#desde la última vez que hablaron :')
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h. ¿Qué haces en mi habitación? [@sskcng]
"Un error honesto," responde cuando ya es demasiado tarde, cuando equivocación le hace entrar en un sitio que claramente, no es el propio, a pesar de que lleva un par de segundos allí, el tiempo que le tomó recorrer lugar con la mirada y darse cuenta de error. "Y la inconveniencia de que estas puertas se abran tan fácil," estira la mano para deslizar ligeramente la puerta de bambú, muestra de lo que está diciendo. "No te preocupes, nada me podría haber traído aquí adrede," que necesidad de robar nunca ha existido.
#sskcng#han pasado 84 años.......#desde la última vez que hablaron :')#le quería hacer una visita nocturna ;) ;) ;) ahr no es cierto
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La castaña se apoyó contra la pared, observando el bullicio de la fiesta. Los colores brillantes de la decoración contrastaban con el aire tenso que había estado respirando desde que comenzó la celebración. ¿Cuánto tiempo puede tardar Anya en un baño? Se preguntó, recordando lo que había pasado antes. Anya, con su dulzura y esas historias interminables que contaba, había logrado mantenerlas a ambas en la cuerda floja, haciendo que Cassandra sintiera un nudo en el estómago cada vez que la escuchaba mencionar su infancia y las pérdidas que había sufrido. "Mokha, no sé cuánto más podré soportar." le confesó, mirando a su compañera con un suspiro exasperado. Anya es encantadora, pero estas historias son como un ancla que me arrastra a un mar de melancolía. ¿Cuándo fue la última vez que hablaron de algo divertido? "Quizás deberíamos pedir un poco de vino para suavizar la velada." continuó la mexicana, sintiéndose un poco más optimista. @mokhann.
#ʰᵒʷ ᵈⁱᵈ ⁱᵗ ᵉⁿᵈ? ୨୧ convo.#ʰᵒʷ ᵈⁱᵈ ⁱᵗ ᵉⁿᵈ? ୨୧ ft. mokhann.#si algo no te gusta#me avisas y lo cambio sin problema
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Caminos separados parte II
Pareja: Steve Rogers X Lectora agente de S.H.I.E.L.D., ¿? X Lectora agente de S.H.I.E.L.D.
Palabras: 1016 palabras.
Sinopsis: Steve y tú se separaron porque no te prestaba la suficiente atención.
Advertencias: Angst, triste, ruptura de una pareja, soledad, relación antigua, relación nueva.
N/A: Este two-shot está basado en la canción 別れ道 (Wakaremichi) y 七月八日 (Shichi gatsu youka) de The GazettE.
También lo puedes leer en Ao3 y Wattpad.
Si te gusto por favor vota, comenta y rebloguea.
No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
Finalmente, Steve se decidió, fue a buscar tu expediente, no tenía mucha información acerca de ti desde el último año, ¿acaso te habían cambiado de sede?
«Han sido dos años desde que rompimos, pareciera que hubiera sido ayer.
Estamos caminando senderos distintos ahora, pero, a veces, corro hacia el tuyo.»
No te habían cambiado de sede, simplemente ahora estabas en otro equipo, ahora trabajabas con STRIKE, Steve frunció ceño al ver eso, tú siempre decías cuanto odiabas trabajar con Rumlow y Rollins, probablemente sería una tortura para ti ahora.
¿Dónde estás y qué estás haciendo ahora? ¿Has vuelto realidad tu precioso sueño?
Esas preguntas siempre rondaban por la cabeza de Steve, aunque tampoco había olvidado la última conversación que tuvieron, al final si terminaron su relación, no obstante, Steve seguía teniendo la esperanza de que en algún momento regresarían y continuarían juntos. Otro pensamiento apareci�� en su cabeza mientras seguía leyendo el informe, a estas alturas, era un milagro que no hubiera alguna baja del equipo.
—Me preocupo demasiado por esas cosas, ¿verdad? —Steve comentó para sí mismo en voz alta.
A pesar de todo seguía pensando en ti, preocupándose por ti, aún no podía olvidarte.
Steve no sabía qué hacer, los recuerdos eran demasiados, habían estado mucho tiempo juntos, imposible olvidar algo así.
«¿Lo recuerdas? Las lágrimas y las sonrisas. Esos hermosos días desbordan, mientras llorábamos juntos.»
Steve aún así tenía la esperanza de que regresaran, tal vez en este tiempo que habían estado separados, te habías dado cuenta de varias cosas y aún existía la posibilidad…
¿Podemos caminar juntos de nuevo?
Era lo que más anhelaba Steve que regresaran, que volvieran a ser los mismo de antes.
No importa cuánto tiempo sea, esperaré el día en que pueda regresar.
Por favor, déjame escuchar tu voz.
No podía negarlo, había buscado la manera de contactarte, parecía que habías cambiado tus redes sociales, también varias veces te había llamado, pero nunca contestabas ni le regresabas las llamadas.
Volvió a intentarlo, buscó tu número telefónico en su celular y presionó el botón de llamada, nadie contestó.
Quiero oír tu voz, así que traté de llamarte, pero, tal y como pensé, no me contestaste de nuevo.
Claro, había la posibilidad de que hubieses cambiado tu número telefónico, pero se suponía que habían quedado que serían amigos, aunque desde la última vez que hablaron, no habían tenido comunicación alguna.
—¿Me estás evitando? No lo entiendo —Steve dijo en voz alta.
Sentía un dolor, sabía que no era exactamente físico, sino el corazón, de forma metafórica, era de una manera sentimental, se sentía incompleto, le faltabas tú, quería regresar a esos días donde eran felices y estaban juntos, varias veces tú habías sido su razón para no darse por vencido.
Volteó a ver el reloj, a veces le parecía que el tiempo pasaba extremadamente lento o incluso que se detenía, nada era lo mismo sin ti.
¿Acaso podría hacer algo?
¿Había alguna manera de solucionar lo ocurrido?
¿Deberían de volver a hablar?
Podría hacer todo lo que fuese necesario para que las cosas funcionaran, para que volvieran a estar juntos, felices.
Cada día, seguía teniendo la esperanza, en algún momento tendrían que volverse a encontrar y ahí sería la ocasión en la que podrían solucionar todo.
Algunos días parecían abrumadores, como si una intensa neblina estuviese cubriendo todo, aunque no fuera verdad, ese día era uno de esos.
Steve iba caminando por la Base, cuando se congeló cuando vio la escena que nunca había creído que fuese posible, pero también notó otros cambios, muchos cambios, sonrió.
Te vio besando a la persona que menos esperaba, tal vez al final su destino no era estar juntos, sino simplemente coincidir, o a lo mejor se estaba equivocando; sin embargo, aún tenía algunas cuantas preguntas.
«Ahora sonríes feliz, tomando la mano de aquel al que amas.
Has madurado, y te has vuelto muy linda. Aunque pensé que debería estar triste, estuve feliz.»
Aunque si se aseguró de que no lo vieras, le extrañó que no le contaras nada, se suponía que se contaban todo, todo lo que les ocurría, lo que les pasaba.
—Dijimos que nos encontraríamos de nuevo, y no nos olvidaríamos.
Entonces ahí Steve entendió todo, ahora todo era muy diferente.
—¿Estás segura de que quieres ir a la misión? —Brock te preguntó después de ver los documentos.
Sabían que algún día pasaría una situación así, pero no esperaban que fuese tan pronto dicho encuentro, ya habían hablado de lo que podría ocurrir.
—Es trabajo, creo que podemos ser profesionales —respondiste.
—¿Tienes miedo de ir a la misión, Rumlow? —Steve preguntó atrás de ustedes.
—Nunca tengo miedo —Brock respondió burlonamente.
—Deberíamos apurarnos, sino Fury vendrá a gritarnos —dijiste, no querías provocar ningún problema o enfrentamiento.
—El otro día te vi —Steve comentó mientras tomaban las cosas que necesitarían para la misión.
—¿Qué? —no recordabas haber visto a Steve desde… que terminaron, a pesar de trabajar en el mismo lugar, el Triskelion era tan grande que encontrarse a alguien podría incluso resultar imposible.
—Hace dos semanas, ibas tomada de la mano de él, solo quiero saber que te hace feliz.
—Soy feliz con él —aseguraste.
La misión había sido exitosa, todo fue de acuerdo al plan, tal vez deberías hablar con Steve, al final, él también había sido alguien importante en tu vida, quizás podrían continuar siendo amigos.
Por otra parte Steve ya había comprobado que eras feliz, era lo único que le importaba, ahora sí podría continuar.
—Steve —lo llamaste.
—Me alegra que seas feliz —Steve dijo de pronto.
—Oye, podríamos hablar —pediste acercándote a él.
—Adiós y cuídate, ¿está bien? —Steve susurró antes de salir de la sala y no volvió a mirarte.
Fue cuando comprendiste que probablemente esa sería la última vez que verías a Steve.
—También cuídate, deseo que seas feliz —expresaste, aun sabiendo que él ya no te escucharía.
Lo único que quedaba era que continuaran con sus vidas y vieran hacia el futuro, deseabas que Steve pronto conociera a alguien que fuese su alma gemela, ya que tú habías encontrado a la tuya.
