#cristales de nieve
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Auroras Boreales & Iglú de CristalFinlandia · 5 días | Desde 2.400€
Disfruta 5 días en Laponia con iglú de cristal y auroras boreales. Incluye traslados, alojamiento, visitas guiadas, trineo de renos, safari husky, zoo ártico y más. Salidas de enero a marzo. ¡Reserva en Mi Viajazo!
Auroras Boreales & Iglú de Cristal – Finlandia ¡Vive una experiencia mágica en la tierra de los mil lagos! Este inolvidable viaje de 5 días te lleva a Rovaniemi, la capital de Laponia, donde disfrutarás de actividades únicas como paseos en trineos de renos 🦌, un safari con huskies 🐕🦺 y visitas al Zoo Polar de Ranua 🐾. Culmina tu aventura con una noche en un Iglú de Cristal, disfrutando de la…
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Virginia Woolf, Sobre estar enferma (trad. J. P.) [...] la literatura hace cuanto le es posible para sostener que le concierne solo aquello con respecto al pensamiento; que el cuerpo no es más que una lámina de liso cristal a través de la cual el alma mira directa y claramente y, salvo una o dos pasiones, como el deseo y la codicia, es nula, insignificante e inexistente. Mas, por el contrario, su envés es lo verdadero. Todo el día y la noche entera, el cuerpo interviene; se despunta o se afila, se colorea o descolora, se convierte en cera durante la canícula de junio, se fragua hasta convertirse en sebo en la lobreguez de febrero [...] Se desestiman las grandes guerras que el cuerpo, en la soledad de sus aposentos y con el espíritu como su esclavo, libra por sí mismo, sea contra el asalto de la fiebre o la llegada de la melancolía [...] no sólo necesitamos de un nuevo lenguaje, primitivo, sutil, sensual, obsceno, sino una nueva jerarquía de las pasiones: el amor debe ser depuesto en favor de una temperatura de 104 grados; los celos deben dar paso a los tormentos de la ciática; el insomnio debe desempeñar el rol del villano y el héroe ha de convertirse en un brebaje blanco de dulce sabor [...] Hay, confesémoslo (y la enfermedad es el gran confesionario) una franqueza infantil en la enfermedad; se dicen cosas, se sueltan verdades que la cautelosa respetabilidad de la salud oculta [...] No conocemos nuestras propias almas, y menos aún las almas de los demás [...] En cada uno hay un bosque virgen, enmarañado, carente de senderos; un campo de nieve donde incluso la huella de las patas de los pájaros es desconocida. Y aquí vamos, vamos solos, y es mejor así. Tener siempre compasión, estar siempre acompañados, siempre ser comprendidos sería intolerable. En la salud, empero, es necesario mantener la apariencia de buen humor y renovar el esfuerzo –comunicarse, civilizar, compartir, cultivar el desierto, educar a los nativos, trabajar juntos de día y distenderse de noche. En la enfermedad esta simulación o fingimiento, cesa [...] Normalmente, mirar al cielo durante un tiempo prolongado es imposible. Los peatones se verían impedidos y desconcertados por quien observase al cielo con un carácter público [...] Ahora, convertidos en hojas o margaritas, tumbados, yacentes, mirando fijamente hacia arriba, descubrimos que el cielo es algo tan diferente de esto que realmente es un poco chocante [...] Examinemos la rosa. La hemos visto florecer tantas veces en vasijas, la hemos relacionado tantas veces con la belleza en su plenitud, que hemos olvidado cómo se yergue, quieta y firme, durante toda una tarde en la tierra. Guarda una actitud de perfecta dignidad y posesión de sí misma. La difusión de sus pétalos es de una firmeza inimitable. Tal vez ahora una caiga deliberadamente; ahora todas las flores, las voluptuosas púrpuras, las cremosas, en cuya carne cérea una cucharita ha dejado un remolino de jugo de cereza; gladiolos; dalias; lirios, sacerdotales, eclesiásticos; flores con sus primorosos cuellos de cartón teñidos de damasco y ámbar, inclinan suavemente sus cabezas hacia la brisa –todas, con excepción del pesado girasol, que orgullosamente reconoce al sol al mediodía y tal vez a medianoche impugne a la luna. Allí están; y es de estas cosas, las más apacibles, las más autosuficientes de todas aquellas de las que los seres humanos se han hecho compañeros; ellas, que simbolizan sus pasiones, adornan sus fiestas y yacen (como si conocieran la pena) sobre las almohadas de los muertos. Es maravilloso contarlo [...] las personas viven en el campo para aprender la virtud de las plantas. Es en su indiferencia que son reconfortantes.
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Derritiendo los glaciares de su corazón | Simon Riley x Reader
¡Mi segundo escrito aquí! Estoy intentando descubrir como funciona la plataforma, sigo estando nerviosa y pronto tendré que hacer una publicación fijada con mis pequeños retazos.
Simon "Ghost" Riley x Reader
Please, listen "Say yes to Heaven" of Lana del Rey mientras lee esto para una mejor experiencia.
Los créditos se mostraban en la pantalla mientras quitabas la manta acolchada que te cubría, hacía unos minutos que la película había finalizado y como un gato perezoso, te estiraste en la cómoda cama en la que reposaba tu cuerpo, aun tratando de espabilar después del dulce sueño y las caricias compartidas por el hombre rubio del que no había rastro en la habitación.. Hacía frío, no era para menos el invierno los había arropado con una espesa capa de nieve y escarcha visible desde la ventana, donde se vislumbra el paisaje blanquecino pero ciertamente inspirador para una artista como tú.
Aunque, nunca fuiste buena pintando o esculpiendo en arcilla, tus dedos se hallaban demasiado ocupados trazando formas en el cristal de este, tarareando de manera vaga la melodía de fondo, disfrutando de la brisa congelada que refresca tus mejillas sonrojadas; porque los recuerdos de la noche anterior transitaban por tu conciencia, los besos apasionados, las mordidas traviesas, palabras sugerentes y el delicioso vaivén de caderas que impuso Simon cuando descubrió los espacios más íntimos de tu cuerpo, trazando cual cartógrafo la geografía en antiguos pergaminos, proclamándose noble conquistador de las tierras vírgenes entre tus piernas.
Cada suspiro robado en la boca de Simon se repetía en bucle en tu imaginación, dejándote embriagar por el terroso aroma a almizcle, avellanas y madera, había algo en la entereza de su ser que te hacía sentir en casa. Quizás tanto tiempo en soledad, viviendo en la monotonía de los días con las mismas palabras vacías y la rutina hueca te había hecho sentir extranjera en tu propio cuerpo, en tu propia vida, hasta que conociste al hombre de ojos cafés tormentosos.
Era una ocasión especial, llevabas un vestido fluido por insistencia de tu madre que te había convencido de salir al último festival organizado en la ciudad y lucir bonita para “pescar un buen hombre, porque el tiempo pasaba y no te hacías más joven”, sin embargo, la amargura en tu paladar al pensar en el amor y tus anteriores experiencias (aunque escasas, muy decepcionantes y terribles) se vieron empañadas en cuanto observaste a semejante semental que se encontraba sentado en un rincón oscuro del bar en el que estabas con tu hermana.
Ella, como era de costumbre, no se callaba y continuaba parloteando sobre el militar con el que estaba saliendo desde hacía semanas. Pero espabilaste en cuanto saliste de la ensoñación, dándote cuenta que su parloteo se había detenido hacía segundos y se levantaba repentinamente de la silla, corriendo como el huracán que era hacia la figura voluminosa de un hombre que llamó “John” con un tono tan enfermizamente dulce que en otro momento te hubiese provocado arcadas.
Al final conociste al misterioso hombre del que estaba enamorada tu hermana y también conociste a Simon Riley, a pesar de que al inicio se presentó con su indicativo “Ghost” con un tono seco y plano, anticipándote que no participaría mucho en la conversación. Sin embargo, al final de la noche lograste estar más cerca de ese cautivador espécimen que solía hacer bromas de papá, bebía cortos tragos de bourbon y te robaba el corazón con cada palabra que salía decorada por ese acento de Manchester.
Regresando al presente, te sentías flotando en una danza encantadora y delicada como las de antaño, donde el caballero sujetaba a una distancia prudencial tu anatomía al compás de la orquesta que entonaba el ritmo de la pieza. Como un violinista que conoce las cuerdas de su instrumento, el rubio había aprendido a tocar en los sitios indicados para conseguir ese dulce sonido de tus labios pintados de bermellón.
Aquel suceso permanece escrito en las páginas de tu memoria, garabateando corazones junto a sus nombres y anhelando esas varoniles manos sobre ti una vez más, generando una adicción a sus incandescentes sentimientos desmedidos, desprovistos de cualquier enajenación. Giraste sobre tus pies, dando vueltas como una ninfa de rostro soñador, la delgada camisa blanca de Simon cubría tu desnudez sin inmutarse por la baja temperatura hasta que percibiste esa fragancia casi afrodisíaca.
—Pensé que no querrías salir de la cama —murmuró el de orbes azules, sonaba divertido y maravillado por tu delicado semblante, aún cuando había pervertido tu mente con su excitación desenfrenada y te había devastado en su cama hacía unas cuantas horas.
—Está nevando y es precioso, quería ver la nieve caer —señalaste, sentándote sobre tus tobillos en el esponjoso colchón invitándole a que se acercara hacia donde estabas.
—Quizás, sigue sin ser más precioso que tú.
Antes de que pudieras contestar, te sujetó por la cintura y te subió a su regazo, reposando tu cuerpo en sus gruesos muslos, acariciando tramos de piel que iba revelando al subir la poca tela que lo separaba de tu cálido centro.
—Anhelo llenarte de los halagos que mereces... quiero devolverte esa alegría que provocas en mí —confesó, peinando los mechones sueltos que enmarcan tu rostro. Los mismos dedos que te habían llevado a las estrellas delineaban con delicadeza tus mejillas, hasta que el dedo pulgar reposó encima de tus labios, fascinado admirando la forma de tu arco de cupido.
—Creo que alguien ha estado leyendo a Jane Austen —dijiste más para ti misma, sin percatarse que Simon empezaba a desabrochar los pocos botones que cubrían tu modestia.
Nunca desvió sus profundos ojos marrones de tus reacciones, motivado por como mordiste tu labio inferior al observar los músculos cincelados y esos pectorales esculpidos por Miguel Ángel. Lo hacía con el objetivo de empujar tu deleite en ese armonioso espectáculo íntimo, develando la parte más sensual que poseía como individuo masculino.
