Tumgik
#el camino del despertar
yaris712 · 1 month
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alquimistaliteraria · 6 months
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Me costó tanto perdonarme por todo lo que te permití.
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-Diario abierto-
Esa traición, tan profunda, fue como un puñal en el alma.
La noche, testigo de mi dolor, escuchaba mis súplicas de liberación. Mis lágrimas se convirtieron en mi almohada y en un sueño lúcido, una voz resonó: _"¿Qué sucede?"_. Entre sollozos le confesé todo, y la respuesta llegó suavemente: _"¿Por qué no te perdonas a ti misma?"_. Al despertar, el dolor se intensificó, era cierto, necesitaba perdonarme por mi permisión en nombre del amor. Fue una batalla interna, un camino difícil, pero decidí no ser prisionera de mi propio dolor. Acepté mis errores y me perdoné, y a su vez, le perdoné, aunque el perdón no signifique olvido.
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caostalgia · 1 year
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Amor.
El amor no es que te digan que te quieren, el amor es muchisimo más complejo.
Es buscar la forma de compartir el máximo tiempo posible juntos. Es hablar por horas y sentir que son minutos. Es no cansarse. Es pensar en la otra persona al despertar. Es sentir la confianza de contar algo que te duele o que te dolió. Es ver su sonrisa y saber que para ti siempre será la más bonita.
El amor es complejo, y abstracto, y complicado. El amor es muchas cosas. Pero muchas cosas bonitas en un tornado de emociones que a veces no tienen nombre.
Y he escrito un montón de veces sobre el amor, siempre de forma distinta, porque el amor también es algo indefinible, algo que tiene muchos significados y matices. Pero siento que esta vez hablo del amor con todas sus letras. Que hablo de ese amor que te golpea y te atrapa sin prisas, pero a toda velocidad. De ese amor del que al final siempre terminas pensando que no existe. De ese amor mágico.
El amor es muchas cosas, si, pero para mí el amor termina siendo una persona. Porque a veces no hay mejor definición que esa.
Porque a veces una persona engloba todo lo que para ti es el amor. Con sus pros y sus contras. Con sus desacuerdos y su apoyo. Con las palabras bonitas y con las que te dicen la verdad a la cara. Porque a veces coincides con personas que son deseos. Así, sin más, deseos y magia.
Siempre me han dicho que busco la manera de obligarme a enamorarme de las personas, de quererlas, de sentirlas. Solo porque me da tanto terror no sentir nada que me empeño en hacerlo, para al final no sentir nada real o duradero. Pero ahora sé que no es cierto, aunque solo me haya enamorado de forma arrolladora una vez, aunque haya querido fuerte solo un par más, aunque solo haya terminado sintiendo a esas personas aquí dentro.
Porque si, el amor es complejo y no se resume en que te digan que te quieren. Porque hay personas que necesitan algo más para sentir que hablan de amor. Porque yo soy de esas personas y no por ello mi amor o mi querer es menos real. Porque quizá solo no me había cruzado con la persona adecuada hasta ahora.
Porque ahora siento que hablo de amor y me aterra, pero sigo hablando de él. Me sigo sumergiendo en los sentimientos sin siquiera meditarlo mucho. Sigo dándole cuerda a todo lo que una persona conforma sin mirar hacia atrás y viendo un camino neblimoso justo enfrente. Porque no sé qué tiene preparado para mi la vida, pero si sé que sea lo que sea quiero que esa persona esté en ella el máximo tiempo posible.
Porque supongo que por fin hablo de amor de una forma menos abstracta, menos compleja y menos complicada. Porque supongo que a veces si encuentras a esa persona con la que conectas de tal forma que resulta imposible no hablar de amor.
Porque no puedo decirte que te quiero, pero si puedo decir que hablo de amor cuando hablo de ti. Y supongo que eso para mi tiene más peso. Porque querer va lento y son unas palabras que solo diría al hacerlo en todas sus formas y de la manera que siento que mereces. Porque mereces que te quieran bonito y eso lleva tiempo. Porque mereces un infinito y eso va despacio. Porque mereces la mejor versión del amor.
Katastrophal
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deepinsideyourbeing · 23 days
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(Des)Horas - Matías Recalt
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+18! MeanDom!Mati. Un poco de Brat!Reader, biting, CM/NF, (posible) dacrifilia, marking, sexo sin protección (kind of/mención de anticonceptivos orales), spanking, spitting, spit kink, breve aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Y cuento las horas Que no pasé a tu lado Son como hojas de un papel En blanco
El tren avanzaba con un suave balanceo sobre los rieles mientras observabas la forma en que el mundo exterior comenzaba a despertar.
El cielo todavía era de unos pálidos tonos grises y azules cuando en el horizonte vislumbraste los primeros rayos de sol, los cuales comenzaron a cegarte una vez que el vidrio empañado por el frío de la madrugada se despejó.
Los árboles bordeando las vías y las siluetas lejanas de algún pueblo eran una constante promesa de serenidad que hacía que tus músculos se relajaran, por no mencionar el ruido mental ahora nulo.
Contabas en voz baja cada camino de tierra serpenteante, los destellos de agua aquí y allá, las suaves colinas cada vez más pronunciadas.
-Veo, veo.
Parpadeaste rápidamente.
-¿Qué ves? - preguntaste sin dejar de admirar el paisaje.
-Alguien con cara de culo.
Volteaste para centrar tu atención en Matías, sentado frente a vos, sosteniendo su teléfono en una mano y el termo en la otra. Estaba concentrado en la pantalla, en lo que fuera que estuviera viendo allí, pero de todas formas se tomó el tan arduo trabajo de apreciar tu semblante para molestarte.
-Tengo sueño- explicaste, pasándole el mate que sostenías hacía siglos-. Y me colgué.
-Me di cuenta- dijo y arrojó el teléfono sobre su regazo-. Falta poco.
-Mentiroso.
Una advertencia cruzó su mirada, pero su postura permaneció igual de desenfadada y mientras jugaba con la bombilla del mate (curioso, pensaste, porque siempre te decía que no hicieras eso) examinó el resto del vagón vacío.
Llevaban horas sentados en la misma posición y el cielo, estrellado e iluminándose cada vez más con el correr del tiempo, era la única compañía.
-¿Querés dormir? Te despierto antes de llegar- ofreció mientras hacía lugar en el asiento disponible con lo que él creyó era el mayor disimulo.
Te divirtió recordar su audible protesta cuando ocupaste el asiento frente a él y la sutil sugerencia que te hizo sobre tomar su lugar: esto le habría permitido estar a tu lado sin delatar sus deseos, pero sabés que también le gusta estar junto a la ventana y por eso la rechazaste. Te pareció tentador dormir sobre su regazo o en su hombro, pero también molestarlo.
-Bueno.
Mientras recogía sus cosas para hacerlas a un lado, con una sonrisa de satisfacción que intentaba ocultar, buscaste una posición más cómoda en tu lugar y cerraste los ojos. Luego de unos instantes de tenso silencio volviste a abrirlos para encontrarte con su cara de molestia y sus ojos fijos en la pantalla del dispositivo nuevamente.
Una risa escapó de tu boca.
-Sos una boluda.
-No te enojes, tonto- estiraste una pierna y tocaste con tu pie descalzo su rodilla-. Vos siempre me hacés lo mismo y yo no me enojo.
-Es diferente.
Capturó tu pie y comenzó a masajearlo distraídamente.
-¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos?
-Vos, dormir.
-¿Y vos?
-No sé.
Ignoraste su intento de despertar tu curiosidad y obligarte a preguntar. Él continuó con el masaje en silencio, procurando ayudarte a relajarte porque sabía que necesitabas dormir –consciente de los días que llevabas sin pegar ojo–, fingiendo abstraerse en el paisaje del otro lado de la ventana y en los asientos sin dueño.
El silencio del ambiente y sus manos sobre tu piel eran como un somnífero y tus ojos se cerraban en contra de tu voluntad una y otra vez, tu cabeza caía repentinamente en más de una ocasión y él reía en silencio cuando te veía despertar sobresaltada. No recordaba cuándo fue la última vez que te vio batallar tanto para mantenerte despierta.
-Vení acá, dale.
El tono de su voz era firme y notaste un deje de preocupación que rara vez te permitía oír. Dejaste en tu asiento tu mochila y tu teléfono, como si existiera la mínima posibilidad de que alguien fuera a ocuparlo por accidente en caso de estar vacío, y cuando te sentaste a su lado tu cuerpo se mantuvo tan cerca del suyo como era posible.
-Despertame antes de llegar- le recordaste-, no quiero olvidarme nada.
Besaste su mejilla y cuando te recostaste sobre su hombro él besó tu cabello. Los minutos pasaron y Matías podía sentir la manera en que te relajabas, oír tu respiración ralentizándose y sentir la tensión abandonando tus dedos, cerrados débilmente sobre su brazo, pero sabía que aún estabas muy despierta y que probablemente no fueras a dormir en lo absoluto.
-¿Escuchamos música?- propusiste cuando ya llevabas varios kilómetros recostada en su hombro. El cielo vestía ahora con tonos rosados y los girasoles cobraban vida nuevamente-. ¿Mati...?
Estaba dormido.
Cuando te reincorporaste, lentamente y cuidando no despertarlo, permaneciste en tu lugar para contemplar su perfil. Mientras dormía juraste que podía ser un ángel, alguien diferente, sereno y desprovisto de sarcasmo, pero no estabas segura de querer que fuera así... Porque también era un ángel cuando te ordenó ponerte de pie cada dos horas -molestándose porque intentaste negarte y amenazando con castigarte- para recorrer el vagón.
La primera vez que preguntaste, cuando te hizo dejar tu asiento durante un vuelo, la única explicación que recibiste fue algo entre las líneas de “las pastillas”. No comprendiste qué intentaba decir y cuando te inclinaste hacia él para preguntar, argumentando que te sentías perfectamente bien, su respuesta fue:
-Porque yo lo digo. Punto.
Más tarde ese mismo día, en uno de esos escasos momentos en los que expresa verbalmente los motivos que lo preocupan, explicó que intentaba asegurarse de que no sufrieras una trombosis. Intentaste no reír por su expresión de horror y besaste su mejilla, conmovida por un detalle tan pequeño pero valioso, mientras él –avergonzado– intentaba apartarte.
Volviste a recostarte sobre su hombro, todavía recordando ese momento. No dormiste.
Horas más tarde llegaron a destino y se registraron en el hotel que Matías escogió sin comentarte los detalles. Mientras él se encargaba del papeleo vos te perdiste observando los cuadros expuestos en el salón principal, leyendo las inscripciones que los acompañaban, memorizando a través de las ventanas los detalles en el interminable y vacío jardín.
Durante el desayuno, con sus teléfonos apagados y olvidados intencionalmente en la habitación, te prohibió tomar café. Intentaste confiar en él y no protestar porque, después de todo y sin importar sus métodos, Matías sabe qué es lo mejor para vos... pero tu rostro te traicionó.