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Buenas water, disculpa que venga aqui nomas a mandar el ask pero andaba viendo de tu self ship con Pete y me tope con uno que mostraba creo que a tu insert y a Pete en el epilogo
Quiero saber q paso con ellos😭😭 waaaaaa a lo mejor ya has pasado contexto antes pero quiero inculcarme en el lore
NTPP, Yo encantada de poder contar el lore jsjs. Pss voy contar desde que se quemo la tienda de cómics, ya que básicamente ahí se separaron (o al menos por un rato). La madre de mi insert le prohibió por completo relacionarse con el resto del club, pero aún más con pete ya que era el más cercano a ella. Esto le chupo un huevo a pesar de haber sido amenazada con que sería llevada a un reformatorio religioso si no hacía caso, Pete pudo escuchar eso ya q había ido a verla, pero al escuchar lo q dijo su madre se fue sin decir nada. Días después ella se escapó para verlo trepando por su ventana, pero el sabía q si se enteraban le iría muy mal, así q le dijo un montón de cosas hirientes para q se alejara de él, una de ellas fue de que solo la quería para ver si podía coger con ella, y obviamente eso la hirió (su relación nunca fue de noviazgo, así q pensó q solo ambos se gustaban,cosa q si era verdad) . Sofía comenzó a tener un recuerdo amargo sobre Pete, y poco tiempo después del incidente de la tienda su familia se mudó de Eltingville. Ya en el epílogo ella ya trabajaba como mangaka, fue invitada por Jerry a la reunión y fue ahi donde se volvió a topar a Pete, en el fondo aún lo amaba pero se sentía resentida por todo lo que le dijo esa última vez que se vieron, así q solo fue indiferente con el, aunque el intento volver a acercarse a ella, Sofía ya no se dejó, lanzando comentarios sarcásticos o que buscaban pelea, hasta que cuando salieron de la convención y estaban en el auto de Jerry, hablaron como personas normales al fin. (Y esto ya es despues del epílogo) salieron a charlar solo ellos dos solos, recordando los buenos tiempos y con Pete confesando que le dijo esas cosas para q se alejara y no la metieran a ese reformatorio religioso, sabiendo que la pasaría muy mal. Ella se quedó sorprendida, aunque aún no sabía si creerle, le explicó que se había sentido tan mal por que el le gustaba, más que como un amigo o algo pasajero, y el también lo admitió, ya q al ser jóvenes e inmaduros jamás aceptaron q en verdad se querían, y q aun lo hacían, por lo q al final se quedaron ahí procesando todo el tiempo q habían perdido, y pensando en su deberían de esta vez intentarlo en serio.
Y aaaa, ps eso es lo q llevo de lore hasta ahora jsjs, aún no tengo muy claro de que hacer con los pndejos estos en un futuro, ya q como vimos, pete no ha marudado mucho desde entonces xd, pero ella si creció como persona, entonces quizás desarrolle una relación complicada entre ellos, pero al menos finalmente formal jjjs.
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La espera valió la pena
Richarlyson es un pequeño niño que ha vivido en un orfanato por toda su joven vida, sin una piernita las familias usualmente le huyen, su esperanza a ser adoptado no era la más alta, pero siempre estuvo dentro de su corazoncito.
Advertencia ⚠ Mención de pérdida de miembros y depresión.
Richarlyson como todos los días estaba jugando solo con unos juguetes viejos del orfanato, todos los demás niños se encontraban corriendo y riendo, ignorando al pequeño niño de afro, las monjas siempre mantenían un ojo en aquel pequeño desde el momento en que llegó, siendo tan solo un bebé, fue abandonado en las puertas del edificio con una camisa de algún partido brasileño y un pañal sucio, era un niño amable, educado y sociable; pero las familias no querían un niño “imperfecto”.
No saben qué pasó, si fue por nacimiento o por algún accidente trágico, pero la pequeña pierna derecha del niño se encontraba amputada hasta la mitad de su muslo, no podía correr como los demás, apenas podía caminar con un pequeño bastón creado por el amable carpintero de al lado, no contaban con los fondos suficientes para conseguirle una prótesis, y las familias que llegaban usualmente solían ignorar al pequeño.
Ese día como cualquier otro se le acerca una de las monjas, con voz suave le dice que alguien quiere conocerlo, dentro de su asombro el niño solo se levanta y acompaña a la mujer hacia la habitación donde regularmente se conocían los adultos con los niños que deseaban adoptar, una habitación a la cual nunca había entrado. Dentro de la sala le esperaba un joven pelirosa de lentes, camisa verde con algún logo raro y pantaloncillos blancos con motas verdes, muy característico, a decir verdad.
− Hey, tu debes ser el pequeño Richarlyson.
Pasaron dos horas platicando y jugando, el niño descubrió que el adulto se llamaba Mike, venía de Brasil, posiblemente de dónde el también vendría, hablaron de lo que les gusta hacer en el día, cuál es su juego o juguete favorito, le explicó que él estaba ahí por un amigo, llamado Pac, hablaron demás cosas hasta que tocó la hora de irse, Mike le prometió volver los siguientes días.
Cuando vio al adulto irse no tenía esperanzas en que siguiera su promesa, hasta que llegó el día de mañana a la misma hora, y al día siguiente, y al día siguiente de ese, le llevó ropa nueva, juguetes, libros, le enseñaba fotos de sus amigos y familia, Richarlyson por un par de horas al día se sentía dentro de una familia real.
− ¿Vas a adoptarme?
Un día preguntó, ya no aguantando la curiosidad.
− ¿Yo? No, no voy a adoptarte.
− ¿Y por qué vienes todos los días a verme?
− Porque un amigo es quien quiere adoptarte.
− Si quiere adoptarme tu amigo por qué no viene a visitarme.
− Es algo tímido y tiene una gran sorpresa para ti.
Así terminó la conversación el último día que vio a Mike, pasaron dos días cuando sus esperanzas volvieron a decaer, todos los niños son adoptados menos él, no entendía por qué, por qué nadie lo quería, ni sus padres biológicos ni los adultos que vienen todos los días a verlos, se había encariñado de Mike, quería volver a verlo y que lo llevará a su casa, a pasar aventuras y conocer a sus amigos, incluso vio que muchos de ellos tenían hijos cercanos a su edad, quería conocerlos y jugar con ellos, quería formar parte de una familia de verdad.
Al quinto día de la última vez que vio a Mike fue despertado por el tono alegre y emocionado de una de las monjas, le comentó que alguien quería verlo, con la esperanza de tratarse de Mike el niño se levantó de su cama, se vistió, tomó su bastón y yendo lo más rápido que podía camino hasta la habitación; al entrar no se encontraba Mike, se trataba de un pelinegro que ya había visto anteriormente en las fotos de Mike.
− Hola Richarlyson, soy Pac, espero que Mike te haya hablado de mí.
El niño se sentó frente al adulto, le preguntó por qué fue él a visitarlo y no Mike y el adulto sólo desvió su pregunta comenzando una conversación muy parecida a la que tuvo con Mike el primer día que lo conoció, pasó el tiempo y antes que terminará el tiempo de visita, el brasileño mayor le mencionó que tenía algo que enseñarle.
− Mira Richarlyson, soy como tú.
Menciona mientras levanta el lado derecho de su pantalón, dejando ver una pierna prostética, dejando impresionado al pequeño de afro.
− Richarlyson, recuerdo una vez pasando por el parque vi una recolecta de fondos para los niños de este orfanato, en una de las imágenes te vi ahí, tan sonriente con tu bastón de madera, ese mismo día vine y pregunté por ti, las monjas me dijeron como las familias prefieren a niños pequeños y “sanos”, como siempre eras de los primeros en alistarte ante la visita de familias y nunca eras escogido por estas, cuando perdí mi pierna lo único en lo que pensé fue que había perdido mi vida y felicidad, me tomó mucho tiempo de rehabilitación en volver a ser quien era y cuando te vi, tan pequeño, feliz y esperanzado, mi corazón dijo que debía de cuidarte, protegerte, amarte, mandé a Mike para que te conociera, todos los días me comentaba sobre ti, me hubiera gustado venir a conocerte pero quería tener esto primero.
Termina su monólogo pasándole una caja rectangular, al levantar la tapa sus ojitos marrones no pudieron evitar llenarse de lágrimas al observar una pierna prostética, muy similar a la del adulto, pero del tamaño perfecto para un niño como él.
− He hablado con las monjas y los papeles están casi listos, solo quiero que me lo confirmes, Richarlyson, ¿te gustaría ser mi hijo?
− ¡Papá!
Sin más palabras el niño se lanza a los brazos del pelinegro, quien lo atrapa en un cálido abrazo, acaricia su espalda recibiendo sus suaves sollozos de alegría, ansiaba tanto ese día y no creía que pudiera haber alguien mejor que Pac para que lo criará. Aunque no pudo llevarse al pequeño ese mismo día, eso no desanimó a ninguno de los dos, al día siguiente el pequeño fue recibido no solo por su nuevo padre, sino también por Mike y todos los demás amigos que había visto únicamente en fotos, con ayuda del pelinegro pudo caminar por primera vez con dos piernas; se despidió de las monjas y los demás niños del orfanato prometiendo visitarlos constantemente.
Al final de toda la espera valió la pena, ahora se encontraba rodeado de la calidez que únicamente se imaginaba en sueños.
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" you sound sick. are you sick? "
desde hace dos días que amaneció con dolor de cabeza, se había tomado unos analgésicos que solo hicieron su efecto durante poco tiempo, sin embargo, jenam no había podido atenderse adecuadamente debido al trabajo. ' estoy bien, dra. finley ' no quiere preocuparla, aunque sinceramente duda que ella lo esté... la última vez que hablaron, no terminó nada bien. ' solo necesito unos minutos, ¿puedes hacerte cargo de los últimos pacientes? ' sentía que en cualquier momento la cabeza le explotaría. * @cyptical
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ELENA DEL RIVERO & CRISTINA RIVERA GARZA
XIV
Historia Tuesday, May 20, 2003.
