#es lo mas grande que hay el rayo lo amo mucho
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dios si seguimos ovacionando a advincula con ole ole ole negro negro la fifa nos va a demoler la bombonera
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Mamá
La última vez que te escribí algo en una fecha especial fue de pequeña, me acuerdo que cada año cuando venía el cumpleaños, el día de las madres u otras fechas especiales que me acordaban en el colegio, lo primero que pensaba era en escribirle una carta muy linda a mi mamá, o un dibujo, porque mi cercanía con el arte ha estado palpable desde que tengo memoria, sin embargo deje de hacerlo porque sentía que para las demás personas no eran tan importante, y eso me hizo dejar de realizarlo; es gracioso que las personas me vean amargada o que no demuestro mis sentimientos, pero soy un ser humano particular que le cuesta demostrarlo y al momento de sentarme y escribir dejo todos estos bonitos sentimientos plasmados en cada palabra, en cada tilde, en cada coma… al ser consciente de esto ya grande, con un poco más de madurez, con un poco de autoconocimiento hacia mi ser decidí volver a demostrarte todo mi amor mediante letras el cual espero no sean borradas, y se tomen con la importancia que yo les doy…
Gracias por darme la vida, cuidarme y protegerme como pudiste, los últimos años que me he dado la oportunidad de analizarme he tenido la valentía de contarte pequeñas situaciones que he encontrado como los problemas que tuve de pequeña y me han afectado como ser humano, quiero dejarte claro que no lo hago con intención de herirte ni a ti ni a nadie, cada situación que pase era necesaria para aprender enseñanzas que la misma vida nos coloca, no te culpo de nada, en mi corazón solo hay amor y perdón, por eso quiero brindarte lo mejor de mí, no mis momentos lúgubres, trato de alejarme cuando me siento baja de ánimo, por eso tal vez y no me ves tanto, no estoy presente con frecuencia, porque quiero llegar a tu lado y darte alegría y tranquilidad, no mas problemas … espero entiendas porque soy distante contigo y con todos…
Gracias mamà por estar a mi lado en momentos importantes de mi existencia, hicieron una diferencia gigante, por ello no me derrumbo en mi dia a dia, por ti aprendí a levantarme por muy mal que esté, de ti aprendí que por muy difícil que sea todo se puede, porque tu lograste criarme a pesar de bachas en el camino sean económicos, sea apoyo para criarme, o incluso energías que te faltaban y sin embargo la dabas toda para sacarme adelante, todas esas cosas las note y las noto aunque no te las diga seguido, me da nostalgia plasmar mis pensamientos así sean de amor, por eso no tengo la valentía de decirlas en persona, porque siempre llorare en cada escrito que me salga del corazòn…
Te amo mucho mamà, amo tenerte y abrazarte, amo escucharte y apapacharme en tus brazos, amo sentir tu alma junto con la mìa, por eso por mas oscuro que veas el camino recuerda que hay un rayo de luz a tu lado dispuesto a entregarlo todo por ti, siempre estarè contigo en cada paso, en cada circunstancia, acompañandote sea cerca o a la distancia, mi luz y mi alma están para ti siempre….
Deseo este año tengas un muy feliz cumpleaños, sigue cumpliendo muchos mas, no te rindas, cada bache es una enseñanza, y lo importante es aprender no pensar en que tan malo son las cosas, evolucionar en cada oportunidad, eres un sol que merece ser feliz, te amo, te amo mucho, con todo el amor de mi ser,
Att: Tu niña.
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#Luckity parte 2
Vagos recuerdos....... Venía en su mente....era el....era esos recuerdos que el mismo sacrifico por tener una nueva vida....un nuevo inicio.......
"Frederick"
"Lzu!!"
"Lzu mi Niño!!"
"LZU Q-UE ES ESTO?! LZU!!"
sus memorias había regresado al fin pudo recordar toda esa vida ......al fin pudo recordar a la primera persona que el una vez amo........su primera traición......y como gracias a está nació el .......el nacimiento de evillzu y sus inicios.
.....
Esta vez....haría mucho más grande lo que una vez llegó hacer en sus Inicios....le demostraria a todo el pueblo lo que puede ser capaz el mismo....y así demostrar que nunca más en su MALDITA VIDA!! SER TRAICIONADO OTRA VEZ!!! NUNCA MAS HASTA QUE LOS MISMO DIOSES SE APIADE DE EL!!
.......
Hay que dar inicio al espectáculo no?
......
Había pasado semanas desde lo sucedido con quack y lzu, los demás integrantes no le daba tanta importancia al asunto, pensaba que solo era un capricho del pelo castaño que le gustaba dramatiza cualquier desgracia que le pasará .....pero para quack era más que una exageración...
No había visto a lzu por semanas y lo única que quería era pedirle disculpas.....sabía y admitia que está vez si la cago.....y como no?!
Literalmente estuvo BESUQUEANDO A UN SEÑOR DE 400 AÑOS MAS MAYOR QUE EL?!
Pero no significaba que dejaría así las cosas....hizo todo!!
Con la mínima esperanza de poder arreglar las cosas y quizá....está vez ser mejor para su querido lzu.....
Para el solo era el mismo recordatorio que sus propias acciones haría que tarde o temprano haría que el estaría solo para siempre..... Otra vez......
Otra vez?
Cómo que otra vez??
Acaso el ya lo había vivido ante??
Será que el....en su vida pasada??....
.
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W@(#)(+#(#(H{£{¢=€€{€A+#+$+$($AT!!!!!
HISTORY!?
ESTABA TODO BORROSO?! QUIEN ES ESE CHICO?! QUIEN ERES?! TE CONOZCO?! POR QUE PELEAMOS?!
QUE HIZE MAL?!
K#/@+$+
S(@((#(#(#(
LO SIENTO!!! LO SIENTO YO NUNCA QUIZE QUE ESTO PASARA!!! POR FAVOR NO ME DEJE OTRA VEZ!!! ESTA VEZ MEJORARE!!! SOLO NO ME ABANDONE OTRA VEZ NO!!! HARE ESTA VEZ MEJOR!!! NO TE VALLAS!!!
KARL!!!!! SANPNAP!!!
QUACKITY!!!
Y entonces salió
salió lo que sería de su trance .....
Q-que había sido todo eso?!
Era acaso.... Sus memorias??
Esa vida......sabía que el pasado ya no existe ya que una vez lo haya vivido nunca más volveria ....ya que el mismo tiempo es relativo pero......eso no significaba que el mismo Tiempo no lo perseguirá de un modo otro .... Este lo seguiría hasta el minimo grado del último reloj, hasta que el mismo de su último aliento, los últimos rayos del mismo sol......el pasado nunca se borra....son cosas que sucedieron y sucederá hasta en los fines del mismo tiempo.
V: QUACK!! NECESITAMOS AYUDA AL PUEBLO!!
Q: p-ero que está pasando?! Vgtta cuéntame!! Que está sucediendo?! No estoy entiendo un carajo!!
V: es el pueblo!!! Esta siendo destruido!!
Q: que?..........
Parte del pueblo está siendo consumidas por el gran color carmesí de tonos Anaranjados, el pueblo estaba siendo evacuando para que más personas no saliese herida....los héroes tratando de apagar y salvar a quienes pudiese y no solo eso!! Había un millón de mobs también atacando y matando a quienes pudiese!! Todo era un caos...... No podía todo a la Vez nisiquiera ni el mismo sapo peta podía con tanto enemigos, fargan había sido herido por una calavera arquera....le había dado a una de sus alas,alexby sacaba a quienes pudiese de las ruinas .... Lolo solo se complacía de poder matar a quienes pudiese y Rubius....
Había sido igual de herido sin importar que estuviera en su forma híbrida.....todo era un caos .....el grandísimo espectáculo del mismo evillzu........había ejecutado el primer paso de su plan.....
Había estado semanas planeando está venganza no solo para quack si no también a Los demás integrantes de héroes!! No solo le dieron una vez la espalda si no también lo abandonaron cuando el más lo necesitaba!! Cuando el mismo se sacrifico su propia vida cuando la grieta..se estaba expandiendo el quería despedirse de quienes una vez fuero sus amigos.....
Pero nadie ....estaba para el ...y con un sabor amargo cuando tuvo que cruzar la grieta.....ya no supo nada más ........ Acaso el?....había muerto??? Fue así como llego otra vez a ese maldito pueblo?! El mismo que lo traiciono con esas personas!! Y ahora debía de protegerla?!
Había planeado esto por una semana!! Solo para que quienes una vez fuero sus amigos le diese la espalda otra vez!!! Acaso quería que la historia se repita?! El no lo permitiría no otra vez....y fue así como caminaba de una manera tranquilamente el pueblo,los pueblerinos haciendo Sus cosas habitualmente,Merlon supervisando que todo estuviera en orden.... Si en orden.... Eso hubiera sido a excepción que lzu se puso en el centro de la plaza, había sacado un viejo libro estaba a punto de leer cuando los demás lo miraba con curiosidad cuando todo.....
Quack no quería aceptar ....no podía aceptar que lzu....su querido lzu estuviera destruyendo el pueblo ,el mismo pueblo que le había nombrado cómo uno de sus héroes y ahora...lo estaba destruyendo....
Q: LZU!!! LZU POR FAVOR.....PERDONAME!!! NUNCA QUISE HACERTE DAÑO!!! Por FAVOR!! Disculpame está vez te prometo ser mejor!!! LZU!!
L: no...quack.....todo lo que dice solo son palabras vacías .....una promesa que jamás cumpliste.....te dije anteriormente que lo hiciera con acciones no con palabras!!! Ahora......este pueblo!!! Y su gente!! Vera De lo que soy capaz!! VERA MI POTENCIAL!! QUE TANTO DAÑO PUEDO HACER!!! Y QUE GRACIAS A SU TRAICIÓN TENDRA AL FIN SUS CONSECUENCIAS ESTO SOLO ES EL INICIO!! YO SOY EVILLZU!!
y con un arco en mano desde lo más alto activo una TnT que había colocado en un punto donde nadie viese
Y hay fue ....el último paso del plan de evillzu
L: nunca de- it w@€ N&v&r M3a@&$ to be
It was never meant to be.....
El suelo había sido Cabado por TnT en todo karmaland y así..... explotar todo a su alrededor......
v: salgamos de aquí!!! AHORA!!
Entre todos trataba de salir lo más rápido posible que sus propias piernas le permitirse mientra que Quack.....había volado hacia donde estaba lzu contemplando lo que al fin era su venganza.....aunque no serían solo eso..... Si apenas el show estaba dando su mejor inicio
Q: LZU!!! Q-QUE CARAJO?! QUE ESTA HACIENDO?! LZU!! ESTE NO ERES TU!! POR FAVOR HABLEMOS!!
L: no hay de que hablar....no hay nada!! Esto lo provocó su traición tanto como la tuya esto solo es el inicio quack!! Esto aún no termina !!
Q: lzu.....solo ...trataba de protegerte...
L: no quack.....tu no me protegias.....tu me manipulaba .... Solo eso .....y ahora ....estamos aquí frente del otro.....no
Q: lzu....
Entre los bolsillos de lzu sacaba lo que parecía un frasco de un líquido raro jamás visto ...o que nunca volvería a ver....
Lzu: quack yo esperaba algo mejor de ti....pensaba que sería diferente a los demás pero.....quack
T-ou @-¥e N0t @! E-re pe-¶0on.....
Tu no eres una buena persona.....
you are not a good person.....
Y así lzu le había echado su maldición......y quack....
Cayendo desde lo alto......aunque por un segundo.....no vio lo que sería lzu....era un slime......slime?
Slime? Slime?
Charlie?......
Quackity from las nevadaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!! WHAT HISTORY?!!
W@(($ HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!!HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!!HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!!HISTORY!! HISTORY!! HISTORY!!HISTORY!!
HISTORY!!HISTORY!!HISTORY!! HISTORY!!
BIG Q!! BIG Q!! BIG Q!! BIG Q!! BIG Q!! BIG Q!! BIG Q!! BIG Q!! FROM LAS NEVADAS NEVADAS NEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADAS NEVADASNEVADASNEVADASNEVADAS NEVADAS NEVA+@+#+$=€=€=|×`{€÷|×`×`{`{€=€=€=+#+#+$+$8$++$+$
......
V: ESTÁ DESPERTANDO!!
R: QUACK?!
Q: ...... q-que paso??.....
Decía entre los ojos entrecerrados.... Notaba que estaba en una tienda....había muchas tiendas a las fueras de lo que ahora era las ruinas de karmaland.....un gran crake.... Eso era karmaland....
Q: lzu!! Que paso con lzu!!
S: ese maldito!! Ese maldito escapó!!
V: n-nunca pensé que lzu fuese capaz de hacer esto.....e-el....
Sp: es como te había dicho joven V sin importar que ....siempre tendremos mal dentro de nosotros.....
Q: n-necesitábamos buscarlo pero a-
Cuando se miró sus manos noto que era de un color amarillo.....y no solo eso....era pegajosas...y no solo sus manos.....todo el era eso....el....el era un slime......
Quackity from las nevadas!!!
Había recordado todo.....
Mientra con lzu había echo un portal para poder escapar de la persecución que tuvo hace unas horas atrás....mientra quackity gritaba de agonía cuando el hechizo estaba haciendo efecto....cuando los chicos Corria hacia ellos para atraparlo....cuando dio su última despedida....Y así entrar al portal y sacar un pico para romper la conexión para los portales y así perderlos....hasta ahora.... Estaba vagando en el desconocido mundo donde se encontraba ...pensaba que no habría nada cuando de pronto....
welcome ladies and gentlemen to the great snow nation...training capital of the world
Lzu se fue acercando por la gran voz que llegaba a escuchar....
pamper yourself with the lavish lifestyle you never knew you could have between war and chaos try your luck and experience
Se estaba acercando más y más hasta notar una gran iluminación del lugar....
the thrills of your life you will find yourself enjoying our betting center, bars, shopping, luxurious food and entertainment why we are building a legacy prepared to last for centuries
Y cuando al fin llegó lo que parecía ser la entrada....
we are not only a place of fun .... we are also a place for business, commerce and power .. ..what happens in this country stays in this country
Y hay fue donde vio el gran cartel del nombre de la gran nación....
L: las ......nevadas......
....so.....are you ready to try your luck?
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Tengo un amor a distancia, tengo a la chica mas linda e increíble que puede existir en toda la faz de la tierra, la chica mas linda que pude conocer en mi vida. Ella se ganó mi confianza, mi respeto, mi amistad y mi amor incondicional.
Si bien es cierto hay momentos en que me encantaría tenerla conmigo, despertar a su lado, llenarla de besos, abrazos y muchos cariños, pero tengo algo muy en claro, no necesito verla o tenerla cerca para estar segura de todo el amor que siento por ella. La quiero con el corazón antes de cualquier cosa, con decirles que tengo el alma llena de amor por ella.
Ella está muy lejos de mi, pero los sentimientos no conocen kilómetros, ni barreras, ni distancias. La quiero inmensamente. Las mariposas que revolotean en mi estómago, o todos los cavernícolas (como siempre digo :v), cuando pienso en ella confirman que siento algo bonito.
Ella llegó a mi vida cuando menos la esperaba y más la necesitaba, y aquí se quedó y quiero que se quede sin limite de tiempo. No sé si yo sea su rayo de luz por las mañanas, pero ella si lo es para mí, es mi guía, mi luz, mi paz, mi tranquilidad y sobre todo, es mi pedacito de cielo en la tierra. Nunca me cansaré de agradecerle a la vida por habernos conocido, y más agradecer a Dios por haberla puesto en mi camino.
Me gusta pensar como sería estar juntas por las noches, me lo imagino casi siempre estar haciendo cosas que nos gustan, cumplir metas juntas, pasar el rato en compañía así sea en silencio, sin hacer nada y solo estar mirándola, con decirles que tengo sueños bonitos usualmente.
Siento esas inmensas ganas, ese sueño que me mueve e impulsa a luchar por un nosotras y sobre todo hacerla feliz.
Puedo pasar horas enteras pensándola, escuchando mil y una veces todas las canciones que le gustan, que me ha mandado o dedicado, escuchar sus audios y leer nuestra conversación casi a diario, es como tener un pedacito de ella aquí donde estoy.
Cuando me envía fotitos sonriendo o haciendo cosas graciosas, me alegra el corazón. Me curan de cualquier depresión que tenga, especialmente si tuve un mal día, aunque con solo hablarme lo soluciona todo.
Amo cuando por las noches, me dedica al menos unos minutitos antes de dormir, aunque la mayor parte de veces me parezca insuficiente trato de comprenderla y ser tolerante al máximo porque sé que tiene un día pesado y solo me dedico aprovechar cada segundo de su compañía a través de un chat. Me gusta escribirle textos largos como este y como tantos que le suelo enviar, porque esta soy yo, así, sin mas, demostrándole cuanto la adoro y sobre todo el fin de estos textos es hacerle saber que no es un día más sin ella, sino un día menos para al fin poder verla!!!!
A oscuras en el cuarto de cada quien, solo se ven las sonrisas en nuestras caras iluminadas por la pantalla del celular, y queda solo darnos las buenas noches y comenzar a soñar con cumplir el sueño de estar juntas.
Ser una novia a distancia es un poco difícil, creo que es la prueba mas grande que he tenido sin mencionar alguna perdida de algún familiar, porque a veces quieres dar apoyo presencial, pero el apoyo moral y los mensajes de aliento también cuentan, se debe dar el triple de amor para que la relación no muera, y trato de hacer lo mejor que puedo, pero sobre todo quiero ser lo mejor para ella.
No me arrepiento de tener mi relación así, siento que soy valiente al luchar por esto, aunque haya gente que desconfi��e de que se puede cumplir, pero yo solo sigo aquí anhelando el momento de tenerla y hacerla feliz.
—Te amo mi princesa hermosa ✨♥️
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NigroDoll 2
Notas del cap:
Muajajajajaajajaj… ustedes esperen que se viene lo bueno ¬u¬… además, una buena explicación de lo que significa la palabra NigroDoll ¬u¬… y cada vez, esto se pone mas y mas gore XP
¡A leer!
2 - La bruja del pantano
Una semana había pasado casi volando… no faltaba mucho para entrar a Febrero. Mi cabeza no paraba de pensar… ¿Qué podría darle a México para esta ocasión tan especial?��� seria nuestro primer San Valentín juntos… tenia que ser algo realmente especial pero… ¿Qué?
-¿Señor Urss?- escuche la voz de algún hombre, regrese de mis pensamientos y lo mire, con un grupo de papeles en las manos, lentes gruesos, camisa blanca, corbata unida por un clip a la camisa y pantalón oscuro, completamente acorde a la indumentaria del lugar de trabajo y a un nerd escuálido
-¿Qué necesitas?- pregunte sin ganas de estar soportándolo, el solo se acomodo mejor sus lentes y se acerco cual perro asustado a mí; comenzó a mostrarme documento por documentos pidiéndome consejos y qué hacer con lo subsiguiente, yo le respondí, de un modo mas mecánico que nada. Cuando el me noto, trato de hablar bajito
-¿Puedo preguntar que le sucede señor?- hablo de nuevo, cuando habíamos terminado, yo solo lo mire fijamente… no sabía que decirle
-No es nada de importancia- finalice, el solo se encogió de hombros y marcho lejos a seguir con su trabajo. No soportando mas estar encerrado, salí a la cafetería a beber un café, en el camino escuche a un hombre y una mujer hablando, si bien, buscando ser discretos, podía escucharse a la perfección de lo que estaban hablando
-Pero en serio Clara. Esa mujer puede ayudarte… no hay nada que sea imposible para ella- hablaba el hombre asegurando
-No lo sé Julio… me parece demasiado ir con una bruja solo para que el regrese… quiero decir… lo amo, pero pienso que es demasiado- hablo ella temblorosa, yo solo enarque una ceja curioso ¿una bruja?
-Te lo digo mujer… mi esposa volvió a mi lado apenas un día después del hechizo… ¡anímate! Es solo ir al pantano y ella te dará lo que más deseas a cambio de un poco de dinero- dijo el otro de nombre Julio, haciendo la forma del dinero con su mano; aquella chica sonrió al final, si bien, no muy convencida, al menos aceptando ir a verla. Yo suspire molesto negando… y siguiendo con mi taza de café
-Ha-a S-Señor Urss… provecho- escuche la voz del mismo tipo que me había hablado hace no mucho para los documentos, el mismo cuatro ojos falco que ahora que veía, no podía recordar su nombre
-A, tu- le dije en cuanto note que el traía una charola de comida, el hombre me sonrió suavemente y yo suspire
-Quiero hacerte una pregunta- hable, notando que él me miro curioso y tembloroso como si temiera que apenas me dijera algo errado fuera yo a despedirlo o a asesinarlo
-D-Dígame señor… ha-hare lo que pueda por ayudarlo- hablo bajito con el lema de la compañía, suspire girando los ojos en fastidio pero bueno, era mejor que nada ese sujeto
-¿Qué sabes sobre una tal bruja del pantano? Me llegaron rumores y me da curiosidad- respondo aburrido, el solo me mira, tal vez con algo de sorpresa y de miedo… su cuerpo se en joroba y su aspecto se vuelve sombrío. Se sienta sin mi permiso en la banca al lado de mí y comienza a hablar bajo, mucho más que los otros
-Es una bruja que se puede encontrar en los límites de la playa hacia el sur. Encontrara un pantano al que se dice, debe de ir por la noche, la bruja lo recibirá y a cambio de cierta cantidad de dinero le cumple cualquier deseo… según tengo entendido, dependiendo de la dificultad del hechizo o del maleficio, cobra más o menos dinero- bufe molesto
-Es obvio que ningún trabajo va a costar lo mismo- le dije como lo más obvio, el solo se disculpo, poniéndose de pie y desviando la vista
-E-en cualquier caso señor, mucha gente recomienda que no se acerque porque la bruja en su mayoría solo hace trabajos que perjudiquen a la gente… es… una bruja mala… o obscura, como usted desee llamarle; ahora, si me permite, con su permiso, me retiro señor- y estoy seguro que el casi salió corriendo lejos de mi. Negué un momento, encogiéndome de hombros… puede que sea solo una estupidez, pero también era consciente de ese tipo de cosas. Si bien, no llegaba a creer demasiado en ello, igual… dicen que no hace daño investiga un poco por cuenta propia ¿cierto?
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Era el atardecer, la oscuridad ya estaba casi encima mío cuando por fin pude dar con un enorme pantano apestoso y lleno de fango, mire con desagrado la escena ¿Quién rayos podría vivir aquí? Negué un momento y camine hacia el interior del pantano donde, a lo lejos, podía ver algo parecido a una construcción de una cabaña. Me adentre con cuidado de no mancharme demasiado; a mitad de mi camino, cuando la oscuridad ya había alcanzado por fin a cubrir todo el cielo, me encontré perdido en el medio de la nada, sin nada ni nadie y con extraños sonidos brotando desde la distancia que no podía reconocer
-Buenas noches…- escuche una voz femenina y burlona, me detuve y mire a todos lados, no pude alcanzar a ver a nade, pero aun así, tenía esa sensación de que me estaban mirando fijamente, trague desconfiado
-¿A qué se debe que un countryhuman venga por mis territorios?... bueno, no debería de ser una “cosa” para sorprenderme… pero pase por aquí señor Urss… pase, ya sabe… está en su casa señor- sonó la voz de la mujer, burlona y prepotente. Me sentí molesto aunque mi sentido animal gritaba más porque saliera corriendo de ese lugar
No había dicho nada, ni una sola palabra y esa mujer ya conocía mi nombre, afile por lo bajo mi mirada y, al volver la mirada hacia el frente, en encontré con una cabaña de roble oscuro casi destartalada con la puerta abierta y una cálida luz en su interior, de verdad que mi primera idea fue alejarme pues esto era peligroso, pero… si esa mujer ya mostraba conocimientos lejos de lo que yo había dicho (que era nada)… valdría la pena escuchar un poco mas…
Avance a paso lento y cuidadoso, preparado para lo que fuera a pasar, listo para la batalla. Entre a su casa y la puerta detrás mío se cerro, al volver la vista al frente había una mujer cubierta por una túnica negra que se veía vieja y picada en la base, incluso húmeda, la simple imagen me pareció repulsiva… pero ella simplemente se quito la capucha dejando ver algo contradictorio
Poseía unos largos cabellos llenos de canas opacas, andrajoso y reseco se veía, nada cuidado, pero, a diferencia de ese cabello espeso que parecía ser de una mujer anciana, su rostro y piel contrastaban tan bruscamente que era confuso… puesto que su piel morena se veía joven y su rostro daba a aparentar que la mujer no tendría más de 19 años, de húmedos labios rojos, ojos penetrantes en un verde toxico y una malicia oculto en ellos que me tenso por unos instantes
-Creo saber a qué viene usted a mi casa, pero por favor, siéntense y lo hablamos- se burlo de nuevo, entre risas, mostrándome uno de sus sofás bien cuidados a diferencia del exterior de su hogar. Yo hice caso, algo me decía que no era conveniente tener a esta mujer como mi enemiga
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Urss lo sentía, podía casi palparlo… esa sensación de que estaba en peligro delante de aquella mujer, pero no se movía; había algo aun mas grande, tal vez era su propia ambición la que le negaba a poder escapar de ese lugar como el realmente deseaba. Simplemente se quedo ahí, sentado en el gran sofá que se le había ofrecido, viendo a la mujer que delante de el abría una botella de agua y depositaba el liquido cristalino en un vaso de vidrio limpio, dejándolo delante del country poco después. Urss aun así seguía inseguro, listo para salir corriendo, era todo lo que su instinto podía decirle
-Bueno, bueno, bueno, señor Urss… ¿Hay algo que le aqueje señor? Tal vez… un amor no correspondido con ese jovencito de 17 años… atado en su sótano, vestido como novia… que por cierto, buenos gustos tiene señor, el vestido es realmente hermoso, lo envidio- se burlo la chica, dejando delante de ella otro vaso de agua que bebió como si nada, entre risas y comentarios burlescos que sorprendió al country. Cuando la bruja supo que había logrado que el mencionado le prestara completamente atención, ella también se sentó en un sofá individual y se recargo en el cruzando una pierna y viendo superior al contrario
-Sí, soy una bruja señor Urss, las brujas oscuras sabemos ese tipo de cosas- se rio la mujer, notando el enfado de Urss y como parecía querer ponerse de pie para algo malo
-PERO, no es que a nosotras nos importe lo que le suceda a la gente… por algo somos “malas” y en cualquier caso, siempre son gente como usted, los que vienen a nosotras rogando nuestros hechizos- se bufo nuevamente, como si de todos modos, no le tuviera miedo a Urss y a su carácter
-¿Acaso puedes hacer algo al respecto?- pregunta Urss molesto, la mujer solo ríe, sentándose más holgada en su sofá y viendo divertida al hombre que parece tenso en su lugar
-Pero que dices cariño… de poder, puedo hacer muchísimas cosas… pero eso depende… ¿Qué quieres TÚ que yo haga? ¿Libero a ese pobre niño de ti y de tu locura? No, es seguro que no, además ¿Por qué lo haría? Es divertido ver su agonía… ¿Te libero a ti de ese amor enfermizo? Tampoco parece que quieras ser salvado… entonces dime ¿Qué crees que yo pueda hacer por ti cariño?- pregunta divertida, viéndolo, haciendo su propio monologo delante de Urss quien comprende y analiza cada opción que discreta he indiscreta, la bruja le va entregando… el country baja por fin la cabeza, analizando lo que él ya sabe de antemano…
-Más temprano que tarde, mi loco amor por México me llevara al punto de asesinarlo… pero, no quiero perderlo… no quiero que aun después de muerto se aleje de mi- susurra él, viendo a la mujer que deja de reír burlona y ahora sonríe con malicia
-Entonces, no quieres que se aleje de ti y tampoco quieres acabar con tu propia locura… cariño, tu retorcida mente es música para mis oídos!- chilla, pegando un brinco y poniéndose de pie sin problemas, dándole la espalda para sacar un libro de algún estante y ponerlo delante del country que, mirándolo confundido, comienza a hojearlo, encontrando fotografías, siempre parejas en cada foto, uno tomando al contrario. Lo curioso que nota casi al principio es que uno de ambas personas parece somnoliento o drogado, con una mirada perdida y el otro, casi sonriendo enamorado y loco como el… Urss no comprende, la chica solo ríe divertida y se deja caer pesadamente en sofá, sonriendo radiante cual niña pequeña mostrando su mayor tesoro en el mundo
-Esos son mis mejores clientes… ellos, son NigroDolls- dice, apuntando con su dedo a las personas que parecen somnolientas o drogadas, Urss enarca una ceja confundido; la bruja continua hablando mientras el pasa cada página con lentitud, observando cada imagen con detenimiento
-Las NigroDoll son el boleto vip al infierno mi amigo…- aquellas palabras obligan a Urss a subir la mirada y ver a la chica que sonríe divertida, sus ojos verdes han cambiado a un rojo sangriento que parece brillar cual infierno, el traga por lo bajo, observado a la mujer que continua hablando como si nada
-Las NigroDoll son muñecas hechas de porcelana, los huesos y la carne de las personas muertas, además de que poseen en su interior atrapada el alma de la persona muerta, encerrada en su interior; volviéndose al final un demonio que solo sirve al dueño que la ha mandado a construir… tendrás en una Nigrodoll al esclavo perfecto, siempre obediente, siempre leal, jamás hará nada que no desees, jamás dirá no, jamás se alejara de ti- sonríe la chica, cruzando sus dedos y colocando entre ellos su barbilla, sonriendo divertida y maliciosa cuando nota a Urss con un mirar esperanzador
-Una vez ese chico tricolor sea asesinado por ti, yo podría convertirlo en una NigroDoll que corresponda (a la fuerza claro) tu amor enfermizo y que siempre se quede a tu lado… con su misma hermosa forma, con su edad, con su belleza intacta para la eternidad… una perfecta muñeca que nunca se pudrirá, nunca envejecerá y nunca dejara de obedecerte hasta que mueras y ambos sean llevados al infierno a sufrir por la eternidad- sonríe divertida, Urss deja de ver las fotografías y mira a la mujer que sonríe victoriosa… ha conseguido su intención… ahora Urss está interesado
-¿Por qué lo haces? ¿Qué ganas con hacer esta clase de cosas?- pregunta Urss desconfiado, la mujer solo sonreí divertida
-Bueno, en principio, el hechizo maldición de las Nigrodoll fue creado por un japonés albino que, obsesionado con el enfermizo amor y deseo hacia su gemelo fallecido cuando niños, creo la primera NigroDoll atrapando el cadáver de su hermano dentro de una de estas cosas… pero, desgraciadamente el maestro creador del hechizo termino siendo víctima de su propio estudiante, otro joven que, obsesionado con tener su amor, destruyo a la primera NigroDoll para volver a su maestro en una nueva muñeca… así ha sido hasta ahora, claro que con el pasar del tiempo el hechizo ha sido mejorado por todos los que han sido estudiantes de esta arte de nigromancia- sonríe divertida la mujer, señalándole al country el inicio del álbum donde se muestra un hombre de más de 30 años albino, de ojos azul grisáceo abrazando felizmente a lo que parecería su propia copia pero en forma de un niño pequeño, una copia perfecta con la única diferencia del color de sus ojos dorado miel… la siguiente foto, era del mismo hombre albino y su muñeca, pero con un joven de cabellos negros azulados, de ojos azules y viendo hacia el maestro en vez de la cámara… la tercera foto dentro de la misma hoja era del muchacho de cabellos negros, ahora vuelto un adulto y ahora teniendo a un niño pequeño albino de ojos azules que fácilmente se podía comprender como el antiguo maestro, ahora vuelto una NigroDoll
-¿Y qué es lo que quieres a cambio de crear a una Nigrodoll?- pregunta aun desconfiado Urss, la chica ríe divertida y se acomoda otra vez holgadamente en el sofá, como si no le prestara importancia o respeto a la persona delante suyo
-¿Pues qué más? Dinero de la gente que lo tiene… además, si existe gente que vive toooda su vida haciendo el bien, para tener un lugar en el cielo… ¿Por qué no puedo vivir toda mi vida con esfuerzo para tener un lugar especial en el infierno?... estos son solo negocios mi buen amigo- sonrió la chica superior, Urss comprendió entonces porque era que sentía esa desconfianza teniendo a la chica delante suya… mas no dijo nada al respecto, solo volvió la mirada hacia el álbum, volviendo a pasar hoja tras hoja
-Está bien ¿Qué tengo que hacer y cuanto cobraras por ello?- pregunta al final Urss, sabiendo que tal vez ese sea el mejor camino para poder tener a México solo para él. La chica sonríe, oscuridad brilla en su mirada maliciosa, se endereza mejor y carraspea suavemente. Urss cierra el álbum y lo deja a un lado del sofá, prestando atención a la chica que habla ahora de un modo más serio
-Nada sin importancia. Vive tu vida a su lado, disfrútalo vivo cuanto puedas, entre mas tortura le entregues será más sencillo tenerlo atrapado en la tierra de los vivos… pero, en cuanto muera, deberás traérmelo inmediatamente antes de que su carne comience a pudrirse. Una vez me lo traigas, yo tardare tres días en convertirlo en una NigroDoll- sonríe a cada palabra, Urss asiente escuchando cada explicación y detalle que le va dando la mujer…
El infierno de México parecía no acabar jamás
Notas finales:
¡Me encanta como va tomando un rumbo todavía más retorcido! Muajajajajajajaajjaajjaaj… ok… me calmo y comienzo a explicar cosillas ¬u¬ porque hay mucho que no ha quedado completamente explicado… supondré yo…
En principio, pido una disculpa si se ve medio (bastante) flojo el inicio antes de que Urss de con la bruja, lo que pasa es que no me salía un modo “natural” para que Urss se enterara de la bruja… esto fue lo que mejor me salió… aunque aún no termina de agradarme… por lo menos funciona... en fin…
Datos extras:
*Bueno… no se que mas decir… la bruja solo será importante por poco tiempo… solo lo necesario… y como tal, ya sabía que Urss iba a ir a verla… no lo dicen por ahora pero es una bruja con mucho poder muy reconocida
*Con el poder que tiene, ella puede hacer todo lo que dijo y mas… tanto liberar a México de la esclavitud en la que está atrapado con Urss, como liberar a Urss de ese amor enfermizo… pero eso sería “hacer una buena obra” además de que gusta de hacer maldad y ver a otros sufrir… también se podría decir que tiene ideas para joder aun mas al jodido… por algo es mala
*A veces ni es necesario que vea a la gente para saber qué clase de oscuridad habita en sus corazones y es cierto que ese tipo de amor enfermizo que tiene Urss es de los que más la alimentan a ella
*Ella está buscando juntar tantos pecados pueda para volverse un demonio cuando muera…volverse, su propia versión de “inmortal” y créanme ¬¬ va por buen camino… no es samaritana, sino que busca incrementar los pecados de los demás para aumentar los suyos propios, por eso, gente enferma y retorcida como Urss son para ella como un banquete XD
*(Ahora, la explicación más importante) (Y la más larga supongo yo) alguien me pregunto qué significaba la palabra NigroDoll… (yo creí que era obvio pero bueno) la palabra en si es la unión de dos palabras como ya se puede ver
Nigro=Nigromante/nigromancia
Doll=Muñeca
NigroDoll=Muñeca Nigromante o Muñeca de nigromancia
Hasta donde creo, he dejado bien claro que es esta muñeca… por si no ha quedado claro… busquen en google la palabra “Dollfie” (creo que así se escribe) verán unas muñecas preciosas y articulables… en inicio, la idea surge de ahí y del videojuego “Mad Father” (del cual no hare spoilers) pero puedo asegurar que de ahí saque lo de que la muñeca nunca muera… lo demás, fueron cosas que se fueron juntando hasta volver a estas criaturas tan hermosas y perfectas como las NigroDoll ¬u¬
*Pff casi lo olvido… estaba explicando que son las NigroDoll… bueno, como decía, las NigroDoll son muñecas de porcelana creados a tamaño real, utiliza porcelana, huesos y carne del fallecido (estrictamente fallecido y la carne no es tan necesaria pero es bastante más útil) además de que encierra el alma dentro del contenedor (la muñeca)… al final, como el alma se queda encadenada al cadáver y porcelana (como el agua estancada) termina contaminándose y acaba volviéndose un demonio obligado por las cadenas a ser esclavo de su dueño (en este caso, de la persona que manda a hacer a la muñeca) esto, claramente te da un boleto directo al infierno y… para desgracia del muerto… al volverse un demonio, también él se va encadenado al infierno (además de que en busca de hacer pagar a su “dueño” por el pecado de traer a la vida a un muerto… se va con ellos al infierno para ahora hacerle pagar por sus pecados) (¿Ya ven porque dice la bruja que los de mente retorcida son lo mejor para ella?)