En cuanto te apoyó en la cama, posicionándose sobre ti, apreciaste en silencio como iba enseñándote el sendero feliz cubierto por una delgada capa de vello y jadeaste en silencio, sintiendo el agradable calor de tu humedad cuando Simon se quitó el jogger gris que llevaba y sus torneadas piernas tocaron el colchón para subir hacia donde tus brazos lo llamaban. En cuanto estuvo más cerca, sentiste la dureza de su miembro contra la parte interna de tus muslos, mordiéndote el labio y moviendo las caderas para que pudiera sentir lo lista que estabas para recibirle.
Simon hizo descender sus dedos hacia tu centro resbaladizo, cubriendo sus dedos con la humedad acumulada en medio de tus muslos y llevándolos a su boca para probarlo mientras te miraba atentamente, provocando un gemido desesperado de tu parte. Para ese instante, el frío no era un inconveniente, puesto que apretaste los muslos al sentir como esa humedad crecía y descendía cálida, acción que no pasó desapercibida—. ¿Exaltada, mi dulce princesa?
—¿Qué crees? —dijiste, recostando tu fisionomía en la suavidad de las sábanas de tu amante. Querías repetir esa pecaminosa danza que se prolongó en la madrugada.
—¿No fue suficiente con lo de anoche? —cuestionó, una de sus cejas gruesas arqueadas y sus labios tirando de una sonrisa que prometía los placeres carnales.
Pero no te cohibiste como antes, la sumisión que habías mantenido se dispersó cuando lo besaste con todo el fuego que residía en tu pecho, presionando tus senos desnudos contra su pecho torneado y duro. Porque más allá de un derroche pasional y efímero, sus almas se conectaban en un plano espiritual que escribía con pluma dorada la leyenda de un amor inconmensurable, que por fin sería netamente feliz y perpetuo.
—Quiero que me hagas tuya, Simon.
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Algunas personas somos como esas esferas de cristal con simulación de nieve en el interior, una vez que alguien agita nuestro mundo, no volvemos a ser las mismas, ninguna pieza vuelve a quedar en el mismo lugar por minúscula que está sea.
Efimera Lunar Intemporal
#solxs#efimera lunar intemporal#agosto 2023#escritos#notas#frases#citas#pensamientos#textos#escrituras#amor#tumblr
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Mar Arza & Ana Blandiana
¿Recuerdas la playa?
¿Recuerdas la playa
revestida de cristales amargos
sobre los que
no podíamos caminar descalzos?
¿El modo en que
mirabas el mar
y decías que me escuchabas?
¿Recuerdas
las gaviotas histéricas
girando en el tañido
de campanas de iglesias invisibles
y los peces como santos patrones,
el modo en que
corriendo, te alejabas
hacia el mar
y me gritabas que te hacía falta
distancia
para contemplarme?
La nieve
se apagaba
enredada entre las aves
en el mar;
con una desesperanza casi alegre
yo miraba
tus huellas en el mar
y el mar se cerraba como un párpado
sobre el ojo, dentro del cual yo esperaba.
_ Ana Blandiana. De Octubre, Noviembre, Diciembre (Pretextos, 2017).Traducción de Viorica Patea y Natalia Carbajosa
_ Mar Arza, Le Hasard Jamais N'Abolira.
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Vuelvo a empezar y está tu rostro siempre
lo busco en medio de todos tus rostros
tienes tantos que a veces ya no sé
quién eres las tardes tienen colores
cambiantes tú cambias con ellos brillas
te apagas si estás en un claroscuro
de cristales o en el esplendor de
la luz no eres la misma sin embargo
te reconozco tras tus perfiles tus
fulgores y sombras algo se mueve
que llamo tú porque eres mi memoria
quizá y porque a lo lejos sin cesar
andas te veo llegar a la misma
estatua entre palomas de la misma
plaza sigues andando pero no
vienes de lo profundo del pasado
eres la venida que convierte mi
vida en alegre espera aunque el viento
de lo efímero sopla y su humeante
nieve oscura nos borra entonces ya
no tengo nombre y no soy sino polvo
de sílabas boca vacía que no
articula más que azar pero tú
eres el azar es bello es cálido
como tú y es nuestra historia sé que la
voz que habla ha de callar crujen vacilan
las palabras las atizo por ver
de nuevo el espacio su promesa
el blanco de los montes y el azul
un cielo con ramas y apenas esta
claridad aunque esté tan cerca dices
quizá es la primavera u otra cosa
quién sabe es algo como una inminencia
viene sin pausa sin venir está
pero no está es manantial de formas
de él brotan palabras que nada dicen
sólo un flujo de luz no saber qué
decir más decirlo del mismo modo
que a veces me acerco a ti y nuestros ojos
están gastados por los días tomo
tus manos frías las soplo me quemas
siempre es como la última vez
te abrazo quiero ser el mismo instante
cierro los ojos y todo es presente
el mundo es un solo resplandor arde
él también habría que conservar
siempre este ardor consumirse en él luego
renacer como el fénix alumbrados
por el fuego pero aún me pregunto
qué es el amor la locura de hacer
rodar el mundo en torno a un centro rosa
y mortal sé que no hay respuesta sé
que es rendirse a la pérdida y las lágrimas
pero abro los brazos y digo sí.
- Jacques Ancet, "La quemadura". Cálamo Poesía. Versión de Amelia Gamoneda
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Habías visto a las bailarinas de ballet en una cinta de sombra sobre cubos de hielo y sensaciones de nieve con ondina. Una fotografía, la cámara en picos de metal y un ligero polvo de campana de cristal.
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El nuevo amo de la reina
Cuando Usagi despertó, no sabía dónde estaba. Lo último que recordaba era haberse enfrentado a un youma. Uno de ellos le dio un golpe de suerte y luego quedó inconsciente. Ahora estaba aquí.
Allí había una habitación grande, completamente amueblada como si viviera en una mansión. Muebles finos, bonitas cortinas. Incluso estaba sentada en una cama lujosa y encantadora.
Lo que no le gustó fue lo que llevaba puesto. Un pequeño top blanco cruzado que abrazaba sus pechos y dejaba al descubierto su escote. Además, había una diminuta tanga blanca a juego. Incluso había unos guantes blancos largos y medias blancas largas también. Incluso tenía un collar puesto. A Usagi le había llevado un tiempo acostumbrarse a su atuendo de Sailor Moon, pero eso no era ni de lejos tan revelador como esto.
Pero se sentía extrañamente esperanzada. Había pasado por situaciones similares antes, incluso peores. Sabía que encontraría una manera. Sintiéndose optimista, intentó transformarse en Sailor Moon. Para su sorpresa, no funcionó. No permitiría que eso la desanimara.
Entonces la puerta se abrió. Estaba dispuesta a decirle lo que pensaba a su captor, pero se quedó sin aliento cuando lo vio entrar.
Era el príncipe Demande. Su rostro era etéreo, casi hermoso, su cabello blanco del color de la nieve y había una sonrisa en su rostro. Pero en sus ojos había una amenaza silenciosa.
No era eso lo que la molestaba en ese momento. Estaba prácticamente desnudo, solo llevaba puesta su ropa interior. A pesar de la indignidad de la situación, su sensación de peligro había desaparecido. Lo único en lo que podía pensar era en el gran cuerpo que tenía su captor. Musculoso por todas partes, perfectamente marcado y tonificado. Empezó a sentir su desnudez hormigueando en ese pequeño atuendo, y una idea pervertida en el fondo de su mente se preguntaba cómo se sentiría al unirse a él. Especialmente porque estaba montando una carpa enorme. Por mucho que odiara admitirlo, tenía un cuerpo incluso mejor que Mamoru.
Cerró la puerta detrás de él y se acercó. —Te he deseado durante demasiado tiempo, Serenity. Te he observado desde lejos durante demasiado tiempo. Ahora te tendré de verdad.
Sus palabras la hicieron estremecerse. Sabía por qué estaba enamorada de él: era su agresividad sexual directa combinada con su sorprendente atractivo. A pesar de su situación, la idea de que él devorara su cuerpo la excitaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Pero ella lo ignoró. “¿Por qué no puedo transformarme?”
—Sabía que intentarías escapar de mí, Serenity. Pero tus poderes no te ayudarán aquí. Tu Cristal Plateado no es rival para mi Cristal Negro Malvado. Te derroté tan fácilmente. Te sugiero que te pongas cómoda. Así te será mucho más fácil adaptarte a tu nueva vida como mi esclava.
Entonces caminó rápido y con energía y se unió a ella en la cama. Sentada a su lado, ella podía sentir el calor de su cuerpo, la lujuria casi depredadora que rezumaba de él como si pudiera olerla. El corazón de Usagi se estaba volviendo loco, no solo latiendo salvajemente en su pecho por la excitación, sino también de esa manera suave y tranquilizadora que hace que el pecho de uno parezca florecer de felicidad. La idea de que ella estuviera en peligro no se le ocurrió a su mente racional, en cambio, todo lo que podía pensar era cuánto deseaba que él la tocara, que la usara. Vivir como su esclava parecía una propuesta muy entretenida. E incluso entonces, haber pensado en tal cosa no le parecía tan absurdo.
Las cosas empeorarían para ella. Demande puso sus manos sobre sus hombros. Ella se sorprendió por lo suaves que eran sus palmas. Con lo grandes que eran sus manoplas, mientras le frotaba los hombros, también pudo mover sus dedos sobre su nuca desnuda. Eso le provocó escalofríos en la columna vertebral, y fue solo el último de sus últimos momentos de autocontrol lo que le impidió emitir un gemido de placer. Incluso entonces, tuvo que morderse el labio para no hacerlo.
Ningún hombre la había tocado nunca así. Nunca había llegado tan lejos con Mamoru. Era todo tan nuevo y excitante que alguien la tocara así, que la deseara tanto y estuviera dispuesto a llegar tan lejos como él. Su rostro se sonrojó como si realmente fueran amantes. Él también sabía lo que estaba haciendo, la acarició con la fuerza justa.
Lentamente, le tocó la espalda. Usagi ya no pensaba con claridad, estaba muy mojada y, mientras le masajeaba la parte media de la espalda, sus manos se acercaron con curiosidad a su frente, muy cerca del pecho. Sus pezones estaban duros y sus tetas ardían de necesidad, y ella quería que la acariciara como a un animal.
No fue un pensamiento racional lo que la salvó, sino un sentimiento primario muy parecido al deseo que sentía que la impulsó a apartar la mirada de él. Aun así, estaba sonrojada y necesitaba que la arrebatara. Casi le suplicó justo en ese momento cuando el instinto la obligó a apretar los dientes en el último minuto.