BLOGNOVELA 2003
LIII.
(muchos años después, desde otro punto de vista)
Dice que era un día cubierto de nubes pero, paradójicamente, saturado de luz. Como si la claridad no fuera generada desde un solo astro rector, sino producida por cada una de las partículas del medio ambiente. Una luz delgadísima, de tintes amarillos. Una red. Tan orgánica que podía respirarse.
—Dentro de esa luz —dice—, sucedió todo.
Ve hacia el techo y no hacia el rostro del hombre que, vestido de negro, lo observa desde detrás de su escritorio. Ve el techo como si viera la luz de la que habla en tonos quedos, casi imposibles. Cuenta que estaba en la playa, que habían ido ahí, a las costas del Mar del Norte, para pasar unas cortas vacaciones en familia: su padre, su madre, su hermana, él mismo. Ese día el padre los había ayudado a construir los muros de un castillo de arena lo suficientemente grande como paracontener a los dos hijos. Su energía. Su gozo. La madre los veía desde lejos, sentada en la tumbona de plástico, desde detrás de los lentes oscuros. Cuenta que estaba feliz de esa manera unívoca y total en que lo son algunas veces los niños.
—Hacía frío —dice. El viento, fino también, tan delgado como la luz, no alcanzaba a calentarse a su contacto.
Guarda silencio.
—Sí —repite. Era un día frío y lleno de luz.
Describe que ya habían empezado a jugar con la pelota roja, de plástico. Una baratija que, a última hora, la madre había subido al coche. La hermana la había pateado con fuerza y la pelota, vacía y sin gravedad alguna, estaba flotando sobre las olas que lamían la arena.
Describe su manera de ir por la pelota: no pensaba en otra cosa. Una línea recta.
—Entonces las vi —murmura. Tres figuras que caminaban a paso lento sobre la arena. Tres fantasmas observando la luz en el silencio más absoluto. Tres mujeres. Tres Personajes Femeninos.
Refiere que se quedó detenido con el objeto rojo entre las manos, imposibilitado a dar un paso más o a virar el rostro. Refiere que aún así como estaba, inmóvil y pasmado, las siguió con la mirada. Dos figuras tomaron asiento sobre una piedra, mientras la Tercera se recostaba directamente sobre la arena. No hablaron. Veían las aguas del océano con una concentración definitiva.
—No estaban ahí en realidad —murmura — No estaban en ningún lado. ¿Me explico? O estaban en todos lados. En todos los Mares del Norte.
El hombre del otro lado del escritorio asiente con la cabeza sin ninguna expresión en el rostro.
—Tuve ganas de escribir en ese mismo momento —murmura, bajando la vista, como si tal deseo le ocasionara vergüenza, desazón, arrepentimiento—. Las veía y dejaba de verlas, ¿me explico? Por el deseo de escribir.
Cuenta que quiso salir corriendo hacia su cuaderno pero que tenía el deseo, igualmente avasallador, de permanecer ahí, observándolas, viendo la manera en que guardaban silencio y, dentro de ese silencio, la manera diminuta en que, sin previo aviso, sin cambio perceptible en las facciones del rostro, empezaron a llorar. Las tres. Cuenta que el recorrido vertical de las lágrimas fue lentísimo.
—Toda una eternidad ahí —dice—. Y yo quise escribir eso —reitera—. Escribir que ése era uno de esos pocos, poquísimos días en que la pregunta “¿existió, alguna vez, el horizonte?” emerge de una forma natural.
Guarda silencio y luego dice:
—Fue ese día. Lo sé.
Y luego guarda silencio una vez más. Exhausto.
—Poco después emigramos a América —es la primera vez que observa la ventana rectangular por la que se cuelan los filos de los rascacielos aledaños, el cielo gris, un pájaro enano—. Aquí —balbucea—.
El silencio en el cuarto pulcro es tan absoluto ahora como el que describe.
—¿Y desde entonces se llama usted Marty N. Omas? —le pregunta.
—Sí —una mueca sobre su rostro, un gesto dentro del cual se concentra el tiempo, todo junto, todo a la vez—. Les era difícil pronunciar Martynov Nisherek Omashnujäc. Mi nombre.
Luego ya no dice nada.
—Había delfines en la playa —el comentario brota de la nada, de esa nada que se produce cuando el interlocutor sabe que el tiempo se acaba—. Saltaban, ¿sabe usted? Salían del agua a gran velocidad y, ya en el aire, se contorsionaban con una gracia de otro mundo. Algo divino —dice—. Sí —repite—. Algo divino.
Sonríe. Esa mueca. Lo está viendo todo otra vez.
—Se trató de un día feliz.
El hombre detrás del escritorio se vuelve a ver, con suma discreción, el reloj que coloca siempre en el extremo izquierdo del mismo, de espaldas a sus pacientes.
—Bien, señor Omas, lo veo la próxima semana.
—¿Ha estado usted alguna vez en el Mar del Norte? —le pregunta
antes de cerrar la puerta tras de sí.
El hombre detrás del escritorio lo observa. Va hacia él. Le extiende la mano. La estrecha. Lo ve a los ojos y, de súbito, baja la vista.
—La próxima semana, señor Omas.
_ ¿Ha estado usted alguna vez en el Mar del Norte?, fragmento del libro Feliz como con mujer, Cristina Rivera-Garza.
_ Elena del Rivero, Domestic Lanscapes.
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☆ en casa | gaon, (kwak jiseok)
gaon x lector!fem
୨୧ núm. palabras: 1.8k ୨୧ género: angustia, drama, romance, relación establecida ୨୧ resumen: regresas a casa tras una semana pesada de trabajo; "ahora estoy aquí y estás en casa. No tienes que cargar con todo sola, ¿sabes?” ୨୧ nota: no tengo nada qué decir. ojalá tuviera a un gaon esperándome en casa. english version here
El cansancio abraza tu cuerpo mientras tocas el timbre de la puerta. No has perdido tu llave, pero estás demasiado agotada como para tomarte el esfuerzo de buscarla. Así que depositas el peso sobre tus pies y esperas impaciente a que la figura del otro lado se asome por la puerta, sintiendo una leve sensación de intranquilidad dentro de ti.
Había pasado casi una semana desde que Jiseok y tú hablaron por última vez. Tu trabajo te había mantenido tan ocupada que ni siquiera tuviste tiempo de echarlo de menos o considerar contactarlo. Sin embargo, incluso estando con la mente saturada o con muchas cosas entre manos, no pudiste deshacerte de esa amarga sensación que te causaba saber que, si mirabas la pantalla de tu teléfono, en él no habría ningún rastro de su nombre.
Por otro lado, Jiseok estaba más que nada… confundido por tu ausencia, pero no se había animado a cuestionarte algo al respecto para evitar entrometerse en tu propio espacio. Sus intensiones de no presionarte eran buenas e inocentes, deseando que fueras a él cuando lo quisieras y sintieras que sería el momento adecuado. Pero, incluso si eso aminoraba su intranquilidad por momentos, era obvio que te extrañaba cada vez más con el pasar de los días; en los cuales a veces se perdía mirando la puerta con esperanza de que entrarás por ella.
Por ello, cuando esa noche escuchó el timbre de la puerta y fue a abrirla con tu imagen iluminado la intranquilidad de su corazón, se sintió genuinamente feliz de ver que de verdad eras tú.
"Hey... estás en casa." Se sintió tonto, sin tener mucho más que decir además de sonreír cálidamente mientras abría la puerta por completo para ti.
"Hola" saludaste al pasar por su lado, depositando sobre su mejilla un beso rápido que lo hizo sonreír más.
"Hola" dijo y rió un poco. "Te tardaste mucho, ¿dónde has estado?".
Te siguió con la mirada, era evidente en su expresión que estaba feliz y curioso por verte ahí tras todo ese tiempo sin que hicieras acto de presencia en su vida. Suspiraste antes de alejarte para sentarte sobre el sofá, consiente de su mirada que no se separó de ti en ningún momento. Sintiéndote incapaz de decir algo bueno, recargaste tu cabeza en el colchón del sofá y cerraste los ojos.
Lo escuchaste moverse en la habitación. Después de unos segundos en silencio abriste un poco los ojos, sorprendida de conectar enseguida tus ojos con los de él.
"Pareces bastante cansado" dijo, cruzando los brazos y recargándose en la pared frente a ti. Había una expresión gentil en su rostro, pero muy debajo de ella, casi de forma imperceptible, pudiste identificar un vestigio de aflicción. “¿Pasó algo en tus prácticas?”
“Solo… lo de siempre.” Te encogiste de hombros.
“¿Está todo bien?” Jiseok rompió la distancia y se apoyó en el sofá. Te miró fijamente, con la confusión y preocupación escritas en su cara.
“¿Cuánto tiempo pasamos sin vernos?” preguntaste y el pareció detenerse un segundo con la guardia baja.
“Alrededor de… seis días. ¿Pasó algo o…?” Levantó las cejas, pareciendo inquietarse más. Quería saber si había algo de lo que te costara hablar, estabas mucho más seria de costumbre y temía que hubiera un asunto malo a la mano. Sin embargo, no quería entrometerse demasiado en cualquiera que fueran tus preocupaciones sin antes estar seguro de que querías hablar de ello.
"Estoy cansada" dijiste, pasando una mano por tu rostro. "Tuve que salir tres veces de la ciudad, unas cuantas sesiones de fotos y las prácticas no terminaron hasta altas horas de la noche. ¿Me llamaste? Ni siquiera tuve tiempo de mirar mi teléfono".