*Originalmente, a las originales y primeras NigroDoll (en todas en realidad) puedes elegirle la edad… si le envías una foto de como se veía la persona con cierta edad (obvio más joven que la actual) por ejemplo, de un adulto y lo quieres como un niño, le muestras la foto y la bruja lo hace con la forma y personalidad de un niño pequeño… o con la forma con la que muere (de adulto)… XD
*Ammm… originalmente, las NigroDoll ya existían (su concepto) ya lo había escrito previamente por un fanfic en el fandom de Inazuma eleven, el fanfic se llama “Doll” (joder, siempre olvido el nombre) y lo encuentran en mis usuarios de Mundo Yaoi y Amor Yaoi…
*El primer hechicero/brujo que creo a la primera NigroDoll es Shiro Fubuki (Del fandom de Inazuma) y hay una referencia más que clara a su historia cuando la bruja muestra el álbum y bueno… también hay un spoiler del final de la misma historia XP… pero no diré cual XD… aunque es obvio
*Amm… en principio, las NigroDoll tienen ciertas peculiaridades especiales mega gore (el fic es gore y lemon +18) y no sé hasta qué punto… algunos puntos los voy a cambiar, en principio porque quiero que se vea diferente, en segundo XD la historia la escribí hace como tres años atrás… no recuerdo bien como iba así que será como un reescribir con cosas nuevas XD… pero, si gustan saber de qué va el concepto de las NigroDoll… pueden verlo en ese fic… que, como vuelvo a decir, es gore, yandere y con un chingo de lemon ¬u¬…
Errr… no sé si me estoy olvidado algo mas… pero bueno… si se me olvida, pues ya ni modo… a lo largo de la trama o en notas finales explico lo que haga falta (o en comentarios) XD… como sea
¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
Pfff nadie debe de saberlo pero en teoría… la bruja es una idea de que quería que fuera mi oc de Lubay Nue la que lo recibiera… pero opte por cambiarla al final… aunque aún conserva algunos rasgos y características propias… ¬¬ lo único real que le cambie fueron las vestimentas (que poco importan) los ojos y el cabello… pero en teoría, podría decirse que soy yo XD hahahhaa ok… nadie vio esto ¬¬ shhhhhh
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
Ko-fi
Patreon (No se muy bien como funciona)
#NigroDoll#countryhumans#countryhumans México#countryhumans Urss#countryhumans Rusia#Urss x México#Yanderes#Romance#AU No necesito la redención
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Tengo un amor a distancia, tengo al chico más hermoso e increíble que puede existir en toda la faz de la tierra, el chico mas lindo que pude conocer en mi vida. El se ganó mi confianza, mi respeto, mi amistad y mi amor incondicional.Si bien es cierto hay momentos en que me encantaría tenerlo conmigo, despertar a su lado, llenarlo de besos, abrazos y muchos cariños, pero tengo algo muy en claro, no necesito verlo o tenerlo cerca para estar segura de todo el amor que siento por el. Lo quiero con el corazón antes de cualquier cosa, con decirles que tengo el alma llena de amor por el.El está muy lejos de mi, pero los sentimientos no conocen kilómetros, ni barreras, ni distancias. Lo quiero inmensamente. Las mariposas que revolotean en mi estómago, o todos los cavernícolas, cuando pienso en ella confirman que siento algo bonito.Él llegó a mi vida cuando menos la esperaba y más lo necesitaba, y aquí se quedó y quiero que se quede sin limite de tiempo. No sé si yo sea su rayo de luz por las mañanas, pero el si lo es para mí, es mi guía, mi luz, mi paz, mi tranquilidad y sobre todo, es mi pedacito de cielo en la tierra. Nunca me cansaré de agradecerle a la vida por habernos conocido, y más agradecer a Dios por haberlo puesto en mi camino.Me gusta pensar como sería estar juntos por las noches, me lo imagino casi siempre estar haciendo cosas que nos gustan, cumplir metas juntos, pasar el rato en compañía así sea en silencio, sin hacer nada y solo estar mirándolo, con decirles que tengo sueños bonitos usualmente.Siento esas inmensas ganas, ese sueño que me mueve e impulsa a luchar por un nosotros y sobre todo hacerlo feliz.Puedo pasar horas enteras pensándola, escuchando mil y una veces todas las canciones que le gustan, que me ha mandado o dedicado, escuchar sus audios y leer nuestra conversación casi a diario, es como tener un pedacito de él aquí donde estoy.Cuando me envía fotitos sonriendo o haciendo cosas graciosas, me alegra el corazón. Me curan de cualquier depresión que tenga, especialmente si tuve un mal día, aunque con solo hablarme lo soluciona todo.Amo cuando por las noches, me dedica al menos unos minutitos antes de dormir, aunque la mayor parte de veces me parezca insuficiente trato de comprenderla y ser tolerante al máximo porque sé que tiene un día pesado y solo me dedico aprovechar cada segundo de su compañía a través de un chat. Me gusta escribirle textos largos como este y como tantos que le suelo enviar, porque esta soy yo, así, sin mas, demostrándole cuanto lo adoro y sobre todo el fin de estos textos es hacerle saber que no es un día más sin ella, sino un día menos para al fin poder verla!!!!A oscuras en el cuarto de cada quien, solo se ven las sonrisas en nuestras caras iluminadas por la pantalla del celular, y queda solo darnos las buenas noches y comenzar a soñar con cumplir el sueño de estar juntos.Ser una novia a distancia es un poco difícil, creo que es la prueba mas grande que he tenido sin mencionar alguna perdida de algún familiar, porque a veces quieres dar apoyo presencial, pero el apoyo moral y los mensajes de aliento también cuentan, se debe dar el triple de amor para que la relación no muera, y trato de hacer lo mejor que puedo, pero sobre todo quiero ser lo mejor para él.No me arrepiento de tener mi relación así, siento que soy valiente al luchar por esto, aunque haya gente que desconfíe de que se puede cumplir, pero yo solo sigo aquí anhelando el momento de tenerlo y hacerlo feliz.
—Te amo mi principe hermoso✨♥️
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Nacimos
Hace días que vengo queriendo escribir sobre tu nacimiento, Gaia pero cada vez que me encuentro frente a la hoja blanca las palabras quedan chicas.
Estas palabras que tanto amo y que siempre uso como pinceles para mostrar como veo el mundo hoy deseo que se vuelvan pócimas para hacer alquimia y relatarte tu llegada.
Sonrío, fantasticando sobre el momento en el que leas esta carta. Te interesará saber sobre tu nacimiento? Yo te escribo para cuando tengas ganas de leerme y saber cómo aterrizaste sobre este hermoso planeta.
Empezaste a tocar el timbre a la noche del sábado 18 de enero y las contracciones siguieron leves e irregulares durante todo el domingo. Yo me sentía relajada, pero alerta: un poco de pileta, una charla con tu abuela, mucho descanso y mucho sentir. Mientras, tu papá corría cómo un loco para buscar todo lo que nos faltaba para recibirte (o sea casi todo, como de costumbre). Además era domingo y, por supuesto, la mayoría de las farmacias del barrio estaban cerradas. Así, sorteando obstáculos y en escucha atenta fluyó el último día con vos adentro de la panza.
A las 21 empecé a reconocer contracciones más dolorosas (es verdad lo que dicen: ‘cuando son contracciones de parto te das cuenta). Así hablamos con Cris y Gabi (la partera) que nos dijeron de avisarlas cuando empiecen a ser más largas de 30 segundos y cada 5 minutos. Me duché y volví a la cama: ‘quiero dormir descansar así mañana tengo fuerzas para recibir a Gaia.’ Como se dice en italiano ‘le ultime parole famose’: dije esto y empezó nuestro baile.
Eran las 22.30 y arrancaron las contracciones de trabajo de parto, como olas, olas gigantes de mar en tempesta.
Mi mente empezó a fallar y la mamífera que vive en mi a despertarse, a recordar, a entregarse. Ya no habían más contracciones, reloj, espacio y tiempo: estábamos vos y yo, y mi utero pulsando.
Tu papá estaba ahí, bello como el sol y fuerte como una roca. Calmo y firme como siempre cuando las cosas se ponen difíciles. El ha sido (y es) mi cable a tierra, sabes?
Nos mirábamos en los ojos ojos, nos agarrábamos las manos con fuerza y yo volvía en el aquí y ahora.
Con cada contracción papà me decía ‘agarrate fuerte a mi y pásame el dolor’ (Cris nos enseñoó la técnica de traspaso del dolor que es muy mágica). Así con cada ola respiraba y pasaba el dolor en el ojo izquierdo de papà, y a través de su ojo lo entregaba también a la tierra, que todo recibe y todo transforma. La tierra que es madre de todes y siempre nos sostiene.
No hubo dolor, hubo sentir profundo, de estos que recuerdas, que dejan un surco, pero no lo sufrí: sentía que estábamos bailando, jugando, aprendiendo a ser uno para traerte aquí.
Sabes hija el dolor y el sufrimiento son cosas distintas, el dolor puede ser un canal hermoso, de sublimación, elevación y transformación.
Me abrí a sentirlo todo, tan intensa como siempre, tan entregada como nunca.
Las olas se hicieron cada vez más rápidas, más intensas, a las 00.00 bum, rompimos bolsa. Yo y papá nos miramos intensamente con los ojos muy abiertos y sin parpadear, entre el asombro y el pánico. Nos reímos como cada vez que nos encontramos frente a una aventura nueva y desconocida y entre el llanto y la risa dijimos ‘Ya está, se viene’.
‘Amore, no es de pujar, llamo a Cris’. Dijo papà.
Luego no recuerdo qué pasó, recuerdo reírnos mucho con papà con cada contracción diciendo ‘No hay que pujar. No hay que pujar’ y yo controlaba con la respiración el instinto irrefrenable de acompañarte en el canal de parto. Vos hiciste todo sola, te encausaste como un río que corre hacia el mar. Sin miedo.
Yo y papá seguíamos con el traspaso del dolor. El puso una lona abajo de las sábanas para no manchar la cama.
‘Sin pujar’ me repetía.
Y yo mantreaba y mantreaba (poderosa herramienta la afirmación cuando se alquimiza con la intención pura), repetía: “Tengo el mejor parto que puedo tener, me amo y merezco ser feliz” y te hablaba y te decía “Gaia tenemos el mejor parto que podemos tener, nos amamos y merecemos ser felices”.
Los recuerdos se funden, solo se que papà me mantenía ahí, me hablaba, me llamaba. Yo no tenia mas control sobre mi cuerpo, tenia los brazos y las piernas temblando descontroladamente.
A la 1,30 llega Cris, papà había armado la habitación con luz tenue para que Cris me pudiera revisar. Me tacta. Agarra el teléfono y llama Mario (el neonatologo) y Gabi: ‘dilatación completa y la niña coronando, apúrense YA’.
Pues con su voz cálida me dijo de prepararme a recibirte, de no pujar hasta que no llegué alguien más a ayudarla, hicimos el Om varias veces, me puso una aguja de acupuntura en la cabeza y me tranquilizó sobre los temblores ‘es simplemente energia, gozala’.
Ahí solté completamente la mente y me conecte con vos.
Papá llamó a la tía Vero que vino con el Colo a traer toallas y el antibiótico para el streptococcus.
Yo seguía con el Om, la respiración y nuestros mantras de poder: tenemos el mejor parto que podemos tener Gaia, nos amamos y merecemos ser felices. Sin pujar. No hay que pujar.
Llega Mario, y a las 2,15 llega Gabi también, estamos todos, ya puedes nacer.
Papá estaba sentado atrás de mi espalda, me sostenía con su pecho y me decía que me amaba en el oído y me decía que lo estaba haciendo perfecto, que ya estábamos listos para conocerte.
Cn la contracción siguiente Cris me invitó a no perder energía en la garganta, de encausar esta energía hacia abajo ahora, enfocarla toda en mi segundo chakra. Me tocó un punto cerca del clitoris y me invitó a mandar la energía ahí.
‘Sopla suavemente, como si estuvieras soplando sobre una superficie de agua’. Y junto con ella y tu papá entonamos el Om.
Llegó una contracción que más que una ola fue uno tzunami: es ahora! Respiré ondò y recogí toda aquella energía que estaba desbordando en mi cuerpa y la encausé hacia vos, hacia mi yoni sagrado. Me abro como una flor de loto. Sin hacer ruido, un pujo contundente ma suave, enfocado y directo. Coronaste.
‘Es morocha’ dijo Cris ‘mantenela ahí’.
Ahí te mantuve, en el aro de fuego, sintiendo todo el poder de la creación adentro mío. Pulsando placer, confianza, presencia, entrega. Entrega completa hija. Me abro como una flor de loto.
‘Con la próxima ya sale’ dijo Cris y empezó a hablar con vos ‘Gaia, estamos aquí esperándote, bienvenida ahora. Gracias por elegir nacer sin violenza, con mucho mucho amor. Acá estamos para ti’. Nos mostró tu cabecita a través de un espejo: tu papá se rió emocionado, yo no quería abrir los ojos para no perder la concentración. No necesitaba mirar, sabía exactamente donde estabas y que estábamos a un instante de conocernos. Agradezco estos últimos minutos en los que te tuve adentro mío, rezé para despedirte y llegó la ola siguiente.
Respiré, pujé y salió tu cabeza. ‘Mira cómo nace tu bebé’ dijo Cris. Abrí los ojos y vi tu cuerpo salir del mío, deslizarse como el agua del rio que por fin ha llegado al mar. Cris te sacó con maestría la vuelta de cordón y te puso en mi pecho, lloraste y yo quedé con la boca abierta, no podía creer que ya habías nacido, que ya estabas al otro lado de la piel. Eran las 2,36.
Te amo hija, te amo gran maestra. Naciste sin pujar, decidida y clara como una flecha. Me atravesaste. No hice nada más que abrirme (como una flor de loto) para hacerte llegar.
Papà cortó tu cordón cuando ya había dejado de latir, Mario te revisó en mi pecho y te pesó con una balanza de tela. Fue todo suave.
Te devolvieron a mis pechos y quedamos vos yo y papà abrazados, en la cama donde naciste y donde has estado los tres días siguientes a tu llegada. No hubo lágrimas, si mucho asombro y Alegría. Mucha magia hija, bendición pura tu decisión.
A la media hora nació tu placenta, la guardamos para entregarla a la tía Maru para que haga alquimia con ella y quede siempre para los tres una medicina para volver a la origen si lo necesitamos.
No hubo la música que preparamos, ni el tambor, ni la pileta de parto, ni tampoco hubo medicación, cortes, sedación. Sentí todo como un rayo que me atravesó y esto fue el regalo más grande que me hiciste, la certeza de que en las transformaciones no hay que pujar. Hay que abrirse para que las cosas sucedan y el plan divino que co-creamos para encontrarnos se manifieste: en la entrega y en la fe hay el más grande de los poderes, gracias por enseñármelo.
Ya llegamos al final de este relato, pero no quiero cerrar sin agradecer, agradecer es la primera semilla de la abundancia hija.
Agradezco primero que todo a tu ser por elegirme, tengo muy claro que no sos MI hija, solo soy un canal y una guía para ti. Te prometo criarte libre y abrirme a cuestionar todas mis creencias para aprender de ti.
Agradezco a tu papá, por ser el mejor compañero del mundo, por dejarme libre y sostener con tanta fuerza y tanta confianza en mi, en nosotras. Lo agradezco por su presencia y te deseo hija algún día encontrar un amor así de sagrado como éste que nos tenemos con tu papá.
Agradezco a Cris y su acompañamiento, tan valioso! Su experiencia que me hizo siempre sentir segura. Agradezco a Gabi y Mario, el mejor equipo.
Agradezco a mi cuerpa, a mi utero creador y a todo mi linaje. Agradezco a mis guías que me cuidan desde todos los planos y a mi voluntad de seguir mi propósito. Parirte fue una de las experiencias más sanadoras de mi vida hija, gracias.
Agradezco a todas las mujeres que me acompañaron en los círculos que habite preparándome para tu llegada. Las mujeres cundo nos encontramos creamos magia, contención y tribu, nunca estamos solas hija. Estamos todas conectadas, nuestras uteras lo son y nos merecemos sabernos acompañadas.
Y para terminar te cuento que primer día en el que asistí al circulo de panzas me preguntaron cuál era mi sueño para este embarazo y dije: ‘tener un parto orgasmico’. Lo fue, mi amor,no en el sentido sexual, fue una sublimación de la sexualidad, un proceso alquimico de materialización. Un orgasmo espiritual.
Que bendición! Gracias amore mio!
Ti amo,
La tua mamma
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Final Straw (Saga x Camus)
Final Straw. 01:
El sol, siguiendo la aburrida rutina de siempre, comenzaba a ocultarse ya. Para muchos de los jóvenes reunidos en el coliseo, eso significaba una promesa de pronto descanso. Después de horas de arduo entrenamiento, caballeros de todo rango que realizaban sus prácticas en el mencionado lugar ansiaban por la esperada hora en que los deberes oficiales del día terminarían y podrían retirarse a sus respectivos habitáculos.
Sin embargo, había un muchacho en especial que rogaba al astro rey para que permaneciera iluminándolos un rato más. Sabía que sus peticiones eran ridículas. Una estrella sin vida no lo escucharía. Así que al notar los últimos rayos dorados que se ocultaban tras el horizonte, Camus comenzó a idear nuevas y originales maldiciones, distintas a las del día anterior, para declamárselas a la luna que pronto haría acto de presencia en el firmamento.
El cielo… hacía allí veía, perdiendo sus añiles ojos en aquel otro azul bastante más claro que lo cubría todo. No necesitaba ni quería voltear, para sentir la penetrante mirada que lo estudiaba sin disimulo a varios metros de donde él entrenaba con sus compañeros.
Como todos los días, ahí estaba. Igual que la rutina que el sol adoptaba al ocultarse a diario, ahí estaba él. Siempre era así; bajaba hasta el coliseo con el pretexto de supervisar los entrenamientos, pero Camus, sabía mejor que eso. Sabía que sólo venía para verlo a él. Al parecer tenerlo a su disposición cada noche no le bastaba. Y ahora, ni siquiera le dejaba vivir sus días como un muchacho normal. Al parecer no le era suficiente con el dolor que le causaba cada vez que la luna saludaba. ¿Tenía que bajar ahora y provocar que sus rodillas temblaran de temor ante lo que la noche prometía?
-¡Camus!-
El distraído chico sólo se dio cuenta gracias a la preocupada mirada de su compañero de entrenamiento, de que sin notarlo había descuidado su defensa y recibido una de las agujas escarlatas de Milo, el caballero de escorpión. Éste último se acercaba ahora rápidamente a asegurarse de que se encontrara bien. Sus grandes y brillantes ojos turquesas lo miraban con preocupación al inclinarse sobre su derrotada forma que yacía en el piso.
Había caído al suelo, había recibido una aguja escarlata justo en el pecho, pero el dolor no era tanto, nada comparado con lo que le esperaba esta noche.
-Estoy bien…-
Milo ayudaba a Camus a ponerse de pie, y en ese momento, con una sencilla y tácita orden del Patriarca, quien tan sólo levantaba su mano a la distancia, el entrenamiento llegaba a su fin, y todos los jóvenes caballeros comprendían que era hora de regresar a sus respectivos templos. Pero no era así para el guardián de la onceava casa. Él, como lo hacía desde hace tiempo, tendría que ir a la cámara superior del Santuario, a los aposentos de Arles, quien ahora dirigía la brillante e intimidante máscara que cubría su rostro hacia él, antes de retirarse escoltado por su procesión de guardias.
Un definido grupo de ocho muchachos se separaban de los muchos otros pertenecientes a rangos más bajos, y se alejaban del sitio dirigiéndose a los doce templos. Los caballeros dorados, excluyendo al fallecido traidor de Sagitario, los ausentes Libra y Géminis, y el joven de Aries que tampoco habitaba en el Santuario, subían todos juntos, la mayoría entablando triviales pláticas mientras poco a poco uno por uno se iba quedando en su respectiva casa.
Camus intencionalmente permanecía varios pasos atrás del resto, mientras suspiraba y subía cada escalón con increíble pesadumbre en sus pasos, deseando, como cada vez, que éstos fueran eternos. Que nunca alcanzara el maldecido lugar. Pero no, ya debería de saber que eventualmente pasaría de largo su templo, sin ni siquiera poner un pie dentro. Que continuaría subiendo, y que en poco rato llegaría. Que los guardias ignorarían su presencia, y que Arles lo esperaba impaciente en su cámara personal.
Porque para su fatídica suerte, el día que piso el Santuario recién convertido en caballero de Acuario, presentándose ante el Patriarca para tomar su puesto como legítimo guardián de la onceava casa, el hombre que regía el sagrado lugar quedó completamente prendado de la particular belleza del jovencito de los glaciales ojos, y no dudó en apropiarse de él con todo lo que el significado de la palabra implicaba. Robarle su inocencia y destruirlo día a día. Convirtiéndolo en nada más que un juguete a su disposición. Obligándolo a abstraerse de todo, incluso de si mismo, hasta lograr que adquiriera la asocial personalidad por la que ahora tenía tanta fama.
Pero no siempre había sido así. El muchacho que llegó aquella vez al Santuario era alguien de cálida sonrisa, expresiva mirada, y amable corazón. Tales atributos, fueron su ruina. Pues el hombre a cuyas habitaciones entraba ahora, quería esos labios, esos ojos, ese cuerpo, sólo para él.
No fue la nieve de Siberia lo que lo tornó en ese inexpresivo ser que repudiaba los aduladores comentarios de algunos de sus compañeros. Fueron las acciones de ese hombre, cuyo cosmos emanaba poderoso desde el otro lado de la imponente puerta por la que tantas veces había cruzado. El umbral de su realidad. Aquí lo había perdido todo, aquí recordaba su situación. Durante el día, podía pretender olvidarlo, pero la noche llegaba sin excepción, siguiendo el ciclo solar, y le recordaba quien era en realidad; nadie. O al menos esa era la única respuesta a la que Camus concluía.
¿Defenderse? Lo había intentado en un principio, mas cualquier resistencia era fútil. Además de la fuerza física con la que su captor contaba, no podía oponerse a los juegos mentales a los que lo sometía. Porque Arles no sólo se complacía con gozar de su cuerpo, ese cuerpo que antes de él nadie había tocado, y cuya pureza su dueño resguardaba como algo muy valioso. Tiempo pasado.
Además de poseerlo físicamente, Arles parecía regocijarse al manipularlo con sus palabras. Palabras que Camus a veces decidía creerle, en busca de un patético consuelo. Así, Arles se la pasaba repitiéndole constantemente falsos “te amo”, diciéndole que era un ángel cuyo cuidado solo podía confiársele a alguien tan poderoso como él, que su destino era ser adorado por su persona, y que debería sentirse feliz y afortunado de haber sido elegido para sus especiales funciones; que era la persona más hermosa de la tierra, y que estaría a su lado por siempre…
Eso último, era lo que más le asustaba.
Entrando a las habitaciones, sabía como proceder. Arles evidentemente se encontraba en las albercas contiguas, tomando sus muy acostumbrados baños. Camus se deshizo de su ropa de entrenamiento y la reemplazó con una fina túnica destinada para su exclusivo uso, que descansaba sobre la gran cama donde dormiría, si es que llegaba a conseguir dormir un poco esta noche.
Mientras se cambiaba sus ropas no podía evitar, al observar brevemente su cuerpo descubierto, preguntarse, ¿por qué Arles lo había elegido a él? No tenía nada de especial… de hecho, ese adjetivo lo sentía demasiado lejano para que fuera adjudicado a alguien como él.
Examinándose, acariciando con cuidado sus brazos, notaba lo enfermizamente pálida que era su piel… y si llevaba su mano a la cabeza, podía deslizar sus dedos fácilmente entre los lánguidos cabellos, que caían lacios y sin vida. Otros de sus compañeros, su amigo Milo por ejemplo, él sí que era hermoso, con su bronceada tez y su ligeramente ondulada melena. Y esos ojos que intimidaban a la vez que cautivaban. Mientras que los suyos, carecían completamente de vida. Fríos, vacíos, tal como él.
Afrodita era otro buen ejemplo; él siempre se preocupaba por presumir y acentuar su natural belleza, la cual era innegable al posar los ojos sobre aquella piel cuya apariencia recordaba a la porcelana, sus sedosos cabellos y sus refinadas facciones completaban el perfecto cuadro. Tantos otros… ¿por qué tuvo que ser él, en quien Arles posara su lasciva mirada?
El mencionado hombre interrumpía repentinamente el auto-estudio que Camus llevaba a cabo, al entrar a la habitación. Al voltear, el chico notaba que usaba una túnica más sencilla a la que caracterizaba a la vestimenta del Gran Patriarca, y que tendía a ponerse al salir de sus baños. Sin embargo, aun permanecía la inexpresiva máscara sobre su rostro.
¿Inexpresiva? Camus corrigió su previo pensamiento; Inexpresivo era lo último que ese artefacto era. Al contrario, emanaba malicia y lo hacía temblar de sólo fijarse en lo que simulaban ser ojos… esas dos órbitas color sangre, bajo las cuales, sabía que se ocultaban pupilas del mismo tono, y que lo miraban con igual perversidad.
El hombre, notablemente más alto que él, se acercaba para extender su mano y recorrer con largos dedos el marco de su joven rostro, antes de atraerlo por la cintura hasta que sus cuerpos hacían contacto.
Camus apretó los párpados al notar como aquél que se supone debía representar la más suprema justicia, se inclinaba con la intención de besarlo, más justo antes de que lo lograra, de los temerosos labios del caballero de Acuario salía una idea en la que apenas segundos atrás estaba ponderando, y por la que quizás al expresarla, se arriesgaba a un par de bofetadas.
-Señor, hay otros mucho mas hermosos que yo… tal vez usted quisie--
Una sonora e incrédula carcajada emitida de lo más profundo de la garganta de Arles inundaba pavorosamente el cuarto de altos techos donde el par residía, interrumpiendo sus palabras.
Camus agachó la mirada, sintiéndose sumamente avergonzado. Él mismo no podía creer lo que estaba diciendo, realmente no deseaba que nadie más pasara por esto, pero tampoco lo quería para él, y egoístamente admitía que preferiría que cualquier otro estuviera en su lugar.
-¡No digas tonterías, Camus, por todos los Dioses, mírate!- exclamó Arles una vez que su risa de disipó, y jalaba a Camus bruscamente del brazo para hacerlo caminar hasta quedar frente al gran espejo que adornaba una de las paredes de su habitación. Accesorio que al chico peliazul no le parecía nada inapropiado, tratándose del hedonista y ególatra Patriarca.
Arles lo sostuvo de los hombros, manteniéndolo de pie en su sitio para que observara su reflejo al frente, mientras él admiraba embobado la misma imagen, permaneciendo a espaldas del chico.
-Mírate…- el tono de antes había cambiado a uno mucho mas sugestivo. Camus sabía que esta vez, él había sido el detonador de lo que vendría
Sin previo aviso Arles lo despojó de su túnica, rasgándola irreparablemente durante el proceso, dejándolo completamente desnudo. Alcanzaba una de sus manos para recorrer la blanca piel del tórax del muchacho, sin dejar de ver enajenado su reflejo, repitiendo lo mismo una y otra vez…
-Mírate...-
Camus no podía hacer tal cosa, al contrario, bajaba su mirada ante la imagen que se pintaba frente a él. Verse, era lo ultimo que deseaba. Ese cuerpo que Arles tan entusiasmado le insistía en apreciar, era lo que lo había metido en este infierno para empezar. Lo odiaba. Se daba asco, se despreciaba y mirarse era algo que no necesitaba.
Sin embargo, la petición de Arles era más para sus propios ojos libidinosos, que para el jovencito al cual ahora, pasando un brazo por detrás de su piernas y sosteniendo con otro su espalda, levantaba ágilmente del suelo, para enseguida comenzar a caminar cargando el liviano peso hasta su cama.
Lo colocaba con delicadeza sobre el criminalmente grande colchón, cuyo mullido material se hundía exageradamente ante el cuerpo que le era depositado encima.
Pero por más cómoda que fuera la cama en la que se encontraba, Camus se sentía todo menos confortable. Todo su ser gritaba en resignado terror al ser testigo de como la intimidante figura de Arles se cernía sobre él cual oscura noche, retirándose su máscara para arrojarla a un lado, y dejándolo apreciar esos ojos inyectados en sangre que lo afligían tanto en la vida real como en sus pesadillas, así como la grisácea caballera que enmarcaba el afilado rostro y caía cosquilleando el suyo, semejando nubes de tormenta que avisaban del torrente de lágrimas que amenazaban por caer de sus ojos en cualquier instante.
Y entonces esos ojos, los cuales en cualquier momento la cobardía le obligaría a cerrar, se detenían a estudiar la apariencia de aquél que le sonreía sardónicamente y cuyas manos comenzaban a explorar ya su cuerpo, enviándole desagradables escalofríos cada vez que los insensibles dedos hacían contacto con su piel. Camus estaba seguro de que él era el único que conocía su rostro. Más imposible sospechar que fuera un impostor. Él nunca conoció al desaparecido Saga de Géminis, así que no tenía con quien comparar al monstruo que con sus agresivas caricias lo clamaba como una más de sus propiedades. Nunca nadie había visto el rostro del Patriarca, y así, Camus, vivía engañado como todos.
Lo absorto que había quedado estudiando esa fisonomía que le asustaba e intrigaba en igual medida, fue interrumpido al sentir como la mano de Arles alcanzaba a tocar la fresca herida que Milo le dejara durante el reciente entrenamiento. El hombre mayor hundía sus dedos en el lastimado lugar obligándolo a gemir de dolor.
-Lo castigaré.-
Camus sabía que no lo haría. Sabia que Arles sólo hablaba por hablar. Jamás haría algo que sacara a la luz esta situación. Y hacer eso, castigar a Milo por una simple herida propinada en un combate de entrenamiento, seria una tontería bastante obvia. Así que Camus ni siquiera se molestó en decir algo para tratar de evitar el “castigo” que Arles prometía para su amigo. Pues sabía que jamás se lo daría.
El mismo Patriarca se olvidaba velozmente del detalle que marcaría la suave piel de su muchacho por un buen tiempo, y dejando atrás la indignación que eso le causaba, comenzó a utilizar sus labios y manos para como cada noche, besarlo y tocarlo, hacerlo suyo, recordarle que ya lo era. Pero Camus, por más que quisiera y lo intentara, no podría olvidar tal cosa.
Al principio hipócritamente Arles lo trataba con cierta delicadeza, sin embargo, Camus sabía de antemano lo poco que sus “buenas” intenciones duraban, pues una vez que la pasión lo dominaba, se olvidaba por completo de su comodidad y no le importaba nada más que la obtención de su propio placer, aunque fuera de violentas y perversas maneras.
Lo único que a Camus le quedaba por hacer, era cerrar los ojos y esperar… esperar… esperar. Aspirar ilusamente a que a la mañana siguiente todo resultara haber sido un sueño. Ese era su deseo de todas las noches, y aun inocentemente albergaba la esperanza de que llegara a convertirse en realidad.
