#escritobasura
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Tiznada y cantando va la inherente pregunta que he querido realizar al ver su espalda blanquecina, sus manos larguiruchas y el arco de su ceja
Hay una laguna de recuerdos que se percata del olor a azufre y vino que emana de sus aguas, mientras se divisa a una viuda lastimera flotando, con las rodillas en la frente, como para borrarse lo ya acaecido de la mente, darle a la masa un aplastón y dejarla descansar por fin en paz, mientras le cuelgan los senos del pecho como dos escudos flagrantes qué esconden el latir del no ser yo
Los perros del lago saltan hacia sus profundidades como si fuesen pertenecientes a su humedad, a su latente derrame de sangre azulada, y se ahogan, incautos, la sangre les corre por la tráquea y los asesina llenándoles los pulmones de desesperanza
La laguna surgió de la saliva de aquel muchacho poeta que mencioné alguna vez, con sus tendencias rígidas y sus normativas poéticas academicistas, la saliva oscura qué no dejaba paso ni para el reflejo de una luna, ni el del sol, ni el de una lágrima de nácar saliendo de los ojos de un solitario vagabundo que conmueve con sus rotos zapatos.
La asalivada laguna hace que el muchacho poeta gaste, gaste y pierde su pecho o la blanca esfera qué se alza sobre sus pensamientos
Y las divinidades en las que cree, no son más que peces que no habitan el agua si no el éter y la completa y fascinante combinación de sus letras y los parágrafos de sus narrativas.
El muchacho poeta evoca el sentir más humano,sensitivo, voraz
Un caballo a la distancia lo espera, para que cabalgue al alba de sus deseos creativos, de las mezquinas burlas que se entreveen en sus textos, o las fuertes apreciaciones a otras féminas ahogadas en salivitas de miseria.
La puerta nunca se abre para quienes tocan de adentro, nunca hay nadie afuera que entienda que no siempre adentro esta la respuesta, el sobre sellado con dos besos matutinos del amante
Las caras que no se derriten al encontrarse, no son dignas de aportarle una gota azul a la laguna de salivita de la poeta, qué sólo quiere que se desgarren los cuerpos en medio de las batallas furtivas por la pasión, por el encuentro amoroso y odioso.
Dentro de un cuarto rosa, se lleva las manos a las costillas, aprieta tan fuerte como puede hasta decir "eso es, he aquí mi obra, Eva misma, enardecida porque la he sacado de las oscuridades de la inexistencia"
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