Demande no se dejó intimidar. Sopló sobre su cuello y ella no pudo reprimir el escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Divertido, sus labios estaban en su oído. "Siempre disfruté viéndote con ese uniforme de Sailor Scout, Serenity. Pero por mucho que me guste ese, creo que este es mucho más apropiado, ¿no crees?" Sus manos se acercaron y tocaron los lados externos de sus pechos, y esta vez Usagi no pudo evitarlo, dejando escapar un pequeño gemido. Sonriendo, sopló un flujo constante de aire en el borde exterior de su oreja, haciéndola temblar de deseo.
—Y este atuendo es mucho más fácil de quitar, ¿no te parece? —Se atrevió a agarrarle los pechos, sintiendo su deliciosa forma y el calor que emanaba de ellos a través de la fina tela. Sus pezones sobresalían. Tenía la intención de que sus siguientes palabras quebrantaran su voluntad por completo, hacer que suplicara por su contacto—. Tuxedo Mask no vendrá a salvarte —susurró—. Serás mía. Te violaré esta noche tanto como me plazca, y sé que te gustará.
Un pensamiento débil golpeó la mente de Usagi sobre lo bueno que sería que él le arrancara ese atuendo y la desnudara frente a él nuevamente. Pero finalmente se alejó de él, sosteniéndose las manos sobre sí misma, avergonzada de lo excitada que estaba. Lo miró con toda la furia que pudo reunir. "Sé lo que me estás haciendo. Estás usando ese Cristal Negro para quebrantar mi voluntad. Pero no cederé ante ti".
Él se encogió de hombros. Su sonrisa parecía tranquila y plácida a pesar de que ella lo rechazaba. —Hay otras maneras, ¿no es así, Serenity? —La agarró del mentón y acercó su rostro al suyo. Tan cerca, que ella no podía apartar la mirada de él. Su rostro, tan plácido y sereno incluso en este encuentro atrevido, se torció en una sonrisa cruel que la miró con malicia, más aún por sus oscuras intenciones. La luna creciente en su frente se movió y se convirtió en el tercer ojo.
El rostro resistente de Usagi se desmoronó. No miraba directamente al tercer ojo, pero tenía su visión periférica y eso era todo lo que importaba. Ya caliente y molesta por todas sus caricias, su cuerpo se puso a funcionar a toda marcha mientras su mente se inundaba con pensamientos de Demande quitándole lo poco que llevaba puesto, dejándola desnuda frente a él nuevamente y usándola, tocándola como le pareciera conveniente. La peor parte de todo era que todo se sentía tan natural.
Más pensamientos siguieron a eso. Estar sola con él en ese traje de puta, él en su estado de desnudez no era suficiente. Usagi quería verlo completamente desnudo, ver su polla de pie en todo su esplendor. Quería que la llenara y le arrancara la inocencia, que la llenara de alegría, caer a sus pies una vez que terminara y limpiarlo. Quería adorarlo.
Pero no lo hizo. Cerró los ojos y se alejó de él, el último hilo de resistencia la controlaba ahora. Seguía siendo ella misma.
Él tenía formas de evitarlo. Sin soltarle la barbilla, la besó. Una oleada de profunda dicha la invadió, aliviando sus miedos y dudas. Su cuerpo le decía que estaría bien entregarse a él solo por esta vez. Su mente quería creerlo más que nada.
Demande se lo haría creer. Mientras le frotaba los labios con los suyos, ella le devolvió el favor. Su rostro se desgarraba entre un rubor lujurioso y una profunda vergüenza que cantaba con traición hacia sí misma y, lo más importante, hacia Mamoru. Pero a ella simplemente no le importaba, el fuego que la avivaba solo ardía más y quería más. Antes de darse cuenta, abrió la boca para dejar entrar su lengua.
El príncipe malvado estaba más que feliz de corresponderle. Empujó con saña su lengua dentro de su boca y muy pronto, ambos estaban haciéndolo con profundo deseo. Con ese pequeño atuendo, su cuerpo ansiaba su toque, lo necesitaba. Era solo un leve vestigio de fuerza de voluntad lo que le impedía arrancarlo y poseerlo.
No es que pudiera permanecer quieta por mucho tiempo. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello en un profundo abrazo de amante. Se sentía tan natural, lo había odiado pero ahora solo podía pensar que se sentía tonta por sentirse así. En ese momento lo deseaba más que a nada en el mundo.
Sus pezones sobresalían por debajo del top cruzado que llevaba puesto. Anhelaba que él la tocara, y estaba más que feliz de darle lo que ella quería mientras comenzaba a amasarle los pezones con sus grandes palmas. Eso hizo que la humedad creciente en su coño fuera mucho peor.
Mientras ella lo sostenía, sus manos acariciaban con fuerza sus pezones, ambos succionando su rostro con tanta fuerza, un débil pensamiento golpeó su mente. Luchar.
Aunque su cuerpo se estaba rindiendo a él, ella no lo quería. Pero ese pensamiento parecía tan absurdo ahora con lo bien que se sentía. Se aferró a su cuello con más fuerza hasta el punto de que lo estaba abrazando y se acercó más a él. La tela de su blusa y las manos de él masajeándola la tentaban con la promesa de mucha más sensación, la hacían desear sentirlo tocar su piel desnuda. Estaba haciendo cualquier cosa menos luchar contra él.
Él se apartó de ella. Ella lo miró, incluso ahora sabía sus intenciones y qué clase de persona era. Todavía estaba hipnotizada por él, era tan guapo y su cuerpo era tan robusto. Sintió una pizca de moderación que la mantenía cuerda, pero no se arrepentía.
Sobre todo porque su sabor todavía cantaba en su boca. Se lamió los labios, saboreándolo tanto como ella. Al mirarlo a la cara, ese pequeño toque de erotismo la golpeó como un rayo, hizo que su corazón se volviera loco. Quería encontrar la excusa perfecta para deshacerse de esos pensamientos racionales y entregarse a sus deseos. Probando cosas, él le puso el pulgar en la boca y sin necesidad de que él le diera una orden, ella abrió la boca y comenzó a chuparlo.
—¿Sabe bien, Serenity? Ella asintió con la cabeza y continuó haciéndolo.
Pero no era estúpido. Usagi tenía los ojos cerrados como si estuviera muy feliz. Aún sabía que su hechizo estaba afectando sus acciones más que cualquier obediencia voluntaria como una exhibición para engañarlo. Le daría algo más para comer.
Mientras ella se chupaba el pulgar como si fuera un niño pequeño, él rápidamente apartó la mano de ella. Ella abrió los ojos de golpe, parecía muy decepcionada. Jugando con ella, él movió el pulgar de un lado a otro y, como era de esperar, ella lo siguió con la mirada a dondequiera que fuera. Luego lo bajó hasta el dobladillo de sus calzoncillos y los bajó de un tirón.
Su polla saltó hacia afuera. Grande y roja, Usagi estaba tan hipnotizada que la golpeó en pleno rostro. Un pensamiento de deseo lascivo la invadió tan pronto como tocó su piel desnuda, estaba tan caliente. Al mismo tiempo, fue tan repentino que reavivó su lucha un poco. Le dijo que esto estaba mal.
Le rozó suavemente el rostro con la mano, donde la había golpeado su pene. Le hizo cosquillas en la sensibilidad y, junto con el calor que su pene emanaba de su rostro, prácticamente podía sentirlo junto con el olor lascivo que empañaba su cerebro, sintió esa misma atracción de sumisión. Pero no se apresuraría a echar por la borda su lucha esta vez.
Luego dijo: “Cómelo Serenity”.
Antes de que su mente pudiera encontrar la fuerza de voluntad para resistirse, él la agarró por la nuca y la obligó a bajar la cara hacia su pene. La enorme cosa llenó su visión en cuestión de segundos y abrió la boca con tanta facilidad que pudo tragársela entera. Le quemó la garganta.
Demande no quería correr ningún riesgo esta vez. Agarró la nuca de Usagi y le movió la cabeza hacia arriba y hacia abajo para obligarla a probar todo lo que pudiera. Le permitiría probar todo lo que necesitara hasta que no quisiera nada más.
Mientras sostenía su cabeza, también se movía por el hechizo que había puesto sobre ella. Disfrutaba de las sensaciones físicas de que se la chuparan, pero el sonido de la boca de Usagi ahogándose en su polla era música para sus oídos. No había un segundo en el que ella no moviera la cabeza de un lado a otro para absorber su inmensa carne.
Usagi también lo sentía. La sensación de intercambiar saliva con Demande, de que su cuerpo actuara por su cuenta, no era nada comparado con esta indignidad. Pero así como el deseo brotaba dentro de ella en ese momento, también lo hacía ahora una sensación de hormigueo similar. Su pene caliente llenaba toda su boca y con cada una de sus penetraciones, ese calor lascivo quemaba el resto de su cuerpo.
Su mente también estaba mucho más activa. Ya no era una simple orden débil, sino una voz que la instaba a luchar, a resistirse de alguna manera. Sin embargo, por más fuerte que fuera, no podía obligarse a retroceder y luchar.
Eso solo provocó que muchas más preguntas candentes se encendieran en su mente. Se preguntó si era solo su poder lo que la hacía practicarle sexo oral con tanta facilidad, o si su propio deseo la estaba haciendo participar en todo este desenfreno. Trató de pensar en Mamoru, en sus amigos. Nada de eso la ayudó a medida que descendía más, hasta la base de su pene.
Mientras ella le hacía una mamada, Demande soltó la cadena de la correa de la pared. Disfrutaba de la vista de Usagi atiborrándose de su polla como un perro. Afortunadamente, le soltó la parte de atrás de la cabeza. Pero tan pronto como a ella se le ocurrió levantar la cabeza, él tomó la iniciativa también en ese aspecto y tiró de la correa. Incluso cuando finalmente liberó su boca, tuvo que soportar otra humillación.
Él le acarició la barbilla con la mano mientras sujetaba la cadena de la correa con la otra mano. Después de esa follada facial, su expresión era vacía y apática. Él sabía exactamente qué decir para despertarla.
—Te has convertido en una chica tan buena como Serenity… —la arrulló tan dulcemente como pudo. Sin soltar la correa, desabrochó cada una de las tiras cruzadas de su blusa. Sus pechos desnudos quedaron expuestos ante él ahora. Sus pezones estaban erizados.
Pero en ese momento, fue su rostro lo que captó su atención. Sin apartar la mirada de ella, dijo: —Hay algo inocente en tu técnica. Debes ser desconocida para los hombres. Eso me hace feliz. Déjame arreglarlo. Entonces ya no serás inocente. ¿Te gustaría eso?
