y cálidos rozarle el dorso de una de sus manos.
—Ahora no, Danny —murmuró antes de bostezar, todavía con los ojos cerrados.
Su hermano pequeño resopló y dio un golpe con ambas manos sobre la arena.
El ruido de una pelota de goma chocando cada pocos segundos contra las palas de madera dejó de oírse, y lo siguiente que Samuel notó fue el olor de la colonia de Declan colarse por su nariz, al mismo tiempo en que alguien se sentaba junto a él, en el lado contrario a donde estaba Danny. Declan le pasó un brazo por los hombros.
—Sam —le llamó. Samuel frunció el ceño con molestia, haciendo que su primo se riera—. Era una broma. Venga, vamos al agua. Hoy es el último día de verano, ¿de verdad quieres pasarlo tirado en la arena?
—El agua está fría.
—Y la arena caliente.
—Prefiero quedarme aquí.
Declan le miró durante unos segundos y luego inclinó el torso hacia adelante.
—¿Y tú qué me dices, te vienes conmigo al agua?
Danny golpeó la arena otra vez, esa sin ningún resquicio de enfurruñamiento en la cara. Lo siguiente que Samuel escuchó fue el suspiro que emitió Declan antes de levantarse, coger a Danny en brazos, y marcharse con él en dirección al agua.
La voz alegre y despreocupada de Karen hablando con una mujer a la que acababa de conocer, entremezclada con el so sobre sus párpados, hizo que el brujo se dejase caer hacia atrás, quedando tumbado por completo sobre la toalla. Extendió sus brazos, cada uno hacia un extremo, y empezó a hundir los dedos de las manos bajo la arena.
No sabía cuánto tiempo llevaba allí; en ocasiones sentía que un par de horas, otras, que varios días. Pero fuera cual fuera la respuesta, y el sol nunca se ponía, y las fuerzas de Danny tampoco parecían agotarse, así que Samuel había asumido que su percepción del tiempo se había atrofiado debido al aburrimiento, reduciéndolo a alguien que simplemente esperaba a que pasara algo, cualquier cosa, que hiciera que el tiempo comenzase a avanzar para así poder volver cuanto antes a casa y seguir haciendo la maqueta de la torre Eiffel que llevaba ya varios días montando con su abuelo.
En ocasiones era capaz de escuchar la voz de su hermano Riley hablando con Karen y con una tercera voz masculina que a Samuel le sonó familiar, pero que no fue capaz de reconocer, pero las captaba tan lejanas, que el brujo supuso que se las estaba imaginando. Saber que Riley aquella tarde estaba trabajando, y que Karen estaba a unos metros de él, charlando como si nada sobre plantas con aquella desconocida, le ayudaba a creérselo.
—...a Blaster…
Samuel abrió los ojos de golpe, viendo que ya no estaba en la playa. O quizá sí, solo que en el fondo de la parte más profunda del agua. Se le escapó todo el aire por la boca debido a la sorpresa, provocando que inhalase con fuerza, llenándose la nariz, garganta y pulmones de agua. Empezó a toser, mientras sentía como todo dentro de él comenzaba a arder.
Los latidos de su corazón se aceleraron con rapidez, aunque no tardó en darse cuenta de que no se estaba ahogando, ni tampoco tardó en comprender que el agua estaba hechizada, permitiéndole respirar como si esta se tratara de oxígeno, pero sin quitarle el dolor que hacerlo le causaba.
Algo le sujetó un hombro desde atrás y le empujó con fuerza hacia adelante, tirándole al suelo, consiguiendo que el brujo terminase con el cuerpo pegado a la arena. Volvió a respirar, con los ojos abiertos de par en par anclados a lo primero que encontró, que fue una roca llena de algas que había a unos metros de él.
Lo que fuera que le había empujado avanzó hasta colocarse a su lado. Samuel no apartó la mirada de la roca, pero pudo darse cuenta de que a unos centímetros, en el rabillo de uno de sus ojos, nadando por el agua, había un montón de motas de polvo negro que se juntaron hasta formar una pierna y un pie del mismo color. El pie se alzó y fue hacia la cabeza de Samuel, aplastándosela contra el suelo con cierta fuerza, provocando que los granos de arena se le incrustaran contra la mejilla. El brujo no gritó, pero sí que cerró los ojos apretándolos con fuerza antes de reabrilos y mirarle, y Ewout se agachó frente a él sin quitarle el pie de encima, ladeando los labios en una sonrisa sardónica que no le hizo temblar ni la mitad que sus ojos completamente amarillos.