Sin embargo la realidad lo golpearía bruscamente cuando despertara a la frescura del alba, sintiendo todo su cuerpo palpitar ante el brusco trato al que había sido sometido la noche anterior. Arles ya no se encontraba con él, lo cual Camus agradecía. Y sin más, se vestía rápidamente, ignorando los quejidos de sus músculos que se negaban a cooperar al movimiento.
Una vez que estaba listo, prácticamente huía a toda velocidad del Templo del Patriarca hasta llegar al suyo. Nadie preguntaba, si es que alguien se daba cuenta, que hacía tan temprano con el regidor del Santuario. Porque simplemente pensar en que algo extraño estaba pasando, era demasiado increíble para siquiera imaginarlo. El guardián de la doceava casa de vez en cuando lo veía pasar apresurado, mientras él, como cada mañana acostumbraba, regaba sus preciadas rosas. Pero ninguna importancia le daba al hecho de que al caballero de Acuario le gustara ejercitarse subiendo y bajando escalones. Y lo desechaba como una más de los extraños hábitos de su especial compañero.
Al llegar la tarde, a Camus se le observaba leyendo envuelto por la tranquila soledad de su Templo. Era un libro de filosofía que su Maestro le regalara cuando entrenaba en Siberia. Sólo se entretenía en esta sencilla tarea, porque no deseaba salir y encontrarse con sus compañeros, los cuales bien sabía que estaban teniendo una amigable reunión en el templo de escorpión. Pero para su desgracia, el guardián de mencionado templo había ido a buscarlo y ahora le insistía, por no decir rogaba, que lo acompañara. Camus aceptó y con un profundo suspiro siguió a Milo durante el camino a Escorpión. Después de todo, se supone que debía de aparentar algo de remota normalidad, así que tendría que aguantar unas cuantas horas de insustancial conversación con sus compañeros.
Sin embargo eso resultó tarea imposible. No pudo permanecer más que unos cuantos minutos rodeado de la envidiable alegría que todos emanaban y se vio obligado a salir del recinto, encontrándose con que el sol ya comenzaba a ocultarse. Trayéndole las mismas sensaciones de temor e impotencia que siempre le proporcionaba esta hora del día, sabiendo que al igual que el sol, pronto sería hora de retirarse para él también.
Milo lo siguió al notar su ausencia y lo encontró sentado en la entrada del templo, mirando concentrado el horizonte, con sus pensamientos perdidos en Athena sabría que cosas.
-Camus… ¿puedo preguntarte algo?- el chico menor giró a ver a Milo brevemente tan sólo para comprobar que se sentaba a su lado antes de continuar su interrogatorio, sin ni siquiera esperar una confirmación que le indicara que podía seguir.
-¿Por qué eres tan tímido?... Siempre alejándote de todos. Yo sé que en realidad no eres tan frío como dicen… ¿por qué nunca convives con nosotros? Siempre tengo que prácticamente arrastrarte para que nos acompañes, así como ahora.- Milo inquiría apocadamente, con la incertidumbre de cual sería la reacción de su amigo, quien permaneció impávido por varios minutos, contemplando el cielo que se pintaba de rojizo con los últimos rayos del sol.
Cuando al fin se puso de pie, respondió dirigiéndole una penetrante mirada;
-No estamos aquí para divertirnos. Nuestra misión es servir a la Diosa Athena, y nada más que eso importa.-
La firme voz sólo expresó esa conclusión, antes de que su dueño diera la vuelta y se retirara dejando a un incrédulo Milo viéndolo partir. Observándolo mientras le daba la espalda y subía con lo que parecían ser seguros pasos los escalones a los templos superiores.
Ese muchacho le intrigaba tanto… sin embargo, jamás podría tener idea de lo que se ocultaba detrás de esa triste mirada. Porque, sí, Milo lo notaba; era triste, infinitamente… no era fría o insensible como algunos lo clamaban. Como algunos decían que tan solo con clavarte esos profundos azules te lograba congelar. Eran simplemente unos bellos ojos que algo luchaban por ocultar, y Milo deseaba ansioso saber de qué se trataba.
Final Straw.02:
¿Qué hacer contra una fuerza que te somete y supera en infinitos múltiplos a la tuya? ¿Cómo evitar rendirte ante la voluntad de un demonio que te eligió a ti como herramienta para llevar a cabo sus oscuros planes, sin dar importancia a tu disposición para participar en tales abominaciones, y contra el cual, no tienes ni la más mínima posibilidad de victoria? ¿Cómo luchar contra una realidad, que para empezar resulta tan difícil de aceptar como tal?
Probablemente las dos siluetas que compartían la gran cama de dosel, pieza central de las lujosas habitaciones del Gran Patriarca, se preguntaban exactamente lo mismo, aplicándolo a sus respectivas situaciones.
Las dos largas cabelleras azuladas, de distinto tono más comparable hermosura, se entremezclaban al extenderse sobre las almohadas en las cuales las cabezas de sus dueños reposaban. Abandonando el mundo de los sueños tan sólo segundos atrás, ambos luchaban por abrir los ojos, deseando encontrarse con una realidad distinta a la que se les presentaba hace algunas horas.
Desafortunadamente, para ninguno de los dos fue éste el caso. Aunque sí que había algo diferente esta noche…
Camus despertó, mucho antes de que la mañana llegara, para encontrarse sorpresivamente rodeado por dos fuertes brazos que lo apresaban con poderío, en lugar de hallarse solo sobre la enorme cama, como generalmente era el caso. Se sentía tan cálido el cuerpo que hacía contacto contra su espalda, bastante más grande que el suyo, que por un momento, Camus se sintió seguro, protegido… por un instante, sintió el impulso se acurrucarse aun más entre la seguridad de ese abrazo… pero entonces recordó quien era el dueño de dichos brazos.
Intentando liberarse de inmediato del agarre, se dio vuelta para encarar a Arles. Pero ese que lo veía con infinita melancolía en sus ojos, y le sonreía con desmesurada tristeza en esa ligera curvatura de sus labios, no podía ser el mencionado Patriarca...
El hombre, al que todavía Camus no asimilaba a identificar como Arles, aun lo rodeaba con sus brazos; no lo había dejado escapar por completo. Lo miraba con tanta dulzura… y si sus ojos no lo engañaban, parecía estar a punto de llorar.
Esa persona no era Arles... lucia casi idéntico, pero… no, no podía ser él… Arles jamás acariciaba su rostro como este hombre lo estaba haciendo, jamás lo atraía a su pecho y lo abrazaba así, de una manera que destilaba sincero cariño, y que lo obligaba a corresponder el abrazo y sentirse libre de llorar, tal como el hombre mayor lo estaba haciendo ya. ¿Estaría soñando? Este cambio tan inesperado… no sabía que pensar de ello… así que simplemente cerró los ojos y se dejó abrazar por el consolador cuerpo que se aferraba a él con fervor.
Saga lo dejó dormitar sólo unos minutos. No tenía tiempo que perder. Limpió sus propias lágrimas con el dorso de su mano y después llevó ésta misma a rescatar el rostro de Camus que se enterraba contra la piel de su pecho, tomándolo de la barbilla gentilmente y obligándolo a que lo mirara. La voz que emanó de esa garganta, también se escuchaba diferente a la que el joven caballero de Acuario estaba acostumbrado; ésta no le hacía temblar.
-No permitiré que te lastime más. Vete…-
Camus no podía despegar su llorosa mirada de Saga, intrigado, con un brillo de confuso esperanzamiento en sus ojos.
-¿Qué?- preguntó apenas en un susurro.
-Vete. Ahora.-
Camus obedeció y con inseguridad se levantó de la cama y comenzó a vestirse. El hombre a quien Camus todavía no aceptaba fuera el Gran Patriarca, dio la vuelta sobre su costado dándole la espalda. Saga no quería verlo, no quería tentar a aquel que dormía brevemente en su interior. Así que esperó, privándose de la vista del hermoso muchacho, sin girar su cuerpo, ni siquiera abrir sus ojos, hasta que éste se retirara.
Una vez que Camus se hubo vestido salió a toda prisa del lugar sin mirar jamás atrás. No sabía porqué corría, era algo tonto, pero siempre lo hacía, como si esta misma noche no iba estar de regreso ahí.
Saga se levantó al escuchar la puerta cerrarse a sus espaldas, y se acercó a su escritorio para redactar rápidamente un improvisado mandato. En el instante que escribió el punto final, no perdió ni un segundo para vestirse, colocándose su máscara y atuendos típicos, e inmediatamente salir de sus habitaciones y entregarle la ordenanza al primer guardia que cruzó su camino con la clara y rígida indicación de que se le entregara al caballero de Acuario a la mañana siguiente, sin ninguna excusa.
Regresó a su recámara y se quitó la máscara de nuevo. La repudiaba tanto que tuvo que aguantar las ganas que tenía de pulverizarla. Acostándose sobre la cama, cerró los ojos, a sabiendas de que éstos ocultarían su verdadero color esmeralda por un buen rato a partir de ahora.
Durmió, como él mismo por algunos momentos, hasta que fue enviado de nuevo a lo más recóndito de su consciencia, como mudo espectador de todo lo que su cuerpo, ajeno a su voluntad, creaba, o mejor dicho, destruía.
Todo lo que Arles hacía era eso; destruir. Hasta ese dulce muchacho; Camus, tuvo el mismo destino. Pero Saga no quería pensar ahora en él, la culpabilidad era demasiada… había tratado de servir de cierta ayuda, pero dudaba que cualquier cosa que hiciera pudiera reparar el daño inflingido. Más tiempo para lamentarse no tuvo el caballero de Géminis, pues fue obligado por su maligna contraparte a regresar al eterno encadenamiento al que era sometido en su interior, y del cual en excepcionales ocasiones como la reciente, podía escapar.
-
Camus no entendía lo que acababa de suceder hace algunas horas. El comportamiento de... Arles… había sido demasiado extraño, y ahora, esta carta que un guardia le acababa de hacer entrega hace unos minutos, ¿qué podría decirle en ella?
Cuando al fin se decidió a abrirla, tomó asiento en su cama y desenrolló el pergamino con sumo cuidado. Comenzó a leer lo que se notaba como una apresurada escritura, que la hacía un poco difícil de entender en algunas partes. Pero el contenido en general, era bien claro. En la nota decía que se le enviaba fuera del Santuario para la preparación de un aprendiz, que él mismo reclutaría. Que escogiera el lugar de entrenamiento deseado y lo mantuviera herméticamente oculto de todos. Que ni siquiera se despidiera de nadie. Simplemente que desapareciera. Camus sin dudarlo, obedeció.
Y aunque no mostró hesitación en seguir aquella orden, en dejar atrás al Santuario, a sus compañeros, sin ni siquiera un adiós, siempre le mantuvo intrigado el porqué de esa decisión por parte de Arles. Él no era un ser compasivo, sus intenciones jamás eran buenas. ¿Se habría aburrido de él? Los motivos de sus acciones despertaban su curiosidad. Pero no renegaba de la oportunidad de terminar con todo aquello.
Y así, durante los últimos años de su corta vida, pudo escapar, brevemente. Se refugió en el que había sido su propio lugar de preparación para convertirse en caballero; Siberia, mientras entrenaba a sus alumnos. Pero aquello no terminó muy bien tampoco… al parecer, la tragedia lo perseguía.
Camus no sabía si carcajearse ante su maldecida suerte. Ya no esperaba nada más. Y al regresar al Santuario, para su poca sorpresa, el Patriarca requería de su presencia. Al día siguiente el Santuario sería atacado por un grupo de muchachitos; entre ellos se encontraba su alumno. Y tal era la razón por la que había vuelto. Quería poner a prueba a Hyoga, asegurarse de que no lo imitara en su debilidad, y planeaba lograrlo por todos los medios que estuvieran disponibles.
Pero ahora, apenas al pisar el templo que había dejado abandonado por años, un guardia llegaba corriendo a informarle que el Patriarca lo llamaba. Y él acudió.
Pisó las alfombras que le traían familiares sensaciones tan sólo al colocar los pies sobre ellas, dejando a sus zapatos hundirse milimétricamente en el afelpado material. Bajó su mirada para concentrarse en como las pequeñas fibras se levantaban cual escobetas alrededor de sus suelas. De pronto, su inocente distracción fue interrumpida por una grave y terriblemente conocida voz.
-Camus, que gusto verte. ¿Dónde te escondiste todos estos años?-
Irguiéndose para aparentar mayor altura, en un inconsciente gesto por simular una seguridad con la que no contaba, Camus volteó hacia donde la voz había provenido. Arles salía de sus termas, aun escurriendo agua y cubriéndose precariamente con una toalla que apenas si se sostenía enrollada alrededor de su cintura. Ahora que lo veía, no aparentaba ser tan grande como Camus recordaba. Aun lo sobrepasaba por varios centímetros, pero la imagen en su memoria era exagerada comparada con la que veía ahora.
La altura del hombre era lo que menos importaba. Si Camus se atrevía a admitirlo, lo intimidaba de igual manera. Su piel se enchinaba de sólo notar que se acercaba, luciendo en todo momento una maliciosa sonrisa en el rostro. Se detenía a un par de pasos de él, y levantaba una ceja impaciente por una respuesta a su reciente, y aun incontestada pregunta.
-Siberia.- Camus lanzó la palabra con mayor temblor en su voz de lo que le hubiera gustado.
-Te sentaron bien los días sin sol.- decía Arles recorriéndolo de pies a cabeza con su lujuriosa mirada, sin molestarse en disimular su interés. Pues no tenía porque hacerlo. Para ambos presentes era obvio y conocido lo tanto que le agradaba el físico que tenía enfrente.
Ahora, hecho un hombre, con sus habilidades y poderes crecidos hasta lo ilimitado, Camus podría intentar resistirse, defenderse, ¿atacar al Patriarca? Tal vez… pero no lo hizo.
Permitió que Arles se acercara y lo besara, mordiendo sus labios y reclamando la ausencia de los pasados años al intentar ahogarlo con la lengua que parecía pretender infiltrarse hasta su garganta. Se permitió prácticamente desvanecerse entre sus brazos mientras lo arrastraba a la cama, la cual recibía su peso hundiéndose debajo de él, aun más que cuando era un ligero chiquillo. Lo dejó que se apropiara de su cuerpo una última vez, la noche antes de su muerte. De su muerte física, tan solo. Pues su alma había quedado desolada de todo soplo de vida desde hacía mucho tiempo. Permitió mientras lo hacía, mientras lo destruía una vez más, que lo torturara con odiosas palabras…
-¿Sabes porque no te resistes? Porque igual me deseas. He dejado mi sello en tu piel, y tus entrañas gritan por regresar a su único dueño. Tú me necesitas, por más que digas repudiarme. Soy parte de ti, y eres demasiado débil para poder negarlo. Para poder negarte a mí.-
Amaneció. Camus se levantó de la cama con sólo una idea clara dentro su aturdida mente. Se dirigió hacia el trono del Patriarca con sigilosos pasos. Sabía del objeto que guardaba, casi atesoraba ahí oculto. Era una llamativa daga dorada. Aprovechó que aquel hombre todavía dormía y la buscó.
No le fue difícil encontrarla, y al sacarla de su cofre protector, la envolvió en ambas manos y la atrajo a su pecho, cerrando los ojos y sonriendo brevemente, como si acabara de encontrar la respuesta a sus ruegos. Con el objeto en mano, regresó a la habitación y se puso de pie frente al gran espejo que ahí se recargaba en la pared. Esta vez no le importaba verse, esta vez quería asegurarse de no fallar. De caer inerte al suelo.
¿Directo al corazón? No…qué tal si no profundizaba lo suficiente. A la garganta, sí, más seguro. Llevó la afilada punta hacia su cuello, listo y decidido a acabar con todo de una vez.
¿Todo? ¿Cual todo? No le quedaba absolutamente nada. Su dignidad, esa ya hace tiempo la había perdido. Y lo peor era que poco había luchado por ella. Se había entregado a las garras de Arles como un cachorro extraviado que no conoce ni sigue más aroma que el de su dueño, aunque éste lo reciba a golpes por haberse perdido.
Tal vez Arles tenía razón. Tal vez ya se había acostumbrado. Tal vez él y sólo él tenía la culpa de todo al permitirse ser una víctima. Al no recopilar el coraje suficiente para cambiar su papel. Para en lugar de quitarse la vida, terminar con la existencia de aquél que aun dormía sobre la cama. Y así aprovechaba a librar al mundo de un innecesario mal. Pero matándolo a él, no borraría sus recuerdos. Esta era la única manera de olvidarlo todo. Para siempre.
Una gruesa lágrima caía por su mejilla. De alegría en verdad. Lo debió hacer hace mucho tiempo. Pero bien dicen que es mejor tarde que nunca...
En el caso de Camus, sería nunca. Al menos, no por ahora.
La daga cayó haciendo un estrepitoso ruido metálico contra el piso, al soltarse de sus dedos. De pronto, y sin darse cuenta como ni en que momento había sucedido, se encontraba rodeado por dos conocidos y repudiados brazos, que lo abrazaban por detrás, y dos grandes manos se encontraban sosteniendo firmemente sus muñecas, tras haberle obligado a detenerse y soltar el arma que le prometía al fin paz.
Las manos lo tomaron de sus brazos con un fijo agarre, enterrando los dedos en su piel y lastimándolo al proceso de girarlo para que el dueño de dichas manos lo encarara. Una severa mirada se fijaba con la suya. Pero no era la mirada escarlata de Arles. Eran esos ojos esmeraldas que alguna vez conociera una mañana hace varios años. Y que ahora lo miraban a modo de reproche, mientras una quebradiza voz le reclamaba;
-¿Por qué lo permites? Yo soy débil, no puedo contra él, pero tú... ¿por qué lo permites?-
Los ojos de Camus se llenaron de lágrimas. Confusión era lo que definiría su estado mental en estos momentos. Esta extraña faceta de Arles que se le había presentado a él en sumamente breves ocasiones, lo hacía rabiar aun más. ¿Que cómo lo permitía? ¿Qué podría hacer para evitarlo? ¿Contarle a todos sus compañeros, detener la inminente batalla dejando al descubierto la maldad del Patriarca al cual servían? Sí, eso hubiera sido inteligente. Pero requería demasiado valor, del cual Camus, no se sentía capaz de construirse.
No podía consentir que nadie supiera que el admirado y respetado caballero de Acuario no era más que un juguete al servicio del Patriarca. Moriría por lo menos con un falso orgullo sobre su tumba. Lo cual llevaba a otro punto muy importante; egoístamente, no quería evitar esa batalla. Por supuesto que no lucharía para defender el Santuario, eso no le podía importar en lo más mínimo ahora... pero tal vez, podría aprovechar la oportunidad de un enfrentamiento para adquirir un boleto de ida y sin retorno al otro mundo.
Tampoco sería el único que no haría nada por impedir que el corrupto Patriarca llevara a cabo todos sus egoístas y despiadados caprichos. El caballero de Libra bien conocía la situación, el de Aries, algo sospechaba. No era por nada que se mantuvieran alejados del Santuario, a poco limite de ser considerados traidores. Así que realmente, su egoísmo tenía consuelo.
Se libró del aprisionamiento de ése hombre que lo asustaba aun más que el propio Arles de siempre, y salió de allí sólo deteniéndose un breve momento para recoger sus ropas. Se vistió en la cámara contigua con asombrosa rapidez, y abandonó el Templo del Patriarca con la ilusión de no volver a pisarlo jamás. Mientras en su habitación, Saga se agachaba para recoger la caída daga, y tenía que verse a obligado a cerrar los ojos brevemente para evitar la tentación de atravesarse su propio corazón. Arles le facilitó las cosas. Ahora, el hombre de grises cabellos regresaba tranquilamente la daga a su sitio y se disponía a comenzar lo que sería un muy interesante día.
Interesante… Camus no sabía si esa palabra aplicaba, lo único que sabía con certeza, era que el momento en que su propio alumno lo congelaba hasta la muerte, superándolo en sus poderes, fue el segundo más feliz de su mísera existencia. Al fin, podía olvidarse de todo. Ya no le importaba mas nada, ni él mismo, ni mucho menos Arles, quien moría tan sólo horas después, sin que él se enterara, ni realmente le importara.
Pero el alivio de Camus, proporcionado por la insensibilidad que trae consigo la muerte, duraría muy poco; demasiado poco. Porque después de todo, la voluntad de los Dioses, por no decir caprichos, son más fuertes que el simple deseo por la necesidad de paz, de un joven mortal. Y cuando sus ojos volvían a apreciar figuras; oscuras siluetas cercanas, y sus pulmones se volvían a llenar de aire, no pudo evitar maldecir una vez más, a aquella luna que brillaba triunfante y burlona en el cielo estrellado de la que sería indisputablemente una lúgubre noche.
Final Straw.03:
Suspiro. El primero de una nueva y temporal vida. Cualquiera se sentiría regocijado ante la oportunidad de sentir como el aire expande los que hasta hace segundos fueran unos colapsados pulmones.
Cualquiera, menos los integrantes del pequeño grupo que se reunía cerca del Santuario. A punto de atacar el lugar que durante sus pasadas vidas se dedicaran a proteger.
Camus mantenía un bajo nivel entre los presentes; era su naturaleza el tratar de evitar toda innecesaria atención hacia él, y lo hacía con maestría, dejando el diálogo y los discursos motivacionales para los dos hombres mayores.
Y entonces se dio cuenta de algo; todos eran mayores que él. Él era el más joven de los que conformaban el grupo. Eso lo hacía sentir extraño… triste… como si el haber muerto a tan temprana edad fuera motivo de vergüenza. Así se sentía, y desconocía la razón de tal pesar. Pero a nadie le importaban esas cosas ahora. Ahora debía poner atención y estar alerta.
Dirigiendo al grupo se encontraba el hombre que les había explicado los objetivos de esta particular misión; el antiguo Patriarca. No el que una vez Camus conociera, claro. Eso resultó ser una farsa, tal como el peliverde había explicado. Resulta que aquél había sido un pobre poseído por un ambicioso Dios y que dio fin a su propia vida para terminar con todo el mal que había causado.
Mas temprano, Shion había defendido a Saga mientras explicaba lo sucedido en aquella batalla contra los caballeros de bronce. Camus no podía creer lo que sus oídos escuchaban, ni tampoco aceptaba lo que Shion le decía. ¿Que este hombre, de dura expresión y melancólicos ojos, tenía que ser perdonado? Camus sintió verdaderas ganas de reír ante lo ridículo de la situación. Shura por otra parte, estuvo a punto de rebanar al geminiano, pero el rejuvenecido Shion se lo impidió. No les quedaba otra que obedecer y aceptarlo, si querían continuar con éxito esta encomienda.
Ahora resultaba que todos estaban juntos en esta tarea, como los compañeros de armas que eran. ¿Y quien se encontraba justamente a su lado mientras se adentraban al Santuario? Saga, el que alguna vez hace muchísimo tiempo fuera el caballero dorado de Géminis. Y el que alguna vez, acabara con todo rastro de humanidad en su persona. Por que al fin acabo, había sido él. Fueron esos labios los que recorrieron su piel infinidad de veces haciéndolo temblar de terror, fueron esas manos las que exploraron rincones de su cuerpo que él consideraba sagrados. Fue ese cuerpo el que muchas veces ultrajó al suyo. Camus no podía encontrar otra manera de verlo.
Y ahora, se le exigía que pusiera todo eso en el pasado y actuara con profesionalismo. Que luchara a su lado y se cuidaran uno al otro las espaldas. ¿Cómo demonios iba a hacer eso? Si uno de sus mayores e incumplidos deseos era que el maldito hubiera perecido bajo su puño, y no por sus propias manos.
Saga no se atrevía ni a mirarlo. Camus no sabia que pensar. En el fondo estaba consciente de que ese no era mas Arles. Pero… ¿cómo evitar la sensación de alarma que recorría su piel al solo verlo? ¿Las condicionadas reacciones ante su sola cercanía? ¿Cómo evitarlo?
Tenía que ser objetivo. Terminaría esta misión y todo volvería a ser de nuevo reconfortante oscuridad. Olvidaría otra vez. Tan sólo tenía que esperar un poco, caminando al lado de este hombre que con valor sacado de Atena sabrá donde era capaz de mantener su frente en alto durante todo el tiempo.
¿Sería que no sentía remordimientos? ¿De dónde lograba construirse esa admirable templanza? Intrigante… tan intrigante como el hecho de que hubiera tomado el tácito título de líder una vez que Shion los dejó seguir adelante solos. Para la opinión de Camus, este tipo se estaba adjudicando un papel que no le correspondía. Ni siquiera debería ser partícipe en esta misión. Probablemente él en verdad quería acabar con la vida de Atena y terminar lo que no pudo en su pasada vida. Quizás eso era lo que movía a seguir, a continuar irradiando coraje y decisión en sus acciones. Sed de venganza… de concluir lo que dejó incompleto…
Dentro de todo, Camus sabía que pensaba tonterías, pero si no ocupaba su cerebro en eso, entonces el miedo se apoderaría de él. Y se había propuesto a sí mismo, hacía tan sólo un par de respiros, que no volvería a sentir miedo jamás. Aunque ese ‘jamás’ fuera sólo un rato.
Sin embargo Camus no podría saber que la única razón por la que Saga mantenía su mirada al frente y en alto, era para no verlo a él, ni siquiera por el rabillo del ojo. Saga tenía la corazonada de que tan sólo una fugaz visión de esa cabellera verdiazul le haría sentir que sus rodillas se doblarían en cualquier momento. Únicamente una rígida mirada de aquellos penetrantes ojos lo haría sudar frío. Le temía, en verdad le temía. Temía apreciar el dolor que verlo vivo le causaba a sus ojos. Por que era obvio, que la impresión había sido demasiada. Para ambos, pero mucho mayor debió ser para aquel pequeño.
Pequeño no sería la palabra adecuada para describirlo ahora, pero esa palabra elegía la mente de Saga para referirse a él. Por que así le gustaría verlo de nuevo. Le gustaría que la inocencia e ingenuidad de los ojos brillantes que él alguna vez conociera nunca hubieran desaparecido. Y que la tensa línea que configuraban sus labios ahora, volviera a curvarse alegremente de nuevo, como en aquella ocasión; la primera vez que estuvo ante su presencia, el día que lo conoció, cuando se le dio oficialmente el titulo de guardián de la casa de Acuario.
Recordaba su emoción, la gran sonrisa que no pudo evitar al saberse formalmente un caballero de la orden Ateniense. Lo recordaba bien… porque eso, los recuerdos, permanecían notoriamente vívidos en su cabeza. Cada uno de ellos. Y tal como aquella memoria a la que de vez en cuando acudía para alegrar a su débil corazón, también tenía otros momentos, mucho más oscuros, resguardados en los confines de su mente.
Como aquella noche… la fecha, no la recordaba, la hora exacta tampoco, sólo recordaba que había oscurecido, y que Arles lo había llamado. Él había acudido, y se le notaba tan entusiasmado… probablemente pensando que se le sería asignada alguna muy importante misión, o que se le felicitaría por su extraordinario desempeño.
Esa fue la última vez que las hermosas órbitas azules que adornaban aquel blanco rostro resplandecerían de alegría. Por que de ahí en adelante, lo único que las haría brillar serían las saladas lágrimas que inundarían sus ojos con despreciable hábito.
Saga lo recordaba terriblemente bien, con una perturbadora claridad que resultaba casi inverosímil; cada temerosa mirada, cada entrecortado suspiro de desasosiego, cada inflexión de su delicada voz, cada beso robado, cada caricia no consentida, cada movimiento del pequeño cuerpo que se retorcía desesperado debajo de él, cada sollozo, cada ruego para que se detuviera, sin poder ser él capaz de hacer tal cosa, por más que quisiera… sin ser capaz de poner un alto al dolor inflingido, y sin poder evitar encontrarse a la mañana siguiente, con la vacía y perdida mirada de un chico que jamás volvería sonreír.
Saga tuvo que acordarse de respirar. Parpadeó para eliminar la humedad que se concentró en sus ojos, y permaneció estático, tratando de hallar su compostura. Por un momento, al recordar aquello, se sintió desfallecer. Se sintió de nuevo… Arles.
Tuvo el breve impulso de voltear a ver a Camus. De arrodillarse frente a él y humillarse pidiéndole perdón. No, ni siquiera eso… ¿cómo pedirle perdón a esa criatura? Nada que dijera, nada que hiciera podría reparar el daño causado. Y ahora, no tenía tiempo para eso. Ahora estaba en medio de una importante misión. Pero después tampoco tendría oportunidad, aunque quizás eso sería mejor… No, no quería morir de nuevo con ese peso sobre su impura alma. Era tan injusto… las acciones las cometió otro, y sin embargo, la culpa la tendría que cargar por siempre él. Saga suspiró, mientras corregía el previo pensamiento; no por siempre. Sólo unas cuantas horas más.
Saga no era el único que deseaba que los segundos corrieran con rapidez. Cada uno de sus compañeros tenía miles de demonios internos torturándolo. Y todos sabían que no sería su fuerza física ni habilidades sobrenaturales lo que determinaría si saldrían airosos de esta batalla o no. Más que eso, sería la fortaleza emocional que tendrían que recopilar para soportar los difíciles sucesos que vendrían. Y luego, ser recordados por siempre como los peores traidores. Más deprimente su situación no podía ser.
Pero como antes lo habían hecho en muchas otras ocasiones, superarían esto. Caminarían a través de los doce templos, de los propios también, trayendo un dejo de muerte y decepción para el que cruzara e intentara detener su camino. Pero al final, lo lograrían.
Verían morir a apreciados amigos, serían testigos de la aparente victoria de los espectros. Recurrirían a técnicas prohibidas tan sólo para alcanzar el templo de Atenea con apenas un débil soplo de vida en sus reciclados cuerpos. Pero al fin y al cabo, todo resultó como debía ser.
Y durante el arduo camino hacia arriba, Camus incluso llegó a agradecer el hecho de que Shaka lo dejara ciego, pues podría sortear encontrarse más con esa mirada que le traía tantos recuerdos, que revolvía tantas cosas en su interior. Aunque Saga jamás lo volteaba a ver, pero mejor ahorrarse el riesgo… podía de esa manera, seguir al líder del trío que permaneció en pie hasta el final, sin tener que verle la espalda constantemente, y así, pretender que caminaba solo.
Y entre otras cosas, podía también escaparse de apreciar la desilusión en los ojos de Milo; aquél muchacho que parecía apreciarlo bastante, y que apenas podía creer verlo convertido en un traidor.
Igualmente se evitó ser espectador de la muerte de Atena. No pudo ver las lágrimas en los ojos de sus amigos, y tan sólo fue testigo auditivo de lo que ocurría a su alrededor. Podía pretender que escuchaba la cinta sonora de una película. Todo resultó bastante conveniente al final. Volvió a morir en la compañía de su alumno Hyoga, quien parecía admirarlo en demasía. Camus no encontraba tal admiración justificada, pero la agradecía. Y más agradecía que esas doce horas hubieran llegado a su fin, y con eso, la temporal vida que le fue regalada.
Su cuerpo se desvanecía lentamente, al igual que los de sus compañeros. Shura… Saga… todos morían de nuevo.
Y que alegría traía eso a su corazón. El cual apaciguaba su ritmo, segundo a segundo, hasta que se silenciaba por completo. Paz y quietud por lo que se sintieron apenas como unos fugaces instantes.
Y luego, de nuevo la luz. Una luz que odió al instante en que el resplandor cegó sus ojos, y que le traía una esperanza que él no deseaba albergar. Ya no quería seguir con esto. Ya no quería que el aire entrara y saliera de su nariz, manteniéndolo vivo. Ya no quería que sus cansados ojos apreciaran más colores. Y menos aun, quería darse cuenta al despertar, de que se hallaba en la comodidad de su templo. Como si todo hubiera sido un simple sueño.
Pero pensar eso era completamente irreal. Lo que si era real, eran los punzantes latidos de su corazón que a cadencioso ritmo impulsaban la sangre por sus venas. Era un constante dolor, ese que provocaba el fastidioso palpitar. Una aguda opresión en el pecho que le recordaba constantemente que estaba vivo, y que desgraciadamente, poco tenía por que vivir.
¿Que le quedaba? ¿Que podía ser peor que esto? Seguramente él estaba vivo también… y tendría que verlo en algún momento, y volver a sentirse el asustado chiquillo que siempre había sido en su presencia… no lo podría soportar. Era buen actor, pero no podría fingir haberlo olvidado todo. Si tan sólo ahora, con el familiar cosmos que se acercaba, y sabía que no era amenaza para él, no se sentía ni siquiera capaz de ponerse de pie.
-Camus, me da gusto verte de nuevo…-
Milo llegaba saludando con su brillante sonrisa, y se acercaba para tomar asiento a su lado en la cama. Al verlo, Camus se preguntaba; si ni siquiera era capaz de sonreírle de vuelta al alegre caballero de escorpión, ¿cómo se enfrentaría al complicado Géminis? No ansiaba por descubrir la respuesta…
Fuera de la evidente felicidad que el joven de apiñonada piel exudaba, el ambiente general en todo el Santuario era uno que sólo se podía describir como fúnebre. Todos parecían apenas estar asimilando la nueva situación, ambientándose a sus recién adquiridas vidas, aprendiendo a respirar de nuevo. Agradeciendo, o en algunos casos, maldiciendo la exagerada amabilidad de su Diosa. Camus pertenecía definitivamente a los del segundo grupo.
No sólo él. Cierto joven, a gran cantidad de escalones abajo, también acababa de despertar sorpresivamente sobre su cama y lloraba su mala suerte amargamente.
Llevaba una mano a su rostro, tan sólo para comprobar que sobre la piel de sus mejillas escurrían cálidas lágrimas. Miró sus dedos que ahora brillaban graciosamente debido a la salinidad que retiraron de sus pómulos. Los observaba curioso, mientras los giraba levemente para que la luz reflectara contra la tímida humedad en distinto ángulo y brillara así de diferente manera. Saga presentía, que en esta nueva vida, este brillo, estas lágrimas, serían un factor constante y común para él.