“Oh, no, no te llamé”
“¿Estás teniendo un horario muy ocupado también?”
“No más de lo usual” respondió con una suave sonrisa y se puso detrás de ti, haciéndote suspirar cuando empezó a masajear tus hombros. "Muy tensa, estás agotada, ¿verdad? ¿Quieres descansar?" Inclinó la cabeza, pareciendo pensar antes de depositar un suave beso sobre tu frente."Si sientes que tu horario se está poniendo un poco demasiado agitado puedes decírmelo y los dos hablaremos con la empresa juntos, podríamos ver qué se puede hacer para hacer las cosas más fáciles para mi chica."
“Claro, como si te fueran a escuchar" escupiste con sarcasmo y sentiste sus manos tensarse en tu espalda, pero no dijo nada. "Entonces, ¿no me llamaste?"
"¿Qué? No, no lo hice" respondió, dándote un rápido abrazo por detrás y reanudando su masaje. “¿También me extrañaste?”.
Te sentiste un poco enojada, aunque sabías lo poco justo que era cuando después de todo tu tampoco hiciste el esfuerzo por contactarlo. Esperabas un motivo o por lo menos una excusa que demostrara que se había inmutado de tu ausencia, sin embargo, lo único que recibiste de Jiseok fue un ruidoso suspiro y otro abrazo rápido.
Asentiste en respuesta, jugando con las manos en tu regazo. En tus poco meses de relación, Jiseok había demostrado que era quien mejor sostenía su relación, el que con mayor frecuencia arreglaba los errores del otro y disipaba las preocupaciones como si fuera una especie de superpoder que poseía. Tú compresivo y suave Jiseok… Te sentías tan lejos de él en aquel abatido y sofocante momento, como si el hastío causado por tu rutina generara en ti una especie de rechazo hacia él.
Después de unos minutos, la seriedad en tu cara hizo que Jiseok se sentara junto a ti y te mirara con preocupación.
"Oye, si estás enfadado por cómo ha sido tu horario o cualquier otra cosa, entonces siempre puedes decírmelo, ¿bien? Yo lo comprenderé y haré lo que sea para ayudarte; aunque no sea mucho… Solo no quiero que toda esta sobrecarga te consuma."
Tomaste una respiración, sintiéndote sofocada y temblorosa. "Creo que saldré un momento a tomar aire" avisaste sin mirarlo y te pusiste de pie, "¿necesitas que compre algo?"
Sentiste sus ojos sobre ti, aturdidos y asustados. No esperabas que intentara detenerte, parecía no saber qué decir o hacer, pero cuando volviste a preguntar él solo sacudió la cabeza y te tomó por los hombros con firmeza.
"Espera un minuto." Se movió rápido, poniéndose delante de ti. Su expresión era una mezcla de confusión y súplica. "Sabes, no me hace sentir bien este tipo de cosas, el verte ir así. Por favor, habla conmigo”.
Cerraste los ojos y luchaste por pensar en algo coherente. Querías reprocharle, pero ninguna razón parecía lo suficientemente válida como para darte ese poder. Tan solo… desearías que sintiera tu decepción, sin que tener que iniciar una discusión para cual no te sentías de humor.
“Estoy cansada, lo he estado todo este tiempo” musitaste, restregando las manos en tu cara con frustración. “Tú… ¿no te preocupaste por mí o si quiera tuviste curiosidad sobre lo que estuve haciendo estos días?”
Jiseok abrió los ojos con sorpresa, entonces comprendiendo mejor el motivo de tu comportamiento.
“Sí, dios, claro que la tuve” dijo rápidamente con voz alarmada. “Pero decidí darte espacio. Lo has estado pasando mal últimamente y sé el tipo de trabajo que llevas y lo difícil que hace incluso contestar una llamada, entonces yo… no quería ser una carga también. Además, creí que si algo andaba mal me lo dirías más tarde, así que decidí esperar a que vinieras a mí cuando estuvieras lista. No era mi intención parecer ausente, ya tienes mucho en tu plato y no deseo hacer nada más complicado."
"Tuve una semana de infierno..." suspiras, mirando hacia otro lado, "y lo único que esperaba de ti era por lo menos un mensaje."
Jiseok ladea la cabeza, bajando la mirada al piso con arrepentimiento.
“Debiste habérmelo dicho. Pensé que querías espacio, así que no envié un mensaje.” Retuerce sus dedos sin dejar de mirar sus zapatos. Después de un momento, sacude la cabeza y te mira ansiosamente a los ojos. "Lo siento, en realidad debí ser más considerado. Pero estoy aquí ahora, ¿sirve de algo?”
Tomaste una profunda respiración, perdiéndote un instante en el marrón de su mirada. "Si, sirve" respondiste, suspirando y relajando tus brazos a los costados de tu cuerpo. "Solo… estoy tan cansada de todo. Necesitaba saber que te importo".
Los hombros de Jiseok se desinflaron y acortó la distancia entre ustedes para rodearte en un abrazo y después tomar tus manos en las suyas. "Por supuesto que me importas, más de lo que puedas imaginar" dijo con ternura. "Pero nunca quise presionarte o hacerte sentir incómoda. Fue muy descuidado de mi parte."
Te relajaste un poco después de escuchar sus palabras, y apretaste su mano en respuesta mientras mirabas el piso. "A veces siento que no puedo más, me siento tan incapaz…, incluso para enviarte un mensaje" confesaste débilmente.
Jiseok asintió con comprensión, acariciando tu mano con su pulgar. "Está bien, no te preocupes" respondió con una sonrisa cálida. "Ahora estoy aquí y estás en casa. No tienes que cargar con todo sola, ¿sabes? Si necesitas hablar o simplemente desahogarte, estaré más que dispuesto a escucharte."
Dejaste caer la cabeza sobre hombro, soltando un jadeo de alivio cuando dirigió la mano a tu cabello y lo liberó de la presión de la coleta. “¿Tú te has sentido así?” preguntaste, sumergida un poco en las caricias que hacía en tu nuca, “¿con frecuencia?”.
Jiseok suspiró antes de responder, como si estuviera considerando cuidadosamente sus palabras. "Sí, a veces me siento así también", dijo finalmente. "Pero siempre trato de recordar que no estoy solo y que tengo personas en mi vida que se preocupan por mí. Y tú eres una de esas personas, y/n. Siempre estoy aquí para ti, así que no dudes en pedir ayuda si la necesitas".
“¿Fui algo tonta esta noche, verdad?”
"No, no lo fuiste", dijo Jiseok, dándote otro abrazo. "Todos tenemos nuestros momentos difíciles y necesitamos a alguien que esté ahí para nosotros. Así que no te preocupes, ¿de acuerdo?”
“Quiero… ir a la cama.”
Asintió con lentitud, ofreciéndote una sonrisa gentil. "Claro, vamos a la cama" accedió, dándote un suave beso en la frente antes de ofrecerte su mano para llevarte al dormitorio. “¿Quieres que te prepare un ducha o quieres ir directo a la cama?”
"Una ducha, por favor" respondiste, sonriendo agradecidamente mientras tomabas su mano y lo seguías de camino al baño.
Después de la ducha, Jiseok te llevó a la cama y te arropó con las sábanas. Se sentó a tu lado y te acarició el cabello mientras intentaba mantener una conversación; sabía que no era el momento adecuado para presionarte para hablar, pero tampoco quería dejarte sola en tus pensamientos. Decidió quedarse ahí, velando tu sueño, prometiéndose a sí mismo estar ahí para ti en todo momento.
“Jiseok, también te eché mucho de menos” musitaste antes de poder quedarte dormida. Te sentiste más relajada y más conectada con él después de decirlo, y esperabas poder descansar esa noche, sintiendo que no estabas sola.
© gyummigon | Todos los derechos reservados. prohibida la copia o adaptación
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Volví a escuchar de el…
Algo que a veces se me hace incómodo o que no me gusta es que el lugar donde vivo siempre me puedo encontrar con alguien…
Y no se no me gusta pero es normal…
Me encontré con las licens del internado…
Súper felices me saludaron que están comprando cosas para la comida del cumpleaños de un doctor de planta…
Y me preguntaron que como estaba, que si ya tengo mis papeles y a qué postularé…
Hasta que una Lice con una risita burlona me dijo Doc ya no está con el doc Brian no?
Ay doooc perdón es que queríamos sacarnos las dudas
La otra vez vino súper abrazado con una ex interna de enfermería…
Y nosotras le dijimos que como puede hacerle eso a usted
Usted doctora choca alta
Y él respondió: No sé de quién habla Licen cuando le preguntaron por mi
Y empezaron a hablar malas cosas de él
Que no esperaban que era así y mil cosas…
Yo solo estaba agachada ayudando a otra licenciada con las bolsas
Y solo sonríe y les dije: Hace tiempo no sé de él licens
Supongo que es cierto eso de los doctores que siempre prefieren a las Jefas (Licenciadas) y solo me reí
Más bien me entendieron el chiste y se rieron también..
Me dieron varias palabras de aliento respecto a cómo soy y que debería acostumbrarme a eso.
Acostumbrarme??? Coml por???
No volveré a pasar eso otra vez…
Algo que aprendí después de esa relación dentro de un hospital…
Es que las mismas personas te ocultan cosas y luego recién te dicen cuando el daño está hecho…
No sé es un ambiente muy tóxico…
Después de eso solo me cerré a la idea de estar con alguien de mi mismo rubro…
Es algo no sé
Que prefiero evitarlo.
