#el taxidermista
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El taxidermista
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Críptido del día: Shunka Warakin.
Descripción: Según el criptozoólogo Loren Coleman, Shunka Warakin es una criatura desconocida para las fuentes modernas. Su nombre significa "se lleva a los perros". Coleman ha sugerido como ejemplo de esta misteriosa criatura un animal fotografiado en 1886 por Israel Ammon Hutchins, en lo que hoy es Sun Ranch en Montana. Joseph Sherwood, un taxidermista, lo adquirió de Hutchins, lo montó y lo exhibió en su combinación de tienda y museo en Henry's Lake, Idaho. Sherwood llamó a la bestia "Ringdocus". Este trofeo disecado, la única evidencia física, nunca fue examinado por científicos calificados y estuvo desaparecido durante algún tiempo, antes de ser redescubierto en diciembre de 2007.
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¡El taxidermista manco cumple 10 años hoy!
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La taxidermia se define como el oficio de disecar animales para conservarlos con apariencia de vivos y facilitar así su exposición, estudio y conservación.
Si bien es una práctica que, comúnmente, se lleva a cabo con mamíferos, es utilizada de igual manera con otros grupos animales. La persona que se dedica a esta actividad se denomina taxidermista.
En este caso podemos observar la anatomía de un gato conservado en una esfera, realizada por WhimsicalDearest ♥️
#taxidermia #gato
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Javier Romero, el taxidermista madrileño que naturalizará a «Cobradiezmos»: así será el proceso hasta que descanse en La Maestranza
Hace justo una semana, el mítico toro “Cobradiezmos” cerraba los ojos a la luz de la tierra por última vez. Una pelea entre bravos en la finca cacereña de “Las Tiesas” acababa con la vida del legendario animal de Victorino Martín, indultado por Manuel Escribano en la Real Maestranza en la Feria de Abril de … La entrada Javier Romero, el taxidermista madrileño que naturalizará a «Cobradiezmos»:…
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#ProyeccionDeVida
📣 Kino Cat / Cine Tulipán, presenta:
🎬 “TAXIDERMIA”
🔎 Género: Drama / Comedia / Terror / Película de Culto / Surrealismo
⌛️ Duración: 91 minutos
✍️ Guion: Zsófia Ruttkay y György Pálfi
📕 Historia: Lajos Parti Nagy
🎼 Música: Amon Tobin
📷 Fotografía: Gergely Pohárnok
💥 Argumento: Historia de tres generaciones de una familia establecida por casualidad en Europa del Este. La del abuelo, un hombre algo torpe que se convierte en capitán durante la segunda Guerra Mundial; la del padre, un deportista de alto nivel; y finalmente la del hijo, un taxidermista. Las tres contadas por el miembro más joven de la familia. El surrealismo y los hechos históricos se mezclan en su imaginación, creando así una especie de "cuento de hadas realista".
👥 Reparto: Gergely Trócsányi (Balatony Kálmán), Gina Moreno (Ferike), Csaba Czene (Morosgoványi Vendel), Marc Bischoff (Balatony Lajoska), István Gyuricza (Hadnagy), Lemhényi Réka, Gergely Pohárnok, Adél Stanczel (Aczél Gizi), Lajos Parti Nagy (Dédnagypapa), Piroska Molnár (Hadnagyné) y János Gyuriska (Fiatal hadnagy)
📢 Dirección: György Pálfi
© Productoras: Amour Fou Vienna, Eurofilm Stúdió, Katapult Film, La Cinéfacture & Memento Films Production
🌎 Países: Hungría-Austria-Francia
📅 Año: 2006
📽 Proyección:
📆 Martes 06 de Agosto
🕘 9:15pm.
🐈 El Gato Tulipán (Bajada de Baños 350 – Barranco)
🚶♀️🚶♂️ Ingreso libre
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#2: El primer enjambre
El sol se hundía en el horizonte al final de un día de viaje, cuando Eliza detuvo su caravana a las afueras de Blackthorn. El pequeño pueblo parecía desierto, pero la taxidermista estaba demasiado cansada para preocuparse. Necesitaba suministros y, con suerte, algún trabajo.