El caballero de Géminis permanecía acostado sobre su cama, explorando con su desesperanzado cosmos los alrededores. Su hermano gemelo se hallaba en el cuarto contiguo; él también había sido traído de vuelta. Eso lo alegraba en cierta medida… pero por otra parte, sólo alargaba la lista de personas a quienes había lastimado y con las cuales tendría que enmendarse.
Una lista interminable, pero que cierto nombre en particular encabezaba. Saga sabía, que si planeaba encontrarle utilidad a esta recién adquirida existencia, tendría que hacerlo bien. Esta vez no se permitiría más errores. Y aunque sintiera que esos gélidos ojos le perforaban el corazón, se atrevería a verlos, a disculparse con su dueño y a agachar la cabeza entregándole su vida, para que dispusiera de ella como deseara. Y si a Saga le permitían una opinión al respecto, que fuera de preferencia, dándole fin.
Final Straw.04:
Iluminado una vez más por los inclementes rayos de sol, el Santuario cobraba vida de nuevo. Y aunque muchos templos sufrían terribles daños ocasionados por la reciente batalla, el claro cielo que cubría la montañosa zona prometía gran esperanza para el futuro. Una nueva etapa comenzaba, y todos estaban juntos de nuevo. A salvo. Vivos.
Cuanta felicidad… cuanta perturbadora felicidad podía ser percibida en este lugar. Era notorio el pacífico ambiente de los alrededores, mientras un par de amigos caminaban subiendo los extensos escalones hasta el templo de Atena, donde todos se reunirían por primera vez en sus nuevas vidas.
Camus avanzaba al lado de Milo, quien lo había ido a buscar esa mañana, y desde entonces el griego no dejaba de sonreír y expresar el gusto que sentía de que todo volviera a comenzar. Y de que Camus estuviera vivo. De cómo lo había extrañado, y de lo mal que se sintió cuando creyó que era un traidor. De la alegría que lo inundaba al saber que eso no era cierto, y que ahora estaba bien, y respirando de nuevo.
Camus no era tonto. Sabía, porque era fácilmente perceptible, que Milo no buscaba su compañía porque fuera un gran conversador. Desde que eran adolescentes, el caballero de escorpión siempre había mostrado un infundado interés y preocupación por él. Y no era difícil adivinar, al fijarse en esos grandes ojos turquesas que lo veían atentamente en espera de una respuesta a su reciente comentario, que ese chico albergaba cálidos sentimientos hacia él.
-¿Camus, me escuchaste?-
Camus asintió. En realidad no había escuchado, no tenía idea de lo que Milo le había dicho, pero el mencionado simplemente continuó hablando de esto y aquello. Camus no ponía mucha atención; se encontraba absorto ante la aparentemente inagotable energía de su amigo.
Amigo… que extraña palabra la que eligió para definir su relación. ¿En realidad eran amigos? Quizás Milo podía ser considerado su amigo, pero él, ¿podía ser considerado amigo de Milo? No hacía nada que lo demostrara como tal. Jamás iniciaba una conversación, jamás lo buscaba, y apenas si mencionaba palabra durante sus pláticas. Pero sabía con seguridad que aquel siempre estaría dispuesto a ayudarlo en cualquier cosa que necesitase y a brindarle su compañía para ahuyentar la soledad.
Quizás sí eran amigos. Pero Camus sabía que no serían nada más. Si sus sospechas estaban en lo correcto, y Milo sentía algo especial por él, y decidía a actuar conforme a eso… con toda la pena del mundo tendría que rechazarlo. Pero no debía estar pensando en esas cosas cuando todo era sólo una posibilidad. Ahora tenía que concentrarse en controlar la repentina alteración que atacaba sus sentidos al percibir un poderoso y familiar cosmos dentro del templo de Athena.
Habían muchas esencias mezcladas, todos los cosmos de sus compañeros, pero ése, ése en especial, le provocaba ignorar al chico de al lado por completo, aun más de lo que ya de por si lo hacía. Ahora el guardián de la octava casa ya no caminaba junto a él. O al menos, Camus no se daba cuenta, mientras subía los escalones con gran pesar pero a la vez cierta curiosidad que no podía negar. Una inexplicable ansiedad por entrar donde todos los esperaban.
Sin embargo Milo continuaba a su lado, e ignorante de los agitados pensamientos de Camus se limitaba a seguir su insustancial monólogo. Sólo parloteaba sin poder detenerse porque se sentía increíblemente nervioso. La euforia era demasiada al tener a Camus a su lado en estos momentos. De jóvenes, siempre se había sentido atraído e intrigado por el caballero de Acuario y cuando éste murió, fue como si el mundo se derrumbara para Milo. Entonces supo que durante los años que compartieron como amigos, Camus había llegado a significar mucho más que eso para él. Sin embargo para cuando se dio cuenta de tal cosa, ya era demasiado tarde.
Cuando Camus regresó de Siberia apenas si se cruzó con él, y luego durante esa batalla, su cosmos había dejado de brillar para siempre, trayendo a Milo una sensación de que el corazón se le salía del pecho ante la impotencia y dolor que el saberlo muerto le causaba. Por eso esta nueva oportunidad lo llenaba de una incontrolable alegría. Sabía que las posibilidaded de que Camus correspondiera sus sentimientos eran casi nulas, pero él lo intentaría, porque no dejaría escapar de nuevo a ese ángel de triste mirada que lo hechizaba y dejaba sus sentidos fuera de control.
Pero a Milo no le importaba sentirse así; enajenado e hipnotizado por el francés. Le gustaba ese hormigueo que recorría sus entrañas ante su simple presencia, ese salto que su corazón daba cuando se hacía merecedor de una sola mirada de su parte. Deseaba que él también sintiera lo mismo al verlo, pero Milo era realista, y sabía que Camus era una persona complicada y que sería difícil llegar a su corazón. Sin embargo estaba decidido a que con perseverancia lograría descifrar el camino.
Ensimismado como iba, Milo apenas se dio cuenta que Camus se le había adelantado y ya entraba al Templo de Athena. Corrió la breve distancia para alcanzarlo y ambos pusieron pie en el recinto al mismo tiempo. Se encontraron con la impresionante imagen de la Diosa ocupando el lejano trono al que guiaba un extenso salón a lo largo del cual los caballeros dorados se apoyaban con una rodilla en el suelo, en símbolo de respeto. Milo y Camus tomaron cada uno su lugar en una de las dos filas.
Justo frente a ellos se encontraba la primera mitad de los guardianes de las casas zodiacales; ambas filas enfrentándose y enmarcando la alfombra por la cual la reencarnación de la Diosa Athena ahora caminaba con ligeros pasos.
Camus mantuvo la misma rígida posición mientras esperaba que Atena alcanzara el otro extremo del salón, pasando entre ellos y dedicándole a cada uno significativas miradas. Saori permanecía de pie en el centro de las dos hileras de fieles servidores y comenzó a darles la bienvenida, agradecerles, motivarlos, y muchas otras cosas a las que Camus no prestó atención. El discurso de la Diosa era importante, pero más importante ahora era no sufrir un ataque nervioso al saberse observado por la persona dueña de aquél cosmos que hace unos minutos lo obligara a adelantarse en el camino hasta aquí, dejando a Milo atrás.
Se encontraba enfrente de él en un cerrado ángulo agudo a su izquierda, y Camus podía sentir como aquella mirada se fijaba sobre si, con pobre disimulo. ¿Qué derecho tenía de hacer tal cosa? ¿Qué pretendía con eso? ¿Que recordara a Arles, que recordara como aquel hacía lo mismo, mirarlo sin recato, sin importar que todos se pudieran dar cuenta? Lo peor de todo, era que no había nadie a quien acudir, porque nunca nadie se daba cuenta…
Y sí, Saga lo observaba con detenimiento, pero su intención era todo menos hacerlo sentir incómodo. Su mirada buscaba a Camus durante todo el tiempo que duró la reunión, y aunque sabía que se arriesgaba con eso a obtener un mortal vistazo de aquellos profundos mares, ahora la meta que dominaba sus acciones, lo que ansiaba, era que aquel quien fatigosamente lo evitaba lo volteara a ver a los ojos para que pudiera leer en los suyos el sincero arrepentimiento que en forma de palabras le expresaría en la más próxima oportunidad.
Pero siendo sincero consigo mismo, Saga no tenía idea de qué le iba a decir, de si sería siquiera capaz de expresar palabra alguna cuando se encontrara solo ante su presencia.
Una vez terminado el monólogo de la Diosa, todos celebraban brevemente con un sencillo brindis. Camus se encontraba siendo silencioso participante en una conversación orquestada por Milo y Aioria. Y el resto se entretenía en lo mismo, formando pequeños grupos que platicaban por unos minutos para después dispersarse y formar unos nuevos con distintos integrantes. Pero Camus nunca se separaba de Milo.
Siempre lo seguía a donde quiera que éste fuera, tal cual sombra. Claro, manteniendo su porte y frivolidad todo el tiempo, enmascarando esa necesidad de acompañar al escorpión.
Saga se preguntaba si entre ellos dos habría algo más que amistad. Recordaba que de pequeños a Camus sólo se le observaba en compañía de aquel griego, y ahora por alguna razón permanecía cual guardaespaldas a su lado.
El caballero de Géminis perdió la vista por un momento del hermoso francés para concentrarla en la copa que sostenía, y que aun estaba casi llena. Hasta eso lo hacía sentir culpable; deleitarse con su cálido sabor. Sentía que no lo merecía. Que no merecía nada de esto. Ni el perdón, ni la nueva oportunidad, ni el estar posando sus pecadores ojos sobre el caballero de Acuario.
Porque aquella simple acción le traía sentimientos que no deseaba. Era como si una necesidad intrínseca lo obligara, tal como ahora, a levantar su mirada de nuevo y apreciar como Camus tomaba un sorbo de su copa con la elegancia y delicadeza que siempre lo caracterizaban.
Saga sabía que se estaba metiendo en algo muy peligroso. No, demasiado tarde. Desde hacía mucho tiempo ya había tocado el fondo de ese hoyo negro y ahora se sentía incapaz de poder salir. Lo pudo negar durante la breve batalla contra Hades, pudo desviar sus ojos de él porque tenía cosas que se suponía eran más importantes distrayéndolo. Pero ahora no podía negarlo más, porque era bien consciente de todo. Era bien consciente de que una egoísta parte de su ser no sólo buscaba perdón de aquel hombre.
De que ese fuego en su interior no era causado por el efecto del vino que tomaba, sino por ver al acuariano en compañía de aquel escorpión contra el cual sabía que jamás podría competir.
Ante el previo pensamiento, Saga tuvo que apoyar su mano sobre una cercana columna, para evitar irse de bruces por la impresión.
-Saga, ¿te pasa algo?- preguntó Kanon, quien permanecía a su lado todo el tiempo, al parecer aun demasiado reacio a socializar con los demás.
El gemelo menor se acercó y le retiró la copa, riendo para sus adentros por el poco aguante que su hermano presentaba ante la bebida. Media copa y ya se estaba cayendo.
-No, no pasa nada…- Saga se reincorporó, irguiéndose de nuevo por un segundo, tan sólo para recargar su espalda sobre la mencionada columna, cruzar los brazos y regresar a sus reflexiones. Un par de segundos en silencio, y preguntó:
-Kanon… ¿tú crees yo en verdad merezca perdón…?-
Kanon engulló de golpe lo que quedaba de la bebida de su hermano y permaneció sosteniendo la vacía copa mientras lo imitaba adquiriendo la misma postura, al lado de Saga, chocando sus hombros.
-Si no es así, no quiero ni siquiera ponderar en mis posibilidades.- respondió soltando una débil risa que Saga contestó a su vez sonriendo limitadamente.
A Saga le sorprendía el amistoso comportamiento que Kanon presentaba con él, de verdad que su hermano parecía una persona distinta. Y bueno, el mismo caso era para ambos gemelos. Saga se preguntaba si Camus lo comprendería. Si lograría entender que no era el mismo de antes.
Deseaba que así fuera por que si no entonces tendría serios enredos con los cuales lidiar. Sabía que era ingenuo de su parte siquiera pensarlo, pero esos celos que se despertaron hacía solo unos momentos y cuya inesperada aparición lo hicieron perder la compostura, le traían la última confirmación a algo que en el fondo ya sabía desde hacía mucho tiempo.
Él lo quería... mucho más que eso; lo había aprendido a amar desde que era un pequeño, sufriendo bajo sus propias acciones. Fue una compasión que creció rápidamente hasta convertirse en un sentimiento mucho más fuerte. Originada por la simple confianza que de alguna manera se tenían; nadie lo conocía mejor, y estaba seguro que de igual manera, el único que conocía a Camus de Acuario, era él, que había sido testigo pasivo de todo el sufrimiento que tuvo que aguantar durante su corta vida.
Y tal como Arles, Saga mismo había caído en el encanto de ese especial muchacho. Había desarrollado un cariño hacia él que aumentó sus dimensiones desmesuradamente y cuyas consecuencias no quería ni siquiera imaginar.
Saga se sentía la escoria más vil del planeta en esos momentos. No se creía digno de quererlo, pensaba que se comportaba justo como Arles al siquiera sentir esto por él. No era mejor que aquel loco. Igual lo deseaba, igual quedaba embriagado por su innegable belleza… Quizás él mismo fue el culpable de todo. Quizás sus sentimientos hacia el chico fueron los que desataron o por lo menos afianzaron esa enfermiza fijación que Arles tenia con él. Saga cerró los ojos con fuerza ante la sola posibilidad, tratando de ignorarla.
Gracioso como todo en un minuto se había complicado en creces. Esa mañana se levantó con la difícil pero firme intención de ofrecerle disculpas. Y ahora, en cuestión de segundos, aquella tarea se había convertido en algo mucho más arduo de llevar a cabo. Porque, ¿cómo expresar tu arrepentimiento por todo aquello, a la vez que confiesas los sentimientos que te dominan? Y que al fin al cabo te siguen atando a esa persona, cuando aquella lo más seguro es que quiera alejarse a años luz de distancia de ti.
Saga sabía que Camus lo mataría.
Y a Camus no le faltaban ganas de hacerlo, sobre todo ahora que huía a su mirada, siguiendo a Milo por todas partes en un fútil intento de sentirse seguro, de creer que éste le proporcionaba cierta protección contra aquel que lo veía con un intenso brillo en sus ojos.
Camus trataba de aparentar imperturbabilidad, pero en su interior sus emociones eran un desastre, necesitaba salir de aquí pronto, alejarse de aquella mirada, olvidarse de que ese hombre existía. Porque al tenerlo cerca aquel temor que se prometió nunca volver a sentir afloraba de nuevo con la facilidad que trae la costumbre. No podía esperar a que esta insulsa reunión terminara y por lo tanto, agradeció a los cielos cuando Athena anunció que se retiraba a sus aposentos, indicando con ese acto que la convivencia llegaba a su fin.
Salió con apresurados pasos del lugar sin despedirse de nadie, sin esperar a Milo que le miraba de reojo mientras finalizaba la plática con Aioria y se preocupaba notablemente ante la repentina huida a la que su amigo hacía protagonismo.
Milo no fue el único en notar la salida del francés. ¿Como podría ser él único si había alguien más que durante todo el tiempo no le había quitado la vista de encima? Y ese alguien ahora se despedía de su hermano para ir tras el que acababa de salir por la puerta. Claro que él no se veía tan desesperado. Saga mantenía la seguridad en cada paso que daba, siendo un misterio para él mismo como lograba hacer tal cosa pero agradeciendo esa aparente calma y fortaleza que su cuerpo siempre destilaba.
Y así, firmes, seguían siendo sus pasos hasta que lo llevaron al Templo de la vasija, en donde su dueño acababa de entrar en busca de aliviante soledad y silencio y el cual era interrumpido por la persona menos adecuada.
Camus se encontraba apoyando su brazo sobre una de las columnas y a la vez recargaba su frente contra la flexionada extremidad, escondiendo su rostro de cualquiera que lo quisiera ver, en este caso, del hombre que se acercaba a sus espaldas.
Saga caminaba con precaución. No podía predecir cuales serían las reacciones de Camus, ni siquiera podía predecir las suyas. Ante la presencia de este muchacho perdía toda compostura y simplemente se hallaba tratando de luchar contra esta súbita explosión de sentimientos que lo atacaba en su interior, dejando muy poco espacio para los pensamientos racionales.
Y demostrando tal cosa, era que Camus ahora podía sentir un ligero peso depositarse delicadamente sobre su hombro.
Y tan sólo con eso, parecía que el tiempo no hubiera pasado. Porque ese temor, ese miedo contra el cual luchaba tanto, aparecía de nuevo para obligarlo a que sus pestañas hicieran contacto, y se humedecieran tratando de controlar las lágrimas que súbitamente decidían avergonzarlo en ese momento.
Pero no tenía nada que temer, ¿o sí? Arles estaba muerto. No tenía nada de que preocuparse. Y no podía seguir de esta manera, así que encararía a este hombre, daría la vuelta hasta quedar frente a él, sacudiendo esa mano intrusa de su hombro en el proceso.
Y cuando esas miradas finalmente se enfrentaron, retando a la otra por ver quien lograba acumular mayor cantidad de lágrimas en sus ojos, ninguno de los dueños supo que hacer. Realmente no tenían nada que decirse. Todo lo sabían ya. Camus sabía que Saga pretendía enmendarse, Saga sabía que Camus lo odiaría por siempre, y que jamás lo perdonaría. Entonces este encuentro carecía de todo sentido. Pero ahora que estaban aquí, uno frente al otro, algo tenían que decir.
-Camus… -Saga dio un paso al frente. - Yo... vine a pedirte perdón. Sé que ni siquiera merezco eso pero, necesito decírtelo, lo siento tanto… y…-
-¿Lo sientes? ¿Quieres que te perdone? ¡¿Cómo te atreves siquiera a buscarme!?- Camus interrumpió con una bravura que ni él mismo se esperaba, pero es que no aguantaría ese tono arrepentido de Saga. Eso era algo que él no quería escuchar, y que aquél no era digno siquiera de utilizar en su voz. - Si yo tengo que vivir torturado por esos recuerdos, tú puedes por lo menos hacer lo mismo. Así que perdón de mis labios no obtendrás.-
Saga se esperaba todo esto. Pero su consciencia lo obligaba a seguir. Era extraño, que Camus pareciera ser capaz de vivir con esos recuerdos, mientras que él no se sintiera apto para hacer tal cosa, cuando la víctima indisputable de todo esto había sido aquél.
-Lo sé… sé que jamás me perdonarás… pero no puedo quedarme de brazos cruzados pretendiendo que nada pasó. Yo fui la herramienta que causó tu sufrimiento, y debo cargar con mi culpa, pero necesito saber que… tú estas bien… –
-¿Bien? ¿¿¡¡Bien!!?? … no te puedo creer… ¿cómo…?- Camus no hallaba palabra coherente para continuar expresando su incredulidad, así que sólo comenzó a carcajearse como desquiciado, con una vacuidad en sus risas, que a Saga le erizaba la piel.
El mencionado no quería seguir escuchando los aterradores sonidos que provenían de esa garganta… le calaban hasta el alma con su frialdad. Esto era lo que no quería… lo que lo lastimaba de manera irreparable; el ver a Camus convertido en este ser desprovisto de todo sentimiento, de todo amor, hasta para sí mismo.
Saga hizo lo único que tanto su mente y cuerpo se pusieron de acuerdo en hacer, y dando un paso más levantó sus brazos hasta que rodearon la refinada forma de Camus, atrayéndolo para un abrazo que hacía poco para sanar sus penas, pero que por lo menos acallaba al hombre más joven, quien sorprendido por el acto, no reaccionó.
-Dioses, Camus… lo siento tanto…- Saga abrió su boca para susurrar, pudiendo saborear durante el proceso, una gruesa lágrima que acababa de rodar por su mejilla, y ahora se mezclaba con las recién dichas palabras, llenándolas de una tristeza infinita, mucho mas de la que ya de por sí cargaban.
El silencio reinó por unos minutos. Camus permaneció inmóvil mientras el hombre mayor lo abrazaba y repentinamente comenzaba a temblar contra su cuerpo. Camus no se esperaba esto. Presentía como algo obvio el que Saga lo buscara e intentara disculparse en algún momento. Pero jamás pensó que haría algo como esto… ¡¿Cómo se atrevía a tocarlo!?
Saga sabía de igual manera, porque sus pensamientos eran sorprendentemente claros mientras sucumbía a sus sollozos, que esta no era la manera correcta de proceder… que estaba siendo demasiado precipitado. Pero cuando vives por años atrapado en los confines de tu propio ser esperando una oportunidad para salir, la paciencia se te agota. Y ahora, sabiéndose regidor de sus propias acciones, sabiendo que cada segundo contaba, no podía evitar seguir estos primarios impulsos y abrazar al muchacho con increíble fuerza, tanto que Camus estaba seguro que escucharía sus huesos crujir en cualquier momento; que tales formaciones óseas cederían ante los potentes brazos que lo apresaban…trayéndole muy familiares sensaciones… recuerdos de esos mismos brazos que lo despertaran una mañana hace muchos años, proporcionándole un muy necesitado escape…
Y también conocía a esos ojos que alguna vez lloraran a compás de los suyos, y ahora derramaban lágrimas en solitario sobre su hombro. Y entonces, la locura que había luchado momentos atrás por poseerlo, se comenzaba a apaciguar al ritmo de los desconsolados suspiros de Saga.
Pero esto no era posible… Camus no podía permitirse tener compasión por él. No podía porque entonces, ¿Qué le quedaría? ¿A quién odiaría? ¿A quién culparía por sus recuerdos? No había nadie más… sólo estaba Saga. Y sobre Saga descargaría todo.
Con ese pensamiento en mente, Camus recuperó el control sobre sus brazos y empujó al gemelo con fuerza lejos de él, dando unos cuantos pasos hacia atrás para incrementar aun más la distancia entre ellos.
Saga se disponía a anular ese espacio una vez más. Pero una presencia ajena que se adentraba al templo lo detuvo. Y no tuvo que esperar mucho más para ver como Milo de Escorpio se dejaba ver, y se notaba ligeramente sorprendido al encontrarlos a ambos solos, y aparentemente en medio de una acalorada discusión.
Saga intuyó que este era el momento adecuado de su retirada. Y lo hizo sumisamente, tras encontrar su mirada brevemente con los ojos turquesas de Milo, que lo veían algo confundido, y después despedirse de los hermosos azules de Camus, que eran adornados por dos partidas cejas que se fruncían en espera de que desapareciera. Sin más, Saga se retiró.
Final Straw.05:
-¿Interrumpí algo?- fue la tímida pregunta proveniente de los labios de Milo al analizar la situación que se había encontrado al llegar al templo de Acuario.
-Nada que no haya merecido ser interrumpido.- respondió Camus, finalmente apartando la vista de la puerta por la que Saga había desaparecido segundos atrás, y dirigiendo su mirada al recién llegado Milo, cuya intervención agradecía en desmedida, claro, sin expresárselo jamás a aquél.
-Estás molesto… ¿Qué sucedió?.-
-Nada, Milo. No quiero hablar de eso.-
-Sabes que puedes confiar en mí.- insistió Milo.
Camus sentía un dolor de cabeza aproximándose por el tono e intención de esas palabras, así que para evitarlo no rompió la dura expresión de su rostro, por más amable manera en que el otro se dirigiera a él.
-Si hubiera algo que confiar, te lo diría. No sucede nada. – Dijo Camus, provocando que la mirada de Milo bajara brevemente a contemplar el piso, antes de volver a mirar a Camus al escuchar de nuevo su voz;
-¿Viniste por alguna razón?-
-Bueno, noté lo apresurado que saliste del templo de Athena, sólo quería saber si todo estaba bien.-
-Ya lo sabes.-
Cualquiera hubiera desistido ya de algún intento de plática con Camus en estos momentos, en los que evidentemente no se encontraba de humor para tal cosa, pero Milo no era cualquier persona, y el tono indiferente y despectivo de Camus al que estaba tan acostumbrado, no lo intimidaba.
-Sí… y quería preguntarte algo más.- continuó Milo, sin poder evitar un leve sonroje en sus mejillas. Al notar esto, Camus arqueó una ceja.
-Yo… bueno, los muchachos piensan bajar al pueblo esta noche, a divertirnos un rato. Quería asegurarme de que tú irías.-
-Lo dudo.-
-Sabes que no dejaré de fastidiar hasta que me digas que sí nos acompañarás.-
-Sí, desgraciadamente lo sé…- Camus llevó las yemas de sus dedos a la sien, mientras Milo sonreía ante las palabras de derrota.
Camus no tenía ganas de estar lidiando con Milo ahora. Y al fin y al cabo, tal como él había dicho, terminaría aceptando ir, así que se ahorró un rato de insulso diálogo accediendo a su petición de una vez por todas.
-Está bien, Milo. Iré.-
-Genial, pasaré por ti así que no intentes esconderte.-
Y tal como advirtió, justo cuando apenas la luna se asomaba para presumir su pálida belleza a las envidiosas estrellas, se podía apreciar la silueta del caballero de escorpión en las puertas del templo de Acuario, esperando al dueño de éste, quien apenas salía.
Juntos se dirigieron al definido lugar en donde todos los caballeros dorados habían decidido reunirse esa noche. Dentro de dicho bar, tales servidores de la Orden Ateniense se podían observar dispersados en varias mesas.
En una en particular, se le veía a uno de los guardianes de la casa de Géminis pasando un muy buen rato. Kanon aparentaba estar mucho más adaptado al ambiente y ahora bebía y bromeaba con algunos de los chicos con quienes compartía la mesa. Saga se sentaba al lado de su hermano, haciendo caso omiso a lo que el resto hablaba.
La ansiedad que lo corroía desde que despertó esa mañana seguía presente en su organismo, y ahora trataba de disiparla ahogándola en considerable cantidad de bebidas alcohólicas que llevaba consumiendo desde que pisó el lugar. Su gemelo lo vigilaba de reojo, y cuando Saga se proponía a tomar un nuevo sorbo de su recién pedido trago, Kanon decidió tomar cartas en el asunto.
-Saga, acuérdate de lo que te pasó en la mañana. No quiero tener que cargarte de regreso al Santuario.- dijo Kanon antes de regresar su concentración al chiste que Shura contaba.
Saga escuchó y dejo su trago sobre la mesa, pero más que por la advertencia de su hermano, fue debido al robo de su atención por parte de aquél que fuera el mismo culpable de esa perturbación que lo atacara más temprano ese día, y de la cual Kanon temía repetición. Y al parecer sí existían muchas posibilidades de que algo así pasara de nuevo, pues sus sentidos volvían a nublarse de igual manera gracias al hechizo que Camus había invocado sobre él.
El mencionado caballero de Acuario acababa de entrar al local acompañado de Milo. Al primer paso Camus dio un vistazo exploratorio a todo el lugar hasta marcar la localización de Saga, y se aseguró de escoger una mesa que estuviera fuera del alcance de la vista del mencionado.
Así, tomó a Milo de la muñeca hasta arrastrarlo a donde Deathmask y Afrodita se encontraban sentados. Les hicieron compañía durante el rato que Camus aguantó en ese sitio, lo cual no fue mucho. Aunque no contaba con los penetrantes ojos de Saga posados sobre él, tenía el presentimiento de que sus pensamientos sí los ocupaba, y eso lo ponía incómodo de igual manera. Así que haciendo caso a su justificada paranoia se despidió de Milo y los otros con el pretexto de un dolor de cabeza y emprendió el camino de regreso al Santuario. Milo se había ofrecido a acompañarlo pero estaba en medio de un duelo de pulsos con Deathmask y ante todo debía defender su honor, o al menos eso fue lo que Camus dijo al insistir en que se quedara.
Unos minutos después Saga se levantó de su asiento con la encomienda por parte de sus acompañantes de mesa, de ir a buscar una nueva ronda de cervezas. Pero al encontrarse esperando dichas bebidas en la barra, aprovechó la oportunidad para buscar a Camus, quien sabía se encontraba en el lugar intencionalmente alejado de él. Sin embargo cuando localizó a Milo riendo en una mesa junto con los caballeros de Cáncer y Piscis, Saga supo inmediatamente que Camus había regresado al Santuario. Pues si estuviera aquí sería seguro que se encontraría en compañía del escorpión.
Saga comprobó sus sospechas como ciertas al percibir la ausencia del gélido cosmos, y ni siquiera esperó las bebidas que le habían sido encargadas para comenzar a dar los pasos que lo sacarían del lugar y lo guiarían hasta el Santuario de Athena.
-
Camus acababa de llegar a su templo y se disponía a arrojarse sobre su cama para dormir con la esperanza de que el mañana nunca llegara, cuando un cosmos que se acercaba velozmente le forzó a ponerse de pie y dirigirse a la entrada para defender su Templo del intruso, cuya presencia era más que desdeñada.
-¿Qué haces aquí?- preguntó el guardián de Acuario a un jadeante Saga que terminaba su exhaustiva carrera en los últimos escalones de la entrada a la onceava casa.
-Creo que tenemos una plática pendiente.- dijo Saga una vez que su respiración se normalizó permitiéndole hablar con claridad.
Camus lo barrió con su mirada de arriba abajo despreciativamente, fijándose un segundo más de lo necesario en sus ojos, analizándolos, como si estuviera con eso intentando confirmar sus intenciones.
-Pasa.-
Saga siguió a Camus, quien ya le había dado la espalda y se adentraba al templo. Los pasos del gemelo eran inseguros mientras estudiaba los rincones del intimidante recinto, cuya presente oscuridad aumentaba su ya de por si inhóspito espíritu.
Al llegar al centro del amplio cuarto principal, Camus dio la vuelta, congelando a Saga en sus pasos por un instante cuando éste se vio testigo del inmutable semblante que el hombre más joven había adquirido, y del cual no debería de sorprenderse, siendo tan típico de él. Más aun así lo molestaba a sobremedida.
-Habla.-
La palabra resonó contra las altas paredes, perdiéndose en el eco de una orden que Saga se sentía incapaz de obedecer. Tal como esta mañana, los discursos que practicaba en su mente constantemente en espera de un buen momento para declamarlos, se esfumaban dejándolo abandonado a su pobre habilidad de improvisación.
Así, sin poder mencionar palabra, Saga sencillamente se acercó hasta detenerse a la prudente distancia en que sabía que podía alcanzar el rostro de Camus con sólo extender su brazo hacia el susodicho.
Y con ése conocimiento en mente, levantó su mano e hizo el débil intento de tocar la mejilla de Camus, pero el ojiazul no tardó en girar su alterado rostro fuera de tal alcance, indignado por la osadía del geminiano.
El rechazado brazo de Saga regresó entonces a descansar sin vida contra el costado de su cuerpo.
Camus volteó hacia él de nuevo y suspiró cansadamente.
-Saga… si no tienes nada que decirme, vete. Déjame en paz.-
Camus sabía que lo que pedía era algo iluso. Paz no sería precisamente lo que lo acompañaría en su soledad; pero por lo menos tampoco lo sería la agitación que se presentaba al encontrarse frente a Saga.
-Lo haría gustoso, Camus… si tan sólo yo pudiera eliminar esto…- indicó Saga llevando una mano hasta su pecho, dejando descansar la extendida palma sobre el particular sitio donde un rítmico sonar era fácilmente perceptible.
-¿Me odias por esto?... Sé que me aborreces por lo que sucedió en un pasado. Pero igual que aquello, esto no es mi culpa… - continuó explicando Saga, dando énfasis a sus palabras al convertir en un puño la mano que cubría su pecho, y que ahora golpeaba contra éste en muestra de su frustración.
Camus lo observaba imperturbable, o al menos eso aparentaba, mientras que Saga podía ya sentir una excesiva humedad alrededor de sus pupilas. Y quemaba. Las lágrimas quemaban sus ojos con una imprudente calidez.
Y envidiando la frialdad que el muchacho que tenía enfrente emanaba, e intentando conseguir algo de ella, Saga se inclinó, y tras un rápido movimiento Camus pudo sentir un contacto no autorizado sobre su boca infringido por los labios del gemelo, que con débiles movimientos rogaban por una aceptación, a la vez que su lengua insistía ansiosa por hallar entrada… la cual irremediablemente le fue concedida.
Camus dejó pasar aquella trasgresión, dándole a Saga libre acceso al interior de su boca, tratando de no analizar lo que estaba sucediendo y cerrando los ojos al sentir las manos de Saga sobre su cintura, atrayéndolo, profundizando más el beso al mismo tiempo.
Saga simplemente ya no podía pensar; la lógica era una bizarra y utópica fantasía para él ahora que probaba la embriagante dulzura de esos delicados labios, que lo privaban de toda realidad.
Pero la culpabilidad, la culpabilidad que siempre, sin importar su estado de ánimo, si estaba despierto o dormido, siempre, absolutamente siempre, hasta en sus sueños, lo perseguía, aparecía imprudentemente en este instante obligándolo a despegar sus labios de los de Camus y dar un repentino brinco hacia atrás con la alarmante preocupación en sus ojos de un niño que ha sido descubierto en plena travesura.
Y como todos los niños traviesos, Saga sabía que había hecho mal. Se arrepentía, sí, pero no podía aguantar a repetir su fechoría porque egoístamente deseaba sentir ese cosquilleante burbujeo en su interior otra vez, y la reprobante mirada de la víctima de su mala acción, sólo servía para impulsarlo a hacerlo de nuevo.
Tal víctima, lo veía intimidándolo con sus profundos ojos, en los cuales Saga podía leer claramente la confusión de Camus, la muda interrogante demandando una explicación ante lo que acababa de hacer. Saga no supo como responder excepto acercándose de nuevo y rozando sus labios contra la entreabierta boca de Camus, esperando que éste fuera quien le exigiera más esta vez. Y Camus lo hizo, desapareciendo el milímetro de insignificante distancia que separaba sus rostros, y dejando que el beso se consolidara.
A partir de este punto todo lo que los movió y guió sus acciones fue simple instinto irracional, y la plática pendiente que Saga reclamaba hacía sólo unos minutos se retrasaría unas cuantas horas más, al menos hasta la mañana siguiente, porque esa noche hablar sería lo menos que harían.