-¿Qué te pasa?- preguntó mientras sorbía de su taza.
-¿Por qué no puedo?
-Quiero que duermas bien esta noche.
-Son las diez de la mañana, Matías.
-¿Y…? Te conozco.
Escogiste morderte la lengua en lugar de argumentar en su contra y en tu mente se sucedieron las imágenes de los últimos días: café o una bebida energizante por la mañana, cerca de media tarde y también cuando el reloj marcaba las siete. Matías se aseguró de vigilarte, pero cualquier mínima oportunidad que tenías, la tomabas. Literalmente.
Tu novio dejó pasar tus contestaciones malhumoradas y tus expresiones de molestia, consciente del efecto de la falta de descanso, esforzándose por distraerte con las actividades del lugar y arrastrándote con él para una larga caminata. Si conseguía agotarte lo suficiente para que tomaras una siesta, su plan podría considerarse un éxito.
Estaba convencido de que lo había logrado hasta que salió de la ducha cerca de las cinco. Encontró la habitación vacía, la cama fría como evidencia de que te habías marchado hacía tiempo –y en absoluto silencio, tenía que reconocer tu habilidad-; depositó sobre la pequeña mesa de noche el vaso donde colocaron las flores que recogiste mientras caminaban, ahora colmado con agua, y abandonó la habitación.
Te sorprendió en el jardín, ocupando una de las mesas más lejanas y tecleando rápidamente sobre la pantalla de tu celular, en trance. Sobre el cristal descansaba una taza y Matías supo de inmediato que contenía restos de café. Tomó aire antes de recorrer la distancia que los separaba y carraspear para llamar tu atención.
-¿Qué?- preguntaste con fingida inocencia.
-¿Qué hacés?
-Nada.
Fue su turno de morderse la lengua.
-¿Estaba rico el café?
-Re.
Volteó para corroborar que nadie estuviera cerca.
-Escuchame una cosa- dijo mientras tiraba de tu cabello para obligarte a mirarlo-. ¿Yo no te dije que…?
-Tenía sueño.
Tiró más fuerte y evitaste quejarte. No querías darle la satisfacción.
-¿Y por qué no te quedaste durmiendo?
-No podía.
Te soltó bruscamente y tomó tu teléfono. Permaneciste en silencio sólo por la amenaza que dejaron entrever sus ojos, en el brillo de sus pupilas la promesa de una noche interminable, pero aún así resultaba tentadora la idea de seguir provocándolo, exigirle que te entregara tu teléfono, enloquecerlo en frente de otras personas, hacer que centrara toda su atención en vos.
Qué bueno que no lo hiciste, pensás ahora, porque no creés soportar más que esto.
En algún momento dejaste de contar las nalgadas, perdida en un mar de lágrimas y súplicas, pero Matías encontró una solución rápida y eficiente para no tener que escuchar tus lamentos: te despojó de tu ropa interior, que ya relucía con las gotas de tu excitación, para luego introducirla en tu boca.
De vez en cuando finge sentir compasión y sus manos se deslizan, con cariño y cuidado, sobre tu piel ya sensible; luego de unos segundos recuerda el café, la manera en que le faltaste el respeto desafiando su autoridad, ignorando y arruinando sus intentos de cuidarte, y reemplaza las suaves yemas de sus dedos con sus uñas no tan cortas para hacerte llorar.
Ignora tu cuerpo tiritando sobre su regazo y continúa sosteniendo tus muñecas contra tu espalda, empleando más fuerza de la necesaria. No le preocupa que te resulte doloroso, obvio, porque no le importa provocarte dolor y la prueba de ello son también los golpes en la parte posterior de tus muslos. Es una zona que procura evitar, consciente de cuánto cuidado necesitará posteriormente, pero…
-Cómo te gusta romperme las pelotas- reclama-. Siempre lo mismo con vos.
Por fin suelta tus muñecas, regocijándose con un último golpe que impacta entre tus muslos, para luego manipular tu cuerpo de manera brusca y arrojarte sobre el colchón. El impacto te hace quejarte y retirás la prenda de tu boca, sin ser consciente de lo excitante que es para tu novio ver que esta está empapada con tu saliva.
Las lágrimas se deslizan por tus mejillas como un río y caen directamente sobre las sábanas cuando las mordés, esforzándote inútilmente por soportar el ardor que recorre todas las zonas que Matías marcó sin consideración. Escuchás el lejano sonido de su ropa y suspirás, pero el alivio es fugaz porque pronto lo sentís sentándose sobre tus muslos.
Aún lleva puesto el pantalón y el material reaviva el fuego en tu piel.
-Calladita- ordena.
Tomás aire y reprimís un gemido cuando desliza su punta entre tus pliegues húmedos, presionando sobre tu entrada por unos pocos segundos, como una advertencia, para luego enterrarse en tu cuerpo con una estocada que te corta la respiración. Golpeás el colchón con tu puño y sentís su respiración golpear tu oreja cuando ríe, encantando con tu reacción.
La piel sensible de tus muslos arde tanto o más que tu entrada y tu interior estrecho –no importa, tu cuerpo siempre hace lugar para él- o tus ojos.
Matías te concede un momento, probablemente para cerciorarse de que podés con esto, pero pronto se deja caer sobre tu espalda y te sorprende con movimientos profundos y un ritmo que pretende torturarte más que otorgarle placer.
Es un castigo, lo sabés en cuerpo y alma, pero junto con tus lágrimas se escapan también un sinfín de gemidos. Su miembro llenándote por completo hace desaparecer el recuerdo de todas las noches que pasaste intentando satisfacer tu necesidad con tus dedos o con los diferentes e inútiles juguetes que sólo lograron frustrarte más.
Gemís su nombre una y otra vez y él muerde tu cuello. Tus paredes se contraen en torno a su miembro y su ritmo se vuelve irregular, jadea contra tu piel antes de liberarte y besar tu cabello entre suspiros; es algo que normalmente evitaría, siempre reacio a demostrarte cuánto poder tenés sobre él, pero todo el tiempo que pasaron lejos del otro también pesa sobre sus hombros.
Jurás que podés sentir las venas que recorren su extensión y la casi inexistente curva que provoca que roce tu punto dulce de manera constante. Intentás contenerte, fingir que todavía no delataste cuánto lo estás disfrutando, porque sabés que en cualquier momento podría retomar la sesión de spanking sin importarle cuánto necesita utilizar tu cuerpo. O peor.
Sus movimientos son lentos pero profundos, su punta besando tu cérvix y estimulándote sin más esfuerzo. Y aún así no es suficiente. Matías percibe la histeria, el hartazgo y tu impaciencia, todo con sólo observar la forma en que mantenés los ojos fijos sobre la pared frente a ambos.
Sabe que intentás sacar ventaja de la situación en lugar de empeorarla. También sabe que no podés. Sos más débil que él.
-Mati…
-No, callate.
-Pero…
-¿Qué?- pregunta casi en un grito-. ¿Qué querés?
Escondés tu rostro entre las sábanas y gemís.
-Más- suplicás moviendo tus caderas. Cuando rodea tu cuello con su brazo agregás:- Ya sé que estás enojado, pero…
Su mano impacta contra tu mejilla y te obliga a mirarlo. Ejerce presión hasta que tus labios se separan en contra de tu voluntad y sin pensarlo dos veces escupe en tu boca, sin permitirte tragar y disfrutando ver cómo parte de su saliva cae por la comisura de tus labios hasta tu mentón. Cerrás los ojos y sacude tu rostro con fuerza. Su miembro palpita en tu calidez.
-Sólo por esta vez.
Abrís los ojos, desconcertada, pero comprendés el porqué de su generosidad en cuanto abandona tu interior y se arroja de espaldas contra las almohadas.
Señala su regazo, invitándote, tentándote con su erección que brilla y gotea con la excitación de los dos –manchando su ropa de una forma que te hace morderte el labio-, pero no podés evitar mirarlo con recelo porque sabés cuánto va a doler.
-Elegí- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Esto o…
Dirige la mirada hacia las cuerdas que dejó junto a tus flores. No, negás rápidamente.
Toma tu cintura cuando te posicionás sobre él y sonríe (arrogante, hermoso, insoportable) mientras sigue tus manos temblorosas guiándolo hacia tu entrada. Te dejás caer hasta que su miembro desaparece casi por completo en tu interior y buscás apoyo en su pecho desnudo, el ritmo de tus caderas creciendo gradualmente.
Arroja la cabeza hacia atrás y sus uñas se clavan en tu piel.
El orgullo que llena tu pecho no es suficiente para olvidar el maltrato sufrido bajo sus manos y tus sollozos resuenan en la habitación junto con los obscenos sonidos de humedad provocados por sus cuerpos allí donde se unen. En otro momento un castigo sensorial sería la peor de las condenadas pero, después de semanas sin verse, te parece la mejor recompensa.
El placer nublando tu juicio no te permite saber que estás llorando y tampoco te deja ser consciente de la fuerza con la que te movés sobre Matías. Sólo sabés que se siente muy bien y lo repetís un centenar de veces, rogando porque él comprenda lo que intentás comunicar cuando tus palabras se cortan por tu respiración desesperada y errática.
El vaivén de tus pechos llama su atención y se felicita mentalmente por haberte despojado de toda tu ropa, -tu cuerpo desnudo resaltando todavía más tu vulnerabilidad y entrega- complacido por la facilidad con la que le permitís tomar el control. Ojalá eso bastara para perdonarte por desobedecerlo, ¿no?
-¡No!- te quejás cuando su palma golpea uno de tus pechos, dirigiéndose hacia el otro rápidamente-. Me duele, Mati, no…
-¿Y?- tira de tus pezones con fuerza y tus lágrimas caen sobre su abdomen. Puede sentir tus uñas rozando su piel-. Jodete por no hacer caso.
Interrumpís tus movimientos en un intento de detenerlo, esforzándote inútilmente en concentrar todas tus fuerzas para impedir que continúe con sus acciones, pero es más rápido, más ágil, más fuerte, así que capturar tus muñecas para él no es más que un juego. Tira hasta que terminás recostada sobre su pecho y planta firmemente sus pies sobre el colchón.
Gritás contra su clavícula cuando comienza a abusar de tu interior, aún sujetando tus muñecas entre su pecho y el tuyo mientras recorre con su otra mano la zona de tus costillas, tu cintura, tu cadera, finalmente encontrando su lugar en la parte posterior de tu pierna para dejar allí su huella.
Mordés su hombro para contenerte cuando el roce constante de su pelvis contra tu clítoris amenaza con llevarte hacia el orgasmo. Tus paredes se contraen aún más, succionando su miembro con desesperación, prácticamente imposibilitando sus movimientos, pero Matías continúa con su ataque sin importarle nada más.