Mientras aseguraba su caravana, una niebla negra comenzó a descender de las montañas cercanas. Eliza la observó con curiosidad profesional. En sus años recorriendo los páramos de Fortuna, preservando la fauna local en frascos y vitrinas, jamás había presenciado un fenómeno semejante.
Antes de que pudiera reaccionar, la niebla la envolvió como un sudario viviente. Era fría, viscosa, y parecía adherirse a su piel. Eliza tosió y su garganta convulsionó mientras sentía cómo algo vivo y quitinoso se retorcía y arañaba su paso hacia los pulmones.
Esa noche, la fiebre la consumió. Su cuerpo ardía mientras se retorcía en su camastro, empapado en sudor. Su espalda arqueándose en espasmos de dolor que la hacían gemir y jadear. Sus dedos crujían, arañando el colchón en un intento fútil de aferrarse a la realidad que se le escapaba.
En lo más profundo de su pecho, notaba una presión creciente, una sensación de algo que pugnaba por salir. Huevos, cientos de ellos, anidados en sus órganos. En su delirio, Eliza los veía eclosionar, diminutas larvas emergiendo de cáscaras traslúcidas, devorando su carne desde dentro.
Al amanecer, el dolor era insoportable. Eliza se arqueó violentamente, convulsionando por el dolor. Su boca se abrió en un rictus de agonía y, de su garganta, brotó un sonido silencioso. Su piel se estiró, se agrietó, y finalmente se rasgó. La sangre brotó de la herida que se abría desde su cuello, extendiéndose en una línea irregular hasta su abdomen.
Pero no era solo sangre lo que brotaba. Un zumbido ensordecedor llenó la caravana mientras miles de insectos negros y retorcidos salían de la cavidad abierta de su torso. Eliza observó con una mezcla de horror y fascinación cómo su cuerpo se convertía en un nido palpitante.
Con movimientos espasmódicos, Eliza se levantó. Sus costillas rotas sobresalían, dobladas hacia afuera como pétalos marchitos. El enjambre borboteaba dentro y fuera de su cuerpo, entrando y saliendo de la cavidad torácica en un flujo constante.
Se tambaleó hacia el espejo. Sus ojos ahora eran pozos lechosos y vacíos, sin mirada. Eliza abrió la boca, intentando hablar, pero lo único que salió fue un aullido agudo y desgarrador. Algunos frascos estallaron y el espejo frente a ella se agrietó de arriba abajo, fragmentando su reflejo monstruoso en un caleidoscopio de horror. Era un sonido agudo de agonía pura, el lamento de un alma atrapada entre la vida y la muerte.
Salió de la caravana y sus movimientos eran ahora más fluidos a medida que se adaptaba a su nueva forma. El enjambre la rodeaba en una nube negra y zumbante que oscurecía el aire a su alrededor.
Ya no era la taxidermista solitaria que preservaba la belleza efímera de la muerte. Ahora, ella misma se había convertido en un espécimen grotesco, una aberración viviente que desafiaba los límites entre la vida y la muerte que alguna vez había estudiado con tanta dedicación.
Era el primer enjambre, la vanguardia de una plaga que pronto se extendería por todo el territorio. Y mientras caminaba hacia las calles de Blackthorn, su grito resonó como un emisario de la oscuridad que estaba por venir.
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Beija-flor
Escondida em uma pacata cidadezinha no interior da Bahia, havia um ateliê de álbuns fotográficos. Mas, diferente dos tediosos álbuns tradicionais, esses eram preenchidos com lembranças.
Todas as manhãs, clientes dos quatro cantos adentravam o espaço para se consultar com a dona do estabelecimento. Uma mulher de aparência madura e sorriso convidativo.
Em meio às sessões semanais, memórias, poemas e canções eram impressas em rolos de 35mm. Que, posteriormente, seriam revelados e colados em folhas de papiro e encadernados com couro de crocodilo celeste. O mais sustentável dos materiais.
Tais métodos eram normalmente buscados por aventureiros já em seus últimos dias, ou pobres almas castigadas pela insanidade. Que viam ali uma oportunidade de eternizar o seu legado.