Demostrando como cierta tal predicción, en segundos ya se les podía ver a ambos sobre la cama, sus ropas descansando en el piso de la habitación de Camus y el cuerpo de éste siendo besado y explorado sin tregua por los labios de Saga.
Éste último no había subido a Acuario con esto en mente. Él mismo se preguntaba si deseaba acaso la muerte… quizás así era, tal vez subconscientemente buscaba que Camus lo matara, congelándolo y dando así fin a este embrollo.
Simplemente las razones que mandaban sus acciones eran demasiado complicadas hasta para él de comprender. Tan sólo obedecía ciegos impulsos nerviosos que sin embargo no parecían proceder del centro neurológico en su cabeza, sino de algún lugar resguardado en lo profundo de su cavidad torácica. Sí, esa maldecida cosa palpitante era la culpable de todo…
Camus por su parte, se encontraba en un caso parecido, enteramente dominado por los escalofríos que recorrían su cuerpo por completo, marcando cuales serían sus acciones, y en este momento, sus acciones serían simplemente abandonarse a disposición de Saga quien parecía no necesitar asistencia en la tarea que llevaba eficazmente a cabo.
Y así, dejando su cuerpo a la merced del hombre mayor, Camus sólo podía ir registrando con cierto éxito en exactitud todo lo que pasaba, cada punto que Saga tocaba y besaba, regresando a sus labios constantemente, como para asegurarse de que estaba con él en esto… percibió perfectamente de cuando introdujo un hábil dedo dentro de él, y de como iba aumentando la cantidad de estos pasando cierto tiempo… moviendo, molestando, masajeando, trayendo inusuales sensaciones que hasta ahora no conocía, porque Arles nunca hacía esto. Arles no le provocaba lo que Saga lograba tan sólo al tocar cierto punto en especifico dentro de su cuerpo. Arles no tenia miramientos ni condescendencias para con él. Y abstraído en esas comparaciones, Camus estuvo a punto de saltar de la cama al darse cuenta sorpresivamente de que Saga comenzaba a estimular su miembro con la lengua, para después tomarlo en su boca y dejarlo entrar hasta su garganta.
Camus simplemente no entendía. A esto no había que temerle… esto se sentía tan acertado… tan bien…
Igual de adecuado fue el momento en que Saga decidió unir sus cuerpos, abriéndose camino cuidadosamente dentro de él… Camus era consciente de que ya había experimentado aquel dolor, pero ahora era tan diferente… ahora los rítmicos vaivenes del cuerpo de Saga le hacían olvidar tal inicial incomodidad, y hacerlo creer que de verdad, este no era el mismo hombre que tantas veces se adueñara de su cuerpo de similar manera.
Aunque similar no era la palabra adecuada; esto era todo menos parecido a lo que en su adolescencia sintió. Era como una primera vez que se retrasó con múltiples y fallidas salidas en falso. Y también era como una primera vez para Saga, que a tierna edad fuera controlado por el monstruo que ocasionó todo el dolor y sufrimiento que los trajo hasta este punto. A este momento en donde los jovencitos que perdieran voluntad sobre sus vidas hacia ya tantos años, volvían a reclamarla juntos.
Sin embargo, Camus seguía torturándose con interrogantes, porque estas emociones, estos estremecimientos de su cuerpo, por más gozo y placer carnal que le provocaran, no lo dejaban de asustar en desmesura. Tan maravillosas sensaciones no eran correctas, no para alguien como él.
Y menos adecuado era que quien se las proporcionaba fuera el mismo protagonista de sus más terribles pesadillas, de sus más pavorosos recuerdos, a quien dirigía todo su odio y frustración y que sin embargo ahora lo hacía gemir sumiso bajo sus acciones.
Camus no quería que esto fuera así. No quería terminar deseoso por más cuando todo esto llegara a su fin. No quería recordar a la mañana siguiente lo débil que había sido, lo fácil que había accedido a estas caricias… estas malditamente amables caricias…
Pero con todo y esos deseos, Camus fue incapaz de detener lo que estaba pasando, y tampoco fue consciente de mucho más; todo había sucedido dulcemente lento pero al terminar, daba la impresión de haberse dado lugar en el transcurso de un fugaz parpadeo.
Y con esa pequeña acción, con el despegar de sus pestañas, y al dejar a sus ojos apreciar la luz de la mañana, millones de inseguridades azotaron contra la indefensa mente de Camus. El pánico se apoderó de él al recordar lo que había ocurrido… al ver a Saga durmiendo pacíficamente a su lado.
No podía creerlo. ¿Cómo había caído de nuevo en lo mismo? Las palabras de Arles retumbaban en su cabeza, aturdiendo su razón…
He dejado mi sello en tu piel, y tus entrañas gritan por regresar a su único dueño…
Camus atacó la piel de sus brazos con las uñas de sus dedos de manera rabiosa, hasta hacerlos sangrar. Se levantó de la cama y corrió al baño, en donde abrió la regadera a la vez que dejaba a la bañera llenarse. Una vez que logró eso, se sumergió por completo en el refrescante líquido transparente en busca de alivio, tanto para las recién infligidas heridas, como para su atormentada mente. Sin embargo, la grave voz lo seguía persiguiendo…
Tú me necesitas, por más que digas repudiarme. Soy parte de ti, y eres demasiado débil para poder negarlo. Para poder negarte a mí…
La tentación de permanecer más tiempo sin respirar de lo que probablemente soportarían sus pulmones era demasiada. Quedarse unos minutos más bajo el agua podría traerle al fin una muy deseada liberación, sólo tenía que esperar un poco más y ya podía comenzar a sentirlo… la falta de oxigenación nublaba sus pensamientos y la voz finalmente se dejaba de escuchar.
Pero como en alguna anterior ocasión, aquel que siempre lo arruinaba todo volvería a truncar sus planes, llegando a un repudiado rescate, levantándolo súbitamente de los hombros hasta dejarlo sentado, rodeado por el agua que se teñía ligeramente rojiza por la sangre que había emanado de las superficiales heridas de su piel.
Camus abrió los ojos y boca de golpe y al máximo, atrapando una gran bocanada de aire cuya necesidad se había estado negando a aceptar. Tosió repetidas veces en lo que sus pulmones reclamaban su imprudencia, y no necesitaba ver el rostro que se ocultaba contra su hombro y que una oscura cabellera azulada cubría, para saber que era Saga quien lo abrazaba fuertemente y quien ahora balbuceaba desesperadamente contra su piel entre que daba torpes besos a su cuello.
-Perdóname... fui un estúpido, yo no quería que esto pasara. Pensé que podría demostrarte que yo era distinto… lo siento, pero por favor, no vuelvas a intentar algo así de nuevo… no podría vivir sabiendo que fue mi culpa… no podría vivir sin ti… -
Las palabras hubieran enternecido a cualquiera. Pero no a Camus de Acuario. Quien sólo lograba pensar, que las promesas de Arles parecían insistir en cumplirse… Le había amenazado con permanecer a su lado por toda la eternidad. Y al parecer, contra todos sus intentos por evitarlo, planeaba hacer tal cosa realidad.
Final Straw.06:
¿Cómo alguien podía hacer tal cosa; dañar a un ser tan hermoso, tan perfecto, tan inocente? Saga no lo comprendía, y menos comprendía que tal daño fuera uno auto inflingido, por el mismo dueño de esa blanca piel que ahora mostraba pequeñas marcas que jamás debieron existir, pero que sólo eran un débil reflejo de las verdaderas heridas que lo lastimaban en su interior.
Sin querer descubrir las razones que habían llevado a Camus a intentar terminar con su vida, una vez más, pero siendo consciente de que él había tenido mucho que ver, Saga se limitaba a abrazarlo con fuerza, por interminables minutos hasta que su llanto cedió y recordó que más que nada, más importante que su propio sentir, se encontraba el deber de proteger a la criatura que permanecía estática entre su abrazo. Así que se proponía levantar a Camus de la bañera, cuando éste finalmente reaccionó poniéndose de pie en un solo movimiento y alejándose de Saga.
-¡Suéltame! ¡Vete de aquí!-
-Pero, Camus…-
-¡No quiero verte!- Camus salió del baño hacia su habitación donde recogió la ropa de Saga y se la arrojó a éste cuando apenas salía del baño, sólo segundos después.
-Pero… anoche...-
-Eso no ha sido nada. Un error… el último de muchos. El punto final a todo esto.-
Saga admiraba la capacidad que Camus poseía para recuperarse tan rápido de algo que debió desconsolarlo a sobremanera, tanto que probablemente si él no hubiera despertado, notado su ausencia y escuchado el agua corriendo, éste caballeo de Acuario que tan decidido se plantaba frente a él, no estaría respirando ahora.
Y no podía aceptar las palabras que recién le dirigía. Aunque que lo hirieran, aunque le hicieran sentir como lo más bajo y le dieran una puñalada más a su ya de por sí endeble corazón al escuchar de la boca de Camus que lo que sucedió anoche y que a él resultó como una experiencia reparadora para su afligida alma, a aquel le haya parecido como no más que lo que sufría con Arles, otro suceso que no debió llevarse a cabo, algo de lo que se arrepentía y que no había significado nada para él, más que tal como decía, un error.
¿Pero, sería sincero? Saga se negaba a creerlo… ¿por qué lo aceptó entonces? Camus sabía, y si no, debería saberlo, que por más aturdido que Saga se encontraba por sus sentimientos, por las emociones que insistían en despertarse todas a la vez, que si en algún momento hubiera mostrado signos de querer que aquello se detuviera, el gemelo no hubiera dudado en hacerlo… pero Camus nunca insinuó nada…
-Ni siquiera tú te engañas. ¿Qué es lo que quieres, de verdad? Dímelo, pídeme lo que sea, lo que sinceramente tu corazón desee.-
Camus no tuvo que meditar mucho su respuesta.
-Aléjate de mí. No me mires. No me hables. Pretende que no existo. Yo haré lo mismo contigo…- le dio la espalda, llevando una mano sobre sus cansados ojos. Cansados de ver, de percibir, de apreciar el dolor escrito en el rostro de Saga, y en el propio, en la aflicción que podía notar en ese pálido rostro todas las mañanas en el espejo y que aunque tratara de ocultarla, bien sabía que ahí continuaba. Camus hizo nota mental de romper ese pequeño espejo del baño más tarde.
-Camus, yo… no creo poder hacer eso…- Saga bajó la mirada y suspiró profundo. De todas las cosas que Camus le podría haber pedido, ésta era la más difícil… dejarlo solo… quedarse solo… eso sería fatal, para ambos.
-¿No crees poder? ¿Que hay tan difícil en el hecho de ignorarme? ¿No acabas de decir que harás cualquier cosa que yo te pida?-
-Sí… pero eso que me pides, ignorarte... eso es imposible, Camus. Imposible…- dijo débilmente Saga, esbozando una triste sonrisa, al momento de levantar su mirada hacia Camus, quien daba la vuelta enfuriado por su actitud.
-¡¿Entonces dime de qué demonios se trata todo esto?! ¿Qué acaso Arles te dejó su obsesión por mi como recuerdo? ¿Por qué no simplemente me dejas en paz? ¿Por qué insistes en estar cerca de mi…?-
-Porque si no lo hago, me volveré loco. Tal vez tengas razón, tal vez dejó estos sentimientos, o aun peor, tal vez yo siempre los albergué. Elige la opción que quieras, pero trata de entenderme. Yo… ya no soy aquel hombre, ahora finalmente soy yo, Saga, y no puedo evitar lo que siento, pues gracias a Atena ya no tengo a aquel demonio reprimiéndome. ¿Y sabes una cosa?… no, Arles no es el culpable de esto, porque él no sentía nada por ti, simplemente te deseaba como el objeto de entretenimiento que eras para él pero yo no quiero que tú pienses eso de mí… ¡no quiero que me compares con él!... Lo odio, tanto como tú… y no puedo aceptar, porque constituiría mi muerte, que ese odio que yo siento por él, sea similar al que tú sientes por mi… dime que no es así, Camus…-
El aludido permaneció en silencio, inmóvil cual estatua mientras Saga le arrojaba todas esas palabras, cada una cayendo como bomba nuclear en su centro receptor de lenguaje. Cada una siendo algo que no quería escuchar. Y menos, contestar.
-Vete.- automática y fácil salida a esta conversación, en la que no deseaba verse involucrado.
Pero por más simple que fuera la respuesta de Camus, ésta aturdió a Saga como nada más. El hecho de que Camus ni siquiera se dignara a responder a lo que había sido una confesión de todo, de su amor, de sus inseguridades, palabras que había dejado escapar sin reflexionarlas, que eran totalmente honestas… y él le respondía con un escueto “Vete”.
Saga obedeció. No le quedaba más que hacer. No se sentía capaz de formular ninguna contestación, ninguna objeción, algo que le permitiera quedarse… Así que sencillamente, se fue.
-
Milo despertó casi al medio día, gracias a la desvelada de anoche. Y la cual no se volvería a repetir. No debió ser tan descuidado, pues hoy sería un día importante, y debía estar con todos sus sentidos descansados si pensaba atreverse a invitar a Camus a salir, solos, esta noche.
Ayer, Camus se había retirado diciendo que un repentino dolor de cabeza lo había invadido. Hoy, Milo tenía como primer pendiente del día subir a Acuario para asegurarse de que su amigo estuviera bien. Hasta le llevaba unas aspirinas que logró encontrar en su cajón de medicinas y que si hubiera revisado la impresión en el paquete hubiera notado que estaban caducas.
Pero eso al fin y al cabo no importaría porque Camus le insistiría que no había necesidad de tal cosa, que hoy se sentía mucho mejor, aunque eso fuera una total mentira. La cual Milo, sin mas remedio creyó.
El mencionado caballero de escorpión tomaba asiento en la cocina de Acuario, donde el dueño de tal templo se encontraba preparando la comida, e increíblemente lo había invitado a quedarse para tal evento. Milo estaba más que emocionado, pues aunque sólo fuera común amabilidad lo que originaba el gesto de Camus, aun así le proporcionaba un poco más de valor para arriesgarse a realizar su petición.
Y cuando finalmente terminaron de degustar el platillo que el francés había preparado, Milo decidió hablar.
-Camus… yo… bueno… ¿me preguntaba si tienes planes para esta noche?-
Camus regresaba la atención a su vaso de agua, cavilando un poco antes de responder. Sabía bien a donde quería llegar Milo. ¿Qué debía hacer? ¿Darle alas? ¿Permitirle que intentara conquistarlo? Camus debió admitir que la idea de que Milo sintiera algo por él lo halagaba bastante, pero sabía que jamás podría corresponder los sentimientos de su amigo. Simplemente para él, Milo no era más que eso, un amigo. Sin embargo…
-No, realmente no tengo nada que hacer.- respondió fingiendo despreocupación.
-Perfecto, porque verás yo… había venido con la intención de invitarte a salir, tú y yo solos, sin los chicos, y pues…- Milo había comenzado a dudar de la inteligencia de sus actos, al notar como Camus no mostraba la más mínima reacción, ni sorpresa, ni siquiera disgusto; nada.
-De acuerdo.-
-¿Qué?-
-Saldré contigo.-
Brincar del asiento como resorte fue el primer impulso del que Milo se vio presa, más lo reprimió para en lugar de eso reflejar su sentir con una gran sonrisa sin la cual no se le vería por el resto de la tarde. Incluso hasta en la noche, cuando fuera a buscar a Camus para bajar a cenar al pueblo, éste se preguntaría si a Milo no le dolería ya la mandíbula de tanto sonreír, pero a Acuario no le quedó otra opción que hacer lo mismo y recibirlo con un ligero levantamiento de la comisura de sus labios, impresionándose de ver que la sonrisa de Milo aumentaba de amplitud aun más al notar su gesto.
La velada, por más ruborizado que Milo se pusiera a cada rato, pasó sin incomodidades, pues después de todo no eran dos extraños en una primera cita, sino amigos que salían con la intención, al menos de uno de ellos, de llevar tal relación a otro nivel.
Cuando regresaron al Santuario Milo se atrevió a invitar a Camus una copa de vino, a lo que éste accedió, quedándose en Escorpio más que sólo de paso. Se sentaron un rato en la sala para platicar de una que otra cosa en lo que terminaban sus bebidas.
Y cuando Milo notó que a la copa de Camus faltaba muy poco para vaciarse, el instinto de retenerlo ahí por más tiempo lo llevó a alcanzar con su mano la larga cabellera, y juguetear un par de mechones tímidamente entre sus dedos.
Camus suspiró casi imperceptiblemente, más no hizo nada por evitar que Milo continuara con la exploración de su cabello. El griego tomó esto como pauta para acercarse más a Camus, y pronto llevar la mano que se enredaba en su pelo, hasta la tersa mejilla.
Camus volteó a mirar a Milo, quien parecía totalmente hipnotizado, y el mismo Milo se preguntaba si lo que parecía haberlo embriagado había sido el vino, o la impactante belleza de Camus, quien sólo lo veía con ojos apagados. Lo que fuera que haya sido, llevó al inevitable resultado; Milo acercó lentamente su rostro al de Camus, mientras continuaba acariciando el pálido rostro, y el otro se preguntaba si debía hacer algo para evitar que Milo…
Un segundo y ya era demasiado tarde, Milo lo había besado. Lo continuaba besando, y Camus anémicamente respondía, sintiendo unas inmensas ganas de sollozar, una súbita opresión en su pecho cuya razón de ser le era inexplicable.
¿Sería el tierno beso de Milo, lo que lo hacía sentir así? ¿el no sentirse merecedor del amor que evidenciaba por él? Camus pensaba que eso era tonto. En cualquier caso debía alegrarse de ser amado por alguien, de que ese alguien fuera completamente merecedor a que él respondiera con el mismo sentimiento. Sin embargo, tal cosa le parecía imposible de llevar a cabo, incluso si lo intentaba. Porque amar a Milo no debía ser difícil, era una maravillosa persona, un maravilloso amigo… un muchacho que se merecía mucho más…
Milo se sintió de que Camus no renegara su beso, que aceptara la mano que llegaba a su cintura, y que no le molestara ser delicadamente empujado hacia atrás hasta quedar acostado a lo largo del sillón. El griego adquiría coraje con cada segundo que pasaba y que Camus continuaba aceptando las tímidas caricias que daba sobre la ropa, incentivando a sus manos para aumentar en atrevimiento hasta aventurarse bajo la tela del suéter que el acuariano portaba, y comenzar a explorar los músculos que tal prenda escondía.
De igual manera, los labios de Milo ahora alcanzaban el cuello de Camus, marcándolo con besos que aumentaban ansiosos a cada instante. Camus sabía que no debería permitir que Milo continuara, pero si esto era lo que su amigo quería, Camus trataría de dárselo… tal vez no lo podría llegar a amar, pero era un favor que valdría la pena si podía seguir viendo sonrisas en los labios de Milo, que lograban alegrarlo también a él en cierta medida.
No le sería tan difícil entregarse a Milo, al fin y al cabo que su cuerpo ya no significaba nada para él. Ya no lo valoraba con la importancia que debería hacerlo. Así que no le costaba nada prestárselo a su amigo para satisfacer en parte sus deseos. Se lo debía, por todo lo que Milo hacía por él, por el injustificado amor que le profesaba.
Entonces, ¿por qué le estaba costando tanto trabajo alcanzar la espalda de Milo y tratar de imitar sus caricias?… ¿por qué era de pronto una titánica tarea el simple movimiento de arquear su cuello hacia atrás para darle a los labios del muchacho mayor acceso a su piel? ¿Por qué no podía hacer otra cosa que permanecer quieto y cerrar los ojos, rogando para que no salieran las lágrimas?
Milo notó lo tenso que Camus se había puesto, y detuvo sus atenciones para mirar su rostro.
-¿Estás bien?-
-Sí…- mintió Camus, tratando de esbozar una sonrisa. Pero era tan falsa, tan triste, que Milo tuvo que levantarse y permitirle al otro hacer lo mismo, para permanecer ambos sentados de nuevo tal como antes de que todo iniciara.
Milo recargaba sus codos sobre sus rodillas, entrelazando los dedos de sus manos, reflexionando con la cabeza gacha, y llegando a la acertada conclusión de que Camus había permitido sus avances por una equivocada razón a la que él se imaginaba.
-Pensé que con esto te conformarías…- murmuraba Camus, fijando su vista en el perfil de Milo, quien sonreía ante sus palabras como si hubieran sido la mayor tontería del mundo.
-No, Camus, yo te quiero a ti; toda tu persona, incluyendo tu interior. No quiero que me regales tu cuerpo por una noche si no significará nada para ti.-
-Entonces… me iré. Lo siento, Milo.- Camus se puso de pie con la firme intención de desaparecer de ahí. Ver la pena que había provocado en Milo le causaba una terrible culpabilidad, al saber que aquel no se merecía para nada lo que le estaba haciendo.
-Camus…-
-Perdóname. No debí esperanzarte.- Camus dijo al llegar a la puerta, dándole la espalda a la débil voz. Voltear y apreciar la acongojada mirada de Milo, era algo que no podría soportar, así que salió del templo de Escorpión con la mayor velocidad que sus pies le permitieron.
Camus regresó a Acuario. Subiendo los mismos escalones que ya tenía perfectamente grabados en su memoria. Y que había aprendido por repetición, por numerosos ascensos que jamás llevaban a un buen sitio. Pero ¿qué tanto más le quedaba por hacer? La pequeña posibilidad de felicidad que se le presentó hoy, la había rechazado.
Como desearía estar enamorado de Milo... poder corresponder sus sentimientos con creces... Camus estaba seguro de que si tal fuera el caso, él podría dejar todo atrás. Milo podría hacerlo olvidar, podría comenzar una nueva etapa de su vida, olvidándose de Arles, de Saga, de todo.
Pero Camus no se engañaba ni a sí mismo… dudaba que ni siquiera con una lobotomía lograría que su cabeza dejara de proyectarle escenas de su pasado, reviviendo todo una y otra vez. ¿Sería su culpa? ¿De verdad sería su culpa? ¿Por qué no simplemente lo dejaba todo atrás, giraba en sus talones, regresaba donde Milo y se abandonaba a sus amables brazos en espera de algo mejor?
Arles definitivamente había tenido la razón. Estaba tan acostumbrado a este caos mental que ya no quería salir de él; la paz probablemente sería algo que lo perturbaría aun más, y quizás por eso le era tan difícil alcanzarla, porque una vez logrado eso, ¿qué tal si extrañaba el sufrimiento de antes? Si comprobaba en realidad que dentro de si, gustaba de ser este torturado individuo al que nadie podía acercarse, cuyo destino era estar siempre acompañado de la soledad, y sus pensamientos, los cuales nunca eran invitados agraciados.
Sí, pensar hacía daño. Eso Saga lo acababa de comprobar después de pasar todo el día encerrado en su habitación, reflexionando en los sucesos de la mañana y de la noche anterior... todo dejándolo con un agridulce sabor, porque no podía negar que tener a Camus entre sus brazos sería un recuerdo que atesoraría por el resto de su vida. Más el extasíe que tales sucesos le trajeron, fue barrido por el rechazo al que se vio víctima esa misma mañana, y que lo había mantenido en un estado de incredulidad total, obligándole a permanecer ahí entre cuatro tristes paredes tratando de hallarle sentido a su presente situación.
¿Había sido ingenuo de su parte, el despertar esa mañana esperando ver a Camus durmiendo abrazado a él, quizás? ¿Había sido inocente al pensar que todo sería miel sobre hojuelas a partir del beso de anoche? Tal vez, sí... pero ahora que sus esperanzas se habían esfumado casi por completo, sólo le quedaba una cosa por hacer, y liberado de tales esperanzas que nublaban su razón, ahora podía ser completamente consciente y realista acerca de lo que tenía que llevar a cabo.
Así que Saga se puso de pie y abandonó la casa de Géminis, en donde su hermano dormía desde hace un buen rato. Todos en el Santuario descansaban ya, pero aun se apreciaba la silueta del guardián de la tercera casa subiendo templo por templo, hasta alcanzar su meta en Acuario.
Al llegar a dicha casa, Saga inspeccionó los alrededores hasta asegurarse de que Camus estaba de hecho durmiendo en su habitación. Suspiró aliviado y tomó asiento en el piso, recargando su espalda en la puerta de la recámara del dueño del templo circular. Cerró los ojos, pero hoy no dormiría. Hoy, y a partir de ahora, vigilaría el sueño del joven francés, asegurándose de que no volviera a intentar una locura como la que se le había ocurrido ese mismo día al despertar.
Sin embargo, Camus fue alertado por el cercano cosmos de Saga, y despertó en medio de la noche, se levantó y caminó con suspicacia. Sabiendo que había un intruso cercano, y sospechando de quien podía tratarse, abrió la puerta de su cuarto. Ver a Saga merodeando por ahí no le hubiera sorprendido, pero encontrar que éste casi se va de espaldas cundo abrió la puerta, lo tomó completamente de imprevisto.
-¿Qué haces aquí?-
-Yo...yo... tú sigue durmiendo, yo no molestaré...- Saga tartamudeó mirando hacia arriba al rostro de Camus, pues prácticamente había caído hacia atrás chocando contra las piernas del mencionado.
Al ver el ceño fruncido del muchacho, Saga rápidamente se puso de pie para jalar él mismo la perilla de la puerta y dejar a Camus encerrado en total confusión dentro de su habitación, preguntándose qué hacer… ¿Salir y gritarle a Saga que se fuera? ¿Dejar pasar su extraño comportamiento y olvidarse de él, volver a dormir?
Camus no comprendía que podía pretender Saga al permanecer durmiendo afuera de su habitación. Quizás tenía curiosidad por descubrirlo, quizás por eso lo dejó quedarse ahí y regresó a la cama.
Quizás al abrigarse con las sábanas, fue la gracia del reciente recuerdo del sonrojado rostro de Saga al verse torpemente descubierto, lo que obligó a Camus a esbozar una leve sonrisa, antes de cerrar los ojos. Y quizás el saberse protegido por Saga de Géminis, uno de los caballeros más poderosos de la orden, fue lo que le permitió a Camus conciliar el sueño con asombrosa rapidez esa noche.
Final Straw.07:
Mío… mío… mío...
Un ahogado grito y dos ojos inundados de lágrimas permitían a la soledad de la habitación apreciar su brillo. Su sueño había comenzado pacífico, demasiado como para ser cierto, e irremediablemente, la tranquilidad se convirtió en alarma, en agitación, al recordar… recordar, siempre recordar…
Camus recogió sus piernas, flexionándolas contra su tórax y abrazándolas, sintiéndose ridículo al llorar como lo estaba haciendo, como un niño pequeño… como el niño que había visto en su memoria, que su traicionero inconsciente le hizo ver, cual si estando despierto no se lo mostrara lo suficiente.
Miró alrededor de su habitación. Se encontraba solo, y sin embargo, eso no lo aliviaba. Trató de ver a través de la ventana, quizás la noche hoy no estaba estrellada, quizás la luna también estaba sola; eso lo podría consolar un poco… pero desde su lugar en la cama no pudo apreciar al brillante satélite.
Sus ojos continuaron recorriendo el lugar y al encontrarse con la puerta entreabierta del baño, un escalofrío recorrió su piel, casi como si a propósito su cuerpo hubiera querido reprenderlo. Entonces observó sus brazos, que se descubrían ante la arrugada manga de su pijama, pero no fue capaz de verlos por mucho tiempo más, y prefirió cerrar los ojos, ser aun más consciente de la humedad que ahí se contenía.
Se permitió ver de nuevo, fijando su vista en la puerta de su habitación. Mirándola con cierto esperanzamiento, un anhelo que lo hacía sentir culpable. Si se levantaba y daba unos pasos, ya no estaría sólo. Pero no quería desear la compañía que se le prometía, así que no hizo tal cosa, y dejó a su llanto continuar.
Saga sin embargo, había escuchado su exclamación al despertar, se había puesto de pie y acercado el oído a la puerta, tratando de darse una idea de que había pasado. No había aguantado más la incertidumbre y ahora la abría, empujándola lentamente, haciéndola chirriar.
Camus contenía su respiración por un instante, observando atentamente la silueta que se adentraba, y que aunque era difícil de distinguir en la oscuridad, le resultaba inconfundible. Lo pudo apreciar mejor cuando con lentos pasos se acercó, con cautela, cual uno se acerca a un animal herido, con el propósito de ayudarle pero sabiendo que en cualquier momento puede intentar huir asustado.
Camus veía, entre lo que las lágrimas le permitían, la amable mirada que Saga le dirigía, la amable sonrisa que intentaba tranquilizarlo, la amable mano que alcanzaba su mejilla acariciándolo con timidez, provocándole una sensación causante de que un sollozo se atorara en su garganta, antes de que muchos más comenzaran a salir de manera incontrolable.
Sin pensarlo, sin querer razonarlo, Camus se impulsó hasta quedar arrodillado en la cama, y rodeó el cuello de Saga con sus brazos, hundiendo el rostro sobre su hombro, todo en un instante, sorprendiendo al mayor por la repentina acción. Saga tardó unos segundos en acertar e igualmente abrazarlo, colocando sus manos sobre la espalda que se sacudía sin remedio y pudiendo sentir el cálido líquido que emanaba de los ojos de Camus humedecer la piel de su cuello.
Saga esperó, respirando el dulce aroma de los cabellos entre los cuales su nariz gustaba de bucear, manteniendo sus manos fijas sobre la espalda de Camus, cerrando los ojos y esperando a que se calmara, a que seguramente lo corriera de la habitación una vez que su momento de descontrol hubiera pasado.
Y Saga supuso que tal evento se daría muy pronto, pues el llanto de Camus ya comenzaba a rescindir, cambiaba también la posición de sus manos, hasta dejarlas descansando sobre sus hombros, y levantaba su rostro tan sólo un poco, para después volverlo a agachar, y poner sus labios en contacto contra la piel de su cuello.
Saga permaneció inmóvil, tratando de asegurarse de que Camus en realidad lo había besado, y sintiendo sus entrañas retorcerse al sentir que lo hacía de nuevo, un par de veces más, en el mismo sitio y se detenía, recargándose sobre su hombro, con ojos cerrados y una respiración finalmente acompasada.
Ahora la que se aceleraba era la de Saga, quien mudó sus manos hasta la estrecha cintura de Camus, a quien entonces se le oía suspirar, para justo después dejarse caer lentamente hacia atrás, atrayendo a Saga consigo para sentir el reconfortante peso sobre él. Tener así la que seguramente era una confusa mirada estudiando su rostro, en donde los cerrados párpados no permitían apreciar unos ojos que no querían admitir lo que su dueño estaba haciendo.
Sólo se necesitó una débil caricia sobre la mejilla de Saga para que éste diera inicio a todo. A todo lo que ambos parecían necesitar, y de lo que sin embargo, uno de ellos renegaría a la mañana siguiente.
A la mañana siguiente en que Saga despertaría para encontrarse solo en la cama. En que sin más remedio se iría desprovisto de la oportunidad de siquiera ver al dueño de tal templo, quien desde varias horas antes del amanecer caminaba entre los cercanos bosques reviviendo en su memoria lo sucedido apenas horas atrás, y deseando que jamás volviera a pasar.
Y que sin embargo volvería a suceder. Esa noche, y las que vendrían, Saga regresaría a la onceava casa, y Camus dejaría la puerta de su habitación abierta; ambos interpretarían un guión sin palabras que al día siguiente pretenderían haber olvidado.
Y así permitirían pasar las semanas, tanto que ya para nadie era secreto que Saga pasaba las noches en Acuario. Lo que a todos extrañaba, era que aparte de tales rumorados hechos, Camus y Saga no daban indicios de estar involucrados sentimentalmente de ninguna manera.
Milo deseaba creer eso, se aferraba a que existiera otra razón que explicara porque podía ver a Saga pasar por su templo temprano al amanecer, bajando hasta Géminis, todos los días. El guardián de escorpión había continuado su amistad con Camus, ambos pretendiendo que nada inusual había pasado, pero sus sentimientos por el acuariano aun no se disipaban, y el saber que Camus prefería a Saga, irreparablemente lo lastimaba.
-Milo.-
El aludido volteaba su rostro al escuchar llegar a Camus, a quien había invitado para comer en su templo, con la intención, además de contar con su preciada compañía, de averiguar de una vez por todas si él y Saga tenían algún tipo de relación más allá de la amistad.
Cuando Camus alcanzaba a Milo en el comedor, éste tomaba asiento a su lado y comenzaban la comida sin más complicación. Milo continuamente dirigía su mirada a Camus, lo estudiaba y desgraciadamente comprobaba, que su corazón aun aumentaba de ritmo ante su cercanía. No quería incomodarlo, quería que todo esto pasara, seguir adelante, olvidarse de este enamoramiento, pero Milo comprobaría que no sería tan fácil. Que cuando Camus volteara a verlo extrañado de su súbito ensimismamiento, Milo se acercaría repentinamente y lo besaría, sosteniendo su rostro entre las manos, mientras se apoderaba de esa boca a la cual soñaba como suya y de nadie más.
Una vez superada la sorpresa inicial, Camus lo apartó delicadamente, no queriendo rechazarlo con brusquedad, pero empujándolo con la mínima firmeza que le indicaría a Milo que más deslices como éste no le permitiría.
-Lo siento… no debí…- Milo agachaba su mirada, avergonzado. Camus no deseaba hacerlo sentir culpable, porque entonces él se sentiría peor, así que intentó despedir el tema dándole poco valor.
-Tranquilo, Milo.-
El joven suspiraba un par de veces, antes de atreverse a hablar, y arriesgarse a que Camus esta vez sí se molestara con él por su indiscreción.
-Camus, yo no te importunaré más, pero… quería saber... – Milo pausaba y se encontraba con la mirada de Camus, aunque tal acción le costara un increíble esfuerzo. -He notado salir en las mañanas de tu templo, a Saga... ¿tú y él…?-
-Él no es nada para mí. Eso… no significa nada.- Camus no sabía porque contestaba. A Milo no le incumbía lo que fuera de su vida, y sin embargo, le respondió, manteniendo siempre su falsa seguridad.