Intentás preguntar, un hilo de palabras indescifrables dejando tus labios junto con su nombre y unos suspiros delirantes, pero no estás segura de su respuesta hasta que sentís sus labios besando delicadamente tu mejilla. Un acto de misericordia que termina por desdibujar la línea que separa el dolor del placer. Te desborda.
Los nervios de tu cuerpo son fuego puro y su miembro todavía deslizándose entre tus paredes –imposiblemente apretadas, calientes, más húmedas que nunca- es combustible. El ruido de piel contra piel es nulo cuando tus gritos eufóricos llenan la habitación, seguidos de unos patéticos sollozos acompañando su nombre y ese par de palabras que tanto disfruta oír.
Te amo jura contra tu cuello. No está seguro de que en tu estado lo comprendas.
El violento palpitar de su miembro es la única advertencia que recibís antes de sentir los hilos de semen que brotan, caen y te marcan como suya una y otra vez. Gemís y buscás sus labios, desesperada por un poco más de contacto, besándolo con voracidad.
Te obliga a romper la distancia para ayudarte a regular tu respiración. Tus ojos aún están repletos de esa bruma, tu razonamiento luchando por retomar el lugar que le corresponde.
-Perdón- decís contra sus labios-. Perdón, perdón, perdón.
-Ya está, ya pasó.
Sus nudillos acarician tu pómulo con suavidad, un roce casi inexistente, antes de que su palma acune tu rostro y sus dedos desaparezcan en tu cabello.
-Te extrañaba mucho.
-Yo también- seca una lágrima de tu mejilla y suelta una risa-. Sabés que podías decirme, ¿no? En vez de portarte como el…
-Sí- lo interrumpís-, pero llegaste del viaje re cansado y no quería hacer que te canses más.
Finge indignación.
-Dejame que te cuide, ¿sí?- besa tus labios ante tu protesta cuando se desliza fuera de tu interior-. Vos no tenés que preocuparte por nada.
Ignora su liberación goteando por tus muslos mientras te conduce lentamente hacia la ducha, también tu saliva secándose en su hombro y tus lágrimas aún frescas corriendo por su torso, porque no cree ser capaz de controlarse en caso de prestar atención a esos detalles.
Odia recordar que pasaron tanto tiempo separados, sí, pero el consuelo es poder recuperarlo de esta manera.   
Masajea tus hombros, tu espalda y tus piernas mientras el agua caliente corre por tu cuerpo, llevándose los vestigios de la noche y actuando como somnífero; besa tu piel con una dulzura exagerada, deteniéndose en las marcas que dejó, capturando juguetonamente entre sus dientes la carne de tu cadera, tus brazos, tu mejilla y tus labios.
Matías percibe el agotamiento en tu rostro y en tus respuestas letárgicas mientras sus dedos recorren tu piel para deshacer el bálsamo. La impronta de rojos y violetas que su mano dejó en tu cuerpo tardará en desaparecer, un no-tan-sutil y firme recordatorio de porqué siempre tenés que confiar en sus órdenes y ser paciente. Finge que no considera otro castigo para los días venideros.
-Tengo sueño- susurrás cuando se desliza bajo las mantas.
-Me di cuenta.
-¿Mañana podemos dormir hasta tarde?
-No.
-¿Por qué?
-Tenemos un taller de cerámica a las nueve.
-¿Tenemos?- soltás una risa de escepticismo-. ¿Vos haciendo cerámica?
-¿De qué te reís? Vos nunca hiciste.
-No, pero…
-Callate porque te hago cosquillas- amenaza.
Besás su mejilla.
El alivio lo recorre cuando minutos más tarde nota que estás, por primera vez en muchos días, profundamente dormida.
Dejo por acá esta historia que quedaba pendiente porque es de mi agrado informarles que... ✨por fin se me cayó una idea✨, así que ya voy a dejar de robar con publicaciones atrasadas. Espero que les guste y sí, ya sé, tengo que dejar de relacionar a Matías con Babasónicos 😔
taglist: @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @madame-fear @creative-heart ♡
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entusblog · 1 year
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Carta de despedida al amor de mi vida....
Sabes que siempre se me ha dado mejor escribir que hablar por eso he decidido despedirme así, si estás leyendo ésta carta es porque todos mis intentos han fracasado, ésta vez si he luchado, además más que nunca, prácticamente he llegado a arrastrarme y humillarme, he dejado correr el tiempo pero no me ha ayudado, he hablado con personas cercanas a ti pero me han confundido aún mas sobre tus sentimiento, he ido detrás tuya como jamás pensé que iría, pero todo ha sido en vano, me he estrellado una y otra vez contra un muro de piedra, ya me doy por vencido, no puedo seguir más así, tengo que comenzar a ordenar mi cabeza que desde que lo dejamos no sabe aún siquiera donde está, hasta ahora he estado como en un sueño, una pesadilla de la que me he intentado despertar una y otra vez y no lo he conseguido…
Por mucho que me duela o por mucho que no quiera a partir de hoy no me queda más remedio que empezar a olvidarte, olvidarme de tu pelo, de tus ojos, de tus miradas, de tus lágrimas, de tu sonrisa, de tus labios, de tus besos, de tus manos, de tus caricias, de tu voz, de tus te quieros, de tu mal genio, de lo cabezota que eres, de tu olor, de tus abrazos, de despertarme a tu lado, de las promesas que no he podido cumplir,Teníamos una historia increíble, una historia que era envidia de mucha gente, ahora me he dado cuenta de que mucha gente nos tenía envidia, envidia de que dos personas tuvieran un amor tan grande que ellas en su vida conocerán, envidia de que dos almas gemelas se hubieran encontrado, de que existiera el amor verdadero, el amor puro, donde no existían los intereses, el amor que solo puede surgir cuando dos niños que todavía no conocen la dureza del mundo se enamoran, una historia que empezó gracias a ti y que por mi culpa ha acabado…
Siento de verdad no poder ser tu amigo, pero es superior a mí, ha sido demasiado lo que he vivido contigo para verte como una simple amiga, de verdad que lo siento pero te prometo que intentaré saludarte si nos vemos, de verdad que intentaré no apartar la mirada, pero quiero que sepas que si lo hago es porque se me parte el alma cuando te veo, el simple hecho de tenerte delante y no poder tocarte es algo que me desgarra por dentro, si lo hago perdónamelo por favor…
Estoy seguro de que nadie te querrá nunca tanto como yo, pero deseo que alguien pueda hacerte feliz y pueda cumplir tus sueños, ojala hubiera tenido una oportunidad porque ese estoy seguro que hubiera sido yo, pero no ha podido ser, ya verás como alguien se cruza en tu camino.
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analisword · 7 months
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
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Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
Capítulo 2: https://www.tumblr.com/analisword/742809931904925697/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 3: https://www.tumblr.com/analisword/742966287515402240/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 4: https://www.tumblr.com/analisword/743085967194390530/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 5: https://www.tumblr.com/analisword/743445192395423744/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 6: https://www.tumblr.com/analisword/743445481826451456/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
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Capítulo 7:
Alana sintió aquél familiar calor recorrerle la nuca en cuanto escuchó la puerta de la sala cerrarse, usualmente ella y Enzo se intercambiaban mensajes durante el día, él solía invitarle a que tomara cosas del refrigerador si es que ella lo necesitaba y ella le daba ánimos cuando el chico se quejaba una y otra vez sobre tener que sentarse durante horas a que le hicieran el maquillaje para las grabaciones, sin embargo, después de la situación del otro día, Alana se había tomado el fin de semana entero sin pisar el edificio ni poner sus dedos sobre las teclas de la computadora.
Intentó escribir en su propia casa, pero no funcionó. 
No lo veía ni había conversado con él desde aquél día en el que Enzo había besado su cuello, los recuerdos de  aquella noche profanaban su mente más de lo que le gustaría admitir: Antes de dormir, al despertar, en la ducha, de camino al departamento de Enzo, cuando Sebastián la miraba, todo el tiempo. 
Guardó la laptop en su mochila y salió del estudio, se había preguntado cientos de veces durante el fin de semana si su relación con Enzo cambiaría de alguna manera después de lo que había sucedido, lo menos que quería era que su amistad se fracturara, y aunque sabía que no había estado bien la manera en la habían terminado aquella noche, no pensaba dejar de hablarle o escribir en su departamento, claro, siempre y cuando Enzo pensara igual. 
—Hola—Enzo la saludó animosamente en cuanto la vio ingresar a la sala, el peso imaginario que cargaba en sus hombros desapareció del cuerpo de Alana—. ¿Te gusta la comida thai?
—Es mi favorita. 
—Bueno, eso tenemos en común—dijo él acomodando las cajas en la pequeña mesa de la sala, había algo íntimo en comer con Enzo ahí y no en el comedor o en la cocina—. Pero es vegana, obvio—apuntó. 
—Lo supuse. 
Alana se sentó en el suelo y apoyó la espalda en los pies del sillón.
—¿Comes así siempre?
—¿Cómo?—preguntó Enzo con la boca llena de fideos, se veía adorable y Alana rió. 
—Pues aquí, en el suelo—dijo tomando una de las cajas de comida. 
—Eh, usualmente comía afuera después de grabar—dijo él una vez que tragó su comida—. Llevo meses viviendo acá y la primera vez que comí en el departamento fue el día de la pizza—sus mejillas se tornaron rojas, Alana no supo descifrar si era por la información que acababa de brindarle o por recordar aquella noche. 
—No te creo—se burló. 
—¡Es la verdad! Siempre como afuera, se me da fatal cocinar. 
—Bueno, esa ya es otra cosa que tenemos en común. 
—Si viviéramos juntos probablemente moriríamos de hambre. 
—Lo último que he hecho desde que vengo acá es morirme de hambre—replicó Alana mostrando el gigantesco plato lleno de fideos y tofu, Enzo soltó una carcajada. 
Una calidez agradable invadió su pecho, era un alivio que continuaran su amistad justo donde la habían dejado, Enzo no parecía tener intenciones de mencionar lo del beso en el cuello y ella tampoco pensaba hacerlo, estaba bien, podrían vivir del recuerdo. 
—Entonces…—dijo él jugando con su comida—. ¿Cómo te has llevado lo de escribir?
—Genial—respondió—. Te digo que el lugar que preparaste para mí es mágico. 
—¿Me dejás leerlo?—preguntó él con ojos suplicantes, Alana bajó la mirada, se sentía avergonzada, siempre le había dado vergüenza que la gente leyera lo que escribía antes de que fuera publicado, pero por alguna razón con Enzo era diferente, quería que la leyera, saber su opinión.
A veces se sorprendía a ella misma pensando qué pensaría Enzo después de leer ciertas líneas.
—Si quieres—murmuró ella elevando los hombros, queriendo no mostrar mucha importancia. 
—¿De verdad?—gritó emocionado, Alana rió y asintió. 