—Sí… —dijo ella con indiferencia. En ese momento, lo único que buscaba era apaciguarlo, tratar de apelar a su sentido de la misericordia.
Él tenía una disposición similar. Era la respuesta que quería, pero aún no era lo suficientemente buena para él. Agarró uno de sus pechos, acariciando suavemente la zona exterior, haciéndola gemir levemente, antes de comenzar a aplastar su pezón desnudo con la palma de la mano. Solo con ese punto sensible, su cuerpo se quemó con renovada euforia, y su otro pezón ansiaba aún más su toque.
Ella gimió profundamente, pero aun así se alejó de él e intentó reprimirlo lo más posible. Por mucho que él deseara lo contrario, una parte de ella todavía se resistía. Incluso con el poder de su tercer ojo todavía activo.
Demande sabía cómo doblegarla. Sonriendo cruelmente, soltó la correa y agarró el otro pezón, retorciéndolo. Esta vez, ella echó la cabeza hacia atrás y lanzó un grito fuerte e impotente.
“¿Te gusta esta Serenity?”
“¡Sí! ¡Sí!”
¡No!, gritó en su mente. ¡Mamo, por favor! ¡Sálvame!
Su mente gritaba más mientras él continuaba acosando sus pechos. Ni siquiera Mamoru había sido tan despiadado con su pecho, y mucho menos lo había tocado. Esa consideración mental no la ayudó. No pudo protegerla de arquear la espalda y temblar por todas partes.
No pudo protegerla de que su cuerpo sucumbiera por completo a su poder. Como su mente todavía se resistía, se acostó debajo de él sin una sola queja. Lo miró, queriendo decir algo, suplicar piedad incluso por humillante que fuera esa idea. Pero él era tan hipnótico y se sentía tan bien. El poder y el linaje de Usagi no eran nada comparados con su tercer ojo. Los recuerdos de chuparle la cara, de chuparle la polla, devastaron su mente. Aun así, su mente se aferraba a los últimos restos de su cordura.
Mientras se preparaba para meterse sobre ella, la agarró por las caderas para mantenerla firme, con su miembro apuntando hacia su coño. Luego, lentamente, se introdujo en ella.
Usagi jadeó por la sensación. Estaba bajo su poder, pero nada podía prepararla para que un pene entrara en ella por primera vez. Para su beneficio, toda esa escena anterior, incluso si hubiera estado bajo su control, había puesto su cuerpo muy caliente y excitado. Hizo que su coño se humedeciera mucho, lo que le permitió entrar más fácilmente que si hubiera estado seca.
Ella apretó los dientes mientras miraba hacia abajo. Usagi vio cómo la cabeza bulbosa de su pene se empujaba dentro de ella, y luego entró por completo. Ella continuó mirando hacia abajo mientras la desfloración le sucedía en tiempo real, su eje comenzó a empujar dentro de ella, yendo más y más profundo. Las sensaciones placenteras que mecían su coño hasta la columna vertebral desde que su pene entraba en ella ya eran lo suficientemente vergonzosas. Pero él lo estaba empeorando mucho al ir tan lento como lo hacía.
Se estremeció al sentir la punta de su pene tocar su himen. Usagi casi dijo algo, cualquier cosa para protestar por si él iba más allá. Entonces él penetró un poco más adentro. Apenas se movió, pero destrozó su virginidad en un instante.
Apenas lo sintió. La sensación de ese espesor alojado en lo más profundo de ella, junto con las sensaciones casi eléctricas que chispeaban dentro de su coño, la hacían respirar con dificultad, casi hiperventilando. La polla de Demande empujando contra sus paredes y entrando más profundamente en su coño había sido su principal preocupación. Pero era una diferencia lo suficientemente grande como para que ahora fuera lo único que podía registrar.
Usagi lo miró de nuevo. Él seguía mirándola con una sonrisa lasciva. "Por favor… sé gentil…"
Su expresión cruel se suavizó apenas un poco. —Está bien, Serenity. —La empujó más profundamente. Muy lenta y ligeramente, su cuerpo la traicionó al tener a este villano actuando como un caballero con ella. Sabía que era solo una actuación. Pero después de todo lo que ya le había hecho, significaba toda la diferencia del mundo.
Aunque, para su crédito, fue más que un acto. Tan pronto como la penetró, se sorprendió por lo apretada que estaba. Incluso con lo húmeda que estaba su vagina, tuvo que ir despacio con ella, para que su pene encajara dentro de su coño a la perfección. Eso le parecía bien. Haría que el placer de follar dentro de ella fuera aún más exquisito.
Y Demande se lo estaba pasando en grande. No podía creer lo mucho que su coño se apretaba contra su miembro. Ya fuera por todo lo que le había hecho o porque su pene era lo primero que había entrado en ella, se sentía como si fuera su primera vez con una mujer. Eso solo haría que esta vez fuera mucho más satisfactoria.
No pasó mucho tiempo antes de que él estuviera completamente dentro de ella. Debajo de él, Usagi todavía apretaba los dientes, encogiéndose por dentro. Justo cuando él había entrado en ella, lentamente salió de ella.
Las cosas no seguirían siendo tan incómodas para Usagi. Mientras él se movía dentro de ella, ella se sorprendió de lo mucho más fácil que era para él mover su pene gracias a que su cuerpo la traicionaba con lo mojada que estaba. Esa humedad se convertiría en algo más que una reacción física por ser embestida tan fuerte. La sensación sorda de violación fue rápidamente reemplazada por una sacudida de placer que recorrió su columna vertebral tan repentinamente que no pudo reprimir un chillido patético.
Demande luchó contra el impulso de reír. Al follar con una belleza núbil como Usagi, tenía cosas más importantes en la cabeza. Pero estaba sonriendo. No había ninguna duda de lo que significaba ese chirrido de ella. Ahora, más seguro de sí mismo, comenzó a moverse a un ritmo cada vez más rápido.
Usagi no podía creerlo. Ese sorpresivo momento de excitación pronto estalló en un éxtasis total que hizo estragos en su cuerpo y soltó un torrente de gemidos. A medida que él se volvía más rápido, la situación solo empeoraba y, por más que ella intentaba lo contrario, ya no podía contener su voz.
Tampoco podía contener el resto de su ser. Justo cuando su voz actuaba en su contra, era como si su cuerpo tuviera voluntad propia, sus caderas se movían al ritmo de sus embestidas cada vez más intensas. Cuanto más rápido eran, mejor se sentía. No podía creer lo escandalosa que estaba actuando.
Demande abandonó toda restricción. La folló tan fuerte y rápido como quiso, su polla deslizándose hacia adelante y hacia atrás dentro de ella con tanta facilidad. Cuanto más lo hacía, más fuerte se ponía ella, y cuando su voz estalló en gritos, toda su dignidad se esfumó. Sus amigos, sus viejos enemigos, se quedarían helados de incredulidad al ver a Sailor Moon y a la Neo-Reina Serenity siendo degradadas de esa manera. Una cautiva de él y de ella misma.
Ella contuvo el aliento cuando llegó al orgasmo. Incluso con todo el control que le habían arrebatado, Usagi todavía estaba sorprendida por la enorme polla que la follaba y la llevaba al clímax. La sorprendió lo suficiente como para congelarla. Ya no se movía, todo lo que podía hacer era sentarse allí mientras el impacto de ese orgasmo la sacudía, obligándola a simplemente sentarse allí y deleitarse con algo tan abrupto e intenso.
Esto no está bien. Debería estar luchando contra esto. Pero…
Pero se sentía tan bien. Cualquier sensación que tuviera se vio detenida al darse cuenta de que nunca había conocido ese nivel de placer. Y mientras lo asimilaba, Demande también había dejado de moverse.
Mientras estaba perdida en sus pensamientos, le acarició la mejilla con la mano. —¿Te gustó ese Serenity?
"I…"
Él volvió a sonreír y ella lo miró fijamente en su tercer ojo. Eso la hizo sonrojarse contra su voluntad. Deseaba que las cosas fueran de otra manera, pero al igual que él, ella también lo deseaba.
Él estaba más que feliz de poder satisfacerlo. Poco a poco fue aumentando el ritmo. Después de que la dejó satisfecha, el instinto de Usagi solo podía decirle que era una tontería seguir resistiéndose, incluso luchar contra él. Antes de que pudiera pensar en lo contrario, comenzó a moverse de nuevo con él.
Mientras lo hacían, Demande comenzó a acariciarle los pechos de nuevo. Tomó sus pezones, que ya estaban erizados por la excitación, entre sus dedos y los acarició lentamente, nada que ver con la forma brutal en que había jugado con sus papas antes. Eso solo empeoró las cosas para Usagi, que necesitaba que él abusara de sus pechos. Ella se apretó contra la polla que todavía la follaba con fuerza, moviéndose contra él aún más rápido y más fuerte.
Ella gritaba como loca, gemía cada vez más fuerte. Él miró hacia abajo y vio sus tetas moviéndose con el impulso que estaban adquiriendo, sus pezones temblaban entre sus dedos. Luego volvió a mirarla a la cara, incapaz de encontrar las palabras adecuadas y aún mirándolo a los ojos, lo que decía mucho sobre lo mucho que ella lo deseaba, incluso más que su coño tan apretado sobre su polla. Él le concedería ese deseo.
Se lamió los labios y tomó una de sus tetas en su boca. Usagi gritó en el instante en que se tragó su pecho y todo su torso se arqueó hacia atrás. Sus piernas rodearon su cintura en un ataque de lujuria que surgió más por instinto que por su poder y, sin poder hacer nada, se agarró a la parte posterior de su cabeza. Eso lo animó a prácticamente inhalarla.
Ella clavó las uñas en la nuca de él. Lo único en lo que podía concentrarse era en el placer erótico que la quemaba. Su polla seguía machacando su coño y esta vez reconoció que pronto se correría. Gritó más fuerte que nunca, deseándolo, necesitándolo.
Su voz se quebró en el fondo de su garganta cuando se corrió de nuevo. Sus suaves y húmedas paredes apretaron su pene con más fuerza esta vez, sería suficiente para hacer que cualquier hombre llegara al orgasmo. Pero el Príncipe Demande no era un simple hombre y su resistencia aún no se había roto. Le permitió disfrutar libremente de la segunda eyaculación de Usagi en su pene desnudo.
Su cuerpo se estremeció bajo su peso. Le sacó el pecho de la boca y la miró. Ella había echado la cabeza hacia atrás, tenía las mejillas sonrojadas y respiraba con dificultad por los efectos secundarios del clímax. Volvieron a mirarlo a los ojos, se inclinó hacia delante y lo besó sin pensarlo siquiera. Sus lenguas se movían en la boca del otro con esa mezcla casi primaria de ternura y pasión que solo provocan este tipo de juegos salvajes.