Después de esa última decepción…
No sé qué esperar de las personas
Pero así me hablaron cosas de ti… chismes mil y un cosas y traté de aguantarme y buscar la manera de huir de ahi.
Es irónico que las personas que me hablaban maravillas de ti ahora casualmente saben todo lo malo de ti.
Pero en fin…
Es algo que ya no me importo desde hace varios meses Coml para que me importe ahora…
Me despedí y al venir a mi casa solo sentí enojó…
Pero solo me di cuenta que ando tranquila en mi casa lejos de todo eso…
Y me sentí tranquila, me sentí bien en paz estando sola.
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Bajo un cielo teñido de tonos anaranjados y dorados por el ocaso, Gareth volvía a caminar solo por las calles de la ciudad, un tanto desconectado de sus constantes misiones de enfrentarse a lo desconocido. Después de su última batalla cósmica, se había permitido tomarse un respiro, buscando algo de lo que en el fondo también necesitaba: una conexión humana, una chispa de normalidad en su vida llena de amenazas interdimensionales y secretos imposibles.
Aunque jamás lo admitía, Gareth deseaba experimentar algo diferente a la lucha y a la adaptación constante. Quería una vida un poco más común, al menos por un tiempo. Después de todo, había aprendido, leyendo los expedientes y observando el mundo desde su perspectiva de superhumano, que hasta los más poderosos necesitaban apoyo emocional, una chispa que les recordara por qué seguían protegiendo a aquellos que ni siquiera entendían la magnitud del peligro que los rodeaba.
Así que, en los días siguientes, Gareth se sumergió en el incierto mundo de las citas, algo completamente nuevo para él. Con su apariencia tranquila y su actitud algo reservada, era consciente de que a veces las personas lo percibían como distante o misterioso, aunque no era su intención. Sin embargo, aquellos rasgos resultaron ser un atractivo magnético en el mundo de las citas. Con cada encuentro, iba conociendo a mujeres que le ofrecían una variedad de experiencias y personalidades únicas, y cada una de ellas le dejaba algo que, aunque efímero, lograba transformar su percepción sobre las relaciones.
Su primera cita fue con una joven llamada Clara, una escritora de ojos chispeantes y risa contagiosa. Se conocieron en un café escondido en una esquina pintoresca de la ciudad. Durante horas, Clara y Gareth hablaron sobre literatura, filosofía y el peso de los recuerdos. Clara era una mujer apasionada y genuina, alguien que parecía apreciar las pequeñas cosas en la vida y la profundidad de cada momento. Gareth se sintió cómodo, encontrando en ella una especie de paz que no había sentido en mucho tiempo. Sin embargo, tras unas pocas citas más, descubrió que Clara ansiaba una vida tranquila, algo que Gareth sabía que nunca podría ofrecerle, y ambos decidieron, con tristeza, seguir caminos distintos.
Después de Clara, Gareth conoció a Elena, una artista plástica con una mente inquieta y un carácter audaz. Ella era apasionada y excéntrica, siempre hablaba de sus visiones y creaciones con una intensidad que casi lo mareaba. La atracción entre ellos era innegable, una energía eléctrica que parecía arder cuando estaban juntos. Sin embargo, pronto quedó claro que Elena anhelaba algo más que una relación; buscaba a alguien que se comprometiera a ser parte de su mundo bohemio, alguien dispuesto a desafiar las reglas junto a ella. Gareth, a pesar de su fascinación, entendió que su vida llena de responsabilidades y misterios cósmicos no podría fusionarse con la de Elena sin comprometer la seguridad de ambos. Se despidieron mutuamente, comprendiendo que la intensidad no siempre era suficiente para mantener un lazo real.
Los meses pasaron, y Gareth continuó en su búsqueda, probando la suerte en diferentes citas y encontrándose con mujeres de diversas personalidades: una investigadora científica que le impresionó por su brillante mente, una arqueóloga apasionada por descubrir secretos antiguos, y una joven llamada Maia que compartía con él una naturaleza inquieta y enérgica. Todas dejaron una huella en Gareth, quien, aunque cada vez entendía más lo que buscaba, no lograba encontrar a alguien que pudiera aceptar tanto sus sombras como su vida secreta.
Fue en una noche particularmente fría y solitaria cuando, en medio de un bar, casi por accidente, Gareth tropezó con la mujer que cambiaría su vida. Vestía de negro, con un abrigo largo y oscuro que caía hasta el suelo, y un sombrero de ala ancha que cubría parte de su rostro. Gareth apenas logró ver un destello de sus ojos, dos esferas oscuras y penetrantes que parecían ver a través de él. Su nombre era Lya, y desde el primer momento en que intercambiaron miradas, algo en el aire pareció volverse tangible.
Hablaron de inmediato, sin siquiera haberse presentado formalmente, como si la conexión entre ambos fuera inevitable. Lya era inteligente, elegante, y poseía un carisma inusual, una mezcla de misterio y sofisticación. Sus conversaciones eran profundas, y su voz, baja y pausada, capturaba toda la atención de Gareth. No hablaba mucho de sí misma, y eso sólo aumentaba la curiosidad de Gareth, que, a diferencia de cualquier otra ocasión, no trataba de leerla o entenderla completamente. Había algo en ella que lo desafiaba y que también lo hacía bajar la guardia.
Con cada cita que compartían, Gareth se sentía más atraído hacia ella, como si fuera un imán. Lya lo escuchaba, y aunque pocas veces revelaba mucho de su propia vida, sus palabras siempre parecían estar cargadas de una comprensión que iba más allá de lo aparente. Gareth sentía que, al fin, había encontrado a alguien que no solo lo entendía, sino que también podía aceptar su vida extraordinaria sin temor ni reservas. Lya parecía cómoda con la oscuridad que Gareth llevaba consigo, y hasta parecía disfrutar del misterio que envolvía su vida.
Finalmente, después de semanas de encuentros, largas charlas y noches compartidas bajo la luz de las estrellas, Gareth se permitió reconocer que Lya era la mujer perfecta para él. En ella había encontrado una combinación de serenidad y misterio, una fortaleza que no necesitaba explicar y una complicidad tácita. La veía como un igual, como alguien que también portaba sus propios secretos y que, de algún modo, entendía los sacrificios que él debía hacer. Gareth estaba seguro de que ella era la persona con la que podría compartir su vida, y estaba dispuesto a revelar todo lo que le quedaba por confesar, incluido el verdadero alcance de sus poderes y el rol que jugaba en la protección de su mundo.
Fue durante una de sus citas, en una noche particularmente oscura, cuando Gareth decidió confesarle a Lya todo. Caminaban juntos por un puente, en un parque que apenas recibía la luz de las farolas. Lya escuchaba con atención mientras Gareth le contaba sobre sus poderes, sus habilidades de adaptación, y las batallas cósmicas que libraba en las sombras para proteger la realidad de amenazas inimaginables. A cada palabra, Lya sonreía, y sus ojos destellaban con una emoción casi oculta, como si hubiese esperado aquel momento desde el principio.
Finalmente, cuando Gareth terminó, Lya lo miró en silencio, y su sonrisa se tornó en una expresión extraña, una mezcla de satisfacción y malicia. Antes de que pudiera reaccionar, Lya alzó una mano y una energía oscura y palpable comenzó a rodearla. Gareth retrocedió, sorprendido, mientras veía cómo Lya se transformaba ante sus ojos en una figura oscura y letal, una entidad que parecía entrelazada con las sombras mismas.
“Gareth, realmente eres todo lo que he estado buscando”, dijo Lya con una voz que parecía resonar desde el mismo vacío. “Tu poder, tu capacidad de adaptación… No tienes idea de cuánto he deseado encontrarte.”
Gareth, atónito, observó cómo la mujer que había llegado a amar revelaba su verdadera identidad. Lya no era una simple humana; era, en realidad, una villana cósmica, una entidad que había viajado entre dimensiones en busca de alguien como él, alguien cuyo poder pudiera absorber para volverse imparable. En ese momento, Gareth comprendió que había caído en una trampa, una trampa que Lya había tendido con precisión desde el principio.
“No eres la primera amenaza cósmica que enfrento, Lya”, dijo Gareth, sintiendo cómo la energía dentro de él comenzaba a activarse. Sin embargo, esta vez, el golpe emocional era fuerte, y eso debilitaba su foco.
Lya soltó una carcajada suave, burlona. “Oh, Gareth, querido, lo sé. Pero esta vez no estás luchando contra un simple monstruo; estás luchando contra alguien que entiende cada debilidad en tu corazón, alguien que conoce los secretos que incluso tú ignoras.”
Antes de que Gareth pudiera transformarse completamente en Goreth, Lya se abalanzó hacia él con una velocidad abrumadora, y una batalla titánica comenzó entre ambos en el centro de aquel parque solitario. Mientras luchaban, Gareth comprendía cada vez más que este no era un enemigo cualquiera. Cada ataque, cada palabra de Lya estaba calculada para debilitarlo emocionalmente, recordándole que había bajado la guardia, que había dejado entrar a alguien en su corazón solo para descubrir que todo había sido una cruel ilusión.
Aunque la pelea continuaba, algo en el corazón de Gareth se quebraba. Sabía que debía encontrar la forma de derrotarla, aunque aquella batalla significara la traición de su propia alma.
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CAPÍTULO DOCE
El siguiente mes fue el más raro de su vida.
La amistad entre Mark y él parecía haberse roto por completo, porque no había nada amistoso en la forma en la que lo trataba. No era exactamente malo, pero… tampoco era como siempre.