—Quiero leerlo ahora. 
—¿Ahora? Estamos comiendo—replicó. 
—Y quiero leerlo a papel—alzó las cejas.
—No traje papel. 
—Acá tengo yo, anda, decí que sí. 
—Bueno, está bien—dijo ella tan emocionada como Enzo por la reacción que había tenido—. Pero hasta que terminemos de comer. 
—De acuerdo—resopló. 
Alana lo miró fijamente, nunca se había imaginado lo divertido y espontáneo que era, claro que lo había visto un par de veces en entrevistas o cosas así, pero no tenía idea de la energía que emanaba, la mayor tiempo estaba contenida, Enzo era una persona bastante tranquila, pero podía ser una ola de emociones cuando se le daba la gana. 
—¿Y de qué va?—preguntó él minutos después. 
—¡Enzo!
—¡Sólo quiero saber de qué trata!
—Ya sabes…dragones y esas mierdas—respondió Alana.
—¿Dragones y esas mierdas?—preguntó Enzo riéndose con el mismo tono de voz que ella había empleado. 
—Sí—dijo ella. 
—Bueno, suena bien. 
Después de comer, Enzo se adentró con ella al estudio, abrió el armario y sacó de ahí la impresora. 
—Debí conectarla desde antes que comenzaras a escribir aquí—se regañó a sí mismo, Enzo colocó la impresora en el escritorio y se apartó, dándole oportunidad a Alana de volver a sacar tranquilamente la laptop, conectarla y buscar el archivo del manuscrito. 
—La historia va algo lenta—le advirtió—. Digo, apenas es el inicio, son apenas unas 60 páginas yo creo—dijo ella abriendo el archivo, ¿desde cuándo sus manos habían comenzado a sudar?
—Alana—la nombró con tono apelativo—. Sólo dejáme leerlo. 
—Bueno—dio imprimir y en menos de 2 minutos el pequeño bonche de hojas estaba listo, Enzo estiró la mano para tomarlo, pero Alana lo hizo primero. 
—Damelo, es mío—dijo él. 
—¿Ah sí?
—Sí, dámelo—en un dos por tres se lo arrebató de las manos, era obvio que eso sucedería, Enzo no sólo era más alto y grande que ella, también mucho más ágil. 
—Regrésamelo—replicó Alana, de pronto se sentía muy nerviosa. 
—¿Por qué te ponés así?—dijo él riendo, ahora Enzo tenía el brazo estirado sosteniendo las hojas mientras que Alana saltaba una y otra vez intentando atraparlas. 
—¿Así cómo?—preguntó casi fuera de aire. 
—Toda roja y enojada, parecés perro chihuahua—se carcajeó alzando más el brazo. 
—¡Devuélvelo! ¡Volveré a escribirlo!—gritó. 
Enzo dejó de reír y se llevó las hojas a la espalda. 
—¿Decís eso en serio?
—No…sí. 
—Lana, no tenés que escribirlo de vuelta, estoy seguro que es genial.
—¿Cómo me llamaste?—preguntó Alana con una mano en el pecho, intentando recuperar su respiración. 
—Ay, ya, toma—dijo él devolviendo las hojas—. Si no querés mostrarlo, está bien.
—Me dijiste Lana.
Enzo rodó los ojos y se puso colorado, ¿estaba nervioso?
—Me gusta, es lindo—dijo ella aferrando las hojas en su pecho. 
—Bueno, ya.
—Ten—le entregó las hojas—. Puedes leerlo, pero con una condición. 
—¿Cuál?—preguntó de manera apenas audible. 
—Tienes que ser sincero al respecto, ¿de acuerdo? Si te lo confío es porque pienso que serás honesto conmigo.
—Sos la mejor—dijo él tomando las hojas—. Gracias—antes de que Alana pudiera hacer o decir algo más, el chico depositó un beso en su mejilla y salió del estudio, dejándola hecha un lío. 
                                                             ˖⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺˖ 
Alana no recordaba haberse sentido así de feliz desde que se había mudado a Sevilla poco más de dos años atrás, sabía que la responsable de esa felicidad era la paz que la rutina que había establecido desde un par de semanas atrás le brindaba. 
Ella despertaba temprano, se alistaba, desayunaba con Sebastián y se iba directo al departamento de Enzo a escribir durante todo el día, en las noches Enzo volvía de grabar, siempre con deliciosa comida vegana que comían como desesperados, conversaban durante un buen rato, hablaban sobre cualquier cosa, sus respectivas vidas en México y Uruguay, películas, otros libros, sus hermanos y temas banales,  la mayor parte del tiempo lo hacían tirados en el suelo o mientras Alana imprimía lo que había escrito durante el día, Enzo había mantenido su promesa, era completamente transparente con ella y aunque la mayor parte adoraba lo que ella escribía y la llenaba de elogios, también arrugaba la nariz o negaba con la cabeza cuando leía algo que no le parecía, Alana lo cambiaba únicamente si lo creía necesario. 
Cuando se le hacía muy de noche Enzo la llevaba hasta casa,  otras noches, cuando ambos se encontraban muy cansados, ella simplemente se iba por su propia cuenta.
Funcionaban bien juntos, cada vez mejor.
Alana tragó un poco del huevo que Sebastián había preparado y una arcada la sorprendió, tuvo que tomar el vaso de agua y darle un trago rápidamente para intentar borrar el sabor. 
—¿Pasa algo?—preguntó Sebastián al notar su reacción. 
—El huevo sabe mucho a huevo—dijo ella sacando la lengua asqueada.
—Pero qué tontería, si es huevo, obvio sabe a eso—dijo él riendo. 
—Está como más fuerte el sabor, ¿no? ¿los hiciste diferente?—preguntó ella intrigada, desde días atrás los desayunos de Sebastián no le sabían tan bien como antes, se preguntaba si había cambiado algo en su método de preparación. 
—Los hice igual que siempre—dijo él—. Sabes, he notado que has estado comiendo menos, de seguro tienes un bicho en el estómago—dijo apuntándola con el tenedor. 
Alana tragó más agua, era verdad que desayunaba más ligero, no porque quisiera, si no porque la comida en casa ya no le sabía bien, se estaba acostumbrando a la comida del refrigerador de Enzo y a lo que él llevaba de cena. 
¿Y si era eso?
Nunca se había interesado mucho por la comida vegana, pero ahora que la había probado, se daba cuenta que cada que comía algo de origen animal el sabor era demasiado fuerte.
—¿Has pensado ser vegano?—preguntó Alana con curiosidad, Sebastián frunció el ceño al escucharla. 
—Claro que no, es una tontería. 
—Hay comida muy rica—aclaró. 
—Eres la persona menos indicada para decir eso, comes tu carne casi cruda. 
—Hace mucho que no—replicó. 
—Como sea, nunca sería vegano. Y espero que tú tampoco. 
—¿Por qué no?—preguntó. 
—Es malo para la salud, no obtienes los suficientes nutrientes—respondió Sebastián con tono de obviedad para después darle un sorbo a su Coca-Cola. 
Eran las 9 de la mañana. 
—Hay suplementos, para la proteína y eso—dijo Alana jugando con su desayuno, de pronto el apetito se le había ido. 
—Nah, no funciona, ¿de dónde estás sacando esas ideas?—preguntó el confundido. 
Irónicamente, él era mucho más delgado que Enzo, estaba segura que si se hacían uno de esos estudios costosos de composición corporal, Enzo resultaría más sano. 
—Ya, de ningún lado—dijo ella parándose de la mesa—. Gracias por el desayuno. 
—No comiste nada. 
—Como algo en el  camino—es decir, iba a atacar el refrigerador de Enzo. 
Sebastián murmuró algo.
—¿Qué dijiste?
—Nada. 
—¿Qué dijiste? No escuché. 
—Nada, que ya ni los huevos que hago te parecen. 
Alana rodó los ojos, no le apetecía discutir a esa hora de la mañana. 
—Tengo que irme ya. 
—Yo te llevo. 
Alana frunció el ceño, el chico no se había ofrecido en llevarla durante semanas.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque he estado yendo sola, no pasa nada—dijo nerviosamente, no quería que Sebastián supiera dónde vivía Enzo. 
—Anda, yo te llevo—insistió. 
—No, está bien—dijo Alana sacando las llaves de su bolsillo y guardándolas en la mochila—. Voy al baño y me voy.
Alana fue al baño y se echó agua en la cara, ¿era hora de contarle a Sebastián dónde había estado escribiendo en realidad? No, seguramente se pondría furioso, no quería ni imaginarlo. 
—Ya que no comiste nada te guardé unas cosas en la mochila—anunció Sebastián claramente dándose por vencido con la idea de llevarla. 
—Vale, gracias—Alana agradeció con una sonrisa fingida y salió de lugar.
Durante el camino a casa se Enzo se estuvo preguntando una y otra vez si era momento de contarle a Sebastián la situación, pero no podía convencerse así misma de hacerlo, sabía que se pondría furioso, tal vez ella no debió de permitir que esto se extendiera tanto sin que él supiera, pero si le hubiera dicho la verdad desde un principio, seguramente Sebastián hubiera hecho un drama, lo menos que quería es que su novio arruinara su amistad con Enzo, se sentía entre la espada y la pared. 
Negó con la cabeza varias veces, más tarde pensaría qué hacer, probablemente incluso lo hablaría con Enzo, Alana abrió la mochila buscando sus llaves, no las encontró. 
Se detuvo en seco, recordando como Sebastián le había dicho que le había echado comida, no había sido capaz de sacarle las llaves del departamento, ¿cierto?
Alana volvió a rebuscar sin obtener éxito, lo único que había en su mochila era su laptop, cargador y los contenedores de comida de Sebastián.
Alana sacó su celular y le marcó rápidamente. 
—¿Qué mierda?—soltó cuando Sebastián contestó. 
—Si quieres las llaves, ven por ellas y yo te llevo hasta la oficina—dijo desde el otro lado de la línea. 
—Estás loco—replicó—. No puedo creer que hayas hecho esto, tuve que tomar un taxi para venir hasta acá.
—¿Por qué no quieres que sepa dónde escribes?
—Porque no es de tu incumbencia, Sebastián.
—Eres mi novia. 
—Y este es mi lugar seguro—se sorprendió a ella misma diciendo. 
—Ven por las llaves. 
—No me las vas a  regresar a menos que te diga dónde queda la oficina, ¿cierto?—preguntó con ira. 
—Me conoces mejor de lo que yo a ti. 
—Pues vete a la mierda—le colgó. 
Apenas lo hizo, como por arte de magia, Enzo le llamó. 
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renecogitans · 8 months
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Recuerdos que lastiman
Querida,
En esta carta, plasmo los pensamientos que han estado danzando en el teatro de mi mente. Hace mucho que no compartimos palabras, y la realidad me susurra que debo liberarte. Entiendo que tu felicidad ya no encuentra su raíz a mi lado. Mientras mi corazón se agota, vierto estas líneas en mis notas para aliviar la carga que lleva.