Suas entregas ficam a cargo do mais recente funcionário do ateliê. Um jovem aprendiz de espírito aventureiro, que percorre toda a vastidão do ordinário com sua bicicleta caramelo.
Sempre chegando ao seu destino com cinco minutos de antecedência. Nem mais, nem menos. Anunciando sua chegada ao som de seu confiável apito de prata.
Claro, isso para as entregas ordinárias, ou de baixa periculosidade. Como viúvas, padres, prostitutas ou devotos de Santo Antônio.
Para àquelas de bilhete dourado. Normalmente destinados para cartógrafos, magos, principados e membros da realeza das serras. É preciso cumprir uma abordagem mais extraordinária.
Com o jovem aprendiz bebendo um chá de pétalas da rara rosa do deserto turquesa. Renascendo entre os homens como um beija-flor-tesoura. A mais valente das aves.
Partindo rumo ao horizonte, sem receio dos perigos à espreita. Utilizando os vitrais das janelas do ateliê para alcançar os mais remotos reinos já esquecidos pela humanidade.
Sempre chegando ao seu destino com cinco minutos de atraso. Às vezes, até um pouco mais.
Escolhendo aproveitar o tipo de liberdade encontrada apenas em meio às nuvens, e na ingestão de açúcar refinado.
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Ao final do segundo ciclo das estações, num período de baixa procura pelo ateliê, a melancolia corrompeu o pobre coração do jovem aprendiz. Que não tinha mais os céus para escapar das maldições vividas em seu lar.
Veja, o jovem tinha um coração meigo. Escolhendo o mundo das artes, a selvageria incumbida ao seu gênero. Algo encarado como uma fraqueza imperdoável. Necessitando de correção imediata.
No ateliê, tais ameaças se dissipavam. Eram apenas concepções ditas por corações envenenados.
Preferindo a companhia de sua empregadora, oráculos, admiradores pervertidos e taxidermistas. Além de, claro, dos clientes sempre repletos de histórias dos mais diversos gêneros.
Certo dia, uma senhora passou a tarde contando como soube qual era o seu verdadeiro nome. E o poder que nele residia.
Outra vez, o jovem aprendiz precisou apaziguar a discussão entre um casal de necromantes. Que não lembravam em qual cadáver haviam deixado a chave de casa.
Havia ali, naquele peculiar estabelecimento, toda uma vastidão de mundos para serem explorados. Entretanto, na estagnação das entregas, se tornará impossível manter os maus olhados e as palavras rasteiras longe de sua mente.
Criando barreiras como uma ilusória tentativa de proteção. Que rapidamente, para sua infelicidade, se mostraram falhas.
Certa dia, entre o intervalo do café da tarde. A mais nutritiva das refeições. O ateliê foi visitado pela figura amaldiçoada de um corpo-seco, que vivia exilado nos arredores da cidadezinha pacata.
Ao se aproximar, o ser desrespeitou as regras de gentileza exigidas pela convidativa dona do ateliê. Apertando o pulso do jovem aprendiz e sussurrando a seguinte maldição em seu ouvido esquerdo:
- Ao anoitecer, retornarei para coletar sua carne. Você agora me pertence!
E assim, ele partiu. Proferindo uma promessa que se mostrava comprometido em cumprir.
Perdendo o dom das palavras, a única reação do jovem, foram-se as lágrimas. Seguidas por uma espiral de desespero. Que lhe guiaram para o que mentes sensatas diriam ser a sua provável danação.
Num ato de impulsividade, o jovem aprendiz decidiu ouvir a imaturidade de seu coração. Invadindo o escritório do ateliê à procura da rosa encantada.
O plano era simples, voar para o norte sem nunca olhar para trás. Se desfazendo de seu nome e tudo aquilo pertencente a sua antiga história. E, ao achar aquilo que procurava, a flor foi consumida em um só golpe.
À poucos metros de distância, a convidativa dona do ateliê voltava das compras, quando se deparou com uma vista digna das fábulas perdidas.
Uma nuvem de penas se erguia rente ao sol, seguindo rumo ao oeste. Deixando um rastro de destruição para trás.
Desesperada, ela partiu em desespero ao encontro da inexplicável criatura. Fazendo um pequeno desvio para a coleta dos materiais necessários.