-Entonces… ¿por qué…?-
Esta vez fue Camus quien suspiró profundamente, deseando que Milo dejara esas interrogantes que seguramente sólo le proporcionaban dolor con las respuestas.
-No lo sé, Milo. No sé porque lo dejo entrar a mi cama cada noche. Tampoco sé porque no pierde sus esperanzas conmigo… Él dice quererme. Así como tú me hablas Milo, así me habla él. Pero yo no puedo escuchar a ninguno, ¿me entiendes? Y tú… yo no quiero dañarte, si lo que deseas es lo que él obtiene de mí, eso te lo puedo dar…-
-No digas esas cosas. Yo quiero mucho más de ti que sólo sexo. Y no entiendo como él si dice quererte---
-Me tengo que ir.- interrumpió Camus, levantándose rápidamente. Milo no tenía por que estar escuchando todo lo recién dicho, tanto como él no quería escuchar las palabras de Milo.
-Perdóname, Camus, no quise enfadarte.- se apresuró a decir Milo, a la vez que se ponía de pie.
El caballero de Acuario agitaba una mano en el aire restándole importancia a la situación, antes de darle la espalda y dirigirse a la salida.
-Te veré luego.-
Y tras esas palabras, Milo lo veía partir decepcionado, pensando en lo recién sucedido… Lo que había dicho Camus, esa breve explicación que había dado sobre su relación con Saga, todo escapaba a su comprensión. No le hallaba sentido... ¿Por qué estar con alguien cuando no lo amas? Pero si eso era lo que Camus necesitaba, o quería, Milo tendría que aceptarlo resignadamente. Y desearle lo mejor a quien estaba seguro que todavía ocuparía su corazón y pensamientos por un buen rato más…
-
Mientras subía de regreso a su Templo, acompañado por el sol que también se escondía, Camus reflexionaba sobre lo que para él tampoco tenía sentido.
El podría ser feliz con alguien como Milo. Pero por su culpa no podía, por que lo ataba por invisibles e irrompibles cadenas… porque ahora, aunque le costara admitirlo, ansiaba su llegada cada noche, ansiaba que le hiciera sentir de esa manera, aunque a la mañana siguiente siempre se arrepintiera de haberlo permitido.
Y siempre se encontrara con la decepción en los ojos de Saga al darse cuenta que de nueva ocasión no lo había conseguido. No había conseguido que sus caricias llegaran hasta su corazón. Pero Camus sabía mejor que eso. Sabía que Saga había logrado esa victoria probablemente desde la primera vez que estuvieron juntos, pero jamás se lo haría saber. Porque no quería ver una sonrisa en su rostro.
Las repudiaba; esa patética manera de expresar alegría y felicidad, como si tan sólo curvando los labios todo estaría bien… Las aborrecía, y no quería ver una en el rostro de Saga, porque entonces lo odiaría aun más. Ya no estarían a un mismo nivel sufriendo por igual. Y entonces, tal como con Milo, tampoco podría estar con él. Porque ¿para qué hacerle compañía a alguien cuando lo único que harás será opacar su felicidad?
De esta manera, con esta enfermiza relación, podían seguir juntos. Lastimándose el uno al otro, pero en mutua y consoladora compañía. Aquel lo hacía con el amor que le profesaba, y que Camus cruelmente desdeñaba, y éste con la indiferencia que le demostraba. Y que más falsa no podía ser. En pocas palabras, antes eran las noches las que no soportaba. Ahora eran los días.
El segundo involucrado en la situación, Saga, no podía dejar de preguntarse, ¿por qué continuaba con esto? Su hermano había inquirido en el tema también, esa mañana al verlo llegar, preguntándole cual era la necesidad que tenía de acudir todas las noches con el acuariano, para sólo regresar ahí y encerrarse todo el día, muchas veces a no hacer otra cosa que derramar las lágrimas que por muchos años tuvo que guardarse. Kanon lo notaba, lo percibía en su abatido cosmos, pero Saga no sabía como explicarle, su hermano jamás lo entendería, si para él mismo era tan difícil de comprender.
Simplemente no podía dejarlo, la razón era algo que lo superaba. Necesitaba estar a su lado, aunque aquel sólo le permitiera unas cuantas horas en las que soportaba su compañía. Pero eso era mejor que nada, y si Saga no iba... si dejaba de cuidarlo… Camus sería capaz de cualquier cosa.
En el día Milo se la pasa revoloteando a su alrededor, Saga era consciente de eso. Pero en la noche, ¿Quién lo vigilaba? ¿Quién se aseguraba de que al despertar de sus pesadillas no recurriera al medio más cercano que tuviera al alcance para acabar con su vida? ¿Quién intentaba ayudarlo a olvidar aunque fuera por un momento? ¿Quién trataba de hacerle entender, que no todo es vacuidad? Saga se había adjudicado esa tarea, porque él era culpable de que Camus se sintiera así, y porque lo amaba… y era su deber protegerlo…
No dudaba que alguien más pudiera hacer un mejor trabajo… alguien como Milo, quizás. Pero Camus no quería al guardián de escorpión… de igual manera Saga dudaba que lo quisiera a él, pero algo le impedía dejarlo… era la manera en como lo abrazaba cuando hacían el amor, como se aferraba a su espalda con desesperación, como si no quisiera que se fuera… quizás lo hacía sólo dominado por el momento, pero ese “quizás” daba lugar a una duda razonable, que le traía a Saga cierta esperanza.
Y por esa duda era que volvía a estar ahí, esperando a Camus en la sala de su casa, concentrado en el porqué de insistir si parecía tan inútil, pero abandonando todos esos pensamientos cuando escuchaba al francés entrar.
Camus pasaba sin dirigirle una mirada, pero bien sabía que se encontraba ahí. Se retiraba a su habitación, dejando la puerta entreabierta a propósito, silenciosamente invitándolo. Saga no había podido rechazarlo. Hasta ahora.
Quería que Camus supiera que para él significaba mucho más que un acto físico, el cual ni siquiera podía disfrutar al saber de la indiferencia del otro. Al saber que solo simbolizaba para él un rato de bienestar carnal y nada más.
Saga esperó unos minutos, notó que Camus apagaba la luz de su habitación. Estaba en una difícil encrucijada. Entrar, ilusionarse como todas las noches, decepcionarse a la mañana siguiente. O retirarse, confiar en que Camus estaría bien, y averiguar de una vez por todas si aquel lo necesitaba tanto como él lo hacía.
Tomando una decisión, abandonó la casa de Acuario tras dirigir una última mirada a la puerta de la habitación, donde Camus era consciente de su partida.
Y el francés sintió una desmedida rabia al percibir que aquel cosmos se alejaba. No debería importarle. Saga no era nadie para él. Una simple compañía. Pero eso que el geminiano pretendía, no se lo iba a permitir.
Camus se levantó de su cama y emprendió su camino hasta la tercera casa; en dado caso, él sería quien daría fin a todo esto.
Final Straw.08:
Sobre una cama, rodeado de cuatro muros, en absoluto silencio, Saga comprobaba por la incontable ocasión el doble filo de lo que se llama soledad.
A veces, esos momentos en los que sólo estas tú, son más que apreciados, al menos para alguien como él pues podía pretender que nadie más existía, que esos remordimientos que rondaban en su mente demandando su completa atención, no eran más que remanentes de pesadillas. Que nada había ocurrido y que ahí, solo en su habitación, el tiempo pasaba rápido, sin tener que ver los rostros de aquellos a los que en un pasado tanto dañó.
Pero en estos momentos la soledad que rodeaba a Saga sólo era indicadora de su poca valía. De que nadie lo necesitaba.
Acomodándose sobre su costado, Saga observaba entre recién emergidas lágrimas como su mano acariciaba la delicada textura de las sábanas que cubrían su cama, estudiando las uniformes fibras cuidadosamente, preguntándose cual era la necesidad de que las yemas de sus dedos fueran tan exitosas en su tarea de percibir. Cual era la necesidad de sentir, si al fin y al cabo, todo terminaba así; en lágrimas, en soledad, en muerte si uno era afortunado.
Pero ese no sería su caso, al menos no ahora, pues Saga sabía de su mala estrella, esa que guiaba sus pasos siempre por el camino errado, la que le hacía girar en la curva equivocada y siempre escoger el trayecto que no dirigía a ninguna parte. Y que le había hecho involucrarse en la situación que lo tenía así ahora, pensando en todas estas cosas que no hacían más que hundirlo más en la miseria que de por sí eternamente lo inundaba.
Pensando, en lo estúpido que había sido al siquiera albergar la esperanza de que Camus algún día llegara a perdonarlo, y ahora, algo por lo que se carcajearía sino fuera porque se encontraba demasiado cansado; corresponderle.
En lo ingenuo que era suponer que aquel lo vendría a buscar. ¿Y decirle qué? Lo que Saga imaginó era tan ridículo, que enterró esos pensamientos sin ni siquiera dejarlos aflorar.
Pero… quizás todavía había tiempo, tal vez podía regresar a Acuario, posiblemente Camus lo recibiría… o aun más posible era que el menor aprovechara esto para darle fin a lo que apenas se le pudo llamar relación. Y a lo mejor eso sería más conveniente, a la larga. Dejarlo en paz, dejarlo ser feliz, o al menos desear que lo fuera.
Saga permitió a sus ojos apaciguarse bajo la oscura protección de sus párpados, cerrándolos con fuerza, tratando de obligarse a dormir, y dejar de pensar. Dejar de darle vueltas al hecho de que Camus no vendría, de que nadie vendría.
Pero para sorpresa de Saga, un sonido familiar, pero nada esperado, irrumpió en el silencio que le hacía compañía. Se levantó rápidamente, más fue incapaz de hacer otra cosa al ver que Camus entraba, cerrando la puerta tras él, y se le plantaba enfrente notablemente enfuriado.
Y sí, Camus estaba furioso, herido, indignado. ¿Cómo se atrevía Saga a hacerle esto? ¿Ahora lo dejaba? Después de traerle esto, esta necesidad, ¿lo dejaba? ¡¿Quién demonios se creía?!
Saga ignoró la mirada rabiosa que aquel le dirigía y dominado por su emoción, se acercó para abrazarlo, a lo que el otro se mantuvo para su poca sorpresa inmóvil. Pero eso no fue impedimento para que el mayor comenzara a besarlo, explorando su cuello con el desesperado frenesí que la alegría de verlo ahí le traía.
Aunque era obvio que Camus estaba enfadado. ¿Enfadado, porque se había ido? ¿Lo quería de vuelta? Por alguna razón lo había venido a buscar… Saga no cabía en su euforia, y embargado por ella comenzó a desvestirse y desvestirlo a él con agilidad, atrayendo aquel perfecto cuerpo contra el suyo, besando la deliciosa piel, grabando los patrones de ésta con sus dedos, tal como hace minutos hacía con la sábana. Pero ahora agradecía el ser capaz de memorizar la increíble exquisitez de la piel de Camus, quien permanecía indiferente a todo lo que el otro hacía, hasta que finalmente lo alejó, empujándolo de sí, encarándolo con una mirada de… ¿resentimiento? ¿dolor? ¿ira? Saga no sabía interpretarla…
-¿Por qué lo hiciste?- la quebradiza voz tomó a Saga por sorpresa; Camus se sentía… ¿lastimado?
-¿Por qué despertaste todo esto en mi interior, si al fin y al cabo lo ibas a dejar abandonado?-
Saga dio un paso, con la intención de acercarse, de tomarlo de nuevo entre sus brazos, de explicarle…
-¿Pero es que no lo entiendes? Yo---
-No. Ni siquiera lo digas. Tuviste razón al dejarme hoy. Necesito que esto se detenga. Tengo que ponerle fin ahora, porque mientras más lo demore más difícil será…-
Saga lo miró compasivamente, colocando sus manos sobre los brazos de Camus, antes de musitar acercando su rostro al del menor;
-Si realmente no quieres, no tiene porque terminar.- Se inclinó para posar sus labios cautelosamente sobre su mejilla. - No tienes porque temerme, Camus…yo jamás te lastimaré de nuevo... antes de eso me mato…-
Una llama se encendió en las entrañas de Camus ante las palabras de Saga. Era un poco demasiado tarde para que le viniera con esas cosas. Ya le temía, ya lo había lastimado. En una fracción de segundo, Camus flexionó los dedos de su mano formando un hermético puño que fue arrojado con fiereza contra el rostro de Saga, quien perdió el equilibrio viéndose obligado a dar unos cuantos torpes pasos hacia atrás para recuperarlo, a la par que llevaba una mano a su mejilla en el lugar donde había sido atacado. Miraba a Camus completamente perplejo por el inesperado comportamiento que presentó, y que presentaba ahora, al acercarse de nuevo a él listo para acertarle otro golpe en la cara que esta vez lo obligó a caer al suelo.
-¡¡Hubieras pensado en eso mucho antes, maldito!!-
Camus lo levantó, sosteniéndolo bruscamente de sus cabellos aun cuando ya lo tenía de pie frente a él. Manteniendo sus rostros a cercana distancia, le dirigió una penetrante mirada, que presentó gran contraste con los confundidos ojos de Saga, cuyos labios ya escurrían un dejo de sangre, y cuyo entrecejo se contraía en desconcierto.
Camus dio por terminado el cruce de sus ojos, pues nada que viera en aquellos profundos esmeraldas iba a calmar la desesperanza que lo movía a arrojar a Saga sobre la cama, golpeándolo esta vez en el abdomen, a la vez que caía sobre él. Se levantó hasta quedar apoyado sobre sus rodillas entre las piernas de Saga, quien apenas se recuperaba de la impresión e intentaba incorporarse en la cama. Camus no se lo permitió, y estiró los brazos hasta alcanzar su cuello, al cual comenzó a apretar entre ambas manos con fuerza, evitando las intenciones que Saga tenía de levantarse.
La nariz y boca de Saga luchaban por aire, más no por eso intentaba quitarse a su atacante de encima. Viéndolo, dentro de su nublada visión, Saga era consciente de que Camus no necesitaba decirle nada como explicación a lo que estaba haciendo; con esa rabiosa mirada le expresaba todo, con esos dedos que parecían querer encarnarse en la piel de su cuello le demostraba su sentir. Saga cerró los ojos aceptando la voluntad de Camus cualquiera que fuese. Éste, al notar que el otro no intentaría detenerlo y probablemente se dejar��a matar si eso quería él, soltó ese cuello que seguramente terminaría marcado del duro apriete al que estuvo sometido, y ahora sus uñas se aferraban en torno a los muslos de Saga, obligándolo a separar las piernas.
Saga abrió los ojos en asombro, sólo un instante al sentir que Camus sostenía con fuerza sus caderas, teniéndolos que cerrar un segundo después por el seco dolor que aquel le provocó al forzar su entrada violentamente en el cuerpo del mayor. Saga gemía entre suspiros ahogados ante el agresivo trato al que Camus lo estaba sometiendo, embistiéndolo con fuerza, desgarrándolo y haciéndolo sentir como si lo fuera a partir en dos con sus frenéticas arremetidas. Más se lo permitió. Permaneció simplemente apretando las sabanas entre sus puños y chocando sus dientes en un intento de darle una vía de escape al dolor, mientras el otro se ensañaba con él, desquitando la súbita cólera que lo había poseído.
Saga no sabía porque Camus lo hacía… ¿Sus palabras lo habían ocasionado? No comprendía lo que pretendía con esto el dañado muchacho, ¿buscaba venganza, quizás? Saga no estaba seguro. Si así fuera, ¿Por qué Camus lloraba entonces? ¿Por qué después caía sobre su pecho, derramando inagotables lágrimas y liberando incontrolables sollozos?
El peso que temblaba sobre él lo conmovió como todo lo que tenía que ver con ese muchacho de apagados ojos azules, y Saga no pudo evitar el impulso de abrazarlo, acto que sólo ocasionó que el llanto del chico se incrementara. Pero Saga no lo dejó ir, y el otro tampoco intentó escapar.
Pretendiendo que el latente dolor en su cuerpo no era más que producto de su imaginación, Saga se permitió cerrar los ojos, quizás con la esperanza de que Camus lo imitara y se entregara a un consolador rato de sueño. Y mientras acariciaba débilmente la espalda del mencionado, Saga no estuvo al tanto de cuanto tiempo pasó, hasta que por fin Camus dejó de sollozar y de nuevo el silencio hizo protagonismo dentro de las penumbras de la habitación.
Saga no quería ponderar en cuales habrían sido los últimos pensamientos del joven antes de cerrar los ojos porque sabía que jamás los descifraría, ni entendería, pero estaba muy consciente de cuales eran los suyos, y los expresó en un débil susurro.
-Te amo.-
Para terror de Saga, el preciado cuerpo que hasta hace segundos reposaba sobre él se removió repentinamente, poniéndose de pie y alejándose todo lo que le fue posible en primera instancia de la cama. Saga pensó que Camus estaba dormido, sólo por eso se había permitido el lujo de mencionar tales palabras, pues sabía que a aquel no le gustaría para nada escuchar eso saliendo de sus labios. Y no se había equivocado en tal suposición.
-¡Cállate! ¿¡Cómo te atreves a decirme eso!?-
Camus no perdió mas su tiempo y salió de ahí a toda velocidad, incrédulo a lo que Saga había dicho, porque simplemente, no podía ser verdad… ¿por qué alguien lo amaría a él?... Milo, Saga, ¿por qué se empeñaban en esa tontería? ¿Por qué no simplemente lo dejaban en paz? Él no quería nada de esto… no sabía como comportarse ante esto, lo sentía tan fuera de lugar y lo único que su cerebro le ordenaba, era “huye”.
Y así lo hizo; corrió, sin un rumbo fijo, sin importarle que la lluvia comenzara a caer sobre su descubierta piel, sin importarle que sus pies se lastimaran al pisar alguna roca que sus ojos no notaban entre la negrura de la noche y la distorsión que las lágrimas causaban. Hasta que finalmente, entre la seguridad de algún lugar del bosque que en estos momentos no reconocía, se dejó caer al suelo.
Ignorando el dolor que sentía al movimiento, Saga se levantó en busca de Camus, dándose apenas tiempo de colocarse sus pantalones y tomar la capa que descansaba cercana sobre su armadura, antes de salir corriendo a toda prisa, tratando de seguir el afligido y apenas perceptible cosmos que se alejaba, que se perdía entre la frondosa vegetación, hacia donde el guardián de Géminis se dirigió.
Una vez ahí, no demoró en encontrarlo, hincado en el suelo, su espalda encorvada y su rostro escondido entre sus manos, mientras sus hombros se sacudían violentamente. Saga suspiró al acercarse, y al llegar se arrodilló frente a él y lo tomó firmemente de los brazos para obligarlo a ponerse de pie. Una vez logrado eso, lo cual no fue difícil ante la falta de objeción por parte de un cabizbajo Camus, Saga utilizó la capa que había traído para rodearlo con ella y protegerlo de la lluvia.
-Camus, regresemos… te hará daño.- musitó Saga, apenas audible entre el murmullo de la lluvia que los empapaba.
Camus soltó una sarcástica risa; por supuesto que no le haría daño, Saga mismo debía saberlo. Estas gotas frías, eran lo más cercano a un alivio que encontraría; al caer sobre su piel, su baja temperatura lo entumecía y le permitía por un momento dejar de sentir. Transformarse en el verdadero témpano de hielo que todos le creían ser, y en el cual, realmente deseaba convertirse.
Pero aun le faltaba mucho para eso, pues todavía su corazón se empeñaba en impulsar la cálida sangre por sus venas, y aumentaba el ritmo de su tarea, subiendo la temperatura de su cuerpo en contra de sus deseos al sentir que Saga lo envolvía entre sus brazos, rodeándolo sobre la capa que ahora lo cubría desde la cabeza. El gemelo lo atraía contra él, y entonces Camus podía escuchar sus latidos contra el oído que se recargaba en su pecho, e interpretaban una relajante pieza musical que lo adormecía y reconfortaba.
Sin ser inesperado para ambos, el cuerpo de Camus se dejó ir lánguido entre los fuertes brazos que lo sostenían. Todas sus energías físicas y mentales lo habían abandonado. Y ahora a Saga no le quedaba otra opción más que levantarlo entre sus brazos y llevar ese ser desprovisto de todo anhelo de vivir de regreso a la seguridad del templo, donde una vez allí lo colocó delicadamente sobre la cama, para tomar lugar a su lado, y observarlo.
Camus permanecía inmóvil, apenas parecía presentar vida, los pesados párpados cubrían a medias sus ojos y sus húmedos cabellos se pegaban a la piel de su rostro. Saga acercó una mano para retirarlos, imitando la misma acción con los suyos un instante después, pues habían caído hacia su frente debido al movimiento. Dio un par de minutos a que una calmada atmósfera se estableciera, permaneciendo acostado junto a Camus, hasta que decidió hacer algo para que las acciones de aquel pasaran de uno que otro suspiro ocasional.
Incorporándose sobre sus codos, se acercó a mover la capa en la que aun Camus se enrollaba, y lo descubrió parcialmente. Acarició la fría piel de su pecho con una mano, observando concentrado y sintiendo maravillado la textura que las gotas de lluvia proporcionaban a la que ya de por si era una tersa y suave tez. Un instante después, sus labios reemplazaban a las yemas de sus dedos y comenzaban a recorrer la piel de ese tórax con pequeños besos. Pero Camus no mostraba reacción ante sus acciones. Y eso no era lo que Saga quería. Así que se detuvo y regresó a acomodarse a su lado para simplemente abrazarlo, mientras el otro permanecía con esos ojos, más cerrados que abiertos, contemplando con una mirada perdida la lejana pared y evitando al hombre que tenía al lado a toda costa.
Dándose por vencido y recordando el obvio hecho de que estaban completamente empapados y era una fría noche, Saga se levantó brevemente a buscar una cobija del armario, la cual utilizó para cubrir a Camus y a él mismo.
-No. Me gusta el frío.- dijo Camus, rechazando el objeto protector.
Saga no insistió y él también se destapó, acto que extrañó a Camus, despertando su curiosidad.
-¿Qué haces?-
-Quiero saber porque te gusta tanto el frío.-
-¿Quieres saber?- Preguntó Camus en un tono cuyo significado escapaba a la comprensión de Saga, mientras giraba su cuerpo para quedar ambos de costado, uno frente al otro.
Camus tomó una de las manos de Saga, la cual aun se sentía fresca por la reciente lluvia que la bañó. El gesto sorprendió al mayor, quien no lo rehusó. Camus encendió su cosmos, transmitiéndole a Saga súbitos escalofríos que lo hicieron dar un respingo, mientras que toda su piel se erizaba ante la repentina caída de temperatura que no se detuvo; Camus continuó bajando la temperatura y Saga podía sentir claramente una gélida corriente recorrer su cuerpo, internándose en él.
Camus no se iba a detener; si Saga quería saber la razón de su gusto por el frío, lo sabría. Y sí, minutos después Saga ya estaba comenzando a crear conclusiones en su adormilada mente. ¿Sería este embotamiento lo que Camus encontraba tan seductivo? ¿Este entorpecimiento de los sentidos? ¿Esta falta de sensibilidad?
Porque así era para la aturdida percepción del geminiano; sabía que Camus aun tomaba su mano pero sus congelados dedos ya no la podían sentir. Lo único de lo que estaba seguro, era de que había tanto frío… Y desde hacía rato ya había comenzado a tiritar. Sus labios ardían de resequedad, y su lengua salió torpemente a tratar de humedecerlos, aunque el mencionado músculo casi sucumbe a los vibrantes dientes.
Camus observaba abstraídamente sus reacciones. Lo hallaba entretenido; la manera en que Saga luchaba por mantener los ojos abiertos, por no sucumbir a la evidente hipotermia que lo comenzaba a clamar; sus pestañas superiores se unían con las inferiores sólo un instante antes de separarse de nuevo, y tras unos segundos volverse a unir. Era casi hipnotizante, ese pequeño ritual, y a Camus le parecía fascinante ser el causante de ello.
Además, quería ganar. Deseaba que algo para variar fuera como él quisiera, y en estos momentos quería que esos ojos se cerraran, que se rindieran a su voluntad. Así que bajó aun más la temperatura, hasta que se pudieron apreciar débiles escarchas formándose en las húmedas puntas de los cabellos de Saga.
Éste último ya sólo era apenas consciente de lo que estaba pasando. Sentía que una inexplicable fatiga lo clamaba, tentándolo a cerrar por completo los ojos y dormir. Algo le decía que no debería dejarse caer en la inconsciencia, pero Camus estaba a su lado, nada malo podría pasar, ¿cierto?...
-Cam…-
Ante la arrastrada voz de Saga que trataba infructuosamente de pronunciar su nombre, Camus parpadeó, liberándose de su enajenación y hallándose brevemente confundido por la situación que se le presentaba. Bajó la mirada hacia los dedos que se engarrotaban a su mano. Estaban a punto de congelación, inertes entre sus propios dedos. ¿Qué había hecho? ¿Por qué de pronto Saga guardaba silencio?
-Saga…- Camus llamó al inconsciente muchacho mientras se incorporaba para sentarse en la cama. Dándose cuenta de lo que su imprudencia había causado, tomó las manos de Saga entre las suyas y comenzó a frotarlas un intento de proporcionarle calor.
-¡Saga!- alcanzó la cobija que yacía a los pies de la cama y lo cubrió con ella. Se levantó a buscar otras más del armario y repitió el procedimiento, pero Saga aun no despertaba y Camus se comenzaba a desesperar. Llevó sus manos hacia el pálido y húmedo rostro, y lo acarició furiosamente, tratando de eliminar el frío que dominaba en esa suave piel.
-¡Saga, despierta!-
Se tranquilizó un poco al notar que aun respiraba, pero Camus sabía que había llegado demasiado lejos con su “demostración”. Podría haber matado a Saga. Pero… ¿no era eso lo que muchas veces había deseado en sus sueños? ¿Entonces por qué estaba tan asustado?
Se inclinó para susurrarle al oído, aunque el otro no lo pudiera escuchar…
-Saga, yo no quería…- hizo una pausa para cerrar los ojos y resoplar frustrado. –Despierta…-
Dejó a su oído en paz y levantó su perfil de entre la húmeda cabellera, lo suficiente para admirar el rostro del hombre mayor. Camus se sintió terriblemente culpable ante lo que vio, pues sabía que él había ocasionado la terrible palidez que caracterizaba las facciones de Saga, y que esos labios entreabiertos tiritaban por su sola culpa.
Un repentino impulso lo llevó a inclinarse sobre él, y hacer algo que Camus negaría si en un futuro se lo preguntaban. Algo relativamente sencillo y que sin embargo le costó un gigante esfuerzo; simplemente, lo besó… Un beso firme, sobre unos labios inmóviles, cuya falta de respuesta provocó un agudo dolor en su pecho.
Abandonó la boca del gemelo y acomodó las cobijas para arroparlo mejor. Él mismo se acostó bajo ellas y acercó su cuerpo al de Saga. Posteriormente, y con un increíble cuidado, como si fuera una acción que con cualquier mínimo error de cálculo detonaría una bomba, pasó un brazo a través de su pecho sobre el cual después recargó su cabeza, dejando caer el peso con suma lentitud.
Ahí, bajo esos músculos que configuraban el tórax del hombre mayor, Camus podía escuchar un regular latido palpitar con cierta discreción. Notó también que su piel comenzaba a adquirir una tranquilizadora calidez, apaciguando el agitado pulso de Camus, quien suspiró aliviado al llegar a la conclusión de que Saga estaría bien. Paso siguiente, cerró los ojos y permaneció abrazándolo, mientras se permitía a sí mismo dormir.
Final Straw.09:
Con inmensa dificultad Saga abría sus párpados para que sus ojos hicieran contacto con la tenue luz que brindaba la mañana. Parpadeaba un par de veces para poner su mente en claro después del profundo sueño al que sucumbió anoche, y una vez que se dispuso a moverse, las conexiones nerviosas que apenas mostraban función le hacían consciente del dolor que invadía todo su cuerpo, así que desistió de las endebles intenciones que tenía de levantarse. Tragó saliva para tranquilizar a su reseca garganta, tratando de ignorar la incomodidad en su lastimado cuello ante tan simple acción, y cerró los ojos de nuevo, dándose cuenta del extraño malestar general que lo invadía. También notó otra cosa; un cuerpo que se recargaba parcialmente sobre el suyo, y cuya presencia le era más que sorpresiva, sobre todo al recordar de quien debía tratarse.
Saga abrió los ojos de nuevo, y sí, tal como lo suponía, esa cabellera verdiazul sólo podía pertenecer a una persona; al culpable de sus heridas físicas y de su exhausto corazón.
Llevando una mano hasta los finos cabellos, comenzó a acariciarlos y enredar sus dedos entre los manejables mechones, aun sin poder creer como real, el hecho de que Camus estuviera ahí, de que se hubiera quedado con él, de que durmiera apoyado contra su pecho, y de que una de sus manos descansara sobre su abdomen. Sin embargo, por más que los motivos de su estadía le intrigaban, Saga no quería que despertara y se alejara de él, así que retiró su mano para dejarla descansando segura sobre la cama, mientras mantenía su cuerpo lo más inmóvil posible para evitar que el joven abriera los ojos.
Lo que Saga desconocía, era que Camus llevaba ya un buen rato despierto, negándose a aceptar que la mañana ya estaba ahí. Había permanecido quieto en su sitio con la inocente intención de detener el tiempo, para que Saga no abriera jamás los ojos, y así pudiera permanecer a su lado sin que el otro se diera cuenta de en realidad cuanto lo necesitaba.
Pero ahora aquel había despertado y pronto notaría que él ya no dormía más. Así que era hora de levantarse y pretender amnesia a lo sucedido anoche.
Saga maldijo en sus pensamientos al sentir que Camus se movía, que quedaba sentado y frotaba sus ojos antes de voltear a verlo, tratando de ocultar, pero siendo perfectamente notable para Saga, el relampagueo de culpabilidad que se encendía brevemente en su mirada al observar las marcas amoratadas que había dejado sobre su cuello y rostro.
Camus retiró la vista de Saga para acercarse al borde de la cama y finalmente ponerse de pie, buscar su ropa y vestirse, mientras el otro hacía lo mismo instantes después, dándose cuenta al quitarse las cobijas de encima, de la exagerada cantidad de éstas.
-Camus… ¿qué pasó?- preguntó Saga, haciendo hincapié en las mencionadas cobijas.
Camus arqueó una ceja, pausando en su tarea de vestirse, sosteniendo su camisa entre las manos, al preguntar;
- ¿No lo recuerdas?-
-Sólo recuerdo que había mucho frío, y… tenía mucho sueño…- decía Saga tratando de conmemorar los sucesos de la previa noche, que a partir de donde había explicado, eran en su mayoría borrosas imágenes.
-Hm.- fue toda la respuesta de Camus antes de colocarse la última prenda de vestir que le faltaba y dirigirse a la salida de la habitación.
Saga consideró por un momento ir tras él, pero se contuvo de hacerlo sabiendo mejor que nadie que al verdadero Camus sólo lo encontraría cuando asomara la luna. Si es que lo iba a buscar esa noche… sí, claro que iría; después de despertar a su lado no podía darse el lujo de renunciar a eso tan fácilmente. Además, Camus se había quedado con él anoche, y eso debía significar algo.
Y mientras Saga luchaba buscando esperanzas que lo mantuvieran ligado al caballero de Acuario, el hermano gemelo del primero, Kanon, mantenía también una desesperada búsqueda entre los cajones de la vitrina de la sala anhelando encontrar por lo menos una aspirina, aunque estuviera roída por los ratones, pero necesitaba algo que le quitara el ensordecedor dolor de cabeza con el que había amanecido después de la borrachera de la noche anterior. Él no era el único en tales condiciones, el resto de los muchachos sufrían parecidos suplicios esta mañana, pero si Saga se enteraba, después de lo que él le advirtió sobre la bebida la vez pasada, le daría un interminable sermón.
Su tarea se vio inesperadamente interrumpida por unos pasos que se escuchaban cercanos. Al prestar atención, pudo identificar al causante de tales sonidos. Camus de Acuario se acercaba, pasando a su lado como si nada, con predecible dirección hacia la salida.
–Camus…- éste tan sólo le dirigió un breve vistazo para después ignorar su presencia.
A Kanon le sorprendía verlo allí, pues siempre era su hermano quien acudía en su búsqueda todas las noches. La curiosidad lo llevó precisamente hasta la habitación de Saga, a quien encontró recién terminado de vestir, y con un terrible semblante.
-¿Saga, qué sucedió?- inquirió Kanon, acercándose a su hermano, que de igual manera daba unos cuantos pasos hacia la puerta.
-Nada.-
-¿Nada? ¿¡Como que nada!? ¿Y ese moretón en tu mejilla, y esas marcas en tu cuello? ¿Fue el idiota ese? ¿¡Como se lo permitiste!?-
-¡¡No pasó nada, Kanon!!- el menor de los gemelos se sobresaltó un poco y guardó silencio.
-Siento haberte gritado… -Saga le dio la espalda a su hermano y llevó una mano a su cabeza, la cual súbitamente amenazaba con un sordo palpitar.
–Kanon... retírate por favor, me gustaría estar solo…-
Kanon suspiró profundamente antes de seguir los deseos de su hermano y abandonar el cuarto, cerrando la puerta tras él. Dirigiéndose a su propia habitación, Kanon ponderaba en lo reciente; era obvio que Camus maltrataba a su hermano, y si no siempre lo hacía físicamente, lograba el mismo efecto con su actitud. Ganas le sobraban de ir a decirle a aquel francés engreído un par de cosas, pero sabía que Saga no apreciaría eso para nada. Y él ya se había rendido en la imposible tarea de tratar de comprender a su gemelo, así que optó por dejarlo tomar sus propias decisiones; algo a lo que Saga al parecer no estaba muy acostumbrado tras haberse visto privado de tal lujo durante un extenso fragmento de su vida.