Es grato saber que la vida te sonríe, mereces ese regalo, aunque mi sombra persista, y siento que mi última muestra de amor fue retirarme para contemplar tu dicha desde la distancia. Hoy, en la penumbra de mi existencia, evoco nuestras noches de risas y charlas, esos momentos en los que mi boca buscaba tu frente para expresar la alegría que emanabas. Reconozco que esos días no retornarán, pero en mi oscuridad, intento rescatarlos, recordándome que hubo instantes en los que la felicidad fue mi compañera. Uno de esos instantes era cuando nos acostamos y abrazamos aquellas frías noches de invierno, recordaras que siempre te decía que me hacías muy feliz, también te llamaba mi oasis (decía que mis malos momentos desaparecían junto a vos)
El recuerdo de nuestras vivencias me asalta en estos días sombríos. Lamento profundamente haber tenido que soltarte para que encontraras la dicha. En este juego de la vida, siento que perdí, y la justicia parece haberse extraviado en mi camino. Mi naturaleza aburrida y melancólica se teñía de colores con tu presencia, y hoy, en un gris constante, extraño la paleta de emociones que solías despertar en mí.
Finalmente, comprendo que no encarnaba lo que buscabas en alguien. Aunque mi amor por ti persiste, liberarte fue mi única opción para que hallaras lo que realmente anhelabas. Este desenlace apenado se convierte en mi epílogo, y me pregunto si merecía este destino o si es simplemente una página más del libro de la vida, donde las ecuaciones de merecimiento pierden su validez.
Con sincera tristeza,
Aquel a quien amaste
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thefuckingod · 2 months
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No te escribo, pero escribo de ti. En algún momento no quise volver a verte, pero te busque en todos los lugares a los que fui.
Tuve un despertar, que curiosamente llego a la hora de dormir. Cuan vacia estuvo mi vida... Pero ahora de nuevo, tengo ganas de escribir. La mujer que siempre fue mi musa, la luz al final del recorrido, el aire frio de un camino perdido.
Se acercó a mi, tomo mis manos, beso mis labios. Saco al niño timido y emocionado, que el hombre triste y amargado, un dia dejo encerrado.
Dormi con ella, nada banal, nada sexual. Dormi con ella, con sus mejillas en mi pecho, y mis brazos rodeando su cuerpo. La unica intimidad que he tenido en años, de esas donde si ella hubiese querido, mi alma habria quemado.
Vencio al insomnio, pude dormir, pude soñar.
Soñe que exploraba a orillas de un lago, y la miraba caminar, sobre el agua cristalina. Al tratar de alcanzarla, el peso del agua me hundia. A punto de ahogarme, ella venia, le pedia un beso y ella decía, nada de regreso a la orilla, porque si te beso ahora, tu ultimo aliento darías.
La bese y al hundirme y morir, a la realidad volvi, no pude evitar pensar, que si vuelvo a tener la oportunidad. Sin pensarlo, otro beso mortal, quisiera que ella me fuera a dar. Porque han pasado los años, y aun vuelvo a ti, porque la verdad del asunto, es que no te dejo ir.
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lx-ser · 4 months
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En la serenidad de la noche, el eco de tus risas y las palabras que compartimos resuenan como un susurro en mi memoria. Tus ojos, aquellos faros de mi vida, se han apagado en mi horizonte, y la distancia nos ha envuelto en un manto de soledad inevitable. Esta carta es para ti, por si acaso nuestros caminos no se cruzan más, para que recuerdes al soñador que te amó sin reservas.
En este rincón de nuestra historia, no pretendo ocultar mis lágrimas ni disfrazar mi dolor. Todos saben, o creen saber, lo que siento por ti, pero ninguno puede comprender la magnitud de esta tristeza que me consume. Hemos tenido nuestras diferencias, nuestras batallas silenciosas, y a pesar de todo, nunca pensé en rendirme. Las relaciones no son eternas como antes, y en esta época, los secretos de los viejos amores parecen olvidados.
Aun con todas las pruebas, mi amor por ti permanece intacto. Despertar contigo en nuestro pequeño refugio es un sueño que el tiempo no puede borrar. Mis letras siempre han sido para ti, desde nuestros días dorados hasta este momento de despedida. Si hubiera sabido que sería nuestro último abrazo, jamás te habría soltado. Me quedo con la esperanza de que algún día podamos reírnos del pasado sin rencores, celebrando los momentos que nos hicieron únicos.
En la distancia, sigo admirándote. Eres la musa de mi vida, la estrella que brilla en cada una de mis melodías. Sé que alcanzarás alturas insospechadas, y cada éxito tuyo será un motivo de orgullo para mí. Aunque nuestras vidas tomen caminos distintos, siempre llevaré tu nombre grabado en mi corazón.
"Siempre serás la melodía más hermosa en la sinfonía de mi vida."
Te deseo lo mejor, y aunque duele decir adiós, confío en que el destino sabrá si nuestros caminos deben encontrarse de nuevo. Te voy a extrañar, y en cada rincón de mi ser, siempre habrá un lugar para ti.
Adiós, que te vaya genial. ♡✨
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alasdepaloma · 2 years
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Quédate no sólo esta noche,
Quédate toda la vida a mi lado,
Te invito a levantarnos juntos
al despertar el alba,
Te invito a ver llover a las estrellas
cuando la noche se haga larga…
Quédate a mi lado siempre,
ya no te vayas…
Engendremos el amor a diario
y así, con las manos entrelazadas,
hagamos una visita a los más hermosos
atractivos del espacio…
Visitemos los caminos de lava
que el sol guarda entre sus rayos,
Los Lagos de mercurio
plateado que bañan a la luna
que seduce a sus enamorados,
Los fuegos artificiales
de la cola del cometa sublevado,
Viajemos por el incontable cosmos
y si es posible,
quedémonos a vivir
por algún afable rincón
de un planeta jamás visitado…
Hagamos el amor,
ven… Quédate conmigo…
No te vayas más…
Toquemos la puerta del olvido
para no tener —antes de lo nuestro—
ningún recuerdo ya…
Hagamos el amor y borremos
las memorias tristes,
las que no hagan ningún bien…
Márcame la noche
con tus apretados besos
que yo te tatuaré mi nombre
en tu futuro
en tu presente
y en tu ayer…
Sé mi hombre,
Mi quimera,
Mi realidad
Y mi oníria…
Ahoguémonos
en la Tierra Prometida,
Sé mi amante eterno
Que yo seré tú Ninfa…
Pero quédate por siempre…
Ya no pienses más…
Vida mía.
—PalomaZerimar.
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notasfilosoficas · 10 months
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"No tienes amigos. No tienes enemigos. Solo tienes maestros”
Filosofía Budista
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El budismo es una religión y doctrina filosófica y espiritual, nacida en India entre los siglos VI y IV a.C., que se extendió a gran parte de Asia y declinó su práctica en el país de origen durante la Edad Media.
La mayoría de las tradiciones budistas comparten el objetivo de superar el sufrimiento y el ciclo de muerte y renacimiento (samsara), ya sea por el logro del Nirvana o por el camino de la budeidad.
Existen dos ramas principales del budismo, la del Theravada (escuela de los ancianos) y la del Mahayana (el gran vehículo). El primero es una tradición dominante en el Sudeste asiático y el segundo principalmente en el este de Asia.
Una variante del Mahayana lo constituye el Vajrayana del cual el Budismo tibetano surge y se practica en los países de la región del Himalaya, Mongolia y Kalmukia.
A pesar de la enorme variedad que existe en las prácticas y manifestaciones que el budismo contempla, las escuelas budistas comparten varios principios filosóficos entre si, y una de ellas es la práctica del dharma, palabra sánscrita que se puede traducir como ‘ley religiosa’ o `conducta piadosa correcta’, de la cual podemos decir, se trata de un método o camino para alcanzar la iluminación o budeidad, cuya función es detener el ciclo de reencarnaciones para alcanzar el nirvana o estado pleno, la cual constituye una de las enseñanzas budistas fundamentales, usualmente representado por la rueda del dharma en donde cada rayo representa un elemento del sendero.
Dentro de la teoría budista, se afirma que no hay nada independiente, excepto el estado de Nirvana.
Todos los estados fisicoquímicos y mentales dependen y surgen de otros estados preexistentes. Es decir, todo surge y existe en un estado condicionado. Esta teoría constituye una formulación elaborada del proceso de la existencia, y de cómo los seres están atrapados por la ignorancia, en un ciclo de sufrimiento. En donde el término ignorancia debe entenderse como ‘falta de sabiduría’.
Mientras la ignorancia no sea erradicada, el ciclo de la existencia no cesa, y se repite en un proceso sin fin, en donde el camino budista del dharma, busca erradicar la ignorancia y romper esta cadena, llegando a alcanzar el Nirvana o el cese de esta cadena.
Buda Gautama, un asceta, meditante eremita y sabio, en cuyas enseñanzas se fundó el budismo, afirmó que era posible el cese definitivo del círculo de la originación dependiente y el renacimiento.
La meta entonces de la práctica budista, es el del despertar del samsara, para experimentar el cese de las emociones negativas, el sufrimiento y la verdadera naturaleza de la existencia.
Fuente: Wikipedia.
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leregirenga · 4 months
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Quiero recorrer los caminos de tu cuello, andar los senderos de tu clavícula, rosar con los labios el nácar de tu piel y despertar el deseo en ti.
Amo besar los rincones de tu cuerpo, perderme en el horizonte de tu dermis y extasiarme del placer que supura en ti.
Me gusta palparte, tocarte, sentirte, acariciarte y en un abrazo fundir nuestra pasión.
Leregi Renga
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nekirorgen · 9 months
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Tenía las manos bañadas en sangre. Temblaba, estaba muerta de miedo. Mi corazón agitado parecía detenerse. Y ahí, tirada en el suelo estaba ella, esa mujer, esa mujer que yo tanto odiaba, esa mujer que tanto yo envidiaba. El cuarto estaba oscuro, la luz de la luna era la que iluminaba el rostro inerte de esa persona. Todo era blanco, paredes, colchas, ventanas, techo... Hasta el perro pequeño que temblaba debajo de la cama era blanco con una que otra peca marrón. La había matado, la había desaparecido finalmente de mi camino. ¡Ah cuántas veces había soñado con ese momento! Pero, ¿es que acaso eso había sido un sueño? No. No lo fue. Y yo me preguntaba cómo es que había llegado hasta ese sitio, no lo sabía, de pronto ya estaba ahí con la sangre de esa pobre mujer cubriendo la piel que llevaba desnuda. Juro que yo no soy asesina. Juro que no soy una mala persona. Juro que había evitado a toda costa llegar hasta ese punto. Pero ya había cometido el homicidio. Y dentro, muy en el fondo mío, una carcajada de libertad se escuchaba. Me había liberado de esa sombra, había suprimido lo indeseable. Con ella muerta ese pasado se había borrado, ya no tendría por qué volver a escuchar su ridículo nombre, ni tendría que ver su molesta cara, esa cara llena de arrugas que en algún momento —sino es que en todos— llenó de filtros para parecer joven y hermosa. ¡Ja! Mujer tan horrenda. Ah, pero ahí estaba, ya muerta. Ya sólo era un deshecho sin latido. Brotaba del corazón la escasa sangre que le quedaba. Y yo, poco a poco fui despertando del trance mas no de la realidad, porque aquella escena era tan real como ese perro que me observaba, o como el viento que recorría mi cuerpo, o como esa única testigo: la luna. "Me descubrirán, debo irme", pensé. Pero no podía moverme. No podía mover mis pies, estaba pesada, muy pesada, tan densa como la alegría que embriagaba a todo mi ser.