A mesma sempre se mostrou reservada quanto ao seu passado. Nunca o mencionando com exatidão. Nem no período de treinamento, ou nas inúmeras conversas ao final do expediente.
Em sua vida pregressa, a dona do ateliê trabalhava como filóloga no Arquivo Central de Nomes Arcanos, localizado entre a divisa do estado de Goiás com uma dimensão adjacente.
Um cargo de extremo prestígio. Que lhe rendeu acesso a conhecimentos considerados perdidos pela humanidade. Como, por exemplo, o primeiro manuscrito da construção de Babel.
Algo trivial, visto por ela como algo entendiante para os ouvidos curiosos. Mas, no momento, se mostrará precisamente útil.
Seguindo a destruição emplumada, foi encontrado o que muitos vizinhos juravam ser uma residência de exímio prestígio. Agora, apenas um amontoado de entulhos.
A criatura pousava sobre a destruição com suas garras enrugadas e uma face azulada. Coberta por uma mistura pegajosa de fuligem e sangue.
Ao perceber o brilho das estrelas, acima de sua face, a mesma partiu em direção ao coração da floresta que envolvia a cidade. Berrando cânticos de extrema agonia.
Após muita procura, já no ápice do anoitecer, a criatura estava desacordada. Coberto com correntes de bronze por todo o seu corpo.
E ali, se erguendo orgulhoso de sua caça bem sucedida, estava o exilado. Agora, portando um sorriso vitorioso. Com seu prêmio abaixo de seus pés putrefatos.
Suas intenções eram de se banhar com sangue de sua presa, e devorar o coração sob a luz da lua cheia. Restaurando sua carne já degenerada, para continuar espalhando castigos entre os homens. Longe da vista de querubins e astarô.
Todavia, surgindo com uma lamparina em mãos, a dona do ateliê se aproximava. Portando vestes de autoridade e um olhar incisivo. Invalidando as ações do exilado, e ordenando sua retirada.
Argumentando que, após ingerir a rosa do deserto, sua natureza já não é mais humana. Tornando-se livre do pecado de seus familiares. Como assim escrito nas leis antigas.
Tal afirmação foi encarada pelo exilado como insolência diante seu nome. Que escolheu o caminho dos covardes, e partiu com uma fúria descomunal.
Mas a dona do ateliê nada fez, apenas permanecer à sua espera. E antes que qualquer agressão se concretizasse, um levante de mãos voltou-se contra o exilado.
Eram as almas adormecidas dos ramos das árvores, e velhas colegas de trilha da dona do ateliê. Que o arrastaram para a escuridão. Onde nunca mais se ouviu falar em seu nome.
Quanto a fera, a dona se aproximou com cautela. Retirando as correntes e limpando a sujeira em sua face.
Retribuindo a gentileza que sempre lhe foi entregue pelo jovem aprendiz. O alimentando com uma mistura de raízes fortes e camomila. Enquanto cantava uma canção de ninar.
Descanse, meu pequenino
Deixe a lua te guiar
Para longe das impurezas desta terra
Enxugando suas lágrimas
Como príncipe entre as estrelas
Lhes dando as boas vindas ao seu novo lar
Que sempre irá te acolher
Quando decidir repousar.
Pouco a pouco, o grosso da criatura foi se dissolvendo do corpo. Revelando uma nova forma. Não mais humana, ou similar a qualquer outra conhecida.
Este novo ser se eleva ostentando uma plumagem esmerada e lápis-lazúli percorrendo seus braços e costas, juntamente com um par de asas dispostas como um manto.
Sua pele tinha ganhado uma tonalidade rosada. Possuía olhos negros e profundos como a noite, com garras de três dedos no lugar das mãos e pés.
Todavia, aquilo que realmente destacava era o colar de penas douradas que se formava em seu pescoço até a altura dos seios.
Existia nobreza em sua monstruosidade. Um híbrido sem nome. Que apesar de assustado, ainda detinha sua velha paixão pelas descobertas.
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Na manhã seguinte, muitos foram os rumores sobre a verdadeira natureza das tragédias presenciadas na cidadezinha pacata.