A veces atrapaba a Mark mirándolo con una intensidad abrumadora, como si fuera la cosa más interesante del mundo. Otras apenas lo miraba, y si lo hacía, sus ojos eran duros y un poco crueles. Todo era muy confuso, tanto que Donghyuck no tenía ni idea de qué hacer, de cómo manejarlo. Ni siquiera podía decir con seguridad que le gustara ese nuevo Mark; si debía ser honesto, se había vuelto un poco gilipollas. Pero su estúpido cuerpo seguía interesado en él, y en todas las cosas gays que le había forzado a hacer últimamente.
Mark ya no era cuidadoso ni considerado con su sensibilidad heterosexual. Parecía sentir algún tipo de placer perverso al obligarlo a hacer cosas totalmente gays, como besarse durante el sexo. Donghyuck lo soportaba, porque… porque estaba seguro de que, en realidad, Mark solo quería asustarlo y que así dejaran de hacer lo que estaban haciendo. Lo que Mark parecía haber olvidado era que su naturaleza solía impulsarlo a hacer lo contrario a lo que querían los demás.
El problema era que sus besos eran malditamente terribles. Donghyuck apenas podía soportarlos. Eran demasiado intensos, extraños y abrumadores.
A veces lo besaba por lo que llegaba a creer que eran horas, hasta que se sentía tan desesperado y tan sensible que su cabeza estaba totalmente desconectada de su cuerpo, y sus bolas parecían a punto de explotar. Otras veces, Mark se negaba a follarlo hasta que no lo acariciaba y besaba por todo el cuerpo, lo que era casi tan molesto y frustrante como los besos eternos.
También le había estado tocando la polla. Mucho.
—Vamos, esto es tan gay —trató de decir las primeras veces, pero Mark ni se inmutó.
—Esto no es más gay que tener mi polla en tu culo —replicó, acariciándole el miembro hasta que Donghyuck olvidó sus protestas, y su mente se volvió inútil.
Era bastante molesto que su cuerpo fuera un completo traidor. Al ver su erección en la mano grande y masculina de su mejor amigo se sentía increíblemente mal, pero al parecer, eso a su polla le daba igual.
Y luego estaba la otra cosa. Aquello en lo que Donghyuck estaba decidido a no pensar. En lo que a él se refería, no ocurría. Hasta que lo hacía, e incluso cuando ocurría, en realidad no contaba. Porque Donghyuck no era ningún rarito, era un tipo totalmente normal al que no le gustaban ese tipo de cosas. No era que tuviera nada contra la gente a la que le gustaba, simplemente él no estaba en ese grupo.
Excepto cuando lo estaba.
—¡Sí! Oh, oh. Mierda, sí. Reviéntame el coño. Amo tu polla. Dámela. ¡Sí, sí! ¡Así!
Al terminar, siempre quería que el suelo se abriera y lo tragara. Pero durante el sexo perdía completamente el control de su boca. No le importaba ser él quien escuchaba esas cosas, a poder ser de una chica caliente bajo su cuerpo, pero ser quien las decía mientras su mejor amigo le embestía desde atrás era absolutamente mortificante.
En general, en esos días Donghyuck sintió que su cabeza iba a explotar por la confusión. No entendía a Mark, ni tampoco a sí mismo.
A Donghyuck le gustaba pensar que era un tipo decente.
A pesar de todo eso de estar loco por la polla de Mark, en todo ese tiempo nunca se acostó con mujeres. No quería ser ese tipo de persona. Así que quería saber si Mark seguía saliendo o no con Jaemin, pero estaba demasiado asustado como para preguntar después de la reacción que había tenido la última vez que hablaron del tema.
Que le diera miedo hablar con Mark sobre su vida amorosa era solo una prueba más de lo raras que se habían vuelto las cosas. Sin mencionar que, en realidad, últimamente no hablaban mucho. Ni siquiera se enviaban mensajes. Mark simplemente aparecía en su apartamento y se lo follaba. Donghyuck había tratado que pasaran tiempo juntos como amigos unas cuantas veces, pero Mark no era muy receptivo. Sin embargo sí que parecía tener ganas de que se acostaran, ignorando sus débiles intentos por mantener una conversación, insistiendo hasta que la boca de Donghyuck tenía dentro su lengua o su polla.
Hablando de pollas, un día a principios de noviembre, Mark chupó la suya.
En su defensa, Donghyuck estaba demasiado cachondo como para decir que no. Fue en una de esas ocasiones raras en las que Mark se corrió antes que él, dejándolo tambaleándose al borde del orgasmo, frustrado y caliente. Así que cuando se deslizó por su cuerpo y se la metió en la boca, solo pudo mirarlo con los ojos muy abiertos. La boca de Mark se sentía increíblemente bien a su alrededor. Húmeda, suave y hábil. Pero al verlo… Al ver los labios de su mejor amigos estirados alrededor de su polla, sintió un pánico tan punzante que no sabía qué hacer consigo mismo.
—No —se las arregló para decir, mientras empujaba la cintura hacia la boca de Mark. No quería hacerlo, pero tampoco podía detenerse. Necesitaba… lo necesitaba.
Mark le rodó los ojos y comenzó a mover la cabeza de arriba abajo, con su dedo masajeando su agujero. Donghyuck gimió, movió la cadera un par de veces contra la boca de Mark y se corrió.
—Esto no es genial, hombre —murmuró después, incapaz de mirarlo a los ojos—. No te pedí que… que…
—¿Que te chupara la polla? —preguntó Mark, mientras cerraba su bragueta y alcanzaba su camisa. Su expresión estaba en blanco, imposible de leer.
Donghyuck se lamió los labios. Los sentía hinchados y adoloridos.
—Si. Quiero decir, no es que no lo hicieras bien, pero ya sabes. No soy…
—No eres gay, lo sé —dijo Mark, vistiendo su chaqueta.
Había un tono duro ya familiar en su voz, que últimamente no dejaba de irritar y encender a Donghyuck al mismo tiempo. Molesto con su cuerpo, asintió rígidamente, tirando de las sábanas para cubrirse.
—Nos vemos —se despidió Mark, y se marchó sin esperar por su respuesta.
—Nos vemos —susurró Donghyuck, a la habitación ya vacía.
Frunciendo el ceño, se dejó caer de nuevo en el colchón y dejó escapar un gemido de frustración. Odiaba en lo que se habían convertido. A pesar de que se veían a diario, era como si no hubieran hablado en siglos. Aunque seguía a su lado, Mark se estaba alejando cada día más y más y no sabía qué hacer para evitarlo.
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La herencia
La primera vez que Doña Alba de María dijo te quiero tenía 62 años. Aquello llegó como un extraño que toca a la puerta por la noche, como un propósito oculto, una confesión de mentiroso.
Te quiero, dijo inquieta, te quiero.
La familia de María no era de besos, ni de abrazos, ni siquiera de palabras. Contemplar el amor era algo que se hacía en silencio, en privado, a puertas cerradas; enmascarado del placer en la intimidad, a su vez, enmascarado por la presión de su madre de ya es momento de que me des un nieto.
Te quiero
Su hijo y su marido la llevaron inmediatamente al hospital. La mujer había tenido un derrame cerebral. Un encuentro con la muerte le dejó a su familia una deuda impagable para el salario de retirado y ayudante de cocina que traían a la mesa.
Alba lo había perdido todo. O casi todo. Sus ojos todavía con aparente libertad, veían con espasmo todo aquello que veían; mientras su familia intentaba descifrar en ellos lo que su interior realmente intentaba predicar.
La señora solo era capaz de inagotables repeticiones del conjuro. Y los de María interpretaban sus propias versiones y perversiones de las palabras.
Algunas como un eco de las que antes decía:
Te quiero
en la mañana para un café con leche.
Te quiero
frente a la televisión para no me gusta ese programa.
Y algunas nuevas que acaba de aprender:
Te quiero
para límpiame las nalgas.
Alba parecía haberse ausentado dentro de su propia mente. Cuando comía, comía como por reflejo; tomaba, tomaba como por reflejo; caminaba, dormía y respiraba porque por supuesto que no se le va a olvidar respirar. Pero no podían creer que la señora de María exorcizara esas palabras de la misma manera, como un reflejo de algo que nunca aprendió.
Entre soles solo quedaba el silencio.
Te quiero
Antes de dormir.
Te quiero
Si no hasta el amanecer.
Después de algunos meses, su marido se dio cuenta que la obscuridad le hacía mal a su mujer. Las mañanas, tras las que dormía con la luz apagada, amanecía con las mejillas mojadas hasta el cuello. En su larga vida juntos, él nunca la vio llorar.
Así le empezó a dejar una veladora por las noches; enmascarado de un no vaya a ser que se empiece a manchar la almohada. Era la única luz de la casa. Y su hijo no se quejaba, cuando al salir al baño por la madrugada, tuviera un tenue brillo que le guiara el camino. Una de tantas, le reveló a su padre en el portal de la entrada. Algo que nunca había visto, pero que supo con el tiempo que siempre estuvo ahí.
Te quiero
Era un sentimiento desconocido en esa casa. Alba no era diferente. De su propia madre había mamado solo leche fría enmascarado de es que muerde duro la teta. Su padre las había dejado cuando tenía 16. Nunca conoció a su abuelo, ninguno de los dos. Las mujeres están para probar la valía de los hombres; le dijo su madre escondiendo el dolor que sentía de abandono.
Muy dentro de sí, Alba esperaba que su hijo se casara y dejara a su mujer años después. Tal como lo esperaba del marido, desde aquel día que cayó por la escalera, tras haber encontrado un maletín con un par de camisetas y calzones. Escondida en un estoy bien que le salía por vergüenza, no de haber caído, sino de no haber visto antes las señales.