Dos almas.
Pensaba en dos almas.
Un alma caótica, turbia, confusa...
Un alma pacífica, en armonía, en equilibrio...
Todos teníamos dos almas adentro. Reflexionaba en tanto limpiaba la sangre en las ropas que llevaba puestas.
Esta alma, ésta que se había atrevido a clavar ese puñal en la carne, en los músculos, en los órganos de esa mujer, sin miedo a nada, siguiendo sólo su instinto de placer, esa alma era el caos que habitaba en mí. ¿Y la otra? ¿Dónde había quedado la otra? No estaba aquí... No estaba aquí.
Y una pregunta aparecía como una luz intermitente frente a mí: ¿Cuál es tu fantasía jamás dicha?
Esa, esa era y la acababa de cumplir. Y es que, ¿no les ha pasado que a veces quisieran borrar el pasado de ustedes, o el pasado de otros que son importantes para ustedes? ¿No les ha pasado que quisieran matar ese pasado que lleva un nombre? ¿Desaparecerlo y... poder así tener un camino limpio en el presente, sin ningún rostro o apellido que haga mella en sus vidas? Sí, esa era mi fantasía y se había vuelto tan fuerte que separó mi paraíso de mi infierno y me llevó ahí, justamente ahí, a la posibilidad de tomar un borrador y desperdigar el pasado, soplarle y desvanecerlo en un latido muerto. "Qué distinta será mi vida sin ella interponiéndose en mi camino. Qué diferente será todo, porque esto, esto que está aquí, estos muebles, este cuarto, estas ventanas, ese televisor y todo lo que afuera de este cuarto se encuentra, será mío, tan mío como él... Tan mío como..."
"No... Esperen... Ese perro no es mío... Lo lamento, tú tampoco puedes estar aquí..."
Caminé hacia él... Tomé el cuchillo que yacía tirado cerca de mi pie derecho... Con mucho esfuerzo pude moverme. "Le haré un favor a él si desaparezco a esta bola de pelos...", pensaba. Entonces alguien abrió la puerta...
Alguien entró al cuarto...
Y tuve que despertar...
Tuve que abrir los ojos.
"¡Mamá!", escuché ese grito. El temblor volvió a mí. Me habían descubierto. ¿O no? No... No había sido así porque yo estaba de pie frente a ese sujeto que desgarraba su garganta y no podía verme. Nadie podía verme, sólo la luna y ese perro que tanto odiaba ya.
El alma tiene dos brazos y ese día el brazo que se alzó fue aquél que le dió luz verde a mi perversidad. Pero ahí seguía, de pie... Mirando a aquél que lloraba, y esa noche ya no sería tan sólo a la mujer y al perro a quienes mi fantasía quitaría la vida, sino también a ese pobre infeliz que trataba de revivir lo imposible.
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—Nékir.
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marias07 · 1 month
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🈲BNHA 3: Deku vs La sombra roja - Capítulo 37 (Final): El despertar de un héroe🟥☭
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Después de despertar del coma, Izuku Midoriya estaba listo para retomar su vida, no solo como un estudiante, sino también como un héroe profesional. El gatito negro que lo acompañó durante su batalla final saltó a la camilla de Deku, ronroneando suavemente, como si le diera la bienvenida de vuelta a la vida. Deku sonrió, acariciando al pequeño felino con gratitud, sabiendo que no solo había sido un compañero en la batalla, sino un símbolo de la esperanza y la resistencia que lo habían llevado a superar los desafíos más difíciles.
Los ojos de Deku comenzaron a moverse bajo sus párpados cerrados. Inko se inclinó hacia adelante, conteniendo la respiración. Lentamente, Deku abrió los ojos, parpadeando contra la luz que inundaba la habitación.
—Izuku… —susurró Inko, su voz temblando por la emoción.
Deku parpadeó de nuevo, y su visión se aclaró lo suficiente como para ver a su madre. Un débil pero sincero intento de sonrisa se formó en sus labios.
—Mamá… —murmuró con voz ronca.
Inko no pudo contener más las lágrimas y se lanzó hacia adelante, abrazando a su hijo con una mezcla de alivio y alegría. Raito, Natsuki y Michiko se acercaron también, sus rostros reflejando el mismo alivio y orgullo.
—Izuku, nos diste un buen susto —bromeó Raito, tratando de aliviar la tensión con una sonrisa.
Deku intentó reír, pero lo que salió fue un suspiro débil. Sus ojos se desviaron hacia el gato negro, que ahora estaba acurrucado a su lado, ronroneando con satisfacción.
—Tú… estuviste conmigo todo este tiempo, ¿no? —preguntó Deku suavemente, extendiendo una mano temblorosa para acariciar al gato.
El felino respondió restregando su cabeza contra la mano de Deku, como si confirmara sus palabras.
—Y no solo él —dijo una voz conocida desde la puerta.
Deku levantó la mirada y vio a sus amigos de la Clase 1-A, incluidos Ochaco, Todoroki y Bakugo, que entraban en la habitación, seguidos por varios héroes profesionales. Todos tenían expresiones de alivio y orgullo al ver a su amigo y compañero finalmente despierto.
—Bienvenido de vuelta, nerd —gruñó Bakugo, aunque había un brillo de genuino afecto en sus ojos.
Deku sonrió un poco más, sintiendo la calidez del amor y la preocupación de todos a su alrededor. Sabía que aún tenía un largo camino de recuperación por delante, pero en ese momento, rodeado de su familia, amigos y el pequeño gato negro que había sido su compañero constante, supo que no estaría solo.
Horas después de salir del hospital, fue recibido con una ovación por parte de sus seres queridos y los habitantes de Musutafu. La ciudad, que había renacido de las cenizas del terror y la destrucción, se había reunido para honrar a su héroe. En el centro de la plaza principal, erigieron una imponente estatua hecha del metal más resistente y brillante. La estatua retrataba a Deku en una postura victoriosa y determinada, usando la armadura negra que llevó durante la batalla contra Voz de Hierro. En su espalda, su fiel amigo gatuno se mantenía erguido, simbolizando la lealtad y el coraje compartidos. Deku, emocionado y con lágrimas en los ojos, agradeció a todos los presentes, sintiéndose profundamente conmovido por el amor y el respeto que le mostraban.
El sol brillaba con fuerza en el cielo despejado cuando Izuku Midoriya, acompañado por su madre y sus amigos más cercanos, finalmente salió del hospital. Después de meses de estar postrado en una cama, su cuerpo aún se sentía débil, pero su espíritu estaba más fuerte que nunca. Al cruzar las puertas automáticas, fue recibido por una ola de aplausos que lo dejó momentáneamente sin aliento.
Toda la ciudad de Musutafu parecía haberse congregado en las calles que rodeaban el hospital. Había personas de todas las edades, desde niños pequeños hasta ancianos, todos con sonrisas brillantes y ojos llenos de admiración. Las pancartas ondeaban en el aire con mensajes de agradecimiento, y flores eran lanzadas al paso de Deku.
—Izuku, míralo —dijo Inko con la voz ahogada por la emoción, señalando hacia el centro de la plaza que estaba a pocos pasos.
Deku siguió la dirección que su madre le indicaba, y lo que vio lo dejó sin palabras. Allí, en el centro de la plaza, se erguía un imponente monumento. Era una estatua de bronce, tan alta que parecía tocar el cielo, y brillaba con un resplandor metálico bajo la luz del sol. La figura representaba a Deku en su traje negro de batalla, la armadura que había usado durante su confrontación final con Voz de Hierro. Su postura era fuerte, con una expresión de determinación en su rostro. En su espalda, el fiel gato negro que había luchado junto a él, encaramado sobre sus hombros, con la misma expresión alerta y protectora que lo había caracterizado en la batalla.
Los ojos de Deku se llenaron de lágrimas mientras avanzaba hacia la estatua. Los aplausos aumentaron en volumen, y podía escuchar los vítores y gritos de alabanza de la multitud.
—¡Gracias, Deku! —gritó una niña pequeña, agitando una bandera.
—¡Eres nuestro héroe! —exclamó un anciano, apoyándose en su bastón mientras aplaudía.
Deku se detuvo al pie de la estatua, sintiendo el peso de la responsabilidad y el amor de todos aquellos que había jurado proteger. Alzó la mirada hacia su propia imagen en bronce, un reflejo inmortalizado de todo lo que había sacrificado y logrado.
—Izuku —la voz de All Might resonó entre la multitud.
Deku se dio vuelta y vio a su mentor avanzar hacia él, con una expresión de profundo orgullo en su rostro. A su lado estaban sus compañeros de la Clase 1-A, los héroes profesionales, y, por supuesto, su familia, incluidos sus primos que habían luchado codo a codo con él.
—Has logrado más de lo que jamás podría haber imaginado. Eres un verdadero símbolo de la paz, y este monumento… este monumento no es solo para recordar lo que hiciste, sino para inspirar a las futuras generaciones de héroes —dijo All Might, su voz llena de emoción.
Deku asintió, incapaz de hablar por la mezcla de sentimientos que lo invadía. Bajó la cabeza un momento, tomando un respiro profundo, y luego se volvió hacia la multitud. Con voz firme, pero cargada de gratitud, habló:
—Gracias… a todos. No soy solo yo quien merece este reconocimiento. Es gracias a todos ustedes, a mis amigos, mi familia, y a cada persona que nunca dejó de creer en un futuro mejor. Este monumento no es solo mío, es de todos nosotros. Prometo seguir luchando para proteger todo lo que amamos y asegurar que nunca más caigamos en la oscuridad.
El silencio que siguió a sus palabras fue roto por una ovación aún más poderosa. Deku, con el corazón lleno de orgullo y gratitud, se permitió sonreír ampliamente. El gato negro que había luchado a su lado, ahora en sus brazos, maulló suavemente, como si también aprobara las palabras de su nuevo dueño.