Um mistério que nunca encontrou uma resposta exata. Sendo aceita qualquer justificativa insana que pudesse saciar a curiosidade entre os membros do clube de bordado.
Apesar de constantemente discordarem sobre a real natureza dos fatos. Com alguns defendendo a interferência do divino, enquanto outros diziam ser tudo fruto de um levante comunista.
Quanto ao beija-flor e a dona do ateliê, ambos decidiram permanecer unidos e partir para uma nova localidade pacata. Paralisando as confecções por toda a primavera.
Voltando às entregas apenas na primeira manhã de verão. Agora, com chegadas precisamente pontuais. Nem a mais, nem a menos.
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A veces, cuando le doy un masaje al Codelo, no un masaje propiamente, sino un cariño, un apretón, una quebradura de angustias, le distingo el esqueleto bajo la piel sobrante y me pregunto, suave y honesta y con inocua curiosidad, cómo se vería su esqueleto con tejido enjuto, cómo se vería su esqueleto subido a una bicicleta como en los museos de ciencia natural, cómo sus cúbitos y radios y su costillar de búfalo, si en esta vida le hubiera tocado nacer en otras condiciones, nacer Codelo, el mismo Codelo pero en distinto lugar, Codelo en San José de las Matas corriendo descalzo, jugando pelota, desayunando papaya, cenando habichuelas, Codelo romantizado bajo la luz de un Caribe indómito, Codelo taíno, Codelo quisqueyano, Codelo arriba de un guayabo y su organismo potencializado de vitaminas naturales en vez de Codelo americano esperando cada noche en la casa rodante a que su hermana acabe turno en el restaurante y recoja los restos de hamburguesas y papas fritas que cenarán los dos esa noche como todas las noches.
Me pregunto cómo se vería un Codelo activo, un Codelo resorte, de esos que se levantan de la cama a la primera, de esos que agitan los brazos, que aplauden para todo, que salen primero y regresan al final, que madrugan, que persiguen su propia sombra en la montaña, Codelo sudado y bañado mil veces, Codelo de espalda erguida, cabeza alta, fácil para agacharse, fácil para doblarse y para bailar, Codelo para insuflarle vida a la vida, Codelo energía alta, positivo, apresurado, jadeante, Codelo en acción.
Pero sé bien que la única apresurada, positiva y jadeante soy yo, yo, yo la que padece de impredecibles pensamientos continuamente al garete, la que en el fondo no ignora que un Codelo hiperkinético no sería Codelo, sino algún otro cualquiera de catálogo, no sería Codelo porque no sería pausado, no sería meditativo, manso, apesadumbrado animal, no sería este gigante bondadoso de bigote vaquero, hogareño ejemplar úrsido de patas atrofiadas, tesoro de gabinete de maravillas, veleidad del taxidermista que lo miró agradable, trofeo del cazador que decidió atraparlo.
Quiero muchísimo a mi Codelo. Muchísimo. Escribo sobre él casi todos los días y él ni siquiera lo sabe. Tal vez de pronto, a ratos, intuya algo. Tal vez algo cruja bajo ese grueso manto folicular. Quién sabe. Tal vez se entere de todo y me dé mi espacio. Cosas suyas, pensará. Cosas mías. O a lo mejor algún día, cuando me muera, por fin recorra mis diarios, libretas y publicaciones diversas, este blog, por ejemplo, y se entere de mis intereses honestos y de mis búsquedas ocultas y de este montón de inútiles opiniones a las que les viene sobrando todo lo que no sea la interlocución.
Y dé carpetazo a todo aquello y dedique el resto de su vida a mirarme adentro de su cabeza hasta convertirme en su pasatiempo favorito. Igual que hoy repite y repite sus mismos programas de siempre, así se la pasará imaginándome, reciclándome, sin incorporar elementos nuevos; en su cara una perfecta sonrisa de vaquero.