Mientras se unían las lenguas, Demande quiso más. Agarró la correa y la tensó, sacándola de su ensoñación. Usagi lo miró, luciendo traicionada, su mente recordó rápidamente la situación en la que se encontraba. Pero justo cuando finalmente estaba pensando en contraatacar, él se apartó, liberando su coño de su polla.
Fue un shock para sus sentidos cuando él se introdujo por primera vez en su interior. De repente se sintió tan vacía y hueca. No sabía qué hacer.
Así lo hizo. Tiró de la correa otra vez y se puso de rodillas. La crueldad de Demande era evidente en su rostro. "Date la vuelta, Serenity".
Ella lo hizo. Un destello de resistencia golpeó su mente, preguntándose qué era ese sentimiento y por qué lo obedecía. Pero lo obedeció. "Ponte a cuatro patas". Usagi lo obedeció allí también. Miró hacia atrás, queriendo pedir clemencia, sin tener en cuenta lo patético que sonaría eso para Sailor Moon y la Neo-Reina Serenity.
Justo cuando estaba encontrando las palabras para rogarle que fuera más suave con ella, él volvió a llenarle el coño con su polla. Ella jadeó tanto por la intensidad de su polla gorda al estar nuevamente dentro de ella como por lo bien que se sentía. Un pequeño gemido agudo escapó de sus labios, mientras una sensación ardiente de euforia se hinchaba en sus entrañas y se extendía por el resto de su cuerpo mucho más fuerte que antes.
Se le cortó la respiración cuando él volvió a bombear dentro de ella. El gemido de Usagi se convirtió rápidamente en un gemido de placer por la dulzura de él llenando su hendidura nuevamente, y luego golpeó su polla hasta el fondo de su coño. Su murmullo bajo y entrecortado se convirtió en un grito fuerte.
Luego se movió hacia atrás. Demande la estaba cogiendo de nuevo tan bruscamente como antes, duro y rápido, dentro y fuera. Usagi gritó con tanta fuerza, lo deseaba, lo necesitaba. A cuatro patas como una perra, se movió hacia atrás con él no solo para seguir su ritmo sino también para moverse sobre esa gran polla suya tanto como fuera posible. No había nada más que pudiera hacer excepto ser su puta de pollas.
Él tiró de la correa mientras se la entregaba. Ella levantó la cabeza bruscamente y lo vio mirándola. Sus dientes le mostraban una sonrisa, sus intenciones eran evidentes. Su tercer ojo volvió a perforar su psique y esta vez no pudo resistirse. Él dijo: "Serás mi esclava".
—Sí… —dijo ella, ansiosa por complacerlo.
—¿Sí, qué? —dijo, retrocediendo lentamente.
Temiendo que se lo quitara, ella dijo: “¡Sí, amo! ¡Sí, amo!”.
Estaba a punto de decirlo otra vez. Sabía que no se callaría si no la ponía en su lugar pronto, así que la hundió hasta el fondo de su jugoso canal, llevándola al clímax de nuevo en el acto. Se sentía tan bien en él a pelo como siempre, pero lo que complacía a Demande ahora era la emoción de poseerla. Continuó follándola con fuerza incluso mientras ella se dejaba llevar por ese potente orgasmo.
Usagi ahora opinaba lo mismo. Su lengua colgaba de su boca en una sonrisa depravada, casi riendo con cada ruido que hacía en su retorcida unión, mientras ella lo golpeaba con la misma velocidad que él usaba con ella. Cada vez que se movía, sus coletas y sus pechos se agitaban con fuerza y a ella le encantaba.
Ambos se balancearon uno contra el otro, Usagi lo sorprendió cuando de repente se corrió de nuevo. Lo sorprendió aún más cuando ella todavía se movía hacia él incluso entonces. Esta vez Demande se regodeó y le dio una palmada en el trasero con fuerza mientras continuaban haciéndolo. Sintió la exuberancia de ella al ser maltratada de esa manera y volvió a atar la correa. Sus caderas no se desaceleraron en lo más mínimo por su brutalidad lasciva, no había forma de negar lo mucho que se había convertido en una puta.
Ahora que la tenía, sabía que podía divertirse un poco con ella. Mientras Usagi seguía moviéndose sobre él como loca, él inmediatamente disminuyó la velocidad de bombeo dentro de ella. Ella estaba tan perdida en su frenesí erótico que al principio no se dio cuenta, pero pronto se hizo evidente. Miró a su nuevo amo con anhelo.
Estaba sentado sobre sus rodillas mientras disminuía la velocidad con ella, acunando su rostro casi con delicadeza. Ella todavía lo estaba follando rápido, pero no era suficiente para ella. Su rostro perdido y lascivo le decía todo. "Ruega por él, Serenity. Ruega por mi pene".
Al principio apenas podía hablar, así de agonizante se había vuelto su ritmo lento. Lo único que pudo hacer fue emitir un pequeño y patético gemido que cualquiera que conociera a Usagi reconocería bien. Su risa era oscura y cruel. “¿Es difícil hablar con esta cosa dentro de ti? Tal vez debería sacarla, darte una oportunidad de…”
No pudo terminar la frase. “¡No! ¡Por favor! ¡Por favor, no lo saques! ¡Por favor, fóllame más fuerte, amo!”
Ella lo empujó con fuerza antes de que pudiera empezar a penetrarla de nuevo. Había energía de sobra, pero nada que se comparara con la fuerte precisión que había usado con él antes. Era pura desesperación, cualquier cosa para intentar que él empezara a penetrarla de nuevo.
Demande apretó los dientes, incluso lo estaba poniendo nervioso. Pero lo disfrutaba, sintiendo su trasero regordete y resplandeciente tocar sus caderas desnudas, así de mucho lo deseaba. Había pasado demasiado tiempo desde que había encontrado una conquista digna de su atención. Serenity era exactamente lo que él esperaba.
Ella estaba a punto de alejarse de él y lista para mover su trasero hacia atrás nuevamente cuando él la agarró por las caderas y la embistió nuevamente. Su polla gorda moviéndose hasta el final de su canal la llevó a otra liberación repentina. Usagi se agarró con fuerza a la cama, con la cabeza agachada mientras temblaba ante la dulzura de ese clímax rápido.
—Me has complacido, Serenity —dijo—. Pero aún estoy lejos de terminar. Espero que tengas suficiente poder para seguir mi ritmo.
Incapaz de hablar, incapaz de pensar siquiera, se limitó a asentir con la cabeza. Su mirada, con los ojos entrecerrados y la lengua todavía fuera, marcaba perfectamente su derrota. Ya no era un rostro inexpresivo, sino la mirada de alguien que no podía vivir sin su pene.
También necesitaba su polla. Demostró su exigencia de que su nuevo amo la tocara cuando golpeó su trasero contra sus caderas otra vez. No tan rápido e intenso como antes, fue torpe y tambaleante por lo mucho que estaba desesperada por demostrarle su valía.
Demande no lo permitió. La agarró por las caderas con fuerza, en un estado de ternura que ya de por sí sacudía un poco las paredes de su coño, y luego la penetró con fuerza. Directo y duro, tal como ella quería.
También fue bueno para Usagi. Ahora que él la sujetaba por las caderas, le resultó más fácil volver a entrar en él. Eso le permitió penetrarlo con exactamente la potencia y precisión que necesitaba. Él volvió a penetrarlo con la misma fuerza y no pasó mucho tiempo antes de que ella volviera a correrse. Pero esta vez no fue suficiente para saciar su apetito.
Ese era el ritmo que se marcaban el uno al otro. Cada dos minutos ella volvía a correrse y, cuanto más lo hacía, más brusco se ponía él. Ambos se estaban poniendo a tono cuando él le dio una palmada en el trasero por primera vez, lo que la hizo saltar. Ella giró la cabeza con una mirada que suplicaba piedad, pero entonces él comenzó a disminuir la velocidad de nuevo. No queriendo que le negaran la dulzura de su pene, se comportó una vez más y se movió hacia adelante y hacia atrás como la buena perra en la que se había convertido.
Aunque era evidente que ella estaba perdiendo el equilibrio. Sin duda, ahora era adicta a él, pero la forma en que usaba sus caderas se volvió tan torpe y lenta como antes. Él recompensó su obediencia yendo mucho más allá de sus límites empujándola hasta el final otra vez. Siempre que parecía que ella comenzaba a encorvarse en su fiesta de sexo, la azotaba con fuerza y ella se comportaba de nuevo. Por lo general, lo suficiente para hacerla correrse de nuevo también.
Le dio una palmada en el trasero tan fuerte que sus mejillas se pusieron rojas enseguida. Usagi había recibido muchos castigos durante su etapa como Sailor Moon, pero aún no era rival para la fuerza de Demande. En ese estado crudo de follada, no podía soportarlo por mucho más tiempo.
Finalmente, ella se desplomó y su torso se inclinó hacia adelante. A pesar de lo brutal que era, sabía que ella no se levantaría pronto, incluso si tuviera la intención de castigarla. En un extraño acto de misericordia, la soltó y todo su cuerpo se desplomó sobre la cama.
Pero tampoco fue amable. Se inclinó y le susurró al oído: "No dije que pudieras parar pronto, Serenity". Ella gimió débilmente.
“Maestro, creo que no puedo aguantar más…”
A pesar de su debilidad, él sabía que ella todavía estaba sensible. Su cuerpo temblaba, pero su coño más que nada. Él trazó suavemente un dedo dentro de su raja, sintiendo lo apretada que estaba. Mientras introducía suavemente la punta de su dedo en su coño, todavía tan apretado como siempre, que ahora ya había sido completamente devastado por su polla, mordió su lóbulo de la oreja. Todo el cuerpo de Usagi se tensó y se retorció en el colchón de la cama.
—Creo que puedes, Serenity. Creo que puedes hacer mucho más. ¿Y me estás diciendo que quieres parar? Si es así, me vestiré y…
Eso la animó. Se levantó rápidamente al instante, realmente estaba actuando como un conejo. Usagi parecía una pequeña zorra devota, sentada erguida sobre sus rodillas e inclinada hacia adelante, agarrándose al colchón. Demande sabía que ella haría todo lo que él quisiera.
Después de follarla activamente, se le ocurrió cambiar un poco las cosas. Se recostó en la cama, con la polla hacia arriba, y apoyó las manos debajo de la cabeza. No tuvo que decir una palabra, lo que quería decir era obvio.