La ciudad de Musutafu era libre, y Deku sabía que con la reconstrucción de la U.A. y el espíritu indomable de sus habitantes, el futuro estaba lleno de esperanza.
Pasaron tres semanas y Deku comenzó a retomar su vida habitual. Pasaba tiempo con su familia, disfrutando de la compañía de sus primos, su madre, y sus amigos más cercanos. Además, adoptó oficialmente al gatito negro que se había convertido en su inseparable compañero. Durante este tiempo, Deku también se dedicó a entrenar, decidido a fortalecer su cuerpo y mente tras la dura batalla. Visitaba frecuentemente los monumentos que honraban su sacrificio y enviaba cartas a su amigo Ken Weathers en los Estados Unidos, compartiendo sus experiencias y los cambios en su vida.
Era un día tranquilo, uno de los pocos que había tenido en mucho tiempo. Tras semanas de recuperación y reflexiones sobre su batalla contra Voz de Hierro, Deku sentía que su vida estaba volviendo lentamente a la normalidad. Sin embargo, había una pequeña criatura que había estado a su lado todo ese tiempo, en silencio, observándolo con sus ojos dorados y llenos de curiosidad.
El gatito negro, que había sido su inesperado aliado en la batalla, ahora estaba sentado en el borde de la ventana, mirando hacia afuera como si estuviera evaluando si debía quedarse o partir. Deku lo observaba desde la cama, pensando en todo lo que habían pasado juntos. El gato no era simplemente un animal; se había convertido en un símbolo de su lucha, de la esperanza que nunca debía perder.
Decidido, Deku se levantó y caminó lentamente hacia el gatito. Este giró su cabeza hacia él, como si entendiera que algo importante estaba a punto de suceder.
—¿Sabes? —dijo Deku con una sonrisa, inclinándose para estar a la altura del pequeño felino—. Nunca te pregunté si querías quedarte conmigo.
El gato parpadeó lentamente, como si estuviera considerando la pregunta. Luego, con un movimiento ágil, saltó de la ventana y se posó en los brazos de Deku, que lo recibió con suavidad. El ronroneo que emergió del pequeño cuerpo del gato fue una respuesta clara.
—Supongo que eso es un sí —comentó Deku, riendo suavemente mientras acariciaba el pelaje negro y suave del gato—. No podría imaginarme estar sin ti ahora. Has sido un gran amigo, mucho más de lo que alguna vez pensé que sería posible.
Deku se sentó en su cama, con el gato acurrucado en su regazo. La calidez del pequeño felino era reconfortante, un recordatorio constante de que, incluso en los momentos más oscuros, había algo o alguien en quien confiar.
—Te debo mucho, pequeño —continuó Deku, hablando en voz baja—. Me salvaste en más de una ocasión, y no solo físicamente. Me diste valor cuando más lo necesitaba. Creo que es hora de que formalicemos esta relación, ¿no crees?
El gato levantó la cabeza, mirando a Deku con sus ojos dorados, como si comprendiera cada palabra.
—Entonces, es oficial. A partir de hoy, eres parte de mi familia —anunció Deku con una sonrisa—. Tendrás un lugar seguro aquí, conmigo, siempre.
El gato pareció asentir, acurrucándose más en el regazo de Deku y cerrando los ojos con satisfacción. Era como si ambos hubieran llegado a un acuerdo tácito, uno que no necesitaba palabras, solo el entendimiento mutuo de que estaban destinados a permanecer juntos.
Deku, aún sonriendo, se levantó con el gato en brazos y lo llevó a su escritorio. Allí, sacó un pequeño collar que había comprado días antes, uno sencillo pero con una pequeña placa grabada con el nombre que había decidido darle.
—Aquí tienes, compañero —dijo, colocando suavemente el collar alrededor del cuello del gato—. A partir de ahora, serás conocido como "Kage", en honor a la sombra que se mueve rápida y silenciosamente, pero siempre está presente.
Kage miró a Deku, como si aceptara con dignidad su nuevo nombre. Luego, saltó del escritorio y comenzó a explorar la habitación, moviéndose con esa gracia felina que siempre había fascinado a Deku.
—Bienvenido a casa, Kage —susurró Deku, sintiéndose completo de una manera que no había experimentado en mucho tiempo.
A partir de ese día, Kage no solo fue un gato, sino un símbolo de todo lo que Deku había superado y de todo lo que estaba por venir. Juntos, enfrentarían cualquier desafío que el futuro les deparara, sabiendo que no importaba cuán oscuras fueran las sombras, siempre habría luz en su hogar.
Un día, mientras repasaba sus actividades como héroe y se preparaba para su trabajo, recibió una carta de aceptación de la U.A. La carta anunciaba que la escuela había sido completamente reconstruida, con nuevas instalaciones más seguras y de alta tecnología. La U.A. ahora contaba con ascensores gigantes, un sistema de reubicación en caso de emergencia, y aulas ajustables que se podían adaptar a diferentes necesidades.
Cuando Deku llegó a la U.A., fue recibido con entusiasmo por todos sus compañeros de la Clase 1-A, quienes lo vitoreaban mientras caminaba por los pasillos. Al entrar en el aula 1-A, se sorprendió al ver que el número de asientos había aumentado de 20 a 40. Aunque no sabía exactamente por qué, comprendió que la U.A. estaba más comprometida que nunca en preparar a los mejores héroes del mundo.
En diferentes rincones del mundo, jóvenes estudiantes se preparaban para un nuevo día en sus respectivas escuelas, sin saber que compartían una conexión invisible con los héroes de Japón.
Estados Unidos
Una mano firme ajusta un par de guantes rojos y azules sobre una mesa llena de libros de texto y carteles de héroes famosos. La bandera americana ondea en el fondo mientras el estudiante, cuya figura robusta se destaca contra la luz del amanecer, guarda su libreta en una mochila. Una silueta alta y atlética se mueve con determinación hacia la puerta, su sombra proyectándose sobre un poster de All Might, símbolo de inspiración para todos.
México
El ruido del tráfico y la música mariachi se cuelan por la ventana de un pequeño departamento. Un par de botas bien pulidas se plantan con fuerza sobre el suelo. Manos morenas cierran una mochila que muestra los colores de la bandera mexicana. El estudiante, vestido con un uniforme de tonos verde y blanco, ajusta su cinturón antes de salir hacia la puerta, donde un rosario cuelga en la pared, un recordatorio de fe y valor.
España
Un par de manos colocan cuidadosamente una bufanda roja alrededor de un cuello esbelto. En una habitación decorada con carteles de héroes de todo el mundo, un joven estudiante ajusta su chaqueta, el uniforme escolar limpio y elegante. En un rincón, una guitarra española descansa contra la pared, junto a una bandera rojigualda. El estudiante toma un último vistazo a su reflejo, donde la determinación y la pasión se reflejan en sus ojos, antes de salir por la puerta.
China
La cámara muestra unos zapatos alineados perfectamente a la entrada de un modesto apartamento. Un uniforme bien planchado es recogido con cuidado, y una mano delicada ajusta el broche de una chaqueta. En el fondo, el ruido de la ciudad y el murmullo de voces en mandarín llenan el aire. Un estuche de madera, adornado con caracteres chinos que simbolizan "fuerza" y "sabiduría", es cerrado y guardado en una mochila. La figura del estudiante se desliza silenciosamente fuera de la habitación, dejando tras de sí un ambiente de calma y disciplina.
Finlandia
En una cabaña rodeada por un vasto bosque nevado, un joven se envuelve en un grueso abrigo gris. Las manos enfundadas en guantes de lana ajustan un gorro que cubre su cabeza. Afuera, el viento aúlla y la nieve cae en copos silenciosos. Unos ojos claros y decididos observan el paisaje invernal a través de la ventana antes de que la figura se coloque la mochila sobre los hombros y salga hacia la helada mañana.
Rusia
Una figura envuelta en un abrigo de piel se inclina hacia una mesa, donde un cuaderno lleno de notas escritas en cirílico yace abierto. La cámara enfoca unas botas pesadas que dejan huellas en el suelo de madera. Una mano enguantada se cierra con fuerza sobre una bufanda antes de envolverla alrededor del cuello del estudiante. Afuera, el viento azota las ventanas, y una bandera rusa ondea en la distancia. La figura se detiene un momento, mirando un retrato de un héroe ruso en la pared, antes de salir por la puerta con un sentido de resolución.
Italia
En una habitación a media luz, un uniforme escolar está cuidadosamente doblado sobre una silla. Una mano temblorosa lo recoge, los dedos acarician la tela como buscando consuelo. La cámara enfoca unas zapatillas desgastadas que se arrastran sobre el suelo. Afuera, el sol se filtra débilmente a través de las cortinas. El estudiante, cuya figura parece encorvada por un peso invisible, se coloca el uniforme con lentitud, su respiración entrecortada. Una fotografía borrosa en la mesita de noche muestra a una familia feliz, pero el rostro del estudiante permanece oculto en sombras mientras sale lentamente de la habitación, dejando un aire de tristeza palpable.
Finlandia
En un entorno similar al mostrado antes, otro joven finlandés ajusta su abrigo, pero esta vez con un toque de energía y entusiasmo. Las mismas botas robustas crujen sobre la nieve mientras el estudiante sale con pasos decididos hacia el frío exterior. La cámara sigue sus movimientos ágiles mientras avanza hacia el bosque, donde un rayo de sol ilumina su figura, resaltando la pureza y la fuerza que la naturaleza de Finlandia le ha inculcado.
Cada uno de estos estudiantes, en su respectivo lugar del mundo, sentía la responsabilidad y el deber de continuar el legado de los héroes que les precedieron. Sin importar las diferencias culturales o las distancias, todos compartían un mismo destino: proteger y servir a los demás, cada uno a su manera, cada uno con su propia carga, pero todos con la misma determinación.
¿Quienes serán?
Con una mezcla de emoción y determinación, Deku se sentó en su nuevo asiento, listo para enfrentar los desafíos que vendrían, sabiendo que no estaba solo. Estaba rodeado de amigos, mentores, y un fiel compañero que le recordaba que, sin importar cuán oscuras fueran las circunstancias, siempre habría luz al final del túnel. Musutafu era libre otra vez, y con Deku a la cabeza, el futuro de la ciudad y del mundo de los héroes nunca había sido más prometedor.
☭🧧Fin🧧☭
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kadecinkwolf · 11 months
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Había algo en ti que me llamó la atención desde el primer momento en que te vi. Tu carisma, tu presencia imponente y la manera en que sonreías cuando estabas perdido en tus pensamientos. Fue en ese instante cuando pensé que tenía que conocerte, descubrir qué se escondía detrás de esa mirada intrigante y adentrarme en el universo de tu ser.
Así fue como nuestros caminos se cruzaron y comenzamos a conocernos. Cada encuentro, cada conversación, cada risa compartida, me empujaban hacia un sentimiento que crecía en mi corazón, y comencé a desear que ese sentimiento fuera correspondido. Ojalá nos enamoráramos, pensé constantemente, anhelando que el amor fluyera de manera mutua y profunda entre nosotros.