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Errar: Lisboa
Errar: Lisboa Paulo Romão Brás & Bruno Pereira (A Morte do Artista, 2023) «Errar… Lisboa», uma impressão breve da realidade. Reter, ou melhor, deter a breve impressão da realidade não terá sido o propósito inicial da dezena e meia de caminhadas que os dois fotógrafos errantes, Paulo Romão Brás e Bruno Pereira, realizaram por Lisboa. Acompanharam-se no olhar translúcido de uma cidade que há muito deixou de ser somente o espaço onde se habita, se trabalha, se desloca e se distrai. A cidade é um lugar onde, acima de tudo, se reconstrói e, por ela, se vai errando.
Longe vai o tempo da câmara escura e da projecção luminosa que, lentamente, ia impressionando a superfície metálica onde a prata cintilava. Na sua frente perfilavam-se circunspectas personagens, grande bigodaças ou saias compridas, farfalhosas. Apesar de tudo, esta rápida tecnologia em clara competição contra a demorada pintura dos retratos. As ruas das cidades, essas, deixavam-se menos fotografar, pois eram mais coisas do povo que da arte.
Contudo, a tecnologia lá foi digerindo séculos de rapidez e de custos, tornando-se cada vez mais popular. O nitrato de prata e as 36 fotografias dentro de um rolo deram lugar ao imediato e infinito mundo digital. O acesso livre à arte instantânea tornou-se democraticamente universal, armazenada em contentores colossais, guardada em satélites que, divinos, nos espreitam permanentemente a partir do grande espaço. Perdeu-se a conta às imagens repentinas de flores, gatinhos e pores-do-sol e a arte foi progressivamente abandonando a crítica, assumindo o falso compromisso estético de que o artista somos nós todos.
Porém, tal como os dois artistas o fizeram, também Lisboa, por ela própria, permaneceu a errar, sistematicamente, e a reconstruir as suas ruas sobre essa suposta falha contínua, sobre uma mole infinda de falsas belas fotografias partilhadas nas redes sociais onde, apesar de tudo, se esconde a centelha urbana de «a Utopia ou o Caos».
É nesse instante claro que as imagens de Bruno Pereira e Paulo Romão Brás vêm exigir ao espectador um tempo, solicitando a quem as olhe o modo necessário para deter, ou melhor dizendo, reter não a citada realidade mas a sua impressão, o seu código, a sua interpretação. Estas fotografias, nem landscape nem portrait, aproximam-se muito mais do velho ciclo das naturezas-mortas. Still Life. Se surgem transeuntes, aliás muito poucos, eles não são retratados, apenas conferem um elemento em ponto-morto para que o cenário, aos nossos olhos, se desloque ostensivamente do centro e nos mostre a periferia. Tal como a cidade que, dia a dia, é cada vez mais edificada a partir da periferia. Aí, no lado lateral, é que se encontra o respectivo cerne. “I Can´t Breathe” implora o unicórnio-balão esvaziado de hélio ou de atmosfera, esgaravata o cão no vidro que o impede de respirar. As montras grafitadas, os papéis rasgados, os cabeleireiros abandonados. O chão há muito repisado. Não estão devolutos, antes solicitam o exigível resgate. A sua figuração sugere uma espécie de fade out perante a realidade anterior que, afinal, já não representa; um facto tão parecido com os velhos daguerreótipos que, séculos depois, vão perdendo a luz que os impressionou, esquecidos de que as modernas fototecas já lhes interromperam o desvanecimento, restaurando-os, digitalizando-os, amputando-os do natural caminho para a total, final abstracção luminosa.
Mas os errantes Bruno Pereira e Paulo Romão Brás não se apresentam como taxidermistas das imagens. Eles apreciam, sobremaneira, a sua evolução, o seu princípio vital. A cidade de Lisboa que nos mostram talvez não tenha falhado assim tão redondamente. Talvez ela esteja simplesmente a emendar a mão e a seduzir-nos tentando contar a história da sua utopia ou do seu caos. Melhor, pelas fotografias de Paulo Romão Brás e Bruno Pereira, Lisboa tenta antes dissimular a encenação da sua utopia e a ética do seu caos.
João Eduardo Ferreira
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Assistir Filme Brilliantlove Online fácil
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Manchester é um fotógrafo lutado com charme para poupar que cai para o meio-dia, uma mulher doce, mas corajosa, que trabalha como taxidermista. O meio-dia também é atraído para Manchester, e juntos eles desfrutam de um relacionamento sexual descontroladamente entusiasmado que reflete seu amor inocente, mas profundamente apaixonado por um com o outro.