«¿Era esto lo que me escondías?».
Samuel continuó mirándole, sin comprender a qué se refería. No sabía si podía hablar estando donde estaban, pero respirar le dolía tantísimo, que no quería deshacerse tan rápido del poco aire que todavía le quedaba tras su última inhalación, así que prefirió no comprobarlo.
Por un segundo, como un flash, vio la alfombra del salón del viñedo.
—...avisar a Blaster.
Samuel notó cómo empezaba a girar la cabeza hacia la voz de Karen, y aunque no estaba viéndolo, podía sentir como la sonrisa de Ewout se ampliaba. Con esfuerzo, logró cortar el movimiento, volviendo a aparecer bajo el agua. El pie que Ewout tenía sobre su cabeza se alzó y luego bajó de manera violenta, golpeándole una de las sienes.
El brujo cerró otra vez los ojos, esa en contra de su voluntad, deseando reaparecer en la playa, donde parecía que nada malo podía sucederle.
—¿Llamamos a Blaster? —escuchó.
«Sí» dijo Ewout dentro de su mente.
«No» replicó él.
Ewout subió una vez más el pie y le golpeó de nuevo la cabeza, dándole tan fuerte que le dejó inconsciente. En el salón de los Hoover, cogió el control del cuerpo de Samuel y dejó caer la cabeza hacia adelante, queriendo que todo pareciera obra del niño.
El brujo no se dio cuenta de nada de lo que estaba pasando a su alrededor hasta unos minutos más tarde, cuando abrió los ojos todavía en el fondo del mar. Ewout ya no estaba allí, así que Samuel se giró hasta estar tumbado boca arriba. Inhaló con dificultad, y la quemazón a la que todavía no se había acostumbrado le hizo cerrar una vez más los ojos, viendo por unos segundos de nuevo la alfombra del salón. El corazón se le aceleró al darse cuenta de que estaba a punto de hablar, y que no tenía ni idea de qué era lo que iba a decir.
«¿Era eso lo que me escondías?». Samuel apretó los dientes de arriba con los de abajo con fuerza hasta que le dolieron, tratando de sacar fuerzas de donde no sabía si las tenía.
Ewout sabía que no tenía mucho tiempo antes de que Samuel lograra quitarle el control de su cuerpo, así que soltó lo primero que se le vino a la cabeza:
—Está aquí. [...]
Con dificultad, Samuel consiguió apartar los ojos de Blaster cuando Ewout pareció a punto de verle, queriendo evitarlo el mayor tiempo posible.
La aparición del mismo tentáculo que le había hundido bajo el agua días atrás, le cogió con la guardia baja, haciendo que soltara todo el aire y perdiera la concentración cuando este se enredó en su cuello, comenzando a estrangularlo. Pero incluso allí, en mitad de su intento por zafarse, Samuel escuchó las palabras de Ewout mientras fingía ser él mismo, recordando de pronto a qué se había refería.
«¿Era esto lo que me escondías?».
«Sí» admitió, antes de perder otra vez el conocimiento.
Ewout era un ser que se alimentaba principalmente de magia, y cuanto más poderosa, mejor. La absorbía, se alimentaba de ella, y cuando le era lo suficientemente útil, se la quedaba, volviéndose así cada vez más fuerte. En Ryndelgarf su intención principal había sido atacar a Dojkan, pero cambió de opinión súbitamente al ver a Samuel herido en el suelo. Dojkan era un mago conocido por ser bastante poderoso, pero era más experiencia que otra cosa. Samuel, sin embargo, podría haber matado a todos los allí presentes aunque no pareciera saberlo todavía.
Pero él sí. Podía olerlo.
El único motivo por el cual no se había comido toda su magia y luego le había matado, era porque nada más meterse dentro de él, había descubierto entre sus recuerdos que el niño conocía a alguien mucho más poderoso que el propio Samuel. En realidad, conocía a bastantes alguienes; gente de la que Ewout ya había recopilado toda la información posible para atacarlos más adelante. Pero si había algo que al monstruo le gustaba, eso era que le supieran las cosas difíciles.