Tampoco tuvo que darle órdenes. Usagi siguió sus instrucciones tácitas al pie de la letra. Se acercó a él de rodillas y colocó su vagina sobre su pene. Cuando él no la embistió desde el principio como lo había hecho antes, incluso con su mentalidad lavada de cerebro, supo que esta vez tendría que tomar la iniciativa. La vieja Usagi no estaría tan dispuesta a cumplir con las órdenes silenciosas de Demande.
Este nuevo lo haría. Agarrándose del eje, se bajó sobre su secuoya. Cuando su coño mojado se frotó contra la cabeza de su polla, se sorprendió de lo rígido que había estado. El príncipe malvado se había asegurado de embestirla como un loco tanto que se sorprendió por el esfuerzo que se necesitaría para encajar correctamente el falo erecto dentro de su coño. Usagi apretó los dientes mientras bajaba lentamente sobre el extremo enorme de su polla, la forma en que comenzó a encajarse dentro de su hendidura casi agonizante por lo bien que se sentía. La humedad en su coño no fue un mérito menor para conseguir que esa cosa entrara en ella.
Luego, tan pronto como estuvo allí, se bajó sobre el resto de su eje. Gruñó con fuerza al sentirlo volver dentro de su coño, al principio no podía respirar por la intensidad de su secuoya entrando nuevamente en su coño hambriento. Lo único que evitó que su coño se volviera un poco más pequeño fue lo bien que se sintió cuando se estiró dentro de sus paredes.
Tan pronto como lo hubo introducido por completo, se sentó encima de él durante varios momentos, esperando a que la follara. Pero cuando vio que no se movía, lo miró. Estaba sonriendo con tanta suficiencia como siempre, pero fue el cruel significado en sus ojos lo que le habló. Al darse cuenta de lo que tenía que hacer, Usagi comenzó a moverse sobre él.
Al principio no podía emitir ningún sonido. Moverse sola sobre esa enorme polla era muy diferente a moverse con él mientras la golpeaba con fuerza. Desde el tamaño hasta esa sensación de felicidad tan esperada de que él la meciera bien, le estaba costando un poco acostumbrarse.
Pero estaba decidida a demostrarle a su nuevo amo lo que valía. Usagi fue aumentando gradualmente el ritmo de sus embestidas. Cuanto más lo hacía, mejor y más húmeda se sentía, y pronto cualquier sensación de incomodidad era cosa del pasado. Lo único que le preocupaba era montar la polla que le había arrebatado la virginidad y la había convertido en una perra.
Usagi, que ya había llegado al clímax varias veces gracias a Demande, no estaba preparada para nada cuando llegó al orgasmo después de haberlo montado ella sola. Se sorprendió tanto que se levantó de un salto y estuvo a punto de caerse sobre él. Se agarró del colchón en el último momento. Su amo aún no le había dado ese permiso.
Demande se sintió complacido por la obediencia de su nueva esclava. Para recompensarla, comenzó a amasarle los pechos con suavidad, nada parecido a la forma en que los había maltratado con saña antes. Usagi suspiró feliz, se sentía tan honrada de que su dueña la tocara de esa manera.
Sintió que su coño se volvía loco. Ese subidón emocional, todavía perdida en un orgasmo, y montada sobre él tomando la situación en sus propias manos, no había duda de que otra parte de la antigua Usagi había sido destrozada. Ella lo miró con ternura mientras continuaba derritiéndose en su orgasmo, sus suaves atenciones enviaban oleadas de felicidad a su cuerpo.
Mientras ella descansaba sobre él, absorbiendo sus dulces caricias, se estaba volviendo demasiado satisfecha. Él comenzaba a pensar que ella estaba olvidando su lugar. Justo cuando ella cerró los ojos y suspiró amorosamente, él volvió a retorcerle los pezones.
Usagi chilló de dolor y placer a la vez. Miró a Demande, cuyo rostro sombrío le reveló claramente sus oscuras intenciones. Asintiendo lentamente, se puso de pie una vez más y lo montó de nuevo.
Afortunadamente, estaba más que ansiosa por hacerlo. Como antes, se sentía muy bien por obedecerlo también. Después de decepcionar a su amo antes, estaba más que lista para compensarlo. Sin dudarlo ni un poco, lo montó rápidamente.
Para entonces Usagi estaba tan entregada a Demande que cumplió con su deber con maestría. Ni siquiera usaba sus piernas o el resto de su cuerpo para acelerar su impulso, lo único que usaba eran sus caderas, su trasero aparentemente moviéndose hacia adelante y hacia atrás por sí solo. Cada vez se aseguraba de frotarse contra el hueso alojado profundamente en su coño en un acto de verdadera devoción hacia él y profundo éxtasis para ella.
Estaba un poco decepcionado de no poder ver su trasero moviéndose cada vez que lo montaba. Por otro lado, sus tetas se movían mientras lo follaba con fuerza. Para satisfacer sus necesidades, incluso agarró sus tetas y comenzó a retorcer sus pezones por su cuenta.
La vista divirtió a Demande. Al ver a Usagi tratarse a sí misma como él lo había hecho con ella, viéndola montarlo como una puta común, casi olvidó la excitación en su polla incluso mientras ella le daba duro con su coño. Y mientras ella seguía haciéndolo, parecía que su equilibrio se estaba volviendo inestable.
Ella no le prestó atención a eso. De hecho, simplemente siguió haciéndolo como su amo quería. Impresionado por su comportamiento firme, Demande la agarró de las caderas para mantenerla erguida. Perdida en su propio servicio hacia él, Usagi miró hacia arriba con ternura, incluso se sonrojó, ante este acto de compasión de su parte.
Eso fue todo. Ahora que él la sostenía, Usagi se sentó a horcajadas sobre él con toda su fuerza, dándole duro a sus tetas. Debajo de ella, Demande apretó un poco los dientes. No se movía ni un centímetro, dejándola hacerlo todo lo que ella quisiera, y eso estaba empezando a sacarlo un poco de sus casillas. No le importaba, después de toda la mujer que había tenido en su vida y especialmente de haberla anhelado durante tanto tiempo, eso solo lo hacía mucho más divertido. Lo hacía sentir inexperto.
Y como todos los hombres inexpertos, él no iba a durar más. Aunque tenía poder sobre ella, ella seguía dándole lo mejor. Su coño mojado apretaba su pene, el impulso de ella cabalgándolo le estaba destrozando la polla. Estaba perdiendo el control tanto como ella, estaba poniendo a prueba cada centímetro de su fuerza de voluntad para no empezar a moverse dentro de ella.
Finalmente, él lo perdió. Agarrándola de las caderas, la atrajo hacia abajo sobre su polla hasta donde pudo, con la punta de esta colocada en la raíz de su coño, y finalmente derramó su carga profundamente dentro del coño de Usagi. Ella estaba a punto de correrse cuando él clavó firmemente su hombría tan profundamente dentro de ella como pudo, sin embargo, él inyectándole esperma la empujó fácilmente al clímax más intenso no solo con él, sino también al orgasmo más fuerte de su vida. Ella gritó y gritó de nuevo hasta que se le quedó ronca la garganta, y sin embargo, no era nada comparado con la furiosa tormenta dentro de su coño, tragando cada gota de su semen dentro de su útero fértil como pudo y apretando su palpitante carne en su estado de clímax con tanta fuerza que no podía moverse.
Usagi se desplomó sobre Demande en medio de su orgasmo. Ella todavía temblaba, su cuerpo se movía nerviosamente por sí solo en la furia de su eufórica liberación. Él agarró su trasero y lo mantuvo allí, haciendo que el éxtasis fuera casi doloroso mientras continuaba llenándola con su polla y su semen.
Cuando finalmente se cansó, la soltó. Ella ya no podía moverse sola, solo se sacudía nerviosamente. Con ella todavía apoyada sobre su pene, él le tomó la cara y la besó suavemente como si realmente fueran amantes.
—Ahora, Serenity… —susurró—. ¿Qué hay en tu vida además de esto?
Ella sabía que debería haber habido algo más. Tenía amigos, tenía un novio, tenía algo. Pero no podía pensar en eso. De buena gana lo miró y dijo: “Nada. Solo mi amo”.
Sonrió y entrecerró los tres ojos con oscuro placer. —Bien. Y tu amo te recompensará en el futuro. Ahora, límpiame.
Le costó mucho trabajo moverse sola. Logró quitarse de encima de él y se arrastró débilmente hasta su pene cubierto de su mezcla de jugos de amor. Y él simplemente se relajó cuando ella lo tomó dentro de su boca e hizo exactamente lo que su amo quería.
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Hijo de la luna Y las noches que haya luna llena Será porque el niño esté de buenas Y si el niño llora Menguará la luna para hacerle una cuna
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Hay frío, en las plantas de los pies, en las palmas de las manos, en la nieve que se remolina en el cabello cenizo y en las largas pestañas rubias. Hay frío que recorre desde los pies hasta la punta de la cabeza, que en el inmaculado traje de blanco, dorado y turquesa que entallaba perfectamente cada zona de su cuerpo, asemeja a una criatura de cuentos de hadas, aquellas que nacían del poder de la inmaculada nieve que cubría el palacio como una manta o del platinado poder de la luna en el horizonte dibujada con detalle en gris y luminiscencia. Como un juego de niños, la música inundaba el salón de baile, piedras preciosas que adornan las muñecas y las orejas de refinadas damas y elegantes caballeros, las máscaras confeccionadas perfectamente para cada tipo de rostro y que le daban el misterio necesario a la socialización innecesaria. Vestidos con volantes danzaban en crescendo conforme la música aumentaba su volumen y perdía la delicadeza del vals inicial.
Hay frío, el príncipe de cristal puede sentirlo debajo de sus guantes, donde las palmas parecían no ganar color ni calor, una imperiosa necesidad de correr y esconderse burbujea en el centro de su estómago. Hay ojos sobre él como si fuese una presa, hay manos que le invitan a bailar tal cual se tratase de un manjar que nunca han probado y desean consumir; hay demasiadas risas que parecieran son burlas a su persona, voces que suenan como si estuviesen dentro y no fuera de su cabeza.
Hay frío y él quiere huir.