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Alunos das EMEBs João Simões e Vereador José Francisco Martins visitam museu
Na última sexta-feira, 14, 76 alunos do 3º ano do Ensino Fundamental da EMEB “Prof. João Simões” visitaram o Museu de História Natural. Eles foram recepcionados pelo biólogo, taxidermista e coordenador dos museus, José Carlos Simão Cardoso Júnior e participaram de uma aula sobre animais invertebrados e vertebrados, complementando o conhecimento já adquirido em sala de aula. Na quinta, 13, a…
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Las alas del deseo
Las alas del deseo https://ift.tt/SyYU6p4 by two_angels_in_a_trenchcoat Castiel se ha metido en problemas (de nuevo). Después de recibir una llamada desde el teléfono de Dean, el ángel ha decidido ir a investigar. Nadie sabe a dónde fué, ni qué investigaba, o si se encuentra bien. Esto no es un buen augurio. Menos aún cuando Castiel se encuentra en manos de un taxidermista dispuesto a obtener algo que nadie más ha conseguido: las alas de un ángel. (Sí, el fanfic se llama igual que la película). Words: 1849, Chapters: 1/?, Language: Español Fandoms: Supernatural (TV 2005) Rating: Teen And Up Audiences Warnings: Creator Chose Not To Use Archive Warnings Categories: M/M Characters: Castiel (Supernatural), Dean Winchester, Sam Winchester Relationships: Castiel/Dean Winchester Additional Tags: Dean Winchester - Freeform, castiel - Freeform, Hurt/Comfort, Castiel Loves Dean Winchester, Wingfic, Castiel Gets Wings Back (Supernatural), Dean Winchester Cooks, Dean Winchester has wings, Castiel goes hunting, Dean Winchester Loves Castiel, Español | Spanish, Protective Dean Winchester via AO3 works tagged 'Castiel/Dean Winchester' https://ift.tt/R9b2LO7 April 18, 2023 at 07:30PM
#IFTTT#AO3 works tagged 'Castiel/Dean Winchester'#Destiel#ao3feed#ao3feed Destiel#Destiel fanfic#Dean Winchester/Castiel#Castiel/Dean Winchester#Dean x Castiel#Castiel x Dean
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Mi calaverita
Hola muerte, tenía miedo por verte y caminar en penumbras.
No me refiero al limbo del altar o las catacumbas.
Esa penumbra que había en mi cama de hospital y hacia que la luna me mirara mal.
Esclavizado por las sábanas, olores fétidos y el tiempo en pausa, Hacían que yo solo pensará en la desgracia.
Sabía que tú, la muerte misma, vendrías por mí… Yo ya me quería ir, pero mi cuerpo seguía abogando por mí.
Mi nieto Mariano, me dibujaba mientras pensaba que escribir en su diario, acomodando palabras del principio y final del abecedario.
Pensando en lo extraordinario, sabía que me llevaría en su conciente imaginario.
No sientas pena por mí, muerte. Soy uno más que juega apostando su suerte.
Hoy canto a la muerte como Rubén Blades, dejó a mí familia y todos mis males.
¿Seguiré soñando en pozos abismales o con ángeles y auroras boreales?
No sé que es lo que haya esperándome, pues ningún hombre ha vivido para contarlo.
Tu ya sabes que es lo que pasa al otro lado, esperó me dejes pronto para dejar de sentirme atado.
Déjame probar las calaveritas y llevarme mis gotas para la nariz, así podré seguir respirando y oliendo las tortillas de Maíz.
Ya no podré caminar, pero volaré como los canarios de Sixta.
Y hoy probablemente ya no exista, tú me llevarás con tu túnica, conduciendo tal y como cuando era taxista.
Mis cenizas posaran en un recinto, postradas como la pieza de un taxidermista.
Soltando la última lágrima de mis ojos, me despido recitando ésto con gozo.
La vida dejara de ser un calabozo y me iré tranquilo para disfrutar de algo hermoso.
eL dOomsday.
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