Y así fue como, poco a poco, nuestros corazones se entrelazaron en una danza de pasión y ternura. Nos enamoramos, compartimos sueños y realidades, construimos un puente de confianza y entendimiento. Me sentía afortunado de estar viviendo uno de los capítulos más hermosos de mi vida. Cada latido eran tus suspiros, y cada pensamiento se llenaba de tu nombre.
Sin embargo, a veces, en medio de la euforia del amor, la incertidumbre hacía acto de presencia en mi mente. ¿Será posible que todo esto sea solo producto de mi imaginación? ¿Podría despertar en cualquier momento y descubrir que todo lo que vivimos era solo un sueño fugaz? Me repetía a mí mismo que era imposible, que nuestro amor era real, pero una pequeña sombra de duda se quedaba flotando en mi mente.
Pero un día, mientras nuestros cuerpos se encontraban en un abrazo apasionado y nuestras miradas se fusionaban en complicidad, supe que no estaba soñando. Cada beso, cada caricia, cada momento compartido confirmaba que lo que experimentábamos era tan real como el latir de nuestro corazón. Lo que vivíamos era un amor tangible, genuino y verdadero, que iluminaba nuestras vidas y nos llevaba a nuevos horizontes.
Fue en ese momento que comprendí que amar y ser amado es una de las más grandes bendiciones que puede experimentar un hombre. A través de ti, aprendí que amar es entregarse sin miedo, abrir el corazón y dejar que las emociones fluyan. Pero también entendí que ser amado, sentirse valorado y aceptado en cada aspecto de nuestra existencia, es un regalo invaluable que nos trae alegría y plenitud.
Así que, decidimos juntos seguir adelante en este camino de amor, donde el amar y ser amado se fusionan en una conexión profunda y eterna. No podemos adivinar el futuro, ni sabemos qué obstáculos nos esperan, pero mientras estemos juntos, todo estará bien. Amar y ser amado se han convertido en nuestro todo, en la fuerza que nos impulsa a superar cualquier adversidad.
Y así, construimos nuestra propia historia, basada en la magia del encuentro de dos almas que se atrevieron a amar. Atravesamos risas, desafíos y momentos de vulnerabilidad, pero siempre con la certeza de que juntos somos más fuertes. Porque amar y ser amado lo es todo, y en ti encontré esa plenitud que tanto anhelaba.
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vickdrake · 8 months
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¿Te conozco?
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Jake abrió los ojos encontrándose con el molesto brillo de su computadora, con aquellos códigos que habían quedado sin descifrar después de que cayó inexplicablemente dormido sobre la mesa.
No recordaba el momento exacto en el que había caído en el mundo de los sueños, pero sabía que se debió a un descuido que no tenía que volver a suceder. El cansancio llegó a pasarle factura después de meses sin dormir adecuadamente o más bien sin dormir en absoluto.
Hizo sonar su cuello, dejando salir un gruñido de alivio antes de mirar por la ventana de la habitación del hotel. Era otoño, las hojas caían marchitas de los árboles, indicando que el invierno se acercaba y que todo lo viejo debía desaparecer para dejar paso a un nuevo comienzo.
Sus perseguidores parecían estar cada vez más cerca, siempre colmándole la paciencia y haciendo que cambiará de escondite más seguido. Cuando despertó su primera preocupación había sido fijarse en dónde se encontraban, pero se sorprendió al ver que todavía no habían captado su señal, que aún estaban bastante lejos de él.
“Extraño” pensó.
Se reclinó en la silla, con los brazos cruzados y la mirada perdida en la esquina de la habitación mientras recordaba un sueño aún más extraño que el hecho de que sus perseguidores no hubieran ya tocado la puerta (aunque realmente nunca tocarían, lo más probable era que la rompieran).
¿Has escuchado de las personas que no sueñan? Jake era una de ellas. Los sueños no eran recurrentes en su vida desde que era pequeño.
Y te voy a decir otra cosa, de niño, Jake temía a sus sueños porque siempre eran demasiado reales.
Esta vez resultó ser un sueño dentro de otro sueño.
Allí también había estado durmiendo como si no tuviera preocupaciones en el mundo más que descansar, pero la diferencia fue que esta vez no se encontraba solo.
Una chica que irradiaba tanta luz como belleza acariciaba su cabello mientras abría los ojos.
—Buenos días, dormilón. Nunca te había visto dormir tanto como hoy —dijo ella, sonriendo con diversión y ternura al enredar sus dedos en los mechones que cubrían los ojos de Jake—. ¿Querés contarme que estabas soñando? Casi pensé que no te ibas a despertar.
Él mismo había pensado que le resultaría raro encontrar a una mujer extraña a su lado, hablándole como si se conocieran desde hace mucho tiempo, pero su cuerpo, su mente, habían reaccionado de una forma diferente, terminando por rodear con un brazo la cintura de ella y aproximándose para besarla.
—Espera, espera, todavía no me lavé los dientes —La mujer protestó, riéndose mientras él le dejaba besos en el cuello y en sus mejillas al querer buscar sus labios.
—No me importa —Se escuchó a sí mismo decir al mismo tiempo que conseguía hacer que ella se quedase quieta para poder besarla con hambre.
Ella se había quejado diciendo que aquello era asqueroso, pero a él le importó poco y nada.
En sus sueños tenía una vida con ella, ambos eran felices y Jake recordaba haber reído como no se había escuchado a sí mismo en años.
A través de los trucos que le jugaba su cabeza, consiguió sentir el calor humano de alguien más por un lapso de tiempo que se sintió como décadas. Le pareció que era la vida de alguien más, de alguien completamente ajeno a él pero que al mismo tiempo tenía todo que ver consigo mismo.
Recordaba sus delicados dedos sobre su cara, dibujando caminos por su pecho, recorriendo juguetonamente su cuello y trazando la forma de sus cejas de forma tranquilizadora.
Descubrió que un anillo de compromiso se encontraba en su dedo anular y un sentimiento de orgullo, alegría y un amor desbordante le invadió en cuanto vió aquella imagen. Su novia, su chica, su prometida. O más bien, la prometida de aquel Jake que si tenía una vida feliz y libre.
Su propia mente jugando con él, recordándole que jamás tendría una vida como esa, que antes terminaría pudriendose en una cárcel o muerto, enterrado y olvidado.
Después de un tiempo olvidó el sueño.
Olvidó por completo el rostro de la chica, el aroma de su cabello y la sonrisa que se convirtió en la cosa favorita de Jake por al menos unos cinco minutos después de que despertó.
Siguió huyendo porque era lo que mejor sabía hacer, lo único que podía hacer y no se permitió volver a dormir.
Pero… Una tarde, casi un año después.
Una fragancia invadió sus fosas nasales cuando la puerta del Rainbow coffee se abrió.
Una esencia de rosas, jazmines y… sal del mar.
Parecía una mezcla extraña, aunque cobraba sentido en cuanto comenzaba a recordar cada detalle de sus sueños.
Los pétalos de rosa que ella ponía en sus libros para que quedarán disecados, los jazmines que tanto le gustaban y que Jake le dejaba al lado de la almohada cada vez que tenía que volver a huir, y la sal del mar de aquella playa donde él decidió que quería pasar el resto de su vida estando a su lado, aquella playa donde en cuanto la vio salir del agua con su ropa y cabello mojados, riéndose y tirándole agua, él se quedó tan hipnotizado que las palabras salieron solas de su boca.
“Cásate conmigo”.
Había pasado un tiempo desde que la mina de hierro se había incendiado con Richy Rogers y Jake dentro, Hannah estaba recuperándose lentamente después de que habían logrado rescatarla y el resto de sus amigos trataban de ser fuertes por ella pero al mismo tiempo no podían ignorar el dolor de la muerte de Richy.
La mujer que había ayudado al grupo y al hacker, decidió tomar distancia aunque no perdió el contacto con ninguno. No se metió donde no la llamaron, reconfortó a los que fueron a ella y un día finalmente decidió que era hora de decir adiós.
Jake observó desde una mesa como ella entraba en la cafetería, como todo en ella le parecía tan increíblemente familiar incluso cuando jamás la había visto en su vida y también como podía sentir en lo más profundo de sí que él conocía cada lunar, cicatriz y marca de su cuerpo.
No le importó parecer un demente mientras la miraba, no tuvo interés en tener cuidado ya que se vió inmerso en la expresión perdida de su cara al mirar por la ventana, en como tamborileaba sus dedos en la mesa y luego como se llevaba la taza de café a los labios.
Quería tocarla, llamarla, decirle todas aquellas palabras que sólo le había dirigido por mensaje, descubrir si su cabello era realmente tan suave como en aquel sueño, si sus manos en serio irradiaban ese calor reconfortante.
Luego notó que ella ya no miraba la taza de café o a la gente pasaba por la calle sino directamente a él.
Su corazón comenzó a acelerarse y sintió como el latido le llegaba a los oídos, provocando también que su respiración se agitase.
“Te conozco”
Sus piernas se movieron solas, haciendo que se levantase para ir detrás de ella en cuanto la vió agarrar sus cosas y dirigirse a la cajera para poder pagar. No se acercó, no queriendo llamar demasiado la atención, pero fue inevitable para la mujer asustarse cuando lo encontró a unos metros lejos de sí misma. Por supuesto debía haber adivinado que era él en algún punto.
Jake se dirige hacia la puerta para abrirla, pero vuelve su cabeza su dirección sólo para hacerle saber que la está esperando. La ve dudar, observarlo, analizarlo, y él entiende que ella se pregunta si no está equivocada sobre quién es. Comienza a acercarse, sin quitar sus ojos de él, lo observa con detenimiento, con paciencia y Jake tiene que controlar el impulso de rodearle la cintura y apretarla contra su cuerpo en cuanto quedan enfrentados.
Ninguno dice nada. Se comunican por medio de miradas. Él piensa en lo que quiere decirle y parece funcionar, pareciera entenderlo, porque el ceño fruncido de ella se suaviza.
“Te amo” susurra un rincón de su mente y sonríe ligeramente.
Nadie más en la cafetería es importante, ella opaca a cualquier otra persona y hace que olvide que han estado mirándose por un rato, lo que lo despierta es su voz que pronuncia un suave “gracias” antes de pasar por la puerta e irse.
Jake la ve alejarse, pero sabe que ella espera que la siga así que no pierde el tiempo y con una sonrisa más notable, cierra la puerta de la cafetería y mientras se mete las manos en los bolsillos decide que desde el principio ella siempre fue su destino.
Pd: Esta historia está ligeramente vinculada a “With or without you”. Aún no está traducida al español, pero lo estará pronto.
Sólo por si quieres seguir leyendo y aún no has visto el otro lado de la historia -> With or without you
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