Ignoró la existencia de Blaze, de Kirtash, y de gran parte de esa familia, yendo directo al único al que no podía ver. El lugar en el que Samuel había guardado a Blaster dentro de su mente estaba cerrado a cal y canto, y Ewout no pudo evitar la sensación de satisfacción cuando logró que aquella persona a la que llevaba tantos días intentando localizar, le tendió por fin la mano.
Los dedos de la mano de Samuel se aferraron con fuerza a los de Blaster, bajando la cabeza hacia ellos aprovechando que tenía el dominio por completo del cuerpo del niño. La expresión de disgusto y alarma al sentir el escudo protector fue más que evidente, y cuando Ewout logró por fin verle la cara a Blaster, estando ya bastante lejos del viñedo, trató de coger aire sin conseguirlo, gritando después con fuerza y de manera gutural, al mismo tiempo en que los ojos del niño se volvieron completamente amarillos.
Intentó deshacerse del agarre de sus manos, rompiéndose ambas muñecas en el acto.
Dentro de Samuel, en alguna parte de su mente, la cárcel que Ewout había creado expresamente para él se tambaleó, y lo que en un principio parecía ser solo un tentáculo nacido de la nada, se reveló como un kraken de grandes dimensiones, aparentemente hecho de polvo negro, cuyas motas estaban tan pegadas las unas a las otras, que lo volvían completamente sólido.
Sus ojos amarillos eran lo único que le identificaba como la verdadera forma de Ewout, quien, fuera, dio un paso hacia adelante con la boca abierta, efobcando únicamente a Blaster, como si la presencia de Kirtash le diera completamente igual y quisiera arrancarle la piel a tiras al Grátnar usando los dientes del niño.
Notó a Kirtash entrando en el cuerpo del niño, desconcentrándole lo suficiente como para dejar de moverse utilizándolo, quedándose así con los ojos anclados en Blaster mientras, dentro de él, Ewout comenzó a extender parte de sus partículas por el cuerpo del brujo en busca del Nítnar, mientras el tentáculo que había tenido Samuel hasta entonces alrededor del cuello le soltó y se dirigió hacia su estómago, atravesándolo de un golpe único golpe, empezando a absorber así sus poderes para así poder enfrentarse a Kirtash, demasiado ocupado en preocuparse por el Nítnar como para darse cuenta de la presencia de la magia de Blaster también dentro del cuerpo de Samuel.
Blaster entrecerró los ojos y se concentró en juntar una gran cantidad de magia bajo su pecho. Esperó unos segundos y alzó los párpados, y al hacerlo, su poder estalló y se expandió como una onda en todas direcciones, despejando la ventisca azabache y mostrando varios metros de arena y agua a la redonda. En un lateral, alcanzó a divisar el cuerpo de Samuel tendido sobre las piedrecillas del fondo. Nadó hacia allí con rapidez y se arrodilló junto a él a la par que creaba un escudo alrededor de ambos que hizo desaparecer el agua de ese pequeño trozo de mar. Abrió la boca y respiró una gran bocanada de oxígeno mientras una de sus manos se deslizaba tras la nuca de Samuel y le levantaba la cabeza. Un segundo después, ambos estaban en la playa y la tormenta se había disipado, pero una bruma arenosa y de un ocre translúcido le picaba en los ojos y lo obligaba a mantenerlos entrecerrados.
A lo lejos, un fuerte estruendo le indicó que Kirtash estaba conteniendo el poder de la criatura para evitar que esta pudiese acercarse a ellos.
—Samuel —llamó. Necesitaba que se despertase para que pudiesen terminar con aquella pesadilla—. Samuel.
Lo zarandeó sin lograr nada. Sopló hacia arriba para apartarse el pelo mojado de la frente y los ojos y apoyó una mano en el pecho del niño. Disparó una ola de magia directa a su corazón y la reacción fue instantánea: Samuel despertó de golpe, tosiendo y desconcertado.
—Eh, hola, necesito que me ayudes a deshacernos de esa cosa.
La voz de Blaster hizo que girase la cabeza hacia él, pero en cuanto sus ojos llegaron al inicio de los primeros mechones, el brujo movió la cabeza con brusquedad hacia el lado contrario, convencido de que aquello no era más que una artimaña por parte de Ewout para que así bajase la guardia, demasiado cansado como para darse cuenta de la magia que rodeaba al Grátnar.
—Y yo necesito que te vayas a la mierda —contestó con la voz ronca, hablando de una forma que haría que Karen le diera un buen tirón de orejas en caso de enterarse. 
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