Los pies se le sienten ligeros cuando se gira sobre sus propios talones, buscando la salida más cercana, encontrándose enclaustrado rápidamente en una jaula de oro donde el frío es su único compañero, al menos hasta que brazos largos se enredan alrededor de su cuerpo y le presionan contra un torso firme. El suelo debajo de sus pies se vuelve cristal y sobre sus cabezas, en la cúpula más alta, se resguarda la luna que velaba por su seguridad, noche tras noche, observando en ese momento el encuentro. Es una calidez que no había experimentado antes, como el caldo de una sopa en un día de invierno, como una manta limpia que te recibe en el calor de su cama. Hay una respiración cercana que erizaba los vellos de su cuello, siseando en su oído, invitándolo a unirse a él en una danza desconocida para el príncipe de cristal pero que despertaba un calor que había creído extinguido en su cuerpo. Había ojos sobre él, pero era los que deseaba. Había manos, pero era las que añoraba cada noche cuando los parpados se volvían pesados, había palabras de promesas dulces y añoranzas. Hay calidez que recorre desde su cuello, bajando por su garganta y manchando la tersa piel de sus clavículas y la tela de su traje.
Había calor y deseaba quedarse.
Las extremidades de su cuerpo pierden capacidad de función y se desvanece entre brazos fuertes que le sostienen cerca, que le maldicen, que le envenenan desde la herida de donde brotaba la vida y el carmín. El color turquesa de su mirada vuelve a alzarse hasta el cielo, donde la luna aun le observaba y una sonrisa surca sus labios como si fuese divertido, como si fuese lo que hubiese deseado luego de tanto tiempo encerrado. Ahí estaba el color blanquecino derramándose como lágrimas sobre él, llorando el astro reina la pérdida del príncipe de cristal ante un pecado que ennegrece su entorno y le hace caen en el sueño más profundo de todos, despertando una hambre abrumadora que consumía sus órganos desde dentro hacia afuera.
No hay frío, no hay calor, solo oscuridad.
#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dialogue ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ lukyan ⠀ ❫#por fin pude mudar este drabble que hice hace 3 años(?)#todo lo que escribo con luky es como un cuento de hadas <3#aunque aquí utilizo las metáforas para hablar de como aquel dragón le arrancó la pureza con un beso maldito en la marca dorada de su cuello#lo maldijo siendo un wendigo que iba a dormir y despertar solo para comer y destruir su pueblo#pero lo liberó de la jaula de oro donde sus padres con miedo de que muriera; lo encerraron#LA VERSIÓN DE HIJO DE LUNA DE FORESTELLA ES 100000/10 TOO#super mágica como para un vals apresurado donde depredador y presa se persiguen#en fin amo escribir cuentos y metáforas y cosas poéticas <3#drabble*
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no one should fear what they cannot see and no one's to blame, it's just hypocrisy
𝐎𝐍𝐄 𝐇𝐔𝐍𝐃𝐑𝐄𝐃 𝐘𝐄𝐀𝐑𝐒 ; primer parte del décimo capítulo.
En temporada pictórica, una delicada capa de nieve abraza cada superficie. Partículas cayendo con gracia y espolvoreando de blancura los tejados y las ramas de los árboles, crean un paisaje de serenidad que contrasta con la vida nocturna de cada vástago que se acerca a emblemático edificio para celebrar opulenta gala, llevando consigo las sombras de las recientes tribulaciones mientras aguardan el próximo acto. El Palacio Imperial de Tokio se alza majestuosamente como un testigo silente de la historia, su imponente presencia dominando el corazón de la ciudad mientras decenas de vástagos se acercan a tan poco ansiado evento. Aún si muchos están del lado de las reglas y procuran respetarlas por mandato real, siempre es difícil no sentirse vigilado en aquel territorio, aún peor cuando los ojos del Príncipe amenazan con estar clavados en tí cuando menos lo esperas. El interior del palacio resuena con murmullos y risas apagadas, la elegancia de la arquitectura tradicional resaltada por la luz de las velas y los destellos anaranjados de los candelabros. Bestias ataviadas en trajes de gala y vestidos deslumbrantes, llevan consigo las huellas de las noches tumultuosas pasadas. Uno por uno, eventos parecían desencadenarse cual dominó, comenzando por la desaparición y muerte misteriosa de un vástago, derrumbando aquella estabilidad que por tantas décadas había permanecido en su lugar se había quebrado, plantando nuevamente las semillas de la desconfianza entre los vástagos. Todos estos signos que muchos comenzarían a creer apocalípticos, lograron desencadenar chispas de hostilidad entre quienes de a ratos debían unir fuerzas como nunca antes para vencer a criaturas inferiores como las ratas, cuyo crujir de diminutos dientes en las sombras resonó como un eco de ansiedad, dejando una huella de inquietud en la psique colectiva de la sociedad vampírica. Las peleas vivas entre los cabecillas de sectas, las internas de los anarquistas (que cada día resultan más erráticos sin un líder a la cabeza) sólo desencadenan más chispas de hostilidad de las existentes. Las llamas de la desconfianza aun devoran las alianzas frágiles, dejando en su estela la amargura de la traición y la incertidumbre que los Independientes mucho conocen. La noche festiva, aunque pintada con el encanto del invierno, no puede borrar completamente las líneas divisorias entre las diferentes facciones vampíricas. Las alianzas frágiles y los roces históricos se sienten latentes en el aire. Las sonrisas corteses y los brindis disimulan tensiones subyacentes mientras cada clan evalúa al otro con cautela. La confianza, un bien escaso en especial entre los más antiguos, se desliza entre las palabras y gestos, recordándoles que incluso en tiempos de festividad, la oscuridad puede esconderse detrás de las máscaras de cortesía. Incluso cuando el Príncipe dedica sus más gentiles palabras y pone a sus sirvientes a atender a los invitados con la mejor de las disposiciones, la tensión flota en el aire como un espectro. ¿No había sido una invitación de la realeza la que disparó todo?
𝐀𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐎𝐎𝐂
¡Bienvenidos a la primera parte de la décimo cuarta actividad! En esta ocasión, los vástagos han sido invitados a pasar una fantasiosa velada en el Palacio Imperial. Con invitaciones directas del Príncipe para cada vástago que ha sido bienvenido a su dominio, no es extraño que nadie quiera perderse este evento, pero no por las razones que uno creería. El evento principal se lleva a cabo en la gran sala de recepciones: un amplio salón adornado con altos techos, lámparas de cristal y enormes ventanales que ofrecen vistas panorámicas de los jardines bañados por la nieve. Allí, múltiples mesas dividen a los vástagos según sus clanes y sus sectas, cada sector siendo marcado por los estereotipos que tan fácilmente usan para desmerecer. Para los que deseen participar en una danza elegante al son de la orquesta que se ha contratado para la velada, un amplio salón con suelos de mármol y espejos estratégicamente colocados es puesto a su disposición. No hay timidez que valga cuando quien domina el territorio invita a todos a compartir un par de sonatas, pero es fácil notar cómo ante aquellos ojos imponentes, todos parecen acercarse a sus similares. Alrededor, pasillos se iluminan lo suficiente como para recordar a quién pertenece aquel territorio y observar el rostro de guardias que recelosamente cuidan de los sectores más importantes del Palacio, como la oficina del Príncipe o los aposentos de su familia y allegados. Incluso si quisieras husmear por allí, es poco lo que lograrías visibilizar. Hay un único lugar que se ofrece para los invitados: el salón de arte es un espacio exclusivo para miembros de la Camarilla, pero si logran encontrar a un guardia distraído de turno, hasta el Lasombra más canónico podría disfrutar las diferentes obras de arte tradicional japonés. Que los Toreador ocupen toda el área es simplemente esperable. Esperemos que no se pierdan entre toda esa belleza que las diversas estatuas de mármol conciernen. Los amplios jardines que rodean el palacio ofrecen un oasis de serenidad, con senderos bordeados de árboles frondosos, estanques serenos y puentes de piedra que conectan pequeñas islas ahora congeladas por el clima que parece detener todo en un instante. A una distancia apropiada pero no imposible de alcanzar, la terraza de los bambúes proporciona un respiro tranquilo para aquellos que deseen alejarse de la intensidad de la fiesta y cada vástago con sus pesadas historias.
⦾ Este evento se dará entre la noche del 31 de Diciembre para los vástagos.
⦾ Se desarrollará a través de starters abiertos. Apreciamos la reciprocidad por lo que antes de abrir un starter recuerden responder al menos tres publicaciones que ya estén en el blog, una vez alcanzadas las notas deseadas, son libres de eliminar la publicación de dicho apartado. No olviden rebloguearlos en el blog de starters. De tener algún problema con el acceso, no duden en acercarse a la administración.
⦾ Durante esta actividad, el código de vestimenta será de gala. Están invitados a publicar lo que están vistiendo sus personajes y luego rebloguearlo en el blog de ediciones.
⦾ Queremos recordarles que, a pesar de ser un grupal de temáticas sensibles, nuestra prioridad es la comodidad de todes nuestres usuaries por igual, así que les pedimos tengan cuidado con la manera con la que se abordan estos tópicos en el dash ya que se trata de un espacio compartido y pedirles, por favor, que no hagan caso omiso a la lista de triggers que se encuentra actualizada para que puedan hacer uso correcto de cada etiqueta.
⦾ La selectividad, rol burbuja o parecidos permanecen estrictamente prohibidos. De sentirse afectade por alguna de estas situaciones, por favor siéntanse libres de acercarse a la administración.
⦾ Para las personas que aun no lo han deshabilitado, les recordamos que sus buzones deben de permanecer cerrados para los mensajes anónimos en todo momento y hasta nuevo aviso.
⦾ Durante esta actividad, no se permitirán los privados ni los flashbacks.
⦾ Las llamadas o visitas de las intervenciones de las últimas actividades continuarán en vigencia hasta que las mismas se definan como cerradas.
⦾ Por último y no menos importante, la actividad tendrá una duración de 10 días. El fin de la actividad en su totalidad será el día 12 de ENERO a las 16 hs GMT-6, mismo horario en el que se publicará la siguiente.
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(Spoilers) Deku Nieves y las 7 ponis
Escena del ataúd de cristal
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Apenas me di cuenta.
Sin ofender a nadie, pero, me di cuenta que Luner es un hombre, lo veía en las imágenes creía que era una mujer, pero es un hombre porque lo describes como dios.
Esta hermoso de todos modos VwV
Si, es que Luner es un dios cambiante en otros mundos, en el original que es el Reino de Eci, es como lo ves, y se ve así por una historia que luego será contada, por ahora solo quédate con lo que diré a continuación.
El dios Luner es un dios cambiante, en cada universo de los demás dioses creadores, la apariencia de la luna es diferente.
Desde una dama de cabellos rubios, un conejo blanco, un hombre corpulento y con barba, un joven de cabellos negros, un niño, un espíritu. La luna tiene muchas apariencias en los universos, mas nadie sabe como se ve realmente, excepto... sus creaciones.