Y sin embargo, Saga aun no se sentía libre de decidir. Algo ajeno a él le provocaba ansiar la llegada de la noche, aunque fuera para ver aquella fría mirada mientras su hermoso dueño le decía que ya no lo quería volver a ver. Pero realmente, poco importaba lo que Camus hablara, pues él mismo parecía hacerse sordo a sus propias palabras… ¿Cuantas veces ya le había dicho que no regresara, que todo había terminado? Era de cierto consuelo para Saga que aquel pareciera no poder mantenerse alejado de él, que estuvieran en una misma situación, aunque fuera por distintas razones. Porque no dejaba de intrigarle el motivo que llevaba a Camus a aceptar su presencia a ratos, incluso a buscarla, mientras que en otros la repudiaba. Era un chico tan perdido, tan confundido… Saga deseaba ayudarlo, aunque a veces temía que con sus acciones estuviera haciendo todo lo contrario.
Definitivamente necesitaban apagar sus neuronas por un rato; cavilar tanto en un mismo asunto a cuya conclusión ni siquiera quieres llegar era simplemente pérdida de tiempo, y Camus en estos momentos no deseaba que el tiempo pasara, porque a cada minuto el sol cambiaba su posición, atravesaba el cielo con aparente despreocupación y pronto dejaría de verse tras aquel risco hacia el cual el francés miraba desde la entrada de su Templo. Eso significaría que tal vez Saga vendría. No tal vez, con toda seguridad estaría ahí antes de que la primera estrella fuera apreciable en el oscuro manto que cubriría al firmamento en poco tiempo.
Y hoy, no quería verlo, porque sabía que de nuevo no podría rechazarlo y le costaría demasiado esfuerzo mantener su distante fachada después de lo ocurrido anoche… por la culpabilidad que sus actos le traían, y de los cuales en verdad se arrepentía. Pensó que quizás lastimando a Saga se sentiría mejor, pero aquello no le trajo ningún alivio. Y luego aquel, casi muriendo por su descuido... eso lo había inquietado demasiado. Y no le agradó la sensación; en toda su vida nunca se había preocupado por nadie de esa manera, y era algo que no quería volver a sentir.
¿Pero cómo adivinar lo que le esperaba al lado del enigmático Saga? Enigmático, así era él… porque al menos para Camus era muy difícil comprender las razones que aquel tenía para, según como decía, “amarlo”. Aun más importante que eso… “¿al lado de Saga?” ¿Por qué se estaba cuestionando tales tonterías? Tales posibilidades de que la compañía que el peliazul le brindaba se alargara indefinidamente…
Esto tenía que terminar tarde o temprano, porque… sería el último de los colmos que aceptara a Saga por completo como parte de su vida, si fue él quien convirtió tal existencia en un vacío en primer lugar.
Frustrado ante sus propias reflexiones Camus dio la vuelta y se adentró al templo, hacia su habitación, a sabiendas de que el otro ya venía, que sus pisadas resonarían en el amplio recibidor y que se haría camino entre las columnas que sostenían el alto techo del lugar hasta hallar la puerta que lo dejaría pasar al cuarto donde él se encontraría.
Saga localizó a Camus sentado en el borde de su cama, de perfil a él, mirando sus rodillas, sobre las cuales Saga colocó las manos al momento que se hincaba en el suelo frente a él. Alcanzó con una mano su barbilla, levantando su rostro, pero Camus cerró los ojos antes de que el otro intentara leer algo, cualquier cosa, en su mirada.
Saga suspiró antes de acercarse y comenzar a besar la línea que definía la mandíbula de Camus, mientras que su mano alcanzaba ahora la nuca de éste, moviendo el delicado cuello a su voluntad, y hallando demasiado tentador el llevar sus labios hacia allí. Lo hizo y recorrió con besos hasta llegar a sus hombros, los cuales entonces se encargó de descubrir moviendo la delgada tela que los protegía, deslizando la prenda por la longitud de los delgados brazos.
Continuó besando el ahora descubierto pecho, mientras se retiraba su propia ropa, sin apresurar nada, pensando mientras tanto en lo mucho que le molestaba que Camus siempre actuara como un muñeco sin vida… lo hacía sentir como si estuviera aprovechándose de él, cuando bien sabía que el otro solo lo hacía por no sentirse culpable de desearlo de igual manera. Pero aun así, a Saga le parecía injusto que Camus le hiciera creer con su comportamiento que era el único de los dos queriendo lo que sucedía.
Más ya se había acostumbrado, así que continuó, hasta quedar acostado sobre él acariciando cada parte de su cuerpo. Un cuerpo que nadie más que Saga había visto en las presentes condiciones y que nadie más adoraba de la manera en que él lo hacía.
Camus luchaba por no dejar escapar los débiles gemidos que tan sólo el contacto de las manos de Saga sobre su piel le provocaba pronunciar, aunque tarde o temprano siempre terminara expresando de manera vocal los efectos que las caricias del otro tenían en él…
Sin embargo, esa noche Camus decidió que no deseaba llegar más lejos… porque hoy estaba sintiendo demasiado… además de los acostumbrados escalofríos y estremecimientos, muy dentro, mucho más adentro, las sensaciones se incrementaban, dejando de ser algo físico para convertirse en algo mucho más inusual, que involucraba a su mente y su corazón, y lo cual no se sentía listo de afrontar.
-Detente…-
Saga obedeció, levantando su rostro para encontrarse con dos ojos azules que se abrían en exceso, más oscurecidos de lo normal, reflejando sentimientos al por mayor… tantos, que no los pudo identificar.
-Hoy no…- la temblorosa voz terminó su petición.
Saga no sabía que hacer... más bien, no sabía que pensar, pues lo que haría sería sencillo; se levantaría permitiendo que Camus alcanzara una almohada sobre la cual recostaría su cabeza, acomodándose en ovillo con la intención de dormir; vería como cerraba los ojos con demasiada fuerza, tanto que era imposible que conciliara el sueño de tal manera; se quedaría de pie ponderando en lo que esto significaba, y finalmente tímidamente preguntaría:
-¿Me puedo… quedar?-
Camus tardó unos segundos en asentir débilmente, pero al fin y al cabo lo hizo, dándole con esa simple acción la autorización necesaria a Saga para que tomara lugar sobre la cama, acostándose a sus espaldas, rodeándolo con sus brazos y acercando el rostro a su cabellera, siendo el cálido aliento del geminiano perfectamente perceptible para la piel de su nuca.
La regularidad de la tranquila respiración de Saga le pareció a Camus extremadamente relajante, y tras unos minutos su cuerpo se dejaba de tensar para entregarse al abrazo del otro, recargando la espalda sobre el tórax de aquel que entonces lo apresaba con más fuerza entre sus brazos, antes de acercarse para susurrar en su oído;
-Eres… muy especial.-
Las mejillas de Camus, contra sus deseos, adquirieron un leve tono carmín; las palabras de Saga aumentaban esa nata timidez que siempre luchaba por hacer pasar ante los demás como desentendimiento o indiferencia.
-No es verdad.-
-¿Que no?- Saga soltó una débil risa de incredulidad. - Para mí sí.- concluyó antes de comenzar a mover sus dedos sobre el estómago de Camus, jugando alrededor de su ombligo, logrando que para éste el hecho de permanecer inmóvil fuera extremadamente difícil.
Más bien, imposible; Camus se contoneó discretamente contra Saga, el cual sintió a sus ojos rodar hacia arriba ante lo que tal simple acción le provocaba.
-Creí que hoy no querías…- habló con ronca voz.
Camus repitió el movimiento de sus caderas, como indicación tácita de que había cambiado de opinión.
Saga no puso objeciones y comenzó a imitar los oscilantes movimientos del menor. Estableciendo ambos un acompasado ritmo, continuaron balanceando sus cuerpos, provocando que rápidamente la temperatura de éstos aumentara y las inspiraciones se hicieran mas profundas por la necesidad de aire que los invadía. Saga besaba los hombros y espalda de Camus, y éste ladeaba la cabeza para permitirle un mejor acceso a su cuello, mientras sus manos se aferraban a la almohada más cercana. En contraste las de Saga no dejaban de recorrer el cuerpo del menor, haciendo para éste imposible de negar la excitación que tales caricias, aunadas al rígido miembro que sentía rozándose contra él, le causaban.
Para la aturdida percepción de Camus, las manos de Saga parecían estar a la vez sobre todo su cuerpo; un momento las sentía acariciando sus piernas, cuando al siguiente instante se deslizaban por sus brazos, tocaban su pecho, estimulaban a sus pezones, bajaban hasta su abdomen y recorrían su cintura para llegar a su espalda, la cual también estudiaban con dedicación antes de que finalmente una de esas mágicas manos avanzara hacia abajo hasta alcanzar la estrecha abertura dentro de la cual los hábiles dedos del mayor comenzaron con sus estimulantes maniobras. Con maestría lograron que Camus se retorciera incómodo y se reacomodara constantemente contra el pecho del otro.
Saga no despegaba ni un segundo sus labios de la suave piel de Camus, ya fuera de su espalda, o del cuello en cuya garganta surgían sonidos que deleitaban de incomparable manera a su sentido del oído. Sorpresivamente, además de balbuceos ininteligibles, Camus tenía algo que decir…
-Perdón… por… lo de anoche.- habló entre acelerados jadeos.
Saga realmente no le guardaba resentimiento por lo sucedido, pues presentía que había servido de catarsis para el joven ojiazul, y si al menos le había ayudado a liberarse de algunos demonios internos, entonces podría olvidarlo y pretender que nunca pasó.
-¿Me escuchaste?-
-Sí…-
Considerándolo como el momento adecuado, Saga se introdujo en él con suavidad. Camus apretó aun más los ojos que siempre permanecían cerrados, intentando con ello apaciguar el dolor que sabía pronto pasaría. Saga aceleró tal evento alcanzando con su mano el miembro de Camus, friccionándolo contra los dedos que lo envolvían, a la par que comenzó a mover sus caderas de nuevo en un lento vaivén. Y así, a un ritmo acompasado, sin prisas ni descontroles, unían sus cuerpos una vez mas, siendo muy conscientes de cada pequeña sensación, de cada mínima acción, sensatos de que cuando amaneciera no podrían pretender olvidar algo como esto. O más bien, no querrían.
Tras unos minutos de calmadas embestidas, que eran recibidas con adecuadamente débiles quejidos, Saga comenzó a aumentar el ritmo de sus movimientos al sentir que alcanzaba su orgasmo, reflejando el increíble sentir con graves sonidos guturales que emanaban de su garganta, mientras que Camus gemía lastimeramente al saberse también cercano de llegar al clímax.
Presentando un efecto similar al que los gimoteos del menor habían tenido sobre Saga, el sentir al hombre mayor regarse dentro de él fue suficiente para que el miembro de Camus imitara al del otro y empapara en calidez a la mano que lo sostenía.
Saga permaneció en su interior unos momentos más, hasta que Camus decidió girar su cuerpo para quedar frente a él. Saga se inclinó para besarlo, reclamando aquellos labios con cierto retraimiento, como si en realidad no le pertenecieran. Camus alcanzó una mano hasta la nuca del otro y profundizó el beso, dejando a sus lenguas enredarse, tal como sus piernas lo hacían también, ahora que Saga colocaba una mano en la cintura de Camus y lo atraía contra él, moviendo después esa mano hasta la frágil espalda del acuariano, quien entonces pasaba sus brazos por debajo de los de Saga para rodearlo de igual manera.
Tras unos cuantos profundos suspiros, la voz del menor se volvía a escuchar, en un tono casi inaudible;
-Tengo miedo.-
-¿Miedo? ¿De mí?- inquirió Saga, con un evidente dejo de alarma en su voz.
-N-no…- titubeó Camus, permitiendo a sus ojos abrirse y concentrando su mirada en los definidos músculos del brazo de Saga, que pasaba cerca de su rostro.
-Yo no dejaré que nada te pase. Lo sabes, ¿no es cierto?-
Camus asintió inseguramente.
-Entonces, ¿de qué tienes miedo, pequeño?-
Saga acarició su cabello para animarlo a hablar, más Camus simplemente se alzó de hombros, pues desconocía la razón de su temor, desconocía hasta la razón de porque lo había expresado en palabras. Agachó aun más la cabeza, evitando a toda costa la inquisitiva mirada de Saga. Pensando mientras tanto, que lo que decía aquel era verdad… ‘un pequeño’, eso era con él; o al menos así se sentía en su presencia; indefenso, pero irónicamente protegido. Era libre de llorar a sabiendas de que aquel no lo juzgaría, de que lo comprendería, de que como muchas veces antes, compartiría sus lágrimas.
-Aparte de miedo… ¿sientes algo más?- preguntó Saga, colocando una mano sobre su mejilla, para levantarle rostro.
Camus permaneció un momento abstraído en los brillantes ojos de Saga, siempre nostálgicos, pero no por ello menos hermosos e hipnotizantes, meditando sólo un instante, no más porque no deseaba encontrar la respuesta a aquella pregunta.
-No sé… no sé… - respondió negando desesperadamente con la cabeza, reflejando la sensación de impotencia que lo arrollaba al no sentirse con el suficiente valor como para buscar una réplica adecuada a la pregunta de Saga. - ¡No sé!-
-Tranquilo, está bien… - Saga se inclinó para besar su frente, a lo que Camus reaccionó cerrando los ojos.
Si lo admitía, más que no saber, era una negación para sí mismo. Un intento de engañar a la realidad, de suprimir los verdaderos sentimientos que aunque no le resultaban familiares, conocía por instinto de que se trataban; ese mismo instinto que lo llevaba a acurrucarse más contra Saga, sujetarse a su espalda y hacer más cercano el contacto contra su cuerpo, como queriéndose fundir en uno sólo con él.
¿Sería posible, que el hombre que alguna vez lo destruyera, pudiera ser el mismo que lo ayudara a reencontrarse de nuevo?… la mente de Camus se aferró a aquel deseo, al igual que sus brazos afirmaron el agarre alrededor del cuerpo de Saga, quien se limitó a continuar siendo su compañía durante lapsos como estos. Sin embargo ahora era una compañía más significativa, finalmente aceptada como necesitada, apreciada enormemente por el menor de los dos, aunque éste jamás utilizara el leguaje hablado para agradecerla.
Y de esa forma el tiempo volvió a hacer de las suyas, y ellos continuaron con sus rutinarios encuentros nocturnos, en los cuales a veces no hacían otra cosa más que hablar; del presente, a veces del pasado, pero nunca tocaban el futuro. Apreciaban demasiado el momento actual como para anhelar por algo mayor.
Quien aun mantenía ciertas esperanzas en alto era el joven guardián de escorpión, que cierta tarde acompañaba a Camus hasta su templo después de que la mayoría de los caballeros pasara el día en animada convivencia en la casa de Tauro.
Detenían su camino en la entrada. Camus se volteaba para despedirse de aquel chico que continuaba brindándole su amistad, pero que todavía anhelaba por algo más, demostrándolo con el diálogo que ambos habían sostenido durante el trayecto hasta aquí, en el que Milo le recordaba, como si el otro ya hubiera olvidado, los sinceros sentimientos que despertaba en él.
Camus pensaba que Milo era extraño; en momentos como estos parecía aceptar su rechazo y sin embargo dentro de un par de días estaría ahí de nuevo intentándolo otra vez. Era algo que se estaba convirtiendo en una costumbre que a Camus disgustaba a sobremedida.
-Solamente… déjame preguntarte una cosa.- pedía Milo, prometiendo que no haría más tentativas por alcanzar su corazón. - ¿Recuerdas el ofrecimiento que me hiciste?... ¿Todavía está en pie?-
Camus agachó el rostro, avergonzado, apenas atreviéndose a negar con débiles movimientos de su cabeza. No. Sinceramente no deseaba que Milo le pidiera ese favor. No ahora.
Milo ya lo presentía de antemano, y la actitud de su amigo le traía una importante confirmación a sus temores; Camus estaba enamorado de Saga… y con eso, toda posibilidad con el francés se perdía.
-Está bien, sólo quería estar seguro de algo...- Milo forzó una sonrisa que perturbó a Camus desmesuradamente, al ser consciente de la falsedad de ésta. No le gustaba herir al muchacho de ojos turquesas, y deseaba más que nada que tal como indicaban su decepcionada mirada y su ligeramente encorvada espalda al dar la vuelta y alejarse de ahí, que de verdad se hubiera rendido. Que permaneciera siendo el buen amigo que siempre fue para él.
Camus suspiró, antes de adentrarse a su templo, atravesarlo y llegar a la salida, donde tomó asiento en el primer escalón. A lo lejos, veía llegar a quien…¿esperaba?
Tal individuo bajaba raudamente los escalones hasta pisar Acuario. El metal de su armadura, la cual sorpresivamente portaba, resplandecía con un cegador efecto contra los últimos rayos del sol, mientras una ligera brisa jugaba con la larga cabellera azulada.
Camus pocas veces lo observaba con verdadero interés como lo estaba haciendo ahora, y por más indiscutible que fuera el hecho de que Saga era un hombre muy apuesto, parecía que el ojiazul apenas se acababa de dar cuenta de tal evidente cuestión. Bajó su mirada temiendo que un indiscreto sonroje de sus mejillas lo traicionara, pero actuó demasiado tarde pues su rostro ya presentaba pruebas de cual era la índole de sus pensamientos. Al ver que el otro se aproximaba, deteniéndose hasta quedar frente a él, Camus ideó un tema de conversación antes de que aquel tuviera tiempo de notar su ruborizada fisonomía.
-Te ves extraño con la armadura. Hacía mucho que no la usabas.-
-Sí, bueno, prefiero dejársela a Kanon... además, a él le gusta lucirse con ella. Pero hoy tuve una reunión con Athena y no podía presentarme informalmente.-
-¿Para qué te quería?-
-Está pensando en quien asumirá el puesto de Patriarca.- dijo Saga, volteando hacia el huidizo astro rey, que cobardemente se escondía en el horizonte.
-¿Te lo ofreció?-
-No fue muy directa, pero lo insinuó. Creo que deseaba ver mi reacción antes de proponerlo explícitamente.- Saga concentró sus ojos en sus propias manos, pretendiendo estudiarlas por algún inexplicable motivo, siendo movido puramente por la incomodidad que hablar del asunto le provocaba.
-Si te lo ofreciera, ¿aceptarías?- Camus no podía ocultar el interés que tenía en el tema. Más bien, el recelo que las palabras de Saga despertaban en su interior.
Como si hubiera leído su mente, el mayor continuó;
-No lo sé… no ansío verme en esas vestimentas de nuevo.-
-Yo tampoco…- Camus inclinó la mirada, intentando que los malos recuerdos desaparecieran tan rápido como habían surgido.
Saga dio unos pasos y se sentó a su lado, dando fin al sombrío momento.
- Además, es mucha responsabilidad. Yo… me siento agotado, ¿sabes?- Camus asintió, comprendiendo perfectamente a lo que Saga se refería, y aunque sabía que nada tenía que ver con debilidad física, respondió de una manera muy generalizada;
-Pues… descansa.-
La obvia propuesta de Camus era tan simple como inesperada. Y en conjunción a esa franqueza, la mirada que ahora se levantaba y volteaba a fijarse sobre Saga, se veía más clara que nunca, cual cielo recién despejado cuyas nubes tormentosas acababan de abandonar, dejando apreciar su original claridad rebosante de belleza.
Saga siguió la proposición y literalmente descansó, acostándose para apoyar su cabeza de lado sobre el regazo de Camus, quien entonces tensaba su cuerpo por un instante, colocando sus manos firmes sobre el suelo, antes de meditar brevemente y llegar a la conclusión de que ese no era el lugar adecuado para ellas en esos momentos. Así que cautelosamente llevó una mano hasta la espalda de Saga, quien al contacto perdió todo interés que hasta ahora mostraba por el sonrojado sol que amenazaba con ocultarse en la lejanía, y dirigió la atención de todos su sentidos al muchacho que atrás de él parecía estar lidiando una batalla campal y no se decidía a hacer el próximo movimiento, a dar el siguiente respiro que mantenía aguantado en su pecho.
Finalmente, esa mano llegó hasta el hombro de Saga, donde dio un apenas perceptible tirón. Saga no necesitó más para girarse y quedar boca arriba, admirando el rostro que lo veía con cierta confusión.
La mano de Camus quedó descansando inmóvil sobre el pecho de Saga, antes de que éste la tomara entre la suya, mientras su otra mano se levantaba para alcanzar la mejilla de Camus, quien no dejaba de fruncir el entrecejo en perplejidad ante sus propios actos. Los dedos de Saga acariciaban su piel con sutileza, y ante el cálido toque Camus reaccionó buscando más, inclinando su rostro contra la palma de la mano de Saga quien al parecer maravillado por eso, repentinamente sonreía, dejando a sus ojos brillar de una manera que Camus jamás había tenido oportunidad de apreciar…
¿Tanto le alegraba a aquel, el simple hecho de que aceptara su cariñosa caricia? ¿Por qué? Ese tipo de contacto no era nada desconocido para ninguno, ya que por alguna razón el geminiano gustaba de estudiar sus facciones, y Camus desde algún tiempo se lo permitía con libertad.
Entonces, ¿qué era lo especial en esta ocasión? ¿Que sucedió antes de tiempo, cuando el sol aun tenuemente brillaba? No… ¿Qué él ladeó su cabeza en necesidad de seguir sintiéndolo? Ni siquiera eso; si Camus pudiera ver a través de los ojos de Saga, notaría la particular chispa que brillaban en los suyos; un fulgor que Saga creyó por siempre extinto para nunca volverse a encender, pero que ahora, si sus pupilas no lo engañaban, era nuevamente apreciable en la mirada del francés y constituía la razón de su súbito regocijo.
Pero Camus era ignorante a lo que ocurría en la mente de Saga. Ambos se tenían mutuamente hechizados por los pequeños cambios que acababan de notar en el otro. Y además de esas centelleantes esmeraldas a las que parecía estar observando por primera vez, de igual manera Camus recién conocía a aquellos blancos dientes que se asomaban tras unos curvados labios, a los cuales nunca antes había atestiguado actuar de esa manera. El semblante entero de Saga le parecía inusual… ¿estaba… feliz? ¿Y él lo había causado?
Vaya cosa rara, Saga le sonreía. Y lo más extraño de todo, era que eso no hacía que lo odiara, ni siquiera que lo envidiara. Esa imagen no le molestaba para nada. De hecho, y si no se mentía a si mismo… hasta le agradaba, hasta lo abordaba la tentación de imitarlo. Y tras unos segundos, finalmente se rendía a ésta, reflejando en sus propios labios el mismo júbilo que Saga expresaba en los suyos, y que ahora Camus no sólo hacía notar en un gesto… sino que de verdad sentía.
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FIN
Font: http://www.geocities.ws/just_wont_shine/
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Con esta me despido
Te eh visto en brazos de otro, solo hemos estado separados por un mes, estabas feliz, los eh visto salir muchas veces me an dicho que te hace reír mucho, me tocó ver como la sonrisa de ambos eran el doble de grandes que las nuestras, enserio te ves mas feliz, nadie podrá dañarte tanto como yo lo hice nadie podrá amarte como yo lo hago, prometo no tomaré esto como algo personal, si lo estas superando con alguien más, enserio te ves mas feliz, mis amigos más cercano me dicen que algún día también lo estaré, pero hasta entonces sólo sonreír para ocultar la verdad, enserio era todo mejor contigo, estaba en mi habitación y todo me recordaba a ti, nadie te nesecita tanto como yo, se que hay otros que te merecen pero amor aún estoy enamorado de ti, pero te ves mas feliz, no me gustó verte fumar no me gusta verte en malos pasos no puedo obligarte piensa bien en lo que haces no todos son lo que parecen bien sabes eso te mencioné eras mi primer amor talves hubo muchas decepciones entre nos pero fue hermoso, se que eres más feliz con el, yo sólo quiero abrazarte, pero no quiero dañar tu felicidad, fue un places coincidir en esta vida, Sabes no me gusta escuchar que digan que toda la culpa es mía amor me rompiste el corazón varias veces ¿no lo puedes ver? Cuando todo este en su lugar y en clama te acordaras de todo, de que aún te sigo Amando pero no pues estar contigo me as hecho mucho daño, muy bien se feliz no quiero aburrirte,no te detenga pasa bien, "rayos " te ame tanto no hay escapatoria de esta realidad soy sólo un chico pobre no no nesecito compacion de igual manera el viento sopla, la vida recién empieza sabes y de alguna manera ya la tiré toda no quería hacerte llorar sigue adelante como si nada importará porfavor demasiado tarde mi hora a llegado el cuerpo duele todo el tiempo sabes tengo que irme dejaré todo a tras no quiero morir, algunas veces deseo no haber nacido, no no piensas que puedes escupirme que puedes hacerme daño????? Quien te cress, creo que ya estoy en una fase de locura todo lo escribo según pienso, cualquiera lo puede ver, nada en realidad importa nada me importa a mi, de cualquier manera el viento sopla, te amo fue un placer gracias por todo no sabes lo feliz que fui lo maravilloso que fue esto, otro que muerda el polvo ya no estoy para esto, te amo pero ahora soy libre, a quien engañó sólo digo eso para sentirme mejor, no merezco esto, lo cambiaré todo soy el mejor, aish bueno, hasta siempre .
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Tal vez no soy muy expresivo contigo, tal vez no te digo muy seguido que te quiero que, te amo, que no sabría que hacer si no estuvieras conmigo, que cuando estamos muy lejos y no nos vemos en varios días me siento muy triste porque te extraño.
Me has hecho llorar de felicidad, e tenido conflictos en mi cabeza gracias a ti, conflictos por considerarme débil y vulnerable, por permitirme darte el poder de hacerme sentir, de hacerme feliz y de hacerme sonreír.
No quiero que me lastimes y por favor no lo hagas porque a pesar de que lo hagas no me importaria volver a pasar por todo esto aun sabiendo como terminará. Te amo y te agradezco por todo lo que me has hecho sentir, por mostrarme que aun puedo sentir y hacerme sentir mas humana y un poco normal.
LLegan momentos en los cuales volver a confiar en una persona es muy dificil, llegar a confiar en una persona que amas es algo natural, pero cuando no lo haces que sucede? Siempre estas sospechando de ella? Siempre vas a creer que esta haciendo todo mal? La verdad la confianza se va creando poco a poco, aquella persona a la cual amas y ha decido regresar y te ha jurado que cada dia de su vida se arrepiente de todo lo que hizo para separarse de este amor, que prefiere mil veces estar contigo, que volver hacer otra locura que la lleve a la depresion.
Tal vez no estan facil, pero por amor dejas pasar todo, pero enserio pido perdon por todo el mal que te he echo por todo eso que algun dia te hizo llorar, por todo eso que hice e inconsientemente te hice sufrir.
Perdoname por todo, por esas pequeñeses que cometi, el hacerte sentir como si no me importaras, perdoname por alejarme, por irme asi haciendome la vicitima, y pensar que tienes la culpa.
Perdoname enserio, por quererte tanto y no dejarte ir, perdoname por todas esas cosas que dije, perdoname por ser tan celoso.
Me gusta escribir cuando me siento mal, porque aunque se que nadie me lee, de alguna manera estoy expresando mi dolor y mis sentimientos, es una angustia constante el no poder hacer las cosas bien, que por mas que intente ser bueno de alguna forma u otra siempre hay algo que termino haciendo mal, yo se que no soy perfecto, y que cometo errores constantemente, pero, yo digo que no es para tanto, hay personas que hacen cosas peores que yo y sin embargo, siguen como si nada, son felices y no tienen de que preocuparse.
¿Por qué yo que tengo todo no puedo tomar el valor de decidir por mi mismo y dejo que me prohíban cosas que son inofensivas? No lo se, tal ves porque lo que siento es más grande que lo que hago, o tal ves porque tengo la esperanza de que algún día todo va a cambiar y me vas a querer de la forma que yo quiero que me quieras.
Es difícil ver que no puedo estar tranquilo contigo, que pienses que voy a volver a cometer errores, si, te he demostrado mucho que muy honesto, que te digo siempre la verdad, pero ¿acaso ya no te he desmotrado cuanto te quiero? Yo digo que la cosas que he hecho no son para tanto.
lo siento mucho, sé que fue mi culpa desde el principio fui quien dio el primer paso, sé que es poco probable que leas esto pero necesito dejar en algún lugar unas cuántas palabras para ti, soy bastante cobarde como para decírtelo directamente.
Lamento herir tus sentimientos, sé que te ha ido bastante mal en eso del amor como para que yo venga a hundirte mas, pero lo siento, llegaste en el peor momento de mi vida, cuando decidí dejar atrás eso de enamorarse y querer y ahora me dedico a sobrellevar mi depresión y ansiedad, no tengo un lindo pasado y hay muchas cosas de las que me avergüenzo, el punto es que alguien como tú merece a alguien mejor que yo, Perdóname de verdad, no le hago bien a nadie, ni siquiera a mi mismo.
Llegaste, en un momento donde no espere que llegaria un angel para cuidarme, llegaste y lo primero que hiciste fue enamorarme.
¿Quererte? incluso mas que a mi mismo, me encantas, no todo te lo digo pero tengo muchas cosas planeadas para los 2.
imagine llevandote de mi mano, hacia mi habitacion.
imagine conociendo a tus padres, al igual que tu los mios.
imagine embriagarnos juntos, tanto que nos toque dormir en la misma cama.
imagine mucho tiempo, nose cuanto pero de seguro hasta que dejara de existir.
Cuando veo tus ojos me pierdo en la belleza de tu alma y de tu ser. No existe nada ni nadie más cuando estamos juntos, me he enamorado profundamente de ti, no entiendo como pasó, como rayos me perdí en tus ojos, mi corazón late tan fuerte y rápido con solo verte, con solo escucharte, simplemente con solo imaginarte estando a mi lado.
Sentia que no estaba solo, tú siempre me levantarias, me harás ver la vida hermosa.
No tengo palabras para decirte lo que siento.
Perdón de todo corazón por vivir locamente de ti enamorado, en pocas palabras perdón por ser esclavo de tu amor.!
Tengo ganas de olerte, y abrazarte. Tengo ganas de volverte a besar. Tengo ganas de apoyarme en tus hombros, y de que me acaricies el brazo al hablar. Tengo ganas de que me mires con tus ojitos, de que me escuches respirar. Tengo ganas de tenerte cerca mío, para nunca volverte a soltar. Tengo ganas de hacerte reír, y que puedas esa risita tierna soltar. Tengo ganas de provocarte y molestarte, y ganarte, al algún juego jugar. Tengo ganas de estar con vos, de por un rato en paz y feliz estar. Tengo ganas de nosotros, pero ya, no estás acá.
La extraña. Malditamente mucho.
Cada vez que mi teléfono suena con un mensaje nuevo mi corazón se salta un latido, esperando que sea ella.
Esperando que sea ella escribiéndome esta o aquella pregunta.
Esperando que sea ella llamándome para que pueda quedarme dormida con el sonido de su voz otra vez.
Esperando que sea ella extrañándome tanto como yo la extraño a élla.
Quiero alinear las paredes con fotos que enviastes, de ti acostada en mi cama con tu traje de baño.Ahora no puedo vivi sin tu amor dentro de mi, encontrare alguna forma de deslizarme dentro de tu piel.
Quiero cogerte con tu amor lento, atrapa mi corazon y nada en el, siento tus labios chocar. Te sostengo aqui, mi chica mas encantadora me encantaria mirarte cuando te estas probando tu ropa, y ahora eres todo lo que pienso cuando estoy solo.
Ahora no puedo esperar sentir tu amor dentro de mi, tomaremos uno o dos tragos y luego iremos a tu casa. Quiero cogerte amor lentamente atrapa mi corazon y nada en el siento tus labios chocar te sostengo aqui mi chica mas encantadora.
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𝗙𝗿𝗼𝗺 𝗔𝗶𝗻𝗶:
Feliz cumpleaños a la niña que tiene el nombre de una estrella (la más grande) porque ella es una, y porque ilumina a todos a su alrededor aún estando en oscuridad. Feliz cumpleaños a ti, mi Solci, la escorpiana más preciosa y con derechos junto a Liliane. Este día es muy especial, ¿sabes? No solo porque naciste tú, sino porque aunque muchas veces no lo veas, has llenado de luz y calidez a cada persona con la que te has topado, y eso significa que tu sola existencia ha sido un regalo maravilloso. Lo puedo asegurar. Hemos mantenido conversaciones pocas veces, no siempre hablamos, pero eso no impide que tengas un lugar especial en mi corazón, y que seas un de las personas que más aprecie. Tienes un ángel, eres una persona que irradia tantas cosas buenas, que sería imposible conocerte y no quererte. Quiero que recuerdes mientras lees esto, que eres muy valiosa, que eres importante y que así como hay días malos, momentos malos que parece nunca terminar, también están los días buenos, en los que entiendes porque sigues aquí y cuánto bien le entrega tu presencia a los demás. Te amo mucho, disfruta tu día al máximo, te mereces esto y todo el amor del mundo, te mereces las cosas buenas que recibes y nunca debes conformarte con menos. Gracias por ser un rayo gigante de luz. Y por aceptar los tweets que te envió tratando de animarte, porque yo soy mala para hacerlo con mis propias palabras. Pero quiero verte bien, siempre. Qué viva la cumpleañera mas linda de todas. Te ama, Aini.
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Pensamientos de cumpleaños
20 de Septiembre del 2020
Llevo varios días pensando en qué escribirte, es una tarea difícil, pero creo que mi alma debe hablar mas allá de lo que tengan por decir mente y mi conciencia, por eso hoy te va a escribir la emoción bonita y serena de un hombre en paz gracias a ti, porque sos sinónimo de la esperanza en el mundo, en mi mundo. Si bien es un hecho muy arriesgado escribir lo que sale del corazón, siento que es la manera precisa de hacerlo, porque se trata de ti, no de una extraña. Por eso no quiero empezar con un ‘’hoy hace 22 años... llegaste al mundo... para alegrarnos la....’’ ¡no!, eso se lo dejo a los demás, por mi parte comenzaré con un poema bellísimo de Darío que se titula: ‘’amo, amas’’ y dice así:
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo el ser y con la tierra y con el cielo, con lo claro del sol y lo oscuro del lodo: Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo. Y cuando la montaña de la vida nos sea dura y larga y alta y llena de abismos, Amar la inmensidad que es de amor encendida ¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!