Te quiero
Le dijo a su esposo la noche que partió. El conjuro lo detuvo en el portal. Sus miradas se cruzaron por primera vez en lo que parecían años. Así, con los ojos, hablaron de todas las mañanas, tardes y noches que callaron y odiaron en silencio. Así, al menos, lo habló él. Ahora estaban del mismo lado. Su libertad, era la de ella.
Las ganas de mear interrumpieron el sueño de su hijo. La noche iluminada por la última veladora que había encendido su padre.
Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Tres años habían pasado tras la muerte de Doña Alba. Su hijo ahora reconocía las dos vidas de su madre. Una que terminó el día que cayó por la escalera y la otra que empezó esa misma noche. Ninguna parecía conocer a la otra, pero entre ellas había algo que perduraba, algo que permaneció entre las dos y pasaron tres años sin que él haya podido descifrar muy bien qué.
Como casi toda madrugada despertó con una urgencia callada. El pasillo se iluminaba con la luz de una veladora que ahora él dejaba como ritual para guiarse el camino. Aunque después de casado notó que ya no iba al baño por las noches. Pero a veces llegaba hasta el portal. Con suma sutileza salió de entre las sábanas, a paso ligero para no despertar a su mujer; a su bebe encunado a pie de cama. No sabía qué hacía despierto, pero el silencio sugería libertad.
Como muchas otras, esa vez llegó hasta la puerta de la entrada. Ahí donde terminaba tenuemente la luz de la veladora; ella también sugería unas palabras.
Pensó en la segunda vida de su madre, en los días en los que le tocó a él cuidar de ella. Así aprendió lo que era ser padre, incluso antes de serlo. El sentimiento lo abstrajo del momento. Sin saberlo, el conjuro preparó el milagro. Pasó unas horas en la memoria y pensó, ingenuamente, que quizás ella había regresado para decir aquello que le había faltado por decir. El calor de la veladora lo tomó de la mano. Lo trajo de regreso. Sus mejillas empapadas lo llevaron a secarse las lágrimas con la almohada. Ahora viendo a su mujer, meditó un rato más.
Yo también, mamá.
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Episodio 3, Capítulo 20: Retrato 4 / Fushimi Omi
Omi: …Desde ese día, he vivido en su lugar.
Tuve un compañero, en los días en los que estuve en la pandilla de motociclistas.
En ese entonces, éramos conocidos como los líderes más fuertes en el Tokio Oeste. Omi "El lobo salvaje" y Nachi "El zorro salvaje".
En medio de todas las peleas, donde era imposible distinguir a un amigo de un enemigo, Nachi era la única persona a la que le podía confiar que cuidara mi espalda.
Él era mi único compañero.
Un día, Nachi —sonrojándose, nada típico de él— me dijo que, desde que era niño, tenía un sueño.
"Sé que alguien como yo no debería tener este tipo de sueño, pero no puedo sólo rendirme."
Le pregunté qué era, pero no me decía. Pensé, un día haré que confiese, pero muy poco después de ese intercambio, algo pasó.
Fuimos atacados por una pandilla enemiga mientras manejábamos.
Nuestras motocicletas se voltearon. Fui lanzado, sufrí una herida que tomó un mes entero en sanar y obtuve una cicatriz en mi mandíbula.
Y Nachi… él sufrió un golpe fatal. Murió por pérdida de sangre después de que lo enviaron al hospital.
Cuando pude moverme otra vez, llevé a cabo por mi propia cuenta una batalla de venganza.
Después de destruir al equipo que nos atacó, deshice "Wolf" y corté lazos con la pandilla.
Después de pelear, dejé de manejar mi motocicleta y pasé mis días como un estudiante normal.
Pero no importaba qué hacía, no podía sentirme vivo.
Inconscientemente, me había empezado a sentir culpable sobre ser feliz.
Visito la tumba de Nachi cada año, el día que falleció, pero este año me encontré con sus padres.
La última vez que los vi fue en su funeral. No sabía qué decirles, pero ellos me hablaron con nostalgia.
"Si Nachi hubiera enderezado su vida como tú lo hiciste, Fushimi-kun, ahora estaría de pie en el escenario." "¿Eh…?" "Oh, ¿no sabías? Desde que era niño quiso ser un actor." "Se fue por mal camino, pero seguía adorando las obras e iba a verlas todo el tiempo".
En el momento que escuché eso, recordé la expresión avergonzada de Nachi de ese día.
Sobreviví y pasé mis días viviendo sin sentido.
Nachi tenía sueños y esperanzas para el futuro… pero murió.
Esa verdad me devastó.
Después de pensarlo bien, decidí convertirme en actor. En su lugar.
Esperé que eso lo ayudara a descansar en paz, aunque fuera un poco.
***
Omi: …Esa es la razón. Este sueño no es mío. Es un sueño que persigo en su lugar.
Pero ver a Juza me hace sentirme culpable.
Izumi: …¿Por qué?
Omi: Él de verdad es directo con la actuación. Es más serio y diligente que cualquiera.
¿Qué tal si descubre que estoy actuando en el lugar de alguien más, como una manera de librarme de culpa…?
Estoy asustado de que Juza me odie. Me recuerda mucho a él… tal vez sea la razón por la que soy amable con él.
Izumi: …Me pregunto si eso es verdad.
Omi: ¿Eh?
Izumi: Puede que haya empezado como el sueño de tu mejor amigo, ¿pero es esa la única razón por la que estás actuando ahora?
Omi: …
Izumi: Omi-kun, tú también te ves muy serio con la actuación. ¿No es porque piensas que actuar es divertido?
Omi: Yo…
Izumi: Incluso si empezaste a actuar para librarte de culpa, si has encontrado tus propios sentimientos sobre ello, entonces ya no es sólo el sueño de tu mejor amigo.
Omi-kun, ese sueño le pertenece a los dos… y, un día, se convertirá en tu propio sueño.
Omi: …Puede que tengas razón.
Ya no es sólo su sueño, también es el mío.
Incluiré a mi mejor amigo en mi retrato… Creo que me ayudará a dar un paso hacia adelante.
Izumi: Sí. Estoy segura de que puedes hacerlo, Omi-kun.
Omi: Gracias, directora. Me siento un poco mejor.
Izumi: De nada.
Omi: …Parece que los scones están listos.
Izumi: ¡Ah, huele bien! ¡Se ven deliciosos!
***
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El último día de mi vida…💌🎧💋
¡¡¡NO PUEDE SER, ME VOY A MORIR!!! Es broma, jajajaja, imagínense que me muera (toco madera🪵) pero por supuesto que no me voy a morir, yo soy una persona ÚNICA. 🩵
Yo siempre les digo a mi familia que ya estoy cansada de existir en esta vida, se me hace muy inútil existir y que la sociedad no vea la persona que soy o bueno que me vea como una persona invisible. La mayoría ha de pensar igual que yo o no, porque no todos los seres humanos pensamos igual. 🤪
Un día que yo estaba aburrida, me puse a revisar mi celular y lo primero que revisé fue mi Tik Tok y en eso me aparece un video en el que mencionaba “No debes mencionar el ya no querer existir o al mencionar a la muerte” y yo con cara de 😨 (enserio que me sorprendí) entonces al ver todo el video completo me quedé muy pensativa al escucharlo y me dije a mi misma “No queremos morir pero a la vez ya no existir” esa frase siempre me la digo, porque la verdad yo quiero aprender nuevas cosas, hacer nuevas aventuras que jamás había planeado hacer, viajar mucho con mi familia, salir con amigos, etc. 💥
Y hasta te hace cuestionar de cómo sería tu gran fin de la vida que tanto has vivido por muchos años. Sinceramente, la vida es tan difícil a cómo te lo hacían ver desde niño. 🥲
A mí me fascinan los lugares como las plazas o los restaurantes muy sencillos, pero a la vez muy lindos (aesthetics) porque con la gente que tanto amo, puedo hablar sin molestias de otras personas, ¡reír a gusto y contarnos anécdotas! 🤌🏻
Yo soy una persona muy especial, ya que no me gustaría estar en mi último día con una persona cualquiera, NO. Me gustaría estar con gente de mucha confianza, con mi mamá que la amo demasiado, aunque me hace enojar demasiado y con mis hermanas más que nada porque son a las que siempre voy a ver y a defender tanto. ❤️🩹
Me iría hacer la vida loca por última vez (siempre comentaba que quería hacer algún día) JAJAJAJA, por ejemplo: hacerme un tatuaje, otra perforación, irme de fiesta con mis amigos, ¡¡TODO!! 🎧
Sin duda, a lo que más le temo es no ser suficiente tanto para mí como para la gente, porque eso significa que mi trabajo de nacer y existir no tuvo algún chiste. 🥀
No me imagino que la muerte llegue y me diga “ya te toco, querida” JAJAJA o sea algo muy loco, pero si me toca espero que sea por una buena razón y no por alguna enfermedad y/o por un accidente. 🚨
JAJAJA, me acuerdo acerca de un accidente que tuve hace 4 años en la preparatoria. Estaba un día normal en mi salón en la clase de historia universal, fui a preguntarle a mi profesora las dudas que tenía acerca de mi planeación de mi proyecto, entonces al regresar a mi silla vi que unos compañeros estaban jugando brusco, pero al voltearme con mi amigo a platicar, siento como alguien me da un cabezazo y mi reacción fue todo lo contrario a lo que normalmente uno hace 👊🏻 (regresar el golpe) pero yo no hice eso, fui con la directora y le comente el asunto que tuve y le hablaron a mi mamá para que me recogiera y me pudiera llevar a urgencias. Pensé que me habían roto el cuello por completo, pero la verdad es que NO🚫lo fue. Aún no sé cómo fue la necesidad de darme un cabezazo y se que no fue con la intención de dármelo a propósito (eso pienso yo) ya que no le hacía mucha plática y no coincidimos en muchas cosas. Pero de lo que, sí aprendí demasiado en el accidente que tuve, fue en que tarde o temprano me van a pasar sucesos en los que debo de aprender de ellos para no llegar a un punto difícil de manejar. 🤓
Eso sí, si me llegara a morir que sea porque tengo una muy buena salud en el cual mi familia, amigos, entre otros; no se preocupen por mí. Porqué la vida se debe de vivir a lo máximo 💪🏻 (a veces, jajaja) pero el chiste es estar vivo y no muerto hasta en lo más profundo de la tierra. 🌎
PD: La muerte te enseña muchas cosas, se podría decir que manda señalamientos que luego uno no ve y ya luego al verlos años después, uno reacciona muy tarde y lamentablemente ya no hay vuelta atrás. 🕯️ A qué me refiero, que si nunca intentas hacer cosas buenas o que no aceptas los ofrecimientos que te da la vida, ya no sientes que estás viviendo la vida que te mereces, ya que al nacer es para experimentar nuevas cosas.🚪
Y la que sobreviva 💋💋💋
Espero que les haya entretenido este blog, porque tuve que ver más allá de mi ¿último día?…
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— quiero cuidarte
• drabble
• Día 3
⊹ 𐚁̸. . . 🩹 . . .𐚁̸ ⊹
No estaba en sus planes volver a Los Santos, esa ciudad repleta de sufrimiento y malos recuerdos para él.