Eci, describe a Luner de la siguiente manera: El dios Luner tiene cabello blanco, largo y liso como un rio en calma, vestido de colores oscuros como la noche, pero adornado con perlas y brillos simbolizando la luna y las estrellas, consigo lleva un sombrero metálico con la formas de un rio en movimiento, y un dibujo de la luna con la etapa Lúnula Creciente. Tiene la piel blanca como la nieve, y unos ojos azules que suele reflejar otros colores cuando una luz pega en sus ojos.
Ssenkrad lo describe así: Si quieres que te hable de mi Dios... El tiene una mirada tierna, con una sonrisa pacifica, de cabellos blancos que flotan tranquilamente con el viento frio de nuestro hogar, brillante sobre la oscuridad, aun si sus ropas son plateadas, negras o azules oscuras, piel blanca como el cristal, que con solo un tacto cambia de color, ojo negros...? no azules, si eran azules, que tienen un cambio fácil a la luz y suele tener un brillo en sus ojos de otro color...
Por ello en otros mundos nadie conoce realmente a Luner, todos los mundos solo sabe que existe un dios de la luna, pero no saben con certeza si es un dios o una diosa o un espíritu de la luna. Ni siquiera los seguidores de la luna de otros mundos lo saben, solo alaban a la luna de su mundo.
Eso si, cuando mueren llegan a conocer a Luner en persona, algunos solo se vuelven espíritus y lo siguen en las sombras y otros lo siguen alabando y amando como siempre.
Porque aun hay personas que le dedican un monto de cosas a Luner aun si no saben como es.
Eso si, su hermano, Soles, si lo conoce todo el mundo, y saben como es y como se ve en todos los universos.
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Moonólogo
LUNA: Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza por la maleza del valle? La luna deja un cuchillo abandonado en el aire, que siendo acecho de plomo quiere ser dolor de sangre. ¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada por paredes y cristales! ¡Abrid tejados y pechos donde pueda calentarme! ¡Tengo frío! Mis cenizas de soñolientos metales buscan la cresta del fuego por los montes y las calles. Pero me lleva la nieve sobre su espalda de jaspe, y me anega, dura y fría, el agua de los estanques. Pues esta noche tendrán mis mejillas roja sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¡No haya sombra ni emboscada. que no puedan escaparse! ¡Que quiero entrar en un pecho para poder calentarme! ¡Un corazón para mí! ¡Caliente!, que se derrame por los montes de mi pecho; dejadme entrar, ¡ay, dejadme! (A las ramas) No quiero sombras. Mis rayos han de entrar en todas partes, y haya en los troncos oscuros un rumor de claridades, para que esta noche tengan mis mejillas dulce sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¿Quién se oculta? ¡Afuera digo! ¡No! ¡No podrán escaparse! Yo haré lucir al caballo una fiebre de diamante.
Bodas de Sangre (1933) de Federico García Lorca
#bodas de sangre#federico garcía lorca#generación del 27#literatura española#literatura hispánica#obra de teatro#monologo#lorca#fragment#excerpts
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LUNA (Bodas de Sangre) Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza por la maleza del valle? La luna deja un cuchillo abandonado en el aire, que siendo acecho de plomo quiere ser dolor de sangre. ¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada por paredes y cristales! ¡Abrid tejados y pechos donde pueda calentarme! ¡Tengo frío! Mis cenizas de soñolientos metales buscan la cresta del fuego por los montes y las calles. Pero me lleva la nieve sobre su espalda de jaspe, y me anega, dura y fría, el agua de los estanques. Pues esta noche tendrán mis mejillas roja sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¡No haya sombra ni emboscada. que no puedan escaparse! ¡Que quiero entrar en un pecho para poder calentarme! ¡Un corazón para mí! ¡Caliente!, que se derrame por los montes de mi pecho; dejadme entrar, ¡ay, dejadme! (A las ramas.) No quiero sombras. Mis rayos han de entrar en todas partes, y haya en los troncos oscuros un rumor de claridades, para que esta noche tengan mis mejillas dulce sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¿Quién se oculta? ¡Afuera digo! ¡No! ¡No podrán escaparse! Yo haré lucir al caballo una fiebre de diamante...
Federico García Lorca
Recordando a Federico García Lorca
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CUANDO NIEVA, CUANDO NIEVA Y NIEVA…
Un poema de Mircea Cărtărescu, de Poesía Esencial (Impedimenta, 2021)
Mañanas felices junto al hornillo, contemplando cómo las flores de hielo
se funden lentamente… mañanas felices
cuando la nieve cuaja, cuaja, cuaja
entre los bloques. Señor,
¿por qué me das mañanas felices? Mañanas felices
abriendo la ventana, tragando el frío
y contemplando cómo la nieve cae entre los bloques. Podría ser
Canadá, Siberia…
Nadie me atosiga.
Mi máquina de escribir zurea.
Me he abrigado bien.
He tomado el café.
He escrito mis libros.
He vivido mi vida.
He encendido el hornillo con el mechero azul, de plástico transparente.
He soñado algo, pero no recuerdo qué.
Qué raro, los copos vuelan hacia arriba, hay tanta soledad,
cuánta soledad feliz me has dado, Dios mío,
cuánta soledad, como en ningún otro otoño
por dorado que fuera,
como en ningún verano… mírame, un egomaníaco
un hombre solo escribiendo en su cocina y que no quiere
salir a una Colentina nevada.
Cómo debe nevar ahí fuera… y los raíles del tranvía
cubiertos de nieve, y la nieve aventada de nuevo
de su hierro brillante… Y entre la bruma de copos
el tranvía viene… es lo único que se mueve
bajo las ráfagas, en Colentina.
Pero aquí estoy solo.
No lavo. No plancho. No hago las compras.
No me sueno la nariz.
Soy un hombre solo, sano, descansado,
acultural, apolítico.
Mi cabello está muy muy largo.
Pero mi poesía está calva como Sinead O’Connor
Y a mí me da igual.
Mañanas de duro invierno, de febrero cubierto de nieve
de un invierno duro y dichoso, lleno de luz blanca.
Mañanas, tardes, noches —en las que nieva y nieva y nieva
y nieva— y el viento brama
por el sistema de ventilación del bloque, y algo
golpea en el hueco del ascensor.
Me afanaba en otra época por escribir mis versos repletos de imágenes
por darles coherencia, por ordenarlos, por buscar la simetría
explotaban antaño mis labios, mis mejillas y dientes
de tanta droga, de tanta alucinación.
Y aquí estoy ahora: estéril, feliz
egomaníaco, devorando la nieve con los ojos. ¡Ay, Señor,
regálame este febrero, regálamelo tú!
Haz esto, haz lo otro… se acabó.
Piensa, siente, imagina… no tengo ganas.
Enzárzate con Dios… ¡Ja!
¡Ja! Todo me da igual.
No viviré eternamente.
No resolveré yo el misterio.
Me quedo aquí, calentito, viendo cómo nieva.
He aquí mi definición: estoy aquí, junto al hornillo
con la felicidad en el alma, contemplando la nieve —la que se ve
por el cristal ondulado— un individuo melenudo
que solo quiere una cosa: estar aquí
junto al hornillo, con la felicidad en el alma, contemplando la nieve.
Los copos vuelan hacia arriba, luego titubean en el aire blanco
caen oblicuos, en la profundidad de los bloques
y vuelven a subir… ¡qué curioso! ¡qué extraño!
Sí, qué curioso, Señor: estoy solo y vivo mañanas felices.
(Ayer: saqué fotos desde el balcón con mi Polaroid: primero a Kitty
sonriendo sobre el fondo de la nevada y del bloque mugriento de enfrente
después a Miri, sonriendo sobre el fondo de la nieve
y del bloque mugriento de enfrente. Y miramos fijamente los cuadrados blancos escupidos por la cámara hasta que las imágenes empezaron a salir, y luego
las pusimos en la librería, junto a mi cadenita de oro
y de esta forma dimos con El Levante
y lo leímos un rato, y luego ella dice (ya no sé qué decía),
y yo digo (¿qué le diría?), y fuera la nieve caía y caía, y la colada tiesa en la cuerda
llena de pelusa de nieve…
Anteayer: escribí un poema idiota, pero en él
había algo bueno: en el lejano norte
en Rusia, se combaban bajo el hielo los ríos Yeniséi y Lena
por los bosques vagaban presos prófugos
en una isba un joven melenudo
comía blinis, y el cierzo azotaba los postigos, era por la mañana
pero el joven tenía una vela, y el viento que silbaba entre las grietas de la isba
agitaba la llama de la vela, mientras el joven escribía con una pluma de oca:
«Oh, Nastia,
querida Nastia, si tú supieras…» Y la leña crepitaba en la estufa
y el rostro encendido del joven…
Requeteanteayer: estuve en la reunión del consejo
y durante la reunión, mientras se trataba
la situación de las revistas, yo soñaba
con escribir otra vez un libro esencial, estar otra vez con la máquina de escribir en brazos, con mi Erika
que me insulten de nuevo los viejos y los críos, y que las lectoras anónimas
modestas profesoras, doctores, pensionistas, alumnos de instituto
me lean debajo del edredón, bostezando al calor del hornillo,
levantando un instante los ojos de la página luminosa
para contemplar por la ventana la luz intensa de la nieve…
Qué decepcionados estarán con este libro,
este libro sin fotos
este libro…)
Pero a mí me da igual.
Nadie me atosiga.
El apartamento es mío.
El silencio es mío. Mi vida es mía.
Abro la ventana y cojo un puñado
de nieve blanca, esponjosa.
Abajo los coches aparcados están nevados,
los contenedores de basura nevados,
la barra de sacudir nevada.
¿Por qué me concedes mañanas felices? ¿Por qué las merezco?
Estoy arropado y tengo calor en este febrero cubierto de nieve… y estoy solo,
solo en todo Bucarest, quizá a excepción de los que
se hielan en las paradas… o solo…
y la nieve cae
y en el hornillo arde una llamita, y soy libre
y febrero, febrero, febrero
febrero, febrero… mañanas felices, Señor, cuando yo,
un egomaníaco, escribo a máquina
y me siento tan, tan…
BONUS (para el lector que ha recorrido este poema hasta el final): cuando nieva, cuando nieva
nieva, nieva, nieva, nieva
y nieva, nieva, nieva,
nieva, nieva, nieva, cuando nieva,
nieva y nieva, y nieva y
nieva y nieva, nieva, nieva, nieva y
nieva, cuando nieva, nieva,
nieva, nieva y nieva y
nieva y
nieva y
nieva y
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