Amar, palabra linda que jamás entendí y palabra perfecta para iniciar esta confesión de cariño, por supuesto, amar por encima de los peros, de la distancia y del tiempo, amar la luz entre tanta gente, amar la vida feliz desde que tu estas aquí. Todo este tiempo me ha gustado pensarte porque es como danzar con mis sentimientos, con mi alma, siempre estas en mi pecho y en mis días y tus pasos se hacen presentes en los míos al andar, por ejemplo cuando ríes, cuando callas y cuando me hablas, es como si cada pedazo de ti quedara automáticamente guardado en mi memoria, por eso me atrevo a decir que de ti tengo un mapa completo en mi alma y aunque le faltan zonas secretas, paisajes y mares, reconozco las partes importantes que me he maravillado diariamente en delinear. Esos delineados, que en la vida real resultan ser tus limites, son los mas importantes porque allí es donde reconozco lo que quieres y lo que no quieres, lo que te apasiona y lo que no, cuando me hablas de lo que te gusta, lo que no te gusta, cuando me hablas sobre tus zonas calientes, sobre las tibias y las heladas, sobre las tormentas, los huracanes y el mal clima que se cierne en tu ser.
Amar comprende capacitarse para algo muy duro que es convivir, diría yo, convivir en el amor, lo que resulta confuso pero preciso para decirte que es el amor el que nos ha traído hasta aquí y es quien nos ha permitido convivir, en cualquiera de sus lenguajes el amor nos completa cada día y nos permite avanzar. En nuestra relación hay planes que cada día se hacen mas fuertes, otros que se desvanecen cuando los toca la realidad, sin embargo mis favoritos son los que todavía están en las nubes, porque allí es adonde me llevan tu recuerdo y tu amor, al cielo. Por esa razón quiero hacer esta pequeña apología al amor, un amor que tiene tu nombre y tu apellido, que tiene tus palabras diariamente y que te encargas de cuidar desde que empieza el día hasta que se acaba; sin dudar un segundo es menester agradecerte porque cada día estas completamente pendiente de lo nuestro, de mis bajones, de mi salud, mi familia, mi perro, mi vida, no sabes cuan feliz me hace saber que puedo contar contigo, y reconocer que el amor que sientes por mi es real, precioso, como un tesoro que nunca nadie ha visto, un tesoro nuestro que decidimos conservar, por un acuerdo mutuo, sagrado, inquebrantable. Pienso que lo mas lindo de tu ser, es sin duda la capacidad para expresar tu amor, amar, amar, amar, amar, amar siempre, con todo, como dice Darío, ese es mi día a día desde que tu estás aquí: amar, amar, amar cada respiro, amar, amar, amar, amar, cada canción, amar, amar, amar tus palabras, tu amor, tu vida, tu pasión, amar, amar, amar tu cariño, tu dulzura, tu carácter y amar, amar, amar siempre, siempre, siempre, siempre, tu puro corazón.
Qué mas hay por decir, yo creo que soy muy afortunado porque puedo compartir contigo tu segundo cumpleaños, soy afortunado porque te puedo escribir y porque no me odias (al menos no que yo sepa, jajaja) y creo que lo que yo mas quiero es que siempre me recuerdes como una buena persona, que te quiere y que te quiso mucho, que te respetó y que jamás atentó contra tu honra y tu nombre. Por mi parte te recordare siempre como la mujer mas dulce de mi vida, la mas sincera, guerrera, amorosa, preciosa... y no me estoy despidiendo, para nada, sin embargo quiero expresar mis deseos, que son importantes quizá para que cuando llegue alguna eventualidad no se te olvide el por qué estoy contigo, porque es necesario que sepas las razones y los valores que he puesto para estar a tu lado; también quiero recordarte lo que somos hoy, y sepas que contigo no quiero un olvido vacío lleno de recuerdos, ni un eco en la estela del tiempo, ni siquiera quiero que se acabe o que nuestro amor se desvanezca en los espacios que separan a los átomos, tampoco que se interrumpa lo que hemos construido y mucho menos que se nos arrugue el corazón con amarguras, ni con desplantes, ni con orgullos, ni desprecios; por eso te entrego mi corazón en estas letras, que nacen por ti y para ti, para un futuro en que la leas, para un pasado que hemos vivido y para un presente que nos pertenece, al menos por hoy.
27 de Septiembre del 2020
Ya es de noche, pasé un día largo entre la borrasca de la lluvia, el frio, la rinitis y una brisa helada, a pasado una semana desde que te escribí, por eso abrí el computador y busqué tu parte de la historia que guardo aquí en el lugar mas privado posible. Mañana es tu día y por tu día van estas palabras, que son mis deseos y que van en tu honor.
Solo quiero que tu corazón sea feliz, que tu alma cante, que sonrías mucho, porque tu sonrisa es hermosa, que mañana brilles como nunca y que pases un día maravilloso, ayer hablé con un pajarito y me contó sus mas grandes secretos sobre el 28 de septiembre; entre tantas cosas, soltó de forma despistada un par de datos que debo comunicarte para que estés lista, pues es mi deber informar a mi amor de todo esto que el pajarito me confió.
Precisamente el querido pajarito me dijo que mañana el sol saldrá para verte amanecer, pues se encuentra maravillado con la conmemoración de tu día y lo a esperado durante tantos días este año que se encuentra impaciente por verte y ha guardado sus mejores rayos de luz para tí, pues claro, el sol también salió el día en que tu naciste y en ese mismo momento le dio vida a las flores mas bellas que existen. Según lo que recuerdo tiene planes muy lindos, pues los rayos de se luz se van a enredar en tu cabello y se quedaran allí para darte un toque de luz a tu estilo. Sin embargo, oí el rumor de que el cielo no se quedara con las ganas de llegar hasta tu ventana y ha entrado en una fuerte discusión con el sol y ninguno quiere ceder el privilegio de acariciarte por la mañana, la lluvia quiere acariciar tu paisaje y recordarte que sirve para limpiar el espacio, el tiempo, para decirte que la lluvia sabe por qué y para qué; así que mañana puedes encontrarte con nubarrones cargados de agua o con rayitos de sol, quien sabe, esperar a que los designios de Dios sean los que tomen una pronta determinación.
Continuando, lo ultimo que supe es que cada esencia perfecta del planeta llegará y se quedará en tu pecho hasta que llegue la noche y justo cuando la luna esté en el punto mas alto recordaras que desde Colombia puedo tomarme el atrevimiento de pensar en ti, en tu forma de ser tan cálida y dulce, llena de esperanza, de juventud, de carisma, de sencillez, humildad, destreza, sabiduría, pasión... Se que estarás en lugares hermosos que has de encontrar pronto en el camino, porque el camino se hace al andar, porque caminas cada día con la ilusión de un futuro que quizá por ahora viva solo en tu mente, pero que pronto, con la determinación y el empuje, llegará a ti. Por eso en la noche, en el día, en la tarde y en la madrugada vas a recordar los versos que hoy te escribo, porque son dichos con los mas sinceros deseos de mi corazón que a pasado mil horas pensando en ti y que a compartido cada uno de tus sueños. Por eso deseo que mañana el cielo toque para ti las mas bellas canciones y que sientas de forma única el mundo que te rodea, que lo vivas al máximo, que disfrutes el canto de las aves, que te detengas un minuto para ver el andar de los caracoles, la risa de tu hermano, de tu papá, para que veas allí donde se esconde la belleza; en tu risa, en la risa de los seres que amas, en tu alegría.
El viento que soplará mañana llevara el sonido de tu voz al unísono con la voz de Dios, ambas dulces, ambas pertenecientes a otro plano y no es que te quiera comparar, pero es que Dios creó a una mujer tan hermosa, como para contrarrestar tanta gente mala, como para hacerle guerra a lo injusto y traerle un equilibrio a la tierra. Él te creo ara que iluminaras la oscuridad de mi vida, del mundo y por eso estaré siempre agradecido con la mujer que conocí, que conozco y que deseo seguir conociendo por mucho tiempo más. No siendo más, te deseo lo mejor de la vida, que la alegría te acompañe siempre, que tus metas se cumplan y que jamás te falten la salud, ni las ganas de vivir, porque eso eres, las ganas de vivir que anidan en tu alma fuerte, imponente, perfecta.
Hoy solo quiero que por medio de estas palabras te llegue mi voz, que aunque suene muy muy lejos de tu oído, es capaz de darle la vuelta al mundo y llegar a tu corazón...
Feliz día mi amor, gracias por hacerme tan feliz.
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Proyecto “Arpa” 3
Notas del cap:
Cayendo en cuenta ahora que estoy releyendo el fic desde el inicio… hay una línea muy importante que dice México!Omega casi al final… vamos, algo… ese “ALGO” que te dice… “algo aquí no me cuadra” y joder… ni yo me había dado cuenta… XD dios, amo mi forma de escribir… hasta yo me sorprendo de lo que puedo hacer XD… ahora…
¡A leer!
3 - Mundo de caos
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-Es una locura y lo sabes!-
-¿Y crees que no pensé en ello? Por favor *** me ofendes- susurro con cierto resquicio de odio en su voz, la mirada del contrario se abrió terriblemente grande, preocupado por las palabras del contrario y como su mirada gélida mostraba una determinación mortal
-Muchos van a morir ***- susurro con voz suplicante, rogando para que así, el contrario pudiera comprender la gravedad de lo que planeaba, sin embargo, la mirada ajena solo brillo, un hermoso y brillante resplandor carmesí, clara muestra de la oscuridad de su corazón y de que era consciente de lo que iba a hacer
-Es lo que espero- sonrió divertido y el otro dio un par de pasos hacia atrás intimidado
-¿Qué es lo que te ha sucedido…? Jamás fuiste así- susurro con pesar, pero el contrario solo lo miro esta vez cual insecto, con repulsión y como si fuese mejor que el
-Yo siempre he sido así… que ni tú, ni nadie jamás se haya dado cuenta para detenerme, no es mi problema ahora… y prontamente, se sumara un segundo problema- *** dio un paso hacia atrás al ver el paso que daba el contrario acercándose a el
-¡Cuando tengan que lidiar también contigo!- grito al tiempo que se lanzaba encima del primero con una sonrisa malévola, únicamente acompañada por un grito del que ahora era la presa del cazador…
************
-¡Orden!- ordena ONU molesto de ver como todo el mundo, como siempre, parece más ocupado en sus asuntos que atender la sorpresiva reunión de ONU… México solo observa curioso, ONU era… una organización por lo que le habían explicado Chile, Argentina y todos sus “conocidos” y con los que tenía mas confianza… miro en silencio y discreción como ONU parecía gruñir y sobar sus sienes mientras algunos countrys discutían entre ellos… los más representativos eran USA, Chile, Argentina, Brasil, Canadá, Rusia y España quienes parecían discutir acaloradamente ignorando a la organización
México volvió la mirada a la organización azul, notando ahora a FBI, otra organización mas agresiva y que miraba y charlaba suavemente con ONU, México sonrió divertido cuando vio que ONU precia tratar de discutir con el mencionado sobre usar armas; negó un poco y sobo también entre su entrecejo suspirando…
*No parece que haya diferencias entre un mundo y otro… aquí también son inmaduros* se dijo por lo bajo mirando a ONU molesto y como trataba inútilmente de llamar la atención del grupo que discutía… ahora, por algún motivo Alemania estaba discutiendo acaloradamente contra Inglaterra y Francia, Italia estaba también mirando, Jamaica estaba al lado de Portugal tratando de alejar a España del grupo que parecía dentro de poco comenzar a dejar las palabras de lado para comenzar con la batalla, el tricolor volvió a suspirar con frustración preguntándose si todas las reuniones eran así o si solo era por su presencia… giro los ojos al tiempo que se ponía de pie. Apenas era la segunda reunión y ya odiaba el lugar…
Después de haberse quedado más tiempo del debido explicando a bolitas y palitos lo que era su mundo y como se regía, ONU ordeno que volvieran a casa, muchos agradecieron; los amigos de ambos latinos se quedaron junto a Rusia (quien más podía calmarlo y mantenerlo al margen para que no peleara con USA) misteriosamente USA también se quedo… de cierto modo, a este México no le sorprendió
Lo primero que tuvieron que arreglar es que, así como este México omega no era el mas conocedor de estas tierras, alguien debía de vivir con él, y por respeto, Rusia se había negado, USA había sido descartado casi tan rápido como él y ONU lo habían postulado, acabando únicamente con Brasil como la persona que vivirá por un tiempo con este México hasta que pudieran dar con algún modo de devolverlo a su mundo…
Después de ese día y los problemas que habían ocasionado, apenas tres días después, es que aparecía una nueva junta con ONU, con todos los demás países pelando entre sí como perros por la comida y la idea de que todos se desean asesinar entre sí, México los comprende, el también quiere matar a muchos de los que están creando problemas en esos momentos
*¿Quién me manda a mí a estar metido en todos estos estúpidos problemas* se dice suspirando cansado, viendo a todos lados en silencio, acabando por llegar a un punto de explosión de su paciencia. Se pone de pie, avanzando con paso aburrido hasta estar delante de ONU quien habla acaloradamente con FBI sobre el usar o no armas y dispararles en las piernas a los countrys que no escuchan… México, al verse incluso ignorado por alguien como ONU mira a todos lados y un nuevo bufido de frustración lo invade… hasta que su gesto es cambiando por una suave sonrisa apareciendo en sus facciones
*Pensándolo bien… ¿Por qué avanzar las cosas?* se dijo, saliendo a hurtadillas de un modo sigiloso (que en realidad era caminando tranquilamente hasta la salida con las manos en los bolsillos) logrando llegar a una salida; apenas sintió los rayos del sol dándole sobre su piel tricolor saca de su pantalón su teléfono y comienza a toquetearlo más interesado que el lugar por donde va caminando… igual, al menos ya sabía donde era el camino para regresar a la cede y, aun si fuera a ser encontrado, podía ver a otros countrys, más tranquilos, fuera de las instalaciones comiendo lejos de las disputas
México sonrió y se sentó bajo la sombra de una sombrilla en una mesa para café, ahora sí, acomodado y tomando aire fresco, comienza teclear en su teléfono más centrado que en lo que le rodea
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-¡Por dios! ¡¿Es que no podemos tener una reunión sin que haya alguien que quiera gritar?!- pregunta enfadado ONU al ver que nadie le está prestando atención, incluso que FBI molesto había salido dejándolo ahí… o que habían countrys que faltaban. Giro los ojos y sobo sus sienes otra vez al tiempo que soltaba aire cansadamente
Un fuerte silbido hace vibrar los oídos de ONU obligando a todos los que discutían a girar la mirada hacia la puerta, lugar del que provenía tal silbido, encontrando a cierto tricolor que, trayendo una bolsa con comida, mira con cierto fastidio a los demás
-¿En serio no pueden ser un poco más civilizados? Digo, no les estoy pidiendo la máxima y que sean maduros… me basta con que sean civilizados… ya saben, estoy muy seguro que más de uno aquí presente tiene cosas más importantes que hacer que tirarle los perros a otro pendejo… por favor, quiero volver para hoy a mi hogar y ustedes aquí perdiendo el tiempo- comienza a regañar el tricolor con una mano a la cadera, algunos gruñen; los más tranquilos regresan a sus asientos, México mira a ONU y asiente cansado
-Por favor, comencemos esto pronto…- pide, cortando su comentario “tengo cosas que hacer” se dijo en la mente (*)
… … …
Se sentó de un modo lento en su lugar, colocando su puño en la mesa para poder recargar su mejilla en ella y ver con aburrimiento como ONU comenzaba a explicar cosas sobre sus territorios, el mundo, los problemas en cuestión y partes discretas del problema que había con el latino ahí presente, México suspiro suavemente y miro a los alrededores observando más interesado lo que había alrededor que escuchar lo que se decía, aun así, tomando notas para el momento en que el otro México, el verdadero originario de ese universo, volviera
Pego un pequeño brinco discreto cuando su teléfono vibro; lo saco cuidadosamente para no ser visto y lo deposito al lado de los documentos que había en la mesa, abriendo la pantalla y viendo un mensaje en particular que le había llamado la atención. Una suave sonrisa se poso en sus facciones y cerrando sus ojos en tranquila victoria, vuelve la mirada hacia ONU para fingir escuchar he ir pensado en lo que haría ahora… no solo tenía que buscar como volver a su hogar cuanto antes desde ese universo, sino lo que conllevaría después
Igual… su mente se desvía un momento a la pregunta… ¿Cómo la estarán pasando todos en su mundo? Seguramente su esposo se habría puesto loco por su desaparición, se dijo con una suave sonrisa divertida y un pequeño sentimiento de culpa y preocupación… después de todo, amaba fuertemente a su esposo… pero habían muchas cosas que hacer y se preocupaba también por saber si su esposo haría todo lo que debía sabiendo que él estaba “desaparecido” en otra dimensión…
No dijo nada, solo suspiro y siguió viendo al frente, tratando de pensar en todo lo que tendría que hacer
Notas finales:
*¡Me lleva la chingada! ¡Ya no sé como carajos seguir!!!... ho… tengo una idea… ok, sigo escribiendo
Muy bien… me pidieron continuación… les traigo una continuación forzada… no me lo tomen a mal, no es que me hayan presionado ni nada; al contrario, lo agradezco de corazón, pero es que por más que lo miraba y lo miraba… les juro que no me daba… no me gusta cómo va este capítulo… bueno, si… ya esta decente pero no encuentro que me termine de convencer… siento que aún le falta más historia pero no puedo recordar que fue lo último que había escrito y lo que debía de escribir… así que nada… aunque esta horriblemente pequeño, al menos puedo decir que es un capitulo mas... eso ya debería de ser suficiente no?... ojala y si… ahora… los siguientes capítulos espero que tengan un poco mas de historia que este esperpento… no prometo mucho… pero hare lo que pueda…
¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
Ko-fi
Patreon (No se muy bien como funciona)
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Día 5 desde que te fuiste...
He estado pensando mucho en ti, creo que he entrado en la depresión de la que apenas lograba salir. Hoy cuando desperté, como siempre, revisé el celular esperando un mensaje tuyo pero no habia nada, no desayuné porque olvidé hacerlo, en cambio estaba hundida en mis pensamientos, empecé a pensar en ti y en como rayos lograste que estuviera así de triste porque te hayas ido.
Necesito respuestas y las necesito ya, sé que no leeras esto, pero he estado pensando en lo que pasó con tu ex y siento que tengo toda la culpa, no debí de haberme metido entre ustedes desde un principio. No debí de tratar de ayudarla a salir de ese sufrimiento en el que ella me contó que estaba, simplemente debí ignorar ese mensaje y nunca haberle contestado, pero... no pude, mi filosofía no me lo permitía, siempre he pensado que la filosofia que tengo es estúpida y muy peligrosa "ayuda a cualquier persona, no importa quién sea o qué le suceda" es estúpido ¿no? Mira en el problema en el que me metí, ahora estoy sufriendo por estúpida. Lo peor de todo es que siento que yo soy la única que está sufriendo, me siento estúpida por extrañarte todos los días, me siento estúpida porque cada vez que me despierto veo el celular ilusionada por un mensaje tuyo.
Tal vez estoy exagerando pero lo estuve pensando, estuve pensando en como rayos puedo sufrir tanto por la partida de una persona. Si te soy sincera, ni con mi ex sufrí así.
Estuve excavando en mis sentimientos y creo que me enamoré de tí, sé que es estúpido porque no logré conocerte del todo, ya que no pasamos mucho tiempo juntos, pero sinceramente, me enamoré de lo poco que logré conocer de ti, de tu risa, tu expresiones, tu carita, tu forma de ser e incluso de tu forma de dormir, todo en tí me parecia lo más lindo y tierno que había visto, no, aún pienso que eres lo mas lindo y tierno que he visto.
Esto es algo que nunca te dije porque sinceramente siento que es una exageración, pero, hace años, cuando jugabamos Destiny empecé a generar un sentimiento por tí, no estaba segura de qué era, recuerdo que lo ignoré porque yo tenia novio en ese entonces, recuerdo que a veces te quería sacar plática, pero no cooperabas porque eras muy cortante conmigo, comprendí la situación porque tenías novia y pensé "bueno, tal vez es así conmigo porque tiene novia" entonces no seguía la conversación para no ponerte en una situación incomoda, cuando dejaste de hablarme y dejaste de jugar con nosotros Destiny, sinceramente, me sentí triste... porque me gustaba jugar contigo, me sentía feliz, alegrabas mi día cosa que nunca dije , siempre me pregunté por qué te fuiste, pensé que era porque te habías ido a la otra generación y siempre me pregunté "¿si yo hubiera tenido la ps4, hubieras jugado conmigo?", supongo que nunca sabré la respuesta.
Me siento estúpida porque de alguna manera entrar a tu chat y ver tu ultima conexión me alivia, porque me doy cuenta de que no me has bloqueado; de alguna manera siento que no me odias y tal vez, solo tal vez, es un rayito de esperanza... si me llegaras a bloquear creo que sería el fin de mi vida, lloraria demasiado por tu partida, me moriria y me odiaria por ser tan cobarde y no hacer algo al respecto, por no insistir en que realmente quiero algo contigo. Eso es una parte que admiro de ella, ella luchó por ti, aunque no de la mejor manera, ella demostró que realmente está interesada en tí y te lo hizo saber al 100% en cambio yo soy una cobarde que con tal de no molestarte y por el miedo a que me rechaces no lucho por ti, aunque en el fondo de mi corazón quiero hacerlo, quiero luchar por ti de una manera tan grande, pero... no quiero que me llegues a odiar, sinceramente eso sería lo último que querría que sucediera.
Realmente no creo que regreses, pero hay algo en mí que mantiene la llama viva y aún tiene esperanzas, me hubiera gustado conocerte antes, por si algo se llegaba a dar entre nosotros dos. Perdóname si te lastimé de alguna manera, juro que mi intención no era esa, prefiero morir a lastimar a alguien que amo.
Te extraño mucho, por favor regresa...
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Para mí
Soy diferente a lo que pensaba que llegaría a ser, tenía 3 y era La Niña más feliz del mundo…. no lo sabia, habia barbies, pelotas, carros, nada te lastimaba, nada era difícil solo cariño sueños y juegos, a los 4 conocí el Primer atisbo de dolor o lo que. Mi mente me dejaba comprender, no sabía que era lastimada, todo era un juego, así continuo dos años más, Una vida perfecta llena de amor juegos familia. Nada faltaba, pero algo pasaba,Nadie sabía, yo tampoco, la vida se encargó de que terminara todo lo bueno muy pronto, antes de siquiera saber lo bien que estaba todo (con su excepcion, claro) llevándome lejos, los siguientes tres años, hasta ahora los más difíciles, con una madre con depresión, en un lugar desconocido, tristeza, personas malas, niños aun peor, soledad… la soledad tuvo que hacerme fuerte, por mi, por ella, por tantas cosas y apenas 10 años y yo ya queria alejarme de todo, conocer el mundo, de las malas personas, los que me hacian daño, tiempos mejores vinieron nuevos amigos, un lugar al fin al cual llamar le casa, después, el conocimiento se saberte amado, La primera ilusión y decepción, amar tanto a alguien con tanta fuerza, dejar de sentir tanto tan rápido como comenzó, creer que era y sería la única persona que alguna vez te entendería,que te llevaría tan alto, y que sería Algo imposible de superar, un error, fue difícil, pero no imposible, a pesar de, puedo decir que gracias a el comenze a vivir, me di cuenta de que no lo perdi, we were simply not meant to be, bastante joven, dicen que no puedes sentir tanto, que a tu edad nada es verdadero, solo son los deseos de lo que quisieras tener, pero yo pienso que a esta edad es cuando más verdadeas son las emociones, tu en cambio para mi fuiste lo primero de algo mas profundo, pero eso es mas adelante, porque estoy escribiendo esto, la verdad no tengo idea, hay veces que simplemente quieres sacar todo llorar hasta quedarte seco y decir todo lo que sientes y pasa por tu mente, esta semana se supone que empezó muy bien pero conforme fue avanzando muchas cosas estaban ocupando mi mente, tanto me han jodido la vida antes que a veces es muy difícil aceptar que las cosas te esten llendo bien, los amigos están ahí para escuchar siempre, personas nuevas, cosas que conocer, nunca siento completamente, simplemente porque no quiero, me da miedo sentir tanto, lo cual es gracioso, porque siempre siento demasiado, más de lo que debería. Me dices que no me preocupe, me dices que. Siempre alguien ama más que el otro, ahora siempre es un TE quiero, no me permito decirte otra cosa, aún me pregunto y me preguntan porque estoy ahí aún pudiendo estar en otro lado, o conocer alguien mejor, bueno el tema es subjetivo, ni tú ni nadie sabe lo que es mejor para mí, ni siquiera yo lo sé, pero se que soy feliz así con tigo, después de tantas cosas malas, y malas experiencias tú eres algo completamente diferente en mi vida, me gustaría saber que soy en la tuya, aunque estoy segura que tal vez no soy tanto en la tuya como lo eres en la mía, si esto termina como tú dices, sabes que nunca podría verte de nuevo, pero así son las cosas con migo, o te doy todo, o te doy nada, amigos, pareja, familia con migo es lo mismo. He estado pensando en mi futuro, y hablando con alguien. Se que mi futuro no está aquí, y aunque me gustaría hacerlo juntos tu no querrás, si se puede, pero es cosa de dos, y pues mi parte ya está, me falta mucho por sufrir y aprender, aunque ya se que quiero al final de mi (espero muy larga) vida. Se que siempre hay un antes y un después de una persona, y por favor no me mal entiendas no digo esto para que me contestes simplemente, que de todo lo que quiero decir tú formas parte importante de lo que tengo guardado. Que voy a hacer ahora que termine la carrera, no lo sé, pero tengo metas que sin importar cuando y como las voy a lograr , eso no me preocupa solo quiero ser capaz de hacerlo, quiero algo estable siempre lo he querido mi vida, me ha enseñado lo que no quiero, y no quiero estar sola, no quiero vivir a medias, no quiero una vida sin amor, no quiero lamentarme de lo que pude haber hecho, no quiero una vida sin ti, lo ultimo no me corresponde a mi, pero quiero una vida con un beso de buenos días y buenas noches, quiero pintar no para relajarme, sino para vivir, quiero tener una casa hermosa mía con una sola habitación un ventanal hermoso y aprovechar los rayos del sol desde el amanecer, y tener unas buenas lámparas para nunca dejar de pintar, quiero viajar, crear, hacer lo que me gusta, pero nunca me he visto haciéndolo sola, tal. Vez tenga que hacerlo, quiero llenar mi piel con historias hermosas, y dolorosas, llevar un pedazo de cada persona importante en tinta y color, quiero aprender italiano, vivir en Australia, quiero estar cuando cumplas tus sueños y tal vez sea mucho pedir pero quisiera formar parte de ellos así como formas parte de los míos, quiero que se den cuenta que solo soy una persona, que no puedo cargar con el peso que todos ponen en mis hombros, no es su culpa el que todos se encargarán de darme algo cuando crecí, a pesar de todo estoy intensamente feliz que me educaran así, pero no soy perfecta como ellos pensaron cuando nací. Soy enojona, mandona, lloro (últimamente) más de lo que me gustaría admitir, disfrutó de música de antes de que yo naciera y no precisamente de los Beatles, me gusta la Música en español, y se que tengo dos pies izquierdos al bailar, amo una noche estrellada, y el sabor de la hierbabuena, si los chicles son de otra cosa que no sea eso o menta no los como, el chocolate me hace feliz, los libros y leer sobre historias fantásticas, un amigo me dijo una vez que me gusta vivir en mundos imaginarios, lo que no vio es que me gusta traerlos a la vida mediante pinturas y dibujos, a veces me pongo celosa pero solo cuando la situación lo amerita, no creo que nadie realmente me halla visto explotar, pues siempre creo que todos merecen ser tratados bien, y si me enojo trato de hacerlo por mi cuenta y pensar con la cabeza fría, disfrutó el color Negro, pero tengo una debilidad por la ropa blanca con encaje, no me arreglo, no me pinto, no me peino y soy feliz, a veces puedo llorar de felicidad más nunca lo admito, no duermo a menos que esté enferma durante el día, las palabras de mi madre me afectan más de lo que deberían, y si eres mi amigo cada que diga te amo lo digo enserio, no soporto las películas románticas sola, y amo las de miedo pero sigo esperando por esa que me deje sin dormir, nunca he querido casarme, pero si el amor es tan fuerte, no dudaría en hacerlo si me lo pidieran, no quiero hijos, pero disfruto mucho a mis sobrinos y los bebés en general, el sol y la luna significan algo perdido para mí pero aún así algo muy bello, y quiero recorrer las calles de noche con alguien que amo en algún país lejano, mi temor más grande no es algo físico (sin contar las ratas y los roedores) sino que es amar a alguien y que no me den todo lo que les doy, puedo pensar en una vida sola, pero me gustaría que fuera porque algo me impidió estar con alguien a quien ame y me amo demasiado,soy una llorona con respecto a perder a mi familia, pero deseo ser y hacer las cosas sin temor a sus críticas, las perforaciones también, no puedo morir sin algunos hoyos extra en mi piel, algún día tendré un lugar seguro para que nuevos artistas presenten sus obras, puede que incluso las mías, y será lo que tú creas que es arte sin restricciones o tener que ir de etiqueta, nunca he buscado ser una artista reconocida mundialmente, pero me gustaría vivir de ello, me gusta el tarot, el uso de péndulos, y todo ese tipo de cosas, más no estoy segura de creer en ellas, fui educada católicamente pero, la religión a mi parecer cada quien toma lo que necesita, a veces no duermo por pensar mucho las cosas, y solo escribiendo todo, puedo descansar, apesar que es mi color favorito el azul(bebé) casi no lo uso, a fin de cuentas quiero que estén orgullosos de mi pero no todas mis acciones o decisiones, a sus ojos, son buenas; me preocupo más por otros en ocasiones, que por mi, y si mi mamá llora no derramó ninguna lágrima para que vea que soy fuerte y puede sanar, y tiene derecho a hacerlo, ya no pienso con dolor las cosas malas que me hicieron, mi corazón lo perdonó, pero siempre me dolerá el hecho de que nadie lo notó enlo más mínimo, hasta que ya fue muy tarde, solo espero haber sido la única, y que nadie sufriera lo que yo después de mi, puedo decir muchas mentiras, pero nunca con la intención de dañar a nadie, y soy más frágil de lo que me gustaría admitir, más siempre me enseñaron a enfrentar todo con una sonrisa, solo que a veces pesa tanto que simplemente me derrumbo, tengo depresión, más no lo veo como enfermedad, lo veo como masoquismo ya que uno mismo se lo inflige, sonrió a quien me sonríe, e ignoro a quien no quiere formar parte de mi vida, me da miedo crecer y no lograr nada de lo que quiero, pero más miedo me da no vivir. Se me acabaron las palabras pero esto es un recordatorio de quién soy,fui y quiero ser .
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Siento que he estado siendo injusta con mi vida , que he estado siendo mal agradecida con mi familia , con mi propia vida , siento que me queria quedar atras y queria seguir estancada pero mas no pude. Siento que es de valientes dejar todo esto.Una y mil veces mas he callado, pero ya no puedo mas. Soy conciente que nunca me he enamorado asi , pero tambien soy consiente de que soy muy fuerte. Muchos me han visto muy debil , por que es lo que he reflejado , pero si todos supieran lo fuerte que soy y lo que soy capaz de hacer muchos se asombrarian de mi. Podria decir que mi padre el es unico que conoce la verdadera mujer que soy y que el primer amor de mi vida sabe en que me convirtio. Mi padre sabe que en mi vida yo tendria problemas, que casi nadie me entenderia , que en muchos lugares no encajaria, pero un dia me dijo que si en el mundo hubiera mas gente como yo , el mundo seria diferente. Soy algo rara , pero al mismo tiempo comprensible, soy media molesta , pero al mismo tiempo no soy capaz de resistirme al ver llorar , soy indeferente por fuera , pero muy fragil por dentro , me aburro de las cosas facilmente pero cuando amo algo , seria incapaz de poder vivir sin ella y he ahy el problema. Por que nunca me habia pasado eso! Es curioso por que en realidad nadie me obligo , ni era mi deber hacerlo , yo sola me abalance hacia eso , yo busque el amor de esa manera o busque en la persona equivocada , yo hubiera podido seguir queriendo pero no amando , pero yo lo decidi ,yo decidi amar. Queria ver que tal era todo eso , queria saber que se sentia estar enamorada. Porque en realidad me habia dado cuenta que nunca me habia enamorado , nunca habia amado , ni al menos le habia dicho a alguien en la cara ¡Te quiero! Todas mis primeras veces fue con el. El primer te quiero en cara , el primer Te amo , la primera vez que senti un dolor insoportable , pero la primera vez que era completamente de un hombre. Todo fue con el . En realidad siento que el tuvo mucha suerte conmigo , aunque se que no soy la mejor , pero rayos!!! donde va a encontrar a alguien que lo ame como yo , donde va a encontrar a alguien que lo espere , que de verdad quiera ser suyaaa!! Que haya llorado por la minima cosa simplemente por que le importa todo de el , me pregunto que estara buscando en una mujer? Que pretendes perdiendo a la mujer que dio todo por ti . Sin contar los problemas, de verdad el amor de una mujer puede llegar hacer muy grande , pero si no hay un hombre que lo valore , tarde o temprano se acaba. Tuvistes la suerte de que alguien te ame como yo , tuvistes la suerte de ser el centro de vida de alguien , te digo suerte por que en realidad tal vez no la merecias , por tal vez no vuelvas a sentirte importante para alguien. O en realidad lo merecias pero nunca lo aprovechastes.
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