Pero la llamada de aquel viejo conocido y un leve presentimiento en el pecho fueron la razón de su regreso.
Está aquí por él, está aquí por Horacio.
Grande fue su sorpresa al enterarse que ese alumno con cresta ahora es el director de toda una facción. En ese momento reflexionó de cuánto habían cambiado las cosas desde la última vez, y a pesar de todo, agradecía que el chico conservara esa luz interna que siempre vió en él.
Horacio es un gran jefe, lo ha comprobado gracias a los operativos que realizan juntos. Pero su forma de proteger al equipo, poniéndose en frente antes de que dañen a los suyos, es algo que le preocupaba bastante.
Era algo de esperar conociendo su historia, más aún así le es difícil de asimilar.
Aquel pensamiento constante no le dejaba dormir. Estaba reavivando ese vínculo que creyó perdido con la única persona que logró conectar, y pensar en el peligro al que siempre está expuesto es aterrador.
Fue en uno de esos operativos que sintió con más fuerza su temor.
La misión marchaba bien hasta que un violento tiroteo estalló.
Por la radio se entera de que dejaron inconsciente al director, hiriéndole un hombro y parte del pecho.
Llenándose de ira abatió lo más rápido posible al resto de criminales, ninguno se salvó ante la furia del ruso.
Quien le hiciese daño al de cresta ya era algo imperdonable para él.
Los siguientes minutos se dedicó en traerlo al hospital. Las horas pasan y el moreno nuevamente está consciente, cosa que los médicos le informaron antes de que pudiese verlo por su cuenta.
Se hallaba sentado en la camilla mientras un doctor atiende las heridas. El vendaje le cubría el hombro derecho y parte de su pecho. Claramente podía verse donde las balas impactaron, cuatro en total, distinguidas por ese manchón rojo que dejaban al atravesar la tela.
Estuvo atento cuando escuchó el consejo del profesional que le dijo: "tienes que descansar o terminarás peor". Cosa que inquietó más al ruso que al menor, quien ya estaba acostumbrado a ignorar estas indicaciones.
Cuando por fin estuvieron solos en la habitación hablaron de lo sucedido.
El peligris no paraba de expresar lo preocupado que estaba por él, algo que dejó sorprendido al contrario quien relajado responde:
—No es para tanto, ruso, mañana estaré como nuevo.
—Pero debes descansar, es lo que te dijo el médico.
—No te alteres por eso, estaré bien.
—Horacio, por favor.— apoya su frente en el hombro sano del nombrado, quien no esperaba aquella acción. —Puedo cuidarte para que estés mejor, no quiero que te pase nada.
El silencio les envuelve, el menor acaricia su espalda para consolarle, con la misma suavidad que sus palabras le llegaban.
—Quiero cuidarte, eres todo lo que tengo... no me perdonaría si algo te pasara.
Se sonroja al oírle, experimentando esas mismas mariposas en su estómago que sintió años atrás.
¿Será que por fin tendría una oportunidad para estar con Volkov?
¿Será que por fin tendría una oportunidad para amar a Horacio?
—Bien, te haré caso.— le responde finalmente dando un par de palmadas en su espalda. —Descansaré. Solo si tú también lo haces, que ya has trabajado mucho.
—De acuerdo.— ríe levemente por lo bajo mientras sonríe.
Era la oportunidad perfecta para dar un paso más allá, para dejarse querer como no se lo permitieron en un pasado.
Apoyándose y cuidándose el uno al otro.
fin🤍
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roto
Mirando fijamente la pantalla, la palabra “kokoro” estaba escrita. Aire dice que la primera palabra que escribimos es la correcta, la más sincera. Calor había aprendido esa palabra viendo anime con sus amigos del colegio los domingos por las mañanas, después de noches de videojuegos. Colchones, mats de yoga y un sofá futón creaban un nido para ellos. En las mañanas heladas, las cortinas tapaban el reflejo del sol. La pantalla parpadeaba con diferentes colores según la trama, y un calentador portátil con tres tubos rojos iluminaba lo que quedaba.
Sintiéndose tensa e inquieta, con mucha más energía de la deseada, Calor se ofreció como voluntaria para ir a comprar el pan. Además de las cucarachas, el ascensor no funcionaba y las escaleras en ese edificio consistían en cuatro pares de ellas que conectaban cada piso alternado, formando un patrón de cruz. El edificio se construyó en los años sesenta, y las escaleras habían permanecido allí, no de una manera clásica, sino más bien liminales, como una trastienda de supermercados o un aeropuerto a altas horas de la madrugada.
Las chicas ya no vivían allí. La última vez que Calor había hablado con una de ellas, se habían mudado al otro lado de la ciudad. Caminaron hasta la playa. Una gaviota seguía el autobús justo fuera de su ventana; si no hubiera habido vidrio, pudo haber acariciado sus plumas. La arena brillaba y el cielo estaba despejado. Hablaron sobre cómo resolvían problemas con sus amigos, comieron sándwiches de pepino, lechuga y zanahoria, y nadaron hasta las boyas. Paz mencionó cómo aprendió a comer ensalada de la familia de Calor.
En la familia de Calor, siempre comían sándwiches de ensalada durante el té. Una costumbre extraña, pero como generalmente tenían varias ensaladas para el almuerzo, las sobras reposaban en el refrigerador marinando en limón, aceite y sal durante horas antes de que finalmente las pusieran en pan fresco, tibio y crujiente, el limón se impregnaba. El bocado era una mezcla perfecta de ácido y base, cálido y fresco, crujiente y suave.
Nadaron tan lejos como pudieron. Paz nadaba en el mar como terapia para sus ataques de pánico, pero para Calor, era la primera vez que entraba al mar en ocho años. toda la longitud de su amistad, se quedaron allí, observando a la gente desde lejos, hasta que la presión del océano se sintió como una manta de compresión sobre sus cuerpos, apretándolas cada vez más hasta que decidieron regresar.
Cuando Calor era niña, su colegio organizaba un paseo de fin de año a una piscina. Sesenta niños más sus hermanos, madres preparando ensaladas y padres envueltos en humo de asado. Calor siempre se quedaba nadando más tiempo del que debía, flotando en un rincón profundo, sintiendo la presión en su pecho y dejando que las lágrimas subieran. Se entretenían haciendo burbujas con su aliento hasta que tenían suficiente fuerza para salir a la superficie.
Alrededor de la misma época, solía llevar pequeños aros de perlas. Después de una clase de tenis por la mañana en el colegio, el pendiente izquierdo quedó atrapado en la red, su lóbulo se partió y sangró. Durante meses previos a ese día, tenía un sueño recurrente: una pequeña canica rodando por el pasillo que daba al patio del almuerzo, la sangre se extendía por el pasillo, y cuando la pelota golpeaba una máscara de payaso, Calor toco su oreja y vio la sangre.
Oculto la sangre con su cabello y un cuaderno hasta que el colegio terminó a las cuatro y media de la tarde. Cuando sus padres la vieron, la llevaron inmediatamente a la sala de emergencias. Ese día, prometio siempre decir cuando se lastimara, pero cuando soñó acerca de Aire en un kayak,y de Vapor en en un carro de sopaipillas debió haberlo sabido. Años después, los sueños tomaron vida, y Calor rompió esa promesa todos los días.
Incluso cuando estaban rodeados de personas que nunca habían sabido de la existencia de Calor, Paz y Aire o Vapor, rompió la promesa. Incluso cuando ninguno de ellos pasaba tiempo juntos ni hablaban, aún así la rompió. Como si su existencia, la existencia de ese tiempo, fuera un libro de fantasía infantil tomado demasiado en serio, doloroso pero inventado. Pero cada vez que veían "kokoro" en sus borradores, cada vez que caminaba por las calles evitando pisar las lineas, cuando la fruta estaba excepcionalmente sabrosa, cuando los rascacielos se dibujaban contra un cielo azul, Calor no podía evitar reírse todo el día.
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